Análisis La Siesta Del Martes García Márquez

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    T H . XL,1985 NOTAS 5913.6. Lasestructurasen que elpersonaje centralseasemejaa uno bon-dadoso, lo semejan mediatamente, a toda la macroestructura de losbondadosos, y por ser sta opuesta a la de losdeshumanizados, loopone, mediatamente, aellos. Tales mediaciones construyen, ya no eldevenir, sino elserdelpersonaje central, definen contrazos msfuer-tes, al relevarlas cuantitativamente, sus caractersticas. Es decir, lasmacroestructuras de lospersonajes secundarios y la relacin opuestadelas mismas, construyen elserdel personaje central.3.7. Lascondiciones observadas en el numeral 3.3 . , anterior,ma-nifiestan que labondad y elrespetopor lavida de lascriaturas el"humanitarismo" no es privativo del hombre, y que,antes bien,ste guarda la ferocidad de una bestia, envuelta en forma humana.Que entre el hombre y la bestia slo media el corazn y que tantovale unavida (o una muerte), como otra.

    ERNESTO PORRAS (HOLLANTESInstituto Caro yCuervo.

    TEMA Y ESTRUCTURA EN EL CUENTOLA SIESTA DEL MARTESDE GABRIEL GARCA MRQUEZI

    I N T R O D U C C I NEl autor ruso Vladimir Propp nos da un nuevo enfoque paraelanlisis delcuento en su libro Morfologa delcuento1. Esta obrase-ala losproblemas fundamentales quepresentan lossistemas tradicio-nales y nos indica la teora estructural para el anlisis del cuento,teora que est corroborada por los europeos A. }.Greimas, RolandBarthes, Tzvetan Todorov, Claude Brmond y E. Mltinski.Greimas considera que el cuento debe dividirseen susrespectivaspartes constitutivas: "Sepuede decir que el primer paso metdico,en

    1 V L A D I M I R P R O P P , Morfologadelcuento,3* ed.,Madrid, Fundamentos,1977.

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    592 N O T A S T H . X L , 1 985el proceso de la de scripcin del mito , es la descomposicin del relatoen secuencias"2.Barthes a su vez comparte e l criterio analtico de Propp: "Parapoder clasificar y describir los millones de relatos se necesita una teo-ra. H ay qu e concebir prime ro un mode lo hipottico de de scripcin"3 .Todorov tambin pone nfasis e n el mode lo hipottico des crip-tivo: "Debemos t ratar de la es t ructura de l discurso l i t erario, que haceposible la existencia de cada obra en particular"4 . P ara Brmond, e lmodelo analtico li terario debe partir de Propp:

    El examen del mtodo seguido por V. Propp para describir los caracteres es-pecficos de uno de estos universos particulares, el del cuento ruso, nos ha con-vencido de la necesidad de trazar, previamente a toda descripcin de un gneroliterario definido, el plano de las posibilidades lgicas del relato. Con esta condi-cin, el proyecto de una clasificacin de los universos de [sic] relato, basado encaracteres estructurales tan precisos como los que sirven a los botnicos y a losnaturalistas para definir los objetos de su estudio, deja de ser quimrico 5 .E. M lt inski considera que V . P ropp se mueve alrededor de ldesarrollo cronolgico y de las funciones de sus personajes:

    En su investigacin sobre la especificidad genrica del cuento maravilloso, exa-mina sobre todo el relato, analiza el desarrollo cronolgico y por tanto la sintagm-tica, para aclarar la significacin de cada sintagma en el interior de un argumentodeterminado. Por eso su modelo estructural es l ineal . Solamente en la e tapa si-guiente de su investigacin (reflejada en las R aces histricas del cuento m aravi-lloso) es cuando las funciones reciben una interpretacin etnogrfica (en el planog e n t ico )6 .

    La morfologa del cuento, de P r opp, h a e s t imulado e l e s t udio e s -t ructural de l cue nt o e n N or t e A mr ica , aunque R . J akobs on y T h o-mas A . Se be ok7, ya haban tocado el tema en el folclor. Desafortu-3 A . GR EIMAS, Elementos para una teora de la interpretacin del relato mtico,e n Comunicaciones, nm. 8, t raduccin de Beatriz Dorriots , Buenos Aires, TiempoContemporneo, 1972, pgs. 47-48.8 ROLAND BARTHES, Introduccin al anlisis estructural de os relatos, e n Co-municaciones, n m. 8 , p g . 1 1 .* TZV ETAN TODOROV, Literatura y significacin, traduccin de G onzalo Su-re z Gmez, Barce lona, Planeta , 1971, pg. 10.8 CLAUDE BR MOND, La lgica de los posibles narrativos, e n Comunicaciones,nm. 8, pg. 87.* E. MLETiNSKi, El estudio estructural y la tipologa del cuento, e n Morfo-loga del cuento, M adrid, Fundame ntos, 1977, pg. 193.' T H . A . SEBEOK, Toward a statistical contingeney method in folklore re-search, e n Studies in folklore, Bloomington, Indiana Universi ty , 1957, nm. 9,

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    T H . XL, 1985 N O T A S 593nadamente en la crtica literaria hispanoamericana la aplicacin delmtodo estructuralista es relativamente incipiente. Empero,lo pocoquese ha escrito bajo este mtodo ha dado resultados positivos en el an-lisis narrativo.

    I IA R G U M E N T O Y T E M A

    El presente trabajo analiza el argumento, el tema y la estructuradel cuentoLasiestadelmartes8, del es critor colombiano G abrielGar-ca M rque z, Premio Nobel de Literatura1982.D e s d e el punto de vista del argumento, el autor nos presenta enLasiestadelmartes unahistoria que ocurre entre lasoncedela maana y las tres y media de la tarde de un "luminoso martesde agosto" (pg. 10). Una mujer y su joven hija viajan en un va-gn de tercera clasede un tren a travs de plantaciones de banano,ysin "brisa del mar" (pg. 7), el que se detiene "en una estacinsinpueblo" (pg. 8), y, finalmente, llegan a un pueblo, caluroso y soli-tario, donde madre e hija descienden:

    No haba nadie en la estacin.Del otro ladode la calle ,en la acera sombreadapo r los almendros, slo estaba abierto el saln de billar. El pueblo flotaba en elcalor. La mujer y la nia descendieron del tren, atravesaron la estacin abando-nada cuyas baldosas empezaban a cuartearse por la presin de la hierba, y cruza-ro n la calle hasta la acera de sombra (pg. 10).El tren llega alrededor de las dos de la tarde,y las dos mujerestienen la intencin de regresar el mismoda en el mismo tren a lastres y media.As que tan slo tienen disponible hora y media parasus diligencias en el pueblo.De tal suerteque el tren mide el tiempode las dospasajeras ycondiciona la accinen el relato:

    Entraron en una sala impregnada de un viejo olor de flores. La muje r de lacasa las condujo hasta un escao de madera y les hizo seas de que se sentaran.La nia lo hizo, pero su madre permaneci de pie, absorta, con la cartera apre-tada en las dos man o s . No se perciba ningn ruido detrs del ventilador elctrico.La mujer de la casa apareci en la puerta del fondo.pgs. 1 3 0 - H O ; TH . A. SEBEOK, F. J. INCONCMAN, Structural and conten analysisin folklore researchs,en Studies in cheremis: the supernatural, New York,1956,n m . 22, pgs. 261-268.

    8 G A B R I E L G A R C A M R Q U E Z , La siesta del martes, en Los funerales de la ma-m grande, Bogot, La Oveja Negra, 1978, pgs. 7-17. En adelante citamos poresta edicin con las pginas entre parntesis .

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    594 N O T A S T H . X L , 1 985 D ice que vuelvan despus de las tres dijo e n voz m uy baja . Se

    acost hace cinco minutos. El tren se va a las tres y media dijo la mujer (pgs . 1 1-1 2).El relato nos seala que madre e hija son pobres. La voz narrativanos indica lo nico que llevaban: "una bolsa de material plstico concosas de comer y un ramo de flores en papel de peridicos" (pg. 8);adems, "ambas guardaban un luto riguroso y pobre" (pg. 8).La visin pauprrima se refuerza una vez ms en el relato cuan-do , posteriormente, percibimos que su hijo muri descalzo y con untrozo de soga en vez de cinturn.U n poco ante s de finalizar el cue nto, el autor nos deja ver la

    razn del viaje de madre e hija, pues se efecta una tensin que al-berga un potencial dinmico que repercute en el corazn del relato,despertando una aguda atencin, en forma sostenida, desde las prime-ras lneas hasta el final.Sabemos el propsito de la madre y su hija a travs del dilogoentre el sacerdote y la seora que descendi del tren: Qu se le ofrece? pre gunt . L as l laves de l cementerio dijo la mujer.La nia estaba sentada con las flores en el regazo y los pies cruzados bajoel escao. El sacerdote la mir, despus mir a la mujer y despus, a travs dela red metlica de la ventana, el cielo bril lante y sin nubes. Qu tumba van a vis i tar? pre gunt . La de Carlos Cente no dijo la mujer. Quin? Carlos Cente no repiti la mujer.El padre sigui sin entender. Es el ladrn que mataron aqu la semana pasada dijo la mujer en elmismo tono. Yo soy su madre (pgs . 12-13).Rpidamente el narrador omnisciente nos seala los antecedentesde la muerte de Carlos Centeno. Por medio de un contrapunto entreel rico y el pobre, el autor prese nta una protesta social. A qu G arca

    M rquez se ha realizado como cuentista de lo social. L a se ora R ebecadispara su revlver que no haba sido disparado desde los tiempos delCoronel Aureliano Buenda. Rebeca representa la familia burguesa,solitaria, histrica y con delirios de persecucin, pues viva bajo "unterror desarrollado en ella por 28 aos de soledad" (pg. 14).Era la primera vez que la seora disparaba un revlver. Ella vivaen una casa de aspecto burgus llena de cachivaches. La vctima deldisparo, Carlos Centeno, por el contrario, representa al marginado so-cial que tiene que robar por necesidad para comer l, su madre y suhermana. Adems de robar, se dejaba golpear en los clubes de boxeolos sbados en la noche para llevar sustento a su familia. As loafirma su madre:

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    TH . XL, 1985 N O T A S 595[ . . . J Cada bocado que me coma en aquel t iempo me saba a los porrazos quele daban a mi hijo los sbados en la noche (pgs. 15-16).

    Adems de la penuria econmica que nos seala la madre deCarlos Centeno, la voz narrativa nos hace intuir un conflicto de ma-yor profundidad, de mayor trascendencia, y es el de carcter moral quese manifiesta a travs del dilogo entre el prroco y la madre de Carlos: Nunca trat de hacerlo entrar por el buen camino?La mujer contest cuando acab de firmar. Era un hombre muy bueno.El sacerdote mir alternativamente a la mujer y a la nia y comprob conuna especie de piadoso estupor que no estaban a punto de l lorar.La mujer continu inalterable: Yo le deca que nunca robara nada que le hiciera falta a alguien paracomer, y l me haca caso. En cambio, antes, cuando boxeaba, pasaba hasta tresdas en la cama postrado por los golpes. Se tuvo que sacar todos los dientes intervino la nia. A s es co nfirm la mu jer . Cada bocado que me coma en ese t ie m-po me saba a los porrazos que le daban a mi hijo los sbados en la noche L a voluntad de D ios es inescrutable dijo e l padre (pgs. 1 5-16 ).

    Ese admirable dilogo entre el acusadory la defensoraencierra unatremenda filosofa social. El sacerdote considera que Carlos Centenoera un hombre de baja conducta. Su madre lo defiende a travs dela moral de ella: "Yo le deca que nunca robara nada que le hicierafalta a alguien para comer, y l me haca caso". Esa estrecha relacinentre madre e hijo se aprecia tambin en las postreras palabras deCarlos Centeno: "Ay, mi madre" (pg. 14).Para la madre de Carlos, el robo por necesidad a personas ricasno constituye una falta. Carlos Centeno slo robaba a los ricos cuan-do el hambre lo atormentaba a l y a su familia. Para ella, su hijono era ladrn en el estricto sentido de la palabra, ya que l robabaslo por las circunstancias (por absoluta necesidad y a personas a quie-nes no les hiciera falta). Por tal razn, para la madre de la vctima,el robo de su hijo en estas circunstancias no bastaba para definirlo comoladrn. Para la madre de Carlos, el ser humano se define y se calificasegn la situacin del momento. Los valores se determinan con baseen un hecho social: este marco social e? para la madre de Carlos lo quejustifica o condena las acciones en un momento determinado.La siesta del martes revela una preocupacin del autor por lacondicin humana de un conglomerado social que se mueve a travsde una civilizacin contempornea que lo ignora.G abrie l G arca M rquez, en La siesta del martes, ha profundizadoen los conflictos socio-econmicos de una parte de la colectividad de

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    596 N O T A S T H . X L , 1 9 8 5M acondo y ha logrado dar una visin hum ana universal de un grupomarginado, angustiado, humillado, miserable y sin esperanza algunade redencin.El autor presenta el problema como un buen artista, pero al pre-sentar el problema se coloca en una posicin de examen, de denunciay, en ltimo trmino, de querer transformar esa triste realidad, in-tentando tomar una actitud de restituir la justicia ante la luz delmundo de hechos que se dan en lugares concretos, y que marcan unestado actual que sirve para sealar una realidad histrica en el uni-versal M acondo.

    I I IE S T R U C T U R A

    Para analizar la estructura del cuento L a siesta del ma rtes,consi-derado por el autor como su mejor cuento 0 , comenzamos por el es-tudio de las funciones de los personajes, para lo cual es necesariodefinirlos por lo que hacen, al igual que por sus acciones. Tres clasesde personajes se pueden identificar con claridad en el cuento: a) elacusador,b) el defensor, y c) el ayudante. El defensor, en este casola madre de Carlos Centeno, trata de explicar el antecedente de lamuerte de su hijo, mientras que el acusador,para el caso, el sacerdote,trata de mantener la situacin de la historia despus del acontecimien-to previo, ya que l se transforma en el representante de la moral delpueblo. No presenta una confrontacin aferrada frente al defensor,pero opone resistencia a los esfuerzos de ste a travs del dilogo.Aunque la resistencia del defensor (la madre de Carlos Centeno) nogarantiza un xito definitivo en virtud de su debilidad frente al acu-sador, no hallamos en ningn mome nto que se deje vencer por ladialctica de su contrincante. De ah que la lucha entre defensor yacusador sea difcil; pe ro el se gundo te rmina cediendo al tratar deayudar a la madre de Carlos. Tanto el uno como el otro gozan de laasistencia de un ayudante, o sea la hermana del sacerdote y la hijade la madre de la vctima.A CO NTE CIMIE NTO PRE V IO

    El cuento ofrece un definido acontecimiento previo que se narrainmediatamente despus del comienzo de la accin. Vemos cmo el* GABRIEL GARCA MRQUEZ, El olor de la guayaba, conversaciones con Plinio

    A puleyo M endoza, Bogot, L a Oveja Negra, 1982, pg. 26.

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    TH. XL,1985 NOTAS 597malogrado intento demirar por lachapa de la puerta depropiedadde Rebeca,y queculminacon lamuertede arlos Centeno,secuentapor la vozomniscienteen unsolo prrafo:

    Todo haba empezado el lunes de la semana anterior, a las tres de la madru-gada y a pocas cuadras de all. La seora Rebeca, una viuda solitaria que vivaen una casa llena de cachivaches, sinti a travs del rumor de la llovizna quealguien trataba de forzar desde afuera la puerta de la calle. Se levant, busc atientas en el ropero un revlver arcaico quenadie haba disparado desde los tiem-pos del coronel Aureliano Buenda, y fue a la sala sin encender las luces. Orien-tndose no tanto por el ruido de la cerradura como por un terror desarrollado enella por 28 aos de soledad, localiz en la imaginacin no slo el sitio dondeestaba la puerta sino la altura exacta de la cerradura. Agarr el arma con lasdos manos, cerr los ojos y apret el gatillo. Era la primera vez en su vida quedisparaba un revlver. Inmediatamente despus de la detonacin no sinti nadams que el murmullo de la llovizna en el techo de zinc. Despus percibi ungolpecito metlico en el andn de cemento y una voz muy baja, apacible, peroterriblemente fatigada: "Ay, mi madre". El hombre que amaneci muerto frentea la casa, con la nariz despedazada, vesta una franela a rayas de colores, unpantaln ordinario con una soga en lugar de cinturn, y estaba descalzo. Nadielo conoca en el pueblo (pgs. 13-H).

    Este hecho es la base de las funciones posteriores. Si no hubieramuerto Carlos Centeno, no se necesitaran ni el defensor (la madre deCarlos) ni el acusador (el sacerdote) y lgicamente la confrontacinentre uno y otro no existira.L A PRIMERA C O N F R O N T A C I N

    La primera confrontacin en el cuento es de tipo fsico, y la ha-llamos en el momento en que el defensor (la madre) y su ayudante(su hija) viajan en el vagn de tercera clase del tren que las conduceal pueblo:Es mejor que subas el vidrio dijo la mujer. El pelo se te va allenar de carbn.La nia trat de hacerlo pero la persiana estaba bloqueada por xido.Eran los nicos pasajeros en el escueto vagn de tercera clase (pg. 7).

    L A D E S C R I P C I N DE LOS P E R S O N A J E SLa descripcin del efensor(lamadre deCarlos),es la ms com-pleta queencontramosen el cuento:

    La mujer pareca demasiado vieja para ser su madre, a causa de las venas azulesen los prpados y del cuerpo pequeo, blando y sin formas, en un traje cortadocomo una sotana. Viajaba con la columna vertebral firmemente apoyada contrael espaldar del asiento, sosteniendo en el regazo con ambas manos una carterade charol desconchado. Tena la serenidad escrupulosa de la gente acostumbradaa la pobreza (pg. 8).

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    598 NOTAS T H .XL, 1985El cuento tambin trae una descripcin breve del pueblo que, aunsin personaje que dialogue, tiene una importancia vital:

    Las casas, en su mayora construidas sobre el modelo de la compaa bananera,ten'an las puertas cerradas por dentro y las persianas bajas. En algunas hacatanto calor que sushabitantes almorzaban en el patio. Otros recostaban un asien-to a la sombra de los almendros y hacan la siesta sentados en plena callepgs. 10-11).

    La descripcin fsica del acusador (el sacerdote), quien represen-ta la moral del pueblo, es realmente breve; en cambio, dichoacusadorse caracteriza por su manera de hablar:La puerta del fondo seabri yesta vezapareci el sacerdote limpindoseloslentes con un pauelo. Slo cuando se lospuso pareci evidente que era hermanode la mujer quehaba abierto la puerta (pg. 12).Ms adelante encontramos la dialctica del prroco:

    El prroco suspir.Nunca trat de hacerlo entrar por el buen camino?La mujer contest cuando acab de firmar.Era un hombre muybueno.[. . . ] As es confirm la mujer . Cada bocado que mecoma en esetiempo mesaba a losporrazos que ledaban a mihijo lossbados en la noche.La voluntad deDios es inescrutable dijo elpadre (pgs. 15-16).

    O P O S I C I NEn La siesta del martes,el acusador no es el nico que se oponeal defensor, sino tambin una serie de circunstancias que tratan deimpedir que la madre de Centeno y su hija lleguen al pueblo a visitarla tumba de Carlos. El ambiente del clima no es propicio para lasviajeras:

    El tren sali del trepidante corredor de rocas bermejas, penetr en lasplan-taciones de banano, simtricas einterminables, y el aire sehizo hmedo y no sevolvi a sentir la brisa del mar. Unahumareda sofocante entr por la ventanilladel vagn (pg. 7).

    La condicin atmosfrica se percibe a menudo, perturbando elviaje de la madre y de su hija y hasta las continuas paradas del trenobstaculizan el viaje de las pasajeras:A lasdoce haba empezado el calor. El tren sedetuvo diez minutos en unaestacin sinpueblo para abastecerse deagua. Afuera, en el misterioso silencio delas plantaciones, la sombra tena un aspecto limpio. Pero el aire estancado dentrodel vagn ola a cuero sincurtir. El tren novolvi a acelerar. Sedetuvo en dos

    pueblos iguales, concasas de madera pintadas decolores vivos. Lamujer inclinla cabeza y sehundi en elsopor (pg. 8).

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    T H . XL , 1 985 N O T A S 599A pesar de todas estas vicisitudes el defensory su ayudante (ma-dre e hija) continan el viaje con paciencia hasta llegar al pueblodonde descienden del tren y van directamente al despacho parroquial.La resistencia se presenta ahora por el ayudante del acusador (l ahermana del sacerdote), quien afirma que el prroco est durmiendola siesta y no puede atenderlas. La insistencia-resistencia entre acusa-dor y defensor se acenta.

    Necesi to a l padre dijo . A hora e s t durmiendo. Es urgente insis ti la mujer.Su voz tena una tenacidad reposada (pg. 11).Algunos prrafos despus hallamos lo siguiente:

    La mujer de la casa apareci en la puerta del fondo. D ice qu e vuelvan despus de las tres dijo en voz muy baja . Seacost hace cinco minutos. El tren se va a las tres y media dijo la mujer.Fue una rplica breve y segura, pero la voz segua siendo apacible, con mu-chos matices (pg. 12).E L T R I U N F O

    El triunfo se anota en el cuento cuando despus de la insistenciade la defensora (la madre de Carlos), sta presiona a la ayudante delacusador(la he rmana del s acerdote) a fin de que e lla perm ita que lamadre de Carlos hable con el sacerdote.[ . . . ] La mujer de la casa sonri por primera vez. Bueno dijo (pg. 12).

    S E GUN D A C O N F R O N T A C I NE sta nue va c onfronta c i n se obse rva e n vi r tud de un di logo e n-t r e e l s a c e r d o t e y l a m a d r e d e C a r l o s . " Q u s e l e o f r e c e ? " , p r e g u n t ae l s a c e r d o t e . " L a s l l a v e s d e l c e m e n t e r i o " , c o n t e s t a l a m a d r e d e l a v c -t i m a . A s , p o r v e z p r i m e r a , e l defensor y e l acusador s e h a l l a n r e u n i -dos s i n i n t e rve nc i n de l ayudante.

    U B I C A C I N T E M P O R A LD E S C R I P C I N D EL P U E B L OE l pue b lo e n e l fondo podr a se r un opone nte de l defensor, y d ea h que h a ya a lguna s r e fe re nc i a s e n e l proc e so de oposi c i n . V e a m osla de sc r i pc i n de l pue b lo donde una l e n t i tud y un c a lor sofoc a nte i n-v a d e n e l a m b i e n t e :

    Eran casi las dos. A esa hora, agobiado por el s opor, el pueblo haca lasiesta. Los almacenes, las oficinas pblicas, la escuela municipal, se cerraban desde

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    600 N O T A S T H . X L , 1985las once y no volvan a abrirse hasta un poco antes de las cuatro, cuando pasabael tren de regreso. Slo permanecan abiertos el hotel frente a la estacin, su can-tina y su saln de billar, y la oficina del telgrafo a un lado de la plaza. Lascasas, en su mayora construidas sobre el modelo de la compaa bananera, tenanlas puertas cerradas por dentro y las persianas bajas. En algunas haca tanto calorque sus habitantes a lmorzaban en e l patio. Otros recostaban un asiento a la som-bra de los a lmendros y hacan la siesta sentados en plena cal le (pgs. 10-11).

    Analizando este prrafo, observamos que hay una paralizacincasi completa del pueblo a causa del intenso calor, y por tal razn elpueblo se constituye como elemento de oposicin al defensor. Por lamisma razn el pueblo es tambin un oponente casi superior al sa-cerdote a la madre de Carlos Centeno defensor).

    PRIME RA O PO S ICI NEn el plano de los personajes hemos visto la oposicin acusador-defensor a travs de todo el relato. En este nuevo dilogo hallamosde nuevo la misma situacin de oposicin donde el sacerdote poneobstculos para impedir a la madre y a la nia la visita a la tumbade Carlos Centeno.

    La nia estaba sentada con las flores en el regazo y los pies cruzados bajoel escao. El sacerdote la mir, despus mir a la mujer y despus, a travs dela red metlica de la ventana, el cielo brillante y sin nubes. Con este calor di jo . H an podido esperar a que bajara e l sol(p g s . 1 2 -1 3 ) .El defensor (la madre de Carlos) mueve la cabeza en silenciopara expresar su negacin e insiste en llegar a la tumba de su hijo. Lafirme insistencia del defensor se aprecia en el dilogo con elacusador.

    Qu tu mba van a visitar? pre gu nt . La de Carlos Ce nteno dijo la mujer . Q uin ? Carlos Centeno re piti la mujer .El padre sigui sin entender. Es el ladrn q ue mataron aqu la sem ana pasada dijo la mujer en elmismo to n o . Yo so y su mad re (p g . 1 3 ) .Hemos visto cmo la oposicin ofrece resistencia por parte deldefensor al acusador,y ahora se observa la insistencia de la madre deCarlos, que en el plano lingstico sera una reiteracin paralela de lafuncin del defensor, ya que el sacerdote opone resistencia a los es-fuerzos de la m adre de la vctima. A qu e ntra en juego la participacinpasiva del ayudante del defensor, en este caso la nia, quien con supermanente compaa, con sus movimientos silenciosos y sus pocasintervenciones participa en el dilogo:

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    T H . XL , 1 985 N O T A S 601El sacerdote la escrut. Ella lo mir fijamente, con un dominio reposado, y

    el padre se ruboriz. Baj la cabeza para escribir. A medida que llenaba la hojapeda a la mujer los datos de su identidad, y ella responda sin vacilacin, condetal les precisos, como si estuviera leyendo. El padre empez a sudar. La nia sedesaboton la trabilla del zapato izquierdo, se descalz el taln y lo apoy en elcontrafuerte . H izo lo mismo con e l derecho (pg. 1 3).El defensor contina en forma tan firme y calm ada la de fensaante la oposicin del acusador(el sace rdote), que el padre se ruborizay empieza a sudar. La resistencia del prroco comienza a debilitarse ytoma el camino de la conciliacin. Al entregarles a la madre y a lahija las llaves del cementerio y al pedirle a la mujer que firme el re-gistro, el prroco inicia un breve dilogo, el cual demuestra una vezms el rechazo del defensor y de su ayudante ( la nia) .

    La mujer contest cuando acab de firmar. Era un hom bre muy bueno.El sacerdote mir alternativamente a la mujer y a la nia y comprob conuna especie de piadoso estupor que no estaban a punto de l lorar.La mujer continu inalterable: Yo le de ca que nunca robara nada que le h iciera falta a alguien paracomer, y l me haca caso. En cambio, antes, cuando boxeaba, pasaba hasta tresdas en la cama postrado por los golpes. Se tuvo que sacar todos los dientes intervino la nia. A s es confirm la mujer . Cada bocado que m e coma e n ese t iempome saba a los porrazos que le daban a mi hijo los sbados en la noche. La voluntad de Dios es inescrutable dijo e l padre (pgs. 1 5-16).El sacerdote, sin mucha conviccin, se limita a decir: "La volun-tad de Dios es inescrutable". A pesar de esta dbil resis tencia del acu-sador, la oposicin no te rmina an : surge la oposicin del pue bloreunido, que indudablemente presenta otro obstculo para el defensory su ayudante:

    Desde antes de abrir la puerta de la cal le e l padre se dio cuenta de quehaba alguien mirando hacia adentro, las narices aplastadas contra la red metlica.Era un grupo de nios. Cuando la puerta se abri por comple to los nios sedispersaron. A esa hora, de ordinario, no haba nadie en la calle. Ahora no sloestaban los nios. Haba grupos bajo los a lmendros (pg. 16).

    El sacerdote y su hermana tratan de todas maneras de evitar unaconfrontacin ent re la madre de Carlos y su pe que a he rmana conel pueblo; por tal razn hallamos el siguiente dilogo, esta vez entre elprroco y su hermana. Esperen u n m inuto dijo, sin mirar a la mujer .Su hermana apareci en la puerta del fondo, con una chaqueta negra sobrela camisa de dormir y e l cabel lo sue l to en los hombros. M ir al padre en s i lencio. Q u fue? p re g un t l .

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    602 N O T A S T H . XL , 1 985 L a ge n te s e ha da d o c ue n ta mu rmu r s u he rma n a . Es mejor que salgan por la puerta del pao dijo el padre . Es lo mismo dijo su hermana . T odo e l mu ndo es t en las ventanas(pgs . 16-17).El acusador y su acompaante temen que su oposicin no seapositiva; por lo tanto se oye de nuevo, casi palabra por palabra, lo queanteriormente haba dicho a la mujer y a la hija antes de ir a latumba de Carlos Centeno:

    Esperen a que baje e l sol dijo e l padre (pg . 1 7).

    La voz del acompaantede l acusadoraparece a fin de corroboraren la oposicin: Se van a derre tir dijo su he rmana, inmvil en el fondo de la sala .Esprense y les presto una sombrilla (pg. 17).Ahora hay un doble paralelismo de oposicin: acusador y suacompaanteen pe rfecta unin se oponen a una pareja tambin es tre-chamente unida: e l defensor y su acompa ante,sin ll egar a una con-ciliacin con sus oponentes, ya que madre e hija insisten hasta llegaral triunfo definitivo:

    G racias replic la mujer . A s vamos bien.Tom a la nia de la mano y sali a la calle (pg. 17).L o s MOTIVOS

    La funcin de los motivos en el cuento sirven para mantener laestructura de transicin a travs del relato. Los motivos se dan enforma de relacin con la funcin de los personajes, encontrndolosdentro de un plano de significacin y hallando de este modo mo-tivos tan importantes como son: la puerta y la red metlica. Veamosun ejemplo:[ . . . ] . La mujer rasp con la ua la red metl ica de la puerta , esper un ins-tante y volvi a l lam ar. En el interior zumbaba un venti lador elctrico. No seoyeron los pasos. Se oy apenas el leve crujido de una puerta y en seguida unavoz cautelosa muy cerca de la red metlica: "Quin es?". La mujer trat dever a travs de la red metlica (pg. 11 .

    E L D I S C U R S OL O S P L ANOS T E M P OR AL E S

    Nos iniciamos con el discurso a travs del tiempo. Observemosque en el relato slo se da en mayor gradacin el tiempo presente, yen segundo plano un tiempo pasado y un tiempo futuro. El tiempo

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    T H . XL , 1 985 N O T A S 603pretrito corresponde a la historia, o sea el sealado en el aconteci-miento previo, pero en el fondo este pretrito se proyecta hacia elpresente. El tiempo futuro est ligado al final que se halla en cadarelato a fin de encadenar la continuacin del discurso narrativo.El tiempo en el cuento se caracteriza por la morosidad, tempolento propio de la novela. "Eran las once de la maana y an nohaba empezado el calor" (pg. 7). Esta frase en imperfecto marca elpredominio del tiempo presente para encadenar con la siguiente frasetemporal: "A las doce haba empezado el calor" (pg. 8).El paso del tiempo contina lento, moroso, y anuncia la llegadade l defensor y su acompaante al pueblo, pueblo caluroso, esttico, sinmovimiento, donde parece que el tiempo se eternizara:

    No haba nadie en la estacin. Del otro lado de la cal le , en la acera som-breada por los a lmendros, slo estaba abierto e l sa ln de bil lar . El pueblo f lotabaen el calor. La mujer y la nia descendieron del tren, atravesaron la estacinabandonada cuyas baldosas empezaban a cuartearse por la presin de la hierba,y cruzaron la calle hasta la acera de sombra (pg. 10).U n tiempo futuro y pre trito de me nor importancia se de te rminanpor la voz del ayudante del acusador:

    La mujer de la casa apareci en la puerta del fondo. D ice que vuelvan despus de las tres dijo en voz m uy baja . Seacost hace cinco minutos (pg. 12).La voz de la madre de Carlos Centeno replic:

    El tren se va a las tres y me dia (pg. 1 2).El predominio del tiempo presente contina hasta el final delcuento con ligeras alusiones al tiempo futuro:

    Esperen a que baje e l sol dijo e l padre . Se van a derre t ir dijo su he rmana, inmvil en e l fondo de lasala (pg. 17).E L N A R R A D O R Y E L M O D O N A R R A T I V O

    E l n a r r a d o r o m n i s c i e n t e e s t e n t e r c e r a p e r s o n a , y s e l i m i t aa contar lo exter ior . Su s observaciones captan lo qu e aparece a la vi s ta .Veamos cmo l descr ibe e l via je de la madre y su h i ja :Cuando volvi al asiento la madre la esperaba para comer. Le dio un pedazode queso, medio bollo de maz y una galleta dulce, y sac para ella de la bolsa dematerial plst ico una racin igual . M ientras coman, e l t ren atraves muy des -pacio un puente de hierro y pas de largo por un pueblo igual a los anteriores,slo que en ste haba una mul ti tud en la plaza. U na banda de msicos tocaba

    una pieza alegre bajo e l sol aplastante . Al otro lado de l pueblo, en una l lanuracuarteada por la aridez, terminaban las plantaciones (pgs. 8-9).

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    604 NOTAS T H . X L , 1 985El narrador omnisciente se caracteriza en el cuento por exponer

    y relatar los acontecimientos con un laconismo sorprendente a fin deque el lector participe con su interpretacin.La estructura del cuento queda determinada por el acontecimientoprevio que constituye la base de las funciones de la confrontacin,oposicin y triunfo que corroboran estrechamente con la insistencia-resis tencia que se da en forma permanente en el relato. La ubicacintemporal, los motivos, los planos temp orales y e l narrador,son elemen-tos bsicos para complementar la estructura narrativa de La siestadel martes.M A N U E L A N T O N IO A R A N CO

    Laureaban UniversityOn ta r i o , Canad.

    E R A S M O Y D O N Q U I J O T E D E L A M A N C H A U no de los aportes ms notorios a la crtica cervantina e n lo qu eva corrido del siglo xx es, quizs, el descubrimiento de la riqueza deDon Quijote en su estructura novelstica que le da un cierto aire atrac-tivo de modernidad. Pero, al mismo tiempo, se ha sealado la cons-tante presencia del erasmismo en las diversas obras de Cervantes comoun elemento imprescindible para la cabal interpretacin del Quijote.Especialmente han contribuido a esta tarea los escritos de AmricoCastro y de M arcel Bataillon *.En el presente trabajo se persigue un doble objetivo: por unaparte, presentar en forma muy esquemtica los principales aportesque s e h an he cho hast a e l mome nt o s obre e l te ma E r a s m o y

    C e r v a n t e s ; por o t ra , confront ar dos te xt os e ras mis t as dire c ta-mente con Don Quijote de la Manchapara hace r res altar la influe nciadel pensador holands sobre el M anco de L epanto, particularme nte encuanto a su concepcin humanista, en las ideas religiosas y en la locu-1 A M R I C O C A S T R O , Cervantes y os casticismos espaoles, Madrid, AlianzaEditorial , 1974.AMRICO CASTRO, Erasmo en tiempos de Cervantes, en Hacia Cervantes, M a-drid, Taurus , 1960, pgs . 193-230.AiuRico CASTRO, El pensamiento de Cervantes, Barcelona, Noguer, 1972.MARCEL BATAILLON , Erasmo y Espaa, M xico, Fondo de Cultura Econmica,1950.

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