Gotthold Ephraim Lessing - Natán el sabio

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Gotthold Ephraim Lessing

NATN EL SABIOPoema dramtico en cinco actos

[1779]

Introite, nam et heic Dii sunt! Apud GELLIUM.

Nota: texto escaneado a partir de la edicin de Madrid, Espasa-Calpe, 1984, pp. 103-241.

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PERSONAJESEL SULTN SALADINO. SITA,

su hermana. judo rico de Jerusaln. REHA, su hija adoptiva. DAYA, cristiana, pero, en casa del judo Natn, est como dama de compaa de Reha. JOVEN TEMPLARIO. DERVICHE. EL PATRIARCA de Jerusaln.NATN, HERMANO LEGO EMIR

y varios MAMELUCOS de SALADINO.

EI escenario, en Jerusaln.

ACTO PRIMEROESCENA PRIMERA(Escenario: El vestbulo de la casa de NATN) Llega NATN de viaje. DAYA le sale al encuentro l! Natn! Gracias por siempre a Dios que volvis finalmente a casa. Daya; gracias a Dios! Pero por qu finalmente? Es que quise volver antes? Y pude volver? Babilonia dista de Jerusaln sus buenas doscientas millas por el camino que hube de tomar por fuerza, torciendo ya a la derecha ya a la izquierda; y cobrar deudas, tampoco es trabajo que adelante a ojos vistas, que se pueda despachar as como as. DAYA.Oh, Natn, cuan msera, mseramente podrais haber acabado aqu, mientras! Vuestra casa... NATN.Se incendi. Ya me he enterado. Quiera Dios que no quede nada ms de que enterarse! DAYA.Y por poco no arde desde los cimientos. NATN.Pues nos hubiramos construido otra, Daya; y ms cmoda que sta. DAYA.Ya lo creo! Pero por un pelo no qued abrasada tambin Reha. NATN.Abrasada? Quin? Mi Reha? Ella? Eso no lo he odo. Bueno! Entonces no me habra hecho falta ya casa alguna. Que por un pelo no se abras! Ah! S que lo ha sido! Es verdad que se ha abrasado! Dilo ya abiertamente! Dilo ya de una! Mtame, y no me atormentes ms. S, se ha abrasado. DAYA.De haber sucedido, estarais oyndolo de m? NATN.Pues por qu me aterrorizas? Oh Reha! Oh Reha ma! DAYA.Vuestra? Reha vuestra? NATN.Si tuviera que desacostumbrarme a llamar ma a esa criatura! DAYA.Llamis vuestro con el mismo derecho a todo lo que poseis? NATN.A nada con mayor derecho! Todo lo dems que poseo, Naturaleza y Fortuna me lo dieron. Slo esta propiedad se la debo a la virtud. DAYA.Oh Natn, qu cara me hacis pagar vuestra bondad! Si puede llamarse an bondad la practicada con tal intencin! NATN.Con tal intencin? Con cul? DAYA.Mi conciencia... NATN.Daya, deja que te cuente antes que nada... DAYA.Mi conciencia, digo...NATN.S, DAYA.Es

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NATN.Qu bonito pao te he comprado en Babilonia. Ms rico, y rico con gusto! Ni el que le traigo a la misma Reha es tan bonito. DAYA.Y con eso qu? Porque mi conciencia, tengo que decroslo sencillamente, no se deja adormecer ms. NATN.Y cmo te van a gustar los broches, los pendientes, el anillo y la cadena que he escogido en Damasco para ti: tenais ganas de verme. DAYA.El mismo de siempre! Con tal de poder hacer regalos, de poder hacer regalos! NATN.T recibe tan a gusto como yo te doy: y calla! DAYA.Y calla! Quin duda, Natn, de que sois la honradez y la magnanimidad en persona? Pero, a pesar de todo... NATN. A pesar de todo no soy ms que un judo. Quieres decir eso, verdad? DAYA.Lo que quiero decir, lo sabis vos mejor. NATN.Pues entonces calla! DAYA.Me callo. Lo que de vituperable ante Dios est pasando aqu y no puedo impedir yo, no puedo cambiar, no puedo, recaiga sobre vos! NATN.Recaiga sobre m! Pero, dnde est ella? Por qu no viene? Daya, si me engaas! Sabe ya que he llegado? DAYA.Eso os pregunto yo! An tiembla del pavor que le recorre todos los nervios. An pinta fuego su fantasa en todo lo que pinta. Durmiendo vela, y en vela est dormido su espritu: tan pronto es menos que animal, como ms que ngel. NATN.Pobre criatura! Cmo somos los hombres! DAYA.Esta maana estuvo un buen rato tendida con los ojos cerrados, y estaba como muerta. De repente se incorpor sobresaltada gritando: Escucha, escucha! Ah llegan los camellos de mi padre! Escucha, su misma voz sosegada! En esto, abre otra vez los ojos y, perdido el apoyo del brazo, cae sobre el cojn su cabeza. Yo me asomo al portal! Y va y es verdad que vens por all, es verdad que vens! Qu hay de extrao! Toda su alma, desde que os fuisteis, estuvo con Vos y con l. NATN.Con l? Quin es ese l? DAYA.Con quien la salv del fuego. NATN.Y quin fue, quin? Dnde est? Quin me salv a mi Reha, quin? DAYA.Un joven templario trado das atrs prisionero, y amnistiado de Saladino. NATN.Cmo? Un templario a quien el Sultn Saladino hizo gracia de la vida? Por menos de tal milagro no era posible salvar a Reha? Dios! DAYA.Sin l, si no arriesga enseguida lo que inesperadamente acababa de ganar, se acab ella. NATN.Dnde est l, Daya, ese noble varn? Dnde est? Guame hasta sus pies. Supongo que de momento le darais los tesoros que os dej. Se lo disteis todo? Le prometisteis ms, mucho ms? DAYA.Que pudimos! NATN.No? No? DAYA.Vino, y nadie sabe de dnde. Fuese, y nadie sabe adnde. Sin la mnima idea de la casa, guiado solamente de su odo, extendiendo por delante la capa, se abri, audaz, paso entre llamas y humareda en direccin a la voz que nos peda socorro. Ya lo dbamos por perdido, cuando de entre llamas y humareda se planta de pronto ante nosotros llevndola en alto con su fuerte brazo. Fro e insensible a los gritos de jbilo de nuestra gratitud, deposita en el suelo su botn, se abre paso entre la gente y desaparece! NATN.Espero que no por siempre. DAYA.Luego, los das siguientes, lo veamos ir y venir bajo las palmeras que envuelven en su sombra el sepulcro del Resucitado. Yo me acerqu a l con efusin, le di las gracias, ponder, ofrec, supliqu que viera una vez ms, por lo menos, a la inocente criatura que no poda descansar hasta desahogar en llanto su gratitud, a sus pies. NATN.Y qu? DAYA.Como si nada! Era sordo a nuestra peticin; y me largaba unas ironas amargas, a m en particular... NATN.Hasta que amedrentada por eso... DAYA.Ni mucho menos! Volv a abordarlo todos los das; dej que se burlara de m todos los das. Qu no sufr de l! Qu no hubiera soportado an, a gusto! Pero ya hace tiempo que no

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viene a visitar las palmeras que envuelven en su sombra el sepulcro de nuestro Resucitado; y nadie sabe dnde para. Os admiris? Meditis? NATN.Quiero hacerme una idea de la impresin que habr hecho esto en un espritu como el de Reha. Verse tan desdeada por una persona a cuyo aprecio nos sentimos obligados; ser tan rechazada y al mismo tiempo tan atrada; la verdad, mucho van a tener que pelearse ah corazn y cabeza, a ver quin vence, si la misantropa o la melancola. Tambin sucede a menudo que no venzan ni una ni otra; y la fantasa, que se entremete en la pelea, hace exaltados de sos en quienes tan pronto funciona la cabeza como corazn, tan pronto funciona el corazn como cabeza. Mal recambio! Este ltimo, me conozco bien a Reha, es su caso: est exaltada. DAYA.S, pero tan inocente, tan gentilmente! NATN.Eso no quita para que sea tambin exaltada! DAYA.En particular da mucha importancia a una ocurrencia, tonta si queris. Dice que su templario no es terreno ni de origen terreno; que es uno de esos ngeles a cuya guarda tanto gustaba de creerse confiado su corazoncito desde la infancia, dice que, de su nube donde suele ir oculto y que planeara en torno a ella envuelta en llamas, que surgi de repente en forma de templario. No sonriis! Quin sabe? Sonred, pero dejadle por lo menos una ilusin donde un judo, un cristiano y un musulmn se unen! verdaderamente, una dulce ilusin! NATN.Tambin para m es dulce! Ves, valiente Daya, ves; mira a ver qu hace; por si puedo hablarle. Enseguida me pongo a buscar a ese salvaje y jovial ngel de la guarda. Y si ha tenido a bien quedarse vagando por aqu abajo entre nosotros, si ha tenido a bien seguir practicando tan tosca caballera, seguro que lo encuentro y lo traigo. DAYA.Mucho acometis. NATN.Y entonces, la dulce ilusin ceder el sitio a la verdad, que es ms dulce: porque creme Daya; el hombre prefiere siempre un hombre a un ngel no es cierto que no te enfadars conmigo, conmigo, de ver curada a la exaltada anglica? DAYA.Sois tan bueno y al mismo tiempo tan malo! Me voy! Pero, escuchad, mirad! Ah viene ella misma.

ESCENA SEGUNDAREHA

y los anteriores

REHA. Pero, sois vos mismo en persona, padre mo? Yo crea que habais enviado por delante slo vuestra voz. Por qu no vens? Qu montaas y desiertos, qu corrientes nos separan todava? Estis respirando pared por pared con ella, y no os apresuris a abrazar a vuestra Reha? Pobre Reha que, mientras, se abrasara! Casi, casi se abras! Casi, solamente. No te estremezcas! Fea muerte, abrasarse. Oh! NATN.Mi nia, nia ma querida! REHA. Tuvisteis que cruzar el Eufrates, el Tigris, el Jordn; cruzar quin sabe cuntas aguas? . Cuntas veces tembl por vos antes de que se me acercara tanto el fuego! Pues, desde que se me acercara tanto, morir en el agua parceme refrigerio, alivio, salvacin. S, vos no os habis ahogado; yo, yo, pues no me abras. Cmo vamos a alegrarnos y a alabar a Dios, a Dios! l, l os traslad a vos y a vuestras naves sobre las alas de su ngel invisible a la otra ribera de las traidoras corrientes. l dio la seal a mi ngel para que visiblemente, sobre sus blancas alas, me llevara a travs del fuego . NATN.(Blancas alas! S, s; la blanca capa extendida del templario.) REHA. l, visiblemente, visiblemente, me llev a travs del fuego que su capa iba apagando. Yo, pues, yo, he visto un ngel cara a cara; y a mi ngel. NATN.Reha mereca esto, y no habr visto ella en l nada ms bello que lo visto por l en ella. REHA. (Sonriendo.) A quin adulis, padre mi, a quin? Al ngel, o a vos mismo? NATN.Sin embargo, aunque no fuera ms que un hombre un hombre como los que engendra la Naturaleza a diario, quien te hubiera prestado ese servicio: para ti tendra que ser un ngel. Tendra que serlo y lo sera. REHA. No; un ngel as, no! Un ngel de verdad; seguro que fue de verdad! No me habis enseado acaso vos, vos mismo, que es posible que existan ngeles, que Dios puede hacer milagros en favor de quienes lo aman? Pues yo lo amo.

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NATN.Y l te ama a ti; y hace a cada hora milagros en favor tuyo y de tu igual; ms an, los hizo por vosotros desde toda la eternidad. REHA.Me gusta orlo. NATN.Cmo? Porque suene a cosa bien natural y cotidiana, va a ser menos milagro que te haya salvado un templario de carne y hueso? Lo ms admirable de los milagros estriba en que los ms verdaderos y autnticos pueden y deben resultarnos as de cotidianos. Sin este milagro general, bien difcilmente hubiera llamado milagro, alguien que piense, a lo que se ha de llamar as para los nios, que, pasmados, slo van tras de lo ms inslito y novedoso. DAYA. (A NATN) Pero, no veis que, con semejantes sutilezas, vais a hacer que le estalle el sobreexcitado cerebro? NATN.Djame! No seria bastante milagroso para mi Reha acaso que la salvara un hombre que tuvo que ser salvado antes, a su vez, por un milagro nada pequeo? S, un milagro nada pequeo! Pues cundo se oy decir que Saladino haya perdonado alguna vez a un templario; que templario alguno le haya pedido, o haya esperado de l perdn; que le haya ofrecido por su libertad algo ms que el cinturn de cuero del que arrastra su fierro, y como mucho, su pual? REHA.Eso arguye en mi favor, padre mo. Precisamente por eso no se trata de ningn templario; lo pareca solamente. Ningn templario preso viene a Jerusaln a otra cosa que a una muerte segura; ninguno circula por Jerusaln con tal libertad: cmo hubiera podido salvarme de noche, uno, por propia iniciativa? NATN.Mira, qu ingeniosa! Habla t ahora, Daya. Por ti s que lo mandaron aqu preso. No hay duda de que t sabes ms. DAYA.Est bien. Eso dicen; pero tambin dicen que Saladino amnisti al templario porque se parece mucho a un su hermano por quien sintiera especial cario. Claro, como hace ya veinte aos largos que no le vive ese hermano, no s cmo se llamaba, no s adonde fue a parar: sucede que todo esto suena a cosa tan tan increble, que bien pudiera no haber nada en todo este asunto. NATN.Toma, Daya! Por qu iba a ser tan increble? No ser acaso como sucede en efecto para darse el gusto de creer algo an ms increble? Por qu Saladino, que tanto ama a sus hermanos, no podra haber amado en su juventud particularmente a uno de ellos? No se da el caso de que se parezcan dos rostros? Se pierden las impresiones recibidas hace tiempo? Ha dejado lo semejante de obrar lo semejante? Desde cundo? Dnde est aqu lo increble? Claro, claro, sabia Daya, para ti ya no sera milagro, y slo tus milagros exig... digo son dignos de fe. DAYA.Os estis burlando. NATN.Porque te burlas t de m. En efecto, Reha, tambin as sigue siendo tu salvacin un milagro que slo puede cumplir Aquel que gusta de dirigir las ms rgidas resoluciones de los reyes, sus ms arriesgados proyectos, su juego si no su burla moviendo los hilos ms flojos. REHA.Padre mo! Padre mo, ya sabis que no me gusta equivocarme. NATN.Antes bien, te gusta que te enseen. Mira: Una frente curvada as o as; el arranque de una nariz dirigido as ms bien que as; cejas que se deslizan as o as sobre unos huesos salidos o romos; una lnea, una curva, un ngulo, un pliegue, un lunar, una nonada en el rostro de un salvaje europeo: y te escapas t del fuego en Asia! No sera eso un milagro, pueblo milagrero? Por qu molestis a un ngel, encima? DAYA.Y, en fin de cuentas, qu importa Natn, si se me permite hablar que se prefiera pensar que te ha salvado un ngel a pensar que te ha salvado un hombre? Acaso no se siente uno as mucho ms cerca de la incomprensible causa primera de su salvacin? NATN.Orgullo y nada ms que orgullo! A la vasija de hierro le gusta que la saquen del fuego con tenazas de plata para figurarse que tambin ella es de plata. Bah! Y preguntas qu importa, que qu importa. Y para qu sirve?, podra contrapreguntarte yo sin ms. Porque eso que dices de sentirse uno ms cerca de Dios, eso es absurdo, o blasfemia. Por supuesto que importa; ya lo creo que importa. Venid! Escuchadme. Verdad que al ser que te salv sea ngel u hombre querras, t en particular, servirlo reiteradamente en muchas y grandes cosas? Verdad que s? Ea pues; a un ngel qu servicios, qu grandes servicios podis prestarle vosotras? Podis darle gracias; dirigirle suspiros, y rezarle; podis derretiros de arrobamiento por l; podis ayunar el da de su fiesta, y repartir limosnas. Todo eso es nada. Porque en todos esos casos me parece que vosotras y vuestros vecinos sals ganando mucho ms que l. No ser l quien engorde con vuestros ayunos; no lo enriquecern vuestras caridades; no ser ms glorioso por vuestro fervor; no ser ms poderoso por vuestra confianza. Verdad? Slo un hombre!

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DAYA.Ah, claro; para hacer algo por l, un hombre se hubiera prestado ms. Y bien sabe Dios lo dispuestas que estbamos nosotras! Slo que l no quera y no necesitaba completamente nada; estaba satisfecho en s mismo y consigo, tanto como slo lo estn los ngeles, como slo pueden estarlo los ngeles. REHA.Finalmente, cuando desapareci por entero... NATN.Desapareci? Cmo que desapareci? Ya no se dej ver bajo las palmeras? Cmo? Pero es que lo habis buscado ya realmente por otras partes? DAYA.Bueno, eso no. NATN.No, Daya? No? Pues ah tienes lo que importa! Crueles fanticas! Mira que si ese ngel ahora ahora se hubiera puesto enfermo!... REHA.Enfermo! DAYA.Enfermo! Esperemos que no. REHA.Qu escalofro me ha cogido! Daya! Mi frente siempre tan caliente, toca!, de repente se me puso helada. NATN.Es un franco, no est acostumbrado a este clima; es joven; no est acostumbrado al duro trabajo de su estado, al hambre, a la vigilia. REHA.Enfermo! Enfermo! DAYA.Natn quiere decir solamente que sera posible. NATN.Y est ah postrado! Sin un amigo, ni dinero con que costearse amigos. REHA.Ay, padre mo! NATN.Postrado sin asistencia, sin asesoramiento y consuelo, presa ah del dolor y la muerte! REHA.Dnde? Dnde? NATN.l, que por una a quien no conoca, a quien no haba visto nunca bast con que se tratara de un ser humano... se arroj al fuego... DAYA.Natn, ten miramiento con ella! NATN.Ese mismo no tuvo la posibilidad de conocer ms de cerca, de volver a ver lo que salv no fuera ms que por excusarle el agradecimiento... DAYA.Ten miramiento con ella, Natn! NATN.Tampoco pidi volver a verlo a no ser que se tratara de salvarlo por segunda vez porque basta con que se trate de un hombre... DAYA.Acabad y reparad! NATN.Ese mismo, al morir, para consolarse, no tiene nada ms que la conciencia de esa accin suya! DAYA.Acabad! La vais a matar! NATN.Y t lo has matado a l! As, hubieras podido matarlo. Reha, Reha! Es una medicina, no un veneno, lo que te doy. l vive! Vuelve en ti! Ni siquiera est enfermo tampoco; ni siquiera est enfermo! REHA.Seguro? No ha muerto?, no est enfermo? NATN.Seguro que no ha muerto! Pues premia Dios aqu todava el bien que aqu se ha hecho. Anda! Comprendes ahora cunto ms fcil es exaltarse devotamente que obrar bien; cmo gusta de enfervorizarse el ms flojo de los hombres, slo aunque algunas veces no sea consciente de esa intencin slo para no tener que obrar bien? REHA.Ah, padre mo! Pero no dejes sola nunca ms a tu Reha! Verdad que pudiera haber emprendido algn viaje, nada ms? NATN.Anda! Por supuesto. All estoy viendo a un musulmn que me examina con curiosidad los cargados camellos. Lo conocis? DAYA.Ah! Vuestro derviche. NATN.Quin? DAYA.Vuestro derviche, vuestro compaero de ajedrez! NATN.Al-Hafi? se es Al-Hafi? DAYA.Ahora es tesorero del sultn. NATN.Cmo? Al-Hafi? Sueas otra vez? Es l! verdaderamente es l! viene hacia aqu. Adentro vosotras, de prisa! Casi nada voy a or!

ESCENA TERCERA

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NATN DERVICHE.Abre NATN.Eres

y el DERVICHE

bien los ojos, todo lo que puedas! t? No eres t? Un derviche con tal fausto!... DERVICHE.Bueno, y por qu no? Que de un derviche no se puede hacer nada, absolutamente nada? NATN.Toma, no poco! Lo que pasa es que yo siempre me imagin que el derviche tan cabal derviche no se prestada a que hicieran algo de l. DERVICHE.Por el Profeta! Tambin podra ser que no fuera yo a lo mejor tan cabal derviche. A decir verdad, cuando se est obligado. NATN.Obligado! Un derviche! Un derviche obligado a algo? Ningn hombre tendra que estar obligado a nada, y un derviche tendra que estar obligado a algo? Y a qu estara obligado? DERVICHE.A cuanto se le pida con razn y considere l bueno; a eso est obligado. NATN.Por nuestro Dios! En esto dices verdad. Deja que te d un abrazo, hombre. Pues todava eres t amigo mo, no? DERVICHE.Y no me preguntas antes qu me han hecho? NATN.Te hayan hecho lo que sea! DERVICHE.Y si me hubiera convertido en una figura dentro del Estado, cuya amistad os resultara incmoda? NATN.Si tu corazn es an un corazn de derviche, yo me arriesgo a ello. La figura estatal no es ms que tu vestimenta. DERVICHE.Que exige tambin ser honrada. Qu supondris que soy? Adivinad! En vuestra casa, yo qu sera? NATN.Derviche; nada ms. Bueno, probablemente, adems, cocinero. DERVICHE.Pues s! Como para desaprender mi profesin en vuestra casa. Cocinero! Y camarero adems, no? Concede que Saladino me conoce mejor. Estoy de tesorero en su casa. NATN.T? En su casa? DERVICHE.Quiero decir de su caja menor, pues la mayor gobirnala su padre todava me refiero a su caja domstica. NATN.Su casa es grande. DERVICHE.Y mayor de lo que creis, pues todos los mendigos forman parte de su casa. NATN.En efecto, es tan contrario de mendigos Saladino. DERVICHE.Que se ha propuesto exterminar hasta el ltimo aunque tuviera que acabar l mismo en mendigo. NATN.Bravo! Lo mismo pienso yo. DERVICHE.Ya lo es, adems, digan lo que quieran! Pues cada da a la puesta del sol est su caja ms vaca que vaca. Alta es la marea que entra cada maana, pero al medioda hace ya buen rato que se escurri. NATN.Porque en parte se la engullen canales que es tan imposible mantener llenos como taponar. DERVICHE.Acertaste! NATN.Algo s de eso! DERVICHE.Lo cierto es que no sirve de nada que los prncipes sean buitres entre carroas. Claro que si son carroas entre buitres, sirve diez veces menos. NATN.No creas, derviche, no creas! DERVICHE.A vos s que se os da bien esto, a vos! Veamos: qu me dais por el traspaso de mi cargo? NATN.Qu te renta el cargo? DERVICHE.A m? No mucho. Sin embargo, a vos, a vos puede cundiros prodigiosamente. Pues cuando hay reflujo en la caja que es lo ms frecuente, entonces abrs vos vuestras esclusas: hacis un adelanto y os cobris los intereses que os plazca. NATN.Incluido el inters del inters de los intereses? DERVICHE.Claro! NATN.Hasta que mi capital se convierta en puros intereses. DERVICHE.No os atrae eso? Pues no hay sino extender la carta de despedida de nuestra amistad! Porque la verdad es que haba contado mucho con vos. NATN.De veras? Y cmo, ya dirs cmo.

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DERVICHE.Con que me ayudarais a desempear dignamente mi ministerio; con tener disponible vuestra caja en todo momento, Cabeceis? NATN.A ver si nos entendemos! Aqu hay que distinguir. T, por qu no t?, el derviche Al-Hafi, para m es siempre bienvenido. Pero Al-Hafi, tesorero mayor de Saladino, se a se DERVICHE.No deca yo? Siempre sois tan bueno como prudente y tan prudente como sabio! Paciencia! Lo que distingus en Hafi, pronto quedar otra vez separado. Mirad la honrosa hopalanda que me dio Saladino. Antes de que se destia, antes de que se convierta en andrajos de esos que cuadran a un derviche, estar colgando de un clavo en Jerusaln; y yo en el Ganges, paseando, ligero y descalzo, por la clida arena con mis maestros. NATN.Demasiado parecidos a ti! DERVICHE.Y jugando con ellos al ajedrez. NATN.Tu sumo Bien! DERVICHE.Imagina qu me sedujo! Que ya no necesitara mendigar ms? Que podra hacer de hombre rico entre mendigos? Que sera capaz de convertir en un tris al mendigo ms rico en el rico ms pobre? NATN.Pues, eso, seguro que no. DERVICHE.Algo mucho ms desagradable! Por vez primera me sent halagado, halagado por una bondadosa suposicin de Saladino NATN.Cul? DERVICHE.Slo un mendigo sabe cmo caer bien a lo mendigos; slo un mendigo es capaz de aprender a dar de manera adecuada a los mendigos. Tu antecesor, me dijo, para m que era muy fro, muy rudo. Daba con tal desgana, cuando daba; antes de dar, peda informes de manera tan violenta acerca del receptor; nunca contento con conocer la necesidad, quera saber su causa para sopesar cicateramente segn ella el donativo. Eso no lo har Al-Hafi! No parecer Saladino en Hafi tan inclementemente clemente! Al-Hafi no es como esos caos obstruidos que, el agua clara y mansa que reciben, la devuelven sucia y burbujosa. Al-Hafi piensa y siente como yo! As de delicioso sonaba el reclamo del pajarero hasta que el frailecillo estuvo en las redes. Pjaro bobo de mi! Pjaro fatuo de un pjaro fatuo! NATN.Despacio, derviche mo, despacio! DERVICHE.Venga, venga! Que no sera fatuidad oprimir, esquilmar, saquear, torturar, ahogar a los hombres por cientos de miles y querer aparecer como un filntropo con el individuo? Que no sera fatuidad remedar la liberalidad del Altsimo, que se desparrama con el sol y la lluvia sin seleccionar entre buenos y malos ni entre campia y desierto, no teniendo siempre las manos llenas como el Altsimo? Qu? Que no sera fatuidad? NATN.Basta! Para! DERVICHE.Djame mentar por lo menos mi fatuidad! Qu? Que no sera fatuidad buscarle an su buen lado a esas fatuidades para tomar parte en esas fatuidades por su buen lado? Eh? Que no? NATN.Al-Hafi, procura volverte pronto a tu yermo. Me temo que, entre los hombres precisamente, llegues a desaprender a ser hombre. DERVICHE.Justo eso temo yo tambin. Adis! NATN.A qu tanta prisa? Pero espera, Al-Hafi. Es que se te escapa el desierto? Que te digo que esperes! Ojal me escuchara! Ye, Al-Hafi, que estoy aqu! Se fue; con lo a gusto que le hubiera preguntado por nuestro templario. Presumo que lo conoce.

ESCENA CUARTAEntra DAYA presurosa. NATN Natn, Natn! Qu hay? DAYA.Se deja ver otra vez, se deja ver otra vez! NATN.Quin, Daya, quin? DAYA.l, l! NATN.l? l? Cundo no se deja ver se! S, ya; lo llamis l por antonomasia. No debera llamarse as! Ni aunque fuera un ngel, no!NATN.Eh? DAYA.Oh

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a pasear bajo las palmeras, arriba y abajo, y de cuando en cuando coge dtiles. se los come? Y como templario? DAYA.Qu me mareis? Su ansiosa mirada ya lo ha adivinado tras de las densamente entrelazadas palmeras y lo sigue de hito en hito. Os ruega os conjura que os lleguis a l sin tardanza. Oh, daos prisa! Ella os dir desde la ventana, por seas, si sube l o si echa para abajo. Oh, daos prisa! NATN.As, tal como me ape del camello? Es decente eso? Ves, corre t hacia l y notifcale mi vuelta a casa. Anda con cuidado; lo que no ha querido, ese hombre de bien, es pisar mi casa en ausencia ma, y no le disgustar venir si es el padre mismo quien lo invita. Anda, dile que lo invito, que lo invito cordialmente... DAYA.Todo ser en vano! No vendr a vos. Porque, en una palabra, no vendr a casa de un judo. NATN.Ves igual, ves a detenerlo por lo menos, a seguirlo con la vista por lo menos. Ves, enseguida vengo en tu busca.NATN.Y

DAYA.Vuelve

(NATN se entra de prisa, y DAYA se va.)

ESCENA QUINTAEscenario: Paraje con palmeras, a cuya sombra pasea arriba y abajo el TEMPLARIO. El HERMANO LEGO lo sigue, siempre a cierta distancia, por un lado, como quien quiere dirigirle la palabraTEMPLARIO.ste viene siguindome no hace mucho rato! May que ver qu miradas me tira de soslayo a las manos! Buen hermano, ... Bien puedo llamaros tambin padre, no? HERMANO LEGO.Slo hermano hermano lego slo; a su servicio. TEMPLARIO.S, buen hermano; para m quisiera yo tener algo! Por Dios, por Dios! No tengo nada. HERMANO LEGO.Pues, con todo, gracias de corazn! Dios os d a vos mil veces tanto como os gustara dar. Porque la voluntad de dar, y no el don, hace al dador. Dems que no me han mandado en absoluto al seor por limosnas. TEMPLARIO.Pero, te han mandado? HERMANO LEGO.S, del convento. TEMPLARIO.Donde ahora mismo esper encontrarme el pequeo banquete del peregrino? HERMANO LEGO.Ya estaban ocupadas las mesas, pero el seor no tiene ms que volver conmigo. TEMPLARIO.A qu? Hace mucho tiempo que no he comido carne. Pero, qu ms da? Bien maduros estn los dtiles. HERMANO LEGO.Tenga cuidado el seor con esa fruta. Tomada en exceso, no sienta bien; estrie el bazo; hace melanclica la sangre. TEMPLARIO.Y si a m me gusta sentirme melanclico? Mas, no creo que os hayan mandado para hacerme esa advertencia. HERMANO LEGO.Oh, no! Yo slo he de informarme sobre vos; probaros al dente. TEMPLARIO.Y eso me lo decs a m mismo? HERMANO LEGO.Por qu no? TEMPLARIO.(Ladino lego!) El convento tiene otros como t? HERMANO LEGO.No s. Yo estoy obligado a obedecer, caro seor. TEMPLARIO.Y pues que obedecis, hacislo sin demasiadas sutilezas, eh? HERMANO LEGO.De otro modo, sera obedecer, caro seor? TEMPLARIO. (Y que la simpleza tenga siempre razn!) Sin embargo, tendrais que decirme en confianza tambin quin es la persona que desea conocerme mejor. Yo jurara que no sois vos mismo. HERMANO LEGO.Me convendra a m? Y me sera provechoso? TEMPLARIO.A quin conviene y aprovecha, pues, que tanta curiosidad tiene? A quin? HERMANO LEGO.Al patriarca; eso he de pensar. Porque l es quien me mand tras de vos. TEMPLARIO.El patriarca? Tan poco conoce, el tal, la cruz roja sobre la blanca capa? HERMANO LEGO.Yo s que la conozco!

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TEMPLARIO.Entonces, hermano, entonces? Yo soy templario, y estoy preso. Aado: me hicieron preso en Tebnin, la fortaleza que nos hubiera gustado expugnar en el ltimo momento de la tregua, para caer enseguida sobre Sidn; aado: el prisionero que hace veinte y el nico indultado por Saladino. Ya sabe el patriarca lo que necesita saber; ms de lo que necesita saber. HERMANO LEGO.Pero ni, con mucho, ms de lo que ya sabe. A l le gustara saber tambin por qu ha amnistiado Saladino al seor, nicamente al seor. TEMPLARIO.Lo s yo mismo? Desnudo ya el cuello, estaba arrodillado sobre mi capa esperando el golpe, cuando clava en m su mirada Saladino, se me acerca de un salto, y hace una sea. Me levantan; me desatan; quiero darle las gracias; veo lgrimas en sus ojos: l est mudo, yo tambin; se va l, me quedo. Ahora bien, todo esto cmo se ata? Que se lo descifre el patriarca mismo. HERMANO LEGO.l deduce de todo ello que ha debido de reservaros Dios para grandes, grandes cosas. TEMPLARIO.S, para grandes cosas! Para salvar del fuego a una muchacha juda; para guiar al Sina a peregrinos curiosos, y cosas as. HERMANO LEGO.Todo se andar! Tampoco fue mal hasta ahora. A lo mejor, el mismo patriarca le tiene ya preparados al seor negocios mucho ms importantes. TEMPLARIO.Posible? Creis, hermano? Ya os ha dejado entrever alguna cosa? HERMANO LEGO.Ah, ya lo creo! Pero antes he de sondear al seor, a ver si es el hombre apropiado. TEMPLARIO.Bueno, pues; a sondear tocan! (Vamos a ver cmo sondea ste!) Y bien? HERMANO LEGO.Lo ms breve ser sin duda que yo comunique al seor, sin rodeos, lo que desea el patriarca. TEMPLARIO.Bien. HERMANO LEGO.l querra enviar un billete por mano del seor. TEMPLARIO.Por mi mano? No soy recadero. Eso, eso sera el negocio mucho ms glorioso que arrancar del fuego a una muchacha juda? HERMANO LEGO.Tendr que serlo, digo! Porque dice el patriarca ese billete es de extraordinario inters para toda la Cristiandad. A quien entregue ese billete dice el patriarca, se lo recompensar Dios un da, en el cielo, con una corona especial. Y nadie hay ms digno de esa corona dice el patriarca que el seor. TEMPLARIO.Que yo? HERMANO LEGO.Porque ser difcil encontrar a alguien ms apto para ganarse esa corona dice el patriarca que vos, seor mo. TEMPLARIO.Que yo? HERMANO LEGO.Dice que el seor aqu es libre; que puede circular por todas partes; que sabe cmo se asalta y se defiende una ciudad; que puede dice el patriarca valuar como nadie el fuerte y los puntos dbiles de la segunda muralla, la interior, recin construida por Saladino, y describrsela con la mayor claridad posible a los combatientes de Dios dice el patriarca. TEMPLARIO.Buen hermano, pero yo tendra que conocer tambin el contenido del billete. HERMANO LEGO.S, eso bueno, eso no lo conozco yo bien del todo. Mas, s que se trata de un billete al rey Felipe. El patriarca..., con frecuencia me he admirado de que un santo, que por lo dems vive enteramente en el cielo, al mismo tiempo pueda abajarse para estar tan informado de las cosas de este mundo. Debe de resultarle penoso. TEMPLARIO.Entonces, el patriarca? HERMANO LEGO. Sabe exactamente, de modo por entero indubitable, cmo y dnde, con qu fuerza, por qu parte abrir la campaa Saladino, en el caso de que se empiece abiertamente otra vez. TEMPLARIO.Sabe todo eso? HERMANO LEGO.S, y quisiera hacrselo saber al rey Felipe, con objeto de que pudiera conjeturar aproximadamente si el peligro es en realidad tan formidable como para restablecer, cueste lo que cueste, con Saladino el armisticio que vuestra Orden tan bizarramente ha roto. TEMPLARIO.Pero qu patriarca! Ya, ya! Este amable y valeroso varn no quiere que haga yo de vulgar recadero; me quiere para espa . Decidle a vuestro patriarca, buen hermano, que, por lo que me habis podido sondear, ese asunto no me va. Que me he de considerar an preso y que la nica profesin del templario es manejar la espada, no practicar el espionaje. HERMANO LEGO.Me lo figuraba! Tampoco quiero tomarle muy a mal al seor, precisamente esto. A decir verdad, lo mejor viene ahora todava. El patriarca ha descubierto, adems de esto,

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cmo se llama la fortaleza y su exacta situacin en el Lbano, donde se guardan las inmensas cantidades con que el previsor padre de Saladino paga a su ejrcito y cubre los costes de los preparativos de la guerra. De cuando en cuanto va all Saladino por caminos apartados, y casi sin escolta. Cais en la cuenta? TEMPLARIO.Nunca jams! HERMANO LEGO.Habra algo ms fcil que apoderarse de Saladino, que acabar con l? Temblis? Oh! Ya se han ofrecido a intentar la accin un par de maronitas, temerosos de Dios, con tal de que los dirija un varn esforzado. TEMPLARIO.Y el patriarca me habra elegido a m para ser ese varn esforzado? HERMANO LEGO.Cree que el rey Felipe puede echar ac una buena mano desde la Ptolemaida. TEMPLARIO.A m? A m, hermano? A m? Pero no habis odo, no acabis de or qu tipo de obligacin tengo para con Saladino? HERMANO LEGO.Claro que lo he odo. TEMPLARIO.Y, a pesar de ello? HERMANO LEGO.S opina el patriarca, eso es muy bonito, pero Dios y la Orden... TEMPLARIO.No cambian nada! No me ordenan ninguna infamia! HERMANO LEGO.Seguro que no! Slo que opina el patriarca lo que es infamia a los ojos de los hombres, no lo es tambin a los ojos de Dios. TEMPLARIO.Le debera yo mi vida a Saladino y tendra que arrebatarle la suya? HERMANO LEGO.Bah! A pesar de todo opina el patriarca no es ms que un enemigo de la Cristiandad, que no puede granjearse el derecho de ser amigo vuestro. TEMPLARIO.Amigo, una persona con la que no quiero quedar como un bribn, como un ingrato bribn? HERMANO LEGO.Por supuesto! La verdad es que opina el patriarca quedamos libres de toda deuda, libres ante Dios y los hombres, si el favor no se produce por amor a nosotros. Y como por ah corre la voz opina el patriarca de que Saladino os indult slo porque en vuestro aire, en vuestros modales lo deslumbr un algo de su hermano... TEMPLARIO.Eso tambin lo sabe el patriarca, y sin embargo? Ah, seguro que fue eso! Ah, Saladino! As que la Naturaleza habra dado, no fuera ms que a un solo rasgo mo, la forma de tu hermano, y a ese rasgo no correspondera nada en mi alma? As que yo podra suprimir esa correspondencia por darle gusto a un patriarca? Naturaleza, t no reniegas as! Dios no se contradice as en sus obras! Marchaos, hermano! No me irritis la hiel! Marchaos, marchaos! HERMANO LEGO.Me voy, y me voy ms complacido de lo que vine. Disclpemele, el seor. Nosotros los conventuales debemos obediencia a nuestros superiores.

ESCENA SEXTAEl TEMPLARIO y DAYA, que hace ya tiempo haba estado observando al templario y que ahora se le acercaDAYA.Me parece que el hermano lego no lo ha dejado lo que se dice de buen humor. Pero no me queda ms remedio que probar ventura. TEMPLARIO.Pues!; lo que faltaba! Miente el refrn que reza: monje y mujer, mujer y monje, las dos zarpas del diablo? De la una a la otra me arroja hoy. DAYA.Qu veo? Vos, noble caballero? Gracias a Dios! Mil gracias a Dios! Pero, dnde os ocultasteis todo este tiempo? No ser que habis estado enfermo? TEMPLARIO.No. DAYA.Sano, pues? TEMPLARIO.S. DAYA.Estbamos verdaderamente muy preocupadas por vos. TEMPLARIO.S? DAYA.Seguro que habis estado de viaje. TEMPLARIO.Acertasteis. DAYA.Y que acabis de volver hoy. TEMPLARIO.Ayer. DAYA.El padre de Reha tambin ha llegado hoy. Cabra que Reha albergara esperanza ahora?

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TEMPLARIO.Qu? DAYA.De lo que tantas veces os hicisteis de rogar. Con el mayor encarecimiento os invita su padre mismo a que vengis pronto. Viene de Babilonia, con veinte camellos colmos, y cuanto encierran la India y Persia y Siria, y hasta la China, de extica especiera, de piedras y paos. TEMPLARIO.No compro nada. DAYA.Su pueblo lo respeta como a un prncipe. Pero me ha llamado la atencin muchas veces que lo llame Natn el sabio y no, ms bien, Natn el rico. TEMPLARIO.A lo mejor para su pueblo es lo mismo rico que sabio. DAYA.Pero ms que nada tendra que haberlo llamado el bueno. Pues no os podis imaginar lo bueno que es. Cuando se enter de lo mucho que Reha os deba, qu no hubiera hecho en ese instante por vos, qu no os hubiera dado! TEMPLARIO.Ah! DAYA.Haced la prueba y venid y ved! TEMPLARIO.El qu? Lo rpido que pasa un instante? DAYA.Si no fuera tan bueno, hubiera consentido yo en estar tanto tiempo en su casa? Creis vos acaso que no siento mi [propia] vala como cristiana? Tampoco estaba destinada, por los paales en que me criaron, a seguir a mi marido a Palestina, total para criar a una muchacha juda. Mi querido esposo fue un noble caballero del ejrcito del Kiser Federico. TEMPLARIO.Suizo de nacimiento, a quien estaban reservados el honor y la gracia de ahogarse en un ro con Su Cesrea Majestad. Mujer!; cuntas veces me habis contado ya esto? Es que no vais a dejar alguna vez de perseguirme? DAYA.Perseguir! Buen Dios! TEMPLARIO.S, s, perseguir. No quiero veros ni oros ms ya, de una vez! No quiero que me recordis continuamente una accin cumplida sin pensar en nada; que, si la pienso, se me convierte en acertijo de m mismo. No es que quiera arrepentirme de ella. Pero, fijaos; si se presenta otra vez un caso igual, tendris vos la culpa de que no acte yo con tanta rapidez, de que procure informarme antes, y deje que se abrase lo que se est abrasando. DAYA.Dios nos guarde! TEMPLARIO.A partir de hoy hacedme ese favor por lo menos, y como si no me conocierais. Os lo suplico. Quitadme de encima tambin al padre. Un judo es un judo. Yo soy un tosco suebo. La imagen de la muchacha hace ya tiempo que se fue de mi alma, si es que estuvo all alguna vez. DAYA.Pero la vuestra no se ha ido de la suya. TEMPLARIO.Bueno, y qu; entonces qu? DAYA.Quin sabe! Los hombres no son siempre lo que parecen. TEMPLARIO.Pero rara vez mejores. (Vase.) DAYA.Pero esperad! Qu prisa tenis? TEMPLARIO.Mujer, no me hagas odiosas las palmeras a cuya sombra paseo tan a gusto. DAYA.Hala ves, oso alemn, ves! Mas, no tengo que perderle el rastro a esta fiera.

(Lo sigue de tejos.)

ACTO SEGUNDOESCENA PRIMERA(Escenario: Palacio del SULTN)

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SALADINO y SITA jugando al ajedrez ests, Saladino? Cmo juegas hoy? estoy jugando bien? Crea que s. SITA.Bien para m; y an ni eso. Deshaz esa jugada. SALADINO.Por qu? SITA.El caballo queda al descubierto. SALADINO.Es verdad. Pues as! SITA.Entonces juego la horquilla. SALADINO.Tambin es verdad. Pues jaque! SITA.De qu te sirve eso? Muevo adelante y te quedas otra vez como estabas. SALADINO.Bien veo que de este aprieto no hay manera de salir sino pagando. Ea! Toma el caballo, y en paz. SITA.No lo quiero. Paso de largo. SALADINO.No me regalas nada. Te interesa ms ese sitio que el caballo. SITA.Puede. SALADINO.No hagas tus cuentas sin contar con el patrn. Porque mira! Apuesto a que no te esperabas esto. SITA.Ciertamente, no. Cmo iba a sospechar que estuvieras tan cansado de tu reina? SALADINO.Yo, de mi reina? SITA.Ya veo que hoy no ganar ms que mis mil dinares; ni un nasern ms. SALADINO.Por qu? SITA.Y an lo pregunta! Porque quieres perder adrede, por encima de todo. As no me salen las cuentas, claro. Pues que, adems de no ser muy distrada la partida, que digamos, no salgo ganando al mximo siempre contigo, cuando pierdo? Dejaste alguna vez de doblarme la suma para consolarme de haber perdido la partida? SALADINO.Ah, mira! Entonces habras estado perdiendo t adrede, hermanita? SITA.Por lo menos, bien pudiera ser que tu liberalidad, querido hermanito, sea culpable de que yo no aprenda a jugar mejor. SALADINO.Nos desviamos del juego. Concluye! SITA.As est esto? Bueno, pues jaque!, y jaque doble! SALADINO.La verdad es que ese jaque doble que me tumba tambin a la reina, no lo haba visto yo. SITA.Poda evitarse an? Djame ver. SALADINO.No, no; toma la reina, sin ms. Nunca fui afortunado con esa pieza. SITA.Slo con la pieza? SALADINO.Qutala! No me hace falta. Porque as queda todo protegido otra vez. SITA.Cun cortsmente hay que conducirse con las reinas, es cosa que me ense muy bien mi hermano. (La deja estar.) SALADINO.Tmala o djala! No tengo otra. SITA.Para qu tomarla? Jaque! Jaque! SALADINO.Tira adelante. SITA.Jaque! Y jaque! Y jaque! SALADINO.Y mate! SITA.No del todo; an puedes jugar el caballo entre stas; o haz lo que quieras. Da lo mismo! SALADINO.Perfecto! Has ganado t y paga Al-Hafi. Que lo llamen, enseguida! No te faltaba razn, Sita; del todo no estaba en el juego; estaba distrado: adems, quin nos tiene asignadas las piezas lisas, que no evocan nada, no dicen nada? He jugado acaso con el Imn? S, por cierto: excusas de perdedor. No fueron las piezas lisas las que me hicieron perder, Sita; tu arte, tu sosegado y fulgurante mirar... SITA.Con eso tampoco buscas ms que sacarte la espina de la derrota. Estabas distrado y basta. Y ms que yo. SALADINO.Ms que t? A ti qu te distraa? SITA.No precisamente tu distraccin! Oh Saladino!, cundo volveremos a jugar con la atencin que ponamos antes?SALADINO.No SITA.Dnde

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SALADINO.As jugamos con ms codicia an! Ah!, te refieres a que vuelve a empezar la cosa? Puede! pero, adelante! No fui yo el primero en desenvainar; yo hubiera preferido renovar el armisticio; al mismo tiempo le hubiera proporcionado a mi Sita un buen marido. Y para eso tiene que ser hermano de Ricardo: es el hermano de Ricardo. SITA.Con tal de alabar a tu Ricardo! SALADINO.S; luego, a nuestro hermano Melek le asignarn la hermana de Ricardo, ah, qu casa resultar! Ah, la mejor de las primeras, de las mejores casas del mundo! Ya ves que tampoco me quedo corto alabndome. Me considero digno de mis amigos. Eso s que hubiera dado hombres, eso! SITA.De ese bello sueo no me re yo enseguida? T no conoces a los cristianos, no quieres conocerlos. Su orgullo es ser cristianos; no, ser hombres. Porque incluso eso que viene todava de su fundador y que sigue dndole a la supersticin un aroma de humanidad, incluso eso, lo aman no porque es humano, sino porque lo ensea Cristo, porque lo hizo Cristo. Ya tienen suerte con que Cristo fuera un hombre tan bueno! Ya tienen suerte con poder aceptar su virtud con plena confianza! Bueno, qu digo su virtud? No su virtud; su nombre es lo que hay que propagar por todas partes, lo que ha de desacreditar y devorar el nombre de todos los hombres buenos. No les importa nada ms que el nombre, el nombre. SALADINO.Te refieres al motivo por que os exigen que tambin vosotros, tambin t y Melek, os llamis cristianos, antes de pretender amar como esposos a unos cristianos? SITA.Eso mismo! Como si solamente de los cristianos en cuanto tales cupiera esperar el amor con que el Creador equip al hombre y a la hembra! SALADINO.Los cristianos creen en demasiadas mezquindades, para poderse librar tambin de sa! Y, adems, creo que te equivocas. La culpa la tienen los templarios, no los cristianos; son culpables como templarios, no como cristianos. Ellos son los responsables de que no se resuelva este negocio. Por nada del mundo quieren soltar Acca, que traera en dote, para nuestro hermano Melek, la hermana de Ricardo. Para que no corra peligro el beneficio de la Orden Militar, juegan al monje, a hacerse el monje bobo. Y por si se pillara al vuelo alguna pieza, apenas han podido esperar a que transcurriera el armisticio. Divertido! Adelante, pues, seores, adelante! Por m, vale! Todo lo dems que estuviera como tendra que estar. SITA.Y qu es lo que te indujo a error? Qu otra cosa pudo desconcertarte? SALADINO.Pues lo que siempre me ha desconcertado. He estado en el Lbano; con nuestro padre. An est anegado de preocupaciones... SITA.Qu pena! SALADINO.No puede ms; aprietan por todas partes; hoy falta aqu, maana all. SITA.Qu aprieta? Qu falta? SALADINO.Qu va a ser, sino eso que apenas me digno nombrar? Eso que, cuando lo tengo, me sobra, y cuando no lo tengo me parece imprescindible. Pero; por qu no viene Al-Hafi? No ha ido nadie a buscarlo? Asqueroso, maldito dinero! A propsito vienes, Hafi.

ESCENA SEGUNDAEl DERVICHE AL-HAFI. SALADINO. SITAAL-HAFI.Supongo

que habrn llegado los dineros de Egipto. Esperemos que sea un buen mon-

tn. noticias? No; yo no. Lo digo porque me he de hacer cargo de ellos aqu. SALADINO.Pgale a Sita mil dinares! (Paseando pensativo arriba y abajo.) AL-HAFI.Paga!, en vez de cobra! Estamos buenos! Eso es an menos que nada. A Sita? Otra vez a Sita? Que habis perdido, habis vuelto a perder al ajedrez? La partida est an en el aire! SITA.No ser que me envidias la suerte que tengo? AL-HAFI. (Observando el juego.) Cmo no envidiar? Si de sobra lo sabis. SITA. (Hacindole seas.) Chis, Al-Hafi, chis! AL-HAFI. (Fijndose an en el juego.) Desde luego, no os envidiis a vos misma! SITA.Al-Hafi! Chis!AL-HAFI.Yo? SALADINO.Tienes

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(A SITA.) Las blancas eran las vuestras? Dais jaque? mal que no ha odo nada! AL-HAFI.Le toca jugar a l ahora? SITA. (Acercndosele.) Pero di que puedo cobrar mi dinero. AL-HAFI (Fijo an en el tablero.) Est bien; cobraris igual que cobris siempre. SITA.Cmo? Ests loco? AL-HAFI.Es que no se ha acabado la partida. No habis perdido, Saladino. SALADINO. (Prestando atencin apenas.) Que s, que s! Paga, paga! AL-HAFI.Paga, paga! Pero vuestra reina est ah. SALADINO. (Como antes.) No vale; est fuera de juego. SITA.Venga, y di que puedo mandar ya a recoger el dinero. AL-HAFI. (Sumido an en el juego.) Se entiende, como siempre. Ni an as, aunque ya no valga la reina, ni an as ests jaque mate. SALADINO. (Adelntase y vuelca las fichas.) Lo estoy; quiero estarlo. AL-HAFI.Ah, bueno! As se ganan estas partidas! Y como se gana, talmente se paga. SALADINO. (A SITA.) Qu dice ste? Qu dice? SITA. (Haciendo de cuando en cuando seas a HAFI.) Ya lo conoces. Disfruta de resistirse; le gusta hacerse de rogar; probablemente est incluso un poco celoso. SALADINO.No ser de ti, no creo que sea de mi hermana. Qu oigo, Hafi: celoso t? AL-HAFI.Puede ser, puede ser! Yo preferira tener su cerebro; preferira ser tan bueno como ella. SITA.Pero a pesar de todo ha pagado siempre correctamente. Y hoy pagar tambin. Djalo estar! Puedes irte ya, Al-Hafi, puedes irte; quiero que pasen ya a recoger el dinero. AL-HAFI.No; yo no sigo colaborando en esta comedia. Tiene que enterarse ya de una vez. SALADINO.Quin? De qu? SITA.Al-Hafi! Es eso lo que prometiste? As me cumples tu palabra? AL-HAFI.Cmo poda pensar yo que esto iba a llegar tan lejos? SALADINO.O sea, que no me entero de nada? SITA.Te lo pido por favor, Al-Hafi: s discreto. SALADINO.Esto si que es curioso! Qu ser eso cuya omisin prefiere pedir Sita, tan solemne y encarecidamente, a un extrao, a un derviche, antes que a m, a su hermano? Al-Hafi, ahora te lo mando. Habla, derviche! SITA.No te ocupes en una nonada ms de lo que merece, hermano. Ya sabes que en diversas ocasiones te he ganado al ajedrez la misma cantidad. Y como en este momento no me hace falta el dinero y no se puede decir que sea abundante en la caja de Hafi, estn paradas las cuentas. Pero no te preocupes! Esos dineros no se los regalo ni a ti, mi hermano, ni a Hafi, ni a la caja. AL-HAFI.Ya, si se tratara slo de eso, de eso slo! SITA.Y de cosas por el estilo. La pensin que me asignaste qued tambin en la caja; ya hace varias lunas que se queda all. AL-HAFI.An no es todo. SALADINO.An no? Vas a hablar? AL-HAFI.Desde que estamos a la espera del dinero de Egipto, ella... SITA. (A SALADINO.) Qu sacaremos de escucharlo? AL-HAFI.No slo no ha recibido nada... SALADINO.Buena chica! Adems, hace adelantos, de paso, no? AL-HAFI.Ha mantenido la corte entera; ha cubierto todos vuestros gastos ella sola. SALADINO.Ah! As, as es mi hermana! (Abrazndola.) SITA.Pero quin me haba hecho tan rica como para poder hacer esto, sino t, hermano mo? AL-HAFI.Tambin la reducir a pobre de solemnidad, igual que se encuentra l mismo ahora. SALADINO.Pobre yo? Su hermano, pobre? Cundo he tenido ms, cundo he tenido menos? Un vestido, una espada, un caballo, y un Dios! Qu ms necesito? Cundo podr llegar a faltarme esto? Con todo, Al-Hafi, tengo motivos para reprenderte. SITA.No lo reprendas, hermano, Ojal pudiera yo aligerar as de sus preocupaciones tambin a nuestro padre! SALADINO.Ay, ay! Ahora s que me has hundido otra vez en la tristeza, con una palabra! A m, a m no me falta nada, ni puede faltarme nada. Pero a l, a l, s; y en l a todos nosotros. Decidme, qu tengo que hacer? Tal vez durante mucho tiempo no llegue nada de Egipto. Dios sabrSITA.Menos

AL-HAFI.

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por qu. All est todo tranquilo, en efecto. Hacer recortes, poner aparte, ahorrar, estoy dispuesto, bien dispuesto a pasar por ello, cuando me afecta a m, slo a m, slo a m sin que nadie ms sufra por ello. Pero eso qu puede resolver? Un caballo, un vestido, una espada, tengo que tenerlo. Y tampoco es cosa de deducirle nada a mi Dios. Se conforma ya con tan poco: con mi corazn. Yo haba contado mucho con los excedentes de tu caja, Hafi. AL-HAFI.Excedentes? Decid vos mismo si no me hubierais hecho atravesar con la pica, o estrangular por lo menos, de pillarme con excedentes. S, la malversacin!, a eso haba que atreverse. SALADINO.Bien, qu hacemos pues? No pudiste pedir prestado a otros, antes de recurrir a Sita? SITA.Iba yo a dejarme quitar ese privilegio, hermano? l a m? Todava puedo hacer frente a la situacin. An no me han escurrido del todo. SALADINO.Del todo, no! Faltara ms! Vete enseguida, toma medidas, Hafi! Toma en prstamo de quien puedas y como puedas! Ve, que te fen, da seguridades. Pero no pidas prestado a quienes hice yo ricos. Tomar prestado de ellos, podra parecer reclamacin. Ve a los ms avaros; sos me prestarn con mejor gana. Que saben muy bien cmo se multiplica su dinero en mis manos. AL-HAFI.No conozco a ninguno de sos. SITA.Ahora que me acuerdo, Hafi; he odo decir que tu amigo ha vuelto. AL-HAFI. (Sorprendido.) Amigo? Mi amigo? A quin te refieres? SITA.Ese judo que tanto alabas. AL-HAFI.Judo que tanto alabo, yo? SITA.A quien Dios recuerdo perfectamente la expresin que empleaste t mismo hablando una vez de l, a quien su Dios concediera a manos llenas el menor y el mayor de los bienes de este mundo. AL-HAFI.Eso dije? Y qu querra decir yo con eso? SITA.El bien menor: la riqueza. Y el mayor: la sabidura. AL-HAFI.Cmo? De un judo? De un judo pude decir yo eso? SITA.Que no dijiste eso de Natn? AL-HAFI.Ah, bueno! De se, de Natn! Ni caer en la cuenta de que era l. Es cierto? Finalmente ha vuelto a casa? Vaya! Pues no deben de haberle ido demasiado mal las cosas. Perfecto: En otro tiempo, el pueblo llambalo el sabio! Tambin, el rico. SITA.Ahora, ms que nunca, llmanlo el rico. La ciudad se hace lenguas de las preciosidades y tesoros que se ha trado. AL-HAFI.Entonces, es rico otra vez. Pues no tardar en ser otra vez el sabio. SITA.Qu te parece, Hafi, si te dirigieras a l? AL-HAFI.Y con qu objeto? No ser en solicitud de un prstamo! Pues s que lo conocis! Prestar l! Su sabidura consiste justamente en que no presta a nadie. SITA.Pues, t me trazaste de l una imagen completamente distinta. AL-HAFI.En caso de necesidad, os prestar mercanca. Pero, dinero, dinero? Dinero, nunca jams! Por otra parte, judos como se los hay pocos. Tiene inteligencia; sabe vivir; juega bien al ajedrez. Tambin es verdad que de los dems judos no se distingue menos en las cosas malas que en las buenas. Con se, con se no contis. Da a los pobres, ciertamente, y les da a pesar de Saladino. Y si no da tanto, dalo empero tan a gusto, y tambin al margen de toda ostentacin. Judos y cristianos y musulmanes y parsis, todo es uno para l. SITA.Y un hombre as... SALADINO.Pero, cmo es posible que no haya odo hablar yo de ese hombre?... SITA.Iba a negarle un prstamo a Saladino, a un Saladino que se ve en necesidad por otros y no por s mismo? AL-HAFI.Ya estis viendo otra vez al judo, al judo normal y corriente! Creedme lo que os digo! Tocante al dar, os tiene celos, os tiene envidia! Todas las divinas recompensas del mundo, prefiere acapararlas en exclusiva. Por eso precisamente no presta a nadie, para tener siempre a quien dar. Como la ley le manda ser clemente, pero no le manda ser complaciente, la clemencia hace de l el compaero menos complaciente del mundo. Es cierto, hace algn tiempo que estoy en relaciones tirantes con l, pero no pensis por ello que no le hago justicia. Sera bueno para todo; menos para eso; para eso, verdaderamente, no lo es. As que me voy al punto a llamar a otras puertas... Acabo de acordarme de un moro que es rico y avaro. Me voy, me voy. SITA.A qu tanta prisa, Hafi?

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SALADINO.Djalo,

djalo!

ESCENA TERCERASITA. SALADINO SITA.Verdaderamente se apresura como si no quisiera ms que perderme de vista! Qu querr decir esto? Se ha equivocado realmente respecto a l, o bien es que slo busca engaarnos? SALADINO.Cmo? Y me lo preguntas a m? Apenas s de quin se habla, y hoy es la primera vez que oigo hablar de vuestro judo, de vuestro Natn. SITA.Pero, es posible que escape a tu conocimiento un hombre de quien se dice que excavara las tumbas de Salomn y David y que conoce la secreta palabra poderosa que hace saltar su sello? De ellas saca a luz, de tiempo en tiempo, las riquezas inconmensurables que no delatan una fuente de menor monta. SALADINO.Si ese hombre obtiene sus riquezas de las tumbas, no ser, con toda seguridad, de las tumbas de Salomn y David. Unos locos seran los all enterrados! SITA.O malvados! Y la fuente de su riqueza es, con mucho, ms abundante y ms inagotable que una tumba repleta de Mammona. SALADINO.Porque comercia; como [os] o decir. SITA.Su reata levanta polvaredas por todos los caminos y atraviesa todos los desiertos; sus barcos echan anclas en todos los puertos. Esto me lo dijo una vez el mismo Al-Hafi, aadiendo lleno de entusiasmo con cunta grandeza y nobleza gasta lo que no tiene a menos ganar con su prudencia e industria; aadiendo cun libre de prejuicios est su espritu, cun abierto su corazn a toda virtud, cun acorde con toda belleza. SALADINO.Sin embargo, Hafi hablaba de l ahora con incertidumbre, con frialdad. SITA.Con frialdad, no; confuso. Como quien considera peligroso alabarlo, pero no quiere tampoco censurarlo sin motivos. No? O es que, en realidad, incluso el mejor de un pueblo no se librara enteramente de ser como su pueblo? O es que realmente Al-Hafi tiene que avergonzarse de su amigo en este aspecto? Sea como fuere! Sea el tal judo ms o menos que judo, a nosotros nos basta con que sea rico! SALADINO.Pero no querrs quitarle lo suyo con violencia, verdad, hermana? SITA.Bueno, a qu llamas t violencia? Quitarlo a fuego y espada? No, no; qu ms violencia hace falta con los dbiles que su propia debilidad? Por el momento, vente a mi harn; a or una cantaora que compr ayer mismo. A lo mejor, mientras, cobra forma en m un golpe que tengo [pensado] para ese Natn. Ven!

ESCENA CUARTAEscenario: frente a la casa de NATN por la parte que da a las palmeras Salen REHA y NATN. A ellos se suma DAYA habis retrasado mucho, padre. No ser fcil que lo encontremos ya. bien, est bien; si no aqu entre las palmeras, ya ser en otro sitio. Pero estate tranquila ahora. Mira! No es Daya, sa que viene hacia aqu? REHA.Seguro que lo ha perdido de vista. NATN.O no. REHA.Vendra ms deprisa, si no. NATN.Es que no nos ha visto an... REHA.Ahora nos ve. NATN.Y aviva el paso. Mira! Pero estate tranquila, tranquila! REHA.Os gustara tener una hija que estuviera aqu tranquila, que se estuviera despreocupada de aqul cuya buena accin es su vida? Su vida que me es tan preciosa porque, antes, os la debo a vos.NATN.Est REHA.Os

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NATN.Yo no te quisiera distinta de como eres; aunque supiera que en tu alma est naciendo algo completamente distinto. REHA.El qu, padre mo? NATN.Me lo preguntas a m, as de asombradiza, a m? Sea lo que fuere lo que en tu interior ocurre, es cosa natural e inocente. No te preocupes. A m, a m no me preocupa. Pero, promteme una cosa: cuando tu corazn se aclare, no me ocultes ninguno de sus deseos. REHA.La mera posibilidad de inclinarme por ocultaros mi corazn, ya hace que me estremezca. NATN.Basta ya de esto! Es cosa definitivamente resuelta. Ya est ah Daya. Qu hay, pues? DAYA.Est aqu an, paseando bajo las palmeras, y no tardar en doblar por aquel muro. Mirad, all viene! REHA.Ah!, y parece dudar de la direccin que tomar, si proseguir, si echar abajo, si volver a derecha, a izquierda. DAYA.No, no; seguro que da ms vueltas en torno al monasterio y luego tiene que pasar por aqu. Qu te apuestas? REHA.Bueno, bueno! Le has hablado ya? Y cmo est hoy? DAYA.Como siempre. NATN.Pero procurad que no os descubra aqu. Haceos ms atrs. Mejor, meteos dentro del todo. REHA.Slo una mirada ms! Ah!, ese seto que me lo tapa. DAYA.Venid, venid! El padre tiene toda la razn. Si os ve, corris el peligro de que gire en redondo. REHA.Ay, ese seto! NATN.Si asoma de repente por detrs de l, no podr menos de veros. As que circulad de una vez! DAYA.Venid, venid! Yo s de una ventana desde donde podemos verlo. REHA.S?

(Se entran las dos.)

ESCENA QUINTANATN

y, poco despus, el TEMPLARIO

NATN.Siento casi repugnancia de lo extico del sujeto. Casi me da corte la rudeza de su virtud. Que un hombre pueda desconcertar tanto a otro hombre! Ah!, ya viene. Por Dios! Un mozo, todo un hombre. Me gusta su mirada fina y altiva, su paso firme! Puede que la cscara sea amarga; la pepita, seguro que no. Pero, dnde he visto yo algo igual? Perdn, noble franco... TEMPLARIO.Qu? NATN.Permitid... TEMPLARIO.Qu, judo, qu? NATN.Que ose dirigirme a vos. TEMPLARIO.Puedo impedirlo acaso? Pero que sea breve. NATN.Deteneos y no pasis tan deprisa, tan orgullosa y despectivamente, por delante de un hombre que os est eternamente obligado. TEMPLARIO.Cmo es eso? Ah, casi lo adivino. No? Vos sois... NATN.Me llamo Natn; soy el padre de la muchacha que salv del fuego vuestra magnanimidad; y vengo... TEMPLARIO.Si es a dar las gracias, ahorroslo! He tenido que soportar ya demasiado por esa insignificancia de la gratitud. Adems, vos, vos no me debis absolutamente nada. Saba yo que esa muchacha fuese hija vuestra? Los templarios tienen el deber de acudir en socorro del primero que vean en alguna necesidad. Sin contar con que en ese momento me resultaba pesada la vida. Muy a gusto, pero mucho, aprovech la ocasin de jugrmela por la de otro: por la de otro aunque fuera la vida de una juda. NATN.Magnfico! Magnfico y odioso! Sin embargo, se puede ver la maniobra. La grandeza modesta se esconde detrs de lo odioso para eludir la admiracin. Pero si rehsa la ofrenda

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de la admiracin, no habr alguna otra que rehse menos? Caballero, si no fuerais forastero en esta tierra y cautivo, no os preguntara yo con tanto atrevimiento. Decid, disponed: En qu se os puede servir? TEMPLARIO.Vos? En nada. NATN.Soy hombre rico. TEMPLARIO.Nunca tuve al judo ms rico por el mejor judo. NATN.Y os negis por eso a aprovecharos de lo que, a pesar de los pesares, tiene de mejor: a aprovecharos de su riqueza? TEMPLARIO.Pues hombre, tampoco quiero hacer voto de abstenerme absolutamente de ello; por mor de mi capa. No bien la tenga gastada del todo, cuando ya no admita ni zurcidos ni remiendos, acudir a vos por un prstamo en pao o en dinero, para hacerme una nueva. No empecis a mirarme con ese ceo! An estis en seguro; an no est en las ltimas. Ya lo veis: an se conserva en bastante buen estado. No tiene ms que una fea mancha en este extremo; est chamuscado. Y se puso as cuando llev a vuestra hija a travs del fuego. NATN. (Que agarra el extremo y lo contempla.) Verdaderamente es asombroso que una maldita mancha, un mero chamusco hable en testimonio de un hombre, mejor que su propia boca. Siento deseos de besarlo enseguida Al chamusco! Ah disculpad! Lo hice sin querer. TEMPLARIO.El qu? NATN.Cay una lgrima encima. TEMPLARIO.Es igual! Gotas le han cado muchas. (Bien pronto empieza a enredarme este judo). NATN.Querrais tener la bondad de enviarle vuestra capa tambin a mi nia? TEMPLARIO.Y eso para qu? NATN.Para que tambin ella estampe un beso en ese manchn. Porque abrazarse en persona a vuestras rodillas, creo yo que lo desea en vano. TEMPLARIO.Caramba, judo Os llamis Natn? , caramba, Natn Colocis vuestras palabras muy pero que muy bien muy custicamente Estoy perplejo Por lo dems Yo hubiera... NATN.Simulad y disimulad lo que queris. Por ah os descubro igualmente. Sois demasiado bueno, demasiado honesto para ser corts. La muchacha, toda sentimiento; el mensajero femenino, todo celo; el padre, en tierras lejanas Vos mirasteis por vuestro buen nombre; rehuisteis conocerla; rehuisteis, por no vencer. Tambin por esto os doy las gracias. TEMPLARIO.He de admitir que sabis cules deben ser los sentimientos de los templarios. NATN.De los templarios solamente? Los que deben ser, meramente? Y meramente porque lo ordena as la regla de la Orden? Yo s cules son los sentimientos de los hombres buenos; s que todas las naciones dan de s hombres buenos. TEMPLARIO.Pero es de esperar que con diferencias. NATN.S, claro; diferencias de color, de vestimenta, de aspecto. TEMPLARIO.Mayores o menores, tambin, segn los sitios. NATN.Esas diferencias no importan gran cosa. El hombre grande necesita mucho terreno en todas partes; y plantados varios de ellos demasiado cerca unos de otros, las ramas se destrozan enseguida. En cambio, medianas como nosotros, se las encuentra en abundancia por todas partes. Basta con que el uno no le ponga sambenitos al otro. Basta con que el matojo se lleve amablemente con el arbusto. Basta con que la copa no se jacte de que slo ella no brota de la tierra. TEMPLARIO.Muy bien dicho! Pero, sabis vos tambin cul es el pueblo que practic el primero ese afn de poner sambenitos a los hombres? Vos sabis, Natn, cul es el primer pueblo que se llam a s mismo el pueblo elegido? Qu pasara si yo no pudiera dejar, no dir de odiar a ese pueblo, pero si de despreciarlo por su orgullo? Por su orgullo, que transmiti luego al pueblo cristiano y al pueblo musulmn, de que slo su Dios es el Dios verdadero! Te sorprendes de que siendo cristiano, siendo templario, hable as? Ese po delirio que cree tener al Dios mejor y que, a ese Dios mejor, quiere imponrselo a todo el mundo como el Dios ptimo; ese po delirio dnde se mostr con su ms negro semblante, sino aqu y ahora, dnde? A quien no se le caiga la venda de los ojos, aqu y ahora... En fin, sea ciego quien quiera! Olvidaos de lo que he dicho, y dejadme. (Hace ademn de irse.) NATN.Ah! No sabis con cunta mayor obstinacin voy a arrimarme a vos ahora. Venid; nosotros tenemos que ser amigos, tenemos que serlo! Despreciad a mi pueblo todo lo que queris. Ninguno de los dos hemos escogido a nuestro pueblo. Nosotros somos nuestros pueblos? Por-

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que, qu quiere decir pueblo? El cristiano y el judo son cristiano y judo antes que hombres? Ah, si hubiera encontrado yo en vos a uno de esos a quienes basta con llamarse hombre! TEMPLARIO.S, por Dios, eso habis encontrado, Natn! Eso habis encontrado! Esa mano! Me avergenzo de no haberos comprendido por un instante! NATN.Y yo estoy orgulloso de ello. A lo vulgar le ocurre pocas veces no ser comprendido. TEMPLARIO.Y lo raro es difcil de olvidar. S, Natn; tenemos que hacernos amigos, tenemos que hacernos amigos. NATN.Ya lo somos. Cmo se alegrar mi Reha! Ah, y qu serena lontananza se abre ante mis ojos! Conocedla y veris! TEMPLARIO.Ardo en deseos Quin sale disparada de vuestra casa? No es vuestra Daya? NATN.En efecto. Tan ansiosa? TEMPLARIO.No le habr pasado nada a nuestra Reha?

ESCENA SEXTALos anteriores y DAYA presurosa Natn! hay? DAYA.Perdonad, noble caballero, que tenga que interrumpiros. NATN.Qu hay? Qu sucede? TEMPLARIO.Qu sucede? DAYA.El Sultn ha mandado a buscar. El Sultn quiere hablaros. Dios, el Sultn! NATN.A m? El Sultn? Sentir curiosidad por ver las novedades que truje. T di slo que an se ha desembalado poco, o nada. DAYA.No, no; no quiere ver nada; quiere hablaros, a vos en persona, y pronto, tan pronto os sea posible. NATN.Ahora voy. Vulvete ya, anda! DAYA.No lo tomis a mal, ilustre caballero. (Dios, qu inquietos estamos por lo que pueda querer el Sultn! NATN.Ya se ver. Anda ya, ve!NATN.Qu DAYA.Natn,

ESCENA SPTIMANATN TEMPLARIO.As

y el TEMPLARIO

que an no lo conocis? digo personalmente. NATN.A Saladino? An no. Ni rehu ni procur conocerlo. La voz pblica hablaba demasiado bien de l como para no preferir el creer al ver. Con todo aunque fuera de otra manera, habindoos perdonado la vida... TEMPLARIO.S, as es. La vida que estoy viviendo es un regalo suyo. NATN.Con el cual me ha regalado a m dos vidas, una triple vida. Esto lo ha cambiado todo entre nosotros; me ha echado de pronto una maroma que me encadena eternamente a su servicio. Difcilmente podr negarme a la primera peticin que me haga; estoy dispuesto a todo; estoy dispuesto a reconocer que lo estoy por vos. TEMPLARIO.Yo an no tuve ocasin de darle las gracias personalmente por ms que le he salido al paso a menudo. La impresin que le produje fue tan sbita como sbita fue luego su desaparicin. Quin sabe si se acordar ya de m. Y sin embargo tendr que acordarse de m una vez ms, por lo menos, para acabar de decidir mi destino. Por si fuera poco estar todava a sus rdenes, vivir an con su voluntad, encima tengo que esperar ahora a ver segn cuya voluntad habr de vivir. NATN.No hay ms; por eso mismo no quiero rezagarme. Tal vez salte alguna palabra que me d ocasin de traeros a cuento. Con permiso, perdn he de apresurarme Cundo, cundo os veremos en casa? TEMPLARIO.Apenas pueda. NATN.Apenas queris.

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mismo. cmo os llamis? por favor. TEMPLARIO.Mi nombre era es Curd von Stauffen Curd! NATN.Von Stauffen? Stauffen? Stauffen? TEMPLARIO.Por qu os llama tanto la atencin? NATN.Von Stauffen? De esa familia son ya varios... TEMPLARIO.Ah s!, aqu estuvieron, aqu se pudrieron ya varios de la familia. Mi mismo to, mi padre, quiero decir pero, por qu clavis por instantes vuestra mirada en m? NATN.Oh, nada, nada! Que no me canso de eso veros! TEMPLARIO.Por eso me despeda yo antes. No pocas veces sucedi que la mirada del investigador encontrara ms de lo que deseaba encontrar. Yo la temo, Natn. Que sea el tiempo, y no la curiosidad, quien se encargue de que nos conozcamos poco a poco. (Se va.) NATN. (Siguindolo asombrado con la mirada.) No pocas veces el investigador encontr ms de lo que deseaba encontrar. Es como si leyese en mi alma, en efecto! S, es cierto; eso podra sucederme a m tambin. No slo la estatura de Wolf, los andares de Wolf; tambin su voz. As, exactamente as era incluso el aire de su cabeza, as llevaba incluso la espada en el brazo, as incluso se pasaba la mano por las cejas como para ocultar el fuego de su mirada. Cunto tiempo pueden estar dormidas en nosotros las imgenes que se nos grabaron profundamente, hasta que las despierta una palabra, un sonido. Von Stauffen! Eso es, eso es; Filnek y Stauffen. Quiero enterarme mejor de esto, pronto. Pero antes hay que ir a ver a Saladino. Qu pasa? No est ah escuchando Daya? Ea, acrcate no ms, Daya.NATN.Y

TEMPLARIO.Hoy

ESCENA OCTAVADAYA. NATN NATN.Apuesto a que tenis el corazn en un puo por saber algo que no tiene nada que ver con lo que Saladino quiere de m. DAYA.Se lo reprochis? Estabais empezando a hablar con mayor confianza con l en el preciso momento en que el mensajero del Sultn nos ahuyent a nosotras de la ventana. NATN.Pues dile a ella que puede esperarlo de un momento a otro. DAYA.De veras, de veras? NATN.Puedo confiar en ti, Daya? Anda con cuidado, te lo ruego. No te arrepentirs. Tu misma conciencia tiene que encontrar sus cuentas conformes en el caso. Pero no me eches a perder nada en mi plan. Limtate a contar y preguntar, con modestia, con discrecin... DAYA.Y encima, que seis an capaz de recordarme estas cosas! Me voy; idos tambin vos. Pues, mirad, yo dira que viene un segundo mensajero del Sultn: Al-Hafi, vuestro derviche. (Sale.)

ESCENA NOVENANATN. AL-HAFI

vos precisamente quera volver a veros. urgente es eso? Qu es lo que quiere de m? AL-HAFI.Quin? NATN.Saladino. Ya voy, ya voy. AL-HAFI.Adonde? A Saladino? NATN.No te enva Saladino? AL-HAFI A m? No. Es que ya ha enviado a alguien? NATN.Claro que ha enviado. AL-HAFI.Siendo as, no est mal. NATN.Cmo? Qu no est mal? AL-HAFI.Que... yo no tengo la culpa; Dios sabe que no tengo la culpa. Pues no dije cosas de vos, y no ment poco por impedirlo! NATN.Por impedir el qu? Qu no est mal?NATN.Tan

AL-HAFI.Aja! A

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AL-HAFI.Pues que os hayis convertido en su tesorero mayor. Os compadezco. Ahora; presenciarlo, no quiero. Desde este momento, yo me voy; me voy, ya sabis adnde, y conocis el camino. Si de camino puedo cumpliros algn encargo, decidlo: estoy a vuestra disposicin. Por supuesto, que no sea ms de lo que puede llevar uno que va con lo puesto. Me voy; decidlo pronto. NATN.Pero repara, Al-Hafi; repara en que no s an nada de nada. Qu ests parloteando ah? AL-HAFI.La llevis ya con vos, la bolsa? NATN.La bolsa? AL-HAFI.Bueno, el dinero que le vais a adelantar. NATN.Y no es ms que eso? AL-HAFI.No faltara ms sino que presenciara yo cmo os merma, da a da, hasta las uas de los pies! No faltara ms sino que presenciara yo cmo el despilfarro toma de prestado, y toma y toma, de los graneros nunca vacos de la sabia clemencia, hasta que los mismsimos ratones del fondo se mueran de hambre! Os imaginis acaso que quien necesita vuestro dinero seguir tambin vuestros consejos? S, seguir consejos l! Cundo acept consejos Saladino? Mira lo que me acaba de pasar con l, Natn, y vers. NATN.Veamos. AL-HAFI.Voy hace un rato adonde l en el preciso momento en que acaba de jugar al ajedrez con su hermana. Sita no juega mal, y la partida que creyera y diera por perdida Saladino, estaba an all tal cual la dejaran. Conque echo un vistazo, y veo que la partida no est perdida ni mucho menos. NATN.Oye, eso fue un hallazgo para ti! AL-HAFI.Ante el jaque de ella, no tena ms que avanzar el rey hasta el pen Si pudiera mostrroslo tal cual! NATN.Oh, me fo de ti! AL-HAFI.Porque as quedaba la torre con campo libre, y ella estaba perdida. Bueno, pues quiero indicarle todo esto y lo llamo. Imagnate!... NATN.No opina como t? AL-HAFI.No me hace ningn caso, y desbarata despectivamente todo el juego. NATN.Ser posible? AL-HAFI.Y dice querer que le den el mate ya de una; que quiere! Eso es jugar? NATN.Pues, no mucho; eso es jugar con el juego. AL-HAFI.Y no creas que se jugaban calderilla. NATN.El dinero va y viene! Eso es lo de menos. Pero, no escucharte a ti nada! No orte siquiera en punto de tal importancia! No admirar tu aguilea mirada! Eso, eso est pidiendo venganza! No? AL-HAFI.Calla, hombre! No os lo digo ms que por que veis qu clase de cabeza es. En una palabra, yo, yo no aguanto ms con l. Ve por ah haciendo el recorrido de las casas de todos los sucios moros y preguntando a ver quin le quiere prestar. Yo, que nunca mendigu por m, tengo que pedir prestado por otros. Pedir prestado no es mucho mejor que mendigar; igual que prestar, prestar con usura, no es mucho mejor que robar. Entre mis guebres, junto al Ganges, no tengo necesidad ni de lo uno ni de lo otro, ni tengo necesidad de ser el instrumento de los unos y de los otros. Junto al Ganges, junto al Ganges, no hay ms que hombres. Aqu sois vos el nico que sera todava digno de vivir junto al Ganges. Os vens conmigo? Dejadlo plantado de una con la baratija que tanto le da que hacer. Paso a paso os llevar a la ruina. As se acabara de golpe esa lata. Voy a procuraros una tnica. Venos, venos! NATN.Siempre nos quedara esa salida, digo yo. Sin embargo, Al-Hafi, quiero pensrmelo. Espera... AL-HAFI.Pensrtelo? No, una cosa as no se la piensa uno. NATN.Slo hasta que vuelva de ver al Sultn; hasta que me despida... AL-HAFI.E1 que se lo piensa es que busca motivos para zafarse de tener que hacerlo. Quien no es capaz de decidirse de golpe y porrazo a vivir para s mismo, se vivir por siempre como esclavo de otros. Como queris! Que lo pasis bien! Como os plazca! Mi camino es ste; el vuestro aqul. NATN.Al-Hafi! Pero, antes te ocupars por ti mismo de tus cosas, no? AL-HAFI.Qu chiste! El saldo de mi caja no tiene importancia, y de mis deudas os hacis cargo vos o Sita. Pasadlo bien! (Se va.) NATN. (Siguindolo con la mirada.) Me encargo yo! Salvaje, bueno, noble cmo llamarlo? Pero, nica y exclusivamente, el verdadero mendigo es el verdadero rey!

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ACTO TERCEROESCENA PRIMERA(Escenario: En casa de NATN)REHA

y DAYA

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REHA.Qu dijo exactamente mi padre: que puedo esperarle de un instante a otro? Eso suena como si fuera a presentarse cuanto antes, no es cierto? Pero, cuntos instantes han transcurrido ya! Mas, para qu pensar en los ya pasados? Yo quiero vivir slo en cada uno de los prximos instantes. Ya arribar el instante que lo traiga aqu. DAYA.Maldito mensaje del Sultn! Si no, seguro que Natn se lo trae aqu enseguida. REHA.Y cuando llegue ese instante, cuando se cumpla finalmente el ms clido e ntimo de mis deseos, entonces, qu? entonces, qu? DAYA.Entonces qu? Entonces espero que llegue tambin el cumplimiento de mi ms clido deseo. REHA.Qu ocupar entonces su lugar en mi pecho que no sabe dilatarse sin un deseo que predomine sobre todos los dems deseos? Nada? Ay, me horrorizo! DAYA.Mi deseo, mi deseo ocupar entonces el lugar del deseo cumplido; el mo. El de saberte en Europa, en manos dignas de ti. REHA.Te equivocas. Lo mismo que hace que sea se tu deseo, impide que pueda ser alguna vez el mo. A ti te atrae tu patria, y no tendra que retenerme a m la ma? Iba a tener ms poder una imagen de tu patria, an no borrada de tu alma, que las imgenes de la ma, que puedo ver, tocar y or yo misma? DAYA.Oponte cuanto quieras! Los caminos del Cielo son los caminos del Cielo. Y si tu salvador [mismo] fuera aqul por cuya mano su Dios, el Dios por quien l combate, quisiera conducirte a la tierra, al pueblo para quienes naciste? REHA.Daya querida! Dale otra vez con lo mismo! Verdaderamente tienes ideas peregrinas! Su Dios, su Dios! Por quien l combate! Es propiedad de alguien, Dios? Qu Dios es se del que se apropia el hombre, y que ha de hacer que combatan por l? Y cmo saber para qu terruo naciste, cuando no se trata del mismo terruo en que naciste? Si mi padre te oyera decir eso! Qu te ha hecho para que no pierdas ocasin de crearme la falsa apariencia de que mi felicidad est lo ms lejos posible de l? Qu te ha hecho para que te guste tanto mezclar la semilla de la razn que bien pura esparciera l por mi alma, con la cizaa, o las flores, de tu tierra? Querida Daya, querida Daya, l no quiere en mi suelo tus variopintas flores! Y yo misma tengo que decirte que con tus flores siento agotado y consumido mi suelo, por ms bellamente que lo vistan; que me siento tan aturdida, tan estafada con su aroma, con su agridulce aroma! Tu cerebro est ms acostumbrado a l. Por eso no censuro a los nervios ms fuertes, que pueden soportarlo. Pero a mi no me va; y tu ngel, no estuvo ya a punto de volverme loca? An me avergenzo de la farsa que hicimos ante mi padre! DAYA. Farsa! Como si la inteligencia fuera slo patrimonio de ellos! Farsa, farsa! Si pudiera hablar yo, veras! REHA.Que no puedes? No fui yo acaso toda odos siempre que te dio por instruirme acerca de los hroes de tu fe? No rend siempre tributo de admiracin a sus hazaas y derram lgrimas por sus sufrimientos? Verdad es que nunca me pareci ser en ellos lo ms heroico su fe. Sin embargo, tanto ms consoladora me resultaba su doctrina de que nuestra sumisin a Dios no depende en absoluto de nuestras ilusiones sobre Dios. Daya querida: Esto es lo que nos dijo mi padre tantas veces, en esto estuviste de acuerdo t misma con l, bien a menudo; por qu desacreditas por tu cuenta lo que construiste junto con l? Querida Daya: sta no es la conversacin ms adecuada para esperar a nuestro amigo. Bueno, para m, s! Porque a m, a m me interesa inmensamente saber si tambin l... Escucha Daya! No se acerca alguien a la puerta? Si fuera l! Escucha!

ESCENA SEGUNDAREHA. DAYA y el TEMPLARIO, a quien alguien abre desde afuera la puerta, diciendo:Por aqu! (Se sobresalta, se serena y quiere arrojarse a sus pies.) Es l! Mi salvador, ah! evitar esto precisamente quise aparecer tan tarde; y con todo REHA.A los pies de este hombre orgulloso, yo no quiero ms que dar gracias a Dios; no al hombre. El hombre no quiere que se las den, como tampoco las quiere el cubo del agua que tan activo se mostrara extinguiendo el fuego. Se dejaba llenar de agua, dejaba que lo vaciaran, sin ms ni ms: lo mismo el hombre. A ste tambin lo metan en las llamas; conque tropiezo por casualidad con su braTEMPLARIO.Para REHA.

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zo; conque por casualidad, cual chispa prendida en su capa, as quedo yo en sus brazos; hasta que no se sabe qu nos arroja de nuevo, a los dos, fuera de las llamas. Qu hay de agradecer en ello? En Europa el vino empuja a acciones an mucho ms raras. Los templarios son gente que han de actuar as; mejor an que perros amaestrados, tienen que sacar de donde se tercie: del fuego o del agua. TEMPLARIO.(Que la observa todo el tiempo con asombro e intranquilidad.) Oh Daya, Daya! Si en momentos de afliccin y melancola te trat con aspereza, por qu llevarle el soplo de todas las locuras que se me escapaban de la lengua? Eso es vengarse con un exceso de susceptibilidad, Daya! Pase, si desde ahora quieres representarme mejor cabe ella. DAYA.Creo, caballero, que estos pequeos dardicos arrojados a vuestro corazn, mucho dao no os han hecho. REHA.As que estabais afligido? Y con vuestra afliccin fuisteis ms avaro an que con vuestra vida? TEMPLARIO.Buena y encantadora criatura! Cmo se me parte el alma entre los ojos y los odos! sta no es la muchacha que saqu yo del fuego, sta no es, que no, que no. Pues quin no la sacara del fuego, conocindola? Quin hubiera esperado a que llegara yo? La verdad es que el terror desfigura (Pausa, durante la cual, contemplndola, est l como perdido.)REHA.Pues

yo os encuentro igual todava. (Sigue lo mismo; hasta que prosigue ella y lo saca de su asombro.)

Bien, caballero; supongo que nos diris dnde estuvisteis tanto tiempo. Casi podra preguntar tambin dnde estis ahora. TEMPLARIO. Estoy, donde tal vez no debera estar. REHA.Dnde estuvisteis? Tambin donde tal vez no deberais haber estado? Eso no est bien. TEMPLARIO.En el en el cmo se llama ese monte? En el Sina. REHA.En el Sina? Qu bien! Por fin voy a saber de buena fuente si es verdad que... TEMPLARIO.Qu, qu, si es cierto que an puede verse all el mismsimo lugar donde estuvo Moiss ante Dios, como...? REHA.No, eso no. Porque dondequiera que estuviese, estaba ante Dios. De eso tambin s yo algo. De vos quisiera saber si es cierto que subir a ese monte cuesta mucho menos que bajar. Porque, mirad que he subido montaas y siempre me sucedi lo contrario! Bien, caballero? Cmo? Os apartis de m? No queris verme? TEMPLARIO.Es que quiero oros. REHA.Es que no queris que note que sonres por mi simpleza, que sonres de ver que no tengo nada ms importante que preguntaros sobre el monte ms santo de todos los montes, verdad que s? TEMPLARIO.Bueno, tendr que volver a miraros a los ojos. Ah!, los bajis ahora? Ahora contenis vos la sonrisa? Cuando no busco ms que leer en los gestos, en gestos ambiguos, lo que os oigo decir con tanta claridad, lo que me decs tan perceptiblemente os callis? Ah Reha, Reha! Cunta razn tena l al decir: conocedla y veris! REHA.Quin lo ha dicho? De quin? Os han dicho eso? TEMPLARIO. Conocedla y veris, me dijo vuestro padre refirindose a vos. DAYA.Y acaso no lo dije yo tambin, yo tambin? TEMPLARIO.Pero, dnde est, dnde est, pues, vuestro padre? Est an con el Sultn? REHA.Sin duda. TEMPLARIO.All an, an? Olvidadizo de m! No, no; no creo que est ya all. Estar all abajo, esperndome junto al monasterio, seguro. Quedamos as cuando nos despedimos. Con permiso! Me voy a recogerlo... DAYA.Eso es cosa ma. Quedaos, caballero, quedaos. Lo traigo yo sin dilacin. TEMPLARIO.De ningn modo, de ningn modo! Me est esperando a m personalmente, no a vos. Adems, no me extraara... quin sabe?... no me extraara que con el Sultn,... vos no conocis al Sultn!... que se hubiera visto en apuros. Creedme, se corre peligro si no voy yo.

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REHA.Peligro?

TEMPLARIO.Corro

Qu peligro? peligro yo, vos, l, si no voy a escape, a escape. (Hace mutis.)

ESCENA TERCERAREHA

y DAYA

REHA.Qu es eso, Daya? Tan de repente? Qu le ocurre? Qu le habr chocado? Qu lo persigue? DAYA.Dejadlo, dejadlo. Creo que no es mala seal. REHA.Seal? Pero de qu? DAYA.De que algo va haciendo su marcha por dentro. Algo se est cociendo, y no conviene que [de hervir] se salga. Vos dejadlo. Ahora os toca a vos. REHA.Qu me toca a m? T me resultas igual de incomprensible que l. DAYA.Bien pronto os podris desquitar de todo el desasosiego que os ha dado. Pero que no os d por ser demasiado severa, demasiado vengativa. REHA.T sabrs de qu ests hablando. DAYA.Entonces, ya estis otra vez tranquila? REHA.Lo estoy, s, lo estoy. DAYA.Por lo menos admitid que disfrutis vindolo desasosegado y que debis a su desasosiego el estar vos gozando de tranquilidad. REHA.Completamente sin querer! Porque lo ms que podra concederte sera que a m a m misma, me extraa que pueda seguir de repente en mi corazn, a semejante tormenta, una tal calma. Todo su aspecto, su conversacin, su hacer me ha... DAYA.Saciado ya? REHA.Saciado, yo no dira saciado, no ni mucho menos DAYA.Te ha aplacado slo el hambre convulsiva. REHA.Bueno, si quieres decirlo as. DAYA.Ah, yo no. REHA.Lo apreciar eternamente; lo seguir apreciando ms que a mi vida, eternamente, aunque ya no se me altere el pulso slo con la mencin de su nombre, aunque no sean ms acelerados y fuertes los latidos de mi corazn cada vez que piense en l. Pero, qu chchara es sta? Ven, ven, Daya querida, ven a la ventana. Mira all a las palmeras. DAYA.Pues duda no cabe de que el hambre convulsiva no est aplacada del todo. REHA.Ahora volver a mirar otra vez las palmeras, y no slo a l paseando bajo las palmeras. DAYA.Esa frialdad no es ms que el comienzo de otra fiebre. REHA.Qu frialdad? Yo no estoy fra. Lo que pasa es que no miro menos a gusto lo que miro con tranquilidad.

ESCENA CUARTA(Escenario: Sala de audiencias del palacio de SALADINO)SALADINO

y SITA

SALADINO. (Entrando y hablando en direccin a la puerta.) Apenas llegue el judo, hacedlo pasar. No parece que se d mucha prisa. SITA.Tampoco estaba ah a la mano, que se pudiera dar con l enseguida. SALADINO.Hermana, hermana! SITA.Ests como si fueras a entrar en combate. SALADINO.Y con armas que no aprend a manejar. He de disimular; he de inquietar; he de tender trampas; he de conducir a terreno resbaladizo. Cundo he sabido hacer eso yo? Dnde pude aprenderlo? Ah, y para qu he de hacer todo eso, para qu? Para pescar dinero, dinero! Para arrancarle dinero a un judo, atemorizndolo; dinero, dinero! Me habr trado finalmente a estas pequeas astucias la necesidad de procurarme la menor de las minucias?

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hay minucia que, desdeada en demasa, no se vengue, hermano. verdad, por desgracia. Y si ese judo fuera el hombre bueno y razonable que te describi antes el derviche? SITA.Ah, pues entonces no har falta nada de eso! El lazo se le tiende al judo avaro, receloso, medroso, no al hombre bueno, al hombre sabio. Que ste ya es nuestro, sin necesidad de lazo. El placer de escuchar cmo se excusa un hombre as; la fuerza osada con que, sin rodeos, corta de un tajo el lazo, o bien sortea con astuta precaucin las redes que a su paso encuentra, ese placer se te da por aadidura. SALADINO.S, eso es verdad. Por cierto que me alegro de ello. SITA.Luego ya no hay nada que pueda desconcertarte. Porque si es uno ms del montn, si es un judo como otro, no te vas a avergonzar de aparecer a sus ojos tal como l se imagina a todos los dems hombres! Antes bien, mostrarse mejor a sus ojos, es mostrrsele como estpido, como loco. SALADINO.As que es preciso obrar mal para que el malo no piense mal de m? SITA.Ciertamente! Si obrar mal para ti es utilizar cada cosa atenindose a su ndole. SALADINO.Qu inventar una cabeza de fmina que no sepa aderezar! SITA.Aderezar! SALADINO.Lo que me temo es que lo fino y alambicado se me quiebra entre estas toscas manos! Esas cosas hay que ejecutarlas tal como se las imagin: con zorrera, con soltura. Por supuesto que es posible, es posible! Yo bailo como puedo, y por cierto preferira bailar peor que mejor. SITA.Tampoco has de tener tan poquita confianza en ti! Yo te respondo de ti! Vamos, si quieres. Porque a los hombres como t les gustara convencernos a nosotras las mujeres de que es con la espada, slo con la espada, como han llegado tan adelante. Ciertamente, el len se avergenza de cazar con la zorra: pero se avergenza de la zorra, no de la astucia. SALADINO.Cmo disfrutaran las fminas tenindonos a los hombres a su nivel! Anda ya, ve! Creo que me s la leccin. SITA.Cmo? Que me vaya? SALADINO. No querrs quedarte! SITA.Quedarme, quedarme, no...; poder veros pero aqu en el cuarto de al lado. SALADINO.Para or? No, tampoco, hermana; si he de salir airoso. Vete, vete, que se mueve la cortina, que llega! Digo que no te quedes ah! Ir a ver.SALADINO.Es

SITA.No

(Mientras se aleja ella por una puerta, entra NATN por la otra, y SALADINO se ha sentado.)

ESCENA QUINTASALADINO SALADINO.Acrcate, NATN.El

y NATN

judo! Ms cerca! Del todo, del todo! Y sin miedo! miedo se lo cedo a tu enemigo! SALADINO.Te llamas Natn? NATN.S. SALADINO.Natn el sabio? NATN.No. SALADINO.Bueno, no te lo llamas t, te lo dice el pueblo. NATN.Puede ser. El pueblo! SALADINO.No creers que tengo una opinin despectiva de la voz del pueblo! Hace mucho tiempo que deseo conocer al hombre que aqul llama el sabio. NATN.Y si lo llamara as en son de burla; si, al decir sabio, no quisiera decir ms que prudente y no llamara prudente ms que a quien sabe bien lo que le conviene? SALADINO.Te refieres a lo que le conviene verdaderamente? NATN.En ese caso, el ms interesado sera el ms prudente. As, prudente y sabio s que sera lo mismo. SALADINO.Veo que pruebas lo que quieres impugnar. Lo que conviene verdaderamente al hombre, el pueblo no lo conoce, pero t s. Al menos, procuraste conocerlo; meditaste sobre ello: slo esto hace ya al sabio, tambin.

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que se imagina ser cada uno. dejmonos de modestia! Porque estarse escuchndola todo el tiempo, cuando lo que uno espera es razn a secas, causa fastidio. (Salta del asiento.) Vayamos al asunto! Pero, pero, con sinceridad, judo, con sinceridad! NATN.Sultn, te aseguro que mi deseo es servirte de tal modo que pueda seguir siendo digno de tu clientela. SALADINO.Servirme? Cmo? NATN.Para ti ser lo mejor de lo mejor de todo; y al mejor precio. SALADINO.De qu hablas? No ser de tus mercancas! Chalanear, eso ya lo har contigo mi hermana. (Esto para la fisgona!) Yo no tengo nada que hacer con el comerciante. NATN.Pues entonces lo que querrs sin duda es enterarte de lo que pude observar, o encontrar, de camino, tocante al enemigo, que, por lo dems, empieza a hacerse sentir otra vez. Yo, si con toda franqueza... SALADINO.La contribucin que de ti espero, tampoco es precisamente sa. De ello ya s cuanto me hace falta. En una palabra; NATN.Mndame, Sultn. SALADINO.Solicito tus enseanzas en otro terreno muy distinto, muy distinto. Puesto que eres tan sabio, a ver si me dices cul es la fe, cul es la ley que te ha iluminado ms? NATN.Sultn, yo soy judo! SALADINO.Y yo musulmn. El cristiano est entre nosotros. Slo una de estas tres religiones puede ser la verdadera. Un hombre como t no puede quedarse en el sitio donde lo arrojara la casualidad del nacimiento; o, si se queda, lo hace porque ha examinado, razonado y escogido lo mejor. Pues bien, hazme participe de tu entendimiento. Dime las razones a cuya cavilacin no tuve yo tiempo de entregarme. Dame a conocer por supuesto en confianza la eleccin que determina dichas razones, para poderlas hacer yo mas. Cmo? Te sorprendes? Me sopesas a ojo? Bien pudiera ser yo el primer Sultn que da en tal capricho, que, por lo dems, tampoco me parece tan indigno de un Sultn. No es cierto? As que habla, pues: di! A no ser que quieras un momento para reflexionar. Bien, te lo doy. (Estar escuchando ella? Voy a acecharla. A ver si me dice que lo he hecho bien.) Medtalo, medtalo deprisa! No tardo en volver. (Se va al cuarto de al lado, a donde se dirigiera SITA.)SALADINO.Bueno,

NATN.Al

ESCENA SEXTANATN

a solas

Ejem, ejem! Curioso! En qu estoy metido? Qu quiere el Sultn, qu quiere? Vengo preparado para una cuestin de dinero y resulta que quiere verdad. Verdad! Y la quiere tal tan contante y sonante, tan reluciente como si la verdad fuera una moneda! Por supuesto, si fuera una de esas monedas antiguas que se sopesaba a mano! An! Pero una de esas nuevas monedas, hechas por mera acuacin, que slo sirven para pagar en mostrador; una moneda as no es la verdad, seguro que no! De modo que la verdad se embolsara en la cabeza igual que el dinero en la bolsa? Entonces, quin es aqu el judo: yo o l? Por lo dems, por qu no tendra que pedir l de veras la verdad? Verdaderamente, verdaderamente, la sospecha de que est utilizando la verdad como trampa, tambin sera demasiado pequea! Demasiado pequea? Hay algo demasiado pequeo para un grande? Eso es, eso es: irrumpi en la casa empujando puertas! Cuando se llega como amigo, sin embargo, se llama a la puerta y se escucha antes. Tengo que ir con cuidado! Mas, cmo? Cmo hacerlo? Tampoco es cosa de ponerse a hacer el judo de pura cepa. Y no conducirse en absoluto como judo, menos an. Porque si no soy judo de uno u otro tipo, podra preguntarme luego por qu no ser musulmn. Ya est! Esto puede salvarme! No slo a los nios se les alimenta con cuentos. Ya viene. Venga pues!

ESCENA SPTIMASALADINO

y NATN

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SALADINO.(Aqu tenemos despejado el campo!) No vuelvo demasiado pronto para ti? Ya has acabado con tu meditacin. Ea pues, habla! No nos oye un alma. NATN.Y