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UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO
Facultad de Psicología
ESTRUCTURA PSICOLOGICA SOCIAL DEL SUJETO III A
Ficha de Cátedra: Una Aproximación Al Estudio De Las Organizaciones Desde El
Paradigma De La Complejidad.
JPT: Ps. Melisa Mandolesi
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UNA APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DE LAS ORGANIZACIONES D ESDE EL
PARADIGMA DE LA COMPLEJIDAD.
Melisa Mandolesi
Introducción
El mundo definido por la ciencia, ha sido tradicionalmente un mundo de pureza
casi platónica, en el cual reina el orden; y la explicación y el entendimiento son
realidades cotidianas.
Según el filósofo y sociólogo francés Edgar Morin, los principios de disyunción,
reducción y abstracción, han sido los dominantes en la ciencia occidental y su conjunto
constituye, lo que el autor denomina, el “paradigma de la simplificación”; esta
simplificación ha nutrido la ciencia occidental desde el siglo XVII hasta fines del siglo
XIX.
Este Paradigma se inicia, en Occidente, en tiempos de Galileo, Kepler, Descartes y
Newton. Las leyes newtonianas de la mecánica celeste y las coordenadas cartesianas, que
desarticulan al sujeto pensante (res cogitans) y a la cosa extensa (res extensa), y postulan
como principio de verdad a las ideas “claras y distintas”, crearon la impresión de que
todo se podía describir en términos matemáticos o mecánicos (Morin, 1990; Briggs &
Peats, 1989). Esto, según Morin, sienta las bases del pensamiento disyuntor, el cual
opera mediante la selección de datos significativos y rechazo de los no significativos:
separa (distingue) y une (asocia), jerarquiza y centraliza en función de un núcleo de
nociones maestras (Morin, 1990). Este paradigma, y en especial desde Descartes, ha
separado por una parte, el dominio del sujeto, el cual queda relegado a ser estudiado por
la filosofía; y por otra, el dominio de la cosa, dominio del conocimiento científico. Esta
disyunción ha separado cada vez más a la filosofía de la ciencia, como consecuencia de
lo cual, se ha perdido la posibilidad de una reflexión acerca del quehacer científico.
Así es que el paradigma de la simplicidad, es un paradigma que pone orden en el
universo, y pretende eliminar el desorden. El orden se reduce a una ley, un principio; las
ecuaciones y teorías que describen la rotación de los planetas, la elevación del agua en
un tubo, la trayectoria de una pelota o la estructura del código genético, contienen una
regularidad y un orden, una certidumbre mecánica que se ha terminado por asociar con
las leyes naturales. La física manejaba únicamente leyes deterministas que ignoraban la
contingencia (Briggs & Peat, 1999), pero la incertidumbre, la imprevisibilidad surgen
esporádicamente en la ciencia clásica, resultando en que el caos sea considerado sólo
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"ruido", una confusión resultante de la manera en que se apiñan las cosas de la realidad,
el resultado de una complejidad que teóricamente se podía desnudar hasta sus ordenados
cimientos (Briggs & Peat, 1989).
Sin embargo, se pueden encontrar desde el comienzo, dos brechas en el cuadro
epistemológico de la ciencia clásica: por un lado, la microfísica
…reveló la interdependencia de sujeto y objeto, la inserción del azar
en el conocimiento, la deidificación de la noción de materia, la
irrupción de la contradicción lógica en la descripción empírica;
Por el otro
…la brecha macrofísica unía en una misma entidad los conceptos
hasta entonces absolutamente heterogéneos de espacio y tiempo y
destruía todos nuestros conceptos desde el momento en que eran
llevados más allá de la velocidad de la luz. (Morin, 1990. p. 40).
El siglo XIX mostraba al mundo, por parte de la física, un principio de desorden
que tendía a arruinar toda cosa organizada; el segundo principio de la Termodinámica
indicaba que el universo tendía a la entropía general, es decir, al desorden máximo; y por
otra parte, los historiadores y los biólogos (entre ellos Darwin) le enseñaban al mundo
que había un principio de progresión en las cosas organizadas, las cosas se organizaban,
se complejizaban y se desarrollaban, pero la degradación y el desorden concernían
también a la vida. A partir de esto, ya no hay terreno firme, lo simple, las categorías
fijadas por la Física Clásica, que constituían el modelo de toda ciencia, ya no la
fundamentan; y la simplicidad se convierte en un mero lugar de paso, un momento entre
las complejidades microfísica y macrofísica.
Los más diversos fenómenos interrogan constantemente y desde todos los ángulos
a las ciencias sobre la posibilidad de que el mundo no sea tan euclidiano y perfecto como
se lo pretende describir, y que esas leyes “naturales” que se atribuyen a la naturaleza, no
siempre la expliquen realmente. Estos fenómenos parecen indicar que el orden y el caos
están dinámica y misteriosamente interrelacionados. Esto ha llevado al planteamiento de
una nueva perspectiva, la cual requiere de una revisión de los supuestos más elementales
de la ciencia.
Epistemología de la Complejidad
El mundo se organiza desordenándose. Es una idea compleja: une dos nociones que
deberían excluirse. En la visión de la ciencia clásica, cuando un razonamiento presenta
una contradicción de este tipo, se trata de un error. En la visión compleja cuando se llega
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por vías empírico-racionales a una contradicción, no significa error, sino que se ha
llegado a una capa profunda de la realidad que no puede ser traducida en términos de
nuestra lógica. La complejidad está ahí, donde no se puede remontar una contradicción.
La complejidad, definida por Morin, es en un primer momento un fenómeno
cuantitativo, una cantidad extrema de interacciones e interferencias entre un número
muy grande de unidades (Morin, 1990), pero más allá de esta definición cuantitativa, la
complejidad comprende incertidumbres, indeterminaciones, fenómenos aleatorios;
siempre está relacionada con el azar. Así, es una mezcla íntima de orden y desorden
(Solís, s.f).
Ya los pueblos antiguos creían que las fuerzas del caos y el orden formaban parte
de una tensión inestable, una armonía precaria. Hesíodo, considerado el más antiguo de
los poetas helénicos después de Homero, declara que primero fue el caos, y luego, la
Tierra de ancho seno.
Las cosmologías de la mayoría de las culturas antiguas imaginaban un estado
primordial en el que prevalecía el caos o la nada, de los cuales surgían luego las cosas y
los seres (Briggs y Peat, 1989). La idea mítica de que la creatividad cósmica depende de
cierta reciprocidad entre el orden y el desorden sobrevive aún en las cosmologías
monoteístas como el cristianismo. El universo bíblico comienza sin forma y vacío, hasta
que Dios crea y ordena.
Podemos referirnos también a Tales, Anaximandro y Anaxágoras, quienes
entendían que una sustancia o energía específica (agua o aire) había estado en flujo
caótico y que, a partir del orden que logra imponer ésta, se habían plasmado las
diferentes formas del universo (Briggs y Peat, 1989).
Aristóteles, ya con un afán más científico, se aleja de la idea de caos, planteando
que el orden lo impregna todo y que el mismo existe en jerarquías cada vez más sutiles y
complejas. La Edad Media fue una época en donde el naciente espíritu científico griego
de Aristóteles se mezcla con el cristianismo y lucha contra el misticismo antiguo.
Posteriormente, en épocas de Descartes, Galileo, Kepler y Newton, el espíritu
científico y la supresión del caos habían ganado la batalla. El ejemplo acabado de esto es
el planteo realizado por Laplace durante el reinado de Napoleón, quien imagina que un
día los científicos deducirán una ecuación matemática tan poderosa que lo explicaría
todo.
Pero durante el siglo XIX, el caos y el desorden encontraron la forma de volver a
su lugar en las ciencias. Ya desde mediados del siglo XVIII, los científicos se
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encontraban con algunas dificultades para explicar las realidades en términos de orden
puro, y es en 1824 donde se sitúa el origen de la Termodinámica Clásica, teoría que
vuelve a la energía caótica y desorganizada. La entropía, principio de progresiva
desorganización de la energía útil, posibilita el surgimiento de la Termodinámica y
desafía el concepto de orden universal newtoniano.
Al mismo tiempo que diversos físicos exponían la mecánica de le entropía,
intentando nuevamente reducir el caos a leyes, en el campo de la biología Darwin y
Wallace anunciaban una teoría que explicaba la aparición de las nuevas formas de vida.
Ambos entendían que el azar y la probabilidad eran un factor clave en los procesos
mecanicistas que gobernaban las formas complejas. Pero, en este caso, el azar no
alteraba el orden, sino que causaba variaciones en los individuos de las especies
existentes (Briggs y Peat, 1989).
El proceso llevado a cabo por Darwin fue un proceso reglamentado y riguroso con
experimentos y recogida de datos dotados de una dirección y una planificación. Se
trataba de un método novedosamente consistente y riguroso. Pero más allá de su
metodología reduccionista, los hallazgos realizados resultaron en una revolución.
Los postulados previos, sostenían que el mundo era constante, que la vida y el
hombre fueron creados, que el hombre ocupa una posición especial en el mundo, como si
éste fuera la finalidad última de la creación, todo en la naturaleza obedecía a leyes física
medibles y predecibles y existía un progreso y una finalidad en la naturaleza. Con los
hallazgos darwinianos, se da en la ciencia un giro radical, ahora el mundo se encuentra
en permanente cambio, el mundo, la vida y el hombre pueden explicarse sin recurrir a
un creador, el hombre es un ser vivo más (aunque algo peculiar), el estudio de la vida
incluye el azar y la probabilidad y no hay ningún propósito teleológico ni finalidad
lejana en la naturaleza (Tirapu, 2008). Algunos años después, algunos de los postulados
de Darwin fueron refutados o reformulados, pero la teoría aún no pierde vigencia. Gould
y Eldredge, en el año 1972, plantean que las nuevas especies no se forman por la
transformación gradual y lenta de todos los miembros de la especie (Gradualismo
planteado por Darwin y Wallace). Lo que sucede según estos autores es que un pequeño
grupo que vive en la periferia de la gran población, queda aislado por diversas
situaciones y esto le permite producir cambios más rápidamente1. Esta propuesta,
1 Goulde y Eldredge entienden por especiación rápida un proceso que puede durar alrededor de 10.000 años.
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colabora para finalizar de desentrañar la evolución, resolviendo de forma satisfactoria el
“Dilema de Darwin”2.
Este pequeño recorrido histórico da cuenta de que el pensamiento complejo integra
todos los elementos que puedan aportar orden, claridad, distinción, precisión en el
conocimiento pero rechaza las consecuencias mutilantes, reduccionistas,
unidimensionalizantes que puede producir la simplificación abusiva. Procura relacionar y
dar cuenta de las articulaciones entre diversos aspectos de la realidad.
Se puede decir entonces, que lo complejo recupera, por una parte, al mundo
empírico, la incertidumbre, la capacidad de alcanzar la certeza, de formular leyes, de
concebir un orden absoluto; y por otra parte, algo relacionado con la lógica, la capacidad
de evitar contradicciones. Es un tejido de constituyentes heterogéneos inseparablemente
asociados: que presenta la paradoja de lo uno y lo múltiple. Tejido de eventos, acciones,
interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo
fenoménico (Morin, 1990).
Edgar Morin (1990) plantea tres principios que pueden ayudar a pensar la
complejidad. El primero se denomina Dialógico, y es el que permite mantener la
dualidad en el seno de la unidad, asocia dos términos a la vez complementarios y
antagonistas. El segundo principio se denomina Principio de la Recursividad
Organizacional, y utiliza para explicarlo el proceso del remolino, planteando que cada
momento del remolino es producido y, al mismo tiempo, productor. Un proceso
recursivo es aquel en el cual los productos y los efectos son, al mismo tiempo causas y
productores de aquello que los produce. Por último, el tercer principio que plantea este
autor, es el Principio Hologramático. En un holograma, el menor punto de la imagen del
mismo contiene la casi totalidad de la información del objeto representado, no sólo la
parte está en el todo, sino que además, el todo está en la parte. Entonces, es posible
enriquecer el conocimiento de las partes por el todo y del todo por las partes, en un
mismo movimiento productor de conocimientos. Se aprecia de esta forma, que el
principio hologramático está ligado a la idea de recursividad y ésta, al mismo tiempo, al
principio dialógico.
El paradigma de la complejidad ha recibido (y sigue haciéndolo) aportes de las más
diversas disciplinas, intentando siempre integrar estos aportes a esa visión compleja de la
2 Darwin mismo plantea en “El Origen de las Especies”, la falta de fósiles que representen a especies intermedias que debieron existir en el proceso evolutivo, esto es, la carencia de formas de transición. A este problema se lo suele denominar “Dilema de Darwin”.
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realidad, haciendo que lo que algunos consideran una teoría, sea considerada por otros
como “teorías”. Al mismo tiempo que ha recibido aportes, a realizado diversas y
variadas contribuciones al estudio de diferentes ámbitos.
Aportes de la epistemología de la complejidad al estudio de las
Organizaciones.
Como se planteó anteriormente, algunos autores plantean que no existe una sola y
unificada Teoría de la Complejidad, pero si varias teorías provenientes de diversas
ciencias (naturales y sociales), especialmente de la biología, química, simulación
computacional, evolución, matemáticas y física (Mitleton-Kelly, 2003)
Se pueden incluir, entre los aportes más destacados al estudio de los sistemas
complejos, los realizados durante los últimos 40 años por científicos asociados al
Instituto de Santa Fe en Nueva México (USA) y específicamente los trabajos de Stuart
Kauffman y su equipo en relación a los sistemas adaptativos complejos, como así
también a los trabajos de científicos europeos como Allen, Goodwin y Axelrod en
relación a la cooperación, Casti, Bonabeau, Epstein y otros en modelaje y simulación
computacional, trabajos de Ilya Prigogine, Stengers y Nicolis en estructuras disipativas,
los trabajos en relación a la Teoría del Caos y finalmente, los trabajos de Maturana,
Varela y Luhmann sobre autopoiesis.
Estos aportes, han dado como resultado un rotundo cambio en el modo de concebir
a los sujetos, su vida en sociedad, y lo que específicamente será tratado aquí, su vida en
las organizaciones laborales.
Más allá de que, generalmente, el mundo de la física (como parámetro de las
ciencias “duras”) parece alejado y totalmente separado del mundo de la psicología (se
puede apreciar aquí una consecuencia del paradigma reduccionista), los seres humanos
son también criaturas físicas. La dinámica de sus cuerpos y de sus mentes proviene de las
mismas fuerzas que mueven el sol y los astros, y permiten que los átomos permanezcan
unidos. La física habla sobre los procesos de creatividad y transformación en el universo,
aplicada al campo de la psicología, hablará de estos mismos procesos dentro de los seres
humanos y de la sociedad, sin deshumanizarlos.
El impacto que la física newtoniana tuvo durante mucho tiempo sobre los
diferentes aspectos de la vida, se hizo evidente también en las organizaciones, la
acentuación del punto de vista individual, en una estructura espacio-tiempo absoluta,
donde solo existe una forma de mirar las cosas y donde la verdad está entonces en manos
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de quien posee el poder3. En la física newtoniana existe solamente una realidad en cada
unidad de tiempo. El uno O el otro de la opción absoluta se convierte en la forma
favorita de tratar con la realidad. Una afirmación es verdadera o falsa, una línea de
acción es buena o mala (Zohar & Marshall, s.f. en Filippi, 2009).
Frente a esto, todo un nuevo modelo de abordaje de lo organizacional emerge con
la aparición de la física cuántica, que invita a experimentar la realidad como un todo
integral. Las familiares certidumbres de la física clásica (rígidas categorías de espacio y
tiempo, materia sólida e impenetrable, leyes del movimiento estrictamente establecidas)
han dado paso al extraño mundo de los cuantos físicos; un mundo indeterminado, cuyas
misteriosas leyes se burlan de los límites del espacio, el tiempo y la materia (Filippi,
2009).
Algunos de los principios de la física cuántica que pueden ser retomados en el
estudio de las organizaciones son:
Principio de Complementariedad (formulado por Niels Bohr en 1922) Se plantea a
partir del hallazgo de que la luz es, a la vez, onda y partícula4, donde cada una es
complementaria de la otra y ambas son necesarias para cualquier descripción completa
de lo que es la luz; y sin embargo, el hombre está condenado a ver solo una a la vez.
Este principio posee consecuencias muy importantes cuando se lo aplica al campo
de las organizaciones, ya que permite pensar de otra forma y trascender la clásica
dicotomía sujeto/organización. Permite al psicólogo en el ámbito organizacional lograr
una armonía entre lo individual y lo social que toda organización contiene. El psicólogo
trabajando en la organización actúa mediando entre dos compromisos, uno con la
organización y otro con los individuos. Y desde este doble lugar, intenta hacer aportes
cuando los movimientos internos y externos modifican el equilibrio de la relación entre
la organización y el individuo.
Además, permite sentar las bases para pensar la igualdad, al plantear que la
percepción de las personas y el universo depende del marco de referencia en el que se
ubique el observador. No existen dos personas que compartan la misma conciencia,
existen múltiples marcos de referencia y deben ser respetados. Por ende, no existe la
verdad absoluta; lo relativo ha destronado a lo absoluto.
3 Un gerente de una empresa burocrática una vez dijo: “Existen dos maneras de hacer las cosas, la mía y la equivocada” (Filippi, 2009) 4 También conocido como “Dualidad onda/partícula”.
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Principio de Incertidumbre. (Formulado por Heisenberg en 1927) Según el cual si
un sistema quántico esta totalmente determinado en un aspecto, se hallará totalmente
indeterminado en el aspecto complementario. Una de las principales conclusiones y
contribuciones al estudio de las organizaciones que se derivan de este principio es que es
imposible conocer el presente en todos los detalles así como también es imposible
predecir el futuro en toda su magnitud; en cambio el pasado está definido. Esto no
significa que se deba accionar sobre el presente, sino que los resultados de ese accionar
no serán absolutamente predecibles, y el surgimiento de lo novedoso es un factor a no
perder de vista. Nuevamente, este principio mueve a la ciencia del lugar de lo absoluto, y
relativiza en función del observador.
El gato de Schrödinger (refiere a un experimento imaginario concebido por Erwing
Schrödinger en 1935) Consiste en imaginar una caja dentro de la cuál hay un gato vivo,
un frasco de veneno y un aparato que tenga un 50% de probabilidades de romper el
frasco matando al gato. A partir de esto, se puede decir que existe un 50% de
probabilidades de que el gato esté muerto y, sin mirar dentro de la caja, podemos afirmar
que el gato está vivo y muerto. Ninguna de las dos posibilidades es real, a menos que la
observemos. El gato está vivo y muerto al mismo tiempo. De esta ecuación se deriva la
existencia de Mundos Múltiples. Tomando este experimento como punto de partida, y en
relación a la labor del psicólogo en la organización, es posible señalar que la realidad se
crea en el momento en que es observada; de aquí se desprende, relacionando esto incluso
con el principio de complementariedad, que no existe una realidad objetiva sino que la
misma está condicionada por las características del observador.
La Teoría del Caos (sustentada en diversos aportes de distintas áreas)5 Basada
principalmente en diversos modelos matemáticos, cuyas aplicaciones intentan explicar el
comportamiento del universo y de la vida que, contrario a lo planteado por la ciencia
clásica, no se desarrolla de manera ordenada y previsible, sino de forma aleatoria y
caótica.
El termino científico “caos” se refiere a una interconexión
subyacente que se manifiesta en acontecimientos aparentemente
aleatorios. La ciencia del caos se centra en los modelos ocultos, en
los matices, en la “sensibilidad” de las cosas y en las “reglas”
5 Actualmente, uno de sus mayores representantes es el belga Ilya Prigogine, Premio Nobel de Química 1977.
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sobre como lo impredecible conduce a lo nuevo (Briggs & Peats,
1999. p. 4.).
Esta teoría conlleva, en el ámbito de las organizaciones, una postura; los sistemas
complejos no son predecibles, manipulables y controlables, en lugar de resistirse a las
incertidumbres, los miembros de la organización deberían aceptarla. La realidad no es
sólo azar, ni sólo determinismo, sino una mezcla de ambos; y debido a que ambos
elementos están presentes, el psicólogo debe aprender a trabajar con ellos, reconociendo
que las predicciones nunca serán absolutas, sino sólo probabilidades. La teoría del caos
promueve la inestabilidad, la cuál viene acompañada del cambio.
Existen múltiples técnicas utilizadas por los profesionales insertos en la
organización, que, apoyadas en todos los principios de la física citados, abogan por la
incertidumbre y por el cambio de paradigma en la cotidianeidad de las organizaciones,
entres ellas las denominadas: “auto-organización”, “co-evolución”, “lejos-del-equilibrio”,
“espacio de posibilidades”, “creación de un nuevo orden”, etc. (Mitleton-Kelly, 2003)
Otro de los conceptos fundamentales para la labor del psicólogo en las
organizaciones, y que, al mismo tiempo, es una noción íntimamente relacionada con la
física y específicamente con la termodinámica, es la de “sistema abierto”. Se trata de
sistemas cuya existencia y estructura dependen de una alimentación exterior y, en el
caso de los sistemas vivientes, no solo material-energética, sino también organizacional-
informacional (Morin, 1990).
Bien conocido es el uso de esta noción en Psicología Organizacional, ya que
numerosos autores (Katz & Kahn, 1966; Petit, 1984; Schein, 1982; Mintzberg, 1984) han
considerado y siguen haciéndolo, a la organización como un sistema abierto y complejo;
sistema en el sentido de que no puede resumirse como una suma de individuos, grupos,
talleres, oficinas o servicios, sino que dichos elementos se hallan en estado de
interacción necesaria, de interdependencia para la realización de un objetivo
oficialmente común: producir un bien o un servicio (Petit, 1979). Las organizaciones
constituyen espacios sistémicos que funcionan desde perspectivas interrelacionadas e
interdependientes.
Interdependencia porque al ser parte el todo, cada una de las partes responde a los
mismos objetivos funcionales trazados por quienes diseñaron la organización. Cada
acción que realiza un componente de la organización, es ejecutada desde una lógica que,
aunque tenga su propia autonomía de funcionamiento, depende de los otros componentes
para ser ejecutada. E interrelación refiere al hecho de que cualquier cosa que acontezca
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en un punto de la organización, tendrá diversos efectos en los otros subsistemas de la
misma (Quiroga et. al., 2011). Estas características son el fundamento de la unidad de la
organización, y no sólo son de orden operativo, sino también y principalmente, de
naturaleza social, utilizando como instrumento la comunicación y traduciéndose en la
realidad organizativa por medio de las relaciones de poder.
Esto deriva en que, en la actualidad, la organización sea definida por algunos
autores como una comunidad de personas con capacidad de interrelación (Perlo et. al.,
2009). Esto implica el sistema de estructuras formales, procedimientos y objetivos, pero
además y especialmente, las relaciones intersubjetivas capaces de producir y dar sentido
a dicho sistema. Esta capacidad de dar sentido se expresa a través de una red de
significados compartidos, sustentada a través del desarrollo y uso de un lenguaje común
e interacciones sociales cotidianas (Walsh y Ungson, 1991). Esto ha llevado a que en
1994, Flores defina a la organización como una red de conversaciones.
Las conversaciones son, desde esta perspectiva, encuentros sociales, donde se
desenvuelven prácticas y rituales sociolingüísticos, en una situación de co-presencias y
participación de interlocutores (Costa et. al., 2008). Este proceso de comunicación se
considera como un proceso constructivo del mundo humano (Fried Schnitman, 2000) y
constituye la posibilidad de construcción de lazo social fundado a partir de intercambios
lingüísticos cotidianos (conversaciones).
Reconocer la complejidad en el ámbito de la organización, implica optar por una
flexibilidad paradigmática, que asume la realidad social como un sistema de interacción
de gran cantidad de variables donde se reconocen las nuevas ideas e integran aportes de
diferentes paradigmas, asumiendo la trama vincular entre el mundo natural y social.
Subyace en los mismos la idea de que el sujeto co-construye su identidad junto con sus
semejantes, transforma y es transformado.
Siguiendo a López Yáñez (2009), se intenta avanzar más allá de la metáfora de la
pirámide, buscando visualizar la complejidad y totalidad de la red que configuran las
múltiples interacciones que llevan a cabo los actores en el contexto organizativo. Los
actores organizacionales, en este sentido, deben ser considerados participes creativos que
no deben abandonar su autonomía reflexiva (Dávila y Maturana, 2008).
Al mismo tiempo que se intenta visualizar esta complejidad al interior de las
organizaciones, es necesario no perder de vista que toda organización de sumerge en un
entorno multidimensional; pero al mismo tiempo específico, esto es, los elementos del
entorno general que están efectivamente en relación con la organización (Petit, 1979).
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Para analizar la organización y sus relaciones con el entorno, la disciplina ha tomado de
la Cibernética y de la Teoría de los Sistemas la nombrada noción de sistema abierto;
según la cual, la organización recibe de su entorno unos inputs (entradas), algunos son
predecibles, otros, por el contrario, son más difíciles de discernir; pero el factor menos
predecible, tiene que ver con los individuos y la organización en su totalidad, los cuales
van a realizar el proceso de transformación. Finalmente, esos inputs se transforman en
outputs (resultados), los cuales se proyectan en el entorno. Cierto resultados, pueden
volver al sistema en la forma de feedback (retroalimentación).
Entorno
Inputs Transformación Outputs
Feedback
Fig. 1. La organización como sistema abierto.
Podemos pensar en el sistema abierto, como aquel en el cual las estructuras se
mantienen mientras los constituyentes cambian; y así es como en la organización vemos
que los trabajadores se renuevan y cambian, pero el conjunto permanece aparentemente
estable. En cierto sentido, el sistema debe cerrarse al mundo exterior a fin de mantener
sus estructuras y su medio interno, sino se desintegraría; pero es su apertura lo que
permite su clausura, esto es, se trata de sistemas organizando su clausura (su autonomía)
en y por su apertura (Morin, 1990).
Se puede pensar, siguiendo a numerosos autores, en la organización laboral
(empresa, escuela, o cualquier organización social) como máquinas no triviales: es
trivial una máquina de la que, cuando conocemos todos sus inputs, conocemos todos sus
outputs, por el simple hecho de conocer a la perfección su “proceso de transformación”;
podemos predecir su comportamiento desde el momento en que se sabe qué entra en la
máquina. Todo lo que concierne al surgimiento de lo nuevo es no trivial y no puede ser
predicho por anticipado. Las sociedades y organizaciones, son maquinas no triviales en
el sentido, también, de que conocen, sin cesar, crisis políticas, económicas y sociales.
Toda crisis es un incremento de las incertidumbres. La predictibilidad disminuye. Los
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desordenes se vuelven amenazadores. Hay que inventar estrategias para salir de las
crisis.
Se observa como, al mismo tiempo, que el sistema se desprende del ambiente y se
distingue de él, y de allí su autonomía y su individualidad, se liga tanto más a ese
ambiente al incrementar la apertura y el intercambio que acompañan a todo progreso de
la complejidad: se trata, entonces, de un sistema auto-eco-organizador (Morin, 1990). El
sistema auto-eco-organizador tiene su individualidad misma ligada a relaciones con el
ambiente. El ambiente está dentro de él y juega el rol de co-organizador. Un sistema
auto-eco-organizador no puede, entonces, bastarse a si mismo, no puede ser totalmente
lógico e independiente, más que introduciendo, en si mismo, al ambiente.
Todos estos desarrollos surgen y son aplicados, en un primer momento, en el
estudio de los seres vivos, más específicamente en la Biología. Se hace evidente, para
muchos científicos, que la vida no es una sustancia, sino un fenómeno de auto-eco-
organización extraordinariamente complejo que produce la autonomía. Desde ese
momento, se hace evidente que los fenómenos antropo-sociales no podrían obedecer a
principios menos complejos que aquellos requeridos para los fenómenos naturales.
El Dr. Humberto Maturana, ha comentado reiteradamente las preguntas de un
alumno suyo que dieron inicio a su investigación sobre los seres vivos: ¿Qué comienza
cuando comienzan los seres vivos en la tierra? ¿Qué clase de sistema es un ser vivo?
(Maturana & Varela, 1973, 1984; Maturana, 1995). Maturana y Varela, desafiando la
idea de que el mayor de los problemas que enfrenta la organización moderna son los
cambios en el entorno, plantean la noción de autopoiesis en un intento de sintetizar lo
que consideran central de la dinámica constitutiva de los seres vivos, y en 1973, expresan
que
… lo que definía y de hecho constituía a los seres vivos como entes
autónomos que resultaban auto referidos en su mero operar, era que
eran unidades discretas que existían como tales en la continua
realización y conservación de esa dinámica productiva de todos sus
componentes, de modo que todo lo que ocurría en ellos ocurría en la
realización y en la conservación de esa dinámica productiva, que los
definía y a la vez constituía en su autonomía. (Maturana & Varela,
1973. p. 14).
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Y ya en un texto de 19856 Maturana planteaba el papel que juega el medio en esta
dinámica de los seres vivos, y decía que
…al tratarse de sistemas moleculares, son sistemas determinados
estructuralmente, esto es, los seres vivos son sistemas en los cuales
las interacciones con el medio no determinan lo que les pasa, sino
que sólo gatillan en ellos cambios estructurales determinados por su
propia estructura. (Maturana, 1995. p.57)
Por lo tanto, en relación a lo planteado, se puede concluir que lo único que puede
ocurrir en las interacciones entre un ser vivo y el medio, es que éste último gatille en él
cambios estructurales. Si estos cambios estructurales se dan con conservación de la
organización de continua producción de sí mismo (o autopoiesis) que constituye al ser
vivo, el ser vivo se conserva y continúa vivo en la realización de su historia individual
ontogenética. Si resultan en que se pierde la organización autopoiética de éste, el ser vivo
muere, se desintegra. Una comprensión de la naturaleza de los sistemas de autopoiesis
requiere que se entienda cómo cada elemento combina simultáneamente el
mantenimiento de si mismo con el mantenimiento de los otros, simplemente no es
recomendable disminuir una parte tan importante de la cadena circular de interacciones al
término de “entorno”, El entorno es parte del sistema y en diferentes niveles, están
coproduciéndose (Morgan, 1990)
Se puede afirmar, siguiendo los planteos de estos autores, que un ser vivo es como
es en cada instante, no porque alguno de sus componentes predetermine cómo debe ser,
sino porque ha comenzado con cierta estructura inicial y ha tenido una cierta historia
particular de interacciones.
Ahora bien, ¿se puede transpolar este concepto de autopoiesis a la organización
como sistema abierto y auto-eco-organizado? Según estos autores, no. Sin duda es
posible hablar de sistemas autopoiéticos de tercer orden al considerar el caso de una
colmena, una colonia o una familia; o de un sistema social como un agregado de
organismos, pero en esos casos, lo autopoiético resulta del agregado de organismos y no
es lo definitorio o propio del sistema social como la clase particular de sistema que cada
uno de estos es.
Lo que los define como lo que son en tanto sistemas sociales, es la
forma de relación entre los organismos que los componen, y que
6 Maturana, H. & Luzoro, J. Herencia y medio ambiente. Publicado en 1995 en el libro Desde la Biología a la Psicología, pero preparado como material docente en 1985
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connotamos en la vida cotidiana en el preciso momento en que los
distinguimos en su singularidad como tales, al usar la noción de
“sistema social” (Maturana & Varela, 1973. p. 19).
Sin embargo, otros autores consideran que se trata de un modelo absolutamente
posible de ser trasladado al campo de las organizaciones, si las mismas son consideradas
sistemas complejos; entre ellos, podemos hallar desarrollos de Gregory Bateson, teórico
interesado en los aspectos ecológicos de los sistemas, que junto a otros autores, plantean
que “los todos” envuelven como campos completos de relaciones que son
recíprocamente determinantes y determinadas; el modelo de sistema tiene que entenderse
como un todo y como poseedor de una lógica propia, no puede comprenderse como una
red de partes separadas (Morgan, 1990). Pueden citarse, también, los desarrollos del
sociólogo alemán Niklas Luhmann, explícitamente criticados por Maturana y Varela7,
quien plantea en discusión abierta con Maturana que como de manera casual el concepto
surgió en la biología, entonces se cree que al transferir el término a otro ámbito de la
realidad se realiza una analogía (Luhmann, 1996); pero él considera que existen
estructuras típicas muy generales que permiten entablar comparaciones, esto es, que se
trata de estructuras generales que se pueden realizar tanto dentro del orden de lo orgánico
como del social.
Luhmann plantea que la clausura operacional a la que se ha hecho referencia
anteriormente, conduce a los dos puntos más discutidos en la actual teoría de sistemas: a)
autoorganización y b) autopoiesis. Ambos conceptos, para este autor, deben mantenerse
claramente separados, ya que cada uno acentúa aspectos específicos de la clausura
operacional. Autoorganización hace referencia a la construcción de estructuras propias
dentro del sistema; en cambio, autopoiesis tiene que ver con la determinación del estado
siguiente del sistema, a partir de la limitación anterior a la que llegó la operación.
Además expresa que los sistemas autopoiéticos son autorreferenciales y que todos
los sistemas autorreferenciales operan autopoiéticamente. Serán entendidos como
sinónimos por el autor; la autorreferencialidad no es sólo autorremisión, sino también
autoproducción y automantenimiento del sistema mediante la permanente reproducción
de sus componentes.
La mayor diferencia con Maturana es en relación a que, según Luhmann los
sistemas sociales, entre estos las organizaciones, son sistemas autopoiéticos de
7 Maturana & Varela (1973) De Máquinas y Seres Vivos. Autopoiesis: la organización de lo vivo. P-19. Ed. Lumen. Chile.
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comunicaciones, los seres vivos, en particular los seres humanos, no forman parte de los
sistemas sociales sino que constituyen aspectos de su entorno; en relación a lo que
Humberto Maturana (1991) expresará Si lo humano fuera periférico a lo social no cabría
la reflexión liberadora como un acto reflexivo personal que saca al vivir humano del
vivir humano que atrapa devolviendo al individuo su libertad. 8
Conclusión
La visión clásica de las ciencias nos ha llevado a considerar que la realidad se
divide en diversos campos o áreas muy diferenciadas, considerando una realidad física,
una realidad económica, una realidad psicológica, etc. Tomando en consideración lo
planteado en el presente trabajo, se puede concluir que este tipo de categorías han sido
creadas e impuestas, y que no se corresponden con una visión compleja de la realidad. Es
necesario un cambio de paradigma, un cambio en la forma en que es concebido el rol del
psicólogo en la organización. Es absolutamente necesario no perder de vista que la
realidad es una sola, pero compleja y trabajar interdisciplinariamente; para así lograr
pensar acerca de las problemáticas que exceden a la psicología, problemáticas que
pueden referirse a lo político, lo económico, lo tecnológico, lo ambiental; problemáticas,
que siendo parte de la organización, poseen efectos, interacciones, diálogos y
retroacciones para con los sujetos que la habitan y que pasan aproximadamente la mitad
de sus vidas trabajando en ellas.
A la labor del psicólogo, la organización, como todo sistema complejo, se presenta
como un todo caótico, al cual es necesario descomponer en sus partes, para posibilitar su
estudio, para determinar las características de su funcionalidad y para pesquisar el acople
que poseen las diversas partes entre sí. Como plantea Edgar Morin (1990) es
absolutamente necesario aceptar la reducción siendo conscientes de que es una
reducción, y no realizar una reducción “arrogante” con la creencia de poseer la verdad
simple.
Luego de este proceso de análisis de las partes, es necesario proceder a la síntesis,
que constituye el mismo camino pero de orden inverso, conocida la estructura y
funcionalidad de las partes, debe procederse a reconstituir el todo, solo que en lugar del
todo caótico que se tenia al comienzo, se encuentra ahora con un todo organizado que
muestra los aspectos no visibles de la organización.
8 Expresado en un comentario manuscrito, no publicado, de Humberto Maturana, al libro Sociedad y Teoría de Sistemas (1991) de Rodríguez Mansilla y Arnold. Chile.
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Organizar el pensamiento es realizar una estratificación y ponderación de los
distintos elementos que componen el todo estudiado, con el fin de pesquisar que papel
juegan en el sistema total que se desea conocer. Se hallan, entonces, ambigüedad de
luchas, de resistencias, de antagonismos y de complementariedades necesarias para la
complejidad organizacional. Según Morin, esto es lo que hace a la vitalidad, pero un
exceso de esta complejidad puede resultar, finalmente desestructurante, desintegrador.
Cuando se ha logrado llegar a este punto, se está en condiciones de comenzar a
pensar la organización. Esta comprensión de la complejidad requiere un cambio muy
profundo en las estructuras mentales.
No está el individuo por una parte, la Sociedad por otra, la
especie por un lado, los individuos del otro, de un lado la empresa
con su organigrama, su programa de producción, sus estudios de
mercado, el otro lado sus problemas de relaciones humanas, de
personal, de relaciones públicas. Morin, 1990. P-123.
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