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1 TRASTORNOS DE LOS MÚSCULOS DEL OÍDO MEDIO COMO CAUSA DEL SÍNDROME DE MÉNIÈRE By Andrew Bell Translation of “Middle ear muscle dysfunction as the cause of Meniere’s disease”, Journal of Hearing Science, 7(3), 9–25 by Carlos Alós, Barcelona, Spain, January 2018 Resumen Dentro del grupo de síntomas del síndrome de Ménière pueden diferenciarse: vértigo, pérdida progresiva de la audición, acúfenos en el rango de frecuencias bajas y sensación de presión en los oídos. Los síntomas antes mencionados, característicos de esta enfermedad, tradicionalmente se han asociado a cierta patología dentro del oído medio; en este caso se hace hincapié sobre los músculos del oído medio. Dichos músculos el músculo tensor del tímpano y el músculo tensor del estribo se consideraban hasta ahora como músculos que cumplen la función protectora del aparato auditivo de forma meramente secundaria, sin embargo en este artículo se identifican como reguladores que vigilan constantemente los estímulos acústicos y reajustan de forma dinámica la sensibilidad auditiva con el fin de reforzar los sonidos externos y atenuar los generados internamente. En el caso mencionado, el ajuste inmediato se realiza regulando la presión en el oído interno; cuando los músculos del oído medio se contraen, empujan el estribo hacia la ventana oval y causan el aumento de presión del líquido dentro del laberinto. Por su parte, la presión hidráulica comprime las células ciliadas, ajustando de manera constante su sensibilidad. Si los músculos del oído medio funcionan mal por ejemplo aparecen contracciones, espasmos o distonía las células ciliadas se deterioran a consecuencia de esa presión atípica, lo cual conduce a la aparición de los síntomas del síndrome de Ménière. Una amplia revisión del síndrome de Ménière y de los músculos del oído medio refuerza la relación que existe entre ellos. Como cada músculo estriado es propenso a la distonía las contracciones involuntarias que implican trastornos del bucle de control subyacente la distonía de los músculos del oído medio causaría una presión elevada y el funcionamiento incorrecto de las células ciliadas. La hipótesis se basa en considerar que el oído interno es un presostato: una cavidad rellena de líquido cuya presión se controla por los músculos del oído medio. Como el líquido es incompresible, incluso una contracción minúscula de los músculos puede aumentar la presión dentro del laberinto óseo hasta do 3 kPa. El impacto de esa presión dentro de las células ciliadas es crítico. Las células ciliadas externas, que mantienen la turgencia a nivel de 1 kPa se comportan como globos hinchados, por tanto la contracción de los músculos del oído medio puede superar instantáneamente esa turgencia, desactivar los canales iónicos y reducir la sensibilidad auditiva. El presente trabajo relaciona las pruebas científicas existentes y presenta las principales causas del síndrome de Ménière, así como sus posibilidades de tratamiento. Palabras clave: presostato • presión dentro del laberinto óseo • músculos del oído medio • síndrome de Ménière • distonía, amplificador coclear

TRASTORNOS DE LOS MÚSCULOS DEL OÍDO MEDIO COMO CAUSA DEL ... · 2 Introducción La enfermedad de Meniere (MD) es un trastorno crónico, incapacitante y hasta ahora incurable del

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1

TRASTORNOS DE LOS MÚSCULOS DEL OÍDO

MEDIO COMO CAUSA DEL SÍNDROME DE

MÉNIÈRE

By Andrew Bell

Translation of “Middle ear muscle dysfunction as the cause of Meniere’s disease”, Journal of Hearing Science, 7(3), 9–25 by Carlos Alós, Barcelona, Spain, January 2018

Resumen

Dentro del grupo de síntomas del síndrome de Ménière pueden diferenciarse: vértigo, pérdida progresiva de la

audición, acúfenos en el rango de frecuencias bajas y sensación de presión en los oídos. Los síntomas antes

mencionados, característicos de esta enfermedad, tradicionalmente se han asociado a cierta patología dentro del

oído medio; en este caso se hace hincapié sobre los músculos del oído medio.

Dichos músculos – el músculo tensor del tímpano y el músculo tensor del estribo – se consideraban hasta ahora

como músculos que cumplen la función protectora del aparato auditivo de forma meramente secundaria, sin

embargo en este artículo se identifican como reguladores que vigilan constantemente los estímulos acústicos y

reajustan de forma dinámica la sensibilidad auditiva con el fin de reforzar los sonidos externos y atenuar los

generados internamente.

En el caso mencionado, el ajuste inmediato se realiza regulando la presión en el oído interno; cuando los

músculos del oído medio se contraen, empujan el estribo hacia la ventana oval y causan el aumento de presión

del líquido dentro del laberinto. Por su parte, la presión hidráulica comprime las células ciliadas, ajustando de

manera constante su sensibilidad. Si los músculos del oído medio funcionan mal – por ejemplo aparecen

contracciones, espasmos o distonía – las células ciliadas se deterioran a consecuencia de esa presión atípica, lo

cual conduce a la aparición de los síntomas del síndrome de Ménière. Una amplia revisión del síndrome de

Ménière y de los músculos del oído medio refuerza la relación que existe entre ellos. Como cada músculo

estriado es propenso a la distonía – las contracciones involuntarias que implican trastornos del bucle de control

subyacente – la distonía de los músculos del oído medio causaría una presión elevada y el funcionamiento

incorrecto de las células ciliadas.

La hipótesis se basa en considerar que el oído interno es un presostato: una cavidad rellena de líquido cuya

presión se controla por los músculos del oído medio. Como el líquido es incompresible, incluso una contracción

minúscula de los músculos puede aumentar la presión dentro del laberinto óseo hasta do 3 kPa. El impacto de

esa presión dentro de las células ciliadas es crítico. Las células ciliadas externas, que mantienen la turgencia a

nivel de 1 kPa se comportan como globos hinchados, por tanto la contracción de los músculos del oído medio

puede superar instantáneamente esa turgencia, desactivar los canales iónicos y reducir la sensibilidad auditiva.

El presente trabajo relaciona las pruebas científicas existentes y presenta las principales causas del síndrome de

Ménière, así como sus posibilidades de tratamiento.

Palabras clave: presostato • presión dentro del laberinto óseo • músculos del oído medio • síndrome de Ménière • distonía, amplificador coclear

2

Introducción

La enfermedad de Meniere (MD) es un trastorno

crónico, incapacitante y hasta ahora incurable del

oído interno que afecta a la audición y el equilibrio.

Los cuatro síntomas característicos de la MD

(vértigo, pérdida de audición fluctuante, acúfenos de

baja frecuencia y plenitud auditiva) aparecen juntos,

sugiriendo claramente un origen común [1]. La

persona afectada con MD experimenta ataques

repentinos y aleatorios de una severidad poco

frecuente, que a menudo duran horas seguidas y que

eventualmente disminuyen, dejando al paciente

esperando al próximo ataque incapacitante durante

días, semanas o incluso meses después. A largo plazo,

la audición y el equilibrio se deterioran

progresivamente. Curiosamente, desde que Prosper

Meniere en 1861 identificó por primera vez el

conjunto de síntomas que llevan su nombre, la causa

de la MD ha resultado esquiva, a pesar de más de 150

años de investigación médica [2-4].

En este artículo se procede a un nuevo enfoque del

trastorno y después de examinar los síntomas de la

enfermedad y sus circunstancias, se identifica un

único factor en gran medida invisible que se ajusta a

las diversas características del síndrome. Se supone

que se eleva la presión hidrostática dentro de los

fluidos del laberinto a causa de la hiperactividad del

músculo tensor, un músculo escondido dentro del

oído medio. Normalmente, el tensor timpánico

funciona de manera silenciosa y efectiva como

guardián dentro del oído medio para regular la

sensibilidad de la cóclea al sonido. Sin embargo,

después de identificar cómo se puede ajustar la

sensibilidad coclear mediante la regulación de la

presión hidráulica dentro del laberinto, se puede

apreciar que si el sistema de control no funciona bien,

quizás por espasmo muscular o pérdida de su punto

de referencia, podría conducir a una presión

intralaberíntica elevada y a un ataque de Meniere.

Con el tiempo, el aumento de la presión como

resultado de la hiperactividad del músculo podría

dañar las células ciliadas y comprometer la audición

y el equilibrio.

Aquí se hace hincapié en un ajuste funcional entre el

presostato de ósmosis natural y miles de otros

presostatos mucho más pequeños, las células ciliadas

externas (CCE) contenidas en él. Específicamente, el

cuerpo de cada CCE es en sí mismo un presostato, un

recipiente a presión que, como un globo inflado, lleva

una presión interna de 1 kPa [5]. Como muestran los

cálculos posteriores, si el tensor del tímpano se

contrae con una fuerza de 0.3 gramos de peso, elevará

la presión hidráulica de los fluidos cocleares en

1 kPa; esta presión, a su vez, superará la presión de

turgencia interna de la CCE, haciendo que la célula

inflada se vuelva flácida y apague el amplificador

coclear. Mientras que los músculos del oído medio

normalmente actúan en silencio y de manera eficiente

para controlar la presión y la sensibilidad auditiva,

cualquier distonía (un calambre o espasmo muscular)

podría provocar una presión anormalmente alta y un

ataque de Meniere. Cada síntoma de MD (vértigo,

pérdida auditiva fluctuante, tinnitus de baja

frecuencia, sensación de presión en el oído) es

compatible con esta teoría de la disfunción muscular.

Se presenta una amplia gama de pruebas de apoyo, y

se sugieren algunas procedimientos para tratar esta

enfermedad incapacitante.

Antecedentes de MD: sospecha de

hidropesía

Los síntomas de MD son desconcertantes, ya que

emanan claramente del interior del oído interno y, sin

embargo, anatómica y patológicamente, nada parece

estar fuera de lugar. Hay indicios de distensión de

membranas [6,7], que durante muchos años ha

sugerido un exceso de endolinfa, que a su vez podría

explicar los síntomas relacionados con la presión.

Durante décadas, el "hidrops endolinfático" fue

sinónimo de MD [8]. En el modelo de hidropesía, se

producía un ataque como resultado del efecto de la

ruptura de la membrana de Reissner, lo que permite

que la endolinfa y la perilinfa se mezclen. Como se

discutirá más adelante, la hidropesía endolinfática ya

no puede considerarse la causa fundamental de la

MD, aunque puede ser un síntoma [9,10]. El principal

problema de la teoría de hidropesía es que no todos

los casos de MD muestran hidropesía, y no todos los

oídos hidrópicos (notablemente los inducidos en

animales) muestran vértigo [6,11]. La MD es una

enfermedad exclusivamente humana. Con los años, se

han propuesto muchas teorías, pero ninguna ha sido

generalmente aceptada y la causa de la MD sigue

siendo un misterio médico [12]. Sin embargo, se ha

identificado una serie de factores desencadenantes

que proporcionan pistas adicionales: fatiga, estrés,

virus, reacciones alérgicas (incluidos los alimentos),

migraña, varios factores psicosomáticos y tal vez un

consumo excesivo de sal.

Según lo expresado por varios autores, la hidropesía

endolinfática puede ser, en gran medida, un

epifenómeno [13] para el cual solo se pueden

encontrar pruebas débiles y, a menudo,

contradictorias [8,10,14,15]. Una reciente evaluación

en la base de datos Cochrane [15] no encontró

evidencia de que las intervenciones quirúrgicas para

aliviar la hidropesía endolinfática fueran exitosas. Sin

embargo, la idea de hidrops persiste, tal vez debido a

su larga historia y porque faltan mecanismos

alternativos. Eso no quiere decir que las distensiones

en el oído interno no puedan verse en la MD; ahora

hay imágenes de resonancia magnética de alta

3

resolución que indican una correlación entre MD y un

volumen elevado de endolinfa [4], pero el problema

sigue siendo que una gran proporción de oídos

asintomáticos también muestran espacios

endolinfáticos agrandados [6,16]. Parece que un

enfoque centrado en la endolinfa no se basa en una

clara evidencia (ver [10] para la evidencia contra la

hipótesis de la hidropesía, ver también [17]). Puede

haber un factor común que conduzca tanto a la

elevada presión como a un aumento del volumen de

endolinfa, pero el saco endolinfático en sí mismo no

parece ser el locus primario. En este contexto, ¿qué

otra cosa podría generar una presión elevada dentro

del oído interno?

La propuesta aquí presentada es que todos los

síntomas de la MD son consistentes con la distonía de

los músculos del oído medio, manifestándose como

pérdida de control y presión elevada en el laberinto.

La explicación se basa primero en reconocer la

validez de la teoría de la presión intralaberíntica

(ILP) de la función muscular del oído medio: la teoría

de que los músculos del oído medio están

constantemente trabajando, ajustando la presión

hidráulica dentro de la cóclea y controlando así la

ganancia del amplificador coclear [18]. La relación

conocida entre MD y presión invita a examinar de

cerca cómo la presión afecta al laberinto y el papel

crucial que desempeñan los músculos del oído medio

para controlarlo.

Sin hidrops pero con presión

elevada

La presión elevada en el laberinto ha sido

considerada durante mucho tiempo, a partir de una

amplia gama de pruebas circunstanciales, una posible

causa de ataques de MD. Desde que Hallpike y

Cairns informaron de lo que ellos pensaban que era la

distensión de la membrana de Reissner en

especímenes descongelados de huesos temporales

post mortem [19], el aumento de la presión se ha

atribuido al exceso de producción de endolinfa, y por

esta razón la MD se ha convertido en casi sinónimo

de hidropesía endolinfática, a pesar de que el hidrops

no parece ser ahora la causa [9,11,20]. Los médicos

han buscado durante mucho tiempo la causa de la

hidropesía, culpándola de la presión que perturba la

audición y el equilibrio y buscando formas de superar

el problema reduciendo la producción de endolinfa.

Estos métodos, que implican drenaje o incluso

remoción quirúrgica del saco endolinfático, se han

intentado, pero ahora existe consenso en cuanto que

es erróneo equiparar hidrops endolinfático con MD

[8]. La nueva definición propuesta de MD por un

equipo internacional [6] no incluye la hidropesía

endolinfática [4]. Sin embargo, ahora existe una

amplia literatura que describe los intentos de imitar a

la MD induciendo hidrops en animales de

experimentación a través de la destrucción del saco

endolinfático u otros medios. Nuevamente, la

relevancia de este trabajo también ha sido

cuestionada [8].

La dificultad a la que se enfrentan los

experimentadores es que el oído interno tiene

aproximadamente el tamaño de un guisante y el

volumen de líquido es tan pequeño (endolinfa y

perilinfa en conjunto ocupan solo 2 gotas o 0.1 ml)

que son virtualmente incompresibles, dificultando la

medición precisa de la presión. Los fluidos están

contenidos dentro de un hueso que no se puede

comprimir, siendo los principales puntos de alivio de

la presión la ventana oval (dentro de la cual se

encuentra el estribo) y la ventana redonda. Visto de

otra manera, solo se requiere un desplazamiento

mínimo del estribo para que la presión dentro de los

fluidos laberínticos cambie considerablemente: un

movimiento del estribo de tan solo 0.1 mm hará que

la presión aumente a 3 kPa (basado en una

complianza de la ventana redonda de 10–13 m5/N

[21]). Tomar medidas significativas a largo plazo en

este pequeño e inaccesible sistema es todo un desafío.

Para agravar el problema, a la función de los

músculos del oído medio se le ha asignado durante

mucho tiempo un papel secundario, y es solo en las

últimas décadas que la cóclea ha dejado de ser

considerada un receptor de sonido pasivo lineal. Sólo

desde la innovadora detección de emisiones

otoacústicas de Kemp hace casi 40 años [22], la

cóclea surgió como un dispositivo activo, impulsado

eléctricamente, cuya acción es parte de un ciclo de

retroalimentación sofisticado. Estamos aprendiendo

que el amplificador coclear, el dispositivo no

identificado dentro de la cóclea que sirve para

amplificar sonidos débiles, es un mecanismo sensible

con muchas propiedades sutiles.

Una característica digna de mención del amplificador

coclear es su resistencia intrínseca a la sobrecarga. La

cóclea tiene un rango dinámico de 120 dB, lo que

significa que puede detectar el sonido en un rango de

intensidad extraordinario de millones de veces.

Estratégicamente colocado en la entrada a la cóclea,

el tensor del tímpano y el estapedial montan guardia.

Estos pequeños músculos, los músculos esqueléticos

más pequeños del cuerpo humano, se pueden ver

como parte de un circuito de control de ganancia de

acción rápida (el reflejo acústico) que previene el

daño a las células ciliadas. Conectados a los huesos

del oído medio mediante tendones (Figura 1), los

músculos entran en acción cada vez que los niveles

de sonido se acercan a niveles perjudiciales y, a través

de la contracción coordinada, atenúan físicamente la

sensibilidad coclear. Cómo lo hacen no se entiende

completamente, pero se discute en la próxima sección

4

Figura 1. Los músculos del oído medio. (A) Diagrama que muestra el tensor timpánico (rojo) unido al yunque, y el estapedio (gris) unido al estribo. Cuando el tensor del tímpano se contrae, la cadena usicular es empujada hacia delante, forzando al estribo contra la cóclea y elevando la presión de los fluidos dentro. Adaptado de Kirikae [23]. (B) Reconstrucción 3D de histopatología, mostrando los músculos del oído medio en rojo, huesecillos en amarillo, y la membrana timpánica en verde. Las flechas indican el movimiento resultante de la contracción del tensor del tímpano. Imagen amablemente cedida por R. Pennings and M. Bance, Universidad de Dalhousie

como están involucrados en la regulación de la

presión hidráulica del oído interno.

Como indicador del importante papel que juega la

presión en la función coclear normal, existen

observaciones sobre lo que puede ocurrir a largo

plazo si se pierde la presión hidráulica dentro del oído

interno, como a través de una fístula laberíntica. A

veces se presenta como un resultado no deseado de la

otosclerosis, la fuga de líquido de la cápsula ótica

produce vértigo repentino, tinnitus y pérdida auditiva

neurosensorial severa [24], los mismos síntomas

distintivos que se observan en la MD. Goodhill

informa que la pérdida auditiva repentina ocasionada

por el barotrauma también se puede deber a la simple

ruptura de las ventanas oval o redonda, lo que

conduce a la pérdida de la presión intralaberíntica.

El siguiente texto investiga la evidencia de una

relación directa estructura–función entre los músculos

del oído medio y la presión. La conclusión es que la

teoría de la presión intralaberíntica proporciona una

explicación unificadora del papel de los músculos del

oído medio y, de forma significativa, cómo su

disfunción podría conducir a la MD.

La teoría ILP de la función

muscular del oído medio

El conocimiento de cómo funcionan los músculos del

oído medio sigue siendo rudimentario. Durante

muchos años, se pensó que la contracción de los

músculos simplemente fortalecía la cadena de

transmisión acústica a través de los huesos del oído

medio [25]. Sin embargo, una nueva perspectiva

sobre cómo actúan los músculos del oído medio se

presentó en 2011 cuando se consideró [18] resucitar

una teoría alternativa: que la contracción de los

músculos del oído medio, particularmente el tensor

del tímpano, empuja al estribo contra la ventana oval

y eleva la presión hidráulica de los fluidos en la

cápsula ótica, como se muestra en la Figura 1. El

núcleo de la teoría de la presión intralaberíntica (ILP)

es que la ganancia del amplificador coclear está

directamente controlada por la presión en el laberinto

y que el papel de los músculos del oído medio es

regular esta presión. La teoría ILP contempla a las

células ciliadas externas directamente sensibles a la

presión hidráulica de los fluidos que las rodean, por

lo que, cuando la presión aumenta, el resultado es una

reducción inherente en la ganancia del amplificador

coclear, que protege eficazmente las células ciliadas

contra la sobrecarga acústica. Explícitamente, si se

supone que el músculo tensor timpánico ejerce una

fuerza contráctil máxima de 1 g de peso, esto se

transmitirá a través de la cadena osicular al estribo

(área de 3,2 mm2), donde su acción tipo pistón

generará una presión de 3 kPa en los fluidos

laberínticos. Tal cifra para la presión del oído interno

es coherente con una serie de observaciones sobre las

presiones intracocleares [26,27]. De acuerdo con la

teoría ILP, dicha presión causa una reducción en la

ganancia del amplificador coclear (habitualmente

interpretada como atenuación del sonido cuando las

5

mediciones de electrodos se realizan en animales

vivos) de hasta 30 dB, y la mayor parte ocurre en

bajas frecuencias (por debajo de 1 kHz). De esta

forma, el reflejo acústico ejerce un efecto poderoso,

aunque la explicación estándar por la cual el reflejo

"endurece" la cadena acústica produce solo cambios

menores: las mediciones físicas muestran una pérdida

de transmisión acústica de solo unos pocos decibelios

[18]. El reflejo acústico incluso funciona con el

sonido conducido por los huesos, produciendo el

patrón familiar de sensibilidad reducida a bajas

frecuencias [28,29]; tal observación es consistente

con un efecto en la misma cóclea, no solo en la

cadena osicular.

La teoría ILP, originalmente formulada por Gellé en

la década de 1880, tiene un buen poder explicativo,

aunque debe tenerse en cuenta que no es la

explicación actual de los libros de texto sobre cómo

funciona el reflejo acústico. Silenciosa y

rápidamente, y con el mínimo esfuerzo, la

contracción de los músculos aumenta inmediatamente

la presión y reduce la ganancia de las 20.000 células

ciliadas externas. Debido a que los fluidos

laberínticos son prácticamente incompresibles y el

estribo funciona contra la complianza (10–13 m5/N)

de la membrana de la ventana redonda [21], el

movimiento es minúsculo, del orden de una décima

de milímetro o menos (ver Helmholtz [30]) – por lo

que no es sorprendente que la elevación de la presión,

en sí misma difícil de medir, haya sido pasada por

alto. Como se mostrará, los músculos del oído medio

están bien adaptados a la tarea de proporcionar

contracción isométrica sostenida y finamente

graduada, con muchas fibras de pequeño diámetro

[31].

Normalmente, los músculos del oído medio

funcionan según lo previsto y nuestra audición está

constantemente protegida contra la sobrecarga. Los

músculos desempeñan un papel vital y entran en

acción si un sonido externo fuerte llega a la cóclea, o

cada vez que se produce un fuerte sonido interno,

hablando, bostezando o masticando [28,32,33]. De

esta forma, los músculos permiten que se escuchen

claramente los sonidos externos incluso cuando

estamos hablando. El sistema es similar al que

funciona en murciélagos, donde los músculos del

oído medio del animal atenúan rápidamente sus

propios gritos ultrasónicos (quizás más de 100 por

segundo) mientras que al mismo tiempo permiten

percibir los ecos débiles. Incluso un susurro o un

toque en la mejilla dispararán el músculo [32]. La

sorpresa es que, subjetivamente, no notamos esta

ganancia constante. Es más bien como nuestra visión

llenando los huecos cuando parpadeamos o movemos

nuestros ojos, haciendo que el mundo exterior

parezca estable. Los músculos del oído medio regulan

la entrada del sonido al oído, muy similar a la forma

en que los músculos del iris regulan la entrada de luz

al ojo. Subjetivamente, el sonido de aleteo que se

escucha al bostezar o cerrar fuertemente los ojos es el

sonido del tensor del tímpano en acción.

Normalmente, los músculos están listos para

contraerse en respuesta a un fuerte sonido. En

condiciones anormales, sin embargo, es posible que

se pierda el control muscular. En particular, como

todos los músculos, los músculos del oído medio

pueden sufrir calambres o espasmos, creando un

aumento repentino de la presión en el oído interno: un

ataque de Meniere. Al cabo del tiempo, la presión

elevada es probable que produzca daños en las

células ciliadas sensibles a la presión responsables de

la audición y el equilibrio. Esta predicción, que se

desprende de la teoría ILP, proporciona una

comprensión unificada de la MD, y el siguiente texto

elabora la hipótesis.

Músculos del oído medio, presión

elevada y MD: la evidencia

Se sabe desde hace muchos años que la presión

elevada en el canal auditivo de sujetos normales

puede producir síntomas vestibulares, como nistagmo

y vértigo [34–36]. De hecho, la presión aplicada de

esta manera también puede causar otros síntomas tipo

Meniere: tinnitus subjetivo [37]; pérdida de audición

a bajas frecuencias [18]; anomalías de tono [38], y

por supuesto, una sensación de obstrucción en el oído

[12]. En cada caso, la presión aplicada en el conducto

auditivo conduce al estribo que presiona sobre la

ventana oval y aumenta la presión intralaberíntica,

una conexión que ha sido razonablemente bien

documentada y reconocida [39]. Sin embargo, si se

producen síntomas similares a la MD por el simple

hecho de elevar la presión del canal auditivo, se

plantea la pregunta: ¿qué otro mecanismo podría

existir para impulsar la membrana timpánica hacia

adentro y aumentar la presión intralaberíntica? La

respuesta sugerida aquí es que se trata de la

contracción de los músculos del oído medio,

principalmente del tensor del tímpano.

Este artículo defiende que la hiperactividad de los

músculos del oído medio puede conducir a un

aumento en la presión laberíntica y, en ciertos

individuos susceptibles (quizás 1 por 1000 de la

población), un calamitoso ataque de Meniere. Esta

opinión se basa en las siguientes observaciones.

Ataques repentinos

Es sorprendente cómo las personas con MD pueden

pasar mucho tiempo, a veces años, sin problemas, y

luego, de repente, sufrir un ataque en cuestión de

minutos. La participación simultánea de trastornos

del equilibrio y de la audición durante un ataque de

6

Meniere – típicamente explosivo al inicio y a veces

abrupto al concluir – apuntan a un único factor físico

en lugar de un desequilibrio bioquímico. La presión

se presenta como el factor físico probable. House [3]

proporciona una pista importante. En medio de un

ataque, acompañado de vómitos intensos, los

pacientes a veces informan haber escuchado un

chasquido, y en ese momento sus síntomas

desaparecen repentinamente, tal vez durante meses.

Esta resolución rápida nuevamente respalda algún

tipo de efecto físico directo, y la idea de que el ataque

es provocado por la disfunción de los músculos del

oído medio es consistente con esta observación. La

explicación es que el ciclo de retroalimentación del

músculo del oído interno se vuelve a conectar de

repente y se restablece gradualmente, al igual que con

la mayoría de los calambres musculares, después de

lo cual la presión vuelve a la normalidad y los

síntomas desaparecen.

Los síntomas acompañantes de presión en el oído,

dolores de cabeza, dolor en los músculos occipitales y

nistagmo (cap. 2 de [40]) también apoyan la

explicación de la presión. De hecho, todo el

argumento que vincula MD con hidrops endolinfático

asume tácitamente que es la propia presión el agente

causal. De acuerdo con la presente hipótesis, sin

embargo, es la acción de los músculos del oído medio

lo que altera los niveles de presión, no una tasa

excesiva de producción de líquido (hidrops).

En general, el oído interno es un mecanismo

exquisitamente sensible a la presión [3], y este

artículo sugiere que los músculos del oído medio,

aunque no forman parte anatómicamente del oído

interno, desempeñan un papel clave en la regulación

de su presión interna y capacidad de respuesta al

sonido.

Varios autores han reconocido que la extracción de

los músculos del oído medio puede afectar la presión

del oído interno (ver [18]), y ya se ha bosquejado una

descripción de cómo esto afecta la sensibilidad

auditiva, la teoría de la presión intralaberíntica. Sin

embargo, es importante recordar que el aumento de

presión puede, si se mantiene, ser suficiente para

inhabilitar y, a largo plazo, causar daño permanente a

las células ciliadas relacionadas con la audición y el

equilibrio. El laberinto es una vasija hidráulica casi

sellada (Figura 2), y los acueductos cocleares y

vestibulares (comentados más adelante) tienen una

conductividad hidráulica insuficiente para disipar una

acción repentina del émbolo del estribo.

La audición fluctuante experimentada por las víctim-

as de Meniere es un recordatorio diario de lo delicado

que es el sistema del oído interno. Generalmente, el

ataque de Meniere comienza unilateralmente, pero

con el tiempo tiende a volverse bilateral [41].

Figura 2. La cápsula ótica es una cavidad insertada

en hueso sólido, y es casi un sistema hidráulico sel-

lado. Cuando el estribo es empujado por el tensor del

tímpano, la ventana redonda sobresale en una canti-

dad igual, ya que la endolinfa y la perilinfa son in-

compresibles. La presión de los fluidos por lo tanto

depende casi totalmente de la fuerza generada.

[Modificado de http://www.eneurosurgery.com]

A menudo, una reducción repentina de la audición es

una premonición del ataque de Meniere, y el tinnitus

es otro signo de advertencia común [40]. Casi

inevitablemente, la MD progresa en ambos oídos [1],

y curiosamente en tales casos Kitah encontró que las

fluctuaciones en la audición a veces ocurrían

simultáneamente en ambos oídos, o algunas veces

alternaban entre ambos [42]. Esto hace que sea muy

poco probable que la ruptura de la membrana sea

responsable, pero apoya la idea del mal

funcionamiento del tensor del tímpano, ya que los

músculos forman parte de un sistema bilateral. Los

casos en los que los síntomas de Meniere se deben a

una sobrecarga acústica [43] también indican una

afectación del músculo del oído medio.

Cuando comienza un espasmo muscular, habrá un

aumento repentino de la presión y comenzarán los

síntomas típicos de MD. Es importante observar que,

en las primeras etapas, la pérdida auditiva en la MD

tiene el mismo patrón típico de pérdida de audición

de baja frecuencia (audiograma ascendente) como

ocurre con el reflejo acústico (pérdida de sensibilidad

por debajo de aproximadamente 1 kHz: p.142 de

[20]; p.20 de [8]; [18]) y con pérdida de audición

súbita [40,44].

A largo plazo, la presión elevada sostenida dañará las

células ciliadas. Como se describe en una sección

posterior, las células ciliadas son sensores de presión,

una propiedad utilizada para detectar pequeños

cambios oscilantes en la presión (es decir, sonido). El

ejemplo más claro de dicha detección de presión es el

cazón [45], que detecta la presión del sonido

directamente, sin requerir la deflexión de los

estereocilios. La interacción entre la detección de

presión y el desplazamiento de partículas es sutil

[46], y se refiere al lector interesado a trabajos

anteriores [18] para una discusión más completa.

Cóclea

Endolinfa

Utrículo

Canal semicircular

Perilinfa

Ventana oval

Sáculo

Estribo

Utrículo

Ventana redonda

7

Síndrome TTT y su similitud con MD

Es remarcable lo similares que son los síntomas de la

MD a los de otro trastorno, el síndrome tónico del

tensor del tímpano (TTT), una dolencia descrita por

primera vez por Klockhoff que implica típicamente

una fluctuación espontánea en la impedancia del oído

medio, pero se asocia subjetivamente con el vértigo,

tinnitus, presión en el oído, dolor de cabeza por

tensión y disacusia [47]. Klockhoff atribuyó el

síndrome a un tono elevado del tensor timpánico, que

pensó se debía al estrés mental. Es interesante que él

mismo reconoce la dificultad de distinguir el

síndrome de la enfermedad de Meniere, aunque pensó

que eran dos síndromes independientes (porque no

había ataques repentinos y la opinión prevaleciente de

que la MD debía ser de alguna manera debido a

"hidropesía"). Klockhoff deja claro que la contracción

del tensor del tímpano es más un reflejo de sobresalto

que un reflejo acústico, y puede ser activado por una

bocanada de aire en el ojo, tocar el oído externo,

bostezar, masticar, tragar, hablar, o incluso

anticipándose a un sonido fuerte. Sin embargo, a

diferencia del estapedio, el sonido por sí solo no

provoca un reflejo en el músculo tensor del tímpano

[47].

Aunque el trabajo original de Klockhoff sobre el

síndrome TTT se basó en más de 200 casos, el

síndrome TTT fue considerado como una gran rareza.

Solo en los últimos años se han reconocido las

implicaciones más amplias del síndrome y se ha

despertado el interés de nuevo. En 2006, un

audiólogo especializado en el tratamiento del tinnitus

y la hiperacusia [48] reconoció la importancia del

síndrome TTT en pacientes que padecían estas

afecciones, que tenían problemas temporo-

mandibulares o que eran trabajadores de centros de

llamadas (call centers) que habían experimentado un

shock acústico por el uso de auriculares. Westcott y

sus colegas comenzaron un estudio más intensivo de

345 pacientes [49] identificando el síndrome TTT

como una condición involuntaria, con una base de

ansiedad, donde el umbral para la actividad refleja del

tensor timpánico se había reducido, causando

espasmos frecuentes. Se encontró que afectaba a

aproximadamente al 60% de los pacientes en total, y

muchos de los síntomas también se podían ver en

otros grupos de pacientes. El estudio concluyó que

existía una relación entre el tinnitus, la hiperacusia y

el síndrome TTT y planteó una serie de implicaciones

clínicas. De acuerdo con la hipótesis aquí expuesta,

uno de estos es MD. Tanto el síndrome TTT como la

MD implican una disfunción del tensor del tímpano

(TT), aunque de forma ligeramente diferente. Se

puede decir que el síndrome TTT implica un TT algo

hiperactivo, pero se sugiere que un ataque de MD

completo es causado por un espasmo muscular, lo que

causa un aumento abrumador de la presión en la

presión intralaberíntica. Al elevar la presión, habrá

una sensación directa de presión en el oído, habrá una

pérdida auditiva fluctuante y, como la presión

afectará también a los canales semicirculares, habrá

vértigo. En cuanto al tinnitus, ya se ha mencionado la

conexión entre el tinnitus y la presión del canal

auditivo.

Efecto de seccionar los tendones

musculares

Lo que se puede considerar como la mejor evidencia

de que el mal funcionamiento de los músculos del

oído medio causa MD proviene de estudios en los que

los tendones de los músculos han sido cortados

(tenotomía). En pacientes con enfermedad de

Meniere, el resultado simple de la tenotomía de los

músculos estapedio y tensor del tímpano es que los

ataques cesan casi por completo [50,51] y los mareos

se reducen marcadamente [52]. Sorprendentemente,

aunque estos documentos han despertado un nuevo

interés sobre el papel de los músculos del oído medio,

no han provocado una revolución en el tratamiento de

la MD, como era de esperar. Las razones de esa

reticencia son esclarecedoras y se expondrán a

continuación, pero primero vale la pena señalar que la

tenotomía de los músculos del oído medio es un

procedimiento con un largo historial. Se propugnó

como tratamiento para la MD en el siglo XIX [51,53],

pero cayó en desgracia debido a que, sin antibióticos,

existía riesgo de infección grave. Fue solo resucitado

en 2003 por Franz y sus colegas, quienes informaron

de resultados sobresalientes cuando trataron un grupo

de 20 pacientes de Meniere. En este estudio, la

frecuencia de los ataques de vértigo se redujo a cero

en el 70% de ellos, la audición mejoró un promedio

de 13 dB, el tinnitus se redujo notablemente y se

alivió la sensación de presión y obstrucción en el

oído. Resulta revelador que cuando el tejido

cicatricial conseguía ocasionalmente que los muñones

de los tendones se reconectaran, los síntomas

aparecían de nuevo. En dos estudios de seguimiento

[50,52], hubo resultados drásticos similares: 26 de 30

sujetos no tuvieron más ataques de vértigo después

del procedimiento y la puntuación en el test de

incapacitación por mareos disminuyó de 52 a 4.

Estas demostraciones se han recibido con cautela,

aunque el potencial de la tenotomía ha sido

respaldado por Albu et al. [54]. La razón principal de

la reticencia parece ser una dificultad real para

comprender cómo seccionar un simple tendón podría

afectar el oído interno, de donde surgen los síntomas

de Meniere. Franz et al. especuló que quizás "la

tenotomía previene las irritaciones mecánicas

inducidas por los músculos del oído interno

hidrópico". Los autores parecen tomar el hidrops

como punto de partida, y que los músculos son los

únicos responsables de agravar lo que describen

8

como "hidrops endolinfático primario". En otro

punto, sugieren cómo los calambres patológicos de

los músculos pueden "intensificar" los síntomas de la

MD. En un artículo posterior [50], reconocen que el

tensor timpánico tiene la capacidad de aumentar la

presión en el laberinto, pero solo más allá de cierto

"punto desencadenante" y que la hidropesía

preexistente de MD es el factor principal para elevar

la presión coclear. En Loader et al. [52], la idea se

expresa de forma algo diferente: se dice que la

tenotomía impide que la presión electiva, debido a la

hidropesía, desplace los osículos y provoque la

acción refleja del tensor, lo que luego aumentaría la

presión y desencadenaría los síntomas.

Para contrastar esta posición con la adoptada por el

presente documento, el modelo que presentamos es

que los propios músculos son los únicos responsables

directos de la MD. De acuerdo con la teoría del ILP,

su papel es, mediante la contracción, controlar con

precisión la presión intralaberíntica en todo momento

(al hablar, masticar, tragar, en respuesta a un sonido

fuerte) y si se pierde el control, como en el caso de un

espasmo muscular o distonía general, la MD es el

resultado inmediato. Como se expresó anteriormente,

el hidrops endolinfático podría ser básicamente una

forma indirecta de atribuir una causa a la presión

cuyos efectos dañinos son ampliamente evidentes en

todo el laberinto. La presión elevada, sin embargo, no

es el signo de un desequilibrio metabólico sino del

funcionamiento aberrante (distonía) de los músculos

del oído medio.

Como en todas las cosas, las ideas preconcebidas son

difíciles de cambiar, y este es especialmente el caso

del hidrops y la MD, probablemente porque ninguna

otra teoría ha surgido para tomar su lugar. Un ejemplo

similar es la propia teoría ILP, que se ha dejado de

lado desde hace mucho tiempo porque la ciencia

auditiva no podía comprender la forma en que la

presión que rodea la membrana basilar podría afectar

a una onda mecánica móvil [18]. La ola de

desplazamiento se convirtió en la entidad causal

central, y requirió la aparición del amplificador

coclear antes de que fuera posible ver que la presión

estática podía de hecho tener un efecto sobre un

dispositivo tan activo sin necesidad de una

intervención mecánica (ola viajera). Del mismo

modo, sin considerar la posible validez de la teoría

ILP, no es posible apreciar cómo los músculos

pequeños, a través de sus conexiones mecánicas y

fluidas, pueden tener efectos importantes en la

audición y el equilibrio. El resultado final ha sido

que, en respuesta a los hallazgos de Franz, a los

médicos les ha resultado difícil concebir que

pequeños músculos crípticos, enterrados en el hueso a

cierta distancia del oído interno, puedan producir los

síntomas catastróficos de la MD. Si se necesita un

solo ejemplo del efecto potente de la presión, los

informes citados anteriormente respecto a qué puede

conducir una pequeña fístula perilinfática son

reveladores. La tenotomía también ha demostrado su

utilidad para curar patologías relacionadas con el oído

interno, como el mioclono de los músculos del oído

medio [55,56]. Los síntomas, que a menudo incluyen

un clic, zumbido o golpeteo, implican contracciones

repetitivas de los músculos del oído medio. En este

caso, el mioclono normalmente se desencadena por

los músculos faciales. Cuando se cortan los tendones

de los músculos del oído medio, los problemas se

superan casi siempre, y el tinnitus (generalmente

presente en estos casos) desaparece.

Por supuesto, existen efectos secundarios al cortar los

tendones, y las personas que se han sometido a esta

intervención a menudo se quejan de hiperacusia, con

un sonido cada vez más fuerte, distorsionado y

metálico [57]. Sin embargo, dado el terror a un ataque

de Meniere, esa parece ser una queja menor.

Contracción voluntaria de TT

La conexión más clara entre los músculos del oído

medio y la presión intralaberíntica se puede ver en

sujetos que pueden contraer voluntariamente sus

músculos tensores del tímpano [29,58–60]. En

general, el efecto de la contracción voluntaria es

mover el pico timpanométrico (la posición de

movilidad máxima de toda la cadena osicular) a

presiones negativas del canal auditivo (por ejemplo,

Aron et al., 2015). Aron et al. encontraron que la

presión media del oído medio es de –38 daPa,

mientras que después de la contracción midió –54

daPa. Efectivamente, esa presión negativa aumentada

es necesaria para equilibrar la fuerza generada por el

tensor del tímpano. Tal perspectiva conduce a pensar

que la presión promedio se debe interpretar mejor

como la fuerza de recuperación ejercida por el tensor

timpánico, lo que significa que hay una contracción

tensorial constante (tónica). El músculo está siempre

listo para entrar en acción (isométricamente) en caso

de que se requiera, usualmente para proteger a la

cóclea de sobrecarga cuando la persona habla.

Las implicaciones dinámicas del tensor del tímpano

contraído merecen un examen más detallado. El

tensor timpánico está ejerciendo una fuerza contráctil

que requiere una presión de aproximadamente 50

daPa a través del tímpano para contrarrestarlo. Sin

embargo, cuando la presión transtimpánica ya no está

activa, ¿qué contrarresta entonces la fuerza del

músculo? Dado que la presión en el oído medio debe

ser casi nula durante la mayor parte del tiempo

(debido al efecto de ventilación regular de la trompa

de Eustaquio), la fuerza compensadora debe residir

en la presión de los fluidos dentro del laberinto. Es

decir, la contracción del músculo tensor del tímpano

empuja la cadena de huesecillos hacia delante,

9

haciendo que el estribo se empuje hacia la ventana

oval. Este desplazamiento del estribo, que actúa sobre

un fluido incompresible sellado dentro de una cápsula

ósea, aumenta la presión intralaberíntica. El punto de

descarga es la membrana de la ventana redonda

(Figura 1). En los seres humanos, el acueducto

coclear está lleno de tejido e incorpora una válvula

unidireccional [61,62], por lo que se mantiene

constante una diferencia de presión positiva entre la

cóclea y el líquido cefalorraquídeo durante largo

tiempo. Estos factores hidráulicos se discuten en Bell

[18], pero el resultado es que una presión de 50 daPa

en el tímpano está en equilibrio con una presión de

1250 daPa (12,5 kPa) en el estribo. El incremento de

presión lo proporciona la relación de palanca del oído

medio (alrededor de 25), y significa que los fluidos

laberínticos están normalmente bajo presión. Como el

estribo tiene un área de 3,2 mm2, una fuerza de 1

gramo generará una presión de 3 kPa en los fluidos

cocleares. En circunstancias normales, por lo tanto,

parece haber una presión dentro de la cóclea de

aproximadamente 1 kPa, y la ganancia del

amplificador coclear es adecuada para niveles

conversacionales. Sin embargo, para escuchar con

más detalle, necesitamos relajar los músculos de

nuestro oído medio; por el contrario, si existe la

necesidad de una protección adicional, nuestros

músculos ejercen una fuerza aún mayor, tal vez un

gramo o dos. Todo esto ocurre normalmente rápida y

silenciosamente, por lo que el funcionamiento de los

músculos del oído medio ha tendido a pasarse por

alto. Es solo la mala función del sistema, como en la

MD, lo que hace que este circuito de control quede en

evidencia. El espasmo del tensor timpánico podría

crear muchos gramos de fuerza, y el resultado sería

kilopascales de presión dentro del laberinto, lo que

llevaría a las enfermedades que se han descrito.

Otro caso de contracción voluntaria fue estudiado por

Angeli et al. [59], y este trabajo muestra cómo un

pequeño cambio en la fuerza del tensor del tímpano

puede ser efectivo para regular la audición. Estos

trabajadores estudiaron un solo sujeto que podía

contraer los músculos en ambos lados, y encontraron

que causaba un cambio en los picos timpanométricos

de cero a –50 y –100 daPa (su Figura 2). Más

claramente, sin embargo, el sujeto notó una marcada

reducción en la audición, y el audiograma (su Figura

1) lo corroboró. Muestra una pérdida en las bajas

frecuencias, que llega a 35 dB a 0.25 kHz, el mismo

patrón que se suele atribuir al "reflejo acústico". Esta

obervación apoya directamente la teoría ILP. Una

atenuación de –35 dB es una reducción de 56 veces,

una cantidad que debe contrastarse con las

mediciones físicas directas de la transmisión del

sonido desde el canal auditivo hasta la cóclea, donde

se observan cifras de solo varios decibelios, como

máximo. Esta paradoja fue la motivación inicial para

resucitar la teoría ILP [18].

Las contracciones voluntarias también condujeron a

cambios claros en los umbrales (aérea y ósea) en un

estudio reciente de Wickens et al. [29] de 5 sujetos.

El cambio promedio a 0.25 kHz fue de 10 dB para la

conducción ósea y de 22 dB para la conducción

aérea. La detección en los umbrales de conducción

ósea es de particular interés, ya que sugiere que en

este caso la presión tiene un efecto directo sobre la

cóclea misma, no sobre la transmisión del sonido a lo

largo de la cadena osicular.

Se sabe que el tensor timpánico puede ser estimulado

por el cierre forzado de los ojos, escuhándose una

sensación de aleteo. Debido a esto, es de interés

considerar los resultados de un estudio realizado por

Rock [60a] del "síndrome de cierre forzado del

párpado" o FECS. El audiograma muestra la pérdida

de baja frecuencia característica cuando los ojos

estaban cerrados, y nuevamente la atenuación a bajas

frecuencias fue de 30–35 dB. Rock (p.34) cree la

contracción del tensor del tímpano conducirá a un

aumento en la presión intralaberíntica y que los

efectos del FECS son similares al síndrome TTT de

Klockhoff. Informa que la contracción del tensor del

tímpano siempre se producía antes (o

simultáneamente) de hablar o tararear.

Plenitud auditiva (sensación de

taponamiento)

Los médicos han tenido dificultades para explicar la

sensación de presión o plenitud en el oído asociada a

un ataque de Meniere [8,12]. La plenitud aparece casi

siempre, y a menudo es una señal de advertencia de

un ataque inminente y se va de nuevo cuando el

ataque termina [63]. Y sin embargo, como señala

Mattox, no existe un mecanismo reconocido para

detectar la presión hidráulica en el oído interno,

entonces, ¿de dónde viene la sensación? Si se supone

que los músculos del oído medio son responsables del

exceso de presión, la detección de los husos primarios

dentro de los músculos podría explicar el efecto. Son

relevantes aquí los experimentos de Densert y sus

colegas, que pudieron disminuir la sensación de

plenitud en los pacientes de Meniere aplicando una

presión estática de unos 15 daPa en el canal auditivo

[64].

El signo de Hennebert y el fenómeno

Tullio

Cuando se aplica presión al canal auditivo y se

presentan síntomas vestibulares, como vértigo y

nistagmo, la reacción se denomina signo de

Hennebert positivo y es rara en sujetos normales. En

los pacientes de Meniere, sin embargo, la reacción

positiva es frecuente, y en términos de la presente

hipótesis, resulta significativo. Nadol [65] encontró

que 29 de 81 oídos que padecían MD exhibían el

10

signo de Hennebert, en comparación con cero de 100

oídos normales. Nadol atribuyó la reacción a las

conexiones fibrosas entre el estribo y el laberinto

(vestibulofibrosis), pero una conexión más plausible

es hidráulica: el movimiento hacia adentro del estribo

hace que aumente la presión del fluido, y esto afecta

directamente a las células ciliadas vestibulares. Este

mecanismo hidráulico también puede explicar por

qué incluso la simple inserción de respiraderos en la

membrana timpánica (drenajes) puede reducir los

síntomas en una parte de los pacientes de Meniere

[66,67]: un drenaje igualará la presión entre el oído

medio y la atmósfera, evitando la posibilidad de que

una baja presión inadvertida en el oído medio, a

través de la deflexión hacia adentro del tímpano,

cause una sobrepresión en el oído interno.

Otro fenómeno curioso se observa a veces cuando el

oído está sujeto a un sonido de alta intensidad y baja

frecuencia. En sujetos normales, hay un reflejo

acústico pero no hay efectos vestibulares. Sin

embargo, entre los pacientes de Meniere, con

frecuencia se observa una marcada reacción

vestibular. Stephens y Ballam [68] encontraron que 7

de 25 pacientes de Meniere tenían una reacción

vestibular potenciada (fenómeno Tullio o reacción

sono-ocular), un efecto que estaba ausente en los

controles. Dado que el estímulo acústico utilizado es

probable que produzca una contracción refleja de los

músculos del oído medio, esto sugiere que los

pacientes con MD tienen un control deficiente de los

músculos del oído medio (o tienen un flujo alterado

en los canales que conducen los líquidos hacia dentro

y hacia fuera del laberinto, una posibilidad discutida

más adelante).

Tinnitus

El tinnitus es un síntoma de muchos trastornos

auditivos. Dada la magnitud del tema, no se discutirá

en detalle aquí. Es suficiente para nuestros propósitos

simplemente señalar que uno de los efectos de

aumentar la presión en el canal auditivo es el tinnitus

subjetivo [37], y la explicación más simple y clara

debe ser que el aumento de la presión, al igual que la

contracción del tensor del tímpano, empuja al estribo

hacia dentro de la cápsula ótica aumentando la

presión del fluido. Se ha observado [69] que el

tinnitus puede ser el resultado de la contracción

voluntaria de los músculos del oído medio. Resulta

interesante que el tinnitus asociado con MD es del

tipo de baja frecuencia (aproximadamente 2 kHz

[70,71]), por lo que se supone que las células ciliadas

en el apex son las más sensibles a la presión, una idea

que a su vez se conecta con observaciones que de que

al aumentar la presión intralaberíntica (como en el

reflejo acústico) se reduce la sensibilidad auditiva por

debajo de unos 2 kHz [18].

Es significativo que las células ciliadas externas de

baja frecuencia son mucho más largas que las de alta

frecuencia [72], por lo que se espera que las primeras

sean más susceptibles a cambios en la presión estática

que las últimas; en consecuencia, se entiende por qué

el reflejo acústico afecta principalmente a las

frecuencias bajas, y por qué la MD deteriora primero

estas mismas frecuencias.

Control voluntario del tensor timpánico y

aspectos psicosomáticos de la MD

Los músculos del oído medio son músculos estriados

o esqueléticos. Esto significa que, como todos estos

músculos, no solo se desencadenan por reflejos, sino

que también están, en diversos grados, bajo control

voluntario. Por lo tanto, es significativo que los

síntomas del síndrome TTT incluyan factores

psicológicos tales como ansiedad, miedo o pánico, e

incluso la anticipación puede causar la contracción

del tensor timpánico. La sola vista de una pistola de

juguete ha sido citada como un estímulo [48].

Varios autores han señalado que los ataques de MD a

menudo son provocados por el estrés y que los

componentes emocionales juegan un papel

importante [9,73]. De hecho, algunos incluso han

sugerido que la MD es una dolencia puramente

psicosomática, que explica por qué muchos

tratamientos, a través de un efecto placebo, han

producido resultados favorables [17,74]. Es difícil

medir la certeza de estas sugerencias, pero el hecho

de que los ataques de Meniere sean episódicos y que

los músculos del oído medio puedan contraerse

voluntariamente proporciona un marco que respalda

la hipótesis de que la MD se debe a la distonía de los

músculos del oído medio. Explicar que existe una

base física real para la MD abre una vía prometedora

para comprender y quizás curar la afección.

Dos presostatos unidos: el

laberinto y la célula ciliada externa

Hasta ahora se ha subrayado que el laberinto es un

presostato en el que los músculos del oído medio

controlan la presión hidráulica de los fluidos que hay

dentro. Sin embargo, solo se ha hecho una

apreciación general de que la presión controla la

sensibilidad de las células ciliadas externas. Esta

sección presenta un modelo físico específico de cómo

la presión podría controlar esa sensibilidad: es decir,

las células ciliadas externas normalmente llevan una

presión interna de aproximadamente 1 kPa, por lo que

cuando aumenta la presión laberíntica más allá de ese

punto, las células ya no pueden contrarrestar la

presión y se deflactan momentáneamente. En ese

punto, la electromotilidad y la ganancia del

amplificador coclear se reducen a cero. Los músculos

11

Figura 3. Fuerzas musculares y presiones de fluidos en la cápsula ótica, y sus efectos sobre las células ciliadas externas. La cápsula ótica se llena con fluido incompresible, por lo que cuando se empuja la estructura en la ventana oval (OW) mediante la contracción del tímpano tensor (TT), la presión aumenta. Una fuerza de 1 gramo de peso sobre el área del OW (3.2 mm2) crea una presión de 3 kPa. Esta presión excede la presión interna de las células ciliadas externas (1 kPa) y provoca su colapso temporal. Esto reduce su sensibilidad y el amplificador coclear se apaga

del oído medio pueden ser potentes controladores de

la sensibilidad auditiva.

Según Brownell, las células ciliadas externas, con su

forma de tubo de ensayo son un presostato [75]. Al

mismo tiempo, según otra opinión [46], es un

detector exquisitamente sensible de diminutas

variaciones de presión, es decir, de sonido. En este

caso, el cuerpo de la célula puede tomarse como el

elemento sensorial en lugar de los estereocilios,

aunque los esterocilios son necesarios para completar

el circuito de retroalimentación entre las células

vecinas para crear un resonador de onda acústica

superficial (SAW) [76]. El resonador SAW implica

una onda estacionaria entre las tres filas de CCE, y la

onda estacionaria establece el amplificador coclear en

una forma física. Actuando como detectores y

motores, y cooperando en grupos de tres, 12.000

CCEs pueden crear 4.000 amplificadores cocleares

altamente afinados, aumentando los niveles de

audición mil veces (60 dB). Las CCE no señalan al

cerebro directamente; en su lugar, son

preamplificadores que pasan su señal de salida a las

células ciliadas internas adyacentes (CCI), donde

comienza el envío de la señal a los centros superiores.

Si una persona pierde sus delicadas CCE, tal vez por

la edad o por ruido fuerte, dejando únicamente las

CCI más robustas, los niveles de audición

disminuyen aproximadamente 60 dB.

Aunque ha habido varias explicaciones, la base física

del amplificador coclear aún no está establecida

[76,77]. El modelo SAW, y su dependencia de la

electromovilidad de las CCE, proporciona una

explicación directa de cómo la presión hidráulica

puede controlar la ganancia del amplificador coclear.

Sin embargo, puede haber otros modelos que puedan

proporcionar un resultado similar, y se necesita más

investigación. Independientemente del modelo de

mecánica coclear que se tenga en cuenta, todos

dependen de una fuerte electromotilidad de las CCE.

Existen diversas conexiones eferentes a las CCE, que

proporcionan otra forma de ajustar la sensibilidad de

la cóclea [78]. Sin embargo, el inconveniente de los

mecanismos neuronales es que implican un retraso

considerable. Hay una manera de cortocircuitar este

retraso, y aquí es donde los músculos del oído medio

desempeñan un papel crucial. Cualquier fuerza

ejercida por los músculos del oído medio se transmite

inmediatamente a los fluidos del oído interno,

aumentando la presión hidráulica. Como se ha

demostrado en los cálculos anteriores, el tensor del

tímpano, ejerciendo una fuerza de 1 gramo, puede

causar una presión correspondiente a 3 kPa en el oído

interno. Según la teoría ILP, esto provocará una

reducción de la sensibilidad auditiva de hasta 30 dB,

y esto plantea la cuestión de cómo una presión

hidráulica suave puede tener un efecto tan grande.

Echemos un vistazo más de cerca a lo que sucede si

se aplica un aumento repentino de presión a un

presostato. Los siguientes hallazgos experimentales

se derivaron de las células ciliadas externas de los

cobayas en lugar de los humanos, pero se supone que

los resultados son aplicables en general.

En una disposición única, el cuerpo de las CCE está

rodeado por todos lados por fluido, lo que significa

que la CCE está en comunicación hidráulica directa

con el estribo, es decir, tenemos un presostato o

recipiente a presión rodeado por todas partes por

fluido coclear. La CCE es piezoeléctrica y puede

cambiar de longitud ciclo por ciclo, alargándose y

contrayéndose a tiempo con la presión de sonido

oscilante [75]. Sus paredes externas son corrugadas y

12

están reforzadas por fibras helicoidales que rodean el

cuerpo cilíndrico en sentido horario y antihorario. Las

fibras están orientadas en el ángulo de arrollamiento

familiar de 55°, lo que significa que los cambios de

longitud se acompañan de cambios mínimos de

volumen (es decir, tiene una relación de Poisson

cercana a 0,5), lo que permite cambios de longitud de

hasta 100 kHz (como en los murciélagos).

Fundamentalmente, las CCE necesitan rigidez para

mover la partición a altas frecuencias, por lo que

llevan una presión hidráulica interna de

aproximadamente 1–2 kPa [75], mantenida por

alguna forma de regulación osmótica. Esta presión de

turgencia hace que se inflen como un globo (Figura

3). En resumen, la CCE es un presostato con un

esqueleto hidráulico. Hay una consecuencia

importante de esta disposición: si la presión que

rodea a las células aumenta repentinamente,

comenzarán a colapsar, y así, como lo muestra la

Figura 3, a 1 kPa no habrá diferencia de presión entre

sus paredes y la célula quedará flácida como un globo

desinflado [79,80]. La presión se puede aplicar

osmóticamente [79] o, de forma equivalente,

mediante el uso de una pipeta para ajustar la presión

intracelular [81]. Cuando se colapsa, la eficiencia de

transducción de la CCE disminuye [81,82], por lo que

la alteración de la presión a través de la pared celular

es una forma efectiva de controlar la ganancia del

amplificador coclear [81]. Los mismos experimentos

también implican que, además de reaccionar a las

variaciones de presión estática en su entorno, el

cuerpo de la célula ciliada podría reaccionar

directamente a la presión hidráulica oscilante en los

fluidos cocleares, es decir, al sonido, proporcionando

un mecanismo de detección complementario al de los

estereocilios [46].

En resumen, la señal de salida de la célula y la

ganancia del amplificador coclear están

estrechamente controladas por la fuerza ejercida por

los músculos del oído medio. Este mecanismo es el

núcleo de la teoría ILP sobre la acción muscular del

oído medio y significa que existe una interacción

delicada entre estas células extraordinariamente

sensibles y los músculos diminutos del oído medio.

Los músculos están constantemente en guardia contra

la sobrecarga y, si se activan con un sonido fuerte, los

12.000 detectores se apagan instantáneamente con

una presión de 3 kPa que lo envuelve todo. Una

analogía física podría ser el buceador cartesiano,

donde un cambio de fuerza en la membrana flexible

que cubre un contenedor lleno de agua altera la

presión hidráulica sobre el "buzo" compresible

dentro, alterando su flotabilidad. Por lo tanto, aunque

los músculos del oído medio puedan ser pequeños,

comprenden un sistema de acción rápida que puede

ajustar de inmediato la ganancia de todos los

transductores sensoriales (células ciliadas y

vestibulares) inmersos en los fluidos del oído interno.

Ahora es posible entender por qué los músculos del

oído medio contienen fibras musculares tan finas y

por qué son del tipo rápido y no fatigoso [31]. Los

músculos del oído medio son de hecho muy similares

en composición a los de la laringe, que también

necesita un control de tensión muy fino para modular

de manera precisa la voz humana. Curiosamente, en

los humanos, los músculos de la laringe son un lugar

frecuente de distonía, un aspecto explorado con más

detalle en una sección posterior. En los murciélagos

localizadores de eco, se utilizan los mismos músculos

laríngeos rápidos y de alta energía para producir

llamadas ultrasónicas precisas [83]. Las llamadas son

rápidas e intensas, y se requiere que los músculos del

oído medio trabajen de forma complementaria,

disminuyendo instantáneamente la sensibilidad

auditiva durante una llamada (para prevenir la

sobrecarga, como lo hacen los humanos cuando

hablan) y luego relajándose inmediatamente. para

proporcionar una sensibilidad total para detectar el

eco de retorno. Se han registrado tasas de llamadas de

más de 160 por segundo [83], un rendimiento que

exige los denominados músculos superrápidos [84]

que tienen una morfología similar al tensor del

tímpano. Existe un músculo superrápido análogo en

peces productores de sonido que se encuentra entre la

vejiga natatoria productora de sonido y la oreja del

pez, de nuevo presumiblemente para evitar la

sobrecarga durante la vocalización [85].

Efectos directos de la presión:

teoría y experimento

Una serie de hallazgos experimentales acerca del

efecto de la presión sobre el sistema auditivo

respaldan la hipótesis de que la presión

intralaberíntica es un factor probable que afecta a una

persona con MD. Más directamente, se ha observado

que cuando un cirujano coloca una ligera presión

sobre el canal semicircular hay fuertes efectos

vestibulares [3], y cómo la pérdida de presión de

fluido de una fístula perilinfática produce efectos

similares al Meniere [24,86]. Esto apoya los

hallazgos anteriores del signo de Henneberg en el

cual la elevación de la presión en el canal auditivo

puede producir síntomas similares a los de MD. Hay

tres áreas adicionales, enumeradas a continuación,

donde las conclusiones indican que la presión es el

factor subyacente en la MD.

Sin embargo, señalemos primero que existen dos

canales finos para abastecer el oído interno con

perilinfa y endolinfa. Como se muestra en la Figura 4,

el acueducto coclear proporciona perilinfa del fluido

13

Figura 4. Hay dos pequeños canales que suministran

fluido al oído interno. El acueducto coclear suministra

perilinfa, y el conducto endolinfático suministra endo-linfa. Aunque los diámetros de los canales son

pequeños y aparecen llenos de tejido, la conductividad hidráulica de estos canales in vivo no se ha determin-

ado con precisión. Investigaciones recientes sugieren

que la constante de tiempo de la caída de presión es larga pero variable, y parece que hay una válvula de

una sola vía. Sin embargo, la pregunta permanece sin resolver, y se necesita más investígación. [Figura

adaptada de Harrison y Naftalin [40] y Juhn [89]]

cerebroespinal en el cráneo, y el conducto

endolinfático conecta el laberinto con el saco

endolinfático que, a través de la absorción, es de

hecho un punto de salida. Sin embargo, la

permeabilidad (apertura) de estos canales para el flujo

de fluidos ha sido durante mucho tiempo motivo de

controversia [26,87]. Algunos estudios sugieren que

los canales tienen una alta resistencia hidráulica, pero

esto debe confirmarse. Otros han demostrado que las

variaciones en la presión del líquido cefalorraquídeo

producen efectos sobre la audición (p. Ej. [88]), lo

que sugiere una conexión hidráulica directa.

Una observación importante debido a Rask-Andersen

et al. [87] es que en los humanos, como consecuencia

de la postura erguida del cuerpo, el acueducto coclear

se ha convertido en un conducto óseo angosto lleno

de tejido conectivo que a veces se borra por

completo. Si el canal estuviera abierto, habría grandes

variaciones en la presión del oído interno debido a

cambios en la postura, por lo que el canal está

diseñado para tener una constante de tiempo larga (de

segundos a minutos). Sin embargo, un efecto

colateral directo del aislamiento hidráulico del oído

interno es su sensibilidad al tono muscular del oído

medio, y, lo que es más revelador, convierte a los

humanos en los únicos animales propensos a la MD

(aunque se sospecha que las jirafas también pueden

ser susceptibles).

Todo este trabajo refuerza la necesidad de

comprender mejor la permeabilidad de los canales

hidráulicos que se conectan al laberinto y que

permiten que la presión se disipe. Es posible que los

pacientes de Meniere no solo tengan una disfunción

de los músculos del oído medio, sino que la situación

se vea agravada por acueductos bloqueados.

Examinemos ahora los hallazgos que indican que en

la MD existen efectos derivados de la presión directa.

Cámaras de presión

Se han llevado a cabo experimentos sobre cómo la

audición de las personas se ve afectada de inmediato

cuando se colocan en una cámara de presión. De

hecho, se ha defendido como tratamiento efectivo

para la enfermedad, colocar a los pacientes con MD

en una cámara sellada y reducir la presión [90,91]. La

condición en la cual los cambios en la presión

conducen a mareos se ha llamado vértigo

alternobarico [92]. Ambas situaciones muestran cómo

la presión estática es un estímulo efectivo para las

células ciliadas en el laberinto.

Efectos de tono

De forma notable y distintiva, hay variaciones en el

tono que se pueden relacionar a los cambios en la

presión. Los más indicativos son los informes de

pacientes de Meniere, quienes, particularmente en las

primeras etapas de la enfermedad y antes de un

ataque, se quejan de diploacusia disarmónica, lo que

significa que el tono de los sonidos que se escuchan

en el oído afectado difiere del tono escuchado en el

oído no afectado [40]. Curiosamente, el tono en el

lado afectado tiende a moverse hacia arriba si la

sordera afecta a frecuencias bajas (por debajo de 3

kHz) y hacia abajo si hay una pérdida de frecuencia

alta (superior a 5 kHz) (ibid., p.22), y esta separación

de aproximadamente 3 kHz concuerda con las

mediciones del reflejo muscular del oído medio que

tienden a señalar que mientras que el reflejo provoca

atenuaciones regulares por debajo de aproxima-

damente 2 kHz, a veces produce ganancias aparentes

a frecuencias más altas (ver discusión en [18]). El

patrón concuerda con la presión hidráulica que

aumenta durante los reflejos musculares del oído

medio y los ataques de Meniere.

Teniendo en cuenta estos resultados y tomando la

presión intralaberíntica como característica común,

hay informes que indican que el tono aumenta cuando

la mandíbula está apretada [93]; que la contracción

voluntaria de los músculos del oído medio provocó

que el tono aumentara en un cuarto de tono [60a]; y la

observación de Bekesy de que el tono aumentó un 2%

cuando se comprimieron las venas del cuello.

14

Emisiones otoacústicas

Finalmente, hay mediciones de emisiones

otoacústicas (OEA), señales débiles emitidas por la

cóclea. Mom et al. midió OEA en pacientes de

Meniere [94] y encontró que los efectos de la

inclinación del cuerpo y la ingestión de glicerol

fueron similares a un aumento en la presión

intracoclear. Los cambios de OAE en los pacientes

MD fueron tres veces más altos que en los controles,

lo que indica una regulación de la presión alterada.

Una ventaja de las emisiones otoacústicas

espontáneas (SOAEs) es que son capaces de

relacionar la experiencia de tono subjetivo con la

medición de frecuencia objetiva. Se encontró que la

frecuencia SOAE cambia cuando la presión estática

en la cóclea cambia también, ya sea debido a

variaciones naturales en la presión intracraneal [95] o

debido a contracciones voluntarias de los músculos

del oído medio [58]. Bell calcula una cifra de 20 Hz/

kPa para el efecto, sobre cuya base un cambio del 2%

en la frecuencia a 1 kHz corresponde a un cambio de

presión de 1 kPa. Esta cifra está dentro del rango de

presiones calculado anteriormente.

La constante de tiempo para un aumento en la

frecuencia SOAE, que se toma como un indicador de

un aumento en la presión, es de varios segundos, pero

una caída dura varios minutos [96]. Esto refuerza la

idea de que hay una válvula en un solo sentido que

rápidamente permite que suba la presión (y que la

sensibilidad auditiva se reduzca), pero la

recuperación de la audición requiere varios minutos a

medida que la presión se escapa lentamente.

Normalmente, no notamos estas variaciones en la

sensibilidad auditiva, pero durante un ataque de

Meniere, los cambios en la presión se aprecian como

fluctuaciones severas en la audición. Es significativo

que los pacientes de Meniere a menudo se quejen de

tener dificultades para captar palabras de una

conversación [1,97], una observación que sugiere que

hay un problema con la función de ganancia y su

capacidad para seguir el habla [32].

Los estudios sobre el efecto de la presión intracraneal

elevada sobre las emisiones otoacústicas de producto

de distorsión (DPOAEs) han sido realizados por Buki

et al. [98], trabajo que contiene tanto aspectos

experimentales como teóricos. En sus experimentos

con jerbos, encontraron (su Figura 2) que la amplitud

de las DPOAE podía reducirse en 20 dB o más a

frecuencias de 1–1.5 kHz cuando la presión

intracraneal aumentaba a 4 kPa. Esta reducción de

baja frecuencia se asemeja al patrón resultante de la

contracción voluntaria de los músculos del oído

medio, que se supone que aumenta el ILP [18]. El

modelo de Buki et al. trató de atribuir la disminución

a los cambios en la rigidez del ligamento anular – una

opinión también compartida por otros investigadores

[99] – pero ese resultado también podría deberse al

efecto directo de la presión sobre las células ciliadas

externas. En relación al MD, los autores señalan que

cuando impusieron una presión de 5 kPa, las

amplitudes de DPOAE se colapsaron y el efecto fue

irreversible si se mantenía la presión. Los autores

sugieren que una presión excesiva podría dañar

permanentemente la cóclea.

En otro apartado interesante del estudio, Buki et al.

cortaron los tendones de los músculos del oído medio

y encontraron cambios inmediatos en las fases de

DPOAE de más de 45° en varias frecuencias (su

Figura 5), lo que indica que los músculos ejercen

efectos directos e importantes sobre la función

coclear. Se observó que las constantes de tiempo para

los aumentos de presión eran más cortas que para las

caídas de presión, lo que sugiere una vez más que

existe una válvula de un solo sentido en el sistema

[61,62].

Propiedades únicas de los

músculos del oído medio

Los pequeños músculos del oído medio se han tenido

poco en cuenta. En un artículo sobre MD en el sitio

web de la American Hearing Research Foundation,

por ejemplo, los músculos del oído medio no se

mencionan y ni siquiera aparecen en ninguno de los

diagramas explicativos. El tensor timpánico y el

estapedio son los músculos esqueléticos más

pequeños del cuerpo humano [100], y están ocultos

dentro del hueso adyacente a la cavidad del oído

medio, de modo que solo sus tendones son visibles.

¿Cómo pueden haberse pasado por alto sus efectos

hidráulicos en el laberinto durante tanto tiempo?

El tono de los músculos del oído medio cambia

constantemente [101], una muestra de su estado de

alerta. Salt y DeMott [102] observaron continuas

contracciones espontáneas de los músculos del oído

medio y movimientos asociados de fluidos. Una

medición de impedancia registrada por Shearer [32]

muestra la impedancia del canal auditivo fluctuando

hacia arriba y abajo en el tiempo al hablar, una

observación que apoya la idea de que los músculos

desempeñan un papel clave en la producción y

percepción del habla [103]. La timpanometría a

menudo muestra un temblor constante del tímpano

[104]. Como es bien sabido, el estapedio actúa en

respuesta a la entrada acústica, pero el tensor del

tímpano es diferente, respondiendo a la estimulación

no acústica, incluso a la anticipación del sonido

[100]. Aunque pequeño, los músculos del oído medio

están sujetos a todas las propiedades y enfermedades

a las que los músculos estriados son propensos.

15

Los músculos del oído medio muestran las siguientes

características. Primero, las fibras musculares tienen

una alta capacidad oxidativa, lo que les permite

ejercer fuerza durante largos períodos sin fatiga. En

segundo lugar, los músculos poseen una combinación

única de tipos de fibras musculares [31], incluidas

muchas fibras cortas (1–2 mm), que les permiten

ejercer tensión con un desplazamiento mínimo [105].

Efectivamente, los músculos trabajan

isométricamente cuando presionan sobre el estribo,

que a su vez está restringido por el ligamento anular,

el fluido incompresible detrás de él y la ventana

redonda. El rango de movimiento es probablemente

de no más de 50 a 150 μm, y se considera que los

desplazamientos de 1 nm tienen una consecuencia

funcional [106]. La tercera propiedad necesaria para

hacer que tal sistema funcione satisfactoriamente es

una concentración densa de placas terminales

motoras y elementos proprioceptivos (husos) que,

trabajando juntos, permiten una regulación fina de la

actividad [100,107]. Pero al mismo tiempo, claro

está, un sistema de retroalimentación tan ajustado

abre la posibilidad a serios problemas de

funcionamiento.

El elemento crucial en este circuito de retro-

alimentación es el huso muscular, un sensor de

desplazamiento que establece el umbral de lo que se

puede detectar. El aspecto más inusual de los

músculos del oído medio es que tienen una

concentración densa de husos y fibras tónicas lentas,

pero pocas placas terminales motoras [31]. Han et al.

[105] hacen una comparación entre los músculos del

oído medio, los músculos extraoculares y los

músculos de las cuerdas vocales, todos los cuales

contienen muchas fibras musculares cortas adecuadas

para el control fino y la contracción prolongada. En

lugar de una contracción rápida, como en la mayoría

de los músculos esqueléticos, las fibras musculares

cortas experimentan un acortamiento lento y

prolongado.

En términos de MD, lo importante es que los

músculos del oído medio son parte de múltiples

bucles de retroalimentación ajustados que implican

propioceptores (husos musculares) y terminaciones

motoras [108], y la finura y complejidad de estos

bucles proporciona un punto de partida para entender

qué podría estar yendo mal en la enfermedad de

Meniere.

Distonía: pérdida de control

muscular

Hemos ofrecido argumentos de que la MD es un caso

de pérdida del control motor fino – distonía – de los

músculos del oído medio, lo que conduce a una alta

presión intralaberíntica y a un ataque de Meniere.

Esta sección proporciona información básica sobre

qué es la distonía y cómo podría iniciar la MD.

La distonía es una postura incurable y un trastorno

del movimiento caracterizado por contracciones

musculares involuntarias en las que un músculo o un

par de músculos se contorsiona en posturas o

movimientos anormales, a veces dolorosamente

[109,110]. La distonía puede afectar cualquier

músculo, pero generalmente es focal, afectando solo

un área del cuerpo, como el calambre del escritor en

la mano o la disfonía de la laringe. En lugar de que

dos músculos trabajen juntos sin problemas, se pierde

el control y los músculos se contraen a la vez, de

forma sostenida e indeseada. Aunque se desconoce la

causa fundamental de la distonía, se cree que la

afección es causada por la pérdida de la inhibición

que ejercen los ganglios basales y el procesamiento

de entrada del huso muscular, y a menudo se asocia

con vías reflejas [109]. En un paciente con calambre

de escritor, por ejemplo, la vibración puede a menudo

inducir la distonía. Esta enfermedad es el tercer

trastorno del movimiento más común (después del

Parkinson y el temblor).

En la distonía primaria no existe otro trastorno

subyacente, y la afección tiende a limitarse a un

determinado músculo o conjunto de músculos. Una

vez que comienza, se vuelve crónica con recurrencia

irregular, al igual que la MD. Típicamente, en la

distonía de inicio en el adulto, aparece primero

alrededor de los cuarenta; en la MD la edad típica de

inicio es 40–60 [9,16]. La hipótesis central de este

trabajo es que el ataque de Meniere es causado por la

distonía del tensor del tímpano y el estapedio, que

normalmente trabajan en armonía. Con el tiempo, la

sobrepresión recurrente producida por los ataques

frecuentes provoca daños en las células ciliadas, lo

que perjudica permanentemente la audición y el

equilibrio.

Se considera que el tensor timpánico es el principal

agente causante de la sobrepresión, ya que cuando se

contrae fuerza la placa del estribo directamente contra

la ventana oval (Figura 1). Por otro lado, cuando el

estapedio se contrae, tira del estribo de lado,

causando una rotación tipo bisagra, una acción que

podría permitir el ajuste fino de la presión. Los

detalles necesitan aclaraciones, pero parece ser un

sistema delicado y finamente sintonizado que puede

desajustarse. Si hay un aumento descontrolado de la

fuerza muscular, como en la distonía, podría

producirse un aumento repentino de la presión

intralaberíntica.

Discusión general

Durante muchos años la ciencia auditiva ha intentado

medir con precisión la presión intracoclear, un

16

parámetro importante cuya medición no invasiva in

vivo ha demostrado ser difícil de realizar [26,98]. Ese

fracaso, ha impedido darnos cuenta durante mucho

tiempo del papel crucial que desempeña la presión en

la mecánica coclear, velando nuestra comprensión del

reflejo del oído medio y el papel que desempeña la

presión intracoclear. Una sugerencia hecha por Bell

[18] es que la medición del cambio en la frecuencia

SOAE podría ser un indicador de la presión

intracoclear, aunque la calibración puede no ser fácil.

Después de identificar la presión hidráulica como un

factor importante, el interés se centra en el papel de

las CCE como presostatos, una descripción adecuada

de la estructura de esos recipientes a presión que

debemos a Brownell [111]. Considerar la CCE como

un presostato tiene implicaciones importantes para la

audición, y permite que se entienda la delicada

interacción entre estas células altamente sensibles y

los músculos del oído medio.

Durante mucho tiempo, la presión se ha visto como

un factor primordial en la aparición de la MD, aunque

se ha visto en el contexto, probablemente erróneo, de

hidrops endolinfático, que ahora se considera más

como un síntoma acompañante [6,11,13]. Sin

embargo, al apreciar que la regulación de la presión

del oído interno es el papel principal de los músculos

del oído medio, se puede establecer un vínculo

directo entre estos músculos y la MD.

Una revisión de trastornos temporomandibulares

(TMD) elaborada por Ramirez et al. [112] también

describió un paralelismo entre los síntomas de este

trastorno y los observados en el síndrome TTT y MD.

Los síntomas de TMD están relacionados con el

síndrome TTT, y ambos implican hiperactividad del

tensor timpánico. Una vez más, los síntomas incluyen

tinnitus, vértigo, pérdida de audición y plenitud ótica,

y se pìensa que los TMD también provocan una

presión elevada en el laberinto a través de los

músculos del oído medio. Uno de los modelos

considerados por Ramirez et al. como una causa

subyacente de TMD es la participación del músculo

tensor del tímpano, que podría producir aumentos en

las presiones perilinfáticas y endolinfáticas.

Si el hidrops endolinfático es un epifenómeno, como

muestran los hallazgos de Merchant et al. [11], se

requiere una revisión completa de los mecanismos

que causan MD [13]. La propuesta aquí expuesta –

que el trastorno involucra los músculos del oído

medio – proporciona una nueva vía para investigar,

que requerirá nuevas valoraciones sobre cómo

funcionan estos músculos [18]. Desde una

perspectiva histórica, el vértigo y el tinnitus formaron

parte del conjunto de síntomas de la MD desde el

principio, pero las fluctuaciones en la audición y

plenitud auditiva solo se reconocieron más tarde,

aproximadamente en el momento en que el término

"hidrops endolinfático" ganó crédito por primera vez

[113]. A partir de lo que se ha aprendido desde

entonces, el hidrops endolinfático fue una hipótesis

aceptada porque faltaban otras teorías unificadoras,

aunque parece haberse basado en escasa evidencia y

quizás errónea. Las posibilidades que ofrece la

resonancia magnética de alta resolución son

interesantes, pero hasta ahora solo se han encontrado

correlaciones [16] y aún no se ha identificado ningún

marcador biológico para la MD [6].

Otra cosa que la historia nos puede enseñar es que

muchas de las ideas originales sí tenían alguna

validez. La tenotomía fue una valiosa idea precoz

[53], y hasta mediados del siglo pasado, la actividad

de los músculos del oído medio se consideró una

causa de la presión intralaberíntica elevada que

podría ser la base de problemas de audición y

equilibrio en otosclerosis y MD [103,114 ] Kobrak

opinaba que la "hiperpresión estapedial" se debía a

"actividades musculares espásticas", especialmente

del tensor timpánico (ibid, p.434), mientras que

Tomatis creía que la MD era una anomalía o

contracción en "la tensión del músculo del estribo ...

que regula las presiones del fluido en el laberinto

"(ibid, p.187). Más recientemente, Pennings et al.

especuló que el espasmo del tensor del tímpano

podría ser un desencadenante de la enfermedad de

Meniere [99], pero sus esfuerzos se centraron en las

pérdidas conductivas en cadáveres más que en los

efectos neurosensoriales, y la idea no parece haberse

desarrollado.

Es significativo que los pacientes con MD con

frecuencia se quejan de una mala discriminación del

habla, hiperacusia y diploacusia binaural [8,14],

observaciones consistentes con el modelo de

regulación rápida de la presión y la ganancia. El

presente artículo apoya tales interpretaciones y

propone una explicación más detallada y concreta en

términos de distonía y sus efectos sobre las células

ciliadas.

La historia de la MD durante el último siglo y medio

ha sido resumida por Eisen [113], quien dice que

debido a que la comprensión de la MD ha resultado

esquiva, la literatura ha estado plagada de conjeturas,

tratamientos experimentales y evidencia anecdótica.

Ha sido, dice, una receta para una historia creativa y

llena de color, y nada más. La realización de

experimentos en animales para curar una enfermedad

exclusivamente humana ha sido engañosa [8] y puede

tomarse como un argumento en contra de la práctica.

La dificultad se ha visto reflejada en la incapacidad

de ver cómo un mecanismo global podría ejercer

simultáneamente sus efectos sobre los canales

semicirculares y la cóclea. La teoría ILP proporciona

un marco por el cual un factor invisible – la presión

17

hidráulica – podría hacerlo, y al mismo tiempo ofrece

una explicación fácil para la sensación de plenitud

auditiva. Gobernada por la dinámica muscular, la

presión puede aparecer y desaparecer de repente sin

dejar rastro. Sorprendentemente, la MD parece tener

una causa mecánica [8,115] y, sin embargo, sus

orígenes están fuera del oído interno.

De hecho, una de las razones por la que el tensor

timpánico se ha pasado por alto como causa potencial

de la MD es probablemente porque los investigadores

se han centrado exclusivamente en el oído interno, de

donde parecen derivar los síntomas, sin darse cuenta

de que los músculos del oído medio tienen efectos

funcionales en todo el sistema auditivo. Incluso el

propio Meniere pensó que la membrana timpánica y

el oído medio no estaban implicados en la

enfermedad [113]. Volver a poner a los músculos del

oído medio en escena, proporciona una teoría

consistente y comprobable.

Dentro de esta larga historia, es desalentador observar

cuántos tratamientos se han propuesto y abandonado.

De acuerdo con Thomsen y Bretlau [74], se han

propuesto docenas de tratamientos para curar,

controlar o aliviar la MD, y ninguno ha resistido el

paso del tiempo. Uno de los tratamientos más

populares ha sido la derivación endolinfática [97],

que se supone que alivia la acumulación de líquido

(hidrops) en el saco endolinfático [116]; sin embargo,

una reciente revisión Cochrane llega a la conclusión

de que no existe una diferencia significativa entre el

tratamiento y un grupo de control [15].

El estudio de Franz et al. [51] proporciona una

evidencia convincente de que la MD está

íntimamente conectada con los músculos del oído

medio. Sin embargo, los autores tuvieron dificultades

para entender la conexión, sugiriendo que, de alguna

manera, la hidropesía podría mover los músculos del

oído medio (en lugar de a la inversa). Sin embargo, el

documento aporta un nuevo enfoque de la

enfermedad, y las perspectivas ofrecidas en este

documento sugieren que la tenotomía merece una

reevaluación.

Hay un posible argumento contra la tesis de este

documento. Aunque la tasa de éxito de la tenotomía

fue alta, los pacientes con MD no siempre se curaron

completamente con la operación. Si la MD fue

causada por la distonía de los músculos del oído

medio, entonces la tenotomía debería dar una cura del

100%. Sin embargo, tal inferencia no tiene en cuenta

el hecho de que la MD generalmente comienza

siendo unilateral, pero luego se convierte en bilateral

[41]. Sobre esta base, la tenotomía en un lado aún

podría permitir que la MD se desarrolle en el oído

contralateral.

Del mismo modo, no todos los pacientes que sufren

mioclonías de los músculos del oído medio sufren

MD. En este caso, la explicación podría ser que la

MD también requiere condiciones adicionales, tal vez

una alta resistencia hidráulica en el acueducto

coclear, por ejemplo, y podría haber otras condiciones

especiales relacionadas con el circuito de control

muscular del oído medio.

Recopilando diversas evidencias de la literatura, este

documento ha elaborado un caso circunstancial de

que el comportamiento aberrante de los músculos del

oído medio puede causar MD. Si la hipótesis es

correcta, entonces el tratamiento de la MD puede

consistir en prevenir la hiperactividad de estos

músculos pequeños y crípticos. Sería imprudente

afirmar que la cura simplemente consiste en una

sección de tendones musculares, aunque el trabajo de

Franz et al. apunta en esta dirección. La cirugía no

siempre es apropiada, pero algunas drogas,

especialmente la toxina botulínica [109], se han

usado para tratar con éxito la distonía, y quizás un

ensayo de tales drogas en pacientes de Meniere

podría tener un resultado positivo.

Conclusiones

Se ha propuesto una explicación del origen de la MD

en base a la consideración de la teoría ILP de la

función muscular del oído medio. Considera que el

laberinto es un hidrostático muscular, un volumen

sellado lleno de líquido cuya presión es controlada

por un músculo, de modo que la contracción anormal

del tensor timpánico lleva a la sobrepresión de los

fluidos laberínticos. A su vez, esto conduce a una

reducción en la sensibilidad auditiva, una sensación

de presión y plenitud en el oído, alteraciones en el

equilibrio, anomalías de la percepción del tono entre

los oídos y tinnitus, los síntomas clave de la MD.

Las nuevas interpretaciones planteadas aquí podrían

ser útiles para diagnosticar y tratar la MD. Como

Alford reconoce [2], la MD ha sido un dilema

diagnóstico durante generaciones. "La panoplia de

síntomas, signos y características clínicas ha servido

para desconcertar ... y ha dado lugar a una variedad

de conjeturas", dice. Treinta años más tarde, la

fisiopatología de la MD continúa siendo oscura, y se

espera que las nuevas perspectivas ofrecidas aquí

puedan contribuir a un tratamiento más efectivo de

esta inquietante dolencia.

Expresiones de gratitud

Se agradece el apoyo del Instituto de Fisiología y

Patología de la Audición de Polonia. Agradezco al Dr.

Hero Wit y al Dr. Stan Stylis por sus valiosos

comentarios.

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