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TOM CAT Y EL TOISÓN DE ORO
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ÍNDICE
Página
CAPÍTULO I: TOM…………………………………………...4
CAPÍTULOII: UN CÚMULO DE CASUALIDADES.…......11
CAPÍTULO III: LA LLAVE PÉRDIDA…....……………….21
CAPÍTULO IV: UN DÍA LOCO……………………………29
CAPÍTULO V: EL VIAJE ………………………………......49
CAPÍTULO VI: EL ENGAÑO………………...……………73
CAPÍTULO VII: LA MALINCHE………………………….83
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………...103
TOM CAT Y EL TOISÓN DE ORO
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BREVE RESEÑA
El famoso arqueólogo Tom Cat es contratado por una
prestigiosa universidad para localizar la Ciudad Dorada
de los aztecas. Tras el robo del Toisón que les
mostraría el camino hasta la ciudad, Tom y el profesor
Sam Harris, vivirán una serie de aventuras que les
llevaran a un increíble desenlace.
TOM CAT Y EL TOISÓN DE ORO
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CAPÍTULO I
TOM
Corría el año mil ochocientos ochenta cuando vi
por primera vez a Tom. Era un joven alto y espigado,
de tez morena con rasgos bien marcados y mirada
profunda. Tenía el pelo rizado y sus manos de dedos
largos y huesudos no hacían más que tamborilear sobre
la tapa de la mesa.
Por esa época yo trabajaba de profesor de
arqueología para la Universidad y precisamente el
Rector me había llamado a su despacho con el fin de
que conociese a mi nuevo compañero de trabajo.
Cuando entre en el despacho, allí estaba Tom,
como ya he dicho tamborileando con sus largos dedos
sobre la tapa de la mesa en señal de impaciencia. Se
dirigió hacia mí y me estrechó la mano.
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-Profesor Harris, le presento a su nuevo
compañero de trabajo el señor Thomas Cat-dijo el
Rector.
Le dije que estaba encantado de tenerle como
nuevo compañero-aunque yo ya había escuchado
algunos comentarios sobre él, unos alabando su gran
inteligencia y otros reprobando su comportamiento y
mal carácter.
La contratación de Tom por parte de la
universidad se debía en parte al hallazgo de unas ruinas
Aztecas y querían que entre ambos explorásemos aquel
lugar y por otro lado no querían perder la oportunidad
de contar en su cuadro de profesores con una autoridad
tan reconocida en la materia, que daría aún más
prestigio a la Universidad.
Eran ya casi las doce del mediodía y decidí
invitar a Tom a un refrigerio ya que el calor que hacía
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era sofocante, incluso para el mes de Mayo y de paso
le presentaría a los demás miembros que componían el
cuadro de profesores.
Tom no prestó mucho interés por conocer a sus
nuevos colegas, más bien sospecho que no deseaba
conocer a ninguno y en cuanto a mí creo que no le
habían dado opción alguna.
-Profesor Harris-dijo Tom-desearía visitar
nuestro gabinete de trabajo.
-Puede llamarme Sam-le respondí.
-En ese caso, lo justo sería que me llamase Tom.
Tras habernos presentado de forma informal nos
encaminamos hacia el ahora nuestro gabinete de
trabajo.
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Nada más entrar Tom, observó todo con su
mirada y pareció no gustarle mucho el desorden que
allí se manifestaba.
Pasamos el resto de la tarde ordenando el
despacho, aunque no sé bien porqué lo hacía ya que
para mi gusto estaba perfecto, pero Tom resultó ser un
tipo bastante perfeccionista al que le gustaba tener todo
en orden y cada cosa en su lugar. Luego comprobaría
por mí mismo que el desorden y el desaliño personal
eran cosas insoportables para él.
Acabamos bastante tarde así que cogimos un
coche de punto que nos llevase hasta nuestros
respectivos domicilios. Tom por el momento se alojaba
en el hotel de la ciudad mientras le buscaban a una casa
digna de su gusto, así que allí fue donde el cochero
hizo la primera parada, y de camino a casa pensaba yo
si mi vida había cambiado con la llegada de Tom y si
sería para bien o para mal.
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TOM CAT Y EL TOISÓN DE ORO
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A la mañana siguiente me levanté un poco más
temprano de lo habitual, aunque solía levantarme
bastante temprano, hoy no quería llegar tarde al
despacho y con ello dar una mala imagen de
impuntualidad frente a mi nuevo compañero de trabajo.
Desayune solamente un par de tostadas y un café
con leche, cogí mi maletín con mis cosas y salí a la
calle. Tuve suerte y no hubo que esperar mucho a que
pasase un coche de punto, el cual tomé y me dejó a la
hora prevista en la universidad.
Me encaminé hasta mi despacho y cual sorpresa
la mía cuando me encontré allí con Tom.
-Buenos días, querido colega. Me he tomado la
libertad de llegar un poco antes y echar un vistazo a la
documentación de esa ciudad azteca-dijo Tom
-Veo que se toma en serio su trabajo-dije yo.
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Tom esbozó una sonrisa irónica, luego me pidió
que le ayudase a cambiar algunas cosas del gabinete
que no le habían gustado como quedaron el día
anterior, claro está que me pidió permiso para ello.
En un pequeño recodo junto a los ventanales,
instaló lo que al parecer sería de ahora en adelante su
rincón de trabajo, el cual no contaba más que con un
butacón, una pequeña mesita y una estantería donde
había puesto sus libros y cuadernos de apuntes. El resto
de la habitación me lo había dejado a mí, ya que según
él yo necesitaba más espacio, debido a la gran cantidad
de papeles que había acumulado a lo largo de mis años
de trabajo y de mis investigaciones por todo el mundo.
Ciertamente por la mayor parte de la habitación
había un cúmulo de papeles y legajos viejos
desparramados de los cuales la mayoría carecían de
todo tipo de interés, pero que los había guardado por
pura desidia.
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CAPÍTULO II
UN CÚMULO DE CASUALIDADES
Tom me pidió que le acompañase al vestíbulo,
ya que había dejado allí un par de maletas que según él
contenían algunos objetos personales que empleaba en
su trabajo y le gustaría tenerlos a mano en el gabinete.
Ciertamente me sorprendió alguna de las cosas
que llevaba en sus maletas, microscopio, brújula y
hasta un sextante de quien sabe Dios qué año.
-Veo que le interesa ese artilugio-me dijo Tom
-Pues la verdad-contesté yo- no veo la utilidad
de esta antigualla, a no ser que lo lleve como amuleto.
Tom me dijo que esa antigualla le había sacado
de más de un apuro, sobre todo cuando tuvo que salir
de Egipto por la noche en barca, debido-según él- a una
diferencia de opinión con algunos nativos.
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Después de la aclaración decidí no preguntar
nada más y me dediqué a seguir con la limpieza de
documentos vetustos que estaba realizando. Tom me
pidió que no los tirase sin él echarles un vistazo, si a mí
no me parecía mal, ya que quizás hubiese alguno que
despertase su interés o tuviese que ver con alguna de
sus investigaciones.
Yo le dije que por mí no había problemas, que
ahí los tenía todos para él.
-Tengo clase dentro de diez minutos-le dije-
puede quedarse con lo que le interese y lo demás que
sirva de alimento a la chimenea.
Tom se quedó leyendo papel por papel, le
observé como dos minutos desde el pasillo a través de
la rendija entre abierta de la puerta. Lo que le
interesaba lo dejaba encima de la mesita y lo que no lo
hacía una bola con sus manos y lo tiraba al hogar de la
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chimenea. Sobre medio día ya había acabado y regrese
a mi gabinete, no esperaba encontrar allí aún a mi
nuevo colega, pero allí estaba, reclinado sobre el viejo
butacón con los pies encima de la mesita, leyendo uno
de aquellos viejos papeles el cual sujetaba con la mano
izquierda mientras con la derecha sostenía el lápiz que
mordisqueaba lentamente.
Al sentir mi presencia se giró hacia mí.
-Muy interesante este trabajo suyo sobre las
civilizaciones precolombinas-me dijo.
-Me siento muy halagado con sus comentarios, y
más aun viniendo de una celebridad como usted-
respondí yo.
Tom me dijo que no era para tanto, pero que le
resultaba muy interesante el trabajo que realicé sobre la
cultura precolombina, donde no se reflejaba la
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TOM CAT Y EL TOISÓN DE ORO
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existencia de la ciudad que ahora quería que
explorásemos.
Yo le dije que en esa época no había indicios
algunos de la existencia de esa ciudad y que tampoco
yo los había visto cuando estuve allí.
-Eso es muy interesante, Sam. Su informe es
bastante minucioso, así que no sé de donde se han
sacado la existencia de esa ciudad.-dijo Tom.
Me apoyé sobre la chimenea y me quedé
pensativo. El silencio se había hecho en la habitación y
tanto Tom como yo llegamos a la conclusión de que el
rector no nos había contado todo acerca de esa ciudad
perdida.
Tom dio un salto y se levantó del butacón como
empujado por un resorte.
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-Vamos Sam. Creo que ya sé de donde ha sacado
el rector lo de la ciudad perdida.
Nos encaminamos hacia el despacho de rector,
Tom estaba bastante seguro de lo que su instinto le
decía y según él no solía equivocarse.
No tardamos en llegar, la puerta del despacho
estaba entre abierta, y eso era raro, ya que el rector era
un hombre que no solía dejar la puerta de su despacho
abierta. Nos asomamos y al pronto supimos que algo
raro estaba ocurriendo. El despacho había sido revuelto
de arriba abajo y en el suelo junto al gran ventanal
yacía el cuerpo del recto inconsciente.
Tom le reanimó y entre los dos logramos
sentarle el sofá que tenía en el despacho para las
visitas. Nada más se le pasó la sorpresa de los primeros
momentos, se dirigió rápidamente hasta la caja fuerte