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LO GALLINAZO EN MOCHE, ¿ESTILO O CULTURA? UN PROBLEMA POR RESOLVER: EL CASO DE LAS HUACAS DE MOCHE Santiago E. Uceda Castillo, Henry L. Gayoso Rullier y Nadia V. Gamarra Carranza El presente articulo busca examinar qué tipo de cerámica “Gallinazo” existe en el Complejo Huacas de Moche, atendiendo a dos contextos principales: el núcleo urbano, principalmente a partir del análisis de la muestra de cerámica obtenida de la columna estratigráfica definida en el Conjunto Arquitectónico 35, y la Plataforma I de la Huaca de la Luna. Definiremos ciertos aspectos teóricos sobre cultura, etnicidad, estilo, horizonte y horizonte estilístico; analizaremos los antecedentes sobre estudios asociados a lo “Gallinazo” y finalmente intentaremos discutir sus implicancias ideológicas, políticas y sociales dentro de la sociedad Moche. A fines del siglo 19, el etnólogo E. Tylor (citado en Trigger 1992: 156) elaboró un concepto globalizador de cultura, definiéndola como un todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, leyes, costumbres y otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad. Esto se contrapone con el concepto de culturas individuales, que se define como formas de vida transmitidas por pueblos específicos de generación en generación. Kossinna (citado en Trigger 1992: 145), a principios del siglo 20, fue el primero en delimitar y definir la cultura material en arqueología; dio las bases de lo que sería un nuevo enfoque en arqueología, dejando de lado la noción evolucionista que se tenía hasta ese momento y convirtiendo a la etnicidad en el punto central del estudio de la historia humana. Este nuevo enfoque seria el denominado “histórico-cultural”, en donde la asociación de la cultura material con grupos sociales es parte fundamental. Éste surgió en el despertar de un inusitado nacionalismo. En este contexto se buscaba por medio de los artefactos el reconocer grupos humanos, y así tener un mayor conocimiento de sus raíces y saber como habían vivido sus ancestros. La cultura era vista como conjuntos arqueológicos geográfica y temporalmente restringidos que tenían su correspondencia con los restos de diversos grupos étnicos (Trigger 1992: 157). Esta definición buscaba identificar pueblos prehistóricos sin nombre por medio de las culturas arqueológicas y trazar así su origen, su movimiento y su interacción. Para Kossina (citado en Jones 1997) los restos arqueológicos (cultura material) son inevitablemente un reflejo de la etnicidad, siendo claramente reconocibles, y atribuibles, con pueblos y tribus, por tanto, las similitudes y diferencias en el material cultural son correlacionadas con las similitudes y diferencias de las etnias. Las culturas son delineadas y definidas entonces por los materiales, los cuales están en asociación con una región y tiempo específico. La continuidad cultural es por tanto asumida como reflejo de una continuidad étnica. La concepción de cultura arqueológica que adoptó Childe, tiene su base en las ideas de Kossinna. Childe (1975) se fija en la constancia y recurrencia de ciertos tipos de rasgos como restos de recipientes, implementos, ornamentos, ritos funerarios, tipos arquitectónicos. A este complejo de rasgos asociados lo denominó “grupo cultural” o simplemente “cultura”, suponiendo que cada uno de estos complejos es la expresión material de lo que hoy llamamos “pueblo”. En resumen lo que define a una cultura, según el enfoque histórico cultural, es la presencia simultánea de un número determinado de características. Esta definición esta basada en dos axiomas: a) los objetos son las expresiones de normas culturales o comportamientos; y b) tales normas definen lo que es cultura, por tal motivo esta forma de definir la cultura ha recibido el nombre de normativa (Johnson 2000: 34).

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LO GALLINAZO EN MOCHE, ¿ESTILO OCULTURA? UN PROBLEMA POR RESOLVER: EL

CASO DE LAS HUACAS DE MOCHESantiago E. Uceda Castillo, Henry L. Gayoso Rullier y Nadia V. Gamarra Carranza

El presente articulo busca examinar qué tipo decerámica “Gallinazo” existe en el Complejo Huacasde Moche, atendiendo a dos contextos principales: elnúcleo urbano, principalmente a partir del análisis dela muestra de cerámica obtenida de la columnaestratigráfica definida en el Conjunto Arquitectónico35, y la Plataforma I de la Huaca de la Luna.

Definiremos ciertos aspectos teóricos sobre cultura,etnicidad, estilo, horizonte y horizonte estilístico;analizaremos los antecedentes sobre estudios asociadosa lo “Gallinazo” y finalmente intentaremos discutir susimplicancias ideológicas, políticas y sociales dentro dela sociedad Moche.

A fines del siglo 19, el etnólogo E. Tylor (citado enTrigger 1992: 156) elaboró un concepto globalizadorde cultura, definiéndola como un todo complejo queincluye conocimientos, creencias, arte, moral, leyes,costumbres y otras capacidades y hábitos adquiridospor el hombre como miembro de una sociedad. Estose contrapone con el concepto de culturas individuales,que se define como formas de vida transmitidas porpueblos específicos de generación en generación.

Kossinna (citado en Trigger 1992: 145), a principiosdel siglo 20, fue el primero en delimitar y definir lacultura material en arqueología; dio las bases de lo quesería un nuevo enfoque en arqueología, dejando delado la noción evolucionista que se tenía hasta esemomento y convirtiendo a la etnicidad en el puntocentral del estudio de la historia humana. Este nuevoenfoque seria el denominado “histórico-cultural”, endonde la asociación de la cultura material con grupossociales es parte fundamental. Éste surgió en eldespertar de un inusitado nacionalismo. En estecontexto se buscaba por medio de los artefactos elreconocer grupos humanos, y así tener un mayorconocimiento de sus raíces y saber como habían vividosus ancestros.

La cultura era vista como conjuntos arqueológicosgeográfica y temporalmente restringidos que teníansu correspondencia con los restos de diversos gruposétnicos (Trigger 1992: 157). Esta definición buscabaidentificar pueblos prehistóricos sin nombre pormedio de las culturas arqueológicas y trazar así suorigen, su movimiento y su interacción.

Para Kossina (citado en Jones 1997) los restosarqueológicos (cultura material) son inevitablementeun reflejo de la etnicidad, siendo claramentereconocibles, y atribuibles, con pueblos y tribus, portanto, las similitudes y diferencias en el material culturalson correlacionadas con las similitudes y diferenciasde las etnias. Las culturas son delineadas y definidasentonces por los materiales, los cuales están enasociación con una región y tiempo específico. Lacontinuidad cultural es por tanto asumida como reflejode una continuidad étnica.

La concepción de cultura arqueológica que adoptóChilde, tiene su base en las ideas de Kossinna. Childe(1975) se fija en la constancia y recurrencia de ciertostipos de rasgos como restos de recipientes,implementos, ornamentos, ritos funerarios, tiposarquitectónicos. A este complejo de rasgos asociadoslo denominó “grupo cultural” o simplemente“cultura”, suponiendo que cada uno de estoscomplejos es la expresión material de lo que hoyllamamos “pueblo”.

En resumen lo que define a una cultura, según elenfoque histórico cultural, es la presencia simultáneade un número determinado de características. Estadefinición esta basada en dos axiomas: a) los objetosson las expresiones de normas culturales ocomportamientos; y b) tales normas definen lo quees cultura, por tal motivo esta forma de definir lacultura ha recibido el nombre de normativa (Johnson2000: 34).

Interpretacion
Nota adhesiva
En: Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna - Informe 2005. S. Uceda y R. Morales, editores. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Trujillo
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Trigger haciendo un análisis de los postulados deChilde, considera que para éste “cada cultura teniaque ser delineada individualmente según sus artefactosconstituyentes y que las culturas no podían definirsesimplemente subdividiendo las épocas o períodos delos arqueólogos evolucionistas espacial ytemporalmente, por el contrario la duración y los limitesgeográficos de estas culturas tenía que situarsecronológicamente mediante la estratigrafía, la seriacióny los sincronismos” (Trigger 1992: 163).

Esta definición normativa de la cultura fue sujeta amuchas críticas por parte de los especialistas, surgiendouna nueva visión que tomaba a la cultura como unsistema, y no como normas aleatoriamente adquiridas.La Nueva Arqueología ve pues a la cultura como unsistema en el que los diferentes componentes serelacionan unos con otros como corresponde a unsistema en funcionamiento, que es comparable a otraclase de sistemas del mundo físico y animal. ParaBinford ésta se trata de “la forma extrasomática deadaptación al medio de los seres humanos” (1964,citado en Johnson 2000: 42).

A pesar de que se ha tejido una serie de críticas alenfoque histórico cultural, específicamente al postuladometodológico de que a través de la cultura material sepueda identificar grupos humanos, éste sigue inherenteen el pensamiento de la mayoría de arqueólogos a lahora de definir culturas. Los materiales excavados enun área determinada, el conocimiento de suscaracterísticas específicas y su recurrencia nos permiteidentificar a un grupo de personas que en algúnmomento de su historia compartieron estos rasgospor algún motivo.

El concepto de estilo abarca un campo muy amplio.En las artes, el estilo es un fenómeno socio-cultural,un modo o manera cultural, es decir es más queindividual, es social. Según Kroeber:

“un estilo es una rama de una cultura ocivilización: un modo coherente y autosuficientede expresar cierta conducta o de ejecutar ciertasclases de actos. Es además un modo selectivo;deben ser posibles ciertas alternativas de elección,aunque de hecho nunca se escoja entre ellas.Donde reina la obligación o la necesidad física ofisiológica no hay lugar para el estilo” (Kroeber1969 III: 11).

Todo estilo posee implícitamente cierta dosis decambio; tal cambio es una función creadora, y puedevariar grandemente en cuanto a sus proporciones.

Según Kroeber (ibid: 4) todas las acepciones deestilo tienen que ver con tres aspectos:

1. Se refiere a la forma, en contraste con lasustancia; a la manera en contraste con elcontenido.

2. Implican cierta consistencia de formas.

3. Pueden sugerir que las formas usadas en el estiloson lo suficientemente coherentes para integrarseen una serie de modelos relacionados.

Jorge Muelle (1960) señala que el término estilodebería ser utilizado antes que el de cultura paraidentificar a los complejos locales que se desarrollaronen una “relativamente pequeña región” o “provinciasartísticas” del territorio del actual Perú, dentro de losperiodos nombrados por Rowe como Intermedios. Bajoesta premisa, lo que conocemos por ejemplo como“Gallinazo”, “Mochica” y “Chimú”, serían estilos ocomplejos locales. Sin embargo, admite que “para elarqueólogo, cultura tiene un restringido y especialsentido” (Muelle 1960:15).

Este autor resume las características más saltantes delestilo, las cuales condensamos a continuación: (a) Es peculiary original, o sea, una manera especial y característica deexpresión artística, privativa de un grupo humanodesaparecido. Tipifica a un pueblo, y lo que se le parezcadelata contactos;(b) significa gusto, preferencias y rechazos,de ciertas formas, líneas, colores y composición; (c) esindependiente del material y los temas. Un estilo trata a sumanera los mismos temas o sujetos de otros estilos y semanifiesta en cualquier soporte; (d) es una abstracción,por lo tanto, una unidad trascendente que desborda alindividuo, esto es se encuentra realizada en varios objetosy no está nunca totalmente en un objeto concreto; (e)compone una serie taxonómica. La especiación seleccionaun grupo de objetos que mejor reúna las condiciones ocualidades del estilo: se supone que este grupo representaun clímax en el proceso de cambio; (f) pasa por unmomento de formación y otro de desintegración. Unsistema de relaciones le da organicidad: nace, crece ymuere; y (g) es una fracción de un continuum, un fenómenocon antecedentes que ha tenido otros antecedentes que asu vez ha tenido otros antecedentes, es decir, es un típicofenómeno histórico.

Para Kroeber:

“dado que la cultura humana no puede estarexclusivamente referida a los valores, sino que tienetambién que adaptarse a las relaciones sociales

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(interpersonales) y al mundo real (circunstancias desupervivencia), la totalidad de una cultura difícilmentepuede ser considerada por completo como unaespecie de expansión de un estilo. Sin embargo, losestilos que contienen dicha cultura, incidiendo sobrelas demás actividades, pueden influir en si mismas.Por consiguiente, todas las partes de una culturatenderán a acomodarse de algún modo las unas conlas otras de modo que el conjunto puede llegar aimpregnarse de una cualidad común a poseer ungrado bastante elevado de congruencia. Por falta demejor término, yo he llamado a este fenómeno elestilo de la cultura entera o total (whole-culture o totalculture style). Hay que estimar que se debe a unaexpansión y a una asimilación secundaria dentro dela cultura. No es el determinante primario de lacultura, tal como Spengler lo consideraba” (Kroeber1969, capitulo II: 13).

De manera general, podemos decir que en la zonaandina existen dos grupos de estilos. Por un lado, losestilos relacionados exclusivamente con las elites,claramente suntuarios y rituales; y un segundo gruporelacionado con la gente en general, claramente utilitarioo doméstico. Mientras que la evidencia arqueológicaapunta a asegurar que los estilos de elite cambiaban ensus rasgos más saltantes, según cambiaba laorganización social y política, los estilos utilitariospodían permanecer prácticamente invariables con elpaso del tiempo, por lo menos para los periodosHorizonte Temprano, Intermedio Temprano y partedel Horizonte Medio.

Los tipos Gallinazo Negativo y Carmelo Negativo,usados por los grupos de poder o elites queconocemos como Gallinazo, son tipos que formanparte de una misma corriente estilística que se dio enla costa norte, sierra norte y costa central, durante elIntermedio Temprano. A esta corriente estilística,Bennet (1939, 1950) le da el nombre de HorizonteNegativo, aunque el uso del término Horizonte hayasido cuestionado para este caso.

Según Muelle, el término horizonte fue introducidopor primera vez en la arqueología peruana por Uhle,y divulgado luego por Kroeber y Rowe. La esenciadel método que le sirve de sustentación consiste enasociar las evidencias halladas en un mismo estratomaterial y separar de ellas uno o varios rasgosdiagnósticos (Muelle 1960:17).

Stone-Miller (1993:15) sostiene que horizonte es unconcepto que sirve para agrupar arte y artefactossimilares, bajo la premisa de que el conjunto de

similitudes de estos objetos indica sucontemporaneidad general. Rice (1993:1) señala porsu parte que horizonte es un término clasificatoriopensado originalmente para ubicar una constelaciónparticular de rasgos culturales en el tiempo y el espacio.Por su parte, Willey y Phillips (1958) han definidohorizonte como un continuum espacial representado poruna amplia distribución de un estilo artísticoreconocible.

El concepto de horizonte estilístico fueformalizado por Kroeber (citado en Willey y Sabloff1993: 204) quién lo definió como un grupo de rasgosdistintivos definibles, algunos de los cuales se extiendenpor una amplia superficie, de modo tal que susrelaciones con otros estilos más locales sirven paraubicarlos en un tiempo relativo. Este concepto indicacon precisión ciertos rasgos estilísticos distinguibles yleíbles o configuraciones formales diagnósticas de laspiezas agrupadas (Stone-Miller 1993: 15). La diferenciamás saltante entre horizonte y horizonte estilístico es quehorizonte es una unidad de espacio cultural, mientrasque el horizonte estilístico es un dispositivo estético paralas formaciones de dichas unidades culturales (ibid).

Para Muelle “es lícito hablar de un horizonte delestilo tal o cual cuando el horizonte está dominadopor tal o cual estilo. Pero el complejo morfológicoque hace el horizonte no es de la misma naturalezaque el complejo morfológico que hace al estilo”(Muelle 1960: 17).

Respecto a la sugerencia de Kroeber sobre laexistencia de los horizontes estilísticos Blanco sobreRojo y Negativo, Willey y Sabloff (1993: 204) opinanque como éstos están caracterizados por rasgos técnicos(tipos de pintado) antes que estilísticos o iconográficos,el nombre Marcador de Horizonte (horizon marker)podría ser más apropiado en estos dos casos.

Según Willey (1948) el cuestionado HorizonteNegativo se ubica cronológicamente después delHorizonte Blanco sobre Rojo. Se caracteriza por eluso de la técnica de pintado en negativo para decorarla superficie de la cerámica. Algunas veces se adicionapintura positiva para darle un efecto tricolor. Kroeber(1944) sugiere su probable valor como un marcadorcronológico. Gracias al trabajo de Strong y Evans(1952) en el valle de Virú se sabe que el GallinazoNegativo precede al periodo Mochica (Huancaco) yes posterior al Blanco sobre Rojo presente en lacerámica Salinar (Puerto Morin). Willey (1948: 11)sostiene que esta técnica tuvo sus orígenes en las actualeszonas serranas del norte Peruano y del Ecuador.

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La técnica en negativo aparece como un marcadorde horizonte en la costa presentándose como unadecoración un tanto simple de dos colores, para luegoen el Callejón de Huaylas encontrarla en una elaboradavajilla tricolor. Para Willey (1948: 12), es posible que elproceso de pintado en negativo fuera parte de uncomplejo técnico junto con el tratamiento de metalespor medio de la técnica de la “cera pedida”.

ANTECEDENTES SOBREESTUDIOS DE LA CERÁMICA Y

LA PRESENCIA GALLINAZO

Vamos a empezar señalando los antecedentesgenerales asociados a la Costa Norte del Perú, luegonos adscribiremos al valle de Moche, para terminaren aquellos específicos relacionados a las Huacas deMoche.

Para la Costa Norte

Larco Hoyle (1945) observó que en el valle deChicama, Gallinazo (“Cultura Negativa”, “Virú deChicama”) y Salinar son contemporáneos, por encimade Cupisnique, y que el estilo Moche suplantó alGallinazo. En Cerro Santa Ana observó unacontemporaneidad de Moche I con Gallinazo.

Bennett (1930, 1950) distinguió 3 sub- periodos:Gallinazo I, II y III, a partir de los rasgosarquitectónicos y de la cerámica. Este investigador ledio el nombre de “Gallinazo” utilizando el términopara referirse primero al “Grupo Gallinazo” (V-59),luego a la cultura y finalmente al periodo que abarcóeste valle. Bennet (1950:89) señaló la evidencia de quela cerámica procedente de contextos funerarios esdistinta a la vajilla utilitaria en todos los sub-periodosGallinazo.

Ford (1949) realizó una seriación de la cerámicadel valle de Virú, teniendo como variables principalesla pasta y el tratamiento de la superficie de la vasija, yagrupándolas en los periodos Gallinazo Temprano,Medio y Tardío.

Strong y Evans (1952) realizaron un estudioestratigráfico para verificar y refinar la seriaciónpropuesta por Ford, clasificando la muestra según lapresencia o no de decoración y la ubicaciónestratigráfica. Estos autores (ibid: 238, 241)denominaron también al periodo cultural Gallinazocomo periodo cultural de Cerámica pintada enNegativo (negative-painted pottery). Identifican los sub-

estilos “Gallinazo Negativo” y “Carmelo Negativo”,asociados al estilo Negativo.

Golfgang y Giesela Hecker (1980: 294) propusieronla existencia del estilo Jequetepeque I que mantenía“semejanzas con estilos paralelos y contemporáneossurgidos fuera del Valle de Jequetepeque”, como porejemplo los de Virú (Gallinazo) y Vicús y añaden que“los ejemplares elaborados en Jequetepeque I, sugieren,por ser más toscos, más bien recipientes de uso diario”.Sostienen que en sitios como Tecapa y Jatanca, se hallanfragmentos asociados al “estilo Virú”.

Luis Jaime Castillo (2003: 72) ha registrado tumbasen San José de Moro (Valle de Jequetepeque) conpresencia de vasijas identificadas por el autor como Virúo Gallinazo, decoradas principalmente en la zona delgollete con aplicaciones e incisiones a manera de rostros(cara gollete), en algunos casos con excisiones formandolágrimas “y otros rasgos faciales característicos de esteestilo” (Castillo 2003: 85, Figura 18.12; 88). Para esteautor esto muestra una clara continuidad del estilo Virú.En el periodo Mochica Tardío, un rasgo característicoen los cántaros con “cuello efigie” es la presencia debrazos modelados tocándose el rostro (Castillo 2003:93, Figura 18.16), rasgo que se registra desde la épocaVirú y aparece en contextos tardíos en Pacatnamú, SanJosé de Moro y Pampa Grande. Castillo (2003:91)resalta que Donnan ha publicado dos piezas procedentesde sus excavaciones en Mazanca (valle de Jequetepeque)en contextos ubicados en el tránsito entre Virú yMochica. Las piezas a las que Castillo hace referenciason estilísticamente relacionadas a los tipos CastilloModelado y Castillo Inciso del valle de Virú. No se noreporta la presencia de ninguna vasija decorada ennegativo.

Izumi Shimada (1994) observó en Pampa Grandeuna bipartición del sitio por medio de una granquebrada. Para este autor, en la parte norte se ubicó lapoblación Moche dentro de una arquitectura de tiporesidencial y administrativo; al sur, la presencia deviviendas aglutinadas, herramientas, elementosasociados a la agricultura y la casi ausencia de cerámicamochica y una alta densidad de cerámica “estiloGallinazo”, estarían indicando un grupo Gallinazosometido a las clases mochicas habitantes del sectornorte durante el periodo Moche Tardío, es decir que,en palabras de Shimada y Maguiña (1994: 53), “lapoblación Gallinazo fue relegada a una posiciónsubordinada dentro de un nuevo orden socio-políticoestablecido”. Cuando Shimada habla de estilo Gallinazoen realidad se está refiriendo a los tipos CastilloModelado y Castillo Inciso.

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Para Shimada y Maguiña (1994) los estudiososteológicos demostrarían, según estos autores, lacontinuidad biológica básica de la población local. Apartir de esto, sostienen que lo Gallinazo puede serconsiderado como un grupo étnico persistente que seintegró a la nueva sociedad multiétnica de la costanorte, dominada por Moche, como un sustrato socialmayor.

En el valle de La Leche, en sitios como CerroSajino, Cerro Huaringa, Cerro La Calera, Paredones– Huaca Letrada y Cerro Vichazal, se han encontradofragmentos de cerámica utilitaria de “estilo Gallinazo”.Al observar las ilustraciones de Shimada y Maguiña(1994: Figuras 1.4a, 1.8, 1.9) y las descripciones de losfragmentos “con diseños geométricos incisos simpley decoración aplicada típicos” vemos que se tratan defragmentos asociados a los tipos Castillo Modelado yCastillo Inciso. No se reporta cerámica con decoraciónNegativa a excepción del sitio Huaca La Merced (BatánGrande). donde registran vasijas “cara-gollete” de lafase Moche III, fragmentería con pintura blanca sobrerojo, o rojo sobre crema mezclándose “con cerámicanegativa y vajilla utilitaria en el estilo Gallinazo Mediobastante puro” (ibid: 50). Se hace necesario revisaresa cerámica estilo Moche III, pues existen botellasasa estribo de cuello acampanulado, de pasta tipoSalinar con decoración Negativa, asociadasevidentemente a contextos anteriores a Moche.Podríamos estar ante un error de identificación deestilo, pues estos autores (1994:52) señalan que“curiosamente es en niveles superiores… dondetuvimos la presencia de fragmentería con decoraciónnegativa, de estilo, acabado y diseños muy finos” yque “mantienen bastante coherencia con el tipoGallinazo Negativo de Virú…”.

Narváez (1994) reportó en la tumba de La Mina,valle del Jequetepeque, cerámica Moche I y adobescon marca de caña de tradición “Gallinazo”. Sinembargo, este tipo de adobes con marcas de cañatambién se observa en sitios Mochica del valle delJequetepeque, e incluso en Huacas de Moche.

Peter Kaulicke (1994) reporta un tipo de cerámicaen la zona Vicus denominada Vicus-Tamarindo C decaracterísticas decorativas similares a los tipos CastilloModelado y Castillo Inciso.

Las excavaciones de Christopher Donnan en DosCabezas (valle de Jequetepeque) determinaron que elsitio tuvo una ocupación Virú (Gallinazo), Moche yLambayeque. En la unidad A53 se encontró una tumba(tumba A53-1 en Donnan y Cock 1999, tumba 2 en

Donnan 2003) de un varón adulto muy alto quecontenía como parte de un espectacular ajuar funerariouna vasija de estilo Virú junto con cerámica de estiloMoche I. Esta tumba ha sido datada con el C14 entreel 390 y 645 d.C (Donnan 2003:76). Esta vasija pareceser una olla con dos pequeñas asas falsas laterales y ladecoración es similar al tipo Castillo Modelado deVirú.

En la Huaca Cao Viejo del Complejo El Brujo(valle de Chicama), (Franco et al. 2003:157; 159 Figura19.21) se registró cerámica de “estilo Gallinazo”asociada a cerámica de estilo Moche I. Igualmente lasilustraciones nos muestran ejemplares similares al tipoCastillo Modelado.

Para el Valle de Moche

Billman (1996) reportó 66 sitios en el valle deMoche que presentarían ocupación Gallinazo,destacando los sitios monumentales “Cerro Oreja” y“Pampa de la Cruz”, de los cuales se tiene muy pocainformación arqueológica. Este autor asegura que lapresencia de cerámica Negativa es rara aunque estápresente en el valle; igualmente sostiene que lapoblación, dispersa en época Salinar, se concentra enel Periodo Gallinazo en los sitios monumentales. SegúnFogel (1993: 98) la mayor ocupación del valle deMoche se dio en la fase Gallinazo Medio, aunque existeevidencia de ocupación desde la fase GallinazoTemprano, sobre todo en Cerro Oreja, aunque estaevidencia se reduce a unos pocos artefactos. SegúnTopic (1982, citada en Shimada y Maguiña 1994) ladensidad poblacional más alta se dio en el valle medio.

Gumerman y Briceño (2003: 223), concluyeron quelas fases Gallinazo Tardío y Moche I corresponden aun mismo período de tiempo. En Santa Rosa –Quirihuac (Valle de Moche), estos investigadoresencuentran dentro de un depósito de ceniza, vasijas“Gallinazo” del tipo Cara Gollete junto con un cuellode botella de asa estribo de la fase Moche Tempranoo Moche I. Por lo que se aprecia en las ilustracionesestas vasijas corresponden estilísticamente al tipoCastillo Modelado del Valle de Virú.

Para Huacas de Moche

EL NÚCLEO URBANO. Así se ha denominadoa la planicie que separa los dos monumentos mayores,y está constituido por un conjunto de residenciasmultifuncionales “en donde se desarrollan tantoactividades productivas de servicios, domésticas y dealmacenaje” (Uceda 2004) (Figs. 397 y 398).

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Fig. 396. Plano de Huaca del Sol donde se muestra la ubicación delos cortes estratigráficos 1 y 4. Tomado de Topic 1977.

Fig. 397. Plano de los conjuntos arquitectónicos excavados en el Núcleo Urbano del complejo Huacas de Moche.

Theresa Topic realizó excavaciones en 1972 alpie de la Huaca del Sol dentro del marco delProyecto Chan-Chan Valle de Moche. Lo másinteresante de sus resultados para los propósitos delpresente documento, se toma de la cerámica queobtuvo de sus excavaciones en el corte estratigráfico4 y de las conclusiones que obtuvo a partir de estamuestra (Fig. 396). El corte estratigráfico 4 (SC4)tuvo 7.2 m de profundidad y se ubicó en la partenorte de la zona central del lado Este de la Huacadel Sol. (Topic 1977: 74). De éste, dichainvestigadora obtuvo una muestra de 49,000fragmentos de cerámica.

Este corte así como el corte estratigráfico 1 (SC1),al noroeste, demuestran una ocupación continuadesde Moche I hasta Moche IV por lo menos en lazona aledaña a Huaca del Sol y a partir de esto infiereque esta zona habría sido en tiempos más tempranosel corazón de la ocupación del sitio (ibid: 136).

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de los cuellos de los cántaros y ollas de cuello corto(ibid: 309), y constituyen un estilo decorativo que bienpodría asociarse al denominado Castillo Modelado.

Para Topic los residentes del Valle de Moche duranteel periodo de tiempo asociado al estilo Moche I,experimentaron un cambio en la cerámica de la tradiciónGallinazo a la tradición Moche, agregando que “ladistinción entre estos dos estilos de cerámica parece sermenos marcado de lo que se pensaba. La vajilla utilitariamuestra una continuidad considerable de una fase a otra,e inclusive la vajilla fina muestra alguna mezcla de formasy sobre-imposición de los dos estilos” (ibid: 333), comolo muestra la presencia de dos vasijas de asa estribo deestilo Moche I asociadas a una vasija pintada en negativocon cuello decorado con un rostro de lechuza, comoparte del ajuar funerario de la tumba 3 encontrada eneste corte estratigráfico, añadiendo que el estilo cerámicocambia in situ, sin influencia externa.

Los estudios en el Núcleo Urbano se reiniciaron en1994. La mayoría de los conjuntos arquitectónicos definidoshasta la fecha han sido excavados sólo en sus primerasocupaciones, asociadas a la fase estilística Moche IV.

En la actualidad, sólo el Conjunto Arquitectónico35 ha sido excavado con intensidad, definiéndose hastael momento 6 pisos de ocupación, asociados a lasfases estilísticas Moche III y Moche IV.

El caso del conjunto arquitectónico 35. El conjunto arquitectónico35 abarca un área total de 495 m2 y tiene como dimensionespromedio 15 m de sur a norte y 33 m de este a oeste. Limitapor el norte con el Conjunto Arquitectónico 17 y 21,por el sur con el Conjunto Arquitectónico 30, por eleste con la Avenida 1 y por el oeste con zonas aún noexcavadas (Tello et al. 2000, 2001) (Fig. 399).

Fig. 398. Vista parcial de los conjuntos excavados en el NúcleoUrbano. Vista de los conjuntos 27, 30, 35 y 17, 8 y 25 y 26. Abajo,la Plataforma Uhle.

En los estratos más profundos, ubicados dentrode lo que se denominó como Unidad EstratigráficaG (SU G), la muestra de fragmentos sugirió a Topicuna coexistencia de cerámica de estilo Moche I concerámica con técnicas decorativas “Gallinazo” denaturaleza utilitaria (ibid: 306).

Las denominadas “dragged jab” (ver Topic 1977,Figuras 4-1 y 4-2), identificables como CastilloModelado en la secuencia del Proyecto Valle de Virú(Bennet 1950, Strong y Evans 1952) son populares enlas SU G y F, asociadas a cerámica de estilo Moche I yII, constituyendo el 2.4 por ciento y 2.2 por ciento detoda la decoración cerámica respectivamente.

Las decoraciones en appliqué (aplicaciones), queincluyen la adición de listones (cintas) mellados o bultosde arcilla a la superficie de la vasija, están presentes através de toda la secuencia y aquellas con antecedentesGallinazo son populares en las sub-fases más tempranas,más frecuentemente en vajilla utilitaria (ibid: 306). Lasaplicaciones de bultos punteados parecen ser máspopulares en la fase tardía. Las aplicaciones de cintaspunteadas (listón mellado) son específicamente comunesen Moche I, constituyendo el 17.77 por ciento de todala decoración cerámica en las SU G.

Las aplicaciones en forma de trenza (“braid”), quepodrían ubicarse también dentro de la categoría delistones mellados, parecen ser más comunes en MocheIII y el Moche IV temprano (SU E y D) pero tambiénestán presentes en las sub-fases más tempranas.

Las aplicaciones de bultos y adornos, usualmentemodelados formando pájaros o cabezas de animales,se encuentran equitativa y consistentemente a través detoda la secuencia. Muchas de estas se colocaron cerca

Fig. 399. Vista del conjunto arquitectónico 35 del Núcleo Urbano.

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Fig. 400. Plano del conjunto arquitectónico 35 en el momento de ocupación asociado al piso 4 y ubicación de la trinchera 9.

Fig. 401. Vista de la trinchera 9 del conjunto arquitectónico 35. Fig. 402. Plano de perfil de la trinchera 9 del conjunto arquitectónico35.

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Con la finalidad de establecer una columnaestratigráfica cultural completa para el sitio RicardoTello y colaboradores (Tello et al. 2000, 2001, 2002)realizaron una trinchera de 55 m2 y 8 m deprofundidad, la denominada trinchera 9 (Figs. 400 y401). La excavación reveló una superposición totalde 13 pisos de ocupación. De ellos, los pisos 13 al 7pertenecen al periodo Moche II según la secuenciaestilística de Larco (2001), los pisos 6 al 3 pertenecenal periodo Moche III y los últimos pisos (pisos 2 y1) al periodo Moche IV (Tello et al. 2003:93-99) (Fig.402).

Gayoso y Gamarra (2005) utilizaron la muestraobtenida de esta trinchera para hacer un estudiosobre la cerámica doméstica del sitio, intentandohacer una clasificación tipológica. Entre susresultados llegaron a la conclusión de que la cerámicadoméstica en el sitio permanece prácticamenteinvariable a través del tiempo, corroborando laopinión de Topic (1977) y demostrando la inutilidadde la cerámica utilitaria Moche como elementodiagnóstico para la datación relativa de sitiosdomésticos posiblemente Moche, al menos para elcaso del valle de Moche.

En su análisis tuvieron un pequeño porcentaje defragmentos que presentaban decoración (14.3 porciento), y lo interesante es que los elementos decorativosmás populares (53.25 por ciento del total de

fragmentos decorados), son los asociados alcomúnmente denominado estilo “Gallinazo”,específicamente a los tipos Castillo Modelado yCastillo Inciso (Bennett 1950: 88). La cerámica conestos tipos de decoración estuvo presente en todoslos pisos de ocupación, en similar proporción, lo quenos lleva a plantear una continuidad de estos tiposdecorativos, al menos para la secuencia ocupacionaldel núcleo urbano (Fig. 403).

Los fragmentos “Gallinazo” analizadoscorrespondieron a formas utilitarias, en su mayoríapartes de cántaros, que presentaban un tratamiento dela superficie generalmente alisado o pobrementepulido. Todos los fragmentos fueron cocidos en hornoabierto (cocción oxidante).

La información obtenida en éste análisis pareceser corroborada con el material cerámico obtenidoen las excavaciones de otras áreas del NúcleoUrbano. Aunque el tema de la presencia decerámica con decoración de estilo identificadocomo “Gallinazo” no ha sido de interés en casininguno de los informes técnicos elaborados porel proyecto desde 1993 hasta la actualidad, en lasilustraciones de cerámica presentadas en losdistintos artículos sobre las excavaciones en losdiferentes conjuntos arquitectónicos se observa lapresencia de fragmentos de cerámica de los tiposCast i l lo Modelado y Cast i l lo Incisopredominantemente.

Los resultados demuestran que la cerámica condecoración Castillo Modelado o Inciso estuvo presenteen todos los pisos de ocupación Moche en el sitio, yen su totalidad están relacionadas con cerámica utilitaria.Su presencia en los últimos pisos de ocupaciónrelacionados con Moche IV esta más que confirmada,ya que en todas las excavaciones de los 37 conjuntosarquitectónicos intervenidos hasta la fecha se ha podidoobtener este tipo de cerámica. En las ocupaciones mástempranas tenemos solamente la muestra del ConjuntoArquitectónico 35.

HUACA DE LA LUNA. En este complejo, loshallazgos se centran en la Plataforma I.

Tumbas. Pocos son los contextos de tumbasubicados en la Plataforma I de la Huaca de la Luna endonde se haya encontrado cerámica identificada como“Gallinazo”.

Durante la temporada 1997 (Tufinio 2003) se registróen la unidad 12a la denominada tumba 18 (Fig. 404).

Fig. 403. Fragmentos con decoración Castillo Modelado e Incisoprovenientes de la Trinchera 9 del conjunto arquitectónico 35.

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Fig. 404. Fotografía de la tumba 18, en la unidad 12a de laPlataforma I.

Fig. 405. Vasija con decoración CastilloModelado, encontrada en eltestigo o marcador de tumba 1,de la tumba 18, en la unidad 12ade la Plataforma I.

Fig. 406. Fragmentos de cerámica y vasija con decoración CastilloModelado y Castillo Inciso asociados a cuerpos de personajessacrificados, Plaza 3c de la Plataforma I de Huaca de la Luna.

Esta tumba se encontró al final de un pozo de huaquero,hallándose la cámara fuertemente disturbada, pero elrelleno donde se registraron 6 testigos se conservóintacto. El testigo 1 estuvo compuesto por tres vasijasde cerámica, dos de ellas indiscutiblemente moche, yuna tercera del tipo Castillo Modelado (Fig. 405). Elcuello de los tres ceramios se encontraba sobresaliendoel piso del edificio B-C, y Tufinio postuló que estosfuncionaron como receptores de las ofrendas para elpersonaje de la tumba.

La plaza 3c. Durante las temporadas de excavación2000 y 2001, Tufinio y Verano realizaron excavacionesen la denominada plaza 3c, correspondiente al edificioC de la secuencia establecida para la Plataforma I(Tufinio 2002).

Esta plaza ha sido definida como un espacio deactividades rituales asociadas al sacrificio de prisionerosvencidos en combate ritual. En ella se han encontradouna gran cantidad de huesos humanos con signos dedescarnamiento post-mortem, provocando en algunoscasos el desarticulamiento de los cuerpos (ibid: 57).

Armas realizó un análisis de 319 fragmentosdiagnósticos de cerámica provenientes de esta plaza,identificando 19 fragmentos “vinculados al estiloGallinazo” (Armas 2002: 177), estando los restantesfragmentos relacionados a la fase estilística Moche III.Además, en las mismas excavaciones se identificó unavasija completa con aplicaciones a manera de rostro(Fig. 406) de tipo Castillo Modelado. Es necesarioseñalar que ninguno de los fragmentos identificados

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como “de estilo Gallinazo” presentaba decoraciónpintada, siendo las técnicas decorativas registradas lade incisión, excisión y aplicación, lo que nos lleva apensar en los tipos Castillo Modelado y Castillo Inciso(ver Armas 2002, cuadro 14, Figuras 230, 249). Otrodato importante lo constituye el hecho de que el 100por ciento de los bordes de “estilo Gallinazo” fueronidentificados por Armas como cántaros, de los tiposcon cuellos evertidos redondeados y convexosredondeados (ver Armas 2002, cuadro 16).

Los fragmentos de estilo Moche III a los queestaban asociados contextualmente los “estiloGallinazo” incluían tanto fragmentos de vajilla utilitariacomo botellas, floreros, formas no definidas pintadas,algunas con iconografía, y vasijas escultóricas conrepresentaciones de prisioneros desnudos, decoradascon pintura fugitiva negra. Dos de los fragmentosidentificados por Armas como de estilo Moche IIIen realidad son fragmentos de tipo Castillo Modelado,uno con aplicación en forma de roseta y otro conlistón mellado (ver Armas 2002, Figura 246).

Armas interpreta la presencia de la vasija yfragmentos de “estilo Gallinazo” como elementosprovenientes de rellenos antiguos cercanos a la zona oque “algunas formas Gallinazo pudieron coexistir enel tiempo con algunas formas estilísticas del MocheIII” (ibid: 195).

DISCUSIÓN Y COMENTARIOS

Intentaremos comentar el Caso Gallinazo y discutirnuestras ideas teniendo en cuenta la etnicidad y loscambios de organización social y política que se puedendar en el seno de una sociedad, y en particular en elcaso de gallinazo, a partir de las variaciones de estilosfinos y utilitarios. Terminaremos intentando dar unainterpretación a la luz de las evidencias.

Cuestión de Etnicidad

Retomando la idea de Kossina respecto a que losrestos arqueológicos (cultura material) soninevitablemente un reflejo de la etnicidad, la continuidaddel estilo cerámico de tipo utilitario, presente desdeépoca Salinar hasta principios del periodo Chimú,permiten inferir que en la costa norte del Perú existióun grupo étnico homogéneo y hegemónico. La genteen general que habitaba esta zona siguió siendo lamisma, y afrontaba cada cierto tiempo cambios en laesfera política que afectaban obviamente su economíay sociedad, pero no sus tradiciones. Una de esastradiciones la vemos reflejada en la cerámica utilitaria

o doméstica que, al no ser el soporte de ideologías, semantuvo formalmente casi inmutable en el tiempo.Tal como ya lo señalaban Strong & Evans (1952: 213)y Bennett (1950:88) la continuidad en la presencia deesta vajilla utilitaria sugiere una continuidad de lapoblación básica y la cultura popular en las tres fasesdel periodo Gallinazo. Esto se extiende a todo elperiodo Moche, por lo menos para el caso de Huacasde Moche.

Los tipos Castillo Modelado e Inciso formaríanparte de una tradición cerámica doméstica. Estos tiposagruparon un conjunto de técnicas decorativasdiferenciables que se aplican a formas como ollas,tinajas, cántaros, platos, cuencos y crisoles. Raramenteson pulidos, presentan aplicaciones modeladas,incisiones o excisiones, las cuales a veces se presentanmezcladas en una misma vasija, resultando en unasimbiosis de los dos tipos.

La producción de cerámica doméstica al parecersufrió cambios tecnológicos a través del tiempo; sepuede observar una evolución en las técnicas demanufactura, que permitieron en épocas más tardíasuna masificación del producto.

Cambios sociales y políticos

Por lo menos para la costa norte, los cambios enlas diferentes culturas que han sido identificadas porlos arqueólogos, son en resumen cambios políticos ysociales. Estos cambios se pueden establecer desde laperspectiva de los indicadores de la elite dominante,los cuales son:

a) Su cerámica fina mortuoria

b) Su arquitectura

c) Los signos de identidad política.

No pretendemos decir que las culturas esténrepresentadas exclusivamente por los grupos de poder,excluyendo a los grupos sometidos; lo que intentamosdecir es que en la arqueología son precisamente losrestos que dejan los grupos de poder los que nospermiten inferir culturas. En este sentido, podemosdecir que el estilo del arte dominante se puedecorrelacionar con el de sociedades en particular, y quela globalidad de indicadores nos remite a la cultura engeneral y particular.

Siguiendo esta línea de ideas, el estilo diagnósticopara la cultura Gallinazo, por lo menos en el valle deVirú, estaría conformado por los tipos identificados

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conocemos como el estilo Moche, mientras que en otrosvalles este estilo probablemente se mantuvo por mástiempo, como podría ser el caso de Virú. En undeterminado momento de la historia, el estilo Moche esadoptado definitivamente, sea por cuestiones ideológicasy de prestigio, sea por una conquista militar Mochica.

Cuestión de identificación einterpretación

Consideramos que es un error asumir que losdiferentes tipos de cerámica decorada registradosdentro del marco del Proyecto Virú (como los CastilloModelado o Castillo Inciso) sean elementosdiagnósticos para identificar asentamientos que puedanser catalogados como Gallinazo, a excepción de lostipos Gallinazo Negativo y Carmelo Negativo. Lalógica nos dice que al igual que sucede con el caso dela iconografía Moche o las botellas de asa estribo oalgunas de sus partes conformantes (especialmente asa,cuello y labio) como elementos diagnósticos paraidentificar grupos de poder Mochica, y porconsecuencia asentamientos asociados a dicho grupocultural, deberíamos hacer uso de los tipos GallinazoNegativo o Carmelo Negativo para identificar gruposde poder Gallinazo, como indirectamente señalabanStrong y Evans (1950) y consecuentemente, la presenciade la cultura Gallinazo. El pintado en negativo, fueuna técnica asociada a las elites que vivieron en la costanorte, costa central y sierra norte, contemporáneos alperiodo Gallinazo de Virú.

Erróneamente, se ha tenido en cuenta a los tiposCastillo Modelado e Inciso como indicadoresdiagnósticos para establecer una presencia Gallinazoen los sitios arqueológicos de los valles de la costanorte, si es que entendemos a Gallinazo como unacultura. Su presencia en los diferentes contextosnorcosteños no define de manera absoluta unapresencia u ocupación Gallinazo.

Strong y Evans al hablar del periodo Gallinazo enel valle de Virú, claramente identifican a la cerámicaGallinazo como “negative-painted pottery” (cerámicapintada en negativo). Cuando los mismos autores(Strong y Evans 1952:241) comentan sobre la apariciónde vasijas que sugieren fuertemente tipos Gallinazo,como los hallados por Ubeloedhe-Doering en 1939en Pacatnamú (valle de Jequetepeque) remarcan elhecho de que éstas no presentan evidencias visibles dedecoraciones con la técnica de pintado en negativo,aparte de sus características formales. Nuevamenteresaltamos que estos investigadores remarcan elpintado en negativo como característica esencial para

por el Proyecto Valle de Virú como Gallinazo Negativoy Carmelo Negativo, presentes también en otros vallesde la costa norte como Chicama, Moche, Chao, ySanta. Estos dos tipos aparecen, por lo menos en elvalle de Virú, en el periodo Gallinazo Temprano. ElGallinazo Negativo es el más abundante de los dosmientras que el Carmelo Negativo tiene una mayorpresencia en la fase Gallinazo Tardío con relación a lasfases anteriores; ambos tipos continúan en uso hastael periodo Huancaco en este valle. Según Strong yEvans (1952) estos tipos estarían estilísticamenterelacionados a formas de la sierra norte y la regiónRecuay, también a las vajillas negativas Pachacamac yChancay de la costa central, y al estilo interlocking de lamisma costa central y formarían parte de lo queKroeber denominó Horizonte Negativo. Generalmentepresentan una superficie lisa, y un pulido que va deusualmente moderado a ocasionalmente bueno y lasformas donde se aplica esta técnica son: vasijasescultóricas, botellas asa estribo, vasijas de doblecuerpo, cancheros lenticulares, y cántaros conaplicaciones y cántaros cara gollete. Aunque los cántarosson vasijas funcionalmente consideradas comoutilitarias, el hecho de aplicarles pintura negra ennegativo y su ubicación en contextos funerarios lasconvierte en vasijas rituales. Es necesario resaltar que,sin embargo, su presencia solo constituye una pequeñaproporción de la cerámica mortuoria, la cual segúnStrong y Evans presenta en general una pobredecoración (ibid: 214).

Bennett (1950) sugirió que estos tipos de cerámica,aquellos asociados al estilo Negativo, pertenecieron altercio superior de la estructura social en este periodo,agregando que era evidente que la cerámica mortuoriaera distinta de la vajilla utilitaria en todos las fases osub-periodos Gallinazo. Queda claro que estos tiposno son característicos de un sitio de ocupacióndoméstica (Catalán et al. 1991) y que por el contrarioestán fuertemente relacionados a contextos de elite,predominantemente funerarios.

La cerámica fina, decorada en negativo, definetanto a la cultura Gallinazo como a los grupos de poderGallinazo. Una situación un tanto diferente parecesuceder al norte de la Pampa de Paiján.

Ordenándonos un poco en la historia, la evidenciaapunta a que durante el periodo Gallinazo, el estilo queidentificaba a los grupos de poder (que son los quemanejan las sociedades y que al organizarlas definen sucomplejidad social) era el estilo Negativo (Gallinazo yCarmelo). Con el tiempo este estilo es suplantado enalgunos valles como Chicama y Moche por lo que

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Moche nos estaría indicando una especie desometimiento de grupos Gallinazo por parte de estasociedad. Para estos autores:

“se trata simplemente de un estilo decorativo[doméstico] usado desde épocas tempranas y quese mantiene vigente en época Moche (…) creemosque esto obedece a que la cerámica domésticapermanece prácticamente invariable a través deltiempo. Este tipo de material era producido sincontrol social, ya que no se trataba de elementosde prestigio (…), es por eso que podemosencontrar cerámica de estilo Gallinazo [inciso ymodelado] en contextos Moche sin que esto nolleve a pensar en un dominio o una suerte deesclavitud de un grupo gallinazo. Se tratasimplemente de que la gente continuó decorandosu cerámica doméstica como siempre lo habíahecho” (ibid:403).

No estaríamos entonces ante un grupo culturalsometedor (Moche) y otro grupo diferente y sometido(Gallinazo). Nos encontraríamos frente a gruposculturales que tienen por lo menos dos clases socialesfuertemente diferenciadas. Una primera clase socialrepresentada por el grupo (o los grupos) de poder,que sustentan parte de su ideología y legimitizan supoder mediante la posesión de uno o varios tipos devasijas, que poseen características exclusivas de la elite;y otro grupo social sometido al grupo de poder, queproduce y/o consume un “set utilitario” de vasijas,cuyas características formales y/o decorativas hanpredominado desde tiempos más antiguos y cuyo usose mantiene con el paso del tiempo.

Con respecto a dicho “set utilitario”, parece serque nos encontramos ante la presencia de dostradiciones cerámicas utilitarias que conviven en eltiempo, desde épocas anteriores a los Gallinazo. Una,que no presenta mayores técnicas decorativas, sencilla;y otra un poco más elaborada pero nada compleja,con decoraciones incisas, excisas y aplicaciones, cuyoposible origen estuvo en el valle de Virú, pero cuyascaracterísticas técnicas está presente en todos los vallesde la costa con sus posibles variantes locales, y que seresumen para épocas Gallinazo y Moche en lo queconocemos como los tipos Castillo Modelado yCastillo Inciso.

El caso de Huacas de Moche

Fogel (1993: 106-107) señaló que los materialescerámicos y arquitectónicos del valle de Moche sonvirtualmente idénticos a los del valle de Virú, con tan

identificar a la cultura Gallinazo. Es más, a partir deesto concluyen que esto sugiere tentadoramente queuna cultura relacionada con aquella del valle de Virú,pero carente de la técnica de pintado en negativo,existió formalmente en la región del Jequetepeque.

Un error similar consiste en asumir, a partir de lasupuesta convivencia de los estilos Moche y“Gallinazo”, el sometimiento de grupos Gallinazo porlos Moche.

Diversos investigadores reportan una convivenciade los estilos Moche I y II (Moche Temprano delNorte) y “Gallinazo” (Larco 1945; Topic 1977;Shimada 1994; Shimada y Maguiña 1994; Donnan1999, 2003; Gumerman y Briceño 2003; Franco et al.2003), o “Gallinazo” con estilos Moche III, IV o V(Moche Medio y Tardío del Norte) (Castillo 2003;Chapdelaine y Pimentel 2001, 2002).

Hemos visto que esta supuesta convivencia se basa,en la mayoría de los casos, en la presencia de cerámicade estilo Moche, en cualquiera de sus fases estilísticas,con los tipos Castillo Modelado y Castillo Inciso. Sinembargo, una convivencia de los estilos Moche I yNegativo es bastante probable y comprensible paralas primeras fases Mochica.

A partir de esta convivencia, Shimada y Maguiñaaseguran que:

“… más que una cultura lo Gallinazo parecehaber sido una serie de entidades en cada valle,que compitieron con las entidades Mochecontemporáneas por los recursos de las partesmedia y bajas de los valles. Además el tiempo dela dominación política Moche de las entidadesGallinazo parece diferir de un valle a otro. Lapérdida de la autonomía política no significó ladesaparición de las entidades Gallinazo o de latradición estilística, la cual claramente sobrevivióa las entidades Moche, permaneciendo inclusomás allá del Horizonte Medio” (Shimada yMaguiña 1994: 33)

Ante esta aseveración, Gayoso y Gamarra (2005)a partir de la presencia, en el Núcleo Urbano de Huacasde Moche, de los tipos Castillo Modelado y CastilloInciso (que son los tipos de decoración “Gallinazo”más común en vasijas domesticas en el sitio) y tomandolos datos de Mackey en el sentido de que el 99 porciento de vasijas Gallinazo halladas en el valle de Mocheson domésticas, descartan la idea de que la presenciade cerámica con este tipo de decoración en contextos

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¿ES LO GALLINAZO UNACULTURA O UN ESTILO?

La arqueología ha definido culturas a través de losmedios tangibles, es decir la cultura material. Asímismo, una cultura ha sido diferenciada de otra a partirtanto de la cultura material como de los cambiospolíticos que se leen en dichos soportes.

Los rasgos característicos constituidos porconstrucciones monumentales (centros ceremonialesy castillos) hechos con adobes fabricados con gaverasde caña, grupos de viviendas aglutinadas irregularescon paredes hechas con adobes y tapia, y vasijas decuerpo simple y doble cuerpo decoradas con pinturaresistente negativa podrían identificar a una cultura quebien podríamos llamar Cultura Gallinazo o bien CulturaVirú si se lograra demostrar que fue en este valle dondese originan estos rasgos en su conjunto, pero cuyapresencia está demostrada en los valles de Chicama,Moche, Virú, Chao y Santa. Al norte del valle deChicama, este set de rasgos parece no estar presente.La presencia del complejo Grupo Gallinazo podríaser un factor determinante para postular, si acaso noel origen de esta cultura en el valle de Virú, por lomenos si su situación de lugar de residencia del grupode poder más importante.

Tanto Bennett (1939) como Larco (1945) aseguraronque el material Gallinazo, por sus características propias,conformaba una unidad y por lo tanto estábamos“frente a una cultura más que a un nuevo estilocerámico” (Bennet 1939: 74), agregando Larco que“no existe en el Perú un centro más importante decerámica con decoración negativa” (ibid: 28).

No consideramos que lo Gallinazo seaestrictamente un estilo. Por encima de eso podríamosmás bien referirnos a un estilo Negativo, adoptadopor los diferentes grupos de poder que manejaban lasetnias de la costa Norte y Central del Perú, entre elloslos Gallinazo con sus variantes locales, así como partede la sierra norte, durante un periodo que para el casodel valle de Virú se ha denominado Gallinazo.Posiblemente, algunos de los grupos de elite que habíanadoptado el estilo negativo durante el periodoGallinazo cambiaron gradualmente a inicios delperiodo Moche tanto en el estilo cerámico comoarquitectónico por aquel conocido ahora como Moche,mientras otros se mantuvieron por más tiempoarraigados en sus rasgos Gallinazo hasta que a finesdel periodo Moche II o inicios del periodo MocheIII, estos rasgos desaparecen.

sólo un grado de variación que representaría diferenciasentre valles. Incluso resaltó que la pasta de las vasijasencontradas en la zona de Huanchaco es más oscuraindicando una fuente diferente de arcilla a las de otraspartes del valle, incluso ve a la cerámica Gallinazo deHuanchaco más cercanía con el estilo de Vicus. A estepunto, parece ser que la autora se refiere a los tiposCastillo Modelado e Inciso. Esto nos podría estarindicando que cada alfar en cada zona fabricaba supropia cerámica “Gallinazo”, reforzando la idea delo Castillo Modelado y lo Castillo Inciso como unatradición cerámica norcosteña por encima de otrashipótesis, como por ejemplo, la de una producciónmasiva de estos tipos en el valle de Virú para serintercambiados en una gran red comercial norcosteña.Sin embargo, en el caso de Huacas de Moche, lascaracterísticas de la pasta de la mayoría de fragmentosCastillo Modelado o Inciso identificados por Gayosoy Gamarra (2005) parecen indicar que la pasta utilizadano era la misma que para el resto de vajilla domésticay ceremonial registrada en el sitio, la cual se hademostrado fue producida localmente (verChapdelaine et al. 1995).

La presencia Gallinazo en el complejo Huaca de laLuna ha sido sostenido por algunos investigadores apartir de rasgos como los adobes (Hastings y Moseley1975) o la cerámica (Topic 1977). Esta presencia estaríaasociada a los periodos Gallinazo Tardío y Moche I.Parece que en un primer momento los grupos depoder que habitaron el sitio adoptaron el estilo negativoen el periodo Gallinazo, según se puede deducir a partirde las investigaciones de Topic. Con el tiempo y demanera gradual el estilo Negativo habría sidoremplazado por el estilo Moche I.

Respondiendo a la pregunta de ¿qué tipo decerámica Gallinazo se ha registrado en Huaca de laLuna?, podemos responder categóricamente que loque se ha encontrado en contexto es cerámica utilitariaasociada a los tipos Castillo Modelado y Castillo Incisoy que la presencia de cerámica Gallinazo con pintadoen negativo en el sitio es prácticamente nula; bajo esteargumento la presencia Gallinazo en el sitio es aúnmateria de discusión.

La presencia en las fases tardías, tanto en lasplataformas de la Huaca de la Luna como en el NúcleoUrbano, de los tipos identificados como CastilloModelado e Inciso estaría indicando una perduraciónfuerte de esta tradición utilitaria. Quedan por identificarlos mecanismos que permitieron la presencia de estostipos.