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Discípulos del Señor, compartiendo la visión Carta Pastoral sobre la Nueva Evangelización Al clero, religiosos y laicos de la Arquidiócesis de Washington por Mons. Donald W. Wuerl, Arzobispo de Washington

Discípulos del Señor, compartiendo la visión...la vida eterna les es prometida. Esa misma visión se nos ofrece hoy cuando abrimos las páginas del Evangelio y leemos sobre la invitación

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Discípulos del Señor,compartiendola visión

Carta Pastoralsobre la NuevaEvangelización

Al clero, religiosos y laicos de laArquidiócesis deWashingtonporMons.Donald W. Wuerl,Arzobispo deWashington

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La Nueva EvLa Nueva Ev

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Gracia y paz en Cristo Jesús, Señor Nuestro.

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I N T R O D U C C I Ó N

Cristo es el camino. Jesús, cuando habitó por primera vez entrenosotros, nos ofreció una forma de vivir totalmente nueva. Amedida que el Hijo de Dios, que es uno entre nosotros, anunciaba

la venida del Reino, el entusiasmo se iba extendiendo. Él, a quienes leescuchaban, les extendía una invitación a ser sus discípulos y a ocupar unsitio en su Reino; esa misma invitación nos la sigue haciendoa usted y a mí en el día de hoy; para muchos, sin embargo,esta invitación parece haber perdido su atractivo.

“Es como haberlo escuchado todo de nuevo, como la primeravez”, decía este joven algo sorprendido. Yo me había reunidocon él y con su esposa en preparación al Bautismo de su bebé.Al igual que su esposa, él había sido criado como católico. Éldijo haber asistido a algún tipo de educación religiosa en suparroquia cuando era joven pero también admitió que lo quele habían enseñado no había significado mucho para él.

Esta conversación me había recordado otra que tuve, no hacemucho, con un joven adulto durante un vuelo. El hombresentado a mi lado me contó que viajaba para asistir a laPrimera Comunión de su sobrina, pero me aclaró que era algoque no le llamaba mucho la atención. “Voy”, dijo, “porque es la hija máspequeña de mi hermano y porque mi madre me dijo que de veras contabanconmigo.” Este señor, así como el papá que se preparaba para el Bautismode su bebé, también había recibido alguna educación católica durante suprimaria pero dijo no saber mucho de la fe católica. Así como un bautismollegó a interesar a este papá para saber más sobre lo que significa este sacra-mento, la proximidad de una Primera Comunión hizo que mi compañerode vuelo también se interesara, así que pasamos el tiempo hablando sobre loque la Iglesia cree y la realidad espiritual que transpira en el sacramento.

Al final el hombre que iba a la Primera Comunión me dijo: “Padre, gracias,por explicarme, eso de la Comunión es “cool”. Luego de una pausa, dijo,como pidiendo excusa: “Quiero decir 'grandioso.'”

Todos conocemos a alguien como la joven pareja o como el hombre delavión. A pesar de los genuinos y, a veces heroicos esfuerzos, que hacen lospadres y los maestros de Educación Religiosa en nuestras escuelas y progra-mas parroquiales, todos tenemos que admitir que, a veces, en la primeraronda, el mensaje no ha sido escuchado.

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Hoy, sin embargo, existen muchas oportu-nidades para que, como el padre del bebépor bautizar, las personas escuchen denuevo el mensaje, como por primera vez:quien es Jesús, lo que Él hizo por nosotrosy cómo en su Iglesia, y a través de sussacramentos, está presente para nosotroshoy. Llamamos Nueva Evangelización alrecuento de una historia, esta vez desper-tando el sentido de un encuentro con Jesús.

El Papa Benedicto XVI usó la palabra“reproponer” para describir la NuevaEvangelización.1 De algún modo en loque hacemos y en la manera en que expresamos nuestra fe debemos ser capacesde proponer de nuevo nuestra fe en Cristoy su Evangelio para que sea escuchadoentre aquellos que están convencidos deque conocen la fe pero que esa fe no tienerelevancia para ellos. Tenemos que invitar-los a escuchar todo otra vez, esta vez comode nuevo.

El Reino por venir

En el Sermón del Monte, presentado en elEvangelio de Mateo, escuchamos queexiste un modo nuevo de vivir y que estemodo involucra a los misericordiosos, aaquellos que tienen hambre y sed de justi-cia, a los afligidos, a los que luchan por lapaz y a los pobres de espíritu. Aquí apren-demos la llamada a ser sal de la tierra y luza la vista de todos. Más adelante, en esemismo Evangelio escuchamos ese dictumextraordinario de que debemos ver cadauno en el otro la verdadera presencia deCristo. Los discípulos de Jesús son retadosa imaginar un mundo donde no sólo loshambrientos y los sedientos son saciados,los extranjeros bienvenidos y los desnudosvestidos, sino donde también y sorpren-dentemente los pecados son perdonados yla vida eterna les es prometida.

Esa misma visión se nos ofrece hoy cuandoabrimos las páginas del Evangelio y leemossobre la invitación que se nos hace a ustedy a mí para ser ramas de la viña del Señor,para comer el pan de vida eterna, paraescuchar la verdad con palabras que perdu-ran para siempre.

Esta nueva forma de ver la vida y de vivirlatocó el corazón de quienes llegaron a serlos discípulos del Señor. Ustedes y yohemos escuchado ese Evangelio, nos haalegrado el tener esa visión, hemos llegadoa encontrar, en la intimidad de nuestroscorazones, al Señor Jesús. El entusiasmoque era parte de la Iglesia primitiva cuandoJesús formó a sus seguidores como sunuevo cuerpo permanece con nosotros hoy.

Cristo permanece con nosotros en suIglesia — su nuevo cuerpo — vivo, en eldon del Espíritu Santo. La Iglesia en lacual ustedes y yo hemos sido bautizados yla que hemos llegado a amar, nos capacitapara seguir en sintonía con el mensajeevangélico, con las enseñanzas de losApóstoles y, por lo tanto, con Cristo.

Sin embargo, para aquellos que alguna vezescucharon esta maravillosa proclamaciónel mensaje se ha puesto rancio. La visiónse ha desteñido. Las promesas parecen servacías e irrelevantes para sus vidas.

Todos nosotros, ya seamos clero, religiosos,mujeres u hombres laicos de todos loscaminos de la vida, hemos conocido aalguien que, en mayor o menor grado, seha apartado de la práctica de la fe. Pormedio de esta carta, quisiera que refle-xionásemos juntos sobre cómo convertir enllama los rescoldos del mensaje evangélicoy del amor de Cristo en nuestro propiocorazón, de manera que, no sólo crezcamosen la fe sino que invitemos a otros aescuchar de nuevo, otra vez, la invitaciónque nos hace Jesús — “Ven, sígueme”.

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Jesús nos hace señas para que le sigamos.El gozo que experimentamos hace que locompartamos con otros. No sólo somosdiscípulos, somos evangelizadores. Comoaquellos primeros discípulos estamos llamados a caminar al lado de Jesús comoel sembrador de las semillas de una nuevamanera de vivir, de una participación en unReino que perdura para siempre (cf. Mt13,1-9, 18-23; Mc 4,3; Lc 8,5).

La llamada del Señor, original y viva, nospromete que “la cosecha es abundante.”2

Si la cosecha es abundante ¿cuánto másserán las semillas que produzca? El SeñorJesús usó frecuentemente la imagen de lasemilla para describir la presencia escondidade su Palabra entre nosotros.3 Mis hermanosy hermanas, estamos llamados a regar, anutrir y a cultivar las semillas ya plantadaso a plantar las semillas cuando reconoz-camos la oportunidad. Ya sea que elterreno sea rocoso, lleno de espinas opisoteado nosotros podemos hacer la dife-rencia. Nuestro esfuerzo es parte de lo quellamamos hoy la Nueva Evangelización.Nosotros podemos hacer que nuestrosvecinos, compañeros de trabajo y aún, enalgunos casos, miembros de nuestra propiafamilia, escuchen otra vez, como por vezprimera, la buena noticia.

En los años transcurridos desde elConcilio Ecuménico Vaticano Segundo(1962-1965), el Espíritu Santo ha seguidodando a conocer, con más y más claridad,la llamada al discipulado. Al escuchar lavoz del Espíritu Santo, expresada en laenseñanza auténtica de la Iglesia, discerni-mos claramente la llamada a evangelizarque nos viene de la misma naturaleza yesencia de la Iglesia y que constituye sumisión primordial. Hoy, escuchamos estallamada dirigida a un propósito específicoy en una nueva dirección. Primero quetodo debemos despertar y motivar demodo más profundo nuestro propio com-promiso de fe. Luego, debemos invitar anuestros hermanos y hermanas que hanescuchado ya y que han respondido inicial-mente al Evangelio de Jesucristo, a unaexperiencia de fe más profunda. En mediode su primera respuesta es posible que ellosse hayan enfriado o distanciado y se hayanempezado a desentender de la llamada de

Jesús que recibieron en el Bautismo y quetambién hayan descuidado la práctica de lafe. Fortalecidos por los mandatos de Jesúsy por el amor a nuestro prójimo estamosllamados a llegar, en caridad y en verdad,hasta donde se encuentren nuestros her-manos y hermanas que se han apartado dela práctica de su fe para que la Iglesiapueda así dar fruto abundante para cadapersona, para cada parroquia y para nuestrasociedad.

Para ayudarnos en nuestra reflexión sobrequiénes somos y a lo que hemos sido lla-mados a hacer, el capítulo uno comienzacon unas observaciones sobre la misiónevangelizadora de la Iglesia. El capítulodos explora la idea de la NuevaEvangelización y de cómo podemos enten-derla en cuanto a ser una invitación aproponer de nuevo a la gente el Evangeliode Cristo y un encuentro con Él. El capí-tulo tres invita a una consideración de loque la Nueva Evangelización de hecho significará para nosotros aquí, en la Iglesiade Washington al tratar de traducir nuestro discipulado en actividad eficaz.Finalmente, en el capítulo cuatro, les pidoque reflexionemos juntos en cuanto anuestra participación en esta NuevaEvangelización y en lo que significa paranuestra renovación espiritual, la vitalidadde nuestra familia parroquial y la rege-neración de nuestra sociedad.

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Jesús nos hace señaspara que le sigamos.El gozo que experimentamos haceque lo compartamoscon otros.

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El sentirnos acogidos en el amor deJesús y la alegría de su Evangeliode vida nueva deben ser experien-

cias degustadas, celebradas y compartidas.

Todo cuanto la Iglesia es lo ha recibido deCristo. El primer regalo y el más preciosoes la gracia otorgada a través del MisterioPascual: su pasión, muerte y su gloriosaResurrección. Jesús nos ha liberado delpoder del pecado y nos ha salvado de lamuerte. La Iglesia recibe de su Señor nosólo la inmensa gracia que Él nos ha gana-do sino el mandato de compartir y dar aconocer su victoria. Estamos obligados atransmitir fielmente el Evangelio deJesucristo al mundo. La principal misiónde la Iglesia es la evangelización.

La palabra “evangelización” procede de la palabra griega para “Evangelio”ευαγγελιον o evangelium. El Evangelio esel anuncio del “buen mensaje” o la “buenanoticia” de que Jesús es el Hijo de Dios ynuestro Salvador.

Jesús mismo establece la evangelizacióncomo perteneciente a la misma naturalezay esencia de la Iglesia cuando le encomien-da a sus discípulos que evangelicen, esdecir, que anuncien esta Buena Noticia a “todas las naciones,”4 y a que lleven elEvangelio al “mundo entero ” y que“proclamen el evangelio a toda criatura.”5

La Iglesia nunca se cansa de anunciar eldon que ha recibido del Señor. El ConcilioEcuménico Vaticano Segundo nos recuerdaque la evangelización se encuentra en elcorazón mismo de la Iglesia. En LumenGentium, que es el texto fundamental y elnúcleo de la expresión del Concilio sobrela vida de la Iglesia, los Padres Conciliareshacen énfasis en que “Este solemnemandato de Cristo de anunciar la verdadsalvadora, la Iglesia lo recibió de losApóstoles con orden de realizarlo hasta losconfines de la tierra.”6 El Concilio seexpresó elocuentemente sobre la verdadque nos dice que la misión divina que Jesús

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C A P Í T U L O U N O

Evangelización: desde la naturalezamisma de la Iglesia

“Ustedes serán mis testigos”.—(Hch 1,8)—

“Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes”.

—(Mt 28,19-20)—

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confió a la Iglesia continúa a través de los Apóstoles y sus sucesores y continuaráhasta el fin del mundo.7

El deber de proclamar la verdad salvíficano es sólo responsabilidad del clero y losreligiosos sino que, como destacó elConcilio, es el papel importante quedesempeña “cada discípulo de Cristo” en lamisión de “diseminar la fe.”8 Los PadresConciliares hicieron hincapié en la partici-pación decisiva y vital de cada católico,especialmente a través de la dedicaciónapasionada y los dones de los fieles laicos a la misión evangelizadora: “Así los laicosquedan constituidos como poderosos pre-goneros…cuando, sin vacilación, unen a lavida según la fe, la profesión de esa fe. Tal

evangelización, es decir, el anuncio deCristo pregonado por el testimonio de lavida y por la palabra, adquiere una carac-terística específica y una eficacia singularpor el hecho de que se lleva a cabo en lascondiciones comunes del mundo.”9

El Papa Pablo VI en su exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, se basó enla enseñanza del Concilio cuando dijo quela Iglesia es “una comunidad que es a lavez evangelizadora. La orden dada a losDoce: ‘Id y proclamad la Buena Nueva,’vale también, aunque de manera diversapara todos los cristianos. …la BuenaNueva del reino que llega y que ya hacomenzado, es para todos los hombres detodos los tiempos. Aquellos que ya la hanrecibido y que están reunidos en la comu-nidad de salvación, pueden y debencomunicarla y difundirla”.10 En este docu-mento histórico, promulgado exactamenteal cumplirse los diez años la clausura delConcilio Vaticano Segundo, el Papa Pablo VI discernió sobre la necesidad de “un nuevo tiempo de evangelización.”11

El Venerable Siervo de Dios Papa JuanPablo II, al recordarnos que la evange-lización “constituye el primer servicio quela Iglesia puede prestar a cada hombre y ala humanidad,”12 retomó el compromiso ya

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Id y proclamad la Buena Nueva...pueden y debencomunicarla ydifundirla.

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iniciado por el Papa Pablo VI con unaevangelización “nueva en su ardor, en susmétodos, en su expresión.”13

El Papa Benedicto XVI ha afirmado que eldiscernimiento de “nuevas exigencias de laevangelización” es una tarea “profética” delSumo Pontífice.14 Él da gran importanciaal hecho de que “toda la actividad de laIglesia es una expresión de amor” quebusca evangelizar el mundo.15

El plan y la estrategia para la EvangelizaciónCatólica de la Conferencia de ObisposCatólicos de los Estados Unidos Vayan yhagan discípulos, contempla tres metas:

• Crear en todos los católicos tal entusiasmopor su fe que, viviendo su fe en Jesús, lacompartan libremente con otros.

• Invitar a todas las personas en losEstados Unidos, sea cual fuere su condi-

ción social o cultural, a escuchar el men-saje de salvación en Jesucristo a fin deque se unan a nosotros en la plenitud dela fe católica.

• Fomentar los valores del Evangelio en nuestra sociedad, promoviendo ladignidad de la persona humana, laimportancia de la familia y el biencomún de nuestra sociedad para quenuestra nación continúe siendo transfor-mada por el poder salvífico de Jesucristo.

La Iglesia local en la Arquidiócesis deWashington, tal y como la Iglesia hace encada época, discierne las oportunidades ylos obstáculos que se presentan en la arenamundial. La Iglesia busca aún en medio derocas, maleza y terreno duro, proveer lalibertad de un terreno fértil, la bondad delagua refrescante y la verdad de la luz quecalienta y logra que la semilla alcance labelleza del fruto pastoral.

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“Ayer como hoy Jesucristo es elmismo y lo será siempre”(Heb 13,8) y, como tal, Él lo

hace “todo nuevo” (Ap 21,5). En elcorazón mismo del Misterio Pascual seencuentra el hecho de que “de Cristo es eltiempo.”16 Este tiempo incluye los variosmomentos que ocurren en la evange-lización. El primero es la misión ad gentes,quiere decir, el anuncio del Evangelio aquienes nunca han escuchado hablar sobreJesucristo. Otro momento en la evange-lización es la Nueva Evangelización, quecomienza con la renovación de nuestrapropia fe y luego con el esfuerzo pastoralde llegar hasta aquellos que han escuchadohablar de Cristo y empezado a practicar lafe pero por una u otra razón la handescontinuado.17

La primera evangelización de Europa y deAmérica tomó varios siglos. Los miembros

de las comunidades religiosas y del clerolocal viajaron largas distancias y cubrieroninmensos territorios llevando Palabra ySacramento a los primeros pobladores quedevotamente vivían la fe de sus padres enla nueva tierra.

A medida que el desarrollo continuaba se establecieron más y más diócesis. Lasparroquias locales mantuvieron patronesregulares en el culto, las devociones, lacomunidad y la instrucción. La parroquiacatólica llegó a ser el centro de la vidasocial de los católicos de la vecindad y fueun medio directo para la transmisión de lafe. En una sociedad en la cual frecuente-mente se miraba con sospecha y prejuicio a los católicos, la parroquia estaba en sintonía con la labor misionera hacia losinmigrantes.

El sistema católico de educación basado en

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C A P Í T U L O D O S

La Nueva Evangelización:Proponer de nuevo

el Evangelio de Cristo

“Para ser verdadero discípulo del Señor,el creyente ha de ser testigo de la propia fe, pues el testigo no da sólo

testimonio con las palabras, sino con su vida”.—– Papa Juan Pablo II, Ecclesia in America (26)—

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la presencia de la escuela católica llegó aser una red extensa y formidable al serviciode la evangelización y la catequesis. Losreligiosos y religiosas que con dedicaciónatendían las escuelas como hermanas, her-manos o sacerdotes eran más numerososque hoy. Los estándares y recursos socialesafirmaban y apoyaban el matrimonio y lafamilia para que así se contara con unavida de hogar estable y predecible. Elritmo de vida permitía una formacióngradual que es de vital importancia para eldesarrollo de la fe y el sostenimiento de laidentidad católica.

Sin embargo, los tiempos cambian. La cul-tura contemporánea ha llegado al punto derechazar aquello que no es inmediatamenteaccesible. Nuestra sociedad prefiereescuchar en pequeños lapsos, no en semes-tres. Los lemas superficiales substituyen alas reflexiones profundas. Los avances de laglobalización, ocurridos en corto tiempo,han impactado significativamente la vidacotidiana. La Iglesia ha experimentado unabaja considerable en el número de sacer-dotes y religiosos. El sentido del vecindarioy las relaciones del entorno local parecehaber perdido importancia para unasociedad altamente móvil.

Generaciones completas se han divorciadode los sistemas de apoyo que facilitaban latransmisión de la fe. Además, trágicamentelos pecados de unos pocos han fomentadodesconfianza en la estructura de la Iglesiamisma.

Dos generaciones de secularización noshan traído a este momento donde algunosno saben ni siquiera las oraciones básicas,ni entienden las devociones católicas mássencillas, incluyendo las devociones mari-anas; muchos tampoco tienen idea de loque son las vidas de los santos. Aún otrosno tienen sentido del valor de asistir amisa, fallan en acercarse al Sacramento dela Penitencia y hasta han perdido el senti-do del misterio.

Vivir desde la fe tratando de compartir elgozo de nuestra experiencia del Señor nospone en contacto con muchos impedimen-tos y barreras. Durante su visita a nuestraarquidiócesis en abril de 2008, el Papa

Benedicto XVI hizo énfasis en tres retosque enfrenta el Evangelio ante la sociedadactual. En su homilía vespertina, reunidocon los Obispos de los Estados Unidos enla Basílica Nacional de la InmaculadaConcepción, nos recordaba que estamosante el reto del secularismo, el materialis-mo que nos rodea y el individualismo quees una parte tan importante de nuestracultura.

“Si bien es verdad que este país está mar-cado por un auténtico espíritu religioso, lasutil influencia del laicismo puede indicarsin embargo el modo en que las personaspermiten que la fe influya en sus propioscomportamientos… Es necesario resistir atoda tendencia que considere la religióncomo un hecho privado. Sólo cuando la feimpregna cada aspecto de la vida, los cris-tianos se abren verdaderamente a la fuerzatransformadora del Evangelio”.

“Para una sociedad rica, un nuevo obstácu-lo para un encuentro con el Dios vivo estáen la sutil influencia del materialismo, quepor desgracia puede centrar muy fácil-mente la atención sobre 'el cien veces más'prometido por Dios en esta vida, a cambiode la vida eterna que promete para elfuturo (cf. Mc 10,30). … Las personasnecesitan ser llamadas continuamente acultivar una relación con Cristo, que havenido para que tuviéramos vida en abun-dancia”. (cf. Jn 10,10)

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Sólo cuando la feimpregna cada

aspecto de la vida,los cristianos

se abren verdaderamente

a la fuerza transformadora del Evangelio.

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“En una sociedad que da mucho valor a lalibertad personal y a la autonomía es fácilperder de vista nuestra dependencia de losdemás, como también la responsabilidadque tenemos en las relaciones con ellos.Esta acentuación del individualismo hainfluenciado incluso a la Iglesia (cf. Spesalvi, 13-15), dando origen a una forma depiedad que a veces subraya nuestra relaciónprivada con Dios en detrimento del llamadoa ser miembros de una comunidad redimida.…Si pareciera que esto va en contra de la cultura actual, sería sencillamente una prueba de la urgente necesidad de una renovada evangelización de la cultura.”

El Papa hace un diagnóstico de las luchasque nosotros enfrentamos. La transmisiónplena de la fe a las generaciones recientesha encontrado rocas, maleza y un terreno ala vez duro y árido. La ilusión que seesconde detrás de muchas tendencias con-temporáneas ha perturbado la experienciareligiosa auténtica.

El consumismo sugiere que valemos segúnlas cosas que vamos acumulando.18 El indi-vidualismo exige que no dependamos denadie más que de nosotros mismos y quenuestras necesidades personales siempretomen prioridad.19 El escepticismo nos pre-siona a confiar sólo en aquello que podemosobservar y medir y amenaza con destruir unarelación clásica y que ha pasado la pruebadel tiempo-la relación entre fe y razón-ypretende rechazar el derecho básico a la libertad religiosa y a la libertad de conciencia.

El intento de redefinir la sexualidadhumana como algo casual y enteramenterecreacional ha llevado al debilitamiento ya un continuo asalto del matrimonio y lavida familiar. La autonomía nos convencede que la fidelidad a la fe sólo nos ata.20

La absorción popular con la actividad constante nos conduce a creer que a menosque estemos siempre ocupados y ajetreadosestamos tarde. En este ambiente llega ahacerse algo común el tratar a la personahumana como objeto de uso y enfocarse

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casi exclusivamente en la ganancia materi-al. La dramática baja en los estándares deentretenimiento ha expuesto a nuestrosniños a exhibiciones repetidas de violenciaintensa.

Estas tendencias se confabulan y gobiernancada uno de nuestros pensamientos con uncruel relativismo y alimentan ideologíasque dirigen a una cosmovisión de secula-rismo generalizado.21

En este contexto el Papa Juan Pablo II serefirió a la “crisis de la civilización”22 y pro-puso la pregunta de que si la indiferenciareligiosa, la descristianización y el ateísmono podrían encontrarse en su forma másextensa en el secularismo.23

No importa cuán densa sea la oscuridad,nunca podrá frustrar el germen de vidanueva que está por brotar en este momentonuevo. Los misioneros de la primera evan-gelización recorrieron vastas distanciaspara llevar el Evangelio. Nosotros, losmisioneros de la Nueva Evangelización,debemos superar distancias ideológicasigual de grandes, muchas veces antes deaventurarnos más allá de nuestro propiovecindario y de nuestra propia familia.

El Santo Padre no sólo ha diagnosticado el problema sino que también nos ha presentado una solución práctica y un reto.Este mismo año, el Papa Benedicto XVI pronunció una homilía en la Solemnidadde los Apóstoles san Pedro y san Pablo enla Basílica de San Pablo Extramuros en

Roma. En la fiesta de los grandesApóstoles de Roma y en la Basílica dedi-cada al gran apóstol misionero, el SantoPadre convocó a la Iglesia entera al muyoportuno y siempre necesario llamado a laNueva Evangelización.

Esa noche, nuestro Santo Padre anunció lacreación de un Consejo Pontificio cuyaprincipal meta fuese promover la NuevaEvangelización. La palabra en italiano queel Santo Padre escogió para describir eltrabajo define para nosotros la naturalezamisma y la tarea de la nueva Evangelización.Esta palabra es riproporre: “reproponer.”Con estas palabras el Papa Benedicto nosconvoca a “Reproponer la verdad perennedel Evangelio de Cristo.”24

El Papa especifica más lo que es el trabajode la Nueva Evangelización como el proponer de nuevo el mensaje de Jesucristoy su Evangelio “en los países donde yaresonó el primer anuncio de la fe y estánpresentes Iglesias de antigua fundación,pero que están viviendo una progresivasecularización de la sociedad y una especiede 'eclipse del sentido de Dios'…”25

Existen muchas personas, particularmenteen el mundo Occidental, que ya han oídohablar de Jesús. Nuestro llamado es a des-pertar y hacer arder de nuevo, en medio desus vidas cotidianas y su situación concre-ta, una nueva consciencia y una nuevafamiliaridad con Jesús. Nosotros no sóloestamos llamados a anunciar sino tambiéna adaptar nuestro enfoque para atraer einstar a una generación entera para quedescubra una vez más el tesoro sencillo,genuino y tangible de la amistad con Jesús.

El primer movimiento de cualquier evan-gelización no se origina en un programasino en una Persona, Jesucristo, el Hijo deDios. La Iglesia sostiene que “Es el mismoSeñor Jesucristo que, presente en su Iglesia,precede la obra de los evangelizadores, laacompaña y sigue, haciendo fructificar eltrabajo: lo que acaeció al principio continúadurante todo el curso de la historia.”26

Nosotros nos apoyamos primero y siempreen Jesús. Sólo Él constituye la piedraangular. Al acercarnos a quienes se han

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vuelto fríos y distantes en cuanto a la fe,el toque de gracia es la sencillez de laenseñanza que motiva y habla al serhumano en lo más profundo. Nos dirigimosasí a nuestras hermanas y hermanos que ya han recibido el Bautismo pero que noparticipan en la vida de la Iglesia.

La manera de comunicarnos debe ser talque llegue a los corazones de modo que elEspíritu Santo pueda atraer otra vez anuestras hermanas y hermanos a la amistadcon Jesús; sólo Él “es la clave, el centro y elfin de toda la historia humana.”27 A nivelarquidiocesano estamos desarrollandonuestra capacidad de comunicación y llegada para poder sostener los esfuerzosde la Nueva Evangelización. Esto incluyeel establecimiento reciente de la Oficina deEvangelización e Información para quetrabaje conjuntamente con la Oficina deComunicaciones y con Carroll Publishing.Cada una de estas entidades cuenta con unárea específica de competencia pero las trescolaborarán para garantizar la más extensadifusión del mensaje por los medios quereflejen el estado actual de las comunica-ciones sociales. El desarrollo de un portalcibernético más atractivo que esté diseñadopara ayudar a los católicos a profundizar surelación con Cristo, y un nuevo sistema decorreo electrónico que permita a los miem-bros de las parroquias el estar informadossobre los eventos desde una perspectivacatólica, son sólo dos de los esfuerzos queestán en camino a través de la Oficina deEvangelización e Información. La meta esusar nuevos medios de comunicación parainvitar, atraer y enseñar.

Este esfuerzo incluirá el uso de “indi-cadores de vitalidad” a nivel parroquial, loscuales discutiremos después en esta carta.

A nivel individual esta acción tomará laforma de una profundización personal denuestra propia fe y también de un esfuerzopor llegar a otros: una conversación directasobre el catolicismo, invitar a otros a misa,dar testimonio rezando antes de la comidaen un restaurante, ofreciéndonos a rezarpor alguien que está en necesidad, teniendoalgún artículo devocional en nuestroescritorio o usando un crucifijo para queotros lo vean.

Este es nuestro mandato: ser testigos paraotros de modo que ellos despierten yredescubran la vital e infinita amistad deJesucristo. Hermanas y hermanos, nuestrodeseo y celo por esta tarea pueden ser,ambos, la invitación y el apoyo para aquellos que den sus primeros pasos deregreso a la comunidad de fe, tal como lavida cada vez más profunda de la semillabusca la luz.

La vida dentro de la semilla se transformae incorpora aún aquello que parecieraimpedirla. Al germinar la estructura interna de la semilla empieza a transformarcada obstáculo y lo utiliza para brotarhacia arriba. De este modo, la vitalidad de la semilla se desata, y se hace ver, y llega a ser una fuente de vida nueva para el mundo.

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La vida dentro de lasemilla se transformae incorpora aún aquello que parecieraimpedirla.

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En los Hechos de los Apóstoles,donde nosotros reconocemos elcomienzo de la Iglesia y la reunión

de las gentes de todas las naciones y detodas las tierras del mundo que llegarán aser uno en el Espíritu Santo leemos:

“Entre nosotros hay medos, partos y elamitas;otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia,en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia,en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene.Algunos somos visitantes, venidos de Roma,judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes.Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua".(Hch 2,9-11)

En mis palabras de bienvenida al PapaBenedicto, al comienzo de la misa en elParque de los Nacionales donde sereunieron casi 50,000 personas en abril de

2008, hice una referencia a que lo mismoestaba pasando en esta gran arquidiócesis.

“Esta Iglesia que representa toda América-al reunirse en adoración y buscar reflejar sullamado a ser un pueblo salvado en la espe-ranza-muestra un rostro que refleja al África,a América central y del sur, a India, Asia, yEuropa así como a nuestros nativos ameri-canos y a aquellos que trazan sus familias aquienes llegaron en olas sucesivas de inmi-gración comenzando con la llegada de losprimeros católicos a esta parte del mundoen el condado de Saint Mary, Maryland”.

En su homilía el Santo Padre siguióhablándonos de la necesidad de reconocer ala Iglesia como el instrumento del trabajode Cristo en el mundo actual mediando laacción del Espíritu para todos nosotros. Élnos invitó “a considerar el crecimiento de la

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C A P Í T U L O T R E S

La parte que nos corresponde,en cuanto a la Nueva

Evangelización, aquí, en casa

“ Confiemos en el poder del Espíritu de inspirar conversión, curar cada herida, superar toda

división y suscitar vida y libertades nuevas”.— Papa Benedicto XVI, Misa Papal en Washington, DC, 2008—

Nuestro esfuerzopor llegar a ellosrequire una dosis

de creatividad y deimaginación fiel.

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Iglesia en América como un capítulo en lahistoria más grande de la expansión de laIglesia después de la venida del EspírituSanto en Pentecostés. … La Iglesia está lla-mada en todo tiempo y lugar a crecer en launidad mediante una constante conversióna Cristo, cuya obra redentora es proclamadapor los sucesores de los Apóstoles y celebradaen los sacramentos. Por lo tanto, estaunidad comporta una “expansión continua”porque el Espíritu incita a los creyentes aproclamar 'las grandes obras de Dios' y ainvitar a todas las gentes a entrar en lacomunidad de los salvados mediante la sangre de Cristo y que han recibido la vidanueva en su Espíritu.”

¿Cómo pasa todo esto? ¿Cómo es queCristo sigue llegando a nosotros en, y através de, su Iglesia y tocándonos con lossacramentos? Es precisamente al derramarel Espíritu sobre los Apóstoles y, a través deellos sobre la Iglesia que continua hacién-dose presente en nuestras vidas esta acciónprodigiosa de Dios. El Santo Padre conti-nuó recordándonos esto en aquella homilía.

“Mediante el poder invencible de la graciade Cristo, confiado a frágiles ministroshumanos, la Iglesia renace continuamente yse nos da a cada uno de nosotros la espe-ranza de un nuevo comienzo. Confiemos enel poder del Espíritu de inspirar conversión,curar cada herida, superar toda división ysuscitar vida y libertades nuevas”.

El esfuerzo que llevamos a cabo en nuestraarquidiócesis para compartir la buena noti-cia e invitar a otros a experimentar el gozode una nueva vida en Cristo no constituye,ciertamente, un nuevo programa entre otrosmuchos. Espero que todos nosotros veamosla Nueva Evangelización como lentes através de los cuales miramos todo lo que yaestamos haciendo pero ahora a la luz de loque hemos entendido sobre la importanciade que cada uno de nosotros cuente la his-toria, comparta el gozo y sea levadura allídonde la fe se haya secado y sal allí donde lafe haya perdido el sabor.

La Nueva Evangelización puede ser esamanera de mirar las cosas que nos impulse a descubrir recursos frescos, a abrir rutasoriginales y a reunir nuevas fuerzas para

promover la Buena Nueva del Señor. Nopodemos simplemente invitar y quedarnosnosotros distantes sino entrar en unabúsqueda activa y cuidadosa de aquellashermanas y hermanos que se han alejado dela práctica de su fe.

Nuestro esfuerzo por llegar a ellos requiereuna dosis de creatividad y de imaginaciónfiel, pero esto no quiere decir que necesite-mos crear de nuevo nuestra estructura.Debemos recobrar lo que es propiamentenuestro. La Iglesia, en su rica tradición,posee todos los recursos necesarios. Porejemplo, la Nueva Evangelización se nutredel modelo del Rito de Iniciación Cristianade Adultos (RICA). Este rito antiguo, queestá colmado de elementos originados en laEra Patrística, es muy efectivo en cuanto aevangelizar a aquellos que buscan conocer a Jesús y ser miembros de la Iglesia. Loselementos que constituyen este rito —comunidades más pequeñas, discusión yescucha continuas, enseñanzas que motivany catequesis sistemática sobre los funda-mentos de la fe, testimonio que vasurgiendo poco a poco de lo muy básico ypersonal, pueden ser elementos que integre-mos en nuestro propio esfuerzo por llegar alos que se han apartado de la práctica de lafe, para así invitarlos a experimentar Palabray Sacramento que seguirán siendo siemprelos canales gemelos que hacen nutrir y crecer la semilla de la fe.

El campo es rico y las semillas muchas.Estamos rodeados de personas que se hanapartado de la práctica de la fe. Los conoce-mos en nuestros lugares de trabajo,haciendo fila para pagar en los mercados, enla parada del autobús o en el Metro.También los encontramos en el carro cer-cano al nuestro cuando esperamos a que losniños salgan de su práctica de deportes oterminen el ensayo de la banda de música, yen nuestras actividades cotidianas.

Nuestras rutinas y tareas regulares puedentransformarse en una búsqueda urgente.El Espíritu Santo que nos insta a empezarsin rodeos esta conversación con nuestro prójimo nos proveerá oportunidades,persuadiéndonos para extender lainvitación; para invitar al vecino a venir amisa, al estudio bíblico o a un pequeño

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grupo que se reúna para compartir la fe;para pedirle que piense si quisiera conversarsobre aquello que le haya alejado. Las heri-das se curan exponiéndose al aire y a la luz.El Espíritu Santo nos invita a hablar sobrenuestra fe católica, a tener esta conversaciónvaliente y, a veces, incómoda. Él quiere,incluso, que lleguemos a invitar a otrosdirigiéndonos a ellos por su nombre, conuna sonrisa y una bienvenida amistosa.

En lo profundo de nuestros esfuerzosarquidiocesanos por una NuevaEvangelización existe una actitud, una manera de ver la vida, unos lentes a travésde los cuales ver la realidad buscando lo queel Papa Benedicto nos dijo en su discursodel 28 de junio de 2010: “Encontrar mediosadecuados para volver a proponer laperenne verdad del Evangelio de Cristo.”

Como se nos recuerda en la exhortación deJuan Pablo II, Ecclesia in America, “Paraque la búsqueda de Cristo presente en suIglesia no se reduzca a algo meramenteabstracto, es necesario mostrar los lugares ymomentos concretos en los que, dentro dela Iglesia, es posible encontrarlo.”28

Un ejemplo de ese encuentro personal esnuestro esfuerzo pastoral arquidiocesanopor invitar a las personas a acercarse denuevo al Sacramento de la Penitencia. “LaLuz Está Encendida Para Ti” es el nombreque le hemos dado a esta iniciativa pastoralque se lleva a cabo durante la Cuaresma:Empezando el miércoles de la primera semana hasta el Miércoles Santo hay sacer-dotes disponibles en cada iglesia de laarquidiócesis, en un horario previamenteanunciado, para oír confesiones. La luzencendida en las iglesias de la arquidiócesises un símbolo de la bienvenida que se da atodos los que acuden a ellas y un faro deesperanza, reconciliación y absolución.29

Indicadores de Vitalidad

Uno de los signos de la fortaleza espiritualde nuestra Iglesia local es la vitalidad delas 140 parroquias y sus misiones así comola de los múltiples programas, agencias einstituciones dispersas a través del Distritode Columbia y los cinco condados de

Maryland que comprende nuestraarquidiócesis. Durante los últimos años he tenido el privilegio de hacer casi 400visitas a cada una de las parroquias paracelebrar las Misas Dominicales, la insta-lación de un párroco, el aniversario de laparroquia, iglesia o escuela y, durante lasemana, para el sacramento de laConfirmación, visitas a los decanatos opara otra celebración parroquial. Asíexperimento de primera mano la pujanzade la fe en toda nuestra región.

En algunas de las parroquias se lleva acabo una auto-evaluación que permite alpárroco y al liderazgo parroquial, junto alos fieles, planificar para el futuro mientrasque identifican y solucionan necesidadesmás inmediatas. Para asistir a las parro-quias en este tipo de autoevaluación, elSecretariado de Ministerio Pastoral yAsuntos Sociales de la arquidiócesis hadesarrollado una herramienta conocidacomo los Indicadores de Vitalidad. Esteinstrumento permite un discernimientoenraizado en la parroquia y basado en nor-mas objetivas, identificables y aplicables alas áreas de culto, educación, vida comuni-taria, servicio y administración.

No debe de sorprendernos que el primerindicador de vitalidad, el culto, se rela-cione con la liturgia, los sacramentos, losesfuerzos por la renovación, las devociones,la oración y otras oportunidades similaresque la parroquia provee. Inmediatamentenos damos cuenta de lo importante que esla liturgia. Nos reunimos, pues, no sólopara profesar nuestra fe y escuchar lasEscrituras sino para alabar al Padre comoel nuevo Cuerpo de Cristo que somos-miembros y Cabeza.

Un segundo indicador de vitalidad es laeducación. Mediante este indicador contemplamos todos los esfuerzos que sehacen para asegurar que la formación con-tinua en la fe y las enseñanzas de la IglesiaCatólica estén disponibles para los fieles decualquier edad. La educación católica entodas sus formas tiene como tarea principalla comunicación de la persona y del men-saje de Cristo a los adultos, los jóvenes ylos niños. Esta tarea se despliega a travésde un amplio espectro de esfuerzos, pero la

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meta es siempre la misma. En nuestrasescuelas tanto primarias como secundarias,en los programas de educación religiosa yde formación en la fe para adultos, en elRito de Iniciación Cristiana de Adultos, enlos programas de formación sacramental yen las múltiples formas que toma el minis-terio juvenil y la evangelización, seentretejen las fibras del encuentro conCristo y de su mensaje vivificante en ellienzo de nuestra experiencia humana.30

La vida comunitaria es otra medida de lavitalidad parroquial y se relaciona con losesfuerzos que se realizan para fomentar elsentido comunitario mediante la inclusiónactiva de todos los miembros de la parro-quia, el tratar de llegar hasta los católicosque se han alejado de la vida de la Iglesia y a aquellos en nuestra localidad que nopertenecen a ninguna iglesia y reconociendola diversidad de talentos y necesidades detodos los que componen la comunidadparroquial.

En su encíclica Deus caritas est, nuestroSanto Padre, el Papa Benedicto XVI,escribe: “La naturaleza íntima de la Iglesiase expresa en una triple tarea: anuncio dela Palabra de Dios, celebración de losSacramentos y servicio de la caridad.”31

Así que podemos identificar como otroindicador de vitalidad el servicio. Estadimensión de la vida parroquial incluye elservicio al pobre, al marginado, al anciano,

a familias que sufren y a otras personasnecesitadas, tanto dentro de la comunidadparroquial como fuera. Esta dimensión dela vida parroquial también incluye labúsqueda activa de la paz, la justicia y elabogar por cuantos lo necesitan.

Finalmente, llegamos al asunto de laadministración y aquellos aspectos de lavida de la Iglesia tales como el liderazgo,mayordomía, administración y el procesode toma de decisiones, así como también larelación de la parroquia con la Iglesia engeneral.

Es mi esperanza que, según se vayandesarrollando los esfuerzos encaminados ala Nueva Evangelización, cada parroquia,comunidad de fe y programa, ya seaarquidiocesano o local, vayan usando estosIndicadores de Vitalidad no sólo como unacuerda de medir nuestra efectividad colec-tiva sino también nuestro propiocrecimiento personal.

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Uno de los signos de la fortaleza espiritualde nuestra Iglesia locales la vitalidad de las140 parroquias...que comprende nuestraarquidiócesis.

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Ministerio PersonalEl ministerio pastoral de los sacerdotes ydiáconos y el ministerio de la enseñanza queejercen los catequistas cubren un área exten-sa. Muchos de los alejados vienen a las clasesde preparación para el bautismo o el matri-monio, sacan citas para el bautismo de sushijos, asisten a reuniones de preparaciónpara el regreso de sus hijos a la escuela oasisten a retiros de confirmación con sushijos. Puede ser también que asistan a misaen Navidad o en Pascua o por el aniversariosdel fallecimiento de un ser querido; losvemos en nuestras rondas pastorales cuandohacemos visitas a los hospitales.

Estas son ocasiones para invitar, no pararegañar. Por el poder del Espíritu Santo

estos son momentos de renovación y con-tienen para nosotros el mandato de seguirinvitando y recibiendo con alegría de unamanera personal y cariñosa, el regreso dealguien a quien hemos extrañado por muchotiempo para que ellos puedan así comprom-eterse de nuevo con el Señor.

De este modo nos convertimos en “uninstrumento de su presencia y acción en elmundo.”32 En esto vivimos las palabras deLumen Gentium “Sin embargo, fue voluntadde Dios el santificar y salvar a los hombres,no aisladamente, sin conexión alguna deunos con otros, sino constituyendo unpueblo, que le confesara en verdad y lesirviera santamente.”33

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Como ya hemos señalado la NuevaEvangelización es más bien unavisión de la vida y no un progra-

ma. Es cierto que este esfuerzo contieneaspectos de tipo programático para darsabor a lo que se había deteriorado y nuevaenergía a lo que se había detenido, peromucho de lo que supone este proceso es,esencialmente, aquel volvernos una y otravez al Señor que está en el corazón mismode la conversión cristiana.

Para toda acción nuestro punto de partiday nuestra meta es Jesucristo. Jesús llama aesta generación a seguirle en discipulado yverdadera amistad. Nuestra respuesta a sullamada nunca puede ser un reconocimien-to meramente privado o parcial. Comoexplica el Catecismo de la Iglesia Católica,“De este conocimiento amoroso de Cristoes de donde brota el deseo de anunciarlo,de 'evangelizar', y de llevar a otros al 'sí' dela fe en Jesucristo.”34 El plan de Dios

siempre trasciende los proyectos humanos.Por esta razón la Nueva Evangelización no es un proyecto pasajero, un lema fugaz,o un tema efímero. No es un programa transitorio sino un misterio permanente.

Esta iniciativa pastoral dedicada a laNueva Evangelización es el umbral de larenovación y la solidificación de nuestropropio compromiso, como Iglesia local,ante el mandato de Jesús. A la vez queaceptamos su promesa de vida en abun-dancia también descansamos en ella paraencontrar fortaleza para cada situación enla que estamos llamados a actuar en direc-ciones nuevas y por las que nunca hemostransitado.

Nuestro compromiso personal no se basasólo en nuestra resolución individual. LaPrimera Carta de San Pedro nos recuerda:“Ustedes han nacido de nuevo, no de semilla corruptible, sino de la palabra

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C A P Í T U L O C U AT R O

Nuestra participación:agentes de la Nueva Evangelización

“Jesús les propuso otra parábola:‘Aquí tienen una figura del Reino de los Cielos.

Un hombre sembró buena semilla en su campo’”.— (Mt 13,24)—

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incorruptible del Dios que vive y permanece.” (1 Pe 1,23).

En este tiempo tan propicio, al quererredescubrir las verdades abrumadorasexpresadas en el Credo, el Espíritu Santoaviva nuestro compromiso. El EspírituSanto nos fortalece cuando nosotros nosentregamos a la vida de gracia y virtudprometida en los Sacramentos. El Espíritusostiene nuestra confianza cuando nosotrosqueremos abrir los lugares más recónditosde nuestro corazón para que sus dones nosfortalezcan en la vivencia de la fe. Esta esnuestra oración profunda y genuina.

Nuestra vida de oración, para cada uno denosotros personalmente, se convierte en lafuente de agua viva de la cual bebemos alemprender nuestro camino con el Señorpara sembrar las semillas de su mensajeevangélico.

La llamada al discipulado supone darle labienvenida a Jesús en nuestra vida diaria.Esto lo podemos hacer mediante unaoración al comienzo y al final de nuestrodía, acercándonos a la Escritura, escuchan-do la palabra de Dios y reflexionando encómo hacerla parte de nuestra vida.Podemos acercarnos a Jesús asistiendo fiel-mente a la misa y recibiendo al Señor en laEucaristía, aceptando su amor y misericor-dia en el sacramento de la Penitencia.

Pero a la vez debemos experimentar unarenovación comunitaria, una revitalizaciónde toda la Iglesia diocesana según cadaparroquia y cada comunidad de fe, cadaprograma y cada esfuerzo pastoral, buscaescudriñar su misión y evaluar su vitalidad.Esto nos da también una oportunidad derenovar nuestra comprensión de nuestraparticipación en el Cuerpo de Cristo.Porque es la comunión del Espíritu Santola que nos une unos a los otros y nos con-vierte en algo mucho mayor de lo que cadauno de nosotros individualmente es capazde llegar a ser.

Hoy, en esta arquidiócesis, los discípuloscaminan con Jesús por las calles de la ciu-dad, el campo y los suburbios trayendo elamor y la esperanza de Cristo a sus hoga-res, escuelas, a sus sitios de trabajo y almundo.

El compromiso personal de cada uno en laarquidiócesis es transformado por la graciay la ayuda de Dios, en una preocupaciónpastoral que nos anima a salir de nosotrosmismos: “El que anuncia el Evangelio par-ticipa de la caridad de Cristo…”35 Lo queempieza como un compromiso personal setransforma inmediatamente en uno comu-nitario para salvaguardar y propagar laBuena Nueva de la amistad con Jesús; estecompromiso comunitario nos hace uno, demodo que nosotros, como fieles de estaIglesia local podamos ser levadura para lasociedad.36 El Papa Benedicto XVI haceénfasis en que “La presencia de Jesucristo yla efusión del Espíritu Santo son aconte-cimientos que pueden confrontarse siemprecon cada realidad cultural, para fermentarlaevangélicamente. Por consiguiente, estocomporta el compromiso de promover con convicción la evangelización de lasculturas, con la conciencia de que el mismoCristo es la verdad de todo hombre y detoda la historia humana.”37

La levadura del Evangelio surge del sacri-ficio de Jesús en la Cruz. Fortalecidos porla Eucaristía, cada sacrificio que realizamoses parte directa de la Cruz de Jesús. El sacrificio es el camino hacia la renovación.El Santo Padre señala que es la Eucaristíala que trae novedad a la vida humana.38 LaEucaristía fortalece nuestra unidad y unenuestro compromiso personal con el denuestras hermanas y hermanos a lo largo yancho de la Iglesia. De la Eucaristíaobtenemos fortaleza y disposición paraacercarnos a los católicos inactivos conperseverancia amistosa. Una vez que llegamos a conocer a Cristo tenemos laresponsabilidad de fomentar, promover ycontribuir a la “renovación de la cultura.”39

La Nueva Evangelización debe desbor-darse y llegar a la sociedad en que vivimos.Al dirigirse a los obispos de los EstadosUnidos en 2008, el Papa Benedicto XVInos recordó que vivimos en una tierrafuerte en la fe donde se practica y protegela libertad religiosa.

“América es también una tierra de gran fe.Sus gentes se distinguen por su fervor reli-gioso y se enorgullecen de pertenecer a unacomunidad de fe. Tienen confianza en

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Dios y no dudan en llevar argumentosmorales arraigados en la fe bíblica al discurso público. El respeto por la libertadde religión está profundamente arraigadoen la conciencia estadounidense — unhecho que ha contribuido al atractivo queeste país ha ejercido sobre generaciones de inmigrantes que buscan un hogar dondepuedan expresar su fe libremente de acuerdoa sus creencias”.

Él nos dice que nuestro conocimiento denuestra fe es importante para que ver-daderamente podamos ser “levadura” en lasociedad. “Más importante aún es la aper-tura gradual de las mentes y los corazonesde la comunidad más amplia a la verdadmoral. Aquí mucho queda por hacer. Enese sentido es crucial el papel de los fieleslaicos para actuar como “levadura” en lasociedad. Sin embargo, no se puede asumirque todos los ciudadanos católicos piensanen armonía con la enseñanza de la Iglesiaen las cuestiones éticas clave de hoy.Una vez más, les corresponde a ustedesasegurarse de que la formación moral provista en cada nivel de la vida eclesialrefleje la enseñanza auténtica delEvangelio de la Vida.”

La cultura es el campo de la NuevaEvangelización. La cultura nos dirige al ethos diario, las múltiples redes deentendimiento y significado que producenlas comunicaciones diarias entre la persona, la comunidad y la sociedad. Lacultura forma ese lazo vital que relaciona ala persona con la comunidad y a la comu-nidad con la sociedad. La cultura de hoy,este campo tan amplio, ha presentado condemasiada frecuencia una escena consuperficies duras, terrenos secos y espinasdolorosas que retardan y restringen el significado pleno de la persona humana.La preocupación, la alineación y el vacíoafectan negativamente nuestro crecimientoy fácilmente nos quitan nuestras energíasnaturales. Se ha enseñado a la generaciónpresente a esperar y aún a reclamar resulta-dos automáticos; que podemos obtener loque queramos con sólo apretar un botón.Pero sabemos que la vida no es así.

El crecimiento de la semilla toma tiempo.La opción intencional y la acción delibera-

da de llegar diligente y consistentemente alos católicos inactivos, a nivel personal,plantará nuevas semillas en nuestra vidaparroquial. El compromiso firme y delargo alcance de parroquias sólidas seguiráenriqueciendo a la arquidiócesis con susdones y concentrará nuevas fuerzas entodos los niveles.

Juntos, nuestro compromiso personal,parroquial, y arquidiocesano extenderán la inmensa fecundidad pastoral delEvangelio. Juntos, como fieles ciudadanos,somos suficientemente fuertes para ajustarel clima cultural de nuestra sociedad paraque la temperatura sea apropiada para el florecimiento de la nueva primavera dela cual el Papa Juan Pablo II nos habló.40

La transformación de la cultura es el terreno rico y blando en el cual la semillacrece para servir al bien común de lahumanidad y a la estabilidad de la sociedad civil.

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El crecimiento de la semilla toma tiempo.

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La NuevaEvangelización está

enraizada en la llamada de Jesús,

en continuidad con nuestra herencia

y legado como Iglesia local.

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C O N C L U S I Ó N

El Sembrador nos confía sus semillas. Él ya conoce nuestras dificul-tades y tensiones, nuestros desasosiegos, nuestras faltas y nuestranaturaleza humana. Aun así Él nos llama y pone en nuestras manos

la semilla, nos confía su cuidado. La semilla es el inicio de la fecundidad.

Plantar la semilla puede significar que aprendamos nuevos estilos decomunicación, que abramos nuestroscorazones a una comunidad cultural-mente más diversa; la semilla puedesignificar que estudiemos más a fondolos misterios de la fe, que nos acerque-mos a otros con más confianza y queinvitemos un vecino a misa, que quite-mos de nuestro corazón algún rencorque hemos guardado por mucho tiempo o que nos enfoquemos en otramanera de influenciar a un hijo o hija,padre o madre, esposo o esposa queesté alejado de la práctica de la fe. Cualquier momento se convierte en unaoportunidad para poner a otra persona en contacto con la primavera abun-dante que promete Dios; en esto somos protagonistas de la esperanza.

La Nueva Evangelización está enraizada en la llamada de Jesús, en continuidad con nuestra herencia y legado como Iglesia local. Los fieles eintrépidos discípulos del Señor que se embarcaron en el Arca y la Palomapara establecer la colonia de Maryland en 1634 traían consigo las semillasdel Evangelio. Al celebrar la primera misa en la Isla de San Clemente, lassemillas recién plantadas se nutrieron en el Nuevo Mundo. Esta primeraevangelización dio buen fruto.

El verano pasado tuve la alegría y el privilegio de celebrar el TercerCentenario de la parroquia San Luis Gonzaga en Leonardtown. Esta parroquia del sur de Maryland es parte de una previa siembra de fe en elcondado de St. Mary en Newport. Antes aún había habido otros cultivos quese reflejan ahora en Santa Cecilia en la ciudad de St. Mary, cuyas raícespueden trazarse hasta la primera parroquia establecida en Maryland en1634 bajo el nombre de San Ignacio. A nosotros se nos pide hoy ser tancelosos como nuestros antepasados en la fe al plantar, regar y cultivar esassemillas para una nueva cosecha.

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Que las oraciones de la Santísima Virgen María, por su inspiración y conse-jo, despejen nuestros corazones de ansiedad, distracciones y obstáculos paraque podamos responder en humilde fidelidad hasta en el más mínimo detalle.

Que las semillas de la Nueva Evangelización, por el soplo del Espíritu Santo,se mezclen con los aires y ritmos de nuestro mundo. Que la semilla ya dis-persa halle su sitio y un surco en nuestro esfuerzo perseverante por llegar aotros para que alimentados por la gracia de Dios, la semilla se desarrolle y sufruto madure. Entonces, poco a poco, paso a paso, fe, esperanza y amorirrumpirán a través de la superficie de nuestras vidas. Que podamos vislum-brar un movimiento nuevo cuando en nuestra vida interior la semilladespierte en nuestros corazones, y en nuestros actos, la prudencia, la justicia,la fortaleza la templanza. ¡El fruto del Reino se abre entre nosotros!

Así como Dios estaba con aquellos que, por primera vez, aceptaron el reto“Ustedes serán mis testigos” (Hch 1,8), así Dios está con nosotros cuandoaceptamos el mandato de ser testigos hoy en todo cuanto hacemos y deci-mos. Renovamos nuestro compromiso en la expectativa segura de que lagracia de Dios trabajando a través de cada uno de nosotros traiga la reno-vación de la fe y el renacer de la vida en el Espíritu. De este modo, una vez más, al proclamar nuestra fe, celebrar los sacramentos y las obras de lacaridad podremos dar testimonio de vida, la energía y el bienestar de laIglesia en la Arquidiócesis de Washington.

Fielmente en Cristo,

Arzobispo de Washington

23 de agosto de 2010Santa Rosa de Lima“La primera flor de santidad en el Nuevo Mundo”.41

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Créditos fotográficos: Archdiocese of Washington/Carroll Publishing: Paul Fetters, Michael Hoyt, Leslie Kosoff-Nordby and Rafael Crisóstomo.

1 Papa Benedicto XVI, Homilía, Primeras Vísperas de la solemnidad de san Pedro y san Pablo, en la Basílica de SanPablo Extramuros. Roma (28 de junio, 2010).

2 Lc 10,2; Mt 9,37; Jn 4,35.3 Mc 4,3-9; 14-20; 26-29; 30-32; Mt 13, 1-9; 18-23; 31-32; Lc 8,4-

8; 11-15; 13,18-19; Jn 12,24, 1 Cor 15,36; San 5,7; see LG, 5.4 Mc 13,10; Lc 24,47.5 Mc 16,15; Mt 28,19-20.6 LG, 17.7 LG, 20.8 LG, 17.9 LG, 35.10 Papa Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 13.11 Papa Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 2.12 Papa Juan Pablo II, Redemptoris missio, 2.13 Papa Juan Pablo II, Discurso ante la Asamblea del CELAM, 9

de marzo, 1983; Redemptoris missio 3, 30; Tertio millennioadveniente, 21; Ecclesia in America, 6.

14 Papa Benedicto XVI, Caritas in veritate, 12.15 Papa Benecdicto XVI, Deus caritas est, 19.16 La Liturgia de Pascua, Servicio de la Luz, Vigilia Pascual.17 Papa Juan Pablo II, Redemptoris missio, 34. Ver también

Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota DoctrinalAcerca de Algunos Aspectos de la Evangelización (3 de diciembre, 2007) 12.

18 Ver Papa Benedicto XVI, Caritas in veritate, 22,34, 51, 61 y 68;Papa Juan Pablo Paul II, Evangelium vitae, 23, Ecclesia inAmerica, 44, 63.

19 Ver Papa Benedicto XVI, Caritas in veritate, 42; Papa JuanPablo II, Evangelium vitae, 23.

20 Papa Benedicto XVI, Caritas in veritate, 70; Papa Juan PabloII, Evangelium vitae, 19, 20, 64.

21 Ver Papa Benedicto XVI, Caritas in veritate, 56; Papa Juan PabloII, Evangelium vitae, 11, 21; Ecclesia in America, 6, 16, 67.

22 Papa Juan Pablo II, Tertio millennio adveniente, 52;Evangelium vitae, 11. Ver Papa Benedicto XVI, Caritas in veritate, 32.

23 Papa Juan Pablo II, Christifideles Laici 4, 34; ver también,Ecclesia in America, 6.

24 Papa Benedicto XVI, Homilía, Primeras Vísperas, Solemnidadde los Santos Apóstoles san Pedro y san Pablo, San PabloExtramuros, Roma (28 de junio, 2010).

25 Papa Benedicto XVI, Homilía, Primeras Vísperas, Solemnidadde los Santos Apóstoles san Pedro y san Pablo, San PabloExtramuros, Roma (28 de junio, 2010).

26 Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota DoctrinalAcerca de Algunos Aspectos de la Evangelización (3 de diciembre, 2007) 1.

27 Gaudium et spes, 10.28 Papa Juan Pablo II, Ecclesia in America, 12.29 cf. Mons. Donald W. Wuerl, La Misericordia de Dios y el

Sacramento de la Penitencia , p. 17, (Carta Pastoral, 2007).30 cf. Mons. Donald W. Wuerl, Educación Católica: Mirando

hacia el Futuro con Confianza, p. 5 (Carta Pastoral, 2008).31 Papa Benedicto XVI, Deus caritas est, 25.32 Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota Doctrinal

Acerca de Algunos Aspectos de la Evangelización (3 de diciembre, 2007) 1.

33 LG, 9.34 CIC, no. 429.35 Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota Doctrinal

Acerca de Algunos Aspectos de la Evangelización (3 de diciembre, 2007) 11.

36 Lumen Gentium 31; Papa Juan Pablo II, Christifideles laici, 15.37 Papa Benedicto XVI, Sacramentum caritatis, 78, ver también, 67.38 Papa Benedicto XVI, Sacramentum caritatis, 71-73.39 Papa Juan Pablo II, Ad Limina Discurso ante los Obispos de

Baltimore, Washington, Atlanta y Miami (17 de marzo, 1998).40 Papa Juan Pablo II, Redemptoris missio, 86.41 Papa Juan Pablo II, Ecclesia in America, 15.

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