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LA VIDA QUE ME HA TOCADO Me llamo Angélica, nací el 3 de setiembre de 1950, tengo 65 años, nací en Huarmey, Áncash. Mi madre, Blanca, es de la sierra de Casma, que también queda en Áncash; mi padre, Constantino, de la sierra de Huarmey, de Cochapeti para ser más precisa. Crecí entre la chacra y el pueblo junto a mis hermanos, éramos 11, yo soy la 3ra; mi madre era estricta en su crianza, pero lamentablemente por falta de recursos no todos nos terminamos de educar, yo me quedé en 6to de primaria, bueno, además no me gustaba ir al colegio; al ser una de las mayores tenía a mi cargo a mis demás hermanos. Sufrimos de falencias económicas y mi padre siempre decía: “La abundancia me hizo pobre”(APUD: Ovidio),algo que mi padre se arrepiente hasta ahora , pero a pesar de todo logramos superarlo como familia. Recuerdo que con mi hermana la mayor, Carmen, (PASSIM)llevábamos alfalfa desde la chacra al pueblo en un triciclo que teníamos, para venderlo y así ayudar a nuestros padres en la comida. Hubo momentos en los que almorzábamos arroz con ensalada de tomate. Era muy rico! Cuando tenía 18 años, ocurrió el golpe de estado de Velasco y con ello la reforma agraria, mi padre trabajaba como yanacona en una hacienda, propiedad de un hombre de descendencia italiana; con la reforma, ésta pasó a manos de él y de su

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PRIMER TRABAJO DEL PROFESOR REYNOSO

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LA VIDA QUE ME HA TOCADO

Me llamo Angélica, nací el 3 de setiembre de 1950, tengo 65 años, nací en Huarmey, Áncash.

Mi madre, Blanca, es de la sierra de Casma, que también queda en Áncash; mi padre,

Constantino, de la sierra de Huarmey, de Cochapeti para ser más precisa.

Crecí entre la chacra y el pueblo junto a mis hermanos, éramos 11, yo soy la 3ra; mi madre

era estricta en su crianza, pero lamentablemente por falta de recursos no todos nos

terminamos de educar, yo me quedé en 6to de primaria, bueno, además no me gustaba ir al

colegio; al ser una de las mayores tenía a mi cargo a mis demás hermanos. Sufrimos de

falencias económicas y mi padre siempre decía: “La abundancia me hizo pobre”(APUD:

Ovidio),algo que mi padre se arrepiente hasta ahora , pero a pesar de todo logramos superarlo

como familia.

Recuerdo que con mi hermana la mayor, Carmen, (PASSIM)llevábamos alfalfa desde la

chacra al pueblo en un triciclo que teníamos, para venderlo y así ayudar a nuestros padres en

la comida. Hubo momentos en los que almorzábamos arroz con ensalada de tomate. Era muy

rico!

Cuando tenía 18 años, ocurrió el golpe de estado de Velasco y con ello la reforma agraria, mi

padre trabajaba como yanacona en una hacienda, propiedad de un hombre de descendencia

italiana; con la reforma, ésta pasó a manos de él y de su hermano, mi tío Hipólito, que

trabajan en ella. Ese mismo año, fallece mi hermana la 2da, víctima de la tuberculosis, a la

edad de 19 años, el hombre que se la llevo a vivir con él la maltrató y la dejó a la deriva,

sufrimos mucho con su pérdida.

Ya a los 19 años, conocí a Alejandro, él es de La Libertad, nos enamoramos y nos vinimos a

Lima a buscar un mejor futuro para los dos, vivíamos en un cuarto alquilado en el Cercado; ya

en Lima salgo embarazada de mi primera hija, Jenny, a la cual doy a luz en marzo de 1970.

En mayo de ese mismo año, ocurre el terremoto que desapareció Yungay, recuerdo aquel día,

estaba con mi hija de 2 meses en brazos, en el centro de Lima, las personas corrían

desesperadas y yo solo protegía a mi hija buscando campo abierto.

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Cuando Jenny tenía 1 año y medio, decidí buscar un trabajo, y llegué hasta la casa de mi

prima Olga, en Independencia (en aquel año era el distrito de San Martín de Porres). Olga me

brindó apoyo, me enseñó lo que más adelante sería la base de mi sustento, la costura. Ella

hacia confecciones, en un pequeño taller en su casa, solo tenía 2 máquinas de coser, en una de

ellas aprendí la manualidad y con el tiempo, conseguí trabajo en un taller más grande en la

Av. Habich, en la urbanización Ingeniería.

Cuando mi hija tenía 2 años, salgo embarazada de mi segundo hijo, Walter; y 3 años después

de mi tercera hija, Eldervais. Por problemas, decidí separarme de Alejandro, y me instalé

junto a mis hijos en la casa de una amiga que conocí en el taller de Habich. Seguí trabajando

en el taller hasta que me reconcilié con el padre de mis hijos y me mudé a su casa en Mirones,

Cercado de Lima, viví por 2 años ahí hasta que me volví a separar. Mudándome a un pueblo

joven en el callao, Bocanegra; en ese lugar me establecí en un pequeño terreno que me

entregaron los que vivían allí.

Después de 1 año, decido viajar junto con mis 3 hijos a Huarmey, a visitar a mis padres;

grande fue mi sorpresa cuando, al regresar a Bocanegra, otras personas habían tomado

posesión del terreno que ocupaba, junto con mis cosas. Me tuve que mudar a la casa de una

amiga, en donde trabajé como empleada del hogar a cambio de un cuarto dónde vivir con mis

hijos, en mi necesidad, busqué al padre de mis hijos para que me apoye, resultando

embarazada de mi cuarto hijo, José. El padre de mis hijos me lleva a vivir a un cuarto

alquilado, pues se había conocido con otra mujer y había tenido hijos con ella, los llevó a vivir

a su casa en Mirones.

Lamentablemente su apoyo duró poco; él era muy mujeriego, por esa misma razón teníamos

bastantes discusiones, llegábamos hasta las agresiones físicas, claro que nunca deje que él me

maltratara, siempre me defendía agrediéndolo a él, tal vez por esa razón me abandonó; dejó de

pagar el alquiler y tuve que mudarme a otro lado con mis 5 hijos, pues recién había dado a luz

a mi última hija, Noemi. Llegué a la casa de una amiga en Independencia y conseguí trabajo

en un gran taller textil.

En mayo de 1985, cuando tenía 35 años, una día muy temprano me despierta mi amiga, la que

me acobijó en su hogar; me dijo que a un par de cuadras, habían invadido un pequeño cerro

que estaba vacío, que vaya a ver si conseguía algún terreno, y eso fue lo que hice; hubo

bastante gente buscando espacio, la invasión había sido en la noche, y, por casualidad,

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encuentro un terreno pequeño que no había sido apropiado por alguien, tomé unas piedras y lo

comencé a cercar; ya en la noche formaron una asamblea para organizarse.

Como no había contado con el total apoyo del padre de mis hijos desde que nació la primera,

había trabajado sólo para alimentarlos, vestirlos y darles educación; pero el dinero no me

había alcanzado para ahorrar y comprarme una casita; fue así que la necesidad me llevó a

establecerme junto a mis hijos en un pequeño cerro invadido.

A la mañana siguiente, la policía montada estaba abajo listo para desalojarnos, yo estaba

decidida a no salir de ahí, necesitaba un hogar para mis hijos y no pensaba dejar esa

oportunidad que se me había presentado. Horas después, luego de que los directivos que

habíamos nombrado en la asamblea la noche anterior conversaran con las autoridades,

habíamos llegado a un acuerdo, una gran mayoría se mudaría a la ribera del río Chillón, cerca

de la panamericana norte, y el resto se quedaría ahí, pero pagaría un pequeño precio por los

terrenos invadidos; estuve de acuerdo en quedarme, el precio no era muy bajo pero

esforzándome lo lograría.

Se fueron bastantes familias, y los que quedamos, tuvimos que dar dinero para que la

maquinaria pesada aplane los terrenos; ya una vez hecho eso, procedimos a habitar el lugar, lo

llamamos “Cruz de Mayo”, por el mes en que se fundó. Poco a poco fui construyendo mi

casita.

Al año siguiente me presento a una fábrica textil, en donde laboré 7 años, que transcurrieron

con el crecimiento de mis hijos, su formación; y, por motivos económicos, no pude brindarles

educación superior. En 1993 me detectan diabetes tipo 2, con lo cual mi vida toma otro

sentido.

Cada uno de mis hijos fue tomando su propio rumbo, en octubre de 1994 nace mi primera

nieta, Divina, de mi hija Eldervais; y en febrero de 1995 mi segundo nieto, Oscar, de mi hija

Jenny. Yo renuncié a mi trabajo, pues ya no tenía responsabilidades, mis hijos trabajaban y

sustentaban el hogar, empecé a dedicarme a la crianza de mis dos nietos. En el 2000, me

mudé a Ingeniería, junto con mi hija Jenny, dejando con pena mi casa en Independencia por la

que había luchado tanto, mi hijo José se quedó a vivir allí. Al año siguiente mi última hija,

Noemi, se va a Costa Rica, a buscar oportunidades.

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Crié a mis nietos mientras sus madres trabajaban cada una en su respectivo negocio, eran

solteras y eran solo ellas y sus respectivos hijos, decidí ayudarlas porque sabía que trabajar y

criar a un hijo no era fácil. A mi nieta Divina su madre se la lleva en el 2003, me quedé solo

con mi nieto Oscar, lo crié hasta los 8 años.

Despues de 3 años de haber estado en Costa Rica, mi hija Noemi decide llevarme a vivir con

ella a ese país, yo acepté, y con la tristeza de dejar al resto de mi familia en Perú, partí a Costa

Rica, a vivir con mi hija. Estuve por 5 años en ese país.

A mi regreso a Perú, tomo la decisión de formar mi propio negocio, había trabajado en Costa

Rica y logrado juntar dinero, pero decidi primero terminar de construir mi casa en Cruz de

Mayo, y para conseguir más plata, me puse a trabajar en una costurera en un mercado

cercano, estuve por 2 años hasta que decidí alquilarme un local y poner mi propio negocio,

compre mi máquina de coser y comencé desde cero.

Hoy vivo en mi casa de Independencia, con mi hija Eldervais, sus hijos y mi nieto Oscar.

Trabajo en mi propio negocio, mi nieta Divina tuvo un hijo, mi primer bisnieto, Liam; estoy

ahorrando para comprarme un terreno en provincias y vivir ahí tranquila mi vejez, en el

campo, donde crecí, criando mis animales; me jubilaré el 2016, y solo espero, vivir muchos

años más, para poder ver a mis nietos, y a mi bisnieto, crecer.