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16 Septiembre/octubre 2011 www.casaarabe.es Análisis La caída del régimen libio ISSN 1989-0400 Atalaya sociopolítica de Casa Árabe Sumario Análisis 1. La caída del régimen libio. 2. Bahréin: la revolución silenciada. Perfiles 1. Mustafa Muhammad Abdelyalil, presidente del Consejo Nacional de Transición de Libia. 2. Ali Salman, líder de la oposición y secretario general de la Asociación al-Wifaq de Bahréin. Opinión pública 1. Actitud de los egipcios ante los desafíos de la etapa post-Mubarak. 2. Intención de voto de los tunecinos. 3. Los ciudadanos egipcios ante las próximas elecciones. 4. Sobre el proceso de transición en Egipto. 5. Los árabes opinan sobre Irán. 6. Los tunecinos y las próximas elecciones. 7. Sondeo sobre el reconocimiento del Estado palestino. Documenta 1. Nueva constitución marroquí. 2. Documento de al-Azhar sobre el futuro de Egipto. 3. Borrador de Principios Fundamentales de la Constitución del Estado Moderno de Egipto. 4. Comunicado final de la reunión de la oposición siria. 5. Iniciativa árabe para Siria. 6. Declaración de la Trayectoria de la Transición en Túnez Escaparate de libros y revistas Publicación del IEAM de Casa Árabe Dirección: Gema Martín Muñoz Director adjunto: Rafael Ortega Rodrigo Investigador: Rocío Vázquez Martí El levantamiento popular que comenzó en la ciudad libia de Bengasi el pasado 17 de febrero ha conseguido, tras meses de enfrentamientos que se han cobrado la vida de decenas de miles de personas, aunque no hay cifras definitivas, la caída del régimen del coronel Muamar al-Gadafi, que se encuentra en paradero desconocido. En Libia, si bien no existía una sociedad civil organizada ésta empieza a abrirse ca- mino, fundamentalmente en la región de Bengasi, a la vez que perviven las redes de influencia tribales y familiares. Por el componente bélico que ha supuesto la revolu- ción libia, a diferencia de las revoluciones tunecina y egipcia, la oposición al régimen se ha estructurado en torno a un grupo amplio de líderes políticos de composición muy dispar entre los que ha de surgir, no sin dificultades, el gobierno que dirija la transición. Por su implicación en el derrocamiento del régimen, el papel que a partir de ahora desempeñe la comunidad internacional será también uno de los elementos que pesen en el desarrollo futuro del país. La composición social Libia es un país con un tejido social com- plejo. Según los estudios elaborados, existen unos 140 clanes diferentes, aun- que sólo 30 de ellos tienen influencia real. Históricamente, los diversos clanes han desempeñado un papel importante en la lucha contra el otomanismo y, después, contra el colonialismo italiano. Durante los 40 años de dictadura, los li- bios dependían en buena medida de sus conexiones tribales a la hora de reclamar sus derechos, obtener protección o incluso conseguir un trabajo en el aparato estatal. Los consejeros y hombres de confian- za de Gadafi, a los que se ha llamado “hombres de la Jaima” (riyal al-jayma), pertenecían al clan Qaddafa y a la rama de la familia de Gadafi. Este círculo de hombres influyentes comprendía tam- bién a algunos individuos que, sin pertenecer directamente al clan del líder, estuvieron a su lado durante el golpe de Estado de 1969 y a quienes se conocía por el nombre de “Compañeros del Líder” (Rifaq al-Qa´id). Entre ellos destacaron: el general Juwayldi al-Hu- maydi (cuya hija está casada con uno de los hijos de Gadafi), inspector general de las Fuerzas Armadas (FFAA); Mustafa Jarroubi, ex director de los servicios de in- teligencia militares; Jalifa Janesh, jefe de la seguridad en la residencia de Gadafi; y Abu Bakr Yunis Jabr, comandante en jefe de las FFAA. Tras el golpe de Estado que le llevó al poder, Gadafi intentó hacer desapare- cer el sistema de influencia tribal, pues lo consideraba anticuado y una heren- cia de las prácticas del antiguo régimen monárquico. Así, se propuso eliminar la organización administrativa que se ba- saba en filiaciones tribales y despidió a

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16Septiembre/octubre2011

www.casaarabe.es

AnálisisLa caída del régimen libio

ISSN

198

9-04

00

Atalayasociopolítica de Casa Árabe

SumarioAnálisis 1. La caída del régimen libio. 2. Bahréin: la revolución silenciada.

Perfiles 1. Mustafa Muhammad Abdelyalil, presidente del Consejo Nacional de Transición de Libia. 2. Ali Salman, líder de la oposición y secretario general de la Asociación al-Wifaq de Bahréin. Opinión pública 1. Actitud de los egipcios ante los desafíos de la etapa post-Mubarak. 2. Intención de voto de los tunecinos. 3. Los ciudadanos egipcios ante las próximas elecciones. 4. Sobre el proceso de transición en Egipto. 5. Los árabes opinan sobre Irán. 6. Los tunecinos y las próximas elecciones. 7. Sondeo sobre el reconocimiento del Estado palestino.

Documenta 1. Nueva constitución marroquí. 2. Documento de al-Azhar sobre el futuro de Egipto. 3. Borrador de Principios Fundamentales de la Constitución del Estado Moderno de Egipto. 4. Comunicado final de la reunión de la oposición siria. 5. Iniciativa árabe para Siria. 6. Declaración de la Trayectoria de la Transición en Túnez

Escaparate de libros y revistas

Publicación del IEAM de Casa Árabe

Dirección: Gema Martín Muñoz

Director adjunto: Rafael Ortega Rodrigo

Investigador: Rocío Vázquez Martí

El levantamiento popular que comenzó en la ciudad libia de Bengasi el pasado 17 de febrero ha conseguido, tras meses de enfrentamientos que se han cobrado la vida de decenas de miles de personas, aunque no hay cifras definitivas, la caída del régi men del coronel Muamar al-Gadafi, que se encuentra en paradero desconocido. En Libia, si bien no existía una sociedad civil organizada ésta empieza a abrirse ca-mino, fundamentalmente en la región de Bengasi, a la vez que perviven las redes de influencia tribales y familiares. Por el componente bélico que ha supuesto la revolu-ción libia, a diferencia de las revoluciones tunecina y egipcia, la oposición al régimen se ha estructurado en torno a un grupo amplio de líderes políticos de composición muy dispar entre los que ha de surgir, no sin dificultades, el gobierno que dirija la transición. Por su implicación en el derrocamiento del régimen, el papel que a partir de ahora desempeñe la comunidad internacional será también uno de los elementos que pesen en el desarrollo futuro del país.

La composición social

Libia es un país con un tejido social com-plejo. Según los estudios elaborados, existen unos 140 clanes diferentes, aun-que sólo 30 de ellos tienen influencia real. Históricamente, los diversos clanes han desempeñado un papel importante en la lucha contra el otomanismo y, después, contra el colonialismo italiano.

Durante los 40 años de dictadura, los li-bios dependían en buena medida de sus conexiones tribales a la hora de reclamar sus derechos, obtener protección o incluso conseguir un trabajo en el aparato estatal.

Los consejeros y hombres de confian-za de Gadafi, a los que se ha llamado “hombres de la Jaima” (riyal al-jayma), pertenecían al clan Qaddafa y a la rama de la familia de Gadafi. Este círculo de hombres influyentes comprendía tam-bién a algunos individuos que, sin pertenecer directamente al clan del líder, estuvieron a su lado durante el golpe de Estado de 1969 y a quienes se conocía por el nombre de “Compañeros del Líder” (Rifaq al-Qa´id). Entre ellos destacaron: el general Juwayldi al-Hu-

maydi (cuya hija está casada con uno de los hijos de Gadafi), inspector general de las Fuerzas Armadas (FFAA); Mustafa Jarroubi, ex director de los servicios de in-teligencia militares; Jalifa Janesh, jefe de la seguridad en la residencia de Gadafi; y Abu Bakr Yunis Jabr, comandante en jefe de las FFAA.

Tras el golpe de Estado que le llevó al poder, Gadafi intentó hacer desapare-cer el sistema de influencia tribal, pues lo consideraba anticuado y una heren-cia de las prácticas del antiguo régimen monárquico. Así, se propuso eliminar la organización administrativa que se ba-saba en filiaciones tribales y despidió a

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los funcionarios que habían sido nombra-dos según su pertenencia familiar. Pero finalmente decidió también utilizarlo a su favor. Intentó enfrentar a unos clanes con otros y comprar la lealtad de algunas tribus. Debido a que su familia es rela-tivamente pequeña y no muy influyente, Gadafi decidió aliarse con las tribus más importantes del país, principalmente los Warfalla y los Magariha. Desde entonces, todos los miembros del cuerpo de segu-ridad personal del líder eran reclutados entre estas dos tribus.

El clan de Gadafi no había destacado en la historia contemporánea de Libia antes

Reparto de las tribus más destacadas:

Tripolitania: Warfalla, Awlad Busayf, Al-Zintan, Al-Riyban.

Cirenaica: Al-Awagir, Al-Abaydat, Drasa, Al-Barasa, Al-Fawakhir, Al-Zuwayya, Al-Mayabra.

Sirte: Al-Qaddadfa, Al-Magharha, Al-Magharba, Al-Riyyah, Al-Haraba, Al-Zuwaid, Al-Guwaid.

Fezzan: Al-Hutman, Al-Hassawna, Toubou, Tuareg.

Al-Kufra: Al-Zuwayya; Toubou.

Clanes que apoyan el levantamiento:

Warfalla: Compuesta de 52 subtribus, es el grupo tribal más numeroso de Libia, con un 15% de la población total. Se concentra principalmente en las ciudades de Misurata y Bani Walid. El 20 de febrero de 2011, el líder de la tribu, Akram al-Qarfali, anunció que retiraba el apoyo de Gadafi, diciendo: “ya no es un hermano”.

Al-Zawiya: Es la mayor tribu de la región de Cirenaica, al este de Libia, y la primera tribu en tomar partido a favor de la insurgencia. El líder de la tribu, Sheyj Faray al Zuway, amenazó con detener el flujo de petróleo si Gadafi no dejaba de matar a los manifestantes.

Migraha: El 21 de febrero de 2011, la tribu anunció que retiraba su apoyo al régimen de Gadafi.

Al-Zintan: se sitúa entre las ciudades de Yadu y Iafran, a poca distancia de Trípoli. Su portavoz se dirigió a los seguidores de Gadafi en los siguientes términos: “Pedimos también a los fieles del régimen corrupto, que son pocos, que se unan a esta revolución para que no dejen pasar la oportunidad de ser perdonados”.

Tuareg: no han expresado una posición definida.

Clanes que se mantienen leales al régimen:

Qaddadfa: Situada en Sirte, es la tribu a la que pertenece Gadafi. También es la tribu a la que pertenecían los pilotos que desertaron a Malta, lo que podría indicar que no hay una posición común dentro de la misma.

Al-Magariha: es la segunda mayor tribu después de la Warfalla y la que tiene los lazos más fuertes con el régimen de Gadafi. Muchos de sus miembros ocupaban puestos de importancia, incluso en los servicios de seguridad. Por ejemplo, el ex primer ministro libio, Abdelsalam Yalud, considerado la mano derecha de Gadafi, pertenece a este clan. Sin embargo, parece que muchos jóvenes Magariha se han unido a la revuelta. La propia tribu todavía no se ha pronunciado. Al Magariha es tradicionalmente muy afín a la tribu de Al-Zintan, que fue de las primeras en unirse a la revuelta.

Un mapa de las protestas: la Revolución del 17 de febrero

La primera convocatoria que se realizó para celebrar un “día de la ira” en Libia se hizo a través de facebook y la fecha elegida fue el 17 de febrero. El 15 de fe-brero, unas 200 personas, parientes de los presos políticos muertos en la masacre de la prisión de Abu Salim en junio de 1996, fueron arrestadas en Bengasi cuando protestaban por la detención de Fethi Turbel, portavoz de las familias afectadas en dicha tragedia. El enfrentamiento se saldó con la muerte de 3 personas y casi 40 heridos. En apenas 3 días ya se contaban más de 40 muertos. La bru-tal represión ejercida por el régimen desde el inicio de las manifestaciones, que incluía bombardeos aéreos, favoreció el rápido con-tagio de las protestas, que se extendieron con facilidad por la región de la Cirenaica (un área tradicionalmente hostil al régimen).

En un principio, los rebeldes consiguieron avanzar con rapidez, dejando Trípoli comple-tamente rodeada de ciudades bajo su control a finales de febrero. Pero con igual rapidez recuperó el ejército gran parte del territorio perdido. Así, a principios de marzo, el ejército regular volvía a controlar la mayoría de las ciudades del oeste y la costa central del país y cercó las ciudades de Bengasi y Misurata.

A finales de febrero, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas emitió una resolución en la que advertía a Gadafi de que los me-dios empleados para reprimir la sublevación podrían considerarse crímenes de lesa humanidad. Y el 17 de marzo redactó la re-solución 1973 mediante la que aprobaba el establecimiento de una zona de exclusión aérea y autorizaba a los Estados miembros de la OTAN a utilizar todas las medidas nece-sarias para proteger a la población civil.

Finalmente, tras meses de guerra civil, el 21 de agosto, las tropas rebeldes entraron en Trípoli y asediaron el complejo de Bab al-Azi-ziyya, donde residía habitualmente Gadafi, con el apoyo de bombardeos de las fuer-zas de la OTAN. Los rebeldes no pudieron encontrar al líder libio que, probablemente, habría tomado la decisión de buscar un lugar en el que refugiarse al comienzo de la batalla por la capital. A día de hoy, se encuentra en paradero desconocido aunque la mayoría de las fuentes aseguran que no ha abando-nado el territorio libio.

Una vez tomada la capital, los rebeldes se dirigieron a la ciudad de Bani Walid, la mayor de las tres que permanecen todavía bajo control de los seguidores de Gadafi. Transcurrido el plazo de una semana que los rebeldes dieron a los gadafistas para abandonar la ciudad, el viernes 9 de sep-tiembre comenzaron la incursión apoyados por los bombardeos de la OTAN. Lograron tomar algunos barrios de la ciudad pero los leales a Gadafi mantienen una férrea resis-tencia.

de su llegada al poder y no desempeñó un papel destacado en la lucha anticolo-nial. La lealtad del clan Maghariha, que a su vez le confería poder y relevancia, fue la expresión de una deuda contraída con Gadafi, que consiguió que uno de sus miembros, Abdel Baset al-Megrahi, regresara a Libia desde una prisión lon-dinense, donde cumplía condena por ser uno de los responsables del aten-tado de Lockerbie. Hay que señalar que este vínculo de lealtad no ha im-pedido que muchos miembros de este clan, especialmente los jóvenes, hayan participado en las manifestaciones de protesta contra el régimen de Gadafi.

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El Consejo Nacional de Transición

El 5 de marzo de 2011, los líderes de las facciones rebeldes anunciaron la creación del Consejo Nacional de Transición (CNT), en la ciudad de Bengasi, con el objetivo principal de “liberar todo el territorio libio del tirano Muammar al-Gadafi que ha con-siderado legítimo explotar a su pueblo y la riqueza de su país”.

Desde el inicio del levantamiento popu-lar en contra del régimen de Gadafi, los habitantes de las ciudades y aldeas de la región oriental de Libia, bajo control de los rebeldes, comenzaron a organizarse en consejos locales para crear una adminis-tración transitoria. El CNT tiene por objetivo ofrecer liderazgo político y militar, organizar los servicios básicos y dar representación a los libios que viven en el exilio. Según sus lí-deres, este Consejo no es un gobierno pero pretende conducir al país hacia una era “post-Gadafi” y guiarlo hacia la celebración de unas elecciones libres y la redacción de una Constitución.

El CNT tiene actualmente 31 miembros que representan a las distintas regiones y ciudades de Libia. Los nombres de los re-presentantes de al-Buntan, al-Gubbah y Benghazi se han hecho públicos pero los de Aydabiyya, Zintan, Misurata, Nalut y Ghat permanecen en el anonimato, debi-do a cuestiones de seguridad. El Consejo está esperando el nombramiento de los representantes de las regiones central y meridional y también de Trípoli. Cinco de sus puestos están ocupados por mujeres y otros cinco por jóvenes.

El CNT se considera el único y legítimo re-presentante del pueblo y el Estado libios y, así, pide a todos los países que reconoz-can su existencia para poder tratar con ellos en base a la legalidad internacional. Ha indicado también que respetará todos los acuerdos regionales e internacionales firmados por el anterior gobierno, insistien-do en que tienen la intención de que Libia desempeñe un papel determinante en la consecución de la paz y la seguridad inter-nacional. Cabe mencionar que muchos de los delegados y representantes libios en Naciones Unidas, la Liga Árabe y diversos

organismos regionales e internacionales, embajadas, consulados y misiones diplo-máticas se han sumado a esta revolución y se consideran los representantes legítimos del CNT en sus respectivos lugares de tra-bajo.

Los miembros más destacados del CNT, además del presidente Muhammad Abdelyalil (ver perfil), son: Abdul Hafiz Ghoga, exdirector del Sindicato de Abogados de Bengasi, que ocupa el cargo de vicepresidente del Consejo y portavoz oficial; Fethi Turbel, activista defensor de los derechos humanos y conocido abogado que representó a las familias de las vícti-mas de la masacre de Abu Salim (en 1996), es portavoz de los jóvenes; Zubeir Ahmed el-Sharif, militar de carrera (arrestado en 1973 y condenado a 31 años de cárcel), se encarga de la cuestión de los prisione-ros políticos; Omar al-Hariri, encargado de asuntos militares; Fatih Mohammed Baja, doctorado en Ciencias Políticas por la Universidad de Marruecos y profesor en la Universidad Gar Yunis de Libia, es el en-cargado de cuestiones políticas y preside el Comité Asesor de Asuntos Políticos del CNT; y Salwa Fawzi el-Deghali, doctorada en Derecho Constitucional, es la responsa-ble de asuntos legales y preside el Comité Asesor Legal, además de representar a las mujeres y proteger sus derechos.

La composición del Consejo es muy variada y en él se pueden distinguir tres tendencias ideológicas: una corriente africanista, en la que predominan los ex dirigentes del anti-guo régimen; una corriente pro-europeísta, partidaria de acercar el país a la órbita de la Unión Europea y el Mediterráneo; y un tercer grupo, predominantemente islamista, más proclive a abrir Libia hacia los países árabes e islámicos.

Lo cierto es que existen grandes diferencias entre los miembros del CNT, que quedaron plasmadas en la muerte del general Abdel Fatah Yunes, quien fuera uno de los líderes más destacados de las fuerzas rebeldes y ex ministro de Gadafi. A finales de julio, el general Yunes y dos de sus acompañan-tes murieron tiroteados en Bengasi por un “comando gadafista”, según el presidente del CNT. Pero las contradicciones que exis-tían en las explicaciones oficiales parecían indicar que el general libio había sido asesi-nado por una facción rival dentro del bando rebelde, como más tarde reconoció el pro-pio Consejo. Se le acusaba insistentemente de tener contactos con Gadafi y de estar trabajando para él.

A principios de septiembre, el CNT anunció que, en el plazo de diez días se crearía un nuevo gobierno (un nuevo departamento ejecutivo) que será más democrático y es-tará formado por representantes de todo el país, incluidas las tres ciudades aún si-tiadas. Pero las reuniones que se están celebrando para llegar a un acuerdo sobre

los miembros del futuro gobierno no están dando resultados y parece que se están agudizando las diferencias entre el CNT, el gobierno y las diversas facciones rebeldes, cada uno de los cuales ha presentado sus propias propuestas. Igualmente, islamistas, liberales y laicos se acusan mutuamente de querer acaparar las carteras ministeriales y algunos miembros del Consejo insisten en que es imprescindible descartar a los ex miembros del régimen de Gadafi. El pre-sidente del CNT ha tenido que ampliar el tiempo previsto para la formación del nuevo gobierno.

La oposición

El movimiento de oposición que ha nacido en Bengasi a raíz del levantamiento popular de febrero ha cambiado completamente la composición y el papel desempeñado por la oposición tradicional libia. Los grupos de oposición en el exilio, que tradicional-mente han representado al pueblo libio en diversos lugares del mundo y que durante décadas han constituido el mayor núcleo de oposición, son ahora insignificantes frente al potente movimiento nacido dentro del territorio libio. Sólo existen dos factores comunes a ambos movimientos: que la prioridad absoluta es acabar con el régimen de Gadafi; y que sus miembros proceden de tendencias variadas, componiéndose de monárquicos, panarabistas, islamistas, acti-vistas de derechos humanos, etc.

Desde que Gadafi pusiera fin a la monar-quía de los Sanusi en 1969, la represión de cualquier tipo de oposición ha sido extre-madamente violenta. Su ideología, su Libro Verde y las leyes hechas a medida, que lle-gaban a condenar a muerte a quienes se opusieran a los principios de la Revolución, forzaron a la mayoría de los disidentes a abandonar el país. No es coincidencia, por tanto, que los grupos de oposición más importantes se hayan creado fuera de las fronteras libias, principalmente en EEUU y Gran Bretaña. Aún así, ni siquiera quienes optaron por el exilio estaban a salvo. Los crímenes políticos fuera de Libia están a la orden del día y hay más de 31 asesinatos pendientes de ser investigados.

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Entre los grupos de oposición creados en el exilio, a partir de los años 70, destacan el Movimiento Nacional Democrático Libio (1979); el Grupo Islámico (1979); el Frente Libio Nacional Democrático (1980); el Frente Nacional para la Salvación de Libia (1981); y el Movimiento Libio de Lucha Nacional (1985).

Dentro de Libia, la oposición más activa, desde los años 90, procedía de las filas de los grupos islamistas. El Grupo Islámico Libio (GIL, la rama local de los Hermanos Musulmanes egipcios) es el mejor organi-zado y el que goza de mayor influencia. El GIL nació de los Hermanos Musulmanes egipcios que llegaron a Libia huyendo de la represión del régimen de Gamal Abdel Naser y se estableció, principalmente, en el este del país. Tras tomar el poder, Gadafi se apresuró a lanzar campañas de deten-ciones contra los miembros de este grupo con el objetivo de atajar el nacimiento de esta corriente. Cientos de presos islamistas llenaban las cárceles libias a finales de la década de los años 90. Entre 2006 y 2009, el régimen comenzó un proceso de diálo-go, a través de la Fundación Internacional Gadafi para Asociaciones Benéficas y el Desarrollo que presidía Sayf al-Islam, uno de los hijos de Gadafi, con los presos is-lamistas (tanto del GIL como del Grupo Islámico Libio de Combate) mediante el que se consiguió la liberación de quienes ha-bían llevado a cabo una revisión ideológica de sus posturas, renunciando definitiva-mente a la violencia y comprometiéndose a no implicarse en ninguna actividad políti-ca fuera del sistema de la yamahiriyya (ver Atalaya Sociopolítica de Casa Árabe, nº 3, octubre/noviembre 2008).

Las iniciativas

El pasado mes de marzo, la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) celebró una reunión de emergencia para estudiar la situación en Libia. En su declaración fi-nal condenó la desproporcionada violencia utilizada contra los civiles, asegurando que la tragedia humana que se derivaba de los enfrentamientos contravenía los valores islámicos, los derechos humanos y la ley internacional. Así, exigía el fin inmediato de las operaciones militares e instaba a todas las partes a que utilizaran el diálogo para conseguir sus objetivos. Hizo hincapié en la importancia de desarrollar una coordi-nación efectiva entre diversos organismos regionales e internacionales y de recuperar la unidad, la seguridad y la estabilidad del país norteafricano. Durante la reunión se acordó que los estados miembros debían comprometerse a ofrecer la ayuda humani-taria necesaria y asistir a los refugiados y a los desplazados.

De igual manera, la OCI insistió en la im-portancia de respetar la soberanía de Libia y de no interferir en sus asuntos internos, rechazando por completo cualquier in-

tervención militar sobre el terreno, pero apoyando la creación de una zona de ex-clusión aérea supervisada por Naciones Unidas. En dicha reunión se acordó tam-bién enviar a Libia una delegación política de alto nivel para estudiar el conflicto so-bre el terreno. La delegación, encabezada por el jefe del departamento político de la OCI, Mahdi Fathallah, pretendía ejercer de medidora entre las distintas partes y en-tablar negociaciones entre el régimen y el Consejo Nacional de Transición, pero no consiguió alcanzar su objetivo.

En el mes de abril fue la Unión Africana (UA) la que lanzó una iniciativa de paz que contemplaba un alto el fuego inmediato, el fin de los bombardeos de la OTAN y el inicio de las negociaciones. Miembros del CNT se reunieron con una delegación de la UA formada por representantes de cin-co de los Estados miembros. La propuesta fue aceptada por el régimen del líder libio (a pesar de que continuó atacando diversas ciudades), pero rechazada tajantemente por el CNT puesto que no exigía la re-nuncia inmediata de Gadafi. Durante la reunión con la delegación de la UA, miles de manifestantes se reunieron a la entra-da del hotel donde se estaba celebrando para expresar su rechazo a esta iniciati-va, coreando eslóganes como “no habrá solución mientras Gadafi se quede”. Los rebeldes consideraban la propuesta in-suficiente puesto que, además del alto el fuego, pedían que Gadafi retirara sus tropas de los pueblos y ciudades en los que estaba reprimiendo a los manifes-tantes, especialmente Misurata y Zawiya. Otra de las razones por las que el CNT rechazó la propuesta fue que exigía el fin de las operaciones de la OTAN. Según aseguró el presidente del Consejo, “si no fuera por los bombardeos de la Alianza, hoy no podríamos estar en esta reunión”

También Francia y Gran Bretaña actua-ron para intentar encontrar una solución

al conflicto libio. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, invitó a Mahmud Yibril, jefe del departamento ejecutivo del CNT (primer ministro de transición), a reunir-se con él en París. No hay que olvidar que Francia fue el primer país que exi-gió la salida de Gadafi tras el inicio de las protestas y el primero también en reconocer al CNT como representante legítimo del pueblo libio. Junto al primer ministro británico, David Cameron, el presidente francés convenció a Rusia y a China de que no vetaran la resolu-ción que autorizó las operaciones de la Alianza Atlántica.

Igualmente, durante la Conferencia de Londres sobre Libia, se anunció la creación del Grupo de Contacto de Libia, que incluye, entre otros, a EEUU, España, Gran Bretaña, la Liga árabe y algunos Estados árabes cómo Qatar y Emiratos Árabe Unidos, y que tiene por objetivo coordinar los esfuerzos de la comunidad internacional. El Grupo de Contacto ha celebrado ya cuatro reuniones, en Doha, Roma, Abu Dabi y Estambul, insistiendo en la necesidad de un alto el fuego, de hacer llegar la ayuda humanitaria, la retirada de las tropas del régimen, la liberación de los detenidos durante los enfrentamientos, la apertura de las fronteras y el sumi-nistro de electricidad y agua a todas las ciudades para poder alcanzar una cier-ta normalización. El Grupo de Contacto apoyó las aspiraciones del pueblo libio y consideró que el régimen de Gadafi había perdido toda legitimidad, exigien-do la salida del líder libio y su familia.

El 15 de septiembre, Nicolas Sarkozy y David Cameron viajaron de manera apre-surada a Trípoli y Bengasi, queriendo ser los primeros dirigentes extranjeros de alto nivel que visitaran el país para ade-lantarse a Turquía, cuyo primer ministro visitaría el país unas horas después.

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El proceso de transición

La primera tarea de la que deben ocu-parse los libios es la de garantizar la seguridad e imponer el cumplimiento de la ley, restablecer los servicios básicos y proveer ayuda humanitaria. A continua-ción, las nuevas autoridades deberán encontrar las formas de reforzar la eco-nomía libia, especialmente en lo que respecta a la extracción de crudo y la producción de petróleo, de lo que depen-den los ingresos de Libia prácticamente en su totalidad. La cuestión fundamental en este punto será cómo establecer un marco administrativo que garantice un reparto igualitario de los ingresos. Este problema conducirá a Libia hacia uno de sus mayores retos: crear instituciones en un país cuya ideología gadafista se ba-saba, precisamente, en la ausencia de instituciones. Esta tarea requiere la re-dacción de una nueva Constitución que defina la forma de gobierno, legisle la creación de partidos políticos y organice la formación del Parlamento.

El CNT ha prometido que celebrará elec-ciones en el plazo de 8 meses, lo que parece una fecha poco realista, dado que deben establecerse antes un censo y leyes electorales y un período para la creación y organización de partidos polí-ticos. Asimismo, Libia ha de crear antes

instituciones que puedan hacerse cargo de supervisar unas elecciones y de ga-rantizar su transparencia y validez.

El Consejo Nacional de Transición pre-sentó, el pasado mes de agosto, un primer borrador de la futura Constitución del país, que habla de crear nuevas ins-tituciones y establecer un camino directo a la celebración de elecciones demo-cráticas. Según la nueva Carta Magna, cada mandato presidencial durará cua-tro años y el presidente sólo puede ser reelegido una vez; Libia será un Estado independiente, democrático, constitucio-nal y descentralizado (sistema federal); se garantizan las libertades de prensa e información (que quedarán libres de la supervisión del gobierno), de expresión, de creación de partidos, sindicatos y organizaciónes; se creará un “Consejo Legislativo Superior” (un Parlamento) que será el único responsable de ela-borar leyes; el poder ejecutivo tendrá que rendir cuentas ante el Consejo Legislativo.

También estipula que el islam es la reli-gión del Estado y la shari‘a la principal fuente de legislación, un punto que ya ha generado cierta disconformidad y polémica, si bien principalmente en el exterior. El proceso de redacción de la nueva Constitución y la celebración de

Fuentes y referencias

Bamyeh, Mohammed. “Is The 2011 Libyan Revolution An Exception?”, en Muftah, 22 de marzo de 2011, [disponible en: http://muftah.org/?p=956]

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Enlaces

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elecciones permitirá a los libios expre-sarse respecto al tipo de país en el que desean vivir, que puede ser muy distinto de lo que estaban esperando los países occidentales que apoyaron la revolución.

El hecho de que la revolución libia no haya sido pacífica sino armada implica que la salida de la crisis puede ser más complicada que en otros contextos. Además plantea cuestiones como cuándo el país podrá acabar defini-tivamente con los enfrentamientos armados y dedicarse a la construc-ción de un nuevo Estado y sistema político.

A pesar de las inmensas reservas de petróleo y gas que posee Libia, exis-te el riesgo de que el país se haga demasiado dependiente del exterior puesto que, aunque tiene la financia-ción, carece de los medios técnicos y los expertos necesarios para llevar a cabo la reconstrucción.

Libia va a necesitar más tiempo que otros países para comenzar a organizar la transición y la comuni-dad internacional debe acompañar y ayudar pero sin pretender alimen-tar nuevos orientalismos que suelen llevar a la injerencia y al deseo de controlar esa territorialidad.

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Bahréin: la revolución silenciada

Las protestas comenzaron en febrero, evidentemente influidas por las revoluciones tunecina y egipcia, aunque Bahréin llevaba tiempo con cierta inestabilidad debido a la paralización del proceso de reforma. El régimen optó, como en casos similares, por la represión, que no hizo sino intensificar las protestas y elevar el techo de las reivindicaciones. La entrada en el país el pasado mes de marzo de fuerzas militares del Consejo de Cooperación del Golfo, lideradas por Arabia Saudí, y la imposición del toque de queda, suprimido en mayo, frenaron el levantamiento pero no acabaron con él. Las protestas continúan con intensidad tras el fracaso del “diálogo nacional”, una iniciativa de la monarquía tachada de farsa por la oposición, y la retirada de ésta del parlamento.

Los intentos de la monarquía –y de los países del entorno– por acallar la re-vuelta en el país, no han dado resultado, como tampoco el desalojo y destruc-ción de la Plaza de la Perla donde los jóvenes revolucionarios se instalaron en los meses de febrero y marzo y a la que quieren volver. Tampoco la crea-ción de una comisión de investigación sobre los excesos cometidos por las fuerzas de seguridad en esos meses, ni los trabajos de la comisión del diálo-go nacional, iniciativas ambas surgidas de la propia monarquía, han logrado evitar la continuidad de las reivindica-ciones políticas prodemocráticas de un amplio sector de la sociedad. Siguen produciéndose marchas de protes-ta diariamente, conducidas por la Coalición Jóvenes de la Revolución del 14 de Febrero (I’tilaf Shabab Thawrat 14 Febrair), la policía continúa recu-rriendo a la violencia para disolverlas y siguen sumándose muertos y heridos. Las reivindicaciones son las mismas: reformas políticas y constitucionales, un gobierno y un parlamento electos con verdaderas atribuciones, un poder judicial independiente, acabar con la discriminación comunitaria y la margi-nación de la población shií mayoritaria en el país y la dimisión del primer mi-nistro, en el cargo desde hace cuarenta años. Muchas de las reivindicaciones no son nuevas sino que entroncan con los movimientos de protesta que fueron especialmente virulentos en las décadas de los setenta, ochen-ta y noventa, en las que se abolió la vida parlamentaria y Bahréin vivió en constante inestabilidad. Han resurgido ahora ante el fracaso de las promesas

Logo de la Coalición de los Jóvenes de la Revolución 14 de Febrero

de reforma anunciadas por el rey de Bahréin, Hamad Al Jalifa, en el 2000, poco después de acceder al trono, re-flejadas en un documento que debía ser la hoja de ruta del proceso demo-cratizador en el país, la Carta de Acción Nacional (Mithaq al-‘Amal al-Watani). Este documento es una especie de acuerdo entre las asociaciones políti-cas y la monarquía en virtud del cual se restablecía la vida parlamentaria y se ponían las bases de la democrati-zación (Véase “Bahréin ante el futuro de la reforma democrática”, en Atalaya Sociopolítica de Casa Árabe, nº 12, septiembre-octubre 2010). El incum-plimiento de aquellas promesas de la Carta de Acción Nacional, aprobada en referéndum popular por más del 98% de los votos en febrero de 2001, y el ejemplo de las revoluciones tunecina y egipcia son el trasfondo de las protes-tas que sacuden este pequeño país del Golfo.

El movimiento de protesta organizó su primera manifestación el pasado 14 de febrero y estuvo protagonizada, al igual que en otros países árabes, por un amplio sector de la juventud en el que no se distinguía entre sunní o shií, y al que rápidamente se le unieron otros sectores: la oposición shií, enca-bezada por al-Wifaq, la oposición de izquierdas y liberal, la población adulta, sunníes y shiíes, o los profesores de institutos y universidades con su lla-mamiento a la huelga en protesta por la represión de las manifestaciones. Todos tenían las mismas reivindica-ciones y se adueñaron de un espacio simbólico: la Plaza de la Perla.

La Plaza de la Perla, el espacio simbólico de la revolución destruido por las fuerzas de seguridad

Desde esa fecha se produjo una es-calada de la tensión y una represión por parte de las fuerzas de seguridad desproporcionada –con recurso a francotiradores, asaltos de policía y “matones” al servicio del régimen con-tra escuelas, universidad, hospitales y clínicas–, destinada a evitar que el mo-vimiento llegara a desarrollarse como lo habían hecho sus predecesores en Túnez y El Cairo. Los manifestantes pacíficos reclamaban reformas democráticas y una monarquía realmente constitucional, pero ante la actitud del régimen comenzaron a oírse otras reivindicaciones como la caída del régimen con el lema ya escuchado en otras capitales árabes: “el pueblo quiere derrocar el régimen” (“al-sha‘b yurid isqat al-nizam”). Tal y como han denunciado desde el principio el Centro de Derechos Humanos de Bahréin y también Naciones Unidas a través de su Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Navi Pillay, la represión se ha extendido a decenas de médicos, tanto sunníes como shiíes, que atendieron a los heridos y a las vícti-mas de la represión en los hospitales, un acto –ejercer su labor asistencial–, que el rey calificó de traición. Estos médicos y personal de los hospitales detenidos, se calcula que unos cincuenta, se enfrentan a tribunales militares a pesar de la re-ciente promesa del rey de eliminar dichos tribunales. Estas dos instituciones han denunciado también la desaparición de varios centenares de opositores, la deten-ción sin garantías y el recurso a la tortura por parte de las fuerzas de seguridad del país. En este clima, las iniciativas toma-das por la monarquía, como el Diálogo Nacional, la creación de la Comisión de Investigación o los intentos de las auto-

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ridades de Bahréin y de algunos países del CCG de transformar el movimiento de protesta prodemocrático en un conflicto comunitario entre shiíes y suníes, han complicado más la situación interna y las posibilidades de encontrar una solución pacífica y consensuada. Los eslóganes de los manifestantes, tales como “Sunníes y shiíes son hermanos y el país no está en venta” o “Sunní+Shií=Bahréin”, han des-mentido continuamente esa dimensión de supuesto conflicto comunitario, como lo desmiente también el caso del ex ofi-cial sunní Muhammad Bufalasa, detenido por su participación en las manifestacio-nes de febrero.

La crisis de Bahréin y los países del entorno: la contrarrevolución

La intervención militar de las Dara‘ al-Ya-zira, las fuerzas del CCG del que Bahréin forma parte junto con Kuwait, Qatar, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y el Sultanato de Omán, se produjo el 13 de marzo a petición de las autoridades del país tras la visita a Manama del secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates. Teóricamente, el objetivo de la presencia de estas fuerzas –principalmente saudíes y emiratíes– era garantizar la seguridad de las instalaciones oficiales y evitar un posible “contagio” de reivindicaciones democráticas a los países del entorno, pero en realidad fue una fuerza de cho-que para acabar con la revolución. Unido a esto, la Guardia Nacional reclutó a mer-cenarios pakistaníes (unos 2.500, lo que supuso aumentar el número de efectivos de la Guardia Nacional de Bahréin en un 50%) a través de una fundación vincula-da al ejército de Pakistán.

La presencia de estas fuerzas de inter-vención del CCG –creadas en 1986 con el objetivo de hacer frente a cualquier agre-sión sufrida por los países miembros–, y la declaración de la Ley Marcial el 15 de marzo (levantada el 1 de junio) neutrali-zaron temporalmente y en gran medida las protestas, pero al mismo tiempo tuvie-ron como consecuencia un aumento de la tensión regional. Irán, que nunca ha ocultado sus ansias expansionistas sobre Bahréin, al que considera una provincia iraní perdida, vio la oportunidad de erigir-se en defensor de los shiíes acusando a la intervención extranjera de ir al auxilio de los suníes –a los que pertenece la familia real gobernante–, lo que contribuyó igual-mente a conferir a la revolución un tinte de “tensión comunitaria” cuya finalidad es dar una visión falsa del movimiento pro-democrático de Bahréin. Las fuerzas del CCG siguen presentes en el país, aunque han comenzado una retirada parcial que por ahora no se contempla como total e incluso es posible que creen una base permanente en el país. Como medida de precaución ante un posible “contagio” de la primavera árabe, los jefes del Estado

Llamamiento a recuperar un espacio simbólico de la revolución, la Plaza de la Perla, rebautizada como Plaza de los Mártires.

Mayor de los países miembros del CCG están elaborando un plan estratégico que incluye reforzar las capacidades defensi-vas de sus fuerzas militares “para hacer frente a cualquier reto o desafío, tanto in-terno como externo” en cualquier país del CCG (al-Sharq al-Awsat, 6/09/2011).

Para EEUU, Bahréin, que acoge la Quinta Flota estadounidense, es un aliado estratégico por su situación geo-gráfica en el Golfo, que puede asegurar el abastecimiento occidental de gas y petróleo y como punta de lanza en su pulso con Irán, de ahí que al principio apostara por la estabilidad del país y por el primer llamamiento del rey y del príncipe heredero –un buen interlocu-tor para EEUU por su carácter liberal y más abierto que el primer ministro, se-gún el analista del International Crisis Group, Joost Hiltermann, a un diálogo con la oposición y a permitir las mani-festaciones pacíficas. Pero cuando las reivindicaciones de esos grupos de opo-sición se ampliaron, incluyendo la caída del régimen, EEUU no se opuso a la en-trada de las tropas de defensa del CCG.

El miedo en muchos países árabes, y más en los países del Golfo, a la influen-cia iraní es una de las bazas utilizadas por las autoridades de Bahréin y de otros países árabes (la Liga Árabe aprobó la intervención del CCG) para justificar el silenciamiento de la “primavera árabe” bahreiní. Este “fantasma” iraní, y por lo tanto también el “fantasma del comuni-tarismo”, es el argumento utilizado por la monarquía para justificar la marginación y represión contra la más poderosa aso-ciación de oposición política, al-Wifaq, la principal protagonista de las manifes-taciones prodemocráticas, junto con la Coalición de Jóvenes Revolucionarios, a la que desde el poder y desde los medios de comunicación afines se le acusa constantemente de estar al ser-

vicio de Irán y de deslealtad para con la nación. Para la analista de Aljazeera, Lamis Andoni, éste es uno de los moti-vos principales del “aislamiento” que ha sufrido el movimiento prodemocrático de Bahréin.

Las preocupaciones de los países del en-torno se reflejaron tanto en la intervención militar como en las ayudas económicas a Bahréin. El Consejo de Cooperación del Golfo destinó 10.000 millones de dólares en concepto de ayuda al desarrollo para un país que, aunque no tiene las reservas petrolíferas de algunos de sus vecinos, sí tiene una economía diversificada que le garantiza una buena situación eco-nómica. Esta ayuda financiera se está destinando a aumentar las pensiones y los salarios de los funcionarios del sector público y del ejército en un 36%.

A pesar de que el levantamiento de febre-ro y marzo tenía como objetivo la reforma constitucional y política, las tensiones en el país siguen siendo utilizadas para marginar o sembrar sospechas y dudas de lealtad nacional sobre la comunidad shií (alrededor del 70% de los poco más de 800.000 habitantes). El último episo-dio de esta espiral tuvo lugar a finales de agosto: el ministro de Justicia y Asuntos Islámicos, el sheyj Jaled Ben Ali Al Jalifa envió una carta al sheyj Ayatullah ‘Isa Qasem, un referente de autoridad shií, e incluso puede decirse que “el padre espi-ritual” de la shia bahreiní (en los planos político, religioso y social), acusándole de provocar la ruptura confesional y la violencia desde su púlpito, donde lla-maba a sus seguidores a boicotear las elecciones parciales de septiembre; eso provocó protestas en un sector shií, que fueron reprimidas por la policía, así como llamamientos lanzados por distin-guidos ulemas shiíes en solidaridad con Ayatullah Qasem y demostraciones de unión en las filas de la shia.

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El “diálogo nacional”

Para acabar con ese conato de revolu-ción, el rey lanzó un llamamiento a un diálogo nacional –impulsado por EEUU tras la visita realizada por el príncipe heredero Salman a Washington y las de responsables estadounidenses a Manama–, que devolviera la seguri-dad, la unidad y la estabilidad al país y del que saliera un acuerdo global so-bre una visión general y de futuro de la nación. La Comisión del Diálogo, diri-gida por el presidente del parlamento, Jalifa al-Zahrani, un hombre del régi-men, reunió las opiniones sobre las que hubo acuerdo en las sesiones del Diálogo y las presentó al rey para que éste adoptara una serie de re-soluciones acordes a la Constitución con el fin de ejecutarlas. Las ocho se-siones celebradas a lo largo de tres semanas durante el pasado mes de julio reunieron a 300 personalidades representativas del gobierno (entre ellos cuatro ministros), de algunas asociaciones de oposición, hombres de religión, asociaciones juveniles, parlamentarios, representantes de la

El sheyj Ali Salman y Ayatullah ‘Isa Qasem, dos referentes de la shia bahreiní.

Asamblea Consultiva (cuyos miembros son designados por el rey), hombres de negocio, sindicatos, representan-tes de medios de comunicación, de asociaciones feministas y otros gru-pos (incluidos representantes de los residentes y las comunidades extran-jeras). El reparto de la representación fue cuestionado por algunas partes y fue uno de los motivos de la retirada de al-Wifaq al-Watani, ya que según esta asociación, de los más de 300 sólo 35 representaban a la oposición y de es-tos sólo 5 representaban a al-Wifaq, una asociación con 18 diputados de los 40 con los que cuenta la asamblea nacional, aunque el gobierno asegura-ra que el reparto era justo y respondía a una representación equitativa de la sociedad bahreiní.

Los cuatro ejes del diálogo fueron el político, el social, el económico y el de derechos. Cada eje se estructuró en torno a varios temas: el eje polí-tico incluía “asociaciones políticas, atribuciones de las dos cámaras, el gobierno y la ley electoral”; el social giraba alrededor de “juventud, socie-dad civil, seguridad y paz social”; el aspecto económico trató “la compe-titividad, servicios gubernamentales, la gestión del dinero público y el de-sarrollo”; y el de derechos se centró en “la mujer, la infancia y los sectores con necesidades especiales, el poder judicial, la libertad de expresión y de reunión, y los derechos humanos”.

En el terreno de los derechos, se lle-gó a acuerdos sobre la creación de un organismo de justicia, equidad y reconciliación nacional; un programa de concienciación nacional sobre los principios de los derechos humanos; la ratificación de acuerdos internacio-nales y la adecuación de la legislación nacional a dichos tratados; sobre educar a responsables del poder ju-

dicial en el respeto por los derechos humanos; una ley de prensa y otra ley de medios audiovisuales, entre otros asuntos.

En el eje social se acordó insistir en legislaciones que garanticen la segu-ridad y la paz social, y en referencias a cambios educativos para evitar las causas de “la violencia hacia la que han derivado los jóvenes”.

En el terreno económico se logra-ron acuerdos sobre “la necesidad de estudiar” un aumento del apoyo del gobierno a los ciudadanos más nece-sitados con la idea de conseguir una mayor justicia social; el control de gastos de ministerios e instituciones gubernamentales; una mayor diver-sificación de la economía nacional; estudiar una nueva política impositiva; mejorar el nivel de vida del ciudadano con un aumento de salarios y una me-jora de la productividad.

El eje político fue el más controvertido, por lo que podría suponer de merma de las atribuciones de la monarquía y de las instituciones designadas por ésta frente a aquéllas elegidas directamen-te por la sociedad bahreiní, aunque dada la retirada de al-Wifaq al-Watani, las sesiones también perdieron parte de legitimidad y de posibilidades de un cambio real. Por ejemplo, los reuni-dos acordaron ampliamente la política seguida hasta ahora de que sea el rey quien nombre al primer ministro, aunque algunos propusieron que fue-ra elegido por el bloque parlamentario mayoritario, y de que el primer mi-nistro forme el gobierno. Una de las propuestas discutidas en las sesiones fue la ampliación de las atribuciones del parlamento electo –cuestión rei-vindicada por toda la oposición desde la reactivación de esa institución en la década de los 90 y ahora también por los jóvenes revolucionarios–, frente a la asamblea consultiva, cuyos miem-bros son designados por el monarca y que tiene similares o superiores atri-buciones y para la cual la oposición pide que tenga un carácter puramen-te consultivo. Los participantes en las sesiones acordaron conceder a la Asamblea del Pueblo, no así a la Asamblea Consultiva, más atribu-ciones legislativas y de control sobre la acción del gobierno (por ejemplo, se llegó al acuerdo sobre la capaci-dad de la Asamblea del Pueblo de plantear una moción de confianza al gobierno). Es decir, la prioridad serán las reformas constitucionales y legis-lativas, pero mermadas por la limitada representación de la comisión del diá-logo y matizadas por las decisiones que adopte la propia monarquía; y más si tenemos en cuenta las pro-

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puestas en las que no se llegó a un acuerdo: atribuciones parlamentarias especiales para valorar la acción de gobierno, abolición de la Asamblea Consultiva (Shurà) y creación de un sistema unicameral, o la elección in-directa de los miembros de la Shurà por las instituciones de la sociedad civil, aumentar el número de miem-bros del parlamento, limitar el cargo de miembro de la Shurà a dos legis-laturas, fijar una cuota femenina en el parlamento, cuotas de representa-ción de la mujer en las asociaciones políticas, reducir las atribuciones de la Asamblea Consultiva, creación de partidos políticos o la transformación de las asociaciones existentes en verdaderas formaciones políticas y la creación de sindicatos en el sector público. Otras iniciativas para revertir la situación: la Comisión de Investigación

Además del diálogo nacional y la li-beración de algunos detenidos por “ofensas” a la familia real –entre ellos la joven poetisa y activista Ayat al-Qarmezi, que había compuesto un poema satírico sobre la familia real–, la monarquía puso en marcha una co-misión internacional compuesta por especialistas en derecho y activistas de derechos humanos para investigar las denuncias sobre los excesos co-metidos por las fuerzas de seguridad en la represión de las manifestacio-nes durante febrero y marzo. Esta comisión, presidida por Mahmud Sharif Basiuni, profesor de Derecho Internacional egipcio-estadouniden-se, investiga las acusaciones hechas contra 30 oficiales de policía y miem-bros del ejército, 33 casos de muerte y 400 de heridos por la actuación de la policía y del ejército, y denuncias de torturas, además de las numerosas denuncias presentadas por activistas de derechos humanos, en su mayoría shiíes, agredidos y detenidos por par-ticipar en las manifestaciones. Pero el hecho de que la comisión –integra-da por un canadiense ex presidente del Tribunal Pernal Internacional, un abogado de derechos humanos británico, un abogado iraní y una especialista kuwaití en legislación is-lámica– haya sido formada a iniciativa de la monarquía y por presiones inter-nacionales, levanta sospechas sobre su anunciada imparcialidad, confirma-das por unas declaraciones atribuidas al propio Basiuni en las que afirmaba que en Bahréin no se habían cometido violaciones de derechos humanos du-rante las protestas de febrero y marzo. Habrá que esperar a la presentación del informe final prevista para el 30 de octubre.

Conclusiones

Las iniciativas adoptadas por la monar-quía para acallar la revolución no han dado resultado: un insuficiente diálogo nacional, una comisión de investigación que no parece que vaya a condenar la actuación de las autoridades y el mantenimiento de fuerzas militares del Golfo sobre territorio bahreiní. La re-

tirada de los 18 diputados de al-Wifaq en protesta por la represión en febre-ro y marzo hará que el activismo de la asociación se concentre en las calles, junto con la Coalición de los Jóvenes Revolucionarios. Las reivindicaciones junto a la respuesta oficial coercitiva van en aumento. El pulso entre revo-lución y contrarrevolución no está en absoluto decidido.

Asociaciones políticas en Bahréin y las elecciones parciales.

Las elecciones parciales al parlamen-to, organizadas el 24 de septiembre, son para ocupar los 18 escaños aban-donados por al-Wifaq en febrero en protesta por la represión guberna-mental de las manifestaciones que reclamaban reformas políticas y constitucionales. Hasta ahora, el par-lamento estaba compuesto, además de por esos 18 diputados de al-Wifaq, por 3 de la asociación salafí al-Asala, 2 de al-Minbar (Hermanos Musulmanes) y 17 independientes. La mayor par-te de los candidatos presentados en estos comicios son independientes, ya que la oposición shií las boicotea y las asociaciones políticas sunníes, vinculadas al régimen, no presentan candidatos porque son conscientes de que no obtendrán ningún respaldo, ya que los distritos electorales donde se realizan son de mayoría shií.

Asociación Islámica del Pacto Nacional (Al-Wifaq al-Watani): la asociación más representativa del islamismo shií y de la oposición en el país no participó en las elecciones. Es más, la asociación era partidaria de no celebrar los comicios, porque considera que agravará la actual crisis, y de la disolución del actual par-lamento.

Asociación de Acción Nacional Democrática (al-‘Amal al-Watani al-Dimuqrati-Wa‘d): asociación liberal de oposición en la que se unen nacionalistas y progresistas, que ca-rece de representación parlamentaria desde los tres últimos comicios. Su secretario general, Ibrahim Sharif, está detenido. Siempre ha defendi-do la acción política y la monarquía constitucional, ha sufrido agresio-nes (incendio de su sede principal en Manama), sus miembros han sido expulsados de sus trabajos y no se les ha readmitido todavía a pesar de las directrices del rey en sentido contrario. No participó en las eleccio-nes parciales porque consideran que pueden agudizar las tensiones comu-nitarias. Su diagnóstico es claro: la

crisis de Bahréin es política y consti-tucional. Ha participado en el diálogo nacional.

Asociación Minbar Democrático Progresista (al-Minbar al-Dimuqrati al-Taqaddumi): de izquierdas, boicoteó las elecciones pero sí ha participado en el diálogo na-cional.

Agrupación Nacionalista (al-Tayammu‘ al-Qawmi): participaron en el diálogo nacional.

Estas asociaciones que boicotean las elecciones argumentan su postura en que no pueden desarrollarse unas elecciones de forma natural mientras continúan las tensiones, la inseguridad y las detenciones.

Asociación al-Rabita al-Islamiyya: es shií pero próxima al gobierno y sí parti-cipó en las elecciones, aunque no tiene gran apoyo social ya que no consiguió representación parlamentaria en las elecciones de 2006 y 2010. Ha partici-pado en el diálogo nacional.

Asociación de Agrupación de Unidad Nacional (Tayammu‘ al-Wahda al-Wata-niyya): es sunní pero no participó en las elecciones porque sabe que los distri-tos donde se tienen que realizar son de mayoría shií. Participó en el diálogo nacional.

Asociación al-Asala (salafí) y Asociación al-Minbar al-Islami (Hermanos Musulmanes): se limitaron a apoyar a algunos candidatos. Ambas participaron en la Comisión del Diálogo Nacional.

Así pues, salvo dos candidatos de la asociación al-Rabita, el resto (76 can-didatos) son independientes.

Hay otras asociaciones menores que han participado en el diálogo nacio-nal (al-Tayammu‘ al-Watani al-Dusturi, al-Ija’ al-Watani, al-Hiwar al-Watani, al-Shabab al-Dimuqrati al-Bahreiní, Yama‘iyya al-Shurà al-Islamiyya, al-Saff al-Islami, al-Fikr al-Watani al-Hurr, al-Wasat al-‘Arabi al-Islami al-Dimuqra-ti, Harakat al-‘Adala al-Wataniyya…).

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PerfilesMustafa Muhammad Abdelyalil, presidente del Consejo Nacional de Transición de Libia. (Bayda, 1952)

Mustafa Muhammad Abdelyalil ocupó el puesto de ministro de Justicia hasta el 21 de febrero de 2011, día en el que aban-donó su cargo en protesta por la violencia desmesurada que el régimen libio estaba empleando contra los manifestantes desarmados. Se convirtió así en el pri-mer miembro del Comité General del Pueblo en abandonar su cargo y opo-nerse abiertamente al coronel Gadafi.

Nació en 1952 en la ciudad oriental de Bayda, cuna de la dinastía Sanusi que gobernó Libia hasta el golpe de Estado de Gadafi en 1969, y una de las pri-meras zonas en levantarse contra el régimen del coronel. Estudió Derecho y Shari‘a en la Universidad de Libia. Tras licenciarse en 1975, Abdelyalil trabajó en Bayda como abogado en el gabinete del fiscal del Estado has-ta que, en 1978, se convirtió en juez. En 2002 fue nombrado presidente del Tribunal de Apelación, más adelante presidente del Tribunal de Bayda y, en 2007, aceptó la cartera de Justicia.

A pesar de haber trabajado dentro del marco institucional establecido por el régimen, Abdelyalil siempre ha desta-

cado por su beligerancia. Como juez, se ganó una buena reputación entre los grupos de defensa de los derechos humanos y también en los países occi-dentales por sus reiterados esfuerzos por reformar el código penal libio. Expresó firmes críticas contra los arrestos arbitrarios y contra la deten-ción indefinida sin juicio, acusando al

régimen de no ejecutar las sentencias judiciales, ya que mantenía encarce-lados a más de 300 presos políticos que habían sido declarados inocentes por los tribunales. Esta reputación de reformista e independiente hizo que uno de los hijos de Gadafi, Sayf al-Is-lam, se interesara por él e hiciera todo lo posible por atraerle para, al me-

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Sheyj Ali Salman, secretario general de la Asociación Islámica al-Wifaq al-Watani

nos aparentemente, abrir una nueva corriente reformista dentro del propio régimen.

En enero de 2010, Abdelyalil apareció en la televisión nacional, durante la reunión anual del Congreso General del Pueblo (el poder legislativo de la “yamahiriya” de Gadafi) y aseguró que tenía la intención de dimitir debido al fracaso del régimen en la cuestión de los presos políticos y su incompetencia a la hora de solucionar las dificultades a las que se enfrentaba el poder judi-cial. Esto supuso un desafío público para Gadafi, que rechazó su dimisión.

Cuando comenzaron las protestas en Bengasi, el gobierno envió a Abdelyalil para que negociara con los rebel-des. El entonces ministro de Justicia fue testigo de las detenciones masi-vas y los disparos de las fuerzas de seguridad contra los manifestantes desarmados, por lo que renunció a la

cartera de Justicia, siendo así el pri-mer alto cargo y miembro del gobierno en dar ese paso. En pocos días, se había convertido en el presidente del Consejo Nacional de Transición.

Abdelyalil se ha mostrado siempre favorable a una intervención interna-cional para solucionar la crisis libia, centrada en la creación de una zona de exclusión aérea, y también ha asegurado que se podría estudiar la posibilidad de no denunciar a Gadafi ante ningún tribunal internacional a condición de que abandone totalmen-te el poder y se comprometa a no intervenir más en la política libia.

Según ha declarado Abdelyalil, los ma-nifestantes libios “somos los mismos que en otros países y perseguimos las mismas cosas: queremos un gobierno democrático, una Constitución justa y no queremos seguir estando aislados del resto del mundo”.

El sheyj Ali Salman Ahmad Salman nació el 30 de octubre de 1965 en la localidad de Bilad al-Qadim, a escasos dos kilómetros al este de Manama, una zona rica en ves-tigios arqueológicos ya que fue la capital de Bahréin en la época medieval hasta la llegada de los portugueses en 1522, cuando la capitalidad pasó a Manama. En 1984 se trasladó a Arabia Saudí para estudiar Matemáticas en la Universidad Rey Faysal en ad-Dammam, aunque tres años después se marchó a Irán para en-trar en la escuela de Qom, que sigue la escuela shií ya‘farí, y dedicarse al estudio de las ciencias islámicas, en las que ya se había iniciado en Bahréin.

Tras adquirir la autoridad del conocimien-to trasmitido en la hawza de Qom, en 1992 regresó a Bahréin para ser imam de la mezquita de al-Imam al-Sadeq en la localidad de al-Diraz (noroeste). Fue entonces cuando comenzó su activismo político en la oposición, y en 1992 firmó el Memorando de la Élite (al-‘Arida al-Nu-

jbawiyya) dirigido al emir ‘Isà Ben Salman Al Jalifa, firmado por 280 personalidades que exigían reformas políticas como la reactivación de la Constitución de 1973, libertades sindicales y celebración de elecciones a la Asamblea Nacional, que había sido disuelta en 1975. La respues-ta del emir fue que no procedía celebrar elecciones a la Asamblea Nacional ya que el emirato iba a poner en marcha una asamblea consultiva cuyos miembros se-rían designados por el emir, y por otro lado las autoridades dijeron que los firmantes del memorando sólo se representaban a ellos mismos, no representaban a la so-ciedad. Esto provocó que, a mediados de 1994, se redactara otro memorando, esta vez popular (al-‘Arida al-Sha‘biyya) con similares reivindicaciones. Entre esas dos fechas, el sheyj Ali Salman fue en-carcelado en varias ocasiones, la última a finales de 1994 tras las manifestaciones que se produjeron en el país a raíz del rechazo de la monarquía a las reivindica-ciones antes mencionadas. Su detención provocó una manifestación de protesta de ulemas y ciudadanos ante el domici-lio de Ali Salman exigiendo su puesta en libertad y la de todos los presos políticos.

El 15 de enero de 1995 fue expulsado del país. Se dirigió primero a Emiratos Árabes Unidos y pocos días después se trasladó a Londres, donde permane-ció cinco años, época en la que Bahréin vivió una situación de mucha inestabi-lidad con un poderoso movimiento de contestación política que incluía fuerzas

liberales, de izquierdas e islamistas, has-ta la llegada al trono de Hamad en 1999, primero como emir y un año después como rey. En Londres siguió su activis-mo de oposición política junto con otros conciudadanos residentes allí, donde ac-tuaba el Movimiento Liberales de Bahréin (Harakat Ahrar al-Bahrein), y también su activismo religioso con la Agrupación de Ulemas. Es más, el primer día de su larga estancia en Londres dio una confe-rencia de prensa junto con otros ulemas expulsados (el sheyj Hamza al-Diri y el sayyed Haydar al-Mastiri), y después participó en una sesión en la Cámara de los Lores. También, junto con otros ule-mas activistas de Bahréin y otras fuerzas como el Frente Islámico de Liberación de Bahréin, participó en los discursos que la oposición daba en Hyde Park a partir del verano de 1996.

En 2001 regresó a Bahréin beneficián-dose de una política de reconciliación emprendida por el rey y lanzó su proyecto de asociación al-Wifaq al-Watani (Pacto Nacional), junto con otros representantes de la oposición shií (el sheyj Abdelamir al-Yamri, Abdallah al-Garifi y Abdelwahhab Huseyn), un proyecto que quería repre-sentar al movimiento islamista bahreiní. Fue elegido presidente en el congreso fundacional de la asociación y reelegido en otras dos ocasiones como secretario general, después de que hubiera una reestructuración interna. Al-Wifaq es hoy en día la principal fuerza de oposición shií en el país, que en 2006 obtuvo su

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primer escaño en el parlamento, aunque la asociación había boicoteado anterior-mente las elecciones en 2002. Desde que el rey Hamad Ben ‘Isà subió al trono, su relación con la monarquía fue respetuosa, siempre desde una oposición moderada, ya que hay que tener en cuenta que la llegada al tro-no de Hamad abrió esperanzas de reforma y progreso democrático en el país: permitió el regreso de todos los exiliados políticos, promulgó una amnistía, aprobó la participación polí-tica de la mujer y de no musulmanes en la asamblea consultiva, realizó un referéndum popular sobre la reforma política según la cual el emirato se convertía en monarquía constitucio-

nal, celebró elecciones a la asamblea nacional, defendió un poder judicial independiente y el derecho de la mu-jer a votar y ser votada.

Cuando estallaron los primeros distur-bios en Bahréin Ali Salman comenzó a elevar el tono de sus críticas y el techo de sus reivindicaciones, siempre en el marco de una “monarquía constitucio-nal”. De hecho, la asociación retiró a sus 18 parlamentarios (en las eleccio-nes de 2010 la asociación obtuvo 18 escaños de un total de 40) en protesta por la actuación represora del régimen frente a las manifestaciones pacíficas que comenzaron el 14 de febrero y que reclamaban reformas políticas.

Al sheyj Salman siempre se le ha conside-rado sospechoso de recibir instrucciones de Irán, acusaciones normalmente lanzadas por asociaciones políticas sunníes, a pesar de sus continuos desmentidos y sus afirmacio-nes de que al-Wifaq ha apoyado a la familia real bahreiní y que lo único que desea es contribuir a la reforma política con una agen-da puramente nacional y que, al contrario de otras asociaciones políticas shiíes, no desea un régimen republicano, pero sí celebrar elecciones a una asamblea constituyente, un Estado civil moderno, un gobierno electo que represente la voluntad del pueblo, igualdad para todos los ciudadanos y un poder judi-cial independiente. El sheyj Ali Salman sigue dirigiendo la oración y pronunciando sus dis-cursos en la mezquita de al-Imam al-Sadeq.

Opinión pública

1. El International Peace Institute, con sede en Nueva York, ha publicado una encuesta el pasado mes de junio en la que analiza la actitud de los egipcios ante los nuevos desafíos que les plan-tea la etapa post-Mubarak.

En primer lugar, la encuesta pone de manifiesto que el 50% de los en-trevistados considera que el país se encamina en la dirección correcta,

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Magdi Hussein

Buthayn Kamel

Abdel Monem Abul Futuh

Noman Gomaa

Mohammad al-Baradei

Magdi Hatata

Hisham Bastawisi

Hamdin Sabahi

Ayman Nour

Mohammad Tantawi

Amr Musa

Essam Sharaf

FavorableDesfavorableNS/NC

frente al 39% que expresó su des-contento en este sentido. Hay que destacar la diferencia de los porcen-tajes entre marzo y junio de 2011, ya que en el primer sondeo, el 82% esta-ba satisfecho con el rumbo que estaba tomando Egipto, frente al 10% que no lo estaba.

El ejército sigue gozando de una gran popularidad entre la población: el 94%

¿Qué opinión tiene de los siguientes candidatos presidenciales?

de los encuestados aseguró que tiene una opinión favorable de las FFAA (un 77% en marzo) debido al apoyo brinda-do a la revolución y al mantenimiento de la seguridad y la estabilidad. Tan sólo un 5% expresó una opinión negativa. De igual manera, los jueces y el poder judicial son vistos de una manera favo-rable por el 76% de los encuestados, frente al 20% que considera que la justicia sigue siendo lenta y parcial.

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El partido liberal Wafd y el partido Libertad y Justicia, de los Hermanos Musulmanes, se encuentran a la cabeza de la intención de voto de los egipcios en las elecciones parlamentarias, con un 40% y un 31% respectivamente. El Nuevo Partido Nacional, sucesor del antiguo Partido Nacional Democrático que lideraba Hosni Mubarak, es perci-bido positivamente por un 20%. Aún así, los grupos tradicionales están perdiendo votos a medida que surgen nuevos par-tidos. La encuesta refleja también una preferencia por los grupos no religio-sos, que obtendrían un 25% del apoyo de los votantes, frente al 19% que op-taría por un grupo islamista y el 6% que votaría al Nuevo Partido Nacional. Un 34% no supo dar una respuesta y el 15% se negó a darla.

En cuanto a las figuras internacionales, Barack Obama obtiene la confianza de tan sólo un 12% (13 puntos porcentua-les menos que en 2008); y Mahmud Ahmadineyad del 5% (16 puntos menos que en 2008).

2. El diario al-Quds se hace eco de una encuesta sobre la intención de voto de los tunecinos en las próximas elecciones a la asamblea nacional constituyente publicada por un centro de estudio de mercado franco-tunecino. Según este estudio, dos tercios de los encuestados (67%) no han decidido todavía a qué grupo votar en los próxi-mos comicios y se muestran dudosos ante la gran cantidad de nuevos parti-dos que se han creado desde la caída de Ben Ali. Entre los partidos consoli-dados, el grupo islamista al-Nahda, que ha sido legalizado recientemente, cuenta con el apoyo del 14,3% de los encuestados, por delante del Partido Democrático Progresista, que obtuvo el apoyo del 4,77%, del Foro Democrático por el Trabajo y las Libertades, que consiguió un 1,6%, del Congreso por la Democracia, que recibió un 1,1% y del Partido Comunista, con un 0,85%.

3. La organización internacional Synovate ha realizado una encuesta con una muestra de 1084 egipcios, entre 15 y 50 años, en la que analiza la postura de los ciudadanos ante las próximas elecciones. Según este estudio, la preferencia de los egipcios se inclina hacia el estableci-miento de un Estado civil y no religioso, a pesar de los avances conseguidos por la corriente islamista desde el triunfo de la revolución del 25 de enero. Además, los egipcios se muestran mucho más procli-ves a implicarse en política. Así, un 90% de los encuestados aseguró que, tras la revolución, sienten un mayor interés por las cuestiones políticas y consideran que su voto influirá en los cambios que se den. De igual manera, a pesar de que la mayoría no participaba en actividades políticas ni tenía afiliación ninguna antes de la revolución, el 29% aseguró que tie-ne la intención de entrar en alguno de los partidos políticos existentes. En cuanto a las elecciones presidenciales, el 79% cree que lo importante es que el candi-dato tenga una buena reputación; el 52% decidirá según el programa político; el 44% tendrá en cuenta la experiencia po-lítica del candidato; el 35% dará su voto a quien tenga capacidad de controlar la situación; el 27% cree necesario que no pertenezca al antiguo régimen; y el 19% elegirá al candidato según el partido al que pertenezca. En cuanto a las cuestio-nes que más preocupan a los egipcios, el paro se encuentra en primer lugar, sien-do esencial para el 91%, seguido de la inflación (66%) y del aumento del salario mínimo (49%).

4. La organización Gallup, a través de su oficina en Abu Dhabi, ha realizado una amplia encuesta sobre el proceso de transición en Egipto, con una muestra de aproximadamente mil egipcios mayores de 15 años. A pesar del actual estado de inseguridad política en el que viven, los egipcios consideran que sus vidas mejorarán en un plazo de cinco años. Si a día de hoy la calificación media de las condiciones de vida apenas supera el 3,9

(siendo 10 la mejor nota), los ciudadanos egipcios esperan que la situación mejore, alcanzando un 5,7. Esto es el resultado del optimismo despertado por la revolu-ción que el 83% ha asegurado apoyar.

Política

El 92% de los encuestados aseguró que dedicaría un artículo de la Constitución a la libertad de expresión; el 67% dijo lo mis-mo de la libertad de religión; y el 55% se inclinó por la libertad de reunión. Además, 9 de cada 10 encuestados cree que las próximas elecciones presidenciales van a ser justas y fiables y el 79% opina que los medios de comunicación podrán informar libremente sobre ellas.

El 15% aseguró apoyar al partido de los Hermanos Musulmanes, el 10% se incli-nó por el Partido Nacional Democrático, el 9% tiene preferencia por el Wafd y el 5% apoya al partido al-Wasat.

Economía

A pesar de la incertidumbre económica derivada de la agitación política, el 46% considera que la situación económica del país está mejorando. En este sentido, el 69% tiene confianza en las instituciones financieras egipcias. Asimismo, el porcen-taje de egipcios que están dispuestos a emigrar permanentemente a otro país se ha reducido a la mitad, del 23% al 11%.

Religión

El 96% de los encuestados señaló que la religión es una cuestión importante para los egipcios y el 92% aseguró que tiene confianza en las instituciones religiosas del país. Aún así, los egipcios no están interesados en imitar el modelo teocrá-tico iraní: menos de un 1% opina que la república islámica debe ser el sistema de gobierno del país. Dos tercios de los en-cuestados respondieron que no tendrían objeciones a que alguien de otra religión se mudara a vivir a su lado.

69%

14%

9%

8%

Aconsejar

Tener autoridad total

No tener ninguna autoridad

NS/NC

Cree que los líderes religiosos deben…

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Liderazgo de EEUU

A pesar de las expectativas que gene-ró el discurso pronunciado por Barack Obama en la Universidad de El Cairo al inicio de su mandato, lo cierto es que la opinión de los egipcios respecto al presidente estadounidense ha empeo-rado notablemente. Menos del 20% de

68% 66%60%

0%

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100%

Presionar a Israel para que detengalos asentamientos en CisjordaniaRetirar sus tropas de Iraq

Retirar sus tropas de Afganistán

¿Cuál de las siguientes acciones mejoraría su opinión de EEUU?

Respecto a las siguientes cuestiones, indique si considera que Irán desempeña un papel positivo, negativo o no tiene ninguna influencia en las zonas indicadas en la columna de la izquierda:

los encuestados aprueba el papel de liderazgo de EEUU. Dos tercios de los encuestados creen que EEUU no tie-ne verdadera intención de fomentar los sistemas democráticos en los países de Oriente Medio y el norte de África. Además, el 68% de los egipcios opina que EEUU intentará ejercer una in-fluencia directa sobre el futuro político

de Egipto. El 75% de la opinión pública egipcia se opone a que EEUU ayude económicamente a algunos grupos políticos. Si bien estos datos se refie-ren a la política de Estados Unidos en Oriente Medio, sin embargo el 88% de los encuestados ve al país como un ejemplo de modelo político democráti-co a seguir.

5. El Arab American Institute ha realizado una encuesta con una muestra de 4.000 ciudadanos de Marruecos, Egipto, Arabia Saudí, Líbano, Jordania y Emiratos Árabes Unidos, sobre la actitud de los árabes respecto a Irán.

Según el estudio, la mayoría de los encuestados recelan del papel que desempeña Irán en la región, con am-plios porcentajes que consideran que la influencia regional de Irán es nega-tiva.

Respecto a las siguientes cuestiones, in-dique si considera que Irán desempeña un papel positivo, negativo o no tiene nin-guna influencia en las zonas indicadas en la columna de la izquierda:

Igualmente, la valoración positiva de este país ha disminuido considerablemente en los últimos años. Las sociedades árabes no consideran que Irán contri-buya a la paz y la estabilidad, por lo que

Iraq

Líbano

Bahréin

Región del Golfo

Marruecos

14/72/14

21/48/28

17/44/37

15/53/29

Egipto

13/61/21

17/51/27

13/47/34

17/50/29

Líbano

38/35/13

70/15/5

17/26/29

28/32/23

Jordania

20/56/8

50/40/4

3/46/30

2/33/38

A.Saudí

14/81/4

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1/84/10

EAU

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1/83/10

(Positivo/negativo/sin influencia)

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EAU

A.Saudí

Jordania

Líbano

Egipto

Marruecos

región más segura sin armasnucleares

región más segura si Irán fuera unapotencia nuclear

ninguna de las anteriores

existe un escaso apoyo a su programa nuclear y la mayoría de los encuesta-dos están a favor de que Oriente Medio se convierta en una región libre de ar-mas nucleares.

Turquía es el país mejor valorado en la mayoría de los países árabes y EEUU el peor valorado en todos ellos excepto en Arabia Saudí, donde el último puesto está reservado a Irán.

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6. El Instituto Sigma de Túnez ha realiza-do una encuesta, entre los pasados días 6 y 9 de septiembre, con una muestra de 2.513 tunecinos escogidos de las 27 cir-cunscripciones que constituyen el país. Según la encuesta, un tercio de los tune-cinos (32,1%) no tiene todavía claro a qué partido votará en las próximas elecciones del 23 de octubre. El estudio demuestra que el partido islamista al-Nahda está ganando terreno, ya que cuenta con el 22,8% en intención de voto, seguido del Partido Democrático Progresista, con un 10,9%, la Agrupación de Izquierda, con un 9,2%, y el Congreso por la República, con un 4,5%.

Igualmente, la Agencia Oficial de Noticias de Tunez ha realizado otro sondeo en el mes de agosto con una muestra de 2.717 tunecinos, según el cual el 72% de los encuestados ha asegurado que tiene la intención de participar en las próximas elecciones de octubre, aunque el 65,8% no ha decidido aún a quién dará su voto. Por otra parte, el 71,1% ya se ha regis-trado en el censo electoral como paso previo a su participación en los comicios. El 37,7% cree que el gobierno transito-

rio puede fracasar a la hora de celebrar unas elecciones fiables y transparen-tes y el 37,6% opina que las elecciones pueden no conducir al establecimiento de un sistema verdaderamente democrático. Igualmente, hay un gran desconocimien-to de los partidos políticos existentes en el país, cuyo número ha ascendido a 105 desde que el expresidente Ben Ali fue de-puesto. Así, el 19,2% de los encuestados no conoce ningún partido, el 17,8% conoce tres grupos políticos y el 11,7% puede nom-brar cinco o más partidos.

A pesar de que ya han transcurrido 8 me-ses desde el fin del régimen de Ben Ali, el 50,9% de los tunecinos considera que la si-tuación sigue siendo “confusa y ambigua”; el 10,1% la califica de “dudosa e incómoda” y el 56,2% opina que la situación es “poco clara”. Por otro lado, el 56,7% no se siente satisfecho con la situación respecto a la se-guridad; el 61,3% no se siente satisfecho con la situación económica; y el 69,5% se siente igual respecto a los partidos y los organismos políticos. La mayoría de los encuestados (68,7%) responsabiliza al go-bierno transitorio de la tensión social que todavía se vive en el país.

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0% 50% 100%

India

Australia

Indonesia

Pakistán

Filipinas

China

Ghana

Egipto

Rusia

Reino Unido

Alemania

Francia

Turquía

Perú

Chile

Brasil

Méjico

EEUU

Canadá

A favor

Depende/abstención

En contra

7. La BBC World Service ha publi-cado un sondeo realizado por la organización GlobeScan sobre el debate surgido en torno al recono-cimiento del Estado palestino. La encuesta se realizó en 19 países con una muestra de 20.466 ciudadanos adultos. En el total de los países en-cuestados, el 49% considera que su gobierno debería votar a favor; el 21% opina que debería votar en contra; un 11% cree que su gobierno debería abs-tenerse; y un 19% no ha dado ninguna respuesta.

Entre los países que se muestran más favorables al reconocimiento de Palestina como Estado independien-te, encontramos Egipto (90% a favor, 9% en contra); Turquía (60%-19%); Pakistán (52%-12%); e Indonesia (51%-16%). Y entre quienes se mues-tran más reticentes encontramos EEUU (45% a favor, 36% en contra) e India (32% a favor, 25% en contra). En los tres países de la UE encuestados, los resultados son similares: Francia (54% a favor, 20% en contra), Alemania (53%-28%) y Reino Unido (53%-26%).

¿Cree que su gobierno debería votar a favor, en contra o abstenerse de votar sobre el reconocimiento del Estado palestino?

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1. Nueva constitución marroquí aprobada en referéndum popular el 1 de julio. En respuesta a la presión popular y al conato de revolución, tras la tunecina y egipcia, el rey de Marruecos, Muhammad VI, anunció el 9 de marzo en un discurso televisado una reforma de la Constitución de 1996 promulgada en tiempos de su progenitor, el rey Hasan II. La nueva Constitución fue sometida a referéndum popular, celebrado el 1 de julio, y aprobada mayoritariamente, sólo los jóvenes revolucionarios del Movimiento 20 de Febrero, el grupo islamista Justicia y Espiritualidad y algunos partidos de izquierda lo boicotearon. El texto de la nueva Constitución otorga algunas de las atribuciones de las que gozaba el monarca al primer ministro, como por ejemplo el nombramiento de los ministros, ya que antes era el propio rey quien nombraba a los responsables de los ministerios de Interior, Asuntos Exteriores, Justicia y Asuntos Religiosos. Además, el rey deberá nombrar al primer ministro de entre los miembros del partido que haya resultado vencedor en las elecciones parlamentarias y no como sucedía antes cuando el rey tenía potestad para nombrar a quien considerase. El jefe de gobierno podrá nombrar a los altos cargos del gobierno, a los directivos de las empresas estatales, podrá presidir el Consejo de Ministros y disolver el parlamento, un parlamento que, a su vez, podrá hacer una moción de censura al gobierno y conceder amnistías. El rey seguirá siendo el jefe supremo de las fuerzas armadas, el jefe espiritual de la comunidad (amir al-mu´minin) y seguirá presidiendo el Consejo General del Poder Judicial, y aunque su figura pierde, en virtud de la nueva Constitución, el carácter sagrado, continuará siendo “inviolable”. (Texto oficial en árabe de la nueva Constitución marroquí publicada en el Boletín Oficial del Reino de Marruecos el 30 de julio de 2011)(Traducción oficial al francés)

2. Documento de al-Azhar sobre el futuro de Egipto. El 20 de junio, el gran imam y sheyj de al-Azhar, Ahmad al-Tayyeb, dio a conocer el llamado Documento de al-Azhar sobre el futuro de Egipto, un documento redactado por ule-mas de la institución, la élite religiosa, y también por la élite intelectual y escritores “laicos” y representantes de diversas ten-dencias (Nabil Abdelfattah, Gaber Asfur, Gamal al-Guitani, Yusuf al-Qa‘id, Baha Taher) en un intento de encontrar un tér-mino medio ante la polarización social en el país entre islamistas y secularistas, y promover la unidad de los egipcios, que

Documenta

para el sheyj de al-Azhar es un requisi-to previo para la modernización del país. El documento es, al mismo tiempo, una reivindicación y un reconocimiento del importante papel que ha desempeñado la institución en la historia del país, no sólo como foco de creación de un pensamien-to islámico centrista sino también en la jurisprudencia, la educación, en el movi-miento nacionalista, en el plano cultural y científico y en el renacimiento cultural no sólo de Egipto sino de todo el mundo árabe e islámico. Es una declaración de cómo consideran se debe establecerse la relación entre religión y Estado y los prin-cipios de la política legítima y correcta que deben adoptarse en esta nueva eta-pa de la historia de Egipto, tras el triunfo de la revolución del 25 de enero y ante los retos de la transformación democrá-tica. El documento contiene once puntos que, además de abordar la relación en-tre religión y Estado en el nuevo Egipto, versan sobre el sistema democrático, el desarrollo, la buena gobernanza, la educación, la investigación científica y la independencia de la institución de al-Azhar, a veces puesta en entredicho por la relación establecida con el régi-men anterior. Los reunidos llegaron a acuerdos sobre el apoyo a la creación de un “Estado nacional constitucional democrático moderno” con separación de poderes, derechos y deberes de los ciudadanos sobre la base de la igualdad y en el que la shari‘a, debido al legado de la jurisprudencia en el país, deberá seguir siendo la principal fuente de la legislación, mientras que los no musul-manes podrán recurrir a sus propios códigos en cuestiones de estatuto per-sonal; el sistema democrático basado en elecciones libres y directas que es visto como la fórmula contemporánea de la tradicional “shura” (consulta) en el islam y que garantiza la alternancia en el poder de forma pacífica; el compromiso con las libertades fundamentales (pensamiento, opinión, derechos humanos, el pluralis-mo, el respeto a las diferentes confesiones religiosas y el concepto de ciudadanía; el respeto a la diferencia, al diálogo para evitar la ruptura social; el compromiso con los acuerdos y resoluciones inter-nacionales que se correspondan con las tradiciones de la cultura islámica y árabe; restaurar la dignidad de la nación egipcia y la libertad religiosa; la enseñanza y la investigación científica como el motor del progreso en Egipto; las prioridades del desarrollo y la justicia social, combatir el autoritarismo y la corrupción, acabar con el desempleo; construir las relaciones de Egipto tanto con su entorno árabe como con el islámico, el africano y el internacio-nal, apoyar la causa palestina, proteger la independencia de la voluntad egipcia,

recuperar el papel dirigente histórico del país basándose en la cooperación y el bien común; apoyar el proyecto de la in-dependencia de la institución de al-Azhar, recuperar el Organismo de Grandes Ulemas y sus atribuciones para proponer y elegir el cargo de sheyj de al-Azhar; y, por último, considerar a al-Azhar como el organismo competente en cuestiones is-lámicas, sus ciencias y su legado.

Documento de al-Azhar y la élite egipcia sobre el futuro de Egipto, en árabe)(Traducción inglesa del Documento de al-Azhar y de la élite egipcia sobre el futuro de Egipto)(Rueda de prensa del sheyj de al-Azhar en la que leyó el Documento)

3. Borrador de Principios Fundamentales de la Constitución del Estado Moderno de Egipto. El 16 de marzo de 2011 y a iniciativa de los Hermanos Musulmanes (que en ese momento todavía no habían fundado el Partido Libertad y Justicia), se celebró la primera reunión que con-gregó a dirigentes y responsables de ocho partidos políticos, representan-tes de diversas tendencias políticas e intelectuales y asociaciones civiles y educativas. En esa reunión se plan-tearon y discutieron propuestas para crear un acuerdo democrático sobre los principios fundamentales sobre los que debería levantarse el nuevo régimen político (libertad religiosa, ciudadanía, alternancia en el poder, libertad de opi-nión, de expresión, de manifestación, independencia del poder judicial, etc…). Las reuniones y discusiones continuaron hasta julio. En la reunión celebrada el 14 de junio en la sede del partido Wafd, con representantes de 13 partidos políticos, se decidió que el acuerdo debía ser el fundamento de una alianza democrática basada en la cooperación para construir un régimen democrático y en un acuerdo sobre los principios fundamentales de la nueva Constitución. El 21 de junio se ce-lebró otra reunión, esta vez en la sede del Partido Libertad y Justicia, con la presencia de 18 partidos que acordaron el documento que tiene como objetivo lograr un consenso nacional para cum-plir los objetivos de la revolución del 25 de enero y poner en pie un Estado de derecho basado en la ciudadanía, la igualdad y la soberanía del pueblo. Estas formaciones políticas autodeno-minadas “Coalición Democrática por Egipto” (al-Tahaluf al-Dimuqrati min ayl Misr), acordaron elaborar el Proyecto de Ley de la Asamblea del Pueblo (parlamento) que garantice una amplia representación de los partidos y fuer-zas políticas que impida la corrupción, el retorno de los miembros del viejo

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régimen y el sectarismo. Ese proyecto fue presentado al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que gobierna el país. La Coalición seguirá sus trabajos con el fin de mantener la coordinación en las posturas políticas y en los pro-gramas electorales hasta lograr listas electorales conjuntas con representan-tes de todos los partidos implicados en la Coalición. La finalidad última es for-mar un parlamento que refleje todos los componentes de la nación. En las reuniones de la Coalición Democrática por Egipto participaron representan-tes de diversos partidos: Libertad y Justicia (rama política de los Hermanos Musulmanes), al-Wafd (liberal), al-Ta-gammu‘ (izquierda), Partido Naserista, el Frente Democrático, al-Karama, al-Yil, al-Gad, Partido del Trabajo y Partido de la Civilización y la Tecnología, entre otros. El borrador de Principios funda-mentales de la Constitución del Estado moderno de Egipto, elaborado por los partidos de la Coalición Democrática por Egipto, se considera un resumen de otros 11 documentos presentados por di-ferentes partidos, organizaciones (entre ellas al-Azhar) y personalidades egip-cias, para crear el Estado de derecho democrático y moderno. El documento presenta 21 principios fundamentales y se centra en la libertad, la justicia, la soberanía del Estado de Derecho, la libertad de opinión, de creencia, de expresión, la creación de sindicatos, el derecho al trabajo y a la educación, el islam como la religión del Estado, el pueblo como fuente de la autoridad, el equilibrio de poderes, la República como forma del Estado, el desarrollo y la con-servación del Nilo o la consideración de las Fuerzas Armadas como pertenecien-tes al pueblo y dependientes del Estado. Este documento es visto también como la respuesta de las fuerzas políticas al documento presentado por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas sobre los principios fundamentales del nuevo Egipto. (Texto en árabe del borrador de los Principios fundamentales de la Constitución del Estado moderno de Egipto, acordado por los partidos y fuer-zas reunidas en la Coalición Democrática por Egipto y publicado el 15 de agosto de 2011).

4. Comunicado final de la reunión de la oposición siria celebrada en Damasco el pasado 27 de junio. Esta ha sido la primera reunión de este tipo celebrada en la capital siria desde el estallido de las manifestaciones pro democracia en marzo. La reunión, celebrada de forma pública en un céntrico hotel de la ca-pital, contó con la presencia de unos doscientos activistas de derechos hu-manos, personalidades independientes y opositores (tanto de dentro como de

fuera). Su eslogan fue “Una Siria para todos bajo un Estado democrático civil” y tenía como objetivo buscar salidas a la grave crisis interna. La organización del encuentro corrió a cargo del escritor y activista Luai Huseyn y los congregados consensuaron un documento, llamado “Pacto”, por el que se comprometen a seguir siendo parte “del levantamiento pacífico del pueblo sirio por la libertad, la democracia y el pluralismo que ponga las bases de un Estado democrático y civil de forma pacífica”. Los diez puntos del comunicado final hacen referencia a apoyar el levantamiento popular pacífico para conseguir una transición hacia un Estado democrático, civil y pluripartidis-ta que garantice las libertades políticas, culturales y sociales de todos los ciu-dadanos y la justicia; retirar todos los efectivos de las fuerzas de seguridad de todos los pueblos y ciudades del país y formar una comisión independiente para investigar los crímenes cometidos; garantizar el derecho a manifestarse pacíficamente; la liberación de los pre-sos políticos, los presos de conciencia y todos los detenidos a raíz del levanta-miento; la independencia de los medios de comunicación; la condena de cual-quier incitación sectaria y la reafirmación de la unidad del pueblo sirio; el regre-so de los refugiados y aquellos que se vieron obligados a emigrar garantizan-do su seguridad, dignidad y derechos y compensándolos; condenar cualquier política o llamamiento que fomente o solicite la injerencia extranjera; que se permita a los medios árabes e interna-cionales cubrir lo que ocurre en el país con total libertad; celebrar encuentros similares en las diferentes provincias del país. Esta reunión pública de la oposi-ción siria interna en la capital ha sido no obstante criticada por sectores inmer-sos en la revolución, como la Unión de Coordinadoras de la Revolución Siria, que agrupa a activistas que lanzaron el movimiento de protestas contra el régimen de Bashar al-Asad, ya que con-sideraron que carecía de legitimidad al haberse realizado bajo el paraguas del régimen y que incluso era un intento de dar legitimidad al presidente, lo mismo que criticaron los opositores reunidos por las mismas fechas en Estambul.

(Los diez puntos del comunicado final, en árabe)

5. Iniciativa árabe para Siria. La Liga Árabe decidió intervenir ante la grave situación interna siria tras el comienzo de las manifestaciones prodemocráticas y la dura represión ejercida por el régi-men de Bashar al-Asad. El secretario general de la Liga Árabe, Nabil al-‘Arabi, fue el encargado de presentar ante el presidente sirio, en su viaje a Damasco del 7 de septiembre, una propuesta de resolución de la crisis aprobada por el

Consejo de Ministros de la Liga Árabe.. La Iniciativa tiene como finalidad con-servar la estabilidad y unidad del país y evitar cualquier tipo de injerencia exter-na, bien sea de forma directa o indirecta y garantizar un proceso de reformas en un entorno seguro. La Iniciativa com-prende trece puntos: instar al gobierno sirio a poner a fin a los actos de violencia contra civiles desarmados y eliminar la presencia militar de las ciudades; com-pensación a las víctimas; liberación de todos los presos políticos o los detenidos bajo la acusación de haber participado en las protestas; una declaración clara y concreta de principios por parte del pre-sidente del país que incluya los pasos reformistas, el compromiso con la tran-sición hacia un régimen pluripartidista, el anuncio de elecciones presidenciales abiertas a cualquier candidato; separar al ejército de la vida política y civil; iniciar contactos serios entre el presidente y los representantes de toda la oposición para elaborar una visión programática para la transición del viejo régimen a un régimen plural de acuerdo con tres principios: no a la violencia, no al comunitarismo y no a la intervención extranjera; celebración de un congreso nacional extraordinario del Partido Baaz en el que acepte la transición a un régimen democrático y pluripartidista basado en las elecciones; la Liga Árabe, a instancias del presiden-te, desempeñará el papel de facilitador del diálogo; creación de un gobierno de coalición de unidad nacional con un jefe de gobierno aceptado por las fuer-zas de oposición inmersas en el diálogo encargado de celebrar elecciones parla-mentarias transparentes y plurales bajo observación de la justicia siria y con la presencia de observadores antes de finales de año; el jefe del bloque parla-mentario mayoritario será el encargado de formar un gobierno con todas sus atribuciones en virtud de la ley; el parla-mento electo deberá ser una asamblea constituyente encargada de redactar una nueva Constitución que será sometida a referéndum; un acuerdo sobre un calen-dario fijado para aplicar esta iniciativa; crear un mecanismo de seguimiento de la aplicación de la iniciativa que incluya un grupo árabe.

(Texto en árabe de la Iniciativa Árabe para Siria)

6. Texto de la Declaración de la tra-yectoria de la transición en Túnez. A mediados de septiembre, los partidos que integran el Organismo Supremo para la Realización de los Objetivos de la Revolución, la Reforma Política y la Transición Democrática, firmaron una declaración sobre cómo debía produ-cirse el proceso de transición a la vista de las próximas elecciones a la asam-blea constituyente previstas para el 23 de octubre. En virtud del documento, los

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firmantes expresan su total compromiso con la celebración de los comicios se-gún el calendario anunciado, es decir el 23 de octubre, y con el código de con-ducta de partidos políticos y candidatos publicado por la Junta Electoral durante todo el proceso transitorio. También acor-daron que los trabajos de la Asamblea Nacional Constituyente no deben prolon-garse más de un año y que las consultas y el diálogo entre los diferentes actores debe continuar. Así mismo, los partidos firmantes del documento deberán ela-borar una visión general y flexible de cómo debe realizarse el traspaso de poderes inmediatamente después de la elección de la asamblea constituyente. Acordaron igualmente que el presiden-te y el gobierno provisionales seguirán desarrollando sus funciones hasta que la asamblea constituyente elija un nue-vo presidente de la República. El actual presidente interino convocará la primera reunión de la asamblea nacional constitu-yente tras el anuncio de los resultados de los comicios; la asamblea constituyente

elegirá inmediatamente a su presidente y formará una comisión encargada de redactar el estatuto interno; la asamblea constituyente establecerá el nuevo régi-men de los poderes públicos y en función de ello elegirá al nuevo jefe del Estado; el jefe del Estado encargará a una per-sonalidad la formación del gobierno tras consultas con los grupos parlamenta-rios mientras el gobierno en funciones continúa con sus tareas; el presidente del gobierno someterá su gobierno y su programa a la aprobación de la asam-blea constituyente para la formación del nuevo gobierno; la asamblea constituyen-te, el nuevo presidente de la República y el gobierno comenzarán sus tareas hasta que se le otorguen poderes permanentes en función de la nueva Constitución aprobada por la asamblea nacional constituyente. El Organismo Supremo para la Realización de los Objetivos de la Revolución, la Reforma Política y la Transición Democrática, creado el pasado mes de febrero, está formado por doce partidos políticos (Movimiento de los Demócratas Socialistas, Movimiento

de Renovación, Partido Democrático Progresista, Bloque Democrático por el Trabajo y las Libertades, Movimiento al-Nahda, Partido Socialista de Izquierdas, Partido del Trabajo Patriótico y Democrático, Partido Túnez Verde, Partido de la Reforma y el Desarrollo, Movimiento de Patriotas Demócratas, Congreso por la República y Partido de la Vanguardia Árabe Democrática). El Congreso por la República no firmó la declaración a pe-sar de que sí participó en la elaboración del documento. Además de formaciones políticas, el Organismo incluye también representantes de la sociedad civil, de las regiones, personalidades naciona-les y representantes de familiares de los mártires de la revolución.

(Texto completo en árabe de de la Declaración de la Trayectoria de la Transición)(Página del Organismo Supremo para la Realización de los Objetivos de la Revolución, la Reforma Política y la Transición Democrática)

Jean Pierre Filiu. The Arab Revolution. Ten lessons from the democratic uprising. Londres: Hurst, 2011, 208 págs. El investigador francés Jean Pierre Filiu, profesor asociado del Instituto de Estudios Políticos de París, ofrece un primer análisis de las revoluciones árabes en el que llega a varias conclusiones: los árabes no son una excepción; los musulmanes no son sólo musulmanes; la ira es el poder de los jóvenes; la acción de las redes sociales; los movimientos sin liderazgo pueden triunfar; la alternativa a la democracia es el caos; los islamistas deben escoger; el yihadismo es algo obsoleto; Palestina sigue siendo un mantra; y no hay un efecto dominó en el renacimiento de los países árabes. Filiu intenta, a través de este análisis de la “primavera árabe”, desmontar los estereotipos aplicados a las sociedades árabes que han guiado en muchas ocasiones las políticas adoptadas por los países occidentales hacia sus vecinos.

Escaparate de libros y revistasLibros

VVAA. Hal al-umma al-‘arabiyya 2010-2011. Riyah al-tagyiir (Estado de la comunidad árabe 2010-2011. Aires de cambio). Beirut: Markaz Dirasat al-Wahda al-‘Arabiyya, 2011, 304 págs. Análisis de las transformaciones ocurridas en los países árabes desde principios de 2010 hasta mayo de 2011, incluyendo las revoluciones tunecina y egipcia y sus consecuencias en otros países árabes. Analiza los factores estructurales que han propiciado el estallido de los movimientos de protesta (autoritarismo, corrupción, poder hereditario, desarrollo débil), junto con los factores desencadenantes. El informe también analiza la reconciliación palestina de mayo de 2011.

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François Ireton y Vincent Battesti (Dirs.). L´Egypte au présent. Inventaire d´une société avant révolution. Arles: Actes Sud, 2011, 1184 págs. Una obra de referencia que examina las transformaciones profundas de la sociedad egipcia y los bloqueos institucionales y políticos impuestos por el régimen del ahora ex pre-sidente Hosni Mubarak. Esta obra colectiva reúne a cuarenta investigadores especialistas en Egipto y en sus diferentes aspectos (economía, sociedad, política y cultura) y es una buena base para contextualizar la reciente revolución del 25 de enero. En sus diversos capítulos nos podemos asomar a las tensiones demográficas y su impacto en la adecuación del territorio y en el medioambiente; la situación política y los mecanismos que permitieron el mantenimiento del régimen de Mubarak desde 1981 hasta 2011; las llamadas “reformas” económicas que contribuyeron a la institucionalización de la corrupción y a la agudi-zación de las desigualdades sociales; la vida cotidiana (salud, educación, empleo, consumo, las mujeres y los jóvenes, la justicia); el lugar de la religión en la sociedad; los medios de comunicación y los debates intelectuales. Vincent Battesti es investigador en el CNRS, y trabaja en el Museo Nacional de Historia Natural en París. Es autor de diversos estudios antropológicos en el norte de África y Oriente Medio.

François Ireton es socio-economista en el CNRS (SEDET, Universidad París Diderot) especializado en Egipto.

Hamit Bozarslan. Sociologie politique du Moyen-Orient. Paris: Editions La Découverte, 2011, 126 págs. Hamit Bozarslan, historiador y politólogo, es director de estudios en la EHESS. Este estudio es un intento de síntesis del conocimiento existente sobre el “Oriente Medio político”, interrogándose sobre cómo se ha ido generando ese conocimiento. El autor reflexiona sobre el concepto de “Oriente Medio”, cómo ha ido cambiando su contenido en las últimas déca-das; sobre varios paradigmas que han marcado los análisis sobre Oriente Medio (modernidad; islamidad; la ‘asabiyya y la da‘wa; el tribalismo). En el capítulo tercero analiza los Estados, el concepto de Estado y presenta una tipología de los sistemas políticos en Oriente Medio. En otro capítulo, titulado “Mobilisations et imaginaires politiques, processus de radicalisation et contestation”, el autor reflexiona sobre la contestación política tanto en el siglo XIX como en el XX. Otro capítulo está centrado en el análisis del hecho comunitario y minoritario, tomando como caso de estudio la sociedad libanesa. En el último capítulo, Hamit Bozarslan evoca el problema de las “generaciones”, lo que permite comprender las transformaciones políticas de las sociedades de Oriente Medio.

Noel Brehony. Yemen Divided: The Story of a Failed State in South Arabia. Londres: I.B.Tauris, 2011, 288 págs. Una exposición de la historia de la República Democrática Popular de Yemen (Yemen del sur), desde su fundación como república comunista ligada a la órbita soviética en 1967, tras una lucha armada contra la administración colonialista británica, hasta el proceso de unificación de 1990 y sus traumáticas consecuencias, que desembocaron en un breve conflicto armado. La obra sirve para entender el actual sur del Yemen, una zona de gran inestabilidad donde todavía se escuchan con fuerza los llamamientos independentistas.

Eva Wegner. Islamist Opposition in Authoritarian Regimes. The Party of Justice and Development in Morocco. Syracuse: Syracuse University Press, 2001, 208 págs. Un estudio sistemático con un amplio trabajo de campo realizado en Marruecos entre 2003 y 2007 que incluye numerosas entrevistas personales con miembros, candidatos y líderes de la formación islamista marroquí Partido de Justicia y Desarrollo (PJD). Este estudio busca respuestas a una serie de preguntas de partida analizando la trayectoria del PJD desde 1992 hasta 2007: ¿cuáles son las formas de movilización electoral de la oposición islamista? ¿Cuáles son los factores clave que influyen en la praxis de estos partidos? Eva Wegner, investigadora en la unidad sobre Trabajo y Desarrollo en Sudáfrica en la Universidad de Cape Town, analiza las limitaciones organizativas, ideológicas e institucionales de esta formación islamista marroquí y muestra cómo el PJD consiguió un gran progreso electoral construyendo un partido con una buena organización manteniendo su apoyo al movimiento islamista y posicionándose como el único partido realmente de oposición. El fra-caso del partido en las últimas elecciones se debió a las concesiones que tuvo que hacer para asegurar su legalidad y a un cierto distanciamiento del movimiento islamista.

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Revistas

al-Mustaqbal al-‘Arabi, nº 390 (agosto 2011). Este número incluye cinco investigaciones: La pro-moción internacional de la democracia en el espacio árabe (Kamal Muyahidi), Intercambio de oportunidades y limitaciones entre la política y los medios de comunicación (Muhammad Shalabi), El conocimiento y la soberanía (Antoine Zahlan), La falacia del dicho “Tierra de Promisión” en la teología judía (Ahmad Awwad al-Rahmun), Problemática de la identidad en Iraq (Ali Abbas Murad) y La crisis del Estado en la nación árabe (Wayih Kawtharani). El dossier está centrado en las características del sistema democrático buscado por los países del Consejo de Cooperación del Golfo e incluye tres análisis: la repercusión de las movilizacio-nes árabes por la democracia en Bahrein (Ali Muhammad Fajru), en la opinión pública saudí (Muhammad Ben Sanyatan) y sobre la finalización o pervivencia de la primavera árabe (Yasem Jaled al-Saadun). La revista incluye sus habituales secciones de reseñas bibliográficas, tanto de lenguas europeas como en árabe, y documentación.

Afkar/Ideas, nº 30. Número dedicado a lo que denomina “sublevaciones árabes”, con apor-taciones de Leila Said (El predicador sirio), Bahgat Korany (De la excepcionalidad árabe a la ‘Primavera árabe’), Frédéric Volpi (Revoluciones democráticas y resistencia autoritaria en el norte de África), Carlos Echeverría (Las Fuerzas Armadas en las revueltas árabes), David Reher y Miguel Requena (Un perfil demográfico del mundo árabe), Ahmed Driss (La UE, el Mediterráneo y la democracia), Norman Birnbaum (Primavera árabe e invierno americano), Yassin Temlali (¿Final o renovación del arabismo?), Salam Kawakibi (Transiciones convul-sas en Túnez y Egipto), Yadh Ben Achour (La voz del derecho en la transición democrática), Valentina Saini (los Hermanos Musulmanes del Egipto post Mubarak), José Enrique de Ayala (La intervención internacional en Libia), Ignacio Álvarez-Ossorio (El laberinto sirio), Miguel Hernando de Larramendi y Laurence Thieux (Los regímenes marroquí y argelino ante las pro-testas), Marta Saldaña y Leyla Hamad (Movimientos de protesta en Yemen y Bahréin), Iván Martín (Norte de África: la revolución económica pendiente), Pierre Beckouche (Financiación europea para el desarrollo mediterráneo), Alejandro Lorca y Gabriela González de Castejón (Geopolítica del mercado euro-asiático de la energía), Ihsane el Kadi (La revolución: factor de convergencia de unas economías del Magreb dubitativas), Ismail Alexandrani (Una ge-neración mercurial en Twitter), Abdeljalil Akkari (Educación, jóvenes y revueltas en el mundo árabe), Yves Gonzalez-Quijano (De la subcultura globalizada a la contracultura revolucionaria), y Xavier Argall (Revueltas y transiciones políticas: impacto en las migraciones (Observatorio Euromediterráneo).

Mouvements, nº 66, 2011/2. Este número de la revista editada por Editions La Découverte está dedicado a la “primavera árabe” y lleva el título Printemps arabes.Comprendre les révolutions en marche. El número, dirigido por Agnès Deboulet y Dimitri Nicolaïdis, incluye artículos de Hamit Bozarslan (Reflexiones sobre las configuraciones revolucionarias tunecina y egipcia), Michel Camau (Movilizaciones populares árabes y crisis de liderazgo), Isabelle Berry-Chikhaoui (Los comités de barrio en Túnez), Iman Farag (La historia y la memoria a propósito de la revolución egipcia), Sarah Ben Néfissa (Revolución civil y política en Egipto), Michaël Béchir Ayari (Las nue-vas tecnologías en las revoluciones tunecina y egipcia), Amin Allal y Vincent Geisser (Revolución o intifada en el caso tunecino), Françoise Clément y otros (El papel de las movilizaciones obreras y sindicales en la caída de Mubarak), Lahouari Addi (El régimen argelino tras las revueltas ára-bes), Abdellah Tourabi y Lamia Kaki (¿Una revolución monárquica en Marruecos?), Pénélope Larzillière (Contestación y autoritarismo liberal en Jordania), Laurent Bonnefoy (El efecto domi-nó y la revolución yemení), Isabel Schäfer (Las políticas euromediterráneas ante la primavera árabe), Philip S. Golub (EEUU frente a las revoluciones democráticas árabes), y Avi Shlaim (Israel, EEUU y la primavera árabe). Casa Árabe-Instituto Internacional de Estudios Árabes y del Mundo Musulmán

C/ Alcalá nº 62 - 28009 Madrid - C/ Martínez Rucker nº 9 - 14003 Córdoba www.casaarabe.es

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Mayallat al-Dirasat al-Filistiniyya, Vol. 22, nº 87 (verano 2011). El último número de la Revista de Estudios Palestinos ofrece al lector artículos de Elias Juri (La Nakba, la reconciliación y la libertad), Faruq Mardam Bek (Los intelectuales franceses y la cuestión palestina), Ibrahim Ibrash (Las revoluciones árabes y Palestina) y un dossier dedicado al movimiento político pa-lestino editado por Yamil Hilal con aportaciones de Muhannad Abdelhamid (La lucha en torno a Fatah), Haydar Awwadallah (La izquierda palestina), Muhammad Hiyazi (Hamas entre la participación y el aislamiento), y Mayid Kigali (La experiencia de la acción política palestina en Siria). La revista incluye otras secciones (Cuestiones israelíes, Página de la Historia, Reseñas de Libros, Documentos Palestinos, Árabes, Israelíes e Internacionales) y puede consultarse en:http://www.palestine-studies.org/ar_journals.aspx?href=issue&jid=3&iid=87

Politique Africaine, nº 121 (marzo 2011). Este número incluye dos dosieres: uno de ellos, coor-dinado por Béatrice Hibou, gira en torno a la revolución tunecina con contribuciones de Hamza Meddeb (L’ambivalence de la «course à “el khobza”». Obéir et se révolter en Tunisie), Amin Allal (Germes d’un passage au politique de jeunes hommes de quartiers populaires lors du moment révolutionnaire à Tunis) y una entrevista con Sadri Khiari que bucea en las causas de la revolución.