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Domingo 26 de agosto 2018 EL EVANGELIO EN HAGEO PASTOR MELVIN ÁBREGO RESUMEN DEL LIBRO El libro de Hageo fue escrito para los judíos que habían regresado después del exilio en Babilonia. En el año 538, mientras reinaba Ciro, de Persa, 50 mil judíos regresaron a Jerusalén. Al llegar, comenzaron a construir el templo (esto lo podemos ver en el libro de Esdras), pero la oposición a la que se enfrentaron ocasionó que, por decreto real, se detuviera la reconstrucción del templo. Esta se reanudó 14 años después del regreso a Jerusalén. En el año segundo del rey Darío, Dios levantó a Hageo para exhortar y animar al pueblo a que terminaran aquello que habían comenzado años atrás (Hageo 1:1). En un lapso de cuatro meses aproximadamente, Dios habló a través de Hageo cuatro profecías: 1.Dios exhorta al pueblo a que examinen sus caminos y continúen la construcción del templo (capítulo 1) El pueblo se había acomodado durante todo este tiempo, habían olvidado deliberadamente la reconstrucción del templo (Hageo 1:2,4). El pueblo le estaba dando mayor importancia a su propias casas para vivir cómodamente, olvidando por completo la casa de Dios. Dios los exhorta a evaluar sus caminos, a que vean su vidas (Hageo 1:7). El pecado del pueblo había traído sobre ellos sequía, escasez; sus salarios caían como en saco roto. Y lo terrible de su pecado es que durante todo ese tiempo fueron incapaces de ver que sufrían por su falta de interés en obedecer a Dios, de reconstruir el templo (Hageo 1:10). Esta escasez era por que el templo estaba totalmente descuidado. Así, si ellos obedecían, Dios se agradaría del templo (Hageo 1:8). Y si decidían no hacerlo, seguirían viviendo en escasez. Así que, el pueblo decidió obedecer a Dios. 2. Dios alienta a Zorobabel y a Josué diciéndoles que su presencia está en medio de ellos y les promete que la gloria de este templo será mayor (2:1-9) La segunda profecía la dio aproximadamente un mes después de la primera. El pueblo había terminado de construir el templo; pero este no era ni por cerca tan asombroso como lo fue en su momento el templo de Salomón. Esto trajo desánimo al pueblo (Hageo 2:3). A pesar de que el templo no parecía majestuoso, Dios les recuerda que él hizo pacto con sus padres cuando salieron de Egipto. Les recuerda que todo este tiempo ha sido fiel y seguirá siéndolo. Dios los alienta a que trabajen y se esfuercen, ya que él está en medio de ellos; y les promete que la gloria postrera de este templo será mucho mayor que la gloria que tenía en tiempos de Salomón. Cuando esto sucediera, realmente tendrían paz. Dios estaba demandando tener una relación con su pueblo, y que ellos lo reconocieran y adoraran como su Dios. Esta comunión de Dios con su pueblo sería aún mayor cuando viniera el deseado de las naciones. 3. Dios anuncia bendición sobre su pueblo; pero los acusa por su impureza, exhortándolos a examinar sus caminos, volviéndose a Dios (2:10-19) En la tercera profecía, dos meses después de la segunda, Dios acusa a su pueblo por sus pecados, por su impureza. En Hageo 2:12-13, el profeta les dice que son un pueblo impuro; sus obras, sus sacrificios no eran agradables a Dios, por cuanto ellos estaban impuros. Les dice que no serían santificados por estar en el templo, por haberlo construido, por el contrario, así como sus padres, ellos, con su impureza, podían contaminar el templo. El arrepentimiento del pueblo fue totalmente contrario al que la Biblia nos pide y enseña, su arrepentimiento lo basaron en acciones externas, lo hicieron por conveniencia y beneficio personal. Pero Dios misericordioso les promete bendecirlos, pero antes deben examinar sus corazones, ya que aunque externamente obedecían, su corazón estaba lejos de Dios. Así, en Hageo 2:19 vemos un gran contraste entre el pecado del hombre y la gran misericordia de Dios. debemos arrepentirnos. 4. Dios anuncia a Zorobabel la destrucción sobre las naciones y promete escogerlo para establecerlo como su siervo (2:20-23) La cuarta profecía la encontramos en los versículos 20 al 23 del segundo capítulo. Esta profecía va dirigida a Zorobabel. Dios le habla sobre la destrucción que vendrá sobre las naciones. Luego le dice que en aquel día lo establecerá como su siervo en 2:20-23. IDEA CENTRAL DEL LIBRO Dios exhorta al pueblo a meditar en sus corazones para que se conviertan a él y le den adoración santificada. Dios muestra su fidelidad al pacto: habitando en medio de ellos y prometiendo una gloria mayor que vendría con el deseado de las naciones, estableciendo a Zorobabel como su siervo escogido. © 2018 Iglesia Gracia sobre Gracia. Todos los Derechos Reservados

EL EVANGELIO EN HAGEO - Gracia Sobre Gracia

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Page 1: EL EVANGELIO EN HAGEO - Gracia Sobre Gracia

Domingo 26 de agosto 2018

EL EVANGELIOEN HAGEOPASTOR MELVIN ÁBREGO

RESUMEN DEL LIBROEl libro de Hageo fue escrito para los judíos que habían regresado después del exilio en Babilonia. En el año 538, mientras reinaba Ciro, de Persa, 50 mil judíos regresaron a Jerusalén. Al llegar, comenzaron a construir el templo (esto lo podemos ver en el libro de Esdras), pero la oposición a la que se enfrentaron ocasionó que, por decreto real, se detuviera la reconstrucción del templo.

Esta se reanudó 14 años después del regreso a Jerusalén. En el año segundo del rey Darío, Dios levantó a Hageo para exhortar y animar al pueblo a que terminaran aquello que habían comenzado años atrás (Hageo 1:1). En un lapso de cuatro meses aproximadamente, Dios habló a través de Hageo cuatro profecías:

1.Dios exhorta al pueblo a que examinen sus caminos y continúen la construcción del templo (capítulo 1)El pueblo se había acomodado durante todo este tiempo, habían olvidado deliberadamente la reconstrucción del templo (Hageo 1:2,4). El pueblo le estaba dando mayor importancia a su propias casas para vivir cómodamente, olvidando por completo la casa de Dios.

Dios los exhorta a evaluar sus caminos, a que vean su vidas (Hageo 1:7). El pecado del pueblo había traído sobre ellos sequía, escasez; sus salarios caían como en saco roto. Y lo terrible de su pecado es que durante todo ese tiempo fueron incapaces de ver que sufrían por su falta de interés en obedecer a Dios, de reconstruir el templo (Hageo 1:10). Esta escasez era por que el templo estaba totalmente descuidado.

Así, si ellos obedecían, Dios se agradaría del templo (Hageo 1:8). Y si decidían no hacerlo, seguirían viviendo en escasez. Así que, el pueblo decidió obedecer a Dios.

2. Dios alienta a Zorobabel y a Josué diciéndoles que su presencia está en medio de ellos y les promete que la gloria de este templo será mayor (2:1-9)La segunda profecía la dio aproximadamente un mes después de la primera. El pueblo había terminado de construir el templo; pero este no era ni por cerca tan asombroso como lo fue en su momento el templo de Salomón.

Esto trajo desánimo al pueblo (Hageo 2:3). A pesar de que el templo no parecía majestuoso, Dios les recuerda que él hizo pacto con sus padres cuando salieron de Egipto. Les recuerda que todo este tiempo ha sido fiel y seguirá siéndolo.

Dios los alienta a que trabajen y se esfuercen, ya que él está en medio de ellos; y les promete que la gloria postrera de este templo será mucho mayor que la gloria que tenía en tiempos de Salomón. Cuando esto sucediera, realmente tendrían paz. Dios estaba demandando tener una relación con su pueblo, y que ellos lo reconocieran y adoraran como su Dios. Esta comunión de Dios con su pueblo sería aún mayor cuando viniera el deseado de las naciones.

3. Dios anuncia bendición sobre su pueblo; pero los acusa por su impureza, exhortándolos a examinar sus caminos, volviéndose a Dios (2:10-19)En la tercera profecía, dos meses después de la segunda, Dios acusa a su pueblo por sus pecados, por su impureza. En Hageo 2:12-13, el profeta les dice que son un pueblo impuro; sus obras, sus sacrificios no eran agradables a Dios, por cuanto ellos estaban impuros. Les dice que no serían santificados por estar en el templo, por haberlo construido, por el contrario, así como sus padres, ellos, con su impureza, podían contaminar el templo.

El arrepentimiento del pueblo fue totalmente contrario al que la Biblia nos pide y enseña, su arrepentimiento lo basaron en acciones externas, lo hicieron por conveniencia y beneficio personal. Pero Dios misericordioso les promete bendecirlos, pero antes deben examinar sus corazones, ya que aunque externamente obedecían, su corazón estaba lejos de Dios. Así, en Hageo 2:19 vemos un gran contraste entre el pecado del hombre y la gran misericordia de Dios. debemos arrepentirnos.

4. Dios anuncia a Zorobabel la destrucción sobre las naciones y promete escogerlo para establecerlo como su siervo (2:20-23)La cuarta profecía la encontramos en los versículos 20 al 23 del segundo capítulo. Esta profecía va dirigida a Zorobabel. Dios le habla sobre la destrucción que vendrá sobre las naciones. Luego le dice que en aquel día lo establecerá como su siervo en 2:20-23.

IDEA CENTRAL DEL LIBRODios exhorta al pueblo a meditar en sus corazones para que se conviertan a él y le den adoración santificada. Dios muestra su fidelidad al pacto: habitando en medio de ellos y prometiendo una gloria mayor que vendría con el deseado de las naciones, estableciendo a Zorobabel como su siervo escogido.

EL EVANGELIO EN HAGEOHageo profetizo que vendría una gloria mayor al templo (Hageo 2:6-9). Esta gloria mayor solo puede venir con el deseado de las naciones. Y Dios, en su gran misericordia, siendo fiel al pacto y a su promesa, guardó un remanente y preservó así la simiente prometida: Zorobabel, descendiente del linaje real, es establecido por Dios como su siervo (Hageo 2:21-23).

Así, con Zorobabel continua el linaje de la simiente, hasta llegar a Jesús, el Rey Mesías prometido, quien trajo la paz (Mateo 1:12,17). De manera que el tiempo de mayor gloria vino con el ministerio Jesucristo, el deseado de las naciones. Jesús es Dios encarnado que con su presencia aquí en la tierra trajo mayor gloria al templo en Jerusalén –este templo solo era una sombra de lo que habría de venir. Jesús dijo en Juan 2:19,21: «Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré…

21Mas él hablaba del templo de su cuerpo».- Jesús es la mayor gloria y el templo, el cual llegará a su

perfección cuando venga por segunda vez (Apocalipsis 21:22-24).

IMPLICACIONES PARA NOSOTROS HOYA) NO CREYENTES: Hasta cuando seguirá rechazando a Cristo, rehusándose a conocerlo. No crea que por venir a la iglesia y seguir ciertos patrones buenos moralmente usted se santifica cada día (Hageo 2:12-14). Analice su corazón, vuélvase de su camino de pecado. Pida a Dios que le conceda la vida eterna. Llegará un día en que Dios destruirá a todos aquellos que lo rechazaron (Hageo 2:22). Arrepiéntase de sus pecados, vuélvase de sus malos caminos, desee conocer a Jesucristo, solo él trae verdadera paz (Hageo 2:9).

B) CREYENTES: En Cristo, el deseado de las naciones, la presencia de Dios habita en nosotros, por lo tanto, debemos considerar nuestro caminos diariamente confesando nuestros pecados y adorándolo en santidad. Jesús es el deseado de las naciones ¿lo es para nuestros corazones? ¿Nuestras acciones diarias y forma de vivir lo demuestran?

1. Analicemos nuestros caminos, qué tanto nos importa ser obediente a Dios y su palabra

- ¿Cuántos tenemos una actitud de rebeldía porque consideramos que no poseemos el tiempo para leer y estudiar la Biblia; servir, orar, tener comunión con los hermanos, ofrendar…? Pero sí tenemos tiempo para nuestros propios intereses, para lo que nos beneficia; hacemos todo lo posible y no importa el sacrificio con tal de satisfacer nuestras necesidades, lo que consideramos realmente importante.

- ¿Cuántos anhelamos y nos asombramos por todo lo que el mundo puede dar, dedicando grandes esfuerzos y tiempo para lograr crecer personal y profesionalmente, y alcanzar todas estas cosas? ¿Cuántos nos esforzamos día a día para que nuestros hijos alcancen un mejor futuro, según los estándares de la sociedad? Pero no

somos capaces de leer ni un capítulo de la Biblia, o dedicar un minuto a la oración en el hogar. No nos esforzamos para enseñarles de Cristo a nuestros hijos, despreciando la vida de iglesia y su liturgia.

- Asombrémonos de nuestro Dios, busquémosle desde hoy hasta que el regrese, con gran esfuerzo y sacrificio, purifiquemos nuestros corazones.

2. Volvámonos a Dios, renunciemos a nuestros ídolos modernos, confesemos nuestros pecados, no tengamos la actitud del pueblo en tiempos de Hageo (leer Hageo 2:12)

- Israel reconstruyó el templo y sirvió, según ordenó Dios por medio del profeta; pero esto no santificó sus corazones, seguían siendo un pueblo impuro y todas sus obras y sacrificios eran desagradables a Dios, porque en sus corazones no querían dejar sus pecados.

- Analicemos nuestros corazones, ¿nos presentamos a adorar a Dios como su Palabra lo dice, o según nuestras ideas y principios? ¿Adoramos a Dios al mismo tiempo que ocultamos nuestro pecado? Caemos en el pecado de servir en el tiempo y la forma que pensamos es correcta. Buscamos amar a nuestro hermano bajo nuestro criterio y no bajo el de la Biblia. Obedecemos por beneficio personal e interés. Venimos al culto; pero con una vida de resentimiento y falta de perdón.

3. Busquemos nuestra satisfacción en Dios- Debemos analizar dónde está nuestra satisfacción. En

época de Hageo todo el esfuerzo del pueblo para satisfacerse era en vano, ellos estaban despreciando la presencia de Dios, la comunión con él, al haber olvidado el templo. Nunca podremos sentirnos satisfechos si decidimos darle la espalda a Dios. ¿Cuántos nos quejamos por la corrupción, la delincuencia, la escasez en el hogar, por los bajos salarios que recibimos, por el tráfico…? Dejamos que estas cosas nos amarguen y nos quiten la paz; y también nos quedamos de brazos cruzados pensando que aún no es tiempo de buscar a Dios.

- Sin Dios en nuestras vidas jamás tendremos satisfacción, aunque la delincuencia y la corrupción sean totalmente erradicadas, aunque mejore la situación financiera y económica de nuestra familia y país, aunque logremos la perfección. Arrepintámonos, busquemos a Dios en santidad, confiemos en él, que nuestra satisfacción sea en Dios.

PASAJES CITADOS EN EL SERMÓNHageo 1:1, 2, 4; 1:10; 1:8; 2:3; 2:12; 2:19; 2:23; 2:6-9; 2:21-23; Mateo 1:12, 17; Juan 2:19, 22; Apocalipsis 21:22-24.

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RESUMEN DEL LIBROEl libro de Hageo fue escrito para los judíos que habían regresado después del exilio en Babilonia. En el año 538, mientras reinaba Ciro, de Persa, 50 mil judíos regresaron a Jerusalén. Al llegar, comenzaron a construir el templo (esto lo podemos ver en el libro de Esdras), pero la oposición a la que se enfrentaron ocasionó que, por decreto real, se detuviera la reconstrucción del templo.

Esta se reanudó 14 años después del regreso a Jerusalén. En el año segundo del rey Darío, Dios levantó a Hageo para exhortar y animar al pueblo a que terminaran aquello que habían comenzado años atrás (Hageo 1:1). En un lapso de cuatro meses aproximadamente, Dios habló a través de Hageo cuatro profecías:

1.Dios exhorta al pueblo a que examinen sus caminos y continúen la construcción del templo (capítulo 1)El pueblo se había acomodado durante todo este tiempo, habían olvidado deliberadamente la reconstrucción del templo (Hageo 1:2,4). El pueblo le estaba dando mayor importancia a su propias casas para vivir cómodamente, olvidando por completo la casa de Dios.

Dios los exhorta a evaluar sus caminos, a que vean su vidas (Hageo 1:7). El pecado del pueblo había traído sobre ellos sequía, escasez; sus salarios caían como en saco roto. Y lo terrible de su pecado es que durante todo ese tiempo fueron incapaces de ver que sufrían por su falta de interés en obedecer a Dios, de reconstruir el templo (Hageo 1:10). Esta escasez era por que el templo estaba totalmente descuidado.

Así, si ellos obedecían, Dios se agradaría del templo (Hageo 1:8). Y si decidían no hacerlo, seguirían viviendo en escasez. Así que, el pueblo decidió obedecer a Dios.

2. Dios alienta a Zorobabel y a Josué diciéndoles que su presencia está en medio de ellos y les promete que la gloria de este templo será mayor (2:1-9)La segunda profecía la dio aproximadamente un mes después de la primera. El pueblo había terminado de construir el templo; pero este no era ni por cerca tan asombroso como lo fue en su momento el templo de Salomón.

Esto trajo desánimo al pueblo (Hageo 2:3). A pesar de que el templo no parecía majestuoso, Dios les recuerda que él hizo pacto con sus padres cuando salieron de Egipto. Les recuerda que todo este tiempo ha sido fiel y seguirá siéndolo.

Dios los alienta a que trabajen y se esfuercen, ya que él está en medio de ellos; y les promete que la gloria postrera de este templo será mucho mayor que la gloria que tenía en tiempos de Salomón. Cuando esto sucediera, realmente tendrían paz. Dios estaba demandando tener una relación con su pueblo, y que ellos lo reconocieran y adoraran como su Dios. Esta comunión de Dios con su pueblo sería aún mayor cuando viniera el deseado de las naciones.

3. Dios anuncia bendición sobre su pueblo; pero los acusa por su impureza, exhortándolos a examinar sus caminos, volviéndose a Dios (2:10-19)En la tercera profecía, dos meses después de la segunda, Dios acusa a su pueblo por sus pecados, por su impureza. En Hageo 2:12-13, el profeta les dice que son un pueblo impuro; sus obras, sus sacrificios no eran agradables a Dios, por cuanto ellos estaban impuros. Les dice que no serían santificados por estar en el templo, por haberlo construido, por el contrario, así como sus padres, ellos, con su impureza, podían contaminar el templo.

El arrepentimiento del pueblo fue totalmente contrario al que la Biblia nos pide y enseña, su arrepentimiento lo basaron en acciones externas, lo hicieron por conveniencia y beneficio personal. Pero Dios misericordioso les promete bendecirlos, pero antes deben examinar sus corazones, ya que aunque externamente obedecían, su corazón estaba lejos de Dios. Así, en Hageo 2:19 vemos un gran contraste entre el pecado del hombre y la gran misericordia de Dios. debemos arrepentirnos.

4. Dios anuncia a Zorobabel la destrucción sobre las naciones y promete escogerlo para establecerlo como su siervo (2:20-23)La cuarta profecía la encontramos en los versículos 20 al 23 del segundo capítulo. Esta profecía va dirigida a Zorobabel. Dios le habla sobre la destrucción que vendrá sobre las naciones. Luego le dice que en aquel día lo establecerá como su siervo en 2:20-23.

IDEA CENTRAL DEL LIBRODios exhorta al pueblo a meditar en sus corazones para que se conviertan a él y le den adoración santificada. Dios muestra su fidelidad al pacto: habitando en medio de ellos y prometiendo una gloria mayor que vendría con el deseado de las naciones, estableciendo a Zorobabel como su siervo escogido.

EL EVANGELIO EN HAGEO

EL EVANGELIO EN HAGEOHageo profetizo que vendría una gloria mayor al templo (Hageo 2:6-9). Esta gloria mayor solo puede venir con el deseado de las naciones. Y Dios, en su gran misericordia, siendo fiel al pacto y a su promesa, guardó un remanente y preservó así la simiente prometida: Zorobabel, descendiente del linaje real, es establecido por Dios como su siervo (Hageo 2:21-23).

Así, con Zorobabel continua el linaje de la simiente, hasta llegar a Jesús, el Rey Mesías prometido, quien trajo la paz (Mateo 1:12,17). De manera que el tiempo de mayor gloria vino con el ministerio Jesucristo, el deseado de las naciones. Jesús es Dios encarnado que con su presencia aquí en la tierra trajo mayor gloria al templo en Jerusalén –este templo solo era una sombra de lo que habría de venir. Jesús dijo en Juan 2:19,21: «Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré…

21Mas él hablaba del templo de su cuerpo».- Jesús es la mayor gloria y el templo, el cual llegará a su

perfección cuando venga por segunda vez (Apocalipsis 21:22-24).

IMPLICACIONES PARA NOSOTROS HOYA) NO CREYENTES: Hasta cuando seguirá rechazando a Cristo, rehusándose a conocerlo. No crea que por venir a la iglesia y seguir ciertos patrones buenos moralmente usted se santifica cada día (Hageo 2:12-14). Analice su corazón, vuélvase de su camino de pecado. Pida a Dios que le conceda la vida eterna. Llegará un día en que Dios destruirá a todos aquellos que lo rechazaron (Hageo 2:22). Arrepiéntase de sus pecados, vuélvase de sus malos caminos, desee conocer a Jesucristo, solo él trae verdadera paz (Hageo 2:9).

B) CREYENTES: En Cristo, el deseado de las naciones, la presencia de Dios habita en nosotros, por lo tanto, debemos considerar nuestro caminos diariamente confesando nuestros pecados y adorándolo en santidad. Jesús es el deseado de las naciones ¿lo es para nuestros corazones? ¿Nuestras acciones diarias y forma de vivir lo demuestran?

1. Analicemos nuestros caminos, qué tanto nos importa ser obediente a Dios y su palabra

- ¿Cuántos tenemos una actitud de rebeldía porque consideramos que no poseemos el tiempo para leer y estudiar la Biblia; servir, orar, tener comunión con los hermanos, ofrendar…? Pero sí tenemos tiempo para nuestros propios intereses, para lo que nos beneficia; hacemos todo lo posible y no importa el sacrificio con tal de satisfacer nuestras necesidades, lo que consideramos realmente importante.

- ¿Cuántos anhelamos y nos asombramos por todo lo que el mundo puede dar, dedicando grandes esfuerzos y tiempo para lograr crecer personal y profesionalmente, y alcanzar todas estas cosas? ¿Cuántos nos esforzamos día a día para que nuestros hijos alcancen un mejor futuro, según los estándares de la sociedad? Pero no

somos capaces de leer ni un capítulo de la Biblia, o dedicar un minuto a la oración en el hogar. No nos esforzamos para enseñarles de Cristo a nuestros hijos, despreciando la vida de iglesia y su liturgia.

- Asombrémonos de nuestro Dios, busquémosle desde hoy hasta que el regrese, con gran esfuerzo y sacrificio, purifiquemos nuestros corazones.

2. Volvámonos a Dios, renunciemos a nuestros ídolos modernos, confesemos nuestros pecados, no tengamos la actitud del pueblo en tiempos de Hageo (leer Hageo 2:12)

- Israel reconstruyó el templo y sirvió, según ordenó Dios por medio del profeta; pero esto no santificó sus corazones, seguían siendo un pueblo impuro y todas sus obras y sacrificios eran desagradables a Dios, porque en sus corazones no querían dejar sus pecados.

- Analicemos nuestros corazones, ¿nos presentamos a adorar a Dios como su Palabra lo dice, o según nuestras ideas y principios? ¿Adoramos a Dios al mismo tiempo que ocultamos nuestro pecado? Caemos en el pecado de servir en el tiempo y la forma que pensamos es correcta. Buscamos amar a nuestro hermano bajo nuestro criterio y no bajo el de la Biblia. Obedecemos por beneficio personal e interés. Venimos al culto; pero con una vida de resentimiento y falta de perdón.

3. Busquemos nuestra satisfacción en Dios- Debemos analizar dónde está nuestra satisfacción. En

época de Hageo todo el esfuerzo del pueblo para satisfacerse era en vano, ellos estaban despreciando la presencia de Dios, la comunión con él, al haber olvidado el templo. Nunca podremos sentirnos satisfechos si decidimos darle la espalda a Dios. ¿Cuántos nos quejamos por la corrupción, la delincuencia, la escasez en el hogar, por los bajos salarios que recibimos, por el tráfico…? Dejamos que estas cosas nos amarguen y nos quiten la paz; y también nos quedamos de brazos cruzados pensando que aún no es tiempo de buscar a Dios.

- Sin Dios en nuestras vidas jamás tendremos satisfacción, aunque la delincuencia y la corrupción sean totalmente erradicadas, aunque mejore la situación financiera y económica de nuestra familia y país, aunque logremos la perfección. Arrepintámonos, busquemos a Dios en santidad, confiemos en él, que nuestra satisfacción sea en Dios.

PASAJES CITADOS EN EL SERMÓNHageo 1:1, 2, 4; 1:10; 1:8; 2:3; 2:12; 2:19; 2:23; 2:6-9; 2:21-23; Mateo 1:12, 17; Juan 2:19, 22; Apocalipsis 21:22-24.

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