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INTRODUCCIÓN
En el siglo XIX la Europa noroccidental asumió como
modelo de Estado el liberalismo. En ese siglo éste se
apoyaba en una serie de principios básicos: la soberanía
nacional, la separación de poderes y el reconocimiento de
una serie de derechos y libertades para los ciudadanos.
Aquellos países que, como Francia y Gran Bretaña, en el
siglo XIX asentaron un Estado Liberal sólido, transitaron
con relativa facilidad hacia un Estado no sólo liberal sino
también democrático entre finales del siglo XIX y
comienzos del XX.
INTRODUCCIÓN
Sin embargo, en los países en los que el establecimiento
del Estado liberal fue algo largo y tortuoso, que no fue
acompañado del desarrollo económico y social, el
establecimiento del sistema democrático fracasó a
principios del siglo XX.
INTRODUCCIÓN
Ese fue el caso de España. Ya con Fernando VII fracasó el
Estado liberal que había sido alumbrado en las Cortes de
Cádiz dado el carácter absolutista de ese rey. Con Isabel
II múltiples problemas impidieron que se asentara y
consolidara el Estado liberal: las guerras carlistas, los
conflictos entre moderados y progresistas que
provocaron numerosos pronunciamientos y rebeliones, la
incapacidad de la reina para ejercer de árbitro imparcial
entre moderados y progresistas.
INTRODUCCIÓN
Al final fue expulsada del trono tras la Revolución
Gloriosa, pero ello no solucionó el problema dada la
profunda inestabilidad que vivió el país durante el Sexenio
Revolucionario o Democrático.
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
Mª Cristina de Borbón se
convirtió en regente (o Reina
Gobernadora como aparece
en los documentos oficiales)
durante la minoría de edad de
su hija. Tras la muerte de
Fernando VII, contrajo
matrimonio con un plebeyo,
Fernando Muñoz, rápidamente
ennoblecido con el título de
duque de Riánsares.
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
La guerra carlista forzó la
alianza entre la reina regente y
los liberales. Era un acuerdo
de conveniencia, ya que los
liberales parecían ser la única
fuerza capaz de sostener
(frente a los carlistas) los
derechos al trono de la
pequeña hija de María Cristina.
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
A la muerte de Fernando el
gobierno estaba presidido por
Cea Bermúdez, que adoptó
una política inmovilista,
política insensata, que no tenía
sentido alguno una vez
comenzada la insurrección
carlista ya que defraudaba las
expectativas de gran parte de
la población.
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
Un antiguo afrancesado llamado Francisco Javier de Burgos en el Ministerio de Fomento impulsó algunas mínimas reformas como la reorganización de la administración territorial mediante la división del país en 49 provincias en 1833.
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
En enero de 1834 la reina
regente situó al frente del
gobierno a Martínez de la
Rosa, liberal moderado
que se encargó de
proyectar y aprobar el
Estatuto Real con la
intención de preparar el
tránsito político desde el
absolutismo monárquico
hacia un sistema
representativo liberal.
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
El Estatuto Real de 1834:
Reflejaba el deseo de transición entre
el Antiguo y el Nuevo Régimen.
Era una “Carta otorgada”: el monarca,
sin que las Cortes intervinieran, se
limitaba a admitir otros poderes del
Estado.
Era una “constitución” incompleta: no
regulaba los poderes del rey ni del
Gobierno, ni recogía declaración
alguna sobre los derechos de los
individuos.
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
Estas reformas satisfacían a los liberales más moderados, pero fueron consideradas insuficientes por la mayor parte de la opinión pública y los liberales más radicales, que esperaban que a cambio de su apoyo al trono se emprenderían unas reformas más profundas y se permitiría promulgar una auténtica Constitución.
Apertura de las Cortes que en 1834 aprobaron
el Estatuto Real
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
Y es que durante estos
años de guerra civil se
produce la división del
liberalismo español en
dos tendencias distintas,
moderados y
progresistas, con
diferencias ideológicas
importantes.Asalto a un convento (1834)
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
Durante el verano de 1835, el gobierno presidido por el moderado Martínez de la Rosa parecía incapaz de vencer a los carlistas y se multiplicaron las protestas de los liberales más extremistas, que se encargaron de organizar y animar continuas revueltas callejeras en numerosas ciudades.
Revuelta de agosto de 1835
en Barcelona
Una barricada en Madrid
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
Motín de los sargentos de La Granja (1836). El Estatuto Real no contentó a los más radicales. En el verano de1836 el país estaba al borde de la revolución, con la mayoría de las capitales proclamando la Constitución de Cádiz. A comienzos de agosto, la Guarnición Real de La Granja se pronunció a favor de la Constitución de 1812 y exigió un cambio de gobierno a la Regente, que se vio obligada a acceder.
Los sargentos sublevados en La Granja
obligan a María Cristina a restablecer la
Constitución de 1812
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
Estando la Regente de vacaciones, en el Palacio de La Granja de San Ildefonso, el 12 de agosto el segundo regimiento de la Guardia Real, en connivencia con mandos militares en distintas zonas se dirigió al Palacio para reclamar de María Cristina la reinstauración de la Constitución de 1812 y la derogación del Estatuto Real de 1834.
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
Tras el llamado motín de los sargentos de La Granja, María Cristina encargó formar gobierno a los progresistas, con José María Calatrava al frente y Mendizábal en Hacienda. Se convocaron nuevas elecciones según el modelo unicameral de Cádiz, y las Cortes se abrieron en octubre, bajo la presión en la calle del pueblo y del ejército.
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
LA CONSTITUCIÓN DE 1837
IDEOLOGÍA De consenso, con carácter progresista
SOBERANÍA Nacional
DIVISIÓN DE
PODERES
Legislativo: las Cortes con el Rey; Ejecutivo: el Rey;
Judicial: los Tribunales y Juzgados
RELACIÓN
ENTRE PODERES
Colaboración entre los poderes
FORMACIÓN DE
LAS CORTES
Bicameral: Senado (se renueva ⅓ tras elecciones
Congreso) y Congreso de Diputados (3 años)
SUFRAGIO Censitario, menos restringido que el Estatuto de 1834.
DERECHOS Declaración de derechos
OTROS RASGOS La Nación debe mantener el culto católico.
Milicia Nacional
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
Después de desmontar el régimen absolutista, los liberales impulsaron diversas iniciativas con el propósito de reformar la agricultura que, recordemos, continuaba siendo la base de la economía española: la eliminación de los mayorazgos (1836), la abolición de la Mesta (1836), la introducción de la libertad total de producción y comercio (1836), la supresión de los derechos señoriales (1837) y la desamortización eclesiástica, son algunas de las más destacadas.
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
La desamortización (de Mendizábal o eclesiástica) fue sin
duda la medida de consecuencias más profundas.
DESAMORTIZACIÓN
es
ACTO JURÍDICO
que
CONVIERTE EN LIBRES
LOS BIENES DE MANOS MUERTAS
ECLESIÁSTICOS MUNICIPALES
DESVINCULACIÓN
unida a
CONVIERTE EN LIBRES
LOS BIENES DE LA NOBLEZA
que
CAMBIAR NECESARIAMENTE
DE PROPIETARIO
sin
CAMBIO DE PROPIETARIO
MERCADO
con sacándolos al
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
DESAMORTIZACIÓN
DE MENDIZÁBAL
(1836 – 1851)
TIENE LUGAR EN UN CONTEXTO
PROBLEMÁTICONECESIDAD
AFIANZAR A
ISABEL II
SE LLEVA A CABO
CON DECRETOS
CONSOLIDACIÓN
ESTADO LIBERAL
GUERRA
CARLISTA
DEUDA
PÚBLICA
VENTA BIENES
CLERO REGULAR
(1836)
VENTA BIENES
CLERO SECULAR
(1837)
OBJETIVOS
NOBLEZA
BURGUESÍA
GANAR
GUERRA
CARLISTA
ELIMINAR
DEUDA
PÚBLICA
ATRAER NUEVOS
SEGUIDORES AL
LIBERALISMO
CAMBIAR ESTRUCTURA
PROPIEDAD IGLESIA
PODER SOLICITAR
NUEVOS PRÉSTAMOS
BENEFICIA
A
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
En agosto de 1837 caía el
progresista Calatrava y en
septiembre ganaban los moderados,
que debían gobernar con una
constitución progresista que tenían
que respetar. Pese a ello,
restringieron el derecho al voto y
restablecieron la censura previa,
además de intentar acabar con la
milicia nacional y con la autonomía
municipal.
Narciso Fernández de
Heredia, perteneciente a los
moderados
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
Manifestación contra la ley de Ayuntamientos (Barcelona 1840). Mª Cristina, con el apoyo de los moderados, intentó modificar la Ley de Ayuntamientos para permitir la elección de los alcaldes por la Corona y establecer un sufragio restringido. La reforma iba claramente en contra de la Constitución de 1837, y su objetivo declarado era restar influencia a los progresistas, que dominaban las elecciones municipales. En el verano de 1840 las protestas se extendieron por todo el país.
1.1. La regencia de María Cristina (1833-
1840)
En 1840, María Cristina fue obligada a renunciar a la regencia tras un nuevo enfrentamiento con los progresistas a causa de una modificación en la ley de Ayuntamientos. En contra de los deseos de los progresistas, la reina se oponía a que los alcaldes fuesen elegidos por los vecinos de cada municipio, y por el contrario, propugnaba su designación regia con el objeto de convertir a los alcaldes en una especie de delegados bajo el completo control del gobierno central. Además, María Cristina siempre se identificó con los moderados y era bastante impopular entre los progresistas.
1.2. La regencia del general Espartero
(1840-1843)
Mª Cristina marcha al exilio (1840).“Antes de marchar… ella desvalijó el palacio (de Madrid) de todos los objetos valiosos que pudo sacar o vender. Cada rincón fue saqueado y cuadros y otras obras de arte y antigüedades fueron puestos a la venta o sacados discretamente del país. Inclusive una parte de la vestimenta real llegó a manos de vendedores de segunda mano. No debe extrañar, por tanto, que la ex regente se haya retirado del trono español con una fortuna limpia de seis a ocho millones de dólares, una de las mayores fortunas de Europa”
(Testimonio del embajador norteamericano)
1.2. La regencia del general Espartero
(1840-1843)
Baldomero Espartero (su verdadero nombre era el de Joaquín Fernández Álvarez, aunque utilizó su segundo nombre y tercer apellido) nació en el seno de una humilde familia de Granátula (Ciudad Real), su padre era labrador y constructor de carruajes. En un principio había sido destinado a la carrera eclesiástica, pero al estallar la guerra de la Independencia, cuando sólo contaba quince años de edad, se presentó voluntario para luchar contra los franceses. Combatió en América y en la guerra carlista, donde consiguió victorias decisivas, por lo que recibió el título de duque de la Victoria. Desde 1848 hasta su muerte en 1879 vivió en Logroño, de donde era su mujer. Desde 1871 era Príncipe de Vergara, con tratamiento de Alteza Real.
1.2. La regencia del general Espartero
(1840-1843)
Terminada la guerra, Espartero había alcanzado gloria y fama entre todo el pueblo y, lo que es más importante, en el seno del ejército. En agosto de 1837 se había unido al Partido Progresista por rechazo a la inestabilidad que propugnaban los moderados. Sus enfrentamientos con Ramón María Narváez venían desde años atrás, cuando no se le suministraban las mismas tropas, material y fondos que al Espadón de Loja.
1.2. La regencia del general Espartero
(1840-1843)
Espartero alcanzó la Regencia mientras María Cristina marchaba al exilio en Francia. No obstante, el Partido Progresista se encontraba dividido respecto a cómo ocupar el espacio dejado por la madre de Isabel II. Por un lado, los llamados trinitarios abogaban por el nombramiento de una Regencia compartida por tres miembros. Por otro, los unitarioscapitaneados por el propio Espartero mantenían la necesidad de una Regencia unipersonal sólida. Finalmente, Espartero fue elegido el 8 de marzo de 1841 Regente único del Reino por 169 votos de las Cortes Generales contra 103 votos que obtuvo Agustín Argüelles. La fortaleza del general le permitió alcanzar la Regencia no sin antes haberse enemistado con una parte significativa del Partido Progresista, que veía en el general un autoritarismo latente.
1.2. La regencia del general Espartero
(1840-1843)
El personalismo de Espartero y su talante militarista fueron factores que explican el fracaso de su regencia. En 1841 sofocó violentamente un intento de pronunciamiento moderado, organizado desde París por el círculo de Mª Cristina. El intento se saldó con el fusilamiento de los generales Montes de Oca y Diego de León.
1.2. La regencia del general Espartero
(1840-1843)
El periódico barcelonés El Republicano publicó en 1842 esta caricatura, que representa a Espartero cobrando una comisión de los ingleses en pago de su política favorable del librecambio, mientras cunde la miseria entre los trabajadores. El terror a este proyecto fue una de las razones de la insurrección de Barcelona en este mismo año.
1.2. La regencia del general Espartero
(1840-1843)
A las dificultades de la industria catalana y al crecimiento del movimiento obrero se unió el malestar de los grupos empresariales contra el general Espartero por su política de librecambio. El resultado fue la revolución del otoño de 1842, un levantamiento popular que acabó siendo sofocado mediante el bombardeo de la ciudad, y cuyo estallido se refleja en el grabado.
1.2. La regencia del general Espartero
(1840-1843)
En noviembre de 1842 tuvo lugar en Barcelona una violenta rebelión que fue
reprimida con extrema dureza por el general Espartero.
1.2. La regencia del general Espartero
(1840-1843)
Cuando la revuelta de
Barcelona de 1842 es
sofocada por
Espartero a
cañonazos, queda
liquidado su prestigio
personal. Un
pronunciamiento, en
mayo de 1843, fuerza
a Espartero a huir al
exilio.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
Después de la muerte de su tercera esposa, María Amalia de Sajonia, el 18 de mayo de 1829, Fernando VII abrigaba pocas esperanzas de obtener una descendencia que sus tres matrimonios anteriores le habían negado. Si moría sin hijos, la Corona correspondería legítimamente a su hermano el infante don Carlos. Las expectativas de su hermano y de sus seguidores, parecían aumentar por el hecho de que Fernando padecía una serie de achaques -a pesar de que su edad no era excesivamente avanzada-, que hacían poco probable que pudiese tener un heredero directo.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
No obstante, la decisión
inmediata del monarca de
contraer matrimonio por cuarta
vez, sembró la inquietud entre
los realistas exaltados, quienes
temían que el nacimiento de un
hijo frustrase sus deseos de
volver al inmovilismo del
Antiguo Régimen con la ayuda
de don Carlos desde el trono.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
Después de tres matrimonios sin descendencia, en 1829 el rey contrajo matrimonio con su sobrina Mª Cristina de Borbón. Prematuramente envejecido, Fernando se enamoró enloquecidamente de la joven, a la que escribió una serie de cartas en las que se refiere a ella con expresiones de enamorado adolescente, como “pichón mío”, “gachona”, “resalada”, “sol de mis ojos” o “cáspita, que novia tan buena que tengo”.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
Unos meses más tarde, el 3 de
abril, apareció una Pragmática
Sanción en la que se
restauraba el orden sucesorio
tradicional de Castilla. De esta
forma, si Fernando obtenía
descendencia de su cuarto
matrimonio, aunque fuese
mujer, no existía ningún
impedimento para que pudiese
suceder a su padre.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840) A los diez meses de haber
contraído matrimonio por cuarta vez, Fernando VII fue padre de una hija. El 10 de octubre de 1830, María Cristina dio luz a una niña, que sería en el futuro la reina Isabel II. El 30 de enero de 1832, nació otra hija a la que daría el nombre de Luisa Fernanda. De esta forma, la sucesión al trono por la línea directa quedaba salvada, si era posible superar los obstáculos que opondrían a esta sucesión aquellos que defendían los derechos del hermano de Fernando, el infante Carlos María Isidro.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840) Carlos Mª Isidro de Borbón,
hermano de Fernando VII, se había convertido en el representante del absolutismo más intransigente y en defensor del legitimismo dinástico frente a los derechos de su sobrina Isabel. Con él empiezan más de cuarenta años de luchas civiles, de sentido a veces confuso. Una canción de los carlistas decía: En realidad
ya tenemos rey:
El príncipe don Carlos
que gobierna bien.
Arriba el clero,
curas y frailes,
y abajo todos
los liberales.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
Don Carlos camino de Portugal.“Bien conocidos son mis derechos a la corona de España en toda la Europa…”. Este tipo de manifestaciones acabaron con su expulsión de España por Fernando VII poco antes de morir.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
Cuando en el mes de septiembre de 1833 muere Fernando, su hermano Carlos reclama la corona de España frente a su sobrina Isabel, que sólo tenía tres años de edad, dando comienzo una guerra civil que enfrentará a los partidarios de don Carlos, los “carlistas”, frente a los partidarios de Isabel, “isabelinos”, llamados también “cristinos”.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
Entre la muerte de Fernando
VII el 29 de septiembre de
1833 y el estallido de la
guerra sólo transcurren
cuatro días. El 1 de octubre
don Carlos proclama desde
Portugal sus derechos
dinásticos, surgiendo partidas
carlistas por todo el país.
Partida carlista de un pueblo catalán
Tropas isabelinas saliendo de Barcelona
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
Los carlistas son los absolutistas
más intransigentes, aquellos que
rechazan las novedades del
mundo moderno y se resisten al
avance de la industrialización y
del capitalismo, defensores de la
sociedad tradicional y agraria del
pasado, de la monarquía
tradicional absoluta, de los
privilegios de la nobleza, de los
intereses de la Iglesia, de los
“fueros” vasco-navarros...
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840) La Iglesia y el carlismo. El carlismo alzó la bandera a favor de la
religión y la Iglesia supuestamente “amenazadas” por las reformas liberales. El caso es que la mayor parte de los liberales profesaban sus mismas creencias religiosas, aunque insistían en la separación Iglesia-Estado.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
Los sectores sociales que apoyaron el carlismo fueron los nostálgicos del Antiguo Régimen (parte de la nobleza y del clero) y el campesinado. Defendían la monarquía absoluta, la preeminencia social de la Iglesia Católica y la conservación de un sistema particularista (fueros) en el País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón y Valencia.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
El programa político carlista -que era
bastante simple y poco concreto- se
resumía en su lema «Dios, Patria,
Fueros y Rey».
El símbolo que adoptaron los
partidarios de don Carlos fue la
bandera blanca con la Cruz roja de
Borgoña (o de San Andrés), una vieja
insignia real que había sido utilizada por
las tropas de los monarcas Habsburgo
españoles del siglo XVI.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
BANDO CARLISTA
IDEARIO
LEGITIMISMO
ALIANZA TRONO Y ALTAR (ABSOLUTISMO)
DEFENSA DE LOS FUEROS
COMPOSICIÓN
SECTORES ABSOLUTISTAS ADMINISTRACIÓN Y EJÉRCITO
MAYORÍA BAJO CLERO
CAMPESINOS Y ARTESANOS DEL NORTE
APOYOS
EXTERIORES
AUSTRIA
PRUSIA
RUSIA
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
BANDO CRISTINO
IDEARIO
DERECHOS SUCESORIOS DE ISABEL II
IDEAS LIBERALES
SUPRESIÓN DE LOS FUEROS
COMPOSICIÓN
NOBLES ABSOLUTISTAS MODERADOS
MIEMBROS JERARQUÍA CLERO
ALTOS FUNCIONARIOS Y MAYOR PARTE EJÉRCITO
BURGUESÍA Y CLASES MEDIAS URBANAS
OBREROS Y CAMPESINOS DEL SUR
APOYOS
EXTERIORES
PORTUGAL
INGLATERRA
FRANCIA
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
Las regiones de predominio carlista fueron, fundamentalmente, el País Vasco y Navarra, que temían que el triunfo del liberalismo implicaría la abolición de los fueros, además de buena parte del interior de Cataluña y la zona del Maestrazgo aragonés y valenciano.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
La designación de “guerra carlista”, en vez de “guerra civil”, supone cierta simplificación: además de los que seguían la causa del pretendiente don Carlos, se echaron al campo o al monte, muchos elementos populares desengañados con las reformas impuestas por la burguesía liberal, sobre todo con la desamortización.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
La primera guerra carlista presenta bastantes semejanzas
con la guerra de la Independencia. En ambas, no existen
frentes fijos, priman los golpes de mano y la acción de las
guerrillas. En ambas, las crueldades por ambas partes son
extremas.
Grabado liberal en
el que se denuncian
las supuestas
“orgías” de vino y
sangre por parte de
las tropas carlistas.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
Ejemplo muy conocido de la
extrema crueldad de la
guerra fue el fusilamiento de
la madre del general carlista
Cabrera, como represalia por
otros fusilamientos
ordenados por este general.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
El general Tomás Zumalacárregui, el mejor general carlista, logró controlar grandes espacios rurales en las provincias vascas y en Navarra, aunque no llegó a ocupar ninguna gran ciudad. Precisamente murió mientras intentaba tomar Bilbao.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
Fusilamiento de la madre de Cabrera
(1836)
Zumalacárregui, herido
Curiosidades históricas… En las guerras carlistas, como guerra civil y como
pasará en 1936, no había clemencia para los prisioneros. Eran fusilados inmediatamente, sin previo juicio, tanto del lado de los cristinos como de los carlistas. Cuenta Luis Carandell en su libro “Las anécdotas de la política” que... Zumalacárrregui ganó una batalla al conde de Viamanuel y le hizo prisionero. Ambos generales, no sólo habían sido compañeros en el mismo regimiento cuando eran jóvenes oficiales sino que eran parientes. Zumalacárregui acogió con grandes muestras de afecto y hospitalidad al general cristino, invitándole a comer con él en su tienda. Mandó un correo a don Carlos pidiéndole el indulto para su prisionero pero el pretendiente le respondió que los cristinosacababan de fusilar al coronel carlista Díaz y su muerte no podía quedar impune.
Curiosidades históricas…
Zulmalacárrregui palideció al leer la
orden y lo comunicó a su prisionero, con
grandes muestras de disgusto. Viamanuel
le dijo:
“No se aflija, general. Mi fusilamiento está
muy puesto en razón”.
Dicen que el general carlista se alejó
galopando a caballo para no escuchar los
disparos que mataron al general cristino.
Curiosidades históricas…
En 1834 el general Espoz y Mina, otro famoso guerrillero de las guerras de guerrillas de la guerra de la independencia, fue en el contexto de las guerras carlistas al cabildo de la catedral de Pamplona, reunió a todos los canónigos y les dijo que venía a satisfacer un viejo deseo de ellos. Resulta que estos eran fervientes partidarios de los carlistas y habían ofrecido cuatro mil duros por su cabeza. Así que les pidió los cuatro mil duros, señalando a su cabeza les dijo “Aquí la tenéis”. Los canónigos pagaron religiosamente y Espoz y Mina utilizó ese dinero para ayudar a sostener la guerra.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
Asedio a Madrid. En 1837, don Carlos emprende una
expedición que le llevaría a las mismas puertas de Madrid,
aunque no se decidió a entrar en la capital en un primer
momento y cuando lo intentó ya no le fue posible.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
Desde el otoño de 1837 queda claro que los carlistas
carecen de recursos y apoyos suficientes para ganar la
guerra y poco a poco su causa irá languideciendo.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
Abrazo de Vergara. En 1839 se firmó el
tratado de Vergara que terminaba la
primera guerra carlista. Aunque se pactó la
rendición carlista, se ofreció a los vencidos
la posibilidad de integrarse en el ejército
isabelino. Más que de un victoria cristina
se puede considerar un resultado de
“tablas”.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
Este cuadro representa a los dos firmantes del Convenio de Vergara, Espartero y Maroto, en la misma actitud amigable con que el acuerdo ha pasado a la historia. La ausencia de represalias explica en parte la fácil conciliación entre ambos bandos. Pese a esa apariencia de normalidad, la posición del general Espartero establece una cierta jerarquía respecto del antiguo general carlista, que acabó integrándose en el ejército isabelino.
1.3. La I Guerra Carlista (1833-1840)
General Cabrera. Tenía su centro de
acción en el Maestrazgo, convirtiendo
Morella en una pequeña capital carlista.
Se negó a aceptar el Convenio de
Vergara y continuo luchando hasta que
fue expulsado a Francia en 1840.
2. LA MAYORÍA DE EDAD DE ISABEL II
(1843-1868)
Isabel II al ser declarada mayor de edad. A los trece años se proclamó ya mayor de edad (1843), y por tanto reina ya sin regente, a Isabel II. Dos años antes, unos militares incitados por su madre, desde Francia, habían intentado secuestrarla para derribar al regente Espartero. Apenas coronada, Isabel II ya entró en su típico juego político en sentido conservador.
2. LA MAYORÍA DE EDAD DE ISABEL II
(1843-1868)
En 1846 contrajo matrimonio con su primo Francisco de Asís. Fue un enlace de conveniencia política que amargó la vida de ambos y que marcó negativamente el carácter de Isabel II y su comportamiento político. En 1868, al marchar de España con la reina, se dio estado público a la separación que de hecho había habido siempre entre los cónyuges.
2. LA MAYORÍA DE EDAD DE ISABEL II
(1843-1868)
Sor Patrocinio conocida como “la monja de las llagas” por las supuestas heridas que aparecieron en su cuerpo a semejanza de las de Jesucristo, es un buen ejemplo del conjunto de personajes oscurantistas, ultrarreligiosos y reaccionarios que rodearon a Isabel II, que formaban su «camarilla» o círculo íntimo de amistades y que aprovecharon su estrecha relación con la reina para intrigar y maniobrar en beneficio de sus intereses particulares.
2. LA MAYORÍA DE EDAD DE ISABEL II
(1843-1868)
La presencia de los militares entre los gobernantes del país fue constante durante la época de Isabel II. Acostumbraron a la sociedad española a una permanente confusión entre su papel militar y político y se hizo habitual y legítimo su derecho a intervenir en la política, casi siempre por medio del golpe de estado, del pronunciamiento.
Narváez O´Donnell Serrano Espartero
2.1. La Década Moderada (1844-1854)
Las elecciones de 1844 tuvieron lugar en medio de graves dificultades para los progresistas, que prácticamente se abstuvieron. Los moderados contaron en las nuevas Cortes con una abrumadora mayoría. A su frente se situó, como jefe de Gobierno, el general Narváez. Con el gobierno del general Narváez se inicia la Década Moderada.
2.1. La Década Moderada (1844-1854) ¿Quiénes eran los
moderados? El partido moderado recoge los intereses de los nuevos propietarios, financieros, industriales, que se han beneficiado de las reformas liberales introducidas hasta ahora (de la desamortización, por ejemplo), que controlan el poder político (son los únicos que pueden votar y ser elegidos) y que quieren conservar el dominio, la posición social que ya han logrado.
2.1. La Década Moderada (1844-1854) La Constitución de 1845, en teoría una reforma de la de 1837, es en
realidad un texto nuevo que estuvo en vigor hasta 1869. Era un texto claramente conservador que establecía la soberanía conjunta de Corona y Cortes, la religión católica como oficial del Estado, restringía las competencias de los ayuntamientos y la liberad de imprenta.
2.1. La Década Moderada (1844-1854)
LA CONSTITUCIÓN DE 1845
IDEOLOGÍA Moderada
SOBERANÍA Cortes con el rey
DIVISIÓN DE
PODERES
Legislativo: el Rey y las Cortes; Ejecutivo: el Rey;
Judicial: los Tribunales en nombre del Rey
RELACIÓN ENTRE
PODERES Sin separación de poderes
FORMACIÓN DE
LAS CORTES
Bicameral: Senado (vitalicio) y Congreso de
Diputados (5 años)
SUFRAGIO Censitario, restringido; más abierto a partir de 1865
DERECHOS Similar a la de la Constitución de 1837 pero sin
desarrollar.
OTROS RASGOS La Nación es católica y el Estado debe mantener el
culto
2.1. La Década Moderada (1844-1854)
La Guardia Civil, primer cuerpo militar profesionalmente dedicado a cumplir las órdenes del poder y hacerlas obedecer al resto de los ciudadanos. Era el tentáculo del poder central en todos los pueblos de España. Era la institución del centralismo, símbolo de lo uniforme por excelencia, y la primera que históricamente ocupaba todo el territorio nacional, con una rígida disciplina y jerarquía militar.
2.1. La Década Moderada (1844-1854)
Los moderados crearon un Estado muy centralizado, con una
estructura jerarquizada y piramidal, en la que cada provincia, a
través de los Gobernadores civiles, dependía del poder central
de Madrid, del que emanaban todas las decisiones e
instrucciones, que llegaban hasta el último municipio del país.
2.1. La Década Moderada (1844-1854)
La reforma del sistema fiscal elaborada en 1845 por el ministro Alejandro Mon y por un experto economista llamado Ramón Santillán perduró hasta el siglo XX. Se basaba en la combinación de impuestos directos e indirectos. La realidad fue que la mayoría de los impuestos recayeron sobre las clases populares (a través del impuesto de consumos) y no sobre los grandes propietarios ya que la falta de bases estadísticas hacía muy complicado recaudar los impuestos directos.
2.1. La Década Moderada (1844-1854)
El Concordato de 1851 solucionó los problemas pendientes
con el Vaticano. La Iglesia aceptó la desamortización y
reconoció a Isabel como reina de España (abandonando la
opción carlista) a cambio del control casi absoluto sobre la
educación y de otros beneficios.
Curiosidades históricas…
Decía Felipe González que en Inglaterra el 60% del gasto de una legislatura se hace en el último año. Y más o menos lo mismo que en Inglaterra, pasa en España o en otras democracias. Cuando están próximas las elecciones los políticos sacan las hormigoneras, empiezan a hacerse grandes obras y se inauguran edificios o carreteras. A veces, la obra no está terminada, pero las elecciones mandan y se inaugura la obra. Para demostrar que esto ha pasado siempre vamos a contar una anécdota sobre una falsa inauguración en el reinado de Isabel II.
Curiosidades históricas…
Resulta que el ministro de gobernación decidió celebrar el cumpleaños de Isabel II en 1852 con la inauguración del Hospital de Nuestra Señora del Carmen. Pero este hospital no existía, sólo era un proyecto. Don Melchor Ordóñez, el ministro, quiso inaugurarlo y para ello utilizó el local del Asilo de Niños Desamparados. Mandó trasladar al hospicio a todos los niños que ocupaban el asilo. Maquilló el asilo, limpiándolo, pintándolo, colocando camas y sillas nuevas, etc. La reina salió muy complacida de la visita y el ministro obtuvo un notable éxito político.
2.1. La Década Moderada (1844-1854)
Con el paso del tiempo se hizo patente la división dentro
del moderantismo y la creciente oposición al mismo:
La división, entre ultraconservadores, centristas (Narváez) y
puritanos (Pacheco).
La oposición a derecha e izquierda:
Los carlistas.
Los progresistas.
Los demócratas.
2.1. La Década Moderada (1844-1854)
El Partido Democrático fue una formación política
surgida en España en abril de 1849 como desgajamiento
del Partido Progresista. Demandaba el pleno
reconocimiento de los derechos ciudadanos y las
libertades individuales, el sufragio universal, la
desamortización de todos los bienes de la Iglesia,
incluidos los bienes civiles y la abolición de las quintas.
2.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
El Bienio Progresista comenzó con la revolución de 1854, motivada por el descontento político y social como consecuencia del alza de precios, del desempleo y del descubrimiento de ciertos escándalos de corrupción y enriquecimiento ilegal que implicaban a varios ministros y algún miembro de la familia real.
2.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
El inicial pronunciamiento del general Leopoldo
O’Donnell fracasó tras un enfrentamiento con las tropas
gubernamentales en Vicálvaro (la Vicalvarada).
2.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
Pero los rebeldes se reagruparon y publicaron una
proclama, el llamado Manifiesto de Manzanares, que
consiguió un respaldo masivo y provocó la revolución en
julio.
2.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
Apoyado por otros jefes militares y con la población en las calles, el golpe triunfó, e Isabel II encargo a finales de julio formar gobierno al viejo general Espartero, con O’Donnell como ministro de guerra.
Espartero entra en
Madrid
2.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
Los progresistas actuaron en defensa fundamentalmente de los intereses económicos de la burguesía urbana y de las clases medias. Partidarios de reformas limitadas y muy alejados de los intereses populares, acabaron chocando tanto con los movimientos obreros y urbanos como con los moderados.
2.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
La Constitución de 1856 era la imagen del pensamiento progresista. Sus principios básicos eran la defensa de la soberanía nacional; una declaración de derechos individuales detallada y precisa, con especial énfasis en la libertad de imprenta y en la libertad religiosa; y la limitación de los poderes de la Corona y del gobierno, que pasarían a estar estrechamente controlados por las Cortes. Sin embargo, la Constitución nunca llegó a tener vigencia.
2.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
Desde el Ministerio de hacienda realizó la Desamortización municipal (o civil para distinguirla de la eclesiástica de Mendizábal). Esta nueva ley afectó a las tierras de propiedad municipal. La venta de tierras municipales arruinó a muchos ayuntamientos y perjudicó a los vecinos más pobres, que perdieron la utilización de los bienes comunales de su municipio, terrenos de aprovechamiento libre y gratuito donde podías recoger leña o llevar a pastar su ganado.
Pascual Madoz
DESAMORTIZACIÓN
GENERAL DE MADOZ
(1855 – 1924)
LEY GENERAL
DE DESAMORTIZACIÓN 1855
BIENES DE
LA IGLESIA
BIENES
MUNICIPALES
OBJETIVOS
DOTAR DE FONDOS
A LOS AYUNTAMIENTOS
FAVORECER
INDUSTRIALIZACIÓN
EXPANSIÓN
FERROCARRIL
BENEFICIA
A
BURGUESÍA
PEQUEÑOS
PROPIETARIOS
2.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
2.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
Pero una gran parte de la tierra permaneció en mano de sus antiguos propietarios, o de funcionarios, militares o comerciantes los cuales introdujeron pocos cambios en la explotación agraria.
Para la mayoría de los propietarios, la tierra continuaba siendo una fuente de rentas, con pocas inversiones y trabajada por campesinos jornaleros a cambio de jornales muy bajos.
Desamortización de Madoz
2.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
La segunda ley importante de los progresistas fue la Ley General de Ferrocarriles de junio de 1855, cuyo objetivo era promover la construcción ferroviaria, hasta entonces casi inexistente.
Las causas fueron varias: guerras (independencia, carlista), problemas hacienda, la ineptitud gubernamental. Este retraso incidió muy considerablemente en el atraso económico de España.
2.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
La primera línea ferroviaria que se construía en la
península y con la que España se incorporaba a la
revolución de los transportes del siglo XIX.
Inauguración del
ferrocarril
Barcelona-Mataró
en 1848
2.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
De 200 kilómetros construidos en 1853 se pasó a más de
5.000 en 1866.
2.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
Los beneficios del ferrocarril
fueron enormes: menor
precio y mayor velocidad en
el transporte de mercancías
y personas, mayor seguridad
y regularidad, ganancia de
información, transformación
de los hábitos de las
personas (por la facilidad y
comodidad en los viajes),
creación de un mercado
nacional, especialización
regional.
2.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
Por su parte, la Ley de Sociedades Bancarias y Crediticias de enero de 1856 contribuyó a facilitar la inversión ferroviaria y permitió el surgimiento de un mercado financiero moderno, promoviendo la entrada de capitales y un clima de euforia en las Bolsas.
2.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
El contrapunto del Bienio, y una de las claves de su fracaso, fue
el permanente clima de conflictividad social. Las causas fueron
múltiples: la epidemia de cólera de 1854, el alza de precios del
trigo causada por la guerra de Crimea, las malas cosechas, las
tensiones entre obreros y patronos en las fábricas y,
sobretodo, el incumplimiento por el gobierno de las promesas
hechas al inicio del periodo.
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
El general Leopoldo O’Donnellpresidió el Consejo de Ministros -desde 1858 hasta 1863- al frente de un nuevo grupo político llamado Unión Liberal, que fue creado con la pretensión de ocupar el espacio del centro ideológico y recoger lo mejor tanto de moderados como de progresistas. Contó con el respaldo de la burguesía y de la mayor parte de los terratenientes, y con la oposición, fuera de las Cortes, de demócratas y republicanos.
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
El gobierno de la Unión Liberal careció de una línea política clara. Mientras se mantuvo la etapa de cierta prosperidad, hasta1863, la Unión Liberal consiguió ejercer el poder sin grandes problemas; pero desde ese año la crisis económica llevó a los gobiernos a una actitud cada vez más intransigente y empujó a la oposición a los sectores progresistas del partido, hasta culminar en la revolución de 1868, que arrastró consigo a la Corona.
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
En 1857, con el gobierno
moderado, impulsa la ley reguladora
de la enseñanza conocida como
Ley Moyano, que incorpora buena
parte del Proyecto de Ley de
Instrucción Pública de 9 de diciembre
de 1855, elaborado durante el
bienio por el Ministro de Fomento
Manuel Alonso Martínez.
Manuel Alonso Martínez
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
La ley Moyano será el fundamento del ordenamiento legislativo en el sistema educativo español durante más de cien años.
La ley Moyano consistía en iniciativas legislativas promovidas por Claudio Moyano:
La Ley de Bases de 17 de agosto de 1857, que autorizó al gobierno a formular y promulgar una ley de instrucción pública.
y la Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857.
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
Con esta ley se intenta mejorar la deplorable condición de la educación en España, uno de los países europeos con mayor tasa de analfabetismo en esa década, organizando los tres niveles de la primera enseñanza: Enseñanza primaria, en teoría obligatoria hasta los 12 años y gratuita
para los que no pudieran pagarla, pero que en la práctica dependerá de la iniciativa de los municipios o de la iniciativa privada.
La segunda enseñanza (enseñanza media, en la que se prevé la apertura de institutos de bachillerato y escuelas normales de magisterio en cada capital de provincia, además de permitir la enseñanza privada en los colegios religiosos, que recibirán especial consideración);
y la enseñanza superior con las universidades (cuya gestión se reserva al Estado).
Las líneas fundamentales de la ley Moyano pervivieron hasta la Ley General de Educación de 1970 que estableció la escolarización obligatoria hasta los 14 años y la LOGSE de 1990 que aumentó esa edad a los 16.
Curiosidades históricas… La reina, envalentonada, arrinconó a los
elementos progresistas y provocó con ello una terrible marejada en las medanosas aguas de la política nacional. El papa, siempre al quite, apoyó la nueva orientación de la monarquía, tan conveniente para los intereses de la Iglesia. Años antes se había resistido a bautizar a Alfonso XII por ser hijo adulterino, pero echando pelillos a la mar, y comprendiendo que, si la monarquía caía, la Iglesia perdería su secular aliado, no vaciló en apoyar a Isabel, y hasta la condecoró con la más alta distinción vaticana, la Rosa de Oro. «Santo Padre, ¡es una puttana!», objetó un cardenal de la curia. A lo que Pío IX replicó: «Puttana, mapia (Puta, pero piadosa).»
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
El rasgo más llamativo del gobierno de la Unión Liberal
fue su política exterior. Entre 1858 y 1866 emprendió una
activa y agresiva política exterior, cuyo objetivo esencial
era desviar la atención de los españoles de los problemas
internos y exaltar la conciencia patriótica.
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
Marruecos fue el escenario de la actuación exterior más
importante y popular llevada acabo durante los años del
gobierno de la Unión Liberal. En 1859, los ataques marroquíes
contra Ceuta sirvieron de justificación para que el gobierno
decidiera enviar más de 40.000 soldados al norte de África.
Campamento
militar cerca de
Ceuta (1860)
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
La guerra desató una oleada de patriotismo en todos los sectores de la opinión pública del país. Los periódicos demócratas saludaron la intervención militar porque nos convertía en “herederos de Lepanto” y porque España “necesitaba reconquistar el puesto que había perdido en el mundo”. Los republicanos afirmaban que teníamos la obligación de “imponer la civilización y el progreso”. El obispo de Ávila justificaba la guerra como continuación de la Reconquista para someter a los “infieles y bárbaros africanos enemigos del cristianismo”.
Soldados españoles en África (1860)
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
En 1860, el ejército español derrotó a los marroquíes cerca de Tetuán. Esta fue una de las victorias que gestaron el mito del general Prim. La guerra, sin embargo, costó la vida a más de 6.000 soldados españoles (en su mayoría víctimas del cólera) y apenas se obtuvo alguna ventaja territorial.
Batalla de Tetuán
Prim luchando en
Marruecos
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
El gobierno británico, alarmado por las victorias españolas, impuso la firma de un tratado, en el que España apenas obtuvo una pequeña ampliación del perímetro de la ciudad de Ceuta y una indemnización de 100 millones de pesetas (los gastos de la campaña ascendieron a 50 millones). Con el metal fundido de los cañones capturados a los enemigos marroquíes se construyeron dos leones de bronce que en la actualidad flanquean la escalinata de acceso al Congreso.
Firma del tratado de Wad-ras
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
Hacia finales de 1862 el
gobierno de la Unión Liberal
empezaba a estar
desacreditado. En marzo de
1863 O’Donnell presentó su
dimisión. Tras dos gabinetes de
transición, de nuevo el general
Narváez se hizo cargo del
gobierno en septiembre de
1864.
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
Con la vuelta a un ministerio conservador y represivo se abrió
el proceso que dio al traste con la monarquía borbónica. En
ese proceso fue decisiva la crisis económica y el agravamiento
consiguiente de la situación social y política, a lo que se sumó
el clima de descontento político generalizado, ante la
inoperancia de los gobiernos sucesivos y la actitud cada vez
más autoritaria de Narváez y O’Donnell al frente del gobierno.
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
En la noche del 10 de abril de 1865 se produjo un enfrentamiento entre varios miles de estudiantes y las fuerzas del orden, con una carga indiscriminada que causó nueve muertos y un centenar de heridos. Algunos estudiantes muertos pertenecían a familias influyentes. La soledad de Isabel II cada día era mayor.
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
El 22 de junio de 1866 tiene lugar la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil, cuando unos 1.200 artilleros se amotinaron e intentaron hacerse con el control de Madrid. La rápida respuesta militar fue dirigida por O’Donnell y por Serrano. El cuartel fue tomado al asalto pese a la gran resistencia de los sublevados. El saldo final fue de unos 60 muertos y varios centenares de heridos, a los que hubo que añadir los cientos de deportados y los 66 suboficiales y oficiales fusilados por rebelión.
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
Tras estos pronunciamientos la represión del gobierno se
endureció, fusilándose a los sublevados, cerrándose
diversos periódicos y desterrándose a progresistas y
demócratas.
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
Ante el cariz que tomó la situación política, en agosto de 1866 progresistas, demócratas y un sector de la Unión Liberal firmaron el llamado Pacto de Ostende en esta ciudad belga. Se acordó en este pacto poner fin al gobierno moderado y la expulsión de Isabel II del trono español, debiéndose celebrar elecciones a Cortes Constituyentes, las cuales deberían definir la forma futura de Estado, monarquía o república.
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
En 1867 fallecía O’Donnell, siendo
sustituido por Serrano en el
liderazgo de la Unión Liberal. El
general Serrano, ante el
endurecimiento de la represión
por los gobiernos moderados
decidió sumarse a la causa
revolucionaria, suscribiendo el
Pacto de Ostende.
General Francisco Serrano
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
Las muertes de Narváez y
O’Donnell dejaron al trono de
Isabel II sin sus principales
apoyos. Su fin era ya cuestión
de meses.
Entierro de O´Donnell
Curiosidades históricas…
Ramón María Narváez nació en Loja en 1800 y fue el dominador de la escena política del reinado de Isabel II. Tenía fama de bruto, dictatorial y cabezón, son muchas las anécdotas que de él se cuentan, pero vamos a reseñar tres. Un día le visitó el embajador inglés, este le tenía a Narváez por sus manejos políticos y sus contactos con Espartero, hasta los mismísimos. Pues bien, le agarró por el cuello y le dio una patada en los mismísimos del embajador, echándolo a la calle. El cronista escribe en “salva sea la parte”.
Curiosidades históricas…
Otra vez en un Consejo de Ministros que él presidía, uno de los ministros dijo que antes de firmar una determinada disposición se cortaba la mano derecha. Narváez le respondió. “Usted no se cortará ninguna mano. Con la derecha firmará la disposición y con la izquierda me tocará usted los pelendengues”. Pero la anécdota más famosa ocurrió en su lecho de muerte. Cuando el capellán que entró a confesarle le preguntó si perdonaba a sus enemigos, Narváez le contesto: “No puedo perdonar a ninguno porque los he matado a todos”.
Sabías que…
Durante el reinado de Isabel II (1833-1868), la corona no ejerció la misión moderadora que teóricamente estaba prevista, sino que se convirtió en un apoyo decisivo para el liberalismo más conservador.
En época de Isabel II, el nombramiento de los gobiernos era potestad de la corona. El proceso habitual consistía en que el gobierno previamente designado desde palacio convocara elecciones para conseguir una mayoría parlamentaria favorable que le permitiese gobernar con tranquilidad. Al controlar todos los resortes del poder, lo habitual era que las candidaturas gubernamentales vencieran.
Sabías que…
Por tanto, dado el funcionamiento real del sistema, la figura de Isabel II tenía una gran responsabilidad, y muy pronto demostró que no estaba preparada para ello. En noviembre de 1843, recién declarada su mayoría de edad con apenas trece años, ya protagonizó un episodio que marcaría su reinado. El progresista Salustiano Olózaga, presidente del Consejo de Ministros, obtuvo de la reina el decreto para disolver las Cortes y convocar elecciones. Ante la noticia, los grupos más conservadores consiguieron que Isabel II acusara a Olózaga de haberla obligado a firmar mediante violencia. La acusación no tenía ningún fundamento, pero Olózaga tuvo que emigrar a Inglaterra y el partido moderado ocupó el poder durante los diez años siguientes. Ésta fue la primera de las muchas interferencias que realizó Isabel II en el normal desarrollo de la vida política española. Era una reina cuyas reacciones no eran todo lo meditadas y razonables que cabría esperar y con una formación insuficiente para su cargo.
Sabías que… A lo largo de los siguientes años, hubo diversos ejemplos de esta
actitud intervencionista por parte de la reina, en ocasiones simplemente por razones personales. Así ocurrió en la crisis de 1847, cuando hizo caer un gobierno para frenar el proyecto de nombrar capitán general de Navarra (y, por tanto, alejar de Madrid) a su amante, el general Serrano.
El moderantismo también tenía la capacidad de imponerse sobre las veleidades de la reina, cuando éstas eran excesivas, de la mano de su líder, el general Narváez. Éste lo expresó en una ocasión por escrito con toda contundencia: «Carajo, puñetas, yo entro a meter en un puño a rey, a reina, a Serrano y a Serrana y a amolarla a todos juntos. Yo entro ahí para levantar a la Monarquía aun a pesar de la Monarquía».
En otras palabras, Isabel II no sólo fue una reina temperamental, sino que también fue utilizada y manipulada en su provecho por grupos conservadores e intereses económicos, que más tarde la culparían en exclusiva de la revolución de 1868 que provocaría el final de su reinado.
2.3. La Unión Liberal y la crisis final del
moderantismo (1856-1868)
En septiembre de 1868 los firmantes del Pacto de Ostende
se alzaban contra Isabel II y los moderados. Por un lado, los
militares, encabezados por el almirante Topete y los generales
Serrano y Prim, se pronunciaban en Cádiz, haciendo público el
manifiesto de España con Honra. Además, se conformaban en
toda España Juntas provinciales impulsadas por unionistas,
progresistas y demócratas. Tras la derrota del general Dulce en
Puentes de Alcolea, caía el gobierno moderado e Isabel II
abandonaba el país, triunfando la llamada “Gloriosa
Revolución”. Se formó entonces un gobierno de coalición
entre unionistas, progresistas y demócratas, con el general
Serrano como presidente y el general Prim como ministro de
la Guerra.
Curiosidades históricas… Ante los problemas del regente Espartero, se decidió
nombrar a Isabel II reina de España y por tanto mayor de edad, tenía 13 años, un mes y dos días. Isabel II mostró desde muy joven un temperamento muy activo en lo sexual. Según parece, seguimos con Carlos Fisas, fue el general Serrano, el "general bonito" como ella lo llamaba quien inauguró el camino que luego iban a seguir muchos de sus amantes. Curiosamente, el mismo Serrano sería un destacado protagonista de “la Gloriosa” y, por tanto, del exilio de Isabel II. Pero lo importante era buscarle un marido y el asunto era peligroso porque no había que mosquear a las distintas potencias internacionales. Al final, el único pretendiente que queda era un primo de Isabel, hijo de la Infanta Luisa Carlota, su tía, la de “las manos blancas” y la bofetada, llamado Francisco de Asís. Dicen que Isabel II le dijo a su madre el día antes de casarse: “He cedido como reina, pero no como mujer. Yo no he buscado a este hombre para que fuese mi marido; me lo han impuesto y no lo quiero”.
Curiosidades históricas… La noche de bodas fue un fracaso. Más tarde diría
Isabel II al diplomático León y Castillo: “¿Qué voy a decirte de un hombre que en la noche de bodas llevaba en su camisa más bordados que yo en la mía?”. Al parecer el rey Francisco de Asís, alias Paco Natillas, no consumó el matrimonio. La gente cantaba: “Paco Natillas es de pasta flora y se mea en cuclillas como una señora”. Dicen que tenía tantos amantes masculinos, como Isabel II. Entre los de la reina cabe destacar al compositor Emilio Arrieta, Carlos Marfori, José María Ruiz de Arana, conocido este en Madrid como “el pollo Arana”. Otro, el militar Puig y Moltó, a quién se atribuía, junto con Arana, la paternidad del futuro Alfonso XII. Por su parte, el pueblo cantaba mientras tanto: “Isabelona tan frescachona y don Paquito tan mariquito”. De don Francisco de Asís se decía que mantenía relaciones íntimas con Antonio Ramos Meneses.
Curiosidades históricas… Cuando en 1860, el general O’Donell fue a despedirse de
Isabel II antes de irse a la guerra de África, la reina le dijo cariñosamente que si ella fuera hombre iría con él. Francisco de Asís, que estaba presente, añadió: “Lo mismo te digo, O’Donell, lo mismo te digo”. Sobre Arana hay una anécdota muy graciosa. Un día don Francisco le llegó a decir a la reina que tuviera cuidado con el pollo Arana, que le estaba poniendo los cuernos. Mayor comprensión imposible. Francisco de Asís le decía al ministro de la gobernación: “Es forzoso que Serrano desaparezca. Se ha referido a mí en términos malsonantes. Eso no lo admito. ¡Serrano! ¿Sabes lo que es? Un Godoy fracasado. Al menos el otro para obtener los favores de mi abuela supo ganarse el afecto de Carlos IV”. Por otra parte, a cada uno de los varios embarazos de Isabel II se atribuye un hombre distinto. Después de “la gloriosa” los dos se exiliaron en Francia, pero el matrimonio se separó. Lo mismo que haría después su nieto Alfonso XIII.
3. EL TERRITORIO DE CASTILLA-LA
MANCHA EN TIEMPOS DE ISABEL II
En el territorio de Castilla-La Mancha, a pesar de la lejanía
de los escenarios bélicos principales, también se
desarrolló la I Guerra Carlista. Los carlistas contaron con
el apoyo del bajo clero, artesanos e hidalgos, actuando
grupos guerrilleros carlistas en las serranías de Cuenca y
Alcaraz, en Sierra Morena y en los Montes de Toledo.
Además, se adentró en el territorio la expedición del
general Gómez, que fue derrotado en la batalla de
Villarrobledo. Pero la actividad carlista en territorio
castellanomanchego finalizó con el Convenio de Vergara.
Sabías que… Uno de los problemas de la
minoría de edad de Isabel II fue la Primera Guerra Carlista, iniciada en Talavera de la Reina (1833). El territorio castellano-manchego era codiciado por ambos contendientes, debido a su posición estratégica como zona de paso desde Andalucía y Levante hacia Madrid. Los carlistas realizaron incursiones en La Mancha y en los Montes de Toledo. La amenaza carlista más seria provino de las tropas del general Cabrera que amenazaron Guadalajara, Cuenca y Albacete.
3. EL TERRITORIO DE CASTILLA-LA
MANCHA EN TIEMPOS DE ISABEL II
En lo que se refiere al asentamiento del Estado liberal, la
primera medida que afectó al territorio fue la reforma de
Javier de Burgos. Así, surgió la región de Castilla la Nueva,
formada por Madrid, Toledo, Guadalajara, Ciudad Real y
Cuenca, quedando Albacete en la región de Murcia.
Además, la organización territorial se vio afectada por la
reforma judicial, creándose la Audiencia Territorial de
Albacete, que integraba las audiencias provinciales de
Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Murcia.
Sabías que…
En 1833 se llevó a cabo una
nueva división provincial de
España en nuestra comunidad:
Toledo y Cuenca cedieron
territorios a otras provincias,
Guadalajara y Ciudad Real
aumentaron su superficie, y
Albacete apareció como nueva
provincia.
3. EL TERRITORIO DE CASTILLA-LA
MANCHA EN TIEMPOS DE ISABEL II
Además, el territorio castellanomanchego se vio afectado
por los dos grandes procesos desamortizadores de
Mendizabal y de Madoz. El primero de ellos afectó sobre
todo a la provincia de Toledo, mientras que la de Madoz
afectó fundamentalmente a Toledo y Ciudad Real.
Sabías que…
La desamortización
eclesiástica de Mendizábal en
1836 en nuestra comunidad fue
especialmente importante en
Toledo (de 256 millones de reales
de ventas en la región castellano-
manchega, 181 correspondieron a
la provincia de Toledo).
3. EL TERRITORIO DE CASTILLA-LA
MANCHA EN TIEMPOS DE ISABEL II
En lo que se refiere a la evolución política, la actitud
generalizada en el territorio castellanomanchego fue de
retraimiento, aceptando los diversos cambios políticos
que se produjeron a raíz de los diversos
pronunciamientos y revoluciones que hubo. Sólo hubo
intervención activa en dos momentos:
Tras la Sargentada de La Granja de 1836 se formaron Juntas
Directivas Constitucionales en Albacete y Ciudad Real.
En la Revolución de 1868 se formaron juntas revolucionarias
en todas las capitales de provincia, además de en poblaciones
como Almagro, Alcázar de San Juan y Villanueva de los Infantes.