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Ramos Sucre y la Angustia del Yo

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  1. 1. Yoquisieraestarentrevacastinieblas,p orqueelmundolastimacruelmentemis sentidosylavidameaflige,impertinent eamadaquemecuentaamarguras.Ento ncesmehabrnabandonadolosrecuer dos:ahorahuynyvuelvenconelritmod einfatigablesolasysonlobosaullantese nlanochequecubreeldesiertodenieve. Elmovimiento,signomolestodelareali dad,respetamifantsticoasilo;masyol ohabrescaladodebrazoconlamuerte EllaesunablancaBeatriz,y,depiessobre elcrecientedelaluna,visitarlamarde misdolores.Bajosuhechizoreposaret ernamenteynolamentarmslaofendi dabellezanielimposibleamor.Yoquisie raestarentrevacastinieblasporqueel Ramos Sucre y la Angustia del Yo En la bsqueda del maravilloso y fantstico asilo E. J. Ros
  2. 2. Ramos Sucre y la Angustia del Yo En la Bsqueda del Maravilloso y Fantstico Asilo
  3. 3. E. J. Ros Ramos Sucre y la Angustia del Yo En la Bsqueda del Maravilloso y Fantstico Asilo Annus Domini MMVII
  4. 4. Introduccin La obra de Ramos Sucre se inscribe en un lineamiento del acervo cultural que propici el romanticismo y las diversas ramificaciones que tom el modernismo, adems de esto hay que considerar su concrecin eclctica que gracias a su potentado intelectual y vasta erudicin le imprimi un sello personalsimo a su potica. Sin embargo, rastreando las prescripciones y preceptos de los movimientos e ideologas que marcaron pauta en su desarrollo potico, podemos observar los rasgos ms estentreos de stos en la dinmica de la prosa potica de Ramos Sucre. Por tanto, en el presente trabajo nos damos la incauta tarea de perseguir cuales son dichos lineamientos en los que se encausa su trabajo, y en la manera de lo posible, ver el correlato existente entre ambos. As pues, ya que se hace un anlisis de las filosofas e ideologas que sustentan el trabajo de nuestro autor, consecuentemente nos hemos detenido en el aspecto de su contenido al cual le hemos dado mayor relevancia. No obstante, comprendiendo que dicho contenido se encuentra enmarcado, por as decirlo, dentro de la forma, o sea, viendo que los recursos literarios y poticos utilizados por Ramos Sucre sirven de estratagema o incluso de base para su creacin, hemos convenido en analizar la forma, siempre persiguiendo ese sentido, para desentraar en qu medida estos recursos ayudaban a la tensin y psicologa subyacente en los escritos de nuestro autor. Uno de los preceptos, a nuestro modo de ver, que sustentan el trabajo de Ramos Sucre es el carcter idealista y existencialista de su obra, pues, ambas doctrinas subrayan, aunque de un modo distinto, la reflexin en el Ser, y es precisamente al Ser que va dirigida la obra de este hombre que busca inagotablemente su trascendencia, y es por ello que se vincula a estas ideologas, pues, en un caso porque su anhelo de superacin espiritual le lleva, inexorablemente, a la bsqueda de la esencia de su Ser (premisa del existencialismo) que en su creacin potica se prefigura como un Yo que asume identidades diversas que se manifiestan en un mundo totalmente propio, un mundo ideal codificado por los smbolos de los arraigos ms profundos de su Yo que a su vez se manifiesta como una idea acercndolo 2
  5. 5. as al Idealismo; estos preceptos y fundamentos, Ramos Sucre los abriga con el manto de su magia literaria, de su quehacer potico; siempre con la mirada puesta en aras a la superacin de la conciencia, de la evolucin espiritual, de la trascendencia donde la poesa es ese bastin que lo ampara y donde puede expresar su anhelo y frustracin que implica su condicin humana. Siendo de este modo, hemos partido desde una sentencia de Sren Kierkergaard a la interpretacin de dos poemas ubicando los elementos transcendentales que en ellos subyacen, determinando luego o dando respuesta a la propuesta planteada, colocando como en una balanza la actitud de ese Yo lrico ante el objetivo que persigue y que nos deslumbra o entenebrece entretejido con ese halo misterioso, donde el dolor y el padecimiento existencial son el medio catrtico para arribar a la luz ansiada por el espritu en una reminiscencia intuitiva. As pues, se nos devela el Yo en su agona, en su angustia y desesperacin por la liberacin del Ser de este atribulado poeta. 3
  6. 6. Apuntes Biogrficos Considerado como uno de los ms excelsos poetas venezolanos, nace en Cuman el 9 de junio de 1890 y muere en Ginebra el 13 de junio de 1930. Hijo de Don Jernimo Ramos Martnez y Doa Rita Sucre Mora, sobrina nieta del Gran Mariscal de Ayacucho, aprende sus primeras letras en Cuman. Ms tarde en Carpano, bajo la tutela del to, Presbtero Dr. Jos Antonio Ramos Martnez, culto y polglota, se inicia en los estudios del latn. De regreso en Cuman estudia en el Colegio Nacional de Don Jos Silverio Gonzlez Varela donde se grada de bachiller, trasladndose luego a Caracas para iniciar en la Universidad Central sus estudios de Derecho y Literatura y continuar aprendiendo idiomas (griego antiguo y moderno, snscrito). En el segundo ao de su carrera de leyes, clausurada la Universidad, comienza Ramos Sucre a estudiar dans, idioma que domina en slo cuatro meses; estudia tambin ingls, francs, alemn e italiano y las asignaturas correspondientes a los diversos aos de la carrera, y es as como, en 1916, al establecerse los estudios libres, rinde en slo tres meses los exmenes correspondientes a los cuatro aos de derecho, alcanzando en 1917 el ttulo de Doctor de Ciencias Polticas. Ya graduado, contina con el estudio del sueco y del holands (estudiar para mi es un morbo, dira en una ocasin a la madre) y trabaja como traductor e intrprete en la Cancillera, en la cual permanece hasta finales de 1929 cuando viaja a Europa, como Cnsul en Ginebra, donde muere en 1930. Simultneamente Ramos Sucre desempea las ctedras de Historia y Geografa Universales, Historia y Geografa de Venezuela y de latn y de griego, ctedras que gana brillantemente por concurso no hay jurado para l, comentan los opositores, muchos de los cuales se retiran al saberlo concursante). Slo temporalmente ejerce la carrera de abogado cuando es nombrado juez accidental de primera instancia en lo civil. Jurisconsulto preclaro y literato de eximia erudicin, ms partidario de las normas morales que del concepto rgido del derecho, produce una sentencia memorable en el campo del Derecho Internacional Privado, al disolver el vnculo matrimonial de cnyuges extranjeros, apartndose de la clsica obediencia al estatuto personal. El juez suscrito, sentenciar, no puede acatar el estatuto 4
  7. 7. personal extranjero cuando impone sobre la persona humana el yugo de una situacin insostenible... La obra literaria de Jos Antonio Ramos Sucre est condensada en las siguientes publicaciones: Trizas de papel en 1921; Sobre las huellas de Humboldt, en 1923; La torre de Timn, en 1925; Las formas del fuego y El cielo de esmalte, en 1929. En 1956 el Ministerio de Educacin edita sus obras en la coleccin Biblioteca Popular Venezolana, pero ser hacia los aos sesenta cuando llegue el reconocimiento y las nuevas generaciones lo convirtieran en una de sus referencias ms vlidas. Para Juan Liscano, Ramos Sucre es un refinado, un aristcrata del lenguaje, un hombre nutrido de una cultura clsica y romntica cuya escritura asume en tono trascendente y suscita sentimientos nobles de desespero, soledad y elevacin. Para Francisco Prez Perdomo es el ms admirado por las ltimas promociones poticas del pas, es el poeta del dolor, un poeta que siente una hipntica fascinacin por lo oscuro y los abismos, un poeta alucinado que sufre en su soledad. ngel Rama considera que en el proceso fabulador de Ramos Sucre, el hijo dilecto de los equvocos, se establece una suerte de extraa corriente y reciprocidad entre lo real y lo imaginario... y su adjetivacin es suntuosa, solemne y muy precisa dentro de la intemporalidad e impersonalidad buscadas en sus textos. La obra de Ramos Sucre ha sido publicada por Monte vila Editores en 1969 y 1985; por la Direccin de Cultura de la Universidad Central de Venezuela en 1979; por la Biblioteca Ayacucho en 1980. Pero ser en 1988 cuando Ramos Sucre llegue finalmente a Madrid. En una edicin a cargo de Katyna Henrquez Consalvi, con prlogo de Salvador Garmendia, la prestigiosa Editorial Siruela publica su obra bajo el ttulo de Las formas del fuego, una de las obras ms interesantes que se pueden encontrar en las letras hispanoamericanas del siglo, segn comentario de Jos Garca Nieto de la Real Academia Espaola; en el suplemento de libros de El Pas, de Madrid, Almudena Guzmn crtica espaola, considera que Ramos Sucre es poseedor de una prosa potica impecable, ejemplo de musicalidad y elegancia, llena de construcciones tan inslitamente bellas... Despus de la edicin en Espaa, donde impact ese perfecto dominio del lenguaje y su mundo melanclico y desolado, su obra es traducida al portugus por el reconocido hispanista Jos Bento, y publicada en 1992 bajo el ttulo As formas do fogo, con prlogo de Eugenio Montejo. 5
  8. 8. En 1999, el Fondo de Cultura Econmica de Mxico publica el libro Obra Potica con prlogo de Guillermo Sucre y compilacin de Katyna Henrquez Consalvi. La Coleccin Archivo de la UNESCO prepara actualmente la edicin de su obra completa. En homenaje a su memoria la Universidad de Salamanca cre la ctedra de literatura venezolana Jos Antonio Ramos Sucre. Ramos Sucre, superficialmente juzgado por los crticos de su poca, estaba consciente de la trascendencia de su obra potica, y el reconocimiento actual viene a confirmar la certeza de su pensamiento, cuando en carta a su hermano Lorenzo el 25 de octubre de 1929, afirma: Creo en la potencia de mi facultad lrica. S muy bien que he creado una obra inmortal y que siquiera el triste consuelo de la gloria me recompensar de tantos dolores. Y as, Ramos Sucre ya no podr, como escribiera en su poema El maldito, escapar de los hombres hasta despus de muerto. Isabel Cecilia Ramos Gonzlez1 1 Estos datos biogrficos y sus diferentes ediciones fueron tomados a modo de suplemento informativo de La Fundacin Jos Antonio Ramos Sucre http://www.fundacionramossucre.org/ 6
  9. 9. Fuentes y Antecedentes Literarios Merced a este propsito se debe tomar en cuenta primero el vasto caudal de conocimientos que adquiri Ramos Sucre casi durante toda su vida, pues fue un investigador inagotable, y los comienzos de ese espritu de investigacin lo hered, a muy temprana edad, de su to: un clrigo que investa un puesto de vicario en Cuman y quien le imparti al joven Jos Antonio clases de latn y lo adentr en todo el mundo de la tradicin clsica, elementos que luego seran una constante en su obra, adems el joven continu por su propia cuenta el curso de una larga peregrinacin por el mundo del saber, llegando a acumular una sabidura extraordinaria. As pues toda esa sabidura que, llegaba incluso a ser abrumadora, se ve reflejada en sus escritos, los cuales eran cincelados y pulidos como por el ms riguroso de los orfebres, de modo que se hallan referencias a todas las culturas humanas, cuestin que lo distingue como ese ciudadano del mundo tan en boga por sus contemporneos y que sustentaba, de algn modo, el verdadero espritu de pluralidad que se desarrolla en la persona de Ramos Sucre; hacemos nfasis en esto ya que algunos de sus crticos lo han sealado como un poeta aislado e indiferente al nacionalismo en cuanto a lo literario se refiere. Sin embargo, ambos sealamientos no son del todo ciertos, pues quiz pueda decirse que lo que diferenciaba a nuestro poeta con el resto de su generacin, es decir, aquella caterva de poetas que nacieron a principio del siglo XX, es aquella manifiesta incompatibilidad entre su mundo y aquel que le toc vivir. Pero de ninguna manera, puede considerrsele un caso aislado y hasta inslito dentro de la produccin potica nacional, puesto que las races poticas de Ramos Sucre ciertamente provenan de un arraigo de nuestra poesa, y las secuelas expresivas de sta, se puede incluso rastrear en su obra. Precisamente de esa incompatibilidad entre su realidad es de donde provienen las diferencias que puedan marcarse; as pues podramos sealar o dividir a aquellos poetas de su grupo generacional de los cuales Ramos Sucre difiere y aquellos en que converge. Entre los primeros, slo por nombrar algunos, encontramos a Andrs Eloy Blanco, Fernando Paz Castillo, Enrique Planchart, Enrique Soublette, Sergio Medina, Jos Tadeo Arreaza Calatrava y algunos otros que representan la palestra principal de aquella generacin; y entre los segundos, Jacinto Gutirrez Coll, Juan Miguel Alarcn, Luis 7
  10. 10. Enrique Mrmol y Cruz Mara Salmern Acosta quienes asumen una voz potica que se acerca, por su contenido, a la de nuestro poeta. Adems los poetas parnasianos inscritos en esa generacin, fuera del sentido que adquirieron posteriormente stos donde se les acusa de prestar ms atencin a la forma que al contenido, se asimilan mucho, precisamente en cuanto a contenido, a Ramos Sucre. Aunque bien es cierto que el estigma ms marcado y de mayor protuberancia en su obra es todo lo adjunto al romanticismo y modernismo, hay que hacer la acotacin que toma su asidero desde cualquier identidad que estas corrientes adquirieran, y no solamente de aquel talante europeo que se le adjudica, recurdese que uno de los mximos exponentes del modernismo se dio en esta parte del mundo: Rubn Daro y aunado a l tantos cientos de poetas que siguieron estos mismos adoctrinamientos y escuelas generadas de aquellos movimientos, que incluso hoy en da, no pueden considerarse extintos ya que muchas voces poticas actuales le deben muchsimo a estos propulsores de una nueva visin y lucha en los valores humanos que han tenido voz a travs de la elevada sublimidad de las Musas inmortales. Por otro lado, en cuanto al otro sealamiento que se le hace a Ramos Sucre de ser indiferente al nacionalismo, adems de estar muy alejado de la verdad, ciertamente no se le puede calificar menos que infundamentado, puesto que en toda su obra, aparte de lo que ya mencionamos acerca de la voz potica, siempre hay referentes inmediatos a su identidad nacionalista, slo basta mencionar escritos tales como: Tiempos Heroicos, A Propsito de Boyac, Alabanza a Bermdez, Sobre las Huellas de Humboldt, Laude, Epicedio, etc. Para refutar tales acusaciones que no podran imputarse a tan insigne venezolano como lo fue Ramos Sucre, quien en su adolorida correspondencia, aquejada por la inestabilidad de su salud, desde aquella vieja y culta Europa no dejaba de imprimir ese tilde nostlgico por su pas. Una vez hecha esta oportuna enmienda, prosigamos ubicando los contactos que la escritura de Ramos Sucre mantiene con las diferentes ideologas y movimientos literarios que de una manera u otra subyacen en su potica. Como ya habamos comentado una de las corrientes ms acuciantes en la obra de nuestro autor resulta ser el Romanticismo alemn y francs, adems el precedente inmediato de ste el Sturm und Drang, movimiento al que Ramos Sucre dedic una apologa, los cuales se 8
  11. 11. fundamentaban, en lo demandante, ante los criterios estticos del clasicismo, as como las ideologas del racionalismo y la ilustracin, pues los principales expositores del movimiento: August Wilhelm y Friedrich Schlegel, Novalis, A. Mller, Wilhelm Grimm, etc. Valoran menos la razn que el sentimiento, ponen nfasis en lo irracional, lo vital, lo particular e individual, por encima de lo abstracto y general, en el arte, la literatura, la historia y la filosofa, y buscan sus modelos de vida y pensamiento en la Edad Media y la cultura popular. Por otro lado, del romanticismo surge una nueva concepcin de la naturaleza, concebida como un organismo en devenir, y un renovado inters por la religin y por formas de misticismo naturalista, donde se mezcla Dios y naturaleza, muy en consonancia con una de las caractersticas romnticas ms propias, el Sehnsucht, o anhelo de lo indefinido, lo infinito, o lo absoluto lo que supone un acercamiento o vuelta hacia la religin en todas sus manifestaciones. En Ramos Sucre vemos todos estos elementos cuando analizamos el contenido esencial de su obra, as observamos aquellos mundos de ensueo, inconexos de una realidad tangible donde la irracionalidad se halla subrepticiamente anclada al mundo onrico y es que precisamente la concepcin de Novalis en cuanto al relato potico, o como ltimamente se le ha denominado prosa potica, est caracterizada por ese mundo de los sueos, es decir, el relato se lleva sin una coherencia aparente, el encadenamiento de las acciones sucede ms bien por asociaciones que por la relacin causa-consecuencia donde prevalece los hechos maravillosos pero sin significaciones precisas, el hilo del tiempo es inexistente y fragmentario adems ha de estar impregnado de un aire proftico, as pues se prefigura el estado en que, algn da, se hallar nuestra conciencia profunda y el mundo revele su misterio, asimismo, debe tener la facultad de liberar al hombre de la presencia y existencia de un mundo alienante y lo retorne a la prstina naturaleza, es decir, evocando aquella edad de la inocencia de los tiempos inmemorables y difuminados en nuestro subconsciente, herencia ancestral de nuestra humanidad de un otrora que estrechaba las manos con la divinidad. Esta concepcin novaliana del relato se adapta completamente a la poesa de Ramos Sucre el cual entreteje en su prosa elementos mticos y mgico-religiosos, donde los tiempos 9
  12. 12. histricos se entremezclan, pues van de un pasado arcaico a las luchas y fragores del medioevo hasta la edad del progreso cuyo horror aumenta la industria con el negro aliento de sus fauces Hace pues un calidoscopio de imgenes latentes en un tiempo indefinido y este es precisamente la forma en que se presenta el tiempo en los sueos. Aunque hay que sealar que no solamente los relatos se desarrollan dentro de ese margen onrico, sino que tienen la capacidad de vacilar alternativamente entre el mito y la realidad, es pues como seala Ilis M. Alfonzo en La Bsqueda Secreta de Jos A. Ramos Sucre El estudio atento de la poesa de Ramos Sucre ratifica que historia y mito no son realidades separadas de un modo tajante sino que las mismas estn hondamente entrelazadas en la mente2 Por citar otro ejemplo, vemos en Grard de Nerval, poeta preferido por Ramos Sucre, estas mismas codificaciones entre sueo y realidad. As comienza Nerval su obra ms representativa Aurelia. El sueo es otra forma de vida. No podra traspasar, sin estremecerme, esas puertas de ncar o marfil que nos separan de ese mundo invisible. Desde los primeros instantes en que el sueo nos domina, realmente es la sombra de la muerte quien se apodera de nosotros, un velado ensueo arrebata nuestro pensamiento y ya no podemos determinar el instante preciso donde el yo, bajo otra forma, contina la obra de la existencia3 Claro est en el caso de Ramos Sucre no se trata de narraciones onricas en s , sino que sus narraciones se comprometen con el mundo onrico, es decir, estructura el relato de forma tal que toman las caractersticas del sueo y esto lo logra a travs de diversos recursos sintcticos y retricos, los cuales analizaremos ms adelante; pero por ahora enfoqumonos en este rasgo caracterstico que encontraremos frecuentemente en todos aquellos movimientos antagnicos, entre los cuales el romanticismo y las diversas formas de modernismo tienen el abanderado, que marcaron la pauta entre los siglos XIX y XX. 2 I. M., ALFONZO en La Bsqueda Secreta de Jos A. Ramos Sucre, Venezuela 1988, p. 17 3 Le Rve est une seconde vie. Je nai pu percer sans frmir ces portes divoire ou de corne qui nous sparent du monde invisible. Les premiers instants du sommeil sont limage de la mort;un engourdissement nbuleux saisit notre pens, et nous ne pouvons dterminer linstant prcis o le moi, sous une autre forme, continue luvre de lexistence. G., NERVAL. Aurlia, Pars 1963, Cap. I. p.3 (traduccin propia) 10
  13. 13. As pues si observamos el poema titulado precisamente Sueo nos daremos cuenta la afinidad que tiene con el principio de la narracin de Nerval donde el sueo es el principal protagonista: Mi vida haba cesado en la morada sin luz, un retiro desierto, al cabo de los suburbios. El esplendor dbil, polvoso, de las estrellas, ms subidas que antes, abocetaba apenas el contorno de la ciudad, sumida en una sombra de tinte horrendo. Yo haba muerto al mediar la noche, en trance repentino, a la hora misma designada en el presagio. Viajaba despus en direccin ineluctable, entre figuras tenues, abandonado a las ondulaciones de un aire gozoso, indiferente a los rumores lejanos de la tierra. Llegaba a una costa silenciosa, bruscamente, sin darme cuenta del tiempo veloz. (...) Como se ve est presente en ambos poetas el rasgo predominante de la muerte y consecuentemente la idea ancestral de la continuacin de otra existencia despus de sta; idea que retomaron los romnticos siguiendo el caudal mstico de antiguas culturas como la egipcia y por supuesto la griega sobre todo con Platn quin la determina en su teora de la metempsicosis o trasmigracin de las almas y que se ve estrechamente relacionada con la palingenesia , y en cuanto a la relacin existente entre sueo y muerte que en ambos se refleja, aunque de forma distinta, pues mientras que Nerval parte del sueo Ramos Sucre parte de la muerte4 , sin embargo, lo que los unifica es el sentido del trance el arrebato de nuestro pensamiento que es el estado que ciertamente acerca el sueo a la muerte, sintagma ya cristalizado en la antigedad con el apotegma que hermana el uno a la otra 5 , es pues la discontinuidad de la existencia real y emprica para dar paso a una realidad otra que ineludiblemente reposa sobre un velo de misticismo y encanto que slo a travs del arte y la poesa pueden traspasarse esas puertas de ncar o marfil que nos separan de ese mundo invisible y quedar abandonado a las ondulaciones de un aire gozoso, indiferente a los rumores de la tierra lo que ratifica el trnsito hacia un mundo desconocido y por ende misterioso y fascinante que permite el escape de una realidad opresora y desconcertante hacia otra quizs prometedora y donde se resguardan todas las esperanzas de los atribulados. 4 Pero no hay que dejar de tomar en consideracin el ttulo que R.S. le coloca al citado poema. 5 El sueo es hermano de la muerte 11
  14. 14. As pues, se desprende de todo esto el hecho de que el lenguaje potico es por excelencia el lenguaje que es capaz de acercarnos a ese mundo mstico y maravilloso de los sueos, en este respecto hay opiniones que centran la creacin potica en una aptitud del poeta para la meditacin autoinducida que le permite entrar en un estado de trance sensorial de caractersticas casi mediumnicas, ciertamente fundamentadas tambin en las teoras de las Ideas de Platn, y que lo asimilan a esa idea de la muerte y el sueo. Pero sea como sea que se lleve a cabo el trabajo potico, este siempre comprender el lenguaje simblico, es decir, debe valerse de smbolos para expresarse. As tenemos que el smbolo representa para algunos un intento de definicin de toda la realidad abstracta, sentimiento o idea, invisible a los sentidos, bajo la forma de imgenes y objetos6 otros lo ven como un agente de comunicacin con el misterio 7 una representacin que hace aparecer un sentido secreto; es la epifana de un misterio8 y es que si nos atenemos a las diversas concepciones del smbolo, en todas ellas vemos que su rasgo preeminente es la facultad de sntesis que aportan al mundo del subconsciente y en consiguiente a los arcanos del alma humana. Sin embargo hay opiniones ms complejas como las del investigador de mitos y religiones Mircea Eliade, el cual considera que el fundamental es el smbolo del centro del mundo; smbolos que permiten distinguir el tiempo sagrado del profano; smbolos de la naturaleza y su relacin con el ser humano que establecen una relacin entre el macrocosmos y el microcosmos. De esta manera, concibe el smbolo como un instrumento de conocimiento que forma parte de una esfera pre-lingstica: precede al lenguaje y a la razn discursiva. Los smbolos, segn Eliade, constituyen aperturas hacia un mundo transhistrico: imgenes, smbolos y mitos no son creaciones irresponsables de la psique, sino que responden a una necesidad: dejar al desnudo las modalidades ms secretas del ser. (...) Si el espritu se vale de las imgenes para aprehender la realidad ltima de las cosas es, precisamente, porque esta realidad se manifiesta de un modo contradictorio y, por consiguiente, no puede expresarse en conceptos.9 6 O. BEIGDEBER. La Simbologa. Barcelona 1971, p. 5 7 R. GUILLN. Simbolismo y Modernismo en I. M. ALFONZO, 1988. p. 56 8 dem 9 M. ELIADE. Imgenes y Smbolos, Madrid 1979, p.12 12
  15. 15. As se reafirma lo que ya habamos mencionado acerca de la ruptura del tiempo-espacio a travs de los escritos de Ramos Sucre, caracterstica que adquiere, desde las propuestas de los Simbolistas, quienes en su esttica ofrecen una curiosa asociacin de lo antiguo y lo moderno, as como tambin la relacin entre elementos opuestos como son la concepciones de lo sagrado y lo profano, de la belleza y la bondad con su contrario y el mal. Y es que ciertamente el movimiento simbolista francs, y en mayor grado los movimientos contiguos a ste, como el pre-rafaelismo y los pintores nazarenos ingleses tienen como premisa rescatar los valores del Medio Evo, aunque como lo expresa Rama subrayando solamente los valores arquetpicos de medievalismo con mayor sagacidad, desvindose del mero color local10 fueron ellos quienes resucitaron la alegora la cual est sustentada sobre una base intelectual-sensorial que coloca al hombre ante sus dos naturalezas o, dicho con otras palabras, el pensamiento racional y la sensibilidad e intuicin. Y en el caso de Ramos Sucre ambas facetas se hallan presente, a este respecto ngel Rama escribe: El componente intelectual de su personalidad se registrar de modo notorio en su creacin artstica: sta no quedar situada exclusivamente en el plano sensorial, o en el registro de ritmos y msicas o en la connotacin de las vivencias individuales, sino que imbricar tambin significados generales y procurar traducir un complejo intelectual de validez universal. Ms an: la percepcin de que el comportamiento artstico es dual, tanto sensorial como intelectual, ser una de las claves de su meditacin sobre el arte y un sostn de su potica11 En cuanto a la relacin que coloca Mircea Eliade entre el Ser humano visto como microcosmo y su correspondencia con el macrocosmo, se halla en abundantes textos de todas las pocas y de culturas diversas. As, aparece en los albores de la filosofa presocrtica, pero tambin en textos de la filosofa hind, de la filosofa china, en el Avesta y en los Upanishads. Por otro lado, durante el Renacimiento, y en el contexto de un resurgir de las concepciones organicistas y mgicas, fue defendida, entre otros, por Nicols de Cusa, Toms Campanella, Pico della Mirandola, Giordano Bruno, y Paracelso. Dichos autores, como, por otra parte, los gnsticos, los seguidores de la cbala y todos los astrlogos, supusieron la existencia de complejas relaciones de correspondencia entre los astros y 10 A. Rama. El Universo Simblico de Jos Antonio Ramos Sucre, Cumana 1967, p. 35 11 Op. cit p.8 13
  16. 16. determinadas partes del cuerpo humano. Estas tesis estuvieron tambin presentes entre muchos artistas renacentistas que vean en el nmero ureo una manifestacin de esta relacin. No obstante, el triunfo de la revolucin cientfica y la nueva mecnica, afianzaron el paradigma mecanicista que sustituy el anterior modelo organicista, que estaba en las bases de las creencias en la correspondencia entre el macrocosmos y el microcosmos. Pero a su vez, la crisis del mecanicismo y su crtica por parte del romanticismo, reavivaron aquella antigua creencia que de nuevo encontramos en autores como Novalis y Schelling, asimismo, se aviva y se abre camino hacia una nueva espiritualidad basada en estas ideas; las cuales conformndolas todas, se podra sintetizar como pensamiento analgico, tenindose como tal el carcter distintivo de una edad dorada de la humanidad en la que el hombre an no distingua entre el mundo exterior y el mundo interior y el cual es sustento indudable del sistema potico de Ramos Sucre, que como hombre culto que era, acumul todos aquellos focos de pensamientos y los ferment (as como lo hiciera el romanticismo y las corrientes del mismo lineamiento) en su vasta erudicin, dando lugar a todo un sistema de convicciones que constituiran su espritu potico. Para Ricoeur, los smbolos son el indicio de la situacin humana en el corazn del ser, por ello tienen valor ontolgico12 , y manifiestan una doble dependencia: dependen del inconsciente y, a la vez, de lo sagrado. Pero, cada smbolo sagrado es un smbolo pueril o arcaico que est en la base de una estructura profunda que nos relaciona con lo real y, de este orden simblico, surge el lenguaje. Por ello, no todo el lenguaje es de tipo conceptual sino que a su lado se encuentra el lenguaje simblico que es requisito innegable del lenguaje potico y del arte en general. Asimismo, para Ernst Cassirer, que concibe al hombre como animal simblico,13 el mundo no es sustancia, sino forma simblica, y el smbolo permite abarcar la totalidad de los fenmenos en los que algo sensible se presenta como manifestacin de sentido, es decir, es capaz de traducir todos los paradigmas de nuestro mundo interior al mundo exterior, lo que equivale decir el smbolo al servicio del mundo real, del mundo tangible; esto lo reafirma Michael Gibson cuando se pregunta: 12 P. RICOEUR. Le Conflit des interprtations. Essais d'hermneutique. Pars 1969, pp.283-284. 13 E. CASSIRER. Antropologa filosfica, Mxico D.F., pp. 47-49. 14
  17. 17. Uno puede preguntarse a qu se opone el smbolo, que es el ncleo mismo del Simbolismo. Para eso tenemos una respuesta: a lo real, determinado y delimitado por la poca, a lo dado, a lo profano. En efecto, todo smbolo se refiere a una mera realidad. Si designa en las matemticas una cantidad desconocida, podra decirse que en religin, en poesa o en arte aporta una cualidad desconocida susceptible de volverse tangible un valor codiciado.14 Aprender y escribir en un idioma es meter el universo en ese idioma ha escrito Ramos Sucre en Los Aires del Presagio , as pues la esttica ramosucreana necesariamente comprende la naturaleza hermtica y sincrtica del smbolo, siendo pues el exponente principal del contenido de su potica se puede decir que el smbolo en Ramos Sucre, se da como la expresin del universo de su vida de atribulado por la verdad, transformada en ensueo potico signado por la agona de existir en un mundo lacerante, pero a su vez, por la esperanza de la superacin espiritual. Otra de las ideologas influyentes, o por lo menos, en consonancia con la potica de nuestro autor es el idealismo alemn que fue concebido y desarrollado de un modo progresivo por Fichte, Schelling y Hegel; que ciertamente vienen a ser el trmino final a donde van a parar aquellas identidades y mezclas entre naturaleza, divinidad y absoluto, que promulga el romanticismo, y donde la naturaleza es creadora y el absoluto se halla en devenir. Por otro lado, siguiendo este mismo discurso de la ideas del romanticismo, el manifiesto expresa el deseo de hallar un sistema de pensar que elimine la distincin entre sujeto y objeto, y entre yo y mundo, distincin que se vive como una contradiccin. Esto ltimo viene estrechamente vinculado con la concepcin macrocosmo-microcosmo donde dislocar la contradiccin significa la homologacin entre los sujetos, as pues, el hombre se asimila a Dios. Los poemas de Ramos Sucre al tener como norte, aunque de forma emblemtica y dentro de un hermetismo velado por la sagacidad literaria, la superacin de la conciencia y nutrir las fuentes de la espiritualidad, claro est siempre por la va del sufrimiento y la abnegacin de la voluntad, busca precisamente la sincronizacin y correspondencias entre las oposiciones: objeto-sujeto, yo-mundo, microcosmo-macrocosmo y es de all que parte 14 M. GIBSON. El Simbolismo. Alemania 1997, p.19 15
  18. 18. su creatividad potica hacia esos mundos indefinidos e independientes, fabulosos y maravillosos, mticos y religiosos enmarcados en los ms variados espacios y tiempos, como tambin la apertura al dilogo entre los opuestos o matrimonium opositorum que se halla en su decadentismo y su iluminacin; as vemos a diversos personajes envestidos en los diferentes smbolos que conforman el elenco que coprotagonizar la narracin con el protagonista principal que no es otro que el Yo en dilogo con sus diferentes aspectos o con los elementos que lo afectan, comprendiendo de este modo un mundo aparte, rayano en el solipsismo, donde no existe nada ms que el yo, o uno mismo y sus ideas. As pues, en este orden de ideas, se llega al postulado del existencialismo el cual entiende por existencia, no la mera actualidad de unas cosas o el simple hecho de existir, sino aquello que constituye la esencia misma del hombre. Su principal exponente fue Sren Kierkegaard quien seala el momento de la rebelin contra el idealismo de Hegel y su espritu de sistema, frente al cual esgrime el valor del pensamiento subjetivo y del singular. Adems no son puntos de referencia existencialista menores su sentido de la angustia y de la soledad humanas, pues para el existencialismo el hombre Dasein, ser ah, Existenz, ser para s, es el nico que propiamente existe, o el nico cuya esencia consiste en preguntarse por su existencia y sta no es algo dado y acabado, sino slo proyecto, o posibilidad que se cumple a lo largo del tiempo, no sin la angustia que proviene del desamparo en el que se siente el hombre para lograr hacerlo y donde la temporalidad y la historicidad son esa misma existencia. A travs de la obra de Ramos Sucre no encontramos otro anhelo que ese: el de encontrar el diapasn de su propio existir simbolizndolo, sincretizando sus vivencias en su potica, tratando as de alcanzar el objetivo de la superacin , tomando sta el carcter de una verdadera gua del subconsciente para la liberacin, como libro de la vida donde se escribe con la tinta amarga del propio existir el desencanto de un mundo que lastima cruelmente los sentidos y del cual es necesario abrigarse y determinar siempre la bsqueda de un maravilloso asilo. 16
  19. 19. Ramos Sucre y la Angustia del Yo El mundo es Voluntad y Representacin segn Shopenhauer15 , y la voluntad vista desde una perspectiva filosfica, nos lleva por un hilo conductor hacia el tutano del Ser, es decir, va vinculada intrnsicamente a el Yo; puesto que el Yo viene dado en todos los actos intelectuales del hombre como punto unitario de referencia; o como sustentador y fuente activa de los mismos. Ciertamente, se revela primeramente en la implcita conciencia de s mismo, o lo que comnmente llamamos autoconciencia la cual acompaa a todos los actos dirigidos a otros objetos, o sea, es inherente a la mirada de nuestro espritu proyectada hacia lo exterior a nosotros; para decirlo con otras palabras, el espritu nunca se pierde enteramente en los objetos del mundo externo, sino que, por decirlo de algn modo, se funde con ellos, los interioriza al recogerlo hacia las profundidades del propio Yo. As pues, el acto volitivo depender siempre del estado del Yo, esto concibindolo como estado anmico, y este estado anmico estar circunscrito al mundo externo y a las circunstancias que ataen a nuestra vida. Ahora bien, la capacidad humana de aprehensin de los fenmenos, y con esto queremos abarcar al universo fenomenolgico que circunda la humanidad tanto fsicos, que son los ms comunes y aceptados, como a los fenmenos tcitos que subyacen en la psiquis colectiva o individual, no slo se suscitan en lo que podramos llamar naturaleza fsica de lo emprico , de lo sustancial, de lo material, en fin de lo tangible sino que stos tambin se suscitan en nuestra interioridad, o mejor ser preferible decir que surgen, brotan emergen o aparecen en nuestra interioridad, pues etimolgicamente corresponde a estos mismos trminos. Sin embargo, para que tal proceso se produzca debe haber siempre un detonante que lo suscite, y de modo irremisible el Yo se encontrar condicionado en su actuacin segn sean stos, as pues, la escala valorativa del hombre se ve afectada por una 15 No hay otra verdad ms cierta, ms independiente ni que necesite menos pruebas que la de que todo lo que puede ser conocido, es decir, el universo entero, no es objeto ms que para un sujeto, percepcin del que percibe; en una palabra: representacin A. SHOPENHAUER: El Mundo Como Voluntad y Representacin, Mxico D.F. 1998 p.19 17
  20. 20. rfaga de configuraciones externas e internas que acusan a su voluntad y que sta profiere como un eco en la conciencia y sta a su vez en la conducta. Cuando tales configuraciones son externas, los fenmenos se suscitan en nuestra conciencia trastocando nuestra voluntad hacia la remodelacin de rasgos externos, o por lo menos es lo que cabra esperarse, no obstante todo depende de la perceptibilidad y capacidad de aprehensin por parte del individuo para que estos fenmenos externos susciten un cambio interno, y esta capacidad estriba en la facultad de concebir los hechos externos como aleccionadores para la experiencia interna, para la fortificacin del espritu y la elevacin de la conciencia, y una de las vas de la aprehensin centrpeta no es otra que convertir la vivencia emprica en smbolos, que son por excelencia el lenguaje de nuestra psiquis profunda y profusa en su universo misterioso. Ahora bien, el hombre en su concepcin de Ser, ms all del mero existir (aunque en realidad estos trminos son indivisibles) concibe, o es capaz de concebir, el mundo que le proyecta su propia interioridad, sin embargo, a esta afirmacin cabra hacer la pregunta quin sujeta el proyector de ese mundo intrnseco? Intuitivamente todos evocamos la misma respuesta a tal interrogante: la conciencia! La cual percibimos como nuestro gua en los actos volitivos tanto internos como externos, es pues lo que de ordinario denominamos la voz de la conciencia lo cual podra traducirse perfectamente como voz interior, espritu y en consecuencia , que son trminos que determinan el principio rector de la vida y la creacin y que corresponde a la sntesis del Yo en su estrato superior e impoluto en contraposicin al Yo distorsionado y corrompido, al Yo teatral del da a da, lo que el psicoanlisis vino a denominar como el ego . As pues, segn todo esto, hay diferentes estadios y relaciones que revelan nuestra concepcin de s mismos, adems la confrontacin con nuestros mundos circundantes, es decir, el mundo externo e interno, o lo que vendra siendo igual el mundo de la lgica y la razn y el mundo de los afectos y la intuicin; algo de esto se subraya en el siguiente pensamiento del dans Sren Kierkegaard en su Tratado de la desesperacin: 18
  21. 21. El hombre es espritu.Pero qu es el espritu? Es el Yo. Pero entonces qu es el Yo? El yo es una relacin que se refiere a s misma o, dicho de otro modo, es en la relacin la orientacin interna de esa relacin de dos trminos. Desde ese punto de vista el Yo todava no existe.16 Puede deducirse que esa relacin viene expresada como ese monlogo interior que preconiza las acciones humanas y claro est, como es de suponer, en toda relacin existen conflictos y diferencias, que en este caso se ven traducidas como conflictos internos o desavenencias consigo mismo; de este precepto surgen pues las bases para la clasificacin de la desesperacin o tipos de desesperados que seala en su tratado Kierkegaard: Enfermedad del espritu, del Yo, la desesperacin puede adquirir de este modo tres figuras: el desesperado inconsciente de tener un Yo (lo que no es verdadera desesperacin), el desesperado que no quiere ser l mismo, y aquel que quiere serlo Llama la atencin que el citado autor ramifique los tipos de desesperacin dependiendo de la condicin del espritu al cual denota bajo un padecimiento producto, sin duda, de los diversos elementos que lo conmueven y que hemos venido abordando someramente en las lneas anteriores; es pues la angustia del espritu la condenacin del Yo, el cual reaccionar hacia diversas posturas del Ser y por ende de la conducta del individuo. Ahora bien, en qu grado de desesperacin se podra ubicar a nuestro poeta, aquel hombre atribulado por el abrumador peso de la vida, impertinente amada que me cuenta amarguras, como l mismo deca; acaso se trataba de un espritu lcido capaz de ver ms all del velo aparente de la realidad y que rehua de la incandescente luz que refulga en los arcanos tesoros de la vida interior y el cual tema descubrir por temor a no soportar tales fulgores as como en la mtica leyenda de Semele que por el ardid de la celosa Juno, la hermosa mortal a quien Jpiter haba consagrado su amor prometindole el cumplimiento de cualquier deseo que requiriese, pidi al rey de los dioses que se mostrase en toda su gloria y esplendor, el cual ste no pudo negarle, y los relmpagos del dios amado 16 S. KIERKEGAARD. Tratado de la Desesperacin, Madrid 1994, pp. 23-24 19
  22. 22. terminaron fulminndola; o ms bien se trataba de un hombre que iba en pos de la bsqueda de su propio Yo superior conciente que para ser coronado con los laureles del esplendor de la conciencia, del apoteosis del espritu, de la deificacin humana, deba primero padecer bajo una corona de martirio asimilndose as ms bien al mtico hroe que debi afrontar afanosos trabajos para conquistar un puesto en el radiante Olimpo. Sera muy aventurado establecer de momento cualquiera de estos dos grados de desesperacin del yo en la humanidad de Ramos Sucre, es pues tarea que iremos realizando desentrandolo del legado de su espritu que no es otro que su obra imperecedera. No obstante, lo que s podemos afirmar con propiedad es que aquel hombre no perteneca a aquellos que slo tienen por norma las riquezas y los placeres mundanos encausados por la sentencia Vanitas vanitatum, et omnia vanitas, aquellos, pues, cortos de espritu y despreocupados de la angustia del Ser oculto, el cual se hace imperceptible para stos. Ciertamente el sentido de trascendencia en los escritos de Sucre estn inmersos en la profundidad de un ocano de smbolos y en la mar serena o tempestuosa de su superficie navegan los barcos de su imaginacin hacia horizontes desdibujados por la niebla del ensueo; navo que parte de puertos seculares donde rsticos marineros, viejos lobos de mar, se embriagan con las meretrices en los antros negros de la vacuidad de la vida. As pues, es necesario analizar sus poemas, a la manera de los alquimistas, dndole una lectura atenta , con ojos suspicaces, para as develar el aparente velo de superficialidad libresca y literaria de modo que se logre conseguir su piedra filosofal, es decir, su sentido profundo y trascendental, siendo este un sentido oculto para los ojos del profano puesto que slo puede considerarse como un anhelo hacia la espiritualidad superior, es pues un viaje interior hacia las cumbres de la perfeccin correspondida con la divinidad, es decir, el hombre anlogo a Dios, en fin la correspondencia entre macrocosmo y microcosmo, as como todos los lineamientos ideolgicos que esbozamos en sus antecedentes. 20
  23. 23. Pasemos pues a tomar como ejemplo el poema El fugitivo, que si bien no es el nico, donde se puede captar este sentido alqumico de su obra es uno de los ms significativos. EL FUGITIVO Hua ansiosamente, con pies doloridos, por el descampado. La nevisca mojaba el suelo negro. Esperaba salvarme en el bosque de los abedules, incursados por la borrasca. Pude esconderme en el antro causado por el desarraigo de un rbol. Compuse las races manifiestas para defenderme del oso pardo, y desped los murcilagos a palmadas. Estaba atolondrado por el golpe recibido en la cabeza. Padeca alucinaciones y pesadillas en el escondite. Entend escaparlas corriendo ms lejos. Atraves el lodazal cubierto de juncos largos, amplectivos, y sal a un segundo desierto. Me abstena de encender fogata por miedo a ser alcanzado. Me acostaba a la intemperie, entumecido por el fro. Entrevea los mandaderos de mis verdugos metdicos. Me seguan a caballo, socorridos de perros negros, de ojos de fuego y ladrido feroz. Los jinetes ostentaban, de penacho, el hopo de una ardita. Divis, al pisar la frontera, la lumbre del asilo, y corr a agazaparme a los pies de mi dios. Su imagen sedente escucha con los ojos bajos y sonre con dulzura. La Torre del Timn El poema comienza desde su ttulo a sealar su sentido trascendental, pues se trata de un hombre que se pone en condicin de fugitivo, lo que da a entender un escape desesperado de un ambiente opresor que no es otro que el mundo materialista y desenfrenado. El fugitivo va con los pies adoloridos y por un terreno descampado, es decir, cansado de recorrer por las diferentes vas y medios que suponen la trascendencia y a merced de los errores que puedan tener, que es lo que viene a significar el terreno descampado y la nevisca que mojaba el suelo negro Luego prosigue con una decepcin producida, obviamente, por la escasez de respuestas espirituales que (en nuestro caso) se encuentran en la religin tradicional simbolizada por el bosque de abedules que se ve incursados por la borrasca, o sea, las discrepancias, oprobios y calamidades que recaen sobre sta. Finalmente el fugitivo resuelve ocultarse en un antro causado por el desarraigo de un rbol que no es otro que el antro de su propia interioridad donde el rbol representa la vida del cosmos17 o su naturaleza humana18 donde haciendo uso de la templanza 17 Juan Eduardo Cirlot. Diccionario de smbolos ed. Siruela. 1997 21
  24. 24. manifiesta por la conciencia se defiende de los impulsos instintivos que es el aspecto peligroso del inconsciente representados por el simbolismo del oso atributo de hombre cruel y primitivo 19 y espant la dubitaciones que es lo que corresponde al murcilago. El siguiente prrafo manifiesta la confusin y aturdimiento que produce acercarse a la verdad reveladora , es decir, a la conviccin interna de la supremaca de la voz de la conciencia que deslumbra las verdades del Ser, las cuales, debido a su profundidad pueden ocasionar alucinaciones y pesadillas que no tienen otra connotacin que las luchas internas entre el Ser superior e inferior y la forma de superar tales tiranteces, no es otra que ser firmes en el camino de la superacin y escaparse ms lejos. Atravesar el lodazal representa la superacin del ego y todas las cosas que a l van vinculadas como las bajas pasiones, la gula, la envidia, la pedantera, la vanidad, la clera, la soberbia, la avaricia, en fin todos los vicios humanos. Despus de la superacin del ego el iniciado se enfrenta a un segundo desierto 20 el cual representa el terreno de la espiritualidad y todo lo que implica mantenerse en ese estado de beatitud, que se confirma con la lneas siguientes Me abstena de encender fogata por miedo a ser alcanzado y Me acostaba a la intemperie, entumecido por el fro el primero se refiere a la actitud modesta que debe adoptar quien ha arribado a ese punto cuidndose de no ser alcanzado por los hostigamientos del ego, en cuanto el segundo prrafo el sentido es claro: las diversas pruebas y trabajos que debe soportar el iniciado para mantener la templanza y su condicin de santidad. Los verdugos metdicos vienen a simbolizar todas aquellas personas de malas influencias que, con diferentes ardides, arrastran al camino del vicio y la corrupcin, los cuales estn alentados por un espritu maligno simbolizado por los perros 18 Para mayor comprensin del smbolo me voy a permitir citar a Cirlot al respecto:El rbol representa, en el sentido ms amplio, la vida del cosmos, su densidad, crecimiento, proliferacin, generacin y regeneracin. Como vida inagotable equivale a la inmortalidad Segn Eliade, como ese concepto de vida sin muerte se traduce antolgicamente por realidad absoluta, el rbol deviene dicha realidad (centro del mundo). El simbolismo derivado de su forma vertical transforma ese centro en eje. Tratndose una imagen verticalizante,(...) se comprende su asimilacin a la escalera y a la montaa, como smbolos de la relacin ms generalizada entre los tres mundos (inferior, ctnico o infernal; central, terrestre o de la manifestacin; superior, celeste). (...) Segn Rabano Mauro, en Allegoriae in Sacram Scripturam tambin simboliza la naturaleza humana (lo que, de otra parte, es obvio por la ecuacin: macrocosmo-microcosmo). Idem, cita.8 pg. 89. 19 Idem, cita 8 pg. 351 20 Dice Berthelot que los profetas bblicos, (...) no cesaban de presentar su religin como la ms pura de Israel. Esto confirma el valor especfico del desierto como lugar propicio a la revelacin divina.(...) Ello es causa que, en cuanto paisaje en cierto modo negativo, el desierto es el dominio de la abstraccin, que se halla fuera del campo vital y existencial, abierto slo a la trascendencia .bis cita 8 pg. 170 22
  25. 25. negros y sus ojos de fuego y ladrido feroz representan, por un lado, la destruccin de la espiritualidad cognado con el simbolismo del ojo y el fuego y, por otro lado, el peligro y la asechanza, los instintos y los placeres mundanos. 21 Los jinetes aluden a los mandaderos de los verdugos metdicos que ya mencionamos; pero se menciona un particular bastante interesante: la contraposicin de dos smbolos encontrados el penacho que en correspondencia con el smbolo de la corona, la cual segn Cirlot toma su sentido esencial de la cabeza vista como emblema y conlleva la idea de la superacin puesto que sta est ms arriba de la cabeza, en el plano celeste, y e un sentido ms amplio el logro de una empresa; 22 y el hopo de una arditaque Ramos Sucre le imprime un toque de irona al coronarlos con un gorro hecho de un material tan burdo y que alude, como smbolo, a conceptos infantiles subconscientes relacionados con el cumplimiento del deber desde una perspectiva de inseguridad23 lo que equivale a la insensatez, a la negligencia y por ende el fracaso en la senda espiritual quedando as por completo eliminado la marca positiva que entraa el smbolo anterior. Luego, finalmente, se sigue el campo semntico de la coronacin, es decir, el triunfo pero esta vez del penitente que ya superando todos los obstculos puede percibir su puerto seguro, hacia el refugio de la interioridad desarrollada por el espritu, es decir surge ese Dios interior de la iluminacin de la conciencia, el esplendor del Yo: Divis al pisar la frontera, la lumbre del asilo corr a agazaparme a los pies de mi dios.; hasta llegar al estado supremo o trascendencia total hacia lo superior, que te coloca en un plano anlogo a la divinidad, lo que en las culturas orientales representa el nirvana o evanescencia de los sentidos en el corazn del mundo: Su imagen sedente escucha con los ojos bajos y sonre con dulzura. Que se traduce en la subordinacin del ego, el Yo inferior a la conciencia superior y la correspondencia o complacencia con la divinidad. 21 Segn Armando Carranza los ladridos simbolizan tres formas de inquietudes, sin embargo, a efectos de este contexto slo citar las dos primeras: La primera es alarma sobre peligros que acechan en lo personal a quien suea o al terreno en que se desenvuelve. La segunda es manifestacin de la parte animal, (...) la sexualidad, el inters por las cosas de la vida material ms placentera, mbito de influencia del nahual. A. CARRANZA. Comprender y Usar los Sueos Barcelona 2.002, p.361. 22 Op. cit 9 p.150. 23 Op. cit. 13 p 193. 23
  26. 26. As pues de esta interpretacin se desprenden factores que dan a entender una susceptibilidad de parte del protagonista, que no es otro que el eco de la psiquis profunda del autor, una bsqueda hacia la elevacin y por tanto hacia un refugio del Ser de las amenazas y peligros que lo circundan, as viene a confirmar la segunda tesis que proponamos, es decir, Ramos Sucre como hombre que trata de hallar su propio Yo, un hombre que huye de las tinieblas del espritu hacia la elevacin de la conciencia; siendo de este modo, vemos al personaje alcanzar su objetivo y complacerse en ello, vemos pues el triunfo de la luz sobre las tinieblas. Sin embargo, con miras a conseguir las trazas de la primera tesis, es decir, determinar en qu medida Ramos Sucre se acerca al desesperado que no quiere ser l mismo observemos otro poema donde el desenlace es inverso al anterior. LA CUITA La adolescente viste de seda blanca. Reproduce el atavo y la suavidad del alba. Observa, al caminar, la reminiscencia de una armona intuitiva. Se expresa con voz jovial, timbrada para el canto de una fiesta de primavera. Yo escucho las violas y flautas de los juglares en la sala antigua. Los sones de la msica vuelan a zozobrar en la noche encantada, sobre el golfo argentado. El aventurero de la cota roja y de las trusas pardas arma asechanzas y redes contra la doncella, acerbando mis dolores de proscrito. La nia asiente a una seal maligna del seductor. Personas de rostro desconocido invaden la sala y estorban mi inters. Los juglares celebran, con una msica vehemente, la fuga de los enamorados. La Torre del Timn Comencemos por destacar que los ttulos de la poesa de Ramos Sucre funcionan efectivamente como texto macro de los poemas que contienen, es decir, funcionan como primeros comentarios del discurso que comienza con la voz de la persona potica. En este caso el ttulo alude dentro de su campo semntico al dolor del poeta que yace entre lneas, transparentado en el poema y que canta su congoja por medio de su narracin y esta vez se vale del simbolismo de la virgen o la doncella que viene a significar la representacin del 24
  27. 27. alma y del ideal24 encarnada en la adolescenteque viste de seda blanca la indumentaria no en vano se trata de un material tan terso y suave como la seda que alude a la sensualidad, a la vanidad caracterstica de esa etapa de la vida , asimismo el color, que representa la pureza y la luz y en este contexto termina significando el estado de la inocencia ; as pues, la adolescente entraa esa condicin de fragilidad, de la posibilidad de ser corrompida por el vicio. Ms adelante se sigue describiendo el avance de la senda de la espiritualidad transitado por el alma en estado inmaculado la cual se proyecta como imagen prstina de aquella edad de oro que comentbamos ms arriba sobre la ruptura del tiempo y el mundo trans-histrico de Eliade, esto se presenta en el prrafo:Observa, al caminar, la reminiscencia de una armona intuitiva; luego seala que tal reminiscencia es ciertamente la clave para el desarrollo del alma, es pues la gua, la voz de la conciencia que indica el camino recto hacia la felicidad espiritual se expresa con voz jovial, timbrada para el canto de una fiesta de primavera A este punto se salta del personaje lrico al personaje que entraa la psiquis del autor, es decir, el Yo que aqu se infiltra como un personaje-narrador Yo escucho las violas y las flautas de los juglares en la sala antigua donde los instrumentos musicales equivalen a un sesgo a la conciencia, una interrupcin a su serenidad, es decir, comprenden simplemente una distraccin que luego se reafirma con los sones de la msica vuelan a zozobrar en la noche encantada, sobre el golfo argentado Ahora bien, el simbolismo de los juglares adquieren una importancia crucial pues como representacin de la actividad originaria en el hombre a su poder creativo y por ende alude a su capacidad de procreacin, viene dado como el elemento que promueve la exaltacin de la psiquis, y como a los cambios internos se corresponden los externos, tambin simboliza el llamado de la sensualidad y el despertar de los instintos que son en realidad nuestros primeros indicios biolgicos de la vida o actividad primaria; la sala antigua es as otro smbolo de la estancia espiritual y de la pureza en su estado original e incorrupto. El siguiente prrafo inserta otro personaje el aventurero de la cota roja y de las trusas pardas en primera instancia se refiere a la personificacin de los juglares, aparece ceido de una cota roja, es decir de una armadura embadurnada del rojo de los impulsos 24 Op.cit.20, p. 285 25
  28. 28. pasionales, smbolo similar entraa la otra prenda; luego se puntualiza: arma asechanzas contra la doncella lo que confirma el sentido que le hemos venido connotando de elemento desestabilizador, luego se asoma de nuevo el Yo psquico del poeta reafirmndolo acerbando mis dolores de proscrito y el cual se define como condenado por la debilidad de ceder ante la tentacin que se le presenta, o sea, los bajos instintos por esto mismo dir luego la nia asiente a una seal maligna del seductor Entonces comienzan los elementos perturbadores de la pureza, el Yo se ve invadido por las asechanzas de la vida mundana que lo apartan del objetivo que se ha trazado, la meta de la superacin personas de rostro desconocidos invaden la sala y estorban mi inters El prrafo que culmina el poema seala el triunfo de los sentidos sobre la templaza Los juglares celebran, con una msica vehemente, la fuga de los enamorados. As vemos que, a juzgar por estos dos anlisis, la balanza entre los dos tipos de angustia descrita por Kierkegaard se mantiene en equilibrio, ya que se comprende una angustia precipitada hacia el existir, ya sea que triunfe la templanza o el vicio; lo que se marca incisivamente es la bsqueda de la liberacin plena de la conciencia humana, pues su angustia se refiere a la condicin esencialmente humana, es decir, al pleno existir y es por esto que el Yo psquico o potico, as como lo llama Ilis M. Alfonzo, tiene una condicin universal que toca la fibra del hombre como Ser ontolgico: (...) el Yo potico de Ramos Sucre es un signo mvil que slo puede ser aprehendido en la instancia del discurso creativo que lo contiene, visto ste como parte integrante de un universo ms amplio. Es decir, ese Yo constituye una categora psquica que trasciende la individualidad del poeta y se convierte en espejo de una conciencia humana de carcter colectivo, asumida por el emisor a travs de su discurso y desde la perspectiva de su espacio interior25 As pues el acto potico pasa a ser una va de liberacin transitoria o un subterfugio para huir de la aparatosa ciudad enemiga del alma, tambin es el trampoln hacia el mundo del ensueo, de la fantasa, en fin es el refugio espiritual de un alma compungida por las 25 Op. cit.2, p. 75 26
  29. 29. embestiduras de la vida en cuanto a su faceta externa, pero adems tambin en cuanto a la carga de las cadenas del mero existir, a la prisin del Ser y su consecuente angustia de estar aprisionado en una crcel de carne y hueso, que por la debilidad de la condicin humana en relacin con los diversos factores contaminantes a los que est expuesto el Yo, no le permite escalar hacia la cumbre, hacia la elevacin de s mismo; por esto es frecuente en la obra de nuestro autor la llamada incesante al valor de la voluntad ante la impericia, el vicio y los instintos pasionales; de all que en sus poemas aparezca siempre ese ascetismo pronunciado en sus personajes que encarna el Yo de la humanidad del poeta, el cual se ramifica en una multiplicidad de caracteres y smbolos, pues la caracterstica de estos ltimos es precisamente su pluralidad, la apertura del universo sincretizado en el mundo literario de la potica de Ramos Sucre. Pasemos ahora a revisar de manera sucinta otros rasgos presentes que no dejan de ser importantes a la hora de considerar su contenido. La melancola viene a ser una constante en la obra de este insigne poeta, y es que la melancola encierra en s misma un estado de frustracin y a la vez de nostalgia, la nostalgia, en este caso, de la reminiscencia de aquella poca dorada en alianza con la divinidad, claro est este fenmeno se produce siempre en el marco de la interioridad y de los sentidos de manera inconsciente o aflora, por lo menos, de manera fortuita a la conciencia, o en palabras del mismo poeta como reminiscencia de una armona intuitiva o quiz la melancola est ms bien asociada a la subordinacin del nimo del hombre, nico animal consciente de su extincin, quiz sea ms bien ese fervor humano por sobrepasar los lmites de su propia humanidad, de conseguir la liberacin de la tumba de los sentidos como ya lo anunciaba el pensamiento platnico 26 y del que tambin se nutrieron los estoicos. Es en este sentido que Eloy Valero concibe la esttica de Ramos Sucre dentro de lo saturneano: Saturno ha descendido hasta nosotros como una idea a la manera platnica: una entidad que posee cierta plasticidad y funcin (...) Tan antigua como la civilizacin misma, es esta idea de la melancola. Idea que nos identifica un temperamento y revela una paradoja: reflexionamos sobre nuestra existencia precisamente porque la sabemos finita, slo podemos apreciarla 26 El cuerpo es una tumba 27
  30. 30. contra el horizonte de la muerte. Nos inclinamos meditativos sobre un misterio que por una parte nos supera y por la otra nos niega: de la presencia plena del ser a la ausencia muda de la muerte. Quizs sea por esta razn, entre otras, que se le atribuya a Saturno el ser mensajero de una edad arcdica y feliz previa a la hecatombe primigenia de la que surgi el mundo27 Pero antes de la muerte se encuentra la agona, el dolor que se traduce como la lucha interna entre el mundo espiritual y el mundo de los sentidos, es pues la agona de un hombre que se debate entre las dos lanzas en ristre de los lados opuestos de su Yo as como la dualidad del mundo que no deja de sumir el espritu al duro juicio del libre albedro, a la cuerda floja del existir que no es otra que la duda, la hesitacin del camino a seguir, es pues la agona de batirse en cierto tipo de infierno maniquesta de donde slo se logra escapar por medio del afianzamiento de la voluntad hacia la templanza del nimo en ese trabajo de anacoreta que se resigna a su padecer con tal de arribar a su objetivo. Buena parte de este sentido lo encontramos en poemas como: Entonces, Cansancio, La Tribulacin del Novicio, La Cuita, El Soltern y entre otros tantos Elogio a la Soledad, que a propsito trae a colacin el sentido de sta en el acervo potico de Ramos Sucre que no es otro que el del asilo, la guarnicin del espritu, el desierto propicio para la revelacin divina, donde los santos que renegaron del mundo (...) tuvieron escala de perfeccin y puerto de ventura. As pues si la soledad es el asilo mgico para aquellos espritus sensibles al suburbio al signo molesto de la realidad y al desenfrenado materialismo alegando que siempre ser necesario que los cultores de la belleza y del bien, los consagrados por la desdicha se acojan al mudo asilo de la soledad, nico refugio acaso de los que parecen de otra poca, desconcertados con el progreso Entonces la muerte pasa a ser el alivio de todos los sufrimientos padecidos en el ejercicio asctico y en la soledad, pues la muerte en la potica de Ramos Sucre va asimilada a la liberacin del espritu ms que a la fatalidad que pueda comportar el hecho de la muerte, as lo corrobora Ilis Alfonzo con lo siguiente: Slo enfocada desde una perspectiva simblica se podr comprender la vivencia de la muerte confrontada por el sujeto lrico del poema, pues nicamente entendida la muerte como 27 M. E. VALERO. El Legado de Saturno en la Obra de Jos Antonio Ramos Sucre. 1997, p. 15 28
  31. 31. rito de trnsito de un estado del ser puede el Yo contar dicha experiencia, es decir, rememorar una metamorfosis de orden espiritual. Toda transformacin implica el fin de algo existente y para alcanzar un nuevo estado de vida es preciso morir (...) 28 Tal es pues el sentido de la muerte, y en general todos los rasgos que hemos sealado acaban convergiendo en un solo punto: la trascendencia. Y esta se ve abordada desde la perspectiva de los smbolos que subraya el carcter psicolgico del poeta en su comprensin de la vida como un tramo existencial donde se debe afrontar las penas y dolores que provoca dicha existencia para as resurgir a una nueva conciencia, asimila por tanto, las viejas concepciones religiosas de la antigedad en cuanto a la trascendencia de un nuevo mundo , una vez conquistadas las pruebas que impone este; as pues se entiende el camino misterioso que se vislumbra en ese Yo potico de su obra, que no es ms que el Yo herido y sublimado por la balanza del bien y del mal, camino que slo se comprende como la gua que lleva hacia ese estado de la sublimacin y la muerte es precisamente la liberadora, la blanca Beatriz que lo llevar de la mano hacia ese mundo del esplendor espiritual, es la muerte el constante smbolo que subyace en su poesa bajo diferentes aspectos y personalidades que lo ayudar a encontrarse con su Ser verdadero, al igual que todos los personajes forman parte de ese universo trascendental que, magistralmente, Ramos Sucre ha sabido inmortalizar en su obra. Hasta este punto hemos tratado el contenido de la obra, pero todos estos elementos que acabamos de perfilar se ven enmarcados en una forma, que como ya lo habamos comentado, el poeta se esforzaba de tal manera en bruir su obra que muy difcilmente se le pueda encontrar un punto de fisura en su escritura. Sin embargo, queda siempre un tipo de duda y ms que duda se podra decir que se trata de una verdadera perplejidad entre sus crticos, y es el hecho innovador!, por lo menos en las letras hispanoamericanas, de la composicin de la obra de nuestro poeta, es decir, el hecho de que se presente un texto aparentemente prosado con todas las caractersticas del ms cincelado de los sonetos y con la sensibilidad de la ms apasionada lira. Es un hecho innegable, no obstante, que se trata de legtima poesa, pues tiene caractersticas y cuenta con recursos poticos precisos que as lo confirman, pero tambin es una prosa, en todo caso exquisita, que lleva un lineamiento sintctico y prosdico que lo acerca a las estructuras de los clsicos greco-latinos, cuestin 28 Op. Cit. 24. p. 132-133 29
  32. 32. que en el caso de este insigne cumans es totalmente comprensible gracias a su abnegacin al cultivo de las letras clsicas y a su vasta erudicin, se presenta, pues, si se quiere, como un hbrido a los ojos de sus contemporneos, que lo colocan como un caso excepcional en la poesa latinoamericana y que lo coloca como figura vanguardista de punta de lanza. Sin embargo, este tipo de escritura ya vena aflorando en el seno del romanticismo y modernismo francs en figuras como Baudelaire que tena como ejercicio literario el apunte prosado de sus cohetes o destellos, como l les denominaba, de sus poemas; una especie pues de esbozo literario que fundamentaron muchas de sus poesas; las cuales Baudelaire luego public bajo el nombre de Pequeos Poemas en Prosa pero la diferencia entre stos y la Torre del Timn, El Cielo de Esmalteo Las Formas del Fuego es que fueron escritos deliberadamente en ese estilo tan particular que lo caracteriza, quizs, se pueda creer, haciendo una ingenua inferencia, que Ramos Sucre condens aquellos estilos remozados por el romanticismo y las estructuras poticas y estructuras del simbolismo de Baudelaire o de Nerval, y las fusion con su particularsima voz potica que le imprime ese tono tan nico que es, sin duda alguna, el Yo existencial de nuestro poeta. Observemos otra opinin al respecto para que sirva de colofn a esta idea. En todo caso es evidente que Ramos Sucre no eligi la forma aparencialmente prosstica porque careciera del dominio de la rima como se ha pretendido sino porque opt a conciencia por una forma que ya tena historia (desde Baudelaire al menos) y que ni puede definirse como poema en prosa ni como cuento, pues maneja recursos de ambos. Cuando los instrumentos lingsticos y estilsticos que pone en funcionamiento Ramos Sucre se adecan mejor al narrar, nos encontramos claramente en la rbita de un cuento, pero cuando voluntariamente los dificulta, rompe o escamotea, nos aproximamos al poema en prosa sin abandonar por eso una cierta ilacin narrativa que no es especfica del cuento, sino, diramos del relato (del rcit) en lo que a ste tiene de expresin indistinta de mltiples gneros, pues est en la poesa, an en aquella ms lrica y concentrada, en la novela, en el teatro, en las series de imgenes que componen un film, en cualquier manifestacin secuencial donde los distintos elementos componentes funcionan como eslabones que se articulan lgicamente entre s para formar una cadena, ya sea de causa a efecto, ya sea meramente de antecedente a consecuente. 29 29 Op. cit.10, p. 42 30
  33. 33. Toda esa concatenacin de elementos se suceden y desarrollan en ese movimiento casi flmico, que ngel Rama tan puntualmente ha sealado, a travs de recursos literarios que lo hacen posible. Para entraar estas consideraciones literarias y la estructura potica de Ramos Sucre hay que discurrir en la prosodia que comprenden sus escritos, la cual no se ve como una mera acentuacin rtmica lograda por estribillos, hemistiquios o cualquier otro recurso potico tradicional de trabamiento de rimas asonantes o consonantes, pues su prosodia no se encuentra en estos elementos sino en el ritmo que marca su escritura apodctica, llena de aposiciones y calificativos exactos, todos estos recursos enmarcados en una secuencia de oraciones y prrafos quasi-simtricos delimitados con una puntuacin determinante, estos elementos intensifican el ritmo de la prosa de manera que se acerca por su forma cuantitativa del tratamiento de las slabas a la poesa rimada y por otro lado, el uso de las aposiciones le confiere al texto ese tono reflexivo constante que tan acorde se presenta con el contenido. Adems existe una relacin sintctica entre las oraciones dadas por repeticiones de formas verbales personales, igualmente guiadas por una secuencia, sino matemtica, s numrica; con escasas formas perifrsticas, recursos que le confieren al escrito ese sincretismo y condensacin. Otro de sus tratamientos son el uso de la primera y tercera persona, casi siempre del singular, que otorgan ese sentido de la introspeccin y de la expectacin que son, esencialmente, las posturas del contemplativo y del hombre reflexivo de talante filosfico. Por otro lado, est el uso preferente de los tiempos en pretrito y con mayor frecuencia el pretrito imperfecto, el cual por su propio aspecto de prolongacin del pasado, le da esa facultad al escrito de traer a la memoria un pasado eternizado en el presente, consiguiendo de esta forma la concepcin que sustenta el pasado trans-lingstico o la reminiscencia, estos mismos efectos los consigue con el uso del presente histrico pero a diferencia de traer a colacin el tiempo pretrito al presente, con ste el Yo potico se traslada hacia aquel pretrito u otrora, que equivale a la bsqueda de paraso perdido del mismo, es decir, a la era mtica de la edad de la inocencia; asimismo, estos recursos encajan con el mundo onrico y fantstico expresado en su obra. 31
  34. 34. As pues vemos a un escritor que escribe con la premura, con el aplomo, con la fuerza, con el desconcierto, con la serenidad de estar convencido de que l es el nico testigo de una realidad que le es profundamente extraa y que l comprende atroz. La comprende atroz como slo puede hacerlo quien se ve prisionero en las ergstulas del cuerpo, haba dicho Platn, y Ramos Sucre quera abandonar esa tumba morir y renacer a una nueva conciencia, y todo dictado por la Voz de esa alma misteriosa y profunda del Yo que alcanza ver intuitivamente, borrosamente, como un sueo o lcida e incandescentemente, aquel pretrito que se asoma al presente como por un presagio y con el cual practica un rito que ignora, que nadie le transmiti pero que pertenece a pocas ancestrales. Su invencin literaria es radical. Se empecina en subvertir las claves puestas en sus textos, sin embargo, todo posee significado, cada frase parece conducir a la realizacin de la fbula , a un maravilloso universo que surge desde las ms abismales profundidades de su Ser, al mundo de un ensueo lrico proveniente de un nico anhelo: la trascendencia; pero que tiene siempre su referente en el mundo real, en el mundo de la injusta acrimonia en contra de los dbiles, un mundo aborrecible para el poeta abismado en su Yo, que se presenta saudo y con mirada adusta, alejado de la muchedumbre, que se declara amante del dolor, la belleza y la crueldad, sobre todo esta ltima, que sirve para destruir al mundo abandonado al mal. Sin embargo, como un hombre que interiormente abriga la esperanza de la superacin del Ser a travs del esplendor de la conciencia y por ende da un voto de confianza a la humanidad, pues reconoce la hermandad que conviene con el prjimo, comprende la humildad como penitente que es, se ve pues como un hombre sencillo que tiene la capacidad de decir: tomo el peridico, no como el rentista para tener noticias de su fortuna, sino para tener noticias de mi familia, que es toda la humanidad; un hombre pues que escuch el llamado de su corazn y sinti el amalgama del universo en su Ser y que como deber de sagrado profeta , deba comunicar a su familia el arcano de ese tesoro olvidado, compartido con todos, pero imperceptible para los insensatos, as que se vala de su magia potica, para comunicar, con pericia de alquimista, la enseanza de los ancestros que viven en la conciencia del mundo. 32
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