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Cuando nuestras manos pueden tocar el pasado. Comprender la historia desde la arqueología. Gemma Cardona Gómez i Maria Feliu Torruella Para poder tener experiencias sólidas de enseñanza y aprendizaje de la historia debemos pensar en la historia como investigación, indagación, resolución de problemas y enigmas; en definitiva, debemos partir del principio didáctico de hands on, minds on, hearts on, para poder utilizar metodologías activas de enseñanza y aprendizaje. Si tocamos la historia, podemos convertirla en fuente y método de conocimiento. Si nos quedamos relegados a la enseñanza memorística de hechos y conceptos difícilmente desarrollaremos habilidades de pensamiento en nuestros alumnos y perderemos la oportunidad de connectar pasado, presente y futuro mediante la vivencia sensorial. Palabras clave: didáctica de la historia, arqueología, estrategia didáctica, métodos de enseñanza y aprendizaje. 1. Comprender el pasado… desde el presente. La enseñanza y aprendizaje de la Historia no está exenta de problemas. En primer lugar, debido al propio carácter del objeto de estudio: el pasado, el tiempo, su medida, sus características, lo que ya pasó. A diferencia de otros aspectos de la realidad, como el espacio, el tiempo es una dimensión abstracta, que, por su propia naturaleza, está en cambio constante. Por ello, no puede ser observado directamente ni experienciado de igual manera que la observación de un paisaje actual, las entrañas de un animal, o una reacción química en el laboratorio. La historia, a diferencia de otras disciplinas que se enseñan y aprenden en el contexto escolar, no puede ser experimentada en un laboratorio, ni replicada, ni observada directamente, pues el viaje en el tiempo es imposible.

Arqueología, vivencia y comprensión del pasado

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Cuando nuestras manos pueden tocar el pasado. Comprender la historia desde la

arqueología.

Gemma Cardona Gómezi

Maria Feliu Torruella

Para poder tener experiencias sólidas de enseñanza y aprendizaje de la historia

debemos pensar en la historia como investigación, indagación, resolución de

problemas y enigmas; en definitiva, debemos partir del principio didáctico de hands on,

minds on, hearts on, para poder utilizar metodologías activas de enseñanza y

aprendizaje. Si tocamos la historia, podemos convertirla en fuente y método de

conocimiento. Si nos quedamos relegados a la enseñanza memorística de hechos y

conceptos difícilmente desarrollaremos habilidades de pensamiento en nuestros

alumnos y perderemos la oportunidad de connectar pasado, presente y futuro mediante

la vivencia sensorial.

Palabras clave: didáctica de la historia, arqueología, estrategia didáctica, métodos de

enseñanza y aprendizaje.

1. Comprender el pasado… desde el presente.

La enseñanza y aprendizaje de la Historia no está exenta de problemas. En primer

lugar, debido al propio carácter del objeto de estudio: el pasado, el tiempo, su medida,

sus características, lo que ya pasó. A diferencia de otros aspectos de la realidad, como

el espacio, el tiempo es una dimensión abstracta, que, por su propia naturaleza, está

en cambio constante. Por ello, no puede ser observado directamente ni experienciado

de igual manera que la observación de un paisaje actual, las entrañas de un animal, o

una reacción química en el laboratorio. La historia, a diferencia de otras disciplinas que

se enseñan y aprenden en el contexto escolar, no puede ser experimentada en un

laboratorio, ni replicada, ni observada directamente, pues el viaje en el tiempo es

imposible.

¿Podemos revivir cómo eran las vidas de las personas en otros tiempos? ¿Podemos

observar con nuestros propios ojos qué pasó en distintos momentos puntuales del

pasado? ¿Qué pensaban las personas del pasado, qué vivieron, qué sintieron? ¿Cómo

eran, qué comían, cómo vestían, cómo hablaban? La investigación histórica se

encarga, precisamente, de tratar de responder a todas estas preguntas y muchas más

desde múltiples puntos de vista, utilizando las fuentes disponibles, su estudio y su

crítica (elemento esencial en la investigación histórica), contrastando información y

sacando conclusiones… desde el presente. La disciplina histórica, pues, interpreta los

restos del pasado (materiales e inmateriales) y la información que estos contienen

mediante múltiples técnicas y metodologías, a la luz de distintas teorías interpretativas,

que permitan seleccionar, descartar, relacionar, criticar… las informaciones disponibles

para comprender un pasado que nunca más volverá. Por ello el uso de fuentes es

imprescindible para la comprensión del pasado.

La historia, pues, como conocimiento del pasado, conlleva problemas que debemos

tener en cuenta para su enseñanza y aprendizaje. En primer lugar, la historia, como

pasado, tiene un alto componente de abstracción. La comprensión del tiempo histórico

y de los hechos del pasado, precisamente por encontrarse en contextos

sociotemporales (e incluso espaciales) lejanos, requiere un esfuerzo de imaginación,

conceptualización y abstracción para comprenderse. Como hemos comentado, el

pasado no puede observarse directamente, aunque sí existen alternativas para

acercarnos a él: simulaciones en vivo (arqueología experimental) o por ordenador (por

ejemplo, el proyecto SimulPastii), reproducciones, réplicas, objetos, fuentes escritas…

aunque todas ellas tienen sus límites y potencialidades.

Además, la historia, tradicionalmente, ha sido enseñada como un conjunto de hechos,

sucesos, personajes y fechas, desde una perspectiva positivista del pasado, como

relato inequívoco, único y verdadero. Actualmente la investigación histórica reconoce

los límites de la propia disciplina, pues las interpretaciones sobre un mismo hecho,

como en toda disciplina científica, pueden ser diversas en función de la teoría sobre la

que se trabaje, las fuentes consultadas y la metodología crítica aplicada. Por ello, el

conocimiento de la historia está en constante cambio, y es lo que le otorga, entre otros

aspectos, un carácter enigmático e interesante. Este hecho, sin duda, tiene sus

repercusiones en el sistema educativo y debemos trabajar en pro de la interpretación

crítica del pasado, acercándolo a partir de formas didácticas vivenciales que nos

posibiliten un aprendizaje empático del pasado para poder así construir discursos que

nazcan del diálogo, la comprensión y el cuestionamiento científico. Es de esta forma

que la historia puede contribuir, como disciplina social y humana, a la formación

científica de la ciudadanía (Chapin, 2006; Chiodo y Byford, 2004; Zhago y Hoge, 2005).

2. ¿Cómo solucionar los problemas de aprendizaje del pasado?

Una de las posibles soluciones para mejorar la comprensión del pasado por parte de

los niños, niñas y adolescentes debe partir de la superación de los tradicionales

procesos de enseñanza y aprendizaje basados en el aprendizaje memorístico y la copia

para ir a procesos cognitivos más complejos. Debemos pensar, pues, en la historia

como investigación, indagación, resolución de problemas y enigmas; en definitiva,

debemos partir del principio didáctico de hands on, minds on, hearts on, para poder

utilizar metodologías activas de enseñanza y aprendizaje. Si tocamos la historia,

podemos convertirla en fuente y método de conocimiento.

Este cambio de paradigma didáctico, nos permite superar algunos de los problemas

expuestos con anterioridad, ya que cuando estamos dotando de materialidad la historia,

estamos superando una parte del proceso de abstracción para poder experimentar a

partir de los sentidos, recrear algunos procesos y, en definitiva, acercarnos un poco

más al pasado. Uno de los aspectos más significativos que este cambio didáctico

conlleva es la posibilidad de conectar con la parte más humana de la historia, y este

hecho tiene un gran potencial educativo puesto que suscita preguntas y genera

empatía. Y al mismo tiempo nos permite establecer conexiones entre el pasado y el

presente para analizar los cambios y continuidades. Los niños y niñas (así como los

adolescentes) suelen considerar que el tiempo que ellos viven es mejor que el de sus

ancestros y a menudo, cuando experimentados didácticamente con este tipo de

metodologías, descubren que muchos elementos actuales tienen su origen en un

pasado más o menos remoto. Les ayudamos, pues, a romper con el estereotipo de que

el pasado estaba “atrasado” para plantear que el presente es simplemente distinto, ni

mejor ni peor. Para poder hacerlo, como hemos dicho, debemos poder tocar, sentir,

hacer y reproducir.

3. ¿Arqueología en la escuela?

“Archaeologists everywhere bemoan the fact that archaeology is not a regular school

subject -- and we are right, but only up to a point. But we must not confuse the absence

of the word ‘archaeology’ with the concept and practice of evidence-based learning in

the teaching of history in schools” (Corbishley, 2011: 110).

Como afirma Corbishley, la arqueología no es una materia escolar explícitamente

presente en los currículos. Tampoco lo suelen ser otras disciplinas, como la psicología,

la antropología, las ciencias jurídicas, la sociología o las ciencias políticas. Esto no

implica que no estén presentes sus conocimientos, integrados en contenidos de otras

materias, y que no deban enseñarse sus contenidos en la etapa escolar.

La arqueología es una disciplina que se encarga de investigar e interpretar el pasado a

partir de sus restos materiales. Esto implica que la disciplina arqueológica permite

aproximarse a cualquier pasado (lejano o cercano) desde cualquier evidencia material

(desde objetos, huesos, pasando por paisajes), de forma que, desde una perspectiva

didáctica, tiene múltiples potencialidades para acercar el pasado a la ciudadanía del

presente desde el hands on, minds on, hearts on.

Y es que la arqueología va más allá del estudio de grandes monumentos y la

realización de grandes excavaciones en yacimientos de épocas del pasado remoto.

También se estudian desde la disciplina arqueológica restos de épocas más recientes

(por ejemplo, del pasado industrial, de la Guerra Civil española o de nuestro tiempo),

restos de materia orgánica que pueden aportar mucha información sobre el pasado

(restos de polen, semillas, carbones…), e incluso la arqueología puede ayudarnos a

comprender la historia de un edificio mediante la lectura estratigráfica de sus muros

(arqueología de la arquitectura). Pero hay un denominador común: los restos que

podemos observar o registrar son fragmentarios, es decir, suelen ser una parte del todo

que existió en su momento; y los restos necesitan de su contexto original (estrato,

relación con otros restos, lugar original) para que puedan aportar más información. Por

ello, si encontráramos un pequeño objeto esférico de plomo en una caja vieja en casa,

necesitaríamos conocer dónde se hallaba originalmente, si se encontraron más como

ella o distintas, cuándo se halló… para poder conocer qué es. Podría ser una bala de

época moderna que se hallaba en un campo de batalla, restos de un proyectil romano,

restos de fundición de época tardoantigua… Sin su contexto y su estudio comparado

con otros restos, se hace muy difícil conocer el pasado.

Por todo ello, la arqueología (entendida como estudio de los restos materiales del

pasado y su contexto) permite un acercamiento a la historia desde el concepto de

aprendizaje práctico (hands on), el pensamiento (minds on) y el sentimiento (hearts on),

puesto que conecta la materialidad, junto con la resolución de problemas y la empatía

histórica. Sus potencialidades didácticas son diversas, puesto que permite aproximarse

a la metodología de investigación científica, recreando los procesos de investigación

con estrategias que van desde el análisis de objetos hasta la simulación de

excavaciones o la colaboración con investigaciones reales, participando del proceso de

investigación o bien observándolo directamente (Santacana y Hernández Cardona, 1999;

González Marcén, 2010). Además, la arqueología permite, como hemos comentado, un

acercamiento tangible al pasado: por ello, la reproducción de procesos y el contacto

sensorial con los restos materiales (o sus réplicas) permite una comprensión más

global de la historia, desde la sensorialidad, el pensamiento y la emoción. La

observación directa y la interacción con los objetos permite, a su vez, conectar

aspectos del pasado con el presente, fomentando la empatía histórica, la valoración del

pasado y posibles acciones para su protección (Ayán et al, 2010), permitiendo una

educación en valores desde el patrimonio y el conocimiento del entorno (Henson,

2004). En un sentido amplio, el pasado desde la materialidad podría trabajarse de

forma interdisciplinaria (Pujol, 1996), aglutinando conocimientos de materias tan

diversas como matemáticas, tecnología, lengua y literatura o física y química para

comprender, por ejemplo, cómo se cocinaba en la antigüedad.

De entre todas las potencialidades de la arqueología para el aprendizaje de la historia,

a continuación nos centraremos en aquellas que permitan una aproximación vivencial

al pasado. Muchas de ellas se inspiran en técnicas y conocimientos procedentes de los

avances en investigación en arqueología experimental.

4. Tocar la historia en el aula

Como hemos ido comentando, uno de los problemas principales en la enseñanza y

aprendizaje de la historia es el poco contacto que podemos establecer con el hecho

histórico y por ello es imprescinble proporcionar experiencias educativas basadas en

metodologías sensoriales y de carácter práctico. Además de permitir un contacto con la

materialidad, pretendemos que las siguientes propuestas permitan el desarrollo de

habilidades de pensamiento, mediante el planteamiento de enigmas, problemas a

resolver y el uso de recursos como el debate o el diálogo. A diferencia de otras

estrategias, el uso de recursos materiales inspirados en los del pasado, que recreen

situaciones o procesos históricos, permiten, más allá de la comprensión de los

procesos en sí, un acercamiento empático al pasado. En este apartado, queremos

presentar algunas ideas que pueden desarrollarse en el aula para poder tocar el

pasado.

4.1. Cocinar y comer

Cuando nos planteamos el viaje sensorial a otros tiempos, a menudo nos centramos en

el tacto como el sentido primordial y nos olvidamos que poder oler o “saborear” otros

tiempos sería un recurso didáctico muy potente. A menudo se dice que no

aguantaríamos el olor de según qué época pero, ¿somos capaces de comer lo mismo

que nuestros antepasados? Plantearse procesos de investigación con nuestro

alumnado que les lleve a recuperar recetas de otros tiempos y poderlas recrear en la

escuela es un proceso de alto valor educativo ya que nos permite hablar de costumbres

y tradiciones, pero también de economía y comercio. ¿Por qué no plantear el montaje

de un mercado de época romana para, después, poder recrear un festín del momento?

Además, no solamente podemos centrarnos en el estudio de una época en sí sino que

la alimentación también puede ayudar a comprender hechos puntuales. Así pues,

centrarnos en los denominados (y documentados) “menús de guerra”, por ejemplo,

aproximará la cocina y las condiciones de vida de la gente durante la Guerra Civil

Española. Existen múltiples formas de acercarnos a las recetas de otros tiempos: cada

vez son más comunes las publicaciones de difusión de investigaciones al respectoiii,

pero, a menudo, las fuentes históricas nos proporcionan información de primera mano:

tenemos el caso, por ejemplo, del escritor latino Marco Gavio Apicio con su obra De re

coquinaria, uno de los libros de recetas más antiguos conocidos hasta el momento.

4.2. Vajilla de otros tiempos

Muy relacionado con el ámbito de la comida, podemos proponer acciones proactivas

que impliquen la reproducción de utensilios de cocina de otros tiempos. En este

sentido, es mucho más práctico centrarse en la antiguedad como época histórica

porque a partir del uso del torno será más difícil realizar la traslación al aula. Con la

reproducción de determinados utensilios de cerámica, podemos establecer cuánto

tiempo necesitamos para su realización, qué cantidad de material, cómo debemos

cocerlo para que se pueda usar, etc. Podemos buscar formas cerámicas asociadas a

cocción y la comida, para probar de reproducirlas con los materiales utilizados en el

pasado, usando sus técnicas (por ejemplo, para encender el fuego o cocer la cerámica)

e incluso reproduciendo objetos también usados en las “mesas” de la antigüedad, pero

de materiales distintos a la cerámica: utensilios de madera y cestosiv.

4.3. Vestirse

Una de las actividades con más potencial didáctico es la que nos posibilita vestirnos de

otras épocas. La primera decisión que debemos tomar es la selección del período

histórico, aunque puede ser una estrategia didáctica aplicable a cualquier época, es

importante la elección ya que en gran parte el éxito de la propuesta dependerá de ello.

Si bien es cierto que este tipo de actividades tienen un alto componente lúdico

debemos considerar que se trata de una actividad que implica un proceso de

investigación por parte del alumnado puesto que deben saber identificar cómo se vestía

en otras épocas, qué tipo de ropa se usaba, etc. Por ello, como decíamos, es

importante seleccionar una época que permita encontrar información y fuentes para

contrastar la documentación.

Una vez tenemos el período histórico delimitado, podemos dividir el aula en pequeños

subgrupos para trabajar distintos grupos sociales (si es que la época elegida lo

permite) y de este modo, podemos representar la sociedad de una forma más

completa. A partir de aquí, empieza otro proceso que tiene que pasar, sin duda, por la

búsqueda del tejido apropiado, la confección del vestido, etc. El uso de ropa de otros

tiempos facilita la vivencia sensorial de aspectos como la textura de la ropa, el peso, la

incomodidad, los procesos necesarios para hacer los tejidos, etc. Podemos

complementarlo con elementos como los zapatos, los complementos, el peinado o,

incluso, según la época y la clase social, cosméticos (perfumes, cremas o maquillaje).

4.4. Construir

Uno de los recursos más visuales que podemos usar en el aula es la recreación de

determinados procesos constructivos. Debemos pensar que por cuestiones de

limitación de tiempo y espacio, no siempre será posible la reproducción de un edificio

entero y a escala real, pero quizás podamos centrarnos en la reproducción de

materiales constructivos. Por ejemplo, un recurso relativamente sencillo de plantear es

la fabricación de adobe, que nos permita plantear cuántos deberíamos fabricar para

construir una estancia, cuánto tiempo deben secarse al sol para ser usados, etc.

Podemos reproducir otros materiales y técnicas constructivas, como el tapial o los

entramados vegetales. En caso de disponer de espacio en los exteriores del centro

educativo, podemos plantear la construcción de una cabaña, utilizando materiales y

técnicas de época prehistórica. Más allá de reproducir el espacio arquitectónico,

podemos completarlo con la reproducción de objetos cotidianos y elementos presentes

en el interior y exterior del edificio. Este tipo de ejercicios acercan de una forma muy

visual y vivencial los procesos constructivos que a menudo son olvidados dentro de la

enseñanza y aprendizaje. Además, alejan estereotipos y permiten obtener otra visión

del pasado y sus formas de hábitat, especialmente en la prehistoria (Bardavio, 1999).

4.5. Herramientas del pasado

La recreación de artefactos de otros tiempos siempre es un recurso didáctico muy

interesante ya que nos traslada a un viaje tecnológico en el tiempo que es de alto

atractivo para los estudiantes. Además, plantearse de forma empírica si un

determinado utensilio es útil para cortar carne o para cocinar abre un sinfín de

posibilidades didácticas. Recurriendo a ejemplos conocidos, podemos reproducir

objetos relativamente sencillos, como un bifaz, o, con materiales similares, probar de

reproducir utensilios más sofisticados, como puntas de sílexv. El proceso puede

complementarse añadiendo el mango correspondiente a la herramienta, y probando su

utilidad y eficacia.

Sin duda, el viaje tecnológico en el tiempo responde siempre a necesidades humanas y

nos adentra en el mundo de las ucronías ya que a partir de la imaginación podemos

idear artefactos que nos ayuden a resolver problemas reales o venideros. ¿Cuáles son

las preocupaciones tecnológicas de la actualidad? ¿A qué necesidades responden?

¿Cómo se pueden resolver? Una vez más, la recreación de un artefacto histórico, nos

permite, pues, conectar con el pasado y a su vez, reflexionar sobre el presente e

imaginar el futuro.

4.6. ¿De quién es esa bolsa?

Un ejercicio didáctico con amplia trayectoria pero con resultados siempre positivos, es

el que está centrado en el propio método científico que parte del hallazgo de algo

concreto para poder elaborar hipótesis y desencadenar un proceso de investigación.

Este tipo de estrategias didácticas se pueden desarrollar en dos tiempos, en un primer

lugar el maestro o profesor pueden proponer el material para estructurar las primeras

fases del conocimiento y ayudar al alumnado a elaborar hipótesis. En un segundo

momento y cuando los conocimientos están adquiridos, es interesante plantear la

creación de bolsas/maletas en pequeños grupos y de distintas épocas. Este hecho les

supone la búsqueda y selección de fuentes, materiales de otros tiempos, etc. Y

además, les motiva para poder descubrir el material que los demás compañeros han

creado.

4.7. Simular un yacimiento

No hay mejor manera de entender qué es la arqueología y para qué sirve que ponerse

a excavar un yacimiento y estudiarlo. Pero, como es obvio, el acceso a una excavación

real suele quedar lejos del alcance del alumnado de educación primaria y secundaria,

principalmente por el conocimiento técnico y las titulacionesvi. Una de las posibilidades

que tenemos es la simulación de un yacimiento en el centro escolar (patio, jardín o

entornos del colegio) que nos permita acercar la ciencia arqueológica al alumnado.

Para poder recrear un yacimiento, es importante que hagamos una buena selección de

material; en determinados museos se pueden conseguir réplicas de objetos

arqueológicos aptos para este tipo de actividades. También podemos reproducirlos

nosotros mismos. La planificación del yacimiento es más importante que su

excavación, puesto que los materiales, su localización, las capas estratigráficas a

representar… determinarán la lectura e interpretación posterior. Por ello, es

recomendable “inventarse” una historia para los estratos a reproducir, distribuir los

objetos en el espacio para que “narren” esa historia, y enterrarlos con tierra. Es

relevante destacar que gran parte del trabajo a realizar empieza una vez se ha

finalizado la excavación puesto que debemos enseñar a nuestros alumnos a clasificar y

catalogar los objetos obtenidos para así poder sistematizar la información. Debemos

tener en cuenta, además, que el grupo que entierra los objetos debe ser distinto al que

los recupera excavando, puesto que, de lo contrario, la investigación pierde sentido.

En caso de no disponer de espacios exteriores, podemos preparar “cajones”

arqueológicos que representen distintos estratos. Para ello, debemos reproducir en

cajas de almacenamiento (mejor si son de plástico, con tapa) estratos con objetos

arqueológicos. Esta estrategia permite, no tan sólo solventar problemas de espacio,

sino también “excavar” con menos tiempo los “yacimientos”, aunque la excavación en

el exterior se asemeja más al proceso real de investigación (Cardona, 2012; Chiarulli,

Dailey y Sturdevant, 2000; Bardavio, 1999).

4.8. ¡Hemos encontrado un cadáver!

La arqueología permite, en cierta forma, reproducir el método de investigación propio

de la disciplina de una manera relativamente sencilla. En caso de que no podamos

reproducir un yacimiento en nuestro centro educativo, podemos plantear

investigaciones de tipo arqueológico mediante la resolución de problemas y enigmas.

Muchas veces la arqueología se asemeja a la investigación criminalística,

especialmente en casos como el del soldado de la Fatarellavii. Por ello, proponemos

que, a partir de los resultados de la investigación se plantee un enigma a partir del

cuerpo del soldado encontrado en una trinchera. Las estrategias a seguir podéis

encontrarlas en un número anterior de esta misma revista (Sallés, 2013). Más allá del

planteamiento de hipótesis, su resolución y su discusión, podemos proponer,

especialmente para el alumnado de Secundaria, la realización de un debate sobre

cuestiones de memoria histórica, sobre empatía histórica con el trabajo con fuentes

orales o testimonios escritos, e incluso visitar espacios del conflicto de la Guerra Civil

española, presenciar un evento de recreación histórica o, por qué no, participar de

iniciativas ciudadanas para proteger y preservar este patrimonio.

4.9. Arte en la antigüedad

El arte ha acompañado al hombre desde los inicios de la historia y por tanto

encontramos manifestaciones artísticas en cada una de las épocas. La recreación de

procesos artísticos en el aula puede ser otro recurso educativo con un gran potencial.

Desde un tapiz, hasta un retablo gótico, pasando por figuras de terracota o divinidades

antiguas, pueden reproducirse con más o menos cercanía a las técnicas y materiales

originales con los estudiantes. Al margen de la reproducción en sí, que siempre debe

hacerse basándose en un rigor científico y usando los materiales adecuados, nos

parece importante subrayar las posibilidades de establecer cambios y continuidades en

el tiempo con este tipo de propuestas. Así pues, ¿qué paralelos podemos encontrar

entre los lares romanos o una bandera de un equipo de futbol puesta delante de la

televisión? Esta reflexión, nos permite ir un paso más allá en la recreación artística de

una época concreta para centrarnos en plantear, siguiendo con el ejemplo anterior,

¿qué tipo de divinidad protectora necesitaríamos en la actualidad?

4.10. Sonidos del pasado

¿Es posible reproducir los sonidos y la música del pasado? Muchos investigadores se

lo han preguntado a lo largo de los últimos años, y actualmente existen ya

investigaciones que arrojan luz sobre este aspecto. Uno de los experimentos más

conmovedores es, precisamente, la reproducción y experimentación de música del

Paleolítico con una réplica de un objeto de hace más de 40.000 añosviii. En la

antigüedad los instrumentos se hacían con materiales naturales, como hueso, madera

o piedra. En la prehistoria existían los “zumbadores”, objetos que emitían un sonido

similar a un zumbido al moverlos. Y, por comparaciones con sociedades indígenas

actuales, sabemos que también existían instrumentos de percusión variados, como

sonajeros hechos con conchas, raspadores de hueso y madera, y tambores de distinto

material y formas. También se han encontrado evidencias de arpas en la antigua

Mesopotamia. Con todo ello, ¿por qué no experimentar y crear instrumentos de la

prehistoria para hacer, al final, un concierto? Podemos empezar con una investigación

en aspectos de arqueoacústica para reproducir los instrumentos, con materiales

similares a la realidad, y poder crear melodías y ritmos con ellos. Se puede completar

la actividad con la realización de danzas al ritmo de la música, basándonos en

paralelos etnográficos.

5. Conclusiones. Los límites de la materialidad

Uno de los principales problemas que podemos tener cuando trasladamos al aula

estrategias didácticas de esta índole es que perdamos el rigor histórico que deben

tener estas actividades y las convirtamos en manualidades sin ningún tipo de

contextualización o finalidad científica. Si bien es cierto que en la mayoría de ideas que

hemos presentado el componente lúdico es esencial, nunca debemos perder de vista

que todas ellas deben contemplar en su ejecución un amplio proceso de investigación

riguroso. En este sentido, para poder asegurar este rigor, es fundamental que

recorramos a los expertos y así asegurarnos de cumplir con los objetivos previstos.

Existen equipos especializados de arqueólogos, que estarán dispuestos a ayudarnos

así como gestores del patrimonio, museólogos, conservadores, etc. Además, si

acercamos al aula estos profesionales también estamos proporcionando al alumnado el

contacto real con la ciencia histórica. Depende de dónde se encuentre nuestro centro

escolar, podemos trabajar junto con los arqueólogos municipales o agentes locales que

seguro que nos acercarán el patrimonio de nuestra localidad.

Otro de los problemas que podemos encontrar es la limitación estructural que este tipo

de recursos conlleva. Esto significa que tengamos pocos materiales, presupuesto y

espacio para poder desarrollar dichas propuestas. En este sentido, deberemos buscar

alternativas y en muchas ocasiones las encontraremos recorriendo a los museos o

centros patrimoniales que ofrezcan tipologías de actividades parecidas a las que

hemos planteado. Este hecho, también puede solventarnos un problema subyacente y

es la falta de formación que podemos tener en este tipo de actividades. A menudo, el

personal de los museos o centros patrimoniales está formado especialmente para

desarrollar este tipo de planteamientos didácticos que pueden sobrepasar las funciones

docentes. Existen, además, grupos de investigación, eruditos locales, etc. que estarán

encantados de entrar en el aula y trabajar conjuntamente con nuestro alumnado. En

muchas ocasiones, implicar a las familias en estas estrategias de enseñanza y

aprendizaje también puede ayudarnos a solucionar las limitaciones con las que nos

encontremos.

A la limitación estructural, debemos añadirle también la complejidad de montaje que

muchas de estas estrategias conlleva pero si nos dejamos guiar y asesorar por los

centros de recursos, los servicios de préstamos de kits didácticos en los museos, etc.

seguramente conseguiremos superarlo. La falta de tiempo dentro de la estructura

organizativa escolar también puede causarnos algún que otro quebradero de cabeza,

pero la enseñanza y el aprendizaje de la historia planteado des de la perspectiva que

hemos expuesto implica una concepción distinta de la educación. Por esto es

importante que busquemos las formas de integrar estas estrategias didácticas dentro

de nuestros temarios. Así, plantear proyectos más amplios que impliquen a más

profesorado nos será de gran ayuda.

Para explorar las posibilidades de las fronteras del conocimiento y cambiar la forma de

enseñar y aprender el pasado, es necesario también cambiar y explorar los límites y

posibilidades de las dinámicas escolares, docentes y del aula. En este sentido, y desde

hace unos años, urge un cambio en la concepción de las humanidades, y la historia en

particular, así como en sus metodologías de enseñanza y aprendizaje, su función en la

educación y su sentido en la sociedad (Zhao y Hoge, 2005). Precisamente, la

reivindicación de la historia como conocimiento crítico del pasado, como componente

identitario que permite comprender la propia cultura y también a otros, es necesaria, y

debe pasar por un cambio en la forma de enseñar estos contenidos. Por ello, la

introducción de estrategias didácticas proactivas para facilitar el aprendizaje y la

comprensión de la historia son necesarias, y la integración de aprendizaje práctico y

sensorial (hands on), junto con el desarrollo de habilidades de pensamiento (minds on)

y el factor emocional (hearts on) son claves para favorecer el desarrollo integral de

niños, niñas y adolescentes.

Agradecimientos

Este artículo forma parte de la investigación desarrollada en el sí del

proyecto Desarrollo de estrategias y técnicas didácticas a partir del patrimonio y

la arqueología del conflicto para la enseñanza/aprendizaje de las ciencias sociales y la

historia, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad (Ref. EDU2012-

35299). Las autoras son miembros del grupo de investigación DIDPATRI – Didàctica

del Patrimoni de la Universitat de Barcelona (SGR2014-945).

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i Este artículo forma parte de la investigación predoctoral desarrollada en el si de una ayuda de

Formación del Profesorado Universitario (FPU2012) del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. ii www.simulpast.net

iii El grupo de recreación histórica Kuanum (http://kuanum.blogspot.com.es) tiene propuestas sobre

cocina de la antigüedad. También puede ser útil el libro de Santacana, J. y Durán, J. (2011) iv En la web Diario de Atapuerca (http://www.diariodeatapuerca.net/arqexp.htm) podéis consultar

propuestas vinculadas a la reproducción de cerámica y cestos, entre otras propuestas. v Íbidem

vi Aunque los estudiantes no pueden participar en campañas de excavaciones como técnicos y como

personal de la investigación, sí que pueden llegar a colaborar como voluntarios en algunas tareas o bien

en campos de trabajo específicos de arqueología. Consultad la oferta en vuestra región. vii

Para el conocimiento de los datos arqueológicos, consultad González Ruibal (2011). Para la propuesta

en el aula, consultad Jiménez et al. (2014). viii

Se muestra la experiencia y sus resultados en el vídeo

https://www.youtube.com/watch?v=nnLsK2f2IzM.