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Revista Derecho del Estado n.º 12, junio 2002 KARL A. WITTFOGEL Despotismo oriental Estudio comparativo del poder totalitario cierto tiempo –y muchos otros también– tienen un cierto patrón (Constitución). Este patrón puede expresarse en forma escrita. Bajo condiciones culturales adelan- tadas, esto se hace frecuentemente, y a veces en una colección ordenada, un código. El desarrollo de una Constitución escrita no es, en absoluto, idéntico al desarrollo de un gobierno “constitucionalmente con- trolado”. Lo mismo que la ley puede ser impuesta por el gobierno (lex data) o acor- dada de común acuerdo por la autoridad gubernamental y las fuerzas no gubernamen- tales (lex rogata), también una Constitución puede ser impuesta o acordada. El término constituciones se refería originalmente a los edictos, rescriptos y mandatos que emi- tían los emperadores romanos autocrática- mente y por su cuenta. Incluso un código legal muy sistema- tizado no obliga a los legisladores autócratas con restricciones que no sean inherentes a las normas impuestas por ellos mismos. El gobierno que ejerce completa autoridad administrativa, directiva, judicial, militar y fiscal puede emplear su poder para hacer cualquier ley que él y sus ayudantes juzguen conveniente. Su eficiencia y la inercia favo- rece en la perpetuación de la mayoría de estas leyes, pero el régimen absolutista tiene libertad de alterar sus formas en cualquier I. EL PODER DESPÓTICO TOTALITARIO Y NO BENÉFICO El carácter despótico del gobierno hidráu- lico no se ha puesto seriamente en duda. El termino “despotismo oriental”, que se emplea generalmente para las variantes de este fenómeno en el viejo mundo, con- nota una forma extraordinariamente dura de poder absolutista. Pero los que admiten la crueldad del despotismo oriental, a menudo insisten en que regímenes de este tipo estaban limitados por controles institucionales y morales que les hacían tolerables y a veces incluso bené- ficos. ¿En qué medida fue soportable y benéfico el despotismo hidráulico? Sin duda, esta cuestión puede contestarse solamente con un examen comparativo y razonado de los hechos pertinentes. A. PODER TOTALITARIO 1. Ausencia de frenos constitucionales eficaces La existencia de regulaciones constitucio- nales no implica necesariamente la exis- tencia de un gobierno constitucionalmente controlado. Todos los gobiernos que duran

Estudio comparativo del poder totalitario · de los escritos de Marx y Lenin, que postulan la acción revolucionaria contra la opresión. c) La elección del déspota no es remedio

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Revista Derecho del Estado n.º 12, junio 2002

KARL A. WITTFOGEL

Despotismo orientalEstudio comparativo del poder totalitario

cierto tiempo –y muchos otros también–tienen un cierto patrón (Constitución).Este patrón puede expresarse en formaescrita. Bajo condiciones culturales adelan-tadas, esto se hace frecuentemente, y aveces en una colección ordenada, un código.

El desarrollo de una Constitución escritano es, en absoluto, idéntico al desarrollode un gobierno “constitucionalmente con-trolado”. Lo mismo que la ley puede serimpuesta por el gobierno (lex data) o acor-dada de común acuerdo por la autoridadgubernamental y las fuerzas no gubernamen-tales (lex rogata), también una Constituciónpuede ser impuesta o acordada. El términoconstituciones se refería originalmente alos edictos, rescriptos y mandatos que emi-tían los emperadores romanos autocrática-mente y por su cuenta.

Incluso un código legal muy sistema-tizado no obliga a los legisladores autócratascon restricciones que no sean inherentes alas normas impuestas por ellos mismos. Elgobierno que ejerce completa autoridadadministrativa, directiva, judicial, military fiscal puede emplear su poder para hacercualquier ley que él y sus ayudantes juzguenconveniente. Su eficiencia y la inercia favo-rece en la perpetuación de la mayoría deestas leyes, pero el régimen absolutista tienelibertad de alterar sus formas en cualquier

I. EL PODER DESPÓTICOTOTALITARIO Y NO BENÉFICO

El carácter despótico del gobierno hidráu-lico no se ha puesto seriamente en duda.El termino “despotismo oriental”, que seemplea generalmente para las variantesde este fenómeno en el viejo mundo, con-nota una forma extraordinariamente durade poder absolutista.

Pero los que admiten la crueldad deldespotismo oriental, a menudo insisten enque regímenes de este tipo estaban limitadospor controles institucionales y morales queles hacían tolerables y a veces incluso bené-ficos. ¿En qué medida fue soportable ybenéfico el despotismo hidráulico? Sin duda,esta cuestión puede contestarse solamentecon un examen comparativo y razonado delos hechos pertinentes.

A. PODER TOTALITARIO

1. Ausencia de frenosconstitucionales eficaces

La existencia de regulaciones constitucio-nales no implica necesariamente la exis-tencia de un gobierno constitucionalmentecontrolado. Todos los gobiernos que duran

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momento; y la historia de las culturashidráulicas atestigua la promulgaciónperiódica de nuevas leyes y códigos. Las“regulaciones compiladas” (hui yao) de laChina imperial1, los Libros de las Leyes(dharma shastra) de la India2 y los escritosadministrativos y judiciales del Orientebizantino e islámico son casos de lo quedecimos.

Habiendo sido impuestas unilateralmente,las regulaciones constitucionales también secambian unilateralmente. En China «todoslos poderes, legislativo, ejecutivo y judicialpertenecían al emperador»3. En la Indiahindú, «el rey tenía constitucionalmente po-der para aceptar o repudiar las leyes aceptadaspor su predecesor»4. En Bizancio «no habíaningún órgano del Estado con derecho acontrolarle (al emperador)». O más espe-cíficamente: «para los actos legislativos yadministrativos el monarca no era respon-sable ante nadie, excepto ante el cielo»5.

En la sociedad islámica el califa, comotodos los demás creyentes, estaba obligadoa someterse a la Ley Sagrada6, y general-mente estaba dispuesto a mantenerlo comoparte del orden religioso dominante. Peroejercía su poder cuantas veces lo juzgabanecesario, estableciendo tribunales seculares(administrativos) y dirigiéndolos mediantedecretos especiales (qanun o siyasa)7. Ylos jueces religiosos, los cadies, se apresura-ban a apoyar un gobierno que los nombrabay los deponía a su voluntad8. De este modola ausencia teórica de una legislaturamodificaba el aspecto, pero no la sustanciadel absolutismo islámico: «El califato [...]era un despotismo que ponía un poder sinlimites en manos del gobernante»9.

En estos y otros casos parecidos el régi-men representa un patrón definitivo, estruc-tural y operacional, una “Constitución”. Pero

este patrón no es discutido por las partesinteresadas. Está dado desde arriba, losgobernantes de la sociedad hidráulica locrean, mantienen y modifican, no comoagentes controlados de la sociedad sino comosus dueños.

2. Ausencia de controlessociales eficaces

a) Ausencia de controles

Por supuesto, la ausencia de controlesconstitucionales formales no implica nece-sariamente la ausencia de fuerzas socialescuyos intereses e intenciones debe respetarel gobierno. En la mayoría de los paísesde la Europa postfeudal los regímenesabsolutistas estaban controlados no tantopor constituciones oficiales como por lafuerza efectiva de la nobleza campesina,la Iglesia y las ciudades. En la Europaabsolutista todas estas fuerzas no guberna-mentales estaban políticamente organizadasy articuladas. Por ello diferían profunda-mente de los representantes de la propiedadrústica, religión o profesiones urbanas enla sociedad hidráulica.

Algunos de estos grupos estuvieronpobremente desarrollados en Oriente, y nin-guno de ellos fraguó en cuerpos políticoscapaces de restringir al régimen hidráulico.El erudito indio K. V. Rangaswami describecorrectamente la situación cuando, en sudiscusión del absolutismo hindú, define alabsolutismo genuino como «una forma degobierno en la que todos los poderes debenconfluir en las manos del gobernante, nohabiendo ningún otro concurrente yautoridad independiente, habitualmenteobedecido por el pueblo como aquél, y quele resista legalmente o le pida cuentas»10.

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b) El llamado derecho de rebelión

La falta de medios legales de resistir algobierno es, sin duda, un riesgo significa-tivo del despotismo. Cuando faltan estosmedios los descontentos y desesperadosde vez en cuando se levantan en armascontra su gobierno, y muy excepcional-mente a veces logran destronarlo. Segui-damente el nuevo gobernante justifica suprocedimiento comparando la justicia desu causa a la injusticia del régimen anterior;y los historiadores y filósofos han explicadode esta misma manera los cambios dinás-ticos periódicos. De los sucesos e ideas deesta clase se ha derivado el llamado derechode rebelión.

El término “derecho de rebelión” es de-safortunado en cuanto confunde un hecholegal y otro moral. Las discusiones oficialessobre el surgimiento y decadencia del poderdinástico se presentaban más como adver-tencias contra la acción rebelde que comoconsejos animando a ella, y ciertamente nofueron incorporados en ninguna regulacióno ley oficial constitucional. El derecho ala rebelión no podía ejercerse más que vio-lando las leyes existentes y con riesgo dela vida para el que las violase.

Pueden encontrarse trazas del llamadoderecho de rebelión virtualmente en todaslas sociedades hidráulicas. El folclore Pue-blo relata con orgullo la acción afortunadacontra los caciques indignos11, y así se hanjustificado las revoluciones en Balí12. Losgobernantes hindúes y musulmanes han sidoadvertidos de un modo parecido, y desa-fiados de la misma manera13. El hecho deque en China se formule el derecho derebelión en los clásicos confucianos hizotan poco para controlar el poder total14 comolo hace en la Unión Soviética la presenciade los escritos de Marx y Lenin, que postulanla acción revolucionaria contra la opresión.

c) La elección del déspotano es remedio

Ni el régimen se hace menos despóticoporque el gobernante llegue a su puestomediante la elección en vez de la herencia.La transferencia del título y autoridad aun pariente próximo del soberano muerto,con preferencia al hijo mayor, favorece laestabilidad política, mientras que la elecciónfavorece el caudillaje del más dotado. Elprimer principio prevalece entre los gober-nantes indígenas de las sociedades hidráu-licas, el segundo entre los pueblos pastoresu otros que, como conquistadores de estassociedades, con frecuencia perpetuaronsus patrones originarios de sucesión15.

La costumbre bizantina de nombraremperador por elección se remonta a larepública romana. Era adecuado a las condi-ciones de comienzos del imperio, el cual,estando controlado en gran medida por fun-cionarios militares, escogía a sus soberanosentre «el ejército»16 más a menudo que entreel cuerpo superior y funcionarios civiles.Cuando a partir de Diocleciano el Senadotomó una parte más destacada en la eleccióndel emperador, el centro político de gravedadpasó de la rama militar a la rama civil delfuncionariado17. La elección no fue el mejormétodo para establecer un nuevo emperador,pero arropada en el manto de la tradición yla legitimidad se demostró en definitivacompatible con las exigencias del absolu-tismo burocrático18. Y los cambios frecuentesen la persona del caudillo supremo noprivaron a su posición ni a la jerarquía porél dirigida de su carácter despótico.

En el antiguo México y en la mayoríade las dinastías chinas de conquista el nuevogobernante fue elegido entre miembros delgrupo gobernante. El procedimiento com-binaba el principio de herencia con el deelección limitada; y, como en el caso de

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Bizancio, los que hacían la elección eranmiembros superiores de la jerarquía política.Este arreglo aumentó las oportunidadespolíticas entre los amos del aparato, perono aumentó la autoridad de las fuerzas nogubernamentales de la sociedad. Dos para-lelos, tomados en el mundo no hidráulico,pueden ayudar a eliminar el falso conceptode que el poder despótico se democratizapor un sistema electivo de sucesión. Elrégimen de Gengis Khan, que se perpetuómediante la elección limitada, permanececomo uno de los ejemplos más terroríficosde poder absoluto. Y la transferencia decaudillaje de un miembro a otro del politburóbolchevique hace que el gobierno soviéticosea temporalmente menos estable perociertamente no más democrático.

Mommsen denominó el estado romanooriental «una autocracia templada por unarevolución que legalmente se reconocecomo permanente»19. Bury traduce la for-mulación de Mommsen por «una autocraciatemplada por el derecho legal de revolu-ción»20. Ambas expresiones son proble-máticas porque implican que los súbditosestaban legalmente autorizados a sustituira un emperador por otro. De hecho no existíaeste derecho. Diehl lo reconoce al decir queera «una autocracia templada por larevolución y el asesinato»21; y Bury admiteque «no había un procedimiento formal dedestitución de un soberano». Pero añade:«los miembros de la comunidad teníanmedios de destronarlo, si el gobierno noles satisfacía proclamando un nuevoemperador»22.

Este fue realmente el patrón establecidopor los funcionarios militares de la Romaoriental; y de acuerdo con él se considerólegítima la usurpación si tenía éxito. Estoes, la revolución se hace legal post festum.Dice Bury: «si él [el pretendiente] no teníasuficientes seguidores para hacer efectiva

la proclamación y era suprimido, era tratadocomo un rebelde»23.

En Bizancio, como en otros estados delmundo hidráulico, cualquiera podía intentarusurpar el poder; y la naturaleza electivade la soberanía combinada con el dominiotemporal del caudillaje militar inspirabafrecuentes intentos de esta clase. Pero nin-guna ley protegía estas acciones mientraseran emprendidas. En Bizancio las personasque atacaban el gobierno existente erancastigadas con bárbara brutalidad24. EnChina se ejecutaba a las personas que inten-taban ejercer el derecho de rebelión. Bajolas tres últimas dinastías eran descuar-tizadas25.

Si el conflicto armado, la rebelión y elasesinato de gobernantes débiles no hicieronmás democrático al despotismo oriental,¿dieron por lo menos a la población algúnalivio de la opresión? El argumento tienemenos fuerza de lo que parece a primeravista. Estas diversiones raras veces reducíande un modo decisivo las presiones admi-nistrativas y judiciales tradicionales; y lainclinación a ejercer el caudillaje supremomediante la violencia abierta se inclinabamás a intensificar la tendencia a la brutalidadentre los que detentaban el poder. Además,las devastaciones de una guerra civil gene-ralmente aumentaban las cargas económicassobre los plebeyos. La aparición frecuentede la violencia dentro de los círculos gober-nantes, lejos de aminorar el despotismo,tiende a hacerlo más opresor.

d) Influencias intragubernamentales:absolutismo y autocracia

¿Pero hay acaso dentro del gobierno fuerzasque mitiguen la crudeza del despotismoagroadministrativo? Esta cuestión con-centra la atención sobre la relación entreabsolutismo y autocracia. Absolutismo y

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autocracia no son idénticos, pero se inter-fieren íntimamente. Un gobierno es abso-lutista si su mando no está controlado deun modo efectivo por fuerzas no guberna-mentales. El gobernante de un régimenabsolutista es un autócrata si sus accionesno son frenadas de un modo efectivo porfuerzas intragubernamentales.

Los regímenes absolutistas de la sociedadhidráulica generalmente26 están dirigidos porun solo individuo en cuya persona se con-centra todo el poder sobre las decisionesimportantes. ¿Por qué es así? ¿Necesitan uncaudillaje autocrático las grandes obras quecaracterizan a las zonas nucleares del mundohidráulico y que realmente requieren unadirección centralizada? Después de todo, losgobiernos controlados (democráticos o aris-tocráticos) también inician y mantienen gran-des empresas públicas. Dominan grandesejércitos y flotas disciplinadas; y hacen estodurante períodos importantes sin desarrollarpatrones autocráticos de gobierno.

Claramente la ascensión del poder auto-crático depende de más cosas que la existen-cia de empresas estatales. En todas lassociedades hidráulicas propias estas empre-sas desempeñan un papel considerable; yallí, como en el margen institucional, siem-pre encontramos ejércitos disciplinados ycasi siempre organizaciones de comunica-ción e inteligencia que cubren todo el país.Pero no hay razón técnica por la que estasdistintas empresas no puedan ser dirigidaspor varios funcionarios directores. Este esrealmente el caso en los gobiernos controla-dos, cuyos jefes de departamento están cui-dadosamente separados unos de otros ycontrapesados entre sí.

Sin embargo, los estados despóticos care-cen de una mecánica de control exterior yequilibrio interior. Y en estas condicionesdesarrollan lo que se puede llamar unatendencia cumulativa hacia el poder

incontrolado. Esta tendencia podía serequilibrada si todas las subsecciones mayo-res de autoridad fueran más o menos igual-mente poderosas; si los jefes de los trabajospúblicos, del ejército, y del servicio deinteligencia, y del sistema de ingresos fueranmás o menos igualmente fuertes en cuantoa poder organizador de comunicaciones, ycoercitivo. En tal caso, el régimen abso-lutista podía ser dirigido por una oligarquíaequilibrada, un “politburó” cuyos miembrosactuarían más o menos en plan de igualdad,y participarían en el ejercicio de la autoridadsuprema. Sin embargo, el poder organizador,de comunicación y de coerción de los sec-tores mayores de cualquier gobierno rarasveces, si algunas, está así equilibrado; ybajo condiciones absolutistas el detentadorde la posición más fuerte, beneficiándosede la tendencia cumulativa hacia un poderincontrolado, tiende a extender su autoridadmediante alianzas, maniobras y procedi-mientos crueles hasta que predomina él solodespués de haber conquistado los demáscentros de decisión suprema.

El punto en que el crecimiento de fun-ciones gubernamentales impide un controlexterior efectivo difiere en las distintas con-figuraciones institucionales. Pero puededecirse sin duda que en cuanto se pasa estepunto crítico, la fuerza cumulativa de podersuperior tiende a producir un centro auto-crático único de organización y decisión.

La importancia cultural de este centrono se niega por el hecho de que el detentadordel poder supremo puede delegar el manejode sus negocios a un ayudante de rangosuperior, un visir, canciller, o primer minis-tro. Tampoco es negado por el hecho deque el soberano o su ayudante pueda apo-yarse buscando consejo y acción rápida engrupos selectos de funcionarios estratégica-mente situados y cuidadosamente probados.El aparato gubernamental en conjunto no

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cesa de ser absolutista porque el centro realde decisión haga temporalmente, y a vecesde un modo velado, cambios de personaso grupos inferiores al gobernante.

El soberano de un Estado agroburocráticopuede estar completamente bajo la influen-cia de sus cortesanos o administradores; peroesta influencia difiere cualitativamente delos controles institucionales de poder equi-librado. A la larga la cabeza de un gobiernocontrolado debe ajustarse a las fuerzas nogubernamentales de la sociedad, mientrasque la cabeza del régimen absolutista nose ve restringida de igual modo. El mássimple interés egoísta obliga al déspota inte-ligente a escuchar a las personas experimen-tadas. Los consejeros han existido en lamayoría de las culturas agroadministrativas,y no sin frecuencia los consejos han sidoun rasgo estándar del gobierno. Pero elgobernante no tiene obligación de aceptarsus sugerencias27.

El hecho de que el soberano sea su propiojefe ejecutivo, que delegue muchas de susfunciones en un visir, o que él y su visirsigan en muchos casos el consejo de con-sejeros funcionarios y no funcionariosdependió, además de la costumbre y lascircunstancias, de la personalidad del gober-nante y sus ayudantes. Pero, a pesar de losintentos burocráticos significativos parasubordinar el soberano absoluto al controlde sus funcionarios, el gobernante podíasiempre gobernar, si se determinaba ahacerlo. Los grandes monarcas del mundooriental fueron casi sin excepción autócratas.

3. Las leyes naturales y los patrones decultura no son controles efectivos

Los observadores serios no discutieronnunca estos hechos. Sin embargo, no pocostratan de minimizar su significado conreferencias a costumbres y creencias, que

se suponen haber restringido incluso alrégimen más tiránico.

Las costumbres y creencias realmentedesempeñan un papel; y lo hacen las leyesde la naturaleza. Sin embargo, las víctimasen potencia del poder despótico parece queencuentran poco consuelo en ello. Sabenque la conducta de sus amos, como la suyapropia, está afectada por las leyes de la natu-raleza y por circunstancias culturales esta-blecidas con mayor o menor firmeza. Perosaben también que a pesar de todo y enúltima instancia, su suerte será determinadapor la voluntad de los que detentan el podertotal.

La mecánica de la administración y lacoerción dependen de la penetración delhombre en las leyes de la naturaleza y sucapacidad de emplearlas. Un régimen des-pótico procederá de una manera en la épocaneolítica, de otra en la edad de hierro, y deotra en nuestros tiempos. Pero en cada casoel grupo gobernante asegura su superioridadtotal sobre las condiciones naturales dehecho y por medio de la tecnología de quese disponga en aquel momento. La víctimade una forma cruda de despotismo noconsidera a sus perseguidores menos pode-rosos, porque, bajo condiciones técnicas másadelantadas, puedan cogerle y destruirle pordiferentes métodos o con mayor rapidez.

Ni duda de su absoluta superioridadporque actúen conforme a los patronesculturales predominantes. Tales patronessiempre moldean la manera en la que elgobernante (y sus súbditos) actúan; yocasionalmente mitigan o prolongan losprocedimientos gubernamentales en esce-narios particulares. Pero no evitan que elgobierno alcance su meta final. El hechode que en muchos países las personassentenciadas a muerte no se ejecuten enciertas situaciones o ciertos días28 no sig-nifica que escapen a su suerte. Y el hecho

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de que una religión dominante alabe losactos de clemencia no significa que evitela invocación de medidas de extrema dureza.

La víctima potencial de la persecucióndespótica conoce muy bien que las con-diciones naturales y culturales, aunque leden cualquier dilación, no evitan su destruc-ción final. El poder del gobernante despóticosobre sus súbditos tampoco es menos totalpor el hecho de estar limitado por factoresque moldean la vida humana en todo tipode sociedad.

B. LA DEMOCRACIA DE LOS MENDIGOS

El poder del despotismo hidráulico esincontrolado (“total”), pero no actúa entodas partes. La vida de la mayoría de losindividuos dista de estar totalmente con-trolada por el Estado; y hay muchas aldeasy otras unidades que no están totalmentecontroladas.

¿Qué es lo que evita que el poder despó-tico ejerza su autoridad en todas las esferasde la vida? Modificando una fórmula clavede la economía clásica podemos decir quelos representantes del régimen hidráulicoactúan (o dejan de actuar) en respuesta ala ley de disminución del rendimientoadministrativo.

1. Variante institucional de la ley delcambio del rendimiento administrativo

La ley de disminución del rendimientoadministrativo es un aspecto de lo quepodemos llamar la ley de variación delrendimiento administrativo29. La variaciónde esfuerzos produce una variación deresultados no sólo en la economía basadaen la propiedad30 sino también en la empresagubernamental. Este hecho afecta de unmodo decisivo tanto a la economía política

como a la amplitud del control estatal enlas sociedad hidráulica.

a) Agricultura hidráulica:ley de crecimiento delrendimiento administrativo

En un paisaje caracterizado por una aridezcompleta la agricultura permanente se haceposible sólo si (y cuando) la acción humanacoordinada traslada un suministro de aguaabundante y accesible desde su localizaciónoriginaria a un suelo potencialmente fértil.Cuando se hace esto la empresa hidráulicadirigida por el Estado se identifica con lacreación de la vida agrícola. Este momentoprimero y decisivo puede llamarse, pues,“punto de creación administrativa”.

Teniendo acceso a tierra arable y aguade riego, la sociedad hidráulica pioneratiende a establecer formas de control públicoestatales. Ahora el presupuesto económicose transforma en unilateral y sujeto a plani-ficación. Los nuevos proyectos se empren-den en una escala cada vez mayor y, si esnecesario, sin concesiones a los plebeyos.Los hombres a quienes el gobierno movilizapara el servicio de prestación de trabajopueden no ver razón alguna para una expan-sión ulterior del sistema hidráulico; peroel grupo director, confiado en las ventajasulteriores, sigue adelante a pesar de ello.Realizadas con inteligencia, las nuevas em-presas pueden suponer un gasto adicionalrelativamente pequeño. Una discrepanciatan prometedora, sin duda, da un granestímulo para la acción gubernamentalposterior.

b) Ley de rendimientoadministrativo equilibrado

La expansión de la empresa hidráulicadirigida por el gobierno generalmente se

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va debilitando cuando los gastos adminis-trativos se acercan a los beneficios admi-nistrativos. El movimiento ascendente haalcanzado entonces “el punto de saturación‘A’ (ascendente)”. Más allá de este puntola expansión puede producir recompensasadicionales más o menos en proporcióncon el esfuerzo administrativo adicional;pero cuando se acaban los potencialesmayores de suministros de agua, suelo ylocación, la curva alcanza ‘‘el punto desaturación ‘D’ (descendente)’’. La zonaentre los puntos A y D se caracteriza porlo que llamamos ley de rendimiento admi-nistrativo equilibrado.

c) Ley de disminucióndel rendimiento administrativo

Si los puntos de saturación A y D estánmuy juntos o muy separados, o si coinciden,todo movimiento más allá de esta zona derendimiento equilibrado lleva la accióndel hombre a un área de discrepancia des-corazonada. Aquí los esfuerzos administra-tivos similares, y aun aumentados, cuestanmás de lo que producen. Bajo estas condi-ciones es cuando observamos los efectosde la ley de disminución del rendimientoadministrativo. El movimiento descendentese completa cuando un gasto adicional noproduce recompensa adicional alguna.Entonces hemos alcanzado el punto ab-soluto de frustración administrativa.

d) Curva ideal y realidadde la variación de rendimiento

Esta curva ideal no describe el desarrollode cualquier sistema específico dirigidopor el gobierno de obras hidráulicas encualquier sociedad hidráulica específica.Indica de una manera esquemática lospuntos críticos por los que pasa toda em-

presa hidráulica, si se mueve firmementepor todas las zonas de aumento y disminu-ción de rendimiento.

Raras veces, si algunas, coinciden lascurvas reales con las irreales. La geología,meteorología, potamología, y circunstanciahistórica originan variaciones incontables.El progreso hacia la saturación y más allápuede interrumpirse por contramovimientoslargos o breves. Pero cada sección de lacurva refleja una tendencia auténtica; y todala curva combina estas tendencias paraindicar todas las fases mayores de creacióny frustración en la empresa hidráulica.

e) Esferas no hidráulicasde la economía política

En la esfera de la producción agrícolamisma la acción coordinada y dirigida porel gobierno sólo produce rendimientosadministrativos y crecientes bajo condi-ciones primitivas y especiales. Sólo ensociedades hidráulicas tecnológicamenterudas predomina el trabajo masivo en los“campos” comunales. E incluso en estassociedades el gobierno no trata de asumiruna dirección directora sobre los camposque han sido puestos aparte para sostén decada campesino. El punto de creación ad-ministrativa y el punto de frustración admi-nistrativa tienden a coincidir. Porque allíel régimen hidráulico prefiere inhibirsede la produción agrícola, que desde elpunto de vista del rendimiento administra-tivo es llevada más razonablemente porpequeñas unidades cultivadoras, indivi-duales y muy numerosas.

Por supuesto, las necesidades políticasprevalecen sobre las consideraciones econó-micas. Las grandes empresas agroadminis-trativas de comunicación y defensa soncasos aparte, como lo son algunos talleresdirigidos por el gobierno (arsenales, asti-

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lleros). Sin embargo, la repugnancia delrégimen hidráulico a asumir el controldirecto sobre industrias de transformaciónse deriva de la convicción de que en estecampo la administración estatal implicaríadéficit en vez de ganancias. En la sociedadhidráulica, lo mismo que en otras sociedadesagrarias, el gobierno se satisface con dejarel grueso de todas las manufacturas apequeños productores individuales.

2. La ley de cambio del rendimientoadministrativo en la esfera del poder

a) Esfuerzos indispensables y útiles

Es fácil conocer los efectos de la ley delcambio de rendimientos administrativostambién en la esfera del poder político.Los esfuerzos del régimen hidráulico pormantener un control incontestado military político sobre la población se demuestrancada vez más productivos hasta que loscentros independientes de coerción sondestruidos. Los gastos producidos por elmantenimiento de comunicaciones e inte-ligencias rápidas siguen un mismo patrón;y la expansión de la acción fiscal y judicialaparece razonable mientras satisface eldeseo de una hegemonía política y socialincontestada del gobernante.

Algunas de estas operaciones son im-perativas; otras, por lo menos útiles. Perollevadas más allá del punto de saturaciónD todas se tornan problemáticas. Esta discre-pancia disuasoria entre esfuerzo continuadoy recompensas políticas decrecientes hacenque el gobierno se resista a utilizar su aparatomuy por debajo de este punto

b) El coste prohibido del control socialtotal en una sociedad semiadministrativa

El Estado de aparato industrial desarrollado

de la Unión Soviética ha aplastado todaslas organizaciones independientes a escalanacional (militares, políticas, propietarias,religiosas); y su economía estatal totalitariapermite el establecimiento de innumerablesbases burocráticas para controlar todaslas agrupaciones profesionales secundarias(locales) e incluso el pensamiento y laconducta de los individuos. El Estado deaparato hidráulico no tiene iguales facili-dades. Es bastante fuerte para evitar elcrecimiento de organizaciones primariasefectivas; y, al hacerlo, produce esa con-centración de poder unilateral que ledistingue de las sociedades agrariasantiguas y medievales del Occidente. Perosiendo sólo semiestatal carece de las basesubicuas que permiten a los hombres delaparato extender su control total sobreorganizaciones secundarias y súbditosindividuales. En la Unión Soviética elcontrol total fue iniciado mediante la nacio-nalización de la agricultura (la “colectiviza-ción” de las aldeas); y fue alcanzadomediante la pulverización de las relacioneshumanas no gubernamentales. La sociedadhidráulica nunca dio el primer paso, y porello nunca echó los fundamentos para elsegundo.

A decir verdad, la noción de controlubicuo también atraía a las mentes de losamos del despotismo hidráulico. Gracilasode la Vega, un descendiente de la realezaindígena, dijo que bajo el gobierno incaicofuncionarios especiales iban de casa en casapara asegurarse que todo el mundo estabaocupado. Los haraganes eran castigados congolpes en brazos y piernas, «y otras penasprescritas por la ley»31. La gran “utopía”china del gobierno burocrático, el Chou Li,enumera varios oficiales que en un Estadobien administrado debían regular la vidadel pueblo en aldeas y ciudades.

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No hay razón para dudar que los incasdeseaban que sus súbditos trabajasen todolo posible; pero una inspección efectiva dela vida doméstica de los plebeyos requeriríaun ejército de funcionarios, que [se] hubie-ran comido la mayor parte de los ingresospúblicos sin producir un aumento compensa-torio en ellos. Es, pues, difícil de creer quelas “leyes” mencionadas por Garcilaso pa-saran de una supervisión general, y por tantono demasiado costosa. Lo mismo puededecirse del libro clásico de la burocraciachina. Todos los funcionarios chinos ilus-trados estudiaban el Chou Li; pero, una vezen el cargo, pronto aprendían a distinguirentre el dulce sueño de un control socialtotal y la sobria realidad administrativa.Excepto algunos intentos efímeros de inter-ferencia extrema, se contentaban con conser-var un firme control sobre las esferas desu sociedad estratégicamente importantes.

c) El control social total no esnecesario para la perpetuación deldespotismo agroadministrativo

Decir que la ley de disminución del rendi-miento administrativo desanima al Estadohidráulico de intentar un control de in-dividuos y organizaciones secundariastotalmente es sólo otro modo de decir queel gobierno no siente necesidad fundamentalde hacerlo. Si fuera de otra manera –estoes, si el control total fuese imperativo parala perpetuación del régimen despótico– losgobernantes habrían podido gastar todo suingreso para afirmar su seguridad. Sin duda,tal sistema de poder sería imposible.

La experiencia histórica muestra quedurante largos períodos de paz y orden losgobernantes hidráulicos pueden mantenersesin recurrir a medidas excesivamente costo-sas. También demuestra que bajo condicio-nes “normales” no necesitan hacer grandes

sacrificios materiales. Excepto en tiemposde intranquilidad, están protegidos sufi-cientemente por su red amplísima deinteligencia y coerción, la cual bloquea conéxito la aparición de organizaciones prima-rias independientes a escala nacional, y evitaque los individuos u organizaciones secun-darias descontentas ganen preminencia.

Las crisis políticas que se desarrollanperiódicamente pueden ser causadas en partepor la insatisfacción de estos individuos yorganizaciones32. Pero el descontento serio,sea cualquiera su origen, pronto asume unaforma militar, y es combatido por medidasmilitares excepcionales. Respondiendo a laley de disminución de rendimiento admi-nistrativo, los amos del Estado de aparatoagrario corren el riesgo de levantamientosocasionales y hacen lo que sus sucesoresindustriales modernos no tienen que hacer:otorgan cierta cantidad de libertad a lamayoría de los individuos y a ciertas orga-nizaciones secundarias.

3. Sectores de libertad individualen la asociación hidráulica

a) Limitaciones del control directivo

La duración de la prestación del trabajo alEstado determina el período durante elcual un miembro de la sociedad hidráulicaestá privado de su libertad de acción. Laprestación puede tener muchos objetivos,pero debe permitir a la masa de trabajadores–los campesinos– el tiempo suficiente paraatender a sus propios asuntos económicos.Por supuesto, incluso en las aldeas loscampesinos pudieron haber tenido quesometerse a la política de planificacióneconómica; pero a lo sumo esta políticaimplica solamente tareas mayores, comoel arado, la siembra, la cosecha, y quizá laelección de cosecha principal. A veces,

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esto no llega muy lejos, y a veces inclusofalta por completo.

Bajo condiciones tecnológicas avanza-das,la prestación también tiende a cambiar yreducirse. El trabajo en los campos comu-nales puede ser sustituido por un impuesto;y partes más o menos grandes de la presta-ción agrícola pueden conmutarse de un modoparecido.

Pero cualquiera sea el carácter de lascomunidades rurales y la duración delservicio de trabajo público, hay períodosdefinidos, y a veces considerables, en la vidadel agricultor, durante los cuales procede asu propia discreción. Esto es aún másverdadero para los plebeyos no agrícolas.Los artesanos y mercaderes que en unasociedad diferenciada persiguen sus ocupa-ciones profesionalmente y de modo privadopueden ser más valiosos como contribu-yentes que como trabajadores forzados. Sulibertad de movimiento aumentará de unmodo correspondiente.

Marx habla de la “esclavitud general”del Oriente. Según él, ese tipo de esclavitud,que es inherente a la vinculación del hombrea la comunidad y Estado hidráulicos33, di-fiere esencialmente de la esclavitud y servi-dumbre occidentales34. El mérito de lafórmula de Marx descansa en el problemaque plantea más bien que en la contestaciónque da. Una persona obligada a trabajar paraun Estado “asiático” es un esclavo delEstado mientras que está ocupado en ello.Se da cuenta perfecta de la falta de libertad,que implica su condición, y es igualmenteconsciente del placer de trabajar para símismo. Comparada con la esclavitud estataltotal de la sociedad industrial totalmentedirectiva, la esclavitud estatal parcial dela sociedad hidráulica parcialmente directivahace, de hecho, considerables concesionesa la libertad humana.

a) Limitaciones del controldel pensamiento

Una tendencia parecida a hacer concesionesse manifiesta también en la esfera delcontrol de pensamiento. Para apreciarplenamente lo que esto significa, debemoscomprender el enorme peso que los amosdel Estado hidráulico hacen sobre las ideasdominantes de la sociedad. La estrechacoordinación de autoridad secular y reli-giosa les facilita aplicar este peso tanto alos estratos altos como a los bajos de lasociedad. Los hijos de la elite dominanteson educados generalmente por represen-tantes del credo dominante; y toda lapoblación está en un contacto continuo ypromovido por el gobierno con los templosvinculados al Estado y sus sacerdocios.

La educación generalmente es un largoproceso, y su influencia profunda. En la Indiael joven brahmán que se prepara para el oficiosacerdotal tiene que estudiar uno, dos o lostres Vedas, dedicándose a cada uno de ellosdurante doce largos años. Y a los miembrosde la casta “protectora” kshatriya, e inclusoa los de la siguiente casta inferior, los vaisya,se le recomendaba también estudiar los librossagrados35. En China “el estudio” –de lasescrituras canónicas (clásicas)– era ya con-siderado un requisito básico para los cargosadministrativos en la época de Confucio36.La sistematización creciente llevó a estable-cer exámenes elaborados y graduados, quefomentaban un estado de alerta ideológicoperpetuo en todos los jóvenes enérgicos yambiciosos, y en muchos miembros de mediaedad, e incluso ancianos, de la clase go-bernante.

Pero las mismas fuerzas sociales quellevaron a la perpetuación sistemática delas ideas dominantes también favorecieronuna variedad de religiones secundarias.

Revista Derecho del Estado124

Muchas culturas hidráulicas simples tolera-ron hechiceros y adivinos independientes37,cuyas actividades menestrales a pequeñaescala complementaron modestamente lasoperaciones coordinadas del credo principaltribal o nacional. Bajo condiciones máscomplejas, tendió a aumentar la divergenciaideológica. A menudo el súbdito de unEstado hidráulico podía adherirse a unareligión secundaria sin peligro de su vida.Los credos no brahamánicos, como el jai-nismo o el budismo, están documentadospara la India desde el primer milenio antesde Cristo. El budismo persistió en la Chinatradicional, a pesar de persecuciones tem-porales, casi durante dos mil años. Y elPróximo Oriente, India y Asia Central islá-micos fueron igualmente indulgentes.

En la esfera ideológica, como en la insti-tucional, las políticas del Estado de aparatoagrario contrastan fuertemente con las polí-ticas de los estados de aparato industrialesmodernos, que, fingiendo respeto para lacultura y la religión tradicionales (“nacio-nales”), extienden la doctrina marxista-leninista con la pretensión confesada deaniquilar de paso todas las demás ideologías.Una vez más la diferencia entre sus políticasno se debe a una innata tolerancia por partede los gobernantes agroburócratas, cuyainsistencia en la posición única de la religióndominante siempre es incomprensiva y confrecuencia despiadada. Pero la ley de dis-minución del rendimiento administrativopone un precio exorbitante al intento demantener un control ideológico total en unasociedad semidirectiva diferenciada. Y aquí,como en el sector operacional, la experienciamuestra que el régimen absolutista puedeperpetuarse sin un esfuerzo tan costoso.

4. Grupos que gozan de distintosgrados de autonomía

La experiencia demuestra aún más. Asegura

que los gobernadores hidráulicos pueden–por las mismas razones– permitir algunaautonomía no sólo a sus súbditos particu-larmente sino a ciertos grupos secundariostambién. Refiriéndonos a los credos hetero-doxos, nos damos cuenta de que sus partida-rios generalmente tienen permiso paraestablecer congregaciones que sostienensacerdotes o sacerdocios grandes o peque-ños. Desde los primeros días de la historiaescrita los artesanos y mercaderes de lasculturas hidráulicas han formado organiza-ciones profesionales (gremios). Más anti-guas aún son las comunidades aldeanasque probablemente han existido durantetoda la vida de la civilización hidráulica.Los grupos familiares son institucional-mente más viejos que la agricultura; y,como la comunidad aldeana, están presentesen todas partes en el mundo hidráulico.

Estos tipos de asociaciones difierenmucho en distribución, composición,cualidad y propósito. Pero tienen una cosaen común. Todos ellos son tolerados porel régimen despótico. A pesar de muchasmedidas supervisoras no están sometidosa un control total.

a) Menos independientes delo que generalmente se cree

Los observadores románticos han tomadola ausencia de este control como evidenciade la existencia de instituciones democrá-ticas genuinas en los escalones inferioresde la sociedad hidráulica. En esta formano puede aceptarse esta teoría. En todo elmundo hidráulico la autoridad guberna-mental y la autoridad familiar están entrela-zadas; y las medidas de control políticoafectan a la mayoría de las aldeas, gremiosy organizaciones religiosas secundarias.

Pueden encontrarse paralelos en otrassociedades agrarias para la mayoría de estas

Wittfogel Despotismo oriental 125

tendencias restrictivas. (Los gremios libresde la Europa feudal son tan excepcionalescomo significativos). Sin embargo, esto nonos interesa aquí. Lo que nos interesa essi, a diferencia de los desarrollos corres-pondientes en otros estados despóticos –ytambién a diferencia de los desarrollos res-trictivos en otras civilizaciones agrarias–,las organizaciones secundarias de lasociedad hidráulica fueron genuinamenteautónomas. La contestación a la preguntaes “no”.

1. La familia

La familia de la China tradicional ha sido,a menudo, considerada como una institu-ción que dio a la sociedad china su caráctery fuerza peculiares. Esta tesis es correctaen tanto en cuanto subraya a la familiacomo un componente básico de la sociedad;pero es equivocada en la medida en queimplica que la familia determinó la cualidady poder de la trama institucional de queformó parte.

La autoridad del pater familias chino eramucho más fuerte de lo que exigía el cau-dillaje intrafamiliar38; y debía su extraor-dinario poder especialmente al respaldo delEstado despótico. La desobediencia a susórdenes era castigada por el gobierno39. Porotro lado, los funcionarios locales podíangolpearle y aprisionarle, si era incapaz deevitar que los miembros de su familia vio-laran la ley40. Actuando como un policíalitúrgico (semioficial) de su grupo familiar,a duras penas puede considerársele jefeautónomo de una unidad autónoma.

El padre babilónico, que podía poner asu mujer, hijo o hija al servicio de una tercerapersona por varios años41, también debíasu poder al gobierno que le respaldaba ensu decisión. No está claro si era legalmenteresponsable de la conducta de los miembros

de su familia. Se ha comparado la patriapotestas del antiguo Egipto con la de Roma.La sociedad fuertemente militarizada de laRoma republicana ciertamente no favorecíael desarrollo de unas relaciones familiaresmuy autoritarias; pero el padre egipcio pare-ce haber tenido un poder aún más grandeque su colega romano42.

En el mundo islámico la ley sagradaprescribe respeto a los padres43; y el gradoen que operaba la autoridad paternal, parti-cularmente en las aldeas, puede juzgarsepor el hecho de que en países como Siriael padre tradicionalmente era jefe de su fa-milia hasta su muerte44.

Los Libros de la ley de la India dan alpadre un poder casi real sobre los miembrosde su grupo familiar45. A pesar de variasrestricciones46, su autoridad sobre su mujere hijos parece haber sido extraordinaria-mente grande47.

Evidentemente el poder del padre variabade manera notable en las distintas civiliza-ciones hidráulicas. Pero casi generalmenteel gobierno se inclinaba a elevarlo sobreel nivel exigido por sus funciones de cabezade familia.

2. La aldea

Por lo general las aldeas de las civilizacioneshidráulicas están bajo la jurisdicción dejefes que o son nombrados por el gobiernoo elegidos por sus colegas aldeanos. Elnombramiento parece ser frecuente en lascomunidades rurales reguladas de civiliza-ciones fuertemente hidráulicas, mientrasque la libre elección tiene más posibilidadesde ser permitida en sociedades hidráulicasmenos acusadas. En el Perú incaico losfuncionarios locales hasta el funcionariomás bajo –el cabeza de diez familias–eran nombrados48. En el México prehis-pánico, también, la tierra de la aldea estaba

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regulada comunalmente. Pero su economíaagraria estaba mucho menos burocratizadaque la del imperio incaico. Los cabezas delas unidades administrativas locales deMéxico, los capulli, eran elegidos49.

Sin embargo, esta correlación por lo gene-ral no prevalece quizá porque el nombra-miento es sólo una de las muchas manerasde controlar a un funcionario local. Casiuniversalmente el gobierno hidráulico haceal cabeza responsable de las obligacionesde sus coaldeanos. Así le coloca en unaposición de dependencia del Estado. Dondela tierra es comunal y donde los impuestosse pagan comunalmente, el cabeza de aldeagozó, con toda probabilidad, de un poderconsiderable. Asistido por un escriba y unoo varios policías, puede llegar a ser unaespecie de déspota local.

Las inscripciones del Oriente Próximoantiguo muestran los funcionarios regionalesocupados activamente de la roturación yde la recaudación de ingresos50; pero nopodemos lograr un cuadro claro de cómolos funcionarios aldeanos se adaptaban alnexo administrativo51. Como en otras esferasde la vida, los persas y sus sucesores hele-nísticos y romanos pudieron haber perpe-tuado un patrón aldeano más antiguo. Enel Egipto ptolemaico y romano el principalfuncionario de la aldea, el escriba, asistidopor los ancianos, ejecutaba sus tareasimpuestas por el gobierno52. Estos hombres,tanto si eran nombrados53 como si eran ele-gidos como los ancianos54, todos «dependíandirectamente del gobierno central [...] ytodos obedecían especialmente al strategosdel distrito»55.

Los datos de la Siria romana parecensugerir una considerable participación po-pular en los asuntos de la aldea56, mientrasque los funcionarios de aldea egipciosprobablemente actuaban de un modo muyautoritario. Pero esta divergencia no nos

debe hacer pasar por alto las similitudesbásicas que existían en todo el OrientePróximo en la organización aldeana y ladependencia del gobierno57. En la épocahelenística58, como antes, los campesinos“reales” estaban vinculados a la tierra quecultivaban59. Parece, pues, que es posibleconcluir que en la época prerromana asícomo en la romana los labradores de Siriay Asia Menor no administraban sus aldeasde una manera autónoma.

En el Egipto árabe, como en el Egiptobizantino60, la administración de la aldeaestaba en manos de un jefe y los ancianos.Bajo los árabes el jefe, que posiblementeera nombrado por los campesinos y confir-mado por el gobierno61, parece haber repar-tido y recaudado el impuesto62. Él designabalos trabajadores de prestación personal yejercía las funciones policiales y judiciales63.

En las provincias árabes del PróximoOriente turco el jefe de la aldea (sheikh)asistía a los representantes oficiales y se-mioficiales del gobierno en la distribucióndel impuesto64. Él «vigilaba a los fellahsque cultivaban las tierras a su cargo, y elseyh principal actuaba como magistrado yárbitro, con autoridad no sólo sobre los cul-tivadores sino también sobre todos loshabitantes»65.

Controlando a sus labradores de una ma-nera arbitraria y siendo a su vez controladocon igual severidad por la burocraciaestatal66, ciertamente no era representantede una comunidad aldeana rural libre.

En la India el jefe de la aldea pudo habersido elegido originariamente67; pero, a partirde la época de los últimos Libros de la ley–esto es, desde finales del primer milenioa. C.–, está documentado su nombramiento68.Como representante del rey en las aldeas,que «recaudaban impuestos para él»69 y quetambién cumplían funciones de policía yjudiciales70, el cabeza de aldea mantenía una

Wittfogel Despotismo oriental 127

posición de autoridad no distinta a la quegozaba su colega del Oriente Próximo. Elgobierno musulmán no alteró fundamental-mente este arreglo conveniente desde el puntode vista administrativo, que, de hecho,persistió en la mayoría de todas las aldeassirias hasta la época moderna71.

En China hace más de dos mil años laaldea regulada dio paso a un patrón basadoen la propiedad. Los deberes de los funcio-narios aldeanos disminuyeron, en conse-cuencia, pero no desaparecieron totalmente.A finales del período imperial las aldeasmayores tenían por lo menos dos funcio-narios, un jefe, chuang chang, y uncomisario local de policía, ti fang o ti pao72.El jefe, que generalmente era elegido porlos aldeanos, ejercía las funciones directoras,y el comisario, generalmente nombrado porel gobierno73, ejercía las funciones coer-citivas del gobierno aldeano. Cooperabanen sus tareas oficiales: la recaudación deimpuestos y materiales para las construc-ciones públicas, la organización y direcciónde los servicios de prestación laboral(«transporte gubernamental [...] trabajo enlas márgenes de los ríos, patrullas por lascarreteras imperiales», etc.)74 y la prepara-ción de los informes de inteligencia75.

Todas estas actividades ligaban al jefede aldea con el gobierno central, aunqueno formara parte de su burocracia76. Losaldeanos encontraban dificultad en producirquejas contra él, aunque tuvieran razón,porque monopolizaba la comunicación conla magistratura del distrito77. El comisarioera controlado por los funcionarios regio-nales. Podían «pegarle hasta hacerlogelatina» por negligencia en sus deberescomo agente local de inteligencia78.

Las aldeas de la China imperial estabanmenos controladas que las del Perú prehis-0pánico, India y la mayoría de las culturasdel Oriente Próximo, pero tampoco se

gobernaban a sí mismas. Sus principalesfuncionarios, nombrados o confirmados porel gobierno, estaban ligados sin remedio aun sistema operacional que servía losintereses del gobierno antes que los interesesde los aldeanos.

3. Los gremios

Las corporaciones profesionales de arte-sanos y comerciantes en las culturashidráulicas estuvieron condicionadas deun modo similar. También es significativoel nombramiento del funcionario másimportante; pero también es una de lasvarias maneras de que el Estado despóticoasegure su superioridad incontrolada y ladebilidad de la organización tolerada.

El Egipto helenístico parece haberseguido una antigua costumbre al tenerpersonas «trabajando para el Estado en laindustria, transporte, minería, construcción,caza, etc.», reunidas en grupos profesionalesque eran «organizados y estrechamentesupervisados por la administración econó-mica y financiera del rey»79.

En la ultima época del imperio Romanoy en Bizancio, el gobierno «regulaba estric-tamente» la actividad de los gremios80. Hastael siglo III los miembros elegían a sus propiosjefes; pero desde esa época el gobierno tomóla decisión última sobre los jefes nombradospor los gremios, quienes, después de suinstalación, eran supervisados y disciplina-dos por el Estado81.

En la Turquía otomana los funcionariosinspeccionaban los mercados82 y contro-laban los precios, pesos y medidas83, cum-pliendo así funciones que en las ciudadesde la Europa medieval, controladas por laburguesía, caían generalmente bajo la res-ponsabilidad de las autoridades urbanas84.Además, el Estado, que en la mayoría delos países de la Europa feudal, recaudaba

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pocas, si algunas, tasas regulares de loscentros urbanos, en los que existía un podergremial desarrollado, en Turquía podíaimponer impuestos sobre los gremios y, comoen otros lugares de Oriente, emplear comoagentes fiscales suyos a los jefes de estascorporaciones, quienes «distribuían los tantosde impuestos de sus miembros» y que eran«responsables personalmente de su pago»85.

En la India hindú, el setthi, cabeza delgremio de mercaderes, era un semi-funcionario estrechamente vinculado a laadministración fiscal del gobernante86. Losmercaderes representaban una riquezaconsiderable y sus corporaciones parecenhaber sido mucho más respetadas que lasde los artesanos87. Pero esto no hacía queel gremio de mercaderes fuese una entidadpolítica de significación.

Se ha dicho que los gremios indiosadquirieron importancia en los comienzosde la época budista88. Sin embargo, aladmitir esta observación debemos de cuidarde no exagerar su significado político. SegúnFick, «las corporaciones de manufactureroscaen –parcialmente por lo menos–, sin duda,bajo la categoría de las castas inferiores»89;y Rhys Davids insiste en que «no se haaducido ningún ejemplo de los documentosbudistas antiguos que apunte a una orga-nización corporativa de la naturaleza de ungremio o liga hanseática»90. Una leyendadel siglo III o IV que se suponía mostrar quela ciudad de Thana (Poona, al sur de lamoderna Bombay) estaba «gobernada porun fuerte gremio mercantil», de hecho,describe el intento fracasado de un grupode mercaderes para combatir a un compe-tidor en abastecer de trigo el mercado91.

En China la existencia de gremios estábien documentada solamente a partir de lasegunda mitad del primer milenio a. C. Bajolas dinastías T’ang y Sung, los jefes de losgremios podían ser responsables de la

conducta profesional defectuosa de susmiembros, como las violaciones de lasregulaciones monetarias92, robo y otrosdelitos. Y en muchos casos el nombramientoera obligatorio93. Los gremios como unidadtambién tenían que prestar servicios espe-ciales al Estado94. En los siglos recientesel gobierno parece haber dejado los gremiosde comercio e industria menos importantesa sus propios designios95; pero las corpora-ciones de grupos de cierta importancia,como mercaderes de la sal96 y numerosasfirmas de cantón, que trataban en comercioexterior97, eran estrechamente supervisadas.

4. Religiones secundarias

Nuestra información sobre las religionessecundarias es particularmente completapara la sociedad islámica y la China tradi-cional. Los gobernantes musulmanestoleraron el cristianismo, judaísmo yzoroastrismo98. Pero los seguidores de estoscredos tenían que aceptar un estatus inferiortanto político como social, y se les impedíaextender sus ideas. Las leyes prohibían laconversión del cristianismo al judaísmo oviceversa; y las penas por la apostasía delIslam eran severas. A los cristianos no seles permitía golpear con fuerza sus tablasde madera99 o cantar en sus iglesias en vozalta, o reunirse en presencia de musulmanesy ostentar su «idolatría», «ni invitar a ella,ni exponer una cruz» en sus iglesias100. Noes extraño que las minorías religiosas, quedurante la época turca fueron apartadas enorganizaciones llamadas millet101, vegetasenmás que floreciesen. El jefe del millet eranombrado por el millet (¿o su clero?), peroconfirmado por el sultán102; una vez en elcargo se le daba «el poder ejecutivo justopara permitirle recaudar los impuestosfijados a su comunidad por el Estado»103.

En la China tradicional el budismo fuela religión secundaria más importante.

Wittfogel Despotismo oriental 129

Alcanzó su mayor importancia en las dinas-tías bárbaras de infiltración y conquista quegobernaron sobre los viejos centros septen-trionales de la cultura china durante elperíodo medio del primer milenio d. C.104.Las duras persecuciones de 845 iniciaronuna política que con el tiempo lo redujerona una religión secundaria cuidadosamenterestringida.

Oficiales especialmente designadossupervisaban el budismo y otros credos noortodoxos105. El gobierno limitaba laerección de los monasterios y templos106;daba licencia a los sacerdotes y monjes107,prohibía ciertas actividades religiosas queen otros países eran libres, y prescribía que«el clero budista y taoísta no haría lecturasde sutras en los mercados ni andaría con elcuenco de las limosnas, ni explicaría losfrutos de salvación ni recogería dinero»108.Resumiendo su tratado clásico de lo queotros han saludado como elementos delibertad religiosa, De Groot pregunta:«¿Cuál es el bien de esta libertad donde elEstado ha acuñado su sistema de certifica-ción del clero dentro de los límites tan estre-chos, y ha hecho extremadamente difícilla admisión de discípulos varones, casiimposible la de las mujeres, de tal maneraque el número de los que podrían gozar deesta libertad se reduce a un porcentajemiserable de la población? Esto hace queesta pretendida libertad sea una farsa»109.

b) Elementos genuinos de libertad,presentes a pesar de todo

De esta modo el Estado hidráulico coartaprácticamente todos los grupos secundariosde organización, pero no los integracompletamente en su sistema de poder.

La familia china tradicional, cuyo jefegoza de una posición jurídica particular-mente distinguida, no fue obligada por la

presión política y policial a enfrentar entresí a los miembros de una familia, como esel caso en el Estado moderno de aparato.En la China y en la India el gobierno per-mitía a los grupos familiares arreglar susnegocios internos de acuerdo con las “leyes”de familia propias110. En otras civilizacioneshidráulicas las familias gozaban de una cuasiautonomía menos formal, pero igualmenteeficaz.

El control del gobierno sobre las aldeas,aunque muy específico, también está limi-tado de un modo definido. Aun donde losfuncionarios de la aldea gozaban de un granpoder, los labradores que vivían junto conellos tenían muchas oportunidades de hacersentir el peso de sus opiniones sobre losasuntos diarios de la comunidad. Una vezque se satisfacían las exigencias del go-bierno, el jefe y sus ayudantes generalmentearreglaban los asuntos de la aldea con pocainterferencia, si alguna, de arriba.

Parecen haber existido ciertas posibi-lidades de gobierno autónomo en las aldeasde la Siria romana111 y en las aldeas egipciasde la época romana y bizantina112. El jefede la aldea de la Turquía otomana, comosus colegas en otras civilizaciones orienta-les, actuaba con gran independencia en loque afectaba a los negocios internos de lacomunidad rural113. El jefe de una aldeaindia podía cumplir sus funciones con éxitosólo tratando de «conciliar a los aldea-nos»114. No podía ser «orgulloso, intolerantey altivo como los brahmanes»; en su lugartenía que ser «educado y complaciente»hacia sus iguales, y «afable y condescen-diente» con sus inferiores115. Las organiza-ciones en forma de grandes comités selimitaban probablemente a la pequeñaminoría de asentamientos rurales dominadospor grupos terratenientes, principalmentebrahmanes116. Pero la asamblea no formalde los ancianos de la aldea (panchayat) o

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de todos los aldeanos se dice que ha sidouna institución general117, y su reunionesparece que suavizaban la autoridad del jefede la aldea. Dado que las aldeas, exceptopara las exigencias oficiales, seguíanestando más o menos a cargo de los jefes ysus ayudantes, de hecho, eran islas ruralesque gozaban de una autonomía parcial118.

En las aldeas chinas tradicionales losfuncionarios locales estaban aún másvinculados a los coaldeanos no funcionarios,quienes, particularmente si pertenecían alas familias ricas o hidalgas, podían ejercergran influencia en los negocios locales119.Las críticas de un grupo “extraño” de aldea-nos podían obligar al jefe y a sus partidariosa la dimisión. Bajo tal presión una «bandade hombres» que había estado en el poderpor largo tiempo podía retirarse «de suspuestos, dejándolos a los que habían hecholas críticas»120.

Esta conducta no implica un patrón ofi-cialmente democrático; pero tiene un ciertosabor democrático. Por supuesto, hay dis-tintas clases de requisitorias oficiales, y haysiempre un jefe de policía, y a menudo unrecaudador de impuestos, ambos nombradospor el gobierno y ambos representantesdistinguidos de los intereses del aparatoburocrático. Pero aquí termina generalmenteel control exterior. El gobierno «no ponerestricciones prácticas sobre el derecho deasamblea del pueblo para el estudio de suspropios negocios. El pueblo de toda aldeapuede decidir una reunión cada día del año.No está presente ningún censor guberna-mental, y no hay restricción sobre la libertadde discusión. El pueblo puede decir lo quequiera, y la magistratura local no conoceni se preocupa de lo que se ha dicho»121.

En muchas civilizaciones hidráulicas elgobierno se ocupaba poco de los negociosinternos de los gremios. Los Libros de laley indios recomendaban al rey reconocer

los estatutos (leyes) de los gremios122. Y portodas partes existían estatutos similares123.Los gremios turcos estaban sujetos a «laautoridad suprema de los poderes temporalesy espirituales, representados por los go-bernadores, oficiales de policía y kadis»124,y sus jefes eran responsables ante el gobiernode la ejecución de sus deberes fiscales. Sinembargo, por otra parte, y «dentro de loslímites impuestos por la religión, tradicióny la “costumbre” [...] las corporaciones eranrelativamente libres y autónomas»125. Porello Gibb y Bowen las enumeran entre «losgrupos casi autónomos»126.

La fórmula de Gibb y Bowen es tambiénválida para las religiones secundarias. Sinembargo, a pesar de todas las restriccionesexternas, estas religiones gozaron «dealguna libertad religiosa». En la Chinatradicional los sacerdotes de las religionessecundarias, «que buscan su salvaciónpropia y la de las demás gentes, no se lesprohíbe predicar, recitar sutras y realizarceremonias en privado»127. Y bajo el Islam«toda congregación no musulmana adminis-tra sus propios negocios bajo su cabezaresponsable, un rabbi, obispo, etc.»128. Entanto que su culto no moleste a los «verda-deros creyentes», y en tanto que su organiza-ción no ofrezca amenaza para la seguridad,el gobierno generalmente permitía a lasminorías religiosas vivir, dentro de suscongregaciones, una vida más o menosautónoma.

5. Conclusión

a) Libertades políticamente irrelevantes

¡Realmente estas son libertades modestas!Aparecen distintas combinaciones en variasesferas de la vida. Y ahora podremoscomprender por qué aparecen y por quéson limitadas.

Wittfogel Despotismo oriental 131

La sociedad hidráulica no es inmune alos movimientos revolucionarios, pero lasorganizaciones familiares, incluso en susformas más amplias, no son una amenazapolítica para el funcionamiento normal deldespotismo agroburocrático. Tampoco lasaldeas constituyen una amenaza seria. Laautonomía relativamente grande de la aldeachina tradicional podía, en caso de insurrec-ción, «ser suprimida en un momento, hechodel que todo el pueblo tenía concienciaperfecta»129. Los grupos religiosos secunda-rios podían ser un peligro en tiempos degran inquietud. Y probablemente por estoel gobierno de la China imperial nunca aflojósu control sobre los credos tolerados yestuvo tan dispuesto a suprimir ciertassectas130. El potencial de rebelión inherentea los gremios no fue quizá nunca completa-mente eliminado, pero el gobierno hidráu-lico podía paralizarlo sin agotar sus ingresos.

Grunebaum encuentra «que es notableobservar lo poco que el Estado musulmánse veía coartado, de hecho, en su funciona-miento por el peso muerto de estas organiza-ciones semiextranjeras dentro de suestrucctura»131. Y otros han comentado enel mismo tono el efecto político de losgremios en las civilizaciones hidráulicas.El primitivo Estado bizantino no tuvonecesidad de liquidar los gremios romanosaún existentes, «porque no eran en absolutopeligrosos políticamente, y porque nopodían ejercer presión de ninguna clasesobre el gobierno y administración, comolo hicieron, por ejemplo, los gremios alema-nes de la Edad Media»132. Massignon, queentre sus colegas es el que considera losgremios musulmanes un factor político demás importancia, por lo menos temporal-mente, sin embargo se da cuenta de que«nunca alcanzaron una influencia políticacomparable a la de los gremios europeos

medievales»133. Gibb y Bowen consideranel poder de los gremios medievales enEuropa mucho más amplio que el de lascorporaciones islámicas, y dudan de lapropiedad del término “gremio” para losúltimos134. Por razones similares se ha recha-zado una equiparación de los gremios delOccidente medieval con los de la India135

o China136.A decir verdad, existían muchas seme-

janzas entre los dos tipos de corporaciones;semejanzas creadas por las peculiaridadesy necesidades de las profesiones gremia-les137; pero las condiciones sociales pro-fundamente distintas en que operaban lesdaban cualidades políticas y sociales quediferían profundamente. Los gremiales dela baja Edad Media europea llegaron a seramos de sus ciudades, y como tales podíandesempeñar una parte importante en lasluchas por el poder de su tiempo. Losgremiales del mundo hidráulico gozabande cierta autonomía, no porque fueran tanfuertes, políticamente hablando, sino porqueeran tan irrelevantes.

b) Democracia de mendigos

En los estados totalitarios modernos losinquilinos de los campos de concentracióny trabajos forzados tienen permiso de vezen cuando para reunirse en grupos y charlara voluntad; y con cierta frecuencia a algunosde estos se les encarga de trabajos menoresde supervisión. En términos de la ley dedisminución de rendimiento administrativoestas ‘‘libertades’’ rinden. Al mismo tiempoque ahorran personal no amenazan el poderdel comandante y sus guardias.

Las aldeas, gremios y organizacionesreligiosas secundarias de sociedad agro-administrativa no fueron campos de terror.Pero, como ellos, gozaron de algunas

Revista Derecho del Estado132

libertades políticamente insignificantes.Estas libertades –que en algunos casosfueron considerables– no dieron paso a unaautonomía completa. En el mejor de loscasos establecieron una especie de demo-cracia de mendigos.

B. EL DESPOTISMO HIDRÁULICO:¿DESPOTISMO BENÉFICO?

1. ¿El poder totalitariopara beneficio del pueblo?

El Estado hidráulico no está condicionadopor una democracia de mendigos. Tampocolo está por otros contrapesos constituciona-les, sociales o culturales. Es claramentedespótico. Pero, ¿beneficia al pueblo almismo tiempo?

2. La pretensión y la realidad

a) La necesidad operativa no ha deconfundirse con la benevolencia

El Estado hidráulico es un Estado directivo,y algunas de sus operaciones beneficianrealmente al pueblo. Pero, dado que losgobernantes dependen de estas operacionespara su propio mantenimiento y pros-peridad, difícilmente se puede considerara su política inspirada en la benevolencia.Un pirata no actúa con benevolencia cuandomantiene su barco a flote o alimenta a losesclavos que piensa vender. Es racional,pero no benevolente. Porque es capaz dedarse cuenta de sus ventajas futuras ypresentes. Su conducta puede beneficiartemporalmente a las personas que estánen su poder; pero no es este su propósitoprimario. En una oportunidad dadafomentará sus propios intereses, y no losde los demás.

b) El coeficiente de racionalidadde la sociedad hidráulica

Al nivel de poder total, los representantesde los regímenes hidráulicos procedendel mismo modo. Su conducta puede bene-ficiar en cierto grado a las personas queestán en el poder, y los consejeros deamplias miras y estadistas pueden destacarla importancia de satisfacer al pueblo1;pero como grupo consideran las nece-sidades de sus súbditos a la luz de suspropias necesidades y ventajas. Para estefin tienen que: 1°. Mantener en marcha laeconomía agraria; 2°. No aumentar lasprestaciones de trabajos y los impuestoshasta un punto tal que desanime a loscampesinos a seguir produciendo, y 3°.No permitir las luchas internas y externasque dividan la vida de la población.

La tercera tarea –el mantenimiento dela paz y el orden– es problema de los go-biernos de todas las sociedades. La primeray la segunda tareas distinguen a las culturashidráulicas de otras agrarias. La existenciacontinuada del despotismo agrario dependede estas tres funciones. Constituyen lo quepuede llamarse el minimum de racionalidaddel régimen.

Las sociedades de conquista, cuyos go-bernantes están empapados de tradicionesno hidráulicas, a menudo proceden segúnel nivel más bajo de racionalidad hidráulica.Y los amos endógenos frecuentementedescienden a este nivel durante los períodosde decadencia y desintegración. Movimien-tos fuertes hacia un coeficiente más altode racionalidad ocurren particularmentedurante las primeras fases de gobierno, perotambién pueden darse durante los períodosposteriores de crecimiento o consolidación.

La fase formativa de una sociedad deconquista está ampliamente determinada porla capacidad de los conquistadores para

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identificarse con su nuevo ambiente institu-cional. Los mongoles eran completamenteajenos a las tradiciones y costumbres delas culturas hidráulicas que dominaban. Elhijo de Gengis Khan, Ogotai, se dice queplaneó convertir en pasto los campos cul-tivados de China, y sólo dejó de hacerloporque Yeh-lu Ch’u-ts’ai le explicó de unmodo convincente que en el orden agrariohabía mayores posibilidades de impuestos2.Pero aunque los mongoles conservaron laeconomía hidráulica de su nuevo reino,siguieron indiferentes a sus necesidades mássutiles. Virtualmente se mantuvieron cercadel mínimo de racionalidad de la sociedadhidráulica.

Mahoma, que vivió en la árida Arabia,comprendió ciertamente la importancia delriego para el cultivo productivo, aunque ensus manifestaciones oficiales raras vecesse refiere al problema, y cuando lo hace,esencialmente al riego de pequeña escala(de pozo)3. Sus seguidores conservaron,restauraron e incluso crearon vigorosaseconomías hidráulicas en Siria, Egipto, Irak,noroeste de África, España y, por pocotiempo, también en Sicilia. Los manchúesestaban familiarizados con la agriculturade riego antes de que avanzasen hacia elsur a lo largo de la Gran Muralla paraconquistar China4. A este respecto no sediferenciaban de los incas, que practicabanel riego en los altiplanos andinos antes deestablecer su imperio hidráulico5. Cuandofueron dominados por los españolesprobablemente actuaban a un nivel próximoal máximo de racionalidad.

c) Coeficiente de racionalidad,¿para quién?

Pero tanto si una sociedad hidráulica operade una manera burda como si lo hacesutilmente, la pretensión de benevolencia

nos obliga a preguntar: ¿cui bono? Evi-dentemente, las tareas operacionalespueden dirigirse de manera que satisfaganlos intereses de los gobernantes a expensasde las fuerzas no gubernamentales de lasociedad. O pueden ser dirigidas de maneraque satisfagan las necesidades del puebloy den, es posible, algunas ventajas al go-bierno. Hay soluciones intermedias entreambos extremos.

Por regla general, las tres alternativasson consideradas en serio sólo si las circuns-tancias, de hecho, permiten una elecciónauténtica. Este es realmente el caso en lasesferas administrativas, de consumo y judi-cial de la vida hidráulica. Pero en todas estasesferas encontramos los intereses del pueblosacrificados al óptimo de racionalidad delgobernante.

3. El optimum de racionalidaddel gobernante prevalece

a) Necesidad y elección en lapolítica del régimen hidráulico

En los estados territoriales de la antiguaChina, como en otras civilizacioneshidráulicas, los filósofos discutieron lasalternativas de un gobierno altruista,equilibrado o crudamente egoísta ante losrepresentantes del poder absolutista.Confucio apuntaba que Yu, el fundadorlegendario de la dinastía protohistórica Hsia,comía comidas bastas, se vestía pobre-mente, vivía en una casa modesta y con-centraba sus energías en los canales deriego. Este gran héroe cultural, a quienConfucio consideraba sin tacha6, combinabaun mínimo de exigencias personales conun máximo de dedicación pública.

En el último período de la historiaprimitiva de la China los reyes vivían congran confort; pero los mejores buscaron un

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equilibrio entre sus propios intereses y losde sus súbditos. El filósofo Mencio, alanalizar este punto, no discutía el derechodel gobernante a construir edificios yparques lujosos y estanques mediantetrabajo forzado; pero pedía que el pueblotuviera permiso para participar de estasobras con el rey7.

De ese modo los filósofos de la antiguaChina suponían que dentro de la trama delas necesidades gubernamentales existíanauténticas alternativas para la acción. Sinembargo, los amos del aparato estatal agrariosatisficieron, sin excepción, las necesidadesconstructivas, organizadoras y adquisitivasde su reino con un máximo de interés porsus propias ventajas y un mínimo por lasnecesidades de sus súbditos.

b) El optimum administrativodel gobernante

En esta primera fase el régimen hidráulicose hace más fuerte y más rico con elcrecimiento de su economía. Pero en unmomento determinado el gobierno puedeobtener un ingreso adicional intensificandosus operaciones adquisitivas antes que lasproductivas. En esta momento es cuandolas distintas constelaciones de poder llevanun optimum administrativo distinto.

El optimum administrativo del gobernantese mantiene siempre que el gobierno recogeun máximo de ingresos con un mínimo deesfuerzo hidráulico. El del pueblo permanecesiempre que se consigue un máximohidráulico con un mínimo de gasto adminis-trativo. Los arreglos intermedios implicanla recaudación de un ingreso grande, perono máximo, buena parte del cual se empleapara producir obras hidráulicas considerables,aunque no máximas.

Las respuestas del gobernante a estasalternativas muestran claramente el efecto

del poder total sobre los que lo comparten.Más allá de la zona de discrepanciaestimulante, generalmente sólo fomentanlas empresas hidráulicas que mejoran supropio bienestar, y son más ingeniosos endesarrollar nuevos métodos de explotaciónfiscal. En resumen, buscan el óptimo admi-nistrativo del gobernante y no del pueblo.

c) El optimum de consumodel gobernante

En la esfera del consumo pueden distin-guirse también tres alternativas principales.El optimum de consumo del gobernante semantiene mientras los amos del Estadohidráulico se arrogan un máximo de bienes,que consumen con un máximo deostentación (“esplendor”). El optimum deconsumo del pueblo se conserva en tantolos miembros no gubernamentales de lasociedad reciben un máximo de mercancíasque pueden consumir con la publicidadque les plazca. Los estados intermediosfavorecen en cierto grado a los represen-tantes del gobierno, aunque sin restringirseriamente la calidad ni la libertad delconsumo popular.

También las respuestas a estas alterna-tivas muestran el efecto del poder total sobrelos que lo detentan. El esplendor proverbialdel despotismo oriental, así como la miseriaproverbial de sus súbditos, tienen sus raícesen una política dirigida hacia el optimumde consumo del gobernante, pero no delpueblo.

Eso tiene un aspecto económico y otrolegal. Concentrando el sobrante nacionalen sus propias manos, los gobernantes res-tringen la suma de bienes físicamenteaccesibles a los consumidores no guber-namentales. Prohibiendo legalmente el usogeneral de objetos que dan prestigio, sereservan todo consumo “ostentoso”. En las

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civilizaciones hidráulicas más simples estasexigencias pueden lograrse sin muchadificultad. Las crecientes diferenciacionessociales complican el asunto, pero noimpiden una situación que, para todos losfines, realiza el óptimo del gobernante.

En el imperio inca el pueblo común comíafrugalmente y tenía pocas oportunidadesde beber copiosamente8. Sus gobernantescomían extraordinariamente bien y bebíanhasta el exceso9. Además, el vacío entrelos dos grupos se ampliaba por medio deleyes que se reservaban el uso del oro, laplata, las piedras preciosas, las plumas decolores y la lana de vicuña a los gobernantes.A la plebe se le permitía algunos ornamentosmodestos, pero incluso éstos sólo podíanusarse en ocasiones especiales10.

Disposiciones de este género son másfáciles de aplicar cuando la gran mayoríade los plebeyos son labradores que vivenen aldeas controladas por el gobierno y máso menos igualitarias. La creación de muchasempresas basadas en la propiedad implicael crecimiento de formas de riqueza noburocráticas, tanto mueble como inmueble;y esta evolución afecta inevitablemente alpatrón de consumo.

Incluso en estas circunstancias la masade las población rural y urbana continúaviviendo pobremente; y el pequeño estratode propietarios no burocráticos ve susfortunas constantemente amenazadas porlos impuestos y la confiscación (y, con eltiempo, disgregadas por las leyes de laherencia). Pero dondequiera que los nego-cios grandes basados en la propiedad sehacen esenciales, no se puede desarraigarla riqueza privada, y no se puede impedirque los que la poseen gocen por lo menosde una parte de ella.

De este modo, las leyes que reservanciertos tipos de vestido u otras mercancíasostentosas a la clase gobernante se trans-

forman en los medios decisivos para situarlos hombres de la máquina gubernamentaly los sacerdotes de la religión dominantesobre la masa de los plebeyos. En la Chinatradicional los funcionarios y sus parientesse distinguían por sus casas, mueblesvestidos y vehículos11. Los Libros de la leyindios prescriben con toda precisión losadornos, cinturones y bastones, etc., quehan de usar los brahmanes, kshatriyas yvaisyas12. En el Oriente Próximo los rasgosburocráticos distintivos del vestido estándocumentados en el Egipto faraónico13,Asia14, Bizancio15, el califato árabe16, losmamelucos17 y la Turquía otomana18.

Dentro de los límites de estas regula-ciones los pebleyos podían, teóricamentehablando, gozar de su riqueza. Pero siempreocultaron sus posesiones más preciosas, yfrecuentemente el miedo a la acción con-fiscadora fue tan grande que impidió todaostentación. La persecución rapaz de losmercaderes bajo la dinastía Han antigua fueprovocada por la demostración espectacularque los ricos hombres de negocios habíanhecho de su riqueza19. Bajo un gobiernoque no se esfuerza en llegar al máximo deracionalidad, las víctimas potenciales deconfiscación pueden actuar con un cuidadoextremo. El médico francés Bernier, quevivió en el Oriente Próximo desde 1655 a1658 y después pasó casi diez años en laIndia mongólica, se asombró de la atmósferade frustración en que vivían los hombresde negocios de Asia. La empresa encontraba«poco ánimo para dedicarse a negocioscomerciales», porque los voraces tiranosposeían «poder e inclinación para privar acualquier hombre de los frutos de su indus-tria». Y «cuando se adquiere riqueza, comoocurre a veces, el posesor, lejos de vivircon mayor confort y asumir un aire deindependencia, estudia los medios que lepermiten aparecer como un indigente: su

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vestido, su alojamiento y sus mueblescontinúan siendo mezquinos, y procura,sobre todas las cosas, no gozar de losplaceres de la mesa»20.

No debemos generalizar las observa-ciones de Bernier. Bajo gobernantes demente más amplia los mercaderes ricos deAsia vivían con auténtico lujo, en tanto quesu conducta no provocase un desastre. Eincluso en la India de Aurangzeb algunaspersonas ricas protegidas por el gobierno,nos dice Bernier, «no se preocupan de fingirpobreza, sino que participan de los confortsy lujos de la vida»21.

Pero estas excepciones no niegan la ten-dencia básica. En las civilizaciones hidráu-licas los plebeyos ricos carecían de laseguridad de que gozaban los burgueses dela baja Edad Media, y no se atrevían aparticipar del consumo conspicuo quepracticaban los hombres de negociosmedievales, a pesar de las numerosas leyessuntuarias a que también tenían quesometerse. Los gastos pródigos por losrepresentantes del Estado, de un lado, y eldominio de pobreza auténtica y fingida, deotro, muestran espectacularmente el efectodel poder total sobre el óptimo de consumode la sociedad hidráulica.

d) El optimum judicial del gobernante

Decisiones similares unilaterales caracteri-zan la esfera judicial. Como se explicómás arriba, no hay ninguna sociedad sinnormas estandarizadas; y pocas civiliza-ciones agrarias avanzadas carecen de leyesescritas o codificadas. Por ello, su contextoparticular y su espíritu son lo que separanlas leyes del despotismo hidráulico de lasde los estados controlados pluralística-mente.

El optimum del gobernante se conservasiempre que los representantes del gobierno

ejercen un máximo de influencia sobre laformulación y aplicación de las leyes desu país. El optimum judicial del pueblo semantiene siempre que son decisivos loselementos no gubernamentales de lasociedad. En las comunidades democráticasel ciudadano constitucionalmente cuali-ficado puede participar en la formulaciónde las leyes. Puede ejercer funciones de juez,como ocurría en la Atenas democrática, opuede, como jurado, cooperar con los juecesformados profesionalmente, pero elegidos.En ambos casos las fuerzas no gubernamen-tales de la sociedad, y no un Estado des-pótico, se encargan de la aplicación delderecho. Las variantes intermedias secaracterizan por un poder gubernamentalmayor, pero no absoluto, y por un controlpopular proporcionalmente disminuidosobre la legislación y la judicatura.

Es obvio que el primer tipo de optimumjudicial prevalece en la sociedad hidráulica.Y es igualmente obvio que en la esferajudicial, como en otras, los amos del Estadohidráulico busquen un máximo de resultados(orden interno) con un mínimo de esfuerzoy gastos gubernamentales. Obtienen estono elevando las funciones judiciales impor-tantes a centros secundarios de poder casiindependientes, como lo hicieron los sobe-ranos de la Europa feudal22, permitiendoque grupos políticamente insignificantesadministren algunos de sus asuntos legales,o permitiendo que magistrados tratenmaterias legales junto con otros deberes, odonde existen como regla general juecesprofesionales, teniendo los menos juecesposibles.

Estas condiciones impiden el desarrollode los jurados independientes. Dificultan,así mismo, los procedimientos judicialeselaborados. Y dejan poco espacio al fun-cionamiento de abogados profesionalesindependientes. Con estas limitaciones los

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jueces de una sociedad hidráulica resuelvenlos casos legales, muchos de los cualessurgen de conflictos de intereses de pro-piedad, y en países con una vida urbanamuy comercializada este campo de acciónpuede ser realmente muy importante23.

Sin embargo, incluso en su optimumracional, las leyes de estos países expresanuna situación social fundamentalmentedesequilibrada. Aunque protejan a unplebeyo contra otro, no protegen a losplebeyos –como individuos o grupo– contrael Estado absolutista. Poco después queBernier había comentado este fenómeno,John Locke lo hizo igualmente; y sus refe-rencias a la Turquía otomana, Ceilán y laRusia zarista le muestran consciente de quela variante tiránica del procedimientojudicial, que la autocracia inglesa no pudodesarrollar por completo, florecía sin trabasbajo el despotismo oriental.

Locke insiste en que la presencia de leyesde un régimen despótico no prueba nadasobre su justicia: «Si preguntamos quéseguridad, qué protección hay en uno deestos estados contra la violencia y la opre-sión de su gobernante absoluto, apenaspuede plantearse esta pregunta. Pronto lecontestarán que merece la muerte sólo porpedir seguridad. Entre súbdito y súbditoconcederán que deben existir medidas, leyesy jueces para la paz y seguridad mutuas.Pero en cuanto al gobernante, debe serabsoluto y estar sobre tales circunstancias;porque tiene poder para hacer más daño,tiene razón cuando lo hace. Preguntar cómopuede uno liberarse del daño o la injuriapor este lado, dónde está la mano más fuertepara hacerlo, es en seguida la voz de lafacción y de la rebelión. Como si los hom-bres, al salir del estado de naturaleza y entraren la sociedad, acordaran que todos, exceptouno, deberían estar bajo el freno de las leyes;

pero que él debía seguir con toda la libertaddel estado de naturaleza, aumentada conel poder y hecha licenciosa por la impu-nidad. Esto es como pensar que los hombresson tan locos que se preocupan de evitarlos daños causados por los gatos a las zorraspero están contentos y creen que es segu-ridad ser devorados por leones»24.

4. “El poder absoluto corrompede un modo absoluto”

Esta es una dura acusación. Contra losmodernos apologistas de las constitucionesy leyes totalitarias, Locke rehúsa concederconfianza alguna a la posible benevolenciadel autócrata: «El que piensa que el poderabsoluto purifica la sangre de los hombresy corrige las bajezas de la naturaleza hu-mana, no tiene más que leer la historia deesta o aquella edad para convencerse de locontrario»25. La versión afirmativa de lordActon de la tesis de Locke es bien conocida:«El poder tiende a corromper y el poderabsoluto corrompe de un modo absoluto»26.

La aceptación de esta idea no incluyenecesariamente la aceptación de los puntosde vista pesimistas de Locke sobre la «bajezade la naturaleza humana». El hombre actúapor muchos motivos que bajo circunstanciasdiferentes operan con fuerza distinta. Tantoel egotismo como el sentido de la comunidadbuscan su expresión; y depende de la heren-cia cultural y del ambiente general el queprevalezca el uno o el otro. Un orden guber-namental –o de propiedad– que lleva a laaparición del poder absoluto, anima y per-mite a los detentadores de este poder satis-facer sus propios intereses de un modoabsoluto. Por esta razón el despotismoagrario, como el despotismo industrial,corrompe de un modo absoluto a los quese calientan al sol de poder total.

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5. El optimum de propagandadel gobernante

La influencia corruptora se consolidadespués mediante la manipulación parcialde la opinión pública. La opinión públicapuede moldearse de muchas formas. Yaquí, como en otras partes, los interesesdel gobernante y los de pueblo divergentotalmente. Esto se hace más claro tanpronto como se bosquejan las principalesalternativas.

El optimum de publicidad del gobernantese mantiene en tanto que los logros realeso pretendidos del gobierno consiguen unmáximo de publicidad sin crítica, mientrasque las experiencias, sufrimientos yopiniones del pueblo son objeto de un míni-mo de información. El optimum depublicidad del pueblo implica la presenta-ción completa de los logros del gobierno yla de sus fracasos por igual. Los arreglosintermedios favorecen al gobierno sin evitarque las fuerzas no gubernamentalesexpongan su propio caso.

La crítica popular independiente difieretanto en calidad como en intención de lasmuchas y continuadas críticas que hacenlos miembros directores del funcionariado.La crítica burocrática es vital para el funcio-namiento del complejo administrativo, perose expresa detrás de puertas cerradas o enpublicaciones sólo accesibles a un númerolimitado de personas ilustradas, que general-mente son miembros del grupo gobernante.En ambos casos los problemas del puebloson considerados esencialmente desde elpunto de vista de un interés gubernamentalconcebido más o menos racionalmente27.

Detentando el poder total, los amos delEstado hidráulico pueden mantenerfácilmente el optimum de publicidad delgobernante. Bajo condiciones socialesindiferenciadas, la voz del gobierno (con

frecuencia del soberano) acalla todas lascríticas excepto las que puedan aparecer enmedios tan inofensivos como los cuentos ycanciones populares. Condiciones más dife-renciadas tienen algunos escapes adicionalesen las religiones secundarias y filosofías, enlas narraciones populares breves, novelas ycomedias. Pero incluso estos medios sonmarcadamente débiles. En contraste con losescritores independientes quienes, bajo elabsolutismo occidental, pusieron en tela dejuicio no sólo los excesos sino también loscimientos del orden despótico, las críticasde la sociedad hidráulica se han quejado encasi todos los casos solamente de los desa-fueros de algunos funcionarios aislados ode los perjuicios de algunos hechos guber-namentales determinados28. Aparte de losmísticos, que predican una retirada total delmundo, estas críticas tienden en últimainstancia a regenerar el sistema del podertotal, cuya conveniencia fundamental noponen en duda.

6. La doble función delmito de benevolencia

a) Afirma los intereses del régimendespótico prolongado

Las ventajas del mito de benevolenciapara el despotismo que glorifica son dobles.Presentando al gobernante y sus auxiliarescomo empeñados en conseguir el optimumde racionalidad para el pueblo, permiten alos portavoces oficiales educar y disciplinara los miembros de su propio grupo. El queposee el poder, que opera por debajo delmínimo de racionalidad, perjudica la se-guridad del aparato gubernamental, mien-tras que uno que opere sobre este nivelconsolida la estabilidad del régimen. Esteexplota su jardín como lo haría un jardinerointeligente29. Además el gobernante y sus

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hombres no deben debilitar su posiciónpor un descuido administrativo, unosimpuestos excesivos o una injusticia provo-cativa. El mito del despotismo altruista(benevolente) dramatiza estas desiderata,que consciente o inconscientemente sonsuscritas por todos los miembros pensantesde la clase gobernante.

b) Debilita la oposición en potencia

Más importante aún que el impacto delmito de benevolencia sobre los poseedoresdel poder es el efecto sobre las fuerzas nogubernamentales de la sociedad. El mitoadmite que los soberanos y funcionariosindividualmente pueden ser indignos, peropinta el poder despótico como fundamental-mente bueno, de hecho, como el único sis-tema razonable y recomendable de gobierno.

De este modo el súbdito recalcitrante, queestá expuesto permanentemente a estapropaganda, no puede luchar por la creaciónde un orden nuevo y menos despótico. El yotros que piensan como él tienen que retirarsea las montañas. Pueden matar a algunosfuncionarios locales. Pueden derrotar a losagentes armados del gobierno. Puedenincluso derribar una dinastía vacilante. Pero,de hecho, no hacen más que revivir y reju-venecer el despotismo agroadministrativocuyos representantes incompetentes elimi-naron. Los héroes de la famosa novela debandidos de China, el Shui-hu Ch’uan, nopudieron hacer nada mejor que montar ensu isla rebelde una versión en miniatura dela misma jerarquía burocrática a la quecombatían tan ferozmente.

c) La presencia de soberanos buenosy funcionarios justos no puedealterar la tendencia predominante

Si el hombre se centrara en sí mismo

exclusivamente, el resultado de todo estohubiera sido muy simple. Y muy triste.Pero el hombre también posee un sentidocomunitario. Y en este aspecto de sucarácter encuentra expresión también enla sociedad hidráulica. A decir verdad,bajo las condiciones del despotismo agrarioes difícil ser un buen soberano o un fun-cionario justo. Pero no es imposible. Entodo el mundo hidráulico gobernantes seriosatendieron sus deberes administrativos yjudiciales conscientemente, y funcionarioshonestos se esforzaron en evitar la opresiónfiscal y judicial. Los funcionarios animososinsistieron en lo que consideraban supolítica sana, aunque al hacerlo se opusierana los deseos de los superiores poderososy, en ocasiones, al mismo soberano.

Pero los que persiguen esta meta chocancon el interés del vasto grupo poco exigenteconsigo mismo y que gobierna según elpatrón consagrado; y la historia demuestraque sólo un puñado de personas preocupadaspor la comunidad (éticamente “poseídos”)estaban dispuestas en este sentido. Además,incluso este número patéticamente pequeñode hombres “buenos” no tenía concienciacompleta de lo difícil que era el optimumdel gobernante, por ellos recomendado. Elcaballero burócrata de Confucio, el gober-nante ideal del Bhagavadgita, y el estatista“justo” de la antigua Roma o del OrientePróximo islámico, todos tratan de ser justosdentro de la trama de una sociedad que dapor grantizados los patrones de poder, rentay prestigio despóticos.

7. El despotismo hidráulico esbenevolente en la forma y opresoren el contenido

Así los déspotas agroinstitucionales puedenpresentar sus regímenes como benevo-lentes; sin embargo, de hecho, e incluso

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bajo las circunstancias más favorables,luchan por su propio optimum de raciona-lidad y no por el del pueblo. Planifican suempresas hidráulicas de acuerdo con loque beneficia su poder y riqueza, y suscribensus propios presupuestos como amosfiscales del surplus nacional y comoconsumidores prestigiosos.

Stalin pretende que en el Estado de apara-to industrial moderno la cultura de unaminoría nacional es nacional en la forma,y socialista en el contenido30. La experienciamuestra que la sustancia “socialista” (léaseapparatchik) lo borra todo excepto loselementos nacionales más significativos. Unmecanismo similar funciona en el Estadode aparato agrario. Parafraseando la fórmulade Stalin y sustituyendo el mito por larealidad, podemos decir sin lugar a dudasque el despotismo hidráulico es benevolenteen la forma y opresor en el contenido.

II. TERROR TOTAL, SUMISIÓN TOTAL,SOLEDAD TOTAL

EL HOMBRE AUTÓNOMOBAJO EL PODER TOTAL

El hombre no es una hormiga. Sus esfuerzospor escapar hacia la libertad1 le muestranatraído de un modo ambivalente por loque abandona de un modo ambivalente.La urgencia de actuar con independenciaes un atributo esencial del homo sapiens,y algo enormemente complejo. No todossus componentes son valiosos socialmente;pero entre ellos está la más preciosa fuerzamotivadora del hombre: la urgencia porobedecer a su conciencia, a pesar de todaslas desventajas externas.

¿Qué sucede al deseo del hombre por laautonomía bajo las condiciones del podertotal? Una variante del poder total, el

despotismo hidráulico, no tolera ningunasfuerzas políticas relevantes fuera de élpropio. A este respecto tiene éxito en elnivel institucional porque bloquea el desa-rrollo de estas fuerzas; y tiene éxito en elnivel psicológico porque desanima el deseodel hombre de acción política independiente.En último análisis, el gobierno hidráulicoes gobierno por medio de la intimidación.

A. EL TERROR ES ESENCIAL PARACONSERVAR EL OPTIMUM DERACIONALDAD DEL GOBERNANTE

1. La necesidad

El hombre no es una hormiga. Pero tampocoes una piedra. Una política que mantieneel optimum de publicidad del gobernanteconfunde la mente del pueblo, sin que conello elimine sus sentimientos de frustracióne infelicidad. Sin traba, estos sentimientospueden llevar a la acción revolucionaria.Para contrarrestar esta tendencia peligrosael régimen hidráulico recurre a la intimida-ción. El terror es la consecuencia inevitablede la resolución del gobernante de mantenersu optimum de racionalidad propia y no ladel pueblo.

2. Su reconocimiento oficial:«el castigo es el rey»

Muchos portavoces del despotismo hidráu-lico han destacado la necesidad de gobernarpor medio del castigo. Tal política puedejustificarse por el argumento de que pocaspersonas dejan de ser culpables2. Confucioprefería la educación al castigo; sin em-bargo, también él creía que un buen gobier-no emplearía cien años «en transformar alviolentamente malo y abolir la penacapital»3.

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Así, con distintos argumentos, el castigoha sido considerado una pieza esencial delestatismo eficiente. El libro de derechohindú de Manu establece castigos temiblescomo fundamento del orden y la paz inter-nos. Un castigo que, por supuesto, debe serjusto, hace que todo el mundo se porte comoes debido4. Sin él se romperían las barrerasde las castas; y todos los hombres sevolverían contra sus compañeros. «Dondeel castigo ronda con cara negra y ojo rojo»5,los súbditos viven en paz. Todo el mundose mantiene en orden por el castigo6.

Mediante el castigo el gobernante protegeal débil contra el fuerte, el sacrificio contrala violación animal, la propiedad contra susenemigos (no gubernamentales) y la supe-rioridad social contra los asaltos desde abajo.«Si el rey no infligiera castigos, sin descan-so, a los que merecen ser castigados, el másfuerte asaría al más débil, como un pez enun asador: el cuervo comería el pastel delsacrificio y el perro mordería las viandasdel sacrificio, y la propiedad quedaría sinprotección, los inferiores [usurparían ellugar de] los superiores»7. Por esto «sóloel castigo gobierna a todos los seres creados,sólo el castigo los protege, el castigo vigilamientras duermen»8. Realmente, «el castigoes... el rey»9.

Los gobernantes de la Mesopotamia anti-gua pretendían haber recibido su poder delgran Enlil10. Este dios terrorífico simboliza«el poder de la fuerza, de la compulsión.Los deseos contrarios son aplastados yobligados a someterse»11. Aunque se suponeque emplea su poder juiciosamente12, «elhombre nunca puede estar completamentea gusto con Enlil sino que siente un miedoespantoso»13. Siendo así, es muy significa-tivo que el rey esté dispuesto a identificarsecon él o con las divinidades que de él des-cienden. Los reyes sumerios generalmentese identificaban con Enlil directamente14.

Los babilonios mantuvieron la idea básica,pero la modificaron. Hammurabi se retratabaa sí mismo como habiendo sido “llamado”por Enlil; y se denomina hijo de Enlil, Sin,como su divino padre15. En ambos casoslos gobernantes de Mesopotamia destacaronla cualidad terrorífica de su posición.

El terror inherente al despotismo faraó-nico se simboliza en la venenosa serpienteuraeus, que yace enroscada en la frente delgobernante y amenaza a sus enemigos conla destrucción16. También se comparabanlas acciones del rey con las de la diosa-león Sekhment17 inspiradora de temor.

El estatismo chino aprendió a expresaresta necesidad de castigo terrorífico en laforma moral y racional del confucianismo.Pero el castigo era el arma primaria de losllamados legalistas y de los confucionistasinfluidos de legalismo como Hsun Tsu. Ysiguió siendo un eje de la política oficialen todo el período imperial. Lo que llama-ríamos ministerio de justicia era llamadoen la China tradicional ministerio de loscastigos.

El gobernante islámico procuró ser res-petado y temido18. Las mil y una noches,que pintan a Harún al Raschid corriente-mente acompañado por su verdugo, ofrecencon traje de ficción una verdad histórica.El verdugo fue un personaje típico de lacorte abbassida.

3. Morfología de la violencia

A decir verdad, todos los gobiernos quemerecen este nombre tienen maneras deimponer su voluntad sobre sus súbditos, yel uso de la violencia figura siempre entreellos. Pero las diferentes sociedades desa-rrollan patrones diferentes de violenciaintegrante (o fragmentadora) y de contro-larla (o no controlarla).

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a) Patrones de violencia integradacontra violencia fragmentada

En la Grecia antigua los hombres llevabanarmas ordinariamente, según Tucídides,«porque sus casas estaban indefensas»19.En otras palabras, el gobierno no monopo-lizaba el uso de la fuerza. Con el crecimientode la seguridad pública la antigua costumbredesapareció en la mayoría de las ciudades-Estado20; pero los ciudadanos, que eranguerreros en potencia, aún tenían permisopara guardar en sus casas los instrumentosde la violencia. Los testimonios pictóricosque representan la partida a campañamuestran «casi siempre a la mujer trayendolas armas de la casa para el hombre quemarcha»21.

En la Europa medieval los señores feuda-les semindependientes desde el principiorepresentaban centros secundarios importan-tes de acción militar, y en el curso del tiempomuchas ciudades desarrollaron sus propiasfuerzas armadas. Estos núcleos feudales yurbanos de vida política y militar eran libresde emplear la violencia tanto dentro de suspropias jurisdicciones como unos contraotros. El vasallo, que aparecía ante su sobe-rano con la espada al cinto, expresaba clara-mente el patrón de violencia fragmentaday equilibrada que caracterizó a la sociedadfeudal.

La concentración del uso legítimo defuerza en manos del Estado no ocurre sola-mente bajo las condiciones de poder total.El gobierno constitucional moderno res-tringe cada vez más a la violencia privada.Pero difiere de los estados de aparato agra-rios e industriales en que el tamaño, calidady uso de coerción (ejército y policía) estándeterminados por las fuerzas no guberna-mentales de la sociedad. Las experienciasde la Grecia clásica y el Occidente modernomuestran que un país puede levantar

ejércitos poderosos sin que sus ciudadanospierdan el control sobre ellos.

b) Violencia controlada frentea violencia incontrolada

La disciplina militar requiere una subor-dinación incuestionada; y el comandanteen jefe de un ejército bien coordinado –loque no eran las huestes feudales– gobiernade un modo absoluto dentro de los límitesde su jurisdicción. Sin embargo, en unpaís democrático sigue siendo responsableante los ciudadanos que controlan el go-bierno. Los comentarios de Eisenhowersobre el método soviético de atacar através de campos minados indica las alterna-tivas institucionales. En «una afirmaciónde hechos» el mariscal Chukov explicabaal general americano: «Cuando llegamosa un campo minado nuestra infantería ata-ca exactamente como si no lo fuera. Laspérdidas que tenemos en personal por lasminas las consideramos iguales a las quenos hubieran producido las ametralladorasy artillería si los alemanes hubieran decididodefender aquella zona particular con fuertescuerpos de tropas en vez de campos mina-dos». Eisenhower añade escuetamente:«Yo tenía una idea exacta de lo que sucede-ría a un comandante americano o británicosi siguiera esta táctica, y tengo una ideaaún más viva de lo que los hombres detodas nuestra divisiones dirían sobre elasunto si intentáramos adoptar esta prácticacomo parte de nuestra doctrina táctica»22.

El procedimiento soviético ahorra mate-rial y tiempo; y esto se adapta, a la perfec-ción, al optimum táctico del gobernante. Sinduda este optimum sólo puede realizarsesi la violencia organizada es poseída poramos de un Estado incontrolado. La cualidadsocial de la violencia organizada, como lade otras funciones gubernamentales, cambia

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con el ambiente general en el que se de-sarrolla.

B. EL TERROR DEL DESPOTISMOHIDRÁULICO

Los súbditos de un Estado de aparato agrariotienen poca oportunidad de discutir elproblema de la violencia incontrolada.Pueden estar en posesión de algunas armapequeñas y simples, particularmente en lasaldeas, que tienen que defenderse de losbandidos. Pero el uso militar y organizadose concentra esencialmente en manos delos gobernantes absolutistas. Que por logeneral sólo dan audiencia a hombresdesarmados. En la sociedad hidráulica elmonstruo «con rostro negro y ojo rojo» noes un perro guardián atado por el pueblo,sino un tigre que se mueve a su voluntad.

1. Su aspecto físico

Como el tigre, el poseedor de poder debetener los medios físicos con los que aplastara sus víctimas. El déspota agroinstitucionalposee realmente estos medios. Ejerce uncontrol incontrolado sobre el ejército, lapolicía, el servicio de inteligencia, y tienea su disposición carceleros, torturadores,verdugos, y todas las armas necesariaspara apresar, incapacitar y destruir a unsospechoso.

2. Su aspecto psicológico

a) Imprevisibilidad

Además, puede emplear estos medios conun máximo de efecto psicológico. Todaslas personas que tienen un gran podergubernamental o de propiedad gustan deguardar en secreto alguno de sus actos;

pero los procedimientos de un gobiernodespótico son enigmáticos a causa de lamisma naturaleza del régimen. Preocupán-dose sólo de sí mismos, los hombres delaparato tienden a manejar incluso los asun-tos insignificantes en secreto; y llegan alos límites de la mistificación cuando quierenintimidar y sorprender. La imprevisibilidades un arma esencial del terror absoluto.

b) Lenin: «... poder nolimitado por ninguna ley»

Lenin definía la dictadura del proletariado–a la que tenía por la esencia misma elrégimen soviético– como «un poder nolimitado por ninguna ley»23. Como otrasexpresiones de Lenin, esta fórmula combinauna impresionante verdad a medias conimportantes falacias. Primero, la dictadurasoviética nunca fue controlada por lostrabajadores rusos; y existen numerosostestimonios de que Lenin lo sabía. Segundo,ningún régimen, aunque sea dictatorial,opera sin regulaciones o leyes normativasde alguna clase, y esto también lo conocíabien Lenin. Antes de que hiciese la afirma-ción que acabamos de citar, su gobiernodictatorial ya había emitido muchos estatutosy decretos revolucionarios24. El derechodel déspota a interpretar, cambiar y anularleyes anteriormente establecidas es unprincipio constitucional y legal fundamentaldel gobierno absolutista. La definición deLenin expresa con franqueza brutal el poderincontrolado del dictador a usar las leyescomo él quiera. En la esfera del terrorpuede ir tan lejos que resulte difícil distinguirentre terror sin ley y terror por la ley.

c) Terror sin ley y terror por la ley

Un jefe o gobernador no viola las leyes desu comunidad hidráulica cuando comete

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él mismo, o da órdenes para cometerlos,actos de brutalidad terrorífica.

En las tribus hidráulicas menores lacrueldad autocrática no es problema, porqueel jefe, siendo igual a sus compañeros detribu, es incapaz de ejercer su poder porencima y por debajo de sus funciones direc-toras. Este es el caso entre los Suk y susvecinos hidráulicos, y entre todos los pue-blos americanos.

En las grandes tribus hidráulicas eljefe puede tratar de apoyar su autocraciaincipiente mediante el empleo del terrorespectacular. Un jefe chagga, por ejemplo,puede cometer toda clase de crueldadescontra sus súbditos. Se dice que Ndesernoarrancó los corazones de los cuerpos de lasvíctimas mientras estaban aún vivas y quelos asó para sus hijos25. Un jefezuelo quellegaba a estos extremos era contempladocon gran terror, pero, según Gutmann, «estascrueldades contra los individuos no dañabansu prestigio». Por el contrario, el temor queinspiraban cimentaba la estabilidad delrégimen26.

El terror espectacular dirigido por losgobernantes de Hawai antiguo podía haberservido para este mismo fin27; y los llamados“Textos caníbales del imperio antiguo”sugieren una situación similar en el Egiptoprehistórico. Uno de estos textos, encontradoen una pirámide, revela a un gobernantemuerto matando, disecando y cocinando sereshumanos en el mundo inferior para su placergastronómico28; y otro le revela cogiendo«las mujeres a sus maridos, cuando lo desea,según el deseo de su corazón»29.

En las culturas hidráulicas más diferen-ciadas hay menos necesidad de fortificarla posición exaltada del gobernante me-diante actos espectaculares de crueldadautocrática. Aunque no cesan completa-mente estos actos, ahora se hacen principal-mente por soberanos excesivamente crueles

(o inseguros), y por los jefes de dinastíasque operan por debajo del máximo deracionalidad del gobernante. Gaudefroy-Demombynes describe la cualidad terro-rística irracional del califato abbassida comosigue: «Las ejecuciones improvisadas y laexposición de la cabezas forman parte dela vida regular de la corte abbassida.Empezando con el reinado de Al-Mansur,cuado una persona es requerida urgente-mente a palacio por los guardias del califa,siente que tiene una buena oportunidad deno volver viva. Hace su testamento, diceadiós a su familia, y lleva su mortaja bajoel brazo»30.

En estos y otros casos la conducta terro-rista del gobernante estaba por encima ycontra la ley. Por otro lado, funcionariosque recurrían a brutalidades extremas amenudo iban más allá, incluso de la másamplia interpretación posible de la ley. Aveces podían ser hechos responsables. Peromuchos terroristas burocráticos “sin ley”sólo eran criticados después de su muerte.

Los excesos del terror autocrático y buro-crático son una manifestación extrema dela conducta humana bajo el poder totalitario.Sin embargo, institucionalmente, puede quesean menos importantes que los innume-rables actos de terror perpetrados como unarutina y dentro de la trama flexible de laley despótica. Fue este terror rutinario enlos procedimientos administrativos, fiscalesy judiciales lo que motivó a algunos observa-dores a designar el gobierno del despotismohidráulico como un «gobierno por el látigo».

3. “Gobierno por el látigo”

a) Terror en los procedimientosadministrativos

“El lenguaje del látigo” parece haber sidoempleado con regularidad en las presta-

Wittfogel Despotismo oriental 145

ciones laborales estatales del antiguoSummer31. Bajo los faraones, todo admi-nistrador del gobierno podía recurrir alcastigo corporal32. Los testimonios pictó-ricos del antiguo Egipto muestran hombresdirigiendo toda clase de empresas públicascon bastones en la mano33. A finales delsiglo XIX, cuando los ingleses empezarona abolir «el gobierno por el látigo», ésteseguía siendo el equipo corriente paraasegurar el éxito de la prestación laboralhidráulica34. Los escritores actuales, impre-sionados con la economía planeada de losincas, harían bien en recordar que el príncipeinca Gracilaso de la Vega, al glorificar lasrealizaciones de sus antepasados, dabapor sentado que la única manera segura dehacer industriosa a la gente era amenazarlacon golpes35.

b) Terror en los procedimientos fiscales

Desde la época de los faraones, la resistenciaa pagar los impuestos era vencida por lafuerza. Una sátira famosa del ImperioNuevo nos dice que el campesino egipcioque no entregaba su quota de grano era«golpeado, amarrado y arrojado a lazanja»36. Las irregularidades en el manejode la propiedad del Estado y del templotambién merecían castigo corporal37.

La ley sagrada del Islam prohibió latortura; pero los funcionarios fiscales delos califas claramente vieron que era impo-sible cumplir su tarea sin recurrir a laviolencia38. Bajo la dinastía abbassida latortura era concomitante a la recaudaciónde impuestos hasta el año 800; y despuésde un breve intervalo de unos doce añosfue puesta en práctica de nuevo, y tan brutal-mente como antes. Los agentes del gobierno«golpean al pueblo, le aprisionan, y cuelgana los hombres por un brazo hasta que casimueren»39.

El Arthashastra ordena que la policía ylos jueces vean que se paguen debidamentelos impuestos rurales, y que se emplee lafuerza si es necesario40. El Código de laLey de la China Imperial prescribía losazotes como castigo general para laspersonas que no cumplían sus obligacionesfiscales41.

c) Terror en los procedimientosjudiciales

El Código Chino llevaba la ley de la violen-cia más allá de las esferas de la acciónfiscal. En caso de resistencia continuadao incapacidad de la entrega, el reo podíaser llevado ante el juez; y si era necesarioel terror fiscal podía ser sustituido por elterror judicial. La tortura judicial paraproducir testimonio –y frecuentementetambién para castigo– se empleó virtual-mente en toda las civilizaciones hidráulicas.

En el Egipto faraónico los azotes for-maban parte regular de los procedimientosjudiciales42. «Fue examinado con la vara»era una frase corriente en el Imperio Nuevo43.

Las fuentes indias, chinas e islámicasdescriben el terror judicial con muchosdetalles. El Arthashastra afirma que «aque-llos cuya culpabilidad se cree ser ciertadeben ser sometidos a tortura»44. Con laexcepción de los brahmanes45 podíandárseles «seis castigos», las «siete clasesde flagelación», las «dos clases de suspen-sión desde arriba» y el «tubo de agua»46.Sobre las personas «que han cometidograves ofensas», el famoso libro es aún másespecífico. Pueden dárseles “nueve clasesde golpes con un bastón: doce golpes encada muslo; veintiocho golpes con un bastóndel árbol [nakta-mala]; treinta y dos golpesen cada palma de la mano y en cada plantade los pies; dos golpes en los nudillos, conlas manos juntas para que parezcan un

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escorpión; dos tipos de suspensiones, conla cara hacia abajo [ullambane chale];quemando una de las junturas de un dedodespués de obligar al acusado a beber caldode arroz; calentar su cuerpo durante un díadespués de obligarle a beber aceite; obligarlea yacer sobre hierba burda durante una nocheen invierno. Estos son los dieciocho génerosde tortura [...] Cada día puede emplearseun nuevo ingenio de tortura»47.

En casos particularmente graves, comolos intentos de apoderarse del tesoro delrey, el acusado podía ser «sometido una omás veces a uno o a todos los anterioresgéneros de tortura»48.

El Código chino describe numerosos ins-trumentos empleados para producir testimo-nios49; y los escritos de los administradoressinceros tratan de métodos propios e im-propios de tortura50.

A pesar de las prohibiciones canónicas,las cortes seculares de los califas sacabantestimonios empleando «el látigo, el extremode una cuerda, el bastón y las correas sobrela espalda y el vientre, sobre la parte poste-rior de la cabeza, las partes bajas del cuerpo,los pies, las articulaciones y los músculos»51.

Parece que en el Oriente Próximo per-sistieron métodos parecidos hasta épocareciente. En el Egipto del siglo XIX, «la jus-ticia, tal como era, era casi tanto un terrorpara el testigo inocente como para la personaacusada contra quien se producía el tes-timonio»52.

d) Correspondencias occidentalesdignas de mención

Sin duda, la tortura se extendió por elmundo hidráulico. ¿Pero es especifica deél? Después de todo, la tortura tenía unpuesto definido en el derecho romano.Aparece con importancia en los procedi-mientos legales de fines del feudalismo y

en el Occidente postfeudal y en la Inqui-sición. Y aún sobrevive hoy en el “tercergrado”. Todos estos fenómenos deben serconsiderados en lo que realmente son. Nosrecuerdan tristemente que la naturalezahumana es la misma en todas partes y queel hombre sucumbe a la influencia delpoder dondequiera que las circunstanciaslo permitan. Afortunadamente las carac-terísticas de las instituciones occidentalesevitan que estas inclinaciones se haganduraderas. Pero el auge que consiguen enciertas épocas y en ciertos lugares indicaque puede suceder aquí lo que sucedió bajolos gobiernos hidráulicos y lo que aún su-cede hoy en los estados totalitarios.

Los hombres libres indígenas de la Greciaantigua y de la Roma republicana no em-plearon el terror administrativo o fiscalcontra sus ciudadanos –los ciudadanos noprestaban servicio de prestación laboral nipagaban impuestos importantes– y por reglageneral no estaban sometidos a la torturajudicial53. Su ordenación social estaba dema-siado equilibrada para esto; sin embargo,no estaba suficientemente equilibrada paraevitar el uso del terror administrativo yjudicial contra ciertos elementos extranjerosy no libres. En Grecia la situación de lamayoría de los esclavos «no era muy distintade la de los animales domésticos»54. Susamos tenían libertad para castigarlos física-mente55; y los esclavos del Estado, no dema-siado numerosos, ocupados en las obraspúblicas, eran dirigidos por capataces que,con frecuencia, esclavos ellos mismos, «te-nían el nombramiento por ser muy duros»56.En Grecia los esclavos y los extranjeroslibres estaban sujetos al terror judicial57.En la república romana sólo los esclavoseran tratados de este modo58.

La cristalización del poder absolutistabajo el imperio privó a los ciudadanos roma-nos de la protección de que sus antepasados

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habían gozado contra las formas judicialesy otras del terror gubernamental. El derechoromano, a fines de la época romana y en labizantina, extendió la tortura judicial a lamayoría de las personas libres59.

Un cambio similar ocurrió en la últimaparte de la Edad Media. La ley franca (sá-lica) antigua permitía que se torturase sóloa las personas de Estado servil60. Losconflictos entre hombres libres eran tratadosen tribunales compuestos de pares. Losconflictos legales graves se resolvían porlas ordalías o el combate judicial61; y losburgueses de la ciudades medievales, queoriginariamente siguieron estos procedi-mientos, pronto prefirieron métodos máshumanos y racionales para determinar laculpabilidad o la inocencia62.

La introducción de la tortura judicial–apoyada de un modo significativo enreferencias al derecho romano– coincidecon la ascensión del poder despótico ycentralizado a una escala provincial ynacional63. La mayoría de historiadoresseñalan que los procedimientos de los tribu-nales absolutistas dominaron sobre losmétodos feudales de ordalías y combate64.Con menos frecuencia mencionan el hechoigualmente importante de que la nuevatortura judicial también reemplazó a loscomienzos significativos de un procedi-miento racional judicial desarrollado en lasciudades controladas por los burgueses65.

Los cambios en los procedimientos judi-ciales se intensificaron ciertamente por laInquisición; y todo el que estudia este pe-ríodo se asombra de las torturas elaboradasy crueles empleadas en el interrogatorio deherejes. Sin embargo, merecen atención trespuntos: primero, la Iglesia, que se basabaen el derecho canónico medieval, no reco-mendó en principio el uso de medidas extre-mas contra los hereje66. Segundo, la torturajudicial probablemente fue iniciada por

agentes seculares67. Tercero, los procedi-mientos terrorísticos fueron igualmente durosbajo los gobiernos absolutistas de Europa,que en el curso de la Reforma se habíanseparado de Roma68. Sin duda, la desintegra-ción de la sociedad medieval estimulaba lastendencias heréticas y el deseo fanático dedesarraigarlas; pero sólo dentro de la tramadel poder estatal absolutista en auge, estedeseo tomó la forma de la Inquisición.

Las limitaciones del absolutismo occi-dental también determinaron el punto másallá del cual los representantes del poderdespótico no podían someter a sus súbditos.Por algún tiempo pudieron emplear el terrorjudicial en asuntos seculares y religiosos,pero el terror administrativo y fiscal no fueinvocado contra el grueso de la población.Con la aparición de la sociedad industrialmoderna la tortura judicial fue eliminadaen los reductos del absolutismo europeo,y eventualmente también en la economíaesclavista llevada por el terror de nuestrosestados del Sur [de Estados Unidos].Actualmente la opinión pública realiza unacruzada contra las acciones policiales comoel “tercer grado”. Estos métodos nuncafueron legales; su empleo ilegal cede antela creciente vigilancia y fuerza de lasorganizaciones ciudadanas preocupadas porel bien público.

La Rusia premongólica (“de Kiev”)aceptó muchos elementos del derechobizantino, pero no el empleo del castigocorporal. Este invento, así como la torturajudicial, parecen haber surgido en Rusiasólo cuando el tipo oriental del despotismosurgió durante y después del período tártaro.Los métodos de “tercer grado” continuaronempleándose hasta las últimas décadas delrégimen zarista69; pero la tortura como unmétodo de conseguir testimonios fue des-cartada ya a principios del siglo XIX, cuandoel crecimiento de formas de vida industriales

Revista Derecho del Estado148

basadas en la propiedad promovieron larestricción de muchos rasgos absolutistasde la sociedad y el derecho rusos70. Quedóreservado a los amos del Estado de aparatocomunista invertir la tendencia humanitariay reintroducir la aplicación sistemática delsufrimiento físico con fines de sacar “con-fesiones”71.

4. Configuraciones variables delterror en el mundo hidráulico

a) Evoluciones relativamente benignas

En distintas zonas y fases del mundo hidráu-lico difirieron los métodos de terror. Elgobierno indígena babilonio, por ejemplo,procedía cerca del máximo de racionalidaddel gobernante, y las leyes babilónicas queconocemos nos mencionan, como mediode establecer la culpabilidad o la inocencia,las ordalías, el juramento y los testigos,pero no la tortura72. A decir verdad, latortura judicial pudo haberse empleado encasos que afectaban a la seguridad delrégimen (el Código no discute estos asuntos);incluso para ofensas menores contra losintereses del gobierno el castigo era terri-blemente duro73, y no hay razón para suponerque el “lenguaje del látigo”, que acompañabaa la prestación laboral sumeria no se emplea-se por los jefes de la construcción babilónicay los jefes de los riegos del mismo país.Pero, mientras el Estado babilónico, a pesarde los consejos administrativos locales,seguía siendo un régimen absolutista,actuaba en los asuntos judiciales y muchosotros tan racionalmente como era de esperarbajo las condiciones de un sistema agroadmi-nistrativo de poder total.

b) Evolución media y excesiva

En la mayoría de las civilizaciones hidráuli-

cas los gobernantes emplearon de un modocompleto todas las formas mayores deterror, la administrativa, la fiscal y la ju-dicial. Haciéndolo así, establecían tiposde procedimiento consuetudinario que enocasiones eran codificados. Estas medidasgeneralmente bastaban para satisfacer lasnecesidades del régimen; pero no sin fre-cuencia los que las aplicaban recurrían amétodos de extrema brutalidad, que, ade-más de producir resultados más rápidos,producían un ingreso mayor para los funcio-narios que las perpetraban.

Como antes se ha dicho, no todos los fun-cionarios llegaban a estos extremos, y porvarias razones los malos tratos extremospodían ser castigados. Pero excesos “modera-dos” tendían a permanecer impunes. Y, desdeel punto de vista del plebeyo, el aparatodespótico seguía siendo irracionalmentetemible aun cuando empleara sólo los méto-dos corrientes del terror. Llegaba a ser terrorí-fico cuando agotaba su potencial terrorístico.

C. SUMISIÓN TOTAL

1. Respuesta del hombre ala amenaza del terror total

a) El postulado del sentido común y lavirtud del buen ciudadano: obediencia

Viviendo bajo la amenaza del terror total,los miembros de una comunidad hidráulicadeben moldear su conducta de acuerdocon ello. Si quieren sobrevivir deben evitarprovocar al monstruo incontrolable. A lasexigencias de la autoridad total el sentidocomún recomienda una respuesta: la obe-diencia. Y la ideología ha estereotipadolo que recomienda el sentido común. Bajoun régimen despótico la obediencia setransforma en la base misma del civismo.

Wittfogel Despotismo oriental 149

Naturalmente, la vida en una comunidadrequiere cierto grado de coordinación ysubordinación; y la necesidad de la obe-diencia nunca falta por completo. Pero enlas grandes sociedades agrarias de Occidentela obediencia dista mucho de ser una virtudprimordial.

En las ciudades-Estado democráticas dela Grecia antigua el buen ciudadano sesuponía que desplegaba las cuatro virtudesprincipales: valor militar, devoción religiosa,responsabilidad cívica y juicio equilibrado74.Antes del período democrático, la fuerza yel valor físico eran particularmente esti-mados75. Pero ni la época homérica ni elperíodo clásico consideraron la obedienciaciega como una virtud del hombre libre,excepto cuando servía en el ejército. Lasumisión total era el deber –y el peor destino–del esclavo. El buen ciudadano actuaba deacuerdo con las leyes de su comunidad; peroninguna autoridad política absoluta lecontrolaba de un modo absoluto.

Tampoco la lealtad que el caballeromedieval debía a su señor desembocaba enuna sumisión total. El contrato feudal leobliga a seguir a su soberano sólo de unmodo cualificado y limitado. Entre las virtu-des de un buen caballero, la caballerosidad,el valor en las armas y el coraje tenían unalto rango76. La obediencia ciega faltabaclaramente.

En la sociedad hidráulica la relación entrelos miembros ordinarios de la comunidady sus caudillos se regulaba de un mododiferente. La exigencia de una subordinaciónintegrada aparece ya al nivel tribal. Entrelos pueblos americanos se cultiva sistemá-ticamente la sumisión y una disposición ala obediencia77. Entre los chagga, «el primermandamiento es la obediencia al jefe, quelos padres inculcan a sus hijos»78.

En las civilizaciones hidráulicas centra-das en el Estado los detentadores supremos

del poder no están tan cerca del pueblo comoen la sociedad-pueblo, ni como en algunospueblos y entre los chagga están restringidospor la influencia del clan. Los amos de unEstado de aparato agrario exigen muchomás que los caudillos del pueblo; y susmedios de reforzar su voluntad sobrepasancon mucho los modestos ingenios políticosdel caudillaje chagga.

Thorkild Jacobsen, al discutir la sociedady la religión en la antigua Mesopotamia,enumera la obediencia como la virtud pri-maria. Esencialmente, «en Mesopotamia la“vida buena” era la “vida obediente”»79. Adiferencia de los guerreros de la Europamedieval, que a menudo luchaban en pe-queñas bandas y dando poca importancia alrango del jefe, los mesopotámicos creían que«los soldados sin rey son ganado sin pastor»,«los campesinos sin un bailío son un camposin arado», y «los obreros sin un capatazson aguas sin inspector de canal»80. Así, elsúbdito estaba obligado a ejecutar las órdenesdel capataz, de su bailío y –por supuesto–de su rey. «Todos éstos pueden y deben exigirobediencia completa»81. La sumisión que nopuede evitarse es racionalizada de un modoconvincente: «los mesopotámicos estabanconvencidos de que las autoridades siempretienen la razón»82.

En el Egipto faraónico pueden encon-trarse conceptos similares. Un barco debetener su comandante, un equipo su jefe83,y todo el que quiera sobrevivir –y teneréxito– debe adaptarse al edificio de su-perordenación y subordinación: «Inclina tuespalda ante tu superior, a tu vigilante delpalacio [del gobierno] [...] la oposición aun superior es una cosa mala [porque] unovive mientras es humilde»84.

La ley de la India hindú prescribe subor-dinación a la autoridad secular y sacerdotal.Los que se oponen a los mandatos del reysufren «distintas clases de pena capital»85.

Revista Derecho del Estado150

El Corán exhorta a los creyentes a obe-decer no sólo a Alá y su profeta, sinotambién «a los que tienen autoridad entrevosotros»13. En los estados absolutistasestablecidos por los seguidores de Mahomaeste pasaje fue invocado para destacar laimportancia básica de la obediencia paramantener la autoridad gubernamental87.

Confucio proponía una autoridad querealizase el máximo de racionalidad delgobernante. Insistía por ello en que todofuncionario debía juzgar la propiedad delas acciones del gobernante, y cuando elconflicto se hacía grave un ministro de altorango debía ceder88. Sin embargo, normal-mente el funcionario ideal obedecía a sugobernante89 y la reverencia hacia su supe-rior era un deber básico90. Al plebeyo nose le daba elección alguna. Dado que nopodía entender las órdenes, tenía que hacerse“a seguir” lo que dictaba la autoridad e inte-ligencia superiores91. En la buena sociedadde Confucio, como en sus variantes indiasy próximoorientales, el buen súbdito erael súbdito obediente.

2. Preparación para la obedienciatotal: la educación disciplinaria

El buen súbdito era también el hijo obe-diente. Para Confucio una educación queexige obediencia absoluta al padre y almaestro constituye el fundamento idealpara edificar la obediencia absoluta de losamos de la sociedad.

No puede establecerse una correlaciónsimilar con la Europa medieval. El hijo deun caballero feudal era disciplinado sinpiedad. A una edad temprana era obligadoa montar un caballo grande, atado a la silla,y para endurecerlo era enterrado en estiércolde caballo92. Su crecimiento iba acompa-ñado por castigos y golpes frecuentes. Com-parada rasgo a rasgo, la primera educación

del joven caballero feudal parece haber sidotan dura, o más dura, que la educación deun joven hijo de un funcionario oriental.Y el aprendizaje del artesano europeotampoco era un lecho de rosas93.

Pero la conducta de los jóvenes burguesesen las ocasiones festivas mostraban que lasdisciplinas educativas a que se habían some-tido no les inhibían seriamente94, y la con-ducta de los jóvenes caballeros seguía siendoigualmente libre de cuidados. Ambos gruposllegaban a la madurez bajo condicionesedificadas más sobre las relaciones contrac-tuales que sobre la autoridad absoluta, ytomaban sus primeras frustraciones comola experiencia que hay que sufrir por lo queeran en realidad.

Por el contrario, similares disciplinas –oincluso menos duras– pueden ser eminente-mente eficaces para asegurar la sumisióntotal. En la Mesopotamia antigua «elindividuo estaba en el centro de círculos deautoridad cada vez más amplios quedelimitaban su libertad de acción. Loscírculos más cercanos y estrechos estabanconstituidos por las autoridades de su propiafamilia: el padre y la madre, el hermanomayor y la hermana mayor»95. Y «la obe-diencia a los miembros más viejos de unafamilia es tan sólo el comienzo. Más allá dela familia están los otros círculos, las demásautoridades: el Estado y la sociedad». Todasy cada una «pueden y deben exigir obedienciaabsoluta»96.

La sabiduría del antiguo Egipto cons-cientemente vincula la obediencia en casaa la obediencia al funcionario. El hijoobediente «tendrá un puesto en al corazóndel funcionario, su discurso está guiado porel respeto a lo que le han dicho»97. En laIndia hindú la exigencia de sumisión a lasautoridades seculares y sacerdotales se vereforzada por la exigencia de subordinaciónen las esferas personales de la vida. Se debe

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especial obediencia «al maestro, al padre,a la madre y al hermano mayor»98.

El confucianismo describe la piedad filialcomo la preparación por excelencia parala obediencia cívica: «hay pocos que mien-tras actúan debidamente con sus padres yhermanos mayores, se inclinan a oponersea sus superiores. Y ninguno hay que, opo-niéndose a sus superiores, se incline a haceruna rebelión»99.

3. El gran símbolo de la sumisióntotal: la prosternación

La educación enseña al hombre a obedecerciegamente, cuando la autoridad despóticaasí lo exige. También le enseña a realizargestos de reverencia cuando se requiere elsímbolo antes que la acción sumisa. Verda-deramente todas las culturas tienen manerasde demostrar el respeto, y muchos gestosindican subordinación100. Pero ningún sím-bolo ha expresado la sumisión total conmás fuerza, y ninguno ha acompañado tanconsistentemente la extensión del despo-tismo agrario como la prosternación.

La sumisión total se demuestra ceremo-nialmente siempre que un súbdito de unEstado hidráulico se aproxima a su gober-nante o algún otro representante de la auto-ridad. El hombre inferior, consciente de quela ira de su amo puede destruirle, trata deprocurarse su buena voluntad humillándose,y el detentador de poder está más quedispuesto a reforzar y estandarizar lossímbolos de humillación.

La persona inferior puede indicar su obe-diencia poniendo una mano sobre otra, comosi estuvieran atadas101. Puede levantar susmanos abiertas como en un gesto de estardesarmado102. O, pasando a los extremos,puede dejarse caer sobre los pies y las manoscomo un animal, golpear al suelo con sucabeza y besar el polvo. Bajo la sombra

del despotismo oriental, la postración esuna forma destacada de saludar al soberanou otras personas de reconocida autoridad.Los detalles varían, y ocasionalmente seemplean símbolos de intención parecida.Sin embargo, generalmente hablando, laprosternación es tan característica de lassociedades hidráulicas como no lo es delas civilizaciones más altas de la antigüedadclásica y la Europa de la Edad Media.

La ausencia de prosternación en sociedadeshidráulicas primitivas indica las limitacionesde la autoridad del jefe bajo condicionestribales. Los indios Pueblo tienen a su caciqueen la mayor estima; pero no hay evidenciade sumisión demostrativa que encontraronexpresión en las civilizaciones hidráulicas másaltas del México azteca o el Perú incaico. Loshombres de la tribu chagga saludan a su jefe,y murmuraban respetuosamente cuando llegao se levanta103. Pero sus demostraciones dedeferencia no van más lejos104.

En las civilizaciones hidráulicas centra-das en el Estado, la prosternación existe casien todas ellas. En el Hawai antiguo el poderpolítico era suficientemente terrorífico parahacer que los plebeyos anduvieran a rastrasdelante de sus gobernantes105. En el Perúincaico, incluso el dignatario se aproximabaa su soberano como un portador de tributo,con la espalda inclinada bajo el peso106. Enel México prehispánico la reverencia supremase expresaba con la prosternación. Enseñadaen los “colegios”107 se realizaba ante la rea-leza, los hombres distinguidos108 y las per-sonas que se creían divinas109.

En la China la prosternación se practicabadesde los primeros días de la dinastía Chou,esto es, durante la época preimperial de losestados provinciales110; y prevaleció a travésde todas las fases siguientes de la historiachina. El episodio de los enviados europeos,a quienes se pidió que hiciesen el kowtowante el emperador manchú, revela tanto la

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importancia de la costumbre como elembarazo causado a los visitantes occiden-tales.

En la época clásica de la India hindú sedemostraba un gran respeto abrazando lospies de una persona; y parece que la apro-ximacion al rey en actitud de plegaria111.La postración se hacía ante las deidades yla joven esposa del maestro112. Sin embargo,en la ultima época del período hindú, elgesto principal de sumisión total tambiénse realizaba ante el soberano113. Bajo el go-bierno musulmán se honraba de este modoal soberano114 y a los hindúes115 venerables.

Puede documentarse ampliamente laimportancia de la prosternación en el OrientePróximo. Los anales del Egipto faraónicodescriben todo el país «yaciendo sobre elvientre» ante un representante del rey116.Los fieles subordinados se presentan arras-trándose y besando (o aspirando) el perfumedel rey117. Los testimonios pictóricos su-gieren que en el Imperio Nuevo los altosdignatarios empleaban otros gestos dereverencia118; pero las fuentes documentalesno dicen que dejaran de prosternarse tam-bién. Indican claramente que las personasde baja condición y los pueblos sometidoscontinuaban prosternándose119.

En la antigua Mesopotamia la prosterna-ción se realizaba ante los dioses, el gober-nante y otras personalidades distinguidas120,y también se hacía en la Persia aquemé-nida121. Se conservó en los imperios helenís-ticos de los seléucidas122 y los ptolomeos123,y en la Persia sasánida124. Se transformóen el gesto corriente de reverencia en laRoma oriental a comienzos de la épocabizantina125. No hay que decir que se adaptóal clima social de Bizancio a la perfección126.

Los seguidores de Mahoma en principiose prosternaban solamente en la oración.Sin embargo, más tarde, los árabes “orien-talizados”, como los griegos antes de ellos,

se prosternaron también en la vida secular127.En la Turquía otomana la práctica prevalecióhasta el final del sultanato128.

Así vemos que en el mundo hidráulicola prosternación fue la expresión principalde sumisión y reverencia. Ocasionalmentese emplearon para el mismo fin gestosequivalentes, y en numerosos casos laprosternación se extendió a países que noeran gobernados por gobiernos despóticosde tipo oriental. Sin embargo, la suerte dela proskynesis en la Europa medievalmuestra cuán difícil era obligar a esta saluta-ción humillante a una sociedad política-mente equilibrada. Algunos rudimentos delceremonial bizantino sobrevivieron en elceremonial de la Iglesia occidental; sinembargo, los intentos de algunos gober-nantes carolingios para conservarlos comoritual secular no tuvieron éxito. En Sicilia,bajo Roger II y Federico II, se practicótemporalmente la prosternación por influen-cia de los bizantinos129, o de los árabes queprecedieron inmediatamente a los gober-nantes normandos130.

Sin duda, el uso embota la sensibilidaddel hombre para la intensión humillante dela prosternación, y su ceremonial estéticosuaviza el acto. Pero, a pesar de lo que seracionalizó, la prosternación siguió siendoa través de las edades un símbolo desumisión abyecta. Junto con el terroradministrativo, fiscal y judicial, marcó deun modo espectacular el ámbito –y el podertotal– del despotismo agrario.

D. SOLEDAD TOTAL

1. Soledad creada por el miedo

La sumisión demostrativa y total es laúnica respuesta prudente al poder total.Claramente, esta conducta no gana el

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respeto del superior; pero otras manerasde proceder llevan al desastre. Donde elpoder está polarizado, como en la sociedadhidráulica, las relaciones humanas estánigualmente polarizadas. Aquellos que notienen control sobre su gobierno temencon toda razón ser arrastrados en cualquierconflicto con sus amos.

Y el poder formidable del aparato estatalpuede destruir no sólo las fuerzas no guber-namentales de la oposición. Con igualradicalidad puede también aplastar a miem-bros particulares del grupo gobernante,incluido el gobernante mismo. Muchasinquietudes oscurecen la senda de la vida;pero quizá ninguna es tan devastadora comola inquietud creada por el poder totalpolarizado.

a) El gobernante: ¡no confiar en nadie!

El gobernante, siendo más ilustre, estambién más envidiado. Entre los que lerodean hay siempre algunos que esperanreemplazarle. Y como está fuera de dudaun cambio constitucional y pacífico, lasituación significa una cosa y sólo una: laaniquilación física. El gobernante sabio,por tanto, no confía en nadie.

Por razones obvias los pensamientosíntimos de los déspotas han sido pocopublicados. Pero la conducta y las expre-siones observables confirman nuestrahipótesis. Los papiros egipcios conservanlo que se dicen ser los consejos de un faraóna su hijo. El mensaje dice: «Mantenteapartado de los subordinados [tuyos] no seaque se trate de terroristas a quienes no seha prestado atención. No te aproximes aellos en tu soledad. No llenes tu corazóncon un hermano, ni conozcas a un amigo[...] [Aun] cuando duermas guarda tucorazón en ti mismo, porque ningún hombretiene partidarios en el día de la desgracia”131.

El Arthashastra especifica los peligrosque rodean al gobernante y discute losmuchos medios por los cuales pueden serconjurados. Su residencia debe ser segura:Deben tomarse medidas contra el veneno132.Todos los miembros de su intimidad debenser vigilados y controlados. El rey debe es-piar a su primer ministro133. Debe guardarsede sus amigos íntimos134, de sus mujeres135,de sus hermanos136 y particularmente de suposible heredero. Según una autoridad citadacon frecuencia en la literatura clásica deldespotismo indio, «los príncipes, como loscangrejos, tienen una notoria tendencia aalimentarse de sus progenitores»137. Paraevitar que esto suceda, el manual enumeranumerosos medios por los que el gobernantepuede protegerse contra su hijo138.

b) El funcionario: eterna sospecha

Tampoco el funcionario vive seguro. «Laautoproteccion será el primero y constantepensamiento de un hombre sabio; porquela vida de un hombre al servicio del rey secompara exactamente a la vida en el fuego;lo mismo que el fuego quema una parte otodo el cuerpo, así el rey tiene el poder dedestruir y de favorecer a toda la familia»139.

Una variante persa subraya particular-mente el peligro que ronda detrás de laseguridad y el éxito burocrático aparentes:«si [el gobernante] pretendiera en algúnmomento que tú estás completamente segurocon él, empieza a sentirte inseguro desdeese instante; si tú eres favorecido por alguno,puedes esperar que muy pronto te asesine»140.

Y la necesidad de una eterna sospechano se limita a los que ocupan la cima de lapirámide burocrática. En la China tradicio-nal, como en otras civilizaciones hidráulicas,«los altos oficiales no pueden dejar de sentircelos de los de abajo, porque de esta partehan de temerse los rivales. Por otra parte,

Revista Derecho del Estado154

los funcionarios inferiores no sospechanmenos de los de arriba, porque desde estelugar puede ser efectuado en todo momentosu cese»141.

c) El plebeyo: el temor deser atrapado por enredos

El plebeyo se enfrenta con problemas demuy distinto tipo. No le molestan las tram-pas inherentes al poder burocrático, sinola amenaza que este poder ofrece a todoslos súbditos. Un régimen que procede sincontrol en lo que concierne a los impuestos,el trabajo forzado y la jurisprudencia, escapaz de enredar a los plebeyos en intermi-nables acusaciones. Y la precaución lesenseña a evitar todo contacto innecesariocon su gobierno.

Smith atribuye la desconfianza mutuaque, según él, prevalece en la China tradi-cional al temor del pueblo a ser enredado142.En las Mil y una noches se empuja uncadáver de puerta en puerta porque todoslos dueños de las casas están convencidosde que las autoridades les harán responsablesde la muerte de un hombre desconocido.La repugnancia frecuentemente observadaa ayudar a un extraño que se ahoga tienesu causa en un razonamiento similar: si nopuedo rescatar al pobre diablo, ¿cómodemostraré a las autoridades que no heplaneado ahogarlo?

Los que se escapan en vez de prestarayuda no son distintos ni peores que otrosseres humanos. Pero su conducta demuestraque la participación en los asuntos públicos,que se fomenta en una sociedad libre, esextraordinariamente arriesgada bajo condi-ciones de poder total. El temor a ser atrapadopor un gobierno incontrolable e imprede-cible confina al súbdito prudente al estrechofeudo de sus negocios personales y pro-fesionales. Este miedo le separa de los

demás miembros de la comunidad másamplia, a la que también él pertenece.

2. El potencial de enajenacióndel poder total

Por supuesto, la separación no es nece-sariamente enajenación: un artesano cuyosantepasados abandonaron su comunidadrural puede considerarse distinto de loshabitantes de su aldea originaria. O unintelectual puede sentirse distanciado desus connacionales, o en épocas de crisispuede rechazar completamente el ordensocial que no tiene utilidad aparentementepara él. En tales situaciones puede conocerla soledad. Pero mientras pueda unirse aotros de mentalidad parecida su aparta-miento de la sociedad será solamente parcial.

Y este apartamiento parcial difiere pro-fundamente de la separación total. Sólocuando una persona cree que ha sido aban-donada por todos sus amigos y cuando esincapaz de verse como una entidad autó-noma y controlada interiormente, sóloentonces puede decirse que experimenta unaenajenación total. Bajo el terror del Estadode aparato agrario semidirectivo puedeconocer la soledad total sin la enajenacióntotal. Bajo el terror del Estado de aparatototal moderno puede sufrir una enajenacióntotal. El aislamiento persistente y el lavadode cerebro pueden llevarle a un punto dondeya no se da cuenta de que es un ser des-humanizado.

3. Reajustes cotidianos

Hubo muchas personas solitarias entrelos hombres libres de la Grecia clásica143,y hay mucha gente solitaria en los paísesdemocráticos de hoy. Pero estos individuoslibres son solitarios principalmente porqueson olvidados y no porque son amenazados

Wittfogel Despotismo oriental 155

por un poder que, si lo desea, puede reducira la nada la dignidad humana. Una personaolvidada puede conservar asociacionesde algún género con algunos parientes oamigos; y puede vencer la enajenaciónpasiva y parcial ampliando sus vincula-ciones o estableciendo nuevas formas devinculación.

La persona que vive bajo condicionesde poder total no tiene este privilegio.Incapaz de oponerse a estas condiciones,puede refugiarse solamente en una resigna-ción alerta. Deseoso de evitar lo peor, tieneque estar siempre preparado para enfrentarsecon ello. La resignación ha sido una actitudde muchos individuos libres en distintasépocas y en distintas partes de sociedadesabiertas y semiabiertas. Pero antes de laaparición del Estado de aparato industrialera una actitud predominante principalmenteen el reino del despotismo oriental. De unamanera significativa el estoicismo surgióen la antigüedad cuando la sociedadequilibrada de la Grecia clásica cedió elpaso al sistema helenístico de poder totaliniciado por Alejandro.

4. Soledad total en hora de la perdición

La hora de la perdición realiza lo que pre-nuncia la vida de cada día. Los métodosde destrucción final operan de una maneraen el mundo democráticamente equilibrado,y de otra bajo el gobierno del poder total.

El ciudadano libre de una sociedad abiertapuede temer un severo castigo a manos delEstado cuyas leyes ha violado. Pero, despuésde ser arrestado, puede ser visitado yayudado por sus amigos y su abogado. Tienederecho a ser juzgado ante un tribunal queno es un instrumento del gobierno. Ademáspuede insistir en que no es culpable de loque se le acusa; y el tribunal no le impidecontinuar haciéndolo, incluso después de

que ha sido sentenciado a muerte. Laejecución le destruirá físicamente, pero elgobierno, que ha demostrado así su auto-ridad, no impedirá que sus amigos destaquensus virtudes o reafirmen su creencia en suinocencia.

El final de Sócrates fue único en variasmaneras, pero fue particularmente típicode un aspecto de la muerte infligida comocastigo en una sociedad abierta. Sentenciadoa muerte por “corromper” políticamente ala juventud ateniense, no fue obligado adenunciar sus hechos públicamente. Ni fueprivado de la compañía y admiración desus amigos. Su sentencia, lejos de enajenarlede sus seguidores –y de sus ideas–, cimentósu unión con ambos144.

En una sociedad abierta la desaprobacióngubernamental puede dejar indiferente alciudadano criticado; pero bajo las condi-ciones de poder total, el desagrado oficialpuede traer el desastre. El historiador y fun-cionario chino Ssuma Ch’ien no fue acusadode alta traición; él solamente se atrevió adiscrepar de su emperador sobre la evalua-ción de un general derrotado, y fue sola-mente condenado a ser castrado. Despuésdescribió en una carta extraordinaria laabyecta soledad que sufrió durante el tiempode su juicio.

Según la ley de la dinastía Han, entoncesreinante, el castigo de Ssuma Ch’ien pudohaber sido perdonado mediante el pago deuna suma de dinero, y esto pudo habersehecho, porque tenia amigos ricos y de altorango. Pero ninguno se atrevió a ayudarle.Ninguno se atrevía a mostrar simpatía a unhombre que había enojado al emperador.Ssuma Ch’ien escribe: «Mis amigos novinieron en mi ayuda. Los que estaban cercay eran íntimos míos no dijeron una solapalabra en mi favor»145. De este modo fuellevado a la cámara oscura y mutilado comosi fuera un animal.

Revista Derecho del Estado156

La tragedia de un Timón de Atenasburocrática aún no ha sido escrita. Pero eldestino de Ssuma muestra lo que puedesuponer a un hombre que, rompiendo unprincipio básico de prudencia burocrática146,contradice al poseedor del poder total. Mues-tra que la conducta obligada en una sociedadlibre se acerca a la locura bajo la sombradel poder total. Siendo lo que era el ambientede Ssuma Ch’ien, su intervención en ayudade un amigo hubiera sido la gloriosa excep-ción. La no intervención de sus amigos fuela norma triste.

Medido por las normas de una sociedadlibre, el historiador chino sufrió espantosa-mente. Medido por las normas de su propiomundo, no dejó de tener suerte. Aunquefue emasculado siguió vivo, y no teniendosignificación política pudo continuar su obrade historiador. Incluso comentó, criticán-dolo, el trato que se le dio, en una carta, lacual, sin embargo, fue cuidadosamente guar-dada de la vista hasta que estuvo muerto147.

Cuando la persecución es total, la víctimadel terror hidráulico puede ser separado nosólo de sus amigos sino de su buen nombretambién. El gran visir persa y escritor Rashidad-Din fue acusado por funcionarios envi-diosos y rivales de haber envenenado al padredel joven sultán. El crimen que se atribuía aRashid no encajaba con su personalidad, yera contrario a sus más elementales intereses.Rashid ad-Din fue el historiador asiático másdestacado de su tiempo, «autor del famosoCódigo de Leyes (kanun) de Ghazan, el másgrande visir de la dinastía Ilkhan y uno delos más grandes hombres que el Oriente haproducido»148. El soberano de cuya muertehabía sido acusado le estimaba tanto que secreía le había hecho un regalo de oro queexcedía la suma que Alejandro otorgó aAristóteles149. Realmente, se decía que lasdotes de Rashid ad-Din eran «tan indispen-sables al Estado como la sal a la carne”150.

Es difícil ver por qué un hombre habíade matar a su generoso admirador. Carecede sentido que destruyera la fuente de supoder, seguridad y riqueza. Pero estas consi-deraciones no fueron tenidas en cuenta porlos enemigos de Rashid. Le declararon cul-pable. Ejecutaron a su hijo ante sus propiosojos. Cortaron su cuerpo en dos, ciertamentesin permitirle el último consuelo de ver asus amigos y parientes. Así murió Rashid,solo, privado del honor espiritual y terreno.Porque al fin también le denunciaron comoimpostor religioso151.

Pero, a pesar de la manera cínica conque procedieron los acusadores de Rashid,no le obligaron a confesar públicamente loscrímenes que se le atribuían. Por el contrario,parece que mantuvo su inocencia hasta elfin152. No se ha visto esta suavidad en losgrandes procesos políticos de los estadostotalitarios modernos.

La diferencia no surge de una falta deeficiencia terrorística por parte del despo-tismo hidráulico. Los que torturaban porencargo de los gobernadores hidráulicospodían quebrar a cualquiera, y ciertamentepodían haberle sacado confesiones públicassi lo desearan. Pero los amos del régimenhidráulico no veían razón para publicar susconflictos en las aldeas o los barrios gre-miales, donde las democracias de mendigossemiautónomas vegetaban en una atmósferasubpolítica. Por ello no había razón paraproclamar la autoenajenación espectaculary articulada en que se especializan ahoralos tribunales “del pueblo” en los estadostotalitarios.

Los últimos días del comunista soviéticoBukharin indican cómo, bajo las condicionesmodernas, una víctima puede ser obligadaa cooperar públicamente en su propio rebaja-miento. Lenin, en su “testamento”, habíaescrito que Bukharin era «el teórico másvalioso y más grande del partido», que él

Wittfogel Despotismo oriental 157

«podía ser considerado legítimamente elfavorito de todo el partido»153. Pero elfavorito de hoy es el monstruo de mañana.Atrapado y sentenciado a muerte durantela gran purga de los años treinta, Bukharinperdió de la noche a la mañana su fama ysu popularidad. Vyshinsky, entonces fiscaldel Estado, anunció la opinión de los líderesdel partido cuando llamó a Bukharin «teó-rico en citas»154, un «abominable bastardode zorra y cerdo»155, que debía figurar entrelos espías y traidores, que deben «sercazados como perros traidores»156. Y losingenieros psicólogos del gobierno soviéticotrataron al reo con tal habilidad que él con-fesó públicamente y por extenso actos detraición que nunca pudo haber cometido.

Claramente, la soledad total, como elterror total, también tiene sus variantes.

KARL AUGUST WITTFOGEL

Despotismo oriental. Estudio comparativo del podertotalitario [1963]. Traducción Francisco Presedo.Madrid: Guadarrama, 1966 (capítulos 4 y 5).

I. A. EL PODER TOTALITARIO

1. Cfr. TÊNG y BIGGERSTAFF. 1936: 139 ss.2. Cfr. HOPKINS. 1922: 277 ss.3. HSIEH, 1925: 34.4. RANGASWAMI. 1935: 103 ss.5. BURY. 1910: 26.6. ARNOLD. 1924: 53.7. SCHACHT. 1941: 676 s. Cfr. LAOUST. 1939: 54;

HORSTER. 1935: 5 ss.; y GAUDEFROY-DEMOMBYNES.1950: 154.

8. SCHACHT, 1941: 677. El derecho divino, elauténtico derecho islámico, en una época, se limitóesencialmente a los asuntos personales comomatrimonio, familia y herencia, mientras que el dere-cho secular trataba en principio de casos criminales,impuestos y problemas de la tierra. Esto ocurrió nosólo bajo los califas árabes sino bajo los sultanesturcos.

9. ARNOLD. 1924: 47. Cf. GAUDEFROY-DEMOMBYNES.1950: 110.

10. RANGASWAMI. 1935: 69.11. WITTFOGEL Y GOLDFRANK, 1943: 30 y n. 139.

12. KRAUSE y WITH. 1922: 26 ss.13. Para la India hindú véase MANU. 1886: 397

ss.; FICK. 1920: 103; y Arthaçãstra. 1926: LXIII ss.,822. Para el pensamiento musulmán véase AL-FAKHRÎ,1910: 56. Cfr. HASAN KHAN, 1944: 36 ss.

14. Para el punto de vista contrario véase HSIEH,1925: 11.

15. WITTFOGEL y FÊNG. 1949: 398 ss.16. REID. 1936: 25.17. El Senado bizantino no era más que «el lugar

de reunión de la aristocracia administrativa» (DIEHL,1936: 729).

18. Las formas dinásticas de gobierno sólo crista-lizaron después que el Estado bizantino había pedidosus provincias hidráulicas.

19. MOMMSEN. 1875: 1034.20. BURY. 1910: 9.21. DIEHL. 1936: 729.22. BURY. 1910: 8.23. Ibid., 8 ss.24. KORNEMANN. 1933: 143.25. BOULAIS. 1924: 464.26. Hubo algunas excepciones temporales, como

en la India primitiva.27. Para Egipto véase KEES. 1933: 184. Para la

India véase Arthasãstra, 1923: 28 ss.; y MANU, 1886:224 ss. Para China véase HSIEH. 1925: 83.

28. Para China véase CH’Ü, TT, 1947: 206-8.29. Cf. CLARK. 1937: 145 ss.30. De un modo administrativo, la ley de la dismi-

nución del rendimiento ha sido estudiada en relacióncon la economía privada, por primera vez en CLARK,1937, 145 ss.

31. GARCILASO. 1945, 1: 246.32. DE GROOT. 1940: passim.33. MARX. 1939: 371, 375, 386, 429.34. Marx suponía que desde el punto de vista

europeo, en esta esclavitud general asiática, eltrabajador parece ser una condición natural de pro-ducción para una tercera persona o una comunidad,como bajo la esclavitud y servidumbre (basadas enla propiedad privada), pero que de hecho «no se dael caso». MARX, 1939, 295

35. MANU. 1886: 24.36. LEGGE. CC, I: passim.37. Para Chagga, véase GUTMANN. 1909: 167; y

DUNDAS, 1924: 158 ss. Para Hawai véase ALEXANDER.1899: 66 ss., 72 ss.

38. Para las raíces no gubernamentales de la auto-ridad paterna en la familia china, véase WITTFOGEL,1935, 49 e id, 1936, 506 ss.

39. CH’Ü. TT, 1947: 7 ss.

Revista Derecho del Estado158

40. Ibid., 20.41. Hammurabi. Sec. 117.42. La afirmación de Taubenschlag que el derecho

del padre egipcio a vender su hijo tiene un equivalenteromano está documentado sólo para «el siglo IV».TAUBENSCHLAG, 1994, 103 ss.

43. Corán. 17.24 ss. Cfr. DAGHESTANI. FM: 134.44. DAGHESTANI. FM: 136. Cfr. GAUDEFROY-

DEMOMBYNES. 1950: 128.45. JOLLY. 1896: 78.46. VÃSISHTHA. 1898: 75.47. JOLLY, 1896, 78. A principoios del siglo XIX,

DUBOIS, 1943, 307 ss. encontró enorme la autoridadde los brahamanes mientras que era débil la autoridadpaterna. El autor vivió en la India desde 1792 a 1823.Suponiendo que observó el fenómeno correctamente,carecemos de explicación para ello. ¿Era debido,por lo menos en parte, a la situación revuelta de laépoca?

48. ROWE. 1946: 263 ss. COBO. HNM, III: 232 ss.49. ZURITA. 1941: 90.50. BREASTED. 1927, II: 278 ss. KEES. 1933: 36 ss.51. Cfr. WIEDEMANN. 1920: 68.52. JOUGUET. 1911: 59 ss., 62. WILCKEN. 1912: 275.

SAN NICOLÒ, PR, I: 162 ss. JOHNSON y WEST. 1949:98. TOMSIN. 1952: 117 ss.

53. JOUGUET. 1911: 59.54. SAN NICOLÒ. PR, I: 171.55. JOUGUET. 1911: 213.56. HARPER. 1928: 142 ss.57. Cfr. para el final de la época “antigua”,

ROSTOVTZEFF. 1910: 259; y SAN NICOLÒ, PR, I: 160,n. 1.

58. ROSTOVTZEFF. 1910: 259.59. Ibid., 258. BROUGHTON. 1938: 629.60. JOHNSON. 1951: 133.61. STEINWENTER. 1920: 52 ss.62. Ibid., 49 ss.63. Ibid., 54.64. GIBB y BOWEN. 1950: 262.65. Ibid., 263. Cfr. KREMER, 1863, I: 255.66. KREMER. 1863, I: 255.67. FICK. 1920: 160 ss. RHYS-DAVIDS. 1950: 35.68. RHYS-DAVIDS. 1950: 35. JOLLY. 1896: 93. Cfr.

MATTHAI. 1915: 10.69. FICK. 1920: 114, n. 1.70. JOLLY. 1896: 93. FICK. 1920: 161.71. MATTHAI. 1915: 15.72. SMITH. 1899: 227 ss. YANG. 1945: 173.73. Según SMITH (1899: 227), los candidatos para

este puesto «no eran escogidos formalmente nidispuestos formalmente». En su lugar acostumbraban

a «caer en los puestos» como resultado de lo queSmith llama «una especie de selección natural».

Quizá sería mejor hablar de una elección no formalbasada en un entendimiento entre todos los cabezasde familia de cierta importancia. K. C. HSIAO, quiencasi ha completado su estudio, Rural China, ImperialControl in the Nineteenth Century, atribuye «unacierta influencia local no formal al gobierno de laaldea», especialmente el de «las familias ricas ohidalgas». Pero encuentra imposible dar datoscuantitativos sobre «la proporción de los jefes dealdea nombrados por el gobierno (pao-chang, chia-chang, etc., y más tarde chuang-chang, ti-pao, ti-pang, etc.)». Añade: «El esquema oficial exigía lainstitución universal de estos jefes donde quiera queexistieran comunidades rurales» (carta del 15 de enerode 1954).

74. SMITH. 1899: 228.75. WILLIAMS. 1848: 384 ss.76. Generalmente la aldea le pagaba un salario

(WERNER, 1910: 106 ss.). Además tenía las ventajasmateriales inherentes normalmente al manejo deldinero público.

77. SMITH. 1899: 233 ss.78. SMITH. 1897: 230.79. ROSTOVTZEFF. 1941, II: 1062 s. (subrayado mío).80. STÖCKLE, 1911: 11. Para referencias a los jefes

de gremios como recaudadores de impuestos en elEgipto bizantino y árabe, véase GROHMANN, PAP: 279y número 8. Para condiciones a comienzos delgobierno, véase ibid.: 131, numero 3, y CRUM, 1925:103-111.

81. STÖCKLE. 1911: 82.82. Para el inspector de mercados véase IBN AL-

UKHUWWA. 1938: 5. Cfr. GAUDEFROY-DEMOMBYNES,1938: 450 ss.; y LÉVI-PROVENÇAL. 1947: 42 ss.

83. Específicamente esto se hacía por agentes delkadi (GIBB y BOWEN, 1950: 287).

84. MAURER. GSD, III: 30 ss. INAMA-STERNEGG. 1901:353-4.

85. GIBB y BOWEN. 1950: 278.86. Jãtakam. Passim. FICK. 1920: 257 ss.87. FICK. 1920: 285. Cfr. HOPKINS. 1902: 172.88. HOPKINS. 1902: 171.89. FICK. 1920: 285.90. C. A. F. RHYS-DAVIDS, 1922: 210 ss.91. HOPKINS, 1902: 175. La tesis errónea de Hopkins

es apropiada por Max Weber en un argumentosubrayando la importancia política temporal de losgremios hindúes (WEBER, RS, II: 86 ss.).

92. Chiu T’ang Shu, 48.11b.93. KATO. 1936: 62.

Wittfogel Despotismo oriental 159

94. Ibidem.95. WITTFOGEL, 1931: 580 ss., 714 ss. Mi análisis

de 1931 pasaba por alto los gremios de comercioimportante controlados por el Estado, como la sal.

96. Los jefes de gremios recaudaban el impuestode los “mercaderes pequeños” (Ch’ing Shih Kao,129, 1 b).

97. Los jefes eran nombrados por el gobierno (YüehHai Kuan Chih, 25, 2 a).

98. MACDONALD, 1941: 96; GRUNEBAUM, 1946: 117.Los zoroástricos fueron tolerados al principio (MEZ,1922: 30); más tarde fueron tratados con dureza(BÜCHNER, 1941: 381).

99. Estas maderas se usaban como campanas(GRUNEBAUM, 1946: 179).

100. Ibidem.101. Ibid., 185.102. SCHEEL. 1943: 8, 16.103. GRUNEBAUM. 1946: 185.104. WITTFOGEL y FÊNG, 1949: 292 y n. 19.105. DE GROOT. 1940, I: 102 ss.106. Ibid., 107.107. Ibid., 109 ss.108. Ibid., 113.109. Ibid., 116.110. Para China véase CH’Ü. TT, 1947: 18-19. Para

India véase MANU.1886: 260.111. HARPER. 1928: passim.112. JOHNSON. 1951: 133.113. GIBB y BOWEN. 1950: 263.114. DUBOIS. 1943: 88 ss.115. Ibid., 89.116. Véase APPADORAI. 1936, I: 152.117. Ibidem.118. FICK. 1920: 120. BADEN-POWELL. 1896; 441

ss.119. Carta del 15 de enero de 1954, del Dr. K. C.

HSIAO.120. SMITH. 1899: 229.121. Ibid., 228.122. MANU. 1886: 260 y n. 41.123. Para la Turquía otomana véase GIBB y BOWEN.

1950: 227. Para Bizancio véase STÖCKLE, 1911:passim. Para China véase CH’ÜAN. HS, 1934: passim.

124. GIBB y BOWEN. 1950: 277.125. Ibid., 278.126. Ibid., 277 (subrayado mío).127. DE GROOT. 1940, 1: 116.128. MACDONALD. 1941: 96.129. SMITH. 1899: 229.130. DE GROOT. 1940: passim.131. GRUNEBAUM. 1946: 184.

132. STÖCKLE, 1911: 138.133. MASSIGNON. 1937: 216.134. GIBB y BOWEN. 1950: 281, n. 5.135. C. A. F. RHYS-DAVIDS. 1922: 210 ss.136. WITTFOGEL. 1931: 572 ss. Cfr. HINTZE. 1941:

152 ss.137. WITTFOGEL, 1931: 580 ss.

I. B. EL DESPOTISMO HIDRÁULICO

1. Para la India, véase Bhagavadgita, passim, yMANU, 1886: 229, 396 ss. Para China: los dichos deConfucio y, aún más import antes, los de MENCIO.

2. Yüan Shih. 146.4a. Cf. WITTFOGEL, 1949: 10.3. Koran. 2.266 (267). Para el riego en la Arabia

antigua véase GROHMANN. 1933: 19 ss. Para el riegocerca de La Meca véase LAMMENS. 1922: 141 ss.

4. WITTFOGEL, 1949: 10.5. GARCILASO, 1945, I: 43.6. LEGGE. CC, I: 215. .7. Ibid., II: 128 ss.8. GARCILASO, 1945, II: 21.9. Ibid., 9.10. Ibid, 81.11. Para Ch’ing véase Ta Ch’ing Lü Li, 17.26a

ss.; BOULAIS, 1924: 389 ss. Cfr. CH’Ü. TT, 1947:cap. 3.

12. MANU. 1886: 37 ss. ÃPASTAMBA, 1898: 9 ss.GAUTAMA. 1898: 176 ss. BAUDHÃYANA, 1898: 150VÃSISHTHA, 1898: 56 ss. VISHNU, 1900: 114 ss.

13. ERMAN y RANKE. 1923: 238 ss.14. MEISSNER. BA, I: 130 ss.15. PORPHYROGÉNÈTE, 1939: 34 ss. Cfr. STEIN. 1949:

844: LÓPEZ: 2.16. KREMER. CGO, II: 218 ss.; MEZ. 1922: 217.17. MAKRIZI. 1845: 72.18. BJÖRKMAN, 1941: 756.19. Han Shu. 24A.11b-12a. Para traducción y

comentario véase MS HCS, CH’IN-HAN, VII, I (18).20. BERNIER. 1891: 225.21. Ibid., 226.22. Los funcionarios que tienen tierra del Estado

y los recaudadores de impuestos que ocasionalmenteactúan como jueces están integrados completa oparcialmente en el aparato burocrático.

23. Cfr. MEISSNER. BA, I: 147 ss.24. LOCKE. 1924: 162-3.25. Ibid., 162.26. ACTON. 1948: 364.27. En las sociedades gerenciales totales de hoy

la crítica popular dirigida por el Estado se empleapara complementar y dramatizar la crítica guberna-

Revista Derecho del Estado160

mental de los elementos problemáticos, particular-mente en los escalones medios y bajos de la buro-cracia. En muchas sociedades hidráulicas se hafavorecido una crítica de este tipo. Las cartas a Stalindifieren técnicamente, pero no institucionalmente,de las cartas y peticiones dirigidas antiguamente alos déspotas orientales.

28. Los funcionarios gubernamentales a menudoacusan a sus colegas funcionarios desatinados, o losprocedimientos administrativos perjudiciales con másdureza que las personas que no forman parte derégimen.

29. Arthasãstra. 1923: 296.30. STALIN. S. XII: 368.

II. EL TERROR TOTAL

1. FROMM. 1941: passim.2. MANU. 1886: 219.3. LEGGE. CC, I: 267.4. MANU. 1886: 218.5. Ibid., 220.6. Ibid., 219 (subrayado mío).7. Ibidem.8. Ibidem.9. Ibid. (subrayado mío).10. BARTON. 1929: 31 y passim.11. JACOBSEN. 1946: 143.12. Ibid.: 144.13. Ibidem.14. BARTON. 1929: 31 y passim.15. Hammurabi. Prólogo.16. HERMAN y RANKE. 1923: 64, 460.17. Véase BREASTED, 1972, I: 327, y cfr. II: 92, y

IV: 166; ERMAN, 1923: 78 ss.; y WILSON, 1950: 11.Según un cuento, Sekhmet surgió como supresorde una conspiración. Cuando el dios supremo Ra«conoció las cosas que se planeaban contra él porla humanidad» conjuró una fuerza para aplastar alos conspiradores. Entonces «nació Sekhmet». Pronto«prevaleció sobre la humanidad», y deseando bebersangre humana, o lo que ella creía ser sangre humana«bebió y fue buena en su corazón». WILSON, 1950:11, cfr. ERMAN, 1923: 78 ss.

18. AL-FAKHRÎ, 1910: 36.19. TUCYDIDES. 1.6.20. Ibidem.21. BAUER. 1893: 350.22. EISENHOWER. 1948: 467 ss.23. LENIN. S., XXVIII: 216.24. VYSHINSKY. 1948: 92 ss.25. GUTMANN. 1909: 26.

26. Ibidem.27. ALEXANDER, 1899: 26 ss. BLACKMAN. 1899: 22

ss.28. SETHE. PT, II: 137 ss., 156 ss.29. Ibid., 354 ss. Los jefes chagga parecen haber

exigido igualmente las muchachas y mujeres de sureino (WIDENMANN, 1899: 48; cfr. GUTMANN, 1909:25).

30. GAUDEFROY-DEMOMBYNES, 1931: 384. El amigode un califa abbassida, que iba a la corte todos losviernes, sentía «un miedo intenso» cuando fue lla-mado un día distinto. ¿Había sido calumniado? ¿Habíacaído en desgracia? Su «angustia y miedo» crecieronhasta que descubrió con una inmensa satisfacción queel soberano tan sólo quería que compartiese con éluna hora de ocio y placer. SAUVAGET,1946: 62.

31. PRICE. 1927: 17, 60.32. KEES. 1933: 224.33. MALLON. 1921: 137 ss.34. CROMER. 1908, II: 402.35. GARCILASO. 1945, I: 246.36. ERMAN. 1923: 247.37. KEES. 1933: 23, 220, cfr. 224.38. MEZ. 1922: 126 ss. Cfr. GOLDZIHER. 1905: 108;

JUYNBOLL. 1925: 317, n. 1; SCHACHT. 1935: 117;SANTILLANA. 1938: 48.

39. MEZ. 1922: 126.40. Arthaçãstra, 1926: 228.41. BOULAIS. 1924: 215 ss.42. KEES. 1933: 224.43. BREASTED. 1927, IV: 270. Cfr. SPIEGELBERG. 1892:

85.44. Arthasãstra, 1923: 269 (subrayado mío). Cfr.

Arthaçãstra, 1926: 343.45. No podían ser torturados para sacarles

testimonios; pero si se demostraban culpables deun crimen grave, podían ser quemados (Arthashastra,1923: 270).

46. Ibid., 269. Cfr. Arthaçãstra, 1926: 344.47. Ibidem.48. Ibid., 270.49. Ta Ch’ing Lü Li. 2.34b. BOULAIS. 1924: 5 ss.50. Cfr. DOOLITTLE. 1876, I: 335-46.51. MEZ. 1922: 349. La cita está tomada de MASÇUDI.

VIII: 154.52. CROMER. 1908, II: 403.53. BUSOLT. GS, I: 555 ss.54. Ibid., 280.55. GLOTZ. 1926: 281.56. Ibidem.57. BUSOLT. GS, I: 555 s.; II: 180. Cfr. ARISTÓTELES.

Retórica 1.15; FREUDENTHAL. 1905: 14.

Wittfogel Despotismo oriental 161

58. SCHILLER. 1893: 223. MOMMSEN, 1905: 5. HITZIG.1905: 43.

59. HITZIG. 1905: 43 ss. WILLIAMS. 1911: 73 ss.60. HELBING. 1926: 46 ss.61. BRUNNER. 1905: 58. Cfr. LEA. 1892: 275 ss.,

117 ss.62. LEA. 1892: 200 ss., 483.63. HELBING. 1926: 101 ss.64. Cfr. PETIT-DUTAILLIS,1949: 309; LEA, 1892: 480,

487 ss., 500 ss., 505. Lea describe con algún detallelo que él llama «resistencia del feudalismo» adesarrollar la tortura judicial (1892: 494 ss.). Véasetambién WILLIAMS, 1911: 72.

65. En el siglo XIV las comunidades italianas con-tinuaban combatiendo el uso creciente de la tortura(LEA, 1892: 506 ss.); y en Lübeck, la más importanteciudad alemana con independencia burguesa, lasordenanzas jurídicas que descartaban las ordalías,el duelo judicial y la tortura cedieron muy lentamenteante el nuevo derecho absolutista (ibid., 483).

66. LEA. 1908, I: 217 ss. HELBING. 1926: 112.WILLIAMS. 1911: 74.

67. LEA, 1908, I: 321; Cfr. GUIRAUD, 1929: 86. Enel siglo XII, mucho antes de que se institucionalizasela tortura judicial, los herejes habían sido torturadoshasta la muerte (HELBING, 1926: 106 ss.).

68. WILLIAMS. 1911: 75 ss. LEA. 1892: 483, 527(Alemania protestante), 566 ss. (Inglaterra protestantesin integración formal en la ley), 572 ss. (Escocia).

69. Cfr. KENNAN. 1891, II: 52.70. LEA, 1892: 581; WILLIAMS, 1911: 79. Para

apariciones ocasionales posteriores véase WILLIAMS,loc. cit., y SCOTT, 1943: 264. Geoge Kennan, que afinales del siglo XIX estudió la vida de los prisionerospolíticos y exiliados en Siberia, llama la atenciónsobre los métodos arbitrarios empleados por la policíazarista: arrestos y prisiones injustas, azotes y tortura(KENNAN, 1891, II: 52 ss.). Estos métodos eranciertamente brutales, pero la fuerza creciente de laopinión pública los restringía cada vez más; y unacomparación de las condiciones descritas por Kennany las que sufren hoy los prisioneros soviéticos revelauna retrogresión abismal en el procedimiento judicial.

71. Los métodos comunistas de terror judicial varíancon el tiempo, espacio, circunstancia y propósito;pero, a pesar de cierto ingenio en la aplicación demétodos psicológicos, las principales técnicas difí-cilmente pueden llamarse invenciones. La torturade “mantener despierto” es una forma aparentementesuave pero de hecho irresistible de quebrar la voluntadde una persona sometida a interrogatorio, la cualaparece en el arsenal romano de crueldad planificada

bajo el nombre de tormentum vigiliae (HELBING, 1926:45). Fue reinventada en 1532 por Hipólito de Marsiliis(WILLIAMS, 1911: 77). La tortura del hambre seconocía como tormentum famis (HELBING, 1926: 45).Algunos métodos comunistas son paralelos a losempleados por la inquisición. Compárese los cambiosbruscos de malos a buenos tratos y de buenos a malos,y el careo del prisionero con confesiones o preten-didas confesiones de otros (LEA, 1908, I: 415 ss.).Los métodos más crudos de tortura, empezando conlos simples azotes –precedente romano: los verbera(HELBING, 1996: 45)–, alcanzan su meta con másrapidez que el tormentum vigiliae “ilustrado”.Parecen haber sido empleados con gran extensión,particularmente en épocas de crisis, como la GranPurga, la segunda Guerra Mundial, y el período detensión continua que siguió a esta guerra (véase BECK

y GODIN, 1951: 53 ss.; WEISSBERG. 1951: 238 ss.,242, 246, 296; SLRUN, 1949: 56, 67, 74 ss.). Porsupuesto, muchos métodos soviéticos de tortura fue-ron empleados antes por Iván IV y sus sucesores.

72. Hammurabi. Passim.73. El robo de la propiedad del gobierno o del

templo se castigaba con la muerte. Hammurabi, sec.6, 8. Véase también la nota 45 del traductor Meek.

74. JAEGER. 1939: 104.75. Ibid., 88 ss.76. DÍAZ. 1949: 91 ss.77. PARSONS. 1939, I: 53, 108. GOLDFRANK. 1945:

527 ss. WITTFOGEL y GOLDFRANK. 1943: 30.78. GUTMANN. 1909: 21.79. JACOBSEN. 1946: 202.80. Ibid., 202 ss.81. Ibid., 202.82. Ibid., 203.83. GRAPOW, 1924: 150, 153.84. WILSON. 1950: 414.85. MANU. 1886: 391.86. Corán. 4.62.87. AL-FAKHRÎ. 1910: 44.88. LEGGE. CC, I: 245.89. Ibid., 246.90. Ibid., 178.91. Ibid., 211.92. BÜHLER. 1948: 175 ss.93. Ibid., 296 ss.94. Ibid., 298.95. JACOBSEN. 1946: 202.96. Ibidem.97. WILSON. 1950: 414.98. MANU. 1886: 71.99. Lun Yü. 1.1b.

Revista Derecho del Estado162

100. OSTRUP. 1929: 27 ss.101. Ibid., 27.102. OSTRUP, 1929: 28 ss. Cfr. El moderno “manos

arriba”.103. DUNDAS. 1924: 282.104. Cfr. GUTMANN. 1926: 531.105. FORNANDER, HAF, VI: 12, 34 (postración reli-

giosa), 26 (ante el ídolo del rey); postración ante elgobernante: KEPELINO, 1932: 12; ALEXANDER, 1899:26 ss.; BLACKMAN, 1899: 23.

106. COBO, HNM, III: 279-80. ROWE. 1946: 259.107. SELER. 1927: 328.108. Ibidem.109. SAHAGÚN. 1938, IV: 51. SELER. 1927: 483.110. KUO. MJ, 1935: 20b, 30b, 39a, 46a, 55a-b,

57a, 60b, 61a-b, 62b, 65b, 68a ss. LEGGE. CC, III:424, 432, 437 s., 446, 449, 508, 511.

111. ESTRABÓN. 15.1.67. MANU. 1886: 43, 54.112. Cfr. MANU, 1886: 69. En el segundo caso, la

prosternación se realiza sin duda con el fin de evitarel contacto corporal. Para la prosternación religiosa,véase Jãtakam, III: 284; IV: 231; V: 274; VI: 302.

113. SALETORE. 1943: 179 ss. BEAL. Si-yu-ki, I: 85.Ta T’ang Hsi-yü Chi, cap. 1.

114. JAHÃNGÏR, 1909: 203.115. DUBOIS. 1943: 132.116. BREASTED. 1927, I: 214.117. GRAPOW. 1924: 121 ss. Cfr. ERMAN y RANKE.

1923: 82; KEES. 1933: 183, y OSTRUP. 1929: 31.118. ERMAN y RANKE. 1923: 82.119. Ibidem. BREASTED. 1927, IV: 204, 422, 427

s., 430, 437 ss.120. BARTON. 1929: 27. MEISSNER. BA, I: 70. OSTRUP.

1929: 32. Cfr. HORST. 1932: 55.121. HERODOTO. 1.134.122. HORST. 1932: 103 ss.123. Ibid., 27, 103.124. TABARI. 1879: 93, 367.125. KORNEMANN. 1933: 142.126. BRÉHIER. 1949: 70.127. MEZ. 1922: 135 ss. SAUVAGET. 1946: 62.

GAUDEFROY-DEMOMBYNES, 1950: 110. KREMER. CGO,II: 247.

128. OSTRUP, 1929: 32; LANE, 1898: 211 (besarlos pies como signo de sumisión abyecta).

129. SCHRAMM. 1924: 220.130. KANTOROWICZ. 1931: 76, 91.131. WILSON. 1950: 418.132. Arthasãstra, 1923: 42, 45.133. Ibid., 24.134. Ibid., 42.135. Ibid., 43.

136. Ibidem.137. Ibid., 34.138. Ibid., 34 ss.139. Ibid., 302.140. KAI KÃ’US IBN ISKANDAR. 1951: 191.141. SMITH. 1897: 257.142. Ibid., 242. Cfr. DOOLITTLE. 1876, I: 346.143. La enajenación trágica y permanente del escla-

vo es demasiado obvia para que necesite elaboración.144. La descripción que da Platón de la muerte de

Sócrates pudo haber sido retocada por los informesemocionados de los testigos de vista. Sin embargo,es aceptada como verdadera sustancialmente, y cierta-mente muestra que aun los que estaban entristecidospor el veredicto lo consideraban legalmente justo.El carcelero trajo la copa de cicuta, y Sócrates, des-pués de haber escuchado sus instrucciones, levantóel vaso hasta los labios, y «completamente dispuestoy alegre [...] bebió el veneno». El narrador, en Platón,continua: «Y hasta aquí casi todos nosotros habíamospodido controlar nuestra pena; pero ahora, cuandolo vimos beber, y vimos que había apurado elcontenido no pudimos contenernos más, y, a pesarmío, mis lágrimas manaban abundantes; de tal modoque me cubrí el rostro y lloré por mí mismo, porqueciertamente no lloraba por él, sino por el pensamientode mi desgracia por haber perdido un compañerocomo él. No fui yo el primero, porque Critón, cuandono pudo contener sus lágrimas, se había levantadoy se marchaba, y yo le seguía; y en aquel momento,Apolodoro, que había estado llorando todo el rato,dio un gran grito que nos acobardó a todos.

«Sólo Sócrates conservaba su calma: ¿Qué es eseextraño grito?, dijo. Yo he despachado a las mujeresprincipalmente para que no me molestaran de estamanera, porque yo he oído que un hombre debe moriren paz. Tranquilizaos, pues, y tened paciencia.Cuando oímos esto, nos avergonzamos y refrenamosnuestras lágrimas; y él caminó como se le había dicho,hasta que sus piernas empezaron a fallarle, y despuésse echó de espaldas de acuerdo con las instrucciones,y el hombre que le había dado el veneno miraba devez en cuando a sus pies y piernas; y después de unrato le apretó con fuerza su pie, y le preguntó sisentía, y él dijo que no; y después la pierna, y asícada vez más arriba, y nos mostró que estaba frío ytieso. Y él lo sintió y dijo: cuando el veneno llegueal corazón será el fin. Estaba empezando a enfriarsepor la cintura, cuando descubrió su faz, porque sela había tapado, y dijo (fueron sus últimas palabras):“Critón, debo un gallo a Asclepio; ¿te acordarás depagar la deuda?”. “La deuda será pagada”, dijo

Wittfogel Despotismo oriental 163

Critón; “¿hay algo más?”. No hubo contestación aesta pregunta, pero en un minuto o dos se oyó algúnmovimiento, y los circunstantes lo descubrieron; susojos estaban fijos, y Critón cerró sus ojos y boca.

«Tal fue, Hechecrates, el fin de nuestro amigo, aquien puedo verdaderamente llamar el hombre mássabio, más justo y mejor de todos los que he cono-cido». PLATÓN, 270 ss.

145. Han Chu 62.18b. Nuestra traducción de estepasaje difiere algo de la de Chavannes, que ha dadola carta completa (véase CHAVANNES, MH, I: CCXXXII).

146. Según el Arthashãstra (1926: 387) el funcio-nario prudente evita «a los que han sido privadosde posesión y favor».

147. Han Shu. 61.14a-22a.148. HOWORTH. HM, III: 588 ss.149. Ibid., 561.150. Ibid., 588.151. Ibid., 588 ss.152. Ibidem.153. TROTSKY. 1928: 322.154. ASBRT. 627.155. Ibid., 644.156. Ibid., 697.

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