56
RDO CANSÍ SÍMBOLOS Y TÉCNICA DE DRAMATIZARON PARA LA CATEQÜESIS / 'X EDfOONES D4B4R

Cansi Bernardo - Simbolos Y Tecnicas de Dramatizacion Para La Catequesis PDF (Scan)

Embed Size (px)

Citation preview

RDO CANSÍ

SÍMBOLOS Y TÉCNICA DE DRAMATIZARON

PARA LA CATEQÜESIS /

'X

EDfOONES

D4B4R

Bernardo Cansí

S Í M B O L O S Y TÉCNICAS

DE DRAMATIZACION

PARA LA CATEQUESIS

EDICIONES DABAR México, D.F.

COLECCIÓN Catequesis Fundamental

Diseño de portada: Afónica Flores

Tipografía y armado: Irma García Cniz

© Ediciones Dabar, S.A. de C.V. Calzada del Acueducto 165-D Col. San Lorenzo Huipulco Apartado Postal 69-710 14370, México, D.F.

Tel. y Fax: 6-55-03-96 Tel. 5-73-87-78

© Editora Vozes, Petrópolis, 1984. Título original: Simbolismos e Técnicas de Encenacao pam a Catequese

Traducción: J o s é Ma. Hernández

ISBN: 968-7506-07-5

Miembro de la C á m a r a Nacional de la Industria Editorial No. 2500.

Impreso y hecho en México, Enero 1995.

índice

Siglas 5

Presentación 7

Introducción 9

PRIMERA PARTE CELEBRACIONES Y SÍMBOLOS 19

1. La mesa 19 2. La copa y el cáliz 24 3. El pan en la Biblia 26 4. La comida 28 5. El vino 32 6. Las piedras 35 7. Las frutas 38 8. Las nubes 41 9. La sal 44

10. El fuego 49 11. Abran las puertas de la liberación 54 12. La vela encendida 58 13. Los gestos litúrgicos en la catequesis . . . . . . 63

SEGUNDA PARTE LOS SÍMBOLOS EN LA RELIGIOSIDAD POPULAR . 69

1. Las andas 70 2. Las imágenes 70 3. Las flores y los adornos 71 4. Las ofrendas 71 5. Las velas encendidas 72 6. El rosario 72 7. El canto popular 73 8. La procesión 73 9. El levantamiento del mástil 74

10. La hoguera , 74 11. El beso 75 12. Las promesas y bendiciones 76 13. Los aplausos y vivas 76 14. Los abrazos 77 15. La fiesta 77 16. El esfuerzo compartido 78 17. Comer y beber 79 18. La alegría del pueblo 79 19. Las cenizas de la hoguera 80 20. El color 81 21. Lo diabólico en el pueblo 82 22. El símbolo como instrumento

de liberación del pueblo 83

TERCERA PARTE TEORÍA Y TÉCNICAS DE ESCENIFICACIÓN EN LA CATEQUESIS 89

1. Validez de la escenificación 89 2. Orientaciones prácticas 94

Siglas

1. Bíblicas

Am Ap Cant Cro Col 1 Cor D n Dt Ex Es t Ez Ef Gen Gal He Heb Is J o s J u e J e r J n Lev Mal Mt Me Núm NT Os Pro 1 Pe 1 Re

Amos Apocalipsis Cantar de los Cantares Clónicas Colosenses 1 Corintios Daniel Deuteronomio Éxodo Ester Ezequiel Efesios Génesis Gálatas Hechos Hebreos Isaías Josué Jueces Jeremías J u a n Levítico Malaquías Mateo Marcos Números Nuevo Testamento Oseas Proverbios 1 Pedro 1 Reyes

1 Sam 1 Samuel Sab Sabidur ía Sir Sirácides Sal Salmos Sof Sofonías San t Santiago Tob Tobías 1 Tim 1 Timoteo 1 Tes 1 Tesalonicenses

2. Magisterio

LG Lumen Gent ium DV Dei Verbum GS Gaud ium et Spes SC Sacrosanc tum Concilium AG Ad Gentes PO Presbyterorum Ordinis PC Perfectae Caritat is EN Evangelii Nunt iandi CT Catechesi Tradendae

6

Presentación

Duran te varios años (1981-1983), la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), en u n gran proceso de participación de l as bases y con la asesor ía de peritos, elaboró y publicó el Documento "Catequesis reno­vada, orientaciones y contenido".

Por todas par tes hay u n gran desper tar de la Iglesia a la Catequesis provocado y al imentado sin d u d a por el esfuerzo de nues t ros pas tores a part i r de los Sínodos de 1974: "Evangelización" y 1977: "Catequesis"; así como de Puebla y de la exhortación apostólica de J u a n Pablo II Catechesi TYadendae.

J u a n Pablo II nos pide dar u n lugar primordial a la Catequesis , desper tando por ella u n a verdadera pas ión en la Iglesia, pasión que debe encarnarse en u n a organización eficaz que comprometa a personas , medios, i n s t rumen tos y recursos económicos.

El pontífice concluye diciendo que si se hace u n a verdadera Catequesis, le será m á s fácil a la Iglesia su t a r ea (C.T. 63-64). Que es ta colección n o s ayude a realizar mejor los deseos de J u a n Pablo II, que expresa los legítimos anhelos de la Iglesia.

Pedimos la luz del Espíri tu San to y la bendición de Nues t ra Señora pa ra cumplir es ta misión. Ella, que fue la ca tequis ta de J e s ú s , nos ayude a hace r realidad el m a n ­dato de su Hijo: "Vayan y h a g a n discípulos a todos los pueblos, enseñándoles a poner por obra lo que les h e mandado" (Mt 28,19-20).

Albano Cavallin Obispo Responsable de la CEP-CNBB

Catequesis-1984

7

Introducción

En América Latina hay un gran entusiasmo por la catequesis. Esto nos alegra profundamente y exige de los catequistas y evangelizadores espíritu imaginativo y crea­dor. El trabajo que ofrecemos quiere ofrecer algunas su­gerencias referentes a las escenificaciones y al simbolismo en el campo catequético. Es necesario que la dramatiza-ción vuelva al mundo de la catequesis, que ha de estar orientada a la liturgia. Un culto sin catequesis es frío, muerto, parálisis de la fe. Una catequesis sin liturgia es hacer del cristianismo algo muy lejano, un cuerpo sin vida.

Una catequesis dinámica tiene que llevar a los cris­tianos a una celebración más consciente y participada. La escenificación o dramatización son instrumentos que po­nen en práctica los objetivos del Episcopado Latinoameri­cano en Puebla: comunión y participación. Tanto la catequesis de los símbolos como las escenificaciones, dan valor primordial a la espontaneidad, haciendo de los cate-quizandos y del pueblo sujetos comprometidos en la bús­queda del Dios de su fe.

"Muchos elementos culturales, didácticos y, sobre todo, morales son necesarios para dar al catequista el prestigio y la eficacia que deben adornarlo" (Juan Pablo II, en Puerto Alegre, Brasil). Si faltan estas exigencias, puede ser que la catequesis no produzca frutos. No sería conecto que, por falta de técnicas, motivaciones y recursos peda­gógicos, diéramos una catequesis sin garra y de dudosa utilidad.

9

El equipo de catequesis y la l i turgia

1. Catequesis ligada a la liturgia

Una de las frases más cuestionantes que el Papa ha escrito en el documento sobre la evangelización, es el divorcio entre evangelización y cultura del pueblo; entre la manera de hablar, las imágenes, las comparaciones, el lenguaje del catequista y la cultura popular.

Entendemos por cultura "la manera particular según la cual en un pueblo (indígena, africano, latinoamericano) las personas cultivan su relación con la naturaleza, entre ellos mismos y con Dios" (GS 53b), de modo que puedan llegai- a un nivel verdadera y plenamente humano. Es el estilo de vida común que caracteriza a los diversos pue­blos. Por eso hay muchas culturas. Abarca las costum­bres, la lengua, las instituciones y es t ructuras de convivencia social. Lo esencial de la cultura se caracteriza por la actitud con que un pueblo afirma o niega su vinculación con Dios; por los valores o contravalores religiosos" (Puebla 385 a 393).

Pablo VI vio toda esta realidad: "La ruptura entre el Evangelio y la cultura es sin duda el drama de nuestro tiempo, como lo fue también en otras épocas" (EN 20).

Este es el mismo problema que se da en el ámbito de la catequesis. El drama no existe solamente entre Evan­gelio y cultura, sino entre catequesis y liturgia. Para mí, la tragedia más funesta es el divorcio entre la fe, la catequesis y la celebración litúrgica.

La catequesis está muy lejos de la cena pascual. Por estar demasiado desligada de la realidad, la catequesis se vuelve inofensiva. No conduce a la "peligrosa celebración de la liberación del Señor y del mundo". Si la catequesis es ineficaz e inoperante, es porque está fuera de toda realidad de injusticia y explotación del pueblo.

10

Cuando la catequesis ilumine la realidad y paila de los hechos concretos, desembocará necesariamente en la oración comunitaria. Cuando logre unirse a la liturgia comunitaria, cambiará la vida. La celebración de la pala­bra, especialmente de la Eucaristía, ha de convertirse en "peligro" para los despiadados explotadores del pueblo. La liturgia bien celebrada enciende a la comunidad.

Si persiste el divorcio entre catequesis y liturgia, ninguna de las dos tocará la vida. Y sabemos que tiene que existir una ligazón indisoluble entre palabra (catequesis), memoria (liturgia) y testimonio (vida). Si nuestra partici­pación en la Pascua semanal y nuestra oración en común son tibias, es porque la catequesis vive aislada de la liturgia.

Una liturgia sin participación no puede hacer perso­nas audaces y fuertes para enfrentar las injusticias del mundo de hoy. La liturgia debe formar a gente "peligrosa", que no soporta la división de clases, la separación escan­dalosa, indecorosa e injusta entre ricos, que son pocos, y pobres, que son millones.

La fraternidad construida con abrazos, saludos, con la atenta escucha de la Palabra y participando en la mesa de la comunión, ha de continuar madurando con gestos concretos en la sociedad.

La catequesis necesita encaminar a los catequizan-dos al encuentro dominical o semanal con el Señor, donde Dios habla a su pueblo y la comunidad fraterna responde y se compromete con El. En la liturgia se renueva la alianza de fraternidad, de unión con Cristo y con su comunidad.

2. La Liturgia, momento fuerte de la comunidad

Realmente, el punto culminante de una familia o comunidad de base es la oración comunitaria. En ella expresan todos su fe común, oyen al mismo Señor, Salva-

11

dor y Liberador, agradecen los favores de Dios y entonan los mismos cantos. Todos son pueblo de Dios y lo alaban, fortaleciéndose así entre ellos los lazos del amor y la amistad.

Ni la vida de un club, ni la fuerza de pertenecer al mismo equipo de fútbol o partido político, sindicato o clase social, une tanto como la liturgia. Los lazos de amistad crecen y se alimentan con la Eucaristía.

El encuentro en el culto dominical, en la oración, en la adoración al Santísimo, en el rezo del rosario, en la novena hecha en comunidad, es como una fuente. De la liturgia corre el agua para calmar la sed espiritual del pueblo durante la semana. En los problemas de cada día, recurrimos a la fuente de la liturgia.

El encuentro comunitario nutre la vida semanal de un pueblo. Decía San Agustín: "En verdad, alabamos ahora en la Iglesia cuando nos reunimos. Al volver cada uno a su casa, parece que cesa la alabanza a Dios. No dejemos de vivir bien. Así estaremos siempre alabando a Dios. Dejas de alabar a Dios cuando te alejas de la justicia y de cuanto le agrada. Pero si no abandonas nunca la vida limpia, aunque calle tu lengua, gritará tu vida. Como escuchamos nuestras voces, Dios oye nuestros pensa­mientos".

El punto alto de la unión y de la alianza se prolongará en la familia, en el trabajo del campo y la ciudad.

Así como en muchos pueblos el reloj de la tone dirige la vida de sus habitantes, los sonidos, la música, las oraciones, la liturgia de la Palabra y de la Eucaristía tienen que resonar con fuerza en la conciencia y en las acciones de la comunidad.

De esta manera, la liturgia se transforma en monta­ña. Todo conduce a ella. Y a ella nos dirigimos, como el alpinista que hace excursiones a las grandes alturas con el afán de escalar la cima de los montes y sus escarpados

12

peñascos. Toda la semana, con sus altos y bajos, victo­rias y derrotas, se encamina a la liturgia, a la acción de gracias.

La liturgia es montaña y fuente. Ayuda a crecer y, como fuente, da vida. Como montaña nos eleva, llevándo­nos a las alturas, a la esperanza y a la victoria. La montaña hace que nos sintamos más cerca de Dios, y la fuente nos vincula con la humanidad, con nuestra realidad.

La catequesis es el medio, como una calle floreada, asfaltada, que nos conduce a la mies de Dios y de los hermanos: la cena pascual, liberadora y fraterna.

3. La catequesis de los símbolos

El documento del Concilio Vaticano II sobre la "Sa­grada Liturgia", NQ 59, nos exhorta a hacer una catequesis litúrgica: "Los sacramentos están ordenados a la santifi­cación de las personas, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios; pero, en cuanto signos, también tienen un fin pedagógico. Es de suma importancia que los fieles comprendan fácilmente los signos sacramentales y reciban con la mayor frecuencia posible los sacramentos, que han sido instituidos para alimentar la vida cristiana".

Puebla añade: "Los signos deben emplearse de ma­nera viva y digna, partiendo siempre del supuesto de una catequesis adecuada". La conclusión pastoral sobre la liturgia es la necesidad de "revalorizar la fuerza de los signos y su teología" (926 y 940)

Además, el documento "Catequesis hoy" exhorta vi­vamente a que toda catequesis converja en la liturgia: 'Toda catequesis lleva necesariamente a los sacramentos de la fe. La vida sacramental se empobrece y se convierte rápidamente en ritualismo vacío, si no está cimentada en un conocimiento serio del significado de los sacramentos.

13

Y la catequesis se torna intelectual, si no bebe la vida en la práctica sacramental" (23).

El documento sobre la "Evangelización en el Mundo Contemporáneo" dice: "Es una gran verdad que cierta manera de administrar los sacramentos, sin un apoyo sólido en la catequesis de estos mismos sacramentos y en una catequesis global, acabaría privándolos en gran parte de su eficacia" (47).

Por tanto, necesitamos reorientar con urgencia nues­tro trabajo catequético hacia la Cena del Señor y a toda la liturgia. Será una conclusión lógica: Con una catequesis bien hecha, una celebración bien participada, interna y externamente, consciente y activamente, tendremos tanto una liturgia como una catequesis fructuosas, transforma­doras del mundo, creadoras y educadoras de mujeies y hombres comprometidos con los pobres del pueblo.

4. ¿Qué es un símbolo?

Los símbolos o señales litúrgicos fueron instituidos por Cristo o por la Iglesia. Cuando la Iglesia canta, actúa o reza, todos se alimentan y crecen en la fe, no sólo cuando la Iglesia anuncia la palabra (SC 33).

La comunidad entra en mayor unión y también alaba a Dios con hechos (genuflexión, estar de pie, hacer proce­sión, estar de rodillas, en silencio, inclinado, postrado) y signos (pan, vino, agua, aceite, altar, vela, cirio, cenizas, vestidos y colores).

Los símbolos litúrgicos significan y realizan la unión del ser humano con Dios y de los seres humanos entre sí. Unen a éstos con la historia de la salvación. Es demasiado difícil entender los símbolos de nuestra liturgia, sin com­prender profundamente los signos, la liturgia preparatoria de todo el AntiguoTestamento, con sus signos, celebracio­nes y vida.

14

El símbolo es una pedagogía. Quiere llevarnos a la realidad. Ahora vemos el pan, aceite, ropas blancas, velas encendidas, mesa, altares, colores: verde, blanco, rojo, rosáceo, morado y negro. Más tarde, en la eternidad, sólo existirá el blanco: la luz verdadera, no la luz del cirio o de las velas y lámparas.

Así mismo, la Eucaristía en forma de comida no es simplemente una fiesta de la comunidad, sino un "memo­rial" que hace presente el sacrificio de Cristo y su entrega generosa mediante la Iglesia. El sacerdocio no es mera función. Garantiza la continuidad de la misión encomen­dada por Cristo a los apóstoles.

La Iglesia es la delegada por Cristo para transformar lo que hay que transformar: evitar todo lo que sea arcaico y sin vida en los ritos. No puede tampoco crear litos y señales a su antojo. Tiene que ser fiel a su Señor. Por ejemplo, el sacerdocio es un signo cuya eficacia sobrena­tural proviene del orden recibido. Pero es un signo que ha de ser percibido fácilmente.

Toda la acción litúrgica está fundada en los signos naturales (pan, vino, palabra, altar, luz, aceite, agua, alianzas, gestos, bendiciones, inclinaciones, etc.), en sím­bolos que están inscritos en la psicología humana. De ahí la necesidad de una catequesis sólida que enseñe a com­prender el contenido y el lenguaje de la liturgia.

Una catequesis liberadora ayudará especialmente a comprender las expresiones bíblicas, con las que Dios se revela a sí mismo, se comunica y capacita a los cristianos para profesar la fe que ellos expresan en la asamblea litúrgica. La expresión y el uso de los símbolos y signos será sencilla, sin exageraciones, para poner de relieve el significado de la liturgia.

Sabemos que una de las finalidades de la renovación litúrgica es la sencillez y la autenticidad del signo. A este respecto, el Directorio Catequético General dice: "En la ca-

15

tequesis de los sacramentos hay que dar gran importancia a la explicación de los signos. A través de ellos (pan, vino, aceite, gestos, inmersión en el agua, unción en el pecho, la frente y manos, etc.), la catcquesis ayuda a los fieles a percibir los invisibles y salvíficos misterios de Dios" (57).

Es necesario explicar bien a los fieles que la liturgia realiza lo que significa. El catequista tiene que conocer y divulgar el sentido natural de estos símbolos y gestos, tan­to en el Antiguo Testamento como en la Nueva Alianza. El agua, el pan, la reunión de la asamblea, el caminar juntos, las procesiones, el canto, el silencio, hacen más transpa­rente la salvación que evocan y místicamente realizan.

Todo eso, bien entendido, podemos decir que es el símbolo, según el mismo origen de la palabra, derivada del griego "symbaUein", que quiere decir "unir", "encontrarse". Symbolé es el encuentro de dos ríos, o una mesa común en la que todos participan.

Los que se separaban partían por la mitad una tabla o un anillo para conservar un signo de amistad. El carácter simbólico implica la idea de conocimiento, o mejor, de "reconocimiento". Un río, cuando se encuentra con otro, realiza una comunión.

Cuando se hacía un juramento, se rasgaba un pa­pel, y cada u n a de las partes se llevaba un pedazo de este papel a su casa. Al encontrarse de nuevo, juntaban los papeles, formando una unidad. Un pedazo se unía al otro, como las aguas de un río se unen a otro río. Estas uniones, confluencias o entrecruzamientos, se llamaban "símbolos".

Símbolo significa unión, comunión. Por el contrario, la palabra "diabólico" significa desunión, rompimiento. Simbólico: unión. Diabólico: desunión. Un ejemplo claro de que el símbolo exige reconocimiento es el papel que Tobías rompió con Gabael. Los dos se llevaron una parte de ese papel a su casa. (Tob 5,2-3).

16

El mundo simbólico es antes que nada memorial, encuentro y comunión. Todo puede ser símbolo, hasta los elementos de la naturaleza: cielo, arco-iris, agua, luna, árbol, piedras, animal. Lo material, lo sensible, la palabra, el gesto, el objeto, se convierten en vehículo de lo espiritual y de su eficacia. La forma visible esconde y revela la realidad espiritual. El mundo sacramental es al mismo tiempo el mundo de la presencia y de la ausencia. El símbolo es una representación sensible, una figura que llega al espíritu por medio de los sentidos.

Como se unen los ríos y se juntan los papeles, formando una unidad, de la misma manera un símbolo, por medio del pan, del vino, del aceite, de las alianzas, del sacerdote, del altar, de la asamblea, la gracia de Dios y la salvación se hacen presentes y se insertan en la humani­dad. Lo invisible se une a lo visible. Dios salva por medio de las "cosas, objetos, personas y acontecimientos, signos y símbolos".

Haremos una descripción bíblica y práctica, que nos lleve al compromiso, de los siguientes símbolos: la mesa, la copa y el cáliz, el pan, la comida, el vino, las piedras, las frutas, las nubes, la sal, el fuego, la puerta (abrir las puertas de la liberación), el cirio pascual y las velas.

Que lea el coordinador atentamente los pasos que vamos a dar. Disponga bien a los lectores, haciendo ejercicios de declamación, lectura o proclamación de la Palabra. Prepare con tiempo mesas, objetos, signos, sím­bolos y cantos. Es natural que el coordinador cree, aumen­te, adapte la celebración a la realidad, añadiendo escenas, imágenes que describan los hechos reales y locales, como el hambre, problemas de desempleo, niños de la calle, explotación, injusticias, clases empobrecidas, personas rechazadas, pecados sociales, etc.

Procure seleccionar los cantos que lancen al compro­miso. Al coordinador le corresponde dinamizar, actualizar y concientizar más esas celebraciones simbólicas.

17

Primera Parte

Celebraciones de símbolos

1. La mesa

Los israelitas y la mesa

Antiguamente los israelitas nómadas no usaban mesa. Pero la Escritura recuerda el uso litúrgico de mesas por Moisés, Salomón, Acaz. Las tenían los reyes y nobles. Y se habla de la mesa del rey (1 Re 10,5). Daniel "comía a la mesa" de Ciro. (Dn 14,1). Las migajas que caían de las mesas de los ricos eran para los perros y para la gente despreciable (Le 16,21; Mt 15,27).

La mesa y los dones de Dios

La mesa simboliza los beneficios de Dios (Sal 23,3 ó 22,3; Pro 9,2).

Recuerda también la felicidad de los que pasan a la eternidad, como símbolo de una felicidad sin ocaso (Le 22,30).

19

La mesa tiene que ser símbolo de la justicia, de la equidad, de la comunión, y no de la explotación ni de los intereses puramente individuales. Cristo derriba la mesa de los cambistas en el Templo (Jn 2,15).

La mesa y la religión

El libro del Éxodo nos habla de "una mesa de madera de acacia" para las ofrendas, que estaba en el santuario (Ex 25,23). El altar es la "Mesa de Yahvé" (Ez 44,16). Un mueble alrededor del cual se reúnen las personas para alimentarse.

Mesa de la Eucaristía: altar.

Mesa de la Palabra: enseñanza de la Palabra.

Mesa de la comunión. El comulgatorio era más señal de división que de comunión, pues era signo de separación entre el presbiterio y el pueblo.

Altar

Mesa de tierra o de piedra erigida en memoria de una manifestación divina. Sobre ella se ofrecían sacrificios (Ex 20,24-25).

En el Nuevo Testamento, el mismo Jesucristo es el altar del Nuevo Templo (Heb 13,10). El altar es el lugar más sagrado de la Iglesia. Es signo del contacto con Dios. Símbolo de la unidad de Israel (2 Cro 32,12).

Los altares de los israelitas tenían 4 cuernos, para simbolizar la fuerza y el poder de Dios. Eran incensados y tenían que formar una sola pieza con el altar. Los altares servían de asilo a los criminales (Ex 21,14). Y era el lugar de los juramentos solemnes (1 Re 8,31).

20

El altar de Jesús

No podemos acercarnos al altar con odio al hermano (Mt 5,23ss). En el nuevo Templo, que es su Cuerpo (Jn 2,21), no hay otro altar que no sea Jesús (Heb 13,10). Es al mismo tiempo sacerdote y altar. Por eso, comulgar el cuerpo y la sangre del Señor es comulgar del altar que es el mismo Cristo y participar de su mesa (1 Cor 10,16-21). Hay un altar celeste (Ap 8,3), sobre el que son presentadas a Dios las ofrendas de la Iglesia. Los altares de piedra son imágenes de este altar, del que dice el Pontifical: "El altar es Cristo".

Las dos mesas

La mesa del cuerpo del Señor y de la Palabra de Dios.

Veamos algunos textos del Concilio Vaticano II que nos hablan de dos mesas:

1. "La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras como al cuerpo mismo de Cristo; pues, señala­damente en la sagrada liturgia, no deja nunca de tomar del altar y distribuir a los fieles el pan de la vida, lo mismo de la palabra de Dios que del cuerpo de Cristo" (DV 21).

2. Que los cristianos "se alimenten de la palabra de Dios, en la mesa del cuerpo del Señory den gracias a Dios" (SC 47).

3. "A fin de preparar con más riqueza la mesa de la palabra de Dios a los fieles, tenemos que abrirles genero­samente los tesoros contenidos en la Biblia..." (SC 47).

4. "El pueblo se nutre y vive de la palabra de Dios y del pan eucarístico" (AG 6).

5. "Entre todas las ayudas espirituales descuellan aquellos actos por los que se nutren los fieles de Cristo con la palabra de Dios de la doble mesa de la Sagrada Escritura y de la Eucaristía" (PO 18).

21

6. "De esta manera, renovados en la mesa de la Ley divina y del Altar, amen fraternalmente a los miembros de Cristo. Vivan y sientan más y más con la Iglesia y dedi­qúense enteramente a su misión" (PC 6).

Juan Pablo II y la mesa

"Una mesa. No fue por casualidad que, deseando darse todo a nosotros, el Señor escogió la forma de la comida en familia. El encuentro alrededor de una mesa significa relación interpersonal y posibilidad de conoci­miento recíproco, de intercambios mutuos, de diálogo enriquecedor. El banquete eucarístico se convierte así en signo expresivo de comunión, de perdón y de amor" (Juan Pablo II, Discursos del Papa en Brasil).

"La comunión eucarística constituye, pues, el signo de la reunión de todos los fieles. Signo verdaderamente sugestivo, porque en la sagrada mesa desaparece toda diferencia de raza o de clase social, permaneciendo sola­mente la participación de todos en el mismo alimento. Significa y realiza la supresión de todo lo que divide a los seres humanos y realiza el encuentro de todos a un nivel superior, donde toda oposición queda eliminada. La Eu­caristía se convierte así en el gran instrumento de aproxi­mación de los seres humanos entre sí" (Op. cit. N. 840).

Un nombre bonito y sugestivo para significar la Eu­caristía es Fracción del Pan. Esto simboliza el gesto de compartir solidariamente. América Latina necesita com­partir los bienes. Que del compartir el Pan Eucarístico surja una nueva sociedad más fraternal y justa.

Las mesas de los ricos y de los pobres

Precisamente porque no vivimos ni evangelizamos las dos mesas de la Palabra y de la Eucaristía, con sus con­secuencias sociales y comunitarias, se da el escándalo de las mesas ricas, junto a la pobreza de las mesas de los

22

asalariados y marginados: "Las terribles desigualdades entre los grupos humanos; por un lado, los excesivamente ricos, y por otro, la mayoría numérica de los pobres y mise­rables, privados de sustento, de posibilidades de trabajo y de instrucción, condenados en gran número al hambre y a las enfermedades" (Juan Pablo II en la ONU, 2.10.1979).

"Un pobre llamado Lázaro, tendido junto a la puerta y cubierto de llagas, deseaba saciar su hambre con lo que tiraban de la mesa del rico" (Le 16,19s).

"La parábola del rico y de Lázaro está continuamente presente en nuestra memoria. Tiene que formar nuestra conciencia. Dios pide a los ricos y a los que se encuentran en buena posición económica, que sean abiertos a los pobres, a los marginados y desfavorecidos".

Toda la humanidad necesita pensar en la parábola del rico y del mendigo. Todos y cada uno de nosotros tenemos que traducirla al lenguaje de hoy, un lenguaje económico y político, de los derechos humanos, de relación entre "Primero", "Segundo" y 'Tercer Mundo". "No pode­mos quedarnos con los brazos cruzados mientras millones de seres humanos mueren de hambre" (Homilía de J u a n Pablo II en el Yankee Stadium, 2.10.1979).

La salvación está en la mesa. Está en nuestro com­portamiento con los pobres. Y ahí está también la conde­nación: en el desprecio a los necesitados y a los que pasan hambre.

Unos hacen de la mesa el "lugar de la comunión fraterna". Otros, del "egoísmo". Unos hacen la experiencia del cielo, de la alegría y del encuentro. Otros, de la pasión, de la gula y del placer.

La escandalosa cuestión social del mundo, especial­mente en América Latina, está en el simbolismo de la "mesa". En torno a ella deben estar todos los miembros de la familia de Dios. Pero son sólo unos pocos los que están sentados, despreocupados, pacíficos (si no alienados),

23

comiendo y engordando. Algunos hacen dietas para adel­gazar, gastando dinero para ser "elegantes". Otros, por el contrario, están sometidos a un régimen constante de ayuno forzoso. Todos los días son de ayuno y abstinencia de carne para los pobres, porque algunos acaparan injus­tamente la riqueza.

Cuando todos los hijos de Dios estén sentados a la mesa, repartiendo equitativamente la riqueza, viviremos de hecho la paz mundial.

Rito final

Se organiza una comida sencilla. Todos se compro­meten a enriquecer la mesa de los pobres. Al llevarse cada uno el alimento a la boca, todos asumen el compromiso de hacer lo posible para que los bienes se distribuyan con más igualdad. La mesa es el mayor signo de salvación para los pueblos de América Latina.

Observación

El coordinador de las "Celebraciones de Símbolos" tendrá un poco de imaginación y creatividad. Las reflexio­nes pueden interrumpirse con cantos, oraciones, música, preguntas, cuestionamientos, pequeños trabajos en gru­po, cuchicheos, etc.

2. La copa y el cáliz

La copa del consuelo

Para beber, el nómada usaba su cantimplora; pero el agricultor, la persona acomodada y el mismo Yahvé tenían su copa (Jer 51,7), al principio de arcilla y más tarde de

24

metal y de piedra. En el helenismo era de cristal. El borde tenía forma de lirio.

Los judíos purificaban sus vasos: "|Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que limpian por fuera el vaso y el plato, mientras que por dentro están llenos de violencia y de rapiña! ¡Fariseo ciego, limpia primero por dentro el vaso, para que también por fuera quede limpio!" (Mt 23,25s). En la comida funeraria des­pués del entierro, se pasaba la copa del consuelo (Jer 16,7). En el sacrificio de acción de gracias, corría de mano en mano la copa de la salvación.

El cáliz de la amargura

"¿Pueden beber el cáliz de amargura que yo voy a beber?" (Mt 20,22). Beber este cáliz hasta el fondo significa soportar los más terribles sufrimientos.

El cáliz, signo de comunión

"El cáliz del Señor" (Me 14,23), o la "bendición del Se­ñor" (1 Cor 10,16), o el "cáliz de los demonios" (1 Cor 10, 21), expresan la comunión en torno a la mesa. La costum­bre orienta] de pasar una copa de la que todos bebían, era un símbolo de comunión. El cáliz que se ofrece al convi­dado en el banquete, cáliz desbordante, es signo de comu­nión con Dios, que es la herencia de sus fieles (Sal 16,5).

Cáliz de los malvados

Los malvados prefieren al culto de Dios y al cáliz que él les ofrece, el cáliz de los demonios (Dt 32,17; 1 Cor 10,20s), con los que ellos comulgan en un culto idolátrico.

La copa de la ira de Dios

Esa maldad atrae la ira de Dios. Para expresar sus efectos, los profetas retoman el símbolo del cáliz, con el

25

vino que alegra el corazón, pero cuyo abuso degenera en vergonzosa embriaguez. Esta embriaguez es el castigo reservado por Dios a los impíos (Jer 25,15; Sal 75,9). Es su parte de cáliz, bebida mortal que ellos tienen que beber contra su voluntad. Es el vino de la ira de Dios (Is 51,17; Ap 5,7-16).

El cáliz de la salvación

La sangre de las víctimas, recogida en copas o vasijas, era derramada sobre el altar y sobre el pueblo. Así se renovaba la Alianza entre el pueblo purificado y Dios (Ex 24,6s). Estos ritos anuncian el sacrificio en el que la ofrenda de la sangre de Cristo realizaría la expiación perfecta y la Alianza eterna con Dios. Este sacrificio es el cáliz que el Padre da a beber su Hijo Jesús.

Rito final

Se pasan una o varias copas de vino, como señal de compromiso con los pobres y hambrientos.

3. El pan en la Biblia

Don

El pan es don de Dios. Viene de Dios. Es fuente de fuerza.

Subsistencia

Es un medio de subsistencia tan importante, que la falta de pan significa la falta de todo. No tener pan significa estar a las puertas de la miseria y de la muerte (Am 4,6).

26

El pan nuestro

En el padre-nuestro el pan parece resumir todos los dones necesarios para el ser humano.

El mayor de los dones

En Me 14,10-17, Cristo hace del pan el mayor de todos los dones: la Eucaristía. "Esto es mi Cuerpo".

En la vida cotidiana

En todas las situaciones humanas, positivas y nega­tivas, el pan siempre está presente. Puede sintetizar y expresar la vida y la muerte, el bien y el mal. Para hablar del sufrimiento, se dice: "El está comiendo el pan del sufrimiento". El abandonado "come el pan de las lágri­mas". El angustiado "come el pan de la ceniza". Quien está alegre "come el pan de la alegría". El perezoso "come el pan de la ociosidad". El pecador "come el pan de la maldad".

Tiene que ser compartido

El pan no se pertenece a sí mismo. Es de los otros. Pan que no se corta se enmohece y pudre. Pan "dormido" es pan viejo y duro. Se suele decir "él es pan duro", porque no se da ni se reparte.

Signo de unión

Toda reunión comporta unión de personas. Toda comida exige encuentro y comunión. Comer el pan con alguien es hacerse su amigo y compañero. La palabra "compañero" significa comer el pan con alguien (cum pane). Quien come el pan habitualmente con alguien, hace con él una buena amistad. Es su colega, su íntimo.

27

Signo de alianza

Toda comida sella los lazos de amistad y fraternidad. Lo mismo hizo Cristo con el pan eucarístico. Selló la alian­za con nosotros. Después del destierro, entre el pueblo de Israel creció la necesidad de compartir el pan con los huéspedes y visitantes. |Qué bueno era dividir el pan con el visitante! La visita era el mismo Dios presente en la casa.

Fracción del pan

El cuerpo del Señor se convierte en fuente de unidad y reconciliación. La comunión crea la fraternidad. Tene­mos que vivir las consecuencias de la Eucaristía. Esta no es una devoción más. Es comida. Fuerza de unidad.

La abundancia

Las multiplicaciones de panes muestran la sobre­abundancia de la Eucaristía. Siempre sobra. Reunieron siete, doce cestos... y los banquetes eucarísticos son pre­ludio del cielo. Al concluir una alianza, se comía pan.

Rito final

Como signo del compromiso adquirido de hacer cre­cer la unión, la justicia y la fraternidad, comemos un pan.

4. La comida

Introducción

"Comer pan" en el Antiguo Testamento significa to­mar el alimento diario. Por regla general, se comía dos

28

veces al día. Las personas se sentaban en el suelo, donde se ponían también los platos (Mt 14,19). No había mesas propiamente dichas. La palabra hebrea que hoy traduci­mos por "mesa", era "sulhan". Significa un tapete extendi­do en el suelo. Después, por influencia greco-romana, nació la costumbre de recostarse en divanes para comer (Am 6,4; 13,23). En esos divanes, los comensales estaban agrupados de dos en dos, apoyándose en el antebrazo izquierdo, con los pies hacia atrás, y comían con la mano libre.

El padre de familia repartía el pan y la carne. Cada uno recibía su parte de carne del plato común (Pro 19,24), en el que podían también mojar su pan (Jn 13,26). Se usaban cucharas, tenedores y cuchillos, pero se emplea­ban exclusivamente en los sacrificios. Sobre la conducta a observar en la mesa, el Eclesiástico 31,12-24 da unos consejos interesantes.

Significado de las comidas

La comida más simple en la Biblia es un gran gesto humano. Demostración de finura y hospitalidad (Gen 18,1-5) o testimonio de reconocimiento (Mt 9,11), señal de alegría por la llegada de un familiar o peregrino (Tob 7,9), o por el regreso del hijo pródigo (Le 15,22-32), la comida puede convertirse en una "acción de gracias" al Dios Salvador.

Las comidas sagradas

Los cultos de Oriente incluían banquetes. La partici­pación en la víctima del sacrificio garantizaba una apro­piación del poder divino. La tentación de unirse a esas comidas, sea a las de Moab (Núm 25,2) o a las de Cana (Ez 18,6-11,15), fue permanente en Israel. Toda comida que incluía carne tenía un carácter sagrado. En todo acto

29

religioso no podía faltar la comida sacrificial (Sam 9,12s; 1,4-18).

La comida sagrada sería un rito que servía no para establecer sino para confirmar una alianza, bien fuera entre clanes (Gen 31,53s) o una alianza entre Dios y su Ungido (Sam 9,22), sus sacerdotes, su pueblo (Ex 24,11). La comida pascual es también un "memorial de las maravillas de Dios" desde el comienzo de la Alianza (Ex 12-13).

El Deuteronomio sistematiza ese pensamiento subor­dinando el tema de la comida al de la fiesta alegre en la presencia de Dios (Dt 2,4-7). La única comida sagrada es la que reúne a todo el pueblo en el lugar escogido por Dios para su presencia y por la que el pueblo conmemora en la acción de gracias las bendiciones de Dios, alabándolo con sus propios dones. La alegría, la fiesta, la unidad, la acción de gracias van sustituyendo la materialidad del festín. Y los ritos cristianos tenían como objetivo la alegría del pueblo ante Dios (Sof 3,14-17).

La comida de Cristo

La fiesta de las comidas humanas recobra pleno sentido cuando el Hombre-Dios se hace presente en ella. Es el amigo que se invita a la mesa familiar de Lázaro (Le 10,38-42). Está presente en las bodas de Cana (Jn 2). Acepta la invitación de Simón, el fariseo (Le 7,36-50). Está a la mesa con los publícanos Mateo y Zaqueo.

J e s ú s da pleno valor con su presencia a las comidas. Reúne a los suyos en torno a la mesa y El mismo pronuncia la bendición (Mt 14,19). Aprueba las leyes de la hospitali­dad (Le 7,44s). Recomienda la humildad a la hora de escoger los lugares. Es bueno siempre quedarse en el último puesto (Le 14,7-11), y hay que prestar la debida atención al pobre Lázaro (Le 16,19s).

30

Esas comidas anuncian y realizan lo que predicaban los profetas: alegría, perdón, salvación, sobreabundancia. En la comida del desierto, ante la multitud hambrienta, se cumple la profecía del AT: la sobreabundancia. Así vuelven a los pobres y hambrientos la felicidad del paraíso y la renovación de los milagros del desierto, en camino a la Tierra Prometida (Jn 6,3 ls).

Esas obras anuncian también otro banquete: la Eu­caristía. Y a través de la Eucaristía se anuncia el festín escatológico. Se instaura la Nueva Alianza en la Sangre de Cristo.

En lugar del maná, nos da Jesús su misma carne, verdadero pan vivo ofrecido por la vida del mundo (Jn 6,48-51). El lavatorio de los pies, señal de humildadad y servicio, es requisito para participar dignamente de la Cena (Jn 13,2-20).

El Resucitado aparece durante una comida. Los pri­meros cristianos renovaban en las comidas la alegría y la comunión fraterna, por medio de Cristo presente, vivo y resucitado. Para el apóstol Pablo, la condición principal para participar debidamente en la Eucaristía es el amor (1 Cor 11,17-35).

Es la comida sacramenta], porque quien come de ese pan es "un solo ser con el Señor, y por El con todos" (1 Cor 10,17). Pero esa comida no es definitiva todavía: Anuncia el regreso del Señor para celebrar el festín escatológico.

El banquete escatológico

Los sabios del AT usaban la imagen del banquete para describir la alegría (Pro 9, lss). Al final de los tiempos "Yahvé preparará a todos un banquete" (ls 25,6) del que participarán "todos los que tienen hambre, aunque estén sin dinero" (ls 55,1). Un día ocuparemos nuestro lugar en el festín de Dios (Le 22,30). Allí beberemos el vino bueno y nuevo con Abraham, Isaac y Jacob. Pero tenemos que

31

vivir vigilantes y estar vestidos con el traje de fiesta (Mt 22,11-14). Dios comerá con nosotros y nosotros con El (Ap 3,20).

Preguntas

—¿Son nuestras misas dominicales verdaderas co­midas con Cristo?

—¿Por qué son tan poco alegres nuestras misas? —¿Qué sentido da el pueblo a la celebración de la

Eucaristía? —¿Es para nosotros la misa una "obligación"? ¿Es

un signo? ¿Es el "memorial" de la Pascua de Cristo? —¿Qué haría usted para despertar en el pueblo el

sentido de la misa como camino para el encuentro definitivo con Dios?

Rito final

Organícese una comida sencilla y simbólica, como signo de nuestro compartir y del sentido social de los bienes.

5. El vino

Alimento de cada día

El trigo, el aceite y el vino pueden formar paite de nuestra comida.

Alegría

Símbolo de la alegría. Quien toma un vaso de vino se siente más contento y desinhibido. "Alegra el corazón humano" (Sal 104).

32

Forma parte del festín del Mesías

Es uno de los elementos de la mesa del primer banquete mesiánico. Pero, en primer lugar, el vino es parte de la comida eucarística. En ella, mujeres y hombres peregrinos y creyentes beben la alegría en la fuente del amor de Cristo.

El vino en la vida profana

La Biblia habla del sentido benéfico y maléfico del vino.

1. Signo de prosperidad

El vino es un don precioso que hace la vida agradable (Sir 32,6; 40,20), siempre y cuando se beba con modera­ción. La sobriedad nos ayuda a ser humanamente equili­brados. "El vino vivifica a la persona cuando sabe beberlo con medida" (Sir 31,32).

2. La sobriedad

Tenemos que beber el vino con conciencia y discre­ción (Sant 3,2; 1 Tim 5,23).

El abuso

Los profetas reprochan los abusos del vino. Aunque Jesús no se haya negado a beber vino, tengamos cuidado de no aficionarnos demasiado a él. Los que abusan del vino se olvidan de Dios. A los gobernantes les gusta beber, y olvidan sus responsabilidades con el pueblo explotado y oprimido, arrastrado al mal (Am 2,8; Os 7,5; Is 5,11; 56,12).

Conduce a la pobreza

El abuso del vino desemboca en la pobreza (Pro 21,17), en la violencia (Sir 31,30s), en la injusticia

33

(Pro 23,30-35). Es camino que conduce a la lujuria y perjudica la vida del prójimo (Ef 5,18).

Su lugar en el sacrificio

Forma parte de las primicias (Dt 18,4; Núm 18,12).

Para conservar el equilibrio, los sacerdotes no pueden beber vino durante los sacrificios. Al privarse de él, recuer­dan el caminar sin vino por el desierto. En señal de consagración, muchos renunciaban al vino. Entre ellos estaban los nazireos (Am 2,12).

El amor humano

En el mundo profano, el vino simboliza la amistad y el amor humano (Sir 9,10; Cant 1,4). En sentido religioso, la falta de vino era símbolo de castigos divinos (Am 5,11).

La felicidad se expresa en la abundancia del vino (Am 9,14; Os 2,24; Jer 31,12). En el Nuevo Testamento el vino nuevo es símbolo de los tiempos mesiánicos, que hacen que los odres viejos se rompan (Me 2,22).

El vino "bueno esperado hasta ahora" es el amor, signo de alegría (Jn 2,10). Antes de participar del Reino, el cristiano se saciará con el vino eucarístico (1 Cor 10,20ss). Trae a la memoria el sacrificio que es la fuente de la salvación y de la alegría eterna (1 Cor 1 l,25ss).

Rito final

Llénense algunos vasos de vino o licor. Que sea un signo de nuestra más tierna y real comunión con tantas mujeres y hombres sedientos de libertad, justicia y amor. Que el vaso pasado de mano en mano simbolice nuestro compromiso común de liberar a todos los que padecen la esclavitud de la pobreza y del abandono.

34

6. Las piedras

Preparar un montón de piedras o poner a la vista una piedra grande, y hacer la celebración alrededor de las piedras.

Ia PROFETA (con una piedra en la mano): La piedra es símbolo común a todos los seres humanos: señal de solidez y fuerza.

1° PROFETA (con una piedra en la mano): La piedra dura siglos. Resiste al tiempo, al sol, al viento. Es inmu­table. Pasan generaciones, guerras, tiempos prolongados de paz, mientras la roca permanece estable.

3 9 PROFETA (con una piedra en la mano): La piedra, la roca, la montaña fueron usadas por los antepasados como testimonios de alianzas y tratados. Ellas son ejem­plos de fidelidad a la palabra pronunciada y a la promesa hecha. Son signos del Dios fiel.

4S PROFETA (levantando la piedra): No existe todavía signo más perfecto de fidelidad a la alianza que las piedras. Recuerdan la alianza sellada entre Dios y su pueblo. Signo de perennidad y seguridad.

TODOS: El mayor obstáculo al plan de Dios es nues­tro corazón de piedra. Ante Dios, nos parecemos a veces a las piedras frías e impenetrables.

l e PROFETA (tirando la piedra al monte): Retiremos del mundo tanta piedra fría y dura. Retiremos de los códigos las leyes contra Dios. La ley del divorcio y del aborto. Las leyes que están en contra de los desposeídos y a favor de quienes tienen todo.

2B PROFETA (tirando la piedra al monte): Retiremos de las familias tantas piedras duras: la falta de compren­sión, de diálogo y de intercambio entre padres e hijos.

3 5

3S PROFETA (tirando la piedra al monte): Retiremos de la sociedad las pesadas piedras de las películas inmo­rales, de los programas sensuales de la televisión. Retire­mos de la sociedad tanto libertinaje, tantos privilegios que favorecen a los poderosos y a los ricos.

4S PROFETA (tirando la piedra al monte): Retiremos de la Iglesia la idea de que tener un ministerio es ser más que los demás. Retiremos de la Iglesia la piedra dura y resistente de las críticas al Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla. Retiremos de la cabeza de los católicos y cristia­nos de otras Iglesias la piedra de que trabajar con los pobres y oprimidos es seguir caminos sospechosos o subversivos.

TODOS toman una piedra en la mano y, tirándola de nuevo, cita cada uno una realidad que esté en contra del proyecto de Dios. Por ejemplo: "Yo tiro una piedra contra la división entre pobres y ricos...".

1 s PROFETA: Actualmente la gente y muchos pobres se parecen a la infinidad de piedras marginadas de la construcción del mundo, del desarrollo y del progreso.

2S PROFETA: Pero yo les digo que, de esta multitud de pequeñas piedras rechazadas, hará el Señor un trono bien alto, su gloria y su templo.

3 e PROFETA: ¿No fue Cristo la piedra rechazada por los grandes de su tiempo? ¿Dónde está El entre noso­tros hoy? Permanece en los cimientos de la Iglesia y del pueblo.

4 e PROFETA: ¿Eran los apóstoles poderosos y ricos? No. Eran pobres. Pero son hoy las doce columnas que sostienen la fe en Jesucristo.

TODOS: Los grupos más unidos, a pesar de sus defectos, son los de los pobres. La esperanza de la Iglesia está en los más desfavorecidos, porque están más abiertos y disponibles.

36

1e PROFETA: ¿No brotó agua para todos los israelitas y sus animales de la roca fría e inmóvil del desierto?

1° PROFETA: ¿No brotó el agua de la salvación de la roca viva de Cristo?

3 e PROFETA: ¿No salió el agua del bautismo y la sangre de la comunión del costado del cuerpo de Cristo, roca viva?

4fi PROFETA: ¿No se convirtió Cristo, piedra abando­nada e inútil, en la piedra angular de la casa?

TODOS (tomando una piedra en la mano y levantán­dola, dicen): No queremos ser piedras que hagan tropezar a los demás. Queremos ser piedras que den seguridad y testimonio. Queremos ser piedras vivas y sensibles. No piedras redondas, frágiles, sino inquebrantables. Aunque nos tiren de un lado a otro, no queremos sentirnos inútiles. Que todos los amigos, pobres y analfabetos encuentren en nosotros apoyo.

1e PROFETA (levantando la piedra): Hay gente humil­de y despreciada. Niñas y niños son considerados piedras inútiles. Son abortados.

1° PROFETA (levantando la piedra): Hay piedras que los hombres pisan con sus pies. Son las que ellos llaman prostitutas.

3S PROFETA (levantando la piedra): Hay mucho ra­cismo que desprecia a las personas sin títulos. Los cam­pesinos son despreciados por los de la ciudad.

TODOS toman una piedra del monte y, tirándola de nuevo al monte, asumen un compromiso. Ejemplo: "Me comprometo a liberar a los oprimidos". "Quiero esforzarme por formar Comunidad de base con los pobres...".

EL COORDINADOR hace una exhortación sobre la realidad nacional y local. Examina las piedras que opri­men y pesan sobre los más indefensos. Examina cómo está

37

estructurada la sociedad local. Cada miembro del grupo podrá decir cuál es la misión que la Iglesia debe desempe­ñar ante la realidad, recordando que la Iglesia será siempre una piedra de escándalo y contradicción...

7. Las frutas

El coordinador pide a la comunidad que traiga algu­nas de las frutas que cultiva o conoce. Las frutas serán puestas sobre una mesa; puede ser en un patio, en un salón o en un estadio.

PERSONAJE VESTIDO DE PROFETA (estando en un lugar más elevado, dice):

Produzca la tierra vegetación: plantas con semilla y árboles frutales que den frutos con semillas de su especie. Y así fue. Brotó de la tierra vegetación; plantas con semilla de su especie y árboles frutales con semilla de su especie. Y vio Dios que era bueno (Gen 1,11-12).

JOVEN O MUCHACHA CON UN RAMO DE FLORES (en tono anunciante):

Los árboles frutales nos enseñan cómo es el camino de la fe. Oímos las primeras palabras de nuestros herma­nos en la fe. El terreno es abonado con el testimonio de los adultos. La palabra va echando raíces en el corazón. Después, sólo después, vienen los frutos.

Amigos, primero las flores; después, los frutos. La flor no es fruta. E s apenas un anuncio y una esperanza. Es necesario esperar meses enteros para recoger la fruta. Esta madura lentamente. Y nosotros a veces queremos de nuestros catequizandos o discípulos una maduración rá­pida de sus actitudes y gestos. Queremos que niñas y niños sean ya adultos.

3 8

La flor tiene que abrirse, pero despacio. Nadie puede violentar la flor que se abre. Si se abre con fuerza, la flor se marchita y se pudre. Vayamos despacio. Dios nunca tuvo prisa. Es el Dios de la calma. Sabe esperar. Así actúa El con nosotros.

TODOS: Señor, Creador de los árboles frutales, los humanos de hoy maltratan las flores. Pisotean las espe­ranzas de los pueblos; arrancan la flor fresca y tierna. La fuerza bruta de los poderosos viola los derechos humanos de los indefensos. Señor, perdona las injurias contra la dignidad de los pequeños, de estas flores tan queridas por Cristo y María. No siempre está el mejor sabor en las frutas de mayor tamaño. Señor, qué dulce es la uva, y qué deliciosa es la cereza.

TRES PERSONAS (una alta, otra mediana, y la terce­ra baja):

Baja: No importa el tamaño. Somos como las frutas. Cada una tiene su sabor y su forma. Ninguna es despre­ciable, y mucho menos cuando está madura. Tanto la fruta grande como la pequeña merecen cultivo, sol y abono. Todas ellas tienen derecho a madurar (toma una fruta pequeña con la mano). No valemos por nuestra estatura. Dios nos dio la vida, un tamaño y un lugar en el mundo. Amigos, descubramos en las cosas pequeñas, en las frutas más diminutas, la sabiduría y la grandeza de Dios.

Mediana: Tal vez no hemos pensado despacio sobre la pedagogía existente en las frutas. Las hay de todos los tamaños. En cada fruta hay un reflejo del amor de Dios. Si usted tiene cualidades, no hay razón para enorgullecer­se. Ninguna fruta se envaneció jamás por su aspecto o color. Jamás el mango se enorgulleció de estar en lo más alto del árbol. Así, amigo, haga como las frutas, para poder ser alimento y comida de los hambrientos.

Alta: |Qué admirable es la sabiduría de Dios! El dio a cada fruta un tamaño, un color, un sabor especial. Seamos

39

como las grandes frutas: cuanto mayores, más debemos darnos a los pobres y hambrientos. Algunos vinieron al mundo para dar testimonio de gran entrega y amor, como Cristo, los mártires y los apóstoles.

No importa ser como fruta pequeña. Lo importante es madurar. Existir en función de los demás, olvidándose de sí mismo y de su lugar social, para caer en las manos de los hambrientos de la tierra. Si no aprendemos de las frutas la entrega, no sabremos qué significa vivir.

TODOS: Vivir es abrirse como la flor. Vivir es crecer unido a los otros, como la fruta a la rama. Vivir es transformarse, como la flor que se convierte en fruta. Vivir es desprenderse y darse. Es madurar plenamente. Es pasar de lo amargo, de lo verde, a lo maduro, dulce y sabroso... Vivires ser para los demás. Vivir es no pertene-cerse ya a sí mismo, sino a los hambrientos y pobres de la tierra.

UNA PERSONA DIRIGIÉNDOSE AL PUEBLO:

Usted, que está ahí y me está mirando, ¿es un árbol bueno o malo? ¿Es fi-uta madura o podrida? ¿No ha recibido abono, sol, calor y agua? ¿No recibió el Bautismo, la Palabra y la Eucaristía? ¿Usted tiene enemigos?

Si usted tiene un enemigo, es porque es fruta podrida e inútil en las ramas. ¿Es usted espino o árbol frutal?, "Por sus frutos los conocerán" (Mt 7,20). ¿Es usted higuera estéril? ¿Es usted un árbol frondoso, lleno de flores, una esperanza para la Iglesia y para el mundo? ¿Es usted un árbol cargado de fruta madura?

Dios poda toda rama que da fruto. Hay que dejarse podar por Dios. El fruto más dulce al paladar es el amor. Pero el mundo tiene que dar frutos de justicia. Unido al árbol de la cruz, libere a tantos árboles de la peste del egoísmo, de laexplotación y de la esterilidad. Dé testimo­nio de u n a generosidad adulta en el amor a su comunidad.

40

TODOS: Gracias, Señor, por tantas frutas. Gracias por ser ramas vivas del tronco vivo de la cruz y de la resurrección. Despierta en todos la esperanza de luchar por un mundo más justo y fraterno. Despierta el deseo de ser más maduros y santos. Como frutas maduras, trans­fórmanos en alimento de millones de latinoamericanos hambrientos y rechazados de la mesa de los bienes cultu­rales, políticos, económicos y religiosos de nuestros paí­ses. (En seguida se organiza la distribución de las frutas).

8. Las nubes

Introducción

Es importante saber descubrir el significado, el sim­bolismo de todo lo que nos rodea. Es bueno que la criatura sea capaz de encontrar a Dios en las cosas sencillas de la vida, en todo lo que está bajo nuestros pies y sobre nuestras cabezas.

Realmente vivimos distraídos. Los signos de Dios son suaves y silenciosos. No gritan ni hacen alarde de nada. No son estrepitosos. Necesitamos estar atentos para oír su voz. Veamos cuántas lecciones y mensajes nos da la nube.

Anunciadores

1. La noche y la sombra traen el mensaje bienhechor de Dios.

2. La nube es símbolo de la presencia de Dios, aunque lo oculte.

3. ¿No es fácil contemplar a Dios a través de la belleza y armonía de las nubes?

41

4. ¿Cuántas veces ha admirado usted a Dios a través de las blancas nubes que corren el azul del cielo?

TODOS (mirando al cielo): Gracias por las nubes blancas y puras. Gracias por ese cielo tan alto y protector. Gracias por tu presencia silenciosa en el firmamento.

1. Las nubes son ligeras y rápidas. Son mensajeras. A veces son ilusorias.

2. ¿No podemos nosotros imitar la nube cargada de agua, mensajera de vida y esperanza para la humanidad? ¿O somos nubes vacías, ligeras y pasajeras, sin ninguna misión que cumplir?

3. La nube es mensajera que promete lluvia.

4. Pueden anunciar una tormenta o un huracán. Cubren la tierra de amenazas y sombras.

TODOS: La nube también nos protege. Nos cubre con su sombra espesa. También nosotros podemos y debemos ser una sombra protectora para el hermano que sufre y vive en la angustia. No seamos como nubes que amenazan la tierra, sino como sombras que protegen y reparten bendición.

1. Dios es rnuy grande para que podamos conocerlo. El atrae hacia lo alto el agua y la transforma en gotas de lluvia (Job 36,26-27).

2. "La nube pasa y se deshace" (Job 7,9). Nosotros no podemos hacer como ella. Tenemos que permanecer dan­do frutos; deshaciéndonos, sí, pero en beneficio de los otros. Tenemos que gastarnos como las nubes, pero de­rramando, dando nuestra vida para que los otros vivan.

3. 'Tu amor es como nube mañanera, como el rocío que pronto se disipa" (Os 6,4). No causemos preocupación a nadie. Cuántos campesinos, mirando al cielo, se preo­cupan y dicen: "Hoy vamos a tener mal tiempo". No seamos para nadie como nubes de preocupación y de ansiedad.

42

4. No queremos ser "una nube de tempestad que cubre la tierra" (Ez 38,9), sino una nube mansa, sencilla y blanca. Una nube mensajera de paz y de luz.

TODOS: ¿Qué piensa usted cuando oye un trueno? ¿No siente en él la amenaza de los poderosos, la explota­ción de los gobernantes que dominan y someten a los pobres? ¿Qué piensa usted cuando ve caer un rayo? ¿No cree ver en él la injusticia masacrando a los inocentes? El rayo no se responsabiliza del desastre que causa. ¿No hacen lo mismo los grandes de nuestros países? Masa­cran, matan, destruyen, pero no se sienten culpables. Ellos se esconden detrás de la Ley, de la seguridad, de las máscaras del poder.

1. La nube anuncia el buen tiempo: "Que las nubes lluevan la justicia" (Is 45,8).

2. La tierra está seca. Hay guerras, muertes, dominio de los grandes sobre los pequeños. La tierra necesita la lluvia de la justicia, de la libertad y del amor.

3. La tierra está siendo lavada y destruida por las tempestades de la opresión, de la violación de los derechos humanos. Los campesinos son oprimidos, despojados de la Justicia y del Derecho. Necesitamos que baje de las alturas el Salvador que esperamos.

4. Quita, Señor, de nosotros el velo que cubre el cielo. Limpia ese cielo para que podamos ver tu glorioso sem­blante. Limpia la tierra de todo dolor, de las tinieblas, de las divisiones, de las bombas atómicas, del egoísmo, del poder del capital y del ídolo del poder y la ambición.

TODOS: Tenemos que unirnos como las nubes del firmamento. Ninguna nube suelta produce la lluvia. Mu­chas nubes unidas generan la lluvia que fecunda la tie­rra. El viento deshace la nube solitaria. Los pobres del pueblo son como millares de nubes que, unidas, cubren los cielos.

43

1. Seamos como las nubes. Ellas nos mandan la lluvia.

2. No seamos nubes inútiles, pasajeras.

3. Seamos nubes cargadas de agua que se dan gra­tuitamente a la tiena, a las semillas, a las fuentes y animales.

4. No seamos como las grandes nubes que cubren y esconden la luz del sol, de la verdad y la alegría.

TODOS: Seamos como el sol que, a pesar de ocultar­se por detrás de espesas nubes, no deja de iluminar la tierra. Podemos hacer maravillas sin necesidad de apare­cer. El sol ilumina aunque esté escondido entre nubes de tormenta.

Ocultos en el silencio, hagamos todo el bien que podamos. Es importante que el bien aparezca, pero no que los demás nos alaben. En los monasterios silenciosos y en las humildes casas de los campesinos hay grandes soles que iluminan la humanidad con su oración y con su amor sacrificado. Para quien ama a Dios, los obstáculos no impiden dar testimonio de la luz.

9. La sal

La sal y el desierto

Nada se planta ni crece sobre la sal. Nada sobrevive en aguas demasiado saladas. Del mar Muerto existen centenares de leyendas. En él no hay vida. Hay tanta sal que aquel lugar se llama "Valle de la Sal". La sal formó el desierto del mar Muerto.

El pueblo pensaba que los grandes desiertos eran consecuencia de severos castigos de Dios. Y se considera

4 4

al mar Muerto como signo de los pecados del pueblo. En él estarían sepultadas Sodoma y Gomorra, ciudades co­rrompidas e infieles a Dios. La mujer de Lot volvió para atrás su mirada y se convirtió en estatua de sal: símbolo de falta de confianza y de fe.

En las ciudades vencidas, para expresar su despre­cio, los enemigos esparcían mucha sal por calles y plazas.

Sal, símbolo del castigo

Dice el profeta Sofonías, anunciando los castigos contra Moab y Amón: "Juro por mi vida que Moab quedará como Sodoma, y Amón como Gomorra; serán un campo de ortigas, un montón de sal, un eterno desierto" (Sof 2,9).

En un discurso renovando la Alianza, dice Moisés: "Las generaciones futuras, los hijos que vengan después de ustedes y el extranjero que venga de tierras lejanas, al ver las calamidades de esta tierra y los males que el Señor les habrá hecho sufrir, dirán: Azufre, sal, tierra quemada, eso es toda su tierra; no se puede sembrar ni germina ni crece en ella hierba alguna; su desastre es como el de Sodoma y Gomorra, que el Señor destruyó llevado de su ira y su furor... ¿Por qué esta ira tan temblé? Y les responderán: Porque abandonaron la Alianza que el Se­ñor, Dios de sus antepasados, pactó con ellos cuando salieron de Egipto y sirvieron a dioses extranjeros" (Dt 29,22-25).

El agua vence a la sal

Cuando describe los tiempos nuevos, el profeta Eze-quiel anuncia la abundancia de agua: "Por donde pase esta corriente de agua, todo ser vivirá. Habrá abundancia de peces, porque las aguas del mar Muerto quedarán sanea­das cuando llegue este torrente. A sus orillas vendrán los

45

pescadores. Habrá peces de toda clase, como los del mar Mediterráneo. Pero sus pantanos y lagunas no serán saneados; serán destinadas a la extracción de la sal" (Ez 47,8-11). "Del lado derecho del templo brotará un río que saneará el mar Muerto. Y sus aguas serán saludables" (Ez47,8).

La sal y la liturgia

Según las normas litúrgicas, hay que salar todas las ofrendas: "Echarás sal a todas las ofrendas. No omitirás nunca en la ofrenda la sal de la alianza de tu Dios. Todas tus ofrendas llevarán sal" (Lev 2,13). "Sal de la Alianza" significa juramento estable y duradero. Una alianza difícil de corromperse.

La sal tiene una función purificadora

En este sentido, el incienso tiene la misma función: purifica el ambiente. Eliseo, cerca de Jericó, supo de una fuente de agua salada. Lanzando un puñado de sal, la fuente se transformó en agua potable. Y Eliseo dijo: 'Yo purifico estas aguas; en adelante no causarán muerte ni esterilidad" (2 Re 2,21). En tiempos de Jesús, todos serán purificados: 'Todos serán salados por el fuego" (Me 9,49), pues el fuego tiene la función de poner a prueba y de purificar (1 Cor 3,13).

Da sabor a los alimentos

Es uno de los condimentos más necesarios para la vida del ser humano. "Indispensables para la vida del hombre son agua, fuego, hierro y sal, harina de trigo, leche y miel, vino nuevo, aceite y vestido" (Sir 39,31). La sal hace más sabrosos los alimentos. Job pregunta: ¿Se come lo insípido sin sal? (Job 6,6).

4 6

Conserva los alimentos

Tiene la propiedad de conservarlos. Gracias a su poder, se convirtió en símbolo de la alianza durable, permanente y fiel. Así nació la llamada "alianza de la sal". Ha de ser fiel a Dios y al pueblo. Es un pacto perpetuo. Si la sal pierde su sabor, ¿con qué podemos salar los alimentos?

Somos sal de la tierra

Jesús usó esta comparación después de las Biena­venturanzas: "Ustedes son la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se salará? Ya no sirve para nada, sino para tirarla fuera y que la pisen" (Mt 5,13). Quiere decir: Los cristianos, con su fidelidad a la alianza, al amor fraterno, a la justicia, darán sabor al mundo. De lo con­trario, los cristianos no sirven para nada. "Buena es la sal, pero si pierde su sabor, ¿cómo podrá recobrarlo? Ya no sirve ni para la tierra ni para el abono, sino que hay que tirarla" (Le 14,34).

Tengamos sal en nosotros

"Buena es la sal. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué le darán sabor? Que no les falte la sal y conserven la paz entre ustedes" (Me 9,50). Y Pablo completa este men­saje de Marcos diciendo: "En su conversación sean siem­pre amables y simpáticos, de modo que sepan responder a cada uno como conviene" (Col 4,6).

Compromiso

¿Qué hacer ante una sociedad que no siente sabor ni gusto por los derechos humanos? (Cada grupo es libre para expresar sus compromisos).

4 7

¿Cuál es nuestra tarea ante la política que explota al pueblo, quitando el sabor de las libertades populares?

¿Qué hacemos ante tantos explotados, disminuidos en su dignidad, cuyos derechos han sido violados y están sumidos en la pobreza, la opresión y el dolor?

Hay división de clases, un abismo insondable entre ricos y pobres; desaparece el gusto por la fraternidad y el compartir solidario. ¿Cuál es nuestra misión?

Si somos sal de la tierra, ante el poco vigor del amor al prójimo, especialmente para los campesinos, desem­pleados y sin tierra, ¿en qué debemos empeñarnos seria­mente?

La sal sazona y conserva los alimentos. Es símbolo de la perpetuidad de nuestro amor y de la alianza con Dios y con nuestros hermanos. Símbolo precioso de alianza inviolable, de sabiduría y de pureza moral. ¿Cómo llevar al pueblo a conservar la fe viva, la justicia, la libertad, el amor maduro y la alegre esperanza?

Antiguamente se imponía la sal a los niños en el rito del bautismo. Se quería significar que, por la fe, tenían que librarse de la podredumbre, de la idolatría, de la infideli­dad y del pecado, sintiendo gusto por las buenas obras. ¿Cómo ayudar a los cristianos a librarse de la corrupción del poder, del dinero, del placer, de la violencia y la mentira?

Conclusión

Si somos fieles a nuestros compromisos, la sociedad quedará bien sazonada con la sal de la justicia y del derecho. Ella conservará por mucho tiempo la sabiduría de Dios. Y quienes luchen por el bien, la libertad, los derechos de Dios y de sus hijos, recibirán un salario justo de las manos de Dios.

4 8

Rito final

Cada participante en esta paraliturgia tomará un poco de sal y se la pondrá en la boca, comprometiéndose, personalmente, a ser sal de la sociedad.

Canto final.

Sugerencia

Después de cada reflexión puede haber un tiempo de silencio u oraciones de los fieles; se puede entonar un canto; oír una música suave; discutir el tema en pequeños grupos...

10. El fuego

(Se enciende una hoguera. Todos están alrededor del fuego, mienras cantan "Sois la semilla"...).

Dios se manifiesta en el fuego

Además del viento, la luz, el soplo y el agua, Dios usa el fuego para revelarse a nosotros. Desde Abraham, el signo del fuego resplandece en la historia de las relaciones de Dios con su pueblo. Dios lo guiaba por el desierto a través del fuego, que expresaba la santidad de Dios. En el monte Horeb, Moisés descubre la presencia de Dios en la zarza ardiendo, pero era necesario que Moisés se purifica­se antes de dialogal- con el Señor. Dios es un fuego devorador que quiere quemar la esclavitud y la opresión.

Fuego, símbolo de purificación

Isaías ve una humareda en el momento de su voca­ción, y piensa que va a morir por haberse acercado a la

49

santidad divina. Pero sus labios fueron purificados con un carbón encendido (Is 6). Ezequiel tiene una visión que recuerda y evoca la nube luminosa del Éxodo. En las visiones de Daniel, el fuego forma parte de la manifesta­ción divina. En todas las revelaciones de Dios en el desier­to, el fuego simboliza la pureza del Dios santo. El habló en medio del fuego, y tiene que quemar toda idolatría.

El fuego en la liturgia

Las víctimas de los sacrificios tenían que ser consu­midas por el fuego, cuya humareda debía subir al cielo. Pero no estaba permitido sacrificar al hijo primogénito (Lev 18,21). Sobre el altar había que mantener diariamente el fuego encendido.

Los profetas anuncian el verdadero fuego

El fuego de Dios viene a través de los profetas para devorar al pueblo infiel. Dios quema con el fuego el pecado de la adoración al becerro. El es una "antorcha viva" (Sir 48,1). La ira de Dios es descrita como fuego.

Las naciones pecadoras serán como una víctima sobre el fuego. Dios quema el mal, como el fuego consume los árboles secos en los bosques de Israel. El fuego no está sólo destinado a destruir, sino a purificar.

La misma existencia de los profetas muestra que podemos acercarnos a Dios sin quemarnos. El "resto" de Israel será como un tizón purificado en el fuego. Isaías sintió sus labios purificados por el fuego. Jeremías tiene en su corazón un fuego devorador que le quema por dentro (Jer 20,9). Como portavoces de Dios, los profetas dicen: ¿No es mi palabra fuego? En el último día, los líderes del pueblo deben ser antorchas encendidas en medio del pueblo, ejerciendo ellos mismos el juicio divino.

50

El fuego, símbolo de sabiduría y piedad

Según las palabras de Isaías, el destierro es un crisol del sufrimiento. El exilio es fuego que purifica las infideli­dades, las hipocresías y los cultos sin corazón.

El sufriente Job fue el santo del Antiguo Testamento que con más fuerza experimentó el dolor, el abandono y la injusticia. Y soportando tanta tragedia, demostró tener sabiduría y piedad. El pueblo entiende que el fuego sim­boliza transformación. El horno de la persecución y de la humillación lava y resalta, como el hierro en el fuego, los defectos. El fuego pasa a ser símbolo del ardor que lo vence todo. "El amor es una llama de Dios que las aguas torren­ciales no podrán apagar" (Cant 8,6).

El juicio final

El incendio es un símbolo del juicio final. La palabra de Dios es como fuego de fragua. "Zarandeará a las naciones con criba de destrucción. Pero los cantos de ustedes resonarán como en noche sagrada de fiesta" (Is 30,28-29).

El fuego que funde metales representa el juicio al fin de los tiempos: "Pues el Señor viene,... para juzgar con espada de fuego" (Is 66,15). El nos prueba como oro en el crisol. "Porque El es como fuego de fundidor" (Mal 3,2). Devora la tierra entera, comenzando por Jeru salen, sím­bolo de las ciudades homicidas e injustas.

Cristo es el fuego

El viene para echar paja al fuego; bautiza en el fuego. Habla de la Gehenna, el Valle de Hinnom, lugar donde se quemaba la basura, a las afueras de la ciudad de Jerusa-lén. Allí ardía siempre un fuego inextinguible que moles­taba a los transeúntes con su irritante humareda.

51

La cizaña estéril será arrojada al fuego. Los ramos secos de la vid serán quemados. Habla de un fuego que no se apaga (Me 9,43). Un verdadero horno ardiente es pre­parado para los "escandalosos y para los que hacen el mal" (Mt 13,42). En este horno al rojo vivo habrá llanto y rechinar de dientes (Mt 13,50).

Los primeros cristianos conservaron este lenguaje. "El misterio de la iniquidad ya está actuando. El Señor destruirá al maligno con el aliento de su boca y lo aniqui­lará con el resplandor de su venida" (2 Tes 2,7).

Santiago dice que las posesiones de los ricos se pudrirán; su oro y su plata están enmohecidos, y este moho dará testimonio contra ellos y devorará sus cuerpos como si fuera fuego (Sant 5,3).

Las persecuciones del pueblo en América Latina son un verdadero fuego devorador. Pedro dice: "Hermanos queridos, no les extrañe esta prueba de fuego que se les ha venido encima como si de algo insospechado se tratara. Alégrense más bien, porque comparten los sufrimientos de Cristo. Dichosos si son insultados por el nombre de Cristo" (1 Pe 4,12-17). Y Jesús dijo: "He venido a traer fuego a la tierra, y ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!" (Le 12,49).

Un fuego vivo arde en el corazón de la humanidad

Es el fuego de Cristo resucitado. El fuego de los peregrinos de Emaús. Es el fuego que bajó del cielo sobre los apóstoles en el cenáculo de Jerusalén. Es el fuego de Pentecostés. Fuego que lleva a todos los cristianos al testimonio de amor.

Ahora bien, el fuego simboliza el Espíritu Santo que purifica, une, ilumina y hace hablar a la Iglesia. Es el fuego del amor que incendia el universo. Todos han de compren­der el lenguaje de las llamas. Cada uno de nosotros tiene

52

que consumirse en las llamas ardientes del sacrificio de nuestras propias vidas.

Los cristianos son el fuego que consume la maldad, las divisiones de clases y las injusticias. Donde haya un seguidor de Jesús, allí estará el fuego que deshace la tiniebla, la oscuridad del hambre, del dolor, de la mala distribución de la riqueza, de la politiquería, de la explo­tación, de la esclavitud social y religiosa.

Como Orígenes, podemos afirmar: "Quien está cerca de mí, está cerca del fuego".

Compromiso

(Espontáneamente, algunos podrán dar sus respues­tas).

• Ante tanta maldad en los negocios, ante el alza de precios, el abandono de los pobres, ¿qué debemos arrojar en seguida al fuego?

(Los participantes, con ramas secas en las manos, van diciendo las situaciones, pecados sociales y persona­les que han de ser quemados, arrojando cada uno su rama al fuego).

• Ante el desprecio de la mujer en las funciones públicas, en la participación litúrgica; ante la matanza, el exterminio de los pueblos indígenas, ¿qué debemos que­mar en las llamas del fuego devorador?

• Sabemos de mujeres y hombres que mueren de hambre, de hambrientos que asaltan supermercados, del silencio ante millones sin hogar, sin escuela, sin salud y sin lugar en la sociedad, ¿qué podemos y debemos lanzar al fuego purificador?

• Ante tantas mentiras en la economía de nuestros pueblos, ¿qué es lo que tenemos que lanzar inmediata­mente al homo de la justicia?

53

Sugerencias

1. Alguien puede presentarse con una antorcha en­cendida y decir: "Yo soy, Señor, el fuego que guía a los pueblos a su liberación".

2. Después de la lectura, otro, con una antorcha encendida, dice: "Purifiqúense con el fuego de la conver­sión. Yo soy mayor que el sol que ilumina el mundo".

3. Con un cirio o una vela dice: "Sean todos ustedes la luz entre los pobres".

4. Se levantan tres de la asamblea, y uno dice despacio esta frase: "Destruyan entre ustedes la injusticia". Otro: "Destruyan los ídolos de la riqueza". Otro: "Como fuego que abrasa la hierba seca, Dios acabará con los ricos".

5. Alguien, con una vela encendida dice: "Seamos fuego purificador en nuestra comunidad. Que los pobres vean en nosotros la luz de Dios".

6. Con un tizón en la mano, alguien puede enumerar los mayores problemas e injusticias.

7. Otro, con el cirio pascual, dice: "LA LUZ DE CRISTO", como se hace en la vigilia pascual. Y todos responden: "Gracias a Dios", en voz cada vez más alta.

11. Abran las puertas de la liberación

Sentados en grupos de 8 a 10.

1. Canto: Llegará la libertad y otro.

2. "Hermanos, ustedes han sido llamados a la liber­tad" (Gal 5,13). Este es uno de los aspectos esenciales del

54

Evangelio. Esta es la misión de Jesús: anunciar a los presos la liberación, dar libertad a los oprimidos. Todos hemos nacido libres. La libertad es el rasgo más caracte­rístico de Dios en todo ser humano.

(Uno de los grupos demuestra cómo el ser humano esclaviza a sus hermanos: a los obreros, a las empleadas domésticas, a la mujer, a los alumnos, a los sin-tierra, a los agentes de pastoral que acompañan al pueblo...).

3. Toda persona tiene derecho a la libertad de op­ción. Nadie es esclavo de nadie ni de cosa alguna, dijo el Papa en Brasil. Pero los dueños de tierras, casas y fábricas, minas, vehículos, navios, ropas, electrodomésti­cos, edificios, bancos, escuelas y universidades; dueños hasta de la prostitución, de la compra-venta de muje­res, de productos alimenticios, supermercados, periódicos y medios de comunicación, dueños de la política, de la economía y de la cultura; todos ellos roban la libertad al pueblo, hacen callar la voz de los catequistas, sacerdo­tes, obispos y grupos que defienden al pueblo. Quieren un pueblo dominado, oprimido, aplastado por las armas y los tanques. Quieren matar al pueblo. Asesinan a líde­res obreros y campesinos. No quieren que la gente sea libre.

Quieren que Herodes viva entre nosotros. Que Pilatos gobierne la nación. Que Barrabás sea preferido al inocente y libre. Que Faraón domine a los pobres. Que Hitler avasalle a los pueblos con su orgullo racista. Que las dictaduras americanas sofoquen los deseos de participa­ción de muchedumbres empobrecidas. Que los indígenas dejen de gritar. Que los campesinos despojados abando­nen la lucha por la tierra. Que los obreros no vayan a la huelga para reclamar sus derechos. Que la Iglesia se esconda en la sacristía cuidando los cálices de plata para que no salga a ver la realidad, denuncie las injusticias y anuncie la verdad.

55

(Los grupos discuten la opresión existente en la comunidad local. Responden a la pregunta: ¿Hay en nues­tra sociedad signos de esclavitud? ¿Dónde?).

Canto.

4. Abran las puertas de la liberación es el grito de los jóvenes, de la Iglesia, de las comunidades de base, de los marginados, de la Iglesia que crece entre los campesinos y hambrientos. Dios no quiso de ninguna manera la esclavitud de Egipto. ¿Por qué dejar que ande suelta la esclavitud por todos los rincones de la tierra? Dios está contra la dominación de un grupo sobre la multitud de los pobres.

TODOS: "Debemos valorar entre nosotros la imagen cristiana del ser humano. Es necesario e indispensable que vuelva a resonar esa palabra en que se viene cristali­zando desde hace mucho tiempo el sublime ideal de nuestros pueblos: ¡Libertad! Esta libertad es al mismo tiempo don y tarea. Es una gracia de Dios y una respon­sabilidad" (Puebla 321).

(Un miembro de cualquier grupo, libremente, se ex­presa afirmando categóricamente cómo desearía ver a una comunidad o a un pueblo libre).

5. Hermanos: En América Latina hay planes diseña­dos para dominar a los pueblos. Tienen como objetivo estimular las divisiones internas en la Iglesia; calumniar y perseguir a líderes progresistas; intimidar a sacerdotes comprometidos con los pobres. Ellos crean el sentido de la solidaridad, y de ninguna manera es "subversivo" optar por ellos.

TODOS: Dice Don Helder Cámara, obispo emérito de Olinda y Recite, en Brasil: "Durante más de cuatro siglos, la Iglesia sirvió siempre a la política del gobierno y nunca nos criticó el gobierno. Ahora que estamos defendiendo al pueblo oprimido, el gobierno nos critica, diciendo que no podemos hacer política. ¿Cómo entender esto?"

56

(En grupo, procuran todos nombrar a las comunida­des y grupos existentes en nuestros países, que sufren esclavitud y opresión).

6. Vivimos una situación peor que la de los hebreos en Egipto. (Momentos de silencio para examinar profun­damente la grave situación en que nos encontramos).

7. Nosotros queremos libertad, porque "la verdadera libertad es un signo esplendoroso de la imagen de Dios en el ser humano" (GS 17). Y es palabra suya que "quien oprime al pobre, ultraja a su Creador" (Pro 14,31).

TODOS: "El Señor no hace distinción de personas ni acepta sobornos; hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al extranjero, suministrándole pan y vestido" (Dt 10,17-18). Dios no ha tomado nunca partido por los poderosos, sino por los que son ultrajados en su dignidad y en sus derechos.

UN PROCLAMADOR: Esta es la misión de Cristo: "El librará al necesitado que suplica, al humilde que no tiene defensor; tendrá compasión del necesitado y del abando­nado, y salvará la vida de los pobres" (Sal 72,12-13). Dios es agredido donde se agrede la vida, y los pobres están siendo agredidos en su vida y en su libertad. En América Latina, Dios mismo está siendo abofeteado, escupido, afrentado, rechazado y crucificado.

(Los miembros del grupo procuran rezar por los empobrecidos. Piden luz para encontrar caminos de libe­ración) .

Canto: El pueblo gime en el dolor u otro.

8. Mientras existan millones de pobres, la igualdad, la libertad y su dignidad serán irrisorias. Ya lo decía Pablo VI: "La Iglesia cree firmemente que la promoción de los Derechos Humanos es una exigencia del Evangelio y debe ocupar un lugar central en su ministerio". El derecho mayor es el de la libertad.

57

(Los miembros del grupo escriben en una hoja o cartulina las comisiones que deben organizarse para pro­mover la libertad local; ejemplo: comisión de Justicia y paz, de Salud, Derechos Humanos, vivienda, educación popular, defensa de los indígenas, etc...).

12. La vela encendida

(Es preferible hacer esta celebración por la noche. Prepárense velas suficientes para todos los participantes en el curso, en la Comunidad de Base o en el grupo de catequistas).

DIRIGENTE: Iniciamos una celebración que resume toda la predicación de la Biblia: La lucha entre las tinieblas y la luz. Desde el comienzo de la creación del mundo hay una separación entre la luz y las tinieblas. Este es el primer acto creador de Dios. Al fin de los tiempos, en la nueva creación, habrá sólo una luz: la del mismo Dios.

Mientras caminamos por este mundo, el sol pierde cada atardecer su luz. Pero en la eternidad no habrá ocaso. Hasta llegar al fin de los tiempos, tendremos que ver la luz sustituyendo a las tinieblas, y la oscuridad dando paso a la luz, como la muerte se enfrenta con la vida y la vida con la muerte. Es un conflicto, un duelo entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal.

Como se ve, la luz es un gran símbolo bíblico.

Io LECTOR: Tenemos un Dios lleno de luz. La luz es criatura de Dios. La luz de las estrellas, del sol, de la noche y del día fue creada por Dios. Tanto las tinieblas como la luz, son invitadas a alabar a Dios.

2S LECTOE: La luz es un don de Dios. Dice el Ecle-siastés: "Dulce es la luz, y agradable para los ojos ver el

58

sol" (11,7). Nacer es ver el día. La luz en la Biblia es símbolo de la presencia de Dios. El siempre aparece en forma de luz. Así lo hizo en la zarza ardiendo, en el monte Sinaí. El es la lámpara que guía nuestros pasos. Los malos tienen su lámpara apagada y tropiezan. El que explota al pueblo, maltrata al pobre e injuria a los demás, está en las tinieblas.

3 e LECTOR: Estamos esperando el gran día de la luz. Día de recompensas. Día del juicio final. Para los que siguen caminos de fe, será un día de alegríay de liberación. Para los que se mofaron de Cristo y de su amor, será un día de humillación y angustia. Entonces, "el pueblo que caminaba en tinieblas verá una luz intensa" (Is 9,1).

(Se enciende una vela, poniéndola en un candelero, sobre una piedra o en el suelo).

DIRIGENTE: Estamos esperando que venga la luz prometida por los profetas. Vendrá el Sol de Justicia Una bella y radiante aurora se levantará en el horizonte. El Dios viviente iluminará a sus seguidores. Jesús será la luz de las naciones. Y proclamará solemnemente: Las tinieblas para los malos y la luz para los justos. Todos los que sigan la cruz, el camino de la renuncia y del amor fraterno, los que sepan compartir sus bienes, resplandecerán como estrellas en el firmamento.

(En este momento entra en escena el cirio pascual encendido, que viene de lejos. El dirigente pide un aplauso para el cirio).

UN GRUPO, acercándose al cirio, dice con voz fuerte y pausada: Desde la primera luz, desde la primera estrella, yo estaba acercándome. El sol es sólo una sombra. Yo soy la luz verdadera. No hay tinieblas que puedan vencerme. Quien me sigue no tropieza en las piedras del camino. Han querido apagar la luz de mis ojos, pero el Padre ha abierto mis oídos, mi lengua, todo mi ser a la luz. Estoy aquí para

59

ser guía, maestro y salvador de ustedes. Sigan mis pasos. Las tinieblas han querido envolverme, pero no han podido.

4fi LECTOR mientras enciende una vela en el cirio, dice: Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo. Quien me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Yo, la luz del mundo, soy la esperanza de los enfermos, de los tristes y desamparados. ¡Ilumínense, hermanos! Yo soy la luz. Luz viva, irradiante y preciosa. ¿Por qué tienen ustedes tan poca luz? ¿Por qué la guerra? ¿Por qué la infelicidad estampada en el rostro de hijos y padres? Yo soy la luz verdadera.

59 LECTOR enciende la vela y se coloca en medio del grupo, diciendo con voz firme y pausada, paseando entre los participantes: A ustedes les digo: Todos ustedes son la luz del mundo. Son la luz del mundo. Son la luz del mundo.

6B LECTOR enciende una vela en cada mano y se pone en medio de todos, diciendo: |Padres, ustedes son la luz del mundo! ¡Catequistas, ustedes son la luz del mundo! ¡Religiosos, ustedes son la luz del mundo! ¡Sacerdotes, seminaristas, ustedes son la luz del mundo! ¡Marginados, explotados, carpinteros, albañiles, campesinos, de oriente a occidente, todos ustedes son, yo se lo digo con fuerza, son la luz del mundo! (se pasea).

DIRIGENTE: La luz brilla, pero las tinieblas intentan por todos los medios apagar la luz del mundo, pues los humanos prefieren las tinieblas a la luz, porque sus obras son malas. Tienen miedo a la luz.

ALGUIEN viene de lejos, se acerca y dice: Mis obras son malas. Soy maldito, injusto, malvado, no quiero la luz cerca de mí. Eso me hace mal. La luz me irrita. Aparten la luz de mí.

(Apaga todas las velas encendidas. Intenta apagar el cirio y no puede. Se golpea la cara y se retira diciendo palabras ininteligibles).

60

7- LECTOR: Pretendieron apagar la luz que el Padre nos envió; la luz que denuncia las tinieblas. Jesús en la prisión podía decir: "Esta es su hora. Es la hora del poder de las tinieblas. Cuando vinieron a besarme, era de noche. El traidor quiso besarme. Me traicionó en el silencio de la noche". Ahora quieren sofocar la voz de los pobres de América Latina, y lo digo con voz fuerte (aumenta la voz y, pausadamente, dice):

No permitan que los latinoamericanos más peque­ños se queden mudos, aplastados. No dejen que anden en las tinieblas los marginados. Tráiganlos ahora cerca de mí. Que ellos iluminen el mundo y las tierras de esta América nuestra (todos se acercan al cirio y encienden las velas).

DIRIGENTE (mientras van iluminando el espacio con las velas encendidas): América Latina se hace luz del mundo. Los rostros de los campesinos, de los obreros y de los empobrecidos se iluminan. Son todas las razas. Los indígenas, los africanos, antes machacados, ahora están siendo iluminados. Es Medellín. Es Puebla haciendo his­toria y generando vida. Disipan las tinieblas y desmante­lan la opresión y la mentira. Es la fuerza de los pequeños iluminando la ciudad y los campos. Es el pequeño que cree en el más pequeño.

Con velas encendidas en la mano, vamos a formar pequeños grupos de 5 a 6 personas, formando un círculo.

1fi LECTOR: Les dije al principio que Dios es la luz. El creó el sol, la luz y todos los planetas. Ahora quiere iluminar el mundo con nuestra unidad: la fraternidad es la luz del mundo.

Canto.

1° LECTOR: Les dije que la luz es signo de la presen­cia de Dios. Dios está en medio de nosotros por la luz de nuestra unión. Esta noche se ha transformado en claro

61

día. Esta noche no tiene que acabarse nunca. Están iluminados nuestros rostros. Brilla en nuestros ojos la luz del Señor resucitado. Somos todos nosotros como un cirio pascual. Todo lo que es luz viene de Cristo.

Canto.

DIRIGENTE: Procuren todos acercarse más, de ma­nera que puedan unir en una sola llama todas las velas.

Es necesario que no dejemos apagar nuestra luz interior. Seamos con nuestros hermanos una sola luz en la comunidad. Si damos testimonio de justicia, el mundo será iluminado. Ahora entendemos: "Quiero que el mundo se prenda con este fuego. Que se queme, transformándose en cenizas, la falta de libertad. Que se quemen entre nosotros la mentira, la falta de alegría, el capitalismo explotador con su hilera infinita de males".

TODOS: Esta es la hora de la luz. No nos apartemos jamás del amor. Aquí está el testimonio que queremos dar a los pueblos: El testimonio del fuego encendido del amor. Si amamos a los hermanos, estaremos siempre en la luz.

DIRIGENTE: Conscientes de nuestro papel en un mundo de injusticias, tinieblas, manipulaciones engaño­sas y traicioneras propagandas; en un mundo sin moral, sin respeto a los pequeños, vamos a agradecer a Dios la invitación de ser luz en nuestra comunidad.

Formando nuevamente los pequeños círculos, dirijá­monos a María, la Madre de la Luz del Mundo. Que ella nos ayude a ser claridad en medio de tanta oscuridad. Que los frutos de la luz, la bondad, el amor y la justicia incendien la tierra. Agradezcamos la luz del sol, de las velas, de los cirios y la luz clara, preciosa y radiante de la comunidad solidaria que todo lo comparte. (Cinco minutos de diálogo en grupos).

Mientras van agradeciendo, se apagan las velas.

62

13. Los gestos litúrgicos en la catequesis

Arrodillarse

Doblar las rodillas ante alguien es expresar sumisión. Pero entre los humanos nadie tiene por qué arrodillarse delante de nadie, porque nadie merece adoración. Ningu­na persona confiesa su inferioridad delante de otra. Debe­mos tratarnos no como subditos y jefes, sino como hermanos e iguales. Al paso de Aman, tenía que arrodi­llarse todo el mundo (Est 3,2).

El leproso se postra delante de Jesús (Mt 8,2; Me 1, 40), en señal de adoración. Es un gesto que Dios reserva sólo para El. Nadie debe doblar la rodilla ante los falsos dioses. Sólo hay que hacerlo ante el nombre de Jesús (Fil 2,10).

LECTOR: Salomón se vuelve hacia la asamblea que está de pie, la bendice y dirige un breve discurso. Después se vuelve hacia el altar y durante su larga oración está "arrodillado y con sus manos levantadas al cielo" (1 Re 8,14-21).

El profeta Elias "subió a la cima del Carmelo y se postró en tierra con el rostro entre las rodillas" (1 Re 18,42); y cayó la lluvia.

El sacerdote Esdras, cansado de ver matrimonios contraídos entre judíos y extranjeros, cayó en tierra de rodillas, con sus manos extendidas hacia el cielo, y oró largamente al Señor (Esd 9,4s).

Daniel, a solas en su casa, "se ponía de rodillas tres veces al día para orar y alabar a su Dios" (Dn 6,11).

Jesús se arrodilla en su agonía... "postrado en tierra" (Me 14,33), "rostro en tierra" (Mt 26,39). Era el gesto de los cristianos para hacer a Dios una súplica ardiente.

63

DIRIGENTE: Hagamos la experiencia concreta de este acto litúrgico. Reconozcamos a Dios, sólo a El, como Creador y merecedor de nuestra adoración; y no al dinero, al placer, a la ambición (todos se arrodillan, dando el máximo sentido a este gesto). Pensemos en los millones de latinoamericanos que sufren la agonía del hambre, del subdesarrollo, de la opresión, la pobreza y la miseria (unos instantes de oración, arrodillados).

Canto.

DIRIGENTE: La verdadera autoridad no conduce a la esclavitud, a inclinarse ante los emperadores y gobernan­tes o a besar la mano de nadie. Tener autoridad es construir la unidad, no la división. Es un servicio de unidad promover la misión de todos, fomentar correspon­sabilidad, incentivar la participación en todas las decisio­nes, infundir confianza, crear un clima de amistad y comunión, valorarlos dones de cada uno, hacerse presen­tes entre los pobres y los que sufren.

Estar de pie

Durante la misa estamos la mayor parte del tiempo de pie. Lo mismo durante el rito del bautismo. Estar de pie significa haber vencido la esclavitud. Es signo de libertad total. El pie es símbolo de poder. El vencedor pone su pie sobre el cuello del vencido (Jos 10,24). Poner alguna cosa a los pies de alguien significa someterla a su poder.

Ahora besamos los pies de los pobres en señal de adhesión a Cristo, que lavó los pies de los apóstoles. Sólo El es el Señor. Cristo puso bajo sus pies el poder de la muerte, de la injusticia, de la injuria, de la afrenta y del orgullo. Estar de pie es la actitud del ministro que sirve y del sacerdote que sacrifica en el altar. Es la actitud más importante para los cristianos. Signo de respeto.

64

Como hacemos durante el Evangelio, sea en la misa o en la catequesis, los israelitas escuchaban de pie la palabra de Dios (Ex 20,21). En las tumbas de los primeros cristianos encontramos esta actitud: los cristianos oran de pie. Hoy, las "Oraciones de los Fieles" también las rezamos de pie. Cristo nos levantó. Somos hijos, nunca más esclavos. Los hebreos comieron la Pascua de pie (Ex 12,11).

LECTOR: Vamos a leer en el Apocalipsis dos pasajes que nos presentan la liturgia del cielo. Todos estarán de pie delante de Dios (Ap 7,9; 15,2).

DIRIGENTE: Plagamos un ejercicio de liberación. Agachados, hasta el suelo, como si tuviéramos que levan­tar una piedra, queremos representar el esfuerzo que la Iglesia de América Latina está haciendo por la liberación de los oprimidos, por la supresión de las leyes injustas y los salarios de hambre.

(Todos se agachan y, lentamente, levantan a los postrados de América Latina).

DIRIGENTE: Mientras todos permanecen con las ma­nos y el cuerpo en posición erguida, vamos a nombrar a personas, grupos, comunidades, pueblos y clases que necesitan ser ayudados por la Iglesia.

Estar sentado

Recemos el salmo 139: 'Tú me conoces cuando estoy sentado; tú me conoces cuando estoy de pie".

DIRIGENTE: El doctor, cuando enseña, pide que los oyentes estén sentados. Es la actitud de quien enseña y de quien escucha. Normalmente, el papa, en la basílica de San Pedro, habla sentado. Aunque antiguamente no hu­biera sillas en las iglesias, los obispos pedían al pueblo que se sentaran en el suelo durante las lecturas y la predicación.

65

Jesús estaba sentado en medio de los doctores, es­cuchándolos y haciéndoles preguntas. El pueblo se sien­ta en la liturgia de la palabra, sólo durante la primera y segunda lectura, no mientras se lee el Evangelio. Tam­bién se sienta durante el salmo de meditación y la predi­cación.

LECTOR: Voy a leer dos pasajes de las cartas de Pablo que nos muestran cómo los cristianos escuchaban la palabra sentados (1 Cor 14,30; He 20,9).

DIRIGENTE: Ha llegado la hora de abrir nuestros oídos para escuchar la palabra liberadora de Dios. "Escu­chen", repite el Sabio en la Biblia. "Escucha, Israel", dice cada día el israelita piadoso para compenetrarse con la voluntad de Dios. Es importante escuchar y acoger la palabra de Dios. No sólo dejar que ella entre en los oídos, sino abrirle el corazón y ponerla en práctica. Pero éste fue el pecado de los judíos: "Ustedes no pueden oír mi palabra".

Señor, abre nuestros oídos para que podamos escu­char la voz de Dios.

Canto.

Procuremos abrir nuestros oídos, siguiendo con fe y cumpliendo lo que nos dice Dios por medio del Documento de Puebla: Escuchar y poner en práctica lo que entra pol­los oídos. Escuchemos: Puebla 27 a 30.

Caminar

En la misa tenemos cinco procesiones: la de entrada, con el pueblo y el celebrante; la del Evangelio, acompañado con dos velas; la del ofertorio, con el pan, el vino, el agua o algún símbolo de la fiesta del día, un instrumento de trabajo; la de la comunión y la de salida, al encuentro de la realidad. Somos un pueblo en camino.

66

LECTOR: Voy a leer algunas frases del Concilio Vati­cano II sobre la Iglesia, como comunidad peregrina: "La Iglesia, peregrina en esta tierra lejos del Señor, se consi­dera como desterrada, de modo que busca y saborea las cosas de arriba" (LG 6). "Peregrinos todavía sobre la tierra, siguiendo sus huellas en el sufrimiento o en la persecu­ción, nos unimos a sus dolores como el cuerpo a la cabeza, padeciendo con El, para ser glorificados con El" (LG 7). "Así como el pueblo de Israel, peregrino por el desierto, es llamado alguna vez Iglesia, así el nuevo Israel, que avanza en este mundo hacia la ciudad futura y permanente, se llama Iglesia de Cristo" (LG 9).

CANTO. Mientras vamos cantando, procuremos ca­minar, experimentando esta realidad: Somos una comu­nidad peregrina por este mundo, rumbo a la patria verdadera.

DIRIGENTE: Para vivir esta realidad de seres huma­nos en marcha, la Iglesia hace algunas procesiones duran­te el año: la fiesta del Corpus Christi; el Domingo de Ramos; el Sábado Santo por la noche, con el cirio pascual; en la fiesta patronal.

Canto.

RITO FINAL: Se forman pequeños grupos para la revisión de los gestos. ¿Cuál es el gesto más importante en la liturgia? ¿Cuál es el origen de tantos latinoamerica­nos que peregrinan por distintos lugares del Continente?

67

Segunda Parte

Los símbolos en la religiosidad

popular

Participando en la programación de las fiestas patro­nales de un pueblo de Brasil, en agosto de 1983, tuve la oportunidad de grabar algunos cantos, oraciones y entre­vistas con el pueblo sencillo.

La víspera de la fiesta de los patronos hubo rosario cantado, comunión, procesión con las imágenes de los santos, cantos religiosos populares, con velas encendidas; y, por fin, el levantamiento del mástil y la hoguera frente a la iglesia. Los festejos terminaron con vivas, aplausos, entrada de las imágenes en el templo y el tradicional beso a los santos, con sus respectivos cantos. Después, la multitud fue a la feria a bailar, a cantar, a la subasta pública y a comer.

Observando la piedad popular, encontré varios sím­bolos utilizados por la población para expresar su profun­da fe en Dios, en María, en los santos, especialmente en San Pedro. Veamos algunos.

69

1.Las andas

El pueblo carga con gesto triunfal las imágenes de sus patronos, los grandes defensores de la gente sencilla, pobre y creyente. A los del centro de la ciudad no les gusta mucho que la imagen del patrono del municipio esté en un barrio humilde. Es bueno que San Pedro tenga su lugar en los barrios, porque allí es donde más se siente la necesidad de su ayuda.

Las andas adornadas de flores escogidas en los jar­dines del pueblo sencillo, tienen las rosas pequeñas. Son humildes como sus gentes y como los niños. Nadie poda los rosales, pero son tan fecundos en frutos como su fe.

Las andas representan la alegría pura del alma de los habitantes del lugar. Son símbolo de las glorias de sus hogares. Son expresión del don y de la gratuidad. Cuando los del centro adornan las andas, tienen que comprar las rosas y las flores. Pero, entre los pobres, las madres de familia regalan las rosas de los sencillos jardines de sus casas.

2. Las imágenes

Para la gente humilde no hay procesión sin las imá­genes de sus patronos. Ellos son los íntimos amigos de los pobres. Más que sentimental, son ellos una presencia viva. El pueblo sonríe, levanta sus manos, aplaude y entona cantos al santo. Se relaciona de manera muy afectuosa y familiar con las imágenes. La gente necesita tocar al santo. La religión del pueblo pobre y sencillo es una expresión corporal. Se pone en contacto con los amigos de Dios por medio de sus manos y con su corazón.

Cargar las andas con la imagen del patrón es una gloria y un honor. Es un homenaje sincero y cordial al santo. A lo largo de la procesión, es bonito observar cómo mujeres y hombres se turnan para llevar las andas. Nadie

70

dice jamás que se ha cansado en la procesión. Todo es generosidad, disponibilidad y prontitud.

3. Las flores y los adornos

El pueblo humilde llena de flores las manos del santo. Es como si quisiera casarse con él. Le hacen espléndidos regalos, y las flores y adornos simbolizan el homenaje y la fiesta. Son como una prolongación de sus mismas vesti­duras. Cuantas más flores, mejor.

La víspera de la procesión no caben más rosas en la iglesia del pueblo. No hay un espacio libre. Pequeños y grandes depositan flores en los brazos, a los pies del santo y alrededor de las andas. Son joyas ricas de amor y de afecto del pueblo querido y amado por Dios.

Después de la procesión, el santo queda cubierto con las flores más vistosas del barrio, del campo, de los jardines cuidados por los sencillos. Ellos se encargan de revestir de flores a sus santos patronos.

4. Las ofrendas

Otra manera de demostrar el pueblo su amor y cariño al santo es depositar en las alcancías sus monedas. Y lo hace con la mayor piedad, devoción y respeto. Esta ofrenda es preparada con muchos días de antelación. Cuando los organizadores de la fiesta pasan por las casas del pueblo para recaudar fondos, los pobres no dejan nunca de dar su limosna de amor.

La gente acostumbra a decir: "Cuando damos, reci­bimos el doble. Nunca le falta al que da con alegría. Dios multiplica sus dones en manos de los pobres".

Es interesante constatar que en el mundo de los sencillos los bienes tienen un sentido realmente social y fraterno. Ellos comparten solidariamente lo que tienen.

71

5. Las velas encendidas

Las imágenes de los santos se adornan también con la luz de las velas. El pueblo se encarga de iluminar las fiestas. La procesión es siempre radiante. Sin decir nadie nada, unos y otros comienzan a encender aquí y allá una vela. Parece que no existieran las velas. Pero el hecho es que los pobres no dejan de llevar su vela a la procesión. Cuando ellos se unen, se iluminan las calles y las plazas.

Las velas encendidas son el símbolo de un pueblo, de una muchedumbre silenciosa, con voz medio apagada, un poco ronca, que da testimonio de su unión y comu­nión con Dios. Cuando un pueblo se une, se ilumina el mundo. Las velas representan la fuerza del pueblo. Cuan­do los pobres se unen es como si prendieran una gran hoguera en la tierra. Los pobres, en procesión, son la luz verdadera que nunca se apaga, ni por los vendavales de la pobreza o los salarios mínimos, ni por el desprecio de los poderosos.

6. El rosario

Esta es una oración que une multitudes. Oración elemental, pero importante para los sencillos. Es la devo­ción a Nuestra Señora, a Santa Isabel, a San J u a n Bau­tista, a la Cruz, al Niño de Navidad y a la Resurrección. El rosario es la síntesis de la oración del pueblo y de la Biblia. Resume las glorias, las esperanzas y los dolores de los pobres. Nadie es capaz de quitárselo de las manos. Es un arma, una fuerza de unidad y de enorme resistencia.

Los "rezadores" del rosario andan de acá para allá, invitados para dirigir el rezo o el canto del rosario. Un día dije a Manuelito: "¿No quiere usted rezar o cantar el rosario en la parroquia, el día de 24 de junio?" Y él respondió: "Ya me contrataron para cantar un rosario en casa del señor Valdomiro y Doña Acacia".

72

7. El canto popular

Los cantos habían sido mimeografiados. Un director de cantos me dijo: "Los sé todos y los tengo todos en mi cabeza". La religión del pueblo es transmitida de padres a hijos. No cuenta la escritura. Se hace por medio de la palabra y del testimonio.

Los cantos de la religión del pueblo están en su memoria. No en los libros. Por eso es difícil escribir la letra de esos cantos. Como la gente sabe de memoria las letras de las sambas, saben también los cantos de la religiosidad popular. Los cantan durante toda la procesión. No rezan ni un ave-maría. Del principio al fin no dejan de entonar cantos de memoria. Y sus himnos se oyen en todo el pueblo, interrumpiendo el silencio de la noche.

8. La procesión

En aquellas fiestas patronales, nadie se quedó en la iglesia. Todos, grandes y pequeños, fueron a la procesión. Lo hicieron todo con devoción y sin prisas. Primero salie­ron los que cargaban las andas de San Pedro. Después, los de la Virgen. Los cantos empezaron nada más salir de la iglesia. La muchedumbre daba testimonio de su pere­grinación. La procesión simbolizaba el pueblo de los po­bres unidos en la misma marcha. No había diferencias. Todos eran un solo corazón.

La procesión era el lenguaje de gentes que caminan día a día hacia su liberación, traducido en la participación y comunión de todos.

Terminada la procesión, se dieron cuenta de que el Niño Jesús que llevaba la Virgen había perdido la cabeza. La conclusión fue muy sencilla: María quiere que Jesús esté en medio del pueblo para caminal- con él, para sufrir con él, para unirse con él y conseguir con él la liberación total y el goce de todos sus derechos: tierra, casa, calles abiertas, servicios, puestos de salud, sindicatos, etc.

73

La cabeza se vino al suelo cuando la imagen entraba en la iglesia. Fue algo verdaderamente simbólico: María no quería que el Niño entrara en el templo, sino que se quedara con el pueblo.

9. Levantamiento del mástil

Mientras subía el mástil, el pueblo entonaba una canción a "San Pedro que ya se marchaba". Era un bonito cuadro de San Pedro. En él estaba escrito: "San Pedro, ruega por nosotros". Un globo, algunas flores y cintas multicolores adornaban lo más alto del mástil. Símbolos de fiesta, alegría y homenaje al santo. Al mismo tiempo, una onda de tristeza invadía el corazón, pues terminaba la fiesta. Sólo quedaba pensar con nostalgia en el año que viene. Era la despedida. Pero el mástil permanecerá varios días plantado frente a la iglesia. Y al pasar delante de él, todos se quitarán, reverentes, el sombrero.

10. La hoguera

Uno de los ritos que no puede faltar es la leña amontonada, madera y ramas secas para la hoguera. Mientras subía lentamente el mástil, el pueblo encendía una gran fogata. La luz de la hoguera se fundía con la de las velas que el pueblo tenía en sus manos. Las gotas de cera caían imperceptiblemente sobre la ropa de la gente y en el suelo, mientras el mástil llegaba a su máxima altura y el fuego consumía la leña.

El pueblo miraba con sus ojos iluminados por la hoguera. San Pedro contemplaba desde el alto cielo las caras amigas de su pueblo sencillo y pobre. Después de algunos cantos popúlales, mujeres y hombres comenza­ron a entrar en la iglesia para las últimas oraciones y para empezar la fiesta, que acabaría a las tres de la madrugada, con algunos borrachos cantando.

74

La hoguera es señal de la luz del pueblo y de la fe que él tiene en Dios. Así como la madera y las ramas secas amontonadas produjeron una luz intensa, las voces del pueblo y sus rezos dieron un testimonio de unidad. Las ramas unidas hicieron un gran fuego. La unión de los pobres encendió la luz del amor y de su fe espléndida. El fuego quemó la leña. La fe iluminó la noche. Todo el pueblo presenció la fogata. Y su fervor prendió la ciudad que dormía arropada en tinieblas.

La hoguera fue una muestra de la alegría y la fuerza de los pobres.

11. El beso

La procesión termina con la vuelta de los santos a la iglesia. Allí se cantan los "himnos del beso". Mientras el pueblo besa, toca al santo, le hace sus últimas reverencias y los rezos finales, se cantan los "himnos del beso", que se repiten hasta que todos se retiran.

El beso es expresión de cariño y de comunión afectiva con los santos patronos. Es una manera delicada, popular, sencilla y filial de despedirse del santo. El beso es símbolo de saludo, acogida y despedida. Al besar al patrono, se llevan su fragancia. Es un gesto traspasado de humani­dad. Signo de intimidad, de amistad y mucha confianza, que desafía y cuestiona muchas de nuestras celebracio­nes, a veces frías, heladas y vacías. Son puramente inte­lectuales, poco calinosas y familiares.

Besar al santo es dejarle todo lo más querido que tenemos: el corazón. Los ricos podrán dejar grandes su­mas de dinero. El pobre deja gestos henchidos de afecto, de amistad y confidencia. Y todo lo hace con la mayor sencillez. Nadie critica si una señora o un joven sube las gradas, tira del velo de la santa, o se queda un rato largo con la mano fija en el santo. El pueblo mira, fija sus ojos

75

en la imagen, levanta sus manos en oración y balbucea ante el patrono su plegaria. Y se retira tirándole un beso de amigo, dos, tres, muchos. Son momentos que nos hacen admirar gestos puros, auténticos y personales. Si la madre lleva en sus brazos a su niño de pecho, hace que también bese al santo.

12. Las promesas y bendiciones

Vemos a una madre cortando el cabello a su hijo que hace dos años no se lo cortaba. Es una promesa. Allá está una mujer con el hábito de San Francisco, cumpliendo su promesa por verse libre de su enfermedad. Al otro lado de la imagen hay una familia descalza. Todo son promesas. Es un signo de agradecimiento por la salud recuperada. Está agradeciendo a los verdaderos médicos del pueblo: a los santos patronos.

El sacerdote tiene que bendecir rosarios, agua, imá­genes, plantas, semillas, ropas. Es para llevarse a casa la fuerza del santo. Los objetos hacen presentes en casa a los santos. Y estos objetos reciben un cuidado especial. Protegen contra muchos peligros y amenazas a la salud, a la siembra y a los animales.

13. Los aplausos y vivas

El pueblo sabe vibrar. Tiene sus gestos expresivos y humanos. Es aficionado a los fuegos artificiales, como manifestación de una alegría más exuberante. Es el alma popular que explota. Es la mayor abertura del corazón popular. Todos sienten en su propia carne la vibración de la fiesta.

Además de los fuegos artificiales, están los aplausos y vivas al santo, a los niños, a las familias, a la juventud, a las religiosas, a los sacerdotes, a los matrimonios. Y todo el mundo aplaude con fervor. El júbilo y los abrazos se

76

apoderan del pueblo. Son expresiones de buenos deseos y muchas esperanzas. Es como si hubieran alcanzado jun­tos una victoria. Todos trabajaron por el éxito de la fiesta. Y ahora se alegran todos. Es la alegría colectiva. El cielo se cubre de humo por los fuegos artificiales, y el pueblo rebosa de fiestay salta de contento. El cielo y la tierra están llenos de Dios, del Dios de la alegría, del Dios del pueblo. Todos se sienten hermanos.

14. Los abrazos

El abrazo parece estrechara cuantos hacen el mismo camino. Es fruto de comunión y participación. Comparte la entrega y la amistad. Es una demostración de que todo fue hecho con cariño. Cuando un pueblo se abraza, robus­tece el amor y engendra paz profunda. Un pueblo que se abraza es como millares de gotas de agua que se mezclan, formando una gran unidad. El abrazo es un nudo de esfuerzos y esperanzas. Muchas espigas se transforman en haz para nunca más vivir separadas.

El abrazo es signo de comunión, de fraternidad, de igualdad y amistad.

15. La fiesta

En su máxima expresión, el pueblo es pueblo en la fiesta. Un pueblo sin fiesta no es pueblo. Es la ritualización de la alegría. Imposible imaginar a un pueblo que no tenga música, baile, comidas comunitarias, juegos y folklore. Sería un pueblo muerto. La vida de una población se manifiesta en la danza, en la alegría, en el encuentro en un salón o en la feria.

La danza con música regional y típica es el alma del pueblo que salta porque se siente feliz. La vida se derrama en ritmos, bebidas, gestos, ropas, modas y juego.

77

Fe y vida, vida y fe andan juntas como pareja que baila al mismo compás de la música.

16. El esfuerzo compartido

Un pueblo amigo comparte esfuerzos. Es un signo de participación consciente y responsable. Señal de dona­ción. Juntos preparan la fiesta en todos sus aspectos. Es una experiencia comunitaria parecida a la de las primeras comunidades cristianas. Cada uno aporta lo que tiene. Todos trabajan gratis. Lo que vale es el amor.

La fuerza no está en las autoridades locales, en los políticos ni en los ricos, sino en la unidad y disponibilidad de los sencillos.

Los criterios de evaluación no son las ganancias en dinero, las ventajas económicas, sino la amistad y el esfuerzo solidario.

Los dones están al servicio de todos. Cada quien hace su servicio. La fiesta es fruto de los dones que reparte el Espíritu Santo. Es una especie de Pentecostés. No importa el color, la posición, la cultura del individuo. Lo importante es que sirva lo mejor posible a los demás.

Alguien que está en el centro de todo es el santo patrono y la Iglesia. Por ella se hace cualquier esfuerzo, aunque sea costoso.

Para mí, la mejor experiencia de servicio, diaconía y dedicación a la comunidad es la preparación de las fiestas patronales. Todo se pone a disposición. Como dijo una señora: "Mis cosas están disponibles: las ollas, los platos, los cubiertos, la cocina. Todo está listo para la fiesta". La fe y el amor dan a las cosas su verdadero sentido social y comunitario. No tienen cabida el egoísmo y la avaricia. El sentido capitalista de los bienes brilla por su ausencia en la fiesta popular. Al contrario, poder prestar es motivo de

78

satisfacción. Contribuir de alguna manera es una alegría inmensa.

17. Comer y beber

¿Cómo sería una fiesta sin comida ni bebida? Sentar­se alrededor de un churrasco hace la fraternidad. No sólo alimenta, sino que es signo de pura amistad y solidifica el amor entre todos.

Es motivo de honor poder ofrecer un plato sabroso o una bebida a una persona amiga o a quienes nos visitan. Parece que la crisis económica desaparece para dar lugar a la amistad, a la camaradería y al encuentro humano. Y la gente se sirve en abundancia, hasta no caber más en el plato, quedando con frecuencia al final muchos vasos llenos de cerveza y alimento sobrante en los platos, por el gusto de ofrecer y servir a los amigos.

Cuando la amistad es grande, sobra mucha comida, pudiéndose hablar de cierto desperdicio. Y la comida se vuelve mucho más apetecible por la amistad, por el espí­ritu familiar y alegre. Si hay alguna incomodidad, se supera todo con gusto.

18. La alegría del pueblo

No dudaría en afirmar que una fiesta popular es la expresión más viva de la presencia de Dios y anticipo del cielo. Últimamente he comenzado a pensar en esta imagen del cielo: la fiesta popular. Aquí todo es amor, gratuidad, servicio, alegría y sinceridad. Todo está al servicio de todos. Parece que las cosas vuelven a ser "originales". Vuelven a su fuente, que es Dios.

El tiempo de la fiesta se agota enseguida. Pasa la mañana, corre velozmente la tarde y se va de prisa la noche. Todos se quedan con nostalgia de la experiencia

79

vivida, y preguntan: "¿Por qué no hacer de la vida una fiesta? Respondo. "Un día, no sabemos cuándo, pero que ya comenzó, habrá una fiesta en la que jamás faltará el buen vino y la carne sabrosa". Pero, si no somos capaces de hacer fiesta en la tierra, ¿seremos dignos de celebrarla en el cielo?

Tenemos que aprender buenas lecciones de la fiesta en la tierra: que todo es de todos; que no merece la pena ser ambiciosos; que la fraternidad es más importante que el dinero; que hay más alegría en dar que en recibir; que todo es regalo de Dios a sus hijos; que es maravilloso ser solidarios para arreglar la calle y la escuela; que la amistad que se hace y crece en la fiesta, no puede desaparecer; que la fiesta ha de ser un comienzo de vida nueva en medio del pueblo; que la fiesta, los bailes, los cantos, los abrazos, los fuegos artificiales, la hoguera, los besos, los encuentros, los rezos, las velas encendidas, son una esperanza, una certeza de lo que Dios nos prepara en la fiesta que no se acaba, en la que todos podremos abrazar a nuestros santos patronos.

Las mesas repletas de comida y bebida, la música, la danza, la verdadera luz, estarán a nuestra disposición en el Paraíso.

Conclusión

Toda nuestra vida en comunidad debe ser una pre­paración a la fiesta que Dios nos prepara. Y el ejemplo de una fiesta bien organizada es el esfuerzo compartido, en el que todos dan lo que pueden y lo que tienen a la comunidad.

19. Las cenizas de la hoguera

Por primera vez, he visto al pueblo dar importancia a las cenizas de la hoguera en homenaje a los santos patro­nos. He visto a varias personas acercarse a las cenizas y

80

tomar, con las puntas del dedo pulgar e índice, un poco de ceniza y ponérsela en la boca. Me quedé contemplando su devoción. Comían con gusto aquellas cenizas. Eran cenizas santas.

Pregunté por qué se ponían la ceniza en la boca, y respondieron: "Es para ponerla en el corazón". Dijeron que también se podía pasar por medio de las cenizas para llevárselas en los pies. Recordaron el rito del Miércoles de Ceniza. Aquel día recibimos la ceniza en la cabeza y nos la llevamos a casa. Aquí la llevamos en el corazón. "Sirve también para las plantas, contra todas las amenazas, el mal de ojo, la tempestad, la peste, las lluvias, las sequías, etc.".

Pregunté: ¿Qué es lo más importante en todo esto? Respondieron: "La fe. Sin fe no sirve para nada. Muchos se ríen de estas cenizas. Pero no se puede hacer eso".

Lo que más me llamó la atención fue la ceniza que el pueblo se puso en la boca y se la tragó. Esa porción de ceniza me motivó para aumentar mi fe en las bendiciones que yo doy a los objetos. Tengo que renovar mi fe en las bendiciones, en los símbolos y signos litúrgicos. El pueblo toma en serio lo que es de Dios. ¡Cuánto podríamos pre­dicar y evangelizar a partir de los simbolismos del pueblo! Nosotros, liturgistas y catequistas, nos angustiamos bus­cando símbolos ricos y variados. Basta abrir los ojos, escuchar y estar atentos a valorar lo que es del pueblo, y tendremos una gran variedad de símbolos litúrgicos.

20. El color

Al pueblo le gusta vestirse con ropas coloridas y alegres. Puede ser que el color litúrgico no les diga dema­siado. Pero él da importancia a la ropa de color fuerte y vistoso. ¿Por qué damos poco valor al color litúrgico cuando el pueblo conserva un gusto tan vivo por los colores?

81

Los colores rojo, amarillo y blanco son del gusto del pueblo. Mientras nosotros perdemos el gusto por los colo­res litúrgicos: blanco, rojo, verde, morado y negro, el pueblo sigue dando valor a los colores. ¿Por qué no part i r del vestido, del color y gus tos populares , y evangelizar el sentido de los colores, con consecuencias pa ra la vida?

21 . Lo diabólico en el pueblo

a) Hemos visto h a s t a aquí lo simbólico, es decir, lo que u n e al pueblo. Símbolo es lo que u n e a la gente. Lo contrario, lo que desune, es lo diabólico. Lo que desune es la borrachera . Es ta lleva al pueblo a entorpecer y desvir­t u a r la fiesta popular. Puede incluso dejar muer tos , herí-dos, enemigos. El abuso de la bebida incomoda y desluce la fiesta. Es diabólica, i nhumana , irracional, s in cariño, sin comunión y sin amor. E s salvaje, porque se deja guiar por el inst into.

Otra manifestación diabólica fue la de a lgunos ricos que criticaron cierta desorganización en la fiesta, especial­men te en lo referente a las m e s a s o comidas, que no son del gusto de quienes se p a s a n la vida en banque tes de clase alta.

b) El segundo signo diabólico son las riñas. Normal­mente , las fiestas t e rminan con a lgunos en la cárcel o con puña ladas , con heridos y ultrajes por causa del licor. A la hora de las discusiones aparecen viejos problemas, desa­venencias y enemistades . Siempre hay alguien t a n prepo­t e n t e q u e d i s p a r a u n o s t i r o s q u e d i s p e r s a n a la comunidad.

c) Dimes y diretes. Por falta de mayor fe y vida comunitar ia , aveces en las fiestas se habla de la vida ajena entre compadres y comadres .

d) Explotación comercial: Muchos aprovechan la fiesta pa ra vender s u s productos, haciendo su feria comercial,

82

a u m e n t a n d o los precios. Se aprovechan de la necesidad y del encuent ro del pueblo. Aumentan exageradamente los precios de las bebidas alcohólicas y de los refrescos, con la excusa de que es pa ra ayudar a la iglesia.

e) Asaltos: Mientras la familia es tá en la fiesta, los ladrones asa l tan las casas , roban animales , sue l tan el ganado de las fincas, saqueando las propiedades ajenas. Muchos dicen: "Puesto que es de la comunidad, m e apro­pio de esto o aquello", causando perjuicios económicos.

fj Divisiones: Lo que m á s entorpece e incomoda en la fiesta es, a veces, la exhibición de ciertos grupos que se dicen dueños de la si tuación y de la región. Mandan callar a los otros, diciendo: "Sepan que yo soy tal o cual".

Pero la peor división, la expresión m á s diabólica de u n a fiesta, es la división entre ricos y pobres. Esto sucede cuando u n pequeño grupo de familias, las m á s ricas, compran las mesas del salón, se a d u e ñ a n de ellas y ponen al servicio de s u s intereses lo mejor. Los otros, los campe­sinos, los pobres, los obreros, las empleadas , es tán fuera mirando por la ventana, viendo comer y beber a los otros.

Todos colaboraron con su dinero, ofrendas, donativos o trabajo pa ra el mayor éxito de la fiesta. Pero quien m á s goza de las comidas, bebidas, s u b a s t a s de becerros y pollos, son los m á s fuertes del comercio y la industr ia . Ellos ofrecen siempre precios m á s altos, muy lejos de las posibilidades económicas de la mayoría.

El salón no puede ser sólo pa ra los que t ienen dinero. Es la casa de todo el pueblo. La iglesia t iene que eliminar todo lo que viene a dividir y formar grupos privilegiados en la fiesta. En ella cantamos , j ugamos y bai lamos todos.

22. El símbolo como instrumento de liberación del pueblo

Todos sabemos que no existe religión sin vínculo simbólico. Los símbolos sirven t an to pa ra justificar como

83

para superar y denunciar la realidad socio-política del país. Pueden ser vehículo para un proceso liberador.

La cultura y el sistema dominante quieren usar la religión popular para justificar su ideología de opresión. A los esclavos se les prometió un pedazo de "cielo" para poder robarles aquí abajo las tierras. Los símbolos, por el con­trario, sirven al proceso liberador en la medida en que son portadores de una utopía y de una sociedad más justa y fraterna.

Los símbolos han de ser asumidos críticamente. Ellos existen en la cultura popular y corresponden a una dimen­sión social humana. Para ser útiles, los símbolos deben ser restituidos a su objetivo social humanizador de la historia. El "Reino" y la "Nueva Jerusalén" en San J u a n son términos simbólicos empleados para anunciar los acontecimientos de un mundo redimido por Cristo, donde las relaciones humanas están cimentadas en la justicia. Una élite que desprecie la mediación del lenguaje simbó­lico correrá el riesgo de ser incomunicable con las clases populares.

Condiciones básicas

a) Liberación a nivel de conciencia: El cristianismo vino a América Latina con violencia, como religión agreste y cosmogónica, y al mismo tiempo como medio para el surgimiento de una nueva sociedad. El cristianismo fue impuesto, sirvió como instrumento cultural, ético y políti­co. El oprimido se libera cuando expulsa de su subcons­ciente la sombra del opresor. La religión estaba del lado del dominador. Hubo fusión entre dominador y religión católica. Es preciso que haya una ruptura entre el domi­nador que somete y la religión que libera.

b) Formación de la conciencia crítica: El cristianismo tradicional está modelado en la repetición de ritos religio­sos. La Iglesia tradicional protege a las clases popúlales contra las desviaciones morales y teológicas. El miedo

84

desempeña un papel importante. La conciencia crítica lleva a pensar antes de cualquier acto. Sin convicción persona], América Latina será siempre dependiente, y el pueblo vivirá en el temor.

c) Solidaridad con los oprimidos: Hay millones de cristianos comprometidos con la liberación de los oprimi­dos. Su acción liberadora es fruto de encuentros con la palabra de Dios meditada en comunidad. "Para el cristia­no, la solidaridad con los oprimidos y la inserción en una lucha liberadora es el eje de una nueva manera de ser humano y vivir la fe" (Gustavo Gutiérrez). ,

La salvación en Jesucristo está ligada a la transfor­mación de la sociedad. La maduración del Reino de Dios está vinculada históricamente a la liberación de los opri­midos. "Sin acontecimientos históricos liberadores, no existe crecimiento del Reino" (G. Gutiérrez). La Pascua está presente en los pequeños proyectos comunitarios (abrir una calle, apelar a la justicia, e t c . ) .

"La verdadera Pascua celebra hechos concretos de hombres y mujeres que se liberan de los condicionamien­tos internos y extemos a ellos. Pascua no es una verbali-zación conmemorativa, sino compromiso histórico. Sólo en la autenticidad de la vida la Pascua significa morir para vivir. Un significado biófilo (amante de la vida) no puede ser acogido por la sociedad burguesa, que es necesaria­mente necrófila (amante de la muerte), y, por eso mismo, estática" (Paulo Freiré).

Tentativa de interpretación a partir de los principios formulados

El pueblo del campo y los obreros hacen de la religión uno de los modos de manifestar su existencia, de vivir la relación con los demás y de proclamar su derecho a existir. Frente a todas las frustraciones (falta de trabajo, opresión sindical, censura, enfermedades, falta de tierra...), el ser

85

humano busca en la religión la seguridad psíquica y social que no encuentra en el orden social.

El catolicismo popular permite la formación de una conciencia de pertenencia. Es una historia religiosa que tiene pocos profetas, pero es sagrada como la historia del pueblo de Israel en Egipto, en el desierto y en el destierro. Dios se manifiesta en medio del pueblo como su liberador.

Hay aspectos negativos, como el sentido fatalista y la resignación que impiden tomar conciencia a las personas. Este es el peligro: la religión puede convertirse en un refugio de masas, compensador de frustraciones, alienado de la realidad, una religión sin utopía y sin proyecto de liberación.

Algunas propuestas pastorales

Tener presente la totalidad de la realidad. La libera­ción considera al ser humano en sus dimensiones psíqui­cas, económicas, políticas y culturales. Los aspectos fatalistas y devocionalistas serán superados dentro de una Iglesia donde la responsabilidad sea compartida. Se trata de las Comunidades Eclesiales de Base.

Interiorizar la religión no significa privatizarla, pero sí pasar de una religión de ritos a una actitud de cambio moral y de conversión. Tenemos que educar al pueblo, haciendo que la religión popular no favorezca el orden establecido.

Tenemos que incentivar tres cosas: el cambio social, la responsabilidad y las actitudes críticas. La simple repe­tición de los ritos produce en el pueblo opciones aerificas. Lo sitúa al margen de la vida. Cuanto más ritualista es una Iglesia, más va perdiendo su fuerza transformante. Demos prioridad a los grupos de reflexión, sin negar, por supuesto, el valor del culto. Este adquiere un gran valor pedagógico en la medida en que se reviste de una signifi­cación simbólica y de una utopía capaz de generar una nueva sociedad, más justa y fraterna.

86

Observación

Me parece ver a los liturgistas angustiados por la renovación de los gestos y de la comunidad en la liturgia. Dicen: "Nuestra comunicación es pobre. La liturgia nece­sita reactualizarse, una mayor adaptación a la manera de ser, a la cultura, a la capacidad, al lenguaje y sensibilidad del pueblo".

El redescubrimiento de las expresiones en la religio­sidad popular es una gran mina, un pozo profundo de agua viva para una liturgia más participada, consciente y libe­radora. Durante un tiempo hemos fijado nuestros ojos en los centros litúrgicos europeos. Pero es necesario volver la mirada a nuestros pueblos, con su originalidad y capaci­dad de celebrar la fe. El pueblo celebra una verdadera liturgia (aunque es cierto que hay que purificar algunas cosas). Constatamos que el pueblo sin celebración no es pueblo.

El pueblo vive la celebración litúrgica, como una procesión, una novena, una caminata, una romería, los cantos, el beso, las ofrendas a María y a los santos; celebra con fervor el día de Santa Lucía, San Sebastián, San Cristóbal, etc. Algunos siguen haciendo ayunos, a pesar de haberlos disminuido la Iglesia. El pueblo es devoto, capaz de morir por la religión. Tiene un calendario propio. Sabe de memoria las fechas de las fiestas y el día de sus patronos.

Pregunto: ¿Por qué no recoger todo este material, este caminar del pueblo y reelaborar nuestra liturgia? Guárde­se la fidelidad a las normas generales de la liturgia, pero no se olvide la adaptación, a fin de que se dé siempre "la reforma y el incremento de la liturgia" (SC 1).

Todos los catequistas reconocen que la liturgia exige una iniciación. La catequesis juega un papel importante en la celebración de la cena, del bautismo, del encuentro de oración del pueblo.

87

Si el catequista se esfuerza hoy por unir el credo, el padre nuestro, el ave-maría, los dogmas y verdades con la vida y el caminar del pueblo en el campo y la ciudad, la liturgia está también esforzándose para que haya más interacción, interpelación, unión y corresponsabilidad, tratando de superar la separación entre el templo y la vida de familia, la educación y el trabajo, etc.

Ante esta situación, hemos de tomar muy en serio la catequesis y la liturgia. Que haya una catequesis litúrgica y una liturgia educadora de la fe, una liturgia catequética.

Cada catequista haga un recuento de las expresiones y gestos del pueblo en el campo litúrgico. Y, a partir de estas manifestaciones, organice su catequesis. No separe nunca las verdades que sabe de memoria, de su vida concreta, de sus actitudes para con los pobres y margina­dos, recordando que Jesús jamás separó su palabra de la acción concreta y estuvo siempre atento al modo de vivir, de pensar, de actuar y esperar del pueblo para anunciar el mensaje de liberación, alegría, fraternidad y justicia.

J e sús ampliaba siempre los horizontes y las esperan­zas del pueblo. Iba aprendiendo muchas cosas de él. Que el catequista imite a Cristo, acogiendo los gestos, símbo­los, expresiones corporales y la liturgia del pueblo, como rico caudal para la comunidad y la educación de su fe.'

88

Tercera Parte

Teoría y técnicas de dramatización en la catequesis

1 . Validez de la dramatización

Es un excelente medio pedagógico y de incalculables efectos en el aprendizaje. La puesta en práctica de este instrumento catequético nos muestra que, al presentar cualquier teatro, por sencillo que sea, despierta la curio­sidad y atención de los discípulos, sean adultos o jóvenes.

1. Encarna el mensaje. La representación concretiza lo que el catequista acaba de decir. Contribuye a grabar mejor y más profundamente la doctrina. Vincula la fe con la vida. Inserta el mensaje en las situaciones de los hombres y mujeres de hoy. Usada para la infancia, la escenificación tendrá que corresponder a esta edad.

Niños y niñas imitan las costumbres y actitudes de los adultos. ¿Quién no recuerda haberse puesto los zapa­tos de su madre o de su padre? La imitación es natural en los pequeños. ¿Quién de nosotros puede olvidarse de u n

89

papel o personaje representado en un teatro o dramatiza­r o n , en la que tuvo que hacer algunos gestos, dijo algunas palabras o anunció un proyecto, un ideal, o tuvo una ac­titud enérgica y vigorosa? De ahí deducimos otra ventaja.

2. Ayuda a comprender el mensaje. Contribuye a apre­ciar y asimilar lo que se anuncia. Despierta el gusto por el mensaje. Después de haber asistido a una película, niñas y niños saben contar con detalle lo que vieron y oyeron.

Si ellos asumieron personalmente una tarea, un papel en el teatro o representación, sabrán contar con más exactitud los detalles, actitudes, trama y mensaje de la pieza teatral. En la catequesis es necesario involucrar y comprometer al alumno en el mensaje.

3. Es un vehículo práctico para transmitir el contenido de la palabra de Dios. Lo que m á s me p reocupa en la catequesis es la ligazón con los problemas de la vida. Hay una catequesis alienada y alienante, desligada de la vida, de las angustias populares, de la marginación del pueblo, de la causa de las miserias, hambre y abandono de muchos.

Es necesario hacer sentir a los alumnos en su propia carne la situación de los pobres que sufren. Este método pedagógico es una solución, una pista cierta para unir la fe con la vida, el mensaje de la Biblia con los cuestiona-mientos y problemas del pueblo.

4. Muestra que el Evangelio es acción. No es una idea. El Evangelio toca el corazón y la interioridad de la persona. Lleva a la actualización de la palabra de Dios. Cuando el celebrante anuncia o proclama el Evangelio, empieza así: "En aquel tiempo dijo Jesús". Y el pueblo vuelve su pen­samiento al pasado. El lenguaje desactualiza la palabra de Dios. Tenemos que decir: "Hoy nos anuncia Cristo este mensaje a todos nosotros". El está hablando. Nosotros somos los sedientos y hambrientos de su palabra libera­dora.

90

5. Impulsa también a actuar a los tímidos. Cuántos, por la simple razón de haber escenificado ciertos textos que exigían una toma de posición, firmeza y argumentación, perdieron completamente el miedo. Por el contrario, otros no llegaron a superar el complejo de inferioridad porque no tuvieron la oportunidad de aprender de memoria al­guna poesía y declamarla, o jamás fueron invitados para representar una pieza teatral, que les ayudara a enfrentar el escenario con valentía.

Las dramatizaciones catequéticas pueden contribuir a crear cristianos proféticos con capacidad para argumen­tar su fe o línea de acción ante el público, por radio, televisión o medios escritos.

Es necesario que el catequista forme su voluntad y destierre el miedo de hablar o denunciar las mentiras y la explotación existentes en nuestra sociedad. La repre­sentación exige fidelidad al texto, y, lógicamente, el cris­tiano debe ser fiel a Cristo, a la verdad y a la justicia. La infidelidad del actor al texto perjudica al conjunto. Lo mismo sucede con el cristiano que no da testimonio de amor. Incomoda y hiere la armonía fraterna. La repre­sentación ayuda a colaborar armónicamente con los otros.

6. Crea comunidad. Actuar en el escenario es ar­monizarse con todos. Es trabajar en conjunto. Una drama-tización preparada con un grupo de catequistas hace crecer enormemente la unidad. Hay ciertas escenas que exigen reconciliación, abrazo de paz, encuentros, diálogos, cuestionamientos de la vida familiar y social. Y algunos actores vuelven a encontrarse as sí mismos en estas escenas. Suavemente, la vida puede ir cambiando.

Recuerdo que una vez hice de leproso en la vida de San Francisco de Asís. Las escenas de soledad, rechazo social y desprecio quedaron profundamente grabadas en mí. Llegué a la conclusión de que ser leproso es una situación terrible. El leproso era considerado un margina-

91

do por la sociedad, era tenido por demonio y castigado de Dios, una víctima inocente.

Recuerdo que tenia que posesionarme del papel y vivir el personaje. Yo era una pieza en el conjunto. Con­templaba las escenas preparadas por mis compañeros de teatro. Si yo fallaba, perjudicaba a todos. La fraternidad era necesaria para la armonía. La equivocación y el des­cuido de unos, producía nerviosismo en los demás.

7. Transforma la religión en un hecho. Por medio de la representación, la religión deja de ser puro concepto y entra a formar parte de los hechos de la vida. Es una prueba evidente de que tener fe y vivir es transformar la realidad. La salvación es un hecho realizado por medio de acontecimientos. Por ejemplo, la liberación de la esclavi­tud de Egipto, el paso del mar Rojo, el maná, el agua que brotó de la roca, la entrada en Palestina, la anunciación de Cristo, la multiplicación de los panes, la muerte y resurreción del Señor, etc.

Algunos artistas, al representar a personajes bíblicos como los profetas, la Virgen María, Juan Bautista, Pedro y Pablo, se convirtieron a la fe cristiana. Entendieron que la religión es un hecho, no una idea lejana. Las dramati-zaciones ayudan a los alumnos a poner en práctica la religión, a llevarla a la vida como una realidad y un hecho concreto.

8. Conduce a la expresión corporal y espiritual de la fe. Exige el empeño de todas las cualidades: voluntad, memoria, gestos corporales, silencio, escucha, aplicación de todos los sentidos, sensibilidad, etc. Muestra que la religión es la entrega a Dios de todo el ser, del pensar y del actuar. Por eso, el drama se ha usado siempre como instrumento de comunicación de la religión, la filosofía, las costumbres, las ideas revolucionarias, la cultura, los sistemas económicos y políticos de todos los pueblos. La dramatización o representación llega a todos los sentidos

92

de los oyentes, a la sensibilidad, al cuerpo, al alma, a la voluntad, a la libertad y al corazón de las personas.

Sabemos por la historia que el teatro, el cine y la televisión, los dibujos animados, transmiten las ideas más revolucionarias, incluso sin ética o desvalorizando a la familia, al matrimonio, la vida, la niñez, y todo va quedan­do grabado en la memoria del pueblo. Las ideas teatrali-zadas son discutidas por las multitudes en las plazas, en los mercados, en los campos, en los grupos y en la escuela.

El teatro, por sus mismas expresiones o por la fuerza de los gestos de los personajes, incita a los espectadores a aceptar fácilmente las ideas. ¿Por qué no usar este medio tan eficaz y pedagógico en nuestra catequesis?

La historia nos dice que el drama es el medio preferido para la expresión religiosa de la persona. Puesto que no deja de ser un peligro que hagamos de la catequesis pura cuestión intelectual o doctrinal, sin vinculación con la realidad de pobreza y subdesarrollo, ¿por qué no aprove­char este instrumento?

9. Exige creatividad. Especialmente cuando la drama­tización es espontánea. Las niñas y niños no tienen en sus manos una materia muerta para modelar, sino una si­tuación viva, su propia vida. Hay una identificación, y ellos asumen vivamente lo que hacen. Dan vida. ¿Cuántos no admiran a un niño, por ejemplo Carlos, representando la cena del Señor? El hizo de Jesús . |Con cuánta piedad, calma, unción espiritual y convicción lavó los pies a los doce apóstoles?

Lo mismo hizo con las palabras sobre el amor frater­no, que Jesús pronunció en su despedida (13,14 y 15 capítulos de Juan). Y los gestos elocuentes, sinceros, expresiones del corazón y de la fe.

Carlos se identificó con Jesús. Puso de su paite toda su capacidad, sobre todo su afectividad, autenticidad y la pureza de sus gestos. Procuró adaptar a su lenguaje

93

el mensaje de amor de Cristo a sus discípulos. Y hubo en el salón parroquial un silencio profundo. Al final de la representación quedaron todos admirados de Carlos. De­cía J . van Mierlo: "El niño se encuentra con Dios mientras recita el texto".

Todos nosotros sabemos que niñas y niños graban admirablemente bien todo aquello que les llega al corazón. En la clase de matemáticas o en un encuentro catequético sin afectividad, lo que se comunica se torna árido y seco como las piedras.

2. Orientaciones prácticas

Es preciso destacar bien los objetivos, porque no se trata de una simple representación o espectáculo. La finalidad es educar en la fe, ayudar a la comunidad a asumir la realidad y dar testimonio de Cristo. Se busca despertar actitudes ante su mensaje y los desafíos de la realidad.

1. Escoger a los actores. Estos pueden ser catequistas jóvenes o niños que necesitan liberarse de la timidez, y no sólo los que son más expertos e inteligentes. Los tímidos necesitan ejercitarse más en la comunicación.

2. Hay que escoger los episodios que con tag ien al público. Escenas sensibles, humanas, familiares, de la realidad social, de la situación concreta de. la comunidad.

Podemos representar la situación del niño de la calle, de la empleada doméstica, la enfermedad, la represión policial, la realidad de los indígenas, de los campesinos sin tierra, el trabajo de los agentes pastorales en los barrios.

Se puede escenificar una huelga de trabajadores, la explotación en el comercio, en las empresas, la televisión

94

en casa; padres e hijos que quieren dos programas al mismo tiempo; la educación en el hogar; una comida familiar; la oración en familia; niños jugando; la boda de un rico y un pobre; una danza folklórica; una fiesta popular; el alza de precios, etc.

Hay que tocar los problemas concretos. No es nece­sario imaginar leyendas. La realidad latinoamericana es rica en temas y contenidos muy vitales para una drama-tización. Nuestra realidad es ya de por sí dramática.

3. Crear en el público un compromiso. No basta presen­tar las escenas artísticamente. Después de la escenifica­ción, los actores cuestionarán a niñas y niños, a jóvenes y adultos. Los espectadores no pueden quedarse pasivos y apáticos con los brazos cnazados. La misión de los personajes es sacudir la conciencia y la responsabilidad del público.

Harán preguntas como éstas: ¿Qué desafíos nos lanza la dramatización? ¿Cuál es nuestra tarea ante los problemas que nos afectan? ¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra sociedad? ¿Cuáles son las causas de la situación que estamos viviendo? ¿Tenemos, como perso­nas de fe, alguna misión que cumplir? ¿Cómo sería la sociedad si hubiera 50 familias conscientes y comprome­tidas con la causa de la justicia y de los derechos humanos en nuestro medio? La dramatización tendrá que suscitar proyectos, nuevas reuniones, organizaciones, líderes, co­mités, equipos.

4. Escoger los hechos más sentidos por la familia y la comunidad. Alguien que fue llevado injustamente a los tribunales; que fue difamado, asaltado, herido física o moralmente; un menor abandonado; la sequía que mató el ganado y hace sufrir a los campesinos; familias que se quedan sin casa por las lluvias torrenciales. Es muy importante escoger hechos que el público conozca, de manera que le lleven inmediatamente a identificar en la dramatización a quienes distorsionan la realidad y escon-

9 5

den responsablemente las verdaderas causas de la si­tuación inhumana en que nos encontramos: "La verdad que aparece en el juego se acepta mejor". Esta es la ley: "Enseñar jugando".

5. Seleccionar hechos bíblicos utilizando los siguientes

recursos:

a. Presentación de los objetivos. El objetivo no es la di­versión por sí misma. Es la nueva sociedad. ¿Qué so­ciedad? Una sociedad más justa, fraterna, fundada en auténticos valores humanos: con libertad, equidad, gen­erosidad y amor entre todos; con lúcida y solidaria aper­tura a la humanidad. Una sociedad que rechaza la lucha de clases y opta absolutamente por la noble lucha en favor de la justicia social. Una sociedad edificada en Dios. "No se construye la sociedad sin Dios, sin la ayuda de Dios. Sería una contradicción. La persona tiene una dignidad irrenunciable" (Discursos del Papa Juan Pablo II).

b. Dramatización. En la medida de lo posible, los ac­tores se ubicarán bien en la realidad. Que los persona­jes, actitudes, planes, comportamientos y mentalidades representen la verdad. Que el escenario sea el resumen de lo que ha pasado y sigue aconteciendo. Recordemos siem­pre que la escenificación es la técnica capaz de llevar la realidad a los ojos y oídos de público.

Los espectadores se sentirán transportados al esce­nario. Cada uno, según su capacidad, debe identificarse con algunos personajes o actitudes. El público ve las escenas, pero todo su interior se debate, la imaginación y la sensibilidad se avivan, moviendo a la voluntad a cam­biar de vida.

c. Debates con el público. Para una mejor y más eficaz asimilación de los contenidos y objetivos de la dramati­zación, es indispensable dedicar un tiempo a los debates. Es necesario asumir la realidad dramatizada. El drama es una fotografía de lo que está aconteciendo. La fe madura

96

en la medida en que nos identificamos en comunidad con la vida, los pecados y las esperanzas de todos. Dios no quiere a nadie pasivo en la lucha. Todos tenemos que entrar en ella. Tanto en el bien como en el mal, todos somos actores responsables.

Podemos usar técnicas como el cuchicheo o momen­tos de silencio. Se puede hacer una pregunta, y todos, en silencio, tratan de poner por escrito la respuesta. Después, el coordinador lee algunas respuestas y completa la dis­cusión. El debate enraiza, concientiza e interioriza el mensaje de la dramatización.

d. Compromisos concretos. El compromiso concreto es el fruto de la dramatización. Una catcquesis que no lleva a la conversión, al cambio de actitudes y de comportamien­tos, es una catcquesis peligrosa. Es vacía y estéril.

Puesto que todos somos responsables en la construc­ción de esta sociedad injusta, dediquémonos juntos a la tarea de crear una sociedad más acorde con la dignidad humana y la voluntad del Creador. La vida cristiana no consiste sólo en la escucha atenta de la palabra, sino en el compromiso y entrega en favor de la nueva sociedad que necesitamos.

Una dramatización que no despierte esa voluntad audaz, creadora y comprometida, no pasa de ser una diversión más en la vida de los padres, de los hijos y de los catequistas. No deja de ser un espectáculo que sirve a la imaginación y a los ojos, pero no conmueve, porque no involucra a la voluntad.

e. Organización de la acción popular. Sin organización, los debates, compromisos y sugerencias, proyectos, de­seos, anhelos y esperanzas, se pierden como hojas disper­sas por el viento. No echan raíces. Es necesario ligar los compromisos con organizaciones jurídicas, con movimien­tos populares, comités o equipos de acción. Hay que crear instituciones, organismos capaces de generar vida nueva,

97

comprometiendo cada vez más a los apáticos e inactivos en la sociedad, llevándolos a todos a identificarse con los problemas del pueblo. Sin esta organización, se diluye la fe y la comunidad no crece. La fe madura en la experiencia comunitaria.

Cuando la gente sale de un cine, comenta algunos pasajes de la película. Cuando sale de una dramatización, se siente comprometida con la realidad. Terminada la última parte de la película, el público se levanta. Se acabó todo. Se encienden las luces y la gente deja el cine vacío. Sin embargo, cuando padres e hijos salen de una repre­sentación teatral, comienza una vida nueva.

La dramatización tiene que organizar al pueblo y formar la conciencia de que todos somos hijos de Dios, comprometidos con la realidad en que estamos inmersos. Esta última etapa es la más difícil. Requiere renuncia y generosidad. Se trata de la gratuidad, del amor al prójimo, especialmente a los pobres. La fe sin acción, sin entrega, sin ofrenda de la propia vida y sin cruz, es un cadáver.

El teatro es la forma más completa de expresión artística en vivo, porque puede incluir todos los lenguajes (palabra, gesto, silencio), aunque el testimonio real sea más que aquél en el campo de la evangelización. Si la dramatización expresa al ser humano total, con todas sus fuerzas y aptitudes, ha de llevar a padres e hijos a traducir con perfección el mensaje en sus vidas.

El teatro debe provocar la curiosidad del espectador. Sin suspenso, el público se aburre. La fe tiene que suscitar testigos vivos, cuestionamientos y nuevas maneras de pensar, actuar y vivir.

Dondequiera que haya pueblo hay también teatro. Si los pueblos latinoamericanos dispusieran de algunos es­cenarios en lugar de personas cultas, habría mayor con-cientización sobre los graves problemas que aplastan y hacen sufrir al pueblo. El pueblo es creativo y expresivo.

98

Tiene una imaginación muy viva, mientras que los sabios lo desorientan y engañan. El pueblo sabe abrir de par en par las cortinas. Los sabios esconden con sus discursos la realidad y la situación de los pobres.

Prefiero un escenario en cada plaza a mil libros en las estanterías. Los gobiernos tienen miedo a los palcos po­pulares. En ellos se hace grito la libertad del pueblo, mientras que la voz de los poderosos y políticos se convier­te en opresión y amenaza.

En los escenarios de las plazas crece la democracia. En los discursos de los gobernantes y los sabios anidan la ilusión, la mentira y sueños que jamás se cumplen. El pueblo tiene los gestos, el lenguaje de la verdad, de la realidad. El discurso es el lenguaje de la falsedad y del fingimiento.

Si en lugar de estatuas colocáramos en las plazas algunos escenarios, la libertad y la democracia serían una preciosa realidad. Los sabios hacen teatros ficticios. El pueblo vive de verdad la realidad. Los sabios necesitan gestos para mentir. El pueblo transforma en arte, vivencia y expresión viva sus dramas reales.

El sabio escribe dramas que son, tal vez, puro fruto de su imaginación. Pero el pueblo vive los dramas a flor de piel. El sabio tiene que usar la imaginación para componer piezas literarias. Al pueblo le basta levantar las manos y hacer cualquier gesto para hacerse expresivo y comunica­tivo. El sabio usa el teatro para matar al pueblo, mientras que el verdadero héroe del drama es el mismo el pueblo.

En el teatro del sabio y del burgués los protagonistas son príncipes y princesas. En el teatro dramático del pueblo los principales actores son los desempleados, los pobres y los hambrientos. Veamos las novelas de la tele­visión: sus personajes beben whisky y sólo piensan en el divorcio, en la playa y en grandes banquetes. Pero nunca aparecen los dramas de muchos que están sin empleo.

99

Para huir de los dramas de las clases populares, los burgueses inventan todo un mundo de sueños e ilusiones, un mundo imaginario al que los pobres jamás tienen acceso.

Creo, como decía Víctor Hugo, que "el teatro es el crisol de la civilización". En las mismas situaciones dra­máticas del pueblo, podemos conocerlos caminos para ser más cristianos y adultos en la fe.

Nos gusta más la ilusión que la realidad. Pero la dramatización en la catcquesis tiene la finalidad de abrir los ojos a la realidad. Y ésta es tan deprimente, dura y trágica, que preferimos huir de ella, buscando refugio en un teatro.

"Asiste a una tragedia en el teatro y verás a muchos inundados en lágrimas. Supon que el autor o personaje de la tragedia muere de manera igualmente trágica ante las mismas personas, víctima de otra desgracia cualquiera, y nadie derramará una lágrima" (H. Fielding).

Las escenas que contemplamos en el escenario nos impresionan, pero sabemos muy bien que la realidad es más trágica que las escenas lacrimógenas. Me convence más un gesto de amor para con un anciano que una copa de lágrimas derramada después de una película billetera. Si las lágrimas lloradas en el cine se transformaran en pequeños gestos constantes y humanos para con los menores abandonados, nuestras plazas, ciudades y cam­pos estarían poblados de amigos felices, promovidos, for­mados y llenos de salud.

La catequesis no pretende conmover. La conmoción se expresa con lágrimas. La conversión se manifiesta en la cruz.

Conclusión: La dramatización catequética es un estí­mulo, una exposición de las causas capaces de hacer a padres e hijos, catequistas y laicos más coherentes con su fe y con el Evangelio.

100

Esta es para mí una de las técnicas más eficaces para la catequesis de adultos.

f. Hechos bíblicos: Tenemos que buscar los que son cuestionamientos o respuestas a nuestra realidad, sin desviamos de la verdad y de la justicia. Jamás demos interpretaciones falsas del mensaje, ni lo desviemos hacia intereses de personas o de grupos.

Jesús amaba a los pecadores: Le 7,36-50. Tenía preferencia por los pequeños: Me 10,13-16. Para Jesús, era fundamental la persona: Mt 12, 1-8. Los humildes eran considerados sabios y maes­tros: Mt 11,25-30. Acogía a los paganos y dialogaba con los rechaza­dos por la sociedad: Mt 8,5-13. Curaba a los enfermos: Mt 9,20-22. Integraba los leprosos en la comunidad: Me 1, 40-45. Curaba a los ciegos, cojos y sordos: Me 1,46-52. Tenía un proyecto de liberación: Le 4,14-30. Mostraba la situación del rico y el pobre: Le 16, 19-31. Revelaba la misericordia de Dios: Le 15, 11-32. Los ricos rechazaron la invitación y los pobres la aceptaron: Le 14,15-24. Lavó los pies de los apóstoles: J n 13,1-20. Fue condenado a muerte por querer una sociedad fraterna y justa: J n 18; 19 y 20. Pero el Padre da la razón a la obra liberadora de su Hijo, resucitándolo del sepulcro: J n 20,1-31. Nosotros seguimos los caminos de Cristo que mue­re y resucita. Veamos el testimonio de Esteban: Hech 6 y 7. Pablo y Bernabé son ejemplos de predicación de la Pascua de Cristo, de la victoria sobre la injusticia y la esclavitud: Hech 13,1-52; 14,1-28.

101

• El juicio final dará recompensa a los que siguieron el mensaje de Jesús y condénala a los que prefi­rieron las tinieblas a los ídolos: Mt 25, 31-46.

• Todos somos invitados a seguir el camino y el ejemplo de Cristo. El joven rico: Mt 19,16-29.

Estas y otras dramatizaciones, tan realistas, pueden ser instrumento de reflexión en encuentros catequéticos, liturgias, celebraciones de la palabra o tardes de retiro y reflexión.

Más que la repetición de frases y gestos narrados por los evangelistas, actualicemos el mensaje con situaciones vividas por la comunidad. Por medio del teatro o la repre­sentación, se puede reavivar el mensaje cristiano, em­pleando motivaciones y lenguaje conocidos por el público.

Serán breves y vivas. El catequista y los alumnos pueden formular el texto.

g. Muñecos: Estos, con los títeres, payasos y marione­tas, son muy útiles en la catequesis. El pueblo de Ñapóles, en Italia, usaba personajes jorobados en sus historias y comedias, con gran admiración del pueblo.

El carnaval es un audiovisual. Por medio de las máscaras recrea hechos del pasado y representa la vida del pueblo. En sus canciones, vestidos y ritmos critica o alaba hechos, personas, situaciones concretas de los po­bres. Es una sátira, censura y ridiculización de los defec­tos y vicios de la sociedad. El circo tiene sus payasos que enseñan por medio de historias, pillerías y dichos humo­rísticos, llamando la atención y divirtiendo a la gente.

Con payasos se puede mostrar cómo son maltratados los obreros; cómo se trata a las personas de color; cómo los negros eran esclavizados en los ingenios de caña de azúcar; cómo los policías prenden a los sospechosos. Con títeres se puede mostrar cómo trata el marido a la mujer, el profesor a sus alumnos, el patrón a sus empleados, y el enfermero a los pacientes de un hospital.

102

"Siempre se representa una situación considerada como deseable o execrable, a fin de que haya una reacción en los espectadores catequizandos. Para llamar la aten­ción, se escoge una situación que marca un límite extremo en relación con lo que acontece en la vida de todos los días" (Enrique García, Catequesis Audiovisual, San Pablo, Edi­ciones Paulinas, p. 169).

Por ejemplo, Israel entra violentamente en las ciuda­des del Líbano y asesina a más de dos mil inocentes, niños y ancianos, dejando las calles sembradas de cadáveres.

Desesperado, un padre de familia arroja a un río a sus tres hijos, para no dejarlos morir de hambre. Otro padre de familia, deprimido por falta de empleo, mata a su esposa y degüella a tres inocentes mientras dormían.

En una ciudad de Brasil, más de cien mil desemplca-dos invaden supermercados para conseguir alimentos y salvar a sus familias. Con caballos, ametralladora y ame­nazas, los soldados hacen una matanza de hambrientos.

Estos hechos, que llegan al colmo, despiertan la conciencia del público, llevándolo a asumir actitudes au­daces e inmediatas.

Un primero de mayo, Día del Trabajo, en Río de Janeiro, Brasil, unos policías, en lugar de proteger a la multitud, llevan en su coche una bomba que explota en los brazos de la guardia policial. Era una bomba que iba a ser lanzada contra la muchedumbre. Las fuerzas de "seguridad" del pueblo se convierten en los más crueles victimarios y opresores del pueblo pobre.

Estas realidades ayudan al público a discutiry a abrir los ojos a la situación en que se encuentra el pueblo sencillo y trabajador. Y todos llegarán a esta conclusión: "Cerrarse dentro de sí mismo o cruzarse de brazos es pecado de omisión. Significaría ser cómplice con los opre­sores y enemigos de los pobres. Hay que actuar. Es necesario hacer algo por la liberación del pueblo".

10,*»

h. Teatro de sombras: Ofrece excelentes opor tuni­dades para aprender, tanto de parte de los actores como del público. La técnica es ésta: Las sombras son proyec­tadas en un lienzo. Las figuras son manejadas entre éste y un potente foco de luz, mientras uno o varios catequi-zandos leen los textos adecuados enfrente o detrás del lienzo.

Los catequizandos pueden ayudar como actores, o usar también siluetas, dibujos que presentan perfiles de personas. Sirven para contar toda clase de historias, como la de Abraham, Moisés, José de Egipto, la llegada de la sagrada familia a Jerusalén, donde no encuentra posada, la adoración de los pastores y reyes magos, Jesús entre los doctores, Marta, María y Lázaro, Zaqueo, vocación de los apóstoles, San Pablo, muerte de Esteban, prisión de Pedro, Pablo y Bernabé, etc.

Con cantos, iluminación y música selecta, constitu­yen bonitos e impresionantes programas. Hay que procu­rar presentar situaciones actuales, como la situación de los indígenas, campesinos sin tierra, obreros, niños aban­donados, ancianos, desempleados, etc. El texto de la representación puede ser elaborado por los mismos alum­nos y catequizandos. Los personajes deben actuar de perfil para que los espectadores del otro lado del lienzo puedan observar mejor la expresión corporal.

Las sombras de los actores más próximos a la fuente luminosa parecen mayores que las de los más cercanos al lienzo. Este efecto puede aprovecharse para representar gigantes y enanos. Los muebles y sus adornos pueden ser simulados por objetos que tengan el perfil deseado, aun­que sean de papel. Puede también filtrarse la luz a través de vidrios o plásticos de colores, combinar la escenifica­ción con la proyección de diapositivas, creándose por medio de ese recurso una atmósfera maravillosa. Este teatro de sombras economiza escenografía, maquinaria, vestuario y maquillaje, pero requiere mucho ensayo.

104

Ejemplos: representar situaciones de padres e hijos con relación a la educación y el cultivo de la fe en casa. Representar una discusión sobre el valor de la televisión para la educación de la fe. Una lucha entre gigantes que representan el mal, y enanos que representan el bien. Escenificar una lucha entre los grandes del mundo, con sus instrumentos, y la fuerza de los pobres, a través de su unión, solidaridad y vida fraterna.

i. Rítmica y plástica: Se trata de expresar sentimientos religiosos por medio de los movimientos del cuerpo. Puede ser representado por un individuo o por un grupo. Mien­tras un alumno, un catequista o un grupo lee, recita o canta lentamente un pasaje de la vida, de la familia o de la Biblia, un salmo o un texto litúrgico, otro alumno, catequista o grupos de alumnos lo representan lenta y respetuosamente. Aquí el cuerpo entero es instrumento y expresión del alma... "El alma habla en cada línea y movimiento del cuerpo" (Romano Guardini en Signos Sagrados).

La rítmica y la plástica desarrollan las aptitudes físicas, afectivas e intelectuales de los participantes. Cons­tituyen una forma de adorar y glorificar a Dios. Ejemplos: anunciación, nacimiento de Cristo, bienaventuranzas, jui­cio final, diez vírgenes, talentos, mal administrador, pará­bola de los labradores homicidas, pasión, muerte y resurrección del Señor, higuera maldita, ciego de Jericó, parábola de los obreros de la viña, entrada de Jesús en Jerusalén, parábola del hijo pródigo, buen samaritano.

Pueden representarse situaciones concretas: Un niño enfermo llegando al hospital; una operación de un campe­sino enfermo; su sufrimiento, abandono, gastos y regreso a casa; un niño que nace llorando; abrazos de los vecinos; visita de familiares. Catequistas y alumnos pueden elabo­rar el texto. Es necesaria una gran creatividad. El texto será visualizado siempre por los movimientos del cuerpo. El cuerpo ayuda a expresar lo que muchas veces no consigue la palabra.

105

j. Gestos y cantos gesticulados: Es un excelente ejercicio de agradecimiento; por ejemplo, después de un encuen­t ro de ca t cques i s . Es necesar io e d u c a r p a r a el agrad ec imiento.

Nosotros tenemos dos maneras de hablar: el lenguaje de las palabras y el de los gestos. Tanto las palabras como los gestos son expresiones simbólicas de algo que desea­mos comunicar a los otros. Para expresar la alegría, aplaudimos y bailamos mientras cantamos. Los gestos, aunque sean mudos y silenciosos, hablan más alto que las palabras. El profesor, poniendo su dedo índice en los labios, impone silencio más eficazmente que si dijera: "Silencio, por favor". Pío XII abría los brazos como para abrazar al mundo, y J u a n Pablo II los cruza ante su pecho, para mostrar que quiere abrazar a todos los pueblos.

Las niñas y niños se expresan mejor con gestos que con reflexiones. La niñez tiene que sentir en su propio cuerpo las ideas o mensajes. Ejemplo: Dios hizo la tierra (hacer la figura de una bola). Dios hizo también los cielos (un círculo con la mano). Dios hizo los peces (movimiento ondulatorio con las manos). Dios hizo los animales (poner las manos en el suelo), etc.

Los gestos deben acompañar sólo a las palabras principales, y se realizarán con lentitud. El maestro hace antes una demostración a los alumnos. El dice las pala­bras y los alumnos hacen los gestos. Después, los alumnos dicen también las palabras. En seguida, el profesor hace las señales y los alumnos dicen las palabras.

k. El catequista: No olvidará el catequista que él es el elemento más importante y que por su mediación se hace intuitivo a niñas y niños el mensaje cristiano. En el catequista ven ellos a la Iglesia y al mismo Cristo. Su manera de saludar, hablar, rezar, el respeto con que trata las cosas sagradas, el dominio de sí mismo ante los catequizandos, el sentido de justicia que demuestra du­rante la catequesis, el amor que dedica a cada alumno,

106

son para ellos las enseñanzas más vivas y la intuición más eficaz.

I. El canto en la catequesis: Tenemos que desarrollar al máximo el arte, porque el arte, la música, el dibujo, la pintura, la poesía, todo lo que exige gestos, imágenes, parábolas y símbolos, ayuda mucho a interpretar el men­saje religioso.

El arte o actividad artística en la catequesis contri­buye a que el alumno y el catequista sean creadores. Crear es la obra por excelencia de Dios. Hace a la mujer y al hombre corresponsables de todo lo que existe. El misterio de Cristo quedará más grabado en el catequizando si llega a todos los sentidos. Lo lleva a abrirse más a la obra y a la acción del Espíritu Santo. Educa la libertad para el acto de fe.

El arte conduce a la oración, da a los pensamientos forma visible, aumenta su comprensión y aprecio por parte de los catequizandos, pone en función a todo el ser, no sólo a la inteligencia. Entran en acción la mente, el cora­zón, la imaginación y su capacidad y poder creador.

La estima y comprensión de una verdad crece en nuestra mente en la medida en que nuestra libertad es ejercida mediante la libre expresión de nuestros pensa­mientos relativos a esta verdad o mensaje.

El arte tiene como finalidad dar forma sensible a nuestros conceptos, aspiraciones y convicciones. Niñas y niños quieren "ver" sus pensamientos y hacer que otros los vean. El juicio de la obra de arte del pequeño no se hace con los cánones de los adultos. Que la niña y el niño tengan libertad para formular sus conceptos a su manera.

Las obras de mayor expresión artística para los pe­queños son el dibujo, el arte de modelar, la pintura, la escultura. De ahí la necesidad de obtener los medios necesarios: lápiz de color, cera, papel de color para inura-

107

les, recipientes para el agua, paños o papel de limpieza, pinceles, lápices de cera, todo lo que se necesita para el pequeño "taller" montado en cada parroquia, escuela o familia. La niñez se siente libre, creadora y llena de imaginación en una sala donde encuentra medios para expresarse.

En este mundo vivo y desafiante, niñas y niños hacen murales, pinturas. Expresan sus ideas y su vida. Cuando tienen un pincel y una cartulina en la mano, hacen maravillas. Forma parte del arte tener todo en orden y limpio. Es bueno disponer de papeleras.

Abordamos ahora el punto de la música y el canto. El apóstol Pablo nos exhorta a cantar salmos e himnos (Ef 5,18-19). Y pide que demos gracias a Dios (Col 2,16).

La música es un factor poderoso para desarrollar la capacidad de sentir, crear y apreciar la belleza. Dios es la belleza perfecta. Fomenta el amor a lo bello.

La música es un auxiliar eficaz para la santificación de la persona. "La música sagrada, paite integrante de la liturgia, participa de la finalidad general de la liturgia, que es la gloria de Dios y la santificación y edificación de los fieles" (Pío X). El mensaje de los cantos queda grabado en la memoria con poco esfuerzo. Ayuda a pequeños y gran­des a conocer, saborear y recordar los mensajes religiosos. "Si la música religiosa popular ayuda tanto al apostolado catequético, debe ser cultivada y fomentada con todo cuidado" (Pío XII).

El canto ayuda a la niñez a crear y re-crear. Hace gestos, dramatiza, da ritmo y movimientos espontáneos. Todo esto infunde alegría, satisfacción emocional, alivia tensiones y fomenta la sociabilidad.

Algunos tipos de actividades musicales:

1. Cantar. 2. Escuchar música.

108

3. Tocar instrumentos musicales. 4. La pantomima o arte de acompañar los cantos

con movimientos corporales.

Los objetivos del canto en la catequesis son los siguientes:

• Enseñar al catequizando a rezar cantando. El can­to es una manera muy apropiada para alabar a Dios.

• Capacitar al catequizando para participar mej or en el culto público de la Iglesia, en la oración litúrgica.

Hoy están surgiendo músicas y cantos más de acuer­do con nuestra realidad, pero "los textos destinados a los cantos sagrados deben estar conformes con la doctrina católica y sacados principalmente de la Escritura y de las fuentes litúrgicas" (SC 121). Y el documento de Medellín dice: "Los textos litúrgicos tendrán en cuenta la dimensión social y comunitaria de los cristianos, formando personas comprometidas en la construcción de un mundo de paz" (Paz 24), pues "en la hora actual de nuestra América Latina, como en todos los tiempos, la celebración litúrgica corona y comporta un compromiso con la realidad huma­na" (Liturgia, 4).

Tiene que haber un equilibrio entre el cuño contem­plativo y el mensaje de compromiso que los cantos deben transmitir.

Sabemos que la mayor paite de los cantos conocidos y cantados por el pueblo no tienen ligazón con la realidad. Son canciones piadosas, místicas hasta cierto punto, pero inofensivas. No tocan el compromiso social y comunitario. Por tanto, antes de enseñar un nuevo canto a los catequi-zandos, hemos de examinar bien el mensaje, y si está de acuerdo con la línea de Medellín y Puebla. Como toda la catequesis, nunca podrá estar el mensaje del canto divor­ciado de la Biblia y de la realidad del pueblo.

109