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Una rosa blanca

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Tarea grupal realizada por el grupo CALDERÓN DE LA BARCA de 1º Bachillerato.

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UNA ROSA BLANCA

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UNA ROSA BLANCA

La buena y verdadera amistad no puede ni debe ser sospechosa en nada

Miguel de Cervantes Saavedra

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De niños siempre fuimos como hermanos, más que hermanos, éramos una persona dividida, un mismo pensamiento, un mismo orgullo, un mismo coraje, sólo faltaba la sangre. En el colegio éramos los siameses, así nos llamaban, si en cualquier historia chunga sólo encontraban a uno, inmediatamente buscaban al otro, para nosotros eso era genial, fortalecía nuestra unión y nos divertíamos mucho.

En la pubertad también hicimos alguna que otra locura, como aquella vez que Elena puso a prueba nuestra amistad, ella quiso demostrar que podía romper nuestras cadenas por un lío de faldas, pero resultó que fuimos nosotros los que demostramos a todos que los únicos perjudicados en un ataque así sólo podían ser ellos. En aquella época, sí que pude ver cómo se le iban un poco los pies a Juan, empezó a trapichear vendiendo tabaco a los más pequeños del instituto. Al principio no supe muy bien cómo reaccionar, pero con él siempre tuve la confianza, que me dio el tiempo, para ser parte de su conciencia. Le tendí la mano y él la cogió con fuerza, pareció entenderlo y esas cosas se les fueron de la cabeza.

Una mañana al llegar al instituto, Juan no estaba en la puerta como de costumbre, yo hablaba con Elena mientras fumaba, pero cuando decidí entrar en clase a esperar ni me imaginaba lo que pasaba. Sus padres habían emigrado a Italia de la noche a la mañana, aunque yo nunca pensé que no lo volvería a ver, sabía que me buscaría, así fue, poco después recibí una postal suya, desde entonces, siempre mantuvimos el contacto, aunque no con demasiada frecuencia.

Nueve años…, sí algo más de nueve años pasaron cuando decidió volver, me dijo que necesitaba escuchar el castellano y que aquí el polen de los olivos le hacía menos daño. Entonces fue cuando me propuso lo del negocio, - Nuestro sueño- decía- siempre juntos como hermanos- yo confiaba en él como el que confía en su madre, sin embargo después de tantos años la expresión de su rostro, su sonrisa y la confianza que siempre

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me daba su tono de voz ya no eran igual, aún así, no quise fallarle.

Cando empezamos en esto, los dos aportamos nuestra ilusión, trabajo y capital, nada me hizo pensar en ese momento que esto acabaría así.

Empiezo a pensar que esta relación empresarial se ha mantenido estos diez años porque yo pasaba de discusiones, pero estos últimos tres meses, la cosa se había puesto muy fea, -esto de la crisis- pensaba yo -no va a poder conmigo- y así fue, no ha sido la crisis, ha sido la traición, la mentira y el engaño.

Juan quería liquidar la empresa, yo me negaba, le propuse comprarle su parte del negocio, ya buscaría otro socio (pensé) pero no, a él no le parecía bien eso, decía que le dolía ver el que había sido su trabajo durante años en manos de otra persona. Ya llevaba cinco meses con el tema, calentándome la cabeza pero no le di importancia hasta aquella noche, fue cuando me enteré que su mujer planeaba darle a ese local otro tipo de uso, así que las ideas empezaron a caer en mi cabeza como una especie de efecto dominó, todas las historias que me había ido contando eran mentiras, por eso aquella noche no estaba dispuesto a más engaños, me dirigí camino del restaurante dónde siempre quedábamos cuando teníamos algún asunto que tratar.

Lo recuerdo perfectamente, esta vez la cartera la dejé en casa, ya estaba harto de que economizara a mi costa para que luego anduviera de fanfarroneo cara a la galería. Quería qué pusiera todas las cartas encima de la mesa, yo desde luego iba dispuesto a hacerlo.

Estaba allí sentado en el rincón de las tinieblas, dónde a él le gusta hacer todo tipo de trapicheos, qué pinta por Dios, no sé cómo no me di cuenta antes.

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Le pregunté por lo de su mujer, después de evadir varias veces el tema, me respondió que su mujer era una cotorra que solo quería dinero pero que en realidad no tenía ni un duro, que estaba frito, pero me negué a creérmelo, entonces él me dijo -sígueme- me hizo subir a su coche y me llevó hasta el bufete del abogado de la empresa, que resulta que es uno de sus mejores amigos italianos, -qué tonto he sido-, una vez allí Bruno, el abogado, me explicó las condiciones de la empresa y las cuenta de mi socio, entonces no quise escuchar más, firmé la liquidación, yo aún me fiaba de él, estaba muy nervioso traumatizado, no sé era… tenía ganas de que todo eso acabara, y firmé, nos fuimos de allí diciendo que ya haríamos una cena de despedida y firmé, pero no leí el documento, era mi hermano, era mi siamés.

En los siguientes días el banco me mandó un recibo avisándome del pago de la hipoteca de la empresa, yo fui a reclamar, entonces no entendí nada, tuve que llamar a mi abogado, y ahí estaba el pastel, con guinda y todo, mi firma estaba estampada allí, yo había accedido a pagar íntegramente la hipoteca era lo único que me pertenecía, lo que yo firmé mi único derecho y mi única obligación, pagar la hipoteca de la empresa, mi socio se quedaba con todo el negocio, el resto de los derechos, beneficios y mi alma.

Lo siguiente fue ir a buscarlo a su casa, lo llamé varias veces sin recibir ningún tipo de respuesta, quise tirar la puerta, por fin una vecina me avisó de que no estaba, “casualmente”, había ido a Italia, yo estaba desesperado, mis hijos, mi casa, mi vida y sin trabajo, ¿qué podía hacer?

Esperé, parecieron años las horas de aquella semana eterna, cuando lo vi quise hablar con él, pedirle explicaciones, entonces él accedió, nos vimos allí es lo último que recuerdo,….. No sé más…… Allí junto a la nave de electrodomésticos, en aquel polígono………. ¿Qué ha pasado?....... ¿Por qué estoy ahora aquí? solo, confundido, no me siento los brazos ¿y mis

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manos?... Ah sí…. ya me siento los dedos, ¿tengo los brazos alrededor del cuerpo?, no los puedo mover ¿qué me han hecho?.....

Creo qué me equivoqué, sí me equivoqué, quizás me precipité, quizás no debí buscarlo más, no pensé en todo lo demás, en el pasado, en nuestra amistad, pero… él tampoco lo hizo, me traicionó, me engañó, abusó de mi ingenuidad.

Y ahora ¿qué? Estas paredes se me hacen inmensas, no sé qué pasa afuera, no sé qué ocurre, tengo miedo, solo me queda esperar a que alguien me eche en falta. No sé qué será de mí, quizás tenga el mismo final que él, nuestros destinos, como en el pasado, seguirán unidos.

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GRUPO CALDERÓN DE LA BARCA

Moderador y coordinador de la trama:

José Luis Padilla Becerra

Encargado de la comunicación:

Josefa Patricia Garrido Aguilera

Revisor de estilo:

Esperanza Guerrero Hernández

Editor:

Soledad Fernández Román

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Recursos y enlaces necesarios:

http://www.juntadeandalucia.es/educacion/adistancia/cursos/course/vi

ew.php?id=412

http://www.frasescelebres.org/

http://www.proverbia.net/

Imagen para la reutilización de google:

http://www.arteyfotografia.com.ar/6189/fotos/107422/

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