64
1 ENTREVISTAS BICENTENARIAS Entrevistas a investigadores venezolanos sobre la influencia de la Independencia Nacional en la sociedad venezolana Autores: José Useche y Ricardo Zambrano Año: 2012 La copia original reposa en la Universidad de Los Andes, pues el mismo fue presentado como parte de una Memoria de Grado.

Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

1

ENTREVISTAS BICENTENARIAS

Entrevistas a investigadores venezolanos sobre la influencia de la

Independencia Nacional en la sociedad venezolana

Autores: José Useche y Ricardo Zambrano

Año: 2012

La copia original reposa en la Universidad de Los Andes, pues el mismo fue presentado

como parte de una Memoria de Grado.

Page 2: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

2

Prólogo

Si no hubiera pasado, nadie lo creería. Estábamos allí, hablando por teléfono con

uno de los mayores y más reconocidos escritores del país, y lo más gracioso del asunto, ya

se había negado a la entrevista. Luis Britto García comentaba que, debido a sus múltiples

ocupaciones, se ausentaría de Caracas por unos días. Se conversó con él sobre otras

cosas, aparentemente tenía problemas con la conexión a Internet en su casa, la cual no

podía arreglar y nosotros, algo conocedores del asunto, le guiamos paso a paso, para

hacer que conectara, y si no tenía éxito, el número al cual debía llamar.

Numerosas anécdotas como estas quedarán en la memoria, todas ellas ocurridas en

una de las etapas que más nerviosismo puede presentarles a quienes pretender servir de

detectives en esto de buscar las fuentes. ¿Dónde los ubicamos? ¿Dónde trabajan? ¿Cuál

será su número de teléfono, su correo electrónico, su dirección? ¿Están en Venezuela? O

si se tiene suerte: ¿Estarán en la ciudad? ¿Accederán a ser entrevistados? Estas y más

preguntas se presentaron antes de comenzar a buscarlos.

Se concluyó que debía haber una división de tareas. Cada uno, de acuerdo a sus

posibilidades y sus áreas de trabajo, comenzaría la búsqueda. Uno de nosotros trabajaba

por aquel entonces en el canal del Estado y el otro laboraba en la UCV. En un principio, la

tarea se facilitó por el acercamiento de personas de la academia como Bernardino Herrera

León y Gustavo Hernández Díaz. Ellos, en gran medida, ayudaron a hacer un mapa de la

ubicación de cada investigador: Maritza Montero se podía ubicar en el Instituto de

Psicología; Elías Pino Iturrieta, en la UCAB; Jesús María Aguirre, en el Centro Gumilla.

Poco a poco, de esta forma, fue apareciendo en la mente una especie de mapa que nos

guiaría a cada uno de ellos.

El primero en aceptar fue Jesús María Aguirre. A través del sitio web del Centro

Gumilla, nos enteramos del número de teléfono de su oficina. Con una sencilla llamada,

accedió inmediatamente después de una breve explicación. La cita fue programada para el

19 de octubre de 2010 a eso de las 9 de la mañana.

Simultáneamente se estaba contactando a los demás investigadores, en el Instituto

de Psicología dieron razón de Ana Teresa Torres y Maritza Montero. La primera comentó

que estaba en algunas actividades y por tanto no podría acceder a nuestra petición en los

Page 3: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

3

próximos días; sin embargo, se estableció realizar un segundo contacto un mes después.

A Maritza Montero se le contactó por correo electrónico. Ella contestó y manifestó su

satisfacción por haberle tomado en cuenta. Nos dio la cita para dos semanas posteriores,

puesto que realizaría un viaje a Brasil.

Luego de entrevistar a Montero, aún quedaba un largo camino, y se entró en una

especie de estancamiento, pues no se había logrado contactar a otros personajes. No

estaban en Venezuela o estaban en otras latitudes del país, nadie daba razón cierta de

ellos, no se encontraban bien de salud, entre otros inconvenientes. Esta fase forma parte

del proceso de selección y descarte que se realiza sobre la marcha, y de ella son

conscientes todos los comunicadores sociales cuyo trabajo es buscar y encontrar las

fuentes vivas de los discursos.

Luego se entrevistó a Ana Teresa Torres. La cita había sido pautada por ella.

Quizás por esto, y debido al sitio de encuentro escogido, no esperaba responder a tantas y

a tan profundas preguntas. Sin embargo, su satisfacción era evidente y su agradecimiento

más; tal vez por ello nos obsequió con un ejemplar de su libro La Herencia de la Tribu.

A Samuel Hurtado se le ubicó por Facebook. Es interesante esto, puesto que en la

Escuela de Antropología no daban razón de él. Sabían que daba clases allí, pero no a cuál

hora ni cuándo. Tampoco dieron número telefónicos ni correos. Buscando y buscando en

el mar de Internet, aparecía una entrada con su nombre y un enlace directo en la cuenta

personal del investigador en la red social. Inmediatamente se procedió a dejársele un

mensaje. A los días contestó y accedió complacido a ser entrevistado.

Entre tanto, aún se buscaba al quien más trabajo dio en cuanto a ubicación,

Edgardo Lander. Ya por aquel momento se esperaba entrevistar a Elías Pino Iturrieta en

una fecha pautada por él, en el Instituto de Historia de la UCAB. Con sencillez y humildad

de padre y consejero, accedió a ser entrevistado. También se esperaba el regreso a

Venezuela de Asdrúbal Baptista, con el cual ya se había entablado conversación después

de la salida del teatro del IESA, donde acababa de lanzar un trabajo de su autoría. Dijo

algo así como: “Tengo que ir a Londres y regreso en un mes. Me buscan”.

Sin embargo, Edgardo Lander no aparecía por ningún lado. Se preguntó por él en

muchos sitios. En la Escuela de Sociología, quizá donde más habría de sentirse su

presencia, no muchos estudiantes le conocían, y algunas personas de la parte

Page 4: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

4

administrativa ignoraban su número telefónico, su correo y su régimen horario de clases.

Por cosas del azar, uno de nosotros, dando vueltas y merodeando por la UCV, se encontró

con un coterráneo. Sí, le conocía, sabía quién era y cuándo daba clases: dictaba un taller

los miércoles en la mañana, piso siete; había que estar allí temprano para conversar en

primer momento con él.

“Me gusta la idea, pero ando un poco ajustado en la agenda”, dijo Lander. Sin

embargo, la cita la colocó para la semana siguiente, justo después de culminar la cátedra

que impartía a estudiantes de último año de Sociología, Los límites del mundo.

Así de simple fue, aparentemente simple; sin embargo, no todo fue color de rosa.

Hubo complicaciones y también personas que se negaron; otros accedieron a ser

entrevistados, pero no en persona, sino a través de correo electrónico o llamada telefónica,

cosa a la cual no se dio interés, ya que una motivación de realizar este trabajo era

presenciar y vivenciar la experiencia, para lograr englobar, en el texto de la entrevista, el

ambiente en cual se trabajó y la interacción que se generó.

Casi un año después de ese trajín, que fue entrevistar en dos meses y medio a siete

investigadores, aún quedaba en la lista alguien fundamental, Manuel Briceño Guerrero, el

cual, a través de su obra, nos había maravillado en algún momento. Se sabe que vive en

Mérida y que da cátedras libres regularmente en el seno de la Universidad de Los Andes,

pero había que ir hasta la Ciudad de los Caballeros para hacer el contacto preliminar.

Pasaron algunos meses después de aquella experiencia en Caracas, y un día, por

cosa de la casualidad, en un jolgorio típico de jóvenes venezolanos, entre música y

parranda, comentamos el proyecto que realizamos y el interés de hacer una última

entrevista a alguien importantísimo que vivía en Mérida. Nunca hubiéramos imaginado que

entre la audiencia de aquella noche, un muchacho de pelo largo, algo moreno y con

aspecto bohemio, nos fuera a decir: “Ah, yo lo conozco, y también tengo el número. Nos

ayudó a organizar un encuentro de artistas”. Así de sencillo fue. Se le llamó, se planeó el

viaje hasta Mérida, un sábado en la mañana nos atendió, y se completó con ello las

Entrevistas Bicentenarias.

Page 5: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

5

Jesús María Aguirre

“Si no puedes alfombrar todo el mundo, ponte unas zapatillas”

Ricardo Zambrano

José Useche Pernia

Una Caracas histórica adornaba nuestro caminar pausado, el cual, entre edificios

históricos y centros de poder, avanzaba calle a calle, aquella mañana llena de sol y gente,

en el centro de la capital del país.

Jesús María Aguirre, reconocido investigador de la comunicación en el país, era la

persona seleccionada para comenzar con un ciclo de entrevistas que, buscando entender

a Venezuela, realizábamos nosotros, dos jóvenes estudiantes, con motivo de los

doscientos años del nacimiento de la República.

El Centro Gumilla, del cual Aguirre es director, era el sitio de encuentro para la

reunión con el investigador nacido en tierras extranjeras. Es de origen vasco, lo cual no lo

hace menos venezolano, ya que por muchos años ha trabajado en Venezuela, aportando

en gran medida al desarrollo del país, desde la academia y desde la comunidad.

El tumulto y el ruido de la caótica ciudad se apaciguaron, cuando, ya dentro del

Gumilla, la calma en el ambiente nos relajó, y la ansiedad por comenzar a preguntar se

aplacó, para iniciar muy calmadamente nuestra indagación en el pensamiento y

conocimiento de Jesús María Aguirre.

Con la misma sencillez que mostraría durante toda la entrevista, el profesor e

investigador, sonriendo y complacido por lo que llamó una grata visita, nos dio la

bienvenida, y así, el grupo conformado por entrevistadores y entrevistado, entrarían en la

sala de reuniones del Centro, que aquella mañana durante varias horas, vería el desarrollo

de la primera entrevista de esta serie.

Independencia

En el marco del Bicentenario de la República, la mirada hacia la historia nacional

nos lleva a analizar los hechos de aquellos años, para encontrar, entre los distintos

sucesos que desemboca la Independencia, sus claves o razones.

Page 6: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

6

La Independencia nos desligó institucionalmente del reino de España, y con el pasar

de los años, el desarrollo de la historia nacional ha bañado de un romanticismo propio de la

época el hecho independentista. Sin embargo, Aguirre señala que las condiciones que

motivan la emancipación de Venezuela no partieron desde un amplio grupo de la sociedad,

contrariamente a lo que ha dicho la historia oficial y tradicional: que fue una gran masa de

gente cansada del yugo español, la cual prestó desinteresadamente sus esfuerzos para

lograr la libertad nacional.

Aguirre resalta que, a pesar de que los nacionalismos están sustentados en razones

biológicas y antropológicas, entre otras, él observa lo siguiente: “El nacionalismo, sobre

todo, lo cultivaron (…) la burguesía, para crear los estados nacionales y crear mercados

más amplios para sus productos”.

Analizando desde ese punto de vista el proceso independentista venezolano, entran

en juego los intereses económicos de aquellos que tenían poder durante esos años, y

empieza a jugar un papel preponderante la fuerza de los poseedores de grandes

plantaciones como el cacao, y a raíz de esto, su empeño de alcanzar la libertad de

comerciar con países distintos al reino de España. “Entonces se van conjugando el tema

de la libertad económica, con una doctrina política basada sobre todo en el contrato social

y las ideas de la Revolución Francesa. Por lo tanto, adiós al rey y la monarquía. Es mejor

constituir aquí un país, y esto permitirá manejar su economía”.

Construyendo nacionalidad

Partiendo de esa lectura del hecho, la creación de un Estado nación venezolano,

basado en preceptos modernos de Occidente, pretendía fundar a Venezuela como una

nación libre, soberana, y fundamentada en el contrato social, la justicia y la igualdad. Pero

ese hecho independentista, deslastrado de la reconstrucción romántica de la historia,

difícilmente nos da una definición de una identidad nacional venezolana.

El investigador nos dice que son muchas las formas para acercarse a una definición

de una identidad nacional. Para definir a Venezuela desde aspectos lingüísticos, se dice

que somos una unidad cultural que habla castellano, pero Aguirre pregunta: “¿Si yo soy

yekuana y no sé castellano? ¿Tengo que renegar de mi nacionalidad yekuana? ¿Quién es

el que decide si tú eres nación o no eres nación?”.

Page 7: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

7

Este conflicto que nace a la hora de crear una definición que abarque

completamente nuestra identidad, desata la lucha de fuerzas entre los poderes

establecidos, fuerzas políticas y económicas, quienes terminan dando la pauta para el

establecimiento de la definición de nuestra nacionalidad. “En algunos casos,” explica

Aguirre, “un grupo dado, con más fuerza, tiene la capacidad de imponerse, y crea e

implanta los rasgos que definen las características bajo las cuales se rige el Estado

nación”.

Mito, ideología y utopía

Los estados latinoamericanos se formaron territorialmente, tomando en cuenta los

límites imperantes y establecidos durante la colonia. No se delimitaron de acuerdo a un

ámbito específico contenido en una nación. Como consecuencia de esto, los Estados se

ven en la necesidad y se dan a la tarea de crear identidades nacionales, que aglutinen las

aspiraciones, deseos y formas de un país, pero ahí nace el conflicto en que los poderes

establecidos construyen identidad. Y es también ahí donde el Estado nación, desde un

punto de vista cultural, busca crear identidad, porque “le conviene tener una unidad, una

consolidación. Se basan en (…) factor raza (…), otros recurren más bien a factores

lingüísticos”.

En ese proceso de creación de identidad nacional, los poderes que tienen la

capacidad de imponer los rasgos que caractericen esa nacionalidad, impondrán igualmente

enfoques desde los cuales mirarnos. Estos mismos enfoques estarán guiados,

intencionalmente o sin intención, por los intereses de esos poderes, y por los factores que

ayuden a argumentar su accionar en el manejo del Estado nación.

En ese proceso de formación de identidad, Aguirre señala una forma sobre la cual

actúa esa misma creación de una identidad nacional. Esta definición nace a partir de sus

análisis e investigaciones, y se desarrolla en tres etapas: el mito, la ideología y la utopía.

El mito, nos dice Aguirre, refiere al nacimiento, al hecho fundacional de un país: “es

para justificar los cimientos (…); tiene lo que llamaríamos un carácter fundante. La función

del mito es dar sentido al origen de uno (…), como país o como persona (…). Genera una

identidad (…), para entendemos en la relación con la otredad y el otro como individuo,

como grupo y como país”.

Page 8: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

8

El profesor señala que, al hablar de ideología, no la asume solo en concepción

técnica del concepto, que sería un conjunto de representaciones relacionadas con ideas,

definiciones y cimientos, sino la asume también en su empleo “para justificar el status quo

o la situación asimétrica que hay en el poder (…). La ideología viene (…) a justificar los

poderes instalados”.

Y la utopía es la consecuencia del mito y la ideología encadenados en un relato, el

desenlace esperado de una historia llena de contratiempos y escollos que superar, para la

consecución de un país esperado lleno de felicidad. La utopía “tiene que ver con el futuro,

que es ya la proyección del imaginario. Entonces la utopía es el nuevo lugar (…), las

expectativas que tenemos hacia futuro”.

En esas tres etapas, los poderes establecidos forman el relato histórico, que le da

forma a una nacionalidad unida y compartida por un Estado, que más allá de ser ficticia o

real, es necesitada por el Estado nación para justificar su administración del poder.

El mito de Bolívar

“Bolívar es la figura aglutinante. Yo una vez dije una frase que parece fuerte: „Lo que

más define a Venezuela (…) es la figura de Bolívar‟. Tú (…) puedes meterte con Dios, con

el cardenal, con quien quieras, pero no con el Libertador.” Así nos dice Jesús María

Aguirre, recordando un estudio hecho en 1983, durante la celebración del bicentenario del

natalicio de Simón Bolívar, en donde se analizaba la función política y la función creadora

de identidad, de la figura bolivariana.

El estudio partía de la hipótesis de que la figura de Bolívar siempre ha sido

reconocida como la del padre de la patria, el héroe mítico fundador del país. El estudio

arrojó que la figura bolivariana, en efecto, fungía en todos los discursos como padre de la

patria. Sin embargo, existía en formas distintas para cada uno de los grupos políticos que

hacen vida en Venezuela, al menos tomando en cuenta los años de la etapa democrática.

Bolívar existía básicamente en tres formas distintas. Los socialcristianos concebían

la figura bolivariana como un personaje moral, un líder republicano y católico, humanista y

panamericano, y usaban la figura bolivariana, con citas (creadas por ellos) que exaltaban

atributos como la libertad. Entonces, había posters con la figura bolivariana que decían:

Page 9: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

9

“(La libertad) celebrémosla todos, trabajando juntos por una democracia eficiente, con fe,

optimismo y confianza, con verdadero amor a Venezuela”.

El discurso liberal, por su parte, hablaba de un Bolívar ilustrado, un librepensador,

un mantuano liberal, masón y universalista, y se valía de citas como: “La sociedad

desconoce a quien no procura la felicidad general, al que no se ocupa en aumentar con su

trabajo, talentos o industrias, las riquezas y comodidades propias, que colectivamente

forman la prosperidad nacional”.

La figura bolivariana tampoco escapó del uso que le dio el discurso marxista, el cual

destacó al personaje como un revolucionario. Su fin era la revolución social, sus esfuerzos

estaban destinados al pueblo de Venezuela, al proletariado venezolano, y sus oponentes

eran las organizaciones burguesas. Era, pues, un Bolívar antiimperialista, lo que el

discurso marxista confirmaba con citas como “los Estados Unidos, que parecen destinados

por la providencia, para plagar América de miseria en nombre de la libertad”.

Es así como la figura de Bolívar, como héroe y padre de la patria, el mito

bolivariano, se ha utilizado para sustentar ideologías sobre las cuales se han guiados

distintos regímenes gobernantes en Venezuela, principalmente desde la etapa democrática

hasta nuestros días.

Al intentar crear la identidad desde los distintos enfoques, nace el conflicto entre los

diferentes discursos que intentan definir nuestra nacionalidad. Pero en ese conflicto de

intereses, la creación de una identidad capaz de englobar a todos, es una ilusión:

“Entonces ahí está la cuestión de buscar consensos en cosas que tengan bases en la

realidad. ¿Qué grado de flexibilidad otorgas tú? (…). Las barreras (…) étnicas se van

superando (…), las barreras lingüísticas no están superadas, las barreras culturales no

están superadas aún (…) en el caso de los yukpas (…). Porque a veces un piensa en eso

es el modo romántico, como si hubiera un eje, una sustancia en el fondo, y no, lo que hay

es las transacciones y negociaciones estratégicas para lograr consensos”.

Problema cultural

Ya enfocado en el análisis de los problemas estructurales que aquejan al Estado

venezolano en nuestros tiempos, Aguirre recuerda la sorpresa de sus primeros años en el

país, en la década de los setenta, cuando descubrió una conducta cultural que le llamó

Page 10: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

10

mucho la atención, como era desechar todo, botar todo. Resalta, refiriéndose a esa

conducta, que “eso también tiene mucho que ver con la forma en que mantenemos las

cosas. No existe ese pensamiento. Acá, lo que no sirve, pues se bota, se destruye y se

hace de nuevo. Cuando se hace una obra nueva, se inaugura, pero después no se

continúa ni se mantiene en el tiempo”.

Otro ejemplo de los problemas básicos con los que se convive en el país, es la

recolección de basura. Aguirre lo considera un tema al que debe prestarse mucha

atención, ya que este ejemplifica, igualmente, un problema de una conducta cultural.

Según Aguirre, puede verse su génesis en el abandono del campo y la afluencia de la

población rural hacia las ciudades, pues “las migraciones del campo a la ciudad en

Venezuela fueron muy presurosas, muy urgentes. En el campo, la gente vive en armonía

con la naturaleza, el espacio físico es más amplio, en la ciudad no, y de esas migraciones

hay aspectos de convivencia que quizá no se procesaron”.

Por realidades como esas, Aguirre argumenta que los problemas que sufre la

sociedad venezolana, más allá de enfocarse en etapas políticas del país, nacen en otros

terrenos. “Nuestros problemas atienden a características culturales. Esto está vinculado a

un Estado rentista esencialmente, pero también al factor que he nombrado antes, el

fenómeno urbano-rural. Todo eso trae consigo la corrupción, la desorganización, entre

otros problemas”.

Nuestro entorno

A la hora de hablar de soluciones, Jesús María Aguirre no vacila en afirmar que no

hay esquemas o soluciones preconcebidas esquemáticamente, no hay fórmulas aplicables

a cualquier situación para solucionar los problemas sociales. Resalta que el cambio social

debe nacer primero en un cambio cultural, y también debe reformarse la estructura estatal,

cambiando el rentismo para modificar las formas de producción.

Sin embargo, antes de comenzar a desarrollar los grandes cambios en nuestra

sociedad, es indispensable dirigir nuestra mirada hacia los problemas de las comunidades,

esos problemas con los que se convive día a día, porque “pregonamos que queremos

cambiar todo el país, pero somos incapaces de, en nuestro barrio, recoger la basura, de

resolver problemas inmediatos a nuestro entorno”.

Page 11: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

11

Latinoamérica, y Venezuela en especial, son países donde las desigualdades

sociales son abismales, y para comenzar a estrechar esas brechas sociales, es necesario

ocuparnos de esos problemas básicos antes de pensar en solucionar los grandes

problemas. En palabras de Aguirre, “si no puedes alfombrar todo el mundo, ponte unas

zapatillas. Bueno, si no puedes resolver todo los problemas del mundo, por lo menos, en el

lugar donde esté uno, ahí poner las soluciones, (…) pero si no puedes resolver tres o

cuatro problemas del entorno de organizar y tal, no vas a cambiar a toda América Latina

(…). Eso no viene de milagro”.

Con esa sentencia, que a pesar de su contundencia fue rebosante en sencillez,

Jesús María Aguirre concluía la entrevista que, durante varias horas, ocupó su pensar. Un

trío, entrevistadores y entrevistado, entre preguntas y respuestas, intentamos ahondar y

entender a un país que, doscientos años después de su nacimiento, se observa a sí mismo

con una lupa, para abrir caminos hacia la solución de sus problemas como la nación.

Así fue como, complacidos por aquella mañana que inició la serie, salimos del

Centro Gumilla, pensando en lo mucho que se habló y conoció, para adentrarnos, cada vez

con mayor eficacia, en las ideas y conceptos que han levantado los intelectuales y

académicos para comprender y ayudarnos a comprender nuestro país.

Caminando ya lentamente por el centro de Caracas, bajo el fuerte sol de aquella

mañana que ya se hacía medio día, entre los colectores de basura desbordados y las

frases bolivarianas pintadas en muchas de las paredes del histórico centro, los

entrevistadores vimos terminar una entrevista, que abrió el amplio panorama a explorar

durante toda la serie, ayudando a adentrarnos, cada vez más, en la comprensión de

Venezuela.

Caracas, octubre de 2010

Page 12: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

12

Maritza Montero

“Aquí, todos somos otros”

Ricardo Zambrano

José Useche

En la farmacia de la esquina nos dijeron que no conocían el lugar, y sin encontrar la

oficina, el tiempo pasaba, mientras caminábamos en todos los sentidos la avenida

Caurimare. Estábamos apurados y preocupados por la hora, pues se hacía tarde para la

cita acordada con la entrevistada de aquella mañana, la psicóloga Maritza Montero.

Una obra extensa y el amplio reconocimiento nacional e internacional de su trabajo,

no nos ayudaban a conseguir el sitio escogido para aquella reunión. Un hogar, perdido en

el largo desfile de casas de Colinas de Bello Monte, una pequeña comunidad, con poco

comercio, dentro de la gran e histórica Caracas.

Una llamada de último minuto y el cercado particular de la casa, nos dieron la pista

final para encontrarnos con la investigadora. Pionera de la psicología comunitaria en

Latinoamérica, y tras muchos años de trabajo, hoy es una autoridad en las ciencias

sociales del país, a la hora de hablar e indagar sobre Venezuela como nación.

Adentro de aquella inmensa casa, nuestra mirada curiosa se pierde entre estantes y

archivos móviles, repletos de toda clase de libros, como si en ese momento, hubiésemos

llegado a la gran Biblioteca de Babel de Borges. Sin embargo, el saludo de bienvenida de

Maritza Montero nos aparta del letargo para comenzar a escudriñar en las opiniones de la

psicóloga, investigadora y profesora, sobre Venezuela, tomando en cuenta que en ese

momento, transcurrían las celebraciones del Bicentenario de la República

Independencia mantuana

Doscientos años han pasado desde que Venezuela logró su independencia

institucional del Reino de España, para convertirse, de este modo, en una República que

se inspira en los conceptos y preceptos de la Ilustración. Este hecho histórico marca el

inicio del momento en que, propiamente constituida como Estado, se empieza a hablar de

una identidad venezolana.

Page 13: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

13

Pero, antes de discutir la identidad, la psicóloga nos recuerda la naturaleza del

hecho independentista, esto, partiendo de la relectura de los hechos históricos de la guerra

de independencia. Montero nos dice: “Toda la peonada no tenía conciencia de una nación-

estado venezolana. Para ellos era todavía el señor Rey. Por esas razones, en una parte de

la guerra, siguieron a quien respondía a lo que ellos estaban acostumbrados, (…) por eso

siguieron a personajes como Boves”.

Continúa señalando que la gesta de independencia, más allá de las razones que la

motivasen, estaba guiada y alentada desde el discurso mantuano, desde las élites que

ostentaban ciertos privilegios en la colonia, razón por la que hubo gran resistencia en un

inicio, porque una buena parte de las personas que aquí vivían no estaban conscientes del

hecho. Por eso, Montero se pregunta y responde: “¿Cuándo cambia? Cuando aparece la

figura de Páez, que es el equivalente (…) (de Boves), pero del lado de los patriotas”.

Páez, nos dice Montero, es un hombre del llano, de a caballo, que conoce la

peonada. Bolívar no. Bolívar se había terminado de formar en Europa, y allí mismo había

adquirido, al igual que otros próceres independentistas, las ideas revolucionarias que

desembocarían en la guerra y posterior independencia.

Esto suponía de entrada un escollo importante al hablar de una identidad nacional,

que lograse definir a todos por igual, ya que la Guerra de Independencia y nuestra

conformación como República, parten o inician de una segmento de nuestra sociedad,

quienes, influenciados por las ideas revolucionarias nacidas en Francia, se encargaron de

traer la independencia a la América Latina, y en especial, a Venezuela.

Sin embargo, Montero recalca que no quiere con esto valorar negativamente la

independencia, como si esta fuese una acción errónea. Solo quiere decir que la forma, la

génesis y desarrollo de la independencia, hicieron un poco difícil hablar desde un principio

de una identidad nacional, porque partía de una sociedad ya un poco fracturada.

Buscando Identidad

Desde el momento en que se logra la independencia, y los venezolanos toman las

riendas de su andar como país, comienzan igualmente los intentos para definir una nación

estado que no existía, ni durante la colonia, cuando el gobierno y la identificación se

prestaban al Rey de España, ni durante la época prehispánica, ya que en los tiempos en

Page 14: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

14

que el castellano no fue el medio para comunicarnos en estas latitudes, fueron muchas las

etnias, de múltiples lenguas, que habitaron y gobernaron las regiones de nuestra

geografía.

Montero afirma: “Nosotros éramos un lugar fragmentado en diversas etnias.

Teníamos a los caquetíos, a los caracas, los cuicas y también todas las etnias amazónicas.

No había una organización general con un gobierno central”. La idea de un gobierno

central, nacido y ejecutado por „nosotros‟, comienza a desarrollarse en el imaginario

colectivo, a raíz de la consolidación de la Independencia y el nacimiento de la República.

Entonces, el tema de la identidad era un tema que apasionaba a la investigadora, y

rememorando con una sonrisa, nos confiesa que quiso investigar en sus primeros intentos

cómo nos veía la gente que venía a Venezuela, tomando en cuenta los denominados

viajeros de Indias en la época de la colonia, y aquellos que cruzaron nuestras fronteras y

dejaron registros, durante el siglo XIX e inicios del XX. Así es que Montero relata: “Yo

empecé a investigar en la literatura del siglo XIX, en Humboldt, y hablé con un historiador

para que me ayudara. Me llevó a su oficina, y abrió un escaparate lleno con cajas de

zapatos, llenas con fichas de viajeros, y yo me dije: ¡Dios Mío! Es imposible”.

Esta anécdota la llevó en ese momento a reformular su búsqueda, por lo cual

empezó a investigar cuándo empezamos a definirnos los venezolanos. Esta búsqueda la

llevó a conseguir que, a pesar de que actores históricos como Bolívar hablasen sobre

Venezuela y nuestras especificidades en relación con los españoles, los primeros trabajos

que buscaban realmente definirnos como nación no se encuentran hasta 1890.

En los escritos de esa época, que comienzan a hablar de los venezolanos y a

definirlos, se encontró, nos dice Montero, con aspectos no del todo positivos, ya que se

nos acusa, entre otras cosas, de ser muy soñadores y de sufrir de una cierta ataraxia, de

cierta falta de compromiso a la hora de trabajar. La psicóloga señala que las definiciones

sentenciaban que “no somos totalmente competentes, tenemos muchas cualidades, (…)

pero no son cualidades que sirvan para construir una nación fuerte”.

En un segundo momento, años después, enmarcados en la etapa histórica de la

dictadura de Castro, pero principalmente, durante la dictadura gomecista, la definición que

comienza a hacerse sobre los venezolanos es muy negativa, primordialmente, en la obra

Page 15: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

15

del sociólogo, historiador y periodista gomecista Vallenilla Lanz. Se empieza a definir a los

venezolanos como violentos, sangrientos, bárbaros, etc.

Vallenilla Lanz, señala Montero, “estaba muy influido por Spencer (sociólogo inglés).

Spencer decía que había como unos períodos históricos, que estaba en primer lugar el

salvajismo, pero del salvajismo se pasaba a la barbarie, (…) y de la barbarie se pasaba al

estado de la civilización. Según Vallenilla, estábamos en plena barbarie, ya habíamos (…)

superado el salvajismo, pero no habíamos salido de la barbarie que fue la Guerra de

Independencia”. De esta definición profundamente negativa sobre el venezolano, se

desprenden también algunos factores positivos, como la valentía, la generosidad y la

capacidad de comprensión.

“No obstante”, continúa la investigadora, en un tercer momento, que va desde los

años del „boom‟ petrolero, hasta hacerse lindante con la década de los noventa del siglo

XX, las definiciones profundamente negativas como las de Vallenilla Lanz, comienzan a

desaparecer, pero ocurre un “efecto ideológico”, en el que las características positivas se

ven contrastadas y anuladas por una parte negativa, entonces, las definiciones cambian y

“ya no somos generosos, sino que somos botarates, despilfarradores; nuestra valentía es

agresiva, y nuestra comprensión no es sino desidia”.

Estos tres períodos de definiciones que desde 1890 venían creándose, al menos en

la obra de los estudiosos e intelectuales que se ocuparon en tratar de definir al venezolano,

tendrían varias consecuencias. Sin embargo, a pesar de las definiciones negativas, nos

dice Montero, hay un concepto, que nacido a principios del siglo pasado y sustentado en la

pluma de Vallenilla Lanz, continuaba presente en nuestro imaginario, incluso en los años

noventa, cuando ella, a través de investigaciones, se lo ha encontrado.

El gendarme necesario

A raíz de las definiciones negativas, principalmente la de Vallenilla Lanz, quien fue

el ideólogo de la dictadura gomecista, se fue implantando la idea de que la única forma de

controlar y enrumbar la sociedad venezolana era por medio de una mano dura, capaz de

imponer el orden. Es la tesis del gendarme necesario, formulada igualmente por Vallenilla.

Nos dice con asombro la psicóloga que, incluso en investigaciones de los años

noventa, los venezolanos seguían contemplando, como forma o camino para mejorar

Page 16: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

16

nuestro país, una mano dura que controlara Venezuela. Montero dice: “la gente decía que

había mucho desorden en Venezuela, que las cosas no funcionaban (…) y que eso

justificaba una dictadura buena”.

Los resultados de las investigaciones decían que la figura de Pérez Jiménez era la

más recurrida, a la hora de considerar la idea del gendarme necesario, ya que a este

siempre se le han atribuido grandes obras. No obstante, nadie mencionaba las limitaciones

a la libertad, los abusos de poder, las persecuciones del gobierno de Pérez Jiménez.

Venezolanos sobre Venezuela

La psicóloga nos dice: “Los venezolanos siempre decimos que Venezuela no sirve”.

Con esto hace referencia tanto a estudios directos sobre la opinión de los venezolanos,

como también a la ya mencionada idea del gendarme necesario, en la que la necesidad de

una mano fuerte se piensa primordial para hacer funcionar el país, ya que los venezolanos,

en su mayoría, están impedidos para lograrlo.

En igual sentido, nos dice la investigadora que los venezolanos tenemos una

tradición de negación de nuestras capacidades. Según su opinión, una razón posible de

esas negaciones puede ser causada o ve su origen en “nuestros antepasados indígenas,

(que) no tenían una estructura fuerte, digamos, unas estructuras de organización fuerte, no

las tenían, eran cazadores, pescadores y recolectores. Solo los Timoto-Cuicas habían

comenzado a terracear y sembrar”.

Al toparse con esa tradición de negación, descubre un sentimiento de minusvalía

nacional, que resulta, según su opinión, profundamente negativo para el desarrollo del

Estado, porque se forma la idea de que lo propio es malo y defectuoso, y lo extranjero, por

antonomasia, es lo bueno. Recalca Montero que ese sentimiento “lo compartimos con

muchos otros países de América. Es muy marcado en Venezuela, quizá, porque es mi país

y el que conozco mejor, pero lo he encontrado en colombianos, lo he encontrado también

en chilenos, lo he encontrado en el Perú y lo he encontrado en los argentinos”.

En este sentimiento de minusvalía también se fundamenta el nacimiento de una

desconfianza del venezolano hacia sí mismo, y por ende, la búsqueda del venezolano para

desarrollarse se sustenta en un factor distinto a la confianza en el colectivo, elemento

requerido, según la psicóloga, para el desarrollo de un Estado moderno.

Page 17: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

17

Motivación humana

Montero recuerda, entre sus lecturas, una investigación realizada en los años

sesenta por una psicóloga de apellido Curiel, en la que, siguiendo teorías de un psicólogo

estadounidense, observó cómo los venezolanos establecen una particular organización de

las motivaciones humanas.

Estas motivaciones son, en primera instancia, la motivación de logros, en segundo

lugar, la de poder, y en tercero, la motivación afectiva. El venezolano, nos dice la profesora

recordando el estudio de Curiel, asume esas motivaciones en forma contraria, empezando

por la motivación afectiva, a la que sigue la de poder, y en último lugar, la motivación de

logros.

Montero nos dice: “Conseguir cosas y organizarse para eso, no es la motivación

fundamental (…), no nos organizamos salvo para lo que, si vemos, es la organización para

la corrupción”. De allí, resalta la profesora, también nace la tradición de amiguismo y

nepotismo en los gobiernos venezolanos a través de la historia.

Corrupción y violencia

A partir de esa definición, que Montero considera fundamental para comprender

nuestras relaciones sociales, se entienden problemas coyunturales que atraviesa la

sociedad venezolana desde hace muchos años hasta la actualidad, ya que “la motivación

de afecto, afectiva, ha privado sobre todas las cosas; inclusive, es parte del sistema, del

único sistema organizado, que es el sistema de la corrupción”.

La violencia es otro de esos problemas, alimentado por la falta de confianza que los

venezolanos tenemos de nosotros mismos. Además, sumado al aspecto psicológico ya

referido, Montero recuerda que el poder de la fuerza, el poder ejercido por el armamento

sobre el individuo, es otro factor que suma a la violencia, ya que, a través de estudios, se

ha demostrado que quien posee un arma posee igualmente la necesidad de usarla. En

este contexto, la psicóloga también señala la importancia del factor Estado en la formación

de la violencia, y sentencia: “¿Por qué hay tanta violencia? Porque se permite, no hay

castigo a la violencia”.

Pero esta violencia, nacida en la desconfianza, también encuentra una causa

primordial en la insatisfacción, y así, Montero señala que: “hay insatisfacción, las personas

Page 18: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

18

no tienen el trabajo que desean, no tienen la seguridad que desean, entonces (…) una

forma de luchar contra la inseguridad, es generando más inseguridad”.

Recordando un libro llamado Todos Somos Uno, Montero define, en una frase, el

conjunto de ideas que conviven entre los venezolanos, y mediante las cuales se

desarrollan muchas de nuestras conductas sociales, que desembocan en nuestros

problemas como país. “Aquí, todos somos otros, y otros no aceptados, es eso”.

Compromiso y participación

En este concepto de participación comprometida o compromiso participativo, idea

transversal en la obra de Montero, y en su trabajo de Psicología Comunitaria se

fundamenta la apertura de un espacio para las soluciones a los problemas que nos afectan

como sociedad.

Montero, con su experiencia, resalta que: “La base psicológica de todo trabajo

colectivo es la confianza, porque nos comprometemos, y al comprometernos hay

participación”. Cuando ese compromiso se ve socavado en su fundamento, en la

confianza, este se tambalea, porque introduce elementos que distorsionan la consolidación

y desarrollo de ese colectivo, ocasionando que cada grupo intente imponer sus intereses,

sobre los intereses del colectivo.

Por eso, nos dice la Psicóloga e investigadora Maritza Montero, la búsqueda

primordial de nuestra sociedad debe ser la confianza entre nuestro colectivo, lo que

sentará las bases para paso a paso, ir cambiando el sistema de ceguera, corrupción y

confabulación que se desarrolló en Venezuela. “Tenemos que tener confianza los unos de

los otros (…), confianza, participación comprometida y compromiso participativo, y si no se

tiene confianza, eso es imposible”.

Estas palabras cerraron la entrevista, pero retumbaron con fuerza y estruendo en

nuestra memoria. Luego de varias horas de conversación con la experimentada y

reconocida psicóloga, partimos de aquella casa convertida en inmensa biblioteca, los

saberes y conocimientos de muchas culturas, razón por la cual la psicóloga,

despidiéndose, nos descubre su deseo de hacer de aquella biblioteca un patrimonio

colectivo, donde cualquiera que desee investigar tenga acceso a esa información.

Page 19: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

19

La particular reja que nos guió en un principio, se cerraba detrás de nosotros

mientras nos despedíamos de Montero, quien nuevamente, con una sonrisa característica,

nos veía escapar por la larga recta de la avenida Caurimare. Nos alejamos entre los pocos

comercios que aparecen en aquella zona residencial del sur de Caracas, donde nuestra

serie de entrevistas vio su segundo capítulo.

Caracas, octubre de 2010

Page 20: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

20

Ana Teresa Torres

Del imaginario bélico al imaginario cívico

Ricardo Zambrano

José Useche

El vagón del metro, atrapándonos, estaba detenido entre las estaciones de Plaza

Venezuela y Sabana Grande. Agobiados por el calor abrasador, temíamos una

impuntualidad que, además de atrasar las entrevistas, nos harían quedar muy mal, sobre

todo, siendo un par de noveles comunicadores que apenas comienzan su vida profesional.

Sin más que hacer que respirar y mirarnos dentro de aquel vagón detenido, la

imagen de Ana Teresa Torres sentada en espera de nosotros, unos entrevistadores

impuntuales, se dibujaba en nuestras frentes preocupadas, y así veíamos, en el pasar de

los minutos, el desarrollo de una tragedia de la que no podíamos ya librarnos.

Esta escritora venezolana, quien a pesar de estudiar Psicología, ha dedicado su

vida profesional principalmente a la literatura, nos esperaba en una panadería del Este

capitalino, donde, en medio de su apretada agenda, había resuelto encontrarse con

nosotros, quienes a esa hora, sentíamos, luego de una eternidad, cómo comenzaba de

nuevo a avanzar el vagón del metro.

Minutos después, y agitados, aparecimos en el sitio de encuentro, buscando, entre

todos los presentes, algún rostro molesto y solitario que juzgara nuestra falta, para así, con

esa pista, dar con el rostro hasta ahora desconocido de Ana Teresa Torres.

Ese método no funcionó, así que, como buenos entrevistadores, preguntando a

diestra y siniestra, dimos por fin, en medio del ruido y la gran cantidad de personas en el

lugar, con la escritora Ana Teresa Torres. Comprendiendo amablemente las vicisitudes de

una ciudad caótica, Torres nos recibió en su mesa para comenzar a hablar sobre uno de

los temas que ha ocupado su obra: Venezuela.

Nace la República

“Venezuela existía antes, Venezuela no nace el 5 de julio (…), nace la República,

pero había una Venezuela anterior, una Venezuela que había tenido tres siglos de

Page 21: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

21

existencia, (…) pero en ese momento de la Independencia, ya a finales de la guerra, en

1830, cuando comienza la República, se ha producido una ruptura y se produce lo que

sería como la creación de la Nación”. Así nos dice la escritora, adentrándose de a poco en

el tema de la construcción de una identidad que nos sigue hasta hoy.

Venezuela, a pesar de ser catalogada como una Capitanía General durante los

últimos años de la colonia, no estaba totalmente integrada entre sí. Torres señala que

nuestras ciudades, en gran parte, estaban físicamente incomunicadas, lo que levantaba

barreras a la integración comercial, pero, principalmente, a la integración en términos

culturales. Las diferencias en términos culturales se acrecentaban, no solo por las

distancias y dificultades geográficas, sino también por el tipo de sociedad existente,

dividida en distintas castas.

El conjunto de diferencias culturales, continúa Torres, que eran producto de las

divisiones y diferencias reinantes en la sociedad que se formó en estas tierras, hicieron

difícil que, a la hora del hecho independentista, existiese una identidad nacional, es decir,

una identidad que abarcara todo el país y sentara las bases para que el Estado

evolucionara en una misma vía. Por ello, la República inició la empresa de construir y darle

forma a esa nueva identidad nacional, que vino a fundamentarse sobre la idea de la

Independencia. Entonces, la escritora se pregunta: “¿Sobre qué base se produce esa

Nación? Se produce sobre la base de todo lo que es el imaginario independentista. El

imaginario independentista es lo que une a todos esos venezolanos que no estaban tan

integrados entre sí”.

En medio de la ruptura que supone la creación de la nueva nación, la

independencia, más allá de ser parte del proceso de la creación del nuevo Estado, se

convierte en el hecho importante del nuevo país, y se transforma, durante la formación de

la identidad nacional, en el hecho común que nos une a todos como Nación. Pero ese

hecho, nos dice Torres, que aglutina a los venezolanos, está fundamentando en el

imaginario de una guerra. “Es un imaginario bélico, es un imaginario de batalla, de que una

parte del país ha triunfado contra otra parte del país, que es la que representaba a España,

los intereses de la corona”.

La escritora continúa explicando que la creación de una identidad en torno a un

imaginario bélico planteó un primer problema, ya que nuestra nacionalidad, lo que nos une

Page 22: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

22

y hace comunes unos con otros, se fundamenta en una ruptura violenta, donde se exalta y

agiganta la figura de los héroes, y en este caso específico, la figura bolivariana.

Torres dice que, como nuestra identidad se va creando sobre la figura de un héroe,

es decir, sobre la exaltación de la gloria, sobre el soldado que triunfa en la guerra, nace en

ella un cuestionamiento: “¿Qué pasa entonces con las personas que no son soldados, ni

quieren ser heroicos, simplemente son ciudadanos? Solo quieren trabajar, hacer su

familia”.

Los héroes y las instituciones

Torres nos dice que, a raíz de este agigantamiento de la figura del héroe, se va

creando un sistema de valores que valora en primer sentido lo heroico, dejando

abandonado en un segundo lugar lo ciudadano, y termina así por restarles valor a las

instituciones y a su labor para el fortalecimiento y consolidación de un estado eficiente.

“¿Quiénes son los que hacen las instituciones? Los que hacen las instituciones no

son los guerreros, los militares, los soldados, los héroes. Ellos no hacen instituciones, las

instituciones las hacen los ciudadanos”. Así nos dice Ana Teresa Torres, para develar y

poner sobre la mesa ideas sobre las que se formó nuestra identidad, y que aún, resalta la

escritora, permanecen en nuestro imaginario colectivo, provocando a nuestra

institucionalidad la ineficacia que le ha caracterizado.

Otro problema señalado por la escritora es que, producto de la exaltación del héroe,

del ideal heroico, este se ha ido como transformando, hasta convertirse y disgregarse en

las conductas y rasgos que caracterizan a un héroe, como puede ser la búsqueda solitaria

del cambio, por lo cual la idea del héroe se transformó en la exaltación de la idea del

cambio, creando un pensamiento donde todo aquello que implica un cambio radical, es

bueno por naturaleza. La escritora no comparte esta idea, argumentando que cambiar las

cosas no significa necesariamente cambiarlas para bien.

La escritora continúa desarrollando la idea diciendo que esta exaltación del cambio,

de romper con lo que se va haciendo, choca con la idea de construcción de las

instituciones, que se forman a través del tiempo y con el trabajo y consenso de los

ciudadanos. Sin embargo, en nuestra creación de identidad, en nuestro imaginario, la idea

del cambio tiene alta ponderación, por lo que Torres señala que “La idea de la

Page 23: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

23

Independencia, el propósito no era para hacer una guerra, el propósito era construir una

República, (…) pero resulta que quedó como que el propósito más importante era la guerra

y haber triunfado en la guerra, esa es como la gran gloria del venezolano, (…) haber

triunfado en la guerra. Eso pasó hace más de doscientos años y ya no tiene nada que ver

con nuestra realidad cotidiana”.

Otro aspecto, relacionado con la influencia del imaginario independentista en la

creación de nuestra identidad, es la conducta social en la cual se desvalorizan las

manifestaciones propias, las nacidas en Venezuela. La historia se escribió con un tinte

romántico, y en esa estructuración del relato histórico, la Independencia, nos dice Torres

con algo de sarcasmo, se tomó como el inicio de un país llamado a la gloria, utópico, en el

que no se ha podido convertir por obra y gracia del venezolano. Esa idea permanece en el

imaginario venezolano, y es, según la escritora, una de las razones por las cuales el

venezolano no valora sus manifestaciones culturales.

Torres explica que: “Entonces esa idea de la gloria, de que este era un país llamado

a la gloria, yo creo que tiene que ver con esa reacción donde nada es suficiente. (…) Tú te

estas planteando una utopía, (…) vas a cambiar el mundo, (…) las pequeñas cosas

comienzan a perder valor”. En efecto, el país tuvo su momento de gloria con la guerra,

pero esta gloria ha quedado en el pasado, no ha vuelto a materializarse, y al situarnos en

el presente, el país se ve muy pequeño al compararlo con la utopía creada en nuestro

imaginario. Ahí, nos dice Torres, se observa la conducta de no valorar lo que se va

construyendo en las distintas áreas de la vida colectiva.

Cultura cívica

Dejando a un lado la mirada hacia la historia, Ana Teresa Torres comienza a

vislumbrar, desde sus conclusiones, caminos que llevarán a consolidar, a largo plazo, la

institucionalidad de un país. Esta institucionalidad, según la entrevistada, deja mucha

brecha entre el decir y el hacer, lo que le impide a nuestro país convertirse en un Estado

mucho más eficiente y justo.

Resalta Torres que no considera inexistentes los valores cívicos en nuestra

sociedad, sino que, en la creación de nuestra identidad y en nuestro imaginario, se

Page 24: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

24

encuentran en un segundo plano estos valores, por debajo del valor del héroe y las

hazañas heroicas, fenómeno sobre el cual, opina, es necesario un cambio.

Para Torres, el cambio consiste, primero, en políticas de Estado que resalten, más

que los valores de la batalla y la independencia, los valores cívicos, los cuales, en su

opinión, son más útiles y funcionales para la formación de una sociedad estable, con

instituciones fuertes y capaces de sostenerse en el tiempo, para así colaborar con la

evolución del Estado y la nación.

Ahora, dirigiendo su mirada a la transformación de las instituciones como tales, se

enfoca en las instituciones de educación formal, las cuales, según su opinión, deben tomar

conciencia de esta situación para fomentar, desde sus aulas, el cambio necesario para la

formación de una cultura cívica, que esté por encima de la exaltación de las figuras e ideas

heroicas. Porque doscientos años después, dice Torres, “se siguen sosteniendo en

enseñar a las nuevas generaciones, los valores heroicos que llevaron a la Independencia,

o, si vas recorriendo el resto de la historia, los valores heroicos que llevaron la lucha contra

la dictadura de Gómez, la dictadura de Pérez Jiménez y algo así, pero muy poco los

valores del ciudadano común, muy poco los valores de los artistas, de los creadores, de los

científicos, es decir, de las personas que construyeron el país de distintas maneras”.

Por último, la escritora resalta que la acción implementada desde el Estado

venezolano a través de la historia, donde se busca la creación de una identidad nacional

que nos una a todos, es una acción fundamentada en una idea ilusoria, a la cual no ve

beneficio, porque “las personas, los grupos, tienen identidades distintas e intereses

diferentes; no tenemos que ser iguales, lo que tiene que haber son unas reglas de juego,

respeto por unas normas que son colectivas, (…) pero esa idea de que tenemos que tener

una identidad todos iguales, (…) es imposible”.

El café se acabó, el ruido de la calle volvió a sentirse luego de que las voces se

silenciaron en la mesa. La agenda de la escritora exigía otros escenarios y personas, y

nosotros, satisfechos, agradecimos a la escritora de La Herencia de La Tribu por la

fructífera conversación.

Ella, apurada por sus compromisos, se fue entre el tumulto de la tarde caraqueña,

mientras nosotros, ya calmados y sin prisa, caminábamos hacia el metro. Este, como

Page 25: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

25

burlándose con la ironía, funcionaba a la perfección, tanto, que al ingresar a los vagones,

hubo posibilidad de hacer todo el trayecto de regreso cómodamente sentados.

Una entrevista más se sumaba y seguía consolidando la serie en que, en cada

ocasión, los conceptos e ideas sobre Venezuela se iban haciendo más claros y profundos,

y el croquis de una sociedad se delineaba cada vez más nítidamente, pero sin que aún las

puntas de la línea del contorno se buscasen para cerrarse. Sin embargo, el espectro de

ideas se hacía cada vez más amplio, dando una visión panorámica de un país que celebra

los doscientos años de su nacimiento como República.

Caracas, noviembre de 2010

Page 26: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

26

Samuel Hurtado

“La sociedad es la ley, y no el amor o el odio”

Ricardo Zambrano

José Useche

Perdidos, deambulando por los distintos escenarios que presta la Universidad

Central de Venezuela, dos entrevistadores buscábamos, llenos de interrogantes, al

profesor y antropólogo Samuel Hurtado, un español de Castilla que ha adoptado esta tierra

no sólo como su hogar, sino también como el ámbito cultural que estudia y al cual

pertenece desde hace más de cuarenta años.

Los segundos pasaban, el sol emergía y se dejaba ver a través las ramas del gran

patio. La mañana era fresca y nosotros, la pareja de curiosos, por fin nos encontrábamos

frente a la Escuela de Antropología, sitio destinado para la reunión con este destacado

académico hispano venezolano, que ha prestado gran parte de su esfuerzo y sus años a

estudiar a Venezuela para lograr entenderla.

Rayan las ocho en el reloj, y parados frente a la puerta que da acceso al salón de

profesores, nos encontramos al fin con el reconocido antropólogo. A pesar de la cita

programada, nos da la bienvenida sorprendido, como si hubiese olvidado el compromiso

del encuentro. Sin embargo, luego de recordarle nuestros motivos para estar ahí, no logra

escabullirse de los asuntos que en ese momento dominan su pensar, y abstraído del tema

que ocupará la entrevista, escapa unos minutos para terminar lo que venía haciendo.

Juntos de nuevo en la sala de reuniones, y en torno a una mesa redonda que no

produce mayor distancia, entre nosotros y el entrevistado, que la nacida entre su

conocimiento y nuestra curiosidad, comienza la entrevista. “¿Cómo podemos definir a

Venezuela?”, lanzamos de entrada, y el profesor salta asustado y comenta entre risas:

“Bueno, ustedes me ponen aquí como en una situación como que tengo que salir corriendo

a la biblioteca a estudiar”.

Page 27: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

27

La independencia y la identidad

“Vamos a romper con mi abuelo”, comenta un poco sonriente el profesor Hurtado,

planteando que es a través de esa premisa como se desenvolvió la idea independentista, y

por ende, la creación del nuevo país, de la nueva República, que fomentaba el desarrollo

de un Estado moderno. Sin embargo, en esta idea que conlleva el hecho independentista,

hay un aspecto sobre el que hace énfasis el profesor.

Fueron trescientos los años en que Venezuela perteneció al Reino de España,

primero, como Provincia de la Nueva Granada, y luego, como Capitanía General del mismo

reino. Por eso, el romper con una cultura que en trescientos años se iba formando, era una

empresa poco más que imposible, más allá de que la independencia de hace doscientos

años marcara una nueva forma de organización y una nueva institucionalidad. Ante esto,

Hurtado plantea una situación que considera impracticable: “¿Cómo dejamos de pensar

como nuestros abuelos de la noche a la mañana?”.

El discurso, resalta el antropólogo, era: “Sean españoles, y ahora sean

venezolanos”. Esto, fue una muy abrupta ruptura, dice Hurtado, y a partir de ese momento,

comienza la búsqueda de una nueva identidad, pero resalta que la identidad no se

entiende de esa forma, la identidad se consigue y se entiende en “la identidad como ir

haciendo y un poco también como el deber ser”.

Como consecuencia de esa ruptura con el Estado y las instituciones españolas, la

creación de esa nueva identidad, a través de los códigos de la nueva República, supuso a

su vez una nueva ruptura, ahora, entre el hacer y el deber ser en Venezuela.

Esto ocurrió, dice el profesor, porque la cultura “es inalterable (…); puede lograr que

entren nuevos elementos en difusión, pero una cultura no elimina a la otra”. Por eso, afirma

igualmente que nuestra cultura nunca ha sido española, siempre ha sido americana, con

los nuevos elementos que durante trescientos años fueron amoldándose en nuestra cultura

caribeña.

Por eso, nos dice Hurtado, a pesar de que nuestra trayectoria histórica nos defina a

través del tiempo con distintas banderas: primero fuimos caribes; después la conquista nos

haría españoles; luego, Bolívar logró, en medio de la Independencia, hacernos

colombianos; y al final, Páez terminaría por hacernos venezolanos. A pesar de esa

trayectoria histórica, nuestra cultura ha sido desde un principio americana, adecuando y

Page 28: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

28

dejando entrar en difusión los nuevos elementos que conforman nuestras raíces culturales,

tanto españolas y europeas, como africanas.

El mito

“Claro”, nos dice el profesor hablando de nuestra identidad, “sí se puede entender,

pero hay que fijar un poco cierto denominador común, en donde se consiguen esos

sentidos”. Continúa explicando que podemos buscar en la telenovela, en la vida real, en el

discurso del líder o en el discurso del vecino con el vecino, en todo ese conglomerado de

manifestaciones de nuestra cultura, deben buscarse las claves que nos den el fondo de lo

que somos, la infraestructura que genera nuestras estructuras, y esa infraestructura

creadora y generadora es el mito.

“El mito nos da el sentido, es el sentido, el significado”, afirma Hurtado, mientras

explica en qué manifestación él ha encontrado el mito en nuestra cultura. Rememorando,

nos lleva entre sus recuerdos a la primera noche de fin de año que estuvo en Venezuela,

cuando, en medio de una reunión, pasadas las doce de la noche, entre el alboroto y el

ruido festivo, una muchacha lloraba consternada por no abrazar a su madre en punto de

las doce, hecho que a él le pareció muy extraño.

“El rito”, nos dice con la calma que le caracteriza, “el rito de año nuevo es la fiesta

cultural que resalta nuestra creación mítica, la madre”. El antropólogo continúa explicando

que, en torno a ese momento, cuando termina el año y comienza otro nuevo, y, sobre la

figura de la madre, se enfocan nuestras canciones y tradiciones decembrinas, y señala

que: “más que una fiesta histórica, es una fiesta cósmica”, que no se mide con el tiempo

cronológico del reloj, se refiere al tiempo simbólico, al inicio del tiempo, el nuevo

nacimiento. Resalta Hurtado que es ahí, en ese momento, donde debes abrazar a tu

mamá, eso dice el rito, y a raíz de eso, “después entendí que por eso lloraba aquella

chica”.

En nuestra cultura, continúa Hurtado, la madre es un tótem, el padre pasa a

segundo plano. La madre es la jefa del hogar, de la familia, es la familia en sí. Así resalta

que: “si hay algo consistente en Venezuela, algo duro en términos del ethos cultural, es la

figura de la madre”.

Page 29: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

29

En todas las culturas, la figura de la madre es de gran importancia, pero, en

Latinoamérica y en Venezuela, que es la principal área de estudio del profesor, “la figura

de la madre es gigante, es una diosa”. Esta idea es fundamental para adentrarse en la

obra de Hurtado, y principalmente, para comprender uno de los conceptos más

importantes de los estudios del antropólogo.

La matrisocialidad

Como se dijo antes, en la búsqueda de definir dónde se encuentran los sentidos de

nuestra cultura, el rito sirvió al profesor como manifestación para cumplir el cometido de

develar el mito que rige nuestro quehacer en la realidad, nuestra dinámica societal. Ahí,

encuentra la gigantesca figura de la madre en nuestra cultura, punto de partida, mediante

el cual Samuel Hurtado define y sustenta nuestras formas de actuar ante la sociedad, lo

que, en su opinión, conlleva los problemas de Venezuela como Estado, como sociedad.

La matrisocialidad, idea transversal de la obra de Hurtado, es ese concepto del cual

se desprende un amplio conjunto de ideas sobre las formas imperantes en nuestra cultura,

que contrastan, en cierta medida, con las ideas de progreso y desarrollo establecidas en

Occidente. Todo esto, partiendo desde esa infraestructura generadora mítica.

Con la certeza que le dan los años de vida y trabajo en el área, el profesor explica:

“La matrisocialidad es una metáfora hecha con madre y sociedad, matrisocialidad, para

decir que (…) la sociedad no puede ser una madre, no es una familia, la sociedad no

puede ser una familia, la sociedad es la sociedad, es la ley, y no el amor o el odio”. Así

comienza Hurtado a profundizar en el complejo matrisocial, concepto mediante el cual él

define nuestro andar errante como sociedad moderna.

Partiendo desde el mito de nuestra cultura, y la preponderancia de la figura materna

en nuestro imaginario colectivo, la sociedad, dentro de su estructura, va adquiriendo esas

formas de interactuar, creando un abismo entre la sociedad que somos y la que queremos

ser de acuerdo a nuestras leyes, nuestras reglas y compromisos.

El antropólogo continúa exploniendo que la diferencia entre las formas de nuestro

mito cultural y el país que nos planteamos, radica en que el mito cultural nos impone una

conducta característica. Hurtado explica esa conducta diciendo que: “la figura de la madre

es muy hacia adentro, muy hacia el grupo, muy hacia el combo, hacia el clan, y eso es lo

Page 30: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

30

duro en Venezuela, el cono familiar. En cambio, abrir ese combo hacia afuera es difícil,

porque la sociedad en este caso es un gran vientre, la madre es como un gran vientre, y

entonces, ahí trata de, digamos, acomodarlo todo, rumiarlo todo, masticarlo todo”.

En medio de esas formas que nacen en nuestro mito, se sustenta de igual manera,

resalta el profesor, un individualismo que se percibe en nuestra dinámica social, y que

desemboca en que no se logre alcanzar un país societal moderno, donde cada uno debe

perder un poco, para que todos ganen mucho.

Estos problemas que radican en la forma que tenemos de organizarnos o no

organizarnos dentro de nuestra sociedad, dice Hurtado, están influenciados principalmente

por lo que él ha denominado el complejo matrisocial. Sin embargo, aclara y deja sentado

que no quiere ser malinterpretado como en otras ocasiones le ha ocurrido, o sea, no quiere

decir que tener una madre es malo. Resalta que “el asunto no es tener mamá, tampoco el

asunto es tener cultura, toda cultura es positiva, toda cultura daña y cura (…). ¿Cuál es

nuestro problema? El complejo matrisocial, un complejo que tenemos. ¿Qué significa ese

complejo? Que queremos las cosas volteadas, decimos una cosa y hacemos otra”.

Estas conductas, dice Hurtado, se ven reflejadas en nuestras estructuras, en la

forma como buscamos que el Estado funcione, alargando la brecha entre el decir y el

hacer. Así tenemos que: “decimos que producimos y es mentira, lo que hacemos es

importar; decimos que nos casamos y no nos casamos, nos juntamos; decimos que somos

tolerantes y nada de tolerantes (…); decimos que nos comprometemos y no nos

comprometemos, entramos en complicidades; decimos que tal y no hacemos”.

Consentimiento y resentimiento, el conuco

Al profundizar en este complejo matrisocial, se desprende un factor importantísimo

para la comprensión del concepto, y de actitudes nuestras, que han marcado el desarrollo

de nuestra sociedad. Este factor refiere a nuestro mundo psíquico, a nuestro imaginario,

donde se plantean las motivaciones de nuestro hacer.

Más de veinte años, nos confiesa el profesor, le llevó completar esta definición que

rige nuestro hacer en la realidad. Esos veinte años de alimentar ese concepto, se cerraron

un día cuando, al escuchar Hurtado a un periodista hablando sobre Latinoamérica, este

comentó que el problema de la región no era cuestión de políticas de derecha o izquierda,

Page 31: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

31

sino el hecho de que tuviésemos tanto resentimiento. Ese pequeño detalle le dio la clave

para completar la definición del venezolano y cómo asume o no asume su responsabilidad

con la sociedad.

Hurtado continúa explicando el intrincado concepto, recordando los resultados de

sus estudios: “Entonces con eso me conseguí, que el venezolano ni ama ni odia a su

patria. La relación que tiene con ella, con el estado, está basada en el consentimiento y el

resentimiento, una relación más primitiva por la naturaleza de esos sentimientos”. Esa

idea, sigue explicando, es clave para entender el complejo matrisocial que nace en nuestro

mito cultural, porque “¿qué tiene que ver la madre con el hijo? Consentirlo. ¿La madre ama

al hijo? No, lo consiente, porque el amor es una cosa muy secundaria, de mucho trabajo.

El amor está con el deber ser, los padres se sacrifican por sus hijos, en el sentido de que

saben ellos que deben sacrificarse (…), ahí es donde comienza el amor. Si solamente lo

consiente, es placer, no es realidad”.

En esta característica del complejo matrisocial que rige nuestra dinámica societal y

permea nuestras estructuras, señala Hurtado que se generan, en buena parte, las brechas

abiertas entre nuestro hacer, dictado por nuestro mito cultural, y nuestro deber ser,

planteado en los códigos escritos que constituyen nuestro Estado, nuestra República.

En esta característica de nuestra cultura americana, también converge una

conducta que se manifiesta en cómo nos relacionamos con nuestra tierra, con nuestro

entorno. “Nuestras élites nunca han producido, ellos solo disfrutan de nuestro país”, nos

dice el profesor desde su mirada antropológica, sentenciando que nuestras élites

dominantes, ya fuesen indígenas, españolas, colombianas o venezolanas, siempre han

sido recolectoras. “Somos recolectores, nuestro improntus conuquero nos sigue; dejó de

funcionar, digamos, el conuco como unidad productiva, pero la cuestión (…) del esquema

de hacer, nos sigue”.

Este aspecto resalta a la hora de ver las vías de desarrollo de nuestra sociedad. La

condición de recolectores nos acompaña, dice Hurtado, ya sea desde el conuco, o en la

colonia, con el cacao y otros frutos, y desde que se le conoció en el país, con el petróleo.

Esa condición nos sigue y tiene sus raíces, explica Hurtado, en la relación que tenemos

con la realidad en la cual vivimos, nuestra sociedad, que no se mueve entre el amor y el

Page 32: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

32

odio, fundamento para el sacrificio y el trabajo, sino entre el consentimiento y el

resentimiento, fenómeno que ve su consecuencia en el disfrute casi hedonista del país.

Estas ideas y conductas que se contradicen desde un inicio con nuestra constitución

como República hace doscientos años, hacen que los problemas estructurales de nuestra

sociedad no se solucionen fácilmente, y tampoco, resalta el antropólogo, será trabajo de un

solo gobernante, sino años de desarrollo de nuestra sociedad.

Del ser al deber ser

“El colectivo debe entrar un poco en razón (…). La historia ha mostrado que grandes

líderes (pueden cambiar cosas), pero también, no solamente ellos, (…) pues ha tenido que

sacrificarse todo el pueblo”, nos dice el profesor mirando hacia el futuro, describiendo en

su opinión, las vías para liberarnos de este enredo lleno de contradicciones en que hemos

convertido nuestra sociedad, lo que a la larga, abrirá espacio para las soluciones, para

lograr un estado societal. Además, resalta Hurtado, también las instituciones más

importantes de la sociedad deben entrar en razón, empezando por la familia, que debe

pasar a ser una mancomunidad, que sean cónyuges y exista el compromiso.

En ese mismo sentido, habla de la importancia de la figura del hombre y la mujer en

el desarrollo de esas instituciones. Por eso afirma que se necesita para su consolidación,

que el hombre llegue por fin a serlo, abandonando la figura primitiva que supone el macho,

suceso que no se logrará si no va junto a la consolidación de la mujer como mujer, y no

como hembra. En esta dinámica de género, dice Hurtado, cada cual debe asumir su

responsabilidad para transformarse en esa figura que reclama la institucionalidad, para que

funcione cónsona a lo que establece el código venezolano.

Por otra parte, plantea que nuestras élites (incluyendo a la universidad) deben

cambiar un poco su enfoque, y mirar nuestras realidades próximas, el mundo en el que nos

movemos, para desarrollar soluciones prácticas a nuestros intereses. Las ciencias

sociales, dice el profesor, deben crear nuestra propia epistemia, y a partir de ella,

comprender y solucionar los problemas que nos afectan como sociedad.

Page 33: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

33

Celebración del Bicentenario

Para finalizar, el profesor nos comenta la importancia de que en medio de la

celebración del Bicentenario de la Independencia, se renueven los recuerdos, pero no para

quedarse en ellos rememorando las viejas glorias, sino viendo en ellos, una posibilidad

para relanzar el presente hacia el futuro, característica que Hurtado le atribuye también a la

antropología, y en particular al oficio del antropólogo, para el cual él ha prestado sus

esforzados servicios y saberes.

No hubo espacio para más. La sala de reuniones esperaba por una clase, por tanto,

el pequeño grupo de la entrevista debimos abandonar el recinto. Además, varias horas

transcurrieron durante la entrevista, y otros compromisos llamaban los sentidos y oficios de

Samuel Hurtado. Indudablemente, no es suficiente una entrevista para ahondar a gran

escala el conjunto de ideas que conforman sus estudios y escritos. No obstante, esta

sesión sería de gran importancia para nosotros, los entrevistadores, a la hora de continuar

desarrollando la serie de entrevistas que busca la opinión de expertos en distintas ciencias

sociales, quienes han intentado, en sus estudios, comprender a Venezuela.

La despedida vino acompañada de nuestro agradecimiento al profesor, a lo que él,

con humildad, no hizo mucho caso. Se fue caminando halado por el reloj que le apuraba,

mientras nosotros, sus entrevistadores de aquella mañana, esparcidos por la Universidad

Central de Venezuela, observábamos la realidad de un país que celebra sus doscientos

años de independencia. Sin embargo, hemos llegado a darnos cuenta de que,

culturalmente, la existencia del país que hoy somos se extiende por un lapso mucho mayor

que el que se mide desde la independencia y nuestra constitución como República.

Caracas, noviembre de 2010

Page 34: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

34

Edgardo Lander

La tal Independencia fue para unos, no para todos

Ricardo Zambrano

José Useche

Sentados cómodamente en la libertad ofrecida por el piso del pasillo, esperábamos

pacientemente la llegada del profesor Edgardo Lander, mientras sus alumnos, de distintos

rasgos y acentos provenientes de distintas regiones del país y el continente, llegaban de a

poco a su cita semanal en el lugar de siempre, la Escuela de Sociología de la Universidad

Central de Venezuela.

Esa mañana, evitando cualquier contratiempo producto del desaforado ritmo

caraqueño, nos instalamos desde temprano en la universidad, que, a pesar de mantener

sus recovecos inhóspitos (al menos para nosotros), no se nos transformó esta vez en una

odisea, ya que ahora fuimos precavidos, y podemos decirnos conocedores de la antigua

ciudad de los techos rojos.

Apenas ingresamos al salón, la bienvenida es realizada por una imponente bandera

de Venezuela que se deja ver a través de la ventana, ondeando vigorosamente días a día

detrás de aquel edificio. Callamos, con la importante y grata tarea de escuchar. Pasaron

las horas, hasta que el tiempo no dio para que continuara la clase del profesor Lander,

pero sí para que, por fin, ocurriera el comienzo de la entrevista. En la espera, los

entrevistadores fuimos llenándonos de la ansiedad por conocer, la cual obligaba al profesor

a enfocar su mirada y su pensamiento en Venezuela, y los doscientos años que cumple la

República.

Luego de hacer nuestra correspondiente presentación, la de una pareja de

entrevistadores gochos que, hurgando sobre Venezuela, acudían a la clase del último año

de sociología con el profesor Edgardo Lander, comenzaba aquella entrevista. Más allá del

conocimiento de datos, entre estudiantes y profesor, se emprendía a analizar las

relaciones existentes en las sociedades contemporáneas.

Page 35: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

35

Orden colonial

El sociólogo, para comenzar el análisis de la sociedad venezolana, consideró

necesario, en primer lugar, plantear la situación social global en la cual ocurrió la guerra de

independencia, y la posterior creación del Estado venezolano como una República.

Explica que, al hablar de la colonia, no estamos hablando de un hecho aislado que

sucedía paralelamente a otros acontecimientos de Occidente. Nos dice que: “El orden

colonial significó la construcción de unas relaciones (…) que de alguna manera inician el

capitalismo, y se inicia la conformación de la modernidad, como proceso global”.

Resaltando, entonces, que el colonialismo es parte del proceso de modernidad del

mundo europeo, un proceso que nace y se alimenta del sometimiento de América, creando

un sistema de ordenamiento global, en el cual nuestro continente y nuestro país empiezan

a ser la cara oculta y oscura de este sistema de ordenamiento global de la modernidad.

Lander continúa explicando: “El capitalismo y la modernidad se constituyeron en

América Latina simultáneamente (…) con el proceso europeo, lo que fue la creación inicial

de ese núcleo de sistema mundo capitalista (…). En este sentido, la colonialidad es la cara

oculta, la cara por debajo, la cara menos visible (…). En ese sentido, el exterminio de los

pueblos indígenas, la esclavitud, régimen de explotación, etc., fueron parte de la

experiencia moderna”.

Este sistema de ordenamiento, nos dice el sociólogo, se constituyó como un orden

colonial global, en el que la sociedad y la población se clasificaron de forma tal, que

algunas razas y culturas se comenzaron a considerar superiores a otras, teniendo en la

parte más alta y privilegiada al blanco europeo, dejando relegadas y a un lado, razas y

culturas como las negras e indígenas.

Lander resalta que ese nuevo orden establecido, donde una raza o casta es

superior a otra, creó, de igual manera, valoraciones positivas y negativas para los patrones

culturales relacionados con distintas razas o naciones, condicionando el desarrollo o

evolución de distintas sociedades, a través de las vías y los valores impuestos por grupos

raciales dominantes.

Es así como el mundo latinoamericano, señala Lander, fue poco a poco

engendrando un discurso de europeización de sus sociedades, intentando organizar la vida

colectiva en los ideales republicanos franceses de la ilustración. Esta búsqueda de

Page 36: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

36

modernización de las sociedades latinoamericanas se fundamentaba en varias

dimensiones que regían la vida colectiva, como: “la dimensión de la autoridad política, pero

esa era sólo una de sus dimensiones, no es la dimensión fundante, solamente es una

dimensión. Hay otras dimensiones que tienen que ver con cuáles son los patrones

productivos, cuáles son los patrones de conocimiento, los patrones de geopolítica, etc.”.

Lander nos dice que estas dimensiones no existen alejadas totalmente entre sí, se

entrelazan, y en ciertos momentos, unas pueden tener mayor importancia que otras, pero

ninguna domina e impera totalmente en cierta instancia. Es decir, los patrones que rigen el

conocimiento no se producen al margen de las formas de poder, no se producen al margen

de los patrones de producción, pero tampoco nacen unos de otros. Coexisten en la forma

que lo condiciona el orden colonial moderno.

Ruptura política

Edgardo Lander explica: “En el imaginario del bicentenario, se habla de la ruptura

como que si el proceso de la Independencia política, la ruptura de la relación de

subordinación política con la corona, fuese la ruptura que lleva a la descolonización de la

sociedad, y esto no es así. Ocurre evidentemente una Independencia política, (…) pero

preservando la estructura colonial en esta sociedad”.

El sociólogo sustenta esta afirmación en un hecho, que en su opinión, nos narra

cómo se preserva el orden colonial en nuestra sociedad, incluso, luego del hecho

independentista. Al ver y analizar las constituciones que fundaron y forjaron la República,

no sólo en Venezuela, sino también en gran parte de Latinoamérica, Lander señala

encontrarse un elemento de esa división del orden colonial moderno se impone sobre los

otros, el cual no han dejado de existir y vivir en el país.

“Cada una de estas constituciones establece un régimen de inclusión y exclusión.

¿Quiénes son los ciudadanos? Los ciudadanos en el sentido de quiénes son los que

pueden votar en primer lugar, o, quiénes son en segundo lugar los que pueden participar

en la acción política”, resalta Lander en su análisis de las constituciones de la época

independentista.

Por tanto, a pesar de que en Venezuela la gesta de independencia supuso años de

participación popular, años revestidos de violencia, esfuerzos y sacrificios que hicieron

Page 37: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

37

temblar las estructuras de nuestra sociedad, al momento de consagrarse la Independencia,

la lógica mantuana terminó por imponerse sobre las demás, dando continuidad al

ordenamiento de la sociedad colonial, a pesar de no estar ya sometida a la autoridad

política del reino de España.

Lander plantea que, tras la Independencia, se constituyó un Estado Nacional

republicano, por ello en Latinoamérica, basado en un discurso liberal referido a naciones

de igualdad, fraternidad, entre otras características, se construyó y reprodujo un orden

extraordinariamente excluyente, donde se presenta una concentración del poder, y no hay

reconocimiento del carácter del sujeto o del ciudadano que habitaba y conformaba la gran

mayoría de la población, manteniendo el régimen colonial preexistente.

Entonces, explica el profesor, a diferencia de lo ocurrido en Europa, la

Independencia no se basó en una revolución interna, que llegase a constituir todo el

conjunto de la población de Venezuela, sino fue la imposición de uno de los grupos que

conforman nuestra sociedad. Este hecho se ve reflejado en el discurso de la élite, que

impuso sus patrones y valores luego de la Independencia, donde la idea de „querer ser

como‟, refiriéndose a las sociedades modernas europeas, descarga su influencia en contra

de las otras corrientes culturales y raciales que conviven en el país.

Eurocentrismo

De esta idea, permanente y persistente en el imaginario y discurso de nuestras

élites dominantes, se descubre otro concepto en cual se enmarca la evolución de nuestra

sociedad, primordialmente, en los intereses de las élites dominantes que impusieron sus

formas de manejar el Estado.

Edgardo Lander resalta que, cuando se da la ruptura con la autoridad política

española, se constituye un Estado moderno, principalmente, basado en la búsqueda de

imitar los ideales republicanos franceses, pero que, al reproducirse en Latinoamérica,

donde las condiciones de vida y ordenamiento social son distintas a las existentes en la

Europa de aquel momento, se reprodujo el sistema de orden colonial, excluyendo a gran

parte de la población de la nueva República.

El sociólogo resalta que, a través de los años, tras distintos hechos y procesos

ocurridos en Venezuela, el discurso de las élites dominantes sigue reproduciendo ese

Page 38: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

38

ordenamiento colonial, en donde unos son considerados ciudadanos, y los otros, aquellos

que no se rigen bajo ciertos patrones de la lógica impuesta por la élite dominante, son

excluidos.

Para Lander, ese factor eurocentrista que rige el „deber ser‟ de nuestra evolución

como sociedad, se refleja fielmente en nuestras estructuras de formación y producción de

conocimiento, ya que los sistemas educativos continúan la tradición del discurso. Por eso

afirma: “Hoy en Venezuela, los libros de texto de la escuela secundaria, por ejemplo,

siguen siendo textos extraordinariamente coloniales, textos en los cuales se cuenta la

historia universal, en la cual todo lo significativo se hace en Europa, se exporta de Europa

al resto del mundo, y el resto el mundo pasa a ser históricamente significativo desde el

momento que Europa llega y lo toca. América no existe hasta que entra en contacto con

Europa”.

Esto, sentencia Lander, nos crea una historia universal donde Europa es el centro

de la humanidad, y que a partir de Europa, se empieza a contar la historia de otros lugares,

que existen solo y cuando Europa les ve y conoce. Esto crea en el imaginario como una

vía, un camino hacia el cual los pueblos y culturas del mundo deben avanzar, “normaliza

una forma de hacer las cosas y niega la posibilidad de mirar la historia en otra dirección y

desde otros lugares”.

Esto, nos dice Lander, es básicamente una ilusión de progreso y desarrollo a la

europea, al cual el resto del mundo debe adaptarse, porque está destinado a evolucionar,

para convertirse en la sociedad bajo los patrones europeos. Esa idea se mantiene en el

discurso de nuestras élites dominantes, y también en las estructuras de nuestra sociedad.

Sin embargo, el profesor explica varios factores que imposibilitan y deslegitiman la

consecución del discurso eurocentrista, en una realidad plausible para Latinoamérica y el

mundo, en la que las culturas a nivel mundial deberían desarrollarse hasta asimilar

eficazmente los patrones que rigen a las sociedades europeas.

El sociólogo señala, en primer lugar, que consolidar un orden mundial siguiendo los

patrones del mundo europeo moderno sería sólo posible sobre la base del sometimiento y

exterminio de los demás. Entonces, nosotros no podemos exterminar y dominar, porque

supone, en cierta medida, el fin del planeta, tomando en cuenta, la apropiación de los

bienes comunes necesarios para la vida humana.

Page 39: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

39

Ya dirigiendo su lupa para observar directamente Latinoamérica, explica que en

sociedades como las nuestras, con tantas culturas, es necesario afianzar el reconocimiento

de las otredades, de las identidades, porque no se puede pretender tener un patrón de

ciudadanía universal, porque sería autoritario, un modo de democracia liberal que se

impone sobre otro. Por eso señala que: “Hay que reconocer la extraordinaria potencia de

las formas de interrelación que nos hacen pensar que una forma de vivir de progreso,

desarrollo e integración cultural, es inevitable”.

Venezuela

“¿De qué se habla cuando se habla de Venezuela? Venezuela no es una cosa, no

es un sujeto, Venezuela es una heterogeneidad de historia, de clases, de conceptos (…).

Entonces me parece que uno no puede hablar de Venezuela como sujeto, como decir que

Venezuela se propuso a hacer tal cosa y fracasó. No existe tal cosa, Venezuela sujeto”.

Así nos dice el sociólogo, que contundentemente sigue explicando que no se puede

hablar de un proyecto de país fracasado, porque no existe ese „todo el país‟, existen

distintos proyectos, visiones, patrones que rigen y coexisten. Sin embargo, unos se han

impuesto sobre otros. Por lo tanto, unos han triunfado y otros se han relegado.

Por eso, al momento de hablar sobre el Bicentenario y su celebración, Edgardo

Lander resalta la inexistencia de esa nacionalidad de todos, ya que la independencia

planteó la nacionalidad de algunos excluyendo a otros, por lo cual quienes tienen la

capacidad de celebrar son los „unos‟; los „otros‟ no tienen necesariamente algo que

celebrar.

“Entonces, esta celebración, digamos que es una forma de reproducir una historia

nacional mantuana blanca, que ignora lo que pasó en trescientos años anteriores de

luchas, resistencias, y a los sujetos anteriores. Además, ignora el hecho de que tal

independencia fue una independencia para unos y no para todos”.

Con la fuerza de esa sentencia, la entrevista culminó. La Escuela de Sociología

parecía vacía, y el sonido de su voz retumbó, como quien, dando un golpe a la mesa,

mueve las bases en las que se sostiene, haciendo temblar todo lo que ella soporta, desde

el día en que se hizo y se conoce como mesa.

Page 40: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

40

Complacidos, y más conscientes de la profundidad que poco a poco alcanzaba la

serie de entrevistas, salimos de la escuela junto con el profesor. Aprovechamos para

comentar, más allá del tema que ocupó la conversación durante las horas anteriores,

nuestras vicisitudes en la Gran Caracas, después que varios meses de trabajo redujesen

sustancialmente nuestras arcas financieras, que hace tiempo no veían ingresos.

Ya no hubo tiempo para hablar. El profesor debía irse y nosotros, los

entrevistadores, debíamos aprovechar el comedor de la Universidad Central de Venezuela,

que pronto cerraría. Nuestra intención, por supuesto, era ahorrar recursos que nos

permitieran continuar esta serie de entrevistas, que cada vez, para nuestra satisfacción,

ahondaba más y más en el ser de Venezuela.

Caracas, noviembre de 2010

Page 41: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

41

Asdrúbal Baptista

“No hay nada que yo admire más que la condición humana”

Ricardo Zambrano

José Useche

Por causalidad más que casualidad, la serie de entrevistas nos reunía aquella

mañana en el Instituto de Estudios Superiores de Administración, con un economista

venezolano reconocido, tanto en el país como a nivel mundial, quien a pesar de figurar en

nuestra lista de candidatos a entrevistar, se había alejado por un momento de nuestras

posibilidades, a causa de sus compromisos internacionales.

Asdrúbal Baptista, reconocido profesor e investigador de las ciencias económicas en

Venezuela y el mundo, sería el entrevistado, luego de que, en una conferencia sobre la

historia del pensamiento económico, había llamado poderosamente nuestra atención.

El profesor debía ausentarse por un tiempo para cumplir compromisos académicos

en otras latitudes. No obstante, un mes bastó para conseguirle de nuevo en el país y

permitirnos a la pareja de entrevistadores indagar en sus opiniones sobre la economía de

Venezuela a través de la historia. Esto lo hicimos desde su pequeña oficina llena de libros,

que atestiguaban, entre hojas amarillentas, años de estudios sobre un país pobre hecho

rico por el oro negro.

Una voz apacible y sobria, con un acento profundamente familiar para nosotros,

unos entrevistadores andinos, sumado al frío del ruidoso aire acondicionado, nos dio la

sensación de que la conversación se iniciaba no en una oficina del IESA en la capital del

país, sino en cualquiera de las ciudades más occidentales de Venezuela, entre las

montañas y el templado clima de Los Andes.

El tiempo era limitado para los numerosos compromisos del economista. Por eso,

sin ahondar mucho en detalles de la naturaleza de la entrevista, una lluvia de preguntas

cayó sobre el entrevistado, quien, sonriendo, explicó que su agenda, a pesar de tener los

tiempos bien medidos, no corría más rápido que los relojes convencionales. La calma se

apoderó de nosotros, y el profesor resaltó la paciencia como deber, a la hora de analizar

una sociedad y su vida económica.

Page 42: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

42

La independencia y la economía

Un país rural, cuya base económica era la agricultura, inicia, en los albores del siglo

XIX, una gesta de emancipación que le llevará a independizarse políticamente del reino de

España, quien desde el siglo XVI ostenta el poder sobre el territorio. La Independencia

busca conformar, siguiendo los ideales de la Ilustración, una República cónsona con los

inicios de la modernidad.

La guerra es larga y cruenta, dejando tras su paso por llanuras y montañas muchos

cuerpos sin vida, pero al final, el ejército patriota consigue la victoria, constituyendo de esta

manera la República de Venezuela, que en sus inicios, formó parte del proyecto de país de

la Gran Colombia. Sin embargo, tras distintas situaciones, es en 1830 cuando La

República se constituyó independiente y autonómicamente, forma en que se ha mantenido

hasta nuestros días.

Esa es la historia romántica, nos dice el economista Asdrúbal Baptista, y continua

explicando que: “Fue una ruptura, por lo menos eso dicen los libros de historia. Yo no sé si

en la vida cotidiana hubo ruptura. Claro, mucho tiempo después, cuando las cosas

empiezan a sedimentarse y ya la gente adquiere en su lenguaje, con las festividades, con

la bandera, con el himno, con gente que habla de la gesta independentista, con toda la

fábula que se montó sobre lo héroes, etc., se va adquiriendo la lenta conciencia de que

efectivamente hubo un episodio que separa en dos tiempos (…). Pero para lo más

inmediato, salvo la guerra y la barbarie, no sé qué puede haber significado eso”.

Eso concluye Asdrúbal Baptista, analizando no el discurso entablado por la historia

nacional, sino la repercusión que supuso la Independencia en la dinámica social,

principalmente en el área de especialidad de Baptista, la economía. Interpreta la

independencia del reino de España de forma positiva; sin embargo, no considera que

existió un cambio en las formas de vivir establecidas en nuestra sociedad.

El economista deja a un lado las constituciones, a las cuales no desea suprimir el

valor e importancia, pero sólo concibe que en ellas hay una incapacidad para crear una

fuerza suficiente, capaz de cambiar realmente una dinámica social. Por lo tanto, se

cuestiona si realmente cambió la vida del venezolano común y corriente después de la

constitución como República.

Page 43: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

43

¿Cuánto cambió su existencia para hablar de ruptura? “Ahí no hubo probablemente,

en lo más inmediato, ruptura, y eso provoca pensar desde la economía que esta ruptura

fue una ruptura superficial (…). Las cosas continuaron más o menos igual, [con] otros

gobernantes, otros símbolos, otra nomenclatura”.

Baptista sigue analizando y cuestionando la ruptura que se menciona en la historia,

asumiendo ahora su perspectiva de estudioso e investigador de la economía del país. Dice

que “en los números, que es parte de mi disciplina, no está esa ruptura. En las

exportaciones, en la producción, siguen aportando prácticamente lo mismo. Es posible que

existan otros destinos aparte de España, pero ¿cambia eso respecto a un modo de vivir

previo? Caramba, si digo que no, me puedo estar parando sobre un despeñadero, pero me

provoca decir que no”.

Venezuela petrolera

Venezuela, nos dice el economista, antes de la aparición del petróleo, era un país

pobre, de los más pobres de América Latina, donde el ingreso medio del país era algo

menos de la mitad en comparación con el resto de países de la región. El petróleo

transformó esa situación, pero tampoco se puede hablar de una ruptura inmediata, ni en

aspectos del Estado, ni mucho menos en la vida de las personas.

“No hay duda, con el petróleo algo ocurre, pero ocurre muy de fondo, de manera

muy lenta. (…) Ten usted [sic] presente que la irrupción del petróleo toma lugar,

simplemente, por la presencia de grandes capitales extranjeros concentrados en áreas

geográficamente muy bien localizadas, y entonces, ¿cuánto a afectó a los venezolanos en

general aquello? Muy poco”.

De este modo, dice Baptista, es aún complicado hablar de ruptura económica de la

vida del venezolano solo con la aparición de la industria petrolera en los años veinte, ya

que, como actividad productiva, era practicada por empresas extranjeras. Por tanto, era

fuente de ingreso principalmente de los propietarios de esas empresas, y las concesiones

estatales no establecían grandes beneficios económicos para el Estado.

Recordando sus estudios y análisis económicos, Baptista explica que la primera

consecuencia real, producto de la aparición del petróleo, es en 1934, durante el gobierno

de Gómez, la revaluación que sufrió el bolívar. “(Esto) sí es un episodio nacional, porque el

Page 44: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

44

bolívar lo utilizábamos todos, detalles más, detalles menos, como medio de pago.

Entonces, allí hubo un episodio que muy pronto tiene que haberse comunicado al resto del

país, pero estamos hablando un par de décadas de andar el petróleo por allí circulando”.

Esta primera transformación que abarcó todo el país, directamente relacionada con

la entrada en escena del petróleo, no desembocó en riqueza y poder adquisitivo del

ciudadano común, y los indicadores económicos ubicaban a Venezuela aún entre los

países pobres de América Latina, principalmente por su condición de país rural.

No obstante, comenzó un proceso de transformación de la sociedad venezolana,

que, contrariamente a las vías y el tiempo de duración de los cambios en la historia de

otros países, ocurrió extraordinariamente acelerado en nuestro entorno.

Asdrúbal Baptista resalta que, sumado a la riqueza petrolera de un país que de a

poco iba tomando control de la industria, hay un factor que se relaciona con la riqueza

petrolera, y provocó los principales cambios en la estructuración de la sociedad

venezolana: la migración del campo a la ciudad. El economista relata que las migraciones

del campo a la ciudad transformaron, en aproximadamente treinta años, un país

primordialmente rural en un país con altos niveles de urbanidad. Además, en medio de ese

proceso de migraciones, ocurrieron simultáneamente las inmigraciones europeas,

producto principalmente de las guerras y los factores económicos de la Europa de ese

momento.

“De manera que ahí se va a crear un proceso que hay que estudiar. Eso no se ha

estudiado, ese proceso, en el cual el país se urbanizó violentamente. Masas sin número de

venezolanos que se vienen a los centros urbanos, porque había posibilidades de trabajo, y

esas razones económicas se pueden revisar muy críticamente. Entonces, esas fuentes de

trabajo, la velocidad de urbanización, combinado con la inmigración y más sin duda la

riqueza del país, se traduce en una extraordinaria transformación de la sociedad”.

Todos estos factores convergen en la época donde Baptista marca la ruptura real

del petróleo en el vivir del venezolano común, que es en los años setenta, con la gran

bonanza, cuando el petróleo realmente aparece en la escena nacional, en el día a día,

cuando la gente lo descubre por fuerza de lo que ocurre en el mercado, dada la gran

capacidad adquisitiva alcanzada por un país que, en ese entonces, estaba ya urbanizado

en un alto porcentaje.

Page 45: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

45

Estado petrolero

“Sin querer ser monocausal ni ultradeterminista, ni nada que se le parezca, el

petróleo propiedad de Estado (…), el petróleo causó todos los beneficios, y al mismo

tiempo puede haber malogrado el crecimiento endógeno de una rica sociedad civil”. Eso

nos dice Baptista, comenzando a analizar la situación económica de Venezuela en los

últimos tiempos.

Para el economista, cuando analiza la consecuencia económica de la propiedad

estatal del petróleo, nos habla que este, en cierta medida, atrofió el desarrollo de una

sociedad civil en términos de ejercicio del poder, ya que, al investigar la cantidad de capital

privado que posee medios de producción en el país, se encuentra con que son muy pocos

los grupos o personas que ejercen un poder económico en nuestra sociedad.

Expandiendo su mirada a la economía global, Baptista resalta que el mundo actual

descansa sobre el equilibrio existente entre el poder político y el poder económico, el

primero de ellos ejercido por los Estados y el segundo por la sociedad civil, creando un

sistema en el cual el poder lo ejercen los Estados nacionales junto con las sociedades

civiles.

Sin embargo, continúa resaltando Baptista, en los últimos treinta o cuarenta años,

las sociedades han pasado de ser nacionales a ser mundiales, y los Estados siguen siendo

nacionales, rompiendo el equilibrio entre sociedades y estados nacionales. No obstante, en

Venezuela “esa escisión Estado-sociedad civil se ha roto. Tuvimos un equilibrio entre el

Estado y las concesionarias extranjeras que representaban la sociedad civil internacional,

pero cuando se produce la nacionalización, se quedó el Estado solo, jugando ajedrez

consigo mismo, y la sociedad civil nuestra exigiendo a Estado: usted tiene que hacer esto y

esto y esto, porque es deber del Estado esto, esto”.

En este sentido, el economista remarca que en el país nunca ha existido el

liberalismo económico, ya que el petróleo, como principal área productiva, pertenece al

Estado. “El Estado liberal, en el sentido de una clara demarcación entre intereses públicos

y privados, entre Estado y sociedad civil, un pensamiento además antiestatista,

conservador; en Venezuela no hay conservadores, nos da pena decir que somos

Page 46: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

46

conservadores. Acá todos somos estatistas, la diferencia es un poquito más, un poquito

menos (…). En Venezuela no hay pensamiento liberal”.

La razón elemental de esta situación, nos dice el economista, es que la fuerza de

Venezuela en términos materiales es el petróleo, y el petróleo es del Estado. “El Estado es

quien hace crecer, el Estado es quien educa, quien promueve la salud, el Estado es, el

Estado es, y la iniciativa privada, a la sombra del Estado”.

Bicentenario

Sobre la celebración del Bicentenario, para culminar la entrevista, el economista nos

explica su visión particular, el significado que asumen y tiene para él la celebración de los

doscientos años del nacimiento de la República.

Antes que ocuparse de los hechos de la Guerra de Independencia, de los héroes

militares que ocupan pedestales altísimos en la historia nacional, antes que recordar esa

historia romántica para consumo nacional, diseñada en Venezuela a través de los años,

confiesa que no hay nada más admirable, desde su perspectiva, que la condición humana.

Por tanto, uno de los hechos recordados por Asdrúbal Baptista, es que la

independencia significó la ida del país del hombre más importante de esa época, como

considera a Andrés Bello, y que junto a él, se van en ese momento, la filosofía, la

universidad, las letras.

“Yo te confieso, yo no vivo de esas gestas, (…) mi romanticismo va por otro lado. No

hay nada que yo admire más que la condición humana (…). ¿Qué voy a celebrar yo?

Hablando como Asdrúbal Baptista, prefiero fijarme en otras cosas, como la Gramática de

Bello, ahí si me remito, me parece una obra monstruosa [es decir, extraordinaria]; el

Código Civil de Luis Sanojo, también me parece una cosa monstruosa, eso lo puedo ver”,

comenta para luego explicarnos que, doscientos años son maravillosos, pero prefiere

pensar en Andrés Bello y su obra, en Luis Sanojo y su obra, esencialmente en la condición

humana.

El aire acondicionado que durante toda la entrevista ambientó la oficina,

extrañamente se apagó, como si él, entendiendo la culminación de la conversación,

presuroso se prestara a descansar. De esa forma, con silencio, la oficina de Asdrúbal

Page 47: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

47

Baptista nos despedía a nosotros los entrevistadores, quienes por más de una hora nos

abstrajimos del ruido del aire, para enfocarnos en la historia, en las épocas de una

Venezuela desconocida, una Venezuela que fue y hace muchos años dejó de ser.

Sin embargo, esa mirada nostálgica hacia la época de la Venezuela rural,

desconocida por nosotros, no nublaba la mirada de un hombre, que más allá de tener una

postura ideológica hacia la historia de Venezuela, se enfrenta al tema venezolano con los

mismos ojos que observa todos los aspectos de la vida.

Por eso, antes de despedirnos, y como descubriendo ante nuestros ojos un tesoro,

enciende su computador, busca en una gaveta del escritorio un CD, uno que quiere

enseñarnos, el Oxford English Dictionary (Diccionario de Inglés de Oxford), una obra

colectiva, realizada por muchas generaciones a través de los años, encargadas, cada una,

de recolectar en el tiempo el conocimiento resguardado en la lengua de una cultura. Obra

que muestra, nos dice Baptista, esa condición humana admirable, capaz de crear y

permanecer a través del tiempo.

Caracas, diciembre de 2010

Page 48: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

48

Elías Pino Iturrieta

Reviviendo el credo de la República

Ricardo Zambrano

José Useche

No cabe duda de que, en el mundo académico venezolano, Elías Pino Iturrieta es

uno de los historiadores más conocidos y leídos del país. Su amplia obra resalta,

principalmente, por su lectura alejada del romanticismo con que se pinta la historia

nacional, historia elaborada para consumo del ciudadano patriota desde los inicios de la

República.

Todos esos pergaminos decorados con su reconocido nombre contrastaban con la

facilidad y sencillez con que accedió a ser entrevistado por nosotros, una pareja de jóvenes

periodistas, que buscábamos encontrar, en su voz grave y estridente, las opiniones

acumuladas durante años de estudio sobre la evolución de una Nación bicentenaria.

La extraña pasarela de acceso a la Universidad Católica Andrés Bello nos recibía,

no sin antes hacer gala de su particularidad, exigiéndonos, como quien cruza una frontera,

papel de identificación y permiso, para así ingresar, escapando de la ruidosa ciudad, a una

especie de jardín babilónico que cobija uno de los principales centros de estudios del país.

Una hora antes arribamos a la universidad, para evitar inconvenientes de entrevistas

anteriores. Sin embargo, imprevistamente, una reunión apuraba los quehaceres del

historiador, lo cual le obligó a recibirnos mucho antes de lo previsto, hecho que, sumado al

nerviosismo tradicional que precede un reto importante, colmó nuestra ansiedad

marcándola en nuestros rostros. No obstante, la experiencia de años ante la exposición

pública y la capacidad para leer nuestros rostros y actitudes de ansiedad, hicieron al

profesor romper el hielo, y con una sonrisa en su rostro nos dijo con amable desparpajo:

“No me jodan”, pidiéndonos que preguntáramos sin ambages.

De la identidad a la independencia

Pino Iturrieta nos dice que la Independencia no es el hecho que inicia la formación

de una identidad venezolana, sino al contrario, la existencia o el nacimiento de una

Page 49: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

49

identidad venezolana es lo que va dando forma y creando el proceso independentista

venezolano.

Resalta por eso que: “La independencia ocurre, siempre y cuando ocurra antes un

proceso de identidad, un fenómeno identitario. Si nosotros no nos sentimos venezolanos,

no vamos a hacer la Independencia. Este no es un problema de pensamiento, sino de

sentimiento”.

Para explicar la formación de ese sentimiento venezolano en el que se fundamenta

la identidad, el historiador acude al pensamiento de Leopoldo Zea, un filósofo mexicano

cuyo discurso desarrollaba la idea de que, en las independencias latinoamericanas, existió

un orgullo telúrico (término acuñada por el filósofo), queriendo explicar que el hombre que

habitaba estas tierras empezó a sentirse dueño real de ellas, y presuroso, acogió la

empresa de liberarlas para dominarlas.

El orgullo telúrico, resalta el historiador, es el proceso que enciende la llama

desencadenante del proceso de emancipación de Venezuela. Pino Iturrieta, explicando

cómo funcionó en la realidad el orgullo telúrico, relata: “Cuando yo me siento barón y

dueño de la tierra, es decir, cuando ya me diferencio del metropolitano, construyo una frase

que se repite mucho en la Venezuela del siglo XVIII y comienzo del siglo XIX: „Somos

americanos y no gachupines‟, es decir, no nos parecemos a los españoles, somos

distintos. Cuando tú ya tienes ese sentimiento de pertenencia, vas a hacer la revolución, es

decir, vas a hacer la Independencia”.

Sin embargo, cuando se habla de este nuevo sentido de pertenencia por la tierra, de

identidad naciente, Pino Iturrieta nos cuenta que no se puede generalizar a todos los

estratos y aspectos de la sociedad venezolana esa identidad naciente, porque la

Independencia es impulsada por un sentido de pertenencia, pero de aquellos que en la

estructura social colonial tenían la capacidad de poseer tierras, más allá de otra clase de

privilegios sociales. Nos dice: “La identidad es un fenómeno propio en aquella época

histórica de Hispanoamérica, propio de las élites, cuando las élites se identifican con su

propiedad, con su tierra, con sus intereses, son capaces de tirar los dados en la ruleta de

la Independencia; de eso se trata”.

Este sentido de pertenencia que sustenta el pensamiento de la Independencia

venezolana desde un segmento de la sociedad, es seguido y guiado por la asimilación del

Page 50: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

50

pensamiento moderno europeo, el cual nace en medio de una época histórica en Europa,

caracterizada por las revoluciones e importantes cambios políticos estructurales,

fundamentados, principalmente en Francia, con el pensamiento de la Ilustración.

Entonces, dice el historiador, el sentimiento de pertenencia, esa identidad

venezolana que se fue formando durante la segunda parte del siglo XVIII, abrió las puertas

al pensamiento de la ilustración, a las ideas modernas, para apropiarse de ellas y

posteriormente, sentar las bases y fundar la nueva República.

Explica Pino Iturrieta que: “Estamos hablando de la identidad como un sentimiento,

(…) es el abono que permite la entrada del pensamiento y el ajuste, o más bien, la

adecuación de ese pensamiento moderno a sus necesidades, a sus peculiaridades.

Entonces llegamos a 1810, que no se hace para buscar una identidad que ya existe, sino

para afirmarla y para convertirla en realidad, un proyecto político que (…) nace de la previa

existencia de esa identidad”.

En ese mismo sentido, el año de la declaración de Independencia solo sienta las

bases de la creación de la República, puesto que su construcción se entiende en términos

progresivos, en la medida que la nueva situación, el nuevo orden estructural del país, iba

integrando, a través del discurso y otras formas, esa gran parte de la sociedad que no

compartía el mismo sentido de pertenencia e ideas de organización, con las élites

iniciadoras y responsables de la gesta emancipadora.

La República, moral y luces

Para Elías Pino Iturrieta, el proceso de Independencia no debe ser menospreciado,

considerándolo la ruptura que da origen a Venezuela, puesto que las concepciones de

gobierno establecidas durante trescientos años de colonia, dejaron de privar. La idea de

monarquía y del derecho divino del Rey desaparece por las ideas de República y de

soberanía popular.

Además, estos cambios sufridos en la raíz estructural del país, tuvieron

consecuencias en la vida social, porque “esta ruptura de los hechos (…) es la ruptura de

los espacios estamentales. En la colonia, cada quien vive en su lugar, el pardo vive con los

pardos y no puede vivir con los indios ni con los blancos. Eso se rompe por completo”.

Page 51: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

51

Por eso, Pino Iturrieta explica cómo empezaron entonces a pensar las élites

dominantes del país, y asumiendo ese personaje, razona: “los pardos cogen calle (…) y a

ese pueblo que coge calle hay que cuidarlo o hay que controlarlo, porque yo le temo a ese

pueblo. Y ¿por qué le temo? Porque nunca ese pueblo había actuado como está actuando

ahora.” Y dejando el personaje a un lado, el investigador sentencia: “Esa es la ruptura”.

Esa nueva situación, dice el historiador, es el ambiente en el cual los dirigentes de la

Independencia inician, más allá de las estructuras ya creadas, la formación de la República

en el nuevo orden existente, donde se intenta desde las élites, además del sentido de

pertenencia, inculcar a esos grandes grupos sociales, desconocedores de la forma de

organización establecida en el país, los conceptos modernos que sustentan la formación

de la República.

“Moral y luces son nuestras primeras necesidades”, frase célebre de Bolívar que nos

recuerda el historiador, para así explicar la visión sobre el camino a seguir por los

dirigentes de la Independencia, para la formación de la República. Por eso explica que:

“cuando Bolívar dice eso, (…) ¿qué quiere decir? „Tenemos que darles morales darles

luces‟. ¿Quiénes? „Nosotros, los grandes maestros, los institutores, los tutores de estos

muchachos que son muy buenos, pero son muy carajitos e inexpertos. Vamos a dárselos

poco a poco y llegará el momento que ellos nos reemplacen, y llegará el momento en que

ellos puedan manejarse en libertad e igualdad, pero de momento, por su inexperiencia, por

su falta de familiaridad con la realidades republicanas, tenemos que mantenerlos dentro

del corral y dárselos poco a poco‟ ”. Así, sin ironía ni juzgar los valores existentes en estas

frases, el historiador analiza el discurso de las élites de la época.

El historiador resalta que, más allá de la valoración o de enjuiciar en la actualidad

estas sentencias, con los conceptos de justicia, igualdad y libertad manejados en el siglo

XXI, se debe entender que no son equiparables con el manejo y uso de esos conceptos en

el siglo XIX, época histórica donde se encuentran estas ideas, desarrolladas igualmente,

por personas formadas en una sociedad colonial de castas, por lo cual entendían hacer la

independencia “no para que ellos sean mis pares, sino para que ellos se incorporen bajo

mi tutela”.

Page 52: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

52

Antirrepublicanismo

Para el historiador, tras conseguir la Independencia, el trabajo pendiente en

Venezuela sigue siendo crear la República, adaptada a nuestras realidades y nuestra

actualidad como país y como sociedad mundial. Sin embargo, hay factores a través de la

historia que han impedido la consolidación de un estado y sociedad republicana.

Un factor que puede ver sus raíces en la Independencia, y que Pino Iturrieta

considera dentro de esta concepción antirrepublicana, es el personalismo, que se ha visto

en distintas ocasiones a través de la historia del país. Este personalismo, dice el

historiador, pudo haber nacido como producto de la ruptura con el estado monárquico, esa

ruptura dada con el estado colonial luego de la emancipación de Venezuela.

“Bolívar es la encarnación del personalismo, Páez la encarnación del personalismo,

los hombres de armas son la encarnación del personalismo, la aparición de liderazgos

regionales son vinculadas con los personalismos”.

Elías Pino Iturrieta resalta que este personalismo no se encuentra únicamente en

los actores históricos de la Independencia. Se extiende en el tiempo acercándose a

nuestras épocas, mientras pasa por figuras como Guzmán Blanco, como Gómez, como

Pérez Jiménez. Personalismos como estos, a pesar del discurso republicano que

entonaban, forman parte de estos factores que niegan la República.

En la etapa democrática, Pino Iturrieta resalta el factor antirrepublicano en las

estructuras gubernamentales que dirigen las riendas del Estado venezolano. Sin embargo,

los personalismos se ven transformados en partidismos, desvirtuando de igual forma la

naturaleza de un estado republicano.

Otro factor referido por el historiador, se relaciona con aspectos físicos y geográficos

del territorio nacional, factores que impidieron durante muchos años la consolidación de la

República, producto de la falta de infraestructura y vías de comunicación que nos

convirtieran en un país conectado entre sí. Estas dificultades de comunicación

imposibilitaban llevar un mensaje homogéneo republicano a todo el país, provocando un

país archipiélago (término acuñado por Pino Iturrieta), donde se forman, progresivamente,

ínsulas o penínsulas de antirrepública, que no permiten la planificación de un proyecto de

país republicano, provocando que el discurso independentista con el mensaje republicano

se desconectara paulatinamente de la realidad del país.

Page 53: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

53

El historiador continúa relatando que esta falta de desarrollo de infraestructura que

permitió, hasta entrado el siglo XX, el nacimiento de espacios alejados del orden

republicano. Fue ocasionado también por la condición económica de Venezuela como país

pobre, realidad que, con la aparición del petróleo, comienza a cambiar. No obstante, el

cambio en la condición económica del país no transformó a Venezuela en sociedad

republicana, puesto que, nos dice Pino Iturrieta: “Cuando hay dinero, el dinero no se usa

para subsanar esas falencias de antirrepublicanismo y de antiliberalismo, sino para

profundizar la antirrepública y para convertirse en (Estado) donador de favores o en

administrador de castigos, es decir, para seguir castrándote como republicano”.

El historiador nos comenta que estos factores ayudaron a la no formación de

ciudadanos, quienes son requeridos y necesitados por las sociedades republicanas para

funcionar, ciudadanos republicanos en los que se fundamenten el orden y el compromiso

por el bien común.

Refrescar la Independencia

Buscando caminos en el inmenso horizonte, Pino Iturrieta no rechaza la importancia

que debe tener para nosotros y para el desarrollo del país, mirar cada cierto tiempo hacia

la Independencia, pero no para repetirla, sino para refrescarla, ajustarla a nuestras

vivencias y preocupaciones, revivir todo aquello planteado en papel, en nuestra

constitución republicana, en el credo de nuestra fundación, para convertirlo en realidad, ya

que la Independencia nos legó el más importante tesoro de la nación, el credo republicano,

y desde entonces en nuestra sociedad, nadie ha jurado ni negado ese credo.

Resalta que no se debe intentar calcar el ideario de Bolívar, y recordando a la

escritora Ana Teresa Torres en La Herencia de la Tribu, explica cómo el imaginario

heroico, bélico, romántico, el de las batallas de nuestra Independencia, estorba en la

formación de un mejor país, porque es necesario entender que la obligación no es la

Independencia, sino la República.

Por eso, refiriéndose al ideal heroico que ha plagado nuestra historia nacional, el

historiador sentencia: “La solución no está allí, la solución está en nuestros días, pero

partiendo de un credo, del credo republicano, que es el que importa como obra y como

herencia de la Independencia”.

Page 54: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

54

Su secretaria entró en la oficina anunciando la llegada del rector de la universidad,

persona con quien debía reunirse el profesor; por tanto, el tiempo de la entrevista se había

terminado. Sin embargo, interesado en la investigación de la que ahora formaba parte, no

dudó en recalcar su disponibilidad para encontrarse de nuevo, en cualquier momento, con

nosotros, los entrevistadores curiosos de la realidad histórica venezolana.

Salimos de su oficina resguardados por la grata despedida que uno de los

historiadores más importantes del país regalaba, no solo a nosotros como personas, sino

también a una serie de entrevistas que de a poco se iba cerrando, pero dejando un

abanico de distintas perspectivas para mirar, analizar y entender el país.

Como en muchos lugares, su voz arropó el ambiente con la frase de despedida, y

muchas otras sentencias retumbaban aún en nuestra memoria, mientras por los admirados

jardines de la universidad se veía caer la tarde. Hemos concluido otro segmento del ciclo

de entrevistas bicentenarias, dejando en otros personajes de la academia y las letras

nacionales las palabras finales que culminarían esta serie, en el intento de dejar huellas en

la ruta del conocimiento de un país, en medio de sus doscientos años de nacimiento.

Caracas, diciembre de 2010

Page 55: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

55

José Manuel Briceño Guerrero, Jonuel Brigue

“Estudie una hallaca y usted entiende Latinoamérica”

Ricardo Zambrano

José Useche

Las obras de Jonuel Brigue se reproducen en la actualidad al igual que en sus

albores como escritor, con la gran diferencia de que hoy sus palabras llegan a las manos

de muchos más lectores que en aquellos primeros días, cuando muy pocos ojos curiosos

rebuscaron, entre bibliotecas y librerías, por un escrito que llevase su nombre en el lomo. Y

aunque en aquel entonces la soledad era particularidad de sus libros, estos fueron

desarrollando, inevitablemente, una extraña capacidad de multiplicarse, digna de cierto

relato bíblico.

“Yo escribía los libros y nadie los leía”, nos cuenta Briceño Guerrero sobre los años

en que comenzaba a publicar sus obras. Incluso su primer libro, Dóulos Oukóon, uno de

sus preferidos, sufrió los desmanes de la indiferencia. Por eso, con una sonrisa resignada

y ubicada en el lejano tiempo de aquellos hechos, relata que “yo le di diez ejemplares al

señor Canales en la Librería Selecta para que los vendiera, y a los tres meses fui a recoger

la plata, y él me dijo que no se había vendido ninguno; entonces yo fui a verlos, y en vez

de haber diez había once, y hasta hoy día no me explico eso”.

Sin embargo, esa situación ha cambiado tanto, que después de casi medio siglo,

nosotros, dos noveles entrevistadores, buscamos al profesor José Manuel Briceño

Guerrero para conversar con él sobre unos de los temas que principalmente han ocupado

su obra, Latinoamérica, Venezuela, y la búsqueda profunda de entender nuestra cultura y

nuestra sociedad.

Mérida, cuna de la Universidad de Los Andes, es la misma ciudad que sirve de

hogar a este filólogo y filósofo venezolano nacido en el estado Apure, pero que ha visto,

como aquellos gitanos de los cuentos de la provincia, los fines y sinfines de este mundo,

haciéndose conocedor de estas culturas, no sólo por cruzar esas latitudes, sino por el

lenguaje, que, como el mismo profesor sentencia, es: “la puerta que se abre para conocer

cualquier cultura”.

Page 56: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

56

Precisamente, en un salón donde antiguamente funcionaba el departamento de

filosofía de la Universidad de Los Andes, el profesor presta sus conocimientos de idiomas y

otros temas a sus alumnos. Ahí, en ese salón, fue el primer encuentro con el octogenario

escritor, en una noche armonizada por un chelo que interpretaba a Bach, y continuada por

la lectura grupal (de su grupo de lectura) de Hamlet, ocasión que sirvió no sólo para

citarnos al día siguiente en su casa, sino para romper de entrada el hielo entre el

entrevistado, y nosotros, unos entrevistadores cansados por el largo y accidentado viaje

desde San Cristóbal.

Al día siguiente, con fuerzas renovadas y frente al portón de su casa,

conversábamos a través del intercomunicador con su esposa, Jacqueline Clarac, que

anunciaba nuestra llegada, mientras nosotros, temerosos por los perros que

silenciosamente aguardaban a su dueño para abrir el portón, ansiábamos comenzar a

preguntar, para indagar en las ideas de uno de los pensadores más importantes del país.

Ya en la casa, luego de ver el derroche de mando y respeto que imponía sobre sus

perros, el profesor se sentó en medio de una sala que estaba preparada para recibirnos,

en un salón que, lleno de obras de arte, creaba una atmósfera llena de color, luz y formas,

tantas, que serviría de analogía a la profundidad y complejidad del tema a tratar durante el

desarrollo de la entrevista. Un lienzo multicultural, nacido de lo heterogéneo de nuestro

devenir como cultura, como nación.

La identificación, el indio a juro

Son varias las publicaciones de Briceño Guerrero sobre el tema de la cultura

latinoamericana, pero la de mayor resonancia ha sido la compilación de tres ensayos que

profundizan en las ideas y formas de ver el mundo que coexisten en nuestras naciones, y a

la vez, en muchos de los latinoamericanos. Este libro es El Laberinto de los tres

Minotauros, obra en la que se sintetiza y profundiza el pensamiento de este autor sobre

Latinoamérica.

De este libro, y de su propia boca, se menciona la existencia de un fenómeno que

marca nuestro desarrollo como país (al igual que en otros países latinoamericanos),

consistente en la identificación y no en la identidad. Briceño nos dice: “Es que habiendo

una pluralidad heterogénea de influencias, de orígenes, de maneras de ser, de formas

culturales, la población tiende parcialmente a identificarse con uno de esos orígenes”.

Page 57: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

57

Brigue (pseudónimo nacido de la unión de sus apellidos) define estos orígenes

desde el conjunto de ideas que se conforman en un discurso, convirtiéndose así en el

Discurso de la Europa Segunda, el Discurso de la Europa Primera o el Pensar Mantuano, y

el Discurso Salvaje. Estos tres orígenes convergen en la sociedad venezolana (y

latinoamericana) contemporánea, y son producto de nuestro devenir como Nación estado.

La Europa Segunda es el discurso fundamental donde convergen las ideas y formas

de organización de nuestra constitución como país. El filósofo resalta que: “Yo me puse

una vez a investigar las constituciones y son copiadas de constituciones francesas,

norteamericanas, que en esos países se produjeron como resultados de cambios reales, y

que en nosotros quedan como puestas encima”.

Aparte del discurso que rige la legislación y organización de nuestro Estado, está el

discurso de la Europa Primera o el Pensar Mantuano, que es anterior al conjunto de formas

que nacen con la Revolución Francesa y la Ilustración, y está principalmente emparentado

con formas de poder establecidas en la colonia y luego de la Independencia, cuyas

instituciones más representativas serían la Iglesia y la Milicia. Estas instituciones, a pesar

de los muchos años transcurridos desde la creación de la República, continuaban en el

siglo XX influenciando profundamente el desarrollo de nuestra sociedad.

Briceño Guerrero, cuestionándose a sí mismo: “¿Nuestros niños crecen viendo qué

estatuas?”, señala que: “Todo niño, las estatuas que ve, es de un hombre militar con una

espada (…). La estatua que el niño ve es lo que aprende a admirar de pequeño, es un

hombre armado, un militar”. De igual manera, comenta que ambas instituciones influyeron

a ese nivel en la formación de nuestra sociedad, porque, de no poseerse cierto estatus

económico, las únicas instituciones que garantizaban el desarrollo físico y mental a

miembros de muchas familias, eran tanto la Iglesia como la Milicia.

El tercer discurso que cierra el fenómeno de la identificación, es el Discurso Salvaje,

que se fundamenta básicamente, nos dice el profesor, en el resentimiento contra los otros

discursos, y en la negación de las formas de organización y poder establecidas, producto

de un devenir histórico medido por sus derrotas y su opresión.

La conformación de estos tres discursos, que Briceño Guerrero desarrolla extensa y

profundamente en El Laberinto de Los Tres Minotauros, son primordiales para adentrarse

Page 58: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

58

en su pensamiento sobre cómo entiende a Latinoamérica, y el desarrollo de Venezuela

como estado y sociedad durante los doscientos años de vida republicana.

Ante esta coexistencia heterogénea de discursos que conforman nuestra identidad,

pero que terminan alejándose hacia una identificación con una de esas raíces, Briceño

Guerrero recuerda la historia de un hombre en Carora, que sale a la calle con arco, flecha

y guayuco, al que la gente llama “indio a juro”, lo que resalta la idea de que no es indígena,

sino que busca serlo y se ve ridículo. “Pero igualmente ridículo es que sea francés a juro o

español a juro o americano a juro, y se da eso, ¿no?”. Briceño Guerrero, sin embargo,

resalta que la mayoría de la gente se identifica con la Europa Segunda, y que él mismo ha

vivido de tal forma.

Contraste entre identificación y realidad

En medio del conjunto de discursos que rigen nuestro pensamiento, la identificación

con uno u otro crea una ruptura entre el Estado que se piensa y la sociedad en que se

vive. Nuestro Estado, dice Briceño Guerrero, nace en su constitución, como una imitación

de las constituciones europeas después de la revolución francesa (Europa Segunda), pero

no nacen de los avances propios de nuestras sociedades. Además, esa misma imitación

que a través de los años se ha impuesto y continuamente fallado, impide que se forme algo

nuevo.

Esta ruptura da lugar, según Briceño, a una inestabilidad de identificación, “porque

hay (…) no identidad sino identificación; entonces queda por fuera cuál es la verdadera

identidad. (…) La identidad es como heterogénea. Entonces, salta fácilmente de una

posición a otra, entonces la misma persona que está loco por volverse francés, se

comporta de otra manera como de origen indígena, como de origen negro, (…) y como de

algo nuevo que se está formando”.

El profesor resalta que estos saltos e incongruencias entre nuestras formas de

pensar y de hacer, hacen que las instituciones no funcionen como están pensadas (no

están pensadas por nosotros) y de ahí, muchos de los problemas que arrastra el

funcionamiento caótico del Estado, como la corrupción, tema sobre el que también Briceño

Guerrero ha trabajado.

Page 59: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

59

Nos contó que, producto de una noticia de un hecho de corrupción en un cargo

político, se interesó en investigar a profundidad el por qué, y halló que quienes cometieron

el delito no sentían culpa. Luego de mucho investigar, también se topó con una forma de

hacerse dueño de propiedades o bienes o capitales, con el apoyo del Estado colonial, una

forma muy parecida a las conductas de corrupción de la sociedad venezolana a través de

su historia hasta la actualidad.

La composición, nos cuenta Brigue, era el nombre de esta forma instituida por el

Estado colonial, en la cual se legalizaba la toma a la fuerza de terrenos y propiedades,

simplemente con el pago de porcentajes del valor de la propiedad al Rey de España,

siendo esta una práctica legal. Así mismo, investigando en los periódicos de la época, nos

comenta que encontró anuncios en donde los ediles vendían sus cargos por quinientos

pesos, “pero esta cuestión les puede producir al año doscientos pesos”. Esto convirtió los

cargos públicos en un negocio, práctica legal en ese entonces.

Briceño Guerrero plantea que, con la formación de la República, constituida como

imitación de avances de la Europa Segunda, se crearon dos niveles, “un nivel nuevo formal

y un nivel real; entonces la persona no se siente culpable, está siguiendo un patrón anterior

(…). A veces se utiliza el de arriba para pelear con el de abajo, pero a veces se utiliza el de

abajo para pelear con el de arriba”.

Con base en todo esto, el profesor concluye que tenemos una presencia de

elementos culturales heterogéneos, que mientras no se configuren en nuevas instituciones,

seguirán saltando de la identificación entre una y otra, sin solucionar verdaderamente los

problemas coyunturales que afectan nuestro estado.

La identidad

“Estudie una hallaca y usted entiende Latinoamérica”, nos dice el profesor

rememorando sus días de estudiante en Viena, donde, pensándose un ser insensible

porque sólo extrañaba las hallacas, entendió que en ella se guardaba (como en muchas

otras creaciones nuestras) las claves de nuestra cultura: nuestras raíces europeas en las

pasas, las raíces indígenas en el maíz, una creación de los estratos más bajos, ya que

venía de los residuos de las otras comidas.

Page 60: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

60

Sin embargo, para Briceño Guerrero, el problema de la identidad es un conflicto que

aún no hemos podido resolver, y que no podrá hacerse desde el seno de las

universidades, sino el pueblo tendrá que buscar una solución. “Yo sospecho que hay una

inteligencia transpersonal, suprapersonal, que hace que una colectividad entera desarrolle

formas de conducta, y quizá eso logrará con el tiempo, integrar esos elementos tan

contradictorios que hay”.

El problema de la creatividad

Sentado en medio de esa sala llena de colores y formas, el profesor nos comenta

que en un congreso internacional sostuvo una tesis diciendo que la invención del

merengue tiene la misma jerarquía que La Crítica de la Razón Pura, de Kant, hecho que

sorprendió mucho a las personas en ese momento, “pero después lo pensaron y es

verdad. Yo aquí me reúno y me parece importante y bello, y valioso, estudiar a Kant y

estudiar la filosofía griega, la literatura en general, y ellos se interesan de América Latina

es por cosas de música, por cosas artísticas. Entonces fundamentalmente, ahí es donde

ha habido creatividad”

Partiendo de esa premisa, de la importancia de crear desde nuestro mundo, Jonuel

plantea que se tienen que abrir espacios dentro de nuestra sociedad para la creatividad,

pero que provenga de abajo, del pueblo, porque quienes están en estratos más altos, son

europeizantes, y tienden a imitar las formas ya establecidas.

Las formas que se han creado en Latinoamérica son principalmente expresiones

artísticas, que combinan el conjunto de influencias que nos forman, para crear algo nuevo.

También están las fiestas populares, las tradiciones gastronómicas, entre otras,

expresiones que han logrado sintetizar las raíces de nuestra cultura, y el escritor nos dice

que, mientras esa creatividad se limite y menosprecie, en busca de las formas extranjeras

imitadas, difícilmente se logrará resolver las contradicciones coyunturales de nuestra

sociedad.

Dice el profesor que no es una formula exacta, por supuesto. Incluso “puede ser un

fracaso definitivo (…), pero (…) que un grupo de gente tomara el poder, pero que fuera de

ese estrato, que no fuera (…) de las élites dominantes de poder, (…) tomara el poder, y

tuviera la audacia de ser creativo, de inventar cosas, porque algo tiene que inventarse”.

Page 61: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

61

Una nueva institucionalidad, continúa Jonuel Brigue, que nazca de los estratos bajos

de nuestra sociedad, quienes son los que han tenido la capacidad de sintetizar nuestras

raíces culturales convirtiéndolas en algo nuevo; que esos pequeños inventos se configuren

en la libertad para los grandes inventos, que vengan a regir nuestra organización social,

apartando las identificaciones que pasarían a configurarse en esa identidad aún un poco

nebulosa.

Doscientos años de Independencia

Ya llegaba la hora de despedirnos. Toda una mañana en conversación con el

profesor José Manuel Briceño Guerrero, había sido de gran ayuda para adentrarnos más

en su pensamiento sobre Latinoamérica y sobre el rumbo que debe tomarse para

solucionar muchos de nuestros problemas como sociedad.

Sin embargo, el motivo del cual nacía la investigación que propiciaba las entrevistas,

la celebración de los doscientos años de Independencia, aún estaba en el aire, y como a

todos los entrevistados, se le preguntó su opinión sobre este momento en específico, sobre

qué debía significar para Venezuela los doscientos años de la independencia.

“Más que celebración, debe ser un momento para vernos y reflexionar”, sentenció

en un inicio, sin menospreciar el hecho ni la importancia de la independencia, la que

considera un logro y un beneficio. No obstante, nos dice que debemos considerar el hecho

de que podría ser “una independencia inconclusa”, y que en busca de ello, de completarla,

deberán transcurrir los años por venir.

El reloj no nos regaló más vueltas para dedicarle a Jonuel, y acompañados por el

profesor, complacidos los tres por la entrevista mañanera, atravesábamos el patio. Nos

alejamos de los perros, que, aún silenciosos, aguardaban una posibilidad que no llegó,

porque al final no emitieron ningún ladrido, y junto al profesor, nos observaron atravesando

el portón hacia la calle.

La sala llena de obras y color aguardaba el regreso de José Manuel Briceño

Guerrero, quien, en medio de esa atmósfera, continúa su carrera con vocación de profesor,

pero también de escritor, ya que confesó, antes de dar media vuelta y caminar hacia la

puerta, que escribe un nuevo libro, sumando otro a su ya extensa lista trabajos.

Mérida, Agosto de 2011

Page 62: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

62

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

AGUIRRE, Jesús María (1980). “Comunicación ideológica y formación crítica de la

conciencia de clase”. En: Comunicación: Estudios venezolanos de comunicación /

Equipo Comunicación, n° 28-29. Caracas: Centro Gumilla

------------------------------ (1983). “El mito de Bolívar y su función política”. En: Comunicación:

Estudios venezolanos de comunicación / Equipo Comunicación, n° 41-42. Caracas:

Centro Gumilla.

------------------------------ (1986). “Identidad nacional y cultura de masas en Venezuela”. En:

Comunicación: Estudios venezolanos de comunicación / Equipo Comunicación, n° 53.

Caracas: Centro Gumilla.

BAPTISTA, Asdrúbal, y Bernard MOMMER (1999). El petróleo en el pensamiento económico

de Venezuela. Un ensayo. Caracas: Ediciones IESA.

BAPTISTA, Asdrúbal (DVD) (2010). Pensamiento económico universal. Una interpretación de

Asdrúbal Baptista. Caracas: ANCE.

BRICEÑO GUERRERO, José Manuel (2004). América Latina en el Mundo. Mérida: Ediciones

del Vicerrectorado Académico, Universidad de Los Andes.

--------------------------------------------------- (2007). El Laberinto de los tres minotauros.

Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana.

CAMPRA, Rosalba (1982). América Latina: la identidad y la máscara. México: Siglo

Veintiuno Editores.

HURTADO, Samuel (1998). Matrisocialidad. Caracas: FACES-EBUC, UCV.

Page 63: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

63

----------------------- (1999). Tierra nuestra que estas en el cielo. Caracas: CDCH, UCV.

------------------------ (2001). Felices aunque pobres. La “cultura del abandono en Venezuela”.

En: Revista venezolana de análisis de coyunturas, año/vol. VII n° 1. Caracas:

Universidad Central de Venezuela. Disponible en: redalyc.uaemex.mx > inicio >

artículos. Consulta: 22 de noviembre de 2010.

LANDER, Edgardo (coord.) (2000). La colonialidad del saber. Eurocentrismo y ciencias

sociales. Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires: CLACSO.

MARRAS, Sergio (1992). América Latina, marca registrada. México: Ediciones B.

MONTERO, Maritza (1984). Ideología, alienación e identidad nacional. Caracas: Ediciones

de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela.

------------------------- (2006). Teoría y práctica de la psicología comunitaria. La tensión entre

comunidad y sociedad. Buenos Aires: Paidós.

MORENO, Alejandro (coord.) (2007). Y salimos a matar gente: investigación sobre el

delincuente venezolano violento de origen popular. Maracaibo: Ediciones del Vice

Rectorado Académico de la Universidad del Zulia.

PINO ITURRIETA, Elías (2001). País archipiélago: Venezuela 1830-1858. Caracas: Fundación

Bigott.

-------------------------- (2003). El divino Bolívar. Ensayo sobre una religión republicana.

Madrid: Editorial Catarata.

PRIMERA, Maye (2010). La República alucinada: Conversaciones sobre nuestra

Independencia. Venezuela: Editorial Alfa.

Page 64: Entrevistas Bicentenarias por ricardo zambrano y jose useche

64

ROJAS, Rafael (2009). Las repúblicas de aire. Utopía y desencanto en la revolución de

Hispanoamérica. México: Editorial Taurus.

RICOEUR, Paul (1989). Ideología y utopía. Barcelona: Editorial Gedisa.

TORRES, Ana Teresa (2009). La herencia de la tribu. Del mito de la Independencia a la

Revolución Bolivariana. Caracas: Editorial Alfa.