12
PLAZA DE ABASTOS Y PÉRGOLAS DE LAS FLORES CONSTRUCCIÓN

CONSTRUCCIÓN PLAZA DE ABASTOS - …arquitectura.mop.cl/centrodocumental/Documents/enero2011/mercado … · ofrece a las flores el paso de la luz, pero no del sol directamente. Para

Embed Size (px)

Citation preview

PLAZA DE ABASTOS Y PÉRGOLAS DE LAS FLORES

C O N S T R U C C I Ó N

CONSTRUCCIÓN PLAZA DE ABASTOS Y PÉRGOLAS DE LAS FLORES

Direccion de Arquitectura -Ministerio de Obras Públicas

Producto de la construcción de la autopista urbana Costanera Norte surgió la necesidad de mitigar el impacto que provocaría esta vía en el barrio de Estación Mapocho, en particu-lar, sobre tres agrupaciones de comerciantes que ya son parte de la cultura popular de la capital: Las pérgolas San Francisco y Santa María, así como el mercado de abastos Tirso de Molina. Cada uno de ellos en particular, con su historia a cuestas, se vería afectado por una de las salidas que el proyecto de la autopista contempla.

El compromiso de darle una ubicación y edificación definitiva a estas tres verdaderas instituciones de la cultura local la adquirió el Ministerio de Obras Públicas tras una resolución de la Comisión Regional de Medio Ambiente del año 1998, en la que se mandata al ministerio para construir tres edificios para locales comerciales, servicios, baños públi-cos, salas de reunión, tratamiento de basuras y otros en el área comprendida por las aveni-das Independencia, Santa María, Recoleta y la calle Artesanos, justo en el límite entre las comunas de Independencia y Recoleta.

El proyecto actual y definitivo abarca un área de más de 9 mil metros cuadrados y supuso

una inversión de $ 5.891 millones. Las obras comenzaron en enero de 2010 a cargo de la constructora Salfa, sobre un proyecto de la oficina de arquitectos Iglesis Prat, y en la que la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas actúa como unidad técnica responsable.

Los edificios tendrán 49 locales para albergar a la Pérgola San Francisco, 41 locales para la Pérgola Santa María y 352 locales para el mercado Tirso de Molina en dos niveles de hormigón armado, además de la remodela-ción de 15 mil metros cuadrados de espacios públicos y estacionamientos, arborización e iluminación.

Se ha puesto especial atención en potenciar la identidad del barrio, considerando una serie de aspectos constructivos y urbanís-ticos: lo primero, mantener el destino del comercio minorista y no transformar a estas tres organizaciones en una sola gran entidad indiferenciada. Segundo, se buscó dar acceso a las pérgolas por avenida La Paz al modo de un portal. Tercero, se rescató la condición de borde de río, rememorando las arboledas y los tajamares propios de esa zona. Cuarto, se buscó mantener el carácter peatonal del

conjunto mediante un diseño “permeable a los sentidos”, resolviendo el impacto de los automóviles y el retorno de la autopista Costanera Norte hacia la av. Santa María. Un quinto elemento a considerar fue un diseño homogéneo, pero que a la vez respetase la identidad de cada uno de sus componentes. En las tres obras se aplicaron, además, técnicas de diseño bioclimático, lo que resulta fundamental dada la particular naturaleza de los productos que se comercian en las pérgolas.

Para las pérgolas Santa María y San Fran-cisco se pensó el edificio como un remanso en medio de la ciudad; un patio interior de permanencia y tradición. El patio sombreado ofrece a las flores el paso de la luz, pero no del sol directamente. Para el mercado Tirso de Molina, en cambio, la gran cubierta modular reinterpreta el follaje de los árboles del borde del río; los volúmenes traslúcidos generan luz y sombra. El diseño en dos volúmenes interconectados genera un balcón hacia el río Mapocho.

DESCRIPCIÓN DE LA OBRA

Mi nombre es Francisco Zamora Palma, el presidente de los floristas de la Pérgola San Francisco. Pertenezco a la quinta generación de floristas en mi familia y soy el primer hombre en presidir a los asociados de esta histórica institución.

Originalmente estábamos ubicados al medio de la Alameda, frente a la Iglesia San Francis-co. En 1927 se construyó esa pérgola, antes de eso, nuestras abuelas y bisabuelas vendían flores en unos mesones afuera de la iglesia de los franciscanos. Cuentan las historias más viejas que un día de lluvia el príncipe de Gales –de visita en nuestro país—vio a las floristas correr bajo la lluvia y dio la primera donación para construir la pérgola. Si la historia no es verdadera, al menos suena bien y todo el mundo la da por cierta. Ahí estuvieron hasta el año 1948, cuando nos trasladaron a la ac-tual ubicación, al otro lado del río Mapocho. Nos dijeron que sería algo temporal, y así lo ha sido desde entonces. En esos años, la pér-gola estaba ubicada en el mismísimo centro

de Santiago, donde vivían las familias más pudientes de la capital—y de Chile. Cuentan nuestros abuelos que el Presidente Alessandri cruzaba a nuestro bandejón y tomaba café con leche en uno de los locales.A fines de la década de 1990 se anuncia la construcción de la Costanera Norte y el Ministerio de Obras Públicas nos informa que deberíamos dejar nuestros locales y que nos iban a construir un nuevo edificio. La verdad es que durante 7 u 8 años de conversa-ciones esporádicas nunca pasó nada muy concreto. La autopista urbana se construyó y aun cuando originalmente iba a pasar por donde nosotros estábamos ubicados, luego decidieron construirla por el lecho del río; de todas maneras el compromiso de construir un edificio para nosotros y para la pérgola Santa María y el mercado Tirso de Molina seguía vigente.

A nuestros abuelos ya les habían dicho una vez que estas mudanzas eran “temporales”, por lo que había espacio para dudar. Pero

esta vez iba a ser distinto. La Pérgola San Francisco tiene más de 100 años y se ha hecho hasta una obra de teatro sobre la his-toria de los floristas. Es decir, a nosotros nos respetan porque tenemos un respaldo social muy importante. No es políticamente correcto atacar a la pérgola porque la gente le tiene un cariño. Si saliera en el diario que alguien quiere sacar a los floristas, la gente iba a estar a favor nuestro; y por eso estábamos relativamente tranquilos. Pero por otro lado, avanzaba la Costanera Norte y la gente veía que no pasaba nada. Nosotros éramos como el jamón del sándwich. Por una parte recibía-mos las inquietudes de nuestra gente y, por el otro lado, no avanzaban las conversaciones con la autoridad. Para nosotros es fundamen-tal que los anuncios de la autoridad sean cier-tos, porque si no, la gente pensaba con razón que sus dirigentes están haciendo cualquier cosa o los están engañando. Afortunadamen-te, en la Pérgola San Francisco no hay nadie que haya llegado hoy. Todos los locatarios de hoy son descendientes de los mismos que

MUDANZAS TEMPORALES

CONSTRUCCIÓN PLAZA DE ABASTOS Y PÉRGOLAS DE LAS FLORES

Direccion de Arquitectura -Ministerio de Obras Públicas

estaban en la Alameda; nos conocemos todos desde chicos, nuestros padres y abuelos se conocen. Es como una familia. A veces nos peleamos mucho, pero siempre priman los años que nos conocemos. Esa historia pesa mucho a la hora de sentarse a conversar con la autoridad.

Recuerdo empezamos a conversar con la Dirección de Arquitectura. Nos citaron a una reunión en la Municipalidad de Independen-cia para mostrarnos el proyecto de la nueva pérgola. Era un proyecto sensacional, pero no era ni lo que queríamos, ni lo que necesi-tábamos; no nos preguntaron nada y no nos satisfacía en nada. Nos trasladaba desde la comuna de Independencia a la de Recoleta. Quizás entre los arquitectos era un proyecto fantástico—yo se los dije en la reunión—pero a nosotros no nos servía; nos consideraba a las tres comunidades como un todo, como una especie de megamercado, sin acoger nuestras diferencias, nuestra realidad.

A diferencia de la pérgola Santa María y el mercado Tirso de Molina que se encuentran en terrenos que administra el municipio, nosotros estamos ubicados en un terreno que es del Ministerio de Bienes Nacionales, lo que nos da cierta libertad y margen de maniobra para presentar nuestras observa-ciones a las autoridades.

Si nos miran desde la calle, por afuera nos parecemos mucho con la otra pérgola y el mercado, pero somos muy distintos unos de otros. Pese a nuestras diferencias, hicimos un frente común ante el Ministerio de Obras Públicas. Recuerdo la primera reunión que tuvimos. Eliseo Huencho, el director regional de la Dirección de Arquitectura, nos pidió a todos que dijéramos lo que pensábamos del proyecto. Él nos volvió a citar una semana después y nos dio respuesta a todas las inquietudes que teníamos y, además, un do-cumento que era una especie de pre-acuerdo para echar a andar el resto del proceso.

A partir de ese momento le empezamos a encontrar una lógica a esta historia, comenzamos a entender por qué se hacían las cosas que se hacían. Hasta antes de ese día, a nosotros nos decían “les vamos a hacer una casa, pero una casa más chica que la que tienen ahora”. Y nunca nos explicaron por qué. En esa reunión, Eliseo nos contó el tema de los porcentajes de constructibilidad y los planos reguladores, etc. ¡Un montón de cosas que nosotros no teníamos por qué saber, si nosotros vendíamos flores! Cada cual sabe de su propio trabajo, pero si vas a intervenir en el trabajo de otro, tienes que explicarles.

Tal como el arquitecto tiene que conocernos a nosotros para hacer la obra, nosotros tenía-mos que conocer cómo funciona la autoridad, conocer las razones de por qué ciertas cosas tienen que cambiar. Empezamos a entender y a acomodar nuestras posiciones para llevar adelante el proyecto. Recuerdo que tuvimos la presentación de un libro sobre participa-ción ciudadana aquí en la pérgola y yo fui

una de las personas que habló ese día, y lo que dije fue esto mismo: esto es realmente participación ciudadana. Nosotros estábamos participando del lanzamiento de un libro del Ministerio y ellos están participando de la construcción de nuestro edificio. Si hay con-tacto con la autoridad, si estando en la mesa conversando entra la autoridad y vemos que ellos entienden nuestro negocio, uno confía y ve que la cosa avanza. Vemos que el ministro sabe de lo que habla y en un año avanzamos más que en los nueve años anteriores. No-sotros veíamos que nuestras sugerencias y opiniones estaban reflejadas en el proyecto. Y eso nos permitía mostrar que estábamos cumpliendo nuestra labor como dirigentes: defender la situación de los floristas.

Mi nombre es David Aguayo Méndez, tengo 54 años y presido la Asociación Gremial de Comerciantes Tirso de Molina. Llevo 35 años como comerciante en ese lugar, pero llegué cuando tenía 10 años de edad. La mayoría de la gente que ahora trabaja aquí se crió en cunitas, en cajas del mercado; literalmente nacidos y criados en este lugar. Es pintoresco decirlo, pero vivirlo es muy desagradable. Las generaciones que nacieron después tienen otro nivel. Nuestros hijos fueron a la educación Media y nuestros nietos, algunos ya van a la universidad.

El Mercado Tirso de Molina tiene unos 55 años. La historia más antigua dice que la locomoción colectiva llegaba solamente hasta allí; era un terminal de buses. Los viejitos se bajaban y ponían sus cajones para vender los productos que traían de las comunas vecinas. La Vega ya existía desde mucho

antes, y los que no traían frutas y verduras para la Vega se instalaban en lo que ahora es el Tirso de Molina. Primero estaban solos con sus cajones y canastos, luego armaron sus primeros puestos de madera y, hace unos 33 años atrás, se hizo el mercado de fierro que se demolió ahora para construir el edificio definitivo. Se construyó como una estructura provisoria y duró todos estos años hasta hoy, cuando comenzó la construcción definitiva.

Mi papá estaba en la Plaza Venezuela, entre el río Mapocho y el Mercado Central, luego se pasó al puente de los carros. Cuando él se retiró, seguí yo. De ahí nos cambiaron al mercado Tirso de Molina. Este es mi último periodo como dirigente y termino mi presi-dencia de la Asociación. Haber sido partícipe de este proceso lo considero una bendición. Pararse en la calle y mirar la obra llena de orgullo; recuerda el trabajo de tantos otros

dirigentes que estuvieron antes que uno, tan-to en nuestro lado como en el Gobierno, con distintos presidentes, ministros y arquitectos.

Creo que al hacer el recuento de esta historia se ve que la autoridad aprendió de nosotros, se dio el tiempo de sentarse a conversar y conocernos, así como nosotros también aprendimos a conocer las razones que tenía la autoridad para tomar ciertas decisiones que al principio no entendíamos ni compar-tíamos. Yo no tenía conocimiento de que se pudiera trabajar así con un ente del Estado. El único conocimiento que teníamos era la Municipalidad, con la que el contacto era mí-nimo. Ahora nos sentamos a conversar sobre la construcción del edificio.

Cuando recién conocimos a Eliseo Huencho, el director regional de la Dirección de Arqui-tectura, él venía recién llegado y nos presen-

PANTALONES LARGOS

CONSTRUCCIÓN PLAZA DE ABASTOS Y PÉRGOLAS DE LAS FLORES

Direccion de Arquitectura -Ministerio de Obras Públicas

tó un proyecto que no tenía ningún futuro. Dijo una frase que yo creo que no va a decir nunca más: “Este proyecto fue consultado con el Colegio de Arquitectos y, el presidente del Colegio lo aprobó”. Nosotros le respondi-mos que el presidente del colegio no trabaja ahí. Por supuesto que lo iba a aprobar, pero después no iba a ir nunca más y los que se iban a morir ahí seríamos nosotros.

La nueva forma de trabajar del Ministerio de Obras Públicas ha sido muy buena; fuimos los pioneros y ahora siguen trabajando con los beneficiarios en todos los proyectos, lo que es muy bueno. Siento que nosotros aportamos en hacer el edificio al modo en que nosotros queríamos que fuera.

Creo que el Ministerio también aprendió que trabajar con personas es bastante difícil; no sé si los tendremos aburridos, pero es así. Mi

pura directiva eran 13 personas y habíamos 5 que éramos la “Comisión Ministerio”, que iba a las reuniones con los arquitectos. A veces le pedíamos a Eliseo Huencho que nos diera los planos o una copia, para llevarlos y mostrarlos a nuestros 352 asociados, porque no podíamos hacerles los dibujitos. Y usted comprenderá que poner de acuerdo a 352 personas siempre va a ser difícil. Si hay algo que yo aprendí siendo dirigente es que todas las personas tienen algo positivo que poner en un proyecto; lo que hay que hacer es saber encontrar eso bueno y darle la oportu-nidad de que lo pongan al servicio del resto. Hay que saber qué pega hace bien cada uno, y así se arman los grupos.

Por una cuestión de ética yo no voy a la reelección, pero varios dirigentes que tene-mos experiencia vamos a seguir asesorando a los nuevos. Estamos buscando gente nueva

y, varios de nuestros hijos, nuestros yernos, tienen estudios, algunos han llegado al a uni-versidad, tienen conocimientos de adminis-tración, y pueden hacerse cargo del tema.

Además, la administración del edificio va a quedar a cargo de una persona externa a nosotros. Él va a tener que atender a todos los locatarios y le va a rendir cuentas a la directiva; porque hoy somos nosotros mismos los que nos organizamos, pero tiene sus desventajas, porque somos como una familia, que hemos vivido juntos por décadas y hay momentos en lo que hay que tomar decisiones frías que afectan a alguien y es difícil. Para esas circunstancias hay que tener un administrador. Nuestros costos de administración del edificio van a subir, pero esperamos que el edificio sea un buen cam-bio; para nosotros va a ser como ponernos pantalones largos.

Mi nombre es Eliseo Huencho, director regional de la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas. Yo era el direc-tor de la IX Región cuando a mediados del año 2007 me ofrecieron venirme a Santiago. Una de las primeras cosas en las que me tocó participar fue en el proceso de licitación del proyecto de la Plaza de Abastos y Pérgola de las Flores que fracasaría por falta de participación de los beneficiarios, porque no se enmarcaba en el presupuesto que el Mi-nisterio tenía contemplado y, además, porque involucraba a dos municipalidades que tenían planos reguladores distintos.

Si nos remontamos a su origen, la construc-ción de la autopista urbana Costanera Norte iba a requerir mover a las dos pérgolas y el mercado de su ubicación tradicional y relo-calizarlos, además de que se debía construir una pista de retorno para los vehículos que salieran de ella. En 1998, una resolución de la COREMA establece la obligación del Ministerio de construir—como parte de estas

obras de mitigación—un nuevo edificio para estas tres verdaderas instituciones del barrio Mapocho.

Luego se modificó el trazado de la autopista y se decidió usar el lecho del río Mapocho, no obstante, se mantuvieron las medidas de compensación que se habían comprometido porque la salida de la autopista en Recoleta generaba un alto impacto, especialmente el retorno en “U” que pasaba por la calle Artesanos.

En el año 2005 se pensaron algunas obras de mitigación para remozar las pérgolas y el mercado, en específico, hermoseamiento del lugar y habilitación de espacio público junto con la salida y retorno de la autopista. Con el tiempo la gente se inquietaba e insistían que había un compromiso por parte del MOP para dar una salida definitiva a estos locales, que no se estaba cumpliendo. Y pasaba el tiempo buscando esta solución en la que había muchos otros actores involucrados: los municipios, el Ministerio de Vivienda

(porque originalmente en esta zona no se podía construir y el plano regulador fijó unas condiciones que si bien no permitían la constructibilidad de todo el paño, sí admitía un 30% de construcción). En el año 2006, la Dirección General de Concesiones mandató a la Dirección de Arquitectura a participar en este proyecto. Fue entonces cuando se presentaron varios anteproyectos como propuesta para el sector, pero ninguno fue satisfactorio.

Ese impasse fue, por su parte, una oportuni-dad, porque nos permitió hacer ajustes en los términos de la licitación para hacerlas más motivadoras para las empresas y atracti-vas también. Pese al fracaso, aprendimos muchísimo respecto del modo en que hay que llevar estos proyectos y fue una especie de punto de quiebre. Allí la cosa cambió totalmente y nos dimos el tiempo y el espacio para generar las instancias de diálogo nece-sarias para echar a andar este proyecto.

APRENDIZAJE MUTUO

CONSTRUCCIÓN PLAZA DE ABASTOS Y PÉRGOLAS DE LAS FLORES

Direccion de Arquitectura -Ministerio de Obras Públicas

Hoy los dirigentes conocen a la perfección las normas que rigen la edificación, y eso fue una tarea que demandó tiempo y la cons-trucción de confianza tanto de parte de ellos como de nosotros. La ciudadanía en general no distingue los roles hay en la administra-ción pública, a lo más distingue entre alcaldes y gobierno central; pero a éste lo ve como una sola cosa. Que hagan esa distinción es parte de nuestro desafío como institución pública. Cuando no hay buena coordinación entre las distintas autoridades, se merman las posibili-dades de servir bien a la gente. Y yo creo que en una primera etapa de este proyecto, fue precisamente eso lo que ocurrió. Se avanzó sin la participación de la gente. A veces, era un acuerdo entre el gobierno central y la mu-nicipalidad para dar una solución a la gente. Otras, era un acuerdo entre la municipalidad y la gente para presentar un proyecto al Ministerio de Obras Públicas. Pero nunca eran los tres actores los que se sentaban a conversar Por mucho tiempo este triángulo

nunca estuvo completo y, cuando comenza-mos a trabajar los tres juntos –Ministerio, alcaldes y los locatarios—, este proyecto comenzó a caminar de modo satisfactorio.

Y aquí hay que hacer un alcance muy impor-tante respecto del aprendizaje y de conocer al otro. Para nosotros en la Dirección de Arquitectura todo era muy normal, porque conocemos los plazos y trámites que tienen las obras públicas que construimos; sabemos que demoran un tiempo y vemos los avances que se hacen en el papel antes de empezar a construir. Pero para los floristas y los del mercado todo esto no era visible, ellos lle-vaban 10 años hablando con las autoridades y no vieron ningún hecho real en el terreno hasta el día en que las máquinas entraron a demoler los locales provisorios. Cuando las obras comenzaron ya había un colchón de confianza producto del trabajo de años. No-sotros aprendimos cómo se venden las flores y el funcionamiento del mercado; eso nos lo comunicaban ellos y nosotros tratábamos de plasmarlo en la arquitectura del proyecto. Y

ellos, por su parte, aprendieron de nosotros las normas y las obligaciones que el proyecto requería.

La parte afectiva es muy relevante en este proyecto, porque hay que lograr que los locatarios quieran el edificio. Para nosotros es importante que la gente lo vea como un lugar agradable para ir a comprar flores, estacionarse, hacer la feria de la semana, pero para ellos es pasar a una etapa muy distinta de sus vidas. Las pérgolas son más pequeñas que el mercado; y para ellos el proyecto se mantiene muy fiel a lo que era su estilo de vida original; pero el mercado Tirso de Molina es mucho más grande y les va a demandar un nivel de costo más alto.

Para ellos, el administrador del edificio es el municipio y van a tener que ponerse de acuerdo. Van a tener que aprender a administrar estas dependencias, porque ya no es el local de fierros que iba creciendo con el tiempo según sus posibilidades. Ahora deben asumir que es un edificio que está en

la lógica del espacio común. Algunos ya nos están preguntando si pueden botar una pared para unirse con el que está atrás y hacer un solo local, o quieren mantener la informalidad de las cuentas de agua y de luz, o el manejo de los alcantarillados. Vemos que hay ciertas rigideces propias de vivir en un edificio como éste y creemos que hay que capacitar a la gente en la administración de un inmueble de esta envergadura porque se formalizan una serie de informalidades propias del tipo de trabajo que ellos realizan. Por eso creemos que es importante que un actor como el municipio sea el garante de que el conjunto tenga una buena vida. Si no, cada locatario se va a preocupar de su propio espacio y los lugares comunes van a morir. Nosotros se los hemos dicho, pero creo que sólo le van a tomar el peso cuando estén ahí.

CONSTRUCCIÓN PLAZA DE ABASTOS Y PÉRGOLAS DE LAS FLORES

Direccion de Arquitectura -Ministerio de Obras Públicas

El texto a continuación es una copia del testimonio que se enterró el día 14 de enero de 2010 junto al a primera piedra de las obras definitivas de las pérgolas San Francisco, Santa María y el mercado Tirso de Molina.

Testimonio para el acto de instalación de la primera piedra de las pérgolas de San Francisco, Santa María y del mercado Tirso de Molina

Hoy, 14 de enero del 2010, queremos dejar testimonio de nuestra historia, de lo que es y ha sido, para cada uno de nosotros, el ser parte de la pérgola de San Francisco, la pér-gola Santa María y el mercado Tirso de Mo-lina. Somos una más de tantas generaciones, al menos la cuarta, responsable de continuar con la historia, el oficio y las tradiciones. Cuando hablamos de los inicios, debemos hablar de la Iglesia Las Carmelitas, de las chimbas, la piscina de la Universidad de Chile, la estación Mapocho y el tranvía. La actividad de las pérgolas se remonta a principios del siglo XX, llevándonos a la orilla

del río Mapocho y a la Iglesia San Francisco, que recibían a las pergoleras con sus cunas de flores. Por los años 20 el Príncipe de Gales, en su viaje a Chile, al ver a las pergoleras, decide realizar una importante donación para em-bellecer la Pérgola. En ese entonces ubicada frente a la Iglesia San Francisco. Veinte años después la municipalidad decide sacar a la Pérgola San Francisco de la Ala-meda y trasladarla a una nueva construcción que los albergaría, pero la resistencia pudo más y deciden no trasladarse. El municipio resuelve entonces ocuparla con los carillo-neros que trabajaban a la orilla del río y que comercializaban sus flores en la estación. Nace así, en 1947, la pérgola Santa María, que ahora tenía donde comercializar sus ca-rillones, sus flores, tenían su propia pérgola. Ya eran pergoleras y pergoleros. Un año des-pués la pérgola de San Francisco fue forzada a salir de la Alameda a su ubicación actual. Desde avenida La Paz, las pergoleras y pergoleros han lanzado sus pétalos para des-pedir a grandes personajes, sin mirar color ni origen. Son quienes continúan con la tradi-

ción que se inicia en el año 57, al despedir los restos de Gabriela Mistral. Con los años han sido despedidos, entre otros, el general René Schneider, el niño Rodrigo Anfruns, el Gato Alquinta, Gladys Marín y Víctor Jara. Los inicios del mercado de Tirso Molina están ligados al comercio que se generaba en torno a los vagones del tranvía. Los primeros comerciantes llegaban con sus cunas y, sin proponérselo, comenzaron a ser un punto de abastecimiento que encontró en las chimbas a sus principales consumidores. Con el crecimiento de la ciudad y la nueva forma de transporte, llegan las micros. La actividad, que inicialmente era ambulante, comienza a crecer y a radicarse, desapareciendo poco a poco las cunas y apareciendo los mesones. A mediados de los 70, cuando las micros se habían marchado, el municipio decide juntar a los locatarios de los artesanos, del puente y del Mapocho, en un sólo mercado proviso-rio, mientras se buscaba donde instalarlos definitivamente. Nace así el mercado de Tirso Molina. La historia de la San Francisco, la Santa Ma-ría y Tirso de Molina, es también la historia

de la ciudad, nos han sacado y nos han reins-talado porque la ciudad ha crecido, se amplía, se moderniza… El año 98 no fue la excepción, la construcción de la Costanera Norte nos puso otra vez en jaque. Pero nos unimos, dejamos a un lado nuestras diferencias y nos movilizamos. Exigimos que la ciudad y su modernidad no nos pasaran nuevamente por encima, exigimos que nos consideraran y así fue. Lento en un comienzo, pero durante el mandato de la Presidenta Michelle Bachelet vimos una oportunidad y la aprovechamos. Nos unimos y nos hicimos parte de la solu-ción, trabajamos duro y estamos felices de poder ser parte de este momento histórico.Más de cuatro generaciones han pasado. Trenes, tranvías, micros… todos han pasado menos nosotros, nuestra cultura, nuestro oficio y tradiciones, hoy nos quedamos aquí y seguiremos siendo la Pérgola de San Francis-co, la pérgola Santa María y el Mercado de Tirso Molina.Muchas Gracias

PLAZA DE ABASTOS Y PÉRGOLAS DE LAS FLORES

C O N S T R U C C I Ó N