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Arqueología de los destacamentos penales franquistas en el ferrocarril Madrid-Burgos: El caso de Bustarviejo The archaeology of forced labor camps during the Franco regime in the Madrid-Burgos railway: The case of Bustarviejo Álvaro F ALQUINA APARICIO*, Pedro FERMÍN MAGUIRE**, Alfredo GONZÁLEZ RUIBAL***, Carlos MARÍN SUÁREZ****, Alicia QUINTERO MAQUA*****, Jorge ROLLAND CALVO****** * [email protected], ** [email protected], *** Departamento de Prehistoria. Universidad Com- plutense. 28040 Madrid. [email protected], **** Departamento de Prehistoria. Universidad Complutense. 28040 Madrid. [email protected], ***** [email protected], ****** [email protected] Recibido: 31-03-2008 Aceptado: 21-04-2008 RESUMEN El objetivo de este trabajo es comprender desde un punto de vista arqueológico una de las tecnologías de represión franquista empleadas después de la Guerra Civil Española: los campos de trabajos forzados. En concreto, estudiaremos los destacamentos penales establecidos a lo largo de lo que sería la línea de ferro- carril Madrid-Burgos entre 1941 y 1957. En estos centros, presos políticos y comunes redimían pena tra- bajando en las obras del ferrocarril. Durante nuestra investigación en la región de Madrid hemos descu- bierto los restos de varios destacamentos y hemos comenzado el análisis arqueológico de uno de ellos: Bustarviejo. Aunque la investigación histórica sobre la represión franquista de la posguerra se ha incre- mentado en la última década, los espacios físicos donde dicha represión se llevó a cabo no han sido obje- to de estudio. En este trabajo, trataremos de demostrar la utilidad de combinar la arqueología y los méto- dos historiográficos convencionales para comprender mejor la tecnología disciplinaria del siglo XX. PALABRAS CLAVE: Destacamentos penales. Trabajos forzados. Arqueología de la represión. Posguerra española. ABSTRACT The aim of this article is to explore from an archaeological point of view one of the technologies of repres- sion employed by the Franco regime after the Spanish Civil War: the forced labor camps (destacamentos penales). More specifically we will study the destacamentos established along the Madrid-Burgos railway under construction between 1941 and 1957. In these places of confinement, political and common prison- ers redeemed their sentence building the railway. During our research in the Madrid region, we have dis- covered the remains of several camps and we have begun the archaeological study of one of them, Bustarviejo. Although historical research on Francoist repression after the war has increased during the last decade, the physical spaces where that repression took place have been overlooked. In this work, we will try to show the usefulness of combining archaeology and conventional historiography in order to bet- ter understand a technology of punishment of the 20 th century. KEY WORDS: Forced labor camps. Archaeology of repression. Spanish post-Civil War period. SUMARIO 1. Memoria, historia, política. 2. Arqueología de la reclusión. 3. Encarcelamiento y represión política en la Guerra Civil Española y la posguerra (1936-1948). 4. Destacamentos de trabajos forzados. 5. Conclusión. ISSN: 1131-6993 175 Complutum, 2008, Vol. 19 Núm. 2: 175-195

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Arqueología de los destacamentos penalesfranquistas en el ferrocarril

Madrid-Burgos: El caso de Bustarviejo

The archaeology of forced labor camps during the Francoregime in the Madrid-Burgos railway: The case of BustarviejoÁlvaro FALQUINA APARICIO*, Pedro FERMÍN MAGUIRE**, Alfredo GONZÁLEZ RUIBAL***,

Carlos MARÍN SUÁREZ****, Alicia QUINTERO MAQUA*****, Jorge ROLLAND CALVO******

* [email protected], ** [email protected], *** Departamento de Prehistoria. Universidad Com-plutense. 28040 Madrid. [email protected], **** Departamento de Prehistoria. Universidad Complutense.

28040 Madrid. [email protected], ***** [email protected], ****** [email protected]

Recibido: 31-03-2008Aceptado: 21-04-2008

RESUMEN

El objetivo de este trabajo es comprender desde un punto de vista arqueológico una de las tecnologías derepresión franquista empleadas después de la Guerra Civil Española: los campos de trabajos forzados. Enconcreto, estudiaremos los destacamentos penales establecidos a lo largo de lo que sería la línea de ferro-carril Madrid-Burgos entre 1941 y 1957. En estos centros, presos políticos y comunes redimían pena tra-bajando en las obras del ferrocarril. Durante nuestra investigación en la región de Madrid hemos descu-bierto los restos de varios destacamentos y hemos comenzado el análisis arqueológico de uno de ellos:Bustarviejo. Aunque la investigación histórica sobre la represión franquista de la posguerra se ha incre-mentado en la última década, los espacios físicos donde dicha represión se llevó a cabo no han sido obje-to de estudio. En este trabajo, trataremos de demostrar la utilidad de combinar la arqueología y los méto-dos historiográficos convencionales para comprender mejor la tecnología disciplinaria del siglo XX.

PALABRAS CLAVE: Destacamentos penales. Trabajos forzados. Arqueología de la represión. Posguerra española.

ABSTRACT

The aim of this article is to explore from an archaeological point of view one of the technologies of repres-sion employed by the Franco regime after the Spanish Civil War: the forced labor camps (destacamentospenales). More specifically we will study the destacamentos established along the Madrid-Burgos railwayunder construction between 1941 and 1957. In these places of confinement, political and common prison-ers redeemed their sentence building the railway. During our research in the Madrid region, we have dis-covered the remains of several camps and we have begun the archaeological study of one of them,Bustarviejo. Although historical research on Francoist repression after the war has increased during thelast decade, the physical spaces where that repression took place have been overlooked. In this work, wewill try to show the usefulness of combining archaeology and conventional historiography in order to bet-ter understand a technology of punishment of the 20th century.

KEY WORDS: Forced labor camps. Archaeology of repression. Spanish post-Civil War period.

SUMARIO 1. Memoria, historia, política. 2. Arqueología de la reclusión. 3. Encarcelamiento y represiónpolítica en la Guerra Civil Española y la posguerra (1936-1948). 4. Destacamentos de trabajos forzados. 5.Conclusión.

ISSN: 1131-6993175Complutum, 2008, Vol. 19 Núm. 2: 175-195

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El miedo seca la boca, moja las manos y mutila. El mie-do de saber nos condena a la ignorancia; el miedo dehacer nos reduce a la impotencia. La dictadura militar,miedo de escuchar, miedo de decir, nos convirtió ensordomudos.Ahora la democracia, que tiene miedo de recordar, nosenferma de amnesia, pero no se necesita ser SigmundFreud para saber que no hay alfombra que pueda ocul-tar la basura de la memoria.

(Eduardo Galeano, La desmemoria / 2. El libro de los abrazos, 1989)

1. Memoria, historia, política

Recientemente se ha aprobado en España la Ley52/2007, de 26 de diciembre, por la que se recono-cen y amplían derechos y se establecen medidas enfavor de quienes padecieron persecución o violen-cia durante la guerra civil y la dictadura1. Pese aser conocida popularmente como “Ley de la Memo-ria Histórica” los redactores de la ley son tajantescuando afirman: “No es tarea del legislador implan-tar una determinada memoria colectiva. Pero sí esdeber del legislador, y cometido de la Ley, reparara las víctimas, consagrar y proteger, con el máximovigor normativo, el derecho a la memoria personaly familiar...” (nuestra cursiva). Lo que pretende elpresente trabajo es, sin omitir ni minusvalorar la me-moria personal y familiar, rescatar la memoria co-lectiva de unos acontecimientos recientes y traumá-ticos —la represión franquista— desde un punto devista arqueológico. Nuestro objeto de estudio es eldestacamento penal de Bustarviejo, situado en laSierra Norte de Madrid, y utilizado hasta mediadosde los años 50 para la construcción de un tramo delferrocarril Madrid-Burgos. Aunque hablamos dearqueología, concebimos nuestro trabajo como unaactividad interdisciplinar, en la que se combinan lasfuentes materiales (restos arqueológicos), documen-tales (archivos) y orales (entrevistas).

Con nuestra investigación, por lo tanto, quere-mos contribuir como arqueólogos e historiadores—mediante un conocimiento especializado— a re-cuperar la memoria colectiva de la represión fran-quista en la posguerra. Esta tarea no es sencilla. En-tre otras cosas, porque en hechos acaecidos tan cer-ca en el tiempo, la memoria colectiva, familiar e in-dividual tienden a mezclarse, como es el caso de losque aquí escriben (nietos de combatientes o vícti-mas de la Guerra Civil e hijos de una generaciónque ha nacido y vivido buena parte de sus vidas enla dictadura). La España de hoy en día es fruto del

profundo trauma social que supusieron la violenciafísica y simbólica de la Guerra Civil y los cuarentaaños de dictadura. Durante ese período se produjoun secuestro de la memoria colectiva: cualquier rela-to sobre la guerra que no encajara en los parámetrospropuestos por el régimen no se consideraba moralni políticamente válido. La memoria quedó reducidaal ámbito de lo familiar, siempre al margen de la His-toria auténtica y universal. Con la llegada de la de-mocracia empezó a rescatarse en los medios acadé-micos el discurso de los vencidos. La memoria quese privilegió entonces se ajustó al discurso historio-gráfico tradicional, que daba preferencia a la histo-ria política y de los individuos relevantes. Con la in-corporación a la Historia de una parte de la memo-ria condenada por el Franquismo se ha enriquecidoel conocimiento sobre la Guerra Civil. Sin embargo,aún queda pendiente integrar la memoria de otraspersonas cuyo discurso no encajaba en el franquis-ta pero tampoco recibió la atención adecuada porparte de la narrativa historiográfica posterior.

Conviene distinguir entre memoria colectiva ymemoria histórica. El concepto de “memoria histó-rica” es contradictorio y ambiguo (Gavilán 2004),pero lo que reivindica en última instancia— al me-nos en España— es fundamental: que otras memo-rias, marginadas y olvidadas por regímenes políti-cos e historiográficos, son también historia auténti-ca. La llamada memoria histórica es una construc-ción desde el presente que trata de sacar a la luz pú-blica y dar una explicación lógica, reflexiva y concarácter reivindicativo de unos hechos del pasadoque se consideran injustos o silenciados. En cambio,la memoria colectiva, cultural o social (Connerton2006) no es siempre histórica ni siempre reivindi-cativa, sino que de hecho suele ser anti-histórica:simplifica, niega el paso del tiempo, eterniza, esen-cializa y deforma el recuerdo, como no puede serde otra forma. La ambigua mirada resultante no esfruto del desconocimiento de los hechos sino unaconstrucción personal y colectiva que trata de ocul-tar el dolor y las humillaciones sufridas o al menostrata de dar un sentido de dignidad a las biografíaspersonales y comunes.

En nuestro caso, la investigación que desarrolla-mos pretende trabajar con esa ambigua memoriacolectiva en interacción con los restos materiales ylas fuentes documentales y reivindicar su historici-dad. En principio puede parecer una práctica pocoobjetiva, pues la memoria colectiva presenta los he-chos insertos en una dimensión moral muy concre-

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ta. Pero es precisamente el carácter científico denuestro trabajo el que permite mirar con distanciapara contemplar múltiples perspectivas, y entenderla complejidad y ambigüedad del comportamientode sus protagonistas. La naturaleza objetiva de nues-tro trabajo, por otro lado, no implica que sea neu-tral políticamente, pues lo que pretende es rescataruna serie de experiencias que quedan fuera de tododiscurso oficial, ya sea este histórico o memorísti-co. Se trata de dar voz y forma a lo que hasta estemomento no había podido ser nombrado. Por con-siguiente, sería un acto dignificante y políticamentesubversivo, pero con todo el rigor histórico. Al finy al cabo, toda interpretación histórica es, en últimainstancia, política (Chesneaux 1981: 21-28). Loshistoriadores a partir del siglo XIX se han conver-tido en los especialistas de la memoria, con un pa-pel social no del todo diferente al de los chamanesprimitivos o los aedos griegos, ya que han continua-do construyendo mitos fundacionales para la socie-dad en la que viven (Bermejo Barrera 2002: 208-209). Pero el historiador, y en concreto el arqueólo-go, también puede actuar políticamente en un senti-do diferente, abriéndose a los problemas y traumasque se encierran en las otras memorias, como porejemplo las de las víctimas de los regímenes totali-tarios (Del Alcázar 2006).

Al dar a conocer el destacamento penal de Bus-tarviejo tratamos de tomar parte en las luchas de lamemoria, haciendo públicos nuevos datos sobre unpasado conflictivo. La ventaja de nuestros documen-tos es su carácter material. El hecho de lo tangiblees una baza de primer orden en unos momentos enque se tiende a minimizar o a negar, por parte deposturas ultraconservadoras revisionistas (cf. ReigTapia 2000), las atrocidades del régimen franquista.Lo que existe físicamente es mucho más difícil denegar y de olvidar que lo que se encuentra sólo ennuestra memoria, aunque sea colectiva. Por otro la-do, nuestra intención es insertar la memoria colec-tiva de los habitantes de Bustarviejo y sus recuer-dos individuales en la historia general del franquis-mo, el fascismo europeo de los años 30 y 40 y eltotalitarismo del siglo XX. No pretendemos recupe-rar meras micro-historias pintorescas o anécdotasparticulares al estilo de cierta erudición local, sinohacer relevantes, y en cierta manera dignificar, co-nocimientos y visiones locales que han sido margi-nadas durante largo tiempo: es decir, demostrar queen las ruinas del destacamento penal de Bustarviejoexiste una historia que nos afecta a todos.

2. Arqueología de la reclusión

La arqueología de la Guerra Civil y posguerraque se ha realizado hasta ahora en España se ha cen-trado en la mayoría de los casos en exhumacionesde los cuerpos de los represaliados por el régimenfascista, que suelen encontrarse en fosas comuneso individuales, en las cunetas de las carreteras, enlas cercanías de prisiones y campos de concentra-ción o en medio del monte (Silva y Macías 2003).Se calcula que durante la guerra y la primera pos-guerra, el bando franquista fue responsable de140.000 muertos-personas ejecutadas o que murie-ron en prisión (Preston 2004: 14), lo que da una ideade las dimensiones del trabajo que aguarda a arqueó-logos y antropólogos forenses. Existen actualmenteotro tipo de actuaciones arqueológicas sobre el pa-trimonio de la Guerra Civil y posguerra que tienencomo objeto líneas de frente, campos de batalla, for-tificaciones, búnkeres, refugios antiaéreos, etc. (Gon-zález Ruibal 2007a; cf. otras contribuciones en estevolumen). Sin embargo, este tipo de actividades deinvestigación o puesta en valor, realizadas tanto porprofesionales como por aficionados, suelen teneruna menor visibilidad pública. Un tercer tipo de ele-mentos materiales han despertado menos atención,al menos desde un punto de vista arqueológico: esel caso de las cárceles, campos de concentración ydestacamentos de trabajos forzados, que han sido ob-jeto de numerosos estudios históricos (p.ej. Lafuen-te 2002; Rodrigo 2005), documentales y homenajesa las víctimas, pero no de investigaciones arqueoló-gicas propiamente dichas. Es cierto, sin embargo,que se han llevado a cabo exhumaciones en cemen-terios o fosas asociadas a centros de detención, co-mo el caso de la prisión de Valdenoceda (Burgos)(Ríos et al., en este dossier).

El panorama de la arqueología carcelaria en otroslugares es bastante diferente (González Ruibal 2007b). En el ámbito anglosajón es donde se han desa-rrollado más investigaciones, especialmente en Es-tados Unidos (Casella 2007) y Australia (Casella2001). Esto se debe tanto a sus peculiares tradicio-nes penales y el lugar central que ocupan en la ima-ginación colectiva de ambos países, como al grandesarrollo de sus respectivas arqueologías históri-cas —motivado a su vez por la escasa profundidadhistórica de los dos estados. Cárceles contemporá-neas están siendo investigada actualmente tambiénen Irlanda (Purbrick 2006) y Sudáfrica (Corsane2006), en el marco de programas de valorización

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patrimonial de legados históricos conflictivos ytraumáticos. En algunas ocasiones, las actividadesarqueológicas han sacado a la luz elementos intere-santes y desconocidos de la vida en las cárceles: porejemplo, el análisis forense de los restos humanosde un asilo para pobres del siglo XIX en Illinois de-mostró que las mujeres acogidas, pese a entrar conbuena salud, acababan falleciendo durante la estan-cia por las pésimas condiciones de vida en la resi-dencia (Casella 2007: 113-115). Sin embargo, elprincipal defecto que se puede achacar a la arqueo-logía de las cárceles modernas es que tiende a ilus-trar lo que ya conocemos a través de los datos histó-ricos. Las aportaciones que realiza pueden ser per-cibidas por parte de otras disciplinas como merasanécdotas que dan color al relato histórico (ambosproblemas aparecen de forma manifiesta en la sín-tesis reciente de Casella [2007]).

Los campos de concentración y centros represi-vos de regímenes dictatoriales han recibido atenciónasimismo en tiempos recientes. Andrzej Kola, porejemplo, excavó a finales de los años 90 los camposnazis de exterminio de Sobibor y Belzec (Kola 2000)y en Latinoamérica se han realizado diversas actua-ciones arqueológicas en centros de detención clan-destinos (Mazz 2006; Zarankin y Niro 2006). Frentea las investigaciones en cárceles convencionales, elestudio de estos centros tiene el interés de sacar a laluz lo que se ha negado u ocultado por parte del po-der, lo cual permite reescribir la historia, hacer justi-cia a las víctimas y criticar un determinado orden po-lítico. En esta línea se enmarca nuestro trabajo: el me-ro hecho de llamar la atención sobre la existenciamaterial de restos recientes de campos de concentra-ción en nuestro país, junto a las ciudades y pueblosen los que vivimos, es ya en sí un hecho subversivo,que nos obliga a mirar no sólo el pasado, sino el espa-cio de nuestra vida cotidiana, de una forma diferente.

Además, creemos que se puede realizar unaaportación interesante al estudio de los fenómenosrepresivos si entendemos la relevancia de la mate-rialidad y su relación con la memoria. Las cosas conlas que nos relacionamos permanentemente en nues-tras vidas (Lull 2007; Olsen 2007) incorporan mu-chas experiencias subconscientes, ocultas o aparen-temente olvidadas y reprimidas. Los elementos ma-teriales han servido para resistirse al poder, en mu-chos casos de un modo no premeditado, como losenseres personales de muchos presos, entendidoscomo parcelas inviolables de su intimidad (Casella2007: 132-133). Igualmente, los objetos remiten a

multitud de sentimientos experimentados, no siem-pre conscientemente, por los presos y sus allegadosen torno a la reclusión, como la injusticia del encar-celamiento, la humillación de ser estigmatizados,la ilusión por fugarse, la impotencia ante el sufri-miento de la madre… Algunas cosas, por su impor-tancia clave en nuestras vidas (reconocida o no),llegan a constituir auténticos focos de memoria co-lectiva, una puerta de acceso a multitud de expe-riencias no racionalizadas (Falquina et al. 2006: 4.1; Rolland 2006: 189), como lo son los destacamen-tos penales y los objetos arqueológicos que todavíase encuentran en ellos. La arqueología debe anali-zar esos focos —paisajes, monumentos, objetos se-dimentados— donde se cruzan diferentes memoriascolectivas, familiares e individuales (Falquina et al.2006).

3. Encarcelamiento y represión política en laGuerra Civil Española yla posguerra (1936-1948)

Entre el 17 y el 18 de julio de 1936, un grupo demilitares se alzó en armas contra el gobierno demo-cráticamente elegido de la República Española(Preston 2006: 94). El golpe de estado fracasó, perodio lugar a una Guerra Civil que se extendería du-rante los tres años siguientes y culminaría con el triun-fo de un régimen dictatorial, encabezado por el Gene-ral Francisco Franco (Thomas 2001; Preston 2006).

El bando franquista desarrolló una amplia e in-tensa criminalización del régimen político de la Re-pública, la cual operó en lo jurídico a través de unainversión fundamental: al aplicar el código de justi-cia militar al conjunto del orden republicano, elfranquismo encontraba culpables de rebelión, deforma retroactiva, a todos aquellos que de hecho nose hubieran sublevado contra la República en el de-nominado “alzamiento nacional” (Lafuente 2002:27-30). Aunque el hecho de que la represión comen-zara en un contexto bélico explica las primeras mo-dalidades represivas, algunos conceptos fundamen-tales que caracterizan formas de represión posterio-res ya se ven prefigurados durante la contienda. Es-to permite establecer un continuum entre los siste-mas militares de represión de los primeros momen-tos y la posterior articulación de un sistema penal.

Desde muy pronto, el régimen franquista se preo-cupó por medir el grado de desafección al nuevo or-den. La clasificación de las personas se basaba en

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cuatro divisiones: A, soldados de leva forzosa en elEjército Republicano (considerados afectos); B, vo-luntarios en el Ejército Republicano; C, dirigentesde organizaciones en el bando republicano; D, de-lincuentes comunes (Rodrigo 2005: 31). De acuerdocon la designación correspondiente, se posibilitabanunas opciones u otras en el sistema represivo. Laclasificación, sin embargo, no sólo afectaba al indi-viduo en cuestión, sino a toda su familia. Este in-tento por organizar a toda la población de España apartir de un número limitado de categorías con re-percusiones penales es un experimento de ingenie-ría social claramente totalitario, que tendrá su refle-jo material en una variedad de espacios y tecnolo-gías para la represión. Las Comisiones de Clasifi-cación se crean a principios de 1937 (Rodrigo 2005:61). Estas comisiones ubican a los presos en las dis-tintas categorías sobre la base de informes recogi-dos, en forma de interrogatorios, por los oficiales alcargo de cada campo y de datos proporcionados porpersonas que conocen a los prisioneros (autoridadeslocales en sentido amplio).

Los campos de concentración aparecieron muypronto como una solución para gestionar un grannúmero de prisioneros en continuo aumento. Con-viene recordar que la idea no era en absoluto ajenaal ejército español. Es bien conocido que España,por iniciativa del General Valeriano Weyler, fuepionera en su uso durante la Guerra de Independen-cia de Cuba a finales del siglo XIX (Placer y PérezGuzmán 2001). En aquella época se conocían como“campos de reconcentración”, de donde puede ve-nir el nombre actual. En la Guerra Civil, además deestas formas de confinamiento, pronto se sugirieronotros modos de tratar a la población reclusa: ya en1936 el gobernador general de la zona sublevada,Luis Valdés, propuso la utilización de los prisione-ros como mano de obra para “redimirlos”, línea queresultó rechazada en favor de la reutilización bélicade cuantos prisioneros fuera posible.

En marzo de 1937 comenzó la centralización delsistema represivo militar. Se puso a cargo del orga-nismo conocido como Movilización, Instrucción yRecuperación, que tenía competencias sobre todo elaparato penitenciario, a Luis Orgaz, hombre de con-fianza de Franco y también curtido africanista. Bajosu autoridad se formaron los primeros Batallones deTrabajadores (Rodrigo 2005: 56), donde, codo concodo con los soldados nacionales que habían come-tido faltas por mal comportamiento, los reclusos sededicaban a tareas tales como cavar trincheras y

construir puentes. En los trabajos forzados podíanparticipar aquellos individuos clasificados como A,Ad (afectos dudosos) y B, siempre con supervisióndel ejército y bajo mandos militares. A lo largo de1937 los Batallones de Trabajadores participaráncada vez más en obras civiles (como las minas deBilbao, tras la caída del País Vasco) y recibirán unaevangelización y educación política de forma siste-mática.

En 1939 la Dirección General de Prisiones asu-mió las responsabilidades en la gestión del sistemapenitenciario que hasta entonces había tenido laInspección de Campos de Concentración de Prisio-neros. Se encontraron entonces nuevas formas deexplotación de la mano de obra reclusa, en las cua-les las empresas privadas pasaron a ser beneficia-rias: se trata de las Colonias Penitenciarias y losDestacamentos Penales (Lafuente 2002: 59-63). Lafundamentación teórica del nuevo régimen peni-tenciario se basaba en conceptos católicos de peca-do, expiación de culpa y perdón (“redentorismo” y“expiacionismo”), que se aplicaban al derecho y alrégimen penitenciario y sustituían a los conceptosde delito, pena y amnistía (Gómez Bravo 2006: 14;2007: 15 y 20). Su fundamentación material fue eltrabajo a cambio de reducción de condena, comogracia concedida al preso para su rescate físico ymoral a través de su contribución a la reconstruc-ción de un país arrasado por los estragos de la gue-rra. El preso, en este caso, no era otro que el enemi-go político vencido en la contienda, y el sistema deRedención de Penas por el Trabajo una fórmula crea-da para responder al problema de la cuantiosa po-blación reclusa de posguerra, cuya manutención acargo de la Hacienda Pública preocupaba al nuevoJefe de Estado (Prada y Rodríguez 2003: 373). En-tre las diversas modalidades establecidas desde 1939para la aplicación del sistema de Redención de Pe-nas por el Trabajo, los destacamentos penales secrearon para la realización de obras públicas califi-cadas de interés nacional, como trabajos mineros yagrícolas, labores de reconstrucción, carreteras uobras del ferrocarril. El sistema adquirió su máximaextensión a mediados de los años cuarenta, con 121destacamentos que daban ocupación a aproximada-mente 16.000 presos (Olaizola 2006: 12). Se trata-ba, en la mayoría de los casos, de barracones cons-truidos a pie de obra, con un número variable yaproximado de entre 30 y 400 presos, regulados encolaboración entre las empresas contratistas y losfuncionarios de prisiones y Policía Armada.

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Puesto que el sistema pretendía incidir sobre laideología y la conducta de los vencidos debemosentender este tipo de proyectos también como con-creciones de ambiciosos planes de ingeniería social.A través de la redención el prisionero salía del esta-tus de rojo antiespañol que iba asociada a su reclu-sión y, al tiempo que se acercaba a la salida del es-pacio físico de la cárcel, recobraba el espíritu na-cional perdido. En este sentido, los destacamentoseran “laboratorios del Nueva Estado” (Rodrigo2005: 128). La Nueva España reducía toda una com-pleja sociedad a dos categorías —afectos y desafec-tos. En las instituciones de confinamiento y repre-sión creadas durante y después de la guerra, se es-cenificaba de forma práctica el orden creado: laexistencia de una España y una anti-España, la es-pañolización/ depuración de los rojos y, en su caso,la redención (cristiana) por el trabajo.

En el período de la posguerra la variedad de insti-tuciones penitenciarias dio lugar a lo que se conocíairónicamente como “turismo penitenciario” (GómezBravo 2007: 55). Los republicanos pasaban sistemá-ticamente por diversos campos de prisioneros, cam-pos de concentración, cárceles y destacamentos pe-nales antes de ser liberados. Esta cadena operativade la disciplina franquista, que pretendía eliminarparte de la población reclusa y quebrantar la volun-tad del resto, se reproduce en otros contextos dicta-toriales —Mazz (2006: 152), por ejemplo, habla de“itinerarios del terror” para el caso uruguayo.

4. Destacamentos de trabajos forzados:El caso del ferrocarril Madrid-Burgos y eldestacamento penal de Bustarviejo (1944-1952)

4.1. Los datos históricos

El ferrocarril “Directo” de Madrid a Burgos (Fi-gura 1) fue un proyecto estatal concebido durantelos años veinte del siglo XX para reducir la distan-cia entre la capital y las provincias del Norte de Es-paña y aproximar así la frontera francesa, en alter-nativa a la línea de la privada Compañía de losCaminos de Hierro del Norte de España que, desde1864, realizaba un recorrido más largo vía Vallado-lid. Se trató pues de una obra pública de cierta tras-cendencia a nivel nacional y de enorme importan-cia en la escala local, que influyó en el desarrollo detodo el casco urbano del Norte de Madrid (Estevey Cillero 1999) y en la mejora de las comunicacio-

nes de algunas regiones de la meseta castellano-leo-nesa. Su construcción abarcó el largo y convulsoperíodo comprendido entre 1926 (fecha de la apro-bación del proyecto bajo la dictadura del GeneralPrimo de Rivera) y 1966, año en que la línea fueinaugurada por el ministro franquista de Obras Pú-blicas, Federico Silva Muñoz. La realización y eldesarrollo de las obras de este ferrocarril estuvieroncondicionados por el contexto social y la evoluciónpolítica del país, por los intereses, los conflictos yla violencia que marcaron la historia española delsiglo XX. En concreto, durante los duros años de laposguerra y de la institucionalización del régimendictatorial del General Francisco Franco, la inacaba-da línea Madrid-Burgos fue una de las obras esco-gidas para el empleo sistemático de mano de obrade presos políticos con la instalación de un númeroconsiderable de Destacamentos Penales a lo largode las secciones por construir del “Directo” (Olai-zola 2006: 18 y ss).

Nuestro estudio se centró en el análisis de uno deestos destacamentos penales, el de la localidad ma-drileña de Bustarviejo, que estuvo en funcionamien-

Figura 1.- Mapa del noroeste de la Comunidad de Ma-drid, con la vía del tren Madrid-Burgos y los destacamen-tos penales construidos durante la posguerra (en negro).

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to entre 1944 y 1952 (Olaizola 2006: 21-22), peroha mantenido su estructura parcialmente intactahasta nuestros días. Con el fin de contextualizar laconstrucción del destacamento de Bustarviejo, y delocalizar y datar desde una perspectiva histórica yarqueológica los tramos y las obras realizadas porlos presos políticos, distinguiéndolas de aquellasdesarrolladas anterior y posteriormente por obreroscontratados, debemos considerar algunos de losmomentos clave del desarrollo histórico de la cons-trucción de este ferrocarril.

Aunque existieron proyectos que antecedieron elplan definitivo del ferrocarril “Directo” de Madrid aBurgos, éste sería definitivamente concebido en laera primorriverista (1923-1930) y aprobado oficial-mente dentro del paquete del denominado “PlanGuadalhorce” de 1926 (Esteve y Cillero 1999). Im-pulsado por el Ministerio de Fomento del DirectorioCivil de la dictadura del militar Primo de Rivera yenmarcado en una nueva filosofía de fuerte inter-vencionismo estatal en las obras públicas, algunosaspectos del trazado del proyecto provocaron, sinembargo, una fuerte polémica que marcó el desarro-llo y la ralentización de las obras del ferrocarril. Elconflicto se originó precisamente por las posibilida-des en la salida del “Directo” de Madrid, entre lospartidarios de la construcción de una nueva gran es-tación en Chamartín de la Rosa —por entonces mu-nicipio al norte de Madrid, y los intereses particu-lares de las dos compañías privadas rivales en Ma-drid, que pugnaban por la salida del nuevo ferroca-rril desde las estaciones ya existentes. Aunque eltrazado por Chamartín fue aprobado finalmente enlas adjudicaciones de obra de 1934, este suceso estrascendental para nuestro estudio, dado que provo-có que las obras se realizaran en dos fases claramen-te diferenciadas: una primera fase de preguerra, enque se construyeron las infraestructuras desde Bur-gos hasta el denominado “Puente de Taboada”, in-menso viaducto ubicado en la localidad madrileñade Gargantilla de Lozoya, y una segunda fase deposguerra, en que se construyó finalmente la pos-puesta entrada a Madrid, desde el citado viaductohasta Chamartín. Esta segunda fase es la que se rea-lizó gracias al recurso de mano de obra de los presospolíticos del primer franquismo, con la instalaciónde entre ocho y nueve destacamentos penales a lolargo de esta sección, con límite en el citado “Puen-te de Taboada” (kilómetro 73 desde Madrid).

En 1939 el Ministerio de Obras Públicas del nue-vo Régimen decidió reemprender la terminación de

las obras de infraestructura del abandonado ferroca-rril Madrid-Burgos, con el fin de conectar la capi-tal del Estado, que tanto había costado conquistar,con una de las principales ciudades bastión del ban-do nacional durante la Guerra Civil. Para ello se de-cidió utilizar mano de obra reclusa, además de obre-ros libres, con la instalación de nueve destacamen-tos penales en el tramo comprendido entre las loca-lidades madrileñas de Chamartín y Garganta de losMontes (Figura 2). Como veíamos anteriormente,el viaducto de Taboada marcó la frontera entre eltramo de preguerra y el tramo de posguerra; en esteúltimo, entre 1941 y 1957, se utilizó mano de obrade prisioneros políticos de la Guerra Civil y de “lavictoria” (aquellos que fueron detenidos en las re-dadas represivas una vez terminada la guerra) en losmunicipios de Colmenar Viejo, Miraflores, Valde-manco, Chamartín, Chozas de la Sierra, Garganta,Bustarviejo, Fuencarral y Las Rozas (Figura 1) pa-ra obras de explanación, construcción de túneles,viaductos, estaciones, apeaderos, muelles de mer-cancía y carreteras de enlace. En concreto, el Des-tacamento Penal de Bustarviejo ocupó entre 1944y 1952 a una media anual aproximada de un cente-nar de presos en la construcción de dos túneles (de395 y 248 metros), un viaducto (de 26 metros de al-tura, con 11 arcos de 12 metros de luz) y una esta-ción de tren ubicada en las afueras del pueblo, acargo de la empresa contratista Hermanos NicolásGómez.

La investigación historiográfica de algunos delos aspectos relacionados con la vida de los pena-dos en el Destacamento de Bustarviejo se ha basadoen documentos conservados en el Archivo del Mi-nisterio del Interior, el Archivo General de la Admi-nistración y el Archivo Regional de Madrid, así co-

Figura 2.- Ruinas del Destacamento Penal de Gargantade Montes.

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mo en las Memorias de la Dirección General dePrisiones y el periódico Redención, publicación dela época emitida desde los talleres penitenciarios deAlcalá de Henares, en Madrid. La dejadez, la faltade infraestructuras y las pésimas condiciones deconservación de los expedientes penitenciarios (Ris-ques 2003: 897) están siendo solventadas desde ha-ce pocos años por algunas iniciativas instituciona-les y de algunos directores particulares que, moti-vadas por la demanda social de recuperación de lamemoria de aquellos años, nos han permitido acce-der a expedientes personales, expedientes de fun-cionarios y otros documentos que anteriormente noofrecían una consulta fácil. Junto a la investigaciónde las fuentes documentales, los testimonios y lamemoria de algunos de los familiares de los presosdel Destacamento han servido para ampliar nuestroconocimiento sobre la vivencia por la población dela represión franquista de posguerra, más allá de lasconsecuencias directas sobre el represaliado políti-co. La perspectiva metodológica de este estudio hatomado en consideración la complejidad, la multi-plicidad de ámbitos relacionados y la larga duracióndel fenómeno de las prisiones franquistas (Risques2003: 894), así como la necesidad de la relación in-terdisciplinar entre metodología historiográfica tra-dicional, el análisis riguroso de las fuentes orales yla arqueología de los restos hallados.

A través de los expedientes penales de los presosde Bustarviejo, sabemos que la mayoría de ellos ha-bían sido detenidos a finales de la Guerra Civil y enla inmediata posguerra (1939-1940), sentenciadospor Consejos de Guerra a pena de muerte por “ad-hesión a la rebelión” —posteriormente conmutadaa 30 años de cárcel, o a un número menor de añosde condena por “auxilio a la rebelión”. Procedentesde todos los rincones geográficos de la península,muchos habían participado militarmente en la de-fensa de la República y todos habían vivido el lla-mado “turismo penitenciario”, pasando del campode concentración a la cárcel, y después de prisión enprisión, en una movilidad desordenada y constante,consecuencia del desbordamiento y de las irregula-ridades del sistema represivo del primer Franquismo.Su ingreso en el régimen de Redención de Penaspor el Trabajo era la “gracia” que, por un lado, lesofrecía reducir su condena a través de largas jorna-das de duro trabajo en las canteras, y que significa-ba, por otro lado, que habían escapado de los fusi-lamientos y de las terribles condiciones de las pri-siones centrales abarrotadas. La documentación se

acompaña de numerosos informes que acreditan elcumplimiento de los requisitos para acogerse al sis-tema de redención de penas: pena ya dictada, buenaconducta, examen de religión, certificados médicosde vacunación y juramento de no haber pertenecidoa la Masonería. Estos eran criterios para clasificara “los que eran redimibles por su voluntad de arre-pentimiento” (Molinero Ruiz y Sala 2003: 139) yque no excluían probablemente la existencia, en al-gunos casos, de la intervención a favor del reclusode alguna figura cercana al régimen. Además de lospresos políticos había un cierto número de presoscomunes, condenados tanto por delitos convencio-nales como por aquellos propios de la época: el es-traperlo.

Los casos analizados reflejan estancias en Bustar-viejo de entre uno y cuatro años. Los presos traba-jaban de lunes a sábado para redimir un día o dosde condena por cada jornada de ocho de la mañanaa seis o siete de la tarde, con variaciones que depen-dían de las circunstancias climatológicas. La docu-mentación no refleja directamente las condicionesde vida de los presos en los barracones. Para ellodebemos acudir a las fuentes orales y a la arqueo-logía de los espacios de reclusión y trabajo. Con elhambre de la inmediata posguerra, la alimentaciónen prisiones como la de Bustarviejo era escasa y demala calidad, como refleja el testimonio de un ga-nadero del lugar, que aún recuerda cómo solicitabande los jefes de la prisión una res muerta por enfer-medad para dar de comer a los presos. Tampoco ha-blan los archivos de las familias, mujeres y niñosque abandonaron sus lugares de procedencia paraseguir y acompañar a los presos e instalarse juntoa los barracones. En este caso, como veremos, ha-bremos de recurrir a la arqueología y a las fuentesorales. Las importancia de las relaciones entre re-clusos y familias para la subsistencia de ambos du-rante los duros años de posguerra ha sido evidencia-da en muchos estudios (Gómez Bravo 2007: 55).

Para la administración del destacamento se recu-rrió al recién creado cuerpo de Policía Armada y ala dirección de un funcionario de prisiones, ManuelVivero López, también jefe de otros destacamentosde la línea del ferrocarril Madrid-Burgos, comoColmenar Viejo, Valdemanco, Lozoyuela y Mira-flores. No sorprende descubrir en el expediente deeste funcionario que fuese nombrado diversas vecesJefe de Destacamento siendo solamente un oficialde tercera clase, ascendido precipitadamente deguardián en 1940, si tenemos en cuenta la escasez

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de personal profesional tras las depuraciones en uncontexto de población reclusa extremadamente nu-merosa. Las irregularidades y el estraperlo, con eldesvío sistemático de recursos y suministros de lasprisiones a los fondos personales de directores y al-tos cargos, fueron constantes dentro de las cárceles(Gómez Bravo 2007: 56), y entre estas se incluyenlos destacamentos penales: Manuel Vivero López,tres años después de la liquidación del destacamen-to de Bustarviejo en 1952, fue expedientado porsustracción de cartillas de ahorro a los penados delCenajo, en Murcia, y sólo se le aplicó un mes desuspensión de sueldo.

En Bustarviejo se documentan varios casos deevasión. Una especialmente memorable es la delanarquista Francisco Bajo Bueno. Un familiar noscontó cómo consiguió engañar a los guardianes, di-ciéndoles simplemente, mientras dejaba el destaca-mento, que le habían concedido la libertad condi-cional. La fuga de Francisco Bajo fue exitosa, perono correrían la misma suerte Julián Navarro Rome-ro y Pedro Arce Rodríguez. Como otros fugados cu-yos nombres figuran en el periódico Redención de

1945, acabarían siendo recluidos en la Prisión Cen-tral de Chinchilla, en Albacete, de terrible fama.

Para muchos de los penados que lo ocuparon, elDestacamento de Bustarviejo fue la “última estación”de un trayecto terrible antes de salir en régimen delibertad condicional a una realidad social asimismoopresiva, de miseria, sumisión y estigma. Otros, co-mo veíamos, descubrieron en él el lugar perfectopara una fuga arriesgada. Y unos pocos también, se-gún los testigos entrevistados, encontraron la muer-te por accidente en aquellos trabajos que “humani-tariamente” servían para la regeneración de su almay la reconstrucción de un país asolado.

4.2. Tecnología y materialidad de la represión

El destacamento penal de Bustarviejo se encuen-tra ubicado a 1.500 metros al sureste del pueblo delmismo nombre, en la dehesa municipal (Figura 3).Para construir las dependencias del destacamento seaprovechó una zona llana de pastos entre grandesafloramientos rocosos. Nuestro trabajo propiamentearqueológico hasta la fecha ha consistido en una

Figura 3.- Plano general del Destacamento Penal de Bustarviejo.

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prospección intensiva de toda la zona ocupada poredificios del destacamento, el levantamiento de unaplanimetría general, la identificación de las estruc-turas con la colaboración de personas que conocíanel campo en la época de su funcionamiento, la reali-zación de planos de cabañas ocupadas por familia-res de presos y la excavación de una de las chozas.Nuestros objetivos para el futuro incluyen una pros-pección sistemática con detector de metales (entreotras cosas, para localizar los vertederos del desta-camento) y la continuación de excavaciones en áreaen las cabañas de familiares y sus alrededores.

A partir de la prospección y de los datos de nues-tros informantes podemos distinguir tres conjuntosde construcciones en razón de su funcionalidad (Fi-guras 3-4): 1) estructuras relacionadas con la reclu-sión y la vigilancia; 2) estructuras relacionadas conel trabajo; 3) estructuras de habitación de los fami-

liares de los presos. Todas las edificaciones estánconstruidas en piedra.

4.2.1. Estructuras relacionadas con la represióny la vigilancia

El edificio principal, conocido en el lugar como“Los Barracones”, es una estructura de planta rec-tangular con patio central (Figura 5). Se construyócon muros de mampostería y sillarejo cogidos concemento y montados sobre un zócalo de piedra. Engeneral el aparejo es de mala calidad: no se hizo porencajar las piedras y hubo que recurrir a gran canti-dad de cemento para unirlas. Los dinteles y jambasde las puertas son de sillería, excepto en tres casosen que se usó madera para los dinteles. El accesoprincipal se realiza a través de una puerta enmarca-da por un arco carpanel en sillería (Figura 6). Enestos barracones era donde vivían recluidos los pre-

Figura 4.- Plano del sector ocupado por estructuras de carácter disciplinario: 1. Garitas; 2. Barracones; 3a y 3b: Es-tructuras de uso desconocido; 4. Cuadras; 5. Vivienda del Teniente de la Policía Armada; 6. Lavadero de ropa; 7. Abre-vadero; 8. Canal; 9. Camino abandonado; 10. Polvorín.

Figura 5.- Barracones donde estaban recluidos los presos. Figura 6.- Entrada principal a los barracones.

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sos cuando no estaban trabajando en las obras deltren. La techumbre original ha sido sustituida poruna de chapa ondulada y en la actualidad el edificiohace las veces de cuadra para ganado vacuno, peroa pesar de ello la conservación general es buena.

Los prisioneros se alojaban en tres habitacionescolectivas situadas en el tramo de la izquierda y delfondo. La información arqueológica y oral coincideen apuntar la falta de literas o camas: los presos dor-mían en el suelo y por la mañana recogían sus jer-gones para liberar el suelo. Las habitaciones po-seían una estantería corrida de ladrillo y escayola aun metro y medio de altura, donde los reclusos de-jarían sus escasas pertenencias personales (Figura7). Esta estantería sólo se conserva parcialmente enuna de las habitaciones. Las ventanas de los dormi-torios se sitúan a cerca de dos metros de altura, porencima de las repisas. El interior de los barraconesrecibió varias capas de pintura y enlucido (ocre,azul y blanco) mientras estuvo en uso. Curiosamen-te, en una de las habitaciones se ha podido docu-

mentar una cenefa pintada que imita toscamentemármol (Figura 8). Se trata sin duda de la labor delos reclusos, puesto que a éstos les correspondía elmantenimiento y con frecuencia la propia construc-ción de las instalaciones. Resulta llamativo que enun ambiente totalmente espartano y represivo sepermitiera este detalle de decoración, totalmente su-perfluo desde un punto de vista puramente funcio-nal. Para los presos debió de ser, en cierta manera,una forma de recuperar humanidad mediante la re-creación de un ambiente doméstico.

Además de los dormitorios, los barracones con-taban con unas letrinas, cocina y economato. Las le-trinas (Figura 9) son también un espacio colectivoque impide cualquier forma de intimidad: así comolas camas se encuentran situadas unas junto a lasotras sin separación de ningún tipo, lo mismo suce-de con los inodoros, construidos en una sola hilera.

Es significativo, además, que no existan, ni en eledificio ni fuera de éste, duchas. Los presos se te-nían que lavar en los mismos pilones de agua al airelibre que se utilizaban para lavar la ropa y para otrosmenesteres. El análisis de permeabilidad del edifi-cio ofrece un esquema bastante obvio (Figura 10):se trata de una estructura con un alto índice de inte-gración y una importante permeabilidad entre losdiferentes espacios, ya que para llegar desde un es-pacio dado a cualquiera de los demás no hay quedar muchos pasos (entendemos por paso cada unode los niveles de profundidad del mapa de permea-bilidad). Además, los índices de asimetría relativa(en una ratio entre 0 y 1) muestran valores muy ba-jos, lo que corrobora la alta integración del conjunto.

Estos datos demuestran, por lo tanto, que el con-trol desde todos los espacios del conjunto es bastan-te igualitario. Según la teoría del análisis sintáctico

Fig.ura 8.- Detalle decorativo pintado en una de las es-tancias.

Figura 9.- Restos de las letrinas.

Figura 7.- Uno de los dormitorios colectivos.

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del espacio construido/arquitectónico, esta caracte-rística normalmente se traduciría en una igualdad deestatus de los espacios y, por lo tanto, de las perso-nas, generada por unos espacios que permiten la ne-gociación y se definen por la apertura. Pero la finali-dad del edificio dibuja una imagen muy diferente. Lafacilidad de movimientos tiene como fin permitiruna mayor accesibilidad al conjunto carcelario porparte de la dirección y la policía armada, que gestio-nan con mayor eficacia los movimientos de los pre-sos. El mejor ejemplo es el bajo índice de asimetría

del cuerpo de guardia, que es el principal espacio devigilancia y control, ya que permite un rápido desplie-gue del control, pero al mismo tiempo controla el pa-so a las dependencias de la policía, haciéndolas me-nos accesibles desde el resto de espacios del destaca-mento. Por eso estas habitaciones tienen un índicede asimetría relativa más alto y están más desintegra-das del conjunto carcelario. Por último, hay que des-tacar que todas las dependencias destinadas al so-metimiento y la vigilancia (cuartos para la policíaarmada y estancias para los jefes del campo) se en-cuentran situadas en la parte delantera del edificio,actuando como un filtro entre los presos y el exterior.

La permeabilidad relativa de los distintos espa-cios se refleja no sólo en su situación respecto al ex-terior, sino también en la ubicación de los vanos. Enlos edificios administrativos, el dintel de la ventanacoincide con el de la puerta (Figura 11), mientrasque en los dormitorios es el alféizar de la ventanael que coincide con el dintel de la puerta, lo que ha-ce imposible ver directamente el exterior (Figura 12).

El patio debió de jugar un papel importante endisciplinar a los presos. Está atestiguada, por ejem-plo, la celebración de misas (que naturalmente eranobligatorias) en este lugar. Es muy probable queademás en el patio se obligara a formar a los presos,se les adoctrinara y se les hiciera cantar himnos yrepetir consignas, como era habitual en los camposde concentración, cárceles y otros centros de reclu-sión de la posguerra.

Otras estructuras relacionadas con las funcionesde vigilancia y represión son cuatro garitas y restosde la casa de un teniente de la Policía Armada. Lacasa del oficial es especialmente interesante, puesnos habla de las míseras condiciones de vida de lospropios miembros de las fuerzas de seguridad. La

Figura 11.- Fachada al patio de las habitaciones de usosmúltiples (cocina, jefatura, economato).

Figura 12.- Fachada al patio de uno de los dormitorioscolectivos.

Figura 10.- Análisis de permeabilidad y plano de los ba-rracones. 1: Entrada principal; 2. Economato; 3 y 4: habi-taciones de la guardia armada; 5. Entrada secundaria; 6.Cuerpo de guardia; 7. Habitación de los jefes del desta-camento; 8. Cocina; 9. Patio; 10-12. Dormitorios de lospresos; 13. Letrinas.

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estructura se construyó aprovechando parte del aflo-ramiento rocoso, de forma no muy diferente al delas cabañas de los familiares de presos (Figura 13).El tamaño es bastante reducido. Se utilizaron mam-puestos, teja y cemento para la construcción, peroen la actualidad no se conservan más que trazas dela estructura: es éste sin duda uno de los edificiospeor conservados del conjunto arqueológico. La te-chumbre de teja marcaría la diferencia con las casasde familiares, cubiertas con ramaje. En frente de lacasa hay un lavadero para ropa que reutiliza una de-presión en el afloramiento rocoso causada por la

erosión de la lluvia. Sabemos por informaciones delos vecinos, que el teniente se suicidó durante su es-tancia en el destacamento, arrojándose desde undesmonte de las obras del tren.

En cuanto a las garitas, tres son de planta cuadra-da y una de planta circular y todas ellas están cons-truidas en mampostería y sillarejo, con techo de ce-mento (Figura 14). Por su ubicación y radio de vi-sión parece que su objetivo era controlar a quienespudieran venir del exterior, más que a los propiospresos (Figura 15). Esto puede explicarse por va-rios motivos: hay que tener en cuenta que el momen-to álgido del destacamento de Bustarviejo coincidecon el período de máxima actividad del maquis, laguerrilla antifranquista. Está constatado el proyec-to de liberación —que nunca se llevó a cabo— delos presos del destacamento de Valdemanco, a esca-sos dos kilómetros de distancia de Bustarviejo, porparte de un grupo de guerrilleros dirigidos por Se-vero Eubel de la Paz en agosto de 1946 (Reguilón1975; Guevara, 2007). Por otro lado, el control delos presos podría basarse en elementos diferentes alos que estamos acostumbrados dentro de las tecno-logías carcelarias. De hecho, una de las cosas quellama la atención en Bustarviejo es que los meca-nismos de vigilancia y coerción no son tan obviosni redundantes como en otros centros similares a lolargo de la historia. Encontramos aquí pocas simi-litudes con la compleja estructura de los campos deconcentración nazis, con su doble hilera de alam-brada electrificada, las torres de vigía armadas conametralladoras y los soldados patrullando con pe-rros. No se parece tampoco a las cárceles que seconstruían entonces en España, como la de Caraban-chel en Madrid, anacrónicamente erigida según elplan del panóptico benthamiano (Foucault 1975:

Figura 14.- Garita de planta circular.Figura 15.- Garita de planta cuadrada que controla unode los accesos al campo, bajo el terraplén de la vía.

Figura 13.- Restos de la casa del teniente de la PolicíaArmada. Se advierten las huellas de la techumbre de teja.

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233-239) y abierta en las mismas fechas que Bus-tarviejo. De hecho, no hemos documentado ningunaalambrada ni perímetro delimitador, si exceptuamosel murete que bordeaba la dehesa por el norte.Nuestros informantes coinciden en señalar su au-sencia. Tampoco hay huellas de barrotes en las ven-tanas. Además, contamos con datos sobre la fuga devarios presos, como indicamos más arriba. Sobreeste tema volveremos al final de este apartado.

La prospección de los barracones no arrojó másmateriales que un cubo de zinc y una palangana me-tálica detrás de los barracones.

4.2.2. Estructuras relacionadas con las obrasPodemos distinguir aquí, por un lado, las infraes-

tructuras ferroviarias levantadas por los presos y,por otro lado, los elementos vinculados a las obras.Dentro del primer grupo entrarían los dos túnelescercanos al destacamento —que perforan los aflo-ramientos rocosos, el enorme terraplén levantado

entre los dos túneles y un viaducto, que dan cuentade la magnitud y peligrosidad de los trabajos desa-rrollados por los reclusos (Figura 16). Dentro de loselementos vinculados a las obras destacan los restosubicuos de labores de cantería. Es en el afloramientodel oeste, en frente de los barracones, donde se per-cibe que este trabajo fue más intenso, según se de-duce de la abundancia de grandes bloques graníti-cos partidos (Figura 17), con marcas de barrenos, ypiedras y cascotes que no se llegaron a usar en el te-rraplén (Figura 18). En relación con las obras se ex-plica la presencia de cuadras: dada la escasez de ma-quinaria, la mayor parte de la energía procedía delesfuerzo humano o de caballerías. Las cuadras seencuentran en mal estado de conservación, debidoa los derrumbes en la parte frontal del edificio (Fi-gura 19). No obstante, la estructura del edificio esperfectamente reconocible, al igual que su función,gracias a la presencia de un pesebre de piedra. De-trás de las cuadras aparecieron algunas latas y unasa de botijo. Una de las garitas se encuentra situa-

Figura 16.- Terraplén construido por los presos para lavía del ferrocarril Madrid-Burgos.

Figura 17.- Bloques graníticos reventados con barrenosy restos de una casa de familiares construido al abrigo delas rocas desgajadas.

Figura 18.- Restos de labores de cantería, cerca de lascasas de familiares.

Figura 19.- Ruinas de las cuadras.

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da justo delante del establo y vigilando el acceso aldestacamento por un túnel bajo el terraplén de la vía,seguramente para evitar el robo de los animales.También en relación con las obras se encuentra elpolvorín, encastrado entre afloramientos rocosos ya una distancia del resto de los edificios (Figura 20).

Finalmente, existen dos edificios que debían seralmacenes o residencias de personal de seguridad oadministración de las obras. Todavía no hemos po-dido identificar su función con seguridad. La es-tructura 3b es una casa con techumbre a dos aguas

de buena construcción (Figura 21): por algún moti-vo, la mampostería está manifiestamente mejor tra-bada que en el resto de los edificios. La estructura3a, con tejado a un agua, tiene, por el contrario, elmismo tipo de paredes que las demás construccio-nes del destacamento, con bloques mal encajados yabundancia de mortero (Figura 22). Posee gran do-minio visual. Junto a la entrada se localizó una grancantidad de fragmentos de botellas de bebidas alco-hólicas, asociados a fragmentos de cerámica vidria-da y trozos de caucho pertenecientes a piezas decalzado. Entre los artefactos más interesantes loca-lizados en la zona de estructuras relacionadas conlas obras se cuenta una botella de cerveza El Águilacasi entera (Figura 23). El logotipo en relieve contres escudos permite datarla a finales de los años40 o inicios de los 50, es decir en la época de usodel destacamento. La fábrica de cervezas El ÁguilaS.A. sufrió durante la Guerra Civil, pues varios di-rectivos fueron asesinados y la República naciona-lizó las instalaciones. La reintegración a sus dueñosllegó con la entrada de los ejércitos franquistas enMadrid (Cuesta 2000-2001). No es difícil imaginarla adhesión de los empresarios al nuevo régimen ysus valores. Dicha adhesión se materializaría en elpropio diseño de las botellas: el águila de las cerve-zas y la del escudo franquista son sorprendentemen-te semejantes. Los objetos de uso cotidiano, por lotanto, jugaron también su papel en la construccióndel orden fascista de la posguerra.

4.2.3. Estructuras de habitaciónde los familiares de los presos

Al otro lado del camino, en la ladera del aflora-miento, se encuentran restos dispersos de labores decantería y, entre ellos, las cabañas donde vivían losFigura 21.- Edificio de uso indeterminado (estructura 3b).

Figura 22.- Edificio de uso indeterminado (estructura 3a).

Figura 20.- Restos del polvorín, encajado entre aflora-mientos rocosos.

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familiares de los presos (Figura 3). Esta es una delas zonas más interesantes y potencialmente más re-veladoras en términos arqueológicos. En primer lu-gar, aunque se conoce la existencia de poblados defamiliares junto a Destacamentos Penales y Colo-nias Penitenciarias (Lafuente 2002: 125-128), no se

les ha prestado apenas atención y su propio aspectomaterial era desconocido hasta la fecha. En segundolugar, nos permite acceder a las miserables condicio-nes de vida de un gran número de españoles tras elfinal de la contienda.

Hemos podido localizar 42 de estas construccio-nes, aunque es probable que en algún caso no este-mos ante casas de familiares, sino chozas construi-das por los presos para descansar o abrigos de pas-tores reutilizados. Las cabañas se encuentran distri-buidas en cuatro grupos, que ocupan una superficiede unas cuatro hectáreas. Las de los sectores I y IIse encuentran sobre el afloramiento rocoso y sonmuy visibles. El resto se encuentran en cotas másbajas, pero más altas que el destacamento. En todoslos casos, existe una relación visual clara entre lascabañas y los edificios de reclusión. En torno a lascasas de familiares se han documentado fragmentosde cerámica vidriada de barniz marrón-anaranjadoen todos los sectores; fragmentos de cerámica blan-ca porosa sin barniz en el sector 1; cristales de co-lor verde y transparente pertenecientes a botellas devino y de otros tipos (también en todos los sectores);cuatro latas (una de tomate, otra de sardinas y dosinidentificables) en el sector 1 (Figura 24), proba-blemente adquiridas en el economato del campo, ydos clavos y un rastrillo de hierro en el sector 2. Laexcavación de una de las cabañas de familiares noarrojó ningún resto mueble.

La calidad de la construcción de estas cabañases variable, pero por lo general la mampostería estámucho mejor trabada que en los edificios del desta-camento (Figura 25). Esto puede interpretarse dedos maneras: por un lado, es posible que sea unaforma de resistencia. Las cabañas las realizan lostrabajadores reclusos para sus familias y ponen un

Figura 24.- Conjunto de latas aparecido entre unas rocasque separan dos cabañas en el sector I.

Figura 25.- Una de las cabañas excavadas: se aprecia labuena calidad del aparejo, el grosor de los muros y el pe-queño tamaño de la estructura.

Figura 23.- Materiales localizados en la zona de trabajoy en torno a las estructuras del destacamento penal: 1.asa cerámica aparecida tras las cuadras; 2. Cuña de hie-rro hallada en la zona de canteras al suroeste; 3.Clavo dehierro localizado en la misma zona de canteras; 4.Restos de botella (anís) aparecidos detrás de la estructu-ra 3a; 5. Botella de antibiótico encontrada en un peque-ño vertedero entre la vía y las cuadras; 6. Botella deCervezas El Águila localizada en la zona de estructurasrelacionadas con el trabajo; 7. Base de botella de vidriohallada junto a la estructura 3b; 8. Base de botella devidrio sin localización determinada.

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empeño especial en la tarea. El trabajo en las cons-trucciones oficiales es claramente más descuidadoy ello no puede deberse a la falta de pericia de lospeones, pues sabemos que varios de ellos eran can-teros y albañiles. Existe sin embargo otra explica-ción, quizá no necesariamente incompatible con laanterior. Los trabajadores sólo podían disponer derestos de material y de aquello que había en másabundancia en el entorno: piedra. Sabemos por nues-tros informantes que las techumbres eran de ramajey en la excavación de una de las cabañas, de hecho,sólo aparecieron algunos fragmentos de teja, clara-mente insuficientes para cubrir toda la estructura.Ante la escasez de cemento, era necesario trabarmejor los muros, tanto por razones estructurales co-mo para evitar rendijas que dejaran filtrarse el frío.Los suelos eran de tierra batida, en ocasiones conalgunas losas de piedra para evitar el polvo y el ba-rro. La impresión que ofrecen estas cabañas es la deque nos hallamos ante un poblado prehistórico. Esprobable que tal imagen no sea del todo casual. Elconcepto de los rojos como salvajes que es necesa-rio civilizar está muy extendido entre los franquis-tas durante la posguerra. Un arquitecto del Valle delos Caídos, por ejemplo, decía sobre los presos po-líticos que allí trabajaban que “No es que ellos tu-vieran conciencia de que eran unos criminales...Eran tan primitivos, tan primitivos, que hacían lascosas como puede hacerlas un bicho cualquiera, sinconsecuencia ninguna de lo que hacían. Consecuen-cia de la guerra y de su estado intelectual muy ba-jo, claro...” (cit. en Lafuente 2002: 122). El obligara vivir a los presos y sus familias en condiciones

“primitivas” reforzaba la imagen previa que losfranquistas tenían de sus oponentes vencidos y ha-cía que éstos asimilaran en cierta manera su inferio-ridad mediante la práctica cotidiana.

Las chozas eran ocupadas bien de forma perma-nente, bien de forma temporal (fines de semana, va-caciones). En cualquier caso, las condiciones de vi-da son fáciles de imaginar: el lugar se enclava en laSierra Norte de Madrid, a 1.100 metros de altura.Las temperaturas bajo cero y las nevadas son habi-tuales. El único medio de calefacción eran los fue-gos que se encendían dentro de las chabolas: en laque excavamos, pudimos identificar restos de hollínadheridos a una de las lajas que cubrían el suelo.Otras huellas de hogar las localizamos en un granbloque de granito sobre el que se adosó una cabañaen materiales perecederos. Las estructuras eran ba-jas, macizas y sin vanos precisamente para evitar lahuída del calor. Sin embargo, esto crearía una atmós-fera oscura y recargada por el humo, que se filtrabapor la techumbre vegetal y por el vano de entrada.Los camastros eran de piedra: sobre ellos se exten-día una capa vegetal para hacerlos más mullidos. Eltamaño de las chozas es muy reducido y, curiosamen-te, muy similar (Figura 26): casi todas tienen en tor-no a cuatro metros cuadrados. La propia ubicaciónde las cabañas incrementaba la incomodidad: la ma-yor parte se emplazan en terreno irregular, entreafloramientos, en medio de zonas de cantería.

A todo esto tenemos que añadir la situación dehambre en que se encontraban las familias en laposguerra. Una de nuestras informantes recordabaacudir con su madre al matadero de Madrid para queles dieran la sangre de las reses sacrificadas, quedespués comían hervida, como una sopa. Su madre

Figura 26.- Planimetría de dos estructuras ocupadas porfamiliares.

Figura 27.- Restos de una choza ocupada por familiarescon el destacamento bien visible al fondo.

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también se veía obligada a robar en los campos delos alrededores para completar la dieta familiar, aun-que las personas del pueblo ayudaron en la medidaque les fue posible a la gente que vivía en el campo,según testimonios de la época. La cooperación locales un hecho que se repite en otros campos de traba-jo y de concentración (cf. testimonios en Costa ySantos 2007; Arenal Cardiel 1999). En cualquier ca-so, el hambre y el frío marcaron la experiencia demuchas mujeres y niños durante los años que los des-tacamentos penales estuvieron en funcionamiento.No todo el mundo, sin embargo, vivía en estas con-diciones: algunos afortunados que disponían de me-dios podían permitirse el alquilar una casa para susfamilias en el pueblo o pagar una pensión. Dentrode este grupo entraban aquellos castigados por es-traperlo. Otras personas que vivían en Madrid o enlos alrededores realizaban viajes cada cierto tiem-po para ver a sus familiares presos.

Este pequeño asentamiento debía recordar en sudía a las aldeas de las que venían muchos de los re-clusos, procedentes de forma mayoritaria de ámbi-tos rurales. En cierta manera, la aldea debió cons-tituir un sucedáneo de comunidad campesina, consus redes de solidaridad y ayuda mutua. Asimismo,la presencia de los familiares debió ser clave en sua-vizar la deshumanización de los trabajadores y, encierta manera, puede considerarse un elemento deresistencia al esquema de represión diseñado por elpoder. Sin embargo, se trata de una realidad muyambivalente (como sucede con los graffitis carcela-rios: cf. Ballesta y Rodríguez Gallardo, en este do-ssier). La presencia de los familiares pudo consti-tuir, al mismo tiempo, un mecanismo de control yvigilancia más poderoso que las alambradas de es-pino. De ahí, quizá, que se permitiera su existenciaen tantos campos de trabajos forzados. Conviene re-cordar que los destacamentos penales eran el últimopaso en una larga experiencia penal que comenzaba,habitualmente, con el campo de prisioneros cercadel frente de batalla. La estancia en el campo era elúltimo paso antes de la depuración definitiva del ro-jo, que podía después reincorporarse a la nueva so-ciedad. Arriesgarse a una fuga significaba perderdefinitivamente esa oportunidad y enfrentarse a unmundo azaroso de persecución y exilio. En caso deser capturado, implicaba volver varios pasos atrásen la cadena operativa penitenciaria que producíanuevos ciudadanos sumisos al régimen. Para alguiencon una familia de que cuidar, tal opción no podíani contemplarse. Además, la familia dependía eco-

nómicamente del trabajo del recluso, que recibía unporcentaje de su sueldo (el resto del salario, pagadopor el empresario, iba a parar a las arcas estatales).El hecho de que mujer e hijos estuviesen presentesen el campo serviría para reforzar aún más la ten-dencia al desistimiento de los penados.

Quizá no sea casual que exista una relación devisibilidad entre los barracones y las cabañas. Unbuen número de éstas, como señalamos, se encuen-tran en una zona elevada desde la que se divisa per-fectamente el destacamento, pero aquellas que seencuentran en zonas más llanas tienen también unbuen dominio de los barracones y de la zona en laque trabajaban los presos (Figura 27). En cierta ma-nera, los destacamentos penales consiguieron llevarel sueño del panóptico a su máxima expresión: elrecluso no es ya sólo perpetuamente vigilado por losagentes de la institución represora, sino que toda sufamilia participa en este régimen de visualidad.Los sistemas totalitarios se caracterizan por traspa-sar la esfera íntima y extender su poder hasta los úl-timos intersticios de la vida personal. El hecho deque la familia al completo sufriera los rigores disci-plinarios y que toda ella, simultáneamente, partici-para activa —aunque inconscientemente— en laeconomía de control indica hasta que punto el régi-men de Franco estaba articulando un sistema autén-ticamente fascista. Por otro lado, el hecho de que lafamilia se mantuviera unida respondía muy bien alespíritu católico que impulsaba toda la empresa.

Desde este punto de vista, los destacamentos pe-nales españoles suponen una tecnología disciplina-ria sutil e inédita, pero tan efectiva y atroz como lasalambradas de espino.

5. Conclusión

Bustarviejo, Valdemanco, Garganta de Montesconstituyeron auténticas heterotopías (Foucault1967) en el paisaje represivo del primer Franquismo:lugares apartados social y físicamente, donde se re-cluía a los desviados del nuevo régimen nacional-católico. Este carácter heterotópico no pasó desa-percibido para el Estado totalitario. En la Memoriadel Patronato para la Redención de Penas de 1946se afirma, en relación a los destacamentos emplea-dos en la construcción del colosal mausoleo deFranco en el Valle de los Caídos: “los lugares deemplazamiento [de los destacamentos penales] es-tán situados en parajes solitarios, lejos de todo nú-

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cleo urbano y entre breñas y peñascos, hasta talpunto que de no haber sido empleados en estasobras trabajadores reclusos, instalados en sus res-pectivos destacamentos, las dificultades para haber-lo realizado por parte de obreros libres hubiesen si-do grandes debido a las distancias que hubieran te-nido que recorrer los trabajadores desde sus resi-dencias habituales hasta los tajos” (cit. en Lafuente2002). En estos lugares apartados e inhóspitos selabraron las bases de la modernización de España:carreteras, vías de tren y aeropuertos que facilitaronel desarrollo económico de los años sesenta fueronrealizados por mano de obra esclava. Hoy en día to-das estas infraestructuras se encuentran incorpora-das a nuestro paisaje cotidiano: la labor de la ar-queología es recuperar las siniestras genealogías delos elementos cotidianos que hacen posible nuestravida diaria.

Las investigaciones que desarrollamos en el des-tacamento penal de Bustarviejo, como las exhuma-ciones de represaliados, están ayudando a levantar

la “alfombra que cubre la basura de la memoria”.Están permitiendo sacar a la luz una historia margi-nada en las narrativas oficiales: no se trata exclusi-vamente de las vivencias de los miles de prisione-ros políticos que pasaron por los destacamentos, si-no la de las familias que los acompañaron durantesu cautiverio y sufrieron las mismas condiciones deprivación y degradación que ellos. A través de laarqueología podemos mostrar esta realidad materiale indiscutible. Al mismo tiempo, el análisis de lossistemas de vigilancia de los campos de trabajosforzados nos lleva a repensar la propia naturalezarepresiva del régimen franquista y desentrañar me-jor su carácter implacablemente totalitario. Final-mente, nuestro proyecto contribuye a llamar la aten-ción sobre un espacio que permanecía hibernandoen la memoria colectiva (Figura 28). De este modo,contribuimos a que el destacamento se convierta enun lugar histórico, sobre el que se vuelve a actuar,pensar y discutir.

Figura 28.- Milagros Montoya, hija de un preso, junto a la cabaña en la que vivió de niña, acompañada de periodis-tas del diario El País, arqueólogos y el alcalde de Bustarviejo. El periódico mencionado publicó una noticia sobre eldestacamento en su edición nacional (Junquera 2007).

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NOTA

1. http://www.derecho.com/legislacion/boe/684678

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AGRADECIMIENTOS

Queremos agradecer la generosa colaboración prestada por los vecinos de Bustarviejo y los familiares de presos, cuyos testimo-nios han constituido una ayuda fundamental en la interpretación del destacamento de trabajos forzados.

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