CUANDO PARTIÓ DE ESTE MUNDO

SAN FRANCISCO DE ASÍS (AÑO 1226)

FRANCISCO SUÁREZ SALGUERO

~ 1 ~

Francisco Suárez Salguero ha compuesto estos escritos esmerándose en ofrecer

la crónica cronológica que el lector podrá aprovechar y disfrutar. Lo ha hecho

valiéndose de cuantas fuentes que ha tenido a mano o por medio de la red in-

formática. Agradece las aportaciones a cuantas personas le documentaron a tra-

vés de cualquier medio, teniendo en cuenta que actúa como editor en el caso de

algún texto conseguido por las vías mencionadas. Y para no causar ningún per-

juicio, ni propio ni ajeno, queda prohibida la reproducción total o parcial de este

libro, así como su tratamiento o transmisión informática, no debiendo utilizarse

ni manipularse su contenido por ningún registro o medio que no sea legal, ni se

reproduzcan indebidamente dichos contenidos, ni por fotografía ni por fotocopia,

etc.

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San Francisco abrazando a Cristo en la Cruz.

Obra de Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682).

Óleo sobre lienzo de entre los años 1668-1669.

Museo de Bellas Artes de Sevilla.

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A MODO DE PRÓLOGO

EMPEZÓ A CONSTRUIRSE LA CATEDRAL GÓTICA DE TOLEDO

El día primero de 1226, el 1 de enero, fue jueves, significativamente jueves por lo que

podremos leer a continuación en algún momento.

Se empezó a construir en este año la catedral gótica de Toledo, reinando en Castilla

Fernando III el Santo.

Existe la tradición que remonta un remoto origen de la catedral de Toledo a los tiem-

pos paleocristianos del siglo I o a partir de entonces, siendo los tiempos del supuesta-

mente primer obispo de Toledo, San Eugenio mártir, supuesto discípulo de San Dionisio

Areopagita, obispo de Atenas, que a su vez había sido discípulo de San Pablo.

Más cierto es que donde se ubica la catedral de Toledo hubiera anteriormente una

iglesia visigoda que se consagrara en el año 587, tal vez remodelada de la más primi-

tiva; así lo atestigua una inscripción aparecida en el siglo XVI que se conserva en el

claustro, donde se dice esto: “En el nombre del Señor fue consagrada la Iglesia de

Santa María en católico, el día primero de los idus de abril, en el año felizmente

primero del reinado de nuestro gloriosísimo rey Flavio Recaredo. Era 625 [13 de abril

de 587]”.

Como sabemos, Toledo fue importante sede episcopal en la Hispania visigoda, cele-

brándose allí numerosos e importantes Concilios. También allí abjuró del arrianismo el

rey Recaredo, haciéndose católico. Más tarde llegaron los musulmanes, que no elimi-

naron de inmediato la tradicional impronta cristiana del obispado en su amplitud. De

todos modos el obispo y su curia se reubicaron, estableciéndose en la mozárabe iglesia

de Santa María de Alfizén, de la que sólo quedan referencias en los códices antiguos,

pero nada de restos arqueológicos.

Cuando los árabes se apoderaron de la ciudad de Toledo pactaron con los cristianos

una cierta tolerancia religiosa, pero la antigua iglesia, la basílica de Santa María, quedó

convertida en mezquita mayor; y permanecieron para el culto cristiano nueve iglesias

parroquiales repartidas por la ciudad, entre ellas la de Santa María de Alfizén, que fue

utilizada como sede episcopal y parroquia durante toda la dominación islámica y más

tarde, en tiempos de Alfonso VI, cuando se impuso el rito romano sobre el hispano-

mozárabe, pues aquí los mozárabes seguían en sus funciones litúrgicas ese rito hispano-

mozárabe.

Al-Hizém (de donde viene Alfizén) significa ceñidor. Estaba situado el recinto de Al-

Hizém o Alfizén en la parte más elevada de la ciudad, por lo que las distintas civiliza-

ciones fueron ocupando este lugar como recinto protegido y fortificado para uso de go-

bernantes, administradores y tropas defensoras. Era el reducto más difícil de tomar en

caso de ataque enemigo. Este recinto defensivo dio lugar con el tiempo al barrio del Al-

ficén donde se fueron alzando edificios que subsisten como el Alcázar (en lo más alto),

el Hospital de Santa Cruz (hoy museo), el convento de Santa Fe y el monasterio de la

Concepción Franciscana. Lo que aquí se conserva es parte del “Patrimonio desapare-

~ 4 ~

cido de la ciudad de Toledo”, como es el caso de la mencionada iglesia y de lo que fue

sede episcopal.

Se cree o se supone que el edificio episcopal visigodo fue trasformado y convertido en

mezquita mayor de Toledo. Algunos investigadores apuntan que la sala de oración de la

mezquita se corresponde con el cuerpo de las cinco naves de la actual catedral; el

sahn (patio) coincidiría con una parte del actual claustro y de la capilla de San Pedro y

el alminar con la actual torre de campanas. Entre los datos arqueológicos actuales es po-

sible observar algunos vestigios de la construcción musulmana: una columna islámica

empotrada dentro de la capilla de Santa Lucía; los fustes marmóreos que guarnecen el

exterior del coro son un aprovechamiento de una antigua construcción musulmana; los

arcos entrecruzados de estilo califal en el triforio de la capilla mayor y en el de la girola,

coinciden con la tradición constructora musulmana de Córdoba, si bien evidentemente

su estructura es de traza cristiana.

Como recordamos, la ciudad de Toledo fue conquistada por el rey castellano-leonés

Alfonso VI en el año 1085. Uno de los puntos de las capitulaciones que hicieron posible

la entrega de la ciudad sin derramamiento de sangre fue la promesa de este rey de con-

servar y respetar los edificios de culto, las costumbres y la religión tanto de musulmanes

como de la gran población cristiana mozárabe; naturalmente, la mezquita mayor se ha-

llaba comprendida en ese compromiso. Poco después, el rey tuvo que ausentarse por

evidente ejercicio de sus funciones y cuestiones de Estado, quedando al frente de la ciu-

dad su esposa Constanza y el abad del monasterio leonés de Sahagún, el cluniacense

Bernardo de Sedirac, a la sazón convertido en arzobispo de Toledo. Estos dos perso-

najes, Constanza y Bernardo, de mutuo acuerdo y aprovechando la ausencia del rey,

protagonizaron un hecho desafortunado que, según cuenta el padre Juan de Mariana

(1536-1624) en su Historia General de España, a punto estuvo de provocar una rebe-

lión y un levantamiento no deseado y la ruina de la ciudad recién conquistada.

El caso fue que, el día 25 de octubre de 1087, aquel arzobispo (de acuerdo con la no

menos intolerante reina Constanza) envió gente armada para que se adueñara por la

fuerza del recinto de la mezquita. Después de este lance, instalaron un altar provisional

y colocaron una campana en el alminar, siguiendo la costumbre cristiana para “arrojar

las suciedades de la ley de Mahoma”. Cuenta el padre Mariana que el rey Alfonso VI se

enfadó tanto cuando se enteró de lo acontecido que ni el arzobispo ni la reina consiguie-

ron aplacarle y que dictó sentencia de muerte para casi todos los implicados. La leyenda

cuenta que fueron los musulmanes los verdaderos intermediarios para conseguir la paz,

con la figura del negociador y alfaquí Abu Walid, quien llevó al rey un mensaje de pa-

ciente tolerancia en el que se decía que aceptaban como legítima la usurpación. En re-

cuerdo y gratitud de este gesto, el cabildo catedralicio del siglo XV le dedicó al alfaquí

un homenaje y encargó su efigie para colocarla en uno de los pilares de la capilla ma-

yor, perpetuando de esta manera su recuerdo. Este hecho no está documentado y mu-

chos historiadores de arte ven en la efigie un sacerdote de aspecto musulmán, no al

alfaquí Abu Walid. Como consecuencia de aquel suceso, el mencionado percance, la

mezquita toledana quedó consagrada y convertida en catedral cristiana, sin hacer apenas

cambios en su estructura.

~ 5 ~

No se conservan los planos de lo que fue la mezquita ni se sabe cómo era esta cons-

trucción, pero teniendo en cuenta los vestigios conservados en otras ciudades andalusíes

(Sevilla, Jaén, Granada, Málaga y la propia mezquita de Córdoba) puede suponerse que

sería un edificio columnario, arquería de herradura sobre columnas tal vez aprovechadas

de otras construcciones romanas y visigodas. Es posible que se pareciese bastante a

la iglesia de El Salvador de Toledo, antigua mezquita, tal como puede contemplarse.

El rey Alfonso VI hizo importantes donaciones y privilegios reales al nuevo santuario

o templo (mezquita-catedral). El 18 de diciembre de 1086 fue puesta la catedral bajo la

advocación de Santa María y se le concedieron villas, aldeas, molinos y un tercio de los

ingresos de todas las demás iglesias de la ciudad.

Se hicieron las obras necesarias y las modificaciones para establecer el culto cristiano

romano, cambiando la orientación del presbiterio y la capilla mayor. En 1088 le recono-

ció el Papa Urbano II (1088-1099) la condición de catedral primada sobre las demás

sedes del reino (el que fuera reino visigodo), mediante la bula Cunctis Sanctorum. La

mezquita-catedral se mantuvo casi intacta hasta el siglo XIII, año de 1222, cuando una

bula del Papa Honorio III autorizó a emprender las obras de la nueva fábrica que se

iniciaron en 1224 (ó 1225) y cuya ceremonia oficial de colocación de la primera piedra

tuvo lugar en 1226 (otras fuentes dicen 1227), con la presencia del rey Fernando III el

Santo. A lo largo del siglo XIII se aumentaron las rentas catedralicias al integrarse en su

patrimonio Alcalá de Henares.

El edificio de la catedral de Toledo tal y como hoy se contempla es obra práctica-

mente del siglo XIII, de los tiempos del arzobispo don Rodrigo Jiménez de Rada y del

rey Fernando III el Santo. La ceremonia oficial de colocación de la primera piedra se

retrasó con respecto al comienzo de las obras, en espera de que el rey pudiera hacer acto

de presencia, lo que pudo ser (como queda dicho) en 1227. Rodrigo Jiménez de Rada

había sido elegido arzobispo de Toledo en 1209 y desde el principio de su mandato

defendió con mucho interés ante el Papa la primacía hispana de la sede toledana. En su

mente estaba la construcción de una gran catedral digna de esta ciudad que él gobernaba

o regentaba como prelado y magnate poderoso. Por entonces, la mezquita-catedral se

mostraba bastante vieja y ruinosa, poco acorde con la catedral que quería Jiménez de

Rada, e incluso también Fernando III; incluso algunas secciones habían sido demolidas

por Martín López de Pisuerga, su antecesor. La mezquita-catedral disponía de un amplio

espacio, pero era de poca altura y le faltaba la esbeltez de otros templos de similar im-

portancia. Así, Jiménez de Rada fue el entusiasta promotor de la nueva catedral que se

edificaría al gusto de la época, en rotundo y total estilo gótico. Tan entusiasta fue con el

proyecto y tanto se involucró en él, que se llegó a decir que fue el autor-arquitecto de las

trazas de la nueva catedral; afirmación totalmente fuera de lugar según los historiadores

y arquitectos. Lo cierto fue que el arzobispo pasó unos años manteniendo y reforzando

el antiguo edificio de mezquita-catedral a la espera de que su sueño catedralicio fuera

realizado.

~ 6 ~

~ 7 ~

AÑO 1226

~ 8 ~

ALFOZ DE ALBA DE TORMES (REINO DE LEÓN)

REPOBLACIÓN

Fue mostrando todo su interés y decisión el rey Alfonso IX de León en la repoblación

del alfoz1 de Alba de Tormes,

2 siendo esta villa un municipio histórico de los reyes de

León, que fueron quienes crearon o erigieron su concejo, origen de su alfoz, el cual se

dividió en varios cuartos territoriales: Cantalberque, Allende el Río, Rialmar y la propia

villa de Alba de Tormes con sus poblados anejos.3 Podemos recordar que el 4 de julio

de 1140 el rey Alfonso VII el Emperador (1126-1157) otorgó fuero propio a la villa de

Alba de Tormes. Debido a su importancia, el alfoz quedó constituido como señorío de

realengo leonés.

1 Término árabe (medieval y jurisdiccional) sobre población, referido al conjunto de pequeñas aldeas y

zonas rurales que dependían de las autoridades municipales de la villa.

2 Ahora en la provincia de Salamanca.

3 Fue importante el concejo de Alba de Tormes, de “Villa y Tierra”, correspondiendo a algo más que un

recinto amurallado. Las vecindades se hallaban integradas en la estructura de la collacción, asociadas a

iglesias de Alba. La tierra o alfoz la formaban aldeas agrupando circunscripciones que se llamaban

“cuartos”, los que se acaban de mencionar. Otra división eran la de los sexmos, siendo los sexmeros los

representantes de dichos distritos.

~ 9 ~

MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE BUENAFUENTE DEL SISTAL

(REINO DE CASTILLA)

DONACIÓN DE UNA HEREDAD

Gonzalo Pérez de Lara y su esposa Sancha Gómez, condes señores de Molina,4 ce-

dieron al Monasterio de Santa María de Buenafuente del Sistal, de monjas cistercien-

ses, un terreno de su propiedad entre Anquela y Selas.5

Tiene este monasterio una arquitectura cisterciense muy sobria, pero interesante, ro-

deada de una arboleda y una vegetación que conforman un paisaje muy propio de esta

zona del Alto Tajo.6

Los primeros canónigos que ocuparon este monasterio llegaron procedentes del mo-

nasterio francés de Bosque Bertaldo, movidos a instancias del rey Alfonso VIII de Cas-

tilla (1158-1214), que quiso (tras la reconquista de las tierras de Molina y de Sigüenza)

repoblar y proteger estos pagos, por lo que se fundaron algunos monasterios, siendo el

de Buenafuente uno de ellos.7

Cuando llegaron las monjas cistercienses, ya en el siglo XIII, se hicieron obras en el

lugar, siendo transformada la iglesia románica en edificación cisterciense. El largo de la

iglesia románica quedó como ancho de la nueva, que además fue orientada con un eje

este-oeste.8 Así quedó ultimado el edificio que se contempla.

9

4 Molina de Aragón (Guadalajara).

5 El viejo monasterio de Santa María de Buenafuente del Sistal, de la Madre de Dios o simplemente de

Buenafuente, que se mantiene activo, con algunas monjas, se ubica en terrenos aldeanos pertenecientes a

Olmeda de Cobeta (Guadalajara).

6 Un interesante parque natural de España.

7 El primer documento conservado relacionado con Buenafuente data de 1176, pero en él no se da una

cronología precisa sobre su fundación. De otras fechas posteriores hay documentación por la que conje-

turar algunas conclusiones sobre los orígenes de este monasterio.

8 En el interior de la iglesia subsiste la famosa fuente de aguas milagrosas y curativas, la Buenafuente,

que sigue manando situada en el muro de poniente.

9 Excepto algunos cambios más que se hicieron en los siglos XVI y XVII.

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Su planta es de una sola nave, propia de los monasterios femeninos en que existe un

solo oficiante y no hay necesidad de añadir capillas laterales. Consta de cuatro tramos

más el presbiterio. A la nave le corresponde un ábside que en este caso es de planta cua-

drada. Ofrece la singularidad de que el tramo de los pies y el de la cabecera están ligera-

mente más elevados. Se cubre con bóveda de cañón ligeramente apuntada, propio tam-

bién de la arquitectura cisterciense.10

Hay interesantes retablos y en el exterior puede verse una ventana con columnas y

arcos semicirculares, más arriba de los cuales se halla el óculo que ilumina. Tiene este

exterior espadaña con campanas. La puerta de acceso está al norte.11

10

Hubo allí pinturas en épocas posteriores.

11

Es del siglo XVI, con arco semicircular y molduras apoyadas en pilastras.

~ 11 ~

LA MANCHA Y ANDALUCÍA (REINO DE CASTILLA)

LA MUERTE DE AL-BAYYASI Y OTROS ASUNTOS

El reino de Castilla, con su soberano Fernando III, va ampliando sus dominios hacia el

sur peninsular por unas regiones de mágica denominación: La Mancha y Andalucía.

Cada vez se hablará menos de Al-Ándalus, porque estas tierras, antaño extensas o dila-

tadas, se restringen cada vez más como efecto de la reconquista cristiana.

En Montiel,12

ordenó el rey Fernando III que se reformara el castillo que allí hay, lla-

mado de la Estrella, que ya construyeron los musulmanes en el siglo IX.13

En Córdoba, el emir de Baeza,14

Abd Allah al-Bayyasi, por una revuelta popular en su

contra, debida a su amistad y buenas relaciones con los cristianos de Fernando III, como

venimos contando en estos años, ocasionó que el emir huyera de Córdoba, en pleno

verano, y tratara de refugiarse en el castillo de Almodóvar del Río,15

pero fue muerto,

asesinado por su visir, Ibn Yaburak, cuando intentaba subir al alcázar del lugar. Ibn

Yaburak había sido sobornado por Abu-l-Ula, gobernador o emir taifa de la Isbiliya

(Sevilla) almohade para que cometiera el asesinato. Ibn Yaburak, yendo a Sevilla, llevó

la cabeza de Al-Bayyasi a presencia de Abu-l-Ula, pero éste, en vez de premiarle o re-

compensarle, lo ejecutó sin piedad, por haber asesinado deslealmente a su emir.16

Al conocer la muerte de su aliado y amigo, Fernando III tomó ya del todo bajo su

protección a su hijo Abd al-Mon, proponiéndose darle una buena educación y una es-

merada formación.17

Fernando III se lanzó a la (ya continuada) reconquista andaluza por el serrano y alto

Guadalquivir.18

Se apoderó de Sabiote y Santisteban del Puerto, localidades a las que

12

Provincia de Ciudad Real.

13

Dicho castillo se encuentra actualmente en estado bastante ruinoso.

14

Provincia de Jaén.

15

Provincia de Córdoba.

16

Sobre Al-Bayyasi, de la taifa de Baeza, ir a Epílogo I.

17

El rey Fernando III y Abd al-Mon estarán juntos en la reconquista de Sevilla, en 1248.

18

En la provincia de Jaén.

~ 12 ~

concedió el fuero de Cuenca. Se adueñó el rey castellano de muchos y buenos castillos

en la zona.

~ 13 ~

REINO DE ARAGÓN

UNA TARIDA MALLORQUINA

Ermessenda de Castellbò heredó los vizcondados de Castellbò y de Cerdaña, así como

también el señorío de Andorra, pero siendo su esposo, Roger Bernat II, conde de Foix,

quien los gobierna, anexionándolos a Foix, pasando con ello que se originan tensiones

belicosas entre el conde y el obispo de Urgel, Pere de Puigvert, legítimo señor del te-

rritorio andorrano. Este obispo, como estaba falto de tropas, enfeudó tiempo atrás An-

dorra al linaje catalán de Caboet, pasando luego al de Castellbò por motivos matrimo-

niales. Con las luchas entre linajes y señoríos, o entre territorios aristocráticos o bajo

poder eclesiástico, han de tenerse en cuenta igualmente las luchas en relación a los here-

jes cátaros que pululan por las tierras aragonesas y catalanas.

De otra parte, el obispo de Barcelona, Berenguer de Palou II,19

en reunión de su capí-

tulo catedralicio, donó a la Orden Cisterciense la iglesia de Santa María de Valldonzella

para la fundación de un monasterio de monjas.

Pasó también que dos naves corsarias de Tarragona capturaron una tarida20

mallorqui-

na cerca de Ibiza y como represalia el valí almohade de Baleares Abu Yahya ordenó la

captura de dos naves catalanas, provocando este asunto que los mercaderes de Barce-

lona pidieran al rey su intervención. Jaime I hizo sus reclamaciones al valí almohade,

pero éste no lo tomó en cuenta; así, en el ánimo de Jaime I toma cuerpo, legal para él, el

pretexto para arrebatarle a Abu Yahya sus islas. El rey aragonés se propone reconquis-

19

Berenguer de Palou II fue obispo de Barcelona entre los años 1212-1241. Muy cercano al rey Jaime I,

fue su consejero y uno de sus mejores colaboradores. En 1212, poco después de su ordenación episcopal,

marchó a la batalla de Las Navas de Tolosa, al lado del rey Pedro II de Aragón, padre de Jaime. En 1219

participó también en la quinta cruzada, concretamente en el sitio egipcio de Damieta; allí apostó 50 ca-

balleros y varios peones; lucharon todos denodadamente. Pero no sólo fue un obispo guerrero y enérgico,

pues se ocupó mucho de erigir fundaciones de auxilio a favor de los más necesitados y desvalidos, para lo

cual cedió un castillo suyo y algunas propiedades que poseía. Favoreció la fundación de la Orden de la

Merced, en 1218, como podemos recordar. Igualmente favoreció en Barcelona, a partir de 1219, el primer

arraigo de las nuevas Órdenes Mendicantes: dominicos y franciscanos. En 1225 participó con el rey Jaime

I en el sitio de Peñíscola. Iremos viendo más del desenvolverse de este obispo en las campañas de recon-

quista. En 1233 fue propuesto arzobispo de Tarragona, por capítulo de esta sede, para suceder al difunto

Aspárago de la Barca, pero el Papa Gregorio IX (1227-1241) no aprobó la elección y la revocó.

20

Una tarida es una embarcación de gran tamaño que solía navegar por el Mediterráneo durante la Edad

Media siendo utilizada para el transporte de tropas y mercancías varias. Aunque hay gran diversidad de

opiniones acerca de su forma y tamaño, se estima que su eslora superaba los 100 pies, aunque no alcan-

zara el tamaño de las galeras. Relativamente a su manga, llevaba dos palos con gavias; dos timones a po-

pa, uno a cada banda. A veces, en un principio, era barco de remos y se llamaba entonces galea-tárida.

~ 14 ~

tarlas, disponer expedición para ello en cuanto pueda, sin demasiado recriminar a los

catalanes por sus fechorías, que parecen claras.

~ 15 ~

LICATA (REINO DE SICILIA)

MUERTE MARTIRIAL DE UN CARMELITA LLAMADO ÁNGEL

En Licata (reino de Sicilia), el 5 de mayo de este año 1226, sucedió una agresión re-

sultando muerte violenta, martirial, de un religioso carmelita de nombre Ángel.21

Tenía

41 años de edad. Era un fraile que había nacido en Tierra Santa, de familia judía que se

hizo cristiana. Vivió en el Monte Carmelo y fue uno de los carmelitas que, en 1218, em-

prendieron viaje a Roma para que el Papa Honorio III concediera la aprobación defi-

nitiva y eclesialmente autorizada de la Regla del Carmelo, habiéndose logrado esta gra-

cia el 30 de enero de este año 1226. Le causaron la muerte al fraile Ángel unos “impíos

infieles”, según se cuenta y sin que se especifique nada más. Sucedieron los hechos de

su martirio en el contexto de su labor de predicación y caridad. Puede que sus asesinos

fueran cátaros, pues éstos, particularmente Berenguer y sus familiares, se sintieron de-

nunciados en su conducta por la predicación de Ángel.

De sus tiempos juveniles sabemos que murieron sus padres y entonces él y su her-

mano gemelo, de nombre Juan, ingresaron en la Orden del Carmelo. Profesaron ante el

superior general de la Orden, el padre Brocardo.22

Recibieron el orden sacerdotal con 25

años de edad. Ángel no pidió sino perdón para sus asesinos cuando expiraba.

21

San Ángel mártir, carmelita. Se conmemora el 5 de mayo.

22

San Brocardo, muerto en 1220. Se conmemora el 2 de septiembre. Como sabemos, la Orden del Car-

melo se atuvo a la Regla de Sal Alberto de Jerusalén o Avogadro, muerto en 1214, asesinado. Se con-

memora el 17 de septiembre.

~ 16 ~

~ 17 ~

ASÍS (ITALIA)

TRÁNSITO DE FRANCISCO

Era invierno, en los primeros meses de este año 1226. Francisco de Asís fue llevado a

Siena para ser intervenido de nuevo de la vista y porque en general se agravaron sus

males.23

Aunque tuvo algo de alivio, empeoró luego, ya en primavera.24

Estuvo en el lu-

gar conocido como Celdas de Cortona, una ermita.25

23

Siguiendo la fuente o © - fratefrancesco.org - Fr. Tomás Gálvez - Creada el 22-5-2002.

24

A Francisco, en Siena, le sucedió mucho malestar. Con gran dolor de estómago, estuvo vomitando, in-

cluso sangre, durándole aquella dolorosa hemorragia durante toda la noche, sin parar hasta el amanecer.

Sus compañeros, al ver que casi se moría y que estaba lívido por la debilidad y el dolor de la enfermedad,

le dijeron, con mucha pena y derramando lágrimas: “Padre, ¿qué hacemos? Bendícenos a nosotros y a

los demás hermanos tuyos. Y deja además a tus hermanos algún recuerdo o testamento de tu voluntad...”.

Y él les dijo: “Llamadme a fray Benito de Piratro...”. Cuando éste llegó, le dijo el bienaventurado Fran-

cisco: “Escribe cómo bendigo a todos mis hermanos que están en la Orden y a los que estarán, hasta el

fin de los siglos...”. Y le dijo el bienaventurado Francisco: “Puesto que no estoy en condiciones de ha-

blar, debido a la debilidad y el dolor de mi enfermedad, manifiesto brevemente mi voluntad a mis herma-

nos, en estas tres palabras, a saber: que en señal del recuerdo de mi bendición y de mi testamento se

amen siempre entre sí, amen siempre y observen nuestra señora la santa pobreza, sean siempre fieles y

sumisos a los prelados y a todos los clérigos de la santa madre Iglesia” (Leyenda de Pergia, 19).

25

Francisco fue canonizado en 1228 por el Papa Gregorio IX (el cardenal Hugolino). En 1232 fue ele-

gido fray Elías Ministro General de la Orden. Fue entonces cuando, según cuenta el locuaz cronista

Salimbene (1221-1290), el antiguo vicario de San Francisco se construyó un “bellísimo, ameno y

delicioso, convento que se llama todavía Celdas de Cortona”.

De las austeras celdas primitivas se han encontrado rastros por encima de la que ocupó San Francisco,

la única conservada por fray Elías en la nueva construcción, consistente en una sala delante de la misma,

ahora transformada en capilla, un piso superior, destinado a la comunidad, y otro piso aún, con las celdas

de los frailes, además de otra sala que se incrusta en el monte, con el refectorio abajo y otras celdas en-

cima.

No falta quien sostiene que Elías era natural de Cortona, pero la tradición más antigua nos dice que era

natural del castillo de Beviglie, en Asís. Salimbene de Parma, que fue recibido por él en la Orden, con-

firma que nació en Asís, en el seno de una familia burguesa, y nos da indicaciones de su familia. Cursó

algunos estudios en Bolonia, donde ejerció algún tiempo como notario, y en Asís enseñaba a los niños a

leer el salterio. Sus paisanos lo llamaban Bonbarone, como al primer cónsul que tuvo el municipio de

Asís en 1198.

En 1239, depuesto de su cargo de Ministro General de la Orden y caído en desgracia por su relación con

el emperador Federico II, fray Elías se refugió en las Celdas, pero enseguida construyó dentro de Cortona

un convento y una iglesia dedicada a San Francisco, donde Elías está sepultado, y el eremitorio perdió

importancia. Entre 1314 y 1318 los “fraticelli” (herejes de remilgos franciscanos, como iremos viendo),

construyeron la iglesia, antes de ser expulsados de allí y de la Orden, precisamente por herejes. El lugar

quedó entonces deshabitado, y pasó a pertenecer a la diócesis, con el nombre de Santo Ángel “alle Celle”

o de las Celdas.

~ 18 ~

Cortona es una antigua ciudad italiana de origen etrusco, situada a mitad de camino

entre Asís y Florencia.26

La llamada ermita de las Celdas es27

uno más de los varios ere-

mitorios franciscanos, es decir, fundados por Francisco, cuando la primitiva fraternidad

de la Porciúncula aún no había salido de los confines de Asís. Se sabe28

que Francisco

predicó en Cortona en 1211, antes de retirarse durante toda una cuaresma en la conocida

como Isla Mayor del cercano Lago Trasimeno,29

y consta que de aquella predicación se

siguió la conversión de Guido Vagnotelli.30

Éste era31

el propietario de la tierra que, al

donarla, se constituyó como eremitorio y santuario de las llamadas Celdas de Cortona,

donde Francisco estuvo, con fray Elías, en la primavera de este año 1226, con mucha

gravedad.

Digamos que las características del eremitorio de las Celdas de Cortona son del todo

semejantes a las de otros eremitorios de estos tiempos: un lugar apartado y a la vez cer-

cano a la ciudad, junto a un torrente que se precipita hacia el valle entre rocas erosiona-

El lugar volvió a ser de nuevo franciscano en 1537, cuando el obispo de Cortona, Leonardo Bonafede,

lo cedió a la nueva familia de los frailes capuchinos, los mismos que tres años antes se habían hecho

cargo del pequeño eremitorio de Montecasale, en la misma provincia de Arezzo. Desde entonces, al anti-

guo núcleo construido por fray Elías se le fueron añadiendo nuevas edificaciones, hasta tomar el aspecto

actual, poco unitario, típicamente franciscano.

26

En la provincia de Arezzo. Puede asegurarse, por tanto, que San Francisco frecuentó la travesía de este

lugar, aunque no existan constancias concretas de ello.

27

Muy probablemente.

28

La tradición cuenta.

29

Además de como sitio franciscano, el lugar es célebre o famoso por haber sido escenario de la victoria

de Anibal en la batalla de Trasimeno frente al cónsul romano Cayo Flaminio Nepote (año 217 a. de C.).

El lago cuenta con tres islas: en la Maggiore se encuentra una pequeña población de muy poquitos ha-

bitantes. El territorio de la isla depende administrativamente de la comuna Tuoro sul Trasimeno. La de-

nominada Isla Polvese, la mayor de las tres islas, tiene una extensión de 69,6 hectáreas y depende

administrativamente de la comuna de Castiglione del Lago. La más pequeña es la denominada Minore y

ocupa un área de tan sólo 5 hectáreas, dependiendo administrativamente de la comuna de Passignano sul

Trasimeno.

30

El beato Guido Vagnotelli de Cortona, franciscano y presbítero que se conmemora el 12 de junio. Na-

ció en 1187 y murió en 1247, siendo de familia acomodada. Tuvo una juventud agitada, hasta que cambió

de vida en 1211. Entonces hospedó en su casa a San Francisco, declarándole que quería ser discípulo

suyo. Cuando le preguntó qué tenía que hacer, Francisco le dijo que repartiera sus bienes entre los pobres

y quedara libre de todo, y Guido lo hizo así. Al día siguiente, recibió el hábito de la Orden de los Her-

manos Menores. Fundó en su momento el convento de Santa María de Cortona. Como presbítero, tras su

ordenación recibió del mismo San Francisco el permiso para predicar. Además de predicar, dedicó su vida

a la plegaria y a la caridad, teniendo fama de santidad muy especialmente con Cortona. Fue beatificado

por el Papa Gregorio XIII (1572-1585) en 1583. De entre los milagros que se le atribuyen están los de

convertir agua en vino, haber multiplicado sacos de harina, curar a un paralítico y resucitar a una joven

que se daba por muerta habiendo caído a un pozo.

31

Según parece.

~ 19 ~

das por las aguas, una cavidad en la bajada de un monte cubierto de espesura y una pe-

queña ermita en la cima, estando dedicada en este caso a San Miguel Arcángel. El lugar

se nombró como Celdas por éstas mismas construidas con palos y ramajes, de modo que

los frailes ven que se les favorece así su vida de oración, en contemplación y en peni-

tencia. Las Celdas ofrecen buen cobijo, aunque están exentas de innecesarias comodida-

des.

Era unos meses antes de su muerte. Francisco sufrió en Siena una inútil e infructuosa

intervención quirúrgica, una barbaridad que no le mejoró para nada de su grave infec-

ción ocular que ya le había dejado prácticamente ciego del todo. Se agravó allí de tal

manera, siendo tan deteriorada su salud, que todos pensaron que se moría de un mo-

mento a otro. Parece que Francisco se reanimó un poco con la llegada a Siena de fray

Elías, al cual le pareció bien que Francisco fuera llevado a Asís, pasando por Cortona.

De camino, se cruzaron con un numeroso rebaño de ovejas, a las que Francisco saludó

atentamente, como era su costumbre con todas las criaturas; y aquellas ovejas, como co-

rrespondiendo al saludo, corrieron hasta rodear a Francisco, balando y levantando sus

cabezas con no poco estrépito aunque dulcemente y con ternura. Lo mismo hubiera pa-

sado si hubieran sido cabras. El vicario exclamó entonces: “¡Qué grande es este hom-

bre, que hasta los animales lo veneran como a un padre y lo reconocen como amigo de

su Creador!”.

Por el mismo camino encontraron también a un pobre y Francisco, que llevaba un

manto prestado sobre sus hombros, por el frío, dijo –como otras veces– al compañero:

“Hay que devolver el manto a este pobrecillo, pues es suyo”. Y como el compañero se

negara, él más insistía, diciendo: “Si no se lo damos, nos acusarán de robar, y yo no

quiero ser un ladrón”. Porque solía decir que las limosnas son patrimonio de los po-

bres, y que por eso aceptó siempre menos de lo que le correspondía, para no defraudar-

los.

Estando ya en las Celdas de Cortona sucedió algo parecido: los hermanos le habían

conseguido un manto nuevo, pero pasó por allí un hombre muy pobre, contando que

había perdido a la mujer, dejando huérfanos a sus hijos. Entonces Francisco le dio en-

seguida el manto, “con la condición de que no se lo des a nadie, si no es a buen pre-

cio”. Los compañeros trataron de impedirlo, mas no pudieron recuperarlo sin antes pa-

gárselo bien a aquel hombre.

Francisco no fue retenido por mucho tiempo en Cortona. A los pocos días de estar allí

se agravó de nuevo su enfermedad, hinchándosele aún más el vientre y las piernas, em-

peorando de su estómago, sin apenas poder retener los alimentos. Entonces rogó a fray

Elías que lo llevara a Asís y éste, con las debidas precauciones, lo acompañó personal-

mente. Francisco murió en Asís durante la noche del 3 de octubre de este año 1226.

Todo fue transcurriendo como seguimos contando a continuación.

Francisco, desasido de todo, desnudo y en la humildad del suelo, en total desprendi-

miento y pobreza, dio su bienvenida a la hermana muerte.

En Francisco todo fue espíritu profético. Sí, Francisco, signo total, tuvo espíritu de

profecía desde su conversión hasta su muerte. Mientras yacía moribundo en casa del

obispo Guido de Asís, reveló a un compañero, indirectamente, que mientras él permane-

ciera en vida, el Señor no permitiría que el hambre hiciera estragos entre la gente. A

~ 20 ~

Fray León, que deseaba tener una túnica suya, lo llamó para decirle que la que llevaba

puesta sería para él. Y así fue. Esa no fue la última que llevó puesta, pues le hicieron

varias, para cambiárselas con frecuencia. A un hermano que le preguntó que por cuánto

pensaba vender al Señor sus harapos, le respondió: “Muchos baldaquines y paños de

seda cubrirán este cuerpo, ahora vestido de saco”.

“Perdón, hermano cuerpo” –dijo. Francisco confesó a un compañero que su con-

ciencia le reprochaba continuamente el cuidado que tenía con su cuerpo, a pesar de que

ya nada le deleitaba ni atraía, exhausto como estaba por tantas mortificaciones, dolen-

cias y enfermedades. Y añadió que su cuerpo le obedeció siempre en todo. Y cuando el

hermano le reprochó su poca compasión y prudencia para con quien siempre le había

sido tan fiel amigo, se dirigió a su cuerpo, diciéndole: “Alégrate y perdóname. Desde

ahora tendré más en cuenta tus gustos y deseos”.

Pareciera que Francisco sufrió más que un torturante martirio. Mas ya nada podía de-

leitar a aquel cuerpo crucificado y muerto para el mundo. “Ahora y siempre, lo mejor

para mí –decía– es estar conforme con la voluntad del Señor y cumplirla, aunque sólo

tres días de esta enfermedad sean más duros que un martirio”. La verdad es que no

había en él ningún miembro sano, y era sólo piel pegada a los huesos. Los médicos y los

hermanos se admiraban de que aún siguiese vivo. “¿Por qué no pides al Señor que mo-

dere su rigor contigo?”, le dijo otro compañero. Mas él lo reprendió duramente y besó

el suelo, dando gracias a Dios por sus dolores y pidiendo que los multiplicara por cien,

si esa era su voluntad.

Jesús estuvo siempre en sus miembros corporales y en los recovecos de su alma. Vi-

vió Francisco durante veinte años de su existencia comprometido siempre en la caridad,

ferviente en las oraciones, ayunos, vigilias, predicaciones y correrías apostólicas, en el

cuidado y compasión del prójimo y en el desprecio de sí mismo. Había amado a Cristo

con todo el corazón, recordándolo siempre, alabándolo con su boca y glorificándolo con

sus obras. Al solo nombre de Jesús se le derretía el corazón y proclamaba que toda ro-

dilla, en el cielo y en la tierra, debían postrarse al oírlo. Ese era su único tema de con-

versación. Llevaba siempre a Jesús en el corazón, en los labios y en los oídos, en los

ojos y en las manos. Muchas veces, al oírlo mencionar se olvidaba de comer y, si iba de

camino, invitaba a todas las criaturas a alabarlo.

Un día, el médico Buongiovanni, amigo suyo, forzado por Francisco a que le dijera la

verdad, le confesó sin rodeos que su mal era incurable y que moriría a finales de sep-

tiembre o, todo lo más, a primeros de octubre. Oído lo cual, exclamó: “¡Bienvenida mi

hermana muerte!”. También un fraile32

hubo de comunicarle su irremediable próxima

partida, pero le preparó su ánimo diciéndole que su muerte, aunque dolorosa para los

hermanos y para muchísimas personas, para él supondría un gozo infinito, el descanso

de sus fatigas y la mayor de las riquezas, la de la gloria celestial. Y lo invitó a dar a

todos ejemplo de serenidad y gozo. La respuesta de Francisco fue llamar a fray Ángel y

a fray León y ponerse a cantar el Cántico del Hermano Sol, al que le añadió una nueva

estrofa, que decía: “Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal, de

32

Tal vez fray Elías.

~ 21 ~

la que ningún hombre vivo puede escapar. ¡Ay de los que morirán en pecado mortal!

¡Dichosos los que encontrará en tu santísima voluntad, pues la muerte segunda no le

hará mal!”. Y pidió ser trasladado a la Porciúncula.

Desde que se dispuso a tener que morir un día de aquellos, pedía a diario a sus com-

pañeros que le cantasen el Cántico del Hermano Sol, para amortiguar el sufrimiento y

edificación de los que hacían la guardia cada noche en torno a la casa del obispo. A

Elías no le pareció prudente tal comportamiento, temiendo que ellos se escandalizaran,

pensando que, en vez de cantar, tendría que estar llorando sus pecados, de modo que le

propuso el traslado a la Porciúncula, donde no estaría rodeado de seglares. Francisco le

recordó a Elías que hasta dos años antes lo había hecho así, pero que, desde que el Se-

ñor en San Damián le aseguró el Reino, ya sólo sentía ganas de cantar alabanzas en

medio de las tribulaciones.

Antes de morir, Francisco bendijo su ciudad de Asís. Era el lunes 28 o el martes 29 de

septiembre de 1226: Los hermanos trasladaron a Francisco a Santa María de la Porciún-

cula en una camilla, acompañados de muchos asisanos. Al llegar al hospital de San Sal-

vador de las Paredes,33

quiso bendecir la ciudad de Asís, y lo hizo con estas pala-

bras: “Señor, creo que esta ciudad fue en otro tiempo guarida y refugio de gente mala e

injusta, mal vista en toda la región. Mas por tu abundante misericordia, en el tiempo

que tú has querido, veo que le has manifestado el derroche de tu bondad, de manera

que se ha convertido en refugio y morada de los que te conocen y glorifican tu nombre

y difunden el perfume de una vida santa, de una recta doctrina y de una buena repu-

tación en todo el pueblo cristiano. Te ruego, por tanto, Señor Jesucristo, padre de mi-

sericordia, que no mires nuestra ingratitud, sino que te acuerdes sólo de la abundante

misericordia que le has manifestado. Que esta ciudad sea tierra y morada de los que te

conocen y glorifican tu nombre bendito y glorioso por los siglos de los siglos. Amén”.

En la Porciúncula alojaron a Francisco en la enfermería, que era la primera casita

construida por los hermanos en los comienzos, cuando se trasladaron allí desde Rivo-

torto. Nada más llegar se acordó de la señora Jacoba de Settesoli, tan apegada a él y a la

fraternidad, tan reconocida, y dictó para ella la siguiente carta: “A madonna Jacoba,

sierva de Dios, fray Francisco, pobrecillo de Cristo, salud y comunión del Espíritu

Santo en nuestro Señor Jesucristo. Debes saber, queridísima, que Cristo bendito me ha

revelado, por su gracia, que el final de mi vida está muy próximo. Así pues, si quieres

encontrarme vivo, ponte en camino apenas leas esta carta y ven a Santa María de los

Ángeles, porque, si no llegas para tal día, no me encontrarás vivo. Y trae contigo paño

ceniciento para amortajar mi cuerpo y la cera necesaria para la sepultura. Y te ruego

que me traigas también aquellas cosas de comer que me solías dar cuando estuve en-

fermo en Roma”. Aún estaban buscando a un fraile para llevar la carta cuando la señora

Jacoba se presentaba a la puerta con su hijo y un gran séquito de personas. “¿Qué ha-

cemos, padre? ¿La dejamos entrar?”, le dijo un fraile, en atención a la clausura; mas él

exclamó, muy contento: “Que pase, que esa norma no vale para „fray‟ Jacoba”. La

mujer se echó a sus pies llagados, llorando como una Magdalena. Luego explicó que,

33

Actual Casa Gualdi, por donde San Francisco había abrazado a un leproso y se comprometió a cuidar-

los.

~ 22 ~

estando en oración, el Señor le había dicho que se apresurara en ir a Asís, con todo lo

que Francisco pedía en la carta.

Mientras comía los dulces preparados por la noble señora romana, Francisco se acordó

de Bernardo de Quintavalle, su primer compañero: A él le gustaría probarlos. Y lo man-

dó llamar. Luego lo bendijo y mandó escribir lo siguiente: “Fray Bernardo fue el pri-

mer hermano que me dio el Señor. Él fue el primero en abrazar y poner en práctica la

perfección del Evangelio, repartiendo sus bienes a los pobres. Por eso, y por muchos

méritos más, estoy obligado a quererlo más que a ningún otro. Por tanto, quiero y or-

deno, en cuanto está en mis manos, que el ministro general, quienquiera que sea, lo

ame y lo honre como a mí mismo, y que los ministros provinciales y los demás her-

manos lo consideren como si fuese yo”. Sus palabras fueron un gran consuelo para

Bernardo y para los otros hermanos presentes.

Y pasaba que, mientras Francisco yacía muy enfermo en la Porciúncula, Clara se mos-

traba igualmente muy enferma en San Damián, temiendo ella morir antes que él. Cuan-

do Francisco lo supo, mandó a San Damián un escrito de bendición, asegurando que lo

verían, ella y sus hermanas, y sentirían un gran consuelo. Entre otras cosas les decía:

“Yo, fray Francisco, pequeñuelo, quiero seguir la vida y pobreza de nuestro Altísimo

Señor Jesucristo y de su Santísima Madre, y perseverar en ella hasta el final; y os

ruego, señoras mías, y os aconsejo que viváis siempre en esta santísima vida y pobreza.

Y estad alerta, para no apartaros jamás de ella por enseñanza o consejo de nadie”.

Era ya el miércoles 30 de septiembre. Después de una noche horrible, de tremendos

dolores, creyendo que moría, pidió que lo pusieran desnudo en el suelo y, en esa posi-

ción, mientras se cubría la llaga del costado con la mano, exclamó: “Hermanos, yo he

terminado mi tarea. Cristo os enseñe la vuestra”. Todos lloraban. El guardián le obligó

por obediencia a vestirse de nuevo y él, feliz de haber sido fiel a la dama pobreza hasta

el final, levantó las manos y se puso a cantar al Señor.

Viéndolo en esas condiciones, fray Elías le pidió que perdonara y bendijera a todos

los hermanos de la Orden y Francisco así lo hizo, pidiéndole que bendijera a todos en su

nombre cuando les comunicara su muerte. Luego se puso a consolar, animar y exhortar

a los presentes, hablando de la paciencia, de la pobreza y de la fidelidad a la Iglesia de

Roma, insistiéndoles que pusieran el Evangelio por encima de cualquier otra norma. A

continuación bendijo a todos, uno por uno, empezando por fray Elías, a quien dijo: “A

ti, hijo, te bendigo en todo y por todo. Y como el Altísimo ha multiplicado el número de

mis hermanos e hijos bajo tu dirección, los bendigo a todos en ti y sobre ti. Dios, Rey

del universo, te bendiga en el cielo y en la tierra, y yo te bendigo todo lo que puedo y

más de lo que puedo. Y lo que yo no pueda, lo haga en ti quien todo lo puede. Se

acuerde Dios de tus obras y trabajos y se conserve tu herencia en la retribución de los

justos. Que encuentres toda la bendición que deseas y se te conceda lo que pides digna-

mente”. Lo mismo hizo con los demás hermanos, presentes, ausentes y futuros, dolién-

dose de no poder verlos a todos antes de su partida.

Acto seguido pidió que le leyeran el texto del Evangelio que dice: “Antes de la fiesta

de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre,

habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo…” (Jn 13). Por último ordenó

que le trajeran un cilicio y esparcieran ceniza sobre él y, queriendo manifestar su amor y

~ 23 ~

comunión con todos, pidió tres panes, los bendijo y mandó repartirlos en trozos a todos

los hermanos. Lo hizo pensando que era jueves, aunque no lo era (como rememorando

un Jueves Santo).

Murió cantando y bendiciendo al Señor. Los pocos días que faltaban para su tránsito

al Padre los empleó en la alabanza, animando a los suyos a hacer lo mismo. Sabiendo

que la muerte estaba cada vez más cercana, llamó a fray León y a fray Ángel y les man-

dó cantar con gozo y en voz alta, una vez más, el Cántico del Hermano Sol. Él, mientras

tanto, entonó como pudo el Salmo 142: “A voz en grito clamo al Señor, a voz en grito

suplico al Señor; desahogo ante él mis afanes, expongo ante él mi angustia, mientras

me va faltando el aliento...”. A sus compañeros les había advertido: “Cuando me veáis

a punto de expirar, ponedme desnudo en el suelo, como anteayer, y dejadme yacer así,

muerto, el tiempo que se tarda en recorrer una milla”.34

Al anochecer del sábado 3 de octubre, a pesar de haber ya obscurecido, las queridas

alondras seguían revoloteando alrededor de la casa donde yacía Francisco moribundo. A

los presentes les pareció la señal de que había llegado el momento. Le faltaban poco pa-

ra que cumpliera sus 45 años de edad. Había seguido del todo fielmente al Señor du-

rante más de veinte años y los dos últimos los vivió realmente crucificado y gravemente

enfermo. Uno de los muchos hermanos presentes vio su alma elevarse como una estre-

lla, tan grande como la luna en todo su esplendor y tan brillante como el sol reposando

sobre una nubecilla blanca. Muy lejos de allí, en el sur de Italia, fray Agustín de Asís

moría a la misma hora, exclamando: “¡Espérame, padre, espérame, que me voy conti-

go!”. Otro fraile lo vio vestido de diácono y seguido de un cortejo de personas que le

preguntaban: “¿No es ese Francisco? ¿No es Cristo en él y con él?”, y el fraile a todos

respondía que sí, pues a todos les parecía la misma persona. También el obispo Guido,

ausente de Asís por una peregrinación, lo vio en sueños que le decía: “Mira, padre, dejo

el mundo y me voy a Cristo”.

Y le quedaron los estigmas al descubierto. Después de permanecer desnudo en el sue-

lo durante algún tiempo, su cuerpo fue lavado y amortajado. A fray León le parecía un

crucificado bajado de la cruz. Sus miembros, antes rígidos como los de un cadáver, se

volvieron blandos y flexibles como los de un niño. La primera de los seglares en atre-

verse a desvelar el misterio de los estigmas fue Jacoba, que no dejaba de abrazar su

cuerpo y de besar sus cinco llagas. La multitud, cientos de personas congregadas de toda

la región, no dejaba de cantar y alabar al Señor, por permitirles ser testigos de un pro-

digio semejante, tan difícil de creer. Todos se sentían honrados, los que lograron be-

sarlas y los que sólo pudieron verlas, entre lágrimas de dolor, gozo y agradecimiento a

la vez.35

34

Una hora de tiempo.

35

“Lo que decimos lo hemos visto”, dirá el biógrafo de San Francisco fray Tomás de Celano, con pala-

bras tomadas del evangelista San Juan. “Estas manos escriben lo que ellas mismas han palpado”. Y

añade: “Varios hermanos nuestros lo han visto con nosotros mientras vivía el santo, y en su muerte, más

de cincuenta, además de innumerables seglares, lo han venerado. ¡Que no haya, pues, lugar para la

duda! Quisiera Dios que fuesen muchos los que se uniesen a Cristo Cabeza como miembros suyos con el

mismo amor seráfico, para merecer semejante armadura para la batalla de esta vida, y gloria semejante

en el reino de los cielos”. Entre los que testificaron después acerca del prodigio figuran fray Bonicio, el

~ 24 ~

El 4 de octubre fue domingo, organizándose en este día el cortejo fúnebre con el cuer-

po difunto de Francisco. Religiosos y seglares habían pasado la noche en vela, entre

cánticos y alabanzas, a la luz de velas y antorchas. A la mañana siguiente, por temor a

que los de Perugia, enemigos de los de Asís, pudieran robar tan preciosa reliquia, trasla-

daron su cuerpo a la iglesia de San Jorge, en Asís. Todos llevaban cirios encendidos y

ramos de olivo en las manos y cantaban al son de trompetas.

El cortejo fúnebre dio un rodeo por San Damián, de modo que las damianitas pudie-

sen dar su último adiós y saludo a Francisco. Para la ocasión quitaron la reja de la clau-

sura por la que solían recibir la comunión y algunos hermanos sostuvieron en brazos el

cuerpo de Francisco para que pudiesen contemplarlo las hermanas por última vez.36

Luego partieron de allí.

La elección de la iglesia de San Jorge37

para el enterramiento no podía ser más acer-

tada, habiendo sido aquella iglesia la parroquia y la escuela juvenil de Francisco niño y

adolescente, habiendo sido allí también el primer lugar donde predicó tras haber sido

aprobada la Regla de la Orden.

Su cuerpo fue depositado en un rústico sarcófago de piedra, protegido por una sólida

jaula de hierro y una caja de madera. A la espera de ver qué se hacía.38

Poco después fray Elías envió una carta circular a toda la Orden, comunicando a los

hermanos la muerte de Francisco, asegurándoles su bendición y perdón, describiéndoles

el prodigio de los estigmas y pidiéndoles que rezaran por él las oraciones de rigor o re-

glamentarias por los difuntos. Asimismo, convocaba a los ministros provinciales y vi-

carios al próximo capítulo de Pentecostés, para la elección de un nuevo Ministro Ge-

neral. Ya iremos viendo cuanto venga por delante en el devenir de cuanto suceda, que

será de gran trascendencia no sólo para Italia sino para todo el mundo.39

beato Andrés de Spello, el hijo de Jacoba Juan Frangipani, el señor de Greccio Juan Velita y messer Jeró-

nimo, noble caballero asisano que se atrevió a palpar la llaga del costado y a remover los clavos de las

manos y los pies, para estar más seguro de lo que veía.

36

La descripción que Celano nos ha dejado del llanto de aquellas pobres reclusas es, sin duda, una de las

páginas más emotivas e intensas de la literatura medieval. Una tras otra, tratando de contener sus emo-

ciones, pudieron besar sus manos llagadas, mientras fuera todos compartían su dolor.

37

Actual Basílica de Santa Clara.

38

Allí permaneció durante cuatro años, mientras se construía una nueva iglesia para la sepultura definiti-

va. Dos frailes se instalaron en el anejo hospicio para pobres de los canónigos, para custodiar permanente-

mente el sepulcro. Fueron incontables los milagros que el Señor realizó por intercesión de San Francisco

durante esos cuatro años en la iglesia de San Jorge.

39

No es posible se exhaustivos al respecto, pero pueda valer, por ejemplo lo que relatamos en Epílogo II

recogido de la visita que hizo el Papa San Juan Pablo II (1978-2005) a Asís el 5 de noviembre de 1978,

casi al inicio de su pontificado.

~ 25 ~

~ 26 ~

~ 27 ~

~ 28 ~

La tumba de San Francisco de Asís en la cripta de su basílica en Asís

Restos o reliquias de San Francisco de Asís

~ 29 ~

REINO DE FRANCIA

MUERTE DEL REY LUIS VIII DE FRANCIA

Y SUCESIÓN POR SU HIJO LUIS IX

El 8 de noviembre, en Montpensier (región francesa de Auvernia), murió el rey Luis

VIII de Francia, a sus 39 años de edad, siendo el año tercero de su reinado, desde 1223,

habiendo sido coronado en Reims (lo habitual en los reyes franceses). Ocurre ahora que

Blanca de Castilla,40

su esposa viuda, estando en su decimosegundo embarazo, pasa de

reina consorte a reina regente, siendo rey sucesor su hijo Luis IX, en minoría de edad

(12 años).41

Hay en ello bastante oposición por parte de la mayoría de los nobles. Se

concluye, de momento, que tendremos que ir viendo cómo se desenvuelva el reinado del

joven heredero,42

además de cómo transcurrirán la vida y tareas de Blanca de Castilla.

Pero hagamos antes nuestro resumen y valoración del reinado de Luis VIII, hijo del rey

Felipe II Augusto (de largo reinado: 1180-1223)43

y de Isabel de Henao (muerta en

1190, cuando tenía 19 años de edad).

Como queda dicho, Luis VIII fue coronado rey de Francia en Reims, el 6 de agosto de

1223, tras morir su padre. Podemos decir que su reinado pretendió proseguir la línea y

las consecuciones de sus predecesores, un actuar canalizando el incrementado senti-

miento de soberanía nacional, lo que vino a suponer un perpetuarse de enfrentamientos

directos entre la Corona (en sucesión dinástica de los Capetos) y los grandes señores

feudales. Luis VIII vino a completar las victorias que su padre había obtenido sobre el

rey Juan I de Inglaterra (el Sin Tierra) de Inglaterra, consiguiendo ocuparle el Poitou y

40

Hermana de Berenguela de Castilla y tía, por tanto, del rey Fernando III el Santo de Castilla.

41

Se trata del rey San Luis de Francia, primo hermano del también Santo Fernando III de Castilla.

42

Reinará hasta el 25 de abril de 1235.

43

De él se ocupó mucho como cronista, muy cercano a él y hombre de su confianza, Guillermo el Bre-

tón (oriundo de Bretaña). Fue el presbítero capellán del rey Felipe II Augusto y su biógrafo, habiendo

compuesto su canto La Philippide, entre los años 1214 y 1224, así como el correspondiente elogio fú-

nebre. Guillermo (Guillaume) dedicó La Philippide a Pierre Charlot, un hijo natural del rey, cuya muerte

será en 1249, siendo obispo. Guillermo tuvo mucha presencia en la corte de Francia y en atención a Luis

VIII. En La Philippide hay episodios que se atenúan o incluso se ignoran, todo lo que empañara la imagen

supuestamente virtuosa del monarca, particularmente en relación con el encarcelamiento de su segunda

esposa, Ingeborg o Isambur de Dinamarca, como podemos recordar. Fue también el sucesor, hasta 1224,

de la Gesta Philippi Augusti de Pierre Rigord (1150-1209), incorporado más adelante en las Grandes

Crónicas de Francia, compilación de obras históricas que se compuso entre los siglos XIII y XIV. Te-

nemos más objetividad si leemos a Guillermo a la luz de Rigord.

~ 30 ~

La Rochela, reduciéndole el terreno a los ingleses, permaneciendo en poder de éstos

sólo la Gascuña y la Guyena.

Luis VIII hubo de verse involucrado en la que conocemos como cruzada albigense.

Aliado del Papa Honorio III, fue ésa una oportunidad para el rey de Francia, actuando

con métodos más sutiles o más civilizados que los que había empleado Simón de Mont-

fort, como podemos recordar. Así pudo ir asimilando o anexionando Luis VIII el lla-

mado Mediodía francés (Occitania y Languedoc) en su reino. En campaña correspon-

diente a todo esto se encontraba el monarca cuando, regresando del sitio de Aviñón, se

puso muy enfermo, de muy mala disentería, y murió. Fue llevado a enterrar a Saint-De-

nis en París.44

De Luis VIII de Francia y de Blanca, su mujer, hay la siguiente descendencia: Blanca

(2005-2006), Inés (nacida y muerta en 1207), Felipe (1209-1218), Alfonso (nacido y

muerto en 1213), Juan (gemelo de Alfonso, también nacido y muerto en 1213), Luis (el

ahora sucesor en el trono de Francia como Luis IX, nacido en 1214),45

Roberto,46

Felipe

(1218-1220), Juan Tristán,47

Alfonso,48

Felipe Dagoberto (1222-1232), Isabel49

y Etien-

ne (nacida y muerta en este año 1226); estando de nuevo embarazada la ahora reina

viuda en este año 1226.50

44

Célebre iglesia basílica por ser la primera que se edificó en estilo gótico, en el siglo XII, en tiempos del

famoso abad Suger. Aquí tienen sus sepulturas muchos de los reyes de Francia.

45

El rey San Luis de Francia, cuya muerte será en 1270 (conmemorándose en el santoral el 25 de agos-

to).

46

Nacido en 1216 y muerto en 1250. Conde de Artois, al norte de Francia, en el Paso de Calais.

47

Nacido en 1219 y muerto en 1232. Conde de Anjou y Maine.

48

Nacido en 1220 y muerto en 1271. Conde de Poitiers y de Toulouse.

49

Nacida en 1225 y muerta en 1269. Beatificada (conmemorándose en el santoral el 23 de febrero).

50

Nacerá hijo póstumo de Luis VIII, en 1227, Carlos. Su muerte será en 1285. Conde de Anjou y Maine

y rey de Sicilia y de Nápoles.

~ 31 ~

El rey Luis VIII de Francia

~ 32 ~

El rey Luis IX de Francia joven

~ 33 ~

EPÍLOGO I

ABD ALLAH IBN MUHAMMAD AL-BAYYASI

La taifa de Baeza (Jaén) fue un reino musulmán que surgió en Al-Ándalus tras ser de-

rrotados los almohades por los ejércitos cristianos en la batalla de Las Navas de Tolosa,

en las inmediaciones de Santa Elena (Jaén), a 16 de julio de 1212. Desde el punto de

vista cronológico, el reino de taifa de Baeza se comprende en el conjunto de las histó-

ricas terceras taifas andalusíes. El reino de taifa de Baeza tuvo un solo rey: Abd Allah

ibn Muhammad al-Bayyasi (el Baezano), a quien lo almohades ejecutaron decapitado,

en 1226, acusado de traición (aliado de Fernando III); fue apresado y muerto cuando in-

tentaba subir a la alcazaba de Almodóvar del Río (Córdoba). Realmente se había decla-

rado Al-Bayyasi leal y vasallo de Fernando III, apoyándole en diversas campañas y lu-

chas contra otros reyes o señores musulmanes, por la cuenta que le tenía.

El reino de taifa de Baeza, abarcando un territorio de entre las actuales provincias de

Jaén y Córdoba, se perpetuó con cierta solidez entre los años 1224-1226. Pero Al-

Bayyasi llegó a entregar a Fernando III varios castillos de la provincia de Jaén, enco-

mendando sin tardanza el rey la tenencia de los mismos a castellanos a quienes con-

tentar, con ganancias de 50.000 maravedíes alfonsíes; fueron las tenencias de las forta-

lezas de Andújar y Martos a favor de Álvaro Pérez de Castro el Castellano,51

mientras

también se asentaban en la zona de la actual provincia de Jaén tropas de las Órdenes

Militares de Santiago y Calatrava. La localidad de Martos se fue convirtiendo en el cen-

tro de operaciones y defensas cristianas de todo un vasto territorio.

Desde el momento en que tomó posesión de la tenencia de las mencionadas fortale-

zas, Álvaro Pérez de Castro el Castellano comenzó a efectuar incursiones de devasta-

ción y saqueo en las tierras que rodeaban sus castillos, tierras que permanecían fieles y

leales al gobernador almohade de Sevilla, Abu-l-Ula, el cual reclutó un ejército con tro-

pas de Córdoba, Sevilla, Jerez de la Frontera y Tejada (Huelva); el ejército de Abu-l-Ula

fue derrotado en una batalla campal por Álvaro Pérez de Castro; fueron muy numero-

sas las pérdidas almohades, lo cual ocasionó que la mayoría de las poblaciones situadas

entre Sevilla y Córdoba reconociesen al emir Al-Bayyasi, a fin de evitar ataques cris-

tianos, a sabiendas de que Al-Bayyasi era aliado y vasallo de Fernando III de Castilla.

51

Noble castellano cuya muerte será en Orgaz (Toledo), en 1240, hijo de Pedro Fernández de Castro el

Castellano (muerto en 1214) y de Jimena Gómez. Fue señor de la Casa de Castro y conde de Urgel al

casarse con Aurembiaix, hija de Ermengol VIII de Urgel (muerto en 1209) y de Elvira Pérez de Lara.

Álvaro desempeñó los cargos de alférez y mayordomo mayor del rey Alfonso IX de León, pero poste-

riormente fue el representante de Fernando III de Castilla en Córdoba, reconquistada esta importante ciu-

dad en 1236.

En 1204, Pedro Fernández de Castro ingresó como familiar en la Orden de Calatrava, junto a su esposa

Jimena Gómez, y sus hijos Álvaro y Elo. En 1212, año de la batalla de Las Navas de Tolosa, se casó

Álvaro con Aurembiaix de Urgel, la cual, en 1209, había sido prometida en matrimonio al infante Jaime

de Aragón, luego rey Jaime I.

~ 34 ~

Poco después de la victoria cristiana en aquella batalla campal, los musulmanes sitia-

ron y tomaron el castillo jiennense de Garcíez, donde se hallaba un caballero llamado

Martín Gordillo, aunque Álvaro Pérez de Castro acudió en su socorro. Pero no llegó a

tiempo de impedir que fuera tomada aquella fortaleza por los almohades, lo que provocó

que Fernando III, acompañado por varios magnates y prelados se dirigiese hacia An-

dújar, lo que sorprendió a Álvaro Pérez de Castro, que se hallara en la ciudad de Cór-

doba en compañía del emir de Baeza. Una vez reunidos Al-Bayyasi y Fernando III en

Andújar, acordaron que Al-Bayyasi entregaría al rey castellano otros tres castillos, y

que, hasta que le fuesen entregados, el castillo de Baeza sería ocupado por tropas caste-

llanas, instalándose en él a continuación los maestres de las Órdenes de Santiago y de

Calatrava, y mientras tanto Fernando III sitiaba la localidad de Capilla (en la actual pro-

vincia de Badajoz, ocurriendo todo esto mientras Al-Bayyasi era apresado y ejecutado

en la cordobesa Almodóvar del Río, en julio de 1226.

La ejecución del Al-Bayyasi provocará que el gobernador almohade de Jaén ataque a

la guarnición cristiana que se hallaba en el alcázar de Baeza; resistió dicha guarnición

en el alcázar, a pesar de que los musulmanes dominaban en la ciudad. A pesar de ello, el

gobernador de Jaén, temeroso de que acudiesen a la zona refuerzos cristianos, abandonó

la ciudad de Baeza sin haber sitiado el alcázar, provocando con ello que la población

musulmana de Baeza, Martos y Andújar, entre otras, abandonasen sus ciudades a finales

de 1226.

En 1227, nombrará Fernando III a Lope Díaz de Haro tenente de Baeza; no tardaron

en ir llegando allí los primeros pobladores cristianos, lo mismo que a Andújar y Martos,

al tiempo que en esta última ciudad la tenencia de Álvaro Pérez de Castro se vio refor-

zada por la presencia del poderoso Tello Alfonso de Meneses, hijo de Alfonso Téllez de

Meneses y sobrino de Tello Téllez de Meneses, obispo de Palencia.

Resumimos la vida de Abd Allah ibn Muhammad al-Bayyasi, que era de Baeza y biz-

nieto de Abd al-Mumin, el primero de los califas almohades, muerto en 1163.

Bajo el gobierno del califa almohade Abu Yaqub II al-Mustansir, muerto en 1224, Al-

Bayyasi fue nombrado valí (gobernador) de Jaén, pero este nombramiento no le duró

mucho, pues a la muerte de Abu Yaqub, Al-Bayyasi fue sustituido por Abu-l-Rabi ibn

Abu Hafs, tío del nuevo califa Abd al-Wahid al-Majlu. En vista de tal desaire, Al-

Bayyasi entró al servicio del otro aspirante al trono, el emir Abu Muhammad Abd Alláh

al-Adil de Murcia. Este nuevo califa lo envió a reclutar nuevos adeptos para su causa,

entre ellos a Abu Zayd (último gobernador almohade de Valencia y hermano de Al-

Bayyasi). Más tarde le encomendó el de Murcia tareas de más responsabilidad, como la

de someter Sevilla y obligarla a servir lealtad a Al-Adil. Al-Bayyasi marchó con un

numeroso ejército al que se le sumaron las tropas de Abu-l-Ula (valí de Córdoba y her-

mano de Al-Adil). En Sevilla obligaron al valí Abd al-Aziz a someterse y el califa mar-

chó hacia allí para aposentarse en su nueva sede. Al-Bayyasi esperaba que se le re-

compensara con el nombramiento de valí de Sevilla, ya que había sido él quien había

conseguido la victoria, pero sin embargo y contrariamente el califa Al-Adil nombró para

este cargo a su hermano Abu-l-Ula y al baezano le dio el gobierno de Córdoba, que era

una plaza menos importante.

~ 35 ~

Al-Bayyasi se vio defraudado y en Córdoba (año 1224) tomó la decisión de nom-

brarse emir independiente. Comenzó entonces a conquistar tierras y se le sumaron nue-

vas poblaciones, entre ellas su natural Baeza, convertida en taifa y consiguiendo así

abarcar un amplio territorio que se extendía por las actuales provincias de Jaén, Cór-

doba, Ciudad Real y Badajoz. El califa respondió mandando a su hermano Abu-l-Ula,

que reconquistó todas las plazas de la taifa menos Baeza, donde se refugió Al-Bayyasi,

siendo allí donde se rindió. Pero en ese mismo año volvió a denominarse de nuevo Al-

Bayyasi emir de Baeza, reconquistando otra vez las tierras que le habían arrebatado. Y

como no contaba con apoyos entre los musulmanes, entró en contacto con Fernando III,

aliándose ambos. Juntos participaron en la campaña de Quesada y en el ataque a Jaén; e

hicieron frente a un nuevo ataque califal sobre Baeza, ataque que fue atajado a cinco mi-

llas (algo más de ocho kilómetros) de la ciudad.

Al-Bayyasi cedió a Fernando III algunas plazas fronterizas como Salvatierra (Ciudad

Real), Burgalimar (Baños de la Encina, provincia de Jaén) o Capilla (Badajoz), a cam-

bio de que Fernando le proporcionase recursos para atacar Sevilla y llevar a cabo su

venganza. De esta manera, en 1225, partió Al-Bayyasi desde Córdoba con un poderoso

ejército mediante el cual asedió la ciudad de Sevilla, adueñándose de todas las fortalezas

del Aljarafe sevillano y obligando al califa Al-Adil a marcharse huyendo y sin parar

hasta cruzar el Estrecho. A fin de evitar los ataques cristianos –como ya dijimos–, la

mayoría de las poblaciones situadas entre Sevilla y Córdoba reconocieron a Al-Bayyasi

como su señor, pues era aliado del rey de Castilla. Satisfecho por sus nuevas conquistas

y su gran influencia, Al-Bayyasi –ahora sin reparos– se retiró a Córdoba. Allí, una re-

vuelta popular provocada por su amistad con los cristianos lo obligó a ausentarse; bus-

cando salvarse encontró la muerte, cuando intentaba refugiarse en la fortaleza de Almo-

dóvar del Río; subiendo la cuesta del alcázar murió degollado a manos de su visir Ibn

Yaburak (que había sido sobornado por Abu-l-Ula de Sevilla). El visir llevó la cabeza

de Al-Bayyasi a Sevilla y reclamó a Abu-l-Ula la recompensa que le había prometido,

pero éste lo acusó de traición por haber asesinado a su emir y lo ajustició. Esto ocurría

en el año 1226.

Al llegar a oídos de Fernando III la noticia del asesinato de su fiel amigo, tomó más

aún bajo su protección al hijo de éste, Abd al-Mon, lo educó junto a sus hijos y lo llevó

a la conquista de Sevilla en 1248. Y en la mezquita mayor de Sevilla, la actual catedral,

fue bautizado cristiano Abd al-Mon, siendo su padrino el propio rey don Fernando III el

Santo, llamándose el neófito Fernando de Adelmón (apellido que aún existe hoy en día).

~ 36 ~

Al-Bayyasi

~ 37 ~

EPÍLOGO II

PALABRAS Y PLEGARIA DEL PAPA JUAN PABLO II

AL VISITAR ASÍS EL 5 DE NOVIEMBRE DE 1978

El día 5 de noviembre de 1978, por la tarde, el Papa Juan Pablo se trasladó en heli-

cóptero a Asís. “Deseo dedicar este domingo a los Santos Patronos de Italia”, había di-

cho en las palabras del Ángelus. Asistió a una Misa concelebrada en la Basílica, oró

ante los restos del Pobrecillo de Asís, objetivo principal del viaje, según había expre-

sado el mismo Papa en el Ángelus, y, desde un balcón, habló a la inmensa multitud reu-

nida ante la basílica. También su predecesor Juan XXIII visitó al Poverello Francisco de

Asís.

Heme aquí –dijo Juan Pablo II– en Asís este día que he querido dedicar de manera

particular a los Santos Patronos de esta tierra, Italia, tierra a la que Dios me ha llamado

para que pueda realizar mi servicio como Sucesor de San Pedro. Dado que no nací en

este suelo, siento más que nunca la necesidad de un “nacimiento” espiritual en él. Por

eso vengo este domingo como peregrino a Asís, a los pies del Santo “Poverello” Fran-

cisco, que escribió con caracteres incisivos el Evangelio de Cristo en el corazón de los

hombres de su tiempo. No podemos extrañarnos de que sus conciudadanos hayan que-

rido ver en él al Patrono de Italia.

El Papa, que por razón de su misión debe tener ante los ojos a toda la Iglesia uni-

versal, Esposa de Cristo, en las varias partes del globo, tiene necesidad, de manera par-

ticular en su sede de Roma, de la ayuda del Santo Patrono de Italia, tiene necesidad de

la intercesión de San Francisco de Asís.

Por esto llega hoy aquí. Vine para visitar esta ciudad, testimonio siempre vivo de la

maravillosa aventura divina que se desarrolló a caballo entre los siglos XII y XIII. Ella

es testigo de aquella santidad sorprendente que pasó por aquí como un gran soplo del

Espíritu. Soplo del que participó San Francisco de Asís, su hermana espiritual Santa

Clara y tantos otros santos nacidos de su espiritualidad evangélica. El mensaje francis-

cano se extendió lejos, más allá de las fronteras de Italia, y muy pronto llegó también al

suelo polaco, de donde yo provengo. Y sigue produciendo allí frutos abundantes, como

también en otros países del mundo y en otros continentes.

Os diré que, siendo arzobispo de Cracovia, vivía cerca de una antiquísima iglesia fran-

ciscana (San Francisco de los Conventuales) y que de vez en cuando iba allí a rezar, a

hacer el Vía Crucis, a visitar la capilla de la Virgen Dolorosa. ¡Momentos inolvidables

para mí! No se puede menos que recordar aquí que precisamente de este magnífico tron-

co de la espiritualidad franciscana brotó el Beato Maximiliano Kolbe,52

Patrón especial

de nuestros difíciles tiempos. Y no puedo dejar de recordar que precisamente aquí, en

Asís, en esta basílica, el año 1253, el Papa Inocencio IV proclamó Santo al obispo de

52

Beatificado por el Papa Pablo VI el 17 de octubre de 1971 y canonizado por el Papa Juan Pablo II el 10

de octubre de 1982. Se conmemora el 14 de agosto.

~ 38 ~

Cracovia, el mártir Estanislao, ahora Patrono de Polonia, del que yo era hasta hace poco

indigno sucesor.

Por eso hoy, al poner pie aquí por primera vez como Papa, en el manantial de este

gran soplo del Espíritu, de este maravilloso renacimiento de la Iglesia y de la cristiandad

en el siglo XIII, que va unido a la figura de San Francisco, mi corazón se abre hacia

nuestro Patrón y grita:

Tú, que acercaste tanto a Cristo a tu época,

ayúdanos a acercar a Cristo a la nuestra,

a nuestros tiempos difíciles y críticos. ¡Ayúdanos!

Estos tiempos esperan a Cristo con gran ansia,

por más que muchos hombres de nuestra época no se den cuenta.

Nos acercamos al año 2.000 después de Cristo.

¿No serán tiempos que nos preparen a un renacimiento de Cristo, a un nuevo Adviento?

Nosotros manifestamos cada día en la plegaria eucarística

nuestra esperanza, dirigida a Él solo, Redentor y Salvador nuestro,

a Él que es cumplimiento de la historia del hombre y del mundo.

Ayúdanos, San Francisco de Asís, a acercar a Cristo a la Iglesia y al mundo de hoy.

Tu, que has llevado en tu corazón las vicisitudes de tus contemporáneos,

ayúdanos, con el corazón cercano al corazón del Redentor,

a abrazar las vicisitudes de los hombres de nuestra época:

los difíciles problemas sociales, económicos, políticos,

los problemas de la cultura y de la civilización contemporánea,

todos los sufrimientos del hombre de hoy,

sus dudas, sus negaciones, sus desbandadas,

sus tensiones, sus complejos, sus inquietudes...

Ayúdanos a traducir todo esto a un lenguaje evangélico sencillo y provechoso.

Ayúdanos a resolver todo en clave evangélica,

para que Cristo mismo pueda ser “Camino-Verdad-Vida”

para el hombre de nuestro tiempo.

Así te lo pide a Ti, hijo Santo de la Iglesia, hijo de la tierra italiana,

el Papa Juan Pablo II, hijo de la tierra polaca.

Y espera que no se lo niegues, que le ayudarás.

Has sido siempre bueno y te has apresurado siempre

a ayudar a cuantos a Ti se han dirigido.

~ 39 ~

ÍNDICE

A modo de prólogo

Empezó a construirse la catedral gótica de Toledo ………………………… pág. 3

Alfoz de Alba de Tormes (reino de León)

Repoblación …………………………………………………………………. pág. 8

Monasterio de Santa María de Buenafuente del Sistal (reino de Castilla)

Donación de una heredad …………………………………………………… pág. 9

La Mancha y Andalucía (reino de Castilla)

La muerte de Al-Bayyasi y otros asuntos ………………………………….. pág. 11

Reino de Aragón

Una tarida mallorquina ……………………………………………………... pág. 13

Licata (reino de Sicilia)

Muerte martirial de un carmelita llamado Ángel …………………………… pág. 15

Asís (Italia)

Tránsito de Francisco ……………………………………………………….. pág. 17

Reino de Francia

Muerte del rey Luis VIII de Francia y sucesión por su hijo Luis IX ………. pág. 29

Epílogo I

Abd Allah ibn Muhammad al-Bayyasi …………………………………….. pág. 33

Epílogo II

Palabras y plegaria del Papa Juan Pablo II al visitar Asís el 5 de noviembre

de 1978 ………………………………………………………………………. pág. 37