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LECCIONES JUANELO TURRIANO DE HISTORIA DE LA INGENIERÍA

«Libros, caminos y días»El viaje del ingeniero

Alicia Cámara Muñoz y Bernardo Revuelta Pol, coordinadores

LECCIONES JUANELO TURRIANO DE HISTORIA DE LA INGENIERÍA

«Libros, caminos y días»El viaje del ingeniero

Alicia Cámara Muñoz y Bernardo Revuelta Pol, coordinadores

«LIBROS, CAMINOS Y DÍAS»EL VIAJE DEL INGENIERO

Conferencias impartidas en el curso:«“Libros, caminos y días”. El viaje del ingeniero», celebrado en Segovia

del 20 al 22 de noviembre de 2015y organizado conjuntamente por la UNED y la Fundación Juanelo Turriano.

Curso coordinado por Alicia Cámara Muñoz y Bernardo Revuelta Pol

Edición 2016

www.juaneloturriano.com

Cubierta: JULIÁN SÁNCHEZ BORT. Plano de la Ría de Ferrol, 1771. Detalle. España. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Archivo General de Simancas. MPD, 12, 133.

La Fundación Juanelo Turriano ha realizado todos losesfuerzos posibles por conocer a los propietarios de losderechos de todas las imágenes que aquí aparecen ypor conocer los permisos de reproducción necesarios.Si se ha producido alguna omisión inadvertidamente,el propietario de los derechos o su representantepuede dirigirse a la Fundación Juanelo Turriano.

Revisión de textos: Daniel Crespo Delgado

Diseño, maquetación:Ediciones del Umbral

© De la edición, Fundación Juanelo Turriano© De los textos, sus autores© De las fotografías y dibujos, sus autores

ISBN: 978-84-942695-9-2

FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO

PATRONATO

PRESIDENTE

Victoriano Muñoz Cava

VICEPRESIDENTE

Pedro Navascués Palacio

SECRETARIO

José María Goicolea Ruigómez

VOCALES

José Calavera Ruiz

David Fernández-Ordóñez Hernández

José Antonio González Carrión

Fernando Sáenz Ridruejo

José Manuel Sánchez Ron

PRESIDENTE DE HONOR

Francisco Vigueras González

PRESENTACIÓN

Los ingenieros de la monarquía de España entre los siglos XVI y XVIII recorrieron todos sus reinos en

el Mediterráneo, los Países Bajos o las Indias, en un viaje constante que asombra hoy a quienes nos

acercamos a su obra. Viajaban para conocer los lugares sobre los que había que intervenir, dibujarlos y

proyectar las obras necesarias. Su ciencia y la experiencia así obtenida, hicieron de estos ingenieros al

servicio de España, y procedentes de todos los reinos, unos de los mejores de su tiempo, constructores

de fronteras y vías de comunicación que todavía articulan en cierto sentido el espacio europeo. Los

miles de dibujos y relaciones conservados en los archivos nos describen el mundo recorrido por ellos,

en una época de la profesión que cierran los viajes de Betancourt y abrieron los ingenieros del emperador.

Este sexto título de Lecciones Juanelo Turriano de Historia de la Ingeniería recoge las conferencias im-

partidas en el curso celebrado en 2015 en el Centro Asociado de la UNED de Segovia, curso que hizo

el número cuatro desde el comienzo de la colaboración entre esta Universidad y la Fundación Juanelo

Turriano, en 2012.

ÍNDICE

1El ingeniero cortesano.

Tiburzio Spannocchi, de Siena a Madrid ...........................11

ALICIA CÁMARA MUÑOZ

2Los viajes del Emperador y Luis Pizaño.

Periplo y secuenciación de la profesión de ingeniero ..........43

PABLO DE LA FUENTE DE PABLO

3Los viajes de los ingenieros Carlos y

Fernando de Grunenbergh. De Westfalia a Malta...............59

DOLORES ROMERO MUÑOZ

4Una época para el cambio. Los viajes del arquitecto

e ingeniero Julián Sánchez Bort .........................................77

DANIEL CRESPO DELGADO

5Agustín de Betancourt, en España, Francia,

Inglaterra y Rusia ...............................................................95

FERNANDO SÁENZ RIDRUEJO

6Ingenieros e ingenios en la Real Fábrica de Cristales .......125

EDUARDO JUÁREZ VALERO

PUBLICACIONES DE LA FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO ...............................138

Tiburcio Spanoqui dize que ha treintaydos años que sirve a Vra. Magd. continuadamente, losonze en ytalia en el Reino de Nápoles, Armadas de Levante y Reino de Sicilia como parecepor sus papeles, y los veinteyun años en estos Reinos de Spaña con el Marqués de Sta. Cruzen las Jornadas de Philipe Stroçi y toma de la Tercera, y en visitar las marinas de los Reinosde Galicia Portugal Andalucía Cataluña Aragón Navarra y provincias de Guipuzqua y Vizcaia,donde se ha ofrecido poner por obra nuevas fortaleças y reparar las viejas, lo qual ha hechocon puntualidad y miramiento de la hazienda Real como Superintendente que ha sido dellas1

Tiburzio Spannocchi fue caballero por nacimiento, tuvo una gran formación científica ysiempre se movió en el mundo de las cortes, a lo que debió en gran medida el poder y re-conocimiento alcanzados. Viajó de corte en corte desde Italia a España, pero también encada una de ellas llevó a cabo su trabajo viajando, porque solo la experiencia, el conoci-miento directo de ciudades y territorios, permitía que los ingenieros pudieran trazar obrasy describir tierras de manera científica, veraz y eficaz para el control y defensa de los rei-nos. Esa figura del ingeniero cortesano, que podríamos pensar para todos los ingenierosque controlaron las fortificaciones del rey vinculados al Consejo de Guerra –no así paraaquellos que se vincularon tan solo a una fortificación, como Settala (Setara en caste-llano) en Perpiñán, o Cristóbal de Rojas en Cádiz–, no le libró de continuas peticionesde pago de salario, o, lo que nos interesa más, de ayudas de costa. Si no se hubieran re-trasado casi siempre los pagos sabríamos menos de los viajes continuos que hizo Span-nocchi, porque esas ayudas de costa significan un viaje realmente llevado a cabo, y laspeticiones que conserva el Archivo General de Simancas son muchísimas, así como soninnumerables sus pareceres y relaciones sobre lo que había que hacer en cada uno delos lugares que visitó.

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1El ingeniero cortesano.

Tiburzio Spannocchi, de Siena a Madrid*

ALICIA CÁMARA Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED

Había nacido en Siena, miembro de la ilustre familia Spannocchi, cuyo origen se re-montaba al tesorero de Pío II Piccolomini, Ambrogio di Nanni Spannocchi, quien cons-truyó una casa, comparada por los coetáneos a un palacio real, en la Strada Romana deSiena, proyectada por Giuliano da Maiano, uno de los grandes arquitectos del Quattro-cento. También los Spannocchi fueron patronos de la capilla mayor de la iglesia de SantoDomingo de Siena, la más importante de la ciudad2.

Nació en 1541, así que en su adolescencia vivió la guerra de Siena, en la que su fa-milia intervino muy activamente, llegando a participar en la República de Montalcino,donde se retiraron los enemigos del emperador Carlos V, aliado con el duque de Toscanaen contra de la República de Siena, apoyada por los franceses. El final de la guerra en1557 supuso el fin de la República de Siena, desde entonces bajo el dominio del GranDucado de Toscana. Fue su primer contacto con el mundo de la guerra y de la ingenieríamilitar. Asistiría al derribo de la ciudadela de los españoles construida por Diego Hurtadode Mendoza, y a los éxitos como ingeniero de Bartolomeo Neroni, Il Riccio, que fue sumaestro en pintura, arte que debía aprender el cortesano. Según Castiglione, este debía«saber debuxar o traçar, y tener conocimiento de la propia arte del pintar», de lo cualexistían ejemplos en la antigua Roma, como el que proporcionaba el linaje de los Fabios3.Todo ello mientras se formaba en matemáticas y geometría con el famoso Taddeo daMonterchi, encarcelado por cierto en el curso de la guerra por haber sido sorprendidomidiendo la nueva ciudadela. La presencia en la guerra de Siena de los más famosos in-genieros militares de su tiempo, como Gio Battista Pelori, que proyectó la ciudadela luego

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FIG. 1 Palacio Spannocchi, Siena. FIG. 2 Iglesia de Santo Domingo, Siena.

destruida, o los tratadistas Pietro Cata-neo4 y Giovan Battista de Zanchi5 le su-mergió en un mundo militar que medíay describía para poder ejercer el poder.Esa necesidad de poseer el mundo enimágenes científicas, que a veces acaba-ron en las colecciones, y siempre estu-vieron en manos de aquellos que debíandecidir sobre fronteras y territorios, su-puso una eclosión de la cartografía y delas vistas urbanas. Spannocchi, formadoen el ambiente sienés en el que la inge-niería y las máquinas eran parte de suidentidad, con ejemplos de fama univer-sal como Mariano di Jacopo, llamado ilTaccola, o Francesco di Giorgio Martini,cultivó el aprendizaje de la pintura, en laque también Francesco di Giorgio habíasido un consumado maestro. La cienciay el dibujo fueron la base de su forma-ción como ingeniero.

Formarse como un caballero expertoen la ciencia de la guerra –miremos el retrato de Zanchi, o los que conocemos de Fran-cesco de Marchi para aproximarnos a la figura del ingeniero militar–, cuyos servicios fue-ran necesarios para grandes nobles, fue su opción, como lo fue también de su hermanoMario, ambos ingenieros militares, frente a otros de sus hermanos que eligieron las letraso las leyes. En leyes se formaron Angelo, doctor en leyes, que llegó a enseñar duranteveintinueve años en la prestigiosa Universidad de Bolonia, y Silvio, que también estudióleyes, aunque es más conocido por su tratado de agricultura, además de ser el autor delos epitafios en latín de sus ilustres hermanos en el capítulo de la iglesia de Santo Do-mingo de Siena. El más famoso fue Orazio, doctor en letras, al servicio del duque de Tos-cana, y del duque de Baviera, hasta que Paulo V le nombró obispo de Chiuci. Fue aOrazio a quien Tiburzio fue enviando sus relaciones y dibujos para ser grabados al finalde su vida6.

Así pues, Tiburzio y Mario se formaron como caballeros para el mundo de la guerra,pero no solo como militares, sino como científicos. Mario se formó con su hermano, y leacompañó en su viaje por Sicilia para describir las costas, y luego a España, muriendoen la Armada contra Inglaterra, en la que embarcó como ingeniero. En ese sentido Ti-burzio, del que sabemos mucho más, se formó tal como hemos dicho como pintor y ma-temático, además de en música, poesía y en el arte de la escritura. Como el cortesano deCastiglione, Spannocchi sabía que era sobre todo en la guerra donde se demostraba elprovecho de la pintura, porque «suele ser necesario saber traçar regiones, asientos, ryos,puentes, riscos, fortalezas, y semejantes cosas, las quales, aunque siempre se tuviesenen la memoria, lo que quasi es imposible, no se podrían mostrar por otra via»7. También,

EL INGENIERO CORTESANO. TIBURZIO SPANNOCCHI, DE SIENA A MADRID 13

FIG. 3 GIOVAN BATTISTA DE ZANCHI, Del modo di fortificarle città. Venecia, Plinio Pietrasanta, 1554. Retrato del autor.

como el cortesano, aprendió a hablar ya escribir, cultivando una bella caligra-fía, música y a tañer distintos instru-mentos. Además era de buen linaje, loque para Castiglione era lo primeroque debía poseer un cortesano.

Su carrera empezó en Roma,donde estuvo desde 1565, primero alservicio del cardenal Zaccaria Delfino,de ilustre familia veneciana, y, des-pués, del cardenal Ludovico Ma-druzzo. Ambos cardenales sin dudatuvieron muchas ocasiones de cono-cerse por el carácter internacional deambos8, lo que facilitaría el paso deuna Corte cardenalicia a otra paraSpannocchi. En Roma se movió en elentorno de la Corte vaticana, lo queexplica que en 1570 entrara al servicio de Marco Antonio Colonna, almirante de las ga-leras pontificias en Lepanto. En un escrito de 1587 habla de que llevaba diecisiete añosde servicio al rey de España, lo que coincidiría con 1570, cuando entró al servicio deMarco Antonio Colonna, que acabaría siendo leal servidor y virrey de Felipe II9. Con élestuvo en Nápoles, Armadas de Levante y Sicilia, tal como dice en su memorial. Este or-bitar en torno a Felipe II a través de su servicio en distintas cortes le acabaría llevando ala Corte española, ya directamente al servicio del rey, siendo nombrado con el tiempogentilhombre de su casa. Sin embargo creemos que su carrera hay que entenderla denuevo vinculada a grandes nobles cercanos a la monarquía, como fueron el marqués deSanta Cruz o el duque de Lerma, hasta lograr el gran triunfo de ser nombrado IngenieroMayor de los Reinos de España, lo que sin duda alcanzó por sus méritos profesionales,pero también por su noble procedencia.

Participó en Lepanto y crearía una iconografía de la batalla luego repetida10, como lohizo de la Jornada de Navarino, donde se consolidó como estratega, mucho más que uncronista de la hazaña, y más que un ingeniero, describiendo las acciones de guerra conla palabra y la imagen. También pintaría algún hecho en el que no estuvo, como el asaltoturco a La Goleta en 1574. Con los años envió sus dibujos para ser grabados a Florencia,a través de su hermano Orazio, para evitar que siguiera sucediendo algo que le indignaba,como era que otros utilizaran su trabajo para apropiárselo como suyo. En este sentidopodemos recordar que algunos de sus dibujos conservados en el Istituto Storico di Cul-tura dell’Arma del Genio de Roma, habrían servido a Matteo Neroni para hacer un bello

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FIG. 4 Estatua de Marco Antonio Colonna, 1595.Roma. Musei Capitolini. Sala de los Capitanes. Inv.MC1192.

atlante para el duque de Toscana. También de Nápoles hizo dibujos de sus fortificacionescuando estuvo en ese reino con Marco Antonio Colonna, nombrado en 1574 capitán ge-neral de la gente de guerra del reino, ocupándose sobre todo de las fortificaciones deBrindisi y Tarento. Esos dibujos y modelos de Nápoles, enviados a Felipe II, fueron alparecer la primera llamada de atención para el rey de la existencia de un ingeniero capazde hacer preciosos y precisos dibujos de sus territorios.

El 16 de junio de 1576 fue aceptado como caballero de la orden de San Juan, en lalengua de Italia, pero no sabemos si fue personalmente, o le representó otro caballero.En 1577 Marco Antonio Colonna alcanzó por fin un cargo del nivel al que había aspiradodurante años, al ser nombrado virrey de Sicilia. Con él fue Tiburzio, de cuya excelenciaya tenía sobradas pruebas. De sus años en Sicilia, hasta que en 1579 fue enviado a Ma-drid para atender el requerimiento de Felipe II solicitando ingenieros a sus virreyes, lomás reseñable es la Descripción de las marinas de todo el reino de Sicilia, que finalizaráaños más tarde en España. Es uno de los grandes atlas del Renacimiento11, que muestraa un ingeniero que hizo del dibujo un instrumento de conocimiento del territorio im-

EL INGENIERO CORTESANO. TIBURZIO SPANNOCCHI, DE SIENA A MADRID 15

FIG. 5 ANDREA MARELLI. Alego-ría del triunfo de la Santa Liga,1572.

prescindible para cualquier gobernante. Son imágenes bellas y precisas de las costas si-cilianas con sus torres, castillos y ciudades, con palabras que detallan todo aquello quehabía que saber sobre tierras y poblaciones. Parece que fue su fama como dibujante loque hizo que Felipe II le llamara a su servicio para que realizara las mismas descripcionesde las marinas de España.

Ya por entonces había viajado desde Siena a Roma, y al lado de Marco Antonio portodo el Mediterráneo hasta el Levante. Su trabajo se desarrollaba siempre de viaje, comoen la vuelta a la isla de Sicilia que hizo para describir ese reino. En los años en la Cortemadrileña, hasta su muerte, no dejó de viajar, porque solo la experiencia del terreno per-mitía proyectar adecuadamente las fortificaciones que exigían la defensa de una monar-quía amenazada en todas sus fronteras.

DE TIBURZIO SPANNOCCHI A TIBURCIO SPANOQUI

A finales de 1579 partiría camino de la Corte madrileña y el 15 de febrero de 1580 loexaminó Francisco de Ibarra, secretario del Consejo de Guerra, encontrándole admirableen dibujo, después de haber visto todos los que traía consigo de Sicilia. Sin embargo,decía el secretario, no había estado en acciones de tomar tierras y defenderlas, que eralo fundamental en la profesión de ingeniero, y ciertamente, sus batallas habían sido ma-

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FIG. 6 TIBURCIO SPANOQUI. Descripción de las marinas de todo el reino de Sicilia. Con otras importantes declaraciones nota-das por el Cavallero Tiburcio Spanoqui del Ábito de San Juan Gentilhombre de la Casa de su Magestad. Dirigido al Príncipe donFilipe Nuestro Señor en el año de MDXCVI. Messina. BNE, Mss 788, f. 23v.

rinas, no había ejercido como ingeniero sobre el terreno. No obstante, y dada la falta deprofesionales, aconsejaba que se quedara. Ibarra recordaba en su informe que MarcoAntonio Colonna había hecho énfasis en su fidelidad y en su noble nacimiento, y en quesi no se le podía tratar como merecía en la Corte, debía retornar a Sicilia. Un retorno alque ahora sabemos Spannocchi solo renunció después de la muerte de Marco AntonioColonna en Medinaceli en 1584.

Desde que llegó a España hasta que él mismo dio una grafía exacta a su nombre es-pañolizado, como Tiburcio Spanoqui, que es como aparece en la portada de la Descrip-ción de todas las Marinas del Reino de Sicilia del año 1596, le vemos aparecer comoEspanochi, Espanochio, Espanochi, Hispanoqui… en los miles de páginas que escribió,tanto en sus viajes como en la Corte al servicio de Felipe II. Cuando firmaba como «Ti-burtio Spannochy» recién llegado a España, y escribía todavía en italiano, fue enviado aFuenterrabía y allí tuvo ocasión de demostrar las cualidades que había encontrado Ibarraal examinarle, dibujando el estado de la fortificación de esa plaza, además de los perfilesde los montes cercanos y la perspectiva de la plaza desde tres partes distintas12. Como lehabían dicho, aunque fuera de palabra, que el rey ordenaba que hiciera dibujos de la ma-rina de la provincia de Guipúzcoa, quería comenzar con ello, además de ver si era nave-gable el río Oria, pero esperaba la orden escrita para hacer el pequeño viaje13. Se estabaintegrando muy rápidamente en su nuevo destino español, puesto que estas dos últimascartas las escribió en castellano, aunque decía que le costaba. De hecho, la primera re-lación que mandó con los dibujos de Fuenterrabía está en italiano «porque con más fa-cilidad digo mis pensamientos en my materna lingua que non en esta Castillana, ydespués considerado mejor, hame pareçido bien embiar el mismo pareçer en Castillano,el qual se que no será esprimido con la fazilidad y buenas palabras que convernía, peroa lo menos mejor entendido». Es un escrito sobre el modelo de madera de la fortificaciónque estaba hecho desde hacía tres meses, pero no le gustaba cómo había quedado y pre-fería regresar a la Corte con las medidas que él mismo había tomado, y que allí hicieranuno nuevo «entalladores y pintores más abiles». Además, con palabras podría explicartodo mucho mejor, que no solo con modelos y dibujos, para que el rey no cayera en hacerlos grandes gastos que otros proponían. Sin embargo, todavía tenía a otro ingeniero porencima, porque sus informes para Fuenterrabía se enviaron al capitán Fratin, quien con-testó que, cuando él mismo fuera próximamente a Fuenterrabía, daría su parecer14.

Luego debió de permanecer en la Corte, porque sabemos que en 1582 estaba ha-ciendo la planta y descripción de Aranjuez por orden del rey15, que desgraciadamentedesconocemos. En 1582 y 1583 fue con el marqués de Santa Cruz a la Jornada de lasAzores, participando en 1583 en la conquista de la isla Terceira. A la conquista siguió laconstrucción de la fortaleza de San Felipe del Monte Brasil, que generó muchos proble-mas con la población16. Lógicamente su conocimiento de la isla Terceira le convirtió entracista de la fortaleza de la montaña del Brasil, venciendo su proyecto al de Fratin17.

Pero no debemos verlo tan solo como ingeniero de fortificación, porque participó enla Jornada –al igual que en Navarino con Marco Antonio Colonna– como un militar deconfianza, con conocimientos científicos y una capacidad narrativa excepcional. Así, fueuno de los caballeros enviados por el marqués de Santa Cruz a reconocer la isla Terceiraantes de desembarcar el mes de julio de 158318. También Mosquera de Figueroa recuerda

EL INGENIERO CORTESANO. TIBURZIO SPANNOCCHI, DE SIENA A MADRID 17

que Tiburzio Spannocchi, caballero del hábito de San Juan, fue uno de los hombres im-portantes que acompañó a don Pedro de Toledo Osorio, marqués de Villafranca, a la isladel Fayal. Además, haciendo gala de su capacidad de dibujante, demostrada ya tantasveces, describió la isla «así en lo que toca a la Cosmografía, como a la geografía, con todaparticularidad de lugares, que por ser negocio que no lo piden estos comentarios, se cum-plirá con poner aquí no más de una demostración, o diseño del assalto…», insertándosea continuación en el libro de Mosquera el grabado de esa acción, quizá basado en unode los dibujos de Spannocchi19.

Sus aspiraciones militares no cejaron después de la isla Terceira, y cuando en 1588 sepreparaba la Armada contra Inglaterra, también al cargo del marqués de Santa Cruz,quien apreciaba especialmente a Spannocchi, quiso ir en ella para «ver cosas nuevas parapoder alcançar más espiriencia de la que tiene y con ella açertar mejor a servir a V. Magd.».Lo que quería ver era «la manera de la milicia de las partes donde fuere». Al Consejo deGuerra en principio no le pareció mal, porque aunque en la Corte en ese momento nohabía más ingeniero que él, pronto volvería el capitán Fratin20. Esto demuestra que, trasla muerte del gran Fratin, Spannocchi fue el ingeniero en el que descansaron las decisio-nes técnicas sobre fortificación que se tomaban en la Corte, porque no lo consideran im-prescindible en unas obras, es en la Corte donde era necesario. No logró ir en la Armada,pero sí fue su hermano Mario gracias a la recomendación del propio marqués, que in-formó de su valía como ingeniero para la empresa. Cuando murió en el naufragio delbarco en que viajaba, Tiburzio perdió a alguien que hubiera acabado siendo para él tannecesario como lo fue Jorge Fratin a su hermano Jacome Palearo, al igual que sucedió enotras familias de ingenieros a lo largo de la época moderna. La muerte del capitán Fratinen 1586 es lo que explica que en 1588 Spannocchi viajara a Pamplona, a ver las obrasque se hacían según el proyecto de citado Fratin21. Ese mismo año participaría en la apro-bación del plan de fortificaciones de Bautista Antonelli para el Caribe, siendo esta la pri-mera vez, pero no la última, que se ocupó de las fortificaciones americanas.

Aunque no pudiera embarcarse, la Armada contra Inglaterra le permitió mostrarsecomo el experto estratega que había demostrado ser en Navarino o las Azores, porqueescribió un famoso discurso y exhortación para la Armada de Inglaterra publicado en1603 en Bolonia22, Discurso del caballero Spanoquio y exhortaçion para la empresa de In-glaterra. Al Potentisimo Rey Philipe 2º23. Se convierte aquí en un historiador, que afirmaque el rey «tiene sus grandes estados muy divididos y la mayor parte de su potencia con-siste en cosas movibles como son las flotas de las dos Indias, que ni presidios ni fortalezasni buenos tratamientos las pueden defender». En la segunda parte de la cita que hemosextractado cuestiona la eficacia de unas fortificaciones a las que él dedicó su vida, yrefleja el debate, a veces encendido, entre quienes querían flotas y quienes querían for-talezas. Recuerda cómo Inglaterra, con Drake a su servicio, amenazaba el comercio conlas Indias. Pero cuando se refiere a los posibles aliados de Inglaterra que podrían atacarEspaña por sus fronteras terrestres sí que considera que serían las fortificaciones las queservirían de freno. En esto es un estratega, porque si el enemigo quisiera «inquietar lastierras de V. Magd.» podrían entrar por la frontera de Navarra y Guipúzcoa, pero lo im-pediría «la aspereza de la tierra, las fortaleças que ay en ella y la gente tan belicosa comoen qualquier parte de España». Otra posibilidad es que intenten entrar por el estado de

18 «LIBROS, CAMINOS Y DÍAS». EL VIAJE DEL INGENIERO

Milán «tan fiel a esta Corona que no debemos dudar novedades algunas ni por imagina-ción», y además está el estado aliado de Saboya. El tercer frente por el que pueden in-tentar entrar es Flandes, y escribe que «es dificultoso creer que aquello que en tantosaños y con tanta sangre se a ganado se aya de perder en un instante sin ayudarles nadaaquellos sitios fortissimos que allí se mantienen por V. Magd». Al «Gran Turco» no hayque temer porque está presionado «del persiano y de los tartaros», y ya se vio que cuandofueron contra Malta «con todo su poder», esta se defendió y le obligó a retirarse «ver-gonçosamente», y si el turco quisiese hacer algo «de sustancia», se unirían todos los prín-cipes de Italia contra el enemigo común. En la apreciación de la debilidad de los turcospor su guerra contra Persia coincidía con lo que se opinaba en la Corte24. Finalmente,tampoco de Alemania cabía esperar oposición, porque «la causa de la Religión no abráde prevalecer en este caso por la distancia que va entre luteranos a calvinistas de maneraque quien tuviere más dinero envendrá a tener más ayuda de la gente tudesca». Y si contodas estas consideraciones se hacía eco de lo que sin duda se comentaba en la Corte,también se hizo eco de noticias que él no podía conocer de primera mano, como que elreino de Inglaterra era «el más deleitoso y más rico que tiene el mundo, allí no ay miliçiasino aquella poca que aprendieron en la escuela de V. Magd ni ay alfuna fortificaçionporque está prohibido el fabricarla desde el tiempo de el Rey Henrico Padre de la reyna».

Su formación de historiador y experto en la antigüedad asoma cuando recuerda queCésar fue a conquistar ese reino con miles de hombres y caballos, sin otra causa «que elargumento del imperio»25, lo que sabe «por las historias de aquellos tiempos». Es más,«porque una empresa Real no se puede prevenir escondidamente y caso que se pudieseno se tendría por bueno el engaño, antes como acostumvravan los Romanos, tendría pormejor embiarselo a notificar por un Araldo, o Rey de Armas…».

Hasta aquí el historiador, pero el estratega también asoma en las páginas de este dis-curso –ya lo hizo antes en la Jornada de las Azores– porque hizo propuestas muy concretassobre cómo debía desarrollarse la empresa. Así, detallaba la cantidad de barcos –naos degavia, galeones, galeazas, galeras, pinaças y pataches–, o de hombres –españoles, italianosy tedescos– que tenían que participar en la jornada. Se detiene también en cuestionesprácticas sobre cómo actuar, que precisamente fue uno de los reproches que se hicierona la estrategia de la Armada. Según él, una vez desembarcados deberían buscar un buensitio para fortificarse y hacer un «fuerte de tierra con toda presteça y dejando el presidioque baste para su defensa mi parecer será que se vaya con todo el exercito a la caveçadel Reyno que es a Londres», porque en esa rapidez está la seguridad de la victoria, y setrataba de que no les diera tiempo a reaccionar. Es posible que Tiburzio esté recogiendoaquí la estrategia del marqués de Santa Cruz, a quien el rey encargó una traza de cómollevar a cabo la conquista en 1586, y lo único que se sabe de ella es que probablementepensó «en un desembarco directo en algún punto de Inglaterra o Irlanda». El que fueraun lugar cercano a Londres era algo que proponía también el duque de Parma26.

Entre todas las consideraciones sobre los provechos de la empresa, hay una digna dereseñarse que es que «se vendrá a introducir una escuela para los grandes señores moçosque ya parece que el oçio les da fastidio en la Corte y los regalos y comodidades de suspropias casas declarase V. Magd. y verá la promptitud de sus ánimos», pero el gran pro-vecho de la conquista sería todo lo que se ahorraría en la defensa de las flotas, lo que sin

EL INGENIERO CORTESANO. TIBURZIO SPANNOCCHI, DE SIENA A MADRID 19

duda era la gran preocupación en la Corte después de los ataques de Drake a Canariasy el Caribe, que tanto daño habían hecho, y que habían obligado al rey de España a gran-des gastos para reforzar la defensa de la ruta de las Indias. Según Spannocchi, la pru-dencia del capitán general y la experiencia de los soldados viejos, de los que estaba llenoel ejército del rey, garantizaban el éxito. En dos ocasiones cita la experiencia de la con-quista de la isla de San Miguel en las Azores con el marqués de Santa Cruz como ejemplodel que aprender para esta ocasión. No podemos dejar de pensar si la muerte del marquésde Santa Cruz en 1588 fue otro revés en su carrera, como lo había sido la muerte deMarco Antonio, o al menos que esa carrera hubiera sido más compleja que la que le llevóa ser Ingeniero Mayor de los Reinos de España, con ser ese cargo tan novedoso el que ledio fama universal.

«MUCHOS CAMINOS Y VISITAS»

Después de ese importante discurso, parece que la carrera de Tiburzio se centró en lasfortificaciones y su vida fue un viaje casi incesante. Cuando en 1597 solicitó una de lasmuchas ayudas de costa que pidió a lo largo de su vida para sus viajes, decía que fuesobre todo desde 1587 cuando el rey le mandó hacer «muchos caminos y visitas de cosasde fortificación en Portugal, Galicia, Andalucía, Aragón, Cataluña y Navarra, y dos vecesen Vizcaya y Guipúzcoa». Puesto que su firma cambió, pensamos que a partir de ahorale debemos llamar como él mismo se llamaba, Tiburcio Spanoqui. Vamos a ver, sin pre-tensiones de exhaustividad, cómo sus continuos viajes para trazar y describir fueron con-formando su figura profesional.

Nunca viajó solo, desde 1584 trabajó con él para formarse Jerónimo de Soto27, y elprimer gran viaje de ambos fue el que hicieron en 1587 a Cádiz y Gibraltar, del que co-nocemos el cuaderno de trabajo con los dibujos y relaciones de Spannocchi, que luego,pasados a limpio, entregaría al Consejo de Guerra28. Ese año, cuando llevaba según éldiecisiete años sirviendo al rey, los siete últimos en España, echaba de menos la capacidadde intervención autónoma que había tenido en Sicilia, y pedía que, al igual que en aquelreino, tuviese autoridad en materia de fortificación en cualquier lugar al que se le man-dase para hacer las relaciones, sin que nadie se lo impidiese, para lo que pedía al rey«una compañía de infantería o título de capitán de caballos». Su sueldo no le bastabapara vivir «conforme a su calidad», lo que siempre será una constante, ya que su condi-ción de caballero de la orden de Malta le obligaba a un nivel de vida que nada tenía quever con el de otros ingenieros. El Consejo de Guerra propuso que se le diera el título decapitán ordinario teniendo en cuenta «la necesidad que ay de hombres suficientes eneste menester, y que lo es el dicho Tiburçio». En la misma solicitud pedía para su her-mano Mario, que había hecho con él la visita del reino de Sicilia, un entretenimientopara que se siguiera formando a su lado como ingeniero, adquiriendo práctica de la pro-fesión, lo que pareció bien al Consejo de Guerra29. No sabemos que Mario fuera con élen su primer viaje a Cádiz y Gibraltar, para donde se le ordenó partir ese mismo mes demayo30 a dar trazas para las fortificaciones, lugares a los que regresó varias veces a lolargo de su vida, a veces ampliando el viaje a Málaga y Tarifa.

20 «LIBROS, CAMINOS Y DÍAS». EL VIAJE DEL INGENIERO

En 1588 y 1589 estuvo en Pamplona siguiendo las trazas de Fratin, en una ciudadelaespecialmente cuidada por el monarca y sus consejeros, sobre la que ese año opinaronJorge Fratin, Spanoqui y Cristóbal de Rojas, ante las dudas de si Jorge Fratin estaba res-petando la traza de su famoso hermano31. Regresó a la Corte y en agosto de 1589 fue en-viado desde El Escorial a Viana, Oporto, Coimbra y costa de Galicia, en concreto LaCoruña, ría de Vigo, Betanzos y Ferrol, en un viaje que duró cinco meses. Según infor-maba el marqués de Cerralbo, el ingeniero había trabajado «mucho y muy inteligente-mente como puede apreciarse por los designios que lleva el alférez Pedro Rodríguez»,que servía como ingeniero en La Coruña32. Orgulloso como siempre, el mismo ingenieroescribía en febrero de 1590 al rey para solicitar una ayuda de costa que le permitiera re-gresar a la Corte diciendo que cuando el rey viera las relaciones y trazas que había hecho,le parecerían pocos los cinco meses que había tardado. Pese a estos viajes, a veces largos,era necesario en la Corte, y esa fue la razón de que no pudiera ir a ocuparse de las forti-ficaciones de Cataluña por muerte de Setara (Giovan Giorgio Settala).

Recapitulemos en este 1590 sobre sus triunfos en la Corte española. Había llegadoganando cuarenta escudos, que en 1583 y teniendo en cuenta su servicio en la Armadadel marqués de Santa Cruz fueron aumentados a cincuenta, y en 1584 su sueldo pasóde los cincuenta a los sesenta escudos por tener en cuenta lo bien que sirvió en las dosJornadas de las Azores, así como por la calidad de su persona y méritos33. Pese a los se-senta ducados (él habla de ducados), en 1589 se quejaba amargamente de que a otroscaballeros que habían ido en la Armada del marqués de Santa Cruz se les había dadocuatrocientos ducados de renta, y a él sólo se le habían aumentado el sueldo diez ducados,siendo él «tan caballero como ellos y no merecer menos». Piensa que si él no tuviera«esta inteligencia en cosas de fortificación se me hiziera creo la merced que a ellos», eironiza con que «este provecho saco yo de mis habilidades». A otros ingenieros el rey loshabía ennoblecido siendo antes canteros y carpinteros, lo que a él no puede darle, pueses noble de nacimiento, a otros se les ha dado hábito y encomienda, como a Filipo Terzi,y recuerda al rey que Fratin gana ochocientos ducados al año y tiene casa de aposentoen Madrid, y que a otros se les dan cien ducados, como «al antoniely que fue a las yndias»,lo mismo que a otros en Sicilia y Flandes, que tienen además compañía de caballos. Élcon los sesenta ducados tenía que pagar doce por el alquiler de la casa, además de lossalarios de pajes, lacayos y caballos «gastos a que el ábito me obliga». Puesto que diceque lleva ya diez años en España, este memorial sin fecha debe ser de 1590, y ya entoncespide que le den título de ingeniero mayor, capitán de caballos, gentilhombre de la casareal, o que le confirmen además los cuarenta ducados que tenía en Sicilia, como se hacíaen Milán con Fratin y con Tibaldi. Pedía una «naturaleça» de ochocientos o mil ducadospor él o por sus hermanos, uno de los cuales dice que llevaba sirviendo al rey catorceaños, primero como catedrático en Salerno y ahora con la primera cátedra de Italia enBolonia, refiriéndose a su hermano Angelo. Acababa su reclamación casi exigiendo que,en caso de no poder ocuparse de cosas de fortificación con la reputación que convenía asu persona, el rey le ordenara otras ocupaciones34. La decisión fue que se le aumentarael sueldo a ochocientos ducados, y se le diera una plaza de Gentilhombre de la casa real,así como una naturaleza de ochocientos o mil ducados para uno de sus hermanos, y porsupuesto que continuara como ingeniero.

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Es posible que de 1591 daten las dos plantas para los fuertes del estrecho de Maga-llanes que se conservan en la Colección Navarrete del Museo Naval de Madrid, aunqueCeán, en las adiciones a Llaguno, interpretó que las trazas, junto con la instrucción con-servada en el Archivo General de Indias, que transcribe, eran de 1580 o 1581. Spanoquinunca fue a ese estrecho, quien fue en 1581 fue Bautista Antonelli, y ni la caligrafía, niel dibujo, ni la firma, ya como «Tiburcio Spanoqui», que es como firma desde los añosnoventa, se corresponden con un Spannocchi recién llegado a España en 1580. Se co-rresponderían más bien con el momento en que, en 1591, se pensó en mandar una nuevaexpedición al estrecho, que no se llevó a cabo, con las informaciones dadas por PedroSarmiento sobre cómo era el estrecho y cuál su parte más angosta, que permitirán ademása Spannocchi hacer un mapa de este. En su informe incorporaba ya algo que fue unaconstante en los años noventa, cuando proyectó alojamientos para soldados, como quedebían tener sótano, aunque en todo momento insistiera en que todo dependía del sitio,y para materiales, etc. remitía a Pedro Sarmiento, por su experiencia en aquellas tierras35.

SUPERINTENDENTE DE LAS OBRAS DE LOS CASTILLOS DE ARAGÓN

En 1592 hubo en su carrera un salto cualitativo, al ser nombrado Superintendente delas obras de los castillos de Aragón. Su labor fue tan excelente en ese cargo que a media-dos del siglo XVII, para hacer los «apuntamentos» que iban a ser necesarios para las obrasdel puerto de Finale, se tomó como modelo «los que hizo el Comendador y gran IngenieroTiburcio Espanoqui a la Magd. de Phelipe 2º quando se fabricó el castillo de Jaca y lasotras torres que ay en la frontera de Aragón y Francia», por ser «de gran consideración albuen cobro de la Real hazienda»36.

En enero se le había ordenado dejar instrucciones al maestro mayor de Cádiz, dondehabía estado trabajando, y regresar a la Corte. El 29 de abril de 1592 don Alonso de Var-gas, miembro del Consejo de Guerra y capitán general de Aragón, nombró a «Tiburçioespanoqui de superintendente de las obras de los castillos de aragón». Para ello se ledaban todos los poderes y facilidades por parte de jueces, justicias, soldados, etc., por loque las libranzas de dinero para las obras, aparte de las órdenes, fueron competenciasuya37. Nunca antes había tenido semejante poder un ingeniero, pues, como nos recuer-dan sus biógrafos, hacerse cargo de las libranzas era algo que solo solían hacer los virreyeso gobernadores38.

Fue un encargo delicado, que comenzó con informes cifrados, porque todo había quehacerlo «con disimulación». Las cartas cifradas eran un recurso frecuente para la infor-mación que debía permanecer secreta, una cifra que al parecer los distintos secretariosde estado cambiaban cada cuatro o cinco años, además de haber otras cifras de carácterparticular, aunque según Juan Bautista Gesio, matemático al servicio de España, todopodía descifrarse39. Casi como un espía Spanoqui puso pie en Aragón, en cuyo ejércitodirigiría y controlaría los gastos de todas las fortificaciones. A poco de llegar enfermó, yya entonces empezaba a ser famoso también por su fuerte carácter, pues don Alonso deVargas decía que aunque se le trataba de contentar por todos los medios, el ingenieroera «un poco amigo de su opinión… y enojase con facilidad»40.

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Fueron muchas las obras de Aragónque proyectó o en las que intervino, y loslugares que describió: Benasque, Can-franc, Castel León, Hecho, Ansó, Ber-dún, Santa Elena, Sallent…, además delas grandes obras de Zaragoza y Jaca.Con respecto a los pasos de los Pirineos,en informes que acompaña con dibujos,demuestra que era algo más que un in-geniero, porque informaba del númerode vecinos, las distancias, los ríos, etc.,en definitiva todo lo que un geógrafodebía transmitir a un monarca que habíaemprendido años antes las Relaciones to-pográficas para satisfacer la necesidad deconocer sus reinos.

Lo más complicado de decidir fuecómo fortificar Zaragoza para poder do-minarla en caso de insumisión al rey, te-niendo en cuenta lo sucedido con lahuida de Antonio Pérez. En junio Spano-qui informaba al rey que su opinióncoincidía con la de los que pensaban queno había que hacer dos fuertes nuevos,sino uno solo. Finalmente, en lugar dedestruir la Aljafería, «casa real buena ytan antigua como V. Magd. sabe» decíaSpanoqui, lo que se hizo fue fortificarla.Esta decisión fue tomada por Alonso deVargas, el maestre de campo Franciscode Bobadilla, el secretario del Consejo deGuerra Esteban de Ibarra, el teniente ge-neral de Artillería Hernando de Acosta yel ingeniero Spanoqui. Lo que hizo el in-geniero fue crear al palacio islámico unaespecie de camisa abaluartada en la quese funden fortaleza y palacio si nos ate-nemos a los preciosos dibujos que repre-sentaban el aspecto del edificio tras latransformación, con torres con chapite-les sobre los baluartes que todavía hoy seconservan. Para transformar la Aljafería41

tuvo que hacer muchos dibujos y estu-dios, algunos de los cuales, de gran inte-

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FIG. 7 TIBURZIO SPANNOCCHI. Paso de Canfranc y ríoAragón, 1592. España. Ministerio de Educación, Cultura yDeporte. Archivo General de Simancas. MPD, 06, 113.

FIG. 8 TIBURZIO SPANNOCCHI. Traza del castillo que se hade hacer en la Aljafería de Zaragoza, 1592. España. Ministeriode Educación, Cultura y Deporte. Archivo General de Siman-cas. MPD, 08, 067.

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FIG. 9 Aljafería de Zara-goza. Estado actual de los ba-luartes que la transformaronen ciudadela del rey. Fotogra-fía de P. Ferrol.

FIG. 10 TIBURZIO SPAN-

NOCHI. Rasguño de la Alja-fería de Zaragoza, 1592.España. Ministerio de Edu-cación, Cultura y Deporte.Archivo General de Siman-cas. SGU, 03352, 35.

rés por mostrar el estado de la Aljafería entonces, conservados en el ya citado cuadernode trabajo.

También en 1592 se ocupó de la nueva fortificación de Jaca, trazada ese mismo año,y modelo unos años después de un proyecto para la ciudadela de Cremona. El castillo deSan Pedro en Jaca fue llamado al principio ciudadela, pero rápidamente volvió a ser cas-tillo en la documentación, porque hasta la palabra implicaba un dominio por la fuerzadel rey sobre una ciudad que podía rebelarse. De hecho, en 1593 se llegó a producir in-cluso una revuelta popular contra el castillo que se estaba levantando42.

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FIG. 11TIBURZIO SPAN-

NOCCHI. Ciu-dadela de Jaca,«Traça del cas-tillo de SanPedro que setiene empeçadoen la ciudad deXaca», 1592.España. Minis-terio de Educa-ción, Cultura yDeporte. Ar-chivo Generalde Simancas.MPD, 38, 092.

FIG. 12TIBURCIO SPA-

NOQUI. Pro-yecto deciudadela paraCremona, sobreuna planta deFratin, 1595.España. Minis-terio de Educa-ción, Cultura yDeporte. Ar-chivo Generalde Simancas.MPD, 09, 051.

No eran los de Aragón sus únicos afanes, porque había adquirido ya la responsabilidadde tracista en otras importantes fortificaciones, así que ese mismo año le requerían paraque informara sobre el castillo que se iba a hacer en San Roque, en Cádiz, y los aloja-mientos de soldados, pero, tal como escribía, al no tener consigo sus propias trazas paracotejarlas con la que se le mandaba, se remitía para las medidas de los alojamientos a losque había proyectado en Jaca y, redundando en la necesidad del viaje, decía que, «sinallarme en el puesto no puedo asegurarlo»43.

La Aljafería seguía siendo su principal preocupación, y en julio daba un largo informeal rey desde Zaragoza sobre el estado de las obras mientras acababa de hacer los modelosde Jaca. Esperaba que el rey resolviera pronto las armas reales que debían ir en la puerta,para poder entallarlas, habiendo presupuestado este gasto en doscientos escudos44. Deeste año de 1593 son los cuatro bellos dibujos de la Aljafería. Era la primera vez que seenfrentaba a una intervención de tal envergadura en un edificio histórico, y lo hizo conun respeto ejemplar hacia el edificio islámico pese a la transformación exigida por lanueva fortificación. Así, en el dibujo de la parte hacia la huerta, o tramontana, explicabaque se habían puesto grandes rejas para que la luz llegara a la sala de los mármoles. Tam-bién ese año dio su opinión al rey sobre la inscripción que debía ir en la nueva portadade la fortaleza. Su propuesta, cargada de significados en relación con la situación de Ara-gón, era FILIPUS II YSPANIAR/ ET YNDIAR/ REX. AD PACE CNSERVANDAM. RES-TAVRAVIT45.

En noviembre de 1593 las obras de la Aljafería estaban lo suficientemente avanzadascomo para que el ingeniero viajara a Jaca y a recorrer los pasos de los Pirineos, y de eseviaje son los dibujos de tales pasos. Entre otras torres proyectaría la torre de los Bañosen el puerto de Benasque, que le iba a dar algunos problemas, una vez más por los infor-mes, contrarios a su parecer, de los militares. El científico que era Spanoqui ironizabasobre la propuesta alternativa de sus críticos diciendo que «una de las comunes sentenciasde matemática es que una línea reta no puede cerrar superficie», y el buen servidor yguardián de la hacienda del rey alardeaba de su buen hacer durante el viaje por los

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FIG. 13 TIBURZIO SPANNOCCHI. Vista de la Aljafería de Zaragoza en su parte norte, 1593. España. Ministerio de Educa-ción, Cultura y Deporte. Archivo General de Simancas. MPD, 05, 085.

Pirineos desmintiendo el coste queatribuían a la torre, cuando él enningún lugar de esa cordillera habíaencontrado materiales más baratos.Se declaraba como «persona queha visto el sitio muy despacio y conmucho cuidado»46, lo que avalabasu propuesta. En diciembre envióa la Corte los modelos de bulto detodas las fortificaciones iniciadasen el reino de Aragón con Jerónimode Soto, en quien cada vez teníamás confianza, para explicarlas alrey y a sus consejeros47. En mayode 1594 seguía en Aragón, y el reyle ordenaba ir a visitar el valle deArán y el castillo de Castel León,pero en septiembre todavía no ha-bía podido ir «por la falta que secausaba en las demás fábricas au-sentándose dellas», retrasándose elviaje hasta el mes de octubre48. Yseguía recibiendo órdenes de viajarallí donde la defensa mediante for-tificaciones era necesaria, así que,por estar ya controladas y avanza-das las obras de Aragón, el rey lehabía ordenado en 1593 reconocer los sitios de los Alfaques, ese nido de corsarios en elque hubo que hacer torres, en cuyos proyectos trabajaron algunos de los grandes inge-nieros de finales del siglo XVI. Años después, Spanoqui haría unos preciosos dibujospara una torre en los Alfaques49.

Mientras, se seguía ocupando de sus obras proyectadas anteriormente, como la citadade Cádiz o la de la montaña del Brasil en la isla Tercera, donde ese año fue destinadocomo maestro Antón Coll. De noviembre de 1593 datan los interesantes comentarios he-chos por Spanoqui a las instrucciones del conde de Portalegre para dicha fortificación.En ellos rebatía algunas opiniones de don Juan de Silva por estar sacadas de los libros defortificación, mientras que él, que también conocía los libros, sabía que era la experienciade los soldados viejos la que mejor orientaba sobre qué era lo mejor en la guerra. Eran laexperiencia y la razón frente a los tratados, y para adquirirlos sus viajes resultaban im-prescindibles50.

En agosto de 1594 el rey decidió que Spannocchi volviera a Fuenterrabía, esa plazaen la que había estado al poco de llegar a España y conocía tan bien, para proyectar deuna vez tanto esas fortificaciones como las de San Sebastián, Guetaria y Motrico. Esosí, debía hacerlo de acuerdo con don Juan Velázquez, capitán general de la provincia, y

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FIG. 14 TIBURZIO SPANNOCCHI. Castillo de Benasque por la partede hacia Francia. España. Ministerio de Educación, Cultura y De-porte. Archivo General de Simancas. GYM, 00356-189-02.

sin faltar a las tareas que tenía encomendadas en Jaca51. Aunque estuviera lejos de laCorte, seguía siendo el ingeniero que probablemente mejor se movió en los entresijosdel poder cortesano, como demuestra el hecho de que Juan de Idiáquez, que desde 1579era consejero de Guerra «en propiedad» y secretario de Estado52, le encargara durantesu estancia en Guipúzcoa (tanto a él como a Jerónimo de Soto) trazas para reformar va-rias de sus casas53. Idiáquez era desde hacía unos años su gran valedor en la Corte, comodemuestra el hecho de que en 1593, cuando ideó la inscripción que debía ir en la portadade la Aljafería, fue a don Juan de Idiáquez a quien envió también el texto para conocersu opinión, escribiéndole además que no le mandaba la relación de todo lo hecho porqueno tenía tiempo, habiendo enviado ya todo al secretario Andrés de Prada, por lo que Idiá-quez, siempre tan ocupado, las vería cuando se reuniera el Consejo de Guerra. Solo lemandaba el texto de la inscripción, ya que era un tema no menor, en el que Spanoquireflejaba la difícil situación histórica en la que se había desarrollado el proceso de re-forma de la Aljafería, por lo que habla en el de paz y de restauración54. Juan de Idiáquez,Cristóbal de Moura, Juan de Cardona y Pedro de Velasco fueron los que el 29 de marzode 1595 decidieron lo que había que hacer en las fortificaciones de Guipúzcoa despuésde que Spanoqui y don Juan de Velázquez visitaran Fuenterrabía, San Sebastián, Pasajey Guetaria, de las que enviaron trazas y relaciones a la Corte, otra vez con Jerónimo deSoto. En su viaje a Guipúzcoa pedía además que, para no estar en mesones, lo que «seríaindecencia de su persona», se le diera posada allí donde fuera destinado para poder tra-bajar con tranquilidad55.

Volvió a tener discrepancias con los militares, pese a lo que había reivindicado pocoantes la experiencia de los soldados viejos, en este caso con don Juan Velázquez, pero elConsejo de Guerra optó por la propuesta del ingeniero sobre la torre de Higuer56. Dehecho, cuando iba a ser enviado a Guipúzcoa, y puesto que iba a tener también la supe-rintendencia de las fábricas como había tenido hasta entonces en Aragón, ya avisaba el in-geniero que exigía que «ny Don Juan Velazquez ni otras personas que no entiendensemejantes negocios» tuvieran que ver en ellas, ni se ocuparan de la distribución del dinero.Y sin embargo, eran los nombres de los gobernadores y capitanes generales los que se uníanal del rey en las inscripciones de las puertas de las fortificaciones, como sucede en Fuen-terrabía, que recuerda que se hizo en 1598, «siendo don Juan Velázquez Capitán Generalde esta provincia». El Consejo de Guerra decidió que la «residencia» de Tiburcio se partieraentre las fábricas de Guipúzcoa y las de Aragón57. Fue durante esos años entre Aragón yGuipúzcoa cuando tuvo una hija, Caterina Bianca, con una dama noble de la casa Fagoaga,con quien no se llegaría a casar por las reglas de su orden58. Su fama era cada vez mayor,y en 1595 el Gran Maestro de la orden de Malta escribió a Felipe II pidiéndole, entre otrascosas, que al caballero «Tiburtio Spanochi ingegniero le de licencia para que visitar estafuerça y ver lo que en ella es necesario remediar»59. No fue a La Valletta, el rey no le dejómarchar, y es algo de lo que años después se quejaba con amargura, por considerarlo causade no haber obtenido una encomienda de gracia de su orden militar.

En ese año de 1595 corrigió las trazas para la fortificación del Morro de La Habanade Bautista Antonelli y le consultaron sobre los modelos y trazas que habían llegado desdeesa ciudad. Los que mostraban el Morro y la Punta tal como quedarían una vez acabadaslas obras eran de Bautista Antonelli, y otro modelo del estado en que se encontraba el

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Morro, era de Cristóbal de Roda, miembrode la misma familia60. Del Morro modificó,ampliándolo, el espacio para plaza y calles,quitó un orejón a la muralla, y propusohacer bajo la fortificación unos almacenespara guardar la plata, que hasta entoncesse repartía «por las casillas del lugar»61.Hay que señalar que de nuevo en todo sele daba razón a Spanoqui, pese al recono-cimiento que tenía como ingeniero de for-tificación Bautista Antonelli, formado consu hermano Juan Bautista, pero sobre todocon Vespasiano Gonzaga.

Y continuaba viajando: en 1596 siguiótrabajando en las fortificaciones de Gui-púzcoa, aunque en octubre tuvo que ir aPamplona unos días, regresando luego a lasobras de Fuenterrabía y San Sebastián.Hizo también ese año algo que supuso otrogran paso en su carrera cortesana, que fueacabar la Descripción de las marinas de todoel reino de Sicilia, que había empezado en1578 cuando recorrió las costas de esereino por orden de Marco Antonio Co-lonna. La acabó en español, añadiendonuevos dibujos que demuestran lo que había ido aprendiendo con tanta experiencia62.Se posicionó con este bello manuscrito para alcanzar un mayor reconocimiento ante elque sería el nuevo rey, a quien le dedica el atlas, olvidando al anciano Felipe II. Cuandoen la dedicatoria de la Descripción ofrece al futuro Felipe III hacer una obra similar delos reinos de España, recuerda que «la maior parte dellos tengo andado, y tomado encada lugar observaciones con cuidado63.

Escribía en su descripción manuscrita que, como el rey y sus consejeros «por sus gra-ves cuidados y continuas ocupaciones no les dan lugar a ver por vista de ojos las anchu-rosas tierras que están devaxo de sus gobiernos» deben confiar para todo lo referente ala descripción de provincias en personas nombradas por ellos que, «con atención y buenzelo», como él hacía, describan todo puntualmente dando su parecer64. De ese mismoaño es el tratado de Cristóbal de Rojas65, que recuerda a Spanoqui como un gran inge-niero que le honró asistiendo alguna vez a sus lecciones de fortificación. Tal era el deseode Rojas de arrimarse al triunfador en la Corte que era Spanoqui que incluso reprodujoen su tratado el instrumento para medir que usaba este ingeniero, demostrando su ad-miración por un hombre capaz de medir el mundo científicamente66. Sin duda usó ins-trumentos de medida para su trabajo, y no queríamos dejar de hacerlo notar, aunque nosea este el lugar para extendernos, porque los llevaría consigo en sus viajes para poderhacer los rasguños que acompañaban sus palabras en su cuaderno de trabajo67.

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FIG. 15 TIBURZIO SPANNOCCHI. Descripción de las ma-rinas de todo el reino de Sicilia. Con otras importantes decla-raciones notadas por el Cavallero Tiburcio Spanoqui delÁbito de San Juan Gentilhombre de la Casa de su Magestad.Dirigido al Príncipe don Filipe Nuestro Señor en el año deMDXCVI. Portada. BNE, Mss 788.

En 1597 seguía (o volvió, porque sabemos de sus idas y venidas a la Corte) en Fuen-terrabía ocupándose de cimentar el famoso baluarte de san Felipe, e informó sobre labarra del Orio y su navegación hasta Tolosa, que recordemos que ya le habían encargadoen su primera estancia68. Iba a ser Jerónimo de Soto quien informaría personalmente alrey y al Consejo «como persona que se alla presente a todo», pero solo porque hasta elmomento eran obras pequeñas69. De entonces tenemos un ejemplo acabado de su laborcomo urbanista, hasta entonces mostrada tan solo en rasguños como los de Cádiz, porqueel 21 de mayo de ese año de 1597 Spannocchi avisaba del gran incendio ocurrido enGuetaria, y lo acompañaba de un plano sobre cómo debía reconstruirse70. Su proyectoobedece a los principios de geometría y regularidad que imperaban en cualquier funda-ción urbana emprendida por la monarquía filipina.

Su fama seguía creciendo. En septiembre de 1597 don Juan de Velázquez, al enviardesde Fuenterrabía las trazas del comendador Spanoqui, decía que no había visto «ningúnMinistro de Vuestra Magestad tratar la hacienda de V. M. con más cuidado ni limpieza,

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FIG. 16 TIBUR-

ZIO SPANNOCCHI.Plano de la villa ypuerto de Guetaria,con indicación delnuevo repartimientode sitios y callespara su reedifica-ción después del in-cendio sufrido,1597. España. Mi-nisterio de Educa-ción, Cultura yDeporte. ArchivoGeneral de Siman-cas. MPD, 05,062.

escusando todo lo que no es forzoso y asistiendo desde que se comienza la obra hastaque se acaba con su persona sin apartarse un momento della sin tener calor ni frio, tra-bajo y cuidado muy digno de que V. M. le recompense y haga merced…»71. En 1598 se-guía por aquellas tierras y se llevaron a la Corte modelos de las torres de Pasajes, Guetariay castillo de Higuer72.

A la muerte de Felipe II pidió retirarse, escribiendo al nuevo rey desde Fuenterrabíael 12 de octubre de 1598, que por estar cansado pedía también un «honesto retiro», re-comendando que se ocupara de sus obras su «discípulo» Jerónimo de Soto. Pero FelipeIII no le dejó abandonar y decidió que Spanoqui debía acabar el baluarte de Fuenterrabía,y que una vez terminado, lo tendría en cuenta para «hacerle merecer»73. Lo cierto es quela plaza de Fuenterrabía fue tan importante en la defensa de la frontera francesa queaños después la representó Velázquez al fondo del retrato ecuestre del conde duque deOlivares, y fue también uno de los dibujos de Spanoqui que acabaron en Roma cuandopretendía imprimirlos.

Pero no se pudo jubilar, así que siguió ambicionando llegar todavía más alto, bienprotegido ahora por el duque de Lerma. A finales de 1600 el Consejo de Guerra confir-maba de Tiburcio «que su qualidad como el dize es diferente a la de los demás ingenie-ros», por lo que recomendaba que se le diera el título de Ingeniero Mayor, subordinadotan solo al Consejo y al capitán general de Artillería, y se le subiera el sueldo hasta los1.500 escudos. Este reconocimiento de que su «calidad» era distinta a la de los otros in-genieros, nos habla de que era caballero de nacimiento, y «siendo caballero está obligadoa sustentarse diferentemente que otros»74, un estatus que le avaló de nuevo al final desu vida para alcanzar la gloria. En ese año de 1600 es cuando Cabrera de Córdoba con-taba que el duque de Lerma «quiere levantar una grande casa en Valladolid, y ha llevadoal ingeniero Espanoqui para que haga la planta y traza de ella»75, así que Tiburcio viajócon la Corte a Valladolid al servicio directo del poderoso valido de Felipe III, que habíaconseguido que la Corte se trasladara a aquella ciudad. Es una noticia que además incideen cómo los grandes señores fiaron a los ingenieros la construcción de sus casas, a vecessus reformas, un tema en el que estamos trabajando.

«OS NOMBRO, ELIJO Y DIPUTO POR MI INGENIERO MAYOR DE ESTOS MISREYNOS DE ESPAÑA»

El 15 de abril de 1601 el rey, con la Corte ya asentada en Valladolid, nombró a «TiburcioEspanoqui, caballero del hábito de san Juan Gentil hombre de mi casa» Ingeniero Mayorde los Reinos de España para tener la superintendencia de todas las fortificaciones deesos reinos, sus islas y fronteras, tan solo bajo la autoridad del Consejo de Guerra y delcapitán general de Artillería, y lo hizo por la «calidad, mucha abilidad y suficiencia» quetenía en ello Spanoqui, lo que había demostrado durante años76.

Como nos estamos centrando en sus viajes, lo cierto es que si pensó en algún mo-mento poder controlarlo todo desde la Corte, estuvo equivocado, aunque ciertamentemuchos informes están fechados en Valladolid, y los viajes continuaron. En septiembrede este mismo año fue enviado a visitar de nuevo las fortificaciones de Guipúzcoa con el

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conde de Puñonrostro. Pidió una ayuda de costa suficiente para una persona como él,que por ser viejo ya siempre debería viajar con mayores comodidades, y reclamaba denuevo la compañía de Jerónimo de Soto. Sin embargo, algo muy especial le fue encargadouna vez nombrado Ingeniero Mayor. En 1602 el rey Felipe III le ordenó poner «en librostodas las trazas que hay y adelante hubiere de cosas de fortificación y sacar las copiasque fuere necesario», para lo que el ingeniero compró papel imperial77, y suponemos quealgunos de los dibujos más cuidados, como el de Castel León, o los de la Aljafería habríanacabado de convencer al rey de que iba a ser el más bello atlante de fortificaciones quecualquier monarca pudiera haber soñado.

Viajaba, pero también informaba en la Corte de fortificaciones en las que nunca habíaestado, como cuando ese mismo año hizo una relación sobre la defensa de las islas deMallorca y Menorca, dando proyectos para Mallorca en los que refleja todo lo aprendidoa lo largo de su carrera sobre cómo construir las fortificaciones78. Andaba ya mal de salud,lo que retrasó un viaje a La Coruña, indicándose además de nuevo que estaba viejo parapoder caminar sin comodidades. Cuando su salud mejoró, en diciembre del mismo año1602, le ordenaron que antes fuera a Cádiz a ocuparse de sus fortificaciones y a Málagadonde debía atender las fortificaciones pero también su muelle, porque al ser inviernopoco se iba a poder hacer en La Coruña, donde iría a continuación. Pedía seiscientosducados a cuenta de lo que le debían de su sueldo, y el Consejo informó favorablementeporque «no es justo que hombre de su qualidad, y tan eminente en su profesión, y tanceloso del servicio de Vuestra Majestad, y que con tanto cuidado mira por el beneficiode su Real hacienda, muera de hambre, y se quede por esos caminos»79.

Lo mismo que Cádiz fue un tema recurrente en su carrera de ingeniero desde losaños ochenta, hubo otros que retornaron, y ese año seguía la polémica sobre CabezaSeca, en Lisboa, que fray Juan Vicencio Casale había proyectado en forma circular, y lle-vaba doce años construyéndose. Se oponía frontalmente Spanoqui a la propuesta de Leo -nardo Turriano de cambiarla para hacerla en forma oval. Para acabar con todas las dudasaconsejaba «hazer modelo de bulto muy claro y puntual conforme a la intençión que lle-vaba el dho frai Joan Vizencio, pues a poco mas o menos se tiene noticia de sus propor-

32 «LIBROS, CAMINOS Y DÍAS». EL VIAJE DEL INGENIERO

FIG. 17 TIBURZIO

SPANNOCCHI. Perspec-tiva de Castel Leon enla val de Aran por laparte de hazia Poniente,1594. España. Ministe-rio de Educación, Cul-tura y Deporte. ArchivoGeneral de Simancas.MPD, 15, 082.

ciones»80. La estaba construyendo en forma circular su discípulo Gaspar Ruiz, enfrentadopor consiguiente a Turriano, los cuales viajaron a la Corte para exponer sus razones, y esinteresante el recurso de Spanoqui a un modelo de bulto, puesto que no había dejado derealizarlos desde el comienzo de su carrera como ingeniero, allá por los años de Nápoles.

Sabemos que a lo largo de su vida ideó ingenios: ya en 1591 había dado trazas parados molinos, pero ahora parece que inventó algo más relevante, porque pedía privilegiode invención. Era un molino que se podía utilizar en lugares de marea «para la crecientey menguante y para los ríos que tuvieren de ordinario bastante corriente», de donde desa -parecerían las presas y acequias que dificultaban la navegación en esos ríos. Tambiénera un molino distinto a los normales, que «por demasseada agua, o por falta della dexande moler», lo que a este sólo le sucedería con una avenida extraordinaria. Pedía privilegiopara que nadie más pudiera hacer un molino como ese en todos los reinos, y que nadiele usurpara la invención «como de ordinario suele acontecer». El Consejo de Guerrahabía visto el modelo (de nuevo un modelo) y le había parecido muy buen invento, porlo que aconsejaron que el rey diera el privilegio, lo que le fue concedido81.

En abril de 1603 seguían sin pagarle los seiscientos ducados y el mismo Consejo deGuerra apremiaba el pago, porque «no tiene otra hacienda de que vivir sino el sueldo»82.

Por eso el duque de Medina Sidonia, después de que Spanoqui resolviera las dudassobre la fortificación de Cádiz, intervino personalmente para pedir que se le pagaranentre seiscientos y ochocientos ducados de ayuda de costa, la mitad del dinero de lasobras de Cádiz y la otra mitad de las obras de las fortificaciones de Málaga. El rey decidióque se le pagaran seiscientos ducados previo beneplácito del Consejo de Guerra, que ar-gumentó que si Spanoqui faltara no vendría nadie que no pidiera más sueldo y mayorescomodidades, no habiendo además ninguno capaz de velar igual por el servicio al rey ybeneficio de su Real hacienda83. Ya se estaba preparando para su fin, aunque tardó todavíatres años en llegar y no por sus sesenta y dos años de edad dejó de viajar. De hecho, ade-más del viaje a Cádiz, el 1 de noviembre de 1603 el Condestable iba a partir de Valladolidllevando consigo a Spanoqui y a otros ingenieros para reconocer las plazas de Fuenterra-bía y San Sebastián y todas las de la costa, para ver qué obras eran necesarias84.

Las fortificaciones americanas seguían siendo objeto del mayor interés para el mo-narca, así que hizo de nuevo un informe sobre la fortaleza del Morro en San Juan dePuerto Rico, y tanto en ese caso como cuando opinó sobre Cartagena de Indias se cues-tionó que Spanoqui no conociera el lugar. Sin embargo, fue tal la confianza en este in-geniero que, incluso después de muerto, se continuaron realizando sus proyectos pese aque hubiera en Indias buenos ingenieros como Cristóbal de Roda. Así, en 1607 se insistíaen que los fuertes de Cartagena de Indias se hicieran con la traza de Spanoqui. Habíadado traza para el fuerte de san Matías, que ya estaba empezado, pero había que adaptarloa la traza del Ingeniero Mayor, y había dado la traza para otro no comenzado, que era elde la Punta del Judío. De esas fábricas, además de la plataforma de San Ángel, frente asan Matías, se iba a ocupar Cristóbal de Roda, que en todo debía seguir las trazas deSpanoqui85. En 1610 estaban sacados los cimientos de ese fuerte de Cartagena de Indias,pese a que la traza cuadrada de Spannocchi no se adaptaba a un lugar puntiagudo. Hastaese punto podía resultar un despropósito que un ingeniero proyectara una fortificaciónsin conocer el lugar, aunque fuera el Ingeniero Mayor de los reinos de España.

EL INGENIERO CORTESANO. TIBURZIO SPANNOCCHI, DE SIENA A MADRID 33

En 1604 no sabían dóndemandarle por ser tan necesarioen todas partes, así que en enerose decidió que no fuera a Fuen-terrabía y San Sebastián porquelas conocía a la perfección, yfuera en cambio a La Coruña ySantander; pero en abril se tomóotra decisión: que viajara a Sevillapara ocuparse de las reparacionesde las inundaciones del río86.Hizo el viaje y en esta ocasióndio de inmediato a la imprentasu parecer sobre dichas inunda-ciones. En ese año fue cuandoempezó a buscar grabadores parasus dibujos y editores para susescritos87, así que no nos puedeextrañar que el convencimientoque tenía de que otros se estabanaprovechando de su trabajo po-niendo sus nombres, hiciera querápidamente lo quisiera ver im-preso, en la misma ciudad deSevilla88. El informe está firmadoel 25 de junio de 1604, y en él semuestra cómo un consumado in-geniero, experto en aguas y nosolo en fortificación. Con el tiem-po dicho informe quedó unido a

la memoria de sus triunfos. Así, en 1672 se recordaba que el rey había honrado aSpanoqui «con una Encomienda de San Iuan con el Título de Ingeniero Mayor y con lamerced de Gentil Hombre, sin detenerse en los que recibió por el parecer que dio a laciudad de Sevilla, sobre los reparos que convenían para la inundación del RíoGuadalquivir, su fecha en Sevilla a 25 de junio de 1604»89.

Según escribe, para tratar del tema de las inundaciones había sido necesario haceruna descripción de la ciudad «y de un pedaço del dicho Rio, y tierras convecinas»90. Esposible que una copia de esa descripción de la ciudad, que desgraciadamente descono-cemos, fuera la que tenía su discípulo Jerónimo de Soto, quien, entre otras vistas urbanas,tenía «dessinios» sobre bastidor de Sevilla y de Málaga, y habida cuenta los viajes quehemos ido relatando de Soto en compañía de Spanoqui, no parece descabellado pensarque pudieran ser vistas de esas ciudades realizadas por Tiburcio Spanoqui91. Una plantaoriginal de la ciudad se quedó en Sevilla, así como los «modelos de çerrar los husillos ypuertas y forma de las empalizadas que se an de haçer en el Almenilla» y el informe que

34 «LIBROS, CAMINOS Y DÍAS». EL VIAJE DEL INGENIERO

FIG. 18 TIBURZIO SPANNOCCHI. Manuscrito sobre los reparos paralas inundaciones del Guadalquivir. Archivo Municipal de Sevilla,VV.AA.452-2.

hoy conserva manuscrito el archivo municipal de la ciudad92, pero otra planta fue llevadaa la Corte para que el rey la viera junto con el informe93. Como ingeniero hidráulico es-tudió todos los arroyos y aguas de la ciudad, y a su partida, el maestro mayor Juan deOviedo quedó al cargo de que todo se hiciera conforme a sus órdenes, de lo que dejótraza, adquiriendo Oviedo así fama como ingeniero hidráulico94. Se acompaña el manus-crito de tres dibujos, siendo el más interesante el de una máquina para bombear agua enla que aparece el trabajador que la debía mover, lo que nos sitúa ante un ingeniero conbuena formación en pintura, pero también en ingenios y máquinas, tal como sabemosdesde sus años de formación en Siena95.

La propuesta de Spanoqui merece un estudio más amplio. Ahora solo señalamos cues-tiones que lo encuadran como profesional de la ingeniería en todas sus vertientes y comolo que hoy llamaríamos un urbanista: su defensa del puente de barcas de Triana porquelos de fábrica favorecían las inundaciones; su oposición a desviar el río para que Sevillano perdiera «totalmente su grandeça»; dejar de echar basura al río; impedir que se cons-truyeran casas adosadas a la muralla; hacer en el Arenal una nueva muralla con plata-forma para la artillería, más o menos alta según se quisiera para defensa militar o solodel río; hacer puertas nuevas que sustituyeran a las que había, pero menos anchas; dejardos grandes arcos abiertos hacia el postigo del Carbón para que el agua pudiera pasar li-bremente; vender terreno dentro de la nueva muralla para casas y almacenes; dejar siem-pre un vacío urbano hacia el interior de la ciudad para permitir la defensa de la muralla;reparar las atarazanas primando la funcionalidad sobre la belleza, al elevar el suelo... Yalgo que un ingeniero que había vivido en la Corte de Madrid tantos años sabía que eranecesario: «hazer una orden, que lo que se fabricare sea con parecer del Maestro mayorde la ciudad, o de otra persona entendiente de arquitectura, como se acostumbra entodas ciudades de buena puliçia, y se ve que los antiguos la tuvieron en esto por los in-signes edificios públicos que en ella ay». Aparece aquí también el anticuario que fue Spa-noqui, que había visto los antiguos edificios de Sevilla y los ponía como modelo.

Camino de Valladolid desde Sevilla, recordaba al rey que en la Corte hacía falta «alas cosas nesçesarias y a la obligación de mi cargo», pidiendo una recompensa por el tra-bajo realizado96. No hemos hablado de absolutamente todos sus viajes, pero creemos quenos podemos hacer una idea de en qué consistía el trabajo de los ingenieros del rey, y es-pecialmente de Spanoqui, aunque no fueran menos los viajes de un Calvi o de un Fratin,cuyas vidas fueron regidas también por las urgencias defensivas de las fronteras del mo-narca. Tanta responsabilidad siempre fue recompensada, incluso por el hecho de que elsalario de Spanoqui nunca estuvo en el arma de Artillería. Lo sabemos por documentosvarios, pero de manera fehaciente porque en 1604 Jerónimo de Soto pedía cobrar susueldo «en la parte que lo tiene Spanochi» y no en la Artillería, ya que cuando salían deviaje Tiburcio siempre le debía esperar por no haber cobrado, puesto que en la Artilleríasiempre faltaba dinero97. De hecho, no todos los ingenieros cobraban de la Artillería98, yen el caso de Spanoqui se utilizaron en muchas ocasiones los fondos para las obras enlas que estuvo destinado, e incluso en sus últimos años a veces le pagó directamente elConsejo de Hacienda.

En 1605, y como consecuencia de su control de todas las fortificaciones de España,estuvo en condiciones de redactar un informe sobre el estado de todas ellas, eso sí, con

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el visto bueno del capitán general de Artillería, pero ahora tampoco es el momento deanalizarlo, por merecer una mayor atención de la que caben en estas páginas sobre susviajes. Todavía el 18 de abril de ese año insistía el Consejo en que no era necesario quefuera a Fuenterrabía y San Sebastián, y sí a La Coruña, Santander y Ferrol, lo que nosindica las demoras que a veces se producían en estos viajes. En octubre se pensaba encambio que debía ir a la frontera de Perpiñán y no a Cádiz, de donde había regresadotrayendo consigo a la Corte las plantas para ser estudiadas por el Consejo, y en cambioera más importante la frontera de Perpiñán. En su informe decía que no había visitadonunca las fortificaciones de Cataluña, desde los Alfaques hasta la frontera con Francia,salvo de paso cuando llegó desde Sicilia por orden del rey.

Sin embargo, después de media vida viajando, el viaje más anhelado no pudo hacerlo.Fue el que solicitó hacer ese año de 1605 para ir a besar los pies de Paulo V, paisano ypariente por su origen sienés, con quien mantenía una relación epistolar. No había re-gresado a Italia ni siquiera por la muerte de sus padres y hermanos y ahora pensaba quesu persona no era tan necesaria en la Corte, por lo que pedía una licencia de seis meses.El Consejo sugirió retrasarlo, pero finalmente el rey decretó que «por ser tan necesariala persona de Tiburcio, no le doy licencia para hacer esta jornada»99.

El 23 de febrero de 1606 el anciano Spanoqui pedía que a sus mil cuatrocientos du-cados de sueldo se le añadieran otros cuatrocientos, así como quinientos ducados derenta de por vida «para que sus hermanos puedan tener mil ducados de renta como ellos repartiere, en pensiones y no en beneficios». Finalmente se le aumentó el sueldo dos-cientos ducados, y se le dieron cuatrocientos ducados de por vida, una retribución muypor encima de la de cualquier arquitecto de la época. Al mismo tiempo se comenzaron abuscar ingenieros para sustituirle en Flandes, Alemania e Italia100, mientras el mismoSpanoqui preparaba su sucesión. Para ello, a finales de 1605 informó favorablementesobre Jerónimo de Soto, a fin de que le concedieran el título de Ingeniero del Rey, nom-bramiento que se hará oficial el 27 de marzo de 1606101.

Pese a una vejez que parecía asumida por todos, el 11 de marzo, se dio orden de quevisitara con don Agustín Mesía las fronteras de España comenzando por San Sebastián,Fuenterrabía, Navarra, Aragón y Cataluña, para lo que hacía falta dinero, ya que si no elviaje no serviría de nada102. Como siempre, todo iba muy lentamente, así que todavía enagosto Tiburzio pedía setecientos ducados que le debían para poder hacer ese viaje. Pocoantes de morir, con la Corte de regreso de Valladolid a Madrid, pedía casa de aposento,porque la que tenía antes de la marcha de la Corte estaba inhabitable, y vivía en un mesóncon los papeles, trazas y modelos. Como el viaje que iba a emprender era tan largo, todose perdería si lo dejaba en el mesón. Se le concedió todo porque, como expresaba el Con-sejo, «Tiburcio es el más ejemplar hombre que se ha conoscido de su profesión», y porquelos modelos no podían estar en un mesón puesto que, junto con los dibujos e informes,debían permanecer secretos103. Poco antes de su muerte, el secretario del Consejo deGuerra recuperó los dibujos y relaciones que afectaban a la defensa de la monarquía, yque Tiburzio había intentado dar a la imprenta para dejar memoria de su fama para lossiglos futuros.

El 4 de noviembre de 1606 murió en Madrid, y fue enterrado con solemnes exequiasen la iglesia del convento de los Clérigos Menores.

36 «LIBROS, CAMINOS Y DÍAS». EL VIAJE DEL INGENIERO

NOTAS

* Este trabajo forma parte del proyecto de I+D+i El dibujante ingeniero al servicio de la monarquía hispánica. Siglos XVI-XVIII(DIMH), HAR2012-31117, Ministerio de Economía y Competitividad (España).

1. Según este memorial del año 1600, la vida de Spannocchi había sido un continuo viaje. Escrito cuando aspiraba al título deIngeniero Mayor de los reinos, lo que conseguiría al año siguiente, Spannocchi se consideraba servidor del rey de Españadesde 1568, cuando estaba en Roma, pero según otros documentos que comentaremos, sería en 1570, al entrar al serviciode Marco Antonio Colonna, cuando podemos considerar el inicio de sus servicios a la monarquía de España. De hecho, enla respuesta positiva del Consejo de Guerra a la solicitud de Spannocchi del título de Ingeniero Mayor, de 11 de diciembrede 1600, dicen que hace treinta años que sirve. Archivo General de Simancas (a partir de ahora AGS), Guerra y Marina, leg.578, f. 232. 27 de julio de 1600, y leg. 570, f. 149. 11 de diciembre de 1600.

2. Sobre la familia y primeros años de Tiburzio no nos extendemos aquí, puesto que se puede ver mi libro, de próxima aparición,Tiburzio Spannocchi en Sicilia. Un Atlante per il Re, Palermo, Torri del Vento.

3. Cito por la edición de Boscán de 1561, El cortesano traduzido por Boscan en nuestro vulgar castellano nuevamente agora co-rregido. Amberes, Viuda de Martín Nutio, 1561. Capítulo XI «Que al Cortesano conviene tener noticia del pintar, y sobreeste punto pasaron sutiles razones entre los Cortesanos» (f. 57v y ss.).

4. I quattro primi libri di architettura. Ediciones de 1554 y 1567.5. Del modo di fortificar le città. Venecia, 1554. Este tratado circuló mucho, aunque pronto se quedó obsoleto, y formó parte

por ejemplo de la biblioteca de Felipe II en el Monasterio de El Escorial.6. CÁMARA, 2016.7. El cortesano..., f. 58. 8. Quizá se conocieran en Viena donde Delfino era nuncio, cuando Ludovico Madruzzo fue encargado por su tío Cristoforo

de viajar a Viena para resolver un conflicto de jurisdicción entre el principado de Trento y el condado del Tirol. Seguro queestuvieron ambos en Roma en 1565 en el cónclave para elegir al papa Pío V. DAL PRÀ, 1993, pp. 64-65.

9. Sobre Colonna, ver BAZZANO, 2003.10. Sobre estos dibujos de Spannocchi relativos a las hazañas guerreras, ver también CÁMARA, 2016. 11. MAZAMUTO, 1986; CÁMARA, 2003; ARICÒ, 2015.12. AGS, Guerra y Marina, leg. 110, f. 20. Fuenterrabía, 6 de noviembre de 1580.13. AGS, Guerra y Marina, leg. 110. f. 21. Fuenterrabía, 20 de diciembre de 1580.14. AGS, Guerra y Marina, leg. 110, f. 22. Fuenterrabía, 6 de enero de 1581. 15. AGS, Guerra y Marina, leg. 171, f. 147.16. SCHAUB, 2011.17. CÁMARA, 1998, pp. 27, 35, 112, 134, 146, 152.18. AGS, Estado, leg. 429, f. 3. «La Relacion que a traído Andres de Morales secretario del Marqués de Santa Cruz a quien dho

Marqués ymbió a dar quenta a su magd. de lo sucedido hasta los… de julio con su carta de creencia que partio de la islatercera a los 27 de dho mes 1583».

19. C. MOSQUERA DE FIGUEROA, Comentario en breve compendio de disciplina militar, en que se escribe la jornada de las islas de losAçores. Madrid, Luis Sánchez, 1596, f. 71, 97vº y 98.

20. Pese a llamarle capitán, se referían a Jorge Fratin, ya que el capitán Fratin había muerto en Pamplona en 1586. AGS, Guerray Marina, leg. 234, f. 77. Febrero de 1588.

21. AGS, Guerra y Marina, leg. 177, f. 131. Informe de Juan de Olaegui, veedor de las obras, en Pamplona, 23 de mayo de1589. Informa que el comendador Tiburzio Spannocchi había ido a visitar la fábrica, y que pensaba que una de las trazas(media traza) con el perfil y la traza de la puerta principal de la ciudadela, habían acabado en su poder. En un momento enque se buscaban las desaparecidas trazas de la ciudadela esa traza había sido enviada al rey por don Luis Carrillo y Toledo,de lo que deducía el veedor que había acabado en manos del comendador.

22. GEROLAMO DIEDO en La Battaglia di Lepanto, Milán 1843, lo publica en italiano, y en el prefacio de Carlo Téoli al libro diceque lo ha sacado de la Continuazione del Tesoro Politico compilata da Lodovico Ricci, Bolonia, herederos de Giovanni Rosi,1603.

23. BNE, Mss. 1750, ff. 418-423. Spannocchi lo escribió en castellano, pero el mismo discurso en italiano y con otra grafía, enuna traducción que a Spannocchi no le pareció buena, se puede leer en BNE, Mss. 979.

24. PARKER, 1998, p. 304.25. El rey había ordenado un estudio de los intentos de invasión de Inglaterra desde los romanos, así que Spannocchi estaba en

la línea de los argumentos y conocimientos requeridos en la Corte en los años de preparación de la armada. Sobre ese interésdel rey, PARKER, 1998, p. 284.

26. PARKER, 1998, pp. 308, 311. Sobre el lugar elegido para el desembarco, ibíd., p. 357. Sobre los planes del marqués de SantaCruz y del duque de Parma, ver RODRÍGUEZ, 1988, pp. 17-19.

27. LASO, 1991. Entre los libros de Soto estaba el de Mosquera de Figueroa «diciplina militar y toma de la tercera en seis rea-les».

28. Agradezco a Isabel Aguirre que me informara de la existencia de este legajo con los borradores de trabajo de Spanoqui a lolargo de sus viajes por España. Sobre el trabajo de este ingeniero en Cádiz a lo largo de su vida, ver CÁMARA, 2014.

29. AGS, Guerra y Marina, leg. 208, f. 333. Madrid, 26 de mayo de 1587.30. AGS, Guerra y Marina, leg. 208, f. 324. Madrid, 13 de mayo de 1587. Pedía ayuda para el viaje y el Consejo proponía darle

quinientos o seiscientos escudos.31. Instituto de Historia y Cultura Militar (a partir de ahora IHCM), Colección Aparici, t. I, p. 189.

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32. IHCM, Colección Aparici, t. IV, p. 77.33. AGS, Guerra y Marina, leg. 171, f. 148. San Lorenzo, 17 de julio de 1584.34. AGS, Guerra y Marina, leg. 263, f. 169.35. LLAGUNO y CEÁN, t. III, pp. 84, 85 y 286-288. Fue Fernández de Navarrete quien encontró la instrucción de Spanoqui para

estos fuertes en el Archivo General de Indias, y quien la dató en 1581. Sobre estas cuestiones, y que la fecha pueda ser lade 1591, ver ZULETA CARRANDI, 2013. Reproduce el autor el mapa del estrecho, y las trazas de los fuertes proyectados porSpannocchi.

36. Consideraciones que haze el secretario Dn. Bernavé de Gaynza Allafor sobre el nuevo Puerto del Final. Segunda parte. Madrid,4 de noviembre de 1652. AGS, Estado, leg. 3640, f. 84. Agradezco la noticia de este documento a Consuelo Gómez López.

37. AGS, CMC, 2ª época, leg. 398. Cuentas de Juan de Arredondo de la casa de la Alfajería 1593-1596.38. GUGLIELMO DELLA VALE, Lettere sanesi…, t. III. Roma, Giovanni Zempel, 1786, p. 397.39. Sobre los escritos cifrados, PARKER, 1998, pp. 355-356.40. IHCM, Colección Aparici, t. VI, citando «Mar y tierra», leg. 359.41. Para más información sobre la Aljafería, ver CÁMARA, 1997. 42. También de esta ciudadela de Jaca me ocupé hace unos años: CÁMARA, 1994. En el mismo catálogo, las siguientes fichas:

«Fortaleza de Jaca», «Canfranc y río Aragón», «Castillo de Canfranc», «Valle de Arán», «Portada de la fortaleza de Jaca» y«Fortaleza de Jaca y ciudad», pp. 224-231, 252, 253 y 272, 273.

43. Los alojamientos eran de dieciocho pies cuadrados, y opinaba que, si se lo habían discutido por ser pequeños para una tierrafría como Jaca, mucho más pequeños resultarían para una tierra calurosa como Cádiz. En todos los casos, Cádiz, Jaca o laAljafería, era recomendable que los alojamientos tuvieran sótano, por ser más saludables y capaces para comodidad de lossoldados. Con sobrados y desvanes, tenían que tener los de Cádiz dos escaleras y un corredor para comunicarlos, como enJaca. Los alojamientos, en cualquier lugar que se hicieran debían ser amplios, para que cupieran varios soldados, sus armasy una chimenea. AGS, Guerra y Marina, leg. 375, f. 169.

44. AGS, Guerra y Marina, leg. 375, f. 169. Zaragoza, 26 de julio d 1593.45. AGS, SGU 03352, 78, Año 1593.46. Pese a que decía que al cabo de tres años le costaba recordar, la realidad es que dio un informe preciso sobre los valles de

los ríos, que en los Pirineos permitían la comunicación entre Francia y España, y detallaba las características en concretode Benasque y su castillo, del que dice que envió al rey un modelo. En la elección de alguno de los lugares en los que seconstruyeron torres habían participado nada menos que Alonso de Vargas, el secretario Esteban de Ibarra, don Francisco deBobadilla y el mismo Juan de Velasco que ahora le cuestionaba. Como efecto de las nuevas torres, el contrabando de caballosa Francia había disminuido, y el precio en Francia de los caballos españoles se había triplicado. La torre de los Baños obligabaa «los contratantes entrar y salir por puerta como si fuera puerta de castillo». AGS, Guerra y Marina, leg. 461, f. 81, Fuen-terrabía, 5 de noviembre de 1596.

47. AGS, Guerra y Marina, leg. 380, f. 56. Zaragoza, 5 de diciembre de 1593.48. AGS, Guerra y Marina, leg. 405, f. 175. Fue ese año cuando solicitó que a Jerónimo de Soto le aumentaran el sueldo porque

«tiene el deseo de aprender y adelantarse en cosas de fortificación que Vra. Magd. Podrá aver colegido de sus relaciones, ya pasado en mi compañía buena parte de los trabajos en estas obras». AGS, Guerra y Marina, leg. 398, f. 331. Zaragoza, 27de febrero de 1594.

49. No nos consta que el viaje llegara a buen término, pero en 1606 está fechado el plano de una torre fortificada que se proyectaconstruir en la punta del Alvet del puerto de los Alfaques. Archivo de la Corona de Aragón. Mapas y Planos, 32.

50. CÁMARA, 1998, p. 30.51. IHCM, Colección Aparici, t. I, p. 55.52. PARKER, 2010, p. 718. 53. SOBRADIEL, 2015, pp. 118-153. El autor se limita a reproducir los planos y transcribir los documentos, de enorme interés,

pero no los data, por lo que suponemos que podrían ser de estos años. En p. 154 dice que la traza de Jerónimo de Soto parala casa de la pólvora de Fuenterrabía, de 1610, es de las mismas fechas: «en este tiempo Gerónimo de Soto…», p. 154, peroen esa fecha Spannocchi había fallecido, así que se debe referir tan solo a las de Soto.

54. «Solamente envio de esta la copia del Rotulo que me paresce convenir sobre la portada de la alchaferia pues mejor que Vsnadie puede juzgar lo que más conviene PHELIPVS secundus. Yspaniarum et yndiarum Rex Ad Pacem Conservandan Res-tauravit». 18 de abril de 1593. AGS, SGU 03352, 78.

55. AGS, Guerra y Marina, leg. 468, f. 46.56. AGS, Guerra y Marina, leg. 437, ff. 117, 163 y 164.57. AGS, Guerra y Marina, leg. 437, f. 163.58. ÍÑIGO HIDALGO DIEGO, «Palacio Arbelaiz». Boletín de Estudios del Bidasoa. Diciembre, 2000, nº 20, pp. 165-226.59. Debo esta noticia a Roger Vella Bonavita, a quien agradezco también sus sugerencias sobre la posible presencia en Malta de

Tiburzio años antes, en 1576, cuando fue nombrado caballero, aunque no se haya probado esa estancia. Sobre el requeri-miento del Gran Maestre de 1595, Vella Bonavita cita a B. DAL POZZO, Historia della Sacra Religione Militare di S. GiovanniGerosolimitano detta di Malta, Verona 1703, i, 370. Ver R. VELLA BONAVITA, Girolamo Cassar as a military and civil engineer: the‘spina report’ of 1594, nota 85. http://mhs.eu.pn/60/60_17.html#_ftn86 (consultado el 30 de marzo de 2016).

60. Sobre los Antonelli hay abundante bibliografía. Se puede ver SARTOR, 2004.61. LLAGUNO y CEÁN, t. III, pp. 289-291 y 293.62. Nos ocupamos de ello en el libro Tiburzio Spannocchi in Sicilia. Un atlante per il Re, de próxima aparición. 63. Descripción, s.f., dedicatoria al príncipe. Sobre esa necesidad de la experiencia en primera persona, se puede ver CÁMARA,

2015.64. Descripción, f. 6.

38 «LIBROS, CAMINOS Y DÍAS». EL VIAJE DEL INGENIERO

65. CRISTÓBAL DE ROJAS, Teorica y practica de fortificación conforme las medidas y defensas destos tiempos. Madrid, Luis Sánchez,1598. La dedicatoria es de 1596.

66. No sabemos si Spanoqui conoció los instrumentos de levantamiento de planos, triangulación, etc. de Baldassarre Lanci,que permitían representar las ciudades y territorios a vista de pájaro, pero sin duda conoció sus principios de funcionamiento,aunque solo fuera porque Lanci fue superintendente de las fortificaciones de Siena, como ingeniero de Cosme de Medici,encargado de hacer la nueva fortaleza, y el adolescente Tiburcio debió vivir esa guerra ávido de conocimientos. Sobre esteinstrumento y los sistemas de representación topográfica, en relación con el arte militar y con la perspectiva en el renaci-miento, ver MONTELEONE, 2014. Como decimos, el instrumento que usaba Spanoqui lo describe Cristóbal de Rojas en sutratado, aunque en el margen de uno de los ejemplares conservados en la BNE leemos que no era invención de Spanoqui.El anónimo anotador del tratado de Rojas, que era un ingeniero experimentado a juzgar por los comentarios que hace sobremedidas, términos, elementos de la fortificación, geometría, etc., dice que para hacer plantas los ingenieros y arquitectos,además del instrumento que incluye Rojas y que dice que Spanoqui ha perfeccionado, utilizan también el «cilindro», con elque se hace lo mismo, y si no tienen este ni el «declinato» que es como llama al que usa Spanoqui, usan un reloj solar.

67. CÁMARA, 2006.68. IHCM, Colección Aparici, t. I, pp. 61 y 64.69. AGS, Guerra y Marina, leg. 486, f. 254. Fuenterrabía 23 de junio de 1597.70. IHCM, Colección Aparici, t. I, pp. 129 y 130.71. IHCM, Colección Aparici, t. VI. Citando el legajo 502 de «Mar y tierra» (actual Guerra y Marina del AGS).72. IHCM, Colección Aparici, t. I, p. 67.73. Idem, p. 68.74. AGS, Guerra y Marina, leg. 570, f. 149. Madrid, 11 de diciembre de 1600.75. L. CABRERA DE CÓRDOBA, Relaciones de las cosas sucedidas en la corte de España desde 1599 hasta 1614. Madrid, 1857, p. 80.76. IHCM, Colección Aparici, t. VI, transcribe del libro 91 del Registro del Consejo, hoja 49, del AGS.77. Cada mano de papel imperial cuesta diez y seis reales, como lo tiene una persona y no lo quiere vender si no es todo lo que

tiene, dos o tres balas, y hacen falta también otros materiales para hacer los libros y sus copias, pide el dinero necesario. Elpapel que sobrara se guardaría «por hallarse desta marca con mucha dificultad». Se le darán tres mil reales para papel y en-cuadernación. IHCM, Colección Aparici, t. VI, transcribe del leg. 597 de «Mar y Tierra» del AGS.

78. Sobre el informe de Spannocchi, rectificando el proyecto de Fratin para Mallorca, ver VIGANÒ, 2004, pp. 298-300. 79. IHCM, Colección Aparici, t. VI, transcribe del leg. 590 de «Mar y Tierra» del AGS.80. AGS, Guerra y Marina, leg. 599, f. 69. Valladolid, 18 de enero de 1602. Sobre esta polémica, A. CÁMARA, «Leonardo Turriano

al servicio de la corona de Castilla», y R. MOREIRA, «Leonardo Turriano en Portugal», en CÁMARA, MOREIRA y VIGANÒ, 2010, pp.45, 141, 149.

81. AGS, Guerra y Marina, leg. 589, f. 195. Valladolid, 21 de noviembre de 1602.82. IHCM, Colección Aparici, t. VI, transcribe del leg. 605 de «Mar y Tierra» del AGS.83. IHCM, Colección Aparici, t. VI, transcribe de los legs. 604, 605 y 607 de «Mar y Tierra» del AGS. Sobre este viaje y los an-

teriores a Cádiz, CÁMARA, 2014. 84. LUIS CABRERA DE CÓRDOBA, Don Felipe segundo rey de España. Madrid, Luis Sánchez, 1619, p. 195.85. LLAGUNO y CEÁN, t. III, pp. 291-293.86. IHCM, Colección Aparici, t. VI, transcribe de los legs. 626 y 650 de «Mar y Tierra» del AGS.87. CÁMARA, 2016.88. TIBURCIO SPANOQUI, Parecer que dio el comendador Tiburcio Spanoqui… a la muy noble… ciudad de Sevilla sobre los Reparos

que convienen para la inundación del Río Guadalquivir. Sevilla, Francisco Pérez, 1604 (BNE, V.E. 31-12). El manuscritocon los dibujos se conserva en el Archivo Municipal de Sevilla, VV.AA.452-2.

89. ANDRÉS DE ÁVILA HEREDIA, Variedad con fruto. Valencia 1672. BNE 3/19826. En la dedicatoria al rey el autor dice que se haaplicado a la disciplina militar y la matemática por la pública estima en que las tiene el rey, de lo que es ejemplo el «Comen-dador Tiburcio Spanoqui». Cita también a Cristóbal de Rojas, Luis Collado, Cristóbal Lechuga y Julio César Firrufino porlos libros que escribieron.

90. SPANOQUI, Parecer..., f. 2. Citamos por la edición impresa, que en poco difiere de la manuscrita.91. Sobre el inventario de pinturas de Soto, LASO, 1991, p. 105.92. FERNÁNDEZ, 2014, p. 122.93. Archivo Municipal de Sevilla, VV.AA.452-2, f. 20.94. PALOMO, 1878, p. 127. 95. F. 14. Los otros son un husillo de piedra y madera (f. 15v), y un muro de una presa de piedra y madera (f. 16v.) Reproducidos

en GONZÁLEZ TASCÓN, 1998, p. 55.96. Archivo Municipal de Sevilla, VV.AA.452-2, f. 20.97. LASO, 1991, p. 85.98. JOSÉ APARICI Y GARCÍA, Continuación del informe sobre los adelantos de la comisión de historia en el archivo de Simancas. Segunda

parte. Trata de la artillería e ingenieros en el siglo XVI. Madrid, Imprenta Nacional, 1849, p. 28.99. Ídem.100. IHCM, Colección Aparici, t. VI, transcribe del leg. 654 de «Mar y Tierra» del AGS.101. LASO, 1991, p. 85. 102. IHCM, Colección Aparici, t. VI, transcribe del leg. 654 de «Mar y Tierra» del AGS.103. IHCM, Colección Aparici, t. VI, transcribe del leg. 654 de «Mar y Tierra» del AGS.

EL INGENIERO CORTESANO. TIBURZIO SPANNOCCHI, DE SIENA A MADRID 39

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