28
OBJETIVOS General: 1. Analizar desde la perspectiva de la lingüística los cambios fonéticos del español a partir de la analogía y su influencia en los hablantes. Específicos: 1.1 Categorizar los diferentes tipos de analogía y su influencia en los hablantes. 1.2 Comparar los tipos de analogía y establecer sus diferencias para una mejor comprensión de los estudiantes. 4

Analogía, cambios fonéticos

Embed Size (px)

DESCRIPTION

analogía y mas

Citation preview

Page 1: Analogía, cambios fonéticos

OBJETIVOS

General:

1. Analizar desde la perspectiva de la lingüística los cambios fonéticos del

español a partir de la analogía y su influencia en los hablantes.

Específicos:

1.1 Categorizar los diferentes tipos de analogía y su influencia en los hablantes.

1.2 Comparar los tipos de analogía y establecer sus diferencias para una mejor

comprensión de los estudiantes.

4

Page 2: Analogía, cambios fonéticos

ANALOGÍA: CAMBIOS FONÉTICOS

Definición:

Según la RAE: Analogía es Semejanza formal entre los elementos lingüísticos que

desempeñan igual función o tienen entre sí alguna coincidencia significativa.

Creación de nuevas formas lingüísticas, o modificación de las existentes, a

semejanza de otras; p. ej., los pretéritos tuve, estuve, anduve se formaron por

analogía con hube.

1. LA ANALOGÍA A LO LARGO DE LA HISTORIA

Los matemáticos antiguos en Mesopotamia y los egipcios utilizaron la analogía en

sus cálculos. De hecho la unidad de medida ya es en sí misma el establecimiento

de una analogía, pues no es otra cosa que establecer la proporción por

comparación de un objeto material en relación a una cantidad fijada de antemano

como unidad.

Los matemáticos griegos entendieron la analogía como proporción o razón de

proporcionalidad en el sentido en que hoy hablamos de proporciones y razones en

matemáticas.

Fue Platón quien dio a esta noción un carácter de trascendencia que ha llenado

páginas en la filosofía y el lenguaje.

Si bien Platón introdujo esta noción de analogía comparando la «Idea del Bien»

con el Sol, el estudio más detallado de la noción lógica lo hizo Aristóteles al

considerar la analogía del ente.

Los escolásticos, ya en la Edad Media, aplicaron la doctrina aristotélica a la

tradición neoplatónica cristiana, deteniéndose en el uso de los términos. San

Buenaventura distinguió entre analogía y univocidad y los escolásticos posteriores

siguiendo su doctrina distinguieron entre un hablar unívoco y modo de hablar

análogo. Tomás de Aquino argumentó sobre la analogía para la demostración de

la existencia de Dios como Causa Primera, Primer Motor de Aristóteles (Esse

5

Page 3: Analogía, cambios fonéticos

Subsistens), y la trascendencia de Dios entendida como Ser de esencia, Idea del

Bien (Esse), según la tradición platónica, concibiendo a Dios como Ipsum Esse

Subsistens, cuyo contenido se predica analógicamente de los demás entes por

participación, entendidos estos como criaturas.

En la medida en que el pensamiento y el lenguaje han ido encontrando la fuente

de su propia fundamentación al margen de la metafísica, a partir de la Edad

Moderna, la analogía ha ido perdiendo sentido ontológico, acentuándose su

sentido e importancia en cuanto al uso del lenguaje y su aplicación lógica en los

razonamientos.

2. LA ANALOGÍA EN LA CREACIÓN Y MODIFICACIÓN DEL LENGUAJE

En Lingüística se llama analogía la acción que determina creaciones del habla

conforme a modelos preexistentes. Así se explican los cambios sufridos por

determinadas formas, bajo la influencia de las semejanzas asociadas en la mente

de los hablantes.

2.1. Analogía semántica

La analogía semántica es un fenómeno que se produce por la tendencia a asociar

una palabra a un significado análogo. Un ejemplo lo constituye el término artístico

“miniatura”, que proviene del italiano miniatura y significa literalmente “pintura de

pequeñas dimensiones, realizada generalmente sobre vitela u otra superficie

delicada”, aunque, por etimología popular, ha generalizado su significado, y hoy

día designa cualquier objeto de reducidas dimensiones.

2.2. Analogía léxica

La analogía léxica es el fenómeno que se produce por la ayuda de la tendencia a

asociar a cada palabra un sentido determinado. Se denomina también

paretimología o atracción paronímica. Esta creación de significado se manifiesta,

en general, o bien por trastrueque semántico o bien por adaptación fonética de la

palabra. Es el recurso más común en la etimología popular. Así, por ejemplo,

Sebastián de Covarrubias: … Díjose albufera, según algunos, de bufido, porque

6

Page 4: Analogía, cambios fonéticos

con el soplo del recio viento en la mar arroja de sí con ímpetu el agua y la echa

fuera de los límites ordinarios de sus riberas.

3. LA ANALOGÍA LOCAL

Por analogía local entendemos la creación de una o varias unidades léxicas a

partir del modelo ofrecido por otras unidades que establecen con las nuevas una

determinada relación semántica y/o formal. Con esta concepción, nos separamos

en parte del sentido que da a esta noción, según Camus (1996), para quien la

analogía local supone el nacimiento de una regla de formación de palabras a partir

de un modelo individual o preexistente. Como se intentará demostrar, los casos

que aquí definimos como analogías locales no pueden explicarse como

apariciones de nuevas reglas de formación de palabras, ya que las unidades así

creadas parecen limitadas, en el sentido de que el proceso que les da origen no

ha cobrado la vitalidad suficiente como para ser considerado una auténtica regla

productiva de la lengua.

3.1. La estereotipia

Martín Camacho (2002), presenta una serie de explicaciones analíticas que

permiten obviar la referencia al concepto de interfijo, ese supuesto afijo que, en

español, se insertaría entre la raíz y el afijo de algunas palabras (polv-ar-eda).

Entre esas explicaciones, empleamos, tomada de Lázaro Carreter (1980), la

noción de estereotipia. Este término designa una modalidad de analogía en virtud

de la cual determinadas palabras reciben en su formación “no elementos aislados

en sucesión lineal, sino bloques de elementos interpretados como una unidad”

(Lázaro Carreter 1980). Dicho de otro modo, la estereotipia es un tipo de analogía

consistente en el reanálisis como sufijo de la terminación formada por un auténtico

sufijo más algo que le precede de una palabra o grupo de palabras y el empleo de

ese segmento en la creación de otra u otras palabras: por ejemplo, dada

chocolatera, es posible reanalizarla como chocola-tera y, a partir de ello,

formar. Así pues, la analogía subyacente sería chocolate: chocola- tera = té : te-

tera.

7

Page 5: Analogía, cambios fonéticos

Por tanto, la estereotipia es una modalidad especial de analogía cuyo resultado es

la aplicación a una base de un aparente sufijo que no coincide con aquellos que el

morfólogo establece a partir del análisis formal de las palabras de la lengua, ni con

aquellos de los que pueden tener conciencia los hablantes, ello se debe a que,

como queda expuesto, la palabra o palabras que sirven de modelo a la nueva

formación son sometidas a una segmentación que no coincide con su estructura

morfológica, algo que, en realidad, no resulta extraño, pues no faltan pruebas de

que los hablantes seccionan a menudo las palabras sin respetar su estructura

morfémica.

Un ejemplo evidente de ello es el de la acronimia, consistente en la formación de

una palabra a partir de la unión de partes de otras dos palabras segmentadas

inde- pendientemente de su estructura morfológica: secre[taria] asa[fata],

créd[ito]credicasa. Igualmente, cabe aludir a análisis antietimológicos como

el de bi-kini (del topónimo Bikini), de donde mono-kini, y a derivaciones

sobre pseudorradicales del tipo jab-alí > jab-ato gorri-ón > gurri-ato. Por otro

lado, conviene mencionar las consecuencias y el modo de actuación de este

proceso.

Respecto a sus productos, la estereotipia origina un nuevo segmento morfológico,

aunque la difusión que este alcanza permite distinguir dos modalidades. Por un

lado, una estereotipia amplia, de la que hablaremos en que origina nuevos sufijos

y alomorfos de sufijos preexistentes. Por otro, una estereotipia de alcance

restringido, que interviene en la construcción de palabras aisladas o de series

limitadas de palabras.

Por lo que se refiere a su mecanismo operativo, cabe diferenciar también dos

formas de actuación que se presentan en las dos modalidades descritas. En unos

casos, el reanálisis identifica como unidad un sufijo y un segmento no morfémico

que le precede (es el caso de -iano). En otros, la estereotipia unifica dos sufijos

encadenados, como ocurre con -ería.

8

Page 6: Analogía, cambios fonéticos

Tomando como punto de partida lo expuesto, comentaremos algunos ejemplos

evidentes del fenómeno que estamos describiendo, en su versión restringida:

3.1.1. Un grupo de palabras formadas por la adición a las correspondientes

bases de un segmento morfémico que en su origen es una cadena de sufijos es el

que constituyen modisteril puteril (registrados en el DEA de Seco, Andrés y

Ramos), brujeril (presente en el DRAE), caciqueril (Rainer 1999) y gansteril

(Diccionario de neologismos on line). Todas estas voces presentan un segmento -

eril que aporta el contenido ‘propio de’ y que sin duda debe de haberse desgajado

de la interpretación unitaria de la terminación de palabras como caballeril,

escuderil, cocheril y venteril (Lázaro Carreter 1980).

3.1.2. Ejemplos de palabras individuales que se han formado por estereotipia

a) Bebestible, creado sobre beber con la terminación de comestible (lat. tard.

comestibilis). Esta interpretación queda avalada por la comparación entre

bebestible y comestible ‘que se puede beber / comer’ y bebible / comible (DRAE:

“Dicho de un líquido: no del todo desagradable al paladar”; “Dicho de cosas de

comer: que no son enteramente desagradables al paladar”).

b) Campesino se ha acuñado a imitación de montesino ( montés), por lo que

ilustra cómo una cadena de sufijos puede aplicarse a una creación individual

c) Danzarín se ha formado sobre el modelo ofrecido por bailarín, adaptación al

español del italiano ballerino que puede fácilmente ser interpretada como bailarín

d) Fealdad parece creado a imitación de beldad, forma muy anterior a ella en el

idioma español.

e) Congoleño es, probablemente, una formación que asume como sufijo la

terminación de otro gentilicio muy próximo a él geográfica y fónicamente, angoleño

f) En fin, onusiano parece ser una creación humorística basada en venusiano

Como se observa en los ejemplos citados, la relación analógica en la que

descansa la estereotipia suele ser de tipo semántico, ya que las nuevas

9

Page 7: Analogía, cambios fonéticos

formaciones se relacionan con aquellas que les sirven de modelo por una

sinonimia más o menos exacta (danzarín), por antonimia fealdad o por su

pertenencia a un mismo campo conceptual (congoleño). No obstante, también hay

casos en los que la relación parece descansar más bien en la forma, en concreto

en la paronimia, onusiano.

3.2. La creatividad léxica

La analogía local se manifiesta igualmente en la creación de neologismos que, si

bien pueden atribuirse a la actuación de una regla de formación de palabras,

constituyen en realidad ejemplares aislados, bien porque presentan alguna

idiosincrasia respecto del funcionamiento de dicha regla o bien porque han sido

formados sobre el modelo ofrecido por una sola palabra o por un grupo limitado de

palabras. Estas dos posibilidades no siempre son fáciles de deslindar, de ahí que

los ejemplos ilustrativos que ofrecemos, a pesar de presentarse asociados a cada

una de ellas, puedan llegar a iluminar ambas.

La primera situación corresponde a neologismos que ofrecen propiedades

idiosincrásicas en relación a las reglas que les han dado origen, debido a que han

tomado como modelos formas creadas previamente mediante esas reglas que

presentan algún tipo de peculiaridad, es decir, que son también idiosincrásicas de

algún modo. Por ejemplo, según Camus (1996), el sufijo -iego crea adjetivos

denominales de contenido relacional (veraniego ‘propio de o relativo al verano’);

sin embargo, la lexicalización de la forma oveja bardaliega (en principio, ‘oveja de

bardal’, pero de ahí ‘aficionada al monte’) permite la acuñación de nuevos

derivados con ese contenido de ‘aficionado a’, caso de mujeriego.

De forma similar, adjetivos denominales que aluden a personas inclinadas a

realizar acciones en las que se implica el sustantivo base o aficionadas a lo que

este designa (embustero traicionero cizañero futbolero). De estas palabras,

futbolero ha experimentado un desplazamiento léxico –leve pero claramente

perceptible–, por el cual del signi- ficado ‘inclinado o aficionado a’ se ha pasado al

de ‘apasionado de’, valor que ha servido como base para la reciente acuñación de

10

Page 8: Analogía, cambios fonéticos

(registrada en el DRAE por primera vez en la edición de 2001) y del

neologismo rebajero ‘apasionado de las rebajas’ (Díaz Hormigo 2007: 52).

Por su parte, ejemplos de neologismos creados a partir de la analogía con una

palabra o un grupo de palabras son genecidio, rascainfiernos, subcielo,

quitadolores, billonario y cleptocracia. Todas estas voces responden a reglas de

formación de palabras productivas, pero al mismo tiempo es evidente que han

tomado como modelos concretos palabras individuales –genocidio, rascacielos

subsuelo, quitapenas y millonario– o, en el caso de cleptocracia y, grupos de

palabras perfectamente delimitados –democracia aristocracia autocracia, el

primero; camionero cochero y autobusero, el segundo–.

Muy relacionada con este último tipo de analogía está la creatividad léxica

condicionada contextualmente, esto es, la formación de neologismos motivados

por la copresencia en el mismo texto de otras unidades léxicas de la lengua.

4. EL PAPEL DE LA ANALOGÍA EN EL NACIMIENTO DE NUEVOS.

ELEMENTOS MORFÉMICOS O DE REGLAS DE FORMACIÓN DE PALABRAS

Junto a su funcionamiento local, la analogía puede actuar con un alcance bastante

mayor, originando no ya unidades léxicas más o menos aisladas, sino nuevos

elementos morfémicos o, si se prefiere, nuevas reglas de formación de palabras.

Ejemplificaremos esta posibilidad con tres casos originados por esa forma especial

de analogía que hemos llamado estereotipia.

4.1. El sufijo -ería

Desde los albores del español, -ero e -ía han sido, y continúan siendo, sufijos

independientes. Sin embargo, también desde antiguo, han sido frecuentes los

casos en los que -ía se ha aplicado a bases derivadas a su vez con -ero, algo que

ha permitido un sencillo reanálisis por el cual se ha identificado como forma

unitaria la cadena -er-ía, dando así lugar a un nuevo sufijo, -ería, que ha adquirido

todos los valores de -ía y ha desarrollado algunos más. De hecho, este sufijo crea

11

Page 9: Analogía, cambios fonéticos

sustantivos deadjetivales que expresan condición moral o ‘acto propio de’

(chulería, tontería), sustantivos denominales que expresan profesión (albañilería,

sastrería), sustantivos denominales o deverbales de valor locativo (acerería,

refinería) y sustantivos denominales de significado colectivo (chiquillería,

pobrería).

Como se ve, en ninguno de estos ejemplos existe un derivado primario en -ero,

por lo que resulta evidente que a todas las bases se ha unido un sufijo -ería.

4.2. El alomorfo -iano

La estereotipia de amplio alcance puede también desembocar en la creación de

un nuevo alomorfo de un afijo preexistente. Caso ilustrativo es el de -iano, que

presenta los mismos usos que -ano, e, incluso, le sobrepasa en frecuencia en

determinados ámbitos, especialmente en la formación de adjetivos derivados de

nombres propios de persona: calderoniano, erasmiano, freudiano, galdosiano;

caucasiano, laosiano. Este alomorfo surge de un proceso de estereotipia bastante

simple: basándose en los numerosos adjetivos –creados tanto en español como

en latín– que exhiben una terminación -iano producida por la aplicación de –ano a

bases acabadas en /-io/ o /-ia/, se ha reanalizado un elemento -iano que, como

muestran los ejemplos anteriores, ha cobrado existencia propia. En la génesis de

este alomorfo deben de haber intervenido formas como horaciano (lat.

horatianus), juliano, ovidiano, teodosiano (del lat. theodosianus); italiano,

murciano, valenciano; diluviano, hospiciano, miliciano, palaciano, parroquiano

(estos dos últimos ya en Berceo, según Corominas y Pascual).

4.3. Los “incrementos” de los apreciativos españoles

Los sufijos apreciativos del español muestran un comportamiento morfonológico

que ha suscitado una importante discusión teórica (vid. Lázaro Mora 1977; Rojas

1977; Horcajada 1987), tanto en lo referente a la distribución de sus alomorfos,

como en relación al origen y función del segmento -c- o -ec- que se manifiesta en

algunos de ellos (de forma sistemática, en -ito, -illo e -ico; esporádicamente, en 12

Page 10: Analogía, cambios fonéticos

cualquier otro diminutivo e, incluso, en aumentativos, despectivos y superlativos).

La tesis más extendida es considerar -c- y -ec- como interfijos, dada su presencia

en diversos sufijos y su distribución unificada:

Las formas con -c- aparecen en palabras acabadas en vocal tónica

(cafecito) y en bisílabos terminados en /n/ (camioncito) o /r/ (mayorcete).

Las formas con -ec- se presentan en monosílabos acabados en consonante

(florecilla florecilla) y en bisílabos terminados en -e (cochecito) o que tienen

los diptongos /ei/, /ie/ o /ue/ en la primera sílaba (peinecito, siestecita,

cuentecillo).

Sin embargo, frente a las explicaciones basadas en la noción de interfijo,

Horcajada (1987: 65-71) presenta una de tipo histórico-causal en la que la

analogía tiene un papel determinante. Según él, el diminutivo latino -ulus

poseía dos alomorfos:

Por un lado, -ulus, que se aplicaba a nombres de las dos primeras

declinaciones: caliga > caligula, carrus > carrulus. Este alomorfo procede de

-olus, que, en los temas en -e-, -i-, -u-, se asimiló a la consonante

precedente, originando -ellus: puellus < puer-olus. Esta forma -ellus fue

reanalizada como sufijo independiente y aplicada, ya en latín vulgar, a

todas las bases de estas dos declinaciones.

Por su parte, los nombres de las otras tres declinaciones empleaban el

alomorfo -culus, originado por el reanálisis de voces en que -ulus se había

unido a un tema en /k/. Esto es, formas del tipo radix > radic-ulus, se

interpretan como radi-culus, con lo que cobra vida un alomorfo que se

emplea para crear el diminutivo de voces como piscis > pisci-culus, pedis >

pedi-culus, mater > mater-cula. El mismo proceso que convierte -ulus en -

ellus transforma -culus en -cellus, lo cual produce una alternancia que da

origen a la española entre -illo y -cillo.

13

Page 11: Analogía, cambios fonéticos

Por tanto, esas dos variantes estaban en latín en distribución condicionada

gramaticalmente, pero la pérdida de la flexión casual hizo que esa distribución

pasara a ser fonológica:

Los bisílabos en -o y -a proceden de las dos primeras declinaciones, de ahí

que en latín tomen -ellus y en español -illo (cajilla, campillo).

Los bisílabos en -e, que vienen de la tercera declinación, toman -cellus > -

cillo (monti-cellus > montecillo). También son bisílabos en -e los que

actualmente son monosílabos acabados en consonante; es decir, panecillo

posee en su origen la estructura pane-cillo. Sin embargo, al producirse la

apócope de -e final, la -e que se encontraba en la base se desplaza al

sufijo: frente a pane-cillo / pane, la existencia de pan obliga a interpretar

panecillo como pan-ecillo. Ese mismo desplazamiento se produce en

formas como monte-cillo, pues mientras que en latín monti-cellus se crea

sobre monti(s), en español la pérdida de la vocal final en el proceso

derivativo conlleva que este tipo de palabras se identifique como mont-

ecillo. Surge así el alomorfo -ecillo.

Las formas acabadas en consonante proceden de la tercera declinación,

por lo que en latín toman -cellus > -cillo, que se conserva inalterado debido

a que el paso del latín al castellano no produce cambios fónicos en estas

bases: pastor-cillo, mujer-cilla. Este es, pues, el proceso que conduce a la

aparición de los alomorfos -illo, -cillo y -ecillo. Por tanto, estos nacen de la

evolución fonética y morfológica desde el latín al castellano.

Pero la analogía va más allá, pues es también la base de la aparente extensión de

los segmentos -c- y -ec- a otros sufijos. En principio, podría afirmarse que, dadas

las formas caja - cajilla, mujer - mujercilla y pan - panecillo, los hablantes

encuentran unos elementos -c- y -ec- que desplazan a otros sufijos apreciativos,

algo que implica reconocer el concepto de interfijo. Sin embargo, como en Martín

Camacho (2002) se niega la existencia de interfijos, se prefiere proponer una 14

Page 12: Analogía, cambios fonéticos

explicación más compleja pero más acorde con la realidad del funcionamiento

lingüístico. Lo que cambia respecto de la anterior propuesta es la proporción que

se toma como punto de partida: si los hablantes conocen formas como pobrecillo,

consolidadas por la tradición y la herencia latina, al querer conmutar por otro el

sufijo -illo, lo suprimirán y añadirán el nuevo sufijo al segmento resultante, con lo

que se crea pobrec-ito. De este modo, se produce un caso de sufijación sobre un

pseudorradical. Tras ello, si se aplica a una base de las mismas características el

sufijo -ito, se atenderá a la proporción pobre / pobrecito, de la que se extraerá el

segmento -ecito para acuñar, por ejemplo, golp-ecito. Se trata, en esta ocasión, de

un proceso de estereotipia.

Por consiguiente, el origen de los alomorfos de los apreciativos se encuentra en

dos procesos simultáneos de tipo analógico: la formación de un falso radical y la

estereotipia. Esta hipótesis puede tildarse de artificiosa, pero se fundamenta en la

idea de que el hablante basa su actuación en segmentos de los que tiene

conciencia: el sufijo -illo y la base pobre; resulta mucho más dudoso que tenga

conciencia de un interfijo -ec- o -c-.

5. EL PAPEL DE LA ANALOGÍA EN LAS REGLAS MORFOLÓGICAS

En los apartados anteriores se ha intentado demostrar que la intervención de la

analogía en el plano morfológico es innegable, al menos en la creación de

palabras concretas y en el origen de determinados elementos (o reglas). Pero es

posible ir más allá y plantear que la analogía se encuentra en la base de todo

proceso morfológico. Por un lado, parece difícil negar que, al menos en las

lenguas flexionales, los procesos flexivos tienen una motivación analógica, como

bien demuestran los casos de sobregeneralización que se documentan en

cualquier lengua. En cambio, esta afirmación necesita más argumentos cuando se

traslada a la morfología léxica. Presentaremos dos nuevos ejemplos sobre los que

reflexionar.

5.1. La aplicación del sufijo -ista aporta a la base, al menos, tres valores

básicos, algunos de los cuales pueden subdividirse:

15

Page 13: Analogía, cambios fonéticos

A. ‘Partidario de’, dentro del cual cabe distinguir los derivados referidos al

partidario de las ideas de un líder político, religioso o social (A1: marxista,

castrista, budista) y los que aluden al partidario de una acción o fenómeno (A2:

ecologista, abortista, reformista).

B. ‘Actividad o profesión’, como se observa en deportista, economista, novelista

o lingüista (B1). Un grupo especial dentro de este es el de denominaciones de

personas que manejan instrumentos musicales, caso de guitarrista, pianista o

saxofonista (B2).

C. ‘Propenso o aficionado a’, significado que se aprecia en juerguista, detallista,

cuentista o bromista.

5.2. Este tipo de explicación no se limita a reglas polisémicas . Por ejemplo, -

dad forma siempre sustantivos deadjetivales que indican ‘cualidad o carácter de’ y

tiene entre sus bases favoritas aquellas previamente sufijadas con -ble

(inestabilidad, fiabilidad, vulnerabilidad), vulnerabilidad), vulnerabilidad -al

(esencialidad, potencialidad, materialidad) potencialidad, materialidad)

potencialidad, materialidad e -ivo (impulsividad, agresividad, combatividad). Este

esquema derivativo mantiene combatividad). Este esquema derivativo mantiene

combatividad actualmente gran productividad; por ejemplo, en el Diccionario de

neologismos on-line se registran, entre otras, usabilidad, portabilidad,

empleabilidad; estatalidad, radicalidad, instrumentalidad; conectividad,

progresividad, optatividad. Este comportamiento podría explicarse mediante una

regla en la que se especificara que -dad selecciona bases terminadas en esos tres

sufijos, aunque ello no resulta atractivo, pues a esos sufijos habría que añadir

otros (por ejemplo, -oso, como en tenebrosidad; -ano, como en hispanidad) y el

hecho de que hispanidad) y el hecho de que hispanidad -dad también se une a

bases simples (-dad también se une a bases simples (-dad crueldad, seriedad)

seriedad) seriedad. Por ello, resulta más sencillo considerar que la regla que rige

el uso de -dad se activa en función de diversos modelos que sirven como punto de

partida para la acuñación de los neologismos citados.

16

Page 14: Analogía, cambios fonéticos

En definitiva, es posible defender que una regla, o un afijo, es un elemento

abstracto que se concreta, de una o varias formas posibles, en función del modelo

o los modelos que han servido para crear ese mismo ente abstracto: -ista, o la

regla de aplicación de -ista, es una entidad abstracta que funciona en la creación

de palabras en tanto en cuanto los hablantes conocen varios modelos, o series de

palabras, en las que dicho afijo aporta unos valores, de modo que a partir de esos

modelos pueden crear nuevas palabras que se añadan a las preexistentes.

De este modo, parece factible situar la analogía en la base tanto de los

planteamientos teóricos de Ítem y Proceso como de Ítem y Disposición. Las reglas

(o el uso de morfemas) son esquemas abstractos de creación de palabras que se

activan, en una sola o en distintas direcciones según los casos, por la analogía

con formas preexistentes. Esta idea se apoya en el convencimiento de que los

hablantes no aprenden los morfemas constitutivos de las palabras ni las reglas

como tales, sino las propias palabras, de las que extraen los patrones para acuñar

otras nuevas.

Así, mientras que el lingüista habla de morfemas o de reglas, lo que el hablante

conoce son palabras entre las que percibe unas relaciones formales, semánticas y

pragmáticas, algo que le permite abstraer modelos que le servirán para la

formación de nuevas palabras relacionables con aquellas.

Cabe decir que son las palabras el punto de partida que el hablante toma para

crear un modelo abstracto (regla o afijo) que aplicará para formar nuevas palabras

que tendrán alguna semejanza (analogía) con aquellas que conoce. Esta forma de

concebir la analogía implica dos cosas:

La analogía no tiene por qué actuar sistemáticamente. A menudo se niega el papel

de la analogía en la formación de palabras aludiendo a las lagunas que presentan

las series derivativas, lagunas que no tienen más razón de ser que la existencia de

modelos alternativos (por ejemplo, para crear el opuesto de capaz la lengua podría

haber elegido tanto incapaz como *descapaz), la existencia de formas que

17

Page 15: Analogía, cambios fonéticos

bloquean la aplicación de la regla (de ahí que no se cree *descapaz) o,

simplemente, la falta de necesidad o de interés por acuñar una forma concreta.

La analogía, como fundamento de las reglas de formación de palabras, no es una

simple regla de tres o cuarta proporcional (así puede actuar en las creaciones

esporádicas o en la génesis de la regla), sino un modelo bastante más abstracto:

el hablante conoce una serie de palabras (v. g. marxista, leninista, castrista, trots-

kista...), en las que descubre unas propiedades (derivan de nombres propios de

líderes políticos, el derivado designa el seguidor de las ideas de ese líder) que le

hacen cobrar conciencia de que, dado el nombre de un nuevo líder político, puede

aplicarle la terminación -ista para designar a sus seguidores, y de ahí aznarista o,

cuando a alguien se le ocurra, zapaterista o zetapista.

6. ANALOGÍA Y EVOLUCIÓN. CÓMO ENTRA EN LA LENGUA UNA

INNOVACIÓN ANALÓGICA

Nada entra en la lengua sin haber sido ensayado en el habla; todos los fenómenos

evolutivos tienen su raíz en la esfera del individuo. Se aplica muy particularmente

a las innovaciones analógicas. Antes de que honor se hiciera un competidor

susceptible de reemplazar a honōs, hizo falta que un primer sujeto lo improvisara,

que otros lo imitaran y lo repitieran, hasta imponerlo en el uso. No es necesario

que todas las innovaciones analógicas tengan esta buena fortuna. En todo

momento encontramos combinaciones sin porvenir que la lengua no adoptará

probablemente. El lenguaje de los niños rebosa de ellas, porque los niños conocen

mal el uso y todavía no están sujetos a él; los niños franceses dicen viendre por

venir, mouru por mort, etc., y los españoles dicen cabo por quepo, morido por

muerto, etc. Pero también el lenguaje de los adultos las ofrece. Así, muchas

personas sustituyen en francés trayait por traisait (que, por lo demás, se lee en

Rousseau). Todas estas innovaciones son en sí perfectamente regulares; se

explican de la misma manera que las que la lengua ha aceptado; así, viendre

descansa en la proporción:

éteindrai : éteindre = viendrai : x

18

Page 16: Analogía, cambios fonéticos

x = viendre

Y traisait se ha forjado a imagen de plaire, plaisait, etc. La lengua sólo retiene una

mínima parte de las creaciones del habla; pero las que duran son bastante

numerosas para que de una época a otra veamos cómo la suma de las formas

nuevas da al vocabulario y a la gramática una fisonomía muy diferente. La

analogía no podría ser por sí misma un factor de evolución; y no es menos verdad

que esta sustitución constante de formas viejas por formas nuevas es uno de los

más sorprendentes aspectos de la evolución de las lenguas. Cada vez que una

creación se instala definitivamente y elimina a su competidora, hay

verdaderamente algo creado y algo abandonado, y en este sentido la analogía

ocupa un lugar preponderante en la teoría de la evolución.

6.1. Aglutinación y analogía

El contraste entre la analogía y la aglutinación es sorprendente: 1° En la

aglutinación dos o más unidades se confunden en una sola por síntesis (por

ejemplo, fr. encore de hanc horam, esp. ahora de hac hora), o bien dos

subunidades no forman ya más que una (cfr. hēd- isto-s, de *swād-is-to-s). Por el

contrario, la analogía parte de unidades inferiores para hacer con ellas una unidad

superior. Para crear pāg-ānus, la analogía ha unido un radical pāg- y un sufijo -

ānus. 2° La aglutinación opera únicamente en la esfera sintagmática; su acción

recae sobre un grupo dado; no considera otra cosa. Por el contrario, la analogía

echa mano de las series asociativas tanto como de los sintagmas. 3° La

aglutinación, sobre todo, no ofrece nada de voluntario, nada de activo; ya lo

hemos dicho: es un simple proceso mecánico, donde el ensamblaje se hace por sí

solo. Por el contrario, la analogía es un procedimiento que supone análisis y

combinaciones, una actividad inteligente, una intención. Se suelen emplear los

términos de construcción y de estructura a propósito de la formación de las

palabras; pero esos términos no tienen el mismo sentido según se apliquen a la

aglutinación o a la analogía. En el primer caso, sugieren la cimentación lenta de

elementos que, estando en contacto en un sintagma, han sufrido una síntesis que

19

Page 17: Analogía, cambios fonéticos

puede llegar hasta la completa esfumación de sus unidades. En el caso de la

analogía, por el contrario, construcción quiere decir disposición obtenida de un

solo golpe, en un acto del habla, por la reunión de cierto número de elementos

tomados de diversas series asociativas.

20

Page 18: Analogía, cambios fonéticos

Conclusión

Como conclusión, la analogía ha sido un factor de cambio a través del tiempo,

esto debido a un proceso que se da en el habla gracias a la imitación de

referentes, que tienden a generalizar las palabras y desemboca en un cambio a

nivel de morfemas. Además este tipo de cambios hace referencia a la creatividad

del hablante que modifica las palabras retomando características de otras que se

le asemejan, tal es el caso de la palabra latina honor que en un principio era

honos, y que por el hecho de parecido el hablante retoma el fonema r y termina

por sustituir el fonemas.

También se llega a la conclusión de que si bien es un cambio que se produce en

el habla este termina por modificar la gramática. Y aunque su proceso de

evolución se considere diacrónico también es sincrónico debido a que la

alternancia de los significantes permanece en el dialecto de una generación pero

que al final prevalece una palabra.

Pero la analogía con respectos a los prefijos y sufijos, no viene a modificar las

estructuras de las palabras en el sentido, que no se sustituye ningún elemento de

esta. Si no más bien al agregar un prefijo o sufijo esto agrega un valor de

significación a la palabra original. En definitiva, si la analogía es una de las fuerzas

del lenguaje humano, resulta factible postular que desempeña un papel

fundamental en la morfología.

21

Page 19: Analogía, cambios fonéticos

Bibliografía

Martín Camacho, José Carlos. (2007). Observaciones sobre el papel de la

analogía en los procesos morfológicos. España. Editorial Universitaria,

Universidad de Murcia.

Perona, José. (2002). Estudios de la lingüística: Cambios fonéticos

esporádicos. España. Editorial Quinta Impresión.

Menéndez Pidal, R. (1968). Manual de gramática histórica española. Madrid.

Espasa-Calpe.

De Saussure, Ferdinand. (1945). Curso de lingüística general. Buenos Aires,

Argentina. Editorial Losada. Vigesimacuarta Edición.

22