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El maximato es un periodo histórico y político cuya duración fue de una década (1924-1934).
Este periodo debe su nombre a Plutarco Elías Calles, quien era conocido como El jefe máximo de la
Revolución.
Elías Calles sólo fue presidente en el periodo 1924-1928, pero en los seis años siguientes, se sucedieron tres presidentes, todos ellos subordinados en menor
o mayor medida a los intereses y políticas del ex presidente.
Los presidentes, y sus respectivos mandatos, son:
▪ Emilio Portes (1928-1930), designado por el Congreso para sustituir a Álvaro Obregón.
▪ Pascual Ortiz Rubio (1930-1932), electo para completar el período.
▪ Abelardo L. Rodríguez (1932-1934), sustituto de Ortiz Rubio quien renunció al cargo.
FIN DEL MAXIMATO
Cárdenas tomó posesión de la presidencia en diciembre de 1934, y su primer gabinete era típico del
maximato, pues reunía a representantes de las principales facciones del grupo gobernante, y varios
de los cargos de mayor importancia estaban en manos de incondicionales del general Calles.
La noche del 11 de junio reunió al gabinete y exigió la renuncia inmediata de todos sus integrantes, y
destituyó al Comité Ejecutivo Nacional del Partido Nacional Revolucionario. En los días posteriores
designó a los nuevos secretarios de Estado y a los líderes del partido gobernante, mientras obligaba a renunciar a los gobernadores y a los generales con
mando de tropa leales a Calles; también consiguió que la mayoría de los diputados y senadores convirtieran su lealtad a Calles en lealtad a la figura presidencial
Cardenismo es el nombre de la corriente ideológica inaugurada por Cárdenas; pero también se le llama así a la
etapa en la que gobernó México de 1934 a 1940 aunque algunos prefieren el término "Cardenato". Cárdenas integra
de la siguiente forma todos los sectores:
El ejército apoya a cardenalismo y es leal a él ya que le ha dado voz y voto y el poder presidencial que Lázaro Cárdenas llega a tener no amenaza el poder militar, aunque de ahora
en adelante el poder lo tenga la presidencia mas no los generales,
Con los trabajadores impulsó el tema de los derechos mediante una gran confederación de trabajadores en donde
todos estén unidos al Estado y el Estado vele por los intereses de los trabajadores.
El sector campesino y el indígena apoyan a Lázaro Cárdenas porque tienen la reforma agraria.
A los empresarios les da un proyecto económico viable.
A la iglesia la incluye en su proyecto
Cardenismo
El nuevo estilo de gobernarCárdenas y el movimiento obrero Tras la derrota de Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas tomó el
control del partido oficial, del Congreso y del Poder Judicial, subordinó a los gobernadores y con el paso del tiempo también
prescindiría de los hombres fuertes que controlaban ciertas regiones del país y que no aceptaron someterse a la nueva
autoridad. Estas circunstancias permitieron acelerar la formación del Cardenismo, es decir: de una política de masas
encaminada a darle una base social sin precedentes al régimen surgido de la Revolución de 1910.
El primer paso de esta política de masas consistió en solidificar la alianza entre el presidente y lo que ya estaba organizado a
nivel nacional: el movimiento obrero. Se alentó su organización, expansión y presentación de demandas a los dueños del capital;
por otra parte, se neutralizaron las organizaciones callistas -como la CROM- y se propició el nacimiento de nuevas centrales. En febrero de 1936 surgió la Confederación de Trabajadores de
México (CTM), misma que no tardó mucho tiempo en convertirse en el centro del movimiento obrero mexicano.
Vicente Lombardo Toledano y Fidel Velázquez fueron los primeros líderes de esta organización cuyo apoyo no se
entregó de manera gratuita al gobierno, pues recibieron un importante espacio dentro del partido oficial. En 1940, al
finalizar el gobierno de Lázaro Cárdenas, el número de obreros sindicalizados era de 878 000, lo que significaba tres veces
más que la década anterior.
La iniciativa política más importante del Cardenismo -por su enorme impacto en la vida cotidiana de millones de mexicanos
y su integración al régimen-, no fue en relación con la clase obrera, sino con los campesinos. En 1938, tras haber relanzado con enorme energía la reforma agraria, el presidente Cárdenas ordenó directamente la creación de una organización central:
la Confederación Nacional Campesina (CNC).
La membrecía de la CNC la constituían todos aquellos que habían recibido los beneficios de la reforma agraria, es decir,
los ejidatarios.
La nueva confederación de campesinos, más aún que la CTM, se constituyó como una organización subordinada a la política presidencial, pues era de la presidencia de donde surgía el
impulso renovador del campo mexicano.
Tras el surgimiento de la CNC, en diciembre de 1939, Cárdenas dio forma a otra organización nacional: la Federación de
Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), que para todo propósito práctico englobó a la burocracia
gubernamental.
Entre 1937 y 1938, teniendo como base a la CNC, la CTM y el ejército, Cárdenas transformó al PNR, hasta ese momento un
partido de cuadros, en un partido de masas. El 30 de marzo de 1938 el PNR desapareció y acto seguido renació como Partido de
la Revolución Mexicana (PRM), de afiliación corporativista y dividido en cuatro grandes sectores: el campesino, el obrero, el militar y el popular; las organizaciones alrededor de las cuales
terminarían por agruparse estos sectores serían, respectivamente, la CNC, la CTM, el ejército y la FSTSE
Formalmente no había un sector para los representantes del capital -los comerciantes, los banqueros y los industriales-, pues el PRM aceptaba "la existencia de la lucha de clases,
como fenómeno inherente al régimen capitalista de producción" y el lema del nuevo partido era propio de uno socialista: "Por una democracia de trabajadores". Por si lo
anterior no fuera suficiente, se declaró que el objetivo final del PRM era "llegar al régimen socialista".
La primera gran tarea del PRM fue ganar la lucha para la designación del candidato a la presidencia; el problema inicial
no fue la oposición externa -el PAN había nacido el 16 de septiembre de 1939, pero su capacidad de movilización del electorado era mínima-, sino el conflicto interno, pues las
reformas cardenistas habían polarizado a la sociedad y habían creado distintas corrientes dentro del PRM. A pesar de que
Juan Andrew Almazán y sus seguidores abandonaron el partido y los riesgos de un enfrentamiento, la aplanadora
invencible ganó en los comicios.
Fue en el gobierno de Lázaro Cárdenas cuando el sistema político mexicano adquirió sus características definitivas. El presidente, o mejor dicho, la presidencia, sería la institución
central. Nadie, ningún otro poder político, económico, religioso o militar, volvería a imponerse sobre una presidencia
sustentada por un partido de masas campesinas, obreras y clase media que, además, controlaba el Congreso, el Poder Judicial y a los gobernadores. En ninguna época anterior -incluida la Colonia- el poder había estado tan centralizado
como en el momento en que la Revolución completó el proceso de institucionalización política.
En 19 años -de 1915 a 1934-, los gobiernos revolucionarios habían entregado a los campesinos 7.6 millones de
hectáreas; en tan sólo seis años, el presidente Cárdenas distribuyó más del doble: 17.9 millones de hectáreas a
771.640 familias campesinas. En esta ocasión no se trató de tierras marginales, como generalmente había ocurrido, sino que el reparto cardenista afectó el corazón de la agricultura
de mercado al destruir los latifundios.
Junto con las tierras, Cárdenas entregó armas a ciertos núcleos campesinos organizados por el gobierno -las
defensas rurales- para asegurar la reforma y reforzar la defensa del régimen en contra de posibles levantamientos, como el encabezado por Saturnino Cedillo en 1938 o el que
contemplaría los almacenistas en 1940.
Desde la perspectiva de Cárdenas y los cardenistas, la entrega de tierras a comunidades campesinas saldaba una parte de la gran deuda histórica del poder político con la sociedad. Una deuda centenaria acumulada a partir de la
Colonia.
LA REFORMA SOCIAL
En el México urbano, el Cardenismo alentó a que la población sindicalizada pasara de 294.000 en 1930 a 878.000 en 1940. Esta expansión de las organizaciones obreras condujo a un
aumento de los salarios a costa de las utilidades del capital, lo que no tardó mucho tiempo en generar conflictos que fueron
resueltos gracias al nuevo poder de la presidencia.
Así pues, en resumen, es posible afirmar que, en sus líneas más generales, el Cardenismo tuvo los siguientes logros:
Concluyó el proceso de institucionalización de la vida pública en México y convirtió a la presidencia en la máxima autoridad
del país.
Creó un Estado capaz de aglutinar a los principales sectores sociales -obreros, campesinos, clases medias y soldados- mediante una serie de instituciones que se vinculaban de
manera directa con la presidencia.
Convirtió al partido de Estado en una institución subordinada a la presidencia, misma que le daría sentido, organización e ideología.
Realizó el mayor reparto agrario de los gobiernos revolucionarios.
Mantuvo una política internacional contraria a los regímenes nacionalsocialistas, fascistas y militaristas al condenar la Guerra
Civil española y las acciones de Alemania, Italia y Japón.
Estos logros -a los cuales podrían agregarse muchos más- fueron las bases que permitieron el nacimiento y la consolidación del
Cardenismo como una política que marcaría el futuro de la nación hasta los últimos años del siglo XX.
Sin embargo, para comprender plenamente este periodo es necesario adentrarse en dos de sus acciones fundamentales: la
expropiación petrolera que dio madurez al nacionalismo mexicano y la implantación de una educación socialista que buscaría dotar a los
mexicanos de una nueva noción de patria.
Así, en 1938 -un año antes de que la Segunda Guerra Mundial se iniciara- Cárdenas firmó un decreto trascendental: la expropiación
petrolera.