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Tales of Trenzalore

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  • Tales of Trenzalore

  • 2

  • ndice general

    Acerca del libro 6

    Acerca de los autores 7

    Historias de Trenzalore 9

    Let it Snow 13

    Captulo 1 13

    Captulo 2 17

    Captulo 3 23

    Captulo 4 29

    Captulo 5 35

    Captulo 6 39

    Captulo 7 45

    Captulo 8 49

    3

  • An Apple a Day 55

    Captulo 1 55

    Captulo 2 59

    Captulo 3 63

    Captulo 4 65

    Captulo 5 71

    Captulo 6 77

    Captulo 7 81

    Captulo 8 85

    Captulo 9 89

    Captulo 10 97

    Strangers in the Outland 103

    Captulo 1 103

    Captulo 2 109

    Captulo 3 115

    Captulo 4 121

    Captulo 5 127

    Captulo 6 133

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  • Captulo 7 139

    The Dreaming 151

    Captulo 1 151

    Captulo 2 157

    Captulo 3 165

    Captulo 4 173

    Captulo 5 179

    Captulo 6 189

    Notas de traduccin 199

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  • Acerca del libroComo se haba predicho, los ejrcitos del Universo se reunieron en

    Trenzalore. Slo una cosa se opona entre el planeta y la destruccin: elDoctor. Durante 900 aos, defendi el planeta, y el pequeo pueblo deNavidad, contra las fuerzas que lo destruiran.

    Nunca supo cunto tiempo podra mantener la paz. Nunca supo qucriaturas emergeran de la nevada noche de nieve para amenazarlo. Slosaba que al final morira en Trenzalore.

    Algo de lo que sucedi durante esos terribles aos est bien documen-tado. Pero la mayora permanece envuelto de misterio y oscuridad.

    Hasta ahora.Esta es una ojeada de algunos de los terrores que la gente afront, las

    monstruosas amenazas que el Doctor derrot. Estos son los relatos de losmonstruos que se encontraron con miedo, y de aquel hombre que no.

    Relatos de Trenzalore documenta cuatro de las aventuras del Doctoren diferentes periodos durante el Asedio de Trenzalore y la subsiguientebatalla:

    Deja que Nieve - por Justin RichardsUna manzana al da - por George MannExtraos en las Tierras Lejanas - por Paul FinchLos sueos - por Mark Morris

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  • Acerca de los autores

    Justin Richards

    Un clebre escritor y consultor creativo de BBC Books de la gamade libros de Doctor Who, Justin Richards vive y trabaja en Warwick consu esposa y dos hijos. Cuando no est escribiendo, puede ser encontradosatisfaciendo su pasin por inventar, leer y ver demasiada televisin.

    Mark Morris

    Mark Morris se convirti en un escritor a tiempo completo en 1988,y un ao ms tarde vio el lanzamiento de su primera novela, Toady. Des-de entonces ha publicado unas nuevas diecisis novelas, entre las que seencuentran Stitch, La Inmaculada, El Secreto de la Anatoma, Fiddleback,El Diluvio y cuatro libros de la popular gama de Doctor Who.

    Sus historia cortas, novelas, artculos y reseas han aparecido en unaamplia variedad de antologas y revistas, y es editor del aclamado CineMacabre, un libro de cincuenta ensayos de pelculas de terror por influyen-tes del gnero, por el cual gan el British Fantasy Award 2007. Tambinescribe bajo el nombre de J.M. Morris. Para saber ms acerca de MarkMorris visita su pgina web en www.markmorriswriter.com.

    George Mann

    George Mann es el autor de la serie de misterio steampunk Newburyy Hobbes, as como de otras numerosas novelas, relatos y audio-librosoriginales. Ha editado varias antologas incluyendo.

    El libro Solaris de Nueva Ciencia Ficcin, El Libro de Solaris de Nue-va Fantasia y una retrospectiva coleccin de historias de Sexton Blake,Sexton Blake, Detective. Vive cerca de Grantham, Reino Unido, con suesposa, hijo e hija.

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  • Paul FinchPaul Finch es un ex polica y periodista. Se fue metiendo en el tema

    literario escribiendo episodios del drama para la televisin The Bill, y haescrito extensamente en el campo de la animacin infantil. Sin embargo,probablemente es ms conocido por su trabajo en la fantasa y el horror. Suprimera coleccin, Aftershocks, gan el British Fantasy Award en 2002,mientras que gan el premio de nuevo en 2007 por su novela corta, Kid.Ms tarde, en 2007, gan el International Horror Guild Award por The OldNorth Road. Ha escrito dos audio dramas de Doctor Who para Big Finish;Leviathan y Centinelas del Nuevo Amanecer. Paul vive en Lancashire, consu esposa y sus hijos.

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  • Doctor Who: Historias de TrenzaloreJustin Richards, Mark Morris, George Mann y Paul Finch

    Historias de TrenzaloreComo se haba predicho, los ejrcitos del universo se reunieron en

    Trenzalore. Slo una cosa se opone entre entre el planeta y la destruccin:el Doctor. Slo una cosa se interpona entre el Doctor y la prxima GranGuerra del Tiempo: su nombre. Durante 900 aos, defendi el planeta y lapequea ciudad de Navidad contra las fuerzas que lo destruiran.

    Detrs de la barrera de la tecnologa mantenida por la Iglesia de laOrden Papal, en el corazn del Filtro de Verdad, cerca de la grieta entreeste universo y el siguiente, el Doctor se mantuvo firme entre la vida y lamuerte. Nunca supo cunto tiempo podra mantener la paz. Nunca supoqu criaturas podran emerger de la nevada noche para amenazarlo. Slosaba que al final morira em Trenzalore.

    Algo de lo que pas durante esos terribles aos est bien documentado.Pero la mayora de ello ha permanecido envuelta en misterio y oscuridad.

    Hasta ahora. . .Reunidos en este volumen son slo cuatro incidentes del tiempo en

    que el Doctor pas en Trenzalore. Cuatro historias de herosmo y peligro.Cuatro historias que documentan lo lejos que el Doctor ira a fin de pro-teger el lugar que l haba convertido su hogar. Cuatro de cientos, tal vez,miles.

    Con el tiempo, seguramente ms historias surgirn sobre cmo el Doc-tor protegi el pueblo de Navidad, y de cmo la gente del pueblo lo lleva-ron a su corazn y amaron el tiempo que les compr. Pero por el momento,solo tenemos rumores, y leyendas, mitos e historias.

    Relatos de Trenzalore...

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  • 10

  • Let it SnowJustin Richards

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  • Captulo 1

    El cielo ardi. Crantle estaba acostumbrado a las luces que salpicabanlas largas noches,las estrellas y las innumerables naves espaciales que or-bitaban Trenzalore y que lo haban hecho desde antes del nacimiento de suabuelo. Pero esto era algo diferente. Un rastro de fuego ardiente a travsdel cielo y que se estrellaba al otro lado de la cresta alta que rodeaba laciudad de Navidad.

    Crantle viva fuera de la comunidad principal. Haca los trineos carga-dos de nieve que iban a las comunidades perifricas. El parque de nieve deNavidad era la principal fuente de agua para muchos de los nuevos asen-tamientos de Trenzalore. Crantle cosechaba la nieve, embalndola en lasbodegas de aislamiento de sus trineos. Viajaban en un pequeo convoy,Crantle iba en el trineo de delante, gritando a los perros, a pesar de que co-nocan la ruta tan bien como l. Los trineos le seguan, atados entre ellos,cogiendo velocidad sobre el suelo helado.

    Cuando la nieve dio paso al hielo, y el hielo poco a poco dio paso aun paisaje ms verde, Crantle desliz las ruedas debajo de los trineos pa-ra continuar en horas de la noche casi perpetua. Un viaje de ida y vueltale llevaba ms de una semana. Ms de una semana sin ninguna compa-a, excepto los perros y su propio canto desafinado. Algunos hombres sehubieran vuelto locos, pero Crantle amaba cada minuto de ello .

    Pasaba el tiempo entre los viajes ocupndose de los perros, y preparan-do los pequeos invernaderos donde cultivaba sus propias verduras, cual-quier cosa que disminuyera su dependencia de los dems. Reciba carne yfruta a cambio de la nieve con la que negociaba.

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  • No tena pensado hacer otro transporte de nieve durante varios das,por lo que el cielo ardiente era una curiosa distraccin. Crantle se sent ensu silla de madera preferida del porche, y observ el rastro de fuego abra-sador de las estrellas y las naves distantes. Desapareci detrs de la crestaen una repentina lluvias de chispas. En las profundidades de la noche, doslneas ms de fuego grabaron un camino hacia el planeta. Pero Crantle nose dio cuenta de aquello. Su atencin estaba en el moribundo resplandordonde haba cado la primera bola de fuego.

    Meteorito era un nombre en algn lugar en el fondo de su memoria.Una roca cayendo desde el cielo. Una de las comunidades con las queCrantle haca negocio era un pequeo pueblo minero. Cavaban en el suelo,en la roca, en busca de valiosos minerales. Quizs Crantle no necesitaramolestarse en excavar. Tal vez la roca que haba visto cayendo se hubieraroto en una rfaga de escombros a travs del paisaje. Era poco probable,pens Crantle, pero no tena nada mejor que hacer que echar una mirada.Viva cerca de la cima de la cordillera, por lo que sera probablementemenos de una hora de caminata. Incluso si no mereca la pena, podra serinteresante.

    La luz de las lunas gemelas de Trenzalore revel una cicatriz enne-grecida por donde haba pasado la estela de fuego en el cielo. La nieveya cubra de nuevo el suelo quemado, los copos sibilando y derritindosedonde caan sobre los parches calientes. Crantle caminaba junto a la tierradesnuda, usndola como un camino que lo guiara al meteoro,tanteando lanieve de delante de l con su largo bastn de madera. Solo poda distinguirla forma oscura e irregular del meteoro empujado contra el borde de unazona boscosa.

    Los pinos lunares se balanceaban suavemente en la brisa fresca, espe-rando pacientemente a los pocos minutos de luz del da que los manten-dran a travs de la siguiente noche. Crantle escudri las sombras a la luzde las lunas, casi esperando ver la forma desgarbada del Doctor espern-dole entre los rboles. Si alguien de Navidad lleg a ver lo que haba cadoms all de la cordillera, sera el Doctor. Si haba alguien en Navidad conquien Crantle realmente disfrutaba hablando, era el Doctor. Haba algo enel hombre que inspiraba confianza. De alguna manera Crantle senta que

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  • poda estar a solas con el Doctor, no habra entrometimientos, ni preguntascorteses, ni conversaciones sin sentido simplemente porque s.

    Pero al llegar al final del camino chamuscado a travs de la nieve,Crantle no vio a nadie. Frente a l, el meteoro estaba echando humo comosi todava estuviese ardiendo. Su lado dentado brillaba bajo la luz de laluna, emitiendo vapor, derritindose. El agua se agrupaba alrededor de labase del mismo, corriendo por la herida que haba causado en la tierra.Era casi el doble de la altura de Crantle, e igual de profundo, una esferaspera redondeada por el calor de su llegada. Y, para sorpresa de Crantle,estaba hecha de hielo. Mientras se acercaba, no era calor lo que senta ensu rostro, pero s un escalofro.

    Crantle toc el hielo con su bastn de madera. Acercndose ms, alar-g una mano vacilante, acariciando un lado del hielo. Poda sentir el froa travs de su grueso y acolchado guante. Pero tambin algo ms, un tem-blor dbil, una vibracin. Como si el hielo estuviera temblando de su pro-pio fro. Frot la superficie con el guante, aclarando la escarcha y dejandouna superficie lisa y vidriosa. Reflejaba las lunas y las estrellas, su luzplasmada y distorsionada sobre la superficie ondulada.

    Pero bajo las luces brillantes, en lo profundo del propio hielo, habaotra forma, oscura y borrosa. Una figura? Temblando, como si estuvieraluchando por moverse dentro de su tumba de hielo. Un truco de la luz delas lunas, pens Crantle. Nadie podra sobrevivir dentro de un bloque dehielo. Y este hielo se haba cado del cielo, nadie poda estar en su interior.

    El sonido era como el chasquido de un rbol mecido por el viento. Unagrieta repentina, y toda la seccin de hielo delante de Crantle se parti,de arriba a abajo. Una seccin se separ, estrellndose contra el suelo yrompindose como el cristal. Instintivamente, dio un paso atrs. Momentosdespus, un puo atraves el hielo cerca de donde haba estado su cabeza.Afiladas astillas transparentes salieron disparadas hacia la cara de Crantle,irritndole las mejillas y alojandose en su barba.

    Si grit de la sorpresa o el miedo, el sonido se perdi en la explosinde hielo a la vez que la criatura en el interior destroz este en su salida yse puso delante de l. Una figura enorme, que se elevaba por encima deCrantle, encerrado en una armadura de color verde oscuro como las esca-mas de un reptil. La cara estaba escondida detrs de un casco que le cubra

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  • la cabeza, con los ojos protegidos por cristales oscuros que reflejaban elrostro asustado de Crantle. Tena finos labios exanges fruncidos en unamueca que podra ser de desprecio. O de diversin.

    La nica defensa de Crantle era el bastn de madera que sostena. Loblandi frente a l, esperando a ver la reaccin de la criatura, tratando dedecidir si era ms seguro quedarse ah o correr. No esper que hablara.

    Primitivo dijo la figura con voz spera, su voz era un susurro ronco.Te rendirassss a nosotrosssdando un torpe paso hacia adelante, extendisu mano hacia Crantle.

    Crantle reaccion sin pensar, golpeando con la pesada vara de maderael pecho de la criatura. La criatura se tambale ligeramente bajo el impac-to. Crantle retrocedi el bastn para atacar de nuevo, pero la criatura semovi ms rpido de lo que haba previsto. Una mano como una tenazaagarr el bastn entre los rechonchos dedos de su guante, arrancndolode las manos de Crantle. La criatura lo lanz lejos, la enorme mano sedispona ahora a agarrar a Crantle.

    Dio un paso atrs, volvindose para correr, pero era demasiado tarde.La mano cubierta de armadura de la criatura se cerr sobre la nuca deCrantle. Sinti que lo levantaban en el aire. El mundo era un borrn enmovimiento, rboles, hielo, el rostro impasible de la criatura, suelo nevadodirigindose hacia l. Entonces lleg la oscuridad.

    El Guerrero de Hielo examin por un momento el cuerpo inerte delhumanoide, buscando seales de vida. No haba ninguna. Dio un silbidode satisfaccin. Arriba, el cielo era recorrido por el camino ardiente de otrometeorito de hielo. Un tercero lo segua de cerca. Impactaron uno detrsdel otro a lo largo de la cresta, justo dentro de la lnea de rboles.

    El guerrero pas sobre el cuerpo de Crantle y se abri camino hacia elms cercano de los meteoros.

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  • Captulo 2

    Para cuando el Guerrero de Hielo lleg al ms cercano de los dos me-teoritos que se haban estrellado por las inmediaciones, el guerrero quehaba estado dentro ya estaba rompiendo la superficie de su cpsula dehielo Se encontraba en una masa de hielo roto, contemplando el paisajecubierto por la noche, la cresta de nieve que se interpona entre ellos y elpequeo pueblo de Navidad, el terreno ondulado, las maderas oscuras.

    Los dos guerreros se saludaron con un silbido de satisfaccin. Hastaahora no haba ningun indicio de que la Iglesia del Orden Papal hubieradetectado su llegada. Todos los sistemas de comunicaciones y toda la tec-nologa haban sido retiradas de su armadura, para que no hubiera nadaque se pudiera detectar, sin emisiones, sin fugas de procesador, sin fuentesde energa.

    Dnde essst Lord Ssardak? dijo el segundo guerrero. Lo vistellegar?.

    El primer guerrero seal hacia el bosque.Su cpsula de hielo cay cerca.Se pusieron en marcha a la vez, atravesando la nieve pesadamente ha-

    cia la oscuridad del bosque.Detrs de ellos, una figura curiosa se asom desde detrs de un arbusto

    delgado. Se apart el pelo congelado de sus ojos, y se apresur tras los gue-rreros, cuidando de mantenerse bien atrs y fuera de la vista. Cuando losguerreros desaparecieron entre los rboles, esper un rato, asegurndosede no hacer ningn ruido que delatara su presencia, para luego seguirles.

    Inmediatamente, ya era de noche. Las ramas esquelticas y los nudosos

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  • troncos de los rboles estaban iluminados por la plida luz de las lunas.Delante de l, poda or a las enormes criaturas abrindose paso entre lamaleza y la vegetacin.

    El tercer meteorito haba hecho un agujero a travs del dosel del bos-que. La enorme bola de hielo pareca brillar bajo la luz de las lunas bri-llando a travs de la brecha entre los rboles rotos. Una espesa niebla seaferraba al suelo por el vapor y el lento descongelamiento del hielo. Losdos guerreros marcharon hasta el hielo, con la niebla arremolinndose al-rededor de sus pies. Al unsono levantaron sus enormes puos, y juntosgolpearon el hielo.

    Mirando desde la cercana cubierta, el hombre que los haba seguidopor el bosque vio a los guerreros rompiendo el hielo. Finalmente, dieronun paso atrs y una tercera figura surgi de entre los restos destrozadosdel meteorito. Un poco ms bajo que los guerreros, ms elegante en laarmadura ceida que era de alguna manera elegante a la vez que brutal.Una capa oscura colgaba debajo y detrs de su casco alargado, y cuandohabl, su voz fue menos pesada que los tonos speros de los guerreros.

    Essbur, Zontan, lo habeisss hecho bien.Los guerreros saludaron a su seor, con un puo en la coraza.Losss componentesss llegarn pronto susurr Essbur, el primer gue-

    rrero en llegar al planeta.Debemosss obssservar agreg Zontan.Ssardak asinti.Estos rboles oscurecen la vista. Mustrame la forma ms rpida de

    salir de este bosque.Los guerreros se volvieron y se dirigieron pesadamente de vuelta por

    donde haban venido. El hombre que los observaba se introdujo de vueltaen la maleza y contuvo la respiracin. Slo cuando los guerreros hubieronpasado dej escapar un torrente de alivio en forma de vapor de aire. Casise ahog cuando un pesado puo se cerr sobre su hombro.

    No era un hombre de baja estatura, pero su cabeza apenas llegaba alhombro del guerrero que lo lanz fuera de su escondite. El brazo libre dela criatura se levant, listo para golpear como un martillo. El hombre seprepar para el impacto.

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  • Espera orden Ssardak.Se dirigi hacia el hombre y le mir.Puede sernos til se volvi y continu siguiendo al otro guerrero en

    su camino. El guerrero arrastr al hombre tras ellos.En el borde del bosque, las cuatro figuras se detuvieron. Dos guerreros

    enormes, el alto y aristocrtico Seor del Hielo y el humano desaliado,con el abrigo hmedo.

    Quin eres? exigi Ssardak.El hombre se encogi de hombros.Yo vivo aqu, eso es todo. Vi las bolas de fuego. Vine a mirar. No

    queria hacer dao. No iba a interferir. Puedo irme a casa? aadi espe-ranzado.

    Ssardak se inclin, tan cerca que el hombre pudo ver su propio rostroreflejado en los oscuros escudos oculares del Seor de Hielo.

    Yo soy Lord Ssardak. Estos son mis guerreros: Essbur y Zontan. Sitratas de escapar, ellos te matarn. Lo entiendes?.

    El hombre asinti con furia.Qu quereis?.En primer lugar, tu nombre.Puedes llamarme Elas.Conoces este rea?.Elias asinti.He vivido aqu durante mucho tiempo. La conozco tan bien como

    cualquiera.Ssardak dio un silbido de satisfaccin.Entonces mira alz el puo hacia el cielo, donde cuatro diminutos

    puntos de luz fueron rayando entre las estrellas, creciendo constantementems brillantes y ms grandes.

    Qu son? susurr Elias. Estrellas fugaces?.Cpsulas de hielo, como las que nos transportaron. Slo que mucho

    ms pequeas.Quieres decir que hay algo dentro de ellas?. Ms de tus guerreros?.Ssardak mir al hombre.He dicho que eran ms pequeas. Lo que haya dentro no te concierne.

    Mirars en que lugar aterrizan. Ahora, observa.

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  • Se quedaron en silencio mientras las cpsulas se apresuraban haciaellos, chillando por encima y desapareciendo en la distancia en un res-plandor de fuego. Las chispas y las llamas se dispararon de cada uno delos cuatro puntos de impacto ms abajo en el valle.

    Ahora dime dijo Ssardak, volvindose a Elasy s que a esta dis-tancia del Campo de la Verdad no puedes mentir. Puedes ayudarnos aencontrar las cpsulas?.

    S dijo Elas. Pero tantos meteoros en una noche no habrn pasadodesapercibidos, otras personas los habrn notado. Estarn buscando tam-bin.

    Te refieres al Doctor?.Elias asinti.Tiene derecho a meterse en cualquier cosa fuera de lo comn.Conoces al Doctor? silb Essbur.Todo el mundo conoce al Doctor. Es por lo que estis aqu?.Por qu si no? gru Ssardak.Entonces os ayudar dijo Elas.Ssardak lo mir de cerca.Traicionaras a tu propia gente?.Ya lo he hecho antes dijo Elas. Haba un dejo de tristeza en su tono.Por qu nos ayudaras? exigi Zontan.La vida ha cambiado desde que lleg el Doctor. Antes, si las historias

    son verdad, Navidad era un lugar apacible y feliz. Desde que el Doctorlleg, he temido por mi vida casi todos los das.

    As que podemos confiar en t? dijo Ssardak.Yo te ayudar a encontrar las cpsulas de hielo dijo Elas.Eso es evidentemente cierto. Pero nos traicionars?. Vas a contarle

    al Doctor acerca de nosotros, de las cpsulas?.Elas sonri levemente. Se limpi la nieve de la frente y de las cejas

    con el dorso de la mano.Como has dicho, no puedo mentir, no aqu. Y te prometo que no dir

    una palabra al Doctor sobre vosotros ni sobre lo que estis haciendo.Entonces nos ayudars a Essbur y a m a recuperar las cpsulas dijo

    Ssardak. Srvenos bien, y te dejaremos vivir.Elias asinti.

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  • La ms cercana de vuestras cpsulas pareca que bajaba hacia el Clarode Everdell, justo al pasar el arroyo congelado. Te llevar all.

    Empez a atravesar el paisaje iluminado por las lunas, vadeando a tra-vs de los gruesos montones de nieve. Cuando mir hacia atrs, vio queSsardak y Essbur estaban cerca de l. Pero el otro guerrero, Zontan, diomedia vuelta y se alej a grandes zancadas en la otra direccin.

    Va por el camino equivocado protest Elias. Ninguna de vuestrascpsulas cay por all. A dnde va?.

    No te concierne silb Ssardak. Zontan tiene otra misin que cum-plir. Pero todos trabajamos para los mismos fines.

    Essbur asinti, extendiendo un enorme brazo y empujando hacia de-lante a Elias.

    La muerte del Doctor.

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  • 22

  • Captulo 3

    Un grupo de alrededor de una docena de personas se abri paso a travsde los campos nevados hacia la cresta. A pesar de la luz de las lunas,llevaban linternas. Muchos de ellos tenan palas. Cuando llegaron a la cimade la cordillera, se dividieron en parejas, cada pareja fue en una direccindiferente para continuar con su bsqueda.

    Si est tan interesado en encontrar esas bolas de fuego se quejMattiaspor qu no est el Doctor con nosotros?.

    l no puede estar en todas partes a la vez seal Mara, su esposa. Pero l tambin est buscando. Si l piensa que estas bolas de fuegoson importantes, entonces debemos buscarlas. El Doctor se reunir connosotros muy pronto, ya lo vers. star con algunos de los otros, y estoysegura de que no son ni la mitad de gruones que t.

    No tendra que haber venido gru Mattias.Maria entrelaz su brazo con el de l mientras caminaban hacia ade-

    lante a travs de la nieve.-No, no tendras. Pero aqu estamos.Dos horas ms tarde, era Mara la que se quejaba. Tena fro y estaba

    cansada, y no haban encontrado nada.Tal vez deberamos renunciar y volver a casa dijo.Mientras hablaba, una figura alta y desgarbada se apresur hacia ellos,

    saltando a travs de la nieve con entusiasmo.Rendirse?. No podemos darnos por vencidos. No hemos hecho ms

    que empezar el Doctor mir hacia el cielo, abriendo su boca para dejar

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  • que varios copos de nieve cayeran dentro. Cerr su boca. Saboread lanieve. Es una buena cosecha.

    Por qu estamos buscando esas bolas de fuego? exigi Mattias.De qu nos sirven?.

    A nosotros?. Para nada en absoluto.Bien, entonces...Pero tienen que ser tiles para alguien, o de lo contrario por qu

    enviarlas?. Dime, por qu enviarlas?.Muy bien desafi Maria. Por qu?.Bueno, yo no lo s admiti el Doctor. Pero creo que deberamos

    averiguarlo, no crees?. No respondas a eso. Mira, les he dicho a los demsque nos encontraremos en la hondonada detrs del Macizo del Predicadoren una hora, de acuerdo?. Johann est haciendo un fuego y el Viejo Thomdijo que va a organizar una barbacoa de desayuno. Eso es lo que hay debueno en las largas noches de aqu, que nunca ests lejos del desayuno.As que os ver all, no?.

    S, est bienrespondi Mattias. De acuerdono pudo evitar sonrerante la actitud enrgica del Doctor.

    El Doctor ya estaba corriendo de vuelta a travs de la nieve, mediocorriendo, medio saltando.

    Y si encuentras una bola de fuego, llvala contigo. Salvo que estdemasiado caliente como para cogerla, claro.

    La mejor manera de recuperar las cpsulas de hielo antes que nadieera separarse. Essbur era reacio a permitir que el ser humano fuera porsu cuenta, pero Ssardak no pareca preocupado. Ms tarde, cuando Essburregres con la segunda de las cpsulas de hielo, no haba ninguna seal deElias.

    l no nos traicionar asegur Ssardak al guerrero. Nos dio su pa-labra.

    Se puede confiar en la palabra de un ser humano?.Los finos labios de Ssardak se torcieron en una sonrisa leve.No confiar en l sera deshonroso. Pero l nos dio garantas y el Cam-

    po de la Verdad significa que no menta.Y si no vuelve?.

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  • No habra mucha diferencia dijo Ssardak. Pero aqu est.Efectivamente, Elias se tambaleaba de regreso hacia ellos a travs de

    la nieve. Se detuvo para recuperar el aliento antes de hablar.Hay gente dijo con voz entrecortada. De la ciudad. Creo que estn

    buscando vuestras cpsulas de hielo.Te vieron? pregunt Essbur.S cmo permanecer oculto cuando quiero.Has localizado alguna de las cpsulas? pregunt Ssardak.Elias neg con la cabeza.Y vosotros?.Dos dijo Ssardakestaban muy cerca la una de la otra.Se hizo a un lado para revelar las cpsulas que yacan en la nieve detrs

    de l. Cada una era una esfera spera de hielo, del tamao de las bolasque los nios de Navidad pateaban por diversin. Dentro de su coraznreluciente, Elas pudo ver la forma vaga de algo congelado dentro.

    Qu sucede? pregunt.Los primeros componentes dijo Ssardak. Ahora tenemos que en-

    contrar las otras cpsulas antes de que los seres humanos den con ellas.Una de ellas vino por el otro lado de esa zona boscosa dijo Elas.

    Est un poco ms lejos, pero es ms rpido bordeando el borde que inten-tando atravesarlo.

    Y la cuarta? sise Essbur.Abajo en el valle, creo. Ah es adonde se diriga la gente que vi.Entonces debemos ir all primero dijo Essbur.Os vern seal Elias. Yo ira ms rpido. Sin faltar al respeto

    aadi rpidamente. Pero si quereis mantener todo esto en secreto, talvez debera buscar esa cpsula y vosotros conseguir la otra?.

    Ssardak extendi la mano y agarr el hombro de Elas mientras loconsideraba.

    No les diras nada a nadie sobre nosotros ni sobre nuestra presenciaaqu gru. Dilo.

    Por supuesto el rostro de Elias se retorci por el dolor. No le dirnada a nadie.

    Ssardak afloj la presin.Eso es bueno. Porque si lo haces, Essbur te matar.

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  • No lo haba dudado ni por un momento dijo Elias, frotando su hom-bro. Forz una sonrisa. Entonces, nos volveremos a ver aqu, con lascpsulas.

    Ssardak esper hasta que el hombre estaba casi fuera de la vista antesde dar a Essbur sus rdenes.

    Sguelo. Si los seres humanos ya han encontrado la cpsula, recup-rala. Ellos sabrn que estamos aqu muy pronto, una vez que Zontan hayacompletado su misin.

    Ms abajo en las laderas, Zontan casi haba llegado a la ciudad. Elenorme guerrero avanzaba pesadamente por la nieve, dirigindose directa-mente hacia su objetivo. Su misin era simple y directa. Y una vez com-pletada conducira inevitablemente a la muerte del Doctor.

    En el momento en que Mara y Mattias se unieron a los dems alrede-dor del fuego, haba un cerdo asndose en un asador y varios agricultoreslocales haban salido para ver qu estaba pasando. Haba tal vez veintepersonas sentadas alrededor de la hoguera, calentndose y disfrutando delolor del inminente desayuno. Mara conoca a la mayora de ellos, pero noa todos. Algunos de los agricultores de fuera del pueblo, ms all de lacordillera, se mantenan a s mismos.

    El Doctor estaba sentado con las piernas cruzadas, algo alejado delfuego. En sus manos estaba girando lo que pareca ser una gran bola dehielo, y estaba haciendo malabares con ella . Finalmente, la dej en elsuelo frente a l, y se inclin hacia delante para mirarla fijamente.

    Es eso lo que hemos estado buscando? le pregunt Mara cuandoMattias y ella se sentaron a su lado.

    S respondi l con aire ausente. Entonces su rostro se quebr enuna amplia sonrisa mientras miraba hacia ellos. As que has venido. Eldesayuno, no puede esperar.

    Qu es? pregunt Mattias.Es una comida que haces a primera hora de la maana. No me digas

    que nunca has tomado un desayuno antes?. Oh, ests a punto de probaruna delicia!.

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  • Quiere decir la bola de hielo explic Mara. Sabemos lo que es eldesayuno.

    El Doctor asinti.Oh, s. Por supuesto que s. Si esto fuera tan fcil como el desayuno

    cogi de nuevo la bola de hielo. Mira, hay algo dentro,puedes verlo?.La sostuvo, de manera que las vacilantes llamas de los fuegos brillaban

    a travs del hielo que se funda.Por qu poner algo dentro del hielo? pregunt Mara. O es que

    se qued atrapado en una helada?.No, esto fue deliberado. Para pasar los escneres de tecnologaEl

    Doctor tir la bola al aire y la atrap de nuevo. Cae pasado, el contenidoes inerte y pasivo. Slo un meteoro con un poco de composicin metlica.A nadie le importa.

    Excepto a t dijo Mattias.Siempre hay excepciones. Y yo soy excepcional rod la bola ms

    cerca del fuego. Su superficie brillaba y el agua goteaba de ella al comen-zar a derretirse. Dentro hay un componente. Una parte de algo.

    Parte de que? pregunt Mara.Un arma?. Quin sabe. Pero querrn recoger los pedazos y juntar-

    los. Tan pronto como lo hagan, nuestros amigos de arriba lo sabrn, porsupuesto El Doctor mir hacia el cielo estrellado. As que lo que quie-ra que sea debe de ser bastante devastador. O har algo que no se revelecomo tecnologa inesperadase inclin hacia delante para mirar el aguacorriendo por el lado de la bola de hielo, que se descongelaba y se redujoa la forma oscura en su interior.

    Fascinante, no?.Pero, si es parte de algo dijo Mara lentamente. El que lo envi

    podra estar buscando las piezas?.El doctor se enderez.Ah dijo. Oh.Qu?Bueno, dos cosas realmente. En primer lugar, tienes razn.Y en segundo lugar? incit Mattias.En segundo lugar creo que estn aqu.

    27

  • Asinti con la cabeza hacia la oscuridad ms all del fuego. Marapudo distinguir una forma acercndose, una figura enorme, avanzando pe-sadamente hacia ellos a travs de la nieve.

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  • Captulo 4

    Mattias dijo el Doctor en voz baja. Que todo el mundo retrocedalejos del fuego. Ha venido por la bola de hielo. No te interpongas en sucamino. Simplemente dejalo venir.

    Varias personas haban visto ya a la criatura. Se incorporaron. Un hom-bre, Jedkah, blandi una pala.

    Quin eres?. Qu quieres? grit.Mattias sac a Jedkah fuera del camino cuando la enorme criatura arre-

    meti contra l. Su enorme puo golpe el final de la pala, enviandola lejosdando vueltas.

    Atrs grit Mattias. Todo el mundo atrs, fuera de su camino. De-jad que coja la bola de hielo y se ir.

    Qu es? pregunt Mara mientras todos se reunan en el lado msalejado del fuego.

    Un Guerrero de Hielo le dijo el Doctor en voz baja. Os aplastarcomo a una mosca si tratis de detenerlo. No tienen sentido del humor,creo. No he hecho risas con los Guerreros de Hielo.

    Uno de los hombres fue ms lento que los dems para salir del caminode la criatura. El guerrero lo empuj violentamente a un lado. El hombrerod, en una rfaga de nieve y gritos de dolor.

    Mattias! le indic el Doctor.No necesit decirlo otra vez. Mattias agarr la bola de hielo y la arroj

    al guerrero que se aproximaba. Casi acert en la cabeza del guerrero yaterriz en la nieve cercana.

    29

  • Uno de los campesinos de la parte exterior del grupo huy hacia laseguridad de su casa. Tal vez era el ms sensato, pens Mara.

    Haciendo caso omiso de la gente, el Guerrero de Hielo se agach pararecuperar la pelota de hielo que se funda, sujetndola firmemente, luegose gir y se dirigi lejos de ah, regresando a la oscuridad de la noche.Inmediatamente, varias personas se apresuraron a ayudar a Benedicto, elhombre que haba sido golpeado a un lado.

    Y ahora qu? pregunt Mattias mientras la criatura era devoradapor la oscuridad.

    Tenemos que volver a Navidad dijo el Doctor. Por lo menos, yo.Por qu no os quedais todos a desayunar?. Aseguraos de que Benedictoest bien.

    Pero esa cosa, el Guerrero de Hielo, tiene lo que vino a buscar dijoMara. Dijiste que era parte de un arma.

    S, pero an tienen que montar todas las piezas dijo el Doctor. In-sertar pestaa A en la ranura B y todo eso. Tardarn eras, y entoncesprobablemente lo harn todo mal y tendrn que empezar de nuevo. A msiempre me pasa. As que estamos a salvo.

    De verdad lo crees?.El Doctor suspir.No, ni por un momento. Aqu estamos en el borde del Campo de la

    Verdad, pero aun as no puedo mentirte. Esto es slo el principio. As quecomo he dicho, necesito saber lo que realmente est pasando, y todos te-nis que desayunar mir hacia la oscuridad, donde los pasos del guerrerode hielo estampados en la nieve mostraban por dnde se haba ido. Creoque lo vais a necesitar.

    Elas estaba enojado. Essbur y Ssardak observaban impasibles mien-tras se estamp en la nieve y agitaba sus brazos.

    Podras haber herido a alguien. En realidad has hecho dao a alguien.No era necesario. Lo tena todo controlado.

    T estabas all, con los otros seres humanos silb Essbur.Por supuesto que estaba. Ellos me conocen. Vivo cerca de aqu. No

    se sorprendieron cuando me present. Estaba esperando la oportunidad derecuperar vuestra preciosa cpsula de hielo.

    30

  • Estaba el Doctor presente? exigi saber Ssardak .Por supuesto. Estaba examinando la cpsula de hielo, por eso no

    pude conseguirla. Pero l la dej, cerca del fuego, para que se derritieramientras todos coman el desayuno. Unos minutos ms y podra haberme-la llevado sin que se diera cuenta. En lugar de eso, su guerrero entr ycomenz a golpear a la gente. As que si el Doctor no saba que estabaisaqu antes, sin duda lo sabe ahora.

    Durante unos momentos el nico sonido que se escuch fue la respira-cin de los Guerreros de Hielo. Entonces Ssardak habl.

    No es importante. He recuperado la otra cpsula, por lo que las tene-mos todas. Y pronto Zontan completar su misin.

    Entonces, qu ser de m? pregunt Elias en voz baja.Mantente alejado de la ciudad, y sobrevivirs.Quieres decir que puedo irme?.Nos has servido bien, como prometiste. Vamos a honrar nuestro acuer-

    do.No te preocupa que vaya a avisar a alguien?.Ssardak dio una ronca carcajada mientras tosa.Es demasiado tarde para advertirles. Si ests en Navidad cuando eje-

    cutemos nuestro plan morirs junto con el Doctor y los otros.Vas a matar a personas inocentes, junto con el Doctor?.Essbur se acerc amenazadoramente hacia el hombre.Las bajas son inevitables. Agradece que ayudaste a los Guerreros de

    Hielo. Conoces nuestros planes.Oh, lo estoy le dijo Elias. Creme, lo estoy.Por un momento, le sostuvo la mirada al guerrero, la mirada fija en las

    profundidades de sus cubiertos ojos. Luego se volvi sin decir nada y sefue a la nieve.

    El sigilo era importante hasta que Zontan hubiera completado su mi-sin. Hasta entonces, tena que pasar desapercibido. El enorme guerrerono estaba acostumbrado a ocultarse y a evitar la confrontacin. Si hubierapodido llevar su disruptor snico, podra haber entrado y completar su ta-rea. Pero el Gran Mariscal haba insistido en que no podan correr el riesgode que el disruptor pudiera ser detectado. Sin armas, sin comunicaciones,

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  • tan solo la armadura estndar, y los componentes inertes que Lord Ssardaky Essbur estaran ahora recuperando y montando.

    As que Zontan permaneci en las sombras, oculto donde la noche erams oscura al lado de un viejo granero en el borde de la ciudad de Navidad.Su destino estaba a la vista, tambin justo en el borde de la ciudad. Puertasde metal enormes atravesando un camino cubierto de nieve que conducahasta el edificio principal. En el interior, Zontan lo saba, estaba lo quebuscaba.

    La maquinaria estaba automatizada. Pero varios humanos estaban pre-sentes para garantizar que funcionaba sin problemas. De vez en cuandoalguno sala del calor del interior para mirar al cielo y hacerse una idea dela cantidad de nieve que se arremolinaba en el aire. A medida que avanzabala noche, Zontan construy una imagen del horario humano, la frecuenciacon la que salan, con qu frecuencia limpiaban las mquinas, cuando losseres humanos eran reemplazados por otros seres humanos, ...

    Al fin, en lo que calcul era el momento ptimo, Zontan surgi de laoscuridad y se dirigi hacia las puertas de metal. Parpadeantes lmparasalimentadas por los generadores ineficientes y poco confiables de Navidadiluminaban distorsionadas, creando sombras rotas del guerrero en toda latierra.

    Una gruesa cadena aseguraba las puertas, en bucle a travs del metaly sostenidas por un gran candado. Zontan ignor la cadena, y forz laspuertas a abrirse. La cadena tintineaba y protestaba, grit, y chasque,los eslabones rotos se dispersaron en la nieve. A medida que Zontan seacercaba al edificio principal, la nieve en torno a l se espesaba. Poda verlos copos arremolinndose hacia arriba desde una amplia y alta chimeneaque los dispersaba en el cielo nocturno, recortada contra una de las lunas.A medida que se arremolinaban frente a la Granja de Nieve, los coposestaban tan apretujados que parecan una delgada columna de vapor.

    Las pesadas puertas de madera del edificio principal se abrieron fcil-mente. Por un momento permaneci en el umbral, buscando alguna sealde vida en el interior. Todo lo que poda or era el pesado ruido metlicode las ruedas dentadas y engranajes de torneado, el derrame del agua de lafuente debajo de la tierra gorjeando hacia arriba en las cmaras de nieve.Los compresores que enfriaban el aire por debajo de cero, y el zumbido de

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  • los ventiladores que soplaban la recin enfriada nieve hacia arriba y fuerade la chimenea para dispersarla a travs del paisaje listo para la cosecha.

    Le llev unos minutos encontrar la seccin de control principal. Inclu-so el enorme guerrero fue eclipsado por la antigua maquinaria mientraspermaneca de pie en el simple panel, inspeccionando las diversas palan-cas y diales, interruptores y lectores. Zontan dio un silbido de tranquilasatisfaccin cuando encontr los controles que necesitaba. Una palancafue empujada al mximo. Una rueda se movi varias muescas. Una vlvu-la se abri en toda su extensin.

    Zontan esper a que los nuevos ajustes entraran en funcionamiento. Lamaquinaria respondi con lentitud y de manera ineficiente. Pero el sonidode los grandes motores se hizo ms profundo y el ruido de los torrentesde agua se intensific. Las agujas se balanceaban con todo el peso de susdiales. Las cmaras de nieve de cristal convirtieron globosos remolinos decopos blancos a una masa nebulosa de nieve congelada.

    Slo quedaba una cosa por hacer. Zontan agarr los lados del panel decontrol con sus poderosos puos, y lo arranc.

    Con los controles bloqueados en el mximo, el fino rastro de coposde vapor de la chimenea principal se convirti en una nube ondulante denieve que caa en foma de ventisca a travs de Navidad.

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  • 34

  • Captulo 5

    El Doctor acababa de regresar a la Torre del Reloj cuando se produjoun martilleo en la puerta.

    Llevo aqu siglos, y no he tenido un solo momento de paz y tranqui-lidad murmur mientras iba a contestar. Est bien, ya voygrit cuandoel martilleo aument.

    Fuera estaba un muchacho desaliado con una gorra que era demasia-do grande para su cabeza, orientada hacia abajo sobre sus ojos. La nieve seacumulaba en la parte superior de la gorra. El aspecto general era bastantecmico, pero el Doctor saba por experiencia que no era correcto el reirsea carcajadas. En su lugar, se permiti una sonrisa.

    Symon, no? dijo el Doctor-. Levant la gorra del muchacho, sacu-di la nieve y la devolvi a su posicin craneal. Qu puedo hacer porti?. Se ha roto tu marioneta Arroyuelo de nuevo, verdad?.

    El muchacho estaba sin aliento, probablemente debido a todo el mar-tilleo en la puerta.

    Est nevando consigui jadear finalmente.El Doctor sonri con indulgencia.Siempre est nevando aqu, en Navidad.No, est nevando de verdad.El doctor frunci el ceo. La gorra de Symon estaba necesitando ya

    otro vaciado.La Granja de Nieve? mir ms all del chico, con la esperanza de

    divisar la chimenea distante. Pero el aire estaba lleno de nieve y apenaspoda ver a travs de la plaza.

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  • Creo que algo va mal. Pens que debas saberlo.Creo que deba admiti el Doctor. Gracias, Symon. Dile a los que

    veas que es mejor que se queden en casa hasta que esta tormenta hayaterminado, lo hars?. Eso te incluye a ti. Vete a casa, y qudate en ella.

    El muchacho se volvi para irse. Luego vacil. Una ltima pregunta.Tu tambin te quedars en casa?.El Doctor lo mir con una mirada comprensiva.Con una nevada como esta?. De ninguna manera. Handles! llam-.

    Cuida de la tienda mientras yo no est. Si alguien llama, diles No.Cogi su abrigo de un gancho en la parte posterior de la puerta, jug

    brevemente con la idea de un sombrero, luego gir el cuello y se dirigihacia la ventisca. Realmente haca mucho fro, pens. Y era una gran ven-tisca. Definitivamente nevaba de verdad. Bueno, era nieve de la Granja deNieve, pero ms de lo que se pretenda. Haba una posibilidad, slo unaposibilidad, de que algo hubiera salido mal. Pero si fuera un hombre deapuestas, entonces habra jugado mucho dinero (si tuviera alguno) a quela nieve estaba conectada a lo que quiera que fuera lo que estuvieran ha-ciendo los Guerreros de Hielo.

    Con esto en mente, no se dirigi a la Granja de Nieve, pero si a unpunto entre la Granja de Nieve y la cresta por encima de la ciudad. Lavisibilidad haba disminuido a slo unos metros y pareca estar tardandoms tiempo de lo que le gustara en parpadear la nieve fuera de los ojos.Pero tenuemente a travs de la tormenta de nieve, finalmente logr discer-nir la gran forma de un Guerrero de Hielo. Era evidente que estaba en suelemento, al ver la facilidad con la que la criatura se abri camino por lapendiente.

    La nieve estaba cada vez ms pesada. El Doctor supuso que el guerrerohaba torcido en la esquina de la salida de la chimenea principal hacia lacresta, pero por qu?. Camin, su abrigo ahora grueso de nieve. Estaba enel pelo y las cejas. Sus botas parecan tener casi el doble del tamao del quehaban sido cuando parti. Hizo una pausa para sacudirse violentamentecomo un gran perro despus de un bao tonificante. Saba que no pasaramucho tiempo antes de que tuviera que hacerlo de nuevo, pero ayud.

    El Doctor sigui adelante, siguiendo al guerrero en su camino, inexora-blemente hacia adelante. Se mantuvo bien atrs, pero tuvo que considerar-

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  • lo cuidadosamente.No quera que el guerrero lo viese, pero si se quedabademasiado lejos lo perdera de vista. Y las huellas de la criatura ofrecanpoca ayuda, ya que se borraban casi tan pronto como aparecan.

    El Guerrero de Hielo subi el risco. Se detuvo un momento, recortadocontra la luz de las lunas esparcida por la nieve, mirando hacia abajo en elvalle, donde la ciudad de Navidad yaca acurrucada bajo una espesa mantablanca. El Doctor se protegi detrs de un montn de nieve, presionndosea s mismo en su fro abrazo, escuchando cualquier indicio de que el gue-rrero haba seguido su camino. Pero todo lo que poda or era el suspiro yel murmullo del viento.

    Despus de un rato, corri el riesgo de mirar por encima del montculo.El guerrero se haba ido. El Doctor tuvo problemas para salir fuera de lamasa de nieve. Sus piernas se hundan a la altura de sus rodillas, as queera como vadear a travs de melaza. No es que l hubiera vadeado melazaalguna vez, pero si lo hubiera hecho sera sin duda como aquello.

    En la parte superior, se detuvo para tomar aliento y para limpiar susojos de nieve. A travs de los copos arremolinados, pudo ver al guerreropor delante de l. De hecho, pudo ver dos Guerreros de Hielo y un Seorde Hielo, todos de pie en torno a una coleccin de componentes de metal.Y todos le devolvan la mirada. Hizo un gesto.

    Deslizarse hacia ellos era ms fcil que luchar por la ladera. El Doc-tor medio corri y medio cay en el hueco excavado donde los guerrerosestaban esperando. Haban elegido una zona a la sombra de una arboledade pinos lunares, por lo que la tormenta de nieve era menos feroz all. Pa-reca que estaban en un punto intermedio del montaje de lo que fuera eldispositivo que los diversos componentes de las cpsulas de hielo hicierancuando se adaptaran juntos. El Doctor ech un vistazo, y luego, con sussospechas confirmadas, centr su atencin en el Seor de Hielo. Era mejorsi ellos no pensaban que estaba interesado en lo que estaban construyendo.

    Bueno, no es esto acogedor? dijo el Doctor, aplaudiendo con susmanos enguantadas para que rociaran una niebla de nieve. Creo que eltiempo ha tomado un giro a peorasinti con la cabeza al ms cercano delos dos guerreros. Asumo que fue obra tuya? lo de bajar hasta la Granjade Nieve, y que hiciste?,aumentar el volumen?.

    Esa era mi misin silb Zontan.

    37

  • Bien, muy bien. Bien hecho! El Doctor dio una palmada de nuevo.Mantienes a las cosechadoras de nieve ocupadas por un tiempo, dira yo.Hasta que lo arreglen.

    No van a arreglarlo dijo Ssardak.Eso crees?.Lo creo. La ciudad ser destruida mucho antes de que se pueda repa-

    rar el dao. Ya veo asinti el Doctor con tristeza. Para matar a una persona,

    ests dispuesto a destruir una ciudad entera. Es un extrao concepto dehonor el que tienes.

    T no sabes nada de honor! gru Ssardak. Estamos aqu paraevitar una guerra que matara a incontables miles de millones.

    No es necesario matar a nadie dijo el Doctor llanamente.Sabes por qu estamos aqu dijo Ssardak, de pie cerca del Doctor, la

    mirada fija en l. Te advertimos que te mantuvieras alejado de la ciudad.Hemos mantenido nuestra palabra contigo.

    Supongo que s acept el Doctor.As que por qu has vuelto, Elas?

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  • Captulo 6

    Vine a advertiros dijo el Doctor. Entre otras cosasaadi, ya queera imposible mentir. Pero no tena por que dar ms detalles.

    Advertirnos? Essbur solt una risa tosiendo. No tememos a nada.Oh, te creo. Pero he venido a advertiros de todos modos.Advertirnos de qu? pregunt Ssardak.De que el Doctor sabe lo que estis planeando.Nuestros planes estn ya demasiado avanzados como para que l pue-

    da detenernos ahora.Ests seguro de eso? el Doctor se encogi de hombros. Bueno, no

    se puede mentir, as que supongo que debe ser as. Pero te equivocas.El Doctor no sabe nada dijo Zontan. Cmo podra?.l no es estpido. l sabe que has saboteado la Granja de Nieve. Slo

    hay una razn para hacer eso. Cul? dijo Ssardak.Para hacer nieve. Obviamente. Un montn de nieve. Montones y

    montones y montones de nieve, y la mayor parte dirigidos aqu, a la crestapor encima de la ciudad. No hace falta ser un genio, aunque por supuestoel Doctor es un genio, aunque lo diga yo. . . frunci el ceo. A la porraeso, olvida lo que dije.

    El Doctor no es un genio? pregunt Zontan, evidentemente con-fundido.

    No la otra parte. l es un genio. Pero mira, no te preocupes por eso.Slo digo que lo que estis planeando es inteligente, lo reconozco. Pero esbastante obvio. Y est condenado al fracaso.

    39

  • Ssardak dio un paso ms cerca del Doctor, mirndolo con receloHay algo diferente en ti, Elas.Todo el mundo es diferente, eso es lo que nos hace quienes somos.No, diferente a antes. Pareces ms confiado. Pareces ... enojado.Frustrado tambin el Doctor estuvo de acuerdo.Por qu?.Porque antes os estuve ayudando a conseguir vuestras partes y piezas.

    Ahora estoy tratando de salvaros las vidas. Y, slo por el placer de hacerlo,la vida de todos los dems tambin. Pero consideralo una bonificacin, siquieres.

    Y cmo puedes salvar nuestras vidas?.Persuadiendoos de que abandoneis y os vayais. Solo iros. El Doctor

    os puede llevar hasta la nave de la Orden Papal que est en rbita all seal una luz particular del cielo. Luego movi su dedo para sealar unadiferente. Lo siento, quera decir all.

    Tenemos nuestras rdenes dijo Ssardak. El Doctor debe morir. Eslamentable que los dems deban morir tambin.

    Si conoces nuestro plan, debes quedarte aqu con nosotros dijo Ess-bur.

    Esa decisin es tan mala que ni siquiera voy a empezar a explicar porqu dijo el Doctor. Pero por qu no terminis de armar vuestro cansnico y luego tal vez podamos hablar de ello?.

    El puo de Ssardak sali disparado y agarr el hombro del Doctor,mantenindolo dolorosamente apretado.

    Cmo sabes lo que estamos construyendo?.El Doctor lo adivin por el componente que vio en la cpsula de hielo

    el Doctor se liber. Es inteligente, te voy a conceder eso. Una emisinsonora que se parece al Doctor jugando con su destornillador snico. Nohay motivo para que se alarmen arriba. No hasta que todo ha terminado yel Doctor est muerto. E incluso entonces va a parecer como un accidente,no?. Es por eso que necesitais toda la nieve.

    Nuestra misin est en peligro silb Essbur furiosamente.Claro que s respondi el Doctor. Eso es lo que he estado tratando

    de deciros. El Doctor lo sabe todo.Ssardak se volvi con un gruido.

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  • No puede saberlo todo. Hubiera evacuado el pueblo.Ya era demasiado tarde cuando lo descubri. Nadie puede escapar de

    esta tormenta de nieve. No lo suficientemente rpido el Doctor repiti.Lo sabe todo. Todo, excepto la frecuencia exacta del can, pero calculaque para hacer el trabajo, para cortar la pantalla de nieve, debe estar en unentorno de, digamos, cerca de 73.5?. Algo por el estilo?.

    74.2 respondi Ssardak. Todo su cuerpo pareca endurecerse ligera-mente mientras hablaba, como si se sorprendiera de sus propias palabras.

    S dijo el Doctor en voz baja. El Campo de la Verdad hace eso aveces. Te pilla desprevenido. Todava lo hace conmigo de vez en cuando ypuede ser muy embarazoso, no me importa decirtelo.

    Dio un paso hacia atrs cuando Ssardak se acerc. La nieve se acumu-laba y era difcil moverse sin caerse. El Seor de Hielo se par frente alDoctor, se elevaba por encima de l, con la nieve espolvoreada sobre sucasco, hombros y pectorales. Detrs de l, los otros dos guerreros obser-vaban impasibles. De pie, brutales contra el paisaje blanco ondulado.

    Cuando nos conocimos dijo Ssardak lentamente te pregunt t nom-bre.

    As lo hiciste, Lord Ssardak.Tus palabras exactas fueron: Puedes llamarme Elias.Eso dije El Doctor sonri para mostrar indiferencia. Se trataba de la

    nica manera de mentir.Pero eso no es una respuesta a la pregunta. Si hubieras contestado,

    tendras que haber dicho la verdad, pero en lugar de eso hiciste una decla-racin que no respondia a la pregunta. Puedes llamarme Elias no es unamentira, pero no revela tu nombre.

    Es inteligente, tienes que admitirlo el Doctor se alej, caminandotorpemente a travs de la nieve. Al llegar al borde de la hondonada, seestaba hundiendo ms profundo, hasta las rodillas. Hice un truco.

    Un truco? Essbur hizo eco, caminando pesadamente hacia delantea una velocidad sorprendente. Zontan estaba cerca detrs de l.

    Cul es tu nombre? exigi Ssardak. Dmelo, o mis guerreros tematarn.

    Y si lo hago, creo que me matarn de todos modos. Aunque, de hecho,y esta es la autntica verdad, que diga mi nombre, mi verdadero nombre,

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  • es la ltima cosa que quieres.Quin eres? rugi Ssardak.La nieve se arremolinaba alrededor de la cabeza del Doctor. Senta la

    boca fra y hmeda mientras sonrea.Pens que nunca lo preguntaras dijo. Soy el Doctor.Aunque Ssardak debi haber estado esperandolo, la revelacin lo atur-

    di por un momento. El tiempo suficiente para que el Doctor pudiera vol-verse y lanzarse fuera del hueco. Se abri paso entre la nieve, tratando deponer distancia entre l y sus aspirantes a asesinos. Detrs de l poda orun silbido confuso y gruidos que revelaban como los guerreros venandetrs de l.

    A pesar de su tamao estaban en su elemento. La nieve los desacele-r, pero para nada como le complicaba al Doctor. Era una molestia paraellos. Podra ser la muerte para l. Luch, agitndose como un nadadorque se ahogaba. Se hundi en la nieve tan profundamente que el mundofue primero blanca luz de lunas y luego mortalmente oscuro.

    De alguna manera se escap del abrazo fro, dejndose caer sobre elborde de la cresta, y mirando hacia abajo, hacia las lejanas luces de Na-vidad, todas borradas por la nieve. Se vea ms lejos de lo habitual, y elDoctor se dio cuenta de a que era debido. La nieve constante haba eleva-do el nivel de la cresta. Toneladas caan por el suelo congelado. Los coposestaban tan cerca unos de otros que ahora era como una cortina blancadescendente ininterrumpida a travs del valle.

    Se sinti caer hacia delante, su centro de gravedad sobre el punto de noretorno, a punto de caer en el vaco. Entonces se detuvo. El dolor aparecia travs de la pierna del Doctor cuando algo brutalmente fuerte lo sujetfirmemente por el tobillo. De pronto, fue arrastrado a travs de la nieve,escarbando para obtener un poco control y detener el movimiento. Susmanos agarraban slo puados de algo blanco fro y hmedo.

    El agarre se afloj un poco cuando el guerrero, no poda ver cul deellos, se inclin hacia delante para una mejor sujecin del Doctor. Sintique tir violentamente de su abrigo, y saba que tena una sola oportuni-dad. Con un grito de dolor y esfuerzo y un poco ms de ira y esperanza,tir de su pie libre. En el mismo movimiento, se quit la chaqueta y selanz hacia adelante de nuevo.

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  • El fro se convirti en congelacin. Su rostro estaba lleno de nieve,mordiendo su piel y comindole a travs de la ropa. Una mancha oscura asu lado al mismo tiempo que el otro guerrero cargaba a travs de la nieve,enviando una tormenta de nieve por su cuenta. El guerrero que estaba trasl se lanz hacia adelante de nuevo con un gruido de rabia.

    Coron la cresta por segunda vez. Y ahora nada lo detuvo. El gritodel Doctor cambi de esperanza y dolor al miedo y sorpresa mientras caahacia delante, rodando en una bola de brazos y piernas desgarbadas querecogan nieve y velocidad a medida que se precipitaba por la ladera.

    Cuando se dio cuenta de que era libre, abri la boca para gritar ungrito final, desafiante de Geronimo. Pero su boca se llen de nieve y seconvirti en una tos asfixiante de fro insoportable.

    Por encima de la cresta, si hubiera sido capaz de ver a travs de lamaraa de ramas agitndose y el velo de la nieve que caa, el Doctor podrahaber visto a tres figuras de pie, oscuras e impasibles, recortadas contra laluna llena. Orgullosas y desafiantes.

    Se nos ha escapado dijo Zontan con voz spera.No hay escapatoria de los Guerreros de Hielo declar Ssardak.Est regresando al asentamiento humano dijo Essbur.Ssardak asinti. Haba quiz una pizca de arrepentimiento en su voz,

    slo una sugerencia que admiraba al hombre que los haba engaado.Dnde va a morir.

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  • 44

  • Captulo 7

    Lo que pasa con los Guerreros de Hielo es que son eficientes, pero noson realmente sutiles.

    La voz del Doctor sonaba ahogada porque su cabeza estaba dentro de lacarcasa del panel de control principal. Hubo un destello, un olor de cabellochamuscado, y una protuberancia con la forma de su cabeza conectada deforma pronunciada con la parte superior de la carcasa.

    Ests bien? pregunt Mattias.La cabeza del Doctor se retir lentamente. As como el hecho de que

    estaba empapado, ahora tena un punto negro en un lado de su cara.Creo que casi lo tengo dijo. Lo que es bueno. Es terrblemente

    bueno. Significa que estoy a punto extendi de nuevo los brazos en loscontroles de la granja de nieve, empujando ms la parte superior del cuerpohacia ellos.

    Mattias y los dems se reunieron alrededor observando pacientemente.La nieve soplaba debajo de la puerta. Por ltimo, la cabeza del Doctor seretir otra vez.

    Esto debera arreglarlo dijo alegremente.Todos se volvieron a mirar a las cmaras de nieve, que todava estaban

    blanqueadas. El Doctor frunci el ceo, y golpe el lateral de la consoladaada.

    -Esto debera hacerlo.Efectivamente, los globos lentamente comenzaron a despejarse. Mo-

    mentos ms tarde, la puerta principal se abri y un Symon desaliado co-rri hacia dentro.

    45

  • Se est deteniendo dijo con voz entrecortada. La tormenta esta pa-rando.

    Luego arreglar esto como es debido dijo el Doctor, cerrando el da-ado panel de control en la parte superior de la unidad. Tengo que arreglarprimero lo de esos Guerreros de Hielo. Bien, todos en la plaza de la Torredel Reloj en cinco minutos.

    El aire era fresco y fro, pero por una vez el cielo estaba despejado. Laslunas y estrellas y naves espaciales proyectaban una iluminacin combina-da a travs de la plaza, donde los lugareos se reunieron. La nieve estabasobre sus botas, revistiendo los edificios en gruesas mantas blancas.

    De acuerdo anunci el Doctor. Consejo de Guerra. O Consejo deSitio. Tal vez es un Comit de Emergencia. Pero sea como lo llamemos,pens que era mejor advertiros a todos ...se interrumpi, con los labiosapretados por la concentracin. Una advertencia, eso es lo que es. Sabaque iba a llegar. Perdn por la confusin. Pero s, una advertencia.

    De qu? le pregunt Mara.Bueno, sobre eso mayormente el Doctor seal ms all de la Torre

    del Reloj, hacia la cresta. Nieve!.Hubo un silencio expectante.El Doctor asinti.S, tengo vuestra atencin ahora, no? Nieve. Montones y montones

    de nieve. Y un par de Guerreros de Hielo con su Lord Ssardak que locaus todo. En particular, se las arreglaron para que todo caiga en la cresta,haciendo un cmulo profundo y crujiente y uniforme. Bueno, tal vez no estan uniforme. Posiblemente no muy crujiente. Pero ciertamente profundo.Oh, s, puedo confirmar que es profundo, sin duda.

    Van a construir muecos de nieve? pregunt Symon. Los otros ni-os que estaban con l se rieron.Uno meti una bola de nieve por la parteposterior del cuello de Symon hacindole chillar.

    No dijo el Doctor pacientemente. No muecos de nieve. Sin em-bargo estn construyendo algo. Es un can snico.

    Con las cosas que caan en las bolas de hielo? pregunt Mattias.Exactamente. Tienen todas las partes y piezas, as que no tenemos

    mucho tiempo hasta que lo tengan montado.

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  • Y un can snico es como un destornillador snico? quiso saberMara.

    Muy similar. El mismo principio. Pero mucho ms potente. Es poreso que lo han trado. Usan una gran cantidad de tecnologa snica, perosi disparan el can snico la emisin ser simplemente como la de midestornillador snico al apagarse, lo cual sucede a menudo.

    Van a disparar contra nosotros? pregunt alguien desde el fondo dela multitud.

    No,de momento. Eso es lo ms inteligente. Tienen que hacer que sevea como un accidente o un evento natural, para que no haya sospecha deque los Guerreros de Hielo estn involucrados.

    Hacerlo parecer un hecho natural? pregunt Symon, raspando lanieve de la parte posterior de su cuello.

    El Doctor lo mir como si acabara de preguntar si la suma de uno ydos da como resultado el tres.

    La avalancha dijo.Al Doctor le llev un tiempo el restaurar la calma y hacerse or.-Mirad, no me culpis. Slo os estoy contando su plan. Tienen un ca-

    n snico, ajustado a resonar en un entorno de ...hizo una pausa paracomprobar su destornillador snicoun valor de 74.2. Ellos apuntarn ala base del montn de nieve en la cordillera. Todo el lote se desliza por lapendiente, ganando velocidad y ms nieve a medida que va bajando. Estoyseguro de que han hecho los clculos, por lo que en el momento en quellegue a nosotros habr decenas de toneladas de hielo y nieve, sin mencio-nar alguna otra cosa recogida en el camino. Se harn aicos los edificios,enterrar la ciudad, matar a todos. Simple.

    Hubo un silencio absoluto ahora.En la cresta por encima de la ciudad, tres figuras oscuras movan un

    objeto grande, ponindolo en su posicin. La luz de las lunas se reflejabaen el metal del can snico cuando los Guerreros de Hielo apuntaronhacia abajo en la nieve.

    Entonces dijo el Doctor, mirando a su alrededor a la gente del pueblo. Alguna pregunta?

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  • 48

  • Captulo 8

    Ssardak vio como Zontan calibraba el can snico. Essbur estaba exa-minando la nieve acumulada en la cresta, calculando el punto exacto al queapuntar el haz snico. Fue un momento que debera haber estado lleno deorgullo y logro, la culminacin de la misin de Ssardak.

    Pero las palabras del Doctor le haba inquietado. No slo los comen-tarios acerca de las bajas civiles. Eso era la guerra, y Ssardak estaba bienversado en la guerra. Pero por qu haba regresado el Doctor?. Por quhaba arriesgado su vida para advertirles, a menos que l realmente creyeraque su plan iba a fracasar?. Repas los detalles de nuevo en su mente. Losmejores planes son los ms simples, y este era elegante en su simplicidad.No, nada poda salir mal.

    Estamos listos para disparar, Lord Ssardak inform Zontan. El pun-to de impacto se ha calculado. El can snico se establece en 74.2.

    El Doctor sabe que frecuencia estamos utilizando seal Essbur.No podemos cambiarla ahora le dijo Ssardak. Se ha calculado la

    frecuencia exacta necesaria para fundir una capa de nieve de espesor pti-mo para provocar una avalancha.

    l puede conocer los ajustes dijo Zontanpero no puede hacer nada.Este es nuestro elemento. La nieve es nuestra aliada.

    Comienza la secuencia de encendido orden Ssardak. Dio un pasoms cerca de la cima de la loma, mirando hacia abajo las luces del valle.Poda ver gente reunida fuera de la Torre del Reloj. Sera una muerte rpidapara ellos, por lo menos. Preparaos para disparar.

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  • El Doctor pareca ms preocupado por ajustar su destornillador snicoque por responder a todas las preguntas. Finalmente dio al dispositivo untoque final, y mir hacia arriba.

    Bueno, obviamente no va a haber una avalancha dijo.Un ruido sordo vino de la cresta detrs de ellos, subiendo poco a poco

    en volumen y tono.Se estn preparando para disparar explic el Doctor. se lo advert.

    Ahora bien ... levant su destornillador snico.- 72.4 he dicho, no?.No le dijo Mattias. Dijiste 74.2.Lo dije? el Doctor frunci el ceo. Ests seguro?.S.No lo creo.S, lo hiciste.Tal vez deberamos hacer una votacin.Doctor! advirti Mara. Seal hacia la cresta. Lo que sea que

    tengas que hacer, hazlo.El Doctor mir haca all para ver a los tres Guerreros de Hielo de pie

    al lado del can snico. El ruido continuaba aumentando y aumentando.Bien. 74.2. Aunque.. dijo a Mattiassi te equivocas y una carga de

    nieve viene por esa pendiente, lo tendrs en la conciencia.Eso parece murmur Mattias.El Doctor se volvi hacia la cresta. Levant su destornillador snico,

    esperando que sus clculos fueran correctos. La punta del destornilladorsnico brillaba con fuerza, y el dispositivo emiti un sonido agudo.

    La gente puso sus manos sobre los odos a medida que el sonido per-foraba sus cabezas.

    Qu ests haciendo? dijo Mara sin aliento.Mejora de onda dijo el Doctor sobre el ruido en aumento. Estn

    usando ondas sonoras para derretir la nieve. Si golpeo en la frecuenciacorrecta, puedo mejorar la onda que estn usando.

    Y qu va a hacer eso?.Derretir ms nieve ms rpido de lo que esperan. Mucho ms rpido.Cmo nos ayuda eso?.El Doctor sonri con tristeza.Les advert dijo-. Espera y vers.

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  • Secuencia de energa completada inform Zontan. El can snicose disparar en tres ... dos ... uno ...

    Mientras hablaba, se aadi otro sonido al ruido del can. Un ruidoagudo que emanaba de la ciudad bajo ellos. En la plaza, Ssardak podaver al Doctor, de pie en los escalones de la Torre del Reloj, con la manolevantada en gesto de desafo.

    Sosteniendo algo.Su destornillador snico.74.2. El Doctor saba la frecuencia sonora.Essbur dio un gruido de rabia en el mismo momento en el que Ssardak

    vio el peligro.No, no rugi a Zontan.Pero era demasiado tarde. El can snico dispar a la masa de la nieve

    delante de ellos. Zontan contempl los controles, paralizado y confundidopor lo que le indicaron. Mejorada y amplificada por la onda sonora delDoctor, las lecturas saltaron todas las escalas.

    Essbur se movi rpidamente. Se abalanz sobre Ssardak, envolviendosus brazos alrededor de su Seor en un esfuerzo desesperado para prote-gerlo. Ambos saban que era un gesto intil.

    El haz snico seg en la nieve. No un haz dirigido concentrado decalor, sino una gran explosin de intensidad masiva. Toda la cordilleradesapareci en menos de un segundo, derretida, hervida, vaporizada enun instante. Todo el paisaje se convirti en una nube repentina de vaporsobrecalentado volando hacia el exterior.

    El can snico se fundi en un momento.La ltima cosa que Ssardak vio sobre el reluciente hombro fundido

    de la armadura del guerrero, fue una niebla blanca. A continuacin, losescudos sobre sus ojos se encendieron en el calor y el vapor explot atravs de su armadura hirviendo la carne de su cuerpo.

    El Doctor apag su destornillador snico y lo meti en el bolsillo dela chaqueta. Una larga y baja nube se levantaba como niebla en la partesuperior de la cresta. Cuando se despej, los Guerreros de Hielo y su armase haban ido, junto con la mayor parte de la nieve.

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  • Por un momento se hizo el silencio. A continuacin, un puado deaplausos. Alguien golpe al Doctor en el hombro. El viejo Addam tocabauna meloda con su silbato de estao. El aplauso se acompas al ritmo dela msica. La gente empez a bailar.

    Lo hiciste de nuevo dijo una voz, tal vez fue Mattias. l no estabaescuchando.

    S, lo haba hecho de nuevo. Cada vida salvada era una ventaja. Cadahora, da, ao que consigui a la ciudad era para ser apreciado. Observel adelgazamiento de la niebla y su dispersin en el aire fro de la noche.Cada hora, da, ao tuvo un coste. Habra cuentos que se contaron, obrasde teatro que se interpretaron, adornos aadidos ... Pero nadie recordaraa Lord Ssardak o a Zontan o a Essbur. Nadie, excepto el Doctor. Bueno,l les advirti. Fue su eleccin. En silencio, los empuj suavemente en unlugar seguro de su memoria junto con todos los dems.

    Luego sonri, dio una palmada, y se uni al baile.

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  • An Apple a Day...George mann

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  • Captulo 1

    En toda Navidad, la nieve era profunda, ntida y uniforme.Aqu, en las afueras de la ciudad, se haba formado una gruesa corteza

    que cubra el paisaje, dndole un aspecto tranquilo, prstino. Copos denieve descendan de los cielos como azcar glass espolvoreado sobre elmundo, empolvando los techos de los edificios, ocultando los caminos.

    A Pieter apenas le importaba. l nunca haba conocido nada ms que lanieve y, a pesar del intenso fro, se senta alegre y optimista. Se acercaba elFestival de la Cosecha. l amaba la cosecha, no slo porque representabael fin de un arduo ao de trabajo (el fruto de su trabajo, literalmente), sinotambin por la manera en que la gente del pueblo se reuna para compartirlas celebraciones.

    El festival durara dos das durante los cuales la gente del pueblo erigi-ra efigies del Hombre Verde en la plaza del pueblo, tejidas laboriosamentea partir de hebras de hiedra. La gente bailara hasta que sus piernas cedie-ran, jugaran a juegos desenfrenados con los nios y, lo que ms le gustabaa Pieter, se sentaran a escuchar historias contadas por el Doctor..

    Cada ao, desde que Pieter era un nio, el Doctor se sentaba en lasescaleras de la Torre del Reloj en las horas finales de la fiesta y les obse-quiaba con cuentos de sus aventuras entre las estrellas. Haba algo embria-gador en estas historias de otros mundos lejanos y, para Pieter, que apenashaba salido de los lmites de la ciudad en sus treinta y siete aos, aquellashistorias resultaban exticas, extravagantes y maravillosas. Por supuesto,no dudaba de que fueran verdad (el Campo de la Verdad haca que nadieen la ciudad, el Doctor incluido, pudiera contar mentiras) Y as, la gente

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  • del pueblo se reuna, con humeantes tazas de sidra caliente apretadas entresus manos, para escuchar al Doctor contar sus historias.

    Pieter se preguntaba acerca de qu extraas criaturas podran escuchareste ao (ms de los Krotons, los Nimon, los Squall, o algo nuevo y anms extrao?) Desde luego, as lo esperaba.

    Consideraba esto mientras caminaba a travs de la nieve hacia el huer-to. An era temprano, pero ya era hora de trabajar. Si tena suerte, el Hom-bre Verde lo habra bendecido este ao y sus cultivos seran abundantes yestaran listos para la cosecha. Llamara a los chavales del pueblo para quevinieran y ayudaran con la cosecha, y para maana y el inicio de la fiesta,el trabajo estara hecho.

    Dobl un recodo en el camino, ahora apenas perceptible debido a lanieve, pero marcada por un brasero humeante, y all, sentado en cuclillasen la colina, estaba la cpula de cristal del huerto. Pareca una joya brillan-te, acurrucada entre los ventisqueros, llena de luz y calor. Sinti una oleadade orgullo. Haba heredado esta parcela de su padre diez aos antes, y lahaba cuidado bien, cada ao le daba un mayor y mejor rendimiento que elanterior. Este ao, esperaba, no sera la excepcin. Si las cosas iban segnlo previsto, tal vez incluso podra ser capaz de pagar las reparaciones quenecesitaba hacer a la casa de campo.

    Camin a lo largo del camino, con las botas levantando terrones denieve. A medida que se acercaba, sin embargo, se dio cuenta de que algohaba manchado el generalmente liso exterior del invernadero. En la ma-yor parte de su superficie, los copos de nieve golpeaban contra el vidriocaliente e inmediatamente se convertan en gotas de agua, cayendo por loslados de la cpula para congelarse de nuevo alrededor de la base. Pero enel techo, el vapor estaba formando una tenue espiral, como si estuvierasaliendo del pico de una tetera hirviendo.

    El calor se escapaba en el fro aire. Tena un agujero. Algo haba rotoel cristal reforzado de la cpula. Si no se daba prisa, toda su cosecha searruinara. Peor; si la nieve se meta dentro, sus propios rboles podranmorir congelados.

    Presa del pnico, Pieter tropez apresuradamente el resto del caminohasta la cpula, busc la llave en su bolsillo y abri la puerta. Entr, ce-rrando la puerta tras de si. Para su alivio, el interior an estaba clido, y

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  • sus temores iniciales parecieron infundados. Las manzanas en los rbo-les pareca saludables y en buen estado a pesar de las heladas. Pero quepodra haber causado un agujero de ese tipo?

    Despojndose del sombrero, el abrigo y los guantes y arrojndolos so-bre un banco de madera junto a la puerta, Pieter se apresur a lo largo deuna avenida de altos rboles, con el rostro vuelto hacia arriba, mientrasbuscaba la brecha en el techo.

    No fue difcil de encontrar. A unos cientos de metros en la cpula sehizo evidente que algo haba golpeado el cristal con una fuerza razonable.El agujero era del tamao de la cabeza de un hombre, irregular y desigual,y las fracturas finas trazaban telas de araa en los paneles circundantes.Remolinos de nieve bailaban alrededor de la herida, volviendo a derretir-se, la lluvia repiqueteaba mientras los copos de nieve pasaban al clidointerior de la cpula.

    Pieter sinti crujir los cristales rotos bajo sus botas, y mir hacia abajo.Los fragmentos se extendan por todo el mantillo, brillando como aguaderramada en la luz artificial. Y all, a pocos metros de distancia, estaba loque deba de ser el culpable, una vaina esfrica verde, aproximadamentedel doble del tamao de su puo, situada junto a la base de un rbol. Seacerc a ella con cautela. Pareca orgnica, a pesar de estar cubierta de unagruesa piel escamosa. La piel exterior estaba rota y arrugada, mostrando uninterior carnoso y suave. Pareca una semilla, pero si lo era, no se parecaa cualquier semilla que hubiera visto antes, y era mucho ms grande.

    Cmo haba cado a travs de la azotea de su huerto? Alguien la tenaque haber tirado. Era la nica explicacin. Uno de los otros agricultores,envidioso del xito de Pieter e intentando sabotearlo, o bien uno de loschicos de la ciudad tratando de impresionar a sus amigos.

    Bueno, l no iba a dejar que eso lo parase. Decidira sobre la vaina, olo que fuera, y arreglara el agujero en su techo. Todava estara listo parael festival, si se centraba en ello. Era frustrante, pero no tena miedo de unpoco de trabajo duro.

    Pieter se agach y recogi la vaina con ambas manos. Era pesada ycaliente al tacto. De hecho, ahora que la tena en la mano, poda sentirlatemblando ligeramente, como si algo dentro de ella se moviese. Observ,fascinado, como la piel carnosa comenzaba a pelarse como los ptalos de

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  • una flor que se abre en primavera.Por un momento, no pas nada. Pieter se dio cuenta de que estaba con-

    teniendo el aliento y lo dej escapar justo mientras una gruesa enredaderaverde sala del interior de la vaina y golpeaba la palma de su mano.

    Lanz un grito de sorpresa y dolor, dejando caer la vaina al suelo. Echun vistazo a la parte de atrs de la mano. Estaba sangrando. Esa cosa,fuera lo que fuese, le haba atacado! Se tambale hacia atrs, sintindosede repente mareado. Lo habra envenenado?

    Todo sucedi repentinamente, y ahora no poda pensar con claridad.Sus pensamientos eran como melaza; lentos y pesados. Pidi ayuda, sa-biendo en el fondo que no servira de nada, ya que no haba nadie cercapara escucharlo, y entonces el mundo cambi de repente y se volvi negro.

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  • Captulo 2

    Doctor? Doctor? Theol se precipit fuera del callejn, salt paraevitar un carro en sentido contrario y estuvo a punto de caer de bruces en elhielo, resbalando y deslizndose a travs de la calle, mientras agitaba losbrazos como un pjaro tratando de despegar. Segundos ms tarde, estabatumbado en un montculo entre tres barriles vacos, con el conductor delcarro agitando el puo hacia l mientras rodaba.

    Riendo alegremente, Theol se puso en pie, sacudindose la nieve enpolvo de sus pantalones. Se apoy en un barril por un momento para recu-perar el aliento.

    La plaza central era un hervidero de actividad, como toda la ciudad, alparecer, involucrndose en los preparativos para el festival de la cosecha.A su izquierda, Jerl Tompkinson estaba preparando el gran amplificadordel gramfono con la ayuda de sus dos hijos, y al otro lado de la plaza,el viejo Jemina Peace estaba levantando la tienda para el teatro de tte-res. En torno a ellos, otros estaban montando puestos y mesas de caballeteque maana, estaran llenas de todo tipo de delicias dulces y golosinas decelebracin. Theol no poda esperar. Su madre, como saba, estaba hor-neando sus bollos especiales de higos y almbar, y le haba prometido que,si era bueno, poda merecerse una pequea prueba por la noche antes deacostarse.

    Ms interesante que todo eso, sin embargo, era el grupo de nios de laedad de Theol, diez y tres cuartos, que estaban resbalando y deslizndosepor todo el lugar en un gran trozo de hielo. Theol reconoci a algunos deellos de la escuela. Que se proponan?

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  • Todava un poco sin aliento por su carrera por las calles, y sintindosebastante caluroso e incmodo, Theol sali de detrs de su barril y pisotea travs de la nieve hacia la Torre del Reloj, olvidando momentneamentela razn de su apresurado viaje a travs de la ciudad.

    Pareca ser una pista de patinaje improvisada. Los otros nios se reany gritaban de placer mientras se deslizaban unos con otros, o se balancea-ban entre s, o corran de un extremo a otro de la pista. Theol sonri. Elao pasado, se lo haba pasado muy bien patinando alrededor del estan-que congelado de los patos con Fral Henderon y los otros, antes de quehubieran sido llamados por sus padres y dijeran que no era seguro.

    Si el hielo se rompiera... haba dicho su madre, meneando el dedo, habra problemas. Te quedars fuera de ese estanque de patos, TheolWilloughby, recuerda mis palabras!

    Obediente, Theol haba hecho lo que su madre le haba pedido, y esteao, a pesar de los nimos susurrados por Fral cuando el estanque de lospatos se haba congelado, se haba mantenido bien lejos. Pero esto! Estoera diferente!

    Se acerc hacia la pista, atrado por la diversin.Hola, Theol! oy a alguien decir cerca. Se volvi para ver al Doctor

    sentado en los escalones de la Torre del Reloj, con un tubo largo de gomaen la mano. A su lado, en el escaln, estaba la extraa cabeza de robot quepareca llevar a todas partes con l.

    Theol frunci el ceo.Qu es eso, Doctor? pregunt.Ah, eso es lo que me gusta de ti, Theol. Eternamente interesado.

    Siempre inquisitivo dijo el Doctor, sonriendo. Theol esper que respon-diera a su pregunta. Oh, s! el Doctor sigui un momento despus.Esto. Mene el tubo de goma. Es una manguera, Theol, conectada alsuministro de agua en el interior de la Torre del Reloj.

    Theol asinti.As que as es cmo hiciste la pista de patinaje dijo sonriendo.Exactamente! afirm el Doctor. Hace tanto fro aqu afuera que

    se congela en unos momentos. Slo hay que rellenarlo de vez en cuando,y hurra! Una pista de patinaje para el festival de la cosecha. Se quedpensativo un instante.

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  • No s por qu nunca he pensado en ello antes, la verdad, se encogide hombros

    Supongo que slo han pasado un par de cientos de aos.Theol se ri. Siempre haba encontrado divertido al Doctor. Desde que

    poda recordar, el extrao hombre haba vivido en la Torre del Reloj enel centro de la ciudad, una especie de hombre sabio, supona, al que todala gente del pueblo acuda en busca de ayuda y consejo. Theol no tenani idea de lo viejo que era en realidad, aunque el Doctor era claramentemayor que su madre, con el rostro agobiado por las preocupaciones, suslneas de la risa, y numerosos destellos de gris en su tonto y flexible pelo.

    Y bien? pregunt el Doctor expectante.Y bien qu? pregunt Theol.El Doctor suspir teatralmente.Bueno, no vas a probarla? sonri. Vamos, lo ests deseando. Sal

    ah fuera y da una vuelta. Me gustara estar ah mismo si todava tuvieralas dos piernas.

    Theol, sin embargo, record el motivo de su viaje a travs de la ciudad.Ah dijo el Doctor. Ests preocupado por tu madre, no es as? No

    lo ests. S que ella se preocupa por ti, pero esto no es como el estanquede los patos, y...

    No, no es eso le interrumpi Theol. Vi algo, al otro lado de laciudad, y dijiste que si alguna vez vea algo interesante, deba venir ydecrtelo de inmediato.

    Dije eso? dijo el Doctor. Supongo que si. Suena a algo que yodira. Entrecerr los ojos. Vamos entonces Theol. Cuntame algo in-teresante.

    He visto al Hombre Verde! espet Theol emocionado. Esta maa-na, en los huertos.

    Qu estabas haciendo ah fuera? pregunt el Doctor.Bueno... yo... murmur Theol.Robando manzanas! dijo el Doctor. Sabes que, tcnicamente, ro-

    bar no est permitido. Y yo soy el sheriff aqu.No estaba haciendo nada malo! protest Theol. Y, adems, yo no

    cog nada. Es slo que...

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  • Espera un minuto! exclam el Doctor de repente, como si acabarde darse cuenta las palabras de Theol. Retrocede un poco. Rebobina. AlHombre Verde, dices? Lo viste? Con tus propios ojos?

    S dijo Theol, exasperado. Es lo que estoy tratando de decirte. Es-taba all, caminando en el lmite de los bosques.

    l te vio?No lo creo. Me escond detrs de unos matorrales y observ hasta que

    desapareci de mi vista explic Theol.Y cmo era?Era verde! dijo Theol, de forma redundante. Tena un anillo de

    hojas y enredaderas alrededor de su rostro. Sus brazos eran como ramasllenas de nudos. Tena que ser l. El Hombre Verde! Es temporada decosecha, y ha venido a otorgar su gracia sobre nosotros.

    Hmmm dijo el Doctor. Tena la misma expresin que la madre deTheol cuando estaba convencida de que no estaba tramando nada bueno.

    Es cierto! dijo Theol.Oh, no lo dudo dijo el Doctor, pero creo que ser mejor que me lo

    ensees, Theol. Podras llevarme al lugar preciso donde lo viste?Theol observ con nostalgia la pista de patinaje y luego al DoctorS, por supuesto dijo algo abatido.No te preocupes dijo el Doctor. No tardaremos mucho, y la pista

    de patinaje seguir aqu cuando regresemos Sonri, y se dio la vuelta.Creo que ser mejor que te quedes vigilando el fuerte un rato, Handles.

    Afirmativo respondi la extraa cabeza de robot.El Doctor puso una mano en el hombro de Theol para apoyarse.Perfecto, guame Theol! Pero no vayas demasiado rpido, eh?

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  • Captulo 3

    Algo terrible le estaba pasando.Pieter se despert para encontrarse a s mismo en la nieve, acostado

    boca abajo en un montculo. Claramente se haba tambaleado fuera deall aturdido despus de que la planta le hubiera picado, y el fro lo habareanimado. Slo que ahora se senta, de alguna manera... diferente. Susmiembros se sentan pesados y no respondan cuando trat de ponerse enpie en la nieve, y, por encima de eso, tena la sensacin de que ya no estabasolo.

    Luch para ponerse de rodillas y mir a su alrededor en busca de ayu-da. Tal vez alguien le haba odo gritar, despus de todo. Tal vez ellosestaban aqu para ayudar.

    Hola? grit, Estoy aqu! La nica respuesta fue el aullido va-co del viento. Hay alguien ah? Las palabras sonaban extraas en suslabios. Estaba desesperadamente hambriento. Hola?

    All no haba nadie salvo una cortina de copos de nieve que caan deun cielo plomizo. A cien metros de distancia, la visin de la antigua granjaprometa calor, refugio y alimento. Tal vez all era adonde se diriga antesde desplomarse y delirar.

    Cualquiera que fuera el caso, tena que salir del fro, y encontrar algopara comer. Carne. Tena que encontrar carne. Algo en el fondo de su men-te se la estaba recordando, impulsndolo. Protenas era lo que necesitabaahora mismo. Le ayudaran contra el dolor. Necesitaba comer carne.

    Pieter se puso en pie. Sinti una sensacin punzante en la mano iz-quierda y se mir la picadura. Casi retrocedi horrorizado. La piel alrede-

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  • dor de la herida se haba puesto verde y escamosa, al igual que el exteriorde la vaina. Trat de pincharla con el dedo ndice de la otra mano, peroesta tambin se haba vuelto retorcida y verde.

    Trat de luchar contra la creciente sensacin de pnico. Obviamentehaba sido infectado, y se estaba extendiendo. Su brazo estaba prctica-mente oculto por las hojas y enredaderas que no slo cubran su piel, sinoque la reemplazaban por completo. Poda sentirlas ahora, arrastrndosesobre el pecho bajo de su ropa, creciendo, creciendo...

    Pieter se llev las manos a la cara, y grit. Su pelo se haba transfor-mado en una mata enmaraada de vegetacin. Donde antes haba tenidouna espesa barba negra, ahora haba una masa de hojas. Su cuerpo esta-ba siendo absorbido por el organismo de la vaina. La vegetacin era partede l ahora. Estaba sustituyendo su cuerpo, consumindolo a medida quecreca.

    Fue entonces cuando Pieter se dio cuenta de que la presencia que habasentido antes no era otra persona del pueblo que hubiera venido a buscarlo.Estaba en l, dentro de su cabeza. La criatura, fuera lo que fuese, se habaabierto paso hasta su mente. Comenz a susurrarle en voz baja, instndoloa buscar calor, a encontrar comida.

    Fuera... de... mi... cabeza! gimi Pieter, pero ya saba que era dema-siado tarde. La cosa dentro de l estaba creciendo, y cuanto ms lo haca,colonizando cada centmetro de su cuerpo, ms dbil se senta. No podaluchar por ms tiempo. Le dola demasiado.

    Carne dijo, pero su voz haba cambiado a un tono mucho ms pro-fundo. Era como si alguien ms,algo ms, estuviera hablando a travs del, y lo nico que poda hacer era mirar, como un espectador pasivo, atra-pado en la concha de su propio cuerpo.

    Carne repiti, y dio un paso vacilante hacia la granja. Trenzaloreser colonizada. Toda vida animal se convertir en alimento para el Kry-noid.

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  • Captulo 4

    Caray, hace fro dijo el Doctor, frotandose la parte superior de losbrazos mientras caminaba por el sendero cubierto de nieve detrs de Theol. Hemos llegado?

    El viento se haba levantado desde la salida inicial de Theol esa maa-na, y aqu, lejos de la sombra de los edificios de Navidad, ambos estabanmuy expuestos. Partculas heladas estaban golpeando la cara de Theol,azotadas desde los campos de los alrededores, y tuvo que caminar con lacabeza inclinada para poder ver. Quera acelerar, bueno, l quera estar devuelta en la plaza del pueblo, jugando en la pista de patinaje con los otros,pero se vea obligado a esperar al Doctor, que al parecer no acababa deser capaz de mantener el ritmo. Caminaba con una cojera pronunciada,arrastrando su pie izquierdo a travs de la nieve.

    Doctor? dijo Theol.Mmmm, hmmm dijo el Doctor protegindose los ojos con las manos

    para estudiar el paisaje nevado de los alrededores.Antes, cuando estbamos hablando de patinaje, dijiste que te habras

    unido si todava tuvieras las dos piernas. Qu sucedi?El Doctor baj las manos y mir a Theol, que haba dejado de caminar

    por un momento para permitir que el Doctor le alcanzara Esa curiosidadde nuevo! Bien por ti, Theol!El Doctor arrastr su pierna los ltimosmetros hasta estar al lado de Theol. Estaban cerca de uno de los braserosque servan como faros a lo largo de la carretera, y el Doctor se calent lasmanos sobre l. Theol no saba cmo el Doctor poda soportar estar fueraslo con su camisa y capa, l llevaba un jersey de lana gruesa, un abrigo y

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  • un sombrero, y todava senta fro.Es una larga historia dijo el Doctor finalmentey una no particu-

    larmente interesante. Ya conoces esas cosas: monstruos, salvar al mundo,pata de palo. Lo mismo de siempre. Todo sucedi hace mucho tiempo, almenos para los estndares humanos.

    Bueno, yo estoy interesado insisti Theol. Nunca pudo entender alos adultos. Por qu el Doctor acaba de mencionarlo si no quera hablarde ello?. El mismo Theol haba perdido a su padre en un ataque de unmonstruo hace aos, cuando era muy pequeo, y no le importaba hablarsobre ello.

    Lo s dijo el Doctor, dndole unas suaves palmadas en el hombro.Pero es mucho ms emocionante hacia lo que caminamos se ech a rer.Caminamos! Viste el juego de palabras, Theol?

    Theol neg con la cabeza, ignorando el terrible juego de palabras delDoctor.

    Como el Hombre Verde?Como l, un poco ms allrespondi el Doctor, sealando.Theol sigui su mirada.Te refieres a ese montculo cubierto de nieve? pregunt, perplejo.

    Se vea como un simple y usual montculo de nieve surgido durante unatormenta, un montculo de nieve fresca en el medio de un campo.

    Ese montculo cubierto de nieve, Theol, se parece sospechosamentea un crter de impacto explic el Doctor.

    Un crter de impacto? repiti Theol. Como si algo hubiera ate-rrizado all?

    Ves? dijo el Doctor. Como he dicho, mucho ms emocionante.Vamos!

    Theol sigui al Doctor mientras caminaban por el campo nevado hastael montculo. La nieve era profunda y all, a diferencia del camino, llevabadas sin haber sido despejada. Theol se encontr hundindose hasta las ro-dillas a cada paso, y pronto la nieve estaba en sus botas, fundindose entresus dedos. Sus calcetines estaban empapados, y chapoteaban incmoda-mente con cada movimiento. A pesar de todo esto, sin embargo, el Doctorpareca estar llevando ms o menos exactamente la misma velocidad queantes. Theol lo atribuy a un sentido renovado de vigor. El Doctor pareca

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  • diferente desde que haba descubierto el montculo de nieve. Ms jovenincluso. Era casi como si l obtuviera su energa a partir de la idea de quealgo pudiera estar mal.

    Qu vamos a encontrar ah? pregunt Theol. Estaban cada vez mscerca, y estaba empezando a ponerse un poco nervioso. Nada peligroso,espero.

    Bueno dijo el Doctor. No creo que sea probable que haya ms mar-cianos atrapados en el hielo, si es eso lo que quieres decir.

    Em, marcianos? Por qu dices eso? pregunt Theol.Haran un crter mucho ms grande, para empezar explic el Doctor,

    mientras desapareca por encima del borde de la loma.Theol se apresur para alcanzarlo, subiendo por la loma de nieve con

    el fin de ver. El crter no era tan profundo como lo que haba previsto,y el Doctor, cuyas ropas estaban cubiertas de nieve en polvo, como si sehubiera deslizado por la pared del crter en su parte inferior, estaba encuclillas en la depresin poco profunda, examinando a travs de la frescanieve con sus dedos.

    Vamos dijo el Doctor. El agua se congela.Theol decidi seguir el ejemplo del Doctor, y, tirando del dobladillo

    de su chaqueta hacia abajo y colocndolo por debajo de l, se sent en lanieve y se dej deslizar hasta el fondo. Solt un pequeo grito de alegramientras, ganando velocidad y sin poder parar, se inclin hacia un lado ycay de bruces en la nieve.

    Auch! Se sent de nuevo, frotndose el brazo. Se haba golpeadocontra algo duro. Trat de tocarlo bajo la nieve. Haba una gran roca ente-rrada all, del tamao de la cabeza robtica del Doctor. La sac y le quitla nieve con los guantes.