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La Ley Y La Gracia La diferencia entre el Antiguo y Nuevo Testamento Por Antonio de Jesús Lira Esta obrita expone en forma breve las diferentes eras bíblicas con un análisis sencillo de las leyes del Antiguo Testamento y la Gracia de Cristo en esta Era del Nuevo Testamento.

La ley y la gracia

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La Ley Y La Gracia La diferencia entre el Antiguo y Nuevo Testamento

Por Antonio de Jesús Lira

Esta obrita expone en forma breve las diferentes eras bíblicas con un análisis sencillo de las leyes del Antiguo Testamento y la Gracia de Cristo en esta Era del Nuevo Testamento.

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La Ley Y La Gracia La diferencia entre el Antiguo y Nuevo Testamento

La historia bíblica se reconoce en tres grandes períodos llamados eras, épocas, edades, dispensaciones, a saber:

1. Patriarcal 2. Judaica, llamada también Mosaica 3. Cristiana

Me referiré a la primera época en forma breve, siendo de mayor análisis la segunda, y muy especialmente la tercera, puesto que es la era en que a nosotros nos ha tocado vivir.

LA ÉPOCA PATRIARCAL

La época patriarcal se reconoce desde que Dios creó el universo, es decir, desde la creación del hombre, hasta el tiempo de Moisés. Durante esta primera parte de la historia bíblica, Dios gobernó los grupos familiares por medio de los jefes de estos grupos de familia, quienes fueron conocidos como “patriarcas” (Hechos 7:8; Hebreos 7:4), esta palabra significa “un padre que es gobernador”. La era patriarcal empezó cuando Dios hizo todas las cosas, y esta era continuó hasta el tiempo cuando Moisés sacó al pueblo hebreo del cautiverio egipcio. Así tenemos que los primeros humanos de era patriarcal fueron Adán y Eva. Finalmente, en esta era fue el tiempo cuando Dios habló a la gente por medio de patriarcas como Adán, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, y otros.

En este tiempo de sincretismos religiosos, es preocupante que muchos no distingan los periodos bíblicos, y por tal motivo crean también sincretismo entre la Ley Moisés y la Gracia de Cristo. Si con esta obrita podemos ayudar a entender la diferencia entre un periodo y otro, y tomar más exactamente el Camino de Dios, glorificamos a Dios por ello. El autor.

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LA ERA MOSAICA O JUDAICA

Para una fácil compresión, me referiré a este tiempo, sencillamente como la era mosaica. La era mosaica se establece desde Moisés, el gran líder del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, hasta la muerte de Jesús en la cruz. “La era mosaica” fue llamada así en honor a Moisés, a través de quien Dios dio la Ley del Antiguo Testamento a la nación de Israel, y luego de haberle encargado liberar al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto. La ley de Moisés fue dada exclusiva y solamente para los israelitas, mismos que más tarde fueron conocidos con el nombre de judíos. Este punto es muy importante entenderlo bien. Hay dos razones básicas por las que a nosotros, los que somos de la raza gentil, no nos toca estar bajo o ser gobernados por los preceptos o mandamientos de la ley de Moisés: 1) Nosotros no somos de la raza judía, del pueblo de Israel. A nosotros se nos conoce como pueblos gentiles, pueblos que no tenían Dios como lo tenía la nación de Israel. Los gentiles eran generalmente paganos, y adoraban distintos dioses, por lo que eran politeístas, cuya tendencia se evidencia hoy día con la actitud de venerar distintas imágenes o iconos religiosos. Así que la ley de Moisés no se escribió para nosotros los gentiles. 2) La segunda razón por la que no estamos hoy bajo la ley de Moisés, en el caso de que fuéramos judíos, es porque ahora está en vigencia el Nuevo Testamento de Nuestro Señor Jesucristo, el Nuevo Pacto de Dios, la era de la gracia de Cristo, y el Antiguo Testamento esta abrogado, esto significa que está anulado, que está abolido. Dice Hebreos 7:18: “Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia” . El propósito del Antiguo Testamento, la ley de Moisés en la nación de Israel ya fue cumplido, y fue la primera fase de un proyecto de Dios, por medio del cual trajo la salvación eterna para la humanidad en la persona de Jesucristo; y la gracia de la salvación de Cristo fue ofrecida para los que obedecen al Señor, como lo dice la carta a los Hebreos 5:9: “ y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen“.

La era mosaica fue el tiempo cuando Dios gobernó a su pueblo Israel por medio de la Ley de Moisés. En la era mosaica está incluida la vida de Moisés y todos los acontecimientos que siguieron a su muerte, es decir, mientras que esta ley del Antiguo Testamento estuvo vigente. En el estudio de la era mosaica se conoce del paso del pueblo de Israel por el desierto durante cuarenta años, camino a la tierra prometida de Canaán, al mando de Moisés, luego de sacarlo de Egipto en el año 1513 a. C., después de cuatrocientos treinta años (Éxodo12:40, 41), donde fueron vituperados y esclavizados. Al final del período de cuatrocientos años de aflicción, en el año 1513 a.C., Jehová sacó a su pueblo Israel del cautiverio egipcio y por medio del caudillo Moisés es dirigido el pueblo, durante 40 años por el desierto.

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Tres meses después de haber salido de Egipto, se convirtieron en una nación independiente bajo el pacto de la ley entregada por Dios a Moisés en el monte Sinaí, conocida como el decálogo o los Diez Mandamientos. Allí se inició el proceso de entrega de las leyes del Antiguo Pacto o Testamento a la nación de Israel que rigieron la era mosaica.

En el principio de la era mosaica, andando el pueblo de Israel aun en el desierto, construyeron el Tabernáculo, una tienda portátil que fue la primera casa de adoración judía ordenada por el mismo Dios. Otros temas que podemos estudiar en el tiempo de la era mosaica son: la entrega de la tierra de Canaán prometida por Dios a la nación de Israel, los jueces y los reyes de Israel, la división del reino de Israel en dos partes, Norte y Sur, los profetas. La última etapa de la era mosaica cuenta el nacimiento de Jesús, su ministerio, y muerte en la cruz. Ahora iniciamos el camino en el estudio de la gracia de Cristo bajo el Nuevo Pacto, el Nuevo Testamento.

EL NUEVO TESTAMENTO. LA GRACIA DE CRISTO

Iniciamos el estudio de la gracia de Cristo con el análisis de un extraordinario acontecimiento. En el evangelio según Marcos, capitulo 9, versículos 2 al 7, encontramos un hecho bien importante donde Dios nos señala hacia qué lado debemos andar una vez que ya Jesucristo está presente. Esta Escritura dice que: “2Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos.

3Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos.

4Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús. 5Entonces Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.

6Porque no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados. 7Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd.”

Es muy importante recordar aquí, que Elías había desaparecido de la tierra en el año 852 A.C., aproximadamente (Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. 2do. de Reyes 2:11).

En cuanto a Moisés, cuando era ya de ciento veinte años murió, hecho que se registra en el año 1405 A.C., aproximadamente, en la tierra de Moab, antes de que el pueblo de Israel entrara en la tierra prometida de Canaán, luego llamada Palestina, donde cumplieron su luto con lloro por Moisés durante treinta días. “7Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor. 8Y lloraron los hijos de

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Israel a Moisés en los campos de Moab treinta días; y así se cumplieron los días del lloro y del luto de Moisés” (Deuteronomio 34:7,8).

Volviendo a la reunión de Elías con Moisés hablando con Jesús, en presencia de Pedro, Jacobo y Juan, preguntamos, ¿Qué significado tiene todo esto?

1. Era una visión. 2. Elías simboliza o representa al sistema de los profetas del Antiguo Testamento. 3. Moisés representa el antiguo sistema legal, la ley del Antiguo Pacto o Testamento

que se inició en el Monte Sinaí. 4. Jesús representa el actual sistema de la gracia del Nuevo Testamento.

Notemos que en el pasaje del evangelio de Marcos capitulo 9, versículos 2 al 7, apareció una nube que hace sombra sobre los apóstoles, capta la atención de ellos, es decir, de Pedro, Jacobo, y Juan, con un mensaje muy preciso, veamos: “ Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd.” ¿Quién es este que habla desde la nube a los apóstoles de su Hijo amado? Obviamente, no puede ser otro que el Padre Celestial.

Allí estaban tres personas: Elías, Moisés y Jesús, ¿a cuál de los tres se refirió el Padre como a su Hijo amado? Desde luego que a Jesús.

Ahora viene lo más importante, que es entender bien la enseñanza que se desprende de esta extraordinaria y sobre natural escena. El Padre habla a los discípulos que están en ese lugar, en ese momento, impactados con la manifestación de una visión que muestra al profeta Elías, y a Moisés hablando con Jesús. El mensaje para los discípulos es:

1. Que ya no son más los profetas del Antiguo Testamento representados por Elías lo que ellos van a oír.

2. Que ya no es más la ley judaica del Antiguo Testamento representada por Moisés lo que ellos van a seguir de ahora en adelante.

3. De aquí en adelante, la atención de ellos ha de estar concentrada en la obra y enseñanza de Jesús, quien introdujo en el mundo un Nuevo Pacto para toda la humanidad, sustentado en el amor y la gracia de Dios, con nuevas leyes para los cristianos, diferentes a las que ellos conocían en el Antiguo Testamento como ciudadanos judíos.

4. Los apóstoles eran hombres judíos que hasta esos días habían vivido regidos por la ley de Moisés, por lo tanto, ellos tenían que saber muy bien y claramente ese tema, porque ellos iban a ser enviados a predicar la Buena Nueva de la gracia de Cristo, a todas las personas, en todo el mundo, y el nuevo mensaje no provenía del Antiguo Pacto sino del Nuevo Pacto.

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El apóstol Juan, quien estuvo allí, y fue testigo de esa extraordinaria e ilustrativa visión, cuando escribió su evangelio, dijo lo siguiente: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17).

Nadie debe tener duda de que el apóstol Juan estaba por su experiencia personal bien claro en este asunto, Juan sabía que la vigencia de la ley de Moisés o Antiguo Pacto culminaba, pero la gran puerta de la Gracia se abría con la presencia de Cristo, además, y bien importante es, que todos los detalles respecto al conocimiento de la gracia de Dios le fue revelado por el Espíritu Santo a Juan como a los demás apóstoles.

Analicemos el tema a la luz de la carta a la los Hebreos, donde se precisa la diferencia entre la ley y la Gracia. En el capítulo 1, versículos 1 al 2, tenemos la siguiente información: “Dios, habiendo hablado… en otro tiempo… por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo…”. Si leemos bien, si entendemos bien la Escritura, estará claro y sin duda para nosotros, que no son las enseñanzas de los profetas o de Moisés las que debemos seguir en nuestro tiempo; que es la voluntad de Dios para nosotros hoy, que oigamos y sigamos las enseñanzas de Cristo.

¿Por qué razón solo debemos seguir las enseñanzas y leyes de Cristo y de el Espíritu Santo reveladas en el Nuevo Testamento? Para responder a esta pregunta, sigamos estudiando en la carta a los Hebreos. Veamos el capitulo 8, versículo 6. “Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas”. Este apunte bíblico es un asunto que nadie debe ignorar, es decir, aquí hay que prestar buena atención a este nada pequeño detalle para entender bien y no caer en error en cuanto a la enseñanza del Nuevo Testamento y la ley de Moisés.

Hagamos ahora un análisis del texto leído:

1. “Mejor ministerio”, es el de Cristo, comparado con el ministerio de Moisés que solo era “figura y sombra de las cosas celestiales” (Hebreos 8:6,5).

2. “Mejor pacto”, el de Cristo, comparado con el primer pacto que por ser sobre cosas terrenales era defectuoso. “ Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo” (Hebreos 8:6,7).

3. “Mejores promesas”. Las promesas del ministerio de Cristo son mejores, porque el ministerio de Cristo tiene magnificas y excelentes características esenciales que no las tuvo el ministerio del Antiguo Testamento, que fue un ministerio temporal, hecho sobre cosas terrenales. Veamos en la Escritura un texto que nos explica esto. En II Corintios 3:4-11. “4Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; 5no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, 6el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.7Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel

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no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, 8¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? 9Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. 10Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. 11Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece” (énfasis A. J. L).

Notemos en este texto el reiterado uso del adjetivo comparativo “mejor” cuando habla del ministerio de Cristo. Pero, ¿mejor respecto a qué? Pues mejor ministerio respecto a la ley de Moisés, respecto a la ley del Antiguo Testamento.

Continuamos en la carta a los Hebreos, capitulo 8, versículo 13, donde al hablar de los dos Pactos o Testamentos dice: “Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer”. Esta Escritura revela con claridad meridiana la presencia y vigencia de un Nuevo Pacto, y el envejecimiento y desaparición de la vigencia del Antiguo Pacto, por lo que hoy no es válido traer las leyes del Antiguo Pacto y ponerlas por encima de las leyes del Nuevo Pacto.

En el contexto de estas ideas, es necesario y muy importante entender lo que dice la carta a los Hebreos, en el capítulo 9, versículos 16 y 17. Veamos: “ Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive”. Esta Escritura nos enseña que el Nuevo Testamento entró en vigencia con la muerte de su testador, es decir, de Jesucristo.

Entrando en vigencia el Nuevo Testamento por la muerte de su testador Jesucristo, quedó sin vigencia, quedó abrogado el Antiguo Testamento (Hebreos 7:18).

A la luz del entendimiento que ya tenemos de este punto, hagamos un paréntesis para analizar un hecho que ha sido confundido por muchos, que no distinguen, que no conocen la diferencia entre la ley y la Gracia. Se trata de la salvación que Cristo le dio a un malhechor de los que estaban crucificados al lado de él. La narración seleccionada se encuentra en el evangelio según Lucas, capitulo 23, versículos 32-33, 39-43: “32Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. 33Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda...39Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 40Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 41Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. 42Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 43Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Notemos los detalles y circunstancias en las que se produce la salvación del malhechor:

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1. Cristo aun no había muerto, estaba vivo hablando con el malhechor. 2. El Antiguo Testamento seguía vigente hasta tanto Cristo muriera. 3. Por lo tanto, en ese momento el Nuevo Testamento no había entrado en

vigencia. 4. El plan de salvación que Cristo ordenó predicar a sus apóstoles a toda criatura

en todo el mundo, lo mandó después de haber muerto y resucitado, cuando ya estaba en vigencia el Nuevo Testamento (Mateo 28:18-20; Marcos 16:15-16).

5. Este nuevo plan de Cristo para dar salvación a la humanidad no aplicaba al malhechor , porque:

a. Ese plan todavía no había sido ordenado por Cristo para ese momento. b. La ley del Antiguo Testamento aun estaba en vigencia. c. Es obvio que Jesús todavía no había muerto, y por supuesto, tampoco

había resucitado.

Siguiendo este estudio, encontramos en la carta a los Hebreos, Capitulo 10, versículo 1, la siguiente declaración: “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas…”. Se hace muy claro que la esencia misma de las cosas vino con Jesucristo y su gracia salvadora que beneficia a todos los en este tiempo le obedezcan, sean de cualquier raza, pueblo o lengua, incluyendo a los judíos.

Respecto a este tema, el apóstol Pablo nos da más enseñanza cuando escribió a los cristianos de Galacia. Veamos lo que dice en la carta a los Gálatas, capitulo 3, versículos 7 al 9: “ 7Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. 8Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones (Génesis 12:3). 9De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham”. Notemos que Dios previó con anticipación “justificar por la fe a los gentiles”; asunto que no existió en el Antiguo Testamento, por lo que fue una nueva y buena noticia , que de antemano, Dios dio a Abraham, con la cual iba a bendecir a todas las naciones, tal come Jesús lo mandó después de resucitar. Los de la fe son bajo la gracia de Cristo, y no bajo la ley de Moisés.

Sin embargo, como pasa en este tiempo, también pasó en el primer siglo del cristianismo, cuando los llamados “judaidazantes”, que eran judíos cristianos, que no entendieron la diferencia entre la ley y la Gracia, quisieron imponer sobre los cristianos gentiles mandamientos del Antiguo Testamento, mandatos de la ley de Moisés sobre la Gracia de Cristo. Según los Hechos de los Apóstoles, la discusión relativa a las enseñanzas judaizantes surgió primero en Antioquía de Siria. Lucas menciona sus comienzos en los términos siguientes: «Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: "Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés no podéis ser salvos"» (Hechos 15:1).

Fue en Antioquía, centro importante de comercio y de cultura de aquel entonces, que se había establecido una congregación que incluía una representación considerable de gentiles creyentes en Jesucristo (Hechos 11:20-23), y fue en ese lugar donde se presentó un serio

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problema para la iglesia de Cristo en el primer siglo, de tal manera que el apóstol Pablo tuvo que combatir con fuerza esto, por el peligro que espiritualmente entrañaba este desvío para la salvación del alma. Veamos como el apóstol Pablo tuvo que hablar con tal claridad y con tal fuerza a los hermanos de aquel tiempo a fin de que no perdieran la gracia de Dios. Vayamos a la carta a los Gálatas, capitulo 3, versículos 10 al 12: “ 10Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.

11Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; 12y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas”. ¿Cuál es la aplicación de esta enseñanza del apóstol Pablo en este tiempo de la gracia? Veamos: si un cristiano o una cristiana, que obviamente hoy está bajo la gracia de Cristo, practica el diezmo para sostener la obra de Dios, atendiendo estrictamente al mandato de diezmar del Antiguo Testamento, pero no se circuncida la punta de su prepucio, en el caso de ser hombre, no guarda el día sábado conforme a la ley de Moisés, no observa las fiestas solemnes estipuladas en el Antiguo Testamento, no ofrece holocaustos de animales como ofrenda de gratitud o cuando sana de una enfermedad. O quizás diezma y guarda el día sábado, pero no cumple con el resto de la ley de Moisés, entonces esa persona está bajo la grave sentencia de “maldición”. El versículo 12 dice que la ley no es de fe, la ley demandaba taxativamente que la gente hiciera material y físicamente las cosas que estaban establecidas hacer para poder vivir bajo la ley de Moisés. Así que esa rutina legal le tocó a los judíos, y muchos fueron castigados o ejecutados por no satisfacer las exigencias de la ley mosaica.

Siguiendo el análisis en el capítulo 3 de Gálatas, versículos 13 y 14, el apóstol Pablo, con pertinencia, por cuanto él era un judío, era un hebreo, dijo lo siguiente: “ 13Cristo nos redimió de la maldición de la ley…14para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles…”

Ya hemos visto lo peligroso que es para la salvación del alma, estando hoy bajo la gracia de Cristo, someterse a los preceptos de la ley mosaica. Bueno es hacer un mayor énfasis en esto, a fin de entender bien y quitar toda ignorancia que pueda representar peligro para el alma. Para esto, estudiemos bien otra Escritura, en la carta a los Gálatas, capitulo 5, versículos 1 al 4, leamos: “ 1Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. 2He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. 3Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. 4De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído” .

Para los que defienden las prácticas basadas en la ley mosaica, el apóstol Pablo los coloca en esta Escritura en una situación bien difícil, por no decir imposible. Veamos el versículo 3 nuevamente: “Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley”. Observemos el principio que se deriva de este versículo: Si una persona solo se “circuncida”, esa persona está obligada “a guardar toda la ley”. Siguiendo

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el mismo principio, si alguien practica solo el diezmo, de igual manera está obligado “a guardar toda la ley”. Si guarda el día sábado, tiene la misma obligación. Ahora, ¿qué pasaría en este tiempo de la gracia de Cristo, si una persona pudiera ser capaz de guardar toda la ley del Antiguo Testamento, y justificarse por ella, y en verdad lo hiciera? La respuesta a esta pregunta la ofrece el apóstol Pablo en la carta a los Gálatas, capitulo 5, versículo 4. “ De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído”. Si entendemos bien lo que el apóstol Pablo dice en esta Escritura, entonces entendemos que la persona que se justifica con la práctica de la ley de Moisés pone en peligro la salvación de su alma. Esto implica, desde el punto de vista espiritual, que la religión que sigue esa persona es muy peligrosa, puesto que tal religión no hace, o no sabe hacer la diferencia entre un tiempo bíblico y otro, y no es capaz de reconocer la manifiesta voluntad de Dios en cada era; entonces, esta ignorancia produce como resultado un sincretismo o mezcla entre la ley del Antiguo Testamento y la Gracia de Cristo revelada en el Nuevo Testamento.

Dios estableció en la ley Moisés, de manera obligatoria, para la nación de Israel, algunas prácticas que se realizaban en era patriarcal, entiéndase, cuando todavía no existía la ley de Moisés. Estas prácticas fueron los holocaustos y los diezmos. Luego estas prácticas fueron ordenanzas en la ley de Moisés, y su cumplimiento obligatorio fue reglamentado para el pueblo judío.

Ahora vayamos con cuidado para entender bien lo que sigue. Cuando Jesucristo realizó su obra salvífica, a favor de toda la humanidad, todas las ordenanzas de la ley fueron abrogadas, pues así fue dicho por el Señor en la carta a los Hebreos, capitulo 7, versículos 18 y 19, veamos: “ 18Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia 19(pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios”. Esta información la presenta de una manera muy hermosa el apóstol Pablo a los Efesios, capitulo 2, versículos 14 al 17: “ 14Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 15aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 17Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca” . Respecto a la anulación de la ley del antiguo pacto, la Biblia dice más en Colosenses, capitulo 2, versículo 14: “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz”. Estas Escrituras nos enseñan que la única y absoluta salvación en esta era la Gracia, solo la garantiza completamente Jesucristo. Esto hay que reiterarlo: Jesucristo es la garantía completa de todo lo que la humanidad necesita para su perfecta relación con Dios, y para la salvación de su alma eterna.

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La iglesia de Cristo, habiendo empezado entre los judíos, hace un poco más de dos mil años, no fue enseñada por los apóstoles de Cristo a guardar o practicar la ley de Moisés, al contrario, los apóstoles protegieron a la novel iglesia de quienes quisieron imponer practicas de la ley mosaica a los cristianos gentiles del primer siglo del cristianismo. Por esta razón, los apóstoles, la iglesia en Jerusalén, y los ancianos de la iglesia en Jerusalén, todos guiados por el Espíritu Santo, se reunieron y acordaron que los cristianos gentiles no fueran inquietados imponiéndoles la ley de Moisés, leamos la carta que salió de Jerusalén para varias comunidades cristianas de entre los gentiles: “22Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos; 23y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, salud. 24Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, 25nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, 26hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 27Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo. 28Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 29que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien” (Hechos 15:22-29).

En la carta del apóstol Pablo a los Gálatas hay enseñanzas para proteger a los cristianos de Galacia de aquellos que querían imponerles prácticas de la ley de Moisés, veamos: “10Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. 11Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; 12y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. 13Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), 14para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu” (Gálatas 3:10-14).

Veamos otro texto: 1Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. 2He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. 3Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. 4De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído. 5Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; 6porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor. 7Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? 8Esta persuasión no procede de aquel que os llama” (Gálatas 5:1-8). Este conocimiento de la palabra de Dios nos prepara para no

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aceptar las maniobras de los que manipulan la ley de Moisés y la superponen por encima de la Gracia de Jesucristo.

Es útil para todos una breve explicación acerca de la forma en que se produce la manipulación de la ley de Moisés para sobreponerla a la Gracia de Cristo, y maniobrar con los creyentes, y con los que no conocen la palabra de Dios.

Los expertos en fabricar sincretismos, usando de habilidad, preparan doctrinas humanas, con textos de la Biblia, por supuesto, con interpretaciones erradas de las Escrituras. De esta manera mezclan enseñanzas de la ley de Moisés con enseñanzas del Nuevo Testamento, y crean doctrinas con mandatos de la ley mosaica y las sobreponen a la gracia de Cristo, sin tomar en cuenta que estas formas de doctrinas en lugar de acercar a la gente a Cristo, lo que hacen es una acción contraria, de la cual ya hemos visto que el Espíritu Santo reveló a través de apóstol Pablo en la carta a los Gálatas, capitulo 5, versículo 4: “ De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído”.

Hay por lo menos dos razones por las que personas religiosas hacen estas cosas, es decir, tuercen las Escrituras:

1.- Porque son indoctos e inconstantes en cuanto a las Escrituras, como aquellos a quienes se refiere el apóstol Pedro en II Pedro, capitulo 3, versículos 15 al 16: “ 15Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, 16casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición”.

2.- La otra razón es la ignorancia supina respecto al daño que hacen estas enseñanzas torcidas a la esperanza que tienen los que quieren salvar su alma e ir al cielo (la ignorancia supina, es “la que procede de negligencia en aprender o inquirir lo que puede y debe saberse”. Estos son autores inocentes y culpables. ¿Cómo se entiende eso? La ignorancia de la verdad bíblica los hace inocentes porque no tienen el conocimiento que la Biblia ofrece en los temas en los que ellos yerran. Son culpables porque no pueden escapar de las consecuencias del error al torcer las Escrituras, como ya lo dijo el apóstol Pedro: “los indoctos e inconstantes tuercen,… las… Escrituras, para su propia perdición”.

Es pues de esta manera aparentemente inocua, inofensiva, y sutil, que se les impone a muchos creyentes las prácticas del diezmo, el guardar el sábado, la música instrumental en el culto de adoración, etc., sin que ellos ofrezcan ningún tipo de resistencia, sino que obedientemente creen y aceptan estas cosas como voluntad de Dios, y como si fueran judíos, con la ley de Moisés vigente.

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LA LEY Y LA GRACIA

Para entender mejor estas contradicciones pongamos un ejemplo con el diezmo. Los judíos tenían ordenado en la ley de Moisés dar el diez por ciento de todas sus ganancias, como dice el libro de Levítico, capitulo 27, versículo 30:”Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová”. Este recurso, producto del diezmo, tenía un designio dado por Dios. El diezmo estaba asignado como sostenimiento para los hijos de Leví dedicados totalmente al servicio del tabernáculo, entre ellos, los hijos de Aarón quienes servían en el sacerdocio a tiempo completo. Al respecto leemos en el libro de Números, capitulo 18, versículo 21: “Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión”.

Hoy, bajo la gracia de Cristo, la obra de Dios se sostiene con la ofrenda voluntaria de los miembros de la iglesia. Este es un tema para ser desarrollado ampliamente.

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