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2010 CanCiones para volar pur: pur olvidem os a santa Clau s Mezcal es nueva York Año 2, N° 20, DICIEMBRE DE 2009-ENERo 2010, MAgAzINE DE DIstRIBuCIóN gRAtuItA, México Fotografía “nata smirina”, voz de pur: pur. Cortesía pur:pur press.

Tangente 20, diciembre 2009 - enero 2010

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Magazine de entretenimiento, Mexico

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2010CanCiones para volar

pur: pur

olvidemos a santa Claus

Mezcal es nueva York

Año 2, N° 20, DICIEMBRE DE 2009-ENERo 2010, MAgAzINE DE DIstRIBuCIóN gRAtuItA,

México

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ChristmasAround the WorldEn un mundo que atraviesa constantes cambios, la Navidad es el momento de revivir las costumbres y los rituales familiares que nos vinculan con las generacio-nes pasadas. Y aunque cada país atesora sus propias canciones, hay ciertas melodías que han atravesado todas las fronteras. Christmas Around the World es una recopilación de conocidas canciones navideñas inter-pretadas por artistas de todo el orbe, desde una ver-sión cubana del tradicional “Joy to the World” hasta una versión flamenca de “White Christmas”. En todas ellas se realza al espíritu navideño y sirven para apor-tar un sabor internacional muy especial a estas fiestas tan significativas.

New orleansChristmasNo importa donde estés, la Navidad tiene su propio sonido: los coros que entonan villancicos de casa en casa, las congregaciones que cantan en las misas de medianoche o la canción que cuenta el desafortunado incidente de la abuela con un reno. En Nueva Orleáns, la música refleja el gran afecto que la ciudad tiene por mantener vigentes las antiguas tradiciones navideñas. Canciones reconocidas adquieren nuevas versiones, mientras que las más nuevas nos devuelven afectuo-samente nuestros recuerdos favoritos de las fiestas. En New Orleans Christmas, Putumayo capturó el particular y vibrante sonido de esta ciudad con una colección de imprescindibles canciones navideñas adornadas de blues, jazz y swing, estilos que hacen famosa a la Ciudad Creciente.

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A Jazz & BluesChristmasPutumayo presenta la combinación perfecta de jazz y blues para alegrar las fiestas navideñas. A Jazz & Blues Christmas ofrece una colección memorable de cancio-nes clásicas navideñas ejecutadas por artistas legen-darios del jazz y el blues. B.B. King abre el álbum con “Christmas Celebration”, una melodía divertida, de ritmo rápido y alegremente marcada con ráfagas de viento metálico de una energética sección de trom-petas. Ray Charles cuenta la historia de Rudolph, el Reno de la Nariz Roja, a un ritmo conmovedor. Ram-sey Lewis toca “Here comes Santa Claus” y simula las campanillas del trineo con los registros superiores de su teclado. Con otras excepcionales canciones, A Jazz & Blues Christmas promete convertirse en un clásico navideño.

A Family ChristmasPocas cosas son más evocadoras del espíritu de las fies-tas decembrinas que las alegres canciones de Navidad. En A Family Christmas, Putumayo ofrece una excelente colección de melodías navideñas interpretadas por una fascinante gama de artistas, que harán las delicias de la familia mientras decoran el árbol y comparten la cena navideña. El artista de Seattle Johnny Bregar entrega una interpretación acústica de la consagrada “Santa Claus is Coming to Town”, grabada especial-mente para este álbum. También presenta canciones clásicas interpretadas por la estrella de música country Deana Carter y melodías que nos harán sentir confor-tables durante las noches más frías de esta época.

www.putumayo.com

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Editorial4

Rodolfo Villagómez P.Director general [email protected]

Renato galicia M.Director [email protected]

Fabián ArandaCalderón de la BarcacoorDinaDor [email protected]

María Lu MendozaArturo Ríos AlejoHarlen Vega soriaRodrigo Villegas Rustergiovanni gómezLuis Manuel ortizzahirIssac WengermanPedro trinidadMerlina BodoqueeqUipo eDitorial

Javi MuñozilUStraciÓn

Carlos salazar RoncesDirector [email protected]

Raúl JiménezDirector De arte y DiSeñ[email protected]

Javier Villagómez P.DirecciÓn planning Mé[email protected]

InformacIón y [email protected]@[email protected]

Móvil: 951.155.72.84 / 951.141.47.65

www.tocatuvida.com

directorio

Año 2, N° 20, diciembre 2009-enero 2010. Tan-gente toca tu vida® es una publicación mensual editada y distribuida por Imaginario Colectivo/ Agencia de Comunicación. Editor responsable Javier Villagómez Peñaloza. Reserva de de-rechos de autor: 04- 2009- 062212053800- 102, Certificado de licitud de título en trámite, Certifi-cado de licitud de contenido en trámite, ante la Comisión Calificadora de Publicaciones y revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. El con-tenido de los artículos firmados no refleja nece-sariamente la opinión del editor. Los artículos contenidos en esta publicación, con excepción de las imágenes, podrán ser reproducidas siempre y cuando se cite la fuente, solicitándolo previamen-te por escrito al editor. Impreso en Oaxaca, México, Formas Continuas España S.A. de C.V. Tangente toca tu vida® no realiza intercambios de publici-dad, ni acepta cortesías a cambio de reportajes, garantizando un punto de vista independiente. Tangente toca tu vida® investiga sobre la serie-dad de sus anunciantes, pero no se responsabiliza por las ofertas o informaciones expresadas por los mismos. www.tocatuvida.com

El Monstruo del Espagueti Volador ha salido a las calles y observa, con esas sus expresivas albóndi-gas que tiene por ojos, la incer-

tidumbre de los espagnósticos caminantes de este mundo. Incrédulo y tallarinesco, divina bola de espagueti, muchos te quie-ren devorar pero no hay motivo para tanta desconfianza. O quizás lo haya pero resulta intrascendente: que si habrá revoluciones, que si la crisis, que si la copa del mundo, que si el fin, que si el principio, que si son doce uvas, que si la sidra, que si las campanadas, que si no sé qué. Ante tal escenario, Mons-truo, te has convertido en un optimista, es

decir, en un pesimista bien informado que le da sus buenos patines a Santa Claus por-que, claro, se los merece. Y es que el dos mil diez, o el veinte diez, o la manga del muer-to, no será tan distinto a otros ayeres: de-solación, pobreza y un mundo empresarial que día con día nos jode más, como bien lo ilustra Javi Muñoz en las páginas centrales de la Tangente decembrina. Pero vamos, siempre queda la música y la levedad, esa música que le da duro al bossa, al pop y al cool jazz, esa música de Pur:Pur que vuelve al mundo más fresco y alegre, esa música que nos cuenta historias, esa música que nos permite volar.

Veinte Diez

Fotografía “nata smirina”, voz de pur: pur. Cortesía pur:pur press.

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6 FZ10

DANos Hoy NuEstRAs ALBóNDIgAs DE CADA DíA

El Monstruo delEspagueti Volador

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7FZ10

> Merlina Bodoque

¿Cómo se creó el mundo?, la pregunta. “Lo hizo dios”, la respuesta. ¿Cómo se creó dios?

Resulta que, cuando el hombre se dio cuenta de que era hombre, decidió no sentirse tan solo -en pocas palabras tener a quien culpar si algo salía mal-, enton-ces separó la tierra del infierno, el mar del cielo, a los hombres de las mujeres, a los animales de las plantas y, antes de crear la ciencia, creó a dios. Al dios de los buenos y los malos, de la tierra y el infierno, de los hombres y las mujeres, de los sumisos y los irredentos, de los virtuosos y los blasfemos. En algunos lugares, ese hombre -que sobra decir que es todo los hombres y también todas las mujeres-, creó varios dioses. En esta parte del mundo, el hombre dijo que dios era uno. Bueno, no, mejor tres. Tres por uno. Mejor siempre sí, uno.

Aunque existen otras teorías: al princi-pio del tiempo, la humanidad quiso ver y sentir; fue así que Él creó todo lo que vemos y todo lo que sentimos. El Monstruo del Espagueti Volador (MEV), invisible e inde-tectable como debe ser, creó el universo.

Todo lo que conocemos lo creó Él. Todo. Incluyendo a las montañas, a los árboles y a los enanos. Hasta trató de engañarnos sembrando pruebas falsas para que pensá-ramos que la Tierra es más vieja de lo que en realidad es. Seguro se divierte mucho siendo dios. Éstos son algunos de los fun-damentos del pastafarismo, una religión que existió en secreto por cientos de años, pero que en 2005 fue puesta a la luz.

Bobby Henderson, predicador y guía supremo del pastafarismo, presentó dicha teoría en una carta abierta, después de una propuesta aprobada en Boston de que se usarían el mismo número de horas de estu-dio en la teoría de la evolución que en la del diseño inteligente o creacionismo. Hender-son publicó dicha carta defendiendo que la teoría de la creación del Monstruo del Espagueti Volador era igualmente válida y deberían dedicarse la misma cantidad de horas. Así conoció por primera vez el mun-do a la Iglesia del MEV.

Y, ¿qué es ser pastafari? Ser pastafari -como ser musulmán, cristiano, santero, budista o sanjudero- es una forma de vida. Es aceptar que el único y verdadero dios es una bola de espagueti con ojos de al-bóndiga, -aunque no por eso el pastafari

está obligado a convencer a los herejes-, es creer que el calentamiento global va en función del número decreciente de piratas, es seguir los Condimentos que amablemen-te el Capitán Mosey puso a nuestro alcance, bueno ocho de ellos, los otros se perdieron cuando bajaba de la montaña. Evidencias de su existencia ha habido muchas, su Ta-llarinesca Divinidad se ha visto tanto en al-gunas imágenes del universo como en los audífonos de los iPods cuando se enredan.

En México, si se acabó la conquista y la colonia para los niños de sexto de primaria y el creacionismo adquiere nuevos bríos en los mismos textos gratuitos para infantes (la evolución es recortada, se agrega un ca-pítulo de fósiles, que bien nos lleva al pasta-farismo), es momento de que exijamos que la teoría del MEV se enseñe en nuestras es-cuelas. Seguramente su Señor Tallarinesco creó a Elba Esther para que los mexicanos lo conociéramos. O quizá, Él no la creó –no pudo crear algo tan grotesco- y su aparición sea meramente una coincidencia.

“Buen provecho”, dijo dios y me comí al mismo bañado en salsa Ragú.

Ramen.Página oficial del MEV/FSM:

www.venganza.org

Ilustración “la última cena Mev”. Cortesía Church of the Flying spaghetti Monster.

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8 Opinión

> Pedro Trinidad

La mujer pasaba la Navidad y el Año Nuevo haciendo yoga –cualquier cosa que eso fuera: “hacer yoga”--. Tendría

40 y tantos, una argentina abandonada en la ciudad de México, jefa de redacción de una sórdida revista que tuvo mejores tiem-pos, fumaba una cajetilla de cigarrillos al día porque cuando eran dos le diagnosticaron cáncer.

En medio de la habitación vacía medi-tando solitaria. Un animal de la estepa hes-siana que nunca aprendió a reír.

El hombre nunca tomaba en la esquina del barrio, siempre ignorando olímpicamen-te a los otros, salvo en Navidad y Año Nuevo. Burócrata de gran oficina o ejecutivo de mi-croempresa, nadie le preguntó nunca, siem-pre trajeado y perfumado. No tenía nada de qué platicar, simplemente soltaba la carcaja-da como imbécil cuando los otros hacían lo propio. Así era feliz en esas fechas.

Todo el resto del año vivía como aquel

gentío que abunda en las ciudades: del tra-bajo a su coche, del coche a su depa, a su tele, a su compu, a su puerta cerrada.

Patéticos personajes somos. La psicología que todo lo sabe pero

nada resuelve dice que, en medio de la fiesta, en fin de año las personas, incluidas las exito-sas o especialmente ellas, se deprimen hasta porque son felices. E incrementan los suici-dios. Como si no todos los días fueran para suicidarse si nos atuviéramos a la situación. Pero la mercadotecnia que nada sabe pero todo lo resuelve, nos llena de jolgorio y mer-cancías, nos convierte en hombres de socie-dad de consumo fabricados artificialmente.

Entre sumirse en la apatía o ser positivo, no hay mejores días para mostrarse patéti-cos y depres o ridículos e hipócritas que en Navidad y Año Nuevo. Decadentes al fin y al cabo, porque somos la generación del fin de un siglo y peor aún de un milenio y por-que de forma irremediable seguimos aque-lla senda bukowskiana: “Oh, los niños que serán feos; oh, lo feos que serán más feos”,

vamos con la inercia: ni el trago sabe, felicita-mos a los indeseables, nos colman los rega-los, esperamos optimistas el futuro. ¿Por qué no, como el ángel de Las alas del deseo –de Win Wenders--, sencillamente nos bajamos de la nube?

¿Para arriba o para abajo en fin de año? Mejor una y una, uva sana y uva podrida, uva amarga y uva dulce, una noticia buena y otra mala, una peor y otra mejor: ya no habrá cuesta de enero, todo el año será de cuesta; seremos felices, también, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU, junto con Honduras, el país del subcontinente donde el porcentaje de pobres e indigentes –los que sobreviven con un dólar al día—aumente más; por pura lógica oficial ganaremos el Nobel de econo-mía en 2010, no importa que nuestro gobier-no haya sido uno de los que peor manejó –y seguirá manejando-- la crisis en el mundo, no es ignorante como quien lo obtuvo en 2001: Joseph Stiglitz. Y así, hasta completar doce uvas. O un kilo. O dos…

soMos PAtétICos PERsoNAJEs

Para arriba, para abajo

Ilustración “susuwatari” por Mondi, bajo licencia de CC en Flickr.

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CosMoPoLItA sALóN CENtRAL

Mezcal es Nueva york

Ilustración “Casa Mezcal” por Willy olguín.

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> renaTo Galicia MiGuel

E stán por llegarle, cools o prendidos, a una obra que empezó como negra, tal cual debe ser para el caso, el Salón

Central de Oaxaca que ahora se instala como Casa Mezcal en Nueva York.

Obra negra evoca ese “bellísimo mito” sólo posible en ese otro mito hermosísimo que es el arte. Esto es, la actividad libre de quien es lo único sano posible en tiempos de miseria, un anarquista virtual que sueña que evita, diría un Pierre-Joseph Proudhon pos-moderno, ser gobernado, anotado, regis-trado, censado, tasado, timbrado, aforado, cotizado, licenciado, autorizado, apostillado, amonestado, impedido, reformado, corregi-do, saqueado como contribuyente, actuado, puesto a precio, explotado, monopolizado, comisionado, estrujado, estafado, robado, reprimido, alienado, enajenado, exhibido en concursos de televisión, multado, vilipen-diado, vejado, perseguido, apaleado, juz-gado, condenado, deportado, sacrificado, ejecutado, vendido, traicionado, enredado, traído en dilatorias, burocratizado, ultrajado, deshonrado, humillado, utilizado para votar, liquidado, desempleado.

También obra negra es el desvelo noc-turno, la bohemia ébrica y el dancing dioni-siaco de los románticos, los decadentes, los parnasianos, los simbolistas, los surrealistas y todos los ismos de los hipersensibles, los creativos, los productivos, los irreverentes.

Y desde luego, la del carbón que traza las líneas sugerentes de la creación artística indispensable. Por eso, obra negra es origen y marca de identidad del Salón Central y Casa Mezcal.

Porque obra negra era el taller del pintor Willy Olguín cuando se convirtió en el Salón Central. Obra negra son los trazos al carbón del bosquejo de Casa Mezcal que nos pre-senta. Y obra negra es la vida de esa espe-cie de autoexiliados repatriados, fotógrafos, cineastas, pintores, antropólogos, poetas, colgados, alucinados, noctámbulos, crono-pios, vagabundos que conforman su fauna urbana.

Aunque colectivo, el proyecto nació de la inconformidad existencial e individual del pintor Willy Olguín, nacido en el Distrito Fe-deral, de padre oaxaqueño y madre estado-unidense, y radicado en Oaxaca.

Estuvo fuera de México mucho tiempo, estudió en Seattle, Estados Unidos, trabajó en restaurantes, expuso en cafés, galerías pequeñas y en su taller. Una vez al año re-

gresaba al Distrito Federal, “me emocionaba llegar al centro histórico, me entregaba a los lugares populares nocturnos y de baile, en las madrugadas a los cafés de chinos y a los hotelitos con letreros de neón intermitentes que recordaban a los faros: el Salón los Án-geles, el Barba Azul, el Tropicana, Covachita Taurina, El Nivel, Ambos Mundos, la barrita del hotel Isabel. Seguido me acompañaba mi compadre Rigo Perezcano. El cine nos movía y soñábamos con crear algún lugar que nos transportará a esos ambientes de luces suaves y buena música de salón.

“En el centro de Oaxaca buscaba justo eso, un espacio que me recordara esa sensa-ción de alberge, cerca del olor y movimiento del mercado y las cantinas, sin pretensiones y lejos de Los Arcos y la trova cubana que invadía los lugares rústicos y coloniales pre-fabricados donde había algo ficticio y ven-dido --igual que ahora--, porque el turismo empezaba llegar en camiones repletos y la ciudad comenzaba a transformarse para siempre”.

Encontró el lugar. Un viejo inmueble ubicado en el 302 en la calle Hidalgo con te-chos altos, ventanas rectangulares y pilares fuertes en medio. Estuvo dos años pintando en él, conociendo gente de por ahí. “Había un cuarto oscuro para foto y mucha pintura. Nos motivaba a todos la sensación de estar en un lugar compartido y con la misma ilu-sión de que faltaba un espacio independien-te, no institucional y propositivo. Abrimos el 2 de noviembre de 2001.

“Las paredes estaban repelladas, había un altar de muertos hecho por los que an-dábamos en el proyecto; yo y Perezcano pu-simos la música; las chelas se enfriaban con hielo en tinajas de aluminio, sólo teníamos mezcal y un vitrolero de mojitos espanto-sos; la barra eran dos mesas de madera que se quedaron del taller; el baño, comparti-do; el cover, de diez pesos; no existían ni comandas, ni meseros, ni nada, estábamos todos en chinga loca por que se puso hasta la madre; todo mundo que vino esa noche la pasó de lo lindo, tampoco sabíamos que teníamos que cerrar. Al otro día, con el dine-ro juntado pintamos, pagamos a un albañil para que hiciera la barra y mandamos a ha-cer las puertas de cantina, como homenaje al El Nivel del D.F.”

Ahora, nos cuenta desde la red Willy Ol-guín, “así está quedando el altar al mezcal en Nueva York, compadre, sólo que el proyecto es muy grande y la lana muy poca, pero es-tamos avanzando”.

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14 Opinión

> isaac WenGerMan

Arrodillado suplicaba. -Ayúdame señor, ayúdame que

vendré a verte cada día 28 del mes. Ayúdame, piadoso. Sólo son mil pesitos se-ñor, ayúdame…

-¿Cuánto necesitas? Le dijo un bigotón de forma contundente.

-Mil varitos, carnal.-Tómalos, aquí están. ¡Ya no me lo dis-

traigas!Ese es uno de los milagritos más sona-

dos de San Judas Tadeo. ¿Será por eso que los sanjuderos se han multiplicado como en el otro milagrito de los panes y los peces? Lo cierto es que en los barrios de la ciudad de México, en donde la banda rifa, aparecen en cada esquinas nichos para San Judas. Ata-viado con medallas de oro que contrastan con el verde de su túnica, luce imponente y no hay quien se atreva a romper el cristal para viajar dichas preseas doradas.

En el sur- poniente de la ciudad ha surgi-do un ritual de cada 28 días: los sanjuderos que integran la banda del Venadito, en el barrio Minas de Cristo, compuesta por espe-cialistas en el robo a mano armada, sin arma, con luz, sin luz, a medio día, a las diez de la noche, a las tres de la tarde, robo de autos, secuestros express y algunas otras bonda-des, sacan de sus nichos a pasear a San Ju-ditas y, cual policía de tránsito, lo colocan en medio de las avenidas principales sobre una mesa de plástico, previamente adorna-da con flores, y un plato que hace las veces de alcancía para que devotos y no devotos cooperen unos varitos en favor de la misa sanjudera.

La capacidad de convocatoria es única. De a cinco pesitos, diez, veinte y morrallita se va llenando el plato. Los del transporte público, los señores microbuseros, le entran hasta con cincuenta o cien varitos, depen-diendo del recaudador. Y si no quieres co-operar, no hay problema, amablemente la banda te agradece con una mentada de ma-dre y la consigna de que si vuelves a pasar y te topan, por tacaño y culero, San Juditas no te ayudará a librarla.

Una parte del cobro se invierte en gas-tos de representación: cervezas, uno que otro cigarrito de mota, refrescos, algu-nas botanitas, el sonido de la fiesta y por supuesto, la misa. La otra parte se va a la iglesia de San Hipólito, la casa de San Juditas, donde se va juntando el tributo de casi todos los barrios de la

ciudad: las despensas, los billetes, las mo-nedas, las veladoras, las flores y los regalos

especiales. Si existiera la lista de Forbes de los Santos, seguramente uno de los prime-ros lugares lo tendría San Juditas.

Cuentan que en el cumpleaños del ve-nerado, hace un año, sanjuderos del Vena-dito y Barrio Norte se encontraron en San Hipólito. Y pos pa’ luego es tarde, picaron a uno. San Juditas, a la manera de los árbitros centroamericanos, no se inmutó. El otro dio algunos pasos intentando avisar a la ban-dera que los acompañaba pero no llegó, el pica hielo, calientito, entró en el hígado sin

ningún trámite. ¿Y San Juditas? No vio la mano en el área.

EL MILAgRo DE Los PANEs y Los PECEs

sanjuderos

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Jimi Hendrix fue un visionario, sabía que el mejor

servicio del mundo se daría en el Bar Almohada.

escucha la transmisión de este programa todos los jueves en www.tocatuvida.com

Bar almohada llega a ti gracias a los servicios de poderato.com, podomatic.com y al auspicio de la revista Tangente.

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17Must

> FaBián aranda calderón de la Barca

P ara Kundera resultaba insoportable, pero Calvino la proponía como ac-titud para transitar este milenio que

ya corre. Levedad. Dejar la pesadez a un lado y llenar los pulmones de aire, flotar un poco poquito y liberar una sonrisa. Pareciera harto dificultoso en tiempos como estos, tan llenos de durísimos recordatorios del propio peso, intentando fluir en el fangal del día a día.

Pero tenemos pretextos miles para aflo-jar la rienda. Pero tenemos ilusiones al por mayor guardadas en los cajones. Pero tene-mos las ganas de seguir avante a pesar de los pesares. Pero tenemos la música y su infinito poder curativo. Y creciendo como una exóti-ca planta en la tierra más yerma, llama a nues-tra puerta vestida de mil encantos y colores; entre sus ramas flores breves que a tiempo se desprenden para invitarnos a volar.

Música leve pero real. Música como la de Pur:Pur, que desde Ucrania nos muestra un rostro fresco y alegre, ajeno a las arrugas del muy viejo continente europeo. “Una tarde de julio estábamos tomando el té en el bal-cón. Eugene trajo una guitarra, se acomodó y comenzó a tocar una melodía suave, agra-dable. Le pedí que repitiera esa melodía una y otra vez durante los próximos días, y de

repente empezamos con las letras. Decidi-mos que debía convertirse en una canción, y así lo hicimos. Estábamos fascinados por el resultado (la canción fue Make Love To Me). De manera similar, otras canciones fueron apareciendo muy dentro de mí, y me die-ron ganas de componer letras de canciones y poemas”, comparte Nata Smirina, voz de Pur:Pur.

Tan sencillo como eso: crear de mane-ra libre y pura. Pero no todo es miel sobre hojuelas, pues “en la actualidad es un mo-mento difícil para las bandas no comerciales de Ucrania abrirse camino en el mundo del espectáculo. Los productores no están inte-resados en ellos, ya que no se venden a una amplia audiencia. Todo el dinero se invierte en llamativos cantantes huecos que inundan el mercado musical de Ucrania y están desti-nados a desaparecer durante la noche para ser sustituidos por otros del mismo tipo. Sin embargo, gracias a Internet, muchas bandas tienen su oportunidad de ser escuchadas, y este es el camino que elegimos”, continúa.

Camino por demás acertado, pues la calidad de su trabajo y la rapidez con la que se ha difundido entre los cibernautas le ha granjeado al trío la invitación a participar en el Koktebel Jazz, uno de los más importantes festivales de Crimea.

sINtoMátICAs ALAs DE AVIóN

Canciones para volar

Fotografías “pur: pur”. Cortesía pur:pur press.

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18 Must

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> PuR:PuR, ELLos soN

Nata Smirina, vozEugene Zhebko, guitarraStas Kononov, guitarra

> RoLItAs

Sin disco aún, quizá porque pesa demasiado, la música de Pur:Pur puede descargarse gratuita-mente en su sitio oficial (www.purpurmusic.com).

> oCHo tEMAs

Invitaciones sin torceduras ni ornamentos des-echables. Colección de finas plumas para ataviar los brazos del escucha. Sintomáticas alas de avión para planear en tiempos de caídas. Ideales para saltar de un décimo piso sin temor al asfalto ni a las crisis monetarias.

Must

como una hojaBlanco y negro. A cuadro el brazo de una gui-tarra. Detrás, ella. Nada más. O bien, sombras chinas. Dos huecos en el alma que se van en-contrando, que se nutren de amor y de músi-ca, que vuelan como notas, como las hojas de un árbol. Las imágenes: “Cosmic Girl” y “Me Is”, sus respectivos videos.

Justo como una hoja cayendo es la músi-ca de Pur:Pur. Una hoja que atraviesa el aire y se va mezclando con los aromas y texturas que a su paso encuentra. “A los tres nos gusta música muy diferente. Hay puntos en los que nuestros gustos coinciden: Arto Lindsay, Ra-diohead, y hay música de otros que no coinci-de en absoluto. Hay un montón de influencias desde todos los ángulos posibles. Escucha-mos las cargas de la música desde el jazz al post rock e incluso el metal, disfrutamos de los proyectos tanto acústicos y electrónicos”, señala Nata.

Sin embargo, y a pesar de la enorme gama de posibilidades, Pur:Pur apuesta por lo míni-mo: dos guitarras y una voz. Minimalismo que

también se expresa a través de sus videos, ela-borados por Eugene Zhebko, primera guitarra de la banda. Él “tiene estudios de dirección de cine en T.V, y ha sido un fotógrafo aficionado desde la infancia. Trató de combinar estas dos partes en nuestros videos; es decir, para que sean gráficos, incluyendo únicamente lo que es crucial, al igual que nuestra música. Esa fue su idea y fue donde comenzó nuestro mini-malismo”, comenta Nata.

Oscilando entre el bossa, el pop y el cool jazz, la voz de Nata fluye entre los acordes de 12 cuerdas contando historias, redescubrien-do las posibilidades de la levedad, reinven-tando ese antiguo remedio para toda clase de dolencias: la música. Todo bajo una sola consigna: “Si tenemos algo que decir, lo deci-mos. En estos días, la gente tiene suficiente de sus propias tensiones y problemas, ¿por qué recordárselas en la música? Queremos que nuestro público se vaya después del concier-to con una leve sonrisa y que no consigan o se revele un choque de carga insoportable de la vida a causa nuestra”. Música leve, canciones para volar.

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20 Opuestos

> Zahir

Los regalos decembrinos causan de-

presión y molestia, sobre todo cuan-

do se trata de los tan comunes e

incómodos intercambios de calcetines o

calzones navideños, las afamadas y nunca

deseables corbatas multicolores y los suéte-

res de cuello tortuguero que sólo producen

comezón y no quitan el frío. Ante tal espec-

táculo, las esperanzas de que Santa traiga

consigo un increíble obsequio para noso-

tros se incrementan notablemente. Pero el

buen Noel jamás llega y sus renos, que ya

están jubilados, prefieren echarse a dormir.

Es entonces cuando los zapatos, colocados

con devoción al pie del arbolito, vuelven al

closet sin más fama que la de haber sopor-

tado el invierno a las tres de la mañana.

En esas mismas horas malas de la noche

buena, los comensales que disfrutan el tan

afamado pavo relleno, no dejan de pensar

en la inmensa alegría que les hubiera cau-

sado tener un celular más, un iPod o los

buenos deseos del panzón. Pero no, Santa

es un egomaniaco con bastante dinero en

el bolsillo como para preocuparse de los

deseos infantiles. De manera que allí se que-

dan, acompañados, sirviendo la ensalada de

manzana, denostando las carnes bofas del

“barba blanca”, martirizándose, olvidando

a parientes y vecinos, considerando que el

gordinflón debe recibir un castigo por tan

cruel desagravio.

Cuerpo maldito y traicionero, ¿por

qué me haces sufrir así? lamenta Santa

cada invierno que se ve maltrecho por los

achaques propios de la edad y las presiones

fiscales a las que se enfrenta por no dejar

obsequios en los arbolitos de navidad del

tercer mundo, según él que porque los niños

de esos lugares no comen, aunque de todos

es sabido que el buen panzón, no el Viejo de

Arriba, no se confundan, se dedica a deducir

los impuestos de su fábrica de juguetes con

regalos ficticios, mientras se prepara ardua-

mente para lucir, portentosas, sus regordetas

y rosadas mejillas en una bebida harto cono-

cida: ¡ah, qué rica cuba!

Abordo del trineo destartalado y oxidado

de Claus, el panzón de rojo que no cabe por

las chimeneas, van los Reyes Magos colma-

dos de oro, mirra e incienso; bueno, a decir

verdad, de videojuegos, bicicletas y una que

otra muñeca. Tres dicen que son y quesque

vienen del Oriente guiados por Belén, esa

estrella coqueta y presuntuosa que los cau-

tiva por su reveladora minifalda. Malhechor,

Raspar y Basaltar, conocidos así en los barrios

citadinos, salieron de sus terruños en busca

del niño perdido y pues se encontraron nada

más y nada menos que con Papá Noel, el

despiadado señor que utiliza las cartas que

le envían sus admiradores para alimentar su

calefacción.Agreste y peligroso barrigón, ¿por

qué nunca dejas regalos? pregunta Mel-

chor mientras bebe un refresco de esos que

Santa suele tomar para no dormirse.

Porque no me da la gana responde

el desvelado y aturdido Noel, que no ha des-

cansado en toda la noche.

Tosco y ramplón panzudo, ¿por qué

nunca dejas regalos? pregunta Gaspar

mientras observa su reloj pulsera y propina

dos latigazos en la espalda de Claus para que

acelere el paso.

Porque no me da la gana responde

el oriundo del Polo Norte que gusta del golf

y los best sellers.

Áspero y pavoroso regordete, ¿por

qué nunca dejas regalos? pregunta Balta-

sar mientras fuma un ovalado por tradición.

Porque no me da la gana responde

al afamado Santa e intenta aconsejar a los

de Oriente para que hagan lo mismo, to-

tal, después ni quien se acuerde. Y aunque

Claus, impotente y corajudo, ha dicho que

los Reyes son los padres y que abarrotan los

centros comerciales y los tianguis, según

sea su economía, la noche del cinco de ene-

ro para comprar los respectivos juguetes,

los Magos se burlan de la “bestia malquis-

tada” por sus tantas deudas y le ordenan

proseguir el camino.

Montados en el trineo destartalado y

oxidado de Claus van los Magos haciendo

preguntas, fumando y refrescándose, mien-

tras aquél, sudoroso y maloliente, arrastra el

deslizador, cada vez más a prisa, para que los

de Oriente lleguen flamantes y puntuales a

su cita.

tREs soN Más quE uNo

olvidemos a

santa Claus

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diciembre 2009 tocatuvida.com

21

> arTuro ríos alejo

será por su barbaza de gringo viejo.

O porque sus eternas pijamas y car-

cajadas parecen decir gringo, viejo,

jubilado y en Cuernavaca, además. Acaso

es simplemente que, como me decían mis

padres sin tono de rencor alguno, pero sí de

mucha justicia inter naciones, él no pertene-

ce a este lugar. Lo cierto es que jamás me re-

galó algo Santa, por la sencilla razón de que

jamás le pedí nada.

Ahora que si vamos dejando de respe-

tarnos, si abandonamos la diplomacia que

nos permite vivir a los unos con los otros,

podemos decir dos o tres cosas más sobre el

panzón. Decir, por ejemplo, que Santa lleva

la cruz de su parroquia. Y es que debe ser una

tremenda responsabilidad hablar un inglés

de ratón vaquero y tratar de ser bueno al mis-

mo tiempo. Ya lo imagino surcando el cielo

afgano, ese cielo que parece un cerro desga-

jado, para lanzar juguetes a los niños. Ahí les

van unos cuantos play stations. Jo-jo-jo.

Y si algún ingenuo perspicaz repone

que por principio de cuentas Santa Claus no

es hijo del tío Sam, que en realidad le gusta

más que lo llamemos Papá Noel, y que Papá

Noel viene de tierras más lejanas y que A

ese ingenuo, aunque llore, hay que abrirle

los ojos así sea naranjamecanicamente para

que sepa de una vez por todas que a Santa

le queda muy poco de Papá Noel. Si alguna

vez recuerda aquel pasado en que llevaba

una vida de Noel, debe sentir algo muy si-

milar a lo que Britney Spears al recordar su

infancia, para no hablar de Katy la Oruga.

No, la verdad es que todos sabemos

que Santa Claus es gabacho. Para qué decir

que Melchor, Gaspar y Baltasar (sobre todo

pienso en Baltasar) no se atreverían a vestir

de coca cola. No encuentro mejores argu-

mentos para pedir regalos o para dar re-

galos en nombre de los Tres Reyes Magos,

que mirar la piltrafa que se ha hecho Santa

Claus. Pero piltrafa es una palabra impreci-

sa para alguien tan colorido y gordo como

Wal-Mart. Santa Claus es Wal Mart, por de-

cirlo de un modo.

Sólo me resta escribir una pequeña his-

toria que escuché cuando pequeño: érase

una familia muy pobre, que carecía hasta de

lo que no se puede imaginar a menos que

uno lo haya vivido. La familia, si mal no re-

cuerdo, había quedado reducida, por inexo-

rables azares de la pobreza, a la madre y el

hijo. Pero igual podría haber padre, no es

importante. Cuando se acercaba la fecha, el

niño, feliz e ingenuo, muy ingenuo coloca su

zapato y dentro del zapato la carta en la que

pedía, por favor, un litro de leche. Desper-

tó antes de que amaneciera, emocionado

a pesar de que su mamá le había advertido

que a veces no alcanza para todos los niños,

pero que habría más años. Por supuesto,

no había leche. El niño, con ya demasiada

ingenuidad o voluntad, ahuyenta veloz las

ganas de llorar y dice a su madre que ha per-

dido toda ingenuidad y fuerza de voluntad

y llora y llora, que ya sabe, que es un tonto,

que dejó el izquierdo que es el zapato roto

y por ahí se fue a la nada su litro de leche. La

verdad, ahora no sé si se trata de un drama

o de un chiste negro, pero sí que recuerdo

que aquel día que el niño tuvo ilusión era un

24 de diciembre. Y ahora ustedes saben qué

clase de tipo, o de topo como dijera otro

personaje de mi infancia, es ese tal Santa.

Opuestos

Ilu

stra

ción

“pap

er-t

oys”

por

ata

quem

utan

te.c

om

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