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TENDèNCIES EL MUNDO 8 Núria Espert es para mí uno de los mitos de mi genera- ción... Tuve la suerte de co- nocerla cuando estaba re- presentando Yerma en Bar- celona. Tuve la suerte de ir con ella y Víctor García a Perpignan para ver La Celestina de María Casares. Y he tenido la suerte de hablar con ella y compartir algunos momentos luego. Últimamente coincidí en un compartimento de literas en un tren a Madrid porque la huelga de aviones nos obligó a tomar ese tren... ¡y volvió a deslumbrarme con su bocadillo de jamón y su cestita de fruta! Y hoy quie- ro decir que todo lo que sé y también lo que no sé de Núria Espert parece coincidir en es- te deslumbrante y potente Lear que encarna bajo la di- rección de Lluís Pasqual, en el Lliure, durante casi tres horas de escenario, con toda la fuer- za que tiene y que transmite, la potencia de un ser excepcio- nal... en un espectáculo excep- cional con un director excep- cional, porque Lluís Pasqual lleva encadenando direcciones escénicas que se superan las unas a las otras. Y el amor preside el teatro de Shakespeare, o todo el tea- tro trágico y todo el gran tea- tro lo es. Kent es Ramon Ma- daula, servidor de Lear en diá- logo con Gloucester –Jordi Boschpadre de Edgar –Julio Manrique– y del bastardo Ed- mund –David Selvas. Las hi- jas son, Reagan –Laura Cone- jero–, Goneril –Míriam Iscla– y Cordèlia –Andrea Ros–. La Espert aprieta la mandíbula, endurece los rasgos de su cara, la adulación se impone sobre la verdad, la since- ridad del cariño de Cordelia es rechazada... Aquí empieza la tragedia, y aquí está el núcleo, la fuerza, la potencia del tema que cae sobre los hombros de la Espert pero en la que no fa- lla ningún eslabón de esta magnífica construc- ción escénica cuyo texto parte aquí también de Pasqual y una traducción de Joan Sellent. Por si alguien no lo ha leído o escuchado es- tos días, quiero repetir que Espert tiene la edad de Lear, 80 años (a punto de cumplir) pero sus movimientos y la fuerza que nos transmite desde el escenario corresponden a un rey in- glés del siglo XVI. Pasqual ha hecho una labor de orfebrería muy fina en el texto y las acciones...todo enca- ja sin que haya lectura de la tragedia porque según dijo en algún momento, si Shakespeare no puso juicio a sus personajes, él tampoco lo iba a hacer. Hay, eso sí, gran espectáculo. Para Pasqual, El rey Lear es como el apocalipsis y Espert ha- lla en él el dolor del engaño, la candidez, la lo- cura de la desesperación y la fuerza de la tra- gedia. Para Pasqual, encontrar el tono era difí- cil, dice, porque es una travesía a través del dolor, pero no de un dolor romántico sino trá- gico, seco, duro, escueto. El espacio entre las gradas del público se modula y cuando se pre- cisan, el espacio tiene escalones para que la Espert, envuelta en una desaliñada capa regia suba hasta la cúspide de su locura. Pasqual ha ideado un escenario que es una estrecha franja central con gradas para el pú- blico a ambos lados en la que la tarima del sue- lo de esta franja central se levanta creando dis- tintos espacios. En los lados, arriba, unas pro- yecciones crean ambientes paisajísticos, el cielo, el bosque. En los otros laterales, tambo- res, un órgano y la magia del teatro, un teatro lleno de fuerza, de palabra y de realidad. El público aplaudió largamente de pie, el día del estreno. El espectáculo y todos los que en él participan se lo merecían. Y Núria Espert. Muy pocas veces en la vida tenemos ocasión de un disfrute teatral de esta envergadura. Me propongo ver la última función. MIRADA TEATRAL | MARÍA JOSÉ RAGUÉ-ARIAS E ESPERT-PASQUAL-LEAR La emblemática Núria Espert en el papel de rey Lear y Andrea Ros como Cordelia. ROS RIBAS

Espert - Pasqual - Lear

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El Mundo, 2015-01-22

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Page 1: Espert - Pasqual - Lear

TENDèNCIES EL MUNDO. DIJOUS 22 DE GENER DE 20158

Núria Espert es para mí uno de los mitos de mi genera-ción... Tuve la suerte de co-nocerla cuando estaba re-presentando Yerma en Bar-

celona. Tuve la suerte de ir con ella y Víctor García a Perpignan para ver La Celestina de María Casares. Y he tenido la suerte de hablar con ella y compartir algunos momentos luego. Últimamente coincidí en un compartimento de literas en un tren a Madrid porque la huelga de aviones nos obligó a tomar ese tren... ¡y volvió a deslumbrarme con su bocadillo de jamón y su cestita de fruta! Y hoy quie-ro decir que todo lo que sé y también lo que no sé de Núria Espert parece coincidir en es-te deslumbrante y potente Lear que encarna bajo la di-rección de Lluís Pasqual, en el Lliure, durante casi tres horas de escenario, con toda la fuer-za que tiene y que transmite, la potencia de un ser excepcio-nal... en un espectáculo excep-cional con un director excep-cional, porque Lluís Pasqual lleva encadenando direcciones escénicas que se superan las unas a las otras.

Y el amor preside el teatro de Shakespeare, o todo el tea-tro trágico y todo el gran tea-tro lo es. Kent es Ramon Ma-daula, servidor de Lear en diá-logo con Gloucester –Jordi Bosch– padre de Edgar –Julio Manrique– y del bastardo Ed-mund –David Selvas–. Las hi-jas son, Reagan –Laura Cone-jero–, Goneril –Míriam Iscla– y Cordèlia –Andrea Ros–. La Espert aprieta la mandíbula, endurece los rasgos de su cara, la adulación se impone sobre la verdad, la since-ridad del cariño de Cordelia es rechazada... Aquí empieza la tragedia, y aquí está el núcleo, la fuerza, la potencia del tema que cae sobre los hombros de la Espert pero en la que no fa-

lla ningún eslabón de esta magnífica construc-ción escénica cuyo texto parte aquí también de Pasqual y una traducción de Joan Sellent.

Por si alguien no lo ha leído o escuchado es-tos días, quiero repetir que Espert tiene la edad de Lear, 80 años (a punto de cumplir) pero sus movimientos y la fuerza que nos transmite desde el escenario corresponden a un rey in-glés del siglo XVI.

Pasqual ha hecho una labor de orfebrería muy fina en el texto y las acciones...todo enca-ja sin que haya lectura de la tragedia porque según dijo en algún momento, si Shakespeare

no puso juicio a sus personajes, él tampoco lo iba a hacer.

Hay, eso sí, gran espectáculo. Para Pasqual, El rey Lear es como el apocalipsis y Espert ha-lla en él el dolor del engaño, la candidez, la lo-cura de la desesperación y la fuerza de la tra-gedia. Para Pasqual, encontrar el tono era difí-cil, dice, porque es una travesía a través del dolor, pero no de un dolor romántico sino trá-gico, seco, duro, escueto. El espacio entre las gradas del público se modula y cuando se pre-cisan, el espacio tiene escalones para que la Espert, envuelta en una desaliñada capa regia suba hasta la cúspide de su locura.

Pasqual ha ideado un escenario que es una estrecha franja central con gradas para el pú-blico a ambos lados en la que la tarima del sue-lo de esta franja central se levanta creando dis-tintos espacios. En los lados, arriba, unas pro-yecciones crean ambientes paisajísticos, el cielo, el bosque. En los otros laterales, tambo-res, un órgano y la magia del teatro, un teatro

lleno de fuerza, de palabra y de realidad. El público aplaudió largamente de pie, el día

del estreno. El espectáculo y todos los que en él participan se lo merecían. Y Núria Espert. Muy pocas veces en la vida tenemos ocasión de un disfrute teatral de esta envergadura. Me propongo ver la última función.

EL GALLINERO | PALLARÉS

MIRADA TEATRAL | MARÍA JOSÉ RAGUÉ-ARIAS

EESPERT-PASQUAL-LEAR

La emblemática Núria Espert en el papel de rey Lear y Andrea Ros como Cordelia. ROS RIBAS

Miquel Duran Editorial: La Galera Pàgines: 166 | Preu: 16,95€.

MAITE RICART Garratibat, bocabadat, corprès, així es queda el lector, i no necessàriament en aquest ordre, només començar a llegir Més o menys jo, una novel·la inclassifica-ble que sembla no tenir argument fins a les darreres pàgines on tot cobra final-ment sentit. Abans d’això, al lector no li queda més remei que deixar-se portar per la curiositat i per l’extravagant, original i esclatant prosa de Miquel Duran (Pujar-nol, 1985), una veu nova en l’àmbit de la literatura –alguns afegirien juvenil, ja que l’obra va quedar finalista del Premi Joa-quim Ruyra 2014– catalana.

La crítica, quasi de manera unànime, ha celebrat l’irrupció en les lletres d’aquest bioquímic, que no havia escrit mai res fins que es va inscriure a cursos d’escriptura a l’Ateneu Barcelonès a fi i efecte de repartir tensions –la que li cau-sa el doctorat en recerca biomèdica que està fent i la que li produeix posar parau-les una darrera l’altra per crear sentit–. Una tensió molt ben dissimulada, en el segon cas, ja que la seva prosa llisca sen-se entrebancs per explicar les misèries d’una família aparentment normal, com totes si no es profunditza massa, això sí, assetjada per un seguit d’accidents que expliquen, potser només en part, les se-ves actituds vitals.

La família i les seves històries les conei-xem a través de la peculiar mirada de Marc, 17 anys, el fill petit. La seva crònica dispersa i desordenada, la seva mirada quirúrgica i poètica alhora, abasta el pe-ríode que va des de Tots Sants fins a Cap d’Any, encara que també ens convida a fer un tomb per anècdotes i situacions del passat. Tot plegat no sabem on porta, com hem dit abans, però ens empeny a seguir llegint la força i originalitat d’una prosa surrealista, màgica, irònica, poètica, me-tafòrica, sense sentit, a vegades, o amb una profunditat insondable, d’altres.

En Marc ens deixa perles de gran cali-bre: «Segurament, com jo, la mare sospi-ta que amb la pèrdua de la cama el pare pretenia abandonar-nos dissimulada-ment, a trossos»; «... volar és molt fàcil, només cal tirar-se al terra i fallar»; o «La Raquel és la noia per a qui em reservo el futur. (...) Certament, era una noia inver-tida. Girada com un mitjó, com va aclarir en Pol, amb la personalitat a fora i l’apa-rença a dins».

El llibre no és per a tots els paladars, però l’esforç té una enorme recompensa.

No totes les històries han estat contades

CRÍTICA Més o menys jo