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FACULTAD DE HUMANIDADES
ESCUELA DE PSICOLOGÍA
TEMA:
“TRASTORNO DELIRANTE”
AUTORAS:
MENDOZA LEÓN, Carmen
RAMIREZ SILIPU, Leidy
TANDAYPAN RISCO, Dirsi
ASESOR:
NOÉ GRIJALVA, Martín
TRUJILLO- PERÚ
2013
TRASTORNO DELIRANTE
A Dios por su infinita
bondad de habernos
concedido la vida
y la salud.
A nuestros padres
por su esmerado
esfuerzo de educarnos
y formarnos como
seres valiosos
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TRASTORNO DELIRANTE
AGRADECIMIENTO
A nuestro docente de curso por su paciencia y entrega en realizar un
trabajo que busca brindar una educación de calidad.
INDICE
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TRASTORNO DELIRANTE
TRASTORNO DELIRANTE…………………………………………………………..
….…6
I. Historia………………………………………………………….….…
6
II. Análisis histórico conceptual del delirio en el siglo
XX……………8
III. Concepción actual del trastorno
delirante…………………………15
1. Características
diagnósticas……………………………………..16
2. Relación con los criterios diagnósticos de la CIE-
10 ………….17
3. Subtipos…………………………………………………………..
18
IV. Etiología………………………………………………………………
20
V. Síntomas y trastornos
asociados……………………………………21
VI. Criterios para el diagnóstico trastorno
delirante………………….22
VII. Epidemiología………………………………………………………
..25
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VIII. Prevalencia…………………………………………………………
…26
IX. Curso y
pronóstico…………………………………………………….27
X. Tratamiento………………………………………………………….
..29
XI. Farmacoterapia……………………………………………………
….30
XII. Psicoterapia…………………………………………………………
…31
XIII. Conclusiones………………………………………………………
…..32
XIV. Referencias
bibliográficas…………………………………………..33
PRESENTACION
En este trabajo monográfico presentaremos una investigación sobre el
Trastorno Delirante, el cual desde ya manifiesta cuadros no muy
frecuentes, donde cuya sintomatología esencial consiste en la presencia
de ideas delirantes no extrañas pero persistentes, que no se deben a
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TRASTORNO DELIRANTE
ningún otro trastorno mental, como una esquizofrenia, un trastorno
orgánico-cerebral o un trastorno del ánimo. En ellos, aparte de las ideas
delirantes y sus ramificaciones, no hay conductas manifiestamente
extrañas y, en caso de que haya alucinaciones auditivas o visuales, no
son predominantes.
Esta categoría se denominó Trastorno Paranoide en el DSM-III de la APA
pero, puesto que las ideas delirantes son los síntomas primarios de este
trastorno, y dado que el término paranoide tiene, como veremos, otros
significados que pueden inducir a confusión, desde el DSM-III-R se
utilizan la denominación de Trastorno Delirante.
El término delirio no es de uso médico-psiquiátrico exclusivo, sino que
suele emplearse en el lenguaje corriente, donde se recurre a él para
expresar locura, sinrazón, desvarío, queriendo designar un modo
especial de experimentar la realidad. Su origen etimológico varía entre
las lenguas románicas, el alemán y el inglés. La procedencia del vocablo
latino «delire», que significa «salirse del surco» pues se forma a partir
de los prefijos «de» (fuera) y «lirare» (arar o trazar surcos), es la
utilizada y la que está presente en el castellano, portugués, italiano y
francés. En inglés, el término delusion procedería del latín «deludo»
designando «una creencia u opinión falsa sostenida con relación a cosas
objetivas».
A continuación nuestro trabajo de investigación, esperamos sea de su
cordial agrado.
LAS AUTORAS
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I. HISTORIA
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TRASTORNO DELIRANTE
El termino PARANOIA deriva del griego para, de lado, paralelo; y nous,
espíritu, pensamiento. Tal vez podría traducirse como pensamiento
paralelo o espíritu no centrado. La primera utilización de paranoia
proviene de las culturas clásicas y concretamente de Hipócrates, quien
utilizaba este término de modo coherente con tal fundamento
etimológico, como veremos, alejado notablemente del uso actual. Para
Hipócrates, dicho estado implicaba un deterioro mental extremo o lo
generalizaba como trastorno mental.
En el siglo XIII los médicos árabes describieron un trastorno mental con
ideas persecutorias, muy semejante al concepto de nuestros días, pero
sin mención del aforismo paranoia.
Por supuesto, sin ordenación taxonómica alguna, encontramos
excelentes descripciones literarias e históricas de sujetos que
padecieron trastornos de esta índole. Citemos a Otelo, con sus celos
morbosos en Shakespeare; al inefable Don Quijote, con sus
interpretaciones delirantes en Cervantes, y al mismo W.A.Mozart, quien
compuso su Requiem convencido de que un complot iba a asesinarle.
También Robert Schumann y Juan Jacobo Rousseau desarrollaron ideas
paranoides en la segunda parte de su vida, que adquirieron en ambos
casos suma intensidad.
Jean Ethienne Esquirol denominó a estas enfermedades Monomanías, ya
que se trata de enfermos que padecen de sintomatología persecutoria,
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TRASTORNO DELIRANTE
megalómana o místicas. Con esto quería destacar un aspecto especial
de la enfermedad que es de una personalidad que fuera de su tema
delirante está bien adaptada a la realidad; pero mucho clínicos
rechazaron el aspecto parcial de esta patología manifestando que es
toda la personalidad la que está profundamente alterada, es el sistema
ideo-afectivo el que se altera y actúa de soporte de la temática
delirante. Pero por sus características de evolución sin déficit, ha hecho
que a éstos delirios se los clasifique fuera de la esquizofrenia y separada
de la esquizofrenia paranoide, esto es tomando un criterio evolucionista
del cuadro.
Partiremos aquí de la contribución de Kraepelin, con quien empieza la
época moderna de la concepción de la paranoia como cuadro delirante
crónico, que cursa SIN DETERIORO NI ALUCINACIONES, a diferencia de la
demencia precoz (esquizofrenia). La definió así: “Desarrollo insidioso,
bajo la dependencia de cusa internas y según una evolución continua,
de un sistema delirante duradero e imposible de sacudir, y que se
instaura con una conservación completa de la claridad y del orden en el
pensamiento, el querer y la acción”.
En cuanto al delirio, destacan dos direcciones frecuentemente
coexistentes. Una es el delirio de perjuicio, en el que se albergan el de
persecución, el de celos y la hipocondría. El otro es el de grandeza, en
el que se incluye el de inventores, interpretadores genealógicos,
místicos y erotómanos. Llamó también la atención a Kraepelin la
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TRASTORNO DELIRANTE
SISTEMATIZACION del delirio. Dice al respecto: “Es elaborado
intelectualmente, coherente a una unidad, sin grandes contradicciones
internas”.
Son enfermedades caracterizadas por ideas delirantes permanentes que
constituyen lo esencial del cuadro clínico. Es la enfermedad mental por
excelencia; cuando hablamos de ideas delirantes nos referimos a una
concepción del mundo, que es fundamentalmente distinta de la vivencia
delirantes, esta última se refiere a una experiencia vivida más en el
campo de la sensorialidad (alucinaciones auditivas, cenestésicas,etc)
donde el paciente está en una actitud pasiva de contemplación de éste
mundo alucinado.
En cambio en los delirios crónicos y en particular en la paranoia, más
que una vivencia delirante se trata de una creencia delirante quiere
decir de una concepción del mundo, o como dice nuestro tango “una
manera de ser y filosofar” equivocada.
II. ANÁLISIS HISTÓRICO- CONCEPTUAL DEL DELIRIO EN EL
SIGLO XX
La revolución industrial y tecnológica que tuvo lugar en la primera mitad
del siglo XX fue acompañada de una evolución espectacular de las
Ciencias, entre ellas la Medicina. No obstante, como en otras ocasiones,
la Psiquiatría avanzó más lentamente que otras disciplinas médicas. En
cualquier caso, la obra de los verdaderos fundadores de la Psiquiatría
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TRASTORNO DELIRANTE
moderna (Kraepelin, Schneider, Jaspers, Ey, Clérambault…) sirvió para
un análisis definitivo de la concepción del delirio.
Formularon diversas hipótesis neurobiológicas y psicológicas aún hoy no
confirmadas. En las primeras décadas del siglo XX son de nuevo los
autores franceses quienes llevan la iniciativa, cediendo luego el
protagonismo a sus colegas alemanes. Pero, al principio, nombres como
Ernest Dupré- quien acuñó el término “monomanía”- o Dublineau-quien
habló de la intuición como generadora de los delirios- llaman la atención
en este período de la Historia de la Psiquiatría.
- Valentin Magnan (1835-1916) y Paul Sérieux (1864-1947):
Desarrollaron la noción de “delirio crónico con evolución sistemática”,
que comprendería cuatro estadíos41:
1) Incubación o humor delirante
2) Cristalización de los delirios de persecución
3) Aparición de delirios de grandeza
4) Demencia o defecto mental
Sus conceptos podrían ser aplicados tanto a los trastornos delirantes
(persistentes o reactivos breves) como a la esquizofrenia o a la manía
con síntomas psicóticos.
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TRASTORNO DELIRANTE
A Magnan se le debe también la magnífica descripción de la
“parasitosis” o delirio por infestación.
Sérieux publicó junto a Joseph Capgras un libro importantísimo acerca
de los errores perceptivos o interpretativos, Les Folies Raissonantes: Le
délire d’ interprétation (1909). Postularon que el citado delirio de
interpretación era mucho más sistematizado de lo que se creía hasta
entonces. Además, concluyeron que las alucinaciones eran muy
infrecuentes en este trastorno, y que el resto de la psique permanecía
intacta y lúcida. Aunque esto último no era óbice para que el proceso
delirante fuese incurable, aunque no terminase en demencia terminal.
Dieron mucha importancia a los factores constitucionales y de
personalidad previa en la génesis de los delirios, concluyendo que “el
delirio de interpretación es, en resumen, una psicosis constitucional o
funcional, que se desarrolla gracias a una anomalía de la personalidad
caracterizada por la hipertrofia o hiperestesia del yo, y por la falta
circunscrita de autocrítica. Bajo la influencia de conflictos sociales
determinados por la inadaptabilidad al medio, esta constitución psíquica
anormal provoca el predominio de un complejo ideo-afectivo y su
posterior persistencia e irradiación” 42.
- Philippe Chaslin (1857-1923): Su gran aportación a la psicopatología
descriptiva es su obra Élements de Sémiologie et Clinique Mentales,
publicada en 1912, justo antes que la monumental y decisiva Allgemeine
Psychopathologie de Jaspers. En ella, proponía un retorno a los hechos
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clínicos, apartando el exceso de teoricismo. Para los historiadores,
Chaslin supuso la culminación del “Siglo de Oro” de la psicopatología
francesa.
Realizó su tesis doctoral acerca de los sueños y delirios, en cual sostenía
que el contenido de las alucinaciones predominantes estaba marcado
por el contenido preferente del delirio.
Posteriormente, en 1912, abordó las ideas delirantes desde una
perspectiva más descriptiva, llegando a la conclusión práctica que las
ideas delirantes no tienen por qué afectar al resto de la psique; fuera del
sistema delirante, las funciones superiores son perfectamente normales.
Es decir, que las paranoias primarias y secundarias constituirían los
mejores ejemplos de delirios sistematizados en los cuales hay una
relativa preservación de las funciones superiores. La paranoia
secundaria sería el residuo de un estado psicótico severo y podría
significar una transición a la demencia. Además, introdujo el concepto
de folie à deux, afirmando que dicho “contagio” del delirio era raro; sólo
acontecía cuando dos personas vivían juntas, y una era
psicológicamente más débil que la otra44.
- Gaëtan Gatian de Clérambault (1872-1934): A él le debemos la
magnífica descripción de los delirios erotomaníacos y celotípicos.
Además de su célebre incursión en las psicosis pasionales, estudió con
acierto el mecanismo generador de las psicosis y las nociones de
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TRASTORNO DELIRANTE
“automatismo mental” y “elaboración del dogma”. En su trabajo Folie á
deux (1923) escribió que la psicosis estaba compuesta por los delirios y
por el fondo material que lo soporta. Este “fondo” sería histológico en el
caso de las psicosis alucinatorias y fisiológico en el caso de la melancolía
periódica. Afirmó que los delirios, como convicciones y producto
intelectual sobreañadido, pueden transmitirse, pero no las psicosis, es
decir, los mecanismos genéticos de los delirios.
- Henry Ey (1900-1977): Indicó que el delirio no consiste sólo en la idea
delirante ni es susceptible de ser reducido a su contenido: “El tema
desarrollado no es sino un reflejo, en la superficie de la conciencia, de la
ósmosis de valores subjetivos y objetivos, de la desorganización de las
relaciones entre el Yo y el Mundo, que el movimiento evolutivo de las
psicosis engendra en el interior del ser.
- Karl Jaspers (1883-1969): Este psiquiatra alemán está considerado
como el padre de la psicopatología moderna, si bien muchos conceptos
atribuidos a él fueron acuñados por autores anteriores (Baillarger,
Chaslin…). La primera obra de Jaspers sobre el delirio data de 1910,
donde se planteó si el delirio de celos era una enfermedad o un
desarrollo de la personalidad.
- Kurt Schneider (1887-1967): Conocido por la definición de los síntomas
claves de la esquizofrenia, Schneider no varió demasiado el concepto de
delirio propuesto por Jaspers. Distinguió entre la “intuición delirante” y la
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TRASTORNO DELIRANTE
“percepción delirante”, la cual fue incluida como síntoma de primer
rango de la esquizofrenia48.
También nos dejó importantes aportaciones sobre el delirio de
interpretación, basadas en los trabajos de Sérieux y Capgras; distinguió
“interpretación delirante” (que compara a las ilusiones) de la “idea
delirante” (que compara a las alucinaciones) 49. Mientras en la idea
delirante el concepto arbitrario surge ex nihilo, en la interpretación
delirante el enfermo se apoya en la percepción (correcta) para
adjudicarla un significado erróneo.
- Ernst Kretschmer (1888-1964): A él le debemos la certera descripción
del “delirio sensitivo de interpretación”. Frente a la postura
kraepeliniana acerca de la gravedad y cronicidad de toda paranoia,
Kretschmer señaló ciertas formas benignas o abortivas que cursarían
con una fijación o incorregibilidad menor que la mayoría de las ideas
delirantes de perjuicio. Por tanto, su curso sería relativamente benigno.
En su obra Der sensitive Beziehungswahn (1918) se basa en trabajos
previos de Wernicke y Friedmann, concluyendo que personas de
carácter extremadamente sensible enfrentadas a un conflicto externo
grave podrían padecer de un delirio de influencia, formado a partir de
ideas sobrevaloradas. Es decir, “habría un conflicto intrapsíquico no
resuelto satisfactoriamente, producido por una serie de vivencias” 50. La
génesis del problema sería psicológica, con tres noxas fundamentales:
carácter, vivencias y ambiente. Jaspers criticó esta visión por
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TRASTORNO DELIRANTE
reduccionista, pero es indudable que dos personas de distinta
personalidad o carácter, y en distinto ambiente vital, producirán delirios
de contenido distinto. Aunque los factores endógenos sean similares…
Además, Kretschmer supuso la ruptura total con la tendencia a dividir lo
somático y lo psíquico, mostrando la gran interrelación que existe entre
ellos. Una muestra de ello fue su monumental obra en la que
relacionaba el carácter de las personas con su fenotipo. Allí ya destacó
la personalidad paranoide como gran factor predisponente a padecer
delirios referenciales o paranoides50.
- Bernard Hart (1879-1966): Autor británico que, ya influenciado por la
teoría psicoanalítica, explicó el delirio en términos de “disociación” o
división de la mente en distintos fragmentos incoordinados.
Efectivamente, un delirio puede estar formado por un sector de la
mente, pero el resto mantenerse perfectamente sano (delirio
“encapsulado”). Proporcionó una acertada definición de delirio:
“Creencia falsa, irrebatible por la más completa argumentación lógica de
su imposibilidad, e inmodificable por la presencia de hechos
incompatibles o contradictorios” 51. Para Hart, sólo un estado disociado
de la mente permitiría la génesis de las ideas delirantes.
- Sigmund Freud (1856-1939): El célebre fundador del Psicoanálisis y
descubridor del dinamismo propio del inconsciente también aportó su
explicación sobre los signos de la paranoia y su origen. El paradigma
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TRASTORNO DELIRANTE
psicoanalítico de interpretación de las psicosis paranoides es el
denominado “caso del magistrado Schreber” 52. Éste fue el único
paciente afecto de psicosis psicoanalizado por Freud. A partir de este
caso, Freud postuló que la paranoia era una “neuropsicosis de defensa”
y que los síntomas paranoicos simbolizan las defensas contra las
pulsiones homosexuales. Cuando los mecanismos de defensa dejan de
ser efectivos para luchar contra los impulsos inadmisibles, el aparato
psíquico utiliza mecanismos alternativos de defensa: negación,
formación reactiva y proyección. La dinámica secuencial para la
elaboración inconsciente del delirio persecutorio sería53:
1º) El impulso homosexual es reprimido sin éxito
2º) El impulso homosexual es negado
3º) Mediante la formación reactiva es transformado el impulso originario
en su contrario
4º) El conflicto intrapsíquico es sacado fuera del Yo mediante proyección
5º) Mediante la racionalización se sistematiza: Le deseo- No le deseo- Le
odio- No soy yo quien le odia, él me odia a mí.
Para otras temáticas de la paranoia, el esquema dinámico sería similar.
Así, el delirio de celos representaría el mismo conflicto y la utilización de
similares defensas, quedando el impulso homosexual original
proyectado en su contrario (Mi rival es a quien yo amo – No le amo- Le
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TRASTORNO DELIRANTE
odio- Él me odia- Él es mi rival). Los psicoanalistas postfreudianos,
especialmente Abraham y Menninger, desarrollaron la hipótesis inicial
del neurólogo vienés, postulando el papel de la sexualidad anal en la
génesis del trastorno –especialmente en el período anal expulsivo.
III. CONCEPCION ACTUAL DEL TRASTORNO DELIRANTE
En las clasificaciones actuales del DSM-IV se elimina el término paranoia
como enfermedad para sustituirlo por el de TRASTORNO DELIRANTE, al
objeto de no confundir el tema del delirio con la enfermedad.
El trastorno delirante es una entidad caracterizada por el delirio como
síntoma único o más relevante, con ideas delirantes no extrañas pero
persistentes, en ausencia de otros síntomas característicos de la
esquizofrenia, de los trastornos del estado de ánimo y de los trastornos
orgánicos.
El trastorno delirante es un trastorno psicótico que se caracteriza por
la presencia de una o más ideas delirantes sin que se produzca otra
patología significativa, a su vez hacen que los que lo sufren estén
convencidos de algo irreal.
Estas ideas delirantes no deben ser la consecuencia directa del consumo
de algún tipo de sustancias o enfermedad médica.
Las personas que tienen trastornos delirantes están firmemente
convencidas de cosas que no son realmente ciertas. Por ejemplo, creer
que son buenos escritores y que le han concedido un premio Nobel o
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TRASTORNO DELIRANTE
pensar que están siendo perseguidos y que hay personas que quieren
hacerles daños.
1. Características diagnósticas
La principal característica esencial del trastorno delirante es la presencia
de una o más ideas delirantes que deben persistir durante, al menos, un
mes (criterio A). Si el sujeto ha presentado alguna vez el cuadro clínico
que cumpla el criterio A para la esquizofrenia, no debe diagnosticarse de
trastorno delirante (criterio B). Suelen ser más importantes las
alucinaciones táctiles y olfatorias que las visuales y/o auditivas. La
actividad psicosocial no está significativamente alterada, excepto por
consecuencia directa de las ideas delirantes (criterio C). El criterio D
para diagnosticar de trastorno delirante es que si se presentan episodios
afectivos simultáneos, su duración debe ser relativamente breve, en
comparación con la duración total del trastorno delirante. Dichas ideas
delirantes no deben ser causadas por el efecto de ninguna sustancia o
enfermedad médica (criterio E).
Aunque la consideración de la extrañeza de las ideas delirantes es muy
importante para poder distinguir este trastorno del esquizofrénico, es
especialmente difícil determinar el concepto de rareza, debido a las
diferentes culturas. Las ideas delirantes son calificadas como extrañas si
son claramente improbables y si no derivan de la vida cotidiana; sin
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TRASTORNO DELIRANTE
embargo, las ideas delirantes no extrañas se caracterizan y refieren a
situaciones que son susceptibles que se den en la vida real, como por
ejemplo, ser engañado por el cónyuge.
La actividad psicosocial puede ser variable, ya que en algunos sujetos,
parece conservarse los papeles en el plano interpersonal y en el laboral;
sin embargo, en otros el deterioro incluye una actividad laboral escasa o
nula y un aislamiento social. En general, es más fácil, que se deteriore la
actividad social y conyugal, que la intelectual y laboral.
2. Relación con los criterios diagnósticos de la CIE-10
En los criterios diagnósticos de investigación de la CIE-10, se establece
una duración mínima de los síntomas de 3 meses, a diferencia del DSM-
IV TR en el que sólo se requiere 1 mes.
3. Subtipos
Puede haber varios subtipos dependiendo del tema delirante que
predomine:
3.1 Tipo erotomaníaco: ocurre cuando el tema principal de la idea
delirante consiste en el pensamiento de que otra persona está
enamorada del sujeto. La idea suele referirse más a una amor
idealizado, que a una amor de atracción sexual. Normalmente, la
persona sobre la que recae la idea ocupa un estatus superior, aunque
también puede ser un auténtico desconocido. Pocas veces la idea
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TRASTORNO DELIRANTE
delirante se mantiene en secreto, ya que es más común, que el sujeto
intente ponerse en contacto con la persona objeto de dicha idea, por
ejemplo, mediante cartas, regalos,…
3.2 Tipo de grandiosidad: la idea principal de este delirio consiste en
que la persona cree que tiene un talento extraordinario, o de haber
hecho un descubrimiento importante. Con menor frecuencia, pueden
aparecer la idea delirante de tener una relación con alguien importante
o bien dichas ideas también pueden tener un contenido religioso.
3.4 Tipo celotípico: el tema central de esta idea delirante es que la
pareja tiene un amante o es infiel. Esta idea se apoya sobre inferencias
erróneas apoyadas en pequeñas pruebas, como por ejemplo, manchas
en las sábanas. El sujeto con esta idea intenta intervenir en la fidelidad
imaginada, como por ejemplo, investigando al amante o agrediendo a la
pareja.
3.5 Tipo persecutorio: este subtipo se refiere a la creencia del sujeto
de que está siendo perseguido, engañado, espiado, envenenado,
drogado, u obstruido en la consecución de sus metas a largo plazo.
Normalmente, el núcleo de la idea es alguna injusticia que debe ser
remediada mediante alguna acción legal y la persona puede enzarzarse
en repetidos intentos para obtener alguna satisfacción legal. Estos
sujetos, son, a menudo, irritables y pueden reaccionar contra los que
creen que les están haciendo daño.
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TRASTORNO DELIRANTE
3.6 Tipo somático: en este subtipo, la idea delirante se refiere a
funciones o sensaciones corporales. Las ideas más habituales son la
convicción de que el sujeto emite un olor insoportable por la piel, la
boca, el recto o la vagina; también puede creer que tiene algún parásito
interno o que en algunas partes del cuerpo tiene malformaciones o bien
que hay partes del cuerpo que no funcionan.
3.7 Tipo mixto: este subtipo se aplica cuando no hay ningún tema que
predomine sobre otro.
3.7 Tipo no especificado: se aplica cuando la creencia dominante no
puede ser determinada con claridad o bien cuando la idea no está
descrita en los otros tipos de específicos. Por ejemplo, cuando la idea
autorreferencial no tiene un componente importante de persecución o
grandeza.
IV. ETIOLOGÍA.
Algunos estudios han encontrado que el trastorno delirante es más
común entre parientes de individuos con Trastornos de personalidad
evitativa y paranoide, pero la mayoría no han podido demostrar una
historia familiar del trastorno, lo que sugiere una carencia de
transmisión genética. Se ha encontrado una anormalidad a nivel de
regiones subcortical o tempora-límbicas más que a nivel cortical, ya que
en enfermedades con prominente daño cortical, los delirios son
pobremente formados, relativamente simples y a menudo persecutorios
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TRASTORNO DELIRANTE
(p.ej. en enfermedad de Alzheimer) ; en cambio, las lesiones de los
ganglios basales llevan a delirios más complejos y menos asociados a
trastornos cognitivos. En los hombres especialmente, parece haber
historia de abuso de sustancias o trauma craneano, La respuesta a la
pimozida en varios subtipos de trastorno delirante hace pensar en un
mecanismo común para los mismos de tipo dopaminérgico. Los factores
desencadenantes incluyen la sordera, ceguera, aislamiento social, la
inmigración reciente y la edad avanzada(9).
Desde la perspectiva cognitiva, varias hipótesis se han lanzado
intentando explicar la patogénesis del trastorno : 1) un patrón de
motivación desviado en un sistema cognitivo intacto, 2) un defecto
cognitivo que trastorna la capacidad del paciente para sacar
conclusiones válidas de la evidencia (trastorno del razonamiento), lo que
sin embargo no ha sido demostrado aún, y 3) procesos cognitivos
intactos, pero con los delirios explicando experiencias anormales;
estudios empíricos han reportado que las anomalías de las experiencias
(por déficits de la atención) se correlacionan con la presencia de delirios
en formas diversas.
V. SÍNTOMAS Y TRASTORNOS ASOCIADOS
Pueden producirse problemas sociales, laborales o conyugales como
consecuencia de las ideas delirantes. Las interpretaciones de los
acontecimientos suelen ser consistentes con el contenido de las ideas
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TRASTORNO DELIRANTE
delirantes. Muchos de los sujetos que poseen este trastorno desarrollan
un estado de ánimo irritable, puede haber accesos de ira o
comportamiento violento. Suelen producir, además, problemas legales o
los pacientes con trastorno delirante de tipo somático pueden verse
involucrados en exploraciones y pruebas médicas innecesarias. Los
estresores psicosociales graves y el estatus socioeconómico bajo,
pueden ser predisponentes para el desarrollo de ciertos tipos de
trastorno delirante.
El trastorno delirante puede asociarse al trastorno obsesivo compulsivo,
al trastorno dismórfico, y a los trastornos paranoide, esquizoide o por
evitación de la personalidad.
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TRASTORNO DELIRANTE
■ Criterios para el diagnóstico de F22.0 Trastorno delirante [297.1]
A. Ideas delirantes no extrañas (p. ej., que implican situaciones que ocurren en la
vida real, como ser seguido, envenenado, infectado, amado a distancia o engañado por el cónyuge o amante, o tener una enfermedad) de por lo menos 1 mes de duración.
B. Nunca se ha cumplido el Criterio A para la esquizofrenia. Nota: En el trastorno delirante puede haber alucinaciones táctiles u olfatorias si están relacionadas con el tema delirante.
C. Excepto por el impacto directo de las ideas delirantes o sus ramificaciones, la actividad psicosocial no está deteriorada de forma significativa y el comportamiento no es raro ni extraño.
D. Si se han producido episodios afectivos simultáneamente a las ideas delirantes, su duración total ha sido breve en relación con la duración de los períodos delirantes.
E. La alteración no es debida a los efectos fisiológicos directos de alguna sustancia (p. ej., una droga o un medicamento) o a enfermedad médica.
Especificar tipo (se asignan los siguientes tipos en base al tema delirante que predomine):
Tipo erotomaníaco: ideas delirantes de que otra persona, en general de un status superior, está enamorada del sujeto
Tipo de grandiosidad: ideas delirantes de exagerado valor, poder, conocimientos, identidad, o relación especial con una divinidad o una persona famosa
Tipo celotípico: ideas delirantes de que el compañero sexual es infiel
Tipo persecutorio: ideas delirantes de que la persona (o alguien próximo a ella) está siendo perjudicada de alguna forma
Tipo somático: ideas delirantes de que la persona tiene algún defecto físico o una enfermedad médica.
Tipo mixto: ideas delirantes características de más de uno de los tipos
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TRASTORNO DELIRANTE
anteriores, pero sin predominio de ningún tema
Tipo no especificado
Síntomas dependientes de la cultura y el sexo
Para evaluar la presencia de este trastorno se deben tener en cuenta la
cultura y las creencias religiosas del sujeto. Además el contenido de las
ideas delirantes puede cambiar en las diferentes culturas y subculturas.
No suele haber diferencias genéticas importantes en la frecuencia total
del trastorno delirante, pero, por ejemplo, el trastorno delirante
celotípico es más frecuente en hombres que en mujeres; sin embargo,
no parece que haya diferencias importantes.
VI. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Este diagnóstico sólo se establece cuando la idea delirante no se debe a
los efectos fisiológicos de alguna sustancia o enfermedad médica. Un
delirium, una demencia o un trastorno psicótico debido a una
enfermedad pueden presentarse con síntomas que sugieren un
trastorno delirante. Un trastorno psicótico inducido por sustancias
también puede ser idéntico al trastorno delirante, pero puede
diferenciarse por la relación cronológica del consumo de la sustancia.
Este trastorno se diferencia de la esquizofrenia y del trastorno
esquizofreniforme ya que no presenta los síntomas característicos de la
fase activa de los últimos; ocurre además que este trastorno suele tener
un menor deterioro en la actividad laboral y social.
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TRASTORNO DELIRANTE
La distinción entre el trastorno del estado del ánimo con sintomatología
psicótica y del trastorno delirante consiste en la relación temporal entre
la alteración afectiva y las ideas delirantes y en la gravedad de los
síntomas afectivos. Los síntomas depresivos son frecuentes en el
trastorno delirante, pero dichos síntomas son leves y remiten en tanto
que persistan los síntomas delirantes. El trastorno delirante, solo se
diagnostica si la duración total de los episodios afectivos sigue siendo
breve, en relación con la duración total de la alteración delirante. Si los
síntomas que cumplen los criterios para un episodio afectivo están
presentes durante una parte sustancial de la alteración delirante,
entonces el diagnóstico apropiado es trastorno psicótico no especificado,
acompañado por el de trastorno depresivo no especificado o el de
trastorno bipolar no especificado.
Los síntomas del trastorno psicótico compartido pueden parecerse a los
que se observan en el trastorno delirante, sin embargo, su duración y el
curso son distintos. En el psicótico compartido, las ideas delirantes
aparecen en el contexto de una relación muy estrecha con otra persona,
y se atenúan o desaparecen cuando el sujeto con el trastorno psicótico
compartido es separado del sujeto con el trastorno psicótico primario. El
trastorno psicótico breve se diferencia del trastorno delirante ya que los
síntomas se delirantes duran menos de 1 mes.
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Se diagnostica el trastorno psicótico no especificado si no hay
información suficiente para elegir entre el trastorno delirante y otros
trastornos psicóticos.
Es difícil diferenciar el trastorno delirante de la hipocondría, al igual que
del trastorno dismórfico, ya que bastantes sujetos con este trastorno
sostienen sus creencias con una intensidad delirante. Otras veces
también es difícil discernir entre el trastorno delirante y el obsesivo
compulsivo, ya que el juicio de realidad puede perderse en algunos
sujetos alcanzando proporciones delirantes. En el trastorno paranoide de
la personalidad, no hay creencias delirantes persistentes bien definidas
ni persistentes, al contrario que en el trastorno delirante.
VII. EPIDEMIOLOGÍA
El trastorno delirante crónico es una enfermedad poco prevalente, y,
muy probablemente, infradiagnosticada, dada la dificultad existente
para que este tipo de pacientes acudan a la consulta de un especialista –
a menos que se vean forzados por sus familiares o por la Justicia-. La
evaluación detallada de la epidemiología del trastorno delirante se ve
afectada por la poca frecuencia relativa del trastorno, así como por las
diferentes definiciones que ha recibido recientemente. No obstante, la
literatura confirma que este trastorno, aunque poco corriente, ha estado
presente en la población en una proporción relativamente estable 71.
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La prevalencia del trastorno delirante en España se estima en un 0,
025%, mientras que en EEUU los datos arrojan un 0,032% 72. Es decir,
la paranoia es mucho menos frecuente que la esquizofrenia (prevalencia
del 1%), y que los trastornos del estado de ánimo (prevalencia del 6%).
La incidencia anual del trastorno delirante es de 1 a 3 casos nuevos por
cada 100.000 habitantes, y supone un 5% de todos los ingresos
hospitalarios por psicosis no debidas a enfermedad médica o abuso de
sustancias 71.
La edad media de inicio está alrededor del final de la cuarta década de
la vida, aunque puede iniciarse entre los 18 y los 90 años.
Existe una leve preponderancia de pacientes de sexo femenino. Muchos
enfermos están casados y tienen un trabajo estable, e incluso exitosas
carreras profesionales. No obstante, existe una moderada asociación
entre los trastornos delirantes con inmigración reciente –y
desconocimiento del idioma- y status socioeconómico bajo.
VIII. PREVALENCIA
Este trastorno es, relativamente raro, en el marco clínico, y, los diversos
estudios realizados nos sugieren que el trastorno explica el 1-2% de los
ingresos en los hospitales psiquiátricos. Se carece de información
precisa acerca de la prevalencia de este trastorno, aunque la estimación
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más alta es de 0.03%, debido al inicio tardío de esta enfermedad, el
riesgo de morbilidad suele estar entre 0.05 y 0.1%
La prevalencia de vida es de 24-30% cada 100 Mil habitantes, siendo los
4% mayores de 65 años.
Incidencia anual 1-3 casos/100 Mil habitantes.
El rango de edad de inicio es de 18-90 años, con un pico en los 35-55
años.
El 75% estaban casados.
No AF de SCH ni T afectivos, pero sí elevadas tasas de celos, suspicacia,
personalidad paranoide y T delirante.
Estatus socioeconómico bajo; ligera preponderancia en mujeres y tiene
relación con inmigración reciente.
IX. CURSO Y PRONOSTICO
La edad de inicio de este trastorno es variable, puede oscilar entre la
adolescencia y la edad avanzada. El tipo persecutorio es el más
frecuente. El trastorno suele ser crónico, aunque se pueden producir
oscilaciones en la intensidad de las creencias delirantes. Aunque puede
ocurrir que el trastorno remita, en unos meses, sin que haya de nuevo
recaídas. Algunos datos nos sugieren que el subtipo celotípico puede
tener un mejor pronóstico que el persecutorio.
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El inicio agudo es el más frecuente. Sobre todo al inicio suele haber un
factor estresante psicosocial identificable.
Tras ser diagnosticado, suele ser crónico:
- < 25% deriva hacia SCH
- < 10% a T afectivos
Remisiones entre ½ - 1/3. A largo plazo:
- recuperación 50%
- igual 30%
- empeoramiento 20%
También existen de buen y mal pronóstico.
X. TRATAMIENTO
Estos pacientes ofrecen muchas dificultades para su tratamiento. Por lo
general son renuentes a consultar y a cumplir las indicaciones médicas,
y muchas veces son los familiares los que con dificultad consiguen llevar
al paciente a tratarse.
El terapeuta tiene que escuchar con interés y cortesía las ideas
delirantes del paciente y no sugerir que las cree –puesto que no las cree-
ni discutir acerca de ellas. Debe ser capaz de afrontar y tolerar la
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desconfianza y hostilidad del paciente y, por otra parte, evitar
demasiada amistad o benevolencia. Una neutralidad amistosa pero
distante es habitualmente lo que mejor puede aceptar una persona
paranoide. Se puede ofrecer una terapia que le permita al paciente
convivir más adecuadamente, sin mayor perturbación en sus relaciones
interpersonales, con su trastorno delirante. Debe procurarse la
delimitación de los factores estresantes desencadenantes y ayudar al
paciente a desarrollar respuestas alternativas a los mismos.
En general, cuando se consigue una razonable alianza terapéutica,
pueden ser tratados ambulatoriamente. Ocasionalmente pueden
requerir hospitalización para completar evaluaciones médico-
neurológicas, o cuando la intensidad de su delirio hace dudar de la
capacidad del paciente para controlar impulsos violentos o lo
incapacitan para manejarse apropiadamente en la vida familiar o
laboral.
XI. FARMACOTERAPIA.
Existen tratamientos que pueden ayudar a aliviar los síntomas,
reduciéndolos y ayudando a la persona a pensar con más claridad.
El tratamiento de elección lo constituyen los antipsicóticos. Es
recomendable iniciar terapia con dosis muy bajas para evitar los efectos
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secundarios que harían muy probable el abandono de los fármacos. Hay
muy pocos estudios comparados que muestren eficacia comparativa
entre distintos neurolépticos.
Pueden usarse antipsicóticos a bajas dosis como risperidona,
haloperidol, o pimozida, desde 1 mgr/día e ir gradualmente subiendo la
dosis.
En los delirios sensitivos de referencia han mostrado su utilidad los
antidepresivos agregados a los neurolépticos.
XII. PSICOTERAPIA.
No hay datos que demuestren la eficacia y superioridad de alguna
modalidad psicoterapéutica en el tratamiento de estos pacientes. Habría
indicación de terapia individual más que grupal. Se han reportado
buenos resultados, en términos de un mejor funcionamiento social y
laboral, con terapias de insight, cognitivas, conductuales y familiares. En
todas ellas se insiste, como elemento esencial, en la necesidad de
establecer una sólida relación terapéutica en la que el paciente pueda
gradualmente confiar en el terapeuta y colaborar en su tratamiento.
El delirio habitualmente fluctúa en cuanto a la intensidad y a la
importancia que tiene para el paciente, presentando a veces remisiones
transitorias o incluso definitivas; esto en ocasiones sin claros motivos,
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pero más frecuentemente por la influencia de factores ambientales o
terapéuticos.
Ante una buena aproximación terapéutica el paciente puede a veces
relativizar sus juicios delirantes, someterlos a crítica y conceder que, en
parte, puede estar equivocado. Cuando así ocurre suele sentir un gran
alivio, y hay pacientes que buscan esto activamente con el terapeuta o
con personas en las que tienen mucha confianza.
XIII. CONCLUSIONES
1. El “trastorno delirante crónico” (DSM-IV) o “trastorno de ideas
delirantes persistentes” (CIE-10) es una entidad nosológica poco
prevalente, pero también infradiagnosticada.
2. La concepción de esta enfermedad ha evolucionado mucho a lo largo
de los últimos siglos, así como del propio núcleo del trastorno, el delirio.
Han sido muchas las figuras de la Historia de la Psiquiatría que
contribuyeron a forjar estos conceptos, especialmente de la escuela
francesa y de la escuela alemana. Nombres importantes de la primera
escuela fueron Philippe Pinel, Jean Étienne Esquirol, Jean Pierre Falret,
Jules Cotard, Paul Sérieux, Gatian de Clérambault y Heny Ey. En cuanto a
los autores alemanes, Jaspers, Schneider, Kretschmer y Kraepelin
aportaron datos nosológicos y psicopatológicos fundamentales. El
abordaje psicoanalítico más importante fue a cargo de Sigmund Freud y
Jacques Lacan.
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3. A pesar de numerosas investigaciones previas, la etiología del
trastorno delirante crónico permanece por esclarecer. En ella se
entremezclan factores genéticos, biológicos y psicodinámicos, y en
ocasiones aparece como consecuencia de enfermedades neurológicas,
metabólicas, endocrinas y autoinmunes. Recientes avances en genética
molecular han sugerido el papel de los receptores dopaminérgicos en la
genésis de la paranoia, especialmente por los polimorfismos génicos DR
D2 (Ser311Cys) y DR D3 (Ser9Gly) y el polimorfismo del gen de la
tirosín- hidroxilasa TH (TCAT). Por otra parte, los avances en
inmunogenética han mostrado la implicación del sistema HLA, en
particular del alelo HLA-A 03, aunque también el HLA-A 11 y el HLA-B 50
4. En los últimos años, se han postulado nuevas teorías que contribuyen
a explicar la etiología del trastorno delirante crónico: los desórdenes del
sentido de unidad que provocarían los síndromes de Capgras y Fregoli,
los llamados fenómenos de reduplicación y el neuroticismo como base
de la paranoia son tres buenos ejemplos. Por otra parte, la fluctuación
del nivel de autoestima podría ser considerada como una expresión de
la labilidad de la psicosis. Otra aportación importante es la implicación
de la percepción de las emociones en el desarrollo de la paranoia: estos
pacientes tendrían una percepción menor, favoreciendo su distorsión
cognitiva.
5. La sintomatología delirante se construye a partir de una concepción
errónea sobre una vivencia hipervalorada, catatíticamente deformada. El
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delirio se forma en base a interpretaciones exógenas y endógenas,
dando lugar a los subtipos delirantes clásicos: de reivindicación,
pasionales, de interpretación, sensitivo de relación y de parasitosis.
6. Las posibilidades terapéuticas del trastorno delirante crónico se ven
limitadas por la escasa adherencia al tratamiento de pacientes con
escasísima conciencia de enfermedad.
XIV.REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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