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Fuente: Manual de historia dominicana Frank Moya Pons Miseria y Militarización

Consecuencias de las devastaciones

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Page 1: Consecuencias de las devastaciones

Fuente: Manual de historia dominicana

Frank Moya Pons

Miseria y Militarización

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La situación de Santo Domingo y sus alrededores a mediados de 1608 cuando llegó el nuevo gobernador Diego de Sandoval a sustituir a Antonio de Osorio era de hambre, miseria y aflicción. Todos los que podían hacerlo abandonaban la isla, vista literalmente como una ratonera, lugar de miseria y de peligros sin comparación.

Los vecinos de Bayaguana y Monte Plata pedían desesperadamente a las autoridades que les permitieran irse a vivir a Santo Domingo, lo cual no llegó a ser concedido. Más de un tercio de la población de Bayaguana murió de hambre y enfermedades entre 1606 y 1609. Los habitantes más jóvenes de dichos poblados se fueron colando entre la población de Santo Domingo y no tuvieron más opción que dedicarse al robo de ganado para no morir de hambre.

El cuatrerismo o robo de ganado es uno de los problemas que más preocupaban a los dueños de hatos, según la investigación realizada por Sandoval.

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El Gobernador Gómez de Sandoval adoptó una serie de medidas para fomentar el crecimiento de los ganados y la multiplicación de los hatos, que eran la única riqueza de la población: Prohibió que se mataran las hembras y los becerros, y ordenó a los dueños de hatos mantener jaurías de perros mansos.

Otra medida fue la de permitir que fueran a la banda del norte algunas cuadrillas escoltadas por soldados para recoger los restos de ganados allá dispersos y llevarlos a los hatos de Santiago y sus alrededores.

Sin embargo algún defensor de los intereses reales informó a la corona acerca de estas medidas y Sandoval fue advertido por el Rey en 1610 sobre los peligros de llevar los cueros y la res cerca de los enemigos de España en vez de llevar los animales vivos a Santo Domingo.

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Las despoblaciones afectaron decisivamente al comercio exportador al escasear los ganados, lo mismo que la capacidad adquisitiva de los vecinos que empezaron a consumir menos artículos importados por el puerto de Santo Domingo, debido a la falta de dinero y los enormes precios que había que pagar por los mismos.

“Sueldos tan cortos para tierra tan cara” fue una expresión del gobernador Gómez Sandoval para retratar la situación de estancamiento económico que se hacía cada vez más grave.

Mientras se reproducía el ganado y se aumentaba la producción de cueros, que era cuestión de varios años, las medidas adoptadas consistieron en reducir a 100 el número de soldados, y, por otra parte, en buscar que el déficit de la administración fuera cubierto por asignaciones subsidiarias enviadas desde México anualmente, las cuales fueron llamadas situados.

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Cuando el nuevo gobernador Diego de Acuña llegó al poder, se encontró con una situación de pobreza grave en Santo Domingo. No había dinero con qué hacer frente a los gastos militares para reforzar la plaza. Lo más grave era que esos gastos tendrían que aumentar porque a juicio de Acuña hacían falta 100 hombres más para reforzar la guarnición existente. Y es que la población criolla de la isla nunca había tenido el menor interés en ahuyentar o hacer la guerra a los enemigos de España.

La fundación de la llamada compañía de las indias occidentales en 1621 fue organizada por un poderoso grupo de capitalistas holandeses para hacer la guerra a los intereses comerciales españoles en América, y particularmente en el caribe. Fue motivo para movilizar las decisiones en la corte para reforzar militarmente todos aquellos lugares que habían sido relegados durante décadas y concentrar esfuerzos en la explotación de las riquezas de Perú y México.

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Los años de 1623 a 1625 son de intensa actividad Naval y militar en el caribe, que hizo reactivar las defensas españolas en las Antillas y que obligó a los gobernadores de la Española a poner en práctica nuevos programas de militarización.

Los esfuerzos para reforzar a Santo Domingo, que de buenas a primeras se venía convirtiendo en n lugar de importancia estratégica, dieron un carácter diferente a la vida de la ciudad y contribuyeron a cambiar la personalidad social de la misma. Las mayores preocupaciones de Santo Domingo eran reforzar y proteger la plaza de acuerdo con las instrucciones de la corona, que estaba envuelta en una de las más serias guerras europeas.

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Los 10 años de la administración del gobernador Gabriel Chávez de Osorio, quien sustituyó a Acuña, son años de intensa actividad militar en la banda del norte y de intenso entrenamiento de nuevas tropas llegadas de otras partes a Santo Domingo.

Se había vuelto a producir suficiente ganado como para abastecerse la ciudad de Santo Domingo, pero nunca a los niveles anteriores a las despoblaciones. Los ingenios seguían produciendo cada día menos azúcar.

Las únicas inversiones que se realizaban estaban orientadas a mejorar las defensas con el propósito de hacer de Santo Domingo una plaza inexpugnable desde el mar o desde tierra para resguardar de los holandeses.

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En noviembre de 1630 regresaron las cuadrillas militares que habían sido enviadas a la isla de la tortuga algunas semanas antes, para desalojar a los enemigos de España que se habían refugiado en ella después de haber sufrido un fuerte ataque en la islita de San Cristóbal el año anterior por la armada de don Fradique de Toledo que regresaba de Brasil, adonde había ido a expulsar a los holandeses que se habían adueñado de las tierras de la región de bahía. Esos enemigos, ingleses y franceses, perdieron todo lo que habían podido llevar desde San Cristobal, incluso sus esclavos, los que tomados prisioneros por los españoles fueron luego vendidos en Santo Domingo para pagar los sueldos de los mismos soldados que habían asaltado la Tortuga.

Ese pequeño triunfo, sin embargo, lejos de dejar satisfecha a las autoridades, sirvió para mostrarles cuán cerca estaban los enemigos y para moverlos a seguir con los planes de defensa y fortificación de Santo Domingo.

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La victoria de Ruy Fernández de fuenmayor en 1635 contra los ingleses que habían regresado y vuelto a ocupar la Tortuga, después del primer asalto de los españoles 4 años antes, resaltó aún más la efectividad de la organización militar en la Española. Después de reunir unos 150 hombres en el interior de la isla y de sumarlos a los 100 del presidio de Santo Domingo, el capitán Fernández de Fuenmayor cayó sobre los ingleses y degolló 195 enemigos, tomó 39 prisioneros y pudo apresar también más de 30 esclavos negros que aquellos tenían en su poder.

Hegemonía Militar: La situación se iba tornando diferente: en lugar de los antiguos y poderosos dueños de ingenios que controlaban todos los aspectos de la vida local, iba surgiendo una élite militar compuesta por hombres venidos de otras partes de las indias. La presencia de estos hombres en Santo Domingo repercutía sobre la vida local de diversas maneras. Ellos eran la nueva fuente de riqueza para los comerciantes, pues una gran parte del dinero que llegaba con el situado se convertía en salarios y era gastado por los soldados en compra de artículos de consumo.

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En general, cuando los sueldos llegaban se esfumaban rápidamente, pues tanto los soldados como los burócratas, como los religiosos que recibían sus salarios de las cajas reales Vivian endeudado y la llegada de sus dineros solo servía para saldar cuentas y empezar a comprar al fiado de nuevo. Pero aun así y a pesar de encontrarse individualmente en manos de los comerciantes y usureros de Santo Domingo, los soldados seguían siendo la base del poder real en la colonia y después de más de diez años de intensa actividad militar su presencia no podía ser eludida por nadie que viviese en Santo Domingo por más noble y antiguo y honrado que fuese. De manera que a pesar del constante rechazo que recibían de los más rancios pobladores de la ciudad, los militares imponían un nuevo estilo de vida de la comunidad que no dejaba de provocar conflictos sociales.

Los Más Hábiles comprendieron perfectamente el rumbo de los cambios y no tardaron en adaptarse a los mismos aliándose Íntimamente con los militares y, especialmente con los gobernadores de turno

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Juan Bitrian de Briamonte aprovechó la clase alta ara apoyarse en unos y oponerlos a los otros arruinando a los menos hábiles y enriqueciéndose el y un pequeño grupo con el negocio de las licencias de exportación e importación cuya obtención dependía el comercio colonial, y enriqueciéndose también con el negocio de venta de ropas a los soldados “a exorbitantes precios”.

En tiempos de elecciones las luchas se sucedían sin descanso, y las pugnas reflejaban el choque entre los intereses locales y los intereses de los recién llegados de otras partes, otra como soldados, como comerciantes , como burócratas. El mismo Bitrian , que llego a mantener un poder absoluto que ningún otro gobernante igualaría en la colonia , llego a sentir los inconvenientes de la intranquilidad y a pedir a la corona que legislara para que los alcaldes fueran electos de la siguiente manera : uno criollo, de la tierra, para satisfacer a los vecinos, y otro español nacido fuera, par satisfacer a los venidos de otras partes. Los alcaldes eran los representantes del pueblo en la administración de la justicia y en un periodo en el que el poder fluía hacia los militares advenedizos, los vecinos querían retener ese poder en sus manos.

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Oligarquía def: “para ciencias políticas es la forma de gobierno en la cual el poder es ejercido por un grupo reducido de personas que pertenecen a una misma clase social, pueden ser empresarios y actúan en conjunto para la defensa de sus intereses”.

Santo Domingo era pobre hasta mas no poder, dependiendo para vivir de una suma de dinero que venía irregularmente desde México y corriendo grandes riesgos, se encontraba en manos de una pequeña oligarquía que no pasaba de cincuenta familias que poseían todo, las tierras, los ganados , los ingenios , los esclavos y el comercio y , par mayor angustia, se encontraba en manos, también, de una dotación de 300 soldados portugueses que España estimaba necesarios para defender la plaza y que los gobernadores de turno todavía creían insuficientes y solicitaban continuamente que fueran aumentados.

Después de haber pasado 30 años de las devastaciones y haber vivido concentrados en los alrededores de Santo Domingo y haber padecido la influencia de la vida militar y los efectos de la propaganda anti extranjera que se publicaba frecuentemente en santo domingo, el sentimiento de la hispanidad de los pobladores del sur de la española creció hasta el punto de llegar a ver en la militarización un proceso necesario para salvarse todos de un posible ataque que los incorpora a Holanda Inglaterra o Francia.

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El interés del nuevo gobernador Nicolás de Velasco era mantener toda la población hábil continuamente bajo las armas debido a que en febrero de 1644 azua fue atacada atacada y saqueada por corsarios que llegaron incluso a hacer prisioneras catorce mujeres blancas y negras.

A finales del 1647, la corona aprobó aumentar la dotación en 50 soldados más urgiendo al gobernador a conservar en buen estado la dotación de 300 ya existentes, y una compañía de caballería que con la gente noble y caballeros de la ciudad de Santo Domingo había compuesto bitrian años atrás, junto con otra compañía de milicias para correr las costas. Esta decisión de la corona de aumentar la dotación militar de santo domingo obedecía , más que a las peticiones de las autoridades coloniales, a a las informaciones enviadas por el embajador español en Inglaterra, don Alonso de cárdenas, quien había descubierto en Londres una trama dentro del gobierno inglés para ocupar la isla de santo domingo en las indias.

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El término de Paz de Westfalia se refiere a los dos tratados de paz de Osnabrück y Münster, firmados el 15 de mayo y 24 de octubre de 1648, respectivamente, este último en la Sala de la Paz del Ayuntamiento de Münster, en la región histórica de Westfalia, por los cuales finalizó la Guerra de los Treinta Años en Alemania y la Guerra de los Ochenta Años entre España y los Países Bajos. En estos tratados participaron el emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico (Fernando III de Habsburgo), los Reinos de España, Francia y Suecia, las Provincias Unidas y sus respectivos aliados entre los príncipes del Sacro Imperio Romano-Germánico.

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Francia: Ésta fue la gran beneficiada de la Paz de Westfalia. Por un lado, se reducía el poder de su gran adversario continental, el Imperio, y por otro se expandía hacia el Este con la anexión de Metz, Verdún, Alsacia, Breisach y el dominio militar de la ciudad de Philippsburg. A partir de entonces, y especialmente tras la Paz de los Pirineos, Francia se convirtió en la potencia hegemónica de Europa.

España: Hasta el reinado de Felipe III España se había mantenido como la principal potencia de Europa. Con Felipe IV ya se empiezan a ver signos claros de la decadencia, que quedan patentes tras la Paz de Westfalia.

Suecia: Suecia consiguió una posición hegemónica en el Mar Báltico que mantuvo durante décadas.

Sacro Imperio Romano Germánico: En 1640, después de casi 30 años, se volvió a reunir la Dieta Imperial. Ésta fue aprovechada por los Estados del Imperio para acusar al emperador Fernando III de Habsburgo de sobrevalorar a España, mientras Suecia y especialmente Francia presionaban en el mismo sentido para deshacer la colaboración de las dos casas Habsburgo.

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Aceptación del principio de soberanía territorial, el principio de no injerencia en asuntos internos y el trato de igualdad entre los Estados independientemente de su tamaño o fuerza. En la práctica, las cosas fueron algo diferentes y el resultado muy desigual para los diferentes Estados. Algunos Estados pequeños fueron absorbidos por Francia, acabaron perdiendo su identidad asimilados por la cultura mayoritaria y ya no dejaron de ser parte de ella. Por otro lado, a los Estados que formaban parte del Sacro Imperio se les reconoció una autonomía mucho mayor de la que ya tenían.

El otro gran perjudicado fue el papado, que dejó definitivamente de ejercer un poder temporal significativo en la política europea.

La Paz de Westfalia supuso el fin de los conflictos militares aparecidos como consecuencia de la Reforma Protestante y la Contrarreforma. Desde los tiempos de Martín Lutero, las guerras europeas se desencadenaban tanto por motivos geopolíticos como religiosos. Tras la Paz de Westfalia, la religión dejó de ser esgrimida como casus belli. A pesar de las disposiciones que intentaban una convivencia religiosa, la intransigencia obligó en la práctica a exiliarse a los que no adoptaban la del gobernante.