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Actas XIV Congreso AIH (Vol. I). Andrea MENEGTTO; S. M. MENÉNDEZ. El discurso gramatical: ... - Introducción El discurso gramatical: el uso de los nombres de los tiempos verbales en las gramáticas del español Andrea Menegotto Salvia Martín Menéndez UNIVERSIDAD NACIONAL DE MAR DEL PLATA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES EN ESTE TRABAJO NOS proponemos analizar la nomenclatura utilizada para nombrar los modos y los tiempos del paradigma verbal del español en un conjunto representativo de gramáticas de esta lengua para demostrar que, a partir de los nombres utilizados, se puede intentar una reconstrucción de los supuestos que los fundamentan. Estos supuestos nos permitirán demostrar que los cambios terminológicos se llevan a cabo por diferentes razones que suponen criterios diferentes. Estas pueden agruparse de la siguiente manera: l. la perspectiva semántica general adoptada (más allá del objeto de estudio que las gramáticas explícita o implícitamente reconozcan) considera una lengua española pretendidamente general desconociendo las variedades dialectales; 2. las nociones de aspecto español se confunde con la del aspecto latino provocando una imprecisión en los alcances terminológicos que se manifiestan en la dupla perfecto/compuesto; 3. la consideración de otros tiempos posibles (formas con estar y gerundio, por ejemplo) o la presencia de otros tiempos compuestos con auxiliar distinto de haber son inexistentes. La perspectiva de análisis adoptada se enmarca dentro del Análisis Pragmático del Discurso y, con algunas reservas y precisiones, dentro del Análisis Crítico del Discurso (ACD) 1 1 Salvio Martín Menéndez, «Análisis pragmático del discurso», en Salvio Martín Menéndez (ed.) Análisis pragmático del discurso: perspectivas, métodos, alcances. Buenos Aires: SIM, 1995, págs. 1-15 277 -11- Centro Virtual Cervantes

El discurso gramatical: el uso de los nombres de los ... · 4 Norman Fairclough, Discourse and Social Change, London: Polity Press, 1993; Salvio Martín Menéndez, Pragmática discursiva

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Actas XIV Congreso AIH (Vol. I). Andrea MENEGTTO; S. M. MENÉNDEZ. El discurso gramatical: ...-

Introducción

El discurso gramatical: el uso de los nombres de los tiempos

verbales en las gramáticas del español Andrea Menegotto

Salvia Martín Menéndez UNIVERSIDAD NACIONAL DE MAR DEL PLATA

UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

EN ESTE TRABAJO NOS proponemos analizar la nomenclatura utilizada para nombrar los modos y los tiempos del paradigma verbal del español en un conjunto representativo de gramáticas de esta lengua para demostrar que, a partir de los nombres utilizados, se puede intentar una reconstrucción de los supuestos que los fundamentan.

Estos supuestos nos permitirán demostrar que los cambios terminológicos se llevan a cabo por diferentes razones que suponen criterios diferentes. Estas pueden agruparse de la siguiente manera:

l. la perspectiva semántica general adoptada (más allá del objeto de estudio que las gramáticas explícita o implícitamente reconozcan) considera una lengua española pretendidamente general desconociendo las variedades dialectales;

2. las nociones de aspecto español se confunde con la del aspecto latino provocando una imprecisión en los alcances terminológicos que se manifiestan en la dupla perfecto/compuesto;

3. la consideración de otros tiempos posibles (formas con estar y gerundio, por ejemplo) o la presencia de otros tiempos compuestos con auxiliar distinto de haber son inexistentes.

La perspectiva de análisis adoptada se enmarca dentro del Análisis Pragmático del Discurso y, con algunas reservas y precisiones, dentro del Análisis Crítico del Discurso (ACD) 1

1 Salvio Martín Menéndez, «Análisis pragmático del discurso», en Sal vio Martín Menéndez (ed.) Análisis pragmático del discurso: perspectivas, métodos, alcances. Buenos Aires: SIM, 1995, págs. 1-15

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Análisis pragmático del discurso: objeto, metodología, corpus. Inscripto dentro de una perspectiva pragmática2

, este enfoque se ubica dentro del Análisis del Discurso como disciplina de base lingüística3

• Esto no implica que sus alcances puedan también participar, en términos amplios, de los principios generales del Análisis Crítico del Discurso4

• Pero se deja en claro, desde el comienzo, que la base lingüístico-discursiva es central para la clase de análisis que se propone.

El Análisis Pragmático del Discurso es básicamente un enfoque en el que analista reconstruye las estrategias discursivas5 que uno o varios sujetos, en una serie discursiva que permite constituirlos como tales, despliegan en función de determinados fines. El relevo estratégico permite justificar la interpretación que se lleva a cabo siempre dentro del marco de una serie discursiva particular.

La serie discursiva: Gramáticas del español (1847-1999) La serie discursiva seleccionada está compuesta por un conjunto representativo de

gramáticas del español. De ellas, hemos seleccionado para el presente análisis las siguientes: Gramática de la lengua castellana (1847) de Andrés Bello6

, Esboza de una Nueva Gramática de la Lengua Española (1973) de la RAE7

, Gramática de la lengua española (1994) de Emilio Alarcos Llorach8 y Gramática descriptiva de la lengua española (1999) editada por Ignacio Bosque y Violeta Demonte9

• Esta serie tiene una particularidad evidente: reconoce en la Gramática de Bello lo que denominamos, un discurso emergente, es decir, un discurso al que todos los otros discursos de la serie refieren de manera explícita o implícita.

2 J eff V erschueren, The pragmatic perspective, en J. Verschueren, J, Óstman y J .Blommaert (eds.) Handbook of pragmatics. Manual. Amsterdam: Benjamins, 1995, págs. 1-21.

3 Gillian Brown y George Yule. Discourse Analysis. Cambrige: CUP, 1983 ; Beatriz Lavandera, Curso de lingüística Análisis del discurso. Buenos Aires, C.E.A.L, 1986.

4 Norman Fairclough, Discourse and Social Change, London: Polity Press, 1993; Salvio Martín Menéndez, Pragmática discursiva y análisis crítico del discurso. Actas del I Congreso Latinoamericano de Análisis Crítico del Discurso. Buenos Aires: SAL/ CIAFIC, 1997, (en prensa)

5 Salvio Martín Menéndez, «Estrategias discursivas: principio metodológico para el análisis pragmático del discurso», en Lengua, discurso, texto (!Simposio Internacional de Análisis del Discurso), Madrid, Visor, págs. 924-946.

6 Andrés Bello, Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos. Edición crítica de Ramón Trujillo. Tenerife, Instituto Universitario de Lingüística «Andres Bello», Aula de Cultura de Tenerife, 1981. De aquí en más se cita primero por número de parágrafo y luego de página a esta edición.

7 Real Academia Española, Esbozo de una Nueva Gramática de la Lengua Española, Madrid, Espasa-Calpe, 1973. De aquí en más se cita primero por número de parágrafo y luego de página a esta edición

8 Emilio Alarcos Llorach, Gramática de la lengua española, Madrid, Espasa-Calpe, 1994. De aquí en más se cita primero por número de parágrafo y luego de página a esta edición

9 Ignacio Bosque y Violeta Demonte (directores), Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid, Espasa-Calpe, 1999. De aquí en más se cita primero por número de parágrafo y luego de página a esta edición

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Análisis Se analizará en la serie mencionada la estrategia discursiva que denominamos

«Utilización de los nombres de los tiempos verbales» y los recursos que permiten su descripción, explicación e interpretación. Nos centraremos, fundamentalmente, en los supuestos 10 que se manejan para poder establecer los criterios utilizados y su fundamentación.

Bello Parte de una tripartición modal y temporal precisa. El criterio utilizado es simple;

como él claramente reconoce «La nomenclatura de la que me sirvo tiene dos ventajas. En primer lugar, las palabras de que se compone el tiempo del verbo indican el nombre que debe dársele ( ... )Y en segundo lugar, cada denominación así formada es una breve fórmula que( ... ) determina con toda exactitud el significado de la forma compuesta» (# 637, pág. 403) Reconoce tres modos: el indicativo, el subjuntivo y el imperativo; y tres tiempos: el presente, el pretérito y el futuro.

El criterio que Bello utiliza para la organización temporal es un criterio básicamente formal. Hay tres tiempos básicos: el presente, el pretérito y el futuro; cada uno de ellos reconoce una forma simple y una forma compuesta que indica anterioridad con respecto de la simple. Por ejemplo, el tiempo presente tiene una forma compuesta, el ante-presente que es su correlato formal y temporal.

La zona temporal problemática es, sin duda, la del pasado. Utilizando el mismo criterio, Bello opta por partir de un pretérito y establecer en relación con él un copretérito que acentúa la simultaneidad temporal y un pospretérito una acción que sigue dentro del eje temporal pasado al pasado, una probabilidad.

Es importante notar que no se reconoce un modo independiente para dar cuenta de la probabilidad y se lo ubica dentro del modo indicativo, es decir, el modo (citar Bello). El pospretérito como su forma compuesta, el antepospretérito, están dentro de una posibilidad de concreción que le da su inscripción en el Indicativo.

La estrategia de Bello es seguir un criterio simple que se pone en evidencia al utilizar un conjunto de prefijos que le sirven como recursos para establecer este criterio temporal en términos formales. Los ejes que le sirven para determinar las coordenadas temporales del español (más allá de la inscripción modal o aspectual) se basan en la combinación de tres formas simples: presente, pasado, futuro con sus posibles combinaciones en términos de anterioridad, simultaneidad y posterioridad con respecto de la forma simple.

10 Dan Sperber y Deirdre Wilson, Relevance. Communication and Cognition, Harvard, Harvard University Press, 1986

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Tiempos simples (indicativo)

Tiempos básicos Presente: CANTO Pretérito: CANTÉ Futuro: CANTARÉ

Simultaneidad Copretérito: CANTABA

Posterioridad Pospretérito: CANTARÍA

Tiempos compuestos (indicativo)

Tiempos básicos Ante-presente: HE CANTADO

Ante-futuro: HABRÉ CANTADO

Ante-pretérito: HUBE CANTADO

Simultaneidad Ante-copretérito: HABÍA CANTADO

Posterioridad Antepospretérito: HABRÍA CANTADO

Esbozo En el apartado 2.11. De la conjugación regular el Esboza expone sus argumentos

para justificar la terminología que adopta. En relación concreta con nuestro tema se afirma:

Como hemos hecho hasta aquí-siempre que no ha sido necesario manejar conceptos lingüísticos nuevos-cuidamos ahora de no modificar las denominacio-nes de tiempos y modos verbales, respetando así una tradición que ha llegado a imponerse en todos los grados de la Enseñanza oficial española. Nos limitamos a suprimir la calificación «indefinido» que acompañaba hasta ahora al término pretérito, término genérico que conviene por igual a todas las formas del pasado, adoptamos la de pretérito perfecto simple y llamamos pretérito perfecto compuesto al que en ediciones anteriores se denominaba solo pretérito perfecto. Por otra parte, atendiendo al hecho de que la terminología de Bello para los tiempos verbales se halla vigente en algunos países americanos hemos considerado conveniente hacerla figurar en los cuadros de la flexión, agregándola entre paréntesis a nuestras denominaciones.(# 2.11.1, pág. 260)

El criterio dominante para la RAE es la tradición que se sustenta en la enseñanza de la lengua. Una vez impuesta parece mejor conservarla salvo cuando haya alguna necesidad de cambiarla. Tal es el caso del pretérito indefinido por pretérito peifecto simple. Es interesante, a partir de este ejemplo, señalar la superposición de criterios que ha dominada la tradición académica y, sin duda y por su influencia, la escolar. En la denominación. Sin duda, la denominación «indefinido» obedece a un criterio que no logra describir el alcance del tiempo. Pero qué sucede con su reemplazo. A diferencia de Bello, la RAE superpone criterios, es decir, su definición es de base formal-aspectual. Esto implica que en el nombre está no sólo marcado el tiempo (pretérito) sino su característica formal dominante (simple) y su marca aspectual (perfecto).

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Varios son los problemas que tal denominación conlleva. El primero, la no homogeneidad de la denominación. El segundo, la consideración del carácter aspectual en términos de la oposición «perfectivo/imperfectivo» heredado, sin duda, de la tradición latina. Es decir, el criterio no es sostenido en toda la denominación. Tomar como criterio el aspecto conllevaría un tratamiento que debería sin duda ampliar las formas denominadas compuestas y no restringirlas solamente a las de «ha-ber+participio».

Veamos que la propia RAE es consciente de la limitaciones que la terminología (y sus eventuales cambios imponen). Afirma:

En Lingüística, como en la mayor parte de la disciplinas científicas, la terminología es convencional ( .... ) No cabe, pues, ser muy exigente en la elección de los términos gramaticales y toda discusión acerca de su propiedad o impropiedad resulta ser en último término una discusión bizantina. No queda más que la comodidad de emplearlos para distinguir una forma de otra.(# 2.11.1, pág. 261)

Llaman sin duda atención los supuestos que en este discurso se hacen evidente. El primero es la consideración de la Lingüística como una totalidad y no como una sumatoria de teorías lingüísticas particulares que recortan objetos específicos que, en última instancia, reconocerían como elemento común un punto de partida evidente: el lenguaje. De hecho, el criterio de la RAE en el Esbozo, es el estructural; su índice es una clara representación al respecto. Por otro lado, que la terminología sea convencional no significa que no deba ser precisa y llama sin duda la atención la afirmación acerca de la no exigencia en la elección de los términos ya que, en el apartado anterior, se han encargado de modificarlos. Que los términos distinguen, es obvio, el problema es los criterios que permiten fijar esa distinción. Propiedad que no parece ser demasiado importante en principio. Sin duda, el criterio tradicional que la Academia exhibe se une al de autoridad ya que, en su caso particular, tradición puede ser homologado a criterio de autoridad. Y si bien el criterio es convencional, como toda la lengua por otra parte más allá de su uso terminológico, en última instancia se apoya en la autoridad que da la tradición que permite legitimar sus dictámenes. Es interesante ver cómo este criterio de legitimación es coherente con la concepción unitaria de teoría lingüística (la Lingüística, con mayúscula) y su característica dominante (científica). Hay una teoría, es decir, una ciencia que es la que, en última instancia, impone la tradición histórica y debe continuarse porque la terminología es, en definitiva, accesoria y no central.

Ala reos Alarcos opta por una interpretación psicológica. Afirma:

Nuestra interpretación psicológica del transcurso temporal discierne tres zonas: el período más o menos amplio en que experimentamos y comunicamos nuestra vivencia (que llamamos presente), el período precedente que abarca todos nuestros recuerdos (que llamamos pretérito o pasado) y el período todavía no realizado ni vivido de lo que imaginamos, proyectamos (que llamamos futuro o porvenir) ( ... ) Reflejando esta concepción del tiempo externo, se han fijado en la terminología tres etiquetas para las

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formas verbales que señalarían la situación de los hechos comunicados en la secuencia temporal: el presente, el pretérito y el futuro.(# 219, pág. 156)

Crítica la terminología anterior y reivindica la utilizada por Bello y aclara que la relación morfema de tiempo y diferencia temporal no es estricta en relación con el acto de habla. Ejemplifica: «( ... ) puede usarse el presente para denotar hechos que en la realidad temporal están situados en zonas anteriores o posteriores al» ahora «O punto cronológico en el que se manifiesta el yo que habla» (#220, pág.156)

Por esto prefiere dejar de lado el término tiempo y reemplazarlo por el de perspectiva temporal. Así la caracteriza:

El hablante sitúa el acontecimiento que comunica o bien en la esfera de su circunstancia viva, en la que participa física o psicológicamente (perspectiva de presente o de participación), o bien la relega a zona ajena a su circunstancia vital, por alejamiento físico o psicológico (perspectiva de pretérito o de alejamiento). Unos mismos sucesos, acaecidos objetivamente en un segmento concreto del decurso cronológico, pueden expresarse, según la intención participativa o inhibidora del hablante, con cualquiera de las dos perspectivas morfemáticas (# 220,pág. 157)

Es importante destacar que esta interpretación psicológica reconoce como marco una perspectiva enunciativo-pragmática ya que es el hablante haciendo uso concreto de su lengua el que pone en funcionamiento esta perspectiva temporal que deberá ser interpretada en el intercambio en el que participa.

Bosque y Demonte La Gramática descriptiva de la lengua española dedica su tercera parte al

tratamiento del verbo. Esta parte aparece bajo el nombre general de «Relaciones temporales, aspectuales y modales». El artículo dedicado al tiempo, escrito por Guillermo Rojo y Alexandre Veiga11

, opta por un criterio formal (similar como se verá al de Bello) pero expresado a partir de considerar las relaciones temporales como vectores. Tres relaciones básicas se contemplan: la anterioridad (-V), la simultaneidad (o V) y la posterioridad (+V). Estos tres vectores reconocen un punto central, de origen (0) de las relaciones. Las combinaciones posibles quedan así establecidas mediante un conjunto de fórmulas:

O - V= Anterior al origen/ O o V= Simultáneo al origen/ O +V = Posterior al origen

11 Guillermo Rojo y Alexandre Veiga, «El tiempo verbal. Los tiempos simples», en Ignacio Bosque y Violeta Demonte (directores), Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid, Tomo 2, Espasa-Calpe, 1999, págs. 2867-2934. De aquí en más se cita primero por número de parágrafo y luego de página a esta edición

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Con precisión Rojo y Alexandre revisan la terminología utilizada hasta el momento destacando la visión de Bello que «es fuertemente temporalista» (#44.2.2.3, 2882)

La combinación, entonces, del punto de referencia con la relación temporal primera (simultaneidad, anterioridad y posterioridad) permiten llevar a cabo el conjunto de combinaciones posibles que permiten caracterizar los tiempos verbales.

El acuerdo con la propuesta de Bello es evidente ya que esta propuesta se combina perfectamente con la de él a pesar de que Rojo y Alexandre simplemente justifiquen este acuerdo «por razones de comodidad» (#44.2.2.3, 2882). De hecho ilustran con precisión su punto de vista a partir de la denominación que da Bello.

En última instancia, el criterio adoptado combina la tripartición temporal básica establecida por Bello (presente, pretérito y futuro) combinada con lo que Alarcos denomina «perspectiva». Se obtiene así una combinación que permite explicar las fórmulas a partir de su correspondencia con la terminología propuesta por Bello.

Conclusiones A partir del análisis de los supuestos de la estrategia discursiva desplegada en los

distintos gramaticales se hace evidente que hay dos criterios que pueden establecerse con precisión.

El primero hace básicamente una consideración formal del tiempo. La postura de Bello es precisa al respecto. Los recursos que utiliza para ponerla en funcionamiento, también. La utilización de tres prefijos de español (co, pos y ante) le permiten claramente separar los tiempos simples de los compuestos y los características temporales dominantes cuando el tiempo presenta rasgos diferenciales dentro de una misma zona temporal (como lo es la simultaneidad en el pasado).

El segundo criterio es perspectivístico. El tratamiento de Alarcos como el de Rojo y Veiga utilizan una combinatoria que relatiza el fenómeno temporal a partir de la inclusión explícita del punto de vista del hablante (perspectiva, en términos de Alarcos, punto de origen en Rojo y Alexaindre). Dentro de este criterio, la nomenclatura es simplemente orientadora y se destaca la gradualidad del alcance del criterio adoptado en función de los fundamentos que lo sostienen.

Podría sostenerse que habría un tercer criterio, que el que sostiene el Esbozo: el criterio tradicional. Pero el problema que este presenta es paradójico: presenta una superposición de criterios que no son claros ni precisos. Hereda de la tradición la dicotomía aspectual «perfectivo e imperfectivo» y la equipara, sin demasiado rigor, ya que sufre modificaciones, a la consideración formal, simple/compuesto. La justificación histórica es un argumento válido cuando es efectivo. No por sí misma. El discurso del Esbozo parece no compartir esta postura.

En definitiva, el tratamiento temporal dominante estaría dominado, centralmente, por una consideración de base formal (Bello sienta el precedente con el que todos, de diferente manera, trabajan) a la que se agregan el punto de vista del sujeto que produce su discurso en un contexto determinado.

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