Burroughs, Edgar Rice - M7, Un Guerrero de Marte

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    UN GUERRERO

    DE MARTE

    Saga de Marte/7

    Edgar Rice Burroughs

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    Librodot Un guerrero de Marte Edgar Rice Burroughs

    Ttulo original: A Fighting man of MarsTraduccin: Romn Goicoechea Luna 1931 by Edgar Rice Burroughs

    2001 Editorial Ro HenaresISBN: 84-957-4101-6Edicin digital: LibrodotRevisin: SadracR6 06/03

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    Librodot Un guerrero de Marte Edgar Rice Burroughs

    PREFACIO

    Corresponda a Jason Gridley de Tarzana, descubridor de la Onda Gridley, el mrito dehaber establecido comunicacin por radio entre Pellucidar y el mundo exterior.

    Tuve la buena suerte de visitar con frecuencia su laboratorio en la poca en quellevaba a cabo sus experimentos y, adems, de recibir sus confidencias, de ah que fuera

    plenamente consciente de que al tiempo que confiaba en establecer comunicacin conPellucidar apuntaba hacia logros todava ms sorprendentes: deambulaba por el espaciotratando de establecer contacto con otro planeta; ni siquiera intent negar que la meta quesatisfara su ambicin era la de establecer comunicacin por radio con Marte.

    Gridley haba construido un sencillo aparato automtico que lanzaba sealesintermitentemente y registraba todo lo que se recibiera durante su ausencia.

    Durante un espacio de tiempo de cinco minutos, la Onda Gridley lanz al ter unasimple seal codificada formada por dos letras: J. G., producindose a continuacinuna pausa de diez minutos. Hora tras hora, da tras da, una semana despus de otra,estos silenciosos e invisibles mensajeros corrieron hacia los ltimos rincones del espacioinfinito, y despus de que John Gridley sali de Tarzana para embarcarse en su ex-pedicin de Pellucidar, me encontr arrastrado a su laboratorio por el seuelo de lasinquietantes posibilidades que ofreca su sueo, as como por la promesa que le habahecho de que me ocupara, de vez en cuando, de comprobar que el aparato funcionabadebidamente y de examinar los instrumentos de registro para ver si haba algunaindicacin de que las seales hubieran sido recibidas y contestadas.

    Mi ntima asociacin con Gridley me haba permitido obtener unos conocimientosbastante buenos sobre el funcionamiento de sus aparatos y suficientes sobre el cdigoMorse como para permitirme recibir mensajes con una precisin y una velocidadsatisfactorias.

    Pasaban los meses y el polvo se iba acumulando por todas partes, excepto en laspiezas mviles del aparato de Gridley, y la blanca cinta del receptor telegrfico quedebera recibir cualquier seal de respuesta segua conservando su virginal pureza.Entonces hice un breve viaje a Arizona.

    Despus de una ausencia de diez das, ms o menos, lo primero que me preocup fuerevisar el laboratorio de Gridley y los instrumentos que me haba confiado. Penetr en lafamiliar sala y encend las luces convencido de que slo encontrara la misma falta derespuesta a la que ya me haba acostumbrado.

    A decir verdad, la esperanza de xito no haba arraigado profundamente en mi interior y tampoco Gridley se senta muy optimista: lo que haca era un simple experimento.Consider que vala la pena el esfuerzo y yo, por mi parte, pens que tambin vala lapena prestarle cuanta ayuda pudiera, por pequea que fuera.

    De ah que me sintiera invadido por una sensacin de asombro, que alcanz lamagnitud de una descarga elctrica cuando vi en la cinta del receptor las conocidasmarcas de los puntos y las rayas del cdigo.

    Ni que decir tiene que me daba cuenta de que quiz algn otro investigador hubieraduplicado el descubrimiento de Jason de la Onda Gridley y el mensaje tuviera su origenen la Tierra o, tal vez, poda ser un mensaje del propio Jason en Pellucidar. Sin embargo,cuando lo descifr acab con todas las dudas. Era de Ulysses Paxton, capitn que fue dela Infantera de los Estados Unidos, quien, milagrosamente transportado desde el campode batalla de Francia hasta el seno del gran Planeta Rojo, se haba convertido en la manoderecha de Ras Thavas, el cerebro maestro de Marte, y ms tarde en esposo de VallaDia, hija de Kor San, jeddak de Duhor.

    Por decirlo en pocas palabras, el mensaje explicaba que en Helium se venanrecibiendo misteriosas seales desde haca meses y, aun cuando no haban sido capaces

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    de descifrarlas, tenan la sensacin de que procedan de Jasoom, nombre con el que elplaneta Tierra es conocido en Marte.

    Como John Carter no estaba en Helium, un astronauta veloz haba sido enviado aDuhor con la peticin urgente de que Paxton regresara de inmediato a las ciudadesgemelas para tratar de determinar si verdaderamente las seales que se estabanrecibiendo tenan su origen en el planeta que le haba visto nacer.

    A su llegada a Helium, Paxton reconoci al instante las seales de cdigo Morse ydespej las dudas de los cientficos marcianos de que en la bsqueda de la solucin delas intercomunicaciones entre Jasoom y Barsoom se haba logrado ya, por lo menos, algotangible.

    Los repetidos intentos por transmitir las seales de respuesta a la Tierra fueroninfructuosos y entonces las mentes ms privilegiadas de Helium pusieron mano a la tareade analizar y reproducir la onda Gridley.

    Pensaban que, por fin, haban tenido xito. Paxton haba enviado su mensaje y ellosesperaban ansiosos el acuse de recibo.

    Desde entonces me he mantenido en comunicacin casi constante con Marte, pero por lealtad a Jason Gridley, en cuyo haber hay que anotar todo el crdito y todos los honores,no he hecho ningn anuncio oficial ni facilitar informacin importante alguna. Lo dejopara cuando l regrese al mundo exterior. Creo, sin embargo, que no traiciono ningnsecreto si les cuento la interesante historia de Hadron de Hastor, que Paxton me relatuna noche, no hace mucho tiempo.

    Confo en que les guste tanto como a m.Pero, antes de ir adelante con el relato, quiz mis lectores encuentren interesante una

    breve descripcin sobre las razas principales de Marte, su organizacin poltica y militar yalgunas de sus costumbres. El aspecto fsico de la raza dominante, en cuyas manosestn el progreso y la civilizacin s, la vida de Marte propiamente dicha slo difiereun poco del nuestro. Las diferencias ms notables en relacin con el modelo anglosajnson su cutis de un color cobre rojizo claro y el hecho de que son ovparos. Aunque noslo, tambin hay otra: su longevidad. Un millar de aos es un ciclo vital natural de unmarciano, aunque debido a las actividades blicas y los frecuentes asesinatos entre ellosson pocos los que culminan dicho ciclo.

    Su organizacin poltica en general ha cambiado poco a lo largo de incontables eras; launidad sigue siendo la tribu, a cuya cabeza se encuentra un jefe, llamado tambin jed,que corresponde al rey de nuestra poca moderna. A los prncipes se les conoce como jeds menores, mientras que el jefe de jefes, o cabeza de las tribus consolidadas, es el jeddak, o emperador, cuyo cnyuge es la jeddara.

    La mayora de los marcianos rojos vive en ciudades amuralladas, aun cuando muchosde ellos residen en casas de campo aisladas, aunque bien valladas y defendidas,

    dispersas a lo largo de las franjas de tierra ricamente irrigadas con lo que en la Tierrahemos dado en llamar los canales de Marte.En el profundo sur se encuentra la regin polar meridional, en la que reside una raza de

    hombres negros de gran belleza y extraordinaria inteligencia. Tambin quedan all restosde una raza blanca; mientras que las regiones polares septentrionales estn dominadaspor una raza de hombres amarillos.

    Entre los dos polos, diseminados por todas las tierras residuales de los fondosmartimos muertos, habitando con frecuencia ciudades en ruinas de otras eras,encontramos a las aterradoras hordas verdes de Marte.

    Los terribles guerreros verdes de Barsoom son los enemigos hereditarios de todas lasdems razas que pueblan el planeta marciano. Son de estatura elevada y adems de

    estar bien dotados con dos piernas y dos brazos cada uno, disponen de otro par demiembros intermedios que pueden usar, a su voluntad, como brazos o como piernas.Tienen los ojos en los lados extremos de la cabeza, ligeramente por encima del centro,

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    sobresaliendo de manera que los pueden dirigir hacia delante o atrs, con independenciauno del otro, lo que permite a estas asombrosas criaturas mirar en todas direcciones, o endos direcciones al mismo tiempo, sin tener que volver la cabeza.

    Las orejas, emplazadas un poco por encima de los ojos y ms cercanas entre s, sonpequeas antenas acopadas que sobresalen unos centmetros por encima de la cabeza,mientras que la nariz son simples ranuras longitudinales en el centro del rostro, a mitad de

    camino entre la boca y las orejas.Sus cuerpos carecen de vello; el cuerpo es de color verde amarillento muy claro en lainfancia, para oscurecerse hasta alcanzar la tonalidad verde oliva al alcanzar la madurez ylos varones adultos son de color ms oscuro que las mujeres.

    El iris de sus ojos es de color rojo sangre, como en los albinos, mientras que la pupilaes oscura. El globo ocular propiamente dicho es blanco, igual que los dientes, siendoestos ltimos los que dan un aspecto feroz a unos rostros que, por lo dems, resultansiempre aterradores y terribles a medida que sus colmillos inferiores se curvan haciaarriba hasta terminar en puntas aguzadas que terminan en el punto en el que estnsituados los ojos de los seres humanos terrestres. La blancura de sus dientes no es la delmarfil, sino la de la porcelana nvea y ms brillante. Sus colmillos sobresalen de la formams sorprendente del fondo oscuro de sus pieles verde oliva, haciendo que estas armaspresenten un aspecto singularmente formidable.

    Forman una raza cruel y taciturna, totalmente desprovista de amor, simpata o piedad.Es una raza ecuestre que no anda por el suelo ms que para desplazarse de un lado a

    otro en sus campamentos.Sus monturas, a las que llaman thoats, son grandes bestias salvajes, cuyas

    proporciones armonizan con la de sus gigantescos amos. Tienen ocho patas y anchascolas planas, ms grandes en los extremos que en sus races. Mantienen las colas rectasmientras corren. La boca es enorme y parte en dos la cabeza, desde el morro a sus largosy robustos cuellos. Al igual que sus jinetes, carecen por completo de pelo y tienen la pielde color pizarra oscuro, demasiado liso y brillante, con excepcin del vientre, que esblanco, y las patas, cuyas tonalidades van del pizarra de los hombros y las caderas alamarillo brillante de los pies. Los pies tienen gruesos almohadillados y carecen de uas.

    Como los hombres rojos, las hordas verdes son gobernadas por jeds y jeddaks, pero suorganizacin militar no tiene el mismo detalle de perfeccin que la de aquellos.

    Las fuerzas militares de los hombres rojos estn perfectamente organizadas, siendo suprincipal arma la Marina, una enorme flota area de acorazados, cruceros y una variedadinfinita de naves de menor porte hasta llegar a las aeronaves exploradoras monoplaza. Lesigue en orden de importancia la rama del servicio formada por la Infantera, mientras quela Caballera, que monta una raza de thoats pequeos similares a los que usan losgigantes verdes marcianos, se dedica principalmente a patrullar las avenidas de las

    ciudades y los distritos rurales que bordean los sistemas de riego.La unidad bsica principal, aunque no la ms pequea de la organizacin militar, esuna utan, formada por cien hombres y mandada por un dwar ayudado por varios padwars,es decir, tenientes, ms jvenes que l. Un odwas manda una umak de diez mil hombres,mientras que su superior es el jedwar, que slo es menor que el jed o rey.

    La ciencia, la literatura, el arte y la arquitectura estn, en algunos de losdepartamentos, ms avanzados en Marte que en la Tierra, algo sorprendente si seconsidera la interminable batalla por la supervivencia que es la caracterstica msmarcada de la vida en Barsoom.

    No slo tienen que librar una continua batalla contra la Naturaleza, que lentamente vaagotando su ya bastante depauperada atmsfera, sino que desde que nacen hasta que

    mueren han de enfrentarse a la terrible necesidad de defenderse de las nacionesenemigas de su propia raza y de las nutridas hordas de guerreros verdes errantes delfondo del mar muerto, al tiempo que dentro de las murallas de sus propias ciudades hay

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    bandas de incontables asesinos, cuya demanda est tan bien reconocida que endeterminadas localidades estn agrupados en gremios.

    A pesar de todas las sombras realidades con las que tienen que enfrentarse, sinembargo, los marcianos rojos son gente feliz y social. Tienen sus juegos, danzas ycanciones, y la vida social de una gran capital de Barsoom es tan alegre y magnficacomo la que podramos encontrar en las ricas capitales de la Tierra.

    Son, por aadidura, gente valiente, noble y generosa, como lo indica el hecho de que niJohn Carter ni Ulysses Paxton quieran regresar a la Tierra, si pueden quedarse.Y, ahora, volvamos al relato que recib de Paxton, a travs de setenta millones de

    kilmetros en el espacio.

    CAPTULO I - Hadron de Hastor

    Esta es la historia de Hadron de Hastor, guerrero de Marte, tal y como l mismo se lacont a Ulysses Paxton:

    Soy Tan Hadron de Hastor, mi padre es Had Urtur, odwar del primer umak de lastropas de Hastor. Est al mando del buque de guerra ms grande que Hastor hayaaportado nunca a la armada de Helium, con capacidad para acomodar, como de hechoaloja, a los diez mil hombres del primer umak, junto con otros cinco mil barcos de guerrams pequeos y toda la parafernalia blica. Mi madre es una princesa de Gathol.

    Nuestra familia no es rica, excepto en el honor y, como valoramos ste por encima delas posesiones mundanas, eleg la profesin de mi padre, en vez de dedicarme a unacarrera ms rentable. Para llevar adelante mi ambicin en mejores condiciones, metraslad a la capital del imperio de Helium e hice el servicio en las tropas de Tardos Mors, jeddak de Helium, a fin de poder estar ms cerca del gran John Carter, Seor de laGuerra de Marte.

    Mi vida en Helium y mi carrera en el ejrcito fueron similares a las de muchos otroscientos de jvenes. Pas mis das de instruccin sin hacer notables logros. Ni por delanteni por detrs de mis compaeros, y a su debido tiempo me ascendieron a padwar del 91umak, siendo asignado al 5 utan del 11 dar.

    Al ser de noble linaje por parte de mi padre y haber heredado sangre real de mi madre,los palacios de las ciudades gemelas de Helium estuvieron siempre abiertos para m y meintroduje en buena medida en la alegre vida de la capital. Fue as como conoc a SanomaTora, la hija de Tor Hatan, odwar del 91 umak.

    Tor Hatan slo pertenece a la nobleza baja, pero es fabulosamente rico gracias a quelos botines obtenidos en muchas ciudades los invirti bien en terrenos de labranza yminas y, puesto que en la capital de Helium la riqueza cuenta mucho ms de lo que

    importa en Hastor, Tor Hatan es un hombre poderoso, cuya influencia llega incluso hastael trono del jeddak.Nunca olvidar la ocasin en que vi por primera vez a Sanoma Tora. Fue con ocasin

    de una gran fiesta que dieron en el palacio de mrmol del Seor de la Guerra. All,reunidas bajo el mismo techo, se encontraban las mujeres ms bellas de Barsoom, pero,a pesar de las esplndidas y radiantes bellezas de Dejah Thoris, Tara de Helium y Thuviade Ptarth, el encanto de Sanoma Tora era tal que llamaba la atencin. No dir quesuperaba al de las reconocidas reinas del encanto barsoomiano; s que mi adoracin por Sanoma Tora puede influir fcilmente sobre mi juicio, pero tambin otros subrayaron suesplendorosa belleza, que se diferencia de la de Dejah Thoris como la inmaculada bellezade un paisaje polar difiere de la hermosura de los trpicos, como la hermosura de un

    palacio blanco iluminado por la luz de la luna difiere de la belleza de su jardn a medioda.Cuando a mi solicitud me la presentaron, lo primero que hizo fue dirigir la mirada alemblema de mi armadura y, dndose cuenta de que yo slo era un padwar, slo se dign

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    murmurar unas palabras condescendientes para dirigir a rengln seguido su atencin aldwar con el que haba estado conversando.

    Debo reconocer que sent mi orgullo herido y, sin embargo, fue precisamente el tratoofensivo que me haba dado el que fij mi determinacin de conseguirla; siempre me haparecido la ms deseable la meta que ms difcil parece de alcanzar.

    Y as fue como me enamor de Sanoma Tora, la hija del comandante en jefe del umak

    al que yo perteneca.Durante largo tiempo me result muy difcil cortejar a la muchacha lo ms mnimo; dehecho, no volv a ver a Sanoma Tora durante muchos meses, tras nuestro primer encuentro, ya que cuando descubri que, adems de ser de baja graduacin yo erapobre, me result imposible lograr que me invitara a su casa y el caso fue que no me latropec en ningn otro sitio durante largo tiempo, pero cuanto ms inaccesible se mehaca, ms la amaba hasta el extremo de dedicarle mis pensamientos en todo momentoen que no estuviera realmente ocupado en desempear mis deberes militares, tanto queproyectaba planes cada vez ms osados para poseerla. Incluso pas por un ramalazo delocura al pensar en raptarla y pienso que poda haber llegado a ello de no encontrar alguna otra forma para verla, pero ms o menos por esta poca, un oficial compaero del91, en realidad el dwar del utan en el que yo estaba destinado, se apiad de m y meconsigui una invitacin para una fiesta que daban en el palacio de Tor Hatan.

    Mi anfitrin, que tambin era mi oficial comandante, nunca haba advertido mipresencia hasta aquella noche y me sorprendi observar la calidez y cordialidad de susaludo.

    No se venda tan caro, Hadron de Hastor y djese ver con ms frecuencia por aqu me dijo. Le he estado observando y puedo profetizarle que llegar lejos en el serviciomilitar del jeddak.

    Supe entonces, al decir que me haba estado observando, que menta, ya que erasabido que Tor Hatan demostraba una notoria laxitud en sus deberes como oficialcomandante, de los que se ocupaba el primer teedwar del umak. Aun cuando no poda niimaginarme cul era la razn de su sbito inters por m, resultaba muy agradable orlo yaque, contando con ello, podra seguir, en cierto grado, mi acoso al corazn y la mano deSanoma Tora.

    La propia Sanoma Tora se mostr algo ms cordial, slo un poco ms, que cuando nosconocimos, aun cuando era claro que prestaba ms atencin a Sil Vagis que a m.

    Y si hay algn hombre en Helium al que deteste en particular ms que a ningn otro,ese es Sil Vagis, un desagradable esnob que hace ostentacin del ttulo de teedwar aunque, hasta donde pude averiguar, no tiene mando de tropas, sino que pertenecesencillamente, al Estado Mayor de Tor Hatan, principalmente, me figuro, gracias a lasriquezas de su padre.

    En tiempo de paz no queda otro remedio que apechar con tipos de esta especie, perocuando se rompen las hostilidades y se pone al frente de las tropas el gran Seor de laGuerra, son los luchadores los que cuentan, no los ricos.

    Fuera como fuera, el caso es que, aunque Sil Vagis me dio la tarde, como meestropeara muchas otras en el futuro, yo sal aquella noche del palacio de Tor Hatan conuna sensacin que estaba muy cerca de la euforia porque Sanoma Tora me haba dadopermiso para volver a verla en casa de su padre, cuando me lo permitieran mis deberes,para presentarle mis respetos.

    Iba de vuelta a mi alojamiento acompaado por mi amigo el dwar y al comentarle laforma clida en que me haba recibido Tor Hatan se ech a rer.

    Lo encuentras divertido? le pregunt Por qu?

    Como sabes, Tor Hatan es muy rico y poderoso y, pese a ello, es muy raro, comoquiz te hayas dado cuenta, que le inviten a cualquiera de los cuatro lugares de Helium alos que se perecen por acudir los hombres ms ambiciosos.

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    Quieres decir los palacios del Seor de la Guerra, el jeddak, el jed y Carthoris? lepregunt.

    Naturalmente respondi Qu otros cuatro cuentan en Helium tanto comoesos? Se supone que Tor Hatan prosigui procede de la nobleza baja, pero sigosospechando que no hay una sola gota de sangre noble en sus venas y uno de loshechos en que baso mis conjeturas es su reverencia aduladora y asustada por todo lo que

    guarde relacin con la realeza: dara su alma sebosa porque le consideraran ntimo encualquiera de esos cuatro lugares. Y eso qu tiene que ver conmigo? pregunt. Muchsimo replic porque, en realidad, gracias a eso te invitaron esta noche al

    palacio. Pues no te entiendo le dije. Da la casualidad de que estaba hablando con Tor Hatan la maana del da en que

    recibiste la invitacin y, a lo largo de nuestra conversacin, cit tu nombre. l nunca habaodo hablar de ti y, como padwar del 5 utan, no despertaste su inters en lo ms mnimo,pero cuando le dije que tu madre era una princesa de Gathol, aguz el odo y, cuandosupo que eras recibido como amigo y en pie de igualdad en los palacios de los cuatrosemidioses de Helium, se mostr casi entusiasta contigo. Lo entiendes ahora? concluy soltando una carcajada.

    Ya lo creo contest, pero te doy las gracias de todos modos. Todo lo quebuscaba era la oportunidad y como quiera que estaba dispuesto a lograrla hastarecurriendo a acciones criminales, si era necesario, no me puedo quejar de los mediosque se han empleado para obtenerla, por muy poco halageo que pueda resultarme.

    Durante meses frecuent el palacio de Tor Hatan, y siendo por naturaleza buenconversador y habiendo aprendido bien las majestuosas danzas de saln y los alegres juegos de Barsoom, no era, en modo alguno, un invitado mal recibido. Adems, mepropuse llevar a Sanoma Tora a uno u otro de los cuatro grandes palacios de Helium.Siempre era bien recibido por la relacin consangunea existente entre mi madre y elHagan de Gathol, que se haba casado con Tara de Helium.

    Naturalmente, pens que estaba progresando satisfactoriamente con mi cortejo, perono lo bastante aprisa como para mantener el paso de los desbocados deseos de mipasin. No haba conocido el amor antes y pensaba que me morira si no posea pronto aSanoma Tora, hasta el extremo de que cierta noche visit el palacio de su padredefinitivamente dispuesto a poner mi corazn y mi espada a los pies de mi amada antesde abandonar su residencia y, aunque los naturales complejos de un enamorado meconvencieron de que yo no pasaba de ser un despreciable gusano, y que habra estadototalmente justificado que ella lo rechazara desdeosamente, estaba dispuesto adeclararme para que se me considerara abiertamente como aspirante a su mano lo cual,

    despus de todo, le da a uno ms libertad, aun cuando no sea por completo alpretendiente favorito.Fue una de esas noches encantadoras que trasforman el viejo Barsoom en un mundo

    embrujado. Thuria y Cluros se perseguan por el cielo lanzando su suave luz sobre el jardn de Tor Hatan, tiendo de prpura el csped rojo escarlata vivo y prestando extraosmatices a los preciosos capullos de pimalia y sorapus, mientras los serpenteantes paseos,cubiertos de grava de piedras semipreciosas, devolvan millares de relmpagos luminososque, revestidos con colores continuamente cambiantes, danzaban a los pies de lasestatuas de mrmol que prestaban un encanto artstico adicional al conjunto.

    En uno de los espaciosos salones que se abran sobre los jardines del palacio, un joven y una doncella estaban sentados en un enorme banco de rica madera de sorapus,

    un banco que hubiera llenado de gracia los salones del mismo gran jeddak, tan delicado ydifcil era su rico dibujo, tan perfecta la talla del artesano maestro que lo construy.

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    Sobre el correaje de cuero del joven se vean las insignias de su grado y servicio: eraun padwar del 91 umak. El joven era yo, Hadron de Hastor, y la muchacha que estabaconmigo, Sanoma Tora, hija de Tor Hatan. Yo haba venido lleno de audaz determinacina suplicar por mi causa, pero repentinamente me di cuenta de lo poco que vala. Qupoda ofrecer a la bella hija del rico Tor Hatan? Yo slo era un padwar, y adems pobre.Claro que haba sangre real de Gathol en mis venas y eso, yo lo saba, hubiera pesado en

    el nimo de Tor Hatan, pero no soy dado a presumir y no poda recordar a Sanoma Toralas ventajas que se podran derivar de ello, ni siquiera si hubiera sabido que influirapositivamente en su nimo. No tena, por tanto, cosa alguna que ofrecer, aparte de migran amor que quiz sea, despus de todo, el mejor regalo que se pueden hacer entre elhombre y la mujer, y ltimamente haba pensado que Sanoma Tora podra amarme. Ellahaba enviado a buscarme en algunas ocasiones y, aunque en cada caso haba sugeridoque fuera al palacio de Tara de Helium, yo haba sido lo bastante vanidoso como parapenar que no era esa la nica razn por la que deseaba estar conmigo.

    Te noto distrado esta noche, Hadron de Hastor dijo ella tras un silencioparticularmente prolongado, durante el cual me haba esforzado por formular mideclaracin con algunas frases convincentes y llenas de gracia.

    Quiz contest, pero es porque estoy tratando de encontrar las palabras con lasque engalanar el pensamiento ms interesante que jams he tenido. Y cul es? me pregunt cortsmente, aun cuando sin mostrar excesivo inters. Que te amo, Sanoma Tora! consegu tartamudear sintindome incmodo.Ella se ech a rer. Una risa que era como el tintineo de la plata sobre el cristal, bella

    pero fra. Eso era evidente desde haca largo tiempo dijo, pero por qu quieres hablar

    de ello? Y por qu no? quise saber. Porque aunque correspondiera tu amor, no soy para ti, Hadron de Hastor contest

    framente. Entonces, no puedes amarme, Sanoma Tora? pregunt. No he dicho tal cosa

    me respondi. Entonces, podras amarme? Podra, si me permitiera a m misma esa debilidad dijo, pero qu es el amor? El amor lo es todo le contest.Sanoma Tora se echo a rer de nuevo. Si piensas que voy a unirme de por vida a un rado padwar, aunque le ame, ests

    equivocado dijo arrogante. Soy la hija de Tor Hatan, cuya riqueza y poder en nadatienen que envidiar a los de las familias reales de Helium. Tengo pretendientes cuyariqueza es tan grande que podran comprarte mil veces. Este ao, un emisario del jeddak

    Tul Axtar de Jahar vino a servir a mi padre; me haba visto y dijo que regresara y tcrees, que simplemente por amor, la que un da puede ser jeddara de Jahar se va aconvertir en la esposa de un pobre padwar.

    Su respuesta me soliviant. Tal vez tengas razn repliqu. Eres tan hermosa que no parece posible que

    ests en un error, pero en lo ms profundo de mi corazn no puedo por menos que sentir que la felicidad es el mayor de los tesoros que uno puede poseer y que el amor es elmayor de los poderes. Sin ellos, Sanoma Tora, incluso una jeddara es pobre, no lo dudes.

    Correr el riesgo dijo. Confo en que el jeddak de Jahar no sea tan seboso como su emisario dije, me

    temo que con bastante grosera.

    A m me da igual que sea un barril de grasa con piernas si quiere hacerme su jeddara replic Sanoma Tora. Entonces, no tengo esperanzas? pregunt.

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    No, mientras tengas tan poco que ofrecer, Padwar contest ella.Fue entonces cuando un esclavo anunci a Sil Vagis y yo me march. Nunca, en mi

    vida, haba cado en un abatimiento tan profundo como el que se apoder de m mientrasregresaba, sintindome desgraciado, a mi alojamiento, pero aun cuando pareca haber muerto cualquier esperanza, no renunci a mi determinacin de conseguir a SanomaTora. Si el precio que pona era el de riqueza y poder, yo lograra poderes y riquezas.

    Cmo los iba a lograr era algo que no tena claro del todo, pero yo era joven y para la juventud todo es posible.Haba estado dando vueltas en la cama, entre la seda y las pieles, desde haca largo

    rato, desvelado, cuando un oficial de la guardia irrumpi repentinamente en mi cuarto. Hadron! grit Ests ah? S! respond. Benditas sean las cenizas de mis antepasados! exclam Tem no

    encontrarte. Y dnde iba a estar? pregunt a mi vez Y a qu viene tanto jaleo? Tor Hatan, el viejo y gordo saco del tesoro, se ha vuelto loco! exclam. Qu Tor Hatan se ha vuelto loco? Qu ests diciendo? Y qu tiene eso que ver

    conmigo? Jura que has secuestrado a su hija.Me puse en pie de un salto. Sanoma Tora raptada! grit Le ha pasado algo? Dime, aprisa. S, se ha

    marchado, sin duda respondi mi informante, pero hay algo muy misterioso en todoesto.

    Sin embargo, yo no esper a or ms. Recog mi correaje y me lo fui poniendo mientrascorra por la pista en espiral en direccin a los hangares situados en el techo del cuartel.Careca de autoridad, y hasta de permiso, para coger un aparato, pero qu importanciatena todo eso cuando Sanoma Tora estaba en peligro?

    Los centinelas del hangar trataron de detenerme y me preguntaron; no recuerdo lo queles contest. Lo que s es que tuve que haberles mentido, porque me permitieron subir aun rpido avin monoplaza y un instante despus volaba en medio de la noche hacia elpalacio de Tor Hatan.

    Como el palacio se encuentra a poco ms de dos haads del cuartel, llegu en uninstante pero, cuando aterrizaba en el jardn, fuertemente iluminado en aquellosmomentos, vi a mucha gente reunida y, entre ellos, Tor Hatan y Sil Vagis.

    Salt de la carlinga del aparato y el primero de los citados corri hacia m con el rostrocontrado por la ira.

    As que eres t! grit Qu excusa tienes? Dnde est mi hija? Eso es lo que he venido a preguntar, Tor Hatan contest.

    T ests metido en esto grit. T has raptado a mi hija. Ella le dijo a Sil Vagisque esta misma noche le habas pedido la mano en matrimonio y que ella se habanegado.

    Le ped su mano acept y ella me la neg. Hasta ah es verdad; pero si ella hasido secuestrada, en el nombre de tu primer antepasado, no pierdas el tiempo tratando deinvolucrarme en este diablico complot. Yo nada tengo que ver con esto. Qu hapasado? Quin estaba con ella?

    Sil Vagis estaba con ella. Estaban paseando por el jardn contest Tor Hatan. T viste que la raptaban? pregunt dirigindome a Sil Vagis y sigues aqu ileso

    y con vida?Empez a tartamudear.

    Eran muchos dijo, Me superaban en nmero. Les viste? pregunt. S!

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    Y yo estaba entre ellos? requer. Estaba muy oscuro. No pude reconocer a ninguno de ellos; tal vez estaban

    disfrazados. Y te superaban en nmero? le pregunt. S respondi. Mientes! exclam Si te hubieran cogido estaras muerto. Lo que hiciste fue

    echar a correr y esconderte, sin sacar siquiera un arma para defender a la muchacha. Eso es mentira! grit Sil Vagis Luch con ellos, pero me vencieron.Me volv a Tor Hatan. Estamos perdiendo el tiempo dije. No hay nadie que nos pueda dar una pista

    sobre la identidad de estos hombres y la direccin que tomaron con sus aparatos? Cmoy de dnde vinieron? Cmo y hacia dnde se fueron?

    Est intentando confundirte, Tor Hatan dijo Sil Vagis. Quin poda haber sidoms que un pretendiente despechado? Qu contestaras si te dijera que la insignia delos hombres que secuestraron a Sanoma Tora era la de los guerreros de Hastor?

    Contestara que eres un embustero respond. Si estaba tan oscuro como parano permitirte reconocer las caras, cmo pudiste descifrar la insignia de sus correajes?

    Llegados a este punto, otro oficial del 91 umak se me uni. Hemos encontrado a uno que quiz est en condiciones de arrojar alguna luz sobreeste asunto dijo. Suponiendo que viva lo bastante para hablar.

    Los hombres haban estado buscando por los jardines de Tor Hatan y por la parte de laciudad adyacente al palacio y varios de ellos venan hacia nosotros: trasladaban a unhombre al que dejaron sobre el csped, a nuestros pies. Su cuerpo, herido y magullado,estaba totalmente desnudo y permaneci tendido haciendo esfuerzos por respirar; unespectculo que inspiraba compasin.

    Un esclavo, al que haban enviado al palacio, regres con algunos estimulantes ycuando le obligaron a tragar algunos, el hombre se recuper ligeramente.

    Quin eres? le pregunt Tor Hatan. Soy un guerrero de la guardia de la ciudad contest el hombre con voz dbil.Un oficial preso de excitacin se acerc a Tor Hatan. Mis hombres acaban de dar con seis ms en el mismo sitio donde descubrimos a

    este hombre dijo Todos estn desnudos y en las mismas condiciones demagullamiento de ste.

    Quiz lleguemos, a fin de cuentas, al fondo de este asunto dijo Tor Hatan yvolvindose al infeliz que estaba sobre el csped rojo, le orden que siguiera.

    Estbamos de patrulla nocturna por la ciudad cuando vimos un aparato queavanzaba sin luces. Cuando nos acercamos y encendimos una linterna pude echarle unvistazo, pero breve. No llevaba banderas ni insignias que indicara cul era su origen y su

    diseo no se pareca al de ninguna otra nave que yo hubiera visto antes. Tena unacabina larga, baja, cerrada a cada lado de la cual haba montados dos caones de aspec-to muy raro. Esto fue todo lo que pude observar, excepto que vi que un hombre apuntabauno de los caones en nuestra direccin. El padwar que mandaba nuestra nave dio laorden de disparar inmediatamente sobre el intruso, al mismo tiempo que le gritaba. Enese instante, nuestra nave se disolvi en el aire e incluso el correaje se me desprendi. Loltimo que recuerdo es que yo iba cayendo...

    Tor Hatar hizo que la gente se congregara a su alrededor. Tiene que haber alguien en los terrenos del palacio que haya visto algo de lo que

    ocurri dijo. Os ordeno que no importa quin sea, quien quiera que tenga algnconocimiento de este asunto, tiene que hablar.

    Un esclavo se adelant y al acercarse a Tor Hatan le mir con arrogancia. Bien pregunt el odwar, qu tienes que decir? Habla!

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    T lo mandas, Tor Hatan dijo el esclavo, de lo contrario yo no hablara, porquecuando te haya dicho lo que vi me habr ganado la enemistad de un poderoso noble dirigi una rpida mirada a Sil Vagis.

    Y si tu boca dice verdad, hombre, te habrs ganado la amistad de un padwar cuyaespada est pronta a protegerte, incluso frente a un poderoso noble dije rpidamenteechando, tambin yo, un vistazo a Sil Vagis, porque me rondaba el cerebro que lo que

    aquel tipo tena que decir poda no ser demasiado halageo para el suave petimetre quese ocultaba detrs del ttulo de un guerrero. Habla! orden Tor Hatan con impaciencia Y cudate muy mucho de mentir! A lo largo de catorce aos, desde que me trajeron a Helium como prisionero de

    guerra tras la cada y el saco de Kobol, donde estaba en la guardia personal del jed deKobol, he sido un fiel servidor de tu palacio, Tor Hatan contest el hombre y en todoese tiempo no te he dado motivos para que cuestionaras mi honradez. Sanoma Toraconfiaba en m y de haber tenido yo una espada aquella noche, quiz ella estara todavaentre nosotros.

    Vamos, vamos! grit Tor Hatan Al asunto! Qu es lo que viste? Este tipo no vio nada salt Sil Vagis. Por qu perder el tiempo con l? Slo

    busca la gloria de un poco de notoriedad pasajera. Djale hablar! exclam. Acababa de subir la primera rampa que conduce al segundo nivel del palacio

    explic el esclavo camino del dormitorio de Tor Hatan para arreglarle el lecho de seda ypieles para que durmiera, como es mi costumbre, y 'al hacer una pausa un momento paramirar al jardn, vi que Sanoma Tora y Sil Vagis paseaban a la luz de la luna. Conscientede que no estaba bien que les espiara, estaba a punto de proseguir con mi tarea cuandovi un aparato que surga silenciosamente de la oscuridad de la noche dirigindose al jardn. Usaba motores silenciosos y no llevaba luces. Pareca una nave fantasma y tenaun diseo tan extrao que aun cuando no fuera por otras razones hubiera atrado miatencin... pero hubo otras razones. Las naves que circulan de noche sin luces no lohacen por buenas razones, por lo que me detuve a vigilar.

    Aterriz silenciosa y rpidamente detrs de Sanoma Tora y Sil Vagis, quienes no sedieron cuenta de su presencia hasta que les llam la atencin el tintineo del pertrecho deuno de los muchos guerreros que salieron de su cabina baja al aterrizar. Sil Vagis se dioentonces la vuelta. Por un instante permaneci de pie, como petrificado y luego, cuandolos extraos guerreros avanzaron hacia l, se dio media vuelta y ech a correr paraesconderse entre los matorrales del jardn.

    Eso es mentira! grit Sil Vagis. Silencio, cobarde! le orden. Prosigue, esclavo dijo Tor Hatan.

    Sanoma Tora no se dio cuenta de la presencia de los extraos guerreros hasta quela agarraron bruscamente por detrs. Todo sucedi con tal rapidez que apenas me diotiempo para darme cuenta de lo que perseguan con su siniestros propsitos antes de quela atraparan. Cuando comprend que mi ama era el objeto de este ataque nocturno ech acorrer rampa abajo pero, lamentablemente, cuando llegu al jardn ya la haban arrastradoa bordo de su aparato. Incluso entonces, si hubiera tenido una espada podra, por lomenos, poda haber muerto al servicio de Sanoma Tora, porque llegu al misteriosoaparato cuando suba a l el ltimo guerrero. Le agarr por el correaje y trat de tirarle alsuelo, al tiempo que gritaba con todas mis fuerzas para alertar a la guardia del palacio,pero en ese momento uno de los compaeros que ya estaba a bordo sac su largaespada y me amag un violento golpe en la cabeza. Aunque tropez y me dio de rebote,

    fue bastante para dejarme atontado un momento, lo que me hizo soltar al que tena sujetoy caer sobre el csped. Cuando me recuper la nave se haba ido y la guardia de palaciosala entonces de su alojamiento, demasiado tarde. He hablado y he hablado la verdad.

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    cuando sobrevol la parte del tejado reservada a los aviones militares pude ver los dealgunos de los oficiales de alto rango del Estado Mayor del Seor de la Guerra.

    Siendo un visitante asiduo del palacio, bien conocido por los oficiales de la guardiapersonal del Seor de la Guerra, no tuve dificultades para ser admitido y encontrarmeahora esperando en el vestbulo, justo al lado del despacho en el que el Seor de laGuerra acostumbraba conceder audiencias privadas, aguardando a que un esclavo me

    anunciara a su amo.No s cunto tiempo estuve esperando. Quiz no fue mucho, pero me pareci unaeternidad porque mi mente estaba atormentada con la seguridad de que la mujer a la queamaba estaba en un espantoso peligro. Estaba posedo por el convencimiento, ridculo talvez, pero no por ello menos real, de que slo yo poda salvarla y que cada minuto que meretrasara reduca sus oportunidades de recibir socorro antes de que fuera demasiadotarde.

    Finalmente me invitaron a entrar y cuando estuve en presencia del gran Seor de laGuerra vi que estaba rodeado por los hombres que ocupaban los cargos mas elevados enlos consejos de Helium.

    Supongo dijo John Carter, yendo directamente al asunto que lo que te trae aquesta noche, Hadron de Hastor, se refiere al asunto del rapto de la hija de Tor Hatan.Sabes algo, o tienes alguna idea que pueda arrojar luz sobre este caso?

    No contest, he venido, simplemente para obtener tu permiso para salir enbusca de alguna pista que me lleve a los secuestradores de Sanoma Tora.

    Dnde pretendes buscar? pregunt. An no lo s, seor contest, pero la encontrar. Sonri. Esa seguridad ya es una ventaja convino y sabiendo como s lo que la

    impulsa, te concedo el permiso que deseas. Aunque el secuestro de una hija de Heliumya es en s mismo lo bastante grave como para justificar el uso de todos los recursos paracazar a sus secuestradores y devolverla a su hogar, en este caso se da, adems, unelemento que puede presagiar grandes peligros para el Imperio. Como si duda sabes, lamisteriosa nave que se la llev tena montado un can del que sali una fuerza tanpoderosa que desintegr por completo toda las piezas metlicas del aparato patrulleroque trat de interceptarle y preguntarle. Incluso las armas y las placas metlicas de loscorreajes de los tripulantes se disiparon y desaparecieron, un hecho que fue comprobadosin lugar a dudas con el examen de los restos del aparato patrullero y los cuerpos de lostripulantes. Madera, cuero, carne, todo lo perteneciente a los reinos animal y vegetal quehaba a bordo del aparato lo encontramos disperso por el suelo donde cay, pero ni elmenor rastro de cualquier sustancia metlica.

    Estoy tratando de grabar esto en ti porque para m es una posible pista sobre elemplazamiento, en general, de estos nuevos enemigos de Helium. Estoy convencido de

    que ste no ha sido ms que el primer golpe, ya que cualquier armada que cuente conesos caones podra tener fcilmente a Helium a su merced y, a decir verdad, pocas sonlas ciudades de Barsoom fuera del imperio que no se aferraran con avidez a cualquier instrumento que les permitiera saquear las Ciudades Gemelas.

    Llevamos algn tiempo profundamente preocupados por el creciente nmero denaves perdidas por la Armada. En casi todos los casos, dichas naves estaban dedicadasa trazar los mapas de las corrientes de aire y a registrar las presiones atmosfricas endistintos lugares de Barsoom alejados del imperio y recientemente se ha evidenciado quela gran mayora de estas naves que nunca regresaron fueron las que patrullaban por laparte sur del hemisferio occidental, una porcin inhospitalaria de nuestro planeta de laque, lamentablemente, tenemos escasos conocimientos por el hecho de que no hemos

    desarrollado el comercio con los nada amistosos habitantes de este vasto dominio.Esto, Hadron de Hastor, es una mera sugerencia: slo una vagusima pista, pero te laofrezco por lo que vale. Entre este momento y maana a medioda lanzaremos mil

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    aparatos exploradores monoplaza a la bsqueda de los secuestradores de Sanoma Tora;y no ser eso todo. Cruceros y acorazados se unirn a la caza, porque Helium tiene quesaber qu ciudad, o qu nacin, ha desarrollado un arma tan destructora como la utilizadasobre Helium esta noche.

    Tengo la seguridad de que el arma es de invencin muy reciente y que sea cual sea lapotencia que la posee, todos sus esfuerzos estarn encaminados a perfeccionarla y

    fabricarla en tales cantidades que les convierta en amos del mundo. He hablado. Ve y quela fortuna te acompae.Me creern si les digo que no perd ni un segundo en disponerme a cumplir mi misin,

    ahora que contaba con la autorizacin de John Carter. Me dirig a mi alojamiento y meapresur a preparar mi partida, lo que consisti, principalmente, en hacer una cuidadosaseleccin de las armas y de quitarme el correaje bastante recargado que llevaba por otrode diseo ms sencillo y de cuero ms duradero y pesado. Mi correaje de combate essiempre el mejor y ms sencillo que puedo obtener, confeccionado para m por un famososastre de correajes de Helium Menor. Mi equipo de armas era el normal, formado por unaespada larga, un pual y una pistola. Tambin hice provisin de municiones adicionales yde unas raciones concentradas que comamos todos los luchadores de Marte.

    Mientras recoga todas estas sencillas necesidades que, junto con una simple piel paradormir, constituiran mi equipo, mi mente consideraba diversas explicaciones sobre ladesaparicin de Sanoma Tora. Busqu en mi cerebro hasta el recuerdo ms nimio quepudiera sugerirme una explicacin o que pudiera sealar la posible identidad de quienesla haban secuestrado. Y fue mientras estaba dando vueltas a estos recuerdos cuandorememor la referencia que ella haba hecho al jeddak. Tul Axtar de Jahar no entraba enel campo de mis recuerdos ni ningn incidente que pudiera sealar una pista. Recordcon toda claridad al emisario de Tul Axtar que haba visitado la corte de Helium no hacamucho tiempo. Le haba odo presumir de las riquezas y el poder de su jeddak y de labelleza de sus mujeres. Quiz, por tanto, fuera aconsejable buscar en la direccin deJahar tanto como en cualquier otra, pero antes de partir me decid una vez ms a visitar elpalacio de Tor Hatan y preguntar al esclavo que haba sido el ltimo en ver a SanomaTora.

    A punto estaba de salir cuando se me ocurri otro pensamiento. Yo saba que en elTemplo de la Sabidura podra encontrar ilustraciones o rplicas de las insignias y loscorreajes de todas las naciones de Barsoom, sobre las cuales lo que se saba en Heliumera prcticamente nada. Por tanto, me dirig inmediatamente al templo y con la ayuda deun empleado encontr un dibujo del correaje y la insignia de un guerrero de Jahar. Encuestin de segundos me hicieron, mediante un ingenioso proceso fotosttico, una copiade dicha ilustracin y con ella en la mano me apresur a dirigirme al palacio de Tor Hatan.

    El odwar estaba ausente haba ido al palacio del Seor de la Guerra, pero su

    mayordomo llam al esclavo, Kal Tavan, testigo del rapto de Sanoma Tora que forcejecon uno de sus secuestradores.Mientras se acercaba, le examin con ms detenimiento que cuando le conoc. Estaba

    bien formado, con rasgos bien definidos y el aire que delata a un luchador. Dijiste, creo recordar, que eras de Kobol? Nac en Tjanath respondi. All tena mujer y una hija. Mi mujer cay bajo la

    mano de un asesino y mi hija desapareci siendo una nia. Nunca he vuelto a saber deella. Las escenas familiares de Tjanath me recordaban tiempos felices, lo que aumentabami dolor por no poder quedarme. Entonces me hice panthan y busqu prestar servicio enotras ciudades, as fue como serv en Kobol.

    Y all conociste los correajes y las insignias de muchas ciudades y naciones,

    verdad? pregunt. S respondi.

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    Qu correaje y qu insignia son stos? le pregunt entregndole la copia de lailustracin obtenida en el Templo de la Sabidura.

    Los examin brevemente y en sus ojos brill una luz. Los mismos! exclam Idnticos! Idnticos con qu? inquir. Con el correaje que llevaba el guerrero con el que forceje cuando robaron a

    Sanoma Tora contest. Ya conocemos la identidad de los secuestradores de Sanoma Tora dije. Me volval mayordomo. Enve un mensajero, sin prdida de tiempo, al Seor de la Guerrainformndole que la hija de Tor Hatan ha sido raptada por hombres de Jahar y que creoque son emisarios de Tul Axtar, jeddak de Jahar.

    Sin aadir palabra, di media vuelta y sal del palacio, dirigindome a mi aeronave.Mientras me elevaba sobre las torres y cpulas y las elevadas rampas de aterrizaje de

    Gran Helium, dirig la proa al oeste, abr al mximo el regulador y me lanc a todavelocidad por el aire enrarecido del moribundo Barsoom en direccin a la vasta ydesconocida extensin de su remoto hemisferio sudoeste, en algn lugar del cual estabaJahar, hacia donde, ahora estaba convencido de ello, haban llevado a Sanoma Tora paraconvertirla no en la Jeddara de Tul Axtar, sino en su esclava, porque los jeddaks no sellevan a sus jeddaras a la fuerza de Barsoom.

    Yo crea entender la explicacin sobre el rapto de Sanoma Tora, una explicacin quehubiera dado lugar a un gran disgusto ya que estaba lejos de ser aduladora. Pensaba queel emisario de Tul Axtar haba informado a su amo sobre el encanto y la belleza de la hijade Tor Hatan, pero que su cuna no era lo bastante noble para convertirse en su jeddara,por lo que haba adoptado la nica medida por la que podra poseerla. Mi sangre hirviante este pensamiento, pero mi cerebro me dijo que sin duda era as.

    Durante los ltimos aos yo dira que los diez o veinte ltimos se haban hechomayores progresos en la aeronutica que todos los alcanzados antes, durante quinientosaos.

    La perfeccin de la brjula de control del destino realizada por Carthoris de Helium estconsiderada por muchas autoridades como el hito que marca una nueva era de lainvencin. Durante siglos pareci que nos habamos estancado en el tranquilo lago de laautosuficiencia, como si hubiramos alcanzado el no va ms de la perfeccin ms all dela cual no podan esperarse mejoras ya que la considerbamos la cima ms alta posiblede los logros cientficos.

    Carthoris de Helium, heredero de la mente inquieta e inquisitiva de su padre, nacido enla Tierra, nos despert. Nuestras mentes ms privilegiadas aceptaron el reto y el resultadofue un rpido mejoramiento del diseo y la construccin de aeronaves de todo tipo, lo quecondujo a una revolucin en la construccin de motores.

    Habamos pensado que nuestros motores ligeros, compactos, de poderoso radio jamspodran ser mejorados y que el hombre nunca llegara a viajar, ni con seguridad ni deforma econmica, a una velocidad ms alta que la alcanzada por nuestras rapidsimasaeronaves exploradoras monoplaza alrededor de mil cien haads por zode 1, cuando unpadwar, virtualmente desconocido, de la Armada de Helium, anunci que habaperfeccionado un motor que desarrollara el doble de velocidad de nuestros motoresactuales, con la mitad de su peso.

    Mi aeronave exploradora estaba equipada con este tipo de motor un motor que, alparecer, no necesitaba combustible ya que derivaba su invisible e imponderable energadel inagotable e ilimitable campo magntico del planeta.

    Haba ciertas caractersticas bsicas del nuevo motor que slo el inventor y el gobierno

    de Helium conocan a fondo y se las guardaban celosamente. El eje de la hlice, que se 1 Aproximadamente ciento sesenta y seis millas terrestres por hora

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    extiende hasta bien dentro del fuselaje del aparato est construido con numerosossegmentos laterales aislados entre s. Alrededor de este eje, sostenindolo, hay una seriede cojinetes en forma de inducido por cuyo centro pasa.

    Los cojinetes estn conectados en serie con un aparato denominado acumulador atravs del cual se dirige la energa magntica del planeta hasta los inducidos particularesque rodean el eje de la hlice.

    La velocidad se controla aumentando o reduciendo el nmero de cojinetes de inducidoen serie con el acumulador lo que se realiza de la forma ms sencilla con una palancaque acciona el piloto desde su posicin en la carlinga en la que normalmente esttumbado boca abajo, con el cinturn de seguridad sujeto a unos resistentes anillosmontados en la carlinga.

    El lmite de velocidad, segn el inventor, depende exclusivamente de la relacinfuerzapeso en la construccin del fuselaje. Mi aeronave exploradora monoplazaalcanza fcilmente una velocidad de dos mil haads por zode 2, y no hubiera podidosoportar la tensin de un motor ms potente, aunque sera fcil aumentar tanto lapotencia del primero como la velocidad del segundo por el simple expediente de montar un eje de hlice ms largo que llevara un nmero adicional de cojinetes de inducido.

    Al experimentar con el nuevo motor en Hastor, el ao pasado, se intent hacer volar unaparato explorador a la excepcional velocidad de tres mil trescientos haads por zode 3,pero antes de que la nave hubiera alcanzado la velocidad de tres mil haads por zode elpropio motor la destruy en pedazos. Ahora estamos tratando de alcanzar la mayor resistencia con el menor peso y si nuestros ingenieros lo logran veremos cmo aumentala velocidad hasta alcanzar con facilidad, estoy seguro de ello, las siete mil haads por zode4 ya que, al parecer, este maravilloso motor no tiene lmite.

    No menos maravillosa es la brjula de control del destino, obra de Carthoris de Helium.Basta con sealar con la aguja a cualquier punto de cualquiera de los hemisferios, abrir elregulador y echarse a dormir, si se desea. La aeronave le llevar a uno hasta su destino,descender hasta situarse a un centenar de metros del suelo y se parar, al tiempo quese pone en marcha un despertador. Realmente, es un artilugio muy sencillo, pero creoque John Carter lo ha descrito por completo en uno de sus numerosos manuscritos.

    Para la aventura en la que me haba embarcado, la brjula de control del destino tenapoco valor para m, ya que no saba el lugar exacto donde se encontraba Jahar. Sinembargo, la ajust mas o menos en un punto a unos treinta grados de latitud sur, treinta ycinco grados de longitud este, ya que pensaba que Jahar se encuentra en algn lugar alsudoeste de ese punto.

    Volando a alta velocidad, haca largo rato que haba dejado atrs las zonas cultivadascercanas a Helium y cruzaba ahora sobre una llanura desolada y desierta de musgo ocreque recubra el fondo del mar muerto que antao cubra un poderoso ocano en cuyo

    seno se deslizaban los barcos de un pueblo feliz y prspero, ahora poco ms que unrecuerdo semiolvidado de las leyendas de Barsoom.En los bordes de las mesetas que un da marcaron la lnea costera de un noble

    continente vol por encima de los solitarios monumentos de aquella antigua prosperidad,las tristes y desiertas ciudades de la vieja Barsoom. Aun en ruinas, sigue habiendo unagrandeza y una magnificencia que conserva el poder de asombrar al hombre moderno. All abajo, en direccin al fondo ms profundo del mar, otras ruinas marcan el trgicocamino que haba recorrido la antigua civilizacin en su bsqueda de las aguas de suocano que se retiraban cada vez ms, para terminar siendo una fcil vctima de lashordas merodeadoras de fieros hombres tribales verdes, cuyos descendientes son ahora

    2 Unas trescientas millas por hora.3 Alrededor de quinientas millas por hora; un haad mide 1949.0592 pies terrestres y un zode equivale a 2462 horas de

    la Tierra.4 Ms de mil millas por hora.

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    los nicos gobernantes de muchos de estos fondos martimos desiertos. Odiando yodiados, sin saber qu era el amor, la risa o la felicidad, vivan una existencia larga y fieraluchando entre ellos y contra sus vecinos y tomando como presas a los aventureros quese atrevan a penetrar ms all de los confines de su amargo y desolado dominio.

    Por muy fieros y terribles que sean los hombres verdes, pocos son los que tienen unanaturaleza tan cruel y han cometido tan sangrientas hazaas que han horrorizado los

    corazones de los hombres rojos, como las hordas verdes de Torquas.La ciudad de Torquas, cuyo nombre toman, era una de las ms soberbias y poderosasde la antigua Barsoom. Aunque lleva eras abandonada, excepto por las tribus errabundasde hombres verdes sigue estando marcada en todos los mapas, y como se encuentradirectamente en mi camino de bsqueda de Jahar y nunca la haba visto, haba fijado micurso deliberadamente para pasar por encima y cuando, a distancia, vi sus elevadastorres y almenas, sent que me invada la excitacin y el reto de la aventura que lasciudades fantasmas de Barsoom ejercen sobre nosotros, los hombres rojos.

    Reduje la velocidad y descend un poco al acercarme a la ciudad, para tener una buenavista de ella. Qu ciudad tan hermosa tuvo que haber sido en su poca! Incluso hoy,despus de todas las edades que han pasado desde que sus amplias avenidas latan conla vida de los felices y prsperos habitantes, sus grandes palacios siguen de pie en todosu glorioso esplendor que el tiempo y los elementos han suavizado y serenado, pero nodestruido del todo.

    Mientras describa crculos a baja altura sobre la ciudad vi kilmetros de avenidas queno conocan la huella del pie humano desde haca incontables eras.

    Las losetas de piedra del pavimento estaban cubiertas de musgo ocre y aqu y all sevea algn rbol esculido o arbusto grotesco de una de esas variedades que de algnmodo se las arreglan para medrar en terrenos baldos. Los patios silenciosos, vacos,alegres jardines en tiempos ms felices, parecan ojos fijos en m. Vea algunos tejadoshundidos, pero casi todos estaban intactos, soando, sin lugar a dudas, con la riqueza y labelleza que haban conocido en otros tiempos y poda ver, en mi imaginacin, las sedas ypieles de los lechos tendidas al sol, mientras las mujeres se entretenan bajo alegrestoldos de seda con sus correajes enjoyados lanzando destellos a cada movimiento de suscuerpos.

    Vi los estandartes flotando al viento en incontables miles de mstiles y los grandesnavos anclados en la baha suban y bajaban siguiendo las ondulaciones del incansablemar. Lo que era capaz de crear la imaginacin a partir del silencio mortal de la ciudadabandonada! Entonces, cuando un crculo ancho oscilante me hizo pasar por encima delpatio de un esplndido palacio que se abra sobre la gran plaza central de la ciudad, misojos pudieron contemplar algo que agit mi hermoso sueo del pasado. Pude ver,directamente debajo de m, una veintena de grandes thoats encerrados en lo que antao

    pudo ser el jardn real de un jeddak.La presencia de aquellas enormes bestias slo significaba una cosa: que sus dueosverdes tenan que estar cerca.

    Al pasar por encima del patio una de las inquietas bestias levant los ojos, me vio yempez a gruir amenazadoramente de inmediato. Al instante, los restantes thoats,agitados por los gruidos de su compaero, siguiendo la direccin de su mirada medescubrieron e iniciaron un pandemonio de gruidos y quejidos que dieron lugar a lo queyo haba previsto. Un guerrero verde salt al patio desde el interior del palacio y tuvo tiem-po para verme antes de que sobrepasara su lnea de visin por encima del tejado deledificio.

    Dndome cuenta inmediatamente de que no estaba en el sitio apropiado para

    detenerme, abr el regulador y me lanc a una subida rpida para alcanzar mayor altitud. Al pasar por encima del edificio y atravesar la avenida que haba delante pude ver que

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    unos veinte guerreros verdes salan de los edificios, escrutando el cielo. El guerrero deguardia les haba advertido sobre mi presencia.

    Me maldije por mi estupidez al haber corrido un riesgo innecesario por el simple placer de satisfacer mi curiosidad. Al instante inici un vuelo en zigzag ascendente. Elevndomea la mayor velocidad que me fue posible, mientras el grito de guerra salvaje de los deabajo llegaba con claridad a mis odos. Vi largos y amenazadores rifles que me apuntaban

    y o el silbido de los proyectiles que pasaban a mi alrededor, pero aunque la primeradescarga me pas cerca, ni una sola bala alcanz mi nave. En unos momentos estarafuera de su alcance y seguro, aunque rogu a mis antepasados que me protegierandurante los breves instantes que se precisaban para situarme en lugar totalmente seguro.Pens que lo haba logrado, y estaba a punto de felicitarme por mi buena suerte cuandoescuch el golpe sordo de un proyectil contra el metal de mi nave y, casi simultnea-mente, la explosin del proyectil y me encontr fuera de alcance.

    Airados gritos de desencanto llegaban claramente a mis odos mientras volaba a todavelocidad en direccin sudoeste, aliviado por haber sido tan afortunado como paraescapar sin sufrir dao alguno.

    Ya haba volado alrededor de setenta karads 5 desde que sal de Helium, pero eraconsciente de que Jahar poda estar todava a entre cincuenta y setenta y cinco karads dedistancia y me hice el propsito de no correr ms riesgos como aqul del que habaescapado con tanta fortuna.

    Me estaba desplazando de nuevo a gran velocidad y apenas acababa decongratularme por mi buena suerte cuando, repentinamente, me di cuenta de que tenadificultades para mantener la altitud. Mi aeronave perda flotabilidad y casi al instanteadivin, como me lo confirm luego una investigacin, que uno de mis tanques deflotacin haba sido agujereado por el proyectil explosivo de los guerreros verdes.

    Reprocharme mi descuido pareca una intil prdida de energa mental, aunque puedoasegurarles que era plenamente consciente de mi falta y de su posible consecuenciasobre la suerte de Sanoma Tora, ya que yo poda estar ahora totalmente eliminado de lacontinuacin activa de su rescate. Los resultados que me afectaban no me abatieron tantocomo pensar en el incuestionable peligro en el que tena que encontrarse Sanoma Tora;mi obsesin por rescatarla haba hecho que no entrara en mis consideraciones la menor posibilidad de fallo.

    El percance supona un grave golpe a mis esperanzas, pero no lleg a echarlas por tierra por completo ya que mi constitucin es tal que nunca pierdo la esperanza de xitoen cualquier asunto, mientras me quede un hlito de vida.

    Cunto tiempo se mantendra a flote mi aeronave era algo difcil de precisar y comocareca de las herramientas necesarias para hacer reparaciones que conservaran lo quequedara en el depsito agujereado, lo mejor que poda hacer era aumentar mi velocidad

    de manera que pudiera cubrir la mayor distancia posible antes de verme obligado aaterrizar. La construccin de mi aeronave era tal que a elevadas velocidades tenda amantenerse por s sola en el aire con el mnimo de Octavo Rayo en sus depsitos deflotabilidad; pero yo saba que no estaba lejos el momento en que tendra que aterrizar enestas tierras montonas y desoladas.

    Haba cubierto ya alrededor de las dos mil haads desde que me tirotearon sobreTorquas, cruzando lo que haba sido un extenso golfo cuando las aguas del ocanoinundaban las vastas planicies que ahora vea por debajo de m, ridas y cubiertas demusgo. Poda ver, all a lo lejos, unas colinas bajas que debieron marcar la lnea costerasudoeste del golfo. El fondo del mar muerto se extenda hacia el noroeste hasta dondealcanzaba la vista, pero no era esa la direccin que yo quera tomar, por lo que aceler

    para pasar por encima de las colinas confiando en que podra mantener la suficiente

    5 Una karad equivale a un grado de longitud.

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    altitud para cruzarlas, pero a medida que se acercaban rpidamente esa esperanza seextingui en mi pecho y me di cuenta de que el fin de mi vuelo era cuestin de segundos.Fue en ese instante que vi las ruinas de una ciudad fantasma al pie de las colinas; no erauna visin despreciable ya que casi siempre se encuentra agua en los pozos de estasciudades antiguas, que han sido mantenidos por los nmadas verdes de las planicies.

    Para ese momento ya me encontraba planeando a unos pocos ads 6 por encima de la

    superficie. Haba reducido la velocidad todo lo que pude para evitarme un accidente graveal aterrizar, lo que aceler el final ya que en aquel momento haba aterrizado sobre lavegetacin ocre a un haad escaso de la zona de pozos de la ciudad abandonada.

    CAPTULO III - Arrinconado

    Mi aterrizaje fue muy desafortunado ya que me dej al descubierto de quien estuvieraen la ciudad, sin lugar alguno donde ocultarme si se daba la circunstancia de que lasruinas estuvieran ocupadas por una de las numerosas tribus de hombres verdes queinfestan los fondos muertos del mar de Barsoom, instalando con frecuencia sus cuartelesgenerales en una u otra de las ciudades abandonadas que se extienden a lo largo de laantigua costa.

    El hecho de que por lo general solan escoger habitar en el ms grande y magnfico delos palacios antiguos y el que stos estuvieran a cierta distancia de los pozos hacabastante posible que, aun en el caso de que hubiera hombres verdes en la ciudad,pudiera alcanzar la seguridad de un refugio en alguno de los edificios ms prximos,antes de que me descubrieran.

    Mi aeronave estaba inutilizada y nada poda hacer ms que abandonarla, de modo queme dirig rpidamente hacia la antigua costa llevando conmigo solamente mis armas,municiones y unas cuantas raciones de alimentos concentradas. No pude determinar sillegu a los edificios sin ser observado o no; en cualquier caso, los alcanc sin ver sealalguna de criaturas vivientes.

    Partes de muchas de estas ciudades antiguas estn habitadas por los grandes simiosblancos de Barsoom a los que, en muchos sentidos, hay que temer ms que a los mismosguerreros verdes porque estas criaturas de aspecto humano no slo estn dotadas deuna enorme fuerza y se caracterizan por su extremada ferocidad, sino que son, adems,voraces comedores de hombres. Tan terribles que se dice que son las nicas criaturasvivas que pueden inspirar miedo en los pechos de los hombres verdes de Barsoom.

    Conociendo los posibles peligros que se podan esconder dentro de las murallas deesta ruina, uno poda preguntarse por qu me dirig a ellas, pero lo cierto es que no tenaotra alternativa segura. All fuera, en medio de la monotona muerta del musgo ocre del

    fondo del mar no hubiera tardado en descubrirme el primer simio blanco o marciano verdeque se dirigiera a la ciudad desde aquella direccin o que por casualidad surgiera delinterior de las ruinas para dirigirse a los pozos. Por tanto, era necesario buscar abrigohasta que cayera la noche, ya que slo de noche podra viajar con seguridad por el fondomuerto del mar y, como la ciudad no me ofreca ningn otro escondite cercano, no tuvems remedio que entrar en l. Puedo asegurarles que no estaba desprovisto de una ex-trema preocupacin cuando trep a la superficie de la amplia avenida que antao rodeabala playa de un activo puerto. A todo lo largo y ancho de su enorme espacio se elevabanlas ruinas de lo que haban sido tiendas y almacenes, pero aquellas ventanas sin ojostodo lo que tenan delante era una escena de desolacin. Haban desaparecido losgrandes navos! Ya no exista la ajetreada muchedumbre! Ni el ocano!

    6 Un ad mide alrededor de 9,75 pies de la Tierra.

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    Este nivel superior de la torre me permiti disfrutar de una excelente vista en todasdirecciones. Al norte y noreste se extenda un terreno inmenso. Hacia el sur haba unacadena montaosa baja que se desviaba ligeramente hacia el noreste, lo que formaba endas pasados la lnea meridional de la costa de lo que todava se conoce como Golfo deTorquas. Pude ver, hacia el oeste, las ruinas de una gran ciudad que se extenda hastalas colinas, por cuyos costados haba trepado al extenderse desde la orilla del mar. All,

    en la distancia, todava poda discernir las antiguas casas de campo de los ricos, mientrasque en primer plano haba enormes edificios pblicos, los ms pretenciosos de los cualeshaban sido construidos en los cuatro costados de un enorme cuadrngulo que poda ver fcilmente a escasa distancia de la costa. All, sin duda, estaba el palacio oficial del jeddak que un da gobern este rico pas del que la ciudad era la capital y puerto msimportante, donde hoy slo reina el silencio. Desde luego, era una vista deprimentecargada de amenazadoras profecas para nosotros, los que vivimos en el Barsoom dehoy.

    Donde ellos lucharon valiente, pero ftilmente, contra la amenaza de una reservas deagua en continuo descenso, nosotros nos vemos enfrentados a un problema que superacon mucho al de ellos en la importancia que tiene sobre el mantenimiento de la vida ennuestro planeta. A lo largo de los ltimos miles de aos, slo el valor, los recursos y lariqueza de los hombres rojos de Barsoom han hecho posible que la vida siga existiendoen nuestro planeta moribundo, pues de no haber sido por las enormes fbricas deatmsfera, concebidas, construidas y mantenidas por la raza roja de Barsoom, todas lasformas de criaturas que respiran aire se hubieran extinguido hace miles de aos.

    Al observar la ciudad, mi mente estaba ocupada con estos sombros pensamientos y,en aquel momento, fui consciente de que llegaba un sonido desde el interior de la torre endireccin a m; me dirig a la trampilla abierta, mir al pozo y all, directamente por debajode m, vi lo que muy bien poda ser el ms aterrador espectculo para el ms firmecorazn barsoomiano, el horroroso rostro de un enorme simio blanco de Barsoom.

    Cuando nuestros ojos se encontraron, la criatura lanz un enojado rugido y,abandonando su avance cauto, corri rpidamente escalera arriba. Actuando de formacasi mecnica hice la nica cosa que poda detener, siquiera fuera temporalmente, sucarrera hacia m; cerr de golpe la pesada trampilla sobre su cabeza y, al hacerlo, vi por primera vez que la trampilla estaba equipada con un grueso travesao de madera, y,pueden creerme, no perd un instante en fijarlo, con lo que cerr de forma eficaz el paso alascenso de la criatura por este camino hasta el callejn sin salida en el que me habasituado a m mismo.

    Ni que decir tiene que me encontraba en un bonito apuro, a doscientos pies por encimade la ciudad, con mi nica va de escape bloqueada por una de las bestias salvajes mstemidas de Barsoom.

    Yo haba cazado estas criaturas en Thank, siendo husped,del gran jeddak verde TarsTarkas, y saba algo sobre su astucia y sus recursos, as como sobre su ferocidad. Deconstitucin extremadamente semejante a la del hombre, tambin se asemejan a ste,ms que otros rdenes menores, en el tamao y desarrollo de su cerebro. En ocasiones,se capturan criaturas de estas cuando son jvenes, y se les domestica para representar yson tan inteligentes que se les puede ensear a hacer casi todo lo que hace el hombre yque est dentro del alcance de su limitada capacidad de raciocinio. Sin embargo, elhombre nunca ha podido someter a esta feroz criatura y son siempre los animales msdifciles de manejar, lo que probablemente explica, ms incluso que su inteligencia, elinters desplegado por los nutridos espectadores que indefectiblemente atraen.

    En Haston he pagado a buen precio poder ver a una de estas criaturas y ahora me

    encontraba en una posicin en la que hubiera pagado con gusto mucho ms por no ver auna, pero a juzgar por el ruido que haca en el pozo debajo de m me dio la impresin deque estaba decidida a darme un espectculo gratis y darse una comida gratis. Empujaba

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    con todas sus fuerzas contra la trampilla, sobre la que me encontraba yo con cierto receloque se calm no poco cuando me di cuenta de que ni siquiera el enorme podero de unsimio blanco le serva contra el firme y fortsimo skeel de la vieja puerta.

    Convencido por fin de que no poda llegar hasta m por ese camino, me puse aconsiderar cul era mi situacin. Andando en crculo por la torre, examin su estructuraexterna por el sencillo procedimiento de inclinarme hacia fuera por los cuatro costados.

    Tres de ellos terminaban en el tejado del edificio a unos ciento cincuenta pies ms abajo,mientras que el cuarto se extenda hasta el pavimento del patio, que estaba a doscientospies. Como gran parte de la arquitectura de la antigua Barsoom, la superficie de la torreestaba tallada de arriba abajo y en cada piso haba alfizares de ventana, algunos deellos con balconcillos de piedra. La regla general era de una ventana por piso y, como laventana del situado inmediatamente debajo no se abra en ningn caso al mismo lado dela torre que la del piso de encima, haba siempre una distancia de treinta a cuarenta piesentre una y otra de la misma fachada. Al examinar el exterior de la torre con vistas aaveriguar si me ofreca una salida de urgencia, este punto cobr gran importancia para mya que una serie de antepechos situados uno debajo de otro hubiera sido algo que unhombre en mi situacin hubiera deseado fervientemente.

    Para cuando termin de examinar el exterior de la torre no me caba duda de que elsimio habra llegado a la conclusin de que no poda derribar la barrera que me mantenafuera de su alcance, y tena la esperanza de que abandonara la idea del todo y se largara.Pero cuando me arrodill y apliqu el odo pude or claramente cmo cambiaba depostura en la escalerita situada justo debajo de m. No saba hasta qu punto habandesarrollado estas criaturas la obstinacin, pero confiaba en que se cansara pronto de suguardia y que sus pensamientos le llevaran por algn otro lado. Sin embargo, a medidaque caa la tarde, esta posibilidad pareca cada vez ms remota, hasta que me convencde que la criatura estaba decidida a mantener el asedio hasta que el hambre o ladesesperacin me obligaran a rendirme.

    Con cunto anhelo contempl las suaves colinas, ms all de la ciudad, donde estabami ruta hacia el sudeste, hacia la fabulosa Jahar!

    El sol haba descendido por poniente y pronto llegara el sbito cambio de la luz diurnaa la oscuridad, y entonces, qu? Quiz la criatura abandonara su guardia, quiz elhambre o la sed le hicieran irse a otro lado, pero cmo poda saberlo? Qu fcil le seradescender hasta el piso bajo de la torre y esperarme all, confiando en que ms pronto oms tarde tendra que bajar.

    Quien no conociera los rasgos de estas criaturas salvajes poda preguntarse por qu,armado como estaba con mi espada y mi pistola, no levantaba la trampilla y presentababatalla a mi carcelero. Si hubiera sabido que era el nico simio de las inmediaciones nohubiera dudado en hacerlo, pero la experiencia me haba enseado que toda la manada

    tena que estar, sin duda, merodeando por la ciudad en ruinas. Tan escasa es la carneque consiguen encontrar que normalmente cazan en solitario, de manera que tengan lacerteza de que si consiguen una presa la pueden guardar para s, pero si le atacaraformara tal escndalo, sin lugar a dudas, que atraera a sus compaeros, en cuyo casomis oportunidades de escapar se habran reducido a cero.

    Un solo disparo de mi pistola poda acabar con l, pero tambin poda ser que no lolograra ya que estos grandes simios blancos de Barsoom son criaturas enormes, dotadasde una vitalidad casi increble. Muchos de ellos tienen una estatura de cuatro metros ymedio y la naturaleza les ha dado una tremenda fuerza. Su aspecto mismo esdesmoralizador para su enemigo: sus cuerpos blancos lampios son, en s mismos,repulsivos para el hombre rojo; las grandes greas blancas que se alzan en su coronilla

    acentan la brutalidad de su aspecto, mientras que sus extremidades intermedias, queutilizan como brazos o como piernas segn les convenga o les sugiera la necesidad, lesconvierten en los ms formidables antagonistas. Por lo general suelen portar una maza,

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    en cuyo manejo muestran una terrible eficiencia. Uno de ellos, por tanto, parece ser unaamenaza suficiente en s mismo, de manera que no sent el menor deseo de atraerme aotros congneres, aunque tena plena conciencia de que llegado el momento me veraobligado a entrar en combate con l.

    Se estaba el sol poniendo, justamente, cuando algo llam mi atencin hacia le parte dela costa, por donde se extendan ya las largas sombras de la ciudad que se internaban en

    el fondo muerto del mar. Por las suaves laderas que conducan a la ciudad cabalgaba ungrupo de guerreros verdes montados en sus grandes thoats salvajes. Calcul que seranunos veinte, que se desplazaban silenciosamente atravesando el musgo blando quealfombraba el fondo del antiguo puerto, mientras las patas almohadilladas de susmonturas no hacan el menor ruido. Se movan como espectros en las sombras del daque acababa, lo que me dio una prueba ms de que el destino me haba llevado a unlugar muy poco hospitalario, y, entonces, como para completar la triloga de aterradorasamenazas barsoomianas, el rugido de un banth baj por las colinas situadas detrs de laciudad.

    Seguro de que no me vean, escondido en la alta torre por encima de ellos, observcmo el grupo surga del fondo poco profundo del puerto y cabalgaba por la avenidasituada debajo de m y fue entonces cuando por primera vez observ una pequea figurasentada delante de uno de los guerreros. La oscuridad lo invada todo rpidamente, peroantes de que la pequea tropa se ocultara a mi vista tras la esquina del edificio, paraentrar en otra avenida que conduca al centro de la ciudad, pens que reconoca lapequea figura: era una mujer de mi propia raza. Que era una cautiva era una conclusinlgica y no pude por menos que estremecerme al considerar la suerte que le esperaba.Quiz mi propia Sanoma Tora estuviera en un peligro semejante. Quiz..., pero, no, esono era posible, cmo poda Sanoma Tora haber cado en las garras de los guerreros dela feroz horda de Torquas?

    No poda ser ella, No, era imposible. Pero se mantena el hecho de que la cautiva erauna mujer roja y tanto si era Sanoma Tora como otra, tanto si era de Helium o de Jahar,mi corazn sinti piedad de ella y olvid mi propio peligro como si algo dentro de m meempujara a perseguir a sus captores y tratar de arrebatrsela, pero, ay de m!, quabsurda pareca mi fantasa. Cmo podra yo, que ni siquiera poda salvarme a m mis-mo, aspirar a rescatarla de brazos de otros?

    El pensamiento me irrit, sent mi orgullo herido y decid inmediatamente que si no mearriesgaba a morir por salvarme a m mismo, lo menos que poda hacer era correr elriesgo por una mujer de mi propia raza; en todo momento tuve presente el pensamientode que el objeto de mi preocupacin poda, desde luego, ser la mujer a la que amaba.

    Haba cado la oscuridad cuando apliqu el odo de nuevo a la trampilla. All abajo todoestaba en silencio, por lo que llegu al convencimiento de que la fiera se haba marchado.

    Pero quiz me estaba esperando ms abajo; bueno y qu? Tarde o temprano tendraque enfrentarme a ella si haba decidido esperar. Afloj la pistolera y estaba a punto deapartar la barra que bloqueaba la trampilla cuando o claramente a la bestia: seguadebajo de m.

    Hice una ligera pausa. De qu serva? Levantar la trampilla era la muerte segura y,entonces, qu provecho poda sacar, la pobre cautiva o yo mismo, si daba mi vida deesa forma tan absurda? Y, sin embargo haba una alternativa, que haba proyectadoadoptar en caso de necesidad desde el momento en que me asom a examinar laconstruccin exterior de la torre. Me ofreca una ligersima posibilidad de escapar de miterrible situacin, pero incluso una ligera oportunidad era mejor que lo que tendra queafrontar si levantaba la trampilla.

    Me inclin sobre una de las ventanas de la torre y contempl la ciudad que se extendapor debajo de m. No haba luna y nada pude ver. O, hacia el centro de la ciudad, losgruidos de los thoats. Quiz hubiera all un campamento de hombres verdes. As, los

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    gruidos de las terribles monturas me guiaran. Rugi de nuevo el banth cazador de lascolinas. Me sent en el alfizar, mov las piernas y entonces, girando sobre la barriga medeslic silenciosamente hasta quedar colgado de las manos. Tanteando con las puntas delos dedos de los pies, calzados con sandalias, not que haba apoyo en las tallas,profundamente grabadas, de la fachada de la torre. Por encima de m no haba ms queun espacio negro azulado lleno de estrellas. Por debajo, un vaco oscuro. Poda estar a

    mil sofads del tejado de abajo, o poda estar a slo uno; pero, aunque nada poda ver saba que estaba a ciento cincuenta pies de altura y que la muerte me esperaba all abajosi se me resbalaba un pie o una mano.

    A la luz del da, las tallas parecan grandes, profundas, osadas, pero qu distintas erande noche! Pareca como si mis dedos de los pies slo encontraran huequecitossuperficiales en una superficie lisa de piedra pulimentada. Se me estaban cansando losbrazos y los dedos. Tena que encontrar donde apoyar el pie, o caer; y fue entonces,cuando toda esperanza pareca perdida, que mi pie derecho se introdujo en un surcohorizontal y un instante despus el izquierdo tambin encontr un apoyo.

    Permanec aplastado contra la escarpada pared de la torre dando descanso durante unmomento a mis martirizados dedos y brazos y cuando pens que podran soportar denuevo mi peso busqu otra vez asideros para las manos. Y as, dolorosa, peligrosa,montonamente fui descendiendo centmetro a centmetro, evitando las ventanas que,naturalmente, aumentaban en gran manera la dificultad y el riesgo de mi descenso; sinembargo, me preocup por no pasar directamente por delante de ellas, por miedo a que,por casualidad, el simio hubiera descendido desde la cumbre de la escalera y pudieraverme.

    No puedo recordar ningn otro momento en mi vida en que me haya sentido ms soloque aquella noche en que descenda de la antigua torre faro de aquella ciudad fantasma;ni siquiera me acompaaba la esperanza. Tan precaria era mi sujecin en la basta piedraque mis dedos se quedaron pronto insensibles y exhaustos.

    Cmo lograban agarrarse a aquellos cortes tan poco profundos, es algo que no s. Lonico agradable en aquel descenso era la oscuridad, y di las gracias ms de cien veces amis primeros antepasados por no poder ver el abismo que haba debajo de m, pero, por otra parte, estaba tan oscuro que no poda decir cunto haba descendido; tampoco meatreva a mirar hacia arriba, a la cima de la torre que tena que estar silueteada contra elcielo estrellado, por temor de que al hacerlo podra perder el equilibrio y precipitarme alpatio o tejado que tuviera debajo. El aire de Barsoom es enrarecido; apenas difunde la luzde las estrellas y, por tanto, aunque el cielo por encima estuviera tachonado de brillantespuntos de luz, el suelo estaba borrado por la oscuridad.

    Sin embargo, tena que estar ms cerca del tejado de lo que haba pensado cuandosucedi algo que me haba preocupado por evitar: la vaina de mi larga espada golpe

    ruidosamente contra la fachada de la torre. En la oscuridad y el silencio son como unautntico estruendo, pero, por muy exagerado que me pareciera, yo saba que erasuficiente para llegar a los odos del gran simio de la torre. Si le llevara alguna idea, esalgo que no poda adivinar, lo nico que poda hacer era confiar en que fuera demasiadobruto para relacionarlo con mi huida.

    Pero no me iba a quedar largo tiempo con la duda, ya que casi inmediatamentedespus lleg un ruido desde el interior de la torre que rebot sobre mis nerviostensadsimos como el de un cuerpo pesado que bajara rpidamente por una escalera. Medoy cuenta ahora de que la imaginacin poda haber interpretado un silencio extremadocomo un sonido, ya que haba estado escuchando con tanta atencin aquello,precisamente, que quiz me haba metido en un estado de aprensin nerviosa en la que

    casi cualquier alucinacin es posible.Con redoblada velocidad y con un cierto descuido que era casi suicida, me apresur adescender y un instante despus sent el slido tejado debajo de mis pies.

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    Exhal un suspiro de alivio, pero estaban destinados a ser muy corto el suspiro y muybreve el alivio, porque casi al instante me di cuenta de que el sonido del interior de la torreno haba sido una alucinacin cuando el enorme bulto de un gran simio blanco surgirepentinamente de la puerta situada a una docena de pasos de m.

    No hizo el menor sonido al lanzarse al ataque. Era evidente que no haba hechoguardia tanto tiempo para compartir su festn con otros. Me matara en silencio y, con una

    intencin similar saqu yo mi larga espada, en vez de la pistola, para hacer frente a susalvaje ataque.Qu cosita ms canija y ftil deb parecer enfrentado a esa montaa inmensa de

    ferocidad bestial!Gracias a mil antepasados guerreros yo manejaba la larga espada con rapidez y

    fuerza, de otro modo hubiera cado en el salvaje abrazo de la bestia a la primeraoportunidad que carg contra m. Cuatro poderosas garras se adelantaron para cogerme,pero yo mov mi larga espada con terrorficos golpes cortantes que desprendieron una deellas limpiamente de la mueca, al tiempo que yo saltaba raudo de costado y cuando labestia pasaba a todo correr a mi lado, empujada por la inercia de su impulso, le hund laespada en el cuerpo. Con un salvaje rugido de ira y dolor trat de volverse contra m, perosu pie resbal al pisar su mano desmembrada y trastabill de un lado a otro tratando derecuperar el equilibrio, cosa que no logr y, agitndose grotescamente, cay por el bordedel tejado hasta el patio de abajo.

    Temiendo que el rugido de la bestia poda atraer la atencin de otros congneres haciael tejado, corr rpidamente al borde norte del edificio, donde aquella tarde habaobservado desde la torre que haba una serie de edificios ms pequeos por cuyostejados podra llegar al nivel de la calle.

    La fra Cluros se alzaba ya sobre el lejano horizonte arrojando su plida luz sobre laciudad, cuyos tejados vea ya claramente por debajo de m mientras descenda por elngulo septentrional del edificio. Era una cada desde bastante altura, pero no tena otraalternativa segura ya que era ms que probable que si trataba de bajar por el interior deledificio me encontrara con otros miembros de la manada de simios que hubieran sidoatrados por el alarido de su congnere.

    Deslizndome por el ngulo del tejado me colgu un instante de las manos y me dejcaer. La distancia hasta el siguiente tejado era de unos dos ads, pero puse pie conseguridad y sin dao. Supongo que en el planeta del lector, con su volumen y gravedadmayores que los del mo, una cada desde esa distancia poda haber implicado gravesriesgos, pero no necesariamente en Barsoom.

    Desde este tejado hasta el siguiente no haba ms que un saltito y desde ste me dejcaer a una pared de poca altura para alcanzar luego el suelo.

    De no haber sido por la visin pasajera de la muchacha cautiva que haba captado al

    ponerse el sol, me hubiera dirigido en lnea recta hacia las colinas al oeste de la ciudad,con o sin banth, pero ahora me senta cada vez ms fuertemente posedo por ciertaobligacin moral de hacer cuanto estuviera en mi mano por socorrer a la infortunada jovenque haba cado en las garras de estas criaturas de una crueldad extrema.

    Mantenindome al cobijo de las sombras de los edificios me dirig sigilosamente haciala plaza central de la ciudad, direccin de donde me haban llegado los relinchos de losthoats.

    La plaza esta llena de haads de la zona costera y me vi obligado a cruzar por variasavenidas diagonales mientras avanzaba cautamente hacia ellos, guiado por algn relinchoocasional de los thoats que estaban en la corraliza de algn lugar desierto.

    Llegu a la plaza sin problemas, confiando en que no hubieran advertido mi presencia.

    En el lado opuesto vi luz dentro de uno de los grandes edificios que se abran a ella,pero no me atrev a atravesar el espacio abierto bajo la luz lunar, por lo que guarecido enlas sombras me desplac hasta el extremo ms alejado donde Cluros proyectaba las

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    sombras ms densas y, as, finalmente, alcanc el edificio donde se alojaban los hombresverdes. Justo enfrente de m haba una ventana baja que sin duda daba acceso a lahabitacin contigua a la sala donde estaban reunidos los guerreros. Escuchandoatentamente no pude or ruido alguno dentro de la habitacin por lo que penetr en elinterior con el mximo sigilo pasando las piernas por encima del alfizar.

    Atraves la habitacin de puntillas buscando una puerta por la que pudiera observar la

    cmara contigua, pero me qued repentinamente rgido cuando toqu con el pie uncuerpo suave; me qued en una rigidez congelada, con la mano en la empuadura de miespada larga, cuando el cuerpo se movi.

    CAPTULO IV - Tavia

    Hay ocasiones en la vida de todo hombre en que siente la impresin de la existencia deun extrao poder que gua todos sus actos, algo que se suele describir como la mano deldestino, o que se explica con la hiptesis de un sexto sentido que nos traslada a la partedel cerebro que controla nuestras acciones, de cuyas percepciones no somosobjetivamente conscientes; sin embargo, sea como sea queda el hecho de que yo estabaall, aquella noche, en la cmara oscura del antiguo palacio de una ciudad fantasmadudando si clavar mi espada en el cue