8

Click here to load reader

Xhandú

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Xhandú

Xhandú, Día de Muertos en el Istmo

El Día de Muertos es una fecha muy especial para los habitantes del Istmo. A esta fiesta se le conoce como Xhandú y está llena de aromas, olores y sensaciones con el fin de honrar la memoria de los fallecidos.En primer lugar, el ambiente huele a vaina de corozo, una especie silvestre oriunda de la zona y cuyo aroma es herbal y fresco, menos penetrante que el del copal.Las velas iluminarán la llegada de los fieles difuntos que encontrarán la mesa puesta para ellos con piezas de pan, chocolate, agua, café, frutas, refrescos, cigarros, tamales de mole negro y caldos, así como algún mezcal o tequila.Se realizan arcos hechos con ramas de caña de azúcar, que tienen naranjas, mandarinas y dulces colgando como ornamentación. Y por supuesto, se adorna con flores de cempasúchil.La celebración se nombra Xhandú Ye' si algún familiar muere durante el año, cuyo altar es diferente y concurrido en el que familiares y conocidos rezan por la noches para después beber café caliente y tamales.Y a diferencia de la fiesta de Día de Muertos de otras localidades en las que se pernocta en el panteón, los istmeños reciben a los suyos en casa, con música y alegría.

DIA DE MUERTOS EN EL ISTMO DE TEHUANTEPEC

La muerte para los zapotecas del Istmo de Tehuantepec, en el sur del estado de Oaxaca, como muchos otros grupos indígenas en el país, es de respeto, no de miedo. El Día de Muertos tampoco es un día de máscaras horrendas ni de un consumismo desenfrenado; por el contrario, es día de fortalecer los lazos afectivos con los parientes que  partieron, es día de solidaridad con el vecino que se le murió un familiar: se le acompaña en los rezos, en los preparativos de los tamales y ante el altar.

En Juchitán y algunos pueblos zapotecas del Istmo, no se visita el panteón, se espera a los muertos en los hogares los días 30 y 31 de octubre, no el 1 y 2 de noviembre como marca el calendario católico.  Esta celebración se conoce entre los  zapotecas  como Xandú .De acuerdo al maestro en Lingüística Indoamericana, Víctor Cata, la voz xandú proviene del castellano “santo” y se asemeja a estos dos vocablos: xantolo para los

Page 2: Xhandú

huastecos y xantol para los nahuas. Los tres términos se emplean hoy para designar el Día de Muertos o de los Fieles Difuntos.

En la década de los cuarenta, el antropólogo e historiador norteamericano Miguel Covarrubias escribió en su libro Mexico south the Isthmus of Tehuantepec (El sur de México) que los zapotecas del Istmo de Tehuantepec ven  la muerte sin temor alguno.“Lo ven  como algo inevitable y como parte del destino de cada individuo. La gente habla de la muerte, aun de la suya, como la cosa más natural del mundo”. De esa descripción ya pasaron más de 60 años y la concepción entre el grupo indígena continúa intacta en pleno apogeo del siglo XXI y la revolución tecnológica.

Los habitantes de Juchitán, centro comercial del Istmo, celebran los dos últimos días de octubre; el 30 corresponde exclusivamente a los habitantes de la parte sur de la población, mientras que el 31 lo realizan los habitantes de la parte norte.El xandú comienza con nueve rezos. Para los recién muertos, tres  meses antes del mes de octubre, se les celebra  el  Xandú yaa  (Todos Santos  reciente) . Si el zapoteca fallece en agosto,  su xandú se efectúa  el año siguiente,  según las creencias, el alma no llega aún a la mansión de los muertos, va en camino.Durante la primera visita  del alma, los altares se adornan con  flores  y  frutas de la temporada, las mismas que atavían los pórticos de las casas en donde se celebra el xandú yaa.  Las almas llegan acompañados de un melancólico y frío viento conocido por todos como bii yoxho (viento viejo).Existen dos formas de adornar el altar en estos días;  con biguié’ o escaleras.   El biguié’, “es un marco de madera tapizado artísticamente de flores de cempasúchil, cordoncillo, de frutas, de pan, de panes  decorado de turrón de azúcar con el nombre del difunto y otros familiares que lo antecedieron, mismo que se coloca verticalmente entre dos soportes de madera sembrados en el piso, adornados a su vez con enormes pencas de plátano y cañas de azúcar que se alzan  en el arco sobre las ofrendas” , explicó Yolanda Gómez, coordinadora de la Casa de la Cultura de Juchitán.

Page 3: Xhandú

Otros construyen  al pie del   altar o  mesa del santo,  como es conocido por los zapotecas,   nueve o siete escaleras (que representan  los niveles del inframundo) , partiendo de arriba la más pequeña hasta el piso la más larga, éstas  se cubren en su totalidad de una tela blanca, luego se coloca el papel de china picado, cada escalón es cubierto de flores, frutos, bebidas, comidas, veladoras, etc.“En el transcurso del día se espera la visita de las mujeres que en una charola colocan ramos de flor de cempasúchil y una veladora, llegan al xandú yaa, entregan su  cooperación económica o limosna, en reciprocidad reciben tamales, pan bollo y atole de piloncillo. Para las mujeres es un peregrinar durante todo el día, pues habrán de visitar a familiares y amigos en su xandú yaa.”En la primera visita  se realiza por la noche  un velorio donde se reparte entre los comensales tamales,  pan, café y aguardiente entre los varones. Para el día 2 de noviembre los altares  son desmantelados y los  dolientes regalan a los vecinos los manjares que  se colocaron en el altar.Entre los zapotecos,  Fray Francisco de Burgoa en el siglo XVII mencionó en su Geográfica Descripción, que “el acto xandú se celebra en el mes de noviembre y lo considera, desde su visión evangelizadora, un rito forjado por el Padre de la Tiniebla. Las vísperas de esta ceremonia se llevaban a cabo, según este dominico, con una gran matanza de gallinas, pero especialmente de guajolotes, preparados con chiles secos molidos, pepitas de calabaza, hojas de yerba santa o aguacate y lo cocían todo en agua.”El historiador zapoteca Víctor Cata refiere que este  guisado llamaron los nahuas totolmole, mismo que era considerado por los zapotecos como un manjar y le nombraban guiñado’ bere ( según el fraile  Juan de Córdova). Asimismo,preparaban unos tamales rituales en estas fechas denominadas en mexicano petlaltamales y en zapoteco  daa bere yee: este platillo se condimentaba con hojas de aguacate, y los cocían en olas o en el  hornillo de tierra.

Page 4: Xhandú

Cada familia preparaba estos guisados,  los ponían en cazolones o jícaras. Durante la noche los colocaban en mesas o cañizos, para luego  ofrendarlas  a sus difuntos,  suplicando el  perdón  y que se dignaran llegar y comer aquellos manjares que les habían preparado, así  tuvieran  a bien rogar a sus dioses -a quienes servían allá en el otro mundo- les  diera  salud, tener buenos temporales. Esta comida ritual era ofrecida con mucha solemnidad, pues los señores de la casa se ponían en cuclillas ante el altar, bajaban los ojos y cruzaban los brazos: el silencio era profundo”Así se  pasaban toda la noche, en desvelo.  Nadie osaba levantar el rostro para no importunar a los difuntos, pues si lo hacían molestaban a los muertos,  quienes les enviarían grandes castigos y calamidades. “Al día siguiente esa comida, sin probarla, era repartida a los extranjeros y los pobres , en caso de no hallarlos se tiraban en lugares ocultos porque lo consideraban sagrada y bendita”, explicó el historiador.Hoy en día, los zapotecas mantienen la tradición del xandú, al velar la llegada de las almas en un hogar ofreciéndoles la comida ofrendada; después se reparten las ofrendas a los vecinos y amigos.

La muerte entre los zapotecasLos ancianos aseguran que el alma tiene que pasar un gran río, en la rivera del cual están dos perros: uno blanco y otro negro. El perro blanco se niega a transportar al

Page 5: Xhandú

difunto a la otra orilla porque dice que se va a ensuciar. Es el perro negro quien se ofrece a realizar esta actividad. Por eso los que saben, los tratan bien.Cuando un zapoteca muere, en su ataúd le depositan en el interior un peine, una jícara, un jabón, para que el finado se bañe y llegue limpio ante Dios. También le colocan dinero para que pague el responso que oirá allá. Lo calzan con huaraches nuevos para que no se lastime cuando camine hacia el Señor.Los zapotecas asumen muchos ritos antes, durante y después del proceso de muerte, pues es de suma importancia que el finado tenga un descanso en paz, que no vague su espíritu por el mundo sin rumbo, además de mantener una comunicación con los que dejó en este mundo.El que se va, siempre es recordado; no se le olvida, hasta la tercera generación. Por eso la persona que se encarga de los funerales asume la obligación de vigilar que nadie pase por encima de la cruz de tierra colocada en medio de la casa los primeros 40 días de la muerte, porque de lo contrario, el alma quedará atrapada en el más allá.

Para los zapotecas del Istmo de Tehuantepec, los difuntos no son entes de terror, sino de veneración, de reverencia, de amor; cuando alguien muere, se vuelve como un santo pequeño, por lo que su imagen se coloca ante el altar familiar, al lado de los santos católicos considerados mayores, en donde comparte con ellos los inciensos, las flores, el agua, las súplicas y las reverencias.

Page 6: Xhandú

Los altares de Muertos

Los nativos de la población comienzan a arreglar sus altares desde el 30 de octubre para que

el día siguiente, en punto de las 3 de la tarde y al repique de las campanas de la Iglesia,

reciban a los Angelitos, con un caminito de pétalos de cempasúchil de la puerta de la casa al

altar, en donde humea el copal en un pequeño brasero.

El copal, según la tradición, sirve para purificar el alma de los fieles difuntos que nos visitan y

en los altares nada debe de tocarse de la ofrenda hasta que se hayan marchado, ya que si no

es así, pueden enojarse.

El día primero se despide a los angelitos y, nuevamente a las 3 de la tarde, replican las

campanas de la iglesia anunciando la llegada de los difuntos mayores, se alborotan los

braseritos con el humo del copal y es hasta el día siguiente que, a la misma hora y en las casas

particulares, se despiden por última vez en el año con el incienso.

Por la tarde del día 2 de noviembre los nativos empiezan a repartir las ofrendas de muerto que

tenían en sus hogares. Canastas llenas de pan, chocolate, fruta y calabaza en conserva se

llevan a la casa de las personas con las que se tiene compadrazgo por haber aceptado el

compromiso de algún sacramento de la iglesia católica como el bautismo, confirmación, etc.

La Velada en el Panteón

A partir de las 5 ó 6 de la tarde, las personas que tiene familiares descansando en alguno de

los cementerios de la población, arriban a ellos para la tradicional velada, llevando consigo

flores, velas, calaveritas de barro y dulce, comida y mezcal o cerveza para soportar el frío y el

sereno de la noche y la madrugada, ya que la velada termina a las 4 ó 5 de la mañana.

Cuentan los que saben que esta tradición se inicio hace muchos años cuando las personas

acudían en punto de las 11 de la noche, al cementerio, a rezar y a esperar que sus difuntos

regresaran del mas allá a las 3 de la mañana, acompañaban a sus almas hasta su casas,

donde ya los esperaban los altares, colocados en un lugar especial del hogar y llenos de las

cosas que el difunto disfrutaba en vida.