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l ‘Un problema de legitimidad’, por Stanley G. Payne l ‘El fracaso de la convivencia’, por Amando de Miguel l ‘El fracaso de las reformas’, por José Manuel Cansino 80 AÑO S DE LA II REPÚBLICA En la biografía sobre Franco que escri-  bió el periodista Manuel Aznar, el general narró su reacción ante la pro- clamación de la República el 14 de abril. Franco era entonces director de la Academia General de Zaragoza y en su día propuso a Primo de Rivera ubi- carla en El Escorial, posibilidad que fue rechazada. “Si hubiésemos estado en El Escorial –dijo Franco al proclama rse la Repúbli- ca– acaso habrían podido cambiar algu- nas cosas”. El entonces general explica: “A mí me hubiese sido fácil presentarme el 12 o el 14 de abril de 1931 en Madrid, al frente de los cadetes, e inuir, quizá, sobre las circunstancias que determina- ron la expatriación de Alfonso XIII”. Tras la proclamación de la República,  Azaña cerró la Academia de Zaragoza y Franco quedó “disponible forzoso” . “Si estoy en El Escorial me presento con mis cadetes el 1 4 de abril” La República no nace espontáneamente en las urnas en 1931. La hoja de ruta estaba trazada en el Pacto de San Sebastián, urdido entre otros por Azaña y Maura en agosto de 1930. ‘La Estampa’ pormenorizaba los detalles de aquella conjura. LA INSÓLITA CONFESIÓN DEL GENERAL FRANCO El general Franco en 1931.  Y además ... La Gaceta. Suplemento al nº 6.776. Domingo 10 de abril de 2011 Mentiras   y gordas l La República no llegó a España mediante un proceso electoral transparente y ejemplar l Del pucherazo de abril de 1931 al del Frente Popular en febrero de 1936, por Pío Moa l Entrevista con José  Alcalá-Zamora : “ Aza ña dio un golpe contra el régimen de 1931” l Cinco falacias de un Gobierno corrupto y antidemocrático regido por la arbitrariedad LA HOJA DE RUTA TRAZADA EN EL PACTO

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l ‘Un problema de legitimidad’, por Stanley G. Payne l ‘El fracaso de la convivencia’,por Amando de Miguel l ‘El fracaso de las reformas’, por José Manuel Cansino

80 AÑOS DE LA II REPÚBLICA

En la biografía sobre Franco que escri- bió el periodista Manuel Aznar, elgeneral narró su reacción ante la pro-clamación de la República el 14 deabril. Franco era entonces director dela Academia General de Zaragoza y ensu día propuso a Primo de Rivera ubi-

carla en El Escorial, posibilidad quefue rechazada.

“Si hubiésemos estado en El Escorial–dijo Franco al proclamarse la Repúbli-ca– acaso habrían podido cambiar algu-nas cosas”. El entonces general explica:“A mí me hubiese sido fácil presentarme

el 12 o el 14 de abril de 1931 en Madrid,al frente de los cadetes, e in uir, quizá,sobre las circunstancias que determina-ron la expatriación de Alfonso XIII”.Tras la proclamación de la República, Azaña cerró la Academia de Zaragoza y Franco quedó “disponible forzoso”.

“Si estoy en El Escorial me presentocon mis cadetes el 14 de abril”

La República no nace espontáneamente en las urnas en 1931. La hoja de ruta estabatrazada en el Pacto de San Sebastián, urdido entre otros por Azaña y Maura enagosto de 1930. ‘La Estampa’ pormenorizaba los detalles de aquella conjura.

LA INSÓLITA CONFESIÓN DEL GENERAL FRANCO

El general Franco en 1931.

Y además ...

La Gaceta. Suplemento al nº 6.776. Domingo 10 de abril de 2011

Mentiras y gordasl La República no llegóa España medianteun proceso electoraltransparente y ejemplar

l Del pucherazo de abrilde 1931 al del FrentePopular en febrerode 1936, porPío Moa

l Entrevista conJosé Alcalá-Zamora : “Azaña dio un golpe contra el régimen de 1931”

l Cinco falacias deun Gobierno corrupto y antidemocrático regidopor la arbitrariedad

LA HOJA DE RUTA TRAZADA EN EL PACTO

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42 LA GACETA Domingo, 10 de abril de 2011

José María Olmo.El nal de los 45 años de reinado de Alfon -so XIII, el segundo más largo tras el de Feli -pe V, se intercala en uno de los periodos másconvulsos de la historia de España.

El desenlace de la Restauración se abriócon la dimisión forzosa de Miguel Primo deRivera. El monarca pretendía que la liqui -dación de la dictadura le permitiera volvera tender puentes con todos aquellos secto -res que habían sido expulsados por el gene -ral del juego político y que habían respon -dido sumándose al proyecto republicano.

Pero los problemas que en 1930 atrave -saba la monarquía eran más profundos. Porun lado, la dictadura de Primo de Rivera,que implicó una ruptura total con losGobiernos anteriores, había restado legiti -midad a las decisiones del Gobierno y delmismo Alfonso XIII. Por otra parte, la grandepresión de 1929 atacó con virulencia las

nanzas nacionales. Las condiciones labo -rales de la clase obrera empeoraron, lasoportunidades de negocio desaparecieron y el Estado engrosó su dé cit público, antesu incapacidad para recaudar los impues -tos que requería el mantenimiento de suactividad. Además, las acusaciones decorrupción se habían vuelto frecuentes y alcanzaban incluso a la cúpula del Estado.

Lejos de aplacar los ánimos de la izquier -

da, la renuncia de Primo de Rivera alentólas expectativas del proyecto republicano.El rey perdió el dique de contención que lealejaba de las críticas y la apuesta por el gene -ral Dámaso Beren -guer, primero, y porel almirante JuanBautista Aznar, des -pués, terminaron desellar el n de Alfonso XIII, ante las di cul -tades que encontraronlos dos últimos Gobier -nos de la monarquía para lograr la reconci -liación política y mejo -rar la situación econó -

mica. Las eleccionesmunicipales del 12 deabril de 1931, en las que vencieron las tesis anti -monárquicas, inaugura -ron la II República.

En el n del reinado de Alfonso XIII in uyeron deforma determinante lasmaniobras socialistas, que,con Indalecio Prieto a la cabeza, decidieron abando -nar su anterior delidad almonarca para pronunciar lascríticas más v iolentas contra el jefe del Estado.

De todos los discursos que pronunció la izquierda en aquellos meses posteriores a

la salida de Primo de Rivera del Consejo deMinistros sobresalió, por su especial viru -lencia, el que Prieto dedicó al rey en el Ate -neo de Madrid en abril de 1930, apenas tres

II República Así cayó la CoronaMentiras y gordas

Alfonso XIII, horas después de su renuncia al Trono, rodeado de la comitiva que le acompañó hasta París.

colaboradores del monarca en la derecha,el líder de la Liga Regionalista FrancescCambó, que ya había ocupado con anterio -ridad las carteras de Fomento y Hacienda y que, de no ser por un cáncer de garganta,

habría formado parte de los dos últimosGobiernos de la Restauración.No obstante, el rey tuvo más bajas en el

anco derecho, y no precisamentepor enfermedad. Fue -ron muchos los con -servadores que, trashaberse mantenido

bajo el paraguas de Alfonso XIII en losaños de esplendor desu reinado, decidieronunirse a las tesis repu -

blicanas.Uno de ellos fue el jefe

de los conservadores,José Sánchez Guerra,que tras haber ocupado

hasta cinco carteras bajola jefatura del rey, decidiódeclararse monárquicopero “antialfonsino”. En elfondo, la postura de Sán -chez Guerra, como la deotros conservadores y libe -rales, respondía a una ven -ganza contra el monarca por su apuesta decidida porPrimo de Rivera hasta enerode 1930.

Otro monárquico decla -rado, el conde de Romano -nes, tuvo un papel aún másdestacado en la fase nal delreinado. Tras la salida de

Primo de Rivera, Romanones aconsejó al

rey que nombrara presidente del Consejode Ministros a Aznar, y él mismo se sumóal Ejecutivo como ministro de Estado. Sinembargo, cuando las críticas al monarca

La dura represión del levantamiento oscenserearmó de argumentos

el proyecto republicano

La división de los monárquicos y la presiónde la izquierda acabaron con Alfonso XIII● El Pacto de San Sebastián y la sublevación militar de Jaca trazaron la hoja de ruta para la proclamaciónde la Segunda República ● La gran depresión económica del 29 terminó de azuzar el descontento social

meses después de la marcha del dictador,en el que llegó a cuestionar la integridad y la honradez del monarca.

Fracturas en la derecha

A la ofensiva del PSOE se sumaron los pro - blemas de salud de uno de los más eles

En abril de 1929, Alejandro Lerroux, líder de Alianza Republicana, uno de lospartidos rmantes del decisivo Pacto de San Sebastián, editó el folleto ‘Colabo -

ración o Revolución’ en el que ya propugnaba como alternativa a la transiciónpolítica la opción de un levantamiento armado que derrocara la monarquía.

Pese a la ambigüedad del título, Lerroux no dejaba lugar en sus páginas para laambigüedad y defendía con rmeza la legitimidad de una sublevación.

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LERROUX, ADIVINO DE LA REVOLUCIÓN

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Pío Moa Al irse Primo de Rivera, Alfonso XIII impul-só una transición para volver al régimenconstitucional. No le apoyó la mayoría de losmonárquicos y crecieron los republicanos,estimulados por intelectuales in uyentescomo Ortega, Marañón o Pérez de Ayala,“padres espirituales de la República”. Losrepublicanos estaban desunidos, y fueronlos derechistas ex monárquicos Niceto Alca-lá-Zamora y Miguel Maura quienes los con-certaron en el Pacto de San Sebastián, enagosto de 1930. Los pactantes intentaronun golpe militar que fracasó en diciembre,

pero el fracaso se convirtió en éxito políticopor las facilidades que les otorgó la Monar-quía, como recuerda Maura.

Para hacer la transición, el Gobiernoabrió un proceso gradual cuyo primer pasoserían unas elecciones municipales. Estastuvieron lugar el 12 de abril de 1931 y dieronamplia victoria a los monárquicos, exceptoen la mayoría de la capitales de provincia.Sin embargo, los monárquicos se desmora-lizaron, el general Sanjurjo rehusó emplearla Guardia Civil contra posibles disturbios,comenzaron las manifestaciones callejeras y Maura empujó a los republicanos a apode-rarse del poder. Dentro del Gobierno, Roma-nones obró como agente desintegrador. Elrey cedió y abandonó el trono. Las memo-rias de los políticos no dejan lugar a dudas

sobre la sucesión de los hechos, muy tergi- versados en historias posteriores.Así, la República no llegó por elecciones,

como se dice, sino por un golpe de Estado,precedido por un golpe militar fallido. Elgolpe nal no lo dieron los republicanos, sinolos monárquicos contra su propio régimen,despreciando a sus votantes. La república tuvo, pues, legitimidad: otorgada, paradóji-camente, por una monarquía en crisis moralsuicida.

¿Democrático?La Constitución republicana fue parcial-mente democrática, pues a rmaba las liber -tades y la alternancia mediante elecciones.Pero no era laica, sino anticristiana, reducía al clero a una ciudadanía de segunda y a la

miseria, dejaba en inferioridad a los católi-cos y asestaba un duro golpe a la enseñan-za.

Este carácter solo parcialmente demo-crático quedaría aún más limitado por la Ley de Defensa de la República, que autori-zaba detenciones arbitrarias, deportaciones,cierre de prensa, etc. La censura y la suspen-sión de periódicos se hicieron habituales.También data de entonces la Ley de Vagos y Maleantes.

Azaña trazó para el régimen una estrate-gia ilusoria: “La inteligencia republicana” –élmismo y sus correligionarios– utilizaría como “brazos” a “ los gruesos batallonespopulares en la bárbara robustez de su ins-tinto”, es decir, a los sindicatos y partidosobreristas, en pro de un régimen de izquier-

das. Sus Diarios muestran que pronto com-prendió que la inteligencia republicana era escasa y que los gruesos batallones no sedejaban mandar por ella. No obstante, per-

II República La frustración del 14 de abrilMentiras y gordas

La gente festejó en la calle la proclamación de la República.

Del autogolpe del 31 al pucherazo del 36l Los intelectuales que apoyaron la proclamación de la República acabaron denunciando los abusosde un estado arbitrariol El régimen encaró su nal tras las irregularidades del Frente Popular

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Domingo, 10 de abril de 2011 LA GACETA 45

Antesala de la guerrac) Bienio de centro-derecha, diciembre de1933 a febrero de 1936. La izquierda no acep-tó la victoria derechista en las urnas e inten-tó golpes de Estado (Azaña) y una nueva insu-rrección anarquista, el PSOE preparó una insurrección armada para instaurar su dic-tadura, Companys aprestó una rebelión entoda regla y el PNV desestabilizó al Gobier-no. La insurrección, planeada textualmentecomo guerra civil, estalló en octubre de 1934,pretextando un falso peligro fascista, y fraca-só, dejando 1.300 muertos. Se alzaron elPSOE, los nacionalistas catalanes, el PCE y sectores anarquistas, con apoyo de los repu- blicanos de izquierda. Luego, Alcalá-Zamo-ra intrigó contra los Gobiernos de derecha,

imponiéndoles políticos también derechistas,pero afectos personalmente a él, destruyópolíticamente a Lerroux, expulsó a Gil-Robles(CEDA) y llevó al régimen a una crisis en la que el propio Alcalá-Zamora y su protegidoPortela iban a ser juzgados por ilegalidades.Por evitarlo disolvieron las Cortes y convo-caron elecciones para el 16 de febrero del 36.Pese a todo, en ese bienio, llamado “negro”por la izquierda, se reactivó la economía y descendió el hambre.

d) Febrero a julio de 1936, cinco meses dedemolición revolucionaria del régimen porlas izquierdas, que arrasan violentamente sulegalidad. Tras las furiosas elecciones defebrero, el Frente Popular se arrogó la victo-ria, aunque nunca publicó las votaciones,arrebató ilegalmente escaños a la derecha y

destituyó a Alcalá-Zamora, también de forma ilegal. Marcaron la etapa, verdadera guerra civil “fría”, cientos de asesinatos, incendiosde iglesias, asaltos a sedes y prensa de la derecha, invasión de ncas, huelgas salvajes y subida vertical del paro. Era un nuevo régi-men ilegítimo, retratado con el asesinato de

Calvo Sotelo por milicianos socialistas y policías y el aplastamiento sangriento delas protestas. Cuando el 17 de julio sesublevó por n una parte del Ejército con -tra un régimen ya plenamente deslegiti-mado, recomenzó la guerra civilcaliente emprendida por las izquierdas en 1934 y no recti cada en su espíritu.

El rechazo de los intelectualesLos intelectuales que más ayudaron a

traer la República denostaron la experien-cia y al Frente Popular. Marañón llama a sus líderes “cretinos criminales”, “Todo es enellos latrocinio, locura y estupidez”, “Horro-riza pensar que esta cuadrilla hubiera podi-do hacerse dueña de España (…). Y aún esmayor mi dolor por haber sido amigo de talesescarabajos y por haber creído en ellos”. Pérezde Ayala los considera “desalmados mente-catos”, cuyo “crimen, cobardía y bajeza nunca hubiera podido imaginar”. Ortega fustigó a los intelectuales extranjeros, que, ignorándo-lo todo de España, defendían a las izquierdas.Unamuno fulminó contra Azaña, y aunquetuvo su célebre choque con los falangistas,mantuvo su condena a su Gobierno. Bestei-ro admitió que los nacionales habían libra-do a España de una pesadilla…

Quienes hoy de enden y se proclamanherederos de la República y el Frente Popu-lar, recuerdan a aquellos republicanos tan vívidamente descritos por Azaña.

sistió hasta el nal en su catastró ca idea,corroyendo lo que tenía de democrático elrégimen.

Los enemigosDesde el comienzo atacaron a la República los comunistas, un partido débil, y los anar-

quistas, mucho más fuertes, mediante insu-rrecciones y huelgas salvajes. Los socialistas veían en la República “burguesa” una mera etapa para llegar a su propia dictadura, y losnacionalistas catalanes y vascos entendíanla autonomía como un paso hacia la sece-

sión. El régimen, traído de hecho por monár-quicos, no tuvo al principio enemigos dederecha, la cual sólo empezó a organizarcomplots militares –inocuos– tras la “quema de conventos”. Si esta quema despegó a la derecha de la república, el grueso de la izquierda la atacaba o la usaba como mediopara alcanzar un sistema de tipo soviético,haciendo la crisis permanente. Además, supersonal político era de bajo per l.

Ciertas historias presentan a unos líderesrepublicanos de alto nivel intelectual –“repú- blica de profesores”–, bienintencionados, aun-

que ingenuos y blandos con los enemigos dederecha. No decía lo mismo Azaña en sus Diarios , documento histórico crucial dondecali ca a sus correligionarios de “obtusos”,

II República La frustración del 14 de abrilMentiras y gordas

El mismo Manuel Azaña reconoce en sus diariosque la inteligencia republicana era escasa

Maura cali có al

Gobierno del momento

de “manicomio suelto y desbordado”

“botarates”, “gente impresionable, ligera, sen-timental y de poca chaveta”, notables por su“inepcia, injusticia, mezquindad o tontería”:“Me entristezco casi hasta las lágrimas pormi país, por el corto entendimiento de susdirectores y por la corrupción de los carac-teres”. “Zafiedad”, “politiquería”, “ruines

intenciones”. “Conciben el presente y el por- venir de España según se los dicta el interéspersonal”. “Política tabernaria, incompeten-te, de amigachos, de codicia y botín, sin nin-guna idea alta”. Su relato colisiona con el quenos cuenta la historia de izquierdas.

Maura llama a los gobernadores repu- blicanos “instrumentos de desgobierno” y de ne la situación como “un manico -mio suelto y desbordado”. Para Lerroux,“no traían saber ni experiencia ni fe niprestigio. Nada más que esa audacia tansemejante a la impudicia, que sueleparalizar a los candorosos y de buena fecuando la ven avanzar desenfadada-mente, imaginando que es una fuerza de choque”. Alcalá-Zamora a rma que“constituyen un manicomio no ya suel-

to, sino judicial, porque entre suceguera y la carencia de escrúpulossobre los medios para mandar, estánen la zona mixta de la locura y la delincuencia”. Estos testimoniosdeben contrastarse con la evoluciónreal del Régimen.

Este tuvo cuatro etapas:a) De abril a diciembre de 1931,

un Gobierno provisional promoviólas primeras elecciones, ganadasampliamente por la izquierda, y la Constitución. Esos 8 meses vieronuna oleada de incendios de iglesias, bibliotecas y centros de enseñanza, con com-plicidad de facto del Gobierno, causa de una primera quiebra social.

b) Bienio republicano-socialista, diciem- bre del 1931 a diciembre del 1933, dirigido la mayor parte del tiempo por Azaña. Presen-ció el pequeño golpe de Sanjurjo, espiado y vencido por el Gobierno, e insurrecciones

Los generales Sanjurjo y Cabanellasprometieron dar su sangre por laRepública pero, curiosamente, el pri-

mero protagonizó dos alzamientoscontra ella y el segundo formó partedel levantamiento de Franco.

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LOS DEFENSORES INFIELES

anarquistas. Una de estas culminó en la matanza de campesinos de Casas Viejas porla Guardia de Asalto. Azaña quedó despres-tigiado, perdió varios comicios parciales y elpresidente Alcalá-Zamora le hizo dimitir. Enese bienio aumentó la delincuencia y la agi-tación política, con numerosos muertos, y el

hambre volvió a los niveles de principios desiglo. Las reformas –agraria, militar y en la enseñanza– fracasaron por su sectarismo eine cacia. La mayoría del pueblo, harto, votóal centro-derecha en noviembre de 1933.

La carta dirigida a Largo Caballero enenero de 1935 explica nítidamente quedisponen de dos millones de pesetaspara sobornar a los sindicatos.

ASÍ COMPRABAN LOS VOTOS

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46 LA GACETA Domingo, 10 de abril de 2011

2Sin libertad religiosaEl anticlericalismo llegó a extre-mos insospechados con la Repú- blica. Iglesias y conventos que-

mados, sacerdotes torturados y vejados,monjas violadas o asesinadas, católicosperseguidos con saña simplemente porir a misa… Esa persecución no tuvo pre-

cedente en Europa occidental: más de6.800 sacerdotes y religiosos fueron ase-sinados; los lugares sagrados, profana-dos; iglesias y conventos, destruidos o

Redacción. La euforia popular con la que fue recibi-da la II República dio paso a uno de losperiodos más oscuros de la historia deEspaña. La represión políticas las deten-ciones, la persecución a los cristianos y los actos de violencia marcaron el día a día del régimen.

1 Sin garantía constitucionalLo que nacía para terminar condécadas de caciquismo y corrup-ción, degeneró en desprecio por la

libertad, atropello de los derechos huma-nos e inestabilidad. Comenzando por la

llamada Ley de Defensa de la República,que resultó ser una ley mordaza: suspen-sión de periódicos, multas, con namien -tos y hasta sanciones de hasta 10.000pesetas para quien criticara al nuevorégimen.

Y siguiendo por el talante poco demo-crático de los gobernantes. Un caso cla-moroso es el del presidente Alcalá-Zamora que cerró el paso a la derecha tras las elecciones de 1933, dando elGobierno a los radicales de Lerroux,cuando la minoría mayoritaria salida delas urnas era de José María Gil Robles,de la CEDA (Confederación Española deDerechas Autónomas).

O el grave dé cit democrático de la Constitución de 1931, aprobada en las

Cortes sin la derecha, y sin respaldo delpueblo, al no ser sometida a referéndum.Ese talante explica los bandazos de losdistintos Gobiernos, en ocasiones excesi- vamente débiles o pasivos ante los des-manes –como la quema de conventos– y,en otras, ferozmente represivos.

Es el caso de Casas Viejas (Cádiz), enel que 23 campesinos fueron ejecutados,por movilizarse para pedir mejorasagrarias. La noticia menoscabó la ima-gen de Azaña y Casares Quiroga, queaplicaron métodos expeditivos contra los levantiscos.

Mientras España era pasto de la anar-quía, la corrupción señoreaba en las altasesferas. Desde el escándalo del estraper-lo, un affaire de casinos que salpicó a

Lerroux, hasta las comisiones bajo cuer-da que provocaron la crisis del Gobiernode Chapaprieta, en 1935. Durante la gue-rra, los escándalos crecieron. Muy signi-

cativo fue el caso del socialista JuanNegrín, jefe de Gobierno, que se lucró condinero público y evadió divisas en la con-tienda, siendo titular de una cuenta conun saldo de 370 millones de francos.

La arbitrariedad fue la tónica de la República. Fueron perseguidos los cató-licos y aislada la derecha; pero, también,la izquierda. Después del 36, las luchasintestinas en el seno de la República cons-tituyen un buen ejemplo de esto. La des-aparición y muerte de Andreu Nin, líderdel POUM, a manos de agentes soviéti-cos, con la complicidad del Gobierno,

hizo decir a Albert Camus: “La muerte deNin constituyó un viraje en la tragedia del siglo XX, que es el siglo de la revolu-ción traicionada”.

II República La historia, al descubiertoMentiras y gordas

La represión policial marcó el día a día de la II República.

Cartel satírico contra la Iglesia.

dotes, siete seminaristas y 18 religiosos; y se quemaron 58 iglesias. Y el peligro seincrementó cuando estalló la guerra.Fueron eliminados, de las formas másatroces, 4.184 sacerdotes diocesanos,2.365 frailes, 283 monjas, 11 obispos... Entotal, 6.832 víctimas de la barbarie.

“El mero hecho de ser católico” –recor-daba Salvador de Madariaga– “bastaba para merecer la muerte”.

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Sin régimen liberalEl sueño de Azaña de una Repú- blica burguesa y liberal devinoen pesadilla. Porque bien pronto

cayó en la esfera del estalinismo. Enparte, por el interés de la URSS por con-trolar el régimen y en parte por el indisi-mulado per l marxista y totalitario dedirigentes como Largo Caballero, el lla-mado Lenin español. Ejemplos, la Revo-lución de Asturias, donde amplios secto-res del PSOE se de nieron como probol -cheviques, frente a Besteiro y losmoderados: su órgano o cial – El Socia-lista – proclamaba: “¡Por la dictadura delproletariado!”. La desclasi cación de losarchivos secretos del Kremlin, después dela caída del Muro, ha puesto en manos delos historiadores un arsenal de documen-tación que muestra, a las claras, la estrecha dependencia de la II República con la Rusia soviética.

4La Revolución de AsturiasLa llegada de tres nuevos miem- bros de la coalición derechista CEDA al Ejecutivo, en 1934, des-

embocó en una huelga en Asturias convo-cada por la izquierda sindicalista. Detrásestaba Largo Caballero, presidente delPSOE, que desde el triunfo de la CEDA en

los comicios, un año antes, había instadoa la directiva del partido a concretar “unmovimiento revolucionario a n de impe -dir un régimen fascista”.

Los revolucionarios tomaron Mieres,proclamaron el comunismo libertario,aboliéndose el dinero y la propiedad pri- vada y asesinan a religiosos. Se procla-mó la “Primera República de Soviets delNordeste de España”. Los revoluciona-

rios trataron de tomar Oviedo, pero antela presión del Ejército, los sindicatospactaron la rendición. La Revolución de Asturias se saldó, en toda España, con

destinados a cuadras; las momias de loscementerios, desenterradas…

Todo comenzó en mayo de 1931, cuan-do una turbamulta prendió fuego a 11edi cios de Madrid, entre ellos variosconventos, ante la pasividad de las fuer-zas de seguridad. Se había abierto la veda. La Compañía de Jesús fue disuel-

ta y sus miembros, expulsados.Después, ser católico se convirtió enuna temeridad. En la Revolución de Asturias murieron asesinados 12 sacer-

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Cinco falacias y mitos de un régimen● El sueño de Azaña de una República liberal terminó en pesadilla, conculcó derechos y libertadesdividió a España y degeneró en violencia y represión● Más de 6.800 curas fueron asesinados

La Ley de Defensa de la República, o ley mordaza,cerró periódicos y multó a quien criticaba el régimen

Diversos escándalos decorrupción salpicaron los Gobiernos de Lerroux,Chapaprieta o Negrín

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Domingo, 10 de abril de 2011 LA GACETA 47

II República La historia, al descubiertoMentiras y gordas

Los postulados de la II República fueron fuente de inspiración para el PSOE en1982, según consta en uno de los documentos (aprobados por Alfonso Guerra)a los que ha tenido acceso este periódico.

LA INSPIRACIÓN DEL PSOE

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1.300 muertos y casi 3.000 heridos. Y con una dura represión, cuyas conse-cuencias se prolongarían hasta la Gue-rra Civil.

El lósofo Gustavo Bueno ha dicho dela revolución que “la guerra preventiva comenzó en 1934”. Y Pío Moa, autor de1934, comienza la Guerra Civil , a rma:“Hasta que el PSOE no reconozca que la revolución fue un intento de golpe deEstado no tendrá autoridad para defen-der que Suresnes fue un verdaderoaggiornamento ”.

5No pudo evitarla Guerra Civil¿Se hubiera podido evitar? Difí-cil pregunta. Todo indica que la

II República no era el caldo de cultivomás adecuado para la paz. Cuatro facto-res propiciaron el enfrentamiento civil.

Primero, el triunfo del Frente Popular

(elecciones de febrero de 1936) fue consi-derado por la derecha como un paso másen la estalinización del régimen. LargoCaballero buscaba, ya desde la Revolu-ción de Asturias, imponer un régimenmarxista.

Segundo, el clima de violencia porparte de los elementos radicales y la extrema debilidad por parte de las auto-ridades no eran el mejor freno. La cris-pación se extendió como la pólvora durante esos meses: huelga general enMadrid el 17 de abril, con icto mineroen Asturias, huelgas en la construcción y en el sec tor eléctrico... El presidente,Casares Quiroga, no supo atajar la peli-grosa deriva. Y sus palabras dirigidas a José Calvo Sotelo, el 16 de junio de 1936,

“de cualquier cosa que pudiera a ocurrirharé responsable ante el pa ís a Su Seño-ría”, se pueden interpretar como una amenaza. Sólo un mes después, pistole-

ros derechistas mataban a un guardia de asalto; y al día siguiente, guardias deasalto detuvieron ilegalmente y asesina-ron a Calvo Sotelo.

Tercero, no se puede aislar el casoespañol del pulso que vivía entoncesEuropa entre los totalitarismos nazi y comunista. Hitler y Stalin tenían interésen atraer a España a su lado en la parti-da de ajedrez que se libraba. Y la guerra fue el gran experimento, el enfrenta -miento piloto. Cuarto, algunos autoressostienen que España no estaba prepara-

da para aceptar una democracia. Ni eltalante de los partidos ni el de los dirigen-tes era precisamente democrático, talcomo ahora lo entendemos, con alguna honrosa excepción (Besteiro en el PSOE,Gil Robles en la CEDA).

Javier Cervera, por ejemplo, insiste enque fuerzas políticas de distinto signohabían conspirado contra el poder legíti-mo y no querían la república liberal de

Azaña. La Revolución de Asturias fue laconstatación de esa actitud desde la izquierda; y, el Alzamiento del 18 de julio,desde la derecha.

El régimen atentó contra la libertad religiosa con la quema de conventos y el asesinato de sacerdotes y religiosos.

“El mero hecho de sercatólico bastaba para merecer la muerte”, decía Salvador de Madariaga

La Constitución de 1931 fue aprobada en lasCortes sin la derecha ni el respaldo del pueblo

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todo”, con los de Azaña,que llegó a decir: “Por enci-ma de la Constitución, la

República; y por encima,la Revolución”.“La II República acabó

teniendo un problema delegalidad y, a la larga, delegitimidad, con manio- bras como la de Azaña tra-

tando de arrebatar a Nice-to Alcalá la jefatura delEstado, tras las eleccio-nes de febrero de 1936”subraya José Alcalá.

Unos comicios quesiempre han estado bajosospecha, dado el ajustadomargen de votos que dio la victoria a la amplia coali-ción de izquierdas que era el Frente Popular. Estu-dios recientes dediversos investigado-res demuestran queel resultado nal sólo

pudo deberse a la manipulación.José Alcalá-Zamora

insiste en que él es par-

Alfonso Basallo.“Mi abuelo tenía por enci-ma de todo dos ideales, elespíritu liberal y la patria, y trató de servirlos porencima de intereses parti-culares”. José Alcalá-Zamora, historiador y aca-démico, reivindica la gu -ra de su abuelo, uno de losartí ces de la II Repúbli -ca, que considera ha sidomanipulado tanto por la derecha como por la izquierda.

Demonizado durantedécadas por el franquis-mo, ahora lo está siendo“desde Zapatero y la Memoria Histórica” a r -ma. Una muestra muy clara es la apropiación delas Memorias y Dietarios del que fue presidente de la República, y su retenciónpor parte del Ministerio deCultura.

Los papeles de Alcalá-

Zamora (alrededor de1.200 documentos) contie-nen material privado, perotambién relevante infor-mación política del perio-do 1931-1936, que dejan enevidencia a varios perso-najes de la II República y más concretamente a diri-gentes socialistas.

Desde el papel del PSOEen la Revolución de Astu-rias hasta el que jugaronen las elecciones de febre-ro de 1936, que ganó elFrente Popular. Las actasde los comicios, recogidaspor Alcalá-Zamora, reve-

lan que pudo haber fraude.Las memorias de quienfuera presidente de la IIRepública destapan casosde corrupción cometidospor el líder socialista Inda-lecio Prieto, ministro deHacienda en los Gobiernosde Azaña y de Defensa durante la Guerra Civil.

Todo ello puede explicarel interés del Gobierno deZapatero por retener losdocumentos. Incluso pormanejar de forma discre-cional esos fondos, al l -trárselo a determinadosmedios de comunicación,

como Prisa, y negárselos a los demás.Su nieto sospecha que

los papeles “podr ían estar

siendo manipulados”, aun-que prefiere no pronun-ciarse directamente, ya que los abogados de losherederos de Alcalá prepa-ran acciones contra elGobierno.

José Alcalá-Zamora seconfiesa “republicano” y cree que la llegada de aquel

Régimen tras el convulsoperiodo de Alfonso XIIIera necesario para la esta- bilidad de España. Pero“fracasó por los errores delos políticos y el despreciopor las normas democráti-cas”. Su abuelo sufrió varios golpes antidemo-cráticos por parte del“sobrevalorado Manuel Azaña”.

El historiador explica que, tras las elecciones quedieron la victoria a la CEDA en 1933, Manuel Azaña propuso a Alcalá-Zamora no convocar nue-

vas Cortes, resultado delas elecciones y organizarotras. Posteriormente, traslos comicios de febrero de1936, que ganó con sospe-chas de fraude el FrentePopular, Azaña presionópara destituirlo como pre-sidente de la República y acceder así a la primera magistratura. Algunoshistoriadores han tratadode justi car ese comporta -miento.

Ideales contrapuestosEs el caso de Santos Juliá,en su libro Vida y tiempo

de Manuel Azaña . Lo cier-to es que Azaña logróauparse hasta la primera magistratura, con una pre-sión poco democrática, y recurriendo a maniobras junto con Indalecio Prietopara defenestrar a Alcalá-Zamora.

Por eso, establece José Alcalá-Zamora un parale-lismo entre Franco y Azaña. “Uno dio un golpemilitar que acabó con la República, en julio de1936; pero otro había dadoun golpe parlamentario(abril de 1936) que la había

dejado tocada de muerte”.Contrapone el ideal desu abuelo, “espíritu liberal y la patria por encima de

II República Testigo de excepciónMentiras y gordas

“Franco dio un golpe militar y Azaña un golpe parlamentario”

l El historiador hace un análisis crítico del régimen de 1931l Sospecha quela retención de los diarios es un intento de Zapatero por manipular la Historia

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José Alcalá-Zamora, nieto del presidente republicano de lo que ocurrió entre1931 y 1939. Y eso está enlos documentos”. Por ejem-plo los dietarios de suabuelo Niceto.

El historiador cree queZapatero ha tenido “la

ocurrencia de querer alte-rar la Historia, y loshechos incontrovertiblesde la República y la Gue-rra Civil ”. En un artículoreciente, titulado “¿Hasta cuando, Zapatero, abusa-rás de nuestra paciencia?”, Alcalá-Zamora llega a hablar de “la inmensa estu-pidez, casi condenablecomo crimen de Estado”del presidente socialista que le “llevó a resucitar elambiente de la Guerra Civil española, de la que teproclamaste beligerante justiciero, pret endiendo,

ya en plena locura, ganar-la para el bando derrotadoentonces”.

Nacido en Málaga enuna fecha tan simbólica

“El régimen era necesario pero fracasó por el desprecio de las normas democráticas”

“ZP resucita la Guerra Civil, proclamándose beligerante justiciero”

afrontar un asunto medu-lar como el problema regional, y que la soluciónpasa por la “República Federal”.

“El problema es quedesde el Gobierno de Zapa-tero se está dando una imagen distorsionada de la II República”, añade. Fren-

te a la Memoria Histórica que trata de imponer elPSOE, Alcalá-Zamora pro-pone “la verdadera”, esdecir “el estudio objetivo

El historiador y suabuelo, el políticorepublicano NicetoAlcalá-Zamora.

tidario, en cualquier caso,de la República. “Quizá la sociedad española no esta-

ba madura en los añostreinta para ese régimen,quizá no se daban las con-diciones idóneas (econó-micas, sociales, educati- vas)”. Cree, sobre todo,que España no supo

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Domingo, 10 de abril de 2011 LA GACETA 49

Para empezar, la II Repú- blica es un conceptoconfuso y poliédrico queamalgamó a fuerzas muy diversas sin un proyectocomún (socialistas, repu- blicanos de derechas,anarquistas) en una curio-sa mezcolanza. Y no sólono tenían un proyecto encomún, sino que ademáseran incompatibles entresí –y ahí está la pugna entre comunistas y anar-

quistas–.En ese sentido no sepuede sustantivar a la República. Siempre estu- vo haciéndose y nunca seterminó de hacer. Es com-pletamente inexacto decirque fue democrática oque su advenimiento enlas elecciones municipa-les de 1931 fuera pacíico.Estuvo marcada por la violencia, con episodioscomo el golpe, a la sovié-tica, de la Revolución de Asturias, bajo la batuta de Largo Caballero.

Por todo esto y por

otras razones, se entiendeel interés del Gobierno deRodríguez Zapatero porretener las Memorias de

Los héroes de ZP al descubierto

OPINIÓN

Gustavo Bueno

Niceto Alcalá-Zamora. AlGobierno de la Memoria Histórica no le interesa que se aireen los erroresde sus héroes republica-nos, sobre todo los delPartido Socialista, comoLargo Caballero o Indale-cio Prieto.

José Luis RodríguezZapatero yerra completa-mente al proponer comoicono y referencia dedemocracia a la Segunda República. Demuestra sencillamente que desco-noce la Historia. Se ha dejado llevar por las teo-rías krausistas como la de El ideal de la humani-da d , en su erráticoidealismo adolescente. Nosabe lo que dice.

*Gustavo Bueno es ilóso - fo, autor de ‘Zapatero y el pensamiento Alicia’ y ‘El mito de la izquierda’.

perspectiva histórica lepermite establecer una comparación entre “elpapel de España y suimagen exterior” con “las

vergonzosas escenas delos Borbones Carlos IV y Fernando VII en Bayo-na” y criticar “el papel de bufón” al que ha queda-

II República Testigo de excepciónMentiras y gordas

9

Compara la política exteriordel Gobierno socialista con la degradación de Carlos IV y Fernando VII

como 1939, José Alcalá-Zamora y Queipo deLlano no sólo es nieto delex presidente de la IIRepública, sino también

del general que se suble- vó en Sevilla. Republica-no, Gonzalo Queipo deLlano conspiró contra la Monarquía con la cuar-telada de Cuatro Vientos y posteriormente fuecolaborador de Azaña enlas reformas militares.Fue jefe del Cuarto Mili-tar del presidente Alcalá y consuegro suyo. La gran sorpresa la dio cone l go lpe de Sevi l la ,sumándose al Alzamien-to de Mola y Franco.

El nieto de Alcalá y Queipo insiste en no que-

rer signi carse política -mente y en que sólo es his-toriador. “Lo mío es elsiglo XVII”, explica. Cate-d r á t i c o d e H i s t o r i a Moderna ha dedicadoaños a estudia r la políti-ca exterior de Felipe II,III y IV; los altos hornossiderúrgicos de España dela época; e incluso el tea-tro de Calderón de la Barca, del que es una autoridad.

Pero su doble raíz (serdescendiente directo delgeneral de Sevilla y delpresidente republicano)

le ha permitido c onocerde primera mano uncapítulo palpitante de la España rec ien te . La

Manuel Azaña y Alcalá-Zamora acabaron siendo rivales y lucharon po r hacerse con el poder de la República.

ASÍ RESPETA ZP LA ÚLTIMAVOLUNTAD DE ALCALÁ

La retención de los ‘Dietarios’ de Alcalá-Zamora por parte del Gobierno Zapa-tero muestra el respeto que al Ejecutivo le merece el testamento del presi-

dente republicano. En el manuscrito, fechado el 28 de octubre de 1934, elpolítico encarga a su mujer, Pura Castillo y a sus tres hijas Pura, María Teresa

e Isabel la “defensa” de su “patrimonio moral”. “Les confío mis obras póstu-mas, memorias y apuntes que publicarán o no, según acuerden”, escribió.

do reducida la España actual como “mero com-parsa” en la escena inter-nacional.

En el mencionado artí-

culo, pedía al presidentesocialista que se fuera “loantes posible”. “Por el bien de todos, retírate a un trabajo más al alcan-ce de tu incompetencia”añadía.

El presidentesocialista demuestra queno sabe Historia

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50 LA GACETA Domingo, 10 de abril de 2011

asonada, defensa, fuerzas, paqueo, sedi-ción, etc. La extrema polarización ideo-lógica signi ca una v isión negativa dela política, entendida ahora como una farsa, tanto por las derechas como porlas izquierdas. Ninguno de los dos ban-dos con aba en la legitimidad de laselecciones cuando ganaba el otro.

La polarización social y política semani esta en la a lta frecuencia con queaparece el prefijo anti en el lenguajepúblico. Las reformas son siempre con-tra alguien: los aristócratas, los ricos, el

capitalismo, la Monarquía, los jesuitas,los católicos, el Ejército. Todas ellasfomentan automáticamente la reacciónantirrepublicana de los grupos afecta-

Dime de lo que presumes y te diré de loque careces, dice el pueblo. Ese mismopueblo barriobajero puso letra a la músi-ca charanguera del himno nacional dela República: “Si los curas y frailes supie-ran/ la paliza que les vamos a dar/ sal -drían a la calle gritando/ libertad, liber-tad, libertad”. Eso es lo que no hubo en

la República: libertad; ni siquiera la deprensa. En lugar de la libertad, domina-ron sus contrarios: retórica y enfrenta-miento, cuando no violenta represión.

Uno de los excesos retóricos en losescritos de la época es que muchas pala- bras se escribían innecesariamente conmayúscula inicial o incluso con todaslas letras mayúsculas. Curiosamente eslo que por entonces empezaban a hacerlos nazis en Alemania.

Una de las debilidades de la Repúbli-ca es que el término España resultó con-flictivo. Tanto la izquierda como elnacionalismo catalán preferían hablarde nación española. Algunos catalanis-tas y libertarios recurrían a la voz Ibe -ria. Las más de las veces la izquierda

sustituía la palabra “España” por la deRepública, como si fueran entes inter-cambiables.

La República fracasó porque no suporesolver la pavorosa crisis económica.En su lugar, las izquierdas plantearonel nuevo régimen como una crecientepolarización ideológica, lo que encres-pó a las derechas. El resultado fue una especie de adelanto de la Guerra Civil. Ahí tenemos los episodios de la quema de iglesias en 1931 o el intento de v iolen -ta revolución socialista y separatista en1934. Ese clima de agria polarización sedetecta también en el lenguaje peculiarde la retórica política de entonces. Ellenguaje tuvo una gran significaciónporque los líderes del momento eran

mayormente profesores, intelectuales,escritores, oradores. Además, se desa-rrollaron portentosamente los mediosde comunicación de masas: libros,periódicos, cine y radio. De esa forma la política redescubrió el arma de nitiva de la propaganda, esto es, el poder de la palabra.

Los “hunos” y los “hotros” Al ser la República un “ensayo generalcon todo” de la Guerra Civil, importa mucho señalar los aspectos simbólicos,no sólo el lenguaje. Lo primero que cam- bió el nuevo régimen, antes de empezara legislar, fue la bandera. Se transmutóuna banda roja por otra morada, nadiesabe a cuento de qué. No es verdad que

el morado fuera el color de Castilla.La retórica política del momento está llena de términos bélicos que pre gu -ran la Guerra Civil: lucha, conquista,

II República El fracaso de la convivenciaMentiras y gordas

La República favoreció la dialéctica del enfrentamiento.

la uña de un republicano”. Era la apo-teosis de la retórica.

La República fue un empeño impo-sible desde el principio por la elemen-tal razón de que los adversarios se tro -caron en enemigos. Es decir, los unosno pretendían imponerse sobre losotros sino acabar con ellos. Por eso

hablaría al na l Unamuno de los “hunos y los hotros”.Hay una frase hecha, famosa en el

mundo entero, que tradicionalmente seatribuye a Churchill: “Sangre, sudor y lágrimas”, asociada al sacri cio de la IIguerra mundial. Realmente, Churchillañadió un cuar to término: “Esfuerzo”.Lo curioso es que una frase parecida circuló repetidamente a lo largo de la República. La empleó, por ejemplo, GilRobles, el líder de la derecha.

¿Limpieza democrática?La República se inauguró con el símbo-lo prometedor de la Niña Bonita porcoincidir los decretos fundacionalescon el 15 de abril de 1931. Esa primera

imagen de adolescente frescura se tro-caría pronto en el talante agrio de una vieja corrupia, marcada por el resenti -miento, el odio, la violencia y el miedo.Eran los cuatro jinetes del apocalipsisespañol que iban a desbocarse en la Guerra Civil.

Contrari amente a lo que luego se ha dicho, las elecciones de la época repu- blicana no fueron precisamente unmodelo de limpieza democrática.Tanto las izquierdas como las derechasacusaron reiteradamente a sus con-trincantes de caciquismo y puchera-zo, sobre todo en los pequeños muni-cipios rurales. Azaña los llamó burgospodridos, una mala traducción delinglés: rotten boroughs (distritos

corruptos).Un neologismo que hizo época (y quecontinuó después) fue el estraperlo, quehoy llamaríamos “cohecho”. La cosa vino de dos pillos extranjeros, Strauss y Perlo, que sobornaron a un alto funcio-nario. Son var ios los neologismos que seincorporaron entonces para designar elfenómeno de la corrupción. Por ejem-plo, enchufe y sus derivados, que hanperdurado hasta hoy. Entonces empe-zaron a aplicarse a los socialistas.

Por todas partes se nos cuela la impresión de que la República no fue elimperio de la libertad y la democracia limpia, el tópico que luego se ha repeti-do sin mucho fundamento. Quizá lofuera así en algunos de sus ideólogos

antes de 1931, pero esa hermosa utopía se vino pronto abajo.

*Amando de Miguel es sociólogo.

La propaganda fue determinante. La izquierda y el nacionalismo catalán decidieron sustituir el término “España” por la fórmula “nación española”

dos. Son muchos los términos del deba-te político que se construyen de forma negativa: anticatólico, antimarxista ,reaccionario, etc.

La polarización de la República comienza desde el primer momento. Nohabía pasado un mes desde el golpe dela Niña Bonita cuando se incendiaroncientos de iglesias y conventos en toda España y en el mismo día (11 de mayo; vaya, otro 11-M). Las fuerzas del orden y de la cultura no hicieron nada porimpedir esos desmanes. Se perdieron

muchos edi cios, libros y obras de ar te.Lo peor fue la metáfora que dedicó elpresidente Azaña al terrible suceso:“Todos los conventos de España no valen

Las elecciones de la Segunda República no fueronprecisamente ejemplares, porque el régimen auspició la propagación del caciquismo y los pucherazos

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Ni libertad... Amando de Miguel

● La retórica política del momento está llena detérminos bélicos que pre guran la Guerra Civil:lucha, conquista, asonada, defensa y sedición

● La República fue un empeño imposibledesde el principio por la sencilla razón de quelos adversarios se convirtieron en enemigos

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principalmente, un análisis político eideológico antes que técnico. Por esta razón, opinar sobre la política econó-mica de los diferentes Gobiernos repu- blicanos extraña al lector salvo que este

muestre un especial interés en cuestio-nes históricas y económicas.

Por ese predominio de lo ideológico,la reforma económica con la que sesigue identi cando la II República es la reforma agraria y no otras como las

El cambio de régimen político en 1931coincide en España con la Gran Depre-sión mundial que había eclosionadodos años antes con el crack bursátil en Wall Street. Sin embargo, hasta llegaral cambio de régimen, las tres prime-ras décadas del siglo pasado lo habíansido de cierta prosperidad para nues-

tra economía.Siguiendo al profesor Javier Mori-llas, si se toma como referencia a GranBretaña, la gra n potencia económica aun en los inicios del siglo XX, la renta per cápita española había pasado de serel 41,2% de la británica en 1900 a repre-sentar el 52% treinta años después. La economía española creció durante lastres primeras décadas del siglo pasadoa una tasa acumulativa del 1,1%, sola-mente superada por Italia pero pordelante de Estados Unidos, Gran Bre-taña, Francia o Alemania.

Indudablemente a este auge contri - buyeron la repatriación de capitalesprocedentes de las antiguas plazas enultramar, especialmente Filipinas y las

Antillas, y el f lujo de capitales extran- jeros que buscaron el cobijo de la posi-ción de neutralidad adoptada porEspaña en la I Guerra Mundial. Perotambién debe conjugarse entre los fac-tores explicativos de esa prosperidadeconómica, la aplicación industrial departe de los avances tecnológicos queestaban revolucionando la actividadeconómica mundial a lomos de losavances en el sector químico, el eléc-trico o en la aplicación fabril del motorde combustión interna.

Sin embargo, la conjunción de la cri-sis económica mundial con la agitaciónpolítica en la que va a desembocar la IIRepública resultará fatal para nuestra economía. En enero de 1932 el número

de desempleados en España arrojaba ya la cifra de 389.000 personas y esta nohizo más que subir hasta los 801.322parados que, según el profesor Tama -mes, había en junio de 1936.

Naturalmente, esta situación no era exclusiva de España. El profesor Juan Velarde, basándose en la obra de RamosOlivera, ha recordado que en Alemania el año 1930 se inició con el despido enmasa de obreros industriales. En elespacio de apenas unos meses, los des-empleados alemanes pasaron de unmillón a seis millones.

Malestar socialEl clima social en España era de ungran malestar que coincide en el tiem-

po con una eclosión de demandas polí-ticas propias de todo cambio de régi-men. Eso es lo que explica que el análi-sis de la II República siga siendo,

II República El fracaso de las reformasMentiras y gordas

La revuelta campesina en Casas Viejas (Cádiz) fue violentamente reprimida.

cuestión agraria, al tiempo que colma-ría las aspiraciones ideológicas de quie-nes impugnaban el derecho de propie-dad como eje de un sistema económicoque condenaba a la pobreza a millonesde españoles y, no lo olvidemos, había entrado en colapso.

Nadie era ajeno a la cuestión agraria

ni a la situación de penuri a de los jor-naleros. En esa preocupación coinci-dían los partidos de izquierda, los dederecha o los emergentes movimientospolíticos transversales como FalangeEspañola. Así permiten a rmarlo losrecientes trabajos del profesor José Antonio Parejo.

No obstante, la reforma agraria norespondió a las expectativas que había generado. Sin duda porque estas resul-taban ingenuas o desmedidas.

En primer lugar su demora –la ley nose promulgó hasta un año y medio des-pués de la proclamación del nuevo régi-men– exasperó a los más radicales y suentrada en vigor, a los propietarios expro-piados. Pero, en segundo lugar, la refor-ma agraria proyectada desde la Junta Central creada al efecto fracasó por no

haber previsto ningún sistema de créditoque permitiese a los nuevos asentadosnanciar la compra de nuevos aperos o,

simplemente y en palabras del economis-ta Antonio Bermúdez Cañete, “podercomer hasta el año siguiente en que reco-gieran la cosecha”. Poco antes de ser ase-sinado, Bermúdez Cañete denunciaba quelos promotores de la reforma únicamen -te trasladan a la prensa, como éxito de la misma, los miles de asentamientos decampesinos, pero sin hacerse eco de lascondiciones en las que trabajaban. Conestos fundamentos concluía a rmando:“Puede decirse que más que una reforma es una anarquía agraria la que así se ha engendrado”. De nitivamente, fue una reforma para la que faltó el crédito.

* José Manuel Cansino es profesor de Economía Aplicada de laUniversidad de Sevilla.

medidas orientadas a controlar el fuer-te dé cit exterior y la consecuente falta de divisas, el control del tipo de cambiode la peseta o la reforma sca l que ele - vaba la imposición indirecta.

Es posible que, de haberse puesto enmarcha la nueva organización del Esta-do tras la aprobación de los estatutosde autonomía, los desequilibrios en lascuentas públicas o la aparición de barreras comerciales interiores hubie-sen emergido como nuevos y urgentesproblemas económicos, pero no fue así.Para eso ha habido que esperar a la Constitución de 1978.

La reforma de la propiedad de la tie-rra fue la medida en la que muchoshabían depositado las esperanzas deacabar con el pa ro. No en balde, el pro-fesor Joaquín Fernández ha señaladoque en 1935 la población activa agrar ia representaba el 45,5% de la total, lo quele permitía a rmar: “Si existía un pro - blema agrario, ese problema sería elproblema español por excelencia”.

La reforma parecía que iba a resol- ver definitivamente la denominada

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... ni prosperidad José Manuel Cansino

● La conjunción de la crisis mundial con la agitación política en la que va a desembocar la IIRepública resultará fatal para nuestra economía

● La reforma agraria no respondió a las expectativasgeneradas: “Más que una reforma es una anarquía agraria”, aseguró el economista Bermúdez Cañete

En enero de 1932 elnúmero de desempleadosen España arrojaba ya la

cifra de 389.000 personas

Muchos depositaron lasesperanzas de acabar conel paro en la reforma de la propiedad de la tierra

Nadie era ajeno a la cuestión agraria ni a la situación de penuria de los jornaleros

El clima social era de una gran malestar y coincidecon una eclosión dedemandas políticas

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52 LA GACETA Domingo, 10 de abril de 2011

José María Gil-Robles(1898-1980) fundó en

1933 la CEDA, partidocon el que ganó las elec-ciones de noviembre. Lohizo con una escasa mayoría, lo que le llevó a gobernar en coalición conLerroux. Con la victoria en 1936 del Frente Popu-lar, encabezó la oposiciónen el Parlamento, aunqueal poco tiempo, y con elestallido de la Guerra Civil, abandonó España para trabajar a favor de la causa monárquica. A suregreso a nuestro país,participó en varios movi-mientos contrarios al

régimen de Franco (veásee l c o n t u b e r n i o d e Múnich ), si bien intentórecuperar su papel políti-

co durante la Transición y seguir adelante con sulabor editorial. Defendiólos valores de la democra-cia cristiana con la for-

mación del partido Fede-ración Popular Democrá-tica, aunque fracasó enlas elecciones de 1977.

Su proximidad conLerroux y sus contactos

con el movimiento mar-xista convierten a JuliánBesteiro (1870-1940) enuno de los referentes delsocialismo, pero, a dife-rencia de sus contempo-ráneos, Besteiro fue todoun paradigma de la ética y la honradez. Fue elegi-do presidente de las Cor-tes Constituyentes en julio de 1931, año en elque abandonó, desenga-ñado, la dirección delPSOE y UGT. Permanecióen la presidencia de lasCortes Republicanashasta el 16 de mayo de

1933. Durante los años dela Guerra Civil desempe-ñó misiones diplomáticas,aunque, a diferencia de

sus colegas socialistas, senegó a abandonar Madrid y esperó la entrada de lastropas franquistas, que leencontraron en su puesto

en el Ministerio deHacienda. Fue sometidoa un consejo de guerra y falleció en prisión.

Gran agitador de masas y demagogo de pro, Lerroux

(1864-1949) logró embau-car a obreros y miembrosde la clase media baja.Durante sus inicios en la política, promovió un dis-curso radical y obrerista,cargado de tintes anticle-ricales y antimonárqui-cos. Sin embargo, añosdespués lideró el centris-ta Partido Radical, lle-gando a ser presidente delGobierno en 1933 en coa-lición con la CEDA, delderechista Gil Robles.Fue entonces cuandoemprendió una campaña de represión a la izquier-

da y al movimiento obre-ro. Fue el Bienio Negro.Su implicación en elcasodel estraperlo llevó a la

ruptura de su Gobierno.Con el estallido de la Gue-rra Civil, el conocidocomo emperador delParalelo (en alusión a la

calle barcelonesa, centrode la vida nocturna) huyóa Portugal y no regresóhasta 1947.

José Alcalá-Zamora (1877-1949) fue un brillante y precoz abogado que se licen-ció con 17 años y con sólo 22 fue letradodel Consejo de Estado. Su carrera lellevó a ocupar la cartera de Fomento en1917, un puesto que tuvo que abandonarpara que fuera ocupado por el regiona-lista catalán Francisco Cambó, en unpacto para frenar el nacionalismo. Tam- bién ocupó la cartera de Guerra antesdel pronunciamiento del general Primode Rivera.

Su inicial apoyo al directorio militarse tornaría en rechazo y terminaría sien-

do uno de los más activos promotoresdel nal de e se Gobierno. Coincidiendo

con estos sucesos, su antigua militancia monárquica fue derivando en republi-

cana, hasta el punto de ser uno de losprincipales impulsores del nuevo régi-men. Sobre todo desde que pronuncia-ra un discurso en el teatro Apolo de Valencia, donde se mostró partidar io de

una república conservadora y burguesa,sustentada sobre las clases medias y losintelectuales.

Con ese empeño fundó, junto conMiguel Maura, el partido Derecha Liberal Republicana, con el que sesumó al Pacto de San Sebastián. Allífue elegido presidente del comité encar-gado de dirigir la acción hacia la repú-

blica. Cuando esta fue proclamada el14 de abril de 1931, fue nombrado suprimer presidente.

Desde entonces, su actividad se cen-tró en intentar controlar a los sectores

más radicales de sus socios, socialistas,comunistas, nacionalistas y republica-nos de izquierdas. Unos aliados que nodudaron en darle la puntilla, encabeza-dos por Manuel Azaña, tras la victoria electoral del Frente Popular en 1936,cuando ya se habían servido de él comofreno de la derecha. Murió desengaña-do en Argentina.

“No quiero ser presidente de una repú- blica de asesinos”. Fueron palabras tex-tuales pronunciadas por Manuel Azaña (1880-1940) y publicadas años despuéspor su gran amigo Claudio Sánchez Albornoz. Dan buena cuenta de la pér-dida de rumbo que fue adquiriendo pro-gresivamente la II República, presidida en último término por Azaña desdemayo de 1936 hasta febrero de 1939, trasla destitución de Alcalá-Zamora.

Hablar de Azaña es hablar de la des-miti cación de la República que se le fuede las manos. Su carácter “intelectual,

demócrata y burgués” (como él mismose de nía), nada tiene que ver con suspolíticas despóticas. Promovió la Ley deDefensa de la República, que permitía

al Gobierno actuar al margen de la lega-lidad, y maniobró para alcanzar el podercon procedimientos próximos al golpede Estado. Suya fue la reforma militar,que acabó dividiendo al Ejército, o la

agraria, que provocó el levantamientode los campesinos. Capítulo apartemerece su actuación en la rev uelta deCasas Viejas, disuelta a golpe de gatillo.Idéntica sangre fría mostró al dar vía libre a la quema de iglesias y conventos.Es más, durante la II República fueronasesinados 11 obispos y 6.500 sacerdo-tes. No vaciló al a rmar: “ Todos los tem -

plos de España no valen lo que la sangrede un republicano”. Ya abonó el terrenoen 1931, cuando a rmó en las Cortes:“España ha dejado de ser católica”.

La depresión económica y el descon-tento social le llevaron a dimitir en 1933.Gil Robles y Lerroux asumieron enton-ces el poder hasta febrero de 1936, cuan-do ganó de nuevo las elecciones. SuGobierno se hundió casi de inmediatocon el Golpe de Estado y la Guerra Civil,aunque su deficiente gestión política precipitó los acontecimientos. Muriódurante su exilio en Francia.

II República Quién es quiénMentiras y gordas

Diez protagonistas del drama

La traición de Azaña le costó la Presidencia,que quedó en manosde los violentos

Vulneró la legalidad delGobierno, no impidió la quema de iglesias y aprobó la reforma agraria

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Gil-Robles, con la derecha católica hasta la Transición

Julián Besteiro,el socialista honrado

Lerroux, un agitadorde masas con doble moral

Alcalá-Zamora, el ingenuo útil Azaña, aprendiz de brujo

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Domingo, 10 de abril de 2011 LA GACETA 53

Destacado militar y avia-dor, piloto del vuelo del

Plus Ultra, Ramón Fran-co (1896-1938) fue el her-mano republicano delgeneral Francisco Fran-co. En realidad, los dos lofueron. Pero Ramón,oveja negra de la familia,protagonizó en 1930 una rocambolesca subleva-ción contra la Monarquía en el aeródromo militarde Cuatro Vientos. Des-pués de despegar con unavión y arrojar proclamasrevolucionarias amena-zando bombardear elPalacio Real, se exilió volando hasta Lisboa.

No es extraño que conla llegada de la República,Ramón fuera rehabilita-do y recibiera cargos o -

ciales como jefe de Aero-náutica. Durante la Gue-rra estuvo al frente de la base aérea de Baleares.Murió en extrañas cir-

cunstancias al estrellarsesu hidroavión tras despe-gar de la base de Pollensa,en 1938.

Monárquico y conserva-dor en sus inicios políti-

cos, el hijo del históricopolítico español AntonioMaura evolucionó hacia posturas más republica-nas durante la dictadura de Primo de Rivera.Miguel Maura (1887-1971) formó en 1930 elprimer comité revolucio-nario republicano y rmólos Pactos de San Sebas-tián. Con la proclamaciónde la República ocupó elcargo de ministro de la G o b e r n a c i ó n e n e lGobierno provisional,periodo durante el cual seprodujeron diversos epi-

sodios de quema de con- ventos. No hizo nada porimpedirlo. Finalmentedimitió y con el inicio de

la Guerra Civil decidió, aligual que muchos de suscompañeros, huir delpaís. No regresó a España hasta 1953. Fue entoncescuando escribió Así cayó Alfonso XIII: De una dic-tadura a otra . Falleció enZaragoza a los 84 años.

Colaborador de PabloIglesias, Francisco LargoCaballero (1869-1946) fueuno de los dirigentes his-tóricos de UGT y PSOE.No tuvo empacho en cola- borar con la dictadura dePrimo de Rivera, comosecretario de Estado deTrabajo, y cuando llegó la República fue ministro deTrabajo, en el bienio aza-ñista (1931-33). Presiden-te del PSOE, fue pieza clave de la Revolución de Asturias, que concibiócomo un calco de la sovié-tica de 1917: pretendía acabar con la República burguesa e imponer un

régimen marxista. Tras la toma de Mieres se procla-mó la primera república de soviets del nordeste de

España. La Revolución sesaldó con 1.300 muertos y casi 3.000 heridos y fuela antesala de la Guerra Civil. Conocido como el

Lenin español, enfrenta-do a Indalecio Prieto, fueministro de la Guerra durante la contienda.

“Socialista a fuer de liberal”, así se de -nía quien ha sido considerado por la izquierda como el gran moderado delPSOE frente al radicalismo de LargoCaballero. Lo cual es una falsa imagen,porque la trayectoria de Indalecio Prie-to (1883-1962) tiene poco de democráti-ca. De origen humilde, periodista y par-lamentario, llegó a ser ministro deHacienda y de Obras Públicas duranteel bienio azañista. Tras la llegada de la CEDA al poder, Prieto tuvo una desta-cada part icipación en la huelga de Astu-rias de 1934, como reconoció años des-pués (“Lo declaro, como culpa, comopecado, no como gloria”).

Con sus intrigas dentro del PSOEcontribuyó a la marginación de Bestei-

ro, que era el único que entonces defen-día un socialismo moderado y democrá-tico. Y ya en la Guerra Civil, siendoministro de Defensa urdió un plan conla URSS para acabar con los altos car-

gos del mando nacional, a bombardeolimpio, mientras asistían al entierro delgeneral Mola, en 1937. Prieto pidió alagente soviético Alexander Orlov quecazas liquidaran a Franco y a otrosmiembros de su cuartel general. El planfue frenado en el último momento poruna llamada del presidente Azaña.Stanley G. Payne ha cali cado a Prieto

de personaje “inconstante y, en ocasio-nes, peligrosamente irresponsable”. Elhispanista denuncia que Prieto imponía un reino de terror a través de sus segui-dores, e hizo las propuestas más radica-

les para ampliar la guerra.También cabe atribuir a Priet o la responsabilidad del extravío del teso-ro procedente del Banco de España (valorado en 300 millones de dólares).Fue sacado por Negrín, después deexpoliar bienes particulares, y envia-do a México en el yate Vit a, donde sehizo cargo Prieto.

Es uno de los iconos de la República, queel PSOE reivindica. Pero su trayectoria como jefe de Gobierno está salpicada por el crimen y la corrupción. Catedrá-tico de Fisiología Juan Negrín (1892-1956) fue alumno de Ramón y Cajal y maestro de Severo Ochoa. Gabriel Jack-son trata de justi car su papel: al ser jefede Gobierno precisaba el apoyo de la Rusia estalinista para hacer frente a lossublevados en la Guerra Civil.

Pero su talante democrático es muy discutible, como deja de mani esto la obra España traicionada , de Radosh,

Habeck y Sebostianov. Este libro repro-duce una conversación de Negrín y uncargo soviético en la que el español semostraba partidario, en caso de ganar

la guerra, de crear un Frente Nacional,de carácter autoritario.

Negrín se lucró con dinero del contri- buyente. Es responsable de haber envia-do el oro del Banco de España a la

URSS; y de haber dirigido el expolio deltesoro artístico. Con el traslado del oroa Moscú, Negrín quedó supeditado a Stalin e hizo la vista gorda ante las inje-rencias de los servicios secretos rusos.

La prueba de que la II República seconvirtió en longa manus de Stalin fuela desaparición de Andreu Nin, líder delPOUM (un partido marxista pero

antiestalinista). En junio de 1937, cuan-do Negrín era jefe de Gobierno, la Direc-ción General de Seguridad detuvo a Nin.La detención no fue sino una tapadera.La orden provenía del Kremlin y la ope-

ración fue dirigida por el ruso Orlov. Lossoviéticos torturaron a Nin para hacer-le confesar que era agente de Franco. Ante su negativa, le mataron, e hicieroncreer que desaparecía liberado por agen-tes de la Gestapo. Lo dijo Albert Camus:“La muerte de Andreu Nin señala un viraje en la tragedia del siglo XX, que esel siglo de la revolución traicionada”.

II República Quién es quiénMentiras y gordasl Estos son algunos de los más destacadospersonajes que marcaron los ocho años de la República (1931-1939), un periodo difícil y

convulso, cuyo balance nal no fue positivo para España l El régimen no era el caldo de cultivopara la paz y propició el estallido de la Guerra Civil

Pidió ayuda a la aviaciónsoviética para atacar concazas el cortejo fúnebredel general Mola

El PSOE lo reivindica como el ‘Churchill español’,pero está salpicado porel crimen y la corrupción

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El ‘hermanísimo’republicano

Miguel Maura,rápidamente desengañado

Largo Caballero,el ‘Lenin español’

Prieto: un presunto ‘liberal’ Negrín, títere de Stalin

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54 LA GACETA Domingo, 10 de abril de 2011

Juan Ignacio Vargas.En medio de la vorágine de la II Repúbli-ca destacaron un par de personajes quese aprovecharon al máximo de aquel caosa favor de sus aspiraciones particulares:Francesc Macià y Lluís Companys, pro-motores de la truncada independencia de

Cataluña.En Cataluña el periodo republicano fueel camino más directo para lograr la inde-pendencia. Cabe recordar que los nacio-nalismos periféricos españoles, catalán y vasco, habían surgido a raíz del Desastredel 98 tras la pérdida de las últimas pro- vincias ultramarinas. El caso catalán esparadigmático. Las legislaciones a favorde la industrialización y comercializaciónde los productos de su región por el restode España, sin olvidar la fuerte migracióninterna que desde otros puntos del país

uyó hacia aquel territorio, fueron facto -res claves para el éxito del desarrollo eco-nómico y social catalán, en detrimento deotras zonas. Sin embargo, no sólo no reci- bieron con gratitud merecida todo el

esfuerzo llevado a cabo por los diferentesGobiernos de la Restauración, la Dictadu-ra y la República, sino que originó entresus élites un resentimiento y un desprecio

II República La lacra del nacionalismoMentiras y gordas

Lluís Companys, en el centro, encarcelado.

como privados, como relatan Alicia Sán-chez y María Pomés en Historia de Barce-lona . El miedo estaba en la calle: los tiro-teos pro revolucionarios atenazaban a losciudadanos de a pie.

En este estado de cosas, los nacionalistasse lanzaron a la independencia –contra los

votos de la Lliga de Cambó y la abstencióndel Partido Radical– proclamando unilate-ralmente el 6 de octubre el Estat català –conCompanys al frente– dentro de la llamada República Federal Española –un referén-dum independentista y anticonstitucionalde facto– que acabó en un estrepitoso fraca-so; cabe destacar –como recuerda Ana Bravoen La República. 1931-1936 – que ya l’avi y líder de ERC, Francesc Macià había procla-mado, con anterioridad a su fallecimiento,la independencia a raíz de las eleccionesmunicipales de abril del 31.

El presidente de la autonomía catalana (el Estatuto, aprobado en 1932, pasó tiem-po en el Tribunal de Garantías Constitu-cionales), aprovechando el poder que ejer-cía, lanzó su so ama independentista coin -

cidiendo con los hechos revolucionarios y huelgas salvajes que se dieron en toda Espa-ña (especialmente en Asturias), apoyándo-se en los Mozos de Escuadra y en los pelo-tones ( escamots ) independentistas deMiguel Badía. Los militantes de la Alian-

za Obrera ya se habían sublevado en loca-lidades como Granollers, Sabadell o Vila-nova i la Geltrú y se habían manifestado

violentamente con armas en la plaza de la República, actual San Jaime, de Barcelo-na; a ellos se les unió el alcalde independen-tista Pi i Suñer. Sin embargo, las fuerzasleales al Gobierno legítimamente elegidoen las urnas proclamaron el estado de gue-rra. Coordinadas las fuerzas militares–desde Capitanía– junto con la Beneméri-ta –desde Gobernación– por el generalDomingo Batet, abortaron en pocas horas y sin mucha di cultad el golpe de Estadonacionalista, como explica Hugh Thomasen La Guerra Civil Española .

La ruptura necesariaLos golpistas fueron juzgados por el Tribu-nal de Garantías Constitucionales y conde-nados a 30 años de prisión en el penal gadi-

tano de Santa María; sin embargo, apenascumplieron algo más de un año, al seramnistiados por el Gobierno izquierdista del Frente Popular en febrero de 1936, aligual que el resto de los revolucionarios dela preguerra asturiana, sin importar lasconsecuencias para el orden nacional nipara las víctimas del levantamiento. Vién-dose los revolucionarios amparados y enva-lentonados por el Gobierno, prepararon a sus militantes para el asalto nal a la Repú - blica. El mito y el discurso victimista, como bien relata Pío Moa en Los mitos de la gue-rra civil , harían el resto. Frente a ello se fueincubando un golpe de Estado que crista-lizaría en la sublevación de parte del Ejér-cito a n de parar la deriva hacia la que sedirigía España. La chispa fue el asesinato

del diputado y líder monárquico, CalvoSotelo, por parte de los guardaespaldas deldirigente del PSOE en julio. La Guerra Civilestaba servida.

Los golpistas fueroncondenados a 30 añosde prisión, pero sólocumplieron algo más de uno

El golpe de Estado separatista catalán rompió España l Lluís Companys, artí ce de la creación de ERC y sucesor de Macià,aprovechó la revolución de 1934 para cortar con el resto de la nación

nacional para instaurar la dictadura delproletariado por vías antidemocráticas y totalitarias, como prolegómeno de la futu-ra Guerra Civil. La subversión fue aborta-da con éxito en toda España a excepción de Asturias donde los mineros, acuciados porel PSOE y los anarquistas quemaron igle-

sias, conventos y bibliotecas, asesinaron a miles de ciudadanos inocentes e instaura-ron un régimen de terror, que fue sofocadogracias a la pericia de un resuelto militarafricanista, Francisco Franco; a cuyasórdenes, por cierto, luchó el capitán Rodrí-guez Lozano, abuelo de ZP.

El ‘cop d’estat català’El 4 de octubre de 1934 empezó la agita-ción en la ciudad de Barcelona, siendoCompanys apoyado expresamente por loscomunistas de Alianza Obrera y por lossocialistas del Bloque Obrero, frente a cual-quier eventualidad proveniente de la lega-lidad republicana que entorpeciera susdeseos independentistas. Al día siguientese declaró una huelga general que afectó a toda la región. La intimidación de los huel-guistas provocó el cierre de comercios y organismos públicos así como la paraliza-ción de los transportes, tanto públicos

hacia el resto de sus compatriotas, querayaba –ya por entonces y no sólo ahora–lo inaudito. Pero vayamos a los hechos.

En la época del Gobierno republicano dederechas –con Alejandro Lerroux al fren-te del Ejecutivo– se produjo el asalto a la legalidad más grave conculcado contra la

República. Durante el año 1934, ante la e -

caz acción de la Guardia Civil y –en menormedida– de la Guardia de Asalto para reprimir las violentas y sangrientas huel-gas de la izquierda, sus aliados sindicalis-tas confabularon una revolución a nivel

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Los militantes de Alianza Obrera se manifestaroncon armas en la plaza de la República, en Barcelona

El miedo estaba presenteen la calle: los tiroteosatenazaban a losciudadanos de a pie

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Domingo, 10 de abril de 2011 LA GACETA 55

lenta insurrección revolucionaria con-tra el sistema solamente 15 meses antes–pero los grupos de izquierda, otra vezprincipalmente socialistas, provocarondesmanes que empezaron el día de la votación y continuaron durante dosdías más. Su injerencia en el procesoelectoral alteró el resultado de la vota-ción en 12 provincias, convirtiendo loque parecía haber sido un empate enuna victoria del Frente Popular. Elcolmo de estas irregularidades tuvolugar cuando Portela Valladares, el pre-

sidente del Consejo en funciones, dimi-tió precipitadamente con todos susministros, atemorizados por los desma-nes. Así, el Gobierno que presidió las

A pesar de las irregularidades en losorígenes de la Segunda República –losrepublicanos nunca ganaron claramen-te unas elecciones contra los monárqui-cos, nunca hubo un referéndum y alcomienzo se había intentado un pro-nunciamiento militar– por lo general la opinión española aceptó por bastante

tiempo la legitimidad del régimen ins-taurado el 14 de abril de 1931. Mástarde, durante la Guerra Civil y luegopor muchos años, los republicanosinsistían en la legitimidad de la Repú- blica de izquierdas, que “había ganadoen las urnas”.

Pero de verdad no fue así. El Gobier-no nuevo nunca sometió el régimen a unreferéndum y en las primeras eleccionesa Cortes en 1931 se ejerció mucha pre-sión durante la campaña contra los gru-pos conservadores y hasta contra algu-nos grupos del centro, acosando a losactivistas e interrumpiendo sus campa-ñas. De todas formas, en las eleccionesde 1931 la oposición no estaba bien movi-lizada y las izquierdas probablemente

hubieran ganado hasta en condicionesintachables.Las únicas elecciones completamen-

te democráticas de la Segunda Repúbli-ca –con libertad total de campaña y publicidad más votación limpia y regu-lar– fueron los comicios de noviembrede 1933. El grupo que salió con más votos en esa ocasión fue la CEDA, par-tido católico escrupulosamente legalis-ta pero no o cialmente republicano.

Hasta en esa campaña de las únicaselecciones completamente democráticasen la historia de España hasta 1977 hubo34 muertes violentas, principalmente dederechistas asesinados por las izquier-das. Inmediatamente después, repre-sentantes de Azaña y los republicanos de

izquierda, y también de los socialistas,reclamaron del presidente Alcalá-Zamo-ra la cancelación inmediata de los resul-tados. No dijeron que las elecciones nohabían sido libres y correctas, sino quese quejaron de la victoria de las dere-chas, insistiendo que se convocarancomicios nuevos bajo condiciones en quepudieran ganar las izquierdas. Alcalá-Zamora, correctamente, denegó su pedi-do. Toda la historia de las elecciones de1933 ha sido contada en gran detalle enun libro de Roberto Villa García, minu-ciosamente documentado.

El proceso electoral de la última etapa de la República –empezando con las lla-madaselecciones del Frente Popular defebrero de 1936– iba de mal en peor. La

campaña fue libre y abierta –el Gobier-no otorgó una libertad total a los movi-mientos obreros, encabezados por lossocialistas, que habían lanzado una vio-

II República Pecado de origenMentiras y gordas

Cartel de la Segunda República.

Comisión de Actas por los represen-tantes de los diputados nuevos antesde la primera sesión del Parlamentopara evaluar la legitimidad de la vota-ción y determinar si por alguna irre-gularidad o fraude se debían cancelarlos resultados en algún sitio determi-nado. Es decir, otorgaba a los ganado-

res la oportunidad para juzgar a losperdedores y reducir su representaciónaún más. Después de las elecciones de1933, los ganadores habían obrado con bastante prudencia, pero no fue así en1936. Los representantes del FrentePopular cambiaron los resultados para 32 escaños en todos los c asos menosdos, convirtiendo escaños de las dere-chas en actas para las izquierdas. Elfraude fue tan manifiesto que ha sidocondenado casi con unanimidad porlos historiadores, hasta por un estu-dioso tan identificado con las izquier-das como Manuel Tuñón de Lara.

Una victoria cticia

La comisión decretó la convocación de

comicios nuevos para las provincias deCuenca y Granada, donde las derechashabían prevalecido, y con estos l legó elcolmo de los males. No se permitió casininguna actividad de campaña a lasderechas, sino que se llevaron a cabo varias detenciones arbitrarias, acosos y desmanes, con el incendio de centrosderechistas, eliminando cualquierposibilidad de su participación. Elresultado fue una victoria total, aun-que ficticia, del Frente Popular en dosprovincias conservadoras.

Así, el proceso de la degeneración y pérdida de la legitimidad electoralrepublicana pasó por varias fases bajoel Frente Popular. Primero tuvieronlugar los disturbios y c oacciones que

alteraron los resultados de las eleccio-nes a Cortes en 12 provincias en febre-ro, cambiando los resultados. Esto fueseguido por las presiones y los ataquesdurante la segunda vuelta, dos sema-nas más tarde. La tercera fase la cons-tituyó el extraordinario expolio hechopor la Comisión de Actas en marzo,seguida nalmente por la supresión dela participación de las derechas en laselecciones parciales en Cuenca y Gra-nada en mayo.

Se puede acusar de muchas cosas a losmilitares que se sublevaron contra elFrente Popular el 18 de julio de 1936,pero no se les puede acusar de la des-trucción de la democracia electoral, que ya había desaparecido a manos del Fren-

te Popular.*Stanley G. Payne es hispanista y autor de ‘El colapso de la República’.

Hasta el historiador comunista Manuel Tuñónde Lara reconoce que el Frente Popular manipuló32 escaños en las elecciones de febrero de 1936

elecciones abandonó su responsabili-dad para validar los resultados correc-tos y también administrar la segunda vuelta.

En esta segunda vuelta, que tuvolugar dos semanas después, se eligió a pocos diputados, pero fue acompañada por más presiones y desmanes contra lasderechas, que impidieron su campaña.Estas se retiraron y la segunda vuelta fue copada por las izquierdas.

En marzo tuvo lugar uno de los másconocidos fraudes electorales en la his-

toria de España, la actuación de la Comisión de Actas de las Cortes nue- vas. Un rasgo del sistema electoralrepublicano fue la convocatoria de una

Los únicos comicios verdaderamente democráticos fueron los que ganó en 1933 la CEDA, partido católico legalista aunque no o cialmente republicano

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Un problema de legitimidad Stanley G. Payne

l El Gobierno de Rodríguez Zapatero trata de presentar la II República como un referentedemocrático; nada que ver con los hechos

l Hay un problema de legitimidad en las eleccionesde 1931 y otro de irregularidades en las de febrero de1936, que ganó fraudulentamente el Frente Popular

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56 LA GACETA Domingo, 10 de abril de 2011

El 15 de abril de 1931, Alfonso XIII saliópor el puerto de Cartagena rumbo a Marsella, en su precipitado exilio deEspaña, y por el mismo punto volvió elmonarca a tocar tierra española, 49 añosdespués de su exilio y 39 después de sumuerte. El 19 de enero de 1980, un sába-do frío que arrojó nieve sobre la meseta,miles de españoles se echaron a las ca llesde Cartagena, Getafe y El Escorial para acompañar el féretro de Alfonso XIII ensu simbólico camino de vuelta a Espa-ña, obligatorio para cumplir con la voluntad expresada por el rey en su tes-tamento y también para saldar la deuda

de la Historia con el protagonista delsegundo reinado más longevo de la His-toria española.

Horas antes de su llegada, la fragata Asturias de la Armada española había recogido los restos mortales de Alfonso XIII en el puerto italiano de Civitavec-chia, el puerto más próximo a la capitalitaliana. Las autoridades civiles, milita-res y religiosas se despidieron de los res-tos mortales de Alfonso XIII con la solemnidad que exigía el momento. Vein-tiuna salvas mostraron el respeto de Ita-lia hacia el monarca, desde la llegada alpuerto del furgón con el féretro hasta la suelta de amarres de la fragata española que iba a devolverlo a España.

A bordo de la nave de la Armada

subió también el conde de Barcelona,que se había trasladado a Roma díasantes junto a otros miembros de la Familia Real para agradecer el cariñomostrado por las autoridades italiana.Don Juan quiso acompañar a su padre, Alfonso XIII, en su última travesía marítima.

El féretro llegó al puerto de Cartage-na a las 8.00 horas del día siguiente, y 15minutos después fue izado del barco porun pelotón de marinería. Lo recibieronel himno nacional y el eco de las salvasen su honor. Tras una misa por su alma ,el cortejo comenzó a recorrer las callesde Cartagena entre los aplausos, los víto-res y las aclamaciones de los ciudada-nos. El ataúd fue subido a un helicópte-ro y Don Juan se montó en otro máspequeño que le esperaba en las inmedia-ciones. Finalmente, los dos aparatos delEjército del Aire se perdieron en el hori-zonte, rumbo a la base militar de Geta-fe, donde también le esperaba numero-so público.

De Alfonso XIII a Juan Carlos ILas puertas de las instalaciones se habíanabierto horas antes de que los helicópte-ros aterrizaran, sobre las 11.00 horas dela mañana. De nuevo entre los aplausosde los ciudadanos, el féretro fue trasva-sado a otro helicóptero del Ejército deTierra, para llegar a su destino de niti - vo, El Escorial.

Sobre las 12.30 horas, el aparato tomó

tierra en la plaza de toros de la localidadmadrileña. Antes, al mediodía, ya habíancomenzado a repicar en señal de duelo lascampanas del monasterio de El Escorial

II República El regreso del monarcaMentiras y gordas

La Reina Doña Victoria Eugenia, volan-do a España para asistir al bautizo desu nieto el Príncipe de Asturias.

Féretro de Alfonso XIII en la Basílica de El Escorial, durante la ceremoniareligiosa que se o ció previamente a su entierro en la cripta del Monasterio.

ca de El Escorial. Asistieron las princi-pales autoridades políticas y militaresdel momento, y también una amplia representación de la Iglesia católica. La ceremonia, que fue o ciada por monse -ñor Tarancón, presidente de la Confe-rencia Episcopal en aquel momento,concluyó a las 14.45 horas con el trasla-do del féretro hasta la cripta del monas-terio. Los Reyes se despidieron jaleados

por el público asistente y Alfonso XIIIinició su descanso en paz, saldada ya la deuda que había contraído con él la his-toria medio siglo antes.

Los restos mortalesdel Rey fuerondespedidos en Italia con los más altos honores

Don Juan pidió permisoa Don Juan Carlos para proceder a la sepultura del antecesor de ambos

Ajuste de cuentas con la Historia Alfonso XIII fue enterrado en El Escorial en 1980, cumpliendo sus deseosl Regresóa España por Cartagena, por donde había salido en 1931 para exiliarse

y, aún más temprano, ya se habían des-atado las muestras de respeto de los milesde españoles congregados en las proximi-dades del Real Sitio para despedirse de Alfonso XIII.

Los momentos más emotivos de la ceremonia tuvieron lugar después,cuando el conde de Barcelona solicitópermiso a su hijo Don Juan Carlos, quepresidía el acto escoltado por el Prínci-pe de Asturias y las Infantas, para ente-rrar en el monasterio al antecesor deambos. El visto bueno del Rey dio pasoa la celebración del funeral en la Basíli-

Colección de rmas de todos los Reyes de España de la Casa de los Borbones. El regreso aEspaña de los restos mortales de Alfonso XIII permitió cerrar el círculo roto por la SegundaRepública entre las dos últimas rmas del retable, la del protagonista de la Restauración y

la de su nieto, Juan Carlos I, el Rey de la democracia.

LAS FIRMAS DE LOS REYES ESPAÑOLES

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