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Almogaren 38, 2006

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Revista del Instituto Superiro de Teología de las Islas Canarias. Gran Canaria Almogaren 38, Junio 2006

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REVISTA DEL INSTITUTO SUPERIOR DE TEOLOGÍA DE LAS ISLAS CANARIAS (SEDE GRAN CANARIA)

JUNIO 2006 • N° 38

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XI Jornadas Historia de la Iglesia

REVISIÓN HISTORIOGRÁFICA DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA EN CANARIAS.

ESTADO DE LA CUESTIÓN

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ALMOGAREN Revista del Instituto Superior de Teología

de las Islas Canarias (Sede Gran Canaria)

NÚMERO 38

JUNIO 2006

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Edita: Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (Sede Gran Canaria)

Director: José Luis Guerra de Armas

Secretaría: Elías Zait León

Consejo de Redacción: José Alonso Morales

José Manuel Castro Cavero

Luis María Guerra Suárez

José Lavandera López

Mariola López Villanueva

Administración: Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (Sede Gran Canaria)

Campus Universitario de Tafira

35017 Las Palmas de Gran Canaria

Tlfs: 928 45 29 46 - 928 45 45 94

Fax: 928 45 29 47

E-mail: almogarensecretaria@yahoo .es

Diseño cubierta: Elías Zait León

Javier Alzugaray García

Imprime: Gráficas JUMA

el Arguineguín, 3 l.

Urb. Lomo Blanco. Las Torres.

35010 Las Palmas de Gran Canaria.

ISSN: 1695-2669

Dep. Legal: G.C. 451- 1988

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SUMARIO

PRESENTACIÓN............................................................................................. 7

La labor de la Iglesia en la redención de cautivos canarios en Berbería

por LUIS ALBERTO ANAYA HERNÁNDEZ................................................ 9

Aspectos institucionales y socioeconómicos de la iglesia en Canarias en la edad

moderna. Estados de la cuestión por VICENTE J. SUÁREZ GRIMÓN ......... 3 5

La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el antiguo régimen. Ensayo de sín-

tesis por SANTIAGO DE LUXÁN MELÉNDEZ ................................................. 71

Aproximación a la historia contemporánea de la diócesis de Canarias. El tránsi-

to al siglo XX por JOSÉ MIGUEL BARRETO ROMANO................................. 131

Historiografia y fuentes sobre la creación de la diócesis de San Cristóbal de La

Laguna por MIGUEL ÁNGEL NAVARRO MEDEROS ..................................... 191

Visión historiográfica de la arquitectura religiosa. Diócesis de Canarias por

JUAN SEBASTIÁN LÓPEZ GARCÍA.................................................................. 213

La historia por escribir de lo olvidado y el presente por DANIEL BARRETO

GONZÁLEZ ............................................................................................................... 235

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PRESENTACIÓN

PRESENTACIÓN

Contar la Historia es siempre un acto de interpretación, que a la postre, es variable en cada tiempo y para cada historiador.

Por ello el manejo de las fuentes, el contar con ellas y poder tener siempre acceso directo a las mismas debe ser un recurso fundamental.

Este número de ALMOGAREN tiene ese propósito, es decir, plantear a esta altura de la investigación con que textos y autores se cuenta para poder hacer y escribir con rigor científico una Historia de la Iglesia en Canarias.

Es un reto, ya que por descuido o por omisión no se ha podido hacer una elaboración secuenciada por temas o por épocas, y hasta el presente nos ha llegado pequeñas obras, alguna de gran valor y por el otro algunos textos de algún autor que sin las herramientas adecuadas pretende escribir una obra de la consideración que merece nuestro pasa­do, tal como señala uno de los investigadores del presente número.

La Historia de la Iglesia en Canarias, es objeto de estudio y de análisis, no sólo desde el pasado remoto, en el período anterior y poste­rior a la empresa conquistadora, sino que nos preocupa también el pro­blema del siglo XX, con todas sus variables, pues somos conscientes

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PRESENTACIÓN

que la Iglesia en alguna medida jugó un papel fundamental en hechos tan importantes como la división en dos diócesis, el Movimiento Sindicalista y obrero, los obispos, la pobreza y el ejercicio de la cari­dad cristiana, la llegada del Concilio Vaticano IL el tránsito a la demo­cracia ... Todos estos temas tienen que ser abordados en profundidad y con seriedad metodológica, por ello le damos un gran valor a la presen­te edición, entre otras razones porque en sus páginas aparece, sin lugar a dudas, las referencias bibliográficas del momento y otras fuentes hasta ahora no mencionadas.

Este esfuerzo que en conjunto se está haciendo, sin lugar a dudas que provocará en el futuro una redacción elaborada de Historia de la Iglesia en Canarias. Deseamos amigo lector que te sientas interesado por esto que narramos.

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Luis Alberto Anaya Hemández: La labor de la Iglesia en la redención de cautivos canarios en Berbería

La labor de la Iglesia en la redención de cautivos canarios en Berbería

Dr. D. Luis Alberto Anaya Hernández Profesor Historia de Canarias ULPGC

Desde mediados del siglo XV, los Señores de Lanzarote y Fuerteventura comenzaron a saquear las costas vecinas africanas, mientras continuaban con sus ataques a las islas no conquistadas buscando el botín material y sobre todo humano que estas tierras les brindaban. Tras la conquis­ta del archipiélago intensificarán las cabalgadas contra Berbería acompañados en esta tarea no sólo por algunos de sus vasallos, sino por los habitantes de las islas de realengo que se sumarán con entusiasmo a esta lucrativa tarea que se prolongará hasta la última década del siglo XVI. Los berberiscos capturados que tenían medios eran rescatados por ganado, ámbar y sobre todo esclavos negros destinados en gran parte a las plantaciones azucareras. Los menos pudientes eran esclavizados y empleados en distintos trabajos: pastores, agri­cultores, almocrebes, etc., tareas que muchos compaginaban con la participa­ción como adalides, lenguas e incluso soldados en las cabalgadas y rescates en Berbería. No obstante, una parte de los instalados en las islas vendrían volun­tariamente, llamados según aseguraban por el Espíritu Santo, aunque más pro­bablemente huyendo de las condiciones climáticas del Sahara y de las razias canarias, por lo que tras bautizarse no eran esclavizados. Los moriscos cana­rios serían los únicos exceptuados de la expulsión de 1609, con lo que perma­necerían en las islas.

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A partir de 1569 las cañas se vuelven lanzas, cuando el corsario Calafat de Salé conquista Lanzarote y cautiva a 200 conejeros. A partir de esta fecha y hasta 1749 en que se produce el último ataque berberisco a Femés, las islas serán un objetivo preferente del corso magrebí1

• Lanzarote será ocupada en cuatro ocasiones, 1569, 1571, 1586 y 1618. Fuerteventura en 1593, y San Sebastián de La Gomera sería destruida en 1618. En estas invasiones unos 2.000 canarios serían llevados a Salé o Argel, aunque esta cifra no recoge ni de lejos el total de los que serían esclavizados por los ber­beriscos en golpes de mano en tierra y sobre todo en el mar, navegando entre islas o hacia Europa y pescando en el banco canario-sahariano. Las dos órdenes religiosas liberarán desde 15 86 hasta 17 69 a 805 canarios en sesenta redenciones, de los cuales únicamente una treintena habían sido apresados en las invasiones. Pero sin duda muchos más serían rescatados por sus familias, de lo que quedan abundantes huellas en la documentación isleña. No obstante, el número de los fallecidos en las ciudades magrebíes sería muy superior, de los cuales algunos morirían en su fe y otros en la islá­mica, tras haber renegado. Como ejemplo de la elevada mortalidad entre los cautivos, podríamos exponer lo sucedido a los lanzaroteños esclavizados en la invasión de 1618.

El 1 de mayo de este año, una escuadra argelina de 28 navíos coman­dados por el célebre renegado Tabac Arráez, anclaba en el puerto de Arrecife, desembarcando cinco mil soldados dirigidos por Mustafá Arráez. Tras ocu­par rápidamente Teguise se dedicaron a saquear la isla y capturar a sus habi­tantes. Una parte de ellos consiguió huir a Gran Canaria, Tenerife e incluso La Madera, mientras que otros 600 se refugiaron en la Cueva de los Verdes, tradicional lugar de asilo en caso de invasión pues era muy difícil de ocupar. Sin embargo, debido a una traición, en esta ocasión consiguieron penetrar en la cueva y apoderarse de los refugiados, que unidos a los capturados en otras partes totalizaron unos 900 cautivos, casi la mitad de su población. La mayo­ría eran mujeres y niños, pues los hombres habían formado cuadrillas que hostigaban a los invasores. A su regreso, la flota berberisca ocupó e incendió el 20 de mayo San Sebastián de La Gomera, apresando algunos de sus habi­tantes. Debió dirigirse a algún puerto marroquí, pues hasta el seis de julio no

ANAYA HERNÁNDEZ, L.A., "El corso magrebí y Canarias. El último ataque berberisco a las islas : la incursión a Lanzarote de 1749". Ponencia inaugural de la Sección de Historia de las X Jornadas de Estudio de Lanzarote y Fuerteventura. Lanzarote, 200 l.

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intentó atravesar el Estrecho, donde una flota española dirigida por el almi­rante Vidazabal y apoyada por nueve navíos holandeses destruyó diez de los barcos enemigos y liberó unos 200 conejeros. Un redentor que estaba en Argel, explicó como había visto entrar el 12 de julio cinco navíos con unos 500 cautivos en su mayoría mujeres y niños. No llegaron desde luego en un buen momento, pues el 21 una armada holandesa bombardeó la ciudad des­truyendo casas y barcos. Por si fuera poco, se produjo además una epidemia de peste que provocó al menos catorce muertes entre los lanzaroteños, aun­que la cifra fue sin duda superior, pues son datos espigados en documentos de distinto tipo. Únicamente veinticinco serían liberados por los redentores, y en los protocolos notariales aparecen gestiones familiares para rescatar a otros 121, aunque no sabemos si fructificaron. Otros trece aparecen mencio­nados en la documentación inquisitorial como estantes en las islas. Pero en cambio, sabemos que 107 renegaron en Argel, lo que no significa que estén todos los que apostataron. Es decir, que de los al menos 500 que llegaron a Argel, nos consta que retornaron treinta y ocho, más un número indetermi­nado de los 121 que antes señalamos. El resto o al menos la mayoría, perma­necerían hasta su muerte en esta ciudad magrebí. Hay que tener en cuenta que además la mortalidad era muy elevada entre los cautivos por motivos lógicos: epidemias, hambrunas, mala alimentación, trabajos excesivos, malos tratos, etc. La peste, por ejemplo, parece haber sido mucho más frecuente que en Europa. En Argel, sabemos que las hubo al menos en 1556 con unas 35.000 víctimas2

• Se reiteraron en 1618, 1622, 1647-1648. Esta última pro­vocó el fallecimiento de un 10% de su población mientras que en la de 1654 murió un tercio. La de 1662 eliminó a unos 10.000 de los 25.000 cautivos, y continuaron en 1671, 1680, 1687-1688, etc3

En Marruecos sabemos que entre 1613-1635 se produjeron hambrunas y epidemias y éstas se reiteraron en 1651-1652, y 1661-1662. En un año la plaga mató a uno de cada cuatro cautivos franceses4

• En los libros de defun­ción de algunas ciudades marroquíes donde los franciscanos anotaban las de los españoles, figuran entre 1693 y 1703, 268, de los cuales 27 eran canarios. Rumeu de Armas precisa que entre 1688 hasta 1755, pero sobre todo entre la primera cifra y la primera década del siglo XVIII murieron en este país 170

2 Archivo General de Simancas, Guerra Antigua, leg. 62, f. 96.

3 WOLF, J.B., The Barbary coast. Algeria under the turks. Norton, U. S.A., 1979, págs. 98-99.

4 MILTON, G., White gold. Hodder-Stoughton, London, 2004, p. 194-199.

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esclavos canarios5, mientras que de 263 cautivos angloamericanos fallecieron

53 entre 1714-1719, un 20% en cinco años6•

Las redenciones mercedarias y trinitarias

Las dos órdenes encargadas de las redenciones eran La Santísima Trinidad y Nuestra Señora de La Merced. La primera fue fundada por el fran­cés Juan de Mata y autorizada por una bula de Inocencio III en 1198, mientras que La Merced lo fue por el barcelonés San Perdro Nolasco en 1218 y confir­mada por Roma en 1235. Ambas tenían como principal función "rescatar a los cristianos retenidos en esclavitud por los paganos". En los países centroeuro­peos especialmente, Polonia y Austro-Hungría, las redenciones se llevaban a cabo entre tártaros y turcos, mientras que en los mediterráneos sus esfuerzos se dirigían a los países norteafricanos, aunque en la Península Ibérica actuaron también entre los reinos musulmanes hasta su desaparición7

La mecánica de las redenciones sufrirá pocas variaciones a lo largo de la historia moderna. Obtenida la preceptiva licencia del Consejo de Castilla y pro­mulgado el decreto autorizándola y disponiendo las condiciones, se publicaba un edicto de la orden que la realizaba, para incrementar mediante limosnas y adjutorios el dinero disponible. Además, era obligatorio el pasaporte del país a donde se dirigía estableciendo las reglas de juego. El viaje por tierra desde Madrid se realizaba vía Gibraltar en el caso marroquí o por Cartagena en los restantes, bajo la custodia de una escolta armada puesto que llevaban impor­tantes cantidades de dinero y mercancías. El sistema funcionó correctamente, puesto que únicamente nos consta el robo de 38.596 reales de vellón a un tri­nitario provenientes de las donaciones de Córdoba8

; además, parece que los ladrones fueron apresados y una gran parte del dinero recuperado9 En otra oca­sión intentaron asaltar la caravana de la redención en Murcia, pero no lo con­siguieron10. El viaje por mar también tenía sus peligros a pesar del salvocon-

5 RUMEU DE ARMAS. A., Canarias y el Atlántico. T. 111-1" parte, p. 241, n. 16.

6 COLLEY, L., Captives. Pimlico, Great Britain, 2002, p. 55

7 PORRES, ALONSO, B., Libertad a los cautivos. Secretariado Trinitario, Córdoba-Salamanca 1997, T. I., págs. 101-103. Millán Rubio, fray J., "La Orden de Nuestra Señora de La Merced. redentora de cau­tivos"'. Memoriae Ecclesiae, XI. Asociación de los archiveros de la Iglesia en España.

8 A.H.N., Códice 140B, f. 11 v.

9 PORRES ALONSO, B., Op. cit., t. I, p. 382, n. 48.

10 BAUER LANDAUER, I., Relaciones de Ajrica. Editorial Ibero-Africano-Americana, t .. IV, págs. 118-124, Madrid, 1923.

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dueto musulmán: la redención trinitaria de 1650 en Argel fracasó, porque un navío de este origen apresó en Ibiza al de los redentores y les robó los 240.000 reales de plata que llevaban junto con el resto de la impedimenta. Al parecer, el saqueo se produjo en contra de la voluntad del arráez, de nombre Rainot, que no pudo impedirlo. No obstante, tampoco les reportó el latrocinio beneficio alguno a los corsarios, puesto que su navío naufragó a 25 leguas de Argel, muriendo todos salvo cuatro. Tres de ellos fueron apresados y ejecutados públi­camente por el Bajá y Diván, aunque el arráez logró huir. Las autoridades ofre­cieron toda clase de excusas a las españolas, así como garantías en el futuro, pero no devolvieron el dinero. Para más desgracia, el celo de los frailes les llevó a contratar un navío para informar personalmente en Argel de lo sucedi­do, que asimismo naufragó, pereciendo todosll. También en la redención de 1668-1669 en Tetuán, tres navíos turcos atacaron a otros españoles que lleva­ban a los trinitarios 85.000 reales y "otra mucha ha<;ienda de moros y judíos desta <;iudad", matando a quince soldados y capturando a otros, además de a un redentor. Los trinitarios acudieron al alcaide que embargó un navío argeli­no que estaba en aquel puerto, mientras que el rey marroquí ordenó la confis­cación de todos los bienes de esta regencia en el país12

• Ignoramos el resultado de estas medidas, pero sin embargo, para el conjunto de las redenciones los tres incidentes narrados no son significativos. Es cierto, que los primeros interesa­dos en que no se produjeran estos hechos eran los propios berberiscos, pues la reiteración de los mismos podía suponer el fin de los rescates y del negocio.

Una vez en Berbería, sus autoridades contabilizaban la plata para cobrar el impuesto preceptivo. En el XVIII en Argel era el 3%, y el Gobernante lo tomaba directamente junto con el coste estimado de los cautivos forzosos, como sucede en 1724, cuando apartó cinco cajones de plata por estos concep­tos enviando el resto a la Casa de la Limosna, residencia de los redentores 13

En muchas expediciones especialmente en las de Marruecos, se llevaban tam­bién mercancías para venderlas, incrementando de esta manera sus ingresos y las posibilidades de redimir, amén de que resultaban menos gravosas al no basarse sólo en plata. Aunque distintos autores, como Torreblanca Roldán u otros, siguiendo la introducción de la obra de García Navarro, afirman que a partir de 1608 el Consejo de Castilla autorizó la saca de moneda y prohibió las

11 PORRES ALONSO, B., Op. cit., págs. 366-370.

12 A.H.N., 152B, fols. 88v-98.

13 B.N., Ms. 3589, f. 54 v. En cambio, en el XVII, parece haber sido un 5%.

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mercancías excepto las de los regalos, no parece cierto a tenor de lo que escri­be Friedman y por los casos que expondremos14

• Esta autora explica que, en 1609, el Consejo acordó que llevaran dinero para los rescates y no mercancí­as, aunque exceptuó algunas de gran demanda en Berbería, dejando su elec­ción al criterio de los redentores. El motivo de esta decisión es que se consi­deraba que su adquisición y transporte era engorroso y que los religiosos no eran buenos mercaderes y no obtenían suficientes beneficios15

• Las dos últi­mas afirmaciones no responden a la realidad, a tenor de los ejemplos siguien­tes. El General trinitario descalzo afirma que, en la redención de 1625 en Tetuán, se transportaron 30.000 reales en bonetes y tabaco, por los que se obtuvieron 23.500 de ganancia16

• En las de 1648, llevan paños de Segovia, pal­milla de Baeza y otros tejidos, bonetes, cochinilla y joyas. Los paños se com­praron a 4.990 reales y se vendieron a 11.680 a más del doble, las doce arro­bas de cochinilla importaron 14.844 y su venta supuso 26.280 reales. El máxi­mo provecho lo obtuvieron con las seis joyas que se enajenaron a 19.470 rea­les, mientras que costaron únicamente 4.870. Como podemos constatar los beneficios eran elevados pues suponían generalmente el doble de su valor en Castilla, mientras que en el caso de las joyas lo cuadriplican. Claro, que no siempre era factible obtener estos márgenes por distintas circunstancias, como los accidentes: en la misma redención se tuvieron que desprender de los bone­tes a la mitad o a la cuarta parte de su valor porque se estropearon los cajones donde eran transportados17

• En cambio, en la de 1654 se venden los que se compraron a 3.520 reales en Toledo a 8.400, mientras que las treinta arrobas de cochinilla lo fueron a 100 reales la arroba y en la anterior redención a ochenta18

• Otros productos que aparecen en la documentación son hilo de oro y géneros indianos: perlas, jengibre, tabaco, etc. Como vemos, la liberación de los cautivos contribuía a la prosperidad del comercio y al de algunos sectores de la artesanía española aunque fuera de manera limitada, lo que de alguna

14 TORREBLANCA ROLDÁN, Ma D., La redención de cautivos en la diócesis de Málaga durante los tiempos modernos. Universidad de Málaga, 2004 (tesis doctoral inédita). GARCÍA NAVARRO, M., Redenciones de cautivos en África (1723-1725), p. 19, Madrid, 1946.

15 FRIEDMAN, E.G., Spanish captives in North Africa in the Early Modern Age. The University Wisconsin Press, p. 122, Athens, 1983 ..

16 Memorial del General de la Orden de los Descal¡;:os de la Santísima Trinidad, Redención de Cautivos contra el arbitrio dado por el Capitán Guillermo Garret...Academia de la Historia, t. CVI.

17 B.N., Ms. 3631, fols. 48-50 v.

18 A.H.N., Códice 1378, f. 33.

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forma paliaba la saca de numerario. No era infrecuente que se usaran las mer­cancías para complementar el dinero de los rescates, como sucede con el tiner­feño Antonio de Sanjuán, que es comprado en Tetuán en 1648 por 2.200 rea­les, cuatrocientos en moneda y el resto en doce docenas de bonetes; o con el grancanario Juan de Pineda, cuya libertad costó 2.100 reales, 600 en moneda y el resto en bonetes19

Tras instalarse en la vivienda que se les proporcionaba previo pago, la denominada Casa de la Limosna, los redentores esperaban la llamada de las autoridades para comenzar las negociaciones. Estas colocaban guardias, no sólo para proteger el dinero, sino también para impedir las exigencias a que eran sometidos los redentores, como sucede en 1587 cuando les ponen un jení­zaro ante la puerta por las molestias que les causaban otros turcos que les pedí­an comida y dinero continuamente20

• Generalmente iban dos por religión, acompañados del inevitable escribano que debía ir dando fe del desarrollo de la empresa, especialmente de los gastos, y que inscribiría a los cautivos libe­rados. Fray Gaspar de la Asunción, General de los trinitarios descalzos, esti­maba en 1632 que su salario era demasiado elevado y proponía como alterna­tiva el emplear uno de los presidios cercanos al lugar de la redención, que sal­dría más barato. Además, los critica porque iban únicamente guiados por el interés e insinúa que prevaricaban, pues añade que además del sueldo obtení­an "otro que esperan sacar mayor con sus inteligencias", lo que según explica tendrían que impedir los redentores "por el mal exemplo que a fieles, e infie­les se causa"21

, quizás posibles corruptelas para favorecer a determinados cau­tivos. En la recepción era preceptivo la entrega de regalos valiosos, general­mente joyas, aunque también tejidos preciosos o alimentos delicados: choco­late o dulces. En 1648 el alcaide de Tetuán recibe una esmeralda "del tamaño de un guevo entre unas cuatro garras de un león de oro" por valor de 1.400 rea­les; en la de 1724 el Dey de Argel una sortija para su mujer, dos para él y "otros diferentes jéneros"22

• Con frecuencia, tras las cortesías usuales surgían los problemas. Uno de ellos consistía en que los parientes de berberiscos cau­tivos en España presionaban al Diván para que no autorizara la salida de la redención hasta que los religiosos consiguieran su retomo, como sucede en

19 B.N., Ms. 3631.

20 A.H.N., Códice 122B, f. 233 v.

21 Academia de la Historia, Memoria del General de ... t. CVI, n°. 32.

22 B.N., Mss. 3631, f. 50 y 3589, f. 55.

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1627 cuando los familiares de Tabac Arráez (quizás el que invadió Lanzarote en 1618) reclamaron su libertad, pues había sido apresado por los cautivos cristianos de su navío que lo habían llevado a Menorca23

, aunque finalmente se consiguió la licencia para el regreso a cambio de un soborno de 2.400 rea­les. Asimismo, el Gobernador de Tetuán prohibió en 1668 la salida de los cau­tivos hasta que devolvieran a su padre una muchacha que había sido rescata­da en Gibraltar, pero que su amo se la había quedado para bautizarla. Además, surge un nuevo problema porque el Gobernador denuncia que diez marro­quíes que habían sido liberados eran empleados en las galeras, y solicita su entrega. Finalmente llegan a un acuerdo, dejando a un cautivo en rehenes por la muchacha mientras el Gobernador de Ceuta se compromete a liberar los diez galeotes24

• Las noticias que llegaban de España sobre malos tratos o san­ciones inquisitoriales a moros cautivos o moriscos provocaban reacciones hostiles, como sucede en Argel en 1675 cuando llegan cartas de diversos lugares de la Península, denunciando que les forzaban a renegar y que la Inquisición no les permitía enterrar a sus muertos a su usanza25

• Aunque los principales conflictos surgían porque a veces las autoridades no respetaban los términos del pasaporte y pretendían incluir el mayor número de esclavos suyos y de otros dignatarios como forzosos por unos precios abusivos. Por supuesto, los frailes tenían estrictas instrucciones al respecto que determina­ban a quién se podía redimir y el orden a seguir. En primer lugar se debía libe­rar a los cautivos para los que hubieran recibido adjutorios, que en el caso de que no se les encontrara o hubieran renegado se debía devolver, salvo que se hubiera dispuesto otra cosa. El resto se debía emplear en rescatar a naturales de los reinos de donde provenían las limosnas.prefiriendo en primer lugar a mujeres y niños "por haber más riesgos". Esta era la teoría, pero la práctica no siempre concordaba con ésta. En primer lugar, porque los propios reden­tores en ocasiones no se atenían a ellas en su afán por liberar la mayor parte de los esclavos posible, por lo que más que las instrucciones primaban otros considerandos como los precios o el inminente peligro de que renegara algún cautivo. Pero sobre todo las órdenes se desvirtuaban por la intervención de las autoridades, que intentaban que los frailes redimieran a todo tipo de esclavos y no a los que estaban obligados.

23 B.N., Ms. 3872.

24 A.H.N., Códice 142B.

25 BAUER LANDAUER, I., Relaciones, t. IV, págs. 70· 76.

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Los conocimientos geográficos de nuestros frailes eran más bien limi­tados, de ahí que en más de una ocasión incluyeran Lanzarote entre los terri­torios no castellanos, a pesar de que posteriormente rescataban a sus natura­les26. Asimismo, en la redención de 1640 en Tetuán es rescatado por orden del Consejo de Indias don Pedro Bravo de Acuña, hijo del "birrey de las Canarias" de igual nombre; independientemente de la inexistencia del cargo, no hemos encontrado ningún capitán general ni corregidor con tal apellido, aunque podría ser el materno27

A medida que las redenciones se institucionalizaron, los frailes intenta­ron evitar los posibles abusos de los gobernantes berberiscos pactando en los pasaportes o salvoconductos que expedían sus regímenes los pasos a seguir. En el XVIII, se especificaba en los mismos el número de cautivos forzosos que había que rescatar y sus precios, lo que sin embargo no implicaba que siempre se respetara el "pacta sunt servanda", pues dependía del talante del gobernan­te, del número de esclavos disponibles y de otras circunstancias. En la docu­mentación apreciamos como en este siglo, cuando el corso argelino está en decadencia, arrecian las quejas de los religiosos sobre la arbitrariedad de los deys. Tomemos como ejemplo la redención mercedaria de 1724 en ArgeF8

Según el pasaporte, los forzosos a comprar eran treinta y ocho, todos españo­les, que pertenecían a distintos personajes: seis al gobernador y otros dieciséis de su cocina y del baylique o prisión estatal a 2.150 reales cada uno. Los res­tantes pertenecían a los principales jefes militares, a los escribanos de palacio, al guardián del puerto, y hasta a los cocineros del Dey. No obstante, cuando los redentores pretenden atenerse a la letra del acuerdo, comienzan los proble­mas. De los seis de la golfa (sala del palacio), tres resultan ser extranjeros, un portugués, y para más inri, dos holandeses protestantes, y aunque los frailes intentaron que al menos se sustituyeran a estos últimos por dos católicos no pudieron, por lo que tuvieron que comprarlos a 10.400 reales nada menos, incluyendo siempre los 400 del impuesto de salida, denominado "de puertas". La siguiente "novedad" fue que en lugar de los ocho cautivos de la cocina se les entregaron once y entre ellos varios extranjeros, entre los cuales había de nuevo protestantes. A pesar de las protestas de los redentores que argumenta­ban que iba contra lo pactado, que sus caudales eran escasos y únicamente

26 A.H.N., Códice 126B, f. 14.

27 B.N., Ms. 6573.

28 B.N., Ms. 3589.

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para el rescate de los españoles, tuvieron de nuevo que aceptarlos a todos ante la intransigencia del gobernante, pagándolos en este caso a 5.570 reales cada uno. La diferencia de precios con los anteriores puede deberse a que los pri­meros fueron seleccionados entre menores de dieciocho años, incluso los hay de diez. En total liberaron a ocho españoles y once extranjeros, cuatro de ellos nórdicos protestantes. Podemos imaginar el enfado de los frailes, sobre todo ante esta última circunstancia, pues realmente no dejaba de ser paradójico que los mismos que demonizaban a los "luteranos" y los perseguían en su país, se vieran obligados a liberarlos en otro. Aunque también es cierto, que en ocasio­nes venían con mandas de algún patronato destinado a extranjeros, de los que no se menciona su credo29

• A continuación se trató del rescate de ocho inváli­dos del bailique pactados en el pasaporte y de nuevo se producen "innovacio­nes", pues el Gobernador a pesar de las consabidas protestas consigue vender­les dieciséis de los más ancianos; además, como uso y costumbre entre ellos había siete extranjeros. Las edades oscilaban entre los cincuenta y setenta años, y el precio consistió en 2.720 reales por persona. La empresa continuó en los mismos términos, incluyendo nuevos esclavos forzosos del entorno del Pachá, hasta totalizar un total de 153 esclavos de este tipo. Después, se proce­dió a rescatar a los de particulares que sumaron 122, menos que los anteriores y a un precio más bajo, pues cuarenta y siete se vendieron a menos de 2.000 reales, treinta y ocho entre 2. 000 y 3.000, y de los treinta y siete restantes tan sólo cuatro superan los 5.000 reales. Entre los aspectos a resaltar es de desta­car que siete son liberados por el derecho de puertas, 400 reales o poco más, lo que implica que habían comprado su libertad al margen de la Redención; en la de 1723, el Dey calculaba los adjutorios entregados en Argel por los propios cautivos en 30.000 o 40.000 reales30

Nueve de los rescatados eran soldados apresados en la pérdida de Orán para los que se traía el encargo de la Corona de liberarlos, lo que se ejecutó a razón de 3.000 reales cada uno. Además, otros siete de particulares fueron adquiridos a "personas de mayor estima<;;ión de esta república, a causa de no poderles faltar". El motivo de esta "atención", quizás esté relacionado con la apreciación que hacen los frailes de hallarse con poco caudal para liberar a los esclavos de particulares "por lo mui tiranizado que el gobernador se a portado

29 TORREBLANCA ROLDÁN, M". DOLORES, "Cautivos extranjeros en la Málaga moderna ".Los extranjeros en la España Moderna. Málaga, 2002, págs. 767-768.

30 GARCÍA NAVARRO, M., Redenciones de cautivos en A¡rica (1723-1725), p. 104, Madrid, 1946.

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con los del baño del vailique, pues la mayor parte del referido caudal se a que­dado su exa. con él, cosa que se an quexado mui amargamente los patrones que no pueden vender sus cautivos por esa zircunstanzia". Quizás los frailes inten­taron a través de este favor atemperar cualquier incidente que pudiera perjudi­car la redención, pues al menos conocemos dos casos, uno en Marruecos y otro en Argel, donde los dueños de esclavos ante la imposibilidad de vender­los por la codicia de las autoridades que impusieron los suyos, se sublevaron en una e intentaron matar al Dey en otra.

El total del coste de los cautivos ascendió a 943.370 reales, con el impuesto de puertas, de los cuales 603.200 correspondieron al Pachá. En rea­lidad, la mayor parte, los del baño del baylique, pertenecían teóricamente a la regencia. Otros 51.560 reales provenían de los esclavos forzosos de los allega­dos al poder, y el resto a particulares. En definitiva, las dos terceras partes de los ingresos por la venta de los esclavos fueron a parar al Dey, al tesoro públi­co y a los poderosos de Argel, y los particulares se beneficiaron únicamente de un tercio. Es cierto, que usualmente en las redenciones los beneficios de los poderosos no eran tan exagerados. El total de la redención, la data, supuso 990.467 reales, al añadirle los pequeños e innumerables gastos restantes resul­tando un déficit de 3.440 reales, lo que no resulta excesivo.

Cautivos y redentores

Las relaciones entre los cautivos, o al menos algunos de ellos y los redentores, no eran tan idílicas como pudiera parecer, y no solo como sería lógico entre los que veían frustrada sus esperanzas de libertad. Temprano nos comenta las apreciaciones de un trinitario en un manuscrito de 1670, donde explica que: "Antes de ser rescatados eran corderos, y rescatados se vuelven leones". Además establece distintas categorías peyorativas entre ellos: los 'jactanciosos", que presumían de un status en España que distaban de tener y hacían elevar los rescates3

\ los "bellacos", que si no lo eran cuando libres se volvían en el cautiverio, los "mentirosos" por sistema e "ingratos" una vez res­catados, etc. Al parecer, los soldados destacaban entre los poseedores de estas

31 Aunque quizás no entre exactamente en esta categoría, García Navarro explica el rescate infructuoso de

la mujer de un capitán y su familia, debido al elevado precio en que los habían tasado los argelinos. La

señora le espetó al fraile "juzgando con alguna vanidad y no mucha discreción, que no era crecido pre­

cio por una mujer como ella", a lo que el religioso le respondió galantemente: "que su merced valía

mucho, pero la redención no tenía tanto". GARCÍA NAVARRO, FR. M., Op. cit., págs. 106-107.

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"cualidades", pues un fraile afirmaba que algunos eran "demasiado imperti­nentes" y exigentes. Otro grupo "profesional" que sobresalía en este sentido, eran las prostitutas cautivadas en las galeras que llevaban a la tropa y que se caracterizaban por su ligereza de lengua y porque por sus "bocas infernales" proferían las mayores atrocidades.

Podemos imaginar las esperanzas que suscitaba la presencia de los redentores entre los pobres esclavos y los esfuerzos que harían para poder ser seleccionados. Un religioso cautivo nos describe su llegada a Argel "estando ya las murallas coronadas de cautivos, que con alaridos manifestavan su gozo". Estando ya en su alojamiento, les asaltaban con sus peticiones de liber­tad, explicando sus múltiples miserias "que son tales, que no es posible discer­nir la primera". Cuando consiguieron que se fueran y tras cerrar las puertas, algunos en su desesperación se ocultaron en las caballerizas debajo del estiér­col y otros incluso debajo de un montón de cal viva del que salieron quema­dos32. En un texto similar, un religioso rescatado, explica como el acoso de los cautivos era tal, que los guardias turcos no podían contenerlos y se entraban en su casa por las terrazas de las vecinas y hasta tal punto eran numerosos, que con su peso se cayó un corredor33. Algunos recurrían incluso a la intimidación, como cuatro jóvenes catalanes que amenazaron a los religiosos en Argel con apostatar si no los compraban, ante lo cual cedieron los frailes. La desespera­ción sería considerable entre los que quedaban excluidos de la libertad por su nacionalidad, como un castellano que fue recriminado por algunos aragoneses que le reprocharon el insultar a los frailes porque no tenía derecho a ser libe­rado, pues la redención se hacía con dinero de la Corona de Aragón34. Por su parte, un cautivo extranjero recriminó a los redentores, de una manera más sutil y apelando a argumentos religiosos:

"Partíos, padre, navegad contento, con los que lleváis libres, por ser de vuestra patria, que si la compra que de ellos avéis hecho, os adquiere nombre de piadoso, el rigor con que nos dejáis expuestos a la desesperación os le con­vertirá en el de cruel y de inhumano. Cristo a todos redimió universalmente, porque si hiciera como vos y vuestros compañeros ecepción de personas y res­cata del pecado a sólo los hebreos, no se si granjeara el título glorioso ... de

32 BAUER LANDAUER, I., Relaciones ... , t, IV, págs. 87-93.

33 BAUER LANDAUER, I., Relaciones ... , t. IV, págs. 69-76.

34 TEMPRANO, E., El mar maldito. Mondadori, Madrid, 1989, págs. 168-170.

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redemptores". Y concluye amenazando: "¿Qué imagináis que conseguisteis de esa elección apasionada? El apostatar nosotros del baptismo, más por el envi­dioso despecho de vuestro menosprecio que por sugestiones de el deleyte, a que los moros nos convidan"35

De ahí que veamos alusiones a actitudes hostiles de los protestantes, aunque también de los muchachos berberiscos hacia los redentores, como la que nos explica que aunque por lo general eran respetados "del pueblo y escla­vos hereges padecieron muchos ultrajes, escupiéndoles en el rostro y mesán­doles las barbas". Y continua narrando como en una ocasión iban unos religio­sos acompañados de dos niños turcos y fueron atacados por una tropa de cau­tivos herejes, que sin embargo tuvieron que huir porque los dos niños los defendieron con piedras36

• El autor de una relación de la redención de 1682 en Argel, explica que transcurrió bien en términos generales "Dexando los ultra­ges comunes del escupir, mesar las barbas, y apedrearles Morillos baladíes muchachos, y Cautivos heregesm7

• No obstante, parece que las autoridades sancionaban estos comportamientos, tal como expresa un religioso que descri­be el edificante ejemplo de un redentor, que habiendo sido abofeteado por un moro, fue defendido por un turco que quiso llevar al agresor ante el Diván, donde hubiera sido sancionado al menos con doscientos palos. Terció el reli­gioso a favor de su ofensor, ofreciendo la otra mejilla, ante lo cual "quedó corrido el Moro, edificado el Turco, y el Redemptor muy contento"38

• Por otra parte, también los que esperaban ser liberados pero no lo conseguían, expre­saban su lógico malestar, como el grancanario Tomás Báez de la Fuente, quién escribe en 1629 desde Argel a sus padres tras ser rechazada su solicitud de res­cate por los religiosos, que: "ellos vienen acá sino a llevar las bolsas llenas y ansí no se acuerdan de los que pasan trabagos"39

• La acusación es sin duda calumniosa, ya que generalmente los redentores gastaban todo el dinero que traían e incluso el que no aportaban, pues no era inusual pedir préstamos. Pero aún más, el cuarto voto permitía a los mercedarios quedarse en rehenes por algún cautivo cuando se agotaban los fondos, lo que sucedió en más de una

35 Citado por: TORREBLANCO ROLDÁN, M•. D., La redención de cautivos en la diócesis de Málaga durante los tiempos modernos. Universidad de Málaga, p. 235 (tesis inédita).

36 BAUER LANDAUER, I., Relaciones ... , t. IV, págs. 69-76.

37 BAUER LANDAUER, I., Relaciones ... , t. IV, págs. 120-124.

38 BAUER LANDAUER, I., Relaciónes ... , t. IV, págs. 87-93.

39 A.M.C., Inqui., leg. XXXVI-l.

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ocasión. En alguna bastó la mera proposición de ejercer esta potestad para conseguir su propósito, como acaece en la redención de Túnez de 1725, cuan­do el Bey y los principales moros y turcos "anduvieron tan cortesanos, y galantes" que rechazaron la propuesta y se conformaron con que se firmaran obligaciones de pago40

• También es cierto que sabían que cobrarían, pues en caso contrario no habría más rescates. Pero la desesperación de los cautivos excluidos de la redención es comprensible, y no sucede únicamente con los más humildes. Don Baltasar de Villalba, antiguo gobernador de Mazalquivir, vio frustrado su rescate porque al parecer los argelinos exigían a cambio una cantidad desmesurada pues creían que si le liberaban perderían de nuevo aque­lla plaza, pero el cautivo "ofuscado de sus deseos" escribió cartas "bien acres" a la Corona quejándose de los redentores41

• Algunos en su frustración, recurrí­an a medios más drásticos, como el manchego que vio truncada su liberación en Argel porque su patrón pensaba que era un hombre acomodado y exigió 88.000 reales por su persona. Ante la imposibilidad de salir de su esclavitud, el cautivo mató a su dueño y le robó su dinero, huyendo a continuación. El cri­men no fue descubierto hasta tres días después, provocando el malestar ciuda­dano y muchas molestias a los redentores pues les acusaron injustamente de tenerlo escondido42

• En la redención de 1682, unos cautivos cristianos rompie­ron dos paredes de la casa donde se alojaban los frailes y robaron un cajón con 25.000 reales. Todos fueron capturados menos uno, que logró huir con los 5.000 que no se encontraron43

Claro, que también los religiosos o al menos algunos, no destacaban preci­samente por su discreción, como un fray Jerónimo de Ortega, que ''trató con rigu­rosa acrimonia" a un soldado porque no había tenido un buen comportamiento en la rendición de Orán. O el discurso que espetó García Navarro a una multitud a los que se veía imposibilitado de liberar por las excesivas exigencias económicas del Dey: "empecé a reprehenderles y afearles su licencioso modo de vivir; pues no per­mitiría Dios tales violencias y tiranías sino ubiera entre ellos muchos malos cristia­nos"44. Es de imaginar el sentimiento de muchos de los cautivos hacia los merce­daríos, que además de ver frustrada su libertad, les inculpaban de su desgracia.

40 BAUER LANDAUER, I., Relaciones ... , t. IV, págs. 331-340.

41 GARCÍA NAVARRO, FR. M., Op. cit., p. 105.

42 BAUER LANDAUER, I., Relaciones ... , t. IV, págs. 69-76.

43 BAUER LANDAUER, I., Relaciones ... , t. IV, págs. 118-124.

44 GARCÍA NAVARRO, FR. M., Op. cit. págs. 92 y 102.

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También se producían disensiones entre aquellos, divididos por sus res­pectivos credos: protestantes, católicos y ortodoxos. D' Aranda nos describe una áspera trifulca entre rusos, españoles e italianos, motivada porque éstos los insultaron denominándoles "perros heréticos, salvajes y enemigos de dios", a la vez que los agredían con el consentimiento del guardián del baño, pues los ber­beriscos alentaban estas contiendas para dividirlos. Además también se produ­cían por motivos políticos, como la que tiene lugar entre portugueses y españo­les en 1641, a causa del comienzo de la guerra de emancipación lusitana45

Las críticas a la obra redentora

La obra redentora tenía también sus detractores. No por la benemérita labor de estos religiosos en sí, sino por las ingentes cantidades de dinero que implicaba. Feijoo reproduce un texto bien significativo al respecto:

"Opinión fue, y aun de quién la podía dar por ley, si no fuese contra la Cristiandad, que no se redimiese nadie, porque cesando el interés de la redención no se cautivarían tantos. Pero como sea una de las siete obras de misericordia, es tan buena la redención como es mala la cautividad. Asimismo, fuera de que no habría tantos cosarios ni tantos cautivos, no daríamos nuestros dineros a nues­tros enemigos. No renegarían los que reniegan, que es lo peor de todo"46

Aunque también se critica la política norteafricana de la monarquía, pues algunos autores preconizaban la conquista de las bases corsarias como forma de evitar la salida de dinero que fortalecía a los berberiscos. En palabras de Martínez del Villar:

"Después desto redime V. Mag. conquistando a Argel y Bugía un las­timoso tributo, que de muy grande cantidad en efecto le paga cada año España so color de redimir cautivos, y además de pagar tributos de tanta nota, es traer a España e a toda la Cristiandad las nefandas costumbres que les enseñan en Argel, y tanto cuando por nuestros pecados acá"47

• Como vemos no se argumentan únicamente motivos económicos, sino que se insinúa que los cautivos al retornar difunden las prácticas homosexuales que supuesta­mente aprendieron en Berbería.

45 Citado en DAVIS, R.C., Christian Slaves, Muslim Masters. Palgrave Macmillan, Londres, 2003, págs. 112-113.

46 FEIJOO, R., Corsarios berberiscos. Barcelona, 2003. p. 149.

47 En: BUNES IBARRA, M.A., La imagen de los musulmanes y del norte de Ajrica en la España de los siglos XVI y XVII. C.S.I.C., Madrid, 1989, p. 181.

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Conocemos un temprano ejemplo de esta polémica en Canarias, a través de la autodelación de Francisco López ante el inquisidor Padilla en la visita de 1532 a La Palma. López explicó, que en una discusión acerca del dinero que salía de Castilla para estos fines que evaluaba en 100.000 ducados, razonó que si se prohibieran las redenciones durante tres o cuatro años, los corsarios deja­rían de capturar cristianos. El inquisidor se limitó a reprenderlo manifestándo­le que: "no cure de hablar tan largo de aquí en adelante"48

En la época del arbitrismo no podía faltar una opinión al respecto, qui­zás la que originó la polémica más conocida. La protagonizó el capitán Guillermo Garret, en torno a 1632, a través de una memoria en la que sostenía que los 100.000 ducados anuales en los que calculaba las redenciones constitu­ían de facto un aliciente para el corso. En su lugar preconizaba el empleo de ese dinero en la creación de una escuadra de seis navíos, que además de servir como escuela de pilotos y marinos, proporcionara con sus ataques a los barcos y costas berberiscas los cautivos necesarios para canjearlos por cristianos. La armada estaría bajo control de las dos órdenes redentoras, que aplicarían el dinero de los rescates a su mantenimiento, controlando su funcionamiento.

El escrito motivaría la lógica y pronta contestación del General de los tri­nitarios descalzos, fray Gabriel de la Asunción, oponiéndose vehementemente al proyecto49

• A través de seis puntos, en los que emplea profusamente textos de los santos padres y de los papas, desgrana su respuesta, no sin antes efectuar una crítica feroz de los arbitristas. Los tacha de "sobrados y ociosos, faltos de conciencia, y llenos de fantasías que derraman por momentos en gran daño y perjuizio del tiempo necesario q. gastan a los ministros de su Majestad, hasta que averiguan la poca sustancia y subsistencia de lo que les proponen con superficial utilidad de la causa pública, y de la del Príncipe". En su exposición, explica como las dos órdenes redentoras fueron creadas para esta función, y cambiarlas de la misma para dedicarlos a tareas militares significaría abdicar de los fines para los que profesaron "con que tendrían acción a volverse al siglo, y dexar el hábito de Religiosos". Señala que la función de estos frailes no era "presidir y gobernar escuadras", pues en un segundo memorial el Capitán Garret había planificado el papel de los redentores en la misma, alternando las dos religiones el mando o bien teniendo cada uno la suya. Además, el contacto

48 A.M.C., Inqui., leg. CLVI-1.

49 Memorial del General de la Orden de los Descal9os de la Santísima Trinidad, Redención de Cautivos contra el arbitrio dado por el Capitán Guillermo Garret...Academia de la Historia, t. CVI.

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con la tropa no sería aconsejable, "pues soldados y marineros, son la gente más estragada y derrotada que tiene la República". Explica también, que su papel no consistía únicamente en redimir a los cautivos, sino también consolar espi­ritual y materialmente a los que se quedaban animándolos para que resistieran sin apostatar, lo que muchos harían al verse sin posibilidad de alcanzar la liber­tad. Advierte también, y seguramente de forma nada inocente, que el empleo del dinero destinado a los rescates en la formación de la escuadra podría traer grandes desgracias a los gobernantes que lo permitieran, señalando varios casos en los que así sucedió. Entre ellos el del rey don Sebastián, reciente en el tiempo, que por apropiarse de los caudales destinados a una redención para su ejercito a pesar de la advertencia de los trinitarios, murió en la derrota de Alcazarquivir. Insiste en las consecuencias negativas que tendría este proyecto en una clara advertencia a los gobiernos, pues Dios y la Virgen darían o pedi­rían "castigo exemplar contra todos los que en esto interviniesen en hecho o consejo". El cambio de uso de los fondos redentores no puede autorizarlo ni siquiera el Papa, excepto que existiera una causa legítima, lo que obviamente no es el caso. Tampoco el Rey puede hacerlo con los dineros de patronatos y dotaciones eclesiásticas y legas. Niega que el coste de las redenciones sea de 100.000 ducados, pues no llegan a 20.000, y respecto a que los berberiscos obli­gan a liberar únicamente a viejos y tullidos, lo rebate explicando que por cada veinte de ellos hay ochenta o noventa niños y mozos. Respecto a la crítica por la salida de dinero que permite a los moros armar nuevas fustas y seguir con sus ataques, contesta que además de ser común a todos los rescates, más dinero sale con el comercio a Berbería. Razona, que aunque acabasen las redenciones, no por ello cesaría el cautiverio de los cristianos pues nadie podría impedir que sus familiares intentaran liberarlos con su dinero, o peor aún con limosnas que irían en detrimento del mantenimiento de la escuadra. Además, aún sin rescates, seguirían los apresamientos de cristianos para hacerlos trabajar como esclavos o para venderlos en Turquía, y aún peor, matarían a los que no les fueran útiles, tesis que se empleaba con asiduidad:

"es certissimo que los Moros dieran muerte a los cautivos, que no fueran a propósito para su servicio y para el trabajo, y es infalible que los más principales Caballeros, y los que se criaron en regalo, que perecieran los primeros"50

50 BUNES IBARRA, M.A., Op. cit., p. 182.

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También critica la operatividad de la proyectada armada, que según Garret ahorraría la guarda terrestre en las costas, señalando como en Valencia doce años atrás se suprimieron y con el dinero de su coste se construyeron cua­tro galeras, que no pudieron impedir los ataques corsarios por lo que se resta­bleció la situación anterior. En el último punto, el sexto, entra en los ataques que hace a las redenciones aceptando implícitamente algunos y sugiriendo, él también, "arbitrios". En primer término, aborda el problema de los abusos de los berberiscos que no guardan lo pactado, y propone como remedio suprimir las redenciones en Argel, que es donde más se producían. En su lugar, se debía acudir a los mercados usuales y a otros nuevos, como Salé a través de La Mámora, con los que los argelinos cambiarían de actitud. La segunda crítica se refería a que los berberiscos forzaban a que se compraran fundamentalmen­te ancianos e impedidos así como bienvenidos y cautivos cortados, mientras que los muchachos, niños y mujeres quedaban esclavizados y expuestos a renegar. Para obviar estos inconvenientes propone que no se lleven fondos a los lugares donde rescatan, sino que los dejen en los presidios africanos cerca­nos. Un fraile pasaría a negociar con los berberiscos, y una vez concordados, se intercambiarían en el puerto español los cautivos por el dinero, tal como se realizó en la redención de 1625 en Tetuán. Niega que la mayoría sean ancianos o impedidos, y apela al testimonio ocular de los españoles que los ven en las procesiones que se realizan al retorno. Respecto a los cortados, es decir aque­llos cautivos que ajustan un precio elevado con sus amos a cambio de un mejor trato, es partidario de no rescatarlos pues alega que obligan a sus parientes a empeñarse y pedir limosna para enviarles una parte del rescate, que además no entregan en su totalidad a los redentores. La mala opinión sobre esta modali­dad de rescate la compartían otros muchos, pues como se explica en una rela­ción de la redención de 1686, donde tras exponer como los religiosos tuvieron que responsabilizarse de liberar a una hija del regente de la Audiencia de Mallorca por una crecida suma, afirma que causan mucho daño los que se cor­tan pues en muchas ocasiones no se les puede liberar por su elevado coste, y si se hace, es en detrimento de otros muchos pobres que se podrían haber res­catado con aquel dinero51

• Con los bienvenidos, los soldados que huyen de la miseria de los presidios a tierras berberiscas para posteriormente ser rescata­dos y retornar a España, también piensa que no se debían liberar, lo que impe­diría en el futuro las deserciones. Niega que los adjutorios se empleen en otras

51 BAUER LANDAUER, I., Relaciones ... , t. IV, págs. 153-161.

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personas que en los designados, y advierte que las limosnas que catedrales y cofradías entregan a los parientes de los cautivos debían darse directamente a los redentores, pues sucede que les señalan "cuatrocientos, o seiscientos duca­dos, y dar los parientes al Redentor ciento, y quedarse lo demás". Por último, rechaza que los gastos ajenos a los rescates sean elevados, pues afirma que no llegan ni a la décima parte de lo que presupone Garret, para lo que se remite a los libros donde se inscriben.

Otro escrito a favor de las redenciones, obra de un mercedario, lleva por título: "Discurso cristiano y político sobre la redención de cautivos"52

• Es la contestación a una propuesta en la línea de Garret, con argumentos similares, aunque además expone que las redenciones tienen como consecuencia el que los soldados peleen con menor ahínco al saber que pueden ser rescatados, y pone como ejemplo que Roma no liberó por esa causa a sus prisioneros de Cannas. La respuesta utiliza razonamientos similares a los de fray Gabriel, replicando a la afirmación anterior con el argumento que si los soldados no pudieran ser liberados nadie querría ejercer la profesión. Critica la construc­ción de la flota, pues afirma que su mantenimiento anual ascendería a 100.000 ducados y que además las limosnas disminuirían, puesto que lo que mueve a la piedad a los fieles son principalmente las procesiones de los cautivos, que desaparecerían. Por último mantiene que las dos ideas no son incompatibles, puesto que es tarea de los monarcas no sólo liberar cautivos, sino también ase­gurar los caminos, mares y costas, para que no peligraran sus vasallos. La indignación que la propuesta de Garret suscitó entre los redentores y sus par­tidarios siguió provocando réplicas en la siguiente centuria, aunque también indica que sus opositores continuaron esgrimiendo los argumentos del citado arbitrista, como lo demuestra el que el Capitán General de Cataluña reiterara a Ensenada la propuesta de suprimir los rescates y con ese dinero construir una flota53

• También a nivel popular debió discutirse esta cuestión, pues hasta el humor se hizo eco de la misma, como lo demuestra el siguiente chiste, crítico con la obra redentora. Expone el autor que un caballero que era tan aficiona­do a turcos y moros que dio ocasión a muchos a pensar que tenía algo de aque­lla raza dejó al morir 1.500 ducados de renta para redimir cautivos y otro caba-

52 B.N., Ms. 3865.

53 BARRIO GOZALO, M., La sociedad en la Edad Moderna. Cuadernos de Cultura, Actas, Madrid, 2000, p. 112.

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llero comentó al enterarse: No pudo hallar camino más secreto ni más disimula­do para dejar por heredero al Gran Turco, sin que la Inquisición se lo demande54

Incluso la Corona debió de tener sus dudas en esta temática, como lo demuestra el informe que Fernando VI solicitó en 1750 a su confesor, el jesui­ta Padre Rábago y que los redentores debieron hacer circular profusamente. El que copia el manuscrito que manejamos, lo apostilla añadiendo: Está muy bueno; aunque puede decirse muchísimo más55

• Tras exponer los argumentos de sus oponentes, arremete contra ellos con otros de tipo espiritual y material, explicando los maltratos y peligros para el alma a los que están sometidos los cautivos y que se evitan con las redenciones. Critica a los políticos señalando que si se vieran sometidos a las penalidades de la esclavitud, entonces ¡como se arrepentirían de la Política ! Expone como ejemplo de política errada al no seguir su opinión la de un emperador Mauricio, que por no querer rescatar 12.000 cautivos de los bárbaros, no sólo fueron éstos degollados, sino que tuvo que ver tras ser derrotado en una sublevación, como eran decapitados sus hijos uno a uno hasta que le tocó a él finalmente. Ejemplo sin duda edificante, pero dado que el informe iba dirigido al rey, nada inocente, al igual que sucedió con el que ya comentamos sobre don Sebastián de Portugal. Desmiente con razón las cifras que dan sus oponentes sobre los costes de las redenciones explicando los gastos reales. También niega el que si cesaran los rescates los berberiscos disminuirían sus ataques, alegando que al igual que los corsarios europeos lo que básicamente buscan es el botín material y no el humano, lo que es sólo par­cialmente cierto. Por último, afirma que dado el precio de los cautivos, a sus captores les resultaría más rentable explotarles laboralmente, por lo que es casi un milagro que acepten rescatarlos. Concluye con la frase que el obispo García Ximénez ordenó decir a los sacerdotes en misa: et captivos christianos, qui in sarracenorum potestate detinentur tua misericordia liberare digneris.

Nos atreveríamos a afirmar, aún sin conocimiento de causa, que esta problemática precede a la Edad Moderna y se debió producir en todos los tiempos y culturas, lo que entra dentro de la lógica. Una prueba de que es ante­rior a nuestro memorial, lo constituye el ejemplo isleño que hemos expuesto, donde curiosamente se cifra el gasto de los rescates en 100.000 ducados, la

54 Cuentos recogidos por Juan de Arguijo y otros. Edición e introducción de BEATRIZ CHENOT Y MÁXIME CHEVALIER, Sevilla, 1979, p 182.

55 Papel del P. Rábago de la Compañía de Jesús, confesor de la Redención de los Pobres cautivos. B.N. Ms. 3572.

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misma cantidad que calcula Garret un siglo después, lo que hace suponer que probablemente se empleaba comúnmente como ejemplo de dispendio. Pero aún más, la discusión sigue siendo actual, pues la hemos visto reproducirse en los actuales secuestros, tanto en Italia, como en España y últimamente en Colombia. Los detractores aducen que para que no continúen, la única solu­ción es negarse a realizar los correspondientes pagos. Incluso, han existido intervenciones oficiales para impedirlos, con el "éxito" que conocemos. Es imposible evitar que una familia se niegue a intentar la liberación de sus seres queridos, utilizando los medios legítimos o ilegítimos a su alcance. Que es en definitiva lo que expone el General trinitario cuando advierte, que de llevarse a cabo la propuesta del capitán Garret, los parientes de los cautivos procede­rán a liberarlos por su cuenta.

La labor redentora de la Iglesia canaria

Entre los organismos eclesiásticos canarios, es lógico que destacara en la concesión de limosnas para redimir cautivos el Cabildo catedralicio, pues por algo era gracias a su participación en las rentas decimales el más boyante eco­nómicamente. Es cierto, que hasta que comienzan los ataques berberiscos a las islas, sus ayudas tienen generalmente por objeto a los canarios apresados en el curso de las cabalgadas esclavistas africanas. Su participación se constata desde el primer libro de actas que se conserva en 1515, cuando concede al palmero Remando de Lima 6.000 maravedíes para ayudarle en el rescate de dos hijos; además, le prorrogan el pago de los diezmos. Estas limosnas son cuantiosas; cuando en 1631 el Capitán General le solicita ayuda económica para construir una fortaleza ante una supuesta amenaza argelina, el Cabildo responde que le resulta imposible pues ya ha donado 2.200 ducados para redimir cautivos y otros 4.000 para fines defensivos56

• Las aportaciones para este último objetivo tampoco son desdeñables, pues contribuyen con madera para las fortificacio­nes, con 100 ducados para la compra de artillería, con 60 fanegas de trigo para una armadilla contra los corsarios, con 100 ducados para el fuerte de Santa Catalina, etc57

• No obstante, el grueso de las limosnas tenían como objetivo los rescates; el 26 de agosto de 1631 estimaba que había contribuido para este fin con 1.161.600 maravedís, como los 52.800 que se conceden en 1625 para libe­rar a los vecinos apresados en el barco del maestre Romero. De nuevo tres años

56 A.M.C., Extractos de las Actas del Cabildo de Canarias. Viera y Clavijo, p. 161 v.

57 Ibídem, págs. 58, 139 V., 147 V., ]6] V., 170 V. y 177 V.

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después entrega 1.320 reales, de los cuales 880 en orchilla, al beneficiado de Telde, licenciado Marín de Cubas, a los religiosos fray Martín de Catarelos y fray Gonzalo de Miranda y al capitán Antonio del Pino a razón de 30 ducados a cada uno para rescates de cautivos, mientras que en 1667 otorgaba 400 duca­dos para ayudar a la redención de 37 tinerfeños apresados en tres navíos58

• No dejaba de tomar sus precauciones ante posibles "estafas"; cuando en julio de 1673 acuerda donar 100 reales a cada una de las ocho mujeres que los habían solicitado para liberar a sus maridos, condicionan la concesión de la limosna a que se corroborara que seguían vivos59

• En alguna ocasión la ayuda no es para rescates, como cuando conceden 51.000 maravedís para traer a Gran Canaria a 27 pescadores naufragados en Berbería, evitando su captura. Lo mismo sucede con los 9.600 que entrega como limosnas a las mujeres y los niños venidos de Sevilla y robados por piratas, o los 14.400 que entrega a un grupo de cristianos huidos de Marruecos para vestirse. Además de las limosnas, en algunas ocasio­nes jugará un papel de intermediario en los rescates cuando éstos se producen en Gran Canaria. Así sucede en 1621, cuando además de donar 105.600 mara­vedís nombra al mayordomo y a un canónigo como mediadores en el rescate de unos vecinos cautivos en Gando. Al año siguiente, además de volver a entregar la misma cantidad comisiona a dos canónigos y dos racioneros para que nego­cien con el célebre corsario saletino Jan Jansz que estaba en la playa de Las Salinas el rescate de varios cautivos60

Las órdenes redentoras recogieron asimismo en sus misiones en las islas limosnas destinadas a estos fines, tal como relata el mercedario Medinilla en su visita a algunas localidades lanzaroteñas o al explicar que el encargado de reco­ger este dinero en La Palma era el cura de la parroquia de San Pedro61

• Los mari­neros, que eran con diferencia los más afectados por los ataques berberiscos, solían crear obras pías para ayudar en los rescates. Nos consta, que en la ermita de SanTelmo, en La Palma, crearon una en 1679 que estaba dotada con la octa­va parte de la soldada y que se custodiaba en un arca de tres llaves en la iglesia de la ciudad, aunque sin duda en otras islas existirian instituciones similares62

58 QUINTANA ANDRÉS, P.C., Op. cit., p. 768, n. 255. A.C.L.P., Libro 5° de Repartimientos, 1627-1632, s.f.

59 A.C.L.P .. , Libro 20 de las actas capitulares.

60 QUINTANA ANDRÉS, P. C., Op. cit. págs. 767-769.

61 SÁNCHEZ PEÑATE, J., La Merced en las Islas Canarias. Canarias, 2001, págs. 35-36 y 531.

62 SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, J., Op. cit., p. 530.

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Algunos obispos fueron asimismo grandes benefactores de cautivos, como García Ximenéz y Rabadán63

• En 1670 entregó 3.000 reales para ayudar al rescate de 60 canarios apresados cerca de La Isleta, en la redención de 1675 aportó otros 16.000, aunque según otras fuentes fueron 27.000. Sin embargo, cuando analizamos las cuentas de esta redención donde fueron liberados 77 isleños, encontramos que el total de las limosnas episcopales ascendió a 35.520 reales64

• En 1678 entregó otros 16.000, de los cuales 4.000 eran para el hospital en Argel y el resto para rescatar cautivos65

• Su imbricación con esta temática llega al punto de mantener correspondencia con el corsario argelino más famoso de las últimas décadas del siglo XVII, el Gran Almirante de la armada Alí Romero, también denominado Alí el Canario, pues efectivamente era un renegado isleño, vecino de la calle de Triana en Las Palmas hasta que fue capturado faenando en Berbería66

• Otro Obispo, fray Juan de Guzmán, escribe en 1623 a Roma que la mitra tiene anualmente una renta que oscila entre los 20.000 y 24.000 ducados, que son necesarios para atender a los muchos pobres "en especial rescates de cautivos que se llevan mucha parte"67

También algunos poderosos canarios ayudaron en esta labor, como sucede en la redención de 1675 en Argel, donde el Marqués de Adeje entregó a los mercedarios la importante suma de 24.675 reales destinada a liberar esclavos canarios. Otros que sufrieron cautiverio saliendo de las islas, como don Lorenzo Santos de San Pedro, donaron importantes cantidades en varias redenciones68

Los testamentos canarios suelen contener una cláusula donde se dejan "a las mandas forzosas acostumbradas desde la Trinidad hasta Santa Olalla de Barcelona y Redención de cautivos a cada una", cantidades que oscilan entre 5 maravedíes y 1 real. Algunos son más generosos, como Francisco de Lugo,

63 Entre otras cantidades en 1678 entregó 16.000 reales, de los cuales 4.000 eran para el hospital y el resto para rescatar cautivos canarios. B.N., Ms. 7752.

64 B.N., Ms. 2.974.

65 HERNÁNDEZ PERERA, J., "Noticias de la exemplar vida de el Ilustrísimo Sr. D. Bartolomé García Ximénez. 1691". Revista de Historia, n°. 101-104, Santa Cruz de Tenerife, 1953, págs. 183-239.

66 ANA YA HERNÁNDEZ, L.A., "Simón Romero, pescador grancanario y Gran Almirante de la armada argelina". A.E.A., n°. 49, Madrid-Las Palmas, 2003, págs. 311-331.

67 SÁNCHEZ HERRERO, J., "Las visitas ad limina apostolorum de los obispos de Canarias. Fray Juan de Guzmán, OFM (1622-1627)". X C.H.C.A. (1992), C.I.o.c•., t. II, p. 459, Las Palmas de Gran Canaria, 1994.

68 B.N., Mss. 2974 y 4363.

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que deja quince doblas para ayudar al rescate de los cautivos que sus albaceas determinaren; por su parte Juan de Évora dona a Pedro Núñez, mampostero de cautivos, unas tierras de pan, unas casas, castañares y sotos que posee en Portugal para que los dedique a libertar esclavos69

• Estas partidas, dada su fre­cuencia, pues en los siglos XVI y XVII el 70% de los testamentos las incluí­an70, debían representar cantidades sustanciosas, a pesar de su escasa cuantía individual. Por lo mismo su recaudación debía ser complicada, como lo demuestra un mandato episcopal de Suárez de Figueroa en 1603 para La Palma, donde ordena que a falta de persona encargada de su cobro lo haga el mayordomo de la iglesia, que tendrá que dar cuentas de estas cantidades71 . En otras ocasiones el dinero se le dona directamente al cautivo, como hace el irlandés Nicolás de Valois al expresar su última voluntad dejando a su herma­no 100 pesos de plata72

• Los monarcas españoles solían donar en sus testamen­tos importantes cantidades con este fin. Fernando el Católico deja 6.000 duca­dos, Isabel ordena que se liberen 200 cautivos, Felipe III lega nada menos que 30.000 ducados para redimir militares y cautivos en Constantinopla, donde era más difícil el rescate73

Conclusiones

A través de estas líneas hemos analizado la labor redentora de la Iglesia española y canaria. Labor que hay que relacionar con el práctico monopolio de la beneficencia que detentaba esta institución en el Antiguo Régimen. Aunque es cierto que con esta tarea justificaba el cobro de diezmos o las considerables donaciones y limosnas que percibía, no lo es menos que muchos cautivos se beneficiaron de la misma, especialmente a través de las redenciones que pro­tagonizaron mercedarios y trinitarios en un complejo proceso. No podía ser de otra forma, pues se trataba de una operación que implicaba viajes peligrosos que transcurrían en un medio hostil. Pero además, la problemática de los res­cates no era nada sencilla, pues por una parte estaban los gobiernos y los amos de esclavos que veían a los redentores como una fuente inagotable de ingre-

69 MARTÍNEZ GALINDO, P., Protocolos de Rodrigo Fernández (1520-1526). I.E.C., La Laguna, Tenerife, 1988, 1 a parte, n°. 68 y 196. Esta temática, que debía ser objeto de un estudio, no ha sido tra­tada sino en un capítulo de la obra de: JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ: Op. cit. págs. 476-477.

70 FEIJOO, R., Op. cit.. p. 377.

71 CABALLERO MUJICA, F., Documentos episcopales canarios (1483-1665 Real Sociedad Económica de Amigos del País, 1996, p. 201.

72 A.H.P.L.P., leg. 1477, f. 168 v.

73 MARTÍNEZ TORRES, J.A., Op. cit., págs. 44-45

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sos, y por otra las relaciones con los cautivos tampoco eran fáciles. Hay que comprender la desesperación de éstos últimos, sometidos a vejaciones, ham­bre y trabajos forzados, que veían frustrarse sus esperanzas de libertad, mien­tras que otros compañeros la conseguían. Los más humildes, que eran la mayo­ría, tendrían que aguardar a la próxima redención que tampoco tenía porque implicar su liberación. Recordemos que la media de años de cautividad de los 805 canarios liberados por estas dos órdenes (que suponen únicamente una pequeña parte de los cautivados), es de cinco años y seis meses, aunque como toda media es inexacta, pues hay quién está unos meses en cautiverio y quién lo sufre durante treinta y dos años.

La labor de los frailes era sin duda heroica y benemérita, pues no sólo padecían los inconvenientes y peligros del viaje, sino que posteriormente muchos eran objeto de los malos tratos y las vejaciones que hemos explicado en Berbería, donde más de uno perdió su vida en la empresa. No obstante, tam­bién son lógicas las críticas que desde muy temprano aparecen contra las redenciones. Críticas que se formulan, no por la empresa en sí, sino porque se veía como una forma de perpetuar los ataques berberiscos contra la navega­ción y las tierras españolas para capturar esclavos con el fin de rescatarlos o emplearlos como mano de obra en la infraestructura corsaria. Como explica un autor anónimo en otro escrito a favor de las redenciones elaborado en torno a la década de los cuarenta del siglo XVIII: ¿ Quién les construye los Baxeles? ¿Quién fabrica las galeras? ¿ Quienes en sus Baxeles corsarios sirven de pilo­tos? ¿De que marineros usan? ¿Quienes trabajan en las herrerías? ¿De quienes se valen para el trabajo de las fortificaciones y para llevar y conducir de una a otra parte la artillería de campaña? No ai duda se valen de esclavos74

••• Realmente las contrapropuestas a las redenciones no hubieran impedido la acción berberisca, aunque quizás la hubiera aminorado, porque constituía un fenómeno estructural que en mayor o menor medida mantenía la economía de Argel, Túnez, Libia y ciudades marroquíes como Salé o Tetuán, y que además se nutría de las disensiones europeas. En efecto, franceses, holandeses e ingleses apoyaban al corso musulmán, a pesar de que también sufrían sus efectos, aunque en menor medida que el imperio hispano y sus alia­dos, por dos motivos: debilitar a los anteriores y obtener saneados beneficios proporcionando a los berberiscos el material bélico y los productos suntuarios que intercambiaban por el botín que obtenían, el dinero de los rescates y sus materias primas. Sólo cuando estas potencias controlen el comercio marítimo

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y las actividades corsarias supongan un petjuicio más que un beneficio, recurri­rán a la fuerza o al soborno para impedir las actividades corsarias. Desde fina­les del XVII atacarán sus bases y apresarán sus navíos o bien llegarán a acuer­dos mediante los que les proporcionarán pertrechos o dinero a cambio de que no agredieran sus barcos, todo lo cual reducirá al mínimo la acción corsaria.

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ASPECTOS INSTITUCIONALES Y SOCIOECONÓMICOS DE LA IGLESIA

EN CANARIAS EN LA EDAD MODERNA. ESTADO DE LA CUESTIÓN

Dr. D. Vicente J. Suárez Grimón. Departamento de Ciencias Históricas. U.L.P.G.C.

Este trabajo, como se deduce del propio título, no tiene por objeto pre­sentar los resultados de una investigación concreta ni tan siquiera plantear, pese a que resulte necesario, algunas reflexiones metodológicas y pautas cla­rificadoras que pudieran ser útiles a la hora de abordar no sólo la investigación sino también el conocimiento de todo el entramado institucional eclesiástico. Tampoco pretendemos hacer un balance o estado de la cuestión de carácter general sobre la producción historiográfica referente al pasado de la Iglesia en Canarias durante la modernidad en la línea de los excelentes balances histo­riográficos realizados y presentados en 1986 y 1992-1993 (este último con relación al siglo XVII) por los profesores Hernández González y Bethencourt Massieu en el VII y IX Coloquio de Historia Canario-Americana así como en las V Jornadas de Historia de la Iglesia en Canarias1

• Nuestra intención, siguiendo las indicaciones de la dirección de las XI Jornadas de Historia de la Iglesia en Canarias, se reduce a considerar y reflexionar únicamente sobre aquellos aspectos de la historia de la iglesia con los que de una manera más o

1 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: "La Iglesia en Canarias", en VII Coloquio de Historia Canario-Americana (1986), Tomo II, Madrid, 1990, pp. 163-186. BETHENCOURT MASSIEU, A.: "Historia de la Iglesia en Canarias: estado de la cuestión", en X C.H.C.A. (1992), Tomo II, Madrid, 1994, pp. 401-434. Y "Valoración de los estudios eclesiásticos en Canarias en el siglo XVII", en Almogarén n° 13, Las Palmas de Gran Canaria, 1994, pp. 65-94.

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menos directa ha estado relacionado nuestro quehacer investigador o historio­gráfico. La complejidad de la petición ha dado como resultado un título com­plejo, además de impreciso y parcial.

1.- Nivel de conocimiento y ausencia de una síntesis de la historia de la iglesia en Canarias

Enunciado así el tema, conviene iniciar esta reflexión interrogándonos sobre el estado o nivel de conocimiento actual que presenta la Historia de la Iglesia en Canarias, es decir, si continúa siendo embrionario como señalara en 1992 el profesor Bethencourt o si, por el contrario, se han realizado progresos o avances notables, y, en su caso, si tales avances se han logrado mediante el empleo de una metodología adecuada o satisfactoria. M. Hernández González y A. Bethencourt Massieu en sus respectivos estados de la cuestión de los años de 1986 y 1992-93 pusieron de relieve no sólo la importancia que para la Historia General de Canarias tenían los estudios sobre la historia eclesiástica sino también las vías o caminos a seguir para progresar en su conocimiento. Es innegable la renovación del conocimiento histórico en general que ha gene­rado la producción historiográfica realizada en Canarias durante las últimas décadas, de la que también se ha beneficiado o participado la historia de la iglesia. No obstante, conviene plantearse si esa renovación o avance que ha experimentado el conocimiento histórico sobre la iglesia canaria ha proporcio­nado los materiales necesarios para elaborar, sin tener que recurrir a las gene­ralizaciones, la tan deseada y demandada síntesis, o si, por el contrario, aún persisten las lagunas que en 1986 y después en 1992-93 pusieron de manifies­to los citados autores Hernández González y Bethencourt Massieu. Nuestra opinión no es excesivamente optimista pues, pese a los notables progresos experimentados, aún subsisten numerosas zonas oscuras que hacen que la visión actual sobre la historia de la iglesia en la época moderna no difiera en demasía de la que se tenía unas décadas atrás, con lo que se concluye que aún estamos lejos de abordar con suficientes garantías la síntesis de la historia de la iglesia en Canarias durante la modernidad sin tener que hacer uso del recur­so a la generalización, lo que no parece aconsejable si tenemos en cuenta las diferentes situaciones que se pueden registrar cuando se desciende de lo gene­ral-insular a lo particular-locaF.

2 Los conflictos clero regular y secular, por ejemplo, no son algo genérico sino que se registran en aque­llas poblaciones donde se han levantado conventos.

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Ciertamente, en los últimos tiempos se han hecho algunas apretadas síntesis debidas a miembros del clero como S. Pérez Reyes3 o J. Sánchez Rodríguez\ que han venido a sumarse a otros intentos realizados con ante­rioridad por F. Caballero Mújica5

• Se trata de estudios que abordan tanto la época moderna como contemporánea y, aunque el vocablo Historia no figu­ra en alguno de los títulos, no suelen estar, como ya en su momento señaló Bethencourt Massieu, a la altura de las actuales exigencias, es decir, son más producto de un generoso voluntarismo por abarcarlo todo que de un conocimiento completo y exhaustivo del pasado. Pero es que con las sínte­sis de la Historia General de Canarias ocurre otro tanto de lo mismo. Si la Historia de Canarias dirigida por el profesor F. Morales Padrón incluyó algunos capítulos o epígrafes a la administración eclesiástica, al clero y sus fuentes de riqueza, a la religiosidad popular, etc. 6

, la más reciente y com­pleta síntesis de la Historia de Canarias dirigida por el profesor Bethencourt Massieu no incluye un capítulo dedicado a la historia de la iglesia, ni tan siquiera un epígrafe al clero como grupo social, apareciendo diluidas sus referencias dentro de aquellos capítulos y epígrafes dedicados al mundo económico, social y cultural, donde se habla de producción decimal, de nobles, burgueses y campesinos así como del legado artístico de las iglesias parroquiales, pero no de la Iglesia y del clero de forma individualizada7

• En cualquier caso, esas zonas oscuras que aún persisten para el conjunto de la historia de la iglesia también son extensivas a los ámbitos institucionales y socioeconómicos porque los estudios realizados tienen un carácter frag­mentario tanto desde el punto de vista territorial como cronológico, pues no suelen comprender el conjunto del Archipiélago ni tan siquiera una isla o bien no abordan todo el periodo de la modernidad ni tan siquiera una cen­turia, lo que impide establecer conclusiones generales y un cuerpo teórico medianamente aceptable.

3 PÉREZ REYES, S.: Historia de la Iglesia en Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, 2004.

4 SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, J.: La iglesia en las Islas Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, 2004.

5 CABALLERO MÚJICA, F.: "La Iglesia Católica en Canarias desde los orígenes hasta el presente", en VII Coloquio de Historia Canario-Americana (1986), Tomo II, Las Palmas de Gran Canaria, 1990, pp. 197-216. La anunciada Historia de la Iglesia que se preveía saliera a la luz en la Colección "Guagua" nunca fue publicada.

6 MORALES PADRÓN, F. (Dir.): Historia de Canarias, Volúmenes I-IV, Alzira (Valencia), 1991.

7 BETHENCOURT MASSIEU, A. (Ed.): Historia de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, 1995.

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2.- Posibles causas

Si la renovación del conocimiento histórico experimentada no ha permiti­do crear las condiciones idóneas para abordar con suficientes garantías la síntesis de la historia de la iglesia en la modernidad, ni tan siquiera por lo que a sus aspec­tos institucionales o socioeconómicos se refiere, bien estaría interrogarse por las causas o razones que lo impiden o dificultan. Éstas no son nuevas, ya desde 1986 y 1992-1993 fueron expuestas por los profesores Hemández González y Bethencourt Massieu, sobre todo este último, y pese al tiempo transcurrido y el trabajo realizado siguen teniendo plena vigencia. Aunque se han registrado algu­nos avances, no parece que hayan surtido mucho efecto las recomendaciones o propuestas hechas por Bethencourt Massieu en las V Jornadas de Historia de la Iglesia en Canarias celebradas en el año 1993 para tratar de llenar los huecos y trazar una historia eclesiástica puesta al día, y que, en esencia, se reducían a la creación de un Centro de Documentación en el lugar que resultare más adecuado y a la integración del mayor número de investigadores en un equipo multidisci­plinar que trabajase en coherencia dentro de una planificación establecida8

Con independencia de los problemas económicos, a los que ya aludió el propio Bethencourt Massieu, y de las incompatibilidades personales, la creación de los equipos de investigación dispuestos a afrontar esta tarea con calidad cientí­fica adecuada sigue siendo un problema u obstáculo insalvable. Como quiera que determinados temas o cuestiones entrañan una enorme dificultad para ser aborda­dos por un solo investigador, muchos proyectos de investigación están condenados de antemano al fracaso, optando el investigador por una tarea no sólo más fácil de ejecutar sino también más estudiada. La alternativa es el equipo o grupo de traba­jo colectivo, pero la estructuración de la carrera docente tanto por lo que respecta a la obtención del grado de doctor como al acceso a la titularidad en la Universidad truncan cualquier proyecto de investigación en común ya sea de carácter discipli­nar o interdisciplinar. Superado este inconveniente, surge otro no menos importan­te cual es el debate en tomo a qué historia de la iglesia se quiere: la de los hechos y los documentos o la de la interpretación y creación de opinión9

• Uno y otro

8 BETHENCOURT MASSIEU, A.: "Valoración de los estudios eclesiásticos en Canarias en el siglo XVII", enAlmogarén n° 13, Las Palmas de Gran Canaria, 1994, p. 75.

9 No es raro que algunos estudios sobre la historia de la iglesia no vean la luz por considerar que dan una visión excesivamente sociológica. Sucede, asimismo, que el estudio de una determinada institución civil no despierta la más mínima curiosidad en tanto que el de una institución eclesiástica hiere sensibilida­des y suscita la controversia. Todo ello al margen de que se incida en el momento del nacimiento de la iglesia en Canarias y no tanto en su crecimiento y en la forma que lo ha hecho.

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aspecto pueden resultar determinantes para el desaliento cuando no abandono definitivo de la tarea de investigación emprendida; a lo que habría que añadir el desconocimiento que, por razones obvias y que no vienen al caso conside­rar, tienen muchos de los jóvenes investigadores de la misma institución ecle­siástica que se pretende estudiar. En esta línea debemos tener presente también el inconveniente que representa la ausencia de cauces adecuados de publica­ción, aun reconociendo el mérito de la revista del Centro Teológico de Las Palmas Almogarén como vehículo difusor de aquellos trabajos relacionados con la historia eclesiástica y sobre todo de las ponencias y comunicaciones presentadas a las Jornadas de Historia de la Iglesia en Canarias.

En cuanto al Centro de Documentación, si bien no se ha seguido el camino diseñado por el profesor Bethencourt, sí que se han conseguido impor­tantes avances en materia de instalaciones archivísticas. Buena prueba de ello son los dos Archivos Históricos Diocesanos ubicados en Las Palmas de Gran Canaria y La Laguna. Ello no obsta para que el capítulo de las fuentes conti­núe siendo una importante rémora para el avance del conocimiento histório en general y de la iglesia en particular. No nos referimos a la desaparición de fon­dos documentales ya sea por motivo del expurgo, el incendio o las invasiones piráticas, sino al estado y acceso de la consulta de los que todavía se conser­van. Los problemas no afectan en exclusiva a los fondos depositados en los archivos eclesiásticos sino también a los que lo están en los archivos civiles o públicos y, porque no, a los de carácter privado. A la lejanía de los archivos de carácter o ámbito nacional y la dispersión de los insulares, se añade el mal estado de conservación de algunos de los fondos, léase, por ejemplo, el fondo de protocolos notariales de los archivos provinciales, cuya consulta en la actualidad es bastante restrictiva dificultando cuando no imposibilitando la realización de trabajos que hace unos años eran susceptibles de realizar. Es por ello que, desde estas páginas, hacemos una nueva llamada a la sociedad cana­ria y a sus representantes políticos en el sentido de que el patrimonio históri­co y documental, al igual que el aborigen, arquitectónico y natural, requiere también su atención para proceder a su restauración.

Al margen del estado de conservación, aún queda mucho por hacer en materia de inventario y catalogación: si no se sabe de qué fuentes se dispone difícilmente se puede planificar o proyectar una investigación concreta. En este sentido reconocemos el mérito de J. E. Rodríguez Calleja y C. R. Acosta Brito en la elaboración y publicación de los catálogos de las parroquias de San

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Juan Bautista de Telde10 y de San Sebastián de Agüimes 11• La necesidad de

contar con catálogos o inventarios elaborados con la transparencia debida es imprescindible para permitir al historiador o investigador seguir el camino correcto sin que su tarea se convierta en una carrera de obstáculos. En cual­quier caso, tal inconveniente no cabe atribuirlo a las personas que actual­mente desarrollan su trabajo en los archivos eclesiásticos, más y mejor no lo pueden hacer, sino al volumen de la masa documental o a las carencias de personal. Como ya planteara en 1992 el profesor Bethencourt, es necesario racionalizar y homogeneizar el uso y funcionamiento de los archivos ecle­siásticos como vía para avanzar en el conocimiento de la Historia de la Iglesia, sobre todo normalizando el acceso a los archivos parroquiales, ampliando sus horarios, eliminando o buscando una solución aceptable y fle­xible (léase la expedición de una carnet de uso generalizado en todos los archivos eclesiásticos) a las trabas burocráticas que encuentra el investiga­dor en su deambular por la geografía parroquial insular, o bien remitiendo por vía de depósito a los Archivos Diocesano los fondos documentales de las parroquias12

• Y añadimos algo más, en la era de las nuevas tecnologías, el uso del lápiz y el papel no deben ser las únicas herramientas admitidas para el ejercicio de la actividad investigadora.

3.- Balance sobre la producción historiográfica

Planteado el estado del conocimiento histórico sobre la Iglesia en Canarias así como sus causas, en las páginas siguientes trataremos de hacer un balance-reflexión sobre la producción historiográfica llevada a cabo en los últimos años en los ámbitos institucionales y socioeconómicos de la Iglesia. Tratar lo institucional por separado de lo socioeconómico no es tarea fácil dado que hay instituciones como la capellanía que, a su vez, tiene implicacio­nes económicas (la subsistencia de un clérigo) y sociales (permite a un cam­pesino abandonar su medio y entrar en la Iglesia). Otro tanto se podría decir

10 ACOSTA BRITO, C. R. y RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E: El archivo parroquial de San Juan Bautista de Telde, Telde, 1999.

11 RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E y ACOSTA BRITO, C. R.: El archivo parroquial de la villa de Agüimes, Agüimes, 2001.

12 En el Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas están depositados los fondos de la parroquia de Santa Brígida y una parte de los de la Candelaria de Moya, aunque en un tiempo no muy lejano estuvieron también depositados los del Socorro de Tejeda. En el Histórico Diocesano de La Laguna, además de dis­poner de microfilm de los libros sacramentales de las parroquias de la Diócesis, también se han deposi­tado en él los fondos originales de las parroquias de Santa Úrsula y la Matanza.

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respecto de la parroquia, de los conventos, etc. Para obviar este inconvenien­te dichos aspectos se abordarán de forma conjunta agrupándolos en cuatro grandes temas o líneas de investigación: la organización parroquial, el Cabildo catedralicio, el patrimonio territorial y urbano, y, por último, las fiestas y el culto y devoción del Pino. Ni que decir tiene que en estos ámbi­tos después de los balances presentados por Hernández González y Bethencourt Massieu se han realizado importantes aportaciones y, como suele acontecer en todo repaso de la producción historiográfica, se produci­rá alguna omisión pero ésta sólo cabe atribuirla al olvido o a la dificultad de acceder a algunos de los trabajos publicados. Salvo excepciones puntuales, no volveremos sobre aquellos trabajos que ya fueron reseñados en sus res­pectivos estados de la cuestión en 1986 y 1992-1993 por M. Hernández González y A. Bethencourt Massieu.

3.1.- La organización parroquial

Los estudios que tienen como marco de referencia las instituciones eclesiásticas no son escasos, si bien como ha sucedido con las de carácter civil se ha incidido más en el carácter jurídico y actuación de las mismas que en el papel que juegan como vía de ascenso social de un determinado grupo humano. Aunque escasamente utilizados en el pasado, el uso siste­mático en los últimos tiempos de los fondos documentales eclesiásticos depositados en los Archivos Diocesano y de la Catedral de Las Palmas han permitido estudiar la composición, actuación y extracción social de insti­tuciones tales como las parroquias y beneficios eclesiásticos, el Obispado, el Cabildo eclesiástico, etc. Los avances registrados en el nivel de conoci­mientos, pese a que no todos los trabajos se han hecho siguiendo una misma metodología, demandan, como señalamos con anterioridad, el plan­teamiento de algunas reflexiones metodológicas y pautas clarificadoras que pudieran resultar útiles a la hora de abordar no sólo la investigación sino también el conocimiento de todo el entramado institucional eclesiás­tico. Hacemos un uso confuso de vocablos, términos o conceptos que, sien­do o significando lo mismo, se suelen considerar como realidades distin­tas y, por el contrario, realidades diferentes acaban recibiendo la misma denominación. Los ejemplos son múltiples: beneficios, parroquias, ayudas e hijuelas de parroquias; capellanías colativas de sangre, laicales y ecle­siásticas, o, como recientemente exponía el profesor Bethencourt Massieu, la confusión que se suele suscitar en nuestra historiografía entre el patro-

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nato regio y los formados por personas privadas, bien erigiendo ermitas, capellanías, capillas o altares13

En el estudio que presentamos sobre la Parroquia y el Municipio14 en las IX Jornadas de Historia de la Iglesia en Canarias celebradas en noviembre del 2001 concluíamos que desde el punto de vista de la organización parroquial continuábamos estando en la misma situación que en 1986 o 1992 expusieron los profesores M. Hernández González y A. Bethencourt Massieu en el VII y X Coloquios de Historia Canario-Americana sobre el estado de la cuestión de la Historia de la Iglesia en Canarias y la necesidad de proceder a la realización de estudios "sobre tema tan trascendental como el de las parroquias, párrocos y ermitas"15

• Muy poco o prácticamente nada se había y se ha hecho, por ejem­plo, en la línea del estudio que para la isla de Fuerteventura realizó hace unas cuantas décadas el propio Bethencourt Massieu sobre "La evolución de las jurisdicciones parroquiales de Fuerteventura durante el siglo XVIII", reelabo­rado posteriormente y editado con el título "La parroquia de Nuestra Señora de La Antigua y la división eclesiástica de Fuerteventura en el siglo XVIII" 16

El estudio de la evolución parroquial en las islas a lo largo de la modernidad se revela no sólo interesante sino importante, entre otras razones, porque:

1.- El modelo de "parroquia-isla" entra en crisis17 mucho antes que el "municipio-isla", convirtiéndose la parroquia, juntamente con las alcaldías

13 BETHENCOURT MASSIEU, A.: "El Real Patronato", en A.E.A. no 48, Madrid-Las Palmas, 2002, pp. 155-214.

14 SUÁREZ GRIMÓN, V: "Parroquia y Municipio en Canarias", en Revista del Centro Teológico de Las Palmas "Almogaren", junio 2002, n° 30, pp. 207-279.

15 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: "La Iglesia en Canarias", en VII Coloquio de Historia Canario­Americana (1986), Tomo 11, Madrid, 1990, pp. 163-186. BETHENCOURT MASSIEU, A.: "Historia de la Iglesia en Canarias: estado de la cuestión", en X C.H.C.A. (1992), Tomo 11, Madrid, 1994, pp. 401-434. Y "Valoración de los estudios eclesiásticos en Canarias en el siglo XVII", en Almogarén no 13, Las Palmas de Gran Canaria, 1994, pp. 65-94.

16 BETHENCOURT MASSIEU, A.: "La evolución de las jurisdicciones parroquiales de Fuerteventura durante el siglo XVIII", en Revista de Historia Canaria n° 170 (1973-1976), La Laguna-Tenerife, pp. 7-70. La parroquia de Nuestra Señora de La Antigua y la división eclesiástica de Fuerteventura en el siglo XVIII, Las Palmas de Gran Canaria, 1990.

17 La "parroquia-isla", aunque común en los comienzos de la modernidad para el conjunto de las islas, sólo acabó subsistiendo en algunas islas de señorío (Fuerteventura, Lanzarote, el Hierro y la Gomera), donde la pobreza y cortedad del terrítorio, al margen de la propia organización señorial, no permitieron una expan­sión demográfica que hiciera necesaria no sólo la división parroquial sino también el nombramiento de alcaldes ordinarios. En última instancia, cuando la dispersión del vecindario convirtió en necesidad la aten­ción espiritual, la división parroquial tropezó con la resistencia de los beneficios. La intensidad y cronolo­gía de la crisis va a diferir de unas islas a otras. Véase SUÁREZ GRIMÓN, V: "Parroquia y Municipio en Canarias", en Revista del Centro Teológico de Las Palmas "Almogaren", junio 2002, n° 30, pp. 207-279.

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reales, es decir, el pueblo, en marco determinante de referencia social e identitaDiocesisrio del canario. Desde el punto de vista parroquial, ese marco de referencia social o identidad, cuyos orígenes se retrotraen a la formación de los primitivos núcleos de población de las islas, comenzó a diluirse también mucho antes y de manera diferente a lo ocurrido en el ámbito municipal, es decir, desde el momento en que se inició la multiplicación de parroquias, en especial tras el Concilio Vaticano 11, en la línea de apartarse de la concepción puramente admi­nistrativa y beneficia! de la parroquia y centrarse en los intereses pastorales18

2.- Muchas parroquias, y también muchas alcaldías, surgieron no sólo para atender las necesidades espirituales de la población sino para actuar con mayor eficacia contra los distintos tipos de delitos que se podían cometer al amparo del aislamiento de buena parte de los núcleos de población.

3.- Por el tan traído y llevado debate en tomo a determinar con exactitud a partir de qué momento se dotó a los primeros núcleos de población surgidos tras la conquista de alcalde y párroco y quién fue el primero en llegar, es decir, si la parroquia precede al "municipio" o viceversa. La norma o "punto general" puesto en práctica a partir de mediados del siglo XVIII, consistente en la crea­ción de la parroquia y después la nominación o elección de empleos públicos, no es de aplicación para el proceso anterior por no ajustarse a unas reglas claras como ocurrirá posteriormente. Condicionados por la existencia de un régimen municipal único, algunos autores han visto en las demarcaciones parroquiales surgidas dentro de esa unidad administrativa que existió en cada isla hasta el siglo XIX el origen de los modernos y actuales ayuntamientos, 19 sin tener en cuenta para nada la existencia de alcaldías, primero, y de diputados y síndicos

18 En el ámbito municipal, por el contrario, la hipotética pérdida de identidad a la que podría estarse asis­tiendo en los momentos actuales no cabe atribuirla a la multiplicación de ayuntamientos, sino a otros factores no estrictamente relacionados con el ámbito municipal. Entre ellos cabe señalar:

a.- El abandono de la actividad agrícola que motivó el nacimiento de tales núcleos de población por el sector servicios.

b.- El crecimiento de la población con el subsiguiente proceso de urbanización creciente que ha llevado a la formación de núcleos urbanos tan importantes como los que en su día dieron lugar a la dotación de un alcalde real o formación de un ayuntamiento.

c.- Y, por último, a la mejora experimentada en las comunicaciones al no permitir la línea recta y la velo­cidad identificar el territorio por el que se circula.

19 Véase los diferentes trabajos de LÓPEZ GARCÍA, S.: "Núcleos y territorialidad históricos de San Miguel de La Palma", en A.E.A., n° 38, Madrid-Las Palmas, 1992, pp. 503-523. "Aproximación a los núcleos y territorialidad históricos de Lanzarote ", en A.E.A., n° 39, Madrid-Las Palmas, 1993, p. 611 y 616. "Núcleos antiguos de Fuerteventura y Lanzarote: Análisis histórico, territorial y artístico", en V Jornadas de Estudios sobre Fuerteventura y Lanzarote, Tomo I, Madrid, 1994, pp. 307-327.

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personeros, después, que fueron el camino que a comienzos del siglo XIX des­embocaría en su transformación en ayuntamientos constitucionales. Bien es cierto que este camino o proceso previo no se aprecia con mucha claridad en algunas islas de señorío (Fuerteventura, Lanzarote o el Hierro debido a la pobreza del territorio y a una pervivencia mayor de la "parroquia-isla") y que en ellas las demarcaciones parroquiales tienen una mayor cota de responsabi­lidad en el origen de los ayuntamientos modernos o actuales, pero no podemos obviar que en algunos casos la jurisdicción de los alcaldes reales u ordinarios determinaron la jurisdicción parroquial y que, al menos hasta fines del siglo XVIII, pudieron aparecer antes que los párrocos, no siendo menos relevante el hecho de que algunos de los lugares que tuvieron alcalde adquirieron la con­dición de ayuntamiento constitucional antes que la de parroquia (Firgas20

, en Gran Canaria, El Rosario, en Tenerife ), o que, pese a la existencia de dos parroquias, sólo existiera un alcalde (San Andrés y Sauces, en La Palma)Z1

Desde el último cuarto del siglo XVIII y durante el primero del siglo XIX sí parece que se siguió por punto general la creación, primero, de la parroquia y, después, se procedió a la dotación de empleos municipales, cuya jurisdicción se ajustaba a la demarcación parroquial señalada por los obispos22

Esta práctica, salvo alguna excepción aislada, pone de manifiesto que la norma que se siguió era que donde hubiera parroquia se produjera la dotación de vara de justicia, lo que explica la negativa de los vecinos de Valsequillo (Gran Canaria) a tener parroquia a fines del siglo XVII porque también se les pondria allí alcalde, el cual los destruiría23

• Sin embargo, la forma de proceder no fue la misma en aquellos lugares que tuvieron alcalde antes que parroquia, tal como lo acreditan los ejemplos de Guía, Firgas, San Lorenzo, La Aldea o Artenara, en la isla de Gran Canaria.

20 La fundación del convento de San Juan de Ortega el 18 de noviembre de 1613 y su edificación en el mismo solar que albergaba la ermita de Firgas, ')urisdicción del curato y lugar de Arucas en Canaria", suplió la parroquia, procediéndose posteriormente al nombramiento de alcalde al que se señaló como territorio en el que debía ejercer su jurisdicción el actual término municipal de Firgas. Dicho en otras palabras, en nuestra opinión no cabe la menor duda que la presencia del convento fue la causa de la inexistencia de parroquia hasta el año 1845.

21 SUÁREZ GR!MÓN, V: "La Administración Local en La Palma en el Antiguo Régimen. El ejemplo de San Andrés y Sauces", en I Encuentro de Geografía, Historia y Arte en la ciudad de Santa Cruz de La Palma (!993), Santa Cruz de La Palma, 1993, Tomo I, pp. 420-438.

22 En esta línea se sitúan los núcleos de población creados en Tenerife a fines del siglo XVIII y en Gran Canaria a principios del siglo XIX (Valsequillo, San Mateo, Ingenio, Santa Lucía de Tirajana y Mogán).

23 SUÁREZ GR!MÓN, V: "Va/sequillo: De feligresía de Telde a parroquia independiente", en Guía Histórico-Cultural de Telde, n° ll, Telde, 2000, pp. 39-51.

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4.- Por el problema de los límites, es decir, si fueron los parroquiales los que determinaron la jurisdicción civil o municipal.

Pese a lo dicho anteriormente, no podemos negar que en el ámbito de la organización parroquial se han registrado algunos progresos debidos, en primer lugar, a las historias locales, tanto las elaboradas por historiadores de oficio como por historiadores "aficionados" o investigadores en general, si bien éstas, salvo excepciones, no exceden de la referencia al dato puntual sobre la fundación o construcción de una determinada ermita y su conver­sión en parroquia y de la transcripción íntegra de la escritura de fundación o del auto de erección, como si el conocimiento de la historia se redujese exclusivamente a la explotación de las fuentes y no se apoyara también en un conocimiento no basado en fuentes, es decir, en un aparato teórico-críti­co. Aunque estas historias locales han proliferado por toda la geografía insu­lar, el mayor número corresponde a Tenerife y Gran Canaria24

• A ellas hemos de añadir aquellos artículos en los que se recogen referencias puntuales a la creación de algunas parroquias25

A las aportaciones hechas desde las diversas historias locales, incluso las de los pagos o barrios que componen nuestros pueblos, hay que añadir las que en distintos momentos han hecho diversos autores que han abordado la proble­mática parroquial con mayor profundidad. Unos incidiendo en la forma de pro­visión de sus titulares como es el caso de A. Infantes Floridd6

, S. Cazarla León27

24 Entre las últimas aportaciones aparecidas pueden citarse para la parroquia de la Candelaria de Ingenio SÁNCHEZ SÁNCHEZ, J.: Trapera. Aportaciones a la Historia de Ingenio, Madrid, 1987; para la de Santa María de Guía GONZÁLEZ SOSA, P.: Fundación de las ermitas, capillas y altares de la parro­quia de Guía, Madrid, 1994; para la de San Miguel de Abona HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M. A. y PÉREZ TORRES, P. P.: San Miguel de Abona y su historia, Arafo, 1998; para la de los Remedios de Yaiza LOBO CABRERA, M. y QUINTANA NAVARRO, F. (Dirs.): Yaiza y su Tierra. Síntesis Histórica, Las Palmas de Gran Canaria, 1999; para la de Santa Úrsula de Adeje DE LAS CASAS, P.: Introducción a la Historia de Adeje, Santa Cruz de Tenerife, 1997 y DÍAZ FRÍAS, N.: La Historia de Adeje, Arafo, 1999; para la de San Marcos de Tegueste HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: Tradiciones de Tegueste. La librea, Los Barcos y La Danza de Las Flores, Arafo, 1999. RODRÍGUEZ SUÁREZ, P. J.: San Mateo. (Apuntes para su historia). De Tinamar a la Vega de Arriba, Las Palmas de Gran Canaria, 200 l.

25 GARCÍA LUENGO, M. C.: "Visita pastoral por don Bartolomé García Jiménez a la parroquia de Nuestra Señora de la Luz de Garafia ". La Palma, 1684", en Homenaje a Alfonso Armas Ayala, Tomo I, Madrid, 2000, pp. 177-194.

26 INFANTES FLORIDO, A.: Tavira: ¿Una alternativa de Iglesia?, Córdoba, 1989.

27 CAZORLA LEÓN, S.: Historia de la Catedral de Canarias, Madrid, 1992. Los Tirajanas de Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife, 1995. Beneficios y ayudas de parroquias en la isla de La Palma, Santa Cruz de La Palma, 1999.

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o A. Bethencourt Massieu28; otros, en los procesos de creación de las parro­

quias, pudiéndose citar una larga lista de trabajos y autores como los de A. Pereira Pacheco29

, Juan B. Lorenzo Rodríguez30, G. Díaz Padilla y J. M.

Rodríguez Y ánez3\ F. Caballero Mújica32

, J. A. Luján Henríquez3\ C. R. Pérez

Barrios3\ F. Quirantes y otros3S, F. Suárez Morend6

, M. A. Alloza Moreno y M. Rodríguez Mesa37

, J. M. Rodríguez Yánez38, O. Rodríguez Delgado39

, C. Velázquez Ramos40

, V Hernández Jiménez4\ M. Rodríguez González4

\ A. Pérez Pérez43

, etc. Sus aportaciones son valiosas en la medida que constituyen una recopilación de información procedente de varios archivos no siempre accesibles y de fácil localización. No obstante, se trata de estudios que conti­núan presentando alguna limitación de carácter territorial o cronológico, muy lejos por tanto de situarse en la línea del estudio realizado por Bethencourt Massieu para la isla de Fuerteventura. Si acaso se le podía equiparar nuestro estudio "Parroquia y Municipio en Canarias", presentado en las IX Jornadas

28 BETHENCOURT MASSIEU, A.: "El Real Patronato", en A.E.A. no 48, Madrid-Las Palmas, 2002, pp. 155-214. "Del antiguo al nuevo régimen: fin del pilonaje. El concurso a beneficios curados, 1814-1818", en Almogarén, n° 18,Las Palmas de Gran Canaria, 1996, pp. 11-42.

29 PEREIRA PACHECO, A.: Historia de Tegueste y noticias de las funciones de la parroquia de San Marcos, (Estudio crítico de M. Hernández González), Tegueste, 2001.

30 LORENZO RODRÍGUEZ, J. B.: Noticias para la Historia de La Palma. Tomos I, II y III. La Laguna­Santa Cruz de La Palma-Santa Cruz de Tenerife, 1987, 1997, 2000.

31 DÍAZ PADILLA, G. Y RODRÍGUEZ YÁNEZ, J. M.: El señorío en las Canarias occidentales. La Gomera y el Hierro hasta 1700, Santa Cruz de Tenerife, 1990.

32 CABALLERO MÚJICA, F.: Canarias hacia Castilla, Tomos I y II, Las Palmas de Gran Canaria, 1992. Documentos episcopales canarios. Tomos I, II y III, Las Palmas de Gran Canaria, 1996, 1997, 200 l.

33 LUJÁN HENRÍQUEZ, J. A.: Aspectos históricos de Artenara, Las Palmas de Gran Canaria, 1994.

34 PÉREZ BARRIOS, C. R.: Historia de Arana, La Laguna, 1996.

35 QUIRANTES GONZÁLEZ, F. y otros: Los Realejos. Una síntesis histórica, Santa Cruz de Tenerife, 1996.

36 SUÁREZ MORENO, F.: Mogán: de pueblo aislado a cosmopolita, Madrid, 1997. Historia de la Aldea de San Nicolás, Arafo, 1999. Apuntes para la historia de la parroquia de San Nicolás, Madrid, 2000.

37 ALLOZA MORENO, M. A. y RODRÍGUEZ MESA, M.: San Juan de la Rambla, Santa Cruz de Tenerife, 1986.

38 RODRÍGUEZ Y ÁNEZ, J. M.: La Laguna durante el Antiguo Régimen. Desde su fundación hasta fina­les del siglo XVII, Arafo, 1997.

39 RODRÍGUEZ DELGADO, 0.: Fasnia. La gestación de un pueblo. Independencia municipal (1795) y parroquial (1796), Arafo, 1999.

40 VELÁZQUEZ RAMOS, C.: Historia general de Villa de Mazo, Santa Cruz de Tenerife, 1999.

41 HERNÁNDEZ JIMÉNEZ, V: Aproximación a los orígenes de Teror, Las Palmas de Gran Canaria 2001.

42 RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, M.: "La edición de fuentes: la división del beneficio de Chasna en el siglo XVIII", Revista de Historia de Canaria (La Laguna), 138 (2001), pp. 333-342.

43 PÉREZ PÉREZ, A.: La historia de Tijarafe, Santa Cruz de Tenerife, 2005.

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de Historia de la Iglesia, en el que se hacía un planteamiento general de la evo­lución parroquial partiendo de la "parroquia-isla", en consonancia con el "municipio-isla" establecido tras la conquista de las islas, y la subsiguiente división de jurisdicciones parroquiales habida durante la modernidad, y en el que no sólo se consideraba la génesis de las parroquias sino también si éstas preceden o no al "municipio" o alcaldía real4

\ como antes se reseñaba. Éste es uno de tantos ejemplos en los que lo general no siempre tiene una correspon­dencia inmediata con lo local y viceversa45

• Pese a las afirmaciones que se vierten acerca de que todos nuestros pueblos participan o tienen una misma historia, creemos que la historia insular o regional de Canarias necesita las aportaciones que le brinda la historia local o comarcal.

Aunque con las limitaciones territoriales o temporales anteriormente señaladas, las publicaciones más recientes han venido abordando con mayor o menor amplitud cuestiones tales como la aparición de la parroquia en relación al crecimiento demográfico, de la riqueza, etc., la función social y el papel moral de los párrocos, los conflictos entre el clero secular y el clero regular, la evolución de las propias fábricas parroquiales, etc. Es el caso de la Historia de Agüimes en la que, en colaboración con P. C. Quintana Andrés46

, abordamos los orígenes y evolución de la parroquia de Agüimes y la segregación de la parroquia de Ingenio de su matriz, san Sebastián de Agüimes, en las primeras décadas del siglo XIX; los conflictos entre los vecinos y el párroco por los derechos parroquiales; los sostenidos a fines del siglo XVIII entre el clero parroquial y el regular (dominicos) por la percepción de limosnas por los entierros efectuados en la iglesia del convento y el abono de ciertas cuotas a la parroquia, pues ésta, según el convento, cobraba más dinero a los inhuma­dos en la iglesia dominica que a los enterrados en la parroquia; la evolución de los ingresos y gastos de la parroquia de san Sebastián de Agüimes, etc. Un modelo similar al de Agüimes, aunque salvando las singularidades que le son propias, hemos seguido para elaborar la Historia de Moya en fase de edición47

44 SUÁREZ GRIMÓN, V: "Parroquia y Municipio en Canarias", en Revista del Centro Teológico de Las Palmas "Almogarén", junio 2002, no 30, pp. 207-279.

45 Las relaciones del clero regular y secular dependerán de la existencia o no de conventos en los pueblos y ciudades de las islas, hay pueblos -Agüimes- en los que se da una duplicidad de alcaldes: uno real nombrado por los gobernadores-corregidores y otro ordinario nombrado por el obispo, etc.

46 SUÁREZ GRIMÓN, V y QUINTANA ANDRÉS, P. C.: Historia de la Villa de Agüimes (1486-1850) Tomos I y II, Agüimes, 2003.

47 SUÁREZ GRIMÓN, V y QUINTANA ANDRÉS, P. C.: Historia de la Villa de Moya, (en prensa).

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En esta misma línea se sitúan los trabajos que hemos realizado sobre los orí­genes parroquiales de San Vicente Ferrer en Valleseco separándose de la de Teror48

, de San Miguel de Valsequillo segregándose de la de San Juan de Telde49

, los de la de Nuestra Señora del Pino de Teror50, así como los ya cita­

dos de O. Rodríguez Delgado para Fasnia51, C. R. Pérez Barrios para Arona52

,

o F. Suárez Moreno para Mogán y la Aldea 53 así como los estudios dedicados a la parroquia de San Francisco de Asís en Triana y coordinados por F. Romero Navarro54

• Sobre la evolución de ingresos y gastos de algunas fábri­cas parroquiales, tan necesitada de un estudio general o global, es necesario citar las aportaciones realizadas por P. C. Quintana Andrés para la fábrica parroquial de Teguise55

, la fábrica catedraP6 y, más recientemente, para las de Agüimes57 y Moya58

Como ya se ha señalado, la cuestión de los límites parroquiales, sobre todo cuando no se dispone de los decretos de erección, también exige de un estudio más profundo y general a partir de otras fuentes como los remates de diezmos y distritos de recaudación. Y no sólo para conocer en qué medida determinaron los límites civiles o municipales sino para comprobar cómo su no señalización generó litigios de larga duración como el suscitado entre Guía

48 SUÁREZ GRIMÓN, V.: Teror y la separación de Valleseco, Las Palmas de Gran Canaria, 1992.

49 SUÁREZ GRIMÓN, V.: "Valsequillo: De feligresía de Telde a parroquia independiente", en Guia Histórico Cultural de Telde, número 11, Telde 2000, pp. 39-51. Y "Va/sequillo: Dos siglos de historia", en Valsequillo Informa, número 1, Valsequillo 2002, pp. 8-11.

50 SUÁREZ GRIMÓN, V.: "Los orígenes parroquiales y municipales (s.s. XVI-XVIII)", en El Pino. Historia, tradición y espiritualidad canaria. Editorial Prensa Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 2003, pp. 345 a 356.

51 RODRÍGUEZ DELGADO, 0.: Fasnia. La gestación de un pueblo. Independencia municipal (1795) y parroquial ( 1796), Arafo, 1999.

52 PÉREZ BARRIOS, C. R.: Historia de Arana, La Laguna, 1996.

53 SUÁREZ MORENO, F.: Mogán: de pueblo aislado a cosmopolita, Madrid, 1997. Historia de la Aldea de San Nicolás, Arafo, 1999. Apuntes para la historia de la parroquia de San Nicolás, Madrid, 2000.

54 ROMERO NAVARRO, F. (Coord.): La parroquia de San Francisco de Asis, 1821-1996. Una visión plu­ral, Las Palmas de Gran Canaria, 1997.

55 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "Territorio, espacio social e ideología. La fábrica parroquial de Teguise entre 1620-1745", El Museo Canario (Las Palmas de Gran Canaria), LIII, (1998), pp. 405-432.

56 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "La fábrica catedral y la mesa capitular de la Diócesis de Canarias durante el Antiguo Régimen (1483-1835)", Revista Vegueta (Facultad de Geografia e Historia, Las Palmas de Gran Canaria), 4, (1999), pp. 104-117.

57 SUÁREZ GRIMÓN, V. y QUINTANA ANDRÉS, P. C.: Historia de la Villa de Agüimes (1486-1850) Tomos II, Agüimes, 2003, pp. 1.231.

58 SUÁREZ GRIMÓN, V. y QUINTANA ANDRÉS, P. C.: Historia de la Villa de Moya, (en prensa).

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y Gáldar en torno al problema de la feligresía de la mujer o de la jurisdicción parroquial, consistente en que el hombre seguía el fuero de la mujer, circuns­tancia ésta que es considerada única en la Historia de Canarias, como tuvimos ocasión de estudiar con motivo del 475 aniversario de la fundación de Santa María de Guía de Gran Canaria59

• En 1526, el gobernador Martín Fernández Cerón creó la vara de justicia de Guía independiente de la de Gáldar. Aunque los vecinos de esta localidad resistieron el nombramiento, Guía acabó tenien­do su alcalde real con total independencia del de Gáldar, convirtiéndose en uno de los primeros pueblos o núcleos de población en los que el alcalde -el "municipio" si se quiere- precede o llega antes que el párroco. Por real cédu­la de 5 de diciembre de 1533 Carlos 1 dividió en dos los beneficios de Telde y Gáldar, disponiendo respecto a este último que uno sirviera en la iglesia de Santiago de Gáldar y otro en Santa María de Guía. La historiografía no se ha hecho eco de que la división del beneficio de Gáldar suscitara inicialmente la misma oposición que en el caso de la provisión de la vara de justicia o alcalde en Guía, como tampoco parece que se produjera en 1515 con la segregación de Agaete. De ser cierto, ¿qué explicación cabría dar a este hecho? Deduzco, y ello no es más que una conjetura educada o hipótesis, que, como ocurrió en Telde, la división del beneficio de Gáldar no se entendió inicialmente como equivalente a división parroquial, con independencia de que en Telde ambos beneficios sirvieran en la misma iglesia de San Juan y en el de Gáldar lo hicie­ran uno en la iglesia de Santiago y otro en la de Santa María de Guía.

Si división del beneficio no equivale a división parroquial, ello justifi­ca plenamente por qué no se hizo, ni en la real cédula ni posteriormente, seña­lización de límites y términos a cada una de las parroquias. Pero al mismo tiempo también explica por qué no se hizo partícipe a la fábrica de Guía en las rentas decimales recaudadas en la comarca. Tal es así que en el "Derrotero" que servía de gobierno a la Contaduría del Cabildo Catedral y los Cuadernos de repartimientos de maravedíes y granos decimales se registró muy pronto esta anomalía al recoger por escrito la siguiente nota: "adviértese que en Guía

59 SUÁREZ GRIMÓN, V: "Guía. De alcaldía real a Ayuntamiento moderno: Historia de un conflicto con Gáldar en torno a los límites parroquiales y civiles. El problema de la feligresía de la mujer", en 475 Aniversario de la fundación de Santa María de Guía de Gran Canaria 1526-2001. Retazos de su historia (en colaboración con Antonio de Béthencourt Massieu, Antonio Macías Hernández y José Miguel Pérez García). Ediciones del Gobierno de Canarias, Excelentísimo Ayuntamiento de Santa María de Guía y Fundación Foro para el debate Pérez Galdós, Las Palmas de Gran Canaria, 2003, pp. 35-191. Al proble­ma ya había dedicado unas líneas S. Cazarla León en su libro Agüimes. Real Señorío de los Obispos de Canarias (1486-1837), Las Palmas de Gran Canaria, 1984, pp. 50-51.

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no hay fábrica porque de pocos días a esta parte es lugar de vecinos y solo el beneficiado pretendió parte y se le dio por cédula real de conformidad del beneficiado de Gáldar". Es decir, de las rentas que se rematan y distribuyen en maravedíes bajo la denominación de Gáldar, como igualmente en los granos de que sale el repartimiento en especie, solo tenían parte las fábricas de Gáldar y Agaete, pero no la de Guía porque no la había, como ya ha quedado ex­presado con anterioridad60

Lo que sucedió con el transcurrir del tiempo fue que lo que sólo había sido una división del beneficio de Gáldar, acabó convirtiéndose o funcionan­do como dos parroquias diferenciadas aunque, como señalan los vecinos de Guía en 1746, comunes a todos los feligreses, sin que se corrigieran las dos anomalías antes reseñadas: la exclusión de la fábrica de Guía en el reparto de las rentas decimales y la no señalización de términos y límites parroquiales. Respecto a estos últimos, en la real cédula de 5 de diciembre de 1533 nada se decía sobre la señalización o demarcación de la jurisdicción entre una y otra parroquia, por lo que, en la consideración de que la división del beneficio no equivalía a división parroquial, la demarcación inicialmente no debió consti­tuir ningún problema mientras los núcleos urbanos de Guía y Gáldar no exce­dieron de lo arruado o, lo que más comúnmente, se denominó "de tejas o gote­ras adentro", pues en tal circunstancia cada beneficiado atendía y se ocupaba de sus feligreses sin mayores problemas. Pero con el aumento de las roturacio­nes de nuevas tierras y el asentamiento de vecinos y feligreses en parajes ini­cialmente despoblados se convirtió en objeto de disputa tanto para los alcaldes como para los párrocos. Sucedió entonces que al no señalarse en 1533 la demarcación de la jurisdicción eclesiástica que correspondía a "madre (Gáldar) e hija (Guía)", se estableció como regla lo que muchos beneficiados de Gáldar calificaron de absurdo e incalificable principio de que la mujer lle­vaba consigo a su marido, constituyendo aquella la cabeza de familia. Es lo que hemos denominado como el problema de la feligresía de la mujer o el pro­blema de la jurisdicción parroquial entre Guía y Gáldar, y que, en síntesis, venía a consistir en que el marido sigue el fuero de la mujer de tal forma que, si un hombre de Guía casa con mujer de Gáldar, situada ésta claro está de fuera

60 Escolar Serrano en su "Estadística de las Islas Canarias" se hacía eco a fines del siglo XVIII que la parroquia de Gáldar disfruta "de dos fábricas de renta decimal; la suya y la que corresponde a Guía". ESCOLAR Y SERRANO: Estadística de las Islas Canarias. Compilación y notas de Germán Hernández Rodríguez. Las Palmas de Gran Canaria, 1984, Tomo I, p. 279.

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de goteras, deja de ser vecino de Guía y se sujeta a Gáldar en lo eclesiástico y en lo civil, (esto siempre será rechazado por los alcaldes de Gáldar), sucedien­do lo propio cuando uno de Gáldar casa con mujer de Guía. Este principio, práctica o regla, criticada continuamente por los beneficiados o párrocos de Gáldar, dio como resultado el que se vieran ambos párrocos o beneficiados -el de Guía y el de Gáldar- cruzar casi por delante de sus respectivas parroquias, encontrándose para ir a administrar a sus feligreses, cuando no se hallaban juntos en un mismo paraje o casa a asistir, uno, a un padre, y otro, a un hijo, el cual había contraído matrimonio con feligresa distinta que la de su padre.

Los intentos de solución que se trataron de dar a este problema siempre giraron en torno a la adecuación de los límites parroquiales a los civiles, remi­tiéndose la resolución del conflicto a la Cámara de Castilla, lo que nunca se produjo y acabó contaminando a fines del siglo XVIII a la jurisdicción civil de los dos alcaldes reales. Ante la falta de resolución, los alcaldes de Guía entendieron que, del mismo modo que no existían límites eclesiásticos, tam­poco los había por lo que respecta a la jurisdicción civil, debiendo regir, por tanto, "la costumbre" consistente en que el marido sigue el fuero de la mujer. El pleito en torno a los límites civiles fue resuelto por auto del corregidor don Antonio Aguirre de 7 de mayo de 1803 en el que, al tiempo que se establecie­ron los límites que debían separar ambas jurisdicciones, se mandó que "los alcaldes de uno y otro pueblo administren justicia, así de oficio como a instan­cia de parte, en cuantos casos y negocios ocurriesen entre los vecinos situados en el territorio comprendido desde dicha línea hacia lo arruado de su respec­tivo pueblo, sin consideración ni respeto a que sean feligreses de la parroquia del otro pueblo porque las mujeres sean naturales de él, conteniéndose en ella sin propasarse ni entremeterse al territorio opuesto a ejecutar auto alguno de jurisdicción bajo ningún pretexto ni motivo".

Sin embargo, el problema desde el punto de vista de la jurisdicción parroquial no se resolvió hasta fines del siglo XIX en que se convirtió en defi­nitiva la solución provisional que el 27 de septiembre de 1869 dio el obispo Urquinaona mandando que "cese completamente y desde luego la antigua e improcedente práctica de que las mujeres domiciliadas en otra feligresía con­serven siempre la de su nacimiento, y que la jurisdicción eclesiástica entre las dos villas de extensión sea la misma que la civil hasta que definitivamente se resuelva la cuestión". Y definitivamente se debió solucionar la cuestión por­que en una representación dirigida por el Ayuntamiento de Gáldar al

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Ministerio de Gracia y Justicia el2 de enero de 1887 se hace referencia a que "con anterioridad al año de mil setecientos sesenta y nueve muchos feligreses, que hoy lo son de esta parroquia (Gáldar), pertenecían a la de la inmediata ciu­dad de Guía por más que civilmente estaban en esta villa, nos referimos exce­lentísimo señor a algunos pagos enclavados en esta jurisdicción que, si enton­ces pertenecían a aquella feligresía, hoy por razón y por justicia lo son de esta dicha villa lo mismo en lo civil que en lo eclesiástico"61

• En conclusión, lo sucedido entre Guía y Gáldar es solo un ejemplo de lo importante que resulta el conocimiento de los límites parroquiales.

Tras esta incursión por el problema de la feligresía de la mujer, sólo nos resta hacer mención, como complemento y en ocasiones génesis de la parro­quia, a las ermitas, sobre cuyo tema se ha progresado bastante en los últimos tiempos hasta el punto de estar cerca de completar su cuantificación, como demandara en 1993 Bethencourt Massieu, para conocer su funcionalidad, tipo­logía, servicios que prestan, muestreo devocional por advocaciones, etc. Conocer su carácter o titularidad es vital porque la ermita no sólo facilita la satisfacción del pasto espiritual (el cumplimiento del precepto dominical) al dueño de la hacienda donde se fabricó y sus familiares, e incluso a los vecinos de los pagos inmediatos, sino que además contribuye a que en torno a ella se asiente un contingente importante de jornaleros que pueden ser utilizados en el trabajo de las tierras de las haciendas y cortijos inmediatos sin mayores pro­blemas. En relación con el patronazgo no sólo de ermitas sino de capillas y altares cabe hacer mención a la obra de J. Concepción Rodríguez para el siglo XVIII62

• Igualmente, muchas de las historias locales referenciadas con anterio­ridad abordan el estudio de las ermitas, otras lo han sido en diferentes traba­jos publicados en revistas o congresos, entre los que cabe citar el de M. Rodríguez Mesa para la de san Cristóbal de La Laguna63

, M. D. Tavío de León para la de san Antonio de Lamero en Garachico64

, I. Hernández Díaz y R. Cerdeña Ruiz para la Nuestra Señora de Gracia y la de san Juan Bautista de

61 SUÁREZ GRIMÓN, V: "Guia: De alcaldía real a ayuntamiento moderno ... ". pp. 42-50.

62 CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, F.: El patronazgo artístico en Canarias en el siglo XVIII, Las Palmas de

Gran Canaria, 1995.

63 RODRÍGUEZ MESA, M.: "La ermita de san Cristóbal de La Laguna", en Strenae Emmanvelae

Marrero Oblatae. Pars Altera, Santa Cruz de Tenerife, 1993, pp. 419-446.

64 TAVÍO LEÓN, M. D.: "La ermita de san Antonio del Lamero en Garachico", en Strenae Emmanvelae

Marrero Oblatae. Pars Altera, Santa Cruz de Tenerife, 1993, pp. 663-672.

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Vallebrón6S, S. Cazorla León para las de Nuestra Señora de la Peña y de San Miguel66

, l. Hernández Díaz para la de Nuestra Señora de los Dolores y San Miguel Arcángel67

, C. Platero Fernández para la de Salvago68, D. Corbella

Guadalupe para las de la comarca de Abona69, o los más recientes dedicados a

las ermitas de la Diócesis Nivariense por el ya citado D. Corbella Guadalupe70,

a la de santa Catalina Mártir de Tagana por C. Negrín Delgado71, a la de san

Juan en la Orotava por M. Hernández González72, a la de san Miguel Arcángel

de Temisas por J. Sánchez Rodríguez73, y, por último, a las ermitas de Telde por

A. Bethencourt Massieu74 y P. C. Quintana Andrés75•

3.2.- El Cabildo catedral

Como se ha recogido en balances historiográficos anteriores, los únicos estudios realizados en torno a la Catedral quedaban reducidos a la construc­ción de su edificio (A. Rumeu de Armas, S. Cazorla, etc.) y al sistema de recaudación de los diezmos a partir de los fondos del archivo catedralicio de Las Palmas a cargo de A. Macias Hernández76

• El Cabildo eclesiástico, en

65 HERNÁNDEZ DÍAZ, l. y CERDEÑA RUIZ, R.: "La ermita de Nuestra Señora de Gracia de Vallebrón, Fuertéventura,: referencias históricas", en Tebeto, IX (1996), pp. 153-164. "Noticias históricas sobre la ermita de san Juan Bautista de Vallebrón, Fuerteventura", en Tebeto, X (1997), pp. 257-282.

66 CAZORLA LEÓN, S.: "Las ermitas de Nuestra Señora de la Peña y de san Miguel de Fuerteventura ", en Anexo III Tebeto, Puerto del Rosario, 1996.

67 HERNÁNDEZ DÍAZ, l.: "Ermita de Nuestra Señora de los Dolores y San Miguel Arcángel de La Caldereta, Fuerteventura ",en Tebeto, X (1997), pp. 335-348.

68 PLATERO FERNÁNDEZ, C.: "Los Salvago y su ermita", en Boletín Millares Cario, 16 (1997), pp. 203-216.

69 CORBELLA GUADALUPE, D.: "La arquitectura de las ermitas del siglo XVI de la Comarca de Abona", en I Jornadas de Historia del Sur de Tenerife (Comarca de Abona), Arana, 1999, pp. 331-340.

70 CORBELLA GUADALUPE, D. "Fundación de capellanías en las ermitas de la Diócesis Nivariense ", en A.E.A. n° 47, Madrid-Las Palmas, 2001, pp. 49-83.

71 NEGRÍN DELGADO, C.: "La ermita de santa Catalina Mártir de Tagana (Santa Cruz de Tenerife): datos históricos de su fábrica", en R.H.C., La Laguna n° 183,2001, pp. 235-254.

72 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: "La ermita de san Juan y el desarrollo urbano de la Villa de Arriba orotavense ", en El Pajar. Cuaderno de Etnografía Canaria (La Orotava-Tenerife ), 9 (8-2004, pp. 62-66.

73 SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, J.: Temisas, Güimar, 2002.

74 BETHENCOURT MASSIEU, A.: "Aportaciones a la historia de la ermita de san Gregario de los Llanos (Te/de)", en A.E.A.. n° 47, Madrid-Las Palmas, 2001, pp. 179-209. "Aportaciones a la historia de la ermita de san Gregario de los Llanos (Telde)" (primera parte), en Guía Histórico Cultural de Te/de, Telde, no 14, Telde, 2003, pp. 5-8.

75 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "Las ermitas de Telde. Reflejo de un proceso histórico", en Guía Histórico Cultural de Te/de, Telde, no 16, (2005), pp. 12-21.

76 MACÍAS HERNÁNDEZ, A. M.: Economía y sociedad en Canarias durante el Antiguo Régimen, 1520-1850, Tesis doctoral, UNED, 1985, 1 O volúmenes. "Fuentes para el estudio de la producción agraria en las Islas Canarias: el diezmo en la diócesis canariense (1480-1820", en A.E.A. n° 32, Madrid Las Palmas, pp. 269-354. Para la isla de Lanzarote también puede verse BRUQUETAS DE CASTRO, F. y TOLEDO BRAVO DE LAGUNA, L.: Aproximación al estudio de los diezmos en Lanzarote", en Iglesia y Sociedad en el Antiguo Régimen, E. Martínez Ruiz y V Suárez Grimón (Eds.) Madrid, 1994, pp. 421-428.

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cambio, pese al importante papel desempeñado tanto desde el punto de vista espiritual como cultural, jurisdiccional y económico, apenas sí había sido con­templado, excepción hecha de la aportación realizada por Bethencourt Massieu sobre los capellanes reales, el Cabildo y el patronato real77

• No debe perderse de vista que, junto con el Obispo, que también ha contado con estu­dios importantes debidos a S. Cazarla y J. Sánchez78

, M. Barrio Gozalo79 y M. Calvo Cruz80

, es la primera institución de ámbito regional establecida en Canarias. Su jurisdicción eclesiástica y económica (diezmos) alcanza al con­junto del Archipiélago, especialmente en los frecuentes periodos de sede vacante al reemplazar la jurisdicción del Obispo. Tal primacía o hegemonía regional de las instituciones religiosas no se vio superada por las instituciones civiles o militares hasta la creación en 1526 del tribunal de la Real Audiencia, con funciones de gobierno político y económico y no sólo judiciales, o con la implantación del Capitán general, de forma provisional en 1589-1594 cuando Felipe II decide poner en práctica su propósito de reformar la organización político-militar imperante en el Archipiélago mediante la centralización del mando político, militar y judicial, y con carácter definitivo a partir de la terce­ra década del siglo XVII. Al carácter de institución de ámbito regional se añade, además, el hecho de ser una de las pocas instituciones regionales a las que la Corona, andando el tiempo, acabó permitiendo que no sólo estuviese compuesta sino regida por naturales de las islas. Otras instituciones de carác­ter regional como la Real Audiencia, el Capitán general o el Obispado, salvo casos muy puntuales, no estuvieron integradas ni fueron regidas por canarios.

Si a principios de la década de 1990 los estudios sobre esta institución eran escasos, hoy el panorama es totalmente distinto. Tras la aparición de algu­nos artículos de P. C. Quintana Andrés que tocaban algunos aspectos del Cabildo eclesiástico como el patrimonio inmobiliario, su actividad crediticia81

,

77 BETHENCOURT MASSIEU, A.: "Los capellanes reales de la Catedral de Las Palmas, el Cabildo y el Real Patronato (1515-1750) ",en Vegueta n° O, 1992, pp.55-65.

78 CAZORLA LEÓN, S. y SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, J.: Obispos de Canarias y Rubicón, Madrid, 1997.

79 BARRIO GOZALO, M.: "Estudio socioeconómico de los obispos de Canarias (1556-1834)", enA.E.A. no 48, Madrid-Las Palmas, 2002, pp. 413-481

80 CALVO CRUZ, M.: La contabilidad de espolios y vacantes: Diócesis de Canarias (1753-1851), Las Palmas de Gran Canaria, 2000. Los espolios aparecen analizados desde la óptica de la contabilidad, pero aporta importante información sobre su importe y destino.

81 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "El patrimonio inmobiliario del Cabildo de la Catedral de Las Palmas", en Almogarén n° 16, Santa Cruz de Tenerife, 1993, pp. 73-84. "La ventas a censo de inmuebles y el prés­tamo monetario a interés. Acercamiento a las rentas del Cabildo Catedral de Las Palmas", en XI Coloquio de Historia Canario-Americana (1994), Las Palmas de Gran Canaria, 1996, Tomo I, pp. 601-623.

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etc., en 1988 se presentaba un estudio más extenso, publicado en el año 20008\

en el que sobre todo se abordaban las similitudes y diferencias del Cabildo eclesiástico con el secular. Con posterioridad, Quintana Andrés continuó pro­fundizando en esta línea de investigación dando como resultado nuevas apor­taciones referidas a la fábrica catedraP3 y la mesa capitular8

\ la enseñanza85,

biografia de alguno de sus miembros86, sus fondos documentales87

, el origen geográfico y formación intelectual y cultural de los prebendados88

, el conflic­to que suscitó su traslado a Telde a principios del siglo XIX89

, conflicto con algún obispo90 y un estado de la cuestión9

\ hasta concluir con dos monografi­as sobre los prebendados92 y la estructura y funcionamiento del propio Cabildo catedralicio93

• Se trata de dos obras, sobre todo la segunda, que han llamado la atención más por sus títulos, algunos también ponen el acento en la metodolo­gía, que por su contenido, cuya única objeción es que requieren tiempo para su lectura. El estudio más reciente y voluminoso intitulado "A Dios rogando,

82 SUÁREZ GRIMÓN, V y QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "Instituciones y grupos de poder en Canarias en el siglo XVI: Cabildos secular y eclesiástico", en Felipe II, El Atlántico y Canarias, XIII Coloquio de Historia Canario-Americana, Coordinado por Antonio Bethencourt Massieu, Las Palmas de Gran Canaria, 2000, pp. 179-298.

83 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "Propiedad urbana y economía. La financiación de la fábrica catedral de Canarias entre 1624 y 1748", en Vegueta 2, (1997), pp. 143-158.

84 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "La fábrica catedral y la mesa capitular de la Diócesis de Canarias durante el Antiguo Régimen (1483-1835)"', en Vegueta, 4 (1999), pp. 104-117.

85 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "El Cabildo catedral y la enseñanza en Canarias durante el Antiguo Régimen", en Boletín Millares Cario, 18 (1999), pp. 347-368.

86 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "Iglesia y clero en el siglo XVIII: El magistral Alonso Falcón. Un hom­bre y su tiempo", en Guía Histórico-Cultural de Telde, 1 O (1998), pp. 45-46.

87 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "El Cabildo Catedral de Canarias: la evolución de una institución y sus fondos documentales", en Boletín Millares Cario 21, Las Palmas de Gran Canaria, 2002, pp. 17-40.

88 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "El Cabildo Catedral de Canarias y sus prebendados (1483-1820): ori­gen geográfico, formación intelectual y cultural", en XIII Coloquio de Historia Canario-Americana, 1998, Las Palmas de Gran Canaria, 2000, pp. 2452-2465; CD-ROM.

89 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "Reflejos de un conflicto eclesiástico: el traslado a Telde de la sede del Cabildo Catedral a comienzos del siglo XIX", en A.E.A. n° 48, Las Palmas-Madrid, 2002, pp. 223-264.

90 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "El Cabildo Catedral y el Obispo Gutiérrez de Roza: Poder y Antagonismo en la Diócesis de Canarias en el Seiscientos", en Boletín Millares Cario n° 20, Las Palmas de Gran Canaria, 2001, pp. 191-215.

91 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "El Cabildo Catedral de Canarias durante el Antiguo Régimen (1483-1819): estado de la cuestión", enAlmogarén n° 30, Las Palmas de Gran Canaria, 2002, pp. 281

92 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: Finis Gloriae Mundi. Ideología y Sociedad en Canarias. Los prebenda­dos del Cabildo Catedral durante el Antiguo Régimen (1483-1820), Vizcaya, 2004.

93 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: A Dios rogando y con el mazo dando. Fe, poder y jerarquía en la iglesia canaria. El cabildo Catedral de Canarias entre 1483-1820, Madrid, 2003.

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y con el mazo dando" creemos que cumple los requisitos que planteara John H. Elliot a sus discípulos para hacer una buena historia, es decir, estilo claro y sencillo (trabajos anteriores de P. C. Quintana tal vez requieran de una segunda lectura o revisión), un marco amplio y, lo más importante de todo, un tema audaz94

• Además ha superado la dificultad de quién lo va a publicar pues no todo investigador dispone de su propia editorial, y ahora resta la incertidumbre de quién y cómo se va a leer. En cualquier caso, la discrepan­cia, como la autocrítica, no es negativa ni implica un ejercicio masoquista de autonegación, pero no puede tener otra traducción que la realización de otro estudio que implique un modelo de análisis diferente pues, de lo contrario, parecería que la critica responde únicamente a la ocultación de una capaci­dad de trabajo que no se puede negar o bien se convierte en expresión de una envidia nada saludable que, como en otros ámbitos, también está presente en el de la investigación histórica.

Aunque podemos discrepar y matizar -y esa es la obligación del cientí­fico social y del historiador como tal- acerca de la virtualidad del método o fórmula adoptada por Pedro C. Quintana Andrés para realizar su estudio, sin embargo no podemos negar lo novedoso de la línea de investigación desarro­llada en torno a la compresión de una institución como el Cabildo catedralicio durante el Antiguo Régimen. El Cabildo catedral canario es estudiado no sólo desde una perspectiva estática (la estructura y funcionamiento) sino también dinámica (evolución socio-geográfica de la composición del Cabildo, de su hacienda, inversiones, etc.), sin olvidar las relaciones con otras instituciones tanto religiosas como civiles y militares. Esas líneas de fuerza van siendo tra­tadas en el contexto de las diversas fases o etapas evolutivas seguidas por la institución desde sus orígenes hasta el siglo XIX.

A la etapa de implantación en el siglo XV, en la que el deán aparece casi como el único integrante del Cabildo hasta el nombramiento a principios de la década de los ochenta de los primeros prebendados de origen peninsular --cosa distinta era que tomasen posesión-, le sigue la etapa comprensiva de todo el siglo XVI y primer tercio del XVII, que supone no sólo un incremento del número de prebendados (sin llegar a completar inicialmente las 32 prebendas originales) sino también -y es un aspecto a destacar- la presencia en su seno

94 KAGAN, R. L. y PARKER, G.: "Sir John H. Elliot: en señal de reconocimiento", en España, Europa y el mundo Atlántico. Homenaje a John H. Elliot, Richard L. Kagan y Geoffrey Parker (eds.), Madrid, 2002, pp. 15-31.

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de clérigos isleños, sobre todo de la isla de Gran Canaria donde tenía su sede, con el consiguiente cambio en las relaciones internas entre las diversas faccio­nes existentes entre los prebendados a la hora del reparto de las atribuciones económicas, representativas o políticas. Es un periodo en el que tanto la Diócesis como el Cabildo aparecen inicialmente vinculados o dependientes a Roma y Sevilla, si bien la dependencia a Roma fue eliminada con la concesión del Patronato regio a los Reyes Católicos. Fue también una época en la que los prebendados ven incrementadas sus rentas consiguiente a la extensión de las áreas dedicadas a los cultivos de exportación y de abastecimiento del merca­do interno después de los repartos y roturaciones de tierras efectuadas tras la conquista de las islas. Todo ello se vio completado con la real cédula de 19 de febrero de 1534 que facilitaba el acceso de los naturales de las islas a los empleos del Cabildo, lo que eliminó las quejas de años anteriores relativas al absentismo de los prebendados, renuncias y permutas, o a las licencias por estudios o enfermedad. Otra cosa muy distinta era acabar con la conflictividad en el seno de la institución.

La etapa más relevante del Cabildo se inicia en el primer tercio del siglo XVII y concluye en las últimas décadas del XVIII, en clara coinciden­cia con un incremento de las rentas regulares por la coyuntura favorable del modelo económico canario basado en el cultivo de exportación (el vino) y de abastecimiento del mercado interno (cereales, papas y millo) y con un cam­bio en su composición, pues no sólo hay una mayoría de canarios en contra del parecer de los obispos sino que además se asiste conforme avanza el siglo XVIII a un progresivo incremento de los prebendados originarios de las islas de Tenerife y La Palma en detrimento de los de Gran Canaria. Su preponde­rante posición económico y su creciente elitización, convierten a esta etapa en la de mayor conflictividad con las distintas instituciones que tenían su sede en la ciudad de Las Palmas (Audiencia, Inquisición, Obispo o Cabildo secular de Gran Canaria).

La última etapa del Cabildo que se contempla en el libro que comentamos es la comprendida entre el último tercio del siglo XVIII y el año 1820, caracteri­zada por el deterioro de su autoridad y hacienda. La quiebra de las finanzas debi­da a diferentes factores, incluida la ocultación de rentas y el laicismo creciente de la sociedad que pone de relieve hasta qué punto el papel directivo de la Iglesia había declinado, repercute gravemente en la institución cabildicia (detrimento del culto, de la posición social de los capitulares, etc.). Por si era poco, en este con-

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texto se sitúa la división de la Diócesis en 181995• Como contrapartida, fue el

periodo en el que los capitulares alcanzaron un mayor grado de instrucción y de capacidad intelectual. Eran los tiempos de los hermanos Viera y Clavija, del arce­diano Encina o del doctoral Graciliano Afonso.

Con todo, esperamos y deseamos que proliferen los estudios sobre esta ins­titución pues ninguna investigación histórica es definitiva y puede perfeccionarse.

3.3.- El patrimonio territorial y urbano eclesiástico

Los estudios sobre la propiedad de la tierra en Canarias durante el Antiguo Régimen no han logrado llenar el vacío existente en nuestra historiografia desde que, hace algo más de dos décadas, se iniciara esta línea de investigación en el seno del Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de La Laguna, bajo la dirección del profesor Bethencourt Massieu. La escasez y carencia de fuentes documentales directamente relacionadas con la propiedad y la dificultad de operar con otras fuentes indirectas y diversas han venido provo­cando la deserción y el abandono de algunos de los trabajos entonces iniciados. A mediados de la década de los noventa del siglo XX, y desde el seno del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, se retomó el tema para las islas de Lanzarote y Fuerteventura, pero las limitaciones señaladas y la ausencia de una fuente estática -catastro- trajeron de nuevo el desánimo y la deserción ante la dificultad de enfrentar una fuente diná­mica como los protocolos notariales u otras fuentes de información parcelada. El resultado es que en estos momentos el nivel o grado de conocimiento sólo es aceptable para la isla de Gran Canaria debido a nuestras propias aportaciones96 o algunas tesis y tesinas, en su mayoría no publicadas, sobre algún aspecto concre-

95 Sobre la división del Obispado y creación de la nueva Diócesis de san Cristóbal de La Laguna hay una profusa bibliografia, si bien las aportaciones más recientes corresponden a NAVARRO MEDEROS, M.A.: Antecedentes, creación y comienzo de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, Santa Cruz de Tenerife, 2004. En estas mismas Jornadas dicho autor presenta una ponencia sobre la "Historiografia y fuentes de la creación del Obispado de san Cristóbal de La Laguna".

96 SUÁREZ GRIMÓN, V.: La propiedad pública, vinculada y eclesiástica en Gran Canaria en la crisis del Antiguo Régimen, Tomos I y II, Madrid, 1987. "La propiedad de la tierra en Canarias", en Historia de Canarias de Editorial Prensa Canaria, Volumen III, siglo XVIII, Alzira (Valencia), 1991, pp. 529-554. "Propiedad y Clero: Las capellanías en Gran Canaria, siglo XVII", en Revista del Centro Teológico de Las Palmas Almogaren, Las Palmas de Gran Canaria, junio 1994, n° 13, pp. 121-147. "La propiedad eclesiástica en Gran Canaria en el Antiguo Régimen", en Iglesia y Sociedad en el Antiguo Régimen, III Reunión Científica de la Asociación Española de Historia Moderna, Volumen I, Las Palmas de Gran Canaria, 1995, pp. 545-554. "Gran Canaria: Tierras Pobres para los pobres: La data del hospital de San Lázaro en Amagro (Gáldar), el Turma!, Cuevas Blancas y la Calera (Agaete) ", en Homenaje a Antonio de Béthencourt Massieu, Tomo III, Las Palmas de Gran Canaria, 1995., pp. 541 a 583.

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to de la propiedad o área restringida de las islas de Tenerife y La Palma97• Todo

ello sin excluir el estudio de Luis M. Acosta Barros para las capellanías del Hierro en el que por problemas de fuentes apenas sí se aportan datos de superficie98

, o el que para la fundación de capellanías en las ermitas de la Diócesis Nivariense ha realizado D. Corbella Guadalupe a partir de los legajos que con el título de cape­llanías se encuentran en el Archivo Histórico Diocesano de Tenerife sin entrar a considerar su dotación patrimonial ni tan siquiera la bibliografía existente sobre el tema en las islas99

Pese a todo, se puede concluir que en el capítulo de la amortización general, la eclesiástica, que ha sido considerada como el componente esen­cial de aquélla, quizás debido el impacto que supuso la desamortización del siglo XIX, tiene una importancia secundaria en Canarias frente al fenómeno de la vinculación (19'8% frente al 80'2%). Esta afirmación, aunque susten­tada en el estudio sobre Gran Canaria, es válida para el conjunto del Archipiélago toda vez que es en esta isla donde mayor importancia adquiere la propiedad eclesiástica. En Tenerife, por ejemplo, el proceso de amortiza­ción de propiedades se centra en la acumulación de rentas fijas que, bajo sus diversas formas, gravaban las propiedades de la isla, siendo escasos los bien­es raíces que aparecen en los inventarios. Esa diferencia entre amortización eclesiástica y vinculación ha de ser tenida en cuenta a la hora de valorar las repercusiones del proceso desamortizador. La amortización eclesiástica, pri­mero, y la desamortización, después, no es responsable directa de una estruc­tura de gran propiedad en las islas. La gran propiedad o, mejor, los grandes propietarios hay que buscarlos en la desvinculación y, antes, en la vincula­ción, ya que por extinción biológica de los linajes o por los matrimonios con­certados recaen en una misma familia diversos vínculos. En todo caso, la desamortización eclesiástica contribuye a reforzar la gran propiedad prove-

97 NÚÑEZ PESTANO, J. R.: "La propiedad concejil en Tenerife durante el Antiguo Régimen. El papel de una institución económica en los procesos de cambio social", Tesis Doctoral, Universidad de La Laguna, 1989. DE LA NUEZ SANTANA, J. C.: "El Mercado de la tierra y las estructuras agrarias en las bandas delsurdeTenerife.l750-1850", Tesis Doctoral, Universidad de La Laguna, 1997. RODRÍGUEZ BENÍTEZ, P. J.: "Hambre de tierras y reforma agraria ilustrada: El proyecto de repartimiento de baldí­os de 1785 en la isla de La Palma", Memoria de Licenciatura, Universidad de La Laguna, noviembre 2002. PÉREZ BARRIOS, C. R.: "La propiedad de la tierra en la comarca de Abona en el Sur de Tenerife entre los años 1850-1940", Tesis Doctoral, Universidad de La Laguna, 2004.

98 ACOSTA BARRIOS, L.M.: "Las capellanías de la isla de El Hierro durante el Antiguo Régimen", en A.E.A., 38 (1992), pp. 141-198.

99 CORBELLA GUADALUPE, D. "Fundación de capellanías en las ermitas de la Diócesis Nivariense ", en A.E.A. n° 47, Madrid-Las Palmas, 2001, pp. 49-83.

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niente del Antiguo Régimen. Conviene clarificar, asimismo, que en el con­junto de la propiedad eclesiástica, en el que el clero secular supera al regu­lar, destaca sobremanera el proceso de espiritualización de bienes represen­tado por las capellanías que suponen el 73'6% de la superficie detentada por el clero secular y el 54'85% del total eclesiástico. La vuelta al mercado de los bienes de capellanías no siguió el mismo proceso de los restantes bienes del clero tanto secular como regular100

Al margen de completar los estudios sobre la amortización eclesiásti­ca para el conjunto del Archipiélago, quedan aún pequeñas o grandes cues­tiones en las que profundizar como los mecanismos de adquisición de bien­es por parte de la Iglesia; en las adjudicaciones de bienes por deudas en qué casos conserva la propiedad y en cuáles la liquida con rapidez; estudiar si existieron linajes de arrendatarios en sus tierras y qué sucedió con ellos en el momento de la desamortización, lo que a su vez llevaría a la discusión del progresismo o no de las medidas desamortizadoras; investigar cuantos pose­edores de capellanías acabaron finalmente accediendo a las órdenes mayo­res y qué requisitos se exigían para ello; determinar de una manera definiti­va si las capellanías laicales forman parte de la amortización eclesiástica o de la vinculación10

\ etc., etc. Mención aparte merece lo que los eclesiásticos poseían durante la modernidad en calidad de bienes libres, aspecto no con­siderado por el momento y sobre el que queda por delante una inmensa tarea de investigación por desarrollar.

Lo dicho para la propiedad de la tierra es extensivo para el agua. Sólo añadir la aportación hecha por A. Arbelo García para la isla de Tenerife al estudiar los conflictos entre el clero y los empleos públicos en torno a la pro­piedad del agua, centrando su análisis en el conflicto o pleito sostenido entre los vecinos de los Realejos y el convento agustino de san Juan Bautista (1672-1817), o el que en Guía de Isora, con motín incluido en 1805, sostie­nen el párroco del lugar y unos particulares que pretenden apropiarse del agua de los lavaderos públicos102

• Aunque en algunos trabajos aparecidos recientemente se incluyen algunas referencias a la participación del clero en

100 Véase SUÁREZ GRIMÓN., V: La propiedad pública, vinculada y eclesiástica en Gran Canaria en la crisis del Antiguo Régimen, Tomos II, Madrid, 1987.

101 Nuestro criterio es que forman parte de la vinculación.

102 ARBELO GARCÍA, A.: La Laguna durante el siglo XVIII. Clases dominantes y poder político, Tomos I y II, Santa Cruz de Tenerife, 1995. Véanse las páginas 207-238 del Tomo JI.

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la frecuente e importante conflictividad sorda (pleitos) y ruidosa (motines) habida en las islas durante la época moderna, es un aspecto que requiere de una mayor profundización en la medida que lo permitan las fuentes docu­mentales disponibles.

Los estudios sobre la propiedad urbana presentan aún mayores limi­taciones territoriales y cronológicas que las apuntadas para la propiedad de la tierra, siendo la isla de Gran Canaria, cuando no la ciudad de Las Palmas, y el siglo XVII los ámbitos preferentemente estudiados por Pedro C. Quintana Andrés en su tesis doctoral presentada en 1996 bajo el título de "La Propiedad urbana en Gran Canaria en el siglo XVII. Traspasos, alqui­leres e hipotecas", publicada en dos volúmenes en 1997 y 1999103. A la limi­tación territorial y cronológica se añade otro inconveniente. Quintana Andrés centra su estudio en los propietarios más que en la propiedad urba­na por lo que no resulta fácil la distinción entre la propiedad individual de un clérigo, que no entraña su retirada del mercado, o de la Iglesia como ins­titución, que sí implica prohibición de enajenar y, por tanto, incremento de la amortización eclesiástica. En otros trabajos ha estudiado el mercado de la vivienda en Lanzarote para un periodo concreto de 1600-1 725 104 o el patrimonio inmobiliario de alguna institución como el Cabildo catedrali­cio105 o la fábrica catedraP06

Al patrimonio territorial y urbano eclesiástico también se hace referen­cia de forma tangencial y fragmentaria en los estudios realizados sobre los conventos; en el nuevamente reeditado sobre los conventos de La Orotava de M. Hernández González107 y en el que, aunque limitado a una institución y una cronología concreta, ha realizado E. Alemán Ruiz sobre los inicios de la clau­sura femenina en Gran Canaria a través del monasterio de la Concepción y los

103 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: Producción, ciudad y territorio: Las Palmas de Gran Canaria en el seiscientos, Las Palmas de Gran Canaria, 1997. Desarrollo económico y propiedad urbana. Población, mercado y distribución social en Gran Canaria durante el siglo XVII, Las Palmas de Gran Canaria, 1999.

104 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "Evolución de los núcleos de población y del mercado de la vivienda en Lanzarote entre 1600-1725", en IX Jornadas de estudios sobre Fuerteventura y Lanzarote, Puerto del Rosario, 2000, Tomo 1, pp. 97-130.

105 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "El patrimonio inmobiliario del Cabildo de la Catedral de Las Palmas", en Almogarén n° 16, Las Palmas de Gran Canaria, 1995.

106 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "Propiedad urbana y economía. La financiación de la fábrica catedral de Canarias entre 1624 y 1748", en Vegueta 2, (1997), pp. 143-158.

107 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: Los conventos de La Orotava, Santa Cruz de Tenerife, 2004.

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años 1592-1634108• Un estudio también reciente sobre la comunidad de religio­

sos franciscanos del convento de San Antonio de Gáldar de A. J. Cruz y Saavedra tampoco incide en la cuestión patrimonial109

En estos dos últimos trabajos, pero sobre todo en los realizados por P. C. Quintana Andrés para las islas de Gran Canaria110

, Lanzarote y Fuerteventura111

, se ha abordado un tema que tiene profundas vinculacio­nes con la propiedad rústica y urbana, como lo es el de los gravámenes que a favor de la Iglesia pesan sobre una y otra. Uno de los principales capítu­los de ingresos de las distintas instituciones eclesiásticas lo constituyen los censos que, en su doble variante de redimibles y perpetuos, fueron jun­tamente con los pósitos la forma más extendida de préstamo agrario durante la modernidad. En el siglo XVIII, cuando los riesgos del comer­cio con América ofrecen otras expectativas a los inversionistas, la institu­ción prestataria por excelencia será la Iglesia. El impago de los réditos de estos censos será uno de los mecanismos más frecuentes de apropiación por parte de la Iglesia de los bienes hipotecados por el censatario, pese a que, a diferencia de los préstamos de la legislación burguesa, el bien hipo­tecado (tierra, casa o agua) es preeminente sobre el capital o principal. Las limosnas y otras donaciones de capital se encauzan hacía los censos mediante imposiciones o ventas de capital realizadas de forma directa, pero también la Iglesia puede disponer de ellos mediante compras y dona­ciones, por dotes en el caso de los conventos femeninos o por imposicio­nes de misas y otras obras pías, que llevaron al obispo Tavira a fines del siglo XVIII a aconsejar a los testadores que no sean "tan egoístas al fun-

108 ALEMÁN RUIZ, E.: Inicios de la clausura femenina en Gran Canaria: el Monasterio de la Concepción, 1592-1634.Las Palmas de Gran Canaria, 2000.

109 CRUZ Y SAAVEDRA, A. J.: "La comunidad de religiosos franciscanos del convento de San Antonio de Padua de la villa de Gáldar (1 520-1835) ", en A.E.A. n° 46, Madrid-Las Palmas, 2000, pp. 271-318.

110 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: "Carga rediticia y desarrollo urbano en la comarca noroeste de Gran Canaria (1700-1750)", en X Coloquio de Historia Canario-Americana (1992), Las Palmas de Gran Canaria, 1994, Tomo II, pp. 339-364. "La ventas a censo de inmuebles y el préstamo monetario a inte­rés. Acercamiento a las rentas del Cabildo Catedral de Las Palmas", en XI Coloquio de Historia Canario-Americana (1994), Las Palmas de Gran Canaria, 1996, Tomo I, pp. 601-623. "El préstamo a interés y la hipoteca de bienes urbanos de Gran Canaria en el siglo XVII", en Vegueta, 3, (1997), pp. 1 O 1-116. "Las instituciones religiosas y el crédito privado en el Antiguo Régimen: los censos al qui­tar del Cabildo Catedral de Canarias, en Boletín Millares Cario, 16 (1997), pp. 217-244.

111 QUINTANA ANDRÉS, P.C.: "El préstamo a interés, las crisis agrarias y el desarrollo económico en Lanzarote entre 1600-1750", VII Jornadas de Estudios sobre Fuerteventura y Lanzarote, Arrecife de Lanzarote, 1999, pp. 223-252.

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dar capellanías, pues parece que lo que disfrutaron en vida también lo quieren disfrutar después de muertos" 112

• Así pues, en este capítulo de los censos aún resta mucho por hacer.

4.- Las fiestas y el culto y devoción del Pino

Un último aspecto a considerar es el de las fiestas, expresión y mani­festación de la mentalidad, que ha sido y sigue siendo objeto de estudio por numerosos historiadores e investigadores abordando prácticamente todas las vertientes del tema desde lo popular a lo estrictamente religioso, inclu­yendo la teológica de la que se ha ocupado F. Bermúdez113

• Todo ello en el contexto del debate en torno a si la verdadera Historia de Canarias es la que se hace desde posiciones "esencialistas", incidiendo sobre las señas de identidad canaria (fiestas, gastronomía, etc.) y que debería tener poca influencia en los historiadores de "oficio", o la que se hace desde la utili­zación de todos los contenidos del pasado para reflexionar sobre el presen­te. Aceptando que lo que nos interesa es las cosas como han llegado a ser y no como son, creemos que las fiestas adquieren la condición de tema no sólo interesante sino importante siempre y cuando la cuestión a dilucidar no se reduzca únicamente a saber qué se hizo en determinado tiempo y lugar para festejar o conmemorar un suceso cualquiera sino por qué se celebraron o celebran determinados acontecimientos.

La consulta de los fondos documentales canarios nos permite com­probar la riqueza de nuestras tradiciones y costumbres, pero al mismo tiem­po nos pone de relieve cómo muchas de ellas no van más allá de la genera­ción que las vio nacer. Esta debilidad de la memoria colectiva de nuestro pueblo es atribuible tanto a factores políticos y religiosos como económi­cos o socio-culturales. Con todo, las que han logrado sobrevivir, también se han visto afectadas por los mismos factores, y por ello, en la mayoría de los casos, se nos presentan descontextualizadas cuando no desnaturalizadas en virtud de las transformaciones o cambios experimentados en el transcurso del tiempo. No obstante, han pasado a formar parte de la historia de nues­tras esencias sin que importe mucho si se adecúan o no a los objetivos reli­giosos, económicos o socio-culturales que las vieron nacer o que les dieron

112 INFANTES FLORIDO, J.A.: Figuras de la Iglesia Canaria: Tavira, Las Palmas de Gran Canaria, 1979, p. 13.

113 BERMÚDEZ, F.: Fiesta canaria. Una interpretación reológica, Las Palmas de Gran Canaria, 1991.

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su razón de ser porque a fin de cuentas la representación se ha impuesto a la realidad (lo que importa es la ofrenda de frutos y no tanto si éstos son de la tierra). Buena parte de estas tradiciones festeras tienen su origen en el carácter religioso y agrario de la sociedad en los siglos pasados, en tanto que el laicismo creciente de las últimas décadas y el declive del modo de vida rural tradicional y la contracción de la economía campesina las han reducido al olvido, pese a que sobre las mismas puedan existir testimonios escritos, cuando no se han visto transformadas o descontextualizadas. A dos de esas fiestas que han visto modificado no sólo el contexto en el que nacieron sino el propio ceremonial cómo se desarrollaban, la de San Roque en Firgas 114 y la fiesta votiva o del agua en Teror11 S, dedicamos la atención en su momento. No obstante, un análisis más minucioso de la transforma­ción del sistema festivo en Gran Canaria ha sido realizado recientemente por G. Santana Jubells116

M. Hernández González puede ser considerado como uno de los mejores conocedores del variado y complejo mundo de las fiestas y cele­braciones que de forma habitual o esporádica se celebraron en Canarias durante la época moderna. Su descripción y organización, el cómo y, lo que es más importante, el por qué se hacían, son cuestiones a las que Hernández González ha dedicado su atención en sus diferentes trabajos. En ellos tam­bién se ha visto reflejada la importancia de la nocturnidad, de la víspera frente al día, su utilización por el poder, la dialéctica entre la fiesta oficial y popular, el incremento de su número en los siglos XVI-XVII y su freno con la Ilustración en el XVIII porque ya no resulta tan necesario destacar y hay que ahorrar gasto, la crisis o decaimiento de la fiesta a fines del XVIII por los distintos cambios que se producen y que no son aceptados por el pueblo en materia de imágenes (sustitución de las pequeñas, de vestir, por otras de talla no vestidas cuyos autores son Luján Pérez o Fernando Estévez, o retirada de las imágenes de la festividad del Corpus), valides de

114 SUÁREZ GRIMÓN, V: "Apuntes para la Historia de Firgas. El convento de San Juan de Ortega

y la fiesta de San Roque", en Anuario de la Facultad de Geografía e Historia "Vegueta" de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, n" O, 1992, pp. 87 a 94.

115 SUÁREZ GRIMÓN, V: "La fiesta votiva o del agua", en El Pino. Historia, tradición y espiritua­lidad canaria. Editorial Prensa Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 2003, pp. 177 a 188.

116 SANTANA JUBELLS, G.: Fiesta y modernidad. Análisis de las transformaciones del sistema fes­

tivo en Gran Canaria a finales del siglo XX, Las Palmas de Gran Canaria, 2001.

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la misa parroquial frente a la de los conventos, imposición de los curas, fomento del culto al Santísimo, guerra contra los retablos, etc., etc. 117

P. Quintana Andrés incluye en su obra sobre el Cabildo catedralicio un capítulo dedicado a las distintas celebraciones, fiestas y ceremonias en las que de una manera u otra tenía intervención dicho Cabildo118

• Si a la información obtenida de las actas capitulares hubiese sumado la que se recoge en la biblio­grafía publicada sobre algunas de esas celebraciones, el capítulo habría resul­tado bastante completo.

Una de las vías exploradas y que aún puede dar más de sí es la consi­deración de la fiesta como instrumento para la escenificación de las tensio­nes sociales, políticas o de los conflictos de etiqueta o protocolo, aunque en los ejemplos considerados tal diferenciación no se presente con tanta nitidez. Las tensiones sociales originadas por la escasez y carestía de granos, por la limitación de usos y aprovechamientos comunales, abusos de los cargos públicos, etc., encontraron en los clásicos motines, revueltas o levantamien­tos ocurridos en las islas desde mediados del siglo XVII el cauce más genui­no y habitual de hacer público el descontento o la protesta. No obstante, algunas tensiones sociales encontraron en la fiesta el cauce adecuado para manifestarse, pese a que lo normal era que actuasen como amortiguador de las mismas. En esta línea se insertan los llamados piques festivos que, en el caso de los pueblos del norte de Tenerife, acabaron originando un motín en 1774 en Icod de los Vinos, o de la luchada celebrada con ocasión de las fies­tas de San Bartolomé, en Geneto, en 1834, que terminó en batalla campal por la participación en el bando de La Laguna de un majorero, buen lucha­dor pero "extranjero" a pesar de llevar más de tres años residiendo en dicha ciudad, lo que ponía de manifiesto que estaban ante un competidor no sólo

117 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: Usos, costumbres y fiestas de Gran Canaria en el siglo XVIII de

Francisco Martínez de Fuentes, Las Palmas de Gran Canaria, 1998. "Fiesta y sociedad en Canarias

en el siglo XVIII", en España Festejante. El siglo XVIII. (Margarita Torriane Edra.), Málaga, 2000, pp. 145-154. "Fiesta y religiosidad en Canarias en el Antiguo Régimen", en Curso Fiestas y religio­sidad en la España del Antiguo Régimen, perteneciente al ciclo Universidad de Verano de Adeje 2001. Universidad de La Laguna y Excmo. Ayuntamiento de la Villa de Adeje, celebrado entre los días 16 y

20 de julio de 200 l. "La celebración en la Edad Moderna", en El Pino. Historia, tradición y espiri­tualidad canaria. Editorial Prensa Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 2002, pp. 165-17 6. "La rome­

ría de los vecinos de Garachico a la Virgen de Guía", en Historia de Nuestra Señora de Guía. Textos y documentos, Santa Cruz de Tenerife, 2005, pp. 91-122.

118 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: A Dios rogando y con el mazo dando. Fe, poder y jerarquía en la igle­

sia canaria. El cabildo Catedral de Canarias entre 1483-1820, Madrid, 2003, pp. 822-870.

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en el "terrero" sino en el "tajo". Ambos ejemplos han sido estudiados con detalle por M. Hernández González119

Pero no sólo tensiones sociales sino también políticas como la que tuvi­mos oportunidad de estudiar en Arucas el 3 de mayo de 1812 con ocasión de la celebración de la denominada "Fiesta del Gallo" y que supuso el punto cul­minante de la tensión acumulada durante los primeros años del siglo XIX entre dos facciones del grupo dirigente local que pugnaban por hacerse con el con­trol político del "municipio"120

Fiestas como las del Corpus, San Pedro Mártir o Nuestra Señora del Pino en la isla de Gran Canaria sirvieron para la escenificación de los deno­minados conflictos de etiqueta o protocolo y preeminencia. En una sociedad jerarquizada, el lugar que se ocupaba en los actos públicos ilustraba al pueblo sobre quien era la autoridad y de ahí la aparición de tales conflictos. En rela­ción a la festividad del Corpus destaca el conflicto suscitado en 1674 entre el Cabildo secular y el Obispo por la forma de ir éste en la procesión de ese año, obteniendo aquél el apoyo del Cabildo eclesiástico porque, como señala la Audiencia, "unos y otros son padres, hijos, hermanos y parientes, y cuatro regidores de los de más mano son contadores de la Casa de Cuentas del Cabildo eclesiástico" 121

• Pedro C. Quintana Andrés ha estudiado recientemen­te la evolución de esta fiesta del Corpus haciendo hincapié en otros conflictos suscitados entre el Cabildo catedral con otras instituciones de gobierno de las islas122

, en tanto que la legislación episcopal sobre dicha fiesta lo fue por F. Caballero Mújica123

• M. Hernández González también ha estudiado esta fiesta en La Laguna no sólo por lo que respecta a sus orígenes y organización sino

119 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: "Algunos testimonios decimonónicos sobre la lucha canaria en Canarias y Cuba", en Strenae Ennnanuelae Marrero, pars prior, La Laguna, 1993, pp. 551-560. "Los piques festivos: Las revueltas de Los Silos e Icod de Los Vinos de 177 4 ", El Pajar. Cuaderno de Etnografía Canaria, n° 5, agosto 1999, La Orotava, pp. 80-82.

120 SUÁREZ GRIMÓN, V: "La fiesta del gallo en Arucas y el estallido de la crisis política de 1812", en Strenae Emmanvelae Marrero Oblatae. Pars Altera, Santa Cruz de Tenerife, 1993, pp. 649 a 661.

121 SUÁREZ GRIMÓN, V: "La fiesta como motivo de la conflictividad social, política y de etiqueta, pro­tocolo o preeminencia en Canarias en el Antiguo Régimen", en Curso Fiestas y religiosidad en la España del Antiguo Régimen, perteneciente al ciclo Universidad de Verano de Adeje 2001. Universidad de La Laguna y Excmo. Ayuntamiento de la Villa de Adeje, celebrado entre los días 16 y 20 de julio de 2001.

122 QUINTANA ANDRÉS, P. C.: A Dios rogando y con el mazo dando. Fe, poder y jerarquía en la igle­sia canaria. El cabildo Catedral de Canarias entre 1483-1820, Madrid, 2003.

123 CABALLERO MÚJICA, F.: "Legislación episcopal sobre la fiesta del Corpus. El teatro", en Almogarén no 16, Las Palmas de Gran Canaria, 1995, pp. 21-53.

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también desde la óptica del conflicto suscitado en 1749 con motivo del trasla­do de la Candelaria124

• La celebración de san Pedro Mártir estuvo marcada por la confrontación durante algo más de un siglo del Cabildo secular y su corre­gidor con el alférez mayor por la pretensión de éste y la negativa de aquéllos a traerle y llevarle a su casa la víspera y el día de su celebración125

• Por último, la festividad de Nuestra Señora del Pino así como las bajadas a la ciudad de Las Palmas126 también estuvieron marcadas por este tipo de conflictividad, siendo el más significativo el que tuvo lugar en Teror el 8 de septiembre de 1790 cuando el corregidor, presidente del único Ayuntamiento existente en Gran Canaria, mandó retirar al alcalde de dicho pueblo "del banco señalado en aquella parroquial para sentarse la Justicia" en la función religiosa de ese día127

• Lo que está en discusión es si el alcalde debe despojarse de la vara cuan­do está presente el corregidor y si los diputados del común de los pueblos tení­an la preeminencia de sentarse en tales funciones de iglesia en el banco de la real Justicia antes que los regidores de la capital. En suma, lo que está en cues­tión es el régimen municipal único.

Configura y complementa la mentalidad religiosa el culto y devoción mariológica. Bethencourt Massieu en 1992-1993 recogió una detallada rela­ción de monografías dedicadas a las patronas de las islas que nos permite ali­gerar las referencias bibliográficas128

• Aquí y ahora sólo consideraremos las últimas aportaciones que han tenido como motivo el culto y devoción de Nuestra Señora del Pino. Nos referimos a "El Pino. Historia, tradición y espi-

124 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M.: El Corpus Christi de La Laguna a través de la historia, Santa Cruz de Tenerife, 2005.

125 SUÁREZ GRIMÓN, V.: "La fiesta como motivo de la conflictividad social, política y de etiqueta, pro­tocolo o preeminencia en Canarias en el Antiguo Régimen", en Curso Fiestas y religiosidad en la España del Antiguo Régimen, perteneciente al ciclo Universidad de Verano de Adeje 2001. Universidad de La Laguna y Excmo. Ayuntamiento de la Villa de Adeje, celebrado entre los días 16 y 20 de julio de 2001.

126 SUÁREZ GRIMÓN, V.: "Las Bajadas de la Virgen", en El Pino. Historia, tradición y espiritualidad canaria. Editorial Prensa Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 2002, pp. 141 a 164.

127 SUÁREZ GRIMÓN, V.: "Los aspectos económicos y sociales (s.s. XVII-XVIII)", en El Pino. Historia, tradición y espiritualidad canaria. Editorial Prensa Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 2002, pp. 357 a 368.

128 BETHENCOURT MASSIEU, A.: "Historia de la Iglesia en Canarias: estado de la cuestión", en X C.H.C.A. (1992), Tomo II, Madrid, 1994, pp. 401-434. Y "Valoración de los estudios eclesiásticos en Canarias en el siglo XVII", en Almogarén n° 13, Las Palmas de Gran Canaria, 1994, pp. 65-94. Añádase HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M: "El culto a la Virgen de los Remedio en Canarias en el Antiguo Régimen", en Actas del I Congreso Nacional sobre la advocación de Nuestra Señora de los Remedios, Córdoba, 1995, pp.47-66.

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ritualidad canaria"129 realizado por varios autores y al trabajo más reciente sobre el patrimonio histórico de la basílica del Pino de Teror130 presentado por M. R. Hernández y J. Concepción Rodríguez. En esta misma línea debe citar­se el Pregón del "Pino" del año 2004 pronunciado por don Juan Artiles en el que se aborda el controvertido asunto del patronazgo de la Candelaria y el Pino131

• Estos trabajos plantean muchos de los interrogantes que aún siguen rodeando el misterio del Pino, aunque aún no se haya llegado a un acuerdo unánime en torno a cuánto ha habido de mito y cuánto de realidad. La concep­ción teleológica de la historia tiende a contemplar el pasado en función de lo que ha sucedido después, es decir, como la devoción y culto a la imagen del Pino es el que es, lo lógico es pensar que siempre ha sido así. Sin embargo, como han señalado recientemente M. R. Hernández y J. Concepción, el con­trovertido asunto mariano está plagado de interrogantes132

• No ha habido una­nimidad a la hora de interpretar:

a.- La procedencia y autoría de la imagen. ¿Es la primitiva, como afir­mara García Ortega, entre otros, o damos valides a lo señalado por otros auto­res que hablan de tres imágenes, incluida la actual de fines del XV y princi­pios del XVI y restaurada en 1974.

b.- La milagrosa y misteriosa apancwn en el Pino sagrado. En el momento de su aparición, ¿estuvo presente el obispo Frías o se hallaba ausen­te en la Península, en Sevilla, en 1481, año comúnmente aceptado de la supuesta aparición de la Virgen en Teror?, tal y como escribió en su momento F. Caballero Mújica133

• En torno al mismo pino podrían hacerse algunas refle­xiones: su cercamiento el 9-9-1631 y su caída el 3-4-1684, pero no parece que tan arraigada leyenda influyera en la conservación de este árbol porque, como se recoge en un juicio de residencia del año 1672, se acusa al alcalde Bartolomé Rodríguez de jugar a los naipes con otros vecinos sentados "en unos palos debajo de los álamos, frente del pino de Nuestra Señora". Incluso,

129 VVAA.: El Pino. Historia, tradición y espiritualidad canaria, Editorial Prensa Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2002.

130 HERNÁNDEZ SOCORRO, M. R. y CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, J: El patrimonio histórico de la basílica del Pino de Teror, Las Palmas de Gran Canaria, 2005.

131 ARTILES SÁNCHEZ, J.: Pregón del Pino, Teror, 2004.

132 HERNÁNDEZ SOCORRO, M. R. y CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, J: "La iconografia de la Virgen del Pino", en El Pino. Historia, tradición y espiritualidad canaria, Editorial Prensa Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2002, pp. 121-140.

133 CABALLERO MÚJICA, F.: Canarias hacia Castilla, Tomo I, Las Palmas de Gran Canaria, 1992, p. 553.

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la fuente que manaba del tronco del pino o en sus cercanías, ¿se secó como castigo de Dios cuando un cura quiso exigir un estipendio por tomar el agua medicinal, o simplemente se produjo un descenso del nivel freático por efecto de la edificación de casas y en consecuencia bajó el nivel freático?

c.- La cronología del propio título o advocación del Pino. ¿Tienen razón los que siguen la leyenda mariana de que el nombre de Virgen del Pino está vinculado a su aparición en el árbol y, por tanto, se remonta a finales del siglo XV? ¿La tienen los que consideran que los orígenes del hallazgo de la imagen son producto de un fantasioso relato ideado por los cronistas (a partir del seis­cientos) que consideran que la denominación del Pino es más tardía, es decir, de principios del XVI? ¿Fue tan decisivo el papel de la Inquisición a la hora de silenciar la tradición de imagen aparecida o en su titulación del Pino que, por su relación con la naturaleza, pudiese ser entendida como una irreverencia hacia la Virgen y de ahí el que su advocación se difundiera a lo largo del XVII?134 ¿Acaso a partir de entonces padeció de flojedad la Inquisición? ¿Qué representaba Teror desde el punto demográfico en el siglo XVI, hasta qué punto el crecimiento poblacional cabe atribuirlo o es responsabilidad de la devoción del Pino o más bien de la roturación de tierras, siendo la culminación de este proceso la que acabaría justificando la articulación de la leyenda?

Finalmente, un hecho a reseñar es la coincidencia que se da entre comienzo de las bajadas (1607), los milagros y el incremento de fondos de la fábrica parroquial o mayordomía del Pino. ¿Por qué cesan las bajadas a partir de 1815? Hay que descartar el efecto de la desamortización porque la data con­cedida por Carlos 111 no se pierde hasta 1867135

• Es muy probable que influyan otros factores como los procesos de simplificación de la fe y la crítica a las imágenes desarrollados desde el siglo XVIII, que hacen que surjan quejas de que por eso no se consigue el bien buscado; el conflicto entre ambos cabildos en torno a quien corresponde decidir la bajada; la creación del obispado de Tenerife; composición del Cabildo catedralicio con mayoría de Tenerife; esca­sa rentabilidad de la continuidad de las bajadas como lo reconoce el propio Cabildo eclesiástico (lo mismo había ocurrido con las capillas o altares).

134 HERNÁNDEZ JIMÉNEZ, V: "El origen del culto a la Virgen", en Programa del Pino, Las Palmas de Gran Canaria, 2004, pp. 8-9.

135 OJEDA QUINTANA, J. J.: La desamortización en Canarias (1836 y 1855), Las Palmas de Gran Canaria, 1977. SUÁREZ GRIMÓN, V: La propiedad pública, vinculada y eclesiástica en Gran

Canaria en la crisis del Antiguo Régimen, Tomo II, Madrid, 1987.

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¿Quiere decir esto que el Pino aparece cuando la descubren los "poderosos" avecindados en la ciudad de Las Palmas136

, pues parece que a nivel local y hasta fines del siglo XVIII los terorenses confiaron más en la imagen del Rosario, retirada del culto por Tavira en 1793 por la posible competencia con el Pino? La imagen del Rosario no hizo sino seguir el mismo destino de la ima­gen de la Candelaria que en 1763 fue retirada por el obispo Delgado y Venegas por no tener nicho para ella la nueva iglesia137

• ¿Como sustituto de las bajadas los terorenses buscaron la fiesta votiva o del agua138 coincidiendo con una vuelta de Teror hacia sí mismo empezando a utilizar el Pino como argumento en cuantas peticiones se formulan ante las diversas instituciones?

En conclusión, sobre todos estos interrogantes el historiador tiene ante sí una enorme tarea de investigación que desarrollar y sabe, como diría Jaume Vicens Vives, que su obligación es trabajar en la búsqueda de la verdad, por muy molestas que puedan ser las consecuencias, pues, como nos recordara John H. Elliot en 1994 en Barcelona, en el acto de su investidura como Doctor "Honoris Causa", "toda sociedad necesita sus mitos, pero de igual modo toda sociedad requiere que sus historiadores pongan en duda esos mitos y que el pasado no se convierta en un fósil en las mentes del presente"

Vicente J. Suárez Grimón

136 SUÁREZ GRIMÓN, V: "El Mayorazgo de Carvajal. Un precedente de la Capellanía de Coro de Teror ", en Anuario de Estudios Atlánticos número 34, MadridLas Palmas, 1988, pp. 389 a 444.

137 SUÁREZ GRIMÓN, V: Contribución al estudio de la historia de la enseñanza en Gran Canaria. La escuela de patronato de Teror (1790 1936), Las Palmas de Gran Canaria, 1990.

138 SUÁREZ GRIMÓN, V: "La fiesta votiva o del agua", en El Pino. Historia, tradición y espiritua­lidad canaria

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

LA HACIENDA DE LA IGLESIA EN CANARIAS DURANTE EL ANTIGUO RÉGIMEN.

ENSAYO DE SÍNTESIS

Dr. D. Santiago de Luxán Meléndez Profesor ULPGC

l. CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA HACIENDA DE LA IGLESIA: MARCO GENERAL

Durante el Antiguo Régimen la Iglesia constituyó una instancia fiscal diferenciada1

• El estudio de la Hacienda eclesiástica, sin embargo, debe aten­der esta realidad y, a la vez, su vinculación con la Hacienda real.

Efectivamente, en primer lugar, era una institución que gozaba de un sistema fiscal propio, desarrollado históricamente con prontitud, que tenía su soporte fundamental en el diezmo, un impuesto directo que gravaba el produc­to agrario bruto, basado en la mayor o menor aceptación del mismo por los propietarios agrarios en estrecha relación con el peso de la comunidad eclesial en la sociedad de la época. Dada la importancia de su volumen, no cabe duda que esta capacidad recaudatoria y de gasto de la Iglesia tuvo una importante repercusión económica. La contribución de la Iglesia a las rentas de la Corona en el siglo XVI estaría en torno al12,5 %2

• Desde otra óptica, según una esti-

1 ARTOLA (1982: 13-14). Las otras dos instituciones eran la Corona y el Reino (Cortes). Como tal, sin embargo, no creemos que la Hacienda de la Iglesia pueda ser analizada en el ámbito de la contabilidad privada, como proponen algunos historiadores de la Contabilidad (cf. CALVO CRUZ, 2000: 55 ó CAS­TRO PÉREZ, 2005: 10).

2 ARTOLA (1982: 90).

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mación de 1630, muy imperfecta según Domínguez Ortiz3, la riqueza de la

misma en Castilla significaría algo más del 10% de la renta total. Martínez Ruiz considera, teniendo en cuenta el progreso de la amortización durante el siglo XVII, que aquella pudo llegar a ser entre el 16 y 17% del conjunto de la rique­za, aunque mediatizada, como indicamos más adelante, por las cargas estatales y las obras benéficas4

• Bemal y López Martínez valoraron, sin embargo, para el siglo XVII que la cuota de participación de la Iglesia se aproximaría al 11% de la riqueza total, incrementándose al 14,62% en la centuria siguiente5

En segundo lugar, no podemos olvidar la participación de la Iglesia en la financiación de la Monarquía, a través del trasvase de una parte de sus ingresos a la Administración central e, incluso, local. Estaríamos contemplan­do una situación de transferencias fiscales desde la Hacienda eclesiástica a la caja del Estado. La política financiera6 de este último se orientó, desde los Reyes Católicos, a través del Patronato Regio, reforzado por las diversas nego­ciaciones con los pontífices, a recabar mayores entradas procedentes de las arcas de la Iglesia -que, como acabamos de exponer, incrementan su partici­pación en la riqueza general durante el siglo XVIII-, a mejorar su administra­ción con un sistema recaudatorio más eficiente, o a utilizar expedientes extraordinarios, entre los que destaca la desamortización llevada a cabo duran­te el reinado de Carlos IV7

• No obstante, puede observarse una cierta estabili­dad en la aportación de la Iglesia a lo largo de la Edad Moderna.

La cesión por parte de los Papas de una parte de las rentas percibidas por la Iglesia se tradujo en la existencia de unos ingresos permanentes, entre los que destacan: la Cruzada8

, el Subsidio del clero -prorrateado entre los titulares de prebendas eclesiásticas9

-, y la participación en la riqueza agraria de la Iglesia a través de las Tercias reales (2/9 del diezmo), el Excusado10

, o el Noveno (Breve de Pío VII de 3-X-1800t. Por otro lado, la mayor parte de las mesas

3 DOMÍNGUEZ ORTIZ (1970: 268-9).

4 MARTÍNEZ RUIZ (1994).

5 BERNAL y LÓPEZ MARTÍNEZ (1992: 24).

6 La política financiera es el conjunto de medidas fiscales. monetarias o crediticias, dispuestas por el Estado para cubrir sus gastos. Cf. TEDDE DE LORCA (1989: 139).

7 HERR (1974 y 1991).

8 GOÑI (1958).

9 ULLOA (1963).

10 ITURRIOZ (1987). 11 El Noveno se aplicaría desde 1801 a la extinción de los vales reales.

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episcopales estaban cargadas con pensiones que oscilaban entre un 25 y un 33% de sus ingresos12

• La renta de Expolias y Vacantes era otro modo de trans­ferencia de los ingresos de la Iglesia. Este es el sentido último que tienen las "auditorías" que se producían en las diócesis en situación de ausencia del pre­lado, sobre los últimos cinco años del obispado concluido13

• Además, hay que tener presente que el Clero no estaba exento de la contribución de millones, medias annatas, encomiendas militares, mesada eclesiástica etc., y que estuvo sujeto a donativos y otros medios extraordinarios, como antes señalábamos.

Aún nos quedaría referirnos a la Hacienda de una institución, como la Inquisición, integrada dentro de la Hacienda real, pero gobernada por eclesiás­ticos, financiada en parte con rentas de la Iglesia -a través, por ejemplo, de prebendas eclesiásticas que compensaban a sus funcionarios por los retrasos en el cobro de sus haberes14

-, e integrada en las funciones de la misma Iglesia de velar por la pureza de la religión.

11. LA IGLESIA EN CANARIAS.

l. Marco institucional

Los balances historiográficos de que disponemos, principalmente los de Hernández González15 y Bethencourt Massieu16

, insisten en la importancia de rellenar un vacío en nuestros conocimientos de Historia de la Iglesia en el Archipiélago, acometiendo el estudio de su Hacienda17

• A través de los Coloquios de Historia Canaria americana de la Casa de Colón, de la realiza­ción de las Jornadas de Historia de la Iglesia en Canarias por el Centro Teológico de Las Palmas y de la labor de las universidades del archipiélago, ciertamente se ha producido, en estos últimos veinticinco años, un progreso considerable en materias relacionadas con el tema que nos ocupa, aunque todavía estemos lejos de poder ofrecer una síntesis18 que abarque todos los

12 BERNAL y LÓPEZ MARTÍNEZ (1992: 28).

13 Ibídem. GIL y ANTÓN SOLÉ (1985) y CALVO CRUZ (2000).

14 MARTÍNEZ MILLÁN (1984).

15 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ (1990).

16 BETHENCOURT(l994ayb).

17 Para BERNAL y LÓPEZ MARTÍNEZ (1992: 15), en el ámbito de la historiografía española, son muchas las publicaciones dedicadas al estudio del patrimonio eclesiástico, pero muchas menos las con­sagradas al análisis de sus rentas, es decir, a la función y significado económico de dicho patrimonio.

18 En una entrevista, realizada poco antes de su muerte, Felipe Ruiz Martín, recordando a Braudel, plan-teaba la necesidad de emprender el ejercicio de realizar síntesis en el estudio de la Historia Económica. Reproducida en RUIZ MARTÍN (2005: 33).

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aspectos que el análisis del sistema financiero de la iglesia canaria requiere. En todo caso, es mucho más lo que sabemos de la época anterior a la división de la Diócesis Canariense en el siglo XIX, de ahí que restrinjamos el marco cronológico de nuestra exposición al Antiguo Régimen.

Una indagación acerca del marco institucional en el que se desarrolla la Hacienda, y la historia de la Iglesia en general, en las Islas, debe comenzar por el análisis del Real Patronato19

• Peraza de Ayala en un trabajo pionero20, que ha

tenido continuación en diversas publicaciones de Bethencourt Massieu21,

caracterizó la merced pontificia de dicho derecho por su carácter universal y por la novedad que supuso su concesión, en el mismo momento que a Granada y Puerto Real (Inocencia VIII, Bula Ortodoxia Fidei de 12-XII-1486). El Patronato de Canarias habría comenzado su andadura en sintonía con el de Indias pero, al contrario que este, habría evolucionado hacia la uniformidad eclesiástica con la Península, donde se alcanzaba el patronato universal por el Concordato de Fernando VI con la Santa Sede en 1753. Debe recordarse la coincidencia de esta nueva regulación con el intento de administración direc­ta por parte de la Monarquía de la "gracia" del Excusado.

Esta ordenación que afecta de modo directo a la organización administra­tiva y económica de las Islas no se extendió a las ermitas y conventos, pese a la interpretación interesada de los teóricos regalistas del siglo XVIII, entre los que destaca Álvarez Abreu22

• Nuestro ensayo de síntesis va a ceñirse, en consecuen­cia, a la Iglesia secular, dejando fuera de nuestra óptica el mundo de las órde­nes religiosas23

, que competirán muchas veces con las parroquias por un ingre­so fundamental para su fábrica, como son las limosnas y donaciones pías24

El estudio de la financiación de la Diócesis de Canarias abarca sm embargo la totalidad del archipiélago. Estamos ante una Institución vertical, en la que debemos distinguir tres escalones básicos y otras subdivisiones menores: la renta de la mesa episcopal, la del Cabildo Catedral y la de las Parroquias. Desde el punto de vista hacendístico su funcionamiento basculaba

19 Como referencia genera11a obra de HERMANN (1988).

20 PERAZA (1960 y 1982-86).

21 BETHENCOURT (1973-6, 1992, 1993 y 1996).

22 HERA (1979).

23 HERNÁNDEZ GONZÁLEZ (1984).

24 RODRÍGUEZ SUÁREZ (s.f.).

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

sobre el Cabildo Catedral, organismo que centralizaba la administración del ingreso más sustancioso que era el diezmo. Este modelo, escribe Peraza, se dará en toda Castilla, con la especificidad en el caso canario de que el Cabildo asumirá dicha función por derecho25

• En cualquier caso, conviene estudiar por separado dichos niveles y distinguir los distintos ingresos y su utilización.

2. Las rentas de la diócesis canariense

En esta síntesis vamos a tener presente no la riqueza patrimonial de la Iglesia, sino principalmente sus rentas no patrimoniales. Es decir, básicamen­te la carga fiscal que representaba la Iglesia para la sociedad canaria.

2.1. Los ingresos de la mesa episcopal

De los ingresos episcopales tenemos algunas noticias, extraídas de la Sección de Patronato Regio de Simancas, hace ya tiempo, por el Padre Femández Martírr6

• Últimamente Calvo Cruz realizó un estudio sobre la contabilidad de Expolias y Vacantes, que nos iluminan principalmente sobre la forma de la gestión de sus bienes en época de sede vacante durante la Crisis del Antiguo Régimen27

En el documento de 1630 al que antes aludíamos, publicado por Domínguez Ortiz28 -del que hay una versión anterior en el Diccionario de Hacienda de Canga Argüelles (Madrid, 1826-1827)-, se registran las 36 dióce­sis que formaban la Corona de Castilla en aquellos momentos, distinguiendo entre las rentas episcopales, el total de las rentas eclesiásticas y el monto glo­bal de las rentas civiles y religiosas. De este modo, podemos hacemos una idea del peso de la Iglesia en el conjunto de la economía, pese a las imperfecciones

de su cálculo, no olvidándonos de que la sociedad isleña entre los siglos XV­XIX, como la mayor parte del territorio peninsular, se define por su carácter agrario y sumamente religioso29

En este ranking de diócesis, la canariense -entendida ahora como el archipiélago canario en su conjunto-, estaría en el furgón de cola, ocupando

25 PERAZA (1982-86: 279).

26 FERNÁNDEZ MARTÍN (1975).

27 CALVO CRUZ (2000).

28 DOMÍNGUEZ ORTIZ (1970: 268-269 y 1988: 75-126). Cf. igualmente, ALDEA.

29 SUÁREZ GRIMÓN (2003). "Prólogo" al libro de QUINTANA ANDRÉS, P. (2003): A Dios rogando y con el mazo dando. Fe poder y jerarquía en la Iglesia canaria. El Cabildo Catedral de Canarias entre 1483-1820. Las Palmas de Gran Canaria, Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, pp. 13-17.

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda Antiguo Régimen.

el número 28 por el volumen total

en Canarias durante el

rentas civiles y ( 11.000.000 de vellón). Su vl"!J"""v, de 220.000 rs. vn., aunque entrada, estaría sin to 21, con el 1

en un escalón intermedio, figurando en el pues-del total del los prelados . Quizá

la peculiaridad que se rentas eclesiásticas de Canarias es una proporción mucho mayor, en torno al doble, que el resto de castellanas en el monto la renta totaL El conjunto de estos

en el archipiélago la quinta parte la Renta Insular (Cf. cuadro 1 y lA y lB).

Cuadro 1: Valor de los Obispados, de las rentas eclesiásticas y civiles en 1630, en ducados

Castilla

Canarias

Gráfico lA

Rentas episcopales

1.162.000

20.000

Rentas eclesiásticas y totales en Canarias (1630)

Rentas civiles y eclesiásticas

Rentas eclesiásticas

Fuente: Cuadro 1

30 Toledo y Sevilla se saldrían por la cúspide por la importancia de sus rentas; un segundo nivel lo forma­rían Santiago, Plasencia, Cuenca, Burgos. Granada, Córdoba, Sigücnza, Jaén y Málaga (entre 60.000 y 40.000 ducados); vendría después un tercer nivel constituido por Cartagena. Pamplona, Coria, Palencia,

Segovia, Salmanca, Burgo de Osma, Zamora Canarias (en torno a Jos 20.000 ducados); y, por debajo de esta cantidad, Calahorra, Badajoz, Valladolid, León, Astorga, Oviedo, Cádiz, Orensc, Ciudad Rodrigo, Tuy, Oríhuela. Lugo, Guadix, Mondoñedo y Almería.

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Santiago de Luxán Meléndcz: La hacienda de Antiguo Régimen.

Gráfico lB

durante

Rentas eclesiásticas y totales en Castilla en 1630 en %

Rentas totales

Rentas eclesiásticas

Fuente: Cuadro l

Antiguo Régimen, en el conjunto de la carga tributaria de de Macias de , la del total, en cualquier caso un porcentaje

tres veces mayor que en 1630, circunstancia, que ser esta ultima valoración, nos indicaría un crecimiento muy fuerte de la carga fiscal sial, -acorde con el incremento de las rentas generales, el tabaco y otras ren­tas y con el aumento del peso los en la totalidad de los junto a una posible

del siglo XVII. La importancia de la Hacienda taría si consideramos que sus igualmente el lugar.

se acrecen­a la caja real ocupaban

31 MACÍAS (!987). 7.324.495 rs. sobre un total de !2.521.28! rs. Conviene recordar que el Catastro de Ensenada no tuvo en cuenta al Archipiélago canario. por lo que nos la referencia de comparación global de mediados del XVUL HERNÁNDEZ (1983).

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Gráfico 2

Gráfico 3

Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante Antiguo Régimen. Ensayo de

Carga fiscal de Canarias 1800-1804 en%

1%

Fuente: Macías ( 1987)

Distribución de las Rentas Reales en Canarias (1800-1804)

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Fuente: Macías ( 1987)

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda la iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

Para el período comprendido entre 1570-1 , poseemos algunos datos sueltos del valor del obispado de Canarias33

, que se recogen en el cuadro siguiente, que nos indican un fuerte monetario de sus rentas durante los últimos años del siglo XVI-primeras décadas del XVII, aunque las rentas reales por efecto de la inflación se estanquen34

:

Cuadro 2: Valor del Obispado de Canarias en rs.

Años 1 Promedio anual en rs.

1570171 183.131

1575177 180.731

1585/87 158.117

1592/94 226.345

1626/27 242.000

1649 217.821 Fuente: Fernández Martín (1975), Aranda Doncel (1993 y 1994) y Sánchez Herrero (1994)

Gráfico 4

Valor del Obispado de Canarias 1570-1649 en rs.vn.

1570/71 1575177 1585187 1592194 1626127 1649

Fuente: Cuadro l

32 FERNÁNDEZ MARTÍN ( 1975) para los datos comprendidos entre 1570-1594; la estimación de 1607 se ha rea­lizado sobre la infonnación sobre pensiones que proporcionaAJV\NDA DONCEL ( 1993: 231-232): la de 1626-1627 de SÁNCHEZ HERRERO (1994: 461-480) y de ARANDA DONCEL ( 1994: 487-489); por último, la de 1649, es tma estimación realizada sobre datos de pensiones en ARAN DA DONCEL (1994: 1994: 492).

33 El valor del obispado estaría constituido por la cantidad global de ingresos de la Mesa episcopal. CF. FERNÁNDEZ MARTÍN (1975: 95).

34 ARANDA DONCEL (!993: 228).

\.lm<Jf!aren 38 (2006) 71-129

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80

Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

Con la propia información, tomada por Fernández Martín de la Sección Patronato Regio del Archivo General de Simancas, podemos descomponer el origen de los ingresos de la mesa episcopal, procedentes principalmente del diezmo, para el período comprendido entre 1575-1585. El valor de esta apor­tación se acrecienta, si tenemos en cuenta que la serie de la Contabilidad deci­mal del Cabildo Catedral no empieza hasta 1595.

Debe recordarse que el obispo se reservaba una tercera parte de la per­cepción del diezmo, una vez descontados los gastos de administración del mismo y la parte que le correspondía al Rey; los otros dos tercios se dividían entre el Cabildo Catedral y los gastos de Fábrica, -tanto de la Catedral como de las parroquias-, añadiéndose, a este último tercio, los beneficios curados, que eran los que tenían derecho a diezmd5

Hemos agrupado los ingresos procedentes del diezmo, atendiendo a su importancia monetaria. Ocuparían el primer lugar los "Menudos" (miel, cera, parrales y huertas), que suponían a fines del siglo XVI la parte más sustancial de la masa decimal.

Cuadro 3: Ingresos detallados del Obispo en% 1575-1585

Años Menudos Azúcares Cereales Agüimes Otros Total

1575 56 8 34 1,5 99,5

1576 60 9 29 2 96

1577 52 8 39 1 100

1583 45 14 34 3 4 100

1584 39 9 47 4 1 100

1585 43 7 44 4 1 99

Fuente:Fernández Martín (1975: 99-105)

35 Ibídem, p. 280.

Almogaren 38 (2006) 71-129

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de Antiguo Régimen. Ensayo

durante el

Gráfico 5

Cereales 41%

Distribución de los ingresos del Obispo 1575-1585 Otros

2%

Azúcares 10%

Menudos 43%

Fuente: Cuadro 3

Cuadro 4: Menudos por Islas en% 1575-1585

Años Canaria La Palma Lte. Fuetva Total Menudos

1575 19 48 24 1 lOO

1576 18 47 24 2 ..., ""

1577 22 44 22 0,5 0,5 100

l 20 44 24 0,5 1,5

1584 19 44 25 1 2 lOO

1585 17 46 23 2 3 100 Fuente: Fernández Martín ( 1975:

Obsérvese la dominante la isla de Tenerife, cercana en momento al 50% del total, de La Palma.

38 (2006) 71-129

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Gráfico 6

Santiago de Luxán Mcléndez: La hacienda de la en Canarias durante el

La Palma 24%

Antit,'llo Régimen Ensayo síntesis

Menudos por Islas 1575-1585

Hierro 5%

Gomera 3%

Lte. 1 1%

Fuetva 2%

Tenerife 46%

Fuente: Cuadro 4

El segundo lugar estaría ocupado por los cereales, que bascularían más hacía las islas orientales. Lo mismo sucede con los azúcares, que en la década que nos ocupa, se recogían básicamente en Gran Canaria y La Palma.

Cuadro 5: Azúcares por Islas en % 1575-1585

Años Canaria Tenerife La Palma Gomera Total azúcares

1575 61 16 22,5 0,5 100 1576 56 24 16 4 100 1577 1583 52 17 30 1 lOO 1584 43 17 37 1 100 1585 48 17 34 1 100

Fuente: Fernández Martín (197 5: 99-1 05)

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Gráfico 7

Santiago de Luxán Meléndcz: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

Distribución de los azúcares del Obispo 1575-1585

La Palma 28%

Gomera 2%

Canaria 52%

Fuente: Cuadro 5

Por último hay que fijarse en el pequeño porcentaje que representaba el Señorío episcopal de Agüimes36 -en Canarias no hubo apropiación señorial del diezmo, pero hubo una excepción con el Señorío de Agüimes, donde era cobrado íntegramente por el prelado-, y el apartado de otros, entre los que se incluyen el ganado y sus derivados.

La documentación de Espolios y Vacantes nos permite conocer el valor de las rentas del Obispado en la segunda mitad del siglo XVIII. Calvo Cruz37

nos proporciona estas cantidades para los vacantes de Delgado ( 1763-1767), Cervera (1772-1777), Herrera (1778-1782) y Verdugo ( 1803-1812), en la que alcanzaron una media de 587.774 rs.vn. Obsérvese que el valor líquido de la mitra durante el período de Verdugo, si lo comparamos con los datos de Macias representaría el 10,6% del total de las rentas eclesiásticas, es decir, unos valores semejantes a los estimados en 1630.

36 CAZ ORLA ( !984), SUÁREZ GRlMÓN y QUINTANA ANDRÉS (2003) CASTRO PÉREZ (2005).

37 CALVO CRUZ (2000: 409).

Aln1og¡¡ren38 (2006) 71-129

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Gráfico 8

Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda Régimen.

durante

Valor líquido anual de los ingresos de los obispos de Canarias 1763-1812 en rs.vn.

Ahora bien el marco del Patronato al que antes nos referíamos, daba la posibilidad al monarca de gravar con pensiones las rentas de los obispos canarios, además de otras prebendas. Para el conjunto de la Monarquía estas oscilaron entre el 25 y el durante el Antiguo Régimen38

• En el caso de Canarias, para el período comprendido entre 1566-1 fluctuaron entre el 9,5% (1575) y el23% (1570), lo que significa un promedio de 28.478 rs., a del s. XVI, que se incrementa a 45.100 rs. en el XVII (cf. el cuadro siguiente).

38 BERNAL y LÓPEZ MARTÍNEZ ( 1992: 28).

Almogaren 38 (2006) 71-!29

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

Cuadro 6: El peso de las pensiones en las rentas de la Mesa Episcopal canaria 1566-1649 en rs.vn.

Años Valor del obispado ( 1) Pensiones (2) %2/1

1566 37.400

1570 196.720 45.100 22,92

1571 169.541

1575 209.808 19.800 9,43

1576 175.111

1577 157.775

1580 27.500

1583 27.500

1585 157.850 22.000 13,94

1586 159.500 22.000 13,79

1587 157.000 33.000 21,01

1590 22.000

1592 234.695

1593 218.521

1594 224.626

1607 44.000

1608 19.800

1609 66.000

1614

1621 26.400

1626

1627 209.000 41.800 20,00

1649 72.600 Fuente: Fernández Martín (1975), Aranda Doncel (1993 y 1994) y Sánchez Herrero (1994)

Almogaren 38 (2006) 71-129 85

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia Canarias durante el Antiguo Régimen Ensayo de síntesis

Gráfico 9

Valor anual de las pensiones sobre el obispado de Canarias en rs.vn

50.000

45.000

40.000

35.000

30.000

25.000

20.000

15.000

10.000

5.000

o 1566-1590 1607-1649

Fuente: Cuadro 6

Por la Contabilidad de Espolios y Vacantes conocemos igualmente el valor de las pensiones desde mediados del siglo XVIII. El Real Decreto de 7-VI-1746 establecía el modo de pagar los prelados las pensiones impuestas sobre la tercera parte del valor de las mitras39

• En la diócesis de Canarias durante este período continuó siendo, como en épocas anteriores, la cuarta parte del valor líquido de las rentas. El promedio de las mismas entre 1763-1812 fue de 146.935 rs. vn. De las pensiones , o eu vigor, se deducía el sobrante que quedaba a disposición del Rey para ser aplicado en usos píos o de beneficencia.

Cuadro 7: El peso de las pensiones sobre la mesa episcopal1763-1812 (25%) en rs. vn.

Períodos Líquido anual 25% de pensión Pensiones vivas Sobrante

1763-67 427.531 106.882 47.014 59.868

1772-76 559.318 139.829 52.720 87.109

1778-82 584.310 146.077 97.820 48.257

1803-12 779.820 194.955 82.786 112.169 Fuente: Calvo Cruz (2000: 409)

39 CALVO CRUZ 405 y ss.). En esta obra se hace un análisis exhaustivo del procedimiento de liqui-dación de las

40 Una relación de las mismas en CALVO CRUZ (2000: 414 y 422-23).

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Santiago de Luxán Mcléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

Considerando únicamente pensiones vivas, con los datos disponibles, podemos considerar que entre 1566-90 y 1607-49 se produciría un incremento del 58%, que prácticamente se mantendría con relación a 1766-1812 (55%).

Gráfico 10

Valor anual de las Pensiones vivas de Canarias en rs. vn.

80.000 -.-~-~---~-----------------~

70.000

60.000

50.000

40.000

30.000

20.000

10.000

o 1566-1590 1607-1649 1763-1812

Fuente: Cuadro 6 y 7

2.2. La hacienda del Cabildo Catedral y la percepción de los diezmos

Nuestro conocimiento del Cabildo Catedral es mucho mejor después de las investigaciones de Quintana Andrés o Miranda Calderín. El primero ade­más de realizar un estudio exhaustivo de esta institución41

, se ha preocupado de los aspectos patrimoniales de los miembros de la mesa cabildicia42

• El segundo, de una de las escasas inversiones no especulativas realizadas por el Cabildo Catedral: los pozos de nieve de la cumbre de Gran Canaría43

Esta institución, que llegó a formar una entidad socialmente aislada del resto del clero, según Quintana Andrés, además de administrar el diezmo, velar por el cumplimiento de las mandas pías y gestionar la Fábrica de la Catedral de Las Palmas, controlaba una parte sustancial de la riqueza urbana de esta última ciudad y ejercía una relevante función financiera como presta­mista a través de los censos etc.44

41 QUINTANA ANDRÉS (2003). 42 QUINTANAANDRÉS(1995, 1996a, 1997ayb, 199!\y 1999ayb). 43 MIRANDA CALDERÍN (2005).

44 QUINTANA ANDRÉS (1995, 1996, 1997 a b, 1998 y 1999 a).

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

Quintana Andrés consagra un largo capítulo de su obra sobre el Cabildo al estudio de sus rentas45

, principalmente el diezmo. En el estudio de este impuesto directo hay que destacar, con anterioridad, la obra de Macias, que insiste en la rígida centralización de la gestión del mismo a través de la Contaduría Decimal del Cabildo, que cubre el período cronológico compren­dido entre 1595-181946

• En 1535, Gran Canaria y Tenerife, quedaron divididas en tres beneficios respectivamente, con sus correspondientes áreas decimales. Tanto en los diezmos recogidos en especie (cereales), como en los percibidos en dinero (el resto), la estructura de gestión se hizo más compleja en torno a 1660 y en la 2a mitad del XVIII47

• Debe por último tenerse en cuenta que los párrocos rurales solamente participarían en los hacinamientos o hacimientos -momento fundamental de la percepción del diezmo- como asesores.

Se han realizado, además, aportaciones parciales relacionadas con la gestión del diezmo: es el caso de la publicación de la tazmía, o padrón del diezmo, de Tenerife de 1514 por F. Moreno48

; las referencias a las tazmías rea­lizadas por el Cabildo de Fuerteventura en el siglo XVIII49

, o el de los diezmos de Lanzarote (1620-1630), que estudian Bruquetas y Toledo50

El sistema de percepción del diezmo51 se mantendría estable hasta mediados del siglo XVIII, cuando, en aras de una mayor eficacia, la Corona intentó administrar directamente la Renta del Excusadd2

, a la que nos referi­remos más adelante, cuando analicemos la contribución de la Iglesia a la fis­calidad del Estado.

Una de las primeras cuestiones que afloran de la lectura de la obra de Quintana Andrés es la desigual aportación de las distintas islas a las rentas decimales, de las que se beneficiaba, según todos los indicios, mucho más la ciudad de Las Palmas, donde radicaba la Catedral y, por tanto, la sede del obis­po y del propio cabildo. Dos botones de muestra, para apreciar en contrapar­tida como no procedían de la isla de Gran Canaria los principales ingresos,

45 QUINTANA ANDRÉS (2003: 325-477).

46 MACÍAS (1986: 294-302).

47 MACÍAS (317-318).

48 MORENO (1979).

49 ROLDÁN VERDEJO (1966, 1, 35 Y 11, 15).

50 BRUQUETAS y TOLEDO (1994).

51 MACÍAS (1986: 302-317) Y QUINTANA ANDRÉS (2003. 329-344).

52 MACÍAS (1986: 299-302).

Almogaren 38 (2006) 71-129

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda Régimen

Gráfico 11 Fianzas de hacinamientos por Islas (s. XVII) en

rs.vn.

100.000

80.000

60.000

40.000

20.000

Gráfico 12

Rentas decimales por islas en %

Almogaren 38 (2006) 71-129

Page 92: Almogaren 38, 2006

90

Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

En la lectura del gráfico de los hacinamientos debe tenerse presente que

las fianzas de Tenerife y Gran Canaria solo cubrían entre el 1 O y el 25% del valor de los mismos.

Como puede apreciarse la contribución de Tenerife desciende casi 19 pun­tos en el siglo XVIII, que se compensan por el incremento de la aportación gran­

canaria. Precisamente ese descenso relativo de las rentas de Tenerife se conver­tirá en el centro de las preocupaciones del Cabildo por su gestión: impagos de la

renta, dilatado cobro de las partidas vendidas, corrupción, cargas impuestas sobre dichas rentas, control por parte de los comerciantes ingleses, etc.

Mientras que con los diezmos de Tenerife se realizaban parte de las transferencias fiscales a la Corona (Subsidio y Excusado), con los de Gran

Canaria se atendía a los sueldos de los curas rurales y otros gastos. Por último, con los del azúcar y la orchilla se cubrían las necesidades del "Fondo de dis­tribuciones" y el Servicio del Culto (dividiéndose la renta, mitad por mitad,

entre el obispo y la Mesa capitularY3•

La titularidad en la percepción de los diezmos originó conflictos a fines del siglo XV. Diego de Herrera e Inés Peraza serían obligados por decisión

real (Julio de 1487) a satisfacer los diezmos, pero en contrapartida el clero quedó obligado a pagar los derechos de quintos en las Islas de Señoríd4

• Por

otro lado, la fiscalidad eclesiástica en la Gomera era semejante a la del resto del Archipiélago y estaba basada en la percepción de diezmos, con la única peculiaridad de que durante cierto tiempo los señores percibieron dicho ingre­

so a su favor. Esta parece ser, que fue la situación entre 1484-14935\ según ha

estudiado Aznar.

Los documentos básicos de los litigios iniciales entre los señores y el

clero han sido publicados por el citado E. Aznar y un grupo de profesores de la Universidad de La laguna56

El diezmo afectó a la producción agraria en general con el mismo tipo (1 0% ), excepto al azúcar ( 4,5% ), cuya percepción originaría un largo pleito al

que puso punto y final el Breve papal de Paulo III Ad hoc nos Deus Constituit

53 QUINTANA ANDRÉS (2003: 326).

54 MACÍAS (1994: 290-294).

55 AZNAR (1985).

56 AZNAR (1981) y AZNAR y otros (1991).

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(15-11-1543), que anulaba toda la costumbre anterior en el pago del diezmo, por la que quedaban fuera del mismo los dueños de ingenios y sus operarios; a partir del Breve Papal, este impuesto se abonaría sobre toda la producción, sin distinción entre labradores y dueños de ingenios, con una tasa del 5% del azúcar blanco y del resto un 4%57

• Quedaban, por último, fuera del mismo, desde 151 7, el sector artesanal y las pesquerías 58

La presentación que hacemos de la información por promedios decena­les (Cuadro 8 A y gráfico 13), suaviza enormemente las variaciones de la curva y nos ofrece una caída de la renta general entre 1615-1624; a partir de ese momento, siempre por debajo de los valores iniciales, la renta de los pre­bendados tiende a estancarse, con una inflexión hacia abajo en los momentos finales del siglo y primeros compases de la Centuria siguiente. El siglo XVIII presenta en general un perfil anodino, solo roto en la coyuntura final, en la que por primera vez se superan los promedios de fines del siglo XVI-primeros años del XVII, con un crecimiento de más de 100 puntos entre 1775-1814. Situación, esta última, que se explicaría en parte por la espiral inflacionaria derivada de la reforma monetaria de 177659

En esta dinámica la curva del diezmo sin los cereales (básicamente los procedentes del vino) marcan la tendencia general. Como puede observarse los cereales presentan una evolución mucho más vigorosa, con relación al punto de partida del siglo XVI especialmente entre 1635-1684 y, sobre todo, en la primera mitad del siglo XVIII (es especialmente brillante el crecimiento durante la Guerra de Sucesión); la segunda mitad del XVIII, de modo signifi­cativo a partir de 1785, nos presenta el hundimiento del diezmo de los cerea­les, ocasionado en gran medida por la creciente ocultación, tanto por los pro­ductores, como por los recaudadores60 y, por otro lado, la aparición de los ren­dimientos decrecientes en las tierras puestas en cultivo a partir de la liberali­zación de la circulación de los granos en 1765 61

57 CASTAÑEDA (1979), AZNAR (19922: 163-4) y MACÍAS (1986: 333-334).

58 AZNAR (1981).

59 QUINTANA ANDRÉS (2003: 462).

60 QUINTANA ANDRÉS (2003: 475).

61 MACÍAS (1984).

Almogaren 38 (2006) 71-129 91

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

Cuadro 8 A: Rentas de cada prebenda del Cabildo Catedral de Las Palmas (1595-1814), promedios decenales (1595-1604= 100)

Decenios Diezmos sin cereal Cereal* Otras rentas Total general

1595-1604 100 100 100 lOO

1605-1614 102,28 100,52 95,84 101,53

1615-1624 50,84 59,19 50,45 52,52

1625-1634 60,36 81,35 60,55 64,86

1635-1644 68,13 104,65 78,15 78,24

1645-1654 62,05 111,58 59,93 72,07

1655-1664 79,54 101,35 84,28 85,29

1665-1674 78,97 122,04 74,76 87,13

1675-1684 80,48 113,77 69,58 84,98

1685-1694 63,5 92,68 62,18 69,38

1695-1704 68,78 82,43 80,64 74,5

1705-1714 74 161,35 103,43 98,77

1715-1724 58,19 142,55 71,73 79,29

1725-1734 53,74 141,55 58,57 73,52

1735-1744 63,53 130,58 69,97 79,28

1745-1754 75,43 101,84 46,48 81,06

1755-1764 83,21 62,74 71,33 76,06

1765-1774 105,52 86,76 68,8 92,88

1775-1784 149,28 102,42 76,87 122,49

1785-1794 195,79 39,67 99,27 139,89

1795-1804 276,67 19,05 89,59 178,43

1805-1814 305,64 25,74 133,18 205,57 Fuente: Qumtana Andrés (2003: 451-455 y 466-471)

*Los valores del cereal son también monetarios.

En los momentos finales del diezmo, durante la Crisis del Antiguo Régimen, la aceptación del pago de la contribución directa sobre la tierra que se entregaba al Clero, se relajó en toda España y de modo muy significativo en Canarias. Comparando los datos del Censo frutos y manufacturas de 1799 y el caudal ingresado por diezmos en 183 7-183 8, en cada una de las diócesis

Almogaren 38 (2006) 71-129

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e1 caso

Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda Antiguo Régimen.

mayor fraude. % de 1799 arrojaba un más en el 1 ,96

Los cálculos más

rical mucho mayor y por tanto una te­mucho mayor en

yen La

Gráfico 13

Canarias durante el

"''"'"''"'""'¡" a su pago. Para UL'"''-''-'"L0 de

1837-38 por

"""'"'"' mientras que Fuerteventura y

Rentas por prebenda del Cabildo Catedral de las Palmas 1595-1814 (1595-1604= 100)

350

300

250

200

150

100

50

o .... ... ..... .... ... ..... ..... .,

"" "" "" "" "" "" "' o ..... "' "' "" "' 'f' 'f' 'f' 'f' 'f' 'f' 'f' ... ... ... ... ... ..... .... ~ "" ~ "' ~ "' "" .... ~ ~ ~ "" "" .,_ Diezmos sin cereal

.... "' "" 'f' .... "" ~

62 CANALES (1982) y MACÍAS (1986),

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"" "" "" "" Otras rentas Total general

Fuente: Cuadro 8

(2006) 29

Page 96: Almogaren 38, 2006

94

Santiago de Luxán Me1éndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

Cuadro 8 B: Rentas de cada prebenda del Cabildo Catedral de Las Palmas (1595-1814), en %del total

Decenios Diezmos sin cereal Cereal Otras rentas Total general

1595-1604 55,19 21,22 23,19 lOO 1605-1614 55,6 22,13 22,27 100

1615-1624 53,43 23,92 22,65 100

1625-1634 51,37 26,62 22,01 100

1635-1644 48,06 28,39 23,55 100

1645-1654 47,53 32,87 19,6 100

1655-1664 51,47 24,68 23,85 100

1665-1674 50,03 29,73 20.24 100

1675-1684 52,27 28,42 19,31 100

1685-1694 50,51 28,35 21,14 100

1695-1704 50,96 23,48 25,56 100

1705-1714 41,35 34,67 23,98 100

1715-1724 40,51 38,16 21,33 100

1725-1734 40,34 40,86 18,8 100

1735-1744 44,23 34,96 20,81 100

1745-1754 51,36 26,66 21,98 100

1755-1764 60,38 17,51 22,11 100

1765-1774 62,7 19,82 17,46 100

1775-1784 67,26 17,75 14,99 100

1785-1794 77,25 6,02 16,72 100

1795-1804 85,89 2,26 11,85 100

1805-1814 82,06 2,65 15,29 100 Fuente: Quintana Andrés (2003: 451-455 y 466-471)

A1mogaren 38 (2006) 71-129

Page 97: Almogaren 38, 2006

Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Zrslesia en Canarias durante el Antiguo Régimen Ensavo de síntesis

Gráfico 14

90

80

70

60

50

40

30

20

10

Rentas por prebenda del Cabildo Catedral de Canarias 1595-1814 en%

Fuente: Cuadro 88

Cuadro 9: Censos al quitar del Cabildo Catedral de las Palmas duran­te el Antiguo Régimen

años No de censos ( 1) Capital Capital redimido

otorgado(2) en% del principal

1500-1555 4 378.750 94.687 3,96

1566-1605 22 1.089.377 49.517 68,77

1606-1655 132 8.986.672 68.080 23,17

1656-1705 243 21.661.442 89.141 60,19

1706-1755 54 11.980.755 221.865 90,47

1756-1805 24 36.744.172 1.531.007 69

1806-1820 7 18.333.102 2.619.014 75,01

Totales 486 99.174.270

Promedio 667.616 55,79 Fuente: Quintana Andrés (2003: 389-390)

La de la mesa cabildícia como prestamista puede a través del cuadro 9 y los 15 y 16, en que hemos agrupado los datos en períodos de la final ( 1806-1820).

Almogaren 38 (2006) 71-129

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia Canarias durante Antiguo Régimen.

Gráfico 15

Censos y capital otorgado por el Cabildo Catedral1500-1820 en mrvds.

300 ..... --------------------------

250

100

50

centrado, en "v•vn ..... w,u insular64

con­de la

del capital redJmldo odo comprendido entre para el Cabildo como Quinientos y la del que menos expec-

63 QUINTANA ANDRÉS (2003: 391 ). Este autor observa un estancamiento en las posibilidades prestata­rias del Cabildo en el primer tercio del siglo XVII por la reconstrucción y Jos socorros a los damnifica­dos de la peste.

64 QUINTANA ANDRÉS (2003: 393 ). Es el caso por ejemplo de F. M. de León y Matos a quién se conce-dió un !00.000 mrdvds. sobre propiedades tasadas en 16.320.000 mrvds. hipotecadas con unas cargas censales de 3.264.000 mrvds. (64%, préstamo).

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante Antiguo Régimen. Ensayo de

generarían, figurando en una posición intermedia la mitad del y del XIX. El del que se nutrían los cen-

y funda-

fundamentalmente).

Otra cosa es el valor que en el conjunto de rentas del Cabildo

se esta actividad. Quintana entre 1624-1700, por

otro lado, uno

Gráfico 16

Capital redimido en % del principal en Canarias 1500-1820

100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 o

~

"' o

5: "' "' "'

Un caso constituido por la

~ en en "' "" o "' ~ ~ ~ "' "' "" o "' o

"' "' "'

la cumbre Gran Canaria. La mesa "a~Jltu'"u instituciones básicas el Comunal

acudieron los capitulares para a devolver los que generase y a

:::J o

~ ..., "' "'

Fuente: Cuadro 9

estuvo

'"e''""''""" se utilizaban en actividades Miranda nos has mostrado que fueron 4 censos, que no se redimieron hasta 1774 -cuando hubo en la llamada "Prebenda de pleitos"-, al in te-

del doble la (3 .250 rs. vn

65 QUINTANA ANDRÉS (2003: 388).

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

establecía el Derecho Canónico entre la personalidad del Comunal y el propio Cabildo, pudo actuar de censualista y censatario66

2.3. La economía parroquial

El ámbito, hasta hace poco abandonado de las parroquias, en su vertien­te financiera, cuyos archivos67 habían sido objeto de encuestas demográficas, está empezando a ser explotado entre nosotros desde esta óptica. Un buen ejemplo son los estudios clásicos de Bethencourt Massieu, o los más recientes de Suárez Grimón y Quintana Andrés, Castro Pérez o Rodríguez Suárez68

• No podemos hacer una valoración de conjunto de la economía parroquial isleña, por lo que nos limitaremos a presentar ordenadamente la información de la parroquial de Agüimes y de las iglesias rurales de Gran Canaria.

Según el censo de la Corona de Castilla de 1587 (Impreso en Madrid en 1829) había en Canarias 45 parroquias, distribuidas del modo siguiente

Cuadro 10: Parroquias de Canarias (1587)

Islas Pilas Vecinos

Tenerife 16 4.070

Gran Canaria 11 1.709

La Palma 13 1.170

Lanzar o te 2 120

Fuerteventura 1 219

Gomera 1 253

Hierro 1 200

Total 45 7.741

La visita del Obispo Guillén a mediados del siglo XVIII, nos muestra que las parroquias se habían incrementado hasta 74, siendo el número de bene­ficios curados, con derecho en consecuencia a una parte de los diezmos, de 52, de los que 5 pertenecían a Gran Canaria, a diferencia de Tenerife que tenía 28 y La Palma que sumaba 11 (Cf. Cuadro 11). En 1778 el número de parroquias

66 MIRANDA CALDERÍN (2005: 32-45).

67 Estamos necesitados de instrumentos de trabajo como el que nos han proporcionado para el Archivo Parroquial de Telde ACOSTA BRITO y RODRÍGUEZ CALLEJA (1999).

68 BETHENCOURT MASSIEU ( 1992 y 2002), SUÁREZ GRIMÓN y QUINTANA ANDRÉS (2003, II, 1.229-1.299). CASTRO PÉREZ (2005) y RODRÍGUEZ SUÁREZ (s.f.).

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

llegaba a 7569• El informe del Intendente Sierra Pambley de 1818, después de

una afirmación de regalismo explícito al referirse a la Iglesia de las Islas y a la institución del Real Patronato70

, destaca la existencia de 93 parroquias, de las que el Rey debía proponer 41 a propuesta del diocesano, que se había apro­piado 2, restando 52 curatos de libre disposición de la diócesis.

Cuadro 11: Parroquias y beneficios curados en Canarias durante la visita del Obispo Guillén 1742-174771

Canaria Fuerteventura Lanzarote Tenerife La Palma Gomera Hierro Total (1742) (1744) (1744) (1744-1747) (1745) (1745) (1745)

Poblaciones 172 33 38 192 50 49 31 565 y pagos

Pilas o 15 3 3 33 13 6 1 74 parroquias

Beneficiados 5 2 2 28 11 2 2 52

Curatos 12 2 2 16 3 5 o 40

Clérigos in 71 19 12 215 29 18 8 372 sacris

Familias 8.720 1.653 1.627 13.624 3.874 1.515 856 31.869

Personas 33.864 7.382 7.210 60.218 17.580 6.251 3.687 137.092

Fuente: Archivo Acialcazar, Estadística.

El caso de Agüimes

La tesis doctoral de Castro Pérez es una aportación de gran interés para el conocimiento de la organización administrativa de la parroquia, si bien se centra en la iglesia singular de Agüimes, como ya hemos puesto de manifies-

69 BETHENCOURT MASSIEU (2002: 151).

70 MORENO ALONSO (1985: 592): "Por cuanto toca a S. M. por este título de provisión quantos benefi­cios en ella vacan incluso al episcopado sin restricción ni limitación alguna".

71 "Exacta y puntual noticia del número de poblaciones , o pagos, pilas, beneficiados, curas, clérigos in sacris, familias, personas, hombres de armas obligados por lista, Colegios de jesuitas, Conventos de monjas, de Franciscos, Dominicos, Agustinos, con el número de Religiosas y Religiosos, hospitales, her­mitas y sagrarios que tienen en común y particular las siete Islas Canarias: y asimismo de los confirma­dos en ellas por el Ilustrísimo Señor Don Juan Francisco Guillén, Su Dignísimo Obispo en la Santa y General Visita que hizo de todos sus lugares en los años 1742, 44, 45, 46 y 1747. Y de los Sermones de misión que dicho Señor Ilustrísimo predicó en la dicha su Santa Visita, y de los del R.P. Francisco Valero, de la Compañía de Jesús; y de las Pláticas, que privadamente assi su Ilustrísima, como dicho Padre tie­nen hechas a Párrocos y Sacerdotes, y a los más de las Comunidades Religiosas, dándoles los Exercicios de San Ignacio y también de la latitud, longitud, y circunferencia de terreno que tiene cada una de las islas, y todas juntas, con la elevación del Polo y longitud meridional expuesto por leguas, grados y minu­tos; como todo con separación y claridad demuestra la tabla: Dispuesta por Don Miguel Lobera, Sobrino y Caudatario de dicho Señor Ilustrísimo".

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

to Señorío del Obispo de la diócesis (creado en 1486 y confirmado ellO-IV-1491). De un lado, no constituía un beneficio curado, sino amovible -cuyo nombramiento, al margen del Patronato regio, recaía en los prelados- y por tanto, sin derecho a financiarse a través de los diezmos. Pero, por otro, al for­mar parte del señorío episcopal, la novena parte del diezmo iba a parar a su "Fábrica", gozando de una parte mayor de la que recibían las parroquias que gozaban del status de Beneficio curado72 y en las que el Rey, a través de la Cámara de Castilla, designaba a sus propietarios. Esta peculiaridad financie­ra de la parroquial Agüimes, considerada una de las más boyantes de la isla de Gran Canaria73

, la dejaba -según Castro Pérez74- también al margen del

pago de las tercias reales y otros derechos. Aznar considera sin embargo que el Señorío de Aguimes estaba incluido en el pago de las tercias (6-VII-1518f5. Lo que si parece cierto es que los obispos se negaron a hacer frente a este derecho76

Pese a ser una parroquia bastante visitada y, por tanto, sujeta su admi­nistración a control, Suárez Grimón y Quintana Andrés no dudan en valorar el poco acierto de la misma, especialmente en los años finales del siglo XVII, situación que no se enderezaría durante el XVIII. Frente a la valoración ante­rior, Rodríguez Suárez, considera -por lo menos para el primer tercio del siglo XVII- que esta parroquia fue la mejor administrada. Efectivamente, Castro Pérez contabilizó un total de 84 visitas ( 43 en el siglo XVI, 24 en el XVII y solamente 17 en el XVIII).

El análisis de las Cuentas de Fábrica77, que es el documento funda­

mental para el estudio de las parroquias le lleva, a esta última, a valorar de modo positivo la rendición de cuentas por parte del mayordomo, que sola­mente en 16 ocasiones se convirtió en acreedor de la institución parroquial. Los alcances negativos se producían por razones diversas: plagas, malas cosechas, gastos excesivos en el mantenimiento del templo y, de modo muy especial, los atrasos en el pago de los tributos etc. En el siglo XVIII esta

72 CASTRO PÉREZ (2005: 63-64). Un 39,76% más, según los cálculos de VIERA y CLAVIJO

(1982: 658 y ss.).

73 SUÁREZ GRIMÓN y QUINTANA ANDRÉS (2003, II, 1.232).

74 CASTRO PÉREZ (2005: 64).

75 AZNAR (19922: 146).

76 QUINTANA ANDRÉS (2003: 346).

77 La fábrica parroquial está constituida por el conjunto de ingresos y gastos de la misma.

Almogaren 38 (2006) 71-129

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

situación condujo a la decisión episcopal de no admitir partidas en las Cuentas de Fábrica por no cobradas, si el mayordomo no demostraba haber realizado las diligencias oportunas 78

Entre los ingresos fijos (Cuadro 1279) de la parroquia se encontraban

los diezmos, los derechos por administrar los sacramentos, las rentas pro­cedentes del agua (Heredamiento de Aguatona, Pago de las Leonas) y otras propiedades (la casa de Abades) y los correspondientes a los censos o tri­butos (En 179380

, por ejemplo, en el Fondo de fábrica había 33 censos sin redimir, siendo el principal de estos tributos 43.296 rs, que proporcionaban una renta anual de 1.298 rs), pudiendo considerarse eventuales los proce­dentes de donaciones y legados. Entre estos últimos, se han señalado las capellanías, figurando entre las más significativas la fundada por el canó­nigo de la Catedral Juan Bautista Espino (1611) o la del también presbíte­ro, avecindado en Caracas, Lucas Betancourt sobre un censo en el molino principal de Guayadeque. Hay que reseñar, por último, un incremento con­siderable de las limosnas y donaciones de los prelados a fines del siglo XVIII, con el objetivo de poder acometer la construcción del nuevo tem­plo parroquial.

En la data de las cuentas figuraban los gastos ordinarios (cera, aceite, ornamentos, hostias etc.), los correspondientes a los salarios del personal fijo (mayordomo, sacristán etc.) o eventual (relojero, carpintero etc.), los rezagos de los diezmos (es decir, los ingresos pendientes de cobrar) y otros menores.

78 CASTRO PÉREZ (2005: 160).

79 las fechas elegidas son las que ofrece CASTRO PÉREZ.

80 SUÁREZ GRIMÓN y QUINTANA ANDRÉS (2003).

Almogaren 38 (2006) 71-129 101

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

Cuadro 12: Distribución del Cargo y data de las cuentas de fábrica de la Parroquia de Agüimes (s. XVI-XVIII) en %

1552-1555 1630-1638 1725-1728

CARGO

Diezmo 49 50

Alcance anterior 37*

Tributos 25

Rentas de tierras 1,5

Renta del agua 12 25

Alquileres

Sepulturas 0,13

Limosnas 0,36

Deudas atrasadas

DATA

Rezago diezmos 8

Personal 18 15

Ornamentos 31 9

Cera 20 15

Otros*** 22,8 28,5

Subsidio y 3

Excusado

Alcance anterior 29,5**

Tributos

Nuevo templo

*Rentas de tierra y agua contra el mayordomo

**Figuraba en la Data

21

2,3

17

6

0,7

53

52

18,7

6

9,5

13,1

0,7

1799-1813 Promedio

67,4 47

5,7 18,62

8,6 16,8

4,4 2,95

5,8 12,2

1%

0,3 0,37

4,3 2,33

2,5

9,5 23,1

22,8 18,6

3,6 12,4

5,8 12,57

3,5 16,97

1 1,56

1,2**

52,6

***Entierros, Aniversarios, Monumentos, Derechos de visita, sermones y litigios;

Almogaren 38 (2006) 71-129

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Sepulturas 10,37

Alquileres

Rentas de tierras

Alcance anterior 1111111111111111.'18,!;2

el

en

Diezmo 1111111111111111111111111111111111111111111147

Fuente: Cuadro 12

Gráfico 18

Gran

Gastos de la Parroquia de Agüimes (promedio de varias fechas) en °/o

Subsidio y Excusado

Otros***

Cera 11111111111111111111111

Ornamentos

Personal

Rezago diezmos

Fuente: Cuadro 12

Las

38 (2006) 71-

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104

Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

ingresos de la isla81- pero restringe el período histórico de análisis al reina­

do de Felipe III y algunos años de su sucesor. Sin embargo, su aportación puede ser significativa para que comprendamos las dificultades de las parroquias para financiarse durante el Antiguo Régimen en Canarias. Como en el trabajo anteriormente citado, la fuente fundamental son los Libros de Cuentas de Fábrica, completados por la documentación emana­da de las Visitas pastorales.

Cuadro 13: Ingresos potenciales totales de las parroquias rurales de Gran Canaria en rs 1596-1628 en rs.vn. Agaete Agüimes Arucas Gáldar Guía La Vega Moya Teror Totales

Deudas sin 5.103 66.078 1.336 43.045 7.964 375 715 3.358 127.964

cobrar

Censos 2.230 12.182 2.775 2.880 10.683 472 839 4.947 37.008

Diezmo 6.964 28.321 23.517 58.802

Arrendamientos 1.026 6.693 804 1.494 243 146 10.406

y alquileres

Sepulturas 1.330 439 1.190 417 1.945 1.672 84 741 7.818

Limosnas 191 1.016 1.521 104 3.287 431 365 9.390 16.306

Otras 57 60 3.462 96 7.200 216 305 9.355 20.751

Totales 16.901 114.789 11.088 71.553 31.322 3.166 2.454 27.791 279.065

Fuente: Rodríguez Suárez (sf), Elaboración propia.

Durante el Antiguo Régimen Gran Canaria contará con 11 parro­quias, de las que 8 serán beneficios curados y el resto amovibles, entre ellos, la parroquia del Sagrario cuyo curato era cubierto por el Cabildo Catedral y otros cinco curatos amovibles que también dependían la Catedral (La Vega, Teror, Arucas82

, Moya y Tirajana), pese a los esfuerzos por que se

81 RODRÍGUEZ SUÁREZ (sf.). Para esta historiadora la isla de Gran Canaria contaba en el siglo XVII con 8 Beneficios curados, frente a los 5 que aparecen en la plantilla de la visita del Obispo Guillén. A comienzos del siglo XIX esta preeminencia de Telde seguía manteniéndose, y lo que es más importan­te su Beneficio era el que más renta proporcionaba en todo el Archipiélago:

82 Para Caballero Mújica, Arucas era jurídicamente Beneficio curado según el Plan beneficia! del Obispo Vázquez de Arce. Cf. CABALLERO MÚJICA, F. (1992).

Renta de los beneficiados curados a comienzos del siglo XIX en rs vn.

Parroquias Renta anual

San Juan de Telde (máxima) 2.900

Na s• del Pilar de SC de T (mínima) 899

Media 1.610

Fuente: Bethencourt (1992: 171)

Almogaren 38 (2006) 71-129

Page 107: Almogaren 38, 2006

Cuadro 14: totales de las rurales de

Gráfico 19 Distribución en

Page 108: Almogaren 38, 2006

duran/e

sobre el total 1596-1628

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Fuente:

RODRÍGUEZ SUÁREZ

38 (2006) -129

Page 109: Almogaren 38, 2006

Strntiago de

21

Deudas sin cobrar 1598-1621

22

La

Censos de las los

Fuente:

en del total de 1596-1628

7 -l

Suárez (sf)

Page 110: Almogaren 38, 2006

rentas

La

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Page 111: Almogaren 38, 2006

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en °/o del total de las 1596-1628

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(2006) 71-1

el

Page 112: Almogaren 38, 2006

Gráfico 25

60

50

40

30

lturas en % de las rentas totales de las parroquias 1596-1628

Fuente:

el

la Hadcnda Real. AZNAR

(2006)

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Santiago de Luxán Meléndez: La hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen. Ensayo de síntesis

decir que descontada su participación en los gastos del Estado, la Iglesia dis­frutaba de una renta que suponía el 44,5% de la carga fiscal del archipiélago.

3.1. Las "Tres Gracias"

Antes de analizar por separado, cada uno de estos conceptos, nos inte­resa destacar que el Subsidio y el Excusado, dieron liquidez al Cabildo Catedral -al retrasarse con frecuencia en sus pagos a las arcas reales- para rea­lizar préstamos a las autoridades locales, destinados a financiar los gastos de defensa, a socorrer a la isla en situaciones de desabastecimiento e, incluso, para ayudar a los miembros de la mesa capitular en los gastos de sus litigios, que muchas veces llevaban aparejados el traslado a la Corte. Este empleo de los recursos financieros que pertenecían al Estado, ocasionó también proble­mas y desajustes en el entendimiento con las autoridades políticas87

De la Bula de Cruzada tenemos alguna información en un trabajo de Aznar, que también se ocupa de las tercias reales de la Isla de la Gomera en los años en que dicho ingreso fue percibido por la Corona entre 1525-1527.88

En los años finales del reinado de Felipe 11 seguía idénticas reglas que en el resto de España, estando sujeta en consecuencia a las mismas tarifas. Entre 1589-95, prorrogada la Cruzada por Sixto V, se encargó de la predica­ción en España, Baleares, Canarias y Cerdeña, el financiero burgalés Juan Ortega de la Torre con una comisión de 6 mrvds por cada 2 rs. de todo lo que recaudase. En 1594, por ejemplo, se habían enviado a las Islas 24.500 bulas de 2 rs y 20 de 8 rs. Durante el quinquenio siguiente de 1596-1601, le sustituirí­an los banqueros genoveses Sinibaldo Fiesco y Juan Bautista Justiniano89

Cuadro 15: Valor de la Renta de Cruzada en Canarias 1589-1594 en rs.vn.

Años Canarias

1591-92 165.784

1594-95 44.118

1596-97 38.748

1597-98 40.567

Media 72.203

87 QUINTANA ANDRÉS (2003: 356-358). 88 AZNAR (1985 y 1987). 89 ULLOA (1963: 383).

España

7.804.424

8.080.646

8.254.027

8.202.906

8.085.501

A1mogaren 38 (2006) 71-129

%

2,12

0,45

0,46

0,49

0,89 Fuente:: Ulloa (1963: 386)

111

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112 1

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Como puede observarse un comportamiento muy irregular en el bienio 1591-92 que nos daría unos valores excesivamente altos en Canarias (cuatro veces más que en los períodos posteriores), que no volverán a alcanzarse a lo largo de la década y, a la inversa, unos valores relativamente más bajos en el resto de España.

El subsidio eclesiástico, prorrateado entre los titulares de prebendas eclesiásticas, se concertó en 1540-42 -prorrogándose en el bienio posterior-, con la aceptación en ambos casos del Obispado de Canarias, en 500.000 duca­dos90. En el cuadro siguiente hemos tratado de reflejar la escasa información que poseemos de esta Gracia

Cuadro 16: Cuota del Subsidio Eclesiástico en Canarias durante el Antiguo Régimen en rs. vn.

Años Canarias España % de Canarias

1533-36 17.280 4.103.038 0,42

1544-46 22.060 5.514.707 0,4

1565 16.026 3.860.294 0,41

1649-52 8.241 1.516.534 0,54

1770 13.907 3.160.884 0,44*

1782-85 19.735 4.485.408 0,44

1786-90 24.228 5.506.557 0,44

1793-97 24.301 5.523.042 0,44

1800-04 26.093 5.930.289 0,44 Fuente: Ulloa (1963: 394 y 407) y Artola (1982: 107, 273 y 367)

*Los valores de 1770 a 1800-04 los hemos estimado sobre un % del 0,44

Las cifras de 1649-52 reflejan la crisis que atravesaba la península (un montante 2,5 veces inferior). En el caso de Canarias puede observarse un lige­ro aumento de su participación, pese a que su aportación descienda en torno al 50%. Con posterioridad las cantidades globales entregadas a la Iglesia se recuperarían, para incrementarse notablemente en términos monetarios en los últimos compases del siglo.

El Excusado fue una forma de participación de la Hacienda real en el impuesto directo sobre la tierra que percibía la Iglesia a través de los diezmos.

90 ULLOA (1963: 394). Durante el reinado de Carlos V la Bula de Cruzada se renovaría tres ves más: en 1551, 1552-54 y 1555-57).

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Su percepción y gestión, como la gracia del Subsidio, estuvo en manos del Cabildo Catedral hasta que en 1761 se intentó infructuosamente la administra­ción directa por la Corona. A comienzos del siglo XIX el Cabildo delegó en la sociedad Grijalva, Arroyo y Ventoso, que con una comisión del lO%, se hicie­ron cargo de su recaudación91

Durante el período de 1572-76, que es cuando se empezó a cobrar, ren­diría cada año 2.757.354 rs. vn. de los que correspondían al Obispado de Canarias 13.176 rs.vn, situándose entre los últimos de España. Si relaciona­mos este derecho sobre el diezmo con la posición relativa de la diócesis en el reparto del Subsidio, podemos comprobar un descenso dell7,79% en el peso de Canarias en el total de esta Gracia. En esta percepción, como en el caso del Subsidio, se siguió el sistema de repartimientos que debían liquidarse cada cinco años ( 6 pagas durante el reinado de Felipe II). Igualmente debía haber sido utilizado para financiar las guerras, pero se destinó en su mayor parte a consignaciones de los hombres de negocios92

Cuadro 17: Participación de Canarias en la Gracia del Excusado durante el Antiguo Régimen en rs. vn. (promedios anuales)

Años % sobre el total

1572-1598 13.176 0,48

1648-1652 15.602 0,6

1672-1682 15.602 0,6

1696-1706 12.204

1752 17.838 0,5

1783-1790 31.562

1793* 28.519 Fuente: Ulloa (1963), Artola (1982) y Macías (1986)

Por la comunicación de Moreno Alonso al V Coloquio de Historia Canario-Americana93

, tenemos constancia de la comisión a las islas del Intendente F. de Sierra Pambley9

\ con el fin de actualizar y revisar las ren-

91 MORENO ALONSO (1985: 601-2).

92 ULLOA (1963).

93 MORENO ALONSO (1985).

94 La atribución del informe al Intendente citado es de MACÍAS (1986).

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tas reales, en el ramo del Excusado y Noveno decimal (R. O. de 23-I-1818). La investigación del Intendente sacó a relucir que algo más de la mitad de las parroquias -curatos amovibles- al ser considerados filiales no contribuían a la formación del caudal transvasable a la Hacienda Real. Según Sierra Pambley, en consecuencia, deberían incrementarse en 52 el número de casas dezmeras del archipiélago, produciéndose de este modo un aumento muy considerable del Excusado. Pero lo que ahora nos intere­sa es el valor que para el decenio 1801-181 O consignó el comisionado. Los 207.621 rs correspondientes a las 41 casas excusadas, sin que entremos en más consideraciones, suponían un incremento impresionante de este dere­cho respecto a los últimos decenios del siglo XVIII. Sobre unos resultados medios aproximados de 25.973 rs. vn. (1752-1793), la cantidad recaudada se había multiplicado por 8. Si a esto añadimos que Sierra Pambley no estaba satisfecho con su encuesta, estamos en condiciones de suponer un fraude considerable con respecto a las normas establecidas en este dere­cho. Sus conclusiones no podían ser más demoledoras:

"Porque presentan menores cantidades de las que en realidad debieron ser producidas, si los administradores principales de esta renta hubiesen cui­dado de que se subastasen todas las casas excusadas de la diócesis, si hubie­ran cumplido con exigir las tazmías de instrucción para fijar los presupues­tos de cada una y verificar con arreglo a ello sus rentas; y finalmente, si no hubiesen tolerado o acaso consentido fraudulentamente que sus encargados subalternos en cada isla fuesen al mismo tiempo rematadores de unas casas y administradores de otras como resulta de los expedientes respectivos for­mados de cada cuenta"95

Finalmente, la resolución del Cabildo-Catedral de ofrecer al Rey un acuerdo por 10 años de 85.000 rs.vn anuales, era claramente un fraude, pues descontando los gastos de administración, quedaban todavía a su favor 101.859 rs.rs.

3.2. Las Tercias reales

Dada la complejidad de la percepción del diezmo, el de las tercias (el 22,2% del total de los diezmos) -escribe Artola- debía resultar aún más difi­ciP6. En Castilla se administraron junto a las Alcabalas.

95 MORENO ALONSO (1985: 601).

96 ARTOLA (1982: 59).

Almogaren 38 (2006) 7!-!29

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Las tercias decimales del archipiélago fueron concedidas a los Reyes Católicos por Bula de Alejandro VI de 16-XI-150P7

• En el caso de Canarias su gestión también fue asociada a renglones impositivos diferentes. En los pri­meros años del siglo XVI, se intentó su encabezamiento junto a los almojari­fazgos. Este ensayo estuvo protagonizado por el Cabildo de Gran Canaria entre 151 7-1519. Era el momento en que todavía se percibían las alcabalas en las islas. Después lo harían Tenerife y La Palma98

• Durante el XVII las tercias se arrendaban al por menor en Tenerife a agricultores acomodados e, incluso, a mercaderes extranjeros, mientras que en La Palma y Gran Canaria estaban a cargo de los almojarifes. En el caso concreto de Gran Canaria su gestión reca­ía directamente en el Cabildo CatedraP9

• En el siglo XVIII, la encontramos asociada en su gestión, cuando la Hacienda real asuma la administración directa, con los ingresos procedentes de las aduanas y la orchilla100

Como ya hemos avanzado en La Gomera, que producía básicamente cereales, azúcar y orchilla, se recaudaron las Tercias reales entre 1525-27, resul­tando un promedio para el trienio de 1525-27 de 754 rs.vn, aproximadamente, el 2,3 % de las tercias de realengo 101

• Lo relevante en la composición de las ter­cias gomeras fue el distinto peso relativo de la ganadería (17,19% del total), frente al rendimiento bastante menor de la misma en las Islas de realengo.

Cuadro 18: Rendimiento de las Tercias reales en la Gomera y las Islas de realengo (1524-1527) en%

Gomera

Pan y vino 33,12

Cereales

Azúcar 17,5

Menudos y otros* 46,4

* Menudos, Quesos, lanas, ganadería y orchilla

97 PERAZA DE AYALA (1982-86: II, 279).

98 AZNAR (1992: 143-147).

99 ANAYA (1981: 377-378).

100 MORENO ALONSO (1980).

Islas de realengo

56

17

27 Fuente: Aznar (1985, 11: 407)

101 AZNAR (1985: II, 407). Aznar publica las Cuentas de Tercias de Payo Romero (1525-1527): Archivo General de Simancas, Escribanía Mayor de Rentas, leg. 144 moderno.

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El cobro de las tercias ocasionó largos litigios entre la Iglesia y la Corona. Quizá el más importante fue el correspondiente a los 2/9 de los diez­mos de la orchilla y rentas de las islas de señorío, que dio comienzo en el XVI, se reavivó en la Centuria siguiente y, una vez más, en el XVIII, teniendo que esperarse a la Real Orden de 8-VI-1796 para que la Corona anulase las exen­ciones de las islas de señorío102

Con relación a las islas de realengo, su administración fue una com­petencia asociada a la gestión del diezmo por el Cabildo Catedral. En el último tercio del siglo XVII, sin embargo, la Corona intentó asumir dicha función dando poderes para ello al Capitán General (Disposición del Consejo de Hacienda de 17-XII-1763 y Real Cédula de 19-X-1688), que centralizaría su recaudación con el ramo de adunas y con la renta de la orchilla. La situación se empantanaría hasta mediados del siglo XVIII, en que hubo otro intento infructuoso por parte de los capitanes generales de solucionar el problema103

Cuadro 19: Tercias reales en Canarias en algunos años Años Valor en rs. Valor en rs. Valor en rs. Valor total %total

Tenerife La Gomera Gran Canaria en rs. nacional

1504 31.811 0,4

1524 35.294 0,38

1525-27 754

1641-2 74.028

1777-82 183.941

Diversas fuentes

En el caso de Gran Canaria, con la ayuda de Hermosilla104 (1779), podemos conocer el peso de las tercias en el total de los ingresos reales (Cuadro 19 y gráfico 26).

102 QUINTANA ANDRÉS (2003: 346-351).

103 Ibídem.

104 HERMOSILLA (1779).

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4. La por la

Hasta

Tercias reales 23%

Aduanas 6%

!9

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Santíago de Luxán Meléndez: Antiguo Régimen.

nos do

Gráfico

el

el XVII y en el transcurso La

Hacienda de la Inquisición canaria 1644-1667

100000

90000

80000

70000

J 06 MARTÍNEZ M!LLAN ( 1985¡.

de

Fuente: Martíncz Millán (

en

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Hacienda de la Inquisición de Canarias 1701-1735

180.000

160.000

140.000 !

120.000

100.000

80.000

60.000

40.000

20.000

o

Fuente: Martínez Millán

canaria 1765-1808

Fuente: Martínez Millán (1985)

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111. CONCLUSIONES

Como hemos señalado a lo largo de la presente exposición es todavía aven­turado el intento de realización de una síntesis que recoja la evolución de las finan­zas de la Iglesia secular en Canarias. No obstante hemos creído que el mejor cami­no para realizar un balance historiográfico del camino recorrido era precisamente presentar sus resultados de esta forma. En este sumario final pretendemos dar cuenta brevemente de las cuestiones que han ido surgiendo con la esperanza de que este campo de investigación no sea abandonado por la historiografia canaria.

l. El marco institucional del Real Patronato y las sucesivas negociacio­nes y acuerdos de la Monarquía con la Santa Sede y con la jerarquía eclesiás­tica española, mediatizarán el funcionamiento de la Hacienda de la Iglesia en Canarias durante el Antiguo Régimen.

2. El estudio de los ingresos y gastos de la Iglesia tuvieron que tener una repercusión muy importante en la economía canaria. De un lado, estamos ante una institución de carácter regional, que abarca a todo el conjunto insular. De otro, su principal ingreso, el diezmo, como han mostrado algunos historiado­res, es un indicador fundamental de la evolución de la producción agraria canaria. Desde esta perspectiva el organismo fundamental en la captación y distribución de este impuesto fue el Cabildo Catedral, que por derecho mono­polizó la gestión y distribución del mismo.

3. En el estudio de los ingresos y gastos de la Iglesia secular hay que distinguir tres niveles: la mesa episcopal, la institución cabildicia y las parroquias. Estas últimas participarán directamente del diezmo (Beneficios curados) o de modo indirecto al ser financiadas, en parte, por los obispos o el propio cabildo.

4. No tenemos posibilidad de tener unos resultados agregados del valor de las rentas eclesiásticas en su conjunto para el período estudiado. Se han rea­lizado algunas aproximaciones. A principios del siglo XVI la carga fiscal de la Iglesia podría suponer el doble que la de la Hacienda real, que no olvidemos dio al archipiélago un tratamiento mucho más moderado que al resto de la Monarquía. La tendencia sin embargo en aquella Centuria parece que fue hacia un mayor equilibrio entre ambas Haciendas autónomas. A la altura de 1630, si hemos de hacer caso de la estimación que disponemos las rentas ecle­siásticas de Canarias, en términos relativos tenían un peso mucho mayor que

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el resto de las diócesis de Castilla, pero se habrían reducido a la quinta parte de los ingresos fiscales totales. Por las estimaciones que tenemos de comien­zos del siglo XIX, el peso de la carga fiscal de la Iglesia estaría muy por enci­ma de la mitad del monto total, lo que nos conduce a valorar un crecimiento relativo importante durante el siglo XVIII, junto a una posible infravaloración de los datos del XVII.

5. De las rentas de la mesa episcopal solamente tenemos un conoci­miento fragmentario sostenido sobre algunas informaciones de la Cámara de Castilla, de las Visitas ad limina (1570-1526) y de los Espolios y Vacantes (1763-1812). Para el primer período conocido se detecta un crecimiento de las rentas a fines del XVI - primeras décadas del XVII. Tenemos igualmente la posibilidad de valorar el equilibrio existente entre el cereal y el vino en estos momentos, en lo que se refiere a su renta principal, con una presencia mucho menor del azúcar. Gran Canaria aporta en este último renglón más que La Palma y Tenerife juntas. Los valores medios alcanzados por los ingresos epis­copales que nos proporcionan los Espolios casi serán tres veces mayores los del período anterior.

6. Tenemos un conocimiento mucho mejor del Cabildo Catedral. Los datos de la evolución de los ingresos decimales (80% del total), nos invitan a constatar dos desigualdades básicas. De un lado, el peso mayor de Tenerife -amortiguado en parte en el XVIII- en la generación de los mismos. Y de otro, aunque no pueda constatarse cuantitativamente, la mayor repercusión de estas rentas en la sede de la diócesis. Igualmente es importante considerar las difi­cultades que generaron los hacinamientos o hacimientos, especialmente en Tenerife. En la evolución general de los ingresos -medidos por prebenda­llama la atención que los niveles de 1614 no se superen hasta 1775. En la geo­grafía del fraude -incrementado durante la Crisis del Antiguo Régimen- que parece que siempre ha acompañado a este producto, estarían más significados las islas señoriales y La Palma. Desconocemos sin embargo la fuerza sancio­nadora de la Iglesia ante el impago. El Cabildo ejerció una interesante activi­dad como censualista, muy importante en cuanto al número de censatarios en el XVII y más importante en cuanto al capital prestado en el XVIII. Si estima­mos el porcentaje de capital redimido, la segunda mitad del XVI y el período comprendido entre 1656-1755, serían las más favorables a la recuperación del capital prestado y, por tanto, las de mayor disponibilidad del mismo.

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7. Hemos avanzado también de modo considerable en nuestro conoci­miento de la economía financiera de las parroquias, si bien todavía es restrin­gido a la Isla de Gran Canaria y a períodos históricos limitados. Las Cuentas de fábrica, exhaustivamente analizadas, nos muestran unas parroquias con una debilidad estructural considerable, derivada de los incobrables. El porcentaje que en el cargo de la muestra analizada presentan las "deudas atrasadas", junto a los rezagos de los diezmos, que a efectos contables se registran en la Data, confirma esta valoración. En aquellas parroquias que no tenían derecho a la percepción del terzuelo del diezmo, las limosnas surgen como un ingreso por el que hay que competir frente al clero regular.

8. La falta de investigaciones sobre la Hacienda real en Canarias duran­te el Antiguo Régimen nos presentan, por último, un panorama en el que la contribución de la Iglesia a las arcas reales sigue siendo un campo sin desbro­zar. Se ha estimado que a comienzos del siglo XIX el38% de las rentas reales eran transferencias de la Iglesia. Tenemos alguna información sobre las pen­siones que se cargaban sobre el obispado y las prebendas de la diócesis, que nos indican el crecimiento cuantitativo de las mismas. Recuérdese que en época de sede vacante, el sobrante de las pensiones vivas se destinaba a gas­tos sociales. De las tres Gracias poseemos datos sueltos de la Cruzada (1591-1598) y del Subsidio (1533/1649-52); es desde luego mucho mejor nuestro conocimiento del Excusado, del que disponemos de una serie aproximada, pero que gracias al Informe del Intendente Sierra Pambley, nos permite valo­rar el grado de fraude en este derecho que la Monarquía se reservaba de la cuota decimal. Nuestro conocimiento de las Tercias reales también deja que desear y se limita a informaciones parciales y restringidas a determinadas Islas (La Gomera a principios del XVI y Gran Canaria a fines del XVIII).

9. Finalmente, en términos relativos, nuestro conocimiento de los meca­nismos financieros del Tribunal del Santo Oficio son considerables.

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APROXIMACIÓN A LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA DIÓCESIS

DE CANARIAS.

El tránsito al siglo XX

Dr. D. José Manuel Barreto Romano Profesor de I.E.S.

Durante el siglo XIX, encontramos en Canarias una Iglesia centrada en cuestiones doctrinales, esencialmente en lo que se consideraban las desvia­ciones características del liberalismo, la aparición de la sociedad capitalista y la clase obrera como elemento activo y organizado. Se trata de una coyuntura histórica en que ve desaparecer, junto con los gremios, gran parte de la influencia que ejercía en el mundo de la producción, planteándose la necesi­dad, de buscar nuevas formas de organización y presencia en la sociedad.

De este modo, se inició un lento proceso no exento de ambigüedades, con objeto de articular fórmulas organizativas nuevas, cuyos orígenes pode­mos situar, en la Diócesis de Canarias durante los años sesenta, en la época de Lluch y Garriga (1858-1868), en que aparecen las primeras iniciativas, que persistirán luego con distinta intensidad, en el tránsito al siglo XX.

Los años finales del reinado de Isabel 11 en Canarias son los del auge del cultivo y exportación de la grana, en los que se originó una cierta actividad artesanal y mercantil sobre todo en Las Palmas de Gran Canaria. A partir de 1868, aparecieron las primeras organizaciones obreras en las islas, localizadas en el ámbito urbano y con un carácter mutual. En este sentido, la respuesta de

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la Iglesia canaria a la problemática social, se concretó en una posición conser­vadora en lo doctrinal, y en propuestas organizativas de carácter corporativis­ta, que en ningún momento constituyeron una alternativa al naciente problema obrero, pues se limitaron a proponer modelos asociativos mixtos, en la totali­dad de las asociaciones católicas, desde las benéfico-asistenciales hasta las de tipo social, e incluso sindical, como una constante hasta 1936.

La Iglesia canaria entendió que la raíz de todos los problemas sociales se encontraba en el creciente proceso de secularización, y desde la jerarquía se alentaron iniciativas en las que, junto al principio evangélico de la caridad, se aceptaron otras propuestas de corte liberal, como el derecho a la propiedad individual y la desigualdad social.

Se propugnó la búsqueda de la armonía entre las clases sociales, diri­giendo un mensaje distinto a los cristianos, en función de su pertenencia social: la llamada a la toma de conciencia de los privilegiados sobre la necesi­dad de la comunicación de bienes, frente a la resignación de los más pobres, que debieron poner sus esperanzas en la recompensa escatológica.

No obstante, la preocupación por la justicia social, aparece como una constante en la Iglesia Canaria contemporánea durante estos años: se suceden las iniciativas de los obispos, sacerdotes e incluso laicos más comprometidos para hacer frente a la pobreza, a los problemas derivados del analfabetismo y la ausencia de recursos en la educación, a los causados por el hambre, la falta de agua, la pérdida de cosechas por la sequía, la ignorancia religiosa, la desor­ganización obrera, la presencia en la prensa y otros medios de comunicación, e incluso la necesidad de optar políticamente, especialmente durante dos coyunturas críticas para la Iglesia: los años iniciales de la Restauración, entre 1876 y 1890, y la etapa republicana entre 1931 y 1936.

No obstante, si nos referimos a las celebraciones culturales, como la celebración de la Eucaristía y los Sacramentos, de la devoción a Nuestra Señora del Pino, del Corpus, de las celebraciones de la Semana Santa, espe­cialmente en Las Palmas de Gran Canaria, la devoción al Papa, las festividades vinculadas al culto mariano, como la Virgen del Rosario, el Carmen, Nuestra Sra. de la Luz, la Inmaculada Concepción, todas ellas vinculadas a barrios y acontecimientos significativos de la Historia de Canarias, hemos de afirmar una participación significativa, una devoción arraigada y una presencia perma­nente de los canarios en todos los actos relevantes de la vida de la Iglesia.

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Entre 1868 y 1936 sólo en dos contextos se vieron obligados los obis­pos a hacer frente a problemas en los que sectores significativos de la socie­dad laspalmense cuestionó a la jerarquía eclesiástica diocesana. En un primer momento, durante 1868, con el derribo del convento del Cister y la polémica abierta sobre el problema de los enterramientos civiles, que afrontaron prime­ro Urquinaona y luego Pozuelo en un momento de fuerte división entre los católicos, especialmente virulento en 1884, época en que la Iglesia canaria vive el tránsito al Nuevo Régimen y se ve abocada a aceptar el sistema liberal. En un segundo momento, durante los años de la Segunda República, siendo Serra obispo, tuvieron lugar algunos incidentes aislados de carácter anticleri­cal, pero siempre minoritarios.

Con respecto a la organización diocesana, según el censo de 1877, la población que pertenecía al ámbito pastoral de la Diócesis de Canarias ascen­día a 119.31 O personas, y estaba integrada por las islas de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura, divididas en cinco arciprestazgos, tres de ellos en Gran Canaria. Excepto en las ciudades de Las Palmas de Gran Canaria y Telde, todos los municipios contaban con una parroquia, coincidiendo la división diocesana con la municipal, salvo en Puerto Cabras, en la actualidad Puerto del Rosario, capital de Fuerteventura, que careció de parroquia propia hasta 1906. El resto de las instituciones eclesiásticas, las integraban el Cabildo Catedral, el Obispado y el Seminario Conciliar, elevado a rango de Universidad Pontificia de Canarias durante este período.

Resolver el problema de la escasez de clero, fue una de las preocupacio­nes centrales de los obispos, hasta tal punto que llegaron a solicitar repetida­mente al gobierno central, la aplicación de medidas concretas en las islas 1• La situación económica y social de los sacerdotes en la Diócesis, presentaba nota­bles diferencias. Los que se encontraban en Las Palmas de Gran Canaria, pres­tando servicios en la Catedral, el Obispado y el Seminario, disfrutaron de una posición económica de mayor holgura. Sin embargo, el clero rural canario, vivió en una situación de pobreza similar a la de la mayoría de la población. Sus ingresos dependían casi exclusivamente del presupuesto estatal\ ya que las cantidades obtenidas por aranceles en las distintas parroquias, especial-

La problemática de la escasez de clero en la Diócesis fue una de las principales preocupaciones de los obispos. En enero de 1880, Pozuelo se dirigió al Gobierno realizando una descripción detallada sobre la situación en que se encontraban los sacerdotes en las Islas Canarias. Ver Archivo Histórico Diocesano. Causas Varias. Pontificado de Pozuelo (1880).

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mente en el campo, eran escasas, dado que un número significativo de fieles no podían pagarlas. Incluso un elevado número de parroquias, no contaban con casas rectorales o se hallaban en ruinas2

En los años iniciales de la Restauración, desde San Agustín en Las Palmas de Gran Canaria a San Gregario en Telde, Valleseco, Santa Brígida, San Lorenzo o Arucas en Gran Canaria, Casillas del Ángel en Fuerteventura o Yaiza en Lanzarote remiten al Obispado presupuestos para afrontar reparacio­nes que reflejaban cantidades muy elevadas que la Diócesis no podía sufragar. Incluso algunas parroquias ni siquiera estaban cubiertas o servidas por párro­cos muy ancianos, enfermos e incluso ciegos, que debían atender a poblacio­nes que superaban las mil personas en un hábitat rural muy disperso con cami­nos en precarias condiciones.

En estas circunstancias, los obispos reclamaron al Gobierno español un trato diferencial para el clero canario. Hasta 1882, el Ministerio de Gracia y Justicia practicaba un 25% de descuento en las retribuciones del clero. A partir de esa fecha, el 10%. Ya desde 1880, la Diócesis de Canarias solicitó la supre­sión de todo descuento en los haberes de los sacerdotes isleños, que el Estado asumiese íntegramente las sumas necesarias para la construcción o reparación de las casas rectorales, que los seminaristas que se ordenaran de mayores que­dasen excluidos del servicio militar -argumentando el creciente número de cura­tos vacantes en la Diócesis- e incluso se implanta la enseñanza doméstica, de modo que los candidatos al sacerdocio pudiesen realizar sus primeros años de estudio fuera del Seminario, con sus párrocos como tutores y profesores que les prepararon para los exámenes correspondientes de latín y humanidades.

Durante los obispados de Urquinaona y Pozuelo hasta 1890, el clero regular apenas tiene presencia en la Diócesis. Las Hijas de la Caridad, estable­cidas en Las Palmas de Gran Canaria desde 1828, y las Bemardas del Cister que se encontraban instaladas provisionalmente en la Diócesis Nivariense tras la destrucción de su convento en 1868, se reinstalaron de nuevo con diez pro­fesas y tres novicias durante el Obispado de Pozuelo en 1888 en Teror, donde permanecen en la actualidad.

Por otra parte, desde 1881 se instalan en Gran Canaria un pequeño grupo de claretianos dirigidos por el padre Hilario Brossosa, que asumieron

2 Los informes de los párrocos sobre la situación en que se encontraban las casas rectorales pueden leer­se en el AHD: Causas Varias Pontificado de Pozuelo.

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una actividad misional, catequética y educativa que causó numerosos conflic­tos con algunos sectores ilustrados de la sociedad laspalmense.

Será durante el obispado del Padre Cueto, a partir de 1890, cuando la Diócesis de Canarias conozca una auténtica eclosión en lo que se refiere a la llegada, instalación y fundación en las islas de numerosas órdenes, congrega­ciones religiosas y asociaciones piadosas, benéficas y sociales, entre las que destacaremos las Dominicas de la Sagrada Familia, dedicadas a la enseñanza y, ya en los primeros años del siglo XX, los salesianos y el regreso de los jesui­tas, aunque serían nuevamente expulsados de Gran Canaria en 1932.

La época de Urquinaona y Pozuelo

José María Urquinaona y Bidot «1868-1878» fue nombrado Obispo de Canarias el22 de junio de 1.868 y tomó posesión de la Diócesis el27 de marzo de 1869. Nacido en Cádiz en 1813, estudió en el Seminario de su ciudad, donde llegó a ser canónigo y profesor del Seminario. El 26 de abril publicó su primera pastoral en el Boletín de la Diócesis, y durante los meses de julio y agosto, realizó su Visita pastoral.

En su programa inicial destacaba la necesidad de apoyo al patrimonio territorial de la Santa Sede, la formación de los sacerdotes diocesanos, el apoyo al clero con el objetivo de mejorar sus condiciones de vida, la cateque­sis y los problemas derivados del crecimiento y miseria del proletariado de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Sin embargo, su estancia en Gran Canaria es corta, ya que en octubre asiste al Concilio Vaticano 1, donde votó favorablemente la definición dogmática de la infalibilidad del Papa. Desde Roma prohibió al clero diocesano el juramento de la nueva Constitución del Estado Español y publica posteriormente, en 1872 y 1873, diversas pastorales que determinan la orientación del clero en el contexto sociopolítico del sexe­nio, así como directrices para el sostenimiento del culto en la Diócesis.

Extraordinaria repercusión, incluso fuera de las islas, tuvo la excomu­nión al doctor Gregario Chil y Naranjo, fundador del Museo Canario y defen­sor de la teoría de la evolución en su obra «Estudios Históricos, Climatológicos y Patológicos de las Islas Canarias» publicada a partir de 1876.

Sin embargo, durante su obispado destacamos tres hechos de extraordi­naria importancia para la Diócesis de Canarias: en primer lugar, la acogida en las islas de un grupo de seminaristas catalanes, formados en Vich, cuna del

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carlismo, perseguidos por su ideología conservadora, entre los que destacará una de las figuras más activas y controvertidas en la Historia de la Iglesia Canaria contemporánea: José Roca y Ponsa, sacerdote ultramontano que des­plegó su actividad pastoral y política en Las Palmas de Gran Canaria hasta 1890, fecha en que se traslada a Sevilla definitivamente. Sin embargo, nunca rompió los lazos con la Diócesis e incluso ya anciano, residiendo en Andalucía durante la Segunda República, trató de encabezar la candidatura de Acción Popular por Las Palmas con el apoyo cerrado y entusiasta del Cabildo Catedral de los años treinta, recordado como «el maestro» cuarenta años después de su marcha de las islas.

En segundo lugar, hay que destacar la determinante intervención del Obispo el 12 de octubre de 1869 durante una asamblea republicana en Las Palmas de Gran Canaria, en la que calificó de «impía» a las Cortes Constituyentes y se enfrentó a la Junta Superior de Gobierno organizada en Las Palmas a raíz de La Gloriosa, por haber decretado la expulsión de los jesuitas, la exclaustración de las monjas bernardas del Cister y la entrega del convento de San Ildefonso al ayuntamiento capitalino para su demolición. Del mismo modo, la incautación de la mitad del edificio del Seminario Conciliar en Vegueta, para dedicarlo a Instituto de segunda enseñanza y escuela de comercio, así como el derribo de una de las cuatro parroquias, la de San Bernardo, con las que contaba la capital grancanaria.

Y en tercer lugar, es importante subrayar la fundación de la Sociedad Católica de Obreros de San José. A finales de 1872, se había fundado en Alcoy el primer Círculo Obrero Católico del Estado Español, pero tuvo una existen­cia efimera y cerró sus puertas al poco tiempo.

El 30 de enero de 1873, dieciséis laicos remiten una carta al Obispo en la que manifiestan su intención de constituir una Sociedad Católica de Obreros. El 4 de marzo tiene lugar la primera Junta General y el hecho a des­tacar es que, tras la desaparición del proyecto de Alcoy, durante la Primera República y hasta la normalización de 1877, este modelo asociativo obrero católico sólo existió en la Diócesis de Canarias.

En el origen fundacional existió un conflicto entre un párroco y los afi­liados a la Sociedad de Trabajadores laica cercana a la logia La Afortunada, que había sido creada en Las Palmas en 1871, a propósito del entierro de uno de sus miembros. Durante el sexenio, las cofradías, en las que se integraba fe

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El año 1873 tras la constitución de la Sociedad Católica de Obreros, se decidió que las parroquias constituirían el ámbito de actuación, se aprobó el reglamento tomando como modelo el de Alcoy, aunque con innovaciones importantes que reflejaban un funcionamiento democrático, se llegó a un acuerdo con los médicos y boticarios de Las Palmas, para la atención a los afi­liados con cargo a la Sociedad, aunque sin especificación de las retribuciones que recibirían por dichos servicios. Sin embargo, las dificultades iniciales en la recaudación de fondos y cuotas, supusieron la supresión de la asistencia médica a los trabajadores enfermos, durante el primer semestre de 1875. En 1876, la Sociedad se encontraba en trance de desaparición, lo que hizo nece­saria la intervención de Urquinaona, que firmó una circular dirigida a todas las instancias diocesanas y «a las clases más acomodadas [ ... ] pues los obreros en su mayoría muy pobres, carecen de medios para contribuir con la cuota men­sual señalada, resultando de aquí que de día en día se aminora el número de socios, temiéndose que la Sociedad llegue a concluirse»4

Se modificó el reglamento para la admisión de socios honorarios que aportaron cuotas sin obtener beneficios directos de la Sociedad, y de este modo, se vincularon las actividades benéficas tradicionales a una Asociación de Socorros Mutuos, compuesta por artesanos y labradores. La respuesta al requerimiento del Obispo fue positiva, hecho que se advierte en el paulatino crecimiento en el número de afiliados y enfermos atendidos, hasta los prime­ros años del obispado de Pozuelo. Sin embargo, la entrada de socios protecto-

3 BOEDC, 1 de enero de 1873, pp. 2 ss.

4 Archivo del Círculo Católico de Las Palmas, en adelante ACCLP. Hoja suelta firmada por Urquinaona en Las Palmas de Gran Canaria, el 30 de marzo de 1876 y por el presidente de la Sociedad, Antonio de Lara, realizando un llamamiento a la afiliación en calidad de honorarios a las clases acomodadas de la ciudad.

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res, eclesiásticos incluidos, con Roca y Ponsa como Consiliario, logró evitar la desaparición de este modelo asociativo.

Las primeras iniciativas de carácter innovador, en relación con las insti­tuciones eclesiásticas características del antiguo régimen, habían surgido en la época del Obispo Lluch y Garriga (1858-1868). Fundó las Conferencias de San Vicente Paúl en 1861 al finalizar su primera visita pastoral, integradas por sacerdotes y laicos con una notable actividad hasta 1865, en que se reduce su actividad, hasta la supresión decretada por el gobierno revolucionario en octu­bre de 1.868. No volverán a constituirse de nuevo en la Diócesis hasta abril de 1887, a instancias de Pozuelo. La preocupación de Lluch por el Seminario explica la creación de la Pía Unión de Operarios Evangélicos5

, integrada por seminaristas escogidos, con la misión de organizar la catequesis de los niños y niñas de los riscos y zonas marginales de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, así como la institución de las Conferencias Morales, con el fin de promover la formación permanente del clero. Las Escuelas Dominicales y la Congregación de San Luis Gonzaga en 1864, integrada por jóvenes que asu­mieron tareas de apostolado, fueron también iniciativas de este Obispo.

Durante el obispado de Urquinaona, se fundó la Asociación Benéfica de Señoras en 1872, con el fin de recoger a los niños abandonados en toda la Diócesis. Con fondos propios, se establecieron en el Hospital de San Martín de las Palmas de Gran Canaria, junto a las Hermanas de la Caridad.

En el ámbito doctrinal-educativo tuvo lugar la creación de la Juventud Católica en 1873, así como diversas revistas y periódicos que reflejaban las prioridades diocesanas de la década de los setenta: la defensa de la Iglesia, así como hacer frente al proceso de secularización que vivían ciertos sectores ilus­trados de la sociedad de las islas.

En este sentido se publicaron las revistas «El Triunfo» en agosto de 1873, «El Gólgota», entre el uno de noviembre de 1873 y el 4 de marzo de 1876, con dos épocas bien diferenciadas. La primera, hasta 1874, como órga­no de expresión de la Juventud Católica, y la segunda como «Revista religio­sa, científica y literaria de noticias». Posteriormente, «La Tregua» en 1874 y

«El Noticiero Religioso» en 1877. Todas ellas, en las que participó de modo activo José Roca y Ponsa, expresaron de modo más o menos explícito, según el contexto sociopolítico del momento, la identificación entre carlismo y cato-

5 BOEDC, n° 1, 10 de enero de 1861, pp. 7

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licismo, y reaccionaron contra la Ilustración y la revolución francesa, así como contra todo tipo de innovaciones de carácter liberal.

El Obispado de Urquinaona representa en la Historia de la Diócesis de Canarias el período con mayor número de iniciativas en el ámbito de las publi­caciones periódicas. En todas ellas se propugnaba un catolicismo intransigen­te, ultramontano e integrista. Subyace la idea de incompatibilidad entre la Iglesia y la Revolución, la religión y la filosofia, la filantropía y la caridad, entre catolicismo y la civilización que propugnaba la nueva sociedad liberal. El Estado debía encontrarse subordinado a la Iglesia y toda la educación, impregnada de la moral cristiana.

Durante estos años, tuvieron lugar las primeras manifestaciones de un enfrentamiento entre católicos. Un amplio sector del clero, liderado por Roca y Ponsa, frente a sectores de laicos ilustrados que, sin renegar de su fe cristia­na, aceptaron el nuevo modelo de sociedad. La intransigencia del clero llevó a planteamientos rigurosos sobre los creyentes que aceptasen o colaborasen con el sistema restauracionista ya que «lo mucho que tienen de liberal, les hacer perder lo poco que tienen de católicos»6

Las cuestiones relacionadas con la separación Iglesia-Estado y el matri­monio civil, fueron los temas recurrentes de todas las publicaciones citadas. La polémica permaneció abierta durante todo el obispado de Urquinaona y parte del de Pozuelo, hasta 1884, fecha en que alcanzó su cota más alta con el proceso a Roca y Ponsa y la destitución del ya anciano médico del Seminario Domingo J. Navarro, por sus planteamientos en relación con los sucesos de 1868 en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

La publicación por parte de León XIII de la Encíclica CUM MULTA en 1882, que optó por potenciar y recomponer la dañada unidad de los católicos, no tuvo ningún eco en la Diócesis de Canarias. En 1884, con el líder de la Unión Católica como Ministro de Fomento, en Las Palmas de Gran Canaria, siendo Obispo Pozuelo, el rechazo por parte de un sector del clero liderado por Roca y Ponsa de lo que se denominó el sector mestizo del catolicismo cana­rio, provocó una serie de conflictos, que concluyeron en los tribunales y en manifestaciones de rechazo de amplios sectores de la sociedad insular hacia la intransigencia del prelado.

6 El Triunfo, en adelante ETF, n° 13, 20 de noviembre de 1873.

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El 15 de julio de 1878, Urquinaona fue preconizado Obispo de Barcelona y el1 de agosto, el Obispo Administrador Apostólico de Ceuta, José Pozuelo y Herrero fue nombrado Obispo de Canarias (1879-1890). Nacido en Córdoba en 1828, había sido canónigo en la catedral de Vich, centro carlista del Estado, del que también procedía Roca y Ponsa, con el que trabajó en estrecha coordinación durante su permanencia en Canarias, donde defendió las tesis doctrinales más conservadoras de la Iglesia de la época. Llegó a Las Palmas el6 de agosto de 1879, mantuvo las conferencias morales para el clero, dedicó una atención especial a la problemática de la escasez de agua en Lanzarote y Fuerteventura, reconstruyó el convento de las monjas del Cister en Teror (Gran Canaria) y animó la organización del Movimiento Católico en la Diócesis, aunque sus repetidas ausencias de la sede canariense por motivos de salud, cada vez más prolongadas desde 1885 hasta su traslado a Segovia, le relegaron pronto al olvido entre sus diocesanos.

Las primeras medidas de Pozuelo a su llegada a Canarias, las estableció mediante dos circulares relacionadas con la publicación del Boletín Diocesano y con la enseñanza. Dispuso que el Seminario, fuese a la vez colegio privado incorporado al Instituto de La Laguna en Tenerife, con objeto de que los estu­dios realizados en el mismo produjesen efectos civiles.

En su primera Carta Pastoral comentó las dos grandes cuestiones que preocupaban al episcopado español: la libertad religiosa que admitía el artícu­lo 11 de la Constitución de 1876 y la división política de los católicos. De modo secundario, abordó la cuestión social, priorizando el impulso a los círculos católicos de obreros, la educación religiosa en escuelas nocturnas y la organi­zación de la propaganda católica a través de la prensa. Se trataba de iniciativas en ámbitos distintos, aunque con una única finalidad, coherente con los objeti­vos del conjunto de la Iglesia: organizar la movilización de los católicos para hacer frente al sistema liberal, promoviendo la reconquista cristiana de la socie­dad, prestando una atención especial a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Contaba en ese momento con el clero, los seminaristas, las Bemardas de S. Ildefonso y las Hermanas de la Caridad, junto a las organizaciones apos­tólicas y sociales ya mencionadas, aunque con una débil implantación.

Con respecto al acuciante problema de la pobreza en las islas, los plan­teamientos de Pozuelo no estuvieron exentos de ambigüedad. Rechazó el sis­tema liberal, pero de hecho, se acercó a la burguesía isleña que concentraba el

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poder político. En síntesis, su documento programático, reflejaba la perviven­da de tópicos antiguos, una mentalidad anclada en el antiguo régimen, un claro desconocimiento del funcionamiento de la economía, con añoranzas de la época gremial y la búsqueda de un lugar para la Iglesia en el nuevo mode­lo de sociedad que se estaba configurando.

Una de sus prioridades fue el desarrollo de la Sociedad Católica de Obreros. Desde el primer periódico diocesano de Canarias, «El Faro Católico», que inició su andadura en enero de 1879, el Obispo Pozuelo consi­deró la cuestión social como la más trascendental de las cuestiones, exponien­do las bases de la acción de la Iglesia ante los conflictos de clase. Se trataba de promover la caridad y el trabajo, que unidos al culto y a la educación, cons­tituyeron los pilares básicos de la acción de la Iglesia diocesana durante estos años. En este sentido, no podemos considerar la proliferación de sociedades católicas como la incursión de la Iglesia en el mundo sindical, pues su finali­dad era meramente religiosa y de socorros mutuos.

A la Sociedad Católica de Obreros, agregó Pozuelo una escuela noctur­na, de escasa eficacia por el elevado absentismo, aunque en 1882 llegó a con­tar con 40 alumnos. En enero de 1880 fue nombrado Consiliario Roca y Ponsa, y se establecieron posteriormente ejercicios espirituales a cargo de los misio­neros del Inmaculado Corazón de María, que trajo Pozuelo a la Diócesis, con lo que quedaba clara la preeminencia de la finalidad religiosa sobre la econó­mica o reivindicativa, en el funcionamiento de la Sociedad. Roca promovió una modificación del reglamento en lo referente a la elección de los cargos directivos, las prerrogativas del consiliario, y la asistencia a los sacramentos, cuyo incumplimiento tuvo como resultado algunas expulsiones.

Existe constancia de la afiliación de mujeres obreras desde el 7 de mayo de 1883, en que se admitió a María Morales y Dolores Pérez7

, incrementándo­se paulatinamente hasta 13 en 1884 y 29 en 18858

La pertenencia a la Sociedad Católica, era incompatible con la afilia­ción a cualquier otro tipo de organización con fines similares. Una caracterís­tica propia del modelo asociativo canario, fue la existencia de los consiliarios, uno laico y otro eclesiástico. En Las Palmas, desde 1873, esta figura la asu-

7 ACCLP, L 2, JD, 7 de mayo de 1883

8 ANDRÉS GALLEGO, J,: "Los comienzos del Asociacionismo Obrero en Gran Canaria". Anuario de Estudios Atlánticos n° 27. Las Palmas, 1981, pp. 26 SS.

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mió un seglar, y solo desde 1880, con la entrada de Roca y Pansa, se duplicó esta responsabilidad. El local social permaneció abierto los domingos a modo de biblioteca, dotada por Pozuelo y que se conserva en la actualidad con esca­sas agregaciones posteriores. Existía una Comisión de Visitas nombrada por la Junta Directiva, con la misión de visitar a los enfermos a fin de determinar si se encontraban realmente impedidos para el trabajo. Las expulsiones de afilia­dos por informes negativos de dicha Comisión fueron irrelevantes. El Reglamento establecía algunas restricciones para la afiliación: tener entre 14 y 60 años, no padecer ninguna enfermedad crónica y cumplir con los deberes religiosos. El derecho al socorro se adquiría a los seis meses del ingreso y la compañía a los enfermos era habitual, de modo que dos afiliados por turno velaban cada noche al paciente en caso de necesidad y, en casos de mayor gra­vedad, al recibir el Viático, acompañaban al párroco o al consiliario al menos doce afiliados.

El número de asociados no cesó de crecer durante todo el Obispado de Pozuelo, llegando a 339 en 1886, año en que se atendieron a 93 enfermos. Este crecimiento, en buena medida atribuible al celo del prelado, tuvo como consecuencia su nombramiento como presidente honorario de la misma en enero de 1887.

Siguiendo el modelo capitalino, la expansión por el centro y norte de la isla de Gran Canaria se inició en marzo de 1.884. En el conjunto de las dióce­sis españolas, el mapa de la distribución de este modelo asociativo presenta notables diferencias. No existieron en Extremadura, Castilla la Nueva y Cantabria hasta los años noventa. Sin embargo, se extendieron por Castilla la Vieja, Aragón y Navarra, así como en Levante, desde Almería hasta Cataluña. En Andalucía existió un foco en Córdoba, pero de vida efimera. Sólo tras la publicación de Rerum Novarum los círculos obreros católicos, conocieron una notable expansión en el quinquenio 1891-1895.

En la Diócesis de Canarias, la Sociedad se encuentra en auge desde 1884 y desde ese momento, comenzó un proceso organizativo y fundacional en el ámbito rural de Gran Canaria. Se crea la Sociedad de Guía el 1 O de marzo de 1884, agregada a la capitalina, con el mismo reglamento y con un recono­cimiento mutuo, en las prestaciones a los afiliados de cualquiera de ellas que encontrasen desplazados. El 30 de marzo se funda en Agaete con 150 afilia­dos. Las tres sociedades organizaron una primera reunión conjunta en Guía,

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que culminó con un telegrama al Papa mostrándole su adhesión, al que poste­riormente responderla el cardenal Jacobini. En julio se organiza la de Gáldar y en noviembre en San Gregorio de Telde. Ya en enero de 1885 surgen otras dos, en Santa Brígida y en San Mateo respectivamente. Este proceso fundacio­nal, contó con una relativa oposición en los distintos pueblos de la Diócesis. Se hicieron pintadas en las calles de Guía y Gáldar, acusando al clero y a los laicos que les secundaban, de perseguir un fin político, aunque de modo disi­mulado. Con frecuencia, cuando las sociedades organizaban encuentros o veladas literarias, los caciques de los pueblos afines a León y Castillo, organi­zaban bailes o festejos. En San Mateo, al día siguiente de la asamblea funda­cional, las calles amanecieron pobladas de telas con manifestaciones de apoyo a la unidad italiana, el libre pensamiento, el siglo XIX y «contra los carlistas»9

La identificación de las sociedades católicas con la causa carlista, era evidente y las ingerencias de un sector del clero diocesano, en cuestiones polí­ticas partidarias, provocaron el rechazo de un sector significativo de la socie­dad canaria de la época. Nunca arraigó el carlismo en la Diócesis, a pesar de los esfuerzos del colectivo de curas catalanes llegados a Canarias en la época de Urquinaona. De hecho, la marcha de Roca y Ponsa a Sevilla, significó en la práctica la desaparición definitiva, por irrelevante, de dicha facción política.

En definitiva, entre el 10 de marzo de 1884 y el 18 de enero de 1885, nacieron en el interior de Gran Canaria, seis sociedades católicas de obreros, en las que participaron activamente miembros del clero diocesano, tanto en las iniciativas fundacionales, como en su pertenencia a las mismas como afilia­dos. Profundizar en estos acontecimientos, así como en la trayectoria posterior de las mismas está por estudiar. Sin embargo, los conflictos con las autorida­des municipales, se dieron en ocasiones y con cierta virulencia. De las críticas al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria en 1.885 por no costear en todo el año ni un solo medicamento a familias pobres del municipio, pasaron a organizar a las familias para presentarse en los juzgados con las recetas pres­critas por los médicos y obligar al Alcalde a su autorización.

Los tradicionalistas católicos, denunciaron con contundencia el modo en el que los alcaldes, en connivencia con sectores caciquiles, gestionaron la atención a los más pobres, lo cual contribuye a explicar en alguna medida, ciertas manifestaciones de rechazo a la implantación de las sociedades confe-

9 La Revista de Las Palmas, en adelante LRPL, no 342, 11 de febrero de 1885.

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sionales. La Revista de Las Palmas, órgano diocesano publica en febrero de 1886 « Triste y lamentable es lo que pasa en la generalidad de los pueblos de esta isla, en muy pocos se atiende el servicio benéfico-sanitario; en ninguno se cumplen las leyes sanitarias. De ahí [ ... ] la carencia absoluta de asistencia a las familias pobres. Si viniera una epidemia, esas faltas se harían de notar, y toda la responsabilidad recaería sobre los caciques y sobre la autoridad provincial que todo lo mira [ ... ] con ojos de indiferencia [ ... ] la ley obliga a todos los municipios por razones de [ ... ] justicia, que suministren asistencia completa a los enfermos pobres sin que les falten nunca los medicamentos. Pues bien, es tanta la caridad de los alcaldes, protegidos por caciquismo, que nunca es com­pleto este servicio [ ... ] enfermos y familias pobres, levantaos y haced com­prender cual es la causa de vuestra desgracia y cual es la responsabilidad de vuestros caciques enemigos y tiranos en los mismos ayuntamientos, y cual es la obligación de estos; ayuntamientos, no cumplís las leyes que nos amparan; las familias pobres carecen de asistencia farmacéutica y de los medicamentos necesarios para la curación de nuestras enfermedades [ ... ] os exigimos funda­dos en la ley, estrecha y tremenda responsabilidad si hubiere alguna defunción de los menesterosos sin haber sido auxiliado con los recursos facultativos» 10

Participaron en algunas actividades institucionales, se integraron por ejemplo en la Junta creada por iniciativa del Gobierno Posada Herrera en 1883, para informar sobre la situación de la clase obrera. Estudiaron la crea­ción de un montepío, e incluso el uso de algunos fondos, que permitieran liberar afiliados para el trabajo en la Sociedad, lo cual no llegó a cuajar''. En relación con la sociedad laica de trabajadores, mejoraron las relaciones, sobre todo tras la modificación del reglamento de ésta, al suprimirse las referencias anticlericales con respecto a culto y a los entierros civiles. Incluso participa­ron conjuntamente, en la incomunicación del Puerto de la Luz con motivo del cólera, y en una manifestación pública de protesta por la situación sanitaria en Las Palmas.

En definitiva, la Diócesis tuvo una presencia continuada en los ambien­tes pobres de las islas, por medio del socorro mutuo en las sociedades obreras,

1 O LRLP, no 444, 17 de febrero de 1886.

11 ACCLP, L 2, JG, 1 de enero de 1885, pp. 47-48. Al contrario que en la Península, en que a escala pro­vincial y local, los católicos se mostraron reticentes a formar parte de dichas juntas por el desagrado que les suponía colaborar con los liberales, en la Diócesis de Canarias no nos consta que sucediese lo mismo. La disposición fue buena, pese a las críticas de Roca.

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por la beneficencia organizada en las Conferencias de San Vicente, o acciones concretas como la desplegada durante años para hacer frente a la sequía y a la miseria en Lanzarote y Fuerteventura.

En el ámbito benéfico-asistencial, distinguimos entre las acciones dio­cesanas que tuvieron un carácter puntual pretendiendo resolver problemas concretos y las que, de modo sistemático, trataron de ofrecer respuestas a los problemas sociales, como las Conferencias de San Vicente, reinstaladas en Canarias en 1886.

Se gestionaron ayudas para las familias en situación de pobreza debida a las malas cosechas, el paro o enfermedades, ante las autoridades gubernati­vas a partir de la información que proporcionaron los párrocos; e incluso se informa al nuncio Bianchi en julio de 1880, sobre la necesidad de prestar una atención especial a Canarias y la escasez de medios de los que disponía la Iglesia para hacer frente a la situación.

Tras su Visita Pastoral a Lanzarote y Fuerteventura, entre febrero y marzo de 1881, Pozuelo describe lo que encontró en el Boletín Diocesano: «suelo árido por la continua sequía, casas y caseríos enteros abandonados y convertidos en ruinas, semblantes agobiados por la tristeza». En esta tesitura, propuso al Gobierno Central la condonación de todas las contribuciones para los habitantes de las islas, y el inicio urgente de obras públicas, para la gene­ración de empleo. Se adhirió el Obispo a las peticiones del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y de la Sociedad de Amigos del País, proponien­do un plan global de inversiones del Estado, y criticó con dureza desde los órganos diocesanos, por insuficientes, las iniciativas oficiales de socorro rea­lizadas hasta ese momento.

Ante la agudización de la crisis en Lanzarote y Fuerteventura, tras infor­mar al nuncio, la Diócesis de Canarias se hizo con los servicios de un «paile­bot» construido con madera canaria en los astilleros de SanTelmo en 1880 y

con capacidad para 70 pasajeros, el «Bella Lucía», con el objetivo de transpor­tar sistemáticamente agua potable a Lanzarote y evacuar a todos los habitan­tes de Fuerteventura que lo necesitasen a otras islas. Realizó un llamamiento a toda la población de Gran Canaria desde el Boletín Diocesano. Al mismo tiempo, remitió instrucciones a los párrocos para que se hiciesen rogativas, se abriese una suscripción permanente en cada parroquia, mientras durase la sequía, pidiendo casa por casa, en metálico o alimentos.

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En relación con el «Bella Lucía», la Diócesis dispuso que realizase de modo permanente el siguiente trayecto: Arrecife-Puerto Cabras -Gran Tarajal- Las Palmas de Gran Canaria-Santa Cruz de Tenerife-Arrecife. En cada salida de Lanzarote y Fuerteventura contaron con pasaje abierto, 100 personas sin recursos con destino a Gran Canaria o Tenerife, y otras 20 abo­nando medio pasaje, con lo que el barco transportaba en cada viaje el doble de su capacidad de carga. Para Lanzarote, en cada trayecto se enviaron 100 pipas de agua cuya distribución entre la población era del arcipreste de la isla, así como la elección de los viajeros. Quedó establecida una prioridad de modo permanente: 90 personas de Fuerteventura y 10 de Lanzarote por tra­yecto, pagando medio pasaje 10 de cada isla. Los alimentos y medicinas fue­ron concentrados, los procedentes del sur de Gran Canaria en Gando y los del norte en Sardina, desde donde eran embarcados cada vez que hacía es­cala en la isla.

La situación llegó a ser angustiosa, incluso en Las Palmas de Gran Canaria, porque los majoreros y conejeros deambulaban sin trabajo. La crisis de la grana unida a la sequía arruinaba a las islas y desde la Diócesis, se pro­puso para dar salida a la masiva situación de paro, la construcción de la carre­tera que uniría en Gran Canaria a San Bartolomé de Tirajana con Ingenio, Agüimes y la capital de la isla, sin resultados como consecuencia del aban­dono secular, que padecía el Archipiélago por parte del Gobierno español.

El30 de noviembre de 1882, llegó el «Bella Lucía» a Lanzarote con la primera remesa de pipas de agua, de las cuatro previstas inicialmente por la Diócesis, que a la vez aportó fondos para dar durante cuatro meses, una comi­da diaria a 150 personas de Arrecife y a partir del primero de diciembre, a 50 personas más del interior de la isla de Lanzarote. Ese mismo mes, dada la importancia del arbolado en relación con las lluvias, se movilizaron todos los párrocos por orden del Obispo, para instruir al pueblo sobre la necesidad de reponerlos en todos espacios posibles. Se coordinaron con los maestros y uti­lizaron los cementerios y todas las zonas anejas o dependientes de las parro­quias, exigiendo a las familias más pudientes que colaborasen con los gastos del riego, y aportando los animales de carga necesarios. Se convocaron jun­tas en los pueblos, presididas por los párrocos, que buscaron acuerdos con los alcaldes, para la realización de estos trabajos en la totalidad de los terrenos que eran propiedad de la Iglesia, así como en los alrededores de las ermitas.

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Al mismo tiempo, en Gando y Sardina se almacenaban judías, millo y papas. Durante los primeros meses de 1883, se establecieron permanentemen­te mesas petitorias en las puertas de la Catedral de Las Palmas.

En noviembre de 1886 la Diócesis cerró la recogida de fondos para Lanzarote y Fuerteventura, invirtiendo hasta entonces unas 80.000 pesetas de la época en agua, fletes, pasajes y alimentos12

En lo que concierne a la educación, ya desde 1877, se había estable­cido una escuela nocturna en la sede de la Sociedad Católica de Obreros. Aumentó con Pozuelo el número de profesores del Colegio de Segunda Enseñanza, e invirtió sumas considerables en dotarlo de material didáctico y libros adquiridos en París, para reforzar las áreas de Historia Natural y Agricultura. Sin embargo, el número de alumnos fue escaso y sólo aumen­tó, cuando se ampliaron las becas y se rebajaron las pensiones alimenticias a los más pobres.

Durante el Obispado de Pozuelo, en la Diócesis se elaboró un programa de estudios que abarcaba desde la enseñanza primaria hasta la conclusión de la carrera eclesiástica en el Seminario Conciliar. En la Escuela Primaria pre­paratoria para el ingreso en el Colegio de Segunda Enseñanza, la matrícula permaneció abierta durante todo el curso y capacitaba a los alumnos en Lectura, Escritura, Doctrina, Gramática y Aritmética, y los exámenes de ingre­so en secundaria se realizaban cada cuatro meses. El Colegio de Segunda Enseñanza del Seminario contó con un plan de estudios de cinco cursos que culminaba con el título de Bachiller en Artes.

Con respecto a la catequesis, en febrero de 1880, publicó el Obispo una pastoral con orientaciones para su organización. Se impartieron además de las preparatorias para las primeras comuniones, a los adultos, a los presos, impe­didos y ancianos que no podían desplazarse a las parroquias.

Ahora bien, el carácter de reacción ante la sociedad liberal y un Estado al que la Iglesia consideraba como laicista, e incluso hostil, puede apreciarse con claridad en la prensa diocesana de la época.

No obstante, los órganos de expresión católicos, no contaron con redac­tores de prestigio, y el número de lectores y suscriptores fue siempre minori­tario. En la Diócesis, los elevados índices de analfabetismo y las tesis ultra

12 BOEDC, n° 19, 23 de noviembre de 1886, pp. 180

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montanas e integristas de un sector del clero, condicionó su difusión e influencia. La realidad de las islas, apenas aparece reflejada en la prensa con­fesional, y los esfuerzos se centraron en dos grandes cuestiones, reiteradas durante los años ochenta: por una parte, el rechazo de la monarquía alfonsi­na desde planteamientos carlistas, y por otra, el problema de la división interna de los católicos.

Continuó publicándose el Boletín Diocesano, de modo ininterrumpi­do desde 1859. Sin embargo, todos los medios que surgieron durante los años de Urquinaona, habían desaparecido. Con Pozuelo, comenzó a publi­carse el primer periódico diocesano, «El Faro Católico», el 4 de enero de 1879, con seis ejemplares mensuales durante un año. En 1880, inició su andadura «La Revista de Las Palmas» cuya línea editorial se encontraba en consonancia con las experiencias anteriores. Dirigida por Roca y Ponsa, entre sus redactores destacaron varios sacerdotes, como José López Martín, Juan González, José Romero y Vicente Matamala, todos ellos activos mili­tantes en el proceso fundacional de las sociedades, luego círculos obreros católicos de la Diócesis.

Entre ellos no figuraba ningún laico, y representaban al sector más intransigente de la Iglesia Canaria de los ochenta, enfrentados a los católico­liberales, conflicto que alcanzó su mayor virulencia entre 1883 y 1884.

La confrontación entre Obispo y clero diocesano, con un sector impor­tante de la intelectualidad isleña, proclive al krausismo y a las teorías evolu­cionistas, durante estos dos años, no significó en ningún caso el cuestiona­miento de la Iglesia como institución o de las bases del catolicismo, sino de la intransigencia del clero en relación las cuestiones científicas, éticas y políticas que se concretaron en el rechazo a la monarquía de Alfonso XII.

La Restauración supuso una notable mejoría en la situación de la Iglesia. Se reanudaron las dotaciones para el culto y el clero, se prohibieron todas las manifestaciones públicas de otras formas de religiosidad, y el siste­ma educativo permaneció basado en los principios del catolicismo. Sin embar­go, el Episcopado entendió siempre que el artículo 11 de la Constitución, era incompatible con el artículo primero del Concordato de 1851, vigente en ese momento. La creación en 1881 de la Unión Católica, integrada por católicos posibilistas, no tuvo incidencia en la Diócesis de Canarias.

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El dos de mayo de 1883 publicó Roca y Pansa un artículo sobre «El des­potismo liberal» en La Revista de Las Palmas13

, calificando de sacrílegas las actuaciones de la Junta revolucionaria en los inicios del sexenio. Los liberales que habían formado parte de dicho organismo, integrado por propietarios y profesionales vinculados a León y Castillo, denunciaron el hecho ante los tri­bunales, siendo condenado Roca y Pansa por injurias graves en enero de 1884, aunque posteriormente la sentencia sería anulada por el Tribunal Supremo. El proceso al canónigo lectora!, radicalizó al sector carlista del clero, agrupado en torno a la Revista de Las Palmas. En septiembre de 1883, firmaron los párrocos de la Diócesis un escrito de apoyo a Roca en el que se descalificaba a los católico-liberales. Incluso se realizaron algunas consultas al Obispado, sobre si debería considerarse incursos en la excomunión mayor de la bula Apostolicae Sedis a todos los laicos que entablaron acciones judiciales contra Roca y Pansa. Pozuelo llegó a debatir este asunto con su Cabildo Catedral, afortunadamente sin consecuencias

La sentencia se publicó el 28 de enero, en la que Roca, fue condenado por injurias a tres años y medio de destierro, a un mínimo de 25 kilómetros de Las Palmas de Gran Canaria, al pago de las costas procesales, a una multa y a publi­car la sentencia en La Revista de Las Palmas. Al día siguiente el Obispo cesaba a Domingo J. Navarro tras cuarenta años de servicio como médico en el Seminario.

La intervención de Roma, acercándose al Régimen restauracionista en el Estado español, provocó en Canarias el aislamiento de Roca y sus seguido­res, a partir de 1885. Desde ese año, las estancias del Obispo en Pozoblanco, su localidad natal, fueron cada vez más frecuentes y prolongadas. Por otra parte, la desaparición de La Revista de Las Palmas en 1888, evidencia el final de la prensa ultramontana en la Diócesis, ciclo iniciado con El Gólgota, al final del sexenio revolucionario. La salida definitiva de Pozuelo y Roca de las islas en 1890, pone fin al período integrista en la Diócesis de Canarias. El car­lismo canario, había sido un movimiento minoritario, importado, que nunca arraigó en la Diócesis, aunque muy activo, y que al contrario que en Cataluña y el País Vasco, no derivó en una organización que hiciese posible el surgi­miento de un partido o movimiento autonomista.

En el ámbito pastoral, Pozuelo organizó el Apostolado de la Oración, que encomendó a los misioneros del Inmaculado Corazón de María, dirigidos

13 LRLP, 2 de mayo de 1883

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por el padre Hilario Brossosa. Junto a las Hijas de la Caridad que trabajaron en los dos únicos hospitales de Las Palmas, San Martín y San Lázaro, en el Colegio del Puerto de la Luz y en el Hospicio de la capital, donde atendie­ron a unas 200 niñas durante el Obispado de Pozuelo. Desde 1.888, las Bernardas del Cister se reinstalaron en Gran Canaria, tras 20 años de estan­cia en Tenerife.

Los claretianos llegaron a la Diócesis en 1881, con el objetivo de orga­nizar las Misiones Populares, entre los sectores más empobrecidos de la pobla­ción canaria. Se instalaron en el edificio del Seminario y en la Iglesia que había sido de los jesuitas, hasta su expulsión al comienzo del sexenio. En la Navidad de 1.888, abrieron casa propia en el barrio de Arenales, habitado por pescadores y trasiego diario de unos 3000 trabajadores, en dirección al Puerto de la Luz, dedicados a la estiba y desestiba, al cambullón y a la construcción de pequeños barcos.

Las Misiones Populares fueron acogidas con cierto rechazo, por parte de un sector de la prensa isleña, e incluso del clero. En enero de 1882, la pre­dicación de los religiosos, causó incidentes en Arucas, acusados de que no enseñaban el respeto a las autoridades, de no condenar los robos en pequeña escala cuando las necesidades eran perentorias y de ser palanca del socialis­mo. Tras misionar en Ingenio, José peraza y otros 46 laicos publicaron una carta en La Revista de Las Palmas negando las acusaciones de socialismo. Establecido el Colegio Claret ya en 1884, contó inicialmente con 300 alum­nos. A instancias del Obispo, asumieron los ejercicios espirituales del clero canario. En 1890, ya eran responsables de los ejercicios de las monjas del Cister, de los seminaristas, de la organización de los novenarios en Gran Canaria, y tuvieron a su cargo las homilías de Semana Santa. La idea de ele­var a parroquia la casa de Arenales al poco tiempo de su apertura, revela el gran protagonismo que les otorgó el Obispo.

Los conflictos por razones políticas, alejaron al Obispo de un sector importante de sus diocesanos. Desde mayo de 1885 permanece en la Península imposibilitado de regresar a las islas a causa de una epidemia de cólera. Ya en octubre, escribe por primera vez al nuncio Rampolla, plante­ándole la necesidad de ser trasladado de Canarias por motivos de salud, petición que reiteró con frecuencia en años posteriores, hasta su definitivo relevo en 1890.

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Sin embargo, las iniciativas católicas continuaron gestándose. En agos­to de 1885, se organizó La Juventud Católica, organizada en cuatro secciones: la del Dinero de San Pedro, de Escuelas, de la Prensa y del Recreo. Contó con un órgano de expresión propio, Los Jueves de la Revista, y una escuela gratui­ta. Desde ese año se publicaron además de La Revista de Las Palmas, El Tradicionalista, el Diario Católico y la primera revista femenina confesional, a cargo de las mujeres de las Conferencias de San Vicente, La Caridad Cristiana. Es el momento en que la Diócesis contó con el mayor número de medios de comunicación escritos de toda su historia.

La última gran referencia durante el Obispado de Pozuelo en Canarias, fue la organización de las Conferencias de San Vicente Paúl. Tenía por objeto «la mejora espiritual de sus miembros y la de los pobres que adoptaba». Realizaron todo tipo de obras de caridad visitando a las familias pobres. Estaban organizados en secciones o conferencias integradas por un número de afiliados que oscilaba entre 4 y 40. Las Conferencias habían sido suprimidas en 1868 e incautados sus bienes. En Canarias se reinstalaron las conferencias femeninas y una masculina en marzo de 1886. Junto a la beneficencia domi­ciliaria, organizaron repartos regulares de comida: la olla de los pobres, rope­ros, asilos y escuelas. Su primera sede fue la Iglesia del Seminario Conciliar, donde organizaron una Escuela Dominical.

Las conferencias adoptaban un cierto número de familias pobres tempo­ralmente, hasta que lograsen resolver su situación por sí mismas. En ese momento, procedían a atender a una nueva familia. En la Diócesis, los núcle­os dirigentes de las conferencias, procedían de las clases medias, pero la mayoría de afiliados eran de clase trabajadora14

• En diciembre de 1886, ya se habían fundado en Las Palmas tres conferencias de señoras, en las parroquias de San Francisco, Santo Domingo y San Agustín y una de hombres en Santo Domingo. Celebraron sus reuniones conjuntas en el Seminario, presididas por el Chantre Miguel Moreno.

La Conferencia matriz fue la de San Francisco, presidida por el párroco Juan González y Matilde Troncoso, a su vez directora y redactora de La Caridad Cristiana. Contaron con medio centenar de socias activas, y una trein­tena de honorarias, con ligeras variaciones entre 1887 y 1890. El número de

14 Boletín de la Juventud Católica, 11 de noviembre de 1886.

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familias atendidas, oscilaba en función de los recursos de las distintas confe­rencias, entre 50 y 100 familias cada una.

En 1887 se organizan en el interior de Gran Canaria, en Agaete e Ingenio, y en 1888, la de Nuestra Señora de los Dolores en Arrecife de Lanzarote. La mayor parte de los fondos disponibles, se invirtieron en alimen­tos y medicinas. El resto de las cantidades, sirvieron para abonar alquileres, objetos de la casa, ropa y otros enseres. La asistencia a las familias, incluyó el hacerse cargos de hijos de padres fallecidos, recuperación de prostitutas, regu­larización de matrimonios y primeras comuniones.

En sus pastorales, Pozuelo presentó las conferencias, como uno de los grandes instrumentos de la Iglesia para hacer frente a la pobreza. Fueron con­cebidas como subsidiarias del trabajo del clero para «remediar el infortunio e ilustrar la inteligencia con las verdades de la fe». Organizaron dos escuelas, una en San Cristóbal y otra en San Roque, en las que se impartió primera ense­ñanza y catequesis.

En octubre de 1890, con participación canaria, se inauguró el II Congreso Católico en Zaragoza. Durante las sesiones intervino activamente un dominico que ocho meses más tarde, sería nombrado Obispo de Canarias: el Padre Cueto.

El tiempo del Padre Cueto

Nacido en Cantabria en 1839, ordenado sacerdote en 1863, destinado a la Universidad de Santo Tomás en Manila, ejerció de catedrático de derecho canónico. En 1882, de regreso a la Península, se le encargó la cátedra de Teología en el convento de Á vila. En junio de 1891 es elegido Obispo de Canarias y recibido litúrgicamente en la Catedral de Santa Ana en noviembre. Durante su Obispado realizó tres visitas pastorales, prestando una atención especial a la predicación y a la catequesis.

Preocupado por los problemas sociales, fundó en Las Palmas diversas instituciones benéficas, entre las que destacamos la Casa Asilo de San José 15

,

los hospitales de los Dolores en Arrecife de Lanzarote y del Doctor Chil en Telde, el Asilo Victoria para jóvenes procedentes de la prostitución y el asilo de Ancianos Desamparados.

15 Diario de Las Palmas, en adelante DLP, 28 de abril de 1894

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Se ganó el apelativo de «padre de los pobres». Hacer frente a la pobre­za en las islas, fue una constante en sus reflexiones pastorales y en sus tareas como Obispo. Durante la guerra de Cuba, cedió el palacio episcopal para la atención de los repatriados y heridos, que regresaban a las islas e incluso se trasladó a Madrid, para realizar gestiones a favor de los jóvenes canarios declarados prófugos y condenados a muerte, por negarse a luchar con el ejér­cito español. Se organizaron plegarias en la Catedral y diversas peregrina­ciones a los santuarios, por el fin de la guerra. Como resultado, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria le nombró Hijo Adoptivo. Creó el Colegio de San Antonio para niños pobres en 1907, en el que des­empeño un extraordinario papel, Sor Brígida Castelló, conocida en la Diócesis como la madre de los pobres, fallecida en 1910. Obra de Cueto, fueron también las parroquias de la Luz, sobre los cimientos de la antigua ermita del siglo XVI, la de Puerto Cabras, único municipio canario que care­cía de ella, y la de Gran Tarajal, también en Fuerteventura. Fundó la Congregación de las MM. Dominicas de la Sagrada Familia, y promovió la Universidad Pontificia de Canarias.

Sus primeras actuaciones estaban relacionadas con la problemática de la pobreza, a la que alude en su primera Carta Pastoral. Reorganizó el Cabildo Catedral y se rodeó de un equipo de sacerdotes, que permaneció sustancial­mente invariable durante todo su Obispado, entre los que destacamos el P. Tomás Monforte, José María Leza y Gainza, Demetrio Femández Cabomo, Francisco González y José López Martín.

Fueron frecuentes las circulares del Obispo al clero, sobre la necesidad de llevar una vida ejemplar, prohibiendo la asistencia espectáculos públicos e incluso escribir sin permiso en la prensa periódica. En relación con la forma­ción, estableció los Ejercicios Espirituales anuales, las Conferencias morales y litúrgicas a través del Boletín Diocesano y para atender las necesidades del clero, organizó la Hermandad de Sufragios Mutuos y la Liga Sacerdotal Eucarística. Los conflictos con los sacerdotes, fueron poco frecuentes. Durante el Obispado de Cueto, se produce la llegada a la Diócesis, de nume­rosas instituciones religiosas, tanto masculinas como femeninas.

Se instalaron los Misioneros de San Vicente Paúl, los PP. Cistercienses, los PP. Franciscanos, los Hermanos de las Escuelas Cristianas, e incluso hubo un intento de fundación de los Dominicos. Entre las femeninas, citamos a las

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Hijas de Cristo Rey, origen de las Dominicas de la Sagrada Familia, con el apoyo de una de las más fieles colaboradoras del Obispo, la Madre Pilar. Mencionamos también a las Hermanitas de los Pobres, las Siervas de María, las Religiosas del Sagrado Corazón y las Siervas de Jesús Sacramentado.

Tuvo que reorganizar la Diócesis, en gran medida por el acelerado cre­cimiento de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, de modo que, además de la erección de las tres parroquias citadas anteriormente, fundó dos capella­nías, en Sardina y en Fontanales, promovió numerosos arreglos parroquiales y cubrió a través de concurso los curatos vacantes.

Tras las visitas pastorales, por las circulares remitidas a los párrocos, podemos conocer los asuntos de la pastoral que reclamaron su atención. Le preocupó la predicación del catecismo, la correcta administración de los sacra­mentos, la problemáticas de los enterramientos y los cementerios y la organi­zación de todo tipo de asociaciones piadosas, integradas por seglares, entre las que podemos citar la Cofradía del Sagrado Corazón de Jesús y Apostolado de la Oración, las Hijas de María, la Asociación de las Familias Cristianas, la Asociación de la Vela al Santísimo y la Adoración Nocturna. Pero, sobre todo, la asistencia de sus diocesanos a la misa dominical y el cumplimiento pascual, objetivo central de las Misiones populares.

Es en este período, cuando se consolidan las principales manifestacio­nes religiosas anuales en la Diócesis, con una masiva asistencia de la pobla­ción canaria, como la festividad de la Candelaria, la del Corpus Christi, la de la Virgen del Carmen en La Isleta, la Virgen del Pino en Teror, la Virgen del Rosario en Las Palmas de Gran Canaria, recuperada en los años finales del siglo XX, los cultos en honor de Santa Teresa de Jesús en la Catedral y la Inmaculada Concepción, que reunía en Jinámar a buena parte de la pobla­ción de Gran Canaria el 8 de diciembre de cada año y que sigue celebrán­dose en la actualidad.

El culto mariano, fuertemente arraigado en el pueblo canario desde el siglo XVI, se ve reconocido en el hecho de la Coronación Canónica de la Virgen del Pino, patrona de la Diócesis de Canarias.

Intervino en algunos de los conflictos laborales que surgieron en el Puerto, defendiendo el descanso dominical de los dependientes de comercio y de los obreros agrícolas, y continuó con la tarea de expansión de los cír-

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culos obreros católicos. Con Cueto, iniciaron su andadura los del Puerto de La Luz en 1890, incorporado al Círculo de Las Palmas en 1896, de la Aldea de San Nicolás en Gran Canaria, por iniciativa del párroco José Laín y el de San José de Tuineje, en Fuerteventura en marzo de 1897. En este período, los círculos canarios estuvieron representados por el laico Domingo González en los congresos católicos y contaron en la Diócesis, con casi un millar de afiliados.

En lo que concierne a la educación, dedicó al tema algunas cartas pas­torales, en las que destacaba la importancia de la familia y la obligación de los padres de enviar a sus hijos a los centros educativos, semivacíos durante esos años, en que los niños se incorporaban al trabajo, en ocasiones desde los siete años.

Estuvo Cueto presente o hizo intervenir a la Diócesis, de modo activo en la ayuda a los afectados por las calamidades públicas, como los temporales de Tejeda en 1895 y de Agaete en 1896, las epidemias, las plagas agrícolas y la sequía, sobre todo en Lanzarote y Fuerteventura, por medio de las Conferencias de San Vicente o El Pan de los Pobres.

En relación con el Seminario Conciliar, es preciso recordar que, en 1876 Pío IX le había concedido la facultad de conferir grados en Sagrada Teología y Derecho Canónico. Durante el Obispado de Pozuelo, concluidos los cinco años de estudios en el Colegio de Segunda Enseñanza y tras realizar un curso de introducción a la Teología, se accedía a la Facultad con un plan de estudios que duraba siete años. El uno de febrero de 1.897, León XIII elevó el Seminario a la categoría de Universidad Pontificia, pudiendo conferir los gra­dos de licenciado y doctor en Teología y Derecho Canónico.

Con la promulgación de la Constitución Apostólica Deus Scientiarurn el 24 de mayo de 1931, que regulaba la existencia de las facultades de teología, la posibilidad de otorgar grados quedó suspendida.

Los Obispados de Pérez Muñoz y Marquina

Adolfo Pérez Muñoz «1909-1913» nacido en Santander en 1864, perte­necía a la Diócesis de Burgos, en cuyo Seminario realizó los estudios eclesiás­ticos. Posteriormente obtuvo el doctorado en Teología y la licenciatura en Derecho Canónico en León. Fue Secretario de Cámara y Canónigo Maestrescuela en la catedral de dicha ciudad. Consagrado Obispo de Canarias

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el 3 de octubre de 1909, llegó al Puerto de La Luz el 18 de noviembre, donde se le tributó un recibimiento multitudinario. En diciembre escribió su primera Carta PastoraP6 y durante los primeros meses de 1910, la primera Visita Pastoral, comenzando por las parroquias de la capital. En abril se trasladó a Fuerteventura y a Lanzarote.

A pesar de su corta estancia en las Islas, escribió diversas cartas pasto­rales, en las que destaca su extraordinario conocimiento y continuas referen­cias a la Sagrada Escritura, algo inusual en los obispos de la época. Se preo­cupó por la corrupción de las costumbres, la maternidad y la función de la Iglesia en la sociedad, especialmente en la tarea de dignificar y ennoblecer a la mujer, al obrero y erigir la Universidad junto a los monasterios y las cate­drales, hospitales, asilos y los círculos de obreros, y en 1911 adhiere la Diócesis a la Liga Nacional de Defensa del Clero17

En relación con el culto, la devoción con más arraigo en ese momento en Las Palmas de Gran Canaria, eran los novenarios a la Virgen de los Dolores, la que más ofrendas recibía en las parroquias de San Agustín y San Francisco, honrando a la Virgen de la Soledad, objeto de la devoción de los cristianos capitalinos. El culto a la Inmaculada, tradición que se mantuvo desde el siglo XVI, realizándose incluso en el Hospital de San Martín, y prácticamente la mitad de la población de la isla de Gran Canaria, participó en los actos litúr­gicos de la Semana Santa, especialmente en la tarde noche del jueves santo.

La preocupación del Obispo, por fomentar durante la Cuaresma, los sacramentos de la Penitencia y la Comunión, tuvo su reflejo en la participa­ción canaria en el Congreso Eucarístico de 1911, en que se constituyeron las Juntas Diocesanas de Señoras y Caballeros bajo la presidencia de Dolores de la Rocha, con el Vicario General Anastasio de Simón como Consiliario, y de Gustavo de Bascarán, presidente de la Adoración Nocturna, con José Azofra del Campo de Consiliario, respectivamente.

Posteriormente, en febrero de 1912, escribe otra Pastoral dirigida a los padres y madres, sobre la educación de los hijos, en la que subraya la necesi­dad de la formación religiosa, como garantía para la prosperidad de las nacio-

16 BOEDC, sin fecha, al finalizar 1909. Se trata de un documento de 48 páginas en el que destacan las con­tinuas referencias a la Sagrada Escritura, hecho inusual en las pastorales de los obispos de la época y estructurada de modo sistemático en tomo a la misión de Jesucristo, la Iglesia y el Obispo sucesivamente.

17 BOEDC, 14 de marzo de 1911

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nes, centrada en el ejemplo y la vigilancia, dando una gran importancia en el apoyo que los párrocos debían prestar a las familias en estos temas. Las con­secuencias prácticas de su reflexión teológica fueron: la necesidad de los sacerdotes de predicar con el ejemplo, la catequesis como base de los cimien­tos religiosos, la comunión con Roma y la Eucaristía.

Manifestó una gran preocupación por los pobres y los ámbitos diocesa­nos más necesitados, especialmente La Isleta en Gran Canaria y Fuerteventura. En el Puerto fundó una ermita-escuela en septiembre de 1911, con la máxima «Pan e Instrucción»18

, a fin de atender a las miles de familias que vivían de carbonear los barcos y del cambullón. Se matricularon 300 alumnos y ejercieron como maestras las Hermanas de la Caridad.

Se debe a Pérez Muñoz la creación de las cocinas gratuitas, que aten­dieron desde sus comienzos a mil personas diarias. A Fuerteventura fueron fre­cuentes, los envíos en metálico y todo tipo de alimentos, por lo que el Ayuntamiento de Puerto le nombró Hijo Adoptivo. Por otra parte, fundó en 1912 la Asociación del Pan de San Antonio, con sede en la Iglesia del Seminario y en el Hospital de San Lázaro.

Con respecto a la construcción y reparación de templos, cabe destacar la Iglesia del Lomo Apolinario, tras la cesión del solar por parte de Pino Apolinario y las gestiones del sacerdote Antonio Collado, para los labradores de la zona. Sin embargo, su obra mas significativa fue la construcción del templo de Nuestra Señora de La Luz en la Isleta, en una calle que en la actualidad lleva el nombre del Obispo, levantado donde se encontraba la primera ermita de la Luz desde 1547. A mediados de 1913, Pérez Muñoz fue nombrado Obispo de Badajoz.

El6 de septiembre de 1913, fue preconizado Obispo de Canarias Ángel Marquina Corrales «1913-1922». Nacido en Burgos en 1.859, cursó la carre­ra eclesiástica en el Seminario de dicha ciudad. Licenciado en Teología y pos­teriormente doctor por la Universidad Pontificia de San Jerónimo. Inicialmente párroco rural y luego Magistral de la Catedral de Burgos. Consagrado Obispo el 30 de noviembre, llegó a Las Palmas de Gran Canaria el 21 de diciembre donde permanecería durante nueve años.

Tras su primera Visita Pastoral, constató que el mayor mal que existía en la sociedad canaria de la época era el analfabetismo. En ese sentido, su

18 BOEDC, 27 de septiembre de 1911

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Obispado se caracterizó por una extraordinaria preocupación por la enseñanza y la catequesis, por afrontar los problemas de la clase obrera y la situación de la población en general en el barrio de La Isleta, donde creó el primer Sindicato Obrero Católico Independiente de Canarias, y continuó con la obra de las Cocinas Económicas iniciadas por su antecesor, todo ello junto a dos acontecimientos de gran trascendencia para la vida de la Diócesis en los dece­nios siguientes: la convocatoria y celebración del VII Sínodo Diocesano, cele­brado en 1919, y la proclamación de Nuestra Señora la Virgen del Pino como Patrona de la Diócesis de Canarias, con la erección en Basílica del templo de Teror, que le supuso el nombramiento de Hijo Adoptivo de la Villa.

La Visita PastoraP9, la realizó entre el 23 y el 26 de marzo de 1914 en

Las Palmas de Gran Canaria, confirmando en las parroquias de la ciudad a más de 1000 niños. El 9 de mayo tiene lugar la bendición de la nueva Iglesia parroquial del Puerto de La Luz, en una celebración en la que participaron en la Eucaristía 2.000 personas, y 4.500, de familias obreras casi en su totalidad, durante los días que duró la misión de los jesuitas en el Puerto, que contaba en ese año con 16.000 habitantes. En abril y mayo de 1915, continuó la Visita a Fuerteventura y Lanzarote, que se encontraban en una dificil situación, a causa del bloqueo de los submarinos alemanes a los puertos canarios, con el fin de impedir la escala de mercantes ingleses, procedentes de las colonias británicas en África con productos para la metrópoli.

Al regreso, movilizó a los comerciantes de la capital grancanaria, con el fin de almacenar y enviar gofio a Fuerteventura, que sería distribuido por los párrocos de la isla. A la vez, inició gestiones directamente ante el Ministerio de Fomento, con el fin de promover obras públicas urgentes, como la canali­zación de aguas subterráneas, la construcción de aljibes y la creación de casi todas las escuelas nacionales de Fuerteventura. Fruto de la Visita, fue la pues­ta en marcha de un proceso de reorganización de la Diócesis de Canarias.

La dividió en cinco arciprestazgos, los del centro, norte y sur de Gran Canaria y otros dos en Lanzarote y Fuerteventura.

Con respecto al clero, en 1914 organiza el Obispo la Unión Apostólica de Sacerdotes Seculares, con dos objetivos prioritarios: la santificación y la unión entre los sacerdotes. En los meses siguientes se fueron agregando casi

19 BOEDC, 22 de abril de 1914

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todos los curas diocesanos y organizando un retiro mensual siempre presidido por Marquina. El apoyo tanto del Cabildo como del clero al Obispo apenas tuvo fisuras, tan sólo incidentes aislados y poco significativos, ocasionados por la reinstalación solemne de los Jesuitas en la Diócesis, el 2 de marzo de 191 7 a instancias del propio Marquina.

En 1921 estableció Marquina las Conferencias Eclesiásticas, a modo de formación permanente del clero, que obligatoriamente debía asistir, excepto las dignidades y canónigos, organizadas una vez al mes excepto en agosto, septiembre y Cuaresma. Habitualmente intervenían tres ponentes: el primero disertaba sobre un tema, el segundo exponía la doctrina y la solución del caso y el tercero respondía a cuestiones de liturgia. Para la celebración de las Conferencias, la Diócesis quedó dividida en 1 O distritos, que contaban con un presidente cada uno.

Durante su Obispado, las Misiones en el Puerto de la Luz pasaron de estar a cargo de dos jesuitas, los PP. Al arcón y López Rego en 1913, a asumir­la los PP. Paúles en 1920 durante 15 días al año, con una asistencia de 1.000 personas por noche y con la presencia permanente en el barrio de las Damas Catequistas en el Centro Obrero, el Sindicato Católico, la Adoración Nocturna y los colegios y congregaciones allí instalados desde 1915.

En lo que respecta a la Enseñanza, se ocupa de este asunto en su prime­ra Pastoral tras la Visita a la Diócesis, denunciando el descuido general de la enseñanza primaria, la ausencia de escuelas, el analfabetismo, la ignorancia y el abandono de los niños, mostrando su apoyo a los institutos religiosos y maestros y pidiendo a los padres que asumiesen sus responsabilidades en rela­ción con la educación. En caso de insuficiencia de medios debía suplirlos la Autoridad competente20

Para dar respuesta a estas carencias contó con los jesuitas, que debían ocuparse de la educación de «la clase directora del futuro» y de las catequis­tas para trabajar con el pueblo. En una época en que las escuelas nacionales, permanecieron medio desiertas, el Obispo exigió severamente incluir entre las funciones de la policía, la recogida de los alumnos de las calles para trasladar­los a las aulas. En enero de 1920, inaugura la Escuela Dominical de San Josei, regentada por militantes católicas para trabajar con obreras Instalada en el

20 El Defensor de Canarias, en adelante EDDC, 16 de septiembre de 1919

21 EDDC, 9 de enero de 1920

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Paseo de San José, contó inicialmente con 400 alumnas, procedentes de los Riscos de la ciudad y de San Cristóbal. Por su parte, el Patronato Obrero de la Congregación de San Luis Gonzaga, sostuvo varias escuelas nocturnas para los trabajadores. El órgano diocesano «El Defensor de Canarias», llegó aman­tener una dura pugna con el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, por negarse a subvencionar una parte de los gastos de luz eléctrica, para el funcio­namiento de las escuelas. En el ámbito de la enseñanza superior, la Diócesis planteó la necesidad de promover el acceso de las mujeres canarias a la Escuela Normal de Maestros22

, pronunciándose a favor de la coeducación en estos niveles, y que suponían durante estos años, además de los estudios ecle­siásticos, los únicos de rango superior que podían cursarse en Canarias.

Para Marquina, resultaba alarmante la realidad escolar en el Puerto de La Luz. Existían 8 escuelas, 4 masculinas y cuatro femeninas. En las escuelas nacionales se encontraban matriculados, en 1921, 229 niños y 282 niñas23

• Los Franciscanos escolarizaron a 239 niños y el Colegio de El Carmen a 482 niñas. A otros centros privados asistían un total de 622 alumnos. Tras un estudio rea­lizado desde las partidas de Bautismo, la Isleta contaba ese año con 5102 niños entre 6 y 12 años, por lo que, sumando matriculados y fallecidos, resultaba que en el Puerto había casi 3000 niños sin escolarizar en los primeros años de la década de los veinte, en un bario que crecía vertiginosamente, con población procedente de Fuerteventura y sobre todo de Lanzarote.

Ese mismo año la Diócesis arremetió contra el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria por rechazar una oferta de la Inspección Educativa, para abrir 14 escuelas en la ciudad, por no estar dispuesto a ceder el local y los muebles.

En septiembre de 1921, durante la Asamblea del Magisterio Canario celebrada en La Laguna, en la sesión de clausura el Maestrescuela de la Catedral de Las Palmas, José Azofra del Campo, ante 50 maestros y maestras arremete contra la negligencia de los alcaldes y ayuntamientos, que tenían sin funcionar sus escuelas por falta de local. Llama a la movilización de los docentes frente a las autoridades y fuerzas vivas de los pueblos para lograrlo. El 24 de octubre de 1921, El Defensor de Canarias publicó un duro editorial contra el Ayuntamiento capitalino, por el abandono de la enseñanza primaria

22 Ibidem, 4 de agosto de 1920

23 lbidem, 3 de febrero de 1921

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en la ciudad. Un proyecto para construir una Cantina Escolar en La Isleta entre el Obispado y el Gabinete Literario de las Palmas, en el que invirtió una ele­vada suma inicialmente, no prosperó por la retirada del apoyo de la citada ins­titución, dejando sola a la Diócesis para hacer frente a los gastos en plena época de penurias económicas a causa de la guerra mundial. El Obispo reto­maría este proyecto, en abril de 1921 en «la Puntilla», planificando construir un edificio, en un área de 2000 metros, para dar educación y alimento a los niños y niñas que deambulaban por el Puerto.

Por otra parte, la Iglesia afrontaba desde 1915, los gastos de la escuela que regentaban las Hermanas de la Caridad, en «el barrio de La Isleta flotan­do en la neblina pesada y persistente del vaho del carbón», Sor Teresa y Sor Ángeles junto a las Damas Catequistas desde febrero de 1920, que realizaron una obra social, en los centros obreros del Puerto de la Luz y que abrieron un centro propio en enero de 1923. Citar también la colaboración del Obispado con la escuela de los Paúles en las Rehoyas, la participación en el sostenimien­to de otra Cantina Escolar, en el barrio de Arenales desde 1922 y en Arrecife de Lanzarote el Colegio de las Religiosas Amantes de Jesús.

En relación con la beneficencia, al poco tiempo de la toma de posesión de Marquina, se habían cerrado las tres cocinas gratuitas iniciativa de Pérez Muñoz, que habían sido regentadas por religiosas, por ciertos abusos cometi­dos en su gestión, y por las dificultades de la Diócesis para mantenerlas. Marquina retomó el proyecto y en noviembre de 1914, inaugura la Cocina Económica, con apoyo gubernativo, abriendo comedores para los trabajadores del Puerto, donde se sirvieron comidas de modo permanente a diario hasta las ocho de la noche.

En la parroquia de San Bernardo, funcionó el Ropero de San José, que asistía a unos 70 niños de la zona desde 1916. Mas organizadas funcionaron las Conferencias de San Vicente, repartiendo bonos canjeables por comida una vez en semana a cargo de las socias activas. En la época de Marquina, conta­ron con escasos socios protectores. En 1921, sus efectivos, organizados en dos conferencias, una masculina y otra femenina, fueron: 14 protectores que apor­taban fondos y recursos, 205 honorarios procedentes en su mayor parte de la clase media urbana de Las Palmas, 116 militantes activas y atendían regular­mente a 219 familias. Por su parte, el Ropero de las Conferencias, fundado en 1919, contó con 119 socias.

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Por su parte, las Hermanas de la Caridad regentaban el Hospital de San Lázaro y el Asilo de San Antonio para niños abandonados.

La cuestión social y las condiciones de vida de la clase obrera, fueron prioritarias en la Diócesis de Canarias durante el Obispado de Ángel Marquina. Ya en su primera Pastoral de febrero de 1914, abordó el problema previniendo contra la estima de los bienes terrenos como incompatibles con el camino de la perfección y la virtud cristiana. Sin embargo, criticó el socialis­mo de Saint-Simón, Fourier y Marx, y desde planteamientos marcadamente paternalistas, trató de prevenir a los obreros del Puerto frente lo que conside­raba engaños socialistas y el materialismo ateo.

Desde estos presupuestos ideológicos, fundó el Sindicato Obrero Católico Independiente del Puerto de la Luz, en Las Palmas de Gran Canaria en septiembre de 1915, que se mantuvo en funcionamiento en la Diócesis pro­bablemente hasta 1921.

En un contexto de auge creciente de huelgas portuarias, el Sindicato Obrero Católico impulsado por Marquina, trató de configurarse como una alternativa a las sociedades obreras de clase, que en 1915 contaban con unos 500 afiliados, trabajadores del carbón, fogoneros, marineros y estibadores. En los meses finales del verano de 1915, un comité organizativo, presidido por Nicasio González, distribuyó por las calles del Puerto una hoja circular, en la que explicaba las razones de la iniciativa, convocando un mitin para el domin­go 26 de septiembre. Se trataba de fundar una Federación Obrera o Sindicato Católico exclusivamente obrero, confesional, apolítico y opuesto a la Federación Socialista, anteponiendo a la lucha de clases, la armonía con los patronos, en clara consonancia con lo que hasta ese momento proponía la doc­trina social de la Iglesia inaugurada por León XIII en Rerum Novarum.

El 26 de septiembre, en la Casa del Pueblo Católico, para El Tribuno, órgano de los republicano-federales canarios, se trataba de un almacén del Puerto2

\ en la calle Albareda, se celebró la reunión fundacional, en la que intervinieron dos oradores: el Gobernador Eclesiástico de la Diócesis, Anastasia de Simón y el canónigo Enrique Sánchez, principal responsable y alma de la nueva institución obrera25

24 ET, 4 de octubre de 1915

25 La Provincia, en adelante LP, 27 de septiembre de 1915

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En la intervención de Anastasio de Simón, quedaron claro los objetivos del proyecto: «Esta es una unión no de guerra y revolución [ ... ] de paz y mutua consideración [ ... ] librando [al obrero] de las imposiciones de los levantiscos, holgazanes y mal avenidos, les asegura la consideración y el respeto del patro­no, a cambio de la formalidad y honradez que se le garantiza26.»

Planteaba la armonía con la patronal y el antagonismo frente a los sin­dicatos de clase, que inmediatamente rechazaron la iniciativa como contraria a los intereses de los trabajadores. Desde El Tribuno, no cesaron los ataques hacia los mítines de «los amarillos», calificados como «socialistas de sayón y levita», «carlocatólicos», «anarquizantes y catolizantes», «sindicato de ham­brientos», «asociación de desdichados» o «señores de sotana casi todos27».

Al mitin fundacional asistieron 136 personas, incluyendo guardias, algu­nos capataces y doce sacerdotes, y al finalizar se formalizaron 40 fichas de afi­liación. En el Reglamento28 de la nueva organización obrera del Puerto de la Luz quedaban establecidos sus fines: promover la hermandad entre los afilia­dos, fomentar la instrucción, la defensa de los intereses de los trabajadores ofer­tando empleo, ayuda legal y económica a los afiliados, trabajar por el cumpli­miento de las leyes y reformas sociales, subrayando su carácter apolítico, el rechazo de la lucha de clases aunque «impidiendo toda explotación del trabaja­dor por parte del patrono», pero buscando la plena armonía con los mismos.

El Sindicato creó una Agencia de Colocaciones, procurando que la patronal del Puerto de La Luz contratase a los obreros por ella recomendados como «buenos». El resto de las organizaciones obreras de clase, junto a los republicanos federales al referirse a la Agencia la calificaron como «el modo como enseñan la oreja los curas creadores de sindicatos amarillos29».

Durante las huelgas portuarias de noviembre de 1915 se acusó sistemáti­camente al Sindicato Católico «germanófilo» de sitiar por hambre a los obreros. Incluso un capataz de una consignataria británica, sería denunciado al pedir el camet del sindicato confesional para ser contratados. En diciembre, la huelga se generalizó en los puertos canarios, agravándose la situación de los obreros.

26 ET, 29 de septiembre de 1915

27 Ibidem

28 Reglamento del Sindicato Obrero Católico Independiente del Puerto de La Luz. Imprenta del Boletín Eclesiástico Diocesano. Las Palmas de Gran Canaria, 1915. ACCLP.

29 ET, 29 de septiembre de 1915

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Tras el fracaso de las huelgas, la carestía de las subsistencias y la esca­sez de empleo, en los primeros meses de 1916, surgen nuevas denuncias por los intentos de establecer contratos de estiba y desestiba, con listas exclusivas de afiliados al Sindicato Católico.

No obstante, el Sindicato tuvo cierto éxito organizativo durante los años de la Guerra Mundial, decayendo posteriormente. En febrero de 1917, el Obispo publicó una Pastoral contra la guerra y sus consecuencias para el Puerto de La Luz, en ese momento virtualmente cerrado. Marquina mani­festó su apoyo a los centenares de obreros en huelga dado que «viven una situación imposible».

Dada la gravedad de la situación, el Obispo ordeno a los curas elaborar un censo de pobres por parroquia, en que se reflejó la existencia de 2.000 familias en el Puerto y en la Ciudad necesitados de socorro. Marquina solici­tó al Delegado del Gobierno, a las sociedades y casas de comercio organizar­se en una Junta General de autoridades para reunirse con la Junta Diocesana integrada por párrocos, para distribuir las ayudas urgentes que precisaran las familias canarias necesitadas.

Por otra parte, durante estos años, el modelo asoc1at1vo del Círculo Obrero Católico fundado por Urquinaona en 1873, mantuvo un número signi­ficativo de afiliados. En 1918 cuenta con 4 77 integrantes, de los que 166 eran jornaleros, 11 labradores, 100 empleados y 116 obreros cualificados del sec­tor secundario y los servicios, entre los que destacaron por su número los car­pinteros, cocheros, herreros, mamposteros, pescadores y zapateros. Entre los comerciantes y propietarios que figuraban como socios protectores sumaban 53 personas junto a 16 miembros de profesiones liberales, como abogados, estudiantes, procuradores, de los que 4 eran sacerdotes.

El año de 1918 en Canarias es el de la recuperación de la crisis organi­zativa obrera de 1916 y 1917, que se refleja en la intensificación de los actos y mítines de la Federación Obrera y de la Agrupación Socialista. Si bien el Círculo Obrero Católico se encuentra en un momento de auge participativo, se había perdido la afiliación femenina, priorizando la orientación apostólica y de carácter religioso en todas sus actividades. Por su parte, el Sindicato Católico del Puerto inicia un lento declive en relación con las actividades pro­piamente sindicales y laborales, priorizando las de tipo pastoral y catequético.

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En 1919 fueron frecuentes las conferencias en sus salones contra la irre­ligiosidad y la revolución, y por mediación del Obispo, lograron del Ministro de Abastecimientos que los vapores Carolina E. Pérez y Adelina descargaran en las islas, el grano que transportaban desde América a la Península. Organizaron un economato, poniendo a disposición de los obreros pan y gofio, a precios más bajos que los del mercado, en ocasiones un 40%.

Frente a la revolución pretendida por los socialistas, la Diócesis defendió el carácter reivindicativo de su organización «hasta con la huel­ga»30, y los temas sociales fueron incluidos en la catequesis de modo siste­mático en las celebradas en el Puerto, Fuera la Portada, los Riscos, San José y San Cristóbal, los barrios obreros de Las Palmas de Gran Canaria duran­te la época. En agosto de 1.919, el Sindicato Católico se manifestó a favor de la agremiación de las mujeres obreras, y contra el abuso de las empresas que no respetaban el descanso dominical de las mismas, fundamentalmente los talleres de las sastrerías. Las Damas Catequistas por su parte, organiza­ron diversos eventos anuales en Santa Catalina con el fin de recaudar fon­dos para el Sindicato.

Durante el Obispado de Marquina, las militantes tuvieron un destacado papel en el ámbito obrero a través de la Acción Social Católica. El Defensor de Canarias destacó en un editorial el mayor compromiso de las mujeres que los hombres en la Iglesia, mencionando los principales ámbitos donde actua­ban de modo organizado: estaban presentes en la Escuela Dominical de San José, en el Lazareto de La isleta, en el Ropero de Santa Victoria, organizando la catequesis en todas las parroquias de la capital y en la beneficencia, forman­do parte de las Conferencias de San Vicente, lo que refleja «el acendrado cato­licismo de la mujer canaria31 ».

En mayo de 1922, 300 obreros de la Casa Grand Canary iniciaron una huelga ante la pretensión de la empresa de rebajar sus salarios un 20%. Tras 45 días de paro, El Defensor de Canarias afirmó que la situación de las fami­lias era insostenible y que las Autoridades estaban obligadas a intervenir para garantizar los alimentos a los obreros. Culpa a la Grand Canary de promover una injusticia, al Delegado del Gobierno de pasividad ante los hechos, y a la prensa de la capital de callar los hechos.

30 EDDC, 21 de agosto de 1919

31 EDDC, 3 de diciembre de 1921

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Posteriormente el diputado por Gran Canaria Rafael Guerra del Rio, a petición de los huelguistas, se entrevistó con el Ministro de Trabajo, logrando resolver el conflicto. En los dos meses y medio de duración de la huelga, el periódico diocesano no cesó de apoyar a los trabajadores en todos los ejempla­res que editó.

En agosto de 1922, se fundó el Centro Católico Obrero del Puerto de la Luz, con Francisco Gil como presidente y asesor el párroco Matías Artiles, que funcionó como centro cultural alternativo a la Casa del Pueblo de los socialis­tas, y como un espacio de promoción de la acción social católica.

En junio de 1923, en el Muelle de Santa Catalina, los socialistas boico­tearon las casas Grand Canary y Miller, impidiendo trabajar al resto de los obreros. El militante católico Santiago Arbelo, agredido en 1.921 durante otro conflicto, al verse acorralado sacó un revolver disparando al aire, siendo pos­teriormente detenido junto al socialista Salvador Melian, aunque posterior­mente puestos en libertad.

En relación con el culto, el acontecimiento más significativo del Obispado de Marquina, fue la proclamación ell6 de abril de 1914, de Nuestra Señora la Virgen del Pino colllo Patrona de la Diócesis de Canarias, fijando su fiesta el 8 de septiembre, venerada desde siempre su imagen en Teror. El 30 de agosto se consagra la Iglesia parroquial, erigida posteriormente en Basílica por Benedicto XV ell2 de enero de 1916.

En l. 918 se organizó una peregrinación eucarística a Santiago de Gáldar y al santuario de las Nieves en Agaete, en la que participaron 1.200 cristianos del norte de Gran Canaria. Marquina dedicó en Canarias el primer templo al Corazón de Jesús en los Arbejales de Teror, colocando la primera piedra en 1.913 y abierto tras la bendición solemne el29 de junio de 1918.

En el ámbito de la prensa, el 15 de junio de 1.918 constituyó la Junta Diocesana de la Prensa Católica, y desde agosto de 1.919 inició su publicación El Defensor de Canarias, que apareció inicialmente como Órgano de la Junta Diocesana de Acción Católica y Social de Canarias.

Su primer director era Prudencia Morales miembro de los luises y fun­dador de la Juventud Católica en Las Palmas de Gran Canaria de talante mucho más abierto y dialogante que los posteriores directores del periódico diocesano. Ya en agosto de 1920 se transformó en Diario Católico de Información.

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Inicialmente quedaba clara la ausencia de adscripción partidista, bus­cando defender los intereses de Canarias, en la convicción de que se trataba del ámbito del Estado que menos atención percibía de los poderes públicos pues «llega al límite de lo tolerable la indiferencia con que nuestros gobernan­tes miran los asuntos de Canarias». Deseaban «hacer de Canarias una región fuerte, respetada, floreciente [ ... ] cada día mas estrechas las relaciones entre los pueblos canarios, y promover una reforma de las instituciones, especial­mente en los ayuntamientos y cabildos, de modo que quisiéramos ver en las corporaciones un núcleo de obreros no socialistas ni sindicalistas sino para oponerse a los abusos que se dan en el actual estado social.»

En febrero de 1920, ante la inminencia de las elecciones, desde la Diócesis se establecen las prioridades que debían tener en cuenta los creyen­tes al votar: afrontar el abastecimiento de agua en Gran Canaria, resolver el problema de las escuelas nacionales, la organización de la beneficencia muni­cipal, el servicio de bomberos y la urbanización de las barriadas, sobre todo las más necesitadas.

Sin embargo, desde abril y dimitido ya Prudencio Morales, el periódico diocesano comenzó a plantear cuestiones de carácter político-partidista, man­teniendo su apoyo a las derechas hasta su desaparición en 1935.

El jesuita P. Castañar convierte los ejercicios espirituales que asume en la Diócesis, en conferencias político-sociales animando a los creyentes a orga­nizarse como canarios y como católicos en los partidos de derechas.

Esta opción no gozó de unanimidad en un principio. Se consolidaría de modo claro durante los años de la Segunda República. Sin embargo, toda­vía a fines de 1920 ante las elecciones podía leerse en El Defensor: «No debemos ser de derechas ni de izquierdas, sino canarios, exclusivamente canarios, porque está en grave aprieto la integridad de nuestra independen­cia administrativa y a velar por ella debemos consagrar todos nuestros esfuerzos [ ... ] unánimemente.»

Prudencio Morales, fallecido en 1.921, defendía que socialistas y católicos debían unirse para asumir el poder ejecutivo, poniendo como ejem­plo lo que ocurría en Italia y Alemania. Ello no significaba tener que ir jun­tos a las elecciones, pero sí era factible una alianza posterior. En lo personal, apoyó la candidatura radical de Domingo Guerra del Río, con gran oposición

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entre el clero debido a los planteamientos de dicho partido en relación con el hecho religioso.

Desde El Defensor, a partir de 1922, las críticas a Lerroux, Besteiro, Pablo Iglesias y otros considerados como hombres de buena posición, desaho­gados económicamente y ajenos al sudor de los obreros, fueron constantes32

En febrero de 1921, Marquina realizó la Visita Ad Límina al Papa en Roma. El último Obispo en hacerlo había sido LLuch en junio de 1863 a Pío IX. El29 de octubre de 1920 Marquina informa a Benedicto XV sobre la situa­ción de la Diócesis: «Miserias, desórdenes, pecados y mucho que reformar, sobre todo instruir cristianamente al pueblo, especialmente al niño y al obre­ro. Hay escuelas, pero vacías, la acción social escasísima por falta de recursos, la benéfica insuficiente por las necesidades, aunque el pueblo canario es en general profundamente religioso, hambriento de la Palabra de Dios, espléndi­do con la Iglesia y sumamente respetuoso, faltan medios de evangelización, iglesias, sacerdotes.»

Posteriormente, escribió una Carta Pastoral relatando a los diocesanos su encuentro con el Pontífice. Poco después, en marzo, inició su segunda Visita Pastoral a la Diócesis, incluyendo esta vez a La Graciosa, convirtiéndo­se en el primer Obispo de la Historia de Canarias en hacerlo.

Pero sin duda, el acontecimiento de mayor relevancia del Obispado de Marquina, fue la convocatoria y celebración del Séptimo Sínodo en la Diócesis de Canarias, 184 después del que organizó el Obispo Dávila en 1735.

Convocado por el Obispo Marquina durante la Fiesta de San Pedro Mártir de 1919, en la Catedral y con todo el clero para «dotar a la Diócesis de Constituciones conformes al vigente Código de Derecho Canónico, adaptadas a las exigencias de la vida moderna [ ... ] queremos que la Diócesis entera nos acom­pañe y asista en esta obra, lo mas grande que podemos acometer»33

• Se trataba de una revisión del estado de la Diócesis y sus distintos organismos en relación con la legislación vigente en la Iglesia, corrigiendo ciertos desórdenes y superando las Constituciones vigentes en ese momento por incompletas y anticuadas, así como su insuficiencia frente a los problemas que planteaba la nueva sociedad.

32 EDDC, 13 de mayo de 1922

33 La información sobre la convocatoria del Séptimo Sínodo Diocesano apareció publicada en la mayor parte de la prensa escrita de Las Palmas, así como en hojas parroquiales y carteles que se distribuyeron entre los fieles para dar a conocer el acontecimiento.

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El 9 de mayo de 1919, la Comisión organizadora del Sínodo se dirigió mediante una circular a los fieles de la Diócesis con el fin de explicarles la razón del magno acontecimiento. Desde el anterior, convocado por el Obispo Dávila en 1735 «han cambiado notablemente las circunstancias, y a pesar de que, en armonía con éstas, debió haberse modificado también, como era natural, la disciplina de la Iglesia, ésta ha permanecido aquí en gran parte estacionada. Esos dos siglos en que ha vivido el pueblo canario sometido a tantas vicisitudes, y sujeto a tantas transfor­maciones, o modificaciones en los diferentes órdenes de su vida social, le han colo­cado ya en situación muy distinta. Y juntamente con ese cambio [ ... ] hemos adqui­rido nuevos derechos dignos de ser respetados y nuevos deberes que han de ser satisfactoriamente cumplidos [ ... ] desde el punto de vista de la Moral y de la vida religiosa [ ... ]. Han cambiado, pues las circunstancias, y se hace necesaria otra nueva religiosa Asamblea. A nuevos derechos, nuevas garantías, a nuevos deberes, nuevo modo de facilitar su cumplimiento [ ... ] a diferente modo de vivir, nuevo y diferente modo de proceder; a mayores necesidades, mejores remedios. Esto es lo que se propone el nuevo Sínodo Diocesano»34

Convocado para los días 20, 21 y 22 de mayo, aspiraban a formar «un solo cuerpo de doctrina, en el gran Libro de nuestras Constituciones sinoda­les, a las que también aportará todo el clero de la Diócesis su material concur­so, prestándole su deliberado asentimiento y universal aplauso, formarán, como las anteriores, un grandioso y trascendental acontecimiento digno de despertar en nosotros un general entusiasmo y un vivo anhelo de conocer su contenido en los detalles que a cada uno pueda corresponderle, y de [ ... ] ser celebrado [ ... ]como le fue el último Sínodo de Canarias en el siglo XVIII».

« ¡Canarios! Ese grandioso acontecimiento se acerca. La Iglesia de Canarias estará de Fiesta [ ... ] y no la forman solamente el Obispo con su clero, sino todos los fieles, los cristianos todos que, en comunión con la Iglesia Romana habitan esta tierra privilegiada. Todos hemos de intervenir en estas Fiestas, porque a todos nos toca por igual la fe que profesamos y los bienes a que legítimamente debemos aspirar. Esto es lo que nos pide [ ... ] el Romano Pontífice [ ... ]el Obispo [ ... ]y nuestra conveniencia colectiva»35

34 AHD, DE STATU DIOECESIS. 3.1. Hoja suelta impresa en tamaño cartel para su colocación en las parroquias de la Diócesis. Se conservan dos muy deterioradas.

35 AHD, DE STATU DIOECESIS.3.1. Sínodos: 1719-1919. El texto aprobado se encuentra en latín, y actualmente, (2006), no conocemos ninguna traducción castellana de las constituciones sinodales de 1919. N o obstante, en el Archivo Diocesano, se encuentra un texto-resumen mecanografiado de unas 40 páginas, para uso pastoral, y que nos ha servido para sintetizar los asuntos tratados.

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La aprobación del nuevo Código de Derecho Canónico en 1.917 reque­ría una reforma diocesana en los ámbitos jurídico y pastoral. Se habían crea­

do cuatro comisiones preparatorias. El texto aprobado, se encuentra estructu­rado en 4 libros, 59 títulos y 488 constituciones.

El 20 de septiembre de 1.920, el Obispo publicó una Pastoral con moti­vo de la puesta en manos de los sacerdotes de las nuevas Constituciones

Sinodales para que las presentasen al pueblo destacando las referencias contra el racionalismo y el naturalismo.

Sus disposiciones estuvieron plenamente vigentes hasta el VIII Sínodo

convocado por Pildain en 1.94 7 y en gran medida, hasta la celebración del Concilio Vaticano II.

El Obispo Marquina realizó una notable tarea apostólica en Canarias que se ve reflejada en el reconocimiento que le hizo la ciudad de Las Palmas

de Gran Canaria al nombrarle Hijo Adoptivo. En junio de 1.921, el Papa le nombró Obispo de Guadix, aunque continuó siendo Administrador Apostólico

de la Diócesis hasta el14 de diciembre de 1.922, fecha de la toma de posesión del nuevo Obispo, Miguel Serra y Sucarrats.

La Diócesis de Canarias durante la dictadura de Primo de Rivera y la segunda república

Serra había nacido en Olot en 1.868. Realizó la carrera eclesiástica en el Seminario de Gerona y tras ordenarse se dedicó a la enseñanza del Derecho

Canónico e Historia de la Iglesia. Doctor en Teología y licenciado en Derecho

Civil y Canónico. Desde 1.908 era Canónigo en Tarragona. Consagrado Obispo de Canarias el 7 de octubre de 1923, desembarcó en el Puerto de La Luz acom­

pañado de su numerosa familia el22 de noviembre. Como era habitual en la ciu­

dad, tuvo un recibimiento multitudinario, siendo Gobernador Eclesiástico José María de Leza. En su discurso inaugural nombre a sus antecesores en la mitra

Canaria, aunque con un hecho significativo: omite a Pozuelo. Los va citando

cronológicamente, primero a Urquinaona como «gloria del Episcopado espa­ñol», a Cueto como «bondadoso y sabio», a Pérez Muñoz por su dedicación a la

«beneficencia y caridad» y a Marquina por «su sabiduría». Sin embargo, en marzo de 1925, El Defensor de Canarias recuerda y celebra el 50 aniversario de

la ordenación de José Roca y Ponsa, principal colaborador de Pozuelo y que

había dejado la Diócesis 35 años atrás, a quien Azofra del Campo recuerda como

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«nuestro maestro». Incluso a su regreso a las islas, en diciembre de ese mismo año, en el cálido recibimiento que se le tributó, fue calificado como «el mejor ornamento del clero canario», aunque anciano y enfermo, con las energías sufi­cientes para presentarse por Canarias a las elecciones durante la República en los años treinta como veremos posteriormente.

Una de las primeras preocupaciones de Serra fue destacar la importan­cia de la prensa36

, concibiéndola como un apostolado, con relativa independen­cia de la autoridad diocesana. Le preocupaba el descenso alarmante en el número de seminaristas37

, la enseñanza del Catecismo y la instrucción litúrgi­ca de los fieles, por lo que erigió en la Diócesis la obra «Fomento y Perseverancia de las Vocaciones Eclesiásticas» cumpliendo la voluntad de Roma, en cuyo ámbito los curas párrocos, podrían preparar alumnos externos durante los tres primeros cursos de la carrera eclesiástica. En 1.927 habían sur­gido en la Diócesis las Escuelas Dominicales de San José y del Sagrado Corazón, los colegios del Carmen, de Nuestra Señora de los Reyes y la Santísima Trinidad. En Las Palmas y en el Puerto de La Luz el Apostolado de la Oración de Señoras, y en Vegueta y Triana las asociaciones de señoras del Santísimo. Del mismo modo se organizaron las Hijas de María, la Archicofradía del Inmaculado Corazón de María, la Asociación del Perpetuo Socorro, de Santa Rita, de San José, la Orden Tercera de San Francisco y las pías uniones de San Antonio en Las Palmas y en el Puerto. En la enseñanza los colegios de San Ignacio, Corazón de María, San Antonio y los Salesianos. Por su parte, las congregaciones masculinas de la Inmaculada, los Luises, la Adoración Nocturna y los Tarcisios. Por último, el Apostolado de la Oración de hombres, la Congregación de San José del Hospital y el Sindicato Obrero Católico del Puerto sin actividad propiamente sindical, desde 1921.

Sin embargo, resulta muy difícil realizar una valoración global sobre el Obispo Serra en la Diócesis. Estuvo 13 años en las islas y contó con un excelente medio de expresión como era El Defensor de Canarias, en el que apenas escribió.

Los discursos en la Cortes del diputado Pildain durante 1933, que sería Obispo de Canarias a partir de 1936, ocuparon en las páginas de la prensa dio-

36 EDDC, 27 de noviembre de 1923 y 1 O de junio de 1924

37 EDDC, 16 de octubre de 1924

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cesana mayor espacio que el dedicado a Serra durante los años en que perma­neció en las islas.

Escribió tan sólo dos cartas pastorales, ambas en 1926. La primera sobre la Eucaristía, la segunda sobre el laicismo y la Fiesta de Cristo Rey. Publicó once exhortaciones pastorales, sobre la Santa Bula, la Cuaresma, las misiones, el culto a la Virgen, la catequesis y las escuelas católicas, así como diversas alocuciones referidas a celebraciones o fiestas de la Iglesia recurren­tes y vinculadas al ciclo litúrgico.

Sin embargo, lo más llamativo son las 181 circulares con las que desde el Boletín Oficial gobernó la Diócesis. Desde la acción de gracias por la llu­via al rechazo de la moda inhonesta, las colectas para los santos Lugares, la obediencia y respeto hacia los poderes constituidos, hasta cuestiones sobre las que abundaba anualmente como el mes del Rosario, el mes de María o los excesos del carnaval, reflejan el Obispado de un administrador que siempre se mantuvo alejado de sus diocesanos, de buena parte del clero y que se refleja en el modo como abandonó Gran Canaria y que abordaremos en la conclusión.

Como hechos destacados, cabe mencionar la Visita Ad Limina a Roma entre el28 de agosto y el 11 de septiembre de 1.933 de 105 peregrinos canarios con el Obispo a los que Pío XI recibió de este modo: «en verdad que con este gesto gallardo habéis escrito una página brillante en la historia de la religiosi­dad de vuestro pueblo, de vuestras amadas Islas Canarias y de nuestras amadas Islas Canarias, la figlia lontana [la cursiva es nuestra], la hija lejana[ ... ] vinien­do a conmemorar a Nuestro lado el magno centenario de la humana redención. Sed siempre nuestros hijos e hijas venidos de Canarias, no sólo cristianos, sino buenos cristianos, buenas cristianas[ ... ] con la oración, la unión y la acción38».

Durante su Obispado, en 1.930 había visitado la Diócesis el Nuncio Tedeschini, siendo la primera vez que visitaba Canarias un representante directo del Papa. Puso la primera piedra en los solares donados por Pino Apolinario para la construcción del edificio de la Asociación de Damas Protectoras del Obrero de Las Palmas, como centro de formación del artesa­nado. Con Tedeschini comulgaron 5.000 canarios en la Catedral, visitando Teror, Arucas, Santa Brígida y San Mateo, el Colegio de los Jesuitas, a las Adoratrices y el Hospital de San Martín.

38 Tras la visita, el BOEDC reprodujo la intervención del pontífice, refiriéndose a la Diócesis de Canarias como la hija lejana.

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En enero de 1.932 publicó una Alocución sobre el deber de asistencia a la Iglesia en aquellos momentos. Ante la supresión de una parte considerable del presupuesto eclesiástico, creó la Junta Diocesana de la Organización Económica del Obispado de Canarias, para atender el culto, al clero y al Seminario. Integrada por el Deán, el Rector del Seminario, un canónigo y un párroco, se encargaron de recaudar los fondos en todas las parroquias para este fin, de examinar las iniciativas de las juntas parroquiales, que habrian de cons­tituirse en breve plazo, presididas por el párroco, y de dos a cinco seglares, con el objetivo de organizar la solidaridad diocesana.

Entre los medios que se arbitraron se encontraba la suscripción perma­nente, una colecta mensual y la cuota de las asociaciones parroquiales produc­to de la Bula de la Santa Cruzada. Las colectas de Navidad de la Inmaculada Concepción, se enviarían directamente al Obispado.

Hay que destacar también la visita en 1.934 del Cardenal Pacelli, futu­ro Pío XII, en dos ocasiones. El 29 de septiembre camino del Congreso Eucarístico de Buenos Aires como Legado Pontificio, visitó la Catedral y el centro de Gran Canaria. Posteriormente, de regreso a Roma, el 28 de octubre pudo desplazarse a Teror, donde le recibió Antonio Socorro y oró arrodillado ante la Virgen del Pino, y Arucas.

Con respecto al clero y religiosos, hemos de mencionar la campaña que durante 1923 tuvo lugar con posiciones encontradas, para el establecimiento de los Salesianos en la Diócesis39

, con resultado positivo logrando una desta­cada presencia en el ámbito educativo que abordaremos posteriormente. Ya desde 1905, seis laicos habían propuesto fundar la Pía Unión de Cooperadores Salesianos de Las Palmas, poniendo los cimientos de una especie de Orden Tercera Salesiana.

Durante los años de la Dictadura de Primo de Rivera, la acción y pre­sencia organizada de los sacerdotes diocesanos en asuntos civiles fue escasa. En enero de 1928, 11 párrocos del sur de Gran Canaria liderados por Adán Hernández protestaron ante el Gobernador Civil por la paralización de los transportes de viajeros40

, denunciando que el concesionario no cumplía con los requisitos previstos en los coches que destinaba al servicio por las carreteras

39 ET, 23 de julio de 1923

40 EDDC, 14 de enero de 1928

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del norte y del sur de la isla de Gran Canaria, que conducían a Agaete y San Bartolomé de Tirajana respectivamente. La defensa del interés público por encima del de los concesionarios, rechazando el monopolio, la carestía y el mal servicio justificaban la denuncia.

En septiembre de 1932, cabe destacar que el párroco de Teror, Antonio Socorro Lantigua y el R.P. Redentorista Vicente Sordo, fueron detenidos por la policía y conducidos a Las Palmas por un posible ataque contra el Régimen y la Autoridad durante un acto litúrgico. Tras un encuentro con el Gobernador Civil, fueron puestos en libertad, tras imponérseles una fuerte multa que se abonó con una suscripción popular en la que participó la casi totalidad de la colonia veraniega de Teror, así como múltiples personalidades de la sociedad canaria en solidaridad con los sacerdotes.

Por su parte, los Jesuitas41, que en 1928 eran responsables de la cateque­

sis en la parroquia de La Luz, a la que asistían 300 niños, además de atender las escuelas del Puerto, trataron de promover el establecimiento de las Conferencias de San Vicente masculinas, y asumieron las Misiones para muje­res en El Carmen. El párroco en esos años era Matías Artiles, un activista del asociacionismo obrero cristiano desde las páginas de El Defensor de Canarias. En julio de 1931, proclamada la Segunda República, los Jesuitas tenían una fuerte implantación en la Diócesis. Dirigían en San Francisco de Borja la Congregación de las Hijas de María integrada por 350 trabajadoras, y cuatro catequesis parroquiales. En San Francisco con 200 niños y una Escuela Dominical con 40 trabajadoras. En San Agustín, 170 niños, en San José 250 y

Escuela Dominical con 150 obreras. Por otra parte, sostenían a las Conferencias de San Vicente que atendían a 127 familias, y durante la Cuaresma dirigían los ejercicios espirituales a los obreros en el Puerto asis­tiendo ese año 800 personas.

Tuvieron a su cargo el Patronato de Artesanos, que en 1930 contó con 607 alumnos y 28 profesores que cursaban formación profesional. El 25 de enero de 1932 quedó disuelta la Compañía, el uno de febrero fue el último día de clases en el Colegio, que contaba con un centenar de alumnos, incautándo­se de sus bienes el Gobernador Civil.

41 En relación con la tercera estancia de los jesuitas en la Diócesis a partir de 1917, ver CASTRO MERE­LLO, A. "Colegio San Ignacio de Loyola. Apuntes para una historia". Imprenta Pérez Galdós. Las Palmas, 1992

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Las Adoratrices habían inaugurado una Escuela de niñas externas de 6 a 14 años en enero de 1921, con una mínima subvención municipal contaron ya ese año con 100 alumnas. Habían llegado a Las Palmas en 1915, llamadas por Marquina, y se instalaron provisionalmente en la calle de los Reyes, con el obje­tivo de asumir la educación de jóvenes sin recursos o desamparadas. Inicialmente sin apoyo público, comenzaron trabajando con 30 alumnas. Enjulio de 1927, con la ayuda financiera del Cabildo de Gran Canaria, se trasladaron a su sede defini­tiva en el barrio de San José, donde permanecen en la actualidad.

Considerado en su conjunto, el clero diocesano era escaso en una Diócesis en la que la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria comenzaba a cre­cer de modo significativo en dimensiones y en demandas. Por otra parte, la asistencia a los actos de culto en la Diócesis fue siempre muy numerosa, aun­que en 1.931 contaba únicamente con 135 sacerdotes, mientras que en la Diócesis Nivariense no pasaban de 106. Fueron multitudinarias las celebracio­nes del 25 aniversario de la Coronación Canónica de la Virgen del Pino en 1.930. En diciembre de 1.929, una peregrinación de 2.000 personas acuden en Fuerteventura a la Virgen de la Peña, contra la sequía que asolaba la isla, mien­tras que la ermita del Carmen de La Isleta era considerada como la Casa del Pueblo Católico en el Puerto, donde además de la misa dominical y la cateque­sis, funcionaba una escuela gratuita durante la semana, a cargo de las Hijas de la Caridad, los viernes como centro obrero, mientras que en las procesiones participaban en torno a 10.000 personas.

En 1.932, por primera vez en la Historia de la Iglesia Canaria contem­poránea, la Semana Santa no se celebró en culto exterior, sino únicamente en el interior de los templos.

En relación con la catequesis, el 15 de enero de 1.925 se reunió por primera vez con el Obispo la Junta Diocesana de la Enseñanza de la Doctrina Cristiana42

, como órgano consultivo y de información, con objeto de planificar la acción catequística en toda la Diócesis, en la que el papel central lo desempeñaron las mujeres católicas. En 1.925 en Las Canteras, la catequesis, alimentación y vestido de 180 niños se encontraba a cargo de la seglar Isabel Domínguez Falcón, que junto a Angelita, Dolores, Reyes y María formaron durante varios años el grupo de catequistas de La Puntilla4

\

42 EDDC, 19 de enero de 1925

43 Ibidem, 6 de octubre de 1925 y 11 de julio de 1930

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mientras que en la parroquia del Puerto de La Luz la desempeñaron los jesuitas Gómara y Otazco.

En 1930, este grupo ha extendido la catequesis al Risco de San Nicolás y a San Cristóbal, en sus respectivas ermitas, al Portón de Agua Dulce y 15 de Noviembre en la parroquia de San Telmo, y en los barrios de Las Arenas, Guanarteme, Carretera de Chile, Muelle Grande, Faro y Buena Vista todos ellos habitados por familias trabajadoras y humildes. En el barrio de las Rehoyas4

\ los PP. Paúles y las Hijas de la Caridad asumieron la catequesis de unos 200 niños en su totalidad hijos de labradores.

En abril de 1932, Serra publicó su circular n° 143 sobre «La instrucción religiosa en el momento actual» con el fin de suplir la ausencia de la catequesis en las escuelas nacionales, por las disposiciones republicanas. Estableció como texto el Ripalda, y creó el Consejo Diocesano de Instrucción Religiosa, que se reunía mensualmente con el Prelado y con el objetivo de fundar círculos o cen­tros de cultura apologética dirigidos a los jóvenes. En octubre, en una Exhortación Pastoral sobre el mismo tema reclama el apoyo de los padres de familia, maestros y maestras y militantes de la Acción Católica para constituir en cada parroquia una Delegación Parroquial Pro-Catecismo, compuesta por 12 miembros y presidida por el párroco. Organizarian cursillos de Religión con con­tenidos como Apologética, Sociología Cristiana a partir de las grandes encíclicas sociales de León XIII y Pío XI, Liturgia, Historia Sagrada y Eclesiástica. El texto usado en las parroquias de la Diócesis fue el Compendio de Historia Sagrada y de la Iglesia editado por la Comisión Diocesana del Catecismo de Zaragoza.

Ya en 1934 se crea el Secretariado Catequístico, que dependía del Consejo Diocesano de Instrucción Religiosa, para apoyar a los Directores de Catecismos parroquiales en cuanto a organización y materiales de ense­ñanza. Se establecieron las sesiones de catecismo los días festivos, y duran­te tres días a la semana. Tuvo su sede en el Palacio Episcopal a cargo de Francisco Hernández y el joven sacerdote, Santiago Cazorla ambos profe­sores del Seminario.

Con respecto a la enseñanza destacar el establecimiento de los Salesianos en la Diócesis. Su Escuela de Artes y Oficios atendía ya en 1924 a 200 alumnos, incluidos los del Asilo de San Antonio. Para El Defensor de Canarias, dada la situación de la infancia en Gran Canaria, eran necesarios

44 BOEDC, 26 de febrero de 1935

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más asilos, en el Puerto, en el centro de la ciudad y en los barrios de San José y San Juan, financiados por el Cabildo. Para el vocero diocesano, en Las Palmas de Gran Canaria eran necesarias ese año 60 escuelas, para 3.000 niños que pululaban por las calles, ante la pasividad de muchas familias y de las autoridades municipales. En 1924, solamente el 25% de los niños estaba esco­larizado. Desde ese año, los Salesianos ofrecieron formación profesional en sus talleres sin contar con financiación pública. Se podía aprender Encuadernación, Imprenta, Música y Carpintería, contando con comedores, cocina y dormitorio para 170 alumnos. Sin embargo, su labor no estuvo exen­ta de críticas. En julio de 1930 desde el periódico La Voz Obrera, el tipógrafo Salvador Trujillo rechazaba que recibiesen subvenciones municipales porque los niños eran tratados como esclavos y violadas las leyes del trabajo, por los ínfimos precios de los productos que elaboraban haciendo competencia a los demás, hecho que revela cuando menos, la calidad de los productos de los alumnos y de la escuela salesiana, y por último, que no pagasen la contribu­ción industrial.

La enseñanza profesional femenina estuvo a cargo de las Hijas de la Caridad en el Colegio Sagrada Familia de la calle San Agustín. Desde 1929 dirigen la escuela gratuita Nuestra Señora del Carmen en La Isleta en la que atendían a 180 niños.

En marzo de 1932, 200 madres cristianas de Arrecife protestaron ante el Ayuntamiento reivindicando la enseñanza religiosa y contra las disposi­ciones del Estado en las escuelas. La fuerza pública vigilaba la manifesta­ción aunque no llegó a intervenir45

En el ámbito de la beneficencia durante el Obispado de Serra, desta­camos el papel de José Azofra del Campo. Responsable de las Cocinas Económicas desde la época de Pérez Muñoz, en que se repartieron en el Puerto miles de comidas diarias, fundó El Defensor de Canarias, era profe­sor en la Universidad Pontificia y de Religión en la Normal y en el Instituto. Por su parte, el laico Francisco Gourié Marrero también había fundado otra en Arucas en una vivienda de su propiedad.

En enero de 1924, El Defensor de Canarias criticó con dureza la políti­ca de beneficencia del Cabildo de Gran Canaria por insuficiente. Lo cierto es

45 EDDC, 16 de marzo de 1932

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que desde 1915 funcionaban en el edificio de San Lázaro, el Hospital de ele­fanciacos, el Asilo de alienados y el Asilo de San Antonio, creado por Sor Erigida Castelló. Los tres lo hicieron de modo independiente, pero fueron incapaces de atender las demandas reales que existían en la Diócesis. El Asilo de San Antonio, creado para 50 niños, contaba en 1924 con 130, hacinados, en condiciones antihigiénicas, con aulas sin luz y deficiente ventilación. Los talleres de carpintería y zapatería se encontraban en las galerías altas del patio de los pacientes del manicomio.

En tales circunstancias, el Presidente del Cabildo Tomás de Zárate, llegó a un acuerdo con Sor Jesús y Sor Eulogia, superioras de San Martín y San Lázaro respectivamente, para adquirir el edificio del Colegio de La Soledad, que pertenecía a la Comunidad del Sagrado Corazón de Jesús, al que se tras­ladarían la totalidad de los niños. Sin embargo, se consideró que tales instala­ciones tampoco eran adecuadas, y que era necesaria la construcción de un nuevo manicomio fuera de la ciudad, con jardines, paseos y servicios en con­diciones, dejando a los niños en San Antonio manteniendo el proyecto de Sor Brígida en su integridad, por lo que no se llegó a un acuerdo.

Fueron frecuentes los repartos de ropa. Existió un Ropero Infantil a cargo de la Juventud Católica de la parroquia de Santo Domingo, con un con­siliario jesuita, el P. Valentín Galdós, y durante ciertas celebraciones se reali­zaron repartos tanto de comida como de ropa, como en las fiestas de San Antonio en el Puerto, o los Franciscanos que celebraban en diciembre la Fiesta del Pan de los Pobres.

La situación de los niños en estado de abandono o sin escolarizar, en la ciudad de las Palmas de Gran Canaria provocó la constitución a nivel civil de la Junta de Protección a la Infancia y Represión de la Mendicidad Infantil. La Diócesis alabó lo primero pero rechazó tajantemente lo segundo. En noviem­bre de 1928, el editorial de El Defensor de Canarias, « ¡Piedad para los niños pobres!» arremetió contra el Ayuntamiento capitalino acusándole de ser res­ponsable de la muerte de muchos niños en el Puerto de la Luz víctimas del sarampión. Mientras los ricos tenían acceso a médicos y medicinas «los niños de los pobres sucumben por el delito de ser sus padres indigentes». Desde El Defensor se animó a todos los que estuviesen en condiciones a abrir suscrip­ciones en las parroquias para hacer frente a la enfermedad. Desde 1925 las Hermanitas de los Pobres que tenían a su cargo a 100 personas en el Asilo de

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Ancianos Desamparados, hicieron gestiones en el Ayuntamiento de Las Palmas y el Cabildo de Gran Canaria para la construcción de dos nuevos pabe­llones cofinanciados con el fin de atender una demanda creciente en la isla por el abandono de muchas personas mayores.

De hecho, el Patronato Insular de Homenaje a la Vejez presidido por Azofra del Campo, tenía en 1928, 100 solicitudes de ingreso en el Asilo que no fueron atendidas por las autoridades municipal e insular. Esta institución de la Iglesia, nació con el fin de aportar y gestionar pensiones, que completasen las del Instituto Nacional de Previsión, para ancianos mayores de 75 años que lo necesitasen y que no podían ser asilados por falta de plazas. En 1934 la situación no había cambiado sustancialmente. Se encontraban asiladas 130 personas, pero en Lanzarote y Fuerteventura siguió creciendo el número de personas sin recursos que no fueron atendidas.

Por su parte, durante la República, 30 Hermanas de la Caridad, mantu­vieron una notable infraestructura de servicios en el Hospital de San Martín. En 1931 contaba con 200 enfermos infecciosos, venéreos y de cirugía y 300 asilados. En la parte sur del edificio funcionaba el Hospicio de Nuestra Señora de los Ángeles, con 130 niñas entre los 5 y los 12 años bajo la tutela de 4 Hermanas. Se encargaron del mantenimiento de una Cocina Económica que todavía funcionaba en 1935. A la vez atendieron la Casa de Maternidad y la Cuna de Expósitos, mientras que en diciembre de 1932, por las circunstancias políticas, la Iglesia del Hospital cerraba al culto público. El Defensor de Canarias hablará de «mucho miedo en los católicos canarios».

Durante el Obispado de Serra, las Conferencias de San Vicente46 conta­ron con dos de hombres, la del Sagrado Corazón en Vegueta y la de San Bernardo en Triana, presidida la junta por Francisco Manrique de Lara priori­zaron su actuación desde 1927 con los presos. En octubre de 1928 se crearon en el Puerto de La Luz, animadas por el sacerdote J. Cárdenes, que era a la vez corresponsal de la revista España Agraria, y realizó una notable tarea entre los labradores para que se asociasen contra las tasas del trigo tras las malas cose­chas del año 1928 y contra la prohibición de la exportación de la papa canaria.

46 De las asociaciones católicas citadas en las Bases de Reig como constitutivas de la Acción Católica, en Canarias se encontraban organizadas: las Conferencias de San Vicente, la Asociación Nacional de Padres de Familia, la Asociación de Estudiantes Católicos y la Juventud Católica. Ver EDDC, 16 de marzo de 1927, 5 de octubre de 1928 y 8 de febrero de 1930.

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En febrero de 1930, la Conferencia de San Francisco, con el párroco Rafael Macario al frente, trató de movilizar a la población de la ciudad de Las Palmas para hacer frente a la mendicidad callejera, estableciendo subsidios que posibilitasen a las personas salir de la situación en que se encontraban, con la cooperación de militantes visitadores.

Ya durante la República, las Conferencias prácticamente desaparecieron de la Diócesis de Canarias o bien su actividad se redujo a cotas irrelevantes.

El Círculo Católico de Obreros continuó existiendo pero prácticamente sin actividad pública. Centrado en el socorro mutuo y la educación, sus loca­les permanecieron cerrados los días laborables, abriendo sólo las horas en que funcionaba la escuela nocturna y los domingos para la lectura en la biblioteca entre las 9 a.m. a las 10 p.m. de modo que el ideal de vida que preconizaba para los obreros católicos era el siguiente: en día de trabajo, las oraciones, aseo y desayuno, luego jornada laboral, cena y asistencia a la Escuela nocturna del Círculo vigilada por la Junta y el Consiliario. El resto de las actividades con­sistieron en cumplir una vez al año con la Iglesia confesando y comulgando, prestar auxilios en metálico a los enfermos, colaborar en los gastos de funera­ria y la lectura los domingos en la biblioteca. Los intentos de apertura, o de confluencia con otras organizaciones como el Sindicato Obrero Católico y las Damas Catequistas, como la que tuvo lugar en una concentración conjunta en el Circo Cuyas en mayo de 1924, buscando superar el individualismo y el retraimiento organizativo en relación con las grandes obras sociales de la Iglesia, no fructificaron.

Durante el Obispado de Serra, el asociacionismo obrero católico fue irrelevante. Desde El Defensor de Canarias se apoyó el derecho de los traba­jadores a participar en los beneficios de las empresas y contra los patronos que trataban de enriquecerse pagando salarios miserables, así como la reivindica­ción de la jornada de 8 horas en la huelga del Puerto de La Luz en 1924.

A partir de enero de 1928, se intentó promover la creación de un sindi­cato agrícola católico, unido a la Confederación Nacional Católico-Agraria. En diciembre se fundó el primer Sindicato Católico Agrícola en San Mateo, en cuya creación jugó un destacado papel el presbítero José Cárdenes Déniz, sub­ordinado a la autoridad de la Iglesia no en cuanto a sus objetivos sindicales, sino «en cuanto a su moralidad». Se trataba de comprar mas barato, vender mejor los productos de sus afiliados, lograr financiación de la Caja de Ahorros

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por mediación de la organización. En ese momento ya existían en Gran Canaria otros dos sindicatos, uno en Guía y otro en Telde, pero no eran confesionales.

Sin embargo, en los albores de la República no existe ambiente obreris­ta entre los católicos. En torno a 1930, las asociaciones de obreros según los principios de la doctrina social católica encontraban en la Diócesis de Canarias «recelos, desprecios y hostilidad».

No obstante, los centros obreros confesionales de La Isleta, permanecie­ron abiertos, ofreciendo apoyo material y formación profesional a las mujeres trabajadoras los sábados. En conflictos puntuales, la Diócesis tomó partido a favor de los trabajadores. En marzo de 1931, la Sociedad de Albañiles de Las Palmas reclamó los jornales estipulados en las obras que se ejecutaban en la Ciudad. No fueron a la huelga, sino que acudieron a la prensa y a las autori­dades con un manifiesto contra los contratistas, que tras cobrar un canon del Estado o el Ayuntamiento no cumplieron lo pactado. Durante la campaña, El Defensor de Canarias arremetió duramente contra los patronos recordándoles que «el obrero es el que con su trabajo, produce la riqueza».

Ese mismo mes, rechazó los «salarios de mezquindad en horarios abu­sivos» que la Telefónica Nacional abonaba a las telefonistas de Las Palmas.

Los intentos organizativos no cesaron durante la República, aunque no se llegara a logros significativos. En enero de 1933, se intentó promover el liderazgo de Rafael Oramas en el ámbito obrero, y en enero de 1934 compro­metida la Diócesis políticamente con Acción Popular, se envió al trabajador Juan Álamo García a Madrid durante seis meses, a cursar estudios en el Instituto Social Obrero, con el fin de cualificarle como propagandista.

Con respecto a la Acción Católica, se creó la Junta Diocesana de Acción Católica el 7 de julio de 1927. La intención era promover el trabajo coordina­do de todas las asociaciones diocesanas.

Sin embargo, toda su actividad durante los primeros años se redujo a la celebración de una reunión mensual en el Obispado. En noviembre de 1929, Serrano asistió al I Congreso Nacional de Acción Católica, que no tuvo prác­ticamente actividad en las islas hasta 1.932. En julio de 1931, en la catequesis que se organizó en La Isleta, participó el presidente de la Acción Católica del Puerto de la Luz, de la que no tenemos noticia alguna.

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En junio de 1932 se celebró una asamblea para aprobar el Reglamento de la Acción Católica de la Mujer, elaborado por Eulalia Figueroa y 12 militantes. A la reunión asistieron unas 300 mujeres, resul­tando elegida presidenta María Luisa Fiol y vicepresidenta Ignacia de Lara. Se organizaron creando comisiones de distritos, los de Vegueta, del Teatro, Triana, Arenales, San José, Santa Catalina, Arrecife de Lanzarote, el Lazareto y Tafira. Desde la prensa capitalina llegó a calificarse el encuen­tro como «la asamblea femenina de derechas».

Ese mismo mes tuvo lugar el primer mitin de propaganda y acción social de la Juventud Católica de Gran Canaria en Teror. Los laicos Ignacio Camacho, Gabriel Armas y el abogado Santiago Armas fueron los animadores de un colectivo en torno a la defensa de «la familia, la propiedad y de la Iglesia». Posteriormente celebraron actos en Firgas y Agaete.

Desde abril de 1934 se incrementó notablemente la actividad organiza­tiva con la creación de las Juntas Parroquiales de Acción Católica integrando todos los grupos existentes con el fin de coordinar sus tareas.

El Reglamento organizativo de la Juventud Católica fue aprobado por el Gobierno Civil en marzo de 1932. En su constitución jugó un activo papel Emilio Ferrer Valdivieso, militar retirado y ultra conservador, que ostentó durante la República la presidencia de la Asociación de Padres Católicos de Familia de Las Palmas. Los jóvenes católicos elaboraron un manifiesto dado a conocer en abril de 1932 bajo el lema «Religión, Patria, Familia» y contra la pretendida libertad de cultos. Basado en el derecho a la propiedad, la libertad de trabajo, la guerra al comunismo y a la política «negadora de las tradiciones de España» buscaron promover un modelo organizativo a partir de grupos parroquiales dedicados a organizar bibliotecas, teatro, conferencias, deportes, a participar juntos en la liturgia y a profundizar juntos en la vida religiosa.

Posteriormente, en julio de 1933 se formó la Federación de Estudiantes Católicos en la calle Los Reyes, en los locales de Acción Popular, que en ese momento se definía como una organización de defensa social, defendida desde las páginas de El Defensor de Canarias, con el objetivo de crear centros socia­les, círculos de estudios y periódicos profesionales,

A partir de agosto de 1933, ostentó la presidencia Jorge Cuervo González, declarándose apolíticos, pero celebrando siempre sus reuniones en

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los locales de Acción Popular. En diciembre, por acuerdo de las juntas direc­tivas de las Asociaciones de ij.studiantes Católicos de Canarias, se acordó la celebración de una Asamblea Regional en Las Palmas, presidida por el Obispo, Azofra del Campo y el jesuita Otazu, en la que también participaron Emilio Ferrer, y representantes de Tenerife, del Instituto, del Colegio Viera y Clavijo, de las Juventudes Católicas del Puerto de La Luz y de Arucas.

En enero de 1935, Herrera Horia envió una carta personal a los estu­diantes católicos de las Islas Canarias en la que destacamos «la batalla en España se da en el terreno de la educación [ ... ] uno de los episodios entre el comunismo y la civilización cristiana, entre Moscú y Roma [ ... ] he hablado con estudiantes canarios y he visto en ellos piedad, afición al estudio y acción patriótica. Las Islas Canarias [ ... ] después de haber tratado con la juventud de Las Palmas, Telde, La Laguna, posee un gran tesoro de más valor que la misma riqueza agrícola: los jóvenes»47

Posteriormente, se convocó el Congreso Regional de las Juventudes Católicas Canarias en La Laguna, que inicialmente estaría presidido por el propio Herrera Horia, aunque sustituido a última hora por miembros del Consejo Central de la Acción Católica.

En el contexto de la convocatoria y la movilización que tuvo lugar en febrero, se organizaron por primera vez las Juventudes Católicas femeninas, aprobando un manifiesto contra el marxismo y el laicismo. Entre el14 y el17 se celebró el Congreso con la asistencia de unos 350 jóvenes. De la Diócesis, procedentes de Las Palmas de Gran Canaria, del Puerto de La Luz, Arucas, Telde, Firgas y Teror, acompañados de varios sacerdotes, junto a representan­tes de Tenerife, La Palma, Gomera y El Hierro.

Por su parte, los padres de familia católicos se agruparon en una asocia­ción para la defensa de la Iglesia en enero de 1932. Inicialmente su presiden­te fue Fernando Galván, a la sazón presidente de Acción Católica y asesorados por el jesuita Galdós y Azofra del Campo. Paralelamente se constituyó la Asociación Católica de Maestros de Las Palmas.

Los objetivos de la Asociación de Padres de Familia fueron lograr mejo­ras en la educación de los hijos, la defensa del derecho de los padres a educar-

4 7 La carta dirigida por Ángel Herrera Horia a los jóvenes católicos canarios fue publicada por el 23 de enero de 1935.

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les en centros de libre elección, a paliar la ausencia de la educación física, la carestía de los libros de texto y a rechazar las publicaciones contrarias a la moral y las buenas costumbres en las librerías capitalinas. Muy activos en la defensa de los jesuitas, rechazaron la incorporación de su Colegio al Instituto tras la disolución de la Compañía.

En febrero de 1933, se manifestaron públicamente ante el gobierno Civil por supuestas coacciones ejercidas por miembros del Consejo Provincial de Instrucción Pública sobre la Asociación. Por otro lado, organizaron las cla­ses de Religión como actividad extraescolar a cargo de Azofra del Campo con el fin de suplir la ausencia de esta materia en las escuelas públicas.

En relación con la prensa católica, es importante destacar la nueva etapa de El Defensor de Canarias iniciada en agosto de 1924 con el apoyo de Serra, que había constituido la Junta Diocesana de la Buena Prensa. Sin embargo, el resto de la prensa capitalina nunca consideró positivamente al vocero diocesa­no, por ofrecer una información deficiente, con una lectura que dejaba mucho que desear y con temas nada o poco interesantes.

Su perspectiva sobre el porvenir de Canarias puede sintetizarse en las afirmaciones de uno de sus escasos colaboradores que firmaba con el pseu­dónimo de Ximenes de Rada el 12 de abril de 1928: «engrandecimiento no solamente financiero y mercantilista [ ... ] sino cultural. Es preciso no espe­rar que la civilización y el progreso vengan a nosotros, sino que nosotros debemos ir a ellos [ ... ] si aprovechamos las aguas subterráneas, si redobla­mos la construcción de embalses, si intensificamos el arbolado, si acelera­mos la construcción de carreteras a Tejeda, Artenara, Mogán y La Aldea[ ... ] aumentar el tráfico marítimo entre los puertos de segundo orden de las islas, si logramos extirpar el analfabetismo. Por ello necesario es que el capitalis­ta, el terrateniente y fuerzas vivas de la isla salgan del estatismo en el que están sumidos [ ... ] para laborar por el trabajo cultural y material que todos deseamos, comenzando por el ensanche del Puerto para lograr la supremacía marítima en todo el Atlántico».

No obstante, fueron frecuentes las llamadas a los católicos durmientes a participar en acciones de apoyo a la prensa. En este sentido, estaba previsto que los seminaristas, antes de ordenarse, pasaran un tiempo en prácticas en la Redacción de El Defensor, e incluso durante las vacaciones.

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En 1930, cuando se publicó el primer ejemplar de La Voz Obrera, órga­no de la Federación Obrera Canaria afín a la UGT y al PSOE, El Defensor de Canarias le acusó de causar un grave daño a los trabajadores, al proponerles algunas mejoras materiales a cambio de la pérdida de los valores morales pro­pios del catolicismo. En mayo de 1930, asumió la dirección del periódico el Arcediano Pedro López Cabeza48

, y en octubre se daba de baja como miembro de la Asociación de Prensa de Las Palmas «por su orientación izquierdista y no meramente profesional como debería de ser», marcando distancias con el resto de las publicaciones isleñas.

El 9 de abril de 1935, debido a la ausencia de apoyos suficientes, publi­có su último número, no sin antes realizar una breve campaña solicitando el apoyo de todos los canarios a un nuevo diario católico, Acción, dirigido por un antiguo director de El Debate y que se publicó ininterrumpidamente en Las Palmas de Gran Canaria hasta 1939 con el lema de «Religión y Patria».

Durante el Obispado de Serra, en el ámbito de la política pasamos de un apoyo inequívoco a las iniciativas del Directorio Militar, apreciable desde 1924, a actitudes más reivindicativas para Gran Canaria, explícitas sobre todo desde 1927, como la introducción de mejoras en el Puerto, la agricultura, el comercio con referencias a la lejanía y a la condición insular, así como la intensificación del régimen de Puertos Francos. Desde la Diócesis se conside­raba vital para el desarrollo de la isla, la construcción de las carreteras a Tejeda, Artenara, San Nicolás y Mogán, la construcción de casas para obreros, muelles en Melenara, Gando y Arguineguín, potenciar las enseñanzas agríco­las, la puntualidad en los cobros de los funcionarios y un trato preferente a Lanzarote y Fuerteventura. Este fue el planteamiento que se realizó a Galo Ponte, a la sazón Ministro de Gracia y Justicia cuando visitó el Archipiélago en febrero de 1927.

En temas relacionados con la política internacional, El Defensor de Canarias publicó algunos editoriales memorables. El26 de junio de 1928, infor­mando sobre la situación en Nicaragua, realizó una inequívoca glosa de Sandino «Augusto Sandino general de un puñado de héroes nicaragüenses que se enfren­tan a la intromisión yanqui en Nicaragua [ ... ] el libertador de Nicaragua casti­ga a Wall Street posesionándose de las minas de oro a 40 leguas del lugar donde le buscan contra la persecución del pueblo campesino de Nicaragua. Los hom-

48 EDDC, 14 de octubre de 1930

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bres sensatos de todo el mundo ven en este hombre al verdadero tipo de justicia divina en la tierra». El 27 de junio dedicó un editorial «contra la barbarie nor­teamericana incendiando y matando campesinos nicaragüenses, y contra la autoridad despótica de Washington, que sueña con el dominio del Mundo» mos­trando «su admiración sincera por el héroe nicaragüense» y relatando con sumo detalle, las atrocidades cometidas por los norteamericanos.

Sin embargo, la realidad en el Estado era bien distinta. En Gran Canaria, la Unión Patriótica comenzó su convención el13 de septiembre de 1928 con la celebración de un Tedeum en la Catedral. Se trataba de un apoyo claro al dicta­dor en sus horas bajas, en un período de tranquilidad para la Iglesia diocesana.

En febrero de 1931, ante las elecciones desde la Diócesis se apoyó la candidatura de Gustavo J. Navarro, de la Unión Monárquica Nacional, a la que se consideró como el partido más católico de los que existían en el Estado. El candidato había sido designado por Leopoldo Matos, en ese momento Ministro de la Gobernación, al que desde El Defensor de Canarias se le con­sideraba como el sucesor de León y Castillo en su política de engrandecimien­to de Gran Canaria. Se hizo campaña contra las candidaturas republicanas, dando lugar a algunos incidentes aislados. En marzo, la Iglesia del Inmaculado Corazón de María amaneció con la pintada «Lenin» y otras similares en las puertas del Colegio. El 7 de abril, desde la Diócesis se realizó un llamamien­to a los católicos de Gran Canaria para que se abstuviesen de votar a las can­didaturas republicanas, votando solamente concejales monárquicos. Podemos afirmar que se trató de la campaña política más intensa en que se comprome­tió de modo partidario la Iglesia Canaria entre 1868 y 1936. La concepción de la República como «anticatólica» al representar «el desorden, la anarquía, las persecuciones religiosas, el comunismo ruso ateo y el triunfo de masones y judíos sobre los católicos» dejaba a los cristianos sin margen para elegir a sus candidatos. En las Palmas de Gran Canaria ganaron las formaciones monár­quicas, y ell4 de abril se proclamaba la República. Sin embargo, en Canarias, excepto algunos incidentes aislados, no existieron manifestaciones o persecu­ciones anticlericales. Puede afirmarse que desde las formaciones republicanas o de izquierda, no se prestó apenas atención a los asuntos religiosos.

Entre el 15 y el 24 de abril de 1931, El Defensor de Canarias interrum­pió su publicación por los destrozos ocasionados en sus talleres la noche del 14 por un grupo de jóvenes republicanos. Se trató de un ataque a un medio

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considerado monárquico, sin connotaciones antirreligiosas. El 25 de abril, de nuevo en la calle, el periódico diocesano expresó su intención de acatar la República. La crítica a los autores de los destrozos en su sede se limitó a los petjuicios causados a las familias de los 20 obreros que trabajaban en el diario.

En abril de 1932, el presbítero José Cárdenes, ante el avance del parti­do comunista, propuso la creación del partido Católico de Las Palmas, de corte interclasista, agrupando a patronos y obreros, a partir de la unión de las dere­chas «verdaderas y no las falsas», excluyendo a Maura y Lerroux, a partir de los Tradicionalistas, Acción Nacional y el partido Nacionalista del Dr. Albiñana, constituirían la base del Partido Católico Regional, junto con la Juventud Católica y la Asociación de Padres Católicos de Familia. Esta pro­puesta suscitó fuertes críticas en la prensa de izquierda. En agosto, El Defensor de Canarias es multado por el Gobierno Civil por sus «reiterados ata­ques al Régimen y al Gobierno que lo representa».

En septiembre, la Diócesis se mostró favorable al Estatuto Canario a propuesta de Domingo Guerra del Río «donde resplandezca la independen­cia administrativa una vez comprobada nuestra propia vitalidad económica». Se trataba de un Estatuto Autonómico a partir de la personalidad de la Isla, robusteciendo el Régimen de Cabildos. Desde diciembre, se inicia el apoyo a Acción Popular, que defendía una postura clara en orden religioso: una convivencia basada en dos valores, la libertad y la dignidad. Esto implicaba el reconocimiento de la Iglesia Católica y su personalidad jurídica, la exis­tencia legal de las Órdenes religiosas, el mantenimiento del presupuesto del culto y del clero y el cumplimiento del Concordato. Se delineaba como un partido confesional, por su inspiración en la doctrina de la Iglesia y por la defensa concreta de sus intereses.

El14 de febrero de 1933, se constituye en Las Palmas Acción Popular, concebida en la Diócesis como una organización social-cristiana. El 25 de enero había lanzado un manifiesto dirigido a los católicos canarios elaborado por una Junta Organizadora presidida por Abraham Hernández y 26 laicos, entre los que se encontraba Rafael Oramas bajo el lema « Religión, Patria, Familia, Orden, Trabajo y Propiedad».

Entre el 28 de febrero y el 5 de marzo se celebró el congreso de Acción Popular en Madrid, estructurado en siete secciones, quedando constituido uno de los integrantes básicos de la futura CEDA. A partir de marzo de 1933, se

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sucedieron los mítines de Acción Popular en Gran Canaria. En Arucas, Cardones y Teror en los que intervinieron Ignacia de Lara, presidenta de la AP de la Mujer, los obreros Rafael Oramas, J. Álamo y Manuel Marrero, junto al abogado Benigno Ramos y Emilio Ferrer.

Ese mismo mes fue nombrado presidente en Las Palmas Diego Marrero Macías, que celebró reuniones en El Palmar, Teror y Bañaderos.

Por su parte, el Comité de la Mujer hacía lo propio en Arucas, Firgas, Teror, Guía, Gáldar, Santa Brígida, Valsequillo, Ingenio, Agüimes, Santa Lucía y San Bartolomé de Tirajana. En Fuerteventura, los organizaron en Betancuria, capital espiritual de la isla, y en Pájara; en Lanzarote las celebraron en Arrecife, Yaiza, Femés y Haría, destacando en todos ellos la participación de la doctora Concepción San Juan junto a Ignacia de Lara.

Durante abril de ese año, El Defensor de Canarias reprodujo íntegra­mente los discursos parlamentarios del diputado Antonio Pildain, en el Parlamento contra el Proyecto de Congregaciones, instando a los socialistas a colocarse a la altura de sus colegas europeos, sobre todo los austriacos, en la legislación referida a la Iglesia. Aceptaba la separación entre la Iglesia y el Estado como se había realizado en Suiza, USA y Alemania, pero no como en México, Rusia o Francia, argumentando la extraordinaria labor cultural y edu­cativa que realizaba la Iglesia en el Estado español.

En noviembre de 1933 se produce la llegada del dirigente de la CEDA, José María Martínez Ortega, conde de Argullo, para contribuir a la organiza­ción de las derechas isleñas ante las elecciones.

Se decidió el apoyo a la candidatura de José Mesa y López del Partido Agrario. Estaban puestas las bases de la CEDA, integrada por Renovación Española, Acción Popular, los Agrarios y la Comunión Tradicionalista. Sus objetivos prioritarios eran revisar la legislación laica, promover la agricul­tura como fuente de riqueza y la concesión de una amnistía amplia, con conocidos resultados.

Otros acontecimientos importantes durante el Obispado de Serra tuvie­ron lugar durante la catástrofe de Arinaga en julio de 1927, con el derrumba­miento de los almacenes fruteros de Yeoward. El Arcipreste de Telde organizó el socorro económico de las familias de los obreros muertos y heridos con cargo a los fondos diocesanos por orden del Obispo. En junio de 1928, la

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Diócesis recibió numerosas muestras de agradecimiento por la campaña reali­zada desde El Defensor de Canarias a favor del abaratamiento y en contra de los abusos de la Compañía Eléctrica. En julio se inició otra ante el Inspector de Higiene y el Alcalde de Las Palmas de Gran Canaria para el abasto públi­co de agua en el barrio de San José. En agosto, el presbítero José Marrero denunció la pasividad de las autoridades ante las enormes filas de personas que hacían cola en los pilares de San José, San Juan y San Roque incluso de madrugada para obtener agua, justificando como normal la cólera ciudadana por falta de agua mientras que la carretera del Puerto se riega con agua de abasto público. Marrero encabezó la manifestación vecinal ante el Ayuntamiento al defender como inaceptable que una ciudad de 10.000 habi­tantes, se encontrase en estas condiciones.

Tras el traslado de Serra a Segorbe, el 19 de marzo de 193 7 llegaba al Puerto de la Luz, Antonio Pildain.

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HISTORIOGRAFÍA Y FUENTES SOBRE LA CREACIÓN DE LA DIÓCESIS

DE SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA

Dr. D. Miguel Ángel Navarro Mederos Profesor W Iglesia. ISTIC Sede Tenerife

INTRODUCCIÓN

Estas jornadas son una ocasión para darle a la historica de la Iglesia el lugar que merece. Pienso que en nuestras islas no se reconoce la impor­tancia que pide los estudios específicos sobre temas eclesiales como suce­de en otras autonomías del resto de España. Estudios de este tipo se ven, con frecuencia, como temas marginales que atañen sólo a los que se consideran miembros de la Iglesia, algo insuficientemente sustancial para el mundo historiográfico de nuestras universidades canarias. Frecuentes conversacio­nes con alumnos y profesorado de La Laguna, la historia de la Iglesia, se percibe como un menos, como historia de segundo orden, tangencial.

Es cierto que hoy en día la incidencia de la Iglesia en la mentalidad de la sociedad es casi insignificativa, pero en otro tiempo, la fe cristiana y la actuación directa de los pastores de la Iglesia marcaban decididamente los acontecimientos de la sociedad. Los clérigos de antaño cuidaban, no sólo el culto diario de sus parro­quias o capellanías sino, también, participaban en las iniciativas culturales, sociales, materiales, políticas, etc. de sus localidades. Los sacerdotes, como cabeza visible de la comunidad cristiana, ayudaban a articular la vida social, promoviendo infinidad de modos de relación de los vecinos, formándolos en su mentalidad, educándolos, potenciando actividades o promoviendo soluciones a los problemas de los pueblos.

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Sirva de ejemplo la actuación de los papas. Los historiadores abordan también la importancia de los papas no sólo por ser soberanos de un principa­do sino por la autoridad moral que tenían entre las diversas naciones, su inter­vención en la política internacional, defensa de la independencia de la Iglesia de las ingerencias de los gobiernos, promoción de la evangelización entre los pueblos paganos o la recuperación de territorios para la catolicidad, clarifica­ción de cuestiones doctrinales que muchas veces afectaban a la administración civil, etc. Estos trabajos son argumentos a propósito, y no son tratados tangen­ciales como sucede, la más de las veces, en el estudio de la historia local. Por otra parte, también hay que decir que no faltan numerosos artículos de revis­tas que abordan el tema eclesial.

Si somos serios en el estudio de la historia de nuestra tierra, también debemos considerar la historia de la Iglesia local, como institución indepen­diente que es, debemos estudiarla como un argumento necesario, pues los obispos, las diócesis o las parroquias de las localidades estaban inmersos en la vida cotidiana configurando nuestra sociedad canaria. Por lo tanto, también, la historia de la Iglesia, como institución o colectivo social de primer orden, necesita ser investigada con la misma dedicación y rigor científico con que se realiza la historia política o social de nuestra archipiélago.

Dentro de estas jornadas, se me ha pedido exponer cuál es la situación historiográfica sobre la creación de la diócesis de Tenerife

El título de esta conferencia nace de mi interés por esta cuestión y de mi libro, Antecedentes, creación y comienzos de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, dentro de la colección Fontes Ecclesiae Canariensis, que intenta apor­tar una solución a una cuestión no abordada hasta ese momento, y que algunos sólo han tratado tangencialmente en el marco del famoso pleito insular.

La doctora y catedrática de la Universidad de La Laguna Dña. Mari Fe Núñez Muñoz publicó en 1986 su libro La Diócesis de Tenerife, apuntes para su historia (1813-1899). En esa publicación, la doctora Núñez esboza el proceso institucional que llevaría al nacimiento de la Diócesis Nivariense, desarrollando concienzudamente los pasos realizados para su establecimiento y primeros anda­res, fijando el año 1813 como origen de todo el asunto generador de la diócesis. Este trabajo es el culmen de una serie de artículos de revista previos, que iban apuntando o exigiendo una reelaboración en forma de libro. Posteriormente, la misma autora ha publicado pequeños trabajos sintéticos del anterior.

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Otra obra es Memorias de Tenerife en la segunda mitad del siglo XVIII de Lope de la Guerra, donde nos reseña un acontecimiento decisivo, dentro de los antecedentes para la solicitud de una diócesis en Tenerife, nos estamos refi­riendo a la decisión del Cabildo de Tenerife, en 1783, que se estableciese un obispado en La Laguna, a la vez que el traslado de la Real Audiencia de Canarias de esta ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a aquella ciudad de La Laguna.

Fuera de estos dos trabajos, todo lo demás es un desierto historiográfi­co. La mayor parte del resto de las publicaciones se refieren al Pleito Insular, donde es vinculada la creación de la diócesis, pero sin profundizar en los ante­cedentes y su problemática particular. Otra obra contempla la división dioce­sana como una necesidad pastoral, aunque reconoce la presencia de conflictos sociales e intereses políticos, ésta es La Iglesia de las Islas Canarias de Julio Sánchez Rodríguez1

• Su propósito no es proponer una solución al problema que nos lleva, sino dar una opinión desde su experiencia y conocimiento de otros trabajos, con lo cual diferimos y argumentamos en nuestro trabajo.

La obra de Mari Fe Núñez y resto de la bibliografía

La doctora Mari Fe Núñez Muñoz, en sus investigaciones y dirección de tesis, siempre ha tenido especial preocupación por abordar argumentos de carácter eclesial. Quizá, su condición de religiosa salesiana y la práctica ausencia de trabajos sobre la historia de la Iglesia en nuestro archipiélago le hayan inducido a derivar gran parte de sus investigaciones por este camino. Cuando la doctora Núñez presentó su libro, regaló al mundo historiográfico un trabajo base para el resto de los estudiosos, desde donde continuar la investi­gación y conocimiento de los avatares e implicaciones de la Iglesia en Tenerife y su relación con la sociedad de su tiempo.

El propio título de la obra indica hasta que punto ella no pretendía cerrar la cuestión; titula así: La Diócesis de Tenerife, apuntes para su historia ( 1813-1899). Por lo tanto, apuntes nos habla de trabajo aún no finalizado, o de reco­pilación de datos para una ulterior empresa historiográfica.

La autora, para elaborar la parte principal del libro que a nosotros nos interesa, utiliza los legajos 685 y 689 del archivo de la Embajada española ante Santa Sede. También, acude al legajo 4.026 del archivo del Ministerio de

Cf. SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio, La Iglesia de las Islas Canarias, [Fontes Ecclesiae Canariensis, V], Ed. Viceconsejería de Cultura y Deportes, Islas Canarias, 2004, p. l3 7.

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Justicia. Son los documentos oficiales que contienen el expediente de creación del Obispado Nivariense. Núñez Muñoz desgrana esos documentos para que nos cuenten las incidencias del discurrir de la creación diocesana, lo cual nos va permitiendo conocer la cronología de las acciones públicas y así saber cua­les fueron la sucesión de los acontecimientos que terminarían con la erección canónica del Obispado de Tenerife.

La obra comienza con la solicitud de tres de los diputados canarios en las Cortes de Cádiz, pidiendo una segunda diócesis con sede en la ciudad de La Laguna. Para esta parte, acude al archivo de las Cortes de España, donde en el Diario de Sesiones, tomo XXII, se halla la Exposición suscrita por los diputados Ruiz y Padrón, Key y Muñoz y Fernando Franchi, con fecha del 6 de septiembre de 1813. Ya ellos expresan que la división diocesana no sería posible hasta el fallecimiento del obispo Manuel Verdugo, el cual tenía el dere­cho de jurisdicción sobre todo el Archipiélago.

"Señor, los infrascritos diputados de las islas Canarias, con el mas pro­fundo respeto exponen a V.M. la indispensable obligación en que se hallan de reclamar su soberana justicia en Beneficio de las quatro islas, Tenerife, Palma, Gomera y Hierro, sujetas a la de Canaria en el ramo espiritual. Son incalcula­bles los perjuicios que han sufrido sus habitantes desde el tiempo de la con­quista, y sería molesto a V.M. oirlos circunstanciadamente. La santa visita tan recomendada por los sagrados canones apenas se verifica cada diez o doce años, a causa de lo tempestuoso de aquellos mares. Son pocos los prelados que la han emprendido por entero, y no sabemos haya habido uno hasta ahora que la haya concluído en todas sus partes. Hay pueblos de consideración, particu­larmente en la Gomera, que jamás han visto un obispo; por lo que no es extra­ño encontrar allí hombres de treinta, quarenta, y aun de ochenta años sin haber recibido el santo sacramento de la Confirmación; lo que depende ya de que generalmente los prelados no pasan de las capitales, y de que aquellos feligre­ses no pueden concurrir a ellas, ya de la precipitación con que se hacen siem­pre las visitas. Los asuntos mas graves e importantes de la Curia quedan en la misma confusión y espantoso desorden en que estaban. Los recursos y pleytos eclesiásticos se entorpecen y retardan hasta lo sumo con notable daño de los fieles. ¿Y quantos por falta de medios para recurrir a la Gran Canaria quedan privados para siempre del beneficio de las dispensas con grandísimo menos­cabo de. la población? Los habitantes de la Palma, Gomera y Hierro tienen que

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embarcarse dos veces, haciendo escala en Tenerife, que por sí sola contiene la tercera parte de la población de aquella provincia, contribuye anualmente a la causa decimal con doscientos mil pesos, que van a consumirse a la Gran Canaria entre el reverendo obispo y Cabildo eclesiástico, al mismo tiempo que la mayor parte de los curas y parroquias están indotados; y tanto los pobres como los establecimientos piadosos de las quatro islas referidas quedan eter­namente excluídos de percibir las limosnas a que son tan acreedores, como si las rentas decimales estuvieran destinadas para la destrucción, y no para la edi­ficación. Hay, pues, lo suficiente para la dotación de otro obispado. Los males que se han experimentado por espacio de tres siglos, así en lo espiritual como en lo temporal son infinitos, sin que hasta ahora se haya aplicado remedio por mas reclamaciones que se han hecho a los pies del trono. Nuestro Gobierno con mucho menos motivo desmembró pocos años ha la Silla de Mallorca, que no equivalía en rentas a la de Canarias, y erigió en sillas episcopales a las pequeñas islas de Menorca e Ibiza, consultando al bien espiritual de aquellos ciudadanos. V. M. ha hecho lo mismo en algunas partes del continente de América. ¿Pues con quanta mas razón las quatro islas de Tenerife, Palma, Gomera y Hierro reclaman hoy la misma justicia ante el trono de las leyes? Su situación geográfica, sus copiosas rentas, y las urgentes necesidades espiritua­les de aquellos pueblos, exigen que V. M. extienda su mano benéfica sobre aquellos afligidos y beneméritos habitantes; y dexando al obispado de Canaria agregadas las islas de Fuerteventura y Lanzarote que están al Sur, mande eri­gir otra silla episcopal que se denominará de Tenerife, con agregación de las islas de la Palma, Gomera y Hierro, destinando la ciudad de La Laguna, capi­tal de Tenerife, para asiento o metrópoli de la nueva silla. Los diputados, Señor, no intentan que se precipite esta medida, aunque es de la mas urgente necesidad, mientras viva el actual reverendo obispo de Canarias, sino que V. M., atendidas las poderosas razones que se expresan y otras muchas que omi­ten, determine desde ahora la división de aquella vasta diócesis con arreglo en todo á los sagrados cánones, y que se efectúe su cumplimiento quando fallez­ca el actual reverendo obispo, sin dar lugar a reclamaciones y razones sofisti­cas que no podrán faltar quando se trata del bien general de la nación; pero que V. M. con su prudencia, sabiduría y firmeza ha sabido sofocar. Y quando lle­gue el caso de la desmembración, el Gobierno encargado de la execución de las leyes sabrá disponer todo lo necesario para el arreglo de la nueva Catedral, plan beneficia! y dotación de parroquias. Esta es la justicia que esperan de V.

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M. los infrascritos, y la reclaman en nombre de los pueblos que representan. Cádiz 6 de setiembre de 1813.

Fernando de Llarena y Franchi,

Antonio José Ruiz de Padrón,

Santiago Key y Muñoz.002

Ante una petición tal, ¿Cuál sería la posición del representante por la isla de Gran Canaria? Pedro José Gordillo y Ramos, según Francisco Javier de Moya y Jiménez, en su obra Centenario de las Cortes y Sitio de Cádiz, Gordillo no se opuso al proyecto solicitado por sus paisanos canarios. En su trabajo dice:

"[ ... ] pasada la petición a informe de la comisión eclesiástica, dio en ella Gordillo muestra de su imparcialidad no queriendo que constase su voto en modo alguno, para dejar libre camino a la proposición, pues como había mani­festado: Tratándose del interés provincial, no le parecía bien oponerse, por la sola razón de que ganase en ello Tenerife, ni basar su oposición en otras razo­nes que consideraba muy aventureras, porque si los diputados afirmaban que se hallaban indotados los curatos con un solo Obispado, ¿qué no sucedería el día en que fuesen dos? Alguien había hablado que era por el momento cues­tión de un Obispo auxiliar, pero él veía claramente para el porvenir otro Obispado independiente, porque si de auxiliar se tratara solo, no había necesi­dad alguna de que detrás de la proposición, se escondiera una nueva ambición y una mayor adquisición para los derechos que perseguía La Laguna, porque le bastaba conocer sus pretensiones externas, y no olvidar que el Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de Canarias, tenía en su mayoría hijos de aquella isla."3

Según el juicio de este historiador, de principios del siglo XX, el dipu­tado Gordillo reconocía que no tenía argumentos serios contra la división dio­cesana; contrariamente a lo que se pudiese esperar de un hijo de esta isla de Gran Canaria, reconocía una real necesidad pastoral, la cual no se resolvería con un obispo auxiliar; pero también apuntaba que los curatos quedarían más aún, si cabe, indotados económicamente. Gordillo sabía que con una curia dio­cesana más en el Archipiélago, su dotación económica y la atención a otro

2 AC, Tomo XXII, 1813. También ARSEAPT, Consulta sobre la erección de un nuevo obispado, RM 277, fol. 37.

3 Cita tomada de Marcos Guimerá Peraza, Los diputados doceañistas canarios, [Enciclopedia Canaria, 6], Ed. Aula de Cultura de Tenerife, Tenerife, 1967, p. 47.

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obispo, iba a significar una reducción de la disponibilidad de los recursos eco­nómicos, que irían en detrimento del clero parroquial. Según el autor de la obra citada, Gordillo, en los temas de política canaria, prefería reservar sus esfuerzos para argumentar en contra de otras posibles aspiraciones de La Laguna, las cuales intuía que irían más radicalmente contra los intereses de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria o de toda su isla; probablemente el asunto de la Universidad y la Audiencia4

Por el contrario el historiador Emeterio Gutiérrez López en su artículo en Revista de Historia, hoy llamada Revista de Historia Canaria, en el núme­ro 35-36 del año 1932, juzga que Gordillo:

"[ ... ] se opuso abiertamente a la creación de la nueva Silla Episcopal y logró por entonces que las Cortes no lo decretase. Este asunto fue muy discu­tido y con ello demostraron nuestros Diputados un empeño decidido, especial­mente Key Muñoz, que consumió varios turnos en aquel debate, cuyos resul­tados no fueron entonces coronados por le éxito"5

La doctora Núñez continua relatándonos los hechos siguiendo los docu­mentos del mismo legajo, que en definitiva son el informe del Regente de Real Audiencia de Canarias, del dictamen del Fiscal del Reino, el parecer de la Cámara de Castilla, la resolución real y la instrucción de la Cámara de Castilla que acompañaba a esta última. Interesante resulta el informe que había salido de la Audiencia de Canarias, porque no se reserva ningún dato de interés, como por ejemplo el cambio de parecer del Cabildo Catedral de Canarias o las razones egoístas del Ayuntamiento de Las Palmas6

• Sorprende el informe del regente de la Audiencia porque no se muestra de parte, sino expone lealmente todos y cada uno de los informes recibidos, aconsejando, finalmente, la división diocesana.

En la introducción, habíamos dicho que, la inmensa mayoría de los autores, situaban la creación de la Diócesis Nivariense dentro del Pleito Insular. Marcos Guimerá Peraza es uno de ellos.

4 Piénsese en los intentos desde La Laguna para acaparar la Audiencia de Canarias para su ciudad. También, la Universidad fue motivo de controversia entre La Laguna y Las Palmas de Gran Canaria por donde tenía que ser ubicada, desde la decisión del Rey Carlos III de crear un seminario de nobles en las islas.

5 GUTIÉRREZ Y LÓPEZ, Emeterio, Tenerife en las Cortes de Cádiz, "Revista de Historia", 35-36 (1932), p. 11 O.

6 La argumentación del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria estaba basada en la pérdida en la recepción de dinero procedente de las islas occidentales, destinada a los organismos diocesanos así como el importante número de procuradores y escribanos que residentes en esa ciudad canaria, se beneficiaban de las causas judiciales de las cuatro islas occidentales.

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Marcos Guimerá Peraza, en su trabajo Los diputados doceañistas cana­rios7,nos expone someramente las fechas del proceso de creación de la dióce­sis, pero sin citar los fondos de donde extrae los datos, salvo el archivo de las Cortes. En su otra publicación que titula José Murphy, aporta datos interesan­tes sobre la posición de este personaje y el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife referente a la pervivencia de la Diócesis Nivariense. Nos señala la estrategia acordada por él y el nuevo representante por la provincia de Canarias Graciliano Afonso, por la cual, Murphy luchaba por conservar la capitalidad del Archipiélago para Santa Cruz de Tenerife y Graciliano no se opondría, para lo cual, éste retrasaría su incorporación al escaño en las segun­das Cortes del Trienio Liberal y, en contraprestación, aquel no se interpondría en la lucha por suprimir la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna. Así, cada uno ganaba el proyecto que habían traído consigo desde Canarias8.Del mismo modo se expresa el historiador Alfonso de Armas Ayala en su artículo Graciliano Afonso, un diputado canario de las Cortes de 1821 desterrado en América en Anuario de Estudios Atlánticos, quizá, con comentarios más mor­daces, si cabe, del pacto secreto entre los dos diputados canarios:

Al plantearse el debate sobre la capitalidad de Canarias, los diputados Murphy y Soverón -éste Jefe Político de Canarias- son los que van a intervenir de un modo más concreto; porque Afonso, misteriosamente, había desaparecido. "Las causas que influyeron para que nuestra estrella se eclipsara -dice Déniz­quedaron sepultadas entre el Doctoral don Graciliano Afonso y don Patricio Murphy, diputado por Tenerife, saliendo cierta la profecía de don Pedro Déniz, al retirarse de la Junta Electoral: que don Graciliano Afonso perdería a Canarias." Su tardanza en llegar al Congreso -al decir de Afonso- justificaba el fracaso "del negocio", aunque en la próxima legislatura preveía mayor éxito, y señalaba a Murphy como su principal colaborador en el problema del obispado9

Las consecuencias de ese momento histórico ya las conocemos. Por otra parte, la propuesta del Cabido Catedral de Santa Ana de crear una archidióce­sis, si no se lograba la reunificación, fracasó. Los ánimos se enconaron aún más. Pero la Diócesis de Tenerife pervivió.

7 Cf. GUIMERÁ PERAZA, Marcos, Los diputados. pp. 48-52.

8 Cf. GUIMERÁ PERAZA, Marcos, MURPHY, José, [Historia, 1], Ed. Caja General de Ahorros de Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1974, pp. 109-115.

9 de ARMAS AY ALA, Alfonso, "Graciliano Afonso, un diputado canario de las Cortes de 1821 deste­rrado en América", Anuario de Estudios Atlánticos, 3 (1957), p. 399.

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Volviendo al momento previo a la creación de la diócesis, que es el tema que nos interesa, ¿qué bibliografía existe? En primer lugar tenemos la obra de Lope de la Guerra Memorias de Tenerife en la segunda mitad del siglo XVIII. Este personaje, contemporáneo de los hechos que él relata, nos refleja las inquietudes del Cabildo de Tenerife, pretendiendo el traslado de la Audiencia de esta ciudad de Las Palmas a aquella otra de La Laguna, junto a ello dice:

"No fue esta la única pretensión de este Cabildo general, en él se leyó otra representación del Personero a fin de que se pretenda la división del Obispado de estas Islas, creándose un Obispado de esta Isla de Tenerife, y de las otras adyacentes a ella, para ello propone que la Bula de la cena en dife­rentes artículos está fundada en lo violento que es extraer a litigar fuera del propio domicilio lo que ejecutan los Obispos sin embargo de la Real Cédula de 15 de Diciembre de 1525, y sobre cartas que la mandan observar, insistien­do en ello el actual Obispo. Que en la erección de los Obispados de Ibiza, Menorca, Santander y otros, no han concurrido tan fuertes razones que aunque al tiempo de la Conquista se tuvo por bastante a un Obispo, en más de 370 años que han corrido ya el rebaño no es de 500 vecinos sino de más de 160.000 personas. Que el aumento de población, y de rentas decimales son fundamen­tales para esta pretensión, que la renta episcopal que en algún tiempo no lle­garía a 1000 ducados corre entre 50 y 60.000 de cuya mitad lo menos serán 50.000. Que el Reino de Canarias se compone de 7 Islas, y que las travesías de mar son peligrosas, por lo que los Obispos no las visitan; que Personas muy ancianas se quedan sin confirmar. Que las limosnas las distribuyen en Canaria, y que siendo Tenerife una de las Islas que más contribuyen no participan de ellas; en fin expuso otras varias razones, de que, hechos cargo los concurren­tes, acordaron hacer reverente súplica a S.M. para dicha división de Obispado encargando también dicha pretensión al Marqués de Villanueva del Prado, y participándola al Comandante General y Real Audiencia y escribiéndose por los Diputados de Corte a los mismos Consejeros, de quienes se hace mención en el tratado de traslación de Audiencia haciendo la remisión el Personero, y practicándose lo demás que se tenga por conveniente"10

El autor no volverá a mencionar el asunto, dato recogido por otros his­toriadores para mencionar el problema, siempre contextualizándolo en el Pleito Insular, tal como hemos mencionado anteriormente. Así el doctor Juan

10 Cf. LOPE DE GUERRA Y PEÑA, Memorias, IV, Ed. Museo Canario, Las Palmas de Gran Canaria, 1951, pp. 159-160.

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Ramón Núñez Pestano, en su trabajo La Nivaria triunfante y su capital glorio­sa o los orígenes del pleito insular, refleja el sentir poco optimista sobre el pro­yecto divisionista que se respiraba en el propio consistorio lagunero, así como la opinión reflejada por el agente del Cabildo de la isla en Madrid, que consi­deraba el traslado de la Audiencia y la creación del obispado una majadería y seguro fracaso. Fueron de este modo las cosas, que el propio Cabildo de Tenerife vuelve a la solicitud del Tribunal de las Cuatro Causas11

Fuentes

En el desarrollo de la primera parte de mi exposición, he hecho mención especial al libro de Núñez Muñoz y, consecuentemente, a las fuentes utiliza­das por ella. Fuentes documentales pertenecientes a la Embajada española ante la Santa Sede, así como al archivo del Ministerio de Justicia.

Para nuestro trabajo, ha sido fundamental acudir a los siguientes archivos:

Archivo de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife (ARSEAPT).

Archivo Municipal de La Laguna (AMLL).

Archivo del Cabildo Catedral de Santa Ana (ACCC).

Archivo del Cabildo Catedral de La Laguna (ACCLL).

Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de La Laguna (AHDSCLL).

Archivo de las Cortes de Cádiz (AC).

Todos estos archivos son fundamentales para conocer debidamente los antecedentes y otros aspectos relativamente estudiados. Son los archivos de las instituciones actoras en la creación de la Diócesis Nivariense y, por lo tanto, necesitan ser trabajados contemporáneamente porque la documentación de uno orienta por donde se debe buscar en los otros; también, hay que conside­rar que unos silencian lo que otros insinúan.

El Archivo de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife posee no sólo el fondo propio de la institución sino también toda la documentación particular de la familia Nava y Grimón, es decir, del Marqués de Villanueva del Prado, hoy denominado Fondo Rodríguez Maure. Los lega-

11 Cf. NUÑEZ PESTANO, Juan Ramón, La Nivaria triunfante y su capital gloriosa o los orígenes del pleito insular, [Estudios y ensayo, 17; Historia 1], Ed. Universidad de La Laguna, La Laguna, 2001, pp. 81-85.

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jos, donde han aparecido mayor número de documentos, son los 144 y 277. Los legajos 112, 114, 189, 227 y 279 también nos aportan algunos.

La primera iniciativa conocida, documentalmente, de transformar la ciudad de Aguere en sede episcopal se refiere a la propuesta que hizo el Marqués de San Andrés, Fernando de la Guerra, a Viera y Clavijo, en carta del 14 de julio de 1782 para que éste fuera el primer obispo. Documento recogido por el historiador Enrique Roméu Palazuelos12 en su biografía sobre Viera y Clavijo:

"Amigo querido; Gracias a Dios se apareció una carta de V m. Que reci­bí dos días ha; pero de 5 de Marzo que es lo mismo que contar mas de cuatro meses de fecha ... Después que lo considero a Vm. Arcediano he pensado más que nunca en cosas eclesiásticas, y he dado en un capricho, que a ratos me parece disparatado, y a ratos muy conforme y factible: que viniera V d. de Obispo. Aquí piensa Vm. Que yo estoy tan viejo que chocheo, o que es una visión de la amistad, ú otra cosa semejante. No señor, no estoy solo.

Este obispado ha crecido mucho; en su principio apenas fue de dos mil ps.; su renta es de más de 50.000 ps. y un obispo de 10.000 no es malo, ni lo debe parecer al que ha estado en Italia. Mucho mejor sería de más de 25.000.

En América se están dividiendo obispados. En España se dividió el de Santander; Felipe II creó el de Valladolid ... Menorca, de Mallorca. Y Lorca quiere desmembrar el suyo de Murcia o Cartagena. Siete travesías de mar es mucho para un obispo, y muchísimo si es viejo. Ni las limosnas se reparten bien, ni se confirma, ni se visita, ni esto anda bueno. No pueden haber teni­do tantas razones los otros obispados que se han separado. Por precisión se debe pensar en un obispado de Tenerife, Palma, Hierro y Gomera, que son las más occidentales; y dejar otro de Canaria, Lanzarote y Fuerteventura.

Si Vm. quiere pensar en esto, yo le moveré por acá lo que me es posi­ble. Si para la dignidad de Fuerteventura bastaron dos memoriales a pesar de la más increíble indolencia y descuido en la pretensión ... Una Catedral en La Laguna no sólo es fácil, sino muy conveniente [ ... ]" 13

12 Cf. ROMEU PALEZUELOS, Enrique, Biografía de Viera y Clavija a través de sus obras, Ed. Aula de Cultura de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1981, pp. 71-72.

13 ARSEAPT, RM 114, fol. 160.

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Viera rechazó semejante propuesta por considerarla descabellada y motivo de ruina para las islas, documento mencionado por Rodríguez Moure14

,

y trascrito por Roméu Palazuelos15•

La propuesta no había quedado sólo en el ámbito privado de los dos antiguos amigos de la Tertulia Nava, sino que el propio Cabildo de Tenerife la haría suya el 7 de abril de 1783 16

, como relata Lope de la Guerra y se puede leer en las actas del Cabildo, custodiadas en el Archivo Municipal de La Laguna. El Cabildo de Tenerife abrazaría esta opción, quizá, cansado de tanta lucha por el restablecimiento del Tribunal de las Cuatro Causas, con­cedido por el rey y denegado por la curia diocesana canariense. La oportu­nidad la daría la presencia de algunos paisanos canarios con cierta influen­cia en la Corte.

En un inicio, el Cabildo encomendó a uno de sus regidores Tomás Saviñón la elaboración de la instrucción que habría de ser remitida a la Corte. Con el inesperado fallecimiento de éste, se le encomendó, inmediatamente, al VI Marqués de Villanueva del Prado Alonso Nava y Grimón. Éste personaje sería, desde 1783, quien se dedicaría plenamente a preparar todos los informes necesarios que hiciera comprender al Rey la necesidad de una diócesis en Tenerife, para que éste cursara la solicitud a la Santa Sede.

Dentro de las pretensiones de las elites de La Laguna, Rodríguez Moure menciona un proyecto del obispo Tavira de crear una Colegiata17

, aunque sin citar el documento; Manuel Hernández González hace referencia al artífice del proyecto, pero sin concretar la signatura18

• El obispo tenía ideado concen­trar todos los beneficios y capellanías de la ciudad en la iglesia de Los Remedios. Moure concluye que todo finalizó mal por culpa de la rivalidad entre las dos parroquias laguneras. En el archivo de la Económica de Tenerife se encuentra un documento que nos ha permitido revelar el verdadero artífice

14 Cf. RODRÍGUEZ MOURE, José, Historia de la Parroquia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción, Ed. Imprenta Curbelo, La Laguna, 1915, pp. 99-100.

15 Cf. ROMEU PALEZUELOS, Enrique, Biografía de Viera, p. 72.

16 Cf. AMLL, Actas del Cabildo, Libro 28, Oficio II, fol. 15.

17 ARSEAPT, Discurso sobre el nuevo Plan o división de parroquias en La Laguna (aprox. 1789- 1793), RM 189, fol.38-47.

18 Cf. HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Manuel, De la Ilustración al absolutismo: la trayectoria intelectual de Santiago Bencomo, en "Homenaje a Alfonso Armas Aya/a", Ed. Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2000, p. 232.

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del proyecto de una colegiata en La Laguna: Santiago Bencomo19• Este dato

nos lo confirma Graciliano Afonso20 en su discurso ante el Capítulo Catedral de Santa Ana del 7 de junio de 1816 contra la tesis divisionista21

• Otro docu­mento fundamental, para comprender los pasos que se estaban dando, es la Memoria utilizada para todo el proceso de creación de la Diócesis de Tenerife y elaborado por el Marqués de Villanueva del Prado.

Y nosotros nos preguntamos ¿el Cabildo Catedral de Santa Ana era consciente de lo que se estaba fraguando en La Laguna? Así es. El dato lo encontramos en el archivo de esa catedral, en una carta de Rafael Ramos al deán. Ramos era canónigo pero residente en La Laguna, donde ejercía de vicario foráneo:

"Señor

Llegó a mis manos muy retardada la Carta por secretaria de 6 de Julio por Acuerdo de 6 de Junio (segun expresa) en asunto de la Pretension de el Ayuntamiento de esta Y sla para dividirse el Obispado; razon en que la fundan y puedan debilitarla; y demas, que se me ofresca conveniente a V. Y en mate­ria tan grave y de las resultas que traerá consigo. Haré presedente los funda­mentos, que alega para tanta obra: y después quanto me ha parecido pueda conducir a resistirla.

Debo expresar que la repentina Muerte del Licenciado Dn. Thomas Saviñon ha debilitado notablemente el Ardor con que la Materia se iba dispo-

19 Santiago Bencomo, hermano de Cristóbal y de José, nació en La Laguna el20 de julio de 1754. Se gra­duaría en la Universidad de Ávila, fue catedrático del Seminario Conciliar de Canarias, ganaría el bene­ficio parroquial de Los Remedios en La Laguna. Obtendría el beneficio de Racionero en la Catedral de Toledo, de la que pediría el traslado a la de Las Palmas, tomando posesión el5 de enero de 1804. El30 de noviembre de 1814 sería ascendido a Deán de la Catedral de Canarias. Llegó a Las Palmas de Gran Canaria la noticia que había sido elegido para Obispo el 25 de febrero de 1817. Fue presentado por el Rey Fernando VII como Obispo de Astorga el 1 O de julio de 1817, en el Consistorio del 1 de octubre del mismo año fue preconizado, consagrado Obispo el 22 de enero de 1818, muriendo el siguiente 2 de marzo sin haber podido llegar a su sede episcopal. Cf. Hierarchia Catholica, vol. VII, Padua 1968, p. 92. V Martínez, Bencomo (Santiago-José), en "Dictionnaríe d'histoire ecclesiastique", VII, p. 1050.ACCC, Libro de los Sres. Prebendados, fol. 62 vt. y 104.

20 Graciliano Afonso, natural de La Orotava, era Canónigo Doctoral de la Catedral de la Diócesis de Canarias desde el 19 de mayo de 1808. Ocupaba también el cargo de Juez de la Cruzada, Expolias y Vacantes. En la segunda legislatura del Trienio Liberal sería designado Diputado constitucional por las Islas Canarias. Después de caer el sistema constitucional, tuvo que exiliarse, regresando a España depués de subir al Trono Isabel II. Durante su exilio le reservaron su silla de coro en la Catedral de Canarias. Falleció el 18 de agosto de 1841. Cf. ACCC, Libro de los Sres. Prebendados, fol. 172.

21 ACCC, Actas del Cabildo, Libro LXVII, 7 de junio de 1816.

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niendo: hasta asegurarseme, se halla en el dia enteramente parada: por lo que reservo á la superior comprehension de V. Y. si sera lo mas conveniente sus­pendase todo paso preventivo en Madrid, que tal vez abriria los ojos, é ignora­mos lo que seguiria. Aumentame este pensamiento haberseme igualmente con­fiado (aunque no con la certeza de haver visto la Carta) que el Marquez de Villanueva del Prado. Apoderado para dicha Pretension, ha escrito, le contex­tó un Personage, á quien tocó sobre ella: Que si estimaba á su Paiz no propu­siese semejante Empresa. V. Y. obrará lo más acertado, y entró a referir por su orden el contenido del Memorial presentado a dicho Ayuntamiento, por el Syndico Personero."22

En este documento espía se percibe cierto desencanto o desidia en la continuación del asunto divisionista, especialmente después de la muerte de Tomás Saviñón, el cual había sido comisionado para elaborar el informe que justificase la conveniencia de crear una diócesis propia en Tenerife. También se puede deducir que el Cabildo Catedral inició gestiones en Madrid para fre­nar las acciones del Cabildo tinerfeño.

Esa carta se leería en el Capítulo Catedral ordinario del día 1 O de septiembre de 1783:

"A Cabildo para una Carta del Señor Canónigo Ramos con fecha de 30 del ultimo participando la pretensión de la Ciudad de la Laguna sobre creación de nuevo Obispado, y que se responda a dicho Señor haverse leido su Carta en el Cabildo de hoy.m3

Por la cita del Acta Capitular, parece que el Cabildo Catedral no le dio mayor importancia, quizá pensarían que el asunto no llegaria a más, de tal forma, que nunca más sería reflejada en las actas alguna inquietud o preocu­pación por el tema. Con toda seguridad, pensarían que el asunto era demasia­do descabellado o que ya estaba durmiendo el sueño de los justos.

Las actas del Cabildo de Tenerife siguen haciendo mención a los propó­sitos de restablecer el Tribunal de las Cuatro Causas, pero Nava y Grimón con­tinuaba trabajando. Esto lo vemos recogido en 1796, donde se eximen de inter­venir a la petición del Cabildo de Canaria sobre la elección de un obispo que fuera de extracción noble. El acta del Cabildo del 26 de enero de 1796, dice:

22 ACCC, Carta del 30 de agosto de 1783 de Rafael Ramos al Deán de Canarias.

23 ACCC, Actas del Cabildo, Libro LII, fol. 86 vt.

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"En la ciudad de La Laguna a veinte y seis de Enero de mil Setecientos noventa y seis años se juntaron á celebrar Cabildo el Sor. Corregidor de esta Ysla y la de la Palma por su S.M. y los Sres. Juan de Castro, Dn. José Saviñon, Dn. Antonio Riquel, Dn. Cayetano Peraza, Dn. Fernando Mendosa, Dn. Juan Tavares, Dn. José Monteverde Regidores, Dn. Nicolas Garcia Gomez, Dn. Francisco Bello Diputados y Dn. Felipe Carrillo Síndico Personero General [ ... ] Viose un oficio de los Sres. Dn Isidoro Romero y Ceballos y Dn. Estevan Laguna en virtud de encargo del Muy Ilustre Ayuntamiento <de Canaria> para que se solicite el recurso a S.M. de que el Pastor de estas Y slas fuese un ecle­siástico patricio, acordado allí; por si este Cuerpo quisiese apoyar el mismo pensamiento comunicandole los fundamentos o dirigirse por si al Rey con iguales miras En su visto la Justicia y Regimiento dixeron que en atención a que este Ayuntamiento tiene pendiente Suplica á S.M. sobre divición de Obispado no le es facil entrar en el Proyecto del M.N. Ayuntamiento de la Y sla de Canaria, y los Sres.: de Mesas contestarán en los terminas acordados á los referidos Sres. para su inteligencia.m4

Lo más probable es que el Cabildo de Tenerife estuviera más ocupado en el establecimiento de la universidad literaria, para lo cual el obispo Tavira venía encomendado por el Rey. Mientras, el marqués concluía su memoria pro creación de la diócesis de Tenerife en 1797. Este documento sería enviado a todas las instituciones que deberían dar un parecer, muchas de ellas conservan un ejemplar en sus archivos. Especial interés reviste la copia de la Catedral de Santa Ana, porque tiene un añadido de 1812, también del mismo autor, apor­tando otro argumento, la creación de nuevas diócesis en América25

Interesante, asimismo, es la correspondencia de Pedro José Bencomo, primer Deán de la Catedral y Rector de la Universidad de La Laguna, y de su hermano Cristóbal, profesor de latín del príncipe de Asturias y su confesor en un segundo momento; correspondencia que mantenían con el mencionado marqués, y que se encuentra en el mismo archivo. Estas epístolas nos han per­mitido leer entre líneas la historia oficial, conociendo los ánimos de unos y otros, las tensiones y opiniones sobre los demás, las actuaciones entre pasillos de cada uno de los personajes implicados. Extraordinario interés tienen las cartas de Cristóbal Bencomo que, desde Madrid, apoyaba el proyecto de crea-

24 AMLL, Actas del Cabildo, Libro 41, Oficio II, fol. 97.

25 Cf. ACCC, Expediente sobre división del Obispado de Canarias (1797-1833), Leg. 197, fol. 1-48vt.

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ción, influyendo en Fernando VII. Relata cuales son las gestiones que se pre­tenden desde Las Palmas. Curioso e inédito resulta el dato que nos aporta Cristóbal en una misiva, donde menciona el propósito del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma para que se cree una tercera diócesis en aquella isla con agregación de La Gomera y El Hierro.

Tengo en mi poder el informe ultimo sobre división, que me ha gustado mucho. Este negocio va por sus tramites regulares, y solo conviene activarlo sin salir del camino, para que no se debilite la justicia de la causa. Tambien la Palma quiere su Obispado con la agregación dela Gomera y el Hierro26

El Cabildo de La Palma, en sesión extraordinaria el27 de julio de 1815, se manifestaría favorable a la pretensión divisionista de Tenerife, pero ellos consideraban que las razones que se argumentaban para tal división, a decir, siete travesías marítimas, unas islas especialmente montañosas y una pobla­ción creciente, no se resolvía con tener dos diócesis en Canarias, sino que se hacía necesario no menos de tres. La agregación de las islas de La Palma, La Gomera y la de El Hierro a la isla de Tenerife, resolvería sólo un tercio de los problemas pastorales.

"[ ... ] y no es necesario más que poner a la vista el mapa de estas islas, para conocer las mayores ventajas que a las tres mencionadas las resultaría de tener su obispado en Tenerife. Sin embargo como hay otras muchas razones que no sólo conducen a la necesidad que hay de dar más extensión al bien que se propone, es muy del comprobar que la división del obispado en esa provin­cia se debiera hacer en más partes.

[ ... ]

¿No seríamos regular que dándosele a la isla de Tenerife obispado que seguramente le corresponda por la gran población y riqueza de su suelo, se diese otro a las islas de la Palma, Gomera y Hierro?= Esta sería sin duda la división más conveniente que se pudiera hacer porque siendo tres los obispa­dos de esta provincia, el primero comprendería las islas de Canaria, Lanzarote y Fuerteventura con un terreno de 48 leguas de largo, 23 de ancho y 364 de superficie y 60.000 almas de población. El segundo de Tenerife tendría 17 leguas de largo, 9 de ancho y 153 de superficie, con una población de 78.000

26 ARSEAPT, Carta del 18 de enero de 1816 de Cristóbal Bencomo al Marqués de Villanueva del Prado, RM 144, fol. 7vt.

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almas, y el tercero de la Palma, Hierro y Gomera tendrá un terreno de 26 leguas de largo, 22 de ancho y 194 de superficie con 36000 almas de pobla­ción. El primer obispado tendrá de renta de 50 a 60 ducados, el segundo de 60 a 70 y el tercero de 25 a 30.

[ ... ]

La notable diferencia que resulta de uno a otro obispado no debe ser tampoco un obstáculo para la división propuesta, pues además de la paga de sus diezmos y primicias nadie puede dudar que 25 a 30 ducados son más que para la dotación de un obispado y los diezmos que tal renta producen, bastan­tes para la distribución de los empleados Eclesiásticos.m7

Sorprendentemente la idea no cayó en el olvido, otro diputado en las primeras Cortes del Trienio Liberal, un gomero afincado en Madrid y sin parientes en su patria chica, Miguel Echevarría, el 8 de octubre de 1821 soli­citaba no sólo la permanencia de la Diócesis de Tenerife sino también la crea­ción de una tercera en el Archipiélago Canario28

El archivo de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife contiene la correspondencia particular, documentación oficial, copias de cada una de las respuestas de las instituciones y personas a las que se soli­citó opinión sobre la división diocesana, etc. Esta serie documental nos ha per­mitido adentrarnos en el discurrir y evolución de todo el proceso, así como comprender el estado de opinión de cada uno de los personajes a lo largo del mismo proceso. Este material es una extraordinaria fuente primaria.

Otro archivo fundamental para este trabajo, como hemos mencionado anteriormente, ha sido el de la Catedral de Canarias. Su estado es bueno. El rastreo en las Actas de Cabildo nos ha permitido comprender el estado de opinión de sus miembros, como por ejemplo la poca importancia que en un primer momento le dieron a la propuesta del Marqués de San Andrés, que luego hace suya el consistorio tinerfeño. Destacar que cuando se produjo en 1815 el voto favorable del Cabildo Catedral para la división diocesana, nadie manifestó alguna disconformidad. Pero, inmediatamente después, se crearía un partido contrario, alcanzando su punto álgido en el capítulo Catedral del

27 AMSCP, Actas del Cabildo, Caja 701, Lib. 1, pág. 109. Cabildo Extraordinario del27 de julio de 1815.

28 Cf. TRUJILLO CABRERA, José, Mi Don Antonio José Ruiz de Padrón, Ed. Goya, Santa Cruz de Tenerife, 1971, p. 257. Una copia de la solicitud que hace el Cabildo de La Gomera se encuentra en el fondo histórico de la Biblioteca de la Universidad de La Laguna.

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7 de junio de 1816, que necesitaría continuarse al día siguiente, donde se retractarían de la anterior decisión y acusando a los hermanos Bencomo de manipuladores. En esta ocasión aparece el doctoral Graciliano Afonso Naranjo como el paladín del antidivisionismo, que mantendrá hasta bien entrado el siglo.

El Archivo Municipal de La Laguna acoge toda la documentación del antiguo Cabildo de la isla de Tenerife, por lo tanto, aporta las actas y certificaciones de la institución relativas a la creación de la Diócesis tinerfeña y, como ya hemos mencionado, daría las primeras indicaciones para la solicitud.

La documentación histórica, que se halla en la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife, contiene información sobre el proceso de creación de la Diócesis. Esta documentación nos interesaba para poder comprender cual era la estrategia de ese Ayuntamiento, especialmente durante el Trienio Liberal, donde se discutió la pervivencia o no de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna.

El Archivo Catedral de La Laguna nos presenta los primeros momentos de euforia al ver culminada la aspiración tinerfeña de verse constituida en Diócesis, con toda la documentación del Comisario Regio y Pontificio que ejecutaría las ordenes de división diocesana; aporta la posición y gestiones de ese organismo para sostener la recién creada Diócesis durante el Trienio Liberal; y las dificultades y acusaciones de los liberales, que obligaría a su Deán a renunciar a ejercer de Vicario Capitular.

Conclusión

Hemos intentado hacer un recorrido sobre la historiografia y las fuentes que nos permiten conocer cómo se gestó el proyecto de creación de la dióce­sis de San Cristóbal de La Laguna. Pocos historiadores se han ocupado de ese argumento, salvo, como indicamos en la introducción, para vincularlo a sus trabajos sobre el Pleito Insular, pero hay que agradecer la aportación que hacen de fuentes, rescatadas del silencio o anonimato de los archivos, que hoy nos ayudan a hilar nuestro trabajo.

El estudio que hemos hecho, nos ha permitido recuperar documentos ya publicados, pero releídos a la luz de los otros documentos inéditos, descubier­tos por nosotros, y que permiten conocer mejor el desarrollo y evolución de

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los acontecimientos, los sentimientos enfrentados o las intencionalidades de cada uno de los personajes implicados en todo el proceso histórico.

A mi entender, la motivación pastoral era indiscutible. La incapacidad de un único obispo para poder atender una realidad fraccionada como nuestro archi­piélago, era más que evidente. Pero, también, la autoconciencia de las clases diri­gentes de Tenerife, sobre todo, reclamaban cierto protagonismo público y social para la ciudad de La Laguna y, por lo cual, también eclesial. Los próceres de La Laguna tenían tal conciencia de elite que no cabía en su mentalidad de clase verse dependientes de otra ciudad, que ellos entendían de menor importancia.

Si, inicialmente, el proyecto fue liderado por los laicos, en un segundo tiempo, los actores son fundamentalmente sacerdotes, para mayor concreción, canónigos. Así se desvela, particularmente, durante el periodo del Trienio Liberal. En ese momento político, el Magistral Frías, el Doctoral Afonso, el Deán Bencomo, el Arzobispo de Heraclea, el presbítero Cabezas, el canónigo Rivero, etc., superan el número de laicos que intervienen en el controversia por la supresión o pervivencia de la Diócesis de Tenerife.

Son varias las consecuencias inmediatas o remotas de la creación de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, algunas las vislumbraba el Obispo Verdugo, me refiero la división de ánimos entre los mismos miembros de la Iglesia, pero también es cierto que la presencia de dos obispos en el Archipiélago ha permitido una más incisiva acción pastoral de la Iglesia.

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VISIÓN HISTORIOGRÁFICA DE LA ARQUITECTURA RELIGIOSA.

Diócesis de Canarias.

Dr. D. Juan Sebastián López García Opto. Arte, Ciudad y Territorio; E.T.S. de Arquitectura

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

INTRODUCCIÓN

La arquitectura religiosa constituye uno de los aspectos más importan­tes del patrimonio inmueble de Canarias. Por sus características especiales de ser obras de carácter colectivo, inciden en ellas múltiples factores que la sin­gularizan, en cierta medida, sobre las demás tipologías constructivas. Entre los

agentes más generalizados están:

Variada procedencia de la financiación, normalmente popular y

comunitaria, aunque no falten obras con importantes mecenazgos o pa­

trocinio particular.

Una presencia de artífices destacados, más notable que en las demás tipologías, especialmente que en la arquitectura doméstica.

La utilización de lenguajes artísticos cultos, por el estrecho vínculo de la Iglesia con la cultura.

Suelen constituir las edificaciones más sobresalientes de su entorno, aunque siempre en sentido relativo, en consonancia con la escala de la locali­

dad de su ubicación.

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Son exponentes de la satisfacción comunitaria, ya que posiblemente ningún otro tipo de obra se manifiesta tras su finalización con un sentimiento de orgullo tan fuerte.

Por su carácter comunitario y calidad arquitectónica constituyen uno de los rasgos identificativos más importantes, incluyendo destacados valores intangibles.

La arquitectura religiosa en Canarias se ha tratado de forma general en los estudios que se han realizado de la trayectoria de los estilos artísticos en el archipiélago, desde el gótico hasta la actualidad. Este planteamiento provoca que el tema no esté siempre centrado y obliga que para realizar cualquier acer­camiento a su fenomenología se tenga que acudir a trabajos de carácter amplio, donde la arquitectura religiosa es un apartado. En la mayoría de las ocasiones la información está en manuales aún más globales, en trabajos de historia del arte o de aspectos históricos que incluyen lo arquitectónico, ya que las edificaciones dedicadas al culto constituyen una parte sustancial de cada uno de los momentos artísticos, sobre todo de los más antiguos. En consecuen­cia, como se verá, escasean las investigaciones estrictamente de una historia de la arquitectura religiosa, lo que en principio tampoco tiene que ser conside­rado negativo del todo, ya que no deja de tener interés las lecturas completas de un período o un edificio, donde lo inmueble queda en relación con las demás artes e incluso con su ámbito urbanístico y territorial.

Esta carencia de trabajos específicos y su correlación con otros temas afines y/o complementarios de dificil separación, dificulta mucho el segui­miento de un esquema claro de una secuencia historiográfica de la arquitectu­ra religiosa en la diócesis de Canarias, correspondiente al ámbito territorial de la provincia de Las Palmas. Se podrían trazar varias rutas, incluso cruzarlas, pero la limitación de este artículo lo impide, así que se ofrecerá una evolución con las tendencias y aportaciones más destacadas a partir de los diferentes medios editores.

El tema ofrece bastante dificultad por lo disperso de las publicaciones y la cantidad de autores que concurren, pero especialmente por su escasa defi­nición. Si se fuera estricta, muy pocos serían los títulos que se acomodarían al trabajo, circunstancia que obliga a una ampliación de la visión de los mismos, de tal manera que la delimitación del fenómeno puede quedar algo diluida. Sin embargo, este aumento de los trabajos a tener en cuenta puede resultar más

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que oportuno, ya que de esta manera se incluyen títulos de obras que ofrecen aspectos muy vinculados a la arquitectura -se diría que hasta que necesaria­mente vinculados-, sobre todo teniendo en cuenta la recomendación metodo­lógica de Giulio Cario Argan de "historiar el arte". Así se justifica que en esta línea de trabajo se hayan considerado investigaciones que aunque no sean estrictos de historia de la arquitectura -ni tan siquiera de algo más general como la historia del arte-, sí que son útiles y hasta imprescindibles para "his­toriar la arquitectura". Por ejemplo, el libro "Gáldar a través de su archivo" de Santiago Cazorla León, en principio pareciera que no tendría cabida en estas líneas, pero entendiendo que contiene un corpus documental completo para "historiar" la arquitectura de las fábricas dedicadas al Señor Santiago de los Caballeros, así como de las ermitas de su jurisdicción, se convierte en un título esencial para cualquier acercamiento a la historia de la arquitectura de esos edificios galdáricos. Aceptado este ilustrativo ejemplo, se entenderán las complejas posibilidades de esta visión historiográfica con su amplitud y su dificultad de control.

El presente trabajo tendrá como territorio de estudio el propio de la dió­cesis de canarias, coincidente con la demarcación civil de la provincia de Las Palmas (islas de Fuerteventura, Gran Canaria, Lanzarote y La Graciosa).

El marco objeto de estudio

El redescubrimiento medieval de Canarias tuvo como consecuencia la cristianización de las islas, comenzando con anterioridad al proceso de con­quista. Hechos como la creación del obispado misional de Telde en Gran Canaria1 o la aparición de la imagen de Nuestra Señora de Candelaria así lo atestiguan, por citar sólo dos ejemplos muy conocidos.

La evangelización fue sustituyendo la antigua religión de los canarios en cada isla, que presentaba un cierto paralelismo con el cristianismo, especial­mente por la creencia en un dios supremo, llamado de diferente forma según el ámbito insular (Alcorac, Achaman, Ahora, etc.), puede que hasta como resultado de contactos anteriores. Para los cultos existían espacios y lugares sagrados donde se realizaban ritos, si bien algunas montañas poseían un valor especial como Amagro o Tirma, también se construían recintos para las prác­ticas religiosas como los "almogarenes" y otras construcciones al aire libre. El

Vid. RUMEU DE ARMAS, Antonio, 1969, El Obispado de Te/de. Misioneros mallorquines y catalanes en el Atlántico, Patronato de la Casa de Colón, Las Palmas de Gran Canaria.

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estudio historiográfico de esta arquitectura religiosa prehispánica no será objetivo de este trabajo.

Como ya es sabido, las formas góticas fueron las primeras en llegar a lo largo del XV, centuria en la que se asiste a la total conquista e incorpo­ración a la Corona de Castilla. Con el aporte de las carpinterías mudéjares, el gótico enlaza con el renacimiento en el XVI, el cual triunfa plenamente en la segunda mitad del siglo y cuyo clasicismo perdura en el siguiente para incorporar ligeramente el barroco. El XVIII estará primero bajo el signo barroco, manteniendo además tendencias anteriores, al mismo tiempo que antes de finalizar, en su último tercio, dará paso al neoclásico, prolongado durante el XIX en un academicismo que ofrecerá distintas facciones histo­ricistas y eclécticas que ya entrarán en el XX. En el siglo pasado, la arqui­tectura religiosa, tal como se preconizaba en la centuria decimonónica, va perdiendo importancia y no contendrá -salvo excepciones- las manifesta­ciones más importantes de cada movimiento artístico, como solía ser fre­cuente en los siglos anteriores. Esta circunstancia es paralela al aumento paulatino de los trabajos teóricos sobre la historia de la arquitectura religio­sa y sus contextos.

Durante siglos, la Iglesia fue un importante organismo constructivo, alcanzando en la mayoría de los casos el grado del más importante de cada comunidad. Las obras solían ser resultado de varias generaciones y concentran multitud de circunstancias en torno a sí, tantas que una lectura estrictamente arquitectónica no las explicaría integralmente. La arquitectura religiosa está muy relacionada con muchos factores y su desarrollo va muy ligado a la evo­lución urbana y territorial de los núcleos sonde se ubica. Sin duda, el mejor ejemplo canario lo constituye la Catedral de Las Palmas, con sus cambios de emplazamiento según el desarrollo de la ciudad y sus fases de ampliación, caracterizada por la duración de las obras, que ha dado lugar a la frase "dura más que la fábrica de Santa Ana", que son sus variantes siempre expresa la tar­danza en cualquier obra.

La Catedral de Santa Ana de Canarias, iglesias parroquiales, ermitas, capillas, conventos, iglesias de hospitales, etc. han sido objeto de desigual estudio a lo largo de los años, en publicaciones dispersas, integradas en la mayoría de las casos en revistas y actas de congresos, compartiendo páginas con el resto de la arquitectura o con aspectos históricos y artísticos.

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Proceso historiográfico

Desde las mismas crónicas aparecen citas de lugares y edificios religio­sos, aunque con muy pocos detalles. La capilla catedralicia de Rubicón (Lanzarote ), oratorios mallorquines en Gran Canaria (Santa Catalina, Santa Águeda y San Nicolás de Tolentino) o el uso de la "casa canaria" como primer templo del Señor Santiago en la corte de los guanartemes, son referentes cono­cidos. Con el paso del tiempo, las distintas descripciones incluyen la cita de iglesias parroquiales y otras edificaciones religiosas, como inmuebles más destacados de las diferentes ciudades, villas y lugares. En comparación, los edificios singulares de carácter civil eran más bien escasos, ya que incluso algunas islas no llegaron a contar con edificio propio de cabildo y la arquitec­tura militar también estuvo siempre por debajo de las piezas necesarias para la defensa, lo que se demostró en los diversos ataques acaecidos. Por su parte, entre la arquitectura doméstica, que era la más abundante, sólo sobresalían las viviendas de las familias más adineradas, presentes en unas pocas localidades. Con todo, en los escritos del pasado y especialmente hasta finales del Antiguo Régimen, los edificios religiosos eran un referente importante.

Es interesante apreciar como algunos escritos del pasado, de carácter histórico, ya establecen una valoración acerca de la arquitectura religiosa. Un caso interesante lo ofrece José de Viera y Clavijo (1731-1813), quien al des­cribir la Villa de San Miguel de Teguise en la segunda mitad del siglo XVIII dice: "Su iglesia parroquial es un templo de tres naves, el más hermoso de las Canarias, y su coro y sacristías piezas excelentes002

• Estas citas se multiplican casi por el número de localidades isleñas, aunque normalmente son breves, sin ofrecer valoración y limitadas a datos como la dimensión del edificio, núme­ro de naves o si está aseada.

El siglo XIX no se libró de las polémicas propias de la centuria en Canarias y las descripciones de algunas muestras de arquitectura religiosa sir­vieron para magnificar a una u otra ciudad, con sus edificios, en el denomina­do "Pleito Insular". Al respecto se pueden encontrar ejemplos en la obra enci­clopédica de Pascual Madoz o la crónica anónima de mediados del diecinue­ve que refiere que la iglesia galdense de Santiago es el segundo templo en

2 VIERA Y CLAVIJO, 1978, Noticias de la Historia de Canarias, 1, Cupsa Editorial, Madrid, pp. 356-357. Véase también: LÓPEZ GARCÍA, 1993, Origen y desarrollo urbano de Teguise (Lanzarote), La Caja de Canarias, Teguise, pp. 17 y 36.

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monumentalidad de la entonces provincia de Canarias detrás, lógicamente, de la catedral de Las Palmas, lo que parecía plantear la superioridad de la arqui­tectura grancanaria sobre la de otras islas3

• Como señala Carmen Fraga\ es también en este siglo cuando se publican las primeras biografías de artistas, entre las que se cuentan las que Agustín Millares Torres ( 1826-1896) dedica en su "Biografías de canarios célebres" a Diego Nicolás Eduardo, figura clave de la arquitectura religiosa canaria, y a José Luján Pérez, quien también tuvo su destacada faceta edificatoria5

El siglo XX en su segunda década contó con una aportación destacada y aunque no sea un ejemplo de la actual diócesis de Canarias, habria que citar como una de las obras pioneras que tratan aspectos históricos y arquitectóni­cos, el libro "Historia de la Parroquia Matriz de Ntra. Señora de la Concepción", publicado en 1915 por José Rodríguez Moure, en cuyo apéndi­ce incluyó las Sinodales del Obispo Vázquez de Arce. Esta obra reviste una gran importancia, porque casi un siglo después aún la mayoría los templos canarios carecen de obras de este tipo, que hubieran sido de gran aporte a la historia de la arquitectura religiosa de las islas.

Ha sido la centuria pasada la que consolidó la Historia del Arte como disciplina y, por ende, la Historia de la Arquitectura. La trayectoria y tenden­cias del tema en estas islas macaronésicas fueron expuestas en 1982 por la Dra. Carmen Fraga González, quien estableció las líneas generales de los tra­bajos realizados, en una ponencia marco que presentó en el V Coloquio de Historia Canario-Americana en Las Palmas de Gran Canaria6

• Este artículo es del mayor interés porque ilustra la trayectoria en el archipiélago y aunque han pasado un par de décadas, sigue siendo el punto de partida para cualquier aná­lisis que se haga de la cuestión, dada la precisión y la adecuada estructura que utiliza en el mismo. Si bien trata el arte en general, aparecen las referencias

3 ANÓNIMO (1950): Gran Canaria a mediados del siglo XIX, según un manuscrito contemporáneo (con dibujos), 1851.- La capital y los pueblos. 1852.- Las fiestas de puertos francos. 1853.- El Carnaval, Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.

4 FRAGA GONZÁLEZ, Carmen (1985): "Arte en Canarias: estado de la cuestión", en V Coloquio de Historia Canario-Americana (1982), tomo III, Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, p. 36.

5 Primera edición, Las Palmas, 1872; segunda, aumentada, de 1878-1879.

6 FRAGA GONZÁLEZ, Carmen (1985): "Arte en Canarias: estado de la cuestión", en V Coloquio de Historia Canario-Americana (1982), tomo III, Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, pp. 33-65.

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oportunas a la arquitectura, y dado que han transcurrido casi veinticinco años desde su redacción, se ha seguido su aún vigente esquema de trabajo para completarlo hasta la actualidad en lo concerniente a la historiografia de la arquitectura religiosa en la diócesis canariense.

La Dra. Fraga González ha destacado que a pesar de la existencia de periódicos y revistas en el siglo XIX, la difusión de los estudios de carácter artístico fue propiciado por las instituciones culturales ya en el siglo XX, sobre todo por la trilogía que forman El Museo Canario (fundado en Las Palmas de Gran Canaria en 1879), la Revista de Historia (editada en San Cristóbal de La Laguna desde 1924) y el Instituto de Estudios Canarios ( cre­ado en 1932 con vinculación a La Universidad de La Laguna), en cuyos boletines y revistas se han publicado varios artículos relacionados con la his­toria de la arquitectura religiosa.

De forma aislada, en las instituciones referidas o por algunas destaca­das figuras, continuaron apareciendo trabajos, entre los que sobresalen por su vinculación al tema que nos ocupa, la Historia de la Religión en Canarias, con la participación del herreño Dacio Darias, el tinerfeño Rodríguez Moure y el grancanario Luis Benítez, que precisamente redactó el capítulo "Resumen his­tórico del Templo Catedral de Las Palmasm. Sin ser una obra de historia de la arquitectura, ni de historia del arte, sí que hay que señalar la calidad de la edi­ción, que se completa con un gran alarde gráfico de láminas, en las que están presentes una buena parte de las obras de arte más destacadas del archipiéla­go, entre las que se seleccionaron los edificios más notables. Después de 1915 con el libro de la iglesia lagunera de La Concepción, esta es otra destacada edi­ción en relación con los bienes histórico-artísticos de la Iglesia en las islas, participando en ambas Rodríguez Moure, ahora con especial protagonismo de la Catedral de Las Palmas.

A partir de mediados del siglo XX proliferaron los trabajos en la pren­sa, aunque posiblemente con una mayor aportación de artículos relacionados con la arquitectura religiosa en la isla de Tenerife que en la de Gran Canaria, donde tradicionalmente el tema siempre ha sido menos tratado. Uno de los autores destacados fue Miguel Tarquis Rodríguez (1923-1968), que ostentó el cargo de director del Museo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife y quien,

7 BENÍTEZ INGLOTT, Luis; DARlAS PADRÓN, Dacio V; y RODRÍGUEZ MOURE, José (1957): Historia de la Religión en Canarias, Ed. Cervantes, Santa Cruz de Tenerife.

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conjuntamente, con Antonio Vizcaya Cárpenter fue autor del libro Documentos para la Historia del Arte en Canarias, 1, título muy sugestivo y, sobre todo, una aportación muy notable en los nuevos enfoques, con la publi­cación de fuentes documentales, lamentablemente todo quedó en el tomo pri­mero y centrado en Tenerife. Por suerte, pasados los años y como se verá, se publican trabajos de este tipo en la provincia laspalmeña. También en Tenerife, Pedro Tarquis Rodríguez redacta su interesante "Diccionario de arquitectos, alarifes y canteros que han trabajado en las Islas Canarias" ( 1964-1970), publi­cado en varias partes en Anuario de Estudios Atlánticos8

, suponiendo una des­tacada aportación para el estudio de la arquitectura religiosa, aunque también muy centrada en temas tinerfeños.

El año 1955 supone otro hito importante para la investigación en las islas, ya que se crea el Patronato de la Casa de Colón, con los auspicios del cabildo de Gran Canaria, y comienzan a editarse los ya citados Anuario de Estudios Atlánticos, con la secuencia más completa de las ediciones periódi­cas insulares, bajo la dirección de Antonio Rumeu de Armas. La historia del arte es una de las secciones de los anuarios y en ellos han aparecido algunos trabajos dedicados a la arquitectura religiosa, en menor número que los relati­vos a las demás artes9

En el progresivo avance de las investigaciones sobre el arte en general y los aspectos de la arquitectura religiosa, en particular, ha tenido una gran importancia la formación académica en las dos universidades canarias, pri­mero en la Universidad de San Fernando de La Laguna (actual Universidad de La Laguna), como único centro de las islas durante mucho tiempo, a la

8 TARQUIS RODRÍGUEZ, Pedro (1964- 1970): "Diccionario de arquitectos, alarifes y canteros que han trabajado en las Islas Canarias", número 10, pp. 417-544 (siglo XVI); número 11, pp. 233-398 (siglo XVII); número 12, pp. 399-566 (siglo XVIII); número 13, pp. 487-680 (siglo XIX, primera parte); número 16, pp. 169-796 (siglo XIX, segunda parte).

9 Anuario de Estudios Atlánticos, Patronato de la Casa de Colón, Cabildo Insular de Gran Canaria, Madrid-Las Palmas. ARTILES, Joaquín (1977): "El templo parroquial de la Villa de Agüimes", núme­ro 23, pp. 603-635. BÉTHENCOUR MASSIEU, Antonio (2001): "Aportaciones a la Historia de la Ermita de San Gregario de Los Llanos (Telde) ",número 47, pp. 179-209. LOBO CABRERA, Manuel (1986): "Pedro de Narea, arquitecto de la Catedral de Las Palmas", número 32, pp. 539-553. SUÁREZ QUEVEDO, Diego (1983): "La Iglesia del Hospital de San Pedro Mártir de Telde", número 29, pp. 531-563. SUÁREZ QUEVEDO, Diego (1987): "Ermita de Nuestra Señora de la Concepción y de San Francisco de Paula, La Atalaya de Santa Brígida, Gran Canaria", número 33, pp. 605-644. TARQUIS RODRÍGUEZ, Pedro (1964 - 1970): "Diccionario de arquitectos, alarifes y canteros que han trabaja­do en las Islas Canarias", número 10, pp. 417-544 (siglo XVI); número 11, pp. 233-398 (siglo XVII); número 12, pp. 399-566 (siglo XVIII); número 13, pp. 487-680 (siglo XIX, primera parte); número 16, pp. 169-796 (siglo XIX, segunda parte).

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que más tarde se une la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, tras sus precedentes en las desaparecidas universidades Politécnica de Las Palmas y Politécnica de Canarias. Al mismo tiempo fue aumentando el interés de las instituciones, con iniciativas que parten de los tres cabildos de la provincia de Las Palmas: Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote. El primero fue pio­nero con el ya citado Anuario de Estudios Atlánticos. Organizando además el encuentro periódico más importante de las islas de carácter humanístico y, por tanto, con plena cabida para la historia del arte y de la arquitectura. Desde 1976 los Coloquios de Historia Canario-Americana, que actualmente se celebran cada dos años, son el evento de mayor poder de convocatoria del archipiélago en su materia, bajo la dirección de Francisco Morales Padrón y coordinación de Elena A costa Guerrero. Las actas de los congresos constitu­yen, junto con los Anuarios, el otro gran corpus secuencial de mayor relieve bibliográfico de Canarias, lo que lo convierte en referencia obligada para los temas más variados, incluidos los de arquitectura y arte religiosos. Muchos han estado dedicados a temas relacionados con la efemérides del año, como el de 1978, quinto centenario de la fundación de Las Palmas de Gran Canaria, lo que propició el estudio de múltiples aspectos relacionados con la ciudad del Guiniguada10

El arranque y desarrollo de los Coloquios han ido paralelos al afian­zamiento de los estudios de Historia del Arte y de la Arquitectura en las uni­versidades canarias y la continuidad de los mismos, sirviendo de estímulo para la aparición de nuevos marcos de actuación en respuesta a una deman­da social más allá de las islas capitalinas que, en adelante, han permitido una mayor variedad de trabajos. Unos años más tarde de la pionera iniciativa del Cabildo grancanario, comienzan en 1984 las Jornadas de Estudios sobre Fuerteventura y Lanzarote1

\ organizadas por los cabildos de las dos islas más orientales para incentivar las investigaciones sobre las mismas, alter­nando normalmente sus sedes en las ciudades de Puerto del Rosario y

10 ALEMÁN HERNÁNDEZ, Carmen y GONZÁLEZ PADRÓN, Antonio (1980): "Diego Nicolás Eduardo, arquitecto de la iglesia de San Gregario de Te/de", en V Coloquio de Historia Canario­

Americana (1982), tomo II, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas, pp. 729-744. PÉREZ HERRERO, Enrique (1980): "Notas para la Historia del convento de San Bernardino de Siena, orden de Santa Clara, de Las Palmas, 1664-1671 ", en III Coloquio de Historia Canario-Americana (1978), tomo I, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas, pp. 409-453; etc.

11 Las I y II Jornadas se denominaron Jornadas de Historia de Fuerteventura y Lanzarote, a partir de las III pasaron a denominarse de forma definitiva con la fórmula actual.

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Arrecife. Estas convocatorias han servido para crear una nómina de trabajos donde la arquitectura y la historia de algunos edificios religiosos han sido el objetivo principal de estudio12

Con las Jornadas, las tres islas de la provincia de Las Palmas, que cons­tituyen la diócesis de Canarias, por medio de los tres cabildo insulares, cuen­tan con un espacio propio de trabajo y difusión de temas humanísticos, en los que tiene cabida la arquitectura y el arte religiosos.

Sin embargo, los cabildos de la provincia de Las Palmas no se limitan a publicar las actas de los congresos que organizan y patrocinan, así como edi­tar el ya citado Anuario de Estudios Atlánticos, sino que en otras colecciones o en publicaciones también han tenido sus importantes aportaciones al tema, donde la corporación insular de Gran Canaria tiene un destacado puesto por su dilatada y fecunda línea editorial13

• El cabildo de Fuerteventura publica Tebeto.

12 QUESADA ACOSTA, Ana María (1993): "La iglesia de Ntra. Sra. de la Candelaria en La Oliva. Tres siglos de reformas", V Jornadas, tomo I, pp. 365 y ss.; QUESADA ACOSTA, Ana María I(l995): "Apuntes histórico-artísticos sobre el Santuario de Nuestra Señora de los Dolores en Tinaja", VI Jornadas, pp. 399 y ss.; QUESADA ACOSTA, Ana María (1996): "Aportaciones para un estudio histórico-artístico sobre la iglesia de Santo Domingo de Guzmán en Tetir", VII Jornadas, tomo II, pp. 401 y ss.; CERDEÑA DE ARMAS, Francisco (1987): Noticias históricas sobre algunas ermitas de Fuerteventura, I Jornadas, tomo I, pp. 315-364; CERDEÑA DE ARMAS, Francisco (1989): "Noticias de la construcción de la Iglesia de Puerto del Rosario (Fuerteventura), 1812-1930. Catálogo de los expedientes de construcción", III Jornadas, tomo II, pp. 637 y ss.; CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, José (1989): "Fuerteventura. Obras de arquitectura religiosa emprendidas durante el siglo XVIII", III Jornadas, tomo II, pp. 353 y ss.; CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, José 1996): "La Iglesia de Ntra. Sra. de La Encarnación en Haría. Noticias para su historia", VII Jornadas, tomo II, pp. 349 y ss.; GÓMEZ-PAMO Y GUERRA DEL RÍO, Juan Ramón (1993): "Aspectos artísticos de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe en Teguise en el tránsito del siglo XVI al XVII", V Jornadas, tomo I, pp. 353 y ss.; HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, Sebastián (1989): "El antiguo cementerio de Puerto de Cabras. Notas para un informe", III Jornadas, tomo II, p.431 y ss.; MATEO CASTAÑEYRA, Lorenzo y MORANTE, RODRÍGUEZ, María Jesús (1990): "Informe sobre los trabajos de restauración de la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán de Tetir. Fuerteventura ", II Jornadas, p.211 y ss.; OLI­VERO DÍAZ, Esther Y PERERA BETANCORT, Francisca María (1996): VII Jornadas, tomo II, pp. 375 y ss.; TAVÍO DE LEÓN, María Dolores (1990): "Arquitectura mudéjar en la isla de Lanzarote ", II Jornadas, tomo II, p. 157 y ss.

13 Aparte del Anuario de Estudios Atlánticos, Coloquios de Historia Canario-Americana, Cuadernos de Patrimonio, Guías de Patrimonio, Colección La Guagua, ediciones del CAAM, Fedac, etc., se cuentan otras valiosas aportaciones al tema, como CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, José (1995): Patronazgo artístico en Gran canaria durante el siglo XVIII; HERNÁNDEZ PERERA, Jesús (1998): Los arquitectos de la Catedral de Las Palmas; HERNÁNDEZ SOCORRO, María de los Reyes: Manuel Ponce de León y la arquitectura de Las Palmas en el siglo XIX; LOBO CABRERA, Manuel ( 1993 ): Panorama artístico de Gran Canaria en el Quinientos; etc-, a los que hay que sumar las numerosas colaboraciones en iniciativas de otras instituciones y, especialmente, ayuntamientos de la isla.

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Anuario del Archivo Histórico Insular1\ donde han aparecido numerosos e

importantes estudios, que han incrementado el conocimiento sobre las ermitas

majoreras, aunque la revista está abierta a temas de fuera de la isla.

Las ediciones particulares del cabildo lanzaroteño, por su parte, han sido muy regulares, contando en su amplio conjunto de publicaciones con

varios libros que tienen interés para la arquitectura religiosa, algunos pertene­cientes a la colección Rubicón. El Servicio de Publicaciones del cabildo lan­

zaroteño se ha caracterizado por una amplia línea editorial y una gran calidad en sus trabajos, participando también en coediciones15

• En Lanzarote, además,

se cuenta con dos interesantes aportaciones, la primera de ellas es la debida al escritor Agustín de la Hoz, quien en su libro Lanzarote16 (1962) ofrece juicios

sobre la arquitectura religiosa de la isla (ermitas de Tahiche, El Mojón,

Máguez, tao, etc.). Otra interesante aportación es la de ofrecida por César Manrique y sus colaboradores en Lanzarote. Arquitectura inédita (1988)17

,

14 Entre los trabajos publicados están los siguientes: Santiago CAZORLA LEÓN (1996): "Las ermitas de Nuestra Señora de la Peña y de San Miguel de Fuerteventura ",Anexo III, pp. 3-120; Francisco Javier CERDEÑA ARMAS y Jesús Alejandro (1999): "La ermita de San Agustín, Tefia (Fuerteventura) ", XII, pp. 181-199; Rosario CERDEÑA RUIZ e Ignacio HERNÁNDEZ DÍAZ (1996): "La ermita de Ntra. Sra. de Gracia de Va/lebrón, Fuerteventura: referencias históricas", IX, pp. 153-164; CERDEÑA RUIZ, Rosario y HERNÁNDEZ DÍAZ. Ignacio (1997): "Noticias históricas sobre la ermita de San Juan Bautista de Va/lebrón, Fuerteventura ", X, pp. 257 -282; Ignacio HERNÁNDEZ DÍAZ (1997): "La ermita de Ntra. Sra. de los Dolores y San Miguel Arcángel de La Caldereta, Fuerteventura ",X, pp. 335-348; Julio SÁNCHEZ RODRÍGUEZ (1999): "La ermita de La Merced de El Time (Fuerteventura) en la Biblioteca Nacional y en los archivos de Canarias", XII, pp. 163-180; etc. Véase también Tebeto. Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura (Islas Canarias). Índices I-X (1988-2002), Archivo Histórico Insular de Fuerteventura, Servicio de Publicaciones, Puerto del Rosario, 2003.

15 Un libro esencial en estos temas es el de GALANTE GÓMEZ, Francisco José (1991): Lanzarote. Arquitectura religiosa. 1, que publicó en colaboración con los alumnos de la Escuela de Arte Pancho Lasso, quienes realizaron maquetas de diferentes edificios religiosos, en un interesante experimento. Por encargo del Cabildo de Lanzarote se redactó la Historia del Arte de Lanzarote, obra de Juan Sebastián LÓPEZ GARCÍA y María de los Reyes HERNÁNDEZ SOCORRO, primera de las de su tipo en Canarias, está en proceso de publicación. En la Colección Rubicón, entre otros, se han publicado: LOBO CABRERA, Manuel y QUINTANA ANDRÉS, Pedro C. (1997): Arquitectura de Lanzarote en el siglo XVII. Documentos para su Historia y QUINTANA ANDRÉS, Pedro C. y PERERA BETANCORT, Francisca María (2003): Fuentes para la Historia de Lanzarote. Retazos de un tiempo pasado (1700-1850). En coedición con el Ayuntamiento de Arrecife y el Centro de la Cultura Popular Canaria está CLAR FERNÁNDEZ (2002): La Iglesia de San Ginés en el Puerto del Arrecife.

16 HOZ, Agustín de la (1962): Lanzarote, Gobierno Civil de Las Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, Ayuntamientos y Cabildo Insular de Lanzarote, Madrid.

17 MANRIQUE, César; RAMÍREZ DE LUCAS, Juan; ESPINOSA, Agustín de; HIGUERAS, Fernando; y NIEVA, Francisco (1988): Lanzarote. Arquitectura inédita, Cabildo Insular de Lanzarote, Arrecife. Cabildo Insular de Lanzarote, Madrid.

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donde se dedica un apartado a la arquitectura religiosa, con una interesante selección de fotografias de iglesias, ermitas, conventos y cementerios.

Los cabildos de las islas occidentales, correspondientes a la provin­cia de Santa Cruz de Tenerife y diócesis de San Cristóbal de La Laguna, han centrado más sus ediciones en temas relativos a su territorio, aunque en algunos casos el carácter general de sus estudios incluyen aspectos pertene­cientes a la diócesis de Canarias. En esta línea está el Aula de Cultura de Tenerife, del cabildo insular tinerfeño, con una amplia nómina de obras que han sido muy importantes para los estudios posteriormente desarrollados, de maestros tan destacados como Alfonso Trujillo Rodríguez y Carmen Fraga González. En el Aula se incluye la colección Enciclopedia Canaria y otras publicaciones18

El traspaso de las competencias en materia de cultura a los cabildos también ha abierto una línea de posibilidades de difusión a través de las uni­dades insulares de patrimonio histórico, que han comenzado a publicar estu­dios sobre el legado artístico, especialmente en los aspectos de la restaura­ción y recuperación. Aparte de las obras de arte en general, se cuenta sobre todo con folletos divulgativos de algunos edificios religiosos, como los dedi­cados a las ermitas de la isla por el cabildo de Fuerteventura. El Cabildo de Gran Canaria completa sus ediciones ya comentadas con la colección Cuadernos de Patrimonio y las distintas Guías, entre las que se cuenta la específica dedicada al patrimonio arquitectónico de la isla19

Los ayuntamientos también han participado, con desigual presencia, apoyando la difusión de trabajos realizados en su ámbito municipal. Muchas de estas investigaciones no reflejan siempre en sus títulos un particular inte­rés por la arquitectura religiosa, aunque muchos son imprescindibles para el

18 FRAGA GONZÁLEZ, Carmen (1977): La arquitectura mudéjar en Canarias. A la colección Enciclopedia Canaria pertenecen dos de los títulos generales dedicados a estilos artísticos, el gótico y el neoclásico: TRUJILLO RODRÍGUEZ, Alfonso (1976): El arte gótico en Canarias y FRAGA GONZÁLEZ, Carmen (1976): Arquitectura neoclásica en Canarias. Entre las misceláneas editadas des­tacan por estar dedicada a un historiador del arte y, por tanto, contener muchos trabajos del tema, los dos tomos del Homenaje a Alfonso Trujillo, editado en 1982.

19 HERNÁNDEZ SOCORRO, María de los Reyes y CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, José (2005): El patrimonio histórico de la Basílica del Pino de Teror, Cuadernos de Patrimonio Histórico, núme­ro 5. MARTÍN HERNÁNDEZ, Manuel; ALEMÁN HERNÁNDEZ, Rosario; LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián y MARTÍN RODRÍGUEZ, Fernando (2005): Guía del Patrimonio Arquitectónico de Gran Canaria.

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estudio de algunos edificios20• A estas iniciativas editoriales se unen otras de

carácter divulgativo, tal como sucede con el ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria que organiza los "paseos nocturnos por la Vieja Ciudad", con motivo de las fiestas fundacionales del mes de junio y con el objetivo de difundir el patrimonio local, promovido por el acto en sí y por las publica­ciones gratuitas que anualmente se presentan; en los distintos años se han tratado algunos temas de nuestro interés por distintos investigadores21

Otras entidades también han atendido a la arquitectura religiosa, mono­gráficamente o integrada en aspectos más generales. Ya se ha referido a la importancia que ha tenido la revista de El Museo Canario, publicada en Las

20 Entre los títulos de que han sido auspiciados por distintos ayuntamientos de la provincia de Las Palmas, ámbito de la diócesis de Canarias se cuentan: ALEMÁN RUIZ, Esteban; PERDOMO CERPA, Manuel; y CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, José (2002): Arte en Canarias. Villa de Firgas. Gran Canaria. Siglos XV-XX. 500 años de a construcción de su primera ermita de San Juan Ortega. 1502-2002, Ayuntamiento de Firgas; BÉTHENCOURT MASSIEU (1990): La parroquia de Nuestra Señora de la Antigua y la división eclesiástica de Fuerteventura en el siglo XVIII, Ayuntamiento de Antigua; CAZORLA LEÓN, Santiago (1993): Gáldar a través de su archivo, Ayuntamiento de Gáldar; CAZOR­LA LEÓN, Santiago (2000): Los Tirajanas de Gran Canaria. Notas y documentos para su Historia, Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana; CAZORLA LEÓN, Santiago (2004): La iglesia de San Marcial de Rubicón, Ayuntamiento de Yaiza; CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, José y LÓPEZ CANEDA, Ramón (2000): Iglesia de Santa Brígida. Gran Canaria: proceso constructivo. patrimonio escultórico­pictórico, Ayuntamiento de Santa Brígida; GONZÁLEZ-SOSA, Pedro (1985): Contribución para una Historia de Guía de Gran Canaria, Ayuntamiento de Santa María de Guía; HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, José (2003): Parroquia de San Bartolomé. Plan Beneficia! de Lanzarote, San Bartolomé­Lanzarote; HERNÁNDEZ JIMÉNEZ, Vicente (1998): El monasterio cisterciense de Teror, Ayuntamiento de Teror; HERNÁNDEZ PADRÓN, Alicia (1996): Guía histórico artística de Arucas, Ayuntamiento de Arucas, Cabildo de Gran Canaria, Arucas; LOBO CABRERA, Manuel y QUINTA­NA NAVARRO, Francisco (Dirs.) (1999): Yaiza y su tierra. Síntesis histórica, Ayuntamiento de Yaiza; LUJÁN HENRÍQUEZ, José Antonio (1994): Aspectos históricos de Artenara, Ayuntamiento de Artenara y Cabildo de Gran Canaria; RODRÍGUEZ SUÁREZ, PJ. (2001): San Mateo (Apuntes para su Historia). De Tinamar a la Vega de Arriba, Gobierno de Canarias, Ayuntamiento de la Vega de San Mateo, Vega de San Mateo; SUÁREZ GRIMÓN, Vicente y QUINTANA ANDRÉS, Pedro C. (2003): Historia de la Villa de Agüimes, Agüimes; SUÁREZ MARTEL, Jacinto (1996): Aportaciones a la Historia de Valsequillo, Ayuntamiento de Valsequillo de Gran Canaria en colaboración con el Cabildo de Gran Canaria y Salcai; SUÁREZ MORENO, Francisco (1999): La historia de la Aldea de San Nicolás, edición del Centro de la Cultura Popular Canaria en colaboración con el cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de la Aldea de San Nicolás; etc.

21 "La fundación de la ermita de San Nicolás de Bari" (María del Pino MARRERO HENNIG), "Ermita del Espíritu Santo" (Ana María QUESADA ACOSTA), "Iglesia de Santo Domingo de Guzmán" (Rafael RODRÍGUEZ Y RODRÍGUEZ MATOS), "La iglesia de San Francisco de Borja" (José LAVANDERA LÓPEZ), "Antiguo Convento y Cuartel de San Francisco" (Antonio RODRÍGUEZ BATLLORI), "La catedral de Santa Ana" (Salvador F ÁBREGAS GIL), etc. Aunque los paseos se iniciaron en 1978, sólo comenzaron a editarse anualmente a partir de 1996; en 2003 se publicó un recopilatorio: AUTORES VARIOS (2003): Paseos nocturnos por la Vieja Ciudad. Las Palmas de Gran Canaria. 525 años, Fiestas Fundacionales de la Ciudad, Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Entre los temas tratados están "La Plaza de Santa Ana y su entorno" (2001) y "La Catedral de Canarias y su entorno" (2002).

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Palmas de Gran Canaria, en la historia de la investigación en Canarias, tam­bién sus páginas han recogido trabajos relativos a la historia de edificios reli­giosos22. La antigua y señera Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria, en Las Palmas de Gran Canaria, cuenta con algunos de ellos, muy centrados en el tema23

, al igual que el Instituto de Estudios Canarios, en la Universidad de La Laguna (fundado en 1932), con algunas monografias que se han convertido en manuales del tema o artículos en su revista Anuario de Estudios Canarios24. Vinculada primero al Instituto de Estudios Canarios y luego a la Facultad de Filosofia y Letras está la Revista de Historia, en la que aparecen tempranamente algunos artículos sobre templos canarienses desde 1924, publicados en la ciudad tinerfeña de La Laguna25 .

Las revistas Vegueta. Anuario de la Facultad de Geografia e Historia, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y el Boletín Millares Cario, del

22 ARTILES, Joaquín (1965-1969): "El convento de Nuestra Señora de las Nieves de Agüimes", número 93-96, pp. 131-138 y número 99-103, pp. 49-66; BOSCH MILLARES, Juan (1948-1949): "Hospitales de Gran Canaria. El Hospital de San Lázaro", número 25-26, pp. 43-75; número 27-28, pp. 41-62; número 29-30, pp. 67-82; número 31-32, pp. 87-110; BOSCH MILLARES, Juan (1963): "El Hospital del Espíritu Santo en la isla de Lanzarote", número 85-88, pp. 51-64; CAZORLA LEÓN, Santiago (1975): "La ermita de Los Remedios de Las Palmas", en número especial Homenaje a D. Juan Millares Carlo, tomo II, pp. 225-253; HERNÁNDEZ MILLARES, Jorge (1935): "La iglesia y convento de San Agustín de Las Palmas", número 5; HERNÁNDEZ PERERA, Jesús (1960): "Sobre los arquitectos de la Catedral de Las Palmas, 1500-1570", número 73-74 (especial, Homenaje a Simón Benítez Padilla), pp. 255-305; LOZOYA, Marqués de (1963): "La Catedral de Las Palmas, avanzada en el Atlántico del gótico peninsular"; MORALES PADRÓN, Francisco (2004): "Pequeñas historias de un pueblo gran­de: Santa Brígida ",tomo LIX, pp. 251-318; etc. En Noticias. El Museo Canario: ALZO LA, José Miguel (2005): "La espadaña de San Francisco", número 14, pp. 27-29, etc. Entre los libros destaca: MARCO DORTA, Enrique (1964): Planos y dibujos de la Catedral de Las Palmas.

23 ALZO LA, José Miguel (1986): La iglesia de San Francisco de Asis en Las Palmas; CAZORLA LEÓN, Santiago (1992): Historia de la Catedral de Canarias. También útiles son los libros de CABALLERO MÚJICA, Francisco, con el título Episcopales Canarios, I. De Juan de Frías a Fray Juan de Toledo OSH (1483-1665) (1996) y II. Bartolomé García-Jiménez y Rabadán (1665-1690) (1997).

24 LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián (1983): La arquitectura del Renacimiento en el Archipiélago Canario, con un importante alarde de arquitectura religiosa de los siglos XVI y XVII, editado conjun­tamente con el Cabildo de Gran Canaria. En el Anuarío, Jesús HERNÁNDEZ PERERA publicó el artí­culo "La arquitectura canaria y Portugal".

25 BETANCORT, Lorenzo (1924): "De mi cartera. Templo desaparecido en Teguise" (se refiere a la igle­sia del Espírítu Santo, del antiguo hospital teguiseño), año I, enero-marzo, pp. 29-30; BETANCORT, Lorenzo (1924): "De mi cartera. El convento de la Madre de Dios de Miraflores, de Teguise", año I, julio-septiembre, pp. 83-86; BETANCORT, Lorenzo (1925): "De mi cartera. Del templo de Teguise", año III, octubre-diciembre, pp. 112-115; BONNET Y REVERÓN, Buenaventura (1942): "Notas sobre algunos templos e imágenes sagradas de Lanzarote y Fuerteventura", año XV, número 59, julio-sep­tiembre, pp. 183-197; HERNÁNDEZ PERERA, Jesús (1952): "La Catedral de Santa Ana y Flandes", año XVIII, número 100, pp. 442-454; MARCO DORTA, Enrique (1958): "Pedro Llerena, arquitecto de la Catedral de Las Palmas", número 121-122, pp. 123-127; etc.

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Centro de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) de Las Palmas, también han publicado aspectos de la arquitectura religiosa; las dos revistas se editan en Las Palmas de Gran Canaria26

Por su parte, han sido menores las aportaciones del Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias, con algún título aislado de carácter general que inclu­ye aspectos de arquitectura religiosa. Esta carencia tampoco queda paliada con la revista Basa, editada en Santa Cruz de Tenerife, más centrada en la arquitec­tura contemporánea, en la que tienen poco cabida las tipologías constructivas religiosas27

• Otras ediciones con sus aportaciones al tema se deben a iniciativas privadas, como las de la Fundación Mapfre Guanarteme28

, y el CICOP (Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio), cuya federación interna­cional de centros tiene su sede en San Cristóbal de La Laguna, ha organizado numerosos congresos y simposios29

, institución que ha publicado los Cuadernos CICOP para la divulgación del Patrimonio Histórico, en el que hay varios títu­los dedicados a templos canarios, pero todos de las Canarias occidentales.

Como importante órgano de difusión es notable la aportación de la revis­ta Aguayro30

, creada en 1970 por la Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria,

26 En ambas revistas hay sendos trabajos de LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián: "Notas para el eclecticis­mo en Canarias: Laureano Arroyo y la Candelaria de Ingenio" (1985, Boletín Millares Cario, vol. IV, pp. 243-250) y "Conventos femeninos en el urbanismo de Canarias (siglos XVI-XIX)" (2002, Vegueta, número 6, pp. 147-168.

27 RODRÍGUEZ DÍAZ DE QUINTANA, Miguel (1978): Los arquitectos del siglo XIX, Colección Archivo Histórico, número 1, Las Palmas de Gran Canaria. En la revista Basa es de señalar el número 3 (1985), monográfico "Manuel Oráa. Primer arquitecto provincial de Canarias" con aportaciones de A. Sebastián HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ ("Las tipologías arquitectónicas", pp. 19-43) y Sergio T. PÉREZ PARRILLA ( "Oráa entre el eclecticismo y el experimentalismo ", pp. 56-61 ).

28 AY ALA BENÍTEZ, Juan (1985): Noticias sobre el templo de San Juan Bautista de Arucas, y CAMPOS ORA­MAS, Javier (1999): La iglesia de San Juan de Arucas en la estela del gótico catalán. Las Destilerías Arehucas han editado: JESÚS VÉLEZ, Pablo P. (200 1 ): Templo Parroquial de Arucas: guía histórico artística.

29 HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, A. Sebastián (1998): "La Conspiración gótica en la Catedral de Santa Ana", en IV Congreso Internacional de Conservación del Patrimonio Arquitectónico y Edificación, CICOP, La Habana, pp.436-439.

30 Los primeros directores de la revista fueron Alfredo Herrera Piqué y Juan Antonio Martínez de la Fe. Entre los temas tratados están: ARTILES, Joaquín (1982): "El templo neoclásico de Agüimes", n" 141, pp. 17-20; CRUZ Y SAAVEDRA, Antonio Jesús (1983): "La Iglesia Matriz de Nuestra Señora de La Concepción (Agaete)" n" 149, pp. 15-18; GALANTE GÓMEZ, Francisco (1979): "Arquitectura gótica en Fuerteventura", n" 107, pp. 23-26; HERRERA PIQUÉ, Alfredo, (1978): "La antigua iglesia de La Candelaria en la Villa de Moya; n" 104, pp. 26-29; LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián (1982): "templo Matriz Arciprestal de Santiago de los Caballeros, Gáldar", n" 139, pp. 17-20; LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián (1983): "Arquitectura y arte religiosos en Gáldar JI", n" 150, pp. 17-21; "Cabeceras históri­cas y hospitales de Gran Canaria", n" 210, pp. 17-18; MORENO MOLINA, José Fernando (1983): "El templo de Santa María de Guía", n" 147, pp.15-20; PÉREZ AGUADO, Luis (1987) "Las ruinas de San Pedro Mártir (Telde) ", n" 170, pp. 34-35; etc.

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actual La Caja de Canarias, en la cual se generalizaron los trabajos sobre arqui­tectura religiosa. Se edita en Las Palmas de Gran Canaria y la relación de par­ticipantes es muy amplia y en ella se pueden encontrar numerosos artículos sobre templos y ermitas de la diócesis, así como períodos arquitectónicos; la Caja también ha colaborado en ediciones de libros y fichas de monumentos his­tórico-artísticos31. Poco notables, por su parte, han sido las aportaciones no vin­culadas a iniciativas oficiales o instituciones culturales, por editoriales32

En 1982, Carmen Fraga afirma, con mucha razón para el año de referencia, que "Sin duda, es la Universidad de la Laguna la que ha contribuido en mayor medida al conocimiento y catalogación de los conjuntos y obras artísticas existen­tes en Canarias. Esa aportación se ha centralizado a través del Departamento de Historia del Arte, en la Facultad de Filosofia y Letras, ya desde temprana fecha33

Después de trazar la trayectoria del departamento y resaltar los trabajos más importantes de los distintos miembros del mismo3

\ concluye el estado de la cues­tión en el momento referido con las aportaciones de la entonces recién creada Universidad Politécnica de Las Pahnas, resaltando algunos investigadores de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura y plantea que "continuarán en auge cre­ciente, hasta llegar a formar con la Universidad de La Laguna la sólida base que la investigación artística de Canarias requiere, sin límites insulares"35

Precisamente esto último se ha ido cumpliendo y ambas universidades, están a la

31 Entre los libros destaca GARCÍA ÁLAMO, Martín (1981 ): La Parroquia Matriz de San Lorenzo en el tercer siglo de su creación. En 1992, con la dirección de Juan Antonio MARTÍNEZ DE LA FE, se editó un fichero de monumentos histórico-artísticos, con 52 fichas de las que 24 pertenecen a edificios reli­giosos, 12 de ellos pertenecientes a la diócesis de Canarias.

32 Entre los ejemplos están FRAGA GONZÁLEZ, Carmen (1980): Arte Barroco en Canarias, Enciclopedia Temática Canaria, Ed. Interinsular Canaria, Santa Cruz de Tenerife; HERRERA PIQUÉ, Alfredo (1997): Las Palmas de Gran Canaria. Patrimonio histórico y cultural de una ciudad atlántica, Editorial Rueda, Madrid, también las distintas publicaciones de Edirca (Las Palmas de Gran Canaria), de las que se han referido algunos de sus títulos, que también publicaron GALANTE GÓMEZ, Francisco José (1989): El ideal clásico. La arquitectura en Canarias. Existen algunas otras ediciones de carácter más aislado.

33 FRAGA GONZÁLEZ, Carmen (1985): "Arte en Canarias: estado de la cuestión", en V Coloquio de Historia Canario-Americana (1982), tomo III, Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, p. 59.

34 Domingo Martínez de la Peña, Alfonso Trujillo Rodríguez, María del Carmen Fraga González, Fernando Gabriel Martín Rodríguez, Alberto Darias Príncipe, Francisco Galante Gómez, Clementina Calero Ruiz y Margarita Rodríguez González, son los que más han tratado la temática.

3 5 "Por último, es de esperar que las recientes aportaciones de profesores de la Universidad Politécnica de Las Palmas (Escuela Técnica Superior de Arquitectura), en las figuras de los Dres. Pérez Parrilla y Jiménez, así como de D. Juan Sebastián López García y Da Rosario Alemán Hernández, continuarán en auge cre­ciente, hasta llegar a formar con la Universidad de La Laguna la sólida base que la investigación artística de Canarias requiere, sin límites insulares" (FRAGA GONZÁLEZ, 1985, Op. Cit., pp. 64-65).

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par en materia de investigación sobre estos temas, donde se han realizado y reali­zan trabajos de licenciatura y tesis doctorales36

Otra de las tendencias posiblemente será una cada vez más frecuente aparición de trabajos de historia de la arquitectura y del arte, con referencias a lo religioso, en publicaciones y actas de congresos nacionales e internaciona­les fuera de las islas37

• Esta orientación está en relación con una mayor presen­cia de las universidades canarias en el exterior, con investigaciones de profe­sores del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna y del Departamento de Arte, Ciudad y Territorio de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

En los últimos años también hay que contar con las aportaciones desde el Gobierno de Canarias y, en especial, de la Dirección General de Patrimonio Histórico, con publicaciones que incluyen la arquitectura religiosa, tanto en formato tradicional en papel, como en compactos (CDY8

• En relación con las nuevas tecnologías, también hay que contar las ediciones digitales39

36 En estos momentos el arquitecto Francisco L. López Santamaría, profesor de la E. T. S. de Arquitectura de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria realiza bajo la dirección del Dr. Enrique F. Solana Suárez la tesis doctoral "La arquitectura de los templos de la Iglesia Católica en Gran Canaria. Análisis, clasificación y catalogación de sus edificios (parroquias, iglesias y ermitas) y las relaciones con los espacios urbanos en que se ubican los mismos".

37 Existen varios trabajos publicados en estas condiciones: FRAGA GONZÁLEZ, Carmen (1981): "Carpintería mudéjar en los archipiélagos de Madeira y Canarias", en Actas del II Simposio Internacional de Mudejarísmo, Teruel; FRAGA GONZÁLEZ, Carmen (1988): "Los modelos arquitec­tónicos", en Canarias y América, Gran Enciclopedia de España y América, Espasa-Calpe/ Argantonio, Madrid; GALANTE GÓMEZ, Francisco (1991): "La arquitectura canaria en el marco del Renacimiento en España", en Príncipe de Viana, número 1 O, Pamplona; LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián (1992): "Promoción, mecenazgo y cambio en la arquitectura religiosa de Gran Canaria, siglo XVIII", en VII Congreso Español de Historia del Arte, Universidad de Murcia, Murcia; LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián (1993): "Los cementerios contemporáneos canarios como bienes culturales", en Una Arquitectura para la Muerte. I Encuentro Internacional sobre Cementerios Contemporáneos, Consejería de Obras Públicas y Transportes, Junta de Andalucía, Sevilla, pp. 465-469; LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián (1994): "Arquitectura y espacio urbano: la asimilación del Renacimiento en Canarias", en X Congreso Español de Historia del Arte, tomo I, Universidad de León, León; MARCO DORTA, Enrique (1982): "Alonso Rodríguez y la Catedral de Las Palmas", en Miscelánea de Arte. Homenaje a Diego Angulo Iñiguez, Instituto Diego Velázquez, CSIC, Madrid, pp. 59-62; etc.

38 Son ediciones del Gobierno de Canarias, Consejería de Educación, Cultura y Deportes; Viceconsejería de Cultura y Deportes, Dirección General de Patrimonio Histórico, con la colaboración de los cabildos y cajas de ahorros, así como algunas empresas comerciales, están los volúmenes Patrimonio Histórico de Canarias. Gran Canaria, (1998) y Patrimonio Histórico de Canarias, Fuerteventura y Lanzarote (1998) y el libro Catedral de Santa Ana. Patrimonio Histórico. Las Palmas de Gran Canaria, coordina­do en 1999 por A. Sebastián HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, quien también dirigió el CD La Catedral de Santa Ana. Las Palmas de Gran Canaria.

39 Entre las ediciones digitales están las de infonortedigital.com ofrece varias publicaciones desde Gáldar, relacionadas con inmuebles religiosos, como las que dedica Sebastián MONZÓN SUÁREZ al templo de Santiago de los Caballeros y a la ermita de San Isidro Labrador en Gáldar, o la de Antonio Jesús CRUZ Y SAAVEDRA sobre el desaparecido convento de San Antonio de Gáldar y la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de Agaete.

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La arquitectura religiosa también ha sido motivo de celebración, como los actos programados con motivo del sexto centenario de la creación de la diócesis canariense rubicense, coincidente con el quinto del inicio de las obras en la Catedral de Santa Ana40

El proyecto más centrado en fomentar y difundir los trabajos sobre la Historia de la Iglesia en la diócesis de Canarias lo ofrece la revista Almogarén y las Jornadas de Historia de la Iglesia en Canarias. Como ante­cedente se podría contar con la célebre y ya citada Historia de la Religión en Canarias, la cual arrancó con vocación de continuidad pero que quedó en volumen único41

En efecto, en el propio seno de la Diócesis de Canarias se ha fomenta­do el estudio de los temas propios de la historia y el arte religioso. Uno de los pioneros fue el párroco teldense Pedro Hernández Benítez, quien marcó pau­tas con su libro Telde (sus valores arqueológicos, históricos, artísticos y reli­giosos) (Telde, 1958), aunque en el ámbito del archipiélago, en la diócesis nivariense, también habría que nombrar al ya citado sacerdote tinerfeño Rodríguez Moure con su historia de la parroquia matriz de La Laguna ( 1915), quien también realizó una guía de la antigua capital tinerfeña. En esa isla, otro clérigo destacado fue Sebastián Padrón Acosta, con algunos trabajos dedica­dos al arquitecto Diego Nicolás Eduardo, tan vinculado a la arquitectura de la diócesis canariense.

Desde el Boletín de la Diócesis de Canarias se difundieron varios trabajos42

, aunque han sido más numerosos y diversificados los aparecidos en Almogaren (revista del Instituto Superior de Teología de las Islas

40 La actividad más destacada fue la gran exposición con su catálogo homónimo, La Huella y la Senda (2004), que incluye un importante apartado dedicado a la arquitectura (pp. 498-519). Con anterioridad, el catálogo de la exposición general del arte en las islas, con el comisariado de María de los Reyes HERNÁNDEZ SOCORRO, había incluido la trayectoria arquitectónica de las islas con el texto, con amplias referencias a la religiosa, Vid LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián (2001): "Arquitectura y urba­nismo en Canarias. Siglos XV-XIX", en Arte en Canarias, Siglos XV-XIX. Una mirada retrospectiva, Gobierno de Canarias, s.l., pp. 97-124.

41 BENÍTEZ INGLOTT, Luis; RODRÍGUEZ MOURE, José; y DARIAS PADRÓN, Dacio V. (1957): Historia de la Religión en Canarias, tomo I, Ed. Cervantes, Santa Cruz de Tenerife.

42 Varios trabajos publicados en Boletín de la Diócesis de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria, fueron realizados por Santiago CAZORLA LEÓN: "Iglesia del Sagrario, Capilla de la Virgen de Belén", número 4, pp. 192-209; "Arquitectos de la Catedral", número 7, pp. 51-52; "Arquitectos de la Catedral", número 8, pp. 43-44; "Capilla de Santa Teresa en la Catedral", número 8, pp. 41-43.

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Canarias, sede Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canariat3, donde se han

publicado las interesantes aportaciones de las Jornadas de Historia de la

Iglesia (once ediciones hasta el año 2005),con la participación de investi­gadores eclesiásticos, numerosos profesores universitarios y otros estudio­

sos. A los artículos publicados en las revistas citadas hay que sumar varios

libros, en su mayoría de sacerdotes investigadores, que se han editado de forma independiente44

Todas estas iniciativas se pueden considerar como fruto de la preocupa­

ción particular de cada uno de los autores, manifestándose de forma indepen­

diente en las distintas publicaciones referidas. Sin embargo, estos estudios han servido de antecedente para la línea de trabajo que ha ido consolidando el

Centro Teológico, donde la historia de la arquitectura religiosa, de forma inde­pendiente, o integrada con la historia del arte, tiene una amplia cabida, tal

como atestiguan las publicaciones de los últimos años. Como se ha visto,

Almogaren y las Jornadas de Historia de la Iglesia son el exponente de una notable iniciativa que con su apertura de miras se ha abierto a toda la socie­

dad. En su enfoque, recoge toda una rica tradición investigadora dentro del

seno de la Iglesia, pero ha establecido estrechas relaciones con las dos univer­sidades canarias y con otras instituciones científicas.

43 CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, José (1991): "Algunos aspectos artísticos de la Villa de Teguise en el siglo XVIII", número 9, pp. 123-133; CONCEPCIÓN RODRÍGUEZ, José (1995): "Noticias sobre la reconstrucción del convento dominico de San Pedro Mártir", número 16, pp. 197-212; GALANTE GÓMEZ, Francisco José (1992): "La arquitectura canaria a raíz de la conquista. La gestión de un len­guaje", número 9, pp. 213-227; GARCÍA CORREA Y GÓMEZ (2000): "Notas sobre la ermita de Ntra. Sra. del Buen Suceso", número 26, pp. 191-194; GARCÍA SANTOS; José (1995): "La orden de Santa Clara en Canarias, siglo XVII", número 16, pp. 85-124; HERNÁNDEZ BENÍTEZ, Pedro (2004): "Notas históricas de la Parroquia de San Lorenzo: un documento inédito", número 35, pp. 195-253; LAVANDERA LÓPEZ, José (1990): "Escritura fundacional de la ermita de Santa Ana en Casillas del Angel, Fuerteventura, 2 de febrero de 1763", número 6, pp. 177-179; LAVANDERA LÓPEZ, José (1991): "Carta del Obispo Cervera y su cabildo al Rey Carlos !JI sobre la obra y fábrica de la Santa Iglesia Catedral de Canarias. Canaria, octubre de 1772", número 35, pp. 189-193; LAVANDERA LÓPEZ, José (1993): "La iglesia del exconvento de San Buenaventura en 1835. Villa de Betancuria", número 12, pp. 137-144; ZAIT LEÓN, Elías Francisco (2004): "Vegueta: algunos ejemplos de arqui­tectura religiosa", número 35, pp. 85-146; etc.

44 QUINTANA, Ignacio y CAZORLA, Santiago (1971): La Virgen del Pino en la Historia de Gran Canaria, Lit. Saavedra, Las Palmas; CHIL ESTÉVEZ, Agustín (1989): La ermita de San Roque de Las Palmas, Imprenta Pérez Galdós; SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio y HERNÁNDEZ JIMÉNEZ (1995): Arbejales, EYPASA, Madrid, etc. Hay que tener en cuenta que también hay libros editados por varias instituciones cuyos autores son clérigos.

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Conclusión

No existe una línea de investigación, ni de publicación concreta, sobre la historia de la arquitectura religiosa en la diócesis de Canarias. Faltan trabajos monográficos, tanto por períodos, edificios concretos, etc., salvo algunas excep­ciones. Los edificios canarienses de culto normalmente aparecen incluidos en los estudios sobre los grandes períodos artísticos y arquitectónicos. Estas inves­tigaciones tuvieron su momento álgido en la segunda mitad del los años setenta y primera mitad de los ochenta, del siglo pasado45

, poniendo las bases para pes­quisas más concretas y monográficas que se han realizado después.

45 Desde que en 1976 Alfonso TRUJILLO RODRÍGUEZ publicara su Arte Gótico en Canarias, se suce­den una serie de trabajos básicos, generados especialmente en el seno del departamento de Historia del Arte de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, cuyos autores son profesores del mismo o inves­tigadores que eran recién titulados, pero que muchos de ellos se integrarían también en los claustros uni­versitarios. En apenas una década se publican los títulos que todavía son referencia obligada para cada uno de los momentos tratados, convirtiendo a esa etapa en la más fecunda en el estudio sobre la arqui­tectura histórica, tonel consiguiente apartado de la religiosa, al mismo tiempo que también fue pródiga en trabajos sobre las demás artes. Con respecto a la misma, se pueden citar varios títulos, algunos ya referidos anteriormente: AUTORES VARIOS (1982): Historia del Arte en Canarias, Edirca, Las Palmas de Gran Canaria (Francisco GALANTE GÓMEZ, Juan Sebastián LÓPEZ GARCÍA, Carmen FRAGA GONZÁLEZ, Alfredo HERRERA PIQUÉ, Sergio PÉREZ PARRILLA y Fernando Gabriel MARTÍN RODRÍGUEZ son los encargados de tratar los diferentes momentos de la arquitectura, incluyendo la religiosa, menos el último, centrado en la vivienda popular). DARlAS PRÍNCIPE, Alberto (1981): Arquitectura del siglo XX. Primera parte (1900-1930)", en Noticias de la Historia de Canarias, tomo III, Cursa Editorial-Editorial Planeta, Madrid, pp. 330-339; GALANTE GÓMEZ, Francisco José (1980): Elementos del gótico en la arquitectura canaria, Edirca, Las Palmas de Gran Canaria; FRAGA GONZÁLEZ, Carmen (1976): Arquitectura neoclásica en Canarias, Aula de Cultura de Tenerife, Cabildo de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife; FRAGA GONZÁLEZ, Carmen (1977): La arquitectura mudéjar en Canarias, Aula de Cultura de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife; FRAGA GONZÁLEZ, Carmen (1980): Arte barroco en Canarias, Enciclopedia Temática Canaria, Santa Cruz de Tenerife; HERNÁNDEZ PERERA, Jesús (1984): "Arte", en Canarias, Fundación Juan March, Ed. Moguer, Madrid-Barcelona, pp. 141-340; LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián (1983): La arquitectura del Renacimiento en el Archipiélago Canario, Instituto de Estudios Canarios, Cabildo de Gran Canaria, La Laguna; MARTÍNEZ DE LA PEÑA, Domingo (1981): "La arquitectura del siglo XIX en Canarias", en Noticias de la Historia de Canarias, tomo III, Cursa Editorial-Editorial Planeta, Madrid, pp. 248-257; NAVARRO SEGURA, María Isabel (1982): Racionalismo en Canarias, Manifiestos, arquitectura y urbanismo, Cabildo de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife; PÉREZ PARRILLA, Sergio T. (1977): Arquitectura Racionalista en Canarias (1927-1939), Mancomunidad de Cabildos, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, etc. Como obras generales posteriores, destacan: AUTORES VARIOS (1997): Introducción al Arte en Canarias. Arquitectura, Centro Atlántico de Arte Moderno, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria (al ser un trabajo de arquitectura detallamos sus autores: Ramón LÓPEZ CANEDA, Juan Sebastián LÓPEZ GARCÍA, Rosario ALEMÁN HERNÁNDEZ, Manuel MARTÍN HERNÁNDEZ, Enrique SOLANA SUÁREZ, Óscar NARANJO BARREDA y Eugenio RODRÍGUEZ CABRERA, todos profesores de la E. T. S. de Arquitectura y espe­cialmente del Departamento de Arte. Ciudad y Territorio); AUTORES VARIOS (1998): El Arte en Canarias, Centro de la Cultura Popular Canaria, Santa Cruz de Tenerife; GASPARINI, Graciano (1995): La arquitectura de las Islas Canarias, Armitano Editores, Cabildo de Gran Canaria, etc.

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La Catedral de Santa Ana, en Las Palmas de Gran Canaria, constituye una excepción, siendo el edificio diocesano más estudiado, por su condición de ser el principal monumento arquitectónico de todo el archipiélago46

, por el contrario son muy pocos los demás recintos arquitectónicos de culto de la dió­cesis que cuentan con trabajos específicos

El material publicado sobre la arquitectura religiosa está muy disperso, predominando los trabajos cortos, con formato artículo. Por islas, en Gran Canaria ha llamado más la atención los edificios más destacados de las cabe­ceras municipales, mientras en Lanzarote y Fuerteventura, las ermitas rurales están a la par con las iglesias parroquiales.

La celebración de coloquios, congresos y jornadas han sido un incenti­vo en la provincia de Las Palmas para la realización de muchos de los estu­dios, siendo de manifiesto su notable papel con respecto al aumento del reper­torio bibliográfico que se ha experimentado en Fuerteventura y Lanzarote, destacable si se compara con la falta de los mismos en las tres islas más occi­dentales, carentes de tales medios de promoción y difusión.

Aunque el presente trabajo se limita a la diócesis de Canarias, parece evidenciarse una mayor presencia de monografias de edificios religiosos, con estudios arquitectónicos que incluyen los bienes muebles, en las Canarias occidentales (Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, provincia de Santa Cruz de Tenerife), que en las orientales47

En suma, la arquitectura religiosa, ante la escasez de trabajos específi­cos, está incluida en estudios generales sobre historia del arte, contextos esti­lísticos e históricos y, en menor medida, en el urbanístico. Con todo, aún es un campo de investigación abierto a las más variadas aportaciones.

Juan Sebastián López García

46 La Catedral de Santa Ana, de una forma u otra, ha sido tratada por la mayoría de los investigadores de las islas y siempre constituye un apartado especial en las obras que tratan aspectos estilísticos que le son propios. En las distintas notas del presente trabajo se pone en evidencia este hecho por los mis­mos títulos referidos.

47 Están publicadas las dedicadas a las iglesias de Santa Catalina de Alejandría, Tacoronte; Nuestra Señora de la Peña de Francia, Puerto de la Cruz; Catedral de Nuestra Señora de los Remedios, La Laguna; San Marcos Evangelista, Icod de los Vinos; El Salvador, Santa Cruz de La Palma; Nuestra Señora de la Concepción, La Orotava, etc.

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Daniel Barreto González: La historia por escribir de lo olvidado y el presente

LA HISTORIA POR ESCRIBIR DE LO OLVIDADO Y EL PRESENTE

Daniel Barreta González Profesor del ISTIC (Sede de Gran Canaria)

La historiografia a la que nos tiene acostumbrados la institución uni­

versitaria se esfuerza en mantenerse ajena a la vida presente, a la posibilidad

de transformarlo. La mera acumulación de datos sin un foco de sentido deja

intacto lo que nos sucede aquí y ahora. La historia aparece entonces como adi­

ción de hechos, continuidad cronológica que, por su propia coherencia inter­

na, resulta incapaz de inquietar el presente. La línea continua que convierte

pasado y futuro en puntos encadenados entre sí, nada sabe del reaparecer ines­

perado de lo olvidado en ese instante en el que el porvenir sobrepasa la divi­

sión entre lo posible y lo imposible.

De cuando en cuando, sin embargo, aparece un modo de escribir histo­

ria que reúne el pasado y el presente como dos que prometen no olvidarse. Los

asuntos más importantes de la cultura, como bien enseñó el último Hermann

Cohen1, vuelven a ser nombrados: la pobreza y la injusticia. Andar a vueltas

con ellas y tratar de combatirlas implica referirse al pasado, la justicia exige la

1 Cf. COHEN, Hermann, Religion der Vernunfl aus den Quellen des Judentums, Fourier, Wiesbaden, 1995.

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memoria. Entonces, el historiador recibe, como dice Walter Benjamin, la tarea de «despertar la chispa de la esperanza en el pasado2».

Despertar esa esperanza por los medios de la investigación histórica rigurosa es el secreto a voces de El movimiento católico en la Diócesis de Canarias 1868-1936 (Anroart Ediciones, 2006), de José Miguel Barreto Romano. El libro, fruto de su tesis en Historia en la Universidad de Las Palmas sobre un periodo apenas conocido de la historia de la Iglesia en Canarias, viene guiado por una estrella teológica (mencionemos de paso que Barreto Romano es también bachiller en Teología por el Centro Teológico de Las Palmas). Su metodología conecta con la posición interpre­tativa de la Historia de la Iglesia en América Latina defendida por el filó­sofo Enrique DusseP: el criterio hermenéutico de su investigación, la pre­gunta que dirige a las fuentes es «¿cómo respondió la Iglesia canaria ante la pobreza durante ese tiempo?». En torno a ese foco van iluminándose los acontecimientos estudiados.

El libro fue presentado el día 28 de marzo del 2006 en la Casa de la Iglesia de Las Palmas, por Policarpo Delgado Perdomo, José Alonso Morales, Santiago Suárez León, autor del profético prólogo del libro, y el editor Jorge Liria. José Alonso Morales, al tiempo que reivindicaba la necesidad de estu­diar los movimientos de Acción Católica, tocó la tecla justa cuando advirtió que ya se ha escuchado hasta el exceso «que la Iglesia no hizo esto, ni aque­llo ni lo otro. Este libro señala lo que la diócesis sí hizo».

El concepto de «movimiento católico», procedente de la historiografía francesa e italiana, busca agrupar el conjunto de iniciativas sociales de la Iglesia de manera que pueda comprenderse el sentido de su acción de forma unitaria. Así, la metodología de Barreto Romano, como la situación geográ­fica misma de Canarias, enlaza una categoría europea, la de «movimiento católico», con la hermenéutica latinoamericana de la liberación.

2 No debería extrañar que uno de los documentos más importantes del siglo XX sean las «Tesis sobre el concepto de Historia» de Walter Benjamin, que plantean una visión altamente renovadora del punto de vista, el sentido y el valor de la historia para quien opta por ponerse del lado de los vencidos. Cf. Walter Benjamin, «Thesen über den Begriff der Geschichte», en Sprache und Geschichte. Philosophische Essays, Reclam, Stuttgart, 1992. Para una lectura comentada de las «Tesis» véase Michael Liiwy, Walter Benjamin: Aviso de incendio, Fondo de Cultura Económica, México, 2002; y también el reciente Reyes Mate, Medianoche en la historia, Trotta, Madrid, 2006. Sobre una concepción del tiempo alternativa a la que lo reduce a espacio y línea progresiva, véase Gérard Bensussan, La temps messianique. Temps historique et temps vécu, Libraire Philosophique J. Vrin, París, 200 l.

3 DUSSEL, Enrique, Historia de la Iglesia en América Latina, Editorial Nova Terra, España, 1972.

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La estructura del libro es la de tres secuencias marcadas por los dis­tintos obispados. El de Urquinaona y el de Pozuelo (de 1868 a 1890) es el tiempo en que surgen las primeras iniciativas del asociacionismo obrero católico. En 1873 se funda en Las Palmas la primera Asociación Obrera Católica, que promovió el socorro mutuo de los obreros ante las adversida­des y expresó, según Barreta Romano, «su rechazo a los valores de la socie­dad liberal, contribuyendo a negar la filantropía del siglo exaltando frente a ella la Caridad Cristiana» (p. 70). Este tipo de asociaciones irá extendién­dose paulatinamente por las Islas.

Esta etapa está marcada por el enfrentamiento con la ideología liberal. En lo moral y en las costumbres, inicialmente la jerarquía eclesiástica de la época mantuvo una actitud conservadora, que irá cambiando a medida que reorganice su posición frente a los retos de la nueva sociedad. Más allá de ese conflicto y de los cambios en los modos de enfocar los problemas, la diócesis dio testimonio, en el ámbito de la acción social, de una dedicación constante a los más desfavorecidos.

En ese sentido, la diócesis denunció la manipulación caciquil de las elecciones y de las leyes de desamortización, circunstancias de las que supo sacar partido la burguesía insular de la época. La compra de votos y el triunfo del caciquismo fueron el saldo del liberalismo y de su fe ciega en el progreso.

Aportación novedosa del libro, frente a otros estudios de la época, es la visión del conflicto ideológico entre jerarquía eclesiástica y burguesía liberal, no como una disputa entre católicos y anticlericales, sino como una polémica entre católicos. Caso significativo fue la pérdida de cátedra del católico Domingo J. Navarro, tras cuarenta años de docencia en el semina­rio, a causa de sus declaraciones en el juicio contra el canónigo ultramonta­no José Roca y Pansa.

Especial atención merece en ese tiempo la misión de los claretianos; instalados desde 1888 en los arenales, atendían diariamente a los obreros que iban a trabajar de Las Palmas al puerto. La sociedad pudiente, nerviosa ante algunas de las iniciativas de auxilio emprendidas por los misioneros, no duda­rá en acusarlos de «palanca del socialismo».

El segundo periodo corresponde a los obispados del dominico Cueto y de Pérez Muñoz (1891-1913). Durante el obispado de Cueto prácticamente

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desaparecieron los conflictos entre católicos integristas y católicos abiertos al liberalismo. Aumentaron las congregaciones religiosas que se instalan en Canarias, y con ello también se intensificó la acción social de la diócesis. Entre las muchas iniciativas destaca la creación de la Casa Asilo de San José del Puerto de la Luz, en donde las Hermanas de la Caridad se harán cargo de las necesidades de una zona hundida en la miseria: enfermos, niños abando­nados, ancianos, a los que el ayuntamiento no costeaba los medicamentos necesarios; o también el Asilo de Ancianos Desamparados en Las Palmas. El aprecio de los canarios por Cueto, al que llamaban «padre de los pobres», se asocia especialmente a su intercesión determinante a favor de los prófugos y no alistados canarios durante la Guerra de Cuba. Tras el remiendo que en Madrid apaña la elite social y política capitaneada por León y Castillo -ape­nas dos meses de prórroga para que los jóvenes reunieran el dinero que les eximía de ir a la guerra-, Cueto se enfrentó en solitario al problema y logró un indulto indefinido para los jóvenes de las Islas. Fue recibido en Las Palmas como un héroe.

Durante el obispado de Pérez Muñoz, la diócesis denunció repetida­mente el abandono de la enseñanza pública y responsabilizó a las autorida­des de los terribles índices de analfabetismo. Además de sus iniciativas edu­cativas, Pérez Muñoz promovió las Cocinas Gratuitas en el Puerto, en donde se atendía diariamente a 1.000 personas.

El tercer periodo incluye los obispados de Marquina y de Serra (1913-1936), caracterizado por el despertar de los movimientos de Acción Popular, por la aparición de tendencias que desembocarán en la democracia cristiana y por personalidades de un catolicismo aperturista, como Domingo Doreste «Fray Lesco4» o Prudencio Morales. El papel del perió­dico diocesano El defensor de Canarias (1919-1935), como portavoz de la Acción Católica, fue fundamental.

La propuesta interpretativa que activa Barreto Romano nos descubre la fecundidad extraordinaria que espera en la investigación sistemática y exhaus­tiva de la historia de la Iglesia en Canarias. Todavía hay acontecimientos de las edades moderna y contemporánea que requerirían no una dedicación indivi­dual, sino el esfuerzo colectivo y organizado que pusiera a la luz los testimo-

4 Véase Domingo Doreste, Cartas a un católico. Edición, introducción y notas de María del Carmen García Martín, Instituto de Estudios Canarios en la Universidad de La Laguna, Tenerife, 2000.

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nios de muchos católicos a lo largo de la historia de la diócesis. En esa direc­ción caminan publicaciones recientes como La Catequesis en Canarias (Diócesis de Canarias y de Tenerife), de Luis Resines Llorente (ISTIC, 2005).

Y todo ello, como indicábamos al principio, debería realizarse no como mera erudición o acopio de material museístico, sino como fortaleci­miento de la acción y el servicio hoy. Se trata de contribuir, desde aquí, en la acogida de los testimonios ejemplares de las vidas más insospechadas e invi­sibles, a unir, como diría Louis Massignon, la ciencia y la compasión, poner­las al servicio de una historia apotropaica de las intercesiones\ una tradición formada por aquellos que fueron capaces de ocuparse del prójimo antes que de sí mismos. Libros como El Movimiento Católico en la Diócesis de Canarias tienden puentes entre nosotros y las fuerzas vivas del pasado, sólo aparentemente en el olvido.

Daniel Barreto González

5 Cf. MASSIGNON, Louis, Palabra dada, trad. e introducción de Jesús Moreno Sanz, Trotta, Madrid, 2005.

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REVISTA DEL INSTITUTO SUPERIOR DE TEOLOGÍA DE LAS ISLAS CANARIAS (SEDE GRAN CANARIA)

AGREGADO A LA FACULTAD DE TEOLOGÍA

DEL NORTE DE ESPAÑA (SEDE BURGOS)

CAMPUS UNIVERSITARIO DE TAFIRA

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