Doctorado en Historia
Universidad Nacional de Tres de Febrero
La peronización de la juventud
y el surgimiento de la violencia política
Mar del Plata, 1958-1972
Autora: Mg. Mónica I. Bartolucci (Cehis, UNMdP)
Director: Dr. Samuel Amaral, Universidad Nacional de Tres de Febrero
CONTENIDO
PREFACIO
INTRODUCCION
Memoria y pasado reciente en historiografía argentina
La violencia política como hecho historiográfico
Una mirada al tema de la juventud
CAPITULO 1: EL CLIMA DE UNA ÉPOCA
Peronistas con camisa
Los pasos de Peron hacia la juventud
La “Revolución Argentina” enciende la mecha
El sesenta y ocho
CAPÍTULO 2: LAICA O LIBRE: EL BAUTISMO POLÍTICO
José, Roberto y Mario
La polifonía nacional
Del aula a la calle
Mar del Plata violeta y verde
El conflicto se agudiza
Los “agentes externos”
El estreno Tacuara
CAPITULO 3: 1962 Y LA PERONIZACIÓN TEMPRANA
Mitin sangriento
La puerta condenada
José y la atracción por “lo prohibido”
El peligro comunista
Los CONINTES en persona
Fin de temporada, la puerta del peronismo
CAPÍTULO 4: LA AUDACIA Y EL DELITO POLÍTICO
La sensualidad de las armas
La barrita, hermana menor de la banda
La barra peronista
La banda
Vecinos en disputa
La muerte como costumbre
CAPÍTULO 5: LA SOSPECHOSA UNIVERSIDAD
El balneario académico agitado
El activismo nacionalista
La izquierda a escena
Los “extremistas” del sesentay nueve
Un viaje suspicaz
Cara a cara
CAPÍTULO 6: MARIO Y LOS MUNDOS DE IZQUIERDA PERONISTA
El hijo del farmacéutico
La formación de un espíritu combativo
El pibe de la Acción Revolucionaria Peronista
Entre varios mundos
Los amigos, enemigos
CAPÍTULO 7: LA CNU, UNA VIOLENCIA DESEMBOZADA
El quien es quien policial
Las razones de la fuerza
Peronistas y macartistas
El cortejo revolucionario
La sangre derramada
La expansión militante
CAPITULO 8: 1972 Y EL CAUCE DE LA REVOLUCIÓN
Los outsiders de la FAP
La división FAP, FAR y Montoneros
La cultura de la lucha armada
Un crimen entre conocidos
CONCLUSIÓN
SIGLAS
BIIBLIOGRAFÍA Y FUENTES
PREFACIO
Roberto y Germán eran amigos de la primera infancia y vecinos de un típico barrio
de Mar del Plata. Estaban unidos desde la cuna como consecuencia de la estrecha amistad
entre sus padres. Al entrar a la adolescencia separaron sus destinos. Desde ese momento
Germán comenzó una relación inseparable con Ernesto, compañero de ruta de ardores
nacionalistas, revisionistas y peronistas mientras que Roberto, en cambio, inició un lento
proceso de transformación y peronización, pero amparado en las nuevas y románticas ideas
inspiradas en la revolución cubana. En aquellos primeros años de la década del sesenta
todavía no existían indicios claros del papel que cada uno de ellos jugaría dentro del campo
político juvenil marplatense, diez años después. Mucho menos existía la sospecha del brutal
enfrentamiento entre ellos en tiempos de mayor radicalización de las facciones, o de la
supuesta clemencia mutua que se tuvieron, rumor que durante un largo tiempo circuló en
forma de mito familiar y vecinal y que en buena medida inspiró este libro.
Ya unos años antes de la escena de características cinematográficas de un grupo de
jóvenes de derecha, entre los que estaba Germán, prometiendo vengar con sangre la muerte
de Ernesto el líder de su organización, buena parte de la militancia juvenil marplatense
había compartido prácticas y recorrido caminos similares. Roberto, Germán, Ernesto y
muchos otros cientos de muchachos, se comprometieron políticamente, se peronizaron y
posteriormente se encontraron en las universidades de Mar del Plata enfrentados en
organizaciones peronistas de distintas tendencias. Todos con diferentes historias, pero
entrelazados, lucharon por la vuelta de Perón, ese hombre cuya caída había sido festejada
en 1955 por sus padres, mayoritariamente antiperonistas.
Entre el exilio de Perón y su vuelta al poder, mientras el peronismo intentó en
muchas oportunidades reconstituirse e integrarse nuevamente al sistema, ya sea a través del
propio partido o de formaciones partidarias neoperonistas organizadas para competir
electoralmente a lo largo de todo el período, una nueva generación militante creyó que los
objetivos solo serían posibles por vías alternativas al juego electoral cuyo resultado fue la
expansión de organizaciones político-militares y guerrilleras, por donde circularon
dinámicamente.1 Sobre prácticas heredadas y bien aprendidas de la cultura política 1 En la actualidad la historiografía argentina viene revisando algunas hipótesis instaladas acerca del problema de la participación de “El (los) partidos peronista(s)” en diferentes elecciones y las diferentes etapas de su desarrollo, que lejos de validar la escasa importancia del partido, más bien señalan su plena actividad. Véase Da Orden y Melon Pirro (2012), y Melon Pirro y Quiroga (2014).
tradicional, inauguraron otras, propias de la época que les tocó vivir. En un país signado por
el intento de una ascendente clase media dispuesta a olvidar, parte de la juventud argentina
nacida de su seno como gran “gesto subversivo”, se hizo peronista y comenzó a abrir
puertas por derecha y por izquierda.2 Miraron hacia atrás, decidieron dar la vida por un
líder, e hicieron suyas ideas extremas como “patria o muerte” para ponerlas en juego
incluso entre sí. Aquellos quienes transitaban su adolescencia, o no habían salido de su
infancia durante los diez años del primer gobierno de Perón, tomaron al pie de la letra la
palabra del líder en el exilio y, en ocasiones, la reinterpretaron. Este proceso justificó que
para 1971, años finales de esta investigación y paradójicamente dos meses después de que
en Mar del Plata la universidad tuviera su primera víctima a causa del enfrentamiento entre
organizaciones juveniles peronistas, Perón opinara desde el exterior que “tenemos una
juventud maravillosa que todos los días está dando muestras inequívocas de su capacidad y
su grandeza”.3
Las páginas que siguen se dedican a revisar la conversión revolucionaria de esa
juventud mediante el estudio de un grupo de estudiantes marplatenses formados en la idea
del progreso individual y la modernización cultural.4 Para ello, recorre un conjunto de
trayectorias juveniles divididas en dos generaciones con el fin de rescatar diferentes
momentos atravesados por esa comunidad militante entre 1958 y 1972.5 El primero, el de
una politización con prácticas comunes y maleables, teñidas por las rencillas locales entre
nacionalistas y liberales de izquierda. Luego, el de un período marcado por la fascinación
por el líder proscripto que los inició en el camino de la peronización y, por último, la
opción por la radicalización ideológica y el proceso de inclusión e ingreso a organizaciones
armadas peronistas de izquierda y derecha que los enfrentó a muerte.
El seguimiento de tres ex militantes de organizaciones peronistas de izquierda como
José, Roberto y Mario irradia sobre el clima político juvenil de los años sesenta y posibilita
2 El decreto 4.161 del 5 de marzo de 1956, establecía que quedaban prohibida la utilización de imágenes símbolos, signos, expresiones significativas referidas al peronismo en cualquiera de sus formas. Melon (2012). Agradezco la idea de “gesto subversivo” a Juan Carlos Torre, en una charla del verano de 2012.3 Véase en http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrperonhablaalajuventud2929/ (acceso el 20 de diciembre de 2015).4 Para el año 1960, la clase media (autónoma y asalariada) cubría el 42,7% del total de la población, véase Torrado (2007) p. 39. Específicamente sobre Mar del Plata como caso urbano de interés, Pastoriza, véase (2008) y Pastoriza y Torre (1999), pp. 48-75.5 Se trata de las generaciones nacidas entre 1940 - 1950 y 1950-1960. Sobre el recambio generacional dentro del peronismo, véase Erlich (2008); Viano (2009).
examinar a un grupo de personas concretas y reales, no menos de veinticinco, entrelazadas
formal o informalmente quienes a través de sus prácticas políticas pasaron de la quietud a la
agitación y de la agitación a la violencia política. El relato de sus vidas iluminando la de sus
compañeros ofrece un análisis microhistórico y un panorama típico de vecinos enfrentados
pero al calor de relaciones en común, en una comunidad cara a cara.6 En Mar del Plata,
“una ciudad donde nos conocíamos todos”, las mismas plazas, bares y colegios eran
compartidos por una sociedad dividida ideológicamente como en muchas otras ciudades del
país. El esfuerzo por enhebrar sistemáticamente lo local y lo nacional, muestra que, para los
jóvenes, las antinomias propias de un período de inestabilidad política, el peronismo, el
antiperonismo, el comunismo o el anticomunismo, lejos de ser cuestiones remotas, se
encarnaron en personas reales, vecinos o parientes, compañeros o conocidos en ese
universo marcado por la proximidad.7
Aunque algo descuidado por la historiografía argentina, la literatura, a la vanguardia
y con menos escrúpulos que la historia a la hora de optar por sus temas, sintetizó este tipo
de pugnas locales en las escenas de Colonia Vela, un pueblo imaginario atravesado por el
enfrentamiento entre las ideas de un peronismo histórico y uno renovado por las ideas de un
socialismo nacional en una década posterior a la que tratamos aquí, pero dirimida también
entre viejos conocidos de toda la vida en común. En la novela No habrá más penas ni
olvidos, de Osvaldo Soriano, los personajes terminan matándose entre sí, en nombre del
peronismo y enunciando un deseo resumido en la frase final de uno de sus protagonistas
cuando en medio de un tiroteo y del desmadre colectivo, musitaba, “si me viera el
general…”.8
Este libro de historia política fue imaginado hace muchos años, quizás demasiados.
Las vicisitudes personales y el clima de ideas que influye sobre la vida del historiador
hicieron que dejase este proyecto para mejor oportunidad. Sin embargo, las experiencias de
investigación que realicé sobre la ciudad de Mar del Plata y sobre el origen inmigrante de
sus pobladores funcionaron en buen modo como base imprescindible para comprender el
6 Marco (2012); del Rey (2013). Para revisar abordajes metodológicos que toman las redes locales como objetos de estudios de microhistoria en diferentes contextos, véase Levi (1993); Bragoni (2004).7 Las limitaciones al comunismo u organizaciones “cripto comunistas” fueron normadas en la década a través de la creación de la llamada Junta de Defensa de la Democracia por decreto ley 18.787/56 o la tipificación de “delito de opinión” a través de la ley 17.401/66. Véase el prefacio a cargo de Ramón Torres Molina en Zamorano (1985).8 Osvaldo Soriano, No habrá más penas ni olvido, escrita en 1974 y llevada al cine en 1983.
mundo de relaciones sociales que giran en esta historia. Después de todo, muchos de los
militantes comprometidos con una idea revolucionaria o extremadamente nacionalista aquí
rescatados, no son otros que los nietos, segunda generación de argentinos, de aquellos
quienes a fines de siglo XIX partieron de Europa y encontraron en Mar del Plata, o en la
Argentina, la vía de escape a un inexorable destino de proletarización.
Si el presente trabajo fue posible, ha sido en primer lugar a la confianza que Samuel
Amaral mostró en él desde un primer momento y a la generosidad de su atenta lectura, lo
que implicó, para mí, un buen aprendizaje sobre este oficio. Quisiera hacer un
reconocimiento especial a María Matilde Ollier, Javier Salcedo y Mario Ranaletti por sus
sugerentes comentarios a la hora de evaluarlo en formato de tesis de doctorado. También, al
personal del Archivo DIPBA, en especial a Magdalena Lanteri, por su profesionalismo y
compromiso con su tarea de reconstrucción de la memoria.9
En estos años, mi camino ha sido acompañado por muchos otros. Juan Carlos Torre
me regaló ideas, me sugirió bibliografía y me contagió su pasión por estos temas. Luis
Alberto Romero me alentó desde el inicio. Las charlas con mis amigos Elisa Pastoriza,
Miguel Ángel Taroncher y María Coira lograron afinar mis perspectivas. La lectura de
algunas partes de este trabajo de parte de María Estela Spinelli, María Liliana Da Orden,
Rosa Aboy, Claudia Stern, Sandra Souto Kustrín, ayudaron a mejorarla. Agradezco al
Centro de Estudios Hostoricos (Cehis) al que pertenezco y a mis colegas del Departamento
de Historia de la Facultad de Humanidades especialmente a Bettina Favero, y a Irene
Molinari, amables escuchas. A Mariela Favero, Augusto Geraci, Juan Gerardi, Francisco
Mosiewicki, Cristina Goñi, Francisco Ramallo, Jenny Saya y Mabel Sanchez, por sus
granitos de arena. A la calidez de Rosalía Baltar, especialista a la hora de las correcciones
de escritura. Sobre todo a quienes va dedicado este trabajo, mis hijas Catalina y Manuela y
a César, por apoyarme en familia.
Por último quiero agradecer a la generosidad de los entrevistados que confiaron en
mí. Para todos ellos, repasar sus historias implicó volver sobre sus propias decisiones. En el
caso de los tres protagonistas principales que recorren la década, le costó años de cárcel a
uno, exilio a otro y al tercero, el silencio por años. Sin embargo, al recordar su pasado y el
9 Este material rescatado, desclasificado, catalogado y puesto en valor viene colaborando desde unos años de manera fundamental en la reconstrucción de itinerarios personales, agrupaciones políticas o educativas de la Argentina según la mirada de sus represores.
de sus compañeros de militancia, en muchos momentos lo hicieron con una vaga alegría, lo
que también puede llegar a explicar sobre el ímpetu de sus acciones juveniles.
INTRODUCCIÓN
El domingo 18 de setiembre de 1955 no fue un día como todos para los vecinos del
barrio San José, en Mar del Plata. Esa noche, Radio Colonia, de Uruguay, informó que si
Perón no renunciaba, al otro día las fuerzas rebeldes comenzarían las acciones y la Base
Naval militar, cercana y ubicada sobre la costa marplatense, sería bombardeada. Pese a la
incredulidad de la población, a las seis de la mañana comenzó el ruido de los aviones sobre
las casas y la gente de la zona inició un éxodo en carros, autos, camiones o caminando a
contramano de la avenida principal, con sus pertenencias a cuesta porque nadie sabía
cuánto duraría aquello, que parecía una locura. Las bombas sobre el puerto de la ciudad
turística más importante del país fueron definitivas para que las fuerzas leales al peronismo
comprendieran que ya no podían resistir el embate de los golpistas. Luego de diez años de
gobierno, la caída resultó inevitable después de aquel bombardeo: Perón se exiliaría y no
volvería al país hasta 1973.
Las acciones entre militares también se produjeron en las calles. Uno de los
episodios más importantes de la seguidilla de combates, se dio a poquísimas cuadras de la
vivienda de Mario. Mario tenía nueve años y evoca ese lunes a la seis de la mañana en
detalle. La bomba que cayó dentro de la casa de una pareja en el mismo momento en que
salieron a saludar a su hijo a la vereda o las explosiones, frente a la mirada atónita de los
vecinos que se habían animado a quedarse. Desde los patios y desde las terrazas, todos
pudieron ver el resplandor del incendio de los tanques de petróleo pertenecientes a
Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). En la misma tarde, al pasar junto a su tío frente a
la casa de Carlos Aloé, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Mario vio una
escena cargada de resentimiento. La casa de veraneo del gobernador estaba siendo
desvalijada por un conjunto de personas enfervorizadas, que arrojaban alfombras, inodoros,
vidrios, ventanas, todo a la calle con furia antiperonista. El paseo siguió hasta la puerta de
la CGT local y, al llegar al lugar, el auto en que iban debió frenar ante una pira de libros
ardiendo. En el medio de la calle Catamarca, “lo estaban quemando todo”.10
En aquellos días de furia, los antiperonistas vivaron por la libertad, salieron con
banderas a la calle, asaltaron un importante local de armas de la ciudad de Mar del Plata e
10 Mario. Entrevistas personales realizadas entre 2010 y 2013 en la ciudad de Mar del Plata. Entrevistador: Mónica Bartolucci.
hicieron fogatas con los afiches de propaganda del gobierno. En tanto, los estudiantes del
Colegio Nacional Mariano Moreno, foco de la clase media estudiantil marplatense,
imitaban a sus padres y arrancaban los retratos de Perón y Eva, para llevarlos al patio
central y quemarlos. Roberto vivía a unas pocas cuadras de ese colegio, aunque todavía iba
a la primaria, y recuerda a la perfección los días de la caída de Perón. Con diez años y sin
saber qué significaba la decretada ley marcial, esa tarde también salió en compañía de sus
padres, en un lujoso auto, a recorrer el barrio Los Troncos para ver el incendio de la
“mansión de Jorge Antonio”, el industrial, amigo y colaborador personal de Perón de la que
solo quedaban algunos pocos restos humeantes.11 Cinco años más tarde, el 12 de febrero de
1960, durante el gobierno del Dr. Frondizi, el barrio San José volvió a alterarse con otro
tipo de violencia, al intensificarse el conflicto entre sindicatos y gobierno y notar a la
posibilidad de la participación legal del peronismo. En esa ocasión, los integrantes de un
grupo clandestino de la denominada “resistencia peronista” decididos contraatacar con
actos de terrorismo, hicieron volar un depósito de Gas del Estado de la ciudad.12 José, con
diecisiete años en el momento de este acto de sabotaje y vecino de ese mismo barrio, cuenta
cómo cruzaban el cielo en forma de cañitas voladoras, en ese estallido provocado por
hombres del bando contrario al del golpe de 1955.13
Mirta, la hija de un médico marplatense al explicar su ingreso a la militancia siendo
estudiante universitaria en la Universidad de La Plata, señala que recordó esos episodios el
día 9 de junio de 1971, cuando un compañero de la facultad se le acercó para ofrecerle
ingresar dentro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Ella, que su mayor acto de
violencia hasta el momento del ofrecimiento determinante en su vida “había sido tirarles
del pelo a los hermanos”, dice haber recordado esos días de bombardeos contra el gobierno
de Perón en el puerto de Mar del Plata, los hongos de humo de los tanques de YPF y a sus
padres discutiendo si dejar o no la casa que habitaban, lo que la ayudó a tomar la decisión.14
11 Roberto. Entrevistas personales realizadas entre 2010 y 2013 en la ciudad de Mar del Plata. Entrevistador: Mónica Bartolucci.12 Melon Pirro opina sobre este tipo de hechos de sabotaje que no necesariamente tenían que ver con el lugar de trabajo de sus autores. Más bien parecían seleccionar sus objetivos de acuerdo con un criterio de propaganda por los hechos. Véase Melon Pirro (2009), p. 82. En 1959 se creó la Central de Operaciones de la Resistencia (COR), dirigida por el general (R) Miguel Iñíguez y Agrupación Peronista de Resistencia Insurreccional (APRI). Véase James (1990) p. 199. 13 José. Entrevistas personales realizadas entre 2010 y 2013 en la ciudad de Mar del Plata. Entrevistador: Mónica Bartolucci.14Mirta. Ex militante de FAR. Comunicación personal por mail con la autora, abril de 2012.
Como en el caso Mario, Roberto y José, la evocación de aquel momento de
violencia durante el derrocamiento del gobierno peronista surge naturalmente en las
biografías de los militantes setentistas como un “complejo legendario”, es decir, como
historias comunes repetidas por diferentes sujetos, para justificar la peronización de los
años sesenta o para explicarse a sí mismos la decisión de ingresar a una organización
político militar que reivindicaba la lucha armada en los años setenta.15 Pero al mismo
tiempo, suele responder a una versión erigida a posteriori por una memoria militante que
asocia la violencia en contra del gobierno de Perón o las imposiciones del gobierno
dictatorial de 1966, como un todo o una “violencia mayor”, a la que habría que oponerse
luchando.16 En ese sentido, la zaga revolucionaria uniría una primera y eventual resistencia
peronista con las multitudes juveniles setentistas peronizadas y militantes.
Es cierto que esta versión respeta la experiencia de vida de algunos casos
individuales. Sin embargo, esta perspectiva que enfoca sobre un conjunto de universitarios
marplatenses, sostiene la hipótesis general de un proceso mas complejo que aquel que
propone la filiación simbólica con “los vencidos”, o la de la identificación masiva con una
tradición de lucha insurreccional peronista.17 Al contrario, vista en perspectiva histórica esa
operación profunda de “darse vuelta como un guante”, que planteó un intelectual
contemporáneo a los hechos, no fue lineal ni solo atribuible solamente a una cultura de
izquierdas.18 Este trabajo intenta demostrar que para explicar este proceso de movilización
y posterior radicalización de la juventud sesentista debe superarse el esquema simplificador
entre vencedores y vencidos o de poder y resistencia para sostener que fueron varias las
razones de índole social, cultural y de dinámica colectiva en la que intervinieron vínculos
intrageneracionales y estrategias racionales de inserción en redes políticas. Por otra parte,
este estudio de caso respecto de la relación entre juventud, peronización y violencia política
15Portelli (1991).16La violencia revolucionaria como respuesta a una violencia mayor es un concepto que toma a la violencia política como el fruto de una relación desigual entre las partes, en la que uno de los términos realiza su poder acumulado. Es decir que, en esta perspectiva, lo esencial del vínculo violento es el sometimiento. Sobre este planteo véase Izaguirre (1998).17Para la comprensión historiográfica que apela a una línea de continuidad entre los grupos resistentes y los guerrilleros de los setenta véase Salcedo (2011), pp. 40-44.18Ollier ha trabajado sobre los valores de aquella generación y el proceso de construcción de identidades revolucionarias poniendo énfasis en los ex militantes de izquierda, atendiendo al cruce entre lo privado, lo público y la política, variables que aquí se analizarán en un marco local. Asimismo, los conceptos de radicalización ideológica y radicalización política han sido útiles para pensar tanto a militantes de la izquierda como de la derecha peronista para revisarlos en un orden diacrónico. Véase Ollier (1998).
trata de sumar una mirada, menos optimista y romántica, es cierto, que la de la rebelión
cultural típica de los estudios de los años sesenta. La rebelión, en todo caso, es aquí un dato
más pero no definitivo en el marco de una sociedad tensionada por diferentes discursos e
identidades culturales que oscilaron entre la modernización y el orden, la rebelión y el
impulso hacia la revolución. Los jóvenes de los que aquí se habla abrevaron en el anhelo de
reparación peronista y el fanatismo antiperonista y en las prácticas políticas de internas
partidarias y sindicales violentas que, lejos de modificarlas, replicaron y aumentaron con
ideologías renovadas. De manera que los avatares típicos de las rebeliones estudiantiles de
orden continental, se complejizaron aquí con prácticas de antigua data de la cultura política
argentina y, además, con rencillas del orden local iniciadas en 1958, en las que las
diferencias se dirimieron en una ascendente violencia.19 El desarrollo de esta primera
hipótesis a su vez implicó un conjunto de ideas y problemas teóricos subsidiarios a ella que
se registran a lo largo de los ocho capítulos del libro.
Lo cierto es que desde el gobierno de Frondizi en adelante, se vio cómo un buen
número de los hijos de una clase media “moderna”, optaron por la defensa de los intereses
de una clase a la que, en general, no pertenecían. Miles de jóvenes, hombres y mujeres,
nacidos entre 1940 y 1960, al llegar a su adolescencia, tomaron decisiones que encarnaron
un cambio significativo en la cultura política del país y en la de sus propias vidas,
ingresando a diferentes organizaciones estudiantiles, político-militares u organizaciones
armadas.20 Es decir que buena parte de ellos aceptaron la violencia como método,
convirtiéndola, bajo diferentes formas, en su instrumento político.
El paneo sobre la ciudad de Mar del Plata en la década del sesenta, haciendo foco en
el campo estudiantil, permitirá analizar un conjunto de personajes que buscaron un espacio
donde desarrollar sus ansias de participación: de “tacuaras” a peronistas revolucionarios o a
peronistas de derecha de la Concentración Nacionalista Universitaria (CNU); de reformistas
y liberales de izquierda a peronistas de izquierda o a integrantes de las organizaciones
armadas de la ciudad.21 Así, quienes en un primer momento pudieron surgir como simples
19 Sobre la violencia como un recurso de largo plazo y el pensamiento revolucionario que emerge entre grupos de signo político diferente después de 1955 del cual, a su vez, abreva el peronismo revolucionario, véase Ollier (2005) p. 244. 20 Moyano (1988), (1992).21 Sobre Tacuara véase Goebel (2007), pp. 356-377; Galván (2009); Lvovich (2009).
alumnos en defensa de una idea germinal de libertad o de una pasional idea nacionalista se
convirtieron con los años en personas claves del peronismo local en cualquiera de sus
variantes ideológicas. Cada uno en su medida y más o menos violentamente fueron
ocupando espacios en el escenario político de la ciudad. El problema de la radicalización
política analizado desde el mundo de las prácticas, entre el gobierno de Frondizi y la última
etapa de la autodenominada Revolución Argentina, evidencia la circulación y la dinámica
de actores involucrados Quienes iniciaban sus itinerarios políticos dentro de una
organización de derecha podían convertirse en integrantes de una agrupación de izquierda.
Si en un primer momento estaban unidos, a final de la década podrían verse enfrentados.22
El hilo conductor de la investigación fue el itinerario vital de tres militantes, José,
Roberto y Mario, quienes iluminaron otras trayectorias vividas en paralelo a ellos. José fue
militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP); Mario y Roberto formaron y
participaron del Movimiento de Bases Peronistas (MPB-MdP) primero para después
separarse y cada uno ingresar a diferentes organizaciones armadas, Fuerzas Armadas
Peronistas (FAP) y Montoneros.23 A partir de la reconstrucción de sus historias, circulan
gran cantidad de jóvenes que iluminan sobre el clima político juvenil de los años sesenta en
la ciudad. En una serie de encuentros a lo largo de dos años, los protagonistas bucearon en
sus infancias, recuerdos íntimos, gustos, hábitos y costumbres, además de su historia
personal respecto de la militancia. Además sus relatos condujeron a investigar sobre otras
militantes de izquierda, como Mirta, María o Rita.24
La permanente confrontación de los dichos con la prensa y registros policiales también
permitieron reconstruir la conformación de otro grupo de jóvenes, opuesto ideológicamente,
pertenecientes al grupo Tacuara primero y CNU después, por el que circularon Germán,
Ernesto, El Loco C y muchas otras personas que, con su accionar de cruzados en defensa del
nacionalismo, el antiliberalismo, el catolicismo integral y finalmente el peronismo fueron
atizando un fuego político juvenil a lo largo de toda la década del sesenta en la ciudad. De
manera que el seguimiento de los tres principales protagonistas funcionó como una excusa
para observar un conjunto de personas, que se entrelazaron formal o informalmente y a 22 Cuchetti propone tomar el concepto de nebulosas militantes a fin de explicar otro tipo de vectores que excedieron los ideológicos, teniendo en cuenta que las reivindicaciones nacionalistas fueron parte del lenguaje en el cual abrevó la mayoría de los grupos peronistas de aquellos años. Véase Cucchetti (2013).23 José, Roberto y Mario. Entrevistas personales realizadas entre 2010 y 2013 en la ciudad de Mar del Plata. Entrevistador: Mónica Bartolucci. 24 Los nombres de nuestros entrevistados, así como los que surgen de sus relatos, son ficticios.
través de sus prácticas políticas pasaron de la quietud a la agitación y de la agitación a la
violencia. Las memorias, documentos personales, recuerdos y entrevistas, además de guiar
el camino de investigación, mostraron la cara íntima de un proceso social de lo político. Las
fuentes policiales cumplieron un rol de privilegio. A partir de ellas y en cruce con los
testimonios personales se pudo vislumbrar el seguimiento de militantes secundarios,
universitarios, activistas gremiales, o profesionales de la ciudad con ánimo de control
represivo desde muy temprano, dando cuenta del grado de conocimiento que la policía y
fuerzas militares tuvieron de cada uno.25
La presentación, por su parte, combina un criterio temático con un orden
cronológico, en el que el contexto socio político fue modificándose al mismo tiempo que
fue transformando los actores en cuestión. Esto implicó necesariamente la revisión de
fuentes nacionales como diarios, publicaciones periódicas, films de la época, actas
universitarias, manifiestos y volantes y memorias políticas que configuraron el clima de
época.
Desde 1958 en adelante en la ciudad de Mar del Plata se recortaron asociaciones
varias estudiantiles como el Centro Universitario Marplatenses de La Plata (CUM) y el
Frente Estudiantil de Secundarios (FES) y organizaciones partidarias como Tacuara, cuyo
impacto político permanecerá a lo largo de la década. Luego de revisar el contexto histórico
general del período en un primer capítulo, el “bautismo político” de la juventud militante
será analizado en el segundo, a partir de la lucha entre laicos y libres, sobre todo haciendo
foco en los alumnos de dos colegios más tradicionales, el Colegio Nacional Mariano Moreno
y el Instituto Patricio Peralta Ramos.
El tema que sobrevoló el panorama político de la larga década fue “la cuestión
peronista”. Desde la proscripción absoluta, hasta la negociación con los actores políticos y
dirigentes sindicales, la relación entre los gobiernos de turno con el peronismo fue tomando
diversas formas.26 En ese marco, paradójicamente, se inició un proceso de peronización
temprana que en el tercer capítulo es visto a partir del estudio de ciertas prácticas y
25Respecto de las fuentes policiales nos referimos a los archivos formalizados por Memoria Abierta, CeDinCi y la Comisión Provincial por la Memoria. Sus fondos documentales cuentan con 410.000 legajos de hechos y personas, varios archivos orales y un importante material de audio y video entre 1940 y 1998. Véase Pagano y Gómez (2013). Sobre la Universidad de Mar del Plata véase Bonavena y otros (2007). Respecto del control policial sobre la Universidad Nacional de la Plata, véase Bozza (2009). 26 Spinelli (2005); Amaral (1999); Melon Pirro (2009); Da Orden y Melon Pirro (2011).
sensibilidades políticas nacidas al calor de un verano marcado por la campaña electoral de
renovación de autoridades provinciales y por un sentimiento de temor por el avance
comunista en el continente. En la temporada de 1962 la vivencia personal de prohibiciones y
persecusiones serán algunas de las claves que desarrollamos para comprender la agitación y
politización de un conjunto de adolescentes que fueron tanto protagonistas menores como
espectadores de un clima que los incitó a buscar su nicho militante en una comunidad donde
primaban las relaciones cara a cara. Desde una perspectiva de las relaciones sociales, el
peronismo, el antiperonismo, el anticomunismo, o el impacto del plan CONINTES
(Conmocion Interna del Estado), eran rasgos de una cultura política que, lejos de ser ideas
teóricas, fueron realidades encarnadas en compañeros de colegio agredidos por nacionalistas
fanáticos, en vecinos conocidos detenidos por peronistas o en enfrentamientos familiares
menores. Así, en un segundo capítulo se intentó comprender cómo un grupo de estudiantes
se sintió ungido por el compromiso de los nuevos tiempos.
La juventud de clase media, con su novedosa cultura delictiva, significó, ya para
mediados de la década, una inquietud social, moral y también legislativa. Los jóvenes,
unidos en “barritas” típicas de adolescentes, podían convertirse en conjuntos de amigos
sospechosos y los universitarios sorprendieron con el armado de bandas con fines
delictivos.27 La prensa, el cine y los medios de comunicación en general anunciaron estas
novedades y dieron cuenta de lo que consideraban una distorsión. Muchachos de clase media
que se entrenaban en el robo y hasta manipulaban armas, como un símbolo de poder o por
mera diversión. En el capítulo cuarto, se nota cómo esta nueva cultura se entremezcla con la
problemática de la prohibición de la vuelta de Perón al país, abriendo una delgada línea entre
la audacia, el pleiteísmo camorrero y el delito de tipo político.
Con este sustrato cultural instalado en los ánimos juveniles, la apertura de dos
universidades en la ciudad de Mar del Plata, “la Católica” y “la Provincial”, logró replicar el
ambiente de movilización nacional e internacional. Allí se afianzaron ideologías, se
reclutaron militantes para diferentes organizaciones y se reforzaron redes políticas. De
manera que, en el capítulo quinto, cruzando la oralidad con lo que fueron fuentes secretas de
una policía provincial que los vigiló y fichó desde muy temprano, se revisan las demandas
universitarias, desde el mismo momento de su fundación, para identificar las fluctuaciones
27 Para una compilación sobre problemas referidos a la penalización de los delitos en el siglo XX véase Salvatore y Barreneche (2013).Sobre la práctica juvenil callejera, véase Stagno (2014).
ideológicas. A partir de ellas logran verse, además de un crecimiento constante del poder
estudiantil, indicios de vínculos entre estudiantes y sectores sindicales o policiales y el
comienzo de un enfrentamiento entre “viejos conocidos” convertidos ahora en enemigos
políticos. Las demandas universitarias funcionan como el telón de fondo de una tensión
entre una derecha anticomunista y una izquierda cada vez más fortalecida por el clima
político nacional.
El itinerario personal de uno de aquellos universitarios muestra el mundo privado de
alguien que decidió combinar la clandestinidad con su vida como estudiante. En la
conversión personal y la subjetivación de la acción militante, se centra el capítulo sexto. Allí
se estudia la función que Mario ocupó en un período muy corto pero decisivo para la cultura
juvenil local como militante de Acción Revolucionaria Peronista (ARP) y Movimiento de
Bases Peronistas (MBP-MdP).28 Su historia personal fue un candil para iluminar la figura de
los passeurs o mediadores culturales, es decir, aquellos quienes fueron capaces de
intermediar “llevando cosas, ideas, proyectos, de un mundo a otro” y convirtiéndose en
referentes.29
La mirada cercana de los hechos y el entramado de relaciones muestran que, si para
mayo de 1971, desde su perspectiva ideológica, Mario, Roberto y José estaban convencidos
que “solo el pueblo en armas traerá a Perón”, otros grupos peronistas como ellos, de su
misma edad y un origen social común que actuaban fundamentalmente dentro de la Facultad
de Derecho, estaban dispuestos a detenerlos en su avance. Los movimientos clandestinos y
la aparición de un peronismo de izquierda generaron además de persecuciones represivas,
hostilidades entre grupos dentro del ámbito de la universidad, que finalizaron en una
sangrienta asamblea en 1971. Este acontecimiento en el que finalmente chocan las facciones,
es rescatado en capítulo siete como un enigma a desentrañar. Allí se analizan los hechos
pero también un conjunto de personas que participaron en el episodio del asesinato de Silvia
Filler, provenientes del ámbito gremial policial, político y judicial conectados con los
estudiantes, pero formados políticamente antes que ellos.
El camino de la radicalización dentro de la izquierda peronista y la opción por la
lucha armada implicaron, de parte de los involucrados, el armado de redes vinculares y
28 Mario fue puesto a disposición del PEN en 1976 durante ocho años. 29 Para este tipo de enfoques véase Levi (1989); Burdiel (2014). Sobre las mediaciones culturales O’Phelan Godoy y Salazar Soler (2005).
conexiones con outsiders que ligaron a los militantes marplatenses con organizaciones
armadas nacionales. En conjunción con la tarea de reclutamiento nacional, esta actitud
promovió la sensación de pertenencia a un movimiento revolucionario mayor.30 En tal
sentido, el último capítulo da cuenta de estos vínculos establecidos a partir de 1972 y de la
actitud de los líderes del frente estudiantil de MBP-MdP convertidos en los iniciadores de
las FAP, las FAR y Montoneros, proceso en el que Mario, Roberto y José participaron
activamente. Estas nuevas y radicalizadas organizaciones de los años setenta permitieron
que nuevas y más jóvenes camadas de estudiantes, nacidos entre 1955 y 1960, ingresaran en
un momento de gran ebullición social, cuyos orígenes, como se intenta demostrar, se
encuentran en el rastreo de un proceso de más larga data.
En fin, este estudio de caso acerca de la relación entre juventud, peronización y
violencia política trata de sumar una mirada, menos optimista es cierto, que la de la rebelión
cultural típica de los estudios de los años sesenta. Claramente se percibe que la formación de
estas agrupaciones, muchas de las cuales optaron por la violencia política, se desarrollaron
en el marco de una sociedad tensionada por diferentes discursos e identidades culturales que
oscilaron entre la modernización y el orden, la rebelión y el impulso hacia la revolución, el
anhelo de reparación peronista y el fanatismo antiperonista y las prácticas violentas de
internas partidarias y sindicales, que los jóvenes, lejos de modificarlas, replicaron y
aumentaron con ideologías renovadas.31 Los avatares típicos de las rebeliones estudiantiles
de orden continental, se complejizaron y entremezclaron aquí con la imitación y
aprendizajes de parte de los jóvenes de prácticas de antigua data de la cultura política
argentina y además fueron atravesados sino también, por viejas rencillas del orden local,
iniciadas en 1958, en las que las diferencias se fueron dirimiendo cada vez más
violentamente.
30 Sobre los agentes outsiders, en otros ámbitos de expansión de ideas revolucionarias. Véase Hunt (2008), pp. 269-313. Respecto de la subjetividad y las redes vinculares en la militancia ver Della Porta (1995); Della Porta (1998); Della Porta (2006); Della Porta y Diani (2011).31 Respecto a los diferentes aspectos del concepto de violencia véase Vaquero (2009); Moreno Martín (2009). Para el estudio de diferentes elementos estructurales que pueden aportar a la comprensión de la violencia en América Latina, ampliando la lente y evitando la identificación unívoca con la violencia de las organizaciones armadas de los años sesenta.Véase Ansaldi y Giordano (2014).