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El diario de un loco Lu, Xun Published: 1918 Type(s): Short Fiction Source: Feedbooks 1

Xun Lu El Diario de Un Loco

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  • El diario de un locoLu, Xun

    Published: 1918Type(s): Short FictionSource: Feedbooks

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  • About Lu:Representante mximo del Movimiento del Cuatro de Mayo, est con-

    siderado el padre de la literatura moderna en China. Nacido en la locali-dad de Shaoxing, en la provincia de Zhejiang, de pequeo le dieron elnombre de Zhou Zhangshou, que ms adelante cambiara por el definiti-vo de Zhu Shrn. Entre 1902 y 1909 vivi en Japn, donde empez aestudiar medicina en la Facultad de Medicina de Sendai (en la actualidadparte de la Universidad de Tohoku). Sin embargo, Lu Xun no acabarasus estudios de medicina. Segn l mismo contara aos ms tarde, laconviccin de que lo que China realmente necesitaba era una reforma desu cultura y su sociedad habra provocado su prdida de inters por lamedicina. Lu Xun decidi dedicarse a la literatura.

    En 1909 vuelve a China, instalndose en Pekn. Participa en la revistareformista Nueva Juventud ( xnqngnin). En esta revista se pu-blica en 1918 su relato breve "Diario de un Loco", obra pionera en su g-nero escrita en lengua verncula. En este momento, empieza a utilizar elpseudnimo "Lu Xun".

    En los aos siguientes, continuar escribiendo y seguir comprometi-do con su causa reformista. En 1921, participara de manera destacada enla Liga de Escritores de Izquierda. Durante este tiempo, Lu Xun participen polmicas sobre el sentido de la literatura como medio de reforma so-cial. Adems de defender el uso de la lengua verncula, Lu Xun abogabatambin por la abolicin del uso de los caracteres chinos, y se mostrpartidario de la adopcin del sistema de escritura latinxua, uno de losmltiples sistemas de escritura del chino con alfabeto latino. En la prima-vera de 1936. Pocos meses despus, Lu Xun mora, aquejado de tubercu-losis, en Shanghai.

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  • Inicio

    Dos hermanos, cuyo nombre no quiero revelar, fueron amigos mos enlos lejanos tiempos del bachillerato; luego de separarnos, con el paso delos aos, acab por perder su pista. Das atrs me entere casualmente deque uno de ellos se encontraba muy enfermo; de regreso a mi pueblo, diun rodeo para ir a visitarles, pero slo encontr al mayor, quien me dijoque el que haba estado enfermo era su hermano. Te agradezco mucho elque te hayas molestado en venir a vernos; mi hermano ya se ha recupera-do y desempea en estos momentos un puesto de funcionario suplenteen cierto lugar. Me mostr riendo un diario en dos libretas, en el que, se-gn l, se poda observar la pasada enfermedad de su hermano. No veainconveniente alguno en que un viejo amigo tuviera acceso a este diario.As que me lo llev y nada ms leerlo he sabido que la enfermedad de miamigo no era otra que la llamada mana persecutoria. El lenguaje deldiario es confuso y desordenado, y abunda en absurdos; tampoco especi-fica fechas, aunque se ve que no ha sido escrito de una vez, debido a lasdiferencias en la tinta y en la letra. He seleccionado algunos de los frag-mentos que ofrecen una relativa coherencia para que puedan servir comomaterial a la investigacin mdica. No he cambiado ni un ideograma deltexto original; slo los nombres de los personajes, aunque se trata dehombres de pueblo totalmente desconocidos, han sido todos modifica-dos al no influir en el tema. En cuanto al ttulo he respetado el que su au-tor le puso despus de recobrar la salud.

    2 de abril de 1918.

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  • I

    Esta noche hay una luna maravillosa.Haca ms de treinta aos que no la vea; hoy, al contemplarla, mi es-

    pritu se ha inundado de felicidad. Ahora me doy cuenta de que los lti-mos treinta aos he vivido en la oscuridad; a pesar de todo debo extre-mar las precauciones. Si no, por que el perro de los Chao me ha lanzadoesa doble mirada?

    Mis temores estn ms que justificados.

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  • II

    Hoy no brilla la luna; s que las cosas no marchan bien. Esta maana,cuando sala de casa con todo cuidado, Chao el Ricachn me ha miradode una manera an ms extraa: como si me tuviera miedo, como si qui-siera matarme. Haba adems siete u ocho personas cuchicheando acercade m, temerosas de que las viera. Y as, todo el que me encontraba por lacalle. El ms terrible de todos fue un hombre que me lanz una risotadade oreja a oreja; sent un escalofro por todo el cuerpo: ahora saba quesus planes estaban ya a punto.

    Pero yo no tuve miedo, y segu como siempre mi camino. Ms adelan-te me tropec con un grupo de chiquillos; tambin ellos hablaban de m,y sus miradas y sus plidos rostros eran idnticos a los de Chao el Rica-chn, con el mismo reflejo acerado. Qu puedo yo haberles hecho, pens,para que tambin ellos... No pude contenerme y les grit: Decidme,por qu?! Pero ellos echaron a correr.

    Me pregunto qu puedo yo haberle hecho a Chao el Ricachn, qu lespuedo haber hecho a la gente de la calle; lo nico fue hace veinte aos,cuando pis el libro de contabilidad del seor Ku Chiu, y ste se enfadmuchsimo. Aunque Chao el Ricachn no conoce al seor Ku Chiu, es se-guro que ha odo hablar de aquel incidente y me guarda rencor por ello;y adems se ha puesto de acuerdo con la gente de la calle para que todosconsideren aquel asunto como un agravio. Pero, y los nios? En aqueltiempo an no haban nacido, por qu hoy tambin ellos me miran deesa extraa manera, como si me temieran, como si quisieran matarme?Esto me da realmente miedo, me intriga y al mismo tiempo meentristece.

    Acabo de comprenderlo: se lo han contado sus padres!

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  • III

    Por las noches no consigo conciliar el sueo. Las cosas hay que estud-iarlas a fondo para poder entenderlas.

    Algunos han sido condenados por el gobernador del distrito a llevar lacarga al cuello, hay quien ha recibido sus buenas bofetadas del caciquedel lugar, quien ha visto a los guardias apoderarse de su mujer, e inclusoalgunos han perdido a sus padres arrastrados al suicidio por la presinde los acreedores. Y con todo, a ninguno se le ha visto nunca un rostrotan temeroso y tan feroz como ayer.

    Lo ms extrao ha sido aquella mujer, ayer, en la calle. Estaba pegan-do a su hijo mientras le deca:

    Desvergonzado! Slo dndote unos cuantos mordiscos me quedaraa gusto! Y mientras eso deca me miraba a m. No pude ocultar un so-bresalto; y entonces, aquel grupo de hombres vampiro rompieron en so-noras carcajadas. Chen el Quinto lleg corriendo y me arrastr hastacasa.

    Me arrastr a casa, pero all fingieron no conocerme. Sus miradas eranidnticas a las de los otros. Entr en el estudio y echaron el cerrojo porfuera, como si encerraran a una gallina. Esto me hace an todo msinexplicable.

    Hace unos das vino uno de nuestros arrendatarios de la aldea Los lo-bos a informarnos de la mala cosecha. Le cont a mi hermano que la gen-te de la aldea haba matado a un criminal del lugar, y que algunas perso-nas le haban arrancado el corazn y el hgado y se los haban comido,despus de frerlos, para aumentar su propio valor. Al interrumpir yo laconversacin, el arrendatario y mi hermano me dirigieron varias mira-das. Hoy es cuando me he dado cuenta de que sus miradas brillaban ig-ual que las del grupo que encontr en la calle.

    Cuando lo pienso, un escalofro me recorre todo el cuerpo.Si son capaces de comer hombre, por qu no iban a comerme a m?Piensa, si no, en los mordiscos de aquella madre, en las carcajadas del

    grupo de hombres vampiro, en las palabras del arrendatario: evidente-mente se trata de una contrasea. Veo que sus palabras son todas vene-no; sus risas, puros cuchillos; y sus dientes, tan blancos y bien afilados.Son ciertamente individuos que comen hombre.

    A mi modo de ver, aunque no soy una mala persona, desde que pis ellibro de los Ku es difcil saberlo. Parece como si ellos tuvieran

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  • intenciones ocultas que yo no puedo adivinar. Adems, en cuanto se en-fadan con alguien no dudan en calificarlo de criminal. Recuerdo cuandomi hermano me enseaba a disertar; por bueno que fuese el personaje so-bre el que versaba la disertacin, bastaba que yo escribiera cuatro frasesde crtica para que mi hermano las subrayara en seal de aprobacin; y sidisculpaba en mi escrito a personajes malos, me deca: eres verdadera-mente original, un genio en llevar la contraria al cielo. Cmo voy yo aadivinar cules son los verdaderos pensamientos de esa gente; y ms antratndose del momento en que piensan comer.

    Las cosas hay que estudiarlas a fondo para poder entenderlas. En laantigedad a menudo se coma carne humana, yo tambin me acuerdo,aunque no tengo una idea muy clara. Me he puesto a hojear la historia,pero esta historia no menciona fechas o pocas; en todas las pginas apa-recen, de travs, los ideogramas ren yi, tao te (bondad y moral). Me ha si-do imposible conciliar el sueo, la mayor parte de la noche me la he pa-sado leyendo atentamente, y al final he descubierto, entre lneas, que to-do el libro est ocupado por dos ideogramas: chi ren (comer hombre).

    El libro est lleno de ideogramas, muchas fueron las palabras delarrendatario, pero todos, sonriendo, me contemplan fijamente con eseextrao fulgor.

    Yo tambin soy hombre, ellos piensan comerme!

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  • IV

    Esta maana he estado un rato sentado en silencio. Chen el Quinto meha trado la comida: un tazn de verduras y otro de pescado al vapor. Hevisto los ojos del pez, blancos y duros, su boca abierta, igual que aquelgrupo de gente que quiere comer hombre. Despus de unos cuantos bo-cados, ya no saba si aquello era pescado o carne humana y termin porvomitarlo todo.

    Dije: -Viejo Quinto, dile a mi hermano que aqu me ahogo, que quierosalir al jardn a dar un paseo. El no me contest, pero al poco volvi yabri la puerta.

    No me mov. Me dispuse a observar las medidas que iban a adoptarconmigo. Saba que de ningn modo me soltaran. Efectivamente! Mihermano traa a un anciano. Se me acerc lentamente, con un siniestrofulgor en su mirada. Temiendo que yo le viera, inclinaba su cabeza haciael suelo, mientras me miraba a hurtadillas por encima de sus anteojos.Mi hermano me dijo: Hoy pareces encontrarte muy bien. Le respond:S. He pedido al doctor Je que viniera hoy a hacerte un reconocimien-to, dijo mi hermano. De acuerdo, le contest. En realidad, cmo noiba yo a saber que aquel anciano no era otra cosa que un verdugo disfra-zado! Sin duda el tomarme el pulso slo era un pretexto para averiguarsi estaba bien cebado; por este trabajo se llevara una buena tajada de micarne. Pero yo no tengo miedo; aunque no he comido carne humana soyms valiente que ellos. As que le tend mis dos puos, a ver que haca.El anciano se sent, cerr los ojos y me tom el pulso durante un buenrato. Permaneci un momento silencioso y luego, abriendo sus diabli-cos ojos, dijo: No hay que dar rienda suelta a la fantasa. Unos das dereposo y tranquilidad y se pondr bien.

    No hay que dar rienda suelta a la fantasa, reposo y tranquilidad. Conel reposo engordar y ellos, naturalmente, podrn comer ms. Y yo, quconsigo? Cmo me voy a poner bien? A esa horda humana le gustacomer hombre, pero lo hace a escondidas, se las ingenia para ocultarlo,no se atreve a actuar directamente. Es para morirse de risa. No me pudecontener y solt una gran carcajada, enormemente regocijado. Saba quemi risa encerraba justicia y rectitud. El anciano y mi hermano perdieronel color, paralizados por esta manifestacin ma de valenta y rectitud.

    Sin embargo, esta valenta ma les har apetecer an ms mi carne, pa-ra apropiarse de ella cuando me coman. Cuando el anciano sala, no lejosde la puerta, le dijo a mi hermano en voz queda: Es urgente que coma.

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  • Mi hermano asinti con la cabeza. As que, t tambin! Este importantedescubrimiento, aunque inesperado, no me coge en el fondo por sorpre-sa: mi hermano forma parte de los que se han puesto de acuerdo paracomerme!

    Mi hermano come hombre!Soy hermano de un hombre que come hombre!Aunque yo mismo sea comido por otros, sigo siendo hermano de un

    hombre que come hombre!

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  • V

    Estos ltimos das he dado marcha atrs en mis reflexiones. Suponga-mos que el anciano no es un verdugo disfrazado, que es un verdaderomdico, sin embargo ello no impide que siga siendo un hombre que co-me hombre. En el No s cuantos de las plan-tas medicinales 1, escritopor su gran maestro Li Shi-chen, se dice bien claro que la carne humanase puede comer frita; cmo va entonces a negar que l come hombre?

    En cuanto a mi hermano, mi acusacin est bien fundamentada. Cuan-do me daba clases, o un da de sus propios labios que se podaintercambiar a los propios hijos para comrselos 2; y otra vez en quecasualmente disertbamos acerca de un hombre malo, dijo que no slomereca la muerte, sino incluso que su carne deba ser comida y su pielservir de alfombra 3. Yo entonces era pequeo, y el susto que me diome dur mucho tiempo. Cuando anteayer el arrendatario de Los lobosvino a contarle a mi hermano que en la aldea se haban comido el cora-zn y el hgado de una persona, mi hermano no se extra lo ms mni-mo y aprob con la cabeza. Evidentemente sus sentimientos siguen sien-do tan inhumanos como antes. Supuesto que se puede intercambiar alos propios hijos para comrselos, cualquiera entonces puede ser inter-cambiado, cualquier hombre puede ser comido. Antes me limitaba a es-cuchar sus razonamientos, sin que mis ideas se aclararan; hoy s quecuando mi hermano expona sus razones no slo sus labios rebosabangrasa humana, sino que adems su mente estaba dominada por la ideade comer hombre.

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  • VI

    Me encuentro en la ms completa oscuridad; no s si es de da o de no-che. El perro de los Chao ha vuelto a ladrar.

    Son crueles como el len, medrosos como la liebre, astutos como lazorra...

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  • VII

    Conozco sus mtodos. No matan de forma directa; no se atreven pormiedo a las consecuencias. Por eso todos ellos se han puesto de acuerdo,han tendido una gran red a m alrededor para forzarme al suicidio. Bastacon ver las caras de aquellos hombres y mujeres en la calle hace unos d-as, y la conducta de mi hermano ltimamente, para darse cuenta de c-mo son las cosas con casi toda seguridad. Lo mejor seria desabrocharse elcinturn, colgarlo de una viga y ahorcarme de una vez. As, ellos, sin po-der ser acusados de asesinato, veran realizados sus deseos: sin duda to-dos reiran quedamente en el colmo de la alegra. O si no, el miedo y latristeza acabarn conmigo y, aunque algo flaco, tampoco dejarn de mos-trar su aprobacin.

    Ellos slo comen carne muerta! Recuerdo que en cierto libro se hablade un ser llamado hiena, cuya mirada y aspecto son muy desagrada-bles; normalmente come carne muerta, y llega a triturar los huesos conlos dientes para tragrselos; cuando uno se pone a pensarlo da verdade-ro miedo. La hiena est emparentada con el lobo, y el lobo es de la mis-ma familia del perro. Anteayer el perro de los Chao me lanz varias mi-radas, evidentemente tambin e toma parte en el complot desde hacetiempo. Y por supuesto no me voy a dejar engaar porque el anciano di-rigiera su mirada hacia el suelo.

    Lo que ms pena me da es mi hermano. El tambin es un ser humano.Por qu no tiene miedo alguno? Y adems se confabula con otros paracomerme. Ser que no lo considera algo malo por haberse acostumbra-do con el tiempo? O tal vez que se ha vuelto un hombre sin conciencia ypuede cometer un crimen a sabiendas de lo que hace?

    Maldigo a los hombres que comen hombre, empezando por l, y tam-bin por l tendr que empezar si quiero convencerles para que dejen decomer hombre.

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  • VIII

    Realmente, hoy en da ellos deberan haber comprendido desde hacetiempo estas razones...

    Un joven lleg de repente; no pasara de los veinte aos, sus rasgos nose distinguan con claridad, aunque s la sonrisa que llenaba su rostro.Me salud con la cabeza; su sonrisa no pareca una verdadera sonrisa. Yole pregunt: Est bien comer hombre? Este ao ha habido cosecha,no es un ao de hambre, cmo se va a comer hombre?, dijo l sin dejarde sonrer. Inmediatamente me di cuenta de que l tambin era del gru-po, que tambin a l le gustaba comer hombre. Redobl entonces de va-lor e insist en mi pregunta:

    -Est bien, o no est bien?-Qu sentido tiene preguntar eso? Es usted verdaderamente... chisto-

    so. Hoy hace un tiempo esplndido.-Un tiempo esplndido, y tambin una luna brillante. Pero yo te quiero

    preguntar: est bien?No lo aprob. Respondi con voz confusa:No...-No est bien? Entonces, por qu ellos lo comen?-Esas cosas no pasan...-Que esas cosas no pasan? En Los lobos, adems en los libros est es-

    crito con toda claridad.Cambi entonces de color, el rostro lvido como el acero, y dijo con

    ojos muy abiertos:-Es posible que se den algunos casos; siempre ha sido as...-Siempre ha sido as; entonces est bien?-No quiero hablar con usted de estas cosas; en ltimo trmino no debe

    usted hablar de ello; si lo hace comete una equivocacin.

    Di un brinco, los ojos bien abiertos, pero el joven ya haba desapareci-do. Tena el cuerpo inundado de sudor. Este hombre era mucho ms jo-ven que mi hermano y, sin embargo, tambin era del grupo; sin duda suspadres se lo haban enseado. Y mucho me tema que l, a su vez, ya selo hubiera enseado a sus hijos; por eso hasta los nios me miran de esaferoz manera.

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  • IX

    Todos quieren comer hombre, y al mismo tiempo tienen miedo de sercomidos por los dems. Por eso todos se espan unos a otros, con mira-das penetradas de desconfianza...

    Si se pudiera acabar con estas ideas, qu agradable sera! Poder traba-jar tranquilamente, caminar, comer, dormir sin preocupacin. Slo hacefalta franquear una barrera. Pero ellos han formado un grupo; padres ehijos, hermanos, esposos, amigos, maestros y discpulos, enemigos, in-cluso desconocidos, todos se convencen unos a otros, se encadenan mut-uamente e impiden que nadie se decida alguna vez a franquear ese insig-nificante obstculo.

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  • X

    Esta maana, muy temprano, he ido a buscar a mi hermano; estaba mi-rando el cielo a la puerta del saln. Me situ a su espalda, justo en mediode la puerta, y le dije con tono extraordinariamente tranquilo y amable:

    -Hermano, tengo algo que decirte.-Dilo -volvi rpidamente la cabeza y consinti con un gesto.-Tengo unas cuantas palabras que decirte, pero no me salen. Hermano,

    es casi seguro que en tiempos remotos, los salvajes coman carne huma-na. Luego, algunos, al tener diferentes sentimientos, dejaron de comerla,se esforzaron por mejorar y se convirtieron en hombres, en verdaderoshombres. En cambio, otros siguieron comiendo, igual que los insectos,unos se transformaron en peces, pjaros, monos, hasta llegar a convertir-se en hombres. Otros no quisieron mejorar, y siguen hoy siendo insectos.Qu vergenza para el hombre que come carne humana si se comparacon el que no la come! Sospecho que su vergenza debe ser mucho ma-yor que la que pueda sentir el insecto en comparacin con el mono.

    Yi Ya cocin a su propio hijo y se lo dio a comer a Chie y a Chou; es es-ta una antigua historia. Todos sabemos que desde que Pan Ku2 separ elcielo de la tierra, los hombres se han comido unos a otros; hasta lo del hi-jo de Yi Ya fue as, y tambin despus hasta los tiempos de Si' Si-Lin, ydesde Si' Si-Lin hasta el hombre apresado en la aldea Los lobos, el hom-bre ha seguido comindose a sus semejantes. El ao pasado cuando en laciudad decapitaron a unos criminales, hubo un tuberculoso que se bebisu sangre empapada en man tou.

    Ellos quieren comerme y, por supuesto, t solo no puedes hacer nada;sin embargo, qu necesidad tienes de entrar en su grupo? Los que co-men hombre son capaces de cualquier cosa; me comern a m, te come-rn a ti y, dentro del grupo, se comern unos a otros. Cuando basta conun solo movimiento, con un cambio que slo cuesta un instante, paraque la paz reine entre los hombres! Aunque siempre haya sido as, noso-tros podemos hoy romper con la costumbre y tratar de mejorar; podemosdecir: Esto no puede ser! Hermano, estoy seguro de que t puedes decir-lo; anteayer, cuando el arrendatario quera que le rebajases el alquiler, di-jiste que no poda ser.

    Al principio mi hermano slo mostraba una fra sonrisa, pero poco apoco sus ojos se fueron cubriendo de un brillo feroz; y cuando puse aldescubierto su intriga, su rostro se tom lvido. Frente a la puerta de lacalle se haba ido congregando la gente. All estaba tambin Chao el

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  • Ricachn y su perro. Todos ellos alargaban el cuello para poder ver. Al-gunas caras parecan como cubiertas por un velo y no poda distinguir-las; otras eran las caras de siempre, semejantes a vampiros, con una re-torcida sonrisa en la boca. Yo saba que eran el grupo, que todos elloseran antropfagos. Pero tambin saba que no todos eran iguales, queunos consideraban que se deba comer hombre porque siempre haba si-do as, mientras que otros, aunque eran conscientes de que no se deba,queran pese a todo seguir comiendo hombre, y al mismo tiempo temanser denunciados. Por eso, al or mis palabras se enfurecieron, si bien slodejaron ver una fra sonrisa en sus labios contrados.

    En ese momento mi hermano puso de repente una cara terrible y grit:-Fuera todos! Qu inters tiene contemplar a un loco!Entonces comprend otro de sus trucos. No slo se negaban a cambiar,

    sino que haban tomado sus medidas desde tiempo atrs: tenan prepara-do cubrirme con la etiqueta de loco. As, cuando me coman el da de ma-ana, aparte de que aqu no habr pasado nada, habr incluso gente queles estar agradecida. Es el mismo mtodo que siguieron en la aldea Loslobos, y por eso dijo el arrendatario que era un criminal el que all se ha-ban comido entre todos. He ah su cancin de siempre!

    Tambin Chen el Quinto entr, lleno de clera. Por mucho que se esf-uercen en hacerme cerrar la boca, tengo que decirles a ese grupo:

    -Podis reformaros! Reformaros desde el fondo de vuestro corazn!Debis saber que en el futuro no se permitir vivir en el mundo a la gen-te que come hombre.

    Si no cambiis, acabaris todos devorados los unos por los otros. Pormuchos hijos que tengis, seris exterminados por los verdaderos hom-bres. Exterminados como los lobos por los cazadores! Exterminados co-mo insectos!

    Chen el Quinto hizo a la gente que se dispersara. Mi hermano tambinse fue, no s a dnde. Chen el Quinto me convenci de que volviera a micuarto. El cuarto estaba en completa oscuridad. Las vigas temblaban so-bre mi cabeza; temblaron un rato y luego aumentaron de tamao y seamontonaron sobre m.

    Senta un peso inmenso que me impeda todo movimiento. Queranhacerme morir. Me di cuenta de que su peso era ficticio y empec a force-jear; mi cuerpo se cubri de sudor. A pesar de todo tena que decirlo:

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  • - Reformaos en seguida! Reformaos desde el fondo de vuestro cora-zn! Debis saber que en el futuro no se consentir que los que comenhombre...

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  • XI

    El sol ya no sale. La puerta est cerrada. Dos comidas al da.Cojo los palillos y me acuerdo de mi hermano. S que l es el nico

    responsable de la muerte de mi hermana pequea. En aquel entonces mihermana slo tena cinco aos, todava recuerdo su figura encantadora yllena de ternura. Mi madre no dejaba de llorar, y fue l quien la conven-ci de que no deba llorar; posiblemente porque l se la haba comido y elllanto de mi madre le haca sentirse avergonzado. Si al menos fuera ca-paz de sentirse avergonzado...

    No puedo decir si mi madre saba o no que mi hermanita haba sidodevorada por mi hermano.

    Pienso que mi madre lo saba; y que no lo dijo claramente cuando llo-raba por juzgarlo algo natural. Recuerdo que cuando yo tena cuatro ocinco aos, un da que estaba sentado al fresco en la puerta del saln, mihermano me dijo que slo poda considerarse hombre de bien al hijo quefuera capaz de cortarse un trozo de carne, cocerla y drsela a comer a suspadres si stos caan enfermos; mi madre en aquella ocasin no le contra-dijo. Si se puede comer un trozo, es natural que se pueda comer todo en-tero. Sin embargo, aquella forma de llorar, ahora que la recuerdo> partaverdaderamente el corazn. Es algo ciertamente extrao!

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  • XII

    Ya no puedo pensar en ello.Hasta hoy no me haba dado cuenta de que he vivido aos y aos en

    un lugar en el que, desde hace cuatro milenios, se come hombre; cuandomi hermanita muri, era mi hermano el que se ocupaba de los asuntosdomsticos; no sera nada raro que nos hubiera dado a comer a mi her-manita, sin percatamos de ello, mezclada con la comida.

    Es posible que yo haya comido, sin saberlo, algunos trozos de carne demi hermanita, y ahora me llega a m el turno...

    Con esta historia ma de cuatro mil aos comiendo hombre, que yo enprincipio desconoca, ahora que la veo claramente, qu difcil me va aresultar mirar cara a cara a los verdaderos hombres!

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  • XIII

    Habr acaso nios que no hayan comido hombre?Hay que salvar a los nios

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