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EL CASO DE LA GRACIA

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  • Un periodista investiga evidencias

    de vidas transformadas

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  • Contenido

    PREFACIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

    INTRODUCCIN: La bsqueda de la gracia . . . . . . . . . . . . . . . . .13

    CAPTULO 1: El error . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .17

    CAPTULO 2: La hurfana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .23

    CAPTULO 3: El adicto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .49

    CAPTULO 4: El profesor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .69

    CAPTULO 5: El ejecutor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .97

    CAPTULO 6: El desamparado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115

    CAPTULO 7: El pastor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133

    CAPTULO 8: El prdigo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155

    CAPTULO 9: Manos vacas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .177

    EPLOGO: Gracia retenida, gracia extendida . . . . . . . . . . . . . . .187

    Gua para la discusin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193

    APNDICE: Lo que la Biblia dice acerca de la gracia . . . . . . . . . 231

    Libros de ayuda sobre la gracia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 241

    Conozca a Lee Strobel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .243

    Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247

    Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .249

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    CAPTULO 1

    El errorAlgn da lo entenders

    El psicoanlisis [...] est demostrando diariamente cmo los jvenes pierden su fe religiosa tan pronto como se destruye la autoridad de los padres.

    Sigmund Freud1

    N o fue sino hasta que estuvo en su lecho de muerte que mi madre confirm lo que aos de terapia le haban sugerido sobre m: que yo haba sido un error, al menos a los ojos de mi pap.

    Mis padres comenzaron con tres hijos primero una nia y luego dos varoncitos y mi pap asumi de lleno la paternidad: entren a sus hijos en la liga de bisbol, dirigi una tropa de nios exploradores, fue lder voluntario en la secundaria, viaj con la familia de vacacio-nes, y asisti a reuniones gimnsticas y graduaciones.

    Y entonces, despus de un largo intervalo de tiempo, lleg la noti-cia inesperada de que mi madre estaba embarazada de m.

    Tu padre... bueno... digamos que se sorprendi me dijo mi mam en los das cuando su salud declinaba y pasbamos horas con-versando mientras ella permaneca en cama vctima del cncer.

    Nunca antes habamos hablado de esto, pero ahora estbamos en medio de charlas maravillosamente francas sobre la historia de nues-tra familia, y yo quera aprovechar la oportunidad para obtener algu-nas respuestas.

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  • 18 E L C A S O D E L A G R A C I A

    Se sorprendi? Cmo?Mi madre hizo una pausa antes de contestar. No en el buen sentido me explic con una mirada compasiva.Cmo estaba? Enojado? No dira que estaba enojado. Frustrado, quizs. Perturbado por

    las circunstancias. Eso no estaba en sus planes. Sin embargo, luego le suger que tuviramos otro beb para que fuera tu compaero de juegos.

    Y as naci mi hermana menor.Para m, todo esto tena sentido. Aos antes, cuando le habl a mi

    terapeuta sobre la relacin con mi padre la distancia emocional, la falta de compromiso, los enfrentamientos constantes que tenamos y las explosiones de ira me dijo que mi inconveniente llegada a la familia haba interrumpido los planes que mi pap tena para su futuro.

    Al parecer, mi pap haba logrado un respiro despus de criar a mis tres hermanos mayores. Le estaba yendo bastante bien financie-ramente, y estoy seguro de que quera viajar y disfrutar de una mayor libertad. Ahora mi madre al fin lo confirmaba.

    Nuestra familia viva en un barrio de clase media alta en el noroes-te de Chicago. Mi padre haba trabajado duro para levantar su nego-cio y proveernos todo lo que materialmente necesitbamos y ms. Era un esposo fiel, bien considerado en la comunidad, y un amigo com-prometido con los dems.

    Aun as, mi relacin con l fue siempre fra. Tal vez yo necesitaba ms atencin que mis hermanos. No lo s. Sin embargo, para cuando llegu ya no haba nios exploradores, nadie me anim en mis juegos de la liga de menores de bisbol, ni nadie asisti a mis competen-cias de oratoria o mis graduaciones. No recuerdo que hayamos tenido aunque sea una sola conversacin seria. Nunca escuch de l las pala-bras que ms necesitaba.

    Con el tiempo, supuse que la nica manera de ganarme su aten-cin era a travs de los triunfos que alcanzara. As que me esforc por obtener las mejores calificaciones, me eligieron como presidente

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  • CA P t u L O 1: El error 19

    de mi colegio, fui editor del boletn estudiantil, e incluso escrib una columna en el peridico de la comunidad. No obstante, nada de eso lo satisfizo. No recuerdo que me haya dicho una sola palabra de feli-citacin o afecto. Ni una sola.

    Mis padres eran miembros de una iglesia luterana. Como abo-gado, mi pap formaba parte de la junta directiva a fin de ofrecer asesora jurdica gratuita, a pesar de que las maanas de los domingos prefera pasarlas en el campo de golf en lugar de ir a la iglesia.

    Recuerdo una ocasin cuando era chico en que toda la familia fue a la iglesia junta. Despus del servicio mi pap nos llev a casa... pero se olvid de m. Todava recuerdo la angustia que sent mientras recorra frenticamente todos los rincones de la iglesia buscando a mi padre en vano, con el corazn latiendo fuerte.

    Por supuesto, este fue un error involuntario de su parte, pero result difcil para m no verlo como algo simblico de la forma en que se estaba desarrollando nuestra relacin.

    Padres y fe

    Una noche cuando tendra unos doce aos, mi padre y yo tuvimos un disgusto por algo. Me fui a mi cuarto sintindome avergonzado y culpable, y me promet comportarme mejor, ser ms obediente y esforzarme para lograr que mi padre me aceptara. No recuerdo los detalles de lo que caus el problema, pero de lo que ocurri luego tengo una imagen ntida aun cincuenta aos despus.

    So que estaba en la cocina preparndome un sndwich cuando se me apareci de repente un ngel luminoso y comenz a contarme sobre lo maravilloso y glorioso que es el cielo. Lo escuch por un rato y luego le dije como dndolo por seguro:

    Yo voy a ir all.Con esto quera decir, por supuesto, al final de mi vida. Sin embar-

    go, la respuesta del ngel me confundi.

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  • 20 E L C A S O D E L A G R A C I A

    Cmo lo sabes? dijo.Que cmo lo s? Qu clase de pregunta es esa? Bueno, he tratado de ser un buen chico contest balbucean-

    do . He tratado de hacer todo lo que mi padre dice. He tratado de portarme bien. He ido a la iglesia.

    Eso no tiene importancia asegur el ngel.Me qued estupefacto. Cmo poda no tener importancia que

    me esforzara para ser responsable y obediente, para vivir segn las demandas de mis padres y profesores? El pnico se apoder de m. Las palabras no salan de mi boca.

    El ngel dej que la ansiedad me consumiera por un momento. Luego dijo:

    Algn da lo entenders. En ese mismo instante se desvaneci... y yo despert sudando.

    Este es el nico sueo que recuerdo de mi infancia. A travs de los aos, de vez en cuando volv a recordarlo, pero siempre trat de sacar-lo de mi mente dicindome que solo haba sido un sueo.

    A medida que fui creciendo, me confund ms con respecto a los asuntos espirituales. En mis aos de adolescente, mis padres insistan en que asistiera a las clases de confirmacin en la iglesia. Pero no estoy seguro de que crea en esas cosas, le dije en una ocasin a mi padre. Su respuesta fue lacnica: Ve. All puedes hacer preguntas.

    Las clases estaban organizadas en torno a la memorizacin del catecismo. Las preguntas eran toleradas de mala gana y se respondan de una forma superficial. La verdad es que sala con ms dudas que cuando entraba. Soport el proceso porque cuando al fin me con-firmara, la decisin sobre si seguira o no asistiendo a la iglesia sera exclusivamente ma. Y ya conoca la respuesta.

    Por ese entonces no era consciente de que la relacin de un joven con su padre puede determinar en gran medida su actitud hacia Dios. Ni que muchos ateos a travs de la historia incluyendo a Friedrich Nietzsche, David Hume, Bertrand Russell, Jean-Paul Sartre, Albert

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  • CA P t u L O 1: El error 21

    Camus, Arthur Schopenhauer, Ludwig Feuerbach, Baron dHol-bach, Voltaire, H. G. Wells, Madalyn Murray OHair y otros se haban sentido abandonados o profundamente decepcionados con sus padres, lo cual hizo que estuvieran poco o nada interesados en saber de un Padre celestial.2

    Yo vi esto ilustrado ms tarde en la vida cuando hice amistad con Josh McDowell, cuyo padre era un alcohlico violento. Crec creyen-do que los padres estn para causarle a uno dao, dijo Josh. La gente me deca que hay un Padre celestial que nos ama. Eso no me traa la ms mnima alegra, sino pena, porque no poda discernir la diferencia entre un Padre celestial y un padre terrenal. Josh lleg a ser recono-cido como alguien que se describa a s mismo como un incrdulo insoportable hasta que su investigacin del cristianismo lo convenci de que era verdad.3

    Al crecer, yo solo saba que a la vez que las dudas aumentaban dentro de m y mis profesores insistan en que la ciencia ha eclipsa-do la necesidad de Dios, estaba siendo empujado indefectiblemente hacia el escepticismo. Algo se haba perdido en mi familia y en mi alma que creaba una necesidad torturante que en aquel momento no poda describir.

    Aos ms tarde me encontraba conduciendo por la autopista noroeste en Palatine, Illinois aun recuerdo el lugar exacto, la hora del da, el calor del sol cuando sintonic la radio del carro y escuch algo que llen mis ojos de lgrimas.

    No lo entend todo, pero era algo sobre los padres y la fe y Dios y la esperanza. La voz perteneca a alguien que haba nacido por el mis-mo tiempo que yo, sin embargo, en su asombroso horror y brutalidad, su vida se encontraba en el polo opuesto a la ma. Aun as, se produjo una conexin inmediata, un puente entre nosotros.

    Le segu el rastro. Tuve que sentarme a escuchar su historia una y otra vez. Tuve que formularle todas mis preguntas. De alguna manera saba que ella tena en sus manos una pieza del rompecabezas de la gracia.

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