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VIRTUAL BOLETÍN DE CULTURA PERUANA - MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES - Nº 7 17/7/2020 LAS TRADICIONES DE RICARDO PALMA

VIRTUAL · dor, países con importantes tramos de esta red vial. En paralelo, la exposición itinerante Qhapaq Ñan. El Gran Camino Inca organizada por el Ministerio de Re-laciones

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VIRTUALBOLETÍN DE CULTURA PERUANA - MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES - Nº 7 17/7/2020

LAS TRADICIONES DE RICARDO PALMA

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DÍAS, MESES, AÑOS CON RICARDO PALMAMarco Martos*

Una mirada desde el Perú a la obra de Ricardo Palma (Lima, 1833 -1919).

Ricardo Palma es, sin duda, uno de los pocos autores de nuestra literatura al que los

peruanos podemos acceder con mucha familiaridad, puesto que está incorpo-rado a los programas escolares hace muchos años. Este hecho estadísti-co no es necesariamente fuente de su popularidad. Probablemente la primera razón de su aceptación por todo el que lo lea es que conecta de un modo absoluto con todo tipo de lector, en primer lugar, con los niños. La experiencia de lectura que tenemos, la primera, es la inolvidable. De manera que leer a Palma en la escuela primaria garan-tiza su perdurabilidad en nuestra memoria. Ahí está aquel sacerdote realista, Zapata, que tenía el placer de llamar Martín a José de San Martín y al que este bautizó como Pata, mediante decreto supremo. Y ahí está el mariscal Ramón Castilla jugando con el dije que semejaba un cañoncito, intrigado sobre lo que le iba a pedir el ciudadano que se lo había regalado. Esta primera impresión definitiva se va haciendo más rica con el paso de los años, en la medida que nuestra propia vida se va haciendo más variada y compleja. Palma tiene una tradición o muchas tradiciones para todo tipo de lector. Cuando los adolescentes o los adultos jóvenes sienten la poderosa garra del amor, Palma tiene siempre una palabra amable para matizar los sufrimientos y las alegrías de ese vendaval.

El lector ciudadano, interesado por asuntos del poder, tiene numerosas tradiciones que lo tra-tan detrás de bambalinas, no en sus fastos y gran-des decisiones, sino en el día a día, en las arbitrarie-dades y caprichos de las conductas humanas. En las tradiciones, hay un Palma para cada uno de los lec-tores, y cada quien sabe qué tecla secreta de nues-tros intereses toca con su pluma prodigiosa. En mi caso, siendo adolescente, la magia de su escritura comunicó con mis intereses cuando pude leer la tradición «Los incas ajedrecistas», que versa sobre las habilidades en el juego de los escaques de Ata-hualpa, quien aprendió de sus captores españoles a mover los trebejos. En el escrito que comentamos, Palma logra, una vez más, relacionarlo todo. De manera zahorí aprendemos que en ajedrez los ob-servadores no deben intervenir en el transcurso de

la partida, que deben permanecer en silencio, sin dar muestras de apoyo a uno de los anta-

gonistas. En ajedrez no hay barras. Como dice la conseja popular, en ajedrez “los mirones son de palo”. Y aprendemos de una vez para siempre cómo los he-chos de apariencia nimia pueden mo-dificar la historia. La tradición de ma-rras, dedicada a Evaristo P. Duclós, me llevó a averiguar quién era o había

sido este personaje. Pude saber que se trataba de un dentista francés, afincado

en Lima, profundo aficionado al juego del ajedrez y que había sido fundador del

club de ajedrez de Lima en 1874, institución que, según consta en sus archivos que hoy son

propiedad de la Federación Peruana de Ajedrez, hizo una ceremonia para saludar a algunos de sus miembros que se incorporaban al ejército peruano en 1879, cuando se iniciaba la guerra del Pacífico. Y era amigo cercano de Christian Dam, propulsor de las ideas anarquistas. De esta manera, a través de detalles, el mundo representado por Palma en sus tradiciones despertó mi profundo interés por la historia de mi patria. Todo lo dicho hasta aquí apunta a una conclusión inicial y es: Palma siente poética la historia que está siempre presente en cada uno de sus escritos. Con todo lo que escribió en sus tradiciones, Palma se instala en la imaginación de los peruanos y es el hilo conductor de sus lectores, de cómo creemos que ha sido nuestra historia a lo largo de los siglos. La reciente publicación de una novela de Alonso Cueto sobre “La Perricholi” es muestra palpable de cómo los temas y los intereses de Palma viven en la memoria de los peruanos de hoy. Este es el Palma que conocemos la mayor parte de los peruanos, el de las tradiciones, el que cubre con sus escritos zumbones, varios siglos de nuestra historia, visión literaria de nosotros mismos que ha sido completada por escritores como Ciro Alegría, José María Arguedas, Mario Vargas Llosa y Julio Ramón Ribeyro.

Tardamos bastante tiempo en descubrir que hay otro Palma, el Palma ciudadano, el interesa-do en la manera de gobernar el país, el Palma de las instituciones, del trabajo diario, más allá de su labor en el campo de la ficción. Y la maravilla es que relaciona todo lo que hace, con una finalidad

R. Palma, 1896

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superior, servir al país. Fue esta motivación vital la que lo llevó a fundar la Academia Peruana de la Lengua el 30 de agosto de 1887 y fue el amor al país el que lo impulsó a defender en 1892 la mane-ra de hablar el español frente a los miembros de la Real Academia Española. Y fue ese amor al Perú, el que lo volvió enfurruñado frente a la docta institución de Madrid que actuó de manera dura frente a los reclamos americanos. Con el paso del tiempo, Palma ha triunfado en toda la línea, sus puntos de vista en materia de lenguaje coinciden, con rara intuición, con la manera de concebir los lenguajes de las corrientes lingüísticas de hoy. Pal-ma reclamaba el derecho de los hablantes a usar su lengua, tal como lo desean, lo más parecida a la de sus propios padres. Y utilizamos ahora en cada

CUATRO LECTORES DE PALMARUBÉN DARÍO

«Fui desde el Callao a Lima, por solo conocerle, en febrero de 1888 {…}. Llevado por un coche que encontré en la calle de Merca-deres, después de caminar un buen rato por aquellas calles de la alegre ciudad de los virreyes, me encontré a las puertas de la Biblioteca Na-cional. Entré y, tras pasar largos co-rredores, llegué al departamento del señor Director {…}- “¡Oh, mi señor don Darío Rubén!” Ante una mesa toda llena de papeles nuevos y viejos, viejos sobre todo, estaba Ricardo Palma y me recibía con una amable sonrisa, que me daba ánimos, debajo de sus espesos y canosos bigotes retorcidos. ¡Figura simpática e interesante en verdad! Mediano de cuerpo, ágil a pesar de su gruesa carga de años, ojos brillantes que hablan y pár-pados movibles que subrayan, a veces, lo que dicen los ojos; rápido gesto de buen conversador, y palabra fácil y amena {…}. Mientras él me hablaba de sus nuevos trabajos, y de que pensaba entrar en arreglos con un editor de Buenos Ai-res, para publicar una edición completa de sus tradiciones, yo recordaba que, en el principio de mi juventud, me había parecido un hermoso sueño irrealizable estar frente a frente con el poeta de Armonías {…} y con el autor de tanta famosa tradición, cuyo nombre ha alabado la prensa del mundo {…} un ingenio en quien, con harta justicia, la América ve una gloria suya {…}». (Guatemala, 1890).

BENITO PÉREZ GALDÓS«Seguramente será para usted esta carta una sorpresa.

No lo sería si hubiera dicho a usted, a su debido tiempo, que la lectura de sus Tradiciones peruanas ha sido para mí la más grata y sabrosa que puede imaginarse, y que hace años me atormenta y me halaga la idea de llevar al teatro español una de esas tradiciones cuya intensidad dramática y colorido de época superan a cuanto en igual género poseemos aquí. De veras digo a usted (y sabiendo usted lo que vale no ha

país el lenguaje español, tal como lo hemos desa-rrollado, con prescindencia de órdenes que ven-gan de otras partes. El tiempo de los provincianis-mos ha terminado. El meridiano del buen hablar pasa por todos los lugares. Una última imagen para recordar a Palma, el reconstructor de la Bi-blioteca Nacional. Las desdichas suelen acicatear a los mejores. Eso ocurrió con Palma después del despojo de libros que sufrió la Biblioteca Nacional en ocasión de la guerra del Pacífico. Pacientemen-te, con trabajo diario y merced a su gran prestigio, Palma levantó de sus escombros a nuestro mejor repositorio de lectura. Esa sola tarea le garantiza la gratitud de los peruanos.

* Poeta, presidente de la Academia Peruana de la Lengua y profesor prin-cipal de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

de tomarlo usted a lisonja) que sus Tradiciones son el más rico filón que conozco de asuntos novelescos y dramáticos. Además, escribe usted el castellano con tal conocimiento del idioma y tan extraordinaria riqueza de modismos y locucio-nes familiares, que de ello resulta miel sobre hojuelas {…}». (Carta a Palma, Santander, 21 de octubre de 1901).

MIGUEL DE UNAMUNO«Conocía a usted por diversos escritos suyos -las Tradi-

ciones peruanas, en especial- y los estimaba mucho. Vea, pues, si me habrá sido bienvenida su obra de Papeletas lexico-gráficas. La anterrotula usted así: «dos mil setecientas voces que hacen falta en el Diccionario»... ¡Si no fueran más! {…}». (Carta a Palma, Salamanca 29 de octubre de 1903)

VICENTE MOLINA FOIX«La ranciedad de Ricardo Palma era algo que cuando

yo lo leí por primera vez, en los dos tomitos selectos de Tradi-ciones peruanas que Austral mantuvo en circulación varias décadas, me pareció innegable. Sospechosas desde el mismo título para un aspirante a escritor que buscaba entonces el vértigo de lo nuevo, sin hacerle ascos a la opacidad y al sinsentido, las escenas vivaces y socarronas descritas en sus minirrelatos repletos de personajes curiosos y anécdotas jugo-sas, siendo gratas y entretenidas sonaban a lengua muerta. El incipiente joven aún tardaría un poco, como el resto de los españoles, en degustar las palabras y términos locales, tan abundantes en Palma, que nos acompañaron en el viaje iniciático de las novelas de Vargas Llosa, Cabrera Infante o García Márquez.

Un día compré en una librería de lance del barrio li-meño de Miraflores la edición completa de las Tradiciones peruanas en la edición de Aguilar {…} Empecé a leerlo con rigor, mientras leía a poscontemporáneos suyos {…} que dis-crepan en sus apreciaciones sin negar la dimensión fundacio-nal que Palma tuvo en las letras peruanas contemporáneas, similar, en mi opinión, a la de grandes filólogos-creadores de otras culturas latinoamericanas, como Borges en Argentina, Alfonso Reyes en México o Pedro Henríquez Ureña en el Caribe». (Madrid, El País, 29 de noviembre de 2019).

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AGENDA

Puente colgante inca sobre el río Pampas, E. G. Squier, 1871

Ilustración de Giuliana Origgi

QHAPAQ ÑANEL GRAN CAMINO INCA

En el año 2001 fue creado el Proyecto Especial Qha-paq Ñan en el Instituto Nacional de Cultura, más

tarde Ministerio de Cultura, con el propósito de po-ner en valor la red de caminos prehispánicos que el Tahuantinsuyo o Imperio de los Incas convirtió en el más importante sistema vial precolombino de Amé-rica del Sur. El Qhapaq Ñan fue fundamental para el funcionamiento de su proyecto integrador y ha sido también debidamente aprovechado hasta el siglo xix. El llamado “camino principal” tuvo una longitud de unos 6,000 km, a los que se sumaba una red de 23,000 km, vinculando los centros productivos, admi-nistrativos y ceremoniales del vasto dominio incaico en los Andes centrales.

El Perú propuso entonces a la Unesco su inscrip-ción en la Lista del Patrimonio Mundial. A partir de 2002, el proyecto se vio enriquecido con la participa-ción de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile y Ecua-dor, países con importantes tramos de esta red vial. En paralelo, la exposición itinerante Qhapaq Ñan. El Gran Camino Inca organizada por el Ministerio de Re-laciones Exteriores del Perú recorrió diversos países desde el año 2003.

El Qhapaq Ñan fue inscrito en la Lista del Pa-trimonio Mundial en junio de 2014, tras un cuida-doso trabajo de los seis Estados involucrados, que confiaron al Centro del Patrimonio Mundial la coordinación del proyecto. Como es de imaginar, el Ministerio de Cultura le ha dedicado importan-tes publicaciones, entre las que sobresale la Guía de identificación y registro del Qhapaq Ñan (2016). A ellas se suma ahora el catálogo de una nueva muestra iti-nerante: El Gran Camino Inca. Perú: integración y di-versidad, hecho en colaboración con la Cancillería peruana y disponible en línea.

https://bit.ly/2BS4JAJhttps://bit.ly/3210TA1

LA VOZ DE LA LÁ

Giovanna Núñez (Lima 1982) trató sin suer-te de ingresar al Conservatorio Nacional de Mú-sica de la capital peruana cuando tenía 17 años. Luego, mientras participaba en un grupo de jazz local, inició estudios de filosofía en la Universi-dad Antonio Ruiz de Montoya. Más pudo, sin embargo, la pasión autodidacta por el canto y la composición y se ha convertido ahora, con el nombre de La Lá, en una de las voces de la nueva canción. Además de sus habituales pre-sentaciones en el Perú, La lá ha dado conciertos en Colombia, México, Chile y España. Ha graba-do también los discos Rosa (2014) y Zamba Puta (2017) y está por lanzar Mito (2020). https://bit.ly/31Y9PX0

Ministerio de relaciones exteriores dirección General para asuntos culturales

www.ccincagarcilaso.gob.pe

Jr. Ucayali 391, Lima 1, Perú[email protected]