Tradición y Reescristura

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    EL TEXTO INFINITO

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    PUBLICACIONES DEL SEMYR actas

    8

    Director Pedro M. Cátedra

    Coordinación de publicaciones Eva Belén Carro Carbajal

    CONSEJO CIENTÍFICO

    Vicente Beltrán Pepió (Università degli Studi di Roma, La Sapienza) Mercedes Blanco (Université Paris-Sorbonne)Fernando Bouza (Universidad Complutense)

    Juan Carlos Conde (Magdalen College, University of Oxford)Inés Fernández-Ordóñez (UAM & Real Academia Española)

    Juan Gil (Real Academia Española) Antonio Gargano (Università degli Studi di Napoli Federico II)

    Fernando Gómez Redondo (Universidad de Alcalá)Víctor Infantes (Universidad Complutense)

    María Luisa López-Vidriero Abelló (IHLL & Real Biblioteca) José Antonio Pascual Rodríguez (Real Academia Española)

    Jesús Rodríguez-Velasco (Columbia University)Christoph Strosetzki (Westfälische Wilhelms-Universität, Münster)

    Bernhard Teuber (Ludwig-Maximiliam-Universität, Munich)

    Forman también parte de o cio del Consejo Cientí co las personas que, en corriente mandel consejo directivo del Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas (Juan Miguel Va

    Francisco Bautista Pérez, Bertha Gutiérrez Rodilla, Elena Llamas Pombo),así como también quienes ostenten o hayan ostentado la presidencia de la

    Sociedad de Estudios Medievales y Renacentistas: Alberto Montaner Frutos (Universidad de Zaragoza)

    Fernando Baños Vallejo (Universidad de Oviedo) María José Vega Ramos (Universidad Autónoma de Barcelona)

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    EL TEXTO INFINITOTRADICIÓN Y REESCRITURA EN LA EDAD MEDIA

    Y EL RENACIMIENTO –––––––

    edición al cuidado de Cesc Esteve

    con la colaboración de Marcela Londoño, Cristina Luna & Blanca Vizán e índice onomástico de Iveta Nakládalová

    SALAMANCASeminario de Estudios Medievales y Renacentistas Sociedad de Estudios Medievales y Renacentistas

    MMXIV

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    La publicación de este volumen se ha realizado con nanciacióndel Ministerio de Ciencia e Innovación (ref. FFI2011-15119E).

    COMITÉ DE SELECCIÓN

    José Aragüés (Universidad de Zaragoza)

    Amaia Arizaleta (Université de Toulouse-Le Mirail) Emilio Blanco (Universidad Rey Juan Carlos)Francisco Bautista (Universidad de Salamanca)

    Juan Carlos Conde (Oxford University) Juan Miguel Valero (Universidad de Salamanca)

    María José Vega (Universitat Autònoma de Barcelona)Lara Vilà (Universitat de Girona)

    © la SEMYR & el SEMYR © los autores

    Maquetación: Jáser proyectos editoriales Impresión: Nueva Gra cesa, S.L.I.S.B.N.: 978-84-941708-3-6 Depósito legal: S. 383-2014

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    TABLA ________

    Presentación [17-18]

    PRIMERA PARTEPONENCIAS PLENARIAS

    V ICENÇ BELTRAN Estribillos, villancicos y glosas en la poesía tradicional: intertextualidades

    entre música y literatura [21-63]

    R OGER CHARTIER La mano del autor. Archivos, edición y crítica literaria

    [65-81]

    ANTONIO G ARGANOReescrituras garcilasianas

    [83-111]

    M ARÍA JESÚS L ACARRALas reescrituras de los cuentos medievales en la imprenta

    [113-149]

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    TABLA8

    M ARÍA DE LAS NIEVES MUÑIZ Muñiza descriptio puellae: tradición y reescritura

    [151-189]

    R OSA N AVARRO DURÁNCurial e Güelfa,«mélange de gothique et de renaissance»

    [191-225]

    SEGUNDA PARTECOMUNICACIONES

    R AFAEL ALEMANY FERRER Las reescrituras de un franciscano islamizado: Anselm Turmeda

    [229-242]

    ANA P ATRÍCIA R. ALHOSistema hidráulico Superior na arquitectura gótica em Barcelona. Casos

    [243-256]

    ÁLVARO ALONSOPoesía pastoril entre Encina y Garcilaso

    [257-270]

    PEDRO ÁLVAREZ-CIFUENTESSobre copia y reescritura: Las diferentes versiones de laCrónica do Imperador

    Beliandro[271-284]

    FILIPE ALVES MOREIRATradición y reescritura: de laCrónica de Alfonso XI a la

    Crónica de Afonso IV [285-297]

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    TABLA 9

    JOSÉ ARAGÜÉS ALDAZLos discípulos de Santiago: tradiciones, equívocos, fabulaciones (II)

    [299-311]

    C ARMEN BENÍTEZ GUERREROLa transmisión de laCrónica de Fernando IV : estado de la cuestión e hipótesis

    de trabajo[313-325]

    ALFONSO BOIX JOVANÍLa aventura del toro enPeribáñez , ¿un ritual iniciático?

    [327-339]

    E VA BELÉN C ARRO C ARBAJALLaGlosa peregrina de Luis de Aranda: tradición, intertextualidad y reescritura

    [341-358]

    M ARÍA C ASAS DEL ÁLAMO Viola Animae: itinerario y particularidades tipográ cas de una edición pinciana

    del siglo XVI [359-368]

    M ARTÍN JOSÉ CIORDIALetras y humanidades en textos de Poggio Bracciolini

    [369-380]

    ANTONIO CONTRERAS M ARTÍNLa versión catalana delDecameron (1429): algunas consideraciones

    sobre el jardín [381-393]

    ISABEL CORREIALa corte, la clausura y la buena caballería: delLancelot en prose

    alPalmeirim de Inglaterra[395-407]

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    TABLA10

    CECILIA A. CORTÉS ORTIZ El catálogo de sermones impresos novohispanos del siglo XVII de la

    Biblioteca Nacional de México[409-424]

    M ARÍA DEL PILAR COUCEIRO El paso del trasmundo en losSonetos de Gutierre de Cetina

    [425-440]

    FRANCISCO CROSASTradición y originalidad en laHistoria de Troya de Ginés Pérez de Hita

    [441-448]

    M ARÍA DÍEZ Y ÁÑEZLas virtudes de la liberalidad, magni cencia y magnanimidad en la tra

    aristotélica en España a través de las traducciones al castellano delDe RegiminePrincipum de Egidio Romano

    [449-466]

    CESC ESTEVEReescriure i popularitzar la història al Renaixement. Les traduccions de CSeyssel

    [467-478]

    EDUARDO FERNÁNDEZ COUCEIROLa recepción del Humanismo en Bohemia a través de los prólogos y las d

    [479-492]

    N ATALIA FERNÁNDEZ R ODRÍGUEZLa reescritura hagiográ ca de motivos folclóricos: sobre el trasfondo e

    leyenda de San Julian el Hospitalario en las versiones castellanas [493-509]

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    TABLA 11

    M ANUEL FERREIRO Apostilas ao texto da cantigaDon Beeito, ome duro [B 1464, V 1074]

    de Joan Airas de Santiago[511-527]

    LEONARDO FUNESLetras castellanas en tiempos de Fernando IV: esbozo de una historia literaria

    [529-542]

    LUIS G ALVÁN

    Ars longa, uita breuis: tiempo, retórica y política [543-557]

    FOLKE GERNERTLa textualización del saber quiromántico: la lectura de la mano en Lope de Vega

    [559-575]

    LUCÍA GÓMEZ F ARIÑA

    Atlas: la reescritura de un mito a través de los siglos [577-590]

    ALEJANDRO HIGASHIPautas prosódicas de la variante editorial en la transmisión del

    Cancionero de Romances[591-605]

    JOSÉ HIGUERALa reescritura de la «philosophiam supernaturalem» en las ediciones lulianas de

    Lefèvre d’Étaples:phantasia , ciencia y contemplación [607-621]

    P ABLO JUSTEL V ICENTE El motivo de la despedida en la épica medieval castellana

    [623-637]

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    TABLA12

    IOANNIS K IORIDISHermano reconoce a hermana: variantes del motivo en el romancer

    y las baladas tradicionales griegas [639-653]

    E VA L ARA ALBEROLA ¿Los delirios de una moribunda...? La conformación de nitiva de la he

    celestinesca en el Testamento de Celestina , de Cristóbal Bravo[655-668]

    ANA SOFIA L ARANJINHA A matéria de Bretanha naIstoria de las bienandanças e fortunas deLope García de Salazar: modalidades e estratégias de reescrita

    [669-682]

    M ARCELA LONDOÑOLa condena de la oración supersticiosa en el siglo XVI.

    El ejemplo de San Cipriano[683-694]

    ANA Mª M ALDONADO CUNS«Puesto ya el pie en el estribo» como excusa para López Maldonadoet alii

    [695-711]

    CLARA M ARÍAS M ARTÍNEZLa vida cotidiana en las epístolas poéticas del Renacimiento:

    tradición clásica y reescritura autobiográ ca [713-730]

    LLÚCIA M ARTÍN P ASCUALLecturas divergentes y correcciones de copistas en los manuscritos F

    de las poesías de Ausiàs March [731-747]

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    TABLA 13

    NURIA M ARTÍNEZ DE C ASTILLA MUÑOZ«Hacer libros no tiene n». Los moriscos y su patrimonio manuscrito

    [749-758]

    M ARÍA DEL R OSARIO M ARTÍNEZ N AVARROReescrituraanticortesana de la tradición bíblica y romancística

    en Cristóbal de Castillejo[759-776]

    M ARTA M ATERNI

    Reescritura y tradición sapiencial de unSpeculum principis en cuaderna vía:los castigos de Aristóteles en elLibro de Alexandre (cc. 51-84)[777-785]

    L AURA MIER PÉREZ Adulterio y comicidad en el teatro renacentista

    [787-801]

    R UTH MIGUEL FRANCO El tratamiento de las citas en la parte gramatical delCatholicon de Juan Balbi [803-816]

    JOSÉ LUIS MONTIEL DOMÍNGUEZLa impronta leonesa de laCrónica de veinte reyes

    [817-830]

    ISABEL MUGURUZA R OCADe alegorías y maravillas: reescritura, intertextualidad y auto-plagio

    en la obra de Antonio de Torquemada [831-843]

    SIMONA MUNARIVari gradi di riscrittura neiColloqui di Erasmo

    [845-858]

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    TABLA14

    I VETA N AKLÁDALOVÁ El árbol del conocimiento: la reescritura de lostopoi gnoseológicos en la obra

    de Juan Amos Comenio[859-872]

    JOSÉ LUIS OCASAR La atribución delLazarillo a Arce de Otálora. Una perspectiva geneticista sobr

    los problemas de autoría [873-888]

    ALICIA OÏFFER -BOMSELFray Luis de Granada, traductor del Contemptus Mundi de Tomás de Kede la noción detranslatio a la reelaboración conceptual en la obra del humanis

    granadino[889-903]

    GEORGINA OLIVETTO«Si quid deterius a me perscriptum est, emendationis tuæ baculo casti

    Cartagena, Decembrio y laRepública de Platón

    [905-917]

    M ARÍA DEL PILAR PUIG-M ARESPues de ti solo es mandar( guras reales en autos del siglo XVI)

    [919-934]

    JOSÉ ANTONIO R AMOS ARTEAGA Entradas teatrales en el contexto colonial: reinvenciones sobre el modelo

    [935-945]

    R OSA M ARÍA R ODRÍGUEZ PORTODe tradiciones y traiciones: Alfonso X en los libros iluminados para los

    Castilla (1284-1369)[947-962]

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    TABLA 15

    AMARANTA S AGUAR G ARCÍALos libros sapienciales yCelestina: el caso paradigmático deEclesiástico

    [963-975]

    S ARA S ÁNCHEZ BELLIDOInversión de tópicos en un diálogo renacentista: losColoquios

    de Baltasar de Collazos [977-989]

    P AULO SILVA PEREIRA El Libro de Job y la cultura portuguesa de la Edad Media al Renacimiento:

    traducción, tradición y transgresión [991-1006]

    M ARIANA S VERLIJLa razón y el absurdo: diálogos con la antigüedad en la obra de

    Leon Battista Alberti [1007-1017]

    JUAN MIGUEL V ALERO MORENODenis de Rougemont: La invención del amor [1019-1045]

    BLANCA V IZÁN R ICOLa in uencia de Savonarola en la «Devota exposición del Psalmo Miserere mei

    Deus» de Jorge de Montemayor [1047-1062]

    Índice onomástico[1063-1089]

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    PRIMERA PARTEPONENCIAS PLENARIAS

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    LADESCRIPTIO PUELLAE: TRADICIÓN Y REESCRITURA

    M ARÍA DE LAS NIEVES MUÑIZ MUÑIZUniversitat de Barcelona

    1. UNA CUESTIÓN DE MÉTODO

    L A descriptio puellae OCUPA un lugarsui generis en la tópica literaria. Mere ero al hecho de que su estructura se asemeja a un mosaico deloci menores (cabellos de oro, labios de rubí, dientes de perlas, por

    citar algunos de los más popularizados)1, cuya selección,dispositio, metá-foras y engarce son susceptibles de in nitas variaciones.

    1. Apelo a la memoria de mis coetáneos para la letra del bolero Muñequita linda , querecoge precisamente estos tres estereotipos. Aclaro desde ahora que seguiré criterios decita diversos, según la variada casuística a la que me enfrento. Así, en la cita de textoscuyas partes internas estén numeradas (capítulos, libros, cantos, actos, composiciones),omitiré por lo general la indicación de página, sin perjuicio de citar en la Bibliografía laedición de referencia utilizada (cuando haya ediciones de obras distintas pertenecientesa un mismo autor, la referencia de cabecera seguirá este orden: nombre del autor, títuloabreviado, año de edición; si se mencionara una sola obra, aparecerá solo el nombre delautor seguido del año de la edición consultada; y en las obras anónimas o de varios autores,el título abreviado seguido del año de la edición consultada; en el caso de traduccionesantiguas y en el de ediciones críticas de particular notoriedad, se citará por el nombredel traductor o del editor, seguido del año). Para lasdescripciones concentradas en pasajescompactos, ofreceré la referencia de páginas en la primera mención.

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    Pese a ello, mientras proliferan aproximaciones genéricas a los arque-tipos femeninos, escasean los estudios lológicos encaminados a recons-truir la morfología deltopos a lo largo del tiempo, del mismo modo que, adespecho de la informática, faltan bases de datos capaces de suplir a los viejos repertorios de motivos2. Paradójicamente, otros avances cientí cos,como la divulgación de los patrones delars dictandipor Edmond Faral3, hancontribuido al retroceso metodológico obviando análisis diferenciales ennombre del código común; algo semejante a lo ocurrido con ellocus amoenus,que desde el memorable libro de Curtius, se reconduce a un esquema virtual sean cuales sean sus variantes. La excepción que con rma la regla –aparte casos singulares, como el suscitado por la «dueña» de Juan Ruiz– 4 la representa Giovanni Pozzi, que en los años setenta del sigloXX llevó acabo un examen sistemático de la poesía renacentista italiana conjugandola historia de las formas con un enfoque comparativo y semiológico. Ellole permitió descubrir variantes allí donde parecía haber solo inertes repe-ticiones, y reconducir esa multiforme casuística a constantes signi cativas.Resultado de sus pesquisas fue, como él mismo resumía, la identi caciónde los rasgos distintivos del canon petrarquesco frente a otras solucionesanteriores y coetáneas: «[Petrarca] contrasse il canone perentoriamente e

    lo strutturò secondo rigide corrispondenze interne: infatti / 1. ridusse ilnumero dei membri nominati ad alcune parti scelte del viso (capelli, occhi,guance, bocca) più una parte anatomica selezionata fra collo, seno, mano;/ 2. accentuò l’uso di metafore ben de nite, preferendole all’impiegodel nome proprio designante i membri elogiati; / 3. ridusse il numerodelle motivazioni all’alternativa di splendore e colore e per quest’ultimoai tre dati di giallo, rosso e bianco, con rarissime eccezioni (nero per leciglia una volta sola); / 4. ridusse il numero dei comparanti alla sola rosaper il rosso, ad oro ed ambra per il giallo, lasciando invece un più ampio

    ventaglio di possibilità per il bianco», etc.5

    . Se añadía la constatación de

    2. Recordaré el todavía útil Renier (1885). 3. Faral ([1961] 1982). 4. En este último caso, siendo la bibliografía sobreabundante, me limitaré a recordarlas aportaciones más signi cativas acerca de las fuentes de ladescripitio: Lecoy (1938); Alonso ([1958], 1970: 86-99); Alarcos (1973: 171-174); Lida (1973); Blecua (1992: 115-116y 513-515); Morros (2004: 69-104). 5. Pozzi (1979: 313).

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    LA «DESCRIPTIO PUELLAE»: TRADICIÓN Y REESCRITURA 153

    que este viraje expulsó de la poesía alta el «canon largo» boccacciano6,cuyos modelos medievales superaban la frontera del pecho e incluíanpartes del rostro ausentes en elCanzoniere (nariz, orejas, barbilla)7. Luego,el triunfo del petrarquismo habría impuesto un esquema simétrico conrasgos fuertemente seleccionados y sujetos a limitadas combinaciones8,aunque en ambigua coexistencia con soluciones menos estructuradas:«Nell’ultimo quattro e primo cinque due diverse e opposte tendenze sidelineano nell’uso del canone breve. Da una parte quella di disperdernei costituenti no all’af evolirsi dei rapporti oppositivi che li legano inuna struttura coerente; dall’altra quella di ristrutturare i rapporti correntitra i guranti mediante la sostituzione di uno schema a pianta centraleallo schema asimmetrico 2:1 adottato dal Petrarca. Esempio tipico delladispersione è Boiardo, della ricostruzione il Bembo»9.

    Cierto es que las «diverse e opposte tendenze» a las que alude Pozziimplican que el proceso fue más complejo y menos claro el triunfo de lasimetría canónica. De hecho, quien someta la tesis de Pozzi a la prueba delos textos, descubrirá que la práctica delCanzoniere fue menos homogéneade lo que su descripción haría esperar10, y que, por contra, el hibridismo

    6. Ello sobre todo a través del retrato de Emilia en elTeseida (XII, 53-63) y delas seis ninfas en laComedia delle ninfe orentine (V, 3-4; IX, 13-25; XII, 3-16, 17-31; XV,13-17), para cuyo texto y numeración de párrafos remito a Boccaccio (1964). 7. Pozzi (1979: 314).

    8. Pozzi (1979: 315-316): «Nel canone breve si assiste al ritorno delle rigide formepetrarchesche: rinasce l’attenzione verso le motivazioni secondarie di natura tattile; neconsegue che il bianco delle guance venga rappresentato dai guranti dilatte, neve , e ori vari, giglio, ligustro, viola , mentre i guranti del tipoavorio, marmo, cristallo vengono dirottatia rappresentare membri ai quali conviene la motivazione secondaria di durezza (fronte,collo, seno, mano). Sul versante del rosso, con simmetria assoluta, si af evolisce l’uso dirubino e dicorallo (dato che non esistono parti anatomiche rosse motivate secondariamente

    secondo la durezza) per cedere il posto arosa, ostro, porpora . Di conseguenza si fannopiù esclusivi i legami tra singoli comparanti e singoli comparati, inducendo un’ulterioreforma di stereotipizzazione: per es. perla si lega esclusivamente a denti,rosa, nonostantenon vi contradica la motivazione secondaria, cessa di designare le labbra e così via». 9. Pozzi (1979: 316). 10. LosRerum vulgarium fragmenta , para cuyo texto remito a Petrarca (1996), ofrecen,de hecho, una notable variedad de modelos en cuanto al número y la combinación deelementos elencados: cuatro composiciones rozan el «canon largo» sin respetar el ordendescendente (200, 292, 325, 348); seis abarcan entre tres y cinco rasgos, ya sea limitadosal rostro: cabellos, tez, cejas, ojos, labios-dientes (157); tez, ojos, labios-dientes (131),

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    MARÍA DE LAS NIEVES MUÑIZ MUÑIZ154

    cuatrocentista respondió al coherente intento de recuperar el modeloboccacciano para reinsertar el cuerpo femenino en la naturaleza ideali-zada11. En cualquier caso, reconstruir la historia deltopos requeriría ampliarla recensio en sentido cronológico, geográ co y lingüístico si se aspira aconocer los recovecos de su largo y enmarañado camino. No podemosolvidar que Petrarca y Boccaccio se habían nutrido de variadísimas fuenteslatinas y romances y que ese cauce de aguas turbias siguió uyendo una vez mezcladas sus aguas con las delCanzoniere .

    2. SOBRE LA CONTINUIDAD DEL CANON

    De la continuidad entre tópica antigua y moderna, hay, por lo demás,ejemplos tan conocidos como poco valorados en ladescriptio puellae 12.Recordaré el peso que tuvieron en la formación del estereotipo algunosapuntes homéricos no siempre referidos a la belleza femenina, entre otros,la púrpura y el mar l como símil del contraste rojo/blanco ( Ilíada,IV, v.

    cabellos, mejillas, labios-dientes-palabras, frente (220); ya sea con el añadido de algunaparte del cuerpo, casi siempre bajo forma etérea: cabellos, ojos, tez, modo de caminar,palabras (son. 90), cadera-pierna, seno, cabellos (126), ojos, seno, cabellos (160). Otrasseis se atienen a dos únicos elementos: cabellos-ojos (30 y 359), cabellos-cuello (127)tez, cabellos (196, 209), frente, cabellos (291). Por último, el grupo más numeroso (diez),se limitan a un solo elemento: cabellos (12, 159, 189, 227), mano (40, 42, 43, 199), ojos(73) cuello (185). Los elementos del cuerpo más aludidos son –además del cuello por sucontacto con la cabellera–, manos, brazos, seno, pie, este último nombrado una sola vezpero aludido otras a través del caminar y las huellas dejadas por su paso. Se con rma, encambio, la constatación de Pozzi según la cual Petrarca «accentuò l’uso di metafore bende nite, preferendole all’impiego del nome proprio designante i membri elogiati». Nosolo, sino que las palabras boca, labios, dientes, tez o mejillas faltan por completo en el vocabulario petrarquesco, mientras que cabellos, frente, ojos, cuando aparecen, cuando

    no son sustituidos por metáforas, suelen carecer de atributos fuera del genérico ‘bello’.En términos generales, abundan más de lo previsto los casos en los que la metáforasuplantain toto la parte del cuerpo aludida. Valgan como ejemplo; «L’oro, i robin, le perlee ‘l terso avorio» (68, v. 4); «L’ oro et le perle e i or’ vermigli e i Bianchi» (46, v. 1); «orose sparse in dolce falda / di viva neve» (146, vv. 5-6); «Amor fra l’erbe una leggiadrarete / d’ oro et di perle tese sott’ un ramo» (18, vv. 1-2); «Muri son d’ alabastro e ‘l tettod’ oro, / d’avorio uscio, fenestre di zaf ro» (325, vv. 16-17).

    11. Cf. Muñiz (2011).12. Así, Pozzi (1979: 312) despacha el asunto apelando al hecho de que «l’antichità

    non ssò mai quei dati in schemi ssi di contenuto e di forma».

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    141), luego aplicado por Virgilio al rostro ruborizado de Lavinia con laayuda de las rosas y los lirios: «subiecit rubor et calefacta per ora cucurrit./ Indum sanguineo veluti violaverit ostro / si quis ebur aut mixta rubentubi lilia multa / alba rosa» ( Aen.,XII, 64-69). Igualmente conocida esla coincidencia entre algunas imágenes bíblicas y otras griegas, desde lacomparación de la mujer hermosa con la aurora («¿Quién es esta queaparece como la aurora, bella como la luna, pura como el sol...?,Cantarde los Cantares , 6, 10; «La aurora alzándose, muestra su bello rostro... / asítambién Helena toda ella de oro se mostraba ante nosotros», Teócrito, Epitalamio de Helena ), hasta la asimilación de la boca a ores y frutos (lagrana en elCantar de los Cantares , 4, 11; la rosa en la poesía erótica griega),por no hablar de los cabellos de oro, presentes en las más diversas épocasy géneros. Esta continuidad se extiende en la tradición grecolatina a lamayoría de los rasgos, incluido su orden descendente, prescrito comonorma retórica a nales del sigloIV por Aftonio de Antioquía ( Progym- nasmata XII 46 Sp.), pero ya imperante de facto en la práctica poética.Recordaré el retrato de su amada trazado por Anacreonte, que anticipaen buena parte el canon largo medieval: espléndida cabellera, frente demar l, cejas negras, ojos cerúleos, nariz delicada, mejillas de rosa y leche,labios turgentes que invitan al beso, barbilla suave, cuello blanco, desnudezcon ada a la imaginación (oda 17)13, el autorretrato del hermoso pastor-cillo en el Idilio XX de Teócrito (cabellos rubios, cándida frente, negrascejas, ojos brillantes, dulce boca), y las descripciones ovidianas de Narciso(ojos como estrellas, cabellos abundantes y fúlgidos, suaves mejillas, cuelloebúrneo, hermosa boca, tez nívea y sonrosada)14, Dafne (cabellos sobreel cuello, ojos, labios, dedos, manos, brazos, fórmula de reticencia sobrela desnudez imaginada)15, Cídipe (ojos, cabellos, manos, pies, resto del

    13. Me atengo a la numeración de West (1984). Convendrá también recordar que elretrato del joven Batillo sigue el orden: cabellos, frente, cejas, ojos, nariz, mejillas, labios,cuello, pecho, manos, hombros. 14. «Spectat humi positu geminum, sua lumina, sidus / et dignos Baccho, dignos et Apolline crines / inpubesque genas et eburnea colla decusque / oris et in niveo mixtumcandore ruborem» ( Met., III, 420-423). 15. «Spectat inornatos collo pendere capillos / et quid, si comatur? ait; videt ignemicantes / sideribus similes oculos, videt oscula, quae non / est vidisse satis; laudatdigitosque manusque / bracchiaque et nudos media plus parte lacertos: / siqua latent,meliora putat» ( Met., I, 497-502).

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    cuerpo con ado a la imaginación)16. En cuanto al retrato virgiliano deEneas, centrado en ojos y cabellos de áureo esplendor17, ofrece un claroprecedente de la Laura petrarquesca en su versión más sintética: «Eranoi capei d’oro a l’aura sparsi /…/ e ‘l vago lume oltra misura ardea / diquei begli occhi…» ( Rerum vulgarium fragmenta , 90, 1-4, en adelanteRvf ).

    Volver atrás la mirada signi ca, en suma, topar a cada paso con fuentesdel código romance, ya sea transmitidas por vía directa o a través de unalarga cadena; en hilo continuo o saltando tramos intermedios. Lo dicela comparación de la bella con la Aurora, aplicada por Petrarca a Laura(«Quand’io veggio dal ciel scender l’Aurora / con la fronte di rose et co’crin d’oro...»,Rvf , 291, 1-2), por Barahona de Soto a Angélica («Mas cualla Aurora entre las ores suele aparecer / […] / tal pareció la reyna deCatayo / entre las damas»,Las lágrimas de Angélica , IV 134, 1-8; 135, 1-2),y por Lope de Vega a Brazayda («Vino Brazayda... / […] / tan bella comosuele por el cielo / romper el alua de la noche el velo», Jerusalén conquistada ,X, 50, 1-8)18. Lo dice el motivo de los cabellos esparcidos por el cuello,que conecta el ovidiano «sparsos per colla capillos» ( Met ., III, 169)19 con el«Intonsi crines longa ceruice uebant» de Tibulo (III, 4, 27), hasta llegarnuevamente –pasando por el «comam diffundere ventis» de Virgilio ( Aen .,I, 319)20 –, a Petrarca: «Erano i capei d’oro a l’aura sparsi» ( Rvf , 90, 1), «le

    bionde treccie sopra ‘l collo sciolte» ( Rvf , 127)21

    , no sin haber transitado antespor Pablo Silenciario («el oro no tiene el fulgor de tus cabellos esparcidos al

    16. «Tu facis hoc oculique tui, quibus ignea cedunt / sidera, qui ammae causa fueremeae; / hoc faciunt avi crines et eburnea cervix / quaeque, precor, veniant in mea collamanus, / et decor et motus sine rusticitate pudentes, / et, Thetidis qualis vix rear esse,pedes; / cetera si possem laudare, beatior essem, / nec dubito, totum quin sibi par sitopus» ( Her ., XX, 55-63). 17. «Restitit Aeneas claraque in luce refulsit / os umerosque deo similis: namqueipsa decoram / caesariem nato genetrix lumenque iuventae / purpureum et laetos oculis

    ad arat honores: / quale manus addunt ebori decus, aut ubi avo / argentum pariusvelapis circumdatur auro » ( Aen ., II, 588-593). 18. Lope de Vega (1951: I, 405-406). 19. Cf. también «inornatos collo pendere capillos» ( Met ., I, 497). 20. Sin olvidar otras reelaboraciones ovidianas: «inpulsos retro dabat aura capillos»( Met ., III, 169); «nisi quod levis aura capillos / moverat» ( Met ., IV, 673-674). 21. Pero ya en el retrato de Sofonisba: «Fulgentior auro / quolibet, et solis radiisfactura pudorem, / cesaries spargenda leui pendebat ab aura / colla super, recto quesensim lactea tractu / surgebant, humerosque agiles effusa tegebat / tunc, olim substrictaauro certamine blando / et placidis implexa modis» ( Africa, V, 25-31);cf. Petrarca (2002).

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    viento», Antologia palatina,epigrama 270), el Anticlaudianus de Alain de Lille(«Colla pererrat / aurea cesaries», 271-272), y la María Egipcíaca francesa(«En som le col blanc com ermine / li undoit le bloie crine», vv. 175-177).No hay lugar aquí para recorrer el ujo de recurrencias que atraviesa Virgilio, Ovidio, Tibulo, Catulo, Luciano y Filóstrato con sus descripcionesde Pantea, Aristéneto (retrato de Laide), la antología Palatina y los epigra-mas de Marcial, hasta llegar a Aquiles Tacio ( Leucipa y Clitofonte , cap. I, 4),Maximianus (Elegía I), Sidonius Apolinaris (descripción de Teodoricoen Epistulae, I, 2), laFrigii Daretis Ylias , o los tratados de sionómica. Tan vasto terreno predispuso la sedimentación deltopos en la literatura neola-tina y francoprovenzal durante los siglosXII yXIII, época en la que, pesea producirse una rígida codi cación escolástica, los hilos no cesaron deentrecuzarse dando lugar a descripciones largas, breves y mixtas. De estamadeja citaré al menos, siguiendo en lo posible un orden cronológico,elretrato de Constancia trazado por Baudri de Borgueil (1099 ca.; Carmina, 200, vv.55-66),la puellade Jean de Hauteville (1184 ca.; Architrenius,liber I, cap. 14,De descriptione puelle ; Liber II, cap. 1), la Camille delRoman d’Enéas (1160ca.; vv. 3997-4000), la Polixena y la Elena delRoman de Troie de Benoît deSainte Maure (1160-1170, vv. 5119-5140 y 5541-5550),Floire et Blanche or (1160 ca.; vv. 2875-2912), elCarmine Burana (en particular las poesías de

    Petrus Brixensis, muerto hacia 1204), las novelas de Chrétien de Troyes( Erec et Enide, vv. 424-436;Cligés , vv. 800-844; Perceval , vv. 1753-1783), laPhilomena , a él atribuida (1165-1170 ca; vv. 132-162), ciertos pasajes dela lírica occitánica –con algunadescriptio más larga como la de Arnaut deMareulh enDomna genser, que no sai dir (1195 ca)– 22, laChevalierie Ogier deDanemarche (1192-1200; vv. 1269-1278), laVida de Santa María Egipcíaca con sus múltiples versiones a partir del relato griego atribuido a Sophro-nios; elRoman de la violette(1227-1229 ca.; vv. 864-874),Le Jeu de la Feuillée de Adam de la Halle (1235-1285 ca.; vv. 122-136), Aucassin et Nicolette

    ( nales del s.XII-inicios delXIII ca.; XII, 19-28), el Roman de la Rose deLorris ( 1225-1230 ca.; retrato de Biauté, vv. 990-1016) y el poema pseudoovidianoDe vetula (1250 ca.; parte II, 243-336). Una verdadera avalanchacuyo ápice se sitúa entre nales delXII y la primera mitad delXIII, y en laque se insertaron las codi caciones delars dictandi y sus doctas secuelas,recibiendo el aporte de la literatura de cción o alimentándola a su vez:

    22. Para este y otros textos, remito a Ricketts (2001).

    http://es.wikipedia.org/wiki/1225http://es.wikipedia.org/wiki/1240http://es.wikipedia.org/wiki/1240http://es.wikipedia.org/wiki/1225

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    fueron las de Matthieu de Vendôme (retrato de Elena en el Ars versi ca - toria , 1170 ca.)23, Alain de Lille (descripción de la Naturaleza en elLiberde Planctu Naturae,1168-1172 ca.24 y de la Prudencia en el Anticlaudianus ,1181-1184 ca.; I, vv. 270-297), Joseph de Exeter (descripción de Elena enel poemaPhrygii Daretis Iliados libros , 1188-1190 ca.; vv. 172-207), Geoffroide Vinsauf ( Poetria nova , 1208-1213 ca.)25, Brunetto Latini (retrato de Iseoen elTresor , 1260 ca.; III, I, 13)26, Guido delle Colonne (retrato de Elenaen laHistoria destructionis Troiae , 1272-1287)27.

    De este magma extrajeron Petrarca y Boccaccio sus modelos, al igualque otros escritores italianos de los siglosXIII yXIV : el maestro de retórica

    Boncompagno da Signa con su Rota veneris ( 1250ante quem ), el autor del poemadidácticoL’Intelligenza ( nales delXIII, descripción de Cleopatra), Faziodegli Uberti (canc.I’ guardo i crespi e i biondi capelli , comienzos delXIV ),Francesco da Barberino ( Reggimento e costumi di donna , 1318-1320), Danteo quienquiera que fuese el autor de Mare amoroso (vv. 90 ss.) y delDettod’amore (vv. 167 ss.), y, ya en tiempos de Petrarca, Brizio Visconti con sucanción Mal d’amor parla chi d’amor non sente 28.

    Lo dicho hasta aquí vale, obviamente, para la literatura española,cuyadescriptio puellae más antigua –sin contar algunos versos latinosdelCancionero de Ripoll reconducibles a la tradición goliárdica– data dela Vida de Santa María Egipcíaca (1215 ca.), o mejor, de la traducciónanónima de una de sus versiones francesas29, para proseguir con laRazón

    23. Cf. I, 56, 1-30 y Faral (1982: 129-130). 24. La descripción en prosa se encuentra casi al comienzo de la obra;cf. Alanus deInsulis,Patrología latina .

    25. Cf. vv. 554-594, y Faral (1982: 214-215). 26. Chabaille (1863: 488-489); Beltrami (2007: 666). La edición de Chabaille sigue

    siendo indispensable por el alto número de manuscritos consultados para conoceralgunas variantes. 27. Grif n (1936: 71-73). 28. Omito laFiorita de Antonio Pucci por seguir pedestremente el retrato de lasninfas de Boccaccio, en particular IX, 2. Fuera de la tradición quedaron los poetas delDolce stil novo, que, incluido Dante, adoptaron formas rarefactas, simbólicas y abstractaspara expresar la belleza femenina. Para estas y otrasdescriptiones italianas, vid. Maf aScariati (2008: 437-490).

    29. Para la traducción castellana,cf. Alvar (1970-1972: 77-78, vv. 205 ss. y 720 ss).Para el texto francés y castellano,cf. Rutebeuf (2006).

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    de amor (1205-1250)30, elLibro d’Alexandre (1240-1250; descripción de Talectrix)31, y elLibro de Buen Amor del Arcipreste de Hita (1330-1343ca.; retrato de la «dueña», vv. 431 ss.)32. Casos a los que han de añadirselas versiones delTrésor 33, delRoman de Troie y de laHistoria destructionisTroiae , esta última divulgada comoCrónica troyanae impresa a través decaminos poco claros34.

    3. L A RED DE FUENTES Y VARIANTES

    Esta maraña de literatura alta y baja, clásica y medieval, neolatina yromance, original y traducida, ha de ser, pues, tenida en cuenta no solocuando se analizan los estereotipos medievales, sino también cuandose atiende a sus más re nadas continuaciones renacentistas y barrocas.Bastará como ejemplo la Alcina ariostesca, cuya tela, tejida con hilos dePetrarca, Boccaccio, Poliziano y Piccolomini, incluye detalles de más bajaextracción como la «candida man» donde «né nodo appar, né vena escede»( Orlando furioso, VII, 15, 2-4), un detalle reconducible a la tersa gargantadescrita por Brizio Visconti en Mal d’Amor : «che corda o vena sola / lìnon appare overo altro difetto» (vv. 100-101)35.

    30. Razón de amor (1996: 128). 31. Libro de Alexandre(1988: 456). 32. Blecua (1992: 455-456). 33. Para la primera traducción castellana, debida a Alonso de Paredes y a PascualGómez, citaré por El libro del Tesoro (1989: 85), edición basada en el ms. 685 de laBiblioteca Nacional de España; para la traducción catalana de Guillem Copons, seguiréel texto de Wittlin, Copons (1976-1989: IV, 29-30). 34. Como es sabido, la primera edición impresa de laCrónica troyana se debió a Juan deBurgos y vio la luz en 1490 ( Crónica Troyana,1490), pero el texto derivaba de la tradición

    anterior, probablemente a través del Ms. 20262-19 conservado en la Biblioteca Nacionalde España. El propio Burgos reutilizó el fragmento correspondiente a la descripciónde Elena en elTristán de Leonís por él editado en 1501, atribuyendo el retrato a Iseo,cf. Cuesta Latorre (1993), y más en general para los avatares de laCr ónica , Gilman (1978).En lo sucesivo citaré por la edición de 1490 (retrato de Helena, lib. VII en ff. E6v-7r;retrato de Brazayda en libro VIII, f. F8r; retrato de Policena en lib. XXI, f. M6v). Véaseasimismo Prince (1993).

    35. La fuente de Brizio fue a su vez elDe vetula : «Collum tam planum quam plenum,non ibi nervi / corda riget, non vena tumet, cuius cutis omni / asperitate caret nec fedateam maculosa / Menda» ( De vetula, vv. 304-306).

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    Todo se repite, en suma, pero nada coincide en la trilladísimadescriptio puellae . De ahí la importancia de atender a las variantes para desenredar elovillo de su intrincada tradición. Citaré dos casos reveladores:

    1. El epíteto «a lada» referido a la nariz, pasó delTesoretto de BrunettoLatini («lo naso a lato»)36, al poemaL’Intelligenza («naso af lato e boccapicciolella», 205, v. 7), antes de llegar a lasninfas orentinas de Boccaccio(«vede af lato surgere l’odorante naso», «di bella lunghezza... af latetto»)37,lo cual traza una línea claramente diferenciada respecto a las dos mayorita-rias, en las que los rasgos dominantes –dejando a un lado el genérico «bienhecha»– fueron «recta»38 y «proporcionada», este último preferido por lascodi caciones doctas y reforzado a menudo con la fórmula «ni poco nimucho»39. La «nariz a lada» puede considerarse pues, a todos los efectos,como una variante disyuntiva a la que reconducir desviaciones presentesen las traducciones castellanas deltopos . Fue el caso de la versión delTresor ,donde la fórmula «si par mesure» de Brunetto pasó a ser «así a ladas etasí limadas», o el del traductor anónimo de laHistoria destructionis Troiae ,

    36. La descripción de Natura en elTesoretto ocupa los vv. 244-265 (el v. cit. es el259),cf. Poeti del Duecento (1960: 175-277). 37. Comedia delle Ninfe orentine , IX, 15 y 23 respectivamente. 38. Cf.: «droit et estandu» (Chrétien de Troyes , Perceval, v. 1780); «bien fet» (Id.,Cligés , v. 808), «Le nés ot bien fait à droiture» ( Roman de la rose , retrato de la pucelle , v. 532), «lenes or haut et lonc et droit» ( Philomena, v. 149), «Nares directe» (Boncompagno da Signa),«dricto naso» (Fazio degli Uberti), «exstensum nasum» (Boccaccio en elDe Casibus,I,XVIII: In mulieres ). 39. Cf.: «Ab utriusque luminis con nio moderati libraminis iudicio naris eminentiaproducitur venuste quadam temperantia nec nimis erigitur nec premitur iniuste» (PetrusBrixensis,Carmina Burana , 67, 4a); «Linea procedit naris non ausa iacere / aut inconsultoluxuriare gradu» (Matthieu de Vendôme, vv. 21-22); «castiget regula nasi / ductum, ne

    citra sistat vel transeat aequum» (Geoffroi de Vinsauf, vv. 567-568); «une petite voie delait les dessevre parmi la ligne dou neis, et est si par mesure que il n’i a ne plus ne mains»(Brunetto,Tresor ); «Nasus in excesum nullum se transvehit, ut sit / longus vel curtus,aquilus simusve nec ullam / tractus in obliquum portendit proditionem. / Nec stillascerebri naris cava pandit hiatu, / nec libertatem negat halitui neque ricta / passibiles aurastristi fetore minatur» ( De vetula , vv. 274-278); «qui maxillas diuidens in geminas partesequales nec multa longitudine uergebat ad ymum nec nimia breuitate correptus superiorislabii sedem indecenter suspendebat in altum. Sic nec nimia grossicie tumefactus se inmulta latitudine diffundebat, dum compositarum narium termini non multa uaccacionese iungerent nec in multe aperture patefactione uulgarent» ( Historia destructionis Troiae ).

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    que transformó la expresión «...pulchritudinis nasi sui lineam regularem»en «la grand fermosura de su a lada nariz» ( Crónica troyana )40, allí dondeotros siguieron la letra del original (Pedro de Chinchilla: «aquella estrañafermosura de su nariz, que parescía una linea regular que sus mexillas endos iguales partes dividía»41; Jaume Conesa: «la linea retglada del seu nas,de meraueylosa ballea»)42. ¿Cómo no ver una coincidencia entre estassoluciones y la «nariz afylada» de Juan Ruiz (434a)43, las «narices a ladas»de Santillana ( Cantar que zo el Marqués a sus jas loando su fermosura )44, o el«nas prim e a lat» de Martorell ( Tirant lo Blanc , cap. CXX)?45 Añadiré queaún a nales del sigloXV , la anónima traducción de laHistoria de duobus

    amantibus de Piccolomini46

    convirtió el «Nasus in lum directus» en «narizen proporcion a lada», ejemplo seguido por Luis de Lucena al plagiar lamisma epístola en suRepetición de amores («nariz a lada»)47, pese a seguiren lo demás el texto latino48. Cerraré la lista con elCrotalón, donde labella Saxe luce una «nariz pequeña y a lada» (canto VII)49, apartándosedel texto base (la versión alcoceriana delOrlando furioso, donde se lee: «lapequeña nariz»)50, y con Rey de Artieda, que en 1605 asignaba todavíauna «a lada nariz» a la Virgen51.

    2. Otra variante signi cativa la constituye el empleo del «cristal» comocomparante, un símil que el medioevo había heredado de las hipérbolesovidianas «splendidior vitro» y «lucidior glacie» ( Met ., XIII, 800, 804),

    40. Cap. VII,cf. Crónica Troyana , 71-72.41. Cf. Chinchilla (1999: 182).

    42. Lib. VII,cf. Conesa (1916: 101). 43. Libro de buen amor (1992: 115-116). 44. Cf. Santillana (1988: 15-16).

    45. Cf. Martorell (1999: I, 222). 46. La traducción de laHistoria de duobus amantibus (1444) fue publicada en 1496con el título de Estoria muy verdadera de dos amantes ; para el pasaje en cuestión,cf. Ravasini(2004: 304-305). 47. Repetición de amores (1496 ca.: 5v-6r). Para la edición moderna de esta obra, vid.Tratados de amor (2001: 95-160).

    48. Para este plagio,cf. Morros (2003: 299-309).49. Crotalón (1990: 172).

    50. Sobre la deuda delCrotalón con Alcocer,cf. Vian Herrero (1998 y 2007: 273-315). 51. Rey de Artieda (1955: 251).

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    bien aplicándolo a los dientes52, bien al rostro, la barbilla, la frente o lagarganta:Flore et Blanche or : «Sa face de color tres ne, / plus clere quen’en est verrine» (vv. 2885-2886); Alain de Lille: «Menti expolita planitiescrystallina luce circumspectior, argenteum induebat fulgorem» ( De planctu Naturae ); «Clarior argento, fuluo conspectior auro / lucidior glacie, cristallogracior omni, / menti planicies roseo non derogat ori» ( Anticlaudianus , vv.284-286); Geoffroi de Vinsauf: «Ex cristallino procedat gutture quidam /splendor, qui possit oculos referire videntis / et cor furari» (vv. 582-584);Brunetto: «ne cristal ne resplandit à sa gorge» ( Tresor ); Guido delleColonne: «totus ambitus faciei mentum, modica in medio concauitate

    solcatum, forma sperica concludebat, dum thorus sub menti ualle modiceduplicatus fulgorem uidebatur effundere cristallinum» ( Historia destructionisTroiae ); Chrétien de Troyes: «El front que Dex a fet tant cler / que nulerien n’i feroit glace, / ne esmeraude, ne topace?» ( Cligés , vv. 800-802)53.De ahí que el anónimo traductor castellano de laHistoria destructionis Troiae modi case la frente láctea y nívea del original («Sub quibus subsidebat frontis lactea et niuosa planicies ad eius fulgencia tempora usque distensa…»),interpretando: «tenia la espaciosa fruente entre blanca y resplandescientea modo de un no cristal », y que trans riese al cuello el fulgor cristalino de labarbilla al traducir «colli culumpnulam niueum presenare nitorem» como«su a lado cuello e garganta que parescia ser vna pequeña colunade nocristal »54. Más llamativa aún es la continuidad de esta tradición en el Siglo

    52. «li dent sont petit et sezé et plus blanc d’argent esmeré» ( Floire et Blanche or ), «lesdens blancs et menus» ( Aucassin et Nicolette ); «Les dens petits et serrés et tenant, / quiplus estoient de nule ivoire blanc» ( Chevalerie Ogier , vv. 12074-12075); «las dentz paucase menudetas», poema anónimo, ms. di Cheltenham, cit. por Renier (1888: 20); «denzplus blancas c’us cristals» (Uc de Saint Circ); «las dens de cristal» (Bertran de Born).

    Una tradición que recogería Piccolomini en su retrato de Lucretia: «dentes parvuli et inordinem positi ex cristallo videbantur, per quos tremula lingua discurrens non sermonemsed armoniam suavissimam movebat», Piccolomini (1973: 54-56), y que reencontramosen Martorell (1999: I, 222): «les dents molt blanques, menudes e espesses que parien decrestall», y en Juan del Encina: «como cristal y apretados menudos y no mellados». 53. Boncompagno da Signa utilizó en cambio esta imagen para designar el brillo delas uñas: «Manus longe, digiti exiles, nodi coequales et ungule sicut cristallum resplen-dentes». 54. Chinchilla (1999: página) se había ceñido al original, salvo suprimir la leche comocomparante: «que parescía una colupna pequeña de blancura de nieve conpuesta».

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    de Oro, atestiguada por Cervantes («el cristal de su cuello»,Galatea , III)55,por Góngora («triunfa… / del luciente cristal tu gentil cuello», Mientras porcompetir con tu cabello, 7-8)56, y por Lope de Vega, que añadió la trasparenciade las venas como signo de tersura:

    El cuello de las manos embidiosoEl crystalino torno enlustrecia, Y las azules venas el hermosoCampo en sendas zelosas diuidia( Jerusalén conquistada , 1609, Libro X)57.

    Un detalle extraído directamente de laCrónica troyana , de la que tambiénproviene el nombre de la bella Brazayda:

    su a lado cuello e garganta que parescia ser una pequeña coluna de nocristal non encorbado Mas derecho. E bien compasado. E qual en sublancura non demostraua diferencia de nieve. El qual demostraua porla espaciosa gargantalas delgadas venas que bien se esmerauan en la blancura .

    Otras veces las desviaciones de traducción e imitación podríanexplicarse por cambios de gusto y preferencias nacionales. Es el caso dela introducida por Pero López de Ayala cuando vertió «oculos longosgraves atque ceruleos» delDe casibus (cap. «In mulieres») como «ojosluengos e vergonçosos » ( Cayda de príncipes )58, fórmula modi cada a su vezpor Luis de Lucena en «ojosnegros y vergonçosos» ( Repetición de amores )59,al igual que siglos antes había hecho el anónimo traductor de laLa viede Marie l’Egypcienne convirtiendo en «ojos negros» los «iex clairs» deltexto francés.

    Más claro aún es el caso de los ojos verdes, presentes solo en laPoetrianova de Geoffroi de Vinsauf («Excubiae frontis, radient utrimque gemelli /

    luce smaragdinea, vel sideris instar, ocelli», vv. 569-570) y, tras sus pasos, enelTresor de Brunetto («ses iauz qui sormontent toutes esmeraudes reluisesnt

    55. Cervantes (1999: 340).56. Góngora (1605: 123r).

    57. Lope de Vega (1951: I, 406). 58. Cf. López de Ayala (1995: 36r). 59. Repetición de amores (1496 ca.: 24v). El plagio de laCayda de principes por Luis deLucena ya fue señalado por Thompson (1977: 337-345).

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    en son front come .ii. estoilles»)60, pero sobreabundantes en la literaturaespañola a partir de los ojos de Melibea «verdes y rasgados, las pestañasluengas» ( La Celestina, acto I)61. De ahí el reguero de ojos esmeraldinosen la literatura posterior62: «los ojos verdes rasgados, las pestañas negrasy largas» (Villaumbrales)63, «fresca, rubia y ojos verdes» (Timoneda)64,«Aquellos ojos verdes contemplava» (Jorge de Montemayor)65, «debaxode las cejas hermosas... se vian las esmeraldas muy preciosas / que taleseran bien sus verdes ojos» (Zapata,Carlo famoso, II 43); «Son ojos verdes,rasgados» (Gálvez de Montalvo, El Pastor de Fílida, parte V, canc. de Siralvo, v. 9)66, «serrana de los ojos verdes» (Lope de Vega,La Arcadia )67, «Traen delbaile a tu choza / mil almas tus ojos verdes» (Lope de Vega,La Dorotea )68,«dos esmeraldas» (Góngora,Fábula de Píramo y Tisbe , 4)69, «Hermososojos verdes y rasgados» (Bernardo de Balbuena,Siglo de Oro en las selvasde Erí le )70, y un largo séquito en el que des lan Rey de Artieda, CastilloSolórzano, Salas Barbadillo, Vicente Espinel, el Conde de Villamediana,los anónimos autores de romances.

    Pistas para orientarse en el laberinto de fuentes ofrecen, como esobvio, las innovaciones de autor. Citaré al respecto la descripción ario-stesca de la nariz de Alcina: «il naso per mezzo il viso scende, / che nontruova l’Invidia ove l’emende» ( Orlando furioso, VII, 12, 7-8), reutilizada

    60. Copons sustituirá, en cambio, las esmeraldas por za ros: «sos ulls qui sobrepujentots sa rs d’orient reluen sots son front axí com dues stelles»,cf. Copons (1976-1989:IV, 29-30).

    61. Cierto es que ya Clemente Sánchez de Vercial entre 1400 y 1421 escribía: «Unadueña de Inglaterra cobdiciava aver los ojos verdes e varios por ser mas fermosa»,Sánchez de Vercial (1961: 286). 62. Con todo,cf. Fray Iñigo de Mendoza (1968: 185): «¿que se zo la verdura de tusclaros ojos verdes...?». 63. Villaumbrales (1986: 318).

    64. Timoneda (1948: 345).65. Montemayor (1996: 459). 66. Montalvo (1907: 462). El retrato de Fílida tiene su contrapunto en el de la bellaPastora, cuyos ojos: «eran negros, rasgados», Montalvo (1907: 450), que será varianteadoptada por Barahona de Soto al describir a Medoro: «rasgados ojos negros y lucientes»( Lágrimas de Angélica , XI, 37, 8),cf. Barahona de Soto (1981: 504). 67. Lope de Vega (1975: 334). 68. Lope de Vega (1988: 118). 69. Góngora (1998: 150).

    70. Balbuena (1821: 63-64).

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    por Gálvez de Montalvo en El pastor de Fílida («El alinde que divide lasdos orestas reales, / con frescuras celestiales los rayos del sol despide;/ a la misma invidia impide su proporción aguileña»)71, no sin pasar porla anterior imitación de Zapata, que omitía la «envidia» pero incorporabael símil mejillas= ores: «la nariz agradable descendía, / y por medida ytérmino excelente /d’entre unas y otras ores se ponía, / de sus mexillasdonde parescía / ser el assiento real de la alegría» ( Carlo famoso, II, 44, 4-8).

    De innovación cabe también hablar a propósito deltopos de los ojosresplandecientes, comparados por lo general con las estrellas y de formasubsidiaria con piedras preciosas, hasta que Piccolomini acuñó la fórmula«Oculi tanto splendore nitentes, ut in solis» al describir a Lucretia, asen-tando en el Cuatrocientos la equivalencia ojos=sol72, lo que permitióluego a Giusto de’ Conti elaborar la hipérbole: «Miran quegli occhi vaghi,anzi quel sole » ( La bella mano, XXXV, 2) con la ayuda de otra fórmula deBoccaccio: «due, non occhi, ma divine luci più tosto» ( Comedia delle Ninfe orentine, IX 14)73. De ahí los «duo negri occhi, anzi duo chiari soli» con losque Ariosto rizó el rizo en el retrato de Alcina ( Orlando furioso, VII, 12, 2).

    Por supuesto, numerosos otrosloci llevan la marca de Petrarca, aunqueno tanto porque el poeta aretino los hubiera inventado, cuanto porquesu in uencia les dio rango detopos en el Renacimiento. Entre múltiplesejemplos, elegiré dos: los ojos serenos, que, tomados de Alain de Lille(«Oculorum serena placiditas amica blandiens claritate»,De planctu Naturae ),pasaron a ser rasgo distintivo de Laura: «gli occhi sereni et le stellanti ciglia»( Rvf, 200, v. 9), «Dal bel seren de le tranquille ciglia / sfavillan sí le miedue stelle de» ( Rvf, 160, 5-6), dando lugar a las imitaciones de Boiardo(«occhi sereni»,Innamoramento di Orlando, III, II, 41), Cariteo («bel serenosguardo»; «Occhi più chiari assai che ‘l dì sereno», Endimione, canc. 18, v.

    71. Montalvo (1907: 436). 72. Recordaré a Lorenzo de’ Medici, en elCommento a sus sonetos: «Veggo quale Aurora rende a Clizia el suo sole, ma non so quale altra Aurora renda al mondo questoaltro Sole, cioè gli occhi di colei» (comentario al son. II, y lugares semejantes a lo largode la obra); Sannazaro («I begli occhi c›al sole invidia fanno»,Sonetti e Canzoni , son. 72,1) y Angelo Galli («Ma poi ch’io la retrovo in pensier, lasso, / che per mio fren tènforsa gli occhi chini, / li quali aperti fan men chiaro el sole»,Canzoniere , son. 212, 9-11;«Remasta è obscura et vedova la terra / di più lucenti, vaghi et honesti occhi / che maiel sole invidia portasse», son. 225, 9-11).

    73. Repararía en ella también Poliziano: «non ocellus, …sed faces» ( In puellam suam ).

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    13 y son. 55, v. 5 respect.), Giusto de’ Conti: «Quegli occhi chiari, più cheil ciel sereni» ( La bella mano, 133, v. 1), hasta llegar al célebre «Ojos claros,serenos» de Gutierre de Cetina.

    El segundotopos petrarquesco lo constituye la imagen de labios y dientesasociada a la sonrisa o a la palabra, con su representación metafórica de lasperlas o el mar l entre rosas, y subsidiariamente del binomio perlas-rubíes:«roseis tectumque labellis Splendet ebur serie mira» (retrato de Sofonisbaen el Africa , V, 20-64), «Non sono più rubin, non perle ed oro / i capelli, lelabbia, i denti» ( Rvf , 113, vv. 41-42); «le rose vermiglie infra la neve / moverda l’òra, et discovrir l’avorio / che fa di marmo chi da presso ’l guarda»( Rvf , 131, vv. 9-11), «perle et rose vermiglie, ove l’accolto / dolor formavaardenti voci et belle» ( Rvf , 157, vv. 12-13), «la bella bocca angelica, di perle/ piena et di rose et di dolci parole» ( Rvf , 200, vv. 10-11), «onde le perle,in ch’ei frange et affrena / dolci parole, honeste et pellegrine?» ( Rvf, 220, vv. 5-6). Un caso del que no faltan precedentes —aparte el símil perlasdelTresor : «les dens plus blanches que perles et son establis par ordre etpar mesure»— desde la Pantea de Luciano, que al reír muestra el brillode perlas y mar l entre los rojos labios74, hasta el Teodorico de Sidonio Apolinar con su nívea y ordenada dentadura reluciente a intervalos («Sicasu dentium series ordinata promineat, niueum protinus repraesentatcolorem», Epistulae, I, 2), elCarmine Burana («Micat ebur / dentium perlabium»,Carmina amatoria,60, 6b), elDe Vetula («Sed domina ridenteloquenteve seve cibante, / intus cuiusdam spectabilis ordo cathene /clarior argento vivo se visibus offert. / Dispositis ibi dentibus in seriequelocatis/ rmis, consertis, equalibus atque minutis», vv. 296-300), Guidodelle Colonne, aunque re riéndose al conjunto encías-dientes («Sic miraturdentes eburneos […] quorum ordine gingiue rosee linealiter amplectentesuere describere uidebantur lylia mixta rosis»), Cino da Pistoia («lo dolceriso / per lo qual si vedea la bianca neve / fra le rose vermiglie d’ognitempo»,Oimé, lasso, 9-10), y Boncompagno da Signa («labra crossula etrubencia cum dentibus eburneis comparebant»,Rota Veneris )75.

    74. «Reía y mostraba los dientes más bellos del mundo. ¿Cómo describir su blancura,igualdad y simetría? Has visto alguna vez un collar de perlas resplandecientes, todas delmismo tamaño? […]. Dos labios rojos daban realce a su candor. Se pueden compararesos dientes al terso mar l de que habla Homero»,cf. Luciano (1999: 267-277).

    75. Boncompagno (1996: 40-41).

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    Pese a ello, solo a partir de Petrarca ellocus adquirió carta de naturalezaen el canon breve y largo, como muestra su proliferación posterior. Susimitaciones, sin embargo –y es lo que aquí más interesa–, contaminarony variaron el modelo añadiendo incluso nuevos comparantes, en lugarde atenerse supinamente a él. Veamos alguna muestra signi cativa: «frabianchissimi gigli vermiglie rose» (Boccaccio , Comedia delle Ninfe orentine,XII 25); «Candide perle, orientali e nuove, / sotto vivi rubin chiari e vermigli, / da’ quali un riso angelico si muove» (Boccaccio,Rime , I, 9, 1-3);«lampeggiò d’un sì dolce e vago riso, […] / poi formò voce fra perle e viole» (Poliziano,Stanze per la giostra , I, 50, 2-5); «Quid margaritas dentium/ praecandidorum proloquar? / Linguam perplexabilem / vtcunqueiuncto anhelitu / amanti amantem copulans / festinat ad calcem Venus,/ cum suave olentem spiritum / semiulca sugunt oscula, / lenocinantegaudio, / subinde murmurantia» (Poliziano,In puellam suam , vv. 45-54)76;«Le labra erano tali che le matutine rose avanzavano; fra le quali, ogni voltache parlava o sorrideva, mostrava alcuna parte de’ denti, di tanto stranae maravigliosa leggiadria, che a niuna altra cosa che ad orientali perle gliavrei saputo assomigliare» (Sannazaro, descripción de Amaranta, Arcadia ,prosa IV, 16)77, «I labri son coralli e i denti perle»; «tra bianche perle in belcoral conteste», «Tu dolce, vaga e legiadretta bocca, / che frangi perle insì dolce parole» (Niccolò da Correggio,Rime , 179, v. 9; 258, v. 9; 331, vv.9-10); «Parole udii, che altrui ascoltar non lice, / fra perle et rose mossecon silentio»; «Dolci coralli et perle, onde escon molti / dolci sospiri, e ‘lparlar dolce et adorno» (Giusto de’ Conti,La bella mano, 33, vv. 10-11; 164, vv. 5-6); «Qual perle, qual coragli al riso breve!» (Angelo Galli, 260, v. 29);«rubini e perle, ond’escono parole sì dolce» (Bembo,Rime : Crin d’oro crespoe d’ambra tersa e pura , v. 5); «…sta, quasi fra due vallette, / la bocca sparsa dinatio cinabro; / quivi due lze son di perle elette, / che chiude et apre unbello e dolce labro: / quindi escon le cortesi parolette / da render molleogni cor rozzo e scabro; / quivi si forma quel suave riso, / ch’apre a suaposta in terra il paradiso» (Ariosto,Orlando furioso, VII, 13, 1-8); «quella

    76. Fuente a su vez de Piccolomini, que suprimió el contraste con los labios: «dentesparvuli et in ordinem positi ex cristallo videbantur, per quos tremula lingua discurrensnon sermonem sed armoniam suavissimam movebat» ( Historia de duobus amantibus ). 77. Para el texto de la Arcadia y la numeración de párrafos me atengo a Erspamer(1990).

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    «iex vairs et riants», «Bouce bien faite par mesure»,Floire et Blanche or;«leslevretes vermelletes», «estoit graille par mi les ans», Aucassin et Nicolette )78.

    El disputadísimo caso de la dueña de Juan Ruiz podría recibir algunaluz considerando la propensión a formar puzzles con variantes de distintaprocedencia. Ya he mencionado la posible fuente de la «nariz a lada»,ahora añadiré, para la «boquilla pequeña», la «boca pequeña» en elTresor castellano, mientras que para «ancheta de caderas» (432c), además delestereotipo árabe aducido por Dámaso Alonso (el talle estrecho, lascaderas opulentas), convendría tener presentes fórmulas similares de laliteratura francesa: «par ans deliie et estroite, / hance ot basse sous lachainture» ( Roman de la violette ); «Grailles les ans, basses les hances» ( Floreet Blanche or ); «gresles les ans, basses les hanches» ( Philomena, v. 164). Encuanto a «los labros… bermejos, angostillos», no será inútil recordar quenuestro autor bebía en el cauce de Sidonius Apollinaris ( labra subtilia ), aquien también podrían remontarse las «luengas pestañas» que embellecenlos ojos (433b)79. Los versos 434a-c, dedicados a los dientes «menudillos/ eguales e bien blancos, un poco apartadillos, / las enzivas bermejas, losdientes agudillos», parecen contaminar fuentes diversas: para «menudillos,eguales», elDe vetula(«Dispositis ibi dentibus in serieque locatis / rmis,consertis , equalibus atque minutis », vv. 299-300); para «bien blancos», ademásde laRazón de amor («boca a razón e blancos dientes»), una larguísimatradición neolatina y franco-provenzal, que incluye a Mareulh: «petita bocae blancas dens» y el retrato de Nicolette, cuyos dientes «blanc et menus»recuerdan muy de cerca los «menudillos ... e bien blancos» de la dueña. Lavexata quaestio de «apartadillos», que Dámaso Alonso resolvió apelando alretrato de Mahoma, halla otro precedente en el Tholomeo de losBocadosde oro («avíe los dientes ralos, e avíe pequeña boca»)80, que se remonta alos «dentes raros et exiguos» de Augusto descritos por Suetonio ( De vita

    78. Aucassin et Nicolette (1968: XII, 19-28). 79. Las de Teodorico lo son de forma llamativa. Me conforta en esta hipótesis MaríaRosa Lida que, para otras guras delLibro de Buen Amor , señala «coincidencias parcialescon el retrato de Teodorico», Lida (1973: 174-175). 80. Esta recopilación anónima de relatos (1250 ca.), contiene un «Capítulo de losfechos de Tholomeo» donde se lee la siguientedescriptio personae : «E fue Tholomeo debuen talle, de blanco color, en la su mexilla diestra avíe una señal bermeja, e avíe losdientes ralos, e avíe pequeña boca, e buena palabra e sabrosa»,cf. Bocados de oro (1971:139).

    http://agoraclass.fltr.ucl.ac.be/concordances/suet_viesII/precise.cfm?txt=denteshttp://agoraclass.fltr.ucl.ac.be/concordances/suet_viesII/precise.cfm?txt=raroshttp://agoraclass.fltr.ucl.ac.be/concordances/suet_viesII/precise.cfm?txt=ethttp://agoraclass.fltr.ucl.ac.be/concordances/suet_viesII/precise.cfm?txt=exiguoshttp://agoraclass.fltr.ucl.ac.be/concordances/suet_viesII/precise.cfm?txt=exiguoshttp://agoraclass.fltr.ucl.ac.be/concordances/suet_viesII/precise.cfm?txt=ethttp://agoraclass.fltr.ucl.ac.be/concordances/suet_viesII/precise.cfm?txt=raroshttp://agoraclass.fltr.ucl.ac.be/concordances/suet_viesII/precise.cfm?txt=dentes

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    Caesarum,2, 79-80); mientras que las también discutidas «enzivas» no sontan insólitas como parece, si se recuerdan las «gingiue rosee» de Guido delleColonne («las muy coloradas enzias que parescian ser de color de rosa», enlaCrónica troyana )81. Añadiré aún las cejas «apartadas, luengas, altas en peña»con su apéndice «angosta de cabellos»82, para las que sobreabundan lasfuentes, desde Matthieu de Vendôme («Blanda supercilia via lactea separat,arcu / dividui prohibent luxuriae pilos», vv. 13-14), hasta Alain de Lille(«Ordo supercilii, iusto libramine ductus, / nec nimis exhaustus nec multanube pilorum / luxurians, sese geminos exemplat in arcus», Anticlaudianus , vv. 274-276), y Guido delle Colonne («Miratur… gemina supercilia, quemanufacta sic decentereleuataauescere ut geminos exemplata ueludinarcus non in multa nube pilorum tenebrositatis horrende nigrescerent»); en laCrónica troyana («las tan bien obradas sobre cejas que parescian ser gransotileza fecha per mano a manera de dosleuantados arcos tendidos por laespaciosa fruente.Las quales no eran muy pobladas de cabellos antes eran tandelgadas en parescer que representaua dos los puestos en arco»)83. Elaugurio de ver el cuerpo desnudo como colofón («Puna aver muger quela vea sin camisa») apunta con seguridad alDe vetula : «Et puto quod nulluscultus nullusque paratus / aptior esset ei quam si sine vestibus esset. / Outinam nudam videam, si tangere nudam / non est fas, saltemque semel,si non datur ultra! / Parva locutus sum, quia suf cientia verba / non suntad tantam speciem, descriptio nulla / noti care potest quantis, si veleamari, / deliciis quantisve iocis se redderet aptam» (vv. 329-336). En n,cerraré el círculo con la imagen que abre ladescriptio: «Que non sea muyluenga, otrosí nin enana» (431b), a cuyas espaldas está el retrato de MaríaEgipcíaca: «Non era luenga nin corta» (en francés: «n’iert trop grant netrop petite»), la Briseida de Benoît de Sainte Maure («ne fut petite ne tropgrant») y la de Guido delle Colonne («nec longa nec brevis», que suena asíen laCrónica troyana : «no luenga ni pequeña»), variantes todas deudoras en

    81. Con eso no haber hallado, en cambio, precedentes romances para «agudillos». 82. Coincido con la lectura de Blecua, que remite, sin embargo, para este y otroscasos, a una tradición demasiado genérica, amparándose en el repertorio quinientistade Agostino Nipho ( De Pulchro, 1520). 83. Otros autores —entre ellos el delDe vetula—pre rieron destacar el color negro(rasgo predilecto de la puella griega que Maximianus había popularizado) o la delgadezdel trazado (detalle caro a la literatura francoprovenzal), si bien hubo cruces de frontera:«les sorcis bruns et large antr’oiel» (Chrétien de Troyes,Perceval , v. 1777).

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    última instancia de Sidonio Apolinar: «Si forma quaeratur: corpore exacto,longissimis breuior, procerior, eminentiorque mediocribus»84.

    En cuanto a ladescriptio puellaede Juan del Encina85, apunta a unconjunto heteróclito en el que laCrónica troyana se mezcla con laPhilo- mena , elTresor , elDe vetula , Boccaccio, Piccolomini, y la ya incipientetradición nacional: para las fórmulas «por compás... ni de menos ni demás», laCrónica troyana («parecía ser hecha por regla y por compás») yelTresor («si par mesure qu’il n’i a ne plus ne mains»); para los cabellos«crecidos... como nas hebras de oro», elTresor («son chevol resplandis-sent con n aur»), laCaýda de príncipes («Los cabellos hebras de oro») y laCrónica troyana («en grand longura e copia»), sin descartar a Piccolomini(«copiose et aurei laminis similes»); para «la frente reluziente, sin ningunaruga, muy alta», laCrónica troyana («la espaciosa fruente entre blanca yresplandeciente... no era ni punto arrugada»), Santillana («frentes clarase luzientes»), Chrétien de Troyes («le front ot haut»,Perceval ); para lassobrecejas y las cejas «negras y bien per ladas», elTresor («ses noir sorcils»)y laCrónica troyana («las tan bien obradas sobrecejas»); para «la nariz...derecha toda seguida, bien partida la crencha sin torcer nada... las mejillas...como rosas», Piccolomini («Nasus in lum directus roseas genas equalmesura discriminabat», a partir de Guido delle Colonne: «pulchritudinis

    nasi sui lineam regularem qui maxillas dividens in geminas partes equa-les»,cf. laCrónica troyana : «la gran fermosura de su a lada nariz... biencompasada, que parecía hecha por regla y por compás ... E sus maxillasparescían ser rosas de bivo color»); para «la boca hecha por medida», elLibro d’Alexandre («la boca mesurada») y laRazón de amor («los labros...bien mesurados»); para «la barva qual conviene… un hoýco en mediodella», Guido delle Colonne («modica in medio concavitate solcatum»)o la Emilia de Boccaccio («nel mezzo ad esso avea un forellino»,Teseida ,60, 3)86; para los hombros «bien hechos... y muy derechos», elTresor («ses

    droites espalles»), laCrónica troyana («las yguales y derechas espaldas») y

    84. Incluso de Gengis Khan se lee en el libro de Marco Polo: «di bella grandezza,né piccolo né grande, ma è di mezzana fatta». 85. Juan del Enzina alabando a su amiga porque le preguntavan quién era , cf. Encina (2003:74v-75r). 86. Menos probable la tardía versión interpolada delRoman de la Rose transcritapor Bourdillon: «Entre le nez et la bouchette / eut une petite fossete» (vv. 67-68),cf. Bourdillon (1906: 182).

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    el Boccaccio de laComedia delle ninfe orentine («gli omeri diritti e eguali»,IX 17); para «altos y grandes los pechos, muy blancos... las tetas tiestas yagudas», nuevamente laCrónica troyana («en su blanco y espacioso pecho...eran dos pequeñastetillas… agudas »); para «la cintura delgada», elTresor («si est graille par la centure») y Santillana («la çinta delgada»); para lasmanos «delgadas, largas y blancas», laPhilomena («mains ot gresles, longueset blanches», v. 163); para la fórmula nal de reticencia: «lo demás de su

    gura / mi ventura desde aquí manda que calle», elTresor («je me tairaides autres parties dedans», a partir de Vinsauf: «Taceo de partibus infra»).Obviamente, nos movemos dentro de la aproximación, pero no faltan variantes conjuntivas que limitan el margen de duda. En particular eldetalle de los hoyuelos en las mejillas («otros dos hoycos haze y deshazeen las mexillas reyendo»), presente solo en elDe vetula («Con ciunt etenimniveus roseusque colorem / … / In quibus et quedam, domina ridente,creantur / fossicule», vv. 282-285), y en la imitación de Piccolomini(«roseas genas equali mensura discriminabat ... cum mulier risit, in parvamutrimque dehiscebant foveam»), un lugar así traducido por el anónimocastellano: «las coloradas mexillas con ygual medida dellas apartadas... laqual, como reýa, en cada una de aquellas un hoyo hendía». Lo con rman

    a fortiori otras dos concordancias signi cativas: «los labros… coloradoscomo de no coral» (Piccolomini: «labia corallini coloris») y «los dientescomo cristal» (Piccolomini: «dentes ... ex cristallo»), si bien los atributosañadidos: «apretados, menudos y no mellados», apuntan a la Emilia deBoccaccio («spessi e ordinati e piccolini»,Teseida , 59, 7-8), más que a laLucretia de Enea Silvio («parvuli et in ordinem positi»).

    No puedo detenerme con igual pormenor en descripciones posteriores.Extraeré solo algunos apuntes signi cativos de Santillana, Martorell y laCelestina , antes de apuntar algunas novedades aportadas por el Siglo de Oro.

    De Santillana comentaré la descripción de los velos y cabellos sujetospor nas perlas («De [es las] trahen los velos / e de oro las crespinas, /senbradas de perlas nas / que le aprietan sus cabellos, / ruvios, largos,primos, bellos»), porque las pistas parecen conducir a las bellas de Boccac-cio, ya sean las vanidosas delDe casibus , con los «cavellos rubjos» asomando«entre los velos» o tendidos «sobre las tocas en los quales pongan rosas e

    ores e sus gujrnaldas e coronas de piedras preçiosas» ( Caýda de principes,XVIII), ya sean las ninfas orentinas, una de las cuales sujeta sus trenzas

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    «con un fregio d’oro lucente e caro di margherite [perlas]» y las deja traslucirbajo «un velo sottilissimo» ( Comedia delle ninfe, XII, 18-19).

    Otro indicio lleva, en cambio, y con total seguridad, alTresor : el de lospechos como «dos pumas de paraýso» («Dos pumas de paraýso / las [sus]tetas igualadas»), que traduce pedem litteram la fórmula «.ij. pomes de paradis».

    A Boccaccio y alTresor remite nuevamente Martorell, cuya Carmesinamuestra «en los pitsdues pomes de paradís que crestallines parien» ( Tirant loBlanc , cap. CXVIII), mientras que la requesta de amores dirigida por lareina Maragdina a Tirant: «E los teus cabells resplandents,sens maestrívol màornats, e los teus ulls, qui parien duesesteles matutines » (cap.CCCXXII )87,deja traslucir a otra ninfa orentina de «biondi capelli», sueltos «sanzaniuno maestrerio» ( Comedia, XII, 7), y con «duo occhi chiarissimi comematutine stelle scintillanti» (XII, 10)88. Añádase la reina de Etiopía, sobrecuyos cabellos hay «una coroneta feta de perles molt grosses e de diver-ses pedres nes que llançaven molt gran resplendor; e en lo front, unfermall de molt gran estima» (cap.CDLXIII ), que, como en el caso deSantillana, conduce al «fregio d’oro lucente e caro di margherite» ( Comediadelle ninfe, XII, 19). Y, sea dicho de paso, el «fregio d’oro lucente», o mejor,el «fermall de molt gran estima» vertido como «un joyel de inestimableprecio» por el anónimo traductor castellano delTirant (1511), adornará

    también los cabellos de Saxe en elCrotalón , «trançados con un cordónde oro que venía a hazer una injeniosa laçada sobre el lado derecho dedonde colgabaun joyel de inestimable valor »89, salvo que el nudo «sobre ellado derecho» remite directamente a las trenzas de Boccaccio («l’una versola destra parte e l’altra verso la sinistra incrocicchiate, … con fregio d’orolucente e caro di margherite istrette»,Comedia , XII, 18-19). Gnofoso habíareconocido, en suma, la fuente de Martorell.

    Llegamos así aLa Celestina , donde el Boccaccio delFilocolo y de las Ninfe orentine despunta en el retrato de Melibea90 al lado de laCrónica

    troyana , elTresor y otras fuentes romances menos seguras, entre ellas unPetrarca apenas reconocible bajo la hipérbole «para convertir los hombres

    87. Martorell (1999: II, 195). 88. El mismo detalle, que remite al «Matutini sideris» de losCarmina Burana («Carminaamatoria», 60a, 6a), aparece repetido por Boccaccio en elFilocolo, III, 11, 6: «I loro occhipareano matutine stelle». Han escapado estas fuentes boccaccianas a Josep Pujol (2002). 89. Crotalón(1990: 171). 90. Celestina (1991: 230-231).

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    en piedras» ( cf. Rvf , 131, v. 11: «che fa di marmo chi da presso ’l guarda»). Aquí, para no alargarme más, citaré solo «la redondez y forma de lospequeños pechos», un motivo, el de la redondez, tan poco frecuente en latradición —más proclive a resaltar, junto con el juvenil tamaño, la durezay la blancura, con o sin la similitud de las manzanas— como abundanteen Boccaccio,cf. «pomi …tondi» ( Teseida , XII, 61, 6); «ritondi pomi»( Filocolo, III, 11); «tondi pomi» ( Comedia delle Ninfe, XII, 14).

    La reescritura medieval deltopos había ido actualizando sus modelosen España sin dejar de contaminarlos. Examinar ese tejido supone recon-struir con mayor delidad la evolución de nuestra cultura literaria en ladialéctica de continuidad y cambio que la acercó al humanismo. De hecholaCelestina mostraba ya en su paródico elenco de bellezas una distanciairónica del esquema franco-provenzal.

    5. V ARIANTES E INNOVACIONES DEL SIGLO DE ORO

    Hacer un balance de la aportación de Garcilaso a ladescriptio puellaeseria aquí impensable. Diré solo que su modelo supuso un raro equilibrioentre la rarefacción petrarquesca, ulteriormente despojada de epítetos, yel experimento cuatrocentista de reinsertar el cuerpo en el paisaje. Parael esquema y los detalles me limitaré a citar las siguientes características:Garcilaso prescindió no solo de partes eliminadas en elCanzoniere(narizy orejas), sino también de otras allí admitidas (dedos) e incluso centrales(labios-dientes); para el resto se atuvo petrarquescamente a cuello y manos,con mención esporádica de pecho y pies (los brazos solo como nudo ycadena amorosos), y redujo el espectro de comparantes a una restringidapaleta dominada por el blanco (mar l, azucena, nieve, leche, salvo rosapara las mejillas y el consabido oro para el cabello); tiñó, en n, la bellezade bucolismo elegíaco conjugando Virgilio y Sannazaro con Poliziano, Ariosto, Bernardo Tasso, Cariteo, Tansillo, Alamanni, Tebaldeo, Bembo.En cualquier caso, aunque sometido a contaminaciones, Petrarca preva-leció como fuente prioritaria91, mientras que el petrarquismo bucólico, y

    91. Citaré, entre los muchos casos conocidos, este ejemplo de contaminación: «Delos cabellos de oro fue tejida / la red que fabricó mi sentimiento», Garcilaso, Canc. IV, vv. 101-102 < «Amor fra l’erbe una leggiadra rete / d’oro e di perle tesse sull’un ramo»,

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    en especial Sannazaro, le proporcionó la capacidad de enlazar las partesdel cuerpo en un uyentecontinuum . Todo ello no impidió que entretantos petrarquismos, persistiese algún residuo medieval, como el símilcuello=columna («¿Do la columna que’l dorado techo92 / con proporcióngraciosa sostenía?», Égl. II, vv. 277-278).

    El modelo aquí descrito no llegó a imponerse en la literatura poste-rior93, sino que ofreció soluciones aisladas además de difundir tópicospetrarquescos con su inconfundible impronta. Me re ero, por ejemplo, ala hipérbole de la victoria de bellezas femeninas sobre sus comparantesmetafóricos94, untopos que contaba con precedentes antiguos y moder-nos, pero que llegó a ser inequívocamente petrarquesco en su variante‘cabellos que vencen al oro’: «le chiome… sovra or terso bionde» ( Rvf ,196, vv. 7-8), «le chiome… vincono il sole» (200, vv. 13-14), «[i bei capei]che facean l’oro e ’l sol parer men belli» (328, v. 3). De su reutilizaciónpor parte de Garcilaso no interesa tanto el calco «los cabellos, que vencer solían / al oro no» (Égl. III, 163-164), cuanto dos innovadorasvariationes que incrementan el desafío de la hipérbole: «los cabellos que’loro escurecían» (son. XIII, v. 4), «los cabellos que vían / con desprecioal oro» (Égl. II, 273-274); ambas, sobre todo la segunda, tuvieron unreguero de imitaciones en el Siglo áureo. Recordaré algunas por orden

    cronológico: Gálvez de Montalvo: «sus cabellos... despreciaban al sol yal oro» ( El pastor de Fílida )95, Herrera: «Ardientes hebras do s’ilustra el

    Rvf, 181, vv. 1-2 (fuente propuesta por Herrera) + «Tra le chiome de l’or nascose illaccio / al qual mi strinse Amore...»,Rvf,59, vv. 4-5 (fuente propuesta por Lapesa) +«l’aureo crine ond’Amor fece quella / rete che mi fu tesa d’ogni canto», Ariosto, soneto35, vv. 7-8 (fuente añadida por mí). Para el texto de Garcilaso y sus comentarios, tengoen cuenta Rivers (1974) y Morros (1998). 92. Cf. Petrarca: «Muri eran d’ alabastro, e ‘l tetto d’ oro» ( Rvf , 325, v. 16), y Cariteo:«Allhor vegg’io nei rai del avo Apollo / rutilare i crin d’oro intorno al collo. / Quando

    s’accende l’alta sommitate / del celeste aureo tetto» ( Endimione , canc. 18, vv. 31-34). 93. Incluso hubo una cierta restauración del canon largo como en esta eikoinéintentada por Francisco de Figueroa en suOda I: cabello de oro crespo ondado, frentey mano de nieve y mar l, cejas en arco, ojos que enamoran, nariz bien compasada, boca,dientes, mejillas de alabastro y leche con roja sangre mezclada, barbilla perfecta, blancocuello de nieve, pecho aljofarado,cf. Figueroa (1989: 17-19). 94. Un tópico asentado en la tradición al menos desde el «Candidior folio nivei,Galatea» ( Met ., XIII, 789 ss.) del que es muestra el «manus vincentes lilia» de PetrusBrixensis ( Carmina Burana, 69, 3). 95. Montalvo (1907: 450).

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    oro» (son. XXXIII, v. 1); Barahona de Soto: «las mejillas que a la grana vencieron» ( Las lágrimas de Angélica , II, 31, 1), Lope de Vega: «Espar-cido el cabello por la espalda / que fue del sol desprecio y maravilla»(son. intercalado enLa Arcadia , vv. 1-2)96. Pero destacaré sobre todo eloriginal desarrollo a que dio lugar bajo forma de un sistema de victo-rias encadenadas del que ofreció un notable ejemplo el propio Lope enLa Arcadia(«¿A qué puedo igualar tu boca hermosa, / si no la igualoa tus mejillas rojas, / que siempre están forzándose a vencella? / Delcarmesí clavel las frescas hojas / y el encarnado vivo de la rosa / aunno merecen competir con ella. / ¿Cuál azucena bella, / por cándidaque sea, limpia y pura, / iguala a tu blancura? / ¿Qué aljófares y perlasserán tales, / que a tus dientes iguales / se puedan comparar, ... /... / Vence al mar l tu cuello hermoso y liso», etc.,Canc. de Brasildo, vv. 27ss.)97, y otro aún más re nado en la Jerusalén conquistada al describir aBrazayda, cuyas cejas vencen al «dorado clavel», los áureos cabellos alas cejas, la boca al rubí, el cuello a la «nieve en copos» de las manos98.Es dentro de esta original innovación, y en el contexto de las compe-ticiones poéticas contemporáneas, donde ha de insertarse el soneto deGóngora Mientras por competir con tu cabello, cuyos dos cuartetos no será,por ello, ocioso recordar:

    Mientras por competir con tu cabello,oro bruñido el Sol relumbra en vano,mientras con menosprecio en medio el llanomira tu blanca frente al lilio bello;mientras a cada labio, por cogello,siguen más ojos que al clavel temprano,y mientras triunfa con desdén lozanode el luciente cristal tu gentil cuello;(Góngora, Mientras por competir , vv.)99.

    Tras la fortuna de esta solución se halla otro rasgo propio de nuestroRenacimiento tardío y de nuestro Barroco temprano: la acumulación delos comparantes y su colocación anticipada con respecto al referente, un

    96. Lope de Vega (1975: 182). 97. Lope de Vega (1975: 214). 98. Lope de Vega (1951: 405-406). 99. ¿Góngora (1968: )?

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    procedimiento utilizado de forma aislada por Petrarca («Non sono piùrubin, non perle ed oro / i capelli, le labbia, i denti e rose / non più leguancie, o ‘l petto il mio tesoro»,Rvf , 113, 41-43) e imitado por Bembo(«Gigli, caltha, viole, acantho et rose / et rubini et zaphiri et perle et oro/ scopro, s’io miro nel bel vostro volto», Asolani,III, 9, vv. 61-63), perollevado por Lope y Góngora a sus últimas consecuencias:

    No queda más lustroso y cristalinopor altas sierras el arroyo heladoni está más negro el ébano labradoni más azul la or del verde lino;

    más rubio el oro que de Oriente vino,ni más puro, lascivo y regaladoespira olor el ámbar estimadoni está en la concha el carmesí más no,que frente, cejas, ojos y cabellosaliento y boca de mi ninfa bella,angélica gura en vista humana;que puesto que ella se parece a ellos vivos están allá, muertos sin ella,

    cristal, ébano, lino, oro, ámbar, grana.(Lope de Vega,La Arcadia , son. en boca de Olimpio, vv.)100.

    La cándida azucena,la tersa plata y el mar l bruñido,la limpia y blanca arenaal cuerpo que has tenido comparadas,dejaron ofendido.(Lope de Vega,La Arcadia , canc. de Gaseno, vv. 41-45)101.

    fue una bebida compuesta de oro, esmeraldas, corales y perlas, y parael corazón, que toda esta confeción hacían sus cabellos, ojos, labios yhermosos dientes.( La Arcadia )102.

    100. Lope de Vega (1975: 92-93). 101. Lope de Vega (1975: 179). 102. Lope de Vega (1975: 372).

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    goza cuello, cabello, labio y frente,antes que lo que fue en tu edad doradaoro, lilio, clavel, cristal luciente.(Góngora, Mientras por competir , vv. 9-11)

    Ciertamente, el manierismo favoreció el incremento y la audacia de las variaciones a menudo con la ayuda, o bajo el disfraz, de la parodia. Cervan-tes, por ejemplo, sustituyó enLa Galatea el oro con el sol al describir loscabellos («tomó del sol los cabellos», II, canc. de Silerio, v. 21; «el sol desus cabellos», III)103, para luego, en el Quijote, someter lavariatio a un desar-rollo insólito que innovaba de paso el trilladísimo «a l’aura sparsi»: «los

    cabellos, sueltos por las espaldas, que son otros tantos rayos del sol queandan jugando con el viento» (II, 10)104. Otro motivo petrarquesco, el dela frente «più che ’l ciel serena» ( Rvf , 220, v. 8), ya parodiado por Aretinoen elRagionamento della Nanna e dell’Antonia («la mia fronte era più serenache il cielo», dirá la Nanna en laGiornata prima ), sería reelaborado porél en una nueva hipérbole: «Del sesgo cielo la frente» ( Galatea , canc. deSilerio, v. 22), y sometido a una doble reescritura irónica en el Quijote : «sufrente Campos Elíseos» y «sus cejas arcos de cielo» ( Don Quijote , I, 13)105.

    La misma creatividad se aprecia en las imitaciones españolas de petrar-quistas italianos menos ortodoxos, como Ariosto o Bernardo Tasso. Delprimero citaré la comparación de los pechos de Olimpia con la leche fresca:«le poppe ritondette parean latte / che fuor dei giunchi allora allora tolli»( Orlando furioso, XI, 68, 3-4), recreada por Góngora en el soneto A una damamuy blanca, vestida de verde : «cuajada leche en juncos exprimida» (v. 7)106; delsegundo el soneto Mentre che l’aureo crin , que, además de inspirar sugestivasemulaciones a Garcilaso, Góngora y Balbuena, ofreció imágenes sueltaspreferidas a las de Petrarca y Bembo. Fue el caso de los versos «Mentreche l’aureo crin v’ondeggia intorno / a l’ampia frontecon leggiadro error e»,palmariamente reutilizados por Góngora en el soneto Al tramontar del

    103. Cervantes (1999: 288 y 340). Gálvez de Montalvo había aunado oro y sol en El pastor de Fílida : «Sus cabellos, cogidos en ellos mismos, despreciaban al sol y al oro»,Montalvo (1907: 450). 104. Cervantes (2005: 768-769). 105. Cervantes (2005: 155). 106. Góngora (1968: 297).

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    sol : «Ondeávale el viento que corría / el oro nocon error galano» (1-2)107,frente a la fórmula más estática y simétrica de Bembo: «Crin d’oro crespoe d’ambra tersa e pura, / ch’a l’aura su la neve ondeggi e vole» ( Rime , son.2, vv. 1-2).

    5.1. EL MOTIVO DE LOS DIENTES ENTRE LOS LABIOS

    Concluiré mi viaje a través de los textos con el rastro dejado por el motivode los dientes entre los labios y su asociación a la sonrisa y la palabra. Aquí el Siglo de Oro ofrece un catálogo sobreabundante desde Zapata:«labrada / de brasil colorado era la boca, / se vian de mar l no, alla losdientes / mas qu’es el rocio blancos, y excelentes» ( Carlo famoso II, 45,5-8), y Gálvez de Montalvo: «la boca y dientes excedían al rubí y á las

    nas perlas orientales» ( El Pastor de Fílida )108, hasta la traducción arios-tesca de Alcocer retomada por elCrotalón : «la chica boca de coral muy

    no, y dentro della... dos hilos de perlas orientales» (descripción de Saxe),Fernando de Herrera: «Purpúreas rosas, perlas d’Orïente, / mar l terso, iangélica armonía» (son. XXXIII, 7-10), elRomancero de Pedro de Padilla:«Con una dulce risa, que mostraua, / entre, el rojo coral, un paraýso /cuando al velo las perlas le quitaua» ( Carta del Alférez Liranzo a Pedro DePadilla )109, Cervantes: «De mar l y de coral / formó los dientes y labios,/ do sale rico caudal de agudos dichos y sabios, / y armonía celestial»( Galatea , III, canc. de Silerio, vv. 31-34), Barahona de Soto: «un hermosocoro, / de aljófar y coral, por labio y diente» ( Las lágrimas de Angélica , X 25,3-4), Lope de Vega: «¿Qué ajófares y perlas serán tales / que a tus dientesiguales / se puedan comparar, si de tu boca / la risa los descubre alegre ypoca?» ( La Arcadia , canc. ya citada de Brasildo, vv. 36-39)110, y Góngora:«En dos labios dividido / se ríe un clavel rosado, / guarda joyas de unasperlas / que envidia el mar Indiano» (romance Aunque entiendo poco griego, vv. 137-140)111.

    107. Góngora (1968: 113). 108. Montalvo (1907: 450). 109. Padilla (1880: 360). 110. Lope de Vega (1975: 214). 111. Góngora (1998: 308).

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    Este laberinto de repeticiones y variaciones recibirá mayor luz si recor-damos que en el petrarquismo italiano había triunfado el emparejamientode rubíes y perlas (con predominio de la fórmula «perlas orientales»)112,frente al modelo más propiamente petrarquesco de las rosas-perlas ylas