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ANTONIO BUERO VALLEJO LA DOBLE HISTORIA DEL DOCTOR VALMY JUECES EN LA NOCHE LAS TRAMPAS DEL AZAR EDICIÓN, INTRODUCCIÓN Y NOTAS DE MARTHA HALSEY CLÁSICOS CASTALIA

Buero Vallejo - La Doble Historia Del Doctor Valmy

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  • ANTONIO BUEROVALLEJO

    LADOBLE HISTORIADEL DOCTORVALMY

    JUECESEN LANOCHELAS TRAMPASDELAZAR

    EDICIN, INTRODUCCINYNOTASDEMARTHA HALSEY

    CLSICOSCASTALIA

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  • LADOBLEHISTORIA

    DELDOCTORVALMY

    RELATOESCNICOENDOSPARTES

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  • Esta obra se estren el 29 de enero de 1976, en el TeatroBenavente1, de Madrid, con el siguiente

    REPARTO(Por orden de intervencin)

    SEOR DE ESMOQUIN .................... Jos Albiach.SEORA EN TRAJE DE NOCHE ...... Carmen Guardn.SECRETARIA .......................................... Mara Abelenda.DOCTOR VALMY ................................ Andrs Mejuto.MARY BARNES .................................... Marisa de Leza.ABUELA .................................................. Carmen Carbonell.DANIEL BARNES ................................ Julio Nez.MARSAN .................................................. Guillermo Carmona.PAULUS .................................................. Carlos Oller.POZNER .................................................. Jos lvarez.LUIGI ....................................................Primitivo Rojas.

    ANBAL MARTY .................................. Santiago Herranz.LUCILA MARTY .................................. Ana Marzoa.ENFERMERO (no habla) .................. XX.

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    1 La doble historia del doctor Valmy, escrita en 1964, tuvo queestrenarse fuera de Espaa. Varios empresarios espaoles expre-saron su inters en estrenarla pero, tras consulta con la censura,abandonaron el proyecto ya que sta exiga cambios que Buerono quiso aceptar, como la supresin de la pareja de etiqueta, loque habra convertido la doble historia en singular. Vase Pa-tricia W. OConnor, Censorship in the Contemporary SpanishTheater and Antonio Buero Vallejo, en Hispania,52,nm.1(1969),pp.280-288. As, en 1967, Buero autoriz la publicacin de la obray la versin inglesa en Artes Hispnicas/Hispanic Arts, revista

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    La accin, en Surelia: un pas lejano. En nuestra poca.Derecha e izquierda, las del espectador.

    Espacio escnico VICENTE VELA. Direccin ALBERTO GONZLEZ VERGEL.

    Fueron utilizados exclusivamente fragmentos musicales deJ. S. Bach, interpretados al rgano por Alfonso Cifuentes.

    NOTA DEL EDITOR: Los fragmentos encerrados entre corchetesfueron suprimidos en las representaciones para redu-cirlas a la duracin habitual de aquel entonces. Son unaopcin, definida por el propio autor, para montajes mscortos, si las condiciones de produccin lo requiereno el director as lo desea.

    bilinge publicada por la Universidad de Indiana. El estrenomundial de la versin inglesa tuvo lugar en el Gateway Theatrede Chester (Inglaterra) en 1968. En tiempos oscuros Buero habamontado obras difciles, forzando los lmites de lo posible, paradenunciar las injusticias y la opresin de la dictadura. En LasMeninas, estrenada en 1960, haba descrito la poca de Velzquezcomo una edad de dolor que slo el tiempo se llevara, dejan-do claros los paralelismos con la poca franquista. Pero estrenarun drama contra la tortura policial en 1964-1965 fue imposible,sobre todo siendo Buero ex preso poltico. Es ms: en 1963, uncentenar de intelectuales espaoles, entre los que figuraba Buero,firmaron un documento contra los casos de tortura ocurridos enAsturias. De 1962 a 1964 la recesin y la aceleracin de la emi-gracin al exterior en busca de trabajo haba resultado en unanueva militancia obrera. En 1963, a la violenta represin de lashuelgas ocurridas en Asturias le siguieron acusaciones de tortura.La carta de los intelectuales documentaba una muerte a conse-cuencias de malos tratos y varios casos de torturas, incluso unacastracin, y exiga que se investigara lo ocurrido. Fernando Jure-gui y Pedro Vega, Crnica del antifranquismo (II), Argos Vergara,Barcelona, 1984, pp.47-48. El gobierno deneg la peticin e im-pidi el estreno de obras teatrales de algunos de los firmantes. Enlos casos de stos la censura se endureci notablemente.

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  • EL DECORADO

    Una estructura muy simple, sin techo y en dos planos,sobre un fondo neutro. El plano anterior es una plataformarectangular, cercana a la embocadura, que abarca desde ellateral izquierdo hasta los dos tercios largos de la escenay corresponde a la casa de los Barnes. Slo hay pared com-pleta en el lateral izquierdo, con una puerta encortinaday sillas a sus dos lados. La pared del foro posee la mismaaltura slo en un corto trecho; de izquierda a derechavemos un radiador, con la reproduccin de alguna pinturamoderna colgada encima, y otra puerta encortinada. A con-tinuacin, lmpara de pie y un sof adosado a la pared.Hacia la mitad del sof ya no vemos pared; sta se quiebraen lnea oblicua cerca de la puerta hasta llegar al centro delmueble y corre tras l hacia la derecha dibujando una fajano mucho ms alta de un metro que termina en el nguloposterior derecho de la plataforma. A continuacin del sofy hasta dicho ngulo, una estantera baja con libros cubreexactamente la faja de pared y presenta en su centro lapuerta de un armarito para licores. Ante el sof, mesita bajade cristal, con un florero vaco. Cerca del ngulo anterior de-recho de la plataforma, un silln y mesita con telfono a suizquierda. En el centro de la habitacin una cuna niqueladacon ruedecillas. Una de las sillas del lateral izquierdo est

    ahora a su lado.

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  • El plano posterior corresponde a una oficina de la S. P. Seencuentra a la altura de la faja de pared tapada por la li-brera de los Barnes y a ella se adosa. Dibuja una grandey ancha ele cuyo primer segmento empieza donde terminala quebradura del foro en la casa de los Barnes y llega hastael lateral derecho del escenario; el segundo segmento avan-za desde all hacia la embocadura y termina a la alturaaproximada de la mitad del borde derecho de la primeraplataforma. Una faja de muro, de la misma altura por con-siguiente que la librera, lo limita frontalmente. Sbesea esta oficina por dos lugares: el primero corresponde a sulado izquierdo, donde no hay pared y en cuyo borde termi-na una escalera invisible, situada tras el foro de la habita-cin anterior. El segundo acceso es una escalerilla frontalsituada entre el borde derecho de la primera plataformay el saliente de la segunda. Arranca, por lo tanto, de la mis-ma lnea inferior del muro frontal a sta y muere a la alturade la plataforma posterior junto a la librera. El tringuloformado por su lado izquierdo libre representa, en ngu-lo diedro con la librera, un trozo de pared de la casa de losBarnes; adosada a la derecha de la escalerilla se dibuja laescueta pared triangular que a su vez forma el corte delmuro donde la escalerilla se inserta. La oficina es muy es-quemtica: el foro tiene una puerta cercana al lateral dere-cho y, lo mismo que el de la habitacin de los Barnes, peroa la inversa, arranca oblicuamente desde el ngulo poste-rior izquierdo de la plataforma, describe una corta fajahorizontal de pared y vuelve a subir para alcanzar completaaltura desde la mitad de la habitacin hasta su ngulo pos-terior derecho. La pared del lateral derecho es asimismoincompleta: cerca del ngulo antedicho se quiebra en unalnea oblicua que desciende hasta el ngulo anterior derechodel suelo. Sesgada y en el centro de la ele, una mesa de ofi-cina con carpetas, papeles, telfono de lnea mltiple y su

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  • silln tras ella. A su izquierda, una silla. Contra la faja depared del foro, un desvencijado sof. A la izquierda de ste,un perchero. En el ngulo de las dos paredes, mesita con

    mquina de escribir y su silla.

    Trtase, pues, de dos habitaciones ensambladas y a distintaaltura. Juntas en la escena, encuntranse en la ficcin muydistantes; y, si el aspecto general de la primera es pulcro

    y grato, el de la segunda resulta fro e impersonal.

    Por el primer trmino de ambos laterales del escenario,espacio libre para entradas y salidas.

    En el primer trmino izquierdo del escenario y delante de lacasa de los Barnes, el banco de piedra de un parque.

    En el holgado espacio rectangular que las dos plataformasdejan libre en el primer trmino derecho del escenario,cmodo silln de orejas con una silla a su izquierda: es el

    consultorio del doctor Valmy.

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  • P A R T E P R I M E R A

    (Twist trepidante en un piano. El teln no se alza. Por laizquierda aparece una SEORA EN TRAJE DE NOCHE y gene-rosamente enjoyada. Casi inmediatamente, aparece por laderecha un SEOR DE ESMOQUIN. La SEORA es rubia y anjoven. El SEOR es apuesto. Ambos sonren. Con agra-dable y segura diccin hablan sobre la msica, un tanto

    amortiguada.)

    SEOR. Queridos amigos...

    SEORA. Conocemos la historia que les van a contar.

    [SEOR. Antes nos la han contado a nosotros.

    SEORA.] Es falsa.

    SEOR. [Falsa] o, por lo menos, muy exagerada.

    [SEORA. Y no han sido ustedes congregados aqu paracreerse nada, sino para pasar un rato agradable...

    SEOR. Ya saben cul es la manera: gozar de lo que se noscuenta sin llegar a creerlo.] Queremos recordrselo,porque siempre puede haber algn ingenuo dispues-to a dar por ciertos los mayores desatinos.

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  • SEORA. O personas que conserven una reprobable afi-cin al melodrama. (El teln se alza sobre el escena-rio en penumbra. En el silln de orejas de la derecha,El DOCTOR VALMY descansa, ensimismado. En lasilla contigua, su SECRETARIA, con un cuaderno y unlpiz, lo mira y parece aguardar. En la cuna de lacasa de los Barnes duerme un nio de pocos meses.La ABUELA, sentada a su lado, lo mira.)

    SEOR. [Por si las hay entre ustedes,] les repetiremos algomuy sabido: todo el que cuenta una historia la recarga.

    SEORA. Y la aproxima: siempre parece como si hubiesesucedido a nuestro lado.

    SEOR. Eso tambin debemos dejarlo claro. Si sucedialgo parecido no fue entre nosotros. Esas cosas talvez pasen, si pasan, en tierras an semibrbaras...

    SEORA. En algn pas lejano.

    SEOR. Permanezcan, pues, tranquilos[, ya que la historia,probablemente falsa, nos llega adems de otras tie-rras y no nos atae].

    SEORA. Y, sobre todo, conserven la sonrisa. En el mundohubo y hay [todava] muchas desgracias; pero, a cos-ta de ese precio, hemos aprendido a sonrer.

    SEOR. Y la sonrisa es el ms bello hallazgo de la huma-nidad. No la pierdan!

    SEORA. No la pierdan nunca. (El SEOR se fue acercan-do a la SEORA durante la escena.)

    SEOR. Ahora, ya pueden escuchar. (Se inclinan los doslevemente. El SEOR toma del brazo a la SEORA ysalen ambos por la izquierda. Del twist, el piano pasa

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  • ininterrumpidamente al Nocturno en mi bemol ma-yor, de Chopin. Crece la luz sobre el DOCTOR y laSECRETARIA. El DOCTOR VALMY viste un traje sen-cillo y correcto, tiene unos cuarenta aos y parecefatigado. La SECRETARIA, de aspecto agradable, noes mucho ms joven.)

    SECRETARIA. Quiere que lo dejemos, doctor?

    DOCTOR. [No. Es que] estaba recordando... Quiere repetir?

    SECRETARIA. (Descifra sus signos.) La primera historiaha terminado.

    DOCTOR. Gracias. (Dicta.) [La primera historia ha termi-nado.] Vamos, pues, con la segunda2. Pero antes...(Calla, pensativo. Se levanta.) Antes se me permitiruna reflexin. (Da unos pasos. Se detiene.) Cuandonos decidimos a publicar nuestras historias clnicas,todos los mdicos preferiramos contar[, al modo deun novelista mediocre,] aquellos casos que termina-ron felizmente. [Pero los que dejaron malparadanuestra eficiencia profesional son, a veces, ms ejem-plares... (Mira a la SECRETARIA.)

    SECRETARIA. Ejemplares.

    DOCTOR.] Igual que los enfermos, quisiramos olvidarnuestros fallos. Pero [ellos, un da, acuden a nuestraconsulta y nosotros, un da, publicamos un libro. No

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    2 Valmy anuncia el comienzo de la segunda historia y explica quela primera ya ha terminado. Poco a poco sabremos que las doshistorias forman una sola y que, para entender la segunda, la quedicta, es necesario relacionarla con la primera. En 1979, JohnKronik afirm que La doble historia era el drama de mayor com-plejidad estructural de Buero. De Un soador para un pueblo aEl tragaluz, en Estreno, 5, nm. 1 (1979), p. 6.

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  • somos tan indiferentes al sufrimiento como se nossupone;] el recuerdo de los desdichados a quienes nohemos sabido ayudar [nos] persigue [durante la vidaentera]. Incluso al mdico que logra olvidar[; a selo persigue] de otra manera, pero tambin lo persigue.

    SECRETARIA. Lo persigue.

    DOCTOR. Estos libros son tambin nuestras confesiones.[Debo reconocer que...] en esta segunda historia...no creo haberme portado bien. [Ante el enfermo,] unmdico debe guardarse sus antipatas y yo no supedisimular lo bastante. Si hice mal, el lector me juz-gar. (Calla3).

    SECRETARIA. Juzgar.

    DOCTOR. En su mayor parte, los seres humanos son vul-gares. [Esto nos permite apuntarnos modestos xitos;]las situaciones que les llevan a enfermar suelen estara la altura de ellos mismos. Pero, qu sucede cuan-do un ser vulgar se enfrenta con una situacinextraordinaria? Mi cliente era un hombre vulgar.

    SECRETARIA. [Un hombre] vulgar.

    DOCTOR. No [lo era] por falta de sensibilidad, sino por ca-recer de valor. Pero [no puedo evitar la sospecha de

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    3 El doctor no es un narrador distanciado del caso clnico que dictay que se escenifica ante el pblico teatral. Toma parte en el rela-to: en las escenas tanto con el polica Barnes como con su espo-sa Mary, a quien conoca mucho antes de que se casara con elpolica. Y Valmy explica al pblico que el caso de Barnes le ator-menta porque sabe que no pudo ayudarle, precisamente porqueno supo compadecerle por toda la repulsin que le inspiraba.Como dice que el relato que dicta ser su confesin, quiz esposible hablar de una tercera historia, la del doctor mismo.

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  • que,] en su situacin, [muy] pocos hombres lo ha-bran tenido. Acaso yo tampoco.

    SECRETARIA. Yo tampoco.

    DOCTOR. (Suspira.) [Haca ya tiempo que me haba es-tablecido en la capital y] D. B. viva no lejos de miconsulta.

    SECRETARIA. Perdn. Cmo ha dicho?

    DOCTOR. De, punto, be, punto.

    SECRETARIA. Ya. Perdone.

    DOCTOR. Era un hombre simptico y expansivo: a prime-ra vista, lo contrario de un enfermo. Su mujer[, ya nomuy joven,] lo adoraba. (Se ha ido acercando a laizquierda y se sienta en el banco, ahora iluminado.)Yo la haba tratado, cuando [an] era soltera, de algu-nos trastornos nerviosos que cedieron fcilmente a losfrmacos... y al matrimonio. De tarde en tarde ella y yonos encontrbamos por [la calle o al cruzar] el par-que cercano. (Entra por la derecha MARY BARNES, quecruza, sonriente, y se detiene ante el DOCTOR. Esuna mujer delgada, madura, atractiva. Viste con ele-gante sencillez y lleva una bolsa y unas flores. LaSECRETARIA sigue escribiendo.)

    MARY. Buenos das, doctor!

    DOCTOR. Buenos das, seora. (Se levanta y le da la mano.)De la compra?

    MARY. [Y qu remedio!] Mi suegra[, la pobre,] ya no estpara el trote de los mercados. Mire qu flores mslindas! Quiere una?

    DOCTOR. En sus manos lucen ms.

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  • MARY. Le he visto de lejos y me he dicho: Ser posibleque el doctor se haya sentado en ese banco?

    DOCTOR. Algunas veces me quedo por aqu unos minu-tos. El parque es bonito.

    MARY. No me ha entendido, doctor. [Me refera a este banco.

    DOCTOR. A este banco?

    MARY. (Re.) Es una historia muy romntica!] Mi maridoy yo nos conocimos en este banco.

    DOCTOR. De veras?

    MARY. [(Suave.) S... Aqu fue.] Pero contine sentado,por favor! (Le tiende la mano.)

    DOCTOR. (Se la estrecha.) De ninguna manera. (Re.) Yano me atrevera a profanarlo... (Con mirada profe-sional.) Tiene usted un aspecto inmejorable.

    MARY. Todo va perfectamente!

    DOCTOR. Me alegro. [Aunque an no tengo el gusto deconocerlo,] saludos a su esposo.

    MARY. [Muchas] gracias. Algn da se lo presentar. l...siempre anda tan ocupado...

    DOCTOR. (La mira con inters.) Claro.

    MARY. [Quiz] podra usted venir una noche a cenar connosotros?

    [DOCTOR. Muy amable, seora.

    MARY.] Le telefonear para convenirlo!

    DOCTOR. De acuerdo.

    MARY. Adis, doctor.

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  • DOCTOR. Buenos das, seora. (MARY BARNES sale por laizquierda bajo la mirada del DOCTOR.) Afectuosa,pero distante: Nunca telefone. [En el fondo seguasiendo una persona nerviosa.] Tenan un nio depocos meses y la madre del marido era una ancianacasi sorda [con la que nunca cruc la palabra]. (Luzsobre la cuna y la ABUELA. El piano pasa sin inte-rrupcin a la Cancin de cuna, de Brahms. El DOC-TOR VALMY suspira y se va acercando a la derecha.)Los psiquiatras sabemos [bien] que toda historiahumana, por odiosa que resulte, quisiera haber sidouna historia de amor y de belleza. Esta segunda his-toria tambin quiso serlo y [pienso] por ello [que],en vez de callarla, quiz sea preferible mostrar dequ modo, si bien desfigurados, latieron bajo ella elamor y la belleza que todos buscamos.

    [SECRETARIA. Entonces...

    DOCTOR. Cmo?

    SECRETARIA. Perdn.

    DOCTOR. No, no. Diga...

    SECRETARIA. Entonces, quiz lo sea, pese a todo.

    DOCTOR. El qu?

    SECRETARIA. Una historia de amor y de belleza... (El DOC-TOR la mira con insistencia y no contesta. Luego]inclina la cabeza y sale por la derecha. La SECRETA-RIA se levanta y sale tras l. Sobre las notas de laCancin de cuna, habla la abuela.)

    ABUELA. Ya conoces a tu abuela, eh? O es que me pidescuentos? Re, re... [Tambin tu pap me echaba risi-tas para que se los contase. Y los entenda como t,]

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  • que s que los entiendes, que lo s yo muy bien... Puesvers: rase que se era un nio [pequeito], msbonito que el sol, que se llamaba... Danielito! (Re.)Ya sabes tu nombre, picarn? [Si no me refieroa ti, tonto,] si es el cuento que yo le contaba a tu pap!(Suspira, en otro tono.) Ay, Dios mo. Pues vers:Danielito tena una mam que lo adoraba. [Bueno:una abuelita.] Y deca su mam: mi Danielito se har[fuerte y] grande como un capitn. Y Danielito son-rea. Y como es tan guapsimo, todas las nenas sevolvern locas por l. [Y como es tan buensimo, to-dos querrn ser sus amigos.] (Suspira.) Ay, Dios mo.Y como es tan listsimo, cuando le crezca el bigoteser la alegra de su mam viejecita y los dos visita-rn todos los pases de este mundo hermoso, y losrecibirn gritando: Viva el gran Danielito! Y Danie-lito sonrea... (El piano calla. La ABUELA levanta lacabeza.) [Creo que he odo la puerta...] (Se levanta.MARY aparece en el foro con la bolsa, las flores y unperidico doblado.)

    MARY. (Le habla en voz muy alta.) Hola, abuela. Quiereel peridico?

    ABUELA. Bueno. (Lo coge y busca en el delantal el estu-che de sus gafas. MARY pone las flores en el florerode la mesita. Luego deja la bolsa sobre la silla con-tigua a la cuna.)

    [MARY. Le ha dado guerra el nio?]

    ABUELA. Qu va. Se despert hace un momento. (Va asentarse al silln del telfono y se pone las gafas.)

    MARY. (Acaricia al nio.) Qu dice mi cordero? Con-tento de que vuelva su mam? [S? Vamos] a ver

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  • qu tal anda ese culito, cochinn, que t eres como lafuente de la plaza. (Mete la mano bajo el embozo ypalpa. La ABUELA mira.)

    ABUELA. Ya le cambi yo. (Vuelve a leer.)

    MARY. Lo hace porque le encanta verte las cositas, nocreas. [Pues yo tampoco me quedo sin vrtelas antesde comer, descuida. (Mira su reloj.) En cuanto te del bibern vas a abrir el grifo...] (Se incorpora.) Hallamado Daniel, abuela?

    [ABUELA. Eh?

    MARY.] Que si llam Daniel!

    ABUELA. No.

    MARY. (Al nio.) No me mires as, que ya s lo que quie-res. (Le hace un mimo y recoge la bolsa para mar-charse.)

    ABUELA. Viene cada vez ms soso el peridico.

    MARY. (Se detiene.) Pero, abuela!

    [ABUELA. Eh?

    MARY.] (Va hacia ella.) Hoy trae la puesta en rbita denuestra estacin espacial! No ha ledo la primeraplana?

    ABUELA. Yo voy siempre a otras pginas.

    MARY. (Menea la cabeza, sonriente.) Voy a preparar elbibern. (Se encamina a la izquierda.)

    ABUELA. (Contrariada.) Ya han vuelto a cambiar pro-gramas en la televisin. Esta noche no dan Barriodel Este.

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  • MARY. (Se detiene y sonre.) [Lo siento por usted.]

    ABUELA. (Deja el peridico sobre la mesita y se levanta,quitndose las gafas.) No le toca el bibern alnio? (Va a la silla contigua a la cuna y la lleva a surincn.)

    MARY. Le acabo de decir que iba a prepararlo! Por quno se pone el aparato?

    ABUELA. Oigo bien.

    MARY. (Sonre.) [Hoy tiene usted mal da.] (Va a salir.)

    ABUELA. Cundo termina tu licencia?

    [MARY. No sabe que es ilimitada?

    ABUELA.] (Da unos pasos hacia ella.) No piensas volvera tu escuela?

    [MARY. (En voz queda.) Quiere que me vaya, verdad?

    ABUELA. Qu?...] Te lo digo porque necesitas distraerte.Casi no sales...

    MARY. (En voz queda y sonriente.) Le gustara quedarsesola con su hijo y su nieto, eh? Pero no le guardorencor. (La ABUELA, que intenta or, da un paso mshacia ella.)

    ABUELA. (Irritada.) Podras hablar ms alto!

    MARY. (Va a su lado.) Le deca que estoy muy a gustoas! (La besa.)

    ABUELA. (Seca.) Vamos [a la cocina], que hay que aviarel puchero.

    MARY. (Re.) Y el bibern! (La toma del brazo y van ha-cia la izquierda.)

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  • ABUELA. (La detiene.) Oye... Y Daniel, est a gusto?

    MARY. (Seria.) A qu viene eso?

    ABUELA. No hacis ms que cuchichear.

    [MARY. (Inmutada.) Est cansado. Ahora tienen muchotrabajo.

    ABUELA. (Lo piensa.)] Est raro.

    MARY. (Sin mirarla.) Figuraciones suyas. (La conduce. Sele ilumina la cara y se detiene.)

    ABUELA. Han llamado?

    MARY. (Le da la bolsa.) He odo el llavn! (Corre al foro,al tiempo que aparece DANIEL. Es un hombre debuen aspecto y aire deportivo. Ella se echa en susbrazos.)

    DANIEL. Hola, pitusa. (Se besan.)

    MARY. Te quedas a comer?

    DANIEL. Si no me llaman...

    MARY. Qu alegra! (Vuelve a besarlo. La ABUELA los mira,molesta.)

    DANIEL. Hola, mam. (Va hacia ella. MARY le sigue, col-gada de su brazo.)

    ABUELA. Hola, hijo. (Se besan.)

    [MARY. Quieres flan de postre? Hay huevos suficientes.]

    DANIEL. [Buena idea!] Y el cominito? (Va a la cuna,seguido de su mujer.)

    MARY. Hecho un sol. Mira quin ha venido, cordero! (Sesitan a ambos lados de la cuna.)

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  • DANIEL. [Hola,] buena pieza! (Se inclina y besa al nio.)chame una risita, anda!... As! (Ren los dos. LaABUELA se acerca, sonriente; se siente desplazada.)[Muchos] saludos del seor Paulus, mam. (Va ha-cia la librera. MARY va tras l.)

    ABUELA. Siempre tan cumplido.

    DANIEL. Pues s. Nunca deja de drmelos. (Saca una pis-tola de una funda sobaquera, comprueba el seguroy la deja sobre la librera.) [Cuntos aos hace queno lo ves?]

    ABUELA. Cuando el nio crezca, [supongo que] buscarsotro sitio para ese chisme.

    DANIEL. Claro, mam.

    [MARY. (Le rodea el talle con el brazo.) No crees t queel seor Paulus ha debido de ser un antiguo amor detu madre?

    DANIEL. (Le pasa el brazo por los hombros.) Cualquierasabe. Pero es como ella dice: muy cumplido.] (Vahacia la cuna.) [La estampa misma de la correccin,del deber... Uf!] (Le hace una castaeta a su hijo.)Qu hay, barbin? (Re. MARY vuelve a tomarlo porel brazo.)

    ABUELA. Te quedas a comer?

    DANIEL. (Asiente.) S. [Hoy ha habido suerte.] (Va al sillny se recuesta en un brazo mientras desdobla el peri-dico.) Habrs ledo la gran noticia[, eh?]

    MARY. (Se acerca.) Es formidable!

    DANIEL. Estas cosas levantan el nimo. Nuestra labortambin contribuye a estos triunfos.

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  • MARY. Te sientes de veras... ms animado?

    DANIEL. (La mira a los ojos.) Yo dira que s.

    ABUELA. (Que no ha dejado de mirarlos.) Voy a prepa-rar el bibern. (Se encamina a la izquierda con labolsa.)

    MARY. (Rpida.) Est celosilla... Dile algo.

    DANIEL. Hubo algn recado, mam? (Va hacia ella.)

    [ABUELA. Vino un ciclista por tu artculo.

    DANIEL. (Chasquea la lengua, contrariado.) No tengotiempo de nada.

    ABUELA. Le dije que ya avisaras t.

    DANIEL.] (La acaricia.) [Hiciste bien.]

    ABUELA. Djame. El nio no espera. (Sale por la izquierda.)

    MARY. Me reprocha que no vaya yo. Pero quera hablartede ella... Dice que te encuentra raro. (l la mira.Luego va, lento, al silln del telfono.) Es ms listade lo que parece.

    DANIEL. No lo creas. Siempre ha estado pendiente de m,con motivo o sin l. (Suspira y se sienta.)

    MARY. (Se acerca y se recuesta en el brazo del silln.) [Deverdad...] te sientes mejor? (Le acaricia el cuello.)

    DANIEL. (Cierra los ojos.) No s.

    MARY. Lo acabas de decir...

    DANIEL. Para poner buena cara [frente a ella...] Para cre-rmelo yo, quiz. (Breve pausa. La ABUELA reaparecepor la izquierda con unas zapatillas en la mano.)

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  • ABUELA. (Avanza.) Si te vas a quedar, qutate los zapatos.

    MARY. (En voz queda.) Se ha puesto el aparato. (En efec-to, la ABUELA trae ahora un micrfono de sorda. DA-NIEL se quita los zapatos.)

    ABUELA. (Ante l.) Tienes mala cara. [Te duele la cabeza?]

    DANIEL. [No]. (Intenta sonrer.) Me encuentro bien. (Sepone las zapatillas. La ABUELA recoge los zapatos,va hacia la cuna y empieza a rodarla.)

    ABUELA. Vamos por tu bibern, Danielito, que aqu nohacemos falta. (Canturrea.)

    Una tableta Finus tomar y a rerse del dolor aprender...

    DANIEL. (Cambia una mirada con su mujer.) Qu can-tas, mam?

    ABUELA. [Eh? Nada.] (Y sigue canturreando, mientrasempuja la cuna.)

    El mundo es feliz porque Finus lleg como un hada y su dicha le dio...

    MARY. Es la propaganda del analgsico en la televisin.(La ABUELA sale por la izquierda con la cuna. Sealeja su voz. DANIEL esconde la cabeza entre lasmanos. MARY se acerca al silln.) Ya vers como espasajero. (Se inclina y le besa apasionadamente.)

    DANIEL. Me siento avergonzado.

    [MARY. Vamos, cllate. Mucho mimo es lo que t tienes.

    DANIEL. No bromees, por favor.]

    MARY. Si no tiene importancia! [Lo que sucede] es queests fatigado.

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  • DANIEL. Otras veces estuve ms fatigado y no sucedi.(Sbitamente irritado, se levanta y pasea.) [Es in-comprensible!]

    MARY. (Con una punta de impaciencia.) Hemos quedadoen no alarmarnos. Yo creo que estas cosas son fre-cuentes. (Va a su encuentro.) [Daniel...] (Le abraza:l la besa en el pelo.)

    DANIEL. Mary, si no pasase...

    MARY. Pasar!

    [DANIEL. T no lo soportaras.

    MARY. Soy tu mujer.]

    DANIEL. (Se separa, exaltado.) [Y] no puedo sufrirlo!

    MARY. (Triste.) No lo tomes as... (Larga pausa.De pron-to oyen un ruido. La ABUELA reaparece, meneandocon una cucharilla un vaso de agua. MARY va a ojearel peridico.)

    [ABUELA. Tmate esto.

    DANIEL. Eh?]

    ABUELA. Seguro que te duele la cabeza.

    DANIEL. Pero si no me...

    MARY. (En voz queda.) Tmalo.

    DANIEL. Gracias, mam.

    ABUELA. (A MARY, mientras l bebe.) Voy a poner la co-mida.

    MARY. Ahora [mismo] voy, abuela. (La ABUELA recoge elvaso, los mira y sale de nuevo.)

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  • DANIEL. Ve con ella, s. [No conduce a nada hablar deestas cosas.]

    MARY. (Va a salir, titubea y se vuelve.) Por qu no vasa ver al doctor Valmy?

    DANIEL. [No seas ingenua, maestrita.] Los psiquiatras note aclaran nada [y te embrollan ms].

    MARY. A m... me alivi muchsimo. (Crece la luz en laoficina. Por la puerta del foro entra en ella MARSAN,un hombre de unos treinta y cinco aos, que se dirigeal telfono y empieza a marcar.)

    DANIEL. (Con triste sonrisa.) A ti te alivi el matrimonio[,pitusa].

    MARY. Quieres que yo le pida hora? Podemos ir juntos...

    DANIEL. Menos an! Eso yo no lo soportara. (Va a sen-tarse al silln.)

    MARY. (Suspira.) Voy con tu madre. (Se encamina a laizquierda. MARSAN dej de marcar. Suena el telfo-no. DANIEL lo mira sin moverse.) Yo lo tomo. (Va altelfono y toma el auricular.) Diga.

    MARSAN. (Sonre.) Seora Barnes?

    [MARY. S. Quin es?

    MARSAN. Marsan. Est su marido?]

    MARY. (Tapa el micrfono.) Marsan. Le digo que noests?

    DANIEL. Eso no puede hacerse, Mary.

    MARSAN. Est su marido, seora Barnes?

    MARY. Ahora se pone.

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  • MARSAN. Nos tendr que disculpar que se lo quitemos denuevo... [Me oye, seora?

    MARY. Le oigo.] (DANIEL tiende la mano. Ella le indicaque espere.)

    [MARSAN. A veces me alegro de seguir soltero...] Debe deser muy desagradable el tener que abandonar [contanta frecuencia] a una esposa tan encantadora.

    MARY. Por favor, no bromee.

    MARSAN. (Grave.) [Usted sabe que] no bromeo.

    MARY. Mi marido est aqu ya. (Le pasa a DANIEL el auri-cular.)

    DANIEL. Qu te ha dicho?

    MARY. Tonteras.

    DANIEL. (Al telfono.) Dime, Marsan.

    MARSAN. Paso a recogerte con el coche.

    [DANIEL. Cmo?

    MARSAN.] rdenes de papato.

    DANIEL. [Oye, oye!] Papato me dejaba libre la tarde.

    MARSAN. [Le acaban de telefonear metindole prisa.] Te-nemos que traer otra vez al pjaro.

    DANIEL. (Frunce los labios.) Y no puede acompaarteDalton[, o Pozner]? Yo iba a ir al mdico... (A MARYse le alegran los ojos al orlo.)

    MARSAN. (Re.) [Djate de monsergas. Aqu tambin haymdico y] a ti no te pasa nada. O es que empiezaa pesarte el trabajo?

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  • DANIEL. No seas idiota.

    MARSAN. (Re.) [De todos modos tienes muchas horaslibres... La funcin no empieza hasta la noche.] Voyahora mismo. (Cuelga. DANIEL cuelga a su vez. Laluz se extingue en la oficina. MARSAN baja por losinvisibles peldaos de la izquierda.)

    MARY. Te acompao al mdico?

    DANIEL. (Deniega.) Ha sido una excusa. Treme los zapatos.

    MARY. Me lo tema. (Sale por la izquierda. DANIEL pasea,perplejo. De pronto va a la mesita, toma la gua tele-fnica y busca un nmero. El telfono vuelve asonar. Contrariado, lo mira y lo toma.)

    DANIEL. Diga. (MARY vuelve con los zapatos de DANIEL.)S[, dgame]... Un momento. (Tiende el aparato a sumujer.) De una amiga.

    MARY. Para m? (Toma el telfono. DANIEL le coge loszapatos y empieza a cambiarse.) Quin es?... (Ale-gre.) Ah, s! [Pero por la voz no te recuerdo...] Lade las trencitas? [Qu alegra!] Pero t ya estarshecha una mujer... Claro! Yo tambin me he casado...Por qu no vienes esta [misma] tarde? (Re.) Espera.(Tapa el micrfono.) Que si vas a estar [t] no seatreve. Siempre fue muy tmida. Es una antigua alum-na de mi escuela.

    DANIEL. Pues claro! [Dile] que venga y as te distraesun poco.

    MARY. Oye... Ven a las seis y meriendas conmigo. No fal-tes, eh?... Muchos besos, hija... [Hasta luego.](Cuelga.) Es muy simptica. Ya la conocers.

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  • DANIEL. (Le tiende las zapatillas.) S, pero otro da...Oye, yo tengo que llamar por telfono y despus mevoy. Ve t con mam y no le digas todava que hetenido que salir. Estaba ya tan ilusionada...

    MARY. Bueno. (Le besa.) [Y piensa en lo que te he dicho...]Y no te desanimes[, amor mo]. (Va a la izquierda y sevuelve.) Volvers esta noche?

    DANIEL. No creo.

    MARY. Dichosa Jefatura! (Le enva un beso. DANIEL se lodevuelve, la ve salir y se precipita a mirar la gua.Busca nervioso el nmero y lo marca. Una pausa,durante la que mira a la izquierda.)

    DANIEL. Podra concederme hora el doctor para hoy?...Ver, seorita. Yo estoy [siempre] atrozmente ocu-pado y slo tengo libre esta tarde... S, espero. (Unapausa.) [Dgame... De acuerdo.] A las cuatro. Much-simas gracias... Eh?... Barnes... [De nada.] (Cuelga.Emite un profundo suspiro y queda un momento abs-trado. Al fin se encamina al foro. La ABUELA salepor la izquierda, seguida de MARY. l se vuelve.)

    MARY. Ya sabes cmo es. Se lo ha figurado.

    ABUELA. Te vas?

    DANIEL. (Va a su lado y la besa.) No tengo ms remedio.Maana comeremos juntos. (Vuelve al foro.)

    ABUELA. No te llevas ese chisme? (Seala a la pistola.)

    DANIEL. Ah, s! (Recoge la pistola y se la guarda.) Adis.(Sale. MARY sale por la izquierda.)

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  • ABUELA. (Suspira.) Ay, Dios mo. (Sale por la izquierda.La luz se extingue en la casa de los Barnes y crecea la derecha, iluminando al DOCTOR VALMY. ElNocturno de Chopin vuelve a orse muy apagado. LaSECRETARIA, con su cuaderno y su lpiz, est juntoal lateral.)

    DOCTOR. [Mis compaeros dicen que soy un mal psiquia-tra. Yo me ro y les pago en la misma moneda.] No soyun especialista[: en el barrio hay que hacer de todo].Pero estudi psicoterapia y por las maanas trabajoen un sanatorio psiquitrico. Luego, por las tardes,recibo tambin en casa enfermos mentales. Soy unpracticn que comete [frecuentes] errores y que tam-bin ha logrado aciertos repentinos por fiarse de suintuicin; mis compaeros sonreirn cuando leanesto[, ya lo s]. Ellos se pasan la vida hablando decomplejos o transferencias y el presente libro hablapoco de tales cosas, porque es un libro destinado alhombre corriente. Si lo lee un socilogo, echar tam-bin de menos las causas generales que, en su opinin,todo lo explican... Yo no soy ms que un mdico debarrio. El psiquiatra y el socilogo poseen cienciasms complejas que la ma, pero tambin ms fras.Ante sus [impecables] anlisis, el dolor mismo pareceesfumarse... Yo no puedo olvidarlo. A m me importasobre todo la persona concreta que llega a mi consul-ta con los ojos hmedos y el corazn agitado4.

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    4 Estas palabras de Valmy subrayan la importancia del individuoconcreto, como lo hacen los comentarios de l y Ella en El traga-luz, investigadores de un siglo futuro que sirven de narradores yque hablan de la importancia infinita del caso singular y de lanecesidad de mirar a un rbol tras otro para que nuestra visindel bosque (...) no se deshumanice. Vase El tragaluz, Luis Igle-

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  • SECRETARIA. El corazn agitado.

    DOCTOR. Yo prefiero mostrar el dolor del hombre a nues-tro nivel de hombres[, lo cual aclara muy poco peroaviva nuestra gastada sensibilidad]. Porque no slodebemos intentar la mejora del mundo con nuestraciencia, sino con nuestra vergenza.

    SECRETARIA. Nuestra vergenza. (El piano calla.)

    DOCTOR. Este caso fue, [pese a todo,] uno de mis acier-tos fulminantes. Sin vanidad lo digo, pues creo queera fcil de entender. (Se vuelve hacia la SECRETA-RIA, que avanza con una cartulina en la mano.)

    SECRETARIA. El paciente citado a las cuatro, doctor.

    DOCTOR. (La toma y la lee.) Daniel Barnes. Funcionariopblico... (Le devuelve la ficha.) Hgalo pasar. (LaSECRETARIA sale. Entra DANIEL.)

    DANIEL. Buenas tardes, doctor.

    DOCTOR. (Se adelanta y le estrecha la mano.) Mucho gus-to [en saludarle], seor Barnes. Si no me equivoco, suesposa y yo nos conocemos. Cmo sigue su seora?

    DANIEL. [Ella est] muy bien, gracias. Soy yo el enfermo.

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    sias Feijoo (ed.), Espasa Calpe, Madrid, 1993, p. 67. La accin deLa doble historia se mueve entre dos planos: el personal de Bar-nes y el de las circunstancias sociopolticas que le rodean. Bueroha insistido siempre en la importancia de una vuelta a la singu-laridad y al dolor del hombre concreto (Buero Vallejo habla deUnamuno, en Primer Acto, nm. 59 (nov. 1964), pp. 19-20). Aquse ve, como afirma Ricardo Domnech, que la perspectiva desdela cual se nos invita a ver la realidad vejatoria de la tortura es pro-fundamente humanista (El teatro de Buero Vallejo, Gredos, Ma-drid, 1993, 20 ed. aumentada, p. 263).

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  • DOCTOR. Sintese, por favor. (Le ofrece tabaco.) Uncigarrillo?

    DANIEL. (Se sienta en el silln y sonre.) Gracias. (Mientrasenciende en el mechero del doctor, re dbilmente.)Perdone que me ra. Es que ha hecho usted [conmi-go] algo que yo hago con otros... a menudo.

    DOCTOR. Ofrecer un cigarrillo?

    DANIEL. (Se arrepiente.) S... Ya le explicar.

    DOCTOR. (Se sienta en la silla y enciende a su vez.) Puesusted me dir.

    DANIEL. [Ver...] No es fcil...

    DOCTOR. Estoy aqu para ayudarle. Tranquilcese. [Y em-piece por cualquier lado. Es lo mismo.]

    DANIEL. (Con un suspiro.) Lo mejor ser decirlo de unavez. Desde hace unos veinte das, doctor..., no puedocumplir mis deberes matrimoniales.

    DOCTOR. Le asusta la palabra?

    DANIEL. Cmo?

    DOCTOR. Quiere decir que padece impotencia?

    DANIEL. (Baja la cabeza.) S. Y estoy bastante asustado.

    DOCTOR. A ver si lo entiendo. Lo intenta y no lo consi-gue o se encuentra desganado?

    DANIEL. Lo intento sin conseguirlo. [Pero no s si con ganas.Mi pobre mujer procura animarme, estimularme...Es intil.] Unas veces no sucede nada y otras..., sinencontrarme en las condiciones adecuadas..., medesahogo inesperadamente.

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  • DOCTOR. Por el momento no debe preocuparse. Esas co-sas son [ms] corrientes [de lo que supone].

    DANIEL. Me alegro de orselo. (Apaga el pitillo en uncenicerito adosado al brazo del silln.)

    DOCTOR. Le ha sucedido en alguna ocasin anterior?

    DANIEL. A veces no he tenido ganas... Eso es normal,supongo.

    DOCTOR. Y esos desahogos inesperados, los conoca deantes?

    DANIEL. Nunca me haban sucedido.

    [DOCTOR. Es usted muy temperamental, seor Barnes?

    DANIEL. Pues... s. Lo era.]

    DANIEL. Le gusta su mujer?

    DANIEL. Ms que ninguna otra.

    DOCTOR. Sin embargo, puede encontrarse momentnea-mente cansado de ella.

    DANIEL. No, doctor. Al principio pens eso [mismo]. Y medije: hay que variar. [Desde que estoy casado no lohe hecho, pero esta vez lo har.] Por ella... Por vol-ver a ella. Y me fui[, tan confiado,] con otra mujerque tambin me gustaba mucho... Fue humillante![Y despus fue cuando me entr miedo.]

    DOCTOR. Cuntas horas trabaja usted al da?

    DANIEL. Muchas. [Pero siempre me encontr bien...] No,no estoy agotado. Ni intoxicado; no soy bebedor yapenas fumo... Es ms: estos das me he inyectadohormonas. Se lo ped al mdico del lugar donde tra-

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  • bajo, alegando que tena una aventura y que no que-ra desatender a mi mujer... Todo intil.

    DOCTOR. (Se encoge de hombros.) Parece usted un varnsexualmente sano. De todos modos... Contstemecon sinceridad, se lo ruego. [Es lo mejor.]

    DANIEL. Diga.

    DOCTOR. Ha sentido de adulto, aunque sea levemente,alguna inclinacin homosexual?

    DANIEL. Nunca.

    [DOCTOR. Y de nio?

    DANIEL. Que yo recuerde, no.]

    DOCTOR. Alguna experiencia de otras formas de practi-car el amor [con mujeres]?

    DANIEL. Eso... segn se entienda...

    DOCTOR. Quiero decir si en algn caso ha prescindido[voluntariamente] del cumplimiento normal parasatisfacerse.

    DANIEL. Siempre he terminado normalmente.

    DOCTOR. Pues es usted desusadamente normal, seorBarnes. (Sonre.) Esto puede ser largo. Pero daremoscon ello. Cul es su trabajo?

    DANIEL. Soy... funcionario pblico.

    DOCTOR. [Ya lo s.] Qu clase de funcionario [pblico]?

    DANIEL. (Sonre.) No solemos franquearnos acerca deeso... Hay [muchos] prejuicios contra nosotros. Perono veo qu relacin...

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  • DOCTOR. (Que lo miraba fijamente.) Es usted polica,seor Barnes?

    DANIEL. (Despus de un momento.) Pertenezco a la Sec-cin Poltica de la Seguridad Nacional.

    DOCTOR. (No puede evitar un respingo.) Es usted un S.P.?

    DANIEL. As nos llaman. (Un silencio. El DOCTOR VALMYse levanta despacio y pasea, pensativo. [La voz deDANIEL se endurece.) Lamentara que usted tambinparticipase de esos prejuicios.]

    DOCTOR. [Yo no he dicho nada, seor Barnes.] Es aldoctor Clemens a quien le pidi la receta para lashormonas?

    DANIEL. [S.] Lo conoce?

    DOCTOR. Superficialmente. No le ha consultado a l [sucaso]?

    DANIEL. All no quiero que sepan nada.

    DOCTOR. Ya. Cmo entr usted en la Polica?

    DANIEL. (Reprime un movimiento de impaciencia.) Esnecesario contar eso?

    DOCTOR. Podra serlo.

    DANIEL. En la Seccin Poltica estoy desde hace tres aos.En la Polica entr hace diez. Yo... me qued hurfa-no siendo casi un nio y tuve que ponerme a traba-jar en una tienda. Yo quera estudiar, escribir...(Sonre.) Bueno, an escribo algo en nuestra revista.

    DOCTOR. Me parece muy bien.

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  • DANIEL. Mi jefe [actual] era amigo de casa y sugiri a mimadre que me preparase para el ingreso. As fue comoentr. Y hace tres aos me llev l mismo a la Seccin,cuando vio que yo haba madurado polticamente.

    DOCTOR. Usted no presume la causa de su trastorno? Aveces el enfermo sospecha algo...

    DANIEL. Yo... no s.

    [DOCTOR. Pinselo. Algn incidente infantil relacionadocon el sexo, o con la actividad ertica de sus padres...,o de sus amigos.

    DANIEL. (Deniega.) Ya he buscado por ah.

    DOCTOR. Recuerda algn sueo reciente?

    DANIEL. No.]

    DOCTOR. Hace veinte das, dijo usted?

    DANIEL. S.

    DOCTOR. (Se sienta de nuevo.) No ha habido, por casua-lidad, en los das anteriores, nada relacionado con elsexo?... Aunque sea una lectura?...

    DANIEL. (Despus de un momento, sin mirarlo.) No.

    [DOCTOR. Por qu no me mira?

    DANIEL. (Lo mira.) Le he dicho que no, doctor.]

    DOCTOR. [Sin embargo,] yo dira que s. Usted ha parpa-deado ante la pregunta.

    DANIEL. Habr sido casual.

    DOCTOR. No es casual. Usted es polica y tiene que saber-lo. [Como sabe ofrecer un cigarrillo al detenido para

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  • confiarlo.] Yo tambin soy polica... a mi modo.Cunteme.

    DANIEL. No tiene ninguna relacin...

    DOCTOR. [No est tan seguro.] Cuente. Aunque el hechole parezca sin importancia.

    DANIEL. No es que me parezca sin importancia! Es queno tiene relacin! Adems, pertenece al secreto demi trabajo.

    DOCTOR. Y al [secreto] del mo. Aqu se viene a contarsecretos, seor Barnes.

    DANIEL. De todos modos... no debo contarlo.

    DOCTOR. Es usted muy dueo de callar. [Pero as no po-dr ayudarlo.] (Se levanta.)

    DANIEL. (Se levanta.) Espere! Lo contar si se empea!Pero no veo qu relacin puede tener...

    DOCTOR. (Fuerte.) Cuente, seor Barnes! [Usted ha ve-nido a eso.]

    DANIEL. Son cosas que [la mayora de] la gente no com-prende. Pero son necesarias!

    DOCTOR. Adelante. (Se sienta y le indica el silln.)

    DANIEL. (Sin sentarse.) Esto es ridculo! [Habra quebuscar por otro lado!

    DOCTOR. (Tenaz.) Cuente.

    DANIEL.] Y usted no tiene derecho a juzgar estos actos!

    DOCTOR. Yo no juzgo nada. Es usted quien los juzgar.(En la oficina crece una luz verdosa e irreal.)

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  • DANIEL. All todo el mundo va a mentir, doctor... Tieneque hacerse cargo de ello. Hace unos treinta das... huboque tratar con mucha dureza a un detenido. (Re,nervioso.) Y papato, como le llamamos nosotros,me encarg a m la tarea ms difcil. (Durante estaspalabras el comisario PAULUS entra por la puerta delforo en la oficina y va a sentarse tras la mesa. Es unanciano de cabellos blancos y aspecto vigoroso5).

    DOCTOR. Papato?

    DANIEL. Nuestro comisario jefe. [Es un hombre extraor-dinario.]

    DOCTOR. Le puso usted ese apodo?

    DANIEL. No recuerdo.

    DOCTOR. Es el antiguo amigo de su casa?

    DANIEL. El mismo.

    DOCTOR. Siga, por favor.

    DANIEL. (Avanza hacia la escalerilla.) [En el pas estamosviviendo momentos difciles, usted lo sabe... EnJefatura hemos tenido ms de sesenta detenidos acausa de los ltimos disturbios. (Se vuelve a mirarlo.)Mi oficio es un duro oficio, doctor... Pero] sin noso-tros el pas se hundira. Tiene que comprenderlo.

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    5 Cuando La doble historia se estren en la Espaa de 1976, slomeses despus de la muerte de Franco, el espectador, al ver lasescenas que tienen lugar en la Jefatura de la S. P., la Seccin Po-ltica de la Seguridad Nacional, pensara en la Direccin Generalde Seguridad situada en la Puerta del Sol madrilea, uno de loslugares ms siniestros de la dictadura y en cuyos stanos fuerontorturados tantos presos polticos. Vase Fernando Juregui y PedroVega, Crnica del antifranquismo (I) y (II), op. cit.

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  • DOCTOR. Adelante. (DANIEL suspira, se vuelve y sube porla escalerilla. El comisario PAULUS lo mira. El rin-cn del DOCTOR queda en penumbra.)

    DANIEL. El mo ha confesado, jefe. He dejado a Daltonpara la declaracin.

    [PAULUS. (Mira su reloj.) En dos horas?

    DANIEL. No aguant mucho.]

    PAULUS. Muy bien, hijo. Si Marsan quiebra a los suyos,podremos redondear el asunto. Un cigarrillo?

    DANIEL. (Lo acepta.) Y Marty?

    PAULUS. Ahora lo suben. Por eso te quiero a mi lado. [A se]hay que doblegarlo, cueste lo que cueste.

    DANIEL. (Se encoge de hombros.) Despus de lo que se leha hecho...

    PAULUS. Tengo una idea. [(Suena el telfono. Lo toma.)Diga. (Su tono cambia.) A sus rdenes, jefe.] (Por lainvisible escalerilla de la izquierda suben LUIGI yPOZNER, que conducen a MARTY, esposado. [PAULUSles indica que esperen mientras sigue hablando.]LUIGI es delgado, sonre casi siempre y en sus movi-mientos hay algo ambiguo. POZNER es un hombrecorpulento y tranquilo. El detenido, ANBAL MARTY,no pasar de los treinta y cinco aos. Viene en man-gas de camisa, viste un viejo pantaln y calza alpar-gatas. Luce barba de varios das y su aspecto eshorripilante: parece un cadver.) [S, jefe... Ya hanconfesado casi todos. Yo creo que es cosa de dosdas... A sus rdenes. (Cuelga.)] Pozner, qutele lasesposas. (POZNER lo hace. MARTY se acaricia las mu-

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  • ecas con dedos temblorosos. LUIGI se sienta en elsof. PAULUS se levanta y se acerca al preso. DA-NIEL se recuesta en la mesa.) Estaban apretadas?

    POZNER. No[, jefe]. Pero cualquier roce [sobre las que-maduras le duele].

    PAULUS. Ah, las quemaduras! (Le toma a MARTY las mu-ecas y las mira.) [Pero] no son ms que chispitasque saltan entre el metal y la piel. [El procedimientoan no es perfecto.] Cuntas veces le aplicamos lacorriente, Luigi?

    LUIGI. Pocas, jefe. Seis.

    PAULUS. A ver las uas. (Le aprieta levemente la punta delos dedos de la mano izquierda. MARTY ahoga ungemido.) No te quejes[, muchacho]. An conservaslas de la derecha, porque tienes que firmar. (Se abrela puerta del foro y entra MARSAN en mangas de ca-misa, con dos hojas de papel en la mano, que ponesobre la mesa.)

    MARSAN. Estos dos ya han cantado.

    PAULUS. (A MARTY.) Te enteras, idiota? Todos [cantan.Y] firman! Acrcate; no es un truco. (POZNER loempuja y MARTY llega junto a la mesa. No puede evi-tar una inquieta ojeada a los papeles.) [Te interesaleerlas, eh?] (Pone las hojas ante su vista.) Cge-las! (MARTY lo hace y lee. LUIGI re. PAULUS bordeala mesa y, al pasar tras MARTY, lo empuja por loshombros para que se siente en la silla.) Sintate, bobo.Lo vas a necesitar. (Le arrebata los papeles y les echaun vistazo.) Buen trabajo, Marsan.

    MARSAN. Gracias, jefe. (Se retira junto al sof y se recues-ta en la pared.)

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  • PAULUS. [Sintese, Pozner. Y t, Daniel.] (POZNER va alsof. DANIEL se sienta junto a la mquina.) Bien...Slo quedas t. Y vas a hablar.

    MARTY. Le he dicho todo lo que saba.

    MARSAN. Oyes, Luigi? Ha dicho todo lo que saba.

    LUIGI. (Risita.) Me conmueve!

    PAULUS. [Silencio!...] Dale un cigarrillo, Daniel. sta esuna conversacin amistosa. (Enciende un cigarrillo,mientras DANIEL le pone al detenido otro cigarrilloen la boca y se lo prende, volviendo luego a su sitio.)Marty, [t no eras ms que un enlace. El da dos delmes pasado recibiste la visita] de un desconocidoque vena del extranjero. [Y no sabes quin es.] Te dioun sobre que t debas llevar a algn sitio. Y tampocosabes el contenido. Bien; admitmoslo. Pero el lugaradonde fuiste y la persona a quien se lo entregaste slos conoces.

    MARTY. Ya le he dicho que fue en un caf!

    PAULUS. Fue en una casa! (Levanta las declaraciones.)Ya has visto que todos coinciden.

    MARTY. Esas declaraciones pueden haberse conseguido...

    MARSAN. (Duro.) Cmo? (MARTY lo mira, asustado.MARSAN avanza.) Cmo, di?

    PAULUS. Marty, todos te traicionan. Son unos cobardes yno se merecen tu silencio. No vas a defenderte indi-cndonos al verdadero responsable? (Un silencio.)[No te has engaado.] Tus compaeros te delatancomo a su jefe porque terminan firmando lo que senos antoja! Vas t a resistir ms que ellos? (Un

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  • silencio.) Si hablas, te doy mi palabra de honor(MARTY lo mira.) de que el atestado ser leve. Teras un enlace, ignorante de todo [y escogido preci-samente por serlo]. Saldrs con tres o cuatro aos decrcel. [Poca cosa;] pasan pronto y despus, a vivirde nuevo! Eso, si quieres hablar. [Si no... hablars detodos modos, pero lo que nosotros queramos.Entonces sers uno de los jefes y t mismo lo firma-rs. Aqu no hay escape, ya lo sabes.] Te decides?(Un silencio.)

    MARSAN. Quieres que traigamos [otra vez] a tu mujer?(MARTY lo mira, sobresaltado.)

    PAULUS. [Sera] horrible, verdad? Porque t la quieresmucho. Y sin embargo, cuando estuvo aqu no hablas-te. Descuida: no la volveremos a traer. Hay muchaliga de derechos humanos por ah fuera, mucho abo-gado entrometido, y no nos conviene insistir con losque van a quedar libres. Hace poco que estis casa-dos, no?

    POZNER. Ao y medio, jefe.

    PAULUS. Todava en la luna de miel, como quien dice. Nos para qu os metis en estos los. Si sales de sta,no te gustara tener hijos?... Contesta!

    MARTY. No lo s.

    PAULUS. [Claro que] te gustara. Y a ella. [Se nota que soisun par de trtolos.] (Con mucha dulzura.) Verda-deramente, es lstima. Porque quiz no los tengisya. (MARTY lo mira sin comprender.) No, no lo digoporque vayas a morir o [porque] te vayas a pasar lavida en presidio. [Bien mirado,] casi prefiero [hacer-te un atestado leve, para] que puedas volver con tumujer dentro de unos aos. (Los policas se miran.)

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  • MARSAN. Demasiado bueno, jefe.

    PAULUS. [S?... Pero] es que, de todos modos, habremosde apretarle. Y como nos habr obligado a apretarlemucho..., ya no tendr hijos. (MARTY lo mira, asus-tado. DANIEL se levanta. Todos se miran.) Pero l noquerr vivir toda la vida con su mujer como una her-mana. Sera un precio excesivo para esta locura suyade juventud.

    LUIGI. (Silba levemente.) Fantstico.

    PAULUS. (Brutal, a MARTY.) Supongo que me entiendes![Lo he dicho muy en serio] y ya nos tienes hartos.Vas a hablar? (LUIGI se levanta y da un paso. MAR-SAN se incorpora.)

    MARTY. (Se levanta, histrico.) Yo no s, yo no s nada!...

    PAULUS. Basta! T lo has querido. Llvenlo [adentro] y quese desnude. Daniel, qudate conmigo. (Entre POZ-NER y MARSAN arrastran al detenido hasta la puer-ta del foro. LUIGI la abre.)

    MARTY. Si yo no s nada!

    POZNER. Di mejor que no te acuerdas. Pero ahora te vasa acordar. (MARTY los mira, desencajado. Salen porel foro.)

    LUIGI. Empezamos ya?

    PAULUS. Ahora entrar yo. (LUIGI baja la cabeza y sale asu vez, cerrando. PAULUS mira a DANIEL.)

    DANIEL. [Yo creo que hablar.] Esa amenaza le ha roto.

    PAULUS. No es una amenaza.

    [DANIEL. Pero...

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  • PAULUS. Sigue negando] y no hablar mientras no empe-cemos. Pero ya vers cmo entonces se le suelta lalengua. [Yo ya soy viejo y creo ms en estas cosasque en las corrientes y todas esas monsergas nuevas.]Al hombre le quiebra el dao en sus centros vitales:eso no falla.

    [DANIEL. Y si... no hablase?]

    PAULUS. (Irritado, se levanta.) [Tiene que hablar!] (Pasea.)

    DANIEL. No habr peligro... de que muera?

    PAULUS. Tendremos cuidado. (Se vuelve y lo mira.) Estolo vas a hacer t, hijo mo.

    DANIEL. (Da un respingo) Yo?

    PAULUS. No me fo de ninguno de sos; [estas cosas lesenardecen. Por eso] quiero que lo hagas t. (Le poneuna mano en el hombro.) Daniel, [no se puede tenercompasin.] Son alimaas que hay que aplastar sincontemplaciones.

    DANIEL. Yo... no s cmo he de hacer...

    PAULUS. Yo te ir indicando. (Va hacia la puerta.) Vamos?(La abre. La luz empieza a decrecer y vuelve al primertrmino. PAULUS sale por el foro y cierra. DANIELcomienza a bajar la escalerilla. Oscuridad arriba.)

    DANIEL. (Mientras baja.) Hubo que llegar al final6. (Llegaabajo.)

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    6 Poco a poco vemos que el relato de la segunda historia de Valmyse hace a travs de repetidos flashbacks o saltos atrs en el tiempo.Estos saltos atrs el encuentro del doctor y Mary en el parque,la conversacin de Mary y la Abuela en la casa de los Barnes, lavisita de Daniel a la consulta del doctor, etc. vuelven a ser vividos

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  • DOCTOR. (Sin mirarlo.) Cmo lo hizo?

    DANIEL. (Molesto.) Es necesario entrar en detalles?

    DOCTOR. De momento me basta ver que se resiste a dar-los. Habl el detenido?

    DANIEL. (Framente.) Se desvaneci. Y [luego] hubo que lle-varlo al hospital. Pero hoy lo hemos devuelto a Jefatura.

    DOCTOR. Ah! (DANIEL vuelve a sentarse.) [Entonces,]se ha restablecido?

    DANIEL. Est casi curado, pero ya nunca ser un hombre.

    DOCTOR. Est seguro?

    DANIEL. Eso ha dicho el mdico. (Largo silencio.)

    DOCTOR. Lamenta lo que ha hecho?

    DANIEL. Cumpl con mi deber.

    [DOCTOR. No s si se da plena cuenta de cmo ha revivi-do la escena.

    DANIEL. Esas cosas no son agradables. Pero hay que ha-cerlas.] (Un silencio.) Bien[: eso es todo]. Supongoque se habr convencido ya.

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    por sus protagonistas a medida que la historia se escenifica antelos ojos del espectador ya que, como afirma Luis Iglesias Feijoo,lo que en la novela es narracin, en el teatro es accin (Intro-duccin a La doble historia del doctor Valmy, Aym, Barcelona,1978, p. 29). Los flashbacks de Valmy son inducidos y entrelazadoslos comentarios del doctor a medida que dicta la historia de Barnes.Como acabamos de ver, hay relatos dentro de relatos. Durante laconsulta de Daniel con Valmy, el polica cuenta cmo el comisarioPaulus le oblig a que torturara a Anbal y tambin este relato deBarnes cobra vida en el escenario. John Kronik afirma que losnarradores producen un juego casi infinito de espejos, una mise-en-abme (De Un soador para un pueblo a El tragaluz,art. cit.,p.6).

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  • DOCTOR. De qu?

    DANIEL. De que hay que buscar por otro lado.

    DOCTOR. Al contrario. Est clarsimo.

    DANIEL. Clarsimo?

    [DOCTOR. Usted dice que no est arrepentido...

    DANIEL. No tengo nada de que arrepentirme.

    DOCTOR. Ms valdra que lo estuviese.

    DANIEL. No entiendo.]

    DOCTOR. [Pues es muy sencillo:] usted ha elegido arre-pentirse mediante la enfermedad, precisamente porno estar arrepentido.

    DANIEL. Oiga, doctor, yo he ledo algo de esas cosas ysiento decirle que no me parecen convincentes.

    DOCTOR. Seor Barnes, usted podra felicitarse. Hay casoscuya aclaracin cuesta aos, y hoy hemos aclarado elsuyo en unos minutos. Sin embargo, [no creo quedeba felicitarse. Porque usted,] probablemente, nun-ca querr curar.

    DANIEL. He venido [aqu] para eso!

    DOCTOR. A pesar de haber venido. [Algo en su interior ledice que lo que ha hecho no se puede hacer, aunqueusted afirma que se debe hacer.] Para curarse, tendraque admitir que ha cometido algo injustificable y es-pantoso. [Y aun as, no creo que se curase...] O tendraque llegar a la absoluta conviccin de que ese y otrosactos parecidos eran [duros, pero] meritorios y jus-tos... Y yo no creo que nadie pueda convencerse enel fondo de tal cosa. Usted, desde luego, no lo est.

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  • DANIEL. Suponiendo que fuese sa la causa de lo que mesucede, slo significara que mis nervios me traicionan,[que no estoy lo bastante maduro! Pero yo supera-r esa debilidad!

    DOCTOR. Intntelo, ya que lo cree posible.

    DANIEL. S que es posible!] Quiz yo no tenga la fortalezanecesaria. Pero otros la tienen.

    DOCTOR. Sus compaeros?

    DANIEL. S [muy bien] que no les pasa lo que a m!

    DOCTOR. [Cmo sabe que] no les pasan otras cosas? Se-gn los ha descrito, yo dira que tambin estn enfer-mos. [Puedo preguntarle qu hicieron con la mujerde ese detenido?

    DANIEL. Eso es anterior. Y yo estaba en el sur, practican-do detenciones.

    DOCTOR. No ha contestado a mi pregunta. La golpea-ron? (Silencio.) No conteste si no quiere. Quin sabesi tambin se est usted castigando por lo que lehicieron a ella. (DANIEL lo mira.)

    DANIEL. Yo no hago esas cosas. (El DOCTOR se encoge dehombros.) Pero, de haberlos, esos excesos demostra-ran...

    DOCTOR. Que sus compaeros tienen menos escrpulosque usted. No que estn ms sanos.]

    DANIEL. Hay uno, al menos, que est sano.

    DOCTOR. Su jefe.

    DANIEL. Exacto!

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  • DOCTOR. A lo mejor padece de insomnio, o le duele elestmago...

    DANIEL. No le duele!

    DOCTOR. Bien. No discutamos eso. Cundo puso [usted]la mano por primera vez sobre un detenido?

    DANIEL. (Molesto.) Ya hace muchos aos.

    DOCTOR. Recuerda al detenido?

    DANIEL. [S!] Y tampoco me arrepiento! Era un canallaque haba abusado de un nio.

    DOCTOR. Claro. Supongo que al principio es fcil apren-der a despreciar. Degenerados, estafadores, borra-chos... Luego [le cambian a uno de seccin y] hayque torturar a polticos. Pero para eso se madura po-lticamente.

    DANIEL. Esos sediciosos son ms despreciables que losdelincuentes comunes.

    [DOCTOR. (Seco.) Puede ser. Pero usted debe considerarla posibilidad contraria: la de que haya maduradopolticamente, como usted dice, porque prevea queun da le llevaran a la Seccin Poltica y sospechabaque no sera capaz de cometer ciertos actos sin unajustificacin que, al menos en parte, le tranquilizase.

    DANIEL. (Agrio.) Toda esa psicologa es pura bazofia.]

    DOCTOR. Como quiera. Pero [yo opino que] usted debipensarlo bien antes de dar aquella primera bofetada.Porque [en el fondo es lo mismo, seor Barnes:]detrs de la primera bofetada est todo lo dems.(Un silencio.)

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  • DANIEL. (Dbil.) Por qu dijo que no crea en mi cura-cin ni aunque yo admitiese que haba cometido algoinjustificable?

    DOCTOR. Porque el hecho es irreparable. Usted no podradevolver su virilidad a ese pobre hombre, y por esoha anulado la suya propia. Es una paradoja: su cura-cin es su propia enfermedad. Eso, dicho sea depaso, habla en su favor. Sin embargo... (Calla.)

    DANIEL. Qu?

    DOCTOR. [Nada.] No puedo ocuparme de su caso.

    DANIEL. Usted es mdico!

    DOCTOR. Ahora sabe [perfectamente] lo que le ocurre y sialguien puede resolverlo ser usted, no yo. [Sloque... no creo que lo resuelva.

    DANIEL. Pero por qu no? Por qu?

    DOCTOR.] (Se levanta. DANIEL le imita lentamente.) Porlo que ha hecho hay que pagar un precio muy caro,y lo est pagando. Para dejar de pagar se, tendraque [pagar otro no menos caro.

    DANIEL. Cul?

    DOCTOR. Qu s yo! Necesitara] transformarse... Acasoabandonar su profesin... [Buscar un perdn muydifcil de lograr, a costa de acciones... que no puedoni imaginar siquiera. Usted ya no es un muchacho,]y es improbable que se atreva a destruir hasta eseextremo sus medios de vida, su personalidad...

    DANIEL. Yo quiero curarme!

    DOCTOR. Usted quiere pagar y ya escogi su forma depago. Yo soy un hombre honesto, seor Barnes.

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  • Hacerle volver, [y volver,] sera un robo. No quierorobarle su dinero.

    DANIEL. (Despus de un momento.) No. Usted me despi-de porque le repugno. Pero, est seguro a su vez desaber por qu [le repugno?... Vamos,] confiese ustedtambin! Admita que me ha estado recriminando paraatraerme al campo contrario, que es el suyo!

    DOCTOR. [Si es una pregunta de polica,] usted no ha ve-nido aqu a hacer preguntas de polica.

    DANIEL. (Re, nervioso.) Me va a decir que no estarams dispuesto a disculpar ciertos actos si hubieraotra poltica en el poder?

    DOCTOR. [Eso a usted no le importa. Pero si quiere saber-lo, le dir que] no; [que] en ningn caso.

    DANIEL. (Despus de un momento, sombro.) Es fcil dedecir. Buenas tardes. (Se dirige al lateral derecho.)

    DOCTOR. Seor Barnes... (DANIEL se vuelve.) Una ltimaadvertencia. Podra suceder un da que se creyesecurado, a consecuencia de [haber adoptado] algunadecisin que, de momento, le pareciese suficiente...Procure no engaarse. [Le repito que] el precio porpagar ha de ser muy alto. De lo contrario, esas cura-ciones aparentes no duran.

    DANIEL. (Con rencor.) Qu le debo?

    DOCTOR. Nada. Buenas tardes. (DANIEL sale. La SECRE-TARIA reaparece discretamente.) Reconozco que nofui prudente. [Durante das, tem verme en la S. P.,brutalizado para confesar yo tambin cualquier in-fundio.] Cuando a un enfermo as se le pone tanto

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  • poder en sus manos, todo puede esperarse... Pero lhaba adivinado [en parte:] no me port como unbuen mdico a causa de la profunda repulsin queme inspir [de pronto]. Slo ms tarde logr com-padecerle tambin; quiz tanto como al infeliz quel haba destrozado7.

    SECRETARIA. Destrozado. (Momentos antes creci la luzen casa de los Barnes. Ahora suena el timbre. MARYentra por la izquierda mirando su reloj, seguida de laABUELA, que trae un mantel y servilletas. La ABUE-LA le indica que vaya a abrir mientras corre a lamesita del sof. Deja las servilletas y el mantel, tomael florero y sale aprisa por la izquierda.)

    DOCTOR. Premeditadamente me abstengo de comentar qulucha poltica, qu actos de sedicin fueron aqullos.El lector [que lo ignore] queda en libertad de ima-ginar que la razn estaba de parte de los sediciosos,y tambin de suponer lo contrario. [S que,] para mu-chos, semejante proceder escamotea la comprensindel problema, segn ellos slo alcanzable mediante elestudio de tales aspectos. Yo opino lo contrario; slocallndolos se nos revelarn [en toda su desnudez]las preguntas que esta historia nos propone y ante lasque cada cual debe meditar si es o no lo bastantehonrado para no eludir las respuestas8. (El DOCTOR

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    7 Por segunda vez Valmy se acusa de no haberse portado bien conBarnes, de no haber sabido guardar bastante su repulsin por elpolica, a quien ya ha descrito como un ser vulgar que se en-frentaba con una situacin extraordinaria.

    8 Si Buero sita la accin del drama en el pas imaginario deSurelia, no es tanto para evitar problemas con la censura sinopor un criterio esttico y tico de universalidad. El autor afir-ma: Con censura y sin censura yo habra situado la obra en

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  • y la SECRETARIA salen por la derecha. La ABUELAvuelve rpidamente y extiende el mantel sobre la me-sita. Se oye la voz de MARY.)

    MARY. (Dentro.) Muchacha, te has puesto guapsima!(Entra, seguida de LUCILA.) Aunque [te noto] unpoco plida, eso s. Hay ya novedades?

    LUCILA. An no. (Es una muchacha muy joven, de agra-dable fisonoma y aire intimidado, que viste con pul-cra modestia.)

    MARY. [Las tendris pronto, ya lo vers.] Abuela, es Luci-la. Una de mis alumnas.

    LUCILA. (Le tiende la mano.) Cmo est usted, seora?

    ABUELA. Mucho gusto, hija. [Sintese, por favor.] En se-guida vuelvo.

    [MARY. (La detiene.) Yo ir, abuela!

    ABUELA.] Qudate t. (Va hacia la izquierda.)

    MARY. Sintate, Lucila! (La ABUELA sale.)

    LUCILA. Gracias. (Se sienta en el sof. MARY lo hace a sulado.)

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    Surelia. Vase Antonio Buero Vallejo, De mi teatro, en Ro-manistisches Jahrbuch, 30 (1979), p. 225. Buero cita el ejemplode Madre Coraje de Bertolt Brecht, que considera mucho msrica como alegato antiblico que una obra que nos explique clara-mente, por ejemplo, la atrocidad de Dunkerque. Ibd. Tambinen Aventura en lo gris (1963), Buero sita la accin en Surelia.Se trata del drama de un soador altruista que, como el Plcidode su Misin al pueblo desierto, se opone a la violencia. Al mismotiempo, la abstencin de Buero de identificar la situacin polticaque trata La doble historia evidencia su inters por el individuoconcreto y su dolor.

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  • MARY. Conque ya casada! [Si parece imposible! Bueno:tambin a m me pareca imposible y ya ves.] Quines tu marido?

    LUCILA. [Es... Bueno,] est empleado en una librera y...No s ni cmo empezar.

    MARY. (Re.) An no has perdido la timidez, Trencitas?

    LUCILA. Es... Es muy bueno.

    MARY. (Re y la besa.) Me encanta verte feliz. [Qu talos va?] Os desenvolvis bien?

    LUCILA. Nos vamos defendiendo. Yo cuido nios... Esdecir, cuidaba. [No siempre sale ese trabajo. Ahoraquiero entrar en un almacn.] (Entra la ABUELA conuna bandeja en la que trae la merienda. LUCILA selevanta.)

    ABUELA. Sintese, hija.

    LUCILA. Con su permiso. (Se sienta.) No se ha debidomolestar, seora [maestra].

    MARY. No me llames as, que me aviejas! (La ABUELAdeja la bandeja y da unos pasos indecisos.)

    ABUELA. Yo voy adentro. Ustedes tendrn que hablar...(Sonre y sale.)

    MARY. [Est algo sorda, sabes?] Prefiere tomarse su le-che delante de la televisin. (Sirve.) Caf?

    LUCILA. As est bien, gracias (MARY sirve la leche.) Dosterrones, por favor. (MARY se los sirve y corta el biz-cocho.)

    MARY. Prueba este bizcocho. [Est riqusimo.] O prefie-res tostadas?

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  • LUCILA. Un poco de bizcocho. (MARY se lo sirve.) Gra-cias. (Empiezan a merendar.)

    MARY. [Lo que] no te perdono [es] que no me avisases de tumatrimonio. Tambin [entonces] te dio vergenza?

    LUCILA. Como usted tampoco avis del suyo...

    MARY. Es que a m s me dio vergenza, Lucila. Antevosotras... me crea una vieja.

    LUCILA. Usted?

    MARY. Si t supieras... [Dejme que yo te cuente tambin!

    LUCILA. (Violenta.) Seora maestra, yo...

    MARY. Otra vez?

    LUCILA. No me acostumbro.

    MARY. Ya te acostumbrars.] Pero, come, muchacha!(LUCILA muerde un trozo de bizcocho y lo deja.) As.[Ya no somos la alumna y la maestra.] Ahora somosdos amigas felices. Te das cuenta[, Lucila]? No, tno te das cuenta; a ti te han llegado las cosas a sutiempo. [Pero a m...] T sabas que yo tuve un no-vio hace muchos aos?

    LUCILA. No.

    MARY. Claro! Eras un nia. Y yo[, a pesar de todo, unavieja para vosotras. Porque yo he sufrido durantemuchos aos, hija ma. Y tambin vosotras me ha-cais sufrir.

    LUCILA. Nosotras?

    MARY.] Os vea y pensaba: crecern, se casarn... y yoseguir siendo la seora maestra. [T nunca sabrs

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  • lo que es eso, Trencitas...] Me haban matado a minovio en la guerra. [Y yo tena un ansia tan loca devivir!] Cuando solicit la escuela pens: estas niassern mis hijas. Pero no poda resignarme... Y losaos se me iban junto a mi pobre padre... Y cuandol muri, me encontr tan sola... Me iba al parquecon algn libro, o a los cafs. Lo conoc en unbanco del parque.

    LUCILA. A su marido?

    MARY. l not que estaba llorando y se acerc. [Era muyafortunado con las mujeres;] yo creo que se cas con-migo por compasin. Mi enfermita me deca, yo tecurar... Pero yo me dije: T me querrs. (Se levan-ta y pasea con los ojos hmedos.) Ahora, cuandonos sentamos [alguna vez] en aquel mismo banco,me dice: Ya ests curada, enfermita? Y nos remos...[Ya vers qu nene ms rico me ha dado.] Tenemosnuestros problemillas, pero tambin pasarn. Nohay nada que yo no sea capaz de hacer por su felici-dad! (La mira.) No has comido nada.

    LUCILA. (Con la cabeza baja.) No tengo ganas.

    MARY. (Se acerca, intrigada.) [Te sucede algo?] Te notorara... (LUCILA la mira y vuelve a desviar la vista,muy turbada.) [No ser por lo que te he contado!]

    LUCILA. (Sin voz.) Yo... vena a pedirle un favor.

    MARY. (Vuelve a sentarse a su lado.) Un favor?

    LUCILA. Ya no s a quin recurrir... He consultado a unabogado, pero me aconseja que no haga nada... [Se-ra peor.] (La mira, angustiada.)

    MARY. Qu te pasa?

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  • LUCILA. Usted siempre fue tan buena con nosotras...

    MARY. Habla!

    LUCILA. (Despus de un momento.) Es verdad... que sumarido es miembro de la S. P.?

    MARY. (Desconcertada.) A qu viene eso?

    LUCILA. A mi marido lo ha detenido la S. P. (MARY lamira, asombrada.) Quiz le haya odo a su esposohablar de l... Se llama Anbal Marty.

    MARY. l nunca me habla de su trabajo.

    LUCILA. Lleva detenido cuarenta y dos das. Y an no hanpasado su caso al juez.

    MARY. Lucila... No puedo creer que tu marido sea uno deesos agitadores...

    LUCILA. (Se yergue.) Depende de lo que entienda por agi-tadores.

    MARY. Qu ha hecho?

    LUCILA. No lo s. [Quieren hacerle confesar algo quedicen que l sabe.

    MARY. Qu quieres de m? Que hable a mi marido paraque pasen su caso al juez?

    LUCILA. (Sonre con tristeza.) Es lo legal, pero s quesera intil pedirlo.] Yo slo quera... (Solloza.) A llo tuvieron que llevar al hospital hace treinta das!

    MARY. Lucila! Hija! (Le toma las manos.)

    LUCILA. [No me pregunte cmo lo s. No debo decirlo.]Y [tambin s que] maana, o quiz hoy mismo, lovuelven a llevar a la S. P.! (Solloza inconteniblemente.)

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  • MARY. No llores...

    LUCILA. Yo slo pido que... [no sean ya demasiado duroscon l...] Que no me lo torturen ms! (Hunde el ros-tro en el pecho de ella.)

    MARY. (Conmovida y atnita, le acaricia la cabeza.) Cl-mate. Por favor.

    LUCILA. (Intenta sobreponerse.) Perdneme. (Se separa.)

    MARY. No, hija. Si es natural. (Breve pausa.) Has dichotorturar?

    LUCILA. S. (Llora.)

    MARY. No llores, te lo ruego!... Quieres decir que lo hantenido algunas horas de pie, [o bajo un foco de luz]mientras lo interrogaban? (LUCILA la mira, asom-brada.)

    LUCILA. Por eso no le habran llevado al hospital.

    [MARY. Qu?

    LUCILA. Pues claro!] (MARY se levanta y pasea, nerviosa.)

    MARY. (Se vuelve.) [Creo que eres sincera,] Lucila. [Pero]no creo que te des cuenta de lo que ests haciendo.(Dulce.) Porque, vamos!, repara en que has venidoa mi casa para decirme que mi marido tortura...

    LUCILA. Yo no he dicho...

    MARY. Claro que lo has dicho! Te lo perdono [porque nohas dejado de ser una nia y] porque ests pasandoun mal momento... Acepta un consejo, hija ma: nocreas esos infundios... Tu marido se pondra enfermoy [por eso] lo hospitalizaran.

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  • LUCILA. (En el colmo del asombro.) Es que no sabe loque all pasa?

    [MARY. Otra vez?

    LUCILA.] (Su expresin se endurece. Se levanta.) [Supon-go que usted tambin es sincera...]

    MARY. Me vas a enfadar, pequea. S muy bien cmo esmi marido y l no me miente.

    LUCILA. Antes dijo que l no le hablaba de su trabajo.

    MARY. De los detalles, no! Pero aquello no es lo que tefiguras. (Risuea.) Quiz se exceden a veces y danalguna [que otra] bofetada...

    LUCILA. (Tenaz.) Los destrozan.

    MARY. No digas enormidades! Los someten a cierta pre-sin fsica[, eso s]... Y, ms que nada, psicolgica...

    LUCILA. Es as como usted llama a la corriente elctrica?(MARY se revuelve y la mira. Despus va a su lado yla toma de los brazos para zarandearla con bruscafamiliaridad.)

    MARY. Ests pasndote de la raya.

    LUCILA. Tambin los meten en un bao, hasta que casi seahogan[, una y otra vez]...

    MARY. (La sienta de un empujn.) Sintate! (Y se apar-ta, alterada.) Perdona. Es que... me cuesta creer quet pertenezcas al coro de los calumniadores. [Quventaja sacis propalando esas cosas?]

    LUCILA. [Eso. Qu ventaja? No comprende que es peli-groso?] Si nos atrevemos a decirlo a pesar del peligro,ser por algo.

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  • MARY. (Corre a sentarse a su lado.) No, no! Hay leyes,hay tribunales! Si fuera cierto, se sabra!

    LUCILA. Hay personas empeadas en que no se sepa. Ymuchas otras... que no quieren saberlo. (Desva lavista.) Como usted.

    MARY. (Despus de un momento.) Lucila, debe verte unmdico.

    LUCILA. (Se levanta.) [Cllese!] No quera decrselo,pero [usted me obliga a ello]! A m me detuvierontambin, se entera? (MARY se levanta. LUCILA daunos pasos muy alterada.) Y me golpearon horrible-mente! (Grita, llorando.) Y abusaron de m delantede mi marido! (Llora, convulsa9).

    MARY. (Lenta.) Me ests mintiendo.

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    9 Lucila, que ha sido violada en los stanos de la S. P., y que no poresto ha dejado de luchar por un mundo ms humano en el que nohaya verdugos ni vctimas, es uno de los personajes femeninos defuertes convicciones polticas y sociales que se ven en el teatrode Buero. Cuando Mary Barnes se niega a admitir la realidad dela tortura, Lucila ayuda a inducirla hacia una toma de conciencia.Como otros personajes femeninos comprometidos de Buero laVernica de Llegada de los dioses, la Cristina de Jueces en lanoche y la Amparo de Lzaro en el laberinto, es portavoz deBuero. Vase Virtudes Serrano, Las nuevas mujeres del teatrode Antonio Buero Vallejo, en Monte Arab, nm. 23 (1996), pp.95-104, y Martha T. Halsey, Women as Author Surrogates inFour Tragedies of Antonio Buero Vallejo, en Spanish Theatre:Studies in Honour of Victor F. Dixon, Kenneth Adams, CiaranCosgrove y James Wiston (eds.), Tamesis, Woodbridge, Suffolk,2001, pp. 41-55. Estas mujeres se corresponden con una serie depersonajes masculinos que, aunque tampoco son protagonistas,comunican las ideas de Buero el Asel de La Fundacin, el Nstorde Caimn, el Gaspar de Dilogo secreto y el Salustiano de Lastrampas del azar.

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  • LUCILA. (La mira largamente.) Nunca deb venir aqu.(Va a recoger su bolso.)

    MARY. (Da unos pasos hacia ella.) Aguarda! (Dura.)Ests insinuando que mi marido... puede abusar deuna detenida?

    LUCILA. (Fra.) [Su marido] no estaba all. Hablaron de ly pens que poda usted ser su mujer cuando citaronsu apellido... A m no me ha hecho nada. Pero no slo que les habr hecho a otras. (MARY le da unabofetada.) En comparacin con aquello, duele poco...(MARY se toma la mano que agredi y rompe a llo-rar.) Maestra!... De qu? De ignorancia? (MARYla mira, turbada.) [Quin es ahora la vieja y quinla nia?]

    MARY. Nunca pegu a una alumna. [Aunque seas unaembustera, siento haberte pegado.] Olvidar tu vi-sita. Vete.

    LUCILA. (Recoge su bolso.) Yo hallar el medio de que nola olvide.

    MARY. Calla. La puerta. (Mira hacia el foro.) l dijo queno volvera... (Entra DANIEL.)

    DANIEL. No quiero interrumpir; voy adentro. Buenas tardes.

    LUCILA. No se moleste, seor. Yo ya me iba.

    DANIEL. Usted es la antigua alumna de mi mujer? (Letiende la mano.)

    LUCILA. (Se la da tmidamente.) S, seor.

    DANIEL. No se vaya por m, se lo ruego. Yo desaparezco.

    MARY. Es cierto que se iba ya, Daniel.

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  • DANIEL. Lo siento. Vuelva siempre que pueda. Mi mujerse lo agradecer.

    LUCILA. Buenas tardes. (Se encamina al foro.)

    MARY. Te acompao. (Salen las dos. DANIEL las ve mar-char, intrigado. Luego saca su pistola, comprueba elseguro y la pone sobre la librera. La ABUELA apare-ce por la izquierda.)

    ABUELA. Hola, hijo.

    [DANIEL. Hola, mam.

    ABUELA.] (Va a su lado.) Y la visita?

    DANIEL. Se ha despedido. (Se besan.)

    ABUELA. Poco ha durado. (MARY vuelve por el foro.)Quieres tomar algo? Este bizcocho est muybueno.

    DANIEL. Gracias, mam. No tengo ganas.

    ABUELA. Ay, Dios mo. (Recoge todo en la bandeja.)

    [MARY. (Va a tomarla.) Djeme a m, abuela.

    ABUELA. Por qu?

    MARY. Y su televisin?

    ABUELA. Viene muy aburrida a estas horas.] (Levanta labandeja y se enfrenta con su hijo.) [Tienes mala ca-ra.] (MARY recoge mantel y servilletas.)

    [DANIEL. (Toma a su madre por los brazos.) Estoy bien,mam. Y no me traigas ninguna tableta porque no lanecesito.

    ABUELA.] Quieres las zapatillas?

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  • MARY. Yo te las traigo. (Va hacia la izquierda.)

    ABUELA. (Se vuelve a mirarla.) Eh?... Ah! (Va tras ella.MARY sale. Desde la puerta, la ABUELA se vuelve amirar a su hijo. Luego sale. DANIEL se sienta en elsof, caviloso, y empieza a quitarse los zapatos. Sedetiene y mira hacia el foro, recordando a LUCILA.MARY vuelve con las zapatillas, las deja a su lado,recoge los zapatos y va a salir.)

    DANIEL. La cara de esa chica me es familiar.

    MARY. (Lo mira.) [No creo que la hayas visto nunca.] (Si-gue su camino.)

    DANIEL. (Se calza.) Hubo alguna llamada?

    MARY. [Una para m,] de la mujer de Pozner. Insiste enque nos visitemos.

    DANIEL. Y deberas hacerlo.

    MARY. No me es simptica. (La ABUELA entra y va a qui-tarle los zapatos.)

    ABUELA. Trae.

    MARY. (Se resiste.) Yo los llevo, abuela. (Intenta salir.)

    ABUELA. (Tenaz.) Trae... (Le arrebata los zapatos y salecon ellos.)

    [DANIEL. Y qu ms te ha dicho la mujer de Pozner?]

    MARY. (Lo mira fijamente.) Dice que su marido est enfermo.

    DANIEL. Enfermo?

    MARY. Por las noches grita y se despierta. (DANIEL bajala cabeza.) Ya ves como a todos les pasa algo.

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  • DANIEL. (Sobresaltado.) Qu?

    MARY. Vuestro trabajo debe de ser agotador. (DANIELvuelve a desviar la mirada. MARY titubea: quierehablar y no se decide. Entra la ABUELA con unalabor de punto.)

    ABUELA. Danielito est en sus glorias. No entras a verlo?

    DANIEL. Ahora. (La ABUELA se sienta en el sof, saca elestuche con sus gafas y se las pone para trabajar. Devez en cuando los mira.)

    MARY. (Va a recostarse a la biblioteca.) [Nunca me cuen-tas detalles de tu trabajo.

    DANIEL. No es agradable.

    MARY.] (Trivial.) Tenis que pegar a los detenidos?

    DANIEL. Alguna vez no hay ms remedio que apretarlosun poco.

    MARY. Ya, ya me hago cargo. (DANIEL se levanta y echaa andar.) Dnde vas?

    DANIEL. A escribir el artculo para la revista.

    ABUELA. Dnde vas? (DANIEL le sonre sin contestar yva hacia la izquierda. Cuando va a salir se vuelve.)

    DANIEL. Mary! (Ello lo mira. l da unos pasos hacia ella.La ABUELA los mira.) A qu ha venido esa chica?

    MARY. Despus de tantos aos, quera verme.

    DANIEL. Ya s dnde la he visto! En una foto de Jefatura.(MARY deja de mirarlo y va hacia el primer trmino.)[Mary, no vuelvas a recibir a esa mujer.] (MARY sesienta, desfallecida, en el silln del telfono.)

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  • [MARY. No pienso hacerlo.]

    DANIEL. (Se acerca.) Es ella la que te ha hablado del tratoa los detenidos, verdad?

    MARY. Yo la he desmentido.

    DANIEL. De... quin te hablaba? De su marido?

    MARY. Y de ella misma.

    DANIEL. De m no, supongo. Yo estaba en el sur cuandola detuvieron.

    MARY. Justo. Ella dice que t no estabas all cuando tuscompaeros la violaron.

    DANIEL. Ha dicho eso?

    MARY. [(Sonre nerviosa.) Ya ves!] (DANIEL se aparta.La voz de MARY se endurece.) Interrogas t tambina mujeres?

    DANIEL. (Se vuelve airado.) Yo no hago esas cosas, [Mary]!

    MARY. (Se levanta.) Y tus compaeros? (La ABUELA losmira.)

    DANIEL. Algunos... son muy torpes.

    [MARY. Entonces, no ha mentido?

    DANIEL. (Turbado.) Yo te explicar.]

    MARY. (Se acerca y lo toma del brazo.) [Dime la verdad!]Ella pareca sincera... Ha venido a rogar... que notorturis ms a su marido.

    DANIEL. (Por la ABUELA.) Cllate! (Se aparta, muy alte-rado. Se miran de lejos. La ABUELA se levanta y, sinmirarlos, sale por la izquierda. Turbados, la ven

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  • salir.) Nos habr odo? (Se acerca a la puerta yatisba.)

    MARY. (En voz queda.) Puedes hacer algo por ese hom-bre?

    DANIEL. Slo l puede ayudarse. Y no quiere hablar.

    MARY. Que les hacis?

    DANIEL. (Se vuelve.) Son criminales. Deben confesar...

    MARY. (Horrorizada.) Entonces, es cierto?

    DANIEL. (Da un paso hacia ella.) Mary, no es tanto comose dice.

    MARY. (Se acerca.) Le has hecho t algo a l?

    DANIEL. (Crispado.) Esa mujer no puede saber nada!Todo lo que te haya dicho son [mentiras o] exa-geraciones! (Sin mirarla.) [Mary...,] es a tu maridoa quien debes creer. Si te ha dicho que la violaron...

    MARY. Ha dicho que abusaron de ella.

    DANIEL. No es lo mismo... [Sufrira algn atrevimiento demal gusto...] Te ha dicho que yo le he hecho algoa su marido?

    MARY. No.

    DANIEL. Lo ves?

    MARY. (Se arroja en sus brazos, sollozando.) Te creo! Tecreo! (Suena el timbre. l se separa, inquieto. Ella lomira y se dirige al foro.)

    DANIEL. Mary... (Ella se detiene.) [No creo que sea de Jefa-tura, pero por si acaso...] Di que me he acostado...

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  • Que he ido al mdico y no me encuentro bien. (Ellalo mira con asombro. l va a la izquierda y sale. MARYsale por el foro. Segundo timbrazo. A poco vuelveseguida de MARSAN, que viene con abrigo y el som-brero en la mano.)

    MARY. Lo siento[, seor Marsan]. Vino tiritando y se haacostado.

    MARSAN. (Que mira sonriente a todos lados.) Ya lo s.Avis de que no podra ir esta tarde. [Bueno... Supon-go que lo visitar nuestro mdico.] Puedo verle?

    MARY. Est dormido.

    MARSAN. (Re.) Suerte que tiene. (Cruza hacia el silln.)Si me diera una copa, se lo agradecera. La necesi-to de veras! (Se sienta con el mayor desenfado.)

    MARY. (Fra.) El caso es que yo iba a salir ahora mismo.

    MARSAN. (Se levanta.) Magnfico! Me permite que laacompae?

    MARY. (Contrariada.) Cree que estara bien?

    MARSAN. (Se acerca.) Por qu no? Yo no tengo prejuicios.

    MARY. Yo, s.

    MARSAN. Y... son muy fuertes, seora Barnes?

    MARY. Qu quiere decir?

    MARSAN. (Se acerca algo ms.) No puede imaginar cun-to me gustara que no lo fuesen.

    MARY. (Se aparta un paso.) No le entiendo.

    MARSAN. Me entiende desde la primera vez que vine a estacasa.

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  • MARY. Marsan, haga el favor de salir.

    MARSAN. (Le tiembla la voz.) [La vida ofrece pocas cosasagradables, Mary.] No me diga que es feliz con sumarido: eso nunca es cierto. (Avanza.)

    MARY. (Retrocede.) Salga!

    MARSAN. Hay algo en usted.... irresistible. Algo que notienen las dems.

    MARY. Es intolerable que en mi propia casa [se atrevausted a...!]

    MARSAN. (Fuerte.) Yo soy muy terco, Mary! Usted lopensar.

    MARY. Vyase ahora mismo! (Entra DANIEL y lo mira du-ramente.)

    DANIEL. Espera. Iremos juntos. (Un silencio embarazoso.)

    [MARSAN. No estabas acostado?

    DANIEL. Ya me encuentro mejor.]

    MARSAN. (Rompe a rer de pronto.) No pongas esa cara,hombre... He bromeado con tu mujer porque sabaque estabas escuchando. [Y que saldras. Le pido]mil perdones, seora.

    DANIEL. Marsan, t sabes que no podemos pegarnoscomo dos matones de taberna! El comisario Paulustendr que resolver el asunto.

    MARSAN. (Fro.) Mejor ser que no le digas nada a papa-to y yo tampoco le dir que tratabas de eludir el tra-bajo. No quiero perjudicarte[: mi objetivo era quevolvieses a Jefatura y eso me basta]. (La luz crece enla oficina de la S. P.)

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  • DANIEL. (Da un paso hacia l, iracundo.) [Ests min-tiendo!] (Arriba, el comisario PAULUS entra por lapuerta del foro y aguarda, recostado en la mesa.)

    [MARSAN. S? Entonces le contaremos todo a Paulus, yveremos a quin cree.]

    DANIEL. (Se contiene, va a la librera y recoge su pistola.)Vamos a Jefatura. (Se dirige al vestbulo.)

    MARY. Es cierto que est enfermo, seor Marsan.

    MARSAN. No lo dudo, seora. Buenas tardes y perdone denuevo. (Pasa ante DANIEL y sale. Angustiada, MARYcorre al lado de su marido y lo besa con ardor.)

    DANIEL. Adis. (Sale a su vez. MARY vuelve al primer tr-mino, con la cara descompuesta. Abstrada, se apoyaen el silln. Por la escalerilla de la izquierda subena la oficina POZNER y LUIGI conduciendo a MARTY,que camina con dificultad. Ahora trae chaqueta. Suaspecto ha mejorado algo, pero su expresin es ya lade un absoluto anonadamiento. POZNER se disponea quitarle las esposas.)

    PAULUS. No le quite las esposas.

    LUIGI. Hgame caso, jefe. La baera y la corriente a untiempo. Eso ya no lo aguanta.

    PAULUS. (Se acerca a MARTY.) Qu te crees, imbcil?Que ya no hay nada peor? Te engaas! Ya no eresms que un guiapo, y a los guiapos se les hace tri-zas [y se les tira a la basura]. Vas a hablar? (El presono se mueve. Aunque no los oye, parece como si MARYintuyese la escena lejana. Con un brusco movimien-to intenta sacudir su obsesin; va al centro de la salay se detiene de nuevo, turbada.)

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  • [POZNER. Empezamos cuando quiera, jefe.

    PAULUS. (Mira su reloj.) Marsan tarda.

    LUIGI. Ah sube.] (Suben por la escalerilla de la izquier-da MARSAN y DANIEL.)

    MARSAN. Aqu estamos ya. (Va a dejar su abrigo y susombrero en la percha. El detenido mira lentamentea DANIEL, que desva la mirada.)

    PAULUS. Llvenlo [ustedes dos] adentro. (POZNER y LUIGIsalen con MARTY por el foro y cierran. DANIEL va adejar su sombrero en la percha.) Qu te pasa,Daniel? (DANIEL se vuelve, titubeante.)

    MARSAN. (Se adelanta, rpido.) Depresin. Pero [dijo quese encontraba mejor y] se ha empeado en venir.(MARY sale bruscamente por la izquierda. La luz seextingue en casa de los Barnes.)

    PAULUS. Que te vea luego el doctor Clemens. Vamos. (Seencaminan al foro. Suena el telfono. PAULUS lotoma.) Diga... S, doctor. Acabo de subir a Marty...Eso es cosa ma, no le parece?... Est bien, tendre-mos cuidado!... [Ya, ya s que me avisa en mi propiobeneficio.] (El DOCTOR VALMY aparece por el primertrmino izquierdo del escenario y su SECRETARIA,con lpiz y cuaderno, por el derecho. El DOCTORtrae un libro en rstica, con el que juega distrada-mente.) [Est bien, gracias.] Adis. (PAULUS cuelgay se oprime, abstrado, los ojos con los dedos. Luegomira a DANIEL.) Tu madre sigue bien?

    DANIEL. S, seor. Muchas gracias. [Le enva sus recuer-dos.]

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  • PAULUS. [Gracias.] (Abre la puerta del foro y sale, seguidode MARSAN y DANIEL. La puerta se cierra y quedafuertement