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1 Universidad Nacional de Salta Facultad de Humanidades Escuela de Antropología Tesis de Licenciatura “NUTRIENDO IDENTIDADES: PRÁCTICAS ALIMENTICIAS DE LOS WAORANI DE LA AMAZONÍA ECUATORIANA. QUEHUEIRI-ONO Y GARENO” Tesista : Citlali Doljanín Galíndez Directora : Dra. Flora Lu Co-directora : Lic. Catalina Buliubasich -2011-

Tesis Citlali Doljanín

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Universidad Nacional de Salta Facultad de Humanidades

Escuela de Antropología Tesis de Licenciatura

“NUTRIENDO IDENTIDADES: PRÁCTICAS ALIMENTICIAS DE

LOS WAORANI DE LA AMAZONÍA ECUATORIANA.

QUEHUEIRI-ONO Y GARENO”

Tesista: Citlali Doljanín Galíndez

Directora: Dra. Flora Lu

Co-directora: Lic. Catalina Buliubasich

-2011-

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Agradecimientos…

…para mí nunca nada ha sido posible sola, mi vida y mis más preciados “logros” están

siempre repletos de presencias. Por eso mis más profundos agradecimientos…

… al pueblo waorani porque ha sembrado en mí conciencia una pizca de su

inmenso saber y por mostrarme lo inconmensurable del tiempo en un instante. Por

alimentar mi vida con la de ellos, compartiéndome no solo el tiempo y su saber sino

también sus espacios y comida. A mi hermano Guieme, a mi compadre Wepe, a mis

amigos Nenquivi, Amu, Nene, Uñari y Domingo, que con cariño y orgullo han

compartido sus mejores presas conmigo, sus historias, hamacas y hogares. A Nemo

por la delicadeza de su amor, por sus cuidados, su chicha y sus canciones. Lo mismo

para Beatriz, Verónica, Tipa, Mencay, Tiwencare, Obe y mi comadre Tamaye que

siembran día a día el porvenir de su gente y que con su chicha alimentaron la paz en

mi corazón.

…por supuesto a mi madre por las oportunidades y a mi padre por las

potencialidades, a los dos por el aliento, el apoyo y el amor con los que guían y miran

mi camino. A ellos, y a mis hermanas, por recordarme cada vez que la belleza de esta

vida está a la misma medida de los que hacemos para que así sea.

A Flora por la confianza, la atención y su exquisito trabajo en cuanto a esta

tesis. Por compartir su fuerza y experiencia, por la generosidad y humildad de su

espíritu. Necesito agradecerle a ella por su entrega íntegra, honesta y desinteresada a

cada momento que ha dedicado, no solo en esta tesis lo que ya es demasiado, sino

también a cada instante que me recibió en su tierra. A ella y a Mark por abrir las

puertas.

A mi compañero David con quién he compartido todos y cada uno de los

momentos de este trabajo, por su incondicional apoyo. Le agradezco por cada paso que

hemos dado juntos, desde Salta hasta Quito y desde Quehueiri-ono a Gareno donde

aprendimos a amarnos cada día más entre los waorani y, por ello, celebro con inmensa

felicidad el camino que nos queda por delante.

A todos mis profesores de la Universidad Nacional de Salta, en particular a

Catalina Buliubasich por alentar y regar desde la raíz este emprendimiento, por

hacerlo posible. A Norma Naharro y Héctor Rodríguez por el ético empeño en su

profesión, porque me enseñaron que el corazón no debe jamás apartarse ni de lo que

deseamos ni de lo que pensamos. A Sonia Álvarez y Daniel Ontiveros por las

aventuras y locuras, por enseñar a disfrutar con pasión todo lo que se hace, hasta que

se vuelva profesión y más. A María Ángela Aguilar, a Javier Yudi y a José Miguel

Naharro por traducir con humor tanta teoría en un sencillo acontecimiento de la vida

3

cotidiana. A mis compañera/os, Cecilia, Ariel, Luna, Micaela, Andrea y a todos con los

que algunas vez nos desvelamos entre mates y chocolates, riendo y estudiando.

Y mis más sinceros agradecimientos a Ecuador, tierra de valientes y sabios

seres.

4

... dedicada a mis ahijadas, Zaina

Mamallacta y Citlali Coba, y mi amiga Aca

Nenquimo. A Zaina por cazar mi sonrisa y

hacerla perpetua a su lado, a Citlali por

recolectar en su honorable vida mi nombre y a

Aca por sembrar frutos de conocimiento en mi

paladar y flores en mi cabeza…

… a las tres por hacerme parte de su vida y

nutrir mi identidad.

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Contenido

Introducción ................................................................................................... 8

El Camino: Temas, Problemática y Trabajo de Campo ...................................................... 8

El Recorrido: Exigencias y Conceptos ................................................................................ 9

Los Senderos: Capítulos y Contenidos .............................................................................. 11

Capítulo I: Identidades Étnicas, Alimentación y Transformación en Tiempos

del Capitalismo. ............................................................................................ 14

1. De la Idea de Identidades al Concepto de Identidades Étnicas .................................... 14

2. Nutriendo Identidades .................................................................................................. 21

3. La Gran Transformación y Capitalismo Histórico ........................................................ 24

4. El Trabajo de Campo y las Técnicas de Recolección de Datos. .................................... 30

4.1 Metodología: Espacios Cotidianos .......................................................................... 34

Capítulo II: La Amazonía Ecuatoriana en la Historia de la Gran

Transformación ............................................................................................ 37

1. Pasado y presente: Historia del ―encuentro‖ ................................................................ 38

1.1 Diversidad Ancestral: Ocupación del Espacio Amazónico. ..................................... 40

2. En Busca del Oro y la Canela: Conquistadores y Misioneros frente a la Diversidad de

Etnias Amazónicas. ........................................................................................................... 41

2.1 Los Waoranis en la Escena ...................................................................................... 46

3. La Explotación del Caucho ........................................................................................... 47

3.1 Los Cowore: La Explotación del Caucho en Territorio Waorani ............................ 50

4. La Colonización de la Tierra (1920-1940): ―Soldado, Colono y Misionero: Factores de

una Futura Civilización Amazónica‖. ............................................................................... 54

5. Las Compañías Petroleras ............................................................................................. 57

Capítulo III: Los Grupos Waorani como Protagonistas Amazónicos de Fin de

Siglo. ............................................................................................................. 60

1. Los ―Aucas‖ en la Escena Nacional e Internacional ...................................................... 60

1. 1 El Instituto Lingüístico de Verano (ILV) y los ―Aucas‖ ........................................... 60

6

1.2 Las Petroleras y los ―Aucas‖ ..................................................................................... 65

1.3 Las comunidades Waorani ...................................................................................... 67

Capítulo IV: Espacios en Construcción ........................................................... 71

1. Vías de acceso a Quehueiri-ono y Gareno ..................................................................... 72

1.2 Transitando Identidades ......................................................................................... 77

1.3 Espacios próximos: Turismo, Comercio y Petróleo. ................................................ 82

Capítulo V: Construcción Social del Espacio Geográfico: Monte, Chacra y Río.

...................................................................................................................... 94

1. Organización Social y Espacio Comunitario ................................................................. 94

1.1 Comunidad y Espacio: Concepción, Ocupación y Uso ............................................. 95

2. Cazadores Waorani Construyendo el Monte ................................................................ 97

2.1 La Cacería waorani y la Comunidad ........................................................................ 98

2.2 La Cacería como Espacio de Socialización ............................................................. 101

2.3 Cacería en los Roles de Género ............................................................................. 103

2.4 La Cacería como Actividad Económica ................................................................. 104

3. La chacra. Los waorani y la tierra ............................................................................... 106

3.1 La Chacra como Espacio Productivo ..................................................................... 107

3.2 Los Saberes y los Tiempos de la Tierra ................................................................. 109

3.3 Una Familia Nace con una Chacra ......................................................................... 110

3.4 La Chacra: De la Relación Madre-Hija al Nanicabo .............................................. 111

3.5 La Chacra y el Mercado: Riesgos y Potencialidades de Conservación. .................. 112

4. La Pesca: ¿Un Buen Regalo de la ―Civilización‖? ........................................................ 115

4.1 La Pesca: Secreto de Algunos pero Actividad de Todos ......................................... 117

4.1 La Pesca y su Incorporación Económica ................................................................ 119

5. Recolección: Las Bondades del Monte y la Herencia de los Ancestros ...................... 120

4.1 Recolección: Dando y Tomando ............................................................................ 122

Capítulo VI: Construcción del Espacio Doméstico. La cocina y la Comida ... 124

7

1. Organización Social y Espacio Doméstico ................................................................... 124

1.1 Viviendas y Hogares ............................................................................................... 124

1.2 Uso del Espacio Doméstico: La Cocina. ................................................................ 130

2. Dieta: Preparación de Alimentos y Comida. ............................................................... 133

2.1 Tabúes: Cambios y Permanencias, Experiencias de la Edad................................. 133

2. 2 La Preparación de la Carne y sus Diferencias Reveladoras ................................. 136

2.3 Consumo. Repartir la Carne para que sea Comida. .............................................. 138

2.4 Chicha para los Invitados ...................................................................................... 139

2.5 Re-estructurando Relaciones Sociales: La Chicha de Yuca Nutriendo Relaciones.

...................................................................................................................................... 141

2. 6 Nuevas Visitas. La Chicha se Comparte Estratégicamente .................................. 143

2.7 El intercambio de Alimentos: Alimentando la Paz en Tiempos de la ―Civilización‖.

..................................................................................................................................... 145

2. 8 Frutos, Pescado, Pollos y Gallinas ........................................................................ 148

3. La comida: Entre la Independencia y la Mercantilización ......................................... 152

Conclusiones ............................................................................................... 160

Alcances: La Construcción de un Escenario Amazónico, Interacciones y Prácticas

alimenticias. .................................................................................................................... 160

Hallazgos: La construcción de la territorialidad Waorani .............................................. 166

A Mitad de Camino: Propuestas Emergentes ................................................................. 169

Bibliografía Consultada ................................................................................ 171

8

Introducción

El Camino: Temas, Problemática y Trabajo de Campo

Definir el camino que ha seguido esta investigación ha sido, desde un principio, y

sigue siendo difícil de determinar. Principalmente porque no se trata de establecer

razonamientos lineales, causales y definitivos, sino más bien de un acercamiento a una

serie de situaciones, manifestaciones y experiencias que subyacen dentro de una compleja

red de relaciones. Teniendo en cuenta esto es que los razonamientos se presentan más

bien como circulares y se comprenden mejor a partir de una perspectiva dialéctica que a

partir de un razonamiento unidireccional.

El recorte contiene dos temáticas que se relacionan en la construcción de la

problemática que se aborda en la tesis:

1. La construcción de las identidades étnicas dentro de los procesos históricos que,

desde el s. XV a esta parte, se han incorporado en las dinámicas locales de la Amazonía y

han re-configurado tanto las prácticas como las identidades.

2. Las prácticas alimenticias como un complejo actividades cotidianas modeladas

histórica y culturalmente que, destinadas a la producción, circulación y consumo de

alimentos, que le dan forma y sentido a las identidades étnicas.

La problemática sobre la cual se desarrolla esta investigación se define por la

relación que busca interpretar entre estas dos temáticas planteadas como tales. ¿Cómo

las prácticas alimenticias waorani reflejan las relaciones históricas, sociales y ecológicas,

mientras que reproducen y proveen de continuidad a la identidad étnica en un tiempo de

rápidos cambios económicos? Esta pregunta exige saber cuáles han sido las fuerzas

sociales, ecológicas y económicas de cambio durante los últimos 50 años en la región y

cómo los waoranis han dado forma a sus prácticas de subsistencia y a su dieta. Es

necesario también observar las actuales prácticas waorani de producción, distribución-

circulación y consumo de alimentos a la luz de las relaciones sociales y ecológicas con

dimensión histórica. El cruce histórico de estas variables, identidades étnicas y prácticas

9

alimenticias, abre una perspectiva de interpretación posible para la comprensión de

lógicas culturales que subyacen en las prácticas cotidianas.

El trabajo de campo se llevó a cabo en dos comunidades de la nacionalidad Waorani

de la Amazonía ecuatoriana: Gareno y Quehueiriono. Las comunidades son espacios

construidos por sus habitantes en función de sus múltiples relaciones sociales y ecológicas

a partir de las cuales se establecen límites y fronteras no solo geográficas sino también

culturales. Esta investigación aborda esas relaciones, con las cuales se construye la

identidad, desde las prácticas alimenticias como eje del análisis. La perspectiva histórica

se articula como un eje transversal que contextualiza y da sentido a las relaciones que se

establecen en las prácticas alimenticias de los residentes de Gareno y Quehueiri-ono. Bajo

esta perspectiva, en las prácticas alimenticias se reflejan las relaciones sociales y

ecológicas a partir de las cuáles las personas reproducen su vida material y al hacerlo de

determinada forma, le dan continuidad a su existencia como grupo social, cultural e

histórico.

El Recorrido: Exigencias y Conceptos

Una exigencia del abordaje propuesto es la de explorar el sentido que adquieren las

relaciones sociales y ecológicas involucradas en la producción, distribución y consumo de

alimentos en las actuales comunidades mencionadas a partir de su contextualización

histórica. Ha sido preciso analizar procesos colectivos de los cuales emergen los sentidos

de pertenencia, de participación, afiliación, identificación y diferenciación. El análisis

mencionado se lleva a cabo teniendo en cuenta las formas de territorialidad, usos y

costumbres, maneras y modos de ser y hacer, tal como se conjugan en espacios donde se

construye la identidad waorani, agitada por los vientos de los profundos procesos de

cambio a escala global y local.

Se proponen algunos conceptos que se desarrollan en el primer capítulo, tales como

el de identidades étnicas, capitalismo histórico y prácticas alimenticias que permiten

relacionar instancias de la vida cotidiana con la construcción del grupo social dentro del

devenir histórico. El concepto de identidades étnicas se construye a partir de diferentes

aportes teóricos que enfatizan en los procesos sociales que comienzan a operar desde la

conquista a esta parte. La identidad es vista como un proceso que se construye

10

continuamente en la historia compartida de las relaciones sociales y ecológicas que

modelan la actual sociedad waorani. Al avanzar en esta dirección, más allá de lo conocido

del capitalismo histórico, encontramos otras formas de producir la vida, que aunque

atravesadas, articuladas y, a veces, hasta subordinadas a este, se sostienen en sus

particularidades. Esto es posible porque de alguna manera estas formas particulares de

vida tienen un profundo arraigo en las subjetividades colectivas. De la interacción socio-

cultural inherente a estos procesos sociales emergen las clasificaciones y expresiones de la

identidad de un grupo social. El abordaje se lleva a cabo a través de los sistemas

clasificatorios y la pregnancia simbólica que adquieren los mismos según las relaciones

sociales y ecológicas, inmersas en las prácticas alimenticias, a las que están referidos. En

este sentido las identidades étnicas, no se refieren unidades sociales sino al producto de

relaciones históricas culturalmente compartidas.

A lo largo del desarrollo de la investigación dos situaciones se han presentado como

fundamentales: 1) los procesos sociales de cambio y transformación que significaron para

los waorani nuevas formas de vivir, nuevas formas de hacer, nuevas formas de entender el

mundo; y 2) los procesos y las formas de permanecer, de seguir siendo lo que se es a pesar

de haber cambiado, de cambiar para redefinirse, de redefinirse para no disolverse. El

análisis de las tensiones entre el cambio y la permanencia, entre lo local y lo global

enfocado desde las prácticas alimenticias en la experiencia cotidiana, es nuestra vía de

acceso al cambiante mundo de las identidades que está en el fluir y devenir histórico.

Desde esta perspectiva, las identidades son construcciones con las que entendemos las

relaciones de las personas y el mundo con profundidad histórica.

Para dimensionar estos cambios resulta imprescindible un análisis histórico que

contenga el devenir de las relaciones sociales y ecológicas de la población waorani a partir

de los tiempos de contacto y ―pacificación‖. Se aborda la historia de profundos procesos

de cambio que vienen de la mano de la articulación e integración con el sistema de

mercado del capitalismo histórico, con las particulares formas que toma en los países de

América Latina, y con más precisión aún, en el ―mundo waorani‖.

El capitalismo histórico es otro concepto que se ha escogido para el desarrollo de

esta tesis en tanto permite explicar dos instancias fundamentales. Primero, las

particularidades locales que se encuentran inmersas en la expansión de un sistema

económico de carácter global. Desde esta perspectiva el concepto permite entender cómo

lo local y lo global se relacionan a partir un enfoque histórico en el que se evidencia la

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importancia de la extracción y explotación de los recursos naturales, sociales y culturales

de la Amazonía ecuatoriana en el desarrollo del capitalismo. Segundo, que permite diseñar

el actual espacio de esta región como resultado de estos procesos a nivel global.

El tema de alimentación implica algunas instancias sociales que trascienden y

engloban a las prácticas económicas, por ello es considerado igualmente desde algunas

corrientes teóricas de tal manera que se pueda realizar un abordaje holístico. Se recurre a

los desarrollos de la antropología simbólica que permiten comprender la alimentación

como una herramienta de la comunicación íntimamente ligada a las relaciones sociales y

ecológicas. A los aportes del materialismo cultural para vincular las prácticas alimenticias

a las condiciones materiales, sociales y culturales. Y, finalmente para articular estas

perspectivas se acude al estructuralismo y la semiótica, donde la comida y la cocina de un

pueblo condensan la historia de las relaciones sociales y ecológicas abriendo puertas al

análisis de la construcción de la identidad.

Los Senderos: Capítulos y Contenidos

En el primer capítulo se puede encontrar la construcción de un marco teórico en

el que se relacionan los principales conceptos mencionados y se realiza la presentación del

trabajo de campo en las dos comunidades waorani de la Amazonía ecuatoriana. Asimismo

se propone el enfoque metodológico utilizado para la aproximación teórica y la

interpretación de la información de campo. La metodología responde a un análisis

interpretativo de la construcción del espacio. En primera instancia, se abordan las

fronteras geográficas como espacios de transición de las identidades socio-culturales,

también los espacios próximos como puntos de interacción con los ―otros‖ que incluyen los

principales mercados a los que accede cada comunidad. En segunda instancia, el análisis

del espacio será utilizado para explorar las comunidades con espacios en construcción. En

este punto se abordan los espacios productivos con relación a las prácticas alimenticias,

por un lado los espacios vinculados a las actividades productivas como la chacra

(agricultura), el monte (cacería y recolección) y el río (pesca) y, luego, los espacios

domésticos de producción circulación y consumo que se concentran en la ―cocina‖.

El segundo capítulo presenta los principales procesos sociales desde la conquista a

esta parte para la región amazónica con el objeto de conocer de qué manera la región que

se estudia entra a formar parte de un conjunto de procesos sociales de gran envergadura

que definen el actual sistema económico mundial. Se trata de ver cómo éstos han

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modificado y establecido nuevas relaciones sociales y ecológicas a partir de las cuales

comienzan a construirse las identidades étnicas de esta parte del mundo. Se inicia con

algunas referencias sobre el espacio ecológico y social de la región en la actualidad y en

tiempos ancestrales. Luego se desprenden referencias específicas de los principales

momentos históricos a través de las relaciones sociales que se fueron estableciendo y cómo

éstas fueron consolidando un sistema clasificatorio que expresa dichas relaciones. De esta

manera se abordan los primeros contactos en busca del oro y la canela, la explotación del

caucho, la colonización de las tierras y la llegada de las compañías petroleras.

El tercer capítulo continúa con las principales características del proceso de

incorporación de la región amazónica a la economía de mercado a través de la industria

petrolera e inicia el abordaje hacia la ―integración‖ de los grupos waorani por medio de la

intervención del ILV1. Se mencionan las principales transformaciones en la organización

social de los grupos durante y después del contacto. Estas transformaciones se consideran

como necesarias para la expansión y desarrollo del sistema capitalista que demanda la

sustitución de instituciones sociales propias de occidente en las comunidades locales.

El capítulo IV inicia el análisis del espacio a partir de las vías de acceso a cada

comunidad a través de las cuales se exploran, a nivel local, las formas de transitar y los

espacios de transición e interacción con otras identidades, tanto como los espacios

próximos, mercados predominantes y actividades comerciales. Se analizan sus réplicas en

las prácticas alimenticias y un abordaje interpretativo de las fronteras no solo geográfico

sino también étnico en su devenir histórico.

El capitulo V contiene una serie de reflexiones y análisis sobre las cuatro

principales actividades socio-económicas observadas durante el trabajo de campo, a saber:

la cacería, la horticultura, la pesca y la recolección. Cada una es analizada en su

integración dentro de la vida social, contextualizada en el entramado socio-cultural

histórico e inmersas en las relaciones que implican. Se analizan las relaciones familiares,

comunitarias y hacia el exterior, tanto como los principios cosmológicos que rigen las

políticas de ocupación, uso y manejo de los recursos íntimamente ligados a la concepción

de las relaciones ecológicas. Cada una de éstas prácticas es abordada como un espacio en

el que se condensan, además de múltiples funciones sociales (espacios de socialización,

dónde se norman roles de género, derechos y deberes, etc.) una altísima pregnancia

1 Instituto Lingüístico de Verano

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simbólica en los que se representan las identidades del grupo (territorialidad, pertenencia,

mecanismos de inclusión y exclusión, fronteras sociales y geográficas, etc.). Asimismo de

manera trasversal se analiza de qué manera ―pasado y presente‖ se manifiestan en la

construcción histórica de las relaciones antes mencionadas.

Finalmente el capítulo VI analiza la construcción y el uso del espacio doméstico,

particularmente de la vivienda y de la cocina, para luego adentrarse en la dieta waorani por

medio de la observación e interpretación de la preparación y el consumo de alimentos.

Estas instancias expresan una serie de relaciones culturalmente diseñadas e

históricamente modeladas que permiten contemplar las permanencias y transformaciones

a través de las cuales los grupos waorani y la economía de mercado se relacionan. En este

capítulo el esfuerzo se orienta al análisis de las tensiones que dicha articulación genera en

la re-construcción de las identidades waorani.

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Capítulo I: Identidades Étnicas, Alimentación y

Transformación en Tiempos del Capitalismo.

1. De la Idea de Identidades al Concepto de Identidades Étnicas

En la presente investigación se parte de la elaboración del concepto de ―Identidades

Étnicas‖ porque este se constituye como el marco referencial dentro del cual las prácticas

alimenticias serán analizadas. Por tanto es preciso elaborar un concepto que permita

interpretar cambios y permanencias en las relaciones sociales y ecológicas involucradas en

las prácticas alimenticias. A su vez, dicho concepto debe permitir definir de qué manera

las prácticas alimenticias nutren, no solo la vida material, sino la vida social de los

residentes de las comunidades como grupos étnicos de la nacionalidad waorani.

Existen consideraciones de la antropología clásica que sirven de referente para el

concepto que se maneja en esta investigación. Kroeber (1944) sostiene que la persona no

tendría ―valor histórico‖ en sí mismo, sino en la medida que se ve envuelto por su medio

cultural y subordinado a las pautas culturales de su civilización. Lo que quiere decir que la

identidad comienza a pensarse a partir de la naturaleza cultural y social de los seres

humanos. Esta sencilla idea se va complejizando si se añade que la identidad ―al ser

formada por procesos sociales: … una vez cristalizada, es mantenida, modificada o, incluso,

remodelada por las relaciones sociales‖ (Berger y Luckmann 1971: 194, citado en Cardoso

de Oliveira 2007: 101). Con este aporte del constructivismo se ha introducido el

movimiento (y con ello, la posibilidad de cambio) a partir de la noción de proceso. Y, lo

que es de fundamental importancia, se pone el énfasis en las ―relaciones‖. Con respecto a

esto, y para ir hilando más fino en la idea específica de la identidad étnica, Frederik Barth

desde el procesualismo señala que las distinciones étnicas

…más allá de la ausencia de movilidad, contacto o información, se generan por

procesos sociales de exclusión e incorporación por los cuales son conservadas

categorías discretas a pesar de los cambios de participación y afiliación en el curso

de las historias individuales (Barth 1976: 10).

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Esto último para el autor transformaría a lo cultural en una implicación o un resultado,

más que una característica primaria y definitiva.

En este punto, tenemos una idea de identidad en la que se ven involucrados,

―distinciones‖, ―procesos de inclusión y exclusión‖, ―categorías‖, ―participación‖ y

―afiliación‖. La identidad étnica se entiende como una configuración que se construye y

que podría variar en la medida del cambio de circunstancias, en las que los sujetos no son

meros portadores de identidad, sino constructores de la misma. En este sentido, la cultura

actual y la identidad étnica de un grupo, vienen dados por una existencia continua

organizada dentro de ciertos límites (normas para establecer pertenencia) que, a pesar de

las modificaciones, la señalan como una unidad continua (Ibídem.).

Otro importante punto que aparece con Barth es la cuestión de la transferencia de

información y el contacto. En relación a los procesos de ―integración‖, ―contacto‖ y/o

―participación‖ entre la expansiva economía de mercado y la organización social de grupos

indígenas, encontramos los estudios antropológicos en los cuales el tipo de relaciones que

predominan son las interétnicas o de contacto, fricción y conflicto. Aportes importantes en

esta dirección son los realizados por Darcy Ribeiro y Cardoso de Oliveira, ambos

antropólogos brasileños con un pensamiento complementario al respecto, que focaliza la

atención en las condiciones en las que estas relaciones sociales y ecológicas se llevan a

cabo. Por ejemplo, el primero en su estudio sobre el ―proceso civilizatorio‖, entiende que

hay una evolución sociocultural que sirve de base para los estudios sobre el proceso de

formación étnica (Ocampo 2006). Se hace imprescindible conocer los procesos sociales

que contextualizan y condicionan las relaciones sociales y ecológicas, el concepto de

capitalismo histórico, que se especifica más adelante, permite articular procesos de larga

duración a nivel global con las particularidades locales de las comunidades. A la vez que el

modelo que propone enfatiza en las principales diferencias entre las relaciones sociales y

ecológicas de la organización social que promueve el nuevo ordenamiento global y las que

se construyen en comunidades culturalmente diversas.

El análisis más detallado de Cardoso de Oliveira permite situar al análisis de las

identidades étnicas en el punto de interacción entre organizaciones sociales culturalmente

diversas y el ordenamiento social que se promueve a nivel global: la identidad étnica es

vista como un caso particular de identidad social. Las características que la distinguen, de

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otras posibles formas de identidad, emergen en razón de la situación peculiar que la

genera; es producto de la situación del contacto interétnico, sobre todo, pero no

exclusivamente, cuando ésta se da como fricción interétnica.

Lo cierto —y esto vale para cualquiera de los tipos…— es que ningún estudio sobre

la identidad étnica se puede realizar de manera cabal sin hacer referencia expresa a

las condiciones de existencia que generan la identidad estudiada, bajo pena de que

el investigador incurra en el riesgo de trabajar con un objeto ―al aire‖ (Cardoso de

Oliveira 2007: 100).

Lo que quiere decir que no se las puede entender tratando de construir (o reconstruir)

unidades étnicas reales sino, por el contrario, se debe procurar tomarlas como categorías

(que se expresan a través de distinciones sociales) que codifican una trama de relaciones.

(Cardoso de Oliveira 2007: 62). A través de estas categorías, que forman un sistema

clasificatorio particular para la Amazonía ecuatoriana, se construye un mapa del escenario

de la región que expresa las relaciones sociales históricas que, a su vez, permiten

interpretar indicadores de la identidad étnica de los grupos waorani.

En el caso de la Amazonía ecuatoriana se encuentran una gran cantidad de

distinciones sociales que se construyen a través de la historia que atraviesa a sus residentes

a partir de diferencias étnicas (así es que se reconocen etnias ancestrales shuar, cofán,

secoya, siona, zápara, waorani, etc. con sus historias propias y entrelazadas) que se

complejizaron a partir de la introducción de factores socio-económicos que llegaron con la

conquista y nuevos actores con nuevas diferencias entraron en el escenario. Actualmente

en la región la diversidad de actores (grupos económicos explotadores de recursos

humanos y naturales como las madereras y petroleras, que antes pueden haber estado

representados por los caucheros y los hacendados, misioneros de diversas órdenes

religiosas, colonos -grupos criollos de diversas partes del país atraídos por la demanda de

mano de obra y/o tierras- las instituciones gubernamentales, ONG´s, los grupos

académicos, etc.) hace que las relaciones que se establecen sean sumamente complejas y

entre las diferencias se hallen además las desigualdades históricas propias del proceso de

conquista.

El concepto de identidades que se está construyendo necesita ahora de indicadores

que hagan posible la identificación de las expresiones de la identidad étnica waorani de tal

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forma que el mundo de las representaciones y de la producción simbólica son, en este caso

la puerta de entrada a las identidades étnicas, pues:

La producción de identidades supone siempre una integración simbólica de toda

diferenciación social…Lo que realmente da contenido a las diferencias no es tan

solo la semantización de los aspectos diferenciales…sino el tipo de relaciones que

establecen tales diferencias (Sánchez Praga 1992: 24-25).

Ubicar la producción significante de diferencias en la intersección de las relaciones

sociales (y ecológicas) ―…confiere a las identidades, lejos de una definición substancialista,

fija y definitiva, una historia: la historia de sus relaciones con el ―otro‖, con otros grupos de

los cuáles se reconocen diferentes” (Ibídem). El abordaje hacia las identidades se realiza

aquí a partir de las relaciones sociales y ecológicas con las cuales se organiza la vida de las

personas en las comunidades donde se llevó a cabo el trabajo de campo, relaciones que se

tejen en redes infinitas, y a la vez, en lo más cotidiano. De manera que, para abordar la

cuestión de las identidades en el trabajo de campo, se lo puede hacer pensando la cuestión

de la identidad ―en las coordenadas de la vida cotidiana, entendida en tanto espacio de

apropiación de los sistemas de usos y expectativas en un momento histórico y lugar social

determinado” (Olalla 2000: 145 en Vargas 2003: 2).

La identidad como espacio de apropiación requiere del esfuerzo de acceder a la

comprensión de los mecanismos y las formas de expresión que encuentran las identidades

en la vida cotidiana de las personas. Para operacionalizar el concepto es importante

entonces comenzar a tener en cuenta que

…las diferencias de y entre los pueblos pueden ser abordadas desde la convención

de pensar que la diversidad es definida por una serie de características como la

lengua, la herencia de usos y costumbres, la territorialidad, la pertenencia, etc. pero

también desde el autoreconocimiento, esto supone pensar no en identidad sino en

la construcción de identidades (Vargas 2003: 2).

Esto es, de alguna manera, lo que se tiene en cuenta cuando se propone que las identidades

se ―nutren‖ tal como lo sugiere el título escogido para esta investigación.

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Los sistemas clasificatorios construidos en la interacción de los grupos sociales

forman parte del establecimiento de límites (más o menos difusos) en el proceso de

construcción de identidades, límites referidos justamente al auto-reconocimiento que al

hacer alusión a la inclusión o exclusión del grupo delimita el sentido de pertenencia.

Veamos brevemente cómo los waorani construyeron ancestralmente su sistema

clasificatorio, el cual habrá de seguirnos a lo largo de la investigación. Según la

clasificación tradicional que manejan los waorani; un waorani es una persona del mismo

grupo tribal (familia o pariente), un warani es una persona de otro grupo tribal (que habla

la misma lengua y comparte la mayor parte de las costumbres y con el cual se reconoce una

continuidad ancestral aunque muy lejana) y cowore (que no sería una ―persona‖ en el uso

más tradicional del término aunque actualmente esto esta re-significado) es un término

utilizado para designar a toda persona que no es ni waorani ni warani con la cual no se

reconoce ningún vinculo de continuidad ancestral. Esta esquema básico se complejiza

cada vez más a partir de la conquista como efecto del establecimiento de nuevas relaciones

sociales, tal como se irá viendo en esta investigación.

Las acepciones del término cowore son múltiples y merecerían un estudio para sí,

pero es interesante notar que a esta clasificación aún vigente fueron sumándose nuevas

clasificaciones según diferentes características, como nativo (que serían los kichwas),

namentarani (que serían los blancos, pero la traducción más literal es ―persona blanca‖),

guente-nemunani (―personas negras‖, pero además feas) y gataeri (que la traducción más

literal es ―hombre mono‖ y la utilizan para referirse a las personas de Guayas a las que

efectivamente a nivel nacional también se les llama ―monos‖). Esto es un indicador muy

rico de auto-reconocimiento y pertenencia a la vez que de diferenciación y distinción, que

encierra además una serie de historias de conocimiento, intercambio, apropiaciones y

usos. Por ello algunos son despectivos, como el referido a los negros, y esto debe

entenderse en el marco en que los waorani tuvieron sus primeros contactos con

afrodescendientes, la mayoría de los cuales eran trabajadores colonos o peruanos del

caucho, encuentros que estuvieron signados de violencia. Lo mismo puede decirse de

cowore pero eso será analizado más adelante.

Así como las relaciones sociales son fundantes en la construcción de las identidades

es necesario hacer algunas referencias a las relaciones ecológicas para este caso, pues, por

razones que se irán presentando en lo subsiguiente, es imposible despreciar la

importancia que existe, en toda sociedad, en toda cultura, de sus relaciones ecológicas. En

19

este sentido, los desarrollos de la antropología ecológica, económica y de la ecología

cultural son un gran aporte a la comprensión de esa delicada y compleja relación entre los

hombres y el medio en el que viven, relación que por lo demás es culturalmente construida.

Consideramos que la idea de la división, tal como la conocemos, entre el hombre y

la naturaleza, es resultado de una configuración moderna y de carácter occidental, que

fundamenta la particular relación que las sociedades culturalmente atravesadas por estos

procesos han desarrollado con el medio ambiente, al convertirlo en un medio para

―explotar‖ diferente, distinto y aparte de ―los hombres‖, y muchas veces inferior. Si hay

algo que han podido demostrar las investigaciones en las diferentes ramas de la

antropología que han abordado las relaciones ecológicas, es que en sociedades que se

diferencian culturalmente de la ―sociedad occidental‖ (es decir en las sociedades que se

auto-reconocen como nacionalidades indígenas) dicha separación no es hecho universal.

Borgoño lo sintetiza cuando explica que entre el hombre y la naturaleza hay una relación

dialéctica, esto

… supone un tipo de intercambio de energía en el cual, el poder transformador del

hombre sobre ésta última, opera simultáneamente con la capacidad que ella posee

para condicionar los procesos culturales. De ésta manera, el vínculo entre el

individuo concreto y su medio biótico constituye un proceso dinámico, en el que la

separación entre naturaleza y cultura resulta verdaderamente imposible (Borgoño

2003: 6; énfasis en original).

Borgoño afirma que la posibilidad de hablar del medio ambiente esta culturalmente

determinada en función del modo en el que la cultura intercambia energía con la

naturaleza. Es decir que en el discurso que una cultura construye de la naturaleza están

contenidas sus relaciones con ella. Este aspecto es considerado al momento de analizar las

prácticas alimenticias, particularmente en la instancia de la producción y obtención de los

alimentos en ambas comunidades.

Dice Leff (2003) que la cultura genera diversos estilos étnicos de percepción y

apropiación, prácticas de manejo de los ecosistemas y prácticas culturales de uso y

consumo de la naturaleza. A partir de la reflexión anterior podemos entonces pensar en

cuáles son las formas de apropiación y prácticas de manejo, uso y consumo de la

naturaleza que tienen los waorani a partir de su percepción de la misma. De seguro será

20

muy diferente a lo que las prácticas industriales occidentales (como las caucheras,

madereras, petroleras, etc.) han desarrollado en la Amazonía, pero sin embargo estarán,

invariablemente, atravesadas por éstas. Este punto del análisis es importantísimo para

comprender de qué manera se van configurando nuevas formas de intercambiar energía

con la naturaleza a partir del atravesamiento de prácticas diversas sustentadas en

concepciones diferentes.

Revisando esto se pueden comprender algunas cosas que se presentan como

paradójicas en la Amazonía. Por ejemplo, en relación del daño ecológico, surgen una

multiplicidad de posturas y movimientos que intentan resolver y responder a la

participación de los diversos grupos sociales que se encuentran usando y/o explotando el

medio ambiente amazónico, siendo la posición y participación indígena, un punto crítico.

Las posturas al respecto van de la que puede derivarse del ―buen salvaje‖ cuidadoso y

conservador de la naturaleza (por naturaleza, además) y la del salvaje inconsciente que no

conoce o no le importan las consecuencias ecológicas de sus prácticas. Estas posturas son

analizadas por Lu (2005), quien observa la paradoja que se plantea en relación a la

conservación para los pueblos indígenas. Este estudio de Lu trasciende la mera discusión

al respecto para plantear que la conservación no es un estado natural del ser, como algunos

quisieran ver en pueblos de ―naturales‖, sino un proceso social inextricablemente ligado a

instituciones sociales y políticas, que debe ir acompañado de la participación y

autodeterminación de los pueblos indígenas y en los cuales la sociedad occidental tiene,

por experiencia, mucho que enseñar y que aprender.

Acordando con el análisis de Lu la problemática, desde nuestra perspectiva, no

puede restringirse al ―problema ecológico‖, el problema en la Amazonía no es meramente

―ecológico‖, es social. Y es lo bastante complejo, no solo por la cantidad y diversidad de

actores que se encuentran allí (académicos, industriales, religiosos, étnicos, colonos,

ONG´s, gubernamentales, etc.) y lo encontrado de los intereses en juego, sino por la misma

historia y trayectoria de dichos actores en el espacio amazónico. En este trabajo no

podremos ahondar en esta dirección, pero se hace imprescindible toparla desde algún

ángulo que será desde la percepción, uso y apropiación (una especie de configuración

histórica) que los waoranis con los que se ha trabajado han construido al respecto, sin

perder de vista las relaciones a partir de las cuales se fueron forjando. El tema del uso,

apropiación y la percepción waorani sobre la naturaleza está muy bien estudiado por Lu

quien observa los procesos de cambio en las comunidades waorani a través de la lente de la

21

teoría de la propiedad común distinguiendo a ésta del acceso abierto. Los estudios de Lu

transparentan los cambios de los últimos tiempos en las comunidades waorani, como

también las percepciones, estrategias y comportamientos que los sujetos waorani han ido

desarrollando en torno a éstos cambios y sus relaciones con la naturaleza.

Resumiendo, el concepto de identidad que se construye para esta investigación

toma ideas de diversas corrientes y se entiende como fruto de la naturaleza cultural y social

de los seres humanos. La identidad étnica de los grupos waorani es un proceso de

construcción que condensa las relaciones sociales y ecológicas de generaciones ancestrales

hasta las actuales. Como tal, esta históricamente atravesado por procesos sociales a nivel

global. Los indicadores de la identidad étnica se expresan en los sentidos de pertenencia

para lo cual se utilizan distinciones, procesos de inclusión y exclusión, categorías,

participación y afiliación, percepción, manejo y uso de la naturaleza.

2. Nutriendo Identidades

En el caso que se estudia en la presente investigación se abordan los procesos de

―integración‖, ―contacto‖ y/o ―participación‖ entre la expansiva economía de mercado y la

organización social de grupos indígenas. En estos procesos predominan las relaciones

interétnicas o de contacto, fricción y conflicto dando lugar a un tipo particular de identidad

social: la ―identidad étnica‖. Se trata entonces de un concepto relacional e histórico del

que resulta la construcción de sentidos de pertenencia a grupos, a territorios, a historias, a

categorías y que se expresan en los usos, las costumbres, las maneras de hacer, las

clasificaciones, los discursos, las identificaciones, etc. Los sentidos de pertenencia se

generan según contextos específicos que están estrechamente vinculados a los términos

políticos y económicos de las relaciones sociales y las clasificaciones en las que se expresan

actúan como categorías que codifican una trama de relaciones. Con estos primeros

aspectos hay que contar si se tiene en cuenta que el objetivo de esta investigación pretende

comprender prácticas alimenticias que están inmersas dentro de una multiplicidad de

―relaciones‖ que modifican sustancialmente la forma de vivir, pensar y sentir de las

personas de Quehueiriono y Gareno.

El concepto de identidades étnicas que utilicemos debe permitir pensar a la

alimentación como parte de los procesos que se mencionan para la construcción de

22

identidades. La intención de captar esta dinámica radica en la importancia que adquiere

en esta investigación comprender las prácticas alimenticias (en toda su magnitud de

producción, circulación y consumo de alimentos unido al universo significante que las

abraza) como un factor sustantivo en la construcción de las identidades de las

comunidades. A partir de estudios en esta dirección se visualizan las posibilidades de los

pueblos de ejercer los derechos a definir sus propias políticas y estrategias sustentables de

producción, distribución y consumo de alimentos. Los cuales puedan garantizar la

alimentación a toda la población respetando su cultura y la diversidad en los modos de

hacerlo, contando para ello con la sabiduría y los conocimientos ancestrales que han hecho

posible su transitar por siglos el espacio amazónico.

El vínculo entre la construcción de las identidades étnicas y las prácticas

alimenticias se puede rastrear desde tres perspectivas que serán analizadas a lo largo de la

investigación:

1) Se recurre a una lectura simbólica basada en los aportes de Mary Douglas y

Jonathan Gross (1981) quienes afirman que la alimentación humana es el principal

componente de las relaciones sociales (y para esta investigación agregaremos que también

de las relaciones ecológicas). Como tal la alimentación forma parte de una convención

social de significados y a partir de ella se organizan sistemas de reglas, normas y

costumbres. Desde esta perspectiva, la alimentación es también un instrumento de

comunicación. La comprensión de la dimensión comunicativa de la alimentación está

presente en la distinción de los usos sociales de la comida. Así existen alimentos

destinados a determinados eventos comunitarios, alimentos cotidianos, sagrados,

restringidos a determinados sujetos, entre otros. Esto indica que los alimentos tienen un

tiempo, un espacio y una profundidad simbólica culturalmente construida. La intención

de incorporar esta perspectiva de la alimentación radica en el objetivo de visualizar

expresiones y experiencia de la identidad étnica a través del lenguaje de la alimentación.

2) Una lectura que aborda la alimentación en relación a la cultura desde una

perspectiva materialista basada en los aportes de Marvin Harris (1985). Bajo esta óptica se

tienen en cuenta los criterios culturales a partir de los cuales un alimento es considerado

por una determinada cultura como bueno o no para el consumo humano, y el caso waorani

no es una excepción. El abordaje desde la perspectiva de los hábitos alimenticios que

propone Harris habilita el análisis de las razones prácticas que motivan los diferentes

23

criterios de selección de alimentos para el consumo. Se asume que toda decisión relativa a

la alimentación está estrechamente vinculada a una razón que además es práctica y, en la

mayoría de los casos, consonante con la naturaleza del lugar. La intención de incorporar

esta otra perspectiva en el análisis de la alimentación como lenguaje radica en el interés de

relacionar esto último con las condiciones materiales y las estructuras económicas

subyacentes a los procesos y las prácticas alimenticias.

3) El vinculo entre la comida como lenguaje (que propone Douglas) y la comida

como práctica económica (que propone Harris) se establece a partir de otro aporte que se

torna importante en esta investigación y proviene de Weismantel (1994) quien realiza un

abordaje estructuralista y semiótico de la alimentación. Considerando a la cocina como

estructura y como práctica, instancias a través de las cuales se ven las permanencias

(estructura) y las transformaciones (práctica). Por medio de la cocina se articulan los

significados que los alimentos adquieren en relación a las funciones que desempeñan en la

vida económica, pero además señala que ―la comida es una de las señales étnicas y de clase

más fuertes; consecuentemente, provee una fuente inagotable de referentes metafóricos de

etnicidad‖ (Weismatel 1994: 14). La potencialidad de los alientos de proveer una fuente de

referentes metafóricos de etnicidad deviene de su función, no solo en la vida económica,

sino que además cumplen una función simbólica y ritual que norman relaciones sociales y

ecológicas tanto al interior como al exterior de un grupo. Weismantel realiza un estudio en

parte estructuralista en el cual la comida y la cocina están íntimamente ligadas a la cultura:

―El cocinar asegura la producción material y la reproducción del grupo social, pero este

proceso material está estructurado culturalmente. Cocinar es hablar y significa”

(Weismantel 1994: 11). Por medio de esta perspectiva se hace posible ―reinsertar acción,

proceso, intención e historicidad dentro del estudio de comunicación y cultura-que al

analizar las prácticas de la vida diaria, como la cocina, puede proveer recursos claves para

comprender el movimiento de la sociedad y la historia‖ (Ibídem).

Los alimentos pueden ser leídos como símbolos de etnicidad en tanto que hablan

profundamente de quienes somos si se los considera en el contexto y en el uso. Este último

aspecto habilita a pensar en todo el complejo de las prácticas alimenticias como un

importante indicador de cambio y transformación en los grupos sociales. Pues las reglas

de una cocina específica son tratadas para adaptarse a las condiciones materiales de la

sociedad en cuestión, tal como lo señala Harris. Pero cuando las condiciones cambian la

cocina debe ajustarse para concordar con las nuevas condiciones, proceso en el cual la

24

gente despliega recursos, elije de acuerdo a las necesidades y deseos que han sido

culturalmente construidos. Finalmente, Weismantel afirma que es la organización social

de la familia y del hogar la que sale a la luz al estudiar las costumbres culinarias. Sin

embargo a través de las mismas el estudio puede extenderse a las relaciones comunitarias

y lo que es más interesante puede extenderse al abordaje de las relaciones que las

comunidades mantienen con la economía de mercado del actual sistema capitalista de

producción, distribución y consumo. De la complementación de estas tres perspectivas es

que se abordarán los alimentos y la comida en la tesis.

Resumiendo, las prácticas alimenticias waorani observadas en las comunidades se

consideran como un componente principal de las relaciones sociales (ya que en las mismas

se involucran los sujetos en todas sus instancias de producción, distribución, consumo) y

de las relaciones ecológicas (ya que cualquier forma de producción y/u obtención de

alimentos depende invariablemente de una relación con la naturaleza), de las cuales

emergen y se nutren las identidades étnicas. En función de que la alimentación es un

componente principal de las relaciones sociales y ecológicas, está estructurado dentro de

un sistema social normado por convenciones a partir de las cuales se organiza, y como tal

es un instrumento de comunicación, como cualquier lenguaje. Sin embargo a pesar de que

la alimentación trasciende sus funciones meramente biológicas, éstas últimas continúan

siendo el fundamento inteligentemente utilizado por las culturas para estructurar los

hábitos alimenticios. El estudio de las prácticas alimenticias (entendido como el complejo

entramado de actividades y representaciones vinculadas a la alimentación) como expresión

de las identidades étnicas puede revelar cómo se construyen estas últimas en medio de

procesos de transformación social y ecológica que afectan sustantivamente las condiciones

de vida de poblaciones enteras.

3. La Gran Transformación y Capitalismo Histórico

El un marco global todas las incursiones que desde la conquista hasta la

actualidad se hicieron en el territorio amazónico, como la forma de relacionarse con los

indígenas y con el medio ecológico, pueden comprenderse dentro de procesos de larga

duración que configuran un nuevo sistema de organización de las relaciones sociales y

ecológicas a nivel mundial. En esta investigación utilizaremos un modelo explicativo

elaborado por Wallerstein (1989) que nos permite explorar la historia como parte

25

intrincada en estos procesos y que denomina al nuevo sistema como ―capitalismo

histórico‖. Esta reflexión de la realidad local a partir de procesos globales de larga

duración es imprescindible para comprender los movimientos locales y la manera como se

van transformando las prácticas sociales, entre ellas las relativas a la alimentación, y con

ello las identidades. Sobre todo si, como se plantea en esta investigación, las identidades

son en gran parte resultado de las relaciones sociales y ecológicas, es importante moverse

entre lo local y lo global para poder siquiera imaginar la envergadura que la configuración

de este nuevo sistema produjo y produce en los sistemas originarios de vida.

Para comprender las implicancias de estos cambios se retoma a Marcel Mauss

(1954) quién desarrolla, en su estudio de los dones, la idea del ―hecho social total‖.

Brevemente esta idea supone que en las sociedades ―simples‖ la estructura social no está

diferenciada. Por ejemplo, que en la ―oferta de dones‖ se encuentran los asuntos

económicos y políticos, unidos en la trama de las relaciones de parentesco de tal modo que

se lo puede denominar un ―hecho social total‖ en la medida que encuentra su expresión en

todos los aspectos de la vida social y de las instituciones, tales como la religiosa, la moral y

la económica. Y es más, no es que estén ―entrelazados‖ sino que nunca se han

diferenciado. Entonces lo político no es distinto de los religioso ni de lo económico ni de lo

moral, como se puede ver en la figura tradicional de un shamán, o en algunas fiestas

comunitarias. Siguiendo la línea propuesta por Mauss, el intercambio en estas sociedades

lejos de ser un fenómeno ―natural‖ está estructurado, no de forma individual, sino a través

de grupos y en función de una serie de ―contratos‖ y ―obligaciones‖. Y como es suponerse,

no solo se intercambian bienes y riquezas, sino que además se intercambian cortesías,

entretenimientos, asistencia militar, mujeres, niños, bailes, fiestas y casi siempre

alimentos. Así se han de considerar las prácticas alimenticias entre los waorani, no solo en

su importancia económica, sino también como organización socio-política a nivel

comunitario, a partir de las cuales los waorani se reconocen como grupo distintivo y

construyen espacios de socialización, de intercambio, interacción, apropiación y

transformación.

Al desarrollo de ideas como éstas (aunque tal vez no sean particularmente éstas)

se refería Karl Polanyi cuando escribió en ―La gran transformación‖:

El descubrimiento más destacable de la investigación histórica y

antropológica reciente es el siguiente: por lo general las relaciones

26

sociales de los hombres engloban su economía. El hombre actúa, no

tanto para mantener su interés individual de poseer bienes materiales,

cuanto para garantizar su posición social, sus derechos sociales, sus

conquistas sociales. No concede valor a los bienes materiales más que en

la medida en que sirven a este fin. Ni el proceso de la producción ni el de

la distribución están ligados a intereses económicos específicos, relativos

a la posesión de bienes. Más bien cada etapa de ese proceso se articula

sobre un determinado número de intereses sociales que garantizan, en

definitiva, que cada etapa sea superada. Esos intereses son muy diferentes

en una pequeña comunidad de cazadores o de pescadores y en una

extensa sociedad despótica, pero, en todos los casos, el sistema

económico será gestionado en función de móviles no económicos

(Polanyi, 1944: 87-88).

Y acá es cuando el contraste entre ―dos mundos‖ se hace más evidente que nunca y esta

perspectiva permite comprender el impacto que tiene la mezcla de éstas dos maneras

radicalmente distintas de organizar la vida. Basta contraponer lo que Wallerstein entiende

como capitalismo histórico ―es un sistema que tiene una necesidad imperiosa de expansión

en términos de producción total y en términos geográficos, a fin de mantener su objetivo

principal, la acumulación incesante‖ (Wallerstein, 1997: 2) con la particularidad de que

―Como capitalismo histórico entendemos un sistema en el que las instituciones que se

construyeron posibilitan que los valores capitalistas tomen prioridad, de forma que la

economía-mundo en su conjunto tomó el camino de la mercantilización de todas las cosas

haciendo de la acumulación incesante de capital su objeto propio‖ (Ibídem). Lo que quiere

decir que nivel práctico lo que se ha posicionado como eje de la organización global son los

intereses económicos.

Justamente bajo esta lógica que describe Wallerstein del capitalismo histórico es

que se comprenden las diferentes incursiones de los diversos actores (de la modernización

y la civilización) a la Amazonía ecuatoriana. Desde el principio (instancia que Marx ha

denominado ―acumulación originaria‖), pero con mayor intensidad desde 1920, la

presencia de éstos actores estuvo vinculada a la explotación de las riquezas naturales,

sociales y culturales, incentivados por el principio del lucro y la ganancia. Sin embargo,

las formas en que las economías del mundo se articulan con la economía de mercado, eje

principal sobre el que se desenvuelven los contactos interétnicos en el caso que nos ocupa,

27

encuentran sus particularidades históricas y geográficas. Los estudios de Claude

Meillassoux (1981) donde se analizan modos campesinos de producción, que hasta no hace

mucho se consideraban como aplazamiento del pasado, demuestran que estas formas de

producción están firmemente articuladas con la economía capitalista global y que además

contribuyen a ésta por medio de una transferencia de valores y costes. Esta articulación

altera la organización social y las experiencias vitales de comunidades que aparentan estar

aisladas. Esto será tomado en cuenta en las comunidades del estudio que se lleva a cabo,

para evitar pensarlas como entidades cerradas y poniendo énfasis en las relaciones sociales

que se establecen con la economía de mercado capitalista para observar los cambios y las

transformaciones que se producen. Se observarán asimismo las estrategias de los

habitantes de Gareno y Quehueiri-ono ante tales transformaciones, dinámica de la cual se

nutren los procesos de construcción de las identidades.

Se considera que al iniciar el siglo XXI el sistema mundial toma la forma de la

globalización y la mundialización. Así es que los pueblos indígenas se articulan al sistema

mundial bajo formas de subordinación y subalteridad en procesos atravesados por

valoraciones culturales, biológicas y linguísticas de distinción que sirvieron para marcar

diferencias entre las sociedades blanco-mestizas y los indios (Rivas 2003). Procesos que,

como hemos visto, hacen a las construcciones de las identidades étnicas. En este punto es

muy interesante tener en cuenta a Fuentes que dice

…lo que parece estar constante, cuando las rivalidades inter-étnicas,

las hostilidades, o conflictos existen, son las disparidades

estructurales subordinadas como resultado de las injusticias

históricas relacionadas con la conquista y la colonización, explotación

económica, opresión política, y otros procesos de dominación y

subordinación asociados con los estados etnocráticos (Fuentes 1997:

56).

Entonces, estamos frente a dos formas muy distintas de organizar, practicar y

entender la ―economía‖ (formas de intercambio de energía con la naturaleza y entre las

personas) y ambas se encuentran presentes y en interacción en la vida waorani. Este

modelo de comprensión de las relaciones sociales y ecológicas permite pensar en los

cambios, las transformaciones y las permanencias como procesos complejos e

interconectados (en los que se configuran las construcciones identitarias étnicas). Dentro

28

de este modelo las actividades cotidianas que reproducen la forma de vida (en este caso en

particular, las prácticas alimenticias) se mantienen cambiantes en el encuentro con una

lógica de producción que parece englobarlo todo. Sin embargo, como se verá, los sujetos

despliegan estrategias ancestrales, creatividad y nuevas formas de negociación y

sustentabilidad de la existencia del grupo. En este punto se retoma una distinción

fundamental, entre las dinámicas y la lógica propia de la organización social tradicional de

los waorani y las que comienzan a operar a partir de los procesos de incorporación a la

economía de mercado. Pero antes se torna necesario ahondar en las particularidades

históricas con las que este nuevo sistema se inserta dentro del mundo social y ecológico de

la Amazonía a través de diferentes momentos históricos que se abordarán el Capítulo II.

Las referencias anteriores dan razones para pensar que, en el particular caso que

se está estudiando, es importante tener en cuenta que se trata de un momento histórico

que agita bruscamente las condiciones en las que se venían construyendo las

configuraciones identitarias de la Amazonía. La situación de contacto con los grupos

sociales foráneos (conquistadores, misioneros, etc.) comienza a calar profundamente en el

auto-reconocimiento de los pueblos amazónicos, instaurando nuevos procesos de

distinción, justamente en función de las relaciones diferenciales que se establecieron con

los diversos grupos. A partir de esto es que se incluyen algunas de las siguientes ideas de

Cardoso de Oliveira; la identidad étnica, implica la confrontación con otra(s) identidad(es)

y la(s) aprehende en un sistema de representaciones con contenido ideológico (Cardoso de

Oliveira 2007). Atendiendo al momento histórico en el que se sitúa este estudio, o que

pretende comprender, vamos a considerar que se trata de la configuración de una cultura

en contacto:

En este sentido, esa ―cultura del contacto‖ puede ser más que un

sistema de valores, llegando a ser el conjunto de representaciones

(entre las cuales también se incluyen los valores) que un grupo

étnico construye a partir de la situación de contacto en la que está

inmerso, y en términos del cual se clasifica (identifica) a sí mismo y

clasifica a los otros (Cardoso de Oliveira 2007: 83).

Y acá se puede volver al concepto de cowore en su acepción más original ―no

humano, caníbal‖. Cabodevilla (1999) dice que, probablemente, lo de ―caníbal‖ devenga

de prácticas antropofágicas rituales comprobadas para los Omaguas (de quienes se

29

explicará algo más adelante), pero su uso se extendió en el tiempo de la conquista (y hasta

la actualidad) y fue resinificándose para designar a todos los invasores del territorio que

no eran waorani ni warani. En medio de un ambiente tan hostil de ―encuentro‖ no es tan

difícil comprender porque se consideraba a los cowore como ―caníbales y no humanos‖.

Lo mismo que se mostró para la clasificación de los guente-nemunani ó ―negros feos‖

―…las representaciones colectivas, las ideologías o las identidades étnicas, solamente serán

comprensibles a condición de ser referidas al sistema de relaciones sociales que les dieron

origen. En esto, tal vez, se halle la peculiaridad del concepto antropológico de identidad”

(Cardoso de Oliveira 2007: 100).

Si bien actualmente no sigue teniendo el mismo significado literal, está vigente y

su significado literal es producto de la situación particular de contacto con blancos y otros

grupos y etnias. Cowore es un término bastante despectivo. Durante el trabajo de campo

solo lo he escuchado utilizarse en Gareno para referirse, las primeras semanas, a mi

persona por los niños y a los adultos para referirse a los ingenieros de las petroleras a los

cuáles no se les tenía estima. Cuando mi relación con los niños fue haciéndose más

afectiva, pasé de ser cowore a ser namentarani que se aplica más bien a los blancos

turistas o visitantes y no es despectivo. Estas dos categorías waorani son un buen ejemplo

para comprender cómo las categorías de un sistema clasificatorio reflejan las relaciones

sociales, para lo cual es necesario pensarlas en las diferentes relaciones sociales que

implican. Mientras que la primera se utiliza despectivamente para todos aquellos que

―incomodan‖, caracteriza a los sujetos por medio de una práctica despreciada como la

antropofagia y tiene su referente histórico en las primeras experiencias del contacto que

han sido bélicas; la segunda es más amistosa, basada en otras características donde lo que

prevalece es el color y que encuentra referentes en las relaciones recientes de visitantes y

turistas, una vez que la ―civilización‖ ya había producido sus cambios. Pues el mismo

Cardoso de Oliveira dice que, ―Siendo las categorías étnicas componentes de un sistema

ideológico, están cargadas de valor; y los valores son hechos empíricos, posibles de ser

descubiertos, pues no son construcciones del analista sino puntos de vista de los propios

agentes” (Cardoso de Oliveira 2007: 35).

Resumiendo entonces, no es posible en esta investigación comprender las

expresiones de las identidades que se observan en el campo (en la cocina, en la chacra o la

cacería, en la feria, etc.) si no se tiene en cuenta que emergen y se alimentan de los

procesos de contacto, fricción, transferencias y apropiaciones. Desde la perspectiva que se

30

aborda esta investigación no hay identidades sino se las observa dentro de un contexto más

amplio que comienza a expandirse de manera asombrosa por el globo, pero con

particularidades locales. Entonces es necesario considerar la manera en que la

organización social waorani de las comunidades se articula a la economía de mercado

capitalista, para poder así establecer los vínculos entre lo que se observa a nivel local y su

conformación histórica como parte del conjunto de procesos de larga duración a nivel

global. Este análisis permite contextualizar las prácticas alimenticias y darles sentido a

partir de las expresiones de la identidad étnica que se hace manifiesta dentro de un

contexto mayor o global.

4. El Trabajo de Campo y las Técnicas de Recolección de Datos.

El trabajo de campo en ambas comunidades formó parte de mi participación como

auxiliar de etnografía en una investigación llevada a cabo por dos investigadores de las

Universidades de Carolina del Norte, Chapel Hill y de Santa Cruz, California. Se trata del

―Estudio Transcultural de Integración al Mercado y Salud en la Amazonía Ecuatoriana‖ de

Mark Sorensen y Flora Lu, respectivamente (en adelante proyecto NSF2). Éste a su vez

tiene continuidad con un estudio llevado a cabo en el año 20033.

Los objetivos principales del proyecto NSF están orientados a la investigación del

estado médico de la salud y a determinar los impactos del mercado en la salud a través de

los factores nutricionales, de los patrones sociales de reciprocidad y del acceso a cuidados

médicos. Los propósitos de dicha investigación se centran en el estudio de las nociones

culturales y las medidas objetivas de salud, y en determinar los caminos por los cuales la

integración al mercado impacta en la salud. En función de esto es que la metodología

aplicada requisa sobre el estado medico de la salud y estado de nutrición a través de

indicadores tales como la antropometría, presión sanguínea, riesgos de anemia, estado de

vitamina A y registros de dietas. Se aplicaron, asimismo, técnicas para sondear las

2 Fondo Nacional de Ciencias, Estados Unidos.

3 Recopilación de La Investigación Etnográfica De Las Poblaciones Indígenas Del Nororiente De La

Amazonía Ecuatoriana. Demografía, Economía, Uso De Los Recursos Y De La Tierra Y Organización Social.

Fase I Del Proyecto. Comparación Del Uso De La Tierra Entre Los Indígenas Y Colonos En La Amazonía

Ecuatoriana, por Flora Lu, Universidad De Carolina Del Norte, Richard E. Bilsborrow, Universidad De

Carolina Del Norte, Ana Isabel Oña, Quito, Ecuador. Centro De Población De Carolina. Julio, 2003

31

nociones culturales de salud, como por ejemplo, cuestionarios sobre la percepción de la

salud y la calidad de vida. Y otras técnicas orientadas a recoger información comparable

de la economía de las familias para determinar niveles de integración al mercado, tales

como cuestionarios sobre ecología, demografía y economía, grupos focales, asignaciones de

tiempo y registros de ingresos y egresos. Con esta información, el proyecto NSF, por

medio de un análisis estadístico, desarrollará modelos para estimar la discrepancia en el

estado de salud y nutrición entre familias, comunidades y grupos étnicos con niveles

diferentes de participación en la economía de mercado.

El trabajo de campo para el ―Estudio Transcultural de Integración al Mercado y

Salud en la Amazonía Ecuatoriana‖ inició el mes de Febrero del 2009 en 7 comunidades

indígenas de la Amazonía ecuatoriana. En el caso de Quehueiri-ono, primera comunidad

waorani en la que me ubicaron4, el trabajo de campo comenzó el 28 de marzo del 2009 y se

llevó a cabo en tres estadías de entre 20 y 40 días5 en la comunidad en los meses de marzo,

abril, mayo, junio y julio. Habiendo acabado esta primera etapa, el 4 de septiembre llegué

a la comunidad de Gareno, en la cual también se realizaron tres estadías, de duración

similar a la de Quehueiri-ono, entre septiembre y diciembre.

El diseño de las principales técnicas de recolección de datos fueron diseñadas para

el proyecto NSF por Mark Sorensen y Flora Lu, quiénes además ofrecieron en persona una

capacitación previa al trabajo de campo sobre la aplicación de las mismas. Todas las

técnicas fueron aplicadas por mi compañero de campo y mi persona en las comunidades

waorani de Quehueiri-ono y Gareno. Mark y Flora desde un inicio ofrecieron como

cortesía la posibilidad de utilizar los datos del proyecto NSF para realizar investigaciones

y/o artículos de interés personal. De esa manera, ellos alientan la producción de estudios

paralelos al proyecto NSF y autorizaron, para este caso, el uso de la información. Es así

como se abre la posibilidad de hacer esta investigación partiendo de esta experiencia, de tal

manera que desde un inicio la misma estuvo encauzada por la información que se producía

en el campo con la aplicación de las técnicas del proyecto NSF e incentivada además por

lecturas paralelas sobre etnografía e historia de la Amazonía. La convivencia facilitó

4 Después de una breve estadía de un mes en Siecoya Remolino, comunidad Secoya.

5 La cantidad de tiempo dentro y fuera de la comunidad dependía de algunos factores como las fechas de

entrada y salida de la canoa, la cantidad de trabajo que se debía acabar en tiempos determinados, etc.

32

nuestra inserción no solo como investigadores en las dinámicas cotidianas de los

residentes, sino en la creación y desarrollo de relaciones afectivas y de confianza con

ciertos informantes.

Los registros de campo utilizados en la presente tesis se encuentran en la siguiente tabla:

Herramienta Contenidos Comunidad Entrevistados

Cuestionarios

Demográficos

Relaciones Conyugales, Parentesco, Mortalidad Adulta. Q-ono 19

Fecundidad, Lactancia, Uso de Métodos anticonceptivos Gareno 22

Migración

* Cuestionarios

Económicos

Características del Hogar Q-ono 26

Trabajo Pagado

Intercambio Gareno 21

Aspiraciones

* Cuestionarios

Ecológicos

Dieta Q-ono 18

Cacería

Pesca

Recolección Gareno 19

Agricultura

Conservación

Grupo Focal

Reciprocidad

Idea de Reciprocidad, Redes, Productos, Bienes y Servicios en

circulación, Ventajas y Desventajas, Proyecciones, Cambios y

Permanencias.

Q-ono 2 (1 Masculino, 1

Femenino)

Gareno 3 (1 Masculino, 1

Femenino)

Grupo Focal

Salud

Principales afecciones, Gravedad, Motivos o Razones, Tratamientos:

Posibilidades y Dificultades, Cambios, Salud Emocional, Magia y

Brujería

Q-ono 2 (1 Masculino, 1

Femenino)

Gareno 3 (1 Masculino, 1

Femenino)

Registro diario

de Ingresos y

Egresos

Ingresos, Egresos y Dieta Diaria Q-ono 314

Gareno 529

* La cantidad de entrevistados no corresponde a la cantidad de cuestionarios aplicados. Se

trata del número de personas que respondieron a alguna sección del cuestionario, ya que se

realizaba uno por hogar pero se escogían secciones para mujeres y para hombres. En el

caso de los cuestionarios demográficos si se aplicaron uno por persona.

33

Además de los registros correspondientes a estas técnicas, se utilizaron datos

provenientes de la aplicación de otras técnicas tales como:

Diario de Campo

Memorias de dieta

Mapas de riesgos

Posesiones del hogar

Cuestionario de salud emocional (SRH)

Asignación de tiempos

Registros de Cacería

Medidas Antropométricas

Hemocue

En el caso de estas herramientas no se utilizaron los registros sino más bien la

experiencia en la aplicación de los mismos, que fueron delineando una idea sobre las

principales preocupaciones, las pertenencias de las familias, las percepciones sobre el buen

vivir, las actividades cotidianas de los residentes de las comunidades, frecuencia y éxito

relativo a las partidas de cacería, tasas de crecimiento y estado de salud médico. Como

parte de la convivencia y la observación participante se escribió un diario de campo para

cada comunidad en los que constan las impresiones y descripciones utilizadas para la

instancia etnográfica de la tesis. En estas instancias de cotidianeidad y observación

participante surgieron conversaciones informales, relatos, cuentos y leyendas, algunos de

los cuales fueron registrados en audio:

INFORMANTE COMUNIDAD REGISTRO EN AUDIO

Tipa Gareno ex residente de Q-

ono

La cacería de la huangana y canto

Canto del puma rojo y traducción

Entierro de su madre

Historia de Acape

No somos hijos del sol

Muerte de los Misioneros

34

Relato desde Dayuno a Quehueiri-ono y de allí a

Gareno.

Moisés Gareno Muerte de Mengatohue

Monca Gareno Venganza en Peas

Cantos de Muerte

Muerte de los Misioneros

Nene Q-ono Los Peruanos del Caucho

Leyenda del Lagarto y el Pájaro

Relato del robo a los cowore

Leyenda Waorani del Sol

Leyenda Waorani de las Armas

Leyenda Waorani del relámpago

Leyenda Waorani de la Mujer Rana

Leyenda del Maquisapa

Obe Q-ono Relato de alimento cowore, salud y enfermedad

Clasificaciones Socio-Culturales

Los 8 tipos de plátanos

Cómo comen el camote y que pasa con las gallinas

Nemo y

Guieme

Q-ono Cantos de Nemo sobre su historia de vida

Gueba y Dabo Q-ono Relatos guiados por el Cuestionario Ecológico

Los gringos Misioneros

Eweme Q-ono Tabués y alimentación waorani

Uñari Q-ono Registro de cacería

Moipa Wentaro La civilización, los kichwas y los waorani

Amu Q-ono Muerte Waorani

Comida de afuera

Especies de bagre

Utilidades del diente de bufeo

4.1 Metodología: Espacios Cotidianos

El análisis de los datos del material seleccionado durante el trabajo de campo se

realizará a partir de un enfoque espacial. Se parte de la definición de espacio que propone

35

Deler (1987: 135) y que fue utilizado por Pérez en su tesis de maestría en antropología para

abordar la cuestión del tiempo, el espacio y el poder entre waorani y el mercado laboral.

… el espacio geográfico es, en primer lugar, el soporte concreto y

diferenciado, más o menos restringido, que cada sociedad pretende

organizar y controlar conforme a las necesidades de su propia

reproducción. En tanto espacio social, su estructura puede ser

considerada como un reflejo de la sociedad que lo ha organizado y así

como las estructuras económicas y sociales se transforman en el curso de

la historia, las estructuras espaciales evolucionan dando lugar a una

interacción dialéctica del complejo entre las modificaciones de lo

económico, social y espacial (Deler citado en Pérez, 1994: 10).

En una primera instancia se utiliza la información bibliográfica para construir un devenir

histórico del escenario amazónico y u conformación actual como espacio social.

Para incorporar el análisis de la construcción de identidades como resultado de

procesos de interacción, el espacio ―es también un ajuste entre las diferentes clases o

grupos que componen toda sociedad y que lo captan y reivindican en función de intereses

distintos, divergentes o contradictorios‖ (Ibídem). Este enfoque espacial trasciende la

visión meramente geográfica en la cual se sustenta, el espacio social, es resultado de la

interacción socio-cultural y como tal es una construcción que pude ser abordada desde una

perspectiva interpretativa, ya que al ser ocupado, disputado, defendido y negociado, el

espacio es a su vez territorio. El segundo y tercer capítulo aborda la construcción del

espacio amazónico en función de estas observaciones a partir de la investigación

bibliográfica y de los datos obtenidos en los cuestionarios demográficos. Esta sección se

complementa con los relatos que los residentes de las comunidades han compartido

conmigo y que se hacen presentes a lo largo de la investigación.

En el capítulo IV, el espacio será un soporte por medio del cual se analizan las

relaciones intra- e inter-étnicas actuales. A través de una revisión de las vías de acceso a

ambas comunidades se abordan los ―espacios próximos‖, con énfasis en las siguientes

cuestiones de interés: (1) los usos de las mismas como instancias de transición, que definen

en gran medida formas propiamente waorani de transitar entre los otros y el nosotros (2)

las ―fronteras próximas‖ de la comunidad, las cuales definen a su vez el territorio de

36

pertenencia de sus habitantes y, particularmente (3) los diferentes mercados a los cuales se

tiene acceso y las actividades comerciales. Para desarrollar este capítulo se utilizó la

información de los cuestionarios económicos y, principalmente, la observación

participante.

Luego en el capitulo V y VI, para ingresar al terreno de la alimentación, se

abordan particularmente, dos de sus dimensiones posibles; 1) como actividad económica

(producción, distribución-circulación y consumo) en la que se enfatizan las relaciones

socio-económicas y ecológicas. La cacería, la pesca y la horticultura serán abordadas como

actividades socio-culturales de uso y manejo de los recursos del espacio geográfico que lo

construyen socialmente como ―monte‖, ―río‖ y ―chacra‖. Prácticas que construyen el

espacio social en el acto mismo de la ocupación. Se trata de la construcción del espacio

social a partir de una visión etnográfica de las actividades como la cacería, la recolección,

la pesca y las hortícolas a partir de las cuales se organizan y relacionan sus habitantes en el

espacio que son las comunidades y, 2) la cocina y el acto mismo de comer como espacios

culturales claves en el que se reconocen las expresiones simbólicas de las relaciones socio-

económicas. Se abordan las actividades de producción, circulación y consumo de

alimentos en el hogar y el espacio destinado a la comida, donde se expresa la identidad

waorani en cuanto a sus costumbres alimenticias. Para hacer referencia a distintas

instancias de análisis se utiliza el concepto de ―prácticas alimenticias‖ como todo el

entramado de actividades y representaciones en torno a la alimentación, el término

―alimento‖ a su vez hace referencia a la función nutritiva y ―comida‖ está referido al

alimento pero inmerso un proceso cultural de consumo y con respectiva pregnancia

simbólica. El análisis en estas instancias se realiza a partir de la observación participante,

de los cuestionarios ecológicos, de los registros de ingresos y egresos y de los relatos de los

informantes.

37

Capítulo II: La Amazonía Ecuatoriana en la Historia de la

Gran Transformación

No hay historia muda…. El tiempo que fue sigue latiendo, vivo,

dentro del tiempo que es…la memoria esta en el aire que

respiramos; y ella, desde el aire, nos respira (Galeano 1998: 216).

Este capítulo hace una revisión histórica de las relaciones sociales a través de las

cuales la región Amazónica se articula a los procesos sociales de larga duración

impulsados desde occidente que dan origen al capitalismo histórico. El hilo conductor del

análisis son las relaciones sociales que desde la conquista a esta parte han configurado un

escenario particular para la región en cuestión. Se abordan las profundas

transformaciones que se caracterizan por cambios demográficos, territoriales, económicos,

culturales y políticos que modifican sustancialmente la organización socio-ecológica pre-

existente de la región. El objetivo de este capítulo es construir un panorama o contexto

histórico al que puedan referirse las expresiones y la experiencia de la identidad étnica del

pueblo waorani. En este contexto se rescatan las clasificaciones sociales propias para la

región a través de las cuales se construyen las fronteras sociales y culturales que remiten al

sistema clasificatorio en el que se representa el escenario amazónico actual. En la medida

de que lo que se quiere relacionar a estas expresiones de la identidad étnica es la

alimentación se enfocarán transversalmente las prácticas económicas y alimenticias.

La pretensión de señalar las ―grandes transformaciones‖ exige de alguna forma la

necesidad de imaginar lo que pre-existió a tales transformaciones. Un análisis previo a la

conquista no puede hacerse exhaustivamente acá porque sería demasiado extenso, pero si

es necesario hacer algunas referencias del posible escenario previo a la llegada de los

conquistadores. Es necesario, aunque sea, imaginarlo para comprender los cambios en las

formas de vida y de alimentación de los grupos indígenas. Tal vez implique extenderse en

cosas que podrían parecer superficiales, pero el conocimiento que se tiene al iniciar esta

investigación sobre el tema y la historia de la Amazonía6, amerita que hagamos el ―repaso‖.

6 Esta consideración está especialmente referida a un país como Argentina donde los procesos sociales de la

Amazonía no han sido un foco de interés pronunciado, a pesar de la existencia en el actual territorio argentino

38

Por otra parte, se cree que si esta información inicial, entre otras cosas, ha acompañado la

gestación de las inquietudes que se están compartiendo ahora mismo en esta investigación,

lo que parece superficial puede dejar de serlo en cuanto se encuentren las relaciones que se

buscan.

1. Pasado y presente: Historia del “encuentro”

Cuando en la zona andina se iniciaban las culturas pre-cerámicas después del

3.000 a.C., en las tierras bajas de la Amazonía se asientan pequeñas aldeas de cazadores-

recolectores que comienzan un lento proceso de sedentarización, que si bien no son

propiamente agrícolas, comienzan una horticultura incipiente de raíces. Un cambio en la

disposición y frecuencia de restos arqueológicos indican un crecimiento de la población

que se da a partir del año 1000 a. C. cuando se evidencian las primeras cosechas de maíz.

Este crecimiento poblacional y su consiguiente complejización social se evidencian en los

restos arqueológicos de la Amazonía ecuatoriana a través de sitios destinados a la

producción artesanal, sitios ceremoniales, defensas militares, cementerios y tolas. En el

milenio anterior a la conquista se puede hablar de ―cacicazgos‖, y de estilos cerámicos

como el Marajoara del delta de Amazonas que tiene influencia en Ecuador en la zona del

Napo. Sin embargo, en las zonas interfluviales de la Amazonía, espacios que

ancestralmente habrían ocupado los waorani, no se han encontrado restos que indiquen la

misma complejidad socio-cultural (Cabodevilla 1999).

Actualmente en la Amazonía ecuatoriana poco es lo que se puede ver de estos

―cacicazgos‖, a partir de la conquista las poblaciones fueron diezmadas, quedaron

desarticulados los sistemas productivos con su respectiva organización social y los

sobrevivientes se habrían refugiado al interior de la selva, formado pequeños grupos

independientes. Como fue que todo esto sucedió es una larga, y bastante penosa, historia

de ―encuentro‖, pero más que nada de ―desencuentros‖, entre las diversas poblaciones que

habitan este espacio del mundo y los conquistadores de antes, de después y de hoy.

de una región amazónica ubicada en Misiones, Chaco, Salta y Tucumán y la presencia de una cantidad

considerable de poblaciones selváticas, entre las cuales la más destacada son los guaraníes, aunque no las

únicas. Quizá en Ecuador pueda prescindirse de una buena cantidad de información que contiene este

capítulo, pero no es así en el caso de Argentina.

39

El escenario histórico de la actual de la Amazonía ecuatoriana está atravesado por

múltiples actores entre otros se pueden mencionar; buscadores de tesoros (que reclutaron

y esclavizaron a las poblaciones indígenas para buscar las riquezas amazónicas),

misioneros (que ―evangelizaron‖ - y continúan haciéndolo- en la pretensión de cambiar no

solo la forma de ver el mundo, sino la de organizarse en él, de tal manera que sea

complementaria a las nuevas instituciones que vienen a imponerse en las poblaciones

nativas), encomenderos y hacendados (que han transformado sensiblemente las relaciones

sociales de reciprocidad comunitarias y los patrones de asentamiento, por relaciones de

servidumbre y una forzada sedentarización). Posteriormente y hasta la actualidad (además

de la permanencia de los misioneros), encontramos la presencia del ejército (que ha sabido

reclutar soldados entre las poblaciones indígenas situándolos en guerras y enfrentamientos

que no acaban de ser propios como fue el caso de los enfrentamientos armados con Perú en

los conflictos fronterizos que se extendieron desde 1830 hasta 1996); las “compañías‖,

fundamentalmente petroleras y madereras (que al igual que hacendados y encomenderos

en su momento, transforman las relaciones sociales de reciprocidad por relaciones

salariales que pauperizan y desorganizan a las comunidades y dañan a su vez, las

relaciones ecológicas que ancestralmente las poblaciones nativas construyeron con su

medio); y la presencia de colonos (provenientes de diversas partes del país); prostitutas

(que desde tiempos del caucho comienzan a llegar a brindar sus servicios); funcionarios

municipales (actores que representan las políticas públicas del Estado Nacional a nivel

local); instituciones académicas y/o ecologistas e investigadores (fundamentalmente

biólogos y antropólogos que montan ―estaciones de investigación‖ y delimitan ―zonas‖

propias de investigación); y colombianos (provenientes de las guerrillas como también

simples emigrantes que se establecen en las ciudades orientales de Ecuador como el Coca,

Lago Agrio, Shushufindi, Tena, Puyo).

A lo largo de los siguientes apartados de este capítulo se irá viendo como el

―encuentro‖ con estos agentes mencionados, va generando a su vez un ―desencuentro‖ al

interior de las poblaciones amazónicas, tanto a nivel social como ecológico, reconfigurando

la realidad una y otra vez y, con ello, a sus habitantes. Pero también se hace el esfuerzo por

encontrar, en este agitado torbellino de transformación, las formas en que los grupos

crean, con la materia prima de su conocimiento ancestral y la creatividad, estrategias de

reproducción social basadas en particularidades políticas, económicas y culturales. Para

reconocer las permanencias, las transformaciones y los cambios en relación a la

40

construcción de las identidades en la Amazonía es útil partir de ilustrar la diversidad

sociológica y cultural del territorio amazónico. Se hará muy brevemente y sólo con afán de

pensar en la variabilidad étnica ancestral de la región, cuáles han sido los saldos de los

procesos que comenzaron a desarrollarse y cuál es el panorama actual.

1.1 Diversidad Ancestral: Ocupación del Espacio Amazónico.

La lengua Tupí es una de las más conocidas para toda la región amazónica de

Sudamérica. Su presencia en Ecuador estuvo representada por los grupos Omaguas, que

habrían emigrado desde la zona ubicada entre las cabeceras del Madeira y Xingú, hacia el

alto Amazonas hace menos de 3 mil años. Por la misma época se expanden pueblos de

lengua Caribe, Arawak y Tucano. Dado que en la Amazonía no hay noticias de que

existieran familias lingüísticas con una edad superior a 1000 a.C. cuyas áreas de origen

estuvieran situadas en el medio o bajo Amazonas, al parecer lo que pasó fue que desde

4000 a. C. hasta el primer milenio antes de de Cristo se desarrollaron en las tierras altas de

los extremos de la gran región amazónica, con pequeñas ocupaciones en las tierras bajas

(Cabodevilla 1999). Pero, a lo largo y ancho de la región amazónica existen ―lenguas

aisladas‖, como se les llama a aquellas que no tienen una ligazón conocida con otras

lenguas o familias lingüísticas. Las aglomeraciones de lenguas aisladas en la región

Amazónica, sugiere que se trata de focos de dispersión muy alejados en el tiempo,

probablemente anteriores a los 4000 a. C. (Ibídem). Este parece ser el caso de la lengua y

la historia waorani. De entre las 2.550 lenguas, habladas por 1.2 billones de habitantes de

más de 70 países del mundo (web: http://www.sil.org/sil/) estudiadas por el ―Instituto

Lingüístico de Verano‖7 (ILV), no se han encontrado congéneres para el idioma huao (Yost

1979). Mientras que los grupos que se encuentran actualmente en la zona están

relacionados con pueblos desde la conquista o con algún grupo lingüístico, los waorani

representan una excepción, quizá junto con los cofanes. Para el caso waorani, Cabodevilla

piensa que puede tratarse de un pueblo anterior y diferente a los que se expanden a partir

del siglo VII, de los que proporciona la arqueología de la zona que hemos visto, pero que

permanecen después de las sucesivas intromisiones hasta el presente. Es decir tendrían

una antigüedad relativa de 5000 años y se habrían desarrollado cerca de la actual zona

7 El ILV es un ―instituto‖ norteamericano evangélico que pretendía el estudio de las lenguas nativas con el fin

de ―civilizar‖ con la palabra del evangelio.

41

donde se los encuentra. No existen evidencias de que los waorani hayan participado de los

―cacicazgos‖ o hayan sido grupos bajo su influencia. Por el contrario todo parece indicar

que los waorani han habitado las zonas de las tierras altas, las cuencas de los ríos de

cabecera o lugares de más difícil acceso (Cabodevilla 1999).

Desde antes de la conquista, la complejidad sociológica y cultural de la Amazonía

es evidente. Pues durante todo periodo previo a la conquista, los waorani ocupan la región

junto con una cantidad, difícil de precisar, de otros grupos indígenas. A partir de la

conquista, cada grupo ha tenido una relación diferencial con los conquistadores y los

sucesivos actores que fueron colonizando la región hasta formar parte del escenario

amazónico actual en el que persisten las huellas que han dejado aquellos actores a los

cuales ya no se puede identificar con nitidez. En lo subsiguiente se hace una revisión de los

procesos sociales de la región, dividida en etapas para facilitar el análisis, en función de la

formación y expansión de un nuevo sistema económico mundial. En cada etapa analítica

se distinguen las relaciones diferenciales que se establecen entre los principales actores,

que desde la conquista hasta la actualidad se incorporan al escenario social de la región,

con los diferentes grupos indígenas y como estas ―diferencias‖ originan transformaciones

en los procesos de construcción de las identidades étnicas. Para reconocer estas

transformaciones como parte del establecimiento de nuevas relaciones sociales se analiza

el surgimiento de nuevas clasificaciones sociales y la carga ideológica que adquieren, a

partir de las cuales comienzan a distinguirse diversos grupos étnicos.

2. En Busca del Oro y la Canela: Conquistadores y Misioneros frente a la

Diversidad de Etnias Amazónicas.

El oro tiene el brillo asesino del diablo -oyó decir Néstor

desde su niñez- los ojos del puma brillan de ese modo

cuando acaban con un cazador desprevenido

(Cabodevilla 2004: 8).

Las primeras incursiones coloniales por el territorio amazónico estaban

promovidas por la búsqueda de las riquezas que se pensaba que habría en ese ―encantado‖

territorio, principalmente se buscaba oro y canela. Se armaron campañas de

conquistadores, indios, misioneros, chanchos y hasta perros para incursionar la selva.

42

Desde 1538 se realizan incursiones que resultaron bastante nefastas en términos sociales y

económicos, pues los participantes morían en cantidades y no se obtenían cantidades

significativas de los recursos que se buscaban. Los primeros grupos con los que se topan

las primeras expediciones españolas por la región amazónica del Ecuador son aquellos que

se ubicaban en la zona de Quijos, nombre que además les fue asignado genéricamente a

todos los nativos de la zona a pesar de que se trataba de una diversidad de grupos. Este

tipo de situaciones fueron lo común iniciando un proceso de ―homogeneización‖ de la

población nativa de la Amazonía que se prolongó a lo largo de, por los menos, 4 siglos.

En 1559 logran fundar la primera ciudad española en el valle de Cosanga, Baeza.

Con la instalación de las ciudades españolas comienza asimismo un proceso de

―colonización‖ caracterizado por una reocupación del territorio, evangelización y

sedentarización encauzado básicamente por el sistema de la encomienda (Cabodevilla

1999). Las consecuencias demográficas de este proceso, son nefastas; sólo para darnos una

idea, en la zona mencionada de 27.000 habitantes para 1540, a mediados del s. XVII

quedan tan solo 2 mil. Pestes mortales, enfrentamientos, trabajos forzados producen más

fugitivos que víctimas y las poblaciones huyen hacia la sierra y hacia las cabeceras del

Curaray y Bononza, dónde formarán nuevos poblados.

Este mismo proceso que se reproduce y repite a lo largo del tiempo y del territorio,

encuentra de igual manera una resistencia activa y en muchos casos organizada por parte

de las poblaciones indígenas. La Amazonía fue desde siempre el territorio que más ha

costado ―conquistar‖, desde los incas, que no lograron integrar a pueblos amazónicos más

que dentro de un circuito de intercambio, hasta los tiempos actuales, tanto por las

condiciones ecológicas como por la tan alegada ―ferocidad‖ de sus gentes. La respuesta de

los conquistadores fueron las correrías en busca de los huidos o de nuevos reclutas. La

introducción de la dinámica de las correrías, la esclavitud y la encomienda se produce con

la parcial o total desintegración y desarticulación de la organización social de algunos

grupos indígenas. Dentro de este mismo proceso y en consonancia con los dispositivos de

desarticulación, se intensifica el mestizaje con otros grupos del área, de la sierra y con

conquistadores, re-definiendo los grupos y con ello las distinciones étnicas, que se vuelven

difusas. En el caso particular de los grupos de indígenas que permanecen en las

encomiendas y en las reducciones se posicionan como la ―frontera de la civilización blanca‖

43

y por fuera, los demás grupos son identificados como ―salvajes‖ o ―aucas‖8 (Cabodevilla

1999). Esta es la primera gran clasificación que opera pautando relaciones sociales y

ecológicas desde la llegada de los conquistadores, la misma que irá complejizándose a lo

largo del tiempo. Comienza a construirse desde entonces, al interior y al exterior de las

diversas poblaciones nativas, la distinción entre aquellas poblaciones que se ―civilizaron‖ y

aquellas que permanecieron en su ―natural salvajismo‖.

Entre los grupos que se pueden reconocer para ese entonces encontramos a los

Omaguas, organizados en cacicazgos que habitaban las zonas fluviales de la cuenca baja del

Río Coca y mantenían relaciones de intercambios, sobre todo de esclavos, con los grupos

que fueron genéricamente denominados como Quijos. Esta práctica, obviamente, se

acrecentó con la llegada de los españoles hasta el punto que los mismos Omaguas caían

como esclavos. Fueron perseguidos por los españoles en el afán de ser reducidos y

comenzaron a moverse descendiendo por el río Napo, más al interior de éste y el Aguarico.

Los Omaguas huidos se convirtieron en el terror de las encomiendas, las haciendas y de las

poblaciones indígenas reducidas siendo los principales exponentes de los indios

―indóciles‖, ―feroces‖ y ―salvajes‖ tan comunes en las crónicas de la época. Al parecer, los

grupos Omaguas dominaron durante años las riberas del río Napo presionando a otros

grupos al interior de la selva. Esta dinámica repercutió en toda la región acrecentando las

hostilidades entre las etnias ribereñas e interibereñas porque provocó conflictos por el

territorio.

De las etnias reconocidas por las crónicas para este momento se pueden

mencionar:

Coronados y Oas: Ubicados por el Arribima (tributarios del río Pastaza) reducidos en 1654. Luego de una serie de huidas,

reubicaciones y ataques, en 1737, no vuelve a saberse de ellos

Gaes y Semigaes: Pertenecientes al gran bloque Záparo, estos grupos habitaban un inmenso territorio entre el Bononaza y

el Tigre hasta la cabecera del Curaray. Entre 1640 y 1700, la escena se repite, son perseguidos, reducidos, huidos y

finalmente desparecidos como grupos distintivos.

Avigiras: Este grupo se situaba entre el río Napo y el Curaray, frecuentemente es asociado a los huaorani y confundido con

ellos. Fueron contactados en 1621, algunos de ellos reducidos al margen del Tiputini en 1756, de donde huyeron.

8 Auca. Vocablo kichwa que se traduce como ―salvajes‖

44

Finalmente diezmados por la epidemia de viruela de 1761-62.

Además de aquellas que se reconocen hasta la actualidad que son:

Záparos: Habitaban las zonas de las cabeceras del Tigre hasta el alto Curaray a la altura del Cononaco. Los primeros

grupos fueron reducidos en 1656, reducciones que son diezmadas por pestes y por las encomiendas. Otros grupos záparos

se dispersaron ampliamente lo que dificulta localizar sus territorios y sus patrones de movilidad. Actualmente se

encuentran unos pocos representantes de esta etnia ubicados en los ríos Conambo, Pindoyacu, Villano y Curaray en la

provincia de Pastaza.

Cofanes: Su área de asentamiento tradicional fue por los ríos Aguarico, San Miguel y Guanúes. No hay consenso sobre su

origen, su lengua el a´i, podría pertenecer a la familia lingüística Chibcha de Colombia, pero no es definitivo. Actualmente

en el territorio ecuatoriano se asientan en comunidades en áreas profundas de la selva cercanas a Lago Agrio (Lu,

Bilsborrow, y Oña 2004)

Shuar y Achuar: Estas etnias forman parte del tronco lingüístico que se ha dado a llamar, por los primeros misioneros y

antropólogos, como Jivaroan, que viene de ―Jíbaro‖. Habitaron la parte alta de la cuenca amazónica en el sudoeste del

Ecuador desde antes, incluso, de la llegada de los Incas. Los Shuar cuentan con una población estimada en 40.000

personas y se asientan, actualmente en las provincias de Morona Santiago, Zamora Chinchipe y en la parte sur de Pastaza

(Lu, Bilsborrow, y Oña 2004). Los Achuar actualmente habitan las provincias de Morona Santiago y Pastaza, y su

población actual en el territorio ecuatoriano es de alrededor de 500 personas. Ambas etnias se encuentran asimismo en

territorio Peruano. A diferencia de la zona centro-norte, la parte sur de la Amazonía ecuatoriana, donde habitan estas

etnias, se distingue porque hasta mediados del s XIX las relaciones con la sociedad occidental habían sido esporádicas,

recién en 1894 se convocaron las misiones salesianas para iniciar el proceso de ―civilización‖ y ―evangelización‖ necesarias

para incorporar esta región al sistema productivo nacional e internacional (Benítez y Garcés 1998).

Encabellados: Se llamó así a una serie de grupos de la familia lingüística Tukano que dominaron la bocana del Aguarico,

todo el Napo hasta el Amazonas, el Putumayo y el Caquetá. En Ecuador están representados por los actuales grupos

Secoyas y Sionas. En estos grupos también se ha observado la dinámica de reducción, huida y reubicación, pero se han

mantenido como una etnia distinguible hasta la actualidad. Presumiblemente de éste tronco lingüístico serían lo

desaparecidos Tetetes, la última etnia desaparecida, como tal, del territorio amazónico ecuatoriano. Lo que pueda saberse

de ellos es información para comprender una serie de dinámicas sociales, que desembocan en procesos de ―asimilación‖,

―disolución‖, ―aniquilamiento‖ y ―etnocidio‖, que han sido bastante comunes en esta región del mundo.

Kichwas: Representan la población más numerosa de la Amazonía ecuatoriana, con unas 60.000 personas. Se ubican a lo

largo del río Napo, Aguarico, San Miguel y Putumayo, y en las áreas urbanas de Napo, Sucumbíos y en Perú. Otro grupo,

los kichwa de Pastaza, están ubicados a lo largo del río Pastaza, Curaray, Bononaza y también en las áreas urbanas de

Pastaza. Lingüísticamente se agrupan como kichwas después de que ésta lengua haya sido declarada lingua franca a partir

del S. XVI. A juzgar por la historia de estas poblaciones se conformaron como una nacionalidad a partir de los procesos de

disolución y asimilación desde la conquista, por lo que el grupo estaría compuesto por integrantes de diversas etnias

45

reconocidas como pre-hispánicas (Lu, Bilsborrow y Oña 2004).

Se impulsa un proceso de homogeneización cultural en los grupos ―civilizados‖ por

medio de la encomienda, la evangelización, la sendentarización y la instauración de una

lingua franca, el kichwa. Los grupos que permanecieron en las encomiendas o

reducciones, los ―civilizados‖, cambiaron patrones móviles de asentamiento ancestrales

por una sedentarización que tuvo consecuencias en la disponibilidad de alimentos (debido

a una estadía prolongada que no permite la resiliencia del ambiente). En consecuencia se

desarrollaron y apropiaron nuevas formas de obtención y producción de alimentos

(monocultivo, armas de fuego, etc.) que incidieron, promoviendo cambios en las relaciones

ecológicas ancestrales. Esta ―integración‖ siempre estuvo caracterizada por la asimetría

con la que se establecía la relación (servidumbre, esclavismo, expropiación, mal trato, en

definitiva un ―manejo‖ de la vida misma de las poblaciones) con la cual se borra u omite la

diversidad a partir del establecimiento de dos categorías de reconocimiento y distinción

para los grupos indígenas, ―civilizados‖ y ―salvajes‖. Pero lo cierto es que más allá de la

instauración de estos procesos de homogeneización, al interior de selva los grupos de

―salvajes‖ continuaron construyendo sus distinciones étnicas, ésta vez más acentuadas en

medio de un contexto de conflicto permanente que implicaba la conservación o

colonización de territorios estratégicos para la nueva situación.

Esta breve presentación de los grupos étnicos que habitan y habitaron alguna vez

la Amazonía tiene como objetivo que siquiera podamos imaginar la complejidad

sociológica y cultural que existe en este territorio, como también la magnitud de los

procesos sociales que se conjugan para dar lugar al espacio que estamos estudiando. Se

establece la primera gran diferenciación en cuanto a patrones de asentamiento y, con ello,

en las formas de alimentarse más tradicionales. Es fácil concluir que ante la necesidad

marcada por situaciones extremas, en un estado violentado de la organización social

tradicional, estos cambios en las formas de relacionarse con el entorno hayan sido la

mayoría de las veces, negativas para el ambiente. Para los grupos que se mantuvieron

hostiles y en huida de los conquistadores y misioneros, los movimientos por el territorio

fueron más frecuentes que lo común y más incierto, porque ahora se trataba de un

territorio más difuso en cuanto sus límites étnicos previos. Muchos grupos debieron

―dispersarse‖ y buscar las estrategias para afrontar estas condiciones. No es de extrañar

entonces que las luchas por el territorio se hayan exacerbado en estos tiempos (y con ellas

46

la violencia) y que ante ataques inesperados los grupos tuvieran que abandonar sus zonas

de residencia y cultivos y pasar periodos en búsqueda de nuevos sitios para asentarse. Esto

supone cierta pérdida de estabilidad en cuanto a ciertos recursos del monte, el río o la

chacra, y/o que tuvieran que incorporar nuevos recursos y desarrollar estrategias propicias

para el aprovechamiento de los mismos.

2.1 Los Waoranis en la Escena

Ahora la pregunta es dónde estaban los waoranis durante todo este tiempo, hasta

que por fin se los comienza a reconocer como un grupo distinto de todos los mencionados,

recién alrededor de 1950. Para situarlos en este panorama, ha sido valioso el repaso de lo

que podría haber sido la Amazonía ecuatoriana a la llegada de los españoles. Sin embargo,

como difícilmente se los puede ubicar en las crónicas, se debe recurrir a algunos supuestos

como razones de esta ―ausencia‖ en el registro histórico. Los grupos waorani no aparecen

como tales en las crónicas que van del S. XV al XVIII, y la denominación ―Waorani ― ó

―Huaorani‖, comienza a aparecer en la literatura misionera recién en la década de 1950,

por lo general asociada a la denominación de ―Auca‖, ambas claro, dentro de la categoría

de ―no civilizado‖. La demora en el reconocimiento de este grupo, como un grupo

distintivo (que rápidamente va a resonar en el territorio nacional e internacional) puede

deberse a algunos factores, tales como sus patrones de asentamientos interibereños, al

interior de la selva y de difícil acceso, posiblemente motivados por la presión ejercida por

otros grupos (Omaguas, Encabellados, etc.) y que las exploraciones misionales de este

periodo se realizaron principalmente por los grandes ríos y sus afluentes.

No se profundizará en esta investigación sobre las posibles denominaciones que

podrían haber tenido los waoranis en las crónicas antes de ser reconocidos como tales (si

son los que fueron llamados Avigiras o Sabelas) porque podríamos desviarnos demasiado

sin llegar a aclarar jamás la situación, que por lo demás es ampliamente discutida por

Cabodevilla, Rival y Fuentes, entre otros. La denominación waorani (o huaorani),

comienza a aparecer en la década de 1950 junto con la denominación auca para referirse a

los ―salvajes‖ grupos que habitaban la zona del Tiputini, y que se expandían

―agresivamente‖ por las riberas del Napo y el Curaray y sus principales tributarios.

Momento en el cuál llegan a dominar un territorio de 20.000 km cuadrados. Entonces,

aquel pequeño grupo que pasa desapercibido hasta el momento, o confundido o mal

47

nominado, cobra una visibilidad particular por estas épocas. Las razones de la ―expansión‖

de los grupos waoranis estarían en relación al debilitamiento de otros grupos previamente

―pacificados‖, ―reducidos‖, ―evangelizados‖, ―exterminados‖, ―civilizados‖ y/o ―absorbidos‖.

3. La Explotación del Caucho

Dicen que el caucho fue una fiebre, no dicen mal, con la

intermitencia del paludismo, o con el brillo y la brevedad

de un fósforo; un ataque loco a la selva solitaria con

miles de termitas humanas recorriéndola, arruinando

sus árboles, para desaparecer como habían brotado. Esa

fiebre agotó los bosques, también miles de vidas, así

como las últimas ilusiones de los caucheros que

acabaron, sin excepción, pobres, arruinados y

perseguidos por las deudas (Cabodevilla 2004: 240).

Entre 1769 y 1890, la región amazónica es testigo de la formación del Estado

ecuatoriano lo que implica nuevamente un reordenamiento espacial de la población

indígena. La formación del Estado ecuatoriano tiene algunos reversos, con la liberación

colonial en 1822 el territorio actual queda como Departamento de La Gran Colombia, su

independencia definitiva se lleva a cabo en 1830 y la naciente republica ―recibió‖ a la

región amazónica como un espacio sin límites políticos claros y administrativamente

nulos.

Debe considerarse que los procesos en el actual territorio ecuatoriano amazónico

están indisolublemente entrelazados con los que se daban en los territorios peruanos,

brasileros y colombianos. Con respecto a esto, en toda la región amazónica se intensifican

las exploraciones de reconocimiento naval y se proponen proyectos para habilitar vías de

acceso (ferrocarriles y carreteras). A partir de 1890 se revela a los ojos del mercado

mundial la primera de las más exitosas (en términos de rentabilidad) de las ―riquezas‖ de

la Amazonía. ―Recurso‖ que en este determinado momento histórico cobra una relevancia

sustantiva para la producción industrial y economía de mercado. El caucho permitió llevar

a cabo el proceso de vulcanización razón por la que se convierte en una necesidad para el

desarrollo industrial del naciente capitalismo. Hasta 1914, este producto es exclusivo de la

región amazónica de Sudamérica, razón por la cual su explotación, a cualquier costa, se

48

hace indispensable para el desarrollo de las naciones capitalistas de la época y las

actividades extractivas son iniciativa y responsabilidad de capitales internacionales.

En 1880 es la creación de Iquitos como centro comercial regional, que para 1897,

con la explotación del caucho, fue el primer puerto fluvial del Perú dentro de la

competencia con el poderoso influjo comercial brasileño que desde 1866 había abierto la

navegación del Amazonas a las flotas mercantes internacionales. Se trataba fundamental

pero no únicamente de capitales ingleses y franceses. Este puerto recibe una cantidad

exorbitante de capitales, personas y artículos de todo tipo, importados directamente desde

Europa, desde teatros de ópera hasta barcos a motor, lanchas y armas de fuego, solo por

mencionar algunos9. En este sentido, el estado ecuatoriano, fue uno de los que menos

privilegió esta región en comparación con los estados peruano y brasilero (Cabodevilla

1999). Para el caso ecuatoriano la región amazónica, durante las primeras décadas de este

periodo, era vista como un lugar lejano, con escasos comerciantes, colonos empobrecidos,

funcionarios residuales y un montón de salvajes, todos dejados a la (no tan) buena de Dios.

Desde 1890 a 1920, la denominada fiebre se expande hasta afectar una inmensa

porción de la región amazónica del ecuador. Dado que el incremento en la

producción/extracción de caucho se hacía por medio de unidades de tierra y no

precisamente por incremento en la productividad es que se motivó el desalojo y la invasión

de las tierras de los indígenas en territorio ecuatoriano. A diferencia de las primeras

incursiones que se mencionaron en el apartado anterior en busca de oro, la explotación del

caucho impuso la necesidad de internarse en lo más profundo de la selva y comenzar a

―remover‖ el territorio de múltiples poblaciones que en gran parte se mostraron reacias

ante las invasiones blancas (Fuentes 1997).

Para las poblaciones indígenas existieron tres opciones posibles que fueron

combinadas de diferente forma según las condiciones y estrategias particulares de los

grupos: incrustarse en el último eslabón de la cadena comercial del caucho como colectores

endeudados, huir a territorios remotos de difícil acceso (o carentes de caucho) o defender

su territorio de las invasiones y morir por ello si es necesario. La combinación de los dos

últimos parece haber sido el caso de los waorani, como se verá más adelante. Una gran

9 Si se quiere tener una idea cabal de esta situación se recomienda ver el film ―Fitzcarraldo‖ de Werner Herzog.

49

mayoría de grupos indígenas que habían pertenecido a las reducciones misionales, se

mueven a las orillas de los grades ríos y desarrollan estrategias, a veces ―comerciales‖ y a

veces violentas, de proveerse herramientas del mundo occidental de las cuales habían

aprendido a sacar un mejor provecho de su trabajo. En muchos casos estos grupos se

incorporaron, a través de diversos mecanismos, a la cadena comercial y de explotación del

caucho. Los nuevos patrones tenían una táctica de reclutamiento, en caso de que no

aceptasen el concertaje, que consistía en la esclavitud, si se resistían optaban directamente

por la exterminación. En el caso de los poblados que permanecieron ―fieles‖, la ―opción‖

fue incrustarse en la cadena comercial del caucho ―voluntariamente‖.

Este fue el terreno propicio en el que se desarrolló un sistema socioeconómico que

comienza a tomar a forma en torno a la figura del patrón y comerciante, que podía

concentrarse en la misma persona. Algunos de estos ―patrones dependientes‖ (de las casas

comerciales de Iquitos) crearon fundos ―mixtos‖ que combinaban agricultura y ganadería

al servicio del consumo cauchero y se asentaron en las riveras de los ríos, dando origen a

las haciendas como forma más sedentaria de control indígena y territorial por parte de la

población blanca. Se dieron también casos de unos pocos comerciantes independientes,

con capitales propios y grandes fundos, lo que les dio la posibilidad de monopolizar la

explotación de caucho en grandes extensiones.

Fuentes dice que todas las operaciones de explotación del caucho se realizaron al

margen del circuito monetario, por medio un sistema de ―aviamiento‖: o sea a través del

adelanto de bienes, de la firma inglesa al plantador y del plantador a los indígenas. De este

modo a nivel de relaciones socio económicas, se hace evidente la sobre-explotación de la

población indígena; la remuneración del trabajo estaba por debajo de la necesaria para la

reproducción material (que obviamente se completaba con el uso de recursos naturales) y

la instauración de la renta en trabajo o especies activó el sistema de endeudamiento y el

régimen esclavista (Fuentes 1997). En todos los casos, los indios deudores pasan a formar

parte del ―capital‖ de su patrón y hasta toman sus apellidos, por ejemplo ―Mejías runa‖ ó

―Torres runa‖. Runa significa persona en kichwa y la traducción literal de ―Torres runa‖

seria ―hombre de Torres‖ (Cabodevilla 1999). Si se considera que las casas comerciales de

Iquitos no daban créditos a quienes no tuvieran peonada, se puede comprender la lucha de

los patrones por reclutar a los indios. Lo común fue que los indígenas fueran utilizados

como ―moneda de cambio‖ de los patrones para pagar deudas cuando la recolección no era

50

exitosa o vendidos o cambiados, tratados, en definitiva, como ―objetos‖ pertenecientes a los

―capitales‖ de los patrones.

3.1 Los Cowore: La Explotación del Caucho en Territorio Waorani

La explotación del caucho tiene sus primeros interesados en la zona donde habitan

los waorani un poco antes de 1885, cuando el oro sigue siendo explotado a pequeña escala

por las poblaciones indígenas, actividades que realizaban las mujeres y los niños, de los

hombres se dice que se dedican a la cacería y la ―embriaguez‖ (Fuentes 1997). En estas

situaciones se basan las denuncias de los actores gubernamentales de la región en la época,

para reclamar políticas de ―activación‖ económica, por ejemplo la ocupación del territorio

por colonos mestizos para que trabajen de jornaleros, tanto en la explotación del caucho

como en la extracción de oro (Ibídem). En el mismo libro, en el que Fuentes se basa en el

Informe del Gobernador de Oriente de 1885, la autora analiza que la intención de colonizar

el territorio con trabajadores jornaleros mestizos, conocidos hasta la actualidad con la

denominación ―colonos‖, responde, o contribuye, a suprimir las relaciones de intercambio

de bienes y servicios o ―presta manos‖, que eran, y son en algunos casos, mecanismos de

cooperación comunal en los que las relaciones sociales aseguraban la distribución y la

comercialización sin acumulación.

Para fines del siglo XIX, se asienta entre el Cononaco y el Shiripuno, la hacienda de

Sandoval, territorio perteneciente a los ―salvajes shiripunos‖ que hoy conocemos como

waorani (Cabodevilla 1999). De esta época datan algunos de los relatos de la historia oral

waorani de los cowore, seres no humanos y caníbales. Sin pretender que el concepto de

cowore entre los waorani tenga acá su origen10 de seguro el término se readecuó para

aplicarse a los nuevos actores que incursionaban en esos territorios, otros indígenas,

mestizos y colonos, viajeros, comerciantes, hacendados, etc. manteniendo la idea de

―canibalismo‖, que es posible encontrar en el imaginario waorani actual. Tal vez sea

anecdótico nomás, pero parece pertinente traer a colación el día en que Guewa me

preguntó si era ―verdad que en Argentina son caníbales‖, porque eso era ―lo que le habían

dicho‖. No fue, sin embargo, la única vez que el tema del canibalismo surgió como un

10 Para Cabodevilla tendrían su devenir, por lo menos del tiempo en que los Omaguas se trasladaron a esa

zona, escapando de las correrías esclavistas y de las reducciones atacando en algunas ocasiones a los grupos

waorani, pues se sabe que los Omaguas tenían algunas prácticas rituales de antropofagia.

51

fenómeno presente en la memoria waorani. Otra vez fue en relación a un video del

―History Channel‖ sobre canibalismo que tuvimos la oportunidad de ver en Quehueiri-ono

a ―pedido del público‖. Fue entonces cuando el presidente de la comunidad de Quehueiri-

ono, Moi, contó que eso era lo que decían los misioneros de todas las tribus indígenas del

mundo y así lo creía él, hasta que se conoció con un indígena australiano (en algún

congreso de nacionalidades del mundo a las que asiste Moi) y a quién le hizo la misma

pregunta que me había hecho Guewa. El par australiano le contó que él pensaba lo mismo

de los waorani, que era la información que le habían dado los misioneros a ellos sobre los

waorani. De este modo vemos que la reproducción de sentidos se sostiene en las relaciones

sociales posteriores a las cuales les dieron origen, también vemos el uso que los misioneros

han hecho de estos sentidos en su ―trabajo espiritual‖, alimentando imaginarios con la

violencia en pos de conseguir la ―conversión‖ a través del miedo y la desconfianza,

alimentando rivalidades, de modo que las identidades se alimentan de las más diversas

fuentes.

Violencia y canibalismo, son dos fenómenos que, en su devenir (como vimos no son

nuevos) tienen una fuente inagotable de dónde nutrirse, particularmente lo harán de un

momento en el cuál, la Amazonía revela un recurso de los más cotizados y explotados en el

mundo como lo fue el caucho. Es necesario volver sobre la experiencia de algunos relatos

locales. Nene contaba que los primeros cowore que él recuerda son los ―nativos‖ peruanos

(nativos les llaman a los kichwas) que penetraban al territorio waorani y robaban a los

jóvenes para llevárselos a las haciendas del Perú en la época del caucho. Al parecer, las

―correrías esclavistas‖ no acabaron el apartado anterior. La explotación de mano de obra

se basó en la táctica del ―desarraigo‖ y poblaciones enteras eran desarraigadas de sus

territorios y comunidades, llevadas tan lejos de manera que no pudiesen regresar a la

contención de la comunidad. El secuestro de niños y jóvenes que eran vendidos acabó por

darle forma a un régimen esclavista que promovió la desintegración familiar, comunal y

regional. El desarraigo permite, además, utilizar a los indios ―fieles‖ contra los ―infieles‖.

Aprovechando las destrezas de los indígenas en la selva, cosa de la cual carecían colonos y

patrones, se los utilizaba como perros de caza contra los huidos. Se sabe que, para

remediar la falta de mano de obra, los indios ―cristianizados‖ participaban de las

incursiones esclavistas y las correrías contra los fugitivos ya desde el S.XVI. Un relato de

esta época cuenta que ―…el amo no les exigía traer al fugitivo vivo, ni siquiera muerto,

bastaba si regresaban con sus orejas, la nariz o el pene ensartados en un bejuco, les

cambiaba esos despojos por machetes, hachas, o si le daba por ahí, una escopeta‖

52

(Cabodevilla 2004: 8). De manera que se incrementó considerablemente el odio y el

enfrentamiento entre la ―peonada india‖ recolectora de caucho y los salvajes que

defendían sus tierras invadidas (Cabodevilla 1999). Las experiencias de este tipo (robo de

niños y jóvenes como los ataques organizados a los cowore) están presente en la

experiencia y en la historia oral waorani. Lo que quiere decir que los waorani

identificaron a los cowore antes que éstos a ellos.

Según la investigación de Cabodevilla, los grupos waorani estaban siendo

empujados cada vez más al interior de la selva por grupos záparos. Estos grupos al estar en

los márgenes de los ríos tenían contacto con las poblaciones blancas de tal modo que

sufrían sus violencias y enfermedades más fácilmente que los waorani que se asentaban en

el interior. Paulatinamente estos grupos záparos van a debilitarse como consecuencia del

contacto con los blancos y colonos, así como por los enfrentamientos con otros grupos

étnicos, su población no solo disminuye sino que algunos clanes son disueltos entre la

peonada kichwa o canelo. Puede pensarse que después de esto es cuando los waorani

comienzan a hacer esporádicos viajes a las riberas que van a intensificarse cada vez más

hasta que elaboran estrategias propias de los márgenes de los ríos. Aprendiendo con

mayor precisión el arte de la pesca y, posiblemente la navegación, estando aún sin un

contacto directo y ―pacífico‖ con los cowore. Pero en relación de intercambio y conflicto

bélico con otras etnias de la región tanto como con los cowore.

Los grupos waorani ante su fortalecimiento en relación a las demás etnias

comienzan, al principio casi imperceptiblemente, a expandirse por el territorio.

Cabodevilla los rastrea a través de las crónicas en el área en torno a la boca del Cononaco, y

por el Shiripuno la presencia waorani sería aún más evidente, zona en la que tenía su

hacienda el conocido señor Sandoval. Asimismo es muy posible que hayan habitado zonas

cercanas a los ríos Yasuní, Tiguino, Tiputini, Tivacuno, desde donde podían atacar los

asentamientos del Napo. Las represalias de los patrones y sus peones, ante los ataques

waorani, son inmediatas y muy sangrientas. Los ―aucas‖ (término que si bien sigue siendo

aplicado genéricamente a los indios libres que defienden sus territorios cada vez existen

menos grupos a quienes referirlo, de manera que comienza a circunscribirse cada vez más

a quienes posteriormente serán conocidos como waorani) eran perseguidos, asesinados en

el monte, capturados donde morían inmediatamente de cualquier enfermedad, pero sus

ataques persistieron hasta anular cualquier asentamiento el margen derecho del río Napo.

De esta manera fue que la población waorani, aún pequeña (estimada en menos de 500

53

personas), se expandió, entre los 4 grupos waorani que se ―encuentran‖ al momento del

contacto con el ILV, en los 20.000 km cuadrados que dominarán hacia 1950. A principios

del S. XX entre los actores sociales que se encuentran en la Amazonía ecuatoriana, ya se

reconoce la conformación del ―territorio auca‖, antes que el reconocimiento del grupo bajo

su propia denominación como ―waorani‖.

Para concluir este apartado se hace preciso reparar en los efectos de la violencia que

cada vez se incrementa con las intervenciones de la población blanca producto de las

cuales se desalojan, matan, capturan, desmembran, asimilan y liquidan el grupo záparo y

parte del huaorani que deja un vacío territorial que será ocupado a través de disputas (en

las que se renueva una y otra vez la violencia) inter-étnicas e intra-étnicas. Los grupos

waorani se escinden (por razones externas e internas referidas a los tipos de relaciones que

se pretenden establecer con los cowore, al uso y ocupación de territorios, etc.) y guerrean

unos contra otros.

Resumiendo, existe en el territorio ecuatoriano durante la primera parte de este

periodo, un relajamiento de los límites territoriales producto de la disolución de las

reducciones misionales y posteriormente de la falta de control del naciente estado sobre la

región. Inmediatamente este ―vacío‖ es llenado por los actores explotadores de caucho,

personalizado en la figura del comerciante-patrón e impulsados por capitales extranjeros,

que se expanden desde el Perú en busca de territorio explotable y mano de obra. Existe

una continuidad en cuanto a movilidad territorial, conflicto y violencia inter- e intra-

étnicos como consecuencia de las tácticas utilizadas por la explotación del caucho para

consolidar un sistema socio-económico rentable viabilizado por el ―aviamiento‖. Estas

tácticas se caracterizan por el desarraigo, la desarticulación comunitaria, las rivalidades

étnicas, el endeudamiento, el robo y secuestro de jóvenes y niños, la concesión de

privilegios y herramientas a los grupos que ―cooperaban‖, entre otros. Las consecuencias

de este despliegue de tácticas profundiza el establecimiento de relaciones sociales iniciadas

en el periodo anterior en las cuales las poblaciones indígenas permanecen en posiciones de

subordinación y situaciones de vulnerabilidad. Al interior de los grupos étnicos se

profundizan distinciones sociales en las cuales el acceso a herramientas y armas de fuego

incrementa considerablemente las posibilidades de supervivencia y con ello las relaciones

de poder.

54

En cuanto al particular caso waorani se observa que para este periodo el grupo ya

reconocía con suficiente claridad la presencia de un tipo particular de enemigo

denominado cowore. Clasificación bajo la cual aglutinaron diversos sentidos que marcan

los límites de su propia identidad y en función de los cuales se organizan para preservar y

defender su territorio. Las particulares condiciones de asentamiento waorani le brindan

ventajas comparativas con respecto a otros grupos y durante la última fase de este periodo

los waorani comienzan a expandirse y hacer notar su presencia a través de los límites de su

territorio.

4. La Colonización de la Tierra (1920-1940): “Soldado, Colono y

Misionero: Factores de una Futura Civilización Amazónica”11.

La tierra, o mejor la selva, sólo ha interesado al indio,

pues es el único hecho de ella, carne de su carne,

espíritu de sus mitos. Sólo los pueblos indios han

peleado entre sí por su conquista, los demás buscaban

simplemente la riqueza más rápida (Cabodevilla 1999:

217).

El colapso final de caucho en 1914 está en relación a la competencia producida en

las indias orientales que bajó al mínimo el precio del caucho sudamericano frente a la

depresión internacional (Fuentes 1997). La brusca depreciación del caucho lleva a los

comerciantes a buscar nuevos ―productos‖: oro (nuevamente), gomas diversas, pieles y

promover la agricultura y la ganadería. Hasta entonces ninguno de los ―incursionistas‖

blancos había tenido interés por la tierra, no habían pasado de ser ―incursionistas‖ en

busca de ―recursos‖ humanos y naturales sin ningún interés particular sobre esas tierras

propiamente dichas. Imbuidos de un proceso a mayor escala, los estados Americanos a

principios del S. XX estaban, sin muchas excepciones, en un proceso de ―consolidación

territorial‖ de ampliación de tierras en pos de la reducción de los indios. La ―conquista‖ y

―colonización‖ de tierras para ―uso nacional‖ se llevó a cabo pensando en la región

amazónica como un factor económico que pudiera, de cualquier manera, generar divisas al

11 Título del discurso del presidente José María Velasco después de su visita a la Amazonía en 1961

(Cabodevilla 1999: 219).

55

Estado y promover procesos de ―desarrollo económico‖, ideal compartido por las naciones,

con algunas variantes, durante el siglo XX.

Las dificultades de acceso a la región amazónica y su realidad ecológica y socio-

cultural hacían de ella, sin embargo, un terreno menos propicio de lo que las expectativas

al respecto lo eran. La selva, no ha sido, ni es, ―propicia‖ para la agricultura que se

pretendía, ni para la ganadería. Ambos procesos fueron impulsados con efectos muy poco

controlados en la dinámica ecológica de la Amazonía dado que su implementación está

basada, desde el principio, en un desconocimiento enorme sobre su realidad. Los

proyectos económicos pensados para ―integrar‖ la región amazónica al estado nación han

estado fomentados por un interés utilitarista y diseñados en función de estos partiendo de

una ignorancia sobre el terreno de aplicación. En éstos proyectos el ―indio‖ es considerado

como evidencia de ―subdesarrollo‖, ―atraso‖, y ―abandono‖. De esta manera fue posible

que los ―patrones‖ (que en gran número habían sido comerciantes y mineros) reclamaran

para sí grandes porciones de tierras argumentado su inutilidad. A partir del desastre

económico en el que se vieron los señores del caucho se intensificó la necesidad de poseer

no solo la tierra que ya habían comenzado a apropiarse, sino también la mano de obra para

hacerla ―producir‖ (en gran parte arroz), lo que prolongó y dio continuidad a las correrías

en busca de indios libres. De igual manera los conflictos entre patrones, colonos e

indígenas por cuestiones de tierras fueron innumerables. Para los años de 1920 se fueron

ocupando las mejores tierras para fines agrícolas y comenzaron a extenderse las haciendas

por toda las riberas del Napo y el camino que conduce a Puyo.

La base principal para el desarrollo de las haciendas del siglo XX son los fundos

independientes de la etapa previa, por lo general con mano de obra en relación de

concertaje. La inmensa población en relaciones de concertaje pertenece al ya genérico

grupo de kichwas o runas, se observa la perdida de distinciones al interior de este grupo

originalmente compuesto de una diversidad de grupos. Seguramente existen muchas

razones para que estas distinciones se vayan ―perdiendo‖ pero lo que es evidente es que la

fuerza de las relaciones de concertaje y esclavitud fue homogeneizando formas de vida en

las cuales las viejas distinciones étnicas perdieron tanto sentido como utilidad hasta dejar

de existir o, por lo menos, de ser perceptible a todos sus integrantes. Una diferencia que se

mantuvo fue la de ―indios conciertos‖ e ―indios libres‖, aunque lo de libres no fuera más

que un decir para aquellos que en vez de estar sujetos de un patrón lo estaban de alguna

56

autoridad local o realizando trabajos por lo demás sobre humanos (cargadores de

mercaderías en viajes que las mas de las veces acaba con sus vidas).

Si bien se crearon bastantes haciendas, no todas tenían el mismo ―potencial

económico‖, el cual se medía principalmente a través del numero de indios que tenía a

disposición. Las más grandes llegaron a tener bajo su control entre 180 y 200 familias12,

algunas otras de 70 familias (en los mejores tiempos) y la mayoría que no pasaban de unas

cuantas familias de indios. Todo el movimiento comercial estaba absorbido por unas

cuantas haciendas de potencial económico, que además proveía a las más pequeñas de

productos y mercancías a cambio de arroz y ganado, que lo mismo que el caucho iba a los

puertos de Iquitos donde los cambiaban por productos y mercancías de otro tipo. Este

gran circuito de la producción económica del oriente se mantenía aún al margen de la

circulación de dinero.

La crisis del 1930 afecta los precios del cacao y con ello la economía ecuatoriana. El

precio del oro sube e incentiva a muchos comerciantes y patrones a dejar la agricultura y

ganadería y dedicarse, nuevamente, a la búsqueda de oro. Se buscan y exploran más y más

terrenos hasta la cabecera del Curaray, donde además los peones ―indios conciertos,

deudores y desposeídos‖ encuentran tierras ricas en cacería y pesca y, aunque se

reconociera que estas tierras pertenecían a los aucas, muchos decidieron establecerse

cerca. Debe notarse que a pesar de que se generalicen relaciones de concertaje y

esclavitud, los indígenas continúan con sus prácticas económicas tradicionales de caza,

pesca y agricultura a las cuales han incorporado las armas de fuego, perros, las dinamitas

(para pescar) y otras herramientas, además de nuevos cultivos. En términos económicos

esto significa que el sistema de explotación de recursos naturales y sociales no está

completamente sustentado por el sistema que los promueve, es decir que la ―ganancia‖

obtenida por la explotación de esos recursos y su sustentabilidad solo es posible a costa de

dos factores fundamentales. El uno es otro modo de producción y obtención de alimentos

(pesca, caza, recolección agricultura comunitaria o producción doméstica) que permite

que las poblaciones indígenas puedan subsistir. Es decir, hace posible la reproducción de

la mano de obra, que es lo que han sido consideradas las poblaciones nativas para el

capitalismo histórico. Y el otro factor esta dado por los recursos propios de la naturaleza,

de la cual se transfieren todos los costes de la producción capitalista que para ser un

12 Por ejemplo, Torres llegó a tener 200 familias y los hermanos San Miguel unas 180 (Cabodevilla 1999).

57

sistema ―rentable‖ no puede ser ecológicamente sustentable, que de serlo decaería su

rentabilidad.

La ―productividad‖ del oriente en relación al ―desarrollo económico‖ del estado

ecuatoriano ha estado desde el inicio directamente orientado por los movimientos de los

ciclos económicos a nivel global de una manera sorprendentemente evidente. Apenas

comienza a superarse la crisis, decae el precio del oro y sube nuevamente el del caucho.

Actividad que inmediatamente vuelve a tomar partido intermitente de la selva y de las

gentes alrededor de 1940-45.

El hecho de que se reconociera un ―territorio auca‖ desde fines del siglo XIX y todo

a lo largo del siglo XX, incluso antes de que se reconociera a los grupos waorani, puede

rastrearse en la historia del señor Sevilla quien fue el patrón que más encuentros y

desencuentros tuvo con los waorani debido a los trayectos que hacía en su circuito de

comercialización de diversos productos (caucho, arroz, ganado según el momento). Funda

una hacienda ―Capricho‖ en la zona más intensamente reconocida como de los aucas, dado

que los runas se negaban a trabajar en esas tierras, Sevilla reclutó los pocos záparos que

―tenían cuentas pendientes con los waorani‖, haciéndose patrón de los záparos, con la idea

de poder ―pacificar y civilizar‖ a los aucas y quedarse con esas tierras y ellos de

trabajadores. Desde este ―enclave‖ hostigó a los grupos waorani, lo mismo sufrió y provocó

un sin números de muertes en cada grupo, promoviendo más y más odio entre los bandos.

A fines de los años 1930, ―Capricho‖ se volvió insostenible, sus peones záparos murieron en

una epidemia y los que no, lo dejaron para trasladarse a un poblado cerca llamado Huito.

Sevilla se estableció en otra de sus haciendas llamada Ila, desde la cual desarrolla nuevas

relaciones comerciales con las recién llegadas compañías petroleras, particularmente la

Shell.

5. Las Compañías Petroleras

La penetración de las compañías petroleras de capitales extranjeros al oriente

ecuatoriano va de la mano de políticas liberales que perseguían dos objetivos del estado

ecuatoriano: el uno, la inversión de capitales para explotación de un recurso que era el

boom de la economía mundial y el otro, vinculado a un dominio efectivo de la zona. Puesto

en manos de estos actores el dominio de la región, podemos imaginar la ―libertad‖ de

58

acción que tuvieron y el poco interés por la ―salud‖ de dicha región. La explotación

progresiva del petróleo modificó el modelo de desarrollo nacional previo, convirtiéndose

en la base del conjunto de la economía ecuatoriana. Las compañías llegaron con todo su

arsenal; helicópteros que permitieron un reconocimiento casi total de la región y de los

asentamientos de grupos de ―salvajes‖, la posibilidad de desplegar la tecnología para la

construcción de carreteras, puestos de control, etc. En 1938, Shell comienza la

construcción de un campo base en lo que ahora lleva el nombre de Shell-Mera, base a la

cual y desde la cual operan las avionetas que entran actualmente a Quehueiri-ono

gestionadas por ―Alas de Socorro‖13. En los siguientes años construye 5 bases más cerca de

Vuano, Macuma, Cangaime, Tiputini y Villano, éstas dos últimas en territorio waorani. A

partir de 1943 ingresan a las distintas bases cientos de toneladas de maquinaria de

perforación, campamento, combustible y alimentos. Cada base que instalaba la petrolera

iba acompañada de una base militar, es decir que los primeros colonos del Curaray fueron

los militares y sus familias, ilustración de la intención bélica con la que se relacionan y con

la cual se ―asientan‖ y colonizan la región durante este periodo todos los actores de la

explotación industrial.

Con respecto a la mano de obra, las petroleras fueron el imán de una gran cantidad

de trabajadores mestizos e indígenas. El reclutamiento de los indígenas marcaba

diferencias entre los que eran ―conciertos‖ y los que eran ―libres‖, a la que se agregaron los

mestizos colonos. En la zona donde reinaban las haciendas el reclutamiento se hace con el

filtro de los patrones, no sin conflictos. Mientras que en la zona donde predominaban

indios ―libres‖ la posibilidad de adentrarse en tierras desconocidas y la salida económica

(que por primera vez iba a ser a través del dinero) fueron factores suficientes para el

reclutamiento. Para la Shell, sin embargo, los ―aucas salvajes‖ eran un obstáculo no solo

por el miedo que generaban en los trabajadores (los ataques seguían siendo muy

frecuentes y sangrientos) sino porque ese miedo paralizaba las actividades exploratorias.

Si hasta este entonces nadie se animaba a asentarse en el margen derecho del Napo,

frontera que marcaba el territorio de los ―salvajes aucas‖, con la llegada de dos grupos de

actores este territorio fue formando parte de los intereses específicos dentro de una

política ―civilizadora‖ e ―integradora‖. El Instituto Lingüístico de Verano (ILV), principal

promotor de la ―civilización‖ de los grupos waoranis, fue el co-protagonista junto a las

compañías petroleras que estaban muy interesadas en la ―integración‖ del grupo y su

13 Organización Misionera.

59

territorio. Pero nuevamente, infaltable, es el uso ―adecuado‖ de indios para el trabajo en

zona auca, se utilizaron viejas rivalidades étnicas y capacidades diferenciales para

incursionar en estas tierras, ahora se preferían los jíbaros (como les llaman a los shuaras)

en vez de los yumbos porque los primeros ―eran más valientes, belicosos y cazadores de

cabezas‖ (Cabodevilla 1999). Es con la inauguración de esta nueva etapa de explotación

que los waorani pasan de ser los ―temidos y salvajes aucas‖, indómitos guerreros de la

selva, a ser el grupo de ―waorani civilizados‖, este proceso no es tan largo como podría

esperarse para haber producido las transformaciones de las que un par de generaciones

waorani han sido y siguen siendo testigos vivenciales. En Quehueiri-ono viven, hasta la

fecha del trabajo de campo, por lo menos 7 personas que pueden relatar historias vividas

por ellos antes de la ―civilización‖ (Nene, Guewa, Guieme, Dabo, Gueba, Amu, y Ñame14).

En 1941 se desata el conflicto bélico entre Perú y Ecuador y el petróleo ya era un

recurso económico estratégico, estos factores (litigio y petróleo) aceleran los procesos de

―integración‖ nacional de la región amazónica, pero fundamentalmente a través de la

explotación económica, dejándose de lado otras políticas sociales y/o culturales. Según

Narváez (1996), desde 1940 en adelante el espacio amazónico estuvo en constante forcejeo

entre compañías rivales extractoras de energéticos y más precisamente en el área de

Arajuno, zona habitada por waoranis ancestralmente. Sin embargo este proceso de

integración solo comenzará a consolidarse entre 1950 y 1960, para abrir los años 70 una

nueva etapa político-económica. Desde el inicio el Estado ha mantenido una dinámica de

acciones subsecuentes, es decir escasa intervención una vez que los actos estaban

consumándose, nunca antes y con algún tipo de ―planificación‖. Por otra parte su

presencia ha sido mediada por diversos actores, el Estado ha delegado funciones político-

administrativas a las misiones religiosas, las fuerzas armadas y en los entes petroleros,

sobre todo a partir de la creación de CEPE15 en 1972 que en 1988 se convirtió en

Petroecuador (Narváez, 1996).

14 Ñame falleció el durante el último mes de trabajo de campo. 15

Corporación Estatal Petrolera Ecuatoriana

60

Capítulo III: Los Grupos Waorani como Protagonistas

Amazónicos de Fin de Siglo.

El siguiente capítulo continúa el análisis de los procesos sociales más relevantes

en la región amazónica como resultado de su incorporación a la economía del mercado

mundial, pero ahora la atención y el análisis se sitúan particularmente entre los grupos

waoranis, que para esta nueva etapa de explotación (sin duda la más exitosa para el

capitalismo histórico), entran a la escena de una manera protagónica. Se observa como la

explotación de este nuevo recurso, el ―oro negro‖, impulsa a sus representantes (las

compañías trasnacionales primero y algunas estatales que se suman luego) a internarse en

zonas de la región que antes carecían de interés económico.

Se ha mencionado como en las diversas etapas del desarrollo del capitalismo

histórico la región amazónica fue configurándose como un espacio fundamentalmente de

―explotación‖ de recursos naturales y humanos. Su articulación a este sistema mundial se

realizó en función de las necesidades económicas del mismo y en cada etapa los

representantes de este sistema fueron expandiendo su radio de acción y el grado de

incidencia sobre la región produciendo transformaciones en las formas de vida de los

pueblos nativos. En la segunda mitad del siglo XX los nuevos grupos económicos,

representados por las compañías petroleras, se encuentran con un grupo étnico antes

desconocido (para ser más precisos no reconocido) en las actividades de exploración de

nuevas tierras en busca de petróleo. A continuación se exponen las condiciones específicas

de contacto y la consiguiente denominada ―pacificación‖ de los grupos waorani, que hasta

el momento se trataban de encuentros violentos con ―indios aucas‖, proceso en el que

tienen una especial relevancia dos actores sociales en particular que han sido mencionados

en el capitulo anterior: el ILV y las compañías petroleras.

1. Los “Aucas” en la Escena Nacional e Internacional

1. 1 El Instituto Lingüístico de Verano (ILV) y los “Aucas”

Las misiones han sido el instrumento más eficaz de acercamiento a las poblaciones

indígenas y de transformación (y consolidación) de las formas de hacer, pensar y sentir de

éstas. Se trata de un largo proceso de implementación de instituciones relevantes en la

61

cultura de occidente: la religión monoteísta, monogamia y exogamia, sedentarismo,

educación formal o escolarizada, y posteriormente, monetarización de la economía. La

misión evangélica ingresó tardíamente en relación a otras (jesuitas, salesianos, dominicos,

etc.) a través del ILV y recién 1952 comienza una tarea civilizatoria y colonizadora oficial.

Entre las actividades que se propone desarrollar figuran: el estudio de lenguas nativas,

grabaciones para “perpetuar” la voz de los indígenas (que por lo visto se pensaban

próximos a la desaparición), recopilación de datos antropológicos y referentes a plantas

medicinales. Su primera base en Ecuador fue construida a 15 km de Shell-Mera cerca del

Arajuno, zona perteneciente al territorio waorani (Narváez 1996). En tanto la explotación

petrolera implicaba ―abrir frentes‖ en territorio de ―salvajes‖ desde un inicio recurrió a

diferentes misioneros para ―pacificar‖ a dichos habitantes. El ILV no fue el único en esta

empresa de ―pacificación‖ pero tuvo éxito donde otros actores no lo han tenido (o no como

éstos esperaban) por medio de una táctica en particular y una situación histórica que les

jugó a favor.

La táctica consistió en el acercamiento a un grupo de mujeres waorani que vivían en

la hacienda de Sevilla, de las cuales Dayuma es la clave. Raquel Saint, misionera del ILV,

la visitaba con frecuencia, estudiaba la lengua que Dayuma le enseñaba y algunas

costumbres y características de los grupos waorani. Hasta que, seguramente, fue

conociendo la situación histórica en que se encontraban los grupos, pues al interior de los

grupos waorani se estaba desarrollando un momento de fuertes conflictos. Con respecto a

la situación histórica particular, desde la experiencia en el campo se ha revelado que la

historia de Moipa (y las enfermedades que iban trayendo los diferentes actores que se

incorporaban al escenario de la región) es muy importante para comprender la ―voluntad‖

waorani de establecer un contacto sostenido y ―pacifico‖.

En Gareno vive quien quizá, sea el último hijo vivo de Moipa, el abuelo Monca.

Monca en los relatos que nos ofreció sobre su padre expresó que Moipa estaba ―enfermo de

ira‖ y quería matar a todos waorani, warani y cowores que contradijeran sus decisiones.

La historia de Moipa puede dar luz respecto de la conducta bélica al interior de los grupos

waorani que desencadenó la voluntad de ciertos grupos de aceptar el contacto con los

cowore, aunque no sin reservas. Moipa fue el único sobreviviente de un ataque en el que

murieron todos los integrantes de su familia; él pudo sobrevivir mientras miraba desde un

árbol toda la escena. Fue adoptado por otro grupo waorani y con el tiempo se volvió un

gran guerrero que, como correspondía en la dinámica social, debía cobrar venganza. Pasó

62

luchando toda su vida con cowores y waranis, el poder que adquirió en pos de su valentía

fue acrecentándose a la par de su odio contra los cowore y los otros warani, ―quiso todo el

territorio y comenzó a matar a todos, mataba niños, estaba enfermo de ira‖ contaba

Monca. La intensificación de ataques y muertes por lanceamiento producida por las

represalias y la ―locura‖ de Moipa, fue escindiendo los grupos y debilitándolos. En uno de

sus ataques escapan con vida las mujeres que encuentra Raquel Saint en la hacienda de

Sevilla, ellas son capturadas por un kichwa que tiene deudas con el señor Sevilla y las

entrega a cambio de sus deudas.

Por ese entonces, en 1956, otros misioneros del ILV, entre los que se encontraba el

hermano de Raquel Saint, decidieron entrar a territorio waorani para establecer contactos

pacíficos con un grupo waorani (que no sería otro que el de la familia de Dayuma). Los

cinco misioneros fueron muertos a lanzazos por el grupo después de uno o dos encuentros

en los que los misioneros creían, habían logrado sus objetivos. Las versiones actuales de

porque el grupo waorani decidió finalmente darles muertes a éstos misioneros varían de un

autor a otro y de un informante a otro. La versión que pude oír en Gareno de parte de

Tipa, hija de Monca, (quien a su vez le habría contado la historia) dice que Nenkivi (un

waorani que formaba parte de este grupo y, por lo tanto, de los encuentros previos con los

cinco misioneros) entendió mal el mensaje de los misioneros ante el desconocimiento

mutuo de sus lenguajes. El malentendido, surge a partir de los ademanes efectuados por

los misioneros con sus manos para que cortasen el monte de tal manera que sea posible

descender con la avioneta (que agitaba su mano como indicando el acto de podar). Nenkivi

entendió que les cortarían la cabeza y por eso decidieron matarlos antes. ―Cinco

ciudadanos norteamericanos muertos a lanzazos en manos de los waorani‖, fue una noticia

internacional a partir de la cual los waorani no dejaron de ser reconocidos, temidos,

satanizados, como el salvaje grupo auca a nivel internacional. Suceso que comenzaría a

alimentar la identidad waorani a los ojos de la sociedad occidental y, posteriormente, a los

ojos de los mismos waorani.

En 1958 los misioneros del ILV logran fundar la primera misión en territorio

waorani, para lo cual apelaron al reencuentro entre Dayuma y su familia. Según Rival

(1996) este espacio de residencia se desarrollo de manera paulatina, al principio

funcionaba como ―lugar de encuentro‖ entre el grupo Guiquitaeiri (grupo de Guikita, tío

materno de Dayuma) y las mujeres misioneras entre las que estaba Dayuma. Rival explica

que esta forma se corresponde con la forma en que tradicionalmente los grupos establecían

63

alianzas, por medio de encuentros en lugares intermedios entre una comunidad y otra

(Rival 1996). El interés del grupo waorani, además de restablecer contacto con Dayuma,

estaba relacionado a la necesidad de fortalecerse ya que se encontraba debilitado,

conformado en su mayoría por mujeres y niños (muchos de los hombres habían muerto a

causa de los ataques y enfrentamientos) y que además muchos estaban enfermos de

poliomielitis. Con el tiempo se establecieron de una manera más estable en ese sitio donde

aprendieron ―nuevas reglas de convivencia‖: no más muertes (por lanzas por lo menos),

sólo una esposa, y comida de forasteros. Lo primero que hicieron los misioneros fue poner

fin al ―libertinaje sexual‖ como denominan a la poligamia y reformar las prácticas

matrimoniales, principal engranaje de la organización social tribal. En aproximadamente

diez años los misioneros del ILV introdujeron entre lo waorani nuevas prácticas agrícolas

(nuevos cultivos), medicina occidental, uso de transporte aéreo, comunicación por radio,

así como nuevos valores morales y códigos de conducta, como la modestia sexual, el

matrimonio monógamo, y la oración, mientras se desalentaban las fiestas, cantos y bailes

(Ibídem).

En 1967 una muchacha de otro grupo waorani fue capturada por los kichwas y

entregada a los misioneros en Tiweno. Los misioneros aprovecharon la presencia de

Oncaye, como se llamaba la muchacha, para atraer al resto del grupo familiar. Esto se

consolidó a través de matrimonios entre miembros de ambos grupos, que quince años

antes se habían separado y enemistado y mantenido una serie de conflictos armados.

Ciento cuatro miembros de este grupo denominado Baihuari (grupo de Bai), se sumaron a

los cincuenta y siete miembros del grupo de Guikita. Por medio de estas estrategias de

alianzas matrimoniales al estilo cristiano de los misioneros, el grupo waorani en Tiweno,

que se estableció además como un protectorado, creció para principios de los años setenta

a más de 525 waorani. Se estima que el grupo que aún permanecía fuera del protectorado

era para ese entonces de unos 100 miembros (Rival 1996).

Con el tiempo Tiweno fue mostrando la dificultad de mantener un grupo tan

extenso de personas de una forma autónoma, comenzaron fuertes brotes de epidemias y la

escasez de alimentos. De este momento en la historia oral waorani aún se pueden oír

muchos relatos, Gueba cuenta en sus relatos que solo comían maíz y azúcar. Otro relato

que hace referencia a esta situación lo pude escuchar una tarde, después de aplicar un

cuestionario, Guieme y Nemo relataron como ellos habían huida de Tiweno porque sus

familiares fallecían al interior de la misión como resultado de la conjugación de intereses

64

étnicos y misionales. Guewa cuenta cómo los misioneros únicamente vacunaban a jóvenes

y niños dejando morir a los viejos guerreros, así fue como murió su padre, el guerrero

Toca. Desde la perspectiva de Guewa está claro que el dejar a morir a los viejos tiene que

ver con una facilidad para modificar la forma de vida, de sentir y de pensar del grupo

entero. Para 1976 la situación de dependencia del grupo waorani de Tiweno con respecto a

los misioneros se hizo insostenible para los segundos y decidieron abandonar su atención y

dejar que los waorani resolvieron las dificultades sociales y ecológicas que se habían

producido por la alta concentración demográfica por si solos. El grupo se disgregó y

comenzaron a formar nuevos asentamientos (Rival 1996).

Rival distingue dos clases de impacto a partir de la intervención del ILV entre los

waorani. El uno relacionado a la organización social y el otro a los modelos de

subsistencia. Con respecto a lo primero, los matrimonios monógamos promovidos por el

ILV reanudaron relaciones entre grupo que habían estado enfrentados. El proceso de

agrupación y posterior dislocación inducido por el ILV modificó sensiblemente los

patrones de asentamiento. Pues tradicionalmente los grupos compartían un amplio

territorio de caza, compuestos por dos o tres grupos familiares de 30 miembros cada uno

aproximadamente que residían en una casa comunal denominada maloca, se trataba de

grupos autosuficientes y no practicaban ningún tipo de comercio. Entre cada maloca había

uno o dos días de caminata y, como se dijo, permanecían alejados del contacto con los

colonos mestizos y otros grupos indígenas, por lo menos, hasta la fundación de Tiweno.

Estos patrones de asentamiento se reprodujeron luego de la disolución de la gran Tiweno

pero con nuevas características, pues las malocas se ubicaron cerca una de las otras dando

origen a ―aldeas con escuelas‖, como las llama Rival (1996). El segundo tipo de cambios

que distingue Rival en cuanto a modelos de subsistencia se relaciona con la proximidad a

las riberas de los ríos. A partir de este cambio de ambiente ecológico se intensifican

prácticas económicas como la pesca y el comercio y, con ellos, nuevos patrones

alimenticios. Se integran a la dieta una serie de especies antes no consumidas, como el

venado, sajino, guanta, etc. Asimismo se cultivan nuevas especies o especies que antes era

cogidas de la selva, árboles frutales, bejucos y plantas medicinales (Rival 1996).

Fuentes dice que la acción evangelizadora entre los waorani ha sido bien relativa en

comparación con otras etnias por ejemplo de la sierra en Chimborazo. Un obstáculo fue

que los waorani no han distinguido nunca un ―espacio‖ consagrado exclusivamente a lo

sagrado, por el contrario la selva como espacio sagrado es la que congrega a la comunidad

65

en la chacra, que identifica a las personas en la cacería y es el espacio de aprendizaje de

todas las generaciones. Además los waorani, a diferencia de otras etnias, han mantenido y

alimentado su identidad de salvaje por medio de los ataques, las huidas o el aislamiento en

clara oposición a la de indios ―civilizados‖ o ―fieles‖ o ―mansos‖ adjudicada por la

civilización en las reducciones (Fuentes 1997). Actualmente en Quehueiri-ono no se

observaron rituales protestantes, la presencia evangélica es más bien esporádica a través

del programa ―Compasión‖16 o las visitas cada tres o cuatro meses de misioneros que llevan

regalos y organizan cultos. En Gareno en cambio, el presidente oficia de cuando en vez de

―pastor‖, y congrega a quienes quieran asistir a la casita comunal, allí pasan la mañana

cantando. Esto de todas maneras es algo bastante esporádico a juzgar por la observación,

pues en tres meses de trabajo de campo no se juntaron más de cuatro veces.

Estos aspectos serán retomados en el siguiente capítulo y profundizados cuando se

analicen las prácticas económicas y los patrones alimenticios. Para cerrar esta sección a

modo de resumen cabe reflexionar sobre el hecho de que en este momento histórico los

factores que se venían desarrollando desde la conquista impactaron directamente sobre la

vida de los waorani. La violencia desatada al interior de los grupos, sumado a la cercanía

de las bases militares y petroleras y el gran afluente de colonos en la zona, generaron una

situación bajo la cual se desataron una serie de epidemias, con todo esto los waoranis

fueron debilitándose hasta un estado de vulnerabilidad en el que la ―opción‖ al ―no

contacto‖ fue, prácticamente, imposible. En esta sección se puede ver asimismo como

continúan operando las tácticas ya consolidadas, que se iniciaron con la llegada de los

conquistadores. Por ejemplo el desarraigo de Oncaye se torna un factor decisivo para

atraer al grupo al que pertenecía la muchacha y otro tanto ocurre con el caso Dayuma en el

cual opera, no solo el desarraigo, sino además la utilización de enemistades étnicas y la

institución del ―aviamiento‖ (un kichwa apresa a Dayuma y ella entregada al patrón Sevilla

cambio de una deuda). La utilización de enemistades ancestrales está presente asimismo

en los relatos de Nemo y Guieme.

1.2 Las Petroleras y los “Aucas”

16 El programa ―Compasión‖ consiste en el padrinazgo de niños de la comunidad por parte de los socios-

donadores, en su mayoría extranjeros, a quienes conocen por fotos y les envían regalos y fotos cada algún

tiempo.

66

Se ha mencionado brevemente en el capitulo anterior la primera incursión de la

Shell en 1937 a territorio waorani y los sangrientos enfrentamientos que caracterizaron

esta iniciativa y el despliegue realizado por la compañía para retirarse alegando que no

había petróleo por la zona. Pero a partir de 1970 se intensifican las actividades petroleras

en la región amazónica y la misma se convierte en una zona de colonización estratégica.

Este incremento modificó finalmente el modelo de desarrollo nacional previo en cuanto las

actividades petroleras se convirtieron en la base del conjunto de la economía ecuatoriana.

Entre 1964-1976 Texaco, Gulf y CGG (Compagnie Generale Geophysique) retomaron e

intensificaron las actividades abandonadas por Shell y ante los ataques de los grupos

waorani acudieron al ya presentado ILV y a la Misión Capuchina (Narváez 1996). El ILV

fue mediador entre los grupos waorani y las compañías petroleras, para habilitar y facilitar

las actividades de la segunda y también en la contratación de mano de obra waorani.

Luego de que los misioneros hubieron cumplido su misión, las actividades de

exploración y explotación petrolera en territorio waorani fueron cada vez más viables hasta

que en 1986 se adjudica el Bloque 16 ubicado en pleno territorio waorani para la

exploración y explotación de hidrocarburos a cuatro compañías más (se incorporaron la

Esso Hispano Oil, Petrocanadá y Consorcio Braspetrol-Aquitane-Britoil) (Narváez 1996).

Para este entonces los grupos waorani se hallaban en un proceso de reorganización social y

territorial después de la disolución de Tiweno, y aún no contaban con una organización

socio-política entre todos los grupos (ni con el conocimiento de las formas y consecuencias

de la explotación petrolera) capaz de negociar los términos de dichas actividades. Por su

parte las compañías hasta 1980 operaron sin considerar ningún factor social o ambiental.

Este periodo que va desde 1970 a 1980 esta caracterizado, para la población de las

emergentes comunidades waorani, por un proceso a través del cual los cazadores y

guerreros hombres waorani pasaron a ser trabajadores asalariados mal pagados. Desde

1980 en adelante los grupos waorani comienzan a organizarse con ayuda de la

CONFENIAE17, por medio de la cual se negocian algunos términos de explotación en

territorio waorani con la primer empresa estatal Petroecuador que había heredado todos

los problemas sociales, culturales y ambientales de las trasnacionales y que ahora

comenzaban a hacerse sentir, pero los resultados fueron algunas pocas consideraciones y el

otorgamiento, por parte de la empresa, de algunas obras de infraestructura (Narváez

17 Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, se trata de la organización indígena más pujante

en el escenario nacional actual.

67

1996). Luego los grupos waorani van adquiriendo mayor experiencia en cuanto a

organización socio-política y 1990 fundan la ONHAE18 a partir de la cual comienzan a

elaborarse nuevos términos de negociación con los cuales se establecieron las relaciones

con Cononaco y Maxus (Ibídem). Durante las décadas de 1980 y 1990 los grupos waorani

fueron diseñando nuevas formas de organización a partir de estas experiencias con las

compañías petroleras, con el Estado, con las ONG´s y con cualquier actor que quiera

ingresar, por los motivos que sean, a sus territorios.

No se debe despreciar el hecho de que en las relaciones que se iniciaron a partir del

denominado ―contacto pacífico‖, entre los grupos waorani y misioneros y compañías, los

términos bajo los cuales se llevaban a cabo las mismas a partir de los ―regalos‖ que los

segundos ofrecían a los primeros a cambio de su ―confianza‖. A partir de estas primeras

relaciones (de paternalismo oportunista) que se han sostenido a lo largo de 60 años hasta

la actualidad, los waorani van aprendiendo cómo son los cowore y cómo deben

relacionarse con ellos, así como también qué los distingue de ellos.

1.3 Las comunidades Waorani

A partir de la tesis doctoral de Laura Rival se sabe que las primeras aldeas waorani

fueron creadas entre 1978 y 1983. En aquellas que fueron establecidas en co-participación

con el ILV el deterioro ecológico es palpable y llevan más de 20 años de aprovechamiento

humano sedentario. Algunas familias se quedaron en Tiweno después de la salida del ILV,

luego se fundó Toñampare, Dayuno, Quiwaro, Zapino, Damuintaro y Huamono. El total

de la población waorani en el territorio está estimado en 1.400 habitantes, 900 más de los

aproximados al momento del contacto (Rival, en Holt, Bilsborrow y Oña 2004) y

actualmente está atravesando un proceso de crecimiento demográfico con un índice anual

de aumento estimado entre 2,2 y 2,5%. (Lu 2005: 3). Se asientan alrededor de 34

comunidades, en asentamientos relativamente estables. Con patrones de asentamiento

bastante concentrado, algunas comunidades a lo largo de una carretera (como Gareno) y

otras a lo largo de pistas de aterrizaje (como es el caso de Quehueiriono), muchas cerca de

algún río navegable.

18 Organización de la Nacionalidad Huaorani de la Amazonía Ecuatoriana.

68

Quehueiri-ono

como comunidad se

asentó en los márgenes

del río Shiripuno desde

hace aproximadamente

16 años cuando un

grupo liderado por el

abuelo Ñame decidió

abandonar su

residencia en Dayuno

alrededor de 1993-4.

Durante el trabajo de

campo19 se registraron

16 familias, con un total

aproximado20 de 72

personas, en su mayoría

niños. Para las 16

familias cuentan con una total de 11 viviendas, en el territorio que comprende ―la

comunidad‖. La mayoría de las viviendas (9 de ellas para ser más exactos), se hallan

ubicadas en las orillas de la pista de aterrizaje. Las otras dos viviendas de la comunidad, se

encuentran a media hora de camino a pie, se trata de cinco familias donde la mayoría de

los integrantes son kichwas o mestizos kichwas-waoranis, lo que marca espacialmente una

distancia entre ambas identidades. La comunidad tiene otro espacio significativo, aparte de

la pista, y es la cancha al aire libre alrededor de la que se disponen los recintos de la

escuela (comedor y aulas) y otros recintos que suelen utilizarse para ―recibir‖ visitas, como

en nuestro caso, de los misioneros, médicos, etc.

19 Esta aclaración no está de más ya que hay tener en cuenta la movilidad demográfica constante como parte general de la dinámica social, lo que no permite mantener un panorama demográfico inalterado y/o estático. 20 Se trata de una aproximación que si bien es exacta no se mantiene constante por las razones anteriormente mencionadas. Las personas van y vienen, y a veces permanecen durante meses fuera, otras veces llegan visitas que se instalan en Quehueiri-ono también por mucho tiempo.

1.Maloca de Guieme y Nemo, Quehueiri-ono 2009. Foto David Hidrobo

69

En la comunidad de

Gareno se registraron 15

hogares y un total

aproximado21 de 80

habitantes. Se organiza

espacialmente a los lados de

las carreteras que la

atraviesan, carretera a

Nemonka y de la bifurcación

―Meñepare -Cuninpare‖,

éste cruce es como el

―corazón‖ de la comunidad, ya que el ángulo producido por ellas, delimita a su vez el centro

de la misma. Las viviendas se disponen a los lados de ambas carreteras. Las familias de

apellido Irumenga del abuelo Monca, predominan sobre la carretera que se desplaza hacia

―Meñepare-Cuninpare‖ (dos comunidades waorani), los Enomenga-Andy hacia la que se

dirige al pozo Nemonka. En la foto se puede observar un espacio central, que es a su vez

una cancha sin techo, grande y con sus respectivos arcos, alrededor del cual se ubican los

recintos de la escuela y una cancha cubierta. Un recinto (que no se aprecia en la fotografía)

que funciona a modo de iglesia, en la que el presidente propicia las ceremonias

evangélicas, solo algunos días domingos.

En ambas comunidades la presencia de kichwas y misioneros están marcadas en el

espacio de las comunidades. Mientras que con los kichwas comparten y re-parten el

espacio, la presencia de los misioneros se prolonga más que en las visitas, en espacios

como las ―iglesias‖ que tienen usos de los más diversos como alojamiento antes que

espacios de culto evangélico. La presencia petrolera es más palpable en Gareno por la

sencilla razón que se encuentra cerca de un pozo, esto implica servicios de salud y

transporte, entre otros. En Quehueiri-ono en cambio se manifiesta por medio de los

beneficios que la NAWE ofrece a las comunidades como servicios financiados

indirectamente por las compañías petroleras que operan en territorio waorani. Finalmente

se puede mencionar otra presencia que ha comenzado a asentarse en los últimos 10 años,

el turismo que en cada comunidad opera de manera distinta, como veremos en los

sucesivo. Actualmente las comunidades waoranis varían mucho unas a otras respecto de

21 Los aproximados en cuanto número de hogares y habitantes, al igual que en Quehueiri-ono deben considerarse en función de los movimientos demográficos que suelen ser frecuentes.

2.Comunidad de Gareno, 2009. Foto: David Hidrobo

70

sus relaciones con los distintos actores que se fueron incorporando a su vida social.

Algunas son eminentemente petroleras (Dícaro), otras representan un enclave comercial

(Gareno), otras un enclave turístico (Quehueiri-ono), la variabilidad puede ser en gran

parte producto de las diferentes relaciones que mantienen con la economía de mercado.

Con esta sección se concluye la presentación de los momentos históricos de mayor

importancia y para el caso waorani en particular se hizo referencias a dos actores sociales

fundamentales en la ―integración‖ de los grupos waorani a la sociedad nacional y la escena

internacional. Las compañías petroleras y el ILV que confluyeron directamente en el

proceso de ―integración‖ de los grupos waorani han modelado asimismo relaciones inter-

étnicas particulares entre waoranis y kichwas, éstos últimos se posicionaron como

―representantes‖ de la labor civilizatoria, principalmente como maestros y profesores de

las escuelas waorani. Se promovió y orientó la modificación parcial de la organización

tradicional de parentesco, alianzas y asentamiento con el fin de introducir nuevas

instituciones sociales que sean compatibles a los requerimientos de la naciente y expansiva

industria de hidrocarburos. Las compañías, ni lentas ni perezosas, recurrieron al ILV para

canalizar dichas modificaciones, a su vez el éxito del ILV está estrechamente vinculado a

una situación histórica en particular del grupo que viene gestándose históricamente, y no

solo a la evidente efectividad de su labor espiritual. Y, en este sentido, la posibilidad de

contactos voluntarios con los waorani estuvo en relación a la situación de vulnerabilidad de

los grupos producto de las múltiples muertes por guerras internas, externas y

enfermedades. Tanto la situación de vulnerabilidad de los grupos waorani como las

tácticas empleadas por los representantes del ILV y las petroleras forman parte del devenir

de histórico que se analizó en el capitulo anterior.

71

Capítulo IV: Espacios en Construcción

Después del enfoque histórico de los capítulos anteriores se realizará a

continuación un acercamiento a las comunidades desde una perspectiva socio-espacial.

La perspectiva de abordaje que se propone en lo subsiguiente remite en todo caso a los

espacios próximos y de transición de las comunidades como puntos clave de interacción

intercultural, donde se observan manifestaciones de la identidad waorani. Hablamos de

fronteras en las que, al condensarse diversas identidades, se exacerban los contrastes y se

resaltan las particularidades locales. Este enfoque local que aborda las vías de acceso

como 1) espacios de transición hacia 2) espacios próximos, se lleva a cabo considerando

que exploramos identidades étnicas en dos comunidades diferentes, con formas de

participación en el mercado distintas. Pero ambas forman parte de la nacionalidad

waorani, por tal motivo:

… reflejan también las circunstancias externas a las cuales se debieron

adaptar los actores mismos. Con toda seguridad, un mismo grupo de

individuos, con sus mismas ideas y valores, puestos frente a las diferentes

oportunidades ofrecidas por un diferente medio, se verían obligados a

adoptar diferentes patrones de existencia y a institucionalizar diferentes

formas de conducta (Barth 1976: 5).

En cuanto a transición, las vías de acceso se distinguen a partir los usos que los

habitantes de las comunidades les dan. Una revisión de para qué, cómo y porqué se

utiliza cada una de las vías de acceso muestra que definen en gran medida formas

propiamente waorani de transitar entre los otros y el nosotros. Al transitarlas se define el

territorio de pertenencia a la identidad del grupo. En tanto a los espacios próximos puede

expresarse y leerse la interacción con los diferentes mercados a los cuales se tiene acceso y

las actividades comerciales que se llevan a cabo. La caracterización de las vías de acceso se

hace con el propósito de ubicar los principales puntos de interacción a nivel espacial con

los diferentes mercados, particularmente los involucrados directamente con las prácticas

alimenticias.

72

1. Vías de acceso a Quehueiri-ono y Gareno

Tanto para llegar como para salir de la comunidad de Quehueiri-ono existen tres vías

de acceso, para cada una de las cuáles se requieren y se dispone de diversos recursos e

infraestructura. Cada una de estas vías vincula la comunidad a diversos mercados y

servicios.

1. La primera vía de acceso que se describe puede denominarse fluvial a través del río

Quehueiri-ono (―Río de caníbales‖ en lengua wao). Para transitar esta vía existen dos

canoas a motor. Un motor es propiedad comunitaria, sin embargo la canoa es propiedad

del presidente de la comunidad razón por la cual generalmente es él quien regula los viajes

ya sea por razones personales y/o comunitarias. El otro motor y su respectiva canoa es

propiedad del ―Waorani Ecolodge‖22, los viajes que realiza son programados en razón de

las necesidades del mismo. Pueden ser para transportar a los administradores (que hasta

el momento del trabajo de campo nunca se trato de un waorani), para hacer viajes de

abastecimiento y para el movimiento de los turistas. Si bien en éstos viajes pueden

también moverse los habitantes de la comunidad sin costo alguno, la posibilidad de

utilización está restringida por las contingencias, que para ellos, regulan estos viajes. Estos

viajes se realizan desde y hacia el puente Shiripuno ubicado a cuatro horas en canoa de la

comunidad23. El puente mencionado queda, a su vez a dos horas y media del Coca24 en

carro, pero los residentes de la comunidad no siempre bajan hasta el Coca para ahorrarse

los gastos de estadía, ya que en caso de que deban pasar la noche fuera de la comunidad, en

el puente cuentan con una vivienda25 donde pueden pernoctar sin costos. En cuanto

abastecimiento, tres veces por semana llega al puente una rastrojera que vende verduras a

bajo costo. El resto de los víveres se adquieren en la única tienda que hay porque a unos

50 metros del puente hay otra tienda, pero que vende gas, gasolina y aceite de ligar (por el

22

Se trata de un proyecto de turismo comunitario que trabaja en conjunto con la Asociación Waorani en co-

participación con la empresa de turismo internacional Tropic. 23

El tiempo que requieren los viajes varía, en primer lugar si se sube o se baja por el río, siendo el viaje de ida

hacia la comunidad que sube, un poco más largo, y en segunda instancia depende también de las condiciones

de crecimiento del río dificultándose si éste se encuentra ―bajo‖. 24

Coca es la cuidad principal de la provincia de Orellana. 25

Esta vivienda está montada por unos postes rodeados, a modo de pared, por unos plásticos y un techo de

zinc.

73

doble de precio que en el Coca). En esta tienda adquieren el gas todos los habitantes de las

comunidades circundantes que cuentan con cocineta, aunque no lo hacen habitualmente

sino cuando cuentan con el dinero para adquirirlo y la posibilidad de llegar al puente o de

que el motorista les haga el favor de comprarlo y llevarlo a la comunidad26. En cuanto a

actividades comerciales, a pesar de que en el puente se encuentra la estación del Ministerio

del Ambiente que regula el tráfico y comercio de especies nativas, en la revisión de los

Diarios de Ingresos y Egresos es posible observar que algunas familias viajan hacia el

puente para vender carne de monte, aunque la práctica no está generalizada y sólo ha sido

reportada por una familia. Respecto de los servicios de Salud, por ésta vía los habitantes

de Quehueiri-ono pueden acceder a un centro de Salud gratuito que brinda servicios

básicos y de emergencia. Sin embargo durante nuestra estadía no supimos de algún

habitante de la comunidad que haya hecho uso del mismo27, más bien nos hemos

encontrado con tres casos en los

cuáles han asistido a

curanderos/as de la zona28.

2- La segunda vía de acceso que se

debe mencionar es básicamente

aérea. La comunidad cuenta con

una pista de aterrizaje, a largo de la

cual se acomodan la mayoría de las

viviendas. La pista es de un

kilometro de largo y 15 mts. de

26

En los 5 viajes que hemos realizado en canoa se llevó, por lo menos, una garrafa. Éstas van siendo dejadas en

sus destinos, ya sea Apayka, Nenquepare, Quehueiri-ono y hasta Wentaro. 27

La única vez que tuvimos conocimiento del uso de este servicio fue cuando el administrador del Ecolodge

tuvo una emergencia odontológica. 28

El primer caso fue presencial cuando entramos la última vez a principios del mes de Junio que nos

encontramos con una pareja conocida que reside en Nenquepare pero tiene familiares en Quehueiri-ono. Ellos

estaban en el puente con su hijo menor enfermo. El niño tenía diarrea, vómitos y fiebre y los padres estaban

buscando algunos de los curanderos/as que residen por la zona. Sabemos que son varios curanderos porque

conversaban con otras personas para saber cuáles estaban en sus casas y dispuestos a atender el niño. El

segundo caso nos fue relatado por un residente de Quehueiri-ono mientras nos contaba de una complicación

que tuvo luego de una intervención quirúrgica para extraerle el apéndice. El afectado no tenía dinero para

pagarse un hospital privado, en los públicos le decían que no tenían los insumos necesarios para sanarle, así

que decidió rogarle al curandero que le atendiese prometiéndole que cuando consiga dinero le pagaría. Ese

hombre le curó. El tercer caso es el de un colombiano, que circunstancialmente trabaja en Quehueiri-ono, que

vendría a ser concuñado del presidente de la comunidad. Este hombre llego de Colombia con algunas heridas

de balas, un curandero del puente le curó y lo adoptó.

3.Pista de aterrizaje, Quehueiri-ono, 2009.

74

ancho aproximadamente, de césped en su mayor parte, pero con porciones de piedras y lodo,

lo que ocasiona algunos problemas de despegue cuando el lodo está muy húmedo. Las

avionetas tienen una capacidad para un máximo de 5 personas, incluyendo el piloto. Sin

embargo, si las condiciones climáticas y de la pista no son óptimas, la avioneta no puede

despegar. Las avionetas salen de Shell ubicado a 10 minutos en carro del Puyo en la

provincia de Pastaza, mismo lugar al que llegan. Puyo, a su vez, queda 5 horas de Quito en

bus interprovincial. Esta vía de acceso es utilizada, aunque no exclusivamente, por los

turistas que ingresan a la comunidad a través del ―Waorani Ecolodge‖. Por ésta razón las

entradas y salidas de las avionetas están organizadas en función de las partidas de turistas

por la empresa Tropic, que en temporada alta de turismo29 llegan una vez por semana. Sin

embargo, existen vuelos programados para ocasiones especiales30. Ocasionalmente esta vía

es utilizada también por los pobladores de la comunidad en sus viajes, que tienen la mayor

parte de las veces como destino el Puyo. Para los habitantes de Quehueiri-ono, ésta vía

permite el acceso a los mercados del Puyo31 y a los servicios de Salud hospital ―Vozandes‖32.

Asimismo existe en el Puyo un curandero muy famoso entre los habitantes de Quehueiri-ono

al cuál asisten en diversos casos; durante nuestra estadía fue para detectar ladrones de cosas

perdidas-robadas33.

3- La tercera vía se puede denominar pedestre. La vía pedestre es una de las más importantes

porque es de uso frecuente y casi exclusivo de los habitantes de las comunidades waorani. La

experiencia en el campo sustenta la idea de que el pueblo waorani es un pueblo de

caminantes. Las comunidades waorani disponen de senderos para vincularse prácticamente

todas ellas, desde las más cercanas hasta las más lejanas. De lo que ha sido posible

29

Según nuestra experiencia y la información brindada por los trabajadores del Ecolodge la temporada alta es

de Mayo hasta Agosto. 30

Existen casos en los que la comunidad puede requerir los servicios de Alas de Socorro o de Áreo Conexos que

generalmente son financiados por Entrix y/o la petrolera o en otros casos la misma NAWE. Por ejemplo

cuando falleció el fundador de la comunidad entraron dos avionetas, una llevando el ataúd y otra

transportando el presidente de la NAWE. 31

Estos son preferibles a los mercados del Coca y del puente Shiripuno dado que ofrecen costos mucho más

bajos. Sin embargo habría que considerar los gastos de transporte y, para cada caso particular, los gastos de

estadía, ya que algunos habitantes tienen familiares y/o parientes donde parar en el Puyo y otros en el Coca,

ahorrándose, según sea la circunstancia, los gastos de estadía. 32

No es frecuente el uso del servicio de esta institución por el alto costo monetario que implica, sin embargo

sabemos de dos informantes que en alguna ocasión han contado con estos servicios que fueron financiados ya

sea por los misioneros o por la empresa petrolera. 33

Durante nuestra estadía nos recomendaron asistir a éste curandero para encontrar algunos objetos que

fueron sustraídos de nuestra vivienda. Si bien nosotros no pudimos asistir, fue a verlo una mujer a la que

también le habían sustraído algunos objetos. Varios informantes nos hablaron de éste hombre y de la cantidad

de casos que había atendido con relevante éxito.

75

presenciar, los habitantes de Quehueiri-ono pueden ir y volver caminando por éstos senderos

hasta Kakataro, Wentaro, Apayka, Nenquepare, Gareno, Toñampare, al puente Shiripuno y a

Yuralpa, entre otros, siendo éstos los más frecuentes. Los cuatro primeros destinos

(Kakataro, Wentaro, Apayka, Nenquepare) solo se transitan para visitas familiares (práctica

ancestral y mantenida hasta la actualidad) por parte de los habitantes de Quehueiri-ono dado

que en los mismos no hay mercados ni servicios de salud accesibles. Sin embargo en Apayka

hay una especie de campamento de cacería y producción de chicha34. El sendero trazado a lo

largo el Río Shiripuno es el que une a éstas comunidades geográficamente en 8 kilómetros

desde la primera (Nenquepare) hasta la última (Kakataro), pero las mismas son a su vez,

junto con Quehueiri-ono, las que forman parte de la Asociación Waorani- Ecolodge. Por esta

razón estos caminos son frecuentemente transitados a pie. Dado que Quehueiri-ono es la

comunidad que se halla en el centro del camino y de la cual está más cercano el Ecolodge, el

movimiento de realiza, con mayor frecuencia, desde el resto de las comunidades hacia

Quehueiri-ono y no tanto desde acá hacia las otras. Por su parte Gareno, Toñampare y

Tiweno son centros poblados más comerciales. Todos los habitantes de Quehueiri-ono tienen

familiares y parientes en alguna de estas comunidades (como también en las cuatro

comunidades anteriormente mencionadas) y asisten a las mismas para visitarlos en diversas

circunstancias. Estas comunidades cuentan, a diferencia de las anteriores, con acceso directo

a las carreteras, centros de salud, tiendas y centros electorales. Otra razón que encuentran

los habitantes de Quehueiri-ono para visitar estas comunidades son las asambleas, durante

nuestra estadía se sucedieron dos35.

Desde Yuralpa se puede participar de dos ferias distintas, una todos los viernes y

otra todos los sábados. Nuestros informantes asistían a la misma ya sea para vender carne

de monte y/o para comprar productos industriales, la primera gama de productos la ofrecen

los indígenas y la segunda los colonos, de modo que se puede encontrar una amplia gama de

productos no solo comestibles. Esta participación diferencial en el mercado posiciona a los

indígenas como proveedores de alimentos de producción doméstica y los colonos como

proveedores de productos industrializados. De ésta manera, para los waorani, es posible 34

Esta información se induce por el hecho que durante el mes de Abril, en el cuál se tenía programado en

Quehueiri-ono una gran asamblea, varios habitantes salieron por casi cuatro días rumbo a Apayka. Los

hombres en una partida de cacería y las mujeres para producción de chicha. 35 La primera de ellas estaba programada para realizarse en Quehueiri-ono en el mes de Abril. Sería una

asamblea de la Nacionalidad Waorani para elegir las nuevas autoridades de la NAWE, sin embargo un día antes

se cambio el centro de reunión a Gareno. La otra asamblea, era de alguna forma, una repetición de ésta, pero

con mayor legitimidad. Se realizó en el mes de Junio en Tiwino y asistieron, a diferencia de la anterior, muchos

habitantes de Quehueiri-ono.

76

vender la carne de monte para comprar, por ejemplo, cartuchos. Al parecer Yuralpa es un

centro poblado numeroso y las ferias una buena ocasión, no solo para comerciar, sino

también para consumir, conocer gente y ―divertirse‖. Así, cada vez que nuestros

informantes regresan traen algo de cigarrillos, ―cachigua‖36, algunos productos comestibles

como sal, azúcar y aceite37 y algunas anécdotas de romance, trago y peleas. Así como

algunas familias waorani visitan Yuralpa, los integrantes de la familia kichwa de Yuralpa

que tienen vínculo de parentesco con las familias waorani también son recibidos en

Quehueiri-ono, por periodos indeterminados de tiempo.

La comunidad de Gareno difiere radicalmente en cuanto a vías de acceso. Ubicada

en la provincia del Napo, se encuentra a dos horas en carro desde la cuidad del Tena. Se

encuentra atravesada por una carretera que une la cuidad del Tena con el pozo Nemonka.

Esta carretera a su vez se bifurca en algunas otras carreteras. Dirigiéndose desde el Tena

hacia Gareno, 30 minutos antes de llegar a la comunidad, la carretera se abre a mano

izquierda y conduce a Comuna Los Ríos, Yuralpa, Km 28 y San Pedro, entre otras

comunidades kichwas. A la altura de la comunidad, la carretera se vuelve a bifurcar

abriendo un camino que conduce hacia dos comunidades waorani, Meñepare y Cuninpare,

y sus respectivos ríos. No tiene una vía de acceso aérea ni posee una pista de aterrizaje

como es el caso de Quehueiri-ono. Se encuentra cerca de diversas comunidades kichwas y

de algunas waorani, pero si forma parte del circuito pedestre waorani que se menciono

anteriormente y que vincula, sino todas, casi todas las comunidades waoranis.

La existencia de esta carretera facilita muchísimo el ingreso y la salida de la

comunidad, se trata de una carretera bastante transitada por carros de la compañía

PERENCO, como por diversas instancias del Estado (Ministerio de Salud por ejemplo) y de

misiones religiosas como los evangelistas. Para su uso particular la comunidad dispone

todos los viernes por la mañana de un camión que los lleva y los trae, dos veces en ese día,

a la feria de San Pedro, donde se abastecen de productos industrializados (este transporte

es financiado por la compañía PERENCO). En algunas ocasiones los waorani llevan carne

de monte para vender o productos agrícolas (aunque éstos últimos no sean muy comunes),

por lo general el dinero se obtiene del trabajo en la compañía, de trabajos en construcción

36

Trago fuerte. 37

Nunca traen consigo demasiado peso, recordemos que el camino son entre 9-13 horas de viaje a pie, según

estén con niños y las condiciones climáticas sean o no favorables.

77

o de aserrar maderas. Las visitas a la ferias son de índole muy distintas entre los hombres

y las mujeres. Mientras que ellas asisten temprano, compran lo que necesitan y se

regresan, ellos se quedan bebiendo agua ardiente y regresan al mediodía, por lo general

ebrios. El tema del consumo de alcohol entre los hombres waorani ha llamado

particularmente la atención en esta comunidad y es un tema que se abordará

tangencialmente a lo largo de la investigación.

1.2 Transitando Identidades

Desde la perspectiva de las vías de acceso como ―transición‖ a los ―espacios próximos

de interacción‖, la revelación más interesante se encuentra, tal vez, cuando nos detenemos a

observar el uso, apropiación y adaptación de cada una de estas vías de acceso a la luz de las

historias que se analizaron en los capítulos II y III. Para comenzar es importante tener en

cuenta que desde antes de la ―civilización‖ las vías fluviales y la navegación no han sido

costumbres entre los waorani que se han mantenido en las zonas interfluviales. Recién

comienzan a incorporar estos espacios para transitar en los obligados movimientos

demográficos de la conquista. Posteriormente los grupos waorani se apropiaron de las

riberas como fuente de recursos para pescar, como un resultado del atravesamiento de las

instituciones occidentales en su forma de vida. Se observa que actualmente en Quehueiri-

ono esta vía se transita de forma personal o familiar para dos actividades comerciales

bastante específicas: la venta de carne de monte (práctica por lo demás escasa) y compra de

gas y víveres (bastante ocasional). La posibilidad de utilización de esta vía se halla sujeta a

disposiciones que les son en gran parte ajenas a los residentes a nivel personal. Sin

embargo, a nivel comunitario representa la posibilidad que la comunidad tiene de moverse

al exterior por razones ―comunes‖ y que se halla a su entera disposición encarnada en la

figura del presidente, figura incorporada a partir de la organización étnica en pos de

negociar sus relaciones con los demás actores de la sociedad nacional e internacional con la

formación de la ONHAE. En este sentido, el uso y la apropiación de la navegación (en la

canoa del presidente, con el motor de la comunidad) representan la re-construcción de la

identidad waorani como nacionalidad frente a los otros después de la ―civilización‖.

Se puede observar asimismo que la vía aérea de acceso a Quehueiri-ono está

fuertemente vinculada a la intervención del ILV y es un legado de las misiones evangélicas.

Actualmente por medio de ésta vía se mantiene la interacción con actores, en su mayoría

78

extranjeros, la posibilidad de transitar por esta vía es aún más contingente que la vía fluvial

para los habitantes de Quehueiri-ono. Si bien la misma puede disponerse para fines

comunitarios, la factibilidad depende ya de decisiones de la NAWE (que representa un nivel

mayor de organización de los grupos waorani) y no, únicamente, del presidente de la

comunidad. Dos situaciones se revelan de esta vía a partir de los usos que se le dan, el

primero que ya ha sido mencionado y es que; como legado del ILV que vincula la

comunidad con el extranjero ha quedado a disposición, aunque no enteramente, para la

mayor de las organizaciones waorani, la NAWE. Su utilización es fundamentalmente para

fines turísticos, en este sentido representa un espacio poco controlado por los habitantes de

la comunidad y sin embargo su apropiación consiste en que es la conexión con la principal

actividad monetarizada de la comunidad: el turismo. El otro punto de interés radica en que

no se circunscribe a ser un vínculo únicamente con los extranjeros turistas, sino con el

mismo Estado Nacional, ya que a través de esta vía ingresan los alimentos e insumos que el

Estado destina para la escuela de la comunidad. Tal como ha sido desde los tiempos de la

―civilización‖, esta vía de acceso se mantiene al margen de las disposiciones particulares de

los residentes de la comunidad, y aunque ya no arrojen desde los aires machetes, ollas,

gallinas o cerdos como lo hacían antes los misioneros, continúa siendo el medio para surtir

a la comunidad de productos industriales de consumo, principal manifestación del Estado y

la ―civilización‖ en la comunidad.

La vía pedestre en Quehueiri-ono es la que condensa la mayor cantidad de

actividades de transición de los habitantes de la comunidad, hacia otras comunidades

waorani y kichwas. Se halla enteramente a disposición de todos los habitantes de la

comunidad. Por medio de esta vía los waoranis mantienen sus regímenes de visita desde los

tiempos remotos, acceden a variedad de ferias donde establecen relaciones sociales y

comerciales. La vía de acceso pedestre es la que permite a los waorani de Quehueiri-ono

realizar las principales actividades domésticas y familiares con el exterior de la comunidad.

Por esta razón, el pedestre pueblo waorani mantiene el uso de estos senderos por el monte y

su conocimiento ancestral sobre este espacio hace posible el flujo demográfico que

caracteriza a los waorani. Esta continuidad en las formas waorani de transitar se hacen

evidentes en las respuestas de los residentes de Quehueiri-ono cuando se les preguntó si la

gente migraba más antes que en la actualidad; de los 18 entrevistados 14 respondieron que

los waorani siguen migrando y visitándose con la misma frecuencia con la que lo hacían

antes. Las respuestas que apuntan a esta continuidad fueron del estilo:

79

―Los waorani siempre se mueven, eso no cambia‖ (Amu Enomenga, Quehueiri-ono, 2009);

―Viajan igual por las diferentes comunidades wao‖ (Moi Enomenga, Quehueiri-ono, 2009);

―Siempre nosotros los waorani nos movemos, visitamos‖ (Gueba Gaba, Quehueiri-ono,

2009).

Si se presta atención a estas declaraciones, todas ellas vinculan la costumbre con el grupo

waorani, es decir que esta forma de transitar forma parte de lo que los sujetos consideran

como propio de su cultura, de su grupo y de su gente, como parte de su identidad.

Los waorani han adaptado su ancestral forma de transitar entre grupos

emparentados a nuevas necesidades y situaciones. Ahora sus senderos, además de

conducirlos donde sus parientes y familiares waorani, les permite acceder a mercados para

realizar actividades comerciales y establecer vínculos con otros grupos kichwas, relajando

la dependencia que podrían tener si solo contaran con vías de acceso fluviales o aéreas.

Desde esta perspectiva el ―aislamiento‖ de la comunidad Quehueiri-ono solo es susceptible

a quienes no son como los waorani, pueblo caminante y conocedor de la selva. Es decir que

quienes sienten que Quehueiri-ono está aislado (como me sucedía a mí) son quienes no

pueden transitar esta vía de acceso (a menos que uno de ellos propicie de guía), porque por

parte de los habitantes de la comunidad su ―aislamiento‖ está completamente controlado

por sus pasos. En todo caso ellos están ―aislados‖ para nosotros, pero ―nosotros‖ no

estamos aislados para ellos.

La formación de Gareno está relacionada a un ―desprendimiento‖ de Quehueiri-ono.

Muchas de las personas adultas residentes en el momento del trabajo de campo en Gareno

(40-60 años) vivieron en Quehueiri-ono y sus hijos nacieron ahí. Las razones de tal ―éxodo‖

varían de familia en familia, pero Gareno se funda por un ex residente de Quehueiri-ono

quién alega que se fundó Gareno con el fin de delimitar y defender el territorio de sus

abuelos como territorio waorani, otras familias alegan haber dejado Quehueiri-ono por

desacuerdos con el liderazgo Enomenga, algunos porque sus familias ya estaban allí, pero

varios de los entrevistados dicen haberse ubicado en Gareno a raíz de la presencia de la

carretera. En Gareno encontramos una realidad bastante diferente a la de Quehueiri-ono.

Al preguntar sobre la frecuencia de migración actual en relación a la del pasado; los más

viejos perciben que antes se movían más, pero los más jóvenes perciben que ahora deben

moverse más que antes, solo tres dijeron que el movimiento es igual. ¿Cómo se puede

explicar esta variación en las precepciones del transitar? Lo que parece evidente es que los

80

más viejos ya no ven ni experimentan la antigua forma de transitar (a pie de maloca en

maloca de visita o cambiando de residencia), mientras que los jóvenes experimentan un

movimiento continuo a través de la carretera (en carro de cuidad en cuidad). Esta vía de

acceso es utilizada con mayor frecuencia que la pedestre, en Gareno los regímenes de visita

son bastante más disminuidos que en Quehueiri-ono.

La ―carretera‖ si bien mantiene el movimiento, y desde la perspectiva de los más

jóvenes hasta la incrementa, modifica la forma de

transitar, mas no el movimiento continuo que los

waorani perciben como una característica propia.

Ahora bien, la ―facilidad‖ de acceso a Gareno es

accesible a todos los habitantes de la comunidad

y otro tanto ocurre para quienes no son de la

comunidad. El transito está completamente

abierto de un lado y del otro, y el control del

ingreso y egreso se encuentra en potestad de la

compañía PERENCO que ha establecido una

barrera a la entrada de la comunidad. Incluso

estando tan cerca la feria de San Pedro, los

habitantes de Gareno disponen de la

camioneta que PERENCO financia dos veces

cada viernes para ir y volver, este trayecto no

suele hacerse a pie. Si bien la disponibilidad

del vehículo de PERENCO es únicamente los

viernes hasta la feria, pueden solicitarlo

comunitariamente para otros fines, de lo

contrario si la salida o entrada es personal

pueden recurrir a los tantos vehículos que

transitan la carretera. En una familia incluso

han adquirido una motocicleta. Lo llamativo

5.Monca, Cuidad del Tena. 2009. Foto: David Hidrobo

4. Monca en la Feria, San Pedro 2009. Foto: David Hidrobo

81

en este caso es que no solo PERENCO ha establecido una berrera de transito, el anciano

Monca, muy a la usanza waorani, ha colocado otra barrera y la baja cada vez que un

vehículo quiere cruzar, la levanta a cambio de dinero o pan con cola. Cuando este anciano

asiste a la feria, lo hace vestido íntegramente de militar, con gafas para el sol y silbato para

llamar la atención en caso de que sea necesario. El anciano Monca, hijo del temido y

valiente guerrero Moipa, quién continúa transitando el monte en largas caminatas,

trabajando en la chacra junto a su última y joven mujer, cantando las canciones que sus

ancestros le enseñaron, construyendo su ―maloca‖ como la de los ―antiguos waorani‖, se ha

apropiado con su barrera, del derecho al tránsito de los cowores por su territorio, y con su

uniforme militar, de la figura del guerrero cowore.

El transitar de Gareno difiere radicalmente del de los residentes en Quehueiri-ono,

el transitar de los habitantes de Gareno está rodeado de comunidades kichwas y se

circunscribe bastante al uso de la carretera para la mayor parte de las actividades, que por

estar rodeado de ferias y comunidades kichwas con tiendas, son fundamentalmente

comerciales. En campo lo que se observa a partir de estas dos condiciones diferenciales

(principal vía de transito carretera y predominancia de actividades comerciales) es que la

presencia kichwa (que encarna en cierta medida un eslabón entre la ―civilización‖ y

―salvajismo‖) en Gareno se manifiesta de distinta forma que en Quehueiri-ono. En la

primera la presencia kichwa está representada por hombres, en la segunda por mujeres. Las

relaciones de poder entre kichwas y waorani en Gareno se mantienen en tensión

constantemente. Gareno ha tenido como presidente a un hombre kichwa, sus residencias se

hallan situadas mezcladas con las de los waorani y la influencia de ellos se deja sentir

profundamente en la comunidad, situación que se expresa, por ejemplo, en la lengua. Los

hijos e hijas del matrimonio kichwa, que no está vinculado sanguíneamente con el abuelo

Monca, niegan saber el waoterero, no sucede así con los niños de Tipa, hija de Monca,

quienes manejan el waoterero, el kichwa y el castellano sin negar ninguno. En Quehueiri-

ono en cambio los diferenciales de poder se hallan claramente a favor de los waorani, la

presencia kichwa, que no es menor, está claramente controlada y enmarcada en el espacio

de la comunidad, la mayoría kichwa en Quehueiri-ono ha decidido asentarse a media hora

de caminata de las viviendas waorani, y los hijos e hijas de mujeres kichwas con padres

waorani mantienen como lengua madre el waoterero sin negarlo.

Pareciera que en Gareno la transición entre ambas identidades se encuentra más

difusa que en Quehueiri-ono. Habría que ver qué relación tiene en esto la territorialidad

82

de cada comunidad ya que como se ha visto waoranis y kichwas han re-direccionado sus

relaciones a partir de la ―pacificación‖ de los waorani. Los waorani tienen territorio y

cacería, cosa que les falta a los kichwas, éstos a su vez tienen ―educación‖, que los waorani

han incorporado a su socialización a través de los kichwas. Cada grupo con su capital

negocia los términos bajo los cuales se relacionan. Es probable que los términos bajo los

cuales se establecen estas relaciones estén determinados en al algún punto por el poder y la

autonomía que gozan en Quehueiri-ono por la riqueza de su territorio en comparación a

Gareno. Entonces mientras en Quehueiri-ono la comunidad mantiene su ―capital‖ y el

control de su territorio para imponer o negociar con mayor poder sus relaciones con los

kichwas, en Gareno el territorio empobrecido y la dificultad de controlar los límites del

mismo, influyen en la comunidad para establecer las formas y los términos de las

relaciones con los kichwas. La mayoría de respuestas a la pregunta ―porque se asentó en

esta comunidad‖ en los kichwas de Gareno han sido por las tierras, lo que evidencia el

interés, la necesidad y la facilidad por parte del los kichwas de establecerse en la

comunidad waorani de Gareno. En el próximo apartado se analizarán los espacios

próximos con énfasis en los mercados y su repercusión en los hábitos alimenticios.

1.3 Espacios próximos: Turismo, Comercio y Petróleo.

Desde el repaso por las vías de acceso de pueden obtener algunas observaciones

relativas a las relaciones mercantiles predominantes que cada comunidad establece con y

hacia el ―exterior‖. Los principales motores de la mercantilización monetaria en las

comunidades amazónicas son la explotación de recursos naturales como la madera y el

petróleo, el comercio de diversos bienes industriales y el turismo, que a paso constante, se

ha introducido en el entramado socio-económico y cultural de la región. En lo que

continúa se hará una revisión de la incidencia de cada uno en las prácticas económicas y

ecológicas destacando los impactos que tienen en las prácticas alimenticias. Este recorrido

facilitará la comprensión de las características que tienen las comunidades en torno a las

relaciones sociales predominantes con cada mercado como parte de sus ―espacios

próximos‖.

En Quehueiri-ono las principales actividades comerciales están muy vinculadas a

las actividades turísticas que se insertan en el seno mismo de la comunidad y que están

representadas por el ―Waorani Ecolodge‖. Dos de las tres vías de acceso son transitadas

83

por turistas (fluvial y aérea) manteniéndose la pedestre, casi exclusivamente, para

waoranis y kichwas. Sin ir más lejos la comunidad se asienta a los lados de la pista de

aterrizaje donde descienden las avionetas con las partidas de turistas, en su mayoría

extranjeros. Una buena parte de la organización de la comunidad gira en torno a las

actividades del ecolodge. Las mingas en la comunidad se realizan para dos propósitos

específicos, uno es mantener la pista de aterrizaje y otra mantener la cancha de la escuela,

ambas instituciones implantadas después del contacto, lo mismo que la minga tal como se

la practica en la actualidad, ya que anteriormente el trabajo comunitario no excedía núcleo

familiar en el cuál se organizaban y autoabastecían.

El hecho de que el ecolodge esté situado en los márgenes próximos a la comunidad

y que su gestión se enmarque dentro de lo que se ha dado a llamar ―turismo comunitario‖

determina en gran medida el carácter ―turístico‖ de esta comunidad. Anteriormente

mencionamos a la ―Asociación Waorani Ecolodge‖, se trata efectivamente de una

asociación entre cinco comunidades Waorani38 con la empresa de turismo Tropic. Este

proyecto parece39 haber comenzado hace alrededor de dos años, sin embargo es de suponer

que las condiciones de funcionamiento comenzaron a gestarse, por lo menos, con un año

de anterioridad. El tiempo mínimo y necesario para montar la infraestructura y organizar

las condiciones de funcionamiento. Toda la infraestructura fue montada con la

participación y el trabajo de las cinco comunidades por medio de mingas, mientras que las

inversiones y el financiamiento fueron responsabilidad de la empresa Tropic. Según los

informantes, el convenio consiste en que las comunidades van retribuyendo los gastos de

las inversiones con parte de las ganancias, cuando finaliza el pago, las comunidades pasan

a ser propietarias.

Podría decirse que el ecolodge es un centro de actividades diversas para los

habitantes de Quehueiri-ono. Entre las actividades económicas se lo puede considerar

desde dos perspectivas que tienen en común ser una fuente de ingresos monetarios: 1)

como mercado de trabajo, y 2) como consumidor de productos agrícolas y artesanías.

38

Kakataro, Wentaro, Quehueiri-ono, Nenquepare y Apayka. 39

A pesar de que hemos preguntado a diversos informantes el tiempo que lleva funcionando el Ecolodge, no

hay un acuerdo entre ellos, pero podemos aproximar dos años.

84

1) Se trata de una de las tres principales fuentes de trabajo asalariado que se constituyen

como espacios deseados y por lo tanto en disputa. Las otras dos son docentes (kichwas) y

promotores de salud. El trabajo en el ecolodge está regulado, en lo práctico, por los

administradores que programan turnos rotativos de trabajo entre todos los integrantes de

las cinco comunidades por cada partida de turistas. Para su funcionamiento efectivo son

necesarios; 1 cocinero, 1 palanquero, 1 guía, 2 personas para la limpieza, 1 mesero y 1

motorista, un total de 6 puestos por partida de turistas. Además ocasionalmente se le paga

a alguien por otras actividades como reparaciones y un centinela (cuando no hay partidas

turísticas ni están los administradores). Los salarios varían según la ocupación, de 8 a 20

dólares diarios. Los

empleados no tienen

contratos, razón por la cual

tampoco reciben beneficios

laborales formales de ningún

tipo. En lo práctico, reciben la

comida y el alojamiento los

días de trabajo. Como fuente

de trabajo, si bien es

constante, no es

cuantitativamente significante,

el único puesto que se

mantiene por más de un mes

es el del motorista, pero este

cobra por viaje y, por lo

general, no se realizan más de

cuatro viajes por partida. Los

demás puestos de trabajo, al

ser rotativos, no implican

trabajo todos los meses y las

partidas son de tres días o de cinco, no más. Además hay que tener en cuenta que el

movimiento turístico es por temporadas. Como se pude observar, la participación

femenina en el Ecolodge se reduce a los puestos de limpieza (que comparten con los

hombres). En la comunidad solo tres mujeres trabajaban en el Ecolodge. Tampoco las

mujeres suelen salir de la comunidad por otros trabajos, no hemos sabido de casos así

actualmente.

6.Guieme realizando una bodoquera. Quehueiri-ono, 2009. Foto: Citlali Doljanín

85

2) Por otra parte, el Ecolodge consume algunos productos agrícolas que se producen en las

comunidades. Plátanos, yuca, papaya, naranjillas, piñas y limones son los más comunes.

Estos productos se solicitan, lo mismo, a integrantes de las cinco comunidades según la

disponibilidad de cada familia y en turnos rotativos. Dado que el consumo es bajo (muy

ocasionalmente llegan más de tres turistas en cada partida) no se trata de una fuente

considerable de ingresos. Esto último tiene que ser tenido en cuenta para apreciar la

importancia concreta que tiene el Ecolodge en la economía de la comunidad. Otra

actividad comercial que se articula con el Ecolodge es la producción y venta de artesanías.

La participación en la producción de artesanías es tanto masculina como femenina, los

hombres son los que generalmente agujerean las semillas para que luego la mujer las

trabaje en collares o pulseras, también el hombre recolecta productos silvestres útiles en

sus partidas de cacería. El hombre produce también lanzas, bodoqueras y coronas que se

venden a turistas o se cambian a forasteros, mientras que las mujeres tejen hamacas,

collares y pulseras. Sin embargo, tampoco se constituye como una fuente de ingresos

monetarios significante, dado que no se extiende más allá de los márgenes de la

comunidad. Es decir, nadie sale a vender fuera de la comunidad, la venta de artesanías se

lleva a cabo en la misma comunidad a los turistas. Pero cumplen un rol fundamental en las

relaciones sociales de reciprocidad con aquellos ajenos a la comunidad dado que las

mismas son intercambiadas por objetos industriales de necesidad, como linternas,

mochilas, y carpas.

Dado que las ferias están bastante lejos para llegar fácilmente, la venta de carne de

monte o productos agrícolas es circunstancial. Las posibilidades de hacerlo aumentan

entre las familias que tienen relaciones de parentesco en las comunidades kichwas, es decir

en los matrimonios interétnicos. De la misma manera las transacciones comerciales en las

ferias y ciudades aledañas no son muy frecuentes en comparación con Gareno, y se limitan

bastante a productos de aseo y, entre los alimentos, arroz, atún y fideos.

En cuanto a la explotación petrolera, el trabajo asalariado en las compañías no está

muy extendido en la comunidad, al momento del trabajo de campo solo hemos sabido de

dos casos. Uno, de un joven que tiene un contrato de tres meses y otros tres de

vacaciones, el otro de un adulto que en algunos casos coge contratos cortos de cuando en

vez. A pesar de ello, casi todos los hombres adultos de la comunidad han tenido

86

experiencia de trabajo en compañías petroleras, pero actualmente manifiestan que no

volverían a trabajar en éstas.

Entonces como conclusión puede decirse que existe una concentración bastante

localizada de las actividades comerciales alrededor del turismo dentro de la comunidad

que no les exige salir con demasiada frecuencia, sino más bien les exige adecuar algunas

condiciones de la comunidad para poder recibir la afluencia de los turistas. De tal manera

que cuando llegan las partidas ellos corren a esconder el televisor de la maloca, a colocarse

las coronas de plumas y a coger sus lanzas. El montaje que prepara la comunidad para

recibir las partidas es un evento muy divertido para participar, asisten los jóvenes y adultos

hombres que están en turno de trabajo con sus respectivos accesorios waorani, las mujeres,

niños y los ancianos también, sobre todo a ver el descenso de la avioneta, luego algunos

vuelven a sus casas y otros asisten a la maloca con sus artesanías donde probablemente

puedan vender o intercambiar algo con los turistas. Lo interesante es contemplar lo

siguiente; los turistas bajan de la avioneta y son conducidos adentro de la maloca de los

―antiguos waorani‖ (por lo demás un sitio fresco y agradable pero donde entra poca luz),

rodeados de niños y adultos que hablan una lengua tan extraña como divertida en la que

ríen y bromean, sin que los visitantes puedan comprender los motivos, y que ofrecen sus

artesanías con insistencia. Los turistas se encuentran, de pronto, en el espacio ―comercial‖

waorani y deben, en muchos casos, adecuarse a los términos de intercambio de ellos,

entonces si el turista no quiere comprar (y por más que compre); ―cámbieme linterna por

lanza‖. La transacción es realizada casi en todos los casos. Como puede apreciarse, no

piden que les ―regalen‖, piden que les ―cambien‖.

Si consideramos la incidencia de las actividades turísticas dentro de la comunidad

en relación a las prácticas alimenticias y partiendo de lo más directamente observable en la

cotidianeidad llegamos a implicaciones mayores. Para empezar, los trabajadores del

Ecolodge, en su mayoría jóvenes hombres, consumen también la comida que es preparada

para los turistas y por más producto local o ―plato típico‖ que preparan como parte del

atractivo turístico, se incorporan una serie de productos industriales, no solo los conocidos

y consumidos con alguna frecuencia en las familias (como ser el arroz o los fideos). La

cocina del Ecolodge es un espacio de ―descubrimientos‖ para los jóvenes, espacio del cual

se encuentran excluidos algunos mayores, los ancianos y muchas mujeres y niños. Es por

medio de la participación en este espacio que los jóvenes van conociendo algunos

productos totalmente desconocidos para la dieta waorani, como por ejemplo los

87

champiñones. A pesar de ello, el general del paladar waorani de la comunidad no asimila

estos productos dentro de sus gustos y la mayor incidencia de las actividades turísticas en

la dieta local se manifiesta a través de las prácticas que demanda en la población joven que

paulatinamente sustituyen a las prácticas locales de producción de alimentos. Los jóvenes

manifiestan mucho interés en prepararse formalmente para atender en lo sucesivo la

afluencia turística en desmedro de las actividades productivas locales. Ellos expresan su

interés en acceder a cursos que los habiliten para trabajar en el ecolodge y muchos de ellos

van dejando de participar en las actividades productivas del hogar como el desmonte para

la chacra o la cacería. En el diario de campo se pude leer que:

…muchos jóvenes pasan su tiempo entre el trabajo del Lodge (que son turnos

rotativos no pasan de unos 3-5 días el mes), las mañanas en la escuela (sin embargo

no parece ser una prioridad la escuela en tanto que faltan seguido por múltiples

motivos como cuando trabajan en el Lodge, pero nunca por trabajar en la chacra) o

en viajes que duran hasta semanas a otras comunidades (tiempo que también faltan

a clases). Entre éstas ocupaciones se pasan y rara vez se sabe que vayan a las

chacras, tanto entre hombres como mujeres.

Los diferentes puestos que los residentes ocupan en las actividades turísticas generan

nuevas distinciones al interior de la comunidad y en gran parte se expresan en los hábitos

alimenticios. Quienes son actualmente adultos casados, y ejercen de cocineros, han

recibido la formación en la Universidad San Francisco de Quito. Esto los posiciona

diferencialmente con respecto a otros residentes más jóvenes, creando una serie de

conflictos inter-familiares, porque lo evidente es que con dos miembros de la comunidad

preparados en gastronomía, ya no es necesario para el Ecolodge preparar más personas

por lo pronto. Mientras los jóvenes esperan y aspiran a que en algún momento puedan

recibir su pertinente formación y esperan dejando, de a poco, las actividades domesticas

antes mencionadas. La cuestión inter-generacional que se manifiesta es sumamente

llamativa porque los adultos que actualmente ejercen de cocineros, han crecido sin

embargo practicando estas actividades locales, razón por la cual, si bien salen menos de

cacería o destinan menor tiempo para el desmonte de chacras, han aprendido a hacerlo

como parte de su socialización waorani. Kengohuanto, uno de los ―cocineros‖ me contaba

en relación a esto que algunos jóvenes serán, en el futuro, más dependientes de los

trabajos de afuera, porque ―ya ni trabajaban en las chacras ni ayudan a sus padres en ellas,

muchos jóvenes de la comunidad trabajaban en el ecolodge y pasan durmiendo.‖ Que

88

ellos –refiriéndose a él y a los de su generación-, en cambio, ―desde muy pequeños eran

enseñados a trabajar en las chacras, a tumbar árboles y a limpiarlas,‖ pero que ahora

muchos jóvenes esperan que los padres ―traigan la comida‖.

Estos adultos formados en gastronomía se apropian de los conocimientos que

reciben de la Universidad y los incorporan a su dieta y a la de su familia, pero cuentan

además con la contraparte femenina en su hogar, que continúa con sus prácticas agrícolas

y con las preparaciones más tradicionalmente waorani. En las dos familias se puede

observar la coexistencia de ambos conocimientos representados por el hombre y la mujer.

Entonces cuando se lo visita a Uñari se puede degustar un sabroso pájaro sazonado con

cebolla y pimiento finamente picado y una pizca de pimienta con una chucula40 tibia hecha

por su mujer Obe. Eso sí: todo hecho en el fogón. En estas familias es mayor el consumo

de alimentos industriales (arroz, fideos, atún, sardina, etc.) dado que los hombres

disminuyen el tiempo destinado a la cacería o la pesca y además cuentan con algo de

efectivo para comprar los alimentos en el puente, todo lo que se facilita al estar tan

vinculados con el ecolodge ya que pueden realizar un uso más seguido de la entrada y

salida de lanchas al puente a comprar. A pesar de ello la circulación de carne de monte a

través de los vínculos de parentesco que mantiene con otras familias mayores, hace que la

carne llegue a la familia de Uñari y Obe y de Kengohuanto y Wiña.

El cambio en las prácticas alimenticias podría radicalizarse en el caso de los

jóvenes solteros que esperan y aspiran al acceso a estos conocimientos, porque antes de

recibirlo ya van dejando de recibir los conocimientos tradicionales necesarios para la

producción y obtención de alimentos. El hecho asimismo de que sean jóvenes solteros

también podría incidir en la sustitución de hábitos alimenticios, si tenemos en cuenta que

en los anteriores casos son las mujeres las que mantienen las prácticas tradicionales por

medio de su trabajo en la chacra y de la conservación de las formas tradicionales de

preparación de alimentos. Incluso podría, en caso de consolidarse efectivamente el

conocimiento gastronómico formal en estos sujetos, concretarse la transformación del

paladar y los gustos.

40

Bebida tradicional hecha con plátano maduro cocinado y agua.

89

En Gareno

en cambio la

frecuencia con la

que pueden ir a la

feria y la distancia

entre ésta y la

comunidad, han

transformado los

límites entre ambas.

Si bien la feria no es

considerada como

parte de la

comunidad, la

misma es

incorporada a la

rutina de los habitantes de tal manera que parece trasladarse a la comunidad cuando cada

viernes las mujeres regresan con sus víveres y los hombres con sus dosis de alcohol. Esta

situación se deja sentir profundamente durante todo el día en el que se desatan fuertes

discusiones y peleas al interior de las familias, cuando los hombres golpean a sus mujeres y

se pelean entre vecinos. Los sábados la comunidad permanece en un estado de vigilia, los

vecinos se miran con desconfianza y algunos ni se saludan, los domingos ya comienzan a

mirarse un poco apenados y los lunes ya se saludan tímidamente, los martes es como si

nada hubiera pasado. Y así hasta el que el viernes vuelven a la feria a tomarse unos

―veintishinco‖41 y todo vuelve a comenzar.

El acceso y el consumo de alcohol, a la par de la cercanía y las relaciones con los

kichwas, han modificado sensiblemente en Gareno algunas particularidades waorani.

Rival (1996) menciona entre las características involucradas en las alianzas inter-étnicas

que algunas mujeres kichwas, a pesar del temor que tienen de casarse con los waorani,

asumen que los hombres waorani no tienen la costumbre de golpear a las mujeres, son

trabajadores y pueden proveer de carne a toda la familia (Rival 1996). Esta expresión se

comprueba inversamente en Gareno, donde los hombres kichwas que residen allí, casados

41

―Veintishinco‖ es un vaso de trago fuerte que cuesta veinticinco centavos.

7. Mujeres de Gareno regresando de la feria de San Pedro, 2009. Foto: David Hidrobo

90

con mujeres waorani, golpean a sus mujeres cuando se embriagan. En cuanto a los

hombres waorani, solo algunos han ―adoptado‖ esta ―costumbre‖, se trata justamente de

quienes más experiencia han tenido entre cowores. No creo que sea coincidencia que los

hombres de la familia del anciano Monca, no golpean a sus mujeres. Monca amenazó de la

siguiente manera al hombre kichwa de su hija: ―Yo no te he dado a mi hija para la golpees,

ella es una buena mujer y sabe trabajar muy duro, no tienes motivos para pegarle. Si

vuelves a golpear a mi hija, te mato.‖

La presencia kichwa en la

comunidad se siente asimismo en

hecho de que el Lodge que existe en

Gareno es propiedad de una familia

kichwa. Este Lodge, a diferencia del

que se encuentra en Quehueiri-ono, no

emplea mayor cantidad de trabajadores

de la comunidad, solo un hombre

realiza algunas actividades

permanentes allí, luego emplea algunos

habitantes de Gareno como cuidadores,

para que asierren tablas y trabajos de

construcción y, en algunos casos,

hagan visitas guiadas. Las mujeres

saben ocasionalmente ir a vender

artesanías a los turistas que visitan las

cabañas. La venta de artesanías se

realiza en mayor medida a través de la

AMWAE42. Las mujeres por su parte

permanecen más tiempo en la comunidad, salen con menor frecuencia y por menos

cantidad de tiempo. Se dedican básicamente a dos actividades productivas; el trabajo en la

chacra y la producción de artesanías para el intercambio o la venta. Es una imagen muy

común que las que mujeres lleven sus artesanías a dónde vayan y las continúen haciendo,

por ejemplo a las reuniones, nunca irán sin ellas. Así se las puede ver pelando la chambira,

42

Asociación de Mujeres Waorani del Ecuador.

8. Mujeres tejiendo. Gareno 2009. Foto: Citlali Doljanín

91

hilando o tejiendo en cualquier sitio. Se observa una gran especialización en la producción

de artesanías producto de los talleres que dicta la AMWAE.

Otras actividades comerciales, además de las mencionadas en la feria de San Pedro

de todos los viernes, pueden realizarse porque los residentes tienen la facilidad de salir al

Tena o Puyo con bastante regularidad dado que la carretera es bastante transitada. En la

comunidad funciona también circunstancialmente una ―tienda‖, en una de las viviendas.

Es solo circunstancial porque la disponibilidad de productos depende de las posibilidades

del dueño que no son constantes. Cuando está surtida la tienda ofrece, colas, galletas,

cerveza, arroz y algunos enlatados como atún y/o sardinas.

Por todos estos motivos que se fueron mencionado, en Gareno se observa una

mayor cantidad de alimentos comprados, por lo tanto el consumo más frecuente de

verduras, arroz, enlatados, etc. También se observa el menor consumo de carne de monte,

y con ello, la disminución de la participación masculina en la producción y obtención

directa de alimentos. Algo que ha llamado la atención es que en Gareno donde se

realizaron pruebas de hemoglobina se observó que existen varios casos de riesgo de

hemoglobina bajos, presentes sobre todo en las familias más numerosas.

Lamentablemente no puede compararse con los niveles de hemoglobina en Quehueiriono

porque no se han llevado a cabo estas medidas por falta de equipos en el momento

oportuno. Sin embargo los resultados preliminares de Sorensen y Lu43 al respecto

muestran que la tasa de crecimiento de los niños y niñas es mejor en Quehueiri-ono que en

Gareno, y que en Gareno los niños tienen casi la misma tasa de crecimiento que las niñas

de Quehueiri-ono.

Con respecto a la población joven, la localización de Gareno incide en nuevas

formas de socialización y formación en instituciones occidentales en detrimento de las

tradicionales, de tal manera que los jóvenes estudian, casi todos en Sumac Sacha, se

dedican poco o nada a las actividades productivas propiamente dichas y pasan la mayor

parte de la semana en el colegio. Dado que tienen dos horas de camino para ir y dos en

volver, suelen quedarse gran parte de la semana allá, el colegio funciona como una especie

de internado que les brinda alojamiento. La educación formal secundaria es una de las

43

Resultados preliminares del proyecto NSF presentados en el SAR, Nuevo México, Santa Fe. Noviembre

2010.

92

prioridades más importantes para las familias con hijos e hijas jóvenes, es preferible que

estudien aunque deban pasar toda la semana fuera del hogar, a que se queden en la

comunidad contribuyendo con la economía del hogar pero sin estudiar. Es generalizada,

en las entrevistas, la idea de que a mayor estudio mayor posibilidad de trabajo asalariado y

por consiguiente de obtención de dinero, esto se conjuga con la importancia actual que la

circulación de moneda tiene entre los habitantes de Gareno. Por supuesto todo el tiempo

que los y las jóvenes pasan en el colegio su alimentación está determinada por condiciones

exteriores a la comunidad, de tal manera que el consumo de alimentos tradicionales o

propios de la comunidad es menos frecuente, esto promueve un cambio en los gustos y las

costumbres alimenticias de este corte generacional.

El mercado representado por las actividades petroleras en Gareno tiene otra

consecuencia que se detecta en el trabajo de campo a partir de las conversaciones y la

aplicación del cuestionario ecológico y económico. Junto, y articulada, con la ya

mencionada disminución de la participación masculina en las prácticas de producción de

alimentos a nivel doméstico, la contaminación producida por la compañía en el río ha

dejado profundas huellas en la memoria de la comunidad y en la población de peces. Las

personas mayores de la comunidad recuerdan que en el Río Gareno había una población de

peces mucho mayor, ahora solo hay pequeños peces en ese río, y para conseguir peces hay

que caminar bastante. Además de la disminución de la población de peces, las actividades

petroleras y la carretera impactan en la población de animales de monte que se alejan de la

zona. Estas situaciones impactan fuertemente en la disponibilidad de alimentos del monte

para la población de Gareno.

Resumiendo, comparativamente la situación de ambas comunidades se puede decir

que en Quehueiri-ono se observa que el impacto de las actividades turísticas en el ciclo

productivo es bastante difícil de apreciar. A nivel comunitario no implica necesariamente

una transformación en las maneras de producir el alimento, que continúa en la mayor

parte de las familias dentro de los márgenes de la producción doméstica. La venta de los

productos del monte como agrícolas es bastante baja para cada familia y tampoco genera

un ingreso de dinero considerable como para facilitar un alto consumo de alimentos

industriales para todos los residentes. Tampoco incide directamente en los términos de

circulación de alimentos en la comunidad, dado que el mismo se mantiene articulado a los

circuitos familiares y de parentescos. El consumo y los hábitos alimenticios son aspectos

tangencialmente atravesados por las actividades turísticas, situación que por supuesto

93

tiene sus réplicas en todo el ciclo productivo por más indirecto que pueda ser. Y que

incide, además, diferencialmente entre hombres y mujeres, y entre jóvenes, adultos y

mayores. Analizando esta situación, la comida que se prepara en el Ecolodge tiene su

―toque‖ waorani por dos razones; primero porque quien cocina es un waorani (aunque

preparado para tal fin en la Universidad San Francisco de Quito) y segundo, porque al

menú se le incorporan productos locales, como ser yuca, pescado, verde, maduro y algunas

frutas como papaya, piña, etc. Pero esto no quiere decir que la cocina del Ecolodge no sea

un espacio de apropiación, transformación y a su vez de conflicto, que genera una situación

de incertidumbre con respecto al desarrollo futuro de las prácticas alimenticias.

En Gareno como se ha visto la carretera y su cercanía con las ferias aumenta la

posibilidad de consumo de productos y alimentos industriales, acrecentando la necesidad

de obtención de dinero. Esta situación se retroalimenta, a su vez, con la escasez de carne

de monte que prevalece en Gareno. La circulación de moneda es bastante más frecuente

que en Quehueiri-ono y en Gareno prefieren destinar gran parte de sus escasas presas de

caza para la venta en la feria que para el consumo domestico, habría que ver cuánto más

―rentable‖ es vender esa carne que utilizarla para ―comer‖ ellos. Uno de los aspectos más

relevantes que se observa en Gareno es la mencionada disminución de la participación

masculina en la producción de alimentos que está muy vinculada a las prácticas que van

adquiriendo los hombres de la comunidad que gran parte del tiempo es ocupado en viajes

fuera de la comunidad por alguna relación con agentes de la NAWE, empleos o

empleadores y/o en actividades de entretenimiento. Varios padres de familia saben salir

durante temporadas de tres a seis meses para trabajar en la compañía, en varios casos la

mujer sale con ellos o alguno de los hijos. Entre la pequeña variedad de trabajos

asalariados, además de las mencionadas, en Gareno encontramos la construcción, la

fabricación de tablones para construir, fletes (en moto y en canoas), actividades de

recepción para los encuentros de la AMWAE (como cocinarles), visitas guiadas y

cuidadores del Lodge, mientras que en los jóvenes el tiempo es absorbido por el estudio.

94

Capítulo V: Construcción Social del Espacio Geográfico:

Monte, Chacra y Río.

1. Organización Social y Espacio Comunitario

A través de lo que se viene exponiendo se ha pretendido ir dejando en evidencia,

por otro camino, lo que Lu afirma a partir de sus investigaciones:

La resultante circunscripción de tierras, la población cada vez más densa, el

desarrollo de la infraestructura del mercado, y acceso a oportunidades de trabajo

remunerado ha cambiado patrones económicos y uso de recursos de los

9. Dibujo de Aca Nenquimo, 8 años. Quehueiri-ono, 2009

95

Huaorani, desde el reemplazo de la cerbatana por la escopeta, hasta la

participación de familias enteras en actividades del mercado como el trabajo en

las petroleras, la venta de carne, artesanías, y animales (Lu 2004: 3).

En este punto es cuando la problematización del tema de la tesis comienza adquirir

aspectos concretos que buscan insertarse en una trama histórica para poder responder,

quizá, algunos porqués. Para elaborar las respuestas es necesario que esbocemos las

preguntas y para hacerlo, es preciso antes, conocer las formas que actualmente adquieren

las clasificaciones y categorías sociales en la vida práctica de los residentes de las

comunidades que se están abordando. ¿De qué manera todos los procesos que se vienen

analizando, han modificado o cambiado el uso de los recursos y los patrones económicos? y

¿qué ajustes han provocado estos cambios en la construcción de las identidades waoranis?

Estos dos interrogantes se abordarán en lo sucesivo.

1.1 Comunidad y Espacio: Concepción, Ocupación y Uso

Encontramos una característica común entre ambas comunidades en cuanto a la

ocupación del espacio, y es que se sitúan y organizan espacialmente en los márgenes de

vías de acceso, que cómo hemos visto, forman parte de la vida waorani a partir de su

relación con la ―civilización‖ (carretera en el caso de Gareno y pista de aterrizaje en

Quehueiri-ono, ambas cerca de un río navegable). Esta nueva forma de asentamiento tiene

por lo menos algunas implicancias en la concepción y uso del espacio.

La ―comunidad‖ como espacio social que nuclea a las familias se define por la

permanencia en el espacio geográfico, a diferencia del antiguo nanicabo (grupo familiar

compuesto por tres generaciones) y grupo huamoni que se definían principalmente por el

parentesco. En ambos casos, comunidad y grupo huamoni, parentesco y territorio son

factores importantes para nuclear a las familias, pero se ha producido una traslación en el

modo en que en uno y otro se manifiesta el uso del espacio. En la manera más tradicional

de organización social waorani, los nanicaboiri, el uso del espacio geográfico y la

concepción del mismo se sujetaban al manejo de los recursos y, posteriormente con la

conquista, a los movimientos demográficos. El territorio se definía por medio de una

ocupación que si bien era sostenida, en el sentido de que los miembros tenían circuitos

enmarcados, no era permanente en el sentido de que no se establecían por largos periodos

96

en el mismo sitio. La comunidad nucleada en las vías de acceso implica una ocupación

permanente en un sitio y se define como tal por su ubicación en el espacio a pesar de que el

parentesco sigue siendo una razón importante para asentarse en una u otra comunidad.

Un ejemplo para comprender: se pertenece a la comunidad de Gareno, si se reside en el

espacio en el que se ubica la comunidad. Si se es pariente de Monca, pero se reside en

Quehueiri-ono, no se pertenece a Gareno. Sin embargo, muchos de los residentes de

Gareno son parientes de Monca. Planteado de esta manera el cambio es evidente, en

cuanto a espacio, los waorani se identifican hacia afuera, no como de la familia de X que

hace referencia al nanicabo, sino como residente de la comunidad X, referente por lo

demás flexible a los movimientos demográficos. Sin embargo al interior de los grupos

waorani, el parentesco que remite al nanicabo, continúa siendo un referente que define a

los miembros hacia el interior.

Esta maloca (dónde se mencionó en el capitulo anterior que se reciben a los turistas)

responde al modelo de los ―antiguos waorani‖, así presentan los habitantes de Quehueiri-

ono a esta casa que ya no se parece a las que viven actualmente, las cuales responden más

bien a las formas kichwas de vivienda.

10. Maloca de Guieme y Nemo, Quehueiri-ono 2009. Foto David Hidrobo

97

A pesar de los cambios mencionados, hay una continuidad en la manera de transitar

y delimitar el espacio, antes los nanicabos y ahora las familias, ambas unidades se movían

y se mueven por el espacio definiendo el territorio de pertenencia. Ahora se trata del

territorio de un grupo mucho mayor que el antiguo nanicabo o grupo huamoni, se trata de

la nacionalidad waorani del Ecuador. Sin embargo, el cambio tiene profundas implicancias

en la ocupación del espacio y el manejo de los recursos. Los centros de ocupación

permanentes de las comunidades han modificado el uso de los recursos al ejercer una

utilización sostenida en el tiempo de los mismos, sumado al efecto de las vías de acceso que

impactan en las relaciones ecológicas al disminuir las poblaciones de animales y peces.

En los siguientes apartados se abordarán las cuatro principales formas de obtención

y producción de alimentos que se observaron durante el trabajo de campo que se

relacionan con nuevas y ancestrales formas de manejo y uso del espacio geográfico. Se

profundizará en las implicancias que tienen en la construcción de la vida social y de la

identidad waorani y se analizarán los cambios y las transformaciones en las mismas a

partir de la llegada de la ―civilización‖.

2. Cazadores Waorani Construyendo el Monte

“A los waorani les gusta hablar de tres temas: guerra,

mujeres y cacería”

Nenviki Nenquimo, Quehueiri-ono 2010.

Tal como se viene proponiendo a lo largo de la investigación los cambios y

transformaciones en la concepción, ocupación y uso del espacio expresan formas históricas

y culturalmente diseñadas de ser y estar en el mundo. La cacería es concebida como una

totalidad y puede considerarse como una práctica de construcción del espacio y manejo de

los recursos. En las múltiples actividades que la conforman se encuentran éstos aspectos

económicos, pero además como hecho social total, implica un concepción del espacio

geográfico en el que se construyen formas particulares, algunas particularmente waorani,

que integran diversos aspectos de la vida social.

La cacería considerada como totalidad es una práctica integral que incorpora por lo

menos los siguientes sentidos: la delimitación del territorio y la comunidad; un espacio de

sociabilización y endoculturación; la organización de roles de género y la producción-

98

obtención y circulación de alimentos. Todas las relaciones sociales y ecológicas que

implican estos sentidos forman un entramado diseñado culturalmente en las historias

particulares de los pueblos. Estas relaciones se viven a diario y se objetivizan en imágenes

en las que los sujetos se identifican, el cazador es un ejemplo entre los waorani. Tan es así

que gran parte de la imagen del pueblo waorani, compartido tanto en la mirada propia

como en las miradas de los ―otros‖, se erige en torno al ―prestigio‖ de la figura del cazador.

A continuación se expone cómo la cacería atraviesa la vida waorani de una manera

transversal, se encuentra inmersa en un complejo tejido de actividades que la superan

como acto y la sitúan como uno de los principales ejes de organización comunitaria.

Simultáneamente se le otorgan diversos sentidos en la vida social del grupo que

trascienden su funcionalidad económica. De la cacería como actividad se pueden ir

desprendiendo algunos aspectos que vayan ilustrando toda la implicancia de la cacería

como una práctica que no es solamente económica y que implica una serie de relaciones

que posicionan a los sujetos dentro del mundo circundante, como hombres, como mujeres

y como waorani.

2.1 La Cacería waorani y la Comunidad

Si se aborda la cacería desde su relación con la alimentación es importante aclarar

que los waorani antiguamente restringían su dieta a frutos del bosque (morete, chonta,

uvas de monte, etc.), aves (paujil, tucán, etc.), huangana (Tajassu pecari) y una pequeña

gama de monos entre los cuales el preferido ha sido, y sigue siendo, el mono chorongo

(Lagothrix lagotrichia). Esta configuración particular de la dieta más tradicional waorani

se sostiene en una serie compleja de factores tanto ecológicos como culturales,

íntegramente relacionados. Es decir que los waorani han creado un conocimiento

profundo de nichos ecológicos específicos a partir de los cuales han desarrollado tácticas

especiales para el manejo de los recursos.

99

Rival, en su artículo

―Blowpipes and Spears‖, realiza

algunas observaciones

interesantes en cuanto a la

relación que los waorani tienen

con las especies animales y la

concepción misma del espacio,

de la cual se derivan las

opciones tecnológicas de uso y

manejo de los recursos. La

autora sostiene que los waorani

articulaban sus preferencias

alimenticias en torno a

recursos que se relacionan

íntimamente, aves y monos,

dos especies que habitan en

árboles frutales. Con respecto

a esto se ha observado en el

trabajo de campo que entre los

waorani tienen un profundo

conocimiento del comportamiento de los monos, cuyos ciclos además se amalgaman con

los ciclos de los árboles frutales. Rival explica en el mismo artículo que, en la época de

monos gordos y de la chonta ancestralmente se organizaban las ceremonias, de tal manera

que mientras los monos se reproducen y engordan, los waorani se casan y comen bien. El

conocimiento que los waorani tienen de estos espacios ecológicos se refleja en la mirada de

Remigio cuando contaba sorprendido que los waorani cuando cazan monos emiten un

sonido ante el cual los monos se quedan quietos, haciendo mucho más fácil y factible la

puntería. Rival en cambio cuenta que sus informantes le decían que a veces, cuando están

cazando, el mono los mira, y en su mirada, pide por su vida, en ese caso, el cazador

waorani escoge otra presa (Rival 1996).

Rival aborda la cuestión de la significancia social de las opciones culturales en cuanto

a tecnologías de cacería y de guerra en el grupo waorani y observa que las dos tecnologías

11. Profesor Mamallacta, regresando de una partida de caza con los waorani. Quehueiri-ono 2009. Foto: Citlali Doljanín

100

tradicionales de los waorani guardan un estrecho vínculo con la manera en que los waorani

establecen sus relaciones sociales. A través de un análisis estructuralista, Rival propone

que la bodoquera44, utilizada en tiempos de los antiguos waorani para cazar sus presas

favoritas, monos y aves, representa una manera no violenta de poner distancia al interior

de los grupos sociales huaomoni. Mientras que las lanzas, representarían una herramienta

que posibilita a los waorani establecer la distancia necesaria con grupos enemigos. La

lanza era utilizada para matar además huanganas, un animal que los waorani

consideraban poco saludable y que solo mataban cuando éstos invadían los asentamientos.

Desde esta perspectiva las huanganas eran al igual que los enemigos, percibidos como una

amenaza, a diferencia de los monos a los que se percibe como individuos similares a los

―verdaderos‖ hombres, es decir a los waorani. De tal manera que la bodoquera es una

tecnología de la ―inclusión‖, que establece una relación no agresiva con las especies

arbóreas a las que se les adjudica características similares a un grupo huamoni, mientras

que la lanza es una tecnología de la ―exclusión‖, que establece la diferencia entre los

huaomoni y los grupos de huarani y/o cowore (Rival, 1996).

Esta consonancia entre la organización social tradicional de los waorani, los animales

de su dieta y la tecnología de caza se enmarcaba dentro de la particular política waorani de

mantenerse en un aislamiento voluntario que se regulaba por medio de alianzas entre

grupos cercanos a través de matrimonios entre primos cruzados. Cuando los waorani se

ven en la necesidad de romper con su política de aislamiento voluntario y cambiar sus

relaciones con los ―otros‖, el contexto cambia radicalmente y con ello se transforman las

tecnologías de uso y manejo de los recursos que responden a nuevas condiciones.

Actualmente los waorani han adoptado las armas de fuego para la cacería y han

incorporado a su dieta una gran variedad de carnes antes no consideradas propias para el

consumo humano. Estas nuevas apropiaciones (armas de fuego) y usos y manejos de los

recursos (ampliación de la variedad de carnes e intensificación de la horticultura), se

encuentran ahora en consonancia con las nuevas formas de ocupación del espacio

(asentamientos estables en las riveras de los ríos) y aseguran la reproducción de los grupos

dentro de un contexto diferente. Tal como concluye Rival, ―…the shotgun, like other

44 Cerbatana. Las cerbatanas waorani se llaman omena, se diferencian de todas las demás de la Amazonía por

poseer el conducto en forma ovoidal y no circular como todas las demás. Las omenas tienen hasta tres metros

de largo, son hechas en madera de chonta y pueden llegar a pesar entre 3 o 4 kilos. Los dardos o flechas llevan

la punta embebida en un veneno denominado Curare, al momento de cazar animales de tamaño considerable.

101

weapons and hunting techniques, participates in the constitution of social relationship‖45

(Rival 1996: 160).

Sin embargo la cacería sigue siendo para los waorani un espacio, que aunque

reconfigurado, contiene principios fundamentales para la organización, delimitación y

pertenencia a los grupos. Sabemos por los cuestionarios ecológicos que el espacio de

cacería contiene los senderos comunitarios. La zona de cacería comunitaria es compartida,

de alguna manera el compartir ese espacio marca la pertenencia a la comunidad, como

sucedía en su tiempo también con el nanicabo y los grupos huamoni. Es un derecho de

quienes forman parte de la comunidad y un límite entre quienes no lo son. En el

cuestionario ecológico, Kengowanto expresó que una forma de cuidar las especies para que

se regeneren es cuidar el territorio de cacería de ―intrusos‖. En la zona de cacería solo

pueden, por derecho, cazar quienes son de la comunidad o quienes adquieren el

consentimiento de algún miembro para hacerlo. La expresión de Kengowanto recuerda a

una de las características que definían al antiguo nanicabo, específicamente aquella de que

entre los miembros deben compartir y cuidar el territorio de cacería común (Rival 1996).

Desde este aspecto se puede pensar entonces que la cacería, como práctica que involucra la

definición de un espacio compartido, continúa siendo parte de la construcción identitaria

en tanto marca una pertenencia al grupo (miembro de la comunidad) y al uso del espacio

(derecho a cazar) que se expresa en la dinámica inclusión-exclusión (aquellos que no son

miembros de la comunidad no tienen el derecho de cazar) y su nexo, la permisión

(parientes, amigos, etc. con autorización). En estas observaciones se puede identificar una

continuidad en cuanto a la concepción y construcción el espacio comunitario de cacería

como espacio social compartido que define, contiene y delimita al grupo.

2.2 La Cacería como Espacio de Socialización

La cacería está íntimamente involucrada en lo que es la etapa de formación y

socialización de las personas. Los niños comienzan a acompañar a sus padres o tíos a la

cacería desde los 7 y 10 años y salen solos entre los 11 y 13 años (cuestionarios ecológicos).

Este periodo de aprendizaje es fundamental para los hombres ya que su éxito en la cacería

será una imagen importante para conseguir mujer/es y mantener a su familia. Un buen

cazador es un buen marido (como lo expresaron las mujeres kichwas en la investigación de

45 ―…la escopeta, como cualquier arma o técnica de cacería, forma parte de la construcción de las relaciones

sociales‖

102

Rival) y tendrá a su vez amigos que lo busquen para salir de cacería y gozar de la

experiencia del buen cazador. Este era el caso de dos buenos amigos en la comunidad de

Quehueiri-ono: Guime, uno de los mejores cazadores según las declaraciones de los

informantes en el cuestionario ecológico (8 de los 10 que respondieron), y Guewa (que más

bien se lo concebía como con poca suerte para la cacería, solo uno de entre los 10). Ambos

expresaron, en sus cuestionarios, que Guewa busca la compañía de Guieme para salir de

cacería y que juntos se divierten y siempre traen algo de carne que se reparten entre las

familias.

La importancia de los temas de cacería se refuerza con las observaciones de Rival

quién también ha notado la relevancia que tienen las conversaciones y los diálogos sobre

partidas de caza, a tal punto que este continuo intercambio de experiencias forma parte de

la construcción del conocimiento práctico de las presas (Rival 1996). De igual manera los

niños participan atentamente de estas tertulias en base a las cuáles luego exploran el

monte prestando particular

atención a los

comportamientos de los

animales. Los niños, y eso

me consta de mi propio

trabajo de campo, conocen

muy bien los sonidos de los

animales del monte. Al igual

que Rival, he podido observar

durante el trabajo de campo,

sobre todo en Quehueiri-ono,

a los niños utilizando su

omena para cazar aves

pequeñas, práctica con la

cual además de afinar

considerablemente su

puntería, contribuyen con la

economía del hogar.

Sería fácil decir que desde

esta perspectiva lo que se 12. Wepe y Tamaye trozando un venado. Gareno, 2009. Foto: David Hidrobo

103

pone en juego en la cacería es el prestigio, lo que no sería erróneo. Pero en términos más

propios, y desde la participación y observación el campo, el prestigio entre los waorani no

implica una ―desigualdad‖ entre jerarquías, el prestigio existe como el ―reconocimiento‖ de

una situación. Entre las declaraciones de que Guieme es el mejor (o uno de los mejores)

cazando, las razones expuestas manifiestan: ―porque aprendió muy bien de su padre‖,

―tiene experiencia y suerte en la selva‖, y ―que no falla‖. De manera que lo que se reconoce

para que alguien sea buen cazador es que debe tener una buena escuela (aprendió bien de

su padre), experiencia y suerte (una relación bien desarrollada con el entorno natural) y

así es como no se falla. De esta manera la cacería engloba relaciones entre padres e hijos y

entre amigos tanto como entre el cazador y su entorno.

2.3 Cacería en los Roles de Género

La cacería es

una actividad

generalmente

masculina, sin

embargo no está

mal visto que las

mujeres lo hagan.

La participación

femenina en la

cacería no es muy

frecuente. No se

trata tampoco de

que ―las mujeres

salgan de

cacería‖46, sino que circunstancialmente acompañan a los maridos para ayudarlos a cargar

el peso de las presas47 o practican la cacería en la chacra cuando aparece algún animal. Los

hombres en cambio si tienen un régimen de cacería que es más frecuente en Quehueiri-ono

46 Esto solo ocurre en los casos en que el marido está ausente por largos periodos y la mujer ―debe‖ salir de

cacería. 47 Durante nuestra estadía en Quehueiri-ono las mujeres solo acompañaron a los hombres a la cacería cuando

se estaba organizando la asamblea y debía haber abundante carne. Salían en parejas para distribuirse el peso,

ya que cazarían cuanto encontrasen. Cosa que no sucede en circunstancias normales donde el cazador no caza

más de lo que puede cargar o necesita.

13. Marco y Obe regresando de una jornada de caza y pesca. Quehueiri-ono, 2009. Foto: Citlali Doljanín

104

(alrededor de 2 veces por semana) que en Gareno (1 vez cada dos semanas). Para ambos

casos esta frecuencia es relativa al éxito que se obtenga, ya que si no se ha cazado nada en

una partida, ésta se repetirá al día siguiente. Cuando tienen éxito depende también del

tamaño de la presa en relación a la cantidad de integrantes de la familia, del clima, de la

disponibilidad de cartuchos, etc.

La cacería a su vez pauta algunos roles de género si se la considera como parte de la

producción de alimentos. Si bien la participación de la mujer en el acto de cazar suele ser

circunstancial, si se considera la cacería como práctica en el conjunto de actividades que

implica, de aspectos simbólicos y de relaciones, el rol de la mujer en todo ese entramado no

es para nada menor ni despreciable. La mujer forma parte no solo de una compañía

necesaria en caso de que se precise de su colaboración para cargar la carne y poder ―traer

más‖, ya que esto no es lo más común. La mujer es además la compañía para la cual se

caza, la mujer pareja o la mujer madre es quién espera para preparar, cocinar y servir la

comida. Es ella quién transforma, de alguna manera, el animal muerto en comida, en

alimento. Y si bien los roles están marcados, nada evita que las cosas sean potencialmente

de otra manera. Es decir, los hombres pueden cocinar y lo hacen, pero es la mujer la que

sabe cómo hacerlo. La destreza de trocear un lagarto en menos de 20 minutos es una

habilidad de cirujano que presencié de Verónica quién descuartizó el animal en

aproximadamente 30 porciones casi iguales, a excepción de la cabeza. Ella lo cocina y lo

sirve a la familia que espera ansiosa. Por otra parte si la mujer acompaña al hombre a

cazar llevará una caña para pescar en el afán de optimizar el tiempo y el trabajo, también

recolectará insumos diversos en el monte como chambira48, hunguragua49, diversas

semillas comestibles o para artesanías, etc. Algunas veces incluso en el espacio de la

cacería en pareja se también podrá tener ―intimidad‖ para hacer “wati-wati50‖.

2.4 La Cacería como Actividad Económica

La cacería es una forma de obtener alimento que los waorani aprendieron desde sus

ancestros y siguen aplicando para proporcionarse, por lo menos en Quehueiri-ono, de la

mayor fuente de proteínas. Para los waorani en Quehueiri-ono la cacería es vital. Es

notable que si bien han modificado sus formas y estrategias de cacería al sustituir las

48 Astrocaryum chambira Vegetal del cual elaboran la fibra para los tejidos. 49

Oenocarpus bataua. Palma de cual se hace un tipo de chicha 50 Expresión waorani que significa hacer el amor.

105

lanzas por armas de fuego, la conciencia de la importancia de ese recurso mantiene a los

habitantes alertas de las dinámicas ecológicas de sus presas. Se mantienen costumbres y

formas ancestrales de hacer (como por ejemplo la cacería de carácter individual en la que

los cazadores no cazan más de los que pueden cargar) y desarrollan a la par estrategias de

conservación como no cazar en los márgenes próximos de la comunidad para atraer, o no

espantar, a los animales.

En cuanto a la venta de carne de monte, al igual que la venta de especies vivas, no

está generalizada entre los habitantes de Quehueiri-ono. Durante nuestra estadía,

pudimos observar que solo una familia lo hace con una frecuencia mayor que el resto.

Otras excepciones al caso, pueden ser las circunstancias especiales en las que la familia

puede estar necesitando dinero por razones diversas, como por ejemplo para comprar

cartuchos. Y solo se lleva a cabo en caso de que la familia sea poco numerosa y la presa

grande, de manera que alcance tanto para consumo familiar, para compartir y como para

vender. Pues para los habitantes de Quehueiri-ono no es rentable vender carne de monte a

menos que se cuente con una buena cantidad para hacerlo, las razones de la poca

rentabilidad de la venta de carne en este caso es la distancia que se debe recorrer para

acceder a las ferias o puntos de venta, sin embargo se hace indispensable en algunos casos

para comprar cartuchos, entonces el esfuerzo se hace cuando se han agotado las reservas

de cartuchos.

El territorio en el que se ubica la comunidad de Gareno esta notablemente más

afectado por las diversas formas de ocupación humana. Por un lado se trata de un

territorio densamente poblado, en comparación a Quehueiri-ono por lo menos. Pues las

tres comunidades waorani que mencionamos (Cuninpare, Meñepare y Gareno) se

encuentran bastante cerca, a menos de cuatro horas de caminata. Y en dirección a la

ciudad de Tena encontramos por lo menos 2 o 3 comunidades kichwas, más Yuralpa,

Comuna Los Ríos, San Pedro y otras.51

51 Suponemos de alguna manera que esto afecta en cuanto la distribución y aprovechamiento de los recursos naturales.

Continuamente se escuchan historias sobre los problemas territoriales, como cuando los kichwas se introducen en territorio

waorani para cazar y estos al enterarse toman acciones de venganza, como quemarles la casa o cosas por el estilo (Historia

contada en el Grupo Focal de Salud de las mujeres en Gareno).

106

Las características mencionadas sobre las condiciones ecológicas y sociales de

Gareno (mayor proximidad con otras comunidades, cercanía a ferias y actividad petrolera)

tienen sus repercusiones en el uso, la percepción y la utilización de los recursos y sus

formas de aprovechamiento. El trabajo en la petrolera ha sustituido parcialmente (solo

parcialmente) actividades productivas de caza y recolección, sobre todo por parte de la

población masculina y joven. Sin embargo, esto también se acopla y complementa con la

disminución de especies alimenticias, formando parte del mismo proceso civilizatorio

impulsado por la economía de mercado y la mercantilización de los ―recursos‖ naturales. A

diferencia de las prácticas de conservación que se observan en Quehueiri-ono, en Gareno

es difícil pensar en conservación cuando queda poco por conservar alrededor. Esta

situación ha modificado los patrones de consumo de carne de monte, pues en Gareno es

más rentable vender la carne y comprar el alimento industrializado (arroz, frejol, fideo) lo

que ha impactado, por supuesto, en las relaciones comunitarias entre las cuales la carne de

monte ya no es un elemento de cohesión que reúne a algunas familias en la medida que se

percibe en Quehueiri-ono.

La cacería con todas sus implicancias socio-culturales construye al ―monte‖ como un

espacio social al que se pertenece y se comparte, al que se defiende, en el que se aprende a

ser waorani y obtener alimento.

3. La chacra. Los waorani y la tierra

“En ese tiempo los waoranis no fueron creados por Dios,

sino que salieron del maíz. Los waorani aparecieron en el

mundo cuando el maíz de convirtió en persona”

Mincaye52 (Cabodevilla 1999: 34).

Existe una amplia discusión, entre las diversas corrientes antropológicas que han

abordado las poblaciones amazónicas en relación a la agricultura (u horticultura) a partir

de las cuales se definieron algunas posturas, una de las cuales sostiene que no fueron

agricultores porque el ambiente no lo permitía, proponiendo una forma de determinismo

ambiental. Otras posturas se inclinan a que si lo fueron, pero que perdieron la costumbre y

el conocimiento para hacerlo, proponiendo un estilo de pérdida cultural. Se ha

desarrollado una alternativa de abordaje hacia esta problemática, desde la cual Rival

52 De un relato de Mincaye traducido por Enkeri.

107

observa el caso waorani, que fusiona la perspectiva histórica y ecológica. Para Rival es

evidente que los waorani no han sufrido una regresión en este sentido, sino que han

desarrollado un conocimiento profundo sobre las especies vegetales que consumían a la

par que fomentaban su crecimiento a lo largo de las generaciones sin llegar a una

domesticación que implique un manejo genético. La agricultura no es para los waorani

una pérdida cultural y tampoco se ha trata de una imposibilidad ecológica para hacerlo,

sino más bien se comprende como una opción histórica culturalmente adecuada a la

integración de la organización social de los grupos waorani y al espacio ecológico.

Actualmente, en el trabajo de campo realizado para el proyecto NSF se puede

observar que, al igual que en la cacería en la que se condensan múltiples funciones de la

vida social y de la identidad waorani, a través de las cuáles se construye social y

culturalmente el espacio, la chacra es otro lugar que atraviesa la vida y la identidad

waorani. Además de ser un lugar en el que las familias waorani producen los alimentos

actualmente más importantes de su dieta diaria como ser la yuca, alrededor de la chacra se

expresan relaciones familiares y comunitarias fundamentales de la organización social,

derechos y deberes, saberes ancestrales y nuevas estrategias en la relación con la tierra y la

alimentación. Un aspecto que se torna muy significativo en al análisis del espacio social

que implica la chacra es una relación más específica aún con la tierra misma.

3.1 La Chacra como Espacio Productivo

Las chacras de cada familia se encuentran entre 150 y 200 mts. de las viviendas,

aunque algunas familias poseen chacras más alejadas aún. Cada familia tiene entre 1 y 4

chacras dependiendo de la cantidad de integrantes de la familia y de si destina parte de la

producción al mercado, esto último se observa principalmente en Gareno. La extensión de

cada chacra varía desde los 30 x 15 mts hasta una hectárea. Los principales cultivos, que

no faltan en ninguna chacra, son la yuca y el plátano. Pero cada familia incorpora otros

cultivos como ser papachina (colocasia esculenta), camote, capamu (no identificado),

maní y maíz, generalmente para consumo personal. Para la venta, algunas familias de

Gareno declaran que también cultivan cacao y café, pero no se ha registrado durante el

trabajo de campo una venta significativa de estos productos. En las chacras además de los

cultivos mencionados, los waorani siembran árboles frutales como papaya, piña, limón,

naranja, chirimoya, uva de monte, toronja, guabas (Inga edulis), aguacate, coco y por

supuesto la chonta. Finalmente también tienen plantas útiles como el achiote (bixa

108

orellana) que sirve para pintar la

piel y las comidas, el ajo de monte

(Mansoa alliaceae) que tiene usos

medicinales al igual que el

chugchuguaso (Maytenus laevis).

En cada familia varía la cantidad de

cultivos y plantas, están aquellas

que tienen once variedades y otras

que solo tienen tres. De todas las

familias entrevistadas en Gareno y

Quehueiri-ono solo seis declaran

que tienen plantas de barbasco

(Lonchocarpus utilis53). De éstas

seis familias, cuatro tienen al menos

un integrante kichwa y las otras dos,

que no tienen integrantes kichwas,

se encuentran en Gareno.

Lo llamativo es que a pesar

de que los residentes de ambas

comunidades declaren que cultivan papachina, camote o capamu para el consumo

personal, no se han observado estos alimentos en el trabajo de campo. El maíz, que tiene

cierto protagonismo en la historia del origen que cuenta Mincaye, no se presenta como un

alimento generalizado, como lo es la yuca, pero si se han observado cultivos y personas

comiendo maíz. Lo cierto es que la chacra es el espacio de la yuca y este espacio se

comparte con los demás cultivos y árboles frutales. Por lo general el espacio central es

donde se cultiva la yuca y a los alrededores se cultivan los plátanos y demás árboles.

Asimismo es el ciclo de la yuca el que determina el nacimiento de una nueva chacra. Cada

chacra se utiliza alrededor de un año en el que dará dos veces yuca, tiempo en el que la

tierra será abandonada para darle tiempo a la regeneración y se buscará otro sitio. Sin

embargo, si la yuca determina el nacimiento de una nueva chacra, no determina la muerte

53 Planta utilizada para pescar que funciona a través del envenenamiento de los peces sin afectarlos para el

consumo humano.

14. Tipa sembrando maní en una de sus chacras. Gareno, 2009. Foto: Citlali Doljanín

109

de la misma, porque tanto el plátano como los frutales quedarán ahí durante muchos años

más, en los que las personas regresarán a buscar los frutos, formando parte de trayectos de

recolección.

La chacra como espacio productivo es además el lugar dónde las mujeres

ocasionalmente cazan los animales que acostumbran comerse la yuca como la guatusa

(Dasyprocta punctata), el guatín (Myoprocta pratti) y la guanta (Agouti taezanowskii).

3.2 Los Saberes y los Tiempos de la Tierra

Para una producción satisfactoria de los productos de la chacra, los waorani han

desarrollado un amplio conocimiento sobre las bondades y las características de la tierra.

Este conocimiento se ha incrementado a partir de las nuevas formas de asentamiento, de

tal manera que en la actualidad los waorani conjugan saberes ancestrales y nuevos saberes

para optimizar su producción. El lugar para hacer una chacra se escoge por algunas

razones, pero la más importante es ―la tierra‖. Los antiguos waorani, cuentan los

informantes, solo cultivaban en las lomas, pero actualmente además se hacen chacras en

lugares estratégicos (con poco riesgo de inundación) cerca del río. Las características del

suelo son indicadores de la fertilidad de la tierra. Todos los entrevistados aseguran que la

mejor tierra para la yuca es de color negro, sin muchas raíces y debe estar mezclada con un

poco de arena. Si es en la montaña, es buena para la yuca amarilla, dicen algunos. Con

respecto a la tierra colorada los informantes dicen que no es buena pero que allí pueden

crecer los cocos y las guabas. La tierra blanca y húmeda, de aspecto pantanoso,

definitivamente no es fértil para los cultivos.

Las chacras se mantienen produciendo yuca durante un año o año y medio, después

la tierra debe descansar. Los tiempos necesarios para que la tierra descanse varían entre

los informantes de 10 años a 1 año. De hecho se trata de un rango bastante grande pero lo

interesante es que mientras más joven es la persona, menos tiempo de descanso sugiere

para la tierra. A pesar de esta variación, entre las 11 personas que han respondido con

números54: seis han respondido que el tiempo óptimo es entre tres y cinco años, siendo

cuatro la media. Una lectura posible sobre estos datos es que, actualmente con los

asentamientos estables, es más difícil mantener los tiempos de descanso de las tierras que

54 Algunas personas solo respondieron ―cuando la tierra se regenera‖ ó ―cuando crecen de nuevo las plantas‖.

110

tradicionalmente fluctuaban de tres a cinco años. Probablemente esos tiempos

respondían, no solo a tiempos de la tierra, sino a los tiempos de movilidad de los grupos

waorani. Actualmente las parejas jóvenes aseguran que en un año la tierra puede

reutilizarse, lo que podría indicar que ante la falta de movilidad de los grupos, los tiempos

de descanso de la tierra estén modificándose considerablemente.

3.3 Una Familia Nace con una Chacra

Así como el acto de

cazar está más asociado a

los hombres, el acto de

cultivar está más

relacionado con la mujer,

dado que son ellas quienes

asisten frecuentemente a

limpiarlas. Los hombres,

padres e hijos, tienen otra

función en la chacra, ellos

asisten cuando se hace una

nueva chacra a tumbar los

árboles. Esta tarea puede

durar algunos días, pero

una vez que el terreno esta

―despejado‖ de árboles

grandes, el hombre no

regresará a la chacra a

menos que alguna

situación extraordinaria lo

requiera, por ejemplo

cuando hay una

producción abundante y es

necesario cosechar, ahí cuando se necesitan muchas manos y cuerpos para cargar,

entonces los hombres, probablemente, regresen a las chacras.

15. . Tipa y Tamata en la chacra. Gareno, 2009. Foto: Citlali Doljanín

111

Aunque la chacra es un espacio sostenido por la mujer, la responsabilidad de

trabajar en la misma se considera familiar. Cuando se les preguntó a los entrevistados

quienes trabajan en sus chacras la respuesta más espontanea fue ―la familia‖, ni uno solo

respondió ―la mujer‖. Una mujer sola, sin la participación de un hombre o de los hijos e

hijas, difícilmente podría tener una chacra. La chacra se presenta producto del trabajo

familiar y cada pareja consolidada tiene que hacer su propia chacra, por más que

compartan la residencia con los padres. Es así como, actualmente, cuando se forma una

familia, nace una chacra.

3.4 La Chacra: De la Relación Madre-Hija al Nanicabo

De lo que se

observado en el

trabajo de campo y

que se expresa en los

cuestionario

ecológicos, en las

chacras se mantiene

un intercambio de

trabajo constante

entre las jóvenes

casadas, que ya tienen

sus propias chacras, y

sus madres. Es

frecuente, también,

que las niñas desde

pequeñas

acompañene a sus

madres a las chacras. En la chacra se produce una relación madre-hija en la que circula,

desde el aprendizaje mismo, un saber hacer que se sostiene en el intercambio y el fluir del

trabajo femenino.

Actualmente la chacra, espacio productivo que detentan todas las familias, es

además el lugar en el que la reciprocidad, en la forma de ―prestamanos‖, se hace más

evidente, marcando relaciones específicas entre los miembros de la comunidad, como la

16. Tipa, su sobrina y Tamata en la Chacra de Tipa. Gareno, 2009. Foto: Citlali Doljanín

112

relación madre-hija. Basandonos nuevamente en los cuestionarios ecológicos los grupos

focales y la observación, no es tan frecuente la participación de los ―vecinos‖ en chacras,

por el sencillo hecho de que una vez que la chacra está produciendo, no es necesario que

participe mucha gente en las labores de limpieza periódicas. Sin embargo, cuando hay que

hacer la chacra y se necesita desmontar la zona, es posible convocar a algunos vecinos (casi

siempre parientes cercanos) para que ―den una mano‖. Quienes participan y quienes son

invitados a la creación de una nueva chacra son siempre las personas que tienen ―buenas

relaciones‖. Difícilmente alguien participe ayudando en una chacra de otra persona con la

que no se lleve de una buena manera, en este sentido son espacios especialmente

reservados a personas de mucha confianza. Incluso algunas personas declararon que

hacen sus chacras alejadas de los vecinos por el temor a que sean ―robadas‖ y prefieren que

aquellas personas con las que no se llevan bien no sepan dónde se ubican sus chacras. El

hecho de que la colaboración se justamente entre madres e hijas remite o resuena a los

patrones de residencia uxorilocal de los ―antiguos‖ y, particularmente, al nanicabo.

3.5 La Chacra y el Mercado: Riesgos y Potencialidades de Conservación.

Desde que llegó la ―civilización‖ a esta parte las cosas han cambiado mucho para los

waorani y quizá los cambios más significativos para el caso que nos ocupa se encuentren

en el lugar de horticultura para organizar la vida social. Tres observaciones al respecto ya

han sido mencionadas: 1) que en los tiempos de la conquista, con los enfrentamientos

interétnicos provocados por la presión demográfica, los waorani no podían contar con la

estabilidad de sus cultivos ya que si eran atacados por un grupo enemigo, debían huir y

dejar todos los cultivos, en los tiempos de guerra no era posible coordinar del todo los

tiempos de la organización social a los tiempos de los cultivos; 2) actualmente con los

asentamientos estables, los tiempos de descanso de la tierra cada vez son menores en

consonancia con los tiempos mínimos de regeneración de la tierra para ser reutilizada para

los cultivos, lo que indica una mayor dependencia de los recursos agrícolas; y 3) que el

campo de conocimientos ancestrales que más se ha incrementado es el de las estratégicas

agrícolas.

Estas tres observaciones sugieren que desde que llegó la ―civilización‖ la chacra

adquiere un lugar más importante en la organización social y en la dieta waorani. Con la

llegada de la ―civilización‖ se ha potencializado la producción agrícola para el consumo

113

doméstico y también para la venta en los mercados. La venta productos agrícolas no es, sin

embargo, muy representativa si se compara con otras comunidades del estudio NSF.

Según los resultados preliminares de este estudio en Quehueiri-ono solo 4,8 % y en Gareno

el 2,5 % de los ingresos monetarios familiares provienen de la venta de productos

agrícolas, estando entre los más bajos de las comunidades estudiadas después de Zábalo

(comunidad Cofán)55. Probablemente la diferencia que se presenta entre Quehueiri-ono y

Gareno deba analizarse a luz de las condiciones particulares de venta de cada comunidad,

ya que en Quehueiri-ono se mantiene una constante debido al consumo del ecolodge,

mientras que en Gareno solo algunas familias venden independientemente pero en

cantidades mayores.

En realidad mayores incidencias del mercado en la producción agrícola se

manifiestan a otro nivel que esta mas relacionado con la territorialidad de los waorani.

Cuando se les preguntó a los entrevistados si ellos creen que en el futuro las tierras serían

escasas o las chacras deberían ser más pequeñas o cercanas unas de otras, los informantes

dieron respuestas tales como:

―Las tierras no van a faltar, tenemos bastante tierra y no vamos a permitir que nos

invadan, vamos a defender nuestras tierras‖ (Guieme, Quehueiri-ono, 2009).

―Mientras no se vendan, habrá para todos” (Veronica Inmunda, Quehueiri-ono,

2009).

―Si, hay tierras porque no hemos parcelado‖ (Raúl Enomenga, Gareno 2009).

―Si, hay suficiente pero no hay que parcelarlas‖ (Diego Quishpe, Gareno 2009).

Entre los conocimientos que los waorani han tomado de su relación con la

―civilización‖ y de la experiencia de los kichwas (hay que notar que dos de los informantes

antes citados son de apellido kichwa) es que las tierras no deben parcelarse, deben ser,

como hasta ahora comunales, para evitar la venta y con ello el empobrecimiento del

territorio y la penetración de ―intrusos‖. Si hay algo que ha llamado particularmente la

atención en relación a la tierra y los derechos consuetudinarios entre los waoranis es que

así como ―los hijos tienen derecho a asentarse donde han muerto sus padres‖, los ―niños

tienen derecho a cultivar dónde han nacido‖ y la contraparte de esto es que ellos se ―deben‖

55

Presentación de resultados preliminares del estudio NSF de Lu y Sorensen en el seminario ―Indigenus Socio-

Economic Change, Health, and Well-Being in Amazon‖, noviembre 2010, School Advanced Research, Nuevo

México.

114

a la tierra. La manera en que se ―deben‖ a la tierra se explica en las respuestas que dieron

sobre las ―reglas‖ que existen en la comunidad en cuanto al uso de los recursos: ―usar pero

cuidar porque hay alimento, usar lo que se necesite‖ ó ―cuidar y proteger las tierras de

intrusos‖.

El mercado en relación a las tierras, representa un riesgo para la percepción de los

waorani y una vez más se evidencia el fuerte sentido de territorialidad que tienen como

grupo, territorialidad entendida como una manera particular de pensar, sentir y hacer la

relación con el territorio. Al responder un cuestionario sobre las creencias que tienen los

waorani sobre el bosque, Moises respondió, ―El conocimiento que nosotros tenemos de la

selva es que todo está en relación con todo y el papel de las personas en el bosque es

protegerlo, la selva tiene hijos, todo lo que la habita es su hijo. Si uno daña mucho, ella

ordenará algún mal para el dañino. Habrá recursos para los hijos porque se les enseña a

obtener y proteger.‖ A partir de esta manera de pensar, hacer y sentir el territorio los

waorani poseen una enorme potencialidad de desarrollar e incrementar sus estrategias de

conservación:

―Para conservar defendemos el territorio, vamos a seguir luchando para vivir

sanos en nuestras tierras‖ (Guieme, Quehueiri-ono 2009).

―Al bosque se lo cuida estando en él, para vivir es importante mantenerlo, por

eso no hay que vender‖ (Verónica Inmunda, Quehueiri-ono 2009).

―Los recursos están para todos y todos deben cuidar‖ (Nenkivi Nenquimo,

Quehueiri-ono).

―Si habrá tierras por eso se está cuidando el territorio‖ (Moisés Irumenga,

Gareno 2009).

A pesar de estas observaciones que apuntan a la idea de que la chacra tiene un lugar

más estable en la organización waorani, a partir de lo cual se han desarrollado

conocimientos agrícolas, políticos y económicos sobre el uso y manejo de la tierra, existe

otro factor que pone a la chacra en riesgo. Según la perspectiva y las declaraciones de los

informantes cuando se preguntó si los jóvenes trabajan más, menos o igual de duro en las

chacras, de las 16 personas que respondieron a esta pregunta, 15 dijeron que los jóvenes

trabajan menos duro, principalmente por los estudios que paulatinamente van

despertando otros intereses. Gloria dice que ―los viejos son enseñados a vivir en el monte y

solo dependen de la cacería, la pesca y la chacra, los jóvenes aprenden cosas de la cuidad y

115

piensan en otras cosas.‖ La situación se presenta de una manera ambigua porque, tal

como se ha observado en el campo y como lo indican los resultados de los mapas de

riesgos56, los estudios figuran (junto a la salud) entre las dos principales preocupaciones de

los waorani en las comunidades de Gareno y Quehueiri-ono. Entonces para los waorani es

aceptable que las cosas ocurran de esa manera, ―ahora trabajan menos en la chacra porque

estudian y quieren aprender‖. La tensión entre la chacra y los estudios se puede resolver

para Moisés quién dice que quiere que sus hijos trabajen la tierra por más que estudien

para que no olviden la costumbre. Así ―los hijos van a estar mejor preparados y se van a

relacionar mejor con la gente de afuera. Nos van a reclamar a nosotros por no cuidar y

mantener la tradición.‖

La paradoja es en este punto que la chacra, como expresión de las prácticas

agrícolas, no parece haber sido lo ―tradicional‖ entre los ―antiguos waorani‖, tal como lo

propone Rival. Aspectos de esta paradoja se abordarán tanto en el apartado sobre

recolección como en el siguiente capítulo cuando se analicen los alimentos y la comida.

4. La Pesca: ¿Un Buen Regalo de la “Civilización”?

Se ha mencionado reiteradamente que

los waorani, por lo menos desde el tiempo en

que arribaron los primeros conquistadores hasta

la llegada de la ―civilización‖, se asentaban en

las zonas inter-ribereñas, razón por la cual hasta

ese entonces no desarrollaron estrategias

ribereñas como la pesca y la navegación. Los

ríos representaban, en tiempos de los ―antiguos

waoranis‖, espacios poco deseados para

asentarse y hasta para transitar por razones que

fueron mencionadas en el capítulo II. En un

primer momento, grupos omaguas se movieron

56 Presentación de resultados preliminares del estudio NSF de Lu y Sorensen en el seminario ―Indigenus Socio-

Economic Change, Health, and Well-Being in Amazon‖, noviembre 2010, School Advanced Research, Nuevo

México

17.Antonia preparando pescado. Gareno, 2009. Foto: David Hidrobo

116

por los ríos del territorio waorani creando enfrentamientos. Quizá también la categoría de

cowore, como ―no humano caníbal‖, tenga sus primeros orígenes en este momento. Luego

fueron grupos záparos con los mismos resultados, un tiempo más pasaría en el cual los ríos

traerían a los cowore de todos lados y a sus enfermedades. Los asentamientos inter-

ribereños fueron una elección de los waorani para sostener su aislamiento voluntario.

Después que los grupos záparos se vieron debilitados por las epidemias y la presión

ejercida por los representantes de la civilización, los grupos waorani comenzaron a hacer

breves excursiones a las riberas y fueron adquiriendo conocimientos, que son

relativamente nuevos para los grupos waorani, los cuales se fueron enriqueciendo a lo

largo de su encuentro con la ―civilización‖ y apropiados de tal manera que, actualmente, los

waorani han integrado la pesca, y en menor medida la navegación, a su forma de vida.

Un reflexión entre semántica y lingüística sobre las nominaciones de los ríos quizá

puede ilustrar de qué manera éstos espacios no sólo han sido (y continúan siendo)

referentes territoriales que delimitan fronteras sociales, culturales y políticas en la historia

humana, sino que en el caso waorani, además son referentes identitarios. ―Quehueiri-ono‖

significa, en lengua waotededo, ―Río de caníbales‖. Esta denominación, según cuenta Moi,

se debe a que por ese río pasaban los cowore -los caníbales- en tiempo de los ―antiguos

waorani‖. De tal manera que el río adquiere su nombre en referencia a todos esos ―otros‖

que por allí pasaban. Y no sólo el río, es además el nombre que tiene la comunidad que se

asienta allí luego de salir de Dayuno. Del otro lado, el mismo río Quehueiri-ono es

conocido como ―Shiripuno‖ que es el nombre con el que se denominó inicialmente a los

―grupos de salvajes‖ que habitaban la zona. Los ―salvajes shiripunos‖ son los ancestros de

algunos de los actuales waorani. Esta reflexión puede servir para pensar, en este caso, a

los ríos como espacios, que al nominarse, se construyen a partir de referentes alternos (los

―otros‖) percibidos culturalmente por las relaciones históricas que se analizaron en el

capítulo II, condensadas en las clasificaciones sociales de cowore y ―salvajes‖. El río es

entonces un espacio cargado de historia con altos indicadores de identidad étnica.

Durante el trabajo de campo me ha llamado la atención el relato de Obe que contaba

que su suegro tenía el ―secreto‖ de la pesca quién lo había adquirido una tarde cuando se

encontró con el ―sígueme, sígueme‖ a orillas del río. Días después cuando trabajaba con

ella en el cuestionario ecológico y le pregunté quién era el mejor pescador/a en la

comunidad, ella mencionó a su suegro pero también a su hermana, quién también había

recibido el ―secreto‖ como obsequio de su padre. Esto último me lo confirma su hermana

117

cuando, ante la misma pregunta, ella dice que una de las mejores pescadoras de la

comunidad es ella en razón de que ha recibido el ―secreto‖. A diferencia de la cacería en la

que se reconoce que el éxito depende de la experiencia y de un buen aprendizaje, en éstos

relatos el éxito de la pesca proviene de un ―secreto‖ que alguien posee porque se lo han

―obsequiado‖. Si se retoma lo anteriormente mencionado de que el origen y la trasmisión

de las estrategias ribereñas se inician e intensifican a partir de las relaciones con la

―civilización‖, es altamente significativa la historia del ―sígueme, sígueme‖ y su ―obsequio‖

a los waorani. Más aún que la chacra, el río es un espacio, que a diferencia de ésta es nuevo

y que se posiciona estratégicamente en la organización social de los ―actuales waorani‖.

4.1 La Pesca: Secreto de Algunos pero Actividad de Todos

La paradoja en este caso es

que a pesar de tanto ―secreto‖,

la pesca es una actividad de las

más extendidas en las

comunidades si se tiene en

cuenta que la practican, niños y

niñas, mujeres y hombres,

jóvenes, adultos y ancianos, sin

ninguna distinción. Incluso a

veces se organizan partidas

grupales de pesca, esto ocurre

particularmente en los tiempos

buenos para pescar, cuando no

ha llovido y el río está claro. Y

cuando no van en partidas con

los vecinos, de seguro buscan a

alguien con quién ir. Monca y

Nene con sus nietos, Nemo con

su hijo, Wiña con su madre, los

jóvenes van entre hermanos y

así.

18.Familia regresando de una jornada de cacería y pesca. Quehueiri-ono, 2009. Foto: Citlali Doljanín

118

Como se ha mencionado cuando los hombres salen de cacería, probablemente salgan

con la mujer quién se quedará en un río mientras él se adentra en el monte en busca de una

presa. Cuando los hombres salen solos de cacería, muchas veces llevan también caña o

arpón por si la cacería no promete éxito.

En Quehueiri-ono los niños y los mayores pescan el río ―Quehueiri-ono‖ (Shiripuno) y sus

pequeños afluentes más

cercanos57, los jóvenes y

adultos pueden irse, ya sea a

pie o en killa58, a esteros,

afluentes y hasta ríos más

lejanos. Este acceso a los ríos

y sus recursos, antaño

espacios peligrosos, parece

una victoria de los waorani

por su territorio. Los

waorani de Quehueiri-ono y

Gareno no suelen dinamitar

el río para pescar, más

frecuente es el uso de

barbasco, pero existe la

conciencia del uso limitado

del mismo59. Cuando se

utiliza dinamita o barbasco,

se avisa a toda la comunidad

para que vayan a coger peces,

de manera que el uso de éstas

técnicas es colectivo. Lo más

común para pescar es la ―shigra‖, el anzuelo y el arpón con visor. La elección de estas

técnicas depende de las condiciones del río (si está claro o barroso, en éste último caso no

sirve el arpón con visor por ejemplo) y del conocimiento que los waorani han desarrollado

57 Weopare, Kuiompare, Kiwamompare, Rosaompare situados a de 10 a 20 minutos de la comunidad. 58 Pequeña embarcación a remo. 59Esto se deriva de las respuestas del cuestionario ecológico, donde en algunos casos se omitió el uso del

barbasco cuando en las observaciones se confirma, y en otros se aclaró que, si bien lo usan, no lo hacen con

demasiada frecuencia para proteger las especies.

19.Jóvenes regresando de pescar carachamas con arpón y visor, 2009. Foto Citlali Doljanín

119

sobre las especies (la carachama por ejemplo no puede pescarse con anzuelo). Si bien la

práctica es muy generalizada, la pesca siempre depende de que las condiciones

ambientales lo permitan, no cualquier día es bueno para pescar. Al parecer los meses más

favorables comienzan a partir de julio y se prolongan todo agosto.

4.1 La Pesca y su Incorporación Económica

El producto de la pesca está destinado al consumo directo y para compartir con otras

familias emparentadas. No se registraron casos de venta de recursos obtenidos de la pesca.

El consumo de pescado por días (46,8% Quehueiri-ono y 58,2% Gareno) es más alto que el

de las presas del monte (46,5% Quehueiri-ono y 31,4% Gareno). En las cifras se puede

observar que la diferencia entre pescado y carne de monte es menor en Quehueiri-ono que

en Gareno (Quehueiri-ono, pescado 46,8% y carne de monte 46,5%). Estas diferencias

tienen que ver con la escasez de recursos del monte que existe en Gareno que de alguna

manera genera una mayor dependencia a los recursos del río. Lo llamativo es que además

de la escasez de recursos del monte, en Gareno los informantes declaran que el río Gareno

ha sido contaminado por la petrolera extinguiendo los peses de mayor tamaño, razón por

la cual los residentes deben acudir a ríos más lejanos. Para obtener peses grandes, como

bagre, deben ir hasta el Nushiño o al Meñepare que quedan a unas 3 horas

aproximadamente caminando. Que el consumo de pescado sea tan alto en Gareno tiene

que ver con otra situación que posiciona a los ríos como espacios de negociación con las

comunidades kichwas aledañas y con la mayor frecuencia del uso del barbasco para la

pesca. En Quehueiri-ono, la única familia que tiene barbasco en sus chacras es una familia

mestiza kichwa con waorani, mientras que en Gareno existen, además de las familias

kichwas, dos familias waorani que también tienen barbasco. En Gareno sucede que los

kichwas de las comunidades aledañas solicitan permiso a los waorani para hacer jornadas

de pesca con barbasco y dinamita a cambio de que los waorani puedan asistir a libre

recolección de peces. En esos casos toda la comunidad es avisada días antes y se prepara

toda la familia para asistir, ya que mientras más miembros de la familia asistan mas

pescado se puede recoger. La frecuencia de estas negociaciones varía según las épocas en

que abundan los recursos del río, durante nuestra estadía hemos observado dos, una con

barbasco y otra con dinamita.

120

5. Recolección: Las Bondades del

Monte y la Herencia de los

Ancestros

Recolectar entre los waorani es

más precisamente: ―tomar‖, de la

naturaleza lo que ésta ofrece como

producto de la vida de todas las

generaciones de todas las especies, es un

acto tan necesario como espontáneo. No

se distingue, en la concepción

cosmológica, de la cacería en cuanto

también se está ―tomando‖ de la

naturaleza, ni de sembrar como aporte de

la vida de la especie humana a la

naturaleza. Cuando se le preguntó a Raúl

sobre el papel de las personas en el bosque

respondió con toda espontaneidad, ―Los hombres aportan su propia energía.‖

El conocimiento de la naturaleza entre los waorani se funda en la íntima relación

que tienen con la ésta. Rival menciona que el conocimiento que los waorani tienen sobre la

cacería se basa en una profunda observación de sus presas y que no tienen trucos

―infalibles‖ sino muchísima experiencia. El éxito se basa en la capacidad de prever los

movimientos de la presa según el contexto particular de la situación, no pueden explicar

oralmente toda esa sabiduría que, además, nunca acaba de construirse. Las continuas

conversaciones sobre temas de cacería en las que se ―comparten‖ experiencias son también

instancias de creación del conocimiento práctico y colectivo entre los waorani y la

naturaleza (Rival 1996). La concepción de ―propiedad común‖ como la entiende Lu

enriquece la comprensión que se puede tener de cómo los waorani viven, sienten y

construyen su relación con la naturaleza. La concepción que prevalece en los regímenes de

propiedad común implica compartir los derechos de propiedad e invertir en la

productividad a largo plazo (Lu 2001).

20.Niñas con guabas, Gareno 2009. Foto: David Hidrobo

121

El vinculo entre los waorani y la naturaleza es la experiencia continua que se

integra en el saber colectivo. Es de ―cultura general‖ para los waorani que si no hay plantas

no llueve, que si no llueve no hay bosque y que ―sin bosque nos seca el sol‖ (Raúl, Gareno

2009. Cuestionario ecológico). Una de las respuestas más recurrentes al preguntar sobre

conservación fueron al estilo ―No tumbar muchos árboles para que haya lluvia y agua.‖ El

hecho de ―compartir derechos de propiedad‖ no se trata de una relación que se establece

únicamente con grupos humanos sino con las demás especies. Rival menciona que los

waorani nunca explotan totalmente un árbol frutal, sino que dejan frutos para los monos y

las aves60 (Rival 1996). Estas observaciones de Rival y Lu traídas a colación refuerzan la

idea de que el vínculo que intentamos comprender se construye intrínsecamente entre la

experiencia vivida de los sujetos que se proyecta horizontalmente a las relaciones sociales y

ecológicas.

Rival menciona que entre los waorani las prácticas agrícolas, si bien no han sido

sistemáticas en el sentido de una domesticación intensiva de plantas, han practicado desde

tiempos inmemorables la siembra de árboles frutales, la selección de plantas en

determinados sitios, el trasplante, la protección, el uso y el descarte de plantas, prácticas

que directa o indirectamente tuvieron efectos sobre la distribución de especies. Entonces,

los waoranis ven grabado en su territorio el pasado histórico de éstas actividades de las

generaciones que les precedieron. Según el estudio de Rival, es evidente que los waorani

han incidido en la dispersión estratégica de recursos en regiones tácticas de su territorio.

Los derechos de uso y ocupación del espacio también se manifiestan a través de éstas

prácticas históricas entre los waorani. Si un grupo waorani encuentra en el monte espacios

que han sido trabajados por quienes ellos consideran que han sido sus parientes, tienen

derecho de uso de esos espacios y de los recursos que puedan haber (Rival 1993) otro tanto

ocurre con lo escuchado en el trabajo de campo de que las personas tienen derecho de

cultivar dó0nde han nacido.

Así cómo la distribución de recursos por el monte está íntimamente relacionada

con las actividades de los grupos waorani, pasados y presentes, los recursos del bosque

también influyen en la distribución de los grupos waorani por el espacio. Existen una serie

de recursos que fueron de gran importancia para la vida de los waorani entre los que se

60

Rival además subraya que estas especies arbóreas con las que se ―comparte‖ son precisamente las presas de

caza tradicionales entre los waorani.

122

pueden mencionar la chonta (Bactris gasipaes), el morete (Mauritia flexuosa), el árbol del

cual extraen el ―curare‖ (Curarea tecunarum) y la hunguragua (Jessenia bataua) (Rival

1993). La presencia de estos recursos son factores que influyen en la decisión de los

lugares para trazar o transitar senderos y, a veces como se ha mencionado, hasta para

asentarse en determinado lugar.

4.1 Recolección: Dando y Tomando

Así, como a nivel cosmológico no se distingue ―la recolección‖ de la cacería, la pesca

y la siembra en tanto que todas estas actividades normales de la experiencia se enmarcan

en una concepción integral de naturaleza en la que cada especie contribuye en la misma

medida a la existencia del bosque ―dando y tomando‖, tampoco se disocian de las

actividades cotidianas de cazar, pescar y sembrar.

Cuando se abordaron cada una de estas actividades se mencionó que en todas existe

la posibilidad de la ―recolección‖. Los hombres traen semillas (que utilizan para hacer

artesanías) cuando salen en sus partidas de cacería, las mujeres a veces los acompañan y

traen chambira (Astrocaryum chambira) palma de la cual se obtiene un material que se

integra a la vida práctica y económica en la producción de artesanías y otros menesteres.

Además de semillas, el bosque ofrece otros recursos comestibles como la uva de monte, el

morete y la chonta, por mencionar los más representativos. Muchas veces estos árboles

han sido sembrados por los ancestros. De igual manera los actuales waorani acostumbran

a sembrar árboles frutales, plátanos y chontas en las chacras que quedan produciendo ―por

siempre‖. Guabas, papayas, limones, naranjillas, achiote, ajo de monte, etc. en los jardines

de las viviendas. Los árboles frutales que siembran en los jardines atraen a las aves con las

que los niños y jóvenes afinan su puntería, y todos los árboles que se siembren en el monte

servirán de ―almacenes‖ para las largas caminatas por los senderos de cacería, pesca y

visitas, tanto como para que se ―sirvan‖ las aves y los monos.

Todas estas actividades que se involucran cuando se refiere a la recolección,

sugieren que el bosque es un espacio que se construye no solo en las representaciones que

se tienen de éste, sino en la práctica misma de habitarlo y aportar energía en su

reproducción y productividad a lo largo de muchas generaciones. A lo largo de este

capítulo se abordaron las actividades productivas pero se ha hecho énfasis en que en la

123

práctica de cada una de ellas puede estar presente cualquier otra, que cada una de ellas se

contiene en una sola trama de relaciones sociales y ecológicas. Al interior de la familia

trazando posiciones, entre vecinos y parientes estableciendo alianzas y cooperación y con

los cowores de la misma manera imponiendo límites, alianzas y negociaciones. Se ha

observado que las relaciones sociales se manifiestan en la manera de llevar a cabo las

actividades de producción y obtención de alimentos y que las relaciones ecológicas están

histórica y culturalmente construidas a partir de estas prácticas que se enmarcan en una

particular concepción del espacio. Desde ésta perspectiva se puede decir que la historia de

las relaciones sociales y ecológicas manifiestas en estas prácticas están inscriptas en las

representaciones del ―nosotros‖ y de los ―otros‖ a partir de lo cual se define políticamente

la forma de ocupación, uso y manejo de los recursos.

124

Capítulo VI: Construcción del Espacio Doméstico. La cocina y

la Comida

En el capitulo anterior se han abordado 4 prácticas alimenticias desde una

perspectiva amplia que intenta mostrar cómo, a pesar de que analíticamente puedan

disociarse, están culturalmente diseñadas de tal manera que se articulan en múltiples

funciones de la vida social de los waorani e involucran a los sujetos en la construcción de

su identidad. De cualquier manera el abordaje realizado en el capitulo anterior ha

enfatizado en el aspecto productivo al referirse a la ―cacería‖, la ―horticultura‖, la ―pesca‖ y

la ―recolección‖. Lo que ha quedado claro, es que ninguna de estas actividades está

diferenciada cosmológicamente para el grupo waorani, ni diferenciadas cotidianamente en

la práctica. Este capítulo aborda otra etapa de las prácticas alimenticias que es

concretamente el consumo, instancia que se da indiscutiblemente en cualquier momento

del proceso productivo anteriormente analizado, pero que adquiere mayor visibilidad, y

por lo tanto facilita el análisis, en tres espacios específicos: la cocina, la preparación de

alimentos y el comer.

Antes de desarrollar el análisis de estos espacios, tal como han sido observados y

registrados en el trabajo de campo, es preciso subrayar que; producción, circulación y

consumo, no son solo esferas interdependientes, sino que se comprenden mutuamente.

Por ejemplo, cuando un sujeto va la chacra está produciendo energía (alimento) por medio

de su trabajo o esfuerzo físico en el cual consume su energía, de tal manera que la energía

circula entre el sujeto y la naturaleza. Lo mismo acontece cuando alguien se alimenta, está

consumiendo energía y simultáneamente está produciendo nueva energía, la energía

circula incansablemente en la naturaleza. Teniendo en cuenta esto, es que el siguiente

capítulo aborda el ―consumo‖ de alimentos como un acto productivo, y en particular, lo que

se alimentan son las relaciones sociales y ecológicas a partir de las cuales se construye

colectivamente la identidad del grupo.

1. Organización Social y Espacio Doméstico

1.1 Viviendas y Hogares

125

Uno de los

aspectos más

evidentes respecto

de los cambios en

la organización

social waorani se

manifiesta al

analizar la vivienda

como espacio

familiar. Tal como

se ha mencionado

en el capítulo IV, lo

primero que se

modificó con la

intervención del

ILV son las

relaciones sociales a partir de los matrimonios y las alianzas. Se impuso la monogamia y se

fomentaron matrimonios entre grupos huarani y con cowores (principalmente kichwas).

Con esto gran parte de la tradicional forma de parentesco es modificada. Para comprender

un poco más cabalmente como que es que se fue transformando la dinámica de alianzas,

matrimonios y parentesco sobre los cuales se organizaban los grupos, hay que recordar la

clasificación tradicional waorani: huaomoni, huarani, y cowore.

Por lo general los nanicabos que se consideraban huaomoni residían relativamente

cerca uno de otros y constituían una unidad endógama. Además de estas características

para distinguir al grupo huarani del huaomoni, existían otras como las visitas frecuentes,

la participación en fiestas y los matrimonios. No obstante, los patrones de alianza y unidad

o de enemistad fluctuaron entre huarani y huaomoni de acuerdo a las circunstancias

históricas y en ocasiones debían celebrarse matrimonios con grupos huarani con el fin de

establecer alianzas estratégicas. Los matrimonios waorani se llevaban a cabo a partir de

arreglos previos establecidos por los abuelos del nanicabo quienes escogían a otro grupo

para conformar alianzas por medio de matrimonios, por lo general estas alianzas se

entablaban en grandes fiestas en las que se reunían varios nanicabos.

21.Familia de Guewa y Vero. Quehueiri-ono, 2009. Foto: Citlali Doljanín

126

Las viviendas de los antiguos waorani, las malocas, respondían a esta organización social

que se basaba en la familia extendida (nanicabo y uxorilocalidad) y alianzas matrimoniales

al interior de un grupo mayor definido (huaomoni). Los matrimonios entre grupos

considerados huarani, no eran frecuentes ni lo preferible, pero a veces eran necesarios.

Antes de la ―civilización‖, sin embargo, no era pensable un matrimonio con los cowore,

cosa que actualmente ocurre con alguna frecuencia. Rival expresa que los cambios en la

idea de parentesco y matrimonios tienen que ver con las nuevas vivencias sociales, pero

que la lógica bajo la cual se elaboran alianzas no ha cambiado en los sustantivo. Esto se

debe a que las categorías sociales (como huarani, huaomoni, cowore) han adquirido

nuevos contenidos a

partir del contacto

sostenido. El grupo

waorani ha tomado

conciencia de ser un

grupo étnico y parte

de un estado

nacional junto con

otros grupos étnicos,

de esta forma se

producen

redefiniciones de

unidades exogámicas

y endogámicas (Rival

1996).

Los cambios en los materiales y el diseño de la vivienda van acompañados a las

redefiniciones de las unidades endogámicas y exogámicas. Se reflejan en las

modificaciones en la construcción y el uso del espacio doméstico. Como se ha mencionado

en el capítulo anterior, las viviendas actuales se parecen más a la forma de kichwa de

construcción que a la de los ―antiguos waorani‖, aunque en ambas comunidades hay por lo

menos una maloca. La de Quehueiri-ono pertenece a Guieme y Nemo (ver foto N°10

capitulo V) y está ubicada en la comunidad. Es utilizada tanto para recibir a los turistas

como para otras actividades comunales, reuniones o simplemente juntarse a conversar o a

ver películas. La de Gareno pertenece a Monca, y no ha sido observada en el trabajo de

22.Casa de Wepe y Tamaye. Gareno, 2009. Foto: David Hidrobo

127

campo, ya que está alejada de la

comunidad y no se utiliza para fines

comunales hasta el momento. Las

viviendas actuales de ambas

comunidades son elevadas del suelo,

hechas con madera y techos de zinc.

Sin embargo, casi todas tienen un

recinto de techo tejido con hojas

porque es más fresco, espacio dónde se

pasa la mayor parte del día. A pesar de

los cambios en el diseño y los

materiales, y con ello el uso mismo del

espacio doméstico, las casas siguen

siendo hechas de la mano de quienes

las habitan. De manera que responden,

no solo a las condiciones socio-

históricas (―civilización‖ y re-negociación de relaciones

con los kichwas), y mucho más allá de una simple

―aculturación‖, las actuales viviendas de los waorani

responden además a la determinación de quien las hace en función de su familia, de los

gustos y requerimientos domésticos, como por ejemplo el número de hijos. De manera

que, lejos de ser un capricho histórico o una ―aculturación‖, las viviendas responden a una

forma culturalmente diseñada de reorganizar su propia existencia en un nuevo contexto.

Por un lado el cambio en los materiales de construcción no llega a ser una

sustitución total de la manera tradicional. Las viviendas han ―incorporado‖ nuevos

materiales, la madera ―sangre de gallina‖ y el zic, pero los materiales ―tradicionales‖, que

podrían haber sido hunguragua, guadúa (Guadua angustifolia) o pambil (Iriartea

cornuto), continúan presentes en casi todas las viviendas, ya sea en los recintos techados

con hojas de hunguragua y en la estructura de caña, como en las malocas. La

incorporación de nuevos materiales tiene una razón práctica y es que son más duraderos.

Si tenemos en cuenta que los ―antiguos‖ no fijaban su residencia por periodos de más de 6

meses (y en el tiempo que los cowore eran además no humanos caníbales muchas veces

menos de 6 meses), tiempo después del cual se marchaban quemando la vivienda, se

explica que los materiales empleados no requerían ser ―duraderos‖. Desde que los waorani

23.Mencay construyendo maloca. Gareno, 2009. Foto: Citlali Doljanín

128

comenzaron a construirse como residentes de comunidades lo precisan, dado que las

comunidades se definen como tales

por su ubicación permanente en el

espacio. En segundo lugar, las

redefiniciones en las formas de

residencia que han provocado la

monogamia y la residencia con

familia nuclear, se expresan las

modificaciones en cuanto a la

construcción del espacio. Las

grandes malocas donde antes vivían

las familias extendidas, se utilizan

ahora para actividades comunales,

actualmente los hogares están

compuestos por parejas monógamas

y los hijos e hijas solteros/as.

Siempre existe la posibilidad de vivir

con los suegros, aunque por lo

general una vez que se una pareja se

―casa‖ y deciden donde residir,

comienzan a construir sus casas propias. También es común que los abuelos y abuelas

residan con sus hijos/as que ya conforman parejas adultas. Las casas ya no son de hojas de

palma, grandes y compartidas en un espacio continuo sin paredes. Lo que ha sucedido es

que, en consonancia con los nuevos patrones de residencia, han adquirido el diseño kichwa

y al interior de las viviendas se dividen habitaciones, o por lo menos se diferencia y limita

con una pared, el espacio de comer y cocinar del de dormir.

Estos cambios que se observan en la construcción y uso del espacio tienen sus réplicas

sobre el nanicabo que describe Rival:

…el reparto dentro del nanicabo y la realidad física de comer lo mismo y dormir bajo el

mismo techo implican una cercanía tan fuerte que los miembros del nanicabo sienten que

comparten una esencia física, sean o no parientes consanguíneos. Si se acepta que los

residentes del nanicabo se ven a sí mismos compartiendo la misma sustancia a través de la

24.Mencay construyendo maloca. Gareno 2009. Foto: Citlali Doljanín

129

consumación diaria del mismo alimento, del compartir el mismo espacio, y del hecho de

seguir a la misma pareja de ahuene, es fácil comprender la fuerza simbólica que tiene la

residencia natal. Toda disrupción de este elemento fundamental del orden social está

vivida con terrible ansiedad (Rival 1996:142).

Es cierto que cuando, al aplicar los cuestionarios que indagaban sobre ―Salud

Emocional‖, se les preguntaba a los informantes que cosas los entristecían las respuestas se

remitían al recuerdo de sus parientes, es muy difícil imaginar lo que han experimentado

los grupos waorani con la transformación de las pautas de convivencia. La instauración de

la familia nuclear como pauta de residencia se compensa, en cierta medida, en tanto y en

cuanto las viviendas están más cerca unas de otras y gran parte del nanicabo reside en la

comunidad, de esta manera el reparto de alimentos se reproduce por medio de modelos

tradicionales de participación en las actividades productivas que se encastran a las actuales

formas de residencia. Esta situación de permanencia en los modelos tradicionales de

participación y cooperación al interior del nanicabo ha sido observada en el análisis sobre

la chacra del capítulo anterior. Otros aspectos de la participación en las actividades

productivas pueden derivarse del análisis del capítulo anterior a través de los roles sociales

descriptos hasta dónde los niños aportan a la economía del hogar y a su propia

alimentación.

Para comprender ahora como se encastran a las nuevas formas de residencia es

interesante analizar quiénes y porqué viven en cada comunidad. Al aplicar los

cuestionarios demográficos se nota la recurrencia de parentesco que existe entre ambas

comunidades y con otras comunidades, particularmente de Wentaro, Apayka y

Nenquepare, entre las cuales predominan lazos entre hermanos/as. Estas relaciones

evocan a gran escala un grupo huaomoni. De las primeras familias que vivieron en los

primeros tiempos en Quehueiri-ono se han dispersado asentándose en las comunidades de

Gareno, Wentaro, Apayka y Nenquepare. El éxodo de Quehueiri-ono, hacia Wentaro y

desde allí a Gareno se explica, según los informantes, por algunas razones que pueden

resumirse en tres: desacuerdos políticos, protección del territorio y vivir junto alguna otra

familia emparentada. De esta manera es posible encontrar en las comunidades muchas

familias emparentadas y se comprende que la circulación de alimentos se mantenga dentro

de los circuitos del nanicabo, ya sea por proximidad o por visitas.

130

A pesar de los cambios en la organización social que son visibles en la construcción y

ocupación de las viviendas, en el trabajo de campo se observa una continuidad en cuanto a

la manera en a que se lleva a cabo la formación de lazos de parentesco y afinidad. Motivo

por el cual quizá los antiguos lazos de parentesco que definían un nanicabo y un grupo

huaomoni adquieran ahora la dimensión de redes de parentesco que se ven entre

Quehueiri-ono, Gareno y Wentaro. Las actuales parejas que se entrevistaron se forman

por medio de arreglos previos (al igual que los ―antiguos waorani‖) por parte de los

familiares ―tutores‖ que por lo general son los padres, pero también pueden intervenir los

hermanos o tíos. Los móviles pueden ser igual muy diversos, desde que la pareja

simplemente perfile empatía mutua y que los familiares tengan buenas relaciones hasta

que los familiares tutores consideren la necesidad de establecer una alianza por razones

prácticas. Dentro del primer caso se encuentra la pareja de Obe y Uñari, por ejemplo.

Cuando le pregunté a ella porque se había casado con Uñari y cómo había sido, respondió:

―Mi papá me preguntó si yo quería casarme y vivir con él. A él -Uñari- le preguntó su tío.

Así es la costumbre. Nos sientan y nos preguntan: ¿Quieres o no?‖ (Obe, Quehueiri-ono,

31/03/09). En el segundo caso quizá se pueda mencionar la pareja de la hermana del

presidente de Quehueiri-ono que se casó con un colombiano carpintero. El matrimonio

fue arreglado por el hermano de ella y Jorge (el marido colombiano) es el carpintero oficial

de la comunidad que trabaja bajo las directivas del presidente, hermano de ella. Lo cierto

es que como dice Gaba (residente de Gareno) ―Nosotros hicimos como los waorani, otros

locos se enamoran‖.

1.2 Uso del Espacio Doméstico: La Cocina.

Además de ser el lugar en el que se cocina, es el

origen del humo, la sequedad y el calor. Con el

humo se repelen los insectos y el calor es esencial

para las noches húmedas y frías, con su efecto

secador el fuego opone el espacio doméstico y su

confort a la humedad del exterior (Rival

1996:157).

La presencia del fogón en la vivienda de la mayoría de los pueblos indígenas, y con

certeza en la historia humana, adquiere relevancia al momento de pensar en la

construcción y uso del espacio doméstico. La tarea de pensar esto último puede llevar a

131

revelar lógicas de organización y formas de llevar la vida que se expresan en los espacios

habitados, creados mediante esos actos de ocupación.

La manera tradicional de convivir de los waorani estaba conformada, como se dijo,

por “nanicabos”. Grupos compuestos por dos o tres familias extensas que podían a llegar a

30-40 personas bajo el mismo techo, en casas como las malocas. Los grupos familiares

eran liderados por un matrimonio mayor que podía estar conformado por un hombre y

algunas mujeres, sus hijas y compañeros de ellas e hijos/as solteros. En Quehueiri-ono

había dos abuelos que habían tenido, en otros tiempos, algunas mujeres más y en Gareno

un abuelo, el Monca. Dentro de este espacio compartido por una familia tan numerosa,

había varios fogones de manera tal que cada mujer casada tenía un fogón.

El fogón, tal vez más que la

hamaca, es un signo de conyugalidad... ya

que el fogón se convierte en el signo del

nuevo estatus de la novia dentro de su

nanicabo natal, el signo de su separación

definitiva de la madre. Sin embargo, es

en realidad el lugar tanto del marido como

de la mujer (Rival 1996:145)

Si bien actualmente la mayoría de las

familias tienen, en ambas comunidades,

una cocineta su uso no es generalizado y

siempre depende de la disponibilidad de

garrafas de gas, particularmente más

complicado en Quehueiri-ono. Lo más

común es que cocinen con leña. Todas las

casas tienen su fogón y el fogón es un

espacio de reunión de la familia, por lo general se encuentra ubicado en un lugar de la casa

a donde todos pueden acceder, no se lo encuentra oculto o alejado, por el contrario

permanece en sitio visible para quienes son de la familia y para los que no también, dentro

de la casa es un como ―espacio público‖. En algunas casas se lo puede ver en el suelo de

tierra y cerca cuelga una hamaca, donde se sientan quienes cocinan, por lo general las

mujeres, pero no exclusivamente. La cocineta a diferencia del fogón, puede estar ubicada

26. Mencay, cocinando en cocineta. Gareno, 2009. Foto: Citlali Doljanín

132

en cualquier parte, arrinconada y/o alejada y nadie se reúne alrededor de una cocineta a

calentarse y conversar.

Se ha observado durante el trabajo de campo que algunos miembros de la familia

duerman en el espacio del fogón, a veces la familia completa, aunque haya paredes y

habitaciones. Y difícilmente falte cerca del fogón una hamaca, actualmente el fogón sigue

reuniendo a la y las familias, lo mismo que la única maloca de la comunidad de Quehueiri-

ono. En la maloca de Guime y Nemo es donde, por lo general, se juntan los habitantes de

Quehueiri-ono a ver las películas coreanas de kung-fu, allí se realizan a veces los

―programas‖61, algunas reuniones o simplemente cuando comienza a caer la tarde van

llegando algunos habitantes a conversar.

Otra observación en relación al fogón es que en el mismo se cocina siempre la carne

de monte y la yuca (o la chonta) en grandes ollas para hacer la chicha, en la cocineta se

cocina arroz, fideos y puede que se friten unos plátanos. Es posible, si no hay gas, que todo

61 Los programas son eventos comunitarios organizados para celebrar diversas ocasiones como bienvenidas

y despedidas, el baile y la exposición y venta de artesanías cuando ingresan los turistas a la comunidad, etc.

27. Abuela Gueba y su fogón. Quehueiri-ono, 2009. Foto: David Hidrobo

133

lo que hace en la cocineta se haga en el fogón, pero nunca viceversa que ya por una

cuestión de tamaño y practicidad es inútil.

2. Dieta: Preparación de Alimentos y Comida.

…cuando llegó Moi y le fuimos a ver, nos pidió que le ayudáramos, al día siguiente, a

limpiar su chacra. Con David aceptamos de buena gana. Estuvimos conversando un

rato más y nos mostró una zariguella que estaba ahumándose y que le darían a los

perros “porque ellos ya habían comido venado”. Tamaye cogió una cabeza de plátano

oritos y le dijo algo en waotededo a Moi, éste nos ofreció los plátanos. Luego nos dio

una cabeza de plátanos verdes y yuca. Listo el pago, por anticipado, de la minga en la

chacra. Salimos de lo de Moi y pasamos por la Guieme, allí estaba Nenecoua a quién le

habíamos llevado maíz tostado en la mañana. Nene nos preguntó si comíamos

mono…Le dijimos que sí. El habló con Nemo algo en waotededo y ella nos convidó un

plato con mono y verde cocido. Guieme lo había encontrado regresando de Gareno.

Nosotros le dejamos a Nemo la cabeza de verdes que nos había dado Moi.

(Diario de Campo, Quehueiri-ono, 2009)

2.1 Tabúes: Cambios y Permanencias, Experiencias de la Edad.

“Y cuando aparecieron los waorani, hombres y mujeres,

buscaron a las plantas y animales buenos para comer y

evitaban o mataban a los peligrosos” Deta 62

(Cabodevilla 1999: 34)

Los ―tabúes‖ alimenticios han sido ampliamente abordados por la antropología desde

diversas perspectivas, más allá de las razones teóricas que se propongan al respecto, los

llamados ―tabúes‖ alimenticios indican en cada cultura que es apto para el consumo

humano y que no lo es. Se trata de un conocimiento particular respecto el medio ambiente

que habita un pueblo y se sostiene en una concepción propia de lo que es salud o bienestar.

Establece, por medio de ciertas prohibiciones y/o advertencias, normas y maneras de

hacer, en este caso relacionadas a la dieta, que se comparte, y construye, colectivamente.

Por esto es que es un indicador cultural y étnico tan fuerte. Este conocimiento, se crea y

re-recrea viajando de generación en generación, a veces en cuentos o leyendas, en

62 De un relato grabado por Lino Tagliani en 1989 a Deta.

134

definitiva es lo que enseñaban los abuelos. ―Los padres y abuelos decían que el buen

alimento eran las aves, los otros animales no se comían, decían que eso era como ahora el

gallinazo‖, así es como me lo explico Guieme en Quehueiri-ono, durante la aplicación de

un cuestionario de dieta.

Los waorani con los que se ha conversado expresaron que antes de la civilización

los antiguos waorani solo comían mono chorongo, aves y huangana. En el capitulo

anterior se ha mencionado en qué circunstancias se comían estas carnes, los monos en la

época de engorde que es cuando las frutas maduran y las guanganas cuando se avecinaban

en los asentamientos. También el simbolismo que cada una condensa, los monos y las

aves, cazados con bodoquera, como espacies arbóreas asociadas a la categorías de

personas y las guanganas, cazadas con lanzas, asociadas a grupos invasores. No comían

otros animales del monte, como sajino (Tayassu tajacu) o guanta (Agouti taezanowskii),

dos de las carnes más consumidas actualmente y tampoco consumían pescado.

En el trabajo de campo el tema de los tabúes no ha sido profundizado mucho, pero

se ha observado que si bien han existido ―tabúes‖ sobre las diferentes carnes, como contaba

Guewa que ―se decía que el sajino enfermaba y que el venado era como el diablo‖, muchas

veces es también una cuestión de ―gustos‖ que permanecen hasta la actualidad. Como

dicen Dabo y la abuela Gueba (y también Tamaye) de la capibara (Hydrochoerus

hydrochaeris), que no la comen porque es ―apestosa‖. De igual manera, existen otros

animales como el oso hormiguero o sapos (que los kichwas si comen) que los waorani no

consideran dentro de su dieta, la carne de oso hormiguero ―porque es muy blandita como

moco‖ dijo Nenquivi. Esta permanencia en la selectiva dieta de los waorani debe mirarse

también a la luz de sus posibilidades y la disponibilidad de especies que tiene el territorio

waorani. Entonces en Quehueiri-ono y en menor medida en Gareno, siguen gozando de la

posibilidad de no comer ciertos animales. Una tarde me hallaba en la casa de Domingo

Wepe en Quehueiri-ono, Domingo es un waorani de padre y madre que se casó hace 16

años con una mujer kichwa y con ellos vive la familia de ella. Esa tarde, me encontraba

desprevenida cuando llega el profesor Remigio -kichwa- y me dice ―coja esto‖,

ofreciéndome lo que tenía entre sus manos. Coloque mis manos para recibir lo que me

ofrecía y cayeron un montón de pequeños gusanos amarillos, me asusté y los solté

inmediatamente. Todos rieron, y Remigio me explicó que eso se comía. Inmediatamente

Domingo especificó, para que no quede ninguna duda de lo relativo de la dieta, que ―ellos

comen‖, refiriéndose a los kichwas. El comer o no comer esos gusanillos, entre otro

135

montón de especies, establece una diferencia étnica que Domingo mantiene a pesar de 16

años de convivir con sus parientes kichwas.

La manera progresiva en las que nuevas carnes de monte ingresaron a la dieta

waorani es evidente si se la aborda desde una lectura generacional. Esto es posible a partir

de las respuestas que los informantes han dado ante la pregunta de qué come ahora que no

comía de niño. De los veinte entrevistados, catorce mencionan la comida de afuera como

alimento que ahora consumen y antes no, la edad de estos informantes es desde los 45

años para abajo. Mientras que los mayores, de los 50 años en adelante en vez de

responder comida de afuera o mencionar algún alimento de afuera, dijeron que antes no

comían los animales del monte que no estaban considerados como buenos para comer,

tales como el venado, la capibara, el bagre, el sajino y pescados en general. Otros dos

dijeron que no recuerdan, éstos últimos kichwas, lo que demuestra que los ―tabúes‖

alimenticios no están inscriptos de la misma manera que entre los waorani. Una lectura

posible sobre estos datos está en la consideración de que los más ancianos han

experimentado el cambio en la dieta más drásticamente al incorporar otras carnes de

monte reconociendo una continuidad con los ―antiguos‖ waorani. Mientras que para los

jóvenes esta experiencia no está incorporada como un cambio y lo que reconocen como tal

es la incorporación posterior de la comida de afuera.

Con respecto a la pregunta invesra, que comía de niño que ya no come, la mayoría

respondió que ―nada‖. Pero se sabe que los ―antiguos‖ waorani ingerían bastante chicha de

hunguragua, sin embargo de las personas entrevistadas solo los dos más ancianos de

Quehueiri-ono, Guieme y Dabo, recuerdan y beben, a veces, chicha de hunguragua. Quizá

Monca y Nene también la recuerden y la consuman pero no han sido entrevistados al

respecto. Todos los demás informantes no la mencionan como un alimento que

consumían antes y que no consuman ahora, ni como un alimento que les guste,

directamente la chicha de hungurahua no aparece en los cuestionarios de dieta (a

excepción de los dos informantes mencionados), ni fue observada durante el trabajo de

campo. Del resto, Moisés en Gareno mencionó un fruto llamado en waotededo kawano

que no se ha podido identificar, Omare que también reside en Gareno, dijo animales que

escasean actualmente en Gareno, como la pava y el paujil.

136

2. 2 La Preparación de la Carne y sus Diferencias Reveladoras

Durante el tiempo de trabajo de campo me he detenido algunas veces a observar las

maneras de hacer y de considerar los alimentos no solo entre los waorani, sino también en

las maneras particulares de los kichwas. Las diferencias entre cómo y qué presas preparan

kichwas y waorani, y los discursos con los cuales se identifican con lo que comen, fueron

un insumo importante para pensar el alimento desde una perspectiva cultural, la comida.

Estas diferencias, vistas desde la construcción de las identidades, funcionan como

fronteras étnicas a las cuales los sujetos se adhieren y re-construyen. Para que dichas

diferencias funcionen, además, como fronteras étnicas deben reflejarse en la mirada que

los grupos tienen de sí mismos y de los ―otros‖. De tal manera que la identidad se

construye también dentro de una dinámica especular, como mirarse en un espejo que

muestra lo que no se es.

De la misma manera en que los

waorani rechazan algunos animales de

monte como propios para el consumo

(quizá no como prohibidos sino como

insanos o poco apetecibles), no

―aprovechan‖ todo el animal para

comer. En relación a esto recuerdo

particularmente la situación entre una

familia kichwa mientras se aseaban

las tripas de pescado para su posterior

consumo. La señora kichwa que lo

hacía comentaba que ―todo eso, bien

limpio, se puede comer‖ pero que los

waorani ―todo esto lo botan‖. No

podría precisar si este comentario se

sostiene, en este caso en particular, en

una extensión de la idea que los

kichwas tienen de que los waorani no

están ―del todo civilizados‖ y entonces

―no saben cómo hacerlo‖, o si la razón

28. Preparación de mono. Quehueiri-ono, 2009. Foto: David Hidrobo

137

del mismo estaba dirigido a la selectividad de los criterios alimenticios waorani. Lo cierto

es que efectivamente los waorani no consumen el 100% de la carne de un animal y lo más

general es que las vísceras sean para los perros.

De la misma manera que los kichwas expresan éstas ideas de los waorani, los

waorani expresan sus ideas sobre los kichwas. Por ejemplo, en una conversación informal

que tuve con Uñari, hizo un comentario sobre la ―pobreza de los kichwas‖. Él sostenía que

los kichwas son ―pobres‖ y por eso ―comen de todo‖. Son pobres, a su vez, porque ―han

parcelado sus tierras‖, y eso ocasionó la disolución del territorio y, con ello, la posibilidad

de cuidarlo. Bajo este razonamiento los kichwas, a diferencia de los waorani, no pueden

escoger lo que comen, deben comer lo que tienen (sapos, oso hormiguero y otras carnes

que los waorani no consideran propias para el consumo humano). Estas observaciones se

refuerzan con algunas consideraciones realizadas en el capitulo anterior sobre la

valoración que los waorani tienen de su territorio, los conocimientos, experiencias y

relaciones que han construido a lo largo de su transitar por el bosque.

Otra cosa que se puede observar a partir de los ojos de los kichwas y que se

confirma en las observaciones de campo, es que los waorani si bien ahúman la carne para

conservarla, no existe una tendencia a racionarse para que dure más de lo alcanza. Se

sirven porciones grandes, convidan y si queda simplemente siguen comiendo o venden.

Los kichwas en cambio, contaba Remigio el profesor de la comunidad, se sirven porciones

pequeñas y tratan de que la carne dure lo más posible. Efectivamente, como lo explica

Rival, los waorani expresan una idea de abundancia ―natural‖ (ya que el aporte humano es

considerado también ―natural‖) con respecto al bosque (Rival 1996). Por lo tanto no han

desarrollado temores ante una idea de ―escasez‖ (tal como vimos en el capitulo anterior

cuando se les pregunta sobre conservación) y, en consecuencia, tampoco han generado

prácticas de ―ahorro‖ de la manera en que lo expresa Remigio. Entre los waorani, como se

hizo alusión anteriormente, ―repartir‖ al interior de la familia (o nanicabo) y ―compartir‖

entre los vecinos, es la política. Para los waorani el compartir y repartir el alimento es una

manera muy importante de establecer y mantener relaciones sociales, nutriéndolas; el

alimento, en este sentido, tiene una función irremplazable que no puede primar más que el

―ahorro‖.

138

2.3 Consumo. Repartir la Carne para que sea Comida.

Guieme expresaba, cuando se le pregunto que era para él una ―buena cacería‖, que;

―Es buena cuando consigo, no por mí, sino por toda la familia‖. Se dijo que generalmente

los waorani practican la cacería individual por sobre la grupal. A partir de la expresión de

Guieme puede tenderse el vínculo de la cacería como una actividad que, si bien se ejecuta

de manera individual, se consume de forma grupal, uniendo al hombre waorani como

sujeto a la familia y al grupo. Al entregar el producto de su actividad ―individual‖ a su

familia y a sus parientes o vecinos, para el consumo, el hombre consolida su posición en el

grupo, como hombre, como esposo, como hijo y como padre, alimentando las relaciones

que lo definen dentro de cada uno de estos grupos.

Una escena común en Quehueiri-ono eran los niños exigiendo a sus padres carne de

monte, la manera en la que se expresa el hambre y la medida en la que se sacia es la carne

de monte. La carne de monte es ―comida‖ en tanto no solo satisface las necesidades

nutricionales y aplaca el hambre, por lo demás propiedades que también tiene la chicha,

sino en la medida en que cuando se la come, se la come con la familia. Cuando hay carne

todos los miembros de la familia comen, y comen juntos. Dos observaciones se pueden

traer a colación que parecen ilustrar esta idea de ―la carne como comida‖ y no solo como

alimento, basadas en cómo y con quiénes se la consume. La primera es si la se la compara

con otro alimento altamente simbólico (y de consumo ordinario) en la comunidad como lo

es chicha de yuca. Se puede observar que la misma se consume con mucha más frecuencia

(en todas las casas siempre hay chicha), pero la chicha es un alimento que puede

consumirse a cualquier hora, en cualquier momento, los niños piden chicha, alguien

cualquiera en cualquier momento se sirve chicha cuando necesita nutrirse. Lo hace

cuando lo siente necesario, puede estar solo o acompañado, no importa. La segunda

observación se deriva de cuando aplicaba las ―Memorias de dieta‖63 y preguntaba que

habían ―comido‖ durante el día. Muchas veces respondían que no habían comido,

entonces insistía y les preguntaba si habían ingerido chicha o alguna fruta de monte y

efectivamente lo habían hecho, ―pero eso no es comer‖.

Los integrantes de la familia aguardan con esperanza la llegada del cazador y el

fuego está esperando desde siempre, cuando llega la presa se la prepara inmediatamente.

63

Es un técnica que consiste en que el informante recuerde lo comió en las últimas 24 hs.

139

Si el cazador está muy cansado, después de entregarle la presa a la mujer, se sienta en la

hamaca a descansar, si no está muy cansado y tiene ganas, entonces ayudará a la mujer.

Lo primero que se hace con todo animal es quemar el pelo directamente en el fuego, de

tanto en tanto se le pasa la hoja de machete para quitar el pelo quemado y se va rotando la

presa por el fuego hasta que todo el pelo está quemado. Luego se lo faena en piezas y se

separa lo que se comerá en ese rato (cada miembro de la familia debe recibir su porción, si

está ausente se le guarda). Con esas presas seleccionadas para el consumo inmediato se

prepara una sopa a la que se le incorpora plátano o yuca cocinados. El resto queda

ahumándose ya sea para comer al día siguiente o para brindarle a alguien más. Una vez

que la sopa esta lista todos los integrantes reciben su plato y se sientan en distintos

lugares, cerca del fogón, donde se continúa ahumando el resto de carne, a comer juntos.

Es muy probable que en ese momento el cazador converse a los presentes cómo ha sido la

cacería. No he observado una constancia tan marcada en cuanto a las maneras de comer

entre los waorani, como cuando se come carne. Todos los demás alimentos, incluso la

comida de afuera, pueden prepararse y consumirse a solas, pero cuando se come carne, se

come con toda la familia invariablemente.

2.4 Chicha para los Invitados

―La palabra para la yuca, queñe, se puede traducir literalmente

como ―lo que habrá de comer‖; y la palabra para ―felicidad‖,

huatape toca inte, como ―nos reíamos con alegría cuando sirven

otra vez la bebida de yuca‖ (Rival 1996: 212).

Rival hace un análisis simbólico de la chicha de chonta y chicha de yuca, (la primera

asociada a recolección y la segunda al cultivo) a partir de esto se pueden observar algunos

cambios en relación a las prácticas alimenticias de los grupos waorani en los últimos 10

años, y a la vez algunas permanencias. En las observaciones de Rival, la chicha de chonta

se comparte fundamentalmente entre grupos emparentados (nanicabo, huamoni) como

una forma de establecer alianzas matrimoniales. La chicha de yuca, a su vez, se utiliza

para compartir con los visitantes y establecer otro tipo de alianza con grupos considerados

huarani. La chonta es un árbol que tiene un íntimo vínculo con el pasado, ya que fueron

mayoritariamente plantados por los ancestros, de crecimiento lento y larga vida, cuyos

frutos son exclusivos de ciertas temporadas, temporadas en las que los waorani

140

aprovechaban para celebrar sus matrimonios, celebraciones en las cuales se compartía,

justamente, la chicha de chonta. La yuca en cambio es una planta de crecimiento rápido y

vida corta, que los grupos siembran en donde se asientan. Según Rival, la chicha de yuca

era utilizada por sus informantes para compartir en ciertas ocasiones en las que se

juntaban con grupos harani o visitantes cowore, la chicha de yuca no se consume entre la

familia del nanicabo (Rival 1993).

Durante el trabajo

de campo para el

proyecto NSF no se ha

asistido a la temporada

de chonta entre los

waorani específicamente,

razón por la cual se

dificulta hacer un análisis

sobre su consumo y

simbolismo, sin embargo

es evidente que la chicha

de yuca ha modificado su

lugar en la dieta de los

waorani en Gareno y

Quehueiri-ono. La chicha de yuca es un alimento que se encuentra presente en todas las

viviendas, sin excepción. Puede que en algunas se consuma más que en otras, pero la

chicha de yuca es una constante en todos los hogares. En este sentido, existe una

correspondencia entre las observaciones realizadas en el capitulo anterior sobre el nuevo

rol de la chacra en la organización social waorani, es decir que esto último va acompañado

de un cambio en la dieta en el que se intensifica el consumo de chicha de yuca. Ahora lo

interesante es analizar las implicancias de estos cambios a la luz de los múltiples sentidos

que adquieren los alimentos en la organización social actual de los waorani. Primero se

van a realizar algunas consideraciones de las observaciones de Rival cuyo trabajo de campo

transcurrió hace aproximadamente 10 años en relación al tema particular de la chicha de

yuca. Luego de realizar estas consideraciones, y habiendo expuesto las observaciones

propias al respecto y establecido los cambios, se procederá a interpretar las implicancias

sociales y culturales de estos cambios en relación a la construcción de las identidades

29. Vero preparando chicha. Quehueiri-ono, 2009. Foto: David Hidrobo

141

waorani por medio de la definición de grupos de pertenencia y particulares formas de

hacer.

2.5 Re-estructurando Relaciones Sociales: La Chicha de Yuca Nutriendo Relaciones.

Rival realiza un profundo análisis de las maneras de repartir y compartir el

alimento entre los waorani. La propuesta de la autora es que el reparto se lleva al interior

del nanicabo y se rige por la lógica de la reciprocidad, se establece, principalmente, por la

pareja constituida. El compartir, en cambio, es una lógica más parecida al ―regalar‖ en la

que esta disociado el dar del recibir, es más bien, dar, obsequiar, en cualquier caso, no

implica una ―devolución‖. Esta lógica es la que rige el consumo hacia afuera del nanicabo,

puede ser con un grupo huaomoni (con el que tradicionalmente se compartían los frutos de

chonta) o un grupo harani y hasta con cowores. Se lleva a cabo mediante grandes fiestas

en las cuáles únicamente se bebe chicha, de ahí que el consumo de chicha en las fiestas sea

una manera de crear y/o mantener relaciones sociales que conlleva altos niveles de

integración social (Rival 1996). ―Se siembran huertos completos sólo para fiestas. Por

ejemplo, tanto el plátano como la yuca son productos hortícolas plantados

específicamente para tener un excedente de alimento para realizar la fiesta‖ (Rival 1996:

230).

Lo que Rival explica a partir de sus observaciones poco tiene que ver, a simple vista,

con la cotidianeidad en la que todos los días se bebe chicha de yuca u chucula, como quién

se come una fruta, y se asiste periódicamente a las chacras. Inmediatamente salta la vista

el contraste de estas realidades que comenzaba a vislumbrarse en el análisis de las chacras.

Sin embargo, existen continuidades en el consumo de la chicha de yuca, cuyas

consideraciones pueden llegar a tender el puente que permita comprender este ―cambio‖

como una ―extensión‖ al nuevo contexto histórico y cultural waorani en el que las

relaciones sociales deben re-definirse invariablemente y por tanto son acompañadas de

restructuraciones en las maneras de crearlas y mantenerlas, de alimentarlas.

Según la clasificación más tradicional de los waorani se puede decir,

analíticamente, que existen tres niveles más o menos definidos de integración social que se

corresponden al nanicabo, el grupo huaomoni y los grupos harani. A éstos se ha

incorporado, y con mayor intensidad desde la llegada de los primeros conquistadores, el

142

grupo cowore. El nanicabo podría pensarse como un nivel primario en el que los sujetos

se definen dentro de relaciones, generalmente aunque no exclusivamente consanguíneas,

en el cual el reparto de comida (particularmente de carne de monte y jugos de frutas) se

lleva a cabo por medio de la lógica de la reciprocidad y juega un papel fundamental al

momento de nutrir las relaciones sociales. El grupo haomoni, en cambio, se expresa

objetivamente en el consumo compartido de frutos como la chonta y el morete asociados a

los ancestros comunes que los han plantado y del cual comparten la esencia y el derecho de

consumirlos. Finalmente las relaciones sociales con el grupo harani primero, y cowore

después, se nutren a partir del consumo de chicha en eventos festivos. Estas

correspondencias entre los diferentes alimentos y las relaciones sociales a las cuales

nutren, no son categorías excluyentes. Es decir esto no significa que no se consuma carne

entre grupos huarani o que no se comparta chonta en el nanicabo, sino que se trata de

referentes simbólicos culturalmente construidos por una tradición largamente compartida

que se sostienen en las prácticas cotidianas. Se trata entonces de que existe una co-

relación lógica entre el imaginario y la práctica, que otorga sentidos a los alimentos con los

cuales se construye la identidad. Estos referentes simbólicos de los alimentos, al estar

sostenidos en las prácticas cotidianas, varían en la misma medida que en la que ésta se

transforma, sobre todo cuando los cambios en la cotidianeidad son tan radicales, como el

caso waorani.

En los grupos focales sobre ―reciprocidad‖ realizado con hombres y mujeres de

ambas comunidades, lo evidente es que lo que más se comparte, reparte y/o intercambia

es el alimento. Con respecto a quiénes, se distinguen principalmente dos categorías: la

familia y los visitantes.

Moderador: Ajá. Y con respecto a los alimentos, entonces… ¿con

quién se comparte eso?

El traductor traduce y discuten.

Obe: Con la familia

Moderador: ¿Con alguien más?

Kengohuanto: Con cualquiera, con los visitantes.

La cita del grupo focal de mujeres en Quehueiriono del 2009 es ilustrativa de uno de los

grupos focales, pero lo cierto es que en los cuatro grupos focales existe la constante a

distinguir estos dos grupos: la familia en correspondencia al nanicabo y los visitantes que

143

pueden pertenecer al grupo huamoni, huarani o cowore. En otros términos, por ejemplo

en Gareno, Gloria lo expreso de la siguiente manera ―Yo comparto a mi suegra, a mi

cuñada y a las personas que van a visitar‖. Cuando Gloria menciona a su cuñada está

haciendo referencia a un integrante tradicionalmente considerado como huaomoni,

distinguiéndola de la categoría huarani y cowore. En el mismo grupo focal Tipa dice:

―Desde que era pequeña aprendí yo a compartir, con mi hermano, mi papá u otro. En mi

casa cuando cocinábamos, todos compartíamos. Si visitaban también, y así vivíamos

compartiendo. Es costumbre.‖

Cuando prestamos atención a lo que dice Tipa es que podemos trazar una

continuidad en el hecho tan fundamental de que el alimento es el mejor nutriente para las

relaciones sociales desde aquel tiempo a esta parte. Lo que hay que resaltar es que dentro

de la categoría de los visitantes se incluyen grupos que antes estaban definidos de otra

manera. Los visitantes de antes podían ser de dos tipos, con mayor frecuencia se trataba

de integrantes del grupo huaomoni y en menor medida harani, posteriormente con el

contacto sostenido, los visitantes fueron también cowores. Las modificaciones en los

patrones de asentamiento y residencia han transformado estas categorías y en la actual

categoría de ―visitantes‖ pueden incluir miembros del propio nanicabo, los vecinos de la

comunidad (huaomoni, huarani), los compadres kichwas (cowore), en definitiva

integrantes de grupos que antes estaban más definidos dentro de categorías como

huaomoni, harani y cowores. Como lo dice Kengohuanto, los visitantes de ahora son

―cualquiera‖.

2. 6 Nuevas Visitas. La Chicha se Comparte Estratégicamente

Las ―visitas‖, desde este punto de vista, son más frecuentes ya que puede tratarse de

―cualquiera‖. Los ―vecinos‖ de la comunidad y de otras comunidades, parientes y

familiares de la comunidad y de otras comunidades, y los cowores (entre los que están los

nativos, los namentarani, guentenemunani, recordemos todas las nuevas clasificaciones

que los waorani han creado para referirse a una gama de distinciones dentro de la pre-

existente categoría de cowore). La exigencia de ―compartir‖ con cada una de estas

categorías sigue tan vigente como antes, si lo que se quiere es establecer alianzas y nutrir

relaciones.

144

Para comprender lo que define el ―regalar o compartir‖ y el ―repartir‖ alimento

como una manera de nutrir relaciones, hay que distinguirlos y observar cómo se aplican en

la práctica y que rol cumplen los distintos alimentos en este entramado. Los waorani, a

diferencia por ejemplo de secoyas, no tienen dentro de su ―protocolo‖ de ―anfitriones‖ el

compartir alimento y cuando lo hacen es porque tienen la necesidad, el interés o la gana de

crear un vínculo específico. Para ilustrar esta idea voy a remitirme a un caso particular de

la experiencia del trabajo de campo sobre cómo esta relación se fue nutriendo con una

familia de Quehueiri-ono. Se trata de la familia de Guieme y Nemo.

Al poco tiempo de que llegamos a la comunidad, Guieme decidió adoptarme como

su hermana, razón por la cual David mi compañero, es su ―cuñado‖ o menqui. La relación

hermana/hermano es una relación fundante en la organización social waorani ya que es el

nexo entre los nanicabos y el grupo huaomoni. Cuando Guieme dispuso que yo fuera su

hermana y David su menqui nos prometió parte de sus presas de cacería. Y así fue, cada

vez que Guieme cazaba algo, enviaba a que uno de sus hijos nos anuncie que nuestra

porción de carne estaba esperando, de esta manera Guieme repartía el alimento con

nosotros. Lo llamativo era que cuando íbamos, Nemo quién además de servir la sopa con

carne, distribuía la chicha, no nos ―compartía‖ de ésta última. Nemo se mostró en

principio bastante reticente en este sentido y parecía poco interesada en nuestra presencia.

Con el tiempo de vernos con mayor frecuencia, y supongo que observando nuestro

comportamiento y participación en la comunidad, en las mingas y en la escuela fue

aceptando nuestra presencia de otro modo. Una tarde en la que se veía una película en su

maloca, ella y su hija distribuían chicha a los presentes fue la primera vez que nos convidó

de su chicha y se quedó observando atentamente cómo la bebíamos. Quizá Nemo percibió

que disfrutábamos de la chicha tanto como cualquiera, que nos gustaba y que la

consumíamos compartiendo la ―felicidad‖, huatape toca inte, como ―nos reíamos con

alegría cuando sirven otra vez la bebida de yuca‖. La sensación es que a partir de ese día

Nemo comenzó a nutrir una relación con nosotros. A los días me invitó a pescar con ella y

su hijo y luego cantó para mí por más de una hora los cantos que sus ancestros le

transmitieron.

Esta experiencia me remite a pensar y a sentir de que manera Nemo y Guieme

fueron nutriendo y encauzando un tipo de relación que se expresaba y hacía objetiva en sus

prácticas alimenticias. La independencia con la que cada uno de ellos, a partir de sus

145

propios intereses y ganas, y del producto mismo de su vida (la carne en el caso de Guieme

y la chicha en el caso de Mima) han decido cómo, cuándo y porqué alimentar una relación

con nosotros expresa, además de la fuerza del alimento en la construcción de relaciones, la

libertad con la que personalmente se construye lo colectivo. La ―integración‖ de Guieme

puede ubicarse en un nivel primario entre la consanguinidad y la afinidad, transición entre

el nanicabo y el grupo huaomoni necesaria para transformar, en cualquier caso, la

categoría de harani o cowore, en huaomoni. Nemo, por su parte, articuló la relación que

Guieme inició dentro del régimen de las ―visitas‖, particularmente un día festivo. A partir

de esta experiencia se puede rastrear la continuidad entre los alimentos y relaciones

sociales que hacen que la ―comida‖ y la ―bebida‖ sean expresiones dentro de las

construcciones de las identidades.

Ahora ¿Qué hay de lo que en la observación se presenta como un cambio casi

radical del consumo extendido de la chicha y el trabajo diario de la mujer en la chacra?

2.7 El intercambio de Alimentos: Alimentando la Paz en Tiempos de la “Civilización”.

Retomando el razonamiento de la re-estructuración que implicó la llegada del

tiempo de ―civilización‖, mis informantes asumieron en varias ocasiones como algo

positivo entre las implicancias de este nuevo tiempo, el cese de las guerras entre los

waorani. Creo que en la antropología se asume como una realidad que ninguna sociedad

puede permanecer y reproducirse para siempre estando en tiempos de guerra. La decisión

de establecer contacto ―pacífico‖ con los cowore es, en último término, de los waorani y en

esta decisión está también la decisión colectiva de modificar, para ello, sus relaciones

sociales y ecológicas, lo que invariablemente implica la dieta. Lo que se ha visto hasta

ahora es que la rígida dieta de los ―antiguos‖ ha cedido un espacio considerable a nuevos

alimentos y que hay plena conciencia de ello, lo que se presenta en este apartado es la

manera que los alimentos se reacomodan en el nuevo entramado de relaciones sociales y

ecológicas.

En este nuevo contexto que se viene forjando para los waorani en los último 10 años

ha sido preciso, tras la vida semi-sedentaria y la reorganización social, extender las

prácticas agrícolas para sostener no solo las exigencias alimenticias y nutritivas de las

familias. Además debió intensificarse para nutrir nuevas relaciones sociales con todas las

146

clasificaciones de la categoría de cowore, huaomoni, y huarani que ―visitan‖ a las familias

y a la comunidad. La intensificación en el consumo de chicha forma parte asimismo de la

estratégica manera tradicional waorani de establecer relaciones ―Nosotros siempre

cualquier cosa tenemos que brindar, igual que nosotros, si no compartimos, ellos después

van a hacer lo mismo y no van a compartir con nosotros. Empiezan a enojarse y no hay la

amistad en todo‖ (Kengohuanto, grupo focal Quehueiri-ono, 2009). Las razones del

―compartir‖ fueron definidas en términos tales como ―Porque es para tener amistad con

todas las familias‖ (Gloria, grupo focal Gareno, 2009) y ―Nosotros compartimos para

hacernos más fuertes‖ (Guewa, Grupo focal Quehueiri-ono, 2009).

Tal como en las fiestas que observó Rival, el ―compartir‖ alimento es una manera

estratégica de crear o mantener la paz, así lo explica Tamaye ―Cuando mezquinos, ellos van

a pasar peleando. Todos van a pasar peleando si dejan de compartir‖ (Tamaye, grupo focal

Gareno 2009). La paz es algo que quizá los waorani venían buscando desde hace algún

tiempo, el compartir alimento garantiza, no sin tensiones, cierto equilibrio en las

relaciones sociales. Quienes entienden que ―todo está en relación con todo‖ saben cuál es

la importancia de compartir el alimento. Y en una comunidad ―todos saben quien no

comparte nada. Caza y todo se come solito‖, este comentario de un grupo focal abrió un

diálogo entre los participantes cuya conclusión fue: ―Lo bueno es compartir con todos,

porque cuando no tenemos recibimos‖. En el trasfondo de esta conclusión se encuentra

una modificación sustantiva que parece haber implicado la extensión de relaciones sociales

que se nutren a partir del compartir alimentos. Y es que ahora la lógica de la

―reciprocidad‖, antes exclusiva del nanicabo, y el ―compartir‖, lógica aplicada para los

demás grupos de pertenencia, se han fusionado para devenir en el ―intercambio‖, una

lógica distinta para relaciones distintas. El cultivo de yuca y la chicha han sido el soporte

principal para sostener estas nuevas demandas de ―intercambio‖ tanto como las constantes

demandas de compartir y de reciprocar.

Esta apropiación que implica el consumo extendido de la chicha en todos los

niveles de integración social no se basa únicamente en necesidades materiales o de

―subsistencia‖.

Moderador: ¿Podrían vivir igual si dejan de compartir?

Tipa: Si viviríamos, igual.

Moderador: Gloria, ¿Qué pasaría si un día le dejan de compartir?

147

Gloria: Nada. Solita podría trabajar y vivir.

Moderador: Mencay…

Mencay: Cuando nadie quiere dar nada, igual tiene porque trabajan. Puedo comer yo

misma trabajando.

Moderador: Carina…

Carina: Cuando la gente deja de compartir se corta la confianza. Y sin confianza se

comienzan a ir, uno a uno…hasta desaparecer. (Grupo focal Gareno, 2009)

Lo que esta juego al construir esta apropiación es la existencia de la vida del grupo tal y

como es al presente, la posibilidad de pertenencia a la comunidad, y con ello la identidad

que se construye en un nuevo contexto y que se nutre a partir de esta estrategia. El

―intercambio‖ como una modalidad de circulación de alimentos, bienes o servicios se ha

establecido configurando un nuevo circuito económico, en el que los alimentos waorani,

son un ―poder‖ (o ―capital‖) fundamental para alimentar las relaciones sociales hacia el

interior y el exterior del grupo. Así por ejemplo;

El profesor –Remigio Mamallacta, kichwa residente en Quehueiri-ono- nos contó que

durante nuestra ausencia fue la celebración de la boda de su primo en su comunidad

natal de Pano. Éste le había dado 20 cartuchos para que llevara algo de carne de

Quehueiri-ono. El profesor los repartió entre algunos miembros de la comunidad para

que le ayuden, a cada uno le dio aproximadamente 4 cartuchos. El resultado fue:

Nenquivi 1 venado, Domingo 1 mono y 1 huanta y Guewa 1 sajino. El resto no tuvo éxito

en la cacería. A cambio, cada quién se quedó con los cartuchos que le sobraron

(Diario de campo Quehueiri-ono, 6/6/09)

De la misma manera, durante nuestra estadía en Quehueiri-ono hemos asistido a la

visita de la familia del profesor (dos tíos e hijos) que tenía como propósito llevar carne de

monte para la boda de los tíos. La visita de los parientes del profesor coincidió con la

muerte y subsiguiente entierro del fundador de la comunidad, el abuelito Ñame. La

dinámica de las relaciones con este grupo de visitantes, según mis observaciones de campo,

se desarrolló mediante la participación de la familia en algunas actividades de la

comunidad. En primera instancia la familia visitante participó de una minga en la pista de

aterrizaje para acondicionarla para el descenso de las avionetas. Y en segundo lugar,

fueron los responsables de preparar y servir el alimento para todos los asistentes al acto

fúnebre de Ñame. Cuando concluyó el entierro y la comunidad volvía a sus ritmos, Moi,

148

presidente de la comunidad e hijo de Ñame, declaró vacaciones para la cacería. Tiempo en

que los residentes de la comunidad y parientes del profesor realizaron las partidas, con

cartuchos entregados por los últimos, para satisfacer la demanda de carne de la parentela

kichwa.

A través de este tipo de ―convenios‖ interpersonales, los waorani de Quehueiri-ono

consiguen gran parte de los bienes industrializados que tienen y servicios cómo los

fúnebres mencionados o de curanderos kichwas. La aplicación de la lógica del

―intercambio‖ se ha configurado para sustituir otras formas, a veces bélicas, de adquirir

productos y herramientas, tanto como para garantizar el flujo de de alimentos, bienes y

servicios hacia adentro y hacia afuera de la comunidad, se trata de la construcción y el

diseño de nuevas lógicas para establecer relaciones sociales, en las cuales los alimentos

siguen cumpliendo un papel fundamental.

2. 8 Frutos, Pescado, Pollos y Gallinas

30. "Árboles Frutales", dibujo de Aca Nenquimo de 9 años. Quehueiri-ono, 2009.

149

Brevemente se

hará referencia a

los demás

alimentos del

bosque que los

waorani

consumen como

ser los frutos

silvestres y/o

cultivados, las

semillas y el

pescado. Se ha

mencionado que

las familias

suelen plantar

árboles frutales en

los alrededores de las viviendas, así se pueden encontrar naranjillas, naranjas, guabas,

papayas, arazá y limones entre otros. Estos árboles que se encuentran cerca de las

viviendas pertenecen a los respectivos moradores, pero a pesar de ello se asume que los

niños y jóvenes de cualquier otra vivienda pueden servirse de ellos cuando deseen. Algo

similar ocurre con los pollos y las gallinas que si bien son pertenencia de las familias que,

los crían, es muy común que los niños y jóvenes sustraigan pollos, gallinas y huevos de

cualquier vecino. Por supuesto no es del agrado de los vecinos esta situación, pero así es

como ocurre y a pesar de que los vecinos se quejen es algo que está asumido. En Gareno,

muchos residentes decían no criar animales porque se los ―roban‖. A diferencia de lo que

ocurre con los pollos, las gallinas y sus huevos, los frutos no se consideran ―robados‖, sino

que simplemente ―se los comen‖. Para con los frutos de naturaleza, por más que

pertenezcan a la familia que los ha sembrado, no se considera como un ―robo‖ el que los

consuman los niños y jóvenes de otros hogares. A su vez existen árboles frutales en las

comunidades que son para el consumo comunitario. En Gareno había inmensos guabos a

los lados de la cancha a los cuales los niños se subían, cosechaban y repartían entre los

demás niños y niñas. En la vivienda en la que nos alojamos durante el trabajo de campo es

esta comunidad, que fue la guardería en algún momento, crecían naranjillas y papayas de

las cuales los niños se servían y nos convidaban. En Quehueiri-ono los niños sabían en

31. “Mi familia pescando” dibujo de Aca, 9 años. Quehueiri-ono, 2009

150

dónde conseguir cacao, guabas y otros frutos, en lugares específicos en la comunidad, cerca

de las casas. Se observa una generalidad en que los principales cosechadores de los árboles

frutales son los niños, niñas y jóvenes. Puede que también sean los principales

consumidores, pero saben llevar frutos para consumir con sus familias. Además de los

árboles que se siembran y crecen de manera silvestre cerca de las viviendas, las familias

tienen árboles frutales y plantas medicinales en las chacras que forman parte de la chacra

misma y por lo tanto no se encuentran tan al alcance de los vecinos. En el caso de estas

plantas existe un ―control‖ más personal y sus productos se destinan principalmente para

el consumo doméstico, en el que se incluye la posibilidad de venderlos, en el caso de

Quehueiri-ono, al lodge.

El pescado ha ingresado en la dieta waorani de una manera bastante exitosa,

además de los datos aportados en el capitulo anterior del porcentaje del pescado en la dieta

diaria, en los cuestionarios de dieta se ha preguntado que le gustaría comer todos los días,

en Quehueiri-ono, solo dos de los diecinueve entrevistados mencionaron algún alimento

de afuera (arroz y sopa de fideos). Los diecisiete restantes dijeron algunos alimentos cada

uno; los productos de la chacra, particularmente la yuca y el plátano, fueron mencionado 8

veces (seis informantes dijeron chicha, tres dijeron plátano asado, uno dijo que le gustaría

la chucula y otro yuca asada). Lo significativo en este punto es que siete dijeron que les

gustaría comer todos los días carne de monte y seis dijeron que les gustaría comer pescado

todos los días. Es interesante notar que la chicha ha sido la más mencionada porque

efectivamente es lo que consumen a diario, y así les gusta. Pero además que seis personas

hayan dicho pescado y siete carnes de monte, muestra como el pescado se ha integrado,

casi a la par que la carne de monte, al paladar waorani. Entre las especies de peces más

valoradas por su sabor están la carachama y el bagre. Éste último, sin embargo, tiene

algunas restricciones y no todas las especies de bagre se consideran buenas para el

consumo. Una tarde Amu menciono por lo menos veinte especies de bagre de las cuales

solo algunas eran para comer, las demás provocaban daños a la salud y algunas hasta la

muerte.

El pescado se consume generalmente igual que la carne de monte, en sopa o

caldo, acompañado de plátano o yuca. Solo si el pescado es lo suficientemente grande se

ahúma. Además han incorporado de los kichwas la preparación del maito, en el que el

pescado es envuelto en hojas de platanillo y puesto a las brasas, así lo mantienen para el

día siguiente. Esto suele hacerse cuando se han cogido muchos peces pequeños o

151

medianos después de una barbasquiada o pesca con dinamita. Cuando se ha pescado

suficiente suele brindarse a los parientes más cercanos y con más énfasis a aquellos que

tuvieran quizá más necesidad. Si bien no hay más registros que los del diario de campo, se

ha observado que se dispone del pescado, en gran parte, para brindarles a ancianos,

enfermos o mujeres cuyos maridos están ausentes. Lo mismo ocurre con la carne, pero

como el pescado no se puede conservar tanto como la carne, se lo reparte de una manera

más inmediata y, como muchas veces es menor la cantidad, se selecciona con precisión a

quiénes brindar. De alguna manera se expresa la atención y el afecto al realizar esta

selección.

Finalmente cabe hacer mención a los animales de cría y su consumo,

particularmente en Quehueiri-ono, ya que en Gareno se registró en una sola familia. La

cría de animales se reduce unos pocos pollos y gallinas, de los cuales se aprovecha, quizá

más que la carne, los huevos. Al principio del trabajo de campo me llamaba mucho la

atención ver que las familias no consumían la carne de estos animales y cuando

preguntaba para que los tenían la respuesta era la obvia: ―para comer‖. ¿Y para vender?.

Sí, si alguien quiere comprar también. Entonces compré una gallina, la primera que se

consumía en la comunidad de Quehueiri-ono desde que yo estaba. Luego volví a saber del

consumo de carne de pollo o gallina criada cuando falleció Ñame, el fundador de la

comunidad. En ese momento que se anunció la celebración de despedida del abuelo

Ñame, las familias que criaban pollos y/o gallinas donaron uno o dos pollos para el

programa previsto. Esto no quiere decir que no se consuman en la familia, pero no es un

alimento cotidiano y está más asociado a la venta o a las fiestas. Esto último, la asociación

de la carne de pollo o gallina en las fiestas, se refuerza cuando se observa el mismo uso de

esta carne en Gareno, aunque la misma sea comprada en la feria de San Pedro. Así nos

convidó Gaba a todos los invitados para festejar el cumpleaños de su hijo, compró pollos en

la feria y convidó a todos los invitados con arroz.

Anteriormente se dijo también que los niños y jóvenes son acusados

frecuentemente de robar las gallinas y pollos, lo que quiere decir que si se consumen entre

los miembros de la comunidad. Esta situación se pudo apreciar en el trabajo de campo en

Quehueiri-ono durante un tiempo en el que la mayoría de los adultos salieron para

sufragar en las elecciones. Durante esa semana solo los niños y ancianos se encontraban

en la comunidad. Cuando los adultos regresaron y los visitábamos nos comentaban que

habían ―desaparecido‖ las gallinas y que, seguramente, se las habían ―robado‖ entre los

152

niños. Entonces, los pollos y gallinas que se crían en la comunidad no son de consumo

cotidiano, muy por el contrario son criados para ―ocasiones especiales‖ en las que; haya un

programa (en el caso se pueden ―donar‖ o ―vender‖) ó los niños se vean en la necesidad de

consumirlos, en todo caso se presentan como una ―reserva alternativa‖.

3. La comida: Entre la Independencia y la Mercantilización

…pasamos por lo de Uñari para pedirle que nos cocine y él acepto de buena

gana. Cuando regresé con los ingredientes para nuestra comida, estaban

de visita Lucía y Luis. Obe sirvió chucula, primero a los invitados, luego a

los niños y después a Nenecoua. Más tarde sirvió, en el mismo orden, sopa

de fideos con papa y huevo. Uñari nos cocinó muchines (yuca rallada y de

relleno un refrito de cebolla y un poco de huevo duro, hace una bolitas y las

fríe) con arroz y atún… Mientras comíamos Uñari nos dijo tristemente

“Andan diciendo que sólo comida comprada se come acá. Eso dicen, y como

yo ya no voy a cazar dicen que soy vago” (Diario de campo, Quehueiri-ono,

2009)

25. Wiñari cocinando maduro en el fogón, Quehueiri-ono 2009. Foto: Citlali Doljanín

153

El fragmento citado del diario de campo contiene una de las tantas instancias

cotidianas de la comunidad, ha sido escogido porque condensa algunas problemáticas que

se han abordado a lo largo de la investigación. Un análisis de la misma permite hacer

algunas observaciones para analizar la relación entre la independencia que se ha observado

en las prácticas de los waorani y la tensión que se establece con las prácticas derivadas de

la incidencia e incorporación del mercado laboral, de bienes y servicios. Tal como se han

presentado las prácticas alimenticias entre los waorani en esta tesis, se ha hecho énfasis en

la articulación e integración de las mismas al conjunto de prácticas socio-culturales que

delimitan y dan forma continuamente a la identidad waorani. Entonces la influencia que

la mercantilización tiene sobre la cualquier práctica waorani repercute en el conjunto de la

organización social. Hasta el momento se han mencionado algunas de estas réplicas y

como son apropiadas por los sujetos como insumo a partir de los cuales continuar

nutriendo su identidad étnica. A continuación se problematizará esta situación teniendo

como referencia la tensión entre la mercantilización y la organización social waorani. Se

abordará la experiencia de independencia en las prácticas waorani y la apropiación de las

actividades mercantiles para analizar como la tensión mencionada se expresa en los

múltiples significados de los alimentos y la comida.

No se han observado prácticas alimenticias ―ritualizadas‖ en un sentido estricto. Por

lo general, las prácticas de los waorani gozan de holgura y flexibilidad. Se han mencionado

roles femeninos, masculinos, lugares sociales de jóvenes, niños y niñas, pero al mismo

tiempo se describe que todas las cosas pueden ser potencialmente diferentes, y que cuando

los son, no dejan de ser ―normales‖ a pesar de que no sean lo ―común‖. En algunas

familias cuando hay niños muy pequeños comen primero, en otras comen todos juntos o

―cualquiera come primero‖. Los hombres cocinan, las mujeres cazan, los niños cazan, los

adultos crían árboles frutales, los niños cosechan, los ancianos también, y así entre los

waorani se puede percibir una gran independencia en cualquiera de las prácticas sociales

que culturalmente están diseñadas para que desde que las personas son niños y niñas

puedan hacer uso de ella. Se trata de la misma independencia que les permite a los

participantes de los grupos focales decir que si nadie convida, lo mismo cada quien trabaja

y tiene para comer. Esta ―independencia‖ es sumamente perceptible cuando se está entre

los waorani, algunos investigadores que han trabajado con los waoranis han denominado a

esta sensación como ―individualista‖, en mi caso particular la experiencia puede definirse

con mayor exactitud como ―independencia‖. Esta elección conceptual se debe a que

permite contemplar que si bien es cierto que, en último término, las relaciones sociales

154

entre los waorani no se basan en la dependencia de género o roles o cualquier otra

categoría, esto se debe a que la división del trabajo no es ni rígida ni excluyente, sino un

principio organizado y organizador.

Así mismo es con la comida. Existen pautas para las comidas, las familias amanecen

muy temprano y se come lo que hay, puede ser carne, pescado, plátano asado, cocinado,

frito, yuca, chicha o arroz. O una sopa con algunos de estos ingredientes. Durante la

mañana, cada quién se buscará algo para comer, una fruta, la comida de la escuela o un

pilche de chicha de yuca y con eso hasta la tarde. Por la tarde puede suceder cualquiera de

las dos cosas; que cada quién calme su apetito de manera personal o que se coma entre la

familia lo que haya, lo más común será un pilche de chicha para ir a dormir. Las ocasiones

en las que no importa la hora, ni el apetito personal, es cuando el cazador/a llega con carne

(o pescado) porque esos alimentos, como se explicó, son para la familia.

A lo largo de la investigación se ha hecho mención de las características de esta

denominada ―independencia‖ que se percibe en las prácticas waorani y también se ha

mencionado la incorporación de la comida de afuera, que según nuestras observaciones no

acaba de sustituir a los alimentos tradicionales de la dieta waorani pero que sin embargo la

han modificado sensiblemente. La réplica de estos cambios en la memoria y la experiencia

waorani se expresa en la concepción diferencial entre la comida propia waorani y la comida

de afuera y junto a las nuevas experiencias de un contexto atravesado por la

mercantilización se construyen lógicas que impregnan de sentido la diferencia entre cada

una de ellas:

Entre los waorani se sabe que la contaminación afecta los alimentos y el agua, se sabe

además que los alimentos industriales llevan químicos, y hasta bromean al punto de

asociar la comida de “afuera” con la causa de muerte y/o enfermedad. El consumo de

alimentos externos en la dieta waorani se ha incorporado tanto como el conocimiento

waorani ha incorporado al conocimiento occidental respecto de sus propias desventajas.

Es decir que los waorani reconocen la incidencia de los alimentos externos a su Salud

como algo negativo. (Ensayo proyecto NSF, 2009)

Con relación a esto he registrado también testimonios en los que algunos informantes

sostienen que el aceite provoca diarrea a los niños o que las personas que no están

―ensañadas‖ a comer comida de afuera padecen vómitos, diarrea y fiebre al ingerir éstos

155

alimentos. O sea, si bien en la dieta, alimentos del monte, la chacra y el río se combinan

con alimentos industrializados, no son considerados ni valorados de la misma manera. En

el caso de la incorporación de alimentos del bosque que antes estaban fuera de la dieta,

como ser la carne de venado, no implicó únicamente un cambio en la dieta, implicó

asimismo redefinir particularidades étnicas, por ejemplo respecto a los kichwas, esto

demanda establecer continuamente las diferencias y con ello nutrir la propia identidad. La

diferencia en este caso se define a partir de la costumbre (o la pobreza de los kichwas), y en

menor medida en razón del daño que estos alimentos puedan provocar. Ahora bien, la

incorporación de alimentos industriales comprados implica una valoración principalmente

negativa asociada a afecciones a la salud y hasta la muerte.

La cita del diario del campo al inicio de este apartado evidencia otra tensión

fundamental entre la ―independencia‖ waorani y el mercado. Se trata se la sustitución del

tiempo destinado a las actividades de obtención y producción de alimentos del monte por

actividades dentro del mercado de trabajo. Esta situación puede analizarse desde algunas

perspectivas que enriquecerían la comprensión de la relación entre la independencia y el

mercado. Uñari, se ha mencionado, es el chef del lodge y como tal se mantenía gran parte

del tiempo ocupado en este trabajo, al tener acceso al dinero y facilidad para ir y volver al

puente, en su casa se consumían muchos alimentos comprados. Y, efectivamente, Uñari

había dejado de salir de cacería con la frecuencia que otros residentes de Quehueiri-ono

quienes no tenían el mismo lugar en el mercado de trabajo que ofrece el lodge.

En primera instancia, el consumo de comida de comprada es un indicador de

diferenciación económica entre los miembros de la comunidad que genera tensiones al

interior de la misma. En segundo término esta diferenciación social, dentro de una

organización igualitaria, no es aceptada de una buena manera por la comunidad. Dentro

de la organización social independiente de los waorani, sin embargo no está mal visto

simplemente el hecho de que se consuma demasiada comida comparada, lo que esta

negativamente valorado es más bien el hecho de abandonar prácticas propias como la

cacería. A pesar de que Uñari no saliera de cacería, en su hogar circulaba la carne de

monte que su suegro, Guieme, siempre le hacía llegar, o el pescado que su padre Nenecoua

aporta y la chicha y la chucula que Obe, su mujer, prepara diariamente. Entonces lo que se

juzga no es tanto el alimento consumido como las prácticas con las cuales las personas

nutren su identidad waorani, de las cuales el alimento es un indicador fundamental.

156

Hay que tener en cuenta que estas observaciones precedentes se presentan más

agudamente en Quehueiri-ono que en Gareno. En Quehueiri-ono la mercantilización está

fundamentalmente representada por el mercado laboral que implica el lodge, al cual los

residentes acceden diferencialmente según la edad y el género lo que define el puesto de

trabajo, el tiempo que dedica y el dinero que recibe. Tal como se expuso en su momento, si

bien todos los miembros de las comunidades asociadas participan de diferente forma, el

proyecto no tiene la capacidad de absorber de manera permanente la oferta laboral de la

mayor parte de los residentes de Quehueiri-ono. Por lo tanto en esta comunidad gozan de

tiempo y espacio para reproducir sus prácticas alimenticias en gran parte al margen de la

mercantilización. En Gareno se configura otra realidad. En primer lugar, no existe un

mercado de trabajo estable del cual los residentes puedan apropiarse colectivamente y

además, a diferencia de Quehueiri-ono, el mercado está representado principalmente por

la feria, es decir por un mercado de bienes y servicios que orienta otras formas de consumo

y mercantilización.

La diferencia entre cómo cada comunidad incorpora los alimentos comprados se

expresa en la dieta tanto como en las prácticas, lo que pone en evidencia la incidencia de la

mercantilización en cada una. A continuación se analizará el contraste entre las

comunidades partiendo de los porcentajes diarios de alimentos consumidos en los hogares

de cada comunidad.

Porcentaje de días en los que se comen los siguientes alimentos por hogar

Quehueiri-ono Gareno

Presa de monte 46,5% 31,4%

Pescado de río 46,8% 58,2%

Yuca 63,4% 71,8%

Plátano 61,1% 70,5%

Chicha 81,5% 83,4%

Vegetales 19,1% 20,4%

Papá/ Camote 15,6% 14,9%

Maíz 19,1% 6,4%

Insectos 8,0% 5,1%

Pepas de monte 15,3% 6,6%

Frutas 27,4% 33,6%

157

Quehueiri-ono Gareno

Carne de animales

domésticos

15,6% 17,8%

Carne comprada 6,1% 8,3%

Lácteos 10,8% 16,3%

Huevos de gallina 23,6% 25,0%

Otros huevos 11,1% 8,9%

Legumbres 21,3% 16,8%

Arroz 51,3% 62,8%

Fideos 31,8% 43,5%

Pan 14,6% 27,8%

Pepas compradas 5,4% 1,5%

Granos/Avena 27,1% 27,2%

Pescado enlatado 22,3% 29,7%

Galletas 21,3% 15,3%

Caramelos/Golosinas 5,7% 11,0%

Jugos comprados 27,7% 26,8%

Alcohol 4,8% 4,9%

Gaseosas 12,1% 15,5%

Total de

cuestionarios

314 529

Estos resultados que se pueden apreciar en las tablas corresponden a la

sistematización de los diarios de dieta (cortesía Sorensen y Lu) y merecen algunas

observaciones propias del trabajo de campo, que además de aportar en cifras a la

comprensión de la dieta waorani, pueden brindar una idea de cómo se manifiesta la

mercantilización en la experiencia de sus prácticas alimenticias.

En primer instancia en la comunidad de Gareno los residentes participaron con

más constancia en esta técnica de recolección de datos que aplicamos, por la sencilla razón

de que las personas precisaban más el dinero para asistir los viernes a la feria, entonces

todos los jueves recibíamos varios informantes con sus diarios de ingresos y egresos y de

dieta a quienes se les abonaba una cantidad de dinero por el material que llenaban. Si se

presta atención a los gráficos, se procesaron 314 cuestionarios en Quehueiri-ono y 529 en

Gareno. En Quehueiri-ono, en cambio tocaba más bien insistir en la colaboración de los

informantes en esta técnica, con el mercado de bienes y servicios tan lejos, los residentes

no ―precisaban‖ efectivo con recurrencia.

158

A pesar de esta disparidad, los alimentos del monte tienen un gran espacio en la

dieta de los residentes de Quehueiri-ono y los resultados habrían sido aún más

contrastantes si los jóvenes y ancianos de Quehueiri-ono hubieran registrado su dieta

diaria. Porque otro aspecto a tener en cuenta es que en Gareno, el interés en participar en

esta técnica y la posibilidad (debido a la preparación en lecto-escritura en español) de

hacerlo estaba representado por jóvenes (ya que asisten a un colegio secundario) y adultos.

Mientras que en Quehueiri-ono solo algunos adultos quisieron o podían participar, los

jóvenes se mostraron muy poco interesados. Esta característica en particular afecta, desde

mi interpretación, los valores obtenidos, por ejemplo en cuanto al consumo de alcohol.

Pues los jóvenes de Gareno, 13-16 años, no consumen demasiado alcohol y los adultos de

Quehueiri-ono, que trabajan en el lodge y salen con mayor frecuencia hacia el puente, son

justamente los residentes que consumen alcohol con alguna frecuencia. Porque a pesar de

los resultados obtenidos en estas tablas, es evidente que en Gareno el consumo de alcohol

es mucho mayor que en Quehueiri-ono. Y así cada alimento de las tablas está atravesado

por las diferencias en el consumo según los informantes, pero la información que se

construye para el Gareno es mucho más representativa, no solo por la cantidad de

registros, sino porque participaron informantes de diferentes edades con prácticas

diferentes.

Entre los alimentos de afuera mas consumidos, y que están en todos los hogares

con mayor o menor frecuencia64 son arroz, fideos, azúcar, sal, café y aceite. Después de

esos alimentos básicos en todos los hogares, los informantes mencionan avena, atún,

sardinas, leche, lenteja, frejol y entre las verduras cebolla, tomate y papa, en menor

medida, y principalmente en Gareno, zanahoria, pepinillo, remolacha, pimiento y lechuga.

Gran parte de los enlatados, el arroz, la avena, las legumbres y las galletas forman parte de

los alimentos que el Ministerio de Educación brinda para las escuelas. En Quehueiri-ono

la alimentación doméstica prescinde bastante de la comida comprada (exceptuando las

familias mencionadas con puestos fijos en el lodge) y la que se consume forma parte de

estas donaciones. En Gareno están más presentes dentro de la alimentación doméstica y el

consumo de alimentos comparados se lleva a cabo también en la misma feria, almuerzos,

colas y golosinas. Solo las verduras, en ambos casos, forman parte de los alimentos

comprados que no se adquieren por medio de intercambio ni donación. Considerando las

64 Exceptuando el hogar de Gueba y Dabo, dos muy ancianos de Quehueiri-ono, que no salen nunca a

comprar, si consiguen alimento de afuera es porque el hijo les comparte

159

proporciones, continúa siendo evidente que el consumo de comida comprada es mayor en

Gareno, situación que se extiende al resto de las prácticas alimenticias que se han

analizado a lo largo de la investigación.

Como en todo contacto y proceso de interacción con el capitalismo histórico, se

generan cambios radicales que requieren ser ubicados dentro de la vida cotidiana de un

nuevo contexto. En esta investigación se ha enfatizado en la integralidad de las prácticas

alimenticias, tal como se han observado en el trabajo de campo, haciendo referencia a los

cambios y permanencias dentro del desarrollo histórico y de las características de las

relaciones sociales. Las réplicas de este proceso se generan y regeneran expresándose en

la reconstrucción de los saberes y el conocimiento colectivo waorani que se manifiestan en

problemáticas tales como la mercantilización de las tierras, del alimento, del trabajo y de

los bienes y servicios. Lo que de alguna manera se presenta como altamente significativo

es que los alimentos del monte, la chacra y el río cumplen un rol fundamental en los

procesos de construcción de las identidades waorani. Este rol de los alimentos se evidencia

en los procesos colectivos por los cuales los alimentos que se consideran propios para el

consumo waorani se transforman comida e involucran la definición de grupos de

pertenencia que se distinguen por su diferencial participación en el consumo en los que, a

pesar y sobre la mercantilización, prevalecen lógicas de reciprocidad, reparto e

intercambio.

Citlali Doljanín Galíndez

L.U. 707.449

160

Conclusiones

Alcances: La Construcción de un Escenario Amazónico, Interacciones y

Prácticas alimenticias.

En los primero capítulos de la tesis se fue creando un ―escenario Amazónico‖. A

partir de la elaboración de un contexto histórico se fueron situando fuerzas socioculturales

y económicas que operan en la región desde la conquista a esta parte. Esta construcción

se plasma en un sistema clasificatorio que está sujeto a los imaginarios colectivos pero se

elabora, en base y con el sustento de las relaciones sociales que representan las categorías

que lo forman. De esta manera, el ―Espacio‖ y el ―Espacio Social‖, se tornaron

herramientas metodológicas muy útiles para interpretar los imaginarios colectivos,

atravesarlos históricamente y darles movimiento en relaciones sociales. Desde el inicio del

proyecto de investigación se tuvo la intención de ―conocer‖, cuáles son los acontecimientos

históricos que le dan forma y sentido a lo que se observa en el campo. En el trabajo de

campo, muchas de las inquietudes estaban situadas en los discursos de las personas de las

comunidades, debo admitir que calaron profundamente las historias de Guieme, Nemo,

Gueba y Monca, los ancianos de las comunidades.

A partir de estas historias y de las prácticas culturales que pude observar de éstos

informantes, y que también forman parte del discurso al que me refiero; justifico la

necesidad de elaborar, o re-crear, lo que a lo largo de la investigación se denomina ―devenir

histórico‖. Es así que, el resultado de la primera parte de la tesis, que se encuentra en los

capítulos II y III, corresponden al espacio social o ―escenario Amazónico‖, que nos sitúa

dentro de la historia y de las comunidades waorani de manera documental. A éste espacio

nos remitimos, una y otra vez, para comprender las prácticas alimenticias y dotar de

sentido lo que se ha observado en el campo.

Se ha propuesto comprender la Identidad Étnica como un proceso en continua

construcción, que define una posición dentro del Espacio Social, o en este caso del

Escenario Amazónico, y que es de carácter histórico, colectivo y relacional. La alternativa

de pensar la identidad étnica como una posición, que como tal varía según los tiempos y el

161

contexto, habilita la posibilidad de entenderla como determinada y determinante por las

formas de ser, pensar, sentir y hacer particulares dentro de este escenario. Cuando se

utiliza la expresión de ―nutrir identidades‖ se hace alusión al cruce de dos variables que

delinean la problemática central de esta investigación, identidad y alimentación, análisis

que se realiza en los capítulos VI, V y VI.

En el trayecto etnográfico a través de las prácticas alimenticias de los waorani,

analizadas y pensadas desde la perspectiva de la identidad étnica, se ha abordado cómo los

waorani construyen diariamente su alimentación en función de su identidad étnica. Los

tópicos que se han presentado como importantes en éste análisis pueden sintetizarse en los

siguientes aspectos:

1) La manera en que los alimentos se hacen comida entre los waorani, esto implica un

legado ancestral con el que los waorani se reconocen y que se expresa en los conocimientos

que los ―antiguos waorani‖ han dejado plasmados en la memoria y a la ―energía‖ que han

dejado plasmada en el territorio.

2) Los procesos de producción y obtención de alimentos se construyen en base a roles y

posiciones que definen a los sujetos como hombres y mujeres waorani. En éstas prácticas

los sujetos aprehenden a ser waorani.

3) Finalmente, en las prácticas alimenticias están pautadas las relaciones sociales que

definen a los sujetos como hijos/as, padres, madres, hermanos/as, abuelos/as y también a

los ―vecinos‖ y ―visitantes‖.

Los tres tópicos mencionados, se fueron manifestando en el trayecto etnográfico

bajo el enfoque de la práctica alimenticia, más allá de la mirada meramente económica de

la misma; comprendiéndola dentro de un entramado de relaciones sociales que se

articulan en la organización social del grupo. Así, el abordaje de éstos tópicos fue

mostrando de qué manera las subjetividades colectivas se arraigan en la memoria,

otorgando continuidad y pertenencia a los sujetos, muchas de las cuáles encuentran

vigencia y se reproducen dentro del conjunto de las prácticas alimenticias actuales. Esto es

lo que se observa en cuanto a la correspondencia entre las relaciones ecológicas y sociales

que pautan la circulación de alimentos entre los waorani. Con respecto al segundo tópico,

se ha observado que por medio de las prácticas alimenticias los sujetos construyen los

espacios sociales en los que se re-generan y re-construyen las maneras de hacer, pensar y

sentir la alimentación al interior del grupo. Espacios sociales, además, en los cuáles los

sujetos se posicionan al interior del grupo diferencialmente según genero, estado civil,

162

edad, tiempos, condiciones físicas o cualquier otra característica personal. En el tercer

tópic, se enfatiza en la construcción de fronteras sociales y étnicas a través de las prácticas

alimenticias, así como funcionan al interior del grupo pautando roles y posiciones, también

establecen distinciones hacia el exterior del grupo, pautando no solo normas de

pertenencia, sino categorías sociales que pueden interpretarse desde la perspectiva de los

sujetos.

Entre los objetivos de esta investigación se buscó analizar las prácticas alimenticias

observadas en el campo, a en relación con las historias que le dieron forma. La idea inicial

fue que desde esta perspectiva podría apreciarse, en medio de los cambios y las

transformaciones, la construcción de las identidades waorani como proceso y no como una

fotografía estática. Bajo esta idea, se han visto algunas características de los procesos

sociales de larga duración y sus repercusiones a nivel regional en la Amazonía. Estos

procesos fueron re-estructurando un escenario previo de diversidad y dinámicas inter-

étnicas. Desde el inicio de los tiempos de la conquista, algunos grupos étnicos han estado

más directamente expuestos que otros a la fricción del contacto. En el caso de estos

grupos, las réplicas de los procesos sociales impulsados por la conquista fueron casi

inmediatos y muchos se desarticularon como efecto de los múltiples factores socio-

económicos (esclavitud, desarraigo, genocidio, reducciones, etc.). Gran parte de las

poblaciones desarticuladas como pueblos se agruparon dentro del actual grupo kichwa del

cual emerge una nueva categoría social para este nuevo escenario amazónico, la ―indios

civilizados‖.

Lo que define al grupo de ―indios civilizados‖ es que fueron inducidos a

sedentarizarse, a aceptar la autoridad política, que resultaba de una mezcla entre autoridad

militar y persuasión, desarticulando las elites de caciques, chamanes y brujos. En relación

a las prácticas económicas de esta parte de la población indígena encontramos que; la

producción de alimentos (caza, pesca y horticultura) ha pasado a depender; en gran

medida; de los medios de producción que se obtienen a cambio del trabajo que se le debe al

patrón (armas de fuego, dinamitas, machetes, etc.). Es decir, la única forma de hacer que

el tiempo destinado a la producción y/u obtención de alimentos para consumo propio sea

suficiente para satisfacer, tanto las deudas, como la reproducción material de la vida, es

utilizando estas herramientas. La alimentación continúa siendo predominantemente de

producción doméstica con algunas variantes: la introducción de cultivos como el arroz, etc.

y, posiblemente, una ampliación en la gama de animales de consumo humano.

163

Esto no es del todo seguro, pero es muy probable que ante la disminución de

presas de caza ocasionadas por las formas de explotación capitalistas y la disolución de

tabúes alimenticios en la asimilación de pautas, hayan incidido para que presas que antes

no eran consideradas para el consumo comiencen a serlo. Otra situación que se vio son los

términos y circuitos de circulación, antaño pautados por lo general por la reciprocidad a

nivel comunitario. Las prácticas esclavistas de desarraigo de la población fueron, en gran

medida, incidiendo en la organización comunitaria y familiar, sin lograr exterminarla por

completo pues su funcionamiento hasta la actualidad muestra que de alguna manera éstas

prácticas han permanecido y es más, es posible que gracias a ellas y a las prácticas

económicas tradicionales de cacería, pesca y cultivo haya sido posible sostener una

―producción extractiva‖ basada en la explotación de mano de obra donde la remuneración

no llega ni en los mejores casos a cubrir la reproducción material de las personas.

Si bien la producción y obtención de alimentos para consumo propio se mantuvo

con las variantes mencionadas (nuevos medios y nuevos cultivos), los procesos de

sedentarización promovidos por el régimen de concertaje y las reducciones y la ferocidad

con las fueron ―explotadas esas tierras‖, tuvo el efecto de pauperizar la vida de los

indígenas que se hallaban dentro de estos circuitos socioeconómicos. Razón por la que

además, partían en búsqueda de territorios fértiles donde asentarse desatando muchos de

los enfrentamientos interétnicos que se han mencionado. El deterioro ecológico en

determinadas zonas a su vez obligaba al uso intensivo de estrategias de caza y pesca que a

su vez contribuían más y más a ese deterioro, como por ejemplo, el uso de dinamita para

pescar. En este sentido, una de las cosas que ha llamado mucho mi atención durante el

trabajo de campo es la concepción que los kichwas tienen de su propia situación, con

frecuencia se escucha que los kichwas hablan de su ―pobreza‖, cosa que nunca he

escuchado de los waorani. Desde mi percepción, los waorani no se conciben, ni

experimentan lo que entienden como ―pobreza‖, nunca un waorani me ha dicho que es o

se siente ―pobre‖.

Otros grupos, como los waorani, que habitaban o se desplazaron a zonas de más

difícil acceso, fueron testigos de las réplicas de este primer momento de una manera más

indirecta que se expresaba en una intensificación de movimientos demográficos y luchas

por el territorio que generaron una pérdida de la estabilidad social y económica, común en

―tiempos de guerras‖. Estos grupos se ubicaron dentro de la categoría que se contrapone a

164

la de ―indios civilizados‖, la de ―indios salvajes‖. En lo que concierne a los circuitos de

reciprocidad y gran parte de los productos alimenticios permanece inalterable a costa de

una defensa celosa de su territorio, sin embargo, fueron incorporando diversas

herramientas en la producción y obtención de alimentos lo que fue fortaleciendo su

organización y la posibilidad de defensa de territorio, tal como se ha visto para el caso

waorani.

El contacto no directo ni pacífico con los representantes directos de la

―civilización‖, es decir, permanecer dentro de la categoría de ―salvajes‖, para el caso

waorani particularmente, fue una ventaja comparativa en relación a los Omaguas o los

Záparos por ejemplo ya que a partir de esta condición, los waorani, se mantuvieron más

apartados de las enfermedades y de la situación de vulnerabilidad que fomentaban las

relaciones sociales y económicas con estas gentes. A pesar de ello, las réplicas de todo el

despliegue de los procesos sociales que se analizaron en estas poblaciones no son para

nada despreciables. Como se ha mencionado estas poblaciones fueron hostigadas

violentamente en sus territorios y se vieron obligadas a acelerar sus ritmos de movilidad

alertas a los posibles ataques, ya sea de otros grupos que igualmente se hallaban huyendo

y/o defendiendo sus territorios, como de grupos reclutados bajo las distintas modalidades

por los representantes directos de la ―civilización‖. Estos procesos fueron dándole forma a

las relaciones interétnicas, ya que en todos los periodos se recurrió a tácticas que

canalizaban favoreciendo los conflictos entre etnias rivales.

Estas categorías (―civilizados‖ y ―salvajes‖) pautaron nuevas dinámicas y

relaciones inter-étnicas en lo sucesivo para el escenario amazónico, y hasta la actualidad es

posible encontrar expresiones de ellas. Tal como se observa en la historia y en el campo,

más allá de ser categorías socio-culturales, implican relaciones sociales bien definidas: 1)

entre ―los indios civilizados‖ y la población blanca (encomenderos, hacendados,

misioneros, etc.) se establece una relación de subordinación; 2) entre ―indios salvajes‖ y la

―población blanca‖, por el contrario lo que se establece es insubordinación; y, 3) finalmente

entre ―indios civilizados‖ e ―indios salvajes‖ se establece una suerte de enfrentamiento en

la cual los primeros actúan en relación a los segundos en razón de su relación con la

población blanca (correrías, secuestro y cacería de indios salvajes). Estas modificaciones

en el escenario amazónico de la conquista, complementadas con los procesos de mestizaje,

producieron indefectiblemente redefiniciones étnicas e identitarias que no solo se

observan a través de estas categorías propiamente occidentales pues para el caso waorani

165

también se construyeron categorías sociales a partir de las cuales definir sus relaciones

tanto con los ―indios civilizados‖ como con la población blanca. Dado que, ya desde los

tiempos del caucho, esta relación fue experimentada por los waorani dentro de los mismos

términos de oposición y violencia con unos y otros, agruparon a ―indios civilizados‖ y a la

población blanco-mestiza, dentro de la categoría de cowore.

Por otro lado, el devenir de estas clasificaciones puede observarse, por ejemplo,

en cómo los waorani alimentan sus representaciones de la ―civilización‖ a partir de la

educación formal que actualmente reciben, dónde la mayoría de profesores en las

comunidades waorani visitadas (Quehueiri-ono y Gareno) son kichwas. De tal manera

que, ante los ojos waorani, los kichwas son los ―poseedores‖ y ―transmisores‖ del

conocimiento occidental y con ello, de la ―civilización‖ y, a pesar de que esto los ubica en

una posición valorada, existen otros aspectos asociados a la población kichwa, como ―la

pobreza‖, que equilibran esta imagen y alimentan la distinción de los waorani con los

kichwas. De parte de los kichwas, en cambio están las expresiones de temor hacia los

―aucas‖ como aún se los denomina a los waorani (un hombre kichwa me contaba que vivía

en Quehueiri-ono desde que su hija se ―casó‖ con un hombre waorani y decidieron irse con

toda la familia a vivir allí para ―cuidar‖ a la muchacha) a quienes se les atribuyen

características ambivalentes de ―ignorancia‖ y ―salvajismo‖ y a la vez de ―valentía‖ y

―riqueza‖. Estas categorías construidas históricamente se presentan actualmente con

múltiples variantes en la definición de los grupos estableciendo fronteras y distinciones

culturales. Las mismas están además cargadas de sentidos prácticos con los que se

construye la identidad colectiva waorani, que se expresan fuertemente en la alimentación y

canalizan las relaciones sociales inter e intra-étnicas.

Con respecto a la idea de ―civilización‖, por parte de los waorani, es frecuente

escuchar expresiones tales como: “cuando no éramos civilizados” ó “ahora que estamos

más civilizados”, la idea de ―civilización‖ marca un antes y un después en la percepción de

la identidad étnica waorani. Conversando con Amu en Quehueiri-ono, decía que desde que

comenzaron a ―civilizarse‖ el mundo se hizo más grande, y a la vez, más pequeño. Se hizo

grande porque conocieron mucha gente, pero se hizo pequeño porque al entrar en contacto

con esa gente, las cosas por ―descubrir‖ fueron desapareciendo, el ―conocimiento

occidental‖ empequeñeció su mundo a la par que lo agrandó. Cuando Amu me contaba de

los cambios a partir de la ―civilización‖ reconocía todas las cosas que se fueron

―perdiendo‖, (como la fabricación de canastas, las formas de educar a los niños waorani,

166

etc.) el recuerdo de Amu traía melancolía pero reconocía asimismo las cosas positivas

(como las facilidades técnicas y en cierto sentido el fin de las matanzas entre waorani).

Más que una valoración positiva o negativa de la ―civilización‖, la condición misma de ser

―civilizados‖ se presenta como algo propio del tiempo que marca diferencias, positivas y

negativas, en la forma de vida. No se percibe entre los waoranis una negación a la

denominación de ―salvajes‖, se acepta ese pasado tanto como la actual civilización. Pero, a

diferencia de la idea de salvajismo que prevalece en el imaginario occidental ( a la que se

contrapone la idea de ―civilización‖ y que, a pesar de que ambas categorías emergieron en

el mismo escenario de violencia, es la de ―salvajismo‖ la que queda impregnada con ésta

característica, pues el estigma de la violencia se asocia a los salvajes, no a los civilizados)

los waorani, no se apropiaron de esta percepción particular que se encuentra dentro del

imaginario que los rodea, para el uso waorani, no es lo mismo ―salvaje‖ que ―violento‖, sino

que es justamente no ―participante‖ de la cultura y sociedad occidental, pero no por ello

intrínsecamente violento. La violencia si está presente en la experiencia de los sujetos,

pero no como intrínseca a ellos sino como característica del tiempo de antes de ―civilizarse‖

y como característica de la dinámica del grupo, que recuerda en cada relato los

lanceamientos intra-tribales, particularmente en la época del temido y admirado. Pero la

violencia no deja de marcar la experiencia de los sujetos después de la ―civilización‖, si bien

cesan las guerras intra-étnicas entre los grupos waorani, la violencia los acompaña

atravesando el proceso de civilización de otra manera, tal como lo escuchamos de Guieme,

Nemo y Guewa.

Hallazgos: La construcción de la territorialidad Waorani

Una de las preguntas a responder en el proyecto de investigación presentado ha

sido: ¿Qué acontecimientos de la historia se contienen en la identidad étnica del grupo y, a

la vez, explican las actuales prácticas alimenticias de los waorani? Puede decirse, a manera

de conclusión y de hallazgo, que gran parte de la respuesta se encuentra en la construcción

de los sentidos de territorialidad con los que los grupos waorani configuran sus prácticas

alimenticias. A partir de categorías sociales del escenario Amazónico, se realizó un análisis

de las relaciones sociales y se enfatizó en el impacto y los efectos que podrían haber tenido

los procesos sociales, desde la conquista hasta la actualidad, en el entramado de las

prácticas alimenticias. Una de las impresiones generadas es que los sentidos de

167

territorialidad presentes entre los waorani se han re-configurado e intensificado a partir de

las experiencias locales que se inician con la conquista. Los sentidos de territorialidad se

pueden observar en la concepción y ocupación del espacio, tanto como en el uso y manejo

de los recursos, el territorio y la territorialidad se expresan como valores centrales en la

identificación y organización de los grupos waorani.

Si bien la territorialidad no ha sido abordada directamente es un aspecto que ha

sido recurrente a lo largo del análisis. No se trata de que como valor y experiencia la

territorialidad sea nueva, sino que a lo largo del tiempo analizado, la territorialidad fue

reconstruyéndose de una manera particular que se expresa fuertemente en las

identificaciones de los actuales grupos waorani. Desde los primeros tiempos de la

conquista, y con la presión demográfica que les empujó a replegarse cada vez más al

interior de la selva, los waorani, se vieron en la necesidad de re-configurar su concepción y

valoración del territorio. Con la intensificación de la violencia, no solo los cowores fueron

definidos como una amenaza y como enemigos en relación al territorio, sino cada vez más

los grupos huarani. Las comunidades actuales, como grupos de pertenencia a la

nacionalidad waorani con maneras de concebir y ocupar el espacio, son construcciones

que no tienen más de 20 años. Cuando se analizaron las diferencias entre una

organización basada en el nanicabo y el grupo huaomoni y aquella que corresponde a las

actuales comunidades se hizo evidente que, a pesar de las permanencias en relación al

parentesco como principio agrupador, la diferencia más significante es que las actuales

comunidades se definen principal, aunque no únicamente, por el territorio. Desde esta

perspectiva, las actuales comunidades responden en gran medida a una situación

modelada históricamente y a la necesidad de asentarse de determinada manera en el

territorio para conservarlo para el grupo.

Las comunidades waorani, como espacios sociales, reflejan la manera en que los

diferentes grupos han reconfigurado su manera de concebir y ocupar el espacio a partir de

las necesidades y condiciones históricas. Dicha reconfiguración se lleva a cabo a partir de

una variedad de insumos nuevos y ancestrales que se manifiestan en diferentes aspectos de

la organización social. En esta investigación se partió de observar el nuevo diseño de vida

waorani en las prácticas alimenticias, en las cuales se expresan los profundos sentidos que

canalizan la lógica con la que las identidades waorani se reproducen y mantienen a pesar

de los cambios. En el abordaje de las prácticas alimenticias como un complejo integral, la

territorialidad también ha sido una constante y un eje organizador. Se ha visto la forma en

168

la que se manifiesta en la cacería, por medio de derechos y deberes consuetudinarios

arraigados en el pasado cultural waorani y redefinidos para ser aplicados a los residentes

de las comunidades. Del devenir de las relaciones interétnicas con los kichwas, los waorani

ven reflejado en su territorio la riqueza que les permite sostener hábitos alimenticios

diferenciales con los cuales se identifican. Otro tanto se hizo evidente en el abordaje de la

chacra, donde se perciben transformaciones sustanciales en cuánto al lugar de la misma

dentro de la organización social waorani. Debe reconocerse que como práctica no es

nueva, como puede ser considerada la pesca, pero que desde un tiempo a esta parte, la

chacra ha comenzado a ocupar un lugar cada vez más importante entre las prácticas

alimenticias de los grupos waorani. El re-posicionamiento de la chacra en la organización

social es en parte resultado de la permanencia en el espacio y la estabilidad de los

asentamientos posteriores al contacto ―pacifico‖, es decir a la emergencia de la comunidad

como espacio social. Esto tiene varias implicancias en las prácticas alimenticias que

modifican el uso y manejo de los recursos para los cuales los waorani han incorporado una

serie de conocimientos, no solo agrícolas sino también económicos y políticos. La

importancia actual de sus chacras refuerza la idea que los waorani tienen de la importancia

de conservar el territorio para el grupo. De la experiencia de los kichwas, los waorani han

aprendido los riesgos de parcelar y vender las tierras, lo que incide en la opción de la

nacionalidad waorani del Ecuador de conservar el territorio waorani como pertenencia

colectiva del grupo en la plena conciencia de que de eso depende, en gran parte, la

posibilidad de darle continuidad a la identidad waorani.

La territorialidad aparece en el análisis de las prácticas alimenticias como un valor

fundamental entre los waorani que pauta normas y formas de hacer que atraviesan toda la

experiencia de la vida waorani. No solo es importante el territorio como espacio geográfico

del grupo, sino que la territorialidad se construye, entre los waorani, de tal manera que

establece el uso y manejo de los recursos dentro de las prácticas alimenticias. La

territorialidad waorani, basada en un profundo conocimiento de la naturaleza, tanto como

en la experiencia de sus relaciones sociales en los últimos 50 años, comprende en el mismo

entramado de las prácticas alimenticias, los principios básicos de sus relaciones sociales.

Cuando se abordaron las formas de consumo de los alimentos en las comunidades waorani

del trabajo de campo, ha sido posible conocer de qué manera los sentidos de territorialidad

(que se encuentran, en sus aspectos fundamentales, en el apartado de ―recolección‖) que

subyacen en las prácticas alimenticias, garantizan la circulación de alimentos no solo al

interior de la comunidad, sino también al exterior de la misma. Como ejemplo de lo

169

primero, se puede mencionar el derecho de las personas a cultivar la tierra en la que

nacen, la permisión a los niños/as de tomar los frutos de los árboles de los vecinos, la

lógica del reparto que se hace extensiva a la comunidad cuando el nanicabo como unidad

residencial se re-configura. Como ejemplo de lo segundo, quizá el más ilustrativo sea el

que se refiere a la intensificación de los cultivos en las chacras y al lugar de la chicha en la

dieta waorani, que no solo alimenta a los miembros de una familia, sino a los ―visitantes‖,

siendo ésta una nueva categoría social que los waorani construyen a partir del contacto

―pacifico‖ y que de alguna manera re-estructura sus relaciones sociales con los cowore y

huarani bajo nuevas condiciones. Desde esta perspectiva se ha dicho que con la chicha los

waorani alimentan la paz.

A Mitad de Camino: Propuestas Emergentes

Hasta acá algunas de las conclusiones se refieren a los sentidos que subyacen en las

prácticas alimenticias y que las conectan en un entramado social integrado, como el hecho

social total de Mauss. Sin embargo, esta investigación se proponía observar las tensiones

entre este complejo integral con la economía de mercado y debe mencionarse no ha sido lo

suficientemente analizado. A pesar de ello, estas tensiones se han hecho presentes en

algunas instancias, particularmente en lo que se refiere a la a cuestión de defensa y

protección del territorio, cuya principal amenaza los waorani perciben actualmente en la

posibilidad de parcelamiento y consecuente venta de las tierras. También se han

presentado tensiones en cuanto a la presencia del mercado de trabajo en dos instancias

particulares. En Gareno, los roles que comienzan a definirse para los jóvenes en relación a

los estudios y las expectativas puestas en el mercado de trabajo que de alguna manera van

apartando a los jóvenes de las prácticas alimenticias waorani. En Quehueiri-ono, la

emergencia de distinciones sociales al interior de la comunidad que se generan a partir de

los lugares que los sujetos ocupan en el mercado de trabajo que representa el lodge. Estas

tensiones se expresan como tales porque irrumpen con la articulación integral de las

prácticas alimenticias en la medida en que el mercado de trabajo implica la sustitución

parcial o total de algunas actividades propias de las prácticas alimenticias de los waorani,

como salir de cacería, ir a la chacra y comer la comida waorani.

De lo que se ha podido abordar en la investigación, respecto de las tensiones

mencionadas con la economía de mercado, lo interesante ha sido ver como se resuelven

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y/o re-avivan las mismas por medio del diseño de estrategias basadas en la experiencia

próxima y distante del pueblo waorani. La educación formal, que afecta la socialización

tradicional waorani pretende, en el mejor de los casos, posicionarse entre los jóvenes como

una herramienta de comunicación y negociación con los cowore. El territorio waorani,

seguirá protegido un buen tiempo dentro de la propiedad comunal y la comida de afuera,

como indicador de distinción social al interior del grupo, se consume en la conciencia de

que no es lo mejor para comer, conciencia que se alimenta a su vez de un pasado cercano y

colectivo que nutre a la memoria waorani de su propia historia y experiencia.

Más allá de estas tensiones que se reconocen en este trabajo, se torna necesario un

abordaje similar, capaz de actualizar y profundizar sobre esta problemática particular que

es la articulación de dos formas antagónicas de practicar la economía, la alimentación y la

construcción de las identidades. Deben abordarse otros tópicos de análisis, principalmente

los efectos de la economía de mercado que representan actualmente las compañías

petroleras, madereras y el turismo, entre otras. Emprender un recorrido que permita

observar cómo se ubican los hombres y mujeres waorani dentro de las estructuras de la

economía de mercado y qué pasa con las posiciones que detentan en su propia

organización social cuando esto ocurre. Un estudio que analice de qué manera estas

prácticas económicas disocian, o no, la integridad de la organización social de las

comunidades y a partir del cual sea posible ponderar las profundas implicancias que la

escisión entre la vida social, la alimentación y el trabajo pueden tener en una sociedad

como la waorani en la que todo esto se puede experimentar en un instante y durante toda

la vida.

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