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A LA MEMORIA DEL POETA, ESCRITOR E HISTORIADOR, PERO SOBRE TODO AL RECUERDO IMPERECEDERO DEL PADRE AMOROSO, ABNEGADO, NOBLE Y BUENO:
“Viajero impenitente de sueños imposibles de azules horizontes y rosas incendiadas
se fue… sencillamente. Ha caído la venda de sus ojos- ya no lo agraden las tinieblas-Y en la paz sempiterna labra eras azules para sembrar estrellas... Nacerán mariposas
de sus manos, florecerán luceros de su pecho y el árbol luminoso de su ausencia frutecerá cosechas de recuerdos. Fragmento Elegía para Eligio”
Al cumplirse los 41 meses de su fallecimiento.
JOSE ANTONIO TOLOSA CACERES 11 DE ABRIL DE 1924 - 31 DE MARZO DE 2008
Su nacimiento tuvo lugar en la Hacienda La Tolosa entre las Poblaciones de Bochalema y Durania, Norte de Santander; el 11 de abril de 1924 fue el primogénito del hogar formado por Gonzalo Tolosa Velasco y Mariana Cáceres García, hizo sus estudios primarios en la Escuela Urbana de Varones de Durania y culminó el bachillerato en el Seminario Conciliar de Pamplona. En esta misma ciudad se graduó como Institutor en la Escuela Normal Superior. Cursó estudios superiores en la Universidad de La Habana (Cuba) graduándose como Químico Industrial. José Antonio Tolosa Cáceres, fue también poeta, cuentista y colaborador de publicaciones periódicas Nortesantandereanas, entre ellas el diario La Opinión de Cúcuta. Entre sus obras publicadas, destacamos los poemarios “Poemas de a centavo” y “Romancillo del retorno”, y los libros de narrativa: “Cuentos y relatos” y “Para leer bajo los árboles”. Para optar como Miembro de la Academia de Historia de norte de Santander, elaboró la ponencia titulada “El inacabable cuento de la raza humana”. Hizo parte de la Asociación de Escritores de Norte de Santander, de la Asociación Bolivariana del Estado Táchira y de las Academias de Historia de Norte de Santander y del Estado Táchira, como Miembro de Número, y Correspondiente de la de Ocaña.
Casado desde 1957 con Doña Marlene Enith Rico de Tolosa, de cuya unión nacieron sus cuatro hijos; José Rafael, (quien partiera al infinito el 31 de diciembre de 2003), Carlos José, José Antonio y Mariana, destacados profesionales en diferentes ramas. Su actividad cultural fue objeto de merecidos reconocimientos por parte de organizaciones públicas y privadas, entre las que señalamos, las siguientes: Ciudadano Emérito de Cúcuta, distinción otorgada por la Secretaría de Cultura de Norte de Santander. Orden al Mérito, de la Asociación de Escritores del Estado Táchira. Personaje Ilustre e hijo adoptivo, del municipio de Pie de Cuesta (Santander), Decreto 0048 de 3 de abril de 1997.
Reconocimiento del Consulado General de Colombia en San Cristóbal, por servicios prestados a la cultura. Reconocimiento de la Cámara Júnior Capitulo Cúcuta por su contribución al desarrollo cívico, social y cultural de Norte de Santander. 21 de julio de 2007. Condecoración “Eduardo Cote Lamus” a un distinguido escritor, historiador y poeta – Sociedad de Escritores 28 de Noviembre de 2007- Distinción de Honor, del Colegio del Sagrado Corazón de Jesús de Cúcuta Exaltado por la Junta Directiva de la Academia de Historia de Norte de Santander como Patriarca, Nervio y Alma de la misma, en donde se desempeñaba como Secretario Perpetuo y Tesorero. Homenajeado como excelso exponente de las Letras por la Sociedad de Escritores de Norte de Santander. Socio de Honor de la Corporación José María Estévez Ruiz de Cote. Por sus aportes a la Literatura Nortesantandereana – Febrero 21 de 2008 – Miembro Eminente del Centro de Historia e Investigación de la Villa del Rosario. Miembro Honorario del Centro de Historia de Chinácota – Norte de Santander. Medalla de Honor al Mérito de la Confraternidad Bolivariana de Venezuela. Medalla al Mérito de la Sociedad Bolivariana San José de Cúcuta.
Romancillo del retorno
A Mi Padre Don Gonzalo Tolosa Velasco
Tatuados traigo los ojos de paisajes marineros
y en el alma un bergantín cargado con mil recuerdos.
Fulguran en mis retinas las luces de muchos puertos
y en mis oídos ululan de mil voces diez mil ecos.
Vagado he por cien caminos de agua, de tierra y de cielo,
rebosante de nostalgia y de paisajes enfermo.
La luna, que es buena amiga
de los poetas bohemios, tiene un álbum de mis versos
entre sus manos de hielo.
Álbum que yo le ofrecí, noche lejana en un puerto,
oloroso a yodo y mugre, cuyo nombre no recuerdo.
Caminos, largos caminos
de agua de tierra y de cielo, desandados por mis plantas,
diluidos en el tiempo.
Aire, cielo, mar y roca, nube, rosa, sentimiento,
¡ay, Padre, me está brotando como una estrella en el pecho!
No nací, por mi desgracia, en aquel heroico tiempo de los valientes cruzados
y los nobles caballeros.
Que de haber nacido en esos tiempos de hidalgos guerreros,
cien heridas os traería esparcidas por el cuerpo.
Como cien rosas sangrantes, como cien besos de fuego, como cien puñales rotos, como cien labios abiertos. ¡Ay, por mi desgracia no
he nacido en esos tiempos!
Nací, como bien lo sabes, el año mil novecientos,
novecientos no sé cuántos, al amor de los cafetos.
En tierra de gente brava, que llaman bochalemeros, pobre de techo y de pan, pero rico en sentimientos.
¡Ay, Padre, cómo me duele
la flor que crece en mi pecho, que es un dardo cada pétalo y un puñal cada recuerdo!
¡Aire, cielo, mar y roca, nube, rosa, sentimiento! Deja padre que esta flor
crezca como mis recuerdos, y que me abrase las carnes
y carbonice mis huesos.
Pero no permitas, no, que brote de mí un lamento, que por algo soy un hombre
de prohombres heredero. Caminos, largos caminos
de agua, de tierra y de cielo este tu hijo ha cruzado
sin ser cruzado guerrero.
Y, cual “Don Juan”, ha dejado en el espacio y el tiempo, odios, discordias y amor, vacío y tristes recuerdos. Que de humanos es arar en el océano inmenso,
regar simiente en la mar y edificar en el viento.
Envío: Padre: para tu regalo
solo dos cosas poseo: esta mujer que es mi esposa
y ese hijo que es tu nieto.
En ellos finco esperanzas, en ellos hilvano sueños,
en ellos está mi vida y en ellos mi pensamiento.
Bendícelos, Padre, ahora,
bendícelos que aún es tiempo, antes que el nieto se marche del mundo por los senderos,
que han de crecerle en la mente
y florecerle en el pecho, cuál te crecieron a ti
cómo a mí me florecieron.
Por mí, que se marche un día. Por mí, que regrese luego, y que me cuente llorando sus aventuras en verso.
Que yo con mi voz cascada he de decirle muy quedo: no llores mi dulce niño, que de Tolosas es esto.
Consuélate y siente orgullo
que has hecho honor a tu ancestro.
¡Aventurero fui yo, aventurero tu abuelo,
y decir Tolosas es es decir aventureros!
¡Ay, Padre, como una rosa me ha florecido en el pecho!
Contrición
En un mórbido lecho perfumado una noche sutil de primavera,
de mi cuerpo de niño inmaculado ¡robó la castidad una ramera!
A media luz en la penumbra fría,
su cuerpo blanco, lascivo e incitante, una rosa de carne parecía,
una estatua de mármol palpitante.
Asióme con sus brazos tentadores, besóme con sus labios afiebrados
y en una floración de mimos pecadores, rodamos por el lecho consternados.
Bebí las mieles letales de su boca con un ansia indecible, inusitada, mi casta timidez tornóse en loca pasión de su presidio libertada.
Pasada ya la tempestad de orgía,
vuelta a mí corazón la dulce calma, sollozando noté que la alegría,
¡había muerto en el fondo de mi alma!
Maldije entonces la infeliz ramera que robó de mi vida la fragancia
una noche sutil de primavera en la tibia penumbra de su estancia.
Canto rustico a Pamplona
Yo vengo a cantarte, ciudad fijodalga, un canto sublime que brota de mi alma.
Mi canto, aunque rústico es noble y sencillo, pues brota del alma y el alma de todo labriego
es noble y es pura, y sobretodo honrada.
Por un viejo libro de amarillas páginas, que al morir dejara para mí mi taita,
aprendí que en tiempos remotos, lejanos, gallardas princesas, nobles cortesanos, sonrientes servían, en brillantes fiestas
a sus invitados, champán de rubíes en copas de nácar y albóndiga de oro
en patena e plata.
Y yo me río desto y no es que me mofe, es que ahorita mesmo hasta los magnates
comen satisfechos en tiestos de cácota, papas en chaqueta y mazamorra de habas.
Y puel mesmo libro de que vengo hablando, supe que un güen día la Águeda Gallardo, el bastón de mando le arrancó a un tirano.
Que tus hijos todos, altivos e indómitos, dejando la paz de sus casonas góticas,
con saña y denuedo blandieron la espada.
Los fértiles campos de Nueva Granada, en púrpura noble todos se tiñeron,
y también en sangre soberbia y tirana.
Por eso te quero Pamplona de mi alma y evoco orgulloso tus glorias pasadas.
Yo quero tus calles, torcidas y angostas,
y quero tus casas de tejas musgosas, y quero tus templos y quero tus parques.
Y amo tus mujeres, que son tan hermosas,
tan güenas, tan sanas, tienen las mejillas como las manzanas
de mi huertecillo cuando en las mañanas, cautelosamente, dichoso las miro.
Dignas herederas de las madrileñas, de las sevillanas,
llevan en los labios la miel de la vida, y en sus ademanes sus grandezas del alma.
Por eso te quero, Pamplona de mi alma,
por eso te evoco, por eso te canto.
Oda para un perro viejo
Bajo la sombra suave
de la palmera enhiesta, duerme el perrito viejo
su placentera siesta.
Sueña seguramente, secuencias del pasado,
cuando era alegre y próvido, consentido y amado.
En la inconciencia onírica
de su ardorosa fiebre, sueña que corre ufano
tras una rauda liebre.
O, tal vez, que en la umbrosa
soledad del paisaje
se encuentra una perrita
de lustroso pelaje.
¡Y gime el perro! Ayer no más tenía
vivaz el ojo y el oído alerta, y era el guardián
de la incruzable puerta.
“Relevo”, lo llamaron
los broncos policías, que su infancia canina cultivaron.
¡Cuán lejos han quedado aquellos días! ¡Cuán remotos los tiempos que pasaron!
¡“Relevo”, relevante, mas nunca relevado!
El sabe en su perruna inteligencia
que ha sido un buen soldado, que ha servido a la patria
Y al Estado, con la clara visión
de su conciencia.
Ahora, transido por la fiebre
y por el hambre, muertas sus ilusiones
vivos sus desengaños, mira con ojo torvo
su mísera pelambre, y piensa en la ironía
de los años.
El perro se adormece
bajo la palma enhiesta. Dos lágrimas de plata
le ruedan de los ojos
y piensa, en el soponcio de la siesta,
“La vida es una colcha
de despojos, más triste y lacerante
cuanto más se recuerda.
Mejor dormir. ¡La vida es una mierda!”
¡Y llora el perro!
MARLENE a mi amada esposa Marlene Enith Rico de Tolosa.
Para cantarte a ti, esposa mía,
mi corazón se vuelve campanario; y en su arco lumínico un canario desgrana su libérrima armonía.
Han pasado los tiempos ideales
cuando éramos dos almas soñadoras Tú la flauta de cántigas sonoras Yo, la abeja libando tus panales.
Ahora estamos viejos y provectos el tiempo nos marcó con su saeta
yo sigo siendo amante y buen poeta y tu siempre colmándome de afectos.
Atrás quedaron los dorados días
de sueños, esperanzas y desvelos, no fueron realidad nuestros anhelos, fueron ciertas, por ti, mis fantasías.
Para cantarte a ti, esposa mía,
mi corazón se vuelve campanario y es su arco de luz, escapulario
de tu imagen de rosa y ambrosia
Recibe alborozada esta plegaria
que me brota del alma en un torrente de luz que irradia tu nimbana frente
con la casta pureza de tu alma,