D E S E N A L E C T U R A D E

L L E N G U A C A S T E L L A N A

OPERACIÓN SECRETA EQUIVOCADA

Ousama había actuado de forma absolutamente temeraria al atreverse a husmear en el armario

del director del colegio. Siempre le habían gustado los cómics que presentaban las aventuras y

desventuras de los detectives más atrevidos, valientes y, a su vez, inconscientes, pero esta vez se

había pasado de listo y había decidido vivir su propia aventura...

Sherlock Holmes era su investigador favorito, un auténtico camarada imaginario. Por las noches,

antes de acostarse, Ousama miraba viejos capítulos de la serie protagonizada por el intrépido

detective inglés en su tableta y eso le servía para empezar a tejer los sueños que más tarde tendría.

Así, durante la madrugada, su cabeza se convertía en un hervidero de aventuras y de casos por

resolver. Soñando había conseguido encontrar el escondite donde unos malvados secuestradores

mantenían cautiva a la reina de Inglaterra; en sueños había también logrado recuperar el millón de

euros que la famosa banda de ladrones encabezada por Júlia había robado del banco central;

soñando había destapado la fábrica de billetes de 500 € que Karim tenía escondida en una cueva

secreta debajo de su cama. Pero todo eso había sucedido en sueños...

Ahora estaba en un buen aprieto. Dennís, el cabecilla del clan Huesosmuertos, una especie de

grupo que se dedicaba a controlar a los pobres alumnos del instituto -su especialidad era robar

bocadillos, quitar dinero u obligar a los demás a hacerle los deberes- le había chivado que el director

Morcilllo escondía en su armario un doble fondo donde almacenaba los exámenes originales de toda

la ESO y le había ordenado que investigase el interior para así conseguir hacerse con las pruebas.

Dennís y el resto de Huesosmuertos querían vivir de renta, sin tener que estudiar ni dar palo al agua.

Ousama no había tenido opción: o cumplía la misión o los Huesosmuertos le iban a hacer picadillo sus

propios huesos.

Ousama no congeniaba mucho con el director Morcillo, así que aceptó la misión. Ahora, sin

embargo, una vez dentro del armario, había surgido un imprevisto... Tras una minuciosa

investigación, Ousama había dado con el escondite de los exámenes: las pruebas estaban

almacenadas entre grasientas lonchas de jamón que el director comía para desayunar cada día. Las

hojas aceitosas daban asco, pero una vez fotocopiadas las manchas de grasa no se notaban.

Ousama cogió varias muestras y retrocedió para salir del armario, con tan mala fortuna que se le cerró

la puerta antes de lograr escapar. El director Morcillo, famoso por ser muy precavido, había colocado

un candado con una combinación de seguridad que solo él conocía. El día iba decayendo -Ousama

veía cómo el sol se ponía tras la rejilla del armario- y la noche era, ya, un hecho.

Ousama tenía que aceptar que no lograría salir de allí hasta que Morcillo abriese la puerta. Así,

pues, no sería apaleado por los Huesosmuertos, pero sí recibiría un castigo ejemplar del director.

Además... ¡Saldría del armario oliendo a jamón putrefacto! ¡Vaya desastre de misión!

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