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El 31 de agosto ocurrió un hecho entrañable en Las Vegas, al

menos para muchos vecinos, principalmente, y vecinas: José Veiga estuvo, por última vez, detrás de la barra del Bar Veiga. Se jubiló después de 35 años al frente de un negocio de hostelería, en el que ha dejado huella como persona y como profesional, por su saber estar, por si sencillez y amabilidad para con todo el mundo y por su apoyo al deporte.

Pero no abandona Corvera, “mi patria chica”, sino que se retira para vivir de la paz y tranquilidad de Molleda, concretamente de El Pino, donde tiene casa.

José Veiga nació en 1947 en La Marcide, Puento Nuevo (Lugo) y llegó a Corvera, a Las Vegas, en 1968, trabajando en la construcción. Se casó con Sara, con la que tiene una hija, Susana, que, a su vez, tiene dos hijos, José e Irene.

No debieron ir las cosas muy bien, porque cambiaron Las Vegas por Suiza, convirtiéndose en emigrantes durante cinco años. Regresaron en 1977 y abrió un negocio de hostelería: el Bar Veiga.

“Y no me moví de aquí, porque siempre me ha ido muy bien –dijo José- y guardo muy buenos recuerdos.”. Lo que no dice, porque su sencillez y humildad se lo impide, es que durante 35 años su mujer y él han trabajado incansablemente, desde primera hora de la mañana hasta altas horas, muchas veces, de la madrugada.

Su otra faceta, desarrollada desde el bar, fue al apoyo constante dedicado al mus y al fútbol-sala.

“Por mediación de los clientes –dijo- en 1981 se creó la peña de mus del Bar Veiga; me animaron a dar el paso, porque por aquel entonces el mus estaba en auge”. Se creó la peña que participa

“Fue crucial para mi; si no fuese por esta etapa deportiva mi vida sería distinta”

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desde entonces en el Campeonato Avilesino de Mus (“actualmente somos la peña más veterana”), que acoge peñas de toda la comarca, así como el campeonato social en el que participa la clientela del bar y el Trofeo Corvera de Mus, con motivo de las fiestas.

A lo largo de la conversación salen nombres que le han ayudado mucho, pero que no quiere citar no olvidarse de alguien: “A todos ellos quiero darles las gracias porque siempre han colaborado muchísimo para que todas las actividades desarrolladas en el mus pueden salir adelante; sin su concurso hubiese sido imposible para mí poder haber seguido porque mi trabajo detrás de la barra me lo impedía”.

Casi a la par que su implicación en el mus, José Veiga inició su apoyatura al equipo de fútbol-sala, “manteniéndolo durante 27 años, mientras pude”.

Después de 35 años, los recuerdos se amontonan y la emoción emerge al volver la vista atrás: “Tengo muy buenos recuerdos que llevaré conmigo siempre –dijo José Veiga- tanto de mus como de fútbol-sala y de mi trayectoria detrás de la barra atendiendo a la clientela. Eso sí, de vez en cuando ha habido sinsabores, pero muchas alegrías, que es lo que inclina la balanza y que me hace sentirme orgulloso de lo que hice en compañía de mi mujer”.

“A todos ellos quiero darles las gracias porque siempre han colaborado muchísimo para que todas la s act i v idades desarrolladas en el mus pueden salir adelante; sin su concurso hubiese sido imposible para mí poder haber seguido porque mi trabajo detrás de la barra me lo impedía”

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Ahora se retira a Molleda, concretamente a El Pino: “Allí tengo casa y, por fin, sosiego y paz y poder dedicar el tiempo para mi y para la familia, que ya va siendo hora, porque son muchos años enjaulado en el bar”.

El punto final lo tiene claro: “Agradecer a todo el mundo su comportamiento, en general, tanto en el bar como por el apoyo a las peñas del mus y al fútbol-sala”.

Todo un personaje al que se le echará en falta. José Veiga siempre ha sido y es la personificación de la sencillez y el saber estar detrás de una barra. Y lo ha hecho durante 35 años con la sonrisa en la cara. Para quitarse el sombrero.

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“Agradecer a todo el mundo su comportamiento, en general, tanto en el bar como por el apoyo a las peñas del mus y al fútbol-sala”

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