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1 Universidad de Ciencias Pedagógicas Frank País García Santiago de Cuba Título: La formación profesional basada en competencias y formación de emprendedores: encuentros o desencuentros Autores: Dr. C. Orvelis Alba Castellanos. UCP Frank País García”. Cuba. Dirección postal: Calle 13 No. 114, entre H y K, Reparto Veguita de Galo, Santiago de Cuba e-mail: [email protected] MSc. Nurman Colón Mustelier. UCP “Frank País García”. Cuba. e-mail: [email protected] Dr. C. Noemí Martínez Sánchez. Universidad de Oriente. Cuba. e-mail: [email protected] 2 o Congreso Internacional de Competitividad Organizacional y Primer Reunión de la Red Internacional de Investigación de Competitividad de Organizaciones Educativas Universidad Autónoma del Estado de México Temática del Congreso Competitividad y educación Noviembre 2012

Universidad de Ciencias Pedagógicas Frank País García · PDF fileParticularmente en todo el siglo XX y lo que va del XXI, han sido abundantes los nuevos enfoques, corrientes y tendencias

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Universidad de Ciencias Pedagógicas

Frank País García

Santiago de Cuba

Título: La formación profesional basada en competencias y formación de

emprendedores: encuentros o desencuentros

Autores:

Dr. C. Orvelis Alba Castellanos. UCP “Frank País García”. Cuba.

Dirección postal: Calle 13 No. 114, entre H y K, Reparto Veguita de Galo,

Santiago de Cuba

e-mail: [email protected]

MSc. Nurman Colón Mustelier. UCP “Frank País García”. Cuba.

e-mail: [email protected]

Dr. C. Noemí Martínez Sánchez. Universidad de Oriente. Cuba.

e-mail: [email protected]

2o Congreso Internacional de Competitividad Organizacional y Primer

Reunión de la Red Internacional de Investigación de Competitividad de

Organizaciones Educativas

Universidad Autónoma del Estado de México

Temática del Congreso

Competitividad y educación

Noviembre 2012

2

Título: La formación profesional basada en competencias y formación de

emprendedores: encuentros o desencuentros

RESUMEN

En este trabajo se presentan las características esenciales, diferencias, semejanzas

y relaciones de los enfoques formativos de capital humano que cada día cobran auge

en algunas regiones del mundo como Europa y América Latina: la formación basada

en competencias y la formación de emprendedores, los cuales se aplican tanto en el

sector educacional y empresarial, así como evolucionan de acuerdo con las

particularidades sociales, económicas y políticas de cada nación.

Más adelante se exponen argumentos teóricos y vivenciales acerca de la formación

basada en competencias y la formación de emprendedores, y se revela la

competencia emprendedora como cualidad integradora en los sujetos, la cual emerge

de la integración de ambos enfoques formativos, así como se proponen algunas

sugerencias para su formación.

Palabras claves: formación, competencias, emprendedores, competencia

emprendedora

Title: The formation professional based on competences and formation of

enterprising: encounters o disagreements

ABSTRACT

In this article it offers the main characteristics, differences, resemblances and

relationships of the training approaches of the human capital that day after day recover

heyday in some regions of the world such as Europe and Latin America: training based

on competencies and enterprising training, which are mostly applied either in the

educational branch or in the business branch, and thus evolve according to the social,

economical and political particularities of each nation.

Further ahead there exposed theoretical and every day arguments on the training

based on competences and the training of enterprising, and the enterprising

competence in revealed as an integrating quality on the subjects, which emerges from

the integration of both training approaches, it also proposed some suggestions for their

training.

Key words: formation, competences, enterprising, enterprising competence

3

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 4

DESARROLLO 5

El proceso de formación profesional 5

Competencia profesional 7

La formación de emprendedores 10

Retos de la educación técnica y profesional latinoamericana para la

formación de profesionales emprendedores y la competitividad

18

CONCLUSIONES 23

BIBLIOGRAFÍA 23

4

INTRODUCCIÓN

En el mundo globalizado actual, la crisis estructural y sus necesidades sociales,

económico-financieras, productivas, crecientes en su dinámica y complejidad, han ido

creando un nivel de exigencias cada vez más fuertes, las cuales requieren de su

atención no para ser conocidas solamente sino porque exige de respuestas urgentes,

cuyas soluciones deben ser eficientes atendiendo a las condiciones de cada localidad,

país o región, fundamentalmente de nuestra América Latina.

Tal exigencia le impone a los gobiernos, organismos internacionales, instituciones y

sistemas educacionales, grandes retos en la gestión del capital humano y la

competitividad de los países latinoamericanos, donde juegan un papel primordial los

centros formadores de la fuerza laboral calificada; ya que en ellos tiene lugar la

formación y capacitación profesional de los obreros y técnicos de las distintas ramas

de la economía y los servicios para el desarrollo social de cada país.

De lo que se trata entonces, es de formar jóvenes, mujeres y hombres trabajadores

competentes y emprendedores, incluso de los sectores vulnerables, lo que reafirma

que los enfoques de la formación basada en competencias y la formación de

emprendedores que tienen lugar en países de América y Europa, comienzan a

replantear los modelos de formación profesional, para lo cual es necesario renovar los

marcos teóricos, los contenidos pedagógicos y las metodologías didácticas, de

manera que estimulen las actitudes personales, especialmente el sentido de

responsabilidad individual y social, el pensamiento creativo, el compromiso con el

desarrollo sociocultural y económico sostenible de sus comunidades locales con visión

global.

Este nuevo escenario formativo debe considerar, principalmente, creativas formas de

solucionar nuestros problemas, evitando copiar ideas, métodos, conceptos y teorías

provenientes de culturas diferentes, pero logrando mayores niveles de encuentros que

de desencuentros entre los estudiosos y sus propuestas; de ahí que los sistemas de

formación y capacitación profesional, aún en la diversidad de difíciles situaciones

políticas, económicas, tecnológicas, de empleabilidad y escolaridad de la población

de los distintos países, deben estar dispuesto a asumir este desafío y contar con los

recursos científico-técnicos, pedagógicos, educativos, financieros y humanos para

alcanzar altos niveles de efectividad, excelencia y calidad en el proceso formativo.

DESARROLLO

5

El proceso de formación profesional

Los actos de enseñanza y aprendizaje de oficios y profesiones han acompañado al

hombre a lo largo de su historia, teniendo como principal elemento intrínseco a la

actividad laboral del hombre; siendo condición esencial, primero para lograr la

subsistencia y luego, para la creación de determinado bienes y utilidades propias de

la vida económica de la sociedad.

Particularmente en todo el siglo XX y lo que va del XXI, han sido abundantes los

nuevos enfoques, corrientes y tendencias sobre la gerencia y la gestión de recursos

humanos. Algunas atractivas, otras menos novedosas, pero, todo parece indicar que

tienen como centro común al hombre; a partir de que varios economistas y estudiosos

del mundo del negocio han demostrado que en las organizaciones de éxito, es

prioridad y base de su excelente desempeño, la atención al factor humano, donde la

satisfacción de sus necesidades como obreros, clientes, proveedores, pasan a ser el

principio y el fin de toda la actividad organizacional.

De manera que, diferentes autores coinciden en señalar que en los Estados Unidos

en los años 60 tuvo sus orígenes la formación por competencias, como enfoque

formativo novedoso para dar respuesta a las exigencias del mundo del mercado, del

desarrollo científico-tecnológico y la competitividad empresarial como una necesidad

de obtener cada vez mayores y mejores resultados en la "explotación" de los recursos

humanos en el desempeño de las profesiones y puestos de trabajo. En la actualidad,

países como Canadá, Reino Unido, Australia, Alemania, España, México, Colombia,

Perú, Jamaica, entre otros, han adoptado de una u otra forma la formación basada en

competencias, al menos en el subsistema de la Educación Técnica y Profesional.

Y más reciente, en la última década del siglo pasado, aparece en países europeos

otro nuevo enfoque formativo, que justamente, tiene su base en la formación basada

en competencias, pero asociada esencialmente a la educación empresarial de los

individuos, con la finalidad de crear nuevas empresas y la gestión de las mismas,

reuniendo los recursos necesarios para aprovechar las oportunidades de mercado,

teniendo en cuenta los riesgos a controlar. Este enfoque es el denominado formación

de emprendedores, cuya implementación en los sistemas educativos nacionales es

necesario, requiere romper paradigmas y rutinas, aprovechar las vías y

potencialidades de las prácticas pedagógicas desarrolladas, y sobre todo de voluntad

abierta y compromiso de los gobiernos, el profesorado, los investigadores, la

6

comunidad empresarial (estatal y no estatal) y otras organizaciones, con

independencia del sistema social y político de cada país.

Todos los enfoques formativos de los profesionales, en cada etapa, se han distinguido

por diversas concepciones del diseño curricular, de presupuestos psicopedagógicos

dogmáticos y flexibles de las acciones didácticas del proceso de enseñanza-

aprendizaje y las intenciones de la evaluación, que responden a la evolución de las

profesiones, de la ciencia, sociedad y la tecnología, y a las exigencias del perfil de los

egresados para insertarse en el mundo laboral.

La formación, como categoría, ha sido estudiada por la pedagogía y la psicología,

entre otras ciencias. Desde el campo de la pedagogía varios autores han valorado la

categoría formación desde sus definiciones como un proceso continuo que inicia con

el nacimiento de las personas y concluye con su muerte. Es un proceso de influencias

permanentes que ejerce la sociedad a través de diferentes instituciones en especial

la escuela, en las organizaciones laborales se efectúa con el propósito fundamental

de preparar hombres capaces para la actividad laboral.

Ello evidencia que el proceso formativo trasciende el desarrollo de capacidades

generales, por lo que es apropiado a los intereses de la enseñanza-aprendizaje que

se ocupa de la formación de competencias que aseguran un desempeño exitoso de

los sujetos en cualquier contexto de actuación; lo que conlleva a profundizar en los

aspectos esenciales de las competencias a formar, en la organización y desarrollo de

los procesos de aprendizaje para que estén en concordancia con dichos fines.

Pues la formación profesional, se concibe como el proceso mediante el cual se logra

formar la personalidad del futuro profesional que estudie una ocupación o profesión,

como resultado de la articulación del sistema de influencias que se ejercen desde el

centro formativo y sector empresarial, que movilizan el potencial regulador y

autorregulador de los sujetos implicados y desarrolla las habilidades, capacidades y

competencias profesionales necesarias, para que pueda enfrentar y dar solución a los

problemas propios de su profesión y de la sociedad.

Hoy, para que la formación integral de los futuros obreros, técnicos y profesionales

competentes, contribuya a que puedan desempeñarse en diversas funciones sociales

y productivas, constituye una necesidad establecer en la práctica la verdadera relación

sinérgica de la escuela politécnica y la empresa con la comunidad de la cual las

primeras forman parte, y la inclusión del instructor o especialistas en todas las

actividades que desarrolla la escuela politécnica con los estudiantes, para realizar un

7

aprendizaje práctico y en condiciones reales de trabajo, con una óptima adecuación a

la realidad tecnológica y socio-laboral del mundo del trabajo (SENATI, 2003).

J. Forgas afirma que: “El proceso de formación basado en competencias profesionales

brinda un espacio para la construcción de manera integrada de conocimientos,

habilidades y valores que se constituyen en cualidades del sujeto, […] es un proceso

con un carácter eminentemente social que se desarrolla en un contexto

interdisciplinar, multidisciplinar y transdisciplinar, que parte de una concepción

participativa y es estructurado a partir de un contenido socialmente construido e

históricamente desarrollado, todo lo que tiene como consecuencia la formación de

nuevas cualidades en el hombre, que se traducen en competencias profesionales”

(Forgas, J. 2003).

Las razones antes mencionadas obligan a buscar nuevas formas de aprendizaje

centradas en modelos que se caractericen por considerar el aprendizaje de los

estudiantes y su papel protagónico como línea directriz en el proceso de formación,

por llevar a los programas de estudio los problemas profesionales a que se debe

enfrentar el futuro egresado y sus perspectivas, y por su flexibilidad para introducir los

cambios, a partir de la incorporación de manera comprometida a los especialistas de

las instituciones productivas a todo el proceso de transformación, que implica su

participación en el diseño, en la ejecución y certificación de las competencias

profesionales requeridas para ser considerado un técnico competente.

Competencia profesional

Desde la última mitad del siglo anterior se evidenció una tendencia a considerar el

éxito de la actuación profesional de los sujetos en estrecho vínculo con el saber y el

saber hacer, limitándose su concepción al campo cognoscitivo, como una

interpretación de la búsqueda constante del por qué de los fenómenos que se suscitan

en su área de desempeño del profesional, obviándose el saber ser, es decir el carácter

humano que ha de también tenerse en cuenta como componente esencial de todo

desempeño profesional y social de los seres humanos; de ahí de que muchos autores

vean la definición de competencia desde una tendencia o corriente conductista, solo

dirigido a la valoración del resultado, de manera que se refleja evidentemente un

sobredimensionamiento del saber hacer.

Respecto al concepto de competencia profesional, que emergió en los años ochenta

como elemento del debate en los países industrializados sobre la necesidad de

mejorar la relación del sistema educativo con el productivo y la sociedad, para impulsar

8

una adecuada formación de técnicos y profesionales, y que después de dos décadas

de aproximación e implementación del enfoque de formación por competencias

profesionales, la visión holística e integral de competencia, la cual asumimos,

despierta una progresiva aceptación en casi todo el mundo, imponiéndose en

investigaciones desarrolladas en el ámbito de la educación por su propósito integrador

entre formación y empleo.

Numerosos autores definen la competencia profesional teniendo en cuenta el carácter

integral de la actuación del sujeto en su desempeño profesional. Referimos algunas

de las más notables definiciones de competencia, pudiéndose identificar aspectos

comunes como: el reconocimiento en ellas de los recursos cognitivos, motivacionales

y personológicos que le permiten funcionar con flexibilidad, perseverancia, autonomía,

perspectiva futura en su actuación profesional de manera tal que posibilitan un

desempeño profesional eficiente y cívico responsable en la búsqueda de soluciones a

los problemas profesionales.

Se significa que el concepto de competencia profesional, asociado al proceso de

formación profesional, está dirigido a la formación integral del aprendiz u obrero

expresado en:

su preparación general con marcado carácter profesional y tecnológico,

insertarse en el desarrollo de la ciencia y la técnica,

la capacidad de analizar, reflexionar y argumentar, profundo humanismo,

compromiso social y medioambiental

el desarrollo de estructuras del pensamiento propias de la lógica de la

tecnología, es decir del “pensamiento tecnológico” (González, 2000).

Sin embargo, de las definiciones analizadas, se reflejan dos concepciones diferentes

de competencia, los que consideran a las personas competentes sólo cuando realizan

con calidad las funciones laborales, tienen un enfoque funcionalista

(CINTERFOR/OIT, 2002; González, V., 2005) porque ven la competencia enmarcada

únicamente en el ámbito profesional. A diferencia de ellos, otros (Forgas, J., 2003;

Fuentes, H., 2000 y 2006) con los cuales coincidimos, ven la competencia como la

cualidad humana que desarrolla el individuo de solucionar problemas del medio físico,

natural y social, como el obrero de estos tiempos.

La competencia profesional es una categoría integradora que permite ver al hombre

en su contexto con una visión holística de su actividad. Una interpretación de las

competencias profesionales, para su formación, permite definirlas como la cualidad

9

humana resultante de la “integración, esencial y generalizada de un complejo conjunto

de conocimientos, habilidades y valores profesionales, que se manifiesta a través de

un desempeño profesional eficiente en la solución de los problemas de su profesión,

pudiendo incluso resolver aquellos no predeterminados.”(Forgas, 2003, 22).

Para lograr la formación de un obrero o técnico con las competencias profesionales

necesarias se requiere de cambios sustanciales en las prácticas educativas, que se

distingan en lo fundamental por una educación tecnológica desde la perspectiva de la

relación ciencia – tecnología – sociedad, donde se “analiza el pensamiento

tecnológico y su manera de operar”, se “examinan los modos en los que se generan

los problemas y la construcción social de las soluciones, con especial énfasis en las

consecuencias sociales y ambientales de las soluciones aplicadas”, sobre la base del

“análisis de los aspectos tecnológicos, geográficos, ergonómicos, económicos,

ecológicos y sociales de todo tipo que se refieren al objeto tecnológico que hay que

crear o modificar, según la naturaleza del problema de que se trate”. (Buch, 2003,

http://www.rieoei.org/rie32a07.htm)

Por tanto, se necesita profundizar en nuevas fases de implementación o

procedimientos reveladores de las relaciones intrínsecas del proceso profesional en

el desarrollo del proceso de formación profesional, para un perfeccionamiento de la

lógica de su dinámica. Se trata, por consiguiente, de generar un mayor acercamiento,

concepción armónica y una verdadera identificación de la dinámica del proceso de

formación profesional basado en competencias profesionales con la dinámica del

proceso profesional, por ejemplo aquel que tienen a la explotación tecnológica como

modo de actuación profesional.

Los procedimientos didácticos propuestos que despliegan el método investigativo

de explotación tecnológica en las clases teóricas y prácticas de las asignaturas

técnicas, son los siguientes:

1. Elaboración u observación de situaciones tecnológicas problémicas

contextualizadas.

2. Caracterización de los procesos interventivos de la explotación tecnológica y del

funcionamiento de los objetos tecnológicos.

3. Determinación del problema sociotecnológico existente en el proceso de

explotación tecnológica de objetos técnicos.

4. Hipotetización acerca de las relaciones causas-efectos de los fenómenos y

procesos que tienen lugar en cada objeto técnico.

10

5. Simulación del proceso de explotación tecnológica y la ocurrencia de averías de

objeto técnico, o montar experimentos.

6. Medición de magnitudes y parámetros técnicos, energéticos y medioambientales

en los objetos técnicos.

7. Explicación y argumentación de los procesos, hechos y fenómenos que tienen

lugar en los objetos de la cultura tecnológica y medioambiental, a partir de la

integración de contenidos interdisciplinares.

8. Toma de decisiones sobre la aplicación de la solución más efectiva (ajustar,

sustituir, mantener/reparar, innovar), a partir de su impacto tecnológico,

socioeconómico y medioambiental.

9. Generalización de las experiencias en diversos puestos de trabajo, procesos

tecnológicos de entidades productivas y de prestación de servicios.

De esta forma se considera que el proceso de formación profesional de obreros y

técnicos, contribuirá al logro del reto que le ha impuesto el desarrollo científico-técnico

y tecnológico de las profesiones, la preparación de la fuerza laboral competente y la

gestión del capital humano de nuestros países.

La formación de emprendedores

El nuevo orden mundial se caracteriza por aceleradas y complejas dinámicas que

configuran los diversos fenómenos socioeconómicos, como consecuencia del proceso

de globalización desde la última década del siglo XX, sustentado en los avances

científico-técnicos, que se expresan esencialmente en el desarrollo del transporte, la

biotecnología, la ingeniería genética y las nuevas tecnologías de la información y la

comunicación, que han aumentado a niveles inimaginables la interrelación y la

interdependencia entre las distintas naciones que habitan nuestro planeta.

Teniendo en cuenta lo anterior, se evidencia que los gobiernos y empresas existentes

motivado por las reglas del mercado no pueden garantizar de manera sostenida la

empleabilidad de los obreros y profesionales laboralmente activos (trabajadores), ni

ofrecer el número de empleos que los recién egresados (tanto de la formación técnica,

tecnológica y académica) están requiriendo, lo que se ven obligados a ingresar al

sector privado (no estatal) donde se encuentran en situaciones de explotación humana

y de género, violaciones de derechos laborales por la ausencia de cumplimiento de

las normas legales de contratación, poco financiamiento y carencias de competencias

profesionales para realizar inversiones propias, o pasan a la economía informal por el

11

tipo de actividades legítimas pero no legales a las que se dedica, así como se

convierten en fácil presa de las redes de delincuencia.

Todo este panorama ha provocado el surgimiento de nuevos paradigmas en las

políticas sociales: la “universalización de los derechos” mediante la educación

universal y la “igualdad de oportunidades” con acciones puntuales dirigidas a los

grupos vulnerables y excluidos, buscando la inserción laboral y solvencia económica

que le permita alcanzar niveles dignos de calidad de vida para cualquier ser humano.

En estos nuevos paradigmas de las políticas sociales, los jóvenes adquieren un valor

trascendente y un rol preponderante, al constituir el recurso estratégico del desarrollo

integral de la sociedad, siendo la educación, la formación y la capacitación las llaves

para la construcción individual y social.

Sin embargo, pasada la primera década del siglo XXI, aún cuando en países de

América Latina se percibe un aumento de la cobertura educativa en contextos de

pobreza y exclusión social, los niveles de calidad de indicadores educativos se

manifiestan bajos, existe deficiente articulación entre la educación formal y la

formación profesional, entre la formación, el mundo de la empresa y del empleo, así

como se cuestiona la eficacia de las políticas de capacitación profesional y empleo

diseñadas para las empresas formales y el trabajo registrado, ya que se observa que

predomina la capacitación para empleos en el sector formal, y que sus usuarios no

provienen de la amplia población que labora en la economía informal.

El crecimiento del desempleo, la amplitud del empleo informal y la carencia de

competencias laborales en los jóvenes que egresan del sistema educativo desafían la

formación profesional tradicional; por lo que se necesita de una formación flexible con

una amplia base de competencias generales y posibilidad de diversidad de

especializaciones, como claves esenciales para el acceso equitativo a las

competencias laborales, la movilidad laboral, el incremento de la productividad o

prestación de servicios, la solvencia económica y el desarrollo humano-social de los

individuos.

Para que estas medidas tengan un efecto positivo garanticen eficiencia económico-

productiva, generación y seguridad de empleo, calidad de los bienes y servicios que

se prestan, impacto favorable en el desarrollo comunitario y humano de la población,

el sistema educativo debe dar respuestas a los objetivos y prioridades referidas a la

formación de individuos con elevada cultura científica, política, económica, jurídica,

12

fiscal, ambiental, ciudadana, enorme sensibilidad humana y calificación profesional

competente, cuya actuación sea emprendedora en todos los contextos sociales.

Surgen entonces algunas interrogantes como las que siguen:

1. ¿Qué cualidades deben tener los técnicos y obreros que necesitan las

sociedades?

2. ¿Cuáles son los retos y vías de la educación técnica y profesional para

garantizar un impacto social, laboral y económico en la población?

La respuesta a la primera interrogante, se encuentra como resultado del análisis,

comprensión e interpretación de los pasajes que ofrece el cuento titulado “Ascender

por resultados” (González, 2002), del cual se pueden extraer varias cualidades que se

ponen de manifiesto en el personaje Fernando.

Siguiendo los referentes teóricos sobre la personalidad, constituida por la integralidad

de las cualidades que poseen los individuos, como resultado de su formación y

desarrollo bio-psico-social, se propone realizar la operación matemática de la

integración de las cualidades expuestas que resultaría una personalidad cuya cualidad

superior e integradora es la siguiente:

El gráfico mostrado significa que todas las sociedades necesitan un profesional,

además de poseer las competencias profesionales generales, básicas y específicas

correspondientes a la profesión, especialidad, área o puesto de trabajo en que se

desempeña, inexorablemente requiere del desarrollo de actitudes personales que

propicien el sentido de responsabilidad social, el pensamiento divergente, liderazgo,

motivación, compromiso y orientación comercial para atender las necesidades de sus

semejantes y contribuir al desarrollo sociocultural y económico sostenible de sus

respectivas comunidades locales con visión global.

A partir de los referentes sociológicos y psicológicos asumidos, se considera entonces

que las cualidades que deben caracterizar al tipo de individuo que necesita la sociedad

n

∫ Cualidades = 1

EMPRENDEDOR

Respetuoso + Responsable + Honesto + Cumplidor +

Eficiente + Divergente + Flexible + Comunicativo +

Audaz + Comprometido + Competente + Creativo +

Innovador + Independiente + Decidido + Dispuesto +

Optimista + Laborioso + Dinámico + Persistente +

Colaborador + Animoso + Económico + Negociador

= =

13

en los momentos actuales, integralmente configuran el perfil de la persona

emprendedora, por lo que los sistemas educativos nacionales tiene como principal

encargo social la de formar individuos y profesionales emprendedores. Ello impone la

aplicación de los principales fundamentos sociológicos, pedagógicos y psicológicos

que sustentan este enfoque de la formación de emprendedores o “emprendimiento”,

como les llaman algunos.

En regiones del mundo, sobre todo Europa, la aplicación del enfoque de educación o

formación emprendedora, en la actualidad tiene como propósito fundamental la

inclusión social y frenar el abandono escolar de aquellos individuos que, además de

sus características personales, han tenido una experiencia escolar insatisfactoria o

ninguna, disponibilidad de trabajo a tiempo parcial y se desenvuelven en un entorno

económico y social (familia, amigos, comunidad) muy desfavorable. En estos países

se han desarrollados múltiples proyectos de educación emprendedora, desde la

educación primaria y secundaria, dirigidos a mejorar la experiencia educativa de los

jóvenes con riesgo de abandono escolar.

En el contexto latinoamericano, hace aproximadamente un lustro, aparece con gran

fuerza la nueva perspectiva en la formación y capacitación de obreros y profesionales,

denominada “formación de emprendedores” o “formación para el emprendimiento”.

El emprendimiento últimamente es un término muy utilizado en todo el mundo y por

todas las personas involucradas en los negocios. Aunque el emprendimiento siempre

ha estado a lo largo de la historia de la humanidad, pues es inherente a ésta en las

últimas décadas, éste concepto se ha vuelto de suma importancia y ha cobrado valor

en las aulas universitarias y escuelas de negocios ante la necesidad de superar los

constantes y crecientes problemas económicos y de competitividad.

La palabra emprendimiento proviene del francés entrepreneur (pionero), y su

significado ha cambiado en correspondencia con las distintas épocas y cualidades de

los individuos, que desde el siglo XVII se asociaba a los constructores de puentes o

caminos, arquitectos, maestros de obra y contratistas que tomaban un salario,

pasando por los “tomadores de riesgos económicos” o empresarios, hasta que en los

finales del siglo XX se denomina emprendedor a aquellas personas capaces de

incorporar determinadas innovaciones a los procesos del mundo real, superando todo

tipo de obstáculos y barreras. También se designa emprendedor como creador de

cultura, especialmente material o de desarrollo económico.

14

Todo lo anterior ha dado origen a dos posiciones o percepciones principales acerca

del término “emprendedor”. Una posición se traza para quienes la innovación es una

cualidad humana que se manifiesta en la solución de los problemas que adquieren

gran difusión y éxito económico. La otra posición parte de que la innovación es una

actitud cultural que se sustenta en la concepción científica del mundo, que posibilita

generar y aprovechar las herramientas conceptuales y tecnológicas que disponemos

para identificar problemas, encontrar las soluciones apropiadas y tener la capacidad

de transferirlas a otros contextos, donde el saber que ha llegado a su fase creativa

como resultado del aprendizaje acumulado y de la maduración alcanzada por ese

saber.

De ahí que, el emprendimiento como regularidad se refiere a la capacidad de una

persona para hacer un esfuerzo adicional por alcanzar una meta u objetivo, siendo

utilizada también para referirse a la persona que iniciaba una nueva empresa o

proyecto, término que después fue aplicado a empresarios que fueron innovadores o

agregaban valor a un producto o proceso ya existente.

Felipe Medina Nieto y Benjamin Herazo Cueto, profesores de la Pontificia Universidad

Javeriana en Colombia, plantean que: “La formación para el emprendimiento, busca

el desarrollo de la cultura del emprendimiento con acciones basadas en la formación

de competencias básicas, laborales, ciudadanas y empresariales dentro del sistema

educativo formal y no formal y su articulación con el sector productivo” (Medina, F. y

Herazo, B., 2010), asumiendo como emprendimiento la manera de pensar y actuar,

orientada hacia la creación de riqueza, a través del aprovechamiento de

oportunidades, del desarrollo de una visión global y de un liderazgo equilibrado, de la

gestión de un riesgo calculado, cuyo resultado es la creación de valor que beneficia

a: los emprendedores, la empresa, la economía y la sociedad. (Medina, F. y Herazo,

B., 2010)

En el artículo “Educación emprendedora: Un nuevo paradigma.”, situado en el sitio

web “Aprenda.com.pe” plantea que: La educación emprendedora es un innovador

enfoque que hace énfasis en del desarrollo de competencias que no aparecen en la

currícula del actual sistema educativo latinoamericano.” (Educación emprendedora:

Un nuevo paradigma, 2012).

Por su parte, Juan Camilo Montes Pineda, colaborador de la OIT/Cinterfor reconoce

que la formación para el emprendimiento como: “El proceso a través del cual un

15

ciudadano, se vuelve empresario, se debe considerar como una cadena de valor, que

permite transitar de forma natural al emprendedor…” (OIT/CINTERFOR, 50).

Victoria E. Erosa Martín define la formación de emprendedores como “el proceso de

desarrollar en los estudiantes las competencias técnicas y las habilidades para

reconocer oportunidades de negocio, desarrollar la seguridad y persistencia para

llevar las ideas con merito comercial a una empresa de nueva creación e impulsar la

formación de una cultura empresarial en los profesionistas…” (Erosa, 9).

En otras de las fuentes consultadas en la red de redes, se considera que: “Un modelo

de formación de emprendedores está basado en competencias, más que en el

conocimiento técnico…” (Emprendedores, 2011).

Como se observa, la formación de emprendedores tiene como rasgos esenciales:

1. Desarrollo integral del ser humano, a partir de la apropiación de las invariantes

de conocimientos interdisciplinarios, el desarrollo de habilidades integradoras

esenciales y la adquisición de valores universales compartidos por la

humanidad; es decir del desarrollo de cualidades humanas, profesionales,

laborales y sociales.

2. Posibilidad de empleo y asociación empresarial, a partir de promover el

pensamiento creativo, innovativo y sostenible, y estimular el sentido de

autorrealización personal y organizacional.

3. Creación de bienes, servicios y oportunidades emprendedoras, combinado la

identificación de iniciativas productivas, la elaboración de proyectos

empresariales y el fortalecimiento del compromiso individual para contribuir al

desarrollo sociocultural y económico sostenible de las respectivas

comunidades locales con visión global.

Los rasgos esenciales de esta perspectiva de formación y capacitación profesional se

concretan a través la estrecha relación existente entre la formación adecuada de la

fuerza de trabajo competente, su empleabilidad en el sector formal (público, empresas

legalizadas) o emergente (privado) y su capacidad de incrementar la productividad y

competitividad de los productos, de la comunidad y del país, obviamente si están

dadas las condiciones de inversión, organización y unidades de emprendimiento

pertinentes o incubadoras de emprendedores.

Debemos entender que el emprendimiento no se relaciona únicamente con la creación

de empresas, también los funcionarios públicos deben ser emprendedores, toda una

16

sociedad debe ser emprendedora, es decir, que cuenten con personas que tengan

iniciativa, creatividad, responsabilidad, liderazgo, asumir riesgos, etc, etc.

Por tanto la formación de profesionales emprendedores no es sólo enseñar a producir

bienes o servicios, crear empresas o dirigir un negocio. Esta se interpreta como el

proceso de formación de fuerza laboral competente, orientado a desarrollar un

pensamiento creativo, divergente y ético para generar empleos, bienes o servicios

útiles y la gestión empresarial innovadora, sustentado en el sistema organizado de

relaciones interpersonales e institucionales, que movilizan el potencial regulador,

autorregulador y transformador de los sujetos, comunidades, instituciones y sociedad.

Por tanto, la formación de emprendedores se sustenta en el enfoque de formación

basada en competencias profesionales e implica promover el aprendizaje

organizacional, la gestión de conocimiento y el capital humano en las comunidades,

empresas y países, lo que contribuye a adquirir crecida relevancia en términos de

competitividad global.

Desde este argumento, se puede considerar entonces que necesitamos una sociedad

donde todos sus ciudadanos adquieran, demuestren y trasmitan competencia

emprendedora.

La amplitud de la competencia emprendedora ha hecho que se la denomine de varias

maneras en los textos internacionales: «actuar autónomamente», «espíritu em-

prendedor» y «autonomía e iniciativa personal». Sobre la cual varios autores han

expresado su formulación.

La Organization for Economic Cooporation and Development (OCDE) en The

Definition and Selection of Key Competences. Executive Summary (2005) la define

como “la capacidad de los individuos para controlar su vida de forma responsable y

con sentido, ejerciendo un grado de control sobre sus condiciones de vida y de trabajo”

(OCDE, 2005, cit. en Marina, J. A., 49-71).

En el Programa Educación y formación 2010 de la Comisión Europea se define

«Espíritu Emprendedor» (entrepreneurship) como: “capacidad para provocar uno

mismo cambios (componente activo) y habilidad para aceptar y apoyar cambios

producidos por factores externos (componente pasivo).”

Francisco Miguel Martínez y Gabriel Carmona (2009) definen competencias

emprendedoras (COEM) como “aquellas que permiten a los sujetos desarrollar un

proyecto emprendedor con el que generar crecimiento económico y cohesión social,

17

configurándose de esta manera como un proyecto social integrado.” (Martínez, F. M.

y Carmona, G, 82-98)

Como se puede apreciar de las formulaciones referidas, el rasgo esencial que

distingue a la competencia emprendedora radica en que encierra una visión más

amplia de las competencias, más allá de lo puramente profesional-laboral y

empresarial-económico. Contemplan un objetivo mucho más holístico, que es el de

desarrollar sujetos capaces de actuar en sus dimensiones personal (autonomía y

autorrealización), laboral-profesional (eficiente), social (responsabilidad social y

medioambiental) y económica (proyecto empresarial).

Aquí cobra sentido la definición de competencia asumida, por lo que, en este texto se

entiende la competencia emprendedora como la cualidad humana integradora del

conjunto de conocimientos científico-técnicos sobre la sociedad, el pensamiento y la

naturaleza, habilidades y capacidades individuales, profesionales y emprendedoras,

valores y actitudes sociales ético-morales, que se manifiestan en el desempeño

individual eficiente en cada contexto que permiten enfrentar y resolver con éxito las

diversas problemáticas sociales, laborales, económicas y medioambientales y

contribuye al desarrollo sociocultural y económico sostenible de las comunidades

locales con visión global.

Se presenta así la competencia emprendedora como eje central de un proyecto socio-

educativo-formativo integrado, que persigue la autorrealización en el plano social,

personal y laboral-profesional, sobre la base de la educación de calidad y cultura

general integral.

En el caso de la formación profesional, el subsistema de educación técnica en la

región latinoamericana se caracteriza en los últimos años, fundamentalmente, por un

descenso del gasto público para su desarrollo, discontinuidad de los programas de

política educativa y de empleo, la presencia de analfabetismo y subescolarización de

la población, así como resistencia de su personal docente a los cambios técnicos,

pedagógicos y metodológicos; de ahí la falta de fuerza laboral calificada y la

dependencia de su modelo de desarrollo de otros países. Es por ello, que aún

prevalecen concepciones tradicionales en la educación técnica y profesional, que

limitan el transito efectivo a una educación técnica de mayor impacto social, incluso

en aquellas naciones donde existen experiencias aisladas en la aplicación del nuevo

enfoque de formación de emprendedores.

18

Retos de la educación técnica y profesional latinoamericana para la formación

de profesionales emprendedores y la competitividad

En el contexto actual, dominado por el constante y rápido cambio tecnológico, la

capacitación en la empresa --como una forma de creación del capital humano-- tiene

un papel muy importante en el fortalecimiento de la competitividad. Algunas de las

condiciones requeridas para que un país sea competitivo, es que el Estado debe

fomentar en sus políticas de gobierno las condiciones necesarias para garantizar la

formación y capacitación de su capital humanos que permita el normal

desenvolvimiento de la actividad social, tecnológica, económica, financiera, y

comercial de las instituciones públicas y privadas del país.

La competitividad a distintos niveles (empresa, región, industria o país) ha tomado un

papel central en la agenda de desarrollo. En los países latinoamericanos,

caracterizados por economías cada vez más abiertas e integradas a cadenas globales

de producción, el mejoramiento de la competitividad es fundamental para la

consecución de mayores niveles de desarrollo económico y social.

La visión más generalizada que se tiene de competitividad es considerarla como la

capacidad de una organización pública o privada, lucrativa o no, de mantener

sistemáticamente ventajas comparativas que le permitan alcanzar, sostener y mejorar

una determinada posición en el entorno socioeconómico. En efecto, la competitividad

está asociada con la capacidad de participar exitosamente en mercados

internacionales, la generación de valor agregado y la creación de empleo, desarrollo

cultural y humano, entre otros factores.

Ello significa que la competitividad adopta diversas formas de manifestarse. Puede

estar basada en ventajas comparativas estáticas, como recursos naturales

abundantes o bajos costos salariales. Pero también puede estar sustentada en

ventajas comparativas dinámicas, producto de introducir nuevos y mejores productos,

implementar nuevas formas de organización empresarial o incrementar la capacidad

productiva o de prestación de servicios. La inversión en capital humano es un

elemento central para la creación y fortalecimiento de ventajas comparativas

dinámicas, las cuales son sostenibles y ofrecen un gran potencial de desarrollo

científico-tecnológico, económico, social y humano.

La ventaja competitiva básica de las empresas, organizaciones y países en el siglo

XXI no radicará en los recursos naturales, ni en específico en los recursos energéticos,

19

no radicara en los recursos financieros, ni siquiera en la tecnología, sino en el nivel de

preparación de los recursos humanos. Cuesta A. (1999).

Lo anterior se revela desde los propios datos del Foro Económico Mundial con el

Índice de Competitividad Global alcanzado por los países del mundo anualmente. El

Índice de Competitividad Global (Inglés: Global Competitiveness Index, siglas GCI),

es desarrollado y publicado anualmente desde 1979 por el Foro Económico Mundial.

“El índice de competitividad mide la habilidad de los países de proveer altos niveles

de prosperidad a sus ciudadanos. A su vez, esta habilidad depende de cuán

productivamente un país utiliza sus recursos disponibles. En consecuencia, el índice

mide un conjunto de instituciones, políticas y factores que definen los niveles de

prosperidad económica sostenible hoy y a medio plazo. Este índice es ampliamente

utilizado y citado en artículos académicos.” (Foro Económico Mundial, 2010).

El Índice de Competitividad Global (GCI) se basa en tres subíndices Requerimientos

Básicos (Infraestructura, Instituciones, Estabilidad Macroeconómica, Salud y

Educación Primaria), Palancas de Eficiencia (Educación Superior y Capacitación,

Eficiencia de los mercados, Eficiencia del mercado laboral, Sofisticación del mercado

financiero, Preparación Tecnológica, Amplitud del Marketing) y Factores de

Innovación y Sofisticación (Sofisticación de las empresas e Innovación), con sus doce

pilares y 111 variables para determinar la competitividad de un país, dentro de estos

pilares se da un peso específico a diferentes factores según su influencia en la

medición de la competitividad.

El Global Competitiveness Report además, de revelar la posición competitiva de cada

país, el índice estima sus perspectivas de crecimiento a medio y largo plazo, según

sean impulsados por la eficiencia y la innovación.

Además de los "datos duros", se incluyen los resultados de la Encuesta de Opinión

Ejecutiva que trata información diagnóstica verificable sobre todo de indicadores

económicos y de los puntos de vista de las personas encuestadas pertenecientes a

una red de institutos asociados (que incluye instituciones líderes en investigación y

organizaciones de negocios) en los países incluidos en el informe, lo que significa que

la mayoría de los resultados dependen de las percepciones de los encuestados y que

en ocasiones se percibe cierto manejo político con determinados gobiernos llamados

populistas o socialistas.

Aún cuando entre los índices de competitividad, según analistas nacionales y

regionales (Pratt, L., 2010) refieren que el decrecimiento del GCI de un conjunto de

20

países latinoamericanos durante el último quinquenio, se debe a que continúan

teniendo problemas en materia de baja tasa de participación popular en educación,

formación, capacitación profesional y entrenamiento laboral, infraestructuras

inapropiadas, de credibilidad de las instituciones, pobre definición y defensa de los

derechos de propiedad intelectual, un ambiente de negocios inestable, asignación

ineficiente de recursos, lentitud en la adopción de tecnologías y baja innovación. Todo

lo anterior dificulta las posibilidades de la comunidad empresarial de competir

eficientemente en la región y en el mundo.

Sin embargo, a pesar de las mejoras observadas en la competitividad en la mayoría

de los países latinoamericanos, enfrentan desafíos importantes, como el

fortalecimiento del sistema institucional para que funcione de forma ágil, el desarrollo

de mano de obra más calificada mediante mejoras en el sistema educativo

(secundario y de formación profesional) y una mayor eficiencia en los mercados.

Por tanto, reconociendo el carácter sistémico de la competitividad de una

organización, territorio, país o región, puede ser entendido que el índice de

competitividad no depende únicamente de cuántas acciones de capacitación se

desarrollen, de cuán elevada sea la cifra de dinero aprobado o gastado, o cantidad de

individuos (aprendices en formación o trabajadores) capacitados, ni de el tiempo

dedicado a la capacitación por diferentes o las mismas personas.

Ello indica que, para elevar la competitividad, desde la formación y capacitación

profesional o laboral, es preciso superar el primer estadio de desarrollo económico

(dependiente del uso de recursos materiales, financieros y humanos) y pase con una

base firme a un modelo de desarrollo determinado por el uso eficiente de dichos

recursos.

Se impone entonces, pensar hacia dónde deben dirigirse los esfuerzos de todas

aquellas personas e instituciones que tienen a su cargo responsabilidades con el

perfeccionamiento del subsistema de educación técnica y profesional. Se retoma la

siguiente interrogante reflexiva:

2. ¿Cuáles son los retos y vías de la educación técnica y profesional para

garantizar un impacto social, laboral y económico en la población?

Durante los últimos años, los políticos, ejecutivos, directivos educacionales,

profesores y científicos han expresado abiertamente la fuerte preocupación por

promover la actividad de investigación, innovación y el desarrollo tecnológico desde

las instituciones educativas. La educación emprendedora forma personas

21

competitivas capaces de crear oportunidades, por lo que para pasar de la formación

técnica tradicional a esta nueva propuesta de formación emprendedora no basta

mejorar la infraestructura de las instituciones formativas, el currículo o la selección y

preparación del claustro de profesores (formadores); además de ello, requiere romper

paradigmas educativos y formativos obsoletos y cambiar mentalidades con respecto

a la atención prioritaria a este subsistema educacional, obtención de ingresos y

financiamiento para la adquisición de insumos y medios tecnológicos de avanzada, en

las formas de integración estudio–producción-investigación, desde la escuela

politécnica. En fin algunos aspectos hay que perfeccionar, otros contextualizar y otros

cambiar los que sean necesarios cambiarlos.

Los principales retos que tiene la educación técnica y profesional para cumplir con su

encargo social, desde el análisis de sus debilidades, amenazas, fortalezas y

oportunidades (matriz DAFO), de acuerdo con la perspectiva de la formación de

profesionales emprendedores, se propone, son los siguientes:

1. Promover el desarrollo de la competencia emprendedora en los directivos

educacionales, claustro de profesores y estudiantes, en función de garantizar

la gestión de los procesos y autogestión del capital intelectual.

2. Introducir experimental y progresivamente los resultados científico-

investigativos sobre cambios en el modelo formativo, flexibilización de la

organización curricular y dinámica del proceso pedagógico basado en

competencias profesionales, caracterizados por la integración de estudio-

trabajo, para adecuarlas y adaptarlos a las demandas actuales del sistema

socioeconómico y productivo.

3. Integrar, a niveles superiores, los vínculos entre el sistema formativo y el sector

económico-productivo, tanto a nivel comunitario y local como a nivel nacional,

para determinar las necesidades, y actualizar los perfiles profesionales, el

sistema de información sobre demanda y oferta laboral, y garantizar la

asignación de presupuestos para la ofrecer mayor cobertura profesional y

tecnológica a los convenios de formación-capacitación-producción.

4. Adoptar niveles de centralización-descentralización en el sistema de gestión de

la educación técnica, para la estructuración e implementación de un sistema de

capacitación profesional autónomo y flexible, dada su función y compromiso

social, para preparar la fuerza laboral competente y proporcionar posibilidades

22

de empleo estatal o autoempleo, según las necesidades locales, grupales y

personales de trabajo.

5. Perfeccionar el trabajo metodológico, la superación e investigación pedagógica,

que repercute en la elaboración de materiales didácticos, en la calidad de la

dirección de los procesos y sus resultados, especialmente en la formación

emprendedora de los egresados y la evaluación del impacto.

Por su parte, son muchas las vías con las que se cuenta para implementar, de manera

efectiva, el enfoque de formación de profesionales emprendedores. Ellas son, entre

otras:

Mejorar la infraestructura (espacial y tecnológica) de las instituciones

formativas.

Crear redes de intercambio y apoyo institucional entre los centros politécnicos

y organizaciones comunitarias y locales.

Transitar del modelo formativo por habilidades hacia el modelo formativo

basado en competencias profesionales.

Desarrollar entornos de aprendizaje por proyectos y materiales didácticos

emprendedores centrados en el aprendizaje desarrollador y colaborativo.

Perfeccionar la metodología de la creación y funcionamiento de las aulas

anexas constituidas en las empresas, mejorando los modos de actuación de

los actores (directivos, tutores, alumnos y profesores).

Promover hábitos de lectura, una adecuada comunicación oral y escrita, así

como el uso de las tecnologías de la información y la comunicación en

estudiantes y profesores, a nivel de entendimiento y argumentación de los

adelantos científico-técnicos, asuntos socioeconómicos, políticos, culturales

nacionales y globales, entre otros

Orientar a estudiantes y profesores hacia una mayor cultura jurídica, fiscal,

económica-comercial, laboral y empresarial y ambiental.

Diseñar la superación profesional continua de los profesores de la ETP, con un

carácter sistémico, individualizado e institucionalizado, basado en

competencias profesionales y la formación de emprendedores.

Resumidamente, se precisa que la formación y capacitación profesional del siglo XXI

en nuestros países están avocadas a dar un salto de eficiencia y eficacia que

transcienda a la formación de profesionales emprendedores, donde se transite por el

23

know how del centro formador, empresa u organizaciones que aprenden (proceso y

cultura), gestionan su conocimiento (medio tecnológico) y lo capitalizan entre sus

recursos humanos (resultado), en temas tales como la creatividad e innovación, el

trabajo en equipo, las herramientas de gestión, mejora continua, calidad total,

productividad, mantenimiento productivo, resolución de problemas, toma de

decisiones, gestión del cambio, proyectos comunitarios, comunicación e inteligencia

emocional.

CONCLUSIONES

El enfoque de la formación de emprendedores se concreta a través la formación

basada en competencias, e implica promover el aprendizaje organizacional, la gestión

de conocimiento y el capital humano en las comunidades, instituciones educativas o

formadoras, empresas y países, lo que contribuye a adquirir crecida relevancia en

términos de competitividad organizacional, nacional y global; obviamente si están

dadas las condiciones de inversión, organización y unidades de emprendimiento

pertinentes o incubadoras de emprendedores.

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