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Artículo original publicado en 1994 en la Revista Aula Abierta, Buenos Aires, Argentina
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¿Qué ves cuando me ves? LA OBSERVACION COMO HERRAMIENTA PARA EL DOCENTE
Por Débora Kozak Artículo original año 1994, publicado en la Revista Aula Abierta Dentro de las principales preocupaciones actuales de los docentes, es necesario reconocer una demanda generalizada: la de encontrar herramientas válidas para desempeñar su trabajo cotidiano -‐evitando que se vuelva rutinario-‐ y posibilitando la experimentación de estrategias que se desprenden de las nuevas concepciones en danza. Sin que esto implique considerar el problema desde una visión instrumentalista, es preciso aceptar que aunque la formación teórica es fundamental para el crecimiento profesional, también lo es la capacidad de implementar nuevas estrategias concretas en el aula. Una visión innovadora implica poder pensar que la actualización1 del docente debe articular sus demandas específicas con los elementos transformadores derivados de las nuevas corrientes teórico-‐conceptuales y los lineamientos político-‐educativos. En la medida en que las ofertas de actualización se separen de lo que piden los docentes o bien se reduzcan meramente a "recetas mágicas", no se podrán producir innovaciones reales en las aulas. Analizando algunos de los aportes valiosos para generar nuevas herramientas en el trabajo cotidiano, nos encontramos con algunas ideas provenientes de la Psicología Social. La teoría de los grupos y su dinámica constituyen una temática reconocida por los docentes y los investigadores de la educación, sobre todo en lo que a grupos de aprendizaje se refiere. Pero quizás aún exista un cierto desconocimiento acerca del gran potencial de un instrumento muy explotado por la Psicología Social: la observación de los grupos. Partamos de una definición de Marta Souto: "Defino la observación de grupos como el proceso sistemático por el cual se perciben, registran, analizan e interpretan las conductas de un conjunto de personas que interactúan en un grupo y se retroalimenta al mismo".2
1 En este caso se utiliza el término "actualización" desechando el de "capacitación" puesto que el primero refiere a la necesaria existencia de saberes previos que se enriquecerán o resignificarán mientras que el segundo alude, a mi criterio, a un supuesto estado inicial de "incapacidad" que debe superarse "capacitándose". 2 Souto de Asch, Marta: "La observación de los grupos de aprendizaje" , en Cuadernos de Ciencias de la Educación 5/22, Buenos Aires.
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Es posible mencionar varios trabajos sobre la importancia de la observación en los grupos: Pichon Riviére, Bleger, Souto, son algunos de los autores que han abordado el tema en profundidad. Sin embargo, aún no se logra ver la observación como un posible instrumento didáctico. En un sentido complementario, el gran temor que existe cuando se escribe y divulga un artículo acerca de las ventajas que ofrece la utilización de una determinada "herramienta didáctica" es que se tome de manera acrítica, aplicándola al aula tal como se aplica un quitamanchas sobre la mancha producida, esperando el mágico efecto que la mute hasta hacerla desaparecer. La observación no solucionará los problemas del aula, pero ayudará al maestro a visualizarlos y planificar estrategias para superarlos. Su potencial reside básicamente en la posibilidad de tender a una permanente auto-‐observación del ejercicio del rol. Algunas de las posibles formas concretas de observación son las siguientes: 1. la observación realizada por un observador externo al grupo, que suele utilizarse como instrumento en las investigaciones y resulta poco frecuente fuera de este marco. Puede ser: 1.1. participante, cuando el observador se integra total o parcialmente a las actividades del grupo que observa. 1.2. no participante, cuando el observador se mantiene absolutamente al margen de la actividad pedagógica que observa. 2. la observación como instrumento didáctico de uso permanente, desarrollado por el docente: 2.1. hacia el grupo de aprendizaje que coordina, aprovechando ciertas instancias en donde le es posible descentrarse absolutamente de la coordinación. 2.2. hacia él mismo, en tanto puede ir registrando acciones propias en el marco del aula, que luego es posible analizar o cotejar con un colega o supervisor de la tarea. Estas formas de observación no son excluyentes entre sí. Es importante destacar que todas ellas pueden desarrollarse en cualquier situación pedagógica, ya que en el caso de la observación externa pude contarse tanto con un colega, con un supervisor de la tarea (directivos, coordinadores pedagógicos, etc) u otra persona que tenga un cierto traning en el desarrollo de esta actividad. En el caso de la
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observación realizada por el propio docente, solo hace falta encontrar el momento propicio para ver el grupo funcionando "solo" y aprender a registrar las propias acciones mientras se está a cargo de la coordinación de un grupo. Este último punto quizás sea el más difícil, ya que implica una cierta capacidad de descentración y autocrítica permanente. También hay que destacar que la observación ofrece múltiples posibilidades que superan la del análisis del propio rol. Mediante ella es posible estudiar las características del grupo de aprendizaje, el rol del alumno, la circulación del conocimiento en el aula, la relación entre saber y poder, y todo aquello que se proponga investigar. La observación se constituye en un instrumento casi siempre irremplazable por la cantidad y calidad de información que aporta. Espejito, espejito... dime... (La observación como espejo) Observar nos permite ir más allá de los datos concretos: nos da pié para descubrir lo "latente", lo no dicho de manera directa pero que tiene tanta importancia como lo dicho abiertamente. Podría suceder entonces que en ocasiones veamos cosas que no nos gustan demasiado de nosotros mismos como docentes. Todos nos decimos democráticos y constructivistas, la suma de cualidades que pareciera debería tener hoy en día cualquier docente actualizado que se precie de tal. En este caso, si nos toca enfrentarnos a mirar muchos de los "tics" que nos quedan de los modelos internalizados que tanto distan de lo democrático y constructivista, la tarea de observarnos no nos resultará tan grata. Sin embargo, en ocasiones es necesario atravesar la experiencia de mirarse a uno mismo ejerciendo el rol para poder producir transformaciones reales en el aula. Operativamente, la observación se traduce en la elaboración de un registro escrito que adquiere las características que cada docente o investigador quiere darle. A continuación se exponen algunas de las formas de uso más corriente: > Registro en columnas: se asigna un mínimo de tres columnas y pueden agregarse otras según la especificidad del registro. En la primer columna se consigna el transcurso del tiempo: hora de comienzo y fin de la actividad observada, duración de cada segmento, etc. En la segunda columna se registran los acontecimientos tal cual suceden: el observador cuenta los hechos objetivamente, sin entremezclar sus opiniones, pensamientos, visiones particulares, interpretaciones, etc.
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La tercer columna sirve entonces para expresar toda la "subjetividad" del observador, que ha sido descartada en la columna anterior. Allí se registran pensamientos y sentimientos del observador. Algunos especialistas sugieren la organización de un registro en cuatro columnas3 en donde la última sirve como espacio para análisis conceptual de lo observado. Se consignan allí categorías de análisis que responden a los referentes empíricos registrados, es decir a aquellos hechos que ponen de manifiesto en la práctica lo que se postula desde la teoría. Por ejemplo, si estamos analizando el estilo de funcionamiento autoritario o democrático en un aula, marcaremos como rasgo autoritario alguna actitud del docente de carácter impositivo y que no muestra ningún tipo de justificación mas que el sólo deseo del docente de imponer su pensamiento. El registro de cuatro columnas es el que suelen utilizar los observadores externos no participantes. Metodológicamente, la cuarta columna se completa en un momento posterior a la realización de la observación, al llegar a una instancia de análisis. Sin embargo, quienes poseen amplia experiencia de observación están en condiciones de producir análisis sobre la marcha. Esta instancia de análisis de la práctica resulta fundamental en todas las observaciones, pero cuando es realizada por un observador externo se traduce en una instancia de devolución al docente observado, que tiene su propio sentido y reglas. La devolución de la observación debe orientar al docente hacia aquellos aspectos de su propio desempeño en donde se pueden producir cambios reales. Funciona como una especie de crítica pedagógica, entendiéndola como una mirada diferente de la propia. La devolución no debe ser una instancia normativa -‐del "deber ser"-‐, sino un momento de reflexión conjunta entre observador y docente observado. La búsqueda de soluciones a los problemas que se observan pueden o no formar parte de esa instancia de devolución, puesto que a veces es necesario tomar una cierta distancia para poder generar determinados cambios. Por otra parte, la devolución de una observación no resalta sólo los aspectos negativos o conflictivos de la tarea docente sino que marca también aquellos aspectos que dan cuenta de un estilo personal de desempeño del rol y que resultan altamente positivos para el desarrollo del trabajo pedagógico cotidiano. Estos aspectos son los que pueden intercambiarse con los colegas a la hora de realizar sugerencias o responder a las consultas que nos hacen. Es necesario destacar que la devolución es más rica cuanto menos implicado está el observador con el docente y grupo que observa, es decir cuando guarda cierta distancia. Esto significa que la observación no debe ser utilizada como instrumento para producir sanciones, como a veces acostumbran usarla los directivos para remarcar el poder sobre
3 Este tipo de registros han sido trabajados y explicados con claridad por la Prof. Marta Souto.
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los docentes, puesto que de esta manera se constituye en un fantasma temido por los docentes. Como alternativa a la forma descripta, también es posible cambiar el sentido que se le asigna a la tercera y cuarta columna, fusionándolas en una sola en donde se registren aquellos datos que guiarán la instancia de devolución. > Registro narrativo: en él se relata lo observado como si se contara un cuento, tal cual le surge hacerlo a quien confecciona el registro. Luego se subrayan o resaltan en él aquellos aspectos llamativos del relato, para realizar un análisis global y/o específico de lo observado. El relato debe incluir a todos los protagonistas (alumnos, docentes, etc.), tanto cuando se trata de una observación externa como cuando se realiza un registro de una actividad propia. El grado de minuciosidad del registro dependerá del estilo de su autor. Es claro que cuantos más datos se registren, más posibilidad de análisis existe. > Registro de palabras clave y/o diálogos significativos: suele suceder que la multiplicidad de actividades que desarrolla el docente le quitan tiempo como para realizar permanentemente estos registros. En este caso es posible anotar algunos hechos relevantes de manera sintética, acompañándolos de la mención de alguna categoría de análisis que recordamos al experimentar la situación. Del mismo modo, muchas veces podemos registrar partes de algún diálogo que luego es posible contextualizar y analizar. Un ejemplo puede ser el de registrar un diálogo nuestro con un alumno, en donde puedo darme cuenta que mi forma de preguntar está prederteminando sus respuestas porque lo obliga a seguir mi lógica y no la propia del alumno cuando construye conocimiento. Es el caso típico de las preguntas cerradas, que admiten una sóla respuesta, que los docentes solemos hacer sin darnos cuenta. Tal como en el caso de los tipos de observación, cabe aclarar que los tipos de registros pueden ser complementarios. Desde lo expuesto, quizás lo más destacable sea que no importa la forma que adquiera la observación, sino el uso que se le dé. Muchos docentes suelen quejarse de que si bien leen, se informan, se capacitan y actualizan, no logran comprender cómo deben "traducir" todos sus nuevos aprendizajes al campo de la práctica cotidiana. Es aquí en donde la observación puede cumplir un papel decisivo, como instancia de acompañamiento en los cambios que el docente
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decide encarar y como posibilidad de experimentar si realmente sus nuevos aprendizajes se plasman en la realidad. Es muy difícil emprender un proceso de transformación si no tenemos alguna forma de registrarlo precisamente como un proceso. La observación no apunta sólo a los resultados, no establece una "radiografía" estática: su uso permanente puede mostrar crecimientos y obstáculos, posibilidades y limitaciones. Si relativizamos el valor de seguir paso a paso los procesos de aprendizaje de los propios docentes, contribuiremos a perpetuar la idea de que el desempeño del docente puede evaluarse por los resultados de sus alumnos. El docente necesita mirarse a sí mismo y cuenta con esta herramienta para poder hacerlo de manera sistemática. Quizás de este modo pueda ser cada vez más realista la idea de que podemos convertirnos en investigadores de nuestra propia práctica. Por algo se empieza...