Viaje Brandan Isla 2

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    EL MITO DE LA ISLA PERDIDA Y SU TRADICINEN LA HISTORIA, CARTOGRAFA,

    LITERATURA Y ARTE*

    MARCOSMARTNEZUniversidad de La Laguna

    Ante todo quisiera expresar mi ms profundo y sincero agradecimiento a los organi-zadores de este Coloquio Internacional sobre Las Islas y la Mitologa en la historia,narrativa y poesa, especialmente a los Drs. don Alberto Vieira y doa Ana MargaridaFalco, as como a la escritora doa Mara Aurora Carvalho Homen, por la gentilezade haberme invitado a participar en unas jornadas, que presumo apasionantes, sobreun tema tan cautivador y sugestivo como es el de los universos insulares. Justamenteen marzo de 1995 celebramos en la Universidad de La Laguna (Tenerife), de la queprocedo, un encuentro internacional sobre este mismo tema que despert un vivo y

    acalorado inters, como podr verse reflejado en las Actas, actualmente en prensa,publicadas por el Centro de Estudios Medievales y Renacentistas, organizador delevento. Estoy seguro de que tambin en los Archipilagos de las Azores y CaboVerde se han celebrado seminarios similares, por lo que sera de desear que algnda podamos sincronizar todas estas actividades insulares y celebrar entonces unmagno acontecimiento, que tenga a la isla, en todos sus aspectos, como eje de suestudio en los cuatro Archipilagos macaronsico-atlnticos: Azores, Madeira, Ca-narias y Cabo Verde. Desde aqu me comprometo hoy ante ustedes a aportar mimodesta colaboracin en semejante proyecto, a la vez que espero igualmente de lospresentes alguna iniciativa que pueda culminar en la idea expresada.

    1. INTRODUCCIN

    1.1. Dado que la presente convocatoria tiene como objeto el tratamiento de lamitologa insular en la historia, en la narrativa y en la poesa, he querido seleccio-nar un tema que, a mi modo de ver, me va a permitir hacer un estudio interdiscipli-

    Revista de Filologa de la Universidad de La Laguna,n 16, 1998, pgs. 143-184

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    nar en ese sentido de uno de los ms bellos mitos insulares de nuestro Atlnticooccidental: el de laIsla Perdida. Es ste un tipo de isla a caballo de la realidad y el

    mito, que an no he visto tratado en su conjunto, que yo sepa, en ninguna de lasmonografas que sobre islas se han publicado en los ltimos aos1. La temtica delaIsla Perdidaparticipa, en efecto, de varios tipos poticos de islas que hace pocohemos establecido para la Antigedad y Edad Media en las literaturas griega ylatina2. Se trata, por un lado, de una isla legendaria, ya que se le supone su existen-cia; pero, por otro, es tambin una isla fantasma, pues en realidad no ha existidonunca como tal; es tambin una isla mtica, al estar rodeada del halo del mito y elmisterio; pero es igualmente una isla-paraso, por estar conectada con la leyendade San Brandn y su bsqueda de la isla de Promisin; tampoco deja de ser una delas islas flotantes e isla-ballena, que son otros dos de los motivos asociados a los

    viajes del monje irlands. Como puede apreciarse, estamos ante un tipo muy es-pecial de isla que encierra en s una extraordinaria riqueza de tpicos literarios,muy acorde con la variedad y nombres con la que se la conoce a lo largo de sutradicin histrica, geogrfica y literaria: Aprositus, Inaccesible, Encubierta,Antilia,Non Trubada,Isla de las Siete Ciudades,Encantada,Non Trovata e Islade San Brandn, que en el mbito canario se transforma en San Borondn.

    1.2. Nuestra isla, con su riqueza onomstica y de contenido, es, pues, una de esasislas que en su da figuraron en los mapas de su tiempo, pero que posteriormentehan ido desapareciendo a medida que se fue comprobando que, en realidad, no

    * Publicamos aqu el trabajo bastante ampliado que lemos con el mismo ttulo en juniode 1997 en el transcurso del Coloquio Internacional celebrado en Funchal (Madeira)sobre Las Islas y la Mitologa en la historia, narrativa y poesa.

    1. Vase, por ejemplo, H. Brunner, Die poetische Inseln, Stuttgart, 1967; E. Frenzel,Vida deseada y maldita en una isla, en su Diccionario de motivos de la literaturauniversal, ed. Gredos, Madrid, 1980, pp. 376-385; M. Tom, La Isla: Utopa, Incons-

    ciente y Aventura. Hermenutica simblica de un tema literario, Universidad de Len,1987; F. Moureau,Lle, territorire mythique, Pars, 1989; E. Fougre, Les voyages etlancrage. Represntation de lespace insulaire lAge classique et aux Lumires (1615-1797), Pars, 1995; J. C. Marimoutou-J. M. Racault (d.), Linsularit. Thmatique etReprsentations, Pars, 1995; F. Ltoublon,Impressions dles, Tolouse, 1996. Algo denuestro tema se toca, sin embargo, en el breve artculo de J. Sgard, Lle inaccesible,de la revista francesa de Grenoble, Silex, 14(1979), pp. 33-38, que, por lo dems, esttoda ella dedicada a las islas.

    2. Cf. nuestros trabajos Las islas poticas en la literatura grecolatina antigua y medie-val, en R. M. Aguilar - M. Lpez Salv - I. R. Alfageme (eds.),Homenaje a Luis Gil,Madrid, 1994, pp. 431-449 e Islas escatolgicas en Plutarco, en M. Garca Valds

    (ed.),Estudios sobre Plutarco: ideas religiosas, Madrid, 1994, pp. 81-107.

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    existan. Desde la cartografa medieval hasta mapas elaborados en nuestro siglohan figurado en ellos islas perdidas, como las que hace unos aos ha recogido

    el canadiense Henry Stommel en su libroLost Islands. The Story of Islands thathave vanished from Nautical Charts(Vancouver, 1984). Stommel se limita exclu-sivamente a un estudio geogrfico y cartogrfico de este tipo de isla, en los tiem-pos modernos fundamentalmente. De ah que nosotros nos propongamos en nuestraComunicacin abordar la temtica desde su nacimiento mismo en la literaturagriega, para seguir luego con la tradicin latina medieval y su paso a la literatura,historia, cartografa y arte posteriores. En consecuencia, los puntos a desarrollaren nuestro estudio seran:

    a) Tradicin griega.

    b) Tradicin latina.c) Literaturas medievales y renacentistas.d) Cartografa.e) Aspectos histricos.f) Literatura moderna universal.g) El contexto canario.

    1.3. Pero antes de pasar a abordar cada uno de estos captulos quisiera recabar suatencin para aludir a algo sobre lo que ltimamente se viene insistiendo porparte de algunos colegas portugueses y espaoles. Me refiero al tema del imagi-nario Atlntico3 o, ms concretamente, al imaginario insular Atlntico4. Lacuestin de la Isla Perdida, o sea, una supuesta isla maravillosa ubicada en elOcano Atlntico occidental, es una de las tantas islas que desde Tule, al norte,hasta Cern, al sur, se han situado en ese espacio marino ocupado por lo quepodramos llamar la civilizacin atlntica. A este imaginario insular atlntico per-tenecen, adems de las nuestras, otras islas mticas y legendarias como las de Eea,Ogigia, Siria, Basileia, la isla de los Hiperbreos (Aloxoia), las islas de Cronos,Avaln, Casitrides, Erita, Atlntida, Purpurarias, Islas de los Bienaventurados,Islas Afortunadas, Hesprides, Gorgades, Isla de los Stiros, entre otras. Todas

    ellas islas relacionadas con el mito, la religin, la leyenda, la utopa, la magia, elensueo, el paraso, la muerte, etc. En otro lugar tengo explicado por qu esariqueza insular supuesta precisamente en nuestro Ocano Atlntico: porque du-rante muchos siglos fue el extremo ltimo por occidente del orbe conocido, lo que

    3. Cf. J. M. Garca Ramos, Por un imaginario atlntico, Barcelona, 1996.4. Cf. C. Guilherme Riley, As Ilhas e a abertura da fronteira ocenica, enArchipilago.

    Histria in Memoriam M Olimpia da Rocha Gil, Revista da Universidade das Aores,

    vol I, 1995, pp. 17-31, especialmente p. 24 y ss.

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    trajo consigo una oceanizacin de muchos mitos griegos insulares5. Uno deellos es el que vamos a ver a continuacin.

    2. TRADICINGRIEGA

    2.1. Pensamos que nuestro tema de laIsla Perdidatiene su origen ya en la Odiseahomrica hacia el s. VIII a. C. Bien es verdad que en este poema el motivo que nosocupa no se encuentra claramente, pero, al menos, creemos que algunos aspectospueden perfilarse ya en esta obra inicial de la literatura europea. Una primerareferencia puede ser la del canto X, v.1-16 donde se describe la isla de Eolo y desus doce hijos, de la que se nos dice que es una isla flotante, con lo que ya

    tenemos aqu un primer motivo que se conectar a nuestro tema, especialmente apartir de la tradicin de la llamada Isla de San Brandn/San Borondn. En cual-quier caso, sta sera la primera alusin a una isla movible que por su carcter deisla flotante resulta difcil encontrarla y anda perdida por el ocano. Otras dosalusiones a nuestro tema creemos verlas en los cantos IX y XV. En Odisea IX, v.116-41, se habla de una isla cerca de la tierra de los cclopes de la que expresa-mente se nos dice que est desierta de gente y en la que slo viven las cabras.En Odisea XV, 403-429, se nos habla de una isla llamada Siria, situada en eloccidente, muy frtil, en la que no hay enfermedades y que en su da fue visitadapor unos rapaces fenicios. Estas tres notas destacadas en estas dos islas, o sea, sucarcter desierto, su situacin occidental y el ser visitadas en su da por feniciosson rasgos distintivos que iremos viendo aplicados a nuestra isla a lo largo denuestra exposicin. Omito, por otra parte, entrar en la cuestin de si las islas de laOdisea son o no reales y a cules pudieran corresponder o si hay que ubicarlas enel Mediterrneo o en el Ocano, para todo lo cual la bibliografa sigue siendoabundantsima6.

    2.2. Ms clara creemos que aparece nuestra isla en otro pasaje de una obra que ensu momento se atribuy nada menos que a Aristteles, pero de la que hoy apenas

    existen dudas de su carcter espurio. Lleva por ttuloRelatos maravillososy con-siste bsicamente en una recopilacin de mirabilia, cuyo ncleo inicial suele datarse

    5. Cf. mi libro Canarias en la Mitologa, Santa Cruz de Tenerife, 1992, especialmente pp.34-35.

    6. Clsicas son las obras a este respecto de Vctor Brard, Calipso et la mer de lAtlantide,1929 yLes Phniciens et lOdyse, 1903, a las que se pueden aadir otras ms recien-tes como la de Ch. Pellech,Die Odyssee. Eine antike Weltumsegelung, Berlin, 1983 y

    E. Bradford,En busca de Ulises, Barcelona, 1989.

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    por los especialistas en la segunda mitad del siglo III. a. C7. Se nota en la obra unacierta predileccin por el mundo occidental, al que se dedican unos 42 de los 61

    pasajes de contenido geogrf ico. Ello se ha explicado por el hecho de que entrelas fuentes de este opsculo jugara un papel fundamental el historiador sicilianoTimeo, cuyaHistoria sera una de las primeras que a gran escala se dedicara en laliteratura griega a las regiones occidentales8. Pues bien, en el pargrafo 84(85) senos describe una isla desierta, situada fuera de las Columnas de Heracles, descu-bierta por los cartagineses, en los siguientes trminos:

    En el mar fuera de las Columnas de Heracles afirman que fue descubierta porlos cartagineses una isla desierta que tena vegetacin de todas clases y rosnavegables y que era sorprendente por el resto de sus frutos, a una distancia de

    navegacin de muchos das. Y como los cartagineses acudieran a menudo aella a causa de su abundancia, e incluso algunos de hecho la habitaron, losdirigentes de los cartagineses anunciaron que castigaran con la muerte a losque pensasen navegar hacia ella, y aniquilaron a todos sus habitantes, para queno propagaran la noticia, no fuera a ser que una multitud se fuera congregandoen la isla y se hiciera duea de ella y arrebatara la prosperidad de lo cartagineses.(Trad. de F.J. Gmez Espelosn)

    Se trata, por consiguiente, de una isla desierta, situada en el Ocano occiden-tal, fuera del Estrecho de Gibraltar, muy abundante en frutos que los cartagineses

    tenan a buen recaudo para que no fuera conocida por otras gentes. En este textoya se encuentran caracteres propios de la temtica de una isla perdida.

    2.3. Algo parecido al texto anterior es un pasaje de laBiblioteca histrica de otrohistoriador siciliano, Diodoro Sculo, que entre el 60 y 30 a. C. escribi una espe-cie de historia del mundo conocido, de la que los cinco primeros libros los dedicapreferentemente a hablar de las islas9. En el libro V, pargrafos 19 y 20, mencionauna isla en trminos muy parecidos al Pseudo-Aristteles:

    Tras haber hablado de las islas sitas en la parte de ac de las Columnas de

    Hrcules, describiremos ahora las que se hallan en el ocano. Por el lado deLibia, y en alta mar, hay una isla de gran extensin situada en pleno ocano.Est separada de Libia por varias jornadas de navegacin siguiendo la ruta del

    7. Cf. ahora la traduccin e introduccin a esta obra de F. Javier Gmez Espelosn,Paradoxgrafos griegos. Rarezas y maravillas, ed. Gredos, 1996, p. 199 y ss.

    8. Cf. L. Pearson, The Greek Historians of the West. Timaeus and the Greek Predecessors,Atlanta, 1987.

    9. Cf. Diodoro de Sicilia,Biblioteca Histrica: Ediciones Clsicas, Madrid, 1995, con laintroduccin de Jess Lens Tuero.

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    Occidente. Su suelo es frtil, siendo la mayor parte montaosa, aunque una nopequea es una llanura de extraordinaria belleza. Hllase cruzada por ros navega-

    bles, aprovechados para el riego, y tiene muchos parques plantados con toda clasede rboles y jardines cruzados por corrientes de agua dulce. Hay en ella soberbiasvillas campestres magnficamente construidas, cuyos jardines estn adornados contempletes cubiertos de flores, donde sus habitantes pasan el verano, mientras el

    pas les proporciona en abundancia todo lo que contribuye a su disfrute y placer.La parte montaosa est cubierta de grandes y espesos bosques de toda clase derboles frutales y para la estancia en las montaas hay valles y numerosas fuentes.En una palabra, la isla entera est regada de aguas manantiales y dulces que contri-

    buyen no slo al disfrute de sus habitantes, sino tambin a su salud y fuerza. Hayabundante caza de animales y fieras de todas clases, por lo que sus habitantes, alestar bien surtidos de stos para los festines, no tienen ninguna escasez de lo nece-

    sario para el regocijo y despilfarro. El mar que baa con sus olas esta isla contienecantidad de peces, dado que el ocano, por su propia naturaleza, es abundante enellos por doquier. En general, la misma isla tiene en su contorno un aire tan tem-

    plado que la mayor parte del ao produce en abundancia frutos de los rbolesfrutales y de otros propios de cada estacin, de suerte que, por este exceso defelicidad la isla parece ms residencia de algn dios que morada de los hombres.

    A continuacin nos dice Diodoro que esta isla era inencontrable (aneretos)por la gran distancia a la que se hallaba del continente habitado. La isla fue descubier-ta en su da por los fenicios, y los cartagineses la tenan escondida por si algn da se

    vean obligados a huir con sus familias a esta isla desconocida por sus vencedores.Todo ello, pues, hace suponer que se trata de la misma isla del Pseudo-Aristteles.

    2.4. La siguiente noticia de una isla en el Ocano occidental ms o menos miste-riosa y ocultada por su descubridor nos la refiere el gegrafo griego Estrabn(64a. C.-24 d. C) en el libro II de su Geografa, pargrafo 3,4, al hablar de Eudoxode Ccico y su posible circunnavegacin de frica10. En un momento dado de suexposicin nos dice Estrabn que este personaje en su navegacin costera viouna isla rica en agua y en rboles y la anot. Luego arrib a la costa de Maurusia,la actual Mauritania, para preparar otra expedicin, pensando si la navegacin se

    alargaba, invernar en la isla que anteriormente haba anotado, sembrar y recogerla cosecha y terminar la navegacin ideada11. De nuevo nos encontramos en estetexto el motivo de una isla ocenica, celosamente guardada por su descubridor ydesconocida, por tanto, para los dems.

    10. Cf. Javier Gmez Espelosn, Eudoxo de Czico o el cuento del lobo, enPolis, 4(1992),pp. 143 -155.

    11. Cf.Estrabn. Geografa, libros I-II, Madrid, ed. Gredos, 1991, con la traduccin de J.

    L. Garca Ramn y J. Garca Blanco, p. 461-462.

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    2.5. La ltima referencia en la literatura griega a nuestro tema pertenece al famo-sos astrnomo, matemtico y gegrafo griego Claudio Ptolomeo (110-178 d. C.).

    En suEsquema de GeografaIV, 6, 34 se citan las islas que estn en el Ocanooccidental junto a la costa africana y entre ellas se nombran las famosas seis IslasAfortunadas o de los Bienaventurados (Makrn nesoi). Cada uno de los nom-bres mencionados aqu resulta problemtico en cuanto a su asignacin a una islareal, salvo el de Canaria, que con toda seguridad se refiere a alguna del Archipi-lago Canario. No podemos entrar ahora en la cuestin de los nombres de estasislas en relacin con nuestras Islas Canarias reales12, pero en la serie de Ptolomeoest una, la primera, que denominaAprsitos, que significa inaccesible o a laque no puede uno aproximarse. Esta es la primera y nica vez que se mencionauna isla de esta manera en toda la literatura griega. Pensamos que la nomenclatura

    ptolomaica no hace sino bautizar la isla desconocida descrita anteriormente en lostextos del Pseudo-Aristteles, Diodoro de Sicilia y Estrabn. Por consiguiente,con Ptolomeo asistimos al origen manifiesto de uno de los nombres de nuestraIsla Perdida: el deInaccesible.

    3. TRADICINLATINA

    3.1. El primer grupo de textos latinos que a nuestro entender tienen relacin connuestro tema afecta a la vida y leyenda del monje irlands de San Brandn, tam-bin conocido como Brendano, Brandano, Brendn, Barandn, Borondn, etc.,cuya vida transcurre entre el 486 y el 577, del que la Iglesia catlica celebra suonomstica el 16 de mayo. En el mbito de la cultura canaria conocemos estaleyenda como San Borondn y es una de las historias que ms hondamente hancalado en el alma del pueblo canario, por lo que no sera exagerado afirmar queposiblemente sea el samborondonismo uno de los rasgos ms definitorios de lacultura canaria desde el siglo XVI hasta hoy. Como se sabe, la vida y obra de SanBrandn, recogida en ms de cien manuscritos latinos desde el siglo IX al XVII,narra el periplo viajero de este monje irlands por todo el Ocano en busca de la

    isla del Paraso o tierra de Promisin. Esta especie de viaje inicitico por el Atln-tico, mezcla de realidad y fantasa, qued materializado para siempre en una islao islas de San Brandn, que ni los cartgrafos medievales, ni los de la Edad Mo-derna aciertan a situar en un lugar concreto, desplazndola a lo largo y ancho delOcano, desde el norte de las Azores a la altura de las Canarias, pasando tambin

    12. Para este aspecto vase ahora mi libroLas Islas Canarias de la Antigedad al Renaci-miento. Nuevos aspectos, en Santa Cruz de Tenerife: CCPC, 1996, especialmente los

    captulos 2 y 3.

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    por el mbito de Madeira. Una leyenda similar a la del monje irlands es la de SanAmaro y su bsqueda del Paraso en el mbito de la cultura y civilizacin portu-

    guesa, tal como se conoce en un texto portugus del siglo XIV13

    . En lneas gene-rales, frente a la leyenda de San Brandn/Borondn, pueden adoptarse, como muybien ha visto recientemente mi colega de la Universidad de La Laguna, el latinistaFremiot Hernndez Gonzlez, tres posturas: La de los que piensan que se trata deuna libro de a bordo y que todo lo que all se describe y se cuenta tiene que seridentificado incluso geogrficamente. La de los que creen que se trata de unanovela de ficcin literaria y que a todo lo que all aparece hay que buscarle unprecedente en el mundo de la literatura anterior. La de los que adoptan una posturaintermedia y, tratando de compaginar los dos extremos, piensan que en la Leyen-da hay una base real, siquiera mnima, que con el devenir literario fue creciendo,

    cual bola de nieve a base de fbulas, cuentos y mitos de distinta procedencia 14.En mi libro Canarias en la Mitologa(vase nota 5), pg. 94 y ss., he abordado,

    a mi entender, con cierta amplitud, los principales rasgos que caracterizan esta le-yenda, aunque ahora quisiera aadir algunos datos complementarios de nuestro co-nocimiento del asunto desde 1992 hasta hoy. En primer lugar, mencionar la primeraTesis doctoral, que nosotros sepamos, que se ha hecho en nuestro pas sobre el textolatino medieval que est en la base de toda esta cuestin: laNavigatio Sancti Brendani.Hasta este momento no disponamos de una versin completa castellana de estetexto tan fundamental, si exceptuamos la versin de M Jos Lemarchand, El viajede San Brandn, del monje medieval Benedeit, otra de las fuentes importantes de laleyenda brandaniana. Con la Tesis de D. Jos Antonio Gonzlez Marrero, ProfesorAsociado de Latn en la Facultad de Filologa de la Universidad de La Laguna, queley en 1995 con el ttulo deIntroduccin, edicin crtica y traduccin de la NavigatioSancti Brendani, se ha cubierto una importante laguna en la investigacin de nues-tro tema. Dirigi su trabajo el Prof. Fremiot Hernndez Gonzlez, Profesor Titularde Latn de la misma Universidad, uno de los mejores conocedores actuales denuestro tema. Posterior a la Tesis del Sr. Gonzlez Marrero se acaba de publicar otraversin espaola del mismo texto, llevada a cabo por J. M. lvarez Flrez15. Ensegundo lugar, dar constancia de algunos estudios anteriores y posteriores a mi

    libro que completan aspectos de nuestra leyenda, como son los de Dolores Corbella,Carlos Garca, Jos Antonio Gonzlez y Jos Gregorio Gonzlez16.

    13. Cf. O. Klob, A vida de Sancto Amaro. Texte portugais du XIVme sicle, enRomania,XXX(1901), pp. 504-528.

    14. Cf. F. Hernndez Gonzlez, Algunas diferencias entre la Vita Sancti Brendaniy laNavigatio Sancti Brendani, enFortunatae, 3(1992), pp. 287-304, esp. pp. 287-288.

    15.La navegacin del Abad San Brandano, Madrid: Anaya, coleccin Anbasis, 1995.16. Cf. Dolores Corbella, El viaje de San Brandn: una aventura de iniciacin, en Filo-

    loga Romnica, 8(1991), pp. 133-147; Carlos Garca, Mitologa y leyenda de San

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    3.2. Ahora bien, la acuacin en latn de una islaPerdita tiene lugar hacia finalesdel siglo XI, en el marco de las discusiones filosficas del famoso argumento

    ontolgico de San Anselmo de Aosta (1033-1109), arzobispo de Canterbury, so-bre la existencia de Dios. San Anselmo haba expuesto su famoso argumento ensu obritaProslogio, que podra resumirse as: desde que se considera como posi-ble un ser superior al cual no puede haber nada, ese ser tiene que existir, pues delo contrario ya no sera el ser por encima del cual no puede existir nada superior,puesto que le faltara la existencia; luego tiene que existir y ese ser sera Dios.Este argumento fue inmediatamente atacado por un monje de Marmoutiers, deorigen alemn y llamado Gaunilo, muerto hacia 1083, quien en un opsculo titu-lado Libro escrito en favor de un insensatoviene a decir irnicamente que delmismo modo con el que San Anselmo demuestra la existencia de Dios se podra

    demostrar tambin la existencia de una isla perfectsima en medio del Ocano,jams vista por nadie:

    Se afirma, por ejemplo, que en una parte del ocano existe una isla llamadaPerdida, a causa de la dificultad, mejor dicho, imposibilidad de encontrar loque no existe. Se le atribuyen riquezas y delicias incalculables, en mayor abun-dancia an que a las islas Afortunadas, y se aade que, libre de habitantes,excede en productos a todas las tierras habitadas por los hombres. Con or alque as me habla, comprender fcilmente sus palabras. Pero si despus, comoquien saca una consecuencia rigurosa, dijese: no puedes dudar en adelante de

    la existencia de esa isla, puesto que tienes una idea clara de la misma en tuespritu y porque es ms existir en la realidad que solamente en la inteligencia,pues de lo contrario cualquier otra tierra existente sera, por lo mismo, msimportante que ella. Si con semejantes razonamientos se me quisiera haceradmitir la existencia de dicha isla, creera que el argumentador bromea, o nosabra cul de los dos es ms insensato, l o yo; yo, si me prestaba a semejantespruebas; l, si se creyese haber puesto la existencia de esta isla sobre baseinquebrantable antes de haber probado su superioridad como cosa existente,

    Borondn, artculos publicados en el peridico de TenerifeEl Dalos das 11, 18 y 25de agosto de 1991, en su suplemento dominical LA PRENSA; Jos Antonio GonzlezMarrero, Algunas notas acerca de la vida y el nombre de San Brendano de Clonfert,enFortunatae, 6(1994), pp. 261-271; Jos Gregorio Gonzlez Gutirrez, San Borondny otros enigmas, en la revista Su futuro, 50(1991), pp. 38-41. Estando redactado ya el

    presente artculo ha llegado a nuestras manos la obra de Dolores Corbella y JavierMedina,Noticias de la Isla de San Borondn, La Laguna: Instituto de Estudios Cana-rios, 1997, que, desgraciadamente, no hemos podido incluir en nuestra resea crtica,

    pero que no queremos dejar de mencionar, dado que la consideramos una aportacin

    muy importante a la temtica samborondoniana.

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    en lugar de presentarla como un concepto falso o por lo menos dudoso para miespritu17.

    A esta crtica le respondi San Anselmo con otro opsculo titulado Qu res-ponde a esto el autor del libro o Apologa de San Anselmo contra Gaunilo, insis-tiendo en su argumentacin de que necesariamente el ser, el mayor que se puedeimaginar, si existe en la inteligencia, no est solamente en ella, porque si no estms que en la inteligencia, se puede imaginar uno mayor que l, lo que es contra-dictorio. Y aade San Anselmo:

    Lo mismo ocurrira, dices, si alguien, suponiendo una isla que aventaje a todaslas tierras por su fecundidad, isla llamada Perdida a causa de la dificultad,

    mejor dicho, de la imposibilidad de encontrarla, aadiese que no se puededudar de su existencia, ya que fcilmente se comprende su descripcin. Lodigo con confianza: si alguien, excepto este ser, el mayor que se pueda imagi-nar, encuentra una cosa, o existente de hecho o no existente ms que en elpensamiento, a la cual se pueda aplicar legtimamente la consecuencia del ra-zonamiento que he expuesto, me comprometo a encontrar esta isla perdida y adrsela de modo que no la pierda jams. Pero es evidente que lo que es tal queno se puede imaginar cosa mayor no puede ser supuesto no existir, porqueexiste en virtud de una razn segura y verdadera; de otro modo no existira 18.

    En estos textos, pues, tenemos ya acuada con su nombre la famosaIsla Per-dida, que repetida a lo lago de los sucesivos siglos pasar a designar un lugar demisterioso encanto, inaccesible a nuestra bsqueda.

    3.3. Quien, sin embargo, une por primera vez laIsla Perdidaal ciclo de la leyendade San Brandn es un monje de origen alemn, que pas su vida en Inglaterra yfue discpulo de San Anselmo: Honorius Augustodunensis, quien entre aproxima-damente 1098 y 1140 escribi unos veintids tratados, entre los que se le asignaunaImago Mundi, especie de enciclopedia de historia universal. Hablando de lasislas del mundo, en cierta medida siguiendo el libro XIV de las Etimologas de

    San Isidoro, en el libro I de su obra, pargrafo 36, dice Honorio:

    Hay una cierta isla en el Ocano, llamada Perdida, que, por su amenidad yriqueza de todas las cosas es con mucho la ms extraordinaria de todas lastierras, aunque ignorada de los hombres. Encontrada en cierta ocasin por azar,

    17. Seguimos el texto latino y la traduccin del P. Julin Alameda, Obras completas de SanAnselmo, Madrid: BAC, 1952, vol I, pp. 413-415.

    18.Idem, pp. 423-425.

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    posteriormente, cuando se la ha buscado, no se la ha encontrado, por lo que sela llama Perdida. A esta isla se dice que vino San Brandano.

    Durante mucho tiempo laImago Mundise atribuy a San Anselmo o inclusoa San Isidoro y fue vertida inmediatamente a las lenguas europeas, como veremosen el siguiente captulo. No obstante, segn las ltimas investigaciones, se estms bien de acuerdo en asignar la obra al monje alemn19.

    3.4. Pocos aos despus de Honorio se produce la identificacin de las Islas Afor-tunadas con la Isla Perdida y el tema brandaniano. Ello ocurre por medio delingls Gervasio de Tilbury, natural de Essex, profesor de Derecho en Bolonia,cuya vida transcurre entre 1140 y 1220, quien dedic al emperador Otn IV su

    obra titulada Otia Imperialia, una coleccin de noticias histricas y geogrficas,as como de leyendas y cuentos. En el libro II, pargrafo 11, hablando del capituloSobre la tercera parte del universo que llamamos frica, dice expresamente:

    Ciertamente, en el mismo lmite del Estrecho Gaditano, en direccin haciafrica, est la isla de los Afortunados, que por su vocablo signif ica que en ellaestn los bienes de todo y da a entender como que son los felices habitantes delParaso, riqusima por la amenidad del lugar y la abundancia de frutos, muyagradable para todos, pero conocida por pocos, la cual, cuando por casualidadse la encuentra alguna vez, despus que se la busca por mucho tiempo, no se la

    halla, por lo que se la llama Perdida. Dicen que, finalmente, vino a ella Brandino,santo varn, explorador del ocano20.

    3.5. Del siglo XIII tenemos tambin una referencia a nuestra isla en la obra delenciclopedista Vicente de Beauvais (1190-1264), Speculum Historiale, XXI, 93-94, para quien, sin embargo, la leyenda de San Brandn son apocrypha deliramentaextravagancias apcrifas. En el siglo XIV merece la pena resear la opinin deltambin enciclopedista Pedro Bersuire o Berchoirus, religioso benedictino fran-cs, cuya vida transcurre entre 1290 y 1362, quien en su Reductorium morale,obra en 34 libros sobre los de las Sagradas Escrituras, dice, hablando sobre las

    Islas Afortunadas, que se llaman as porque se encuentran por casualidad y aveces por fortuna; pero si se buscan a propsito, rara vez o nunca se las encuen-tra (XIV, 22). Como se puede apreciar, se trata de una explicacin inspirada en eltexto anterior de Gervasio.

    19. Cf., por ejemplo, V. Flint, Honorius Augustodunensis. Imago Mundi, ArchivesdHistoire doctrinale et littraire du Moyen ge, 57(1982), p. 7 y ss.

    20. Cf. Gervasii Tilberiensis, Otia Imperialia, II, 11, p. 989, Hannover, 1707. Agradezco

    aqu la informacin que para este texto me proporcion en su da el Prof. Ruiz de Elvira.

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    3.6. Terminaremos nuestra serie de textos latinos sobre laIsla Perdidacon la pri-mera mencin de la misma en un islario o enciclopedia de islas, gnero de obra

    insular muy frecuente en los siglos XV y XVI. La primera de estas obras, quenosotros sepamos, es elDe insulis et earum proprietatibusde Domenico Silvestri,un florentino amigo de Boccaccio, obra que se est de acuerdo en fechar haciafinales del siglo XIV. En ella se describen en forma alfabtica todas las islas cono-cidas hasta la poca de su autor, mezclando datos reales con elementos mticos yfantasiosos. En la entrada correspondiente a la voz Perdita se puede leer lo si-guiente:

    La islaPerdida est situada en el Ocano ndico. Por su amenidad y riqueza detodas las cosas es con mucho la ms extraordinaria de todas. Ha sido ignorada

    por los hombres, a no ser que fuera Canaria, de la que hemos hablado msarriba, que fue descubierta en nuestra poca, aunque tambin se dice que estaisla se la encuentra de vez en cuando, pero posteriormente, cuando se la habuscado, no se la descubre, por lo que se la llama Perdida: Isidoro sostiene ensuDe imagine mundique Brandano haba venido a esta isla.

    Este texto, como puede fcilmente comprobarse, es mezcla de citas anterio-res e interpretacin personal de su autor. La obra citada no es de Isidoro, como sedice aqu, sino de Honorio Augustodunensis. Interpretacin personal de Silvestries la ubicacin de laIsla Perdidaen el ocano ndico y su posible identificacin

    con Canaria. Tal vez en el caso de ndico haya que entender de las Indias, o sea,el Ocano Atlntico en su direccin a las Indias occidentales21.

    4. LITERATURASMEDIEVALESYRENACENTISTAS

    4.1. Ante todo habra que citar en este apartado la serie de traducciones del textolatino de Honorius Augustodunensis, citado en el apartado 3.3., que desde el sigloXII aparecen en lengua alemana, francesa, espaola e inglesa, por lo menos. Comomuestra de estas traducciones ofrecemos aqu las siguientes:

    a) En alemn tenemos, en primer lugar, el texto de una especie de descrip-cin del mundo con el ttulo de Lucidarius, que suele considerarse del

    21. He analizado la obra de Domenico Silvestri en el contexto de sus referencias a las IslasCanarias en mi trabajo Sobre el conocimiento de las Islas Canarias en el Trecento:elDe insulisde Domenico Silvestri, enPhilologica Canariensia(Las Palmas de GranCanaria), n 0, 1994, pp. 239-279, recogido tambin en mi libro citado en nota 12, pp.

    155-204.

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    119022, donde en la parte correspondiente a la descripcin de las islas delmundo encontramos la siguiente descripcin de laIsla Perdida:

    ... indem wendelmer ist ein insola heizet Perdita. die ist ebin schne ebin grneunde wazset eben sze alse daz paradyse. indie insele comen ze einem malehelige lte von geschihte, der gewant smachete nach dem smacke fnfzehinjar. nie sit mohte dehein mensche dar in comen, unz Got den gten sanctumBrendanum dar in sante.

    Tambin en alemn antiguo podemos ofrecer el texto en verso de la llamadaWeltchronik (Crnica del Mundo)de Rudolf von Ems, que es algo posterior alanterior23, y que describe el tema de laIsla Perdiday San Brandn entre los versos

    3.040 al 3.065:

    Ein isil heizit Perdita,du ist so gt das andirswaan gte, an schone niender lantist bezzir noh so schone irchantane das irdesche paradis,das nah dem wunsche in alle wisallir wnne wunschis ratbir al der erde wunne hat:

    d stozet an d selbin lant.in latine ist si genantd virborne, das ist war,wand zeinir zit ubir ell jardas lant also virswinditdas ez nieman vindit:das lant ist allin ltin garvirborgin vor, wand niemen darkunt, ez mze von geschihtirgan: man vindit andirs nihtwa d isele si gelegin.der vil wunderliche Gotis degin,der appet sante Brandan,kam drin, als ich vernomen han,ubir manic hundirt jare sidir

    22. Cf. F. Heidlauf (ed.), Lucidarius, Dubln-Zurich, 1970, p. 18.

    23. Cf. G. Ehrismann (ed.),Rudolfs von Ems Weltchronik, Dubln-Zurich, 1967, p. 43.

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    da sih liez uf die erde nidirvon Noe d groze diet,

    do si von Babilonie schiet.

    b) En francs merece la pena destacarse aqu el pasaje deLimage du mon-de, poema de unos 6.600 versos que viene a ser una versin potica de laobra de Honorius Augustodunensis, a veces asignada a autores comoGossouin o Gautier de Metz, pero, en cualquier caso, compuesta en la se-gunda mitad del siglo XIII. El poema se divide en tres partes y en la segun-da describe, en el captulo 13, las islas de la tierra, entre las que est lanuestra, en los siguientes trminos24:

    Une autre ille est que on ne puetVeoir comme on aler se veult,Et aucune fois est veue:Si lapelle on lIlle PerdueCelle ille trouva sains Brandains,Qui mainte merville vit ains.

    c) En espaol medieval hay dos versiones de la obra de Honorius que veni-mos citando. La una, del siglo XIII, aparece con el ttuloMapa-Mundiy sela asigna a Isidoro de Sevilla por parte de algunos autores25. En el pargra-fo 139 encontramos la siguiente visin de nuestra isla:

    139.De la ysla Pardita [IM 36]E otrosy en el mar Oeano ay otra ysla que dizen Pardita, segun ellatyn, e esta tierra es muy rrica e muy abastada de todas las cosas delmundo, e es muy viiosa sobre todas las tierras del mundo; e a estatierra dizen Pardita por que quando la buscan non la fallan, e non lapueden fallar sy non es por aventura; e a aquesta tierra vino San Brandan.

    Ms o menos por la misma poca y en una versin que lleva por ttuloSemeiana del Mundo tenemos otro texto, en el pargrafo 153, sobre la mismaisla, que dice as:

    24. Para un estudio deLImage du mondevase Ch. V. Langlois,La connaissance de la

    nature et du monde daprs des crits franais lusage des lacs , Pars, 1927, pp.

    135-197.

    25. Cf. A. Blzquez y Delgado Aguilera, San Isidoro de Sevilla. Mapa-Mundi, Madrid,

    1908.

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    153De la ysla que dizen ParditaOtrosi en el mar de Occeano a otra ysla que dizen Pardita en [16-E] latin.

    Esta ysla es tierra muy rica e muy abastada de todas cosas del mundo... Aesta tierra dizen Pardicta por que qua[n]do la buschan non la fallan, anon la pueden fallar si non es en auentura. Ha esta tierra uino San Brandan.

    d) Del texto francs citado en el apartado b) se hizo una versin inglesa afines del siglo XV, que el famoso impresor ingls Guillermo Caxton impri-mi en 1480 con el ttulo Mirrour of the World, de la que extraemos elsiguiente pasaje correspondiente a nuestra isla26:

    Another yle is there the whiche may not be seen whan men wold goo

    therto; but somme goo thyder, as men saye; and it is called the yle loste.This yle fonde seynt Brandon the whiche, beyung therin on ferme londe,sawe & fonde many meruailles lyke as his legende conteyneth; & whothat wil knowe it maye visyte his legende & rede it.

    4.2. Adems de las versiones anteriores en lenguas europeas del pasaje de Honoriopodramos mencionar otras referencias medievales y renacentistas de nuestra isla.Tal ocurre con un breve relato latino de Raoul de Glaber de hacia 1047, en el quese encuentra el tema de San Brandn y la movible isla-ballena27. En los libros decaballeras el topos literario de las nsulas es muy importante y entre stas no falta

    una llamada laInsula no Hollada, como ocurre enPalicisne de Beocia, o laInsulano Fallada, que aparece en elAmads de Gaula28. El motivo de la isla-ballena dela leyenda brandaniana se encuentra tambin en el primer relato de las aventurasde Sindbad el Marino de Las Mil y Una Noches, concretamente al final de lanoche 538. La Isla Perdida se encuentra tambin en el ciclo artrico, donde elmotivo de las islas lejanas es muy recurrente, al igual que el de la mtica isla deAvaln, en la que tendr su ltima morada Arturo de Bretaa. Nuestra isla se citaconcretamente en el vol II, p. 125, de la edicin de H. O. Sommer (Washington,1909-1913),La vulgate version of the Arthurian romances29. Asimismo, el temade la isla ballena existe igualmente en un relato corto castellano del siglo XVI,

    annimo, que pone en relacin las islas Fortunadas que llaman de Canaria con

    26. Cf. O. H. Prior, Caxtons Mirrour of the World, Londres, 1913, fo 51.27. Cf. A. Navarro Gonzlez,El mito marinero de las nsulas, Las Palmas de Gran Cana-

    ria, 1964, p. 48-49.28. Cf. L. Rubio Garca, La nsula Barataria, en Estudios literarios dedicados al profe-

    sor Mariano Baquero Goyanes, Murcia, 1974, pp. 639-653, esp. p. 640-41.29. Cf. L. Olschki, Storia letteraria delle scoperte geografiche, Florencia, 1937, p. 52,

    nota 79.

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    el motivo citado y que tiene por ttulo precisamente La Ballena30. En italianohabra que hacerse eco del gran poema de Ludovico Ariosto (1474-1533) Orlando

    Furioso, en el que se menciona expresamente la isla de San Brandn como chellasia una isoletta ci credemo (canto VI) y donde tambin se nos introduce el episo-dio referente a Ulania, embajadora de la reina de laIsla Perdida(canto XXXVII)31:

    Bradamante observando con atencin a las tres doncellas, reconoci en una deellas a Ulania, aquella embajadora que haba venido a Francia desde la islaPerdida.

    Igualmente en italiano aparece nuestro tema en un conocido islario de Th.Porcacchi, publicado en Venecia en 1572, con el ttuloLisole piu famose del Mondo,

    donde en el captulo dedicado a Islandia, identificada como la isla Tule, dice ex-presamente que otros la han llamado Isola perduta per esser tanto remota32. Enliteratura francesa, finalmente, habra que citar el tema de la isla inaccesible delcap. LVII de la obra de F. Rabelais, Le quart livre des faits et dicts du bonPantagruel, Pars, 1552.

    5. CARTOGRAFA

    5.1. Uno de los aspectos poco investigados todava, a nuestro parecer, es el del

    estudio de la cartografa como fuente documental para una serie de cuestionesrelacionadas con nuestro tema. Debe tenerse en cuenta que en muchos casos losmapas y atlas medievales y renacentistas estn elaborados sobre la base de lostextos griegos y latinos de los autores de la Antigedad. De ah que en frecuentesocasiones los cartgrafos acompaen sus obras de pasajes latinos correspondien-tes a esos autores. Estos textos son, a veces, muy interesantes como documentoadicional a las fuentes literarias. Para el caso que nos ocupa disponemos ahora deuna obra del especialista en cartografa Juan Tous Meli, publicada por el MuseoMilitar Regional de Canarias con el ttuloPlan de las Afortunadas Islas del Reyno

    de Canarias y la Isla de San Borondn, (1996), donde se encuentra recogida, ymuy bien documentada, la mayora de las representaciones cartogrficas referi-

    30. Vase el texto en J. Fradejas Lebrero (ed.), Novela corta del siglo XVI, ed. Plaza yJans, vol. II, pp. 675-88.

    31. Para una versin espaola de este famoso poema remitimos a la edicin de M D.Cabanes Pecourt, Madrid: Editora Nacional, 1984.

    32. Por el texto de Porcacchi, as como por los citados en las notas 22 y 23, quiero expresaraqu mi ms profundo agradecimiento a mi colega de la Universidad de Lovaina,

    Monique Mund-Dopchie, quien ha sido la que me los ha proporcionado.

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    das a nuestra isla. De esta obra extraemos gran parte de los datos que citamos acontinuacin.

    5.2. Desde el punto de vista de la cartografa medieval y renacentista hay quedecir que la primera mencin de unas islas de San Brandn, asociadas a las Afor-tunadas, se encuentran en el llamado planisferio de Hereford, as denominado porcustodiarse en la catedral de este nombre, datado hacia el 1290, que contiene enlatn la inscripcin: Las seis Islas Afortunadas son las Islas de San Brandn. Deunos pocos aos posteriores es el mapamundi del discario del convento de Ebstorf,en Hannover, destruido en 1943, pero del que disponemos de reproducciones an-teriores. En l aparece mencionada por primera vez en la cartografa laIsla Perdi-dacon la inscripcin en latn: Isla Perdida. San Brandn la encontr, pero desde

    que naveg desde ella ningn hombre despus la ha encontrado. Posterior a es-tos dos mapas citados es frecuente la mencin de unas islas de San Brandn colo-cadas en distintas latitudes del ocano Atlntico, como, por ejemplo, en la cartaportulana del mallorqun Angelino Dulcert de 1339, con una inscripcin latinaque dice: Islas de San Brandn o de las vrgenes. De 1367 es la carta portulanade los hermanos Pizzigani, en la que se coloca por encima de las Islas Canarias lafigura de San Brandn con las manos extendidas. Otros famosos mapas de lossiglos XIV y XV que hacen mencin de unas islas de San Brandn son los deGuillermo Soler (1380 y 1385), los de Maci de Viladestes (1413), los de GraziosoBenincasa (1461 y 1482), el de Paolo Toscanelli (1476) y el de Martn de Behain(1492). Incluso despus del descubrimiento de Amrica los cartgrafos siguierondibujando en sus mapas unas islas de San Brandn, como ocurre en la famosaCarta Nautica del mundolevantada en 1569 por Gerardo Mercator o en elTheatrumOrbis Terrarumde Abraham Ortelius, publicado en Amberes en 1570 y conocidocomo el primer atlas moderno. Todava en 1653, en elMapa de Les Isles Canariesde P. Du Val dAbbelville, se coloca en francs, al oeste de la isla de La Gomera,el siguiente texto: Al poniente de las Islas Canarias, algunos sitan las de SanBorondn, algunas de las cuales son la Inaccesible, que otros llaman la Fortunada,la Encantada, la No Encontrada, etc33.

    5.3. Al lado de esta cartografa general y universal podramos hacer mencin aqu,adems, de lo que algunos estudiosos han denominado cartografa canaria de laisla de San Borondn, que es el ttulo de un interesante trabajo del historiador E.Benito Ruano, uno de los mejores estudiosos de nuestro tema34. A esta cartografa

    33. Vase el texto y el mapa en la obra ciatada de J. Tous, p. 22 y 25.34. Cf. E. Benito Ruano, Cartografa canaria de la isla de San Borondn, en V Coloquio

    de Historia Canario-Americana, tomo IV, Las Palmas de Gran Canaria, 1985, pp. 145-

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    perteneceran los planos de San Borondn levantados por los ingenieros Torrianiy Cazorla (hacia 1592), o las plantas de la Isla de San Borondn de Pedro Agustn

    del Castillo y Len (1686) y Pedro Agustn del Castillo y Ruiz de Vergara (1721),o los bocetos de la misma isla encontrados en un manuscrito de Manuel Fernn-dez Sidrn (1735) y de Matas Pedro Snchez Bernalt (1735), o el diseo de SanBlandon de Cayetano de Huerta, o el dibujo de la isla de San Borondn realizadopor el historiador Jos de Viera y Clavijo en 1772, reproducido en su obraHisto-ria de Canarias35. Como puede apreciarse, no son escasas las representacionescartogrficas de nuestra isla, y eso que nos hemos limitado a mencionar slo lasms conocidas y ms frecuentemente citadas.

    6. ASPECTOSHISTRICOS

    6.1 Pretendemos en esta seccin de nuestro trabajo abordar algunos aspectos his-tricos relacionados con nuestro asunto. Lo ms sobresaliente de los hechos queahora vamos a referir tiene que ver precisamente con el Descubrimiento de Am-rica y con las relaciones entre Portugal y Espaa en los siglos XV y XVI. Somosmuy conscientes de que no somos historiadores profesionales y menos del perio-do sealado, por lo que aqu vamos a limitarnos a unos cuantos episodios en lamedida en que nos son conocidos. Para empezar diremos que la presuncin deuna o varias islas atlnticas, al oeste de los Archipilagos de las Azores, Madeira,Canarias y Cabo Verde, llmeseIsla Perdida, Islas de San Brandn o San Borondn,es uno de esos mitos, como el del Paraso, con el cual se relacionan de algunamanera, que, al decir de muchos estudiosos, han sido el motor que impuls unbuen conjunto de expediciones descubridoras36. Es bien conocida la obsesin deColn por confirmar, por ejemplo, el mito del Paraso, supuestamente situado aloeste del Ocano Atlntico, lo que ha hecho que autores como J. Gil o E. deGanda hablen de los mitos de la conquista americana o de las utopas del Descu-brimiento37. Referido a nuestro caso, y tambin en relacin con el descubridor de

    160. Del mismo autor merecen citarse sus trabajos recogidos en San Borondn, octavaIsla Canaria, Valladolid, 1978.

    35. Para la visualizacin de todas estas representaciones remitimos a la obra citada de J.Tous, pp. 26-33, a las que habra que aadir el mapa reproducido en la portada de sulibro correspondiente a la obra publicada de 1762.

    36. Cf. A. Gutirrez Escudero, Amrica: descubrimiento de un mundo nuevo, Madrid,1990, p. 21.

    37. Cf. E. de Ganda, Historia crtica de los mitos de la conquista americana, Madrid,

    1929; J. Gil,Mitos y utopas del descubrimiento, 3 vols., Madrid, 1989.

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    Amrica, resulta curiosa la noticia que se nos ofrece en su Diario de a bordo,correspondiente al 9 de agosto de 1492, cuando el Almirante se encontraba en la

    isla de La Gomera. Aqu le refieren unos vecinos de la isla de El Hierro que cadaao vean tierra al oeste de las Canarias, lo cual le aseguraban tambin unos veci-nos de La Gomera. Ante esto contina elDiario:

    Dice aqu el Almirante que se acuerda que estando en Portugal el ao de 1484vino uno de la isla de Madeira al rey a le pedir una carabela para ir a esta tierraque vena, el cual juraba que cada ao la vea y siempre de una manera. Ytambin dice que se acuerda que lo mismo decan en las islas de las Azores...38.

    Un episodio similar a ste nos relata su hijo Hernando Coln en suHistoria

    del Almirante, cuando en el captulo IX se cuenta que un tal Antonio Leme, casa-do en la isla de Madeira, le refiri que, habiendo navegado muy adelante haciaoccidente, haba visto islas, ante lo que el Almirante no se fiaba y crea que nopoda ser otra que alguna de las mencionadas como se presume fueron aquellasdenominadas de San Brandn, en las cuales se refiere haberse visto muchas mara-villas39. Dejando aparte problemas serios relacionados con Coln y la famosateora del piloto annimo y el conocimiento que antes de 1492 tena el Almirantede las tierras que ms tarde describira, lo que resulta evidente por los textoscitados es que por esta poca la creencia en una isla perdida estaba muy arraigadaen los Archipilagos de Azores, Madeira y Canarias. Tanto es as que de hacia

    1480 existe el elocuente testimonio del viajero flamenco Eustache de la Fosse,quien nos informa de la viva creencia portuguesa y espaola en unas islas perdi-das y encantadas que slo se mostrarn de nuevo cuando Espaa entera vuelva ala salvadora fe catlica40. Estas relaciones luso-hispanas culminaran con el Tra-tado de vora del 4 de junio de 1519, por el que el rey de Portugal cede al deCastilla los derechos sobre las legendarias islasAprosita,Antilia, San Borondn,la Isla Non Trubada y la Encantada, que no son sino otros tantos nombres denuestraIsla Perdida.

    6.2. De la amplsima bibliografa de los historiadores de Indias me voy a limitaraqu a ofrecer tres o cuatro referencias a nuestro tema. La ms llamativa, posible-mente, sea la de Pedro de Medina, quien en su obra de 1549Libro de grandezas ycosas memorables de Espaa, en el captulo XLII, al hablar de la isla Antilla nosdice que no est muy distante de la de Madeira y que agora no se ve. Luego nos

    38. Cf. L. Arranz (ed.), Cristbal Coln. Diario de a bordo, Madrid, 1991, pp. 75-76.39. Cf. L. Arranz (ed.),Hernando Coln.Historia del Almirante, Madrid, 1984, pp. 72-73.

    40. Cf. A. Navarro Gonzlez, op. cit., p. 25.

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    cuenta la historia en latn de que esta isla haba sido hallada en otro tiempo por loslusitanos, mas agora cuando es buscada, no se halla y nos termina contando

    que la isla tiene un Arzobispo y seis obispos, cada uno con ciudad propia, por loque se la conoce tambin como la isla de las siete ciudades. Esta es la primerareferencia a la identificacin del tema de laIsla Perdidacon el de la de las SieteCiudades41. Sobre la conexin de la isla de Madeira con el tema que estamostratando habra que citar tambin la referencia del mercader ingls Thomas Nichols,quien en suDescripcin de las Islas Afortunadas(hacia 1560), hablando de la islade Madeira, dice: Como quiera que fuese, pretenden que entre dicha isla y la islade La Palma est una isla an sin descubrir, que es la verdadera isla de Madeira,llamada San Brandn42. Una segunda referencia a nuestra isla en la literaturahistrica de los descubrimientos colombinos la tenemos en Bartolom de las Ca-

    sas (1474-1569), libro I, cap. 7 de suHistoria de las Indias, donde cita el texto deHonorius, que l cree que es de San Anselmo, segn el cual en el mar Ocanohaba una isla de frescura, fertilidad y suavidad, mucho ms que otras excelentsima,que se llamaba la Perdida, que algunas veces acaso la hallaron y hallaban y otras,cuando de propsito la iban a buscar y a escudriar, no la vean43. Como terceramencin de nuestra isla podra valer, por ejemplo, el pasaje de laHistoria de lascosas ms notables, ritos y costumbres del Gran Reino de la China(1585), delagustino Fray Juan Gonzlez de Mendoza, quien en el libro tercero, cap. I, de suobra, despus de mencionar las Canarias, dice que a la derecha de estas islas se vemuchas veces una isla a la que llaman San Borondn, que es fresqusima y muyabundante de arboledas y de mantenimientos... A la cual isla han ido infinitasveces nuestros espaoles de intento a buscar y nunca jams la han hallado, dedonde viene que de ella en todas aquellas islas hay diversas opiniones. Terminanuestro autor con la cuestin diciendo que en su opinin es una isla imaginaria oencantada o con algn otro misterio mayor, por lo que mejor sera dejar el tema yseguir la exposicin44. Terminamos este apartado con la nica referencia que he-mos encontrado hasta la fecha de relacionar laIsla Perdidacon el Archipilago deCabo Verde. Se encuentra en el historiador Gonzalo Fernndez de Oviedo (1478-1557), quien en 1519 publica su primera obra, que no es precisamente histrica:

    41. Cf. A. Gonzlez Palencia (ed.), Pedro de Medina. Libro de grandezas y cosas memo-

    rables de Espaa; Madrid, 1944, p. 70.

    42. Cf. A. Cioranescu, Thomas Nichols. Mercader de azcar, hispanista y hereje, La

    Laguna, 1963, p. 124.

    43. Vase el texto en la edicin de Juan Prez de Tudela, Madrid: BAE, 1957.

    44. Cf. la edicin de la obra realizada por el P. Flix Garca, Madrid: Aguilar, p. 302-

    303.

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    el Claribalte. Se trata de una especie de novela de caballeras en la que se noscuentan peripecias de todo tipo, algunas de ellas ubicadas en Canarias y ms lejos

    an, en una de las Islas Perdidas, que agora se llaman de Cabo Verde45

    .

    6.3 En el mbito canario prcticamente no hay historiador de Canarias que seprecie que no le dedique un captulo a la famosa cuestin de San Borondn,como la calific Viera y Clavijo en el siglo XVIII. Esta isla misteriosa, enigmticay fantasmagrica hasta tal punto est arraigada en el imaginario colectivo delpueblo insular que se la considera la octava isla del Archipilago canario. A pesarde su inexistencia emprica, testigos oculares de alta alcurnia, como prelados,religiosos, capitanes, escribanos y doctores, as como numerosos marineros y cam-pesinos, han alegado haberla visto por nuestro Archipilago. Se lleg incluso a

    levantar un plano de la misma, como hicieron ya en el siglo XVI los ingenieros P.Cazorla y L. Torriani, mientras que el historiador canario Abreu Galindo, por suparte, se atrevi a f ijar sus coordenadas en la cartografa: diez grados y diez mi-nutos de longitud y veintinueve grados y treinta minutos de latitud. Se crey tanfirmemente en su existencia que desde el siglo XVI se organizaron varias expedi-ciones para su bsqueda, siendo una de las ms conocidas la ordenada por elCapitn General de las Canarias, Juan de Mur y Aguirre, en 1721, sobre cuyocontexto socioeconmico se acaba de publicar un interesante trabajo en el que seapunta a la hiptesis de que la bsqueda de la isla paradisaca se propona comola solucin para los problemas canarios de 172146. Es ms, hay quien aseverahaberla fotografiado, como se recoge en el testimonio publicado por el ABC ma-drileo el 10 de agosto de 1958. Y para que no falte de nada, ha habido quien hamuerto por San Borondn, segn nos relata el escritor grancanario Luis GarcaDaz, ms conocido por el seudnimo literario de Luis Garca de Vegueta, en suobraIslas Afortunadas de 1944. Publica aqu nuestro autor un curioso documen-to, que asegura haberlo encontrado en el Archivo de Indias sevillano, consistenteen la declaracin de un tal Juan Palomo ante la Audiencia de Las Palmas, segn lacual se apareci por el oeste de la isla de La Palma una tierra que llamaban islade san borodn o balandrn. Al aparecer, unos decan que era tierra de Dios,

    otros que del Diablo y otros que era tierra natural. Curas y seglares defendancalurosamente sus opiniones con palos, piedras y cayados. Al mezclarse en eltumulto el capelln presbtero recibi un golpe en el cogote por el que muri sinextremauncin, y se le administr los santos leos y la vendicin y se le dio sepul-

    45. Cf. A. Gerbi,La naturaleza de las Indias Nuevas, Mxico, 1978, p. 262.46. Cf. F. Bruquetas de Castro-L. Toledo Bravo de Laguna, San Borondn (El contexto

    socioeconmico de la expedicin de 1721), en Vegueta, 2 (1995-96), pp. 65-71.

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    tura christiana. A lo que ha podido llegar la discusin samborondoniana!. Secumpla as la opinin que ya en el siglo XVIII nos daba Viera y Clavijo: La

    existencia de la isla de San Borondn es un problema, acerca del cual tenemostres sistemas. El primero es el del vulgo, supersticioso e ignorante, que atribuyesu inaccesibilidad a una especial providencia divina o magia diablica. El segun-do es el de los que se obstinan en sostener su realidad con pruebas de hecho ybuscar razones para que no se haya descubierto todava y para que con dif icultadse pueda descubrir. El tercero es el de los crticos y filsofos, que niegan absolu-tamente que exista tal isla fuera de nuestros ojos o de nuestra imaginacin47.

    6.4. De las expediciones organizadas, tanto por espaoles como por portugueses,en pos de la fantstica San Borondn, habra que citar como la primera la del

    portugus Ferno Dulmo, quien el 3 de marzo de 1486 consigue del gobiernoportugus autorizacin para ir a descubrir la que se presupone isla de las SieteCiudades. Es este un episodio bien conocido de los estudiosos que han abordadolos antecedentes de los descubrimientos colombinos. Luego siguieron otras expe-diciones en los aos de 1526, 1556, 1569, 1570, 1604, hasta la de 1721 ya citada.Pero hay otra expedicin organizada hacia 1519, o muy poco despus, que no estan conocida y que ha sido algo ignorada por los historiadores canarios. Es laorganizada por Francisco Fernndez de Lugo, sobrino del conquistador de Teneri-fe y primer Adelantado de Canaria, Alonso Fernndez de Lugo. Francisco Fernn-dez de Lugo fue regidor de La Palma y luego de Tenerife entre 1520 y 1540.Aprovechando una estancia en la pennsula en 1519 propone a la Cmara de Castillaunas capitulaciones muy semejantes a las de Cristbal Coln. La Cmara dio subeneplcito en todo cuanto se le propuso. Al decir del prestigioso historiador Ale-jandro Cioranescu, este episodio es la primera investigacin metdica acerca dela isla de San Borondn, despus de la expedicin de Coln a las Indias48. En elinicio de uno de los documentos que acreditan esta expedicin podemos leer losiguiente49:

    Francisco Fernndez de Lugo, regidor de la ysla de Thenerife, dize que l vive

    en la ysla de La Palma, en las yslas de Canaria, de donde muchas vezes se veee devisa una ysla que se llama Sant Blandin, a la qual muchos han ydo a

    47. Cf. J. de Viera y Clavijo,Historia de Canarias, vol I, Santa Cruz de Tenerife, 1982, pp.93-94.

    48. Cf. A. Cioranescu, El Capitn General de San Borondn, Jornada(Santa Cruz deTenerife) 11 de noviembre de 1982.

    49. Cf. A. Cioranescu, Las Indias de San Borondn, en Estudios Canarios, XIV-

    XV(1970), pp. 56-63.

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    buscar, asy vassallos de Vuestra Magestad como del rey de Portogal, la qualdicha ysla nunca han podido hallar...

    Por supuesto que la isla jams se encontr, pero no deja de ser curioso queSan Borondn haya tenido un Capitn General antes de ser descubierta, comoColn haba sido Almirante antes de descubrir las Indias, pero con la condicinexpresa de hallarlas50. Como isla perdida que jams se ha encontrado, San Borondnes, como muy bien afirma Cioranescu, tanto por su carcter imaginario como porsus implicaciones con la realidad, un subproducto de la imagen colectiva de Ca-narias y de las Indias: situada entre las dos, as como entre la realidad y la ficcin,slo le ha faltado la confirmacin del descubrimiento51.

    7. LITERATURAMODERNAUNIVERSAL

    7.1. Como isla imaginaria, de ensueo, laIsla Perdida, de San Brandn o de SanBorondn, ha tenido un rico tratamiento literario desde el renacimiento hasta no-sotros. Naturalmente, en el marco de la presente Comunicacin no podemos en-trar a fondo en l, por lo que voy a limitarme a ofrecerles unas cuantas pinceladas,de las ms significativas, a mi entender, sobre tan apasionante tema. Dejaremospara un ltimo captulo lo concerniente al tratamiento literario en el mbito cana-rio. Empezar con la mencin del benedictino espaol del siglo XVIII, el padre

    Benito Feijo (1676-1764), quien dedica uno de los captulos de su Teatro crticoa Fbulas de las Batuecas y pases imaginarios, donde en el pargrafo X abordala isla de San Borondn que le dicen se puede ver desde la isla de El Hierro.Despus de exponer todo lo referente a la misma que haba llegado a su conoci-miento concluye nuestro ensayista afirmando que la isla de San Borondn esuna mera ilusin52. De la rica literatura de viajes relacionada con las Islas Cana-

    50. Estos documentos han sido de nuevo estudiados, ms recientemente, por Emelina MartnAcosta, La Capitulacin de Francisco Fernndez de Lugo para conquistar SanBorondn, en X Coloquio de Historia Canario-Americana, vol. II, Las Palmas deGran Canaria, 1994, pp. 278-296. Sobre otra Capitulacin similar, la de Gabriel deSocarrs, acaba de publicar la misma autora otro interesantsimo documento en el queSan Borondn se confunde con San Bernardo: E. Martn Acosta, Capitulacin deGabriel de Socarrs para la conquista de San Bernardo (San Brandn o San Borondn),enRevista de Historia Canaria, 178 (1996), pp. 129-149.

    51. Cf. A. Cioranescu, artculo citado en nota 48.52. Cf. A. Millares Carlo, Obras escogidas del P. Fray Benito Jernimo Feijo y Montenegro,

    Madrid: BAE, 1961, vol III, p. 92.

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    rias que desde el mismo siglo XVI hasta nuestros das no ha dejado de hacersemencionaremos aqu como muestra slo el caso de uno de los viajeros ms ilus-

    tres que ha dado esplendor a nuestro Archipilago: Alejandro de Humboldt, cuyaobraDel Orinoco al Amazonas, basada en su viaje de 1799, es todo un clsico deeste tipo de literatura. En uno de sus captulos, hablando de su permanencia ennuestras islas aparece el tema de San Borondn de la siguiente forma: Las pro-ducciones del Nuevo Mundo no pueden llegar al antiguo sino por latitudes muyelevadas y siguiendo la direccin de la corriente de La Florida. A menudo sonarrojados sobre las costas de las islas de Hierro y la Gomera frutos de variosrboles de las Antillas. Antes del descubrimiento de Amrica miraban los canariosesos frutos como provenientes de la isla encantada de San Borondn que, segn laimaginacin de algunos pilotos, y de acuerdo con algunas leyendas, estaba situa-

    da al Oeste en una parte incgnita del ocano, que se supona arropada por perpe-tuas neblinas53. En 1855 public el norteamericano Washington Irving (1783-1859) sus Crnicas de Wolferts Roost, en las que se hace eco de nuestra isla enrelacin con la historia de Canarias. Tras referir lo concerniente a las cosas mara-villosas que se han contado de esta enigmtica isla, nuestro autor aade: Estamisteriosa isla fue estigmatizada por los antiguos cosmgrafos con el nombre deAprositus o la Inaccesible54. Pero la primera obra narrativa a gran escala queutiliza la isla de San Brandn como marco geogrfico en el que se mueven suspersonajes es el britnico Charles Kingsley (1819-1875), autor de un cuento dehadas tituladoLos nios del agua, publicado en 1853. Kingsley marca en la histo-ria de la novela inglesa el trnsito del gnero histrico al de aventuras. Su obracitada tiene a San Brandn como protagonista y su isla mgica o bendita la sitasu autor en el Atlntico, al oeste de Irlanda55. En el marco de la literatura espaolauno de los grandes autores que introduce en sus obras el tema de nuestra isla es elescritor valenciano Vicente Blasco Ibez. Lo hace, que nosotros sepamos, almenos dos veces. Una, con ocasin de su obraLos Argonautas, publicada en 1914,pocas semanas antes del principio de la Primera Guerra Mundial, inspirada en susaventuras y correras por Argentina y Uruguay. En el captulo tercero de esta obrahace el autor un excelente resumen de toda la mitologa concerniente al tenebroso

    Atlntico, este mar de tinieblas, y a los lugares ms all de las Columnas de Hr-cules, citando las islas fantasmas que se crea todava existan en l, como la de lasSiete Ciudades, y San Borondn, que Blasco Ibez denomina San Borombn,

    53. Citamos por la reciente publicacin realizada a cargo de M. Hernndez Gonzlez,Alejandro de Humboldt.Viaje a las Islas Canarias, La Laguna, 1995, p. 57.

    54. Cf. W. Irving, Chronicles of Wolferts Roost and other Papers, Edimburgo, 1855, p.312.

    55. Para una sntesis del contenido de la obra de Kingsley, vase A. Manguel-G. Guadalupi,

    Gua de lugares imaginarios, Madrid, 1992, pp. 406-407.

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    isla que ocupaba a las gentes de mar durante varios siglos; isla fantasma quetodos vean y en la que nadie llegaba a poner pie56. El escritor valenciano da

    muestra de un gran conocimiento de la relacin de nuestra isla con Canarias, a lavez que se hace eco de la tradicin mitolgica que sobre ella haba: Casi todos losmapas de la poca situaban esta isla en las inmediaciones de las Canarias, y ochen-ta aos antes de la independencia de las colonias, cuando la Amrica espaola ibaya pensando en declararse mayor de edad, todava sali de Tenerife una expedicinmandada por un caballero respetable, y como se trataba de una empresa misteriosa,iban dos frailes en su buque. Algunos crean que esta isla fantasma era el lugar delParaso Terrenal, donde viven bienaventuranza eterna Elas y Enoc. La santa poesase aprovecha siempre de las ficciones populares. La otra referencia a nuestra islase produce en su obraEn busca del Gran Kan, publicada en 1928, despus de un

    largo periplo alrededor del mundo. El Gran Kan no es otro que Cristbal Coln. Enla parte segunda de esta obra vuelve a recoger su autor las diversas leyendas sobrelas islas fantasmas del Atlntico: la islaAntilia, la isla de las Siete Ciudades, la islaCipango y la isla de San Borondn, a la que ahora cita con su nombre correcto y dela que nos refiere: En las Canarias algunos marineros vean siempre en el mismolugar del horizonte una nube fija, que deba de ser una isla, y lamentaban no teneruna carabela a su disposicin para ir a descubrirla57. A principios de nuestro siglo,hacia 1916, la norteamericana Margaret Mitchell, autora de xitos tan conocidoscomo Lo que el viento se llev, escribi su novela Laysen, la isla perdida, que

    permaneci largo tiempo indita. Es de las pocas novelas que hemos encontradocon el ttulo de isla perdida. La accin se desarrolla en una isla del Pacfico y seinspira en unos amores reales de la autora. El conocido escritor argentino JorgeLuis Borges, uno de los ms clsicos contemporneos de las letras hispnicas, esautor deEl libro de los seres imaginarios(1967), donde a la hora de hablar de ElZaratn nos refiere el cuento geogrfico y marinero de los navegantes que desem-

    barcan en una isla sin nombre, que luego se abisma y los pierde. Borges aduce aquel tema de San Brandn y la isla-ballena, especialmente en la tradicin de la litera-tura rabe, para terminar aludiendo aMoby Dick58. Un autor espaol que frecuente-mente menciona nuestra temtica en su obra es lvaro Cunqueiro, como no poda

    ser menos al tratarse de un escritor gallego profundamente conocedor de las tradi-ciones celtas y entre ellas de la temtica de San Brandn. De sus innumerablesreferencias a nuestra isla destacara aqu la de un artculo suyo titulado La Atlntidasiempre, publicado con motivo de la aparicin de un nuevo libro sobre este tema, endonde llega a sincerarse afirmando que no hace falta decir que uno prefiere la con-

    56. Cf. Vicente Blasco Ibez, Obras completas, Madrid: Aguilar, 1966., vol. II, p. 532.57. Cf. dem, vol. III, p. 1282.

    58. Cf. J. Luis Borges, El libro de los seres imaginarios, Barcelona, 1983, pp. 207-209.

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    cepcin que me atrevo a llamar romntica de las islas desconocidas, perdidas al oes-te, las islas de los celtas y las Floridas medievales, aquellas hacia las que naveg San

    Brendn en busca del Paraso terrenal59

    . En 1985 public el escritor siciliano GesualdoBufalino, fallecido hace pocos meses, una seleccin de trabajos suyos entre los quecabe mencionar uno dedicado a Lisola prodigiosa, en el que hace una pequeahistoria de la temtica siciliana de la isla Ferdinandea que como San Borondn apa-rece y desaparece60. Por ltimo, en el tratamiento narrativo de nuestra isla habra quealudir a la obra del profesor y escritor espaol contemporneo Emilio Sola, quien ensu obra El paraso de las islas (Madrid, 1993), figura como protagonista un DonBorondn, el Babilnico o el Antiguo. Es uno de los pocos tratamientos cmicos quehemos encontrado del nombre de San Borondn. Aunque no debiramos olvidar queya en 1983, un poco jocosamente, el escritor y periodista Jos Hilario Chela escriba

    acerca de los platos sobre la mesa de las cocinas de San Borondn, o sea, sobre unagastronoma inexistente, la de San Borondn, de la que llega a decir: Una isla mgi-ca, soada y entrevista en tantas latitudes y por tantos marinos, cabalgada y goberna-da por la figura mtica y cltica de San Brandn, con una orografa de nieblas, deluces y de onricas montaas, de imaginados valles y de inhollables playas61.

    7.2. Desde el punto de vista de la poesa, el texto ms completo que conocemoshasta la fecha sobre nuestra isla es una de las ms bellas poesas dedicadas al temaen todos los tiempos. Se trata de una composicin del melanclico autor italianoGuido Gozzano (1883-1916), famoso sobre todo por sus Cartas de amor, uno delos ltimos poetas romnticos ms importante. Es un poema en siete estrofas,muy poco citado en los medios literarios, que nosotros reproducimos aqu en sulengua original por mantener la extraordinaria musicalidad de sus versos y ofre-ciendo paralelamente una traduccin al espaol realizada por mi colega italianode la Universidad de La Laguna, Alberto Giordano, a quien desde aqu quieroexpresarle mi ms sincero agradecimiento. El poema lleva por ttulo La msbella y se encuentra en el libro del citado autor,Poesie sparse:

    59. Cf. A. Cunqueiro,Fbulas y leyendas de la mar, Barcelona, 1983, p. 42. Del mismoautor, puede citarse para nuestro trabajo su artculo Viaje de San Brandn, en sulibroEl envs, Barcelona, 1969, pp. 351-353.

    60. Cf. G. Bufalino, Cere perse, Palermo, 1985, pp. 880-884. Doy mis ms efusivas graciasa mi colega de la Universidad de Mesina Maria Cannat por haberme proporcionado eltexto de G. Bufalino y las canciones de Francesco Guccini. La obra de Gesnaldo Bufalino(1920-1996) slo ltimamente se ha traducido al espaol, como hace poco nos ha recor-dado Mauricio Bach (vaseLa Esfera, 9 de marzo de 1998), para quien el autor sicilianoes uno de los pocos escritores emprescindibles de la Europa de este final de siglo.

    61. Cf. J. H. Chela, Los platos sobre la mesa en las cocinas de San Borondn, en la

    revista Sanborondn, 2(1983), p. 6.

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    LAPIBELLA!

    Ma bella pi di tutte lIsola Non-Trovata:quella che il Re di Spagna sebbe da suo cuginoil Re di Portogallo con firma sugellatae bulla del Pontifice in gotico latino

    LInfante fece vela pel regno favoloso,vide le Fortunate: Uinonia, Gorgo, Herae il Mare di Sargasso e il Mare Tenebrosoquellisola cercando... Ma lisola non cera.

    Invano le galee panciute a vele tonde,le carvelle invano armarono la prora:con pace del Pontefice lisola si nascondee Portogallo e Spagna la cercano tuttora.

    Lisola esiste. Appare talora di lontanotra Teneriffe e Palma, soffusa di mistero:... lIsola Non-Trovata! Il buon Canaranodal Picco alto di Teyde laddita al forestiero.

    La segnano le carte antiche dei corsari:... Hisola da-trovarsi? ... Hisola pellegrina?... lisola che scivola sui mari;talora i naviganti vedono vicina...

    Radono con le prore quella beata riva:tra fiori mai veduti svettano palme somme,odora la divina foresta spessa e viva,lacrima il cardamomo, trasudano le gomme...

    Sannuncia col profumo, como una cortigiana,lIsola Non-Trovata... Ma, se il piloto avanza,rapida si dilegua come parvenza vana,si tinge dellazzurrro color di lontananza...

    LAMSBELLA

    Y ms bella de todas la Isla No-Hallada:la que el rey de Espaa tuvo de su primoel rey de Portugal con firma sellada

    y bula del Pontfice en gtico latino.

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    El infante hizo vela para el reino fabuloso,vio las Afortunadas: Uinonia, Gorgo, Hera

    y el Mar de los Sargazos y el Mar tenebrosobuscando aquella isla... Pero la isla no estaba.

    En vano las galeras panzudas de velas redondas,en vano las caravelas armaron la proa:con paz del Pontfice la isla se escondey Portugal y Espaa an la estn buscando.

    La isla existe. Aparece a veces desde lejosentre Tenerife y Palma, rodeada de misterio:

    La Isla No-Hallada! Y el buen Canariode la cumbre del Teide la ensea al forastero

    La muestran los mapas antiguos de los corsarios:...Isla por hallar? ... Isla peregrina?Es la isla que se desliza sobre los mares;a veces los navegantes la ven carcana.

    Rozan con las proas la ribera feliz:entre flores nunca vistas se levantan palmeras,perfuma la divina floresta densa y viva,,llora el cardamomo, lentas gotean las gomas...

    Se anuncia con el perfume, como una cortesana,la isla No-Hallada... Y, si el piloto avanza,rpida se desvanece como apariencia vana,se tie del color azul de lejana...

    (Trad. de A. Giordano)

    Inspirndose en este poema, el cantautor italiano Francesco Guccini, naturalde Bolonia, edit en 1970 un disco-cassette, entre cuyas canciones introduce dostituladas Lisola non trovata, cuyo texto viene a decir en espaol:

    El Rey de Espaa dio velabuscando la isla encantada,pero aquella isla no estabay nunca nadie la encontr.

    Desapareci de la proa de la galera,

    como una idea;

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    como una esplndida utopase ha ido lejos y nunca volver.

    Los antiguos mapas de los corsariosllevan un signo misterioso:de l hablan bajito los marineroscon un pavor supersticioso.

    Nadie sabe si existe de verdad,o si es un pensamiento;si a veces el viento tiene su perfume,es como el humo que nunca alcanzas.

    *

    A veces aparece envuelta en la neblina,mgica y bella; pero, si el piloto avanza,con alas de misterio ya ha volado lejosteida del color azul de lejana.

    (Trad. de A. Giordano)

    Otro cantautor italiano, Edoardo Bennato, dedica una de sus canciones a laisla que no existe (Lisola che non c), cuyo texto es el siguiente:

    Seconda stella a destra questo il camminoe poi dritto fino al mattinopoi la strada la trovi da teporta all isola che non c.

    Forse questo ti sembrer stranoma la ragione ti ha un po preso la mano

    ed ora sei quasi convinto chenon pu esistere un isola che non c.

    E a pensarci, che pazzia, una favola, solo fantasiae chi saggio, chi maturo lo sa,non pu esistere nella realt!

    Son d accordo con voi non siste una terra

    dove non ci son santi n eroi

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    e se non ci son ladrise non c mai la guerra

    forse proprio l isola chen non c... che non c...

    E non un invenzionee neanche ungioco di parolese ci credi ti basta perchpoi la strada la trovi da te...

    Son d accordo con voiniente ladri e gendarmi

    ma che razza di isola ?Niente odio e violenzan soldati n armiforse proprio lisola che non c ... che non c...

    Seconda stella a destra questo il camminoe poi dritto fino al mattino,no ti puoi sbagliare perch,quella lisola chen non c!...

    ...E ti prendono in girose continui a cercarlama non darti per vinto perchchi ci ha gi rinunciatoe ti ride alle spalleforse ancora pi pazzo di te!62

    8. ELCONTEXTOCANARIO

    8.1. En el mbito geogrfico de las Islas Canarias el tema de nuestra isla, espe-cialmente conocida como San Borondn, ha sido muy utilizado literariamente alo largo de toda nuestra historia. Ofrecemos a continuacin slo un pequeo reco-rrido por diversos autores, predominantemente canarios, que han tenido a San

    62. Citamos por el trabajo de Nadia Minerva en la obra de J. C. Marimontou-J. M. Racault

    (eds.),L insularit. Thmatique et Reprsentations, Pars, 1995, p. 159.

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    Borondn como objeto de su inspiracin. Desde el punto de vista de la poesa,una de las primeras menciones de San Borondn entre los poetas escritores cana-

    rios podra ser la de Viera y Clavijo, que en su poema tituladoLos Vasconautas,canto tercero, estrofa 45, dice:

    Sobre un csped de hinojos y poleo,descansando del sol que la acaloraa Catalina vi de San Mateoall en San Borondn predicadora.

    Es conocido el trato de favor que nuestro ilustre historiador concedi al temade San Borondn, lo que ha llevado a algn estudioso a calificar a Viera y Clavijo

    como el primer samborondonista63.Hacia 1932 escribi nuestra ilustre estudiosa de todo lo canario, Mara Rosa

    Alonso, un pequeo artculo que luego public en 1940 con el ttulo San Borondn,signo de Tenerife. En este opsculo nuestra prolfica autora haca un llamamientoa los poetas actuales para que compusieran un romance sobre San Borondn:San Borondn est de nuevo en nosotros. Vengando sus injurias. Hacedle, poe-tas, un romance de desagravio a San Borondn. Organicemos en su busca unaquinta expedicin, de batalla, de lucha. Para morir o vencerla con su maldicindentro. Tal hubiramos querido hacer unos cuantos. Pero cuando la ira de la Encu-bierta hierve, nadie quiere embarcarse para ella, ni nadie quiere hacer de generalMur. A este llamamiento no respondi ningn poeta, pero s el pintor Juan Ismael,que dedic uno de sus famosos cuadros a la aparicin de la isla de San Borondn64.No obstante, la profesora tinerfea conoca un romancillo marino que haba pu-blicado en 1928 el historiador canario Buenaventura Bonnet en laRevista de His-toria. El romance le haba sido enviado al Sr. Bonnet por D. Francisco Montesdeocaquien, a su vez, crea que era una cancin annima cantada por los marineros delPuerto de la Cruz. En este romance se cuenta la prdida de una barca, La Elvira,que se hunde cuando intentaba encontrar la isla de San Borondn. El romancereza as:

    63. As lo define Jos Ayala Zamora en su artculo El primer samborondonista, publica-do en el peridico tinerfeoEl Da, el 27 de diciembre de 1981, p. 25.

    64. Sobre este pintor puede verse ahora la monografa de E. Padorno,J. Ismael, publicadapor el Gobierno de Canarias en su Biblioteca de Artistas Canarios, Santa Cruz deTenerife, 1995, donde en la p. 106 hay una foto del pintor junto a su proyecto de

    decoracin mural de 1935 con el ttuloAparicin de la isla de San Borondn.

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    Trimenda mentiranos meti el patrn

    quien siendo muy jovenmucho navegen la barca Elvira,la que se perdi,buscando la islaque un marinero viofrente a La Gomeracon todo claror.El patrn contabacosas que invent

    porque aquella islajams la encontr,ni vila en su vidani a ella arrib.Era la encantadaque desapareci,la isla llamadade San Borondn.Boguen compaerosque el viento rondy la mar nos tumbasobre El Caletn.Boguemos ligeroscon fuerza y ardor,que all en Los Pesquerosla Elvira se hundi,sin dar con la islade San Borondn.

    Seguimos la versin ofrecida por Rosa Mara Alonso en laRevista de Histo-ria, 1944, p. 299. En su libro ya citado anteriormente, Luis Garca de Veguetapublic otra versin del mismo romance, con el aadido de algunos versos, di-ciendo que se trata de un romancillo que la gente marinera sola cantar comoacompaamiento del chapoteo de los remos en el agua. En la actualidad estacomposicin es mucho ms conocida gracias a la versin musical que de la mis-ma realizaronLos Sabandeosen 1980 con el ttulo San Borondn. Romancilloscanarios.

    Otro romance importante sobre San Borondn nos lo transmite el que fueraCatedrtico de Literatura en la Universidad de La Laguna, D. Alberto Navarro

    Gonzlez, quien haba recogido del cancionero insular el siguiente romance que

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    recuerda la maravillosa isla-nube de San Borondn (seguimos el texto publica-do en su ensayo El mito marinero de las nsulas, Las Palmas de Gran Canaria,

    1964, pp. 53-54):

    San Borondn, San Borondnpor la sirena, por su cancin.Que suenen tambores guanchesy canten las caracolas,que la isla misteriosase divisa entre la olas.Que San Borondn ya viene,dibujndose en la bruma,

    como si fuera una reinacon su cortejo de espuma.Y cuentan los que te vieronque quien te quiso alcanzartan solo encontr una nubemecindose sobre el mar.San Borondn, San Borondn!Dnde escondiste mi corazn?

    La asociacin que se hace aqu entre San Borondn como isla-nube recuerdaen parte a la que podemos observar tambin en otra composicin annima quenos proporciona Flix Duarte en su libro Leyendas Canarias, ed. Edirca, LasPalmas de Gran Canaria, 1981, pp. 268-269, que ve a San Borondn con unaexistencia entre las brumas. El poema sobre San Borondn citado por Duartees slo un fragmento, que dice lo siguiente:

    Pero, aunque todos te olvideny no te esperen, yo creoen tu vida entre las brumas

    que aprisionan tu secreto.Y espero que llegue el prncipe,con su caballo ligero,y descubra tu hermosuray ponga en tu blanco dedodorado anillo nupcial,y estampe un clido besoen tu diestra, que an se aferraa los corceles del tiempo.Isla de San Borondn,

    ya se ha roto tu misterio;

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    que eres una nueva flor abiertaen los atlnticos huertos.

    En 1958 publicaba el Dr. D. Enrique Nacher en el nmero 20 de la revistaSinergia, rgano por aqul entonces de la Sociedad General de Farmacia, un intere-sante artculo titulado La fantstica isla de San Borondn, octava de las Cana-rias, en el que citaba dos estrofas de una poesa del gran poeta, afincado en GranCanaria, Pedro Lezcano, que nosotros, sin embargo, no hemos podido dar con ella.Sobre todo la segunda de las dos estrofas es una excelente sntesis de todo lo que hasignificado San Borondn: ballena, duende, neblina, nubarrn, sueo, espejismo,

    bruma de la mar, mentira.... He aqu ese bellsimo fragmento de Pedro Lezcano:

    Cien mil catalejos buscanel oro de tus orillas.San Borondn, Borondn,sin plataneras ni pias.San Borondn, Borondn,donde el amor se cultiva.

    San Borondn, Borondn,ballena, duende, neblina,nubarrn, sueo, espejismo,broma de la mar, mentiraSan Borondn, Borondn,fjate en tus siete amigas.

    Pero quien, a nuestro parecer, mejor ha cantado poticamente a San Borondnes el poeta y periodista Luis lvarez Cruz en una serie de tres bellsimos sonetospublicados con el ttulo Peregrinando a San Borondn, de los que ofrecemosaqu slo el primero65:

    San Borondn.... Oh, mito fantstico de brumatierra intacta y fugaz, divina y deslumbrante!Yo te amo, extraa isla que surges entre espumay entre espuma te hundes y borras al instante.

    Isla de los Milagros en la que se consumaun csmico misterio de magia obsesionante,

    65. Cf. L. lvarez Cruz,Isla, Santa Cruz de Tenerife, 1975, pp. 131-133.

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    no eres t la esperanza, que aparece y se esfuma,Isla de la Ilusin, solitaria y errante?

    T bogas al costado de la ptrea escuadrilla,acaso como un smbolo, como una maravillainabordable, indita... Eres la Non Trubada.

    Isla de la Esperanza es tu nombre inmarchito,siempre posible al hombre en el mar infinito,y siempre perseguida y siempre inalcanzada.

    ltimamente el profesor y poeta Eugenio Padorno ha hecho una breve refe-

    rencia a nuestro tema en la que compara al poema con el tema que nos ocupa:Poema: Isla secreta, suerte deAprositus, lugar que no se muestra ms que porazar, all donde la soledad del mar se puebla de la sigilacin de neblinas inhspitas,detrs de remolinos protectores66.

    8.2. Fuera de la poesa merece la pena citar el cuento La muchacha de SanBorondn, que el autor alemn Horst Uden recrea en su libroBajo el Drago. Ennuestro recorrido literario del samborondonismo canario encontramos manifesta-ciones ms o menos poticas que algunos escritores canarios contemporneoshan expresado ltimamente. Empezaremos con la que se contiene en el recientelibro sobre Los Sabandeos titulado Los Sabandeos. El canto de las Afortuna-das, obra de los hermanos Carmelo y Martn Rivero, que suelen firmar comoCarmelo Martn. A la hora de hablar de los mitos del Atlntico (cap. 16) afirmanlo siguiente: San Borondn es el paraso que los canarios han tenido que mitificarimperiosamente, cada vez que lo han necesitado, para escapar in extremisde to-das sus desgracias y calamidades, y navegar tras l en su ingrata bsqueda por losmares del archipilago, saltando de isla en isla, impelidos por la hambruna y lasequa, o yendo ms all, detrs de su particular fantasma, abrindose paso por elanchuroso ocano, en barcos de mala muerte, hasta recalar, al fin, en Amrica,

    ltima escala obligada de esa continua huida hacia adelante. Amrica es el SanBorondn real y autntico de los canarios. Esta concepcin de San Borondncomo paraso recuerda en cierta manera a la de nuestro clsico historiador Viera yClavijo cuando se preguntaba: Y si se ha de creer todava existente el parasoterrenal en un sitio inaccesible por voluntad divina, qu otro mejor pas para esteefecto que la isla de San Borondn que, adems de ser una de las Afortunadas oBeatas donde colocaban el paraso los gentiles, tiene la propiedad de presentarse

    66. Cf. Eugenio Padorno, Teora de una experiencia, Islas Canarias, 1989, p. 137.

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    a los ojos y de huirse de entre las manos? (Historia de Canarias, ed. Goya, SantaCruz de Tenerife, 1982, vol. I, p. 95). Hay tambin autores que siguen creyendo en

    esta isla y la consideran la ms interesante del Archipilago, precisamente porsu pureza, ya que el mal no ha podido acceder todava a ella: ningn stiro haviolado su virginidad; ningn corsario ha recorrido sus costas, ningn conquista-dor ha hollado sus cspides, y ningn aventurero ha teido sus tierras con sangreen turbulentos combates desarmada. Es sta la visin de la isla Encubierta debi-da a la pluma de Flix Duarte en su libro ya citado (p. 269). Dentro del teatro unade las pocas apariciones de nuestra isla se da en la obra La Conjura, de CiriloLeal, Premio ngel Guimer de 1983, en la que en las cuatro ltimas escenas sedesarrolla la accin en torno a la isla de San Borondn, la isla non trubada, laerrabunda y verstil que pasea sus blancas y enormes barbas por las cresteras de

    nuestras cumbres, entrelazndose con el alisio y contralisio para luego escurrirseen el fondo de la mar ocana67. De los ltimos aos habra que citar algunosrelatos en prosa con la temtica samborondonista como sonEl mensaje de SanBorondn, de Pedro Gonzlez Vega (1989); Borondn, la octava isla, de RalMarco Ruiz Gutirrez (1993) y las obras de J. M. Trujillo,Relatos de la isla per-dida, (1996), y Otros relatos de la isla perdida(1997). Como relato corto, podracitarse el tratamiento que hace J.M. Balbuena Castellano en su Llanto por unparaso perdido68, y ms recientemente el que recoge el autor alemn HaraldBraem, muy conocido ltimamente por su novela de ambientacin histrica cana-ria Tanaus, en un libro sobre cuentos y mitos canarios, donde califica a nuestraisla como la isla de ensueo (Trauminsel)69.

    Pero quienes mejor y ms hondamente han tratado el tema borondoniano enla narrativa canaria han sido tres autores de relieve internacional: la tinerfeaMara Rosa Alonso, la cubana Dulce Mara Loynaz y el espaol Ignacio Aldecoa.En un ensayo de 1953 titulado San Borondn a la vista, la ilustre escritoratinerfea, Doctora Honoris Causa de nuestra Universidad de La Laguna y en laactualidad afincada en Madrid, hace un bellsimo anlisis de la historia de nuestraisla, del que entresacamos los siguientes prrafos:

    La isla ms isla de todas las islas es la inaccesible, la isla a la que nunca sepuede llegar...El maravilloso mito se gest entre la santidad viajera de los monjes celtas, delos