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MUJERES EN AMÉRICA LATINA CIENCIAS SOCIALES Introducción | Las mujeres en América antes de la llegada de los europeos | Las mujeres en la sociedad colonial | Las mujeres de la Independencia | La participación femenina en las luchas políticas del período independiente | Luchas y resistencias | Perspectivas Autora: Mag. Fernanda Gil Lozano (UBA) | Coordinación Autoral: Dra. Patricia Funes (UBA y CONICET) y Dr. Áxel Lazzari (UBA) PROGRAMA DE CAPACITACIÓN MULTIMEDIAL EXPLORA LAS CIENCIAS EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO

Mujeres, en América Latina

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Explora. Ciencias Sociales.Curso Multimedial.

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MUJERES EN AMÉRICA LATINA

CIENCIAS SOCIALES

Introducción | Las mujeres en América antes de la llegada de los europeos | Las mujeres en la sociedad colonial| Las mujeres de la Independencia | La participación femenina en las luchas políticas del período independiente |Luchas y resistencias | Perspectivas

Autora: Mag. Fernanda Gil Lozano (UBA) | Coordinación Autoral: Dra. Patricia Funes (UBA y CONICET) y Dr. Áxel Lazzari (UBA)

PROGRAMA

DE CAPACITACIÓN

MULTIMEDIALEXPLORALAS CIENCIAS EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO

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2 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

L a participación de las mujeres en losprocesos sociales y políticos de América

Latina es el tema principal a desarrollar eneste fascículo. La mayoría de los trabajossobre Latinoamérica no relatan la historiade sus mujeres en este espacio regional,sino que son estudios particulares, centradosen un país o en espacios menores, lo quedeja un vacío que compromete el abordajede una síntesis propia. Para construir unahistoria de las mujeres latinoamericanas de-

bemos incorporar al análisis la variable étni-ca, porque la matriz social estuvo determi-nada por las etnias indígenas y negras, ade-más de la blanca, con sus respectivos mes-tizajes. Pensemos que las transformacionessociales y políticas realizadas en el siglo XXno se hicieron desde la nada, y la participa-ción de las mujeres en ellas debe entender-se como una larga tradición que hunde susraíces en un proceso histórico controvertidoy desgarrado.

Las mujeres participaron en las sublevacio-nes, conspiraciones y tumultos populares entodos los períodos históricos de la región;no obstante, fue durante las guerras de in-dependencia cuando tuvieron la oportuni-dad a gran escala de tomar parte en loscambios políticos. Por eso, en este fascículohemos decidido poner ejemplos que sirvenpara ilustrar la modalidad participativa quellevaron adelante las mujeres en esa etapa.

En las transformaciones políticas determi-nadas por estas guerras, las mujeres tuvie-ron distintas maneras de protagonismo, des-de el combate y el espionaje al seguimientode las tropas como soldaderas. Las primeraslograban tener respeto y rango entre suscompañeros y proyectaron una imagen deliderazgo activo que modificaba su femini-dad. Las soldaderas, por el contrario, de-sempeñaban los trabajos que se esperabande una mujer. Solamente dejaron el anoni-mato aquellas que actuaron como varones.Esta situación confirma la suposición de que,bajo ciertas circunstancias, la imitación dela conducta de los varones logra el recono-cimiento de las mujeres. Lo mismo sucedecon las que se destacan en tareas prejuicio-samente consideradas como trabajos mas-culinos, como el periodismo o las ciencias.Es decir, la historia, cuanto mucho, recupe-ra a las mujeres excepcionales. Muy por elcontrario, en este trabajo vamos a focalizarlas experiencias femeninas de muchas delas que no sabemos sus nombres, y vamos atratar de superar la invisibilidad de aquellasque día tras día ayudaron en los diferentesprocesos que formaron la región.

Pensemos que, condicionados cultural-mente, cada sexo ha adquirido una conno-tación social sobre la que se imprimen losroles de cada uno. Nada de lo asignado tie-ne que ver con un orden natural, sino quecada sociedad forma los varones y las muje-res que necesita. En tal sentido afirmamosque no existe hasta el momento una histo-ria universal de la opresión y emergencia delas mujeres, sino sólo una historia europea yetnocéntrica de ellas. La historia de lasmujeres latinoamericanas, asiáticas y africa-nas ha sido enfocada desde la óptica euro-pea. Y no sólo su historia, sino la teoríapara estudiar sus procesos de liberación.Por lo tanto, pensamos que no puedehaber un sistema único de análisis, ya quela historia no es unilineal. Justamente, loimportante del feminismo fue recuperar unamirada que retoma un sujeto-otra con lasespecificidades históricas, étnicas y de clasede estos grupos.

Algún día habrá muchachas y mujerescuyo nombre no significará ya sóloun opuesto de lo masculino sino algoen sí mismo, algo que no haga pen-sar en complemento y límite, sinosolamente en vida y existencia: el ser humano femenino.

Rainer María Rilke,

Cartas a un joven poeta.

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INTRODUCCIÓN

En 2005, hombres y mujeres marchan por las calles de Brasil en conmemoración del Día Internacional de la Mujer.

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3MUJERES EN AMÉRICA LATINA

Representación de una mujer en una cerámica precolombina.

S egún las teorías actuales, el poblamien-to de América fue un proceso que se ini-

ció hace 45.000 años, desde el Norte haciael Sur. De acuerdo con la evidencia arqueo-lógica, estos primeros americanos y america-nas conformaban grupos de cazadores-re-colectores. El lugar de las mujeres dentro deesta organización social era muy diferentedel que tienen en la actualidad. No existíanclanes gentilicios ni lugares permanentes deasentamiento, sino que un conjunto de indi-viduos se reunía por afiliación. Incluso, lacrianza de los menores y el aprendizaje depalabras eran asumidos por todo el grupo,no sólo por las mujeres.

Para muchos autores, en esta etapa lasmujeres tuvieron una sensualidad sin auto-rrepresiones o represiones masculinas. Estose desprende de algunos estudios antropo-lógicos realizados, por ejemplo, con lasmujeres guajibas que saben el uso del clíto-ris, lo que demuestra un conocimiento pro-fundo del placer en la sexualidad como partede la vida femenina y no sólo como funciónreproductora.

Entre los años 10000 y el 5000 a.C. sur-gieron las culturas agroalfareras en algunospuntos del continente que se caracterizaronpor lograr la domesticación de las plantas ylos animales, la confección de la cerámicay cestería y la actividad metalúrgia. Estasactividades impulsaron y a la vez fueron pro-movidas por grupos más estables en susterritorios, es decir, grupos sedentarios. Así,las grandes artífices de la alfarería y la ceste-ría en nuestro continente fueron las mujeres,que trabajaron el barro con una técnica tandepurada que actualmente resultaría difícilde imitar, aun con un torno.

Otra manifestación de la importancia delas mujeres en estas culturas se verifica en elplano mágico-religioso, con el culto de lasdiosas de la fertilidad. Por ejemplo, en la re-gión del Lago de Valencia en Venezuela seha encontrado una gran variedad de figurashumanas de arcilla, todas femeninas o sinsexo definido, relacionadas con ritos de ferti-lidad. Pero no sólo desde este punto de vista

su importancia es indiscutible, también lo esdesde el punto de vista de su inserción en laactividad económica y social.

En América, se produjo la circulación demujeres entre diferentes grupos como unanecesidad para asegurar la reproducción dela comunidad y esta práctica, a su vez, sentólas bases objetivas del inicio de la opresiónde las mujeres. Por otra parte, los primeros

LAS MUJERES EN AMÉRICA ANTES DE LA LLEGADA DE LOS EUROPEOS

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Las mujeres indígenas no figuran enlos diccionarios biográficos. Se lasmenciona lateralmente en los partesmilitares tan sólo como integrantes dela chusma, un vago conjunto de viejasestrafalarias que resistieron la doctrina.

Norma Sosa,

Mujeres indígenas de la Pampa

y la Patagonia.

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4 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

síntomas de dominación los advertimos en ladivisión sexual del trabajo. Hay que tenerpresente que este primer sometimiento,anterior a la propiedad y al surgimiento delEstado, no fue el resultado directo de su con-dición de reproductora de la vida, sino im-puesta por la dominación de un sexo sobreotro, donde la fuerza física debe haber juga-do un papel importante. Incluso para el gru-po de varones dominadores funcionó comouna práctica para implementar el someti-miento sobre otros grupos foráneos de lacomunidad primitiva.

Esto implicó que, al momento del desem-barco europeo en América, ya existieranestructuras patriarcales. Claro que, a partirdel papel desempeñado en la economía, lareligiosidad y otros aspectos de la vida, lasmujeres estaban sometidas a una estruc-tura patriarcal más laxa que la europea ycargada de otros significados. Tambiénimplicó que, luego de la conquista, las mu-jeres indígenas no sólo tuvieron que sopor-tar la imposición de los parámetros cultu-rales europeos en general sino la brutaldominación de una estructura patriarcal

más agresiva y rígida, que no contemplóámbitos de poder que las antiguas culturasamericanas todavía les otorgaban.

El primer período de transición de nuestrahistoria transcurrió entre el modo de pro-ducción comunal y el llamado modo deproducción asiático, que caracterizó las for-maciones sociales de los grandes imperios,como el inca y el azteca. Este modo de pro-ducción se basaba en la existencia de comu-nidades autosuficientes que se encontrabanbajo el dominio de un reino o imperio queexigía ya sea tributo, o bien trabajo comuni-tario para la realización de obras públicas,ceremoniales, etc. Sin embargo, no todos lospueblos aborígenes atravesaron por esteperíodo de transición. En el momento de laconquista hispanolusitana, gran número denuestras culturas indígenas estaba en la faseagroalfarera y mantenían el modo de produc-ción comunal, mientras que otros pueblosseguían siendo cazadores y recolectores.

Este proceso fue desigual, tanto en tiempocomo en espacio, razón por la cual no puedefijarse una época determinada para eseperíodo de transición. Mientras algunos pue-blos atravesaron esa fase en el primer mile-nio antes de nuestra era, otros la vivieron enlas primeras centurias y también hubo gru-pos que comenzaron esa fase de transicióndespués del primer milenio. Estas formacio-nes sociales continuaron basándose en elmodo de producción comunal y en la pose-sión colectiva de la tierra. Sin embargo, ya sedaban los primeros pasos que incrementa-rían la diferenciación social de estas comuni-dades: los excedentes, que antes estabandispersos en todo el grupo, comenzaron aser concentrados en el ámbito regional porlos jefes y chamanes en un proceso deadquisición de rangos y jerarquías.

Sin embargo, dentro de este proceso gene-ral, en muchos casos las mujeres siguieronparticipando activamente en el reparto co-lectivo de las cosechas y en las decisiones dela comunidad. Entre los quimbayas −aborí-genes del centro de Colombia−, las mujerescasadas y viudas tenían, poco antes de la lle-gada de los españoles, voz y voto en las deci-siones, además de derechos de sucesión enel cacicazgo. Incluso en sociedades fuerte-mente estratificadas, como la de los mayas,las mujeres desempeñaban funciones deimportancia en la vida social y cotidiana,

Mujer realizando trabajos de cerámica en el norte argentino.

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5MUJERES EN AMÉRICA LATINA

LAS MUJERES EN LA SOCIEDAD COLONIAL

como lo demuestran muchísimas figurillasde cerámica y esculturas que se han conser-vado. Por ejemplo, en el mundo mitológico,el Popol-Vuh recupera una teogonía mayadonde el esperma masculino no parece sernecesario para la fecundación:

Una doncella llamada Ixquic escuchó la historia

de los frutos de un árbol que estaba en un sitio

llamado Pucbal-Chah. Al llegar al lugar, el árbol le

preguntó:

−¿Qué es lo que quieres? Estos objetos redon-

dos que cubren mis ramas no son más que

calaveras; por ventura ¿los quieres?

−Sí, los deseo −contestó la doncella.

−Muy bien −interrumpió la calavera.

−Extiende hacia acá tu mano derecha.

−Bien −replicó la joven, y aceptó la sugerencia.

En ese instante la calavera la escupió y su saliva

cayó directamente sobre la palma de la mano de

la doncella. Habiendo concebido dos hijos en su

Tlazolteotl, diosa azteca de la fertilidad y la procreación (entre otros atributos) (ca. 1300-1500).

vientre por la sola virtud de la saliva, la doncella

retornó de inmediato a su casa. Así fueron en-

gendrados Hunahpú e Ixbalanqué.

No obstante el acelerado proceso que lle-vó hacia el patriarcado en los imperios incasy aztecas, las mujeres todavía mantuvieronroles importantes en estas culturas, aunquelas urgencias de mano de obra del imperiocolisionaban con las tradicionales necesida-des de las mujeres en las comunidades base.En relación inversa, mientras más aumenta-ba la producción social y el poder público, laparticipación y autoridad de las mujeres sereducía. Pese a esta situación de crecientesometimiento, no podemos dejar de señalarque, aun bajo los incas y los aztecas, lasmujeres conservaban más relevancia socialque sus contemporáneas de la sociedadfeudal europea.

L a posición y el papel históricos de lasmujeres durante la colonia fue el cáliz

donde se mezclaron los procesos propiosque se venían dando en la región y la vio-lencia con que españoles y portuguesesimpusieron una nueva normativa. Desde elpunto de vista de las relaciones intergénero,fue un período de consolidación del patriar-cado, tanto en la sociedad blanca como enla mestiza, así como de transformación a eserégimen de las comunidades originarias. Porúltimo, no debemos olvidar que apareció unnuevo actor: los esclavos provenientes deÁfrica.

La colonización separó la producción delconsumo, especialmente en los centros mi-neros y agropecuarios desarrollados en fun-ción de la economía de exportación. Si biendentro de las comunidades aborígenes se

mantuvo una economía de subsistencia,donde las mujeres seguían desempeñandoun papel importante al mantener una estre-cha relación entre producción y consumo,en las principales áreas de la economía colo-nial el fenómeno productivo se autonomizó,separándose del consumo.

El trabajo doméstico en la población blan-ca y mestiza empezó a ser funcional al régi-men colonial de dominación, tanto en loreferente a la producción de la fuerza de tra-bajo como a su reposición diaria. El trabajode las mujeres fue asimilado al llamado tra-bajo doméstico, y el de los hombres al nuevotipo de producción social para el mercado. Elpapel de las mujeres como reproductoras dela vida apareció entonces minimizado, cuan-do siempre las culturas aborígenes lo habíanconsiderado como un acto sagrado genera-dor de todo.

En la América colonial fue distinto el traba-jo desempeñado por las mujeres de origenblanco que el realizado por las indígenas, ne-gras, mestizas y mulatas. Las primeras, reclui-das en el hogar, educaron hijos e hijas queconsolidaron el sistema de dominación colo-

nial, aunque también sufrieron el peso delpatriarcado. Las mujeres indígenas tambiéntributaron sexualmente para los conquista-dores, que se apropiaron así de su capacidadreproductora, perdiendo paulatinamente sucapacidad erótica en esta función sexual-reproductora, separada del placer.

Este proceso es medular para comprenderpor qué las mujeres, especialmente las mes-tizas, aceptaron a lo largo del tiempo lasubordinación en ese y en otros planos dela existencia, proceso que las llevó a unadespersonalización o pérdida de identidad.

Cuando pudo, la mujer indígena utilizó asus hijos mestizos para presionar al padreblanco, ya sea para no pagar tributos olograr una mayor movilidad social.

La mayoría de las mujeres negras, en sucalidad de esclavas, transfirió diferentes valo-res con su trabajo: en primer lugar, a partirde las tareas productivas en las plantaciones,pero también trabajando en las tareasdomésticas, al servicio de los patrones, en lascasas señoriales del campo y la ciudad, y sóloen pequeña medida y muy a regañadientesreproduciendo la fuerza de trabajo esclava.

La mujer es confusión del hombre,animal insaciable, angustia continua,guerra incesante, morada de tempes-tad, obstáculo de devoción.

The speculum of Vincent de Beauvoir

(siglo XVIII).

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6 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

En su segunda confesión bajo tormento,acusada de haber maleficiado en complici-dad con otra india a una china de su pueblode Tuama, Lorenza admitió participar ensalamancas. Según sus palabras, allí habíaaprendido el arte y también la habían sidoofrecidos en ese lugar los ingredientes queprecisaba para preparar los encantos. Esprobable que la declaración de Lorenza notomara al juez por sorpresa. Ya existía unaleyenda hispana de la salamanca, que laliteratura barroca del siglo XVII había reco-gido en obras célebres. Incluso, en el len-guaje común, el término "salamanca" o"infiernillo" evocaba a un tiempo magia,aprendizaje y pacto diabólico.

La ciudad universitaria española, su míticacueva y sus estudiantes habían atravesadoel océano para llegar a una remota aldeaindígena de las fronteras del imperio espa-ñol. Agreguemos que, además del océano,la salamanca ha conseguido atravesar lossiglos: se mantiene en la cultura folclóricade Santiago del Estero y, en general, detodo el noroeste argentino. Mostrando lla-mativas semejanzas con las salamancas deLorenza, la literatura folclórica las describecomo espacios mágicos (por lo general cue-vas) donde el iniciado aprende el arte que leinteresa (domar, bailar, tocar la guitarra,curar, maleficiar y demás) siguiendo las lec-ciones del Zupay (el Demonio).

[...] si bien no faltan en el estereotipoalgunos clásicos motivos demonológicoseuropeos, en la salamancas mestizas dichademonología tiene un papel visible perosubordinado. La salamancas de Lorenzaestarían representando la resignificaciónde rituales ligados a una cosmovisión indí-gena antigua, cuyo atributos originariosconocemos sólo aproximadamente. [...]

Las hechiceras de TuamaLos dos procesos que han de ocuparnos seinician en nuestro ya familiar pueblo deindios de Tuama, sobre el río Dulce.Además del entorno, los lazos de sangreprobablemente unieran entre sí a dos delas tres reas principales: tenemos indicios

para suponer que Juana Pasteles era laabuela o la madre Pancha, compañera deLorenza en el arte [...].

Como en todos los casos hasta ahoraexpuestos, el disparador de los procesos es elmaleficio. Sin embargo, si a Juana Pasteles sele endilgaban, para comenzar, cuatro vícti-mas ya difuntas, Lorenza y Pancha eran acu-sadas de mantener en su enfermedad a lacriada del alcalde indígena, la china MaríaAntonia. Aunque no declare en ningúnmomento, un hecho central de este episodioes que la víctima no abandona jamás el cen-tro de la escena. Verbalmente o a través demuecas y gestos, en una seguidilla de teatra-les actuaciones, María Antonia selló la suer-te de sus supuestas malefactoras y de otrasmuchas personas que sucesivamente fueroncomprometidas en las posteriores confesio-nes de las reas. [...]

Las tres mujeres que inicialmente son acu-sadas entraban en el perfil típico de hechi-cera [...]. Juana y Pancha tenían alrededorde cincuenta años y Lorenza, cuarenta.Todas eran viudas, se mantenían por suspropios medios (como las demás, era hábi-les en el telar, la alfarería y la cestería) y delas dos primeras se sospechaba que habíanultimado a sus maridos con arte mágico. [...]

Los alegatos del fiscal y la sentencia delproceso de 1715 se encuentran por comple-to despojados de los elementos demonoló-gicos que Juana Pasteles fue forzada aintroducir en sus confesiones. Los delitosque finalmente se consideraron "proba-dos", y que le valieron a la rea el garrote yla hoguera, fueron la muerte de su marido,la de Pedro Isla de la ranchería de SanFrancisco y la de Guinza, el indio de Guaipe.Es probable que la manifestación de culpa-bilidad más convincente para el tribunalfuera la curación efectiva de la indiaIgnacia, que se logró aplicando al pie de laletra la receta indicada por la hechicera.Tampoco corrió el juez a buscar a lassupuestas cómplices de la Pasteles. Así escomo, aunque lo "deseable" era que la reaconfesara encuentros cercanos con el demo-nio, ósculos infames y terroríficos aquela-

rres, la preocupación concreta del tribunalconsistía en el daño que una serie de actossimples y puramente empíricos era capaz demovilizar. Insistimos, una lógica primaria,adosada quizás a estereotipos más comple-jos, como el del sabbat, pero conocidossuperficialmente, guiaba a los legos jueces.

No sabemos si la mención del demonio (o,mejor dicho, de los demonios) con los queconfesaron tratar Lorenza y Pancha habríancambiado en algún modo la suerte de lashechiceras, porque ambas murieron antesde que se redactara la sentencia. Sin embar-go, y muy significativamente, el último ges-to que el juez le dedicó a la rea frente a suséquito de notables fue el registro de susvestidos: buscaba el encanto que, se supo-nía, impedía la recuperación de MaríaAntonia. En cambio, como habitualmentelo hacían los inquisidores de la brujomaníaeuropea, sí se mandó a llamar a las compa-ñeras de salamanca, las supuestas cómpli-ces. Con ello se inauguraba un tercer tiem-po del proceso [...] .

Judith Farberman, Las salamancas de Lorenza.Magia, hechicería y curanderismo en el

Tucumán colonial, Buenos Aires, Siglo XXI.2005.

LAS SALAMANCAS DE LORENZA

Durante la Inquisición, las mujeres acusadas debrujas eran torturadas hasta la confesión.

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7MUJERES EN AMÉRICA LATINA

En algunas colonias, las libertas llegaron atrabajar como asalariadas, pero ganandomenos que los jornaleros negros, como lomuestran las Ordenanzas del Cabildo deSanto Domingo en el siglo XVIII: "el jornalde la negra ha de ser el tercio menos que eldel negro".

Las formas de luchas y resistencias de lasmujeres no siempre se encuentran en lasacciones que convencionalmente son toma-das como tales. Casi siempre ha sido el cuer-po el lugar donde las mujeres muestran yconfrontan la dominación. Por ejemplo, conla llegada de los europeos se impuso a las cul-turas americanas un nuevo criterio relativo alconcepto y el valor de la virginidad. Algu-nos testimonios nos ilustran sobre el tema.Fernández de Oviedo observó la siguienteconducta entre los indígenas:

Es preguntado al padre o la madre de la novia si

viene virgen; e si dicen que sí, y el marido no la

halla tal, se la torna y el marido queda libre y ella

por mala mujer conocida; pero si no es virgen y

ellos son contentos, pasa el matrimonio, cuando

antes de consumar la cópula avisaron que no era

virgen, porque muchos hay que quieren más a las

corrompidas que no las vírgenes.

Resulta claro que la sanción social ibasobre la mentira más que sobre el hecho ensí de la virginidad. Es más, la virginidad seríavista como un dato físico más y no en des-medro moral de la implicada. Sabemos tam-bién que en lugares como Nicaragua la vio-lación era castigada con la reducción a laesclavitud del culpable, en beneficio de lospadres de la víctima. El cronista López deGomara, refiriéndose a las mujeres de Me-soamérica, escribía: "nada les importa la vir-ginidad". Por otra parte, el aborto era prác-tica habitual en la América precolombina,especialmente entre las jóvenes, ya que noera acto censurado. Los cronistas españolesatribuyeron esta práctica al deseo de lasjóvenes indias de preservar sus cuerpos. Así,el cronista Fernández de Oviedo afirma: Las viejas han de parir, que ellas no quieren estar

ocupadas para dejar sus placeres ni preñarse para

que pariendo se les aflojen las tetas de las cuales

muchas se precian y las tienen muy buenas.

En los siglos de la dominación colonial, lasmujeres indígenas y negras recurrieron a for-mas de resistencia quizá pasivas, oponiéndo- Representación de mestizos a finales del siglo XVIII en una pintura anónima.

se a la procreación. Esta forma de protestaera más evidente en las esclavas africanas.Cuando en el siglo XVIII, los esclavos subie-ron de precio, se estimuló que las esclavastuvieran hijos; de esta forma, los dueños pro-movieron matrimonios y reducían el tiempode trabajo de las embarazadas. A pesar detodo, las esclavas no abandonaron las prácti-cas abortivas, muy probablemente comonegativa a procrear hijos esclavos.

La maternidad siguió siendo un hechonatural, pero durante la colonia la paterni-dad se convirtió en un fenómeno socialinédito en América por cuanto, a diferenciade las culturas precolombinas, hubo quecertificar la filiación de los hijos, estable-ciendo claramente su origen étnico. A nin-guna mujer indígena se le hubiera ocurridoen el pasado presentar pruebas de su mater-nidad. Con la implantación de costumbreseuropeas, los varones establecieron lamonogamia obligatoria, para que no sur-gieran dudas respecto de su paternidad.Como consecuencia de estas modificacio-nes, de la institucionalización de las relacio-nes intersexuales y del complemento delmatrimonio monógamo, aparecería enAmérica la prostitución.

Por otra parte, interrumpiendo la milenariatradición de que la mujer es la creadora de lavida, simbolizada en las diosas madres de lospueblos agroalfareros, los españoles y portu-gueses trajeron a América el concepto sexis-

ta, aristotélico, de que el verdadero genera-dor de la vida es el varón, que provee con suesperma la materia viva, mientras que lasmujeres son sólo el receptáculo pasivo. ParaAristóteles, los varones con el espermadepositaban en la mujer un hombre peque-ño u homúnculo, que con los meses iba cre-ciendo y desarrollándose. Si en la gestaciónprevalecía lo femenino −que era la materia−y no lo masculino −que era la forma−, esecuerpo pequeño "degeneraba" en mujer. Si"todo iba bien" y predominaba lo masculi-no, se formaría un varón. En esta concep-ción, las mujeres son un recipiente cuya fun-ción es contener y alimentar lo depositadopor los varones, asignándoles de esta mane-ra un papel secundario.

Casi todas las concepciones sobre sexuali-dad y conducta femenina correcta fuerondifundidas a través de la doctrina cristiana,poniendo a la Virgen María como ejemplo aseguir. Aunque la recepción por parte de lasmujeres americanas no fue la que los con-quistadores esperaban, la figura de la madrede Cristo dio origen a todos los procesos desincretismo de las antiguas diosas madres ydeidades africanas. Lo que no es sorpren-dente, ya que la idea de "mujer sin man-cha", virgen pero madre, fue una ideamoldeada durante siglos en la sociedadeuropea, aceptada por los conquistadores,pero extraña a las otras culturas constitu-yentes de la sociedad colonial.

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LAS MUJERES DE LA INDEPENDENCIA

L as mujeres participaron tan activamentecomo los varones en el proceso eman-

cipador. Olvidadas en las narraciones his-toriográficas tradicionales, sólo aparecenaquellas mujeres de la elite como instru-mento de los proyectos de sus maridos,padres y hermanos.

Sin embargo, también las indígenas, lasnegras y las mestizas fueron protagonistas ycontribuyeron para el triunfo de la revolución.Las mujeres de pueblo no sólo realizaron ta-reas de espionaje o de correo, también acom-pañaron a los ejércitos patriotas y no dudaronen tomar el fusil contra la dominación realista.

También es cierto que las mujeres de la eli-te criolla jugaron un papel trascendente, en-tre ellas, la ecuatoriana Manuela Cañizares.Es digno de destacar que, en una épocaen que la mayoría de las mujeres eran anal-fabetas, Manuela conocía a los iluministasfranceses. En su casa se reunían personajesimportantes para debatir sobre la Revo-lución Francesa y sus postulados de igual-dad, libertad y fraternidad. Firmementeembanderada con la causa independen-tista, Manuela Cañizares consiguió adhe-rentes y no pocas veces se enfrentó a losindecisos.

El regreso de la cautiva, obra de Juan Mauricio Rugendas (1845).

Que el hombre aspire a la libertad y lamujer a las buenas costumbres. ¿Y enqué consisten las buenas costumbres?En obedecer.Última carta de amor de C. Von Gunderrode

a Bettina Brentano.

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9MUJERES EN AMÉRICA LATINA

Otro ejemplo es la colombiana PoloniaSalvatierra y Ríos; conocida bajo el seudóni-mo de Policarpa, actuó como enlace de losrevolucionarios en el período de la recon-quista española, enviando mensajes antico-loniales camuflados en naranjas. Des-cubierta su actividad de espionaje y contraes-pionaje por los realistas, fue fusilada el 10de noviembre de 1817, poco antes de la lle-gada del ejército libertador comandado porSimón Bolívar a Bogotá.

En Chile nos encontramos con FranciscaJaviera Carrera, hermana de José Miguel,el presidente de la junta chilena de 1811 a1814. Fue una infatigable y consecuente mi-litante de los ideales libertarios, tanto en losdías de triunfo como en los de la reacciónrealista que llevó a sus hermanos al exilio.Cuando los dirigentes criollos más modera-dos se aferraban a la fórmula de gobernar ennombre de Fernando VII, Javiera sostuvo unpermanente repudio a la corona española.

Josefa Camejo, venezolana nacida en1791, arengó a los jóvenes caraqueñosencabezados por José Félix Ribas. Combatiójunto a su compañero, Juan NepomucenoBriceño Méndez, en la campaña de los llanoscontra los realistas de José Boves. Cuandolos realistas reconquistaron Caracas, ellos

organizaban bailes para facilitar los contac-tos clandestinos de los patriotas.

Junto a estas líderes, lucharon anónima-mente decenas de miles de mestizas, indíge-nas y negras, cuya tarea no fue menos efi-caz. Incluso en las luchas guerrilleras lucha-ron militarmente junto con los varones. Elcaso más conocido es el de Juana Azurduyde Padilla, quien a la muerte de su marido,Manuel Ascencio Padilla, asumió las funcio-nes de jefatura en la resistencia contra losrealistas en el Alto Perú.

Pero la presencia de la mujer en las gue-rras de la independencia no se circunscribióa aspectos políticos y militares. La mayoría delas mujeres debió hacerse cargo de las tareasproductivas en el campo y en las ciudadescuando los varones partían para incorporar-se a los ejércitos libertadores. Esto tambiénimplicaba la crianza de los hijos e hijaspequeños que luego ocuparían el lugar delos caídos en la lucha.

LA PARTICIPACIÓN FEMENINA EN LAS LUCHAS POLÍTICAS DEL PERÍODO INDEPENDIENTE

Al finalizar la guerra de la independenciasobrevinieron en muchos países de Américaluchas políticas que llevaron a verdaderasguerras civiles.

Las mujeres no permanecieron ausentes deeste proceso. Aunque muchas veces a la zagade sus maridos, las mujeres campesinas tuvie-ron una forma de realización en las guerrasciviles del siglo XIX. En Colombia, "las volun-tarias, las vivanderas, las juanas" fueron inse-parables de los ejércitos y el mejor sostén conque podía contar el campesino soldado. Lasvivanderas no sólo hacían la comida, sino quedifundían falsas noticias en el campo enemi-go, obtenían pólvora de sus cuarteles y tam-bién participaron de episodios bélicos comosoldados. La participación y el compromisode las mujeres fueron testimoniados por mu-chos contemporáneos en sus escritos, fun-damentalmente los de aquellas que acompa-ñaban a los ejércitos. El pueblo las llamabavoluntarias, y se las veía agobiadas con susmaletas y algunas con sus hijos, todo encimade sus espaldas. Entre otras tareas, cocina-ban, lavaban la ropa de los oficiales por unaescasa paga, asistían y cuidaban a los enfer-mos y se prestaban a toda clase de sacrificios

para que las tolerasen y no les impidiesenseguir a sus compañeros. En los combates, suheroísmo las destacaba, se metían por entrelos caballos, apartando las lanzas enemigas.Clemencia Celis y "la Loaiza" fueron mujeresque se distinguieron en el campo de batalla.En este caso, como ha ocurrido en muchasguerras, las mujeres debieron adoptar vesti-mentas masculinas para poder ser aceptadascomo soldados en las filas del ejército.

Con una forma de lucha diferente, la chile-na Rosario Ortiz, conocida como "La Mon-che", logró destacarse en las luchas sociales ypolíticas. Nacida en Concepción, fue una delas primeras periodistas de América Latina yen este carácter integró la redacción del diarioEl Amigo del Pueblo, principal órgano deprensa de la oposición al gobierno conserva-dor. Luego de una revolución fracasada en1859, se refugió con los mapuches en sus tol-derías, donde murió años más tarde pobre yolvidada. En el cementerio de Concepcióntodavía existe una modesta tumba donde seencuentra grabado este sentido epitafio:"Aquí descansa la Monche, vivió y murió porla libertad. Un obrero".

Las mujeres argentinas, principalmente lasdel interior, participaron activamente en lasguerras civiles de nuestro país desde 1820hasta la década de 1870. Una de ellas fueEulalia Ares de Vildoza, catamarqueña, jefade una insurrección que depuso al goberna-dor de Catamarca en 1862. Eulalia fue aSantiago del Estero en busca de armas y alregreso convocó a sus amigas a una reuniónen la que se convino atacar la sede de gobier-no. Vestidas con ropas masculinas, el 18 deagosto de 1862 veintitrés mujeres tomaron elcuartel y luego, apoyadas por la gente adic-ta, asaltaron la casa del gobernador, que senegaba a entregar el mando al nuevo funcio-nario electo, y lo hicieron huir de la provincia.Eulalia se hizo cargo del gobierno interina-mente, organizó un plebiscito y entregó elmando al gobernador electo.

Sin embargo, esta participación de las muje-res en las luchas populares no les brindó losfrutos esperados. La segunda parte del sigloXIX estuvo signada por la formación de lasrepúblicas liberales que terminaron de ocluirla participación pública y militante de lasmujeres al equipararlas en los códigos con losmenores, los locos y los deficientes.

Francisca Javiera Carrera cumplió unimportante papel en el proceso deindependencia chileno.

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E l avance del Estado moderno con suscódigos y leyes cristalizó para las muje-

res una situación de subordinación que, conleves matices, se impuso en todos los paísesde la región. Las normas legales de los paí-ses latinoamericanos equipararon a las mu-jeres con el mismo estatus jurídico que unmenor, es decir, una persona carente deautonomía que debía depender de un suje-to responsable que velara por ella.

Para ilustrar este avance sobre la autono-mía de las mujeres referiremos uno de lostantos ejemplos que tuvieron lugar en la

región que también demuestra que esteretroceso no fue aceptado pasivamente porlas mujeres. Un grupo de chilenas, aprove-chando que la Constitución de 1833 noestablecía taxativamente la prohibición delvoto femenino, decidieron ejercer sus dere-chos electorales en 1876. Hasta el momentolas mujeres no habían reclamado por esteejercicio de ciudadanía. En aquel entonces,las mujeres de San Felipe quisieron hacerloefectivo y se calificaron. En respuesta, lospolíticos de Santiago interpelaron agresiva-mente en la Cámara al ministro Zenteno,quién, para asombro de todos, sostuvo quea su juicio las mujeres podían y debían votar,porque la Constitución y la ley de 1874 lesdaba ese derecho. Así fue que un sector demujeres, apoyándose en la resolución delministro Zenteno, se inscribió para votar porBenjamín Vicuña Mackenna en las eleccionespresidenciales. Al calor de la campaña antioli-gárquica de este candidato, las mujeres recla-

maron el derecho a sufragio y, a pesar de lanegativa de las autoridades, alcanzaron a ins-cribirse en La Serena. Este paso de las mujereschilenas, en momentos en que empezaba aasomar el movimiento sufragista femeninoeuropeo y estadounidense, constituyó unode los primeros antecedentes en AméricaLatina de la lucha por los derechos igualita-rios de las mujeres. Sin embargo, el epílogode este proceso fue una reforma introducidapor una ley de 1884 que negó de un modoexpreso el voto a las mujeres.

Esta no fue una excepción. En la Argen-tina, Julieta Lanteri en la segunda décadadel siglo XX protagonizó un episodio simi-lar, ya que la Constitución de 1853 no pro-híbe el voto femenino, pero la ley electoralde 1912 exigió el enrolamiento, es decir, lainscripción en el padrón. Esto llevó a lasufragista argentina a inscribirse para cum-plir con el servicio militar y así ejercer suderecho ciudadano. Su solicitud fue recha-

LUCHAS Y RESISTENCIAS

Los movimientos sufragistas en América Latina fueron simultáneos a los de Europa y Estados Unidos: En la foto, mujeres sufragistasmarchan por las calles de Nueva York, en 1912.

Quedé muerto como mineral y me convertí en planta.Quedé muerto luego como planta y tomé una forma sensible.Quedé muerto luego como animal, me puse atuendo humano.¿Cuándo me hice menos por la muerte?

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11MUJERES EN AMÉRICA LATINA

La Voz de la Mujer fue un periódico comu-nista-anárquico feminista del que se edita-ron nueve números, entre el 8 de enero de1896 y el 1º de enero de 1897. Este es eleditorial del segundo número, en el que LaRedacción responde a las críticas recibidasluego de la aparición del primer número.

¡APARECIÓ AQUELLO!(A LOS ESCARABAJOS DE LA IDEA)

Cuando nosotras (despreciables e ignoran-tes mujeres) tomamos la iniciativa depublicar La Voz de la Mujer, ya lo sospe-chábamos ¡oh modernos cangrejos! quevosotros recibiríais con vuestra macanísticay acostumbrada filosofía nuestra iniciativaporque habéis de saber que nosotras lastorpes mujeres también tenemos iniciativay esta es producto del pensamiento;¿sabéis?, también pensamos.

Apareció el primer número de La Voz dela Mujer, y claro ¡allí fue Troya!, "nosotrasno somos dignas de tanto, ¡cá! no señor","¿emanciparse la mujer?", "¿para qué?""¿qué emancipación femenina ni que ochorábanos?" "¡la nuestra", "venga la nuestraprimero!, y luego, cuando nosotros 'loshombres' estemos emancipados y seamoslibres, allá veremos".

Con tales humanitarias y libertadorasideas fue recibida nuestra iniciativa.

Por allá nos las guarden, pensamosnosotras.

Ya teníamos la seguridad de que si pornosotras mismas no tornábamos la iniciati-va de nuestra emancipación, ya podíamostornarnos momias o algo por el estilo,antes que el llamado Rey de la Tierra(hombre) lo hiciese.

Pero es preciso señores cangrejos y noanarquistas, como mal os llamáis, pues detales tenéis tanto como nosotras de frailes,es preciso que sepáis de una vez que estamáquina de vuestros placeres, este lindomolde que vosotros corrompéis, esta sufredolores de humanidad, está ya hastiada deser un cero a vuestro lado, es preciso, ¡oh!,¡falsos anarquistas! que comprendáis una

vez por todas que nuestra misión no sereduce a criar vuestros hijos y lavaros laroña, que nosotras también tenemos dere-cho a emancipamos y ser libres de todaclase de tutelaje, ya sea social, económico o marital.

Para vosotros, ¿qué es una mujer fea o bonita, joven o vieja? ¡una sierva, unafregona!

Cuando vosotros, en la terrible y deses-perada lucha por la vida inclináis abatidosla cabeza sobre el lacerado pecho, si ossalís a disipar vuestro mal humor, cuandoen nosotras no lo hacéis, ahí quedan vues-tras hembras (para vosotros no somos otracosa), vertiendo amargo lloro, esto os debehacer comprender que la diferencia desexo no nos impide de sentir y pensar.

Ya sabíamos señores infelices que paravosotros una mujer no es más que un lindomueble, algo así como una cotorra que oshalaga, os cose, os trabaja, y lo que es más,os obedece y teme.

¿Verdad señores maridos? ¿No es ver-dad que es muy bonito tener una mujer ala cual hablaréis de libertad, de anarquía,de igualdad, de Revolución Social, de san-gre, de muerte, para que esta, creyéndo-os unos héroes os diga en tanto quetemiendo por vuestra vida (porque, claro,vosotros os fingís exaltadísimos) os echaal cuello los brazos para reteneros y casisollozando, murmura "¡Por Dios,Perico!".

¡Ah! ¡Aquí es la vuestra! Echáis sobrevuestra hembra una mirada de conmisera-ción, de amor propio satisfecho de hidrópi-ca vanidad [y] lo decís con teatral desenfa-do: "Quita allá mujer, que es necesario queyo vaya a la reunión de tal o cual, de locontrario los compañeros... vamos no llores, que a mí no hay quien se atreva adecirme, ni a hacerme nada".

Y, claro, con estas "paradas" vuestraspobres compañeras os creen unos leones(para el pan lo sois) y piensan que en vues-tras manos está el porvenir social de estevalle de... anarquistas de macana.

Claro que con esto os dais una importan-cia que no digo nada, y como vuestrasinfelices compañeras os creen unos formi-dables revolucionarios, claro que os admiranintelectual y físicamente.

Es por esto que cuando tenéis algo quehacer observar a vuestras compañeras osbasta con fijar en ellas vuestra fuerte eirresistible mirada, para que estas agachentímidamente la cabeza y digan:

¡Es tan revolucionario!Por esto, sí señores anarquistas cangreji-

les, es por esto que no queréis la emanci-pación de la mujer porque os gusta sertemidos y obedecidos, os gusta ser admira-dos y alabados.

Pero, a pesar vuestro, ya lo veréis, hare-mos que La Voz de la Mujer se introduzcaen vuestros hogares y que diga a vuestrascompañeras que no sois tales leones, nisiquiera perros de presa; lo que sí sois esun compuesto de gallinas y cangrejos(extraño compuesto ¿eh?, pues tal sois)que hablan de libertad y sólo la quierenpara sí, que hablan de anarquismo y nisiquiera saben... pero dejemos eso, quevosotros sabéis demasiado lo que sois ynosotras también ¿eh?

Ya los sabéis, pues, vosotros los quehabláis de libertad y en el hogar queréisser unos zares, y queréis conservar dere-cho de vida y muerte sobre cuanto osrodea, ya lo sabéis vosotros los que oscreéis muy por encima de nuestra condi-ción, ya no os tendremos más miedo, yano os admiraremos más, ya no obedece-remos, ciega y tímidamente vuestrasórdenes, ya pronto os despreciaremos y sia ello nos obligáis os diremos cuatro ver-dades de a puño. Ojo, pues, macaneado-res, ojo cangrejos.

Si vosotros queréis ser libres, con muchamás razón nosotras; doblemente esclavasde la sociedad y del hombre, ya se acabóaquello de "Anarquía y libertad" y lasmujeres a fregar. ¡Salud!

La Voz de la Mujer, nº 2, 31 de enero de 1896.

LA VOZ DE LA MUJER

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12 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

zada y las mujeres debieron seguir luchandohasta 1951 para poder votar.

En Ecuador, aprovechando que la Cons-titución de 1827 hablaba en general de losderechos ciudadanos sin especificar ningunaprohibición respecto del sexo femenino,Matilde Hidalgo, primera doctora en Me-dicina de ese país, se inscribió en los regis-tros electorales. Jenny Estrada, su biógrafanos relata este suceso: "Ante la presencia deMatilde, los miembros de la Junta Electoralse desconciertan e indican que el voto enEcuador es únicamente para hombres; ellano se arredra; reclama la igualdad, y el mis-mo día 2 de mayo de 1924 queda empa-dronada, con la reserva de someter su casoa consulta ministerial. El doctor FranciscoOchoa Ortiz responde el 8 de mayo, expre-sando que no hay prohibición para que lasmujeres se inscriban, ya que la ley no especi-fica el sexo". De esta manera, el 9 de junio de1924 se aprobó el derecho al voto femenino,convirtiéndose Ecuador en el primer país deAmérica Latina en otorgar este derecho igua-litario. El último país de la región en obteneresta conquista fue Paraguay en 1961.

Estos episodios tuvieron correlatos en mu-chos países de la región, y pauta el valor de lono-dicho, ya que el menosprecio a las muje-res fue tal que ni siquiera las constituciones

latinoamericanas del siglo XIX incluyeron ta-xativamente en sus artículos que no podíanvotar. La cultura y los grupos dominantesdieron por supuesto que el calificativo de ciu-dadano sólo les correspondía a los varones.Cuando las mujeres demostraron su decisiónde votar, los sectores dominantes reformaronlas normativas, dejando expresamente esta-blecido que no tenían derecho al voto.

Lo no-dicho fue la rendija que les permitióa las mujeres entrar en la historia. La miradafeminista resignifica estos episodios justa-mente como el lugar de la “invisibilidad”que debe ser revertido. Lo importante, a par-tir de la historiografía feminista, fue romperel grado de la excepcionalidad. Todos loslogros que las mujeres excepcionales consi-guieron fueron importantes para hacer visi-ble la dominación de género. El mayoravance fue darnos cuenta de que tuvimosderecho a hacer valer nuestras invisibilida-des porque lo visible o invisible es tambiénuna categoría como lo dicho y lo no-dicho.

Luego de tantas luchas, en el siglo XXcomenzaron a registrarse los primeros logrosen el orden de los derechos políticos. Lasleyes civiles que equiparaban a las mujerescon los menores también comenzaron aretroceder. Las primeras en obtener el dere-cho al divorcio fueron las uruguayas en

1907; luego siguieron las cubanas en 1917,que además lograron otra importante con-quista en 1918: la patria potestad.Estas conquistas difieren en cada país don-de los derechos políticos, civiles y socialesse abrieron camino de maneras particula-res. Sin embargo, las luchas y reivindicacio-nes femeninas no terminaron. Entre 1940 y1970, las mujeres alcanzaron un importan-te protagonismo social en toda la región yaccedieron a la vida pública como nuncaantes se había experimentado.

Pero las reivindicaciones femeninas noabarcaron sólo aspectos civiles o políticos,sino también reivindicaciones sociales espe-cíficas de cada sector del colectivo de lasmujeres.

Desde los inicios del movimiento obrero enAmérica Latina, las mujeres estuvieron en elcentro de los debates generados en torno decuestiones sociales. En efecto, las obreras ytambién los niños realizaban tareas similaresa las de los varones, pero recibían menoressalarios. Esto llevó a que los empleadoresprivilegiaran la contratación de mujeres, loque fue tomado en cuenta por los primerossindicatos y las sociedades de resistencia,que exigieron reglamentaciones especiales. En la Argentina, en 1902, se incluyó un ar-tículo relativo al trabajo de mujeres y me-nores dentro de un frustrado proyecto deCódigo de Trabajo y en 1907 se aprobó unaley que fue la segunda norma obrera apro-bada en este país en este sentido. Pero lanormativa específica relativa a mujeres tra-bajadoras no terminaría con esta ley.

En efecto, la maternidad y las necesida-des biológicas de las mujeres también tuvie-ron que ser contempladas. Leyes que impe-dían que las mujeres permanecieran largashoras de pie en sus trabajos, la llamada"Ley de las Sillas", licencias por maternidado, posteriormente, una ley estableciendo elllamado "día femenino" también serían pro-mulgadas. Incluso leyes más modernas, co-mo aquellas que penan el "acoso sexual",pueden entenderse dentro de estas reivin-dicaciones sociales.

El mundo de trabajo es uno de los ámbi-tos donde se visualizan en mayor medidalas desigualdades de género. La mayoría delas mujeres reciben remuneraciones inferio-res respecto de sus pares varones por el mis-mo tipo de tarea. Existen muchas menos

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Cola en el frente de un centro de votación durante las primeras elecciones argentinas en lasque las mujeres pudieron votar, 11 de noviembre de 1951.

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13MUJERES EN AMÉRICA LATINA

mujeres en puestos de dirección, y losrecortes de personal siempre empiezan porellas. Incluso la desocupación es visibilizadaen forma muy diferente entre varones ymujeres. Aunque muchas mujeres son elverdadero sostén económico de las fami-lias, siempre se considera que el varón debeproporcionar el sustento familiar y, en talsentido, la pérdida del trabajo es tomada enforma claramente diferente por uno y otrogénero.

Las mujeres campesinas no han recibidoun tratamiento demasiado exhaustivo por lahistoriografía, aun por aquellas autoras quese ocupan de género. Esto no significa queno tengan particularidades específicas. En launidad de producción campesina, el trabajoes esencialmente familiar con pocas dife-renciaciones sexuales. Las mujeres siembran,ordeñan, alimentan animales, cosechan yacopian desde muy corta edad a la par desus hermanos y maridos, además de tener acargo las tareas domésticas. Han tenido par-ticipación en las luchas por la tierra, enfren-tando la voracidad de los terratenientes, perodentro de estos movimientos no han tenidoreivindicaciones propias. Incluso, en los movi-mientos de lucha han participado activamen-te, pero no en lugares de dirección.

Por último, debemos hacer mención alsurgimiento del movimiento feminista, es-pecialmente el que se reconoce como "la

segunda ola". Es decir, un movimiento quepone en tela de juicio todos los aspectos dela sociedad patriarcal y no sólo reivindica-ciones de igualdad en términos políticos,civiles o sociales.

En la década de 1970 se inició la genera-ción de grupos que, siguiendo y traduciendoel material de otras mujeres de los paísescentrales, teorizaron y configuraron un pro-grama estratégico de emancipación para las

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mujeres, que combinan con acciones porla despenalización del aborto y la lucha porel divorcio vincular, por el reconocimientode los hijos llamados ilegítimos, por la patriapotestad, la denuncia pública de la viola-ción, los golpes y el maltrato tolerado por elmachismo, por el libre uso del cuerpo ycontra la discriminación de la homosexuali-dad, por un mayor reconocimiento de lasexualidad femenina y una relación sin pre-juicios con su cuerpo tendiente a mejorar suautoimagen. Estos grupos no tienen unaproducción teórica propia, pero con susexperiencias prepararon el terreno para lasgeneraciones posteriores.

Esta nueva camada de feministas tam-bién cuestionó el autoritarismo, tanto delEstado como de los partidos políticos y laeducación. Iniciaron un rescate del pasadode las luchas de las mujeres con el fin dereconocerse en su propia historia, de apro-piarse a través de la memoria histórica delas diversas modalidades de la opresión,probando que el feminismo tiene un basa-mento que viene desde los principios de laexperiencia histórica.

En el nivel de organización se formarongrupos autónomos de mujeres que prontochocaron con la estructura partidaria, porderechas y por izquierdas, que de maneraantidemocrática se negaba a aceptar elderecho de "las demás" a la autonomía.

Acto en favor de la despenalización del aborto en Brasil.

Mujeres y hombres, sin distinción de género en las tareas, preparan un terreno para lalabor agrícola en Bolivia.

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14 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

MUJER Y DICTADURA. LAS MADRES DE PLAZA DE MAYO

Las dictaduras de los años setenta en lospaíses de América del Sur presentan cier-tas particularidades con respecto a lasrelaciones genéricas. En primer término,porque la represión política tuvo pocadiferenciación en lo relativo a uno y otrosexo. Hubo gran número de mujeres exi-liadas, presas y detenidas-desaparecidas.

En efecto, bajo el terrorismo de Estado,ni siquiera una de las funciones máspatriarcales que les reserva la sociedad, sermadres, fue respetada. Las mujeres parie-ron en centros clandestinos de detención ysus hijos les fueron arrebatados inmedia-tamente después del parto para ser entre-gados a extraños o apropiados por los mis-mos represores.

Es cierto que numéricamente los varonessufrieron la represión en mayor medidaque las mujeres. En la Argentina, porejemplo, si tomamos las cifras que brindael informe emitido por la ComisiónNacional de Desaparición de Personas, lasmujeres fueron el 30 % de los desapareci-dos, en tanto que representan algo másdel 50% de la población. Pero aun conesta salvedad es llamativa la cantidad demujeres que padecieron bajo el terrorismode Estado.

Una de las razones fue el grado de parti-cipación política y social de las mujeres enel período previo. En efecto, desde fines

de la década de 1950, las mujeres latino-americanas comenzaron a ocupar un espa-cio creciente dentro de las organizacionessociales y políticas en sus más variadasexpresiones, desde organizaciones popu-lares de control del abastecimiento y losprecios de los productos de consumo hastaser cuadros militares en organizacionespolíticas que adoptaban la lucha armada.

Pero para que recibieran un trato tanbrutal tuvo que haber una redefinición delas consideración de las mujeres por partede los represores. A este respecto, hay quetener en cuenta que la familia dejó de serun lugar incontaminado para transformar-se en responsable de las opciones políticasde sus integrantes. De ahí que muchasmadres fueran increpadas "por no habersabido educar a sus hijos".

Como consecuencia, la mayor crueldadde la sociedad moderna descargó, comonunca antes, todo su poder represivosobre el colectivo de las mujeres.

Sin embargo, esta acción represiva reci-biría sus respuestas con el surgimiento deorganismos de derechos humanos en losque las mujeres fueron protagonistas.

Indudablemente, la experiencia más rele-vante fue la de las Madres de Plaza de Mayoen la Argentina, con singularidades que lasdiferencian no sólo de otras experienciaslatinoamericanas sino también mundiales.

Es cierto que en casi todos los países sur-gieron organizaciones de familiares de de-saparecidos −por ejemplo, en Chile, laAsociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos nació en 1974, y en ella lasmujeres ocuparon roles protagonicos; enGuatemala, Rigoberta Menchú, que recibióel premio Nobel de la Paz en 1992, fue figu-ra ejemplar en la lucha por los derechos delos indígenas−, pero sólo en el caso argenti-no las madres se organizaron en formadiferenciada.

En este sentido, las Madres de Plaza deMayo, desde el punto de vista del género,nos presentan una serie de desafíos. Ellasno asumieron una posición feminista,incluso se podría decir que en la lucha rea-

firmaron su papel de "madres" en su sen-tido más tradicional, ya que desde eselugar era más fácil enfrentar la represión.Sin embargo, durante sus años de luchasiempre se reivindicaron como mujeresque luchaban ocupando los lugares públi-cos, espacios hasta entonces entendidoscomo masculinos.

El otro caso singular lo presenta Méxicopor más de una razón. En primer lugar,porque quizá es el único caso enLatinoamérica donde se produjo unarepresión ilegal sin que, en ningúnmomento, se quebrara la continuidad ins-titucional, a la vez que asiló gran cantidadde perseguidos políticos. A pesar de todoello, en México, entre 1968 y 1978 se pro-dujeron más de 500 desapariciones ilega-les. Como respuesta, en abril de 1977,conformaron el Comité "Eureka" losfamiliares de desaparecidos. Si bien eneste caso, no se trataba de una organiza-ción separada, la presencia de las madresfue preponderante, y dio origen a que selas conociera como "las doñas". Más aun,en uno de sus hechos culminantes, comofue la huelga de hambre que tuvo lugaren la catedral de Ciudad de México el 28de agosto de 1977, participaron 84 muje-res y sólo 4 varones.

La trayectoria de ambos movimientosfue diferente, en parte, porque en Méxicoel gobierno fue liberando más de cien de-saparecidos y declaró una amnistía, lo quellevó a que una fracción relevante delmovimiento abandonara la lucha, perotambién porque las madres mexicanasasumieron de inmediato una posiciónpolítica que llevó a que la presidente delmovimiento, Rosario Ibarra, fuera candi-data a presidenta del país por el PartidoRevolucionario de los Trabajadores en1988. Sin embargo, en ambos casos se tra-tó de mujeres que salieron de sus casaspara ocupar espacios públicos y llevaron aque gobiernos que lograron desactivarpoderosas organizaciones políticas y polí-tico-militares se vieran incapaces de articu-lar una respuesta ante ellas.

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15MUJERES EN AMÉRICA LATINA

PERSPECTIVAS

Cuatro cosas tiene el mundoque son las más testarudas:las ovejas y las cabras,las mujeres y las mulas.

Copla popular hispanoamericana.

A partir de los años ochenta, dentro delfeminismo hubo una reorientación de

los estudios de la mujer hacia los sectores demujeres más explotadas y oprimidas: obre-ras, campesinas, pobladoras de barrios. Estoimplicó un cambio de táctica, al entenderque los planteamientos tajantes y excluyen-tes del feminismo chocaban con los prejui-cios sociales y sexuales de muchas mujereslatinoamericanas. Se comenzó a plantear lanecesidad de una propuesta social alternati-va que superara tanto las contradiccionesdel sistema capitalista como las del llamado"socialismo real", en lo que a cuestiones degénero se refiere.

Movilización de mujeres durante el VIII Encuentro Nacional de Mujeres, en Rosario, parodiando la acusación de brujas que se les hacíadurante la Inquisición.

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Las experiencias socialistas latinoamerica-nas tampoco proporcionaron la ansiada equi-dad e igualdad de género prometida con lasuperación de la lucha de clases.

El patriarcado, es decir, el régimen de do-minación ejercido sobre las mujeres, queson discriminadas y marginadas aun siendo

mayoría en el conjunto de la población, co-loca a las feministas en una posición privile-giada, ya que les permite comprender elhondo significado de otros grupos oprimidosy discriminados. Esta conciencia ha llevado alfeminismo latinoamericano a establecer ca-da vez más alianzas con los grupos indige-

Casimira Rodríguez, ministra de Justicia de Bolivia nombrada por Evo Morales.

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16 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

nistas, campesinos, obreros, a condición deque estos también reconozcan como propiaslas reivindicaciones del feminismo. Al mismotiempo, las ha abierto al diálogo con las mili-tantes de partidos políticos, algunas de lascuales también han madurado, integrándo-se a los grupos feministas en una forma dedoble militancia, muchas veces conflictiva,pero también fructífera. Esta puja entre lasmujeres militantes de partidos políticos queintentan manipular a los grupos feministasautónomos es uno de los desafíos a supe-rar. Para ello, las militantes partidarias de-berán comprender que, por encima de sus

partidos, están los intereses históricos de laliberación de las mujeres.

En el marco de la llamada "globalizaciónneoliberal", que, por sus efectos exclu-yentes, vuelve inaplicables buena partede los derechos obtenidos por la lucha delas mujeres en estos últimos decenios,también se impone como indispensableproponer alternativas reales para encararlas nuevas modalidades que adopta la de-sigualdad entre los géneros. Por eso seapunta a construir un relato de historiasocial cuyo protagonismo esté encarnadoen las mujeres anónimas que participaron

en todos y cada uno de los procesos histó-ricos latinoamericanos.

A partir de estas experiencias y de los apor-tes que cada grupo de mujeres pueda reali-zar, teniendo en cuenta que las realidadesde género están estrechamente entrelaza-das con realidades de clase, de pertenencia aetnias y culturas, de opciones individuales yde inserción de cada grupo en los procesossociales, políticos, económicos y culturalesmás amplios, se podrá reconstruir un relatohistórico sin exclusiones, no sólo de género,sino de todos los sectores subalternos, opri-midos y dejados de lado.

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AgradecimientosEl equipo de Publicaciones de la Dirección Nacional de Gestión Curricular yFormación Docente agradece a las siguientes instituciones y personas porpermitirnos reproducir material fotográfico y colaborar en la documenta-ción de imágenes: Ministerio de Educación y Ciencia de España, UNESCOPhotobank; Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos; Agencia Estado(Brasil); Museo Histórico Nacional; Archivo General de la Nación, RenatoLuiz Ferreira, de Agencia Estado (Brasil); Julie Bergadá y Carlos Granatelli,de la Secretaría de Turismo de la Nación, personal y directivos de AgenciaTELAM.

Coordinadora del Área de CienciasSociales, Lic. Raquel GurevichCoordinadora del Área de DesarrolloProfesional, Lic. Silvia StorinoCoordinadora del Programa deCapacitación Explora, Lic. Viviana CelsoCoordinadora de Publicaciones,Lic. Raquel Franco

Coordinación y documentación, Lic. Rafael BlancoEdición, Lic. Gonzalo BlancoDiseño y diagramación, DG María Eugenia MásCorrección, Norma A. Sosa Pereyra

www.me.gov.ar

Ministro de Educación, Ciencia y Tecnología, Lic. Daniel Filmus

Secretario de Educación, Lic. Juan Carlos Tedesco

Subsecretaria de Equidad y Calidad, Lic. Alejandra Birgin

Directora Nacional de Gestión Curricular y Formación Docente,

Lic. Laura Pitman

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