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La Xtáabay Por Eleuterio Llanes Extranjero, hijo extraviado del Mayab, que no habéis olvidado las viejas tradiciones de nuestros padres, que camináis en los senderos solitarios de esta tierra misteriosa; es a vos a quienes me dirijo para que si alguna vez sois arrebatados por espíritu de misterio, no digáis que no sabías y que por egoísmo no os lo dijeron. Voy pues a relataros brevemente lo que os puede aconteceros mientras vivís en esta tierra santa. Sin duda habéis oído hablar del pájaro maléfico del infierno y de la muerte que viene de la caverna de la vieja hechicera en la oscuridad de la noche, y canta nueve veces sobre la choza del indio a quien anuncia la muerte, para volver al noveno día y llevar entre sus garras el alma del infeliz que no supo clamar a sus dioses. Habéis oído sin duda del hua’apáach’ con quien sus piernas largas aprisiona al que ronda por la noche la casa de su amada. Si alguna vez se ha erizado vuestra piel y puesto de punta vuestro cabello cuando os relataron del Kitaam iik’ del ko’il peek’, del ook che’ no esperéis que os suceda menos cuando deis con una hermosa mujer, modelo de escultura, que espera en vuestro camino para brindarnos su amor y llevarnos luego en sus brazos a donde no habéis de volver. Es pues la leyenda de la Xtáabay la que quiero relataros. La Xtáabayes la mujer que después de muerta ha venido al mundo a repartir amor, lo que por egoísmo no quiso hacer en su primera vida. La Xtáabay es la mujer que nunca has visto y el día que la veas la seguirás como un corderillo, mansamente sin saber lo que te espera; es la mujer con quien has soñado siempre, si jamás has visto hecho realidad ante tu vista. Si alguna vez la vieres, será en noche de luna, verás su rostro como el blancor de la azucena cuando recibe el beso del astro de la noche; clavará en ti la mirada y te sonreirá con ternura mientras peina su larga cabellera. -No puedes irte, me perteneces. Sintiendo que mientras más lo abrazaban, más sentía las punzadas, comprendió que se encontraba en presencia de un ser maléfico, por lo que sacando el cuchillo que llevaba en la cintura comenzó a clavarlo en el pecho de la muchacha, ésta sintiéndose herida lo soltó; aquél salió corriendo a la dirección de su casa, mas no pudo llegar porque a medio camino cayó sin sentido. Dos labradores que volvían de sus milpas, lo encontraron en aquel estado y lo condujeron a su casa.

Cuentos y Leyendas Para Vero

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Page 1: Cuentos y Leyendas Para Vero

La Xtáabay

Por Eleuterio Llanes

 

Extranjero, hijo extraviado del Mayab, que no habéis olvidado las viejas tradiciones de nuestros padres, que camináis en los senderos solitarios de esta tierra misteriosa; es a vos a quienes me dirijo para que si alguna vez sois arrebatados por espíritu de misterio, no digáis que no sabías y que por egoísmo no os lo dijeron. Voy pues a relataros brevemente lo que os puede aconteceros mientras vivís en esta tierra santa.

     Sin duda habéis oído hablar del pájaro maléfico del infierno y de la muerte que viene de la caverna de la vieja hechicera en la oscuridad de la noche, y canta nueve veces sobre la choza del indio a quien anuncia la muerte, para volver al noveno día y llevar entre sus garras el alma del infeliz que no supo clamar a sus dioses.

     Habéis oído sin duda del hua’apáach’ con quien sus piernas largas aprisiona al que ronda por la noche la casa de su amada.

     Si alguna vez se ha erizado vuestra piel y puesto de punta vuestro cabello cuando os relataron del Kitaam iik’ del ko’il peek’, del ook che’ no esperéis que os suceda menos cuando deis con una hermosa mujer, modelo de escultura, que espera en vuestro camino para brindarnos su amor y llevarnos luego en sus brazos a donde no habéis de volver. Es pues la leyenda de la Xtáabay la que quiero relataros.

     La Xtáabayes la mujer que después de muerta ha venido al mundo a repartir amor, lo que por egoísmo no quiso hacer en su primera vida. La Xtáabay es la mujer que nunca has visto y el día que la veas la seguirás como un corderillo, mansamente sin saber lo que te espera; es la mujer con quien has soñado siempre, si jamás has visto hecho realidad ante tu vista. Si alguna vez la vieres, será en noche de luna, verás su rostro como el blancor de la azucena cuando recibe el beso del astro de la noche; clavará en ti la mirada y te sonreirá con ternura mientras peina su larga cabellera.

     -No puedes irte, me perteneces.

     Sintiendo que mientras más lo abrazaban, más sentía las punzadas, comprendió que se encontraba en presencia de un ser maléfico, por lo que sacando el cuchillo que llevaba en la cintura comenzó a clavarlo en el pecho de la muchacha, ésta sintiéndose herida lo soltó; aquél salió corriendo a la dirección de su casa, mas no pudo llegar porque a medio camino cayó sin sentido.

     Dos labradores que volvían de sus milpas, lo encontraron en aquel estado y lo condujeron a su casa.

     Sus familiares viendo su estado y oyendo que no dejaba de delirar, llamaron a un hechicero para que lo curara; éste después de observar en su sáastun dijo:

     -“Está hechizado por la Xtáabay, pero si su novia va al lugar donde luchó con ella y consigue sacar el cuchillo que se encuentra introducido en la hoja del cactus y envainarlo sin que lo vea, sanará; si no, tendrá que volver donde está la Xtáabay que lo tiene encantado”.

     Su enamorada fue a la sabana tomó el cuchillo como se lo indicó y lo enfundó sin que lo viera, cuando volvió a la casa de su enamorado se sorprendió verlo en la puerta sonriéndose.

     Se cuenta entonces que las cicatrices que debieron dejar las heridas inferidas a la Xtáabay, son las huellas que se ven en las hojas del cactus tsakam, porque el alma de la virtuosa al volver a este mundo convertido en la sombra de la Xtáabay su cuerpo está identificado en el tsakam, como su vida en la siempreviva.

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Por qué adoraban los mayas a la serpiente

Eusebio Falcón

 

Yuum K’iin Kili’ich K’áak’ (Gran sacerdote, Fuego Sagrado) bajaba del castillo principal de Chichén Itzá, una mañana acompañado de su hijo Htuukul (pensamiento celeste) a donde había sido llamado por el Rey Koh

Kitam (diente de jabalí). En el descenso de la escalera que mira al poniente, (del castillo) que estaba rodeado por el gimnasio, a casa del adivino, la del escultor del reino y el paseo imperial, entabló con su hijo una

conversación en la que le daba a conocer el objeto de la llamada del rey, señor suyo.

      Desea el rey que le diga yo de dónde proceden los primeros pobladores de Yucatán, los que levantaron los primeros cimientos de esta ciudad, que su abuela Xki’ichpan xPéet Há (la bella laguna) le contó que los

primeros hombres que asomaron y fundaron Chichén Itzá vinieron del poniente: pero que el gran sacerdote Noh Eek’ (Gran lucero) que regía los conventos hace diez o doce ahuanes, dejó escrito un libro en

el que habla de la aparición de los primeros hombres de estas tierras. Tengo para mi que dice bien: voy a registrar la vida sagrada y a saber si el tal sacerdote escribió algo y si resulta verdad la existencia de tal libro, de mucho me servirá para fundar mis teorías sobre la aparición del hombre en Yucatán, porque has de saber,

querido Htuukul que estoy escribiendo la historia de Chichén, de sus reyes, de sus sacerdotes y de sus guerreros, y no sería ocioso principiar por los primeros pobladores de Yucatán.

      -Padre, contestó Htuukul que el cielo te ilumine. Si en algo puedo servirte, no tienes más que mandar que yo obedeceré y trabajaré en tu colaboración con la fe y la constancia que un buen hijo debe a su

padre, Chichén en el año que comienza esta historia, 850 años antes de Jesucristo, era la capital del imperio, tenía plazas bellísimas, paseos que en nada envidiarían a los más afamados de Egipto, templos

suntuosísimos, jardines magníficos y en cuanto a edificios, tenía conventos para hembras y para varones. Tenía observatorios, bibliotecas públicas, escuelas de enseñanza superior y en fin, todo aquello que se

requiere para llamarse ciudad capital, del imperio de una raza por demás civilizada. Esa raza que aún hoy día sorprende a los más empinados maestros del siglo XX.

      Serían las ocho de la mañana cuando Hkili’ich K’áak’ llegó a su casa. Esta estaba situada opuesta al gimnasio, es decir, en el ángulo S.O. de la plaza principal de Chichén. Tan pronto entraron Hkili’ich le dijo a su

hijo:

      -Vamos a la biblioteca, vamos a registrar libros. Creo que entre los de mi propiedad tengo la “Historia de los orígenes de los macehuales”. Creo haberlo visto hace dos o tres años.

      Pasaron a la biblioteca. Una pieza sin más entrada que la que da acceso a la celda del reverendo Hkili’ich K’áak’.

      -Enciende una antorcha Htuukul.

      -Sí, padre.

      Htuukul cogió de encima de la mesa dos palos e hincando la punta de uno en el costado del otro, frotó con tal violencia, que en menos de dos minutos se hizo llama y entonces aproximó el tah y se iluminó la pieza.

      Pasaron a la biblioteca padre e hijo y principiaron a tomar grandes rollos de corteza de árbol que en una especie de alacena, tenía Hkili’ich.

      Cada rollo que tomaba leía: “canto a Tseem Punab” (pecho de paloma) “Arte de volar”, “por qué cantó de noche el sak ch’íich’” (cenzontle).

      Había ya inspeccionado la cuarta parte de los volúmenes, cuando se dejó oír la voz de los heraldos que desde los ángulos del castillo gritaban por tres veces seguidas, “¡Va a comer el rey!, ¡Va a comer el rey!

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      Todo el mundo se puso de pie, inclinó la cabeza y exclamó:

      -“Los dioses den una buena digestión a nuestro Rey y Señor”.

      -Hijas del cielo, cuidadoras del fuego sagrado, pedid a los dioses una buena digestión para nuestro Rey y Señor”.

      Dejóse oír una música de tunkules, y t’orochakes y heret’es (Instrumentos de música maya) y luego un cántico que decía:

      “Dios que riges los destinos del hombre dad a nuestro Rey y Señor una buena digestión”.

      Pasada media hora volvieron a asomar los heraldos en los ángulos del Castillo y gritaron:

      -“¡El Rey ha concluido de comer!, ¡El Rey ha concluido de comer!, El Rey… Alabada sea la bondad divina”.

      Era costumbre en Chichén anunciar las comidas del Rey, tanto para que los vasallos pidieran a la divinidad la salud para su Rey, como para que ninguno comiera antes que él, porque ésta era una falta de esa

majestad que se castigaba con 12 azotes dados en la plaza pública en presencia del pueblo. Así mismo, servía, de anuncio a los menesterosos que iban a comer a las reales cocinas por cuenta del Estado.

      Concluidas las plegarias reglamentarias después de haber pedido a la Divinidad la salud para el Rey, Hkili’ich K’áak’dijo a su hijo:

      Toma tu ch’ilib ts’íib (especie de cálamo para escribir) y el bonchakté (pintura roja para escribir).

      Y continuó la investigación en los volúmenes de la biblioteca.

      Después de media hora de silencioso registro lanzó una exclamación de alegría. Había dado con la “Historia de los primeros hombres de Chichén”, obra escrita por el venerable Hk’ay Kusáam (cantor de

golondrina)

      -¡Helá!, ¡helá!, ¡hela! (aquí, está) y se puso a leerla en voz alta.

      Allá, al poniente de Uxmal, en la cresta de la montaña a poca distancia de la encantadora gruta de las Estalactitas, un poco al norte hace ciento diez y siete ahuaes (períodos de a 24 años) aparecieron tres

hombres y tres mujeres. Parecían tres matrimonios, cada uno de los cuales traía dos niños. De los seis, cuatro eran hembras y dos varones. Traían también dos animales cuadrúpedos, que tenían sobre la espalda dos

jorobas y tenían cara de danta y los cascos hendidos como el venado.

      Un agujero, que aún existe en la montaña, les dio paso.

      Al asomar y ver el verdor del monte; al sentir el beso del aire perfumado por el rocío que en la noche refresca aquella cordillera, al respirar a pleno pulmón aquel ambiente, se postergaron y volviéndose al oriente con cánticos sagrados saludaron al sol, que aparecía despertando al rey de los cielos, el padre universal que

augura, a sus hijos horas de felicidad. Las aves en aquel momento enviaban su saludo, por medio de sus trinos, al Rey del universo.

      Concluidas sus oraciones después de haber dado gracias a su Creador por el feliz término de su viaje, bajaron de la montaña por el lado oriente.

      -Htuukul, esto es admirable. Esto es bellísimo. Prescindiendo de la belleza del lenguaje, trae enseñanzas hasta hoy ignoradas en el reino de Chichén. Dijo y extendiendo sobre el piso de la casa el rollo de Ch’ooy

(especie de pergamino hecho de árbol ch’ooy) se engolfó en la lectura de los jeroglíficos que llenaban aquella hoja.

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      Después de un rato de silenciosa lectura, volvió a exclamar cada vez más entusiasmado.

      -Oye esto, Htuukul, oye esto:

      “Pasados cinco años, cuando aquellos errantes peregrinos habían ya formado sus casas al pie de la montaña, de común acuerdo, decidieron dedicar un monumento que marcara época en la historia y al mismo

tiempo consagrar un recuerdo a su país natal.

      Al efecto se propusieron construir sobre la entrada de la subterránea vía que los había conducido a esta tierra, unSatstunsat (laberinto igual en todo al célebre y famoso de Creta) yo lo conozco. Existe aún el estado

más de una vez al pie del montículo que lo cubre meditando sobre la grandeza del genio de aquellos tres hombres.

      He permanecido a la puerta del laberinto horas y horas pensando en los plutónicos trabajos que adornan la tierra.

      -¡Aquella galería a dónde ira?, ¡En dónde terminará?, ¿Cuáles fueron los motivos que obligaron a aquellos hombres cuyos nombres están grabados en la puerta del laberinto a abandonar sus lares?, ¿Cuál sería la

tierra que los vio nacer?, ¿Cuánto tiempo necesitarían para llegar hasta aquí? Y fijándome en los jeroglíficos que adornan la puerta, después de mucho tiempo de estudio, vine en conocimiento de que su arribo tuvo

lugar hace ciento diez y siete ahuaes!”.

      -Oye Htuukul prepara todo lo que necesitemos par el viaje. Voy enseguida a noticiarle al Rey, nuestro señor, mi descubrimiento. Quiero leer con mis propios ojos aquellas inscripciones de que habla este Santo

Sacerdote.

      -Haz los preparativos. Pasado mañana salimos de Chichén.

      H Koh Kitam tendido en su esfera haciendo la digestión por la cual había pedido su pueblo con tanta unción.

      Dos esclavos con sendos abanicos hechos de la cola de un pavo del monte y adornados con las pintadas plumas delpanch’el del yuyum y del ts’unu’un daban aire al más poderoso de la península. Estaba vestido con un uipilil (ancha camisa) que le llegaba hasta las rodillas: el cuello abierto como las túnicas nazarenas, estaba

bordada con hilos de colores, representando aves, cuadrúpedos y flores.

      Por la abertura del uipilil se veía el hercúleo pecho de hkoh y sobre él un rosario de conchas, caracoles y piedras de obsidiana. En el brazo derecho llevaba un brazalete, hecho también de piedra y esculpido con

jeroglíficos que le anunciaban la buena ventura.

      Decían las leyendas escritas en el brazalete que reinaría larga y gloriosamente y que durante su reinado se harían enChichén grandes descubrimientos y trascendentales mejoras.

      La somnolencia que sigue a una buena digestión, cerraba los párpados de hkoh sus ministros que se hallaban presentes acordando las benéficas que daban la tranquilidad y bienestar al pueblo chichenesco,

guardaron silencio al ver caer los párpados sobre las brillantes pupilas del Rey.

      Oyóse en estos instantes la voz del ujier que guardaba la escalinata poniente anunciando la presencia del sumo sacerdote Hkili’ich K’áak’.

      El fanatismo en la raza maya siempre fue intenso.

      Los sacerdotes de cualquier culto han tenido y aún tienen gran influjo en los descendientes de la más poderosa raza americana.

      Un sacerdote era visto como hijo de los dioses y era respetado con la misma veneración que aquellos.

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      Las vírgenes que guardaban el fuego sagrado eran tan sagradas como él para los habitantes de Chichén.

      La voz del ujier que estaba al pie de la escalinata fue repetida por los heraldos de los cuatro ángulos del castillo el portero del regio palacio repitió:

      -“¡El gran sacerdote, el hijo de los dioses, el guardador de la fe excelentísimo señor Hkili’ich K’áak’ viene a palacio! El cielo le conceda salud y le perpetúe la sabiduría”.

      Abrió los ojos el Rey, tendió la mano y cogió la encima de una esterilla su corona de plumas, se la puso sobre la cabeza y esperó.

      A pocos momentos la cortina que cubría la puerta con riquísima pintura agreste, se levantó dejando paso al venerableHkili’ich K’áak’ tendió las manos hacia el rey y dijo:

      -Señor: tus deseos serán cumplidos si los dioses no me niegan su ayuda. Tu mandato será cumplido muy en breve. Mañana, si tu grandeza lo permite cuando el sol despierte estaré muy lejos de Chichén.

      Voy a buscar la fuente en que se pueda beber la verdad.

      Antes de dos meses estaré de vuelta y lo que yo escriba será puesto ante tus ojos, antes de un año.

      Los dioses no pueden dejarte de ayudar en tu trabajo que dará gloria a uno de sus hijos predilectos: el gran SacerdoteHkili’ich K’áak’ y nombre a mi reinado, que sin jactancia creo que ha sido justiciero y religioso.

      Amaneció el día fijado por Hkili’ich para salir de Chichén.

      El canto de la chachalaca, era guitarra andaluza que en las mañanas alegra el campo, sonaba con la alegría del despertar feliz. Los grillos daban a la música chachalaquera los puntos altos que parecían los

relieves del bordado que la naturaleza enseña a su Creador señal de reverencia. El sol risueño que aún no asomaba a su balcón, enviaba a la tierra los rayos de luz que como espíritus divinos salen de la negrura de

las sombras para alegrar las tristezas de la humanidad.

      La yuya, el chichimbakal, el ch’eel y el coro alado que anima las selvas de Yucatán, templaban sus flautas para entonar el himno que canta hosannas al Ser Supremo que les ha dado la vida y cuida de su sustento

diario.

      El p’ul ha’ esa emanación sublime que da vigor a las plantas y que en los países tropicales anima el reino vegetal dándole exhuberancia y haciendo que sus bosques tengan la corpulencia y el ramaje que dan los ríos,

vivifican las plantas y dan esplendor a la naturaleza herbácea… los ríos... nos han sido negados, pero la Divinidad, en recompensa de sus faltas, y que atiende a todo lo creado, nos ha dado el p’ul ha’ para sustituir las faltas pluviales, El p’ul ha’ como diamantes engastados en esmeraldas regaba los árboles y arbustos que

orlaban el camino que conduce de Chichén a Uxmal.

      Hkili’ich K’áak’ después de haber tomado sendas jícaras de chokoj sakan con sus respectivos pimpim waahes, lo que constituía el desayuno de los mayas, fueron al pie del castillo a decir el adiós de despedida al

rey Hkoh. Parecía la estatua de grandeza. Parecía la estatua del Coloso de Rodas.

      Alto, ancho de pecho, levanta la cabeza que cubría con penachos de plumas, con la mano derecha apoyada en la cadera y jugando con la izquierda los dijes de su rosario, oyó la voz de Hkili’ich que dijo:

      -“Oh Rey y Señor, el más grande, el más generoso, el más temido, el más glorioso de los que han regido Chichén, por la gracia del Gran Espíritu, danos tu bendición para que los dioses propicios nos ayuden

en la empresa que vamos a acometer que redundará en gloria de tu reinado”.

      -“Gran Hkili’ich K’áak’, respondió Hkoh, excelso sacerdote de los Dioses, ellos te acompañen, te conduzcan al fin que te propones que si bien dará a mi reinado renombre, a ti te dará la inmortalidad. Ellos te

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conducirán al templo de la gloria; ellos te reciban y allí te den el galardón, que por tu ciencia, por tu asiduidad, por tus estudios y perseverancia y por tus maravillas te mereces”.

      Las músicas ensordecieron los aires. Las piedras tales que fungían de campanas, atronaron también, haciendo dúo a las músicas, del reino del Eolo.

      Emprendió la marcha Hkili’ich seguido por el séquito de sacerdotes que lo acompañaron hasta el límite de Chichén, de las músicas y de su comitiva de cargadores. A su derecha caminaba su hijo Htuukul, que iba

con el carácter de secretario suyo.

      Al pasar frente al Convento de Monjas, las vestales que cuidaban el templo entonaron un himno en alabanza de Hkili’ichy pidiendo a los dioses protección y ayuda.

      Hkili’ich detuvo un instante y extendiendo los brazos hacia el convento dijo:

      -“Hijas del cielo, los dioses oigan sus plegarias. La inocencia y las virtudes que de ustedes son estuche, no puedan ser desechas por la divinidad. Los dioses que me acompañan velen por ustedes. Adiós que la

virtud y la gracia queden en esta sacrosanta casa”.

      Después de caminar cinco días, el sector, a las dos de la tarde, cuando el sol quemaba las espaldas de los indios, llegóHkili’ich al pie de la sierra en cuya cúspide se levantaba el Satstunsat.

      Helo aquí! exclamó, allí está la señal puesta por los primeros hombres que habitaron esta tierra! ¡Qué bien dice Hok Eek’!

      Comamos y después de la comida iremos a cerciorarnos de la belleza que guarda ese monumento!.

      -Dice Hk’ay kusaam que a la entrada del laberinto está escrita la historia de la expedición de aquellos hombres. Todo lo veremos esta tarde, y si mis estudios no han sido un cúmulo de mentiras, necedades y

artificios para engañar a los hombres, o que mis maestros y libros me han engañado, entonces sabré descifrar los caracteres en que está escrita esa historia y podré sin escrúpulos de conciencia, seguir enseñando a la

juventud estudiosa de Chichén, las ciencias en que heme imbuido durante tres ahues.

      Hka’anal Baak encendió la lumbre y puso a asar una pierna de venado y cuatro tortas de maíz, por barba, y luego que estuvo todo en sazón, bajo un frondoso árbol de pich se sentaron a comer el opíparo asado.

      Serían las tres y media de la tarde, cuando después de haber bebido sus respectivas jícaras de pozole, se encaminaron al cerro Hkili’ich, Htuukul y todos los indios que quisieron ver aquellas maravillas de que por todo

el tránsito les había hablado Hkili’ich.

      Subieron a la sierra por el lado oriente, algunos árboles habían con sus ramas cubierto parte del edificio que Hkili’ichmandó a sus acompañantes echar abajo para despejarlo y poder estimar en toda su extensión

aquel monumento que los exploradores antiguos habían levantado par significar el término de su viaje.

      Cuando estuvo despejado el terreno y el laberinto, se mostró tal como sus fabricantes lo idearon y construyeron, Hkili’ichse aproximó y rodeó aquel edificio para encontrar la entrada. El edificio era de forma circular, tenía como cinco metros de altura, no tenía techumbre, al menos en la parte que correspondía al

exterior. La puerta de entrada daba al sur, sobre ella había un jeroglífico que Hkili’ich leyó fácilmente. Decía: “Entra pero ten cuidado, al volver, de no tomar nunca a tu derecha”. Penetraron a aquel misterioso recinto y después de dar cinco vueltas llegaron a una rotonda de cinco metros de diámetro. En la parte noroeste se

veían una puerta en el marco de la cual, por cada lado había una piedra de metro y medio de altura por setenta y cinco centímetros de ancho. Estaban todas ellas llenas de caracteres egipcios. Verla Hkili’ich y

echarse sobre ellas, como si fueran seres animados fue el primer movimiento que lo impulsó.

      Las dos últimas galerías estaban techadas y la rotonda tenía cuatro puertas que comunicaban con las mismas. El techo de estas tenía tragaluces que alumbraban el recinto.

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      Hkili’ich se aproximó a las piedras en que estaban escritas la historia de la expedición y acariciándolas, como acaricia el árabe a su caballo dijo a su hijo Htuukul.

      -Mañana, después de que el sol salga, lavaremos estas piedras para no perder ni un rasgo de su escritura.

      Cuando la música de la naturaleza anunciaba la aparición del sol y celebraba la alborada de un día memorable para el reino de Chichén Hkili’ich K’áak’ se apresuraba para subir de nuevo a la cima del aquel

montículo, base de su renombre, cimientos de su grandeza y corona de su ciencia.

      Htuukul provisto de un rollo de corteza, sus álamos y su tarro de tinta, esperaba las órdenes de su padre para encaminarse al Satstunsat.

      Llego por fin la hora de la marcha; muchos indios con cántaros al hombro llevaban el agua que serviría par lavar las piedras.

      Hkili’ich fue el primero que echó agua sobre aquellas piedras y con un manojo de zacate frotó y lavó. Aquello fue la resurrección de la carne. Aparecieron los jeroglíficos con todo el esplendor, con toda la

gallardía, con toda la verdad con que fueron grabados. No pudo menos que hincarse de rodillas y extendiendo los brazos al cielo, exclamó:

      -¡Oh Dios de los dioses!, ¡Oh, padre celestial! De todo lo creado: recibe mi admiración, recibe mi admiración, recibe mis muestras de gratitud, recibe el homenaje de mi reconocimiento!...se inclinó y lloró.

      También la alegría tiene lágrimas.

      Htuukul participaba también de la alegría de su padre, pero como joven y poco versado en las arduas tareas del estudio y con el ardor de los años, su alegría se manifestaba apenas por las contracciones de su

rostro.

      En la primera piedra se leía:

      “Oh mortales, descendientes nuestros: sabed que aquí, el día 20 del mes 5º del año 13 del reinado de Faraón, padre adoptivo de Moisés, que reinaba en Egipto, llegamos por la vía subterránea que principia en el

centro de la pirámide Keops. Anduvimos 218 días. Trajimos tres camellos cargados de víveres, nuestras mujeres Num aak’, Aakil ken y tsa’ab tuun y nuestros hijos Akil, Ayun, Xpul, Káan Báalam y Sak-noh-ché

vinieron con nosotros.

      En el tránsito por la vía subterránea, debido a nuestros antepasados, cada etapa del camino está marcada con una cisterna que conserva agua durante todo el año.

      Si alguna vez quisieses ir a Egipto, provéete de pan para 220 días, encomienda tu alma a los dioses y penetra. Ah Tun Cauich. Néek’Tuk’Pich ich-ché.

      Quince días permanecieron Hkili’ich K’áak’ y su hijo escribiendo el memorial que debía presentar al Rey y que formaría parte del libro que el sumo sacerdote escribía a la sazón.

      Terminado el trabajo volvieron a Chichén. Yalkoh tenía noticias por los correos que a diario enviaba Hkili’ich dando cuenta de su descubrimiento y se prepararon grandes fiestas para recibir regiamente

al hombre que guiado por su ciencia y sus estudios había descubierto el origen del hombre en Yucatán.

      Las músicas poblaron el espacio; el balché se derramó por las plazas y calles. Las fachadas de las casas se adornaron con plantas y hojas. El xiat el ch’it, el halal, el siit y otras palmas se prodigaron.

      El camino por el cual debía entrar Hkili’ich estaba regado de ch’it, k’antilix, xkakaltun y otras yerbas olorosas.

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      Se mandó que las monjas entonaran un himno de bienvenida para que al pasar Hkili’ich por las puertas del convento, se entonara con gran acompañamiento de tunkules, sakatanes, torochakes, helet y otros

instrumentos que los mayas eran diestros en tocar. Y el 15 del tercer mes del año 21 del reinado de Hkoh kitam, hizo Hkili’ich su entrada a Chichén.

      La alegría fue inmensa. La embriaguez del triunfo del saber hizo época en la historia de los mayas.

      El rey dio una recepción en honor de Hkili’ich. Este, a la hora del champán, que se diría hoy, levantó su copa (su jícara) y dijo:

      “Este no es más que el introito de una historia que marcará en los anales de Chichén el primer paso hacia el oriente de nuestra vida. Yo juro, si los dioses lo permiten y el Gran Hkoh me autoriza a ello, que recorreré la

misteriosa vía y llegaré al pie de esa estatua de que hablan Ah Tun Cauich, Nek Tuk’ y Pich ich ché.

      Yo interrogaré a aquellos monumentos; yo haré hablar a aquella estatua. Me dirán muchas cosas que preguntaré; me descifrarán muchos jeroglíficos que me han calentado la cabeza; me darán mucha luz y esa

dejará en Chichén. Nuestras bibliotecas podrán ser consultadas por los sabios que habitan los reinos circunvecinos. Nos honraremos proporcionando a los sabios el resultado de nuestros estudios. Chichén será

la fuente de la ciencia. La historia radicará con nosotros”.

      La salva de aplausos que atronó el aire sólo sería comparada a la que tributaban los romanos a los vencedores en los torneos, allí en la histórica ciudad de Roma.

      A los dos meses de aquella fiesta y cuando casi se había olvidado el triunfo de Hkili’ich K’áak, se citó a los doctores del imperio para que oyeran la lectura de diez volúmenes que había escrito el sabio Gran Sacerdote

sobre el descubrimiento que había hecho.

      La sesión fue solemnísima.

      Se hicieron los comentarios más favorables a las conclusiones que Hkili’ich deducía de sus descubrimientos.

      Quince días después, sin que nadie lo supiera, salió Hkili’ich en compañía de su hijo y de dos cargadores. Se dirigieron al mismo rumbo que la vez anterior y después de cinco día de marcha se les vio aparecer en la

cumbre del cerro en donde aún está el Satstunsat; penetraron por la puerta en cuyo marco existían las inscripciones de que hemos hablado. Esto fue el cuarto día del mes séptimo del año veintidós del reinado de

Hkoh.

      Pasó el tiempo que Hkili’ich fijó a Hkoh para su vuelta y pendiente de ella permaneció en espera por un mes más y después de pasado ese tiempo llamó al capitán más bravo del ejército y le dijo:

      -El Gran Sacerdote Hkili’ich K’áak partió por la vía subterránea que une nuestra tierra con el Egipto, país que existe a doscientos dieciocho días de camino de Satstunsat, y el tiempo que fijó para su regreso ha

pasado ventajosamente y estoy inquieto de su suerte y he decidido mandarte en su busca. ¿Me prometes cumplir esta comisión que a todos los hijos deChichén interesa?

      -Manda señor, que yo obedeceré.

      -No: no se trata del servicio de las armas en el que por la disciplina estás obligado a cumplir las órdenes que se te comuniquen, ni se trata de asuntos de interés social, civil o militar del reino, porque no te

preguntaría si juras cumplir. Se te ordenaría y cumplirías. Se trata de un asunto científico. Asististe a las fiestas que se dieron en honor de Hkili’ich hace año y medio; oirías lo que prometió después que se reunió el consejo de sabios. Leyó lo que había escrito sobre el particular y con la anuencia mía partió por la misteriosa vía para saber si aquello no era una fábula: si se podría caminar por aquel subterráneo camino: hasta dónde llegaba; si aquello escrito a la entrada del subterráneo no es una broma y partió. Hace tres o más meses que debería estar de vuelta y esta es la hora en que no llega. Por esto te he mandado llamar y por eso te pido que me jures que cumplirás el encargo que a tu valor encomiendo. Porque se trata de la ciencia pido favor; si se

trata de tranquilidad el imperio me impondría.

Page 9: Cuentos y Leyendas Para Vero

      -Señor juro por la memoria de mis mayores: juro por el honor de mi flecha; juro por la dicha de los míos, partir y volver con noticias de aquel gran Sacerdote. Si pasado el tiempo que fijarás tú para mi vuelta, ésta no tuviese lugar, habré muerto. Sólo así no cumpliré lo que te juro ante los dioses que me oyen y juzgan que te

hablo con la sinceridad de mi alma y con el más firme propósito de cumplir.

      Te conozco T’óoloch, por eso me fijé en ti; anda: la causa de la civilización nos está igualmente agradecida. Escoge de entre tus soldados en quienes tengas fe que te acompañen y carguen tu implementa.

      A los tres días salió T’óoloch seguido de dos de sus mejores soldados, los que cargaban los víveres necesarios para la larga y peligrosa caminata.

      Entraron por la puerta que muda vio entrar y desaparecer a Hkili’ich y Htuukul aquella puerta que parece aún la boca de un animal mitológico que devora cosas y hombres sin paladear.

      Luego el tiempo que Hkoh fijó a T’ooloch para su vuelta. Esperó Hkoh un lapso de tiempo que fuera necesario a su entender, para que T’ooloch volviera de su jira, pero pasó también y la preocupación de Hkoh

fue mayor y resuelto a investigar el motivo de la demora de aquellos hombres que se habían atrevido a aquella peligrosa aventura, llamó al capitán Htso’ots K’éek’en y le dijo:

      -Capitán, dos hombres, el uno, gloria de Chichén por su sabiduría, el otro por su flecha: Hkili’ich el eminente Supremo Sacerdote y el valiente capitán T’óoloch, se internaron por un subterráneo

que Hkili’ich decía llegar a Egipto, país de nuestros progenitores y en consecuencia cuna de nuestra raza.

      Cuatro años, ocho meses hace que Hkili’ich salió de aquí y dos años y cuatro meses que el valeroso T’óoloch fue en busca suya y ya ves que hasta este momento no llegan. ¿Y tú valiente capitán, te

atreverías a ir en busca de aquellos compañeros nuestros?

      -Oh poderoso Hkoh, no sólo por tratarse de aquellos hombres que se han sacrificado en aras de la ciencia, sino por servirte y no dejar ilusionada tu esperanza al fijarte en mí. Iré con muchísimo gusto.

      Y se fue y corrió la misma suerte que sus antecesores en la arriesgada empresa del viaje subterráneo.

      Después y a moción del cuñado de T’óoloch se formó una caravana que con el permiso de Hkoh, partió con el mismo objeto que llevó a Tóoloch y Tso’ots. Formaban la expedición cinco jóvenes enérgicos,

valerosos, dedicados al estudio de las ciencias. Llevaban un plan para no arriesgar la existencia inútilmente, es decir, querían luchar con los obstáculos que habían ocasionado la pérdida de seis miembros

estimabilísimos del imperio de Chichén.

      Se fueron aquellos bravos jóvenes. Los acompañó hasta las afueras de la ciudad una numerosa concurrencia.

      Penetraron al Satstunsat, desde cuyas puertas se despidieron de sus familiares y amistades.

      Hkoh, con el fin de proveer a todas las precauciones que se pudieran tomar, estableció en la cumbre del cerro en donde se hallan las ruinas del Satstun sat una guarnición que cuidara de la entrada, pues llegó a

temer que los reyes de Uxmal y de Sotuta, celosos de la gloria de Chichén, hubieran descubierto el secreto de Hkili’ich. Mandó asimismo, que un correo diario, rindiera novedades a la Corte.

      Una de tantas mañanas al ir a relevar al centinela, a las cinco, se le encontró tendido a la entrada del subterráneo con la cabeza vuelta hacia dentro de él y los pies fuera: tenía las manos arañadas, las costillas trituradas y una baba blancuzca lo untaba a todo él. Aún le latía el corazón, y debido a los remedios que le prodigaron sus compañeros, pudo abrir los ojos a eso de las ocho de la mañana. Se le preguntó lo que le

había pasado y sólo se pudo conseguir oír que gritaba:

      ¡Hwaay! (el brujo) y presa de convulsiones falleció a las tres de la tarde. Fuera el miedo a la superstición, es el caso que la guardia se redobló y los centinelas se colocaron de dos en dos.

Page 10: Cuentos y Leyendas Para Vero

      Una noche en medio del silencio que rodeaba a la guardia de Satstunsat, oyóse el grito desesperado de uno de los centinelas de la entrada del subterráneo. La guardia corrió al lugar de donde partían los gritos y

encontraron a uno de ellos tendido en el suelo, sin sentido y al otro encuclillado. Era el que gritaba.

      Interrogado por el comandante dijo: que de la puerta de la cueva había salido una culebra que tenía crines, que los ojos despedían lumbre y que era tan gruesa que ajustadamente pasaba por la puerta. Que el

largo podía calcularse en cuarenta y cuarenta y cinco varas. Dijo que Chim, su compañero, estaba sentado de espaldas y que la culebra le había dado un coletazo que lo tumbó y privó de sentido; que él viendo aquel

monstruo había gritado y que a sus gritos la fiera se había introducido en el negro agujero del subterráneo.

      Al día siguiente, el correo noticiaba a Hkoh el incidente, y ocho días después y previa una exquisita investigación fue retirada la guardia que custodiaba Satstunsat y una cuadrilla de albañiles tapó la entrada.

      Mandó por bando solemne que se venerara a la serpiente como la tumba viva del insigne sacerdote Hkili’ich K’áak y dando ejemplo a su pueblo mandó poner dos serpientes de piedra formando

balaustrada a la escalinata del Castillo, que mira al norte, balaustrada que aún se conserva.

      Pasaron los siglos. La bóveda que formaba el techo de Satstunsat, cayó y unos turistas que visitaron las ruinas hicieron nueva entrada al laberinto y fue visitado por cuantos tuvieron conocimiento de su existencia.

      Se cuenta que en el siglo XIX alguno tuvo el atrevimiento de entrar y no volvió. Entonces, para precaver nuevas desapariciones, las autoridades de Maxcanú, a cuya jurisdicción pertenece, puso en la puerta del

subterráneo. ¡Alto! Se prohíbe pasar.

El muchacho que "se enquerido con su cuñada"1 Juntúul xi’ipal u kajkunsmaj u yatan u suku’un

Eugenio Caamal MayBin in ka’aj in tsikbat jump’éel tsikbal, u k’aaba’e’ juntúul máak tu kajkunsaj u yatan u suku’un.

Lelo’, ka yaanchaj bin juntúul nojoch máak óoxtúul u paalal bin. Ka taal bin le suku’untsile’ ka tu ya’alaj:

–Yaan in kaxtik in watan bejla’e’ –ku ya’alik.–Ma’alob, xi’ipal, ma’alob –ki’imak óolchaj le nojoch máako’.Ts’o’oksa’ab u beel, tuláakal beyo’. U yíits’in bin le máako’ táan u jach ichtik u yatan u suku’un beyo’.–Le kan xi’ik in suku’un yaanal tu’uxe’ kin tokik u yatan –ku ya’alik bin. Chéen u

El cuento que les voy a conversar trata de un muchacho que se enqueridó con su cuñada.

Había una vez un señor que tenía tres hijos. El mayor de ellos decidió casarse y se lo comunicó a su papá.

–¡Qué bueno, hijo, ya era hora! –exclamó entusiasmado el padre.

Así se dio el casamiento. Hubo de todo en la fiesta. Al hermano menor del recién casado le gustaba su cuñada y se decía una y otra vez: “Se la voy a quitar, se la voy a quitar”.

Page 11: Cuentos y Leyendas Para Vero

tuukul beyo’.

U suku’un beyo’ ku p’atik u yatan le kan xi’ik meyaje’ ich kool, chéen ba’ale’ sáansamal u suut bin. Chéen jump’éel k’iin bine’, ka bin meyaj naachil, ka tu k’áataj bin le yíits’in ti’ u yatano’ wa u kajtal bin yéetele’.Le xko’olelo’ ka tu ya’alaj: “Je’ele’. Bey bija’an a suku’uno’. Le k’iin ku suute’ kin ka’a p’atikech”, ku ya’alik bin.Ku yu’ubik bey le íits’intsilo’ ka ki’imakchaj u yóol. Yéetel áak’abe’ ku múul chital yéetel u yatan u suku’un. Le taatatsilo’ ma’ u yojel wa yaan uláak’ u paal ku wenel yéetel u yilibi’.Je’elo’, ka suunaj u suku’une’ jach ichil ka’ap’éelmees , ku yilike’ u yatane’ ts’o’ok u k’oja’antal ti’ paal . Ka tu ya’alaj:–¡Púuta!, ¿báan úuchi, báan beya’?

Ka tu k’áataj ti’ u yuum ba’ax úuchi, ka a’ala’ab ti’: “Ma’ in wojeli’”.

Le íichamtsil túuno’ ka bin u jóok’es u suerte, ka a’ala’ab bin ti’e’ u yíits’in bey top u yatano’. Ku ya’alik bin le íichamtsilo’: “Ma’ tu ts’o’okol chéen beya’, yaan in kúul xottik u matan in wíits’in, yaan in topik” Tu tuklaj beyo’.

Le suku’untsil túuno’ tu beetaj le ba’ax tu tukultajo’, tu vengartaj ba’ax beeta’ab ti’ u yatano’. Je’elo’ le íits’intsilo’ tojolch’inta’ab tumen u yuum beyo’. Te’ najo’, ma’ ka’a ooki’. Ka bini’, bin tu beetaj le íits’intsilo’.

Je’elo’, ka jo’op’ u bin, ka jo’op’ u bin, chéen k’áax bini’, chéen k’áax. K’uch jáal jump’éel beje’ ka tu yilaje’ jump’éel jobon te’, nojoch che’ ka chéen kots’laj bini’. Ku máan bin máak tu beel le joolo’, ku chéen ya’alik bin le xi’ipalo: “Túuxta’aben tumenDios”

Ku tuklik túun juntúul kolnáal tun bin ich kool: “Min te’ela’ yaan santoe’, yéetel taak’in ta’aka’ani’. Pa’atik in ch’akik le che’o’”. Ka tu ch’akaj bin.Púuta, búuj bin le che’o’. ¡Púuta! ku yilik bin juntúul máak pues mu péek, mixba’al yojel bin.

El recién casado diariamente iba a la milpa hasta que un día decidió irse a trabajar más lejos y por más tiempo. El hermanito aprovechó la ocasión para preguntarle a su cuñada si quería acostarse con él. La mujer le dijo:

–Sí, cuando no esté tu hermano, pero el día que regrese te dejo.

El muchacho estaba feliz. Por la noche se quedaba a dormir con su cuñada.

El papá de los hermanos no sabía lo que ocurría. Pasados dos meses regresó el marido y supo que su esposa estaba embarazada.

–¡Puta! –dijo– ¿qué pasó y con quién?

Fue a preguntarle a su papá y éste le dijo que no sabía. Fue entonces a que le sacaran la suerte. Le dijeron que su hermanito se había acostado con su esposa. El ofendido dijo:–¡Esto no se va a quedar así!, le rebanaré su regalo,3 su sexo. ¡Me lo fregaré!El fornicador estaba durmiendo cuando su hermano cobró venganza. Fue arrojado de la casa y se le dijo que no regresara más. El muchacho se fue al monte, se internó en la espesura hasta llegar a la orilla de un camino donde había un árbol muy grande que tenía un gran agujero en el tronco. Entró y se acomodó quedándose dormido.

Por aquel lugar pasaban todos los días los campesinos para ir a su milpa. El hermano fornicador despertó al escuchar que alguien venía y pronunció: “Soy el enviado de Dios!”

Uno de los campesinos, escuchó aquello y dijo: “A lo mejor ahí hay un santo y seguramente también debe haber dinero guardado, es lo que creo. Iré a ver.” Se acercó al tronco del árbol y escuchó decir: “Soy el enviado de Dios.”

El campesino cortó el árbol en muchos

Page 12: Cuentos y Leyendas Para Vero

¡Púuta! ku ya’alik: “¡Sáam báaj toopnaken! Si le máako’santo’. Desde ku ya’alik túuxta’aben tumen Dios,santo’! K’a’abéet in bisik”

Tu méek’aj “le kili’ich” bino’, kuchbil bisa’abik, ka k’uch bine’ ka tu ya’alaj tu kaxtaj jump’éel kili’ich beyo’.

Ka bin ts’a’ab tak áaltar le máako’. Tak áaltar,santo bine’. Ts’a’ab nikte’ ti’, tuláakal bin. ¡Púuta!pos ya’ab máax taal u yu’ub ts’o’ok u kaxta’al lesanto, ya’ab máax ku taal u t’ab kib, tu ts’a u máatan. ¡Púuta! pos le máak kaxte’ bajun taak’in ku molik, tun ayik’tale’. Jaaj. Ku líik’esik le taak’ino’.

Jach ma’ úuch k’iin, chéen tu yu’ubaj u ya’ala’ale’ le kili’icho’ pos kuxa’an, ku péek, ku t’aan, ku tsikbal, tuláakal ba’ax ku beetik. Jaaj. ¡Púuta! ya’ab máax ku bin ilik, ku ts’a’abal u chan máatan. Je’elo’, ka bin k’uch chéen jump’éel k’iin bine’ ka t’aanaj le kili’icho’: “Tene’, ma’ santo’ini’.

–¡Púuta! Ya’ab máax jéelpaj yóol, tu yu’ubaj ma’santo’’i’. Ka jo’op’ u k’áata’al ti’:–¿Báanten ma’ santo’echi’?–Pos, tumen tene’, chéen sa’atalen –ku ya’alik–. Chéen in yuum tojolch’inten tumen tin kajkunsaj u yatan in suku’un.–¿Pos, báanten túun ka wa’alik túuxta’abech tumen Dios?Ku ya’alik bine’: “tumen tene’ xota’an in máatan, mina’an in xíibil”, ku ya’alik bin.Ka tu ya’alaj u yuumil beya’:–¡Jeta’an mejen! Ts’o’ok túun in kuchik taasech. ¡Mejen kisin!–¿Je’el a kuchiken a bisen tu ka’atéene’? –tu k’áataj le xi’ipalo’.–¡Ma’ tuskep! ¡Péenen, xeen! –ka a’alab bin ti’.Tojolch’inta’ab ti’ le kaajo’. Bin tu meentaj bin.Ka máanen sáamjeake’, táan u bin le «kili’icho’».Chéen beyo’.

 

pedazos y encontró al supuesto santo que tenía cara de inocente, rostro de ángel. Se dijo: “Ya la hice, sí es santo y debe serlo cuando dice que es el enviado de Dios. Me lo llevaré.” Entonces, como pudo lo cargó hasta el pueblo donde contó que había encontrado un santo.

“El santo” fue colocado en un altar y le pusieron flores. Mucha gente iba a verlo, le prendían velas y le daban limosna. El señor que lo encontró se estaba haciendo rico.

Pasado un tiempo se empezó a rumorar que el santo estaba vivo, que se movía y que hablaba. Más gente iba a verlo y las limosnas aumentaron hasta que un día el santo habló:

–Yo no soy un santo.Esta declaración causó disgusto entre la gente. Le preguntaron por qué no era un santo. El confesó:–Yo sólo estaba escondido en el árbol porque mi papá me corrió de la casa debido a que me enqueridé con mi cuñada.–¿Entonces, por qué decías que eras el enviado de Dios? –preguntó alguien.–Porque estoy capado –dijo– porque me quitaron mi “regalo”, mi hombría.El señor que lo había cargado del monte al pueblo y que veía desaparecer sus ingresos le dijo muy enojado:–¡Hijo del diablo, y yo que te traje cargado hasta aquí!–Si quieres, cárgame y llévame de regreso.–¡Vacilas, lárgate! –le ordenó.

Así el muchacho fornicador fue nuevamente arrojado, esta vez del pueblo.Cuando pasé por aquel pueblo vi que se estaba yendo.

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La anciana y la solterona Chiich yéetel xnuuk ch’úupal 1 

Narrador: Eleuterio Poot Yah2 Una anciana llegó a la tienda donde una solterona atendía a la clientela y le preguntó:

–¿Ay ninia, pero tú, cuándo te vas a casar?

–¡Qué me voy a casar! los hombres de ahora no mantienen a la esposa!

–justificó la mujer.

–¡Ay ninia!, es muy cierto lo que dices, porque mírame a mí: de noche tengo abundante comida sabrosa, pero de día, ¡nada! –se quejó la vieja.

 

 

Ku kóojol juntúul chiich ti’ jump’éel kúuchil tu’ux ku ko’onol ba’alo’ob, le xkoonolo’ juntúul xnuuk ch’úupal, ku ya’alik tun le chiiche’ bey ti’ le xnuuk ch’úupalo’:

–¿Ay ninia, ba’ax k’iin kan ts’o’okol a beel beya’?

–¡Ba’ax kun ts’o’okol in beel! le wíinko’obo’ bejla’e’ ma’ tu tséentiko’ob u yatano’ob –ku ya’alik le xnuuk ko’olelo’.

Ku núukik túun chiich:

–Ay ninia lelo’ jach jaaj a t’aan, tumen tene’ yaan in ya’ab ki’ janal yéetel áak’ab, yéetel k’iine’, ¡mina’an!.

La curiosidad del Alux1

Alux 

Genaro Aban May2

Cuentan que un campesino diariamente le pedía a su esposa sancochar maíz para preparar sacá3 y llevarlo a la milpa. La señora estaba muy intrigada para qué su marido quería el sacá, hasta que un día no pudiendo resistir más la curiosidad decidió averiguar.

–Tengo que ir a ver a dónde lo lleva –dijo.

Juntúul kolnáale’ ku ya’alik bin ti’ u yatan bino’: “Yaan a chakik ten sakab in bis tin kool”, ki ti’.Cha’ak bine’ sakabo’, ka bin túun le máako’. Sáansamal beyo’, sáansamal u k’áat le sakabo’. Ku ya’alik túun bin le u yatano’: “¿Tu’ux túun ku bisik sakab le máak bey sáansamala’?”, ki bin, ku ya’alik.

Táan u bin u nuuktal le mejen nal bin beyo’ ka túun tu ka’a a’alaj le xko’olel

Page 14: Cuentos y Leyendas Para Vero

Así que cuando el marido le pidió:

–Tienes que sancochar maíz para hacer sacá.

Ella contestó gustosa: “Está bien.”

Al día siguiente, de madrugada se levantó la señora a lavar el nixtamal y a molerlo. Hizo el trabajo con mucho ánimo. Una vez preparado elsacá, el campesino fue a su milpa, donde ya habían crecido los elotes. Éstos tenían un color verde claro resplandeciente. ¡Claro! Era porque el alux4 los regaba.

Cuentan que cuando el campesino se fue a la milpa su esposa se fue detrás de él. Iba escondiéndose entre la hierba que había a un lado del camino para que no la viera. Cuando la mujer llegó a la milpa desde lejos vio que su marido se despojó de toda la ropa y luego entró a unasascabera.5

Dentro la sascabera, el campesino diluyó el sacá y lo ofreció al alux mientras le rezaba. Luego salió de la cueva, se vistió de nuevo y se fue desyerbar entre los elotes.

Cuando la mujer vio que su esposo había salido de la sascabera, dijo: “Ahora voy a ver qué hay ahí”

Cuentan que llegó a la entrada de la sascabera y dijo: “Como hizo mi marido.” Se desnudo también y luego entró al lugar.

Mientras tanto, por el sacá y el rezo el alux había revivido y se asustó muchísimo de ver qué largo era el cabello de la persona que recién había entrado.

 

– ¿Qué es esto? –preguntó el alux a la mujer.– Son mis cabellos.

bino’: “Yaan in bin in wil tu’ux ku bisik le sakab beya’”. U jéel k’iin ku ya’alik: “K’a’abéet in bin in wil tu’ux ku bisik le sakab beya’”.Ka túun bin a’ala’ab bin ti’ tumen u yíicham:“Yaan a chakik sakab in bis sáamal”, ku ya’ala’al bin ti’.–Ma’alob –ku ya’alik bin.

Cha’ak túun le sakabo’ ka túun tu juch’aj. Sáaschaje’ ka túun bin túun le kolnáal tu koolo’. Ts’o’ok u nuuktal xan u naalo’. Jach bin ¡ya’ax t’ube’en! Tumene’ poos ku jóok’esik sakab ti’ le aluxo’ laten jach ma’alob ku jóoyabta’al u koolo’.

Bey k’iin beyo’ ka túun tu ya’alaj túun xko’olel beya’ yaan bin u yilik tu’ux ku bisa’al le sakabo’. Ts’o’ok túun bin u bin u yíicham bey te’ ich koolo’ ka túun bin bin, táan u bin u t’ulpacht bin tu’ux ku bin. Táan u bin chan balamkil beya’, yo’ola’al ma’ u yila’al. Ka túun bin k’uch túun bine’. Le kolnáal bino’ u beetmaj jump’éel chan sajkab ichil u kool.

Le xko’olelo’ ka tu yilaje’ bin u yíicham te’ náach beyo’, ts’o’ok bin u chéen láaj pitik u nook’…:“¡Jaaj! Mina’an u nook’, mina’an u nook’ u yíichamo’”Kolnáale’ ka tun bin ook túun bin te’ ichil le sajkab bino’, ti’ túun bin tu u puk’aj le sakabo’ ka túun tu jóok’esaj bin le alux bino’. Ts’o’ok túun u chéen jóok’esik bin le uk’ulo’, ma’ak táan u t’aant’anjo’oltiko’, ba’al tu ya’alaj ti’ aluxo’. Ka túun ka’a jóok’i’. Jóok’ túun beyo’. Ka túun tu ka’a bukintaj u nook’. Ka túun bin bin, táan u bin páak tu yáanal le mejen nalo’. Ti’ ku páako’ob túun beyo’, tumen yaan tu’ux ma’ k’ucho’o, u páak nuxi’ alux.

Ka tu yilaj túun bin xko’ole’ bey ts’o’ok u bin tu bin u yíicham bin te’ páako’, ka túun bin tu ya’alaj bine’: “Bej ora xan kin bin in wila’aj”, ki bin.Ka k’uch túun bin te’ tu jool le sajkab bin beyo’ ka xan tu láaj pitaj bin u nook’ xan… -“¡Jaaj! Tu láaj pitaj bin u nook’ túune’”. Ka túun ooki’. “Bey tin wilaj úuchik u meentik

Page 15: Cuentos y Leyendas Para Vero

– ¿Y esto?–Son mis ojos.– ¿Y esto otro?–Son mis orejas.– ¿Y esto?–Es ni nariz.– ¿Y esto otro?–Es mi boca.– ¿Y esto?– Son mis senos.

El alux estaba maravillado.

– ¿Y esto?–Son mis axilas.– ¿Y esto otro?–Esto es mi ombligo.Finalmente, el alux preguntó:– ¿Y esto?–Esto es por donde orino –dijo la señora.

¡Jéenecheché!6 se desmoronó el alux.7

Cuando pasé por la cueva del alux, lo vi arrumbado.

 

1Recopilación, transcripción y traducción libre al castellano: Ana Patricia Martínez Huchim. Ver tesis: K.MAAYA TSIKBAL. JAAJIL T’AAN. Estudio del género cuento de la tradición oral en Maya-Yukateco (El caso de Xocén, municipio de Valladolid, Yucatán, México). 1996. FCA/UADY.

2Genaro Aban May, narrador de la comisaría de Xocén, Valladolid.

3Sacá: Atole para ritos agrícolas.

4Alux: Guardián mitológico de milpas. Se alimenta de sacá que le ofrenda el campesino.

5Sascabera: Cueva artificial. 

6Jéenecheché: Onomatopeya de algo que se derrumba.

in wíicham”, ki bin u ya’alik.

Je’elo’ tumen meenta’an u t’aant’anjo’ol le nuxi’ aluxo’ ts’o’ok u kuxtaj.Ka k’uch u yatano’ ka ila’abi’, ma’ bey le xiibo’ ma’ bey xan le xko’olelo’. ¡Jáak’! u yóol le nuxi’ alux ka tu yilaj chowak u tso’otsel pool le xko’ol bey ooko’. Ka túun bin tu ya’ala’aj nuxi’ alux bine’:

“¿Ba’ax tech lela’?”, ki bin u ya’alik.–U tso’otsel in pool -ki bin u ya’alik xko’olel.Ka tu ka’a k’áataj bin nuxi’ alux:–¿Ba’ax tech lela’? –ki.–Lela’ in wich –ki bin u ya’alik xko’olel.–¿Kux túun lela’? –ki bin u ya’alik nuxi’ alux.–Lela’ in xikin –ki bin.–¿Kux túun le je’ela’?–Lela’ in ni’ –ki bin.–¿Kux túun lela’?–Lela’ in chi’ –ki bin.–¿Kux túun lela’?–Lela’ in chuuchu’.Jak’a’an u yóol nuxi’ alux.–¿Kux túun lela’?–Lela’ in xiik’ –ki bin u ya’alik.Tu ka’a k’áataj bin nuxi’ aluxe’:–¿Kux túun lela’? –ki bin u ya’alik.–Lela’ in ¡tuuuch! –ki bin u ya’alik.Ts’o’ok beyo’, ka túun tu ya’ale’: –¿Kux túun lela’?–Lela’, tu’ux kin ¡wiiix! –ki bin u ya’alik xko’olel.¡Jéenecheche! ki bin nuxi’ alux túun bin.

Ka máanene’, ti’ jenekbali’.

Page 16: Cuentos y Leyendas Para Vero

7Se dice que el alux es un muñeco de barro que sólo puede ser destruido con “orina” de mujer. 

Ciérrate y ábrete1 Ma’ak u chi’ Ja’ap u yiit 

Ismael May MaySe encontraba el pequeño Seferino muy entretenido orinando al pozo cuando oyó que éste le decía:

–Seferino, haz el favor de no wixarme.2

El niño no hizo ningún caso y continuó meando, entonces el pozo dijo otra vez:

–Haz el favor de no wixarme, haz el favor de no wixarme, haz el favor de no wixarme…

–¡Cierra tu boca! –contestó de mala gana el pequeño.

El pozo “cerró” la boca apretando la cabeza del pollito3 de Seferino, que suplicó gritando:

–¡Abre tu boca, abre tu boca!

El pozo abrió la boca soltando la cabeza del pollito de Seferino, quien todo encorajinado quiso volver a orinarlo, entonces su “pollito” le dijo:

–No escuchaste que el pozo no quiere que lo wixes. ¡No lo wixes!

–¡Cierra tu boca! –contestó el niño.

Entonces el pollito “cerró” su entrada.

Desesperado Seferino empezó a exprimirlo y estirarlo para poder orinar, pero nada. Rogó entonces el niño:

Táan ka’ach u wiix chan j Seep tu jool jun p’éel ch’e’en, chéen ka’aj tu yu’ubaj u ya’ala’al ti’ tumeen le ch’e’en beya’:

–Chan j Seep, beet uts ma’ a wixken.

Chan j Seepe’ chéen tu yu’ubaj, ma’ tu jáawsaj u wiixi’, le túun ku ka’ a’ala’al ti’:

–Beet uts ma’ a wixken, ma’ a wixken, ma’ a wixken.

–Mak a chi’ –tu k’áat nuukaj ti’ le ch’e’eno’.

Le túun ku máakal le ch’e’eno’, ba’ale’ la’ap’ u pool u chan keep. Ka’aj túun jo’op’ u yawat ok’ol tu ya’alik ti’ le ch’e’eno’:

–Jap a chi’.

Le ku cha’abal túun u chan xiibilo’.

Bey túun oka’an xulub ti’o’ wa’alchaj tu táan le ch’e’eno’ tia’al u ka’ wixik, chéen ka’aj tu yu’ubaj u t’a’anal tumeen u chan keep:

–Ma’ wáa ta wu’uyik ma’ u k’áat le ch’e’en ka’aj a wixo’, ma’ a wixik.

–Mak a chi’ –tu k’áat núukaj ti’ u chan xiibilo’.

Le túun ku máakal u joolil u chan keepo’. Ka’aj túun jo’op’ u yawat ok’ol tu yo’oyo’ot’ik, tu sa’asa’ats’ik u chan xiibil,

Page 17: Cuentos y Leyendas Para Vero

–¡Abre tu boca!

Se abrió el pollito dejando venir la orina que empapó manos y cara del chiquillo.

Cuando pasé hace un rato por la casa del chiquito, éste le decía a su trasero:

–¡Ábre tu boca, abre tu boca!

El chico estaba estreñido.

Obedeció el trasero abriéndose intempestivamente y viniéndose a chorros.

Seferino, ya no dijo nada más.

Respetamos y apreciamos en todo lo que vale la postura del autor de escribir sólo en maya, pero para hacer accesible el contenido del texto a nuestros lectores no hablantes del maya ofrecemos la versión al castellano. Traducción libre al castellano: Ana Patricia Martínez Huchim. 

De wiix, orina, orinar; wixarme es el equivalente de: orinarme.

Cabeza de pollo: glande. Pollo es un término regional para pene o falo.

tu ya’alik ti’:

–Jap a chi’.

Le ku tuul tuláakal u wiix, ba’ale’ tu k’ab yéetel tu táan u yich láaj binij.

Ka’aj máanen ma’ sáam tu paach u soolar chan j Seepe’ táan u yawat ok’ol tu ya’alik ti’ yiit:

–Jap a chi’, jap a chi’.

Yaan ka’ach k’al ta’ ti’, ba’ale’ be’oorae’ tiis ku beetik, waach’al u yiit. Ma’ tin wu’uyaj u ka’ t’aan chan j Seepi’.

Las voces de Alma Sagrario Pixan Ol1 

U múul t’aanil Alma Sagrario Pixan Ol 

Ana Patricia Martínez Huchim

 

Curar con hierbas,sanar mordida de víbora,

ayudar a parturientas,

Ts’aak yéetel xíiw,u ts’akik chi’ibal kaan,

k’aam paal,

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prevenir adivinando el futuro,agradecer por los bienes recibidos…

Encargo de Dios.

Desde niña Alma Sagrario Pixan Ol tuvo el don de curar con ayuda de los espíritus. Le ponían su hipilito de hilo contado, le hacían sus trenzas amarrando las puntas con una cinta colorada y se sentaba a dar consulta a gente de su localidad, de pueblos vecinos y de ciudades. Llegaban a consultarle hasta wachesy extranjeros.

Años más tarde, ya adulta, era una mujer que gozaba de gran fama como espiritista y cada mañana mucha gente hacía antesala en su humilde vivienda, en espera de ser curada o de recibir algún remedio a su dolencia.

Empezaba la sesión, los consultantes se sentaban en semicírculo mientras doña Alma Sagrario, delante de un altar, rezaba frente a imágenes cristianas. De pronto, un leve estremecimiento y entornando los ojos dejaba de respirar por unos segundos, luego una voz que no era la suya saludaba a los presentes:

–Buenos días, hermanos, estoy aquí para servirles.

Cinco eran los espíritus que ayudaban a doña Alma Sagrario: dos hombres mayores, dos mujeres adultas y un niño. Uno de los hombres era mayero. Se reconocían como difuntos cuya obra sobre la tierra no había terminado, por lo que habían elegido a doña Alma Sagrario para ser la vía de comunicación y continuadora de sus labores.

–Sólo soy la materia –decía la medium–. Yo no receto ni sano nada: son los espíritus.

Y curaba lo que no podían los médicos de rimbombantes títulos universitarios, como el caso del muchacho que cuestionó la existencia de los Yuum Balames.

na’at ba’ax bin úuchuk ti’ máak,ts’aik u nib óolal…

U meyajil Ki’ichkelem Yuum.

Tu paalile’ x Alma Sagrario Pixan Ol tu jupubaj u ts’aak yéetel u yáantajil utsil pixano’ob. Ku ts’abal u búuk u chan yíipil yéetel xookbil chuuy chuya’anil, ku ji’it’il u tso’otsel u pool yéetel ku k’a’axal yéetel jump’éel chak nook’ yo’olal ma’ u jo’ots’ol, ku ts’o’okole’, ku kutal u ts’aak u yu’ulab. Ku ximbalta’al tumen u yéet kaajilo’ob tak táanxel kaajilo’ob. Leti’e’ ku ts’akik tak waacho’ob yéetel máako’ob ku taalo’ob náachil wa táanxel lu’umilo’ob.

Ka’aj nojochchaje’, xma Alma Sagrario ts’o’ok u k’ajóolta’al jach ma’alob xts’aak máak. Sáansamale’ ku pa’ta’al te’ tu nayo’ tumen jejeláas wíiniko’obo utia’al u ts’aakiko’ob.

Le jejeláas máako’ob xíimbatiko’, kéen u chúuns u meyaje’ le xko’olelo’obo’, ku tsolkíinsikuba’ob tu’ux ku meyaj le xnuuko’. Xma Alma Sagrario ku payalchi’tik táanil u kili’icho’ob. Ma’ sáame’, ku kikilankil, ku bin u sakil u yich ka’anal, ku kupik yiik’, kéen ts’o’okoke’ ku jeelbesik u t’aan, ku jóop’ol túun u ya’alik beya’:

–Ma’alob k’iin, in láak’e’ex, wayanene’ utia’al in wáante’ex wa in ts’aajke’ex.

Jo’otúul utsil pixano’ob áantik xma Alma Sagrario: kantúul nojoch máako’ob, ka’atúul jtaat yéetel ka’atúul xmam yéetel juntúul paal. Juntúul ichilo’obe’ maaya t’aan ku t’anik. Le pixano’obo’ ku beetiko’ob utsil kex kimeno’ob, leti’obe’ tu téeto’ob xma Alma Sagrario utia’al ku ts’aakiko’ob wíinik yóok’ol kaab yéetel u yáantajilo’ob.

–Tene’ chéen u nu’ukulen meyaj –ku ya’alik xma Alma Sagrario–. Tene’ min ts’aak: le ku ts’aakankilo’obo’ lete’ pixano’obo’.

Xma Alma Sagrarioe’ ku ts’akik k’oja’anilo’ob ma’ táan u páajtal u ts’a’akal

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–Abuelo, ¿cómo crees que hay espíritus guardianes de los montes? Son solamente cuentos, ellos no existen.

Fue al monte y al llegar a la milpa del viejo se paró en medio y gritó:

–¡Ey, Yuum Balames, aquí estoy, si deveras existen, sáquenme de aquí!

No sintió nada extraño. Esperó un rato y otro un rato más ¡y nada! Se encaminó entonces veloz al pueblo. Iba resuelto a fanfarronear su acción. A pesar de ser mediodía y del intenso calor se sentía ágil; incluso sentía que flotaba. De pronto se vio en la milpa y de pronto en el camino o sobre los árboles. Qué bonito se veía todo desde arriba y ¡podía tocar las nubes! Éstas eran varias: blancas, negras y ¡uhmmm! Qué sensación tan agradable era poder volar.

Oscurecía cuando un grupo de campesinos encontró al joven convulsionándose a la orilla de un camino. Fue trasladado al pueblo y de ahí al hospital, pero ningún médico atinó sobre su enfermedad ni supo qué hacer. Como último recurso fue llevado a la casa de doña Alma Sagrario. Previa invocación a los espíritus, uno de ellos, el mayero, comunicó que lo que tenía el joven era el castigo de los Yuum Balames por la ofensa recibida, e indicó que al incrédulo irreverente era necesario hacerle k’eex o “cambio”. Recomendó también le hicieran una transfusión de sangre de gallo.

A jeringazos la espiritista le inyectó la sangre sugerida, luego colocó el gallo sobre la cabeza del joven y rezó. Acalambrándose, el gallo cayó muerto y el muchacho recuperó la lucidez y pudo contar su acción.

Una cura extraordinaria más que disgustaba a los recelosos médicos, acrecentando su enojo y envidia.

tumen jts’aako’ob jach ka’anal u xooko’ob. Bey le k’oja’anil ts’a’ay ti’ juntúul xi’ipal t’aanaj k’aas yo’olal Yuum Báalamo’ob, tumen ku ya’alike’ mix jaaji’.

–Jnool, ¿bix a tuuklik ts’aka’an wáa Yuum Báalamo’ob ich k’áax? Leti’obe’ chéen ku tsikba’atal, ma’ ts’aka’antako’obi’.

Le xi’ipalo’ bin ich k’áax, ka k’uch ichil u kool u jnoole’ te tu chúumukil le koolo’ tu táaj yawtaj:

–¡Ey, Yuum Báalame’ex, wayanene’, wa ts’aka’ane’exe’, jo’sene’ex waye’!

Ka tu pa’taj junsúutuk, mixba’al úuchi. Ka’alikil ka jo’op’ u ka’a suut tu najil, kéen k’uchke’ yaan u ya’alik Yuum Báalamo’obe’ ma’ ts’aka’ani’. Séebak u xíimbal kex chokoj k’iin, toj yóol ku yu’ubikubaj; ku yu’ubike’ bey wa tun bin u xiknalile’, chéen ka’aj tu yu’ubaj ma’ jóok’ok ichil le koole’, ka tu yile’ yóok’ol le káax yano’. Ku ya’alik beya’ jats’uts u yila’al ka’anal yaan wíinik. Je’el tak ¡u páajtal u machik tak le múunyalo’obo’! Yaane’ sak, yaane’ éek’ yéetel ¡ummm! Buka’aj jats’utsil u xik’nal wíinik.

Tun taal u yáak’abtal junjáats’ kolnáalo’ob tu yilo’ob le xi’ipale’ u chen babalk’eskubaj tu jáal bej. Ka bisa’ab tu yiknal le máako’ob ka’anal u xooko’ob ti’ ts’aak. Mix juntúul ku páajtal u ts’akik le xi’ipalo’. Ka bisa’ab tu yiknal xma Alma Sagrarioe’. Le ko’olelo’ tu k’áatchi’taj ti’ le pixano’obo’, juntúuli’, le ku t’aanik maayae’, tu ya’alaj ba’ax úuchti’ le xi’ipalo’: beta’ab loob ti’ tumen le Yuum Báalamo’obo’ tumen t’aanaj k’aas yo’olal leti’ob. Le utsil pixano’ ka tu ya’alaj yaan u “k’e’exel” le xi’ipalo’ yéetel juntúul jt’eel. Ka tu ya’alaj xan ka ts’abak ti’ le xi’ipalo’ u k’i’ik’el juntúul jt’eel.

Yéetel púuts’ ts’aab u k’i’ik’el le t’eel ti’ le xi’ipale’ ka’aj ts’o’oke’ p’u’up’ucha’ab le t’eel tu yóok’olo’. Le jt’eele’ ka jo’op’ u kikilankil ka tu p’uchubaj lu’um utia’al u kimij. Le xi’ipalo’ suunaj tu yóol tu ka’atéen ka tu tsikbataj ba’ax tu beetaj

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–¡Esa mestiza es una charlatana! ¡Qué es eso de poner transfusiones de sangre de gallo! Un día va a matar a alguien y sólo así dejarán de creer en sus embustes.

–También se cuenta que con filo de rasurar opera quistes y costura las heridas con hilera y aguja capotera.

Doña Alma Sagrario lo mismo curaba que daba informes sobre seres y objetos desaparecidos. Cierto día, en una sesión, después de su acostumbrada frase “Dejen que me incorpore… Soy la materia”, respondió a una serie de preguntas de sus consultantes.

–Al espíritu que le corresponda, ¿qué pasó con uno de los pollitos recién brotados, de mi gallina jabada? –preguntó uno de los presentes.

Se oyó la voz de un hombre: “El perro mascoteó al pollito y tus hijas, por temor a que las regañaras por no haber cuidado al ave, la tiraron en el fondo del patio para que no lo encontraras.”

–Al espíritu que le corresponda, ¿dónde está mi perro? Hace días que se fue de la casa y mis hijos están muy tristes y no dejan de llorar –preguntó otra persona.

–Un hombre que pide limosna se lo llevó para venderlo. Ahora el animal está amarrado en el patio de una casa y se olvidan muchas veces de darle de comer y de beber –contestó la voz de un niño. Los hijos de la señora, al saber de la actual situación del perro, mucho más lloraron.

 

–Al espíritu que le corresponda, mi hija amaneció con sarpullido; temo que sea una intoxicación, ¿qué debo hacer?

–Lo que tiene tu hija es escarlatina. Y tú –

yéetel bix úuchik u kuchik le k’oja’anilo’.

Jump’éel táaj ma’alob ts’aak tu betaj xma Alma Sagrario. Ka’aj tu yojelto’ob le máako’ob ku ts’aakankilo’obo’ ka’analchaja’an u xooko’obe’ ka tu ch’a’aj p’eekto’ob le óotsil xko’olelo’.

–¡Ile’ex le xmáasewal ko’olelo’, chéen tuus yéetel ookol ku beetik! ¡Bix ken u k’eex u k’i’ik’el juntúul t’eel yéetel juntúul xiib! Jump’éel ti’ lelo’ yaan u kíimsik juntúul wíinik, ken úuchuk lelo’ ku ch’éenel u yila’al ma’alob u ts’aak.

–Bey xan ku ya’ala’al ku xootik chu’uchumo’ob, ken ts’o’okok u xootike’ ku chuyik le u yoot’elo’ yéetel k’áan yéetel púuts’ máaskab.

Xma Alma Sagrarioe’ ku na’at xan wa yaan ba’al saatale’ ku na’atik tu’ux yaan. Ti’ jump’éel u k’iinil u meyaje’, je’el bix suuk u ya’alike’: “P’ate’ex in ch’aik in wíinkilil, teen u ba’alil”, tu núukaj jejeláas ba’alo’ob k’áata’ab ti’ tumen le ko’olelo’obo’.

–Ti’ le pixan u najmale’, ¿ba’ax úuch ti’ juntúul in chan kaax taantik u xíitile’, u yaal ti’ juntúul in chan i’ kaax? –tu k’áataj juntúul máak.

Ka tu núukaj juntúul pixan bey u t’aan xiibe’: “A peek’ cha’ach le chan kaax táant u xíitile’, tumen a paalalo’obe’ sajako’ob ka a k’eyo’ob yo’olal ma’ tu kanáanto’ob le alak’o’, le beetike’ tu jaranch’into’ob ich k’áax utia’al ma’ a kaxtiki’.”

U láak’ juntúul wíinike’ tu k’áataj ti’ le pixano’ob’: –Ti’ le pixan u najmale’, ¿a wojel wáa tu’ux yaan in walak’ peek’? Ts’o’ok u máan k’iin ma’ in wili’, in paalalo’obe’ chéen ok’ol ku beetiko’ob tumen jach u yakumo’ob le peek’o’.

–Lete’ le máak ku máan u k’áat máatan leti’ bisej a peek’ utia’al u konej. Walkila’a’ le ba’alche’o’ k’axa’an u kaal ti’ junkúul che’ ti’ jump’éel naje’, ku ts’o’okole’ ku

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se dirigió la voz a otra de las consultantes–, vienes a preguntarme qué soñó tu hija anoche. Ella ha sido elegida por el Sagrado Corazón de Jesús: cuando crezca se irá de tu lado. Y no fue un sueño lo que tuvo, fue una visión.

–Sí –contestó la señora–, ella vio que la imagen del Sagrado Corazón de Jesús la llamó tendiéndole los brazos.

–Al espíritu que le corresponda –interrogó otra de los consultantes–, sucede que a veces, cuando amanece, tengo algún malestar que no sé exactamente qué es; me siento triste, con ganas de llorar… ¿Qué hago para curarme?Se escuchó la voz cantada de una mujer:

–En las noches, antes de dormir, pon una flor en un vaso con agua, y dí mi nombre; cuando amanezca toma de esa agua y te aliviarás.

Días más tarde, llegó a la casa de la espiritista una señora que había estado fuera del pueblo durante varios años.

–Supe –dijo a doña Alma Sagrario– que uno de los espíritus que se le incorporan cura males poniendo flores en agua. Así curaba mi difunta patrona con quien trabajé en el Distrito Federal. Y coincide también en el nombre, aquí traigo una foto para que la conozca; ella murió hace más de diez años.

Mucha alegría sintió la medium al conocer, aunque fuera en foto, a una de sus espíritus guías y en agradecimiento invitó a la mujer a una sesión especial para que saludara a su ex patrona.

Crecía la fama de doña Alma Sagrario a la par que los celos de los médicos que perdían pacientes, ingresos económicos y credibilidad.

Corrió el rumor de que un niño había muerto en manos de un curandero. No se dijo el nombre del pequeño, ni el nombre

tu’ubsale’ mun ts’aabal u yo’och mix ja’ ti’ –tu núukaj juntúul pixan bey u t’aan paale’.

U paalal le xko’okelo’, ka’aj tu yu’ubo’ob k’axa’an u chan peek’ yéetel mun ts’aabal u yo’oche’, ka júupo’ob ook’ol.

–Ti’ le pixan u najmale’, in waale’ ka’aj sáaschaje’ p’óochemp’och u ja’il u wíinkilil, ¿ba’ax le ba’al beyo’?

–Le ba’ax yaan ti’ a paal, tixk’i’ik’el. Kux teech, –tu ya’alaj u jeel ko’olel– taalech a k’áat teen ba’ax tu wayak’taj a waal ich áak’ab; leti’e’ tu’uchita’an tumen Ki’ichkelem Yuum, kéen ch’íijike’ yaan u náachtal ti’ teech, ku ts’o’okole’ ma’ wayak’i’, tu’uchita’an tumen Ki’ichkelem Yuum u kili’ich puksi’ik’al Jesús.

–Bey túuno’ –tu núukaj le xko’olelo’–, leti’ tu yilaj Ki’ichkelem Yuum u tich’maj u k’ab táan u t’a’anal.

–Ti’ le pixan u najmale’, ¿ba’ax je’el in beetik utia’al in ts’aakkimba? Sáansamal ken sáaschajake’ chi’ichnaken.

Ka tu ya’alaj u pixanil juntúul ko’olel bey k’aaybil u beetik u t’aane’.

–Yéetel áak’abe’ bey ma’ okok a wenlo’ ts’aj jump’éel nikte’ ich junluuch ja’, ka máan chi’itik in k’aaba’, kéen sáasake’ ka wuk’ik le ja’o’ beyo’ ka wutstal.

 

Míin jayp’éel k’iino’obe’ k’uuch tu najil xma Alma Sagrarioe’ juntúul ko’olel úuch jóok’ok ti’ le kaajo’ bin kajtal náachil ti’ jump’éel táanxel kaajil, u k’aaba D.F., ka tu ya’alaj le xko’olelo’:

–Tin wojeltaj juntúul pixan ku yaantikech ts’aak, leti’e’ ku ts’aakankil yéetel nikte’ob ich ja’. Bey u ts’aak animas tu’ux kin meyaj ka’achi, ts’o’okole’ u k’aaba’e’ láayli’ beyo’. Tin taasaj u yoochel utia’al

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del curandero, ni en qué rumbo del pueblo había ocurrido la desgracia, pero fue la ocasión que esperaban los galenos para presentarse ante las autoridades oficiales a demandar a doña Alma Sagrario y a todos sus empíricos competidores.

–¿Van a esperar que haya más muertos? –esgrimieron.

Ante la presión de los letrados, las autoridades ordenaron una recoja de curanderos. No se salvaron ni los jmeenes, oficiantes de ritos agrícolas.

Doña Alma Sagrario supo de la redada y angustiadísima fue a la casa de una de sus vecinas.

–Comadrita –suplicó–, déme prestado su libro dePlantas que curan y plantas que matan, para demostrar que sí tengo estudios.

Con todo y el libro prestado, la espiritista fue arreada a la cárcel y encerrada en un calabozo junto con otras humildes mujeres de oficio comunitario: comadronas, yerbateras, sobadoras… En otra celda estaban los señores.

No había argumentos sólidos en contra de nadie, salvo el que no tenían estudios profesionales ni documentación oficial que respaldaran sus conocimientos en salud.

Los guardias no tenían cara para ver a los detenidos. Uno de los jóvenes policías, vio en los ojos de una anciana comadrona un mudo reproche, haciéndole recordar cómo no le había cobrado ni un centavo cuando su esposa dio a luz su primer hijo.

Lo mismo le ocurrió a otro guardia en presencia de la yerbatera que curó a su hijito de “el mal de ojo” que él mismo le provocó cuando llegó caluroso a su

ka a k’ajoltej; lajun ja’ab ts’o’ok u máan kíimik.

Ya’abkach ki’imak óolal tu yu’ubaj xma Alma Sagrario tio’olal u k’ajolmaj u pixan u yéet k’ajóolalo’, u bo’olile’ ka tu ya’alaj ti’ u yu’ulab:

–Je’el kan a wu’uy u t’aan animas a xunáanilo’.

Xma Alma Sagrario ku ts’ibota’al u meyaj tumen le máako’ob ka’anal u xooko’obo’, u ch’aj p’eekmo’ob le óotsil xko’olelo’.

Jump’éel k’iin ti’ lelo’ u’uya’ab u tsikbalil kíim juntúul paal tu k’ab juntúul máak ku ts’aakankil yéetel xíiw. Ma’ a’ala’ab u k’aaba’ le paalo’, mix u k’aaba’ le jts’aako’, mix tu’ux úuchi le kimeno’, chéen ba’ale’ lete’ ku pa’atik le máako’ob ka’anal u xooko’obo’ tio’olal u p’eekil ti’ tuláakal máako’ob ku ts’aakankilo’ob yéetel xíiw.

–Yaan a pa’tike’ex u kíimij ulak’ wíiniko’ob –tu ya’alajo’ob ti’ le jalachilo’ob kaajo’.

U jalachilo’ob le kaajo’ ka túun tu túuxto’ob molbil tuláakal máaxo’ob ku ts’aako’ob yéetel xíiw. Ma’ tu jecho’ob mix jmeeno’ob.

Xma Alma Sagrarioe’ tu yojeltaj tun mo’olol tuláakal le máako’ob ku ts’aakankilo’ob yéetel xíiwo’ob jak’a’an u yóol ka bin tu yotoch u kumaj, kaja’an tu tséel.

–Xki’ichpam kumaj, majáanten a ju’unil u k’aaba’e’Xíiwo’ob ku ts’aak yéetel xíiwob ku kíinsik máak, tio’olal in ts’aik u yojelto’ob bey xan teen xooknaja’anen ti’ ts’aak.

Pa’te’ej yéetel u ju’unil tu’ux ku xookol ts’aake’ ka jirixta’ab bisbil tu so’oy wíinik tu’ux k’a’alij yéetel u yéet ts’aakankilo’ob: k’aam paal, xts’aak xíiw, xpáats’ baak, xts’aak chi’ibal kaan… Ti’ u jeel so’oye’ ti’

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vivienda. Los médicos no sabían parar la diarrea del niño, y fue gracias a la santiguada de la yerbatera que el niño saltaba ahora cual conejo en el patio de su casa.

Sumamente incómodos se sentían los vigilantes porque muchos de los recluidos eran también parientes suyos y conocían sus precarias condiciones económicas. Sentían vergüenza y también empezaron a sentir un profundo temor, porque muchos de los detenidos eran personas que ejercían el bien ¡pero otras! tenían fama de practicar el mal.

Corrió entonces la voz que en la cárcel, los singulares presos estaban haciendo de las suyas:

 

–Con pañuelos hacen muñecos de trapo que bailan y ríen.–Son chismes.–Han mal mirado a los policías y éstos han agarrado tremendas calenturas y diarreas.–¡Quién no ve mal a los policías!–Insectos de todo tipo invaden las celdas.–¡Vacilan! Si de por sí hay toda clase de bichos en los calabozos.–Pero es que ahora hay más. Dicen que anoche un ejército de bolonchapates2 invadió la oficina del comandante de policía.–¡Jum!

 

De uno en uno los curanderos fueron liberados, previo pago de una gravosa fianza que incógnitas manos solventaron. Salieron de la cárcel con paso firme y digno y se encaminaron a sus respectivos hogares, conscientes más que nunca de su impotencia ante la oficialidad. Y más que nunca ejercieron con toda su voluntad y convicción. Sin embargo, las voces de doña Alma Sagrario no se oyeron más, una fiebre altísima en la

yaano’ob le xibo’obe’. Leti’obe’ ma’ tu beeto’ob k’aas ti’ mixmáaki’, chéen ba’ale’ leti’obe’ ma’ kananchaja’an u xooko’obi’, mina’an mix ts’íibil ju’uno’ob ti’ob.

Le palitsilo’obo’ suulako’ob yo’olal le ba’al ku beetalo’. Juntúul ichilo’obe tu yilaj p’uja’an juntúul xk’aam paal ka tu k’a’ajsaj ti’ leti’e’ chéen uts beeta’abti’ ti’ u paalal, xma’ bo’olil mix junjéets’ tu ts’aj taak’in utia’al u k’aamaj u paalal.

Bey xan úuch ti’ ulak’ palitsil aktáan ti’ xts’aak xíiw, le ko’olela’ tu ts’aakaj u paal tu ichtaj le k’iin ka’aj k’uch tu yotoche’ chokoj u yóol ba’ale’ ma’ tu méek’aj u champale’. Le ka’anal xooko’obo’ ma’ beychaj le ts’aak tu ts’ajo’ob ti’ le champalo’, nib óolal ti’ le máax ku ts’aakankilo’ob yéetel xíiwo’obo’ toj u yóol le champlo’, walkila’a’ bey chan t’u’ul ku máan u síit’k’alankil tu táankabil u naje’.

Le palitsilo’obo’ ma’ uts tu yu’ubo’obi’ tumen ya’abkach uts beta’an ti’ leti’ob ts’o’okole’ láak’tsilo’ob le beetike’ tu yu’ubo’ob sajkil tumen ya’ab le máak k’ala’antako’obo’ uts ku beetiko’ob, ¡chéen ba’ale’! yaan míin jaytúul ichilo’obe’ ku meyaj k’aasil xan, ba’ale’ k’ajolano’ob.

K’íitpaj u tsikbalile’ te so’oyo’ wíiniko’ ya’ab ba’al jela’an ku yúuchuli’.

–Yéetel nook’ tu’ux ku cho’obol k’ab, ku wolko’obe’ ku p’áatal bey mejen paalalo’obe’ ku beetiko’ob u yóok’oto’ob yéetel u che’ejo’ob xan.–Chéen a’alaj ba’al.–Le palitsilo’obo’ ts’éej pakta’abo’ob ka tu ts’aaj chokwil yéetel waach’ ti’ob.–¡Máax mun yilik k’aas u paalitsilo’ob u jalachil kaaj!–Jejeláas u piktanil yiik’el k’áax ku chupiko’ob le so’oy tu’ux k’ala’ano’obo’.–¡Chéen tun topankilo’ob! Yaanili’ ik’elo’ob ka oksa’abo’ob waye’.–Ts’o’ok u ya’abtal, ma’ bey ka’acho’. O’niajke’ ya’abkach bolonchapáato’ob tu chupo’ob le u so’oy máako’.

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cárcel la condujo por fin a la dimensión eterna de los espíritus.

 

1- Texto tomado del libro de cuentos U yóol xkambal jaw xíiw. Contrayerba (Inédito). Revisión del maya: José Manuel Tec Tun y Lázaro Dzul Polanco; revisión del castellano: Svetlana Larrocha. 

2- Bolonchapat: Según la creencia popular es un insecto portador de hechizos.

–¡Jum!

Jujuntúulil jo’op’ u cha’abalo’ob le máako’ob ku ts’aakankilo’obo’, yanchaj u bo’olo’ob ka páatak u cha’abalo’ob, bey túun mina’an taak’in ti’obo’ mix ojéelta’ab máax bo’ot u p’aaxo’ob. Jóok’o’ob te’ so’oyo’obe’ yéet u sáal xíimbalo’ob bin tu beeto’ob tu tanajo’ob tumen u yojelmo’ob mun páajtal u ba’ate’el máak yéetel u jalachil kaaj. Leti’obe’ ma’ tu p’aato’ob u meyajo’obi’ láayli’ ku ts’aakankilo’obe’ kex ma’ bo’olbili’. Chéen ba’ale’ u múul t’aanil xma Alma Sagrarioe’ ma’ ka’a u’uya’abi’, jump’éel ka’anal chokwil, machej te so’oyo’, ma’ tu jechi’. U pixane’ bin xiik’nal tu’ux yaan u yéet pixano’ob.

La recompensa de Concepción Yah Sihil1 

U bo’ol Concepción Yah Sihil 

Ana Patricia Martínez Huchim

 

“Ven, ven mariposita;ven, ven aquí.”

Para la comadrona doña Flora Chuc, +,por “recibirme” en este mundo.

“Ko’oten, ko’oten péepen;ko’oten, ko’oten waye’.”

Ti’ xk’aam paalal xma Flora Chuc, +, tumen “tu k’amajen te’ yóok’ol kaaba’.”

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Cobijada con un viejo rebozo, una sombra avanzaba por la orilla del camino. A su paso,t’eent’ereses2   y ladridos la saludaban. Jirich, jirich,jirich, arrastraba las chancletas. La comadrona Concepción Yah3   Sihil4   volvía, como alma en pena –sola-, a su hogar después de atender un parto. Regresaba con paso mesurado y una sonrisa en los labios. Había pasado la noche en vela, pero el recién nacido dormía, en estos momentos, apaciblemente en el t’uub  5  de la hamaca de su madre. La noche anterior, apenas se había acostado cuando ¡k’oop, k’oop, k’oop!, golpearon insistentemente la puerta de su casa:

–¡Xma’  6  Concep, xma Concep, mi doña está a punto de aliviarse! Ya tiene dolores de parto.  7

Aunque anciana, la empinaron sobre un caballo y a galope fue transportada a gran distancia. A caballo la llevaron, la vuelta a casa la estaba haciendo a pie.

 

Iba tranquila porque el padre de la criatura se puso muy contento de tener otro hijo varón y ella había aprovechado para cobrar algo más por su trabajo. No le pagaron todo lo solicitado, pero le abonaron una parte que llevaba envuelta en un pañuelo dentro de su sabucán. Qué suerte que elnené8   resultó varoncito, porque muchas veces, cuando nacía una niña, el progenitor, de tan molesto, se negaba a pagarle, recibía insultos y más de uno la había echado a la calle, como si ella determinara el género de los niños.

Doña Concepción había visto nacer a la gran mayoría de los habitantes del pueblo. Cada vez que iba a una casa, se oía luego el llanto de unnené. Guardaba en su memoria los primeros eventos de cada querubín, como el caso del bebé

 

Tun táal u sáastale’, u pixmajuba yéetel jump’éel jaya’an bóoch’, juntúul oochel tun xíimbal tu jáal bej. Kéen máanake’ ku yu’ubik u k’aay t’eelo’ob yéetel u jajachi’ibal le peek’o’obo’. Jirich, jirich,jirich, tun jirichankil u xaanab yóok’ol le lu’umo’. Le xk’aam paalo’ xma Concepción Yah Sihil tun suut tu yotoche’ bey juntúul pixane’ -tu juunal-, kex beyo’ ki’imak u yóol tumen u yojele’ toj u yóol le chaampal tu k’amaje’, walkila’ le paale’ tun wenel tu t’uub u k’aan u na’. Le xnuuko’ ku chan sajal che’ej, o’niajke’ chéen p’elak u chitale’ ka tu yu’ubaj tun yúuchul k’oop tu jool u nay:

–¡Xma Concep, xma Concep in watane’ ta’aytak u ch’aik u yóol, beora k’aas u yu’ubikuba! –tu yawtaj juntúul máak.

Kex jach nojoch wíinike’ le xk’aam paalo’ na’aksa’ab yóok’ol tsíimin áalkabil u bin u síit’ le ba’alche’o’. Náach u nay le xko’olel ku k’i’inamtalo’. Óotsil xma Concepcione’ le ka bin ch’a’abile’ yéetel tsíimin chéen bisa’abi utia’al u suute’ chéen xíimbali.

Ki’imak u yóol le xk’aam paalo’ tun bin, tumen u taata le paalo’ ki’imakchaj u yóol tumen yaanchaj uláak’ juntúul chan xiib, le xnuuko’ ka tun tu k’áataj xan jump’íit ya’abil u náajal taak’ino’, ku ts’o’okole’ máax tu topajubae’ leti’ le na’o’. Ma’ láaj bo’ota’ab ti’ tuláakal buka’aj tu k’áate’, ts’aab táankuch ti’, tun bisik le taak’ino’ u to’omaj tu chan nook’ tu’ux ku cho’ik u k’ab, tu ts’aj u chan to’oj ichil u páawo’. Buka’aj utsil úuch u yaantal juntúul chan xiib, tumen ken k’uchuk le óotsil chan xch’uupo’, ku yike’ le íichamtsilo’obo’ ma’ ki’imak u yóolo’obi’, ku tsu’utsuk t’aan tak leti’; yaan k’iine’ ku tojoch’inta’al ti’ le nayo’, mun bo’ota’al u meyaj, bey leti’ yaan u si’ipile’.

Xma Concepcione’ tu k’amaj tuláakal u paalal le chan kaajo’. Kéen xi’ik ti’ jump’éel naje’, ma’ sáame’ ku yu’uba’al tun yawat juntúul chaampal. U ta’akmaj tu

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que nació con labio leporino. El padre lloró amargamente porque él tenía el mismo defecto y recordaba todo lo que había padecido por ello. En aquel entonces su madre, a pesar de los tratamientos gratuitos, se negó a que lo operasen:

–¡Así me lo regaló Dios, que se quede así! –sentenció la señora. De ahí su apodo hasta el presente de xuut’9 o el cortado. Y el padre no quería ningún sufrimiento para su pequeñito.

La mayoría de los habitantes del lugar eran de ascendencia maya y al nacer traían maakal  10 sobre el trasero y abundante pelo lacio en la cabeza. A veces doña Concepción oía mencionar a alguna recién parida después de esculcar a sunené:

–No es tan indio, apenas se le ve el maakal.

Aunque cuando el crío lloraba, se le enrojecía el “chile”  11 y se le distinguía en el costado derecho de la pancita “el camino de la hormiga”.  12

Eso de ser comadrona tenía sus dificultades. La gente toma como una obligación el trabajo de las parteras y lidiar con la familia del próximo ser no es nada fácil. Le ha tocado a doña Concepción que gran parte de la familia femenina adulta de la parturienta y aun las vecinas quieran estar presentes durante el alumbramiento. La sala de partos de un hospital con los estudiantes de Medicina tomando nota no es nada en comparación con la multitud de mujeres fisgonas en los hogares. Después ocurre que estas señoras divulgan en el pueblo detalles íntimos de la parturienta.

–Tenía el fundillo  13  de color caimito.–Estaba hinchada como lechona en celo.–Gritaba como si la estuvieran forzando a coger.

pool tuláakal le k’aam paalal ku beetiko’, bey le chan paal síij yéetel u chan xuut’18u chi’. U taata le paalo’ jach tu yaj óoltaj tumen bey úuch u síijil leti’, k’a’aj ti’ bix u p’a’asta’al. U na’e’ ma’ tu yóotaj ka ts’a’akaki’ ku ts’o’okole’ kex ma’atech u bo’ota’al le meyajo’.

–¡Bey tu si’ajten Ki’ichkelem Yuumo’, bey kun p’áatalo’! –tu ya’alaj.Bey úuch u p’áatalo’ u paat k’aaba’e’ jxuut’’. Leti’ jach ku p’a’asta’al. Leti’ túune’ ma’ u k’áat ka úuchuk ti’ u paal bey úuch ti’e’.

U máako’obil le kaajtalile’ tuláakalo’ob máasewal wíiniko’ob, kéen síijiko’obe’ ku taasiko’ob u maakal yéetel nuuktak u tso’otsel u pool. Xma Concepcione’ ku yilik kéen ts’o’okok u k’amik le paalo’, u na’e’ ku máansik u yich utia’al u yilik wa yaan ba’al jela’an tu taasaj u paal. Yaan xko’olel ku chéen ya’alik beya’:

–Ma’ jach máasewal in chaampali’, chéen jump’íit yaanikil u maakal.

Kex kéen jo’op’ok u yok’ol le chaampalo’ jach ku chaktal tumen tu taasaj u “yiik” yéetel ku yila’al “u beelil síinik” tu tséel u paache’.

U k’a’amal juntúul chaampale’ ma’ jach chéen ko’oxi’. Le máako’obo’ ku tukultiko’obe’ chéen bey u beetik u meyjulo’. U láak’tsilo’ob le paalo’ bey xan uláak’ xko’olelo’obe’ taak u cha’antiko’ob bix kun síijil le chaampalo’ tak xko’olelo’ob kaja’an tu tséel u nay ku taal u ch’eenebto’ob. U kúuchil tu’ux ku síijil ya’ab chaampalo’obe’ yéetel máaxo’ob ku xokiko’ob ts’aak mixba’al yéetel le ya’ab xko’olelo’ob ku taal u ch’eenebto’ob u yéet ko’olelil. Yaan k’iine’ le xba’alo’obo’ ku tsikbaltiko’ob ichil le kaajo’ bix yaanik le xko’olel tu ch’a’aj u yóolo’.

–¡Eek’yube’en u yiit!–Chuup u yiit, bey xleeche’ tun méek’a’al.–Tu yawtaj bey tun che’wek’tale’.

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Doña Concepción pedía trabajar a solas con la próxima a da a luz y cuando lo conseguía, en un cuarto del rincón de la casa, improvisado con un cobertor a modo de cortina, se le oía decir:

–¡Ts’aj a wiik’i’, ts’aj a wiik’i’!14

Y más tarde “¡k’unej, k’unej, k’unej!”,  15  el llanto de una criatura.

Presta doña Concepción, cortaba el cordón umbilical, soplaba la nariz del niño, metía el dedo en la boca del bebé y éste vomitaba las flemas. Entonces, ansiosa, esperaba a que salga la placenta, y una vez fuera le preguntaba a la recién aliviada:

–¿In cho’oj ta wich utia’al a ka’a chaktal?  16

Algunas parturientas aceptaban, otras no, por lo que a veces doña Concepción Yah Sihil se cubría el rostro con la viscosa bolsa sangrante y susurraba:

–¡Ba’ax in k’áat ti’, kex yaan in máan ich áak’abe’, kex min wenel’, kex tsu’utsukt’anta’aken, kex min náajaltik taak’ine’; in bo’olale’ in ch’aik in muuk’ ti’ le yaala’ táabil tuuche’ utia’al u ya’abtal in toj óolal yóok’ol kaab!  17

 

 

Xma Concepcione’ ku ya’alik ti’ u yíicham xko’olel tun ch’aik u yóol:

–Tene’ min k’áat ka múuch’uk a láak’exi’, in k’áat yaantal tin juun yéetel le k’oja’ana’.

Sina’an túun jump’éel teep’el utia’al u baalkuba. Le xk’aam paalo’ ku ya’alik beya’ le tun yáantik le xko’olelo’:

–¡Ts’aj a wiik’i’, ts’aj a wiik’i’!

Ka tu ya’alaj jun súutuke’ “k’unej, k’unej, k’unej”, ka táaj u yawat le chaampalo’. Xma Concepcione’ ku xo’ch’aktik u táabil u tuuch le chaampalo’, tu yuustaj u ni’, ku julik jump’éel u yaal u k’ab tu kaal le chaampalo’ utia’al u xéik u yóom. Ka jo’op’ u ki’ pa’atik u jóok’ol u yala’ u táabal u tuuch, ka ts’o’ok u jóok’ole’ ku k’áatik ti’ le k’oja’ano’:

–¿In cho’oj ta wich utia’al a ka’a chaktal?

Yaane’ ku éejentik, yaane’ ma’. Le ka ts’o’oke’, tu’ux u taal tu pool le xnuuko’ u beetik le ba’al beya’: ku ch’aik u yaalab u táabal le tuucho’ ku takik tu táan u yich tun ya’alik ichil u tuukul:

–¡Ba’ax in k’áat ti’, kex yaan in máan ich áak’abe’, kex min wenel’, kex tsu’utsukt’anta’aken, kex min náajaltik taak’ine’; in bo’olale’ in ch’aik in muuk’ ti’ le yaala’ táabil tuuche’ utia’al u ya’abtal in toj óolal yóok’ol kaab!

  La carga de “x Kóok”1   U kúuch “x Kóok” 

Ana Patricia Martínez Huchim

 

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Xnuuk ka kuchiku k’aaylay a ch’i’ibal.

“X Kóoke’” ku suut tu yotoch, istikyaj u xíimbal, yéetel ka’akúuch si’ tu paach: junkúuch nojchil yéetel junkúuch chichan ku bisik tu p’íiki’; bey xan míin kank’áal ja’abo’ob u kuchmaj tu wíinkilil. Táan u bin mixtáan u paktik xíiwo’ob ku loolankil te’ tu jáal beejo’. Ma’ táan u yu’ubik u t’aan ch’íich’o’ob mix u juum ba’alche’ob mix u xuuxub le iik’o’. U ch’ikmaj u yich te’ lu’umo’ tu’ux ku yilik u yooko’ob xma’ xambil, bey tu yilaj u máan u ja’abilo’ob ichil u kuxtal.

Sáansamal, yéetel uláak’ xnuuko’obe’, “x Kóoke’” ku bin k’áax u kaxt che’ob. Kex wa kóoke’ le xnuuka’ jach ojéela’an yaan u na’at, le beetike’ uláak’ xnuuko’obe’ jach u yaakumajo’ob.

Jump’éel k’iine’, ichil le k’áaxo’, juntúul ti’ leti’obe’  tu yu’ubaj u tirix jump’éel ba’al. Ja’ak’ u yóol ka tu ya’alaj ti’ u yéet xsi’ilo’ob:

– ¡Yaan ba’al ts’o’ok in wu’uyik táan u tirix!

“X Kóok”, tu k’áataj bix u yúuchul le juumo’:

–Bey u juum u ja’atal nook’e’ –ka e’esa’ab ti’.

– ¡Tsáab kaan! ¡Ko’one’ex!

Anciana que cargasla memoria de tus ancestros.

La sorda “x Kóok” regresa con paso lento a su casa. Carga sobre el lomo dos tercios  3  de leña: uno grande y otro más pequeño encima de aquél y lleva, a cuestas también, casi cuatro veintenas de años. Impedida de escuchar el canto de las aves, el rumor de los animales y el silbido del viento, camina con la vista fija en el suelo, que le enseña los pies descalzos, su panorama de toda la vida.

Diariamente, en compañía de otras ancianas, “x Kóok” va al monte a leñar. Aunque sorda, tiene fama de sabelotodo y las otras señoras la respetan y estiman mucho.

En una ocasión, en el campo, una de ellas escuchó un ruido extraño y espantada dijo a sus compañeras:

– ¡Escuché algo!

“X Kóok” pidió que le describiera como había sonado aquello:

– ¡Como ruido de ropa al romperse! –le explicó una haciendo el gesto y la mímica.

– ¡Es víbora de cascabel! ¡Dejen la leña! ¡Vámonos! –gritó “x Kóok”.

Las ancianas huyeron a todo lo que

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¡Xúump’atte’ex a si’ex! –tu ya’alaj le “x Kóoke’”.

 

Jóok’ u yáalkab le xnuuko’obo’, xmeekel ook ku bino’ob. Náachchajo’ob ka si’najo’ob. Ts’o’ok u si’obe’ ka jóok’o’ob yóok’ol bej utia’al u suuto’ob. Te’ beejo’ yaan wakaxo’ob ka jo’op’ u yawta’al ti’ le “x Kóoke’”.

– ¡Je’ ku taal le wakxo’, je’ ku taal le wakxo’! –ku yawattik le xnuuko’obo’.

“X Kóoke’” mixba’al ku yu’ubik tumen kóok. Ka ma’ach jump’éel tuuniche’ ka ch’i’ini ka tu sutaj u yiche’ ka tu yilaj ts’o’ok u náats’aj le wakax tu yiknalo’, ma’ tu yojéeltaj bix úuchik u pulik u si’ ka na’ak yáalkab tu k’ab junkúul ya’axche’. Óotsil “x Kóoke’” ka jo’op’ u yóotik éemele’ mun kaxtik bixi.

U jeelo’obe’ u ta’akmuba’ob, chéen ba’ale’ yaan juntúul ichilo’obe’ k’óocha’ab tumen le wakxo’ ka tu bóoch’intaj u piik.

Kéen k’uchuk “x Kóok” tu si’e’, le p’íike’ ku p’atik utia’al u tóoke’, ku jatsik le nojoch utia’al u kono’. Ts’o’okole’ ku jáan bin tu kúuchil koonol naats’ ti’ u yotocho’ utia’al u manik u yo’och “la chispa de la vida”.2

–U tojol, chiich –le máak ku koonolo’ku ye’esik yéetel u yaalo’ob u no’oj u k’ab yéetel u ts’íike’ ku wolik tu’ux ku ye’esik bey jump’éel taak’ine’.

– ¡Pa’atiki’! –ku núukik xan le xnuko’ yéetel u k’abo’ob–: Chéen p’el in konik in kúuch si’e’ kin taal in jáan bo’ot teech.

 

2. La chispa de la vida: U k’áak’il kuxtal. 

 

daban sus piernas de horqueta. En otro sitio siguieron con su tarea. Cuando cada una había leñado lo que necesitaba, se dirigieron al pueblo, pero en el camino había toros pastando.

– ¡Ahí viene el toro, ahí viene el toro! –gritaron las ancianas, pero “x Kóok” no oía nada.

Una de las señoras lanzó una piedra a la sorda y ésta, al levantar la vista vio, muy de cerca a la bestia. Arrojó su tercio de leña y no supo cómo fue que subió a una gran ceiba.  4  Pobre “x Kóok”, cuando quiso bajarse no encontraba el modo.

Las otras ancianas se desgaritaron para esconderse donde pudieron, salvo la más vieja, que fue embestida por el toro, quedándole el fustán como rebozo.

Cada vez que “x Kóok” llega a su casa, se queda con el tercio pequeño de leña y separa el grande para venderlo, entonces va al tendejón de la esquina para comprarse “la chispa de la vida”.

–Son cinco pesos, chichí  5  –indica el tendero, mostrando los cinco dedos de la mano derecha y formando un semicírculo con el pulgar e índice de su mano izquierda.

–¡Espera! –la vieja hace mímicas y gestos también–, apenas venda mi tercio te lo pago.

 

1. Cuento tomado del libro U yóol xkambal jaw xíiw. Contrayerba (Inédito)

3. Tercio: carga de leña. 

4. Ceiba: Ceiba pentadra (L) Gaerth. yáaxche’ oya’axche’, en maya// Árbol sagrado de los mayas.

5. Chichí: Abuela.// Anciana.

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El burro y la lagartija Juntúul burro yéetel le tóoloke’ 

Antonio Martínez Martín

 

Juntúul tóolok tu ya’alaj ti’ juntúul burro:

–Ts’o’ok u kíimij a na’.

– ¡Íij jaaj! –ku yawat le burro’e’.

–Ts’o’ok u kíimij xan a yuum.

– ¡Íij jaaj!, u ka’a yawat le ba’alche’o’.

–Ts’o’ok u kíimij a paalal.

– ¡Íij jaaj! u ka’a yawat le burro’.

–Ts’o’ok u kíimij xan a weey!

– ¡Íij jaaj, íij jaaj, íij jaaj!, ku sen yok’ol nuxi’ burro’.

 

Una lagartija notifica al burro:

–Ha muerto tu madre.

– ¡Íij jaaj! –rebuzna adolorido el burro.

–Murió también tu padre.

– ¡Íij jaaj! –compungido rebuzna otra vez el burro.

–Murieron tus hijos.

– ¡Íij jaaj! –rebuzna una vez más el burro.

–Murió también tu querida.

– ¡Íij jaaj, íij jaaj, íij jaaj! –rebuzna entonces inconsolable el burro.

El loro “Pepito” U tsikbalil juntúul xt’uut’ 

Antonio Martínez Martín

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Tu jáal jump’éel kool yaan junkúul tuk’ tikin yaan u joboni. Juntéenake’ juntúul koolnáal tun jáaltik u kool ka tu yilaj u jóok’ol juntúul chan xt’uut’ ichil le jobono’. Tu chukaj ka tu bisaj tu naaji ka tu ts’a’aj u k’aaba’ wíinik ti’, u k’aabae’ “Pepito”. Tun tséenta’al, tun ch’íijil, tun búukpajal tak tun kanik t’aan le chan ch’íicho’. U yuumile’ ki’imak yóol tumen sáansamal ku yu’ubik u sakach t’aan, u xuuxub, u k’aay le xt’uut’o’. Sujchaji yéetel le chan ba’alche’o’ ka tu yakunsaj.

–¿“Pepito”, tu’ux yaanech? –ku k’áatik ken uluk tu kool.

–¡Ts’o’ok u k’uchul in taata, ts’o’ok u k’uchul in taata! –ku núukik le xt’uut’o’. Tun popokxiik’ ki’imak u yóol ku yéemel yáalkab te’ k’ab che’ tu’ux ku máan k’iin ti’e’ ku bin ka ki’imak óolta’ak tumen u yuumil. Le máako’ ku ts’aik u k’ab ti’.

Mantats’ ken uluk le koolnalo’ yaan u ki’imakóoltik. Suukchaji ka p’aatej ma’atech u k’osik u xiik’. Jump’éel ti’ lelo’ ka máan bajun xt’uut’o’ob ka lik’ u xiik’nalil “Pepitoe’”, ka bin yéetel u yéet xt’uut’ilo’ob.

Le koolnalo’ tu yaj óoltaj úuchik u bin u yalak’ xt’uut’. Ti’ lelo’ ka tu náajaltaj u naalil u koole’ ka jo’op’ u janta’al ti’ tumen ya’abkach xt’uut’. Ka tu ya’alaj:

A la orilla de una milpa había un cocoyol seco ahuecado donde cierto día un campesino vio salir un polluelo de loro. Lo atrapó llevándolo a su hogar y le puso por nombre “Pepito”. El loro iba creciendo y plumando, al mismo tiempo que iba aprendiendo a hablar. El milpero estaba contento de oírlo hablar diariamente y se fue encariñando con él.

–¿“Pepito”, dónde estás? –preguntaba al volver de la milpa.

–¡Ya llegó mi papá, ya llegó mi papá! –exclamaba el loro revoloteando y bajaba rápidamente del árbol donde se pasaba el día hablando, chiflando y cantando. Su dueño le daba la mano acariciándolo.

Eso ocurría todos los días al llegar el campesino a casa. Tan domesticada se veía el ave que dejó de cortarle las alas. Una tarde, por la casa del milpero pasó una parvada de loros y “Pepito”, levantando el vuelo, se unió a sus compañeros.

El campesino resintió mucho la fuga de su mascota, pero qué le iba a hacer. Poco tiempo después, al lograr su cosecha sucedió que los loros estaban comiendo las mazorcas.

–Esos loros están echando a perder los

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–Tun k’askunsa’al in naal, yaan in bin in ts’oon le xch’íicho’obo’.

Tun píik’ sáastaj ka bin tu kool ka k’uche’ tu yilaj ya’ax ele’en le xt’uut’o’ob ichil le naalo’. Ka tu wak’aj u but’bil ts’oon. Ya’ab xt’uuto’ob luubij. Juntúule’ tun kíimij ka tu ya’alaj yéetel u yala’ kuxtal:

–¡Ts’o’ok u k’uchul in taata, ts’o’ok u k’uchul in taata!

Le koolnáalo’ t’o’ona’anchaji ka tu ya’alaj:

–Kex láaj janta’ak in naale’ mix bik’in in ka’a ts’onik xt’uut’o’ob.

elotes, voy a matarlos.

Clareaba el día cuando fue a su milpa. Al llegar observó que verdeaban los loros entre las cepas de elotes. Al azar disparó su escopeta de municiones, y cayeron varios loros al mismo tiempo. Agonizante, uno de ellos dijo:

–¡Ya llegó mi papá, ya llegó mi papá!

Descorazonado el campesino prometió:

–Aunque acaben con toda mi cosecha, no volveré a matar loros.

El xaayak’ del indio (La ampolla de boca del indio) 

U xaayak’ máasewal 

Ana Patricia Martínez Huchim

Juntúul táankelem xi’ipal, u k’aaba’e’ Jesús Kanxoc, jk’uch tu’ux ku beeta’al u cha’anil ti’ kili’ich kaaj. Wa’akbal tu joolnajile’ ka tu yilaje’ le u’ulabo’obo’ yáaxile’ ku máano’ob aktáan tu’ux yaan le kili’iche’. Ku jach paktiko’ob u janalil yéetel u nikte’il ku yúuts’bentiko’ob u ki’ibokil, ku ts’o’okole’ ku ya’aliko’ob u yuumil le najo’:

–Yaan u ki’ óotsitaalij.

–¡Paaxnen, ka óok’otnako’on! –ku yawattik u yuumil le najo’.

Je’el bix u juum le paaxo’ bey u yóok’ottik le máako’obo’.

Le xi’ipale’ jnáats’ tu’ux kula’an juntúul nojoch máak tun ki’ ts’u’uts’ik u chaamal ka tu ya’alaj tu xikin:

–Jnool, tu najil xooke’ a’ala’ab ten jxaayak’tumen kin t’aan maaya

El adolescente Jesús Kanxoc llegó a la casa donde se celebraba la fiesta del santo patrono del pueblo. De pie junto a la puerta observó como los invitados al entrar primeramente iban ante la imagen del santo, admiraban el altar y aspiraban el aroma de la comida y de las flores, luego, dirigiéndose a los anfitriones saludaban diciendo cortésmente:

–Hay alegría aunque haya pobreza.

–¡Música, para que bailemos! –gritaban los dueños.

Al sonido de la música la concurrencia se paraba a bailar.

El muchacho se acercó donde un anciano fumaba y se sentó a su lado, después de un rato le musitó al oído:

–Abuelo, en la escuela me apodan xayak’udo por mi apellido y porque

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yéetel máasewal in k’aaba’. Ku ya’ala’ale’ tuláakal máasewal le xaakal u chi’o’.

Le nojoch wíiniko’ tu ya’alaj ti’: “Kukinsabaj paal, ko’ox tsikbal, le ba’ax kan in wa’ale’ yaan a wa’alik xan.”

NoolXaakal u chi’ máasewal tun t’aan.

ÁabilXaakal u chi’ máasewal tun juum u t’aan.

NoolXaakal u chi’ máasewal chaambel tun t’aan

ÁabilXaakal u chi’ máasewal tun tsolik u t’aan.

NoolXaakal u chi’ máasewal tun t’aan k’a’am

ÁabilXaakal u chi’ máasewal tun sakach t’aan

NoolXaakal u chi’ máasewal tun sen t’aan

ÁabilXaakal u chi’ máasewal tun mamak’chi’.

NoolXaakal u chi’ máasewal tun k’áatchi’

ÁabilXaakal u chi’ máasewal tun núukik t’aan

NoolXaakal u chi’ máasewal tun sajal t’aan.

ÁabilXaakal u chi’ máasewal tun mukul t’aan.

NoolXaakal u chi’ máasewal tun tutuk chi’.

ÁabilXaakal u chi’ máasewal tun tsu’utsuk t’aan.

NoolXaakal u chi’ máasewal tun k’aak’as t’aan.

ÁabilXaakal u chi’ máasewal tun yawat.

NoolXaakal u chi’ máasewal tun táataj awat.

ÁabilXaakal u chi’ máasewal tun ki’ t’aan.

NoolXaakal u chi’ máasewal tun paax.

ÁabilXaakal u chi máasewal tun k’aay

Nool Xaakal u chi’ máasewal tun

hablo maya. Dicen que todos los indios tienen la boca ampollada.

Sin inmutarse el anciano le dijo: “Siéntate, hijo. Conversemos, de lo que diga, tú me sigues”:

Abuelo Con la boca ampollada el indio habla.

Nieto Con la boca ampollada el indio enérgico habla.

Abuelo Con la boca ampollada el indio pausadamente habla.

Nieto Con la boca ampollada el indio ordenadamente habla.

Abuelo Con la boca ampollada el indio reciamente habla.

Nieto Con la boca ampollada el indio discute

Abuelo Con la boca ampollada el indio habla y habla

Nieto Con la boca ampollada el indio está deseoso de comer

Abuelo Con la boca ampollada el indio pregunta.

Nieto Con la boca ampollada el indio responde.

Abuelo Con la boca ampollada el indio murmura.

Nieto Con la boca ampollada el indio secretea.

Abuelo Con la boca ampollada el indio refunfuña

Nieto Con la boca ampollada el indio despedaza.

Abuelo Con la boca ampollada el indio habla feo

Nieto Con la boca ampollada el indio grita.

Abuelo Con la boca ampollada el indio da de alaridos

Nieto Con la boca ampollada el indio habla bonito

Abuelo Con la boca ampollada el indio toca música

Nieto Con la boca ampollada el indio canta

Abuelo Con la boca ampollada el indio insulta

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pooch’il.

ÁabilXaakal u chi’ máasewal tun ya’ala’aj ba’al.

NoolXaakal u chi’ máasewal tun payal chi’.

ÁabilXaakal u chi’ máasewal tun xuuxub.

NoolXaakal u chi’ máasewal tun ki’ che’ej.

ÁabilXaakal u chi’ máasewal tun jaja’che’ej.

NoolXaakal u chi’ máasewal tun janal.

ÁabilXaakal u chi’ máasewal tun xúuchik u yo’och.

NoolXaakal u chi’ máasewal tun chu’uch.

ÁabilXaakal u chi’ máasewal tun ts’u’uts’ik u yéet wíinkilil.

NoolXaakal u chi’ máasewal tun ts’u’uts’ik u chaamal.

ÁabilXaakal u chi’ máasewal tun yuk’ik u yo’och áak’ sa’.

NoolXaakal u chi’ máasewal tun tsikbal

ÁabilXaakal u chi’ máasewal tun kanik xook.

Nool

Beyo’, chan xiib, xaakal u chi’, tun yelel,tun muk’yajtik u k’i’inam,kex pixa’an ti’e’, máasewale’ tun t’aan.U xaayak’ máasewale’ku xakik u chi’ xan máak ma’ máasewali’tu’ux ma’atáan u muk’yajtik u k’i’inam.

           

 

–Chan xiib, u’uy le t’aana’, ma’ tu’ubsik: U xaayak’ máasewale’ jump’éel noj ba’al u tsikbal nojoch máak yéetel mejen paalal ichil u t’aan u ch’i’ibalo’ob. Bej ora, xeen óok’ot ken ts’o’ok’oke’ ka taal janal, tumen yaan u ki’ óotsitaalij.

Nieto Con la boca ampollada el indio dice de cosas

Abuelo Con la boca ampollada el indio reza.

Nieto Con la boca ampollada el indio chifla

Abuelo Con la boca ampollada el indio ríe con gusto

Nieto Con la boca ampollada el indio se carcajea.

Abuelo Con la boca ampollada el indio come.

Nieto Con la boca ampollada el indio sorbe su alimento

Abuelo Con la boca ampollada el indio mama.

Nieto Con la boca ampollada el indio besa a su pareja

Abuelo Con la boca ampollada el indio fuma

Nieto Con la boca ampollada el indio bebe su atole nuevo.

Abuelo Con la boca ampollada el indio conversa

Nieto Con la boca ampollada el indio aprende a leer.

Abuelo Así es muchacho, con la boca ampollada, ardiéndole, adolorida, aún tapándosela, el indio está hablando y su xaayak’ ampolla al no indio donde el dolor no se aguanta.

–Hijo, oye bien estas palabras y no las olvides: Elxaayak’ del indio es el privilegio de que los viejos y los jóvenes podamos conversar en la lengua de nuestros antepasados. Ahora, anda a bailar y luego a comer que hay alegría aunque haya pobreza.

 

Page 35: Cuentos y Leyendas Para Vero

Una historia de miedo Jump’éel sajak tsikbal 

X-Cristina Leirana

 

Suuta’an ich maaya tumen J-Martiniano Pérez Angulo yéetel

X-Patricia Martínez Huchim

 

-¿Kux túun le kisino’, yaana máax u yoojel jump’éel tsikbal tio’ola’ kisin? -Ku seen k’aatchi’ tik Joaquín: ba’ale’, laaj jok’o áalkabi’. Tumen le kisino’ jach ku ts’a’ik saajki.

Jebix sáansamalile’ tie’ chinil k’iino’ u na’ Jóaquine’ yéetel muk’ul muk’e’ tioksa’ yaanal le tixja’o’, maj ch’en u ch’ukti’ ki’ tia’al u yilik u yichkil.

Min uts tich u yila’al beey juntúul paal k’uk’ul yich taak.

Yaan k’iine’ ku tsikbatike’ ma’ jach ki’ le ichkilo’.

Ba’ax jach uts tu xikin u yu’ubike’ leti’ u tsikbal le u yéet paalalo’obe’: Tsikbata tie’ wa ku ts’ik bin u ja’ u yich pek’ tu yiche’ je u páajtal u yilik le pixano’obo’, ba’ale’ wa ku sajaktale’ ku p’aata toot. U chiich u laak’e’ anchaj u yet x-ch’úupale’ kim le ka’at cho’ob ta’ab tu pool, ma’aj pajchaj u nuup’ik tu winklaj tu ka’ateni’.

Joaquine’ yaan ka’ach u ja’asajoolaj: juntúule’ ku jeek’atke joonaj tu’ux ku wenlo’, ba’ale’ múun k’alik le ken u k’áat ti’, chen le ken naakak yoole’ ku k’alik.

Uláak’e’, ku k’exik u kuuchil u ba’alo’ob. Le ken xi’ik le paal u ch’aa u xaanabe’ –ku jach k’aaja ti’e’, tu tsel u kuuchil ju’unoobe’ tii u ts’aami’, baale’ mina’ani’. Muun xantale’ ku yiilik yaana tu’ux ku wenlo’. Yaan k’iine’ ku táakik tie’ u

 

-¿Y del diablo, alguien sabe algún cuento del diablo?, preguntaba Joaquín con insistencia; pero todos se fueron corriendo, pues el diablo sí que da miedo.

Y esa tarde, como todas, la madre de Joaquín, por la fuerza lo metió a la regadera y lo vigiló para estar segura de que él se bañara.

Él parecía presumir de ser un niño sucio: cada vez que podía, comentaba lo desagradable que le era asearse.

A lo que siempre prestaba atención era a los relatos de sus amigos: le habían contado que si ponía en sus ojos las lágrimas de un perro, por las noches podría ver a los espíritus, pero del susto perdería la voz, la abuela de un compañero tuvo una amiga que murió cuando a su cabeza le pusieron sal y no pudo unirla de nuevo con su cuerpo.

Joaquín tenía sus propios fantasmas: uno que abría la puerta de su cuarto y que no la cerraba cuando él se lo pedía, sino hasta que al espíritu se le daba la gana.

Otro le cambiaba de lugar las cosas. Cuando el niño iba por sus zapatos –y recordaba claramente haberlos dejado junto a la papelera-, ya no estaban. Rato después los encon-traba bajo la cama. A veces, le escondía sus libretas y lo atrasaba en su

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ju’unil ts’iib le beelik ku paachikuntik u ts’iib.

Joaquine’ ku k’as tuukultik juntúul alux k’at le máax ku mentik u yóolalo’, tumen tuuláakal yoojle’ jach uts tu yicho’ob u oolintiko’ob máak.

Bey xan yaan juntúul xik’nal kaan ku jóok’o k’áak tu chi’, ku ch’eenetik Joaquin, tu’ux ku yooko sáasi. Mix juntéen tu cha’aj u yiila’ tumen le paalo’, chen u yoochel ku yéesik ti’ tu yaam le ja’asobo’. Jun téenake’ tu túuba’ k’áak’ chen tia’al u yéesik ti’e’ tia’an tu táan juntúul jach jaaj xik’nal ka ku túubik k’áak’.

Wa Joaquin ku yáalkab uti’al u jop’tal chan joonaje’ le ba’alche’o’ séebaki ku táakikuba’. Ku ya’alik beya’: ¡Chin! ¿bix keen, bin in jajkuntik le ba’ala’ ti’ in wéetailo’ob?

Mix le ti’e túubi k’áak kaano’, mix le áaluxo’ mix le ja’asa’óol ik’ ku jáasik u yóol Joaquine’: u jaajile’ mi ju pájtal u yáalale’ tak u biskuba yéetelo’ob.

Tak tu yanta ti’e jump’éel k’ajlay, jump’éel ba’al u tsikabate’ ken jóok’o’ báaxal, ba’ale’ mix juntúul le jaasa óol ku cha’ak u yíilalo’.

Wa ka wile’, juntúul ba’al ku ja’asik u yóol Joaquine’, le ti’e’ kisino’: leti’e’ u yooje jach ku chikpaja’ ti’e’. Tu kúuchil ichkil te’ ti’a’an jump’éel chan jooli’, ti ku táakikuba’; ti’ ku ch’eenebi’. Ku ketlam iichtik: “kexi muu na’atik wa sajken ti’”.

U Jáajile’ ma’ kíimak u yóol anik tu jun yéetel le kisinno’: le béetike’ tak u yu’ubik bix úuchak yéetel u jóok’ol ja’asajoolob chikpajan ti’, bin yanti’ u yóolal u kaxantik u chíikul u ti’a’al u jóosik, bey xan u tojolch’intik; ba’ale’ tu ch’a’aj suulak u tsolik le ba’ala úuchan ti’.

Bailili’, ku payalchi’ ichil tu kúuchil ichkile’; ba’ale kisine’, mantats tan u yu’ubik payalchi’o’ob, ma’ tu ch’a’aj u bel u ti’a’al u binel.

Ka kaaj u nak’ u senkech’ u saak’il u pool, menta’an ti’ tumen uuk’e’, Joaquine’ tu tuklaj bin t’aan tu táan...

tarea.

Joaquín sospechaba que era un duende quien hacía esto, pues todos saben que a ellos les gusta causar problemas. 

También había un dragón, que acechaba a Joaquín a través de los cristales de la ventana cerrada. Nunca dejó que el niño lo mirara: únicamente le mostraba su silueta entre las matas de plátano, y en alguna ocasión escupió fuego, sólo para enseñarle que estaba ante un dragón verdadero.

Si Joaquín corría hacía los vidrios, enseguida desaparecía. “¡Chin!, ¿cómo me van a creer mis amigos?”

Ni el dragón, ni el duende, ni el fantasma producían temor a Joaquín; podría decirse que deseaba llevarse con ellos. 

Quería tener una historia, algo que contar en el recreo, pero ninguno de esos seres se dejaba ver.

Lo que sí asustaba a Joaquín era el diablo: a él le constaba que podía aparecerse. Guardado en un huequito en el baño, desde ahí lo observaba. Él le sostenía la mirada: “¡que no se dé cuenta que le tengo miedo!”.

No soportaba estar a solas con él.

Por eso le interesaba oír qué había pasado en otras apariciones, pues tenía la esperanza de encontrar la clave para hacerlo salir, ahuyentarlo, y le daba vergüenza explicar a otros la situación.

Siempre, dentro del baño rezaba; pero seguro que el demonio, de tanto escuchar oraciones, se hizo inmune, pues no se iba.

Cuando no soportó la comezón por los piojos, Joaquín se decidió a encararlo...

Su mamá no entendía cómo es que ahora él iba a bañarse sin que ella se lo pidiera; mas se alegró y, orgullosa, pensó qué era bueno no

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U na’e’ ma’ tu na’atik ba’axten, bix bejla’e’ leti’ tan u bin ichkil ma’ u ya’ala ti’; ba’ale kíimaknajchaj, bey xan líik u yóola; ka tu tuklaj ma’alo’ob ma’ u yáantal ba’atebil sáansamal, yéetel mix máak.

T’onokbaj ch’eneeb tu jool pak, Joaquine’ tu jets’a u páakat kisine’, ka tu ya’alaj ti’: Teche’, bejla’e’ yaan a p’atik u k’asil a pixan u ti’a’al a suutkaba ch’o’... jump’éel ts’oya’an ch’o’ kimen ti’o’lal wi’ij... naap’an ti’e’ chan joola’ ma’ jaanaki’.

Kaaj maan jun súutuke’ tu tuklaj beya’: ka’ap’éel chan iich yéetel chowak méexo’ob ku ketlan iichtik.

Jach kíkímak u yóolal, tu yáalaj beya’, tumen bejla’e’ yan túun ma’alob kajlay.

“Bailili’, teche’, beeyech ch’o’e, chen tene’ kin tuklik beeyech kisine’”...

Bejla’e’ ku xáantal tun yichkí.

Tajmuk ku jaaxik u yok, ku jíit’ik u jujuntunil u tuukul, bin yan u tsikbatik ti’ u yéetailo’ob; bey xan ku tus méentik le ba’ax úucha’an u ti’a’al u jajtsolik, jach jaj le tuukula’. Ts’o’ok xan u tuklik a tasiko’obe’ utia’al u yíiliko’ob le joola’.

Sáamale’ ken jo’ko’ báaxal –kiak Joaquine’- bin yan k’aan in t’aan; tuláakal u wéetailo’ob yan u yojelo’ob bix Joaquin, k’ookol paale’, tu chínkunsaj kisin.

tener que pelear con él todos los días.

Inclinado junto al agujero, Joaquín miró fijamente al diablo y le dijo: “Ya no vas a ser el maligno, sino una rata..., una rata flaca que se murió de hambre de tanto estar atorada en este hoyito sin comer...”

Un rato después se da cuenta: dos ojitos y unos bigotes alargados le sostenían la mirada.

Ahora sí que tiene una buena historia, está muy contento. Con la respiración entrecortada deduce feliz:

“A lo mejor siempre has sido una rata y nada más yo creía que eras el diablo”…

Y esta vez tarda mucho tiempo bañándose.

Mientras se jabona los pies, hila los detalles que contará a sus amigos; y ensaya cómo relatar los hechos, para convencerlos de que son verdad. Incluso piensa traerlos a ver el agujero.

Mañana, en el recreo, hablaría en voz alta; todo el segundo año tiene que saber cómo, Joaquín, el desaliñado, le ganó al diablo.

El bailador y la X-tabayj-óok'ot yéetel Xtáabay 

Vicente Canché Moo

Jump’éel úuchben tsikbale’ ku ya’alik beya’:Ti’ jump’éel chan kaaje’ kaja’an juntúul táankelem xi’ipal táaj uts tu yich u bin óok’ot.

Page 38: Cuentos y Leyendas Para Vero

Mixba’al k’aas ku beetik, ma’atech u ts’u’uts’ mix tu yila’al wáa kala’an, chéen seen uts tu yich u bin óok’ot.

Ba’ale’ tuláakal le ba’ax tu beetika’ jach ya’ab taak’in ku beetik u xupik, tumeen kex mina’an mix ba’al u jaante’ ku ts’áanik táanil u bin óok’ot.

Bey túuno’, wáa chúumuk p’is k’iin ku yojéeltik yaan jump’éel chan óok’ote’, wáa ma’ bo’ota’ake’ ku bin u majáant taak’in ti’ je’el máaxake’, yaan máax a’alik ya’ab u téenel bin

xíimbal okil tuláak’kaaj tumeen mina’an u tojol u bin ti’ kis buuts’.

Bey túuno’ ma’ jela’an u yila’a u suut yéetel u yéet óolo’ob táan u sáastali’.

Ti’ tuláakal le ba’alo’oba’, u ts’o’oka’ le beetik u jach tuukul u yuumo’ob, jach sajko’ob wáa ka’ úuchuk ti’ loob táan u suut tu juunal.

Yo’olal tuláakal le ba’alo’oba’, tia’al u jets’kúuntik u tuukul u yuumo’ob yéetel tia’al u cha’abal u jóok’ole’ tu manaj jump’éel x-táats’ máaskab, bey túuno’, le k’iin

-Jach sajlu’ume’ex, ma’ in wojel ba’axten kin biskinbáa ta wéetele’exi’.

Ka’aj ts’o’ok u máan uláak’ junsúutuk, ka’alikil ts’o’ok u ya’alik ti’ le x-ch’úupal yaan u suut u yil kun sáaschajke’, ka’aj tu tukultaj u suut tu kaajal.

Ka’aj jóok’ k’íiwike’ ma’ tu kaxtaj ba’ax ti’ u bini’, le óolale’ ka’aj jo’op’ u bin xíimbal okil.

Chúumuk bej anil ka’aj tu yilaj yaan máax ku taal, ba’ale’ yo’olal jach éek’joch’e’en yéetel chan náache’ ma’ tu k’ajóoltaj máaxi’.

-Míi juntúul kolnáal táan u bin tu meyaj –ka’aj tu tukultaj.

Jump’íit péeka’anil u yóole’, ka’aj tu machaj u x-táats’ máaskab.

-Wáa taak u beetik ten ba’ax k’aase’, je’el túun in ka’ansike’.

Ja’ak u yóol ka’aj tu yilaj u x-ki’ichpan na’:

-Ay in waal ¿Tu’ux ka máan beya’? ¿Ma’ wáa táan a wilik ta’aytak u sáastal?.

-¿Ma’ wáa a wojel tu’ux bineni’? ¿Ba’ax tia’al ka kaxtiken? ¡Wáa ka’aj ila’aken tumeen in wéet óolo’ob ta wéetele’…

-U jaajil, ba’ale’ mix juntéen k’uchkech je’e bix bejla’a’, jach ch’iikilo’ontuukul ta wo’olal tumeen ma’ táan a suut.

-¡Je’el túuno’, ts’o’ok a wilik in wojel in kalaantinbáa, ma’ juntúul chan paaleni’!

Bey túuno’, ka’aj káaj u bino’ob xíimbal okil tak tu kaajalo’ob, ba’ale’ le xi’ipale’ jach chi’ichnak yo’olal ba’axku beetik u yuumo’ob; bix u máan tu pool u x-ki’ichpan na’ u bin u kaxtej.

-Wáa ka’aj ila’aken tumeen in wéet óolobe’, ¿Ba’axken u tukulto’ob wale’?

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Táan u bin u náats’alo’ob kaaj, u sáasilile’ je’el u páaitalu yila’al tak tu’ux yano’obo’, ti’ jáaw u tsikbal maamatsili’.

Chéen jeets’el tuláakal ba’alo’ob, ka’alikil jump’éel síis iik’e’ tu beetaj u ke’eltal óotsil j-Jaas.

-¿Ba’axten ma’ ta tich’ik ten jump’íit a booch’ u tia’alin pixikimbáa? Ka wa’alik ta kaláantikene’ táan a cha’ik in máansik ke’elil.

-Ma’alob ¿ba’axku yúuchul? –ku ya’alik na’tsil.

Ma’ u yojel bix úuchike’ ka’aj p’áat j-Jaas paachil. Ti’ junsúutuke’ ka’ajtu yéensaj u yich… mix juntéen máan tu tuukul u yilik le ba’ax tu paktajo’; ma’ u x-ki’ichpan na’ máax yéetel ku bino’.

Tu yu’ubaj bix u bin u lúubul u muuk’, u yéek’ jolch’e’ental u paakat yéetel bix u seen meyaj u puksi’ik’al.

Le ba’ax ku bin aktáan ti’o’, jach u jaajile’ ma’ táan u xíimbal, u jaajile’ yóo’ iik’ ku máan. U chowak piik le ba’alo’, le beet ma’ u séeb ila’al tumeen j-Jaas tuláakal ba’ax ku yúuchulo’.

Ka’aj tu jíits’paytaj u x-táats’ máaskabe’ ka’aj tu yaawtaj:

-¡Teche’ ma’ in na’echi’!

Tu ya’alik tuláakal le ba’alo’oba’ ka’aj jo’op u yáalkab táan u p’isbaltik u ch’akik le ba’aba’alo’ tumen taak u jaanta’al.

Jach ta’aytak u chukpachta’al ka’aj tu jáak xotaj jump’éel u xikin le wáay yaan ti’ u pool tsíimino’.

Ka’aj sáaschaje’ ka’aj suunaj yéetel u yéet óolo’ob te’e tu’ux anchaj le jela’an ba’atelo’.

Chúumuk bej yano’ob ka’aj tu yilo’ob bix weeklil ki’ik’; le jo’op u t’u’ulpachtiko’ob.

Ichil le k’áaxo’, jo’op’ u bino’ob tu’ux yaan le’ob papa’ k’i’ik’o’ob, chéen tu bino’obe’ ka’aj k’ucho’ob tak tu’ux yaan junkúul páak’am t’ilikbaljump’éel u le’ jach tu ka’anlikili’.

Te’ xu’ul u yiliko’ob le k’i’iko’.

 

 

Cuentan que hace tiempo, en un pueblito muy pintoresco, vivía un muchacho al que le encantaba bailar.

No tenía ningún vicio, pues no fumaba ni se le veía borracho, solamente le gustaba bailar.

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Sin embargo, ese gusto le costaba mucho dinero, pues aunque algunas veces no tenía nada que comer, lo primero para él, era siempre el dichoso baile.

Si a media semana llegaba a saber de algún baile y él todavía no había cobrado su sueldo, le pedía prestado a sus vecinos o amigos, inclusive, muchas veces tuvo que ir a pie a los

pueblos cercanos, por no tener para el pasaje.

No era raro que algunas veces se le viera regresar durante la madrugada junto con sus amigos.

Sin embargo, eso era lo único que inquietaba a sus padres. Tenían miedo que un día regresara solo y le pasara algo malo. Por tal motivo para calmar a sus padres y para que lo no le prohibieran salir, se compró un machete que a cada salida, era lo primero en amarrarse a la

cintura.

Un día, unos amigos le comentaron que en un pueblo a poca distancia de ahí, iba a haber un baile al que irían todos y que solamente él faltaba para completar el grupo de siempre. Sin

pensarlo dos veces aceptó.

El día de la fiesta, se vistió lo mejor que pudo y se fue junto con sus compañeros al tan esperado baile.

Como todo muchacho, al llegar al lugar de la fiesta empezó a buscar a la muchacha ideal para el baile. Debido a su experiencia la muchacha tenía que ser especial, pues de lo contrario, no

podría lucirse bailando.

“¿Chaparras? No, porque no las puedo abrazar bien, pues la cintura de ellas me llega a la rodilla”.

“¿Altitas? No, porque me da pena y…”

“¿Gorditas? Tampoco, porque no se mueven como quisiera y mis brazos son cortos y no puedo apretarlas”

Por fin, después de mucho girar los ojos, la encontró.

Tan embelesado estaba con ella, que no se dio cuenta del rápido transcurrir del tiempo.

-Oye Jacinto, son las doce y ya es hora de irnos.

-Esperen un rato más, ¿No oyen que la música está muy sabrosa?.

-Pero es que… ya es muy tarde y… -acercándose su amigo le dijo –no vaya a ser que nos asusten en el camino.

-Estás loco. ¿Qué nos podría pasar con esto?

Mientras hablaba, señalaba el machete que traía en la cintura.

-Bueno, si tú quieres quedarte nosotros ya nos vamos. Como estaba aún cerca de la muchacha gritó fanfarroneando:

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-Son unos miedosos, no sé por quélos considero mis amigos.

Después de bailar un rato más y de haber sacado una cita con la muchacha para el día siguiente, decidió volver a su pueblo.

Al salir al parque, ya no encontró en qué irse, por lo que comenzó a caminar de regreso a su casa.

Ya había caminado la mitad de la distancia entre su pueblo y el de la fiesta, cuando a lo lejos vio que venía hacia él una persona, que por la oscuridad y la lejanía no lograba distinguir.

-Creo que es alguien que va temprano a su milpa, pensó

Un poco desconfiado, puso sus manos sobre el machete.

-Si me quiere hacer algo…se va a arrepentir.

Grande fue su sorpresa cuando reconoció a su anciana madre:

-¡Mi hijo, ¿Por qué andas a estas horas?, ¿no ves que falta poco para que amanezca?

-Si sabes muy bien a dónde fui ¿para qué me buscas?, si me vieran mis amigos en este instante contigo…

-Si, pero nunca habías llegado muy tarde, además estábamos muy preocupados por tu tardanza.

-¡Pues ya ves, sé cuidarme, no soy un niñito para que me andes cuidando!.

Comenzaron a caminar rumbo al pueblo, mientras el muchacho iba atrás muy molesto, pensando en la actitud de sus padres, más en la de su madre, que se había atrevido a salir a

buscarlo.

-Si ahora me vieran mis amigos, ¿Qué pensarían de mi?

Ya se comenzaban a ver algunas luces del pueblo, cuando la mamá dejó de platicar.

El silencio comenzó a envolverlos, mientras que el frío calaba los huesos de Jacinto.

-Por qué no me prestas un poco de tu rebozo para que yo me tape? Dices que me cuidas y dejas que yo pase este frío.

-Es mejor así –comentó la mamá.

Por azares del destino, Jacinto continuó atrás. En el instante en que bajó la cabeza… jamás imaginó lo que vería, pues la que creía su madre, no lo era.

Comenzó a sentir que las fuerzas le faltaban, que la vista se le nublaba y que el corazón, le iba a salir del pecho.

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El ser que caminaba delante de él, en realidad no lo hacía; más bien flotaba a poca distancia del suelo. El fustán largo era lo que le impidió que Jacinto se diera cuenta desde el primer

instante.

Sacando su filoso machete gritó:

-¡Tú no eres mi madre!

Mientras decía esto, comenzó a lanzar tajos por todos lados, en tanto que corría con todas sus fuerzas, pues el diabólico ser lo perseguía, mientras gritaba que lo iba a comer.

Ya estaba por alcanzarlo cuando con un golpe rápido, le quitó una oreja al ser que tenía cabeza de caballo.

Al día siguiente, regresó con sus amigos al lugar donde sucedió la extraña lucha.

En medio de la carretera, había un reguero de sangre que comenzaron a seguir. Dentro del monte, encontraron hojas manchadas de sangre, hasta llegar a un nopal con una penca

cortada y colgando de la parte más alta. El rastro de sangre allí terminaba.

Este material apareció publicado en U Tzikbalilo'ob Mayab. Relatos del Mayab Colección: U Maaya T'aanilo'ob Bejla'abe' (Voces Mayas Contemporáneas). 

Gobierno del Estado de Yucatán-Indemaya. Mérida, Yucatán, 2002.

El origen de las semillas

 

En la antigüedad, cuando se sacó la semilla, cuando aparecieron las semillas, sucedió así:Como en aquel tiempo Dios andaba personalmente, les dijo a los animales:-Como quieren que haya semillas de todas clases, tienen que ganarlas. ¿Quién quiere obtener maíz de mis graneros para que coma?

Y el mapache contestó:-Yo -luego la ardilla dijo:-Yo -luego dijo la urraca:-Yo -luego dijo el xpich':-Yo.-¿Quién más?-Yo-, dijo el jabalí. Y el tepezcuintle dijo:-Yo también necesito maíz para comer.-Está bien, pero tienen que entrar a sacarlo del fuego.En eso se presenta el sereque y dijo:-Hasta yo tengo que comer maíz.

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        -Pues bien, tienes que entrar a sacarlo. Ahora voy a llamar a la semilla para que la puedan ganar, para que la trabajen las personas y así puedan limosnear un poco para que coman.

    -Está bien, entraremos a sacarla.

     Amontonó mucha basura, mucha, y le prendió fuego. Quemándose ya con flamas, elevándose hasta lo alto, arrojó el maíz en medio de las llamas. Entonces dijo:

     -Ahora sí, ¡sáquenla!-, pero nadie quería entrar, pues estaba rugiendo el fuego que llegaba hasta la punta de los árboles.

     Los conminó otra vez, diciéndoles:

     -Ustedes dijeron ganarla. Van a comer de ella, ahora que la ganen-. Esto se los dijo a todos los animales.

     Le ordenó entonces al jabalí:

     -¡Vamos, entra a sacarla! -. Se tiró dentro, la cogió con las narices, salió y la arrojó a un lado, luego sacudió los pelos chamuscados de su cuerpo, pues se prendieron. Por eso el jabalí parece todo semiquemado. Le dicen también al tepezcuintle:

     -¡Vamos, entra a recoger tu semilla allá dentro!

     -Está bien-, dijo, y entró también. Pero al salir estaba ardiendo, por eso quedó pinto.

     Llegó el sereque y rápido se introdujo a sacar lo suyo. Pero a él le fue peor, pues los dedos que le hacen falta, allá se le quemaron.

     El tepezcuintle sólo tuvo quemadas por partes, pero al sereque allá se le quemaron sus dedos pequeños. Por eso sólo tiene tres dedos.

     Luego vino el mapache y dijo:

-Pues yo falto-, y diciéndolo se metió a sacar su semilla. La saca y la arroja también. El no tenía ese color de ahora, pues al salir se le había quemado partes del cuerpo.

     Vino el xpich'. El también no estaba como ahora. Antes era de color blanco. Dentro del fuego quedó todo negro, pues al salir estaba medio quemado. Pero logró sacar su semilla.

     Así también el ch'eel. Se metió a sacarla, la picoteó y salió. Sólo se le quemaron las plumas del pecho. La espalda quedó como estaba, de color azul. Pero antes de eso era todo de color azul y por entrar a buscar su semilla se le quedó negra toda la parte de abajo.

     Después de esto, vino el dueño de las semillas y les dijo:

     -¿Qué más quieren?-. En eso dijo el toj: 

     -Yo también tengo que sacar mi comida-. Y dicho así se metió a rescatarla. Entre las semillas que sacaron vino toda clase de sembrados:

    De allá salió el tomate, de allá vino la sandía, el melón, la papaya, en fin, todo lo que produce la milpa.

     Así se obtuvo la semilla. Cada animal come lo que rescató del fuego. Lo toma de las milpas como recompensa. Ahora, hasta que se trabaje la milpa se logra lo que se necesita y cuando los animales ven que ya está produciendo, empiezan a comer de ello, porque sus antepasados lo ganaron. Así nos lo cuenta mi abuelo, por eso pensamos que esto es cierto.

    Se dice que antiguamente no había semillas, y nadie hacía milpa. El alimento del hombre era flores nada

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más. Basta con respirar el perfume para vivir. Pero Dios Padre Eterno vio como vivíamos, pues El nos veía como a los demás animales. Como a cualquier otra gallina nos veía, por eso dijo:

     -Quiero que mis hijos trabajen para poder vivir-. Y empezó a preguntarse cómo le podría hacer para que exista la semilla para sembrar.

     Al comienzo sólo se sembraba el maíz en ka'anche' (sementera en alto). Con uno que se haga y se siembre diez matas, con eso daba suficiente para un año.

     Cuando se hacía el nixtamal, con una semilla quedaba llena la cubeta. Pero se cuenta que fue una nuera la que hizo que cambiara todo. De repente ella dijo así:

     -Pues yo voy a poner bastante maíz para el nixtamal. ¿Para qué quiero un poquito?

     Dicho esto, desgranó un elote entero y lo puso a sancochar y ¿qué sucedió?, ¡empezó a rebozar! ¡Y comenzó a llenar pailas y pailas de nixtamal! ¡Eso fue el acabose!

     Vino entonces el dueño de la semilla y le dijo:

     -Está bien hija, así como estás deseosa de preparar mucho nixtamal, lo vas a hacer, pero se tiene que trabajar para poder tener la cantidad necesaria. Van a sufrir con ese trabajo, ya lo verán. Esto motivó que se saque la semilla por los animales. Antiguamente la cosecha se hacía sólo en ka'anche' y con cinco, seis, siete mazorcas que se obtenga, hay para vivir. Por la mala acción de una nuera ahora llenamos recipientes para poder hacer el nixtamal y cuando se gasta tenemos que comprarlo, debido a lo que sucedió entonces. Este relato fue contado por Alfonso Dzib (Jmeen de Xocen) y publicado en Terán, S. Y Chr. Rasmussen (comps.) Relatos del centro del mundo (U tsikbalo’obi chúumuk lu’um) 3 Vols. Gobierno del Estado de Yucatán- Danida. Mérida, Yucatán, 1992.

El FlojoMa'ak'óol 

 Yanchaj untúul máake’ jach ma’ak’ool, ku ts’o’okole’ yaan yatan. Le ku yóotik u meent u koole’, chéen bey utia’al yáax k’iine’ ku tóokik u nukuch che’ilo’obo’, lejaaj ku pak’iko’.

Jéet ma’ak’óol j kool. Le beetike’ wa tu meentaj k’iine’, ma’ táan yantal u nalil u k’oolo’, bey u beetik ti’ tu láakal ja’abo’. Náak yóol u yataane’ ka a’ala’ab ti’ beya’:

-Wíinik, ¿ba’axten ma’ táan a beetik kool?, chéen ka máankech a tóok k’aax.

-Ja’alibe’ u ts’ooke’, ma’ táan in kool, ba’ax ken in meent bejela’e’, bin in ka’aj jóok’ol ts’oon sáansamal chéen leti’ ken in meentej. Beyo’ kén ts’oonakene’, kin báabaj kontik u bak’ele’, ts’o’okij. Ba’ax

Existió un hombre demasiado flojo y además era casado. Las veces que quería hacer milpa, aprovechaba la época de sequía para quemar el monte alto y sólo sembraba la porción quemada.

Era muy flojo para hacer milpa. Cuando sembraba y la seca era intensa, no lograba la cosecha. Cada año así lo hacía. Por eso su esposa, fastidiada de él, al fin le dijo:

-Hombre, ¿por qué no haces tu milpa en vez de andar quemando el monte?

-Después de todo, no voy a hacer milpa. Lo que haré de hoy en adelante será dedicarme a la cacería, eso voy a hacer diariamente. Eso sí, cuando yo cace

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ken in meente’, le yala’ junp’íit ixi’imo’, bin in ka’aj in láan konte’ ka in man u yóol in ts’ooni’.

Ja’alibe’ ka tu meentaj u chan p’íit ixi’im yaan ti’o’. Chéen chan máanik médya kaargáe’ ka tu bisaj u báaj kont te’ tyeendáo’ ka tu manaj u yóol u ts’ooni’.

Ka jméenta’ab jun muut waaj ti’ yéetel jun muut k’eyem bey xan muxbil ta’ab uti’al le bak’o’.

-Je’e tu’ux bíin náakakene’, junpéel semaana ts’oon ken in m’eentej. Le ken u’ulukene’ sáalado ken in konej -ku ya’alik ti’ u yatano’.

Ka tu ch’a’aj u ts’oone’ ka j binij. Chéen ichil táan u bin te’ k’áaxo’, ka tu léemts’ontaj untúul nuxi’ tsuutsuy.

-¡Ja’an! Ts’o’ok u káajal u ts’aik ten uts.

Ka tu t’úut’aje’, ka tu jupaj tu sáabukaane, ka jo’op’ u bin. Ma’ sáame’ ka tu ts’onaj untúul nuxi’ baach.

-¡Eaj! Tu bin ten ma’alob.

Chéen ka tu yilaje’ taan u bin yáalkab untúul nuxi’ noom táanil ti’. ¡Le’em!, ka tu ts’onaj. Ka jlúub le nuxi’ noomo’ ka jbin u ch’a’ej.

-¡Ah! Je’el in konik u bak’el ken k’uchukene’ -ku t’aan.

Chéen ka tu yilaje’ ts’o’ok u yáak’abtaal ka je’el wenel chéen te’ yáalam k’áaxo’. Ka tu níikt’abtaj k’áak’e’, ka jo’op u póokik waaj u jaantej. Ka tu chan kachla’antaj chéen u mejen kaal yook le tsuutsuy utia’al u jaanto’, mix tu yóoltaj u jaant u bak’eli’ chéen u mejen ch’ilibil yook le ch’íich’o’obo’, leti’ tu jaantaj.

-Le ken k’uchukene’ kin láaj konik le bak’o, junpáakili’ ken in wilil u tojol.

venderé la carne y se acabó. Voy a vender el poco de maíz que tengo y compraré balas para la cacería -respondió.

Entonces preparó el poco de maíz que le quedaba, apenas sobrepasó la media carga lo llevó a vender a la tienda y con el dinero se compró municiones.

Le prepararon un almud de tortillas y otro de pozole, también llevó sal molida para la carne.

-A cualquier lugar que yo llegué me dedicaré a cazar. Cuando yo regrese venderé la carne salada -le dijo a su esposa. 

Entonces agarró su escopeta y emprendió su ida al monte. Estando en el monte vio a una torcaza y le disparó.

-¡Ah! Ya me empezó a ir bien -se dijo.

La desplumó, la metió en su sabucán y continuó su camino. Luego vio una chachalaca grande y la mató.

-“¡Ah! Ya me está yendo bien” -se dijo y prosiguió.

De repente vio a una gran perdiz corriendo delante de él ¡le’em! le disparó inmediatamente y la mató. Cuando la vio caer fue a recogerla.

-¡Ah!, venderé la carne al llegar -dijo.

Cuando se dio cuenta ya había anochecido y buscó dónde dormir en el monte. Hizo una fogata grande y empezó a calentar sus tortillas. Quebró las patas de la torcaza para comérselas, ni siquiera quiso comer la carne, solamente las patitas delgadas se comió.

-Cuando llegue venderé la carne. Será mejor porque así veré junto el dinero -dijo.

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Ku sáastale’, u láaj k’áakmaj tu yóoxtúulil le ch’íich’o’obo’ ka tu ts’áaj tu sáabukaane’ ka jo’op u bin. Chéen ichil táan u bine’, ka tu téek iltaj juntúul nuxi’ kuuts, ka tu láamts’ontaj, ku lúubule’ ka jbin u ch’a’ej, ku ts’o’okol u t’úut’ike’ ka tu jupaj tu piitae’, kaj binij.

Chéen ichil tu bine’ ka tu téek iltaj wa’alik juntúul nuxi’ kéej, láam nojoch. Le ku xíik ts’ontik, le ka’aj jlúuub le nuxi’ kéejo’, ka jlakchaj u yáalkab u jejem p’uch’ u yiit u jo’ol. Jts’o’ok u kíimil le nuxi’ kéejo’, ka tu k’axaj, ku ts’o’okole’ ka tu na’aksaj yóok’ol unp’é búu’tun. Táan u yéesame’ental táanili’ u jáajan p’e’estike’. Ku yilike’ naats’ tu jo’ol le búu’tuno’, yan unp’é cháaltuni’; ka tu chéen nijkuntaj u bak’el le keéjo’ ts’o’okole ka j éem bey ti’ unp’é kalape’ ka tu aanaj píib utia’al u píibtik le kéejo’. Ku ts’o’okol u mukike’ ka chilah wenel. Jach tu chúumuk áak’abe’ ka jbin u jáal u bak’el le kéejo’, ka tu taasaj u nikkunt te’ chi’ k’áak’o’ -ku ya’alike’:

-Pa’atik in jek’ik u chan ni’ u xiik’ le ch’íich’o’obo’ ka in jaant yéetel le waajo’. Ma’ táan in jaantik xan lela’ yo’olal beyo’ uts ken in konláantil.

Le ka’aj ts’o’ok u janale’ ka j chilaj wenel. Ma’ sáan chilake’ ka tu yu’ubaj u yúuchul áakan te’ tu’ux yano’.

-¡Aaj! Ba’ali’ a meentik uts a jóok’esikene’, wi’ijen, uk’ajen. Uuch ts’a’aken waye’, mix yanak máak jóo’sikeni’ -ku t’aan le ba’alo’.

Le ku kúulch’intikubaj le máako’.

-¿Ba’ali’ túun le ku t’aana’? ¿Bixa’ wá k’aak’as ba’al ka u jaantene’? -ku ya’alik.

Ka tu núukaj le ba’al te’ yáanal lu’umo’:

-Mix k’aak’as ba’aleni’, mix táan in jaantikech iijo. Jóo’seni’.

-¿Kux túun wá ku ts’o’okol in jóo’sikeche’ ka jaantiken?

Entonces al amanecer ya había asado a los tres pájaros. Los puso en su sabucán. Pues bien, continuó entre el monte. De pronto vio un pavo de monte, inmediatamente le disparó, cayó y fue a recogerlo; le quitó las plumas y lo metió en su costal. Luego siguió su camino.

Mientras iba vio parado a un venado muy grande y le disparó con rapidez. Apenas cayó, corrió a darle de golpes en la nuca. Después de matar al venado, lo ató y lo subió sobre una loma. Ya empezaba a oscurecer y comenzó a despellejarlo rápidamente. Se fijó que en la cima del cerro había una laja, subió y allí amontonó toda la carne del venado. Bajó y en una vereda del cerro excavó para hacerla pibil, luego se durmió. Cuando despertó, en la madrugada, fue a desenterrar la carne y la trajo para ponerla junto a la fogata -dijo:

-“Voy a desgajar las puntas de las alas de los pájaros para comer con las tortillas. No comeré el resto para que yo pueda venderlo al llegar”.

Al terminar de comer se acostó a dormir. Unos instantes después escuchó unos quejidos debajo de la laja, donde estaba acostado.

-¡Aj! Si hicieras el favor de sacarme, pues tengo hambre y sed. Desde hace años me encerraron en este lugar y no habido alguien que pueda salvarme -dijo esa cosa.

El hombre asustado se sentó rápidamente en la piedra.

-“¿Quién estará hablando? ¿Qué tal si es un ser maligno y me come?” -pensó.

Entonces contestó esa cosa debajo de la tierra:

-No soy malo, tampoco te voy a comer

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-Ma’, mix tin jaantikech, jóo’seni’. Lak le tuunicho’ ka jóok’en.

lchil u sajakil le máako’, ka j éeme’ ka tu xotaj unp’é nuxi’ che’ te’ kalapo’, ka tu lakaj le tuunicho’ utia’al u jóo’sik le nuxi’ k’aak’as ba’alo’. Buka’aj ja’ab k’a’alaki’ tumen jach ya’ab u meentik loob ti’ wíiniko’ob, Va’ab ts’o’ok u jaan tikil.

Le ka’aj ts’o’ok u jáalk’abta’ale’ ka tu ya’alaj ti’ le winiko’:

-Bey ts’o’ok a cha’ikena’, wi’ijen. Ts’áaten unp’é pyeerna in jaantej, wá ma’ taan a ts’áiktene’ kin jaantikech.

Ja’alibe’ ka tu jíiltaj junp’éel u yook le nuxi’ kéejo’ ka tu ts’aj ti’. Ts’o’ok u xupike’ ka tu ya’alaj:

-Ts’áaten uláak’ junp’é ook wá ma’ táan a ts’áik tene’; kin jaantikech, tumen tene’ úuch janaken.

-Je’elo’, láaj jaantej, ba’ale’ bik a jaanten.

Ts’o’ok u jaantik beyo’, ka tu ya’alaj ti’e’:

-Ka a ts’áaten le nuxi’ kuuts in jaanto’, wá ma’e’ je’el in jaantikeche’.

Ka tu ts’áaj le nuxi’ kuuts u jaant le k’aak’as ba’alo’. Ts’o’ok u jaantike’ ka tu ya’alaj:

-Ts’áaten xan le mejen ch’íich’o’obo’.

Ka tu ts’áaj le mejen ch’íich’ u jaanto’. Ka jaanta’ab tak yala’ yo’och wáaj, ka jp’áate’ mix jun xéet’ waaj yaan ti’.

-Bejela’e’ il bix ken a ts’onij ba’alcheo’ob in jaantej, wá ma’e’ yan in jaantikech. -Ku ya’ala’al tumen le k’aak’as ba’alo’:

-Je’elo’, ts’o’ok in jeetik tech uts’e’ be jela’e’ a k’aat a jaanten. Ma’alob, je’ in ts’onik ba’alcheo’ob a jaante’, ko’ox -ku

hijo. Sácame de aquí.

-¿Que tal si después de sacarte me comes?

-No, no te comeré, sácame. Despega esa piedra para que yo salga.

En su desesperación bajó el hombre al valle y cortó un palo grande; palanqueó la piedra y salió el monstruo que había estado preso durante muchos años por sus maldades. Se había comido a muchas personas.

Ya libre el monstruo, le dijo al hombre;

-Ahora que me has liberado, tengo hambre y sed. Dame una pierna para que yo coma, si no te comeré a ti.

Entonces sacó una pierna del venado y se la dio al monstruo. Cuando acabó de comerla le volvió a decir:

-Dame otra pierna, si no me la das te como a ti, porque hace muchos años que no como.

-Ni modo, cómetelo todo -respondió el cazador- pero no me comas a mi.

Ya que se acabó todo el venado le dijo:

-Ahora me das también ese pavo de monte para que yo coma, si no, a ti te voy a comer.

Entonces le dio el pavo para que comiera. Cuando se lo terminó dijo:

-Ahora dame esos pajaritos.

Le dio los pajaritos y se comió hasta el resto de las tortillas. El monstruo acabó con todo, y el hombre se quedó sin un pedazo de tortilla.

-Ahora trata de cazar más animales para

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t’aan ti’ le k’aak’as ba’alo’.

Ja’alibe’ ka jmáan táanile’ ka jo’op’ u bino’ob. Chéen ichil táan u bino’ob te’ k’aaxo’, ka jk’ucho’ob tu jóol unp’é áaktun, jach che’e jats’uts. Ku líik’il yich le máako’ ka tu yilaj junp’éel, ts’íib, yoojel xook le beetik tu xokaj.

-¿Ba’ali’ túun letreeroil lela’?

Ku yilike’ u óopisiina jwees le áaktuno’.

-Yaan túun in beetik u k’a’alal le ba’al te’ela.

Ku jach ilik le letreeróo, ku ya’alike’, u óopisiina jwees de primeer instaansia.

-Bin in ka’aj jk’óop te’ela’ ka okoken in beet u bo’otik ten le buka’aj ba’al ts’o’ok u láaj jaantik teno’.

Ka jk’oopnaji’, le ka’aj je’eb le joonajo ka tu yilaje’ juntúul xnuuk ooch jóok’i’, ka k’aata’ab ti’e’:

-¿Ba’ax a k’áatij?

-Xnuuk ooch, in k’áat t’aan yéetel yuum ooch.

-¡Ba’ax le xnuuk oocha’! Doña María in k’aaba’. Ka a kan a jaant xa’ak’. Ma’ xan chéen ooch le jweeso’ u k’aaba’e’ yuum Peedro Chuchuuba.

-Ma’alob tuun, ¿tu’ux túun yaan yuum Pedro Chuchuuba.

-Pa’atik in bin in t’ane’ ka talak u yilech. ¿Ba’ax a k’áat ti’?

-In k’áat in tak u pool le ba’al ku taal tin paacha’, tumen tu láaj jaantaj in ts’oon bak’.A’al ti’ u yuum Peedroile’ ka talak u meenten justiisya.

que yo coma, si no te comeré a ti -le dijo el monstruo.

-Pero hombre, estás viendo que he hecho el favor de liberarte y ¿aún así quieres comerme? Esta bien, cazaré animales para que comas. Vamos -le dijo el cazador.

Entonces el cazador pasó delante de él y empezaron a caminar. Mientras iban en el monte, llegaron a la entrada de una cueva muy bonita. Al levantar la vista el hombre vio que en la pared de la cueva había un letrero y se preguntó:

-“¿Qué letrero será este?”

Se dio cuenta que la cueva era la oficina de un juez. Entonces pensó:

-“Haré que encierren a este monstruo aquí”.

Vio bien el letrero y se dio cuenta que era la oficina del juez de primera instancia.

-Ahora mismo golpearé y entraré a quejarme, para que el monstruo me pague toda la carne que se comió.

Golpeó la puerta de la cueva, poco después le abrió una vieja zorra quien preguntó:

-¿Qué quieres?

-Doña zorra, quiero hablar con el señor zorro.

-¡Qué es eso de zorra!, me llamo doña María. Mal educado, aprende a comer condimentos y tampoco el juez es el zorro, es el señor don Pedro Chuchuba -le respondió molesta.

-Está bien. ¿Dónde está entonces don Pedro Chuchuba?

-Voy a avisarle para que venga ¿Qué

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Ja’alibe’, ma’ sáame’ le ku tíip’il nuxi’ ooch u chéen tsilmaj u nuxi’ liimail nej; ka j kulaj tu jáal junp’éel tuunich. Leti’e’ ku jweesil de primera instaansia te’ yáalan móontanyao’. Ba’ale, ma’ jach utsil ba’al xani’, yan ba’al k’aas yoojel; chéen p’elak kulajke’ ka tu t’anaj le máako’.

-¿Ba’ax a k’áatij?

-Tene’ ba’ax in k’áate’ yuum jwees, ka a wa’al ti’ le maaka’ ka u bo’ot ten tuláakal le bak’ tu jaantaj teno’, bejela’e’ tene’ wi’ijen, uk’ajen xan, ku ts’o’okole’ táan ya’alik u jaantiken.

-Aaj, ma’ ma’alob ba’ax ts’o’ok u meentik xan techi’, tumen teche’ ta beetaj uts a jóo’sik. ¡Ba’ax u nak u ya’alik u jáantikech! Uúuch in túucht k’albil te’elo’. Bejela’e’ bin in ka’aj in tuuch k’albil tu ka’atéen yo’olal ma’ u máan u beet teech k’aas -ku ya’la’al.

Ka j líik’ nuxi’ ooche’, ka jo’op u chéen kenkenaankil. Ma’ sáame; ka jtaal ka’atúul nukuch táankelem oocho’ob, letio’ob ku póolesiyailo’ob te’ k’áaxo’. Tu juum taalik yáalkabo’ob, ka a’ala’ab tio’obe’:

-¡Kox, péenen! Xen a bise’ex le máak’ te’ tu’ux jcha’abo’. K’ale’ex tu ka’atéen. Buka’aj k’iin in k’al te’elo’ tumen jach ya’ab u si’ipil.

Ka túun j aktáanta’ab tumen le ka’atúul nukuch oocho’obo’ ka jbisa’abij.

-Ja’alibe’, ts’o’ok a wilik in beetik u bisa’al le máak k’albilo’. Le beetike’, bin in ka’aj in wa’al tech buka’aj ken a bo’otiken.

-Yuum jwées, ¿tu’ux ken in ch’a’ túun taak’in? Mina’an ten -ku t’aan le máako’.

-Wá mina’an tech taak’ine’ iijo, míin yaan a jkaax; kex leti’, je’ in ch’aik tak kaax yóok’ol in meyahe’. ¿Haytúul u jk’aax a

quieres?

-Quiero demandar al monstruo que viene conmigo. Se comió toda la carne que yo había cazado. Dígale a don Pedro que venga para hacerme justicia.

Entonces al poco rato apareció el viejo zorro con la cola bien parada como una lima y se sentó en la orilla de una piedra. El era el juez de primera instancia allá en la montaña. Pero él tampoco era bueno, era malo, sabía cosas secretas. Se sentó y le preguntó al hombre:

-¿Qué es lo que quieres?

-Mire señor juez, sólo quiero que usted le diga a este monstruo que me pague toda la carne que se comió; así que ahora tengo hambre y sed, además amenaza con comerme.

-Ah, no es justo lo que te ha hecho pues hiciste el favor de liberarlo. ¿Qué le pasa?, por qué quiere comerte! Hace muchos años que lo mandé apresar allí. Ahora mismo mandaré ponerlo preso de nuevo para que no te cause más daño -dijo.

Entonces el zorro se levantó y empezó a hacer ruido como llamando. Al poco rato llegaron dos zorros jóvenes, ellos eran los policías allá en el monte. Hacían mucho ruido al venir corriendo. Luego el juez ordenó:

-¡Vamos, apúrense! Llévense a este hombre al lugar de donde fue liberado. Enciérrenlo otra vez. Hace mucho tiempo que lo encerré allí por las tantas faltas que tiene.

Luego lo hicieron caminar delante de los dos zorros grandes y se lo llevaron preso de nuevo.

-Pues ya viste, ya ordené apresarlo otra vez. Ahora te voy a decir cuánto es lo que

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wataan yaan?

-Ma’ ya’abi’, ka jluk’ene’ míin seisili’ u xnuk kaaxe’.

-Ma’alob yéetel le seis’ ka ts’áateno’. Je’el a wa’alik ten ba’ax k’iin, ka taalaken in ch’a’ej, ba’ale wa yaan a walak’ p’eeko’obe’, ken k’uchuk le k’iin bin in ch’a’o’ ka k’axiko’ob -ku ya’ala’al ti’.

-Senyor, in k’áat bin lo’obal ba’ale’ ma’ in wojel tu’ux yan u bejil in wotochi’.

-Bin in ka’aj in we’es tech tu’ux yan u bejil.

Ka jóok’esa’ab tu jool le áaktun tumen yuum Pedro Chuchubao’, ka tu tsolaj ti’e’:

-Te’ a bin te’ toj xamana’, ti’ yaan a bejili’, ba’ale’, bin in ka’aj in wa’al tech junp’éel ba’al: wa ka wilik in wéetilo’ob kimen te’ bejo’, náach a t’aale’, ka xóolch’intikabae’, ku jo’op’ol a bin a xolampíix tu yiknal, ka k’uchule’, ka chaanbéel líik’il, ka páanik le lu’umo’, ka mulkiki’, ku jo’op’ol a bin tu ka’atéen. Bik máanakech yiknal ma’ a mukik, wá tumen ma’ ta mukaje’, te’ kan jaantbil k’áaxo’.

-Ma’alob túun senyor, je’ in beetike’.

Ka jo’op’ u bin. Míin unp’é kiloometro jo’op’ok u bin te’ k’áaxo’, ka tu yilaj untúul nuxi’ ooch, u kelmaj u chi’. Ka tu xóolch’intajuba’ ka jo’op’ u bin xolampíix tu yiknal. Ku k’uchul tu yiknale’ ku yilike’ kimen. Ka tu páaanaj le lu’umo’ ka tu mukaji’, ja’alibe’, ka jo’op’ u bin.

Ku ts’o’okole’ leti’ bakáan le yuum Pedro Chuchuuba ku bin táanilo’, ku xóot’ jo’oltik le máako’ ku tusik u kíimij, yo’olal yilik wá je’ u mu’ukule’. Chéen p’éel u súutul u paach le máako’, ku p’úuskuchtik le lu’umo’ ku bin yáalkab táanil tu ka’atéen, yo’olal yilik wá je’u mu’ukul tu ka’atéene’, bey xan wa j u’uya’ab ba’ax tu ya’alaj.

Chéen ichil táan u bin le máako’ ka tu yilaj untúul kimen ooch. Ka tu ka’a

me debes.

-Señor juez, ¿dónde voy a tomar el dinero?, yo no tengo -contestó el hombre.

-Hijo, si no tienes dinero, a lo mejor tienes gallinas. Yo puedo recibir hasta gallinas a cambio de mi trabajo. ¿Cómo cuántas tiene tu esposa? -le preguntó.

-Pues no muchas, cuando me fui tenía como seis grandes.

-Bueno, pues con esas seis me conformo. Tú dirás que día las puedo ir a recoger, pero si tienes perros, procura amarrarlos -le dijo.

-Señor quiero irme, pero no conozco el camino a mi casa.

-Mira, te enseñaré dónde está.

Lo sacó don Pedro Chuchuba de la cueva, y le comenzó a explicar:

-Ve derecho hacia el norte, por alla está el camino, pero voy a recomendarte algo: si desde lejos ves a algunos de mis compañeros muertos, te arrodillas y te diriges hacia él. Cuando te acerques, te levantas despacito, cavas la tierra y lo entierras en el mismo lugar, luego continúas tu camino. Cuidado y pases junto a él sin enterrarlo, porque si no lo haces, allá en el monte te comerán.

-Está bien señor, así lo haré.

Entonces comenzó a ir. Había caminado como un kilómetro cuando de repente vio a un zorro grande con la boca abierta. Inmediatamente se arrodilló y se dirigió hacia él. Cuando llegó a su lado se dio cuenta que estaba muerto. Enseguida cavó la tierra y lo enterró bien; luego continuó su camino.

Después de todo era don Pedro Chuchuba quien iba adelante del hombre,

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xóolch’intubae’, ka tu mukaj xan. Chéen p’elak u súutul u paache’, ka jíik’ le nuxi’ oocho’ ka jmáan yáalkab táanil u xóot’ jo’olt tu ka’atéen.

Míin táankuch lúub jo’op’ u bin te’ k’áaxo’, naapulak u yilik u jeel kimen ooch. Ma’ jach ya’ab u bin u k’uchul tu kaajali’. Ka tu xóolch’intajubaj ka jo’op’ u bin u xolampíix tu yiknal; ku k’uchul tu yiknale’, ka tu páanaj le lu’umo’ ka tu mulkaji’, tu ts’aj tak sojol yóok’ol, ka jo’op’ u bin. Ka jook’ yóok’ol u beelil u koole’ ku yilike’ ti’ suuk u máani’.

Le tu’ux k’ucho’, u chak’anil ts’albay, u chak’anil ch’om, ich núumtsuutsuy, jbe’eb. Le tu’ux ku bino’ ma’ náach te’ tu kajtalilo’. Míin junp’e’el kiloometro u bin u k’uchul. Jach ts’o’ok ‘ u náats’ale’ ka tu yilaj untúul nuxi’ ooch chéen pekekbal, u kelmaj u chi’. Ka tu ya’alaje’:

-¡Chéen tuskeep! Ts’o’ok u náakal in wóol, yaajtak in píix ikil in xolankil. Ts’o’ok in náasts’al tin najil, ma’ tin jaanta’al in tukultik. Chéen tuskeep ka máanaken in muk le máaka’, ts’o’okole’ mina’an lu’um waye’, chéen cháaltun, ma’ táan in mukik le nuxi’ oocha’.

Ka tu t’úuyaj tu nej le nuxi’ oocho’, ¡jíijri’in!, ka tu pulaj. Juntats’ak, u bin tu pekelil ts’albay, ti’ jchúuyi’ ma’ jk’uch lu’umi’. Le máako’ ka jts’íit yáalkab tu najil.

-¡Jach túun tu topen le máaka’. Tu’ux jtaal u topen; ts’o’ok u bin u pulen ich k’i’ix. ¡Jaaj túun tu p’e’elten! -ku t’aan yuum Pedro Chuchuuba.

Tu k’ab hbe’eb jch’úuyla’aj yook, tak tu máatsab jch’uuyla’aj te’ jbe’ebo’, ma’ táan u páajtal u péek unpuli’.

 

-¡Ej! jaan túun tu p’e’elten le máaka’. La ba’ax tin náajaltaj yo’olal tin beetil uts ti’ -ku t’aan yuum Pedro:

haciéndose el muerto, para ver si cumplía con las órdenes que le había dado. Tan pronto como terminaba de enterrarlo proseguía su camino, entonces el zorro levantaba la tierra y corría nuevamente delante de él para ver si lo enterraba de nuevo y comprobar si él seguía sus recomendaciones.

Mientras el hombre iba, vio a otro zorro muerto. Se volvió a arrodillar y fue hacia él; al llegar a su lado lo enterró también. Apenas se volteó para irse, el viejo zorro se levantó y pasó corriendo delante de él para cruzarlo nuevamente.

Había caminado cerca de media legua en el monte cuando de pronto vio a otro zorro. No le faltaba mucho para llegar a su pueblo. Se arrodilló por tercera vez y empezó a caminar hacia el zorro; al llegar cavó la tierra, lo enterró y le puso hojas secas encima. Continuó caminando hasta encontrar el camino que conduce a su milpa.

Luego llegó a una sabana donde habían muchas plantas de ts’albay, de piñuela, de núumtsuutsuy y de be’eb. Este lugar no estaba lejos de su pueblo, le faltaba apenas como un kilómetro. Estando más cerca de su casa vio a otro zorro muerto boquiabierto y dijo:

-¡Son pendejadas! Ya estoy fastidiado, hasta las rodillas ya me duelen por andar hincándome. Ya estoy muy cerca de mi casa, así que no creo que me coman. Son chingaderas, no voy a enterrar a este zorro; además aquí es pura laja. No lo enterraré.

Entonces lo alzó de la cola, ¡híihri’in!, y lo lanzó. Fue directamente a caer en las plantas de ts’albay; allí quedó colgado, ni siquiera llegó al suelo. Después corrió a su casa.

-“¡Me chingó de veras este hombre! Hasta dónde vino a chingarme; me tiró dentro de espinos. ¡Sí que me chingó!” -dijo don

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Le ka’aj k’uch yáalkab le maak tu najilo’, ka k’áata’ab ti’ tumen u yataane’:

-¿Tu’ux yaan le ba’ax ta ts’onajo’?

-Mixba’a tin ts’onaj, ma’ u k’iinili’.

Yaan u juch’ béet le yataano’ ka jts’a’ab waaj u jaantej ka tuun tu ya’ala’ab ti’ u yatano’:

-Ma’ a wojeli’, jsa’aten te’ k’áaxo, óolak jaanta’aken.

-Uts tech, tumen ¿ma’ wá tin wa’alik tech ka je’elkech a beet kooli?

lx ka’aj áak’abchaje’ ka tu ya’alaj le máak ti’ u yat’aano’:

-Bin in ka’aj in k’axláant le óotsil peek’o’oba. Ka jlíik’e’ ka tu k’axla’antaj.

Ka’alikil, doña Mariae’ ku yilik ts’o’ok u yáak’abtale’ ka jo’op’ u bin u yil tu’ux yan yuum Pedro yéetel le kaaxo’obo’

-“¿Tu’ux yan Pedro beya’?” -ku t’aan.

Jmáan tu’ux yan yuum Pedro’ tumen míin jun k’aan te’ jool bejo’ ti’ ch’uya’an tu k’ab jbe’ebi’. Táan u kóola’al tak tumen le ts’albayo’, ma’ tu páajtal u péek jumpuli’. Ts’o’ok u ch’u’ulul tak u yich yéetel u ja’il ikil u seen ok’ol.

-¿Túun yaan? Kensá ma’ ts’o’ok u bisik le kaaxo’ -ku t’aan doña Máaria chéen ichil tu bin.

Le ka’aj k’uch te’ tu kajtalil le máako’, ka jo’op’ u chéen máan yich u kaxt tu’ux yan le so’oyo’. Naapulak yilik kásje’ek’abile’, ka ooki’, tu máan u kaxt u nuuktakil le k’aaxo. Naapulak yilik untúul nuxi’ j t’eel, le ku jáan chaachik. Le atantsiilo’ ma’ táan u wenel, chéen ka’aj tu yu’ubaj u yawat le kaaxo’obo’ ka tu ya’alaje’.

Pedro Chuchuba.

En las ramas de los espinos quedaron colgados sus pies al igual que sus párpados. Ni siquiera podía moverse.

-Me fregó de veras este hombre. Esto es lo que gané por hacerle un favor -decía don Pedro Chiuchuba.

Cuando llegó corriendo el hombre a su casa, su esposa le preguntó:

-¿Dónde está lo que cazaste?

-No cacé nada. No es la época de cacería.

Su esposa había tomado molido para hacer y de ello le dio tortillas para comer; luego le dijo a su esposa:

-Lo que tú no sabes es que me perdí en el monte y por poco me comen.

-Bien merecido lo tienes ¿Acaso no te he estado diciendo que mejor hagas tu milpa?

Ya al anochecer le dijo a su esposa:

-Será mejor que yo amarre a los pobres perros. Se levantó y los amarró en el tronco del árbol.

Mientras tanto doña María, la zorra, cuando vio que había anochecido, se encaminó pensando que entre ella y don Pedro se llevarían a las gallinas.

-“¿Dónde estará Pedro?” -decía.

Ella había pasado cerca de donde, estaba don Pedro, como a un mecate de la entrada de la vereda allí estaba atorado en las plantas de ts’albay y ni podía moverse; ya sus ojos estaban bañados de lágrimas de tanto llorar.

-¿Dónde estará? A lo mejor ya se llevó a

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-Eh, ¿ba’ax bisik le kaaxo’obo’?

Ka tu k¡’ t’abaj jun xnuuk wáal xa’ane’, ka tu wáawach’paytaj le peek’o’obo’.

-¡Ko’oxon, ko’oxon! -ku t’aan ti’ le peek’o’obo’.

Le ka’aj tu yóotaj jóok’ol donya Mariae’ le ku ch’uujk’áak’ta’al yich yéetel le ba’al ku kilin tóoch’o’ ka j ook yáalkab ichil le so’oy u ta’akubao’. Le ku yokol yáalkab juntúul nuxi’ peek’i’. Ka tu jcháachaj tu kaale’ ka tu jóok’esaj ma’ xáan chaj ka tu jkiinsaji’. Ja’alibe ka jmuruchtuun ta’ab tumen le ko’olelo’. Ku sáastale’ ka jbin pulbil.

Ka’alikil don Pedroe’ ti’ k’aalal te’ tu k’ab le be’ebo’. Tu chukaj tu jo’oloj táan u pa’ata’alo’ob tumen le poolesiyao’obo’. Ku yilko’ob mix juntúul suunajke’ ka tu ya’alo’ob:

-¿Ba’ax k’iin tún ken k’uchuk yuum Pedro yéetel donya Maryáe’? ¿Tu’ux jbino’ob? Míiin táan u ki’ jaantiko’ob u maan kaaxo’obo

-Ombé, wá a k’áate’exe’, ko’one’ex tsáaj k’altik le waya’ ka xi’iko’one’ex k ilej. Kensa ma’ tún jaantiko’ob le k’aaxo’.

Ka tu tsáaj k’alto’ob le oopisiinao’ tu jeel áak’abe’ ka jbino’ob tu kantuulilo’ob u yilo’ob yo’olal u ch’a’ako’ob xan le k’aaxo’.

Míin chúumuk áak’ab ka hk’ucho’ob te’ kajtalo’, ka jbino’ob ichil le so’oyo’. Naapulak u yiliko’ob seis xnukuch kaaxi’. Táanili’ u cháachiko’ob junjuntule’. U yawat le kaaxo’ob ajes le ko’olelo’.

-¡Aabe María, je’ ku láaj bisa’al le kaaxo’obo’!.

-Mix táan, chéen táan u yawato’ob -ku ya’ala’al tumen yíichan.

Leti’e’, yojel, u ya’almaj u k’ubik ti’ le

las gallinas -decía doña María mientras iba.

Al llegar a la casa del hombre comenzó a pasar la vista buscando el gallinero; lo vio entreabierto e inmediatamente se metió buscando a la gallina más grande. De pronto vio a un gallo grande y rápidamente lo agarró. Mientras tanto, la esposa que aún estaba despierta, de pronto escuchó el cacareo de las gallinas y dijo:

-“¿Quién se estará llevando a las gallinas?”

Enseguida encendió una palma seca de guano, fue a desatar a los perros y corrió hacia el gallinero.

-¡Ko’oxon, ko’oxon! -le decía a sus perros.

Cuando doña María se disponía a salir, la señora le quemó la cara con las llamas de la palma que ardía y se escondió rápidamente en el fondo del gallinero. Entró un perro corriendo, enseguida la mordió del cuello, la sacó y en un momento la mató, entonces la señora la cubrió con piedras y al día siguiente la fue tirar.

Mientras tanto don Pedro no se había podido librar de las plantas de espinos. Entonces, a los dos días, los policías que estaban esperando a don Pedro y a doña María, dijeron:

-¿Cuándo llegará don Pedro y doña María? ¿Dónde se habrán ido? Estarán aprovechando muy bien las gallinas que compraron.

-Hombre-dijo uno-, si ustedes quieren cerramos aquí para ir a verlos. Quién sabe si, no se estarán comiendo a las gallinas.

Entonces cerraron la oficina y a la noche siguiente fueron los cuatro a verlos para que pudieran comerse la parte que les

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yuum Pedro Chuchubao’ le beetik ma’ tu jóok’ol u kiins le oocho’obo’.

-¡Bix ken in p’at chéen beya’!

Ka jlíik’ yáalkab le ko’olelo’ táan yu’ubik u chi’ibil u kaaxo’; ka tu t’abaj jun wáal xa’ane’ ka jbin yáalkab.

-¡Chu’uy, chu’uy! -ki ti’ peek’o’obo’.

Ka áalkabnaj le oocho’obo’. Yaan jna’ak ka’anali’; ba’ale’ ya’ab le peek’o’obo’, jujuntúul peek’ tu paacho’ob. Le jna’ak yáalkab ka’analo’, ka jlíila’ab ti’ le peek’o’obo’, ku jlúube’ kaj óop’k’uxta’abij. Le ko’olelo’ ki’imak yóol. Ka jbin u ch’a’ junp’é xla’ baate’ ka tu yoyop’ ch’aktaj u pool le oocho’obo’. Ka tu píipikch’intaj tu chuun koot. Ku sáastale’ ka tu bisaj u pul k’áax.

-Beyo’ je’ in wilik bix kuno’ob ka’a suute’ -ku ya’alik le ko’olelo.

Ka’alikil yuum Pedroe’, taaytak u núunyal tik u jóok’ol yóok’ol ichil k’i’ixo’obo míin láas oocho áak’ab tu jo’oloje’, ka jpáatji u jóok’ol. Ba’ale’, ts’i’its’i’ip u k’éewelil u wíinklal.

-¡Eh! jaaj túun tu p’e’eltajen le máaka’. Bin in ka’aj in wu’uy ba’ax kun ya’alej je’ wa u kutal ma’ u chaik in ch’aik le kaaxo’. Wá ts’o’ok u p’e’eltiken yan in wilik in ch’a’ik in maan kaax.Yaan u ts’aikten. Le ken k’uchukene’ leti’ ken in jaantej tumen seen wi’ijen -ku t’aan.

Ku k’uchul te’ kajtalo’ ka jo’op’ u yilik tu’ux yaan le so’oyo’. Naapulak yilik ch’uchuy k’axa’an, kex beyo’ ooki’.

-Je’ebixake’, kex chéen in janal ku ts’áe’. Ja’atskabe’ kin t’aan yéetel -ku ya’alik, ka j ooki’i’.

Chéen ka tu yu’ubaj le ko’olelo, buka’aj u yawat juntúul u xnuuk kaax:

correspondía.

Era cerca de la medianoche cuando llegaron a la casa y se dirigieron al gallinero. Se dieron cuenta que habían seis gallinas grandes. Rápidamente agarraron a una, pero el alboroto de las gallinas despertó a la señora:

-¡Ave María, se están llevando a todas las gallinas! -dijo.

-No creo, solamente están inquietas -respondió su marido.

El sabía que tenía firmado el acta para entregar las gallinas a don Pedro Chuchuba, por eso no salió.

-¡Cómo voy a dejarlo sólo así! -respondió su esposa.

Se levantó corriendo al oír el escándalo de sus gallinas. Encendió una palma de guano y salió al patio.

-¡Chu’uy, chu’uy! -le grito a sus perros.

En ese momento los zorros salieron corriendo. Algunos se subieron sobre el gallinero; pero como los perros eran muchos, uno iba detrás de cada zorro. El que trepó a lo más alto del gallinero, la señora le sacudió y cayó entre los perros y en unos instantes lo mataron a mordidas. Luego la señora fue a buscar un hacha vieja y dio de hachazos en la cabeza de cada zorro. Al amanecer los llevó a tirar.

-Vamos a ver si así regresan otra vez -dijo.

Mientras tanto don Pedro, ya casi lograba salir sobre el camino. Como a las ocho de la noche del segundo día consiguió salir de los espinos. Todo su cuerpo estaba lleno de raspones.

-¡Eh, de veras me fregó este hombre!

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-¡Chu’uy, chu’uy! -ku t’aan ti’ le peek’o’obo’.

Ka líik’ yáalkab u t’ab junwáal xa’an; ku tíich’ k’áak’tike’, ka tu wach’aj le so’oyo,; ba’ax, tu yilaje’, ti’ chéen kula’an yuum Pedro Chuchuba te’ ichil le so’oyo’. Ma’ sajak yuum Pedroi’ tumen un manmaj le kaaxo’, ma’ táan u tukultik wá je’el u beeta’al loob ti’e’, le beetik jp’áat kutaali’. Le ka’aj jtíich’ k’áak’ta’ab u yich tumen le ko’olelo, ba’ali’ u k’áate’, táan u chéen ts’íikil tumen u kúuntáanmaj juntúul xnuk k’aax. Le ku yokoj yáalkab le ko’olelo’ ka jpéem p’uchta’ab u yiit u jo’ol yéetel junp’éel náajche’. Le ka’aj tu yóotaj jóok’ol te’ ichil le so’oyo’, le ku cháacha’al tumen le peek’o’obo’, jajampayta’abij. Ka jóok’ le ko’olelo’ ka tu nonok p’uchtaj.

Bey úuchik u xu’ulul ti’ yuum Pedróo ka jp’áate’ mina’an le jwees de primera instansiao’, láaj klimsa’abo’ob, donya Mariyáo’, yuum Peedróo yéetel tuláakal le poolisiyáo’obo’. Ka jp’áate’ mina’an mix máak tak bejla’e’ utia’al beetik justiisia te’ k’áaxo’.

Ahora mismo oiré lo que va a decirme y nada impedirá llevarme a las gallinas. Si ya me fregó ahora buscaré la forma de llevarme las gallinas. Tiene que entregármelas. Almorzaré una al llegar porque tengo mucha hambre -dijo.

Al llegar a la casa empezó a buscar el gallinero. Lo encontró con las puertas bien amarradas; pero se logró meter.

-A como dé lugar me las llevaré. Aunque sea sólo para almorzar. Mañana temprano hablo con él -dijo y entró.

De repente, la señora escuchó el alboroto de la gallina grande.

-¡Chu’uy, chu’uy! - llamó a sus perros.

Se levantó corriendo; prendió una palma de guano y alumbró el gallinero. Al abrir vio al zorro sentado, pero él no hizo ningún caso, pues sabía que las había comprado y se las habían entregado mediante el acta. No se imaginaba el daño que iban a causarle y permanecía sentado sobre una gallina grande. Cuando la señora le alumbró la cara, a él no le importó, al contrario, se puso molesto. La señora entró corriendo y le dio un golpe fuerte en la nuca con un tizón que hasta las brazas lejos fueron a dar. Al intentar salir del gallinero fue atrapado por los perros y le hicieron trizas. Luego salió la señora y le dio de trancazos.

Así fue como acabaron con ellos. En ese pueblo se quedaron sin el juez de primera instancia. Los mataron a todos: a doña María, a don Pedro y a sus policías. Y así quedó aquella región sin juez que hiciera justicia.

El cazador

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Aj ts’oon

¡-Pero hijo, ¿dónde vamos a agarrar el dinero que necesitamos para amarrar nuestra casa?-Yo puedo hacerla. Con la piel del venado nos da para construirla. Por ahora yo no necesito a ninguna mujer. !

Yanchaj juntúul máake’ jach uts tu yich u máan j ts’oon. Sáansamal ku ts’onik kéej, yéetel u k’éewlel le kéej ku ts’oniko’ ku beetik u najil ti’ xan ku kaxtik junpíit u taak’ini.

Yan k'iin ku ya'alal ti' tumen u taatae' ka u tukult u ts'o'okol u beel. Letie' ku ya'alike' ma' u tuukulil ts'o'okol beel yaan ti'i'. U tuukulil leti'e' u kaxtik u kuxtal yéetel u kaxtik u najil. Ku ya'alal tie':

-Iijo, tu’ux k bin ch’a’a u tojol k beetik k najil, tene’ ma’ tu páajtal in k’axik.

-Tene’ je u páajtal in beetike’. Yéetel u k’éewlel le kéeja’ ku ts’aik utia’al k beetik. Tene’ ma’ k’a’ana’an ten mix juntúul ko’oleli’.

-¿Ba’axten ka wa’alik beyo’?

-Tumen tene’ uts tin t’aan in máan te’ ts’oono’.

Existió una vez un hombre que le gustaba andar de cacería. Todos los días cazaba venados y con la piel del venado que mataba hacía su casa. Con ello buscaba un poco de dinero.

De vez en cuando su padre le decía que pensara en casarse, pero él decía que no tenía en mente el matrimonio. Que solamente pensaba buscarse la vida y conseguir su casa. Le decía su padre:

-Pero hijo, ¿dónde vamos a agarrar el dinero que necesitamos para amarrar nuestra casa? No tenemos, además yo ya no puedo hacerla.

-Yo puedo hacerla. Con la piel del venado nos da para construirla. Por ahora yo no necesito a ninguna mujer.

-¿Por qué dices eso?

-Porque a mí me gusta andar de cacería.

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Junp’éel k’iine’ tu yilajubaj yéetel u chiich, ka jmáan tu yiknal u yáabil utia’al u beet ba’al u jaantej yéetel u p’o’ u nook’. Le aj ts’oono’ chéen ts’oon ku beetik. 

Tu láak’ k’iine’, le ka jóok’ le eek’ te’ lak’ino’, le ku jóok’ol le aj ts’oon utia’al u binbalo’, ka tu yilajubaj yéetel juntúul ko’olel. Ka tu ya’alaj ti’ le xi’ipalo’:-Ma’ wa tu páajtal k je’elel tsikbal te’ela’. Ba’ale’ beet uts a p’atik tuláakal ba’al ka taasik: a ts’oon, a xooteb yéetel a máaskab. Leti’o’ob ts’aikten sajakil ti’ teech. -Ma’alob, a’alten ba’ax k’iin a taal ka in p’at tuláakal in nukulo’obo’.-Sáamal chúumuk k’iin, way ken a wilene’, ba’ale’ ka talakech je’ebix ts’o’ok in wa’alik techo’.

Ja’alibe’ ku sáastale’, ka tu ya’alaj le aj ts’oon ti’ u chiicho’:

-Mamasita, ka a beet uts a wilik le ba’ax kun j úuchul tena’. 

Ka tu jan tok’aj u k’i’ikele’ ka tu ts’aj ti’ junp’éel Iuuch. Chéen ichil táan u bine’, le ku chukpachta’al tumen juntúul yalak’ peek’. Ti’ lelo’, naapulak yilik le xch’úupalo’. Ka j a’alab ti’e’:

-Ma’ táan u páajtal k je’elel tsikbal tumen sajaken ti’ le peek’o’.

-Ma’alob, pa’atik in suut in k’ax le peek’a’.

Ka jan suunaj u k’ax le peek’ te’ tu najil u chiicho’. Ja’alibe’ ka j bin tsikbal yéetel le xchúupalo’. Tu bo’oy junkúul xya’ax che’

je’elo’ob tsikbal. Ku ya’ala’al ti’e’:

-Ma’alob, way k bin p’áatal tsikbale’.

-Ma’alob -ku t’aan ti’.

Ka’alikil je’elekbalo’ob te’ tu chúun le xya’ax che’o’, ka tu ya’alaj le xi’ipal ti’ le

xch’úupalo’:

-Tene’ bin in ka’a moch wiix te’elo’.

Un día se encontró con su abuela, y ésta pasó a vivir con él para prepararle la comida y lavarle la ropa. Y él solamente se dedicaba a cazar.Cierto día, al ponerse la estrella del oriente, salió el cazador. Mientras iba se encontró con una mujer y ésta le dijo:

-¿Podríamos conversar un rato? Pero haz el favor de dejar todas las cosas que traes para cazar: tu rifle, tu cuchillo y tu machete porque me dan miedo.

-Bueno, dime tú qué día podrías estar aquí para que yo venga sin mis herramientas.

-Mañana a las doce del día, aquí me puedes ver, pero vendrás como ya te dije: sin ningún arma.

Entonces, al amanecer, el cazador le dijo a su abuela:

-Mamita, harás el favor de ver lo que me va a pasar.

Inmediatamente sacó un poco de su sangre, la puso en un vaso y luego se fue. Mientras iba fue alcanzado por uno de sus perros. En eso se encontró a la muchacha y ésta le dijo:

-Ahora no podemos platicar como queríamos, porque le tengo miedo al perro.

-Bueno, ahorita regreso, voy a amarrarlo. 

Y regresó a amarrarlo a casa de su abuela. Luego volvió a platicar con la muchacha a la sombra de un frondoso ceibo. Ella le dijo:

-Muy bien, aquí nos quedaremos a conversar.

-Esta bien -le contestó. 

Mientras estaba parado debajo la ceiba, le dijo a la muchacha: 

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-Ma’alob -ku t’aan le xch’úupalo’.

Ka’alikil táan u wiixe’, ka tu sutaj u yiche’ le ku yilik u péeksik u xikin juntúul kéej. Ka

tu t’anaj le xch’úupalo’:

-¡Ko’oten a wil le kéej yan waya’!.

-¿Jáan?

-¡Ko’oten a wil le kéeja’! ¡Way a taal a wile’! 

Le ka’a jo’op’ u t’a’ant’a’anik le xch’úupalo’, mina’an. Chéen ka j téek súut yiche’ ts’o’ok u náats’al le kéej tu yiknalo’ utia’al jaantik ka’achij. lchil ti’ lelo’, le ku

taal yáalkab juntúul le kéejo’ yéetel u nuxi’i’ tikin baak tu jo’ol. Ka tu ya’alaj ti’ u

láak’o’:

-Ba'ax ta ts'onaj.

-Ba’ax ka pa’aktik ¿A taataj wa ma’ a k’áat a jaanti’?

-Ma’alob, je’ k bin jaanto’.

Le ku yokol u yáalkab le nuxi’ kéej utia’al u k’óoch le xi’ipalo’. Le ka’aj jtáak

k’ocheta’abe’, bin tu beetaj tu k’ab le xya’ax ch’e’o’. Ku jlíik’ yich le kéej te’

ka’analo’, ka tu ya’alaj:

"Piixoyen kaaben, piixoyli, piim pim waaj, chirigotín chéen u tsuukele yaan. Sak

p’otox tu peel xnuuk".

Le ka tu núukaj le yuum ts’oono’:

-"Talak le wakax wayo’, máatan fransen, máatan grabyes, jaw, jaw, tutulis lay,

tutulis lay".

Ka núuka’ab ti’ tumen le kéejo’:

-"Piixoyli kaaben, pixoyli, piim pim waaj, chirigotín chéen u tsuukele yaan. Sak

p’otox tu peel xnuuk”. Ti’ lelo’, ka jo’op’ u yiliko’ob bix u jaantko’ob u chuun le

-Yo voy a orinar allá.

-Muy bien -contestó ella.

Mientras orinaba, volteó a ver y se dio cuenta que un venado movía las orejas. Entonces habló a la muchacha:

-¡Ven aquí a ver este venado!

-¡Qué! -contestó ella.

-¡Ven a ver este venado por aquí!

Pero cuando comenzó a llamar a la mujer, ésta ya no estaba. Al volver la vista, el venado se le estaba acercando para comérselo. En eso, otro venado venía corriendo con sus tremendos cuernos. Entonces le dijo al otro.

-Qué esperas, ¿acaso es tu padre que no te lo quieres comer?

-Está bien -dijo y entró corriendo a cornear al muchacho.

Cuando el venado lo corneó, lo lanzó hacia arriba y se quedó atorado en el árbol. Entonces el venado alzó la vista y comenzó a decir:

"Piixoyen kaaben, piixoyli, piim pim waaj, chirigotín chéen u tsuukele yaan. Sak p’otox tu peel xnuuk".

Y el le cazador contestó:

-"Talak le wakax wayo’, máatan fransen, máatan grabyes, jaw, jaw, tutulis lay, tutulis lay".

Y el venado repitió:

-"Piixoyen kaaben, piixoyli, piim pim waaj, chirigotín, chéen u tsuukele yaan. Sak p’otox tu peel xnuuk."Mientras tanto los venados empezaron a ver la forma de roer el tronco del árbol. En ese momento apareció una tortuguita con su colita bien

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che’o’. Ma’ sáame’, le ku tíip’il u yáalkab untúul chan áak, u chéen tich’maj u chan

nej ka tu k’áataj:

-¿Ba’ax ka beetike’ex?

-Leti’ le máak k bin jaanta’. -¿Tu’ux yaan?

-Je’ela’.

Ku líik’il yich te’ ka’analo’, ti yaan le maáko’. -¡Eyaj! ¡Pa’atike’ex, pa’atike’exi’

taate’ex! -ku t’aan le chan áako’.

Wak’ wak’in, t’i’in, t’i’in, t’i’in, t’i’in, t’i’in, t’i’in. Ku ki’ su’usu’utikubaj te’ tu paach le

che’o’. Ka’akate’ ku chéen líik’sik yich.

-¡Eyaj! ¿Ba’ax ka pa’atike’ex te’elo’ -ku t’aan.

-Mixba’al, chéen táan in pa’atik a luk’ul teech te’elo’ ka okoko’on k ilej ba’ax k bin beetej. -Pa’atike’exi’, pa’atik luk’ene’ex tin

beel -ku t’aan le chan áako’.Le ka’aj ts’o’ok u láaj ch’ikik le áasero te’ tu paach le che’o’, kaj éem yáalkab le chan áako’,

ka tu ya’alaje’: -Paa’tik in bin, chéen ba’ale’ bik a lúubse’ex le che’ tin

wóok’olo’.Ja’alibe’ ka jo’op’ u kaxanta’al le áak tumen le kéejo’obo’.

-¿Tu’ux ts’o’okech maamich? -ku t’aano’ob.

-Ma’ náachchajakeni’ -ku núukik..

Chéen ka tu yu’ubaj le kéejo’obo’ ma’ tu núuka’al u t’aano’obo’ ka jóop’ u yokol yáalkab u néet’o’ob u chuun le che’o’ ¡néejre’et’! ka tu néet’o’ob le áasero

jts’a’ab tumen le chan áako’. Eyaj le ku wek’ik u k’aay le kéej tu ka’ateno’:Chéen ka tu yu’ubaj le kéejo’obo’ ma’ tu núuka’al u t’aano’obo’ ka jóop’ u yokol yáalkab u

néet’o’ob u chuun le che’o’ ¡néejre’et’! ka tu néet’o’ob le áasero jts’a’ab tumen le chan áako’. Eyaj le ku wek’ik u k’aay le

kéej tu ka’ateno’:-"Piixoyli kaaben, piixoyli, piim waaj, chirigotín, chéen u tsukele’

parada y preguntó’:

-¿Qué están haciendo?

-Nos vamos a comer a esa persona. -¿Dónde está?

-Allí está.

Levantó la vista y vio que en lo alto estaba el hombre.

-¡Eh! ¡Esperen, esperen señores! -dijo la tortuguita.

Wak’ wak’in. Ti’in, t’i’in, t’i’in, t’i’in, t’i’in, t’i’in. Daba vueltas alegremente la tortuguita alrededor del árbol y por ratos levantaba la mirada.

-¿Qué esperan ahí? -les decía.

-Nada, sólo estamos esperando a que te quites de allí para ver qué hacer con él. -Esperen, quítense de mi camino -decía la tortuguita.Entonces cuando la tortuguita terminó de prender clavos alrededor del árbol, bajó corriendo y dijo: -Ya me voy señores, pero cuidadito y tiren el árbol sobre mí.

Luego comenzaron a buscar a la tortuguita y decían:

-¿Dónde te acabaste, mamita?

-No me he alejado -respondía.

A cada momento la llamaban. Pero como de pronto dejaron de oir a la tortuguita, enseguida intentaron comer el tronco del árból, ¡néejre’et!, mordieron los clavos que la tortuguita había colocado en el árbol. Enseguida un venado comenzó a decir:-"Piixoyli’ kaaben, piixoyli’, piim pim waaj, chirigotín, chéen u tsukele’ yaan. Sak p’otox tu peel xnuuk".

 

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yaan. Sak p’otox tu peel xnuuk".

Ka tu núukaj le aj ts’oono’.

-"Talak le wakax wayo’, matan fransen, matan grabyes, jaw jaw tutulis lay. Piixoyli kaaben, piixoyli, piim pim waaj chirigotín

chéen u tsuukele yaan".Ja’alibe le ku beetiko’obe’ ka tu yilajo’ob u tíip’il le

peek’o’ob yéetel, u yiit nukuch che’o’obo’. Táanili’ u yaalkabaansiko’ob le kéejo’ob te’ tu chuun le che’o’, ka páatchajak u

ch’a’ko’ob u ts’uulilo’obo’. Le ka’aj ts’o’ok u kiinsiko’ob le kéejo’obo’ ka suunajo’ob tu yotocho’ob. Ku k’uchulo’obe’ ka tu yilaj le xi’ipalo’ kala’an u chiich, ka tu ya’alaj:-

Lela’ ba’ax kin pa’atik’ in chiich beya’, ts’o’ók u káaltal. Leti’ ka’ach kun áantiken lo’obile’, ma’ tu beetaji’, chéen in walak’

ba’alcheo’obe’ token-. Ka a’alab ti’ tumen juntúul le peek’o’:-Ba’ax yan k beete’ in ts’uuli’ ko’ox k chaan kaxt kuxtal táanxel tu’ux, ka máanak tech u loobil buka’aj

ba’alo’ob ts’o’ok u yúuchul tech.

-Ko’ox túun.

Ja’alibe ka jo’op u bino’ob. Chéen ichil tu bino’obe", ka jk’ucho’ob ti’ unp’é noj kaaj,

ka tu yilajubaj le xi’ipal yéetel untúul xch’uupalo’. Ka jo’op u bisikubaj yéetel, utia’al ka ts’o’okok u beelo’ob. Ba’ale’ le peek’o’obo’ ma’ ma’alob u yiliko’obi’ ka túun tu ya’alajo’ob ti’ u ts’uulilo’obo’: -In ts’uulil, bik xi’ik ts’o’okol a beel yéetel le

xch’úupalo’, ma’ utsi’. -Tene’ uts tin t’aan, ts’o’okole’ yaan ten taakin.-Yaan tech taak’in k ts’uulil, ba’ale’ beet uts mal a

wóotik ka ts’o’okok a beel yéetel tumen ma’ utsi’.Le u taataj xch’úupalo’ u ya’almaj

u ts’o’oksik u beel u iija yéetel je’e máxake’, kex chéen meyjil máak, ma’

k’abéet wa ts’uuli’. Leti’e’ yoojel bin u ka’aj jaantbil u iija tumen juntúul k’aasil ba’al, le

beetik u k’áat u ts’o’oks u beel yéetel le xi’ipalo’ chéen tumen kanáanta’ab

tumeene’ ka jp’aat ma’ jaanta’abi’, ba’ale’ ook u piixan le u k’aasil ba’al ti’ le

xch’úupalo’, le beetik ma uts yila’al tumen le peek’o’obo’. Le xch’úupalo’ tu ya’alaj ti’

Y el cazador respondió:

-"Talak le wakax wayo’, matan fransen, matan grabyes, jaw, jaw tutulis lay. Piixoyli’ kaaben, piixoyli’ piim pim waaj, chirigotín chéen u tsuukele’ yaan".

Eso hacían cuando vieron llegar a los perros arrastrando grandes maderas. Comenzaron entonces a corretear a los venados que estaban debajo del árbol para así poder rescatar a su amo. Después de haber matado a los venados regresaron a su casa. Al llegar a su casa el muchacho se dio cuenta de que su abuela estaba borracha y dijo:

-Qué esperanza tengo de mi abuela, se emborrachó. Ella debía ayudarme y no lo hizo, solamente mis animales me salvaron. Uno de sus perros le dijo:

-Amo, lo que tenemos que hacer es ir a otro lugar a buscarnos la vida, para que se te olviden todas las cosas malas que te han sucedido.

Vamos entonces.

Empezaron a ir, a ir, a ir... Mientras caminaban, llegaron a una ciudad donde se encontró con una muchacha. Empezó a enamorarla con la intención de casarse con ella. Pero como a sus perros no les agradó la mujer le hablaron y le dijeron: -Amo, cuidadito y te cases con esa muchacha, no es buena. -A mí me gusta y además tengo dinero. -Es verdad, tienes dinero, pero no aceptes casarte con ella, porque no es buena.El papá de la muchacha ya había anunciado casaría a su hija con cualquier hombre, hasta con un simple agricultor. El sabía que a su hija la comería un monstruo, por eso quería que ella se casara con el muchacho. Este había evitado que ella fuera devorada por aquel monstruo. Sin embargo, el espíritu del monstruo se había posesionado de la muchacha por eso los perros no la veían bien. Ella le dijo al muchacho:

-Acepto casarme contigo.

Page 61: Cuentos y Leyendas Para Vero

le xi’ipalo’:

-Je’ u ts’o’okol in beel ta wéetel.

Ja’alibe’, ka jts’o’oksa’ab u beel yéetel ki’imak óolal. Le xi’ipalo’ jach uts tu

bisajilubaj yéetel u taataj le xch’úupalo’. Junp’éel k’iine’, ka jt’a’an tumen u

peek’o’obo’ ka ja’ala’ab ti’e:

-In ts’uulil, ba’ax in k’áat in wa’al teche’, beet ten ya’abkach uts, bik xi’ikech chital tu xáax le ko’olelo’; pa’atik u máan k’iin, ka’alikil k ilik bix kun ts’o’okol to’on ti’ le ka’ap’éel k’iina’, tumen tene’ ma’ uts tin

t’aan úuchik a ch’a’ik le xko’olelo’.

-¿Ba’axten tun ma’ uts ta t’aane’exi’ in wala’ ba’alche’ex?

Ti’ lelo’ ka k’uch le xch’úupalo’ ka jo’op’ u ye’esik u yakunaj ti’ le xi’ipalo, tu chajlik, tu ts’u’utsik ka a’ala’ab ti’e: -Ma’ uts tin

t’aan a chajaltikeni’ -ku t’aan le xi’ipal ti’o’. -Wa ma’ uts ta t’aane’, ¿ba’ax ten ta

wóoltaj ka ts’o’okok k beel. ¿Ma’ wa in wíichamechi’?-Lelo’ leti’, ba’ale’ tene’ ma’

uts tin t’aan ka talakech a chajalteni’. -Je’bixake’, yaan u yutstal ta t’aan.Le ka’aj áak’abchaje’ ka’aj jbin chitaal le xi’ipalo’. Ba’ale’ le ka’aj aaje’, ti’ yaan le xch’úupal tu xáaxo’. Ka tu ya’alaj ti’ le u yíichamo’.

-¿Ba’ax ku yúuchul ti’ a jo’ol?

-Mixba’al -ku ya’ala’al.

Ka’alikil le yalak’ peek’o’obe’ ti’ kuulenkuulo’ob te’ tu jool le najo’, táan u

yiliko’ob u báayta’al u jo’ol u ts’uulilo’obo’.Chéen ichil táan u báayta’al u jo’ole’, ka jláanch’inta’ab junp’é k’i’ixel ooch tu jo’ole’, ka jkíimij. Míin chúumuk

áak’ab ka jéet yawat le ko’olelo’, tu beetaj bey ajal ku beetike’, ka tu ya’alaj:-¡Ay

papasito, ts’o’ok u kíimil in wíicham! ¡Dyos mío ko’oten a wile’ex!.- Ku ts’o’okole’ leti’ kiinsej.Ja’alibe’ ka jpéenaj yáalkab le u

t’aatao’, ka tu yilaje’ jaaj kimen u ja’ano’. Táanili’ u bin u ya’al ka kóola’ak

káampana. Ka jláaj múuch’ tuláakal le

Entonces los casaron con mucha alegría. El muchacho fue bien recibido por su suegro. Un día, uno de sus perros le dijo a su amo:

-Amo, sólo quiero pedirte que no te vayas a acostar con la mujer. Espera un poco de tiempo mientras vemos que va a ser de nosotros en estos dos días. Yo no estoy conforme de que te hayas casado con esa mujer.

-¿Por qué no les gusta a mis queridos animales?

En eso, llegó la muchacha y, demostrando su amor por él, comenzó a acariciarlo, haciéndole cosquillas y dándole besos. El muy molesto le dijo: -No me gusta que me hagas cosquillas. -Si no te gusta ¿por qué aceptaste casarte conmigo? ¿Acaso no eres mi marido? -Bueno, sí, sin embargo no me gusta que vengas a hacerme cosquillas.-Aunque no te guste, te tendrás que acostumbrar. Ven a acostarte.Cuando anocheció él se fue a acostar en su hamaca, pero solo. Al despertar, ella estaba a su lado, y le dijo:

-¿Qué le pasa a tu cabeza?

-Nada -le respondió.

Los perros, sentados junto a la puerta, sólo observaban cómo la muchacha le acariciaba la cabeza a su amo. Mientras ella lo acariciaba, le clavó un espino de puerco espín en la cabeza y murió. Cerca de la medianoche, la señora abrió los ojos, como si estuviese despertando estalló en llanto y gritó:

-¡Ay papasito, se murió mi marido! ¡Dios mío vengan a verlo!- Después de todo ella lo había matado

Entonces su padre fue corriendo y vio que realmente su yerno estaba muerto. Inmediatamente fue a dar aviso y empezaron a repicar las campanas. Se reunió toda la gente del pueblo y dijeron

Page 62: Cuentos y Leyendas Para Vero

máako’obo’ yaan te’ noj kaajo’, ka j a’ala’ab tio’obe’ ts’o’ok u kíimil u yíicham

le u iija u nojochil le kaajo’, bin u ka’aj mukbil. Ka tu ya’alaj u taataj le ko’olelo’:-Ba’ax unaj k beetike’, binej ka’aj k man junxéet’ lu’um ichil le igleesyáo’ utia’al k

mukik in ja’ano.

-Ma’alob -ku ya’alal ti’.

Ka jbino’obe’ ka tu k’áatajo’ob bajux junxéet’ le chan muknal te’elo’, ka j

a’ala’ab ti’e’ kinyeentos pesos.Ka tu jáan jóok’saj kinyeentos pesose’ ka tu bo’otaj.

Ka jpáana’ab le muknal te’ igleesya tu táan le saanto’obo’, ka jmu’ukij. Ka p’aat le ko’olel tu juuno’ taan u yok’ol, ba’ale chéen táan u ye’esik ti’ u taatáo’ táan u tuklik kimeenil u yíichamo’, ku ts’o’okole’

ma’ jaaji’, leti’e’ u yoojel bix tu kiinsij.

Ti’ lelo’ ka tu ya’alaj le peek’o’obo’:

-Wá ka k’uchkech a wojelte’ le k ts’uulile’ jkíimsa’abij. Ko’ox k ilej.

-Ko’ox -ku t’aan u láak’o’.

Táanili’e’ u xukik u ni’o’ob te’ lu’umo’, ¡jáalaj! untats’ako’ob tu jóol le igleesyao’.

Le ka’aj k’ucho’obe’ ka jo’op’ u túutulch’intiko’ob. Le ku jóok’ol yáalkab le sáakristaano’, ka tu ya’alaje’: -¡Ba’ax ku kaxantik le peek’o’ob te’ igleesya’a! Ka

jbin ya’al ti’ yuum k’iin.-Ko’ox te’ puulpitoo’ ka k il ba’ax ken u beeto’ob. P’ato’ob, ma’ a ch’iniko’ob cha’a yokolo’ob te’ igleesyao’

-ku t’aan yuum k’iin.Ku yiliko’obe’ u xuk’maj u ni’ le peek’o’ob te’ lu’umo’.

¡Jáalaj! ka jbino’ob te’ tu’ux muka’an le máako’. Ku k’uchulo’obe’ ka tu

ya’alajo’obe’: -Te’ jmu’uk le k ts’uulila’. ¿Táan wá a wilik tu’ux yaan? Ko’ox jxiib,

ch’úuy le tuunich ts’a’an yóok’ola’. Ka jo’op u ch’úuyiko’ob.Ka’alikile’ táan u

yila’al ba’ax ku beetik le peek’o’ob tumen le yuum k’iino. Chéen ka tu téek yilajo’ob

u je’ebel u maak le muknalo’ ka jan jóok’esa’ab le kimeeno’, ka tu ya’alaj juntúul le peek’o’: -Eyaj xiib, ¿máax le

jyáax bo’ota’ab u p’aax ka’ache’?

que había muerto su yerno recién llegado a ese lugar; anunciaron que lo iban a enterrar. Entonces el padre de la muchacha dijo:

-Lo que necesitamos hacer es comprar un pedazo de terreno dentro de la iglesia para enterrar a mi yerno.

-Está bien -le contestaron.

Enseguida fueron a preguntar el precio de la sepultura. Les dijeron que eran quinientos pesos.

Inmediatamente sacó los quinientos pesos y pagó. Luego cavaron la sepultura ante los santos y lo enterraron. La muchacha se había quedado sola llorando. Pero lloraba solamente para hacerle creer a su padre que sentía mucho la muerte de su marido, sin embargo no era verdad.

En eso, uno de los perros le dijo al otro.

-Sabías que mataron a nuestro amo. Vamos a verlo.

-Vamos.

Enseguida los perros, siguiendo el rastro en la tierra, se fueron directamente a la puerta de la iglesia. Cuando llegaron empezaron a empujarla, el sacristán salió corriendo y dijo:

-¡Qué buscan estos perros en la iglesia!

Entonces se lo fue a decir al señor cura y él dijo:

-Vamos al púlpito a ver qué van a hacer. Déjenlos, no les tiren, dejen que entren a la iglesia.

Sólo veían cómo los perros, olfateando la tierra, se dirigían a donde el hombre estaba enterrado. Al llegar uno de ellos

Page 63: Cuentos y Leyendas Para Vero

Teen

-Ma’alob, yaan a bin a kaxant junp’íit áaseytej yo’olal k ilik k kuxkíintik le k

ts’uulila’.

-¿Ba’ax áaseyteil?

-Ya’ax áaseytej.

-Ma’alob.

Táanili’ u jóok’ol yáalkabe’ ka jbinij. Ma’ sáame’ le ku suut yéetel le áaseytéo’. -

¿Máax le bo’ota’ab u p’aax chúumukilo? -ku ya’alal ti’ uláak’ le peek’o’.

-Teen -ku t’aan.

-¿A wojel ba’ax k’abéet to’on? Jaajay nook’, xeen a kaxtej.Táanili’ u bin le peek’

u kaxant le nooko’. Le ka’aj k’uch te’ tu najil koonolo’ ka jo’op’ u máan yich; ku

yilike’ ti’ yaan le nook’o’obo’, jach ma’alob tako’ob. Ka’alikil tu tsikbal le j koonolo’, ka naats’ le peek’ tu’ux yaan le nook’o’ le ku jáam paytik, bin tu beetaj yéetel.-¡Je’el le peek’ ku bisik le nooko’! ¡Tu’ux yaan le

ts’oone’. -ku t’aan le máako’!.Waj ka’an, waj lu’um bin le peek’o’. Mix

ojéela’an tu’ux ts’o’oki’. Ka jo’op’ u máan kax antbil, ka’alikile’ ts’o’ok u sa’atal le

peek’ yéetel le nooko’, juntats’ak te’ igleesyáo’; le ka’aj k’uche’ ka tu ya’alaj:

-Je’ela’.

-¿Máax le jpachal bo’ota’ab u p’aaxe’?

-Teen.

-In láak’, k’abéet to’on unp’é túumben teep’ utia’al k tep’ik le’ k ts’uulila’, buka’aj

uts u meentmaj to’on.Ka’alikile’ táan u yisíinsa’al le ts’uulo’. Le ka’aj ts’o’ok u

yisíinsa’ale’ ka ts’a’ab u jeel u nook’.Chéen le ku beetiko’obe’ ka tu

ya’alaj juntúul le peek’o: -¡Je’el bakáan ba’ax meentmajil loob ti’ le kts’uulila’!

-¿Tu’ux yaan?

dijo:

-Aquí enterraron a nuestro amo. ¿Están viendo dónde está? Pues vamos a levantar esta piedra de encima-. La empezaron a levantar.

Mientras tanto, el cura observaba lo que hacían los perros. De pronto vio que destapaban la sepultura y sacaban rápidamente al muerto. Entonces uno de ellos dijo:

-¿A quién le pagaron primero su deuda?

-A mí.

-Bueno, pues ahora ve a buscar un poco de aceite para ver si con ello resucita nuestro amo.

-¿Qué clase de aceite?

-Aceite verde.

-Está bien.

Salió corriendo y se fue. No tardó mucho en regresar con el aceite.

-¿A quién le fue pagada de segundo su deuda? -dijo al otro perro.

-A mí -respondió.

-¿Sabes?, ahora necesitamos tela. Ve a buscarla.

Inmediatamente salió corriendo el perro y se fue. Cuando llegó al almacén empezó a mirar por todas partes; vio que ahí había tela de la buena y, mientras los dueños platicaban, el perro se fue acercando donde estaba, saltó, arrebató la tela y huyó con ella.

-¡Ahí se va el perro con la tela! ¡Dónde está mi escopeta! -exclamó el hombre.

Pero el perro desapareció por el cielo o

Page 64: Cuentos y Leyendas Para Vero

-Je’ela’.

Ka’alikil le yuum k’iin yéetel u sáakristaane’ t’aan u ch’uuktiko’ob yilo’ob ba’ax kun úuchul ti’ le máako. Chéen ka tu yilajo’obe’ tu yisíiinsa’al tu ka’atéen,

ma’ sáame’ ka tu yu’ubajo’ob u yáakan. Le yuum k’iino’ ja’ak yóole’, ikiijlin! ka j luubij. Le ka’aj suunaj tu yoole’ ka tu

ya’alaj ti’ u saakristaano’:-Lelo’obo’ ma’ peek’o’obi’, kristyaano’ob, ts’o’ok a wilik

bix taaliko’ob u kuxkíinto’ob le máako’.Ma’ sáame’ ka tu yu’ubajo’ob ya’alik le

peek’o’obo’:-K ts’uulil binej ka’aj k bisech tu yiknal u taataj a wataan, yo’olal k u’uyik ba’ax ken u beet ti’, wa ku ch’ujkabtik wa ma’e’ k ilik bix k bin beetil u kiimsa’al le

ko’olelo’.

-Ma’alob -ku t’aan le aj ts’oono’.

Ja’alibe’, ka j aktáanta’abe’, ka bino’ob tu najil u taataj le ko’olelo’. Le ka’aj

k’ucho’obe: ¡pa’am, pa’am! -ku k’oopo’ob.

-¿Máaxech?

-Teen. -¿Máax teechil? -Teen a ja’an.

-In ja’an, leti’e’ kiimen.

-Bey, kíimen ka’achij ba’ale’ jyanji máax kuxkíintiken tu ka’atéen. Ja’alibe’ ka jo’op’ u pakta’al u yich. Le ku wéek’el u yok’ol le

u yatano’ ka tu ya’alaje’:-¡In wíicham, ts’o’ok a suut! Ts’o’ok ooxp’éel k’iin

xi’ikech úuchak a ka’a suut. In ki’ichkelem yuum bix úuchak u kuxtal. -Ma’a chéen

ok’ol, ma’ k’abéeti’ -ku t’aan le jts’oon ti’ u yataano’.Ja’alibe’, le peek’o’obo’ ti’

yano’ob xani’. Táan u yu’ubiko’ob ba’ax ku ya’alik le xch’úupal yéetel u taatáo’. Ka

túun tu ya’alajo’obe’:-To’one’ taat, ma’ suuk to’on le ba’alo’ob beya’, ba’ax k kaxtike’ k kaláantik u kuxtal yo’o’olal k meyaj yéetel bey k kaxtik k kuxtalo’. Le beetik ma’ ki’imak k óol t ilil úuchak u

beeta’al loob ti’ k ts’uulila’.

-Iijo, ¿bix túun úuchik tech?

por la tierra. Nadie supo por dónde se fue. Comenzaron a buscarlo, pero ya había desaparecido con la tela, yendo directamente a la iglesia. Al llegar dijo:

-Aquí está.

-¿Quién fue el tercero al que le pagaron su deuda?

-A mí.

-Hermano, ¿sabes qué necesitamos ahora?, un cobertor nuevo para cobijar a nuestro amo. El nos hizo demasiados favores.

Mientras tanto estaban aseando a su amo. Al terminar de bañarlo, le cambiaron de ropa.

Esto hacían cuando uno de los perros dijo:

-¡Aquí está lo que hizo daño a nuestro amo!

-¿Dónde?-Aquí.

Mientras tanto el cura y el sacristán estaban observando lo que iba a suceder con el hombre. Veían que le frotaban todo el cuerpo con aceite caliente. De repente escucharon que se quejaba, al verlo el cura ¡kíijlin! se desmayó. Cuando recobró el conocimiento le dijo a su sacristán:

-Estos animales no son perros, son seres humanos. ¿Viste cómo resucitaron a ese hombre?

Al poco rato oyeron decir a los perros:

-Amo, vamos ahora a llevarte con tu suegro para ver qué fin va a tener esto: o queman a su hija o, si no, nosotros nos encargamos de ver que la maten.

-Está bien -respondió el cazador.

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-Tóojkabile’, meentbilak ten uts tumen le óoxtúul in walak’ ba’alche’o’oba’. Letio’ob

bin u kaxteno’ob ka tu yilajo’obe’ kiinsbilaken.

-¿Máax beet tech?

-Leti’e xch’úupalo’, leti’ kiinsej -ku t’aan le peek’o’.

 

 

 

 

 

 

-¡Leti’ túun!

-Leti’ jkiimsej. 

-Le beetike’ in ts’uulil, ma’ a suut a wu’uy u t’aan ko’olel tumen juntúul xch’uupe’

jach yoojel u tus xiib, ts’o’okole’ ku taasik k’aas ti’ yíichan -ku ya’ala’al le máak

tumen le peek’o’obo’.

-Ma’alob, teen xane’, ma’ táan in p’atik k’aak’as máako’ob tin wotoch -ku t’aan u

t’aataj le ko’olelo’.

Táanili’e’, u kóolik káampanae’, ka j laaj much’ le máako’ob te’ noj k’aajo’ ka tu

ya’alaj tio’obe’:

-Bin in ka’aj in beet u chujkabil le xch’uup waya’, utia’al ka ila’ak tumen tuláakal

máak, chichan yéetel nojoch ba’ax ma’ uts u beeta’ali’. Le ko’olela’ tu kiinsaj yíichan. Le beetik bin u ka’aj tóokbil.

Ka jan nijkuunta’ab si’ te’ chúumuk k’íiwiko’ ka t’a’abi’; ku ts’o’okole’ ka

jcháacha’ab le ko’olel jpulbil chúumuk le k’áak’o’. Le ka j ts’o’ok u yelele’ ka jláaj

luk’o’obi’. Ku ya’alik le taatatsiil ti’ le xi’ipalo’:

-Iijo ts’o’ok’ u kiinsikech untúulo’, ba’ale

Entonces como a la medianoche se fueron a la casa del papá de la mujer. Al llegar golpearon: ¡pam, pam!

-¿Quién es?

-Yo. -¿Quién eres tú? -Soy tu yerno.

-¿Mi yerno? El está muerto -dijo.

-Sí, estuve muerto, pero tuve quien me devolviera la vida.Incrédula, su esposa comenzó a observarle la cara y estalló en llanto diciendo: -¡Es posible esposo mío, ya regresaste! Hace tres días que te fuiste y has regresado. "¡Dios mío! cómo es que aún vive"- se decía entre llanto. -No llores, no tienes por qué fingir- le respondió a su esposa.

Los perros allí estaban también, escuchando todo lo que decían. En la bolsa de uno de ellos estaba el alfiler, lo sacó y dijo:

-Señor nosotros no estamos acostumbrados a estas cosas. Lo único que buscamos es cuidar su vida y trabajar para poder vivir. Por eso no nos gustó ver que le hicieran daño a nuestro amo. 

-Hijo, ¿cómo sucedió?

-En realidad, mis tres animales hicieron el favor de ayudarme. Ellos me buscaron y descubrieron que con este alfiler me habían matado.

-¿Quién te lo hizo?

-Esta muchacha, ella lo mató -dijeron los perros.

-¡Así que fue ella!

-Si, ella lo mató.

-Por eso, mi señor, nunca te confíes de ninguna mujer. ¿Sabes por qué?: las

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wa a k’áate’, yan uláak’ untuul in iija, je’ in ts’o’oksik a beel yéetel.

-Ma’ tu páajtal taat. Je’ebix ts’o’ok in meyajtikecho’, ts’o’ok xan a wáantiken,

ya’ab jach dyos bo’otik tech. Le ba’ax ka tukultik a beetike’, ts’o’ok a beetik. Tene’

táan in bin kaxt in kuxtal.

-lijo, ¿tu’ux túun ka bin?

-Bin in ka’aj táanxel tu’ux in wil bix kin kuxtal yéetel tu’ux ken in kaxant ki’imak

óolal. Tumen tu’ux yan máax p’ekmajenile’, ma’ ma’alob ka je’elekeni’i’.

-Waye’ iijo, mina’an máax p’ekmajilech, táan a wilik tuláakal le máako’obo’ uts tu

t’aano’ob yanilech waye’.

-Beey lo’obil senyor, ba’ale’ ma’. Tene’ táan in bin.

Ka tu t’anaj u yala’ peek’o’obo’ ka bino’ob. Ti’ lelo’, ka tu yilajo’obe’ ts’o’ok u

k’uchulo’ob ti’ u láak’ unp’ée noj kaaj. Jach tu jo’ol k’aaje’, ti’ yaan juntúul

xnuuki’.

-In wáabil ¿tu’ux túun ka chéen bin?

-Chéen way jtaalo’on xíinbale’.

-Ajan, beey túuno’ ¡Ay in wáabil! wá ka jóok’okech te’ k’íiwiko’ táan u kaxanta’al tuláakal le príinsipeo’obo’ utia’al na’atik ba’ax ku yúuchul ti’ le xch’úupal yan tu

ka’analil yotocho’.

-Eya, ¿tu jaaji?

-Ya’ab tak taak’ino’ob ts’o’ok u yokolta’al ba’ale’ ma’ ojéelta’ane’ máaxo’ob okoltik.

-Eya, ¿tuláakal le kun úuchulo’ chiich? To’one’ ma’ táan k p’áatal máax kun

óotiko’on. To’one’ óotsilo’on, chéen jkul eex yaanto’on, mina’an mix k p’óok,

ts’o’okole’ wi’ijo’on ikil k máan.

mujeres son traidoras y saben muy bien engañar a sus maridos -dijo el perro a su amo.

-Está bien, pues ahora tampoco voy a permitir a personas malvadas en mi casa -dijo su suegro.

Enseguida salió el padre de la muchacha e hizo sonar las campanas. Reunió a toda la gente de esa ciudad y les dijo:

-Ahora voy a hacer una hoguera para quemar a esta mujer y sirva como ejemplo de chicos y grandes. Esta mujer mató a su marido por eso ahora le van a quemar.

Amontonaron leña en el centro de la plaza y la encendieron. Después apresaron a la mujer y la lanzaron en medio del fuego. Cuando terminó de quemarse todos se retiraron del lugar. El suegro se dirigió al hombre y le dijo:

-Hijo, ya te ha matado una de mis hijas, pero, si tú quieres, tengo otra y te puedo casar con ella.

-No se puede. Así como te he servido tú también me has ayudado. Te lo agradezco. Lo que pensabas hacer ya los has hecho, yo también. Ahora voy a buscarme la vida.

-Pero hijo, ¿adonde te vas?

-Voy a otro lugar para aventurar mi suerte y buscar dónde ser feliz. Porque donde exista gente que me odie, no deberé permanecer -dijo.

-Pero hijo, si aquí nadie te odia. Estás viendo que a toda la gente le gusta que estés acá.

-Así es señor, pero yo me voy.

Enseguida llamó a sus perros y se fueron. De repente se dieron cuenta que habían

Page 67: Cuentos y Leyendas Para Vero

-In wáabil, ¿ba’axten ma’ a wá’alten wa wi’ijechi’?

Táanili’e’ u jts’a’abal ba’al u jaanto’obe’, jts’a’ab ja’ u yichíinto’ob. Ku ya’ala’al ti’

jts’oon tumen u yala’ peek’o’obe’:

-Eya ko’ox in ts’uulil, ka k ila’ bix k bin beetil.

Ka jbino’ob, ku jk’uchulo’obe’, jach táan u chúunul báakerya. Le ka’aj jlíik’ yich le

xi’ipal te’ ka’analo’ ka tu yilaj ti’ kulukbal le xch’úupalo’ le ku béech’ k’abtik. Le ku jáan jóok’esa’al u páanuelo tumen le peek’o’ ka tu pi’ik’taj ti’ le xch’úupalo’.

Aalkabil éemik ka tu tokaj ti’ le peek’o’, ku ts’o’okole’ ka tu ts’áaj ti’ le xi’ipalo’. Ba’ale’

tu bisaj tu jool le najo’ ka tu ya’alaj ti’e’:

-Ooken waye’.

Ka j ook le xi’ipal tu’ux yaan le xch’úupalo’, ka jo’op u yóok’oto’ob. Le peek’o’obo’ tu káapch’intajo’ob junp’éel xts’ipit tu k’ab le xi’ipalo’. Chéen ichil tu yóokoto’obe’ ka yu’ubaje’ táan u náak

kúukta’al tumen u yalak’ peek’o’obo’, ku ya’alal tie’:

-In ts’uulil, jach léem óotsil a wóok’ot yéetel a jkul eexo’.

-¿Ba’ax yaan ti’? To’one’ táant k k’uchul way te’ noj kaaja’, leti’ beetike’ bey

yaanilo’ono’.

-Ko’ox ka k ila’ bix úuchak k ts’aik a nook’, ts’o’okole’ ka suut. P’at le xts’ipit ti’ le

xch’úupalo’ ka xi’iko’on.

-¿Tu’ux kin kaxt nook’ in majantej? Ma’ wa ta wilike’ex áak’ab.

-P’atej, je’el k ilik tu’ux k majantike’. Ko’ox.

Ja’alibe’ ka jma’ach u k’ab tumen le peek’o’obo’ ka jook’esa’abij. Ku ya’ala’al

ti’e’:

llegado a otra ciudad. En la mera entrada de ese lugar se encontraron con una anciana:

-¡Nieto!, ¿adonde van? -les preguntó.

-Sólo venimos a pasear aquí.

-Qué bien. Ah, nieto, si salieras ahora a la plaza, están buscando a todos los príncipes para que adivinen lo que le sucede a la muchacha que está en la azotea de su casa.

-¿De verdad?

-Ya han robado mucho dinero, pero no sabemos quiénes son.

-¿Y todo eso va a suceder, abuela? Pero a nosotros quién nos va a hacer caso. Somos pobres y humildes, ahora no tenemos nada, ni siquiera sombrero y andamos hambrientos.

-Pero nieto, ¿por qué no me habías dicho que tienen hambre?

Inmediatamente les dieron algo para comer y agua para bañarse. Entonces sus perros le dijeron:

-Vamos señor, para ver cómo le vamos a hacer.

Entonces se fueron. Al llegar estaba en lo mejor de la vaquería. Cuando él alzó la vista, vio que allí estaba sentada la muchacha y le hizo señas con la mano. Entonces el perro agarró el pañuelo de su amo y se lo extendió a la muchacha; enseguida ella bajó corriendo y le arrebató el pañuelo al perro, después se lo dio al muchacho y lo llevó a la puerta de su casa.

-Entra aquí.

El muchacho entró donde ella estaba y comenzaron a bailar. Los perros le

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-Inaj, moch je’ le ba’ala’.

Ka tu júupch’intaj u k’ab ti’e’ le sáabukaan ts’a’ab ti’o’ ka tu yilaje’ ti yaan junp’éel

ki’ichkelem sak nook’i’, p’óok yéetel xkaaklis. Ka tuun a’ala’ab tie’:

-Búukint le nooko’ ka okokech óok’ot tumen lelo’ ma’ kunel a wa’alik bin u ka’aj

ts’o’okol a beeli’. Tene’ in k’áat ka ts’o’okok a beel yéetel le xch’úupalo’

tumen leti’e’ lemkech uts.

Le ka’aj suunaje’ ka j ook óok’ot. Jach ma’alob ila’abik yéetel u sak nook’. Ja’ak’ yóol le mako’ob ka’aj tu yilo’ob u yokolo’ tumen ila’ab bix k’aasil u kul eex ka jóok’ yéetel u yala’ peek’o’ob. Chéen ichil tu

yóok’oto’obe, ka jo’op’ u tsikbaal yéetel le xchúupalo’. Le ka’aj jóok’o’obe’ ka tu

ya’alaj le xi’ipalo’:

U’uye xch’úupal, ba’ax in k’áat in wa’al teche’ úuchak wa a wóotik ka ts’o’okok a

beel tin wéetel.

Bix ma’i’, je’ele’. Chéen p’el ta we’esij ten a páanuelo’e’ bey jóop’ol tu beetaj unp’é

sáasil tin wiknale’ tin chichaanil ka’aj k’a’alen tu ka’analil in wotoch, ma’ in wil

sáasili’. Le ka tin wilaj a líik’sik le páanuelo ka’analo’, le kin taal ta wiknal. Le beetike’

kin wóotik ka ts’o’okok k beel.

-Ma’alob, ¿bix túun u k’aaba’ a taataj?

-U tóojkabile’ tene’ ma’ in wojel bix u k’aaba’i’. Chéen xuulul u ya’ala’ale’, reey

in t’aatáo’.

-Ajan leti’, e’es túun ten.

-Ma’alob, ko’ox.

Ja’alibe’, ku k’uchul tu yiknal u xk’ooso’, ka tu ya’alaj ti’e’:

-Beet uts, a we’esik in taata ti’, tumen tene’ ma’ in k’ajóoli’.

colocaron un anillo en la mano al muchacho. Mientras ellos bailaban, el muchacho sintió que sus perros le pateaban y le decían:

-Amo, se ve mal que estés bailando con tus pantalones cortos.-¿Qué importa?. Nosotros acabamos de llegar a este pueblo, por eso tenemos que estar así.-Vamos para ver la forma de vestirte y luego regresas. Deja el anillo a la muchacha para que podamos ir. -¿Dónde voy a alquilar ropas, no ven que ya es muy noche?-Déjalo, nosotros veremos dónde prestarla. Vamos. Entonces lo tomaron de la mano los perros, lo sacaron y lo llevaron. Luego le dijeron:

-Mira, toma esto y ábrelo.

-Metió la mano en el sabucán y al abrirlo vio que había un bonito pantalón blanco, un sombrero y alpargatas. Entonces le dijeron:

-Ponte este traje para que entres a bailar, así podrás decir que te vas a casar. Yo quiero que te cases con esa muchacha, porque se ve que ella es una buena mujer.

Cuando regresó, entró a bailar. Lucía tan bien con su ropa blanca que hasta la gente se asombró al verlo, pues habían visto qué fea tenía la ropa al salir con sus perros. Mientras bailaban comenzó a platicar con la muchacha. Al salir, el muchacho le preguntó a ella:

-Oye, sabes... quiero pedirte algo: ¿aceptarías casarte conmigo?

-Por supuesto que sí. Desde el momento en que me extendiste el pañuelo sentí que me iluminó una claridad; y ¿sabes por qué?, porque desde pequeña me encerraron en la azotea de mi casa y no había visto la luz. Por eso cuando vi que me agitabas el pañuelo, enseguida vine

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-Ma’alob.

Ka jbin le k’ooso’, ka tu machaj u k’ab u taataj le xch’úupalo’ ka tu ye’esaj u iija ti’.

-U tóojkabile’, tene’ bin u ka’aj ts’o’okol in beel yéetel le máaka’-ku t’aan le

xch’úupal ti’ u taatáo’.

-Ma’alob.

Ja’alibe’ ka j túuchtáab t’aan ti’ tuláakal le priinsipeo’ob yaan ti’ nukuch kaajo’ob. Ka jo’op’ u púuta’al ba’alo’ob jaantbil utia’al le

ts’o’okol beelo’. Táan u pa’axal káampanáas. Tuláakal le xch’úupalo’obo’

táan u ki’ óoltiko’ob, tu báaxalo’ob, tu méek’iko’ob, tu ts’uts’iko’ob le xi’ipal

yéetel le xch’úuupalo’, tun taasa’al nikte’ tio’ob uti’al yóok’ol le mayeko’.

Ja’alibe ka jts’o’ok u beelo’ob. Ku ya’alik le taatatsiilo’ ti’ le xi’ipalo’.

-Iijo, mixba’al u láak’ in k’áaate’, chéen in ts’áik tech unp’ée meyaj waye’. Bin in

ka’aj in much’ tuláakal le máako’oba’, ka in wa’al tio’obe’ teech ken a beetaba

reeyil. Teen xane’, bin in ka’aj in ts’á tech ts’e’ets’ek taak’ine’ utia’al a xupej.

Ka jóok’esa’ab te’ ich naj tumen u sueegróo, ka jbisa’ab tuláak’ junp’él naj.

Ku je’ebele’ ka tu yilaje’ chen t’aak’in yani’.

-Lela’ iijo, ba’al atia’al sáamal wa ka’abej ts’o’ok in kíimile’ ti’ teech ku p’áatal

tuláakal le ba’alo’ob yaanteno’.

Ka’aliki’ le peek’o’obe’ ti’ tsaya’ano’ob tu pacho’obe’, táan u yiliko’ob buka’aj

bakáan le ba’alo’ob ku k’u’ubul tio’obo’ tun ts’íibtikolob tuláa kal ba’ax ku ya’ala’al ti’ u

ts’uulibo’obo’. Je’e bakana’ ma’ chéen peek’o’obi’. Le ka’aj ts’o’ok u ts’o’okol u

beel le xi’ipalo’ ka j máan a’albil ti’ tuláakal le noj kaajo’, táan xan u máansa’al le

ts’uul u yilo’ ka túun j a’ala’ab ti’ tumen u t’aataj le xch’úupalo’.

hacia tí; así que acepto con gusto casarme contigo.

-Bueno, ¿cómo se llama tu padre?

-Sinceramente yo no sé cómo se llama. Sólo oigo decir que es un rey.

-Así que es rey. ¿Por qué no me lo presentas?

-Está bien, vamos.

Entonces al llegar junto a su sirvienta le dijo:

-Haz el favor de presentarle a mi padre, porque ni yo lo conozco.

-Está bien.

Fue la sirvienta y tomó de la mano al padre de la muchacha. Entonces la hija le dijo:

-Pues, la verdad es que voy a casarme con este hombre -le dijo a su padre.

-Está bien.

Entonces mandaron invitar a todos los príncipes que había en esa región. Comenzaron a acarrear comida para la boda. Repicaban las campanas. Todas las muchachas estaban felices: acariciaban, jugaban, abrazaban y besaban a los novios y les obsequiaban ramos de flores para poner sobre la mesa.

Entonces así se llevó a cabo la boda. Después el papá de la novia le dijo al muchacho:

-Hijo, lo que deseo ahora es darte un cargo aquí. Voy a reunir a toda la gente para decirles que tú vas a ser el rey. También voy a darte algo de dinero para que gastes.

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-Tuláakal lelo’ atia’al.

Tu sáastal ka jtéek líik’ yich juntúul le peek’o’, ka tu ya’alaje’:

-¡In ki’ichkelem yuum! jach unp’íit u bin u t’úubul le eek’o’ -ku t’aan.

-¿Tu jaajil?

-Tu jaajil.

Ku líik’il yich uláak’ untúule’, ku yilike’ láayli’ tun bin u chíinil le eek’o’.

-In ki’ichkelem yuum -ku t’aan, ¡je’in! ka jwéek’ yok’ol le peek’o’.

-Ja’alibe’ iijo, ka k’uchkech a wojéelte’, buka’aj ba’alob ts’o’ok k máansik ta

wo’olal. Way k máansik wi’ij yéetel uk’aje’. In wa’almaj teche’ je’e tu’uxak bíin lúubuk

a jo’ole’ ti’ yano’on ta wéetele’. Ka k’uchukech a wojéelte’, tene’ u piixanen a

noj yuum.

-Tene’ a jach nojoch ts’ej yuumen. Le beetike’, in wéet máan le in suku’una’ uti’al ka k ile’ ba’ax ku yúuchul tech,

bejela’ k ilik jach ki’imak óolal yanileche’, to’on xane’ táan k bin, ieyaj! pa’atik bin

tuun xiib.

Ka tu méek’la’antajubáo’obe’, ka jo’op’ u yok’olo’ob. ¡Je’in! ka jwéek’ yok’ol le

peek’o’obo. ¡Je’in! ka jweek’ yok’ol xan le xi’ipalo!.

-Ma’ túun tin tukultaj a p’atikene’exi. ¿Ba’ax ten ka p’atikene’ex?, yaan ba’al k

jaante’ex.

-Yaan, ba’ale’ to’one’ a’alan ba’ax k’iin k suut tu ka’atéen te’ t muknal. Tumen leti’

le kib kun xu’upula’, k ka’a bisa’al tu ka’atéen táanxel tu’uxo’ -ku taan le peek’o’ob ka j luk’o’ob te’ yiknal le

xi’ipalo’.

Le ka’aj jmáanen te’ ma’ sáamiako’, ts’o’ok tu láakal, táan u bin le peek’o’obo’.

Su suegro lo sacó de la casa y lo llevó a otro cuarto. Al abrir la puerta él vio que allá solamente había dinero.

-Hijo, todo esto es sólo para ti. Si el día de mañana me muero, todas las cosas que tengo se te quedarán.

Mientras tanto los perros iban detrás de ellos viendo todo lo que le entregaban e iban anotando todas las cosas que le decían a su amo. Ellos no eran solamente animales. Así, después de casarse comenzaron a pregonarlo por toda la ciudad y llevaron al nuevo rey a conocer sus propiedades. Entonces le dijeron:

-Todo esto es tuyo.

Estaba amaneciendo cuando de pronto, uno de los perros alzó la vista y dijo: -¡Dios mio!, falta poco para que el lucero desaparezca.

-¿De veras?

-Sí.

Levantó la mirada el otro y vio que el lucero se perdía poco a poco en el firmamento. -¡Dios mío! -dijo el perro y estalló en llanto.-Pues hijo, si supieras cuántas penurias hemos pasado por ti, aquí pasamos hambre y sed. Te he dicho que donde tú estés ahí estaremos contigo. Debes saber que yo soy el espíritu de tu abuelo -le dijo uno de sus perros.

-Yo soy el espíritu de tu tío abuelo, por eso acompaño a mi hermano, para ver lo que te sucede. Ahora que te vemos feliz, nosotros nos vamos. Entonces hombre, adiós.

Se abrazaron fuerte y comenzaron a llorar. Los perros estallaron en llanto, el muchacho se puso a llorar también.

-Nunca me imaginé que me dejaran. ¿Por

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qué me abandonan? Si aquí tienen ustedes qué comer.

-Sí, pero a nosotros nos advirtieron el día que debemos regresar a nuestra sepultura. Al consumirse esta vela nos llevarán nuevamente a otro lugar -dijeron los perros y se separaron de su amo.

Cuando pasé por ahí, ya todo había terminado, los perros que habían protegido al cazador se estaban yendo.

El conejo, la luciérnaga, la rana y el ratón

Juntúul t’u’ul, xkóokay, muuch yeetel ch’o’ 

 

    Existieron una vez un conejo, una luciérnaga, un ratón y una rana. Como era el tiempo de nortes y había mucha lluvia, Juan, el conejo, encontró una piedra, se subió en ella y se acurrucó. Entonces la luciérnaga, el ratón y la rana se reunieron y comenzaron a pensar de qué manera iban a quitar al conejo, Juan, de la piedra. Dijeron que lo iban a

     Yanhij juntúul t'u'ul, xkóokay, ch'o' yéetel juntúul muuch. Tu k'iinil noorte' tu beetaj jach búulkabal. Jwaane', tu kaxtaj junp'éel tuuniche' ka jki' na'ak p'uktali'. Ka tu much'ajubao'ob xkóokay, ch'o' yéetel muuche' ka jo'op' u tukultiko'ob bix ken u lubsiko'ob Jwaan yóok'ol le tuunicho'. Ka tu ya'alajo'obe', bin u ka'ajo'ob u ja'ak'es yóol Jwaan yo'olal u p'a'atal le tunich

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asustar para que se les quedara la piedra a ellos. Primero mandaron a la rana a que pasara corriendo cerca de él y lo asustara, pero Juan al verla pasar, dijo:-¿Qué diablos es lo que ha pasado por aquí? ni calzón tiene y ya se va.

Cuando regresó la rana con la luciérnaga le preguntaron:

-¿Qué te dijo Juan? 

-Me dijo muchas cosas. Cuando vio que yo pasaba corriendo, dijo: ¿Qué diablos será eso que se va?, ni calzón tiene. ¡Qué horrible está! Luego le dijeron al ratón: ve tú y quítalo de ahí, porque si no, creo que nos vamos a morir dentro de esta agua fría. Pues bien, se fue el ratón con la cola bien parada y pasó corriendo muy cerca de Juan, entonces éste dijo: -¡Que cosa más fea es eso que se va!, hasta parece que le tienen clavado un palo en el trasero. El ratón se fue inmediatamente con la luciérnaga, al llegar le preguntó: -¿Qué te dijo Juan? -No se quitó de la piedra, sólo me dijo muchas cosas. Me dijo: ¡Qué cosa más fea se está yendo! parece que le tienen metido un palo en el trasero. -Bueno, pues ahora yo voy y verán ustedes cómo lo voy a quitar de donde está -dijo la luciérnaga. La luciérnaga se fue, al llegar se agachó muy cerca de Juan y éste comenzó a persignarse pues pensó que la su luz era un rayo que le iba a pegar. Luego la luciérnaga se acercó aún más y encendió más su luz, Juan seguía persignándose con rapidez y la luz de la luciérnaga seguía intermitente. Entonces fue cuando el conejo se quitó de la piedra y se echó a correr, pues tuvo miedo que le pegara un rayo. La luciérnaga fue entonces a llamar a la rana y al ratón y se subieron a la piedra de donde habían quitado a Juan. Mientras tanto, el pobre conejo se tiró al agua y fue a buscar un lugar donde poder estar. Tuvo miedo porque pensó que el dios de la lluvia le iba a pegar un rayo y después de todo sólo lo habían engañado. Cuando pasé por ahí vi a la luciérnaga, al ratón y a la rana riéndose. Estaban muy contentos porque habían quitado al pobre Juan de su piedra. Consiguieron que se tirara al agua y le hicieron pasar muchas penalidades.

tio'obo'. Ka yáax túuchta'ab muuch utia'al máan yáalkab yiknal Jwaan yo'olal u luk'ul tu'ux tikino', ka jbin muuche' ka máan yáalkab tu yiknal Jwaan tu yo'olal u ja'ak'esisk yóol, ka tu ya'alaj Jwaane':

-¿Ba'ax kisinil le ku bin beya'?, mix yeex yaan, táan u bin.

Ku k'uchul muuch yiknal xkóokaye' ka k'áatab ti'e:

-¿Ba'ax tu ya'alaj tech Jwaan?

-Tu ya'alaj tene' ba'al. Le ka tu yilaj ts'o'ok u máan in wáalkabe' ka tu ya'alaje': ba'ax kisinik le ku bin mix yeex yaana'. La' buka'aj k'askepil. -Xeen ka ja'ak'es yóol yo'olal u luk'ul te'elo' wa ma'e' binejka'aj kíimil te' ichil le ja'a -Ku ya'alal ti' ch'o' tumen xkóokay. -Ja'alibe' ka jbin nuxi' ch'o'e' ka jmáan yáalkab jach naats' tu yiknal Jwaan, ka tu ya'alaj Jwaane': -¡Ba'ax k'aak'as ba'al le ku bin bey baja'an che' tu yiit táan u bina'! Ch'o'e' bin tu beetaj yiknal xkóokay, le ka k'uche' ka k'áata'ab ti'e': -¿Ba'ax tu ya'alaj tech Jwaan? -Ma' jluk' te' tu'ux yano', chéen tu seen a'alaj ten ba'al, tu ya'alaj tene': ba'ax k'aak'as ba'alil le ku bin bey baja'an che' tu yiitaj, jach báaj k'askeep. -Ma'alob, bejela'e teen kin bin, a ka'aj a wile'ex bix ken in luk'esil tu'ux yaan. Ka jbin xkóokay. Le ka'aj k'uche' ka jp'uklaj jach naats' tu yiknal, Jwaane ka jo'op' u jáanjan ts'íibtik yich, tu tukultike' u léembal cháak, náak yóol xkóokay bey tu yilik ts'o'ok u jach náats'al tu yiknale' ka tu jach jopaj u k'aak'e' le ku jáan ts'íibtik yich Jwaan, kex tu ts'íibtik yiche' layli' jach tu jojopaankil le k'áak'o, ka túun ts'íit yáalkab Jwaane ka luk' te' yóok'ol le tuunicho'. Sajak ka ja'ats'ak tumen cháak. Xkóokay túune' ka jbin u t'aan ch'o' yéetel muuche' ka jki' na'ako'ob yóok'ol le tuunich tu'ux tu betajo'ob u luk'ul le Jwaano'. Ka'alikil óotsil Jwaane' tu pulajubaj ichil ja'e' ka jbin u kaxant tu'ux u páajtal yantal. Tu ch'a'aj sajakil tumen tu tukultaj yuun cháak kun jats'ike', ts'o'okole' cheen tu'usij. Le ka'aj jmáane te'elo' ka tin wilaj le xkóokaye', ch'o' yéetel le muucho' tu cheen che'ejo'ob. Ki'imak yóolo'ob tumen tu tokajo'ob u tuunich óotsil Jwaan, tu beetajo'ob u pulijbaj ichil ja', ka'alike' tu beeto'ob u máansik ya'abkach óotsilil.

Page 73: Cuentos y Leyendas Para Vero

El rico y el sastre Ayik'al yéetel aj chuuy 

 

Yanjij juntúul nuxib ayik’al jach yáaj u taak’in yáan tak u áasyentao’ob. Le nuxi ts’uulo’ jach éenamoradoor, sáansamale’ ku jóok’ol xíinbal yéetel u xóolteb, bul k’iin tu máan ich kaaj. Junp’éel k’iine’ jmáan tu jool yotoch juntúul aj chuuye’ ka tu yilaj jach báaj ki’ichpam u yataan le máako’, jach uts lúubik tu puksi’ik’al ka tu ya’alaje’:

-Suméecha, bixi’ u páajtal in t’anik le ko’olela’, jaaj túun táaj ki’ichpam.

Ja’alibe’ ku sáastale’ jmáan tuka’atéen tu jool yotoch le aj chuuyo’. Ku yilike’ ma kula’an le íichamtsiilo’, ka túun ook nuxi’ ayik’al tsikbaal yéetel le ko’olelo’. Chéen ichil tu tsikbalo’obe’ ka tu k’áataj ti’ le ko’olelo’ wa je’ u ts’a’abal le

Existió una vez un viejo que tenía mucho dinero y haciendas. Este señor muy enamorador salía todos los días a caminar con su bastón por el pueblo. Un día pasó por la puerta de la casa de un sastre y vio que la esposa de éste era muy bonita, tan bella la vio que dijo:

-¡Sumecha!, cómo podré hacer para hablar con esa señora, me gusta mucho.

Cuando amaneció, salió y pasó de nuevo por la casa del sastre. Vio que el marido no estaba y entró a conversar con la señora. Dentro de la plática, el rico le preguntó a la señora si le daba la "cosa" y ella respondió:

Page 74: Cuentos y Leyendas Para Vero

ba’al ti’o’. Ka tu ya’alaj le ko’olelo’:

-Bix a wool, tene’ ts’oka’an in beel, ma’atech in yantal yéetel uláak máak wa ma’ in wíicham. Yaan in wa’alik ti’ in wíicham ba’ax taalech a k’áat ten.

-Oot ba’ax kin wa’alik tech, je’el in ts’aik tech kex tak syeen pesose’.

-Ma’, tene’ ma’ tu yo’olal taak’in kin k’ubikinbaj ti’ in wíichami’. Ma in k’áat antal ta wéeteli’; p’áatik yu’ul in wíicham ka in wa’al ti’; wa tumen ku ya’alik ten ka in ts’áateche’, lelo’ ba’ax in k’áajti’, je’ in ts’aik teche’ -ku ya’ala’al ti’.

-Ma’, ma’ a wa’alik ti’ a wíicham. P’atej, mixba’aj in k’áatij, tene’ ma’ tin ka’aj suut waye’, bik táakech ka wa’alti’ a wíicham.

Ma’ óota’ab ti’ le k’iino’, ka tu sutaj u paache’ ka jbinij. Tu láak’ k’iine’ ka yanchaj u ka’aj okol tu najil le ko’olelol ka jo’op’ u k’áatik le ba’al ti’o’, ka a’ala’ab ti’e’:

-Ma’ táan, bix a wóol, mix bik’iin in wóotik ba’ax ka wa’alik ten; ts’o’oka’an in beel.

-Ko’olel, tene’ jach uts tin t’aan ka yanaken ta wéetel, ba’ale’ míin ma’alob ma’ u yojéeltik a wíicham, je’el in síik tech taak’ine.

Ja’alibe’ le ka’aj u’ul yíicham le ko’olelo’ ka tu ya’alaj ti’ ba’ax a’ala’ab ti’ tumen le ayik’alo’:

-Jo’oljeake’ taal juntúul ayik’al waye’, ka jo’op’ u k’áatikten le ba’ala’. U k’áat ka chilajken yéetel.

-Ko’olel báanten ma’ ta’ ts’áaj ti’i’.

-Tu ya’alaj u ts’áik ten syeen pesos.

-J’elo’ ko’olel, ts’o’ok a ts’aik ti’e’. Je’e wa tukultik u xuupule’. ¿Ma’ wa táan a wilik ma’ jáaboni’?

-Ja’alibe’ bin in ka’aj in wa’altech bix ken a beetij: le k’iin ku taal u k’áat tech tuka’atéene’

-Pero cómo va a creer, yo estoy casada, además yo no puedo estar con otro hombre que no sea mi esposo. Cuando él venga le diré lo que usted vino a proponerme.

-Acepta lo que te digo, te puedo dar hasta cien pesos.

-No, por dinero no voy a entregarme a otro hombre que no sea mi marido. No quiero estar con usted. Tan pronto llegue se lo diré; pero si él dice que yo se lo dé, así qué me importa, se lo daré -añadió ella.

-No, no se lo digas a tu marido. Déjalo así, no quiero nada, ya no volveré por aquí y cuidado y se lo vayas a decir. 

Pues ese día la señora no aceptó, dio la media vuelta el rico y se fue. Al otro día regresó a la casa de la señora y le volvió a pedir la cosa, entonces ésta le respondió:

-No, como cree usted. Yo nunca voy a aceptar lo que me propone, soy una mujer casada.

-Mujer, me gustaría estar contigo, pero sería bueno que no lo supiera tu marido, te daré dinero.

Entonces cuando llegó el marido le dijo todo lo que el rico le había ido a proponer.

-Ayer vino un señor muy rico y empezó a pedirme la "cosa". Quería que me acostara con él.

-Mujer, ¿y por qué no se la diste? -le dijo su marido.

-Hasta me ofreció cien pesos.

-Caray, mujer, se la hubieras dado. ¿Acaso piensas que se va a gastar? ¿No ves que no es jabón?

-Bueno te voy a decir que vas a hacer: el día que venga a pedírtelo otra vez le dices que sí, y cuando lo estés haciendo con él, yo iré a buscar dinero a su casa para que gastemos.

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ka wa’alik ti’e’, je’ele’, ka’alikil ta beetik yéetele’ kin bin in ch’a’a taak’in tu yotoch utia’al k xupej. Teech kan a’alik ti’ ba’ax k’iin ken talak, tumen yaan in pa’a’tik u taal, ba’ale’, teche’ ka wa’alik ti’e’ ma’ kula’aneni’, bija’anen in man u nu’ukul in chuuy. Le k’iin kun taalo’ kin ta’akikiinbaj ich estaantej, teech túune ka beetik u láaj pitik u nook ‘, ka wa’alik ti’e’: pit a nook’o’ ka a p’at yóok’ol le kische’o’, beyxan u xaanab, u xóolteb, u p’óok, yo’olal le ken okokech yéetel te tu’ux k wenelo’ kin búukintik u nook’e’ kin bin yiknal yataan in beet xan le ba’ax ken u beet techo’, ba’ale’ bik táakech ka cha’a u beetiktech kaapuulil, chéen junpuulili’e. Tene’ le kéen ts’o’okok in beetik yéetel u yataane’ kin láaj ch’aik u taak’ine’ kin suut, yaan a pa’atik in wu’ul ka a je’e joonaj ti’, yaan k p’atik u topikubaj, ma’ a tselik a wich ti’ taak’in, yaan kp’e’eltik le máak ken talako’.

Ja’alibe’ chéen junp’éel k’iine’ ka jmáan le nuxib tu jool yotoch le ko’olelo’ ka tu yilaje’ chéen tu juunal ka j ook ich naje’ ka jo’op’ u tsikbal yéetel le ko’olelo’. Chéen ichil tu tsikbalo’obe’ ka tu ya’alaj ti’e:

-Ko’olel, in k’áat le ba’alo’.

-Ma kula’an in wíichami’, je’e’ u páajtal in wóotik ba’ax ka wa’a’alike’, ka talakech ook’in

-¿Tu’ux bija’an?

-Bija’an u man u nu’ukul u chuuy,

-Ma’alob, je’el in taal ook’ine’.

-Ka taas le syeen pesos ta wa’alaj a ts’aik tene’.

-Ma’alob’ je’el in t’aasike’.

Ja’alibe’ ka tu ya’alaj u yokol k’iine’ sáam talak yáalkab le nuxi’ ayik’alo’. Le íichamtsiilo’ ti’ u ta’akmajubaj ichil estaantée, le beetik ma’ ila’ab tumen le nuxiibo’. Ka’alikil le nuxi’ ayik’ale táan u méek’ik le ko’olelo’ ka tu ya’alaj

Tú vas a decirle que día va a venir; yo tendré que esperar a que venga, pero cuando él llegue a la casa le dices que yo no estoy, que me fui a comprar material para mi costura. Ese día estaré en el ropero, entonces tú harás que se desnude, le dirás: quítate la ropa y la dejas sobre la silla. También le dirás que se quite los zapatos, el bastón y el sombrero, para que cuando entres con él al cuarto donde dormimos, yo me ponga su ropa y me vaya con su esposa a hacerle también lo que él te va a hacer. Pero eso sí, cuidado y vayas a dejar que te lo haga dos veces, sólo una vez. Cuando yo termine de hacerlo con su esposa, le agarro todo su dinero y regreso; mientras tanto, tú tendrás que esperar a que yo llegue para que le abras la puerta. Tenemos que dejar que se chingue, y tú no menosprecies el dinero. Tenemos que chingar a ese señor.

Entonces un día cuando pasó el viejo por la puerta de la casa de esa señora, vio que estaba sola, entró y comenzó a platicar con ella, luego le dijo:

-Mujer, quiero esa “cosa”.

-Hoy no está mi marido, puedo aceptar lo que me propone si viene en la noche.

-¿Adónde se fue?

-Fue a comprar material para su costura y no regresará hoy.

-Muy bien, vendré en la noche.

-Pero no se le vaya a olvidar traer los cien pesos que me ofreció.

-Está bien, los traeré.

Pues bien, cuando anocheció ya tenía rato que el viejo rico había ido a la casa de la mujer. El marido estaba escondido en el estante por eso el viejo no lo vio. Mientras tanto, el viejo rico estaba abrazando a la señora, cuando le dijo:

-Ahora sí, dame esa cosa.

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ti’e’:

-Je’elo ko’olel, ts’áaten le ba’alo’.

-Ma’, tene’ ma’atech in beetik yéetel in nook’. In p’eek in ya’aya’ach’ik, uts tin nook’ ka kp’at waye’, ts’o’okole’ k okol tu’ux kin wenel ka’ak kbeetejl, ku ts’o’okole’ k jóok’ol kbúukint k nook’ tuka’atéen.

-Ma’alob túun -ku t’aan nuxi’ ayik’al.

Ba’ale le nuxibo’ jach ko’ yóol. Ma’ ts’o’okok u ya’ala’al ti’ tumen le ko’olelo’ ka tu píitpaytaj u xaanab, u box nook’, ka p’áat chaknule’en. Ka tu pitaj xan u nook’ le ko’olelo’, chéen kukutkil polokil. Nuxi’ ayik’al máake’ ka tu káakaj u méek’ yéetel u ts’u’uts’ik le ko’olelo’. Ma’ sáame’ ka tu beetajo’ob junpuuli’, ka tu ya’alaj le ko’olel ti’ le ayik’alo’:

-Bey yaan máak ku máan táankabe’, bin in ka’aj in wilej.

Le ka’aj jóok’e’ u machmaj u xch’ootob, ka tu ki’i ch’otaj le joonaje’ ka’alikil yu’ul u yíichamo’ jbin tu najil le ayik’alo’ chéen p’elak u yokol chitaal yéetel le ko’olelo’, le íichamtsiilo’ tu búukintaj u nook’ le nuxi’ máako’ ka bin tu najil. Yoojel tu’ux kaja’an, le beetik le ka’aj k’uche’ ka tu tíinch’intaj le joonajo’ ka ookij, ka tu pitaj u nook’, tu ch’uykíintaj u p’óok, u xóolteb, ts’o’okole’ ka chilaj tu xáax u yatan le nuxi’ ayik’alo’. Ma’ sáame’ ka tu káakajubaj yéetel le ko’olelo’. Leti’e’ tu tukultike’ yíicham meentik ti’, ba’ale ma’ sáame’ le ku káakikubáo’ob ti u láak’ u máal. Le ko’olelo’ yoojel ma’atech u meenta’al ka’amáal ti’ tumen yíicham, jela’an tu yilajil. Le ka’aj ts’o’oko’obe’ pi’sáas, ka líik’ le máak tu xáax le ko’olelo’ ka tu búukintaj u nook’, tu ch’a’a’ u xóolteb yéetel u p’óoke’ ka jo’op u je’ik tu’ux u líik’esmaj u taak’in le ayik’alo’, tu láaj molaj le tak’ino’ ka tu chupaj u boolsae’ ka jo’op’ u yóotik jóok’ol ko’olelo’ ka tu k’áataj ti’ le máako’:

-¿Ba’axten ka bisik le taak’ino?

-Bin in ka’aj in bo’ot in p’aax.

Táan u tukultik le ko’olelo’ u yíicham ts’o’okole’

-Está bien, pero yo no lo hago con mi ropa, no me gusta arrugarla. Me gusta hacerlo desnuda. Vamos a quitárnosla y la dejamos aquí, después entramos a mi cuarto para que ahí lo hagamos, luego regresamos a vestirnos.

-Está bien -contestó el rico.

Pero el viejo estaba muy excitado. No le había terminado de decir eso cuando ya se había quitado los zapatos, su ropa negra, hasta quedar totalmente desnudo. La mujer también se desnudó; su cuerpo se vio muy bien formado. Entonces el viejo rico comenzó a abrazarla y a besarla. Al poco rato ya lo habían hecho una vez, entonces la señora le dijo al rico:

-Parece que hay alguien afuera. Iré a ver quién es.

Cuando salió, cerró muy bien la puerta del cuarto con un candado, mientras regresaba su marido de la casa del rico, se había puesto la ropa del viejo. El sabía donde vivía el rico por eso cuando llegó empujó la puerta y entró; se quitó la ropa, colgó su sombrero, su bastón luego se acostó en el lecho de la esposa del rico y enseguida comenzó a hacerle el amor apasionadamente. Ella pensó que era su marido quien se lo estaba haciendo. Terminaron y poco rato después comenzaron a hacerlo nuevamente. La señora lo sintió diferente porque sabía que su marido ya no se lo hacía dos veces. Cuando terminaron ya estaba amaneciendo, entonces se levantó el sastre del lecho de la señora, se vistió, agarró su sombrero, su bastón y abrió el lugar donde el rico tenía guardado su dinero lo recogió todo y se llenó las bolsas. Cuando se disponía a salir, la señora le preguntó:

-¿Por qué te llevas todo el dinero?

-Es que voy a pagar mis deudas.

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aj chuuy, ka’alikil nuxi’ ayik’ale’, k’ala’an tumen le yataan le ajchuuyo’. Chéen p’elak u k’uchul le aj chuuy tu yotocho’ ka tu pitaj u nook’, u xaanab tu ch’uykíintaj u xóolteb le ayik’al tu’ux u p’atmajo’, ja’alibe’ ka tu ka’aj ta’akajubaj. Le ko’olelo’ ka jbin u wach’ le joolnajo’ ka jóok’ nuxi’ ayikale’ ka tu ya’alaj ti’ le ko’olelo’:

-¿Ba’axten ma’ je’elech wenel tin wéeteli’?

-Bix túun a wóol, jach wa ba’alche’en, takinaj ba’alche’e yaanti’ yéetel junmáali’, kux túun to’on, ts’o’okole’ ma’atech u beeta’al ten ka’apáak tumen in wíicham kuxtúun tech ¿bin a ka’aj a beet ten ka’apak?

Tu jelajubaj le nuxi’ ayik’alo’, ka tu machaj u xóolte’eb ka jbinij. Ja’alibe’ kajk’uch tu yotoche’ ka tu tíinch’intaj u jool naje’ ka j ookij. Mix yoojel wa ts’o’ok u bin wa máax yéetel u nook’i’. Ja’alibe’ ka j ookij ka tu ch’uykíintaj u xóolteb. Ka túun líik’ u yataano’ ka beeta’ab u yuk’ul. Ku yokol k’iin tu ka’atéene’ jka’a chilaj yéetel u yataano, ba’ale’ ka jo’op’ u juts’ikubaj yataan aktáan ti’o’, leti’e ku sutikubaj kúul iit.

-¿Ba’axten tún ka sutikabaj kúul iit?, Bix ok’neake’ taalech jach báaj ko’och, ti buka’aj ja’abo’ob ts’o’okok beele’ mix juntéen a beet ten ka’apul, je’ebak ok’nejake’ mix yéetel ts’o’ok a beetik ka’apuule’ láayli’e k’áat u láak’e’.

Ka tu na’ataj le nuxi’ ayik’alo’ yaan máax búukint u n’ook’ tu P’ataj tu najil le aj chuuyo’, ba’ale’ mixba’al tu je’echi’itaj ti’ yataan. Ja’alibe’ ka tu yu’ubaj táan ya’ala’al ti’ ba’ax úuch le áak’ab máano’ ka tu p’isajubaj u meent kex juntéen ti’ le yataano’, ba’ale chéen xjap chi’ tu beetaj ti’. Chéen p’elak u sáastale’ ka jbin u je’ tu’ux u líik’esmaj u taak’ine’ ku yilike’ mixba’aj p’a’at ti’, ba’ale’ ma’ tu ya’alaj ti’ u yataano’.

-Wíinik, ¿bukaaj t’aak’in ta láaj ja’ats’aj a biseh? ¿Ta láaj xupaj le taak’ino’?

-Jaaj, binen in bo’ot in p’aax.

La señora seguía pensando que era su marido aquel hombre. Mientras tanto, al viejo rico lo tenía encerrado la esposa del sastre. Apenas regresó el sastre a su casa, se quitó la ropa, los zapatos, colgó el sombrero donde lo había dejado el rico y se escondió otra vez. Luego la señora fue a abrir la puerta y salió el rico, entonces éste le dijo a la señora:

-¿Por qué no te quedas a dormir conmigo?

-Pero cómo vas a creer -le dijo la señora- ni que fuera animal, hasta los animales se satisfacen con hacerlo una vez. ¿Y por qué nosotros no? Además ni mi marido me lo hace dos veces, ¿y tú me lo vas a venir hacer?

Entonces el viejo rico agarró su bastón y se fue. Cuando llegó a su casa empujó la puerta, entró y colgó su sombrero. Ni se imaginaba que alguien había utilizado su ropa. En ese momento se levantó su esposa y le preparó el desayuno. Entonces, a la noche siguiente, cuando se acostó con su esposa y ésta se empezó a acercar a él, éste le dio la espalda.

-¿Por qué me das la espalda? Si anoche viniste muy excitado; hacía muchos años que no me lo hacías dos veces como me lo hiciste anoche. Y a pesar de esas dos veces, todavía querías más.

Entonces entendió el viejo que alguien había utilizado su ropa que había dejado en la casa del sastre, pero no le comentó nada a ella. Pues bien, como estaba oyendo lo que había ocurrido la noche anterior, se esforzó en hacérselo una vez, pero se lo hizo rápidamente. Apenas amaneció fue a abrir la caja donde tenía guardado su dinero y vio que no quedaba nada, sin embargo, no le hizo ningún comentario a su esposa.

-Oye viejo, ¿cuánto dinero agarraste para llevar? ¿Lo gastaste todo?

-Sí, fui a pagar mi deuda.

Estaba molesto porque el sastre había ido a su casa a robar el dinero. Entonces al otro día paso por la puerta de la casa del sastre, pensó

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P’uja’an tumen tu yilik bin le aj chuuy tu yotoch u ch’a’a’ le taak’ino’. Ja’alibe’ tu láak’ k’iine’ ka máan tu jool yotoch le aj chuuyo’, tu tukultaj ma’ kula’ane’ yo’olal u k’átik le ba’al ti’ le ko’olelo’, beyo’ ku beetik u bo’otik le taak’in ch’a’ab tumen ti’o’ tu na’atik búukinta’ab u nook’ tumen le íichamtsilo’, ba’ale le k’iin máano’ kula’an le aj chuuyo’ ka tu chéen a’alaj ti’e’:

-Ba’ax ka beetik máaystro. -Mixba’al ts’uul, okesabaj xíinbaj. Ka chéen wa’alaj tu joolnaj.

-Táan k ts’aik ti’ le meyaja’ kex ka’aka’ puulil, kex óoxpuulil yo’olal junp’uul -ku ya’ala’al.

-Ma’ wa túun jaaji’, letie’ le wíinik bin tin najilo’.

Le aj chuuyo’ ka tu t’anaj u yataan.

-Ko’oten’ waye’ ko’olel, ts’á’ba’al u kutal le ts’uulo’ ka u yokesubaj tsikbaal. Ooken tsikbal -Ka tu ya’alaje:

-Ma’, p’atej, táan in bin.

-Ba’axten, oksabaj tsikbal, ko’oten a wil bix in- meyaj.

-Ma’, táan in bin. P’atej mixba’al yaan.

Ja’alibe’ ka tu sutaj u paache’ ka jbini’. Junpulak u ch’aik subtal yo’olal úuchak u p’e’elta’al tumen le íichamtsiilo’, leti’e’ chéen junpuulili’ tu meentaj ti’ yataan le aj chuuyo’, ka’alikil le máako’ ka’apuul tu beetij ti’ yataan le ayik’alo’, leti’e tu na’ataj ya’ala’al ti’ tumen le aj chuuyo’, ka tu ya’alaje óotsil ayik’ale:

-Bíin kíimiken, ma’ tin ka’aj máan tu jool u najil le wíinika’.

que él no estaba para quedarse nuevamente con la señora; así iba a hacer que pagara el dinero que su marido le había agarrado pues descubrió que el esposo de ella había utilizado su ropa, pero ese día sí estaba el sastre, entonces le dijo:

-¿Qué haces maistro?

-Nada señor, pase.

Y el rico nada más se quedó parado en la puerta.

-Le estamos dando duro al trabajo, aunque sea de dos en dos o de tres en tres, por una sola vez -Le dijo al rico.

-No digo bien, este hombre fue a mi casa -pensó el rico.

Entonces el sastre llamó a su esposa.

Ven acá vieja dále algo al señor para que se siente y entre a conversar -le dijo el sastre al rico.

-No se moleste, ya me estoy yendo.

-¿Por qué?, entre a platicar, venga a ver cómo trabajo.

-No se preocupe, me estoy yendo, no hay ningún problema.

Pues bien, dio la media vuelta y se fue. Tuvo tanta vergüenza por el ridículo que el sastre le hizo pasar y nunca volvió a cruzar por la casa del sastre. El solamente se lo había hecho una vez a la esposa del sastre, mientras que el sastre se lo había hecho dos veces a la esposa de él. El rico entendió lo que le decía el sastre y dijo:

-Me moriré y no volveré a pasar por la casa de

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Bey tu beetik ayik’al, ma’ suutnaj máan chokoj poolali’, suutnaj jach utsil wíinik’, bey p’áatik tak bejela’o’.

ese hombre.

Y así lo hizo el rico. No volvió a andar de rabo verde, por el contrario, se convirtió en un buen hombre como hasta ahora.

La tortuga y el venadoJuntúul áak

yéetel juntúul kéej

 

Jump'éel k'iine' chéen táan u máan juntúul chan áak ichil k'áax, kaj ila'ab tumen juntúul kéej.

-Ola amigo, ¿tu'ux ka bin?

Ku ya'alik kéej ti' chan áak.

-Chéen táan in xíinbal, chéen táan in máan waye'; kux teech, ¿tu'ux ka bin?

-Chéen táan in xíinbal xan.

Kaj jo'op u tsikbalo'ob. Ichil táan u tsikbalo'obe', le kéeje' tu ya'alaj ti' le chan áake':

-Chan áak, óotsil teech, jach kóom a wook, ma' ta páajtal a wáalkab, jach chambeel a xíimbal.

-Bey a t'aan wa, nuxib kéej. Wa a k'áate', ko'ox k ilik máax ku yáax k'uchul tu xuul le beja'.

Kaj jo'op u che'ej le nuxib kéeje'. Ka túun tu ya'alaj:

-Otsil teech chan áak, jach kóom a wook, ma' ta páajtal a wáalkab. ¿Ma' wa ta wilik wa bix kóomil a wook, bix túun a k'áat áalkab tin wéetel? Ootsilech, ma' ta páajtal a

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k'uchul tu xuul le beja'.

Ka túun tu núukaj le kéeje':

-Bey túun, sáamal k ilikbaj waye'.

Le chan áake' bin u t'aan u yéet batsilo'ob, ka tu ya'alaj ti' letio'ob:

-Sáamal in p'isik in muuk' yéetel juntúul nuxib kéej. Sáamal in wáalkab yéetel leti'. In k'áat ka a wáantene'ex, in k'áat ka taalake'ex tin wéetel, ka a tsolabae'ex tu jáal le

bejo'. Le ken t'áanak le nuxib kéejo', le máax yáan táanil tie', ku núukik u t'aan. Tene' kin bin kutal tu xuul le bejo' in p'áat u taal le kéejo'.

Ka tu núuko'ob le chan áako'obe':

-Ma'alob túun, ko'one'ex pajik u subtal nuxib kéej.

Le kaj k'uch u k'iinil u yilkubao'ob, maili' k'uchuk le kéeje', le chan áako'obe' bin u tsolubao'ob tu jáal le bejo'.

Ma' sáame', ku k'uchul nuxib kéej, ka tu ya'alaj:

-Ko'ox túun chan áalkab, chan áak. Jóok'en táanil.

-Ko'ox túun, ba'ale' ko'ox ket jóok'ol.

Kan jóop' u yáalkabo'ob. Ma' sáame', ku ya'alik nuxib kéej:

-¿Tu'ux yanech chan áak?

Ka tu núukaj juntúul chan áak táanil ti':

-Waye', ts'o'ok in máansikech nuxib kéej.

Ka jo'op' u lep'ik u yóol áalkab le kéeje'. Ma' sáame' tu ya'alaj kéej tuka'aten:

-¿Tu'ux yanech chan áak? Ts'o'ok in chukik a paach.

Ka tu núukaj uláak' chan áak táanil ti':

-Waye', táan in bin táanil ti' teech, ma' ta páajtal a chukik in paach.

Ka jo'op' u chichkúuntik u yáalkab le kéeje'.

Ka jo'op' u ka'anaj le óotsil kéeje'. Ku t'aane', ku núuka'al tumen juntúul chan áak táanil ti'.

Ka jo'op' u lúubul u muuk' le óotsil kéeje', ma tu páajtal u jach chich áalkab je'ebix tu

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yáax chunile'.

Le kaj k'uch tu xuul le bejo', le kaj tu yóoltaj kutal, tu yu'ubaj u t'aan le chan áake':

-Ola amigo, ma' a kutal tin wóokol. Táan a wilik wa, k'uchken táanil ti' teech. ¿Ma' wa ta wa'alaj jach xiibechi'?

Le óotsil kéeje' tu ch'a'aj subtal kaj jóok' yáalkab.

Le chan áako'obe' chen táan u jajalche'e'o'ob.

Ts'o'okij

Dormir en casa ajenaWenel tu pay najil 

Jorge Lara Rivera 

     Son las diez de la noche y los fantasmas corren hacia los muros, por paredes y puertas trepan para untarse a las vigas del techo. Sombras silbantes son que bailan próximos de la hamaca donde esperas la bendición del sueño, en una habitación cerrada en la que tu abuela, cerca, habla a Dios y a María y a los muertos. Ya oyes alejarse su interminable rezo, lento como un recuerdo del mar, al retirarse desde las arenas.

     Intranquilo quieres dormir y no puedes, los minutos se alargan mientras das vueltas entre sábanas. De afuera llega lastimero el ladrido de un perro callejero, maullan gatos por el cobertizo como si llorara un niño muy pequeño, y una mariposa oscura, merodeando la veladora, se agiganta en la puerta.

     Cerrar los ojos, guarecerse bajo la colcha mágica basta apenas. Cómo deseas que amanezca, que aclare pronto para ver a los primos y sudar juntos en el enorme patio, jugando hasta que vuelva tu madre por ti. ¿Y si no viene?

     Chúumuk áak'abe', le waayo'obe' ku yáalkabo'ob yook'ol le kootoj; ku na'aklo'ob yook'ol pak'o'ob yéetel joonaj, yéetel okom. Oochel ku xuuxubo'ob bey xan ku yóok'oto' naats' ti' k'áan te tu'ux ku pa'atik u yokol a wenel. U jel k'alab naj tu'ux a chiich tun t'aan ti' Yum K'u, Ki'ichkelmil María, yéetel le kimen máako'obo'. Ka wu'uyik u chowak payal chí', chanbel bey u yawatil le k'anab ka xiik.

     Mina'an in wóol tak in wenel ma' u páajtal, ku chowaktaj le áak'abo' chéen tin susutankil ichil in x-to'ba'al. Te ichilo' ku k'uchul u óotsil chi'ibal juntúul peek' mina'an u yuumil, ku yawat le miiso'obo' yook'ol le najo' bey u yok'ol juntúul chaampale', yéetel juntúul boox péepem ku babáaxtik u k'áak'il le kibe', ku nojochtal ti le jonalo'.

Muts'ik yich ichil le jela'an x-to'ba'ob istikiaj u bin. Bix a k'at ka sáasak, ka sebak u sáastaj tia'al a wilik a láak'o'ob yéetel u mool k'ikab le nojoch tankab, chéen báaxal tak kan suunak na' ta

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     "Vendrá", te dices queriendo creerlo, mientras el árbol de huano rasca con sus ramas el alto techo de láminas de zinc. Quieres llorar entonces, pero siempre vergüenza. ¿Faltará poco para que aclare?

     No crees haberte dormido, pero cuando abres los ojos hay calma y no se escucha nada extraño, salvo la respiración entrecortada de abuela. Parece que debes ir a orinar ahora. Te levantas despacio mas tu paso vacila unos metros delante pues en el corredor sin luz hay misteriosos ojos suspendidos en lo negro, ascuas son de jaguar en casa a obscuras, "figuraciones", afirmas, dándote valor, pero no lo piensas mucho: desistes.

     No es el canto de los pájaros llegando desde los póstigos de la ventana, ni el aire fresco y nuevo lo que te despierta, sino un sonido aromado, el del batir de chocolate que proviene espumosamente desde la cocina, y el olor del pan que se calienta sobre el brasero. Sonríes. La abuela te espera ya con su mesa de asombros. Es de día por fín y ahora sí la diversión empieza.

wola'al. ¿Wa ma' tu taale? 

     Je' u taale' ka walik, tumen beyo' a k'áat a tuukle, Chéen ba'ale' le u k'ab le wayúumo ku jirixkuba tu ka'anil le láamina de zink. A k'áat ok'ol, chéen ba'ale' ka ch'aik subtal. ¿Ya'ab u bin u sáastal?

     Ma' a tuklik wa weneche' chéen ba'ale' ka p'íil a wiche' ma' ta wuyik mixba'al jela'an, chéen u xoxot'al u susut ik' a chiich. Bey k'abet a jan bíin wiixe'. Ka líik'il chanbelil chéen ba'ale' a xíimbale' ma' jach tu belili', tumen te tanilo' mina'an sáasili' ya'ab ba'alo'ob jelantak yani' te ejoch'eno', ta'ba'an báalam te tu najil ejoch'eno, oocho' jach a t'aan, ku ts'atikech yail, chéen ba'ale ma' ya'ab a tukliki': ka p'atik.

     U k'ayo'ob le ch'íicho'ob ku k'uchul tak tu kisneb, mix le túumben síis ik'o', chéen u bokil le bok'ol chukua ku tal u yumanki' ti' le k'obeno' yéetel u bok le chokoj wajo' ti' le p'ul. Ka che'ej. Le x-chiicho' tan u pa'tikech yéetel u mesa tu'ux yaan ya'ab ba'alo'ob. Ok u sáastal bejla'e' ku káajal le báaxal.

El venado descuidado Juntúul sataóol kéej 

José Edgardo Tún PechVersión española de Miguel May May

 

Para la época de la sequía escasea el agua en el monte y no hay maleza para que los animales coman. Esta narración nos habla de lo que le aconteció a un venado, precisamente en una época de sequía.

Cierta ocasión que el venado andaba comiendo la poca hierba que quedaba, de pronto se dió cuenta que ya no quedaba ni una sola mata con qué alimentarse. Eso lo puso muy pensativo porque no sabía que hacer para poder alimentarse. En eso estaba cuando llegó una urraca y se posó en la mata de k'aniste' y el venado le dijo:

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-Oye urraca, veo que estás muy contenta, parece que no te preocupa el comer o no.

Entonces la urraca le contestó:

-De qué me voy a preocupar si todos los días tengo que comer en la milpa o en cualquier otro lugar. Y tú... ¿no tienes en dónde comer?

-Yo no tengo en donde comer ni una sola hierba, creo que si tarda mucho esta situación me voy a morir en estos días, porque no se en donde encontrar una milpa. Pero dime ¿tú de qué te alimentas?.

-Yo como elote, gusanos y el fruto del k'aniste'.

-Si quieres ir a comer frijol, elote, calabaza u otras cosas, te puedo enseñar dónde queda una milpa.

-Pues vamos a que me enseñes dónde queda la milpa- dijo el venado.

-Vamos, muévete, tu me dijiste que te estás muriendo de hambre.

La urraca y el venado comenzaron a dirigirse a la milpa. Cuando llegaron

La serpiente de cascabel y la iguana 

Le tsáab kaane' yéetel le juuje' 

Contó: Antonio Martínez Martín Recopilación, transcripción y traducción  al castellano:Patricia Martínez Huchim

 Cuentan que a la orilla de un camino, debajo de una laja, vivían una serpiente de cascabel y una iguana. 

Cierto día que una persona se acercaba, la iguana tuvo una ocurrencia y se la comunicó a la serpiente de cascabel:

-¡Sabes! cuando pase esa persona por aquí, tú vas a morderle y yo sacaré mi cabeza. 

Y así lo hicieron. La persona al ver a la iguana pensó que ella lo había mordido y no le dio importancia al hecho. 

Días después, la iguana le dijo a la

Tu jáal jump'éel beeje' yaan jump'éel áaktun, yaanal jump'éele tuunich, te kaajano'ob juntúul tsáab kaan yéetel juntúul juuj. 

Junteenake túun máan juntúul máake' ka tu ya'alaj le juuj ti' le tsáab kaane': 

-A woojel, ken máanak le máako' ka chi'ikej ts'o'okej tene' kin jo'sik in pool. 

Je'elo', ka bin ku máan le máako' ka chi'ib tumen le tsáab kaano', ka túun tu jo'saj u pool le juujo'. Ka tu ya'alaj le máake': 

-Chan juuj ts'o'ok a chi'iken. Le máake' ma' tu beetaj mixba'ali'. Je'elo', u laak'

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serpiente cascabel: 

-¡Mira!, ahí viene de nuevo esa persona, ahora yo le morderé y tú sacarás la cabeza. 

Al pasar la persona fue mordida por la iguana, y la serpiente de cascabel asomó la cabeza. Como la persona creyó que está le había mordido, se asustó tanto que se murió.

k'iine' ka tu ya'al le juuj ti' le tsáab kaane': 

-Ilej, je ku ka'a taalo' le máake'. A woojel, beora'a teen kin chi'ikej ts'o'okej teech ka jo'sik a pool. 

Ka máan le máako' chi'ib tumen le juujo' ka tu jo'saj u pool le tsáab kaano'. Ka tu yilaj le máako' ka tu tuklaj tsáab kaan tu chi'ej ka jáak u yóole' ka kíimij.

El pajarito y el mono Juntúul chan ch'íich yéetel juntúul

ma'ax 

 

     Un día que el mono andaba en busca de comida por el monte, se subió a una rama y, botó a un pajarito que se encontraba en su nido, él al verlo, bajó rápidamente, pero, cuando lo tuvo entre sus manos, vio que estaba muy flaco y dijo:

-¡Aah!, eres muy pequeño, no tienes mucha carne. Así como estás no me sirves para nada, lo que haré es criarte para que cuando crezcas te pueda comer.

Así lo hizo, se lo llevó para criarlo en su casa.

Cuando llegó el día de comérselo, el mono sacó al pajarito de la jaula, lo preparó y a punto estaba de meterlo en su boca, cuando el pajarito le preguntó:

-Y... ¿me vas a comer? 

-Sí, ¿porqué no he de hacerlo? Para eso te críe durante mucho tiempo. 

-En ningún momento pasó por tu mente ¿porqué me encontraba tan flaco? 

    Jump'éel k'injeak táan un máan juntúul ma'ax u kaxaant ba'ax u jaant ich k'áaxe', anchaj u na'akal ti' junkúul che'; ma' túun ikil u na'akale' tu lúubsaj juntúul chan ch'íich' yan tu k'u ka'achij; ka tu yilaj u lúubul le chan ch'íich'o' ka éem u yáalkab u yilej, ka tu lap'aje' ku yilike' jach ma' poloki' ka túun tu ya'alaj beya':

   -Aaj, jach chichaanech, jach mina'an a bak'el, beya' jach mixba'al a beelal ten. Ba'ax ken in beete' nika'aj in bis in tzéen tech, beyo' le ken polokchajkeche', kin jaantikech. 

-Tu ch'a'aj le chan ch'íich'o' ka tu bisaju tzéent te tu'ux kaja'ano'.

   Le ka k'uch u k'iinil u jaantik le chan ch'íich'o, ka tu jóok'saj te tu'ux u k'almo'; jach nuka'aj u jup tu chi' ka'ache' ka tu ya'alaj le chan ch'íich' beya': 

-¿Yan wa túun a jaantiken? 

-Yan, ba'axten ma', wa le u beelal ka tin tzéentech ichil buka'aj k'iino'. 

-Mix juntéen wa máan ta pool ba'axten jach

Page 85: Cuentos y Leyendas Para Vero

-No, en ningún momento... ¿Porqué lo preguntas? -dijo el mono, mientras se rascaba la cabeza-. 

-No vez que tengo una enfermedad muy mala, si tú me comes te puedo contagiar, además, debes saber que esta enfermedad no tiene curación y mata de manera rápida- y para ver si lo asustaba más le siguió diciendo otras cosas-. Lo que te va a matar es la pura tristeza. Veas lo que veas, escuches lo que escuches, ello te causará tristeza y te pondrás a llorar y de tanto llorar te irás poniendo flaco hasta que mueras. 

-¿Es cierto lo que me estás diciendo?- preguntó; el mono mientras tragaba saliva-. 

-Si piensas que te estoy engañando, cómeme, pero sólo un rato me vas a disfrutar, porque no tardarás en morir de tristeza y de llanto.

Esto último hizo que dudara el mono. En ese momento -¡ay, ay!, dijo el pajarito y se desplomó- me estoy mareando, me voy a ...mo...rir-. 

Cuando el mono vio que se desplomaba lo aventó. En ese preciso momento, el pajarito emprendió el vuelo "pok, pok, pok, pok, pok," y se fue.

-¡Hijo del demonio!, ya me engañaste- dijo enojado el mono-.

Mientras volaba el pajarito, el mono lo siguió con la vista y lamiéndose el hocico se quedó con las ganas de comérselo. 

Cuando pasé por ahí, el tigre tenía apresado al mono, y éste le decía:

-No, no me comas, no ves que tengo una enfermedad muy mala, si tú me comes te puedo contagiar...

dzoya'anech ka ta wilen. 

-Ma', mix juntéen wa máan ta pool, ba'axten ka wa'alik -tu ta'alaj le ma'ax ka'alikil tu la'achtik u poolo'. 

-Ma' wa ta wilik... tene' yan ten junp'éel k'ak'aas k'oja'anil; wa ka jaantikene' kin pak'ik tech, ku dzo'okole' le k'oja'anila' mina'an dzaak u ti'alintej, ma'elo' séeb u kíinsik máak -yo'olal u yilik wa ku jechik ma' u jaanta'ale' ka tu ya'alaj u laak' ba'alo'ob ti' -ba'ax kun kiinsikeche' chéen sen ok'ol, je ba'ax kéen a wil u yúuchule' yan u náak'al tech, je ba'ax kéen a wu'uy u tzikbata'ale' yan xan u náak'al tech, ma' túun le sen ok'ol ken a sen beeto' le kun tikin dzo'oysikech tak kéen kíimikech. 

-Jach wa jaaj ba'ax ka wa'alik -tu k'áataj le ma'ax ka'alikil u luk'ik u túubo'. 

-Wa ka tukultik chéen in tusikeche', jaanteni', ba'ale' chéen junsúutuk kéen a wu'uyil ki'ilen tumen chéen ichil junsúutuk kéen kíimikech.

      Le ba'ax dzo'ok a'ala'ab ti' le ma'axo' le beet u ka'ap'éeltal u tuukul. Jach chéen ti' lelo'.

-Ay, ay -tu ya'alaj le chan ch'íich'o' ka tu ch'a'aj u lúubul -táan in pirisuta'al, nika'aj kíimil kin wu'u... yik.

Ka tu yilaj dzo'ok u joch'k'ajal le chan ch'íich'o' ma' tu tukultaj ka'apuule' ka tu píikch'intaj. Le chan ch'íich ka tu yu'ubaj dzo'ok u cha'ak'ta'alo' "pok, pok, pok, pok, pok" ka bin u xik'nal. 

U chan meejen xulub, dz'o'ok túun a tusiken -tu ya'alaj oka'anil kisin ti' le ma'axo'.

 Ka'alikil táan u bin u xik'naal le chan ch'íich'o', le ma'axo' tu chéen líik'saj u yich tia'al u yil tu'ux ku bin; ka'alikile' táan u chéen leedzik u chi ikil poochil u jaant ka'achij. 

Ka máanen sáamake', pedza'an le ma'ax tumen juntúul báalamo', táan u ya'alik ti' beya':

-Ma', ma' jaantiken tumen yan ten jump'éel

Page 86: Cuentos y Leyendas Para Vero

k'ak'aas k'oja'anil, bik in pak'tech...

El conejo y el coyoteT'u'ul yéetel jkoj 

 

 Yanjij bin juntúul chan t’u’ule’ sáansamal ku bin janal ti’ junp’éel tsek’el. Junp’eel k’iine’ yanji u yilikubaj yéetel juntúul jkoj, ka a’ala’ab ti’e’:

-Bejela’a túun kin in ki’i jaanteche’, Jwaan.

Ka tu núukaj Jwaane’:

-Eyaj, báanten bíin a jaannten. Tene’ p’ata’anen in kaláant le chak’ana’ utia’al ma’ u yokol mixba’al k’askuntik. Chéen je’ebix in taal ta paach je’ tu’ux ka ookeche’, ja’alil ka a kuch in wo’och su’uke’ yo’olal u páajtal in taal ta paach.

Ka tu ya’alaj nuxi’ jkoje’:

-Ma’alob wa tumen je’ a taal tin paache’ kin kuchik a wo’och su’uk.

Ja’alibe’ Jwaane’ ka tu k’axaj ka’a kúuch su’uke’ ka tu ts’aj tu yóok’ol jkoj,

Existió un conejito que diariamente iba a comer sobre una laja. Cierto día se encontró con un viejo coyote y éste le dijo:

-Hoy te voy a comer, Juan.

Y Juan contestó:

-Eh, ¿y por qué me vas a comer? A mí me dejaron a cuidar esta sabana para que nadie entre a destruirla. Si aceptas cargar mi zacate te acompaño a donde tú quieras.

Entonces contestó el viejo coyote:

-Está bien, si me vas a acompañar, acepto cargar tu zacate.

Entonces Juan hizo dos atados de zacate,

Page 87: Cuentos y Leyendas Para Vero

ts’o’okole’ ka tu tatal k’axtaj tu paach, tu k’axaj tak tu káap u yook tuláakal tu’ux tu k’a’ak’a’axaj, ts’o’okole’ ka jo’op’ u bino’ob. Chéen ichil tu bino’obe’, ka tu ya’alaj Jwaane’:

-Ma’alob, je’ebix tumen ts’o’ok a kuchik in wo’och su’uko’, yaan xan a kuchiken. Pa’atik in na’akal ta paach yo’olal u páajtal in bin seen ma’alob.

Ka tu ya’alaj jnuxi’ jkoje’:

Jwaane’ ka j na’ak tu paach nuxi’ jkoje’ ka jo’op u bino’ob. Chéen ichil táan u bino’obe’ ka tu t’abaj u chaamal Jwaan, ka tu ya’alaj jnuxi’ jkoje’:

-Eyaj, Jwaan, bik a t’ab le su’uk tin paacho’.

Ja’alibe’ Jwaane’, chéen tu yu’ubaj ba’ax a’ala’ab ti’o’, ka jo’op’ u ki’ ts’u’uts’, ka’alikil táan u bin yóok’ol jnuxi’ jkoj. Le ka xu’up u chaamale’, ka tu kapaj u yala’ yóok’ol le su’uk u kuchmaj jkojo’, chéen p’eel tu yilajil Jwaan ts’o’ok u ch’a’ik k’áak’ le su’uko’, jach le ku xúukulo’ob tu chi’ junp’éel ts’ono’ote, Jwaane’ ka tu k’áalch’intajubaj ka j eemij. Jnuxi’ jkoje’ ka jo’op’ u máan u p’u’up’uchikubaj utia’al u tupik u k’áak’il, ba’ale’ jach t’a’ab le su’uk u kuchmajo’ ka tu k’aranchiintajubaj ts’ono’ot. Ti’ lelo’ ka jtu’upij, le ka ts’o’ok u yilik bix u tu’upule’ ka jóok’e ka tu ya’alaj:

-Eyaj, Jwaan j beet yóolaj ten, ba’ale’ yan in chukik utia’al in jaantej, ts’o’ok u beetik yo’olal je’ebix bíin yóoltike’.

Le ku tsáayal tu book Jwaan. Ja’alibe’ chéen ichil táan u bine’ ka tu yilaje’ ts’o’ok u chukpachtik’ Jwaan ti’ junp’éel nuxi’ sajkaab, ka tu ya’alaj ti’ beya’:

-¿Ba’ax ka beetik Jwaan? Teech in puuts’e’.

-Ma’ teeni’, tene’ ts’a’anen waye’ utia’al in kaláantej yéetel utia’al in láat’ le yóok’ol kaaba’, tu yo’olal ma’ u júutul. Ma’ wá

los colocó sobre el coyote y los amarró muy bien en su espalda. Le amarró hasta debajo de sus piernas, luego se comenzaron a ir. Mientras iban, Juan dijo:

-Pues bien, así como has cargado mi zacate, tienes que cargarme a mí. Deja que me suba sobre ti para que yo pueda ir más cómodo.

Y contestó el coyote:

Entonces se trepó en la espalda del coyote y continuaron. Poco rato después, Juan encendió su cigarro y el coyote le dijo:

-Eh, Juan, cuidado y vayas a prender el zacate sobre mí.

Juan sólo escuchó lo que el coyote le dijo y comenzó a fumar su cigarro mientras iba sobre el coyote. Al terminar de fumar su cigarrillo, metió el cabo encendido entre el zacate que cargaba el coyote, y, al ver que el zacate ya se había encendido, Juan saltó y se tiró al suelo, justamente cuando llegaban a la orilla de un cenote. El viejo coyote comenzó a dar volteretas en el suelo tratando de apagar el fuego, pero el zacate se encendió más, entonces el coyote se arrojó al cenote, logrando apagar el fuego. Cuando vio que ya se había apagado, salió del cenote y dijo:

-Juan me lo hizo, pero lo atraparé y me lo comeré, pues se burló de mí como le dio su regalada gana.

Entonces comenzó a seguir el rastro de Juan, cuando de repente se dio cuenta que ya había alcanzado a Juan. Estaba debajo de una gran sascabera, entonces el coyote le dijo:

-¿Qué haces, Juan? A ti es a quien busco.

Estoy aquí para cuidar este lugar y para sostener el mundo y evitar que se

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táan a wilik, tene’ way yanene’ laabja’an tak in ta’ waye’. Je’ máax ka taak u beet u yóolal ten waye’ ku bin k’aasil ti’ tumen tak junp’eel káampana ts’a’anten utia’al in kool wá yaan máax u k’áat u beet ten yóol, ma’ teen a puuts’o’. Tene’ jach úuch ts’a’abaken way tumen jajal Dyoos in kaláant le yóok’ol kaaba’ páa’tik a wilik, wá kin luk’esik in k’ab te’ in láat’majil le ka’ana ku júutul -ku t’aan Jwaan.

Ka tu chéen luk’esaj u k’ab Jwaane’, iwe’ej!, ka júut le sajkaabo’. Ka tu chéen jáan ch’ikajubaj tu ka’ateeni’, ts’o’okole’ Ka tu ya’alaj ti’ nuxi’ jkoje’.

-Wa ka wóot a beet ten junp’éel utse’e’, je’a láat’ik le ka’an junsúutuka, tene’, mix janaken buka’aj k’iini’.

Ka tu núukaj nuxi’ jkoje’:

-Wa tumen ma’ táan a xáantale’ Jwaan, tene’ je’ in láat’ik le ka’ano’, ba’ale’ bik a tusen tumen teech in puuts’o’, chéen táan a ka’a tusiken.

-Ma’ teni’. Tene’ janal Dyoos ts’aamajilen waye’ -ku t’aan Jwaan.

Ja’alibe’ nuxi’ jkoje’ ka tu yilaj u ka’a tu’usul, ka tu chéen láat’aj le sajkabo’, ka a’ala’ab ti’ tumen Jwaane’:

-Wá tumen ta wilaj xáanchaj ma’ taalakene’ ka kóolik le chan káampana yan ta tséelo’ ka páatak in taal.

Ja’alibe’ ka tu ch’ikajubaj nuxi’ jkoj u láat’ le sajkaabo’, j náak yóol nuxi’ jkoj ma’ talak Jwaan bija’anil janale’, ka tu jáampaytaj le káampana j a’ala’ab ti’e’, ka lúub junp’eel nuxi’ ts’íibil najil tu kukul chi’ta’al ka jts’íit yáalkab nuxi jkoj. Ja’alibe’ ku jóok’ole ka tu ya’alaj.

-Eyaj le Jwaano’ ts’o’ok u seen tusiken. Yan in chukik yo’olal in jaantik -ku t’aan nuxi’ jkoj.

desplome. ¿No ves que aquí vivo?, ya hasta mi miarda se ha secado. Cualquier persona que venga aquí a hacer su voluntad le puede ir mal, pues para eso me han dejado una campana para jalar en caso de que alguien intente causarme daño, así que yo no soy tu fugitivo. A mí hace muchos años que Dios me encomendó cuidar este mundo. Mira, si retiro mis manos que lo sostienen, el mundo se derrumba -dijo Juan.

Quitó sus manos Juan y la sascabera comenzó a derrumbarse pero la sostuvo rápido, luego le dijo al viejo coyote:

-¿Aceptas hacerme un favor? ¿Podrías sostener con las manos un rato este firmamento mientras voy a comer? No he comido desde hace varios días.

Y contestó el viejo coyote:

-Te puedo hacer el favor si no tardas mucho, pero cuidado y me engañes otra vez, pues tú eres mi fugitivo y sólo quieres volver a engañarme.

-No, yo no soy. A mí Dios me ha puesto en este lugar -dijo Juan.

Entonces el viejo coyote sospechó que lo iban a engañar nuevamente, sin embargo, sostuvo la sascabera con las manos. Juan le dijo después:

-Si ves que me tardo mucho en regresar, jalas la campanita que está junto a ti para que yo vuelva enseguida.

Pues bien, el viejo coyote se esforzó en sostener la sascabera, pero se fastidió de esperar a Juan jaló entonces la campanita, como le habían dicho, y cayó sobre él un panal de avispas, curtiéndolo con las picaduras. El pobre coyote salió corriendo de la sascabera, luego dijo:

-Eh, este Juan ya me ha engañado

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Ka tsáay tu paach Jwaan. Táan u bin ka tu teek iltaj Jwaan ti’ junp’éel nuxi’ táax k’áankab ti’ u ki’ machmaj junp’éel xtáabka’anil táan u báaxtik.

-Eyaj Jwaan, teech in p’uuts’e’.

-Ma’ teni’. Tene’ in machmaj u táab le ka’ana’ yo’olal ma’ u lúubul, wá kin jáalk’abtike’ ¡adyos! ku ja’ayal yóok’ol kaab. Pa’a’tik a wilik buka’an jats’utsil le xtáab ka’an in machmaja’:

Jwaane’ ku chéen k’íitil u síit’ ka’anale’ ku ya’alik ti’ le xtaabka’anilo’.

-Mutsabaj xtáab ka’anil. Mutsabaj xtáab ka’anil. Sats’abaj xtáab ka’anil. Sats’abaj xtáab ka’anil -ku ka’a éemel k’aabal.

-Jnuxi’ jkoje’ chéen táan u paktik, Jwaane’. Chéen táan u yilik bix kun utusij nuxi’ jkoj, le beetik tu ya’alaj ti’:

-Ma’ wa ka a machten u táab le ka’ana’ je’ a wilik buka’aj jats’utsile’.

Ja’alibe’ nuxi’ koje’ táan u ya’alik ti’ Jwaan.

-Jwaan yan in jaantikech, teech in puuts’e’. Ts’o’ok a seen beetik ten a wóolaj, yan in jaantiketj.

-Wá tumen a k’áat a jáantene’, jáanteni’ ba’ale’ yan xan u xu’ulul yóok’ol káab, ma’ wa’ táan a wilik in machmaj u táab ka’an. Jáan mach junsúutuk, ba’ale’ bik tu’ubuk a wa’alik le ba’ax ken in wa’al techa’.

Ka tu yilaj koj jats’utse’ ka tu chéen machaje’ ka jo’op’ u ya’alik:

-Motsabaj xtáab ka’anil. Motsabaj xtáab ka’anil -táan u chen bin ka’anal.

Ts’o’okole’ ka jo’op’ u ya’alik tu ka’atene’:

-Sats’abaj xtáab ka’anil. Sats’abaj xtáab

mucho, lo pescaré para comer.

Siguió el rastro de Juan. Caminaba cuando de pronto lo vio en una gran explanada de tierra colorada, tenía una gran cuerda con la que estaba jugando.

-Juan, tú eres mi prófugo -le dijo el coyote.

-Yo no soy. Yo tengo sostenida la cuerda del cielo para que no se caiga; si la llego a soltar, ¡hay Dios!, se acaba el mundo. Espera y verás qué bonita es la cuerda que tengo agarrada.

Entonces Juan saltaba alto y le decía:

-Encógete cuerda del cielo. Encógete cuerda del cielo. Estírate cuerda del cielo. Estírate cuerda del cielo -y volvía a bajar.

Juan. Y Juan estaba viendo cómo engañarlo otra vez, entonces le dijo:

-Si agarras esta cuerda del cielo, verás qué bonita es.

Y el coyote sólo le decía a Juan.

-Juan, te voy a comer, tú eres mi fugitivo, ya me has engañado mucho.

-Si de veras quieres comerme, cómeme, pero se acaba el mundo. ¿No ves que tengo en mis manos la cuerda del cielo? Sosténla un rato, pero no olvides repetir lo que te voy a decir.

Como vio el coyote que la cuerda era muy bonita, la agarró y comenzó a decir mientras se elevaba:

-Encógete cuerda del cielo. Encógete cuerda del cielo

Luego comenzó a repetir mientras bajaba:

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ka’anil -ki’e’, ku chéen éemel kaabal tuka’aten.

Le ku beetike’ ka jtu’ub ti’ bix kun ya’alij je’ebix a’ala’abik ti’o’ ka jo’op’ u ya’alik ka u motsubaj le xtáab ka’anilo’, chéen táan u jach motsikuba’e ka jt’okchaje’ ka jlúub nuxi’ jkoj. Le ka’a jsuunaj tu yóole, ka tu ya’alaj:

-¡Eyaj le Jwaano’!, ts’o’ok u tíip’il u seen tusiken, yaan túun in jaantik -ku t’aan nuxi’ jkoj.

Ka jtsáay tu paach, Jwaane’ bin tu beetaj, juntats’ak tu chak’aniil tuk’. Ja’alibe’ ku k’uchule’ ka tu yeensaj lajun u kúuchul tuk’e’ ka jo’op’ u pa’ik u jaantej. Chéen naayal yóol táan u jaantik le tuk’o’ le ku yilik u tíip’il nuxi’ jkoj.

-Eyaj Jwaan, teech in puuts’e’ -ku t’aan nuxi’ jkoj ti’.

-Bix a wóol. Tene’ ts’a’anen waye’ utia’al in seen pa’ u tuk’il tuláakal le chaka’ana’. Ts’a’anen tumen jajal Dyoos in kanáantej -ku t’aan Jwaan.

Jwaane’ ku machik le tuk’o’ ku nat’ oktike’, ts’ej, ku pa’ik. Ku machike’ ku jaantik.

-Jwaan, ¿ba’ax le ka jaantiko’?

-Ma’ wa taan a wilik, le ba’ax kin jaantika’ in weebos. Wa ka a beet tech beyo’ je’ a wu’uyik buka’aj ki’ile’, tumen atia’alo’ baj nuuktak le beetik jach ki’ wal u neek’e’ -ku t’aan nuxi’ Jwaan ti’ óotsil jkoj.

Nuxi’ jkoje’ chéen táan u yu’ubik, chéen táan u yilik bix kun táabsbil, ba’ale taak u yilik ba’ax ku beetik Jwaane’, ka jo’op’ u nats’ikubaj chaanbelil yiknale’ yo’olal u jach ilik bix u beetik. Jwaane’ ku nat’ik le tuk’o’, its’ej! ku ku pa’ik, ts’o’okole’ ku machik u neek’o’ ku jaantik. Ku ya’alik Jwaan ti’ nuxi’ jkoje’:

-Je’ela’ túun u neek’ in weebos a wu’uy

-Estírate cuerda del cielo. Estírate cuerda del cielo.

Eso estaba diciendo hasta que se le olvidó decirlo como le habían dicho y comenzó a repetir: Encógete cuerda del cielo..., hasta que ésta encogió tanto que se reventó, y el viejo coyote cayó al suelo desmayado. Cuando volvió en sí, dijo:

-¡Este Juan!, ya se propasó engañándome. Ahora sí me lo voy a comer -dijo el viejo coyote.

Pues bien, comenzó a seguir el rastro de Juan. Mientras tanto, Juan se había ido a una sabana. Al llegar bajó diez racimos de cocoyol y los comenzó a partir para comérselos. Estaba distraído comiendo los cocoyoles, cuando de repente vio aparecer al coyote. 

-Juan, a ti es a quien persigo -le dijo el coyote.

-¡Pero cómo va a ser! A mí me dejaron aquí para partir todo el cocoyol de esta sabana. Dios me ha puesto para cuidarla -le contestó el conejo

Juan agarraba el cocoyol, lo ponía entre sus piernas y lo partía, luego le comía el meollo.

-Juan, ¿qué es eso que comes? -le preguntó el viejo coyote.

-No lo estás viendo, esto que como son mis huevos. Si hicieras lo mismo que estoy haciendo, sabrías qué buenos están, tus huevos son grandotes por eso deben estar más sabrosos -le dijo Juan al pobre coyote.

El coyote sólo escuchaba lo que Juan le decía. Estaba esperando ver cómo lo iba a engañar. Sin embargo, quería ver lo que estaba hacía el conejo. Entonces el coyote se comenzó a acercar poco a poco hasta donde Juan estaba para observar lo que hacía. Juan agarraba el cocoyol, lo

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wa ma’ leen ma’alobo’.

Ka tu machaj nuxi’ jkoje’ ka tu jaantaj ka’alikil táan u jaantike’ ka tu yu’ubaje’ jach ki’, ku yilik Jwaan ts’o’ok u táabsike’ ka tu ya’alaj ti’e’:

-Ma ka a wóote’, beet tech beyo’.

Ja’alibe’ jkoje’ ka tu chéen tukultaje’ ma’ táan u táabsa’al tumen Jwaan, le beetik tu nats’ajubae’ ka jki’ eech’ kulaj tu yóok’ol junp’éel tuuniche ka tu machaj le tuk’o’ ka jo’op’ u pa’ik, ka a’ala’ab ti’ tumen Jwaane’:

-Ma’ leti’elo’, a weebose’ jach báaj ki’ u neek’o’, leti’ ken a pa’e’.

Chéen ichil u tu’usulo’ ka jbin nuxi’ jkoj u jóok’es u weebose ka tu pejkuntaj yóok’ol le tuunicho’ iyach! ka tu puch’aj u weebos, le ku kaakik tikchalaanki tumen tu kíimil. Le ka tu ya’alaj junsúutuke’ ts’o’ok u kíimil nuxi’ jkoj.

Le ka tu yilaj jwaan ts’o’ok u kíimil nuxi’ jkoje’, le ku ts’íitil yáalkab. Táan u chéen papaxk’ab yo’olal le ba’ax ts’o’ok u beetik ti’ jkojo’. Ka jmáanen te’elo’ ti’ p’uka’an Jwaani’, jach ki’imak yóol ikil tu kiinsaji’ jkoj.

colocaba entre sus piernas, lo partía y se comía el meollo. Entonces Juan le dijo al coyote:

-Toma, prueba el meollo de mis huevos para que sientas que sabroso está.

El coyote lo agarró y se lo comió. Al comerlo lo sintió bueno. Juan, al ver que ya casi lo lograba engañar, le dijo:

-Si quieres, hazlo también así.

Como el coyote pensó que esta vez Juan no lo estaba engañando, se acercó y se sentó sobre una piedra; luego agarró el cocoyol y lo empezó a partir. Entonces Juan le dijo:

-No es eso lo que debes partir, el meollo de tus huevos son más sabrosos y eso tienes que partir.

En medio del engaño, el coyote sacó sus testículos, los asentó sobre la piedra y de un golpe los aplastó; el viejo comenzó a convulsionarse de tanto dolor, se estaba muriendo. Al poco rato, el coyote ya se había muerto.

Cuando vio Juan que el coyote ya había muerto, se echó a correr. Aplaudía de alegría por lo que le había hecho al pobre coyote. Cuando pasé por allí, estaba sentado Juan muy contento porque había acabado con el viejo coyote.

La princesa y el vientoUn cacique tenía una hija tan preciosa que todos los jóvenes del pueblo la

pretendían. Pero sucedió que el viento también se enamoró de ella y un día vino y

en medio de un remolino se la llevó y la guardó en un bosque. Cuando la joven,

después de muchas penalidades pudo regresar a la casa, su padre le dijo:

Page 92: Cuentos y Leyendas Para Vero

-Hija, a nadie hables de tu pena.

Pero la niña por callar su pena se hizo fea y así nadie volvió a pretenderla. Pero

un día llegó al pueblo el hijo de otro cacique y como vio a la niña tan dulce y tan

callada, la pidió como esposa.

-¿Cómo es posible que quieras casarte con una joven tan fea? -le preguntaron sus

amigos

Pero él solo respondía

-La amo con todo mi corazón

Y se casaron. El día de la boda se presentó una bruja. La gente le tuvo miedo y

hasta algunos pretendieron echarla del pueblo. Pero la niña no lo permitió, antes

se acercó a ella, la abrazó y la besó y le rogó que fuera su madrina.

Y fue su madrina. Y cuando la joven, del brazo de su marido, salió de la iglesia,

todos se quedaron asombrados, pues había vuelto a ser la más bella de las

muchachas del pueblo. Vino entonces el viento y se llevó a la bruja que en el cielo

se convirtió en una paloma.

La hormiga, el piojo, el puma y la zorra 

Síinik, uk’, hkoj yéetel ch’omak

Page 93: Cuentos y Leyendas Para Vero

¡Si yo llegara a ir de cacería, cazaría muchos venados -decía la zorrita.!

 Yanji juntúul síinik, uk’, jkoj yéetel juntúul ch’omak, le ba’alche’o’obo kajakbalo’ob tu yáanal junp’éel sajkab. Sáansamal juntúul ichilo’ob ku bin u kaxant ba’al u jaanto’ob. Yáax táanil bin le chan síinik ts’oono’, ba’ale’ leti’e’ jach chichaan ma’ táan u páajtal u máan yáalkab tu paach mix juntúul ba’alche’, ka jo’op’ u yilik bix úuchak u nats’ikubaj yiknal juntúul keej chilikbal yáanal u bo’oy junkúul subiin. Junjunp’íitil, junjunp’íitil ka tu jach nats’ajubaj yiknal le keejo’ ka jtak’laj tu xikin. Ku yu’ubik le kéejo’ táan u yúuchul jats’uts k’aay, ka tu ya’alaj ti’e’:

-Ay maan, wa ka jach nats’abaj te’ tu jool in xikina’ je’ in wu’uyik u jach jats’utsil a k’aaye’.

-Jats’uts’ina’ a wu’uyik beya’ kux túun wa ka in ts’otinbaj tu ts’u’ a xikin buka’aj jats’uts’il ken a wu’uy in k’aay .-Ku ya’alik le chan síiniko’. 

Ja’alibe’ ka tu tsotajubaj ichil u xikin le kéejo’. 

-Maan, jaaj túun we’ jats’uts a k’aayo’.

Le ku ts’óotch’intikubaj le chan síinik tu ts’u’ u

Existió una vez una hormiga, un piojo, un puma y una zorra que vivían debajo de una sascabera. Todos los días le correspondía a uno de ellos buscar la comida. Primero le tocó a la hormiguita ir de cacería, pero ella era muy pequeña y no podía correr para perseguir a los animales, comenzó a buscar la forma de cómo acercarse a un venado que estaba acostado debajo de un árbol de subín. Poco a poco se le fue subiendo hasta que estuvo muy cerca de la oreja del venado y allí se quedó.

El venado comenzó a escuchar un canto muy bonito, entonces le dijo:

-Doña, si te acercaras un poquito más a mis oídos oiría mejor tu canto.

-Pues si así lo escuchas bonito ¿qué sería si yo entrara en tu tímpano?, oirías más bella mi canción -contestó la hormiguita. Entonces se empezó a introducir en la oreja del venado, y éste dijo:

-Mamita, de veras que es hermosa tu canción.

Cuando la hormiga se metió en el tímpano del

Page 94: Cuentos y Leyendas Para Vero

xikin le kéejo’; je’e túun ku máan yáalkaba tak u jo’ol ku k’ok’ol jats’tik ti’ cháaltun, ti’ u, chuun

che’, tu ka’aka’achaj tak u baak. Istikyaj ka jpáatji u kiinsa’al tumen le chan síiniko’. Ku

yilik le chan síinik ts’o’ok u kíimilo’ ka jóok’e’ ka jnaak tu k’ab che’e’ ka jo’op’ yawat. Táan u

yawtik ka talak ch’a’abil le kéej ts’o’ok u kiinsiko’.

Ma' sáame' le ku taal nuxi' jkoj.

-¿Ba’ax ta meentaj?

-Sáam in kiins le keejo’, buka’aj xáanchajik a taale’ex.

-¿Tu’ux yan le kéejo’? -he’elo’.Ka tu yilaj nuxi’ koje’ ti’ pekekbal le kéejo’ u kachmaj u b’aak uchak u seen k’o’ok’o’olik. Ja’alibe’ le nuxi’ jkojo’ tu páajkuchtaje’ ka tu

bisaj, ku ya’alik ti’ chan síinike’:

-Teche’ ts’o’ok in wilik je’ u páajtal a ts’oone’, sáamale’ chan uk’ kum jbin ts’oon, ka’abeje’

chan ch’omak kun jbin.

Ka’alikile’, le chan ch’omako’ táan u máan u ja’aláant yíich’ak tak tu nak’ le áaktuno’.

-Ba’ali’ u jáan k’uchul ka’abeje’ ka xi’iken xan ts’oon, tumen tene’ yanten u yíich’akil, óotsil

chan uk’e’ ba’ax kun páajtal u ts’oon, mix ba’al ken u ts’one’. Je’ túun teene’, cheen wá ka xi’ike je’ in ts’onik kéeje’ -Ku ya’alik chan

ch’omak..

Ja’alibe’, ka sáaschaje’ ka jo’op’ u bin chan uk’ tu yáalan k’áax. Le ka’aj k’uch tu jáal junp’eel

jáaltune’ ka tu yilaj yan u ja’, ka j ook tu ch’uykabile’ ka jtak’laji’, tumen yoojel ku taal

kéejo’ob uk’ik le ja’o’. Ma’ sáame’ le ku k’uchul juntúul nuxi keej uk’ik le ja’o’. Le ka’aj chíin

yich ichil le jaltuno’ naapulak yilik u yoochel le chan uk’o’ táan u ya’ala’al ti’e’:

-Uk’en, uk’en

¿Tu’ux yaan le ba’al ku t’aana’?Ku yilike’ ti’ yaan le ba’al te’ tu yiit le jáaltuno’,

ku ts’o’okole’ ma’ leti’e’ chaan uk’o’ cheen

venado y comenzó a picarlo; el venado se echó a correr golpeando su cabeza en las lajas y troncos de los árboles quebrando sus astas. Con mucho trabajo pudo matar la hormiguita al venado. Al ver que ya había matado al venado, se subió a la rama de un árbol y comenzó a llamar a gritos a sus compañeros para que vinieran a buscar al venado. Al poco rato llegó el viejo puma y le preguntó:

-¿Qué hiciste?

-Hace rato que maté al venado y cómo han tardado en venir. -¿Dónde esta?

-Allí está.

El puma vio al venado tirado en el suelo con las astas quebradas por los golpes que se llevó. Entonces cargó al venado que había llevado, luego le dijo a la hormiguita:

-Ya veo que tú sí puedes cazar mañana irá el piojito de cacería. Pasado mañana le tocará a la zorrita.

Mientras tanto, la zorrita andaba afilando sus garras en las paredes de la cueva.

-Ojalá pronto sea pasado mañana para que yo vaya de cacería, porque yo sí tengo garras para ello, en cambio el pobre piojito qué va a cazar, no cazará ningún animal. Si yo llegara a ir de cacería, cazaría muchos venados -decía la zorrita.

Pues bien, al amanecer el piojito se fue al monte. Al llegar a la orilla de una sarteneja vio que estaba llena de agua y se metió en una parte saltada de la piedra, ahí se quedó, pues sabía que en la sarteneja acudían venados a beber agua. Al rato llegó un venado, al inclinarse a tomar agua vio la sombra del piojito que le decía:

-Bébeme, bébeme.

Page 95: Cuentos y Leyendas Para Vero

yoochel.

-Pa’atik in wuk’ik le ja’a, le ba’axa’ táan u ya’alik ten ka in láanuk’e’.

-Uk’en, uk’en. -Ku t’aan le chan uk’o’.

-Ka jo’op’ u yuk’ik le ja’o’. -Yaan in wilik tu’ux ku k’aay le ba’ala’, bin in ka’aj in wile’, ba’ale’ k’abéet in láan uk’ik le ja’a’, míin ti’ yaan tu yiit le jáaltuna’.

Ka jo’op’ u yuk’ik le ja’o’, ts’o’ok u na’ajtale’ ka tu p’ataj, ba’ale’ ka tu ka’aj u’uyaje’ táan u ya’ala’al ti’e’.

-Uk’en, uk’en.

Ka cheen xaklaje’ ka tu p’isajubaj u láaj uk’ le ja’o’, yo’olal u yilik tu’ux yaan le chan ku

t’aano’. Le ka’aj tu tukultaj u sutikubae’ le ku téejel u nak’. Ja’alibe’ ts’o’ok u xíikil u nak’ le kéejo’ ka jóok’ le chan uk’ te’ ichil le jáaltuno’, ka jna’ak tu k’ab che’e ka jo’op’ u yawat. Ma’

sáame’ le ku taal nuxi’ koje’ ka a’ala’ab ti’:

-Sáam jo’op’ok in pa’atik a taale’ex a ch’ae’ex le kéeja’ sáam in kiinsej.

Ja’alibe’ ka jbin nuxi’ jkoje’ ka tu yilaje’ nikikbal u choochel le nuxi’ keej úuchak u xíikil yeetel

le ja’ tu yuk’ajo’, ka tu páajkuchtaje’ ka jo’op’ u bisik ichil le áaktuno’, le ka’aj k’ucho’obe’ ka

jaano’ob.

-Sáamale’ chan ch’omak kun jbin ts’oon.

Ku sáastale’ ka tu ya’alaj le chan ch’omak ti’ nuxi’ kojo’:

-Eyaj je’e kin bin túuna’, papaj.Ka jóok’ yáalkabe’ ka bini’, táan u máan

yáalkab k’áax: ch’ij ki’in, ch’ij ki’in, so’on, so’on -ku máan yáalkab. U juum ku yu’uba’al tumen le keejo’obo’ ku bino’ob. Cheen ka tu yilaje’ ts’o’ok u yak’abtal ma’ u yila’aj mix juntúul

kéeji’, ka u yaa ts’o’okole’ u cheen puts’bank’uunsmaj yíich’ak, tak xlala’ che’o’ob

ku jáajat paytik.

-¿Dónde estará esa cosa que habla?

Vio que estaba en el fondo de la sarteneja, pero no era el piojito sino sólo su sombra.

-Voy a beber toda el agua, este animal me está pidiendo que yo la beba toda.

-Bébeme, bébeme -repetía el piojito- Y el venado comenzó a beberla.

-Veré donde canta ese animalito, pero para ello tendré que tomarme toda el agua porque creo que está en el fondo de la sarteneja. Siguió bebiendo el agua. Al llenarse la dejó de beber, pero oyó que le decían nuevamente.-Bébeme, bébeme.

El venado abrió muy bien las piernas, se acomodó y se esforzó a beber toda el agua para que pudiera ver al piojito que hablaba. Cuando quiso dar la vuelta se le abrió el estómago. Al estallar el estómago del venado, salió el piojito de la sarteneja, se subió a la rama de un árbol y comenzó a gritar. Al rato llegó el viejo puma y el piojito le dijo:

-Hace rato que los estoy esperando para que vengan por el venado que maté.

El viejo puma fue hasta donde estaba el venado y lo vio con las tripas de fuera por el agua que había tomado. Lo cargó y lo llevó a la cueva. Al llegar, comieron.

-Mañana irá la zorrita -dijo el puma.

Al amanecer dijo la zorrita:

-Ya me voy, papá.

Salió corriendo y se fue, andaba corriendo en el monte: ch’ij ki’in, ch’ij ki’in, so’on, so’on. El ruido que hacía era escuchado por los venados y se iban. Cuando se dio cuenta ya era de noche y no había visto ningún venado, ya tenía bien afiladas las uñas que hasta los

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-Wa ka in wil kéeje’ bey ken in cha’achila’.<

Ku ts’íitil yáalkab k’áax u kaxant kéej, ba’ale’ mix juntúul kéej ku yilik tumen ku láaj p’u’usik, le ka’aj áak’abchaje’ ka tu kaxtaj junp’éel jool áaktun utia’al u wenel. Ku sáastale’ ka jo’op’ u ka’aj máan yáalkab tu ka’ateen táan u máan u

kaxant kéej, jbin xan le k’iino’ mix ba’al tu ts’onaj. Ka’alikile’ táan u pa’ata’al tumen nuxi’ jkoj tak yóok’ol kabilo’, ku jo’op’ol u yawta’al.

-Míin jaanta’ab le óotsil chan jch’omaka’, mina’an.

Tu yoxp’éel k’iine’ ka jóok’ yáalkab yóok’ol junp’éel noj beje’ ka tu yilaj ya’ab péepeno’ob, ka chilaj le chan ch’omak chúumuk le bejo’ ka tu japaj u chi’ utia’al ka múuch’uk le péepen tu chi’o’ yo’olal beyo’ le ken u nup’ u chi’e’ ti’ kun

p’áajtal tuláakal le péepeno’obo’.

-Kex chéen lela’, je’el in we’esik ken k’uchukene’.

Le ka’aj k’uch tu’ux yaan u áaktun le nuxi jkoje’, ka jo’op’ u bin u jilankil, cheen ka’aj ila’abe’ táan u ch’eeneb, ka k’áata’ab ti’e’:

-Ba’ax ta ts’onaj.

-Ju’u’, ju’u’ -ku ya’alik chan ch’omak.

-Tu’ux yaan a ts’oon.-Ju’u’, ju’u’ -ma’ táan u páajtal u t’aan tumen

chuupul u chi’ yeetel péepen.

-Pa’atik in ka’ansikech xiibil, ba’axten ma’ ta kanaj ts’ooni’, ts’o’ok óoxp’eel k’iin ma’

jaankeni’ je’el tuláakal a wíits’ino’obo’ láaj wi’ijo’ob.

Ka tsáay nuxi’ jkoj tu paach, buka’aj tu’ux jmáano’ob ka jpáatchaj u ka’anal le chan

ch’omako’ le ku la’ap’al tumen nuxi’ koj, jach jp’u’uj ti’ óotsil chan ch’omak, le beetik tu

cháachaje’ ka tu jáatpaytaj, ts’o’okole’ ka tu jaantaj. Le ka’aj ts’o’ok u janale’ ka tu bisaj u

yala’ ti’ u mejen chuukano’ob p’áatlo’ob tu

árboles quebraba.

-Si yo encontrara a un venado lo mataría de esta forma -dijo la zorrita.

Corría por el monte buscando venados pero no veía a ninguno porque todos huían. Al anochecer buscó la entrada de una cueva para dormir. Al día siguiente empezó nuevamente a correr en el monte en busca de algún venado, pero pasó el día sin que viera alguno. Mientras tanto, el viejo puma la esperaba, éste salía por ratos de la cueva y gritaba a la zorrita.

-Creo que se comieron a la zorrita, no está por ningún lado.

Al tercer día, la zorrita salió corriendo por el camino grande y de pronto vio muchas mariposas. Se acostó en medio del camino, abrió grande su hocico para que se amontonaran las mariposas. Cuando se llenó su hocico quedaron atrapadas.

-Aunque sea esto les mostraré cuando llegue -pensó la zorrita. 

Al llegar a la cueva donde estaba el viejo puma comenzó a arrastrarse; cuando la vieron asomarse, el puma preguntó;

-¿Qué cazaste?

-Ju’u’, ju’u’ -decía la zorrita.

-Dónde está lo que cazaste?

-Ju’u’, ju’u’ -decía. No podía hablar porque tenía el hocico lleno de mariposas.

-Te voy a enseñar a ser hombre, porque no aprendiste a cazar. Ya hace tres días que no he comido; ahí están todos tus hermanitos hambrientos.

El puma correteó a la zorrita. Corrieron mucho hasta que la zorrita se cansó y fue atrapada

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yanal le áaktuno’

Bey p’áatiko’ob cheen yéetel nuxi’ jkoj. Jach uts xi’ik ti’o’ob tumen láaj meyajil ba’alcheo’ob.

por el puma, pues estaba muy enojado con la pobre. Cuando la atrapó la partió en dos, luego se la comió. Terminó de comer y llevó el resto a sus compañeros que permanecían en la cueva.

Así se quedaron a vivir con el puma. Les fue bien porque todos eran muy trabajadores.

Cuento de cazadores U tsikbal jts'ono'ob

-¡Pobres perritos, a mí no me asustan -dijo el cazador, y disparó su rifle. Los tres muchachitos salieron huyendo de la milpa y nunca más volvieron a molestar a nadie.

 Yanchaj juntúul máake’ jach ma’alob jts’oon, ku bin k’áax ts’oon tak chéen tu juunal. Junp’éel k’iine’ tu tsikbataj ti’ juntúul máak kajakbal naats’ tu yotoch u k’áat jbin ts’oon ti’ le áak’abo’. Ba’ale u’uya’ab tumen óóoxtúul táankelen xi’ipalal, ka tu ya’alajo’obe’.-U’uyej ko’ox ja’ak’es yóol le máak ku bin ts’oono’. 

-Bix a wóol -ku t’aan juntúuli’. 

-Ko’ox. 

Existió un hombre que era un buen cazador que solía ir solo al monte de cacería. Un día comentó con uno de sus vecinos que por la noche iría a cazar. La conversación fue escuchada por tres adolescentes, y dijeron:-Oye, vamos a asustar al hombre que va a ir de cacería. 

-¿Tú crees? -contestó uno de ellos. 

-Vamos. 

-¿Qué tal si nos hace algo? 

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-Kux ku beetik to’on loobe’. 

-Je’e k tokikbáa ti’e’. Teche’ yaan a guitaarra a paxej, to’one’ k k’ayik u k’aayil. 

-Ko’ox túun. ¿Tu’ux tojil ta wu'uyaj kun jbin? 

-Tu tojil Xbot’o’ochij.

Le xbot’o’ochilo’ junp’éel k’áax tu’ux yan nukuch koolo’ob. Le jts’oono’ k’abéet u ba’pachtik tuláakal ka páatchajak u k’uchul tu’ux u yoojel ku yokol le kéejo’obo’ yo’olal u ch’uytal u ch’úuk u yokolo’ob. Le beetik bin u ka’aj ja’ak’esbil yóol tumen le ooxtúul máako'obo', letio’obe’ táan u ch’a’oko’ob u t’aanil bix ken u beetilo’ob.-¿Bix túun k bin ja’ak’esil yóol? 

-¡Ej!, le ken k’uchuko’on óoxts’áak ti’e’, k káakik pax le guitaarráe. 

-Teen kin paxik -ku t’aan juntúuli’. 

-Teen kin k’ayik -ku t’aan uláak’. 

-Tene’ paachij kin jóok’ol -ku t’aan u yóoxtúul.

Ja’alibe’ ka jo’op u k’aayo’ob beya’:-“Lunes, martes, miércoles tres; jueves, viernes, sábado seis”.

Ka’alikil óotsil ch’úuke’ táan u beeta'al k’aas ti’ ma’ j ook le kéej ku pa’atiko’. Ba’ale’ tu na’ataj chéen táan u ja’asa’al yóol tumen le óoxtúul máako'obo', le beetik tu ya’alaj beya’:-Ootsile’ex mejen peek’e’ex, ma’ táan a ja’asike’ex in wóol.

Náak’ ti’ le ba’ax ku beeta’al ti’o’, ba’ale’ p’áat u yil wa je’e u yokol le kéejo'. Ma sáame’ le ku ka’a k’a’ayal le k’aayo’:-“Lunes, martes, miércoles tres; jueves, viernes, sábado seis”.

Náak túun yóol le yuum ch’úuko’, ka tu ya’alaj:-Domiingo siiete in láak’e’ex, ¡pe’em! -ka tu wak’aj u ts’oon.

Le ku jóok’ol yáalkab le óoxtúul xi’ipalalo’ bin tu beetajo’ob, ma’ suunajo'ob u ja’aso’ob mix máaki’, tumen letio’ob ja’asa’ab yóolo’ob.

-Nos podemos defender de él. Tú tienes una guitarra y la puedes tocar, nosotros cantaremos. 

-Vamos entonces. ¿En qué dirección oíste que va? 

-En el monte de Xbot’o’ochil.

Xbot’o’ochil es el nombre de un lugar donde el monte es muy alto y en el que existían milpas grandes. Para que el cazador pudiera llegar hasta donde entra el venado, era necesario rodear todas las milpas y así poder colocarse en el lugar apropiado para esperar a que entrara. Por eso los tres muchachos que iban a asustarlo se ponían de acuerdo para ver cómo le iban a hacer.-¿Cómo lo vamos a asustar? 

-¡Eh! Cuando estemos a tres mecates de él empezamos a tocar la guitarra. 

-Yo cantaré -dijo el otro. 

-Y yo saldré detrás -dijo el tercero.

Entonces comenzaron a cantar:-“Lunes, martes, miércoles tres; jueves, viernes, sábado seis”.

Mientras tanto, perjudicaban al pobre cazador, ya que el venado que él esperaba no entró a la milpa. Pero entendió que los muchachos sólo querían asustarlo y les dijo:-Pobres perritos, no me asustan.

Le dolió todo lo que le hacían, sin embargo esperó a ver si el venado entraba. Al rato, el canto se oyó nuevamente.-“Lunes, martes, miércoles tres; jueves, viernes, sábado seis”.

Ya fastidiado el cazador exclamó: -Domingo siete hermanos, ¡pe’em!, -y reventó su rifle.

Los tres muchachitos salieron corriendo de la milpa y nunca volvieron a asustar a nadie, pues ellos fueron los que se habían llevado el susto.

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El carbonero pobre  Juntúul óotsil koon chúuk 

-¿No dicen que existe el diablo? Pues que venga a darme dinero para que deje de andar chingándome quemando carbón.

 Yanjij juntúul máak jach óotsil, chéen koon chúuk ku beetik utia’al u kaxtik u kuxtal. Sáansamal u bin tóok chúuk utia’al u konej. Junp’éel k’iine’ ka jo’op’ u tukultike’:-Ku ya’ala’ale’ yaan u k’aasil ba’al. Wa jaaj yane’ talak u ts’áaten taak’in, ka ch’éenek in máan in topimbaj tóok chúuk. 

Súukchaj u ya’alik sáansamal ken xi’ik tu meyaj, chéen junp’éel k’iine’ ka tu yilajubaj yéetel le chak nook’o’, jach táan u yu’ul tu meyaj jach áak’ab ka a’ala’ab ti’e’:

-Ba’ax a k’áat tuun bey buka'aj k’iin jo’op’ok a t’anikeno’, jtaalen in wilaj ba’ax a k’áatij. 

-Mixba’al, tene’ mix táan in t’anikech. 

-Ma’ wa teech a’alik sáansamale’, wa jaaj yaan kisine’ talak ka a wilej. Teen, ba’ax a k’áatij. 

Existió una vez un hombre demasiado pobre que se dedicaba sólo a vender carbón para ganarse la vida. Diariamente iba a quemar carbón para venderlo. Un día comenzó a pensar:-¿No dicen que existe el diablo? Si de verdad existe que venga a darme dinero para que deje de andar chingándome quemando carbón.

Se acostumbró a decir lo mismo todos los días cuando iba a su trabajo. Hasta que un día llegando de trabajar, se encontró con el diablo, ya entraba la noche y le dijo:-¿Qué quieres? Hace tiempo que me estás llamando. Vine a ver qué deseas. 

-Nada, yo no te estoy llamando. 

-No eres tú el que dice diariamente: "si existe el diablo que venga para que yo lo conozca". Pues yo soy, ¿qué quieres? 

-Aunque sea veinte mil pesos para que yo gaste. 

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-Kex chéen beinte miil pesos utia’al in xupej. 

-Ma’alob, ka’aj wojéelte’ ma’ chéen le ku páajtal in ts’aiktecho’, je’ buka’aj ba’al a k’áate’ kin ts’aiktech, ba’ale’ yaan a meyaj yéetel le taak’in beintej anyoso’, le ken u chuke’ kin taal in ch’a’e.

-Ja’alibe’, ka  tu ts’iibtajo’ob u ju'unil le  taak’in kun  ts’aabil ti’o’, chéen p’elak u k’u’ubul ti’e’ ka suunaj tu yotoch. Tu láaj píikch’intaj u nu’ukul u koon chúuk. Ka túun tu ts’aaj junp’éel tyeendaj, ka jo’op’ u koonoli’, jach ma’alob u bin ti’ yéetel u koonol.

 

Chéen p’elak u ts’áik u najil u konolo' ka jo’op’ u bin juntúul nojoch ko’olel máatani. Sáansamal le ken u k’al le tyeendao' ku ts’áik waaj, áasukaar, chukuwa' ti le nojoch ko’olelo’. Jach ma'alob u bin ti’, ba’ale’ ku yilik tu k’uchul u k’iinil u bisa’al tumen u k’aasil ba’alo’, leti’e ma’ u k'áat jbini'. Le beetik jach junp’éel k’iin u bin u bisa’ale’ ka’aj jo’op’ yok’ol. Jach táan yok’ole’, le ku k’uchul le nojoch ko’olelo’ ka jk’áata’ab ti’:

-¿Ba’ax ku yúuchultech, wáabil?  

-Mixba’al, chiich. 

-¿Ba’ax túun ka wok’tik?  

-Chéen kuneel in wa’aliktech. 

-A’alten yo’olal in wilik bix ken in wáantikech. 

-Le taak’in tin ts’aajil in tyeendao' ma’ intia’ali’, u taak’in kisin, ba’ale’ tu ts’áajten ka meyajajken yéetel, tu beintej anyose’ ku taal u ch’a’en, ts’o’ok u k’uchul u k’iinil u bisiken le beetik táan in wok’ol tumen ma’ in k’áat jbini’. 

-Está bien, y no sólo esto te puedo dar, sino todo lo que tú quieras, pero tienes que trabajar con este dinero durante veinte años y en ese tiempo te vengo a buscar. 

-Pues bien, hicieron los documentos del  dinero que  le habían  entregado y regresó el carbonero a su casa. Al llegar tiró a la basura todos sus utensilios de trabajo. Estableció una tienda y empezó a vender; le iba muy bien con su venta. 

Apenas abrió la gran tienda comenzó a ir una viejita a pedir limosna. Diariamente, al cerrar, le daba pan, azúcar y chocolate a la anciana. Le estaba yendo muy bien, pero se dio cuenta de que se acercaba el día en que el diablo se lo llevaría y él ya no quería irse: ya sólo faltaba un día para que se lo llevaran y se puso a llorar. Llorando estaba cuando la viejita le preguntó:-Nieto, ¿qué te pasa? 

-Nada, abuela. 

-¿Por qué lloras entonces? 

-Es inútil que yo te lo diga. 

-Dímelo, para que yo sepa si te puedo ayudar o no. 

-El dinero con el que puse mi tienda no es mío, es dinero del diablo, pero me lo dio para que yo le trabajara y a los veinte años vendría a buscarme y ya llegó el día, por eso estoy llorando, no quiero ir. 

-No llores, no voy a permitir que te lleve. ¿Cuándo te viene a buscar?

-Mañana. 

-Muy bien, pues cuando venga no le contestes, deja que hable muchas veces y cuando te fastidie le dices: diablo, no me molestes porque te voy a aporrear mi picha en tu cara. Y cuando te pregunte ¿por qué te molestas?, no le contestes -le dijo la anciana. 

Cuando amaneció fue la viejita a sentarse

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-Ma’ a wok’ol, ma’ tin in cha’aj a bisa’al. ¿Ba’ax k’iin u taal u ch’a’ech? 

-Sáamal. 

-Je’elo’, le kéen talake’ ma a núukik u t’aan, cha’ u t’ankech ya’ab u téenel, le kéen u náaksaj a wóole’ ka wa’alik ti’e’: Kisin ma’ a p’u’usiken tumen je’ in jéetp’uchtik a wich yéetel in piicháe. Le kéen ya’altech ba’axten ka p’u’ujule’, ma’ a núukik ti’ -ku ya’ala’al tumen le xnuuko’.

Ku sáastale’ ka jbin kutaal le xnuuk tu’ux ku yúuchul le koonolo’, ka’aj jo’op’ u páa’tiko’ob u taal le kisino’. Ma sáame’ ka tu yilajo’ob yokol le kisino’ ka tu ya’alaj.-Ko’ox túun, taalen in ch’a’ech. 

-Ma tin taal, meent uts a bin, ma a p’u’usiken tumen je’ in xíikp’uchtik a wich yéetel in piicháe.

Le nuxi’ kisino’ ma yoohel ba’ax le piicháo, le beetik jóok u k’áat ti’ le xnuu-ko'.-Xnuuk ko’olel, ba’ax le piichaj ku ya’alik le máak u xíikp’uchtik tin wicho’. 

-¡Bix le piicháa, síinbergüensa, saanta piichaj! Ma wa táan a wilike’ jach k’ak’as ba’ax xan. Tene’ tin paalil ka tu beetaj ten loobe, tak bejela’a ma’ uts-chajake’.

Ka tu síilaj u nook’e’ le ku xíit’je’ik yook, ka ila’ab tumen le kisino’ buka’aj k’aasil le ba’al yaan ichil yooko’ ka’aj ala’ab ti’e’:

-¿Leti’ wá túun le piichae’ ku ya’alik le máak ken u jéetp’uch tin wicha’? ¡Buka'aj túun kun k’astal in wich! Ma’, p’ááatak yéetel tuláakal in taak’in, ma’ in k’áat ka u beet ten loob je’ebix ucha’an techo’. A’al ti’ ka p’áatak yéetel, pa’atik in bin.

 

Ka ja’asa’ab yóol u k’aasil ba’al tumen le xnuuko’. Ba’ale’ ki’imak yóolo’ob tumen p’a’at tuláakal le taak’in ti’ le koonolo’

en la puerta de la tienda y esperaron a que llegara el diablo. Al poco rato vieron que entraba el diablo y dijo: -Vamos, te vine a buscar. 

-No voy, haz el favor de irte y no me molestes porque si no te aporreo la cara con mi picha.

Como el diablo no sabía qué era la picha, le preguntó a la viejita.-Señora, ¿qué es la picha que dice este señor que va a aporrearme en la cara? 

-¡Cómo que la picha, sinvergüenza, santa picha! No sabes que es algo muy malo también. A mí desde niña me hizo daño y hasta ahora no sano.

Entonces la viejita se alzó el vestido, abrió las piernas y vio el diablo qué fea estaba aquella cosa que tenía entre sus piernas y le dijo:-¿Y esa es la picha que dice este señor que va a aporrearme en la cara? ¡Qué horrible me va a quedar la cara! No, mejor que se quede con todo él dinero, no quiero que me haga daño como te ha hecho a ti. Dile que se quede con todo, yo ya me voy.

Asustaron al diablo. La anciana estaba muy contenta porque el diablo le dejó el dinero al tendero y no se lo llevó. 

Cuando pasé por la tienda, allá estaba sentada la vieja y el tendero, se estaban riendo de cómo habían asustado al diablo. El tendero, para demostrarle su agradecimiento a la anciana, le dijo que se pasara a vivir con él y hasta ahora viven muy felices.

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ts’o’okole’ ma’ jbisa’abi.

Le ka’aj máanen tu jool le tyeendao’ ti’ kula’an le nojoch ko’olelo’, táan u che’etiko’ob bix tu ja’asajil yóol kisin. Le koonolo’ utia’al u ye’esik u yakunaj ti’ le xnuuk áanto’, tu ya’alaj ti’ la máanak kajtal yiknal, tak bejela’e’ jach ki’imak yóolo’ob.

El mono  Xtuuchaj 

-Si no tengo pelos en la cabeza, pues córteme los de la cola -le dijo el mono al peluquero.

 Yanjij juntúul xtuuchaj tu yiknal juntúul ayik’al ts'uul, tuláakal ba’ax ku beeta’ale’ ku beetik xan le xtuucháo’. Junp'éel k’iine’ tu machaj u míis le xtuuchao’ ka jo’op’ u míis tumen ku yilik sáansamal u míis le ts’uulo’. Uláak’ k’iine’ tu yilaj táan u ts’ikikubaj u ts’uulilo’ ka jo’op u tukultike’.-Tene’ je’e u páajtal in k’o’osol je’ bix u k’o’osol in ts’uulilo’, ba’ale’ mina’anten u tojol.

Ku sáastale’ ka jo’op’ u míis, chén ichil tu míise’ ka tu kaxtaj junp’éel seentaboj ka tu ya’alaje’:-Yéetel lela’ je’ u páajtal in k’o’osole’, ba’ale’ yaan in líik’esik yo’olal ka in wil u

Existió un mono que vivía con un hombre muy rico, todo lo que hacía él lo hacia también el mono. Un día, el mono agarró su escoba y comenzó a barrer, porque vio que su amo todos los días barría. Otro día vio que se estaba rasurando su amo y pensó:-A mí también me podrían cortar el pelo como se lo cortan a mi amo, solamente que yo no tengo dinero.

Cuando amaneció comenzó a barrer. Mientras barría encontró un centavo y dijo:-Con este dinero me podrán pelar, pero tendré que guardarlo hasta que me

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chukpajal u tojol in k’o’osol.

Tu jeel k’iine’ ka tu kaxtaj uláak’ siinko séentabos, ka tu ya’alaje’:-Je’ u chukpajal u tojol in k’o’osole’, ts’o’ok in kaxtik táankuch reaali’.

Tu láak’ k’iine’ ka tu kaxtaj uláak’ siinko séentabos, ka tu ya’alaje’:-Junp’éel séentabo u bin utia’al u chukpajal u tojol in k’o’osol.

Ka tu líik’esaj le séentabo tu kaxtajo’, tu jeel k’iine’ ka tu kaxtaj uláak’ junp’eel séentabo, chéen p’elak u ts’o’okol u míise’ ka jlakchaj yáalkab yiknal aj k’oos, ka tu ya’alaj ti’e’:-Yuum aj k’oos ¿je’el wá a k’osik in poole’? -Je’ele’ kuleen ka in k’osej -ku ya'ala’al.

Ja’alibe’ ka jkulaji’, ka jo’op’ u xáache’ta’al u jo’ol, ka a’ala’ab ti’e’:-Xtuuchaj ¿ba’an ken in k’os te’ ta jo’ola’? Ma’ wá ta wilik k’olis a pool, mixba’al yaan k’osbili’. -Karáanba, wa mina’an in jo’ol utia’al a k’oose’, k’os u tso’otsel in nej.

Ka ma’achaj u neje’ ka láak ts’i’iki’ le ka’aj ts’o’oke’ ka jóok’ yáalkabe’ ka jbiji’, u chéen tich’maj u nej bey nuxi’ sak kibe’. Ja’alibe’ ts’o’ok u náachtal u xíinbalte’ ka suunaj yáalkab u k’áat u tso’otsel u nejo’:-Le u tso’otsel in neje’, ma’ tin páa’taji’.

Suuk yilik bey u b’eetik u ts’uulilo’, le beetik suunaj u k’áat utia’alo’, ku k’uchule’ ka tu ka k’áataj ti le aj k’ooso'.-Taalen in ch’a’ u ts’o’otesel in pool.-Xtuuchaj ba’axten ma’ ta wa’alaj wá yaan a bisiki’, ts’o’ok in xa’ak’tik yéetel u chukáan tso’otso’ob -ku ya'ala'al ti’. -Ka ts’aikten u tso’otsel in poolo’ wa kin ch’a’ik u mu’ukul a k’oos.

Le ka tu ya’alaj lelo’ le ku ch’a’aj u nu’ukul u k’oos le óotsil máako’ ka ts’íit yáalkab, táan u bine’ ka k’uch yiknal juntúul kiinsaj wakax táan u p’e’estik juntúul wakax yéetel junp’éel xla’ máaskab, ka tu ya’alaj ti’e’:-Yuum kinsaj wakax ba’axten ka ts’íilik le wakax yéetel le xla’ ba’alo’, je’ junp’éel ba’al jach ma’aloba’ p’e’est yéetel. -Je’ u káachale’. -Wa káache’, ba’al intia’al ku káachal -ku

complete.

Otro día encontró cinco centavos más y dijo:-Con esto se completa el valor de mi pelada, ya tengo medio real.

Otro día encontró otros cinco centavos y dijo:-Me falta un centavo para completar el valor de mi pelada.

Guardó el centavo que encontró y al otro día encontró el centavo que le faltaba. Apenas  terminó de  barrer fue corriendo a ver al peluquero y le dijo:-Señor peluquero, ¿podría cortarme los pelos de la cabeza? -Está bien -dijo el peluquero- siéntate.

Entonces se sentó el mono y comenzaron a peinarle la cabeza, y el peluquero le dijo:-Oye mono, ¡qué te voy a cortar! ¿No estás viendo que no tienes pelos en la cabeza? -¡Caramba! Si no tengo nada en la cabeza para que me cortes, córtame los pelos de la cola entonces -dijo el mono.

Le agarraron la cola y se la peluquearon. Cuando terminaron de afeitarlo salió corriendo y se fue; hasta tenía parada la cola como una vela blanca. Entonces ya se había alejado, cuando regresó a pedir los pelos de su cola.-No me llevé los pelos de mi cola -dijo el mono.

Estaba acostumbrado a ver que siempre así lo hacía su amo, por eso regresó a pedir los suyos. Apenas llegó se los pidió al peluquero:-Vine a buscar los pelos de mi cabeza. -Pero mono, porque no me dijiste que te los ibas a llevar ya los revolví con el resto de los demás pelos -le dijo. -Dame los pelos de mi cabeza, si no, te quito tu navaja.

Cuando dijo eso, agarró la navaja del peluquero y se fue corriendo. Cuando llegó junto a un carnicero que estaba despellejando a un toro con un machete viejo, le dijo:-Señor carnicero, ¿por qué despelleja al ganado con esa cosa vieja?, aquí tiene un

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t’aan xtuuchaj. -Taas túun waye’. -Je’ in taal in ch’a’a ken ts’o’okok u meyaj teche’.

Ka jbini’. Le ka’aj k’uch yiknal u yuumile’, mix k’áata’ab ti’ tu’ux u taali’, tu yoknaj k’iine’ ka suunaj yáalkab u ch’a’a le ba’ax tu p’ataj ti’ le kiinsaj wakaxo’, ka k’uche’ ka tu ya’alaj:-Taalen in ch’a’ le ba’ax tin p’ataj-teche’. -Xtuuchaj, ma' tin wa’alaj tech je’ u káachale’, káachij, ma’ tu páajtal in ts’aik tech. -Wá ma’ ta ts’aiktene’, kin bisik a iijaa’.

Ka tu ya’alaje’ le ku jóolmeek’tik le xch’úupalo’ ka jbin yéetel. Ku k’uchul tu xúul kaaje’ ka tu ya’alaj ti’ juntúul máake’:-Bin in ka’aj in k’ubeent tech le xch'úupala'. -Bix a wóol, tene’ ma’ in k'ajóolmaji', ts’o’okole’ je’ u púuts’ul ka xi’ik tu najile’. -Wa púuts’e’, ba’al intia’al ku púuts'ul. Je’ wá a k’amike’ wá ma’.-Ma’alob, wá tumen ka tukultik ma’ táan u bine’, p’atej -ku t’aan le máak ti’ xtuuchao’.

Ku ts’o’okol u p’atike’ ka jbin tu yotoch u ts’uulil, tu oknaj k’iinile’ ka jbin u ch’a’ le xch’úupalo’, ku k’uchule’ ka a’ala’ab ti’:-Maj tin wa’alaj techi’ xtuucha, púuts le xch’úupalo. -Yaan a k’ubikten, wá ma’ ta k’ubaj tene’, kin bisik a guitaarra.

Le ka’aj tu ya’alaje’ ts’o’ok u machik le guitaarrao’ le ku jóok’ol yáalkab yéetel, juntaatsak u bin aktáan ti’ junp'éel xla’ naj, ka na’ak ku taal yóok’ol junp’éel xjutul kóote’ ka jo’op’ u paax.-Chíinki chirinki, páan de manteka, guita, guita guitarrón -ku k’aay xtuuchaj.

Táan u k’aaye’ ka jmáan juntúul máake’ ka a’ala’ab ti’e’:-Eyaj xtúuchaj, je’ u bisikech kisine’, pa’atik a wilik bix kun júuntul le koot ta wóok’olo’. -Ba’ax in k’áati’, chíinki chirinki, pan de manteca, guita, guita, guitarrón.

Le ku chéen beetike’ ka jenchaj le k’oot yóok’olo, óotsil xtuuchae’ ti’ p’áat  yaach’al  yáanal le tuunicho’obo’. Ka jmáanen ja’atskabeake’, táan u páanal u

cuchillo mejor, pélelo con ello. -Se va a quebrar. -Si se quiebra, qué importa, al fin y al cabo es mío -dijo el mono. -Dámelo entonces. -Regresaré a buscarlo cuando termine de trabajar.

Y se fue. Cuando llegó a la casa de su amo, no le preguntaron de dónde venía. Al anochecer regresó corriendo a buscar la navaja que le había dejado al matador. Al llegar le dijo:-Vine a buscar lo que le dejé. -Mono, ¡pues no te dije que se iba a quebrar!, pues se quebró, no puedo devolvértela. -Si no me la da, me llevo a su hija.

Eso estaba diciendo cuando arrebató a la muchacha y se fue con ella. Cuando llegó al final del pueblo, le dijo a un hombre:-Voy a encomendarte a esta muchacha. -Cómo vas a creer, yo no la conozco. Y qué tal si se me escapa y regresa a su casa. -Si se escapa, qué importa, total es mía. La vas a recibir, si o no. -Está bien, si piensas que no se va a ir, déjala -dijo el hombre al mono.

La dejó y regresó a la casa de su amo. En la noche fue a buscar a la muchacha, cuando llegó le dijeron:-No te lo dije, mono, se escapó la muchacha. -Tienes que entregármela, si no me la entregas, me llevo tu guitarra.

Cuando dijo eso ya tenía agarrada la guitarra y salió corriendo con ella. Fue enfrente de una casa vieja; luego se subió y se sentó sobre una albarrada a punto de desplomarse y comenzó a tocar:-Chíinki, chirinki, pan de manteca guita, guita, guitarrón -cantaba el mono.

Estaba cantando cuando pasó un hombre y le dijo:-Oye mono, te va a llevar el diablo, vas a ver cómo se va a derrumbar la albarrada sobre ti. -Qué me importa. Chíinki, chirinki, pan de manteca, guita, guita, guitarrón -seguía cantando.

Eso estaba haciendo cuando se

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kootil yóok’ol xtuuchaj, yo’olal u páajtal u jóok’esa’al.

desplomó la albarrada sobre él, pobre mono ahí se quedó aplastado debajo de las piedras. Cuando pasé temprano, estaban desalojando las piedras de la albarrada que estaban sobre del mono para que lo pudieran sacar.

El hombre de pene pequeño Juntúul máak chichaan u keep 

Al amanecer su mujer le sancochó gallina a su esposo. Estaba muy contenta pues ya habían hecho lo que tanto deseaban...

 Yanjij juntúul xi’ipal jma’ na’. Ku nojochtale’ chéen bey u máan ich kaajo’. Le ka’aj tu chukaj u táankelemile’ ka’aj ts’o’ok u beel yéetel juntúul xch’úupal láan ki’ichpam, ba’ale’ le ka’aj tu yóotaj yantal yéetel yataane’, ma’ páatchaji’ tumen  jach  chichaan u keep.  Náak yóol le yataano’ ka jóok’esa’ab yéetel ch’iin.

Ba’ax kisin u beel ten wíinik mixba’al u beel.

Ka jo’op’ u máan yok’ol ich kaaj. Junp’éel k’iine’ ka tu yilaj juntúul xnuuk, ka a’ala’ab

Existió una vez un muchacho huérfano de madre. Al crecer andaba vagando por el pueblo. Cuando llegó a la juventud se casó con una muchacha muy bonita, pero cuando quiso tener relaciones sexuales con ella, no pudo porque tenía el pene muy pequeño. La mujer se fastidió de su marido y lo corrió de su casa a pedradas.

Para qué diablos quiero a un hombre que no sirve para nada -decía su mujer.

El muchacho comenzó a andar por el

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ti’e’:

¿Ba’ax ka wok’tik? Ba’ax beel ka in wa’altech ma

táan u páajtal a wáantiken. A’alten ka in wila’aj  wá ma’ tu

páajtal in wáantikech. Ay nojoch ko’olel, ma’ wá ts’o’o’k

in beele’, ba’ale ma’ jpáatchaj in wokol ti’ in wataani’ tumen jach chichaan in keep.

¿Le wáa túun ka wok’tiko’?  Leti’. Ma’ a wok’ol, bin in ka’aj in

wáantech. Je’ junp’éel xts’ipita’ ts’a’ ta k’ab, le k’iin a k’áat okol ti’ a watáane’ ka tich’ik juntéen a k’ab ka’anale, ku chukik a keep jun náab, yéetel lelo’ yaan utia’al a ki’imak-kúuntik u yóol a wataani'.

Ka tu ts’aj le xts’ipit tu k’abo’, ka suunaj yiknal yataan. Ku k’uchule’ka j k’oopnaji’:

¿Máax? Teen -ku t’aan ti’ yataan. Ba’ax kisin u beetten wíinik

mixba'al yaan ti’. Je’eten joonaji’ ka in we’estech

je’el u páajtal in ki’imakkuunsikeche’.

Ka j oksa’abi’. Chéen p’elak yokole’ ka jo’op’ u báaxal yéetel yataan, chéen ti’ lelo’ ka tu júupch'intajubaj ti' le ko'olelo', ka túun tu yu’ubaje’ jach ma'alob yanil yíichan ti’o’. Ku sáastale’ kaax cha’ak u jaantej. Jach ki’imak yóol le ko’olelo’ tumen páatchaj yéetel yíichamo'. Tu láak’ k’iine’ ka j bin le máak tu koolo’, ba’ale’ tu lubsaj le xts’ipit tu k’abo’ ka tu pejkúuntaj tu’ux je’el u máans k’iin. Le ka’aj luk’i’e’ tu’ubul tu beetaj ti’. Ma’ sáam u p’ate’ le ku k'uchul xan juntúul yuum k’iin u máans xan bo’oyi’, ti’ chéen kulukbale’ ka tu yilaj le xts’ipito’ ka tu ch’a’je’ ka tu ts’aj tu k’ab. Le ka’aj k’uch tu’ux kun u beet miisao’, tu búukintaj u nook’ile’ ka jook’ tu táan le áaltaro’ ka tu tich’aj u k’ab utia’al u ya’alik:

pueblo llorando. Hasta que un día vio a una vieja que le preguntó:

 ¿Por qué estás llorando? Es inútil que te lo diga, tú no

puedes hacer nada por mí -le dijo. Dímelo, para que yo vea si puedo

ayudarte. Ay abuela, me casé, pero no pude

tener relación sexual con mi esposa porque tengo el pene muy pequeño.

¿Y por eso estás llorando? Sí, por eso -contestó el hombre. Pues no sigas llorando, te voy a

ayudar. Aquí tienes un anillo, póntelo en la mano y cuando quieras estar con tu esposa, alzas la mano una vez y crecerá tu pene una cuarta y con ello tendrás para satisfacerla.

Se puso el anillo en la mano y volvió con su esposa. Cuando llegó, golpeó la puerta:

¿Quién es? Yo soy -dijo él. Para qué diablos quiero a un

hombre que no tiene nada. Abreme la puerta para que te

demuestre que sí te puedo satisfacer.

Entonces su esposa lo dejó pasar. Apenas entró comenzó a jugar con ella. En eso, le hizo el amor y ella sintió que su marido lo tenía muy bueno. Al amanecer su mujer le sancochó gallina para que coma. Estaba muy contenta porque ya habían hecho lo que tanto deseaban.

Al día siguiente se fue el señor a su milpa, pero se quitó el anillo de la mano y lo dejó allí donde se sentó a descansar un rato. Cuando se fue de aquel lugar olvidó el anillo; unos instantes después llegó un cura y se sentó en la sombra, de pronto vio el anillo, lo agarró y se lo colocó en el dedo. Al llegar a la iglesia se puso su sotana y salió a celebrar la misa. Apenas

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Dóominos obíispoo.

Le ka’aj tu tich’aj u k’ab yuum k’iine’ le ku nojochtal le ba’al ti’o’, jela’an tu yu’ubaji’, tumen chéen p’éel u líik’esik u k’abe’ ku yu’ubik u chowaktaal u keep. Mix le miisaj tu ts’o’oksajo’. Ka’aj ook u luk’es u jook’il u méen miisaj, tu t’anaj le máax áantiko’ ka tu túuchtaj u cha’aj juntúul ts’akyaj ilik. Ka’alikile’ táan u nu’unu’up’ik u k’ab ka’anale’ táan ya’alik:

¡In ki’ichkelem yuum, ba’ax ku yúuchul ten beya’.

Ku yilike’ je’ jaytéen ku tich’ u k’abe’ ku chowaktaal u keep. Ma’ sáame le ku k’uchul le ts’akyajo’ ka k’áata’ab ti’e:

¿Ba’ax ku yúuchultech, yuum k’iin?

Tin t’anech utia’al a xot le ba’al ts’o’ok u seen nojochtala’.

Ma’ tu páajtal in xotik tumen je’ a kíimile’.

Náak yóol ma’ táan u ts’a’akale’ ka tu túuchtaj t’anbij juntúul jpóol che’. Le ka’aj k’uch le jpóol che’o’ ka tu k’áataj ba’ax ken u xotej.

¿Ba’ax ken in xoto’ yuum k’iin?  Je’ela’. Ma’ táan in xotik -ka tu sutaj u

paach póol che’e ka jbinij:

Le ka’aj j u’ul le íichantsiile’ ka tu yilaj mina’an le xts’ipit tu k’abo’, ba’ale’ tu yojéeltaj ba’ax ku yúuchul ti’ yuum k’iine’ ka tu tukultaje’:

Le ba’ax ku yúuchul ti’ le yuum k’iina’ leti’e xts’ipit u ts’aamaj tu k’abo’ le beetik ku nojochtaal ti.

Ka’aj bin yile’. Ku k’uchule’ ka tu k'áataj le xts’ipit ti’o’.

Ts’áaten le xts’ipito’ yuum k’iin yo'olal in ts’akikech.

llegó al altar, extendió sus manos para decir:

 Dominus Vobiscum.

Cuando alzó las manos el sacerdote enseguida le creció el pene. Lo sintió raro porque apenas alzaba la mano sentía que se agrandaba más. Ni siquiera la misa acabó de oficiar cuando entró y se quitó la sotana. Llamó a su ayudante y lo mandó a buscar a un doctor para que lo viera. Mientras alzaba sus manos hacia arriba, decía:

¡Dios mío, qué me estará pasando!

Se daba cuenta que las veces que alzaba sus manos se le alargaba su pene. Al poco rato llegó el doctor y le preguntó:

¿Qué le pasa, señor cura? Te mandé llamar para que me

cortes esta cosa que me ha crecido mucho.

No se la puedo cortar porque se podría morir.

Pues se fastidió de que nadie podía curarlo y mandó llamar al carpintero.  Cuando llegó el carpintero preguntó :

Señor cura, ¿qué madera voy a cortar?

Esto -le dijo el padre. ¡Pues no puedo cortárselo! -dio la

media vuelta el carpintero y se fue.

Cuando regresó el marido a su casa se dio cuenta de que no tenía el anillo en su mano, pero se enteró de lo que le estaba ocurriendo al cura y pensó:

Eso que le pasa al señor cura es por el anillo que tiene puesto en su mano por eso le crece mucho el pene.

Entonces fue a verlo. Cuando llegó le pidió el anillo. 

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Ma’ chéen le xts’ipit ken in ts'áatecho' tak le ba’ala. Kex chéen junp’éel ka a ts’áateno’, ka kin ts’akech.

Je’ela’.

Chéen p’élak u ts’aik ti’ le máako’, ka’aj ma’ach u keep tsapakbal bey suumo' ka jo’op’ u ya’alik le íichantsiil tio’,:

Junp’éel, ka’ap’éel, junp’éel, ka’ap'éel.

Chéen le ku ya’ala’al ti’e’ ka’aj tu yilaj yuum k’íine’ ts’o’ok u p’áatal jach koom ti’e’, ka túun tu ya’alaj ti’ le máako’:

P’at ten kex jun náabi’.

Ba’ale’ ma’ u’uya’ab ya’alik tumen le máako, le beetik táan u seen a ala’al ti’:

Junp’éel, ka’ap’éel, junp’éel, ka’ap'éel.

Chéen le ku ya’alike’ ka tu yilaj yuum k’iine’ ts’o’ok u láaj sa’atal u keep, ka p’áate’ jach ok’om óol tumen mina’an mix ba’al e’esik wa xiib. Ka máanen ma saame ti’ kulukbaal tu sáakristiiyae’ táan u seen ok’ol.

 

Padre, déme el anillo para que yo le pueda curar.

No sólo el anillo te voy a dar, hasta esta cosa.

Entrégueme el anillo para que yo pueda curarlo.

Aquí tienes.

Apenas le entregó el anillo al señor, éste le agarró al señor cura su pene que estaba amontonado como soga y empezó a decir:

A la una, a las dos; a la una, a las dos.

Eso decía el señor, cuando el cura vio que ya le estaba quedando el pene muy corto y le dijo al hombre:

Déjame aunque sea una cuarta.

Pero el señor no lo oyó y por eso siguió diciendo:

A la una, a las dos. A la una, a las dos.

Eso decía cuando de pronto vio el señor cura ya había desaparecido todo su pene. Se puso muy triste porque ya no tenía nada para demostrar que era hombre. Cuando pasé hace poco por la sacristía allí estaba el cura, sentado llorando.