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Aportes del Pensamiento Crítico Latinoamericano Nº 2 1 Aportes del Pensamiento Crítico Latinoamericano Universidad de Buenos Aires Facultad de CienciasSociales Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe José Aricó, el marxismo en diálogo Martín Cortés Editor Número 2 Invierno 2015

Arico El Marxismo en Dilogo

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Arico El Marxismo en Dilogo

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  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2 1

    Aportes del Pensamiento Crtico

    Latinoamericano

    Universidad de Buenos Aires

    Facultad de CienciasSociales

    Instituto de Estudios de

    Amrica Latina y el Caribe

    Jos Aric, el marxismo en

    dilogo

    Martn Corts Editor

    Nmero 2

    Invierno 2015

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2 2

    Autoridades de la Facultad de Ciencias Sociales Decano Lic. Glenn Postolski Vicedecana Dra. Patricia Funes Secretara Acadmica Dra. Ana Arias Secretara de Estudios Avanzados Dra. Mercedes Di Virgilio Secretara de Gestin Institucional Lic. Gustavo Bulla Secretara de Cultura y Extensin Lic. Stella Maris Escobar Secretara de Hacienda Lic. Horacio Rovelli Secretara de Proyeccin Institucional Lic. Pablo Hernndez Instituto de Investigaciones Gino Germani Directora: Dra. Carolina Mera Instituto de Estudios de Amrica Latina y el Caribe Directora: Dra. Mabel Thwaites Rey Biblioteca Norberto Rodrguez Bustamante Director: Daniel Comande

    Instituto de Estudios de Amrica Latina y el Caribe Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires

    Marcelo T. de Alvear 2230, C1122AAJ Ciudad Autnoma de Buenos Aires, Argentina

    www.iealc.sociales.uba.ar [email protected]

    Directora: Mabel Thwaites Rey Comit Acadmico: Mabel Thwaites Rey, Emilio Taddei, Ruth Felder, Miguel Mazzeo (miembros titulares por el claustro Investigadores), Hernn Ouvia, Diego Raus, Nstor Kohan, Ins Nercesian (miembros suplentes por el claustro de Investigadores). Miguel Leone, Maisa Bascuas, Andrs Tzeiman (miembros titulares por el claustro de Investigadores en formacin), Ariel Goldstein, Liliana Pardo Montenegro, Martn Ribadeiro (miembros suplentes por el claustro de Investigadores en formacin). Asistentes de la Direccin Acadmica: Silvia Demirdjian y Lucila de Marinis.

    Edicin tcnica: Ruth Felder y Ramiro Coviello (colaborador)

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2 3

    ndice

    Jos Aric, el marxismo en dilogo. Presentacin 4

    En los pliegues de la modernidad latinoamericana. Cultura y poltica en Jos Mara Aric

    Guillermo Ricca 10

    Jos Aric: Variaciones sobre la autonoma

    Vernica Gago y Diego Sztulwark 27

    Aric y Portantiero en el espejo del exilio mexicano: los textos malditos y la bsqueda del nexo orgnico entre economa y poltica en el marxismo

    Andrs Tzeiman 41

    Weber y Amrica Latina. Las dos ediciones de Weber de Jos Mara Aric

    Esteban Vernik

    Y en el principio fue el Estado Jos Aric crtico del societalismo

    58

    Jorge Orovitz Sanmartino 88

    Acerca de los autores 107

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2 4

    Jos Aric, el marxismo en dilogo.

    Presentacin

    Martn Corts

    En 1963, Jos Aric participa de la publicacin de una nueva revista, gesto casi

    obligado para toda generacin intelectual que aspira a marcar una diferencia.

    En el caso de aquella empresa, la clebre revista Pasado y Presente, exista

    una pretensin al menos a simple vista- relativamente modesta: intervenir,

    desde la juventud intelectual, en los debates tericos y estratgicos del Partido

    Comunista argentino. El estilo de la intervencin apuntaba tanto a la bsqueda

    de nuevos horizontes tericos divergentes del marxismo-leninismo oficial, como

    a una pregunta por la relacin entre comunismo y masas en la Argentina. El

    destino de esa intervencin es bastante conocido (desafortunado en su

    intencin, virtuoso en la empresa intelectual que se desat, por al menos dos

    dcadas, a partir de entonces) y esta breve presentacin no es lugar para

    explorarlo nuevamente. S quisiramos subrayar una propuesta de lectura de la

    tradicin marxista que all apareca. La editorial del primer nmero, firmada por

    el mismo Aric, propona, entre otras cosas, un ambicioso retorno a Marx en el

    marco de una necesidad de actualizar las herramientas de la tradicin que con

    l se fundaba, para ponerla a la altura de los desafos de la poca. stos

    reclamaban, casi con urgencia, una torsin crtica respecto de las ortodoxias

    que dominaban el panorama de las izquierdas bajo la sombra de la Unin

    Sovitica. A tono con las transformaciones del campo intelectual que se

    sucedan contemporneamente en Europa, Pasado y Presente acusa recibo,

    en la pluma de su editor, de los vasos comunicantes existentes entre marxismo

    y ciencias humanas. Y lo hace celebrando esa ligazn como un preciado

    acervo que se remontaba hasta el propio Marx. Una lectura astuta de la poca

    supona:

    [] no dejar de lado por consideraciones polticas del momento a diversos aspectos del conocimiento humano (psicologa, sociopsicologa, antropologa social y cultural, sociologa, psicoanlisis, etc.), abandonando a la ideologa burguesa

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2 5

    contempornea campos que ya el marxismo en 1844 reclamaba como suyos. (Revista Pasado y Presente N1, Editorial, 1963)

    Haba, claramente, algo de desmesura en la propuesta de Aric: como si

    existiera un gran malentendido en aquello que se fue constituyendo con el

    nombre de marxismo desde el Siglo XIX, que adems pudiera remontarse con

    un apropiado retorno a los Manuscritos de 1844, aparentemente escritos a la

    medida de esas nuevas subjetividades polticas que surgan en los aos

    sesenta. Sin embargo, tambin aparece cifrada en la afirmacin de Aric una

    clave de lectura de la tradicin marxista que, de algn modo, sign su

    trayectoria como editor y como autor: la idea de que el marxismo no poda ser

    concebido como un cuerpo terico cerrado y autosuficiente. Esto implicaba,

    muy rpidamente, la necesidad de un dilogo con otros mundos culturales y

    tradiciones tericas, sabiendo leer qu ncleos de saber desarrollados en otros

    campos eran apropiables para el horizonte crtico del marxismo. Al mismo

    tiempo, preanunciaba un tipo de operacin de lectura antagnica a toda

    pretensin de pensar el marxismo como un cuerpo cerrado de frmulas

    conclusas, para lo cual privilegiara la bsqueda por revalorizar sus referentes

    opacados o desplazados de los relatos oficiales que el Siglo XX haba ido

    consolidando.

    Como editor y como autor, la trayectoria de Aric muestra un ejercicio de

    tensin de las fronteras internas y externas del marxismo difcil de parangonar.

    Entre los Cuadernos de Pasado y Presente (editados entre 1968 y 1983) y la

    Biblioteca del Pensamiento Socialista de la Editorial Siglo XXI (que dirigi

    durante su exilio en Mxico, entre 1976 y 1983), por mencionar solamente sus

    dos experiencias editoriales ms significativas, es posible reunir casi

    doscientos ttulos que permiten afirmar de manera categrica que Marx y el

    marxismo asumen, en lengua castellana, una espesura totalmente renovada en

    virtud de su intervencin. Esto incluye la reedicin de clsicos (muy

    especialmente el monumental trabajo de traduccin y edicin de El Capital en

    la Editorial Siglo XXI) y la publicacin de inditos en espaol de Marx (entre los

    que se destacan los Grundrisse, editados entre 1971 y 1976, que slo conocan

    algunas ediciones parciales en los aos anteriores). Asimismo, la tarea editorial

    de Aric iluminaba recovecos oscuros mediante la publicacin de

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2 6

    correspondencias, textos fragmentarios y otras intervenciones no sistemticas

    de Marx. Aparecan tambin infinidad de autores poco editados o relativamente

    desconocidos, en algunos casos pertenecientes a distintos tramos de la

    heterodoxia marxista, en otros, simples ejercicios de reposicin de debates o

    discusiones que parecan querer mostrar que aquello que se conoce como

    marxismo es algo mucho ms complejo e inabarcable que lo que sus voces

    oficiales podran admitir.

    Por otro lado, en estricta continuidad con la cita de la editorial de la revista, los

    personajes ajenos a la tradicin tenan tambin una presencia relevante en la

    imaginacin editorial de Aric. Desde Levi-Strauss y Lacan hasta Max Weber y

    Norberto Bobbio, es posible encontrar numerosos ejercicios de puesta en

    dilogo del marxismo con otros cuerpos tericos, acaso con el ejemplo ms

    extremo en el inters de nuestro autor por la figura de Carl Schmitt en los

    tempranos aos ochenta.

    Como autor, oficio que todava permanece injustamente- opacado por la

    tremenda magnitud de su trabajo editorial, Aric tambin despleg esta

    vocacin de dilogo, intentando poner en juego a los ms diversos exponentes

    del marxismo y de otras tradiciones en pos de comprender las complejidades

    de su poca. Esto es notorio en sus libros: en Marx y Amrica Latina al abrigo

    del Marx tardo que permita criticar la filosofa de la historia e indagar en la

    vieja cuestin nacional desde una perspectiva original; en las Nueve lecciones

    de economa y poltica en el marxismo, recuperando infinidad de debates

    perdidos en los albores del Siglo XX, para pensar el siempre enigmtico lugar

    de lo poltico; en La hiptesis de Justo, visitando al lder socialista argentino

    para preguntarse, una vez ms, por los infortunios de las izquierdas en el

    mundo popular argentino y latinoamericano. Y tambin es notorio en la infinidad

    de presentaciones, prlogos y advertencias con que acompa sus ediciones,

    donde stas son colocadas en la direccin de responder dilemas terico-

    polticos especficos.

    No se trata aqu de pasar una extensiva revista sobre el trabajo de Aric, sino

    de sealar una virtud que podra recorrerlo: estos ejercicios de descomposicin

    y recomposicin de la tradicin marxista, de entrecruzamiento con otras formas

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2 7

    del saber, de confrontacin con las ms diversas realidades, est construida

    siempre con un ojo en el presente. Quiz paradjicamente, Aric es el

    responsable de que hoy podamos conocer una importante cantidad de debates

    y personajes que podran permanecer perdidos en la historia del pensamiento

    de izquierdas, pero sus ejercicios tenan poco y nada de vocacin

    historiogrfica estricta. Las visitas a la historia estaban construidas desde una

    inquietud por responder a dilemas tericos y polticos que la realidad presente

    colocaba. Claro que se trataba de una estrategia de respuesta muy particular:

    una suerte de rodeo a travs de los modos en que esos mismos problemas

    fueron pensados y abordados, una especie de apuesta por rearmar las

    respuestas posibles a partir de la revitalizacin de sentidos que pertenecieran a

    otro tiempo pero que pudieran ser actualizados.

    Esa vocacin de dilogo (con el pasado, con otras tradiciones, con la propia

    tradicin) aparece como una estrategia para abordar una realidad siempre

    difcil, cambiante, indescifrable si se la pretende ceir con herramientas que no

    se ponen en juego en el propio ejercicio de lectura de la coyuntura. Opera all la

    hiptesis de que el marxismo como tradicin cuenta con muchos infortunios

    que deben ser tensados o repensados para hacer de la crtica un ejercicio

    fructfero. As aparecen, en Aric, preguntas por el progreso, por las clases

    sociales y los sujetos polticos, por la Nacin, por el Estado, por la teora

    poltica del marxismo, por la democracia. Algunos de estos problemas pusieron

    al marxismo contra las cuerdas en las ltimas dcadas, e incluso sirvieron de

    va de salida para muchas relevantes figuras intelectuales. No fue el caso de

    Aric, quien con terquedad busc en los armarios olvidados de su tradicin, y

    en la puesta en relacin de sta con los ms diversos mundos culturales,

    posibles respuestas para seguir pensando dentro de un horizonte socialista, a

    sabiendas incluso de que el sentido mismo de ese horizonte era cada vez

    menos preciso.

    En esta direccin, el presente compendio de textos pretende mostrar algo del

    inters que la figura de Aric viene suscitando en los ltimos tiempos. Desde

    distintos ngulos, los textos aqu presentes ayudan a trazar el contorno de un

    personaje crucial del pensamiento latinoamericano en las ltimas dcadas. El

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2 8

    primer escrito, de Guillermo Ricca, nos sirve para instigar un tipo de lectura de

    Aric que privilegia, en el sentido de lo que venimos planteando, el problema

    del presente. All la poltica, con distintos nombres, aparece como una

    preocupacin fundante de las empresas crticas de Aric, siempre dispuestas a

    pensar la coyuntura en su delicada complejidad, a distancia de los privilegios

    deductivistas que algunos procedimientos de lectura, tambin patrimonio de las

    izquierdas, auspiciaban.

    Los otros cuatro textos nos permiten experimentar con Aric lo que l se

    propuso hacer con el marxismo. Una vez ms con la poltica como punto de

    partida se trata de ejercicios que ponen en relacin las contribuciones del

    cordobs con otras figuras o tradiciones, para preguntarse por los saldos

    tericos que estos vnculos pueden ofrecernos para leer nuestra propia poca.

    El trabajo de Vernica Gago y Diego Sztulwark indaga en la persistente

    relacin de Aric con el problema de la autonoma. Relacin que slo

    parcialmente remite a la efectiva atencin de nuestro autor por el autonomismo,

    para nombrar as las distintas derivas de las problematizaciones obreristas que

    aparecen en los sesenta italianos de la mano de Mario Tronti. La pregunta por

    la autonoma es tambin la compleja indagacin en torno de la relacin entre la

    poltica y lo que est ms all de ella (la economa?). El enigma del espacio

    donde se constituyen los sujetos populares quiz demasiado politizado en

    los ltimos tiempos- aparece como una invitacin de los autores para volver a

    recorrer, con atencin, las indagaciones de Aric.

    El texto de Andrs Tzeiman, por su parte, indaga en un dilogo de Aric que es

    tambin la historia de una gran camaradera intelectual, aquella que lo uni con

    Juan Carlos Portantiero. En este caso, para indagar en un momento de afinidad

    menos explorado que los tiempos de Pasado y Presente: el espacio del exilio

    mexicano como escenario donde la pregunta por la relacin entre economa y

    poltica en el marxismo atac a ambos personajes, que bucearon atentamente

    en el siempre ledo Gramsci, pero tambin en muchos otros, para intentar dar

    respuesta a aquel persistente dilema. Tambin en los tiempos de exilio se

    inscribe la problemtica que aborda Esteban Vernik, que nos invita a visitar la

    breve pero prolfica relacin de Aric con Max Weber, a quien edita en el

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2 9

    contexto mexicano. El texto no solamente nos muestra las inquietudes de Aric

    que Weber poda ayudar a pensar (la relacin entre conocimiento y poltica, la

    necesidad de una reflexin verstil frente a los grandes cambios de poca y,

    una vez ms, la relacin entre economa y poltica), sino que contribuye a

    resaltar la tarea editorial de Aric: su publicacin de Weber, aun si ste no

    constitua el centro de sus intereses tericos, implicaba un sustantivo

    enriquecimiento de los materiales con los cuales los lectores latinoamericanos

    contaban para acercarse al gran terico alemn.

    Por ltimo, acaso para defender tambin aqu una lectura en este caso de

    Aric- desde el presente, el escrito de Jorge Sanmartino pone en dilogo las

    reflexiones de nuestro autor con los desarrollos de una de los pensadores ms

    destacados de la actualidad latinoamericana: lvaro Garca Linera. Tomando

    una polmica que ste iniciara contra las tesis de Aric de Marx y Amrica

    Latina, se nos muestran los distintos ngulos desde los cuales puede

    abordarse el recurrente problema de la relacin entre Estado y sociedad civil en

    nuestra regin. Los caminos sinuosos que cada uno de los dos autores recorre

    en sus perspectivas tericas respecto de esta materia, muestran de manera

    contundente tanto la complejidad del propio objeto como la permanente

    conmocin de certezas que suele producir la vocacin por pensar Amrica

    Latina.

    Precisamente porque Amrica Latina reclama reflexiones capaces de no ser

    dogmticas pero tambin de construir certezas efectivas, Jos Aric es una

    figura imprescindible para estos tiempos. Su pregunta por la emancipacin en

    las condiciones especficas de la vida latinoamericana es profundamente actual.

    Un tiempo en ebullicin como el nuestro, que se pregunta por las nuevas

    condiciones de la emancipacin, por los sujetos sociales que pueden

    construirla, y por los modos de comprender la poltica y la reflexin que hacen

    falta para ello, no puede privarse de una obra que esperamos que este

    cuadernillo invite a seguir leyendo.

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    10

    En los pliegues de la modernidad latinoamericana.

    Cultura y poltica en Jos Mara Aric

    Guillermo Ricca

    El problema a resolver es de qu modo queremos los

    latinoamericanos, ser modernos Jos M Aric, 1917 y Amrica Latina (1991)

    La imagen de Aric como un pensador arborescente y de escritura

    fragmentaria, una escritura que configura una textualidad abierta, jalonada por

    la urgencia de la intervencin poltico cultural y, a la vez, por la derrota de esa

    intervencin, tiene un consenso sedimentado en el mbito de la investigacin

    universitaria. Emilio de pola, siguiendo cierto esquema evolutivo de la historia

    social argentina, tributario de una opcin poltica por el proyecto liderado por

    Ral Alfonsn en los aos ochenta, ha periodizado la trayectoria de Aric como

    un camino cuyo primer mojn est dado por la militancia juvenil en el Partido

    Comunista, en el marco del marxismo leninismo y, el ltimo, por una

    socialdemocracia secularizada, despojada de cualquier nfasis en la herencia

    de Marx (De pola 2005, 9-22). Aun cuando esta periodizacin se haya

    sedimentado como verdadera para la mayor parte del arco intelectual de la

    izquierda y la centroizquierda con valoraciones opuestas, claro est, su

    efecto tranquilizador en trminos de enfoque acadmico obtura otras

    dimensiones del pensamiento de Aric, por caso, algunas insistencias a la hora

    de pensar las relaciones entre cultura y poltica.

    Dadas las caractersticas breves de este escrito, asumir la sugerente

    diferenciacin de Slavoj iek entre historicismo e historicidad 1 como una

    1 La historicidad difiere del historicismo porque presupone algn ncleo traumtico que persiste como lo mismo no histrico, y las diversas pocas histricas son concebidas como intentos frustrados de aprehender ese meollo (iek 1998, 140).

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    11

    gramtica desde la cual es posible des sedimentar la normalizacin de la

    trayectoria de Aric en clave de historia intelectual y recuperar la potencia

    heurstica de un pensamiento de la poltica que, como l mismo no deja de

    repetir, al enunciarse como una prctica de intervencin, ha de resolverse

    como una crtica del presente. Al mismo tiempo, la lectura que aqu propongo

    intentar no forzar el carcter fragmentario de esa textualidad sino asumirlo

    como modulacin de nuestra propia escritura. En ese sentido, lo que sigue,

    puede ser ledo como un montaje, un collage o una constelacin de ciertos

    destellos o iluminaciones, propios de la textura de un discurso fraguado en una

    de las orillas o fronteras del materialismo histrico. Aquello que alumbraran

    estos montajes es el carcter diferencial y singular de algunos momentos de la

    modernidad latinoamericana.

    I. Marxismo crtico (1963)

    En el primer editorial de Pasado y Presente, Aric inscribe la actividad del

    grupo y de la revista en la huella de la ya concluida experiencia de Contorno.

    Este anclaje en un pre construido cultural equivale a una estrategia de toma de

    la palabra que busca esquivar la rigidez de la ortodoxia doctrinaria al interior del

    Partido Comunista Argentino; ms que una ruptura con el orden zhanovista del

    discurso se trata de una suerte de trampa, o emboscada a ese orden. En ese

    marco, afirmar que

    Todo movimiento cultural, todo proceso de modificacin de estructuras culturales envejecidas, casi siempre estuvo vinculado a rganos de expresin [] las revistas cumplen en la sociedad un papel semejante al del Estado o de los partidos polticos. (Aric 1963, 3)

    Esta manera de formular el problema deja ver marcas que remiten a Lenin. En

    efecto, en su Plan para un peridico poltico destinado a toda Rusia, responde

    en forma afirmativa a la pregunta Puede un peridico ser un organizador

    colectivo? (Lenin 2013, 185), y polemiza contra quienes acusan a Iskra,

    rgano que responda a sus iniciativas, de querer sustituir al Partido de la

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    12

    Socialdemocracia Rusa en la tarea de organizar una poltica revolucionaria,

    eran vsperas de la revolucin de 1905 y, efectivamente, doce aos despus,

    los bolcheviques hegemonizaron el movimiento de la socialdemocracia rusa.

    Esta operacin metonmica por contigidad es un ndice auroral del tipo de

    marxismo crtico que alentar en lo sucesivo la prctica de Aric. La crisis de la

    teora no es una instancia a ser resuelta en el terreno de la teora, de manera

    doctrinaria o cientfica. En la lectura de Aric se trata ms bien de un espacio

    inestable a ser habitado de manera poltica, esto es, en el litigio por el lugar de

    enunciacin de una praxis material, como lo es toda prctica poltico/discursiva

    y particularmente, Pasado y Presente.

    La disputa por ese lugar puede ser entendida como una secuencia de

    momentos de aceleracin/radicalizacin de la modernidad latinoamericana, en

    el caso de Pasado y Presente, modernidad que se inscribe en la vasta

    espectralidad marxista y sus traducciones en Nuestra Amrica, algo que

    adems representa como un jaln en el prolongado conflicto entre modernidad

    y tradicin en esta orilla del mundo, o como gustaba decir Aric, entre una

    modernidad diferente, diferencial y una cultura de contra reforma.

    En efecto, si remontamos como lo hace el propio Aric en sus intervenciones

    tardas (1989; 1991) las relaciones entre prctica intelectual y prctica

    poltica en Argentina durante el encendido Siglo XX, al emergente de la

    Reforma Universitaria, encontramos el mismo esquema: la disputa por el lugar

    de enunciacin de una verdad histrica frente a quienes de manera defensiva

    vociferan una dogmtica amparada en resguardos metafsicos. En efecto, ms

    que la continuidad entre la jerga del juvenilismo y la proclama del Manifiesto

    Liminar, como supone Arturo Andrs Roig (1998, 147-175), lo que se pone en

    primer plano, desde una perspectiva de anlisis discursivo, es la disputa por el

    lugar del enunciador. Si el discurso juvenilista encarnado de manera

    emblemtica en el Ariel de Rod, hace de los jvenes los destinatarios

    privilegiados de su mensaje, el Manifiesto Liminar, desde su primer enunciado

    constata una toma por asalto del lugar del enunciador de ese discurso: La

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    13

    juventud argentina de Crdoba a los hombres libres de Sudamrica. Aun

    cuando el imaginario espiritualista sea la gramtica desde la cual se empodera

    a la juventud como nuevo sujeto legtimo de la hora americana, el carcter

    agonstico de esa disputa cultural y la secuencia a la que dar lugar en la

    historia cultural y poltica latinoamericana, esperan ser dimensionadas como

    momentos de una modernidad con inflexiones particulares, diferenciales, no

    asimilables a la modernidad eurocntrica ni a la colonialidad del saber

    (Mignolo 2003) con la que los estudios culturales norteamericanos suelen

    caracterizar toda experiencia moderna de manera unidimensional.

    La ambigedad ideolgica de la Reforma es hoy un registro narrativo de amplio

    consenso (Halperin Donghi 1961; Moniz Bandeira 2008; Ansaldi y Giordano,

    2012), pero no puede pasarse por alto que el mismo acontecimiento de la

    Reforma fue objeto de disputas culturales tempranas y de praxis discursivas

    anudadas a su movimiento emergente. Jos Carlos Maritegui, en los Siete

    ensayos sobre la realidad peruana, da cuenta de algunas y muestra la

    estrategia defensiva de los sectores reaccionarios: mantener la reforma al

    interior de los claustros. Frente a esto, afirmar:

    [...] las vanguardias universitarias [] nicamente a travs de la colaboracin cada da ms estrecha con los sindicatos obreros, de la experiencia del combate contra fuerzas conservadoras y de la crtica concreta de los intereses y principios en que se apoya el orden establecido, podan alcanzar una definida orientacin ideolgica. (Maritegui 2010, 131)

    Maritegui, como se sabe, es otra de las gramticas destinada a dejar

    profundas huellas en la prctica discursiva de Aric, como tendremos

    oportunidad de ver ms adelante.

    En continuidad con estos momentos de la modernidad latinoamericana, el

    sujeto de la experiencia Pasado y Presente es enunciado en los trminos de

    una nueva generacin iconoclasta, dispuesta a hacer el inventario por s

    misma (Aric 1989, 1). Esta formulacin que sustituye en un mismo

    movimiento de discurso al partido por la revista de ideologa y cultura y a la

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    14

    disciplina de cuadros por una nueva generacin que no reconoce maestros

    (Aric 1989, 2), es inscripta en la herencia de Gramsci: hacer ese inventario por

    s misma es narrar la historia del pas desde una perspectiva monogrfica; de

    esa manera concibe Gramsci, en el Cuaderno especial sobre Maquiavelo, la

    historia de un partido poltico en tanto historia de un grupo social determinado.

    Lo cual supone un importante desplazamiento: los intelectuales, desde la

    mirada de Gramsci no constituyen una clase, esto es, un grupo social en

    permanente ascesis y escisin respecto de su clase de origen, en una suerte

    de odisea por la autonoma. Por lo tanto la historia de esa generacin que Aric

    enuncia como tarea, es la historia de un problema, de una fractura histrica

    producto de un orden excluyente incapaz de hegemonizar de manera poltica el

    proceso social total y de ningn modo resultado de una estratificacin

    estamental espontnea, propia de la evolucin de nuestras sociedades a

    partir de los flujos migratorios, ni de una anomala a ser superada por la

    adscripcin a un modelo normativo de modernizacin el europeo respecto

    del cual, nuestras sociedades, se revelaran como el atraso. La brecha entre

    intelectuales y pueblo es uno de los efectos de la nacin irrealizada, como dir

    Aric aos ms tarde, siguiendo el diagnstico de Maritegui. En esta

    dramtica se inscribe para l, a comienzos de los aos sesenta, uno de los

    desenlaces de la crtica poltica marxista. Slo que, en la enunciacin del

    problema, la teora es descentrada hacia su terrenalidad concreta: los

    obstculos para constituir una hegemona nacional popular, para conformar un

    nuevo bloque histrico de fuerzas capaz de suturar aquella brecha, no admiten

    ya los dictados de un depositario universal de la ciencia proletaria, protector

    bienaventurado de las masas indefensas.

    La respuesta de la dirigencia cultural del Partido Comunista Argentino centr

    sus argumentos en la apuesta por el sin partidismo de la posicin de Pasado

    y Presente; De lo que se trata, en ltima instancia, es de abolir la funcin

    dirigente del Partido Comunista (Agosti 1964, 2); esta lnea editorial bajaba

    desde las primeras pginas del N 66 de Cuadernos de Cultura, titulado

    enfticamente Afirmacin militante del marxismo-leninismo, y era

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    15

    ortodoxamente acatada por Abel Garca Barcel y Samuel Schneider en

    artculos que advertan sobre la desembocadura de la libertad crtica y del

    seguidismo populista: el anti comunismo, identificado, sin ms, con el sin

    partidismo, o con la crtica de la dirigencia. Para la doctrina partidaria el

    marxismo leninismo es una verdad compacta y externa a la cultura

    contempornea; a su vez, es la sntesis dialctica que niega y supera todo

    saber burgus. Frente a ello, Aric sealar la conveniencia de estudiar a

    travs de la historia de las revistas culturales el desarrollo del espritu pblico

    en el pas [] el proceso de formacin de sus intelectuales (Aric 1989, 9). La

    apuesta estratgica es la traduccin creativa de Gramsci: las revistas pueden

    cumplir con esa verdadera accin de organizacin de la cultura slo en cuanto

    devienen centro de elaboracin y homogeneizacin de la ideologa de un

    bloque histrico (Aric 1989, 9), ms que su repeticin erudita; una suerte de

    hacer como destinado a trazar otra genealoga del presente frente a una

    monoltica filosofa de la historia, en orden a intervenir en ese presente.

    Este ncleo de problemas que vincula la praxis poltica de las clases

    subalternas con una transformacin del concepto tradicional de cultura (Aric

    1989, 9), transformacin que implica su desplazamiento al terreno de la praxis

    poltica en un sentido que disputa la propiedad del partido sobre esa poltica,

    permanecer en Aric, aun cuando se modifiquen y disloquen las condiciones

    de su prctica discursiva. Si aqu la interrogacin retoma la categora

    gramsciana de bloque histrico, en aos posteriores asumir las de

    movimiento social latinoamericano o la de sujeto poltico, fuerza poltica o

    clase nacional 2 en una dislocacin de las condiciones de una poltica

    revolucionaria o de una reforma democrtica en clave de nueva hegemona de

    parte de las fuerzas populares.

    2Algunos de estos desplazamientos adquieren particular relieve en Jos Aric (2012), sobre todo en las lecciones Octava y Novena.

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    16

    II. Nacin irrealizada y socialismo (1978)

    Uno de los giros, o cambio de punto de miras en el tipo de intervencin que

    Aric emprende en el exilio, se vincula estrechamente con el redescubrimiento

    de la obra y la figura de Maritegui. Ciertas marcas en los textos sobre el

    marxista peruano, dan cuenta del tipo de historicidad que impregna la lectura

    de Aric:

    Quiero advertir que rescatar la figura de Maritegui es rescatar un problema del marxismo latinoamericano. Un problema que hace referencia a sus potencialidades, pero tambin a sus profundas limitaciones [] existieron corrientes mariateguistas de opinin dentro de los partidos comunistas consideradas por stos como graves deformaciones latinoamericanas del marxismo en la dcada del 30 y muchos aos despus. (1980, 83-84)

    La lectura de Aric pone en relieve algunos ncleos perseguidos ya en sus

    intervenciones en la etapa pasadopresentista: a) los caracteres de un

    marxismo crtico-poltico, esta vez no ya en los lmites de una coyuntura

    nacional sino en su morfologa latinoamericana; b) el carcter abierto de ese

    marxismo en tanto su relacin con la cultura contempornea es ms un

    problema a enunciar creativamente que una frmula universal a repetir en

    forma doctrinaria y, c) en continuidad con lo anterior, la lectura de lo nacional

    popular como problema constitutivo de las relaciones entre estado y sociedad

    en Amrica Latina y por lo tanto, la imposibilidad de reducir lo nacional popular

    a un desvo o disrupcin, desde un prejuicio antiestatista o antipopulista.

    Aric destaca tres aspectos de la originalidad del marxismo critico de

    Maritegui, aspectos difciles de procesar para el marxismo leninismo del

    Comintern. Sus vinculaciones ideolgicas con el aprismo, su supuesto

    populismo denostado por la Internacional, y su filiacin soreliana (Aric

    1978, 13). Estos tres aspectos hacen de Maritegui, en la lectura de Aric, un

    caso paradigmtico a la hora de asumir la problematicidad de la relacin entre

    marxismo, cultura contempornea y movimiento poltico. De acuerdo a esta

    aproximacin, Aric considera que:

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    17

    Maritegui ley a Marx con el filtro del historicismo italiano y de su polmica contra toda visn trascendental, evolucionista y fatalista del desarrollo de las relaciones sociales, caracterstica del marxismo de la II Internacional. (1978, 14)

    La piedra de toque del modo como lo comunistas procesaron el legado de

    Maritegui es, para Aric, el cambio de perspectiva adoptado entre el VI y VII

    Congreso del Comintern. La consigna de clase contra clase, basada en una

    teora catastrofista del futuro inmediato de la sociedad capitalista, dar lugar

    despus de la derrota y aplastamiento fsico del Partido Comunista Alemn y el

    surgimiento del nazismo a una poltica de amplios frentes integrados por

    comunistas y sectores pequeoburgueses. Si el APRA, desde la fundacin del

    Partido Comunista del Per haba sido definido como un fascismo criollo, o

    como aprofacismo (Aric 1978, 14), la conformacin de un amplio frente

    capaz de nuclear a sectores populares y pequeo burgueses bajo la direccin

    de los comunistas implicaba purgar a Maritegui de sus errores y

    transformarlo en un marxista leninista cabal o en una figura intelectual de la

    izquierda cultural, marginal al proceso poltico. Como seala Aric, en ese

    proceso lo que se pierde es, precisamente, la originalidad propia del

    pensamiento poltico del Amauta, el carcter nacional e histrico de su

    leninismo:

    El leninismo de Maritegui est en su traduccin a trminos peruanos de una problemtica que solo puede evitar la recada en las tendencias ms economicistas y chatamente descriptivas de la sociologaque caracterizaron las elaboraciones de la III Internacionalsi se pone en el centro de la reflexin, como hizo Maritegui, el nudo de las relaciones entre masas y poltica. (1978, 23)

    Aric vuelve a poner en el centro de la reflexin los caracteres centrales de su

    propia concepcin de un marxismo crtico: traduccin (creatividad),

    contextualidad poltico cultural (antieconomicismo) y atencin al movimiento

    real de las masas (componente nacional); todo ello desde las demandas del

    presente.

    Como muestra Aric, la campaa contra el mariateguismo lanzada por el Bur

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    18

    Sudamericano entre 1930 y 1934 cumpli una funcin ejemplar, paradigmtica,

    en el seno mismo del Comintern:

    Como indican Semionov y Shulgovski, en la dcada del 30 la crtica a Maritegui fue, no podemos afirmar hasta qu punto, sistemtica, pero s frecuente en las publicaciones soviticas. Dichas crticas versaban sobre su supuesto populismo y sobre una gama de desviaciones derivadas de aqul: opiniones liberales sobre el problema indgena al que se neg a considerar como una cuestin nacional, concesiones al aprismo, resistencia a la formacin del partido del proletariado, etc. (1978, 24)

    La acusacin de populismo, en las dcadas del 30 y del 40 tena implicancias

    muy ominosas e infamantes en el universo comunista como seala el mismo

    Aric:

    En una poca caracterizada por la colectivizacin forzada del campo, por la represin a sangre y fuego de la resistencia campesina, por la liquidacin fsica de las corrientes intelectuales vinculadas al mundo rural, por el silenciamiento de la historia del movimiento populista ruso [] todo intento de indagar nuevos caminos de transicin revolucionaria que apuntaran a la revalorizacin del potencial transformador de las masas rurales, estaba condenado de antemano, como la peor de las herejas. (1978, 24)

    La consecuencia de ese silenciamiento se tradujo en el establecimiento de una

    relacin de discontinuidad entre el movimiento comunista y las formaciones

    sociales nacionales que le precedieron: Tal es lo que ocurri, por ejemplo, con

    China y con el grupo dirigente maosta, fuertemente criticado en la direccin del

    Comintern por sus desviaciones campesinistas y por tanto, populistas (Aric

    1978, 25). En su trabajo de 1985 sobre Maritegui, Aric estrecha an ms las

    semejanzas entre la concepcin del marxista peruano y los populistas rusos:

    Y fue sin duda, la sorprendente proximidad de las posiciones de Maritegui con los narodnikis rusos lo que atrajo sobre l el mote de populista con el que lo descalific la Tercera Internacional. (1985, 10)

    La conclusin que se sigue de este proceso es de una importancia histrica

    fundamental para la izquierda latinoamericana y se reitera, como veremos, en

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    19

    otras intervenciones de fines de los setenta y comienzos de los ochenta:

    La condena del populismo encubra en realidad la negacin de toda posibilidad eversiva y revolucionaria de movimientos ideolgicos y polticos de las masas populares que no fueran dirigidos directamente por los comunistas. (Aric 1978, 25)

    Esta relacin de discontinuidad contribuy fuertemente a aislar a los

    comunistas de las fuerzas sociales y polticas potencial o efectivamente

    comprometidas en las transformaciones revolucionarias (Aric 1978, 25). La

    lectura de Maritegui ampla para Aric algunas certezas crticas ya alcanzadas

    en aos anteriores: no hay un locus social privilegiado para encender la crtica.

    sta no es un privilegio iluminista de la ciencia marxista, ni una propiedad

    inequvoca del partido, frente a la pasividad de las masas. La nica verdad que

    admite la filosofa de la praxis es de orden poltico: como sostiene Gramsci, la

    unidad de teora y praxis es un acto crtico, nunca repetible, nunca dado de una

    vez y siempre inestable. De ah los lmites porosos, abiertos, de la filosofa de

    la praxis, obligada a medirse con lo ms avanzado de la cultura contempornea

    y con las fuerzas populares en acto.

    III. Condicin subalterna y poltica: la distorsin socialista (1978)

    En los aos de Pasado y Presente, Aric ya haba enunciado una dura crtica al

    modo como la II Internacional concibi las relaciones entre partido y masas

    rurales. Si, en una primera aproximacin, esa crtica fue formulada en los

    trminos generales del discurso de una generacin sin maestros, despus de la

    expulsin del Partido Comunista, la misma hace foco en el modo como las

    corrientes socialistas y comunistas, conformadas inicialmente por inmigrantes

    europeos, concibieron su relacin con el interior rural y criollo. La crtica se

    nutre de un tema que alentaba desde Contorno pero que haba sido largamente

    desarrollado por Juan Carlos Portantiero en Realismo y realidad en la narrativa

    argentina: una cida crtica del liberalismo como expresin decadente,

    defensiva, de la cultura de las lites argentinas de la primera mitad del Siglo XX.

    Por su parte, Aric extremar ese diagnstico al postular la virtual

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    20

    incomprensin de las formaciones de izquierda frente al peronismo como

    hecho de masas. Aric remonta esa incomprensin a las matrices positivistas y

    evolucionistas de la II Internacional. Desde una hermenutica tributaria de

    Gramsci, Aric emprende una lectura desde abajo para decir que

    [] el peronismo signific el primer intento serio de establecer un nuevo equilibrio de fuerzas, en el que la oligarqua terrateniente fuese desplazada del poder poltico mediante la utilizacin por parte de la burguesa de la enorme capacidad de presin que encerraba la clase obrera. (1964, 258)

    Para Aric las formaciones de izquierda, socialistas y comunistas, no pudieron

    superar la sedimentacin evolucionista que les llev a concebir la relacin entre

    partido y masas como la relacin entre dos razas: una autoproclamada superior

    y otra inferior. En realidad, la posicin crtica de Aric en Examen de

    conciencia (1964) se revela tempranamente irritante, tanto para la izquierda

    forjada en la fragua doctrinaria de los Partidos Comunistas, como para los

    mistificadores del espontanesmo popular. Ese ncleo duro de la crtica

    aricociana permanecer con los aos, an bajo otras figuras y otras gramticas

    de produccin discursiva. Reaparecer como necesidad de un nuevo punto de

    partida desde abajo para la historia poltica latinoamericana en Marx y Amrica

    Latina (Aric 2010, 181).

    En el curso en el Colegio de Mxico sobre economa y poltica en el marxismo,

    Aric volver sobre las relaciones entre poltica y sujetos sociales desde una

    lectura que recupera la nocin de hegemona en una dislocacin de cualquier

    concepcin sustantiva y economicista de la categora de clase. Aric distinguir

    entre fuerza poltica y clase social, e introducir el concepto de clase

    nacional como crtica de toda concepcin economicista y no poltica de la

    condicin de clase. Dice Aric: Hoy sabemos que transformar una sociedad

    capitalista en socialista no significa planificar la produccin [] no significa

    torcer un mecanismo econmico, sino distorsionarlo (2012, 277). Qu

    significa aqu distorsionar? Si poltica es la ms alta expresin de la accin

    humana, debe ser universalizada en tanto funcin o actividad de todos los

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    21

    hombres (Aric 2012, 277). Forma de borramiento de la diferencia entre

    gobernantes y gobernados y a la vez, forma de otra relacin, radicalmente

    distinta entre economa y poltica: no naturalizando la continuidad entre libre

    mercado y libertades polticas, sino anteponiendo a cualquier economa, la

    afirmacin poltica de todas las dimensiones de la existencia humana.

    Democratizar la poltica, para Aric, es el proceso por el que una clase o grupo

    socialen la multiplicidad singular de sus formas de afirmacin--deviene

    sujeto, voluntad capaz de instituir nuevas reglas, establecer nuevos sentidos,

    alcanzar, como dir unos aos despus, el lugar de la decisin. Esa distorsin

    equivale, en el terreno de la praxis, a una de las formas posibles de la crtica de

    la economa poltica: un largo proceso de reforma que

    [] hunde sus races en la cultura popular y se despliega en una multiplicidad de formas de conciencia hasta alcanzar ese nivel de reforma intelectual y moral vista ante todo en trminos de adquisicin de una nueva visin de mundo. (Aric 2012, 288)

    Visin de mundo que no es sistema o creencia, sino afirmacin: despliegue de

    una multiplicidad de afirmaciones. Es decir, la transformacin de las relaciones

    sociales es pensada como despliegue, acto crtico, de fuerzas existentes. En

    palabras del propio Aric: No hay un hiato, no hay un salto, no hay una

    transformacin, no hay un cambio operado por un elemento exterior a la accin

    de los hombres (2012, 289). Si, ya en Pasado y Presente, Aric (2013, 7)

    postulaba la accin poltica como la ms elevada forma de actividad humana3,

    aqu ese desplazamiento de lo poltico es aproximado an ms a la dimensin

    cultural:

    Desde este punto de vista, toda actividad humana de transformacin de la sociedad es, de una manera u otra, una actividad poltica, y el hombre se realiza en ese mismo proceso de constitucin de esa actividad que l llama poltica, asuma sta la forma que asuma. (2012, 286)

    Si hay cierta corriente subterrnea en las intervenciones que van desde los

    aos de Pasado y Presente hasta el exilio y an despus, es el de un

    3Ver al respecto el comentario de Oscar Tern (2013, 204).

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    22

    desanudamiento, un desplazamiento en la destinacin de la poltica. Del partido

    a los grupos disidentes en relacin a la accin revolucionaria, a las revistas de

    ideologa y cultura, capaces de expresar a una generacin sin maestros en

    medio de una inmensa crisis cultural y poltica como la de los aos sesenta en

    Argentina; del proletariado internacional en sentido economicista y sustantivo, a

    la clase nacional como fuerza poltica y sujeto proyectado de una reforma

    intelectual y moral, lo cual supone para Aric, recuperar un captulo enterrado

    en la historia de la izquierda latinoamericana: el comn origen de las corrientes

    autonomistas (nacional populares) y leninistas en el continente, es decir, la

    necesidad de recuperar una soterrada memoria comn a las dos corrientes del

    movimiento social latinoamericano: populismo y marxismo. De la poltica como

    prctica profesional de cuadros, a la poltica como prctica de afirmacin

    emancipadora extendida a todos los hombres, en cualquier mbito de accin.

    Si la distorsin del capitalismo es posible, lo es para Aric sobre la base de esa

    politizacin de toda prctica humana en cualquier esfera, capaz de transformar

    las visiones de mundo en mltiples formas de afirmacin, esto es, tendientes a

    borrar la separacin entre gobernantes y gobernados por la

    creacin/construccin de nuevos sujetos polticos. Esa construccin supone

    entonces, una actitud radicalmente distinta frente al mundo popular subalterno

    (Aric 2012, 290); esto es, distinta a la postulada en la relacin partido/clase

    como se muestra en Lenin. Sin una comprensin creciente

    [...] de lo que significa el sentido comn, el proceso de conformacin histrica de un pueblo, no se puede lograr una concepcin de la hegemona ni elaborar una teora de la hegemona que exprese esta concepcin de la clase obrera como clase nacional; o sea, una clase que representa al conjunto de la nacin y en la medida en que lo representa es el proceso de constitucin histrica de un pueblo. (Aric 2012, 290)

    Como puede apreciarse, en Aric, la categora mundo popular subalterno o,

    clase subalterna, no designa a una masa inorgnica, tampoco a rebeldes

    primitivos o a grupos de insurgencia fragmentaria, como el bandolerismo rural,

    sino a un sin nmero de espacios de actividad a partir de los cuales se afirma

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    23

    una voluntad popular.

    IV. Cultura crtica o poltica (1985-1991)

    La crtica del Partido como sujeto preconstituido, la necesidad de superar la

    dicotoma reforma/revolucin desde la bsqueda de una autonoma de la

    poltica dentro de la misma tradicin marxista, se profundizarn en las

    intervenciones de Aric de los aos ochenta. Respecto de lo primero, en 1986,

    en una entrevista con Waldo Ansaldi, dice Aric:

    [...] las fuerzas sociales de transformacin no estn prefiguradas, se constituyen permanentemente a travs de procesos polticos que rompen los estancos cerrados de las clases y fuerzas tradicionales [] la poltica en definitiva produce los sujetos transformadores y no, como se tiende a pensar, los expresa, los representa. (1999, 174)

    Aric sigue pensando por entonces que la articulacin de ese sujeto demanda

    un proyecto que permita colocar en el horizonte un futuro verosmil es decir,

    demanda la intervencin poltica de los intelectuales, desde la dislocacin de

    esa figura, introducida por Gramsci. Aric insiste aqu en temas que han

    ocupado sus intervenciones desde los aos sesenta, no sin importantes

    desplazamientos. La necesidad del proyecto reformador (Aric 1999, 175) no

    puede ser escindido de las consideraciones de Aric sobre el mito que

    permean su lectura de Maritegui, de Gramsci y de Carl Schmitt y, a la vez,

    torna ms ntido el sentido de la distorsin que una democratizacin de la

    praxis poltica puede producir en trminos de emancipacin; de ah que Aric

    aclare que es necesario que emerja en la sociedad un proyecto reformador

    capaz de ver los procesos sociales no en trminos de productividad sino en

    trminos de capacidad de liberacin de los individuos (1999, 175). Esa

    capacidad de liberacin es vista por entonces por Aric como capacidad de

    organizacin y como una salida hacia delante de las visiones prisioneras de la

    crisis que neutralizan la poltica desde visiones tecnocrticas y funcionalistas o

    desde un izquierdismo antipoltico, de mera contestacin. Pero adems, la

    insistencia en la capacidad de liberacin, debe ser leda en continuidad con la

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    24

    democratizacin de la poltica como afirmacin mltiple, capaz de distorsionar

    la relacin entre gobernantes y gobernados, en la leccin sobre Gramsci del

    seminario en el colegio de Mxico.

    No hay hiato, no hay una instancia trascendente a las fuerzas en acto que

    traman el presente; como dir en esa misma entrevista con Waldo Ansaldi:

    Esa idea de Marx de que la utopa era la posibilidad de realizar algo cuyos elementos ya estaban presentes, esa idea de la terrenalidad de la utopa pienso que debe ser rescatada porque tiende a darle a la necesidad y a la posibilidad de conquista de una sociedad mejor una encarnadura material que los hombres deben saber descubrir en la propia lucha de su poca en los propios movimientos de su poca. (Aric 1999, 165)

    Desde los mismos presupuestos enfrenta Aric las acusaciones de reformismo

    procedentes de la izquierda tradicional:

    No es cierto que haya objetivos reformistas y objetivos revolucionarios, porque los objetivos se convierten en uno o en otro en virtud de las fuerzas que contradicen la necesidad de alcanzarlos [] lo revolucionario o reformista de una propuesta no estriba en cuan magna, pequea o grande es, sino en cmo se instrumentan las fuerzas para llevarla a cabo. (1999, 148)

    En un contexto en el que la democracia es pensada como lo otro de la

    revolucin, de acuerdo al diagnstico trazado por entonces por Norbert Lechner,

    Emilio de pola y Juan Carlos Portantiero, entre otros, Aric no parece

    dispuesto a pensar la democracia como mero orden institucional posibilista

    renunciando as a un proyecto transformador en demanda de un nuevo sujeto

    histrico. Lo cual no implica en Aric ningn tipo de neutralizacin o

    patologizacin de una conflictividad que l concibe como constitutiva, sino la

    conformacin de bloques histricos de fuerzas capaces de alcanzar el lugar de

    la decisin. Un captulo aparte merecera la recepcin de Carl Schmitt en Aric,

    que dista de ser episdica ya la que no podemos ms que mencionar aqu por

    razones de espacio. Slo digamos que es otro de sus desplazamientos para

    seguir pensando, en otras condiciones histricas, una cultura crtica desde la

    herencia de Marx y de Gramsci.

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

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  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    27

    Jos Aric: variaciones sobre la autonoma

    Vernica Gago y Diego Sztulwark

    Renacidas durante la coyuntura de los pases del llamado socialismo real de

    fines de los aos 50, las nociones de autonoma y autogestin que conocern

    su apoteosis a fines de los 60 y comienzos de los 70 forman parte de pleno

    derecho de la tradicin del marxismo revolucionario del Siglo XX. Luego de las

    derrotas de los movimientos insurgentes de los aos '70 en Sudamrica, la

    autonoma se deslig de su connotacin clasista (con relacin al estado y el

    capital) y oscil entre significaciones diversas, entrando en una serie de

    variaciones. Ellas pueden sintetizarse as: 1. Un proyecto de recomposicin del

    sujeto social explotado a partir de las mutaciones en las dinmicas del

    capitalismo postfordista; 2. un conjunto de rasgos propios del desarrollo de

    diversos movimientos sociales e indgenas con relacin a las instituciones

    sindicales, patriarcales, estatales y partidarias; 3. la propiedad de una instancia

    estructural, declinada como la autonoma relativa de lo poltico con relacin a

    otros rdenes estructurales (como lo econmico); 4. el retorno a un liberalismo

    poltico de cneo moral kantiano combinado a veces con un nfasis sociolgico

    en torno a la idea de sociedad civil. La obra del pensador cordobs Jos Aric

    constituye un sitio privilegiado para detectar, en diversos perodos, el juego de

    las yuxtaposiciones, transiciones y tensiones de estas distintas derivas.

    Recostada sobre la nocin de anomala, Aric rastrea una y otra vez la

    cuestin de la autonoma con relacin a Marx, a Gramsci y a Maritegui.

    I. Del guevarismo al obrerismo

    En una novela mtica de los aos '70 italianos, titulada Vogliamo tutto! y escrita

    por Nanni Balestrini, los hechos transcurren fundamentalmente entre las

    fbricas automotrices y la calle. Una especie de corriente elctrica militante

    conectaba ambos espacios. Pero no slo los italianos. En una escena, los

    trabajadores jvenes de la Fiat cuentan que hay otra fbrica que est

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    28

    directamente vinculada a la misma lucha: es la Fiat de la provincia argentina de

    Crdoba. Esa imagen novelada nutri la imaginacin del autonomismo obrero

    en Italia y encontraba, no casualmente, resonancia en nuestro pas. En ese

    mismo momento, Jos Aric se entusiasmaba con la ebullicin fabril de la

    provincia que protagonizara la alianza obrero-estudiantil en 1969. Pensando

    en su afinidad con Gramsci, Aric escribe en La cola del diablo, preguntndose

    a posteriori por el origen de esa conexin tan viva: Porque ramos

    gramscianos al publicar la revista nos imaginbamos vivir en una Turn

    latinoamericana, o accedimos a Gramsci porque de algn modo Crdoba lo

    era? (1988, 72). Crdoba devena efectivamente una Turn latinoamericana: se

    haba convertido desde los aos '50 en centro de la produccin automotriz,

    adems de las fabricaciones militares, constituyendo un acelerado proletariado

    industrial y dando espacio luego a la formacin del sindicalismo clasista.

    Un punto primero para poner de relieve en lo que llamamos las variaciones de

    la autonoma en Aric: la pulsin por la bsqueda de la autonoma de clase

    toma un giro decisivo al calor del ciclo de alza de luchas obreras en Argentina

    durante los aos '60 y mediados de los '70. Este momento tiene una conexin

    directa con otro, inmediatamente anterior: el momento guevarista de Aric

    explicitado en el N 4 de la revista Pasado y Presente, aquel experimento

    terico fundado desde el interior del Partido Comunista pero, desde el inicio,

    dispositivo de la ruptura de un grupo de su militancia juvenil. As, el laboratorio

    poltico y organizativo que fue Crdoba durante toda la dcada del '60 y

    principio de los '70 va tiendo la bsqueda del grupo de Pasado y Presente y

    forjando, en sus lecturas, un Gramsci argentino, atravesado por la influencia de

    elementos castristas-guevaristas, primero; por los mpetus clasistas del

    sindicalismo obrero del Cordobazo; y hasta por cierta proximidad con

    Montoneros ya en 1973 cuando stos se alan a las Fuerzas Armadas

    Revolucionarias y ensayan un acercamiento al marxismo.

    En este punto diferimos con la interpretacin de Burgos (2004) que habla de

    desvo foquista para calificar el momento de acercamiento entre Aric y otros

    miembros de Pasado y Presente a la guerrilla del Ejrcito Guerrillero del Pueblo

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    29

    liderada por Jorge Masseti, del que se saldra por la cuestin obrera. Ms que

    desvo, como trmino peyorativo que vincula ese encuentro a una especie de

    error o ilusin, lo interesante es pensar su conexin. El momento guevarista de

    Aric no puede reducirse a un error juvenil, como a veces se lo intenta postular.

    Sino, ms bien, un indicio de esa pulsin que, en combustin con la poca,

    radicalizaba la investigacin por la materialidad de la efectuacin de una

    autonoma.

    II. La condicin obrera

    Desde el primer nmero de Pasado y Presente, esta pulsin o cuestin de la

    clase se da como polmica con el Partido Comunista Argentino, en un contexto

    mundial dominado por las tensiones ruso-chinas, continentalmente por la

    Revolucin Cubana y a nivel nacional por el problema de los intelectuales

    comunistas con relacin a las masas obreras peronistas que la izquierda no

    haba asumido producto de su desdn a pensar en trminos nacionales.

    En el ltimo nmero de Pasado y Presente de su primera poca (1963-1965),

    Aric presenta un dossier que titulado La condicin obrera que incluye su

    texto Algunas consideraciones preliminares sobre la condicin obrera y un

    Informe preliminar sobre el conflicto de Fiat. Textos que sera interesante

    contrapuntear con el escrito del italiano Paolo Virno, implicado en la corriente

    obrerista, y titulado Do you remember counter-revolution? All Virno analiza de

    manera fabulosa en tres escenas cmo se desenvuelve una huelga ejemplar

    en la Fiat italiana, en 1979, y al igual que hace Aric para dcadas anteriores

    se describe despiadadamente el papel del Partido Comunista y los elementos

    centrales para la normalizacin del conflicto a los que acudir la patronal.

    Escribe Aric entonces: El verdadero rostro de Fiat, del 'benessere Fiat',

    apareci cuando lleg a los grados ms extremos de presin para humillar y

    destrozar la organizacin obrera (1965, 51).

    La condicin obrera se propone el reconocimiento del fenmeno del clasismo,

    el activismo fabril dentro de las empresas, y la bsqueda de un interlocutor de

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    30

    clase como horizonte y tono para la revista en tanto proyecto poltico. Queda

    as precisada la orientacin de Pasado y Presente en los umbrales de ese fin

    de primera poca: buscar puentes entre intelectuales y obreros de las grandes

    empresas de las areas industriales ms avanzadas del capitalismo, en los

    sectores claves de la acumulacin. La preocupacin central del grupo de

    gramscianos que se aglutinaban en la revista se desplaza ahora, entre

    referencias del obrerismo italiano, hacia el conflicto obrero en la fbrica y en el

    nexo cada vez ms estrecho entre fbricas y sociedad, de la oposicin siempre

    ms profunda entre proceso de socializacin del trabajo y apropiacin privada

    de la produccin social (1965, 48). Una extensa cita del artculo La fbrica y la

    sociedad de Mario Tronti (1962, 23), permite a Aric explicitar metodolgica y

    polticamente la unilateralidad cientfica del punto de vista obrero y no es

    menor que en una nota al pie Aric (1963) vincula esta insistencia con dos

    singularidades: la necesidad de entrelazar la idea de desarrollo e imperialismo

    a partir de las teoras de Prebisch y la discusin entre filsofos marxistas

    italianos sobre el mtodo marxiano (Luporini, Colletti, Badaloni, Paci, Della

    Volpe, Natta). Ambas cuestiones traman la singularidad del desarrollo desigual

    y combinado en un pas latinoamericano como cuestin inevitable para

    repensar el modo de entender el marxismo y la composicin entre luchas

    diversas.

    Se plantea as de un modo ms claro y acuciante la cuestin de la relacin

    entre industria y cultura, de la autonoma ideolgica y organizativa y sobre la

    unidad prctica entre jvenes proletarios e intelectuales a partir de una vasta y

    sistemtica actividad de estudio y de iniciativas prcticas (1965, 48). El desafo

    de la hora es vincular a las luchas obreras (envueltas aun en una contradiccin

    entre movilizacin con potencial socialista y su insercin en la mquina

    productiva del capital roles profesionales, divisin tcnica del trabajo, modos

    de consumo, jerarquizaciones burocrticas que induce a una ideologa

    corporativa), con el movimiento ms amplio en los territorios por fuera de la

    fbricas, subrayando su relacin cada vez ms ntima. La cuestin de la

    democracia, sus lmites evidentes al interior de la fbrica y su carcter ficticio

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    31

    mientras se fundamente en el poder de un pequeo grupo sobre el hambre, la

    fatiga, el trabajo, la vida misma de los trabajadores, lleva a Aric a hacer suya

    la pregunta de Vittorio Foa: Por qu la democracia no entra en la fbrica?

    (1961, 10).

    Regresemos al tema del desarrollo desigual que le interesa a Aric repensado

    bajo este vnculo entre la fbrica y otros espacios y conflictos: este problema

    aparece claro desde el punto de vista obrero en su preocupacin por la

    incomunicacin entre las luchas obreras de las zonas caractersticas del

    atraso argentino luchas caracterizadas por explosiones de violencia estriles

    y discontinuas y por cierto tono popular que las caracteriza y las luchas de

    los obreros de las reas ms dinmicas del pas (1965, 52-53). Aric se est

    refiriendo a los obreros del azcar en el Noroeste argentino, de explotacin

    latifundista. Las zonas que Aric conoci y valoriz precisamente en su

    acercamiento a la guerrilla guevarista. Los dos tipos de conflictos y de luchas,

    dice Aric, son las dos caras de una misma moneda (1965, 53).

    El Cordobazo muestra, unos pocos aos despus, un tejido plural abierto y las

    elecciones de 1973 permiten plasmar la disponibilidad de las masas en

    antagonismo poltico. Desde Pasado y Presente entienden, en esta fase, al

    peronismo como envoltorio poltico de un fenmeno social en el cual lo

    determinante resulta ser la presencia masiva de los trabajadores que lo

    reivindican como experiencia propia. Lo que se pone en el centro, entonces, es

    el problema de la conquista del poder, que Pasado y Presente describe como

    un prolongado proceso, una larga marcha, ya que no se trata simplemente

    de apoderarse de unas instituciones, sino de un sistema de relaciones que

    hay que subvertir en sus races. En esta nueva coyuntura, se trata de lograr

    una tendencia de izquierda socialista en el interior del movimiento peronista, lo

    cual implica tambin una disputa por Gramsci. El papel de la izquierda clasista

    se reformula como garanta socialista interna al proceso nacional popular de

    masas. Para Pasado y Presente en su segunda poca, el peso entero de la

    coyuntura recaer sobre el peronismo revolucionario.

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    32

    Si en la primera poca la interlocucin con el clasismo era combinada por

    Pasado y Presente con una apelacin al Gramsci de la voluntad nacional y

    popular que apuntaba a articular las luchas clasistas con la dimensin

    hegemnica de la poltica nacional, en este perodo enteramente nacional

    popular Pasado y Presente desempolva al Gramsci de los consejos, del

    movimiento vivo y radical que se plantea la necesidad de que la lucha poltica

    no se autonomice del poder proletario, del cual debe emerger la teora y las

    formas polticas de la superacin del capitalismo. Este intento de articular a

    Gramsci con un momento peronista (o montonero) estuvo precedido por una

    confrontacin con quienes venan elaborando lecturas gramscianas desde la

    izquierda peronista. De todos modos, la pregunta de la autonoma vuelve una y

    otra vez por entonces: es la pregunta por las instituciones propias de la clase

    obrera.

    III. Autonoma del trabajo vivo

    Ya en el exilio, Aric vuelve a Tronti en su libro Marx y Amrica latina. En el

    eplogo a la segunda edicin (1982), Aric al interior de una discusin sobre la

    crisis del marxismo recoge la idea de que es la fuerza de trabajo

    autonomizada del capital la que provoca las brechas de apertura en las

    relaciones de dominio y, por tanto, la va catastrfica de superacin del

    capitalismo.

    La anttesis descubierta por l (Marx) entre desarrollo de la productividad social general y reduccin al tiempo de trabajo funda la posibilidad de pensar una forma poltica de la crisis, que en las condiciones de las sociedades actuales se expresa como una diseminacin de las fuerzas productivas en su negativa de ser modeladas por el tiempo de trabajo. (Aric 1982, 216)

    La cuestin clave para Aric es el momento en el cual la fuerza de trabajo

    deviene trabajo vivo autnomo, por eso:

    [] el dominio capitalista, en adelante, deber redundarse en una posicionalidad de poder colocada fuera de la relacin econmica que representaba el capital, pero la crisis de gobernabilidad que involucra una fase semejante muestra

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    33

    obstculos insorteables que plantea la no asimilabilidad de la subjetividad separada de lo social dentro de la sntesis sistemtica. (1982, 219)

    La crisis de la forma Estado y de la forma Partido se produce porque han

    perdido el monopolio de la poltica (Tronti 1982, citado en Aric 1982: 219) y

    se vincula directamente a la expansin de la subjetividad en el nexo entre

    mundo del trabajo y mundo social. Las consecuencias de ingobernabilidad se

    expresan como corolario, planteando la centralidad del mando poltico frente a

    la crisis.

    Resulta curioso que alguien con tanta sensibilidad respecto de la dimensin

    propiamente poltica o de la articulacin hegemnica haya realizado con

    inters estas tempranas lecturas de lo que dcadas ms tarde se discutira en

    la Argentina con la traduccin de los textos de Antonio Negri. De hecho, Aric

    coincide en una expresin que titular el libro del italiano, publicado en 1978, y

    surgido de un curso que Negri realizara en Francia por invitacin de Althusser y

    en el que analiza en particular las tesis de Marx desarrolladas en los

    Grundrisse: Marx ms all de Marx. Escribe Aric: Dentro del espacio de las

    proyecciones morfolgicas fundamentales de Marx, vale decir dentro suyo,

    hoy es preciso ir ms all de l (1982, 218). Y lo sorprendente es que resalte

    lo que stas tienen de apertura a una redefinicin de lo poltico a partir de la

    propia saturacin del espacio poltico estatal, escenario tradicional de la lucha

    hegemnica.

    Lo poltico, seala Aric, aparece en el momento de trabajo de Marx sobre los

    Grundrisse como un autnomo lugar de resistencia contra el dinamismo

    revolucionario de la sociedad civil. Recordemos que Marx empieza a escribir

    los Grundrisse durante su exilio en Londres, mientras estudia la poltica

    internacional y la historia diplomtica, mientras trabaja como un loco, como un

    condenado, tal como le escribe a su amigo Engels en 1857.

    Anomala marxiana, anota Aric. Cuando Marx investiga los mecanismos de la

    poltica internacional, reconoce la resistencia que la poltica de las relaciones

    de fuerza entre los estados le opone al despliegue de las fuerzas productivas.

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    34

    Aric encuentra en el Marx del exilio londinense, en el escritor de artculos para

    el New York Daily Tribune, un Marx que, forzado a ver lo poltico y lo estatal

    como un obstculo real, se ve empujado a subvertir la supuesta relacin de

    determinacin entre base y superestructura para analizar los casos

    nacionales. Es slo en el anlisis de los casos concretos advierte Aric

    como paradoja, y no en sus otros textos, donde privilegia la autonoma de lo

    poltico. Aquello que Aric subray como puntos de fuga de Marx aparecen en

    los escritos que debe hacer pane lucrando, normalmente considerados sus

    escritos menores.

    Aric lleva a fondo esa anomala marxiana que se desata para pensar las

    realidades coloniales. Otro modo de volver sobre el desfasaje del desarrollo

    que lo preocupaba para pensar la articulacin de luchas obreras bien diversas

    all por los aos 60. Poner de relieve las anomalas, sin embargo, puede

    ratificar la norma o el sistema que stas desafan o ponen en cuestin. Lo que

    le interesa a Aric de Marx y creemos que es el mtodo que toma Aric para

    su propia investigacin y que se trama con la pulsin autnoma es la

    anomala en s misma, irreductible en su propia singularidad, sin tributos ni

    referencias al sistema global. Porque precisamente la fuerza de esas

    anomalas en tanto tales no reside en ser capaces de mostrarse como una

    excepcin que confirme la regla, sino en pensar las diferencias, el paralelismo,

    la discontinuidad temporal de los procesos de transformacin, tal como le

    interesa a Marx en palabras de Aric cuando cuestiona la idea misma de un

    paradigma.

    IV. Autonoma y nacin

    A la cuestin de la autonoma de clase, que Aric encuentra en Gramsci

    articulada al problema de la nacin y la formacin de un bloque histrico, hay

    que agregar el descubrimiento del peruano Jos Carlos Maritegui quien, a

    partir de una serie de problematizaciones llamativamente comparables a las del

    comunista italiano, plante durante la dcada del '20 una serie de dilemas que

    se volvern fundamentales para Aric.

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    35

    Ellas giraban alrededor de la articulacin de un socialismo peruano en trminos

    de composicin entre lo proletario y lo campesino-indgena, entre la esfera

    nacional y la internacional y sobre la estructuracin de la realidad peruana a

    partir de la historia concreta de sus configuracin econmica y social, pero

    tambin religiosa y literaria. Adems de sus mticos Siete ensayos de la

    interpretacin de la realidad del Per, y de documentos de la Tercera

    Internacional referidos al Partido Socialista Peruano, y luego ya sin

    Maritegui- devenido Partido Comunista del Per, los temas que anudan las

    preocupaciones de Aric durante el exilio sobre lo nacional como particularidad

    poltica concreta se encuentran tanto en parte de la compilacin de artculos

    mariateguianos reunidos bajo el ttulo Ideologa y poltica (centrados en sus

    textos sobre el Frente nico, la formacin de la Confederacin General de los

    Trabajadores del Per y el Partido Socialista) como, especialmente, en

    Peruanicemos el Per. En su artculo Lo nacional y lo extico escribe:

    La realidad nacional est menos desconectada, es menos independiente de Europa de lo que suponen nuestros nacionalistas. El Per contemporneo se mueve dentro de la rbita de la civilizacin occidental. La mistificada realidad nacional no es sino un segmento, una parcela de una vasta realidad mundial. (Maritegui 1924)

    Y particularmente es en el texto El problema primario del Per donde ms

    claramente se expresa: El indio es el cimiento de nuestra nacionalidad en

    formacin; sin el indio no hay peruanidad posible; finalmente, cercano al

    Marx de La cuestin juda: la solucin del problema del indio tiene que ser una

    solucin social. Sus realizadores deben ser los propios indios (Maritegui

    1925). La cuestin del indio como sujeto poltico y la cuestin de la nacin

    heterognea: dos elementos que ponen a prueba el marxismo en nuestro

    continente.

    En su celebrado artculo Heterodoxia de la tradicin defiende un concepto

    vivo de tradicin, con Proudhon, Marx y Sorel, vinculado a lo concreto, lo

    heterogneo, contra toda cristalizacin o tradicionalismo: la facultad de pensar

    la historia y la facultad de hacerla o crearla se identifican (Maritegui 1927),

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    36

    dando por falsa toda contrariedad entre el revolucionario y la tradicin.

    La lectura que hace Aric de Maritegui, un Gramsci sudamericano, se

    desarrolla en abierta polmica con la vieja ortodoxia del movimiento comunista

    internacional, incapaz de captar la importancia de una comprensin profunda

    de lo nacional-situado, imprescindible para la investigacin de las condiciones

    efectivas de emergencia de sujetos histricos desprendidos de todo dogma

    ligado a la categora abstracta de clase. Aric encuentra en Maritegui la

    posibilidad de pensar la produccin poltico-cultural, la cuestin de la

    productividad de las superestructuras, a partir de una nueva comprensin de

    los vnculos entre intelectuales y masas a partir de la dimensin nacional.

    De nuevo: el asunto de lo poltico-cultural o la superestructura, pasa por

    comprender el papel y el tipo de relacin entre intelectuales y masas y, sobre

    todo, por la dimensin nacional de este encuentro deseado. Tema que no

    har sino crecer hasta Marx y Amrica Latina, su gran obra.

    Ms tarde, hablando sobre Juan Bautista Justo, Aric notar su nfasis en una

    autonoma del momento tico-poltico que impulsaba su hiptesis para la

    nacionalizacin de las masas trabajadoras. De ese modo, Justo aspiraba evitar

    el catastrofismo economicista, pero al mismo tiempo Aric sealaba su futuro

    fracaso: esta idea se inscriba en una concepcin evolucionista del socialismo

    que opacaba casi por completo el momento disruptivo de la transformacin

    social (2006, 25). El otro dficit de Justo sobre la autonoma poltica y

    organizativa de la clase obrera tena que ver con su imposibilidad de ser

    pensada en relacin a la cuestin del poder; de eso modo se transformaba en

    un modo de aislamiento corporativo y en una incapacidad manifiesta para

    definir el problema de las alianzas con la democracia burguesa (2006, 27). El

    populismo radical y el anarquismo tendrn, de modos divergentes, una posicin

    ms clara y efectiva al respecto.El contraste con Juan B. Justo, entonces, pasa

    por lo que podramos llamar hoy el problema de la produccin de subjetividad,

    tema que Gramsci tomaba para s en sus enfrentamientos con el determinismo

    histrico y con el determinismo economicista.

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    37

    V. Autonoma en clave kantiana

    El momento del exilio podramos caracterizarlo como un desplazamiento

    evidente del problema de la autonoma hacia la cuestin democrtica a travs

    de la crtica a la violencia.

    Como dijimos, un punto fundamental se da a partir del trabajo de Aric sobre

    Jos Carlos Maritegui. La dificultad de adaptacin del sujeto latinoamericano a

    las imgenes del socialismo europeas que impulsaron al peruano a un anlisis

    minucioso de la poblacin indgena y rural encuentran un eco precioso en Aric

    en el momento donde aquel sujeto obrero ejemplar de la agitada Crdoba ya

    no aparece como capaz de sustentar la imagen del sujeto revolucionario.

    Ac pueden precisarse dos vertientes analticas que convergen en Aric en el

    exilio. Una de izquierda, que prosigue con la bsqueda de la autonoma

    pensando en identificar desde abajo (o autnomamente) los sujetos de la

    revolucin (Maritegui). Y otra, donde se plasma la tendencia que tiene que ver

    con la derrota, la coyuntura eurocomunista y el desplazamiento del problema

    de la autonoma hacia una idea politicista de la democracia (Crespo 1999). En

    la medida en que esta ltima domina, vale la pena invertir Aric, contra el

    politicismo y el culturalismo que se har fuerte como tono de la transicin

    democrtica y que, en los ltimos aos, encuentra en Ernesto Laclau una

    actualizacin vigorosa.

    Hablamos, al inicio de este texto, del retorno, justamente en el exilio, de una

    corriente que empapa cierto modo de elaboracin poltica, ligado a los efectos

    de una derrota. Lo describimos como un liberalismo poltico de cneo moral

    kantiano combinado a veces con un nfasis sociolgico en torno a la idea de

    sociedad civil, como una de las variaciones en las que se declina la nocin de

    autonoma. Sabemos que el aporte de Kant es decisivo para el pensamiento

    poltico moderno porque fue el primero en dar cuenta de la necesidad de

    enunciar las coyunturas epocales como situaciones de pensamiento. El viejo

    liberalismo, en efecto, dio pasos fabulosos durante la poca de la ilustracin

    proponiendo la autonoma de la razn (correlato de la autonoma econmica

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    38

    del propietario) como fundamento para la emancipacin del despotismo que

    condena a las personas a la minoridad. Desde entonces ese ideal de

    autonoma viene concebido como una capacidad de desligarse de las ataduras

    y de las dependencias. El sujeto moral acta slo por responsabilidad y por

    deber y no bajo constriccin de las determinantes de la situacin. He aqu una

    idea de libertad como liberacin de todo determinismo.

    Tal vez sea esta vieja tradicin de la autonoma liberal la que queda en pie

    cuando lo que se frustra es un proyecto de autonoma de clase. Pero en todo

    caso son ideas de autonoma bastantes diferentes, puesto que la autonoma de

    clase asume (para trastocarlas), y no meramente rompe, con las

    determinaciones histricas. Su idea de la libertad es extra-moral y apunta a

    apropiarse ms que a independizarse- del tejido mundano.

    Tras la derrota y el exilio la autonoma no pareca encarnar en sujeto histrico

    alguno. Como ideal de convivencia, ms que como expresin de dinmicas de

    lucha, la autonoma adopt una connotacin clsica y estrech sus

    compromisos con la tarea de reconstruccin democrtica en luchas contra la

    cultura del autoritarismo y los corporativismos.

    Como resultado de este maridaje y en el contexto de los debates de los '80

    sobre la transicin democrtica surgi una nueva comprensin de la categora

    de sociedad civil, ya presente en Hegel y en Gramsci. Al ltimo Aric lo

    vemos indagando en aquella coyuntura la posibilidad de constituir experiencias

    de autonoma cultural e intelectual en ese campo gelatinoso de la sociedad civil,

    buscando como quien no quiere la cosa, a travs del rabillo marxiano de su ojo

    -o de su memoria- indicios de subjetividades capaces de historizar y encarnar

    esta autonoma desontologizada y formalista incapaz de prolongar la

    experiencia comunista.

    VI. Aric a contrapelo

    Es necesario volver a Aric para retomar sus intuiciones fundamentales sobre

    la autonoma ms all de su confinamiento al momento de la transicin

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    39

    democrtica.

    Los aos '80 han sido los aos del politicismo. Una democracia marcada por la

    derrota y la imposibilidad de desanudar tendencias radicales sin desestabilizar

    el estrecho juego poltico parlamentario redund en una sobreestima de lo

    poltico endgeno y una percepcin desconfiada y negativa de las dinmicas

    sociales y econmicas. La revolucin neoconservadora en el occidente

    ampliamente considerado reforz esta tendencia a resguardarse en el pacto

    poltico y en la defensa de las clusulas jurdicas como razn ltima de la

    convivencia pacfica. Seguramente la afeccin ms importante que sufre la

    coherencia interna de lo poltico as concebido haya sido la modernizacin de

    las lgicas mediticas. Como sea, la ausencia de sujetos sociales productivos y

    el desencanto con el llamado mundo socialista encerr al pensamiento poltico

    democrtico sobre s mismo y lo alej de las premisas que durante por lo

    menos un siglo lo constituyeron en alianza con el lenguaje del marxismo.

    La cumbre de este movimiento intelectual fue el llamado postmarxismo y ms

    precisamente el libro Democracia y hegemona socialista, de Ernesto Laclau y

    Chantal Mouffe. All los autores situaban en Gramsci el lugar preciso en el cual

    se podra desanudar un pensamiento autnomo de lo poltico respecto de sus

    determinaciones econmico-objetivistas. La nocin gramsciana de hegemona

    se abra ya al nuevo paradigma: el juego interno a esa nocin entre

    contingencia y multiplicidad era mucho ms a fin al dinamismo del lenguaje que

    al de las clases sociales de la era industrial. Toda una idea de intelectual

    orgnico fue liquidada en el pasaje, casi sin que se note, y mutado por el

    intelectual acadmico populista. Vale la pena sumar a Aric a ese recorrido?

    A contrapelo, leemos a Aric como a un pensador que a partir del exilio

    requiere ser ledo bajo estricta operacin de inversin. El valor de los textos de

    Aric, sobre todo su obra sobre Maritegui y Marx, no se despegan tanto de los

    procesos de constitucin subjetiva, ni se encandilan con las combinatorias

    simblicas de Laclau. Quizs Aric guarde las pistas para cuestionar esa

    autonoma de lo poltico volviendo a Gramsci y entretejiendo el proyecto

    hegemnico con la constitucin de sujetos plurales de lucha que encuentran las

  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    40

    posibilidades de la recreacin de una autonoma en un movimiento crtico

    radical, mucho ms prximo a aquel que animaba a sus queridos Marx,

    Maritegui y Gramsci que a la aceptacin de lo poltico como reduccin a un

    mundo de discursos sin sujetos.

    Bibliografa

    Aric, Jos 1965La condicin obrera Revista Pasado y Presente 9

    ----------------1982. Marx y Amrica Latina. Buenos Aires: Catlogos.

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  • Aportes del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 2

    41

    Aric y Portantiero en el espejo del exilio mexicano:

    los textos malditos y la bsqueda del nexo orgnico

    entre economa y poltica en el marxismo

    Andrs Tzeiman

    En los trusts la libre concurrencia se trueca en monopolio y la produccin sin plan de la sociedad capitalista capitula ante la produccin planeada y

    organizada de la naciente sociedad socialista. Claro est que, por el momento, en provecho y

    beneficio de los capitalistas. Pero aqu la explotacin se hace tan patente, que tiene

    forzosamente que derrumbarse

    Federico Engels, Del socialismo utpico al socialismo cientfico (1877)

    I. Introduccin

    La dismil estela que han dejado los diferentes textos escritos por los padres

    fundadores de la tradicin marxista constituye uno de los problemas ms

    significativos que ha debido atravesar esa familia terica durante el transcurso

    del Siglo XX. Pues luego de la muerte de Marx y Engels, la difusin de su obra

    ha resultado ambigua: por un lado, algunos de sus trabajos han alcanzado una

    distribucin masiva -adquiriendo de esa forma un amplio conocimiento popular-;

    y por e